EL MEDIO AMBIENTE, OTRA VÍCTIMA DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO ACTUAL María Consuelo Londoño Holguín1 Ledy Johana Martínez Agudelo2 Resumen: El presente artículo problematiza al medio ambiente como otra víctima del conflicto bélico. En este sentido, el caso específico que se planea develar, después de las consideraciones necesarias para tal objetivo, es el colombiano. El método de la disertación es de tipo descriptivo y cualitativo, pues, se tiene en cuenta el estado oculto que adquiere el medio ambiente en este tipo de situaciones. Como conclusiones de la presente especulación se determina que el medio ambiente es un actor implícito o pasivo en la lucha de poderes; sin embargo, directamente afectado en la misma. Cabe señalar, entonces, que no existe una legislación explicita que le proteja en estas circunstancias. Palabras claves: Medio ambiente, conflicto, victima, leyes, recursos. Abstract: The following article intends to consider the environment as another victim of the war.In this sens, the specific case plans to unveil, after the consideration necessary for that purpose, is Colombian. The method is descriptive and qualitative, as it takes into account the hidden state that takes the environment in these situations. As conclusion of this speculation, it is determinate that the environment is an implicit or passive in the power struggle actor, yet directly affected by itself. I should be noted that there is not an explicit law that protects the environment in these circunstances. Key words: Environment, war, victim, laws, resources. 1 Estudiante último semestre de derecho. Integrantes del Semillero de Investigación en Derecho y Conflictos Ambientales “SIDCA” de la facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Manizales. Correo electrónico: [email protected] 2 Estudiante último semestre de derecho. Integrantes del Semillero de Investigación en Derecho y Conflictos Ambientales “SIDCA” de la facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Manizales. Correo electrónico: [email protected] INTRODUCCIÓN La protección ambiental es una necesidad para toda nación y, en cierto sentido, especie, pues, asegura el crecimiento sostenible en el futuro. Por eso, existe una cantidad considerable de disciplinas, la mayoría de naturaleza técnica, que convergen en estudiar los problemas ambientales, evaluar sus riesgos y explorar posibles propuestas para una mayor conservación y cuidado. Siguiendo esta fundamental idea, también existe una delicada jurisprudencia, quizá un poco más importante que las disciplinas técnicas, que procura formular leyes que se encarguen de proteger el medio Ambiente. En el caso de Colombia, la autoridad suprema respecto al sector natural es el Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible quien tiene como misión, guiado por los principios internacionales, “ser la entidad pública encargada de definir la política Nacional Ambiental y promover la recuperación, conservación, protección, ordenamiento, manejo, uso y aprovechamiento de los recursos naturales renovables, a fin de asegurar el desarrollo sostenible y garantizar el derecho de todos los ciudadanos a gozar y heredar un ambiente sano”3 Desde que se creó el Ministerio de ambiente en 1993 tras la liquidación de INDERENA4 , el gran pionero de la gestión ambiental en Colombia, el medio ambiente ha adquirido una importancia tal que la mentalización y concienciación del ciudadano en cuanto al cuidado, explotación, exploración y uso de los recursos ha crecido. Hoy en día la mayoría de los colombianos, ya sean individuos, entidades privadas o públicas, tienen herramientas y hábitos suficientes para intentar cumplir las disposiciones legales y velar por la protección de todo lo que incumbe al medio ambiente. Sin embargo, debido a la problemática bélica que atraviesa la nación, el 3 Ministerio del medio ambiente y desarrollo sostenible.”Misión y visión 2014-2018”Disponible: http://www.minambiente.gov.co/index.php/ministerio/mision-y-vision. Consultado octubre 2014 4 INDERENA era el instituto nacional que manejaba los recursos naturales y el medio ambiente en Colombia desde 