FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES SEDE ACADÉMICA MÉXICO Maestría en derechos humanos y democracia V (quinta promoción) 2012-2014 Título de la Tesis La aplicación del control de convencionalidad respecto de la jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México. Tesis que para obtener el grado de Maestro en Derechos Humanos y Democracia Presenta: Mónica Esmeralda Melgoza Barajas Director de Tesis: Juan Carlos Arjona Estévez México, D. F., Junio de 2014 Agradecimiento a la Suprema Corte de Justicia de la Nación 1 Resumen En el marco de las reformas que se han hecho a la Constitución en México para proteger los derechos humanos, los jueces se enfrentan a este reto utilizando el control de convencionalidad como herramienta y han emitido resoluciones que permiten la desaplicación de las leyes y la jurisprudencia mexicana, situación que ha generado reacciones diversas por parte del Tribunal Constitucional Mexicano. El presente trabajo hace un estudio de las sentencias de Amparo Directo en Revisión 2126/2012 y la Contradicción de Tesis 163/2012 resueltas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México, donde se pronuncia si puede desaplicarse o no la jurisprudencia al llevar a cabo el ejercicio del control de convencionalidad, y el conflicto al que se enfrentan los jueces al momento de enfrentarse a la disyuntiva de responder al reto que implica el ejercicio del control de convencionalidad para la protección de los derechos humanos, o a la obligatoriedad de la aplicación de la Jurisprudencia. As part of the reforms that have been made to the Constitution in Mexico to protect human rights, judges are faced with this challenge using the control of compliance as a tool and have issued resolutions that allow disengagement of the Mexican laws and jurisprudence. This situation has generated diverse reactions from the Mexican Constitutional Court. This paper makes a study of judgments of direct relief in Review 2126/2012 and Contradiction Thesis 163/2012 decided by the Supreme Court of Justice in Mexico, where the spoken can not disengage or case law to carry out exercising control of conventionality, and the conflict that judges face when confronted with the choice of responding to the challenge of exercising control of compliance for the protection of human rights, or compulsory implementation of the jurisprudence. Dedicatoria Para mi querido esposo que siempre estuvo a mi lado apoyándome en este proyecto y para mis hijos que son mi inspiración y el motor de mi vida. Agradecimientos Le doy gracias a Dios por darme la inspiración y la oportunidad de realizar este proyecto. A mis padres por su esfuerzo y dedicación para motivarme a realizar mis objetivos y alcanzar mis metas. A mi esposo por ser un ejemplo de vida para mí y un apoyo incondicional en todos los aspectos de nuestra vida, y la inspiración para hacer el presente trabajo, gracias por tu paciencia, amor, dedicación y apoyo. A mis hijos por su paciencia, amor y comprensión en todos los momentos que no pude dedicarles todo el tiempo que hubiera querido por concluir con este objetivo. A mis maestros, tutores y asesores por su dedicación y esfuerzo en este trabajo. A todas las personas que de alguna forma me dieron su apoyo en la realización de este trabajo. INTRODUCCIÓN 6 CAPÍTULO I MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y DE LA JURISPRUDENCIA EN MÉXICO 1. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL DERECHO 8 1.1. Definición de la Jurisprudencia en México 8 1.2. Creación y función de la Jurisprudencia en México 10 1.3. Naturaleza Jurídica de la Jurisprudencia 11 1.4. La Jurisprudencia como Fuente Formal del Derecho 15 1.5. Fundamento e Integración de la Jurisprudencia 16 1.5.1. Jurisprudencia por reiteración 17 1.5.2 Jurisprudencia por unificación 17 1.5.3 Jurisprudencia emitida en acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales 19 2. LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN 2.1. 20 La seguridad jurídica como pilar de la Jurisprudencia 21 3. LA DOCTRINA DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD 24 3.1. Panorama de las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que dan origen al Control de Convencionalidad 24 3.2. Origen del Control de Convencionalidad 26 3.3. Definición y Objetivo del Control de Convencionalidad 28 3.4. Resoluciones de la CIDH que delimitan la aplicación del Control de Convencionalidad 30 3.5. Base normativa del Control de Convencionalidad 32 3.6. Control de Convencionalidad Concentrado y Difuso 33 4. EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD COMO BASE DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD 36 2 4.1. El Control de Constitucionalidad en México 39 4.2. El Bloque de Constitucionalidad como herramienta del control de constitucionalidad 41 CAPÍTULO II LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA, COMO CRITERIO PARA GENERAR RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA EN EL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL 1. EL RETO DE LOS JUZGADORES EN MÉXICO PARA AFRONTAR LAS REFORMAS EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD 43 2. CRITERIOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN RESPECTO DE LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA 45 2.1. Amparo Directo en Revisión 2126/2012 45 2.2. Contradicción de tesis 163/2012 49 3. ANÁLISIS DE LOS CRITERIOS DE OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL MEXICANO, A LA LUZ DEL ENFOQUE DE LOS DERECHOS HUMANOS 55 1.¿Con su emisión se está cumpliendo con las obligaciones a cargo del Estado? 58 2. Con el criterio plasmado en esta sentencia de amparo directo en revisión 2126/2012, ¿Se está incentivando a los juzgadores que realicen control de convencionalidad? 61 3.¿Se está promoviendo el Enfoque de Derechos Humanos con la emisión de estas sentencias? 62 4. LA POSIBLE INCURSIÓN EN EL SISTEMA DE CONTROL DE RESPONSABILIDAD DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL POR LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA 63 3 CAPÍTULO III EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD COMO HERRAMIENTA DE ARGUMENTACIÓN PARA DESAPLICAR LA JURISPRUDENCIA 1. TENDENCIAS INTERNACIONALES COMO PAUTA PARA LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD POR PARTE DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. 66 2. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN LATINOAMÉRICA. 71 2.1. Caso Suprema Corte de Argentina 72 2.2 Caso Corte Constitucional de Colombia. 73 3. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN MÉXICO. 74 4. EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y LOS PARÁMETROS A PARTIR DE LOS CUALES PUEDE EFECTUARSE EN MÉXICO 79 4.1. El “Control de Convencionalidad” como herramienta de defensa de los derechos humanos. 4.2. Parámetros del Control de Convencionalidad 79 81 1. Carácter difuso. 81 2. Ex oficio 83 3. Quiénes y cómo debe hacerse 84 4. Carácter autoaplicativo 84 5.- LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA COMO PARTE DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD 5.1. Riesgos de Inseguridad Jurídica del Control de Convencionalidad 85 88 5.2. La restricción de los derechos humanos establecida por la Constitución frente a la vinculatoriedad de los criterios de la CIDH. 89 4 5.3. La aplicación del control de convencionalidad como resultado de las reformas constitucionales en materia de Derechos Humanos y como cumplimiento de las obligaciones del Estado a nivel nacional. 92 5.3.1. Aplicación del Control de Constitucionalidad y de Convencionalidad en la jurisprudencia. 96 5.3.2. La interpretación de la jurisprudencia por encima de los preceptos convencionales como obstáculo para ejercer el control de convencionalidad 98 5.3.3. La obligación de realizar control de convencionalidad derivada del cumplimiento de las obligaciones de los Servidores Públicos. 100 5.4. Las obligaciones a cargo del Estado en materia internacional como argumento para realizar “Control de Convencionalidad” 102 5.5. La postura de la Corte Interamericana respecto del papel del Poder Judicial y la legislación contraria a la Convención Americana sobre Derechos Humanos 106 6. FINALIDAD DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y DE CONSTITUCIONALIDAD EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS HUMANOS 108 CONCLUSIONES 111 BIBLIOGRAFÍA 115 ANEXO 120 5 INTRODUCCIÓN El reto en México de aplicar la doctrina del control de convencionalidad en las sentencias que emiten los juzgadores integrantes del Poder Judicial de la Federación ha generado varias interrogantes que han propiciado situaciones a favor y en contra de la aplicación de esta doctrina. Entre las circunstancias a favor, se tiene la posibilidad de la emisión de resoluciones que sean más protectoras de los derechos humanos, y en donde los juzgadores haciendo uso de la facultad concedida a raíz del expediente Varios 912/2010, han desaplicado normas que han considerado contrarias a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y en otros, incluso declarado la invalidez por su incompatibilidad. Como circunstancias que no les facilita a los juzgadores la aplicación del control de convencionalidad, se tiene la emisión de criterios encontrados, que han resultado de la aplicación de esta doctrina nueva, que requiere guía y lineamientos para su ejercicio. El origen del problema de investigación del presente trabajo, es la diversidad de estos criterios respecto de la aplicación del control de convencionalidad, en específico si este puede llevarse a cabo respecto de la jurisprudencia de carácter obligatorio emitida por la SCJN. Ya que se da el caso que algunos juzgadores argumentando ejercer el “control de convencionalidad” han desaplicado o ido en contra de estos criterios, lo que ha generado diferentes reacciones por parte del Tribunal Constitucional. El objetivo de este trabajo es analizar estas reacciones, y dar cuenta de la importancia de las posturas emitidas por la SCJN para orientar a los juzgadores en la aplicación del control de convencionalidad, a través del método de la dogmática jurídica, analizando los instrumentos normativos que establecen la obligatoriedad de la jurisprudencia, pero también la del control de convencionalidad, desde una perspectiva que se cuestiona el postulado del derecho como algo cerrado. 6 La conclusión general del trabajo es establecer que puede realizarse control de convencionalidad respecto de la jurisprudencia de carácter obligatorio, ya que el Estado mexicano para cumplir con sus obligaciones en materia de resguardo de derechos humanos debe atender al criterio que resulte más protector. Para poder construir este objetivo se analizarán las últimas posiciones del tribunal constitucional mexicano sobre el control de convencionalidad, la desaplicación de la jurisprudencia y las posibles consecuencias de estas decisiones. Se proponen herramientas de argumentación que proporcionan elementos para que las jurisprudencias de carácter obligatorio no sean consideradas como un impedimento para realizar el control de convencionalidad, como son: Analizar la naturaleza jurídica y obligatoriedad de la jurisprudencia. Considerar si el control de convencionalidad puede realizarse respecto de la jurisprudencia. Establecer algunos ejemplos de cómo se ha llevado a cabo el control de convencionalidad en otros países. Determinar la obligación del estado mexicano -tanto constitucional como internacional- de proteger los derechos humanos, acatando para el efecto aquel ordenamiento que sea más protector. Esto se realiza a través del desarrollo de tres capítulos en los que se analizan primeramente los conceptos, construcción y desarrollo de “jurisprudencia” y “control de convencionalidad”, en el segundo, la descripción de la problemática presentada ante dos escenarios de resolución de asuntos decididos en la SCJN, en específico, el amparo directo en revisión 2126/2012 y la contradicción de tesis 163/2012, en los cuales se presentan panoramas de inaplicación de criterios jurisprudenciales, con consecuencias diferentes. Y finalmente, se analiza la forma como se puede realizar el “control de convencionalidad” en México, revisando los elementos y argumentos que pueden resultar de utilidad para su implementación. 7 CAPÍTULO I MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y DE LA JURISPRUDENCIA EN MÉXICO 1. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL DERECHO. El poder judicial en México desempeña su labor de impartición de justicia a través del trabajo de diversos jueces y juezas quienes emiten las sentencias que resuelven miles de asuntos. Esta diversidad de jueces produce que en algunos casos haya también pluralidad de criterios, y en otros, que haya recurrencia en asuntos donde el legislador no ha establecido claramente la determinación judicial al respecto. Esta situación pretende ser controlada a través de la emisión de jurisprudencia que establezca los criterios que deben prevalecer y que en el caso de las emitidas por el Pleno y las Salas de la SCJN tiene carácter obligatorio. En el presente capítulo se abordará primeramente el concepto de jurisprudencia en México, su naturaleza jurídica, sus funciones, conformación y, la obligatoriedad que tienen sus resoluciones para los distintos órganos jurisdiccionales en México. En segundo lugar, el concepto de control de convencionalidad, las tendencias internacionales, su base normativa y la relación que existe entre éste y el control de constitucionalidad. Las definiciones de estos conceptos servirán para crear un marco teórico de referencia que abordará el tema planteado en la presente tesis, el cual nos permitirá explicar brevemente las nociones de la jurisprudencia en el sistema jurídico mexicano, su aplicación y obligatoriedad, así como la doctrina del control de convencionalidad, para abonar el terreno del planteamiento principal. 1.1. Definición de la jurisprudencia en México. La jurisprudencia que se analiza en el presente trabajo es aquella establecida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual resulta importante, ya que ésta es 8 quien ha dictado la pauta en materia de jurisprudencia obligatoria, ya sea emitiéndola directamente a través de Pleno, de las Salas, o ejerciendo el control de interpretación mediante la contradicción de tesis, respecto de los criterios encontrados que han sido emitidos por los Tribunales Colegiados de Circuito. La Suprema Corte de Justicia de la Nación define a la jurisprudencia en su obra “Manual del Juicio de Amparo” (2002:175) como: “el conjunto de reglas o normas que la autoridad jurisdiccional que cuenta con atribuciones al respecto, deriva de la interpretación de determinadas prevenciones del derecho positivo, que precisan el contenido que debe atribuirse y el alcance que debe darse a éstas, y que, al ser reiteradas cierto número de veces en sentido uniforme, no contrariado, son obligatorias para quien deba decidir casos concretos regidos por aquellas prevenciones”. De esta definición, se advierte el concepto tradicional que ha mantenido la SCJN, como la interpretación de normas de derecho positivo, es decir plasmadas en la ley, con la finalidad de aclarar estos preceptos e interpretarlos, y que, en la mayoría de las veces, se dan mediante reiteración de cinco resoluciones en el mismo sentido, sin alguna en contra, teniendo carácter obligatorio para los juzgadores. Postura que se ha mantenido a lo largo de su desarrollo en el máximo tribunal, por lo que resulta ser una institución jurídica de gran importancia para delimitar los criterios que prevalecen y que son obligatorios para los juzgadores. (Manual del Juicio de Amparo, 2002) En la doctrina, se ha definido a la jurisprudencia, como el criterio de interpretación judicial de las normas jurídicas de un Estado, que prevalece en las resoluciones de un tribunal supremo o de varios tribunales superiores. (Rafael de Pina, 1999:225) O como señaló Ignacio Burgoa Orihuela, tomando en consideración el derecho positivo: “la jurisprudencia se traduce en las interpretaciones y consideraciones jurídicas integrativas uniformes que hace una autoridad judicial designada para tal efecto por la ley, respecto de uno o varios puntos de derecho especiales y determinados que surgen en un cierto número de casos concretos semejantes que se presenten, en la 9 inteligencia de que dichas consideraciones e interpretaciones son obligatorias para los inferiores jerárquicos de las mencionadas autoridades y que expresamente señale la ley.” (BURGOA, Ignacio: 1999) Como se señala, son varias las definiciones de jurisprudencia que existen, sin embargo, tomando en consideración que la postura analizada en el presente trabajo parte del concepto delineado por la SCJN, donde se puede decir que la jurisprudencia en México es considerada como una fuente formal indirecta de creación e integración de derecho, basada en la interpretación reiterada de la ley en un determinado número de ocasiones, que hacen los juzgadores competentes, y se refiere a las sentencias que determinan un criterio sobre una cuestión jurídica, al someter los conflictos ante la autoridad judicial, con la finalidad de solventar lagunas y realizar la interpretación de la ley. (Manual del Juicio de Amparo) Más adelante se analizará la discusión que ha habido respecto de la naturaleza jurídica de la jurisprudencia y el debate sobre si es interpretación o norma y las implicaciones que esto puede tener respecto del ejercicio del “control de convencionalidad”. 1.2. Creación y función de la jurisprudencia en México La creación de la jurisprudencia en el sistema mexicano fue alrededor del año 1882 y se atribuye a don Ignacio L. Vallarta e Ignacio Mariscal, al primero por la conformación de un sistema de precedentes con la intención de unificar criterios y formar precedentes obligatorios en la solución de juicios, y el segundo, por la discusión y debate en torno al tema, (Torres Zárate, 2009) En el desarrollo del derecho mexicano, la jurisprudencia ha tenido dos funciones, la integradora, con la intención de que a través de ella se subsanen las lagunas que tienen las leyes, y, la interpretadora, que es cuando la ley regula aspectos, pero que al hacerlo no es clara. Las dos son funciones creadoras del Derecho. (Torres Zárate, 2009). Por lo que tradicionalmente se ha considerado que la jurisprudencia debe ser desarrollada por 10 los organismos “expertos” y que cuentan entre sus funciones con la facultad de interpretar la ley. El Diccionario Jurídico Mexicano del Instituto de Investigaciones Jurídicas señala que la función clásica que juega la jurisprudencia en el ordenamiento es la de actualizar el derecho a través de las nociones sistemáticas y orgánicas que nos enseña y que este es un papel que juega en la ordenación de la comunidad humana. (Diccionario Jurídico Mexicano, 2009:2238), siendo este carácter de actualización del derecho una muestra de su evolución, y que la jurisprudencia puede ser considerada como la herramienta que lo acerca a la satisfacción de las nuevas necesidades y demandas de la población. Por lo que la importancia y trascendencia de la jurisprudencia se estima en que es “un conjunto de tesis que constituyen valioso material de observación y enseñanza; que señalan a los jueces la solución de la multiplicidad de cuestiones jurídicas que contemplan; que suplen las lagunas y deficiencias del orden jurídico positivo; que guían al legislador en el sendero de su obra futura.” (Iñárritu Ramírez de Aguilar, citado por Enciclopedia Jurídica Mexicana, 2012: 798) Más allá de las opiniones doctrinarias acerca de la función de la jurisprudencia hemos podido advertir que ésta ha tenido por objeto brindar seguridad jurídica al interpretar la ley y establecer un estándar respecto de estas interpretaciones, ya que al provenir los criterios interpretativos de los órganos competentes como son las Salas y el Pleno de la SCJN y los Tribunales Colegiados de Circuito, es evidente que se presentarán criterios diferentes y en ocasiones contradictorios que deben ser unificados. 1.3. Naturaleza Jurídica de la Jurisprudencia Miguel Carbonell señala que “La jurisprudencia es norma jurídica en tanto la norma superior del ordenamiento jurídico- la Constitución -prevé su existencia como tal y ordena que la ley regule la forma en que será creada y los órganos que para ello estarán facultados. (Carbonell y Sánchez: 1996, 10) Este mismo concepto se menciona al hablar de su naturaleza jurídica en los apuntes de jurisprudencia del año 2008, donde señalaron que “la jurisprudencia interpreta una norma constitucional, legal o 11 reglamentaria, si es obligatoria para todos los tribunales, si crea derechos y tiene visos de generalidad, parece no haber duda de que es una norma general y abstracta con ciertas características específicas.” (SCJN: 2008, 54) La naturaleza jurídica de la jurisprudencia, es un tema que ha sido ampliamente discutido a nivel doctrinal en México, para poder definir si ésta puede o no ser considerada como una norma o como una interpretación. 1 O como también puntualiza Carbonell al citar a Hans Kelsen sobre la posibilidad de los Tribunales de crear normas generales, diciendo que “Un tribunal, en especial un tribunal de última instancia- puede estar facultado no sólo para producir con sus sentencias normas obligatorias individuales, válidas para el caso presente, son también normas generales.” (Carbonell y Sánchez: 1996, 10) Este criterio armoniza con el argumento de que el derecho es cambiante, y evoluciona de acuerdo a los cambios que requiere la sociedad y que la jurisprudencia es la respuesta a estos cambios mediante la resolución de los casos que la sociedad plantea. (Carbonell y Sánchez: 1996) Estas opiniones difieren de la postura tradicional de la SCJN donde considera que los Tribunales al emitir jurisprudencia “no sólo interpretan la ley y estudian los aspectos que el legislador no precisó, sino que integran a la norma los alcances que, sin estar contemplados claramente en ella, se producen en una determinada situación; sin embargo, esta "conformación o integración judicial" no constituye una norma jurídica de carácter general” (CT 5/97).2 1 En la doctrina varios autores como Miguel Carbonell, Carlos de Silva Nava, Walter Arellano Hobelsberger, han dicho que la jurisprudencia debe considerarse como norma, mientras que la postura mantenida por la SCJN es que debe ser considerada como interpretación de la misma y no constituye una norma como tal. 2 JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY. La Suprema Corte de Justicia de la Nación y los Tribunales Colegiados de Circuito, al sentar jurisprudencia, no sólo interpretan la ley y estudian los aspectos que el legislador no precisó, sino que integran a la norma los alcances que, sin estar contemplados claramente en ella, se producen en una determinada situación; sin embargo, esta "conformación o integración judicial" no constituye una norma jurídica de carácter general, aunque en ocasiones llene las lagunas de ésta, fundándose para ello, no en el arbitrio del Juez, sino en el espíritu de otras disposiciones legales, que estructuran (como unidad) situaciones jurídicas, creando en casos excepcionales normas jurídicas individualizadas, de acuerdo a los 12 Puede decirse que aunque estas posturas son diferentes tienen algunas coincidencias, como son que la jurisprudencia de acuerdo a su naturaleza es de carácter obligatorio, ya que así lo establece la propia constitución y la ley de amparo, y tiene un carácter general, ya que no se refiere a una persona en particular, sino que tutela en forma abstracta el supuesto que se plantea. Por lo que no son irreconciliables. Por otro lado, esta diferencia de criterios ha generado reflexiones y discusiones sobre cuestiones tan importantes como las siguientes: Si la jurisprudencia no es una norma puede ser fuente del derecho, o, si puede o no aplicarse la jurisprudencia en forma retroactiva, y respecto de la previsibilidad de las normas. Para responder la primera interrogante, puede decirse que aunque la jurisprudencia no se considere como una norma autónoma y se quede como la interpretación de la misma, lo cierto es que estas resoluciones crean, integran y forman parte del derecho, por lo que en México son consideradas como una fuente. (SCJN: 2008) De igual forma, como se verá en el siguiente apartado- ya que la naturaleza jurídica de la jurisprudencia y su carácter de fuente del derecho derivan uno del otro- tanto la doctrina como la postura de la SCJN le confieren este carácter, por lo que se encuentra reconocido. principios generales del derecho, de conformidad con lo previsto en el último párrafo del artículo 14 constitucional; tal y como se reconoce en el artículo 94, párrafo sexto, de la Constitución Federal, así como en los numerales 192 y 197 de la Ley de Amparo, en los que se contempla a la interpretación de las normas como materia de la jurisprudencia. Ahora bien, tomando en consideración que la jurisprudencia es la interpretación que los referidos tribunales hacen de la ley, y que aquélla no constituye una norma jurídica nueva equiparable a la ley, ya que no cumple con las características de generalidad, obligatoriedad y abstracción, es inconcuso que al aplicarse, no viola el principio de irretroactividad, consagrado en el artículo 14 constitucional. Contradicción de tesis 5/97. Entre las sustentadas por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito y el Cuarto Tribunal Colegiado del Sexto Circuito. 10 de octubre de 2000. Unanimidad de diez votos. Ausente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Carlos Mena Adame. El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy veintisiete de noviembre en curso, aprobó, con el número 145/2000, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a veintisiete de noviembre de dos mil. 13 El segundo problema que se plantea, tiene que ver con la irretroactividad de la jurisprudencia, es decir cuando se aplica una jurisprudencia actual a una situación que se dio en otro momento cuando otra jurisprudencia era la vigente. Este fenómeno se daba ya que la jurisprudencia al no considerarse norma está exenta de sujetarse al principio de no retroactividad. 3 Esta problemática deriva de que: “La jurisprudencia mexicana al sostener que la propia jurisprudencia no es norma sino la mera interpretación de una preexistente impedía profundizar en cuestión tan importante como la naturaleza misma de la institución” (De Silva, Carlos: 5) La situación planteada afectaba en cuestión de certeza y previsibilidad de las normas ya que se venía dando esta aplicación de la jurisprudencia nueva al caso anterior en base a que el nuevo criterio pudiera generar un beneficio con su aplicación, y su justificación radica en que esto puede llevarse a cabo debido a que la jurisprudencia no es una norma sino una mera interpretación por lo que su aplicación no puede ser retroactiva. Esto cobra relevancia ya que actualmente el artículo 217 de la ley de amparo vigente permite la aplicación retroactiva de la jurisprudencia, siempre que no sea en perjuicio de persona alguna. 4 Por lo que si el dilema que se planteaba es que la aplicación retroactiva de la jurisprudencia no se concebía como tal porque no era norma, y ahora la ley lo permite, podría plantearse la interrogante de si la jurisprudencia ya puede ser considerada como norma, y por tanto seguir la suerte y los efectos de ésta. Como hemos visto, existe una divergencia de posturas entre la doctrina y la Suprema Corte de Justicia de la Nación acerca de si la jurisprudencia debe ser o no considerada una norma, al respecto, en el presente trabajo se adoptará la postura establecida por el Tribunal Constitucional, toda vez que no ha cambiado su criterio respecto del concepto de jurisprudencia como interpretación y no como norma, ya que es 3 JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY. Artículo 217. La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia de la Nación, funcionando en pleno o en salas, es obligatoria para éstas tratándose de la que decrete el pleno… La jurisprudencia en ningún caso tendrá efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna. 4 14 desde ese concepto y obligatoriedad que se analiza el ejercicio del control de convencionalidad en las sentencias que se analizaran. 1.4. La Jurisprudencia como Fuente Formal del Derecho Como vimos en el apartado anterior, la jurisprudencia en nuestro país es considerada por su naturaleza jurídica, como una fuente formal del Derecho, “ya que es la institución constitucional y legal sobre la que se basa el sistema jurisprudencial mexicano”(Arellano, Hobelsberger, 23) y aunque existe divergencia entre las posturas que afirman si la jurisprudencia es o no una fuente de derecho formal, ya que hay variadas opiniones acerca de la integración de las fuentes que originan el derecho, y, si la jurisprudencia puede considerarse como una fuente formal, debido a que su integración no es estrictamente emitida por un órgano legislativo y emanada en forma de ley con la procesos que implican la presentación de la iniciativa, discusión, promulgación, publicación y entrada en vigor. (Avizora, 2013) No obstante, “…la doctrina, en términos generales, acepta que la jurisprudencia es fuente del derecho, y la Suprema Corte de Justicia le ha reconocido ese carácter, al considerar que la jurisprudencia emerge de la fuente viva que implica el análisis reiterado de las disposiciones legales vigentes, en función de la aplicación a casos concretos analizados, y precisamente por ser fuente del derecho dimana su obligatoriedad (SJF, sexta época, vol. CXXIX, tercera parte, p. 28)” (Enciclopedia Jurídica Mexicana, 2012:798,799) Considerando que la ley por sí sola no hace justicia, las decisiones que toman los jueces dentro de los casos concretos son de gran importancia, ya que sus fallos reflejan su aplicación en la vida jurídica, y por tanto son fuente de derecho al establecer la forma como se aplica la ley por personas consideradas expertas y que están facultadas para ello. Por lo que se puede decir que la jurisprudencia es una fuente del derecho mexicano de gran importancia, de carácter obligatorio y se equipara con la ley, ya que aunque formalmente no sea una norma jurídica, constituye su interpretación, y, de acuerdo a la 15 doctrina positivista reviste sus características de generalidad, abstracción, imperatividad y obligatoriedad. (Manual del Juicio de Amparo, 2002) 1.5. Fundamento e Integración de la Jurisprudencia La jurisprudencia tiene su fundamento legal en el artículo 94, párrafo noveno5 de la Constitución Mexicana, donde se establece que la ley fijará los términos en que la jurisprudencia interpretará la Constitución y las normas generales, así como su carácter obligatorio. La Constitución hace una declaración de carácter programático en este artículo, ya que delega en la ley la regulación de esta fuente del derecho. Su regulación se lleva a cabo principalmente en la ley de amparo, en la anterior legislación era el artículo 1926, estableciendo a grandes rasgos su constitución por reiteración o contradicción, así como la obligatoriedad de la jurisprudencia de la SCJN para todos los juzgadores en México. En la nueva ley de amparo la jurisprudencia se regula de los artículos 215 a 230 siendo el más representativo el 217 7 que es en el que se 5 Artículo 94. Se deposita el ejercicio del Poder Judicial de la Federación en una Suprema Corte de Justicia, en un Tribunal Electoral, en Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y en Juzgados de Distrito. … La ley fijará los términos en que sea obligatoria la jurisprudencia que establezcan los Tribunales del Poder Judicial de la Federación y los Plenos de Circuito sobre la interpretación de la Constitución y normas generales, así como los requisitos para su interrupción y sustitución. 