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Un momento interesante de la película Ufa, Fuego de íimor
•jpCOQtOOOOOOOOCOOCOOOOCOCPCOCXXXJOCXXXJCOCXSCOOCXXXXXiOOOtXXOOCPül
Presentará
la primera
muy
película
pronto
de la
LISTA DE ORO PARA 1927-28
EL PIRATA DE LOS
DIENTES BLANCOS
8
admirable superproducción en
la que el talento artístico de
ROD
LA
ROCQUE
realiza una de sus más bellas creaciones
Exclusivas JULIO CESAR, S. A.
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!T..I !'• • . t . : ! , l - t •)•
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AÑO II
NÚM. 4 8
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Gerente ; Isidro Bulto Casanoves
Ad.iiLEiisIrador y A p o d e r a d o : J,
Olivel
Redacción
Vive»
Direclor
IHerario : M a l e o
Santoi
Direclor musical : Maesiro G. Faura
""""til
•
(ii""iiiii
D i r e c t o r t í c n i c o a r t i s l l c o : S. T o r r e í
y Adminislración:
París,
134 y Villarruel,
IH6
-
Tcléíono
7 3 4 G.
Benet
BARCELONA
Redacción en Madrid :Hortalezo 46-prl.
Oirccfor: Domingo R o m e r o
30 DE JUNIO DE 1927
]iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii"iiiii"i"iiiiiiii
I
CORRESPONSALES
En MADRID: D , Hanuf;! F e r n é n d c i , F a i e o R e c o l c l o i , 14. q u i o s c o '
En VALENCIA: D . Munuel Dast H u e s o . Calle B o l l e í l c i o s , 4
-
.
E X C L U S I V O S DE VENTA:
iiiiiiiiti[iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii])iiiijniniiiiiiiiiiiiiiiii""i[i[iirni"iiii
-^
En Z A R A G O Z A : "(-Q P r o l e c i o r o ' ' . Calle <ie S o n D i e g o , i
D
-U ^„ SEVILLA: D G u i l l e r m o R e n g e l , Calle d e R l v e r o . q u i o s c o
iiit[i""iiiitiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiininirn"iii""iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii"Mtiiiiiiiiiiiiiiiiniii"tiiiiiiiiiiiiiiiiii]iNiii
""tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
liiiiiiiiiiiiiniMt
iiiMiiiiiiiiiiiii
Hollywood/ según Helena D'Algy
(Servicio
¿Üonocúis CinclnndiaP lie oidas, segurísimo.
Ea un país fanlAsIlco, quimérico, q u e — ¿para
qué Tuenürii^no figura en la Geografía,
(i Causas de la-omisión!' !Si las constantes mudanzas dn Tiacioiies, de pueblos •— de la Gran
Guerra aeá—, iiT ojeriza de los encargados de
incluir a la nuevn y sufiiiesta potencia en mafias, libros de texto y euciclo[>er!ias, sino imposibilidad [)nra jiacei'lo así.
ImpopüjÜidad, como suena : enorme y auléníica imposibilidad para darla forma, para
asignarla lugar Arme, determinado, ]iara señalarla un rincón en el mundo. Ciuelandía
abarcji a la tierra entera; a la metrópoli sof>erbia, a la aldea escondida, ignota, a todas
partes llega empujada por el arte que conslituye 3U base, su fundamento y su esencia,
[)or el cinMniatógrafo. (Mnelandia — y sirva la
redundante explkación — es el propio cinematógralo - - el «gran rollo para nivelar las
costuuibPGSíi de l^aui Morand — bautizado con
especial
de nucsira
ftcdaccíón
en
Madrid)
nombre de ciudad, es el fruto de un ardid
periodístico'—representar en una cosa
cjue no existe la vida social y aun la
particular de cuartos giran y se agitan
ea torno de las pelíeulas, y juntarlos y
encerrarlos en la misitta población f| a
i'-Uos, [fue son antípodas y no vecinos, ni
de enfrenlfi, ni del lado!) |ior el postín de
fpcbar inventadas y muy sensacionales
informaciones, en vez, de en la lana o en
cl limbo, Pn una comarca ríe menos sospechosa irrealidad — y es, también, concreción cu algo material ^ rebttivamente
material, pues ni se ve ni se toca— de'
la fuerza, de la inmensa influencia espii'ilnal qne caracteriza al séptimo arte de
universalííiimo.
Si Cinelandia no pasa de ÍEibula, de leyenda, Hollywood es, por el contrario,
estupefactiva verdad.
ilollvwood...
H e l e n a D'Algy,
en u n a " p o s e "
nnlural que d e s laca su belleza
coinplelainente
española.
Una bdlK actitud
de D o l o r o s a , de
H e l e n a D'AIgy.
Mas nada de apresuramientos ; piano,
[lianii.o, que la revelación de la capital
del cine — de la Cinelandia i([iie exl ionde \}0T el orbe la sutil tela de sus encantos y que en el
dilema de: o la inIrauííuilidad de carecer de patria, sin
pírdida de la iaternacionabdad o el
]ileno disfrute del
amparo oficial, con
vvvv^vsAftíVV%riiVvvvvv^VLrtAruv^^wvvvvSiri.vvi.vu
renuncia a la soberana cualidad, escoge, sin
titubeos, lo primero — pertenece a Helena
n'Algy, y como la bonradez y los códigos lo
ordenan, es preciso no arrebatar al prójimo,
ni con embelecos ni por puños, lo que ea legítima y legftlmcntc —concordancia (¡ue no
es lo corriente que debiera s e r ^ ; es indispensable respetar lo ajeno, rateros, descuideros y comparsa.
Alención a las impresiones de la D'AIgy sobre Hollywood. (Insistamos y Icrniinemos el
prólogo: lloUy^vood no es la impalpable Cinelandia, que radica en lo inefable, en las nubes,
en la atmósfera, en la sugestión del espectáculo transpoi'tador de gentes, paisajes y tradiciones de un punto del globo al opuesto; no
%VV\rtrtA^VS,V^ArtAnJVVVl>VUVVVW^L^VVWi;V^ftrt^kArti
rtflinrtftftrt^^^ftftff-vn.^ftrtrtrtrtftftrtrtftrt^s^iftrtAflrtft^^^^^^WA^ft^A^ft^p^^w^^ft/^Lrt^^^^^rt^ñ^^^sftrt^ftft^^v^^rtA
confundirse : Holly\\'0od e s , por r e u n i r el más
considerable uümcro de Lécoicos y artistas
que Be pxiRde sumar y por deílicarse de lleno
sus habitautep ni productivo olido, como una
exposición perronneule del arfe cinético, donde sobra el BaíMlckír, pues se hallan al alcance de la Jiinno, fu cuatro palmos de lerrerio,
famosos ÍÍILÍÍÍL'ÍOS —Notre Dame, de í ' a r f s ; lu
Abadía do. Wi'sLminstcr, de L o n d r e s ; el Gran
Casino, de Monteearlo...-— y donde, con simples miradas di' curiosidad, se descifran los
misterios y se ilciiinlrafiati las reconditeces de
la profesión; n o , Hollywood no e s Cim^laadiii,
sino lo prinitirdial de su esiiueleto, su ai'Uia7.6n, su fondo, ííus adentros.,. Y ndeianle coa
los farole"; con lo?, faros ipie van a iluniiriaruos el i:ani)[Ki.-|
Y halda llelcjia, <]iie ya era hora de qnf
ejecutásemos uueslro plan de recoger sus palabras :
—'Hollywood eslA enclavado en California y
dista m u y pocos kilómetros de Los Angeles...
