Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a: [email protected] www.viva.org.co HU UH H U Bogotá, rebeldías y multitudes Miguel Angel Herrera Zgaib Proyecto Historia política y social de los grupos y clases subalternas “Señor Presidente: aquí no se oyen aplausos; sólo se ven banderas negras que se agitan” J. E. Gaitán. Oración del silencio, 7/02/1948. Uno de los expositores del II Foro, Miguel Eduardo Cárdenas, profesor e investigador social y político nos recordó que en 1892 hubo una revuelta en Santafé de Bogotá. Los amotinados gritaban vivas a La Comuna, recordando al París de 1871, acontecimiento sobre el que escribieron Marx y otros revolucionarios desde diversas perspectivas. Aquel levantamiento de hace dos siglos fue sofocado, como había ocurrido también en 1854, cuando las Sociedades Democráticas y el general Melo se hicieron con el gobierno nacional, y el foco principal del levantamiento fue Bogotá. Así que entre uno y otro hecho hubo 38 años de diferencia. Después, el 9 de abril de 1948, se precipita otro ejercicio insurreccional, ocasionado por el asesinato de Jorge E. Gaitán, hecho que aún mueve imaginación y comentarios acerca de si Roa Sierra fuera o no el asesino. Mucha más tinta ha corrido para señalar a los determinadores intelectuales del magnicidio. Nada se ha podido probar desde entonces al respecto. Parábola de un exalumno “(El movimiento obrero) carecía de espíritu revolucionario y era lamentable que en el país hubiera apenas 93.000 sindicalizados”. J.E. Gaitán, El fantasma sindical (1943). Ninguno puede olvidar que Jorge Eliécer Gaitán estudió y se graduó en derecho con una tesis que todavía se comenta, “Las ideas socialistas en Colombia (1924)”. En la Nacional esta fue una tesis polémica, bajo la hegemonía ideológica conservadora; pero ella definió la vocación igualitaria, a su manera, porque fijó la trayectoria al “negro” Gaitán, un liberal socialista hasta su sacrificio, un potencial magnicidio que ahora conmemoramos en circunstancias diferentes. Hoy, Bogotá, que fuera gaitanista en los años 40, está conmovida y polarizada por dos propuestas de ciudad: la fórmula neo-liberal, de un lado; y la social y humana de los de abajo, apenas bocetada y llena de borrones. Esta coyuntura ha sido posible, debido en parte a la elección seguida de tres alcaldes influidos por el pensamiento de izquierda bajo diversos matices. Pero, ante todo, porque ellos han sido votados por una población que fluctúa entre los 550.000 y los 900.000 ciudadanos, esto es, una minoría decisiva que está concentrada en la capital de la república y hace parte de una cultura política influida por el cristianismo de base, el liberalismo y una izquierda de matices variopintos, que en todo caso está conectada por el reclamo de igualdad en todos los órdenes de la vida social. Un recuerdo redivivo “Se veía una gran multitud por esa calle, parecía una procesión, como dije, por esa calle, estrecha, larga, ya se puede decir de miles de gentes”. Fidel Castro, en: Arturo Alape, “El Bogotazo” (1983), p. 293. Aquí conviene recordar que Gaitán fue alcalde de Bogotá nombrado por el presidente Alfonso López en 1936, después que aquel desistiera de la UNIR, Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (1933 – 1935), al sufrir este movimiento y sus simpatizantes urbanos y agrarios la represión asesina, y un pobre resultado electoral. Ser alcalde fue un reconocimiento del jefe de la “revolución en marcha”, toda vez que Gaitán hizo su reingreso al Liberalismo, pues había militado a comienzos de los años 20, después de la histórica convención de Ibagué; y se destacó como congresista junto a Gabriel Turbay, un animador inicial de células marxistas en Girardot y Bogotá, y con quien denunciaron la bestial masacre de las Bananeras y acusaron la injerencia del imperialismo norteamericano (3 – 6 de septiembre de 1929). El episodio salvaje de las Bananeras quedó literariamente grabado en la obra de Álvaro Cepeda Samudio, y en Cien Años de Soledad, por Gabo, hijo de Aracataca, población enclavada en la zona bananera, en los dominios de la United Fruit Company. Aquella masacre coronó un beligerante quehacer obrero que orientaba el PSR, Partido Socialista Revolucionario de Raúl Mahecha, Torres, María Cano, y que cerró la intentona insurreccional protagonizada por los llamados Bolcheviques del Líbano (1929), signatarios de las 21 condiciones establecidas por la III Internacional Comunista cuando se escindió la socialdemocracia obrera. Antes había ocurrido en la incipiente sociedad civil nacional la huelga del ferrocarril del Pacífico (1926), liderada por Ignacio Torres Giraldo que obtuvo el 3 de