La p(s)icaresca: ¿un género literario nacido en Medellín? Por Juan Carlos Rodas Montoya∗ RESUMEN Desde el neolítico hasta la ciudad.com. el hombre ha usado diversas maneras para expresarse, ha creado mecanismos posibles para narrar mundos posibles, se ha dicho y se confirma que el hombre es lenguaje. Así como hubo una época en la que el pícaro era el protagonista de unas historias, unos contextos y unas hablas, también hoy se ha creado una historia con un determinado contexto y con unas hablas urbícolas en las que el protagonista es un sícaro. Un paralelo entre la picaresca y la sicaresca. España y Medellín como dos contextos lingüísticos definidos ABSTRACT Since the Neolithic to the city.com, men have used different ways of expressing themselves. They have created possible mechanisms to tell possible worlds. It has been said and it is confirmed that man is language. As there was a time when the rogue was the main character of stories, contexts and rumors, today a new story has been created within a determined context, with city-like words in which the main character is a hit man. A parallel between the picaresque and the “sicaresque”. Spain and Medellín as two defined linguistic contexts. ∗ Coordinador Administrativo Postgrados Escuela de Educación y Pedagogía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Coordinador académico de Especialización en Literatura con énfasis en producción de textos e hipertextos. Docente Asociado de la misma universidad Dirección del autor: [email protected]; [email protected] Artículo recibido el día 20 de abril de 2006. Aprobado en el Comité Editorial del día 24 de mayo de 2006. “Una ciudad está compuesta por diferentes clases de hombres; personas similares no pueden crear una ciudad” Aristóteles. Desde el neolítico hasta la ciudad.com. el hombre ha usado diversas maneras para expresarse, ha creado mecanismos posibles para narrar mundos posibles, se ha dicho y se confirma que el hombre es lenguaje. Así como hubo una época en la que el pícaro era el protagonista de unas historias, unos contextos y unas hablas, también hoy se ha creado una historia con un determinado contexto y con unas hablas urbícolas en las que el protagonista es un sícaro. Un paralelo entre la picaresca y la sicaresca. España y Medellín como dos contextos lingüísticos definidos. La señorita Lilí, mi maestra de la primaria, era mía porque me daba alimentos, tenía una tarea fundamental: enseñar a leer y a escribir. Nosotros teníamos la obligación de aprender español porque era el lenguaje que nos habían legado nuestros ancestros españoles, el tesoro que habíamos heredado de nuestra madre nutricia. No existía otro lenguaje, éste era el oficial. Aprendimos español, pero en la calle nos narrábamos con otros lenguajes, implícitos, intangibles, vulgares, sonoros, pero no se parecían a los que escuchábamos en la escuela. Recuerdo que se usaban en la calle, que eran procaces, agresivos y violentos, pero, sobre todo, que no se podían usar ni en la casa ni en la iglesia y, menos, en el colegio. Han pasado muchos años y hoy en el colegio enseñan el mismo español y en la calle se oye, se estila, se siente, se mezcla, se habita, también, otros idiomas, otros lenguajes, otras lenguas, pero muy distintas a las hablas de la escuela y del colegio, parecen traducción de ese español institucionalizado. En la calle seguimos escuchando estos mismos lenguajes violentos, agresivos, procaces, pero, ahora sí, inmersos en la escuela, en la iglesia, en la Universidad, en los hospitales, en el metro, en el teatro, en los baños de damas y hombres, en el bus. Ya no es exclusivo de los jóvenes, como en los años 60, ahora es un lenguaje que usan niños, jóvenes, adultos. En el estadio, en el parque, en el teatro, en el cine, en el centro comercial, en el gimnasio, en la unidad cerrada. ¿Por qué? El lenguaje marginal, no oficial, se irriga más que el oficial porque éste nombra de manera más clara una realidad que el otro lenguaje no se atreverá jamás. Veamos. UNAS CONDICIONES HISTÓRICAS Si hiciéramos un recorrido denotativo