US n E SABOR DE LOS MEDICAMENTOS ORGAMCOS

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US n
TsBO ZUT
Ht«rM, Oetskrs i s 1B80.
•te.
OZOir
SUMARIO
El $abor de lot medicamento» orgdnicoM, por el Dr. D. Emilio Pérez üogneT&.—Agripina {Reflexionet de un ptieólogo), por el Dr- D. Abdón
Sánchez-Herrero.—¿a sintomatologia cardiaca de origen extroeardiaco (continuación), por A. Hut.-^^obre anettetia general (eontinuacióii), por el Dr. Alberto Bodri^aez Egafta.—^o^a ctintca: Lo»
injerto» ateo» en lot proeetot tvbereuloto», por «1 Dr. RioMÜdo.—
BavisTA vú MpaoiALiDAOM.—Medicina.—TUioIogiá.
E SABOR DE LOS MEDICAMENTOS ORGAMCOS
POR EL DOOTOK D. EMILIO
PAREZ HOOUEBA
Médico del Cnerpo de Sanidad Militar.
Tanto los cnerpos simples,como los compuestos más elementales de la qnímiea orgánica, los hidrooarbaros, lo mismo coando
constituyen combinaciones cíclicas qne alifáticas, cat^soea por completo de sabor. Para que esta propiedacl se manifieste, es necesario introdncir en la moltonla de dictioi compuestos, oxígeno, nitrógeno o ambos a la vez, pnes los radicales OH y NH* son los únicos
Impensables del sabor de los prodnctos en qne se encnentran, sobre todo, si de nn modo algo semejante a lo que sucede con los
4
ácidos y las bases, apareéen combinados con Ins grupos contrarios
correbpondientes, es decir, el hidroxilo (negatlTo), con un alquiló
(púaitiro) y el nitroxilo NH* (poiitívo), éon el carboxilo (negaflVo)CaOH.
l a relación armónica isntre los referidos grupos es de u n U ímporunoia, influye de tal modo en el origen del sabor Á» loe medíeameatoi, qtte, sefth Stemberg, sólo pueden ser dulces y agrada»
bles, cuando contienen igual número de hldróxilos y de alquílós,'
Rar. iBBao-ÁMHi. DB Cna.
Mto.-xur.
OctHbr* itM.-io
146
TBABAJOS OUOnALI
guardando en sa posición correspondiente ana perfecta regalar!*
dad. Tal sacede, por ejemplo, con todos los azúcares directamente
fermentescibles (grapo de las monosaeáridas, hexosas o monosas)
y con otros caerpos qae también poseen sabor dalce, a pesar de
no ser verdaderos azúcares, como la glicerina, la inosita, la floroglacita, etc:, etc.
OH OH O OH
H H O
CH»OH —C —C —C —C-COH
l i l i
H
H
H OH H
OlaeoMk
H
OH OH H
Lerolots.
OH OH
H
CH»OH-C-C-C-C-CHO
l i l i
OH OH H H
Mtttoi».
CH» OH
CH OH
CH*OH
OUeerüM.
CH*OH —C —C —O—OOOH*OH
> I I
OH OH H
CH»OH-C-C-C-0-0aO
l i l i
OH H H OH
OaUetou.
y C H . OH - CH. OH".
HO.HC<
> C H . OH
XCH. OH—CH. O H /
laoituu
<
CH«-CH(OHK
(OH)CH< ^ .
>CH«
CH«-CH(OH)/
Trl-osHMTMiiMUMio «liii<trieo.
yiorccliutttt.
Dicho sabor doloe puede persistir, sunqoe el número de hldro*
silos supere en una unidad al de los alqailos, y aunquo se introducán ligeras modiflcaeiones en la armonía de IM agrapadones
antes indicadas; pero cuando estas dialoeaciones adquieren cierta
importancia o se modillea de tal modo la epostitaeión química del
' cuerpo, que resulta su molécula con dos átcmios más de carbono
que de oxígeno, el sabor dulce agradable, ya meneionado, desapa*
rece eompletaniente.
He aquí por qué tífoim SIMI4O dnloM IM ,l>Í9«Mi. p«ro dajaii d0
serio todas.las demáipoUaaeárldM:
ttÁKUdi oin«iMi.tfea '
/AH.OH^A
°>. CH. OH / CH. OH '
\C
\ CH. OH
CH. OH \ c
I
I
CH.'OH
CH'OH
/ia.óH
ÍH.OÉ
\ CH. OH Ctt. OH
.pH
CH.OH C^, 0«
I
I
CH'OH
8»e»T(Ms.
C» O» Dalo».
CH.OH
CB. OH.
I
CH'Ott
CH: O
Laotos*.
C» ú " Oaloa.
CH-'O'^OH*
/
i4t
CH. OH
OH* OH
/C
CH. OH
I
CH.OH
BkflnoM o melltoM.
TrlUMArldft (C<* O'*) Insipidft.
En apoyo de la hipóteeU de Stemberg relativa a la gran im*
piortaneia qne tiene la relación entre lot grupos posltlvot y nega*
tíro»,úai como la eimetría de iaa comblnaolonee hldroxiladaa en
la determinación del labor date* deloaeoaipnMtM oivánicM, pueden inroearse otroe otooboi «(Jemplot.
La ramnoM O iiodalcita éé %ná peittott de Mbor aracarádo;
pero al alteramos la armonía de la agravación (andamental para
obtener an derlrado metflioo, dicho dertrado ya labe amargo, f
eate sabor amargo se hace macho mayor caando aaméotamoe 1*
referida dislocación basta dar origen a la ramnoelda etílloa.
, La combinación délos a;iáoarM con las qaetonaa determina
•piiiatto la formación de productos amargos.
' 'BVl|nMÍimodo pnedéB obtenerMtemi^ttostosInsípidM, áCidoa
o MiM|íioi,'hiirl>dieiéiMi» radlMl(M «dd<w en KM aaáeáMto «ÜMIO
dt>MtM«IfUUMoott las basM pót InieMÉMto «» tu tMtvtXt»,
como deOTM NI U:«6iiblM«Mi 4tM káenrOM con 1» «Ma.
La pretenda da va eMrbMti»Mli^ c M ^ M i ^ Mbw Ért«0»
148
TKABAJOS OUOiaALBS
aanqae existan en el resto de la cadena machos radicales OH. La
eritrita, dalce, se convierte en ácido tártrico por transformación de
los dos grnpos alcohólicos en carbozilos.
OH OH
I I
(CH» 0H> - C - C - (CH» OH)
I
I
•
H H
ErltriU.
OH OH
I I
(CO OH) - C - C - (CO OH)
!
I
,
H H
Acido tártrico.
*
Introduciendo an carboxilo en la molécula de glacosa, se ob>
tiene el ácido glncónico, poco dulce, casi insípido, e introduciendo
dos, se forma el ácido sacárico, desprovisto por completo de dicho
sabor.
H H CH H
l i l i
CH»0H-C-C-C-C-CHO
l i l i
OH OH H OH
H H OH H
l i l i
CH»OH-r-C-C-e-C-(CO OH)
I I i I
'
OH OH H OH
OlneoM.
Acido clncteieo.
H
H OH H
i
I
'
(COOH)-C-C-C-C—(COOH)
l i l i .
OH OH H OH
Addo tacArico.
El glicol, may dolce, se transforma en ácido glicólico, poco
dulce, por introducción de un carboxijo, y en ácido oxálico, de
sabor fuertemente agrio por la introdaeeión de dos.
CH'OH
CH»OH
(00 OH)
OH*OH
(CO OH)
(COOH)
Olieol.
AddogUeóUeo.
Aeldo oxálico.
En el sabor dulce de los azúcares parecen influir también lo»
gmpoa aldehido*; boena prueba de ello et que los glucósidos, casi
todo» inteasamente amargo*, no contienen el referido grapo peenliar de la gloooia, y que necesitan adquirirlo, casi siempre por hi-,
drolitls, para dar logar a la tomwelón de aquélla.
TKABAJ08 OMIOIKALHS
149
Además, cuando por la introducción de radicales acetilos o
bensoiloB hacemos perder al grupo aldehido de los azúcares sus
funciones earacteristioas, privándolo de la facultad de reaccionar,
obtenemos productos insípidos, y hasta en ciertos casos, tan amargos como la hexacetilglucosa de Berthelot.
C»H»0« (Cp. CH'j» - H'O
En los alcoholes allfáticos, aumenta el sabor dulce en raión
directa del número de hidroxilos que contienen. Por eso, la gliceriña con tres grupos OH es muy dulce, en tanto que la nitroglic«riña, la estearina y la acetina dejan de serlo, pues ya no contienen ninguno de dichos grupos.
CH»^OH
CH —OH
CH« —OH
CH» —0(N0»)
CH -0(N0«)
Cff—0(N0»)
01io«rla». Mar dolM,
NitroetlMrin».Kt«r trtnítriM
de U glieerlna. Itny pooo dnlee.
CH» - O (C'« H» O) .
CH —0(C'«H'»0)
CH«-0(C«»H»»0)
EttMrink. Bter trlMteárleo
d« UfflioarlBft.Inilpldo.
CH« - O ( C H» O)
CH — 0 ( C * H « 0 )
CH«-0(G»H»0) AoetlM. Ktar trlMétloo
de 1» vUoeriuu Aere r MMWfo.
También se dbserra en mtiobos asAcares esta misma relación
«ntre la intensidad de su sabor dulce y la longitud de las cadenas
de-grupos hidroxilos. Como ejemplo pueden citarse las aldosas y
quetosas; pero conviene tener en cuenta que sólo so trata de ana
regla general bastante restringida, pues existen en ella gran nA>
mero de excepciones.
•
• I "
V
jii
'•'
." j
,•"
CH'0H-(CH0H)»-0H»0H
:¡j •rltrlt».lCttypoeodulfl|^i, :
•¡>
.;;
Cn« OH - (CH OH)» CO - CH» OH
Leroloee. Dulce.
ü•
v
;^ ' y vOH» OH — (CH 0H)«-<-€80 '
' '",
OIooMS. )I«r dulce.
- 'i
(CH? OH)» CH - (qH OH)» - CH (CHO)»
''''''.SMMfeM(.'i«nUMaMraalMi""'^^ "- *'''
Ii9
TBABAJos ouonuias
En los icidos aminas el sabor dulce depende de sn estmctora,
pues la indicada propiedad se observa, principalmente, en el grupo OL de dichos enerpos. Asi, pnes, disfrutan de este sabor todos
los de la serie alifática, el «•aminobutírico sintético, el a-amlno-valeriánico, el a-amino-isovaleriánico y el a-amiao-eaprónico.
En los del grupo % ya disminuye mucho el sabor dulce; pues
el ^-amino-butírico resulta insípido y el ^amino>valeriánico sabe,
primero, débilmente dulce y, después, muy amargo.
En cuanto al único amino-áeldo del grupo y, el y>amino-butíri>
00, posea un sabor soso parecido al del yeso.
De un modo análogo se comportan los ácidos examinas, pues
los a-aminooxipropiónico. a-amino-^oxipropiónico y a-amino7*oxÍTaleriánico son, muy dulces, en tanto que el ^•amino-x-oxipropiónico carece de dicha propiedad.
Eln los fenoles bi y trivalentes, el sabor dulce está determinado por la meta porielón simétrica de los oxhidritoe. CaanéoAo poseen esu Ultima condición, resultas insípidos, aeres o-amalaos.
OH
OH
OH
HC'^CH
HC'^CH
HC^^OH
HC \ j CH
CU
1C\/CH
OH
H C \ y CH
lUUKMonla».
PeHklrt4MnlDMi^
OrUHtwawtetwlas.
Am*rgo.
