Super size me; Morgan Spurlock

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INTRODUCCION
El contenido de ésta película nos deja muy claro que la mala alimentación es un problema grave de salud
pública, no nada más en México sino en todo el mundo, ya que de manera extrema mientras en unos países el
inconveniente es la desnutrición, en otros lo es la obesidad y el sobrepeso.
Desde 1992 existe una nueva pirámide de los alimentos que los mexicanos deben consumir y, sin embargo, en
las escuelas se sigue enseñando a los niños el esquema que funcionaba en los años 40 del siglo pasado, cuyo
contenido es responsable de que en la actualidad una persona muera cada dos minutos a causa de diferentes
enfermedades,
El 90 por ciento de los males tienen su origen en el tipo de alimentación y la falta de ejercicio. El ser humano
no vive acorde con la naturaleza y, en cambio, ha dejado que proliferen medicamentos que a lo largo de un
siglo han "más que demostrado" su ineficacia para preservar la salud.
El ser humano, es un animal herbívoro. Nuestro organismo produce cada día tres mil miligramos de
colesterol, por lo que no requiere consumirlo en la dieta. No obstante, así se hace, y por eso cada 15 minutos
muere una persona por infarto. En tanto, el cáncer es responsable del deceso de un individuo cada cuatro
minutos. Esta enfermedad se origina en el consumo de embutidos (jamón, salchicha, mortadela), los cuales
contienen conservadores y sustancias que producen los tumores malignos. Varios estudios han demostrado
que los embutidos producen cáncer, y desde entonces aparecen en la "zona roja" de la tabla de alimentos,
mientras que "aquí es lo que más se anuncia en la televisión".
La dieta de los mexicanos debería contener básicamente frutas, verduras, semillas, pescado y cereales, pues
quien no siga esta recomendación va a estar enfermo. De hecho, actualmente más de 70 por ciento de la
población tiene algún padecimiento.
Respecto a los medicamentos, el 30 por ciento de los casos de úlcera se debe al consumo de fármacos para el
dolor, como la aspirina, mientras que 10 por ciento de los decesos por hemorragia están relacionados con el
uso de antinflamatorios.
En cambio, los remedios herbolarios se fabrican "en armonía" con la naturaleza, y son medicamentos, pero sin
efectos secundarios. No obstante, el principal obstáculo que afrontan los fabricantes es la falta de información
de los consumidores y de recursos económicos para cumplir con los requisitos que establecen las autoridades
sanitarias para concederles la categoría de medicamentos.
La película es muy clara en el sentido de que este tipo de comida, clínicamente está comprobado que causa
severos daños a la salud, en sentido contrario, la comida mexicana puede estar llena de calorías, pero al
mismo tiempo es rica en minerales, vitaminas y fibra, y es lamentable que la gente este cambiando la comida
mexicana por la importada. Y uno de los principales factores que influyen a este abandono de la comida típica
mexicana, es la publicidad, pero también lo es la educación y la carencia de un auténtico nacionalismo. la
comida importada como las hamburguesas, las pizzas o sopas instantáneas, tienen valor energético elevado,
pero no siempre están bien balanceados.
El estrés y los malos hábitos alimenticios, característicos de las grandes urbes, son las principales causas de
problemas alimenticios en adultos, ya que por causa del trabajo y las prisas en la vida cotidiana no se
alimentan bien, se consumen productos de muy baja calidad nutricional y es común que se abusen de comidas
con alto contenido de grasas e irritantes. Debido a las distancias y acelerado ritmo de vida, generalmente se
conforman con comida chatarra o rápida y, en ocasiones, sólo se hace una comida al día.
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La obesidad ha rebasado el ámbito de lo clínico por sus serias implicaciones para convertirse en un tema
económico y que debe abordar el Poder Legislativo, pues casi la mitad de la población adulta en México
presenta sobrepeso y se ha dado espacio al redituable negocio de "bajar de peso".
Uno de los factores centrales de esa problemática se enfoca a la falta de una normatividad en la industria de
alimentos y bebidas, no sólo en cuanto a estándares de calidad, sino a la información directa del valor calórico
de cada producto o platillo.
