__________________________________________________________________ DESDE LA CAPITAL Arturo Yañez Cortes EL DELITO DE TERRORISMO EN LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS 1 El pasado 12 de marzo del presente año, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió el Informe N° 37/04, relativo a la petición del Sr. Jhonny Justino Peralta Espinoza contra Bolivia acusando la vulneración de los principios de legalidad y retroactividad previstos en el art. 9 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Resolución que por la novedosa interpretación que contiene de nuestra legislación penal material y por los efectos que seguramente tendrá en nuestro derecho interno, me permito destacar en la oportunidad. A manera de antecedente, el peticionario había alegado que el Estado boliviano conculcó los principios de legalidad y retroactividad previstos en el Pacto de San José, cuando habiendo inicialmente sido condenado a la pena de 30 años de prisión por los delitos de terrorismo y asociación delictuosa al amparo del Código Penal contenido en el D. L N° 10426; posteriormente, cuando entró en vigencia una nueva Ley (la N° 1768, cuyo art. 133 rebajó la pena por el delito de terrorismo de 30 a 20 años), los tribunales bolivianos (Corte Superior de La Paz y Corte Suprema de Justicia de la Nación) rehusaron aplicar a su caso ésta nueva ley, rebajándole su condena. En su criterio, la nueva tipificación del delito de terrorismo era más benigna y por tanto, estaba dentro de los alcances de las causales universalmente admitidas para revisar la condena: la aplicación retroactiva de la ley penal más benigna. Luego del procedimiento de rigor establecido en la legislación internacional aplicable, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos analizó los requisitos de admisibilidad de la petición, declarándola inadmisible al considerar que los hechos denunciados no caracterizaban violación de los derechos protegidos por la Convención Americana, en virtud a que: a) si bien la Ley N° 1768 estableció una sanción de 15 a 20 años de presidio para el delito de terrorismo, la propia norma establece una excepción, cuando –como ocurrió en el caso- la comisión de ese delito conlleva la comisión de otros delitos contra la vida, la integridad corporal, la libertad de locomoción o la propiedad; por lo que, b) los tribunales locales interpretaron la legislación boliviana vigente y determinaron que la nueva legislación no era más favorable al peticionario, toda vez que el peticionario fue condenado por el delito de terrorismo agravado y asociación ilícita, quedando la 1 Publicado en “LA GACETA JURIDICA”, el 30 de julio de 2004 pena del asesinato subsumida en la de terrorismo agravado y por ello sentenciado a la pena máxima de 30 años sin derecho a indulto. Al respecto, recuérdese que nuestra legislación penal material se ha caracterizado -a diferencia de otras legislaciones especialmente de corte anglosajón- por la imposibilidad de la sumatoria de cada una de las penas tratándose de la comisión de varios delitos, lo que debe diferenciarse del concurso real o ideal, salvo el caso previsto en el art. 72 de la Ley 1008 para la evasión, en el que excepcionalmente, se había ya previsto la imposición de la pena de 2 a 4 años de presidio, además de la pena principal. Sin embargo, con la interpretación glosada de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para el tipo penal de terrorismo previsto en el art. 133 de nuestro actual Código Penal, es dable sostener como lo entiende la CIDH que el nuevo Código Penal boliviano no realizó un cambio –benigno- en la valoración del injusto, sino más bien lo que hizo fue desglosarlo, en sentido que por una parte corresponde aplicar la pena de presidio de 15 a 20 años por el delito de terrorismo y por otro lado, se debe también imponer otras penas cuando además de las acciones que configuran el delito de terrorismo, se hayan cometido otros delitos contra bienes jurídicos relativos a la seguridad común, la vida, la integridad corporal, la libertad de locomoción o la propiedad. Es decir, cabría inicialmente imponer la pena del delito de terrorismo –15 a 20 años- y luego, adicionar también las otras penas relativas a otros delitos cometidos como consecuencia de la primera acción. Como consecuencia del entendimiento anterior, se abre el debate respecto a que a través de ésta vía identificada por la CIDH, se haya abierto la posibilidad de sobrepasar el tradicional límite de 30 años que, según criterio de muchos, está impuesto por el art. 27 inc. 1°) del Código Penal. Al respecto cabe hacer una precisión básica, toda vez que esa norma se refiere taxativamente a los casos de concurso, descartándose en mi criterio, por la clara disposición del tipo penal del art. 133, la aplicación de las reglas de concurso al mismo, sino estamos ante un claro y novedoso caso de sumatoria de penas independientes, cuyo único y aislado antecedente en Bolivia es el citado art. 72 de la Ley N° 1008. Tampoco, debiéramos sostener la imposibilidad de aplicar una pena superior a 30 años en razón del art. 17 de la Constitución Política del Estado, ya que de manera específica, ése artículo sólo se refiere a las penas a imponer tratándose de los delitos de asesinato, parricidio y traición a la patria, por lo que no debe ser entendido como una prohibición expresa de imponer penas mayores, tratándose de casos como el analizado. El debate está abierto. Sucre, Capital de la República de Bolivia, julio de 2004.