VÍÍSÍ9-
CH
OH
OH
flC/\cH
HC/\OH
HO
HC.
JOH
.OH
CH
CH
Vtoroitogia* aiMft}.
DmlM.
PteMiUlol (Orto).
jÜBftrgp.
Además, es neeeeaiJB «yi» «ií«t4n. do« grupea ácidos guardan-
TkASA^Oe OBMUIAUSI
ttl
do la petición neta simétrica, bien seas lo* praotMdos prapos
lüdrosllos, o bien se trate de nn hidrozilo y nn oarbozilo.
Si se retaeraa el carácter ácido del producto IntrodoeieBdo en
su molécula un radical nitrilo NO* en meta posición, signe obeer•ándese el sabor dulc^; pero la introducción de nuevos grupos
ácidos (negativos) determina primero la insipidez y más adelante
el sabor amargo. Los ácidos meta>oxibensoicos nitrados ofrecen un
ejemplo muy notable de estos hechos:
(OH
C«H» (NO») \
(CO.OH
Aeldo aitro-meU^zllMiixoleo
Cn crnpo KO*. Dvlo*.
C*H»(NO»)»
CH» (NO*)»
(OH
I 00.OH
Aoldo dlnitKMneta-ozlbeuoieo.
Doi ndiaalw HO*. Iiuipido.
OH
CO.OH
Acido tiiiiito-m«t»«xtb«iioleo.
Treí r»dlo«lM NO*. Am»rgo.
La posición orto de los dos grupos, o radicales negativos,, suele
determinar, en ciertos casos, el sabor dulce de los ácidos fenoles,
como ocurre con el ácido salicílico y muchos de siu compuestos y
derivados (salieilato sódico, saloeol, salitimol, salol, salipirina, etcétera), pero estos resultados no se repiten con toda la frecuencia
<ine sería-necesario para darles carácter de regla general.
El sabor dulce de que nos venimos ocupando se obtiene, ati«
mismo, en los hidrocarburos dotados de un grupo oarbosilo COOH,
por la introducción del radical NH*, pero en tal forma, que estos
dos grupos contrarios se encuentren todo lo más íntimamente unl^
ém que sea posible. Como ejemplo N citan los áoldes a>aa(nieos»
ll»»exÍMaaíaioos y los »>aaBtao-earbdniooi.
i a eusbio, las nuriedades ^ de estoa mkmiot ácidos ya no
dliAriiMi' de diaha propiedad.
Kl áeI«B MMunifUínieo tiene o s sabor easi tas ácido eoiao el
acético; peso bMta iatrodudr en uno de sos doe oarboxilos el ra>
dieal NH* para transformarlo m M p a m g i i a a , que sabe doloe.
1^3
TRABAJOS OUaiMAIiBS
CH -NH»-.CO.CH
I
CH' - CO.OH
Cfl — NH>-CO.OH
I
Cfl»-CO.O(NH»)
AspAiracrnln». Dtilee.
Acido Mparntcniíileo.
Fuertemente Acido.
Lo propio ocurre con el esUsr imino-ambárico, de sabor amargo que se transforma en dalce por introducción de an radical nitriló en el grnpo CO OH.
CO (NH»)
CO.OH
i
CHv
:NH
I
CH-
I
CH^
I ^NH
CH'-^
I
CO.OCH»
CO OC» fl»
Ester tmlno-Ambirleo.
Amarfo.
Bíter Imino-mietD-MDino^tUleo.
Dnlce.
Análogos efectos produce, la entrada del radical NH* en el
sarboxilo de los compuestos de la serie aromática. Así vemos que
el ácido antranílico es dnlce, en tanto que el para-amlno-beneoico
^rece de sabor.
KH
NH^
HC
CO.OH
HC
CH
CH
HCv
CH
Aetdo MitrMilUao.
Dale*.
CH
yCH
CO.OH
Aeldo pAra-MBlBo-bwutMeolaaipldo.
Ea ácido orti}-amiQO'Mlieflieo posee u sabor dulM poco intonso; pero los ácidos para y meu-MUeUloos no tiraen sabor ninguno.
La sacarina «ontinúa «leado dvko eaaado se introduce len su
molécula el grnpo NH' en posición para, y, sin embargo, M transforma en ttn derivado amargo cuando se iatroduc» en el mismo
«itio un radical nitrito o cuando se reamplaia el átomo de hldró*
geno ttel amido VH por un radical etilo.
THABAJOS. OUOIlULaS
tS3
El ácido orto-saltamin^benzoico cftreee de sabori pero basta
transformarlo en anhídrido por separación de agoa, para obtener
nn producto tan dalce como la saearina.
C«H»Í^^~°"
(SOí.NH*
C«H«<§g>NH
Acido orto-snKamtn-beiisolco.
Inilpldo.
Anhldrfdo del iotdo orto^nltkmlnbenioloo o MOATIM. Dnloe-
Digamos de paso que no teneinos, hasta ahora, ana explicación satisfactoria del sabor intensamente dalce de la sacarina y
de la dnlcina.
/
C» H««r'O.C».H»
^ " <-NH.OO.NH
Pero dicha propiedad parece eneontrarse íntimamente reltuiionada con el grapo etilo de este último caerpo, paet desaparece por
completo caando se le sabstitaye por caalqaier otro radical alcohólico.
En cnanto a las caracteristicás de constitaeión de los caerpos
amargos, sólo sabemos qae, por regla general, contienen poco oxigeno; qae en los glaeósidos dicho sabor depende casi siempre de
on grupo fenólico negativo, y que eb gi^an número de productos de
origen vegetal existe una relación bastante direeta entre su sabor
amargo y su actividad tóxioi^ y piedicamentosa.
La transformación de ciertos aiúcares (principalmente de la
glucosa) en glucósidos muy amargos, exige, entre otras reaccioBes químicas^ la sattitacióp del jAtM«Al4aJ^ili9 por jim rei|(p negativo de fenol. 81 investig^i^Qi él s*bQri|<e4i^hqf,,oaerp(Hi,;v;.eq^(»
>4M loametllglapóiidos aon^i^QMf (eac^ntp.qaelQsieDUglfiqóiidMresaltan may «iM«goi« oaiJi^odqffiBtof .el.vepcipnacIPii^'pO'tMijUieo (PfB*) ea Ipipiintrciiai.M.traptfPloman, jfiaprqdactos
tornaataate «maivof^,Pqr |o qi^«ereAepfe>« lo«,bemoilg)4ie^#IAM
qne ya.tiwam.,el radical f«»lAo. ^CH*. CH'.vCmW), todo* «on
amargos, no f iaado nfloienta: te introdMoión;dis «&taMroxUoen
el grapo benzoilo para hacerles perder est»; .propiedad» ''
.
154
TKABAJOS OanOULM
Stemberg^ afirma qae el sabor intensamente amargo de los
glaoósidos naturales debe atribuirse a la eireonstaneia de qne
casi todos ellos son derivados fendlicos.
Ciertos alcaloides poco amargos y poco eficaces, terapéuticamente considerados, como la cinconina, aumentan la intensidad
de sn sabor j la energía de sus efectos cuando se introduce en su
molécula el grupo metosüo CH'O..
H
/1\
CH»
I
CH.C»fl»N.
H*C CH* CH —CH = Cir
I I
HOC
iOC CH*
' " CH*
^
\
/
CiaeoBinA.
/i\
CH»
H»i;
I
HOC
(Cfl»0).C»H»N.
CH» CH-CH = CH»
CH» CH»
QoliUas.
Bn camUo, la sobstitueión de IÜ^OKIIOS en la BSoMeala de
quinina por radicales ácidos da logar, en dertas ocasiones, a la
formaelAn de deriTadot nmy poco aoMigos. casi i n i ^ d o s ; pero al
BÍHBO tiempo Btiiebo • e a o s efleacss qae aqoMIa.
Un resaltado semejante se obcleee con la estricnina cuando se
disminuye so sabor eadnentemeote aioargo, reemplasando dos
átomos de, hidrógeno por dos radicales o ffr^»eo metoxilos, pues se
obdeoe on prodaeto de aaeióo tóslea y efectes terapéuticos mucbo
más débiles: la 1
«lUBAM» OaMWlUM
yQO
N = C» H» O <^ I
Ito
._
V'OO
NSO** B» (OCa«)» O . ^ I
Eitrlenin*.
Brnola».
Finalmente, en lo que se refiere a los trabajos realizados por
gran numeró de autores modernos, con objeto de encontrar procedimientos capaces de suprimir el sabor desagradable de cierto»
compuestos orgánicos, sin modificar su acción característica ni
disminuir la energía de sus efectos terapéuticos, preciso es reconocer que no han conseguido resultados prácticos de verdadera importancia, pues hasta ahora sólo se obtiene la referida transformación haciendo insoluble el producto o cerrando los grupos químicos capaces de reaccionar, con radicales ácidos o alcohólicos, lo
cual da origen, Indefectiblemente, a derirados mucho menos «ctiTos que aquellos otros cuerpos de que proceden.
Como ejemplos de insipidez por disminución de solubilidadr
pueden citarse, además del tanate y albuminato de.quinina, oier>
tas combinaciones de tanino, ictiol, bromo 7 yodo cea la albúmina 7 la gelatina.
A este grupo pertenecen la tanalbina, el bromoeol, la ictalbina, el doral badde 7 la 7odooaseína, así como el taaocreosotormo, siendo mu7 de notar en este último que carece por completo
de sabort a pesar de hallarse oonsiiti|ldo por tres cuerpos deaabor
sumamente desagradable, es decir, por el ácido tánico, la creosota
7 el tormaldehido.
También se obtiene un derivado insípido de la quiaina, la quinafenina, haciendo actuar el cloruro quininoarbonllo Cl. CO. C**
H* N*0 sobre el de fenetldlna O* H*. (OC* H*) NH. CO. a .
^<
O.C» H«« NH)
QniastenlB».
Kl pvo4aeto de la oomUnaetóa de ^oho alcaloide con la sa«arina, el sacarlnato quínieo básico, sabe al principio duIo«,'{>ero deapues amai^ Intenfo, 7 p«r «M» OMU» no se emplea.
156
TKABAJO* OKieiMAUn
C« H « < ^ g , > NH.C» H«OW + H»0
SaearinAto de qnlnin*.
La supresión del sabor desagradable de ciertos medicamentos
por el procedimiento de Nenki, es decir, por esteración, cerrando
con radicales ácidos, determinados grapos activos capaces de reac>
clonar, es macho más científico que el precedente, y, por regla ge •
neral consiste en sastitair por dichos radicales ácidos el hidrógeno de ano o más oxhidrilos alcohólicos o fenólicos, como ocarre en
«1 salol, aftol, benzonattoi, daotal, creosotal, etc., etc.
C (O.C H' O»)
C-(OH)
HC / \
HC Iv
HC / \ CH
CH
J CH
HC V
CH
CH
SiUoI.
JMipldo.
Addo fénleo.
8*bor «era 7 «rdiante.
CH
HC
CH
C (OH)
\/c\/
; CH
CH
HC
CH
HC ^
CO (CH»0)
CH
.
, CH
N/oV
CH CH
CH CH
.' Maftol.
tebor «ore y pleanta.
laalpldo.
C ¿ .(JÓ(C'H»0')
HC
AíAcH ' .
iii
HC
I,
,CH
CH CH .
T»ABAJO« 0B1CIIM.ALM
o. CH»
(O.
c H«
lo;I H
OnurMol. 8»bor
•ere 7 ardiente.
í O. CH
167
/
co <r
I O (C H» O)
O C« H« (O. CH»>
\
Bei»oll-ani*7*eoI.
BetieoioL Insípido.
O C» H* (O CH»>
Carbonato de (niaraool.