1968. Sin embargo, su liquidación fue ordenada por la ley 99 de 1993 que es llamada la Ley del Medio Ambiente. medio ambiente también se ha convertido en otro mártir del conflicto, pues, las consideraciones legales en cuanto a su cuidado, no tienen en cuenta dicha situación. En efecto, en los últimos 30 años de disputas internas, el medio Ambiente ha sufrido, igual que el pueblo colombiano, las duras consecuencias de la guerra, la devastación y la muerte. Alarmantes cifras del Ministerio del medio Ambiente demuestran que la guerra también afecta a las posesiones naturales. Por ejemplo, a los bosques tropicales y fuentes hídricas. Así, pues, vale la pena considerar a continuación cómo el conflicto colombiano convierte al medio ambiente en otra víctima de la guerra. Esta reflexión puede contribuir, por un lado, a exhortar a las autoridades a formular políticas que contribuyan a proteger al medio ambiente en estados de conflicto y a considerar como criminales no solo aquellos que atenten directamente5 contra él, sino , también, aquellos que indirectamente lo perjudican. Por el otro, puede contribuir a exhibir que el medio ambiente, fuera de ofrecer un caudal considerable de recursos necesarios para la existencia de muchas formas de vida, es el único lugar donde habita cualquier criatura y, por tanto, merece protección en cualquier circunstancia. El MEDIO AMBIENTE, OTRA VÍCTIMA DE LAS GUERRAS EN EL MUNDO. En general, cuando se desata un conflicto los miembros de las partes en disputa pueden vociferar ¡basta! También puede proclamarse un cese al fuego, un tratado de paz o, en casos extremos, la posibilidad de recuperar las victimas de cualquier bando del campo de guerra. Sin embargo, una mirada atenta a cualquier conflicto puede considerar que no solo existen como victimas los individuos que luchan entre sí, sino, además, el espacio donde se desarrolla la contienda. Esta premisa, 5 Se está hablando en este caso del enfoque del actor directo quien premeditadamente contamina, extermina y atenta contra el medio ambiente y los recursos naturales. entonces, identifica al medio ambiente como una víctima olvidada de la guerra, pues, es precisamente en él donde se despliega dicha lucha. Desde que los conflictos bélicos alcanzaron una tecnificación tal, el medio ambiente se ha visto afectado seriamente. Por ejemplo, los mares se han contaminado de los desperdicios de los submarinos atómicos. Los campos han sufrido daños irreparables gracias al abuso de los medios de destrucción masiva. Ciertas especies de fauna y flora se han visto casi extintas y los frutos de la tierra se han sido alterados. El caso más notable del problema ambiental en el mundo debido a las guerras es el caso de Hiroshima y Nagasaki. En 1945, el presidente Truman decide enviar a Little boy y a Fatboy, nombre clave de los proyectiles dirigidos contra la nación japonesa. Esta letal arma arrasó con un amplio terreno natural en Japón devastando campos, animales, plantas y humanidad .Las dos ciudades ardieron y todo lo que poseía vida murió, especialmente el medio ambiente. Varios sobrevivientes de las dos ciudades, padecieron los efectos de la radiación y nunca recuperaron su estado natural. Problemas genéticos, entre otras cosas, repercutieron en sus futuras generaciones Nagasaky destruida Tomado de: Enciclopedia Encarta 2007 Cuando explotó la bomba atómica, el estallido inicial provoco una que contaminó la atmosfera e impidió la respiración. En definitiva, el efecto sobre el ambiente fue inmediato. Muchos casos de este tipo pueden rastrearse en el último siglo para exponer cómo el medio ambiente también se convierte en víctima de los conflictos. Varios años después de las bombas gemelas, los Estados Unidos invadieron Vietnan. Con eso, atacaron con armas químicas a toda la comunidad hasta agotarlo y erradicar la fauna y la flora. Treinta años después, esta zona tan solo dispone de unos pocos arbustos, pues, la toxicidad de los compuestos empleados en el ataque le afecto casi para siempre. Un caso que parece eterno en la historia de la humanidad es el conflicto bélico en medio oriente y parte de África. En países que integran este sector, los