6 Artículo 192.- La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas, es obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete el Pleno, y además para los Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los tribunales militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales. Las resoluciones constituirán jurisprudencia, siempre que lo resuelto en ellas se sustenten en cinco sentencias ejecutorias ininterrumpidas por otra en contrario, que hayan sido aprobadas por lo menos por ocho ministros si se tratara de jurisprudencia del pleno, o por cuatro ministros, en los casos de jurisprudencia de las salas. También constituyen jurisprudencia las resoluciones que diluciden las contradicciones de tesis de Salas y de Tribunales Colegiados. 7 Artículo 217. La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia de la Nación, funcionando en pleno o en salas, es obligatoria para éstas tratándose de la que decrete el pleno, y además para los Plenos de Circuito, los tribunales colegiados y unitarios de circuito, los Juzgados de Distrito, tribunales militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales. La jurisprudencia que establezcan los Plenos de Circuito es obligatoria para los tribunales colegiados y unitarios de circuito, los Juzgados de Distrito, tribunales militares y judiciales del orden común de las 16 establecen los órganos que la emiten y su obligatoriedad, pero básicamente establece lo mismo que el anterior 192, salvo la incorporación de la figura de los Plenos de Circuito, que resolverán las contradicciones que se presenten dentro de ciertas circunscripciones territoriales. (Ley de Amparo vigente) La jurisprudencia en México se integra por varios mecanismos, como son: reiteración; unificación y aquella emitida en acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales, mismos que se encuentran establecidos en la Ley de Amparo, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, y en la propia Constitución. (Martínez, 2013) 1.5.1. Jurisprudencia por reiteración Como su nombre lo indica es el procedimiento mediante el cual se integran la mayoría de las jurisprudencias, es mediante la resolución de cinco sentencias no interrumpidas por otra en contrario, y que sea aprobada por lo menos por ocho Ministros, si se tratara de jurisprudencia del Pleno, o por cuatro, en los casos de jurisprudencia de las Salas, y de las resoluciones que diluciden las contradicciones de tesis de Salas y de Tribunales Colegiados. (Anterior Ley de Amparo). En cuanto a las Salas de la SCJN, sus resoluciones constituirán jurisprudencia al ser aprobadas cuando menos por cuatro Ministros, y lo resuelto en ellas se sustente en cinco sentencias ininterrumpidas por otra en contrario. (Martínez, 2013) 1.5.2. Jurisprudencia por unificación Esta forma de creación de la jurisprudencia es totalmente distinta a la anterior y establece una forma de integración de la jurisprudencia con base en la unificación de criterios divergentes o que puedan resultar contradictorios. (Martínez, 2013) entidades federativas y tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales que se ubiquen dentro del circuito correspondiente… 17 Existe todo un procedimiento para llevar a cabo estas contradicciones de tesis. Se encuentra establecido en el artículo 107, fracción XIII 8de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: En tratándose de tesis de los Tribunales Colegiados de Circuito, pueden denunciar la contradicción, los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Procurador General de la República, los mencionados Tribunales o las partes que intervinieron en los juicios en que dichas tesis fueron sustentadas, esta denuncia se hace ante la Suprema Corte de Justicia, a fin de que el Pleno o la Sala respectiva, según corresponda, decidan la tesis que debe prevalecer como jurisprudencia. (Martínez, 2013) Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia sustenten tesis contradictorias en los juicios de amparo materia de su competencia, cualquiera de esas Salas, el Procurador General de la República o las partes que intervinieron en los juicios en que tales tesis hubieran sido sustentadas, podrán denunciar la contradicción ante la Suprema 8 Artículo 107. Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución, con excepción de aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases siguientes: XIII. Cuando los Tribunales Colegiados de un mismo Circuito sustenten tesis contradictorias en los juicios de amparo de su competencia, el Procurador General de la República, los mencionados tribunales y sus integrantes, los Jueces de Distrito o las partes en los asuntos que los motivaron podrán denunciar la contradicción ante el Pleno del Circuito correspondiente, a fin de que decida la tesis que debe prevalecer como jurisprudencia. Cuando los Plenos de Circuito de distintos Circuitos, los Plenos de Circuito en materia especializada de un mismo Circuito o los Tribunales Colegiados de un mismo Circuito con diferente especialización sustenten tesis contradictorias al resolver las contradicciones o los asuntos de su competencia, según corresponda, los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los mismos Plenos de Circuito, así como los órganos a que se refiere el párrafo anterior, podrán denunciar la contradicción ante la Suprema Corte de Justicia, con el objeto de que el Pleno o la Sala respectiva, decida la tesis que deberá prevalecer. Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sustenten tesis contradictorias en los juicios de amparo cuyo conocimiento les competa, los ministros, los Tribunales Colegiados de Circuito y sus integrantes, los Jueces de Distrito, el Procurador General de la República o las partes en los asuntos que las motivaron, podrán denunciar la contradicción ante el Pleno de la Suprema Corte, conforme a la ley reglamentaria, para que éste resuelva la contradicción. Las resoluciones que pronuncien el Pleno o las Salas de la Suprema Corte de Justicia así como los Plenos de Circuito conforme a los párrafos anteriores, sólo tendrán el efecto de fijar la jurisprudencia y no afectarán las situaciones jurídicas concretas derivadas de las sentencias dictadas en los juicios en que hubiese ocurrido la contradicción; 18 Corte de Justicia, que funcionando en Pleno decidirá cuál tesis debe prevalecer. (Martínez, 2013) Este precepto constitucional regula la creación de la jurisprudencia por unificación de criterios o contradicción de tesis como también se le suele llamar. Este tipo de jurisprudencia, a diferencia de la anterior, no requiere de un número reiterado de sentencias, pues una sola resolución basta para dilucidar dos o más criterios contradictorios. De igual manera ni la Constitución ni la Ley de Amparo establecen un número de votos para la unificación por lo que procede considerar una votación por mayoría simple y no una mayoría calificada. (Martínez, 2013) 1.5.3. Jurisprudencia emitida en acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales. Como consecuencia de la reforma constitucional en 1994, se crean dos medios más de control constitucional, así se establecen las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad. La primera de ellas, es decir las controversias constitucionales, versan sobre conflictos suscitados entre diversos órganos, poderes o entidades del Estado por invasión en sus respectivas esferas jurídicas. Y las segundas se refieren al procedimiento abstracto de control que el 33% de los integrantes de las cámaras legislativas federales y locales y de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, así como de los partidos políticos y el Procurador General de la República, demandan ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que ésta resuelva sobre la posible contradicción de una norma general o un tratado internacional y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su integridad y, en su caso, declare la invalidez total o parcial de aquéllos, a fin de garantizar la regularidad constitucional y la certeza del orden jurídico. (Martínez, 2013) No obstante las distintas formas de integración, la jurisprudencia tiene la finalidad de proporcionar seguridad jurídica al gobernado al establecer criterios que resuelven contradicciones de criterios y aclarar dudas dentro de la normatividad o donde fue omiso el legislador. 19 2. LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido la obligatoriedad de la jurisprudencia con base en el artículo 192 de la Ley de Amparo: "La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas, es obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete en Pleno, y además para los Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los tribunales militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo locales y federales..."; y esa obligatoriedad persiste hasta en tanto no exista otra tesis jurisprudencial con distinto criterio. [J]; 9a. Época; T.C.C.; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XV, Marzo de 2002; Pág. 1225 Los ordenamientos legales que dan a la jurisprudencia fundamento, obligatoriedad y competencia a los órganos encargados de emitirla, son la Constitución, la Ley de Amparo y la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Como ya se ha mencionado, el precepto constitucional es una norma programática que deriva la atribución de regular la obligatoriedad así como los requisitos para su interrupción y sustitución en la ley, que al respecto es la Ley de Amparo y la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Por su parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación remite a la Ley de Amparo para efectos de determinar que la jurisprudencia se regirá por las disposiciones de esta última, por lo que es la Ley de Amparo la que define lo atinente a esta figura. La anterior Ley de Amparo establecía la obligatoriedad de la jurisprudencia de Pleno y de Salas, la primera para las Salas y ambas para los Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los Tribunales militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y Tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales. 20 La nueva ley establece la figura de los Plenos de Circuito, que “…será esta instancia los que resolverán las contradicciones de tesis entre tribunales colegiados del mismo circuito y en esa medida ya la Corte no conocerá de esas contradicciones de tesis”. (Pardo Rebolledo: 2011) y para quienes también será obligatoria la jurisprudencia de Pleno y Salas del máximo tribunal. La jurisprudencia de los Plenos de Circuito es obligatoria para los Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito, los Juzgados de Distrito, Tribunales militares y judiciales del orden común de las entidades federativas y Tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales que se ubiquen dentro del circuito correspondiente, y no lo será para el Pleno, Salas y Tribunales de otros circuitos. Es importante mencionar que no obstante se menciona y se tiene presente que se modificó la jurisprudencia en la nueva Ley de Amparo, el análisis de la jurisprudencia en el presente trabajo se basa en la establecida en la anterior legislación, ya que las resoluciones y criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se analizan se emitieron en la vigencia de la anterior. 2.1. La seguridad jurídica como pilar de la jurisprudencia. Tradicionalmente la seguridad jurídica ha sido uno de los más importantes pilares de la justicia mexicana y se puede entender como lo menciona Peces-Barba “en su dimensión de justicia formal, la función de seguridad jurídica ayuda a limitar el voluntarismo del poder y a crear sensación de libertad en los ciudadanos. Es, por consiguiente, una dimensión esencial para la cohesión social y para la adhesión y el acuerdo de la ciudadanía con su sistema político y jurídico” (Peces-Barba, 2003:8). Se ha desarrollado toda una doctrina a su alrededor delimitando los aspectos que deben ser protegidos para salvaguardar, en su momento, las “garantías” de los gobernados. Uno de los criterios más importantes del Tribunal Constitucional mexicano, y alrededor del cual gira esta doctrina proteccionista de las “garantías”, ha sido que la jurisprudencia debe garantizar la seguridad jurídica, en el sentido que al aclarar el alcance de las normas, a través de cualquiera de las formas de su integración, prevé que 21 las autoridades no se excedan en el ejercicio de sus atribuciones y, en consecuencia, no vulneren las “garantías” de los gobernados. (Pelayo Gudiño, 2000) Ya que en cierta forma esta previsibilidad que otorga la jurisprudencia acota el actuar de las autoridades a lo que les está permitido por las normas, y en el caso de la jurisprudencia a lo que se establece vía interpretación. Analizando la opinión del ex-ministro Gudiño Pelayo en las reflexiones que realiza respecto de la obligatoriedad de la jurisprudencia, la considera como una interpretación inherente a la ley, y de trascendental importancia en el derecho mexicano, mencionando que: “el error consiste en considerar que la ley y la jurisprudencia son dos cosas distintas, cuando en realidad, la Jurisprudencia es la única forma válida como debe interpretarse la ley, es parte esencial de la ley, no un añadido por el cual el legislador pueda decidir que a unas obligue y a otras no. En otras palabras, la ley expresa exacta y únicamente lo que la Jurisprudencia afirma que dice, no tiene ni puede tener, otro sentido ni otro significado, (Pelayo Gudiño, 2000: 9,10) La formalidad que ha revestido la jurisprudencia es una característica del concepto que de la misma se tiene en el Tribunal Constitucional Mexicano, máxime si consideramos que se ha procurado otorgar seguridad jurídica a través de criterios establecidos previamente y que no sean volátiles, ya que esto genera consecuencias negativas al ciudadano generando incertidumbre. (Pelayo Gudiño, 2000) “La finalidad de la jurisprudencia es dar certeza jurídica a través del establecimiento de un criterio obligatorio en general, y dado lo estático de las normas y ante la necesidad de ir actualizando su interpretación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuenta con facultades amplísimas para transformar el criterio jurisprudencial respecto del cual se solicita su modificación.” “Por lo anterior, la variabilidad de la naturaleza de la jurisprudencia es un atributo de su propia naturaleza, en tanto que sólo así es posible adaptarla a la realidad social.”(Tesis: P. XIII/2004)9 9 JURISPRUDENCIA. ALCANCES DE LA FACULTAD DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN PARA MODIFICARLA. Los artículos 194 y 197 de la Ley de Amparo, facultan al Tribunal Pleno y a las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para modificar su jurisprudencia, para lo cual, como requisitos formales, se requiere solicitud de parte legítima, que previamente se haya resuelto el caso concreto y que se 22 Es importante resaltar que la jurisprudencia es una cuestión de previsibilidad de las normas, por medio del cual se otorga seguridad jurídica a los justiciables con la aplicación de criterios previamente establecidos y que son el resultado de la interpretación de expertos en el tema. Pero estos criterios no son absolutos, ya que como lo hemos planteado con anterioridad, se presentan situaciones en las que esta certeza jurídica o previsibilidad de las normas se ve afectada, como es el caso de la aplicación retroactiva de la jurisprudencia. Por lo que no se puede hablar de que la jurisprudencia es una institución que no admita excepciones a estos principios cuando por su propia naturaleza se presentan estas situaciones. Los criterios para establecer y modificar la jurisprudencia son complejos ya que por una parte generan seguridad jurídica para los gobernados, en el sentido de que las decisiones que interpretan la ley y generan jurisprudencia se someten a un proceso rígido, tanto en su conformación como en la modificación, y esta es una circunstancia expresen las argumentaciones jurídicas en que se apoya la pretensión de modificación. Ahora bien, la palabra "modificación" contenida en el indicado artículo 194, no está constreñida a su significado literal, conforme al cual sólo podrían cambiarse los elementos accidentales de la jurisprudencia sin alterar su esencia, sino que permite el cambio total de lo anteriormente sostenido, esto es, se trata no sólo de interrumpir un criterio jurídico, sino sustituirlo por otro que puede ser, inclusive, en sentido contrario, de manera que acorde con la intención del legislador, "modificar la jurisprudencia" significa cambiar de criterio, interrumpir la obligatoriedad de una tesis y emitir una nueva que la sustituya. Asimismo, es importante señalar que la jurisprudencia tiene, como primer efecto, la interpretación de las leyes que regulan el marco de actuación de las autoridades y las relaciones entre particulares, así como entre éstos y los órganos del Estado y, como segunda consecuencia, de igual trascendencia, dar certeza jurídica a través del establecimiento de un criterio obligatorio que vincule de manera general, de lo que se sigue que frente a lo estático de las disposiciones normativas y ante la necesidad de actualizar su interpretación la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuenta con facultades amplísimas para transformar el criterio jurisprudencial respecto del cual se solicita su modificación. Solicitud de modificación de jurisprudencia 3/2002. Magistrados integrantes del Décimo Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito. 9 de marzo de 2004. Unanimidad de diez votos. Ausente: Mariano Azuela Güitrón. Ponente: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Secretaria: María Dolores Omaña Ramírez. Novena Época, Registro: 181535, Instancia: Pleno, Tesis Aislada, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XIX, Mayo de 2004, Materia(s): Común, Tesis: P. XIII/2004, Página: 142 23 que favorece al momento de aplicar estos criterios ya que minimiza la diversidad y contradicción de criterios. Sin embargo, como más adelante se analizará, en la dicotomía que se presenta entre aplicar la jurisprudencia obligatoria de la SCJN o ejercer el control de convencionalidad ex oficio respecto de la misma, se observará si la previsibilidad de las normas puede coincidir con éste último, ya que también existe previsibilidad de las normas dentro de los criterios internacionales que se analizan al aplicar el control de convencionalidad a los casos concretos. Por lo que si se presentan contradicciones de criterios respecto de la realización de “control de convencionalidad” en jurisprudencia, se sigue la lógica que si este “control” puede hacerse respecto de leyes y normas, debiera poder hacerse también respecto de la jurisprudencia, ya que aunque el procedimiento de modificación es complejo, debe responder a las exigencias de la realidad que actualmente se vive, y siguiendo un enfoque que establece que la jurisprudencia, como las leyes no son inmutables y que deben evolucionar de acuerdo a la doctrina de los “estudios empíricos” “Esta doctrina critica la pretensión positivista de explicar el derecho como un fenómeno cerrado, coherente y lógico así como la pretensión de encontrar una sola respuesta neutral en el derecho.” (Pérez Correa, Madrazo Lajous, 2012:45) Para atender a las nuevas necesidades y cambios que se requieran como Nación y que son el espíritu de las reformas constitucionales de 10 de junio de 2011 y que esto no constituye una alteración del principio de seguridad jurídica. 3. LA DOCTRINA DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD. 3.1. Panorama de las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que dan origen al Control de Convencionalidad Después de la Segunda Guerra Mundial, se produjeron varios esfuerzos por parte de las Naciones para evitar que se repitieran las atrocidades que se dieron en este periodo. Bajo esta visión “se obtuvieron logros importantes y la Comisión de Derechos Humanos (creada en 1946 y convertida en Consejo en 2006) se encargó de la redacción 24 de lo que se convertiría en la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en París por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948.” (Ferrer Mac-Gregor, 2012-2014:20) A través de la creación de organismos y tratados internacionales que tienen como misión llevar a cabo la regulación de los derechos humanos se ha logrado a nivel mundial un avance en materia de su protección. En el sistema interamericano se fomentó la regionalización del derecho internacional de los derechos humanos, a partir de 1948, con la aprobación de la Carta de la Organización de los Estados Americanos y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. Como resultado de esta tendencia, se suscribió en 1969 la Convención Americana sobre Derechos Humanos en San José de Costa Rica, entrando en vigor en 1978; instrumento que forma el pilar de los derechos humanos a nivel latinoamericano y se complementa con sus protocolos adicionales. (Ferrer Mac-Gregor, 2012-2014). La Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Costa Rica, comenzó sus actividades en 1979, desempeñando la función de proteger y vigilar el cumplimiento de los derechos humanos en los Estados miembros, ya sea mediante su función jurisdiccional, a través de la cual evalúa la responsabilidad de los Estados en materia de cumplimiento de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, o la consultiva, que es la función en la cual los Estados pueden conocer el funcionamiento de la Convención. (CorteIDH.org, 2013) La CIDH es el órgano encargado de interpretar la Convención Americana de Derechos Humanos, cuenta con una competencia contenciosa, y, conoce de los casos paradigmáticos que puedan ser orientadores en la aplicación de la Convención por parte de los Estados miembros. (García Ramírez: 2011) Y es en el marco del ejercicio de sus funciones como protector del cumplimiento de los derechos humanos, que se gesta el control de convencionalidad. 25 3. 2. Origen del Control de Convencionalidad La doctrina del control de convencionalidad nace en las Américas como herramienta de protección de los derechos humanos, y tiene su origen hace aproximadamente una década, con la obligación de adopción de medidas por parte de los Estados. El término como tal fue acuñado en el 2006 a través de su jurisprudencia por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. (Ibañez, 2012) La obligación de adopción de medidas por parte de los Estados para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos se encuentra consagrada en distintos ordenamientos como son: 1. El artículo 1.1 de la CADH que obliga a los Estados Parte a respetar y garantizar, sin discriminación alguna, el libre y pleno ejercicio de los derechos y libertades contenidos en ella. (CADH) 2. El artículo 2 de la CADH que establece el deber estatal de adoptar disposiciones de derecho interno para hacer efectivos los derechos y libertades reconocidos en dicho tratado. (Ibáñez Rivas, 2012) 3. El Artículo 2 del PIDESC, donde se establece el compromiso de adoptar las medidas, hasta el máximo de recursos disponibles, incluyéndose medidas legislativa, técnicas, económicas, etc. (PIDESC) 4. El artículo 27 de la Convención de Viena, donde se establece que los Estados deben cumplir con lo establecido en los tratados sin poder excusar este cumplimiento en su derecho interno. La adopción de medidas que garanticen los derechos humanos por parte de los Estados, es una labor ardua que conlleva un procedimiento gradual que requiere de dirección y lineamientos, ya que esta tarea debe llevarse a cabo en todos los ámbitos, económicos, legales, sociales, etc., por lo que se ha ido desarrollando en la CIDH una labor de interpretación de la Convención que tiene como objetivo facilitar y permear en las instituciones su cumplimiento y el respeto de los derechos humanos, para lo cual se ha dado a la tarea de introducir el ejercicio del control de convencionalidad en los 26 Estados miembros a través del ejercicio de la función de todas las autoridades dentro del ámbito de su competencia. (CorteIDH.org, 2013) Como se menciona en líneas arriba, la CIDH es el órgano encargado de interpretar la Convención, pero su labor no se ha limitado a este ordenamiento, ha ido más allá de ello, haciendo relevantes otro tipo de ordenamientos internacionales en materia de derechos humanos, en la interpretación de las sentencias, con el objeto de que no se acote la protección de los derechos humanos a la CADH, como lo estableció la propia CIDH en la resolución del caso Trabajadores cesados del Congreso vs Perú: “[…] al referirse a un “control de convencionalidad” […] la Corte Interamericana ha tenido a la vista la aplicabilidad y aplicación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José. Sin embargo, la misma función se despliega, por idénticas razones, en lo que toca a otros instrumentos de igual naturaleza, integrantes del corpus juris convencional de los derechos humanos de los que es parte el Estado: Protocolo de San Salvador, Convención para Prevenir y Sancionar la Tortura, Convención de Belém do Pará para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, Convención sobre Desaparición Forzada, etcétera. De lo que se trata es de que haya conformidad entre los actos internos y los compromisos internacionales contraídos por el Estado, que generan para éste determinados deberes y reconocen a los individuos ciertos derechos.” (García Ramírez: 2011:136) Por lo que no solamente debe considerarse a la CIDH como intérprete de la Convención, “…el control de convencionalidad no se ciñe a la tutela de la Convención Americana sobre Derechos Humanos… También puede haber control de convencionalidad respecto de otros convenios, como los pactos internacionales de derechos civiles y políticos y de derechos económicos y sociales.” (Sagues, Pedro, 2009:417), sino como un órgano que armoniza distintos ordenamientos en aras de conseguir la finalidad y el “efecto útil” de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y demás instrumentos y fuentes en materia de derechos humanos, como son el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, las opiniones consultivas, la Convención de Viena, etc., ya que todos ellos proporcionan lineamientos para la implementación de los derechos humanos. (Sagües, Pedro, 2009) 27 Consecuentemente se puede considerar que el origen del control de convencionalidad radica en el deber de adoptar medidas a cargo de los Estados y que el ejercicio del “control de convencionalidad” no se debe acotar al contenido de la CIDH, ya que la protección de los derechos humanos debe verse como algo integral, de lo contrario no se estaría obteniendo una protección completa. 3.3 Definición y Objetivo del Control de Convencionalidad La Corte Interamericana ha definido el “Control de Convencionalidad” como una “herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio por los órganos del Poder Judicial, complementaria al control de constitucionalidad, que permite garantizar que la actuación de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado respecto del tratado del cual es parte.” (Ibañez Rivas; 2012:108) El “control de convencionalidad” ha sido una herramienta fundamental para que la Corte Interamericana impulse el cumplimiento de las obligaciones en materia de derechos humanos a cargo de los Estados, ya que mediante su aplicación se busca que se avance progresivamente en el cumplimiento y reconocimiento de los mismos, ya sea mediante la modificación de su legislación, sus instituciones, políticas o todo aquello que obstaculice el goce efectivo de las libertades y los derechos humanos. (Ibañez Rivas; 2012) El objetivo del “control de convencionalidad” es determinar si la norma nacional enjuiciada a través de la Convención Americana sobre Derechos Humanos es o no “convencional”, esto es, acorde con tal Convención (Corte Interamericana de Derechos Humanos, Boyce y otros vs. Barbados, considerando 78). Si lo es, el juez la aplica. Caso contrario, no, por resultar “inconvencional. (Rey Cantor, 2008:461). Este objetivo refleja el espíritu de la Corte Interamericana de permear la interpretación de la Convención para efectivizarla, buscando en todo momento garantizar que prevalezcan los derechos humanos y se aplique aquella norma que beneficie más a la 28 persona, para lograr una aplicación de la ley, más justa y efectiva, y, garantizar así el estado de derecho. Para poder conseguir el objetivo de permear los derechos humanos a través de la aplicación de los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, se ha implementado la doctrina del “control de convencionalidad” como la carta fuerte de la Corte Interamericana utilizándola como una de las herramientas más prácticas e inmediatas para elaborar un ius commune en la región, en particular en cuanto una visión homogénea en materia de derechos fundamentales. (Pérez Tremps, 2005, citado por Sagües Pedro, 2009:451) Como se ha mencionado, el “control de convencionalidad” ha ido consolidándose como una importante herramienta para la protección de los derechos humanos y respondido a su objetivo de garantizar el “efecto útil” de la Convención Americana, ya que su evolución y naturaleza ha permitido que sea una figura compatible con los ordenamientos jurídicos de las Naciones que deberán implementarlo, y ofrece la posibilidad de una interpretación concentrada a manos de la Corte Interamericana que sirve de parámetro para que los Estados puedan llevar a cabo un control de convencionalidad a nivel doméstico. “Las razones dadas por la Corte Interamericana para sentar el control de convencionalidad son dos, y ambas de derecho internacional: i) el efecto útil de las obligaciones internacionales, que deben ser cumplidas de buena fe; ii) no es posible alegar el derecho interno para incumplirlas, conforme el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.” (Sagües Pedro, 2009:452) Los fallos de la Corte Interamericana al ir avanzando en la creación de una figura que permitiera aplicar los derechos humanos y garantizar el “efecto útil” de la CADH, delimitaron las características principales del “Control de Convencionalidad”: El control de convencionalidad debe ser una revisión de la aplicación de las normas internas a la luz de lo establecido por la Convención Americana sobre Derechos Humanos y demás instrumentos y fuentes en materia de Derechos 29 Humanos, como son el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, las opiniones consultivas, la Convención de Viena, etc. El control de convencionalidad debe ser “ex oficio” Debe ser llevado a cabo por todas las autoridades en el ámbito de sus respectivas competencias Lo cual se entiende en la necesidad de hacer real la aplicación de los derechos humanos por parte de las autoridades de los Estados miembros en el ámbito de sus competencias, y la no excusa del derecho interno para incumplir con esta obligación. Ciertamente, se necesita que exista un instrumento que pueda garantizar el efecto útil de las obligaciones internacionales y que los lineamientos en materia de derechos humanos se cumplan y no queden en letra muerta, y que puedan ser implementados sin que exista algún impedimento de carácter normativo interno. Por lo que debió idearse un mecanismo que desempeñara estas funciones y permitiera establecer los estándares de derechos humanos establecidos en la CADH y los protocolos e instrumentos relacionados, para que estos sean aplicados en los Estados. 