Duotal. Inatpldo.
En todos los cuerpos asi formados, no sólo desaparecen el sabor desagradable del compaesto primitivo, sino qae se debilitan
considerablemente sas propiedades cáasticas y. tóxicas.
Pero donde mejor paede estudiarse la inflaencia de la esteración en el cambio de sabor de ciertos cuerpos, es en la qainina.
Este alcaloide está constituido por un núcleo quinoleico (ácido
quinínico), y un núcleo pirfdico hidrogenado (el meroqaineno):
H
C
CH
/N
H»C CH>CH —CH = CH«
C - C O . OH
H»CO—C
C
CH
I
II
I
HC
C
CH
I I I
H'C CH*CH»
CH
AB
„
H
llMroqiiineno.
Al
Aoldo qulnlnloo.
Unidos por el grupo alcohol secundario CH.OH.
H
C
/1\
H»c
HC
HI
\\L/
O.OB . .
c
CH
H«CO-0
C
CH
HO
C
CH
3H
6H» CH-CH=CH»
CH» CH»
Al
QOlnlBS.
116
•mtMtíM osMmaiAS
El frapo CH.OH da a este alcaloide fanciones de alcohol, y
«oMitayeado el hidrógeno del oxhidrilo por radicales ácidos, se
han obtenido diversos productos insípidos, de los que sólo eltaremos, como más importantes, los eoatro que si^en:
^^O.C»H»
^^0.0»»fl«N»0
Baquiíila*. Bitar
•tlle»rMBiM da U qvlnlBA.
p-^O.C»»H»N»0»
*^"^.C»»H»N»0«
AfMoqoloa. KtUtr eArbteieo
sMitr» de I» qiiialn* o wtmr
dlqníaleo d«l saldo eMrMaieo.
C«H«.OH.00O - C»»H«»N>0
ff>hniilBt«>. >Mw «áUfliUno de U qnlnia*
o Mtar qoialoo d«l iatdo MUeOioo.
rt^CH».COO - C»»H«N«0
"^CH'.COO - C*H"N«0
iMlpln*. bMr dlcUadileo d« U qnlaliia.
Todos ellos actúan como la quinina; pero en todos se oumple
también la ley que dejamos enonelada anteriormei^te, por rirtud
de la cual, el eierre de los grupos aetlvos de los miedieamentos,
gmeias a la sustftnelón de átomos de hidrógeno por radicales áci*
dos, es decir, la formación de esteres, va casi siempre acompafiada
de una disminución bastante considerable de su actividad tóxica
y de la energía de sos efectos terapéuticos.
«ujuMS oaiamaMS
130
i^ G^ R I P I N J^
(BSnUUaONBS DE UN PSICÓLOGO)
POS BL OOOTOR O. ABOÓK SÁHOBEZ - HIBBSBO
Da U BeMfloanot» monlelpal, pt opotloMn.
Prosiguiendo en mi trabajo de someter al análisis psiqoiooló*
gico a los hombres y mojeres de mal, coyas acciones hacen estremecer a la Historia, me corresponde hoy examinar a Agripina.
Fué «sta hija da otra Agripina (ana ni«ta de Angosto) y de
Oermánico. Nació en Coloaia el afto 14, y foé la madre de Nerón.
¿Cnál tné el ambiente psfqoiao qoe la rodeó dorante so infancia? Uno contaminado por ana soberbia sin Umitas. El genoiao de todos los absolatismos. Téngase en cuenta qoe el paeUo remano mi*
raba a sos Césares como representantes auténticos de |ios dioses
sobre la Tierra. Les levantaba estatuas. Les erigía templos, en qoe
se les daba culto. Lo cual no impedía qoe ooando so tiranía les re»
saltaba demasiado insoportabla, les quitaba de en medio por oa
asesinato. Se ve aqoí el obsooMeÍBü*9to étl sentido moral, prqplo
del Paganismo, en qoe las más bajas pasiones andaban desmandadas.
Las impresiones de la intancia oontrlboyen a modelar el earáoter, y se consenran durante la Wda entera. Así, Agripina há
ególatra (el supremo grado del egoísmo), y aspiró al poder coa la
misma ansi» qa« tí«M el hidrópico por el agua.
Egoísmo, egocentrismo y egolatría, oomo yo damoitvé en otra
parte, son las tres etapas qoa ooodaosn al despeftadaro. El ególa*
tra se considera el eeatro del ünirersoí no admite soperiMidad «a
nadio;,no oree en Dios, porqoe •• adora a sí oüsmot «rao qva tedas
dabmsftj^siiisWBa a serrirlet naoMita a diario el inoioMO 4* 1*
. adnlaeióa, y aoaoa qolare rer ni eir laa iMvdadas desagradables.
Besolta «a caso rardadaro 4» taraMloffte piíqato».
160
TBABAjos oaraiHAi^i
. Claro es qae considerándose él como de valia infinita, a los
otros los mira como ceros a la izquierda. De eso resalta la inditerencia, la aversión y el odio, la escala proterva de la degeneración del sentimiento, característica de los antisociales, ora habiten
la cabafia, ora el palacio. Porque éstos se parecen entre sí como
ana gota de agaa a' otra.
Para Agripina, el camino del trono no se presenraba may llano.
Pero ella estaba resuelta a llegar a él por eaalqaler medio. Constitaía en sa interior ana obsesión, una moneldea, ana monóimagen, qae la llevó a concentrar en ese único designio sa voluntadacción entera (mono-voUneia). ¿Qué medio tenía para conseguirlo?
Dominar a su tío, el emperador Claudio (un hipobúlico).
¡Desgracia tuvo el pueblo romano durante esta época! El reinado de Tiberio, de aquel libertino recluido en Cñpñ, había sido
un espanto. Basta recordar la conducta que tuvo con su favorito
Sejano y las horribles circunstaneias de la muerte de éste, para conocer la cuantía de su maldad. Sépaselas el lector «a M oeato de
la Libertad, de B. Castelar, y se convencerá de kt veracidad de
este aserto mío. Y ¿cómo murió Tiberio? Con la muerte reservada
a los déspotas. Asesinado por Macaón. cQuien siembra vientos, recogerá tempestades.» Esto le ocurrió al segundo emperador romano.
Su sucesor, C a l i l a , que reinó de 37 a 41 (d. d. J.-C), fué un
loeo moral, de refinada ptfversidad, a quien estudiaré en otro momento. Su actuación fué desastrosa para 61 pueblo, y murió asesinado por Chereas.
Claudio, el cuarto emperador romano, apsreée a U mirada del
psieMogo analítico como un imbécil verdadero. T ¿qué medio exista i>ara adueñarse de estos taissf Es muy «enoillo, y harto lo saben
los hombres de mal, cuando desean dominarlos para vivir a sus
expensas. EaedU» eu$ patiamte. Tal es la clave de la fascinación
que ejercen lois viciosos sobre los adinerados faltos de entendimien<
to. La parábola dal hijcpródigo, qn» leamoa •» el Bvangelio, én»
cietra ana verdad ipaleOlófls* que 4s de todos los tim&pos;
TBABAJOé OBiaiHALM
.161
El nodo detener a e»te mentecato bajo la ftoala, era casarse
con él. Así lo hizo Agripina, en terceras nupcias. Y siendo daefia
del emperador, lo toé ppr ello del poder, y también de la Tierra.
Se.estremeee el pensador al considerar a qaó siniestra inflnenoias M vive sometido en los palacios, y cómo los autores y expío.(adores del despotismo resultan al cabo victimas de sus propios ex, oesos. Y el pobre pueblo, entretanto, trabajando de sol a sol para
mantener a esta serie de criminales, desprovistos de virtud y ayunos de toda ciencia. En medio de tan densas tinieblaf se levantaba ya el sol del Cristianismo, que iba a extenderse por el Imperio
uon una velocidad de huracán.
Pero a Agripinano le bastó dominar en el presente. Quiso perpetuar tu dominaelón en,«l porvenir. Y esta idea U perdió, porque
era falsa. ¿Qué mandaba su interés, personal? Procurar a todo trance la conservación de la vida de Claudio, pnest» que así disfrutaba del poder y gosaba de- sus privilegios. E^sto hubiera pensado
cualquier mujer sensanta, aunque no quisiera a su esposo.
Hizo lo contrario. Insinuó a éste, la idea de adoptar a su hijo
Nerón. Cuando lo consiguió, le hizo envenenar, para colocar a Nerón en el ttono.
¿Cómo Claudio no conoció su inten^n? Es que nada es más
, difícil que el eonooimiento psicológico de las gentes que nos rodean. Es que el .entendimiento de los gobernantes debe ser muy
agudo. Es que para gobernar bien, lo mismo un hogar que UQ Estado, resultan escasos los ojos de Argos y los brazos de Briaroo.
Es que el discemimimí^ de las intenciones sólo es dado a los ^ nlos. Y por eso se dice «que para Dios, todo lo reduce a la <«ttmetáñ.»
iDesventorado Qandioi | A lo que le llevó su déficit intdectiro
7 el BO conocer a la eerpiMite que había elevado hasta su tálamo!
PWfo hay onA Justicia innanentiB, y su muerte retiUtó Mén. cas¿B* oído •! leetor el refrán: «Cría ouerrot, y te saoarán los
ojos»? Eso le pasó a Agrlptna con Nerón. El tm«t maternal U ImTOMO XUIL—10
U
162
T»imtw ORWwa&M
pided a cometer ua hoBieidlo, para taeilitarle ti aoceso • U dig«Mftd de Oésar. Sta penear <q«e el ejemplo del nal ea oosta^^oee y
qne éste recae «leBfpre Mbr* «a caomite.
¿Crey6 Agripim que cu crlawD qoedarfa impone? ¿BD q«l fondo tan falsa ereeneiaf ¿Bn lo elevado de «o poekMn «ocial? ^Ba
qoe por ew BmpenMric BO 1» alesBaarfaB las leyasf ¿IgaoratMi qae
el mal lleva en sí adMBO «1 giuiiiu de so entif oif ¿Deaeonoefa el
pitaciplo de IB «6HdaTidad o iMlewlepeBdeueta de «Bestras obms:
«Sleot vita, flBls t«i>? ¿Comisó el I m ^ ipor te^eree» • Nerón?
Pvea «Bte nmlvado foé «a caatigo.
Los malos, con su ejemplo y tratamientos vielentos, depravan
a eosfal}os.Satos, «n logar de sentir por ellos anuir, sienten odio.
T desean ser graadas, para tener foeraas qoe lea permitan i>Mig«ra». Esto ensefte IB observación.
BU aaeainacto de ClBodio me deaeotoe cómo «r« ri alma ^e Ágrlpina. So matrimonio no toé motivado por el eelestial asotladaato
del amor.Le realtaó, pa—ando primero sn IBB vwoiaiaa rnaAerlBles
ifUb le repotcarfa, j deapoAs.«« matmr emmnt» mmtm a »% mmHdo'
Si, como dijo Jesús, «por «na trBtoa se eonoee el árbol», no fany
doda de qoe éste estaba emponzoñado. Lo revela la animalidad de
«o designio.
Ko cabe doda algrona de qoe i^fíiptaa em BWterialieta, oemo
le toerron todos los «spfritas malos de la Histeria. Bra de esos qf«e
Aeaa: cVoeito el perro, «a aeabó la rabia.» Por eso se eehan<e(MiO
floras «obre les qoe les sirvan 4e obsiÉoiúo a «os proyeetas, j no
-«aeilan on instante «n qoitartos la vida. (Mefor dioho, la naime,
porqoe la vida es perpetoa.)
8o inferioridad inteleetoal no les permite darse eoenta de la
existeaeia del mmido esptritoal (el de loa wmmvutt»), y de qoe allí
opera, lo mismo qoe en la Tierra, la Jortlula «saeta de Dios. Loago es imposible escapar de Bste.
