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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ACADÉMICA MÉXICO
Maestría en derechos humanos y democracia
V (quinta promoción)
2012-2014
Título de la Tesis
La aplicación del control de convencionalidad respecto de la jurisprudencia
emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México.
Tesis que para obtener el grado de Maestro en
Derechos Humanos y Democracia
Presenta:
Mónica Esmeralda Melgoza Barajas
Director de Tesis:
Juan Carlos Arjona Estévez
México, D. F., Junio de 2014
Agradecimiento a la Suprema Corte de Justicia de la Nación
1
Resumen
En el marco de las reformas que se han hecho a la Constitución en México para
proteger los derechos humanos, los jueces se enfrentan a este reto utilizando el
control de convencionalidad como herramienta y han emitido resoluciones que
permiten la desaplicación de las leyes y la jurisprudencia mexicana, situación que
ha generado reacciones diversas por parte del Tribunal Constitucional Mexicano.
El presente trabajo hace un estudio de las sentencias de Amparo Directo en
Revisión 2126/2012 y la Contradicción de Tesis 163/2012 resueltas por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación en México, donde se pronuncia si puede
desaplicarse o no la jurisprudencia al llevar a cabo el ejercicio del control de
convencionalidad, y el conflicto al que se enfrentan los jueces al momento de
enfrentarse a la disyuntiva de responder al reto que implica el ejercicio del
control de convencionalidad para la protección de los derechos humanos, o a la
obligatoriedad de la aplicación de la Jurisprudencia.
As part of the reforms that have been made to the Constitution in Mexico to
protect human rights, judges are faced with this challenge using the control of
compliance as a tool and have issued resolutions that allow disengagement of the
Mexican laws and jurisprudence. This situation has generated diverse reactions
from the Mexican Constitutional Court. This paper makes a study of judgments
of direct relief in Review 2126/2012 and Contradiction Thesis 163/2012 decided
by the Supreme Court of Justice in Mexico, where the spoken can not disengage
or case law to carry out exercising control of conventionality, and the conflict
that judges face when confronted with the choice of responding to the challenge
of exercising control of compliance for the protection of human rights, or
compulsory implementation of the jurisprudence.
Dedicatoria
Para mi querido esposo que siempre estuvo a mi lado apoyándome en este proyecto y
para mis hijos que son mi inspiración y el motor de mi vida.
Agradecimientos
Le doy gracias a Dios por darme la inspiración y la oportunidad de realizar este
proyecto.
A mis padres por su esfuerzo y dedicación para motivarme a realizar mis objetivos y
alcanzar mis metas.
A mi esposo por ser un ejemplo de vida para mí y un apoyo incondicional en todos los
aspectos de nuestra vida, y la inspiración para hacer el presente trabajo, gracias por tu
paciencia, amor, dedicación y apoyo.
A mis hijos por su paciencia, amor y comprensión en todos los momentos que no pude
dedicarles todo el tiempo que hubiera querido por concluir con este objetivo.
A mis maestros, tutores y asesores por su dedicación y esfuerzo en este trabajo.
A todas las personas que de alguna forma me dieron su apoyo en la realización de este
trabajo.
INTRODUCCIÓN
6
CAPÍTULO I
MARCO
TEÓRICO
CONCEPTUAL
DEL
CONTROL
DE
CONVENCIONALIDAD Y DE LA JURISPRUDENCIA EN MÉXICO
1. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL DERECHO
8
1.1.
Definición de la Jurisprudencia en México
8
1.2.
Creación y función de la Jurisprudencia en México
10
1.3.
Naturaleza Jurídica de la Jurisprudencia
11
1.4.
La Jurisprudencia como Fuente Formal del Derecho
15
1.5.
Fundamento e Integración de la Jurisprudencia
16
1.5.1. Jurisprudencia por reiteración
17
1.5.2 Jurisprudencia por unificación
17
1.5.3 Jurisprudencia emitida en acciones de inconstitucionalidad y
controversias constitucionales
19
2. LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA
CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
2.1.
20
La seguridad jurídica como pilar de la Jurisprudencia
21
3. LA DOCTRINA DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD
24
3.1. Panorama de las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos que dan origen al Control de Convencionalidad
24
3.2. Origen del Control de Convencionalidad
26
3.3. Definición y Objetivo del Control de Convencionalidad
28
3.4. Resoluciones de la CIDH que delimitan la aplicación del Control de
Convencionalidad
30
3.5. Base normativa del Control de Convencionalidad
32
3.6. Control de Convencionalidad Concentrado y Difuso
33
4. EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD COMO BASE DEL CONTROL
DE CONVENCIONALIDAD
36
2
4.1. El Control de Constitucionalidad en México
39
4.2. El Bloque de Constitucionalidad como herramienta del control de
constitucionalidad
41
CAPÍTULO II
LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA, COMO CRITERIO
PARA GENERAR RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA EN EL
CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL
1. EL RETO DE LOS JUZGADORES EN MÉXICO PARA AFRONTAR LAS
REFORMAS EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DEL
CONTROL DE CONVENCIONALIDAD
43
2. CRITERIOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
RESPECTO DE LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA
45
2.1. Amparo Directo en Revisión 2126/2012
45
2.2. Contradicción de tesis 163/2012
49
3. ANÁLISIS DE LOS CRITERIOS DE OBLIGATORIEDAD DE LA
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL MEXICANO, A LA
LUZ DEL ENFOQUE DE LOS DERECHOS HUMANOS
55
1.¿Con su emisión se está cumpliendo con las obligaciones a cargo del
Estado?
58
2. Con el criterio plasmado en esta sentencia de amparo directo en revisión
2126/2012, ¿Se está incentivando a los juzgadores que realicen control de
convencionalidad?
61
3.¿Se está promoviendo el Enfoque de Derechos Humanos con la emisión de
estas sentencias?
62
4. LA POSIBLE INCURSIÓN EN EL SISTEMA DE CONTROL DE
RESPONSABILIDAD DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL POR
LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA
63
3
CAPÍTULO III
EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD COMO HERRAMIENTA DE
ARGUMENTACIÓN PARA DESAPLICAR LA JURISPRUDENCIA
1.
TENDENCIAS
INTERNACIONALES
COMO
PAUTA
PARA
LA
APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD POR PARTE DE
LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.
66
2. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN
LATINOAMÉRICA.
71
2.1. Caso Suprema Corte de Argentina
72
2.2 Caso Corte Constitucional de Colombia.
73
3. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN
MÉXICO.
74
4. EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y LOS PARÁMETROS A
PARTIR DE LOS CUALES PUEDE EFECTUARSE EN MÉXICO
79
4.1. El “Control de Convencionalidad” como herramienta de defensa de los
derechos humanos.
4.2. Parámetros del Control de Convencionalidad
79
81
1. Carácter difuso.
81
2. Ex oficio
83
3. Quiénes y cómo debe hacerse
84
4. Carácter autoaplicativo
84
5.- LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA COMO PARTE DEL
CONTROL DE CONVENCIONALIDAD
5.1. Riesgos de Inseguridad Jurídica del Control de Convencionalidad
85
88
5.2. La restricción de los derechos humanos establecida por la Constitución
frente a la vinculatoriedad de los criterios de la CIDH.
89
4
5.3. La aplicación del control de convencionalidad como resultado de las
reformas constitucionales en materia de Derechos Humanos y como
cumplimiento de las obligaciones del Estado a nivel nacional.
92
5.3.1. Aplicación del Control de Constitucionalidad y de Convencionalidad
en la jurisprudencia.
96
5.3.2. La interpretación de la jurisprudencia por encima de los preceptos
convencionales como obstáculo para ejercer el control de convencionalidad
98
5.3.3. La obligación de realizar control de convencionalidad derivada del
cumplimiento de las obligaciones de los Servidores Públicos.
100
5.4. Las obligaciones a cargo del Estado en materia internacional como
argumento para realizar “Control de Convencionalidad”
102
5.5. La postura de la Corte Interamericana respecto del papel del Poder Judicial y
la legislación contraria a la Convención Americana sobre Derechos Humanos
106
6.
FINALIDAD
DEL
CONTROL
DE
CONVENCIONALIDAD
Y
DE
CONSTITUCIONALIDAD EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS HUMANOS
108
CONCLUSIONES
111
BIBLIOGRAFÍA
115
ANEXO
120
5
INTRODUCCIÓN
El reto en México de aplicar la doctrina del control de convencionalidad en las
sentencias que emiten los juzgadores integrantes del Poder Judicial de la Federación ha
generado varias interrogantes que han propiciado situaciones a favor y en contra de la
aplicación de esta doctrina.
Entre las circunstancias a favor, se tiene la posibilidad de la emisión de
resoluciones que sean más protectoras de los derechos humanos, y en donde los
juzgadores haciendo uso de la facultad concedida a raíz del expediente Varios
912/2010, han desaplicado normas que han considerado contrarias a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y en otros, incluso declarado la invalidez por su
incompatibilidad.
Como circunstancias que no les facilita a los juzgadores la aplicación del control
de convencionalidad, se tiene la emisión de criterios encontrados, que han resultado de
la aplicación de esta doctrina nueva, que requiere guía y lineamientos para su ejercicio.
El origen del problema de investigación del presente trabajo, es la diversidad de
estos criterios respecto de la aplicación del control de convencionalidad, en específico si
este puede llevarse a cabo respecto de la jurisprudencia de carácter obligatorio emitida
por la SCJN. Ya que se da el caso que algunos juzgadores argumentando ejercer el
“control de convencionalidad” han desaplicado o ido en contra de estos criterios, lo que
ha generado diferentes reacciones por parte del Tribunal Constitucional.
El objetivo de este trabajo es analizar estas reacciones, y dar cuenta de la
importancia de las posturas emitidas por la SCJN para orientar a los juzgadores en la
aplicación del control de convencionalidad, a través del método de la dogmática jurídica,
analizando los instrumentos normativos que establecen la obligatoriedad de la
jurisprudencia, pero también la del control de convencionalidad, desde una perspectiva
que se cuestiona el postulado del derecho como algo cerrado.
6
La conclusión general del trabajo es establecer que puede realizarse control de
convencionalidad respecto de la jurisprudencia de carácter obligatorio, ya que el Estado
mexicano para cumplir con sus obligaciones en materia de resguardo de derechos
humanos debe atender al criterio que resulte más protector.
Para poder construir este objetivo se analizarán las últimas posiciones del tribunal
constitucional mexicano sobre el control de convencionalidad, la desaplicación de la
jurisprudencia y las posibles consecuencias de estas decisiones.
Se proponen herramientas de argumentación que proporcionan elementos para que
las jurisprudencias de carácter obligatorio no sean consideradas como un impedimento
para realizar el control de convencionalidad, como son:

Analizar la naturaleza jurídica y obligatoriedad de la jurisprudencia.

Considerar si el control de convencionalidad puede realizarse respecto de
la jurisprudencia.

Establecer algunos ejemplos de cómo se ha llevado a cabo el control de
convencionalidad en otros países.