conflictos culturales han demostrado ser implacables con la naturaleza y el medio ambiente. En esta parte del globo, las supuestas guerras santas entre musulmanes han devastado el continente. Esto ha dado pie para múltiples enfrentamientos en países como Irán, Irak, Afganistán y Egipto, entre otros. Si se tiene en cuenta estos problemas, el medio ambiente se ha visto completamente destrozado. Los bombardeos de un país a otro han ocasionado la destrucción de los campos, los animales, los recursos hidroeléctricos, la fauna y la poca flora que puede existir en el desierto. Según los últimos informes de las Naciones Unidas, la guerra en el medio oriente ha devastado a la naturaleza y a los recursos más que el propio consumo de sus habitantes. Esto significa que los países envueltos en esta contienda, en vez de disfrutar de las bondades de la naturaleza para una excelente calidad de vida, están agotando toda clase de recursos en los conflictos. Por ejemplo, el agua, tan escasa en esta parte del globo, se emplea en apagar los grandes incendios provocados por los bombardeos de las tropas de cualquier bando. Además, la oscura lucha por el petróleo ha provocado que los pozos de este necesario líquido para la industria mundial se vean envueltos en constantes llamas que duran semanas en ser apagadas; lo cual poco de provechoso tiene. Ante este preocupante panorama, muchas han sido las disposiciones legales y jurídicas formuladas en casi todo el mundo, junto a políticas que apuntan a proteger el medio ambiente en estado de conflicto, las cuales se han visto en las naciones más problemáticas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que después de la segunda guerra mundial, la institución denominada Organización de Naciones Unidas se ha convertido, quizá, en el mayor protector del medio ambiente en periodos de guerra. Cuando se configuró la ONU, sus integrantes formularon el principio que afirma que el enemigo debe medir su fuerza y sus medios. Esto significa que pese a tener la intención explícita de causar daño al enemigo, los bandos deben medir su fuerza, recursos y capacidad destructiva. Como consecuencia de esta idea, se desprende otro ideal fundamental que tiene en cuenta el concepto de proporcionalidad. Esta cualidad atribuida a las guerras implica que se tenga en cuenta al medio ambiente, pues, es imposible negar la vitalidad que rodea a la naturaleza en sus múltiples expresiones. De forma directa “existen tratados que protegen específicamente el medio ambiente: La Convención sobre la prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares u otros fines hostiles (Convención ENMOD, aprobada en el marco de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1976); y El Protocolo I de 1977, adicional a los Convenios de Ginebra de 1949”6. Así mismo, de manera indirecta también existe una serie de disposiciones que procuran velar por el medio ambiente a través del derecho internacional humanitario. Por ejemplo”, la convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxinitas, aprobada el 10 de abril de 1972, y la convención sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales que puedan considerarse excesivamente nocivas o de efectos indiscriminados, aprobada el 10 de octubre de 19807,” entre otras. Debido a la legislación internacional y a la proliferación de conflictos donde el medio ambiente se convierte también en víctima, la Asamblea General de Naciones Unidas declaróen 2002 como Día internacional, el seis de noviembre de cada año para prevenir la explotación del medio ambiente en los conflictos armados y en las guerras. La finalidad de dicha jornada es tener en cuenta la importante destrucción ecológica que los problemas bélicos producen: impurezas del agua y de la tierra, daño a los ecosistemas y extinción de la fauna y flora, entre otros. Según los informes de las naciones unidas, los territorios o estados que soportaron una guerra o conflicto deben procurar la restauración del medio ambiente. En caso opuesto, la población sufrirá las consecuencias durante los años póstumos al conflicto. Con motivo del proclamado Día internacional propuesto en el 2002 para