Reforma Constitucional (Ley de Issstecali)

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FRANCISCO ARTURO VEGA DE LAMADRID, GOBERNADOR DEL ESTADO DE
BAJA CALIFORNIA, EN USO DE LA FACULTAD QUE ME CONFIEREN LOS
ARTÍCULOS 28, FRACCIÓN II, Y 49 FRACCIÓN II DE LA CONSTITUCIÓN
POLÍTICA DEL ESTADO LIBRE Y SOBERANO DE BAJA CALIFORNIA,
PRESENTO ANTE ESTE H. CONGRESO, INICIATIVA DE REFORMA AL
ARTÍCULO 99 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO LIBRE Y
SOBERANO DE BAJA CALIFORNIA, AL TENOR DE LA SIGUIENTE:
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
En Baja California siempre se ha tenido como prioridad la salvaguarda de los
derechos humanos, como así se establece en el Plan Estatal de Desarrollo 20142019, Eje 6 Seguridad Integral y Estado de Derecho; sin embargo, dicha actividad se
potencializó a raíz de la reforma a nuestra Carta Magna publicada en el Diario Oficial
de la Federación el 10 de junio de 2011, en la cual entre otros artículos se reformó el
primer párrafo del artículo 1o. constitucional, a través del cual se reconoce un
conjunto de derechos humanos cuyas fuentes son la Constitución y los tratados
internacionales de los cuales el Estado Mexicano sea parte.
De la interpretación literal, sistemática y originalista del contenido de las reformas
constitucionales antes citada, se desprende que las normas de derechos humanos,
independientemente de su fuente, no se relacionan en términos jerárquicos, por lo
que invariablemente se deberá estar a lo que indica la norma constitucional, ya que
el principio que le brinda supremacía comporta el encumbramiento de la Constitución
como norma fundamental del orden jurídico mexicano, lo que a su vez implica que el
resto de las normas jurídicas deben ser acordes con la misma, tanto en un sentido
formal como material, circunstancia que no ha cambiado; lo que sí ha evolucionado a
raíz de las reformas constitucionales en comento es la configuración del conjunto de
normas jurídicas respecto de las cuales puede predicarse dicha supremacía en el
orden jurídico nacional.
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Esta transformación se explica por la ampliación del catálogo de derechos humanos
previsto dentro de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual
evidentemente puede calificarse como parte del conjunto normativo que goza de
esta supremacía constitucional. En este sentido, los derechos humanos, en su
conjunto, constituyen el parámetro de control de regularidad constitucional, conforme
al cual debe analizarse la validez de las normas y actos que forman parte del orden
jurídico mexicano.
Bajo esta tesitura, Baja California no puede quedarse distanciada sobre todo en
materia de regulación legislativa, en lo concerniente a los derechos humanos que la
propia Constitución Federal ya contempla y que son acordes a los tratados
internacionales de los cuales forma parte el estado mexicano.
Así las cosas, si bien con anterioridad a la reforma apuntada, de conformidad con el
texto del artículo 103, fracción I, de la Constitución Federal, se entendía que el único
órgano facultado para ejercer un control de constitucionalidad lo era el Poder Judicial
de la Federación, a través de los medios establecidos en el propio precepto; no
obstante, en virtud del reformado texto del artículo 1o. constitucional, se da otro tipo
de control, ya que se estableció que todas las autoridades del Estado mexicano
tienen obligación de respetar, proteger y garantizar los derechos humanos
reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que el propio
Estado mexicano es parte, lo que también comprende el control de convencionalidad
del cual no debemos ser ajenos.
De la interpretación sistemática y teleológica de los principios pro persona
establecido en el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
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Mexicanos, que dispone que las normas relativas a los derechos humanos se
interpretarán de conformidad con ésta y con los tratados internacionales de la
materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia,
hermenéutico en materia convencional, previsto en el preámbulo de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, que reconoce que los derechos esenciales del
hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen
como sustento los atributos de la persona humana, razón por la cual justifican una
protección internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria
de la que ofrece el derecho interno de los Estados Americanos, se advierte que la
aplicación del control difuso ex oficio en materia de derechos humanos es una
herramienta de interpretación subsidiaria o complementaria del sistema jurídico
mexicano, cuyo uso está condicionado a la optimización de la norma que la integra
para maximizar la defensa de los ciudadanos cuando el derecho interno no alcanza
para ese fin.