Y ante esta carencia de una ley que obligue a los fabricantes y productores de alimentos a colocar en un lugar
visible el nivel de grasas y azucares que contienen sus insumos, expertos en nutrición prevén un aumento de
enfermedades como la obesidad y sobrepeso.
El Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMN) "Salvador Zubirán" advierte que en sólo 25
años México presentará un grave aumento de casos de obesidad (exceso de grasa corporal), la cual padecerán
14 millones 235 mil 113 mujeres y ocho millones 698 mil 736 hombres.
En tanto, en el caso de sobrepeso (exceso de peso corporal comparado con la talla) cuenta con una perspectiva
alarmante ya que, en el mismo lapso, lo sufrirán 16 millones 458 mil 265 mujeres y 17 millones 558 mil 587
hombres, en todo el territorio nacional.
La manera más contundente de combatir a la obesidad es desde las leyes; es por ello que se debe proponer una
norma general que regule la cantidad de grasas y azúcares con que los alimentos son preparados no sólo en
locales y establecimientos fijos sino también en puestos y vendedores ambulantes que se dedican al rubro de
la comida.
Aunque de primera instancia la propuesta se antoja utópica, es posible llevarla a cabo, ya que las realidades
del sobrepeso atañen en México, de forma directa, a 60 por ciento de la población, incluyendo al sector
infantil, situación muy grave. No sólo el número de años de vida se reduce, sino también la calidad de vida de
quienes padecen esta enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que existen en el mundo más de un billón de adultos
con sobrepeso; de ellos, aproximadamente 300 millones padecen obesidad, situación que se relaciona en
forma directa con el aumento acelerado de casos de diabetes tipo 2.
La diferencia entre sobrepeso y obesidad, es que el primero hace referencia a un exceso de peso corporal
comparado con la talla, mientras que la segunda habla en específico del exceso de grasa corporal.
Ambas problemáticas tienen diversos orígenes, los cuales van desde el factor hereditario y genético, hasta la
mala alimentación, enfermedades de la tiroides y la pobreza. Este último factor resulta uno de los más
destacables, debido a que es en los sectores de mayor marginación social y menor poder adquisitivo donde el
problema muestra uno de sus más graves rostros.
La obesidad en los pobres va acompañada, paradójicamente, de la desnutrición, esto debido a que el consumo
de alimentos chatarra, refrescos y dulces, los cuales se compran por su bajo costo en la calle. El alto consumo
de grasas y azúcares en este amplio núcleo poblacional obedece a que se trata de sustancias que elevan la
glucosa y generan la energía básica para el desempeño laboral diario.
Sin embargo, esta ingestión no equivale a cubrir las necesidades nutrimentales; una inmediata evidencia de
ello es el amplio volumen abdominal o longitud en circunferencia de cintura que, en hombres debe estar entre
75 y 80 centímetros, mientras que en mujeres, de 70 a 80 centímetros, como máximo.
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La desnutrición y la obesidad abdominal pueden tener origen en la llamada "desnutrición in útero" o durante
la infancia, según diversos estudios publicados en la Gaceta Médica de México, Volumen 140, Suplemento 2,
2004.
Por extraño que pueda parecer, el lugar de nacimiento puede también incluirse entre los factores que propician
la obesidad, siendo el norte y el centro del país las zonas con un mayor índice en esta problemática.
Asimismo, en todos los estados, los hombres tienen mayor predominio de sobrepeso que las mujeres.
El exceso de peso en los niños es otro de los aspectos más preocupantes de la situación; la OMS estima que, a
nivel mundial, 17.6 millones de niños menores de cinco años lo padecen.
En Estados Unidos, país que ocupa el primer sitio mundial en obesidad, seguido por México, se ha duplicado
el número de niños con sobrepeso, mientras que el de adolescentes se ha triplicado desde 1980.
Este no es un padecimiento reciente en el sector infantil, ya que prevalecen los niños obesos, entre los seis y
los 11 años, casi se triplicó desde la década de los sesenta a la fecha. En cuanto a adolescentes se refiere, hay
una general tendencia a la baja en el caso de los varones mexicanos entre los 11 y 15 años de edad, aunque se
observa un incremento paulatino de la obesidad en los 17 años. En el caso de las jovencitas ocurre lo
contrario, ya que se evidencia una elevación de la prevalencia de exceso de peso a partir de los 11 años y hasta
los 14 o 15 años, a partir de los cuales empieza a descender.