3.4. Resoluciones de la CIDH que delimitan la aplicación del Control de Convencionalidad. La evolución del “control de convencionalidad” como medida orientada al cumplimiento de las obligaciones estatales de respeto, garantía y adecuación contempladas en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Ibañez Rivas, 2012: 103) ha venido desarrollándose a partir de sus inicios en 2006 con las resoluciones de la Corte Interamericana, incrementándose en 2010 y 2011, al establecer el control de convencionalidad “ex oficio”, y “puntualizado cuáles son los actores estatales obligados a su aplicación, así como la necesidad de su ejercicio sobre las decisiones mayoritarias en contextos democráticos, y, la verificación que la CIDH puede realizar sobre el control de convencionalidad que alegan haber ejercido los Estados a nivel interno.” (Ibáñez Rivas, 2012:104) 30 Los fallos que han conformado y delimitado las características del “control de convencionalidad” han constituido los lineamientos y parámetros a seguir a nivel internacional, los cuáles deben ser conocidos para saber cómo aplicar correctamente esta herramienta. Ya que han conformado un sistema de precedentes que constituye la jurisprudencia de la CIDH como una herramienta que deben observar los Estados miembros, ya sea con carácter vinculante u orientador para realizar el “control de convencionalidad” y llevar a cabo la finalidad de protección de los derechos humanos. La Corte Interamericana comenzó a establecer el “control de convencionalidad” a partir del año 2006 a través de los fallos que emitía y que constituyen su jurisprudencia, iniciando en el caso “Almonacid Arellano y otros vs el Gobierno de Chile” de 26 de septiembre de 2006, en donde lo estableció como una obligación a cargo de los jueces internos al mencionar que el “Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos” (Almonacid Arellano y otros vs. Chile, 2006: 124). En los casos de “La Cantuta vs Perú” de 29 de noviembre de 2006, y en “Boyce y otros vs Barbados” de 20 de noviembre de 2007, se establece que el “control de convencionalidad” está basado en el principio de buena fe y que con fundamento en el artículo 27 de la Convención de Viena sobre los Tratados, los Estados deben cumplir con lo establecido en estos sin poder excusar este cumplimiento en su derecho interno (La Cantuta vs Perú, 2007: 173). En el caso “Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs Perú” de 24 de noviembre de 2006 –reiterada en el caso “Fermín Ramírez y Raxcacó Reyes vs Guatemala” de 9 de mayo de 2008, se precisan y afinan, parcialmente, los contornos del “control de convencionalidad”, en donde se establece la característica “ex oficio” que se traduce en realizar el ejercicio del control de convencionalidad aunque no lo soliciten las partes. (Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú, 2006: 63) 31 Finalmente en el caso “Cabrera García y Montiel Flores vs México” y “Gelman vs Uruguay” se señala que “todos los órganos” del Estado, ya no solo los de carácter jurisdiccional deben ejercer el control de convencionalidad. (Cabrera García y Montiel Flores vs. México, 2010: 225) y (Caso Gelman vs. Uruguay, 2010: 193) Con lo que establece el parámetro que cada autoridad debe observar el respeto a los derechos humanos desde el ámbito de su competencia. 10 En todos ellos se advierte el desarrollo del “control de convencionalidad”, ya que de la aplicación de una “especie” de “control de convencionalidad” que reflejaba el inicio del concepto, al “control de convencionalidad” “ex oficio”, se observa la evolución y fuerza del desarrollo de esta doctrina, y cómo se ha reflejado en las resoluciones señaladas. 3.5. Base normativa del Control de Convencionalidad. La base normativa del control de convencionalidad se encuentra en el artículo 1.1 de la Convención Americana el cual obliga a los Estados Parte a respetar y garantizar, sin discriminación alguna, el libre y pleno ejercicio de los derechos y libertades contenidos en ella. (CADH) “Los arts. 1º y 2º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, o Pacto de San José de Costa Rica, sientan “deberes” específicos para los Estados a ella adheridos. El primero, esencialmente, establece dos: a) respetar los derechos de la Convención, y b) garantizarlos, sin discriminación alguna. A su turno, el art. 2º les obliga a adoptar” disposiciones legislativas o de otro carácter” necesarias para efectivizar aquella garantía. Aquí se alude al “efecto útil” que debe tener el Pacto.” (Sagües Pedro, 2010:118) Para complementar y hacer efectiva esta obligación, se establece en el artículo 2° de la Convención el deber estatal de adoptar disposiciones de derecho interno para hacer efectivos los derechos y libertades reconocidos en dicho tratado. (Ibáñez Rivas, 2012) 10 En el Anexo 1 se presenta un esquema sobre los apartados que contienen lo establecido en las diferentes resoluciones mencionadas. 32 “La Corte ha interpretado que tal adecuación implica la adopción de medidas en dos vertientes: (i) la supresión de las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la Convención o que desconozcan los derechos allí reconocidos u obstaculicen su ejercicio y (ii) la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de dichas garantías” La obligación de adoptar medidas a cargo del Estado también se encuentra establecida en el Artículo 2° del PIDESC, donde se establece el compromiso de establecer las medidas, hasta el máximo de recursos disponibles, incluyéndose medidas legislativa, técnicas, económicas, etc. (PIDESC). Así como del artículo 27° de la Convención de Viena, donde se dispone que los Estados deban cumplir con lo establecido en los tratados sin poder excusar este cumplimiento en su derecho interno. 3.6. Control de Convencionalidad Concentrado y Difuso El control de convencionalidad tiene dos manifestaciones: inspiradas en el control de constitucionalidad, la “concentrada y la difusa, la primera inspirada en la jerarquía de las normas y en la especificidad que la interpretación de la Constitución como máximo ordenamiento nacional requiere, está reservada a un órgano supremo, que de acuerdo a García Ramírez no debe ser parte del sistema jurisdiccional del país, y debe ser el encargado de realizar este control vedado a los otros órganos jurisdiccionales. Por otra parte, el control difuso, es aquel que le permite a todos los órganos jurisdiccionales llevar a cabo el control constitucional. (García Ramírez, 2011) Este conceptualización fue trasladada al ámbito internacional dando como resultado el “control de convencionalidad” de carácter “concentrado” a cargo de la Corte Interamericana, en sede internacional, pero no con carácter exclusivo, ya que la propia CIDH ha trasladado esta posibilidad mediante otra de carácter “difuso” que debe ser llevada a cabo por los jueces nacionales, en sede interna. (García Ramírez, 2011) Se puede decir que la primera es la facultad exclusiva que tiene la Corte Interamericana como el intérprete máximo de la Convención para resolver los casos 33 que llegan a su jurisdicción y establecen las interpretaciones que de la misma realiza este órgano frente a este control concentrado, o como dice Ferrer Mac-Gregor: “La primera obedece a las facultades inherentes de la Corte Interamericana al resolver los casos contenciosos sometidos a su consideración, en cuanto guardián e intérprete final de la Convención Americana. Es en realidad un control “concentrado” de convencionalidad, al encomendarse a dicho órgano jurisdiccional la facultad exclusiva de “garantizar al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados” y “reparar las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”; todo lo cual, cuando “decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos por esta Convención” (artículo 63, CADH), teniendo dicho fallo carácter “definitivo e inapelable” (artículo 67, CADH); por lo que los Estados “se comprometen a cumplir con la decisión de la Corte en todo caso de que sean partes” (artículo 68.1, CADH)”. (Ferrer Mac-Gregor, 20122014:29) Y la segunda, como aquella que deben realizar los jueces domésticos o de los Estados miembros que han aceptado la jurisdicción de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, como control de convencionalidad difuso, y, que consiste en que éstos realicen un análisis de la aplicación de las normas internas a los casos que se les presenten y revisen si ésta es compatible con lo establecido por la Convención y demás instrumentos protectores de derechos humanos. (Ferrer Mac-Gregor, 2012-2014) La divergencia entre ambos tipos de control lo delimita el autor García Ramírez en su obra “Control de Convencionalidad” al diferenciar el control original o externo y el control interno de convencionalidad “El control propio, original o externo de convencionalidad recae en el Tribunal supranacional llamado a ejercer la confrontación entre actos domésticos y disposiciones convencionales, en su caso, con el propósito de apreciar la compatibilidad entre aquéllos y éstas” (García Ramírez, 2011:126) Este control tiene por objetivo confrontar el derecho internacional o convencional con la aplicación que los Estados miembros hacen de los derechos humanos, en sus respectivas competencias, y delimitar lineamientos en materia de derechos humanos para que en caso de que se haya cometido una violación a estos, se modifique la situación que la propició. “En definitiva, ese control incumbe, original y oficialmente, a la Corte IDH 34 cuando se trata de examinar casos de los que aquélla conoce y a los que aplica normas conforme a su propia competencia material. De ahí que haya aludido a un control propio, original o externo.” (García Ramírez, 2011:126), ya que esta situación permite que un solo Tribunal supranacional defina los criterios que determinen la última interpretación de la CIDH. Se puede ver que este concepto de control de convencionalidad original deriva de la facultad que debe ejercer la Corte Interamericana como institución garante de los derechos humanos en el sistema interamericano, como Tribunal que dicta la última palabra en los casos internacionales, cuya decisión marca los lineamientos a seguir en esta materia, y, finalidad es proporcionar “la emisión de criterios jurisdiccionales que sean recibidos y multiplicados en el ámbito interno a través de diversos mecanismos de recepción.” (García Ramírez, 2011:131) Ahora bien, este “control interno de convencionalidad” también obedece a la necesidad de que exista congruencia entre las decisiones vinculantes en materia de derechos humanos, por lo que es importante que el Tribunal que las emita sea congruente en estos fallos y no genere algunos que puedan ir en contra de lo ya establecido. De ahí la necesidad que sea la Corte Interamericana, como último interprete de la Convención Americana, la que lleve a cabo este control concentrado y pueda decidir sobre los asuntos que se sometan a su jurisdicción, estableciendo con ello los precedentes a seguir. (García Ramírez; 2011) Con este mecanismo, “El control de convencionalidad entraña la aplicación del orden supranacional, nacionalmente aceptado y colectivamente formulado, en lo que toca a definiciones de derechos y libertades, asignación de responsabilidades y consecuencias jurídicas de los hechos ilícitos contraventores de aquel orden.” (García Ramírez, 2011: 128), con lo que se puede ir formando un sistema de precedentes interamericano en materia de derechos humanos, que determine los estándares de su aplicación entre los Estados miembros. 35 4. EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD COMO BASE DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Una vez establecido el origen y desarrollo del control de convencionalidad es importante señalar, para conocer sus alcances y actual funcionamiento, que el “control de constitucionalidad” fue la inspiración para crear el “control de convencionalidad”, ya que su labor como instrumento de control de leyes domésticas de los Estados, en base a lo establecido en las normas constitucionales, fue el ejemplo utilizado para poder llevar a cabo la tarea de implementación de los derechos humanos garantizados por la CADH, a través del control de convencionalidad. Rodrigo Uprimny, define al “bloque de constitucionalidad” en el sentido que “las normas constitucionales no son solo aquellas que aparecen expresamente en la Carta, sino también aquellos principios y valores que no figuran directamente en el texto constitucional, pero a los cuales, la propia Constitución remite y que integran entonces el llamado “Bloque de Constitucionalidad” (Uprimny, 2008:25). Se dice que la expresión “bloque de constitucionalidad” tuvo su origen a mediados de los setenta en el derecho francés, cuando su “Consejo Constitucional, para declarar la invalidez de una norma consideró que ésta debía ser analizada no sólo a la luz de la Constitución francesa de 1958, sino también de la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, ya que en el preámbulo de la Constitución se hacía referencia a la Declaración. (SCJN, Rueda) Progresivamente, este concepto comenzó a permear en otras naciones europeas, como España, e incluso en algunas como Austria, Italia y Alemania se incluyen los ordenamientos internacionales como parte del cuerpo constitucional y jurídico interno. Por su parte, en América Latina, esta doctrina se desarrolló preponderantemente en Colombia, con sus consabidas reticencias, sin embargo, no fue sino hasta que entro en vigor la Constitución de 1991 cuando comenzó a utilizarse el concepto de “bloque de constitucionalidad”. (SCJN, Rueda) 36 Fue a mediados de 1995, cuando la Corte Colombiana dictó en la sentencia C225/95, la composición de lo que actualmente conciben como “bloque de constitucionalidad”: “El bloque de constitucionalidad está compuesto por aquellas normas y principios que, sin aparecer formalmente en el articulado del texto constitucional, son utilizados como parámetros del control de constitucionalidad de las leyes, por cuanto han sido normativamente integrados a la Constitución, por diversas vías y por mandato de la propia Constitución. Son pues verdaderos principios y reglas de valor constitucional, esto es, son normas situadas en el nivel constitucional, a pesar de que puedan a veces contener mecanismos de reforma diversos al de las normas del articulado constitucional stricto sensu.” (Uprimny, 2008:47) Esta importante labor se ha venido desarrollando por la Corte Interamericana, quien ha ido delimitando mediante sus fallos estrategias para lograr el cumplimiento de los derechos humanos en las Naciones a través del control de convencionalidad. Y la finalidad que se persigue es lograr que en el proceso de llevar a cabo la labor de integración de los derechos humanos en el actuar del Estado como ente de derecho, el “control de convencionalidad” sea considerado como una valiosa herramienta y, que junto al concepto de “Bloque de Constitucionalidad” que implica la integración de los tratados internacionales e instrumentos que contienen derechos humanos, se perfilen como avances importantes en la incorporación de los estándares internacionales de los Derechos Humanos a las Naciones. (Sagües Pedro, 2009). Y es con el objetivo de que los tratados internacionales e instrumentos en materia de derechos humanos refuercen su carácter vinculante, que en los sistemas jurídicos de algunos países miembros se ha llevado a cabo la integración de los tratados, protocolos e instrumentos en materia de Derechos Humanos a nivel constitucional o supraconstitucional para poder conformar el “bloque de constitucionalidad” y poder otorgarles fuerza y un mayor nivel de exigibilidad, para ir superando las barreras de algunos de los Estados. (Uprimny Yepes, 2008) 37 No obstante la intención, se ha visto que en el desarrollo del control de convencionalidad, una de las dificultades que ha enfrentado el acatamiento de la CADH y demás instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, es que esta normatividad, si bien en la teoría forma parte del ordenamiento de los países que la han ratificado, en la práctica no era considerada como parte de su legislación, ya fuera por desconocimiento, por ser algo relativamente nuevo o por ser un ordenamiento internacional, no lo veían como vinculante y por tanto no era observada, o no como debiera. (Uprimny Yepes, 2008) Derivado de lo anterior, la introducción del “control de convencionalidad” no ha sido fácil, ya que implica un esfuerzo adicional a la ya de por sí pesada labor que realizan los órganos jurisdiccionales, y adicional a lo anterior, una de las barreras que ha enfrentado este control, es la consideración de la autonomía de los Estados para determinar la jerarquía normativa de los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos dentro de su sistema jurídico como limitante para su aplicación. Esta problemática se ha solventado en algunos países con la modificación de su legislación para permitir su ingreso al régimen constitucional, como en el caso mexicano. Esto ha sido un gran avance para los derechos humanos ya que su inclusión en esta jerarquía normativa ha permitido que puedan ser considerados parte del “bloque de constitucionalidad”. Otra forma de afrontar esta problemática es la que ha sido adoptada por algunos Estados que incluso lo han puesto jerárquicamente por encima de la Constitución, como ha sucedido en países como Honduras y Guatemala, Costa Rica (establecido en su jurisprudencia) con lo que resultaría en un orden de supra constitucionalidad que soluciona el problema de aplicación de las normas de derechos humanos. (Sagúes, Pedro, 2009) Este problema de aplicación del control de convencionalidad es considerado por el autor Pedro Sagües como su talón de Aquiles ya que el hecho de que en algunos países los tratados internacionales sean consideradas normas inferiores a la Constitución puede acarrear que no puedan proteger los derechos humanos debido a la jerarquía. No 38 obstante, el mismo autor propone como solución considerar “el bien común internacional (en este caso, el bien común regional) se erige como un valor superior al bien común nacional, y que tal cotización, planteada en la esfera de la estimativa jurídica, obliga en la dimensión normativa del derecho a preferir al Pacto sobre la Constitución. O en el extremo que no se pueda conciliar las posturas nacionalistas con el bien común regional, al Estado que no esté dispuesto a pagar el precio de compatibilizar su normatividad con los estándares establecidos internacionalmente, para sumarse al proceso integrador en el ámbito de los derechos humanos, le quedará la salida honrosa (si decide afrontar el costo jurídico y político que ella también tiene) de denunciar la Convención Americana, e irse de él según el trámite de retiro. Lo que no parece honroso es ratificar el Pacto y después argumentar que no cumple alguna de sus cláusulas porqué ella no coincide con su Constitución. (Sagües Pedro, 2009:457-458). No obstante las consideraciones anteriores sobre la jerarquía de los tratados internacionales, la aplicación del “control de convencionalidad” todavía suscitará muchas discusiones en su aplicación, lo importante es resaltar que como herramienta en pro de la defensa de los derechos humanos también tiene mucho que aportar. 4.1. El “Control de Constitucionalidad “en México. La figura del control de constitucionalidad es muy importante en México y puede definirse en términos muy claros como “la capacidad que se les da a algunos jueces para declarar inválida una ley, reglamento, o un acto de la autoridad política cuando contravengan la constitución.” (Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014:18) Para efectos de conocer cómo puede apoyar esta figura el ejercicio del control de convencionalidad podemos decir, que no obstante que en los últimos años el control de constitucionalidad ha tenido mucho auge, ha sido una figura muy discutida en México, ya que hasta hace poco, derivado de una interpretación jurisprudencial, su ejercicio se hacía de manera “concentrada” ya que se encontraba exclusivamente supeditado al Poder Judicial de la Federación. (Varios 912/2010:137) 39 Este “control concentrado” derivó de la interpretación del Tribunal Constitucional al artículo 133 de la Constitución y de su jerarquía, ya que se consideró en su momento que como máximo ordenamiento nacional debía tener un solo intérprete. El argumento fue en su momento que “la constitucionalidad en el orden jurídico del Estado Mexicano se realiza por vía de acción, a través del juicio de amparo, cuyo conocimiento se encomienda solo al Poder Judicial de la Federación, el cual ejerce facultades de control constitucional que le son encomendadas de manera exclusiva.”(SCJN, Exp. 22/2011) Postura que se mantuvo hasta antes de las decisiones de julio de 2011, y que poco a poco se ha ido tornando en un “control de constitucionalidad difuso”, permitiendo que el control de constitucionalidad se lleve a cabo por un número mayor de juzgadores atendiendo a su jerarquía. A partir de la reforma de diez de junio de dos mil once en materia de derechos humanos, y, tomando en consideración que el artículo primero constitucional establecía que todas las autoridades deben en el ámbito de sus competencias cumplir con las obligaciones a su cargo, dio pie a una apertura en el ejercicio del control concentrado al control difuso de constitucionalidad e incluso se ordenó en el mismo expediente varios 912/2010, la modificación de la jurisprudencia P./J. 74/199911 que sostuvo la posición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del control de constitucionalidad concentrado, ya que se encontraba desfasada por la realidad establecida en México, a partir de la reforma. 11 “CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE NORMAS GENERALES. NO LO AUTORIZA EL ARTÍCULO 133 DE LA CONSTITUCIÓN. El texto expreso del artículo 133 de la Constitución Federal previene que "Los Jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados.". En dicho sentido literal llegó a pronunciarse la Suprema Corte de Justicia; sin embargo, la postura sustentada con posterioridad por este Alto Tribunal, de manera predominante, ha sido en otro sentido, tomando en cuenta una interpretación sistemática del precepto y los principios que conforman nuestra Constitución. En efecto, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que el artículo 133 constitucional, no es fuente de facultades de control constitucional para las autoridades que ejercen funciones materialmente jurisdiccionales, respecto de actos ajenos, como son las leyes emanadas del propio Congreso, ni de sus propias actuaciones, que les permitan desconocer unos y otros, pues dicho precepto debe ser interpretado a la luz del régimen previsto por la propia Carta Magna para ese efecto. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Pleno, vol. X, agosto de 1999, p. 5.” 40 El control de constitucionalidad ha sido el ejemplo para crear el “Control de Convencionalidad” como una herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio para los órganos del Poder Judicial, complementaria al Control de Constitucionalidad, que permite garantizar que la actuación de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado respecto del tratado del cual es parte. (Ibañez Rivas; 2012:108) y ha sido una herramienta de gran utilidad para la implementación de los derechos humanos. 4.2. El Bloque de Constitucionalidad como herramienta del Control de Constitucionalidad En este contexto de control de constitucionalidad ahora difuso se ha presentado en nuestro país, una especie de “Bloque de Constitucionalidad”, derivado de lo establecido en el artículo primero, cuando dispone a groso modo que las personas gozaran de los derechos humanos contenidos en la Constitución y en los Tratados Internacionales de los que el Estado mexicano sea parte, por lo que tácitamente se elimina la jerarquía entre los derechos humanos contenidos en una u otros.12 Al pasar a formar parte los derechos humanos establecidos en los Tratados Internacionales, de este “Bloque de Constitucionalidad”, se eliminan las antiguas jerarquías entre derecho “interno” e “internacional”, por lo que estas “disposiciones del derecho internacional (de los derechos humanos) deben ser aplicadas cuando resulten 12 Los debates de la contradicción de tesis 293/2011, que dieron origen a las tesis jurisprudenciales del 3 de septiembre de 2013. DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES CONSTITUYEN EL PARÁMETRO DE CONTROL DE REGULARIDAD CONSTITUCIONAL., y VINCULANTE PARA LOS JUECES MEXICANOS SIEMPRE QUE SEA MÁS FAVORABLE A LA PERSONA., se dieron en el marco de la discusión sobre la posición jerárquica de los tratados internacionales en materia de derechos humanos en relación con la Constitución, respecto de la cual los primeros tradicionalmente se han posicionado por debajo de la Constitución, y encima de las leyes generales, por lo que el debate es si a raíz de las reformas constitucionales de 2011, al artículo 1°,esto aplica a las disposiciones en materia de derechos humanos, llegando a la conclusión de que no existe jerarquía o distinción entre los derechos humanos reconocidos en la Constitución y los derechos reconocidos por el Estado mexicano vía los tratados internacionales. Por otra parte, el segundo punto de discusión consistió en determinar si los criterios interpretativos contenidos en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos son orientadores u obligatorios para los jueces nacionales, a lo cual concluyeron que si son vinculantes. 41 más benéficas para el individuo, incluso a pesar de la estipulación diferente —que es una hipótesis infrecuente— contenida en el texto de la ley suprema” (García Ramírez; 2011, 133) en atención al principio pro-homine. Podemos ver que esta “hipótesis infrecuente”, que se refiere a que una norma nacional puede producir una interpretación que no beneficie a los derechos humanos de los individuos se presenta más común de lo que debiera, como puede darse en el caso del arraigo, que en su momento fue interpretada bajo otros estándares y principios de los que prevalecen ahora. Aplicando la doctrina del “Bloque de Convencionalidad”, “esas disposiciones poseerían rango constitucional (o supraconstitucional) y excluirían la aplicación de las previstas expresamente en la ley fundamental”, (García Ramírez; 2011, 133) con lo que se ganaría terreno en la interpretación de las sentencias a la luz de los derechos humanos. Así entonces podemos decir que nuestro “Bloque de Constitucionalidad” funciona como una integración de las normas e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos que no están formalmente incluidas dentro de la Constitución, pero que deben considerarse para la defensa de los derechos, en el ejercicio de este “Control de Constitucionalidad” que realizan todos los Estados, ya que así se encuentra ordenado dentro de la propia Constitución. (García Ramírez; 2011) Y que estos preceptos están legitimados para ser incluidos como parámetros y ordenamientos obligatorios dentro de este “Control de Constitucionalidad” pues como ya se vio el “Bloque de Constitucionalidad” está integrado por varios ordenamientos y no son exclusivamente los mandatos constitucionales los que se deben tener en cuenta al resolver una controversia judicial, lo cual permite una mayor tutela de los derechos humanos fundamentales al resolver un caso concreto. (SCJN, Rueda: 22) 42 CAPÍTULO II LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA COMO CRITERIO PARA GENERAR RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA EN EL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL. 1. EL RETO DE LOS JUZGADORES EN MÉXICO PARA AFRONTAR LAS REFORMAS EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD. El reto al que se enfrentan los juzgadores en México para aplicar las reformas en materia de derechos humanos es enorme. Por una parte es ir contracorriente con un sistema de justicia tradicional que se encuentra enfocado en la impartición de justicia tradicional, basada en la Constitución como máximo ordenamiento jurídico, en la protección de las “garantías individuales” y el respeto del “interés jurídico”, y que en ocasiones se dificulta responder a las necesidades de un sistema de impartición de justicia efectivo, por la gran carga de trabajo a la que se ven sometidos y por la demanda de rapidez en la resolución de los asuntos, lo cual redunda en los consabidos sobreseimientos o amparos para efectos13. Por otra parte, la actualización y capacitación, implica una labor titánica que deben llevar a cabo los impartidores de justicia, ya que la reforma constitucional al ampliar e internacionalizar la inclusión de los derechos, genera que deben conocer los tratados, protocolos e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, aplicarlos y cambiar todo el esquema de impartición de justicia, enfocándose a la protección de los derechos humanos. (Artículo 1° Constitucional) Por lo que derivado de la reforma constitucional, y de la observancia de las obligaciones del Estado, los juzgadores deben llevar a cabo su labor tomando en 13 Se considera amparo para efectos cuando los conceptos de violación son fundados y se refieren a violaciones procesales cometidas durante el procedimiento o dentro de la propia resolución reclamada, como por ejemplo la omisión del estudio de algunas probanzas o la valoración incorrecta de las mismas, en esos casos el amparo se concede para que se emita una nueva resolución en donde se corrijan las violaciones y se emita un nuevo acto. (SCJN, 2002: 527-528) 43 consideración los estándares internacionales de derechos humanos y las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, realizando el control de convencionalidad conforme al criterio establecido en la Convención de Viena y confirmado recientemente en el expediente varios 912/2010. La evolución en materia de derechos humanos ha venido introduciendo herramientas como el “control de convencionalidad”, el “principio pro persona”, la “interpretación conforme”, y éstas han tenido mayor presencia en México a partir de la reforma constitucional, teniendo como finalidad, desenvolver los llamados “derechos en acción”, los cuales se entienden como “la constante construcción de los derechos humanos, donde éstos no son vistos como meros postulados o límites estáticos, sino como una compleja red de interacciones hacia su interior y entre ellos.” (Serrano, Vázquez, 2011:136) Esta labor debe llevarse a cabo con el mayor cuidado, enfocándose a cumplir con las obligaciones de proteger, garantizar, promover y respetar los derechos humanos a cargo del Estado, y de conformidad con los estándares internacionales en esta materia. Y en el desarrollo de estas herramientas, los juzgadores se han enfrentado a dudas sobre su aplicación, el definir los criterios que deben prevalecer, cómo debe llevarse a cabo, y las consecuencias de esta aplicación. Para solucionar estas dudas y planteamientos, nuestro Alto Tribunal se ha dado a la tarea de marcar lineamientos mediantes criterios y jurisprudencia que poco a poco van marcando el camino a seguir en la aplicación de estas herramientas. Al desarrollar esta labor, han surgido posturas como las derivadas del amparo directo en revisión 2126/2012, resuelto por la Segunda Sala y la contradicción de tesis 163/2012, resuelta por la Primera Sala, las cuales, como más adelante se analizará, han derivado de los ajustes que implica una doctrina en desarrollo como es la de “control de convencionalidad”. 