En cuanto al derecho a la seguridad social, es necesario señalar que éste se
encuentra reconocido como uno de los derechos humanos en nuestra Carta Magna,
como se desprende del contenido del artículo 123 Constitucional, resaltando también
que dicho derecho tiene eficacia internacional, que participa con los demás de las
características de universalidad, inalienabilidad, indivisibilidad e interdependencia, y
progresividad en cuanto contribuye a asegurar que las personas alcancen una vida
plena y digna, cuyo reconocimiento a nivel normativo impone a los Estados la
obligación de respetarlos, protegerlos y satisfacerlos y, concretamente, a los
operadores de las normas que los consagran, de utilizar el principio pro homine en
su interpretación.
De ahí que el Estado Mexicano, a través de su Poder Legislativo Federal, ha
sentado las bases conforme a las cuales se desarrolla el derecho a la seguridad
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social, como se aprecia del contenido del artículo 123, apartado B), fracción XI de
nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
En este sentido, debe tenerse presente que tratándose de los derechos etiquetados
como "sociales", los pactos internacionales imponen a los Estados un conjunto de
deberes que pueden considerarse el "núcleo duro" del derecho y luego, esperan de
ellos que amplíen su eficacia, preponderantemente, en la medida en que lo permitan
las condiciones económicas del país. Por ende, el régimen de seguridad social en el
ramo específico de la pensión por jubilación satisface la exigencia nuclear del
derecho relativo reconocido en los instrumentos internacionales, en cuanto garantiza
a los beneficiarios la percepción de una cantidad para solventar sus necesidades
apremiantes, la que en términos de la ley se incrementa periódicamente de acuerdo
con los factores de indexación aplicables.
La anterior explicación deviene en necesaria para dejar en claro que el derecho
humano a la seguridad social, es de aquellos reconocidos en nuestra Constitución
Política Federal y en diversos tratados internacionales suscritos por el Estado
Mexicano; sin embargo, y si bien nuestro Poder Legislativo local a dado grandes
avances en el señalamiento y reconocimiento de los derechos humanos
consagrados y potencializados a raíz de la reforma constitucional multicitada, es de
resaltarse que actualmente el derecho humano a la seguridad social no se encuentra
regulado en nuestra Constitución local.
Cabe mencionar que dicha omisión legislativa, ha contribuido para la proliferación de
juicios laborales, en donde la única finalidad de muchos de estos trabajadores era
simplemente se les reconociera su derecho humano a su seguridad social, lo
anterior aunado, a que nuestra LEY DEL INSTITUTO DE SEGURIDAD Y
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SERVICIOS
SOCIALES
DE
LOS
TRABAJADORES
AL
SERVICIO
DEL
GOBIERNO Y MUNICIPIOS DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA, lejos de
potencializar dicho derecho, por el contrario, efectuaba una inconstitucional
distinción entre los trabajadores de base y de confianza, negándoles a estos últimos
el mencionado derecho, no quedándoles otra opción más que la de acudir a los
tribunales laborales a que se les reconociera vía judicial su derecho, lo que dio
origen a que se decretara un sinnúmero de tesis aisladas y jurisprudencias que
señalaban al artículo primero de nuestra ley de seguridad social como
inconstitucional, como se aprecia de la tesis, cuyo rubro son:
TRABAJADORES DE CONFIANZA AL SERVICIO DEL ESTADO DE BAJA
CALIFORNIA.
TIENEN
DERECHO
A
SER
PENSIONADOS
(INCONSTITUCIONALIDAD DEL ARTÍCULO 1o. DE LA LEY DEL
INSTITUTO DE SEGURIDAD Y SERVICIOS SOCIALES DE LOS
TRABAJADORES AL SERVICIO DEL GOBIERNO Y MUNICIPIOS DEL
ESTADO DE BAJA CALIFORNIA).