El gran error de nuestra cultura está en la necesaria asociación entre placer y exceso en cuestiones
relacionadas a los sentidos. Cuanto más estimulación de sensaciones reciben nuestros cinco sentidos, más y
más novedad y acumulación de estímulos se necesita para producir placer. Y esto funciona tanto para los
placeres visuales como auditivos o del gusto.
Creer que, en cuestiones de alimentación, salud y placer van reñidos, es un gran error que puede llevarnos a
importantes alteraciones en muchos campos de la salud. El placer en la alimentación no necesariamente está
relacionado a grandes comilonas y rebuscadas preparaciones. Tampoco una dieta saludable se define por
estrictas prohibiciones y aburridas ingestas.
Trabajar sobre la definición de lo que nuestro paladar considera gustoso es modificar una imposición cultural
que muchas veces no nos beneficia. Así lo han entendido quienes, en situaciones críticas de salud, se han visto
obligados repentinamente a aprender nuevamente a saborear y a encontrarle el gusto a otros alimentos.
Los criterios acerca de lo que es sabroso cambian en las distintas culturas y regiones del mundo, lo cual
demuestra que se trata es de una cuestión de hábito. Modificar esos hábitos en nuestra alimentación,
aprendiendo a elegir lo que es sano y a la vez placentero, puede prevenir muchas patologías como el
colesterol, la ateroesclerosis, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, etc.
Así como el crecimiento intelectual y la cultura crecen de acuerdo a la cantidad y calidad de los
conocimientos adquiridos, la base del bienestar físico es una alimentación balanceada y natural, pero esto de
ninguna manera significa dietas estrictas y privadas de placer. Comer sanamente no significa que tengamos
que privarnos de todo lo que nos gusta: lo mejor es comer variado y saber qué comer, cuándo, en qué
cantidades y cómo presentarlo.
Para ello, es necesario tener información básica sobre las necesidades del organismo, y las combinaciones que
admite una alimentación equilibrada. También es necesario disponer el tiempo suficiente para organizar,
cocinar y paladear la comida.
El organismo humano está diseñado para conseguir su función óptima con un régimen bajo en grasas, regular
en proteínas, muy bajo en azúcar y alto en fibra y otros carbohidratos complejos. Según los antropólogos, la
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dieta que alimentó a nuestros ancestros de muchas generaciones atrás tenía esas características. Al parecer,
ellos se alimentaban mucho más sanamente, atendiendo a sus necesidades naturales y prestando atención a los
mandatos del cuerpo.
Los riesgos de una mala alimentación pueden incluir excesos y defectos, y sus efectos van desde la
desnutrición a la obesidad, pasando por la bulimia y la anorexia. La desnutrición se manifiesta
fundamentalmente como consecuencia de grandes problemas estructurales de la sociedad, como la pobreza,
marginalidad, desocupación, falta de educación , etc.
La obesidad, en cambio, es una enfermedad que está muy ligada a problemas en los hábitos de consumo.
Entre los hábitos que conducen a la obesidad se destaca el consumo de grandes cantidades de la denominada
"comida chatarra": muchas grasas y azúcares, hamburguesas, tocino con huevos, helados, gaseosas, papas
fritas, etc.
Todas estas cuestiones deben ser aprendidas desde muy pequeño en el ámbito familiar y escolar. Es prioritario
dar un lugar de importancia al momento de la comida, en el que además de una necesidad biológica se
satisfagan la necesidad de encuentro con los afectos, de diálogo, de comunicación.
Cuando las condiciones de vida no permitan hacer un alto varias veces al día para sentarse en torno a una
mesa y compartir el ritual de la comida compartida, es preferible elegir al menos uno para respetarlo y
repetirlo diariamente.
De ese modo, el acto de comer con otros constituirá efectivamente un ritual que transformará el mero acto
mecánico de la ingesta en un momento en el que placer y salud se encuentren a través de la alimentación.