Estos seres, coando logran elodir el castigo de la Jostiela Jio«ana, «e qoedan Un tnñM|BUes. Da la da Wm «o «e •eenpnn, por<pe como no le van ni le oyná, le niegaD^y «r«sn<<iaa,p«ir«a|ar*
•WmAMÁStM (MMUMALM
M8*1
!• «Hoe, gmeáa mift4miáB. E» «a «üeolo «Mqr «ón*áo, <p«r« <al«o.
Se parece «I del «awMnac, «aando oeste te eabsaa ddbii^ éd ala
faM «o vw «1 ptligio. '0 lid 40 I« aifios ^^oe, par japaae IKM ojos,
«raen so ser «riatos por Mkdie.
Parece cataml qt Iw upadnos «onoeean la tedole atoralida I M
^ijaa. La obser<ración diaria, el eoataoto «Matante, ia eeextateaeia
en el ambiente doméstico, las inflaencias sageatiTaii petananeataa,
bacen qno .ese conoetasiento aea la regala feneiml. f, sin «aiAargo,
Agvkpina creyó qM Narén la amaba. Y «ata idea talaa «aaaá ma
perdición, fiay «na «dacdán .«rid«oto eatre laa idea* f im Aotw,
per «oanto la «ondnela «a «1 iaieio «faietf v«4o. O» «a «rar diaanan siempre consecuencias funestas para el equivocado.
Partiendo de esta idea inexacta, Agriplna razonó de este modo:
«Cuando Xerón sea César, yo le dominaré. Le manejaré como a un
maniquí. Gobernaré yo, de hecho, "t entonces, seré el ídolo de la
corte; ante mí vendrán todos a ofrecer sus homenajes.»
¡Pobre majerl ¡Qué vértigo de soberbia! ¡Hasta qué punto alteró su Jaicio la ambiciónl ¡Qué torres de viento, eomo escribió
Fray Tomás de ViUacastín, levantó su fantasía en aquel cráneo!
Parece que se lee la fábula de la lechera,.de nuestro Samaniego.
Nerón fué la peraoniflcación del odio, como deifiostré en un ar<
tícnlo que le consagré hace afios en M Siglo Médico (al principio de
mi práctica médica). Su estado habitual era una especie de ira crónica, y de las ideas que se le ocurrían, la última era siempre la
peor, la más monstruosa, la más dafilna. De nifio, saltaba los ojos
a las moscas para divertirse. De hombre, ordenó contra los cristianos el horrible suplicio de las antorchas humanas. Un loco moral,
en resumen.
¿Qué hombre, que lo sea de veras, no se conmoverá al recuer
do de su madre? ¿Quién no reconocerá que a ella le debe laa verdades primeras, bases efectivas de su vida moral? ¿Quién no reeaarda el dia da su muerte, como el de más horrible angustia qu3
puede sufrir un espíritu inteligente? ¿Quién no pide al Dios d)
amor, como compansaeión de ate dolor, que le permita ««ría y oiría
164
TRABAJOS OKiaiHALM
.de naevo en la vida espiritual? Esos sentimientos se encaentran en
lo más íntimo, en lo más secreto de todas las almas.
Entre un ser imperioso, como Agripina, y otro iracundo, como
Nerón, el conflicto era inevitable. Obedecer es amar, y Nerón la
odiaba. ¿Cómo había de soportar la ingerencia de su madre en los
asuntos del Estado? Quiso librarse de ella y la mandó asesinar el
.año .59 (d. d. J.-C).
Elspíritn inferior; de caridad nula; incapaz de misericordia;
inasequible a la Justicia; que se tenía por artista, basta el punto de
exclamar antes de morir: ¡Qualit artifex pereol ({Qué gran artista
pierde el mundo!). ¿No te parece, lector, peor que Judas Iscariote?
Es evidente.
TRABAJOS O a i a i H A b »
1%
La siDtomatología cardiaca de origeo extracardiaeo
POB A. MUT
(OONTINCAOIÓH)
Se olvidaron ya como causas del eretismo cardiaco, de las palpitaciones y de la taqalcardia, la tabercalosis, las adenopatías
tráqaeobronqaiales, las afecciones gastrointestinales, las infecciones (reamatismo, gripe, escarlatina), las intoxicaciones, los gases
clorados... todo, todo pasó a la Historia. En cnanto se ve a un individao con taquicardia, también te le ve—o se le cree ver—la
ezoftalmía, los temblores, sudores, angustia, irritabilidad nerviosa (mieditis se llamaba esto en mis buenos tiempos)... y date: un
caso de basedowismo, un hipertiroideo. Y a publicarlo a escape en
estas o parecidas notas: De tantos reclutas que hemos tenido necesidad de examinar, el 90 por 100 presentaban ligero aumento del
cuerpo tiroi«ks,' etc., etc., y todos eUos taquicardia (lóase miedo de
ir al frente). De esto podemos concluir—así terminan todas las
notas clínicas que hemoai leído—«que la irritabilidad cardíaca no
es otra cosa que un hipertiroidismo más o menos frustrado». Y nos*otros hemos visto desaparecer en un instante, como por encanto,
todos los síntomas de ese hipertiroidismo en un mozo sujeto a observación, en cuanto se le dijo que, además, padecía una hernia, y
que, por lo tanto, estaba exento del servicio militar. Bastó esta noticia última, tan agradable, para que desaparecieran en el acto
todos los síntomas basedowianos.
No insistamos más. Para nosotros la excitación simpática—con
tiroides o sin él—basta y sobra para explicar esas variadas manitesUeiones de la irritabilidad cardíaca que siempre ha existido y
existirá; pero que ahora, con motivo de la guerra, se ha multiplicado extraordinariamente, llamando la atención de todos los mé-
PlM
TMMMeS
dioos. T es que hay que admitir un simpático eonstitucionalment»
débil, sensible, como hay visceras también débiles. Los simpáticos
meteprágleo* ae so» aiá» qna los UMSUMS eooMlnMlsmdss de Dapré. E^ la taquicardia una de las arritmias más frecuentemente
observadas en la práctica, mmj a mcMido de origen extracardiaco. La dificultad, y no pequefia, está en precisar la fuente de su
nacimiento, una ves bien a^wifiiadOr «litro está, que no es el corazón ni los grandes vasos. Precisamente en la dificultad de esta
tarM estriba, svgAa creeuies, la rasóa de habérsele «oaeedldo'ana
iMMWfalesa ynrameate awrésica. Es preeiM ae descansar en la rlk
briea de este diafaéetleo •!• kaber afolado todo» los medios de
iat«tti9aeió« y («las las pfObaMidadw de hallar ss etiología patoféotea. B«cv6fd«»e ki dtstrfbwMn (aa «atoma del peneoflMgá»tfleo, y n» ser olvide qae la leafó* 4a las extreme» periféricos de
tmtt afetvle val» I» aiisso que deetr hifotoaia vafai, y qo» el brtpot«io M vago m ilm&támé, émO» «1 paaf» d» vlsw d» la comía'
cMn fialotófies, ée htfonknfmtíeKmmim.
DaasBf US ótfat eal» panto Mea aetarad». Una ves descontados
imgrtMám proeeae» cardiaco» -^lesione», valvalans, aortiti», mio^
cMdil^»,-^ taele caer el artdko ea el peligro de iaeliaane coa d«^
DMsiada facHtdad al diaguóatteo de taquicardia neuropáMca —
blatériea, aearastéaiaa, ew.,—sobre todo il coexisto ,eott otro»
feaómcn»» éo «ata aataraleaa (farrftabtttdad d» carácter, emotivi»
d«d y «tro»). Bato petifr» w paed» «vitar aivehas veces, examlnaad» a lo» eatermoa eon deieataaioate, Árgano por órgaao, apaAto per aparato. ¿Gaáata» vece» una taquicardia, de natoraloaa
d«»coaocida, e qee M habte atribaido aun Mpertirotdismo, obedeO0r ai aiáa ni awnos, qa« a sendo» ganglio» andiastínieo» que no»
descubre la pantollafiuoroscópica?(obaanaeloae» pffopias). ¿Cuánta» otra» una taquicardia, aalda a on refueno del segando tono
pümonar («Igao aneatra), no slgailea otra coaa qoe ana tubereaIMI» imlatonar? T ¿eaántas otraa la taquicardia ao «s otra ««N»
qn» el pritoero y úaieo «igao de aaa netriti» Upert«n»iva?
Tl»n« «ato, «OBM •» eompraade, una iaiporuaeia traaeegadaatal
\
ftPianitTiiiii
liCt
pam la teKa#éttoa. Tratar aaa elaifte die^enfca iatalenta, m a
hiperelorhidrla, es curar accesos de palpitaciones da MÍSU taqoicáidieas aafoelioaae qaa atamoriíaa a loa eafenBaa. iAbl> las sabiaa palabras del graa clínico IraaeAa Peten «Bl ealerato qa« eatro fáakrleo en Tasstro gabiaeto, sale eardíaeo, j Tioarersaa, c«a*
tiaiaa siendo on axioma indeetraetiblei.
De otro lado, ¿qué pr¿6tieo nwdiaaamente experiMeatado ao
eetá coa vencido de la «ofiuioanHa tébáfmtcaf ¿No es ana realidad
cUaica indieeatible el o»rmaón 4» tir tan admirablemente deeerito
por na compatriota aoeetro, en loa moro» del Sif?
Asi, paes, y sin pretender, ai maeho amnoe, hacer ana olasiAcacMa atteMyiea» a^o aimpleaMot» qae sirva «orno gata para el
paátiee» divldiiemoa las taqaicardlaa ea:
1.* Tmf^Uardit» 4(Wd«u a la$ af$teáutm sardieeatcalare» (de
laa qoa ao debemos oeapamoe).
3.° Tofuieatáku debida* • lmom$ del eietemm ««TVÍMO. Henos
ctedo ya las priaeipalet, qae son: la tabes, parilisis general progreelTa, afecciones bulbares, o bien lesiones nerviosas periféricas;
aearitls y polinenritis, compresiones del vago cervical o mediastínico, por tnmorea, medias.tiaitis, etc.
8." Taqmtemtdime refiíja». Por atecoioaea orgáaieas o foacioaaks del eetóoMgo, laiestlBO, higado, rlfión, úteroanexiales, de la
aaiia.
4.*> Tagui€mrdiai iebUa» a ttifeeeiome, Tabereolosis preferentemeate. Todas las afecciones febriles.
6." TaquUiardíaa tóeticat. Por tóxicos exógenos: el tabaco, el
caté, el alcohol, el t6( o endógenos: aatointoxicaoiones intestinales,
tireotoxicosis.
t.° Tofuicetrdiat oeiMMt«e<eM«lM. Aatmia, clorosis, taberealoala. hlpotoaia sÍD4>¿tioa.
7.* 3Vif«<oaMUas a««rMoa«. Histerismo, epilepsia, nearasta>
ala, «corasón irritable», «corazón de guerra», edoooionee, etc.
Vtese ahora qa« labor más latensa tiene qae realiiar el prictico en presencia de una simple aceleración de los latidos cardfa-
16S
TRABA/OS ORIOIMALBR
COS. Pero ello tiene que ser asi si queremos s«r útiles a la «abecéra de los enfermos.
La terap^ica, por consiguiente, ha de ser tan varia como distintas son las causas-que dan origen a la arritmia de que tratamos. Desde las simples medidas higiénicas, el establecimiento de
un régimen alimenticio apropiado, la sugestión j los procedimientos de hipnosis, hasta la cirugía (extirpaeión de un pólipo, una
histerectomía), toda la terapéutica, médica y quirúrgica, puede
entrar en acción. Como se comprende, no podemos entrar en deta>
lies. Lo esencial es sentar las indicaciones; los medios de llenarlas
los suponemos desde luego conocidos.