—Y del J^acfliru, el uiayor de los Océanos,
¿quién no lo sabe!' Y que, e n eambio, las millas que lo scjiaran de Nueva York y <ie] Alliiníico ascienden o una friolera.
—^Eso e s . IIolly^vood e s , por su emplazamiento, por sus alrededores, beUísimo.
—Y limita al Norte,.. | A h , perdone I Siga,
siga, que creí que niM cxaniitiaba de liacliillerato.
Sufre HelejiB, benévolo, mis iulempestivos
c o r t e s ; sonríe y c o n t i n ú a ;
—Bellísimo y adecuadísimo jiara «rodar»
films. Su cielo es limpio, azul, y su f-ol, sin
ser intenso, bastante luminoso.
—i! Y su clima...?
—Ideal. Una lemperatui-a ni íria ni calurosa.
—Gomo en nuestro Meiliodía. Vamos, que
Hollywood v.s Jauja.
•—En cuanto ni üejupc) y a la situación, sin
duda de ninfíiiu género. En primavera, en verano, eu invierno, en otoño, en toda época es
delicioso: ni heladas n i hoclioruos.
—Y, sin embargo, SÍ- remeda a los más diíerenles fenómenos de la JValuraleza: tempestades, nevadas, ciclones, terremotos... son
maravillosamente simulados. ¡Lo que consigue el ingenio al aguzarse y al e s t r u j a r s e ! Y
dígame, señorita, ¿cómo se las arreglan para
imitar con tanta exactitud una calle del Cairo,
una pagoda india, un colmado sevillano o un
cafetín de Montmarlre.^
—Con d i n e r o ; lo único que no admite compostura es la muerte, y en Hollywood los dólares no se escatiman, se d e r r o c h a n ; claro,
Liue con vistas a las formidables ganancias
que proporciona el negocio.
—^El negocio, sí, artístico, si se desea, m á s
negocio; la industria, hermosa, sí, m i s igual
por lo provechosa qae resullji qtie por su contenido. Y a jiropósilo, ieugo entendido q u e pegados a los trípodes de madera indicadores de
pozos de petróleo, en completo abandono, se
levantan arrogantes los ifsludioa», en los que
la actividad aiHjnas si se interrumpe.
—Sí, y esa es la pruelia decisiva que se ofrece a los lurislaK para demostrarles la importancia adquirida por el cine : ¡ n a d a menos q u e
derrotar a las explolaeiones petrolíferas!
—Y la pruebecita es para convencer... y
para licenciarse o doctorarse en cinematografía. ¿Y son muchos los q u é acuden a Hollywood atraídos por el reclamo de su oro, y de
su fama de centro de jdacer, de ¡iierfia, úo.
jaleo, de diversión í'
•—¿Divertido Hollywood V j iNu, |ioj' hlus ! \ Si
c^ una aburrida ('(dnn-ia !
-—[Una... una almrriita coloJiial; ¡ quó us
lo íjiie escucho!
— ( E s que usted se ima.niíia a llM|[y\vood
coiiiü una sucursal de Babilonia!'
—Una especie de Babilunia, n o ; ¡leru...
¡ c-aray!, t.ampoc<i una aburrida CÍJIOUÍIÍ. ¿ V
(juiénes componen la colonia!' Como ú lo viera : los f<asf.roPi> de miis briUo, y los directores,
tos operadores, los deeoi'adores y denuls «ex|)ertosi), y los icextrasi', los anónimos ilusos
(¡ue sueñan itormidos... y desj)iei'los ron la
celebridad, (¡riífith. De Mllle, Mary l^ickfoi'd,
Mae Murray, Marión Davies, Gloria Swansou,
May McAvoy, ¡Vjiila Stewarl, Priscilla Dean,
Betty Compson, Viola Dana, Magde Bellamy,
Norma Talmadge, Loalrice Joy, Agries Ayres,
Dorothy y Ltllian Gish, Mae Buscb, (¡harlie
Cíiapün, Douglas Fairbanks, Thoraas Meigban
y otros, cuyos nombres y creaciones rodaron
de hemisferio en tiemisíerio poscej'íín allí suntuosas mansiones...
—O villas seneillas, sin fastuosidades, en
ar'monía con las as[)]raciones (b? cada u n o .
—¿Y no de la fortuna.^
—No. Sucede, a veces, que los más ricos y
los de más méidtos son los menos pretenciosos
y los... Bueno, HoUywood en este sentido no
es la excí'.pción de la regla.
—Mencióneme las mejores residencias...
— ¿ P o r la arquitectura o por la categoría
y crédito de los propietarios?
—A su capriclio; por lo que usted elija.
- - P o r lo segundo, destaca la del niatriinonin
Kairba;iks. Es el orgullo de la comunidad, f or
ella desfilan los personajes que visitan los Estados Unidos: aristócratas, literatos, políticos... Los Duques de Alba y Lloyd tieofge luer-on invitados suyos,..
—Es que los dcmoci'áticos Falrhanks son
reyes, aon los monarcas indestrctnables de la
pantalla, pues hasta los lemibles bolcheviques
los acatan...
—Y dos jiersonas e n c a n t a d o r a s : Mary es
toda una señora y él un cumplido caballero,
un (tgentleman)i.
—Sí, ya lo apreciamos eu la excursión que
reahzaron a E s p a ñ a : personalmente, Mary y
Douglas no pierden sinijiatías, su trato — se
nota al instante — es m u y a g r a d a b l e ; lo que,
de Ojo, no es frecuente entre los «asesn.