Transformar al comer en un momento de alegría, creatividad y placer no es difícil. Sólo es necesaria una
férrea convicción, algo de buena información y el deseo de mejorar nuestra calidad de vida.
CONCLUSIONES
La salud, definida como el estado de completo bienestar físico, mental y social es un valor preciado que
permite al individuo llevar a cabo un pleno desarrollo.
De acuerdo con el Plan Nacional de Salud 2001−2006, el estado de salud de una población determina, en gran
medida, el grado de desarrollo social, económico, cultural y de estabilidad política del país. En ese sentido, no
es de extrañar que uno de los objetivos de la presente administración sea: mejorar las condiciones de salud de
los mexicanos.
A pesar de que se ha logrado combatir eficazmente a las enfermedades transmisibles y a los padecimientos
ligados a la reproducción, un análisis de la transición mexicana en materia de salud demuestra que estamos
lejos de cumplir con este objetivo, puesto que las enfermedades no transmisibles y las lesiones se han
incrementado considerablemente.
En ese sentido, uno de los mayores problemas de salud pública que enfrentará el país en el presente siglo es el
relacionado con el sobrepeso y la obesidad. Al respecto, es necesario aclarar que el sobrepeso y la obesidad
son enfermedades "de curso crónico en la cual se involucran aspectos genéticos, ambientales y de estilo de
vida, que conducen a un trastorno metabólico. Éstas se caracterizan por un balance positivo de energía que
ocurre cuando la ingesta de calorías excede el gasto energético ocasionando un aumento en los depósitos de
grasa corporal."
De acuerdo con información de la Secretaría de Salud, en México existen aproximadamente 31 millones de
personas que padecen sobrepeso u obesidad, lo que nos coloca en el segundo lugar a nivel regional y en el
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tercero, si nos comparamos con la Europa Comunitaria.
Datos desagregados señalan que la enfermedad aumenta con la edad, puesto que en el grupo de edad entre los
20 y 24 años sólo se presenta en el 14% de las mujeres y en el 10% de los hombres; sin embargo, en el grupo
entre los 45 y 49 años las cifras se incrementan alarmantemente siendo el 40.9% de las mujeres y el 28% de
los hombres los que padecen esta enfermedad.
La situación no es más alentadora en el grupo de población infantil, pues de acuerdo a la Encuesta Nacional
de Nutrición 1999, la obesidad y el sobrepeso se detectaron en el 5.3% de los niños menores de cinco años y
para el 27.5% de los niños entre 5 y 11 años de edad.
El padecimiento de esta enfermedad ha sido asociado con el desarrollo de enfermedades
crónico−degenerativas, particularmente con la hipertensión y la diabetes.
Para darnos una idea de la magnitud del problema permítanme mencionar que las enfermedades
cardiovasculares continúan ocupando el primer lugar entre las causas de mortalidad en México; mientras que
la diabetes ocupa el tercer lugar. Asimismo, la Secretaría de Salud informó que tan sólo el año pasado
murieron 300 mil personas por enfermedades relacionadas con la obesidad y el sobrepeso.
Además de los padecimientos crónico−degenerativos antes señalados, la obesidad y el sobrepeso implican una
serie de complicaciones de tipo social y económico. Entre las complicaciones de tipo social se encuentran: la
discriminación por parte de la sociedad, la disminución de la autoestima y el aislamiento, mismos que pueden
llegar a provocar fuertes depresiones a los enfermos. Esta situación es acentuada por una falsa noción de los
conceptos de belleza y salud establecidos por un mundo que no concibe a estas enfermedades más allá de una
cuestión meramente estética.
Por lo que se refiere a las complicaciones de tipo económico podemos mencionar los costos por concepto de
adquisición de ropa que se ajuste a la nueva talla y medicamentos para recuperar el estado favorable de salud.
Además no hay que olvidar que los costos para el Sector Salud son considerables.