Determinar la obligación del estado mexicano -tanto constitucional como
internacional- de proteger los derechos humanos, acatando para el efecto
aquel ordenamiento que sea más protector.
Esto se realiza a través del desarrollo de tres capítulos en los que se analizan
primeramente los conceptos, construcción y desarrollo de “jurisprudencia” y “control de
convencionalidad”, en el segundo, la descripción de la problemática presentada ante dos
escenarios de resolución de asuntos decididos en la SCJN, en específico, el amparo
directo en revisión 2126/2012 y la contradicción de tesis 163/2012, en los cuales se
presentan panoramas de inaplicación de criterios jurisprudenciales, con consecuencias
diferentes. Y finalmente, se analiza la forma como se puede realizar el “control de
convencionalidad” en México, revisando los elementos y argumentos que pueden
resultar de utilidad para su implementación.
7
CAPÍTULO I
MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL DEL CONTROL DE
CONVENCIONALIDAD Y DE LA JURISPRUDENCIA EN MÉXICO
1. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL DERECHO.
El poder judicial en México desempeña su labor de impartición de justicia a través
del trabajo de diversos jueces y juezas quienes emiten las sentencias que resuelven miles
de asuntos. Esta diversidad de jueces produce que en algunos casos haya también
pluralidad de criterios, y en otros, que haya recurrencia en asuntos donde el legislador no
ha establecido claramente la determinación judicial al respecto. Esta situación pretende
ser controlada a través de la emisión de jurisprudencia que establezca los criterios que
deben prevalecer y que en el caso de las emitidas por el Pleno y las Salas de la SCJN
tiene carácter obligatorio.
En el presente capítulo se abordará primeramente el concepto de jurisprudencia en
México, su naturaleza jurídica, sus funciones, conformación y, la obligatoriedad que
tienen sus resoluciones para los distintos órganos jurisdiccionales en México. En
segundo lugar, el concepto de control de convencionalidad, las tendencias
internacionales, su base normativa y la relación que existe entre éste y el control de
constitucionalidad.
Las definiciones de estos conceptos servirán para crear un marco teórico de
referencia que abordará el tema planteado en la presente tesis, el cual nos permitirá
explicar brevemente las nociones de la jurisprudencia en el sistema jurídico mexicano,
su aplicación y obligatoriedad, así como la doctrina del control de convencionalidad,
para abonar el terreno del planteamiento principal.
1.1. Definición de la jurisprudencia en México.
La jurisprudencia que se analiza en el presente trabajo es aquella establecida por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual resulta importante, ya que ésta es
8
quien ha dictado la pauta en materia de jurisprudencia obligatoria, ya sea emitiéndola
directamente a través de Pleno, de las Salas, o ejerciendo el control de interpretación
mediante la contradicción de tesis, respecto de los criterios encontrados que han sido
emitidos por los Tribunales Colegiados de Circuito.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación define a la jurisprudencia en su
obra “Manual del Juicio de Amparo” (2002:175) como:
“el conjunto de reglas o normas que la autoridad jurisdiccional que
cuenta con atribuciones al respecto, deriva de la interpretación de
determinadas prevenciones del derecho positivo, que precisan el
contenido que debe atribuirse y el alcance que debe darse a éstas, y que,
al ser reiteradas cierto número de veces en sentido uniforme, no
contrariado, son obligatorias para quien deba decidir casos concretos
regidos por aquellas prevenciones”.
De esta definición, se advierte el concepto tradicional que ha mantenido la SCJN,
como la interpretación de normas de derecho positivo, es decir plasmadas en la ley, con
la finalidad de aclarar estos preceptos e interpretarlos, y que, en la mayoría de las veces,
se dan mediante reiteración de cinco resoluciones en el mismo sentido, sin alguna en
contra, teniendo carácter obligatorio para los juzgadores. Postura que se ha mantenido a
lo largo de su desarrollo en el máximo tribunal, por lo que resulta ser una institución
jurídica de gran importancia para delimitar los criterios que prevalecen y que son
obligatorios para los juzgadores. (Manual del Juicio de Amparo, 2002)
En la doctrina, se ha definido a la jurisprudencia, como el criterio de interpretación
judicial de las normas jurídicas de un Estado, que prevalece en las resoluciones de un
tribunal supremo o de varios tribunales superiores. (Rafael de Pina, 1999:225)
O como señaló Ignacio Burgoa Orihuela, tomando en consideración el derecho
positivo:
“la jurisprudencia se traduce en las interpretaciones y
consideraciones jurídicas integrativas uniformes que hace una autoridad
judicial designada para tal efecto por la ley, respecto de uno o varios
puntos de derecho especiales y determinados que surgen en un cierto
número de casos concretos semejantes que se presenten, en la
9
inteligencia de que dichas consideraciones e interpretaciones son
obligatorias para los inferiores jerárquicos de las mencionadas
autoridades y que expresamente señale la ley.” (BURGOA, Ignacio:
1999)
Como se señala, son varias las definiciones de jurisprudencia que existen, sin
embargo, tomando en consideración que la postura analizada en el presente trabajo parte
del concepto delineado por la SCJN, donde se puede decir que la jurisprudencia en
México es considerada como una fuente formal indirecta de creación e integración de
derecho, basada en la interpretación reiterada de la ley en un determinado número de
ocasiones, que hacen los juzgadores competentes, y se refiere a las sentencias que
determinan un criterio sobre una cuestión jurídica, al someter los conflictos ante la
autoridad judicial, con la finalidad de solventar lagunas y realizar la interpretación de la
ley. (Manual del Juicio de Amparo)
Más adelante se analizará la discusión que ha habido respecto de la naturaleza
jurídica de la jurisprudencia y el debate sobre si es interpretación o norma y las
implicaciones que esto puede tener respecto del ejercicio del “control de
convencionalidad”.
1.2. Creación y función de la jurisprudencia en México
La creación de la jurisprudencia en el sistema mexicano fue alrededor del año
1882 y se atribuye a don Ignacio L. Vallarta e Ignacio Mariscal, al primero por la
conformación de un sistema de precedentes con la intención de unificar criterios y
formar precedentes obligatorios en la solución de juicios, y el segundo, por la discusión
y debate en torno al tema, (Torres Zárate, 2009)
En el desarrollo del derecho mexicano, la jurisprudencia ha tenido dos funciones,
la integradora, con la intención de que a través de ella se subsanen las lagunas que tienen
las leyes, y, la interpretadora, que es cuando la ley regula aspectos, pero que al hacerlo
no es clara. Las dos son funciones creadoras del Derecho. (Torres Zárate, 2009). Por lo
que tradicionalmente se ha considerado que la jurisprudencia debe ser desarrollada por
10
los organismos “expertos” y que cuentan entre sus funciones con la facultad de
interpretar la ley.
El Diccionario Jurídico Mexicano del Instituto de Investigaciones Jurídicas señala
que la función clásica que juega la jurisprudencia en el ordenamiento es la de actualizar
el derecho a través de las nociones sistemáticas y orgánicas que nos enseña y que este es
un papel que juega en la ordenación de la comunidad humana. (Diccionario Jurídico
Mexicano, 2009:2238), siendo este carácter de actualización del derecho una muestra de
su evolución, y que la jurisprudencia puede ser considerada como la herramienta que lo
acerca a la satisfacción de las nuevas necesidades y demandas de la población.
Por lo que la importancia y trascendencia de la jurisprudencia se estima en que es
“un conjunto de tesis que constituyen valioso material de observación y enseñanza; que
señalan a los jueces la solución de la multiplicidad de cuestiones jurídicas que
contemplan; que suplen las lagunas y deficiencias del orden jurídico positivo; que guían
al legislador en el sendero de su obra futura.” (Iñárritu Ramírez de Aguilar, citado por
Enciclopedia Jurídica Mexicana, 2012: 798)
Más allá de las opiniones doctrinarias acerca de la función de la jurisprudencia
hemos podido advertir que ésta ha tenido por objeto brindar seguridad jurídica al
interpretar la ley y establecer un estándar respecto de estas interpretaciones, ya que al
provenir los criterios interpretativos de los órganos competentes como son las Salas y el
Pleno de la SCJN y los Tribunales Colegiados de Circuito, es evidente que se
presentarán criterios diferentes y en ocasiones contradictorios que deben ser unificados.
1.3. Naturaleza Jurídica de la Jurisprudencia
Miguel Carbonell señala que “La jurisprudencia es norma jurídica en tanto la
norma superior del ordenamiento jurídico- la Constitución -prevé su existencia como tal
y ordena que la ley regule la forma en que será creada y los órganos que para ello
estarán facultados. (Carbonell y Sánchez: 1996, 10) Este mismo concepto se menciona
al hablar de su naturaleza jurídica en los apuntes de jurisprudencia del año 2008, donde
señalaron que “la jurisprudencia interpreta una norma constitucional, legal o
11
reglamentaria, si es obligatoria para todos los tribunales, si crea derechos y tiene visos
de generalidad, parece no haber duda de que es una norma general y abstracta con
ciertas características específicas.” (SCJN: 2008, 54)
La naturaleza jurídica de la jurisprudencia, es un tema que ha sido ampliamente
discutido a nivel doctrinal en México, para poder definir si ésta puede o no ser
considerada como una norma o como una interpretación. 1
O como también puntualiza Carbonell al citar a Hans Kelsen sobre la posibilidad
de los Tribunales de crear normas generales, diciendo que “Un tribunal, en especial un
tribunal de última instancia- puede estar facultado no sólo para producir con sus
sentencias normas obligatorias individuales, válidas para el caso presente, son también
normas generales.” (Carbonell y Sánchez: 1996, 10) Este criterio armoniza con el
argumento de que el derecho es cambiante, y evoluciona de acuerdo a los cambios que
requiere la sociedad y que la jurisprudencia es la respuesta a estos cambios mediante la
resolución de los casos que la sociedad plantea. (Carbonell y Sánchez: 1996)
Estas opiniones difieren de la postura tradicional de la SCJN donde considera que
los Tribunales al emitir jurisprudencia “no sólo interpretan la ley y estudian los aspectos
que el legislador no precisó, sino que integran a la norma los alcances que, sin estar
contemplados claramente en ella, se producen en una determinada situación; sin
embargo, esta "conformación o integración judicial" no constituye una norma jurídica de
carácter general” (CT 5/97).2
1
En la doctrina varios autores como Miguel Carbonell, Carlos de Silva Nava, Walter Arellano
Hobelsberger, han dicho que la jurisprudencia debe considerarse como norma, mientras que la postura
mantenida por la SCJN es que debe ser considerada como interpretación de la misma y no constituye
una norma como tal.
2
JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación y los Tribunales Colegiados de Circuito, al sentar
jurisprudencia, no sólo interpretan la ley y estudian los aspectos que el legislador no precisó, sino que
integran a la norma los alcances que, sin estar contemplados claramente en ella, se producen en una
determinada situación; sin embargo, esta "conformación o integración judicial" no constituye una norma
jurídica de carácter general, aunque en ocasiones llene las lagunas de ésta, fundándose para ello, no en
el arbitrio del Juez, sino en el espíritu de otras disposiciones legales, que estructuran (como unidad)
situaciones jurídicas, creando en casos excepcionales normas jurídicas individualizadas, de acuerdo a los
12
Puede decirse que aunque estas posturas son diferentes tienen algunas
coincidencias, como son que la jurisprudencia de acuerdo a su naturaleza es de carácter
obligatorio, ya que así lo establece la propia constitución y la ley de amparo, y tiene un
carácter general, ya que no se refiere a una persona en particular, sino que tutela en
forma abstracta el supuesto que se plantea. Por lo que no son irreconciliables.
Por otro lado, esta diferencia de criterios ha generado reflexiones y discusiones
sobre cuestiones tan importantes como las siguientes: Si la jurisprudencia no es una
norma puede ser fuente del derecho, o, si puede o no aplicarse la jurisprudencia en forma
retroactiva, y respecto de la previsibilidad de las normas.
Para responder la primera interrogante, puede decirse que aunque la jurisprudencia
no se considere como una norma autónoma y se quede como la interpretación de la
misma, lo cierto es que estas resoluciones crean, integran y forman parte del derecho,
por lo que en México son consideradas como una fuente. (SCJN: 2008) De igual forma,
como se verá en el siguiente apartado- ya que la naturaleza jurídica de la jurisprudencia
y su carácter de fuente del derecho derivan uno del otro- tanto la doctrina como la
postura de la SCJN le confieren este carácter, por lo que se encuentra reconocido.
principios generales del derecho, de conformidad con lo previsto en el último párrafo del artículo 14
constitucional; tal y como se reconoce en el artículo 94, párrafo sexto, de la Constitución Federal, así
como en los numerales 192 y 197 de la Ley de Amparo, en los que se contempla a la interpretación de las
normas como materia de la jurisprudencia. Ahora bien, tomando en consideración que la jurisprudencia
es la interpretación que los referidos tribunales hacen de la ley, y que aquélla no constituye una norma
jurídica nueva equiparable a la ley, ya que no cumple con las características de generalidad,
obligatoriedad y abstracción, es inconcuso que al aplicarse, no viola el principio de irretroactividad,
consagrado en el artículo 14 constitucional.
Contradicción de tesis 5/97. Entre las sustentadas por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Primer Circuito y el Cuarto Tribunal Colegiado del Sexto Circuito. 10 de octubre de
2000. Unanimidad de diez votos. Ausente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Ponente: Olga Sánchez Cordero
de García Villegas. Secretario: Carlos Mena Adame.
El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy veintisiete de noviembre en curso, aprobó, con el
número 145/2000, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a veintisiete de
noviembre de dos mil.
13
El segundo problema que se plantea, tiene que ver con la irretroactividad de la
jurisprudencia, es decir cuando se aplica una jurisprudencia actual a una situación que se
dio en otro momento cuando otra jurisprudencia era la vigente. Este fenómeno se daba
ya que la jurisprudencia al no considerarse norma está exenta de sujetarse al principio de
no retroactividad.
3
Esta problemática deriva de que: “La jurisprudencia mexicana al
sostener que la propia jurisprudencia no es norma sino la mera interpretación de una
preexistente impedía profundizar en cuestión tan importante como la naturaleza misma
de la institución” (De Silva, Carlos: 5)
La situación planteada afectaba en cuestión de certeza y previsibilidad de las
normas ya que se venía dando esta aplicación de la jurisprudencia nueva al caso anterior
en base a que el nuevo criterio pudiera generar un beneficio con su aplicación, y su
justificación radica en que esto puede llevarse a cabo debido a que la jurisprudencia no
es una norma sino una mera interpretación por lo que su aplicación no puede ser
retroactiva.
Esto cobra relevancia ya que actualmente el artículo 217 de la ley de amparo
vigente permite la aplicación retroactiva de la jurisprudencia, siempre que no sea en
perjuicio de persona alguna. 4 Por lo que si el dilema que se planteaba es que la
aplicación retroactiva de la jurisprudencia no se concebía como tal porque no era norma,
y ahora la ley lo permite, podría plantearse la interrogante de si la jurisprudencia ya
puede ser considerada como norma, y por tanto seguir la suerte y los efectos de ésta.
Como hemos visto, existe una divergencia de posturas entre la doctrina y la
Suprema Corte de Justicia de la Nación acerca de si la jurisprudencia debe ser o no
considerada una norma, al respecto, en el presente trabajo se adoptará la postura
establecida por el Tribunal Constitucional, toda vez que no ha cambiado su criterio
respecto del concepto de jurisprudencia como interpretación y no como norma, ya que es
3
JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.
Artículo 217. La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia de la Nación, funcionando
en pleno o en salas, es obligatoria para éstas tratándose de la que decrete el pleno…
La jurisprudencia en ningún caso tendrá efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna.
4
14
desde ese concepto y obligatoriedad que se analiza el ejercicio del control de
convencionalidad en las sentencias que se analizaran.
1.4. La Jurisprudencia como Fuente Formal del Derecho
Como vimos en el apartado anterior, la jurisprudencia en nuestro país es
considerada por su naturaleza jurídica, como una fuente formal del Derecho, “ya que es
la institución constitucional y legal sobre la que se basa el sistema jurisprudencial
mexicano”(Arellano, Hobelsberger, 23) y aunque existe divergencia entre las posturas
que afirman si la jurisprudencia es o no una fuente de derecho formal, ya que hay
variadas opiniones acerca de la integración de las fuentes que originan el derecho, y, si
la jurisprudencia puede considerarse como una fuente formal, debido a que su
integración no es estrictamente emitida por un órgano legislativo y emanada en forma de
ley con la procesos que implican la presentación de la iniciativa, discusión,
promulgación, publicación y entrada en vigor. (Avizora, 2013)
No obstante, “…la doctrina, en términos generales, acepta que la jurisprudencia es
fuente del derecho, y la Suprema Corte de Justicia le ha reconocido ese carácter, al
considerar que la jurisprudencia emerge de la fuente viva que implica el análisis
reiterado de las disposiciones legales vigentes, en función de la aplicación a casos
concretos analizados, y precisamente por ser fuente del derecho dimana su
obligatoriedad (SJF, sexta época, vol. CXXIX, tercera parte, p. 28)” (Enciclopedia
Jurídica Mexicana, 2012:798,799)
Considerando que la ley por sí sola no hace justicia, las decisiones que toman los
jueces dentro de los casos concretos son de gran importancia, ya que sus fallos reflejan
su aplicación en la vida jurídica, y por tanto son fuente de derecho al establecer la forma
como se aplica la ley por personas consideradas expertas y que están facultadas para
ello.
Por lo que se puede decir que la jurisprudencia es una fuente del derecho mexicano
de gran importancia, de carácter obligatorio y se equipara con la ley, ya que aunque
formalmente no sea una norma jurídica, constituye su interpretación, y, de acuerdo a la
15
doctrina positivista reviste sus características de generalidad, abstracción, imperatividad
y obligatoriedad. (Manual del Juicio de Amparo, 2002)
1.5. Fundamento e Integración de la Jurisprudencia
La jurisprudencia tiene su fundamento legal en el artículo 94, párrafo noveno5 de
la Constitución Mexicana, donde se establece que la ley fijará los términos en que la
jurisprudencia interpretará la Constitución y las normas generales, así como su carácter
obligatorio. La Constitución hace una declaración de carácter programático en este
artículo, ya que delega en la ley la regulación de esta fuente del derecho.
Su regulación se lleva a cabo principalmente en la ley de amparo, en la anterior
legislación era el artículo 1926, estableciendo a grandes rasgos su constitución por
reiteración o contradicción, así como la obligatoriedad de la jurisprudencia de la SCJN
para todos los juzgadores en México. En la nueva ley de amparo la jurisprudencia se
regula de los artículos 215 a 230 siendo el más representativo el 217 7 que es en el que se
5
Artículo 94. Se deposita el ejercicio del Poder Judicial de la Federación en una Suprema Corte de
Justicia, en un Tribunal Electoral, en Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y en Juzgados de
Distrito.
…
La ley fijará los términos en que sea obligatoria la jurisprudencia que establezcan los Tribunales del
Poder Judicial de la Federación y los Plenos de Circuito sobre la interpretación de la Constitución y
normas generales, así como los requisitos para su interrupción y sustitución.
6
Artículo 192.- La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en
Salas, es obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete el Pleno, y además para los Tribunales
Unitarios y Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los tribunales militares y judiciales del orden
común de los Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales.
Las resoluciones constituirán jurisprudencia, siempre que lo resuelto en ellas se sustenten en cinco
sentencias ejecutorias ininterrumpidas por otra en contrario, que hayan sido aprobadas por lo menos
por ocho ministros si se tratara de jurisprudencia del pleno, o por cuatro ministros, en los casos de
jurisprudencia de las salas.
También constituyen jurisprudencia las resoluciones que diluciden las contradicciones de tesis de Salas y
de Tribunales Colegiados.
7
Artículo 217. La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia de la Nación, funcionando
en pleno o en salas, es obligatoria para éstas tratándose de la que decrete el pleno, y además para los
Plenos de Circuito, los tribunales colegiados y unitarios de circuito, los Juzgados de Distrito, tribunales
militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y
del trabajo, locales o federales.
La jurisprudencia que establezcan los Plenos de Circuito es obligatoria para los tribunales colegiados y
unitarios de circuito, los Juzgados de Distrito, tribunales militares y judiciales del orden común de las
16
establecen los órganos que la emiten y su obligatoriedad, pero básicamente establece lo
mismo que el anterior 192, salvo la incorporación de la figura de los Plenos de Circuito,
que resolverán las contradicciones que se presenten dentro de ciertas circunscripciones
territoriales. (Ley de Amparo vigente)
La jurisprudencia en México se integra por varios mecanismos, como son:
reiteración; unificación y aquella emitida en acciones de inconstitucionalidad y
controversias constitucionales, mismos que se encuentran establecidos en la Ley de
Amparo, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, y en la propia
Constitución. (Martínez, 2013)
1.5.1. Jurisprudencia por reiteración
Como su nombre lo indica es el procedimiento mediante el cual se integran la
mayoría de las jurisprudencias, es mediante la resolución de cinco sentencias no
interrumpidas por otra en contrario, y que sea aprobada por lo menos por ocho
Ministros, si se tratara de jurisprudencia del Pleno, o por cuatro, en los casos de
jurisprudencia de las Salas, y de las resoluciones que diluciden las contradicciones de
tesis de Salas y de Tribunales Colegiados. (Anterior Ley de Amparo).
En cuanto a las Salas de la SCJN, sus resoluciones constituirán jurisprudencia al ser
aprobadas cuando menos por cuatro Ministros, y lo resuelto en ellas se sustente en cinco
sentencias ininterrumpidas por otra en contrario. (Martínez, 2013)
1.5.2. Jurisprudencia por unificación
Esta forma de creación de la jurisprudencia es totalmente distinta a la anterior y
establece una forma de integración de la jurisprudencia con base en la unificación de
criterios divergentes o que puedan resultar contradictorios. (Martínez, 2013)
entidades federativas y tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales que se ubiquen
dentro del circuito correspondiente…
17
Existe todo un procedimiento para llevar a cabo estas contradicciones de tesis. Se
encuentra establecido en el artículo 107, fracción XIII 8de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos:
En tratándose de tesis de los Tribunales Colegiados de Circuito, pueden denunciar
la contradicción, los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Procurador General
de la República, los mencionados Tribunales o las partes que intervinieron en los juicios
en que dichas tesis fueron sustentadas, esta denuncia se hace ante la Suprema Corte de
Justicia, a fin de que el Pleno o la Sala respectiva, según corresponda, decidan la tesis
que debe prevalecer como jurisprudencia. (Martínez, 2013)
Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia sustenten tesis contradictorias
en los juicios de amparo materia de su competencia, cualquiera de esas Salas, el
Procurador General de la República o las partes que intervinieron en los juicios en que
tales tesis hubieran sido sustentadas, podrán denunciar la contradicción ante la Suprema
8
Artículo 107. Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución, con excepción de
aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que determine la ley reglamentaria, de
acuerdo con las bases siguientes:
XIII. Cuando los Tribunales Colegiados de un mismo Circuito sustenten tesis contradictorias en los juicios
de amparo de su competencia, el Procurador General de la República, los mencionados tribunales y sus
integrantes, los Jueces de Distrito o las partes en los asuntos que los motivaron podrán denunciar la
contradicción ante el Pleno del Circuito correspondiente, a fin de que decida la tesis que debe prevalecer
como jurisprudencia.
Cuando los Plenos de Circuito de distintos Circuitos, los Plenos de Circuito en materia especializada de un
mismo Circuito o los Tribunales Colegiados de un mismo Circuito con diferente especialización sustenten
tesis contradictorias al resolver las contradicciones o los asuntos de su competencia, según corresponda,
los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los mismos Plenos de Circuito, así como los
órganos a que se refiere el párrafo anterior, podrán denunciar la contradicción ante la Suprema Corte de
Justicia, con el objeto de que el Pleno o la Sala respectiva, decida la tesis que deberá prevalecer.
Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sustenten tesis contradictorias en los
juicios de amparo cuyo conocimiento les competa, los ministros, los Tribunales Colegiados de Circuito y
sus integrantes, los Jueces de Distrito, el Procurador General de la República o las partes en los asuntos
que las motivaron, podrán denunciar la contradicción ante el Pleno de la Suprema Corte, conforme a la
ley reglamentaria, para que éste resuelva la contradicción.
Las resoluciones que pronuncien el Pleno o las Salas de la Suprema Corte de Justicia así como los Plenos
de Circuito conforme a los párrafos anteriores, sólo tendrán el efecto de fijar la jurisprudencia y no
afectarán las situaciones jurídicas concretas derivadas de las sentencias dictadas en los juicios en que
hubiese ocurrido la contradicción;
18
Corte de Justicia, que funcionando en Pleno decidirá cuál tesis debe prevalecer.
(Martínez, 2013)
Este precepto constitucional regula la creación de la jurisprudencia por unificación
de criterios o contradicción de tesis como también se le suele llamar. Este tipo de
jurisprudencia, a diferencia de la anterior, no requiere de un número reiterado de
sentencias, pues una sola resolución basta para dilucidar dos o más criterios
contradictorios. De igual manera ni la Constitución ni la Ley de Amparo establecen un
número de votos para la unificación por lo que procede considerar una votación por
mayoría simple y no una mayoría calificada. (Martínez, 2013)
1.5.3. Jurisprudencia emitida en acciones de inconstitucionalidad y
controversias constitucionales.
Como consecuencia de la reforma constitucional en 1994, se crean dos medios
más de control constitucional, así se establecen las controversias constitucionales y las
acciones de inconstitucionalidad. La primera de ellas, es decir las controversias
constitucionales, versan sobre conflictos suscitados entre diversos órganos, poderes o
entidades del Estado por invasión en sus respectivas esferas jurídicas. Y las segundas se
refieren al procedimiento abstracto de control que el 33% de los integrantes de las
cámaras legislativas federales y locales y de la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal, así como de los partidos políticos y el Procurador General de la República,
demandan ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que ésta resuelva sobre
la posible contradicción de una norma general o un tratado internacional y la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su integridad y, en su caso,
declare la invalidez total o parcial de aquéllos, a fin de garantizar la regularidad
constitucional y la certeza del orden jurídico. (Martínez, 2013)
No obstante las distintas formas de integración, la jurisprudencia tiene la finalidad
de proporcionar seguridad jurídica al gobernado al establecer criterios que resuelven
contradicciones de criterios y aclarar dudas dentro de la normatividad o donde fue omiso
el legislador.
19
2. LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA
CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido la obligatoriedad de la
jurisprudencia con base en el artículo 192 de la Ley de Amparo: "La jurisprudencia que
establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas, es
obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete en Pleno, y además para los
Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los tribunales
militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y tribunales
administrativos y del trabajo locales y federales..."; y esa obligatoriedad persiste hasta en
tanto no exista otra tesis jurisprudencial con distinto criterio. [J]; 9a. Época; T.C.C.;
S.J.F. y su Gaceta; Tomo XV, Marzo de 2002; Pág. 1225
Los ordenamientos legales que dan a la jurisprudencia fundamento, obligatoriedad
y competencia a los órganos encargados de emitirla, son la Constitución, la Ley de
Amparo y la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
Como ya se ha mencionado, el precepto constitucional es una norma programática
que deriva la atribución de regular la obligatoriedad así como los requisitos para su
interrupción y sustitución en la ley, que al respecto es la Ley de Amparo y la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
Por su parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación remite a la Ley
de Amparo para efectos de determinar que la jurisprudencia se regirá por las
disposiciones de esta última, por lo que es la Ley de Amparo la que define lo atinente a
esta figura.
La anterior Ley de Amparo establecía la obligatoriedad de la jurisprudencia de
Pleno y de Salas, la primera para las Salas y ambas para los Tribunales Unitarios y
Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los Tribunales militares y judiciales del
orden común de los Estados y del Distrito Federal, y Tribunales administrativos y del
trabajo, locales o federales.
20
La nueva ley establece la figura de los Plenos de Circuito, que “…será esta
instancia los que resolverán las contradicciones de tesis entre tribunales colegiados del
mismo circuito y en esa medida ya la Corte no conocerá de esas contradicciones de
tesis”. (Pardo Rebolledo: 2011) y para quienes también será obligatoria la jurisprudencia
de Pleno y Salas del máximo tribunal.
La jurisprudencia de los Plenos de Circuito es obligatoria para los Tribunales
Colegiados y Unitarios de Circuito, los Juzgados de Distrito, Tribunales militares y
judiciales del orden común de las entidades federativas y Tribunales administrativos y
del trabajo, locales o federales que se ubiquen dentro del circuito correspondiente, y no
lo será para el Pleno, Salas y Tribunales de otros circuitos.
Es importante mencionar que no obstante se menciona y se tiene presente que se
modificó la jurisprudencia en la nueva Ley de Amparo, el análisis de la jurisprudencia
en el presente trabajo se basa en la establecida en la anterior legislación, ya que las
resoluciones y criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se analizan
se emitieron en la vigencia de la anterior.
2.1.
La seguridad jurídica como pilar de la jurisprudencia.
Tradicionalmente la seguridad jurídica ha sido uno de los más importantes pilares
de la justicia mexicana y se puede entender como lo menciona Peces-Barba “en su
dimensión de justicia formal, la función de seguridad jurídica ayuda a limitar el
voluntarismo del poder y a crear sensación de libertad en los ciudadanos. Es, por
consiguiente, una dimensión esencial para la cohesión social y para la adhesión y el
acuerdo de la ciudadanía con su sistema político y jurídico” (Peces-Barba, 2003:8). Se
ha desarrollado toda una doctrina a su alrededor delimitando los aspectos que deben ser
protegidos para salvaguardar, en su momento, las “garantías” de los gobernados.
Uno de los criterios más importantes del Tribunal Constitucional mexicano, y
alrededor del cual gira esta doctrina proteccionista de las “garantías”, ha sido que la
jurisprudencia debe garantizar la seguridad jurídica, en el sentido que al aclarar el
alcance de las normas, a través de cualquiera de las formas de su integración, prevé que
21
las autoridades no se excedan en el ejercicio de sus atribuciones y, en consecuencia, no
vulneren las “garantías” de los gobernados. (Pelayo Gudiño, 2000) Ya que en cierta
forma esta previsibilidad que otorga la jurisprudencia acota el actuar de las autoridades a
lo que les está permitido por las normas, y en el caso de la jurisprudencia a lo que se
establece vía interpretación.
Analizando la opinión del ex-ministro Gudiño Pelayo en las reflexiones que
realiza respecto de la obligatoriedad de la jurisprudencia, la considera como una
interpretación inherente a la ley, y de trascendental importancia en el derecho mexicano,
mencionando que:
“el error consiste en considerar que la ley y la jurisprudencia son
dos cosas distintas, cuando en realidad, la Jurisprudencia es la única
forma válida como debe interpretarse la ley, es parte esencial de la ley,
no un añadido por el cual el legislador pueda decidir que a unas obligue y
a otras no. En otras palabras, la ley expresa exacta y únicamente lo que la
Jurisprudencia afirma que dice, no tiene ni puede tener, otro sentido ni
otro significado, (Pelayo Gudiño, 2000: 9,10)
La formalidad que ha revestido la jurisprudencia es una característica del concepto
que de la misma se tiene en el Tribunal Constitucional Mexicano, máxime si
consideramos que se ha procurado otorgar seguridad jurídica a través de criterios
establecidos previamente y que no sean volátiles, ya que esto genera consecuencias
negativas al ciudadano generando incertidumbre. (Pelayo Gudiño, 2000)
“La finalidad de la jurisprudencia es dar certeza jurídica a través del
establecimiento de un criterio obligatorio en general, y dado lo estático de
las normas y ante la necesidad de ir actualizando su interpretación, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación cuenta con facultades amplísimas
para transformar el criterio jurisprudencial respecto del cual se solicita su
modificación.” “Por lo anterior, la variabilidad de la naturaleza de la
jurisprudencia es un atributo de su propia naturaleza, en tanto que sólo así es
posible adaptarla a la realidad social.”(Tesis: P. XIII/2004)9
9
JURISPRUDENCIA. ALCANCES DE LA FACULTAD DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
PARA MODIFICARLA.
Los artículos 194 y 197 de la Ley de Amparo, facultan al Tribunal Pleno y a las Salas de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación para modificar su jurisprudencia, para lo cual, como requisitos formales, se
requiere solicitud de parte legítima, que previamente se haya resuelto el caso concreto y que se
22
Es importante resaltar que la jurisprudencia es una cuestión de previsibilidad de las
normas, por medio del cual se otorga seguridad jurídica a los justiciables con la
aplicación de criterios previamente establecidos y que son el resultado de la
interpretación de expertos en el tema.
Pero estos criterios no son absolutos, ya que como lo hemos planteado con
anterioridad, se presentan situaciones en las que esta certeza jurídica o previsibilidad de
las normas se ve afectada, como es el caso de la aplicación retroactiva de la
jurisprudencia. Por lo que no se puede hablar de que la jurisprudencia es una institución
que no admita excepciones a estos principios cuando por su propia naturaleza se
presentan estas situaciones.
Los criterios para establecer y modificar la jurisprudencia son complejos ya que
por una parte generan seguridad jurídica para los gobernados, en el sentido de que las
decisiones que interpretan la ley y generan jurisprudencia se someten a un proceso
rígido, tanto en su conformación como en la modificación, y esta es una circunstancia
expresen las argumentaciones jurídicas en que se apoya la pretensión de modificación. Ahora bien, la
palabra "modificación" contenida en el indicado artículo 194, no está constreñida a su significado literal,
conforme al cual sólo podrían cambiarse los elementos accidentales de la jurisprudencia sin alterar su
esencia, sino que permite el cambio total de lo anteriormente sostenido, esto es, se trata no sólo de
interrumpir un criterio jurídico, sino sustituirlo por otro que puede ser, inclusive, en sentido contrario, de
manera que acorde con la intención del legislador, "modificar la jurisprudencia" significa cambiar de
criterio, interrumpir la obligatoriedad de una tesis y emitir una nueva que la sustituya. Asimismo, es
importante señalar que la jurisprudencia tiene, como primer efecto, la interpretación de las leyes que
regulan el marco de actuación de las autoridades y las relaciones entre particulares, así como entre éstos
y los órganos del Estado y, como segunda consecuencia, de igual trascendencia, dar certeza jurídica a
través del establecimiento de un criterio obligatorio que vincule de manera general, de lo que se sigue
que frente a lo estático de las disposiciones normativas y ante la necesidad de actualizar su
interpretación la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuenta con facultades amplísimas para
transformar el criterio jurisprudencial respecto del cual se solicita su modificación.
Solicitud de modificación de jurisprudencia 3/2002. Magistrados integrantes del Décimo Tercer Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito. 9 de marzo de 2004. Unanimidad de diez votos. Ausente:
Mariano Azuela Güitrón. Ponente: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Secretaria: María Dolores Omaña
Ramírez.
Novena Época, Registro: 181535, Instancia: Pleno, Tesis Aislada, Fuente: Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XIX, Mayo de 2004, Materia(s): Común, Tesis: P. XIII/2004, Página: 142
23
que favorece al momento de aplicar estos criterios ya que minimiza la diversidad y
contradicción de criterios.
Sin embargo, como más adelante se analizará, en la dicotomía que se presenta
entre aplicar la jurisprudencia obligatoria de la SCJN o ejercer el control de
convencionalidad ex oficio respecto de la misma, se observará si la previsibilidad de las
normas puede coincidir con éste último, ya que también existe previsibilidad de las
normas dentro de los criterios internacionales que se analizan al aplicar el control de
convencionalidad a los casos concretos.
Por lo que si se presentan contradicciones de criterios respecto de la realización de
“control de convencionalidad” en jurisprudencia, se sigue la lógica que si este “control”
puede hacerse respecto de leyes y normas, debiera poder hacerse también respecto de la
jurisprudencia, ya que aunque el procedimiento de modificación es complejo, debe
responder a las exigencias de la realidad que actualmente se vive, y siguiendo un
enfoque que establece que la jurisprudencia, como las leyes no son inmutables y que
deben evolucionar de acuerdo a la doctrina de los “estudios empíricos” “Esta doctrina
critica la pretensión positivista de explicar el derecho como un fenómeno cerrado,
coherente y lógico así como la pretensión de encontrar una sola respuesta neutral en el
derecho.” (Pérez Correa, Madrazo Lajous, 2012:45) Para atender a las nuevas
necesidades y cambios que se requieran como Nación y que son el espíritu de las
reformas constitucionales de 10 de junio de 2011 y que esto no constituye una alteración
del principio de seguridad jurídica.
3. LA DOCTRINA DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD.
3.1. Panorama de las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos que dan origen al Control de Convencionalidad
Después de la Segunda Guerra Mundial, se produjeron varios esfuerzos por parte
de las Naciones para evitar que se repitieran las atrocidades que se dieron en este
periodo. Bajo esta visión “se obtuvieron logros importantes y la Comisión de Derechos
Humanos (creada en 1946 y convertida en Consejo en 2006) se encargó de la redacción
24
de lo que se convertiría en la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en
París por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948.” (Ferrer
Mac-Gregor, 2012-2014:20)
A través de la creación de organismos y tratados internacionales que tienen como
misión llevar a cabo la regulación de los derechos humanos se ha logrado a nivel
mundial un avance en materia de su protección. En el sistema interamericano se fomentó
la regionalización del derecho internacional de los derechos humanos, a partir de 1948,
con la aprobación de la Carta de la Organización de los Estados Americanos y la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. Como resultado de esta
tendencia, se suscribió en 1969 la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
San José de Costa Rica, entrando en vigor en 1978; instrumento que forma el pilar de los
derechos humanos a nivel latinoamericano y se complementa con sus protocolos
adicionales. (Ferrer Mac-Gregor, 2012-2014).
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Costa Rica,
comenzó sus actividades en 1979, desempeñando la función de proteger y vigilar el
cumplimiento de los derechos humanos en los Estados miembros, ya sea mediante su
función jurisdiccional, a través de la cual evalúa la responsabilidad de los Estados en
materia de cumplimiento de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, o la
consultiva, que es la función en la cual los Estados pueden conocer el funcionamiento de
la Convención. (CorteIDH.org, 2013)
La CIDH es el órgano encargado de interpretar la Convención Americana de
Derechos Humanos, cuenta con una competencia contenciosa, y, conoce de los casos
paradigmáticos que puedan ser orientadores en la aplicación de la Convención por parte
de los Estados miembros. (García Ramírez: 2011) Y es en el marco del ejercicio de sus
funciones como protector del cumplimiento de los derechos humanos, que se gesta el
control de convencionalidad.
25
3. 2. Origen del Control de Convencionalidad
La doctrina del control de convencionalidad nace en las Américas como
herramienta de protección de los derechos humanos, y tiene su origen hace
aproximadamente una década, con la obligación de adopción de medidas por parte de los
Estados. El término como tal fue acuñado en el 2006 a través de su jurisprudencia por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos. (Ibañez, 2012)
La obligación de adopción de medidas por parte de los Estados para garantizar el
cumplimiento de los derechos humanos se encuentra consagrada en distintos
ordenamientos como son:
1. El artículo 1.1 de la CADH que obliga a los Estados Parte a respetar y
garantizar, sin discriminación alguna, el libre y pleno ejercicio de los
derechos y libertades contenidos en ella. (CADH)
2. El artículo 2 de la CADH que establece el deber estatal de adoptar
disposiciones de derecho interno para hacer efectivos los derechos y
libertades reconocidos en dicho tratado. (Ibáñez Rivas, 2012)
3. El Artículo 2 del PIDESC, donde se establece el compromiso de adoptar las
medidas, hasta el máximo de recursos disponibles, incluyéndose medidas
legislativa, técnicas, económicas, etc. (PIDESC)
4. El artículo 27 de la Convención de Viena, donde se establece que los Estados
deben cumplir con lo establecido en los tratados sin poder excusar este
cumplimiento en su derecho interno.
La adopción de medidas que garanticen los derechos humanos por parte de los
Estados, es una labor ardua que conlleva un procedimiento gradual que requiere de
dirección y lineamientos, ya que esta tarea debe llevarse a cabo en todos los ámbitos,
económicos, legales, sociales, etc., por lo que se ha ido desarrollando en la CIDH una
labor de interpretación de la Convención que tiene como objetivo facilitar y permear en
las instituciones su cumplimiento y el respeto de los derechos humanos, para lo cual se
ha dado a la tarea de introducir el ejercicio del control de convencionalidad en los
26
Estados miembros a través del ejercicio de la función de todas las autoridades dentro del
ámbito de su competencia. (CorteIDH.org, 2013)
Como se menciona en líneas arriba, la CIDH es el órgano encargado de interpretar
la Convención, pero su labor no se ha limitado a este ordenamiento, ha ido más allá de
ello, haciendo relevantes otro tipo de ordenamientos internacionales en materia de
derechos humanos, en la interpretación de las sentencias, con el objeto de que no se
acote la protección de los derechos humanos a la CADH, como lo estableció la propia
CIDH en la resolución del caso Trabajadores cesados del Congreso vs Perú:
“[…] al referirse a un “control de convencionalidad” […] la Corte
Interamericana ha tenido a la vista la aplicabilidad y aplicación de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José.
Sin embargo, la misma función se despliega, por idénticas razones, en lo
que toca a otros instrumentos de igual naturaleza, integrantes del corpus
juris convencional de los derechos humanos de los que es parte el Estado:
Protocolo de San Salvador, Convención para Prevenir y Sancionar la
Tortura, Convención de Belém do Pará para la Erradicación de la Violencia
contra la Mujer, Convención sobre Desaparición Forzada, etcétera. De lo
que se trata es de que haya conformidad entre los actos internos y los
compromisos internacionales contraídos por el Estado, que generan para
éste determinados deberes y reconocen a los individuos ciertos derechos.”
(García Ramírez: 2011:136)
Por lo que no solamente debe considerarse a la CIDH como intérprete de la
Convención, “…el control de convencionalidad no se ciñe a la tutela de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos… También puede haber control de
convencionalidad respecto de otros convenios, como los pactos internacionales de
derechos civiles y políticos y de derechos económicos y sociales.” (Sagues, Pedro,
2009:417), sino como un órgano que armoniza distintos ordenamientos en aras de
conseguir la finalidad y el “efecto útil” de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y demás instrumentos y fuentes en materia de derechos humanos, como son
el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, las opiniones
consultivas, la Convención de Viena, etc., ya que todos ellos proporcionan lineamientos
para la implementación de los derechos humanos. (Sagües, Pedro, 2009)
27
Consecuentemente
se
puede
considerar
que
el
origen
del
control de
convencionalidad radica en el deber de adoptar medidas a cargo de los Estados y que el
ejercicio del “control de convencionalidad” no se debe acotar al contenido de la CIDH,
ya que la protección de los derechos humanos debe verse como algo integral, de lo
contrario no se estaría obteniendo una protección completa.
3.3 Definición y Objetivo del Control de Convencionalidad
La Corte Interamericana ha definido el “Control de Convencionalidad” como una
“herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio por los órganos del Poder
Judicial, complementaria al control de constitucionalidad, que permite garantizar que la
actuación de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado
respecto del tratado del cual es parte.” (Ibañez Rivas; 2012:108)
El “control de convencionalidad” ha sido una herramienta fundamental para que la
Corte Interamericana impulse el cumplimiento de las obligaciones en materia de
derechos humanos a cargo de los Estados, ya que mediante su aplicación se busca que se
avance progresivamente en el cumplimiento y reconocimiento de los mismos, ya sea
mediante la modificación de su legislación, sus instituciones, políticas o todo aquello
que obstaculice el goce efectivo de las libertades y los derechos humanos. (Ibañez Rivas;
2012)
El objetivo del “control de convencionalidad” es determinar si la norma nacional
enjuiciada a través de la Convención Americana sobre Derechos Humanos es o no
“convencional”, esto es, acorde con tal Convención (Corte Interamericana de
Derechos Humanos, Boyce y otros vs. Barbados, considerando 78). Si lo es, el juez la
aplica. Caso contrario, no, por resultar “inconvencional. (Rey Cantor, 2008:461). Este
objetivo refleja el espíritu de la Corte Interamericana de permear la interpretación de
la Convención para efectivizarla, buscando en todo momento garantizar que
prevalezcan los derechos humanos y se aplique aquella norma que beneficie más a la
28
persona, para lograr una aplicación de la ley, más justa y efectiva, y, garantizar así el
estado de derecho.
Para poder conseguir el objetivo de permear los derechos humanos a través de la
aplicación de los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos
humanos, se ha implementado la doctrina del “control de convencionalidad” como la
carta fuerte de la Corte Interamericana utilizándola como una de las herramientas más
prácticas e inmediatas para elaborar un ius commune en la región, en particular en
cuanto una visión homogénea en materia de derechos fundamentales. (Pérez Tremps,
2005, citado por Sagües Pedro, 2009:451)
Como se ha mencionado, el “control de convencionalidad” ha ido consolidándose
como una importante herramienta para la protección de los derechos humanos y
respondido a su objetivo de garantizar el “efecto útil” de la Convención Americana, ya
que su evolución y naturaleza ha permitido que sea una figura compatible con los
ordenamientos jurídicos de las Naciones que deberán implementarlo, y ofrece la
posibilidad de una interpretación concentrada a manos de la Corte Interamericana que
sirve de parámetro para que los Estados puedan llevar a cabo un control de
convencionalidad a nivel doméstico.
“Las razones dadas por la Corte Interamericana para sentar el control
de convencionalidad son dos, y ambas de derecho internacional: i) el efecto
útil de las obligaciones internacionales, que deben ser cumplidas de buena
fe; ii) no es posible alegar el derecho interno para incumplirlas, conforme el
artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.”
(Sagües Pedro, 2009:452)
Los fallos de la Corte Interamericana al ir avanzando en la creación de una
figura que permitiera aplicar los derechos humanos y garantizar el “efecto útil” de la
CADH, delimitaron las características principales del “Control de Convencionalidad”:

El control de convencionalidad debe ser una revisión de la aplicación de las
normas internas a la luz de lo establecido por la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y demás instrumentos y fuentes en materia de Derechos
29
Humanos, como son el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, las opiniones consultivas, la Convención de Viena, etc.