—O sí. Pola Negri, Greta Nissen, Alma Rnbens y tantas oirás que «a distancia», por sn
Irabajo en el blanco lienzo, parecen vaniíbisas, endiosadas, de cerca, en la intimidad de
sus hogares, libres de las trabas de la profesión, son compañeras excelentes y en extremo llanas. Y lo mismo ocurre con ellos: el
público se guía por los jiapeles que se les encarga y hay (itraidores)» que son modelos de
padres de faiuilia y ithéi'oes» que no se distmguen por s u s virtudes, precisamente. Y es
que lo que predomina e n los actores de cine
es la fachada, el esierior, rjue no siempre se
ajusta al interior.
—Si me decidiese a ir a llolly\vood la contrataría a usled, sin v;icilación, como cicerone. ¡¡Usted, duivuile -^u jirrmaneni'ia en la ciudad del celuloide. i'iUublaría amistad con los
i:aslros)i...?
—Con los 'lasirosii y yuii Ins des.tirai'iii.dus.
¡ f i g ú r e s e : seis a ñ o s ! . . .
—Ciei'to: I con las cosas (pie acaecen en nn
día e n HoUywood! El poblado árabe de ayer
í[ue se convierte hoy en un i'ampamerifo di;
!ní)S()uet.ero-; y mañana en la linca de nii rnilhinario de Chicago; el ídido invulnerable (pie
se rompe y s^e h u n d e en súbito ocaso, venridn
por u n o nuevo, que no tarda en ser devoj'ailo
por otro, e t c . . Un estudio debe asouil)rar...
—"A medias. Una explanada íennincnul etjii
trozos cubiertos de cristales corríeules y esmerilados, y ron cortinas negras y blancas que gradúan la luz solar—, y i'oii trozos sin
techumbre y sin estoi'hos, donde se impresionan, a la vez, varias cintas, ile asuntos y ambientes diversos.
—-¿Y eso no jiasma!'
—Como pasmar, s í ; pero lo malo es que
cuando es permitido recor»cp]o sin dificultades
se encuentra vacio, y vacío no hiteresa.
--(¡Es que i',^ diíieil trasponvi' las puertas de
un estudio^
—A la hora del trabajo, ditii.'ilísimo. La e.\cesiva cantidad de forasteros, y [)riiic¡[)almente, la plaga de fastidiosos as[)iranIeB a |ieliculeros, que les imjicdía moverse liolga<lartienle,
determinó a tos directores a fíj'oliihii' el acceso
a todo aípiel que no lleve el eorr-rspodienle
permiso.
—^Permiso fácil de obtener, si es periodista
o e x t r a ñ o al cine, o relacionado con él. |>revi»
idcntincación del j-ieticionario, que si es un
indocumentado — un (ipelanas» — se le deniega y si es (lalguien», sea de la esfera que
sea, con lal de que se salve del recelo de si
es o no ((ciueniimiálicoi-, se le concede. En
Bü, que el trámite para obtenerlo se las t r a e :
ni q u e se ataran las películas con balduque
y se enlegajaran y se archivaran... La cdili-gen-cia» (subrayado, con retintín) burocrática, oficinesca, que satirizó Larra en su artículo «Vuelva usted mañana». ¿Y cómo se
las apañan, entonces, los turistas para no
(piedar defraudadas?
—Si no quieren molestarse en gestionar el
jiermiso y se dan por satisfechos con asistir al
espectáculo de la entrada de los actores, se
colocan junto al portero... y a esperar que el
'(speakcri> coja la bocina y g r i t e : ulin este
momento se apea de su «autOD la eximia actriz.,, fulanito, la que sea, o el ilustre actor...
el que sea», en nu'dio de la expectación y de
los aplausos de los incondicionales de las «estrellas», y a conlet[i|>lar]as fugazmente en
i-ealidad, en persona...
—Y santas pascuas. Precioso es(>ecláculo
muy de día de Cesta, pintiparado para las
masas inocentonas. ¡ Pai'a ese viaje!... Todo
lo que no sea tomar confiiuiza y andar jior los
(•studios como por casa y tutear a jefes y
subordinados, n i es asomarse a Hollywood, ni
es uada, es m i r a r . p o r una rendija, por un
P R E C I O S D E S U S C R I P C I Ó N
ESPAÑAi
Trimestre,
t*SO
peaelaB
Exlran|cro:
15
/
pesetas
Scmctlre,
«flo
•
4*75
Pago
peseiat
por
/.
AAo,
9'00
adclAB.tado
Envíese el importe de la «uscripción por giro postal o en sellos de correo.
peietai
V^rt^rt^^^vwv^v^fS%^•^iVlrtrt/v^ftrtftArtrt^vwvvv^vvv^^ñA^i^v^^ft^vvvvvv%fl•vu^^
agujero obstruiílp, o por u n a c e r r a d u r a tapada, es hacer el Ionio, el ridículo. Y n o creo
que íavorezcíin a lloJIywooíl los Jelreritos de
«Vedado»...
—M le favorec-eu ni le perjudicaii. El turismo le es indiferciiLe. Su fuente de ingresos
consiste en las cintas que edita, n o en el RO.^If'iiiniií'jitü de fondas y hoteles.
—-Lo i-nnl no signíOca quí. nú sea de reiidiinienlfi comerciar con cl hospedaje. En una
poblacióu en ipie gran parte de los habitantes
se n?nueva de continuo, tienen que ser las
pensiones útilísimas... para los bolsillos de los
patrono?.
—Y lo son. Ahorfl que este es un lado di'
Hollywood, ciudad cosmopolita, de escaso intcré?.
Pasemos en tal caso a... eso, a su cosmojiolitismo. Iniiividuos de todas las razas y colores pai'an en Ifoílywood como actores... de üjlima fila.
—De última, de primera, de segunda, de
iercera, de cuarta, de quinta o de sexta, en
relación con los méritos. Los japoneses, lo«
iimarjüos, Anna May W o n g y Sessue Hayaka'W'a ocupan relevante puesto...
—P-eríectaraente; (>ero... ,1 y negros? iQ.a{uases», que desciendan de los esclavos libei'iados por Lincoln, me cita u.ited?
—Ko recuerdo a n i n g u n o ; mns los hay. Una
de las obras de más resonante (^xito del teatro yanqui i;s ¡(El Emperador .Iones» — del
dramaturgo Eugenio O'Neill—, amarga y dolorosa bisloria de negros, inli'rjiretada exelusivaiiiente jior negros, y... ¡Ab, sil Gilpin,
darlos Gil[ti[i se llama el actor negro que la
estrenó. Y (ülpin, a pe^ar de su piel obscura,
ü;oza de tanta pojjularidad eomo Bai'rymore.