prevenir la explotación del medio ambiente en los conflictos armados y en las guerras, años después, las naciones unidas han formulado una serie de documentos y herramientas sobre políticas que consideran como prioridad prestar atención al medio ambiente en épocas de conflicto y pos conflicto. Por ejemplo, El manejo de los 6 Debe tenerse en cuenta que los documentos de este tipo se encuentran en páginas virtuales donde se distribuye dicha información .En esta caso , para ampliar la comprensión de los lectores se siguiere vistiar www.geo.et.co 7 Acá se incluye la cita textual de las convenciones de Ginebra. recursos naturales en las situaciones de transición, publicado en el 20138. En este documento se proponen una serie de ideas que permitirán la recuperación del ecosistema afectado en las guerras y de los territorios devastados por el combate. No obstante, pese a todas estas exuberantes políticas y a la cantidad de documentos formulados por la ONU, el medio ambiente todavía continúa siendo una víctima oculta del conflicto. Aparentemente, en ningún lugar del mundo las partes en disputa consideran como primordial proteger los recursos naturales, la fauna y flora del ambiente que los rodea. Por el contrario, si destruir una porción considerable de territorio implica ganar la guerra, vale la pena tener en cuenta dicha estrategia con el fin de evitar la derrota. Ahora bien, teniendo en cuenta en la época de conflicto, todas las nación colombiana al medio ambiente en disposiciones legales internacionales antes mencionadas han sido aceptadas, junto con las políticas nacionales implementadas para la protección del medio ambiente. Sin embargo, dicha apropiación parece estar únicamente viva en los documentos que firma la clase política, pues, en el campo de batalla los nobles principios que se han formulado después de las catástrofes naturales en época de guerra brillan por su ausencia. Conviene entonces, a continuación, develar la situación ambiental en el país en tiempos de conflicto ya que es evidente que el medio ambiente en los últimos 50 años de enfrentamientos armados también ha sido otra víctima. Esta intención puede guiarse por las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las consecuencias de la guerra para el medio ambiente en Colombia? Y ¿Cuáles son los efectos del negocio del narcotráfico depara los ecosistemas y hábitats naturales? 8 Vale la pena señalar otros documentos formulados por la ONU, por ejemplo, el papel de los recursos naturales en materia de desarme, desmovilización y reintegración publicado en diciembre del 2013. METODOLOGIA. La estrategia metodológica escogida fue la investigación holística, con enfoque socio-jurídico, que aborda la comprensión de una realidad social estimulando la creación de un nuevo conocimiento o acervo normativo, de tal manera que propenda por el aporte de soluciones a la problemática que se pretende estudiar; pues, se tiene en cuenta el estado oculto que adquiere el medio ambiente en situaciones de conflicto armado para describir una realidad secundaria de la guerra: la devastación natural. Este estudio hace parte de una serie de investigaciones universitarias propuestas por el semillero en Derecho y Conflictos Ambientales “SIDCA” de la facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Manizales. Además, corresponde a una línea socio-jurídica, la cual plantea el siguiente objetivo general: analizar la incidencia del conflicto armado en Colombia sobre el medio ambiente. El MEDIO AMBIENTE EN COLOMBIA DURANTE EL CONFLICTO ARMADO INTERNO. Se debe diferenciar entre dos enfoques que están íntimamente relacionados pero que, no obstante, son diferentes, a la hora de hablar sobre el papel del medio ambiente en el conflicto armado colombiano. La sutil desemejanza puede ser presentada mediante la formulación de dos preguntas: ¿la escasez ambiental y la lucha por los recursos naturales renovables y no renovables, son factores explicativos de la violencia y el enfrentamiento bélico en el país? Y ¿cómo afecta la guerra al medio ambiente y cuál es el impacto que la misma tiene sobre éste? Dar respuesta a la primera implica abordar el tema desde