La autoridad sanitaria recomienda a las personas con sobrepeso u obesidad llevar a cabo un tratamiento
médico basado en un manejo multidisciplinario dirigido por expertos. Para ello se han creado las clínicas para
el control y tratamiento de la obesidad las que establecen un régimen alimenticio y un programa de ejercicios
particular, con base en la valoración médica de cada paciente. Aunado a ello, se ofrece apoyo psicológico y
emocional al paciente.
Sin embargo, en los últimos años se ha detectado la proliferación de los productos denominados "milagrosos"
o "frontera" que valiéndose de una estrategia de mercadeo, a todas luces carente de ética, ofrecen una
"solución rápida" al sobrepeso y la obesidad.
Sobre éstos, las autoridades sanitarias y la industria farmacéutica han elevado voces de alerta pues no sólo
engañan al público creando falsas expectativas y genera un gasto excesivo, sino que también ponen en un
peligro mayor su salud, induciéndolos a no asistir con especialistas, incentivando el abandono de tratamientos
médicos serios, o bien propiciando su consumo sin consultar previamente a un especialista en nutrición.
De este último punto hay que destacar un estudio llevado a cabo por las autoridades sanitarias de Estados
Unidos y publicado en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, advierte que el consumo de este tipo de
productos puede ocasionar serios problemas cardiacos, con lo que, para el caso de México, estarían
contribuyendo a perpetuar como primera causa de mortalidad a las enfermedades cardiovasculares.
Este tipo de productos ha sido catalogado erróneamente como "suplementos alimenticios", evitando así
obtener el registro sanitario que avale que se trata de productos que están respaldados científicamente en la
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investigación para la salud y que efectivamente contribuirán a resolver el problema de salud pública al que
nos estamos refiriendo.
La autoridad sanitaria ya ha dado los primeros pasos para controlar el consumo de los productos "milagro",
llevando a cabo la verificación publicitaria de éstos productos y además del aseguramiento de cientos de
productos. También se espera que en este semestre del año inicie una campaña de concientización ciudadana
sobre el consumo de los mismos.
No obstante, se considera que éstos pasos no son suficientes. Los legisladores tienen la obligación de
contribuir en la solución de este problema que, de no ser atendido en su justa medida, desencadenará más
enfermos, más mortalidad y más gastos. Tomando en cuenta las condiciones en las que se encuentra el Sector
Salud, será imposible hacerle frente.
En este sentido se hizo una propuesta de reforma a los artículos 215 y 271 de la Ley General de Salud
establece que los productos "milagro" o "frontera" no se consideran como suplementos alimenticios toda vez
que su consumo se ha tornado un problema de salud pública muy importante ya que, como se mencionó con
anterioridad, se han clasificado equívocamente para no cumplir la legislación aplicable, sin olvidar que se
atribuyen propiedades que no les corresponden.
Con objeto de reducir las asimetrías de información y para fomentar una atención profesional al problema de
la obesidad o sobrepeso entre el público en general, en el artículo 216 se establece que los productos
"milagro" o "frontera" deberán incluir en las etiquetas la leyenda "Consulta regularmente a tu nutriólogo".
Considerando que: la nutrición es un fenómeno esencial de la vida, requisito indispensable para que el ser
humano, junto con la satisfacción de otras necesidades, pueda crecer y desarrollarse adecuadamente, ya que
sin una alimentación variada, completa y nutritiva, el hombre no estará en posibilidades de desarrollar todas
sus potencialidades.
Sin embargo para que el ser humano tenga una dieta completa, suficiente y equilibrada es necesario que los
alimentos estén disponibles en calidad y precios accesibles para toda la población, principalmente para
mujeres en periodos de gestación o lactancia, niños menores de cinco años, ancianos y trabajadores.
En México en las dos últimas décadas la desnutrición la ha resentido gran parte de la población, afectando de
forma significativa a madres gestantes, lactantes y niños menores de cinco años, lo que ha provocado una
elevada mortalidad infantil y los que han sobrevivido, posteriormente reflejan una baja productividad en lo
educativo y laboral.
Al combatir la desnutrición y la mala alimentación, los gobiernos, junto con las instituciones de salud y la
sociedad, han desplegado esfuerzos de diversa naturaleza alcanzando avances reales, pero limitados, lo cual
no ha sido suficiente para solucionar la pobreza de la mayoría de la población mexicana.