El control de convencionalidad debe ser “ex oficio”

Debe ser llevado a cabo por todas las autoridades en el ámbito de sus respectivas
competencias
Lo cual se entiende en la necesidad de hacer real la aplicación de los derechos
humanos por parte de las autoridades de los Estados miembros en el ámbito de sus
competencias, y la no excusa del derecho interno para incumplir con esta obligación.
Ciertamente, se necesita que exista un instrumento que pueda garantizar el efecto
útil de las obligaciones internacionales y que los lineamientos en materia de derechos
humanos se cumplan y no queden en letra muerta, y que puedan ser implementados sin
que exista algún impedimento de carácter normativo interno. Por lo que debió idearse un
mecanismo que desempeñara estas funciones y permitiera establecer los estándares de
derechos humanos establecidos en la CADH y los protocolos e instrumentos
relacionados, para que estos sean aplicados en los Estados.
3.4. Resoluciones de la CIDH que delimitan la aplicación del Control de
Convencionalidad.
La evolución del “control de convencionalidad” como medida orientada al
cumplimiento de las obligaciones estatales de respeto, garantía y adecuación
contempladas en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Ibañez Rivas,
2012: 103) ha venido desarrollándose a partir de sus inicios en 2006 con las resoluciones
de la Corte Interamericana, incrementándose en 2010 y 2011, al establecer el control
de convencionalidad “ex oficio”, y “puntualizado cuáles son los actores estatales
obligados a su aplicación, así como la necesidad de su ejercicio sobre las decisiones
mayoritarias en contextos democráticos, y, la verificación que la CIDH puede realizar
sobre el control de convencionalidad que alegan haber ejercido los Estados a nivel
interno.” (Ibáñez Rivas, 2012:104)
30
Los fallos que han conformado y delimitado las características del “control de
convencionalidad” han constituido los lineamientos y parámetros a seguir a nivel
internacional, los cuáles deben ser conocidos para saber cómo aplicar correctamente esta
herramienta. Ya que han conformado un sistema de precedentes que constituye la
jurisprudencia de la CIDH como una herramienta que deben observar los Estados
miembros, ya sea con carácter vinculante u orientador para realizar el “control de
convencionalidad” y llevar a cabo la finalidad de protección de los derechos humanos.
La Corte Interamericana comenzó a establecer el “control de convencionalidad”
a partir del año 2006 a través de los fallos que emitía y que constituyen su
jurisprudencia, iniciando en el caso “Almonacid Arellano y otros vs el Gobierno de
Chile” de 26 de septiembre de 2006, en donde lo estableció como una obligación a cargo
de los jueces internos al mencionar que el “Poder Judicial debe ejercer una especie de
“control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican en los
casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos” (Almonacid
Arellano y otros vs. Chile, 2006: 124).
En los casos de “La Cantuta vs Perú” de 29 de noviembre de 2006, y en “Boyce y
otros vs Barbados” de 20 de noviembre de 2007, se establece que el “control de
convencionalidad” está basado en el principio de buena fe y que con fundamento en el
artículo 27 de la Convención de Viena sobre los Tratados, los Estados deben cumplir
con lo establecido en estos sin poder excusar este cumplimiento en su derecho interno
(La Cantuta vs Perú, 2007: 173).
En el caso “Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs Perú”
de 24 de noviembre de 2006 –reiterada en el caso “Fermín Ramírez y Raxcacó Reyes vs
Guatemala” de 9 de mayo de 2008, se precisan y afinan, parcialmente, los contornos del
“control de convencionalidad”, en donde se establece la característica “ex oficio” que se
traduce en realizar el ejercicio del control de convencionalidad aunque no lo soliciten las
partes. (Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú, 2006: 63)
31
Finalmente en el caso “Cabrera García y Montiel Flores vs México” y “Gelman vs
Uruguay” se señala que “todos los órganos” del Estado, ya no solo los de carácter
jurisdiccional deben ejercer el control de convencionalidad. (Cabrera García y Montiel
Flores vs. México, 2010: 225) y (Caso Gelman vs. Uruguay, 2010: 193) Con lo que
establece el parámetro que cada autoridad debe observar el respeto a los derechos
humanos desde el ámbito de su competencia. 10
En todos ellos se advierte el desarrollo del “control de convencionalidad”, ya que
de la aplicación de una “especie” de “control de convencionalidad” que reflejaba el
inicio del concepto, al “control de convencionalidad” “ex oficio”, se observa la
evolución y fuerza del desarrollo de esta doctrina, y cómo se ha reflejado en las
resoluciones señaladas.
3.5. Base normativa del Control de Convencionalidad.
La base normativa del control de convencionalidad se encuentra en el artículo 1.1
de la Convención Americana el cual obliga a los Estados Parte a respetar y garantizar,
sin discriminación alguna, el libre y pleno ejercicio de los derechos y libertades
contenidos en ella. (CADH)
“Los arts. 1º y 2º de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, o Pacto de San José de Costa Rica, sientan “deberes”
específicos para los Estados a ella adheridos. El primero,
esencialmente, establece dos: a) respetar los derechos de la
Convención, y b) garantizarlos, sin discriminación alguna. A su turno,
el art. 2º les obliga a adoptar” disposiciones legislativas o de otro
carácter” necesarias para efectivizar aquella garantía. Aquí se alude al
“efecto útil” que debe tener el Pacto.” (Sagües Pedro, 2010:118)
Para complementar y hacer efectiva esta obligación, se establece en el artículo 2°
de la Convención el deber estatal de adoptar disposiciones de derecho interno para hacer
efectivos los derechos y libertades reconocidos en dicho tratado. (Ibáñez Rivas, 2012)
10
En el Anexo 1 se presenta un esquema sobre los apartados que contienen lo establecido en las
diferentes resoluciones mencionadas.
32
“La Corte ha interpretado que tal adecuación implica la adopción
de medidas en dos vertientes: (i) la supresión de las normas y prácticas
de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías
previstas en la Convención o que desconozcan los derechos allí
reconocidos u obstaculicen su ejercicio y (ii) la expedición de normas
y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de
dichas garantías”
La obligación de adoptar medidas a cargo del Estado también se encuentra
establecida en el Artículo 2° del PIDESC, donde se establece el compromiso de
establecer las medidas, hasta el máximo de recursos disponibles, incluyéndose medidas
legislativa, técnicas, económicas, etc. (PIDESC). Así como del artículo 27° de la
Convención de Viena, donde se dispone que los Estados deban cumplir con lo
establecido en los tratados sin poder excusar este cumplimiento en su derecho interno.
3.6. Control de Convencionalidad Concentrado y Difuso
El control de convencionalidad tiene dos manifestaciones: inspiradas en el control
de constitucionalidad, la “concentrada y la difusa, la primera inspirada en la jerarquía de
las normas y en la especificidad que la interpretación de la Constitución como máximo
ordenamiento nacional requiere, está reservada a un órgano supremo, que de acuerdo a
García Ramírez no debe ser parte del sistema jurisdiccional del país, y debe ser el
encargado de realizar este control vedado a los otros órganos jurisdiccionales. Por otra
parte, el control difuso, es aquel que le permite a todos los órganos jurisdiccionales
llevar a cabo el control constitucional. (García Ramírez, 2011)
Este conceptualización fue trasladada al ámbito internacional dando como
resultado el “control de convencionalidad” de carácter “concentrado” a cargo de la
Corte Interamericana, en sede internacional, pero no con carácter exclusivo, ya que la
propia CIDH ha trasladado esta posibilidad mediante otra de carácter “difuso” que debe
ser llevada a cabo por los jueces nacionales, en sede interna. (García Ramírez, 2011)
Se puede decir que la primera es la facultad exclusiva que tiene la Corte
Interamericana como el intérprete máximo de la Convención para resolver los casos
33
que llegan a su jurisdicción y establecen las interpretaciones que de la misma realiza este
órgano frente a este control concentrado, o como dice Ferrer Mac-Gregor:
“La primera obedece a las facultades inherentes de la Corte
Interamericana al resolver los casos contenciosos sometidos a su
consideración, en cuanto guardián e intérprete final de la Convención
Americana. Es en realidad un control “concentrado” de
convencionalidad, al encomendarse a dicho órgano jurisdiccional la
facultad exclusiva de “garantizar al lesionado en el goce de su derecho o
libertad conculcados” y “reparar las consecuencias de la medida o
situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago
de una justa indemnización a la parte lesionada”; todo lo cual, cuando
“decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos por esta
Convención” (artículo 63, CADH), teniendo dicho fallo carácter
“definitivo e inapelable” (artículo 67, CADH); por lo que los Estados “se
comprometen a cumplir con la decisión de la Corte en todo caso de que
sean partes” (artículo 68.1, CADH)”. (Ferrer Mac-Gregor, 20122014:29)
Y la segunda, como aquella que deben realizar los jueces domésticos o de los
Estados miembros que han aceptado la jurisdicción de la Corte Interamericana de los
Derechos Humanos, como control de convencionalidad difuso, y, que consiste en que
éstos realicen un análisis de la aplicación de las normas internas a los casos que se les
presenten y revisen si ésta es compatible con lo establecido por la Convención y demás
instrumentos protectores de derechos humanos. (Ferrer Mac-Gregor, 2012-2014)
La divergencia entre ambos tipos de control lo delimita el autor García Ramírez en
su obra “Control de Convencionalidad” al diferenciar el control original o externo y el
control interno de convencionalidad “El control propio, original o externo de
convencionalidad recae en el Tribunal supranacional llamado a ejercer la confrontación
entre actos domésticos y disposiciones convencionales, en su caso, con el propósito de
apreciar la compatibilidad entre aquéllos y éstas” (García Ramírez, 2011:126)
Este control tiene por objetivo confrontar el derecho internacional o convencional
con la aplicación que los Estados miembros hacen de los derechos humanos, en sus
respectivas competencias, y delimitar lineamientos en materia de derechos humanos para
que en caso de que se haya cometido una violación a estos, se modifique la situación que
la propició. “En definitiva, ese control incumbe, original y oficialmente, a la Corte IDH
34
cuando se trata de examinar casos de los que aquélla conoce y a los que aplica normas
conforme a su propia competencia material. De ahí que haya aludido a un control
propio, original o externo.” (García Ramírez, 2011:126), ya que esta situación permite
que un solo Tribunal supranacional defina los criterios que determinen la última
interpretación de la CIDH.
Se puede ver que este concepto de control de convencionalidad original deriva de
la facultad que debe ejercer la Corte Interamericana como institución garante de los
derechos humanos en el sistema interamericano, como Tribunal que dicta la última
palabra en los casos internacionales, cuya decisión marca los lineamientos a seguir en
esta materia, y, finalidad es proporcionar “la emisión de criterios jurisdiccionales que
sean recibidos y multiplicados en el ámbito interno a través de diversos mecanismos de
recepción.” (García Ramírez, 2011:131)
Ahora bien, este “control interno de convencionalidad” también obedece a la
necesidad de que exista congruencia entre las decisiones vinculantes en materia de
derechos humanos, por lo que es importante que el Tribunal que las emita sea
congruente en estos fallos y no genere algunos que puedan ir en contra de lo ya
establecido. De ahí la necesidad que sea la Corte Interamericana, como último
interprete de la Convención Americana, la que lleve a cabo este control concentrado y
pueda decidir sobre los asuntos que se sometan a su jurisdicción, estableciendo con ello
los precedentes a seguir. (García Ramírez; 2011)
Con este mecanismo, “El control de convencionalidad entraña la aplicación del
orden supranacional, nacionalmente aceptado y colectivamente formulado, en lo que
toca a definiciones de derechos y libertades, asignación de responsabilidades y
consecuencias jurídicas de los hechos ilícitos contraventores de aquel orden.” (García
Ramírez, 2011: 128), con lo que se puede ir formando un sistema de precedentes
interamericano en materia de derechos humanos, que determine los estándares de su
aplicación entre los Estados miembros.
35
4. EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD COMO BASE DEL CONTROL
DE CONVENCIONALIDAD
Una vez establecido el origen y desarrollo del control de convencionalidad es
importante señalar, para conocer sus alcances y actual funcionamiento, que el “control
de constitucionalidad” fue la inspiración para crear el “control de convencionalidad”, ya
que su labor como instrumento de control de leyes domésticas de los Estados, en base a
lo establecido en las normas constitucionales, fue el ejemplo utilizado para poder llevar
a cabo la tarea de implementación de los derechos humanos garantizados por la CADH,
a través del control de convencionalidad.
Rodrigo Uprimny, define al “bloque de constitucionalidad” en el sentido que “las
normas constitucionales no son solo aquellas que aparecen expresamente en la Carta,
sino también aquellos principios y valores que no figuran directamente en el texto
constitucional, pero a los cuales, la propia Constitución remite y que integran entonces
el llamado “Bloque de Constitucionalidad” (Uprimny, 2008:25).
Se dice que la expresión “bloque de constitucionalidad” tuvo su origen a mediados
de los setenta en el derecho francés, cuando su “Consejo Constitucional, para declarar la
invalidez de una norma consideró que ésta debía ser analizada no sólo a la luz de la
Constitución francesa de 1958, sino también de la Declaración Francesa de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, ya que en el preámbulo de la
Constitución se hacía referencia a la Declaración. (SCJN, Rueda)
Progresivamente, este concepto comenzó a permear en otras naciones europeas,
como España, e incluso en algunas como Austria, Italia y Alemania se incluyen los
ordenamientos internacionales como parte del cuerpo constitucional y jurídico interno.
Por su parte, en América Latina, esta doctrina se desarrolló preponderantemente en
Colombia, con sus consabidas reticencias, sin embargo, no fue sino hasta que entro en
vigor la Constitución de 1991 cuando comenzó a utilizarse el concepto de “bloque de
constitucionalidad”. (SCJN, Rueda)
36
Fue a mediados de 1995, cuando la Corte Colombiana dictó en la sentencia C225/95, la composición de lo que actualmente conciben como “bloque de
constitucionalidad”:
“El bloque de constitucionalidad está compuesto por aquellas
normas y principios que, sin aparecer formalmente en el articulado del
texto constitucional, son utilizados como parámetros del control de
constitucionalidad de las leyes, por cuanto han sido normativamente
integrados a la Constitución, por diversas vías y por mandato de la
propia Constitución. Son pues verdaderos principios y reglas de valor
constitucional, esto es, son normas situadas en el nivel constitucional, a
pesar de que puedan a veces contener mecanismos de reforma diversos al
de las normas del articulado constitucional stricto sensu.” (Uprimny,
2008:47)
Esta importante labor se ha venido desarrollando por la Corte Interamericana,
quien ha ido delimitando mediante sus fallos estrategias para lograr el cumplimiento de
los derechos humanos en las Naciones a través del control de convencionalidad. Y la
finalidad que se persigue es lograr que en el proceso de llevar a cabo la labor de
integración de los derechos humanos en el actuar del Estado como ente de derecho, el
“control de convencionalidad” sea considerado como una valiosa herramienta y, que
junto al concepto de “Bloque de Constitucionalidad” que implica la integración de los
tratados internacionales e instrumentos que contienen derechos humanos, se perfilen
como avances importantes en la incorporación de los estándares internacionales de los
Derechos Humanos a las Naciones. (Sagües Pedro, 2009).
Y es con el objetivo de que los tratados internacionales e instrumentos en materia
de derechos humanos refuercen su carácter vinculante, que en los sistemas jurídicos de
algunos países miembros se ha llevado a cabo la integración de los tratados, protocolos e
instrumentos
en
materia
de
Derechos
Humanos
a
nivel
constitucional
o
supraconstitucional para poder conformar el “bloque de constitucionalidad” y poder
otorgarles fuerza y un mayor nivel de exigibilidad, para ir superando las barreras de
algunos de los Estados. (Uprimny Yepes, 2008)
37
No obstante la intención, se ha visto que en el desarrollo del control de
convencionalidad, una de las dificultades que ha enfrentado el acatamiento de la CADH
y demás instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, es que esta
normatividad, si bien en la teoría forma parte del ordenamiento de los países que la han
ratificado, en la práctica no era considerada como parte de su legislación, ya fuera por
desconocimiento, por ser algo relativamente nuevo o por ser un ordenamiento
internacional, no lo veían como vinculante y por tanto no era observada, o no como
debiera. (Uprimny Yepes, 2008)
Derivado de lo anterior, la introducción del “control de convencionalidad” no ha
sido fácil, ya que implica un esfuerzo adicional a la ya de por sí pesada labor que
realizan los órganos jurisdiccionales, y adicional a lo anterior, una de las barreras que ha
enfrentado este control, es la consideración de la autonomía de los Estados para
determinar la jerarquía normativa de los tratados e instrumentos internacionales en
materia de derechos humanos dentro de su sistema jurídico como limitante para su
aplicación. Esta problemática se ha solventado en algunos países con la modificación de
su legislación para permitir su ingreso al régimen constitucional, como en el caso
mexicano. Esto ha sido un gran avance para los derechos humanos ya que su inclusión
en esta jerarquía normativa ha permitido que puedan ser considerados parte del “bloque
de constitucionalidad”.
Otra forma de afrontar esta problemática es la que ha sido adoptada por algunos
Estados que incluso lo han puesto jerárquicamente por encima de la Constitución, como
ha sucedido en países como Honduras y Guatemala, Costa Rica (establecido en su
jurisprudencia) con lo que resultaría en un orden de supra constitucionalidad que
soluciona el problema de aplicación de las normas de derechos humanos. (Sagúes,
Pedro, 2009)
Este problema de aplicación del control de convencionalidad es considerado por el
autor Pedro Sagües como su talón de Aquiles ya que el hecho de que en algunos países
los tratados internacionales sean consideradas normas inferiores a la Constitución puede
acarrear que no puedan proteger los derechos humanos debido a la jerarquía. No
38
obstante, el mismo autor propone como solución considerar “el bien común
internacional (en este caso, el bien común regional) se erige como un valor superior al
bien común nacional, y que tal cotización, planteada en la esfera de la estimativa
jurídica, obliga en la dimensión normativa del derecho a preferir al Pacto sobre la
Constitución.
O en el extremo que no se pueda conciliar las posturas nacionalistas con el bien
común regional, al Estado que no esté dispuesto a pagar el precio de compatibilizar su
normatividad con los estándares establecidos internacionalmente, para sumarse al
proceso integrador en el ámbito de los derechos humanos, le quedará la salida honrosa
(si decide afrontar el costo jurídico y político que ella también tiene) de denunciar la
Convención Americana, e irse de él según el trámite de retiro. Lo que no parece
honroso es ratificar el Pacto y después argumentar que no cumple alguna de sus
cláusulas porqué ella no coincide con su Constitución. (Sagües Pedro, 2009:457-458).
No obstante las consideraciones anteriores sobre la jerarquía de los tratados
internacionales, la aplicación del “control de convencionalidad” todavía suscitará
muchas discusiones en su aplicación, lo importante es resaltar que como herramienta en
pro de la defensa de los derechos humanos también tiene mucho que aportar.
4.1. El “Control de Constitucionalidad “en México.
La figura del control de constitucionalidad es muy importante en México y puede
definirse en términos muy claros como “la capacidad que se les da a algunos jueces para
declarar inválida una ley, reglamento, o un acto de la autoridad política cuando
contravengan la constitución.” (Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014:18)
Para efectos de conocer cómo puede apoyar esta figura el ejercicio del control de
convencionalidad podemos decir, que no obstante que en los últimos años el control de
constitucionalidad ha tenido mucho auge, ha sido una figura muy discutida en México,
ya que hasta hace poco, derivado de una interpretación jurisprudencial, su ejercicio se
hacía de manera “concentrada” ya que se encontraba exclusivamente supeditado al
Poder Judicial de la Federación. (Varios 912/2010:137)
39
Este “control concentrado” derivó de la interpretación del Tribunal Constitucional
al artículo 133 de la Constitución y de su jerarquía, ya que se consideró en su momento
que como máximo ordenamiento nacional debía tener un solo intérprete. El argumento
fue en su momento que “la constitucionalidad en el orden jurídico del Estado Mexicano
se realiza por vía de acción, a través del juicio de amparo, cuyo conocimiento se
encomienda solo al Poder Judicial de la Federación, el cual ejerce facultades de control
constitucional que le son encomendadas de manera exclusiva.”(SCJN, Exp. 22/2011)
Postura que se mantuvo hasta antes de las decisiones de julio de 2011, y que poco
a poco se ha ido tornando en un “control de constitucionalidad difuso”, permitiendo que
el control de constitucionalidad se lleve a cabo por un número mayor de juzgadores
atendiendo a su jerarquía.
A partir de la reforma de diez de junio de dos mil once en materia de derechos
humanos, y, tomando en consideración que el artículo primero constitucional establecía
que todas las autoridades deben en el ámbito de sus competencias cumplir con las
obligaciones a su cargo, dio pie a una apertura en el ejercicio del control concentrado al
control difuso de constitucionalidad e incluso se ordenó en el mismo expediente varios
912/2010, la modificación de la jurisprudencia P./J. 74/199911 que sostuvo la posición de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del control de constitucionalidad
concentrado, ya que se encontraba desfasada por la realidad establecida en México, a
partir de la reforma.
11
“CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE NORMAS GENERALES. NO LO AUTORIZA EL
ARTÍCULO 133 DE LA CONSTITUCIÓN. El texto expreso del artículo 133 de la Constitución Federal
previene que "Los Jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados a pesar de
las disposiciones en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados.". En dicho
sentido literal llegó a pronunciarse la Suprema Corte de Justicia; sin embargo, la postura sustentada con
posterioridad por este Alto Tribunal, de manera predominante, ha sido en otro sentido, tomando en
cuenta una interpretación sistemática del precepto y los principios que conforman nuestra Constitución.
En efecto, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que el artículo 133 constitucional, no es
fuente de facultades de control constitucional para las autoridades que ejercen funciones materialmente
jurisdiccionales, respecto de actos ajenos, como son las leyes emanadas del propio Congreso, ni de sus
propias actuaciones, que les permitan desconocer unos y otros, pues dicho precepto debe ser
interpretado a la luz del régimen previsto por la propia Carta Magna para ese efecto. Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Pleno, vol. X, agosto de 1999, p. 5.”
40
El control de constitucionalidad ha sido el ejemplo para crear el “Control de
Convencionalidad” como una herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio
para los órganos del Poder Judicial, complementaria al Control de Constitucionalidad,
que permite garantizar que la actuación de dichos órganos resulte conforme a las
obligaciones contraídas por el Estado respecto del tratado del cual es parte. (Ibañez
Rivas; 2012:108) y ha sido una herramienta de gran utilidad para la implementación de
los derechos humanos.
4.2. El Bloque de Constitucionalidad como herramienta del Control de
Constitucionalidad
En este contexto de control de constitucionalidad ahora difuso se ha presentado en
nuestro país, una especie de “Bloque de Constitucionalidad”, derivado de lo establecido
en el artículo primero, cuando dispone a groso modo que las personas gozaran de los
derechos humanos contenidos en la Constitución y en los Tratados Internacionales de
los que el Estado mexicano sea parte, por lo que tácitamente se elimina la jerarquía entre
los derechos humanos contenidos en una u otros.12
Al pasar a formar parte los derechos humanos establecidos en los Tratados
Internacionales, de este “Bloque de Constitucionalidad”, se eliminan las antiguas
jerarquías entre derecho “interno” e “internacional”, por lo que estas “disposiciones del
derecho internacional (de los derechos humanos) deben ser aplicadas cuando resulten
12
Los debates de la contradicción de tesis 293/2011, que dieron origen a las tesis jurisprudenciales del 3
de septiembre de 2013. DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS
TRATADOS INTERNACIONALES CONSTITUYEN EL PARÁMETRO DE CONTROL DE REGULARIDAD
CONSTITUCIONAL., y VINCULANTE PARA LOS JUECES MEXICANOS SIEMPRE QUE SEA MÁS FAVORABLE
A LA PERSONA., se dieron en el marco de la discusión sobre la posición jerárquica de los tratados
internacionales en materia de derechos humanos en relación con la Constitución, respecto de la cual los
primeros tradicionalmente se han posicionado por debajo de la Constitución, y encima de las leyes
generales, por lo que el debate es si a raíz de las reformas constitucionales de 2011, al artículo 1°,esto
aplica a las disposiciones en materia de derechos humanos, llegando a la conclusión de que no existe
jerarquía o distinción entre los derechos humanos reconocidos en la Constitución y los derechos
reconocidos por el Estado mexicano vía los tratados internacionales. Por otra parte, el segundo punto de
discusión consistió en determinar si los criterios interpretativos contenidos en la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos son orientadores u obligatorios para los jueces nacionales, a
lo cual concluyeron que si son vinculantes.
41
más benéficas para el individuo, incluso a pesar de la estipulación diferente —que es una
hipótesis infrecuente— contenida en el texto de la ley suprema” (García Ramírez; 2011,
133) en atención al principio pro-homine.
Podemos ver que esta “hipótesis infrecuente”, que se refiere a que una norma
nacional puede producir una interpretación que no beneficie a los derechos humanos de
los individuos se presenta más común de lo que debiera, como puede darse en el caso del
arraigo, que en su momento fue interpretada bajo otros estándares y principios de los que
prevalecen ahora.
Aplicando la doctrina del “Bloque de Convencionalidad”, “esas disposiciones
poseerían rango constitucional (o supraconstitucional) y excluirían la aplicación de las
previstas expresamente en la ley fundamental”, (García Ramírez; 2011, 133) con lo que
se ganaría terreno en la interpretación de las sentencias a la luz de los derechos
humanos.
Así entonces podemos decir que nuestro “Bloque de Constitucionalidad” funciona
como una integración de las normas e instrumentos internacionales en materia de
derechos humanos que no están formalmente incluidas dentro de la Constitución, pero
que deben considerarse para la defensa de los derechos, en el ejercicio de este “Control
de Constitucionalidad” que realizan todos los Estados, ya que así se encuentra ordenado
dentro de la propia Constitución. (García Ramírez; 2011)
Y que estos preceptos están legitimados para ser incluidos como parámetros y
ordenamientos obligatorios dentro de este “Control de Constitucionalidad” pues como
ya se vio el “Bloque de Constitucionalidad” está integrado por varios ordenamientos y
no son exclusivamente los mandatos constitucionales los que se deben tener en cuenta al
resolver una controversia judicial, lo cual permite una mayor tutela de los derechos
humanos fundamentales al resolver un caso concreto. (SCJN, Rueda: 22)
42
CAPÍTULO II
LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA COMO CRITERIO PARA
GENERAR RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA EN EL CONSEJO DE
LA JUDICATURA FEDERAL.
1. EL RETO DE LOS JUZGADORES EN MÉXICO PARA AFRONTAR LAS
REFORMAS EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DEL
CONTROL DE CONVENCIONALIDAD.
El reto al que se enfrentan los juzgadores en México para aplicar las reformas en
materia de derechos humanos es enorme. Por una parte es ir contracorriente con un
sistema de justicia tradicional que se encuentra enfocado en la impartición de justicia
tradicional, basada en la Constitución como máximo ordenamiento jurídico, en la
protección de las “garantías individuales” y el respeto del “interés jurídico”, y que en
ocasiones se dificulta responder a las necesidades de un sistema de impartición de
justicia efectivo, por la gran carga de trabajo a la que se ven sometidos y por la demanda
de rapidez en la resolución de los asuntos, lo cual redunda en los consabidos
sobreseimientos o amparos para efectos13.
Por otra parte, la actualización y capacitación, implica una labor titánica que deben
llevar a cabo los impartidores de justicia, ya que la reforma constitucional al ampliar e
internacionalizar la inclusión de los derechos, genera que deben conocer los tratados,
protocolos e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, aplicarlos y
cambiar todo el esquema de impartición de justicia, enfocándose a la protección de los
derechos humanos. (Artículo 1° Constitucional)
Por lo que derivado de la reforma constitucional, y de la observancia de las
obligaciones del Estado, los juzgadores deben llevar a cabo su labor tomando en
13
Se considera amparo para efectos cuando los conceptos de violación son fundados y se refieren a
violaciones procesales cometidas durante el procedimiento o dentro de la propia resolución reclamada,
como por ejemplo la omisión del estudio de algunas probanzas o la valoración incorrecta de las mismas,
en esos casos el amparo se concede para que se emita una nueva resolución en donde se corrijan las
violaciones y se emita un nuevo acto. (SCJN, 2002: 527-528)
43
consideración los estándares internacionales de derechos humanos y las resoluciones de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, realizando el control de
convencionalidad conforme al criterio establecido en la Convención de Viena y
confirmado recientemente en el expediente varios 912/2010.
La evolución en materia de derechos humanos ha venido introduciendo
herramientas como el “control de convencionalidad”, el “principio pro persona”, la
“interpretación conforme”, y éstas han tenido mayor presencia en México a partir de la
reforma constitucional, teniendo como finalidad, desenvolver los llamados “derechos en
acción”, los cuales se entienden como “la constante construcción de los derechos
humanos, donde éstos no son vistos como meros postulados o límites estáticos, sino
como una compleja red de interacciones hacia su interior y entre ellos.” (Serrano,
Vázquez, 2011:136)
Esta labor debe llevarse a cabo con el mayor cuidado, enfocándose a cumplir con
las obligaciones de proteger, garantizar, promover y respetar los derechos humanos a
cargo del Estado, y de conformidad con los estándares internacionales en esta materia. Y
en el desarrollo de estas herramientas, los juzgadores se han enfrentado a dudas sobre
su aplicación, el definir los criterios que deben prevalecer, cómo debe llevarse a cabo, y
las consecuencias de esta aplicación. Para solucionar estas dudas y planteamientos,
nuestro Alto Tribunal se ha dado a la tarea de marcar lineamientos mediantes criterios
y jurisprudencia que poco a poco van marcando el camino a seguir en la aplicación de
estas herramientas.
Al desarrollar esta labor, han surgido posturas como las derivadas del amparo
directo en revisión 2126/2012, resuelto por la Segunda Sala y la contradicción de tesis
163/2012, resuelta por la Primera Sala, las cuales, como más adelante se analizará, han
derivado de los ajustes que implica una doctrina en desarrollo como es la de “control de
convencionalidad”.
44
Como veremos, los criterios que constituyen la jurisprudencia orientadora,
emanada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación han generado un proceso de
avance y ajuste respecto de la interpretación de este concepto y su aplicación.
Esta diversidad de criterios genera que los órganos jurisdiccionales al momento de
interpretarlos y aplicarlos en sus resoluciones adopten el criterio emitido por el
Tribunal Constitucional que más se adecúe a la opinión del Juzgador, lo que genera
que no haya un consenso en su aplicación, y que aquellos temas que no han sido
abordados todavía por la SCJN queden en suspenso y no sea esclarecido para los
juzgadores el criterio a aplicar.
En este panorama de creación y divergencia de criterios, se presenta la
desaplicación de los criterios jurisprudenciales de la SCJN por parte de algunos órganos
jurisdiccionales, que con razonamiento propio se permiten apartar de las interpretaciones
que el máximo Tribunal ha realizado en materia jurisdiccional o innovar en aquellos
temas que no han sido analizados.
Es este fenómeno el que genera la problemática que se plantea en este trabajo, ya
que por una parte se encuentra la obligatoriedad de la aplicación de la jurisprudencia de
la SCJN por los órganos jurisdiccionales mexicanos y por otra, el reto de aplicar los
tratados, protocolos e instrumentos internacionales que contienen los lineamientos en
materia de derechos humanos a través del “control de convencionalidad,” en este
contexto de interpretación a la luz de los derechos humanos, de observancia y
cumplimiento de las obligaciones a cargo del Estado Mexicano.
2. CRITERIOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
RESPECTO DE LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA.
2.1. Amparo Directo en Revisión 2126/2012
El primer criterio que se analiza es el amparo directo en revisión 2126/2012,
resuelto en la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde se
analizó la resolución dictada por el Primer Tribunal Colegiado en Materia
45
Administrativa del Cuarto Circuito14 en donde un ciudadano promovió juicio de amparo
directo en contra de la resolución de dieciséis de diciembre de dos mil once, dictada por