la perspectiva de las relaciones de la sociedad con los ecosistemas y con sus recursos, lo que ilustraría sobre ciertas circunstancias históricas de los países relacionados, en especial, con la violencia que lo afecta. Así, pues, el análisis se encaminaría a observar, por ejemplo, que el medio ambiente es “un factor que pone en peligro la integridad territorial del Estado, la paz y la estabilidad interna e internacional, el bienestar humano, los valores, la identidad, el modo de vida, así como el desarrollo económico y humano de un grupo, una sociedad, un Estado o, incluso, de los individuos.”Lavaux (2004, p. 11) Es decir, la probabilidad de conflicto armado aumenta cuando existen cambios o escasez en los recursos naturales y en su poca o nula disponibilidad9, por tanto, este es considerado el pretexto o el origen del mismo. Los recursos aportados por la naturaleza (agua, tierra, suelo, madera, caza, oro y esmeraldas, entre otros) habrían dado lugar a la competencia y dentro de esta se acudiría a la violencia como medio para la consecución de aquellos y su aprovechamiento. Soldados Colombianos patrullando cultivos de amapola Tomado de: jurisnovus.blogspot.com Los lineamientos básicos de este enfoque hacen ver a los ecosistemas y sus bienes como actores indirectos de la confrontación pues “La apropiación y uso de tales recursos generan interacciones sociales, de colaboración y de conflicto, cuyas características se relacionan, a su vez, con las de los ecosistemas mismos. Así, las relaciones cambian, respecto a un recurso dado (agua, tierras, por ejemplo), 9 Téngase en cuenta que implícitamente se habla de la abundancia de dichos recursos; si la lucha se da merced a la poca disponibilidad de estos en determinado territorio, quiere decir que es en otros donde se encuentran con mayor facilidad. De allí surge la necesidad por su posesión y en definitiva la lucha por alcanzarlos. dependiendo de su disponibilidad; en general, recursos escasos darán lugar a conflictos” Márquez, (2001 p. 3-4) Ahora bien, el medio ambiente físico propicia de alguna manera la confrontación entre grupos insurgentes (FARC, ELN, Paramilitares etc.) y tropas gubernamentales. Es conocida la inmensa ventaja que los entornos naturales confieren a dichos grupos ilegales en el desarrollo y planificación del combate. El ocultamiento, la difícil topografía, la distancia y la extensión de los mismos son factores a favor de la insurgencia, pues permiten su preservación y sostenibilidad en la lucha, sorteando con gran éxito los ataques de las fuerzas oficiales y dando lugar a contra-ataques exitosos y rápidos. Los territorios selváticos, extensos e intrincados hacen que los esfuerzos para acabar con la guerra parezcan infructuosos, más cuando es precisamente esta particularidad lo que ofrece un escenario ideal para una guerra prolongada. Al decir de Alfredo Rangel Suarez: “La geografía es un elemento clave desde el punto de vista táctico y estratégico que juega en favor de la guerrilla y en contra del gobierno. La guerrilla lo sabe y aprovecha a fondo esa ventaja. Es más, podría decirse que el terreno pone prácticamente en condiciones de igualdad a las fuerzas guerrilleras y a las tropas gubernamentales. Es un gran nivelador en el aspecto táctico y operacional. La guerrilla puede utilizar con la máxima eficacia sus precarios recursos, en tanto que el gobierno no puede usar eficientemente su abrumadora ventaja en recursos físicos y humanos.”10Rangel (1998, p. 50) Lo anterior contribuye a explicar unos de los roles que juega el medio ambiente en la guerra interna colombiana, sin embargo, no es esta la perspectiva que busca analizarse en el presente artículo. El objetivo, ante todo, estriba en dar una respuesta clara y precisa a la segunda pregunta planteada al comienzo de este apartado. Se asume, en consecuencia, a los entornos naturales no como actores indirectos del 10 Si bien se habla solo de las guerrillas, aquí también se incluyen los grupos paramilitares y de narcotráfico, quienes gozan de las mismas ventajas para llevar a cabo su actividad criminal: difícil acceso, ocultamiento, gran capacidad de ataque, etc. conflicto, sino