En la década presente, se destaca la aparición de un nuevo tipo de desnutrición urbana ligada al hecho de que
a un porcentaje grande de población de procedencia rural que migró a las ciudades durante los años de crisis,
no pudo garantizarse una nueva fuente de ingresos estable y suficiente y se alejaron de las posibilidades de
subsistencia, así fuera mínima, que ofrecía la vida del campo.
Entre las causas que se encuentran asociadas al agravamiento del problema de la mala alimentación de
amplios sectores de la población están las provocadas por las políticas de ajuste, la reducción de los subsidios
de los productos básicos, la liberación en los precios de los mismos y los topes salariales que se establecen
para los trabajadores rurales y urbanos.
Un aspecto central en este complejo problema es la disponibilidad de alimentos, pues se ha visto afectada por
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la falta de una eficiente planeación, insuficiencia de recursos y falta de eficiencia en su aplicación para la
producción como son los créditos, los subsidios, los seguros agrícolas etcétera; además, por la ausencia de
investigación y de desarrollo de tecnologías para un mejor desarrollo regional, así como una mejor
infraestructura hidrológica, se afectó la productividad de las regiones y es por ello la baja en la producción de
alimentos para el consumo nacional.
Otro aspecto no menos importante es la accesibilidad de los alimentos, pues la falta de caminos de acceso
transitable todo el año y de transporte, la centralización del abasto en las tres ciudades más grandes del país
(ciudad de México, Guadalajara y Monterrey) la falta de implementación de mercados regionales basados en
la planificación, así como la falta de un organismo regulador del flujo de productos, ha generado el
intermediarismo que altera la circulación de los productos, que eleva los precios, propicia el acaparamiento,
ocultamiento de productos y genera la especulación, impidiendo el abasto de alimentos accesibles a toda la
población.
Por otro lado, la política alimentaria ha propiciado que el sector productor de alimentos impulse sólo cultivos
rentables, de acuerdo a la demanda de un núcleo del mercado, en detrimento de la producción de productos
básicos, lo cual ha provocado dependencia externa de nuestros bienes básicos indispensables, poniendo en
riesgo la seguridad y autosuficiencia alimentaria.
Aunado a ello, la industria de los alimentos en México, tanto nacional como transnacional, ha venido
elaborando una serie de productos con un alto valor agregado que debido a las costosas campañas
publicitarias, son consumidos por la población, especialmente los niños, ocasionando modificaciones en los
hábitos de consumo, lo que resulta delicado, sobre todo en el caso de los sectores de bajos ingresos, cuyo
acceso a los alimentos es insuficiente. Por ello, se requiere regular y vigilar la industria productora de
alimentos, tanto nacionales como transnacionales, con el fin de que los alimentos procesados contengan y
preserven lo más posible la calidad de los nutrientes.
Aunque el Gobierno Federal ha declarado que la política de ajuste ha procurado no reducir el gasto en sectores
de importante sensibilidad social, el gasto destinado a subsidios a la alimentación, al abasto y la
comercialización de alimentos básicos, no ha dejado de ser afectado con algunas reducciones reales.
En algunos casos la acción combinada de estos factores ha dado como resultado un repunte de los índices de
mortalidad y morbilidad infantil, ligados a un insuficiente acceso a los nutrientes mínimos indispensables, en
un sector significativo de la población menor de edad y en otros casos dio como resultado el estancamiento de
la lucha contra la desnutrición en los diversos niveles en que se manifiesta en las familias mexicanas desde
hace décadas.
Esta situación, por un lado, obedece a la falta de un marco normativo que regule y oriente la intervención de
los diversos organismos de la administración pública federal, que convergen en el ámbito de la alimentación
con programas específicos para atender el problema en sus diferentes fases; que articule y coordine a los
diversos sectores que intervienen en la cadena de producción, transformación, comercialización, abasto y
consumo de alimentos; que garantice la soberanía, seguridad y derechos alimentarios de todos los mexicanos
y que propicie la participación democrática de los sectores sociales y privados.