por el término picaresca, nos encontramos con la siguiente definición: “Género novelesco aparecido en la España de los siglos de oro caracterizado por la incorporación de un pícaro (antihéroe) como personaje central de la obra, supuestamente biográfica. Se acepta generalmente que la obra iniciadora del género es la anónima Lazarillo de Tormes (1564), aunque el término pícaro y la popularidad de tal género sean consecuencia del Guzmán de Alfarache (1559-1604) de Mateo Alemán. Sobre el posible origen e intenciones del género se han barajado diversas opiniones. Parece obvio que es un magnífico instrumento para satirizar las costumbres de la época, bien sea con intereses moralizantes o no. Se han apuntado como posibles iniciadores del género a los conversos, y, por otro lado, es evidente que es un reflejo de la primera decadencia del Imperio. No es un género homogéneo, pues basta comparar La vida del buscón con los textos de Mateo Alemán”. Asumiendo esa definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE), podemos concluir que la picaresca aparece como una reacción de la novela caballeresca y pastoril, pues éstas son consideradas como falsas y artificiosas, en cambio la picaresca está inspirada en España y usa elementos genuinamente españoles. Es realista, surge como documento vivo de ciertas clases sociales (las más desamparadas y sórdidas de la España de aquella época) de donde toma los temas que desarrolla. No hay nada imaginario, todo es verídico y describe lo bajo, lo feo, lo sucio. Los temas son extractados del la vida cotidiana, son relatos simples y llanos, escritos en primera persona de los hechos que le acontecen al pícaro, protagonista, lo que motiva sucesos vinculados con la vida difícil y aventurera del personaje. En estas novelas, en forma cruda y vigorosa, vive la España de los vagabundos (desplazados) y de los pícaros pero con tal pujanza y realismo que servirían para conocer, al natural, el estado social y espíritu de la nación, en uno de sus aspectos más intensos y pintorescos. El personaje central es el pícaro, hijo de padres por lo general de mala vida, que lo abandonan a su suerte, y debe, entonces, aguzar su ingenio para poder vivir. Acosado por el hambre, entra a los trece o catorce años a servir a un amo, después a otro, con lo que soporta miseria y privaciones. Veamos, sintéticamente, algunas de esas obras que representan el género de la picaresca. LAZARILLO DE TORMES Se supone que fue la primera novela que apareció, no se sabe cuándo ni dónde, su autor es desconocido y tiene un profundo sentido humano. Se trata de un niño, Lázaro, hijo de un padre ladrón y una madre, como decimos en Antioquia, “de dudosa re-“puta”-ción”. Lázaro nació en un molino del Tormes. Cuando tiene edad para trabajar, se ve obligado a servir en varias casas de Toledo. Es allí donde tiene que vivir como pícaro, pues la vida lo golpea fuertemente. Sirve a un ciego astuto, a un clérigo avaro, al pobre escudero petulante y al buldero sin escrúpulos. Todos esos episodios vividos lo llevan a convertirse en el alguacil de Toledo. VIDA DEL BUSCÓN Sabemos, también por tradición, que se trata de una obra escrita por Quevedo y Villegas y que relata las aventuras y peripecias de Pablos, natural de Segovia, hijo de unos pícaros, y que trabaja como ayudante de un noble escolar, y que luego vuelve a la mísera vida anterior. Por esa situación tiene que entrar en una banda de ladrones, por lo que más tarde es encarcelado. Termina actuando como cómico y matón. Su lenguaje está cargado de frases de doble sentido y de alusiones burlescas. Después de este recorrido por el género español, nos vamos acercando a la sicaresca, ese género que nace en Medellín y que en sus dinámicas internas es similar a la picaresca. Este término ha sido acuñado para facilitar la comprensión no sólo del lenguaje sino de la misma situación vital de ciertos seres humanos a los que no hemos entendido sino desde el juicio moral. La Sica es una especie de daga con la que en algunas regiones antiguas se mataba a los que infringían las normas