Tesis Aislada. 2a. CXCV/2001
SEGURIDAD SOCIAL. EL ARTÍCULO 1o., FRACCIÓN I, DE LA LEY DEL
INSTITUTO DE SEGURIDAD Y SERVICIOS SOCIALES DE LOS
TRABAJADORES DEL GOBIERNO Y MUNICIPIOS DEL ESTADO DE
BAJA CALIFORNIA, VIOLA DICHO DERECHO HUMANO.
Tesis Aislada. XV.4o.5 L (10a.)
CONTROL DIFUSO DE CONSTITUCIONALIDAD. EL TRIBUNAL DE
ARBITRAJE DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA ESTÁ FACULTADO
PARA EJERCERLO EN TÉRMINOS DE LOS ARTÍCULOS 1o. Y 133 DE LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL, CUANDO LOS TRABAJADORES DE
CONFIANZA DEL INSTITUTO DE SEGURIDAD Y SERVICIOS SOCIALES
DE LOS TRABAJADORES DEL GOBIERNO Y MUNICIPIOS DE DICHA
ENTIDAD, RECLAMAN LOS BENEFICIOS DE SEGURIDAD SOCIAL.
Tesis Aislada III.4o.(III Región) 3 L (10a.)
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TRABAJADORES DE CONFIANZA DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA
INCORPORADOS AL RÉGIMEN INTEGRAL DE SEGURIDAD SOCIAL
MEDIANTE RESOLUCIÓN JURISDICCIONAL, DEBEN APORTAR LA
CUOTA A QUE SE REFIERE EL ARTÍCULO 16 DE LA LEY DEL
INSTITUTO DE SEGURIDAD Y SERVICIOS SOCIALES DE LOS
TRABAJADORES DEL GOBIERNO Y MUNICIPIOS DE ESA ENTIDAD
FEDERATIVA.
Tesis de Jurisprudencia 2a./J. 186/2012 (10a.)
Como se puede observar nuestros tribunales locales y federales, han dejado muy
poco lugar a falsas interpretaciones del tema, es decir, el derecho humano a la
seguridad social esta por encima inclusive de la omisión legislativa o la
discriminación que la norma secundaria local actualmente contempla; cabe señalar
que el artículo 2.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el 2.1 del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, establecen que
los Estados deberán adoptar cualquier tipo de medidas, incluidas las legislativas,
para respetar, proteger y garantizar los derechos humanos.
De la exposición de motivos del proyecto de decreto que reforma los artículos 94,
100, 103, 107 y 112 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el
Constituyente estableció que los derechos económicos, sociales y culturales
reconocidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales, deben
reconocerse y tutelarse como normas programáticas pero exigibles individual o
colectivamente, con plena eficacia jurídica, debiendo contar con garantías
adecuadas para su protección. Para lograr ese objetivo, entre otros medios, se
dispuso la atribución de los tribunales de la Federación para resolver en amparo
toda controversia que se suscite no sólo por normas generales y actos de autoridad,
sino también por omisiones en que incurran los poderes públicos al desarrollar los
derechos sociales, ya que dada su naturaleza prestacional, las omisiones son su
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principal medio de violación, expresándolo así el Constituyente como un mandato
claro y categórico, precisándose que la protección de los derechos fundamentales es
independiente de su carácter individual o social.
Ahora bien, en consonancia con la nueva redacción del artículo 1o. constitucional,
específicamente en su párrafo tercero, en el cual se estipula que todas las
autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover,
respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, lo que de suyo implica, por
parte del legislador, el desarrollo de leyes que doten de contenido y eficacia este
imperativo constitucional, que protejan y garanticen el abanico de derechos que
prevé la Constitución y los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano
sea parte, pues el propósito fundamental es hacer operativos, en el plano fáctico, los
derechos humanos a través de leyes secundarias que recojan los valores, principios
y fines de dichas prerrogativas fundamentales.
Por lo anterior, una omisión legislativa no puede oponerse como excusa para
incumplir un precepto constitucional, argumentando dificultad o incompatibilidad con
los efectos en cuanto al cumplimiento de una eventual concesión del amparo, lo que
redundaría en una violación al derecho de tutela judicial efectiva previsto en el
artículo 17 constitucional, que debe reflejarse en la disponibilidad de recursos
efectivos, sencillos y rápidos para dar respuesta y tutela restaurativa a cualquier
violación; es por ello que con la presente reforma se pretende garantizar a nuestros
trabajadores del pleno goce de su derecho humano a la seguridad social, sin que
tengan que acudir a solicitar la protección de la justicia federal para hacerlo efectivo.