como evidentes víctimas del mismo; pues su deterioro, explotación y daño tiene lugar en dicha dinámica. Por lo tanto, se mostrarán en el transcurso de estas páginas algunos casos que ilustrarán sobre la problemática en cuestión. Las consecuencias que trae la guerra para el medio ambiente son diversas. Se puede hablar sin temor a equivocaciones de explotación de los recursos, defaunación, pérdida de la biodiversidad, erosión de suelos, destrucción de fuentes hídricas y deforestación, por nombrar las más importantes. Pese a la evidencia el análisis no se presenta tan fácil, pues, existen factores como el desplazamiento forzado, cultivos ilícitos, erradicación de los mismos, apropiación de tierras para la manutención de las comunidades que allí viven (ilegales o no) y que conforman el amplio panorama desde el que se puede abordar el tema. CULTIVOS ILICITOS Y DEFORESTACIÓN La característica principal de esta actividad agrícola es su carácter itinerante. Dadas las políticas de erradicación puestas en marcha por el gobierno, tales cultivos se trasladan del lugar de donde han sido erradicados a otras zonas donde no hay presencia de las fuerzas oficiales; esto muestra la inutilidad de esta forma de lucha contra el narcotráfico y además agrava el problema ambiental. Ocurre de este modo, porque al tratar de combatir esta actividad económica y criminal con la erradicación y fumigación de los cultivos, se ha provocado que dicha producción se traslade a otros departamentos del país donde antes no había injerencia. Se pasó entonces de la concentración en unos pocos departamentos a otros donde se han establecido con fuerza pero que antes lo hacían sin mayor envergadura o marginalmente. Este cáncer, una vez hizo metástasis en la geografía nacional, trajo consigo la destrucción de bosques andinos e inter andinos, en los cuales viven y se desarrolla gran parte de la biodiversidad colombiana. “La Fundación Piensa Verde reveló recientemente que en los últimos 20 años, se han perdido 6.210 millones de hectáreas de bosques colombianos a causa del conflicto armado, que conlleva al agotamiento del agua y la desertificación. Daniel Quintero, su director, advirtió que el 50% de nuestros bosques están en riesgo por la minería ilegal, la destrucción de árboles, la voladura de oleoductos y la ganadería expansiva.” Serna(2012). Los efectos, como se ve, son múltiples. Producen impactos de consideración en las fuentes de agua y los suelos de los sitios de las plantaciones. No conocemos con exactitud a cuántas hectáreas asciende el daño así producido. La Comisión Nacional de Estupefacientes señaló, tiempo atrás, que para sembrar exitosamente una hectárea de coca o amapola es necesario talar tres. Diversas estimaciones colocan la tala histórica total entre 1.000.000 y 1.5000.000 hectáreas. Se ha llegado a señalar que estas cifras indicarían que el daño ambiental no ha sido en términos cuantitativos muy importante, no obstante, es un factor preocupante. Esta pequeña proporción se hace gigantesca al escalarla a cantidades más voluminosas. Deforestación producto de los cultivo ilícitos y su erradicación Tomado de: noticias-ambientales-internacionales.blogspot.com El cultivo de coca y amapola es la mayor amenaza contra el medio ambiente en Colombia; aunque un punto de vista simplista afirmaría que el porcentaje de bosque afectado en la nación constituye como máximo el 3% de selva existente, cierto es que ha conllevado a la destrucción directa de ecosistemas boscosos de gran valía como el del putumayo y los bosques de niebla andino. “El ciclo compuesto por la erradicación -mediante la fumigación o programas de sustitución-, y la apertura de nuevas tierras para reemplazar las plantaciones extirpadas, así como la tala de bosques para incrementar el área plantada, ha causado la destrucción de bosques naturales en diversas regiones del país. Además, los agroquímicos utilizados en los cultivos ilícitos, así como los químicos incorporados en el procesamiento de la coca producen impactos de consideración en las fuentes de agua y los suelos de los sitios de las plantaciones.” Becerra (2003 P. 1) En su texto “Los cultivos ilícitos