44 Como veremos, los criterios que constituyen la jurisprudencia orientadora, emanada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación han generado un proceso de avance y ajuste respecto de la interpretación de este concepto y su aplicación. Esta diversidad de criterios genera que los órganos jurisdiccionales al momento de interpretarlos y aplicarlos en sus resoluciones adopten el criterio emitido por el Tribunal Constitucional que más se adecúe a la opinión del Juzgador, lo que genera que no haya un consenso en su aplicación, y que aquellos temas que no han sido abordados todavía por la SCJN queden en suspenso y no sea esclarecido para los juzgadores el criterio a aplicar. En este panorama de creación y divergencia de criterios, se presenta la desaplicación de los criterios jurisprudenciales de la SCJN por parte de algunos órganos jurisdiccionales, que con razonamiento propio se permiten apartar de las interpretaciones que el máximo Tribunal ha realizado en materia jurisdiccional o innovar en aquellos temas que no han sido analizados. Es este fenómeno el que genera la problemática que se plantea en este trabajo, ya que por una parte se encuentra la obligatoriedad de la aplicación de la jurisprudencia de la SCJN por los órganos jurisdiccionales mexicanos y por otra, el reto de aplicar los tratados, protocolos e instrumentos internacionales que contienen los lineamientos en materia de derechos humanos a través del “control de convencionalidad,” en este contexto de interpretación a la luz de los derechos humanos, de observancia y cumplimiento de las obligaciones a cargo del Estado Mexicano. 2. CRITERIOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN RESPECTO DE LA OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA. 2.1. Amparo Directo en Revisión 2126/2012 El primer criterio que se analiza es el amparo directo en revisión 2126/2012, resuelto en la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde se analizó la resolución dictada por el Primer Tribunal Colegiado en Materia 45 Administrativa del Cuarto Circuito14 en donde un ciudadano promovió juicio de amparo directo en contra de la resolución de dieciséis de diciembre de dos mil once, dictada por la Segunda Sala Ordinaria del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Nuevo León, en la cual le fue negada su reincorporación como delegado del Ministerio Público. (ADR-2126/2012) El Tribunal Colegiado determinó que no era fundada su petición de reincorporación ya que el quejoso laboraba como delegado del Ministerio Público, y le resultaba aplicable lo dispuesto por el artículo 123, apartado b), fracción XIII, segundo párrafo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual prevé que “si la autoridad resolviere que la separación, remoción, baja, cese o cualquier forma de terminación del servicio fue injustificada, el Estado sólo está obligado a pagar la indemnización y demás prestaciones a que tengan derecho, (lo resaltado no es de origen) sin que en ningún caso proceda su reincorporación, cualquiera que sea el resultado del juicio o medio de defensa que se hubiere promovido.” 15(ADR2126/2012) Por lo que la controversia estribó en determinar los conceptos a considerar en esta indemnización, y si el derecho a su pago se integraba por el importe de tres meses de salario, veinte días de salario por año laborado, pago proporcional de vacaciones y aguinaldo, así como cualquier otra prestación a que la parte quejosa tuviera derecho, así como los salarios y emolumentos que haya dejado de percibir desde la fecha de su baja y hasta el momento en que se pague la indemnización, tal y como se encuentra contenido en la Ley Federal del Trabajo que no rige las relaciones entre el Estado y los miembros del Ministerio Público. (ADR-2126/2012) Por otra parte, existía pronunciamiento expreso del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la jurisprudencia 2ª./J.119/2011, de rubro “SEGURIDAD PÚBLICA. PARA DETERMINAR LOS CONCEPTOS QUE DEBEN INTEGRAR LA 14 La versión pública del Amparo Directo en Revisión 2126/2012 omite los datos de identificación del quejoso, y del expediente de amparo. 15 Lo resaltado no es de origen. 46 INDEMNIZACIÓN ESTABLECIDA EN EL ARTÍCULO 123, APARTADO B, FRACCIÓN XIII, DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, NO ES APLICABLE, NI AÚN SUPLETORIAMENTE, LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO,” donde ya había establecido que se presenta desigualdad entre las relaciones que existen entre los particulares, y, entre el Estado y los miembros de las instituciones policiales, ya que la relación entre el Estado y estos últimos tienen una naturaleza de carácter administrativo, por lo que no puede aplicarse ni aun supletoriamente la Ley Federal del Trabajo. Ponderando estas consideraciones, el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Cuarto Circuito, resolvió conceder el amparo al quejoso con los siguientes argumentos: a) Se realizó una interpretación conforme en sentido amplio de lo dispuesto por el artículo 123, Apartado B, fracción XIII, de la Carta Magna, en relación con los artículos 1° y 133, del propio ordenamiento Constitucional y con los Artículos Primero y Segundo (sic) del Convenio Relativo a la Discriminación en Materia de Empleo y Ocupación, del que el Estado mexicano forma parte, publicado en el Diario Oficial de la Federación, el once de agosto de mil novecientos sesenta y dos, lo que permite establecer que debe prevalecer la protección más amplia para la quejosa. b) Se declaró inaplicable la jurisprudencia 119/2011, de rubro “SEGURIDAD PÚBLICA. PARA DETERMINAR LOS CONCEPTOS QUE DEBEN INTEGRAR LA INDEMNIZACIÓN ESTABLECIDA EN EL ARTÍCULO 123, APARTADO B, FRACCIÓN XIII, DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, NO ES APLICABLE, NI AÚN SUPLETORIAMENTE, LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO,” por ser contrarios a los artículos 1° y 2° del Convenio Relativo a la Discriminación en Materia de Empleo y Ocupación, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 11 de agosto de 1962, 47 c) Estimó fundados los conceptos de violación en el sentido de que en caso de separación injustificada de los elementos de las instituciones del Ministerio Público, la indemnización a que se refiere el artículo 123, apartado B, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se debe calcular con los mismos conceptos que se integra la indemnización tratándose de un empleado de los comprendidos en el apartado A del citado precepto constitucional. d) Concedió el amparo al quejoso para el efecto de que la Sala responsable deje insubsistente la sentencia reclamada y, emita una nueva en la que precise los conceptos que deberá pagarse a la parte actora del juicio contencioso administrativo siguiendo los lineamientos de la presente ejecutoria. (ADR 2126/2012) La Segunda Sala de la SCJN desecho el recurso de revisión considerando que el asunto no reunía los elementos de importancia y trascendencia, toda vez que los agravios planteados por la parte recurrente resultaban inoperantes ya que el tema de clasificación de la plaza entre “agente del ministerio público” o “delegado del ministerio público” para su reinstalación en el cargo constituye un aspecto de legalidad, ajeno a lo que es materia de litis en este recurso, el cual se limita única y exclusivamente al análisis de las cuestiones de constitucionalidad. (ADR 2126/2012) Se pronunció respecto de la inobservancia del artículo 192 de la Ley de Amparo que establecía la obligatoriedad de la jurisprudencia 16, lo que derivó en la desaplicación que hizo el Tribunal Colegiado de la jurisprudencia 119/2011 señalando “que esta práctica de desaplicar la jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación no está autorizada en ninguna disposición legal.” (ADR 2126/2012, 26) 16 "La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas, es obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete en Pleno, y además para los Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los tribunales militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo locales y federales. ..." 48 Argumentando que la “seguridad jurídica que proporcionan esos criterios vinculantes no puede desconocerse so pretexto de su posible contradicción con alguna norma convencional, pues tampoco existe precepto jurídico alguno que permita a los Tribunales Colegiados objetar tales criterios, ni siquiera porque en su concepto infrinjan tratados en materia de derechos humanos.” (ADR 2126/2012) Que la reforma constitucional al artículo primero solamente “instituyó un método hermenéutico para la solución de conflictos en los que esté bajo examen el alcance de los derechos humanos” (ADR 2126/2012), pero que esta interpretación debe tener como límite lo que establece el texto constitucional y las leyes que coincidan con ella. Que la competencia derivada que tienen los Tribunales Colegiados de los asuntos que originariamente conocía la SCJN, sólo tiene por efecto que los primeros agilicen la impartición de justicia con los criterios que al respecto emita esta última y que no tienen permitido poner en duda el apego de estos criterios jurisprudenciales a la Constitución y mucho menos sostener contradicción. (ADR 2126/2012) Ordenando dar vista al Consejo de la Judicatura Federal para que pudiera investigar si con la actuación del Primer Tribunal Colegiado en materia administrativa del Cuarto Circuito, al emitir la resolución que se describe, se generó causa de responsabilidad administrativa. 2.2 Contradicción de tesis 163/2012. El veinticinco de abril de dos mil doce, el Presidente en funciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó formar y registrar el expediente relativo a la denuncia de contradicción de tesis número 163/2012, así como requerir a los Presidentes del Quinto y Noveno Tribunales Colegiados en Materia Penal del Primer Circuito, que generaron los criterios contendientes. El Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito resolvió el veintitrés de marzo de dos mil doce, el recurso de revisión R.P. 237/2011, confirmando la negativa de amparo impugnada, analizando un asunto en el que: 49 a) La persona ofendida promovió un juicio de amparo indirecto en contra de la resolución emitida por el Fiscal de Procesos en Juzgados Civiles, de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y del Oficial Secretario del Ministerio Público en el recurso de inconformidad donde confirmó el no ejercicio de la acción penal respecto de la persona a la que se le imputa la comisión de los delitos de fraude y fraude procesal. b) El Juez de Distrito ante quien se interpuso el juicio de amparo indirecto negó el amparo solicitado. c) Respecto de esta negativa de amparo, la persona ofendida interpuso el recurso de revisión, el cual fue resuelto por el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, confirmando la negativa de amparo impugnada bajo el argumento que en el caso del afectado no existe suplencia de la queja por lo cual “resolvió el asunto conforme al principio de estricto derecho, es decir, limitándose a la materia de los agravios sometidos a su consideración, dado que la figura del ofendido no está prevista en alguno de los supuestos a que se refiere el artículo 76 Bis de la Ley de Amparo.” (Contradicción de Tesis 163/2012, 9) d) Como resultado de esta resolución se emitió el criterio plasmado en la Tesis Aislada I.5°.P.3 P (10ª.) , cuyos rubro y texto son: “OFENDIDO, NO ES VIOLATORIO DE LA GARANTÍA DE IGUALDAD QUE EN JUICIO DE AMPARO SE APLIQUE EL PRINCIPIO DE ESTRICTO DERECHO. La Ley de Amparo en su numeral 76 Bis fracción II establece que en materia penal procede la suplencia de la queja de los conceptos de violación o agravios en favor del ‘reo’. La garantía de igualdad estaba prevista en el artículo 1o. de la Carta Magna antes de su última reforma y en el vigente a partir del once de junio de dos mil once, que incorporó al Ordenamiento Supremo los tratados internacionales en derechos humanos signados y ratificados por el Estado Mexicano, que también estatuyen esas prerrogativa fundamental, la que consiste en que todas las personas son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de ésta, pero no toda desigualdad de trato supone violación a esta garantía, pues el legislador puede establecer diferencia cuando existe justificación objetiva y razonable, la cual debe ser acorde con las consecuencias jurídicas que resultan de la ley, para conseguir el trato equitativo, de manera que la relación entre la medida adoptada, el resultado que produce y el fin pretendido por el legislador, superen un juicio de equilibrio en sede constitucional, derecho del gobernado que los juzgadores de amparo, entre otras acciones, requiere proteger, bajo las directrices del control de constitucionalidad y convencionalidad. Ahora bien, es claro que la diferenciación que realizó el legislador con relación a la institución y sujetos que nos ocupa, se ajusta a esos parámetros, dado que los bienes jurídicos protegidos del pasivo (reparación del daño) y el activo (restricción de su libertad) son de diferente valía, razón por la que en ponderación de estos, aún en aplicación del principio pro homine en sentido amplio y estricto, no pueda equiparárseles. En 50 ese tenor, no se está en presencia de supuestos iguales o semejantes consecuencias jurídicas, porque la garantía del ‘reo’ debe ser mayormente tutelada permitiendo el estudio oficioso del acto reclamado, aun cuando no se hubieran expresado motivos de disenso, precisamente por la trascendencia del derecho fundamental en análisis, por lo que no es jurídicamente correcto inaplicar o ‘expulsar’ del orden jurídico, lo dispuesto en el ordinal 76 Bis fracción II in supra, lo que deriva en que aún son aplicables las tesis de jurisprudencia 1a./J. 26/2003 y 1a./J 27/2003, de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XVIII, agosto de 2003, páginas 175 y 127, cuyos rubros dicen: ‘OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS.’ y ‘OFENDIDO EN MATERIA PENAL. ES IMPROCEDENTE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA A SU FAVOR CON FUNDAMENTO EN LA FRACCIÓN VI DEL ARTÍCULO 76 BIS DE LA LEY DE AMPARO, CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS.” En contradicción, el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, en sesión de veinte de octubre de dos mil once concedió el amparo al resolver el juicio de amparo directo penal 370/2011, contra el acto que se reclamó a la Tercera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal; en esta ejecutoria se estudió un asunto con las características siguientes: a) Las personas ofendidas en un procedimiento por la comisión del delito de homicidio culposo agravado y daño a la propiedad culposo agravado en el que se sentenció al inculpado, interpusieron recurso de apelación en contra de la sentencia de primera instancia. b) Como resultado de esta apelación se le condenó al sentenciado al pago de la reparación del daño moral causado por el delito de homicidio culposo agravado, a favor de los causahabientes de la persona fallecida. c) Se interpone juicio de amparo directo en contra de esta resolución, la cual recayó en el Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito quien concedió el amparo para efecto de que le fuera reconsiderado el monto de la reparación del daño haciendo uso de la suplencia de la queja en beneficio de las personas ofendidas. d) Se realizó el control de convencionalidad, concluyendo que lo dispuesto en el artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, y en las tesis 2a. CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003, de rubros: "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO SE ACTUALIZA EN SU FAVOR LA SUPLENCIA DE LA 51 QUEJA DEFICIENTE." y "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS.", no son acordes con los instrumentos internacionales. (CT 163/2012) e) Para arribar a esta decisión se tomaron en consideración los estándares internacionales de los derechos de las víctimas, y la conveniencia de aplicar lo dispuesto en el artículo 76 bis fracción II de la anterior Ley de Amparo, a la luz del principio pro persona y el control de convencionalidad, lo cual dio como resultado el criterio: “SUPLENCIA DE LA QUEJA EN LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN O AGRAVIOS DE LA VÍCTIMA U OFENDIDO EN EL JUICIO DE AMPARO EN MATERIA PENAL. OPERA CONFORME AL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD (INAPLICABILIDAD DEL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO Y DE LAS TESIS 2a. CXXXVII/2002 Y 1a./J. 26/2003). De conformidad con los artículos 1o. y 133, ambos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (el primero en su texto vigente a partir del 11 de junio de 2011), los Jueces nacionales deben inicialmente respetar los derechos humanos establecidos en la Constitución Federal y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte. Asimismo, deben acudir tanto a los criterios emitidos por el Poder Judicial de la Federación como a los establecidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos para evaluar si existe algún derecho que resulte más favorable y procure una protección más amplia del que se pretende proteger. En este sentido, en ejercicio del control de convencionalidad, lo dispuesto en el artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, y en las tesis 2a. CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003, de rubros: "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO SE ACTUALIZA EN SU FAVOR LA SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE." y "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS.", publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XVI, noviembre de 2002, página 449 y Tomo XVIII, agosto de 2003, página 175, respectivamente, relativo a que la suplencia de la queja deficiente en materia penal sólo opera tratándose del reo, no son acordes con los instrumentos internacionales, como son: la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículos 7 y 8); el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (artículo 17); la Convención Americana sobre Derechos Humanos "Pacto San José Costa Rica" (artículo 25) y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (artículo II), de cuyos preceptos se advierte que todas las personas son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de ésta. Por tanto, ante la obligación que tienen los órganos judiciales de cualquier nivel, de analizar si determinada norma jurídica es acorde con los tratados en materia de derechos humanos, es conveniente que en los conceptos de violación o agravios de la víctima u ofendido deje de aplicarse el citado artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, que señala que en materia penal, la suplencia opera aun ante la ausencia de conceptos de violación o de agravios del reo, así como las tesis 2a. CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003 en cita; ello en razón de que, al tener los derechos de la víctima y del ofendido la misma categoría e importancia que los que se otorgan al inculpado, deben tener, sin distinción, igual protección, además de que al tener una protección a nivel constitucional, no puede obligárseles al cumplimiento de formulismo alguno al momento de elaborarlos, que de no cumplirlos se les limite la protección de sus derechos; suplencia con la que se da preferencia a lo previsto en los instrumentos internacionales aludidos, que disponen que todas las personas son iguales ante la ley y tienen, sin 52 distinción, el mismo derecho a su protección cumpliendo así con el mandato previsto en el artículo 1o. constitucional.” En resumen el panorama de la contradicción a dilucidar fue que el Quinto Tribunal Colegiado expuso que no era dable suplir la queja deficiente a favor de la parte ofendida por el delito, sin que importara la reciente reforma al artículo 1º constitucional, por lo que agregó que seguían vigentes las jurisprudencias de esta Primera Sala en ese sentido; mientras que el Noveno Tribunal Colegiado estimó que precisamente debido a tal reforma debía cambiarse la postura y hacer procedente la suplencia en favor de la parte ofendida, por lo que las jurisprudencias relativas ya no eran acordes con los instrumentos internacionales y por tanto no aplicables. La Primera Sala de la SCJN analizó el caso y resolvió dejar sin efectos los criterios jurisprudenciales 26/2003, de rubro: “OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS,” y la diversa jurisprudencia 22/2012, de rubro: “VÍCTIMA U OFENDIDO DEL DELITO. LA LEGITIMACIÓN PARA PROMOVER JUICIO DE AMPARO DIRECTO CONTRA LA SENTENCIA DEFINITIVA QUE ABSUELVE AL ACUSADO NO IMPLICA QUE ADQUIERA FACULTADES QUE CORRESPONDEN AL MINISTERIO PÚBLICO.” Señaló que el artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, que establece expresamente la posibilidad de suplir la queja deficiente sólo a la parte reo, ya no responde a las necesidades y criterios de justicia que requiere la Nación y “que tal principio ha sido rebasado fundamentalmente por la transformación de los Derechos Humanos vigente.” (CT 163/2012, 10). Como resultado de la contradicción de tesis se ordenó, que debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio sustentado por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en los siguientes términos: 53 SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE EN MATERIA PENAL. OPERA EN FAVOR DE LA VÍCTIMA U OFENDIDO POR EL DELITO, CONFORME AL MARCO CONSTITUCIONAL SOBRE DERECHOS HUMANOS QUE RESGUARDAN LOS ARTÍCULOS 20, APARTADO B Y 1º. DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, NO OBSTANTE QUE EL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO, LA PREVEA SÓLO EN BENEFICIO DEL REO. La posibilidad de suplir la queja deficiente en favor de la víctima u ofendido por el delito representa un cambio trascendental a la cultura jurídica preservada en nuestro país desde que se instauró este principio en el juicio de amparo; sin embargo, la práctica jurisdiccional demuestra que en varios asuntos se violan derechos fundamentales en perjuicio de esos sujetos, por lo que es necesario que acudan al amparo solicitando la justicia que no han podido encontrar en las instancias naturales del procedimiento penal. Ahora bien, la labor jurisdiccional cotidiana y las diversas reformas constitucionales y legales enseñan que el derecho es un instrumento evolutivo que no puede permanecer estático ante los cambios de la sociedad, de manera que el significado de justicia, en su acepción elemental de dar a cada quien lo que le pertenece, debe ser moldeado de tal forma que permita aplicar el derecho, no en sentido estricto, sino con un enfoque integral e incluyente acorde con los tiempos que se viven, razón por la cual esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, a partir de la Novena Época del Semanario Judicial de la Federación, ha evolucionado significativamente respecto a la visión protectora del ofendido; muestra de ello son los diversos y variados criterios relevantes con marcada mejora en el rubro de acceso pleno a la justicia, esto es, la jurisprudencia se erige como el medio conductor que actualiza las disposiciones de la ley reglamentaria y evita que el derecho positivo caiga en desuso. Así, el modelo de juicio de amparo legalista y rígido, que impone el principio de estricto derecho, ha perdido vigencia para el afectado, en virtud de que actualmente el artículo 20, apartados A y B, de la Constitución Federal, coloca en un mismo plano los derechos del acusado y los de la víctima u ofendido; además, porque el segundo párrafo del numeral 1o. constitucional exige que las normas relativas a los derechos humanos se interpreten de conformidad con la propia Carta Magna y con los tratados internacionales de los que México es parte, de forma que favorezca ampliamente a las personas, lo que se traduce en la obligación de analizar el contenido y alcance de tales derechos a partir del principio pro persona. Bajo esa línea argumentativa, se concluye que el artículo 76 Bis, fracción II, de la Ley de Amparo, que autoriza la suplencia de la queja deficiente sólo en favor del reo, no corresponde a la realidad constitucional y social de nuestra Nación, pues quedó rebasado por la transformación de los derechos humanos; por lo que debe afirmarse que el espíritu del poder reformador que dio vida a dicho precepto y fracción, ha perdido su asidero constitucional y, por ende, esta Primera Sala determina que tal institución se extiende en pro de la víctima u ofendido por el delito, lo que representa un paso más hacia el fin primordial para el que fue instituido el juicio de control constitucional, esto es, la búsqueda de la justicia. Ya que a consideración de la Primera Sala es un criterio que muestra la evolución de la jurisprudencia y de la aplicación del derecho que se requiere en los tiempos actuales para responder a las obligaciones de proteger, garantizar, respetar y promover del Estado Mexicano. (CT 163/2012) De los casos resumidos en el presente apartado se pueden advertir dos posturas, la primera, del amparo directo en revisión 2126/2012, resuelto por la Segunda Sala, donde se considera de carácter obligatorio la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por encima del “control de convencionalidad” realizado por el Tribunal Colegiado, en la cual se argumenta que no existe precepto que autorice la desaplicación de la jurisprudencia y en donde se da vista al Consejo de la Judicatura Federal como 54 órgano de control, para investigar si con esta práctica pudieran los juzgadores haber incurrido en responsabilidad administrativa. Por otra parte, se tiene la postura de la contradicción de tesis 163/2012 donde se somete a análisis la inobservancia del artículo 76 bis de la Ley de Amparo, así como la desaplicación de la jurisprudencia en los casos de suplencia en la deficiencia de la queja y en la que se resuelve que este artículo y la jurisprudencia en él inspirada ya no responde a la evolución en materia de derechos humanos del México actual, (por lo menos en materia de suplencia frente a los ofendidos) por lo que permite la desaplicación de la jurisprudencia y genera un nuevo criterio jurisprudencial. Frente a estos criterios se busca analizar la postura de obligatoriedad de jurisprudencia emanada por el Tribunal Constitucional y cuál de las dos puede ser de mayor utilidad para los impartidores de justicia en el ejercicio del control de convencionalidad, como parte del reto que enfrentan en la impartición de justicia. 3. ANÁLISIS DE LOS CRITERIOS DE OBLIGATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL MEXICANO, A LA LUZ DEL ENFOQUE DE LOS DERECHOS HUMANOS Una vez expuestos los dos criterios de la Primera y Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que han sentado sus posturas respecto de la obligatoriedad de su jurisprudencia, se analizarán a la luz del Enfoque de Derechos Humanos y el cumplimiento de las obligaciones del Estado. Como se analizó en el primer capítulo, la obligatoriedad de la Jurisprudencia deriva del establecimiento que al respecto hace la ley de amparo, y tiene por objetivo que se otorgue seguridad jurídica al gobernado, en el sentido de que el Juzgador resolverá los asuntos que le son planteados al amparo de criterios previamente establecidos y emanados por un órgano superior que ya los ha analizado. Es una cuestión de previsibilidad de las normas que genera que estos precedentes que resuelven contradicciones y aclaran criterios o lagunas, sean las normas pertinentes 55 para resolver estos problemas y que no puedan ser modificados más que por el procedimiento establecido al efecto en la propia ley. Por su parte, el Enfoque de Derechos Humanos básicamente “considera que el primer paso para otorgar poder a los sectores excluidos es reconocer que son titulares de derechos que obligan al Estado” (Abramovich, Pautassi, 2006, 17), por lo que este enfoque ha sido visto principalmente como un indicador para la elaboración de políticas públicas cambiando la lógica del paradigma de personas necesitadas a sujetos de derecho que exigen su cumplimiento. Por lo que en la medida que se facilite a los gobernados el camino para exigir sus derechos, será más fácil que pueda alcanzarse el goce pleno de estos derechos. Una vez planteado el concepto de Enfoque de Derechos Humanos surge la pregunta, ¿Qué relación tiene la realización de este enfoque con la labor que ejerce la Suprema Corte de Justicia de la Nación al emitir sus resoluciones?, la respuesta se encuentra en la forma en que se lleva a cabo su implementación, es decir en el proceso de concientización y empoderamiento de las personas, al conocer y exigir sus derechos. “Para operacionalizar el enfoque de derechos humanos, tanto en relación con el ámbito del desarrollo y de las políticas económicas y sociales, todas las políticas e instituciones que tienen por finalidad impulsar estrategias en esa dirección, deben basarse explícitamente en las normas y principios establecidos en el derecho internacional de los derechos humanos.” (Abramovich, Pautassi, 2006, 20). De esta operacionalización que mencionan Abramovich y Pautassi se desprende que todas las instituciones deben basar su actuación en los estándares internacionales en materia de derechos humanos, y por tanto, cumplir con las obligaciones de respetar, proteger, garantizar y promover a cargo de los Estados y bajo los principios de Universalidad, Indivisibilidad, Interdependencia y Progresividad. Esta tendencia internacional de respeto a los derechos humanos se ha ido desarrollando en México, a partir de la reforma constitucional en materia de derechos humanos de 10 de junio de 2011, que como ya vimos, establece este criterio a través del 56 cumplimiento de las obligaciones del Estado y provoca el progresivo empoderamiento de los ciudadanos a través de la exigencia de sus derechos. Aún más, esta reforma introduce el control de convencionalidad como una “herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio por los órganos del Poder Judicial, complementaria al control de constitucionalidad, que permite garantizar que la actuación de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado respecto del tratado del cual es parte.” (Ibáñez Rivas; 2012:108) Ahora bien, el control de convencionalidad establece que se puede realizar la desaplicación de aquellas normas que se consideren contravienen preceptos de derechos humanos, y si lo general es la norma, la especie es la interpretación de la misma, es decir la jurisprudencia, por lo que también debe entrar dentro de esta categoría, ya que forma parte del derecho, y este en su conjunto debe ser susceptible de ser analizado bajo el escrutinio convencional. Concluyendo con la afirmación de Eduardo Ferrer-Mac Gregor quien señala que el papel del juez nacional al realizar el control de convencionalidad debe ser como el de un “juez interamericano” por lo que si una ley o jurisprudencia interna le impidiese (hipotéticamente) llevar a cabo esta labor, ésta debe considerarse inconvencional y por ende inválida. (Ferrer Mac Gregor, 186) Con el enfoque de derechos humanos como marco de referencia para la emisión de las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como máximo tribunal constitucional del Estado Mexicano y con el control de convencionalidad como herramienta para la aplicación de los derechos humanos, surgen varias preguntas respecto de las resoluciones Amparo Directo en Revisión 2126/2012 y la Contradicción de tesis 163/2012. 