La necesidad de la presente reforma, como se anticipo, en primer orden es para
colmar una laguna legislativa de gran calado en materia de derechos humanos, que
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a su vez evitaría que nuestros trabajadores tengan que acudir a los tribunales a que
se les reconozca un derecho que de suyo debería estar contemplado en nuestra
Constitución local, y con lo cual a su vez implicaría una posterior y necesaria reforma
a la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del
Gobierno y Municipios del Estado de Baja California (ISSSTECALI), en donde no se
excluya a los trabajadores de confianza, considerados así por la Ley del Servicio
Civil de los Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado y Municipios de esa
entidad, ya que dicha discriminación se aparta del derecho humano a la seguridad
social reconocido en los artículos 9 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; 9 del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales "Protocolo de San Salvador", y 123, apartado B, fracción XIV, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Lo anterior es así, ya que el
citado precepto constitucional es claro en cuanto a que también los trabajadores de
confianza tienen derecho a los beneficios de seguridad social. Pues el Estado
Mexicano tiene la obligación de combatir las prácticas discriminatorias aun sobre la
consecución de los objetivos de sus políticas públicas.
Bajo este orden de ideas, se considera necesario reformar el artículo 99 de la
Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Baja California, en donde se
reconozca el derecho humano a la seguridad social tanto a los trabajadores de base
como a los de confianza en términos de lo señalado por la Ley del Servicio Civil de
los Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado y Municipios de Baja
California.
Por otra parte, como se aprecia del propio contenido de la Ley del Servicio Civil en
comento, si bien todos sus trabajadores tiene el carácter de burócratas, es decir,
tanto los de confianza como los de base, el personal del magisterio y los que
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guardan relación administrativa, no todos gozan en exactitud de los mismos
derechos y obligaciones, ya que por citar un ejemplo, si bien todos gozan de
seguridad social, no todos gozan de estabilidad en el empleo, como son los de
confianza y los de relación administrativa; también se distinguen por poseer
catálogos de puestos discordantes y por consiguiente sus sueldos y prerrogativas
también lo son, ya que inclusive el propio magisterio posee otros derechos y
obligaciones distintos a los del resto de los burócratas, así como un escalafón
diverso, distintas condiciones generales de trabajo, ya que estos a su vez están
regulados por lo que contempla la Ley General del Servicio Profesional Docente, que
no le es aplicable a los demás burócratas, en fin marcadas diferencias susceptibles
de distinguirse entre ellos mismos, sin dejar de ser todos trabajadores del Estado.
Es por ello que en la redacción del proyecto de reforma del artículo 99 de la
Constitución Política del Estado que se propone, se divide a nuestros burócratas en
tres tipos, a los trabajadores de base y de confianza en uno, a los del magisterio en
otro, y por último a los que guardan relación administrativa en sus servicios con el
Estado que inclusive por mandato constitucional del artículo 123, apartado B)
fracción XIII, se establece que estos se regirán por sus propias leyes, pudiendo
celebrar convenios con sus patrones, para establecer los lineamientos de aplicación
en materia de seguridad social, ya que así lo refiere en la parte que dice “Las
autoridades del orden federal, estatal, del Distrito Federal y municipal, a fin de
propiciar el fortalecimiento del sistema de seguridad social del personal del Ministerio
Público, de las corporaciones policiales y de los servicios periciales, de sus familias y
dependientes, instrumentarán sistemas complementarios de seguridad social”.
En el entendido de que es posible otorgar un trato distinto entre los miembros de las
Instituciones Policiales y los demás servidores públicos, en razón de la relación que
se guarda con aquéllos y la naturaleza de sus actividades, siempre y cuando este
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trato diferencial sea razonable, objetivo, proporcional y no lesivo de sus derechos
humanos.