la Segunda Sala Ordinaria del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Nuevo
León, en la cual le fue negada su reincorporación como delegado del Ministerio Público.
(ADR-2126/2012)
El Tribunal Colegiado determinó que no era fundada su petición de
reincorporación ya que el quejoso laboraba como delegado del Ministerio Público, y le
resultaba aplicable lo dispuesto por el artículo 123, apartado b), fracción XIII, segundo
párrafo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual prevé
que
“si la autoridad resolviere que la separación, remoción, baja, cese o
cualquier forma de terminación del servicio fue injustificada, el Estado
sólo está obligado a pagar la indemnización y demás prestaciones a
que tengan derecho, (lo resaltado no es de origen) sin que en ningún
caso proceda su reincorporación, cualquiera que sea el resultado del
juicio o medio de defensa que se hubiere promovido.” 15(ADR2126/2012)
Por lo que la controversia estribó en determinar los conceptos a considerar en esta
indemnización, y si el derecho a su pago se integraba por el importe de tres meses de
salario, veinte días de salario por año laborado, pago proporcional de vacaciones y
aguinaldo, así como cualquier otra prestación a que la parte quejosa tuviera derecho, así
como los salarios y emolumentos que haya dejado de percibir desde la fecha de su baja y
hasta el momento en que se pague la indemnización, tal y como se encuentra contenido
en la Ley Federal del Trabajo que no rige las relaciones entre el Estado y los miembros
del Ministerio Público. (ADR-2126/2012)
Por otra parte, existía pronunciamiento expreso del Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en la jurisprudencia 2ª./J.119/2011, de rubro “SEGURIDAD
PÚBLICA. PARA DETERMINAR LOS CONCEPTOS QUE DEBEN INTEGRAR LA
14
La versión pública del Amparo Directo en Revisión 2126/2012 omite los datos de identificación del
quejoso, y del expediente de amparo.
15
Lo resaltado no es de origen.
46
INDEMNIZACIÓN ESTABLECIDA EN EL ARTÍCULO 123, APARTADO B,
FRACCIÓN XIII, DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS, NO ES APLICABLE, NI AÚN SUPLETORIAMENTE, LA
LEY FEDERAL DEL TRABAJO,” donde ya había establecido que se presenta
desigualdad entre las relaciones que existen entre los particulares, y, entre el Estado y
los miembros de las instituciones policiales, ya que la relación entre el Estado y estos
últimos tienen una naturaleza de carácter administrativo, por lo que no puede aplicarse
ni aun supletoriamente la Ley Federal del Trabajo.
Ponderando estas consideraciones, el Primer Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Cuarto Circuito, resolvió conceder el amparo al quejoso con los
siguientes argumentos:
a) Se realizó una interpretación conforme en sentido amplio de lo dispuesto por el
artículo 123, Apartado B, fracción XIII, de la Carta Magna, en relación con los
artículos 1° y 133, del propio ordenamiento Constitucional y con los Artículos
Primero y Segundo (sic) del Convenio Relativo a la Discriminación en Materia
de Empleo y Ocupación, del que el Estado mexicano forma parte, publicado en el
Diario Oficial de la Federación, el once de agosto de mil novecientos sesenta y
dos, lo que permite establecer que debe prevalecer la protección más amplia para
la quejosa.
b) Se declaró inaplicable la jurisprudencia 119/2011, de rubro “SEGURIDAD
PÚBLICA. PARA DETERMINAR LOS CONCEPTOS QUE DEBEN
INTEGRAR LA INDEMNIZACIÓN ESTABLECIDA EN EL ARTÍCULO 123,
APARTADO B, FRACCIÓN XIII, DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE
LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, NO ES APLICABLE, NI AÚN
SUPLETORIAMENTE, LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO,” por ser
contrarios a los artículos 1° y 2° del Convenio Relativo a la Discriminación en
Materia de Empleo y Ocupación, publicado en el Diario Oficial de la Federación
el 11 de agosto de 1962,
47
c) Estimó fundados los conceptos de violación en el sentido de que en caso de
separación injustificada de los elementos de las instituciones del Ministerio
Público, la indemnización a que se refiere el artículo 123, apartado B, fracción
XIII, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se debe
calcular con los mismos conceptos que se integra la indemnización tratándose de
un empleado de los comprendidos en el apartado A del citado precepto
constitucional.
d) Concedió el amparo al quejoso para el efecto de que la Sala responsable deje
insubsistente la sentencia reclamada y, emita una nueva en la que precise los
conceptos que deberá pagarse a la parte actora del juicio contencioso
administrativo siguiendo los lineamientos de la presente ejecutoria. (ADR
2126/2012)
La Segunda Sala de la SCJN desecho el recurso de revisión considerando que el
asunto no reunía los elementos de importancia y trascendencia, toda vez que los agravios
planteados por la parte recurrente resultaban inoperantes ya que el tema de clasificación
de la plaza entre “agente del ministerio público” o “delegado del ministerio público”
para su reinstalación en el cargo constituye un aspecto de legalidad, ajeno a lo que es
materia de litis en este recurso, el cual se limita única y exclusivamente al análisis de las
cuestiones de constitucionalidad. (ADR 2126/2012)
Se pronunció respecto de la inobservancia del artículo 192 de la Ley de Amparo
que establecía la obligatoriedad de la jurisprudencia 16, lo que derivó en la desaplicación
que hizo el Tribunal Colegiado de la jurisprudencia 119/2011 señalando “que esta
práctica de desaplicar la jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación no está autorizada en ninguna disposición legal.” (ADR 2126/2012, 26)
16
"La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas, es
obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete en Pleno, y además para los Tribunales Unitarios y
Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los tribunales militares y judiciales del orden común de
los Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo locales y federales. ..."
48
Argumentando que la “seguridad jurídica que proporcionan esos criterios
vinculantes no puede desconocerse so pretexto de su posible contradicción con alguna
norma convencional, pues tampoco existe precepto jurídico alguno que permita a los
Tribunales Colegiados objetar tales criterios, ni siquiera porque en su concepto infrinjan
tratados en materia de derechos humanos.” (ADR 2126/2012)
Que la reforma constitucional al artículo primero solamente “instituyó un método
hermenéutico para la solución de conflictos en los que esté bajo examen el alcance de
los derechos humanos” (ADR 2126/2012), pero que esta interpretación debe tener como
límite lo que establece el texto constitucional y las leyes que coincidan con ella.
Que la competencia derivada que tienen los Tribunales Colegiados de los asuntos
que originariamente conocía la SCJN, sólo tiene por efecto que los primeros agilicen la
impartición de justicia con los criterios que al respecto emita esta última y que no tienen
permitido poner en duda el apego de estos criterios jurisprudenciales a la Constitución y
mucho menos sostener contradicción. (ADR 2126/2012)
Ordenando dar vista al Consejo de la Judicatura Federal para que pudiera
investigar si con la actuación del Primer Tribunal Colegiado en materia administrativa
del Cuarto Circuito, al emitir la resolución que se describe, se generó causa de
responsabilidad administrativa.
2.2 Contradicción de tesis 163/2012.
El veinticinco de abril de dos mil doce, el Presidente en funciones de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación ordenó formar y registrar el expediente relativo a la
denuncia de contradicción de tesis número 163/2012, así como requerir a los Presidentes
del Quinto y Noveno Tribunales Colegiados en Materia Penal del Primer Circuito, que
generaron los criterios contendientes.
El Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito resolvió el
veintitrés de marzo de dos mil doce, el recurso de revisión R.P. 237/2011, confirmando
la negativa de amparo impugnada, analizando un asunto en el que:
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a) La persona ofendida promovió un juicio de amparo indirecto en contra de la
resolución emitida por el Fiscal de Procesos en Juzgados Civiles, de la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y del Oficial Secretario del
Ministerio Público en el recurso de inconformidad donde confirmó el no
ejercicio de la acción penal respecto de la persona a la que se le imputa la
comisión de los delitos de fraude y fraude procesal.
b) El Juez de Distrito ante quien se interpuso el juicio de amparo indirecto negó el
amparo solicitado.
c) Respecto de esta negativa de amparo, la persona ofendida interpuso el recurso de
revisión, el cual fue resuelto por el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal
del Primer Circuito, confirmando la negativa de amparo impugnada bajo el
argumento que en el caso del afectado no existe suplencia de la queja por lo cual
“resolvió el asunto conforme al principio de estricto derecho, es decir,
limitándose a la materia de los agravios sometidos a su consideración, dado que
la figura del ofendido no está prevista en alguno de los supuestos a que se refiere
el artículo 76 Bis de la Ley de Amparo.” (Contradicción de Tesis 163/2012, 9)
d) Como resultado de esta resolución se emitió el criterio plasmado en la Tesis
Aislada I.5°.P.3 P (10ª.) , cuyos rubro y texto son:
“OFENDIDO, NO ES VIOLATORIO DE LA GARANTÍA DE IGUALDAD QUE EN JUICIO DE
AMPARO SE APLIQUE EL PRINCIPIO DE ESTRICTO DERECHO. La Ley de Amparo en su
numeral 76 Bis fracción II establece que en materia penal procede la suplencia de la queja de los
conceptos de violación o agravios en favor del ‘reo’. La garantía de igualdad estaba prevista en el artículo
1o. de la Carta Magna antes de su última reforma y en el vigente a partir del once de junio de dos mil
once, que incorporó al Ordenamiento Supremo los tratados internacionales en derechos humanos signados
y ratificados por el Estado Mexicano, que también estatuyen esas prerrogativa fundamental, la que
consiste en que todas las personas son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual
protección de ésta, pero no toda desigualdad de trato supone violación a esta garantía, pues el legislador
puede establecer diferencia cuando existe justificación objetiva y razonable, la cual debe ser acorde con
las consecuencias jurídicas que resultan de la ley, para conseguir el trato equitativo, de manera que la
relación entre la medida adoptada, el resultado que produce y el fin pretendido por el legislador, superen
un juicio de equilibrio en sede constitucional, derecho del gobernado que los juzgadores de amparo, entre
otras acciones, requiere proteger, bajo las directrices del control de constitucionalidad y convencionalidad.
Ahora bien, es claro que la diferenciación que realizó el legislador con relación a la institución y sujetos
que nos ocupa, se ajusta a esos parámetros, dado que los bienes jurídicos protegidos del pasivo (reparación
del daño) y el activo (restricción de su libertad) son de diferente valía, razón por la que en ponderación de
estos, aún en aplicación del principio pro homine en sentido amplio y estricto, no pueda equiparárseles. En
50
ese tenor, no se está en presencia de supuestos iguales o semejantes consecuencias jurídicas, porque la
garantía del ‘reo’ debe ser mayormente tutelada permitiendo el estudio oficioso del acto reclamado, aun
cuando no se hubieran expresado motivos de disenso, precisamente por la trascendencia del derecho
fundamental en análisis, por lo que no es jurídicamente correcto inaplicar o ‘expulsar’ del orden jurídico,
lo dispuesto en el ordinal 76 Bis fracción II in supra, lo que deriva en que aún son aplicables las tesis de
jurisprudencia 1a./J. 26/2003 y 1a./J 27/2003, de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XVIII,
agosto de 2003, páginas 175 y 127, cuyos rubros dicen: ‘OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO
PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II,
DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN
EL JUICIO DE GARANTÍAS.’ y ‘OFENDIDO EN MATERIA PENAL. ES IMPROCEDENTE LA
SUPLENCIA DE LA QUEJA A SU FAVOR CON FUNDAMENTO EN LA FRACCIÓN VI DEL
ARTÍCULO 76 BIS DE LA LEY DE AMPARO, CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL
JUICIO DE GARANTÍAS.”
En contradicción, el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer
Circuito, en sesión de veinte de octubre de dos mil once concedió el amparo al resolver
el juicio de amparo directo penal 370/2011, contra el acto que se reclamó a la Tercera
Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal; en esta ejecutoria se
estudió un asunto con las características siguientes:
a) Las personas ofendidas en un procedimiento por la comisión del delito de
homicidio culposo agravado y daño a la propiedad culposo agravado en el
que se sentenció al inculpado, interpusieron recurso de apelación en contra de
la sentencia de primera instancia.
b) Como resultado de esta apelación se le condenó al sentenciado al pago de la
reparación del daño moral causado por el delito de homicidio culposo
agravado, a favor de los causahabientes de la persona fallecida.
c) Se interpone juicio de amparo directo en contra de esta resolución, la cual
recayó en el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer
Circuito quien concedió el amparo para efecto de que le fuera reconsiderado
el monto de la reparación del daño haciendo uso de la suplencia de la queja
en beneficio de las personas ofendidas.
d) Se realizó el control de convencionalidad, concluyendo que lo dispuesto en el
artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, y en las tesis 2a.
CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003, de rubros: "OFENDIDO EN MATERIA
PENAL. NO SE ACTUALIZA EN SU FAVOR LA SUPLENCIA DE LA
51
QUEJA DEFICIENTE." y "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO
PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO
76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL
CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE
GARANTÍAS.", no son acordes con los instrumentos internacionales. (CT
163/2012)
e) Para arribar a esta decisión se tomaron en consideración los estándares
internacionales de los derechos de las víctimas, y la conveniencia de aplicar
lo dispuesto en el artículo 76 bis fracción II de la anterior Ley de Amparo, a
la luz del principio pro persona y el control de convencionalidad, lo cual dio
como resultado el criterio:
“SUPLENCIA DE LA QUEJA EN LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN O AGRAVIOS DE LA
VÍCTIMA U OFENDIDO EN EL JUICIO DE AMPARO EN MATERIA PENAL. OPERA CONFORME
AL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD (INAPLICABILIDAD DEL ARTÍCULO 76 BIS,
FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO Y DE LAS TESIS 2a. CXXXVII/2002 Y 1a./J. 26/2003). De
conformidad con los artículos 1o. y 133, ambos de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos (el primero en su texto vigente a partir del 11 de junio de 2011), los Jueces nacionales deben
inicialmente respetar los derechos humanos establecidos en la Constitución Federal y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte. Asimismo, deben acudir tanto a los criterios
emitidos por el Poder Judicial de la Federación como a los establecidos por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos para evaluar si existe algún derecho que resulte más favorable y procure una
protección más amplia del que se pretende proteger. En este sentido, en ejercicio del control de
convencionalidad, lo dispuesto en el artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, y en las tesis 2a.
CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003, de rubros: "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO SE ACTUALIZA
EN SU FAVOR LA SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE." y "OFENDIDO EN MATERIA
PENAL. NO PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS,
FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO COMPAREZCA COMO
QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS.", publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Novena Época, Tomo XVI, noviembre de 2002, página 449 y Tomo XVIII, agosto de 2003,
página 175, respectivamente, relativo a que la suplencia de la queja deficiente en materia penal sólo opera
tratándose del reo, no son acordes con los instrumentos internacionales, como son: la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (artículos 7 y 8); el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos (artículo 17); la Convención Americana sobre Derechos Humanos "Pacto San José Costa Rica"
(artículo 25) y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (artículo II), de cuyos
preceptos se advierte que todas las personas son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual
protección de ésta. Por tanto, ante la obligación que tienen los órganos judiciales de cualquier nivel, de
analizar si determinada norma jurídica es acorde con los tratados en materia de derechos humanos, es
conveniente que en los conceptos de violación o agravios de la víctima u ofendido deje de aplicarse el
citado artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, que señala que en materia penal, la suplencia
opera aun ante la ausencia de conceptos de violación o de agravios del reo, así como las tesis 2a.
CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003 en cita; ello en razón de que, al tener los derechos de la víctima y del
ofendido la misma categoría e importancia que los que se otorgan al inculpado, deben tener, sin distinción,
igual protección, además de que al tener una protección a nivel constitucional, no puede obligárseles al
cumplimiento de formulismo alguno al momento de elaborarlos, que de no cumplirlos se les limite la
protección de sus derechos; suplencia con la que se da preferencia a lo previsto en los instrumentos
internacionales aludidos, que disponen que todas las personas son iguales ante la ley y tienen, sin
52
distinción, el mismo derecho a su protección cumpliendo así con el mandato previsto en el artículo 1o.
constitucional.”
En resumen el panorama de la contradicción a dilucidar fue que el Quinto Tribunal
Colegiado expuso que no era dable suplir la queja deficiente a favor de la parte ofendida
por el delito, sin que importara la reciente reforma al artículo 1º constitucional, por lo
que agregó que seguían vigentes las jurisprudencias de esta Primera Sala en ese sentido;
mientras que el Noveno Tribunal Colegiado estimó que precisamente debido a tal
reforma debía cambiarse la postura y hacer procedente la suplencia en favor de la parte
ofendida, por lo que las jurisprudencias relativas ya no eran acordes con los
instrumentos internacionales y por tanto no aplicables.
La Primera Sala de la SCJN analizó el caso y resolvió dejar sin efectos los
criterios jurisprudenciales 26/2003, de rubro: “OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO
PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS,
FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO
COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS,” y la diversa
jurisprudencia 22/2012, de rubro: “VÍCTIMA U OFENDIDO DEL DELITO. LA
LEGITIMACIÓN PARA PROMOVER JUICIO DE AMPARO DIRECTO CONTRA LA
SENTENCIA DEFINITIVA QUE ABSUELVE AL ACUSADO NO IMPLICA QUE
ADQUIERA FACULTADES QUE CORRESPONDEN AL MINISTERIO PÚBLICO.”
Señaló que el artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, que establece
expresamente la posibilidad de suplir la queja deficiente sólo a la parte reo, ya no
responde a las necesidades y criterios de justicia que requiere la Nación y “que tal
principio ha sido rebasado fundamentalmente por la transformación de los Derechos
Humanos vigente.” (CT 163/2012, 10).
Como resultado de la contradicción de tesis se ordenó, que debe prevalecer, con
carácter de jurisprudencia, el criterio sustentado por esta Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, en los siguientes términos:
53
SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE EN MATERIA PENAL. OPERA EN FAVOR DE LA
VÍCTIMA U OFENDIDO POR EL DELITO, CONFORME AL MARCO CONSTITUCIONAL
SOBRE DERECHOS HUMANOS QUE RESGUARDAN LOS ARTÍCULOS 20, APARTADO B Y
1º. DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, NO OBSTANTE QUE EL ARTÍCULO 76 BIS,
FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO, LA PREVEA SÓLO EN BENEFICIO DEL REO. La
posibilidad de suplir la queja deficiente en favor de la víctima u ofendido por el delito representa un
cambio trascendental a la cultura jurídica preservada en nuestro país desde que se instauró este principio
en el juicio de amparo; sin embargo, la práctica jurisdiccional demuestra que en varios asuntos se violan
derechos fundamentales en perjuicio de esos sujetos, por lo que es necesario que acudan al amparo
solicitando la justicia que no han podido encontrar en las instancias naturales del procedimiento penal.
Ahora bien, la labor jurisdiccional cotidiana y las diversas reformas constitucionales y legales enseñan que
el derecho es un instrumento evolutivo que no puede permanecer estático ante los cambios de la sociedad,
de manera que el significado de justicia, en su acepción elemental de dar a cada quien lo que le pertenece,
debe ser moldeado de tal forma que permita aplicar el derecho, no en sentido estricto, sino con un enfoque
integral e incluyente acorde con los tiempos que se viven, razón por la cual esta Suprema Corte de Justicia
de la Nación, a partir de la Novena Época del Semanario Judicial de la Federación, ha evolucionado
significativamente respecto a la visión protectora del ofendido; muestra de ello son los diversos y variados
criterios relevantes con marcada mejora en el rubro de acceso pleno a la justicia, esto es, la jurisprudencia
se erige como el medio conductor que actualiza las disposiciones de la ley reglamentaria y evita que el
derecho positivo caiga en desuso. Así, el modelo de juicio de amparo legalista y rígido, que impone el
principio de estricto derecho, ha perdido vigencia para el afectado, en virtud de que actualmente el artículo
20, apartados A y B, de la Constitución Federal, coloca en un mismo plano los derechos del acusado y
los de la víctima u ofendido; además, porque el segundo párrafo del numeral 1o. constitucional exige que
las normas relativas a los derechos humanos se interpreten de conformidad con la propia Carta Magna y
con los tratados internacionales de los que México es parte, de forma que favorezca ampliamente a las
personas, lo que se traduce en la obligación de analizar el contenido y alcance de tales derechos a partir
del principio pro persona. Bajo esa línea argumentativa, se concluye que el artículo 76 Bis, fracción II, de
la Ley de Amparo, que autoriza la suplencia de la queja deficiente sólo en favor del reo, no corresponde a
la realidad constitucional y social de nuestra Nación, pues quedó rebasado por la transformación de los
derechos humanos; por lo que debe afirmarse que el espíritu del poder reformador que dio vida a dicho
precepto y fracción, ha perdido su asidero constitucional y, por ende, esta Primera Sala determina que tal
institución se extiende en pro de la víctima u ofendido por el delito, lo que representa un paso más hacia el
fin primordial para el que fue instituido el juicio de control constitucional, esto es, la búsqueda de la
justicia.
Ya que a consideración de la Primera Sala es un criterio que muestra la evolución
de la jurisprudencia y de la aplicación del derecho que se requiere en los tiempos
actuales para responder a las obligaciones de proteger, garantizar, respetar y promover
del Estado Mexicano. (CT 163/2012)
De los casos resumidos en el presente apartado se pueden advertir dos posturas, la
primera, del amparo directo en revisión 2126/2012, resuelto por la Segunda Sala, donde
se considera de carácter obligatorio la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, por encima del “control de convencionalidad” realizado por el Tribunal
Colegiado, en la cual se argumenta que no existe precepto que autorice la desaplicación
de la jurisprudencia y en donde se da vista al Consejo de la Judicatura Federal como
54
órgano de control, para investigar si con esta práctica pudieran los juzgadores haber
incurrido en responsabilidad administrativa.
Por otra parte, se tiene la postura de la contradicción de tesis 163/2012 donde se
somete a análisis la inobservancia del artículo 76 bis de la Ley de Amparo, así como la
desaplicación de la jurisprudencia en los casos de suplencia en la deficiencia de la queja
y en la que se resuelve que este artículo y la jurisprudencia en él inspirada ya no
responde a la evolución en materia de derechos humanos del México actual, (por lo
menos en materia de suplencia frente a los ofendidos) por lo que permite la
desaplicación de la jurisprudencia y genera un nuevo criterio jurisprudencial.
Frente a estos criterios se busca analizar la postura de obligatoriedad de
jurisprudencia emanada por el Tribunal Constitucional y cuál de las dos puede ser de
mayor utilidad para los impartidores de justicia en el ejercicio del control de
convencionalidad, como parte del reto que enfrentan en la impartición de justicia.
3. ANÁLISIS DE LOS CRITERIOS DE OBLIGATORIEDAD DE LA
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL MEXICANO, A LA
LUZ DEL ENFOQUE DE LOS DERECHOS HUMANOS
Una vez expuestos los dos criterios de la Primera y Segunda Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, que han sentado sus posturas respecto de la
obligatoriedad de su jurisprudencia, se analizarán a la luz del Enfoque de Derechos
Humanos y el cumplimiento de las obligaciones del Estado.
Como se analizó en el primer capítulo, la obligatoriedad de la Jurisprudencia
deriva del establecimiento que al respecto hace la ley de amparo, y tiene por objetivo
que se otorgue seguridad jurídica al gobernado, en el sentido de que el Juzgador
resolverá los asuntos que le son planteados al amparo de criterios previamente
establecidos y emanados por un órgano superior que ya los ha analizado.
Es una cuestión de previsibilidad de las normas que genera que estos precedentes
que resuelven contradicciones y aclaran criterios o lagunas, sean las normas pertinentes
55
para resolver estos problemas y que no puedan ser modificados más que por el
procedimiento establecido al efecto en la propia ley.
Por su parte, el Enfoque de Derechos Humanos básicamente “considera que el
primer paso para otorgar poder a los sectores excluidos es reconocer que son titulares de
derechos que obligan al Estado” (Abramovich, Pautassi, 2006, 17), por lo que este
enfoque ha sido visto principalmente como un indicador para la elaboración de políticas
públicas cambiando la lógica del paradigma de personas necesitadas a sujetos de
derecho que exigen su cumplimiento. Por lo que en la medida que se facilite a los
gobernados el camino para exigir sus derechos, será más fácil que pueda alcanzarse el
goce pleno de estos derechos.
Una vez planteado el concepto de Enfoque de Derechos Humanos surge la
pregunta, ¿Qué relación tiene la realización de este enfoque con la labor que ejerce la
Suprema Corte de Justicia de la Nación al emitir sus resoluciones?, la respuesta se
encuentra en la forma en que se lleva a cabo su implementación, es decir en el proceso
de concientización y empoderamiento de las personas, al conocer y exigir sus derechos.
“Para operacionalizar el enfoque de derechos humanos, tanto en relación con el ámbito
del desarrollo y de las políticas económicas y sociales, todas las políticas e instituciones
que tienen por finalidad impulsar estrategias en esa dirección, deben basarse
explícitamente en las normas y principios establecidos en el derecho internacional de los
derechos humanos.” (Abramovich, Pautassi, 2006, 20).
De esta operacionalización que mencionan Abramovich y Pautassi se desprende
que todas las instituciones deben basar su actuación en los estándares internacionales en
materia de derechos humanos, y por tanto, cumplir con las obligaciones de respetar,
proteger, garantizar y promover a cargo de los Estados y bajo los principios de
Universalidad, Indivisibilidad, Interdependencia y Progresividad.
Esta tendencia internacional de respeto a los derechos humanos se ha ido
desarrollando en México, a partir de la reforma constitucional en materia de derechos
humanos de 10 de junio de 2011, que como ya vimos, establece este criterio a través del
56
cumplimiento de las obligaciones del Estado y provoca el progresivo empoderamiento
de los ciudadanos a través de la exigencia de sus derechos.
Aún más, esta reforma introduce el control de convencionalidad como una
“herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio por los órganos del Poder
Judicial, complementaria al control de constitucionalidad, que permite garantizar que la
actuación de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado
respecto del tratado del cual es parte.” (Ibáñez Rivas; 2012:108)
Ahora bien, el control de convencionalidad establece que se puede realizar la
desaplicación de aquellas normas que se consideren contravienen preceptos de derechos
humanos, y si lo general es la norma, la especie es la interpretación de la misma, es decir
la jurisprudencia, por lo que también debe entrar dentro de esta categoría, ya que forma
parte del derecho, y este en su conjunto debe ser susceptible de ser analizado bajo el
escrutinio convencional.
Concluyendo con la afirmación de Eduardo Ferrer-Mac Gregor quien señala que el
papel del juez nacional al realizar el control de convencionalidad debe ser como el de un
“juez interamericano” por lo que si una ley o jurisprudencia interna le impidiese
(hipotéticamente) llevar a cabo esta labor, ésta debe considerarse inconvencional y por
ende inválida. (Ferrer Mac Gregor, 186)
Con el enfoque de derechos humanos como marco de referencia para la emisión de
las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como máximo tribunal
constitucional del Estado Mexicano y con el control de convencionalidad como
herramienta para la aplicación de los derechos humanos, surgen varias preguntas
respecto de las resoluciones Amparo Directo en Revisión 2126/2012 y la Contradicción
de tesis 163/2012.
1.- ¿Con su emisión se está cumpliendo con las obligaciones a cargo del
Estado?
57
2.- Con el criterio plasmado en esta sentencia de amparo directo en
revisión 2126/2012, ¿Se está incentivando a los juzgadores que realicen
control de convencionalidad?
3.- ¿Se está promoviendo el Enfoque de Derechos Humanos con la
emisión de estas sentencias?
Para responder a la primera pregunta, comienzo con la afirmación que el reto de
implementar la reforma en materia de derechos humanos está ahí para todos los
operadores de justicia, y éstos pueden llevarla a cabo impulsando la aplicación de los
derechos humanos en sus resoluciones. Al respecto, Sandra Serrano hace énfasis en
señalar la necesidad de crear una nueva forma de mirar a la justicia y el quehacer
cotidiano: “Necesitamos hacer que nuestras normas nacionales puedan entenderse a la
luz de las normas internacionales y que ambas corran en paralelo; no tienen que estar en
contradicción, sino que los jueces deben lograr hacer interpretaciones”. (Bonilla, 2013)
Para realizar esta labor de interpretación entre las normas nacionales e
internacionales en México debe considerarse que “No se puede hacer una distinción
entre lo que tiene origen internacional y lo que tiene origen nacional; es un sólo cuerpo y
es toda la lógica original del artículo 1° constitucional por la que debemos velar”.
(Bonilla, 2013), y debe realizarse con argumentación en materia de derechos humanos
en sus resoluciones, por parte de los Tribunales encargados de realizar el control de
convencionalidad, y muchos de estos criterios al ser innovadores son sometidos a la
revisión de sus superiores jerárquicos, como en el presente caso lo es la Suprema Corte
de Justicia de la Nación. Bajo este escrutinio surgen criterios, que como en el presente
caso son encontrados.
Es entendible la existencia de criterios encontrados ya que al ser el “control de
convencionalidad” una doctrina de reciente implementación, tiene sus altibajos, sin
embargo es necesario que se avance en la resolución de este tipo de situaciones en aras
de la consecución de un Estado garante de los derechos humanos.
La resolución emitida en el amparo directo en revisión 2126/2012 emitida por la
Segunda Sala, considera que la aplicación del control de convencionalidad en el asunto
58
sometido a su revisión, no debió llevarse a cabo en términos de la inobservancia del
artículo 192 de la anterior Ley de Amparo que establecía la obligatoriedad de la
jurisprudencia, lo que derivó en la desaplicación de la jurisprudencia 119/2011 de la
misma Sala, ya que menciona que el control de convencionalidad sólo es un método
hermenéutico de solución de conflictos pero que esta interpretación debe tener como
límite la Constitución y las leyes acordes a ella.
Por su parte el “Control de Convencionalidad” ha sido definido por la Corte
Interamericana como una herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio por
los órganos del Poder Judicial, complementaria al control de constitucionalidad, que
permite garantizar que la actuación de dichos órganos resulte conforme a las
obligaciones contraídas por el Estado respecto del tratado del cual es parte. (Ibañez
Rivas; 2012:108)
Y se ha establecido que el “control de convencionalidad” ha sido una herramienta
fundamental para que la Corte Interamericana impulse el cumplimiento de las
obligaciones en materia de derechos humanos a cargo de los Estados, ya que mediante
su aplicación se busca que se avance progresivamente en el cumplimiento y
reconocimiento de los mismos, ya sea mediante la modificación de su legislación, sus
instituciones, políticas o todo aquello que obstaculice el goce efectivo de las libertades y
los derechos humanos.
La postura descrita resta importancia al criterio en análisis, ya que el “control de
convencionalidad” no es sólo un método hermenéutico para la solución de conflictos,
considero que realizar este control, es mirar la problemática desde la perspectiva que te
propone el enfoque de derechos humanos, es decir efectivizar los derechos cumpliendo
con las obligaciones del Estado bajo los principios establecidos constitucionalmente,
mediante la aplicación de la norma más benéfica, ya sea que se trate de una nacional o
internacional.
Lo que observo con esta resolución es que en cierta forma está limitando el
cumplimiento de las obligaciones a cargo del Estado, ya que la intención de la reforma
59
al artículo primero constitucional fue integrar los instrumentos internacionales en
materia de derechos humanos al corpus iuris nacional en la misma jerarquía
constitucional y el argumento de la Segunda Sala establece una línea divisoria entre el
derecho nacional e internacional y una jerarquía respecto de las normas internacionales.
De igual manera existe la obligación que “Cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces están sometidos a ella,