impuestas. Hoy en día se habla de sicario para señalar al que mata con sica, pero ya este sentido se ha perdido y se le dice así a todos aquellos que están dedicados al negocio de la muerte como una manera de supervivencia. Si comparamos las condiciones de vida de Pablos, el personaje de La vida del Buscón, con alguno de estos sicarios que ha arrojado la situación social y política de nuestro país, podemos ver que se trata de personajes idénticos: basta comparar sus orígenes, sus condiciones de vida y la crudeza de su lenguaje. A propósito de este aspecto es bueno decir que las palabras que utiliza un sicario también están cargadas de doble sentido, de metáforas que no tienen nada de estéticas pero que, en cambio, hablan de lo insuficiente del español para nombrar esas profundas y dolorosas condiciones. Se debe advertir que no voy a justificar lo que hace un sicario, ni voy a hacer apología de sus condiciones. Me voy a limitar al aspecto del lenguaje, que es, en última instancia, el factor que nos interesa rastrear porque es en el lenguaje donde se consolida un género literario. La diferencia cronológica es de 6 siglos, pero podemos concluir que el sentido práctico, las condiciones de vida y la descripción de los personajes, son las mismas. Se trata de unos entornos trágicos en los que no es posible ni la risa ni el futuro ni la satisfacción, todo es adverso: lo social, lo político, lo humano, el amor, lo psicológico. En ambos casos hay necesidad de inventarse un idioma porque el otro es incomprensible y sospechoso. Inventarse un código ético para la convivencia, un código lingüístico para el entendimiento y un código para la supervivencia. Las condiciones económicas llevan el sello de la creatividad, hay que inventarse la vida, un trabajo, un sustento. En la picaresca los personajes son extraídos de la misma naturaleza de los españoles de la época, naturaleza que se satiriza en estas obras que han servido para educar en las instituciones de educación, aunque en la época eran obras prohibidas por la Iglesia misma. La sicaresca se ha venido configurando con unas obras que dan cuenta de una problemática social que desconocíamos y que se va convirtiendo en género de urgencia, es decir, una especie de obra que denuncia, critica y devela las condiciones infrahumanas en las que desviven muchos seres humanos (prostitutas, ladrones, matones, sicarios, milicianos). Personajes de novelas, cuentos, historias y poesías que han alimentado estéticamente a sus lectores. Fue en 1989 cuando en la ciudad de Medellín se puso de moda la palabra sicario para asignar a unas personas que mataban por un sueldo sin importar quién era el sujeto al que debían “borrar”. Quienes escribieron la picaresca casi no aparecen como autores, más bien se deja como anónimo para evitar la censura. En nuestra cultura paisa comenzaron a editarse unos libros que iban denunciando, como en la picaresca, unas costumbres, unos modos de ganarse la vida, unos espacios geográficos que no conocíamos, y, sobre todo, unas circunstancias sociales que daban cuenta, como en la picaresca, de una sociedad decadente e injusta. También, como en la picaresca, el sicario es, regularmente, hijo de padres que tienen una mala vida o son vagabundos, acosados por el hambre. Lázaro comenzó a servir a los trece años a unos amos que se parecen en mucho a los amos que tiene que servir el sicario desde los 9 ó 10 años. Libros como El pelaíto que no duró nada, No nacimos pa’ semilla, Rosario Tijeras, Al filo de la calle, La virgen de los sicarios, y películas como Rodrigo D no futuro, La vendedora de rosas, Sumas y restas, María llena eres de gracia, y seriados como Pandillas, guerra y paz, y documentales como La Sierra, entre otras, son el producto de una mirada que se posa en esa ciudad que se vive cruda y desgarradoramente triste. Estos documentos, unos más artísticos y estéticos que otros, lograron nombrar un estado social y el espíritu colectivo de una Medellín que se conoce únicamente como la Ciudad de la eterna primavera, La tacita de plata, o aquella que será la mejor