1.- ¿Con su emisión se está cumpliendo con las obligaciones a cargo del Estado? 57 2.- Con el criterio plasmado en esta sentencia de amparo directo en revisión 2126/2012, ¿Se está incentivando a los juzgadores que realicen control de convencionalidad? 3.- ¿Se está promoviendo el Enfoque de Derechos Humanos con la emisión de estas sentencias? Para responder a la primera pregunta, comienzo con la afirmación que el reto de implementar la reforma en materia de derechos humanos está ahí para todos los operadores de justicia, y éstos pueden llevarla a cabo impulsando la aplicación de los derechos humanos en sus resoluciones. Al respecto, Sandra Serrano hace énfasis en señalar la necesidad de crear una nueva forma de mirar a la justicia y el quehacer cotidiano: “Necesitamos hacer que nuestras normas nacionales puedan entenderse a la luz de las normas internacionales y que ambas corran en paralelo; no tienen que estar en contradicción, sino que los jueces deben lograr hacer interpretaciones”. (Bonilla, 2013) Para realizar esta labor de interpretación entre las normas nacionales e internacionales en México debe considerarse que “No se puede hacer una distinción entre lo que tiene origen internacional y lo que tiene origen nacional; es un sólo cuerpo y es toda la lógica original del artículo 1° constitucional por la que debemos velar”. (Bonilla, 2013), y debe realizarse con argumentación en materia de derechos humanos en sus resoluciones, por parte de los Tribunales encargados de realizar el control de convencionalidad, y muchos de estos criterios al ser innovadores son sometidos a la revisión de sus superiores jerárquicos, como en el presente caso lo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Bajo este escrutinio surgen criterios, que como en el presente caso son encontrados. Es entendible la existencia de criterios encontrados ya que al ser el “control de convencionalidad” una doctrina de reciente implementación, tiene sus altibajos, sin embargo es necesario que se avance en la resolución de este tipo de situaciones en aras de la consecución de un Estado garante de los derechos humanos. La resolución emitida en el amparo directo en revisión 2126/2012 emitida por la Segunda Sala, considera que la aplicación del control de convencionalidad en el asunto 58 sometido a su revisión, no debió llevarse a cabo en términos de la inobservancia del artículo 192 de la anterior Ley de Amparo que establecía la obligatoriedad de la jurisprudencia, lo que derivó en la desaplicación de la jurisprudencia 119/2011 de la misma Sala, ya que menciona que el control de convencionalidad sólo es un método hermenéutico de solución de conflictos pero que esta interpretación debe tener como límite la Constitución y las leyes acordes a ella. Por su parte el “Control de Convencionalidad” ha sido definido por la Corte Interamericana como una herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio por los órganos del Poder Judicial, complementaria al control de constitucionalidad, que permite garantizar que la actuación de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado respecto del tratado del cual es parte. (Ibañez Rivas; 2012:108) Y se ha establecido que el “control de convencionalidad” ha sido una herramienta fundamental para que la Corte Interamericana impulse el cumplimiento de las obligaciones en materia de derechos humanos a cargo de los Estados, ya que mediante su aplicación se busca que se avance progresivamente en el cumplimiento y reconocimiento de los mismos, ya sea mediante la modificación de su legislación, sus instituciones, políticas o todo aquello que obstaculice el goce efectivo de las libertades y los derechos humanos. La postura descrita resta importancia al criterio en análisis, ya que el “control de convencionalidad” no es sólo un método hermenéutico para la solución de conflictos, considero que realizar este control, es mirar la problemática desde la perspectiva que te propone el enfoque de derechos humanos, es decir efectivizar los derechos cumpliendo con las obligaciones del Estado bajo los principios establecidos constitucionalmente, mediante la aplicación de la norma más benéfica, ya sea que se trate de una nacional o internacional. Lo que observo con esta resolución es que en cierta forma está limitando el cumplimiento de las obligaciones a cargo del Estado, ya que la intención de la reforma 59 al artículo primero constitucional fue integrar los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos al corpus iuris nacional en la misma jerarquía constitucional y el argumento de la Segunda Sala establece una línea divisoria entre el derecho nacional e internacional y una jerarquía respecto de las normas internacionales. De igual manera existe la obligación que “Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque el efecto útil de la Convención no se vea mermado o anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y fin.” (Raxcacó Reyes c/. Guatemala, 128) Y el espíritu del “control de convencionalidad” como ya lo vimos en el capítulo primero es asegurar el efecto útil de la Convención Americana. Por otra parte, está la obligatoriedad de la jurisprudencia, traducida en el caso analizado en la prohibición de desaplicar la jurisprudencia de la Suprema Corte con el argumento que no existe un ordenamiento que lo permita y que con este proceder se transgrede la seguridad jurídica, que estos criterios vinculantes proporcionan certeza, y que no existe precepto jurídico que permita su objeción por los Tribunales Colegiados, ni siquiera porque en su concepción infrinjan tratados en materia de derechos humanos. Esta afirmación me parece que se interpreta con un criterio diverso a lo establecido por el propio artículo primero constitucional, ya que el espíritu es que se realice el cumplimiento de los derechos humanos a la luz de la normativa nacional e internacional sin hacer distinciones jerárquicas y el deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de la Convención Americana 17 ya que “los jueces no son simples aplicadores de la ley nacional, sino que tienen además, una obligación de realizar una “interpretación convencional”, verificando si dichas leyes o interpretación de la misma, que aplicarán a 17 Artículo 1. Obligación de Respetar los Derechos 1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 60 un caso particular, resultan “compatibles” con la CADH.” (Ferrer Mac-Gregor, 20122014, 32) La desaplicación de los criterios jurisprudenciales no tendría por qué vulnerar la seguridad jurídica que garantizan estos criterios, ésta puede seguir subsistiendo, ya que si se realiza el control de convencionalidad debidamente fundamentado en preceptos que protejan los derechos humanos, estos no se verían afectados sino al contrario beneficiados por el principio pro homine y la existencia de un catálogo más amplio de preceptos protectores de los derechos. Finalmente, con la emisión de este criterio se abre la puerta al enfoque de derechos humanos, ya que al conocer los justiciables el mencionado criterio sabrán que pueden tener acceso a este derecho, el motivo de la modificación a este criterio y exigir esta modificación en aras de hacer justiciables los derechos humanos, con lo que se va generando que se tome conciencia respecto de los derechos. 2. Con el criterio sentado en la sentencia del amparo directo en revisión 2126/2012, ¿Se está incentivando a los juzgadores que realicen control de convencionalidad? Con la emisión de la resolución en el amparo directo en revisión se produjo una mención a los juzgadores que pretendan realizar control de convencionalidad, ya que al dar vista al Consejo de la Judicatura Federal como órgano de control, para que investigue la posible incursión en responsabilidad administrativa, por la desaplicación de la jurisprudencia 119/2011, se desincentiva la aplicación del “control de convencionalidad ” ya que los juzgadores no quieren enfrentar procedimientos que pueden tener como consecuencia, sanciones, destitución o inhabilitación. Pero también debe interpretarse como un reto importante en materia de argumentación, para que los impartidores de justicia realicen el “control de convencionalidad” en una forma tal que sea sólida su argumentación y con las bases correctas para ir arando el camino en la consecución de la efectividad de los derechos humanos. 61 3. ¿Se está promoviendo el Enfoque de Derechos Humanos con la emisión de estas sentencias? Por lo que se refiere a la resolución emitida en el amparo en revisión 2126/2012 por la Segunda Sala pudiera no promover el Enfoque de los Derechos Humanos, ya que no está incentivando la participación de los juzgadores en el desarrollo de la doctrina del “control de convencionalidad” y por tanto el reconocimiento y exigencia de los derechos humanos entre la población. Lo anterior, toda vez que al emitir un pronunciamiento que en lugar de respaldar la propuesta de aplicación de una interpretación acorde a los derechos humanos y el principio pro persona, en ejercicio del “control de convencionalidad”, retrotrae los efectos de lo resuelto, manda un mensaje que establece por una parte, que no puede desaplicarse la jurisprudencia obligatoria ya que no le está permitido hacerlo, y por la otra muestra a los juzgadores sean más cautos en la aplicación del “control de convencionalidad” ya que una de las consecuencias de su aplicación en una forma que no cuente con el aval del Tribunal Supremo puede generar que se de vista al Consejo de la Judicatura Federal sobre la incursión de una posible responsabilidad. En forma contraria, la resolución pronunciada por la Primera Sala en la contradicción de tesis 163/2012, se observa un criterio en pro del control de convencionalidad al permitir la desaplicación de una norma de la ley de amparo y de la jurisprudencia que un Tribunal Colegiado considero contraria a los derechos humanos. Por lo que es una resolución progresista que les brinda a los juzgadores elementos y bases para poder llevar a cabo el mandato constitucional de proteger los derechos humanos a través del cumplimiento de sus obligaciones. En este contexto, se puede decir que esta resolución promueve el Enfoque de Derechos Humanos, ya que al aplicar el “control de convencionalidad” a través de la inobservancia del artículo 76 bis fracción II de la anterior ley de amparo y la desaplicación de los criterios tesis 2a. CXXXVII/2002 y 1a./J. 26/2003, de rubros: "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO SE ACTUALIZA EN SU FAVOR LA 62 SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE." y "OFENDIDO EN MATERIA PENAL. NO PROCEDE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76 BIS, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE AMPARO A FAVOR DE AQUÉL CUANDO COMPAREZCA COMO QUEJOSO EN EL JUICIO DE GARANTÍAS.", por considerar que ya no responden a las necesidades actuales en materia de derechos humanos, incentiva esta práctica entre los juzgadores y sienta precedentes en la normativa nacional modificando la jurisprudencia existente para hacerla más acorde con los retos actuales. 4. LA POSIBLE INCURSIÓN EN EL SISTEMA DE CONTROL DE RESPONSABILIDAD EN EL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL POR LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA. El sistema de control de responsabilidades en México, dentro del Poder Judicial de la Federación está conferido al Consejo de la Judicatura Federal, en el artículo 94 párrafo segundo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el artículo 81 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación se le atribuyen las facultades a desempeñar y en los párrafos XII y XXXVI se establecen las de investigar, determinar y resolver las quejas y responsabilidades de los servidores públicos. (Márquez, Daniel, IIJ) Al respecto, en el amparo directo en revisión 2126/2012 la Segunda Sala ordenó dar vista al Consejo de la Judicatura Federal para que con fundamento en los artículos 131, fracciones III y XI de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y 8°, fracción XIV de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos 18 determinen si el Tribunal Colegiado incurrió en responsabilidad administrativa. 18 “Artículo131. Serán causas de responsabilidad para los servidores públicos del Poder Judicial de la Federación:[…] III. Tener una notoria ineptitud o descuido en el desempeño de las funciones o labores que deban realizar;[…] XI. Las previstas en el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, siempre que no fueren contrarias a la naturaleza de la función jurisdiccional.” 63 Las sanciones a las que puede hacerse acreedor un Juzgador si se encuentra que ha incurrido en esta conducta, están reguladas en el artículo 135 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación así como el artículo 13 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas para los servidores públicos, las cuales podrán ser de acuerdo al caso: I.- Amonestación privada o pública; II.- Suspensión del empleo, cargo o comisión por un período no menor de tres días ni mayor a un año; III.- Destitución del puesto; IV.- Sanción económica, e V.- Inhabilitación temporal para desempeñar empleos, cargos o comisiones en el servicio público. Como se observa, las sanciones establecidas en la Ley ante los casos de responsabilidad administrativa son un factor que los impartidores de justicia consideran con seriedad. Y que como método de control son eficaces en muchos casos para normar la conducta de los juzgadores. Sin embargo, en el caso de la resolución en el amparo directo en revisión 2126/2012, en el que se inobservó el artículo 192 de la anterior Ley de Amparo y se desaplicó la jurisprudencia 119/2011 en ejercicio del “control de convencionalidad”, la cual es una figura reconocida por la normativa nacional e internacional, considero no debiera tomarse como una conducta que genere responsabilidad administrativa. Es importante resaltar, que de la resolución de este tipo de asuntos en materia disciplinaria depende la conducta de muchos juzgadores que pretendan llevar a cabo el control de convencionalidad de las normas, ya que si al desaplicar la normativa nacional en pro de optar por un ordenamiento internacional que resulte más protector del caso en concreto, puede generar que se considere como una actuación generadora de responsabilidad administrativa, serán pocos los que se aventuren a realizarlo. “Artículo 8.- Todo servidor público tendrá las siguientes obligaciones:[…] XXIV.- Abstenerse de cualquier acto u omisión que implique incumplimiento de cualquier disposición legal, reglamentaria o administrativa relacionada con el servicio público.” 64 Por otra parte, es importante que se resuelvan las problemáticas que puedan presentarse con la aplicación de este criterio y que la implementación del “control de convencionalidad” al desaplicar la jurisprudencia que sea contraria a derechos humanos pueda definirse como algo permitido, ya que por una parte existe todo un Programa en materia de capacitación e impulso por parte del Poder Judicial de la Federación en materia de derechos humanos19, para que se implementen el control de convencionalidad, la interpretación conforme, el principio pro persona y los estándares internacionales en esta materia, programa que deben generar resultados y avanzar en la exigibilidad de derechos para los ciudadanos. Asimismo, el Poder Judicial de la Federación debe ser congruente con la actitud adoptada ante la inclusión de los instrumentos internacionales, ya que si se establece en el asunto varios 912/2010, que todos los juzgadores en el Estado mexicano deben ejercer el control de convencionalidad pudiendo declarar inválidos (en el caso de los federales) y desaplicar ( en los demás casos) las normas que se consideren contrarias a la Constitución o a los instrumentos internacionales, no puede ahora excepcionar de lo anterior una fuente del derecho, por tratarse de jurisprudencia, que si bien es la interpretación de la norma y tiene carácter obligatorio, también lo es, que forma parte de la normativa y es susceptible de ser objeto del “control de convencionalidad” ya que es una fuente formal del derecho y que ésta como interpretación de la ley debe irse adecuando a la realidad cambiante del país y no permanecer inmutable. 19 Desde 2008, el Comité de Equidad de Género del Poder Judicial de la Federación ha impulsado una importante agenda de capacitación en materia de Derechos Humanos dentro de las tres instancias. Ver: http://www.equidad.scjn.gob.mx/ 65 CAPÍTULO III EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD COMO HERRAMIENTA DE ARGUMENTACIÓN PARA DESAPLICAR LA JURISPRUDENCIA 1. TENDENCIAS INTERNACIONALES COMO PAUTA PARA LA APLICACIÓN DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD POR PARTE DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Los precedentes establecidos a través de las sentencias que ha emitido la CIDH marcan la pauta en el ejercicio del “control de convencionalidad” al establecer los argumentos que respetan el principio pro homine en materia de derechos humanos. Estos son pauta de las tendencias internacionales sobre cómo se está llevando a cabo el “control de convencionalidad” respecto de asuntos significativos, y, que a la vez pueden servir de referencia de cómo pudiera llevarse a cabo en México. Como ya hemos visto, estos criterios y jurisprudencia emitidos por la CIDH tienen un carácter vinculante para México, siempre que el criterio sea más favorable a la persona, de acuerdo a lo recientemente establecido en la Contradicción de Tesis 293/2011,20 por lo que es de utilidad conocer aquellos que puedan servir para fortalecer la labor jurisdiccional, al realizar el control de convencionalidad. Al respecto, se analizan ciertos casos resueltos por la CIDH que son indicadores de criterios, donde se establece que se puede realizar control de convencionalidad de preceptos constitucionales, cuando éstos no son compatibles con la Convención. Con la finalidad de evidenciar que el objetivo que se busca es que todo el material normativo de un Estado miembro puede ser sujeto de “control de convencionalidad” 20 Por mayoría de seis votos de los señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, Cossío Díaz, Zaldívar Lelo de Larrea, Valls Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Silva Meza, se aprobó la determinación consistente en que debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio sostenido por el Tribunal Pleno en el sentido de que la jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos es vinculante para los jueces mexicanos siempre que sea más favorable a la persona. 66 Para ejemplificar se pueden citar los casos “La Última Tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros) vs Chile” de 5 de febrero de 2001 o “Boyce y otros vs Barbados” de 20 de noviembre de 2007, así como “Caesar vs Trinidad y Tobago” de 11 de marzo de 2005, en los cuales la Corte Interamericana realiza control de convencionalidad de preceptos constitucionales. En el caso de La Última Tentación de Cristo, se argumentó que el Estado había violado el artículo 19 número 12 de la Constitución Política de Chile que permite la censura en la exhibición y publicidad de producciones cinematográficas. Además de que el Poder Ejecutivo, a través del Consejo de Calificación Cinematográfica, ha establecido en múltiples oportunidades censuras a la exhibición de películas. En este sentido, el Poder Judicial ha privilegiado el derecho al honor en perjuicio de la libertad de expresión. Al resolver, la CIDH ordenó al Estado en el punto 4 de la sentencia “…modificar su ordenamiento jurídico interno, en un plazo razonable, con el fin de suprimir la censura previa para permitir la exhibición de la película “La Última Tentación de Cristo” (Caso La última Tentación de Cristo vs Chile, 2001:39), En el caso Boyce vs Barbados, la Corte Interamericana analiza la situación de cuatro personas sentenciadas a muerte por el delito de homicidio- sin llegar a calificar si está prohibido o no la pena de muerte en la CADH- en lo principal se pronuncia respecto la falta de cumplimiento que tiene como Estado de la obligación de adoptar disposiciones de derecho interno establecida en el artículo 2º de la CADH en relación con la obligación de respetar los derechos (artículos 1.1), el derecho a la vida (artículo 4.1, 4.2) y la protección judicial (artículo 25.1) de dicho instrumento y con esto se modifique un artículo constitucional –art. 26- respecto a la inimpugnabilidad de las “leyes existentes”. (Caso Boyce y otros Vs Barbados) La Corte se centra en el argumento para dar cumplimiento al artículo 2° de la Convención, todo Estado Parte “ha de adoptar todas las medidas para que lo establecido 67 en la Convención sea efectivamente cumplido en su ordenamiento jurídico interno,”. (Caso Boyce y otros vs Barbados) También ha afirmado que los Estados, en el cumplimiento del deber general de respetar y garantizar los derechos, “deben adoptar medidas positivas, evitar tomar iniciativas que limiten o conculquen un derecho fundamental, y suprimir las medidas y prácticas que restrinjan o vulneren un derecho fundamental”, como lo establece el artículo 2° de la CADH. (Caso Boyce y otros vs Barbados) En ese contexto, en el caso se analiza la existencia en la Constitución de Barbados de una “cláusula de exclusión” establecida en su artículo 26, que dispone que no puede impugnarse la constitucionalidad de aquellas leyes que hayan sido previas a su promulgación en 1966. En el asunto se observa que la Ley de Delitos contra la Persona es de 1868 y que en el artículo 2° establece la imposición de la pena de muerte a la persona que comete homicidio, por lo que siendo ésta previa a la promulgación de la Constitución, entra dentro del supuesto de la cláusula de exclusión. Al analizar la cuestión desde la perspectiva del artículo 2° de la Convención, el Tribunal consideró que la existencia del artículo 2° de la Ley de Delitos contra las Personas es contraria al espíritu de la Convención, ya que la cláusula de exclusión que no permite se impugne la constitucionalidad del mencionado artículo es una medida que obstaculiza el cumplimiento del deber de adopción de medidas. Por lo que la CIDH determinó que el artículo 2°de la Ley de Delitos contra las Personas, es una norma que impide el ejercicio del derecho a no ser privado arbitrariamente de la vida y, de este modo, es per se contraria a la Convención, y como consecuencia, el Estado tiene el deber de suprimirla o eliminarla de conformidad con el artículo 2° de dicho instrumento. Ya que una “cláusula de exclusión” no permite que el artículo 2° de la Ley de Delitos contra las Personas se sometan a una revisión de constitucionalidad de normas, y por lo tanto, deja a las personas afectadas carentes de un recurso a través del cual impugnarla. (Caso Boyce y otros vs Barbados) 68 Como se observó en estos dos primeros casos, la CIDH ordena que se compatibilice la normatividad de los Estados de Chile y Barbados con la normatividad establecida en la CADH, realizando un ejercicio del control de convencionalidad. A este tipo de control se le llama control “supra nacional” o “desde arriba.” (Sagües Pedro, 382). En ambos casos, se pide a los Estados miembros que adecúen su normatividad y la compatibilicen con la Convención. En el caso “Caesar vs Trinidad y Tobago” de 11 de marzo de 2005, la Ley de Penas Corporales (Para Delincuentes Mayores de 18 años) de Trinidad y Tobago permitía la imposición de penas corporales, según la cual un tribunal puede ordenar que un delincuente varón mayor de 18 años sea golpeado o azotado con un objeto llamado “gato de nueve colas”, además de cualquier otra pena que le sea aplicable cuando se le condena por ciertos delitos. Recurrida la sentencia, la Court of Appeal de Trinidad y Tobago, aparentemente sin fundamentación confirmó su condena y su sentencia. Una vez que fue confirmada en definitiva la condena, el señor Caesar fue sometido a 15 azotes con el “gato de nueve colas”. Este instrumento está diseñado para provocar contusiones y laceraciones en la piel del sujeto a quien se le aplica, con la finalidad de causarle grave sufrimiento físico y psíquico. Después de la ejecución de la pena corporal, el condenado permaneció dos meses en la enfermería y no recibió ningún tratamiento médico por la flagelación, salvo analgésicos orales. Como consecuencia de la pena corporal, el señor Caesar padeció síntomas de depresión y ansiedad aguda de tal gravedad, suficientes para diagnosticarle, al menos, un trastorno de adaptación. (Caso Caesar vs Trinidad y Tobago) En el presente caso, la CIDH estimó que el “gato de nueve colas”, aplicado en Trinidad y Tobago para la ejecución de penas corporales de flagelación, constituye un instrumento utilizado para infligir una forma de castigo cruel, inhumana y degradante. De esta forma, la pena corporal por flagelación, debe ser considerada como una forma de tortura y, en consecuencia, una violación per se del derecho de cualquier persona sometida a la misma a que se respete su integridad física, psíquica y mental. Por lo tanto, 69 la Corte la declaró contraria al artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma, ordenando en el resolutivo 4 de la sentencia “El Estado debe enmendar, dentro de un plazo razonable, la Sección 6 de la Constitución de Trinidad y Tobago, en los términos del párrafo 133 de la presente Sentencia.” (Caso Caesar vs Trinidad y Tobago, 2005:43) Finalmente, en el caso mexicano, la Corte Interamericana ha recomendado, en la sentencia del caso “Radilla Pacheco c/. México” de 23 de noviembre de 2009, que el derecho nacional sea interpretado de manera conforme con el parámetro de convencionalidad (considerandos 338-340), incluso, cuando se trate de una norma constitucional de un Estado determinado, refiriéndose al artículo 13 constitucional. Esta resolución detonó la regulación del “control de convencionalidad” en el expediente varios 912/2010 en México y ha sido un punto de partida para su realización. La base en la argumentación del “control de convencionalidad” en las sentencias emitidas por los órganos encargados de impartición de justicia son “la buena fe” en el cumplimiento de las obligaciones internacionales, combinado con “el efecto útil de los convenios, cuya eficacia no puede ser mermada por normas o prácticas de los Estados, y por último la obligación internacional derivada del artículo 27 de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados que impide alegar la existencia del derecho interno para cumplir con las obligaciones contraídas al suscribir el tratado o convención. (Sagües Pedro). Los casos mencionados son representativos del panorama al que se enfrentan los Estados miembros que cometen violaciones a los derechos humanos, y cuál es la consecuencia de lo que pasa si no se hace un control de convencionalidad a nivel interno, de una restricción constitucional, y cómo puede el órgano internacional - en algunos casos que tienen una relevancia característica - ordenar se adopten las medidas necesarias para compatibilizar la legislación con la CADH o como se vio en el caso “Caesar vs Trinidad y Tobago”, se reforme una Constitución cuando esta contraviene disposiciones en materia de derechos humanos. La idea es que todos los Estados puedan 70 realizar el control de convencionalidad, y que la jurisdicción nacional sea capaz de garantizar a los gobernados el goce de los derechos humanos, sin que para ello tengan que acudir a instancias internacionales. 2. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN LATINOAMÉRICA. El trabajo de control de convencionalidad en algunos de los tribunales Latinoamericanos se ha llevado a cabo, partiendo de la premisa de la adopción y cumplimiento de los derechos humanos establecidos en la CIDH, así como de la interpretación que de ellos se ha llevado a cabo en la Corte Interamericana, por parte de los operadores jurisdiccionales. Por lo que, “se impone como premisa irrecusable a los magistrados constitucionales en la dimensión interna acometer sus labores de interpretación de las fuentes subconstitucionales de conformidad con la Constitución y el derecho internacional de los derechos humanos” (Bazán Víctor, 2012: 5) La misión principal para lograr el cumplimiento de los derechos humanos a través de la adopción del ejercicio del “control de convencionalidad” establecido por la CADH, es que los países deben ser capaces de garantizar a sus gobernados el goce y pleno ejercicio de sus derechos. (Bazán Víctor: 2012) La finalidad que se persigue a nivel jurisdiccional es que los Tribunales domésticos sean capaces de resolver las cuestiones de transgresión de los derechos humanos, evitando que el problema llegue a esta instancia internacional. Como acertadamente menciona García Ramírez que “la gran batalla por los derechos humanos se ganará en el ámbito interno, del que es coadyuvante o complemento, no sustituto, el internacional” (García Ramírez, Caso Trabajadores cesados del Congreso vs Perú, párr. 11) Por lo que pudiera resultar de utilidad en el presente trabajo, conocer un poco del desarrollo del control de convencionalidad en los Tribunales Constitucionales o definitorios en algunos países Latinoamericanos, en específico, Argentina y Colombia, 71 con la finalidad de aproximarnos a la forma en que se han llevado a cabo esta labor y las consecuencias que estos acercamientos han generado. 