Únicamente diremos dos palabras acerca de la medicación sintomática para combatir los estados vagotónieos o simpaticotónicos. Como medicamento antivagal o vagotrópico,' tenemos la atropina, que combate o atenúa todas las perturbaciones que traducen
el síndrome vagotónico. Como demostrativo de medicación simpaticotrópica, el tipo es la adrenMna, que se encarga de hacer desaparecer los trastornos que se producen en la esfera del simpático.
El agente excitante del sistema autónomo mejor estudiado es la
püocarpina, y el depresor del simpático, la colina.
No todos los individuos reaccionan con igual intensidad a estos medicamentos. Son sensibles especialmente los enfermos débiles del sistema nervioso, por lo que conviene, en general, ser muy
cautos y prudentes en el uso de dichas medicaciones.
Puede considerarse que un individuo reacciona (qertemente a
la adredalina cuando las pulsaciones aumentan en un tercfo} la
glncosuria llega a cinco gramos y la poliuria alcanza el doble de
lo normal.
La atropina manifiesta sus efectos con doble número de pulsaciones. La püocarpina produce transpiración abundante y sialorrea. Por lo general, los sujetos vagotónieos abundan más que los
simpaticotónicos.
Las dosis medias de estos medicamentos, por vía hipodérmioa,
son las siguientes:
TBABAJO» OftlOIMALM
Adrenalina
, Atropina.........
Pilocarpina
169'
1 miligramo o fraeelAa de esta dotit. X
»
.
»
»
1 centigramo
»
»
Mr. E. Sergent, qne parece ha1)er hepho de la terapeatiea.de la
adrenalina un estadio especial, aconseja en los síndromes de insnflciencia snprarrenal agada dar dosis macho, más crecidas de las
ccnrientes. Se pneden dar, sin temor, oinco^ seis y más miligramos
en las veinticaatro boras. En nn caso llegó a dar hasta ocho mili-:
gramos. A tin addisoniano llegó a darle cinco miligramos diarios,
más 0,80 gramos de polvo de saprarrenal.
Si se emplea la ingestión, las dosis deberán ser intercaladas
entre las comidas, de XII a' XV gotas cada ves, dejando un intervalo de dos hora» entre cada toma.
En cnanto a las inyecciones. Jamás deberá inyectarse más d«
medio miligramo en nn mismo panto, dándola en 1 e.«. de vehíca-.
lo. Si el caso faese grave, se repetirá esa dosis dos, tres o cuatro
veces en sitios diferentes.
Dejamos al antor la responsabilidad de sas consejos; administrar por vía hipodérmica cinco, seis y hasta ocho miligramos diarios de adrenalina, nos parece excesivo. En cnanto al método p$r
0$, propinar XX y aan XXX gotas diarias dorante diez días, no lo
creemos tan peligroso. La adrenalina, por vía digestiva, es, segAn
nuestra experiencia, poco menos qne inerte. Caando se qoiera obtener de este prodncto todos sos efectos terapéuticos, hay necesidad de administrarlo por vía endovenosa.
BRADIOABDIA
Lo mismo qae la taquicardia, el palso lento puede ser debido a
causas intracardíacas, o no ser otra cosa que un síntoma cuyo origen se encuentre fuera del corazón.
Lo más interesante de hacer constar es la necesidad de distinguir las bradisflgmias de las verdaderas bradioardias. Un pulso
radial puede parecer lento, en efecto, no obstante contraerse el oo-
170
razón coa normal frewweia. ya pet atetóles tnutndoa, ya por
contracciones cardíacas alternas, ya por otra arritmia más compleja. Por esto conviene, y es más exacto, decir casos de corazón
lento qoe no de pídso lenta
Averiguado qne la bradicaidi* e» vecdná —no pseiidobradie«r>
din—^y qne so origen no está en el eeranáa (lo eoal tratándose da
la tradleardia legítima sasle aer lo máa fiacoante), estamos trente
a nna bradicardia sintomática, ea decir, de tipo nenrkieo, enya
caosa primen no w otra que nna ascitaeián del pnenttiogáatrieo.
Por fortuna, no se ba deeerito tadavía ninguna hormona bradioár41ea, y eeio noe evita nnevaa diflenltadee. En cambio, la bradieardin de eatisa narvioea entá hoy definitlTamante admitida por todo*
los autores. Si alguno de éstos la esosidera da menor frecneneia
qine las intramioeardíaeas, ee porqaa eontanden lastimosamente la
bradleardia verdad (leatitad de anrfciala y ventricalo simnltánear
mente, úniea que admitimoe) eoa el bloqaeo eardtoco, eoa las dl>
sociaciones anrícoloventrienlares, con el ártnms Btokae, con loe
tsaatomos d» la fandóa de la eondaetibUtdad, en in, qoe son otra
easa m«y distinta. Ea loe trazadosflebográfteoede la bradicardia
para, falta con moeka frecuencia la onda aoricolar (bnuliearéia
ntdeU) de Haekenzie, y, cuando existe, su lentitud es análoga a la
veatrícutar. Trátaee, pnea, segán opinanKW, de una exagerada actividad áti vago eobre el aUmtf es deefar, que de existir bloqueo,
tale es ttmoawriemlommtHtwlmr, como soeeda, «xperimentalmente,
en la primera ligadura de Stanafna.
Se está autorizado para creer que nna bradicardia es de origen
nervioso cuando: 1.**, la diilancla a e de los flebogramas no esté
aumentada; 2.*>, las pulsaciones no sean inferiores a 40 por minuto; 8.*, no se trate de «na leatitad permaaeate, sino más bien por
aeeeeos; 4.*, no sean gravee loe accidentes sincópales; 6 ", la inyección de uno a dos miligramos de atropina acelere el pulso en
un tercio; 6.**, la inhalación de nitrito de amilo duplique el número
de pulsaciones; 7.*, el relejo óculoeardíaeo sea positivo (lentitud
del pulso por la compresión ocular); 8.*, la respiración, la mar-
171
dto, la íleftre, la dieflaai¿% aooMaiHi al) wtmmt9 da> potaacioaM.
Con respecto a las pruebas de la atropina» y atadlo da a«B«v
la» invaatigaeionea da H. Fraésateqi haa hacho aonatav mnf laelenteaainta' qne el pneomogáalarte» aa halla ttoa^pr» mt eatado da «oafrcUM. Da modo qoa^ aa laaUdad, la proaluk poaitiva lo qaa iadies
es qne la tonicidad de este nervio obtai sobra et coraoón. Por livd»nÉb, sos investigaeionas ooni^rnaa IM vesallMioa obteofidos anterWrmente por otros antoraa. Una prasbaí froaoaaianaB poslCi•a^. b»'
dlca bradlcardia por exeitadóa: del vago^ noa paueba trancaaieta
negativa, sefiala nn origen miocárdlco. T caando en alg&n caaoAr
(Maoeiaelón aavfcaloventrteiilav al nsnltado da la pmaba sea positlvo> esto BOrapondv4aiái sino foiaal rafa está e s caaaxión eos
al i«atriealo.
Las hradieardtm itntomdHam pnatlm passaalasss an:
1.0 Las infeceionet: dütnria^ gripe, eseathKiaa, afaadicWa
3.<* Las intoccieosfonesr TaDena» orémiieos, aalas biltaras,. digltai
pvlneipalmente. Trátase en ttodos estoa oaaoa é» tm* iaftnencia de»Biótropa negativa del pneontogáatriao; son bradlcardias totalaa de
origen nervioso. En la uremia e ietarieta grava paeda,. no obstante,
sagin b» observado Pataatakis, aer tan praCimáa la taspregnarlón
del miocardio por loa aaMOM WUBÉÍOS J salaa UUaNS, qaa laa
pruabaa de la atropina^ dal Bftrlto éa añila y da 1» compresión
onAar dan an reaaltado aefativa.
8.0 Los ettoáo$ nervietói: la aieniafitla tabereulosa, lo<i tooM*
res cerebrales, la parálisisis general. Cnanto a las bradicaiM*laa
imputables a «na lasléa del traaeo dal vaga, esislen las obsarractoaes de Laslett y Bsania, en laa que la lentitud del coraión era,
sin disputa, debida a aquella alteración de estructura del nervla.
4." HtMintU: ciertaa trastornos narvieaos, hasta ahora llamaáastaaoioaales—histeria,neafastani»—y algnaoameatales llpe
manía,—se acompafian de bradlcardia; petoeaaiáabiaa ea^fanMa
da aoeesos; son orisis braittcardfais qaa attarnaa' eon otras uqnioárdicas; as una verdadera inestabilidad da p«lso, ciartamsate
muy earaaterfatica de los neurópatas.
172
TRABAJOS ORIOIMALU
. 6.° Reflejas: la dilatación de estómago, la aerofagia, las intoxicaciones alimenticias.
Por último, tal vez deba admitirse una forma observada por
Mougeot y Dnverger en los conmocionadot durante la última guerra. Al parecer de estos autores, es una bradicardia total por excitación del vago sobre el sinus.
- He aquí, pues, cómo, lo mismo qw» en la taquicardia, la preseneeiicla. de un solo signo, lentitud de pulso, obliga al práctico a un
intenso trabajo intelectual en averiguación de la causa que lo
origina.
En general, el pronóstico de la bradicardia es menos malo que
el de la taquicardia. Los corazones que trabajan de prisa se agotan
antes. Precisamente, el peligro de la taquicardia paroxistica consiste en el agotamiento, más o menoí rápido, que puede sufrir la
función tónicocontráctil del miocardio. £n la bradicardia hasta
hay casos en los que puede decirse que indican buen pronóstico, si
ésta no es muy graduada. Sirva de ejemplo los pulsos lentos (en
relación al grado febril) que se observan en algunas pneumonías
y, sobre todo, en la fiebre tifoidea.
La terapéutica especifica—si se admite este calificativo—es la
atropina: es el agente de inhibición del sistema autónomo.
Las otras indicaciones dependerán de las causas. Así, si es de
origen infeccioso, tratar la causa: gripe, reumatismo articular,
apendicitis; practicar inyecciones de aceite alcanforado, de cafeína.
Si es de origen tóxico, suprimir la causa; mucho cuidado con
la administración de la digital en las bradicardias, sean del origen
qUA quieran.
Si es de origen nearósico, tratar la histeria, neurastenia, melancolía, etc., levanur las fuerzas por medio de la estricnina, los
fosfatos, los arsenicales.
Si es de origen dispéptico, instituir un régimen alimenticio
apropiado, combatir ia aerofagia, lá atonía gastrointestinal.
(Conlinuará,).
TKABÁJOB OBiaiHAI.nB
178
SOBRE ANESTE'SIA GENERAL
POR BL DB. ALBERTO BODRÍQUBZ SO AÑA
Médico Interno del Hospltfcl B»wson.
Cirajano agregado al servicio del Doctor A. J. Medina.
( OONTINUAOIÓM )
El 90 por 100 de las muertes se han producido con este método. Deja de ser peligroso, sólo en manos de un anestesista de una
experiencia larga; porque en algunos enfermos, los fenómenos de
asfixia se producen antes de que la anestesia se haya hecho, y e»
necesario entonces que el que actúa esto en condiciones de apreciar con exactitud la marcha de la anestesia.
Este método se usa también en anestesia obstétrica, haciéndola intermitentemente en el período expulsivo, durante las contracclones uterinas. Mi experiencia a este respecto es casi nula, mi
juicio sería, pues, inútil,
2.0. Admintattaci&n con aire cUmo$f6rico.—La administración
del protóxldo de ázoe, mezclado con aire atmosférico, puede hacerse de dos maneras:.con cantidades indeterminadas y con cantidadoB determinadas.