Empero, entre la multitud de chinos y congoleses que vegetan en líollywood no descuella nadie. Mis noticias son de que se trato de
ima recua de di^siiicbudos que manejan a pla-
''La Marieta
cer lo3 directores: les sacian el hambre, les
regalan cuatro cuartos y... a explolar su ignoraucia e insensibilidad, a humillüfles, a exigirles sumisión, a encoraendarles los papeles
lie viles, de viUanos. (¡Que se necesita impresionar una escena que acontece en San Francisco, en un fumnder<i de opioP ¡Cbs!, vosotros, ¡hale I, a poneros estas ropas y a ser
los tenebrosos defiendicnles del antro del vicio. ¿Que es un cuadro de canibalismo? ¡Eh,
tt^, moreno!, a desnudai'te y a descflfzarte, y
a vestirte de salvaje, de antropófago de reílnados gustos, que si no se come el tapari'abos
es porque la paja y la.corteza de Árbol se le
indigesta y porque prefiere una molla de misionero asado a ochenta raciones de hierba
seca. IY tú, mulato!, ; y t u l , j y t u l . . . ]a
prisa!, Súlo pora encarnar a salteadores de
caminos, a contrabaudi=tas, a piratas, a cuatreros y a tipos de pelajes y calañas semejantes, contratan los produclores a negros y
;mioríl!os... ¡y baralíslmo I; | que no es me
nuda la ganga I Con lo caro que se hace pagar
un blanco por e m b a d u r n a r s e de negro, aparte
de lo que ganan en fidelidad las películas en
que los niígros lo son de nacimiento y no de
inentijirillas. ¿Me equivoco;'
—¡ P s h 1 Lo irrelutable es la cantidad de neei'üs empleados en los estudios, ya como
obreros — albañiles, electricistas, cai'pintei'os...—, ya como «extras». Y, como eu los
Estados Uniílos abundan exlraonlinariamenle
los negros, su. cometido en los íikns se reduce
a ejercer los olicios que descmiieñan en la
vida: camareros, cocineros, peluqueros, botones, limpiabotas...
—Etcétera, y san.feacalió. Y q u é : j subsistí'
todavíít la bárbara Cus! iimbi'c de emplumarlos,
de Mncharlos o de colgai'los de un Arljol cuando se salen de la raya.^
—¡Nu, se dest-erró.
de l'ull viu" y la
hidrófoba
iVo queremos señalar de momento la causa
que ha puesto tanta agrura en la pluma de
casi lodos los que han criticado <iLo Marieta
de l'ull viu». Pero sí es conveniente deeir
ahora, que esa saña con que comentan algunos las películas españolas, mspirados, más
que en la seriedad critica, en bajos móviles,
es mía actitud IJUI neeia como la del que tira
critica
piedras a su tejado, siendo éste de vidrio,
No vamos nosotros a convertir en aciertos
de realización los e r r o r e s o defectos de que
pueda adolecer uLa Marieta de rult viu», película (]ue señalamos entre toda la [)roducción
jiacionai, porque a ella queremos ceñir nuestro comentario. Esto, por desorientador, sería
lan contraproducente como lo otro. Más imjiortanlc que dedicarse a
la alabanza incondicional
- -lo que no sería decoroso, ni hace falta tani¡ioco^—, es destacar un hecho que no se .habría producido sin esa crilica hidrófoba. Nos referimos al
alejamiento del señor Fabi^gat de la industria del
lilm ai>enas editada su primera |)elículü, itLa Marieta de l'ull viii». Lo que.
han logrado esos CÍ'UÍCOS
con su torjie actitud frente a [(La .Martetají, ha sido
quitar un capitalista a la
industria nacional. Y no
un capitalista cualquiera,
Una deliciosa ^9i:tina de " L a Martelo de l'ull viu
•U^^^ñ^V^^^^^^bA^^^SftArtrt^rtAWirtrt^ñ^^^^^ftA
—,] Hasta cu el F a r - W e s t ?
—ijEn el F a r - W e s t ?; pero • si el incivilizado
Ear-West, a que usted se reíiere, el de la ley
del más fuerte, el de los valerosos eovv-boys,
domadores de potros salvajes y rescatadores
de doncellas, el de las guapas chicas, dueñas
de ranchos, el de los ca[iotaces desleales y el
de los ladrones de giuiado, desa[)ai'ecifl I
^ E l i ! , (¡cómo:'. cOoe iteso[)areeiú]i
—^Por completo. En el Oeste actual, el aulomávil, la radiotelefonía, el traje de etiqueta
y la obediencia a la auloriihni se generalizaron
igual (¡ue en el Este.
^ Qué desilusión! ¡Yo (jue me fiaba de las
cintas de Tom Mix, de líoot Gibsou, de Ilarry
(¡arey y del hijo de Búfalo Bill, en las que el
revólver, los puños, las espuelas y el «sheriíü
lo son todol... Y los pieles rojas, loa «sioux)i,
los indios 'de las películas que reaucitau la
época de la conquista del Oeste: ¿son falsi.ficados?
—¡Gal En las inmediaciones de DoUywood
se instalaron unas Iribus — de las que el Gobierno mantiene como noto pintoresca — mandadas por «Corazón de Acero», "Ojo de Bisonte» o «Caballo Negro», para proporcionar a las
casas editoras gente, vestiduras y adornos
tíjiicos...
—Y el primo del Sahara, el desierto que
tan a menudo nos enseñan los americanos,
como enclavado en Egipto — con pinimides y
lodo—, en Arabio, eu Siria o en Persia, ¿es
i'ealP
—Itealisimo. Y es una suerte c|ue bordee
Hollywood: como que ¿ste disponga de nuir,
de praderas espléndidas, de m o n t a ñ a s . . .
•—Nada, que el Creador pensó en el cine
cuando inspiró a los fundadores de Hollywood
laii eslu[)enda colocación. Hollywood es un
l'oriiiso con Evas y Adani's pecadores,..
(Continuará)
sino uno que, como el señor Fabregat, estaba
dispuesto o formar uno entidad serta y solvente que habría invertido en la edición de
cintas españolas varios millones de pesetas.
Los detractores de «La Marieta de l'ull viu»
pueden apuntarse este éxito.
El amhlente de esta eacena de""La Marietn", evoca
la Barcelona del ISJÚ.
%^WVWW^WVWWWWV%^Sñ^f^^VW^tfVWrtrtrtA
• wuvy^.v^v^wuvLV^^,.^v^.%vi-%%ft, ^^-^A.v-vv^^-A'Vu%^.vuv^v^.v%%^%^vvbV^AAA.%^v%v^rt>bVSAívv^
E $ PANA
C I N C M A T O Q Ü A P I C A
Una película barcclo*
nesa: "La tía R a m o n a "
Barcelona comienza iiiici sef;niid« i'^iiocu di'
tanteo en la incJuslrin de] filui. Fitlla ijiit: íimhe (le Lleciiiicse, qne se íi|jlii|ue intensanienli.ii líL ¡irotiucuiúii (le iieliciilas y *\\H! se orJeiiít',
en sentidü tícnieo y toniercial, parü
q u e esa producción pase del ensayo
a la realiziifií^n [ilena, iinlÍBiicii c
indiisirial.
