NARRATIVA, página 13 El CURRíCULUM DE JULIO VERNE José María lánder Cuando murió el científico minúscula de la Academia currículums K. mayúscula de cáncer de próstata, el sillón k. francesa de las ciencias quedó vacante. que se presentaron para cubrir tan significativa Verne resultó el más completo y el que más impresionó De los 50 pérdida, el de Julio al tribunal examinador. Como lo exigía el reglamento, el jurado lo convocó para hacerle una entrevista personal y Julio Verne acudió a la cita con una presencia modélica: perilla afeitada a la última moda, chaleco de primavera y unos anteojos que le conferían un aire entre tímido y despistado, muy seductor según aseguró madame Curie. Durante civilización hora y media disertó sobre los peligros medioambientales tecnológica actual, modulando de la la voz con cierto tono filosófico. Le salió un discurso redondo: ni demasiado catastrofista ni demasiado optimista. Al jurado le gustó su carácter resolutivo, su seguridad al hablar, su planta enérgica. Sin duda, pensaron que aquel hombre podía significar savia nueva que revitalizase aquella caduca institución. Una vez terminada compró la entrevista, Julio Verne se marchó muy feliz a su casa, unos churros muy calentitos y comunicó a su familia que esta vez se esperaba lo mejor. Después de unos días de nervios, la noticia se confirmó cuan- do llegó un escrito de la Academia en el proponían a Julio Verne como candidato ideal para ocupar el sillón k. minúscula. ¡Con qué orgullo recibieron la noticia los envejecidos mamá y papá Verne! Por fin iban a colocar al pobre Julio en un sitio de categoría. Con sus pagas extras y un horario decente. Estaban tan cansados de esa vida viajera e irresoluta que llevaba su hijo de aquí para allá. Se emocionaron, lloraron y llamaron a todos sus primos de España y de Bélgica para que acudieran a la ceremonia. Fueron días felices en la casa Verne. Días de compras y de regalos. De conversaciones y de veladas. Largas veladas teñidas de melancolía en las que mamá y papá Verne recordaban sin ira lo mucho que habían sufrido para sacar adelante a la familia. Y mientras hojeaban los álbumes de fotos acumulados en las estan- terías, Julio se encerraba en su estudio para escribir el discurso de ingreso en la NARRATIVA, página 14 Academi,p. Quería deslumbrar ,él las g~neraciones futuras con un texto ni muy largo ni muy breve, ni muy conciso ni muy exhaustivo. Vamos, un texto complejo que diera lugar a distintos análisis en las revistas universitarias Para ello, había elegido uno de sus temas predilectos: "El científico de la época. moderno en nuestro tiempo ¿héroe o villano?" Durante varios días trabajó con una disciplina un ~nsayo ejemplar. Pero cuando ya se encontraba perfilando gran altura intelectual, de una notificación espartana en la redacción de una carta interrumpió una obra de una su proceso de creación. Se trataba de la Academia que le exigía que se pasase sin falta por sus oficinas centrales para confirmar unos papeles. Así que una mañana soleada JulioVerne por la ciudad y solucionar salió a la calle para dar una vuelta de paso este asunto burocrático. La secretaria de la institución científica le recibió muy educadamente pués de sacar del archivo una carpeta voluminosa, Según ordenaba: laconvocatoria dido a verificar su currículum le explicó la razón del aviso. en vigor de la plaza vacante, ella había procepunto por punto. Y por desgracia (y al decir por desgracia se sonrió con malicia) se había encontrado dable: faltaba un certificado y, des- en su documentación. con una sorpresa desagraEn concreto, no había pre- de su viaje en tren a la luna. y claro, un viaje en tren a la luna no se hacía todos los días y había que justificarlo de alguna manera: con sentado ningún justificante un diploma o cualquier papelito debidamente sellado. Porque aunque ella qui- siera (que no quería, por cierto) no podía hacer la vista gorda. Que luego saltaban las suspicacias. Y la vida no estaba como para jugarse un puesto de trabajo por un desconocido. y recalcó lo de"por un desconocido". A pesar de que Julio Verne se disculpó diciendo lado, la secretaria le aconsejó que agilizaselas que se le habría traspap,e- gestiones para encontrar el certi- ficado cuanto antes porque el lunes acababa el plazo de presentación cias. "¿Y vale una fotocopia?", preguntó Julio Verne, quitándole versación. "No, sólo se admiten originales compulsados", secretaria, y al decir compulsados de instan- hierro a la con- contestó muy digna la se sonrió otra vez con verdadera malicia. Pero el lunes Julio Verne no presentó ni una fotocopia ni un original com- pulsado de su viaje en tren a la:luna. Durante el fin de semana estuvo demasiado atareado terminandú un insignificante su discurso de ingreso como para andar preocupado por papel. Al no aparecer con el ju~tifica,nte" la secretaria nO tuvo más remedip que NARRATIVA, enviar el currículum "INCOMPLETO". de Julio Verne al jefe de departamento página con la siguiente nota: Seguramente para ahorrarse trabajo, el jefe de departamento lo pasó con disimulo al coordinador 15 de personal, y el coordinador se de personal, muy disgustado con su situación laboral ya que sólo tenía firmado un contrato de media jornada, se lo quitó de en medio y lo dejó sobre la mesa del subdirector de la Academia. No hace falta glosar aquí la figura del subdirector, torio, encomiable inventor de la vacuna antirrábica de seres humanos, pero capaz de la más vil bellaquería su sillón al director de la Academia. que el