septiembre la jornada de 8 horas pactada con el gerente del ferrocarril Alfredo Vásquez Cobo. Después vendría la convención colectiva de Bavaria, el 23 de julio de 1928. Allí quedó también plasmada la conquista de 8 horas con la asesoría sindical de Jorge Eliécer Gaitán, quien no empezó su fulgurante trayectoria de abogado como penalista, sino como abogado de sindicatos obreros y pliegos agrarios contra terratenientes y enclaves transnacionales, después de su activa y valiente denuncia de la masacre de las Bananeras. (Ver Martínez Fonseca, JM. Paternalismo y resistencia. Los trabajadores de Bavaria, 1889 – 1930. Rodríguez Quito editores. Bogotá, 2007). Gaitán, luego de su experiencia izquierdista se hizo liberal, y después disidente, desconociendo la autoridad del directorio nacional que presidía Eduardo Santos, y se presentó como candidato a la elección de 1946, siendo Alberto Lleras Camargo, el designado en remplazo de Alfonso López, que se retiró de la política después del fallido golpe de Estado en Pasto. Gaitán enfrentó la candidatura oficial liberal de Gabriel Turbay, con quien habían empezado a descollar denunciando la masacre de las Bananeras. Esta vez el ganador fue un conservador, y se produjo el retiro de la política del médico Gabriel Turbay, quien viajó a París y allí encontró sus últimos días. Gaitán continuó en la liza política, y participó al frente de su movimiento en la elección legislativa de 1947. El gaitanismo eligió 22 senadores y 44 representantes, y los directoristas fueron minoría dentro del partido, con 13 y 30 electos, respectivamente. Sin embargo, en el congreso, los conservadores eligieron 28 senadores y 57 representantes. Con tales resultados Gaitán fue proclamado jefe único del partido el 24 de octubre de 1947. Propuso como línea de acción programática el Plan Gaitán, y vivió las defecciones de su propio partido en connubio con los conservadores. La violencia contra los liberales continuó, y el líder liberal desplegó como táctica las grandes marchas, dos en particular quedaron en el recuerdo, la de las antorchas y la de la paz, previniendo y advirtiendo al presidente Ospina Pérez que cesará la violencia partidista. Hoy como entonces, Colombia, cruelmente, sigue insistiendo en la urgencia de una paz nacional, pero esta vez tiene como interlocutor en oposición al gobierno, al grupo de las Farc-EP, una guerrilla subalternas que en sus orígenes y dirección tuvo a un campesino gaitanista, Pedro Antonio Marín, Tirofijo, quien tampoco pudo ver la paz en vida. Subalternidad y autonomía, ¿de quiénes? “La organización de los trabajadores colombianos es incipiente si comparamos la mínima porción sindicalizada con la vasta zona trabajadora sin organización…es a la sombra de organismos imperfectos o viciados como pueden operar los mercenarios que llevan al seno de los grupos obreros los mismos vicios de simulación, corrupción y fraude que afectan a los políticos profesionales”. J.E. Gaitán, Programa en la campaña de 1945. “Turbay tenía un programa reformista, en cierto grado anti imperialista...una tesis que agitaba mucho Turbay era de la tesis de que necesitábamos una paz sin imperio…dirigida a los planes que tenía el imperialismo norteamericano de hegemonía mundial”. Entrevista de Gilberto Vieira, en: El Bogotazo: memorias del olvido, p. 77. Para los estudiosos de la cultura y la política colombiana, la figura del caudillo y la importancia de su trayectoria, su interpelación al pueblo en diversos momentos, como socialista liberal, primero, luego como unirista, y después como liberal y disidente, y a la postre jefe único de su partido, ha movido muchos intentos de caracterización del movimiento que él inspiró, y el cual no sobrevivió a su asesinato perpetrado a la salida del edificio Agustín Nieto Caballero cuando lo acompañaba Plinio Mendoza Neira hace 66 años, pasada la 1 de la tarde en una acera de la carrera 7a. Los biógrafos recuerdan también como Gaitán había recibido el doctorado honoris causa de la U. Libre, de la que había sido rector, el 1 de abril de 1948, y apenas un día antes del magnicidio, el 8 de abril había logrado la absolución del teniente conservador Jesús Cortés acusado de la muerte del periodista Eudoro Galarza. Igualmente, el hecho de haberlo marginado el conservatismo de cualquier participación en la IX Conferencia Panamericana, de cuyas deliberaciones nació la nueva Organización de los Estados Americanos, con la Carta de Bogotá, en medio de la rebelión de los de abajo, y los brotes insurreccionales aquí y en otros lugares como Barrancabermeja, Medellín, Ibagué, Líbano (Tolima). Edición N° 00395 – Semana del 11 al 17 de Abril – 2014