y el medio ambiente”, Manuel Rodríguez Becerra cita apertes del conocido autor, Germán Andrade: -La tala para establecer cultivos ilícitos, así como otras actividades agropecuarias por parte de los colonizadores de la frontera agrícola, genera la fragmentación de los ecosistemas boscosos lo cual, a su vez, tiene un negativo impacto en la biodiversidad y otras funciones de los bosques (…) Si partimos de un bosque hipotético de 10.000 hectáreas, las primeras hectáreas taladas producen un efecto despreciable, pues simplemente afectarían la heterogeneidad espacial del conjunto del ecosistema. En la medida en que aumenta la deforestación y la fragmentación, se presentan umbrales de pérdida de biodiversidad. - … Las guerrillas, los paramilitares, los cultivadores y recolectores de coca y amapola, así como el ejército colombiano han encontrado en la carne de monte una de sus fuentes de alimentación, y para proveerse de ella han contratado su obtención con los habitantes de las regiones centro del conflicto armado. Al referirse a este fenómeno, Andrade (2003) subraya como la destrucción de las selvas pueden ser efectuada desde afuera mediante la deforestación o desde adentro por defaunación, siendo uno de los efectos más importantes de esta última acción sobre la dinámica de los ecosistemas forestales tropicales la remoción de especies que cumplen funciones de herbivoría, predación y dispersión de semillas, procesos que controlan la composición de especies de árboles. - … las diversas oportunidades de actividad económica detonadas por el narcotráfico en la región, tanto directas como indirectas, ha atraído la migración de gentes del interior del país, un fenómeno que conlleva una mayor demanda por todos los recursos ofrecidos por sus ecosistemas, en particular los bosques, demanda que con frecuencia se torna destructiva y degradadora.” Becerra (2003P. 2—3) DISCUSIONES Dado lo anterior, es preciso traer a colación la normatividad más importante sobre la protección del medio ambiente y su preservación. El objetivo de la legislación sobre el tema consiste en velar ante todo por un ambiente sano, que se transforma para todos los ciudadanos en patrimonio común, y a partir del cual se puede implementar un desarrollo sostenible. El artículo 79 de la Constitución hace referencia sobre todas las personas que tienen derecho a gozar de un ambiente sano, donde se garantizará que las decisiones de la comunidad que puedan afectarlo sean participativas. Dicho ambiente sano se convierte en patrimonio común, cuando se le es impuesto al estado y a las personas velar y proteger los bienes culturales y naturales. El artículo 58 consagra que la propiedad contiene una función social, es decir, las obligaciones que todo esto implica; hay inherente a esto una obligación ecológica. El artículo 63 considera que los bienes de uso público, los parques naturales, y demás patrimonios ambientales son inalienables, imprescindibles e inembargables. Los recursos naturales deben ser administrados de tal forma que lleven al Desarrollo Sostenible, definido como el desarrollo que conduce al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta, ni deteriorar el medio ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propia necesidades. Según el artículo 80 de la carta magna, el estado propenderá por la conservación de los recursos naturales y su sustitución, de manera que disponga políticas para su control y evitar su deterioro; imponiendo así mismo las sanciones legales para el caso y exigiendo la consiguiente reparación. Todo esto está dispuesto, pero ¿Qué tanto es aplicable o de qué manera se sanciona al transgresor, en el caso del conflicto bélico? La temática normativa es amplia y podría decirse consciente de todas las aristas que esto conlleva, sin embargo, ¿cuál es la legislación específica que condena al criminal de guerra como criminal ambiental? Aunque sobre este tópico la normatividad apenas existe o mejor, es pobre e inadecuada, puede verse la legislación sobre el tema que no se inmiscuye en el asunto propiamente. Existe, por ejemplo, el decreto 2811 de 1974 que vela por los bosques, las áreas de reserva forestal, los