esquina de América, cuando sabemos que la otra ciudad soporta estadísticas como la de acoger en sus entrañas a muchos seres humanos que se mueren de desnutrición crónica, que se alimentan con sacol o, en su defecto, con papel periódico con agua. Pero no estamos haciendo el énfasis en lo social, eso se lo vamos a dejar a quienes tienen la responsabilidad de enfrentar con cordura la problemática. Aquí abordamos un género que emerge en lo urbano, que es muy paisa, tanto que ya tiene casi cuatro mil términos. El lenguaje de los sícaros se riega por todas partes porque es muy, muy sonoro. En la picaresca, como en la sicaresca, se puede hablar de relatos simples sobre antihéroes protagonistas pero anónimos porque viven escondidos. Tenemos, además, una alta población de desplazados. Lázaro entra a la picardía por los golpes de la vida. Los anónimos sicarios entran a la sicardía por las mismas razones. A nuestros sicarios se les conoce más por sus apodos que por sus nombres, porque la calle es la casa y en la calle los rebautizan como nuevos habitantes en un parche. Rasguño, Care muerto, Cofla, Care galápago, son algunos de esas chapas que terminan por reconocerse más que sus propios nombres. Aquí me voy acercando al término Parlache: de Parlar, hablar y Parche, de estar. Este lenguaje también suele llamarse Topolecto, pues es construcción lingüística en un contexto geográfico definido. Y los topolectos pueden ser nombrados como un lenguaje de guetos o lenguajes urbanos que están muy relacionados con los grafittis, epitafios, piropos, la música como el tango y la salsa. Siempre para asignar una relación de la vida con la muerte. Esa relación que está al día en cada acontecimiento de la vida y que vemos diariamente en los noticieros de todo el mundo. Es verdad que estamos cansados de tantas masacres, onces de septiembres, 11 de marzos. Esa realidad nos desborda por cruel, dura, ensangrentada y violenta. También pensamos que es tan problemática la situación del mundo que ya no queremos ver noticieros de televisión. Nos pudo la imagen, nos arrojó. ¿Para qué leer, entonces, cuentos, historias y novelas de personajes de ficción si no tienen nada qué ver con la realidad? ¿Para qué la literatura si no es más que una vil farsa? Tanto la picaresca como la picaresca han pervivido porque existen acontecimientos como los que voy a describir a continuación: ¿Será pura realidad o pura fantasía la noticia de un grupo de apartamenteros que introdujo un tipo en una caja de cartón para llevar a cabo sus planes de robar una casa? Eso es pura realidad. ¿Es realidad que un hombre se haya autosecuestrado para cobrar tres millones de pesos y poner a prueba la fidelidad de su esposa...? Eso es pura realidad. ¿También lo es el hecho de que en un pueblito de Colombia sólo haya un habitante porque ya han sido desplazados los 907 seres que vivían allí...? ¿Es real que en un pueblo se robaron la campana que pesaba más del doble de lo que pesarían los 18 ladrones? Eso es realidad. ¿O será pura literatura y cuentos inverosímiles? Estos son los generosos regalos de lo urbano. La realidad real no la soportamos, pero la ficción ficcionada tampoco; es absurdo creer que eso nos pueda estar pasando en lo social, eso tiene que ser producto de una imaginación enfermiza y alterada. Tenemos el Banco de un grupo al margen de la Ley que ha decidido sellar los billetes que la gente usa, pero si un billete no cuenta con ese sello, el dinero no tiene validez. Estamos en Colombia, en esa Colombia narrada por García Márquez pero vivida en la cotidianidad. Macondo, Macondo. Los noticieros se gastan el tiempo en representar la realidad, pero la realidad se fuga para las calles donde acontece la vida: en las calles nos encontramos con la Funeraria El Apogeo, esa que corrió con los gastos necesarios para dar sepultura a la gitana que se murió frente al presidente Álvaro Uribe. La noticia era el Presidente o la gitana, pero el nombre de la funeraria es una obra de arte de la literatura que no se deja oficializar. Nadie prestó atención a ese pequeño detalle. O