currículum a un periódico con tal de desbancar de no lo dudó y filtró la noticia sensacionalista con la única condición de que respetase el anoni- mato de las fuentes. Aunque esta exigencia traicionaba su línea editorial, Portadas espectaculares saltó a todos los medios poblaron los quioscos parisinos: de comunicación. "¡VergUenza que estaba atravesando pante, desplegó su maquinaria informativa una crisis de lectores preocu- con entrevistas a rivales envidiosos que lanzaron acusaciones venenosas contra el escaso rigor científico de Julio Verne. prestigio satirizaron y en los suplementos dominicales sin piedad el enchufismo habitual Academia Francesa de las Ciencias. Los calificativos recieron en la iFuturo académico falsifica su currículum!" La prensa amarilla, diciones el perió- le prometió la máxima reserva y profesionalidad. Días después el escándalo Academia! contradic- Por eso, baste decir que cuando comprobó de Julio Verne estaba incompleto, dico sensacionalista un científico que salvó la vida a millones de las expe- los columnistas de con que funcionaba la de bochorno y soborno apa- reflejados en grandes titulares junto a fotografías de un sorprendido y taciturno Julio Verne. Los partidos republicanos lizar el panorama político. aprovecharon Bajo el lema "Nosotros denunciamos", varias ruedas de prensa en las que criticaron car a todos sus familiares también la ocasión para desestabi- la política de Napoleón en puestos relevantes de la administración. convocaron 111 de coloEn pocos días recogieron más de diez mil firmas en contra del tráfico de influencias en el sector público. Esta presión popular puso algo nervioso al Emperador que llamó en privado al director de la Academia encontraba una solución advirtiéndole inmediata de que su puesto corría peligro si no a tanta crítica. El director de la Academia, que no tenía edad para perder ni el sueldo ni las dietas de un empleo nada mal 16 NARRATIVA, página remunerado, formó un Jurado de diez científicos astrónomos, dos matemáticos gasen sin dilación justos (cuatro biólogos, y, de presidente, un físico cuántico) para que juz- el "affaire Verne". Durante estos días el pobre Julio apenas salió de su cuarto. Malgastó horas revolviendo entre los baúles y los cajones de su habitación por ningúri lado un maldito certificado Probablemente, tres las sin encontrar que justificase su viaje en tren a la luna. pensó, su madre se lo había arrojado a la basura en uno de sus arranqúe's mensuales de limpieza y orden. No debió de transcurrir ni una semana de búsqueda inútil cuando el Jurado Ildmó'adeclarar a Julio Verne en una sesión extraordinaria. Después de afeitarse la perilla y de acicalarse con una corbata azul marino que le proporcionó un talante rhásserio y respOnsable, Julio se personó con el porte impecable de siempre, con esa seguridad innata en sí mismo. Pero nada más comenzar los interro- gatorios se derrumbó y a duras penas pudo articular que un currículum tan modé- lico como el suyo, lleno de cursillos y de interés por la ciencia, no se merecía un trato tan rastrero y ruin. Y entonces ( para sorpresa de todos) se arrodilló y pidió clemencia con el argumento dé que a cualquiera se le podía perder un justificante 1 NARRATIVA, página 17 en la vida. ¿O no? El tribunal le escuchó conmovido ( el testimonio de un hombre arrodillado siempre conmueve más de la cuenta) y estuvo a punto de claudicar. una sentencia muy elaborada confirmó su culpabilidad. Pero al final Para el jurado, la no veri- ficación del viaje en tren a la luna suponía una falta sumamente grave. La ley de la gravedad era la ley de la gravedad y no podían permitir que nadie se saltase una ley de esta envergadura. nunca", concluyeron "Ni Newton ni su manzana nos lo perdonarían los diez científicos justos. Al regresar a su casa cabizbajo, Julio Verne no salía de su asombro. ¿Quién se podía esperar que en pleno siglo XIX todavía alguien andase preocupado que si la manzana se caía del árbol o si se dejaba de caer? No comprendía con a estos científicos ni a este mundo que buscaba en la ley de la gravedad la explicación de todos sus misterios. Poco tiempo después llegó una carta avisando que el ingreso de Julio Verne en la Academia francesa de las ciencias quedaba paralizado. Y además se le san- cionaba con una multa de 50 francos para pagar los gastos del juicio. Al enterarse de la noticia, los primos de España y de Bélgica regresaron a sus respectivos países muy consternados. A su vez, los padres de Julio Verne se reunieron en el salón y por unanimidad decidieron echar a su hijo de casa. Estaban hartos de que Julio no aprovechase las oportunidades espabilas de una vez", le dijeron muy entristecidos Al principio, Julio Verne encajó su desdicha de la vida. "A ver si así a la hora de la despedida. con entereza. Tenía cierto morbo esa aura de fatalidad con que le miraba la gente. Pero en cuanto se le acabaron los ahorros, nunca más volvió a ser el mismo. Buscó trabajo en diversas universidades y en diversos laboratorios. culum con la excusa d.e que no dominaba Y en todas partes rechazaron su currí- el inglés. Pero Julio Verne sabía per- fectamente que el problema no era su nivel de inglés (leía bastante bien y su pronunciación no era del todo mala) sino que todavía coleteaba la sombra del escán- dalo de su viaje en tren a la luna. Al final, no le quedó más remedio que aceptar el ofrecimiento de para publicar en fascículos pasajes de su vida sentimental. palabra publicada. ea, de un tabloi- A dos francos por