El primer método es muy parecido al anterior; el dlspositlTo
necesario es exactamente el mismo. La técnica es la siguiente:
Se llena la bolsa con el gas anestésico; se adapta la máscara a
la cara del enfermo, dejando la válvula expiratorla abierta de manera de cambiar el medio aéreo del pulmón; hechas cinco o Bel»
InBpiraeioneB se cierra la yálvola, dejando que el enfermo inspire
y espire dentro de la bolsa hasta conseguir la anestesia; consegoida ésta, sobreviene el período de asfixia, se abre entonces la
válvula a doble corriente, permitiendo que el enfermo haga c«atn>
o cinco inspiraciones de aire puro para continuar administrando el
protóxldo, para lo cual basta cerrar la válvula, por un nuevo pe-
174
ríodo de tolerancia, y asf Bacesivamente todo el tiempo qae se desee.
En caso de no disponer de ana válvula a doble corriente en la
máscara, batta retirar ótta y adaptarrla naeramente después que
«1 enfermo ba tomado la cantidad de aire necesario.
Este método ea baano, Taaqniete utianeateaiBta práctico, única
condición de éxito -conmlutn; jübne la VASt^Ja <de que es más barato, por la no -nfilieacián ilel wrigauu, «obn todo con los aparatos
americanos, donde no siempre es poilble utilizar el oxígeno fabricado en plaza, porque sus cilindros no pueden adaptarse a ellos.
Bs necesario entonees usar el exígeno importado, porque sus cilindros son los únicos que se adaptan y éste resalta caro.
'El «egondo 'método, la administración con cantidades detevmi«adae de aire, «s posible y puede ^eetuMM con la máscara de hw
•paratoB coibunea. La cantidad míniíoa de aire necesaria debe «er,
segúa Hewit, de 14 a 16 por 100 en el hombre y de 16 a 24 por
100 en la mnjer y en «1 nifio.
Faraadmini«lrark> « « a l a forma, basta dejar la válvala a doMe corriente oontiinMnMnte«Uerta «n cierta extensión, de tal imanara, que la proporción de aire sea más o menos la indicada;
mientras que la llegada del gas anestésico se hace directamente
por intermedio de la bolsa. Es im cálcalo qae puede hacerse, y el
anestesista práctico y «oooosdor de «a aparato es capaz en oualqoier momento, de establecer con más o menos exactitud si la cantidad ile aire es lansoesaria.
áámintttraeUn wm mitfmm, IBi al método ideal, el más «sgn*
TO 7 el más fácil; sstá al«loMioe d««aalqaiera por poca práotlca
qae tenga del asunto; ae obtiene-ana «aaalssia más satisfaotoria y
rmás profanda con meaos peligros pam-el enfermo.
liS cantidad de «zígesoutecesaria debe «er de 8 a 10 por 100
más o menos.
I>a «aperioridad deloocfgeno oon «sspecto al aire es una simple
ooestión de números. Hela eqoi:
Coando se da <aeiolado OOD aiM, la proporción por Tolameo
debe ser la sigaieiite:
Aire. 40 por 1 0 0 . . . . 1 ^ ^ ^ ^ ^ ^
«3
—
FMtÓKído 4a Aao»
iM>
—
La mezcla contiene el 8 por 100 de oxígeno Indltpeniable. No
ail en cnanto al prot5xido de ázoe, puesto qae la cantidad de 60
por 100 no es Insaflclente para producir nna anestesia completa.
H&y an 32 por 100 de nitrógeno qae no se utiliza.
En cambio, con oxígeno, la proporción será de:
ümigmo
Protéaddeda ÍZIM....4
«por 100.
92 —
%M •• U «aatMftd -de g»M aaealéaáoe tMoaaarte fMuia«n «c^lto norm»l. Xe bi^r al 4ca|>ardioi« 4«1 SS por iOO da otoófano iaAtU,
«orno «n «1 «aaa «atector.
Mezclado con oxígeno, puede ser administnMle de4es rtfurt-ti"
distintas: sea con cantidades detarmiaadas, saa con «antiifaidaa !••
datarminadaa.
Caal<Iiiiera que aea el jaétodo de administración, la cantidad
»f«>ti»* Indkpanaabla de oxígaao para mantener an enferma an
eoadicionas boaaaa -da origananiAn palmanar daba aar da A « 10
per 100 de ki masóla total.
Beapecto a la -ditaMoeia antre «aabos oiétodoa y la ttenioa 4«
cada ano de ellos <•& partlcalar, la «impla eoanoiaclón dal téunino
basta para explicarlo.
He traído aquí «ata noche Tartos aparatos «on los que «• posi*
tte administrarlo 4e ambas manera*; BQ manejo es mwf «ancllla, y
basta asarlo ana vez para conooer«l aparato en todos ms deteHea.
Bn los aparatos ^ Flagf y Ben-Mergea qtw netedes Ten %<pá,
destinados a la admintstradón de prot6xldo de 4soe y 4ter oeaJantamente o tfel ptlmero de les efBeat»sleoa eotamente, la eaalidad de oxigeno no paede ser determinada, «ino ^a» debe cakwlar*
se sa proporción dentro de la bolsa, «preKiaiada«eBle, a o)e 4e
%aen eobero. HMa detennlBaoidá «preskaada de te «antidad de
176
THABAJOS OBIOIMALB8
oxígeno milizado es posible y fácil. Un anestesista práctico consigne en nn momento determinado, tener ana noción más o menos
exacta de la proporción de amIxM gases dentro de la bolsa.
En los aparatos de Gwatmey y Clarck, que son aparatos a corriente continua, es decir, en los coales es indispensable la corriente continua de los gases para que funcionen; la proporción de
ambos gases es determinada por el aparato mismo en cantidades
por ciento, su control es fácil y rápido.
Para la práctica diaria, ambos mótodos son buenos, y; a mi
Jaicio, no hay diferencia apreciAbIe.de uno sobre otro; todo es
cuestión de acostambrarse.a un aparato, y trabajar con él continuamente.
La administración del protóxido de ázoe, mezclado con el oxígeno, es el método ideal, el más seguro y el menos nocivo para el
enfermo; debe ser de regla para el anestesista noyel. Mezclado con
aire, su administración es peligrosa, y aólo una anestesia hábil e>
capaz de hacerla sin InconTenimitea.
El protóxido de ázoe puede ser administrado también por vía
intrataríngea, de la misma manera que el éter; este método, concebido y usado por primera vez por Conell, es práctico; nuestra experiencia sobre él es limitada; tiene el inconveniente de que gasta
mucha más cantidad de gas anestésico, que cualquiera de los otros
métodos de administración, sin que sus ventajas sean tantas como
para Justificar este mayor expendio del producto.
Indicaeione$ y eontraindieaci<me$.—Sos indicaciones son: todas
las operaciones de corta duración en peqoefia cirogía, todas las
operaciones sobre miembros, aon de doración larga, en la que no
es indispensable ana relajación moscolar abaolota; para iniciarla
en el período de inducción de las anestesias etéreas, método que
los ingleses llaman Th* nítrotu oxtíU ethtr tequenee, concebido y
. osado por primera vez por Thomas Benett, de Nueva Tork, del qae
nos ocuparemos más tarde.
Sos contraindleaciones prinoipalec eon en loa nifios y en los
TBABAJ08 OIIIQIMALBS
177
viejos, coto arterias darás, y en las operaciones abdominales, donde se reqaiere ana relajación abdominal absolata.
No voy a referir en detalle mi experiencia con protóxido de
ázoe, asado solo o con oxígeno; sólo trataré, a títalo de información general, algunos casos que hemos hecho en el Rawson, y qne
os dará una idea de la bondad del método y todo lo que se puede
'esperar y obtener de él.
Al Dr. Pasman, aquí presente, le ha sido posible hacer ana
operación, de ana daración de tres horas, en un enfermo con an
sarcoma de muslo; este enfermo estaba despierto a los pocos minutos de terminar la anestesia y no tuvo thoek, a pesar de la duración excesiva y la gravedad de la intervención. El Dr. Prando
operó ana enferma con an cálcalo <|« vejiga, con anestesia al gas
paro, de una daración de veinticineo minatos; se trataba de una
enferma en may mal estado general, con ana infección ascendente de las vías urinarias, en la cual cualquier otro anestésico bu*
biera sido nocivo; no hubo accidentes post-anestésico de thoek. El
Dr. Rodríguez Villegas ha hecho una amputación alta de pierna,
en una enferma con gangrena goseosa, con un mal estado ge»
neral, sin thoek; la daración de la operación fué de cuarenta minatos.
A mí, personalmente, me ha sido posible reducir dos laxaciones de hombro y un baen número de fracturas, sin inconvenientes
de ningana clase.
Como anestésico, a mi juicio, es el ideal dentro de sas indicaciones, sus ventajas son reales: es necesario haberlo asado para
poder apreciarlas; cnanto más se tisa, sus indicaciones son mayores.
ÉTER
Al hablar de este agente anestésico, así como del cloroformo,
séame permitido, en honor a que son bien conocido*, pasar por alto
todo lo qne M refiere a sas propiedades físicas, qaímieas y fisiológicas, así como sa acción sobre 'ios distintos órganos y tejidos,
TOMO XLIV.-IO
U
178
TRABAJOS OBIOIN'ALBS
para entrar de lleno a tratar la parte qae puede tener interés para
vosotros: sa administración.
Administración.—Los métodos de administración del éter, pueden ser divididos en dos grandes categorías:
1.' Los métodos por inhalación.
2.' Los métodos por insuflación.
Entre los primeros, hay tres variedades principales: el método
abierto, el semi-abierto y el cercado.
Entre los métodos por insuflación tenemos la intratarfngea y
la intratraqueal.
Forma parte de los métodos por inhalación una última variedad, de la que hacemos una clase aparte; me reñero a la eterización rectal, de la que me ocuparé al final.
MÉTODOS POR IHnALACIÓH
Método abierto.—Es el más conocido y tal vez el más asado; se
hace con una careta simple; es an método bueno, mejor qae el cloroformo, en cualquiera de sas formas; tiene como inconvenientes
principales:
1.° El hecho de que la cantidad de anestésico usado, es siempre mucho mayor que con cualquiera de los otros métodos.
2." (¿ue el éter evaporado continuamente en el ambiente satura de su olor toda la sala de operaciones, con los efectos desagradables para el cirujano y los que lo rodean.
3.° Que su iliminación es más lenta, y, por consecuencia, el
período del retorno de la conciencia más largo que en los otros
dos métodos.
4.° Y el más imporUnte, que prodace siempre an grado más o
menos grande de acapnia.
Su técnica es sencilla; respecto a ella no paeden darse reglas
fijas, la práctica es la única regla real y verdadera.
Método lemúMerto.—Se caracteriza porque hay un cierto grade de rebreathing, es an método macho mejor el anterior; los inconveQientes con menores.
TRABAJOS ORIOINALBS
179
Puede hacerse con la gran careta de Julliard o la de Fergusson, que todos ustedes conocen, o con este pequeño inhalador
que ustedes ven aquí, que es el de Davis, el cual les recomiendo,
porque resulta muy práctico. Otro aparato muy práctico y muy en
boga entre nosotros, es el aparato de Ombredanne, que no voy a
describir porque todos ustedes conocen y lo han usado.
Toda anestesia semiabierta es siempre preferible a la anestesia abierta. Su principal ventaja estriba en el hecho de que los fenómenos de acapnia no son tan pronunciados como en esta última,
y, además, por el hecho de que es posible utilizar parte del éter
espirado por el enfermo, lo que hace que la cantidad usada sea
menor que con el método abierto.