lo que les obliga a velar porque el efecto útil de la Convención no se vea mermado o
anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y fin.” (Raxcacó
Reyes c/. Guatemala, 128) Y el espíritu del “control de convencionalidad” como ya lo
vimos en el capítulo primero es asegurar el efecto útil de la Convención Americana.
Por otra parte, está la obligatoriedad de la jurisprudencia, traducida en el caso
analizado en la prohibición de desaplicar la jurisprudencia de la Suprema Corte con el
argumento que no existe un ordenamiento que lo permita y que con este proceder se
transgrede la seguridad jurídica, que estos criterios vinculantes proporcionan certeza, y
que no existe precepto jurídico que permita su objeción por los Tribunales Colegiados,
ni siquiera porque en su concepción infrinjan tratados en materia de derechos humanos.
Esta afirmación me parece que se interpreta con un criterio diverso a lo establecido
por el propio artículo primero constitucional, ya que el espíritu es que se realice el
cumplimiento de los derechos humanos a la luz de la normativa nacional e internacional
sin hacer distinciones jerárquicas y el deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de
la Convención Americana
17
ya que “los jueces no son simples aplicadores de la ley
nacional, sino que tienen además, una obligación de realizar una “interpretación
convencional”, verificando si dichas leyes o interpretación de la misma, que aplicarán a
17
Artículo 1. Obligación de Respetar los Derechos
1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición social.
60
un caso particular, resultan “compatibles” con la CADH.” (Ferrer Mac-Gregor, 20122014, 32)
La desaplicación de los criterios jurisprudenciales no tendría por qué vulnerar la
seguridad jurídica que garantizan estos criterios, ésta puede seguir subsistiendo, ya que
si se realiza el control de convencionalidad debidamente fundamentado en preceptos que
protejan los derechos humanos, estos no se verían afectados sino al contrario
beneficiados por el principio pro homine y la existencia de un catálogo más amplio de
preceptos protectores de los derechos.
Finalmente, con la emisión de este criterio se abre la puerta al enfoque de
derechos humanos, ya que al conocer los justiciables el mencionado criterio sabrán que
pueden tener acceso a este derecho, el motivo de la modificación a este criterio y exigir
esta modificación en aras de hacer justiciables los derechos humanos, con lo que se va
generando que se tome conciencia respecto de los derechos.
2. Con el criterio sentado en la sentencia del amparo directo en revisión
2126/2012, ¿Se está incentivando a los juzgadores que realicen control de
convencionalidad?
Con la emisión de la resolución en el amparo directo en revisión se produjo una
mención a los juzgadores que pretendan realizar control de convencionalidad, ya que al
dar vista al Consejo de la Judicatura Federal como órgano de control, para que
investigue la posible incursión en responsabilidad administrativa, por la desaplicación de
la
jurisprudencia
119/2011,
se
desincentiva
la
aplicación del
“control de
convencionalidad ” ya que los juzgadores no quieren enfrentar procedimientos que
pueden tener como consecuencia, sanciones, destitución o inhabilitación.
Pero también debe interpretarse como un reto importante en materia de
argumentación, para que los impartidores de justicia realicen el “control de
convencionalidad” en una forma tal que sea sólida su argumentación y con las bases
correctas para ir arando el camino en la consecución de la efectividad de los derechos
humanos.
61
3. ¿Se está promoviendo el Enfoque de Derechos Humanos con la emisión de
estas sentencias?
Por lo que se refiere a la resolución emitida en el amparo en revisión 2126/2012
por la Segunda Sala pudiera no promover el Enfoque de los Derechos Humanos, ya que
no está incentivando la participación de los juzgadores en el desarrollo de la doctrina
del “control de convencionalidad” y por tanto el reconocimiento y exigencia de los
derechos humanos entre la población.
Lo anterior, toda vez que al emitir un pronunciamiento que en lugar de respaldar la
propuesta de aplicación de una interpretación acorde a los derechos humanos y el
principio pro persona, en ejercicio del “control de convencionalidad”, retrotrae los
efectos de lo resuelto, manda un mensaje que establece por una parte, que no puede
desaplicarse la jurisprudencia obligatoria ya que no le está permitido hacerlo, y por la
otra muestra a los juzgadores sean más cautos en la aplicación del “control de
convencionalidad” ya que una de las consecuencias de su aplicación en una forma que
no cuente con el aval del Tribunal Supremo puede generar que se de vista al Consejo de
la Judicatura Federal sobre la incursión de una posible responsabilidad.
En forma contraria, la resolución pronunciada por la Primera Sala en la
contradicción de tesis 163/2012, se observa un criterio en pro del control de
convencionalidad al permitir la desaplicación de una norma de la ley de amparo y de la
jurisprudencia que un Tribunal Colegiado considero contraria a los derechos humanos.
Por lo que es una resolución progresista que les brinda a los juzgadores elementos
y bases para poder llevar a cabo el mandato constitucional de proteger los derechos
humanos a través del cumplimiento de sus obligaciones.
En este contexto, se puede decir que esta resolución promueve el Enfoque de
Derechos Humanos, ya que al aplicar el “control de convencionalidad” a través de la
inobservancia del artículo 76 bis fracción II de la anterior ley de amparo y la
desaplicación de los criterios tesis 2a. CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003, de rubros:
"OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO SE ACTUALIZA EN SU FAVOR LA
62
SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE." y "OFENDIDO EN MATERIA PENAL.
NO PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76
BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO
COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS.", por
considerar que ya no responden a las necesidades actuales en materia de derechos
humanos, incentiva esta práctica entre los juzgadores y sienta precedentes en la
normativa nacional modificando la jurisprudencia existente para hacerla más acorde con
los retos actuales.
4. LA POSIBLE INCURSIÓN EN EL SISTEMA DE CONTROL DE
RESPONSABILIDAD EN EL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL POR
LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA.
El sistema de control de responsabilidades en México, dentro del Poder Judicial de
la Federación está conferido al Consejo de la Judicatura Federal, en el artículo 94
párrafo segundo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el
artículo 81 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación se le atribuyen las
facultades a desempeñar y en los párrafos XII y XXXVI se establecen las de investigar,
determinar y resolver las quejas y responsabilidades de los servidores públicos.
(Márquez, Daniel, IIJ)
Al respecto, en el amparo directo en revisión 2126/2012 la Segunda Sala ordenó
dar vista al Consejo de la Judicatura Federal para que con fundamento en los artículos
131, fracciones III y XI de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y 8°,
fracción XIV de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores
Públicos
18
determinen si el Tribunal Colegiado incurrió en responsabilidad
administrativa.
18
“Artículo131. Serán causas de responsabilidad para los servidores públicos del Poder Judicial de la
Federación:[…] III. Tener una notoria ineptitud o descuido en el desempeño de las funciones o labores
que deban realizar;[…] XI. Las previstas en el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades
Administrativas de los Servidores Públicos, siempre que no fueren contrarias a la naturaleza de la función
jurisdiccional.”
63
Las sanciones a las que puede hacerse acreedor un Juzgador si se encuentra que ha
incurrido en esta conducta, están reguladas en el artículo 135 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación así como el artículo 13 de la Ley Federal de
Responsabilidades Administrativas para los servidores públicos, las cuales podrán ser de
acuerdo al caso:
I.- Amonestación privada o pública;
II.- Suspensión del empleo, cargo o comisión por un período no menor de tres días ni
mayor a un año;
III.- Destitución del puesto;
IV.- Sanción económica, e
V.- Inhabilitación temporal para desempeñar empleos, cargos o comisiones en el
servicio público.
Como se observa, las sanciones establecidas en la Ley ante los casos de
responsabilidad administrativa son un factor que los impartidores de justicia consideran
con seriedad. Y que como método de control son eficaces en muchos casos para normar
la conducta de los juzgadores.
Sin embargo, en el caso de la resolución en el amparo directo en revisión
2126/2012, en el que se inobservó el artículo 192 de la anterior Ley de Amparo y se
desaplicó la jurisprudencia 119/2011 en ejercicio del “control de convencionalidad”, la
cual es una figura reconocida por la normativa nacional e internacional, considero no
debiera tomarse como una conducta que genere responsabilidad administrativa.
Es importante resaltar, que de la resolución de este tipo de asuntos en materia
disciplinaria depende la conducta de muchos juzgadores que pretendan llevar a cabo el
control de convencionalidad de las normas, ya que si al desaplicar la normativa nacional
en pro de optar por un ordenamiento internacional que resulte más protector del caso en
concreto, puede generar que se considere como una actuación generadora de
responsabilidad administrativa, serán pocos los que se aventuren a realizarlo.
“Artículo 8.- Todo servidor público tendrá las siguientes obligaciones:[…] XXIV.- Abstenerse de cualquier
acto u omisión que implique incumplimiento de cualquier disposición legal, reglamentaria o
administrativa relacionada con el servicio público.”
64
Por otra parte, es importante que se resuelvan las problemáticas que puedan
presentarse con la aplicación de este criterio y que la implementación del “control de
convencionalidad” al desaplicar la jurisprudencia que sea contraria a derechos humanos
pueda definirse como algo permitido, ya que por una parte existe todo un Programa en
materia de capacitación e impulso por parte del Poder Judicial de la Federación en
materia de derechos humanos19,
para que se
implementen el control de
convencionalidad, la interpretación conforme, el principio pro persona y los estándares
internacionales en esta materia, programa que deben generar resultados y avanzar en la
exigibilidad de derechos para los ciudadanos.
Asimismo, el Poder Judicial de la Federación debe ser congruente con la actitud
adoptada ante la inclusión de los instrumentos internacionales, ya que si se establece en
el asunto varios 912/2010, que todos los juzgadores en el Estado mexicano deben
ejercer el control de convencionalidad pudiendo declarar inválidos (en el caso de los
federales) y desaplicar ( en los demás casos) las normas que se consideren contrarias a la
Constitución o a los instrumentos internacionales, no puede ahora excepcionar de lo
anterior una fuente del derecho, por tratarse de jurisprudencia, que si bien es la
interpretación de la norma y tiene carácter obligatorio, también lo es, que forma parte de
la normativa y es susceptible de ser objeto del “control de convencionalidad” ya que es
una fuente formal del derecho y que ésta como interpretación de la ley debe irse
adecuando a la realidad cambiante del país y no permanecer inmutable.
19
Desde 2008, el Comité de Equidad de Género del Poder Judicial de la Federación ha impulsado una
importante agenda de capacitación en materia de Derechos Humanos dentro de las tres instancias.
Ver: http://www.equidad.scjn.gob.mx/
65
CAPÍTULO III
EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD COMO HERRAMIENTA DE
ARGUMENTACIÓN PARA DESAPLICAR LA JURISPRUDENCIA
1.
TENDENCIAS
INTERNACIONALES
COMO
PAUTA
PARA
LA
APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD POR PARTE DE
LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.
Los precedentes establecidos a través de las sentencias que ha emitido la CIDH
marcan la pauta en el ejercicio del “control de convencionalidad” al establecer los
argumentos que respetan el principio pro homine en materia de derechos humanos. Estos
son pauta de las tendencias internacionales sobre cómo se está llevando a cabo el
“control de convencionalidad” respecto de asuntos significativos, y, que a la vez pueden
servir de referencia de cómo pudiera llevarse a cabo en México.
Como ya hemos visto, estos criterios y jurisprudencia emitidos por la CIDH tienen
un carácter vinculante para México, siempre que el criterio sea más favorable a la
persona, de acuerdo a lo recientemente establecido en la Contradicción de Tesis
293/2011,20 por lo que es de utilidad conocer aquellos que puedan servir para fortalecer
la labor jurisdiccional, al realizar el control de convencionalidad.
Al respecto, se analizan ciertos casos resueltos por la CIDH que son indicadores
de criterios, donde se establece que se puede realizar control de convencionalidad de
preceptos constitucionales, cuando éstos no son compatibles con la Convención. Con la
finalidad de evidenciar que el objetivo que se busca es que todo el material normativo de
un Estado miembro puede ser sujeto de “control de convencionalidad”
20
Por mayoría de seis votos de los señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, Cossío Díaz, Zaldívar Lelo de
Larrea, Valls Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Silva Meza, se aprobó la
determinación consistente en que debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio sostenido
por el Tribunal Pleno en el sentido de que la jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos es vinculante para los jueces mexicanos siempre que sea más favorable a la persona.
66
Para ejemplificar se pueden citar los casos “La Última Tentación de Cristo
(Olmedo Bustos y otros) vs Chile” de 5 de febrero de 2001 o “Boyce y otros vs
Barbados” de 20 de noviembre de 2007, así como “Caesar vs Trinidad y Tobago” de 11
de marzo de 2005, en los cuales la Corte Interamericana realiza control de
convencionalidad de preceptos constitucionales.
En el caso de La Última Tentación de Cristo, se argumentó que el Estado había
violado el artículo 19 número 12 de la Constitución Política de Chile que permite la
censura en la exhibición y publicidad de producciones cinematográficas. Además de que
el Poder Ejecutivo, a través del Consejo de Calificación Cinematográfica, ha establecido
en múltiples oportunidades censuras a la exhibición de películas. En este sentido, el
Poder Judicial ha privilegiado el derecho al honor en perjuicio de la libertad de
expresión.
Al resolver, la CIDH ordenó al Estado en el punto 4 de la sentencia “…modificar
su ordenamiento jurídico interno, en un plazo razonable, con el fin de suprimir la
censura previa para permitir la exhibición de la película “La Última Tentación de Cristo”
(Caso La última Tentación de Cristo vs Chile, 2001:39),
En el caso Boyce vs Barbados, la Corte Interamericana analiza la situación de
cuatro personas sentenciadas a muerte por el delito de homicidio- sin llegar a calificar si
está prohibido o no la pena de muerte en la CADH- en lo principal se pronuncia
respecto la falta de cumplimiento que tiene como Estado de la obligación de adoptar
disposiciones de derecho interno establecida en el artículo 2º de la CADH en relación
con la obligación de respetar los derechos (artículos 1.1), el derecho a la vida (artículo
4.1, 4.2) y la protección judicial (artículo 25.1) de dicho instrumento y con esto se
modifique un artículo constitucional –art. 26- respecto a la inimpugnabilidad de las
“leyes existentes”. (Caso Boyce y otros Vs Barbados)
La Corte se centra en el argumento para dar cumplimiento al artículo 2° de la
Convención, todo Estado Parte “ha de adoptar todas las medidas para que lo establecido
67
en la Convención sea efectivamente cumplido en su ordenamiento jurídico interno,”.
(Caso Boyce y otros vs Barbados)
También ha afirmado que los Estados, en el cumplimiento del deber general de
respetar y garantizar los derechos, “deben adoptar medidas positivas, evitar tomar
iniciativas que limiten o conculquen un derecho fundamental, y suprimir las medidas y
prácticas que restrinjan o vulneren un derecho fundamental”, como lo establece el
artículo 2° de la CADH. (Caso Boyce y otros vs Barbados)
En ese contexto, en el caso se analiza la existencia en la Constitución de Barbados
de una “cláusula de exclusión” establecida en su artículo 26, que dispone que no puede
impugnarse la constitucionalidad de aquellas leyes que hayan sido previas a su
promulgación en 1966. En el asunto se observa que la Ley de Delitos contra la Persona
es de 1868 y que en el artículo 2° establece la imposición de la pena de muerte a la
persona que comete homicidio, por lo que siendo ésta previa a la promulgación de la
Constitución, entra dentro del supuesto de la cláusula de exclusión.
Al analizar la cuestión desde la perspectiva del artículo 2° de la Convención, el
Tribunal consideró que la existencia del artículo 2° de la Ley de Delitos contra las
Personas es contraria al espíritu de la Convención, ya que la cláusula de exclusión que
no permite se impugne la constitucionalidad del mencionado artículo es una medida que
obstaculiza el cumplimiento del deber de adopción de medidas.
Por lo que la CIDH determinó que el artículo 2°de la Ley de Delitos contra las
Personas, es una norma que impide el ejercicio del derecho a no ser privado
arbitrariamente de la vida y, de este modo, es per se contraria a la Convención, y como
consecuencia, el Estado tiene el deber de suprimirla o eliminarla de conformidad con el
artículo 2° de dicho instrumento. Ya que una “cláusula de exclusión” no permite que el
artículo 2° de la Ley de Delitos contra las Personas se sometan a una revisión de
constitucionalidad de normas, y por lo tanto, deja a las personas afectadas carentes de un
recurso a través del cual impugnarla. (Caso Boyce y otros vs Barbados)
68
Como se observó en estos dos primeros casos, la CIDH ordena que se
compatibilice la normatividad de los Estados de Chile y Barbados con la normatividad
establecida en la CADH, realizando un ejercicio del control de convencionalidad. A este
tipo de control se le llama control “supra nacional” o “desde arriba.” (Sagües Pedro,
382). En ambos casos, se pide a los Estados miembros que adecúen su normatividad y la
compatibilicen con la Convención.
En el caso “Caesar vs Trinidad y Tobago” de 11 de marzo de 2005, la Ley de
Penas Corporales (Para Delincuentes Mayores de 18 años) de Trinidad y Tobago
permitía la imposición de penas corporales, según la cual un tribunal puede ordenar que
un delincuente varón mayor de 18 años sea golpeado o azotado con un objeto llamado
“gato de nueve colas”, además de cualquier otra pena que le sea aplicable cuando se le
condena por ciertos delitos. Recurrida la sentencia, la Court of Appeal de Trinidad y
Tobago, aparentemente sin fundamentación confirmó su condena y su sentencia.
Una vez que fue confirmada en definitiva la condena, el señor Caesar fue sometido
a 15 azotes con el “gato de nueve colas”. Este instrumento está diseñado para provocar
contusiones y laceraciones en la piel del sujeto a quien se le aplica, con la finalidad de
causarle grave sufrimiento físico y psíquico. Después de la ejecución de la pena
corporal, el condenado permaneció dos meses en la enfermería y no recibió ningún
tratamiento médico por la flagelación, salvo analgésicos orales. Como consecuencia de
la pena corporal, el señor Caesar padeció síntomas de depresión y ansiedad aguda de tal
gravedad, suficientes para diagnosticarle, al menos, un trastorno de adaptación. (Caso
Caesar vs Trinidad y Tobago)
En el presente caso, la CIDH estimó que el “gato de nueve colas”, aplicado en
Trinidad y Tobago para la ejecución de penas corporales de flagelación, constituye un
instrumento utilizado para infligir una forma de castigo cruel, inhumana y degradante.
De esta forma, la pena corporal por flagelación, debe ser considerada como una forma
de tortura y, en consecuencia, una violación per se del derecho de cualquier persona
sometida a la misma a que se respete su integridad física, psíquica y mental. Por lo tanto,
69
la Corte la declaró contraria al artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, en relación con el
artículo 1.1 de la misma, ordenando en el resolutivo 4 de la sentencia “El Estado debe
enmendar, dentro de un plazo razonable, la Sección 6 de la Constitución de Trinidad y
Tobago, en los términos del párrafo 133 de la presente Sentencia.” (Caso Caesar vs
Trinidad y Tobago, 2005:43)
Finalmente, en el caso mexicano, la Corte Interamericana ha recomendado, en la
sentencia del caso “Radilla Pacheco c/. México” de 23 de noviembre de 2009, que el
derecho nacional sea interpretado de manera conforme con el parámetro de
convencionalidad (considerandos 338-340), incluso, cuando se trate de una norma
constitucional de un Estado determinado, refiriéndose al artículo 13 constitucional. Esta
resolución detonó la regulación del “control de convencionalidad” en el expediente
varios 912/2010 en México y ha sido un punto de partida para su realización.
La base en la argumentación del “control de convencionalidad” en las sentencias
emitidas por los órganos encargados de impartición de justicia son “la buena fe” en el
cumplimiento de las obligaciones internacionales, combinado con “el efecto útil de los
convenios, cuya eficacia no puede ser mermada por normas o prácticas de los Estados, y
por último la obligación internacional derivada del artículo 27 de la Convención de
Viena sobre el derecho de los tratados que impide alegar la existencia del derecho
interno para cumplir con las obligaciones contraídas al suscribir el tratado o convención.
(Sagües Pedro).
Los casos mencionados son representativos del panorama al que se enfrentan los
Estados miembros que cometen violaciones a los derechos humanos, y cuál es la
consecuencia de lo que pasa si no se hace un control de convencionalidad a nivel
interno, de una restricción constitucional, y cómo puede el órgano internacional - en
algunos casos que tienen una relevancia característica - ordenar se adopten las medidas
necesarias para compatibilizar la legislación con la CADH o como se vio en el caso
“Caesar vs Trinidad y Tobago”, se reforme una Constitución cuando esta contraviene
disposiciones en materia de derechos humanos. La idea es que todos los Estados puedan
70
realizar el control de convencionalidad, y que la jurisdicción nacional sea capaz de
garantizar a los gobernados el goce de los derechos humanos, sin que para ello tengan
que acudir a instancias internacionales.
2. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN
LATINOAMÉRICA.
El trabajo de control de convencionalidad en algunos de los tribunales
Latinoamericanos se ha llevado a cabo, partiendo de la premisa de la adopción y
cumplimiento de los derechos humanos establecidos en la CIDH, así como de la
interpretación que de ellos se ha llevado a cabo en la Corte Interamericana, por parte de
los operadores jurisdiccionales. Por lo que, “se impone como premisa irrecusable a los
magistrados constitucionales en la dimensión interna acometer sus labores de
interpretación de las fuentes subconstitucionales de conformidad con la Constitución y el
derecho internacional de los derechos humanos” (Bazán Víctor, 2012: 5)
La misión principal para lograr el cumplimiento de los derechos humanos a través
de la adopción del ejercicio del “control de convencionalidad” establecido por la
CADH, es que los países deben ser capaces de garantizar a sus gobernados el goce y
pleno ejercicio de sus derechos. (Bazán Víctor: 2012)
La finalidad que se persigue a nivel jurisdiccional es que los Tribunales
domésticos sean capaces de resolver las cuestiones de transgresión de los derechos
humanos, evitando que el problema llegue a esta instancia internacional. Como
acertadamente menciona García Ramírez que “la gran batalla por los derechos humanos
se ganará en el ámbito interno, del que es coadyuvante o complemento, no sustituto, el
internacional” (García Ramírez, Caso Trabajadores cesados del Congreso vs Perú, párr.
11)
Por lo que pudiera resultar de utilidad en el presente trabajo, conocer un poco del
desarrollo del control de convencionalidad en los Tribunales Constitucionales o
definitorios en algunos países Latinoamericanos, en específico, Argentina y Colombia,
71
con la finalidad de aproximarnos a la forma en que se han llevado a cabo esta labor y las
consecuencias que estos acercamientos han generado.
2.1. Caso Suprema Corte de Argentina
En el Máximo Tribunal Argentino, se pueden mencionar los casos “Mazzeo, Julio
Lilo y otros s/ Recurso de casación e inconstitucionalidad”, de 13 de julio de 2007, y
“Videla, Jorge Rafael y Massera, Emilio Eduardo s/ Recurso de casación”, de 31 de
agosto de 2010, como ejemplo de cómo se ha realizado el acercamiento al control de
constitucionalidad. (Bazán Víctor: 2012)
En el caso “Mazzeo”, diversos representantes, entre ellos algunos de la Liga
Argentina por los Derechos Humanos, solicitaron la declaración de inconstitucionalidad
del decreto 1002/89, mediante el cual el Poder Ejecutivo Nacional indultó, entre otros, a
Santiago Omar Riveros, por hechos que constituían delitos de lesa humanidad. (Caso
Mazzeo, Julio Lilo y otros, 2007)
La Corte Suprema de Justicia argentina –por mayoría– aportó un relevante
enfoque institucional en torno a la invalidez constitucional (también convencional) de la
atribución presidencial de emitir indultos que beneficien a sujetos acusados de cometer
delitos de lesa humanidad. (Caso Mazzeo, Julio Lilo y otros, 2007:24-25). Utilizando
como base para esto el argumento adoptado por la CIDH en el párr. 124 de la sentencia
recaída en “Almonacid Arellano”, donde ésta mantuvo que:
“…el Poder Judicial debe ejercer una especie de ‘control de
convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los
casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En
esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado,
sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte
Interamericana, intérprete última de la Convención Americana” (Caso
Mazzeo, Julio Lilo y otros, 2007:16-17)
Otro de los casos mencionados es el “Videla, Jorge Rafael y Massera, Emilio
Eduardo s/ Recurso de casación” en donde al afrontar el Tribunal Constitucional, el
planteamiento sobre si el ex dictador podría ser juzgado por el delito de desaparición de
niños, se patentiza la recepción del control de convencionalidad de oficio. Siendo
72
importante destacar que en este fallo la Corte Suprema se apoyó en la doctrina sentada
por la CIDH en el nombrado “Caso Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú”, en
cuanto al deber de los órganos del Poder Judicial de ejercer no sólo un control de
constitucionalidad, sino también de ‘convencionalidad’ ex officio (consids. 8° y 10).
(Bazán Víctor: 2012)
Como se ha visto, la Corte Suprema Argentina ha realizado acercamientos al
ejercicio del control de convencionalidad delineado por la CIDH, “siendo pionera en
Latinoamérica al acoger desde 2007 el deber paulatinamente cimentado por la Corte
IDH (preponderantemente a partir de 2006) en torno al control de convencionalidad”.
(Bazán Víctor, 2012:18), cuando en “Mazzeo” adopta el criterio del caso Almonacid
Arellano para realizar control de convencionalidad; mientras que en “Videla” patentiza
su ejercicio ex officio. (Bazán Víctor: 2012)
2.2. Caso Corte Constitucional de Colombia.
En la Sentencia del caso 442 de 25 de mayo de 2011, la Sala Plena de la Corte
Constitucional de Colombia señala de forma importante que la interpretación que la
CIDH hace respecto de los derechos contenidos en la Convención, ostenta “carácter
vinculante”; y utiliza explícitamente la expresión “control de convencionalidad”. (Bazán
Víctor: 2012)
En el caso, se había planteado una acción pública (art. 241 de la Constitución
Política) denunciando la inconstitucionalidad de los arts. 220 a 228 (tipificación penal de
los delitos de injurias y de calumnias) de la Ley 599 de 2000 –por la cual se expide el
Código Penal–, por vulnerar los artículos 20, 29 y 93 constitucionales y los arts. 9 y 13
de la CADH. ”. (Bazán Víctor: 2012)
En la Sentencia C-442/11, en la nota N° 54, la Corte Constitucional señaló que la
línea argumentativa adoptada “resulta concordante con la postura de la CIDH, la cual en
distintas sentencias ha señalado el carácter vinculante de su jurisprudencia como
interpretación auténtica de la CADH”. (Caso 442/2011)
73
Pero señaló también, refiriéndose al “Caso Kimel vs. Argentina” de la CIDH,
que:
“aunque constituye un precedente significativo en torno al alcance de
la libertad de expresión y del principio de legalidad en la tipificación de los
delitos de injuria y calumnia, esta decisión no puede ser trasplantada
automáticamente al caso colombiano en ejercicio de un control de
convencionalidad que no tenga en cuenta las particularidades del
ordenamiento jurídico interno, especialmente la jurisprudencia
constitucional y de la Corte Suprema de Justicia que han precisado
notablemente el alcance de los elementos normativos de estos tipos penales,
…” –remarcado agregado– (Caso 442/2011)
Esta postura si bien refleja un avance en la adopción e interpretación de los
criterios establecidos por la CIDH, también refleja que en este caso, la Corte
Constitucional Colombiana, ha tenido un acercamiento cauteloso al ejercicio del control
de convencionalidad, señalando que debe tomarse en cuenta las particularidades del
sistema jurídico interno y su jurisprudencia.
No se pretende realizar una reseña pormenorizada de los casos señalados, sino
únicamente destacar la forma que algunos tribunales latinoamericanos como Argentina y
Colombia han implementado el control de convencionalidad y la trascendencia que esto
ha tenido en la conformación de un bloque jurídico que integra a los instrumentos
internacionales para la defensa de los derechos humanos.
3. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN
MÉXICO.
En México, también se han llevado a cabo acercamientos a la labor del “control de
convencionalidad,” como puede verse en asuntos como el amparo directo 1060/2008,
resuelto el 2 de julio de 2009, por el Primer Tribunal Colegiado de Circuito en materia
Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito con residencia en Morelia
Michoacán, en el cual se invoca el caso Almonacid Arellano, estableciéndose el
Tribunal como vinculado a realizar el “control de convencionalidad” con base en los
ordenamientos internacionales aparte de los nacionales. (Ferrer Mac Gregor, 2014: 183)
74
El Tribunal Colegiado sostuvo que los tratados internacionales -entre ellos los que
establecen derechos humanos- forman parte de la ley suprema y que como consecuencia
de esto, todas las autoridades están obligadas a resolver
los
vicios
de
inconstitucionalidad indirecta que resulten de los actos que tengan irregularidades
administrativas, derivado de la inobservancia de un tratado internacional, por lo que
deben realizar un examen de convencionalidad respecto de la aplicación de las normas
nacionales y las supranacionales.(UNAM, 2009: 11)
Otro caso se encuentra en la resolución emitida en el amparo directo 505/2009, por
el Cuarto Tribunal Colegiado en materia Administrativa en el Primer Circuito, donde el
Tribunal, haciendo efectivo el derecho al acceso a la justicia, realiza un control de
convencionalidad respecto del sobreseimiento de un juicio de nulidad, argumentando
que deben superarse los procedimientos que provocan que no se garantice en forma
efectiva este derecho de acceso a la justicia, resolviendo conceder el amparo a favor del
quejoso respecto de la Sala Regional que debió declinar el asunto al órgano competente.
(UNAM, 2010:31-32)
Como se ve, los juzgadores han tenido acercamientos respecto del ejercicio del
“control de convencionalidad”, sin embargo como toda doctrina incipiente, éstos van
siendo cautelosos en su aplicación, ya que se considera necesario que el órgano superior,
que en este caso es la SCJN, establezca los lineamientos en la materia, para no incurrir
en excesos en su ejercicio al momento de su aplicación.
Ya que como se mencionó en el capítulo segundo, algunos juzgadores han
realizado interpretaciones en el ejercicio del control de convencionalidad, como el
asunto analizado en ese capítulo que dio origen al amparo directo en revisión 2126/2012,
respecto de la inobservancia del artículo 192 de la Ley de Amparo, que establecía la
obligatoriedad de la jurisprudencia, y, la desaplicación que hizo el Tribunal Colegiado,
de la número 119/2011; resuelto por la Segunda Sala de la SCJN señalando “que esta
práctica de desaplicar la jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación no está autorizada en ninguna disposición legal,” y ordenando dar vista al
75
Consejo de la Judicatura Federal para investigar la posible incursión en responsabilidad
administrativa, lo que puede ser un criterio que desincentive el ejercicio del control de
convencionalidad. (ADR 2126/2012)
Caso opuesto resulta ser la contradicción de tesis 163/2012 donde se somete a
análisis la inobservancia del artículo 76 bis de la Ley de Amparo, así como la
desaplicación de la jurisprudencia en los casos de suplencia en la deficiencia de la queja
y en la que se resuelve que este artículo y la jurisprudencia en el inspirada ya no
responde a la evolución en materia de derechos humanos del México actual, (por lo
menos en materia de suplencia frente a los ofendidos) por lo que permite la
desaplicación de la jurisprudencia y genera un nuevo criterio jurisprudencial. (CT
163/2012)
Señalando además que en este caso no se solicitó la intervención del Consejo de la
Judicatura Federal como órgano de control para verificar la incursión en una posible
responsabilidad administrativa por parte de los juzgadores.
Estos casos ejemplificativos de los criterios que existen dentro de la SCJN
puntualizan las opciones a adoptar que tienen los juzgadores como orientación para
aplicar el “control de convencionalidad”, que como hemos visto difieren dependiendo de
las opiniones y posturas de los ministros que integran las Salas.
Un asunto que planteó en su momento un gran avance en la delimitación del
control de convencionalidad es el más reciente caso generado por la Contradicción de
Tesis 293/2011 en la cual se trató el tema de la obligatoriedad, límites y jerarquía de los
derechos humanos de acuerdo a su fuente nacional o internacional. (Pérez Carlos, 2013)
El asunto refiere una contradicción de tesis entre dos Tribunales Colegiados, que
tienen criterios encontrados respecto de la aplicación de las normas de derechos
internacional y su jerarquía constitucional.
76
De la versión estenográfica y el engrose de dicha discusión se advierte la
delimitación en forma importante de elementos vitales para el ejercicio del control de
convencionalidad como son:

La SCJN resolvió que los derechos humanos contenidos en la Constitución y en
aquellos tratados internacionales suscritos por México, tienen la misma jerarquía.

Las restricciones a los derechos humanos se estarán a lo que establece el texto
constitucional.

La jurisprudencia de la Corte Interamericana es vinculante para la judicatura
mexicana aunque el estado mexicano no haya sido parte. (CT 293/2011)
Ha habido diversas interpretaciones y dentro de ellos es importante delimitar los
argumentos importantes que dieron pie al debate, en la especie es establecer la jerarquía
normativa entre las normas convencionales y las restricciones constitucionales, por lo
que es pertinente mencionar que el debate se llevó a cabo entre la mayoría de los
ministros del Pleno quienes sostenían que deben prevalecer las restricciones establecidas
en la Constitución por sobre las normas convencionales, ya que así lo establece la
última parte del párrafo primero del artículo 1° constitucional21, al respecto la opinión
disidente en el proyecto es la del ministro Cossío Díaz22 cuyo argumento menciona que
21
Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos
reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea
parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse,
salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.
22
La postura de la SCJN en la discusión de la contradicción de tesis 293/2011(versiones estenográficas)
donde estableció que las disposiciones convencionales se encuentran en un nivel jerárquico
constitucional, pero también debate que el ejercicio de los derechos humanos puede ser limitado y
restringido por la Constitución, resultará interesante en los casos donde figuras como el arraigo
declaradas ampliamente como inconvencionales, (viola el derecho a la integridad personal establecidos
en el artículo 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el artículo 1 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, el artículo 1 de Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, los artículos 1
y 16 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes) se
encuentran comprendidas dentro de la Constitución, más interesante aún será el abordar el reto de
dejarla intocada dentro de la Carta Magna o hacer efectivo este derecho establecido en los Instrumentos
Nacionales e Internacionales que los protegen.
77
al admitir las restricciones de las normas convencionales establecidas en la
Constitución, “estamos generando una regla universal donde cede el derecho
convencional frente al derecho constitucional, y no es un problema de resolución de los
problemas caso por caso. Siempre que el intérprete encuentre esa confrontación, tendrá
que preferir la norma constitucional. Consecuentemente, el tema está determinado.” (CT
293/2011) Por lo que este criterio generaría que el principio pro persona, no tenga ya
esta función equilibradora, sino que estaría supeditado a la Constitución, ya que ésta
puede establecer limitaciones a las normas convencionales.
El proyecto original del ministro Lelo de Larrea planteaba la conciliación entre las
normas convencionales y constitucionales para que en el caso de que se presentara
contradicción entre estas, se resolviera el conflicto atendiendo al principio pro persona y
a las circunstancias particulares de cada caso, sin embargo, la postura de la mayoría fue
en el sentido de privilegiar las restricciones a las normas convencionales con base en lo
establecido en la Constitución.
Ahora bien atendiendo a estos nuevos criterios, de jerarquía de las normas
convencionales y constitucionales, de acatamiento de las restricciones establecidas en la
Constitución y aquel que establece la jurisprudencia de la CIDH como vinculante para
la judicatura mexicana y al hecho de que pudiera existir jurisprudencia que como vimos
en los casos analizados resulten menos protectoras de derechos humanos que los
preceptos de derecho internacional o incluso contrarios a los propios preceptos
constitucionales. ¿Qué deben hacer los juzgadores al respecto? ¿Cómo pueden sortear
estas dificultades en forma exitosa sin que con ello rebasen los límites de control y vean
afectada su labor?
Para responder a las preguntas planteadas se expondrán a continuación unos
criterios que invitan a la reflexión sobre cómo se pudiera solucionar estas interrogantes.
78
4. EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y LOS PARÁMETROS A
PARTIR DE LOS CUALES PUEDE EFECTUARSE EN MÉXICO.
4.1. El “Control de Convencionalidad” como herramienta de defensa de los
derechos humanos.
Como ya vimos en el capítulo primero del presente trabajo, la Corte
Interamericana ha definido el “Control de Convencionalidad” como una herramienta
jurídica de aplicación obligatoria ex officio por los órganos del Poder Judicial,
complementaria al control de constitucionalidad, que permite garantizar que la actuación
de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado respecto
del tratado del cual es parte. (Ibañez Rivas; 2012:108)
El “control de convencionalidad” como herramienta fundamental para que la
CIDH impulsara el cumplimiento de las obligaciones en materia de derechos humanos a
cargo de los Estados, fue dirigido a funcionar como una especie de “control de
constitucionalidad”, ya se mencionó en los casos Mack Chang vs. Guatemala, del 25
noviembre de 2003 y Tibi, del 7 de septiembre de 2004, (García Ramírez, 2011:144) en
donde, en el último, se realiza un comparativo entre la CIDH y los Tribunales
Constitucionales, analizando el “Control de Constitucionalidad” y asimilando la labor
realizada por el Tribunal Internacional, a un método de control pero a nivel de
Convenciones.
Al respecto, García Ramírez puntualiza:
“el campo de mis reflexiones se reducirá al control de
convencionalidad que realizan los juzgadores (al que se refirieron,
originalmente, mis votos particulares ante la Corte Interamericana, al
que aludió la jurisprudencia posterior de ésta y sobre el que se
manifestaron las decisiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
entre julio y septiembre de 2011), una función que ofrece características
muy cercanas a las que presenta el bien conocido control de
constitucionalidad. El de convencionalidad posee, en el ámbito externo,
un significado semejante al que caracteriza al de constitucionalidad en el
interno.” (García Ramírez; 2011:126)
79
Como se ve, esta labor de la CIDH llevo como resultado la creación de una figura
de “control de convencionalidad” basada en el “control de constitucionalidad” con la
finalidad de que en un principio la CIDH- mediante el “control concentrado” y
posteriormente los juzgadores regionales a través del “control difuso” fueran los
encargados de analizar que los actos de las autoridades se realicen con apego a lo que
establece la Convención Americana y otros instrumentos que protegen los derechos
humanos.
Como se ha mencionado en párrafos anteriores, el “control de convencionalidad”
en México, ha sido delimitado por la SCJN en el expediente varios 912/2010, en
cumplimiento del caso Radilla Pacheco, resuelto por la CIDH, de los que se pueden
destacar los puntos siguientes:
a) El “Poder Judicial de la Federación debe ejercer un control de
convencionalidad ex officio entre las normas internas y la Convención
Americana, en el marco de sus respectivas competencias y de las
regulaciones procesales correspondientes”, de conformidad con el
párrafo 339 de la sentencia de la CIDH en el caso Radilla Pacheco.
b) “El control de convencionalidad debe ejercerse por todos los
jueces del Estado mexicano”.
c) El modelo de control de convencionalidad y constitucionalidad
que debe adoptarse es en el sentido de que:
d) 1)Los jueces del Poder Judicial de la Federación, al conocer de
controversias constitucionales, acciones de inconstitucionalidad y de
amparo, pueden declarar la invalidez de las normas que contravengan la
Constitución federal y/o los tratados internacionales que reconozcan
derechos humanos; 2) los demás jueces del país, en los asuntos de su
competencia, podrán desaplicar las normas que infrinjan la Constitución
federal y/o los tratados internacionales que reconozcan derechos
humanos, sólo para efectos del caso concreto y sin hacer una declaración
de invalidez de las disposiciones, y 3) las autoridades del país que no
ejerzan funciones jurisdiccionales deben interpretar los derechos
humanos de la manera que más los favorezca, sin que estén facultadas
para declarar la invalidez de las normas o para desaplicarlas en casos
concretos. (García Ramírez; 2011:156-157)
80
Ahora bien, la interrogante en cuestión es establecer ¿Cómo estas dos
herramientas, el “control de constitucionalidad” y el “control de convencionalidad”
pueden funcionar con una finalidad común? y ¿Cómo puede la una ser el pilar de la otra
para conseguir el objetivo de la protección efectiva de los derechos humanos? Al
respecto, tenemos que el “control de constitucionalidad” verifica que la aplicación de la
ley en el ámbito interno de un Estado sea conforme a lo que marca la Constitución, y, el
“control de convencionalidad” por su parte, que su aplicación sea acorde a las
disposiciones de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de lo que se
sigue que cada una trabaja y vela por el cumplimiento de su ordenamiento en cuestión,
pero si consideramos que con la reforma constitucional de 2011, se reconoce en el
artículo primero que los derechos humanos contenidos en los ordenamientos
internacionales forman parte de la Constitución, ambos tipos de control tienen una
finalidad de protección común.
Para arribar a esta conclusión se analizan algunos apartados que delimitan el
funcionamiento del “control de convencionalidad”, y, se identifican los elementos que
permiten hacer esta afirmación.
4.2. Parámetros del “Control de Convencionalidad”
Como se mencionó líneas arriba, los parámetros del “control de convencionalidad”
en México, a groso modo fueron establecidos en la discusión que se llevó a cabo en el
expediente Varios 912/2010 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a raíz de
la interpretación que dieron sobre el cumplimiento de la sentencia de la CIDH en el caso
Radilla Pacheco vs México, y se pueden resumir en los siguientes:
1. Carácter difuso.
El carácter difuso del “control de convencionalidad” determina que su ejercicio
debe ser llevado a cabo por todas las juezas y los jueces y autoridades atendiendo a sus
competencias y atribuciones.
81
En México se interpretó que los jueces del Poder Judicial de la Federación al
conocer de las acciones de inconstitucionalidad, controversias constitucionales y
amparos podrán declarar inválidas las normas que considere inconvencionales.
Declarar inválidas las normas es un poder que se otorga a los juzgadores sobre
aquellas normas que sean contrarias a la Convención, por lo que debe llevarse a cabo
con sumo cuidado ya que estas resoluciones deben estar fuertemente sustentadas, toda
vez que están dejando sin efectos, normas que han sido aprobadas por el legislativo.
Por desaplicación se puede entender la situación jurídica válida del Juzgador en
omitir en forma fundada y legítima de resolver conforme a los criterios establecidos en
una norma determinada. “Es fundada porque ni es obra del arbitrio ni de la ignorancia
del juez, y es legítima porque a través de ella el juez se mantiene dentro de la
juridicidad.”(Poblete Nuñez, 2012, 2)
Estas omisiones deben estar fundadas para ser legítimas y las razones que
actualmente se establecen para llevar a cabo la desaplicación son el apartamiento de la
norma aplicada a los principios y estándares, tanto constitucionales como
convencionales. (García Ramírez, 2011)
Como menciona García Ramírez, la inaplicación y la invalidez de las normas son
medidas de control que tienen los jueces facultados para realizar el control de
convencionalidad y constitucionalidad, y su aplicación en el caso del Estado mexicano
depende de la competencia determinada para los jueces.
En el expediente varios 912/2010 es donde la SCJN establece que los jueces
federales, son los competentes para invalidar y desaplicar las normas en el ejercicio del
control de convencionalidad y constitucionalidad y los demás jueces sólo podrán
desaplicar sin llegar a hacer declaratorias de invalidez de normas y sólo para el caso
concreto de que trate.
Esta propuesta funciona bajo la premisa de primero examinar ciertos rangos de
“intensidad” en las facultades de control reconocidas a los juzgadores, que pudieran
82
llegar a la inaplicación de normas inconvencionales, al planteamiento de una “duda de
convencionalidad” ante órganos jurisdiccionales facultados para atenderla o, en el
extremo, a “declarar su invalidez, según la competencia que la Constitución y leyes
nacionales otorguen a cada Juzgador, lo que provocará un grado de intensidad mayor del
control de convencionalidad”. (García Ramírez, 2011)
Lo que implica que dependiendo del caso y del análisis que del mismo haga el
Juzgador, podrá determinar la desaplicación o invalidez de la norma, dependiendo la
primera que tanto se pueda interpretar de conformidad con la CADH o si se aparta
completamente o es contraria a la misma.
2. Ex Oficio
La labor “ex oficio” del control de convencionalidad significa que debe hacerse
una revisión de la convencionalidad de la aplicación de las leyes al caso concreto sin que
sea necesario que el gobernado lo solicite, ya que esa es la finalidad de los derechos
humanos al ser universales, indivisibles e interdependientes. Es deber del Juzgador
revisar que éstos se encuentren garantizados en el actuar de las autoridades, ya que el
gobernado puede desconocerlos y es su labor protegerlo.
El carácter oficioso es de gran importancia, ya que dependiendo de su correcto
ejercicio o no, puede derivar una posible responsabilidad internacional para el Estado, ya
que al implicar el examen del correcto actuar de las autoridades a la luz de la CADH
genera que la labor desempeñada pueda no realizarse en forma correcta e incurrir en un
acto que pudiera generar responsabilidad para el Estado. (García Ramírez, 2011)
Debe atender a la suplencia y realizar el estudio y análisis de cuestiones no
propuestas por el quejoso o recurrente, es decir, opera la figura de suplencia de la
deficiencia, cuando advierten la ausencia de conceptos de violación o de agravios o por
resultar deficiente la argumentación jurídica que demuestre la inconstitucionalidad del
acto reclamado. Lo cual redunda en la protección del gobernado y en lograr una
impartición de justicia eficaz.
83
3. Quiénes y Cómo debe hacerse.
La propia CIDH ha manifestado que cada Estado debe organizar el modelo
mediante el cual ejercerán las autoridades el “control de convencionalidad” por lo que
no existe un lineamiento a seguir al respecto. Se sostiene que “La alusión a
competencias (al amparo del principio de legalidad, corresponde a la ley la asignación
de competencia a los órganos judiciales) y a procedimientos (cuyo diseño y alcance
incumben igualmente a la ley) no apareja por fuerza que todos los jueces sean
competentes
para
aplicar,
sin
mayores
exigencias
internas,
el
control de
convencionalidad.” (García Ramírez, 2011: 151)
En el sistema adoptado por México para ejercer el “control de convencionalidad”
se establecen distintas atribuciones a los órganos, en primera, puede decirse que es
facultad exclusiva del Poder Judicial de la Federación la de declarar la invalidez de
una norma que pudiera considerarse inconvencional, por otra parte, otorga a los demás
jueces del país, por exclusión, la facultad de desaplicar aquellas normas que considere
transgresoras de derechos humanos.
Finalmente, se limita a las autoridades del país que no ejerzan funciones
jurisdiccionales a aplicar a los derechos humanos como más los favorezca, sin que
puedan declarar la invalidez o desaplicar las normas.
Considero que estos criterios obedecen a las expectativas que puede generar la
aplicación del “control de convencionalidad” dentro del sistema de justicia mexicano,
acostumbrado por un gran periodo a un “control de constitucionalidad concentrado”
ejercido por la Suprema Corte, y al temor de que se transgreda la seguridad jurídica o
la debida fundamentación y motivación.
4. Carácter Autoaplicativo
La función de los tratados internacionales y demás instrumentos en materia de
derechos humanos es la de ser “integrales” de los sistemas jurídicos de los Estados
84
miembros, es decir, éstos tienen un carácter “integrador” y “complementario” de su
sistema normativo interno. (García Ramírez, 2011)
Su intención no es la de suplir el derecho interno, sino complementarlo en materia
de derechos humanos y en todo caso modificarlo para cumplir con los estándares que se
establecen en esta materia, a los cuales se ven obligados a través de la suscripción al
tratado.
Esto no quiere decir que su aplicación sea potestativa o subsidiaria, y el ser
complementario no quiere significar elegible, el sistema de normas internacionales en
materia de derechos humanos viene a complementar a través del carácter “pro homine.”
La intención del sistema interamericano es que los Estados puedan solucionar los
problemas que se les presentan en la jurisdicción interna, que se satisfagan las
pretensiones a los particulares (lo cual no quiere decir que se resolverá favorablemente a
ambos, pero sí que se les proporcionarán argumentos convincentes para que sientan la
seguridad que sus pretensiones fueron atendidas) sin que se deba acudir a la Corte
Interamericana. Por lo que al dar la oportunidad (en el caso de los órganos
jurisdiccionales) a los tribunales nacionales de aplicar mediante el control de
convencionalidad, y lograr con ello una revisión del caso bajo los estándares
internacionales en materia de derechos humanos, y se logra el objetivo de protección
deseado, se está ahorrando esfuerzo de futuras revisiones en un Tribunal Internacional y
evitando la incursión del Estado en responsabilidad por incumplir con los compromisos
adquiridos. (García Ramírez, 2011)
5. LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA COMO PARTE DEL
CONTROL DE CONVENCIONALIDAD.
Ya se han planteado varios supuestos que invitan a la reflexión sobre la realización
del control de convencionalidad, los cuáles son orientadores sobre lo que se debe tomar
en cuenta a la hora de aplicarlo, no obstante con la finalidad de responder la interrogante
sobre la desaplicación de la jurisprudencia, debemos considerar que, como se mencionó
85
en el capítulo primero, la jurisprudencia está considerada como una de las fuentes
formales del derecho, y, que, como interpretación de las normas está dirigida a generar
seguridad jurídica a los gobernados en la resolución de sus asuntos.
Como en el escenario planteado en la contradicción de tesis 163/2012 resuelta por
la primera Sala de la SCJN en la cual se resolvió en pro de la aplicación del control de
convencionalidad y desaplicar el artículo 76 bis de la Ley de Amparo, así como la
desaplicación de la jurisprudencia en los casos de suplencia en la deficiencia de la queja
y en la que se resuelve que este artículo y la jurisprudencia en él inspirada ya no
responde a la evolución en materia de derechos humanos del México actual, (por lo
menos en materia de suplencia frente a los ofendidos) por lo que permite la
desaplicación de la jurisprudencia y genera un nuevo criterio jurisprudencial.
Este criterio del Tribunal Constitucional muestra que la evolución de la
jurisprudencia y de la aplicación del derecho que se requiere en los tiempos actuales
para responder a las obligaciones de proteger, garantizar, respetar y promover del Estado
Mexicano, puede ser a través del ejercicio del control de convencionalidad, aún en casos
donde deba desaplicarse la jurisprudencia. (CT 163/2012)
Al respecto Ernesto Jinesta establece al hablar del “objeto del control de
convencionalidad” que respecto de la jurisprudencia erga omnes u obligatoria, éste se
pude realizar aun cuando, “de oficio o a instancia de parte, detectan una vertiente
jurisprudencial o, incluso, en sus pronunciamientos dan por sentado un principio o valor
constitucional que contraría el parámetro de convencionalidad, bien pueden replantearse
el tema y promover un cambio jurisprudencial bajo una mejor ponderación de la
cuestión.” (Jinesta, Ernesto, 20)
En palabras de Eduardo Ferrer-Mac Gregor señala que el papel del juez nacional al
realizar el control de convencionalidad debe ser como el de un “juez interamericano” por
lo que si una ley o jurisprudencia interna le impidiese (hipotéticamente) llevar a cabo
esta labor, ésta debe considerarse inconvencional y por ende inválida. (Ferrer Mac
Gregor, 186)
86
Actualmente las decisiones que toman los jueces no pueden verse constreñidas por
la limitante establecida en el modelo legal de impartición de justicia, que señala que los
jueces sólo pueden aplicar la ley con base en su intención y significado, el modelo legal
de comportamiento de los jueces “enfatiza la importancia que la jurisprudencia juega en
las decisiones de los jueces. Para el modelo legal la jurisprudencia es una limitante a la
libertad de decisión del juez. El modelo legal concibe las decisiones de los jueces, como
distintas de las de los legisladores y otros actores políticos en tanto la función judicial”
(Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014:15)
Al respecto considero que sí se puede hacer control de convencionalidad respecto
de las leyes, como lo es la ley de amparo y que incluso en algunos países la CIDH ha
pronunciado la incompatibilidad con la Convención de preceptos constitucionales, la
jurisprudencia siendo la interpretación de la norma, puede ser susceptible de ser
examinada bajo el escrutinio de la convencionalidad, ya que se sigue la lógica que si este
“control” puede hacerse respecto de leyes y normas, -incluso constitucionales en algunos
países y que estos precedentes también son jurisprudencia vinculante para el Estado
mexicano- debiera poder hacerse también respecto de la jurisprudencia.
No se les puede decir a los juzgadores la forma como deben resolver los asuntos,
lo que si se señala es que deben considerar que sus decisiones pueden contribuir a la
transformación de una Nación que garantice la vida de sus gobernados en un estado de
goce de sus derechos, y que esto se logre a través de las resoluciones que reconozcan y
hagan efectivos los derechos humanos de las personas.
Pronunciamientos doctrinales que no obstante ser un tema reciente, ha generado
que autores tan importantes como los arriba citados, establezcan que si se puede llevar a
cabo el control de convencionalidad respecto de la jurisprudencia.
A continuación analizaremos puntos en contra y a favor sobre el ejercicio del
control de convencionalidad en estos casos.
87
5.1. Riesgos de Inseguridad Jurídica del Control de Convencionalidad
Uno
de
los
obstáculos
observados
en
el
ejercicio
del
“control de
convencionalidad” resulta ser que su ejercicio, en el supuesto de desaplicar la
jurisprudencia, implicaría cierto grado de falta de seguridad jurídica en el sentido que no
se tendría certeza sobre qué criterio es el que prevalece y por lo tanto obligatorio, como
tradicionalmente se ha hecho.
Pudiera decirse también que el no seguir el procedimiento de modificación de
jurisprudencia es lo que genera inseguridad jurídica, ya que como todo sistema formal
tiene reglas a seguir.
Es importante resaltar varios aspectos, como que en el cumplimiento de su
función, los juzgadores deben realizar su labor en forma expedita y dictar una sentencia
en un tiempo razonable, por lo que no en todos los casos podría acudirse al
procedimiento de modificación de jurisprudencia, cuando se observa que esta pudiera
ser menos protectora de los derechos humanos que una norma internacional y se apremia
para la resolución de la controversia. Máxime cuando se considera que con base en las
nuevas facultades otorgadas constitucional y convencionalmente puede interpretarse el
sistema normativo de un Estado (incluyendo la jurisprudencia).
La seguridad jurídica es un pilar de nuestro derecho y el hecho de que se
desaplique la jurisprudencia en aras de realizar un control de convencionalidad puede no
generar inseguridad, dependiendo la forma en que esto se hace, ya que las resoluciones
deben ir argumentadas y si el argumento es en sentido protector de los derechos
humanos tiene la legitimidad y seguridad buscada en la impartición de justicia.
Por otra parte debe existir autonomía en la labor del Juzgador para poder llevar a
cabo la labor encomendada y que si bien la jurisprudencia tiene el carácter de
obligatoria, es una interpretación de la norma, que como tal, en la medida que el derecho
va evolucionando, puede ser sujeto de modificaciones.
88
5.2. La restricción de los derechos humanos establecida por la Constitución
frente a la vinculatoriedad de los criterios de la CIDH.
Derivada de los nuevos planteamientos emitidos por la SCJN en la contradicción
de tesis 293/201123, donde establece que las normas nacionales e internacionales que
contienen derechos humanos no atienden a criterios de jerarquía, sino que “constituyen
el parámetro de control de regularidad constitucional, conforme al cual debe analizarse
la validez de las normas y actos de autoridad que forman parte del ordenamiento jurídico
mexicano” (CT 293/2011: 65) y que cuando se presente una restricción expresa al
ejercicio de los derechos humanos en la Constitución, se deberá estar a lo que indica la
norma constitucional surge la interrogante de qué sucederá en los casos donde la
constitución contiene figuras que convencionalmente han sido condenadas como el
arraigo.
Analizando la resolución, se advierte que primeramente resolvió que los derechos
humanos contenidos en la Constitución y en aquellos tratados internacionales suscritos
por México, tienen la misma jerarquía, lo cual formaliza la interpretación que ya se
venía haciendo del artículo primero constitucional. (CT 293/2011)
En segundo término establece que para delimitar las restricciones a los derechos
humanos se estará a lo que señala el texto constitucional, por lo que acota la
interpretación de los derechos humanos a las restricciones establecidas en la
Constitución. (CT 293/2011)
23
Esta jurisprudencia es la que resulto obligatoria de la CT 293/2001 DERECHOS HUMANOS
CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES CONSTITUYEN EL
PARÁMETRO DE CONTROL DE REGULARIDAD CONSTITUCIONAL. El primer párrafo del artículo 1º
constitucional reconoce un conjunto de derechos humanos cuyas fuentes son la Constitución y los
tratados internacionales de los cuales el Estado mexicano sea parte. De la interpretación literal,
sistemática y originalista del contenido de las reformas constitucionales de seis y diez de junio de dos mil
once, se desprende que las normas de derechos humanos, independientemente de su fuente, no se
relacionan en términos jerárquicos, entendiendo que cuando en la Constitución haya una restricción
expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la norma constitucional. En
este sentido, los derechos humanos, en su conjunto, constituyen el parámetro de control de regularidad
constitucional, conforme al cual debe analizarse la validez de las normas y actos de autoridad que
forman parte del ordenamiento jurídico mexicano
89
Como ya fue señalado párrafos arriba, pensemos en el caso de la situación del
arraigo, figura que ha sido tradicionalmente considerada como inconvencional y que la
propia SCJN había declarado inconstitucional, pero que el poder legislativo inserta
dentro de la Constitución, para imposibilitar que se le pueda declarar inconstitucional.
¿Qué sucederá en ese caso? ¿Cómo puede llevarse a cabo la protección de los
derechos humanos ante esa perspectiva?
Podemos decir que en ese caso la justicia mexicana está atada de manos ya que su
propia Constitución no le permite ir en contra de ella y que tampoco puede invocarse el
derecho internacional, ya que existe límite para ello en la Constitución, o, segunda
opción, que realizando un control de convencionalidad puede emitirse una resolución
que declare la figura del arraigo inconvencional y poner un contrapeso al poder
legislativo para limitar estas contradicciones, antes de que el Estado mexicano incurra en
responsabilidad internacional por la permisión de esta figura. Será interesante observar
el resultado de esta paradoja, atendiendo a los criterios descritos.
Otra cuestión importante en esta contradicción es que la jurisprudencia de la Corte
Interamericana es vinculante para la judicatura mexicana aunque el Estado mexicano
no haya sido parte.
Al respecto es preocupante que pudiera generarse un contrasentido entre esta
vinculatoriedad y la restricción a los derechos humanos que establece la propia
Constitución.
Ya la Organización de las Naciones Unidas ha indicado que el arraigo es una
figura jurídica arbitraria e incompatible con el principio de presunción de inocencia y
con derecho a la libertad personal, (CJDH, 2014) y es incompatible con los artículos 7.5,
8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos24
24
Derecho a la Libertad Personal
Artículo 7.5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro
funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro
90
Y por otra parte están las resoluciones internacionales emitidas por la CIDH como
en los casos de Caesar vs Trinidad y Tobago donde se declaró inconvencional un
precepto constitucional, o los casos de Olmedo Bustos o Boyce vs Barbados, donde se
señala la incompatibilidad de la legislación en cuestión con la CIDH, y donde han
señalado la incursión de esos Estados miembros en responsabilidad internacional por la
aplicación de esa normatividad.
Por lo que de nueva cuenta los juzgadores se enfrentan al dilema de definir si es la
vinculatoriedad a lo establecido por la CIDH, o el criterio sobre las restricciones
constitucionales, para contar con parámetros claros para realizar su labor con eficacia y
certeza, y se basen en criterios sobre cómo debiera hacerse el “control de
convencionalidad” aun tratándose de preceptos de la Constitución, como pudieran ser:
a) El Tribunal o Sala Constitucional bien puede, cuando el “parámetro de
convencionalidad” es más tuitivo que un precepto constitucional (cláusula más favorable
y principios pro homine o pro libertate), aplicarlo directamente.
b) El Tribunal o la Sala Constitucional respectivo tiene la opción de efectuar una
interpretación conforme –sentencia interpretativa- de un precepto constitucional con el
“parámetro de convencionalidad”. (Jinesta Ernesto, 17)
c) El Tribunal puede analizar los casos en particular basándose en las
circunstancia particulares de los casos y no estrictamente en la jerarquía, y aplicar en
base el principio pro homine el criterio que considere más protector de los derechos
humanos.
de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad
podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
Garantías Judiciales
Artículo 8.2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
91
d) El Tribunal puede válidamente poner un contrapeso al poder legislativo al
declarar inválida una figura inconvencional y propiciar que se legisle al respecto
atendiendo los derechos humanos.
Con la aplicación de estos criterios se logra fortalecer el Estado de derecho, ya que
al realizar el Poder Judicial su labor de protección en materia de derechos humanos,
contribuye al intercambio de criterios con los otros poderes y genera que éstos cumplan
debidamente con su labor. Y se genera confianza en los ciudadanos, ya que al observar
que las instituciones cumplen debidamente con su función y se respetan sus derechos,
genera el empoderamiento y exigibilidad de los mismos, lo cual redunda en una mejoría
en su nivel de vida.
A continuación, se analizarán las posturas a favor del ejercicio del control de
convencionalidad.
5.3. La aplicación del control de convencionalidad como resultado de las
reformas constitucionales en materia de Derechos Humanos y como
cumplimiento de las obligaciones del Estado a nivel nacional.
La reforma constitucional de 2011 que se llevó a cabo en México ha marcado un
importante avance en materia de protección a los derechos humanos, ya que incluye
parámetros importantes dentro del derecho internacional, como la protección de los
derechos humanos a la luz de las obligaciones de Proteger, Garantizar, Promover y
Respetar, a cargo del Estado y bajo los principios de universalidad, indivisibilidad e
interdependencia. Estos principios y obligaciones son las bases para llevar a cabo la
protección de los derechos humanos, de acuerdo a los estándares internacionales, y el
papel de cada una de las autoridades en el ámbito de su competencia, como lo es
garantizar su cumplimiento y observación.
En cierta forma, al establecer en el artículo primero constitucional la interpretación
de los derechos humanos a la luz de la Constitución y los Tratados Internacionales,
incluye a estos últimos dentro de la jerarquía constitucional,- lo cual le da un mayor peso
92
u obligatoriedad, como lo puntualiza la postura de Uprimny respecto de la jerarquía del
bloque de constitucionalidad-, lo que abre un amplio abanico de posibilidades para que
se pueda llevar a cabo esta protección mediante principios como el de “pro personae” y
herramientas fundamentales como la “interpretación conforme” y el “control de
convencionalidad”. (CPEUM, DOF 10-06-2011, artículo 1°)
Para poder visualizar aún más el alcance de esta incorporación de los derechos
humanos dentro de la normativa constitucional mexicana se puede decir que:
“La reforma constitucional en materia de derechos humanos
revaloriza a los tratados internacionales en la materia dentro del orden
jurídico mexicano, y con ello introduce implícitamente las sentencias,
resoluciones, informes, observaciones generales, opiniones
consultivas y demás insumos provenientes de los comités
pertenecientes a las naciones unidas, de los diversos órganos
jurisdiccionales de defensa de los derechos humanos, así como de los
relatores temáticos o por país que también pertenecen al sistema de la
ONU, que conforman lo que se conoce como corpus iuris del DIDH”.
(Serrano, Vázquez, 2011:135- 136)
Las principales implicaciones de estas reformas se puede advertir en un artículo de
Miguel Carbonell, titulado La reforma constitucional en materia de derechos humanos:
principales novedades, donde destaca los puntos importantes:


“El artículo primero constitucional, en vez de “otorgar” los derechos,
ahora simplemente los “reconoce”. A partir de la reforma se reconoce
que toda persona “goza” de los derechos y de los mecanismos de
garantía reconocidos tanto por la Constitución como por los tratados
internacionales. La Constitución se abre de forma clara y contundente
al derecho internacional de los derechos humanos, demostrando de esa
manera una vocación cosmopolita muy apreciable.
En el mismo artículo primero constitucional se recoge la figura de la
“interpretación conforme”, al señalarse que todas las normas relativas
a derechos humanos (del rango jerárquico que sea) se deberán
interpretar a la luz de la propia Constitución y de los tratados
internacionales. Esto implica la creación de una especie de bloque de
constitucionalidad (integrada no solamente por la carta magna, sino
también por los tratados internacionales), a la luz del cual se deberá
interpretar el conjunto del ordenamiento jurídico mexicano.
93




Se incorpora en el párrafo segundo del artículo primero constitucional
el principio de interpretación “pro personae”, muy conocido en el
derecho internacional de los derechos humanos y en la práctica de los
tribunales internacionales encargados de la protección y tutela de los
mismos derechos. Este principio supone que, cuando existan distintas
interpretaciones posibles de una norma jurídica, se deberá elegir
aquella que más proteja al titular de un derecho humano. Y también
significa que, cuando en un caso concreto se puedan aplicar dos o más
normas jurídicas, el intérprete debe elegir aquella que (igualmente)
proteja de mejor manera a los titulares de un derecho humano.
Se señala, en el párrafo tercero del artículo primero, la obligación del
Estado mexicano (en todos sus niveles de gobierno, sin excepción) de
promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. De
esta forma queda claro que todo derecho humano “reconocido” por la
Constitución y los tratados internacionales genera obligaciones para
las autoridades mexicanas, con independencia del nivel de gobierno
que ocupen o de la modalidad administrativa bajo la que estén
organizadas.
Las obligaciones de las autoridades mexicanas en materia de derechos
humanos deberán cumplirse a la luz de los principios de universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los derechos.
El Estado mexicano, señala el artículo 1 constitucional a partir de la
reforma, debe prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones
de derechos humanos.” (Carbonell Miguel, 2012:1)
La reforma constitucional ha cambiado el panorama a partir del cual deberán
conducirse las instituciones y autoridades en México, ya que deberán tener muy presente
las obligaciones que tienen a su cargo y la responsabilidad que puede surgir en caso de
que no actúen apegándose a ellas.
Este cambio en la concepción del panorama de obligaciones a cargo del Estado,
creo en México, un clima propicio para la discusión del caso Radilla en la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, dando origen al expediente Varios 912/2010 que
contiene importantes lineamientos sobre la competencia y jurisdicción de las
resoluciones y jurisprudencia de la Corte Interamericana en México, los más
relevantes y que se relacionan con el “control de convencionalidad” son los siguientes:
94

“Las sentencias condenatorias de la Corte IDH “son obligatorias para el
Poder Judicial de la Federación en sus términos”.

Los criterios interpretativos de la Corte IDH “son orientadores para el
Poder Judicial de la Federación”.

De conformidad con el párrafo 339 de la sentencia de la Corte IDH en el
caso Radilla Pacheco, el “Poder Judicial de la Federación debe ejercer un
control de convencionalidad ex officio entre las normas internas y la
Convención Americana, en el marco de sus respectivas competencias y
de las regulaciones procesales correspondientes”. (lo resaltado no es de
origen)

“El control de convencionalidad debe ejercerse por todos los jueces del
Estado mexicano”.