A los re[)oi'laji';í cinematogr/ificíi?
ilel gran periortisla Francisco Madritl, ((Siluetas y paisajes de Cataluaan, han f-eguido olrns cinlas, acubadas ya de urodaDi o que se pstiín
«rodando». üLa Marieta do Tiill viu^i.
de Amichatis, el |>opuIar ilriuiiat u r g o ; írLn más sublime», de la
E. L. A . ; tiLa hija del pecado», de
Ángel Marsíí, el inqtiieto escritor,
que se incorpora lleno de curiosidad, a -la vanguardia rlí- todos loí
géneros l i t e r a r i o s ; oira ¡lelíciila,
sin iflulo aún, de .fniínc Ftevesa, y
Í(LH tía Ramona", de la casa fiauinont, de cuyo escenario os anior
don Francisco Gargallo. Snbre e^ila
últinm queivmos informar ahora a
nuestros lectores con la exlensión
que venimos dedicando a cuanto se
iiroduce en España.
•,
He aquí las manifestaciones que
iicercít -de «La lía Ramona^ nos ha
lincho el senoi- fíargoUo :
•—Lo que vaiiioB a hac«i' ahora es
a modo de ensayo. Si el i^xito nos
aconipafia, como esperamos, no titubearemos en conlinuar nuestra
tarea con lodo empeño.
-d
?
—Desde luego que hemos empezado en forma muy distinla de la que
aquí se acostumbra. Por de pronto,
hemos traído de P a r í s un director
de escena; el señor Nick W i n t e r ,
que hace algunos años Fué el creador de las famosas parodias detectívescas que alcanzaron un éxito
grandioso. Con ello hemos querido
asegurar ante todo, que los ]iersonajes de n u e s t r a película adquirieran
ante el espectador vida propia, para
lo cual era necesario que fueran dirigidos por una persona experta.
Podemos asegurar rjue «^sla s e r í la
primera película española en la que
los artistas dariín el máximo rendimiento y serán fieles i n l í r p r e t e s del
¡tapid que tienen confiado, pues hasta ahora, despniciadarnente, en la
niayon'ft de las cintas nacionales,
se ha coniíado a los lítulos mucho
de lo que las acciones y actitudes
de los artistas deliieraa haher expresado, fatigando al espectador
con tanta lectura. Puede estar convencido de que los artistas españoles tienen tanto valor como los de
las demás naciones.
En la parle superior, Alfonso ele Beníiv"iü'es. el galán de " L a ifa
HBmona". En la parre inferior. LuialM ííargallo, una preciosa
nena que figura en csJe film.
- i
í
- - L o s intérpretes son todos esjiañoles en absoluto. Como usted
comprenderá, no íbamos a buscar
fuera de easa, lo (jue on ella tenemos en
.'L:í<jr[iljro?ü abundiiiicia. Lu pi'O I agonista os
ana lirula rubia : Luisa P'ernanda Sala, que
iolerprela el papel de la mayor de las das herinatia¿ huOrfana.s, alrededor de las cuales gira
líalo el a s u n t o de la obra. La hermana m e n o r
e-^ la niña de cuatro años María Luisa GargoUo ;
i'rpii usted que eslií lni(-Íendo la competeneia
a Jan estrellas de j>r¡mera niagtiílud; así nos
lo lia demoslrado vn las escenas que llevamos
ya rolladas. La simpática dama joven Maria
Luisa Rodrigue/, otra de nuestras artistas,
es ya bastante conocida jior liaber actuado en
el tabladiüo de muchos teatros de Barcelona,
y en cuanto a la dama de carácter hemos elegido a la señora Guart, cuyo í x i t o en aLa
dona verge» nos' releva de hacer comentario
alguno. Es a esta gran actriz a quien hemos
eneargado el rol de "La lia Raiimna", una
.mlili/iliea señora, ]iarie7i)e de las dos tniérfanitas, y f;uyn nombre es el título de la cinta,
•Mfonsa di; líenavides es el galán joven ante
cuya arrogante íigura quedarán extasiadas
iniicha.= de nuestras jóvenes espectadoras, y
\amos a citar, por áltiinn, al conocido boxeador Tomiis Cola y al cliistoso a d o r orimicn
Acquaviva, que harán las delicias del público
en varias escenas que corren a su cargo.
- i
P
—La obra, cuyo título como dejo indicado
más arriba, es el de «La tía Tlamona>i, está
basada en las costumbres típicos de la vida
barcelonesa, y la escribí expresamente para
filmarla. He puesto en ellu todo el interés y
cariño que siento por el cine y p o r Barcelona,
y creo que por su originalidad y por las bellezas que lie procurado desfilaran durante su
desarrollo, tanto en paisajes como en moaumentos, ha de dejar plenamente satisfecho
al m á s exigente,
- i
P
—Sí, comedia. He creído m á s conveniente,
para empezar, hacer una producción que divirtiera a los espectadores, aunque n o por
ello deja de tener sus toques sentimentales.
Quifiás el prdxirao film sea más dramático,
pero en lo que se reficj'e a éste, el público
fen-drá motivos para soltar más de una vez la
carcajada.
~i
P
' '
•
—El «cameraman» es nuestro inteligente
operador Jaime Piquer, a quien hemos mandado lina temporada a perfeccionarse a París,
y gracias a la pericia del director artístico
Mr. Nick Winter, van n.^tedes a ver en breve
en España una [i-elícula enteramente nacional,
con la marca de Producción Nacional «Gaumont», presentando una serie de innovaciones que brindaremos a Ins noveles directores
españoles para que las iinfilaiiteu en sus
¡irfixinias produccrioiies. Para terminar debo
solamente señalarle que los interiores que
presentaremos están también filmados en Barcelona, en el estudio de la ralle de las Camelias.