Método cerrado.—Es el método ideal; de sus ventajas hemos hablado in extenso al ocuparnos de la fisiología general de los anestésicos y de los elementos capaces de modificarla favorablemente.
Ello nos permitirá ser breve ei; este capítulo de la exposición.
Decía entonces que la utilización del óxido de carbono espirado, el rebreathing, que caracteriza el método, es ventajoso desde
todo punto de vista. En el capítulo titulado Rebreathing he expuesto claramente todas sus ventajas, que compensan ampliamente todos los inconvenientes que le han sido atribuidos. Para evitar
repeticiones inútiles, me referiré a esa parte de mi exposición, sin
mayores comentarios.
He querido traer, para mostraros, algunos aparatos americanos, muy usados, de anestesia etérea por el método' cerrado. Tenemos aquí cuatro de ellos; con todos puede hacerse anestesia
etérea combinada con protóxido de ázoe y oxígeno.
1." Aparato dé Flagq.—Es un aparatito práctico, de transporte
{ácil, y cuyo funcionamiento no necesita mayor explicación. El
dosaje de las cantidades de protóxido y oxígeno usado se hace a
ojo do buen cubero. En la práctica diaria no se necesita, en realidad, hacerlo en otra forma; se. llega a adquirir coa la experiencia
un sentido tal de apreciación de las necesidades del enfermo con
napecto a la administración de oxígeno suficiente para evitar la
180
TRABAJOS ORIOniALBS
anoxemia, qae hace que un anestesista experimentado pueda pasarse sin dispositivos especiales de indicación de las cantidades
por ciento, de ambos gases.
En cuanto al dosaje del éter, es función do un pequeño aparato goteador, anexo a la careta, en el que puede apreciarse a simple vista el número de gotas que se utilizan por minuto. El éter
cae sobre un rollo de alambre, tejido a mallas fin^s, contenido en
el interior de la cámara del aparato, donde se hace la evaporación
del producto, que es facilitada, por otra parte, por los movimientos
respiratorios del enfermo.
Este aparato no tiene sino un solo inconveniente, que se aprecia sólo cuando ae ha adquirido una cierta práctica de su manejo.
Es el siguiente:
Una vez el enfermo en el período de mantenimiento, cuando
sus movimientos respiratorios son de gran amplitud, como sucede
siempre con el método cerrado, la eapiracióa del enfermo produce
dentro del aparato una presión positiva que aetfta sobre el éter
contenido dentro del recipiente, haciendo que en ese momento su
caída se interrumpa por el hecho de esa misma presión positiva.
Es un defecto despreciable en la práctica, porque la presión negativa producida durante'la inspiración produce una aspiración que
aumenta la caída del éter y compensa el déficit producido en el
ciclo respiratorio anterior.
Como un anexo al aparato, es posible adquirir en el comercio
un soporte para los cilindros de protóxido y oxígeno, que se ttja
a la mesa de operaciones para permitir al anestesista tener a mano
las llaves de paso de ambos cilindros.
2.' Aparato de Ben-Morgan.—Es un aparato muy práctico
para uso hospitalario, de un manejo sencillo; cualquiera puede
osarlo. En el Rawson, las anestesias con este aparato son dadas
por el personal de enfermeros, sin que basta la fecha hayamos tenido que lamentar ningún accidente.
Es un aparato au Umt fairt; con él puede hacer anestesia eté*
rea combinada con protóxido y oxigeno, m*todo cerrado o seipl-t
TRABAJOS OBiaiNAtiBS
1^1
abierto, así como insaflación faríngea o intratraqaeal, con sólo
adaptarle una fuente de hiperpresión; para ello basta cambiar la
dirección do ana palanca indicadora flja al depósito del éter,
hacia el lado indicado con la palabra inglesa Pump, como astedee
paeden ver.
Como en el aparato de Flagg, la mezcla de los gases se hace
en la bolsa y no hay indicador especial; de manera que el dosaje
del protózido y el oxígeno se hace en las mismas condiciones
que en él.
En cnanto al dosaje del éter, hay ana palanca indicadora, cayo
recorrido, sobre ana escala graduada, permite apreciar la cantidad
saministrada, haciéndola variar, como en el aparato de Ombredanne, con la entrada de mayor o menor cantidad de aire atmosférico. Pasado un cierto límite de la escala, la entrada de aire queda suprimida; de manera qae el enfermo aspira éter paro, al qae
se le puedo agregar oxígeno directamente del cilindro que lo contiene; a partir de este límite, la anestesia es cerrada.
La gran ventaja de este aparato sobre el de Ombredanne —y
hablo de éste porque sus fancionamientos son similares— estriba
en el hecho de que es siempre posible dar al enfermo la cantidad
de oxígeno que necesita, así como cambiar en cualquier momento
el medii) gaseoso de la bolsa con el juego de válvulas anexas a la
careta, y, por consecuencia, aumentar o disminuir el rebreathing.
Además, el hecho de poder utilizarlo como aparato de insuflación,
adaptándole un simple fuelle de pie, motor eléctrico, cilindro de
oxígeno o cualquier fuente de presión aérea, lo hace, como dije
hace un momento, el aparato au tout faire.
Los dos aparatos que acabo de describir se caracterizan por
ser aparatos a corriente intermitente y sin dispositivo indicador
de las cantidades de protóxido y oxígeno utilizadas. Los dos liguientes, por el contrario, están munidos de un dispositivo indicador de la proporción de ambos gases, y son aparatos a corriente
continua de oxígeno. De aquí, una división en aparatos a corriente intermitente y aparatos a corriente continua.
18^
TRABAJOS 0RIQIMAUI8
3." Aparato de Clark.—Es un aparato un tanto complicado; a
mi juicio, es ideal para hacer anestesia con protóxido y oxígeno
solamente; no así para hacer anestesia mixta con éter; su funcionamiento en esas condiciones deja algo que desear. Sin embargo,
como sucede siempre con aparatos de anestesia, es cuestión de
acostumbrarse a él.
Con este aparato pueden dosarse las cantidades del protóxido
y de oxígeno utilizadas por medio de un sencilla mecanismo qne
da la proporción exacta 'ie ambos gases con sólo leer «n él. De
acuerdo con lo qne decía al hablar de la anestesia con protóxido
de ázoe, basta colocar la llave correspondiente al cilindro de ázoe
en la división 8 y la del oxígeno en la división 2, para tener un
80 por 100 del primero y 20 por 100 del segundo, que es la proporción aproximada para mantener una anestesia.
En cuanto al dosaje del éter, se hace en la siguiente forma:
Anexo al aparato y dentro del circuito de pasaje de la corriente de aire, hay un goleador de éter, que se puede manipular con
un tornillo y que permite apreciar el número de gotas que caen.
La corriente de aire hace que el éter se evapore y vaya en forma
de vapores a la careta.
(Continuará.)
NOTA
CLÍNICA
LOS INJERTOS ÓSEOS EN LOS PROCESOS TUBERCULOSOS
POR EL DR. RÍOBAUDO
Se inicia un nuevo camino en el tratamiento de los procesos
ósteoartifeulares tuberculosos.
Desde que Albee dio a conocer la técnica de los injertos, y, sobre todo, su procedimiento en el mal de Pott, universalmente conocido y puesto en práctica por la mayoría de los cirujanos del
mundo, las transplantaciones óseas han abierto una nueva etapa,
y han sido utilizadas en las tuberculosis ósteoarticulares.
Así se ve que Maragliano Darlo,en los coxálgicos, excava trocánter y cuello de fémur hasta cabeza femoral, y con la excavación fraguada, coloca una astilla ósteoperióstica que saca de tibia.
Hng Ma Kema hace en las espinas ventosas el curetage del tejido esponjoso, y allí coloca el autógeno injerto con buen resultado.
Bobertson Lavalle llega a no tocar el tejido enfermo en procesos tuberculosos de rodilla, porque el injerto lo coloca en partes
periarticulares, sin para nada abrir la articulación y poner, por lo
tanto, en contacto el nuevo hueso con la lesión.
Cuando los cirujanos principiaron a utilizar la técnicade Albee
en los males de Pott, se creía que elfinque perseguía el ortopédico americano era sólo el de proporcionar una férula posterior a la
columna vertebral y el de favorecer la anquilosis de la misma con
el trozo de hueso injertado. Mas la experiencia ha demostrado
después, y todos los que hemos hecho estas intervenciones hemos
184
NOTAS CLÍKICAS
confirmado, que el injerto cura la lesión vertebral, no sólo por la
inmovilidad que determina en un tramo vertebral, sino por llevar
a las apófisis espinosas un nuevo hueso, que ha de suscitar cambios nutritivos en la región enferma (1).
Pues ]a tendencia actual es más que esto, es, como digo, colocar la estaca ósteoperióstica muy próxima al foco tuberculoso, o
en el mismo sitio, una vez limpio el tejido enfermo con raspado o
resecciones parciales.
¿Cómo obra en estos casos el injerto? Según la opinión de los
cirujanos que han intervenido de este modo, obra favorablemente,
remineralizando la región enferma, recalciflcando lo que estaba
descalcificado.
En verdad que esto es decir muy poeo, y que, por ahora, este
problema persiste sin resolver, teniéndose que contentar uno con
las opiniones de Murphy, Grover, Berard: que el injerto no es
productor de hueso, sino ósteoconduotriz, y que el nivel del sitio
receptor determina (como un cuerpo extraño) una neoformación
ósea. Una osteítis condensante, que indudablemente beneficia a la
lesión, o produciendo la anquilosis, o substituyendo el tejido enfermo por otro de nueva formación.
•
Yo he operado un enfermo afecto de un tumor blanco de rod'11a, en el cual practiqué una resección y después coloqué entre los
dos huesos resecados un trozo de hueso sacado de la tibia. La idea
que me animó a hacerlo era, no sólo el de unir las superficies resecadas con una clavija y mantener más fijo el contacto, sino el
de acelerar la anquilosis, llevando un nuevo hueso a una región
afecta y desmineralizada, aún lejanamente.
He aquí la nota detallada de la observación que ha motivado
esta nota clínica:
E. (}., muchacho de veintidós años, natural de Crevillente, jor^nalero,
(1) Soiiún el T)r. lilarie, deho exifitir un mecanismo hiofinímioo Rn la zona, oporada, que influyo indirectamente sobra el fuco tuberculoso vortobral.
.NOTAS (MJXJCAS
185
Es un mozo alto, desgarbado, desnutrido.
Lleva dos años padeciendo do su rodilla izquierda, y ha sido
tratado por otros compañeros con la dieta de punción, la helioterapía y la inmovilidad,
Eodilla en flexión. Sinovial engrosada. Aumento de cóndilos y
dolorosos a la presión.
Radiografía demuestra locos de reblandecimiento en cóndilos
y en platillos tibiales.
Se propone resección. Esta no tiene interés. ¡Techa la técnica
<ie Kochcr, se procedió a practicar un lalailro on cóndilo interno
a lado cxtoi'iio do üi)ia, (>.H decir, dd una. dirección l.r;s!!iíVí:rKí)i .:Í.
rodillii y do dcTitro afuera y do arriba abajo. Se hizo (;o)i un por
forador sujeto al /Icxible del motor.
Seguidamente, con la sierra circular eléctrica, saqué un trozo
de hueso de la misma tibia, do un decímetro do largo por ocho ir^-
186
NOTAS CLÍNICAS
límetros de ancho. AI levantar la astilla ósteoperióstica, ésta arrastró trozos de medala enferma, sin dada por haberse propagado el
mal de arriba abajo, qae, aanqae sirvió de contrariedad, se lavó el
injerto con saero, se raspó sa tejido esponjoso y se colocó en el
taladro practicado, en espera de ver lo qae pasaba. (Véase la radiografía, y en ella se aprecia cómo qnedó colocado el injerto.)