2.1. Caso Suprema Corte de Argentina En el Máximo Tribunal Argentino, se pueden mencionar los casos “Mazzeo, Julio Lilo y otros s/ Recurso de casación e inconstitucionalidad”, de 13 de julio de 2007, y “Videla, Jorge Rafael y Massera, Emilio Eduardo s/ Recurso de casación”, de 31 de agosto de 2010, como ejemplo de cómo se ha realizado el acercamiento al control de constitucionalidad. (Bazán Víctor: 2012) En el caso “Mazzeo”, diversos representantes, entre ellos algunos de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, solicitaron la declaración de inconstitucionalidad del decreto 1002/89, mediante el cual el Poder Ejecutivo Nacional indultó, entre otros, a Santiago Omar Riveros, por hechos que constituían delitos de lesa humanidad. (Caso Mazzeo, Julio Lilo y otros, 2007) La Corte Suprema de Justicia argentina –por mayoría– aportó un relevante enfoque institucional en torno a la invalidez constitucional (también convencional) de la atribución presidencial de emitir indultos que beneficien a sujetos acusados de cometer delitos de lesa humanidad. (Caso Mazzeo, Julio Lilo y otros, 2007:24-25). Utilizando como base para esto el argumento adoptado por la CIDH en el párr. 124 de la sentencia recaída en “Almonacid Arellano”, donde ésta mantuvo que: “…el Poder Judicial debe ejercer una especie de ‘control de convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana” (Caso Mazzeo, Julio Lilo y otros, 2007:16-17) Otro de los casos mencionados es el “Videla, Jorge Rafael y Massera, Emilio Eduardo s/ Recurso de casación” en donde al afrontar el Tribunal Constitucional, el planteamiento sobre si el ex dictador podría ser juzgado por el delito de desaparición de niños, se patentiza la recepción del control de convencionalidad de oficio. Siendo 72 importante destacar que en este fallo la Corte Suprema se apoyó en la doctrina sentada por la CIDH en el nombrado “Caso Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú”, en cuanto al deber de los órganos del Poder Judicial de ejercer no sólo un control de constitucionalidad, sino también de ‘convencionalidad’ ex officio (consids. 8° y 10). (Bazán Víctor: 2012) Como se ha visto, la Corte Suprema Argentina ha realizado acercamientos al ejercicio del control de convencionalidad delineado por la CIDH, “siendo pionera en Latinoamérica al acoger desde 2007 el deber paulatinamente cimentado por la Corte IDH (preponderantemente a partir de 2006) en torno al control de convencionalidad”. (Bazán Víctor, 2012:18), cuando en “Mazzeo” adopta el criterio del caso Almonacid Arellano para realizar control de convencionalidad; mientras que en “Videla” patentiza su ejercicio ex officio. (Bazán Víctor: 2012) 2.2. Caso Corte Constitucional de Colombia. En la Sentencia del caso 442 de 25 de mayo de 2011, la Sala Plena de la Corte Constitucional de Colombia señala de forma importante que la interpretación que la CIDH hace respecto de los derechos contenidos en la Convención, ostenta “carácter vinculante”; y utiliza explícitamente la expresión “control de convencionalidad”. (Bazán Víctor: 2012) En el caso, se había planteado una acción pública (art. 241 de la Constitución Política) denunciando la inconstitucionalidad de los arts. 220 a 228 (tipificación penal de los delitos de injurias y de calumnias) de la Ley 599 de 2000 –por la cual se expide el Código Penal–, por vulnerar los artículos 20, 29 y 93 constitucionales y los arts. 9 y 13 de la CADH. ”. (Bazán Víctor: 2012) En la Sentencia C-442/11, en la nota N° 54, la Corte Constitucional señaló que la línea argumentativa adoptada “resulta concordante con la postura de la CIDH, la cual en distintas sentencias ha señalado el carácter vinculante de su jurisprudencia como interpretación auténtica de la CADH”. (Caso 442/2011) 73 Pero señaló también, refiriéndose al “Caso Kimel vs. Argentina” de la CIDH, que: “aunque constituye un precedente significativo en torno al alcance de la libertad de expresión y del principio de legalidad en la tipificación de los delitos de injuria y calumnia, esta decisión no puede ser trasplantada automáticamente al caso colombiano en ejercicio de un control de convencionalidad que no tenga en cuenta las particularidades del ordenamiento jurídico interno, especialmente la jurisprudencia constitucional y de la Corte Suprema de Justicia que han precisado notablemente el alcance de los elementos normativos de estos tipos penales, …” –remarcado agregado– (Caso 442/2011) Esta postura si bien refleja un avance en la adopción e interpretación de los criterios establecidos por la CIDH, también refleja que en este caso, la Corte Constitucional Colombiana, ha tenido un acercamiento cauteloso al ejercicio del control de convencionalidad, señalando que debe tomarse en cuenta las particularidades del sistema jurídico interno y su jurisprudencia. No se pretende realizar una reseña pormenorizada de los casos señalados, sino únicamente destacar la forma que algunos tribunales latinoamericanos como Argentina y Colombia han implementado el control de convencionalidad y la trascendencia que esto ha tenido en la conformación de un bloque jurídico que integra a los instrumentos internacionales para la defensa de los derechos humanos. 3. CÓMO SE HA HECHO EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN MÉXICO. En México, también se han llevado a cabo acercamientos a la labor del “control de convencionalidad,” como puede verse en asuntos como el amparo directo 1060/2008, resuelto el 2 de julio de 2009, por el Primer Tribunal Colegiado de Circuito en materia Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito con residencia en Morelia Michoacán, en el cual se invoca el caso Almonacid Arellano, estableciéndose el Tribunal como vinculado a realizar el “control de convencionalidad” con base en los ordenamientos internacionales aparte de los nacionales. (Ferrer Mac Gregor, 2014: 183) 74 El Tribunal Colegiado sostuvo que los tratados internacionales -entre ellos los que establecen derechos humanos- forman parte de la ley suprema y que como consecuencia de esto, todas las autoridades están obligadas a resolver los vicios de inconstitucionalidad indirecta que resulten de los actos que tengan irregularidades administrativas, derivado de la inobservancia de un tratado internacional, por lo que deben realizar un examen de convencionalidad respecto de la aplicación de las normas nacionales y las supranacionales.(UNAM, 2009: 11) Otro caso se encuentra en la resolución emitida en el amparo directo 505/2009, por el Cuarto Tribunal Colegiado en materia Administrativa en el Primer Circuito, donde el Tribunal, haciendo efectivo el derecho al acceso a la justicia, realiza un control de convencionalidad respecto del sobreseimiento de un juicio de nulidad, argumentando que deben superarse los procedimientos que provocan que no se garantice en forma efectiva este derecho de acceso a la justicia, resolviendo conceder el amparo a favor del quejoso respecto de la Sala Regional que debió declinar el asunto al órgano competente. (UNAM, 2010:31-32) Como se ve, los juzgadores han tenido acercamientos respecto del ejercicio del “control de convencionalidad”, sin embargo como toda doctrina incipiente, éstos van siendo cautelosos en su aplicación, ya que se considera necesario que el órgano superior, que en este caso es la SCJN, establezca los lineamientos en la materia, para no incurrir en excesos en su ejercicio al momento de su aplicación. Ya que como se mencionó en el capítulo segundo, algunos juzgadores han realizado interpretaciones en el ejercicio del control de convencionalidad, como el asunto analizado en ese capítulo que dio origen al amparo directo en revisión 2126/2012, respecto de la inobservancia del artículo 192 de la Ley de Amparo, que establecía la obligatoriedad de la jurisprudencia, y, la desaplicación que hizo el Tribunal Colegiado, de la número 119/2011; resuelto por la Segunda Sala de la SCJN señalando “que esta práctica de desaplicar la jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación no está autorizada en ninguna disposición legal,” y ordenando dar vista al 75 Consejo de la Judicatura Federal para investigar la posible incursión en responsabilidad administrativa, lo que puede ser un criterio que desincentive el ejercicio del control de convencionalidad. (ADR 2126/2012) Caso opuesto resulta ser la contradicción de tesis 163/2012 donde se somete a análisis la inobservancia del artículo 76 bis de la Ley de Amparo, así como la desaplicación de la jurisprudencia en los casos de suplencia en la deficiencia de la queja y en la que se resuelve que este artículo y la jurisprudencia en el inspirada ya no responde a la evolución en materia de derechos humanos del México actual, (por lo menos en materia de suplencia frente a los ofendidos) por lo que permite la desaplicación de la jurisprudencia y genera un nuevo criterio jurisprudencial. (CT 163/2012) Señalando además que en este caso no se solicitó la intervención del Consejo de la Judicatura Federal como órgano de control para verificar la incursión en una posible responsabilidad administrativa por parte de los juzgadores. Estos casos ejemplificativos de los criterios que existen dentro de la SCJN puntualizan las opciones a adoptar que tienen los juzgadores como orientación para aplicar el “control de convencionalidad”, que como hemos visto difieren dependiendo de las opiniones y posturas de los ministros que integran las Salas. Un asunto que planteó en su momento un gran avance en la delimitación del control de convencionalidad es el más reciente caso generado por la Contradicción de Tesis 293/2011 en la cual se trató el tema de la obligatoriedad, límites y jerarquía de los derechos humanos de acuerdo a su fuente nacional o internacional. (Pérez Carlos, 2013) El asunto refiere una contradicción de tesis entre dos Tribunales Colegiados, que tienen criterios encontrados respecto de la aplicación de las normas de derechos internacional y su jerarquía constitucional. 76 De la versión estenográfica y el engrose de dicha discusión se advierte la delimitación en forma importante de elementos vitales para el ejercicio del control de convencionalidad como son: La SCJN resolvió que los derechos humanos contenidos en la Constitución y en aquellos tratados internacionales suscritos por México, tienen la misma jerarquía. Las restricciones a los derechos humanos se estarán a lo que establece el texto constitucional. La jurisprudencia de la Corte Interamericana es vinculante para la judicatura mexicana aunque el estado mexicano no haya sido parte. (CT 293/2011) Ha habido diversas interpretaciones y dentro de ellos es importante delimitar los argumentos importantes que dieron pie al debate, en la especie es establecer la jerarquía normativa entre las normas convencionales y las restricciones constitucionales, por lo que es pertinente mencionar que el debate se llevó a cabo entre la mayoría de los ministros del Pleno quienes sostenían que deben prevalecer las restricciones establecidas en la Constitución por sobre las normas convencionales, ya que así lo establece la última parte del párrafo primero del artículo 1° constitucional21, al respecto la opinión disidente en el proyecto es la del ministro Cossío Díaz22 cuyo argumento menciona que 21 Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece. 22 La postura de la SCJN en la discusión de la contradicción de tesis 293/2011(versiones estenográficas) donde estableció que las disposiciones convencionales se encuentran en un nivel jerárquico constitucional, pero también debate que el ejercicio de los derechos humanos puede ser limitado y restringido por la Constitución, resultará interesante en los casos donde figuras como el arraigo declaradas ampliamente como inconvencionales, (viola el derecho a la integridad personal establecidos en el artículo 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el artículo 1 de Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, los artículos 1 y 16 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes) se encuentran comprendidas dentro de la Constitución, más interesante aún será el abordar el reto de dejarla intocada dentro de la Carta Magna o hacer efectivo este derecho establecido en los Instrumentos Nacionales e Internacionales que los protegen. 77 al admitir las restricciones de las normas convencionales establecidas en la Constitución, “estamos generando una regla universal donde cede el derecho convencional frente al derecho constitucional, y no es un problema de resolución de los problemas caso por caso. Siempre que el intérprete encuentre esa confrontación, tendrá que preferir la norma constitucional. Consecuentemente, el tema está determinado.” (CT 293/2011) Por lo que este criterio generaría que el principio pro persona, no tenga ya esta función equilibradora, sino que estaría supeditado a la Constitución, ya que ésta puede establecer limitaciones a las normas convencionales. El proyecto original del ministro Lelo de Larrea planteaba la conciliación entre las normas convencionales y constitucionales para que en el caso de que se presentara contradicción entre estas, se resolviera el conflicto atendiendo al principio pro persona y a las circunstancias particulares de cada caso, sin embargo, la postura de la mayoría fue en el sentido de privilegiar las restricciones a las normas convencionales con base en lo establecido en la Constitución. Ahora bien atendiendo a estos nuevos criterios, de jerarquía de las normas convencionales y constitucionales, de acatamiento de las restricciones establecidas en la Constitución y aquel que establece la jurisprudencia de la CIDH como vinculante para la judicatura mexicana y al hecho de que pudiera existir jurisprudencia que como vimos en los casos analizados resulten menos protectoras de derechos humanos que los preceptos de derecho internacional o incluso contrarios a los propios preceptos constitucionales. ¿Qué deben hacer los juzgadores al respecto? ¿Cómo pueden sortear estas dificultades en forma exitosa sin que con ello rebasen los límites de control y vean afectada su labor? Para responder a las preguntas planteadas se expondrán a continuación unos criterios que invitan a la reflexión sobre cómo se pudiera solucionar estas interrogantes. 78 4. EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y LOS PARÁMETROS A PARTIR DE LOS CUALES PUEDE EFECTUARSE EN MÉXICO. 4.1. El “Control de Convencionalidad” como herramienta de defensa de los derechos humanos. Como ya vimos en el capítulo primero del presente trabajo, la Corte Interamericana ha definido el “Control de Convencionalidad” como una herramienta jurídica de aplicación obligatoria ex officio por los órganos del Poder Judicial, complementaria al control de constitucionalidad, que permite garantizar que la actuación de dichos órganos resulte conforme a las obligaciones contraídas por el Estado respecto del tratado del cual es parte. (Ibañez Rivas; 2012:108) El “control de convencionalidad” como herramienta fundamental para que la CIDH impulsara el cumplimiento de las obligaciones en materia de derechos humanos a cargo de los Estados, fue dirigido a funcionar como una especie de “control de constitucionalidad”, ya se mencionó en los casos Mack Chang vs. Guatemala, del 25 noviembre de 2003 y Tibi, del 7 de septiembre de 2004, (García Ramírez, 2011:144) en donde, en el último, se realiza un comparativo entre la CIDH y los Tribunales Constitucionales, analizando el “Control de Constitucionalidad” y asimilando la labor realizada por el Tribunal Internacional, a un método de control pero a nivel de Convenciones. Al respecto, García Ramírez puntualiza: “el campo de mis reflexiones se reducirá al control de convencionalidad que realizan los juzgadores (al que se refirieron, originalmente, mis votos particulares ante la Corte Interamericana, al que aludió la jurisprudencia posterior de ésta y sobre el que se manifestaron las decisiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación entre julio y septiembre de 2011), una función que ofrece características muy cercanas a las que presenta el bien conocido control de constitucionalidad. El de convencionalidad posee, en el ámbito externo, un significado semejante al que caracteriza al de constitucionalidad en el interno.” (García Ramírez; 2011:126) 79 Como se ve, esta labor de la CIDH llevo como resultado la creación de una figura de “control de convencionalidad” basada en el “control de constitucionalidad” con la finalidad de que en un principio la CIDH- mediante el “control concentrado” y posteriormente los juzgadores regionales a través del “control difuso” fueran los encargados de analizar que los actos de las autoridades se realicen con apego a lo que establece la Convención Americana y otros instrumentos que protegen los derechos humanos. Como se ha mencionado en párrafos anteriores, el “control de convencionalidad” en México, ha sido delimitado por la SCJN en el expediente varios 912/2010, en cumplimiento del caso Radilla Pacheco, resuelto por la CIDH, de los que se pueden destacar los puntos siguientes: a) El “Poder Judicial de la Federación debe ejercer un control de convencionalidad ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes”, de conformidad con el párrafo 339 de la sentencia de la CIDH en el caso Radilla Pacheco. b) “El control de convencionalidad debe ejercerse por todos los jueces del Estado mexicano”. c) El modelo de control de convencionalidad y constitucionalidad que debe adoptarse es en el sentido de que: d) 1)Los jueces del Poder Judicial de la Federación, al conocer de controversias constitucionales, acciones de inconstitucionalidad y de amparo, pueden declarar la invalidez de las normas que contravengan la Constitución federal y/o los tratados internacionales que reconozcan derechos humanos; 2) los demás jueces del país, en los asuntos de su competencia, podrán desaplicar las normas que infrinjan la Constitución federal y/o los tratados internacionales que reconozcan derechos humanos, sólo para efectos del caso concreto y sin hacer una declaración de invalidez de las disposiciones, y 3) las autoridades del país que no ejerzan funciones jurisdiccionales deben interpretar los derechos humanos de la manera que más los favorezca, sin que estén facultadas para declarar la invalidez de las normas o para desaplicarlas en casos concretos. (García Ramírez; 2011:156-157) 80 Ahora bien, la interrogante en cuestión es establecer ¿Cómo estas dos herramientas, el “control de constitucionalidad” y el “control de convencionalidad” pueden funcionar con una finalidad común? y ¿Cómo puede la una ser el pilar de la otra para conseguir el objetivo de la protección efectiva de los derechos humanos? Al respecto, tenemos que el “control de constitucionalidad” verifica que la aplicación de la ley en el ámbito interno de un Estado sea conforme a lo que marca la Constitución, y, el “control de convencionalidad” por su parte, que su aplicación sea acorde a las disposiciones de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de lo que se sigue que cada una trabaja y vela por el cumplimiento de su ordenamiento en cuestión, pero si consideramos que con la reforma constitucional de 2011, se reconoce en el artículo primero que los derechos humanos contenidos en los ordenamientos internacionales forman parte de la Constitución, ambos tipos de control tienen una finalidad de protección común. Para arribar a esta conclusión se analizan algunos apartados que delimitan el funcionamiento del “control de convencionalidad”, y, se identifican los elementos que permiten hacer esta afirmación. 4.2. Parámetros del “Control de Convencionalidad” Como se mencionó líneas arriba, los parámetros del “control de convencionalidad” en México, a groso modo fueron establecidos en la discusión que se llevó a cabo en el expediente Varios 912/2010 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a raíz de la interpretación que dieron sobre el cumplimiento de la sentencia de la CIDH en el caso Radilla Pacheco vs México, y se pueden resumir en los siguientes: 1. Carácter difuso. El carácter difuso del “control de convencionalidad” determina que su ejercicio debe ser llevado a cabo por todas las juezas y los jueces y autoridades atendiendo a sus competencias y atribuciones. 81 En México se interpretó que los jueces del Poder Judicial de la Federación al conocer de las acciones de inconstitucionalidad, controversias constitucionales y amparos podrán declarar inválidas las normas que considere inconvencionales. Declarar inválidas las normas es un poder que se otorga a los juzgadores sobre aquellas normas que sean contrarias a la Convención, por lo que debe llevarse a cabo con sumo cuidado ya que estas resoluciones deben estar fuertemente sustentadas, toda vez que están dejando sin efectos, normas que han sido aprobadas por el legislativo. Por desaplicación se puede entender la situación jurídica válida del Juzgador en omitir en forma fundada y legítima de resolver conforme a los criterios establecidos en una norma determinada. “Es fundada porque ni es obra del arbitrio ni de la ignorancia del juez, y es legítima porque a través de ella el juez se mantiene dentro de la juridicidad.”(Poblete Nuñez, 2012, 2) Estas omisiones deben estar fundadas para ser legítimas y las razones que actualmente se establecen para llevar a cabo la desaplicación son el apartamiento de la norma aplicada a los principios y estándares, tanto constitucionales como convencionales. (García Ramírez, 2011) Como menciona García Ramírez, la inaplicación y la invalidez de las normas son medidas de control que tienen los jueces facultados para realizar el control de convencionalidad y constitucionalidad, y su aplicación en el caso del Estado mexicano depende de la competencia determinada para los jueces. En el expediente varios 912/2010 es donde la SCJN establece que los jueces federales, son los competentes para invalidar y desaplicar las normas en el ejercicio del control de convencionalidad y constitucionalidad y los demás jueces sólo podrán desaplicar sin llegar a hacer declaratorias de invalidez de normas y sólo para el caso concreto de que trate. Esta propuesta funciona bajo la premisa de primero examinar ciertos rangos de “intensidad” en las facultades de control reconocidas a los juzgadores, que pudieran 82 llegar a la inaplicación de normas inconvencionales, al planteamiento de una “duda de convencionalidad” ante órganos jurisdiccionales facultados para atenderla o, en el extremo, a “declarar su invalidez, según la competencia que la Constitución y leyes nacionales otorguen a cada Juzgador, lo que provocará un grado de intensidad mayor del control de convencionalidad”. (García Ramírez, 2011) Lo que implica que dependiendo del caso y del análisis que del mismo haga el Juzgador, podrá determinar la desaplicación o invalidez de la norma, dependiendo la primera que tanto se pueda interpretar de conformidad con la CADH o si se aparta completamente o es contraria a la misma. 2. Ex Oficio La labor “ex oficio” del control de convencionalidad significa que debe hacerse una revisión de la convencionalidad de la aplicación de las leyes al caso concreto sin que sea necesario que el gobernado lo solicite, ya que esa es la finalidad de los derechos humanos al ser universales, indivisibles e interdependientes. Es deber del Juzgador revisar que éstos se encuentren garantizados en el actuar de las autoridades, ya que el gobernado puede desconocerlos y es su labor protegerlo. El carácter oficioso es de gran importancia, ya que dependiendo de su correcto ejercicio o no, puede derivar una posible responsabilidad internacional para el Estado, ya que al implicar el examen del correcto actuar de las autoridades a la luz de la CADH genera que la labor desempeñada pueda no realizarse en forma correcta e incurrir en un acto que pudiera generar responsabilidad para el Estado. (García Ramírez, 2011) Debe atender a la suplencia y realizar el estudio y análisis de cuestiones no propuestas por el quejoso o recurrente, es decir, opera la figura de suplencia de la deficiencia, cuando advierten la ausencia de conceptos de violación o de agravios o por resultar deficiente la argumentación jurídica que demuestre la inconstitucionalidad del acto reclamado. Lo cual redunda en la protección del gobernado y en lograr una impartición de justicia eficaz. 83 3. Quiénes y Cómo debe hacerse. La propia CIDH ha manifestado que cada Estado debe organizar el modelo mediante el cual ejercerán las autoridades el “control de convencionalidad” por lo que no existe un lineamiento a seguir al respecto. Se sostiene que “La alusión a competencias (al amparo del principio de legalidad, corresponde a la ley la asignación de competencia a los órganos judiciales) y a procedimientos (cuyo diseño y alcance incumben igualmente a la ley) no apareja por fuerza que todos los jueces sean competentes para aplicar, sin mayores exigencias internas, el control de convencionalidad.” (García Ramírez, 2011: 151) En el sistema adoptado por México para ejercer el “control de convencionalidad” se establecen distintas atribuciones a los órganos, en primera, puede decirse que es facultad exclusiva del Poder Judicial de la Federación la de declarar la invalidez de una norma que pudiera considerarse inconvencional, por otra parte, otorga a los demás jueces del país, por exclusión, la facultad de desaplicar aquellas normas que considere transgresoras de derechos humanos. Finalmente, se limita a las autoridades del país que no ejerzan funciones jurisdiccionales a aplicar a los derechos humanos como más los favorezca, sin que puedan declarar la invalidez o desaplicar las normas. Considero que estos criterios obedecen a las expectativas que puede generar la aplicación del “control de convencionalidad” dentro del sistema de justicia mexicano, acostumbrado por un gran periodo a un “control de constitucionalidad concentrado” ejercido por la Suprema Corte, y al temor de que se transgreda la seguridad jurídica o la debida fundamentación y motivación. 4. Carácter Autoaplicativo La función de los tratados internacionales y demás instrumentos en materia de derechos humanos es la de ser “integrales” de los sistemas jurídicos de los Estados 84 miembros, es decir, éstos tienen un carácter “integrador” y “complementario” de su sistema normativo interno. (García Ramírez, 2011) Su intención no es la de suplir el derecho interno, sino complementarlo en materia de derechos humanos y en todo caso modificarlo para cumplir con los estándares que se establecen en esta materia, a los cuales se ven obligados a través de la suscripción al tratado. Esto no quiere decir que su aplicación sea potestativa o subsidiaria, y el ser complementario no quiere significar elegible, el sistema de normas internacionales en materia de derechos humanos viene a complementar a través del carácter “pro homine.” La intención del sistema interamericano es que los Estados puedan solucionar los problemas que se les presentan en la jurisdicción interna, que se satisfagan las pretensiones a los particulares (lo cual no quiere decir que se resolverá favorablemente a ambos, pero sí que se les proporcionarán argumentos convincentes para que sientan la seguridad que sus pretensiones fueron atendidas) sin que se deba acudir a la Corte Interamericana. Por lo que al dar la oportunidad (en el caso de los órganos jurisdiccionales) a los tribunales nacionales de aplicar mediante el control de convencionalidad, y lograr con ello una revisión del caso bajo los estándares internacionales en materia de derechos humanos, y se logra el objetivo de protección deseado, se está ahorrando esfuerzo de futuras revisiones en un Tribunal Internacional y evitando la incursión del Estado en responsabilidad por incumplir con los compromisos adquiridos. (García Ramírez, 2011) 5. LA DESAPLICACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA COMO PARTE DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD. Ya se han planteado varios supuestos que invitan a la reflexión sobre la realización del control de convencionalidad, los cuáles son orientadores sobre lo que se debe tomar en cuenta a la hora de aplicarlo, no obstante con la finalidad de responder la interrogante sobre la desaplicación de la jurisprudencia, debemos considerar que, como se mencionó 85 en el capítulo primero, la jurisprudencia está considerada como una de las fuentes formales del derecho, y, que, como interpretación de las normas está dirigida a generar seguridad jurídica a los gobernados en la resolución de sus asuntos. Como en el escenario planteado en la contradicción de tesis 163/2012 resuelta por la primera Sala de la SCJN en la cual se resolvió en pro de la aplicación del control de convencionalidad y desaplicar el artículo 76 bis de la Ley de Amparo, así como la desaplicación de la jurisprudencia en los casos de suplencia en la deficiencia de la queja y en la que se resuelve que este artículo y la jurisprudencia en él inspirada ya no responde a la evolución en materia de derechos humanos del México actual, (por lo menos en materia de suplencia frente a los ofendidos) por lo que permite la desaplicación de la jurisprudencia y genera un nuevo criterio jurisprudencial. Este criterio del Tribunal Constitucional muestra que la evolución de la jurisprudencia y de la aplicación del derecho que se requiere en los tiempos actuales para responder a las obligaciones de proteger, garantizar, respetar y promover del Estado Mexicano, puede ser a través del ejercicio del control de convencionalidad, aún en casos donde deba desaplicarse la jurisprudencia. (CT 163/2012) Al respecto Ernesto Jinesta establece al hablar del “objeto del control de convencionalidad” que respecto de la jurisprudencia erga omnes u obligatoria, éste se pude realizar aun cuando, “de oficio o a instancia de parte, detectan una vertiente jurisprudencial o, incluso, en sus pronunciamientos dan por sentado un principio o valor constitucional que contraría el parámetro de convencionalidad, bien pueden replantearse el tema y promover un cambio jurisprudencial bajo una mejor ponderación de la cuestión.” (Jinesta, Ernesto, 20) En palabras de Eduardo Ferrer-Mac Gregor señala que el papel del juez nacional al realizar el control de convencionalidad debe ser como el de un “juez interamericano” por lo que si una ley o jurisprudencia interna le impidiese (hipotéticamente) llevar a cabo esta labor, ésta debe considerarse inconvencional y por ende inválida. (Ferrer Mac Gregor, 186) 86 Actualmente las decisiones que toman los jueces no pueden verse constreñidas por la limitante establecida en el modelo legal de impartición de justicia, que señala que los jueces sólo pueden aplicar la ley con base en su intención y significado, el modelo legal de comportamiento de los jueces “enfatiza la importancia que la jurisprudencia juega en las decisiones de los jueces. Para el modelo legal la jurisprudencia es una limitante a la libertad de decisión del juez. El modelo legal concibe las decisiones de los jueces, como distintas de las de los legisladores y otros actores políticos en tanto la función judicial” (Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014:15) Al respecto considero que sí se puede hacer control de convencionalidad respecto de las leyes, como lo es la ley de amparo y que incluso en algunos países la CIDH ha pronunciado la incompatibilidad con la Convención de preceptos constitucionales, la jurisprudencia siendo la interpretación de la norma, puede ser susceptible de ser examinada bajo el escrutinio de la convencionalidad, ya que se sigue la lógica que si este “control” puede hacerse respecto de leyes y normas, -incluso constitucionales en algunos países y que estos precedentes también son jurisprudencia vinculante para el Estado mexicano- debiera poder hacerse también respecto de la jurisprudencia. No se les puede decir a los juzgadores la forma como deben resolver los asuntos, lo que si se señala es que deben considerar que sus decisiones pueden contribuir a la transformación de una Nación que garantice la vida de sus gobernados en un estado de goce de sus derechos, y que esto se logre a través de las resoluciones que reconozcan y hagan efectivos los derechos humanos de las personas. Pronunciamientos doctrinales que no obstante ser un tema reciente, ha generado que autores tan importantes como los arriba citados, establezcan que si se puede llevar a cabo el control de convencionalidad respecto de la jurisprudencia. A continuación analizaremos puntos en contra y a favor sobre el ejercicio del control de convencionalidad en estos casos. 