No juzgamos oportuno el momento para
latinarnos al comentario crítico de «La tía
Ramona", que queda aplazado para el día que
se estrene la película, no lejano según nuestras noticias. Pero sí queremos adidantar,
que a u n ' e n el caso de que «La tía Kamona^i
no Fuese del agrado del público o¡ de la críti-
%v^^rtiV^4ñ»^i^v^A^rtrtñ^HV^in^i^iflin^rtrtrt»vw^ifl^^
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v••^'!•%%^i%•b^•%^IVV^%%%vvvw^J^^vwv^%^rw%%nJvw^.vvvl. %%fl-Hvvvs.%vvvviiftrt/i^wv%vvv^rtVvv%^rw%rtAvvvvvLvviAA^ñ.^^^^
ca, siniiipre rosultarjí Inable y digno del
ajiIituHO tic lodos, que mía fímijn'sa de la im|nii'laricin y í^nlveiiciíi cuiiiorcial de la cnm
lliiiiiimiil, rif: liaya iiictii'pdradü a lii iiid(islrí;i
rineiiiittográfica eajianola.
Decididos coiiin estaiiius a etiiiLribuir desde
iiin.'slro sí'írloi' ni <lRsarroIlü y llnreidiniealü de
f'Síi induslria, Jio liemos iJe t-egulvar elogios a
los filie se laüi'en a ella, siein|ire que Iraigao
lina oriejilacicia y {¡iie no ulviilcn ijue el cine
rs un líele \ un arte qiie hay i|iie ir depuranili> y definiendo, udciuáB ile un U'P.gofiio, Esto
ug sitínifk'a, Pin embargo, ifue cuujiLo se proiluz a en l']f-[iaña lUís lia de parecer bueno,
aunque sea ileli'slalile. Tal aelitud, di' alabanza irie.ondicional, sería <;onfi'a|ir(jducetite. Hay,
|iü]' el conU'ario, que señalar los errores pai'a
que se corrijan; ¡lero precisa hacerlo sin la
acritud \ rnala fe con que lo vienen haciendo
la mayoría de IÍI= que tienen a su eargu una
íioja cinoinaLogi'álica y que no se preocupan
de llenarla con juicios imparcialed, sino con
auuncios. Y como se ila el c-aso de -rpie son los
editoi'es de liliu?i españoles lo? ([Ue menos |iueih'U gaslar en publicidad, esoíi jieriodistae de
iloublé se ensañan con las producciones nacionales por el riólo pecado de que éslas no elevan la cifra de sus eomisioiies por anuncios
en la adminipfracii'iu del [)crióriico ijiie representan.
cineaiatograEía, han ite tener para ellas, si se
estiman y ImsraTi la tí=timaeión pública, uno
u m á í |ii,'riüdítitiis ¡pie las redack'ii coii entera
indepenJeneia, y un curi'L'iIoi' de anuncios
i^uc ilepeuda exciusivamenle de la AdminisIración. Lo intolerable, es que el mismo individuo que hace la publicidad ejerza la critica, pucH no puede enjuiciar olvidándose de
si la casa que tiene la película que va a conn-ntai", le ha dudo o no el anujjcio, única
iM.'iimuei'ación que percilie por su trabajo.
gnineuto de los señores vSuárez de Daza y Encisu, dirección de Antonio IVAlgy e iiiterf)retación de los celebrados y conocidos actores
Melena D'Algy y Jos*^ Nieto, pues inipresioaados los "inlerioresí' -en Berlín, los «exteriores» ]ilc[n>s de luz y alegría que se lilman
''n la llor y nata de .\ndatucín — Sevilla, tírauada y Córdolia — van tan a\'anzados, que no
sería extraño se concluyeran tmn de estos días
> con ellos la pi'líciila eniera.
iNo&olros ~ iambién lo hemos dicho ya —
pi'estai'enios siempre la atención debida a la
película nacional, sin importarnos que sus explotadores la anuncien o no en nuestra revista. Allá ellos si ci'een que el anuncio es ineficaz en una publicacitjn que goza del favor del
público y que se lia extendido por toda España comu ninguna oti'a. Y allá ellos si piensaJí
qa(! nuestro esfuerzo por levantar la induslria española del lilm, no vale la pena de ser
compensado. Aquel error y esta desconsideración, no ha tle apartarnos de nuestro deber,
que se nos pras^enta muy claro: el de elevaí'
la importancia industrial de la cinematografía nacional y el de velar por su prest igio ai-lístico.
Kn nuestro |iróximo
en esta misma secj;ión,
película, pues nuestra
nos anuncia el envío
íoiográlico relacionado
gos». •
.
númeru publicaremos,
alguna escí'na de esla
Redacción en Madrid
inmediato ríe malerial
con «Haza de hidal' -
Tablilla de Barcelona
E¡i
f/reparación:
líLa hija del pecado^, "La Puntaire» y dos
cinta? más, sin titulo aún : una de las ediciones K. L. A. y otra dirigida [*ni' Jaime Dcvesa.
Ti'i-wiinodas:
' "Siluetas y paisajes de Calaluñai', de Francisco Madrid, y uLo más sublime>i, de las Edi-
Lo hemos dicho alguna vea y volvemos a
repetirlo ahora, ;iiumciando, de paso, que
servirá de tema a una serie de artículos que
ii'áu saliendo a la hix; es necesario separar la
función crítica de la administrativa. Más
claro; las re\'istas de cine y los periódicos
diarios que dedican una o varías págiuas a la
lín esta disposición de ánimo, tenemos que
i.'tingratalarnos de que la casa Gaumont se
haya decidido por editar cinlas genuinaraenle
e-ípañolas, aunque la primera realizada se hubiera malogrado, cosa que ignoramos por no
hal>er asistido a la proyec-ííión privada que &e
hizo de <iLa tía Iíamuna>i en el 'lívoli. Cuando
la conozcamos, diremos, con la im[)arc¡alidad
que nos sirve de noi'ma, el juicio que nos merece, que deseamos y esperamos sea por completo halagüeño, ya que cada fracaso
retarda la pre|ion[lerancia del film
e!=f>añi)l.
ciones E. L. A.
Tablilla de Madrid
En
¡ncptiracum:
«La hermana
San Sulpicio»,
«El Dos de
Mayo» y <(E1 Indianox.
En
"Haza de hidalgos»,
'un}>rKSÍóu:
icBatalla de damasi>,
íiEs mi hombre», «Sortilegioi> y «Estudiantes
y modistillas».
Tpnmnadas:
•
^
i'Mnn aventura dp eíne", «La muñeca roía".
"La ilustre fregonn» e "llistojda de un taxin.
En la circunferencia.
e\ popular lioxiíiidor cnlalón, Tomás Cola qut Inlcrprelfi un pñi>e! principal en
" L a Ifa Ramona". — Dodando una escena de la película.