Final de intervención: Satara de cápsala y de piel. Ningún
desagüe; vendaje enyesado. Carso post-operatorio, excelente.
El enfermo lleva dos meses operado; la herida operatoria está
cerrada y el injerto no ha sido protestado. El enfermo ha ganado
en peso, y la anqailosis de la región operada se va haciendo.
Por el momento, cabe pensar en el éxito de este primer ensayo
de intervención, y anima a emplear esta técnica en sacesivos casos qae lo merezcan (1).
(1) Al «orreglr estaa praebaa, no* eomnnlean nottelaa del enfermo. Tan bien se
encuentra, qne anda apoyjmdote en nn bastón, y d o resentine para nada de su
pierna' operada. (8eli meeea después.)
REVISTA DE ESPECIALIDADES
MEDICINA
Las embolias grasosas pulmonares en la bronco - pneumonía
gripal, por Jean Catsares.—La Presse Medícale, 4 Septiembre 1920.
En el Hópltal Evangelis (sección de la Cruz Roja), así como
en el Hospital militar de Atenas, ha tenido el autor ocasión de hacer la autopsia a un gran número de enfermos gripales. Un hecho
interesante que desde luego llamó su atención en los cortes microscópicos (ejecutados después de congelaciones) en todos los casos
•observados por el Sondan III, fué las frecuentes embolias grasosas
pulmonares: 18 veces en 67 pulmones examinados. No ezistien^
literatura a este particular, la comunicación tiene un doble interés
teórico y práctico.
Tal hecho podría explicar una parte de los síntomas de intensa disnea en casos de focos pulmonares poco extensos, y también
puede ser una parte de las muertes repentinas, cuando las embolias se extienden a los dos pulmones.
Estas embolias se presentan tan pronto bajo la forma de delgados cilindros grasosos que rellenan las espirales de las paredes
alveolares, tan pronto bajo la forma de gruesos cilindros rellenando las pequeñas ramas de la arteria pulmonar. En algunos casos,
las embolias aparecían numerosas y muy diseminadas en ambos
pulmones; otros, en cambio, sólo ofrecen fragmentos en pequeño
número. Su presencia no coincidía siempre con los casos de álveolitis granulo-grasosa. Por el contrario, lo más frecuente es verla en
los casos de bronco-pneumonía seropurnlenta, sin degeneración
aparente del exudado, apreciable al menos.
La génesis de estas embolias grasosas no es fácil de explicar.
Una embolia grasosa, poai-mortem, que podría sobrevenir a cons9-
188
REVISTA DB BSPBOIAUDADKS
cnencia de la putrefacción por las bacterias serógenas, debe ser
«liminado, porque las autopsias se han practicado, en general, horas después de la muerte, cuando no existía ningún signo de putrefacción y de producción de gases. Del mismo modo, tampoco se
trata de embolias debidas a nna intervención quirúrgica; en todos
los casos tratábase de bronco-pneumonía gripales, que no habían
necesitado ninguna intervención (pleurotomía, etc.) Para explicar,
pues, dichas embolias, se puede recurrir a una de las hipótesis siguientes:
1.° Podría tratarse de embolias debidas a las inyecciones repetidas de aceite alcanforado; tal vez la inyección podría haber penetrado totalmente, o en parte, en las venas; es decir, se trataría
de embolias medicamentosas. Esta hipótesis debe desecharse por el
hecho de que a unos enfermos que suministraron el material de
autopsia, no se les practicó sino inyecciones subcutáneas y no intravenosas, y a otros no se les inyectó dicho medicamento. Además,
la pequefia cantidad de aceite que, por easoalidad, hubiera podido
penetrar en las venas subcutáneas, no puede explicar las sucesivas embolias diseminadas por ambos pulmones.
2° Una segunda hipótesis que podría invocarse sería la reabsorción de grasa liberada, en gran cantidad, en los pulmones, por
la degeneración grasosa del exudado, y reabsorbida por los capilares pulmonares lesionados o rotos, como se observa en las formas
hemorrágicas de bronco-pnenmonía. Si una tal reabsorción tuviera
logar, se debería deacnbrir laa embolias grasosas exclusivamente
«n los capilares y en las ramas de la vena pulmonar, y no en las
ramas de la arteria pulmonar.
8.° La tercera hipótesis se refiere a las hemorragias tan frecuentes qne asientan en la intimidad de la célala ósea. En efecto,
en las recientea observacionet de Mona y Fritascbe, el fémur presentaba, en su mitad saperior, una transformación do la médala
en médula roja. El examen microscópico revelaba nna inyección
capilar muy aeentaada y peqaafios focos bemorrágicos poeo aeentoados. Los mismos aatores han deacáUarto en al oaerpo da Iw
MBDIOIRA
189
vértebras ana inyección capilar muy acentuada y focos hemorrá»
gicoB. Estas hemorragia», produciendo una disociación del tejido
adiposo de la médula ósea, ¿podría liberar una cantidad de grasa,
en seguida reabsorbida por los vasos abiertos o simplemente lesionados?
4.° Gilbert y Jamien, en sus importantes trabajos sobre la función adipopéxica del hígado, han encontrado en los capilares sanguíneos hepáticos de'los animales en experimentación, gruesos
bloques grasosos, perfectamente comparables a los de la embolia
grasosa pulmonar. Este interesante hecho no parece haber sido demostrado en el hombre.
Por fin, el autor no ha podido encontrar jamás embolias grasosas en los pulmones sanos del hombre.
Tratamiento del reumatismo articular oránioo por el oolargolr
por A. Bdttner.—Münchener Med, Woclieni., 6 Marzo 1920.
El autor ha tratado diez y seis casos de reumatismo crónico
por medio de las inyecciones intravenosas de colargol. Los casos
tratados han sido de todas las formas de reumatismo crónico, a excepción del tuberculoso y de los que prefentaban lesiones profandas destructivas. El éxito ha sido notable. B&ttaer cree que la mejoría obtenida se debe a las reacciones de toco que tales inyecciones provocan al nivel de las articulaciones enfermas, las cuales son
asiento de vivos dolores durante varios días. A veces se consiga»
la movilidad de las articalaciones desde la primera o segunda inyección. Parece que caanto más antiguo es el reanutiuno, tantt>
mejor éxito se obtiene.
Se emplean de 6 a 10 e. c. de ana solución al 2 por 100; paro
como las reacciones tienden a ser menores a medida d« la repetición de las inyecciones, el aator ha aprovechado la anafllazis aV
colargol para producir reacciones saflcientemente intensas. Es rafieiente dejaran intervalo de dies a veinte días entre las inyeccio»
net, teniendo cuidado de ponerlas a peqaaftas dosis (de 5 a 10 c. c.>
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REVISTA DE B8PBCIALIDADE8
e inyectarlas may lentamente (de seis a ocho minutos), con lo que
se evita todo peligro.
Recomienda el autor abstenerse de estas inyecciones en los en
fermos de cardiopatías mal compensadas o de nefritis crónicas.
TISIOLOGIA
Valor de la reaooión de Arneth en la taberculosis pulmonar,
por Charterlain.—MUnehener Medizinitche Wochenschrift. —
The Laneet, 1 Marzo 1920.
Arnetb, en 1904, estudiando los lóbulos de los núcleos do los
leucocitos neutrófilos, ha visto qne su número era constante en
los sujetos sanos y que sufría considerables variaciones en el
curso de ciertas enfermedades infecciosas. Divide los leucocitos
neutróñlos en cinco clases, según qne su núcleo contenga de uno a
cinco lóbulos, estudiando principalmente aquellos que poseen uno
o dos lóbulos nuclearea.
En las enfermedades infecciosas hay generalmente «progresión
hacia la izquierda», es decir, aumento en el número de los leuco
citos del tipo 1 y 2. En la tuberculosis pulmonar, esta progresión
a la izquierda es proporcional a la gravedad de la enfermedad,
disminuyendo cuando el enfermo mejora.
La «progresión a la derecha», más rara, se observa en la sífilis, la disentería, la lepra, la anquílostomiasis.
El autor ha estudiado treinta casos de tuberculosis pulmonar,
de diversa gravedad, con bacilos en la expectoración, durante
muchos meses. De estos 30 casos, 10 murieron; otros 10 no presentaron ninguna mejoría; otros 10- parecieron curar. En todos
los casos, salvo uno, existía progresión a la izquierda, y, aunquu
en general era más marcada en los casos graves, no se puede sacar ninguna conclusión para el ponto de vista del pronóstico.
£ a los animales inoculados con productos tuberculosos hnmaooa y bovinos, después de ana desviación a la derecha, se realizó
TlBIOLOOiA
191
una desviación a la izquierda, tanto más acentuada cuanto m&^
severa era la infección. ¿Cómo interpretar estos hechos?
Según el autor, el aumento de los leucocitos 1 y 2 coincide con
una disminución en la resistencia del sujeto, o con un alto grado
de absorción tóxica y bacteriana que amenaza la destrucción de
los más activos fagocitos.
Macfle considera la reacción de Arneth como el testimonio de
actividad funcional del sistema leucoyético (medula ósea), más
que de la fagocitosis: la resistencia del organismo se traduce por
el aumento en la producción lencocitaria, y los progresos de la infección por la destrucción de los glóbulos blancos. Normalmente,
los leucocitos son originados y destruidos en iguales cantidades.
Si un proceso' infeccioso destruye más que se producen, habrá desviación izquierda, y si, al contrario, se producen en exceso, se
volverá a la fórmula normal.
PUBLICACIONES RECIBIDAS
Dr. A. Benchetrit.—Slnopsla bio^ráflea de l a s e ñ o r i t a Aliigall González, leído con motivo de la inaagaracíón
de su retrato en el Asilo de Huérfanos de Caracas, en la celebración del 39.° aniversario de éste. Caracas, 1917.
Dr. A. B e n c h e t r i t . — C a n s a s de la d i s m l n a c l ó n de
! • • abscesos h e p á t i c o s e n e l Hospital Vargas.— Caracas, 1917.
Dr. A. B e n c h e t r i t . — T r a t a m i e n t o dietético y médico de l a calculosis Tesical.—Caracas, 1919.
Dr. T. M. Ovalles.—El Doctor Rísqnez.—Vida y obras
de este ilustre galeno.—Caracas, 1918.
IJn h a b i t a n t e de la sangre.—(Aventaras extraordinarias de un glóbulo rojo), por el Dr. D. Amalio Oimeno. Teroera
edición.—Madrid 1920.—Editorial Plut ütíra.
R e a n m e n d e l tratantiento de l a s enfermedades d e l
corazón, por .á. Mut.—Editorial Hijos de Reus.—Madrid, 1920.
s í n t o m a s cardíacos d e p e n d i e n t e s de afecciones
extracardíacas, por A. Mut.—(Pablicado en Archivo» de Cardiologia. Vol. 1, números 8 y 4.)
Archivos Españolea de T i s i o l o g í a , publicado por el
Dr. Luis Saye (Barcelona), con la colaboración de los más eminentes tisiólogos. (Se pablican tres números al afio: Enero, Mayo y ,
Septiembre. Suscripción anaal, 25 pesetas.)
• n s t i t n t o de B i o l o g í a j Nneroterapla. — Director,
Q. Pittalaga. Contiene: cSoaroa», cVacunas bacterianas», cExtractos endocrinos y preparados tannacobiológico», marca cYbis».
l i a Tacnna Basaan e n e l t r a t a m i e n t o de l a tnbercnlools p n l m o n a r , por el Dr. H. Turo. Fandameatos y técnica
del método. Barcelona, 1920.
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