87 5.1. Riesgos de Inseguridad Jurídica del Control de Convencionalidad Uno de los obstáculos observados en el ejercicio del “control de convencionalidad” resulta ser que su ejercicio, en el supuesto de desaplicar la jurisprudencia, implicaría cierto grado de falta de seguridad jurídica en el sentido que no se tendría certeza sobre qué criterio es el que prevalece y por lo tanto obligatorio, como tradicionalmente se ha hecho. Pudiera decirse también que el no seguir el procedimiento de modificación de jurisprudencia es lo que genera inseguridad jurídica, ya que como todo sistema formal tiene reglas a seguir. Es importante resaltar varios aspectos, como que en el cumplimiento de su función, los juzgadores deben realizar su labor en forma expedita y dictar una sentencia en un tiempo razonable, por lo que no en todos los casos podría acudirse al procedimiento de modificación de jurisprudencia, cuando se observa que esta pudiera ser menos protectora de los derechos humanos que una norma internacional y se apremia para la resolución de la controversia. Máxime cuando se considera que con base en las nuevas facultades otorgadas constitucional y convencionalmente puede interpretarse el sistema normativo de un Estado (incluyendo la jurisprudencia). La seguridad jurídica es un pilar de nuestro derecho y el hecho de que se desaplique la jurisprudencia en aras de realizar un control de convencionalidad puede no generar inseguridad, dependiendo la forma en que esto se hace, ya que las resoluciones deben ir argumentadas y si el argumento es en sentido protector de los derechos humanos tiene la legitimidad y seguridad buscada en la impartición de justicia. Por otra parte debe existir autonomía en la labor del Juzgador para poder llevar a cabo la labor encomendada y que si bien la jurisprudencia tiene el carácter de obligatoria, es una interpretación de la norma, que como tal, en la medida que el derecho va evolucionando, puede ser sujeto de modificaciones. 88 5.2. La restricción de los derechos humanos establecida por la Constitución frente a la vinculatoriedad de los criterios de la CIDH. Derivada de los nuevos planteamientos emitidos por la SCJN en la contradicción de tesis 293/201123, donde establece que las normas nacionales e internacionales que contienen derechos humanos no atienden a criterios de jerarquía, sino que “constituyen el parámetro de control de regularidad constitucional, conforme al cual debe analizarse la validez de las normas y actos de autoridad que forman parte del ordenamiento jurídico mexicano” (CT 293/2011: 65) y que cuando se presente una restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos en la Constitución, se deberá estar a lo que indica la norma constitucional surge la interrogante de qué sucederá en los casos donde la constitución contiene figuras que convencionalmente han sido condenadas como el arraigo. Analizando la resolución, se advierte que primeramente resolvió que los derechos humanos contenidos en la Constitución y en aquellos tratados internacionales suscritos por México, tienen la misma jerarquía, lo cual formaliza la interpretación que ya se venía haciendo del artículo primero constitucional. (CT 293/2011) En segundo término establece que para delimitar las restricciones a los derechos humanos se estará a lo que señala el texto constitucional, por lo que acota la interpretación de los derechos humanos a las restricciones establecidas en la Constitución. (CT 293/2011) 23 Esta jurisprudencia es la que resulto obligatoria de la CT 293/2001 DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES CONSTITUYEN EL PARÁMETRO DE CONTROL DE REGULARIDAD CONSTITUCIONAL. El primer párrafo del artículo 1º constitucional reconoce un conjunto de derechos humanos cuyas fuentes son la Constitución y los tratados internacionales de los cuales el Estado mexicano sea parte. De la interpretación literal, sistemática y originalista del contenido de las reformas constitucionales de seis y diez de junio de dos mil once, se desprende que las normas de derechos humanos, independientemente de su fuente, no se relacionan en términos jerárquicos, entendiendo que cuando en la Constitución haya una restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la norma constitucional. En este sentido, los derechos humanos, en su conjunto, constituyen el parámetro de control de regularidad constitucional, conforme al cual debe analizarse la validez de las normas y actos de autoridad que forman parte del ordenamiento jurídico mexicano 89 Como ya fue señalado párrafos arriba, pensemos en el caso de la situación del arraigo, figura que ha sido tradicionalmente considerada como inconvencional y que la propia SCJN había declarado inconstitucional, pero que el poder legislativo inserta dentro de la Constitución, para imposibilitar que se le pueda declarar inconstitucional. ¿Qué sucederá en ese caso? ¿Cómo puede llevarse a cabo la protección de los derechos humanos ante esa perspectiva? Podemos decir que en ese caso la justicia mexicana está atada de manos ya que su propia Constitución no le permite ir en contra de ella y que tampoco puede invocarse el derecho internacional, ya que existe límite para ello en la Constitución, o, segunda opción, que realizando un control de convencionalidad puede emitirse una resolución que declare la figura del arraigo inconvencional y poner un contrapeso al poder legislativo para limitar estas contradicciones, antes de que el Estado mexicano incurra en responsabilidad internacional por la permisión de esta figura. Será interesante observar el resultado de esta paradoja, atendiendo a los criterios descritos. Otra cuestión importante en esta contradicción es que la jurisprudencia de la Corte Interamericana es vinculante para la judicatura mexicana aunque el Estado mexicano no haya sido parte. Al respecto es preocupante que pudiera generarse un contrasentido entre esta vinculatoriedad y la restricción a los derechos humanos que establece la propia Constitución. Ya la Organización de las Naciones Unidas ha indicado que el arraigo es una figura jurídica arbitraria e incompatible con el principio de presunción de inocencia y con derecho a la libertad personal, (CJDH, 2014) y es incompatible con los artículos 7.5, 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos24 24 Derecho a la Libertad Personal Artículo 7.5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro 90 Y por otra parte están las resoluciones internacionales emitidas por la CIDH como en los casos de Caesar vs Trinidad y Tobago donde se declaró inconvencional un precepto constitucional, o los casos de Olmedo Bustos o Boyce vs Barbados, donde se señala la incompatibilidad de la legislación en cuestión con la CIDH, y donde han señalado la incursión de esos Estados miembros en responsabilidad internacional por la aplicación de esa normatividad. Por lo que de nueva cuenta los juzgadores se enfrentan al dilema de definir si es la vinculatoriedad a lo establecido por la CIDH, o el criterio sobre las restricciones constitucionales, para contar con parámetros claros para realizar su labor con eficacia y certeza, y se basen en criterios sobre cómo debiera hacerse el “control de convencionalidad” aun tratándose de preceptos de la Constitución, como pudieran ser: a) El Tribunal o Sala Constitucional bien puede, cuando el “parámetro de convencionalidad” es más tuitivo que un precepto constitucional (cláusula más favorable y principios pro homine o pro libertate), aplicarlo directamente. b) El Tribunal o la Sala Constitucional respectivo tiene la opción de efectuar una interpretación conforme –sentencia interpretativa- de un precepto constitucional con el “parámetro de convencionalidad”. (Jinesta Ernesto, 17) c) El Tribunal puede analizar los casos en particular basándose en las circunstancia particulares de los casos y no estrictamente en la jerarquía, y aplicar en base el principio pro homine el criterio que considere más protector de los derechos humanos. de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio. Garantías Judiciales Artículo 8.2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: 91 d) El Tribunal puede válidamente poner un contrapeso al poder legislativo al declarar inválida una figura inconvencional y propiciar que se legisle al respecto atendiendo los derechos humanos. Con la aplicación de estos criterios se logra fortalecer el Estado de derecho, ya que al realizar el Poder Judicial su labor de protección en materia de derechos humanos, contribuye al intercambio de criterios con los otros poderes y genera que éstos cumplan debidamente con su labor. Y se genera confianza en los ciudadanos, ya que al observar que las instituciones cumplen debidamente con su función y se respetan sus derechos, genera el empoderamiento y exigibilidad de los mismos, lo cual redunda en una mejoría en su nivel de vida. A continuación, se analizarán las posturas a favor del ejercicio del control de convencionalidad. 5.3. La aplicación del control de convencionalidad como resultado de las reformas constitucionales en materia de Derechos Humanos y como cumplimiento de las obligaciones del Estado a nivel nacional. La reforma constitucional de 2011 que se llevó a cabo en México ha marcado un importante avance en materia de protección a los derechos humanos, ya que incluye parámetros importantes dentro del derecho internacional, como la protección de los derechos humanos a la luz de las obligaciones de Proteger, Garantizar, Promover y Respetar, a cargo del Estado y bajo los principios de universalidad, indivisibilidad e interdependencia. Estos principios y obligaciones son las bases para llevar a cabo la protección de los derechos humanos, de acuerdo a los estándares internacionales, y el papel de cada una de las autoridades en el ámbito de su competencia, como lo es garantizar su cumplimiento y observación. En cierta forma, al establecer en el artículo primero constitucional la interpretación de los derechos humanos a la luz de la Constitución y los Tratados Internacionales, incluye a estos últimos dentro de la jerarquía constitucional,- lo cual le da un mayor peso 92 u obligatoriedad, como lo puntualiza la postura de Uprimny respecto de la jerarquía del bloque de constitucionalidad-, lo que abre un amplio abanico de posibilidades para que se pueda llevar a cabo esta protección mediante principios como el de “pro personae” y herramientas fundamentales como la “interpretación conforme” y el “control de convencionalidad”. (CPEUM, DOF 10-06-2011, artículo 1°) Para poder visualizar aún más el alcance de esta incorporación de los derechos humanos dentro de la normativa constitucional mexicana se puede decir que: “La reforma constitucional en materia de derechos humanos revaloriza a los tratados internacionales en la materia dentro del orden jurídico mexicano, y con ello introduce implícitamente las sentencias, resoluciones, informes, observaciones generales, opiniones consultivas y demás insumos provenientes de los comités pertenecientes a las naciones unidas, de los diversos órganos jurisdiccionales de defensa de los derechos humanos, así como de los relatores temáticos o por país que también pertenecen al sistema de la ONU, que conforman lo que se conoce como corpus iuris del DIDH”. (Serrano, Vázquez, 2011:135- 136) Las principales implicaciones de estas reformas se puede advertir en un artículo de Miguel Carbonell, titulado La reforma constitucional en materia de derechos humanos: principales novedades, donde destaca los puntos importantes: “El artículo primero constitucional, en vez de “otorgar” los derechos, ahora simplemente los “reconoce”. A partir de la reforma se reconoce que toda persona “goza” de los derechos y de los mecanismos de garantía reconocidos tanto por la Constitución como por los tratados internacionales. La Constitución se abre de forma clara y contundente al derecho internacional de los derechos humanos, demostrando de esa manera una vocación cosmopolita muy apreciable. En el mismo artículo primero constitucional se recoge la figura de la “interpretación conforme”, al señalarse que todas las normas relativas a derechos humanos (del rango jerárquico que sea) se deberán interpretar a la luz de la propia Constitución y de los tratados internacionales. Esto implica la creación de una especie de bloque de constitucionalidad (integrada no solamente por la carta magna, sino también por los tratados internacionales), a la luz del cual se deberá interpretar el conjunto del ordenamiento jurídico mexicano. 93 Se incorpora en el párrafo segundo del artículo primero constitucional el principio de interpretación “pro personae”, muy conocido en el derecho internacional de los derechos humanos y en la práctica de los tribunales internacionales encargados de la protección y tutela de los mismos derechos. Este principio supone que, cuando existan distintas interpretaciones posibles de una norma jurídica, se deberá elegir aquella que más proteja al titular de un derecho humano. Y también significa que, cuando en un caso concreto se puedan aplicar dos o más normas jurídicas, el intérprete debe elegir aquella que (igualmente) proteja de mejor manera a los titulares de un derecho humano. Se señala, en el párrafo tercero del artículo primero, la obligación del Estado mexicano (en todos sus niveles de gobierno, sin excepción) de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. De esta forma queda claro que todo derecho humano “reconocido” por la Constitución y los tratados internacionales genera obligaciones para las autoridades mexicanas, con independencia del nivel de gobierno que ocupen o de la modalidad administrativa bajo la que estén organizadas. Las obligaciones de las autoridades mexicanas en materia de derechos humanos deberán cumplirse a la luz de los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los derechos. El Estado mexicano, señala el artículo 1 constitucional a partir de la reforma, debe prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones de derechos humanos.” (Carbonell Miguel, 2012:1) La reforma constitucional ha cambiado el panorama a partir del cual deberán conducirse las instituciones y autoridades en México, ya que deberán tener muy presente las obligaciones que tienen a su cargo y la responsabilidad que puede surgir en caso de que no actúen apegándose a ellas. Este cambio en la concepción del panorama de obligaciones a cargo del Estado, creo en México, un clima propicio para la discusión del caso Radilla en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dando origen al expediente Varios 912/2010 que contiene importantes lineamientos sobre la competencia y jurisdicción de las resoluciones y jurisprudencia de la Corte Interamericana en México, los más relevantes y que se relacionan con el “control de convencionalidad” son los siguientes: 94 “Las sentencias condenatorias de la Corte IDH “son obligatorias para el Poder Judicial de la Federación en sus términos”. Los criterios interpretativos de la Corte IDH “son orientadores para el Poder Judicial de la Federación”. De conformidad con el párrafo 339 de la sentencia de la Corte IDH en el caso Radilla Pacheco, el “Poder Judicial de la Federación debe ejercer un control de convencionalidad ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes”. (lo resaltado no es de origen) “El control de convencionalidad debe ejercerse por todos los jueces del Estado mexicano”. El modelo de control de convencionalidad y constitucionalidad que debe adoptarse es en el sentido de que: 1) Los jueces del Poder Judicial de la Federación, al conocer de controversias constitucionales, acciones de inconstitucionalidad y de amparo, pueden declarar la invalidez de las normas que contravengan la Constitución federal y/o los tratados internacionales que reconozcan derechos humanos; 2) Los demás jueces del país, en los asuntos de su competencia, podrán desaplicar las normas que infrinjan la Constitución Federal y/o los tratados internacionales que reconozcan derechos humanos, sólo para efectos del caso concreto y sin hacer una declaración de invalidez de las disposiciones, y 3) Las autoridades del país que no ejerzan funciones jurisdiccionales deben interpretar los derechos humanos de la manera que más los favorezca, sin que estén facultadas para declarar la invalidez de las normas o para desaplicarlas en casos concretos.” (García Ramírez, 2011, 156) Estos criterios han sido la base para que muchos juzgadores apliquen o no el “control de convencionalidad” dentro de sus resoluciones y es el comienzo de toda una serie de discusiones y debates en torno al tema, y al papel que deben desempeñar los 95 jueces ante los retos en materia de respeto de los derechos humanos que plantea la reforma. Lo cierto es que las reformas constitucionales permiten reflejar un nuevo criterio de enfoque de los derechos humanos, donde pueden darse los lineamientos para que poco a poco los ciudadanos se hagan consientes de los derechos que les asisten, los hagan exigibles, y las autoridades se vean obligadas a respetarlos y propiciar así un verdadero Estado de Derecho. (Serrano, Vázquez, 2012). Ahora bien, para poder hacer exigibles estos derechos se tienen que adoptar acciones y medidas al respecto, por lo que derivado del expediente Varios 912/2010, y en cumplimiento de la sentencia del caso Rosendo Radilla vs México emitida por la CIDH, la SCJN ha implementado numerosos programas de capacitación y ha ido modificando ciertos criterios adoptando posturas innovadoras en materia de derechos humanos con el objetivo de que se vayan dando a conocer los estándares internacionales y lineamientos establecidos por la CADH, en materia de protección de los derechos humanos, siendo uno de los instrumentos más importantes, el “control de convencionalidad”25. 5.3.1. Aplicación del Control de Constitucionalidad y de Convencionalidad en la jurisprudencia. Como vimos en el capítulo primero, existen diversos elementos conceptuales y doctrinales como los de Bloque y Control de Constitucionalidad que pueden servir como argumento para el ejercicio del control de convencionalidad, y considerarse como una valiosa herramienta en la implementación de los derechos humanos ya que permite “resolver una controversia judicial tomando en cuenta no sólo los artículos de la Constitución, sino otras disposiciones y principios de valor.” (SCJN, Rueda: 1) 25 Muestra de ello es el reconocimiento del Premio Naciones Unidas en materia de Derechos Humanos, otorgado el 1° de diciembre de 2013 a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 96 El bloque de constitucionalidad es un mecanismo de integración de normas y derechos que puede jugar un papel muy importante en México, al incorporar los derechos humanos establecidos en los Tratados Internacionales e Instrumentos de Derechos Humanos, en la Constitución, y es un principio que puede convertirse en un pilar que apoye, en materia de argumentación, el ejercicio del “control de convencionalidad”. En México, se ha logrado un avance en materia de justicia con la admisión y aplicación del “bloque de constitucionalidad”, ya que con ello se ha ido sobrepasando progresivamente la idea formalista de que la protección de los derechos se encuentra limitada a los que se encuentran plasmados dentro de la Constitución. Con esta postura se ha avanzado en materia de derechos humanos, ya que resulta importante para el ciudadano saber que existe una variedad de normas e instrumentos que sin estar tácitamente contenidos en la Constitución pueden ser invocados para la protección de sus derechos. (Uprimny, 2008) Este concepto aplicado al control de convencionalidad permite establecer que al ser reconocidos los derechos humanos contenidos en los Tratados y demás Instrumentos Internacionales forman parte integrante del Bloque de Constitucionalidad, con lo que se convierten en normativa suprema de la Nación Mexicana, con las consecuencias que este reconocimiento implica. Por lo que al realizar control de constitucionalidad aplicando normas convencionales se está realizando control de convencionalidad a la vez, ya que en un sistema en el que se amalgaman los ordenamientos nacional e internacional en aras de la protección de los derechos humanos, se permite la emisión de resoluciones que como señala el autor Ignacio Herrerías constituyen “una decisión con trascendencia política,…que realiza una labor de interpretación de valores y principios y una actividad integradora del derecho” (Herrerías, 2011: 527), con lo que llegaríamos al supuesto de que el Tribunal Constitucional al ejercer sus facultades de protección de los derechos humanos a través del control de convencionalidad, mediante el cual desaplica o invalida 97 alguna norma, proteja a los gobernados y otorgue la oportunidad de que el poder legislativo pueda modificar esta norma para adecuarla a los estándares permitidos. Consecuentemente, si tomamos como base la integración de normas dentro del concepto de bloque de constitucionalidad, podemos decir que si las normas sujetas a este control de constitucionalidad es toda la legislación ya sea nacional o internacional, esto incluye también a la jurisprudencia, ya que sin entrar en el debate de si es o no norma, lo cierto es que forma parte de la normatividad mexicana ya que es la interpretación de la misma, por lo que puede hacerse control de constitucionalidad respecto de ella. Y por lo tanto si este control de constitucionalidad implica que con fundamento en lo que dispone el artículo primero constitucional deba revisarse la aplicación de la jurisprudencia -en materia de derechos humanos- a la luz de la Constitución y de los Tratados Internacionales de la materia, y atendiendo a las reglas de interpretación conforme y la aplicación del principio más favorable, si es que se encuentra una norma de carácter convencional más favorable, puede realizarse este control de constitucionalidad aplicando normas convencionales, con lo que implícitamente se estaría llevando a cabo control de convencionalidad. 5.3.2. La interpretación de la jurisprudencia por encima de los preceptos convencionales como obstáculo para ejercer el control de convencionalidad. Pudiera parecer suficiente justificación para realizar el control de convencionalidad con lo preceptuado en el texto del artículo primero constitucional, cuando establece que los jueces, en el ámbito de sus atribuciones, pueden hacer uso de la Constitución y de los ordenamientos internacionales para proteger los derechos humanos. Por lo que se puede decir que dentro del cuerpo normativo mexicano se incluyen normas nacionales, tratados internacionales, jurisprudencia, tanto nacional como internacional, opiniones consultivas, etc. Y que los impartidores de justicia pudieran realizar el control de “convencionalidad” y de “constitucionalidad” en forma autónoma y responsable 98 argumentando y construyendo la justicia bajo el enfoque de los derechos humanos, fundándose en esta amplia gama de ordenamientos, bajo el principio que mayor beneficio le conceda al individuo. Como vimos, en algunos casos se ha hecho este ejercicio de “control de convencionalidad” por parte de algunos juzgadores, como en las dos resoluciones analizadas en el capítulo segundo, el ADR 2126/2012, donde la desaplicación de la jurisprudencia no se permite, argumentando que esto no está previsto por ningún precepto y privilegia la seguridad jurídica argumentando que existen métodos mediante los cuales puede solicitarse su modificación. O el caso de la contradicción de tesis 163/2012 donde el criterio del Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, contendió para otorgar suplencia en la deficiencia de la queja al ofendido, permitiendo la desaplicación de la jurisprudencia por considerar que la anterior ya no responde a la realidad. Los dos asuntos tienen en común que en ellos se desaplicó jurisprudencia de la SCJN, pero se les dio cauce diferenciado en las resoluciones, ya que en el primero no se permitió la desaplicación, y en el segundo prosperó y dio origen a una nueva jurisprudencia. Ahora bien, pudiera decirse que se atendió a las circunstancias particulares del caso para definir el resultado. Lo cierto es que la cuestión toral es definir si en aras de realizar el “control de convencionalidad” los impartidores de justicia pueden desaplicar la jurisprudencia de carácter obligatorio de la SCJN. En primer lugar tomando en consideración la postura de la SCJN donde establece a la jurisprudencia como la interpretación de la ley y no como una norma como tal, es importante definir si la jurisprudencia como fuente formal del derecho puede ser susceptible de ser inaplicada a través del ejercicio del “control de convencionalidad” ya que la existencia de un criterio en la SCJN que no lo permite, desincentiva a los juzgadores a que realicen este “control” máxime si existe de por medio remisión al Consejo de la Judicatura Federal para que investigue una posible responsabilidad administrativa 99 Al respecto se tiene que aplicando las reglas de interpretación conforme y el principio pro homine puede desaplicarse la jurisprudencia, ya que aunque esta no sea considerada una norma, si forma parte de la normativa en México, ya que interpreta la ley y por tanto determina las decisiones que toma el juzgador, por lo que en base a lo establecido por el artículo primero constitucional puede hacerse el control de convencionalidad respecto de la jurisprudencia. Ya que como hemos mencionado, el derecho debe ir evolucionando para responder a las necesidades de la sociedad, por lo que los criterios que norman su aplicación, como en el caso es la jurisprudencia, también deben seguir esta misma tendencia. Al respecto considero que sí se puede hacer control de convencionalidad respecto de las leyes, como lo es la ley de amparo y la jurisprudencia puede ser susceptible de ser examinada bajo el escrutinio de la convencionalidad, ya que se sigue la lógica que si este “control” puede hacerse respecto de leyes y normas, -incluso constitucionales en algunos países y que estos precedentes también son jurisprudencia vinculante para el Estado mexicano- debiera poder hacerse también respecto de la jurisprudencia. 5.3.3. La obligación de realizar control de convencionalidad derivada del cumplimiento de las obligaciones de los Servidores Públicos. La obligación de realizar control de convencionalidad no solo deriva de las obligaciones internacionales, sino del cumplimiento de las obligaciones nacionales establecidas en la Constitución y en las leyes que regulan el desempeño de sus funciones. Al respecto tenemos que la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación en su artículo 131, fracción XI 26 establece como causa de responsabilidad para los servidores públicos no observar aquellas conductas previstas en el artículo 8° de la Ley Federal de 26 Artículo 131. Serán causas de responsabilidad para los servidores públicos del Poder Judicial de la Federación: XI. Las previstas en el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, siempre que no fueren contrarias a la naturaleza de la función jurisdiccional; 100 Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, el cual dispone como obligación: I.- Cumplir el servicio que le sea encomendado y abstenerse de cualquier acto u omisión que cause la suspensión o deficiencia de dicho servicio o implique abuso o ejercicio indebido de un empleo, cargo o comisión; XXIV: “Abstenerse de cualquier acto u omisión que implique incumplimiento de cualquier disposición legal, reglamentaria o administrativa relacionada con el servicio público”. Asimismo, el artículo 47 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos establece en su fracción I, y XXII esa misma obligación para todo servidor público, y en su artículo 53 contempla como sanciones desde el apercibimiento privado, hasta la suspensión, destitución del puesto e inhabilitación para desempeñar el cargo. Estos artículos muestran la obligación de los servidores públicos- entre ellos los juzgadores- de cumplir con el servicio que le fue encomendado, y esto deben hacerlo cumpliendo y observando cualquier disposición legal, debe decirse que si la propia Constitución establece en su artículo 1° que los derechos humanos se protegerán observando su texto y el de los tratado internacionales de la materia, favoreciendo en todo tiempo la protección de las personas en su forma más amplia. Puede entenderse en consecuencia que es el criterio que deben observar al realizar su labor, por lo que los servidores públicos están cumpliendo con sus obligaciones al hacer el control de convencionalidad. Si se contrapone esta postura con la obligación establecida por el artículo 94 constitucional, que es el sustento de la jurisprudencia nacional, si bien no dispensa a las autoridades jurisdiccionales de su cumplimiento, sólo dice que la “ley fijará los términos en que sea obligatoria la jurisprudencia". Sin embargo, esos "términos" no pueden contrariar al resto del texto constitucional, incluyendo las obligaciones que se desprenden del artículo 1° constitucional, por lo cual la Ley de Amparo y la obligatoriedad de la jurisprudencia debe ser interpretada tomando en cuenta dicha disposición a efecto de ejercer el control de convencionalidad.