el nombre del perro que acompaña al sepulturero en el cementerio Universal, donde entierran a los declarados N.N., casi todos sicarios. El perro se llama Negro y es de color…ya se imaginarán. Hay una profesora —que exige ser nombrada como señorita— que tiene dos jubilaciones, es normalista, pero ha estudiado toda la vida geografía e historia y enseña educación física, pero lo bello de la historia es que dicta sus clases montada en unos tacones de 12.5 centímetros; parece exageración, pero es la pura, purita verdad. Es en este paraíso artificial que llamamos realidad donde acontecen cosas como estas: dos estudiantes extorsionan a su profesora por 300 mil pesos. Aquí y ahora el Ministro de Hacienda sugiere el aumento de la jubilación para las mujeres en 62 años. A nadie se le hubiera ocurrido semejante belleza: eso es posible únicamente en los libros donde hay buenos y malos, o en una telenovela venezolana. ¿62 años? El dolor que pueda causar esta noticia no tiene asidero en el corazón de una mujer que se dona, se hipoteca y se borra para servir de apoyo, faro y sostén. Esas son las noticias que escuchamos y producen risa, entonces inferimos que estamos leyendo literatura, esa que dice que la tragedia se vive en forma de drama y después se repite en forma de chiste. Si esto no es un chiste no tiene otra explicación. Y si todavía queda alguna duda sobre lo fabulado e hiperbólico de nuestra ciudad, escuchen estas otras joyas de la literatura callejera. Definitivamente la literatura sicaresca está hecha del material de los sueños, es decir, de la vida cotidiana. Un anciano de 92 años mata a su esposa de 94 porque estaba muy enferma y no soportaba verla sufrir más. Le pegó 22 hachazos (símbolo de nuestros mayores, que aparece en nuestro himno). No tuvo que haber leído a Dostoievsky ni a Poe, era cortazariano, le gustaban los palíndromos, los cubos de azúcar y las magas. Qué tal el ritual de la Lapidación entre los musulmanes para celebrar la vida y la creación: una fiesta de oración que dura tres días y que termina con la vida de 250 personas. En 1990 fueron 1.140 los que acabaron en igual condición. O la madre que ataba de la cama a su hija de 6 años para que la dejara hacer oficios, o la señora que quemaba en una estufa las manos de su hija de 4 años para que aprendiera a ser responsable, o... hay unos barrios en Medellín que se llaman La Nueva Colombia y no tienen agua. Algunos otros tienen computadores y no tienen luz. Mientras alguien se gasta 90 millones de pesos en una vajilla, otro se gana 46 millones de pesos mensuales, los demás allá se hacen incrustar un corazón en la pupila del ojo por cuatro millones de pesos. En esta ciudad se ganan la lotería y no la pagan, se roban una virgen que hace el milagro de llover, aparece la imagen de Jesucristo en una pared… Esa es la realidad que nos circunda. Por eso surge la sicaresca, para recordarnos que tenemos mil ciudades dentro de la ciudad, y que nosotros vivimos en una de ellas. La sicaresca surge en las breñas antioqueñas porque en ellas viven seres humanos que son capaces de lo mejor, pero también, paradójicamente, de lo peor. Esta literatura denuncia un acontecimiento humano al que le damos la espalda fácilmente. En este lado marginal existen muchos Pablos y Lázaros que se aferran a la vida haciendo lo que haya que hacer porque se sienten efímeros y fugaces. Aquí los llamamos Zarcos, Rosarios, Care puño, Care tajada. Ellos son los antihéroes que, además, tienen que hablar con un lenguaje que está satanizado para un trozo de la cultura, pues la otra lo utiliza como opcional, como juego, como pasatiempo, cuando a ellos los constituye, los funda… son ese lenguaje. Sabemos que son fugaces, pero yo seguiré buscando en ellos lo único que pueden hacer: una tragedia, un dolor, una derrota, porque esas tres instancias son nombradas en su lenguaje, porque son la apertura para el amor, la alegría y las ilusiones, es decir, se lanzan de nuevo “al próximo muñeco para dejar bien a la cuchita y que Chuchito lindo, el único parcero fiel, no me vaya a dejar fallar