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'ijWt^^wr^tnf.^iJMWtí'Jw^^
A N ¥ AL
H a c e unos días, se proyectó en los
salones Pathé y Capitel Cinema,
una película, que por su carácter
deportivo, muy en c o n s o n a n c i a
con nuestro tiempo, llamó la atención del público. Ese film, titulado
lleva la marca
•:
cipales intérpretes, William Haines
y la encantadora 'Vedette" Mary
Briand, que destaca su arte en este film
Otra nota simpática de esta película, es
que muchos de los personajes que en
ella intervienen, son verdaderos estudiantes
de las Universidades de Harward y Yale,
'•«°\."WV%%-«-í.%-iAíVSrtA^.V%AAiWW%^^^^VSi%V%n^^U'Vta^V ^vw^^^^,%%%i.•V^fl.VW-bV^VVWV-,/^VVVVVVVVVVVVV,.^VñHi^%^%-L-U
v/a
Goldwyn
Mayer" y en él figuran, como prin-
Aunque el argumento de "El E s t u d i a n t e "
está trazado directamente para la pantalla, se aprovechó para él, el campeonato
final- de rugby en los Estados Unidos.
8
"Metro
LA
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9
'ÍM^V^^J'^^^J^^^Í^^JV^^V^kñ^^i^^^^^^^^^^^^^J'^^^^^^^^^^^^^^W^^^^JVt^^^^^^^FJ'^t^^^^^^^^^fVW^J'^^^tF^^ñ»
ll|FORJ%ACIONE$
•
(DE
NUESTROS
Richard Dix filmará todas
sus películas en Hollywood
Unos simjiies rasgos ele una pluma acaban
de Cíimbiai' ]o qui? pud i (iraní os llamar «el cuartel generabi. dií Richard llix : el esludio doiirlc
filmaba =LIK firlículas. hi&se L, Lasky, firmó
recienlen]fiili' la nrdf.n rk' traí^Iadar el esliidio
que esta enit'i'i'sa leiiia i'ri Loni; Islimd al edificio que cquijiaron rccieiileniente en Hollyu'ood. lie ahí i|ut' IMx, que giMHíralmenfe filmaba todas Pii:^ oliras en Nueva York, liaya
tenido que trasladar su equipaje a California.
Con él, han Icuiíio que liacerlo tambÍL''n un
liuen QÚmí?ro do ariisLas.
Dix estí ocupaiiísimo Rimando icEI Caballero
Cerril», en cuya ubra caracteriza la protagoniíla la encautaclora Mary Hriaii.
Se construye una aldea para
fílmar la nueva producción
de Wallacc Becry
(lEI Gran Estornudo» es el título de la nueva película de Wallacc Becry para la Paraniount, para filmar la cual ha sido necesario
eonsfruir una aldea entera. En esta aldea, entre o[ras cosas, a¡iareGoii las ruinas de una
antigua mansión señorial, que ha sido uno de
los trabajos más delicados llevados a cabo por
el ejército de obreros i|ue la Paramount tuvo
empleado durante más de dos meses para que
rüeran ün a tal obra.
Integran el reparío de nEl Gran Estornudo»
artistas lan populores como Mr. líeery, Zasii
Pllts, Ford Sl.ei-ling, Xom Kennedy, Saíly Blane, August ToUaire,'Jlcnry Víctor, Kate Bruce, Bud Duncan y AJfred Alien. La producción
está a cargo del conocido director James Cruze, lo que augura un romplelo éxito.
Ocho a ñ o s en el c i n e m a
y jamás r e c i b i ó un b e s o
Sus OCIKJ afíüs de cfiiitimio trabajar en la
<"'scena muda no proporcionaron a Gustavo
von Scyfíertiíz ninguna satisfacción personal.
Aparte de sus Irinnloíi como artista, el hombre nada ha recibido en Cflm[)ensacii''in de su
continua labor, üblijiudü a caracterizar papeles ingrato.=í. ni una sola ve?, tuvo la oporlunidad de besar a una de esas «Starsji cuya belleza es envidia para las nobles damas y deseo
para gahnies oncopelados. Von Peylfertitz.
artista mi'iMiple, ha sido sii'mpre un (iviUano)i.
Y los tfvillanosii lo línico que recogen en el
eí=tudio cinematográfico son los golpes que se
piíírden en la i?scena y lo.'; desperdicios que
nadie quiere.
Cierto es que el huy célebre actor antes de
trabajar en la es^^ena muda recorrió loa escenarios del nuinrto entero con compañías teaI rales. Pei'o también en el teatro no fué muelio más afortunado. En calidad de director
de csoeiia dirif^ié n estrellas fan eminentes
como Otis Skinner, Ethel Barrymore, Billie
Hurte, Franceí Wilson y oirás-varias. Su
labor en la escena jamás le dio oportunidad
de lucir su persona. Después de numerosos
años de trabajar entre Ijcllezas, este hombre
i[uc las ama tanto, no ha tenido la dicha de
verse co]Tespondido... aunque solamente íuen'.
de mentirijillas y por un momento. Un carácter más despreciable es lo que traerá para
von Seyífertjfz .';u actuación en la nueva producción de Pola N-egri, «Alambre de Púas»,
en cuya obra caracteriza uno de los papeles
más importante? de su carrera nrllstica.
La a c t i v i d a d de la Fox
Actualmenle funcionan a todo andar los esludios de la Eox Film en Hollvwood v Nueva
York.
^ ^ ¿lio es usted suscriptor de POPULAR
FILM:' Pues suscríbase hoy mismo y apreciará pronto las ventajas que esto le reporta.
EXTRANIERAS
REDACTORES
ESPECIALES)
Están a punto de terminarse los trabajos de
un gran aúmero de estupendas producciones.
Entre ellas cuéntanse «El amor nos vuelve locos», con artistas tan conocidos como Johnny
Harron, Salty l*hipps, Ben Bard, Florence Ciilbert, Arthur Housman y J. Farrell McDonald; «Berta, la Coslureran, con Madge Bellamy y Alian Simpson; (lífabla el Motio)', con
.Tacques J^erupr, Olive Borden y Don Alvarado; «El maestro de música», con Lois Moran.
Neil Ilamilton, Norman Trevor y Alee Francis; (iContra la corriente», con Noncy Nash
y Earle Foxe: t<Laiío sa.erado», con Virginia
Valli, Glodis Mac ConneÜ y Lawíord Davidson; ícEI corcel de guerrai>, con Buck Jones;
«El domador», con Tom Mix, asi como un
gran número de comedias, tjua película que
merece mención aparte es itSunrise» (el título
en español se anunciará próximamente), la
grandiosa obra del afamadísimo director alemán Murnau, y que ya toca a su Qn. Esta cinta, que será la má.'^ gi'ande que haya hecho
el creador de "TJie Lasl Laugho durante su
bJ'illante carrera como director, está interpretada por estrellas tan conocidas y aplaudidas
como George O'lirien, Janet Gaynor, Margaret Livíngston > nn extenso número de otros
artistas.