El modelo de control de convencionalidad y constitucionalidad que debe
adoptarse es en el sentido de que:
1) Los jueces del Poder Judicial de la Federación, al conocer de
controversias constitucionales, acciones de inconstitucionalidad y de
amparo, pueden declarar la invalidez de las normas que contravengan la
Constitución federal y/o los tratados internacionales que reconozcan
derechos humanos;
2) Los demás jueces del país, en los asuntos de su competencia, podrán
desaplicar las normas que infrinjan la Constitución Federal y/o los
tratados internacionales que reconozcan derechos humanos, sólo para
efectos del caso concreto y sin hacer una declaración de invalidez de las
disposiciones, y
3) Las autoridades del país que no ejerzan funciones jurisdiccionales deben
interpretar los derechos humanos de la manera que más los favorezca, sin
que estén facultadas para declarar la invalidez de las normas o para
desaplicarlas en casos concretos.” (García Ramírez, 2011, 156)
Estos criterios han sido la base para que muchos juzgadores apliquen o no el
“control de convencionalidad” dentro de sus resoluciones y es el comienzo de toda una
serie de discusiones y debates en torno al tema, y al papel que deben desempeñar los
95
jueces ante los retos en materia de respeto de los derechos humanos que plantea la
reforma.
Lo cierto es que las reformas constitucionales permiten reflejar un nuevo criterio
de enfoque de los derechos humanos, donde pueden darse los lineamientos para que
poco a poco los ciudadanos se hagan consientes de los derechos que les asisten, los
hagan exigibles, y las autoridades se vean obligadas a respetarlos y propiciar así un
verdadero Estado de Derecho. (Serrano, Vázquez, 2012).
Ahora bien, para poder hacer exigibles estos derechos se tienen que adoptar
acciones y medidas al respecto, por lo que derivado del expediente Varios 912/2010, y
en cumplimiento de la sentencia del caso Rosendo Radilla vs México emitida por la
CIDH, la SCJN ha implementado numerosos programas de capacitación y ha ido
modificando ciertos criterios adoptando posturas innovadoras en materia de derechos
humanos con el objetivo de que se vayan dando a conocer los estándares internacionales
y lineamientos establecidos por la CADH, en materia de protección de los derechos
humanos, siendo uno de los instrumentos más importantes, el “control de
convencionalidad”25.
5.3.1. Aplicación del Control de Constitucionalidad y de Convencionalidad en
la jurisprudencia.
Como vimos en el capítulo primero, existen diversos elementos conceptuales y
doctrinales como los de Bloque y Control de Constitucionalidad que pueden servir como
argumento para el ejercicio del control de convencionalidad, y considerarse como una
valiosa herramienta en la implementación de los derechos humanos ya que permite
“resolver una controversia judicial tomando en cuenta no sólo los artículos de la
Constitución, sino otras disposiciones y principios de valor.” (SCJN, Rueda: 1)
25
Muestra de ello es el reconocimiento del Premio Naciones Unidas en materia de Derechos Humanos,
otorgado el 1° de diciembre de 2013 a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
96
El bloque de constitucionalidad es un mecanismo de integración de normas y
derechos que puede jugar un papel muy importante en México, al incorporar los
derechos humanos establecidos en los Tratados Internacionales e Instrumentos de
Derechos Humanos, en la Constitución, y es un principio que puede convertirse en un
pilar que apoye, en materia de argumentación, el ejercicio del “control de
convencionalidad”.
En México, se ha logrado un avance en materia de justicia con la admisión y
aplicación del “bloque de constitucionalidad”, ya que con ello se ha ido sobrepasando
progresivamente la idea formalista de que la protección de los derechos se encuentra
limitada a los que se encuentran plasmados dentro de la Constitución.
Con esta postura se ha avanzado en materia de derechos humanos, ya que resulta
importante para el ciudadano saber que existe una variedad de normas e instrumentos
que sin estar tácitamente contenidos en la Constitución pueden ser invocados para la
protección de sus derechos. (Uprimny, 2008)
Este concepto aplicado al control de convencionalidad permite establecer que al
ser reconocidos los derechos humanos contenidos en los Tratados y demás Instrumentos
Internacionales forman parte integrante del Bloque de Constitucionalidad, con lo que se
convierten en normativa suprema de la Nación Mexicana, con las consecuencias que este
reconocimiento implica.
Por lo que al realizar control de constitucionalidad aplicando normas
convencionales se está realizando control de convencionalidad a la vez, ya que en un
sistema en el que se amalgaman los ordenamientos nacional e internacional en aras de la
protección de los derechos humanos, se permite la emisión de resoluciones que como
señala el autor Ignacio Herrerías constituyen “una decisión con trascendencia
política,…que realiza una labor de interpretación de valores y principios y una actividad
integradora del derecho” (Herrerías, 2011: 527), con lo que llegaríamos al supuesto de
que el Tribunal Constitucional al ejercer sus facultades de protección de los derechos
humanos a través del control de convencionalidad, mediante el cual desaplica o invalida
97
alguna norma, proteja a los gobernados y otorgue la oportunidad de que el poder
legislativo pueda modificar esta norma para adecuarla a los estándares permitidos.
Consecuentemente, si tomamos como base la integración de normas dentro del
concepto de bloque de constitucionalidad, podemos decir que si las normas sujetas a este
control de constitucionalidad es toda la legislación ya sea nacional o internacional, esto
incluye también a la jurisprudencia, ya que sin entrar en el debate de si es o no norma, lo
cierto es que forma parte de la normatividad mexicana ya que es la interpretación de la
misma, por lo que puede hacerse control de constitucionalidad respecto de ella.
Y por lo tanto si este control de constitucionalidad implica que con fundamento en
lo que dispone el artículo primero constitucional deba revisarse la aplicación de la
jurisprudencia -en materia de derechos humanos- a la luz de la Constitución y de los
Tratados Internacionales de la materia, y atendiendo a las reglas de interpretación
conforme y la aplicación del principio más favorable, si es que se encuentra una norma
de carácter
convencional
más
favorable,
puede realizarse este control de
constitucionalidad aplicando normas convencionales, con lo que implícitamente se
estaría llevando a cabo control de convencionalidad.
5.3.2. La interpretación de la jurisprudencia por encima de los preceptos
convencionales como obstáculo para ejercer el control de convencionalidad.
Pudiera
parecer
suficiente
justificación
para
realizar
el
control
de
convencionalidad con lo preceptuado en el texto del artículo primero constitucional,
cuando establece que los jueces, en el ámbito de sus atribuciones, pueden hacer uso de
la Constitución y de los ordenamientos internacionales para proteger los derechos
humanos. Por lo que se puede decir que dentro del cuerpo normativo mexicano se
incluyen normas nacionales, tratados internacionales, jurisprudencia, tanto nacional
como internacional, opiniones consultivas, etc.
Y que
los
impartidores de
justicia
pudieran realizar
el control de
“convencionalidad” y de “constitucionalidad” en forma autónoma y responsable
98
argumentando y construyendo la justicia bajo el enfoque de los derechos humanos,
fundándose en esta amplia gama de ordenamientos, bajo el principio que mayor
beneficio le conceda al individuo.
Como vimos, en algunos casos se ha hecho este ejercicio de “control de
convencionalidad” por parte de algunos juzgadores, como en las dos resoluciones
analizadas en el capítulo segundo, el ADR 2126/2012, donde la desaplicación de la
jurisprudencia no se permite, argumentando que esto no está previsto por ningún
precepto y privilegia la seguridad jurídica argumentando que existen métodos mediante
los cuales puede solicitarse su modificación. O el caso de la contradicción de tesis
163/2012 donde el criterio del Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer
Circuito, contendió para otorgar suplencia en la deficiencia de la queja al ofendido,
permitiendo la desaplicación de la jurisprudencia por considerar que la anterior ya no
responde a la realidad.
Los dos asuntos tienen en común que en ellos se desaplicó jurisprudencia de la
SCJN, pero se les dio cauce diferenciado en las resoluciones, ya que en el primero no se
permitió la desaplicación, y en el segundo prosperó y dio origen a una nueva
jurisprudencia. Ahora bien, pudiera decirse que se atendió a las circunstancias
particulares del caso para definir el resultado. Lo cierto es que la cuestión toral es definir
si en aras de realizar el “control de convencionalidad” los impartidores de justicia
pueden desaplicar la jurisprudencia de carácter obligatorio de la SCJN.
En primer lugar tomando en consideración la postura de la SCJN donde establece
a la jurisprudencia como la interpretación de la ley y no como una norma como tal, es
importante definir si la jurisprudencia como fuente formal del derecho puede ser
susceptible de ser inaplicada a través del ejercicio del “control de convencionalidad” ya
que la existencia de un criterio en la SCJN que no lo permite, desincentiva a los
juzgadores a que realicen este “control” máxime si existe de por medio remisión al
Consejo de la Judicatura Federal para que investigue una posible responsabilidad
administrativa
99
Al respecto se tiene que aplicando las reglas de interpretación conforme y el
principio pro homine puede desaplicarse la jurisprudencia, ya que aunque esta no sea
considerada una norma, si forma parte de la normativa en México, ya que interpreta la
ley y por tanto determina las decisiones que toma el juzgador, por lo que en base a lo
establecido por el artículo primero constitucional puede hacerse el control de
convencionalidad respecto de la jurisprudencia.
Ya que como hemos mencionado, el derecho debe ir evolucionando para responder
a las necesidades de la sociedad, por lo que los criterios que norman su aplicación, como
en el caso es la jurisprudencia, también deben seguir esta misma tendencia.
Al respecto considero que sí se puede hacer control de convencionalidad respecto
de las leyes, como lo es la ley de amparo y la jurisprudencia puede ser susceptible de ser
examinada bajo el escrutinio de la convencionalidad, ya que se sigue la lógica que si este
“control” puede hacerse respecto de leyes y normas, -incluso constitucionales en algunos
países y que estos precedentes también son jurisprudencia vinculante para el Estado
mexicano- debiera poder hacerse también respecto de la jurisprudencia.
5.3.3. La obligación de realizar control de convencionalidad derivada del
cumplimiento de las obligaciones de los Servidores Públicos.
La obligación de realizar control de convencionalidad no solo deriva de las
obligaciones internacionales, sino del cumplimiento de las obligaciones nacionales
establecidas en la Constitución y en las leyes que regulan el desempeño de sus
funciones.
Al respecto tenemos que la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación en su
artículo 131, fracción XI 26 establece como causa de responsabilidad para los servidores
públicos no observar aquellas conductas previstas en el artículo 8° de la Ley Federal de
26
Artículo 131. Serán causas de responsabilidad para los servidores públicos del Poder Judicial de la
Federación:
XI. Las previstas en el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores
Públicos, siempre que no fueren contrarias a la naturaleza de la función jurisdiccional;
100
Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, el cual dispone como
obligación:
I.- Cumplir el servicio que le sea encomendado y abstenerse de
cualquier acto u omisión que cause la suspensión o deficiencia de dicho
servicio o implique abuso o ejercicio indebido de un empleo, cargo o
comisión;
XXIV: “Abstenerse de cualquier acto u omisión que implique
incumplimiento de cualquier disposición legal, reglamentaria o
administrativa relacionada con el servicio público”.
Asimismo, el artículo 47 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores
Públicos establece en su fracción I, y XXII esa misma obligación para todo servidor
público, y en su artículo 53 contempla como sanciones desde el apercibimiento privado,
hasta la suspensión, destitución del puesto e inhabilitación para desempeñar el cargo.
Estos artículos muestran la obligación de los servidores públicos- entre ellos los
juzgadores- de cumplir con el servicio que le fue encomendado, y esto deben hacerlo
cumpliendo y observando cualquier disposición legal, debe decirse que si la propia
Constitución establece en su artículo 1° que los derechos humanos se protegerán
observando su texto y el de los tratado internacionales de la materia, favoreciendo en
todo tiempo la protección de las personas en su forma más amplia. Puede entenderse en
consecuencia que es el criterio que deben observar al realizar su labor, por lo que los
servidores públicos están cumpliendo con sus obligaciones al hacer el control de
convencionalidad.
Si se contrapone esta postura con la obligación establecida por el artículo 94
constitucional, que es el sustento de la jurisprudencia nacional, si bien no dispensa a las
autoridades jurisdiccionales de su cumplimiento, sólo dice que la “ley fijará los términos
en que sea obligatoria la jurisprudencia". Sin embargo, esos "términos" no pueden
contrariar al resto del texto constitucional, incluyendo las obligaciones que se
desprenden del artículo 1° constitucional, por lo cual la Ley de Amparo y la
obligatoriedad de la jurisprudencia debe ser interpretada tomando en cuenta dicha
disposición a efecto de ejercer el control de convencionalidad.(Saavedra, Yuria:2014)
101
5.4. Las obligaciones a cargo del Estado en materia internacional como
argumento para realizar “Control de Convencionalidad”
Las obligaciones internacionales establecidas en los arts. 1º y 2º de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, o Pacto de San José de Costa Rica, sientan
“deberes” específicos para los Estados a ella adheridos. “El primero, esencialmente,
establece dos: a) respetar los derechos de la Convención, y b) garantizarlos, sin
discriminación alguna. Por su parte, el art. 2º les obliga a adoptar “disposiciones
legislativas o de otro carácter” necesarias para efectivizar aquella garantía. Aquí se alude
al “efecto útil” que debe tener el Pacto.” (Sagües Pedro, 2010:117)
El deber de respeto implica que los Estados miembros no realizarán acciones o
tomarán decisiones en contra de los derechos y principios establecidos en la CADH, por
lo que supone que los actos de un Estado serán apegados a estos principios. (Sagües
Pedro, 2010) El garantizarlos y realizar todas las medidas necesarias para que el derecho
pueda ejercerse plenamente.
Por otra parte, el artículo 2° del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales27 establece a su vez que los Estados parte deberán comprometerse
a adoptar medidas, hasta el máximo de los recursos disponibles, en forma progresiva, ya
sea por medios legislativos u otros, para lograr la efectividad de los derechos
reconocidos en el Pacto.
La Corte Interamericana en su opinión consultiva 14/94 de 9 de diciembre de
1994, sobre la responsabilidad internacional por expedición y aplicación de leyes
violatorias de la Convención, interpretó los artículos 1° y 2° de la CADH en el sentido
que la obligación de adoptar medidas destinadas a la protección de derechos humanos
27
Artículo 2°. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas,
tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente
económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente,
por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena
efectividad de los derechos aquí reconocidos.
102
debe ser congruente y en caso de que éstas no estén dirigidas a este fin no deben ser
dictadas. (Ferrer Mac Gregor, 185)
Estos artículos, reconocidos constitucionalmente, y por tanto amparados
jurídicamente por el sistema de justicia mexicano, son la premisa a partir de la cual se
hacen cumplir los preceptos de derechos humanos, y, el “control de convencionalidad”
es una herramienta para conseguir la finalidad de efectivizar la Convención, so pena en
caso de no hacerlo de incurrir en responsabilidad internacional.
Las obligaciones a cargo del Estado en materia de derechos humanos en México,
vienen establecidas dentro de la normativa interna, principalmente en el artículo primero
constitucional, a partir de la reforma de 2011, que establece el reconocimiento de los
derechos humanos, ya sea establecidos en la Constitución o en Tratados Internacionales
ente otros, favoreciendo en todo momento la interpretación más favorable a la
protección de estos derechos.
En esta medida, México, como país miembro de la Convención y del Pacto, debe
adoptar todas las medidas que se encuentren a su alcance para respetar y cumplir con los
derechos en ellos protegidos. Y velar porque se garantice el cumplimiento de los
derechos humanos.
Este respeto y cumplimiento de los derechos por parte del Estado se traduce en que
cada autoridad en el ámbito de su competencia, realice sus funciones con apego a lo que
establece la CADH, y demás ordenamientos en materia de derechos humanos.
Esto implica por ejemplo: para el poder legislativo, que la emisión de las leyes
debe ser apegada a los estándares en materia internacional, ya sea en su redacción, y en
los efectos que produzca su aplicación. Si este presupuesto no se da, se encuentran los
otros poderes ejecutivo y judicial, que en ejercicio de sus funciones se aseguren del
cumplimiento de los derechos humanos. Y ejerzan un contrapeso entre los poderes para
eficientar su desempeño.
103
En el caso del Poder Judicial y la labor de impartición de justicia, como ya vimos
en apartados arriba, puede realizar este control al analizar la convencionalidad y
constitucionalidad de las leyes aplicadas por las autoridades y asegurarse que la función
realizada cumpla con la finalidad de protección a los gobernados respecto de las
arbitrariedades, ya sea entre particulares o de las propias autoridades.
Ahora bien, si en el ejercicio de esta función, se presenta una jurisprudencia o
algún precepto que no sea compatible con ellos, puede aplicar aquel que tutele mejor
para cumplir con la finalidad de protección de derechos humanos establecida, aunque
esto implique que deba desaplicarse esta primera. Máxime si consideramos que el
derecho internacional se basa en el principio de buena fe establecido en el artículo 26°
de la Convención de Viena
28
, y, en el 27°29 que establece que los Estados no podrán
invocar el derecho interno para justificar el incumplimiento de un tratado, o la
obligación contenida en el considerando 125 de la sentencia Almonacid Arellano vs
Chile: “En esa misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que ‘(s)egún el derecho
internacional las obligaciones que éste impone deben ser cumplidas de buena fe y no
puede invocarse para su incumplimiento el derecho interno’. Esta regla ha sido
codificada en el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,
de 1969”. (Almonacid Arellano vs Chile, 1996)
A mayor abundamiento se puede citar jurisprudencia internacional donde se
pronuncia más a fondo sobre la obligación de adoptar medidas como es la sentencia del
caso Yatama vs. Nicaragua, del 23 de junio de 2005, donde la CIDH mencionó que:
[…] el deber general del Estado de adecuar su derecho interno a las
disposiciones de [la CADH] para garantizar los derechos en ella
consagrados, establecido en el artículo 2, incluye la expedición de normas y
el desarrollo de prácticas conducentes a la observancia efectiva de los
28
Artículo 26.- Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe.
Artículo 27.- El derecho interno de los Estados, las reglas de las organizaciones internacionales y la
observancia de los tratados
1. Un Estado parte en un tratado no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento del tratado.
29
104
derechos y libertades consagrados en la misma, así como la adopción de
medidas para suprimir las normas y prácticas de cualquier naturaleza que
entrañen una violación a las garantías previstas en la Convención. Este
deber general del Estado parte implica que las medidas de derecho interno
han de ser efectivas (principio del effet utile), para lo cual el Estado debe
adaptar su actuación a la normativa de protección de la
Convención.”(García Ramírez, 2011:1476)
O una resolución más reciente y aplicable a México, la obligación derivada del
párrafo 339 de la sentencia de la CIDH en el caso Radilla Pacheco, el “Poder Judicial de
la Federación debe ejercer un control de convencionalidad ex officio entre las normas
internas y la Convención Americana, en el marco de sus respectivas competencias y de
las regulaciones procesales correspondientes”. (García Ramírez: 2011) Sentencia que
fue reconocida como obligatoria por parte de la SCJN y respecto de la cual se analizaron
los alcances del control de convencionalidad en el expediente varios 912/2010.
Estos elementos son principios rectores bajo los cuáles se rige México en el
cumplimiento de sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, los
cuáles deben ser observados en todo momento, y respecto de los que se deberá
argumentar el cumplimiento al momento de dilucidar una posible responsabilidad
internacional.
Las posturas asumidas respecto del ejercicio del “control de convencionalidad” por
parte del Tribunal Constitucional mexicano son reflejo de las discusiones naturales en
el establecimiento de criterios rectores. De ahí la importancia de que estos criterios
puedan proporcionar herramientas a los juzgadores para afrontar las problemáticas que
aparejan el funcionamiento de nuevas formas de interpretación.
Es muy adelantado decir que en México pudiera operar una doctrina como la
expuesta por Eduardo Ferrer Mac Gregor donde habla de una “Supremacía
convencional”, que básicamente sostiene que la CADH es una norma jurídicamente
superior a cualquier norma nacional incluyendo la Constitución, partiendo de la lógica
que el “control de convencionalidad” supone que “el material controlante es
105
jurídicamente superior al controlado” (Sagües Pedro: 390) lo que implica que respecto
del “control de convencionalidad” respecto de la Constitución se debe ser prudente.
La intención es que se pueda avanzar en materia de protección de los gobernados y
garantizar que se les proteja adecuadamente buscando un fin común comenzando con la
idea de que “El derecho internacional de los derechos humanos es el piso de los
derechos, no el techo”, (García Ramírez, 2011:139) por lo que la desaplicación de la
jurisprudencia debe ser considerada como factible si algún criterio ya sea nacional o
internacional resulte más protector de los derechos humanos, por lo que considero que
en aras de llevar a cabo la protección de los derechos humanos se puede realizar el
“control de convencionalidad” respecto de la jurisprudencia, al ser una de las fuentes del
derecho que interpreta la ley, ya que es necesario que ésta responda a las nuevas
realidades que se viven en México en materia de derechos humanos, y evolucione para
no quedar obsoleta.
Ya que en caso de que no se observen las obligaciones y principios en materia de
derechos humanos como marca la CADH, el Estado Mexicano podría incurrir en una
posible responsabilidad internacional.
5.5. La postura de la Corte Interamericana respecto del papel del Poder
Judicial y la legislación contraria a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos
La Corte Interamericana ha señalado que los Poderes Judiciales al ejercer el
control de convencionalidad buscando el respeto a los derechos humanos y la aplicación
de la Convención, pueden ir más allá de su función como aplicadores de la ley,
estableciendo parámetros al poder legislativo, en tratándose de aquellas normas que
consideren sean transgresoras de los derechos humanos. (Ferrer Mac Gregor, 2012)
En la sentencia de Almonacid Arellano se establece un nuevo tipo de control,
teniendo en cuenta la responsabilidad internacional del Estado, al declarar la invalidez
del decreto ley que perdonaba los crímenes de lesa humanidad, en el periodo 1973 a
106
1979 de la dictadura militar de Augusto Pinochet, debido a que dicho decreto resultaba
incompatible con la CADH careciendo de “efectos jurídicos” a la luz de dicho tratado.
(Almonacid Arellano vs Chile, 2006)
Estableciendo que la obligación legislativa en sede interna, relativa a adoptar
disposiciones de conformidad con la CADH alcanza una obligación hacia el Poder
Judicial:
“De tal forma que el aplicador de la ley tenga una opción clara de
cómo resolver un caso particular. Sin embargo, cuando el Legislativo
falla en su tarea de suprimir y/o no adoptar leyes contrarias a la
Convención Americana, el Judicial permanece vinculado al deber de
garantía establecido en el artículo 1.1 de la misma y,
consecuentemente, debe abstenerse de aplicar cualquier normativa
contraria a ella.” (Almonacid Arellano vs Chile, 2006, párrafo 123)
Siguiendo la tesis establecida por la CADH de que el Poder Judicial puede ir más
allá de la simple aplicación de la ley, como se ha venido llevando a cabo y que los
juzgadores pueden inaplicar o invalidar disposiciones que sean contrarias o
incompatibles con la Convención, se puede afrontar la problemática señalada.
Al respecto, en el párrafo 124 de la sentencia mencionada establece que:
“La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio
de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el
ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional
como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también
están sometidos a ella, lo que les obliga a velar por que los efectos de las disposiciones
de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto
y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos.”
Ya que los jueces no son simples aplicadores del derecho, y, para cumplir con el
papel de guardianes de la convencionalidad que se les ha asignado, deben verificar que
las leyes que han sido expedidas y aplicadas por las autoridades y por ellos mismos,
resultan “compatibles” con la CADH; “de lo contrario su proceder sería contrario al
artículo 1.1 de dicho tratado, produciendo una violación internacional, ya que la
aplicación de una ley inconvencional produce por sí misma una responsabilidad
internacional del Estado.” (Ferrer Mac Gregor, 2012, 32)
107
6. Finalidad del “Control de Convencionalidad y de Constitucionalidad” en el
ejercicio de los Derechos Humanos.
Como hemos visto, en México se produjo una transformación en materia de
derechos humanos, la cual se vio reflejada en la dotación de herramientas jurídicas para
los juzgadores, como son el “control de constitucionalidad difuso” y el “control de
convencionalidad”, situación que ha abierto un amplio panorama para que éstos puedan
realizar su labor. Pero que también implica una gran responsabilidad por los efectos que
sus decisiones pueden producir.
Las resoluciones de los jueces inciden en muchos aspectos, ya que no sólo deciden
sobre la cuestión planteada por los gobernados, sino que pueden afectar en distintas
formas a los demás ciudadanos e incluso a la Nación entera. (Ansolabehere, Inclán y
Ríos, 2012-2014), ya que como se ha mencionado a lo largo del presente trabajo, no sólo
emiten las resoluciones que deciden los asuntos que les son planteados por las partes,
sino que también proporcionan lineamientos y emiten criterios que pueden incidir sobre
los individuos de varias formas, como se ejemplifica en el siguiente caso hipotético:
La aplicación del control de convencionalidad se ha venido dando
entre los jueces del Poder Judicial de la Federación, y como se analizó en
la contradicción de tesis 163/2012 se modificó el criterio de la suplencia
en la deficiencia de la queja a favor de la víctima o parte ofendida en los
delitos, situación que no era permitida antes. Lo que da como resultado
que con esta decisión no sólo se incidió en la situación de las partes que
intervinieron en el conflicto original, sino que en la medida que la
colectividad se va enterando de este criterio, se va haciendo consiente de
los derechos que tiene y está en aptitud de reclamarlos.
Esta función del Poder Judicial pretende lograr un verdadero equilibrio entre los
poderes, e ir transformando el Estado de derecho en México, por lo que el Poder Judicial
de la Federación tiene la facultad de ejercer el control de constitucionalidad para limitar
con esta base, las actuaciones que se excedan a lo que la Constitución permite, por parte
de los demás poderes. “El control constitucional es, de este modo, la característica
central de un gobierno constitucional donde el poder político está dividido y las
autoridades públicas, incluyendo a la mayoría de representantes directamente electos,
108
actúan dentro de un marco dictado por la constitución.” (Ansolabehere, Inclán y Ríos,
2012-2014:20)
A raíz de las reformas constitucionales en México, se ha incrementado en los
juzgadores la obligación de ejercer sus funciones a través del “control de
convencionalidad”, el cual tuvo su origen pensando en cómo se llevaba a cabo el
“control de constitucionalidad” que ya se realizaba en los Estados, ya que la propia
institución, con la capacitación, y, la sociedad con sus demandas, lo ha solicitado.
Poco a poco el papel del Poder Judicial ha ido evolucionando, y, de tutelar
derechos sobre la propiedad, ha ido avanzando en la protección de derechos civiles,
políticos, económicos, culturales, etc. “También, cada vez más, el poder judicial es un
actor fundamental en el arbitraje de conflictos políticos. Como es notorio en el caso de
México, se judicializan los conflictos electorales, y aumentan las atribuciones del poder
judicial (específicamente de la Suprema Corte de Justicia) en la resolución de los
conflictos entre poderes del estado.” (Ansolabehere, 2005: 41)
El Poder Judicial al ser un contrapeso entre las actuaciones de los otros poderes
funciona como el árbitro y mediador entre los conflictos, incluyendo los políticos. “El
control constitucional es necesario no sólo para proteger los derechos individuales,
previniendo que una mayoría temporal tiranice a una minoría, sino también como un
control adicional para evitar que una rama del gobierno concentre el poder político
derivando en un gobierno autoritario.” (Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014)
Por lo que considerando este papel debe concientizarse de la importancia de su
papel en el desempeño de la vida democrática de México y llevar a cabo la labor
encomendada con el objetivo principal de proteger los derechos humanos de los
gobernados.
Aterrizando las finalidades de estos sistemas de control, “constitucional y
convencional”, en el contexto que inició a partir de la reforma constitucional, se puede
decir que ahora que los Juzgados pueden ejercer control de constitucionalidad difuso, y
109
también deben realizar control de convencionalidad, esta labor se puede llevar en forma
conjunta al servicio de los derechos humanos, ya que se persigue un mismo bien común,
su protección.
Como hemos visto, son varios los puntos de vista y las dificultades que se
presentan en el cumplimiento de esta finalidad, iniciando con la reticencia que existe por
parte de los operadores jurídicos a la aplicación de la doctrina convencional debido a lo
incipiente de su aplicación. En segundo lugar, el camino a transcurrir en la unificación
de criterios para la aplicación del “control de convencionalidad” que son requeridos por
parte de estos operadores jurídicos, para orientarse en la aplicación.
No obstante lo anterior, y si bien es necesario la existencia de una postura por
parte del Tribunal Constitucional, también se requiere que la Corte Interamericana de
Derechos Humanos realice una labor en la que se destaque la congruencia en la defensa
de los derechos humanos, para conseguir la finalidad que busca, ya que sería de mucha
utilidad que definieran muchos temas como la “supremacía constitucional vs
convencional” u otros que si bien en ciertos momentos no son abordados por ser temas
muy discutidos y difíciles de afrontar, sería de mucha utilidad para fines prácticos.
Por su parte, en el ámbito nacional, cada autoridad en el ámbito de su
competencia, debe realizar sus funciones bajo la premisa de respetar los derechos
humanos y efectivizarlos para así poder generar mejores condiciones de vida a los
gobernados.
Y para llevar a cabo esta labor dentro del Poder Judicial, se requiere que los
impartidores de justicia hagan buen uso de las herramientas proporcionadas y generen
un ámbito de protección de los derechos humanos del gobernado e impartición de
justicia efectiva que se requiere.
110
CONCLUSIONES
A raíz de la reforma constitucional de 2011 y de la resolución dictada en el
expediente Varios 912/2010 del caso Radilla Pacheco, la Suprema Corte de Justicia de
la Nación ha ido delimitando los parametros bajo los cuáles debe ser realizado el control
de convencionalidad.
Dentro de estos lineamientos se permite que los juzgadores, en el ámbito de su
competencia, puedan inaplicar o declarar inválidos aquellos preceptos que sean
considerados como no compatibles con la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y que su finalidad es que se protejan en forma idónea los derechos humanos.
En el cumplimiento de esta labor, se presentan casos donde se ha llevado a cabo
este ejercicio, pero como en toda doctrina de incipiente aplicación se han presentado
criterios encontrados, que de acuerdo al funcionamiento de nuestro sistema de justicia y
en aras de no contravenir la seguridad jurídica, se considera necesario unificar a través
de las resoluciones que al respecto emita el Tribunal Constitucional mexicano.
El problema que se plantea es que en la implementación del control de
convencionalidad, se presenta un conflicto de criterios entre dos sentencias de la SCJN,
en la Contradicción de tesis 163/2012 se permite la desaplicación de la jurisprudencia en
el ejercicio del control de convencionalidad, y en el Amparo Directo en Revisión
2126/2012 no se permite, ya que argumenta que no está permitido en ningún precepto
legal y se da vista al Consejo de la Judicatura Federal para que investigue una posible
incursión en responsabilidad administrativa.
El problema se aborda basado en la postura que tiene la SCJN de la jurisprudencia
al considerarla como una interpretación de la norma que genera seguridad jurídica,
certeza y previsibilidad en la aplicación del derecho, ya que el hecho de no observar las
jurisprudencias establecidas atentaría contra este principio.
No obstante, en este trabajo se reflexiona como se plantea en el capítulo primero
que a veces la jurisprudencia no garantiza totalmente estos aspectos, como se vio en el
caso de su aplicación retroactiva. Y que en ocasiones se debe responder a las
111
necesidades de la sociedad actual, para la protección los derechos humanos, aunque esto
implique que se desaplique la jurisprudencia, como en el caso de la contradicción de
tesis 163/2012.
Así entonces, esta certeza y previsibilidad no tiene por qué verse afectada con la
aplicación del control de convencionalidad, ya que en primer lugar, si certeza y
previsibilidad se entiende que se apliquen normas emitidas con anterioridad, los
ordenamientos internacionales en materia de derechos humanos ya se encuentran
establecidos, por lo que este aspecto se encuentra cubierto. Y en segundo, se protege la
seguridad jurídica ya que el control de convencionalidad se encuentra amparado
constitucionalmente.
Ahora bien, analizando las posturas planteadas en las sentencias citadas se advierte
que el control de convencionalidad puede ser aplicado respecto de jurisprudencias, ya
que el ejercicio del control de convencionalidad es una obligación establecida a nivel
internacional y constitucional en el Estado Mexicano.
También se aborda la discusión si la jurisprudencia puede ser susceptible de ser
controlada convencionalmente debido a su naturaleza jurídica, ya que en ocasiones se le
exenta de ciertos aspectos por no ser considerada como norma. Se sigue la lógica que si
este “control” puede hacerse respecto de leyes y normas, debiera poder hacerse también
respecto de la jurisprudencia, ya que aunque el procedimiento de modificación de la
jurisprudencia es complejo, ésta debe responder a las exigencias de la realidad que
actualmente se vive, y siguiendo un enfoque que establece que la jurisprudencia, como
las leyes no son inmutables y que deben evolucionar.
Concluyendo que independientemente de si la jurisprudencia es o no una norma, lo
cierto es que forma parte de la normativa que se aplica en el derecho en México, y es
susceptible de ser controlada a través del control de convencionalidad cuando un
precepto convencional sea más protector que la jurisprudencia.
Y si bien no existe un ordenamiento que expresamente permita su desaplicación, si
existe el mandamiento establecido en el artículo primero de la Constitución de proteger
112
los derechos humanos con la aplicación del precepto que los tutele mejor, ya sea
constitucional o convencional.
Por lo que no se puede sostener un criterio diverso a lo establecido por el propio
artículo primero constitucional, ya que su espíritu es que se protejan los derechos
humanos a la luz de la normativa nacional e internacional sin hacer distinciones
jerárquicas.
Y la realización de este deber no tiene por qué acarrear como consecuencia la
investigación de una posible comisión de responsabilidad administrativa, sino al
contrario el faltar al deber de realizarlo puede ser una omisión en sus obligaciones como
servidores públicos.
La implementación del control de convencionalidad se describe, por otra parte,
encaminada al cumplimiento de las obligaciones del Estado mexicano a nivel
internacional, ya que si bien como se mencionó, es una obligación establecida
constitucionalmente, también es un deber del Estado en cumplir con sus obligaciones a
nivel internacional y evitar que incurra en responsabilidad internacional.
Por lo que se describe brevemente el trabajo que se ha llevado a cabo a nivel
internacional por la Corte Interamericana y algunos Tribunales Constitucionales como el
Argentino y el Colombiano, para que sirva como referencia en el desarrollo de esta
incipiente labor.
Con la finalidad de lograr la unificación de criterios respecto del control de
convencionalidad e ir generando resoluciones que poco a poco delimiten el ejercicio del
control de convencionalidad.
La emisión de estos criterios provocará según el sentido, que se incentive o
disminuya la aplicación del control de convencionalidad, y marcado la pauta para la
interpretación.
Por lo que es a través de estas herramientas argumentativas que se pretende
proporcionar vías para que los juzgadores puedan realizar su trabajo e invitar a la
reflexión sobre la importancia del correcto ejercicio del “control de convencionalidad” y
113
que éste puede llevarse a cabo en cumplimiento de los instrumentos nacionales e
internacionales.
Con la finalidad de que estas resoluciones sean protectoras de los derechos
humanos y logren sus objetivos, como son: el marcar lineamientos a las distintas
autoridades en un actuar respetuoso de los derechos humanos, así como la permeabilidad
conocimiento de los mismos en la sociedad con la finalidad de que gradualmente los
hagan exigibles para la consecución de un verdadero estado garante de los derechos
humanos.
114
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119
Anexo 1
Caso
Año
Considerando
“Almonacid
2006
Considerando 124:“La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos
Arellano y otros
están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las
vs. el Gobierno
disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha
de Chile”
ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces,
como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que obliga
a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean
mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un
inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabra, el Poder Judicial debe
ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las normas
jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. En esa tarea, el Poder Judicial debe
tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del
mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención
Americana”.
“La Cantuta vs.
2006
Considerando 173: Se reitera el criterio anterior
2007
Considerando 78: “…el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de
Perú”
“Boyce y otros
vs.
convencionalidad” entre las normas jurídicas internas […] y la Convención
Barbados”
Americana sobre Derechos Humanos.
En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino
también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana,
intérprete última de la Convención Americana.
“Trabajadores
Cesados
del
2006
Considerando 63: “Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional
como la Convención Americana, sus jueces están sometidos a ella, lo que les
Congreso
obliga a velar porque el efecto útil de la Convención no se vea mermado o
(Aguado Alfaro
anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y fin.
y
En otras palabras, los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un
otros)
Perú”
vs.
control de constitucionalidad, sino también de convencionalidad ex officio,
entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el
marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales
pertinentes. Esta función no debe quedar limitada exclusivamente por las
manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto, aunque
120
tampoco implica que ese control deba ejercerse siempre, sin considerar otros
supuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia de este tipo de
acciones.”
“Fermín
Ramírez
2008
Considerando 128:Se reitera el criterio anterior
2008
Considerando 180: La Corte ha interpretado que tal adecuación implica la
y
Raxcacó Reyes
vs. Guatemala”
“Heliodoro
Portugal
vs.
adopción de medidas en dos vertientes, a saber: i) la supresión de las normas y
Panamá”
prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas
en la Convención o que desconozcan los derechos allí reconocidos u obstaculicen
su ejercicio, y ii) la expedición de normas y el desarrollo de prácticas
conducentes a la efectiva observancia de dichas garantías. Precisamente, respecto
a la adopción de dichas medidas, es importante destacar que la defensa u
observancia de los derechos humanos a la luz de los compromisos
internacionales en cuanto a la labor de los operadores de justicia, debe
realizarse a través de lo que se denomina “control de convencionalidad”,
según el cual cada Juzgador debe velar por el efecto útil de los instrumentos
internacionales, de manera que no quede mermado o anulado por la aplicación
de normas o prácticas internas contrarias al objeto y fin del instrumento
internacional o del estándar internacional de protección de los derechos humanos
“Rosendo
Radilla
México”
2009
vs.
Considerando 339: En relación con las prácticas judiciales, este Tribunal ha
establecido en su jurisprudencia que es consciente de que los jueces y tribunales
internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las
disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha
ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces,
como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les
obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se
vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, que desde
un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe
ejercer un “control de convencionalidad” ex officio entre las normas
internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus
respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes.
En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino
también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana,
121
intérprete última de la Convención Americana.
“Cabrera García
y
2010
Considerando 225: Este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que es
Montiel
consciente de que las autoridades internas están sujetas al imperio de la ley y, por
vs.
ello, están obligadas a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento
Flores
México”
jurídico. Pero cuando un Estado es Parte de un tratado internacional como la
Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, también están
sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar por que los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de
normas contrarias a su objeto y fin. Los jueces y órganos vinculados a la
administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de
ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre las normas
internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus
respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En
esta tarea, los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia deben
tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del
mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención
Americana.
Comunidad
2010
Considerando 311. En relación con las prácticas judiciales, este Tribunal ha
Indígena
establecido que es consciente de que los jueces y tribunales internos están sujetos
Xákmok Kásek
al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vs. Paraguay
vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del
aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar
porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados
por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin.
En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer un “control de
convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención
Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de
las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder Judicial
debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que
del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la
Convención Americana.
Caso Fernández
2010
Considerando 236. Este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que es
Ortega y Otros
consciente que las autoridades internas están sujetas al imperio de la ley y, por
vs. México
ello, están obligadas a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento
122
jurídico. Pero cuando un Estado es parte de un tratado internacional como la
Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, también están
sometidos a aquel, lo cual les obliga a velar porque los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de
normas contrarias a su objeto y fin. El Poder Judicial debe ejercer un “control
de convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención
Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de
las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder Judicial
debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que
del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la
Convención Americana.
Rosendo Cantu
2010
Considerando 219. Se reitera el criterio anterior
2010
Considerando 193. Cuando un Estado es Parte de un tratado internacional como
vs. México
Caso
Gelman
vs. Uruguay.
la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, están
sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar por que los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de
normas contrarias a su objeto y fin, por lo que los jueces y órganos vinculados
a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de
ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre las normas
internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus
respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes y en
esta tarea, deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención Americana.
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