en el tiro de gracia, y si me tengo que poner la pijama de palo, que sea de guán y pa’ la finca a dormir con los ojos pa’ dentro”. No hay sicaresca sino en Medellín, como no hay picaresca sino en España, somos herederos de una religión, un lenguaje, unas maneras de ser y de pensar. En Antioquia hay unos primeros brotes de picaresca en Tomas Carrasquilla, ese personaje de San Antoñito es más pícaro que sícaro. Andrés Caicedo instala a muchos de sus personajes en una especie de picaresca, cuando en cuentos como El atravesado y Maternidad, con un fondo de Salsa y rock, sus personajes se narran en el vértigo de la existencia. Se suicida porque, decía él, vivir más de 25 años es una sinvergüenzada. Manuel Mejía Vallejo, en Aire de tango, describe a un Guayaquil antioqueño donde se vivía en un infierno paisa, prohibido para las clases altas de la época, pero que se morían de ganas de tener una experiencia por allí. En la sicaresca aparece como telón de fondo el rap y el reggetón. Pasamos fácilmente del lenguaje del camaján al del traqueto y nos instalamos en el de los sicarios. La sicaresca se convirtió en un género literario gracias a la construcción de un lenguaje que se fue configurando como tal porque pasó de lo prohibido, anónimo y marginal a lo aceptado en lo oficial. Veamos algunos ejemplos. Es en las llamadas comunas donde se puede ubicar geográficamente este lenguaje. Pero eso que nace como tragedia se volvió humor. Los Marinillos conquistaron el mundo del humor cuando le dieron la vuelta al globo terráqueo hablando como hablaban los seres humanos que habitaban estas casas que parecen pesebres, como dice uno de los textos de la sicaresca. Después aparecen unos lingüistas de la Universidad de Antioquia que hacen un glosario sobre el parlache, ese lenguaje que hablan Rosario Tijeras, La vendedora de rosas, El pelaíto que no duró nada…y luego se volvió lugar común en universidades y colegios de todas las clases. Posteriormente fue Campo Elías, quien en programas de radio y televisión representa a un personaje que se expresa con el lenguaje mencionado. De hecho está presentando una obra de teatro que se llama Gonólogos y en los pasacalles se invita al peye de estreno. Es decir, esa dimensión trágica de la cultura se volvió humor y, además, se riega por la ciudad como maleza, pero se irriga porque es muy fonético, sonoro y musical. Se trata de un lenguaje metafórico sin estética pero con un profundo sentimiento de dolor y tristeza. Los combos surgen en Medellín para dividir estos espacios geográficos en zonas de lucha por el territorio. Posteriormente se puso de moda el combo para hablar de ofertas en comidas rápidas, nombre de grupos radiales deportivos, ofertas para el mercado, ofertas educativas, el Combo de las Estrellas. Y ni qué decir del estreno de la obra “Olor a barrio” que hace todo un recorrido semántico por este glosario urbano de manera magistral. Robinson Posada encarna a uno de estos sícaros y hace parodias de la comuna 8 utilizando canciones infantiles. Por último, valdría la pena decir que tanto un género como el otro poseen estilos claramente sencillos, muy humildes, casi mediocres, pues no tienen pretensiones de decorado. Esto se debe a que quienes hablan son los personajes que proceden de condiciones sin educación, sin moral y sin empleo. Pero ambos géneros provocan, eso sí, una verosimilitud narrativa. La lengua usada en estos dos géneros puede ser entendida como un reflejo del telón de ese fondo social; por ello, repito, abundan los vulgarismos, hay un alto grado de uso coloquial del lenguaje, lo que permite ver a unos protagonistas más humanos y menos héroes. La picaresca nace cuando España pierde la guerra y entra en una época de total decadencia de valores. Casualmente la sicaresca surge cuando en Medellín se comienza a hablar de narcotráfico, guerrilla y grupos milicianos. La decadencia es total en esta ciudad. Buscones, Lazarillos, Pablos y Celestinas nacen en Medellín con apodos sin apellidos. Cuando España pierde la guerra quedan soldados empobrecidos e inválidos. La fecha