Cabe puntualizar que con dicha distinción de los burócratas del Estado, de ninguna
manera implica menoscabo a sus distintos derechos ya consagrados, e inclusive con
el que ahora se pretende regular y potencializar que lo es el de seguridad social,
sino por el contrario, dicha distinción nos permitirá a futuro atender de manera
especializada las necesidades de cada uno de estos acorde a su particularidad,
financiera, social y laboral, ya que lo que es benéfico o contraproducente para unos,
no necesariamente lo es para los otros, atendimiento precisamente a sus diferencia
implícitas, ya que lejos de querer efectuar actos discriminatorios, lo que realmente se
pretende es otorgar un trato de igualdad ante la ley, atendiendo a las características
particulares de cada uno de estos.
Si bien es cierto que la igualdad ante la ley y la no discriminación son conceptos que
están estrechamente vinculados, también lo es que no son idénticos aunque sí
complementarios. La idea de que la ley no debe establecer ni permitir distinciones
entre los derechos de las personas con base en su nacionalidad, raza, sexo, religión
o cualquier otra condición o circunstancia personal o social es consecuencia de que
todas las personas son iguales; es decir, la noción de igualdad deriva directamente
de la unidad de naturaleza del género humano y es inseparable de la dignidad de la
persona, frente a la cual es incompatible toda situación que, por considerar superior
a un determinado grupo, conduzca a tratarlo con privilegio o que, a la inversa, por
considerarlo inferior, lo trate con hostilidad o de cualquier forma lo discrimine del
goce de derechos que se reconocen a quienes no se consideran en tal situación de
inferioridad.
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Así pues, no es admisible crear diferencias de trato entre seres humanos que no
correspondan con su única e idéntica naturaleza; sin embargo, como la igualdad y la
no discriminación se desprenden de la idea de unidad de dignidad y naturaleza de la
persona, no todo tratamiento jurídico diferente es discriminatorio, porque no toda
distinción de trato puede considerarse ofensiva, por sí misma, de la dignidad
humana. Por tanto, la igualdad prevista por el artículo 4o. de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos y en diversos instrumentos internacionales en
materia de derechos humanos, más que un concepto de identidad ordena al
legislador no introducir distinciones entre ambos géneros y, si lo hace, éstas deben
ser razonables y justificables, como los señalado son antelación.
La igualdad sustantiva, cuyo objetivo consiste en la consecución de la igualdad de
hecho y no meramente de derecho entre los diferentes grupos sociales y sus
integrantes en relación con el resto de la población, tiene sustento normativo tanto
en el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como
en diversos preceptos de tratados internacionales ratificados por México que regulan
la aplicación del principio de igualdad jurídica. El artículo 2.2 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y el 2.1 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, establecen que los Estados deberán adoptar
cualquier tipo de medidas, incluidas las legislativas, para respetar, proteger y
garantizar los derechos humanos, incluido el de igualdad, sin distinción de raza,
color, sexo, idioma, opinión política, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.
Esta modalidad del principio constitucional de igualdad jurídica impone a las distintas
autoridades del Estado la obligación de llevar a cabo ciertos actos que tiendan a
obtener una correspondencia de oportunidades entre distintos grupos sociales y sus
integrantes y el resto de la población; por ende, se cumple a través de una serie de
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medidas de carácter administrativo, legislativo o de cualquier otra índole que tengan
como finalidad evitar que se siga produciendo una diferenciación injustificada o
discriminación sistemática o que se reviertan los efectos de la marginación histórica
y/o estructural de un grupo social relevante.
A estas medidas se les pueden catalogar como acciones positivas o de igualación
positiva. En algunos de esos casos, se dará formalmente un trato desigual de iure o
de facto respecto de otras personas o grupos pero el mismo deberá estar justificado
precisamente por la consecución de la igualdad de hecho y tendrá que cumplir con
criterios de proporcionalidad. Con base en lo anterior, se estima que no existe una
lista exhaustiva o definitiva sobre las medidas que puedan llevarse a cabo para la
obtención de la igualdad de hecho; dependerá tanto de las circunstancias fácticas,
sociales, económicas, culturales, políticas o jurídicas que imperen al momento de
tomarse la decisión, como de la entidad o autoridad que vaya a llevar a cabo la
medida correspondiente con un amplio margen de apreciación. Sin embargo, lo que
es común a todos estos tipos de medidas es que buscan conferir un mismo nivel de
oportunidades para el goce y ejercicio de los derechos humanos de los miembros de
ciertos grupos sociales, los cuales se caracterizan por ser o haber sido objeto de una
discriminación o exclusión recurrente y sistemática.