(Saavedra, Yuria:2014) 101 5.4. Las obligaciones a cargo del Estado en materia internacional como argumento para realizar “Control de Convencionalidad” Las obligaciones internacionales establecidas en los arts. 1º y 2º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, o Pacto de San José de Costa Rica, sientan “deberes” específicos para los Estados a ella adheridos. “El primero, esencialmente, establece dos: a) respetar los derechos de la Convención, y b) garantizarlos, sin discriminación alguna. Por su parte, el art. 2º les obliga a adoptar “disposiciones legislativas o de otro carácter” necesarias para efectivizar aquella garantía. Aquí se alude al “efecto útil” que debe tener el Pacto.” (Sagües Pedro, 2010:117) El deber de respeto implica que los Estados miembros no realizarán acciones o tomarán decisiones en contra de los derechos y principios establecidos en la CADH, por lo que supone que los actos de un Estado serán apegados a estos principios. (Sagües Pedro, 2010) El garantizarlos y realizar todas las medidas necesarias para que el derecho pueda ejercerse plenamente. Por otra parte, el artículo 2° del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales27 establece a su vez que los Estados parte deberán comprometerse a adoptar medidas, hasta el máximo de los recursos disponibles, en forma progresiva, ya sea por medios legislativos u otros, para lograr la efectividad de los derechos reconocidos en el Pacto. La Corte Interamericana en su opinión consultiva 14/94 de 9 de diciembre de 1994, sobre la responsabilidad internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención, interpretó los artículos 1° y 2° de la CADH en el sentido que la obligación de adoptar medidas destinadas a la protección de derechos humanos 27 Artículo 2°. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos. 102 debe ser congruente y en caso de que éstas no estén dirigidas a este fin no deben ser dictadas. (Ferrer Mac Gregor, 185) Estos artículos, reconocidos constitucionalmente, y por tanto amparados jurídicamente por el sistema de justicia mexicano, son la premisa a partir de la cual se hacen cumplir los preceptos de derechos humanos, y, el “control de convencionalidad” es una herramienta para conseguir la finalidad de efectivizar la Convención, so pena en caso de no hacerlo de incurrir en responsabilidad internacional. Las obligaciones a cargo del Estado en materia de derechos humanos en México, vienen establecidas dentro de la normativa interna, principalmente en el artículo primero constitucional, a partir de la reforma de 2011, que establece el reconocimiento de los derechos humanos, ya sea establecidos en la Constitución o en Tratados Internacionales ente otros, favoreciendo en todo momento la interpretación más favorable a la protección de estos derechos. En esta medida, México, como país miembro de la Convención y del Pacto, debe adoptar todas las medidas que se encuentren a su alcance para respetar y cumplir con los derechos en ellos protegidos. Y velar porque se garantice el cumplimiento de los derechos humanos. Este respeto y cumplimiento de los derechos por parte del Estado se traduce en que cada autoridad en el ámbito de su competencia, realice sus funciones con apego a lo que establece la CADH, y demás ordenamientos en materia de derechos humanos. Esto implica por ejemplo: para el poder legislativo, que la emisión de las leyes debe ser apegada a los estándares en materia internacional, ya sea en su redacción, y en los efectos que produzca su aplicación. Si este presupuesto no se da, se encuentran los otros poderes ejecutivo y judicial, que en ejercicio de sus funciones se aseguren del cumplimiento de los derechos humanos. Y ejerzan un contrapeso entre los poderes para eficientar su desempeño. 103 En el caso del Poder Judicial y la labor de impartición de justicia, como ya vimos en apartados arriba, puede realizar este control al analizar la convencionalidad y constitucionalidad de las leyes aplicadas por las autoridades y asegurarse que la función realizada cumpla con la finalidad de protección a los gobernados respecto de las arbitrariedades, ya sea entre particulares o de las propias autoridades. Ahora bien, si en el ejercicio de esta función, se presenta una jurisprudencia o algún precepto que no sea compatible con ellos, puede aplicar aquel que tutele mejor para cumplir con la finalidad de protección de derechos humanos establecida, aunque esto implique que deba desaplicarse esta primera. Máxime si consideramos que el derecho internacional se basa en el principio de buena fe establecido en el artículo 26° de la Convención de Viena 28 , y, en el 27°29 que establece que los Estados no podrán invocar el derecho interno para justificar el incumplimiento de un tratado, o la obligación contenida en el considerando 125 de la sentencia Almonacid Arellano vs Chile: “En esa misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que ‘(s)egún el derecho internacional las obligaciones que éste impone deben ser cumplidas de buena fe y no puede invocarse para su incumplimiento el derecho interno’. Esta regla ha sido codificada en el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, de 1969”. (Almonacid Arellano vs Chile, 1996) A mayor abundamiento se puede citar jurisprudencia internacional donde se pronuncia más a fondo sobre la obligación de adoptar medidas como es la sentencia del caso Yatama vs. Nicaragua, del 23 de junio de 2005, donde la CIDH mencionó que: […] el deber general del Estado de adecuar su derecho interno a las disposiciones de [la CADH] para garantizar los derechos en ella consagrados, establecido en el artículo 2, incluye la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la observancia efectiva de los 28 Artículo 26.- Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe. Artículo 27.- El derecho interno de los Estados, las reglas de las organizaciones internacionales y la observancia de los tratados 1. Un Estado parte en un tratado no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento del tratado. 29 104 derechos y libertades consagrados en la misma, así como la adopción de medidas para suprimir las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen una violación a las garantías previstas en la Convención. Este deber general del Estado parte implica que las medidas de derecho interno han de ser efectivas (principio del effet utile), para lo cual el Estado debe adaptar su actuación a la normativa de protección de la Convención.”(García Ramírez, 2011:1476) O una resolución más reciente y aplicable a México, la obligación derivada del párrafo 339 de la sentencia de la CIDH en el caso Radilla Pacheco, el “Poder Judicial de la Federación debe ejercer un control de convencionalidad ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes”. (García Ramírez: 2011) Sentencia que fue reconocida como obligatoria por parte de la SCJN y respecto de la cual se analizaron los alcances del control de convencionalidad en el expediente varios 912/2010. Estos elementos son principios rectores bajo los cuáles se rige México en el cumplimiento de sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, los cuáles deben ser observados en todo momento, y respecto de los que se deberá argumentar el cumplimiento al momento de dilucidar una posible responsabilidad internacional. Las posturas asumidas respecto del ejercicio del “control de convencionalidad” por parte del Tribunal Constitucional mexicano son reflejo de las discusiones naturales en el establecimiento de criterios rectores. De ahí la importancia de que estos criterios puedan proporcionar herramientas a los juzgadores para afrontar las problemáticas que aparejan el funcionamiento de nuevas formas de interpretación. Es muy adelantado decir que en México pudiera operar una doctrina como la expuesta por Eduardo Ferrer Mac Gregor donde habla de una “Supremacía convencional”, que básicamente sostiene que la CADH es una norma jurídicamente superior a cualquier norma nacional incluyendo la Constitución, partiendo de la lógica que el “control de convencionalidad” supone que “el material controlante es 105 jurídicamente superior al controlado” (Sagües Pedro: 390) lo que implica que respecto del “control de convencionalidad” respecto de la Constitución se debe ser prudente. La intención es que se pueda avanzar en materia de protección de los gobernados y garantizar que se les proteja adecuadamente buscando un fin común comenzando con la idea de que “El derecho internacional de los derechos humanos es el piso de los derechos, no el techo”, (García Ramírez, 2011:139) por lo que la desaplicación de la jurisprudencia debe ser considerada como factible si algún criterio ya sea nacional o internacional resulte más protector de los derechos humanos, por lo que considero que en aras de llevar a cabo la protección de los derechos humanos se puede realizar el “control de convencionalidad” respecto de la jurisprudencia, al ser una de las fuentes del derecho que interpreta la ley, ya que es necesario que ésta responda a las nuevas realidades que se viven en México en materia de derechos humanos, y evolucione para no quedar obsoleta. Ya que en caso de que no se observen las obligaciones y principios en materia de derechos humanos como marca la CADH, el Estado Mexicano podría incurrir en una posible responsabilidad internacional. 5.5. La postura de la Corte Interamericana respecto del papel del Poder Judicial y la legislación contraria a la Convención Americana sobre Derechos Humanos La Corte Interamericana ha señalado que los Poderes Judiciales al ejercer el control de convencionalidad buscando el respeto a los derechos humanos y la aplicación de la Convención, pueden ir más allá de su función como aplicadores de la ley, estableciendo parámetros al poder legislativo, en tratándose de aquellas normas que consideren sean transgresoras de los derechos humanos. (Ferrer Mac Gregor, 2012) En la sentencia de Almonacid Arellano se establece un nuevo tipo de control, teniendo en cuenta la responsabilidad internacional del Estado, al declarar la invalidez del decreto ley que perdonaba los crímenes de lesa humanidad, en el periodo 1973 a 106 1979 de la dictadura militar de Augusto Pinochet, debido a que dicho decreto resultaba incompatible con la CADH careciendo de “efectos jurídicos” a la luz de dicho tratado. (Almonacid Arellano vs Chile, 2006) Estableciendo que la obligación legislativa en sede interna, relativa a adoptar disposiciones de conformidad con la CADH alcanza una obligación hacia el Poder Judicial: “De tal forma que el aplicador de la ley tenga una opción clara de cómo resolver un caso particular. Sin embargo, cuando el Legislativo falla en su tarea de suprimir y/o no adoptar leyes contrarias a la Convención Americana, el Judicial permanece vinculado al deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de la misma y, consecuentemente, debe abstenerse de aplicar cualquier normativa contraria a ella.” (Almonacid Arellano vs Chile, 2006, párrafo 123) Siguiendo la tesis establecida por la CADH de que el Poder Judicial puede ir más allá de la simple aplicación de la ley, como se ha venido llevando a cabo y que los juzgadores pueden inaplicar o invalidar disposiciones que sean contrarias o incompatibles con la Convención, se puede afrontar la problemática señalada. Al respecto, en el párrafo 124 de la sentencia mencionada establece que: “La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar por que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos.” Ya que los jueces no son simples aplicadores del derecho, y, para cumplir con el papel de guardianes de la convencionalidad que se les ha asignado, deben verificar que las leyes que han sido expedidas y aplicadas por las autoridades y por ellos mismos, resultan “compatibles” con la CADH; “de lo contrario su proceder sería contrario al artículo 1.1 de dicho tratado, produciendo una violación internacional, ya que la aplicación de una ley inconvencional produce por sí misma una responsabilidad internacional del Estado.” (Ferrer Mac Gregor, 2012, 32) 107 6. Finalidad del “Control de Convencionalidad y de Constitucionalidad” en el ejercicio de los Derechos Humanos. Como hemos visto, en México se produjo una transformación en materia de derechos humanos, la cual se vio reflejada en la dotación de herramientas jurídicas para los juzgadores, como son el “control de constitucionalidad difuso” y el “control de convencionalidad”, situación que ha abierto un amplio panorama para que éstos puedan realizar su labor. Pero que también implica una gran responsabilidad por los efectos que sus decisiones pueden producir. Las resoluciones de los jueces inciden en muchos aspectos, ya que no sólo deciden sobre la cuestión planteada por los gobernados, sino que pueden afectar en distintas formas a los demás ciudadanos e incluso a la Nación entera. (Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014), ya que como se ha mencionado a lo largo del presente trabajo, no sólo emiten las resoluciones que deciden los asuntos que les son planteados por las partes, sino que también proporcionan lineamientos y emiten criterios que pueden incidir sobre los individuos de varias formas, como se ejemplifica en el siguiente caso hipotético: La aplicación del control de convencionalidad se ha venido dando entre los jueces del Poder Judicial de la Federación, y como se analizó en la contradicción de tesis 163/2012 se modificó el criterio de la suplencia en la deficiencia de la queja a favor de la víctima o parte ofendida en los delitos, situación que no era permitida antes. Lo que da como resultado que con esta decisión no sólo se incidió en la situación de las partes que intervinieron en el conflicto original, sino que en la medida que la colectividad se va enterando de este criterio, se va haciendo consiente de los derechos que tiene y está en aptitud de reclamarlos. Esta función del Poder Judicial pretende lograr un verdadero equilibrio entre los poderes, e ir transformando el Estado de derecho en México, por lo que el Poder Judicial de la Federación tiene la facultad de ejercer el control de constitucionalidad para limitar con esta base, las actuaciones que se excedan a lo que la Constitución permite, por parte de los demás poderes. “El control constitucional es, de este modo, la característica central de un gobierno constitucional donde el poder político está dividido y las autoridades públicas, incluyendo a la mayoría de representantes directamente electos, 108 actúan dentro de un marco dictado por la constitución.” (Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014:20) A raíz de las reformas constitucionales en México, se ha incrementado en los juzgadores la obligación de ejercer sus funciones a través del “control de convencionalidad”, el cual tuvo su origen pensando en cómo se llevaba a cabo el “control de constitucionalidad” que ya se realizaba en los Estados, ya que la propia institución, con la capacitación, y, la sociedad con sus demandas, lo ha solicitado. Poco a poco el papel del Poder Judicial ha ido evolucionando, y, de tutelar derechos sobre la propiedad, ha ido avanzando en la protección de derechos civiles, políticos, económicos, culturales, etc. “También, cada vez más, el poder judicial es un actor fundamental en el arbitraje de conflictos políticos. Como es notorio en el caso de México, se judicializan los conflictos electorales, y aumentan las atribuciones del poder judicial (específicamente de la Suprema Corte de Justicia) en la resolución de los conflictos entre poderes del estado.” (Ansolabehere, 2005: 41) El Poder Judicial al ser un contrapeso entre las actuaciones de los otros poderes funciona como el árbitro y mediador entre los conflictos, incluyendo los políticos. “El control constitucional es necesario no sólo para proteger los derechos individuales, previniendo que una mayoría temporal tiranice a una minoría, sino también como un control adicional para evitar que una rama del gobierno concentre el poder político derivando en un gobierno autoritario.” (Ansolabehere, Inclán y Ríos, 2012-2014) Por lo que considerando este papel debe concientizarse de la importancia de su papel en el desempeño de la vida democrática de México y llevar a cabo la labor encomendada con el objetivo principal de proteger los derechos humanos de los gobernados. Aterrizando las finalidades de estos sistemas de control, “constitucional y convencional”, en el contexto que inició a partir de la reforma constitucional, se puede decir que ahora que los Juzgados pueden ejercer control de constitucionalidad difuso, y 109 también deben realizar control de convencionalidad, esta labor se puede llevar en forma conjunta al servicio de los derechos humanos, ya que se persigue un mismo bien común, su protección. Como hemos visto, son varios los puntos de vista y las dificultades que se presentan en el cumplimiento de esta finalidad, iniciando con la reticencia que existe por parte de los operadores jurídicos a la aplicación de la doctrina convencional debido a lo incipiente de su aplicación. En segundo lugar, el camino a transcurrir en la unificación de criterios para la aplicación del “control de convencionalidad” que son requeridos por parte de estos operadores jurídicos, para orientarse en la aplicación. No obstante lo anterior, y si bien es necesario la existencia de una postura por parte del Tribunal Constitucional, también se requiere que la Corte Interamericana de Derechos Humanos realice una labor en la que se destaque la congruencia en la defensa de los derechos humanos, para conseguir la finalidad que busca, ya que sería de mucha utilidad que definieran muchos temas como la “supremacía constitucional vs convencional” u otros que si bien en ciertos momentos no son abordados por ser temas muy discutidos y difíciles de afrontar, sería de mucha utilidad para fines prácticos. Por su parte, en el ámbito nacional, cada autoridad en el ámbito de su competencia, debe realizar sus funciones bajo la premisa de respetar los derechos humanos y efectivizarlos para así poder generar mejores condiciones de vida a los gobernados. Y para llevar a cabo esta labor dentro del Poder Judicial, se requiere que los impartidores de justicia hagan buen uso de las herramientas proporcionadas y generen un ámbito de protección de los derechos humanos del gobernado e impartición de justicia efectiva que se requiere. 110 CONCLUSIONES A raíz de la reforma constitucional de 2011 y de la resolución dictada en el expediente Varios 912/2010 del caso Radilla Pacheco, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha ido delimitando los parametros bajo los cuáles debe ser realizado el control de convencionalidad. Dentro de estos lineamientos se permite que los juzgadores, en el ámbito de su competencia, puedan inaplicar o declarar inválidos aquellos preceptos que sean considerados como no compatibles con la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y que su finalidad es que se protejan en forma idónea los derechos humanos. En el cumplimiento de esta labor, se presentan casos donde se ha llevado a cabo este ejercicio, pero como en toda doctrina de incipiente aplicación se han presentado criterios encontrados, que de acuerdo al funcionamiento de nuestro sistema de justicia y en aras de no contravenir la seguridad jurídica, se considera necesario unificar a través de las resoluciones que al respecto emita el Tribunal Constitucional mexicano. El problema que se plantea es que en la implementación del control de convencionalidad, se presenta un conflicto de criterios entre dos sentencias de la SCJN, en la Contradicción de tesis 163/2012 se permite la desaplicación de la jurisprudencia en el ejercicio del control de convencionalidad, y en el Amparo Directo en Revisión 2126/2012 no se permite, ya que argumenta que no está permitido en ningún precepto legal y se da vista al Consejo de la Judicatura Federal para que investigue una posible incursión en responsabilidad administrativa. El problema se aborda basado en la postura que tiene la SCJN de la jurisprudencia al considerarla como una interpretación de la norma que genera seguridad jurídica, certeza y previsibilidad en la aplicación del derecho, ya que el hecho de no observar las jurisprudencias establecidas atentaría contra este principio. No obstante, en este trabajo se reflexiona como se plantea en el capítulo primero que a veces la jurisprudencia no garantiza totalmente estos aspectos, como se vio en el caso de su aplicación retroactiva. Y que en ocasiones se debe responder a las 111 necesidades de la sociedad actual, para la protección los derechos humanos, aunque esto implique que se desaplique la jurisprudencia, como en el caso de la contradicción de tesis 163/2012. Así entonces, esta certeza y previsibilidad no tiene por qué verse afectada con la aplicación del control de convencionalidad, ya que en primer lugar, si certeza y previsibilidad se entiende que se apliquen normas emitidas con anterioridad, los ordenamientos internacionales en materia de derechos humanos ya se encuentran establecidos, por lo que este aspecto se encuentra cubierto. Y en segundo, se protege la seguridad jurídica ya que el control de convencionalidad se encuentra amparado constitucionalmente. Ahora bien, analizando las posturas planteadas en las sentencias citadas se advierte que el control de convencionalidad puede ser aplicado respecto de jurisprudencias, ya que el ejercicio del control de convencionalidad es una obligación establecida a nivel internacional y constitucional en el Estado Mexicano. También se aborda la discusión si la jurisprudencia puede ser susceptible de ser controlada convencionalmente debido a su naturaleza jurídica, ya que en ocasiones se le exenta de ciertos aspectos por no ser considerada como norma. Se sigue la lógica que si este “control” puede hacerse respecto de leyes y normas, debiera poder hacerse también respecto de la jurisprudencia, ya que aunque el procedimiento de modificación de la jurisprudencia es complejo, ésta debe responder a las exigencias de la realidad que actualmente se vive, y siguiendo un enfoque que establece que la jurisprudencia, como las leyes no son inmutables y que deben evolucionar. Concluyendo que independientemente de si la jurisprudencia es o no una norma, lo cierto es que forma parte de la normativa que se aplica en el derecho en México, y es susceptible de ser controlada a través del control de convencionalidad cuando un precepto convencional sea más protector que la jurisprudencia. Y si bien no existe un ordenamiento que expresamente permita su desaplicación, si existe el mandamiento establecido en el artículo primero de la Constitución de proteger 112 los derechos humanos con la aplicación del precepto que los tutele mejor, ya sea constitucional o convencional. Por lo que no se puede sostener un criterio diverso a lo establecido por el propio artículo primero constitucional, ya que su espíritu es que se protejan los derechos humanos a la luz de la normativa nacional e internacional sin hacer distinciones jerárquicas. Y la realización de este deber no tiene por qué acarrear como consecuencia la investigación de una posible comisión de responsabilidad administrativa, sino al contrario el faltar al deber de realizarlo puede ser una omisión en sus obligaciones como servidores públicos. La implementación del control de convencionalidad se describe, por otra parte, encaminada al cumplimiento de las obligaciones del Estado mexicano a nivel internacional, ya que si bien como se mencionó, es una obligación establecida constitucionalmente, también es un deber del Estado en cumplir con sus obligaciones a nivel internacional y evitar que incurra en responsabilidad internacional. Por lo que se describe brevemente el trabajo que se ha llevado a cabo a nivel internacional por la Corte Interamericana y algunos Tribunales Constitucionales como el Argentino y el Colombiano, para que sirva como referencia en el desarrollo de esta incipiente labor. Con la finalidad de lograr la unificación de criterios respecto del control de convencionalidad e ir generando resoluciones que poco a poco delimiten el ejercicio del control de convencionalidad. La emisión de estos criterios provocará según el sentido, que se incentive o disminuya la aplicación del control de convencionalidad, y marcado la pauta para la interpretación. Por lo que es a través de estas herramientas argumentativas que se pretende proporcionar vías para que los juzgadores puedan realizar su trabajo e invitar a la reflexión sobre la importancia del correcto ejercicio del “control de convencionalidad” y 113 que éste puede llevarse a cabo en cumplimiento de los instrumentos nacionales e internacionales. Con la finalidad de que estas resoluciones sean protectoras de los derechos humanos y logren sus objetivos, como son: el marcar lineamientos a las distintas autoridades en un actuar respetuoso de los derechos humanos, así como la permeabilidad conocimiento de los mismos en la sociedad con la finalidad de que gradualmente los hagan exigibles para la consecución de un verdadero estado garante de los derechos humanos. 114 BIBLIOGRAFÍA Textos Abramovich Víctor y Laura C. 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Convención de Viena Convención Americana sobre Derechos Humanos Ley sobre la Celebración de los Tratados 116 Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales Resoluciones Nacionales Amparo Directo en Revisión 2126/2012 Contradicción de Tesis 163/2012 Expediente Varios 912/2010 Versión estenográfica y engrose de la Contradicción de tesis 293/2011 Resoluciones Internacionales Caso “Almonacid Arellano vs Chile” Caso “Rosendo Radilla vs. México” Caso “La última tentación de Cristo vs Chile” Caso “Caesar vs Trinidad y Tobago” Caso “Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú” Caso “Boyce vs Barbados” Fuentes de Internet Arellano Hobelsberger; Walter, La seguridad jurídica en el actual sistema jurisprudencial mexicano, Revista del Instituto de la Judicatura Federal, http://www.ijf.cjf.gob.mx/publicaciones/revista/10/10_2.pdf, fecha de consulta: 12 de mayo de 2014. 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Pero cuando un Estado ha de Chile” ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabra, el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esa tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana”. “La Cantuta vs. 2006 Considerando 173: Se reitera el criterio anterior 2007 Considerando 78: “…el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de Perú” “Boyce y otros vs. convencionalidad” entre las normas jurídicas internas […] y la Convención Barbados” Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. “Trabajadores Cesados del 2006 Considerando 63: “Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces están sometidos a ella, lo que les Congreso obliga a velar porque el efecto útil de la Convención no se vea mermado o (Aguado Alfaro anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y fin. y En otras palabras, los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un otros) Perú” vs. control de constitucionalidad, sino también de convencionalidad ex officio, entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales pertinentes. Esta función no debe quedar limitada exclusivamente por las manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto, aunque 120 tampoco implica que ese control deba ejercerse siempre, sin considerar otros supuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia de este tipo de acciones.” “Fermín Ramírez 2008 Considerando 128:Se reitera el criterio anterior 2008 Considerando 180: La Corte ha interpretado que tal adecuación implica la y Raxcacó Reyes vs. Guatemala” “Heliodoro Portugal vs. adopción de medidas en dos vertientes, a saber: i) la supresión de las normas y Panamá” prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la Convención o que desconozcan los derechos allí reconocidos u obstaculicen su ejercicio, y ii) la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de dichas garantías. Precisamente, respecto a la adopción de dichas medidas, es importante destacar que la defensa u observancia de los derechos humanos a la luz de los compromisos internacionales en cuanto a la labor de los operadores de justicia, debe realizarse a través de lo que se denomina “control de convencionalidad”, según el cual cada Juzgador debe velar por el efecto útil de los instrumentos internacionales, de manera que no quede mermado o anulado por la aplicación de normas o prácticas internas contrarias al objeto y fin del instrumento internacional o del estándar internacional de protección de los derechos humanos “Rosendo Radilla México” 2009 vs. Considerando 339: En relación con las prácticas judiciales, este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que es consciente de que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer un “control de convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, 121 intérprete última de la Convención Americana. “Cabrera García y 2010 Considerando 225: Este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que es Montiel consciente de que las autoridades internas están sujetas al imperio de la ley y, por vs. ello, están obligadas a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento Flores México” jurídico. Pero cuando un Estado es Parte de un tratado internacional como la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, también están sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar por que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin. Los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. Comunidad 2010 Considerando 311. En relación con las prácticas judiciales, este Tribunal ha Indígena establecido que es consciente de que los jueces y tribunales internos están sujetos Xákmok Kásek al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vs. Paraguay vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer un “control de convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. Caso Fernández 2010 Considerando 236. Este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que es Ortega y Otros consciente que las autoridades internas están sujetas al imperio de la ley y, por vs. México ello, están obligadas a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento 122 jurídico. Pero cuando un Estado es parte de un tratado internacional como la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, también están sometidos a aquel, lo cual les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin. El Poder Judicial debe ejercer un “control de convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. Rosendo Cantu 2010 Considerando 219. Se reitera el criterio anterior 2010 Considerando 193. Cuando un Estado es Parte de un tratado internacional como vs. México Caso Gelman vs. Uruguay. la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, están sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar por que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin, por lo que los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes y en esta tarea, deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. 123