En el marco de la estrategia nacional de descentralización, la alimentación deberá permanecer como prioridad
del Gobierno y para la sociedad, de tal manera que en materia de política alimentaria, se requiere eficientar la
participación estatal, no exclusivamente mediante la propiedad pública o la administración directa, sino a
través del fortalecimiento de las diversas entidades del sector público, mediante el gasto social, así como la
canalización de estímulos y apoyos a los sectores privado y social para su involucramiento en el proceso
alimentario.
Actualmente las normas, instituciones y políticas vigentes no se adecuan a los nuevos requerimientos que
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plantea el problema nutricional y alimentario en el país, ni a las nuevas posibilidades existentes para
enfrentarlo.
El país debe tener como estrategia de desarrollo la autosuficiencia alimentaria, para asegurar la alimentación
de sus habitantes, esto depende del cuidado de sus recursos naturales, del desarrollo tecnológico, así como el
diseño y ejecución de sistemas de asistencia alimentaria, con el fin de asegurar la vida digna de su población.
Por ello es impostergable fortalecer en cantidad y calidad la acción institucional y eficientar la coordinación
interinstitucional, intersectorial e interregional, a fin de asegurar el abasto de alimentos a la población en
condiciones adecuadas de calidad y precio.
La situación de desnutrición que padecen grandes sectores, exige crear una canasta básica altamente nutritiva,
así como impulsar programas educativos sobre nutrición.
Dada la diversidad geográfica, económica, étnica, cultural, social y política del país, se requiere de
diagnósticos regionales que permitan dar respuesta alimentaria de acuerdo a las características de cada zona.
México ha firmado y ratificado el pacto internacional sobre "los derechos económicos, sociales y culturales"
de la Organización de las Naciones Unidas, que en su artículo 11.2 habla específicamente sobre el derecho a
la alimentación y de la necesidad de que los países legislen localmente sobre este derecho.
Por las razones antes expuestas, se sometió a trámite legislativo la siguiente iniciativa de adición al texto
constitucional, con objeto de avanzar posteriormente en el establecimiento del marco legal necesario para
generar la legislación secundaria y las políticas que permitan profundizar la lucha contra la desnutrición en el
país, de manera que ésta pueda ser superada en el mediano plazo.
Esta adición constitucional eleva a la categoría de derecho humano, el que toda persona cuente con una
alimentación suficiente en calidad y cantidad.
Se establece la corresponsabilidad del Estado mexicano, la sociedad en su conjunto y las familias, para
garantizar que la alimentación de cada miembro de la sociedad mexicana alcance los nutrientes indispensables
que le permitan la salud física y mental.
El Estado garantizará las políticas, los instrumentos y los apoyos que establezca la ley, estará obligado a que
las diversas instancias que correspondan al Gobierno aseguren la satisfacción de una dieta en la que atienda la
Iniciativa de las familias y la participación de los grupos sociales para la plena satisfacción de este derecho.
En particular, el Estado será responsable de la promoción de los alimentos y de regular el abasto y
comercialización de los mismos con la finalidad que se garantice su disponibilidad y accesibilidad en calidad
y precio.
Como consecuencia de esta adición, se insertará como parte específica de esta garantía, el mandato
constitucional que ordena que los salarios mínimos sean suficientes. También se entenderá que las pensiones
de seguridad social deberán ser tales que aseguren el derecho a la alimentación.
Del derecho a la alimentación, también se deriva la obligación estatal y social de dar precios accesibles a los
alimentos, de ofrecer los alimentos a quienes carecen de los medios para obtenerlos, a informar sobre la
calidad nutricional de los productos, al igual que el deber de llevar a cabo todas las acciones que obstaculicen
la disponibilidad y accesibilidad de los alimentos.
Todo ser humano tiene derecho a una alimentación suficiente en calidad y cantidad. El Estado mexicano, la
sociedad y las familias, son responsables de garantizar la alimentación que permita la salud física y mental de
cada miembro de la sociedad mexicana. La ley establecerá las políticas, instrumentos y apoyos necesarios
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para que la federación, las entidades federativas y los municipios aseguren la satisfacción de una dieta
asequible que contenga todos los nutrientes necesarios de los alimentos en calidad, cantidad y disponibilidad.
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