coincide con el descubrimiento y conquista de América. ¿Qué deja la guerra? Seres humanos que tienen que robar para sobrevivir. Eso que hacen los soldados españoles con astucia y sagacidad, lo tienen que hacer los parceros de las comunas para sobrevivir, sólo que ya no se hace con fechorías y tramas, ya no con la sica sino con la gaga, la muñeca, el trueno, la mona, la niña, el boque frío, el juguete, la lola, el tote. Se configura un sicario cuando mata por un dinero. La sicaresca, entonces, se va configurando en género, cuando ya hay casi 4 mil términos que aparecen registrados en el glosario, y casi todos hablan de muerte, droga y sexualidad. UN PARALELO. 1. Los dos géneros son propios de un determinado contexto geográfico. España y Medellín. El lenguaje que los identifica tiene cuna plebeya, suscitan repudio, pero renombran el mundo crudo donde habitan los protagonistas que buscan una identidad. Son lenguajes urbanos, entonces, por su carácter heterogéneo. Esto equivale a decir que los españoles y los medellinenses coincidimos más en nuestras actitudes que en el uso del lenguaje. 2. Son lenguajes que tienen origen en las adversidades. Se trata de lenguajes de emergencia para nombrar situaciones que un lenguaje oficial no es capaz de significar. Las desigualdades sociales también crean desigualdades lingüísticas. 3. Son dos géneros eminentemente urbanos producto del estado de descomposición social de cada una de las épocas. Los dos géneros dicen de su relación con la muerte. Son lenguajes agónicos. Por eso los personajes son desencantados seres humanos. 4. Los sujetos que se van configurando tienen perfiles muy parecidos, cambian las épocas y los medios que utilizan para lograr sus fines. 5. En ambos casos hay mentiras, deshonor, pero se justifica desde la condición social. Ningún personaje tiene acceso a la educación oficial. La calle educa y forma en la picardía y en la sicardía. 6. Como un lenguaje de gomelos, el lenguaje de los parceros debe ser traducido para ser comprendido por otros. Hay que habitar el lenguaje para que sea codificado y comprendido. Unos dicen gonorrea, pirobo, aletiao, asao (se pierde la d, como en el lenguaje paisa: enamorao, delicao). Otros dicen cool, nice, super, play, o sea, mega. En ambos casos hay que decodificar para hacerlo más estándar. Son topolectos usados en tantas medellínes existentes. 7. Los personajes de ambos géneros viven en el vértigo que produce la velocidad de la existencia, de ahí que se quiera ser alguien en la vida, o suicidarse, pues se vive en el límite. Compartimos con los españoles lo urbano y la paranoia provocada por la guerra. Esto se puede ejemplificar así: es común ver soldados y policías que se matan entre sí. 8. Como somos españoles, nuestra herencia se ve reflejada en este tipo de fenómenos literarios. El lenguaje no refleja la realidad, la construye. Esta literatura nace en burdeles, prostíbulos y lugares prohibidos. 9. Nos conquistaron con hacha y espadas…heredamos la guerra, la religión, las armas y el lenguaje. A los paisas nos identifican como campesinos y nos dibujan con machete y ruana. Un cuchillo, una navaja…una pistola, un trabuco. 10. La civilización nos ha traído la guerra, la guerra lo urbano, lo urbano la paranoia, la paranoia un lenguaje que nace como malo, se oficializa y se usa en todas partes. Hay que mantener un lenguaje estándar, pero se debe aceptar que hay lenguajes que llegan, se encumbran, se popularizan, se ponen de moda, pasan y no han hecho daño. Simplemente se trata de aceptar que, como decía la señorita Lilí, aparecen unos lenguajes de la calle que se vuelven más significativos que los que escuchamos en el colegio. UN GLOSARIO: El parlache es un dialecto social, variante del español, porque todos los mecanismos de transformación se adaptan a los procesos fonológicos, morfosintácticos y semánticos del español. ¿Cómo? Adición de fonemas: Bucéfalo. Sisas. Notas. Supresión de fonemas: Ñalada. Ñero. Coleto Inversión silábica: lleca. Ofrí. Trocen. Bezaca. Misaca Fusión de significante y significado: Metrallín. Peyerrea. Palabras compuestas: Dedicaliente. Gonoplasta. Calentontos. Préstamos de otros idiomas: Ansorris. Man. Money. Onomatopeyas: Tilín tilín. Tuqui tuqui Lulú. Tastaseo. Prefijos: Repasta. Recuca. Reluquiado. Semejanza: Roberto. Arnoldo. Anacleto. Paronimia: Resortes. Vientos o maletas. Federales. Plomonía. Metáforas: Cantante. Cargar la lápida en el cuello. Muñeco. Aletiado. Coronar. Metonimia: Verde. Fierro. Marcar calavera. PALABRAS Y SIGNIFICADO A la F: A la fija Alpargata: Mujer fea Apretar: Atracar Bacán: Que no se mete, que no denuncia. Bareta: Marihuana. La mona. Chiruza. El moño. El porro. La pata. El armado. La torta. El volador Borrar: Matar Biblia: Orador, locuaz, tramador Breve: Fácil Brinco: Hurto Cabrón: Compañero de la prostituta Cacique: el que manda. El duro Camello. Trabajo Cana: Cárcel Cangris: Mujer Carrusel: Dar una vuelta. Cascar: Dar puñaladas o balazos Ceritos: Parceritos: (amigos) Cometrapos: Filo: Hambre Control Z: Hacer el amor Chapa: Apodo Chimbolo: Basuco en cigarrillo Chupar gladiolo: Morir Desparchado: Sin programa Dar lata: Tren de lata: apuñalar El aparato: Revólver El gorrito: Condón Embalarse: Ser atrapado por la justicia Encholar: Hacer el amor Furrunga: Fiesta Gambas: cienes (pesos) Gasimba: Gaseosa Gatorade: Homosexual Germón: mujer Gonorrimbia: Gonorrea: Insulto, lo peor Gorra: Codo. Amarrado Hacer una vuelta: Realizar algo que se tiene planeado Jíbaro: Expendedor de droga Lana: Dinero La cabra: La punta: La navaja La pinta: La ropa Lata: Chupa: Cuchillo Lucas: Miles (pesos) Mandar de cierre: Dar puñaladas en el abdomen Mandar de tubo: Dar puñaladas en el pecho Maniarse: Armarse con… Mario: La policía Marmaja: Guaca: Tula: Grasita: Plata. Mimaos: Policía Muñequiar: Matar Nave: Carro Ñero: Indigente Nenorra: Mujer Ñómpiro: Parce, amigo, perro, loco. Olla: Zona donde de expende droga. Lugar peligroso Paila: Mal, grave. Paniquiado: Con pánico por el consumo de droga Parcero: Compañero de parche Parche: Grupo, pandilla, gallada en determinado sector Pasacho: Pasacintas Pato: Dormido. Ridículo Pelpa: papeleta de basuco Pipaso: Fumar basuco en pipa Piponcha: Mujer embarazada Pisos: Zapatos Plumas: Homosexuales. Geys Polas: Cervezas. Morenitas. Nieves Pollas: Tulipantas: Malvadas: Mujeres Rancho: Casa Ratón: Rato Rayas o Gatos: Agentes del DAS o del F.2. Retacar: Pedir dinero Ruedo: Círculo al que se pertenece Sapo: Lambón Simones: Afirmación Terapiar: Convencer Triquiñueludas: Niñas menores de 15 años Tirar calle: Pasar la noche a la intemperie Otros muy sonoros: Caramela, Nea, Grilla, Zunga, Balija, Peye, Gonorsobia, Chanda, Pirobín, Gasota, Percanta, Coscorria, Combo, Acostar, Bajar, Borrar del mapa, Cargar la lápida, Cascar, Dar chuzo, Dar en la cabeza, Dejar de funeraria, Irse de cajón, Despachar, Fumigar, Marcar calavera, Perder el año, Tostar, Volver muñeco, Tirar al piso. Y otras de las que ustedes tienen más noticias que yo pero que no nos atrevemos a decir en las instituciones, pero que de pronto en otros lugares más públicos se nos zafan, a veces sin querer. Para concluir quiero decir que estos géneros, con su simpleza simbólica, su expresión en bruto, sin construcción, muestran claramente la ruptura de una estructura social por la acción envolvente de la incomunicación que se genera con el vacío conceptual del fonema urbano. La picaresca y la sicaresca, sin perder su riqueza fonética y su pegajoso y sonoro encanto de la significación, elaboran una simbiosis del lenguaje oficial para que se haga, desde esos márgenes, una ciudadanía y un ciudadano urbano solidario y ético. Fuentes Antes de escribir este trabajo fue necesario leer algunos textos, que se reseñan a continuación: Medellín es así. Ricardo Aricapa. El parlache. José Ignacio Henao y Luz Stella Castañeda. Al filo de la calle. Luis Carlos Gaona. La picaresca en Rosario Tijeras. Guillermo Echeverri Jiménez. Conferencia dictada en el marco de la celebración de “Vive el español en la Universidad”. Lenguajes urbanos. Juan Carlos Rodas Montoya. Revista Textos de la Escuela de Educación y Pedagogía.