aprovechamientos forestales y la reforestación. El decreto 1449 de 1977 que presenta las disposiciones sobre la conservación y protección de aguas, bosques, fauna terrestre y acuática; la ley 115 de 1994, en el artículo5, numeral 10 expresa la ley general de educación, adquisición de conciencia para la conservación, protección, mejoramiento del medio ambiente y protección de desastres. Pese a esta normativa, el conflicto se presenta como una situación distractora, pues la lucha de interés eso impide ver los ambientes naturales como una víctima más del conflicto y los que participan en este no son vistos como unos transgresores de la ley en este sentido, ya sean los grupos insurgentes o el estado. CONCLUSIONES El punto de vista más común, ya sea académico o social, consiste en ver al medio ambiente y sus recursos como un actor indirecto del conflicto, es decir, como una de las causas o pretextos que le dan lugar. La lucha por el aprovechamiento y uso de los recursos naturales, no implica directamente que estos sean causa directa de la guerra; pues esto conlleva a darle al medio ambiente un papel activo en la problemática, cuando en realidad es una víctima inerme. Los ecosistemas son víctimas del conflicto, no actores indirectos. Esta afirmación parte de la evidencia clara y distinta que aportan los casos vistos. El deterioro de los recursos hídricos, la disminución de los bosques y su consiguiente desaparición, producto de la tala indiscriminada y de la erradicación de los cultivos ilícitos, la inclemencia con la biodiversidad que aquellos albergan, debido a su destrucción y posible extinción. Sumado a lo anterior, está la explotación de recursos naturales no renovables como el oro y la esmeraldas para la sustentación de la guerra. El medio ambiente sufre la guerra, pero no participa en ella como factor desencadenante de la misma. Se trata de un sofisma de distracción, pues si bien allí se desarrolla la contienda y a partir de sus bienes esta se sostiene a largo plazo, no se concluye por esto que sea el elemento clave que lo propicia. Hace falta mayor conciencia y conocimiento sobre el tema, para no abordarlo a la ligera. Si bien la normatividad es amplia, en lo que respecta al control, desarrollo y sostenibilidad de los recursos naturales y de los ecosistemas, es preciso exhortar a las autoridades a formular políticas que contribuyan a proteger al medio ambiente en estados de conflicto y a considerar como criminales no solo aquellos que atenten directamente contra él, sino, también, aquellos que indirectamente lo perjudican. Claro está que no solo se piensa en las agrupaciones insurgentes y su accionar, también se incluyen por supuesto a las fuerzas oficiales, pues son estos dos tipos de participantes los que ponen en peligro la estabilidad del ambiente natural. No hay que eximir de responsabilidad a las tropas gubernamentales, (pese a que actúan por orden directa del estado) ya que algunos métodos para combatir el narcotráfico y los grupos alzados en armas, son puestos en práctica siendo evidente que van en detrimento directo de la naturaleza y todas las formas de vida que allí habitan. Claro está que las guerrillas, por ejemplo, solo utilizan un tercio del terreno que destruyen para el cultivo ilegal, sin embargo, el estado, combatiendo este flagelo, no lo hace mucho mejor, pues para erradicar este tercio, hace uso de químicos que perjudican aún más a las especies sobrevivientes, y la flora que las rodea. BIBLIOGRAFÍA LAVAUX, Stephanie (2004). “Degradación ambiental y conflictos armados : las conexiones” En: Grupo de Investigación sobre Seguridad. — N° 7, pp 27. Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario. RODRÍGUEZ BECERRA, Manuel. (2003) “Los cultivos ilícitos y el medio ambiente” En: VIII Cátedra Anual de Historia “Ernesto Restrepo Tirado”, Análisis histórico del narcotráfico en Colombia. N° 1 pp 6 Bogotá: Museo Nacional de Colombia BEJARANO, Jesús Antonio, et al. (1997). Colombia: inseguridad,violencia y desempeño económico en las áreas rurales. Fonade,Universidad Externado de Colombia, Bogotá. pp. 140 y ss. 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