Estos grupos se definen por su existencia objetiva e identidad colectiva, así como
por su situación de subordinación y poder político disminuido frente a otros grupos;
como ocurre con los trabajadores de confianza e inclusive con los que guardan una
relación administrativa con el Estado, cuyo derecho social se encuentra difuso de
aplicación en el Estado.
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Es por todo lo anterior, que se afirma que la presente propuesta, contiene las
herramientas necesarias no solo para reconocer el derecho humano a la seguridad
social, como se pretende con su inclusión en el articulo 99 de nuestra Constitución
Política del Estado Libre y Soberano de Baja California, sino para potencializarlo en
relación a cada uno de estos grupos de burócratas acorde a sus particularidades
fácticas, sociales, económicas, culturales, políticas o jurídicas que imperen.
Por lo anteriormente expuesto, es que someto a consideración de esta H.
Soberanía, la presente INICIATIVA DE REFORMA AL ARTÍCULO 99 DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO LIBRE Y SOBERANO DE BAJA
CALIFORNIA, bajo el siguiente resolutivo:
ÚNICO: Se reforma el artículo 99 de la Constitución Política del Estado Libre y
Soberano de Baja California, para quedar como sigue:
ARTÍCULO 99.- Las relaciones entre el Estado y sus servidores estarán reguladas
por:
A. La Ley del Servicio Civil de los Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado
y Municipios de Baja California, que se sujetará a los siguientes principios:
I.- Los trabajadores del Estado que sean de base, no podrá ser cesados sino por
causa de incompetencia, mala conducta o de responsabilidad;
II.- Las promociones de los empleados se harán dentro de las mismas funciones en
forma escalafonaria atendiendo a la competencia, antigüedad y antecedentes en el
servicio;
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III.- Serán preferidos en los empleos del Estado, en igualdad de circunstancias, las
personas más necesitadas económicamente;
IV.- La ley fijará cuáles son los empleados de confianza y cuáles los de base.
La Ley del Servicio Civil determinará cual es el procedimiento y el órgano
competente para dirimir los conflictos que surjan entre el Gobierno del Estado de
Baja California y sus trabajadores.
B. La Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del
Gobierno y Municipios del Estado de Baja California, que establecerá las bases
mínimas para regular el régimen de seguridad social que se logra a través de las
aportaciones bipartitas de las cuotas del trabajador y de las aportaciones del ente
empleador, cuya proyección del cálculo actuarial sean suficientes para cubrir
accidentes y enfermedades profesionales, las enfermedades no profesionales y
maternidad, pensión, jubilación, la invalidez, vejez y muerte.
Las cuotas y aportaciones que se enteren al organismo encargado de la seguridad
social, regulándose en su Ley y en las que corresponda, a los siguientes:
I.- A los trabajadores considerados así por la Ley del Servicio Civil de los
Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado y Municipios de Baja California, y
a los trabajadores de los organismos públicos incorporados conforme a los
lineamientos establecidos en la ley de la materia.
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II.- A los Trabajadores del Magisterio, sus docentes, el personal con funciones de
dirección y supervisión en el Estados y municipios, así como los asesores técnicos
pedagógicos, en la Educación Básica que imparta el Estado.
Los términos y condiciones conforme a los cuales cada uno de estos gozaran de los
beneficios señalados, administrarán sus fondos respectivos y adjudiquen sus
créditos, será acorde a sus circunstancias fácticas, sociales, económicas o jurídicas,
de cada uno de ellos.
C. Las autoridades del orden Estatal y Municipal, a fin de propiciar el fortalecimiento
del sistema de seguridad social, de aquellos funcionarios públicos que la Ley
General del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la Ley de Seguridad Pública
del Estado señalan que guardan relación administrativa para con el Estado,
instrumentarán sistemas complementarios de seguridad social.
ARTICULO TRANSITORIO
ÚNICO.- El presente decreto entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el
Periódico Oficial del Estado.
FRANCISCO ARTURO VEGA DE LAMADRID
GOBERNADOR DEL ESTADO
FRANCISCO RUEDA GÓMEZ
SECRETARIO GENERAL DE GOBIERNO
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