Es así que la Fux Film puede liac/OJ' frente
a su extenso y elaboi'ado programa de prodnrción para li)2(i-líí27, Irabajando sin cesar
en ambos extremos del país, para satisfacer
la enorme demanda de películas.
El taller de Rod Doremus
El taller de T(od Doremus en Culver City,
es uno de los elementos que demuestran la
perfección detallista de la organización de Cecil B. De Mille.
Este taller está montado con todos los adelantos modernos para la construcción de toda
clase de objetos de metal que puedan uecesilarsc en las películas que allí se filman, Dirige
••I taller el experto metalista líod Doremus,
quien planea y construye con numerosos operarios herreros, íoi'jadores. lampistas, cinceladores, hojalateros^ fie., todos los equipos
necesarios de metal, i'on la sola excepción de
las joyas y bisutería.
En el táller de Doremus se fabrican armas
antiguas y modernas, lámparas, cascos, íiei-rajes, i'eveslimienio.-í metáíicos, etc. l>e allí
lian salido los yelmos empleados en <(EI cabo
Catalinai>, las arma? romanas que se emplean
en la gran suficrproducción «El Rey de los
Reyes», incluso las armaduras, y puede decirse que tan original laher es ya un verdadero museo y exposición de arle metálico.
A 30 grados bajo cero
Ernest Schoedsack, quien en compañía de
Merian Cooper tilmo la película «Changi> en
las selvas inexploradas de Siam, a una temperatura de 150 grados Fahrenheit, -se encontró recientemente, a su regreso de Siam, en
medio de una furiosa tempestad de nieve,
durante la cual el tei'mómetro señaló treinta
grados bajo cero. Mr. Schoedsack atravesaba
a la sazón la provincia canadiense de Alberta,
de paso para Nueva York.
Douglas Fairbanks (hijo)
El hecho de que Douglas Fairbanks sea hijo
de uno de los actores más notables de la pantalla, no ha sido motivo para que el joven Douglas se echase a dormir sobre los laureles de
la popularidad de su padre. Muy al contrario,
la fama del padre parece haber estimulado al
hijo para crearse nn nombre, igualmente
ilustre en la cinematografía [lor su propio
esfuerzo. Cuando Douglas Fairbanks hijo,
anunció su decisión de ingresar en un estudio,
el público esperó de él gi'andes maravillas, y
¡i decir verdad, el joven Douglas no defraudó,
lis más, nosotros tenemos la seguridad completa de que Douglas Fairbanks, hijo, llegará
a ser, con el tiempo, un actor tan célebre
como su padre.
La primera película de Douglas Fairbanks,
hijo, que se ha visto en España, ha sido «La
Venus Americ^nai'. Más tarde ha interpretado
importantes papeles en «El Correo Aéreo» y
(íProniesa en Prensa".
Milfred Davis escoge a un
antiguo director para su
primera película Paramount
Antiguo director de la misma artista y uno
de los artistas que más recientes triunfos ha
conquistado, Fred Ní'wmeyer ha sido escogido
para que dirija a la bella Mildi'ed Davis en su
firimera producción para la Paramount. Tal
decisión se debe a que la misma miss Davis
escogió a dicho director y suphcó a los altos
empleados de la Paramount que contraüison
sus servicios para tal objeto. Es de notar que
Mr. Newmeyer dirigió también la primera pe•Ucula que Blmó Mildred Davis hace ya algunos
años. Se cree que «Demasiados PiUos», que
es e! título de la nueva producción, no seri la
última obra que el conocido dircí^tor dirija a
la encantadora actriz.
"El precio de la gloria", comentada por un ex soldado
«El Precio de la Gloria» ea la película eatrejiada últimamente en Nueva York por la Fox
Film.
Nunca hemos sido tan intensamente conmovidos por una •película como lo fuimos por
ésta, con su magislral reproducción de las escenas del gran conlliclo. A los que experimentamos las peripecias de la guerra, «El Precio
de la Gloria» nos hace vivir de nuevo los episodios de la trágica epopeya, la accidentada
vida del soldado en campaña con sus chanzas
pesadas, sus amores pasajeros y nos trae a la
memoria coumovedores episodios cuando una
accióu, un simple gesto, nos revelaba uu noble
corazón en el compañero que habíamos hasta
entonces considerado rayano en la irracionalidad del bruto. I Para el profano, esta cinta
es una revelación 1
ífEI Precio de la Gloriai' gira sobre la actuación de los Estados Unidos en la Gran Guerra,
jiero no existe en ella ni el más remoto espíritu de jactancia: es un drama universal; trata de sentimientos, de emociones, de caracteres ; son dos almas toscas y fuertes que han
chocado rudamente cada vez que sus senderos se han unido al de una hembra, | la Eterna Eva! 1 Es algo que ha [jodido ser vivido en
cualquier tiempo, en cualquier parte y por
seres de cualquier raza I
Esta cinta es verdaderamente humana en
lodos sus detalles, pictórica de carcajadas y
de lágrimas. Las vulgares, pero cómicas trompetillas del soldado indiferente ante las antisonanles frases del jefe, es un episodio que se
repefia a diario en señal de desprecio en las
filas.
La muerte de «El Consentido», muchacho de
alma delicada, producto de extremados cuiilados maternales, que cae desangrándose en
brazos del querido capitán, Uega al colmo de
la sublimidad. Este, a mi juicio, es el punto
culminante en este drama de tensos momentos.
Sigue a este episodio uno no menos conmovedor, cuando el teniente, extraviada la mente al contemplar a sus hombres terriblemente
diezniados por el fuego asesino, se rebela contra aquella horripilante y fútil carnicería,
contra el crimen que es la Guerra, cuando,
desvestida'de sus oropeles, mudas sus fanfarrias, callado el sofisma de su retórica, se nos
presenta descarnada, cubierta de lodo, bañada
en sangre, y con gesto macabro nos señala,
inexoi'alale, el camino hacia la gloria, pero...
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Beau
Gesíe^^ de la
La Pnrainuuiií presentó da prueba la semana pasada, en la parilalla del Coliseum, una
i^ran película: icBe^tu Geste».
Entre tanla producción absurda, vulgar o
anodina como se proyecta, «Bcau Geste» es un
diamante de pui'íaimo oriente lanzando sus
vivos deatelloa en medio de las mortecinas
luces de otras piedras, éstas de quiucall-ería.
Merece esta película un comentario atento
y reflexivo, que subraye su mírito. Sería un
gesto poco digno el rkl glosador que pretendiera salir al paso cun unos cuantos adjetivos
de encomio, que manoseado;; y sobailos por
una crítica inconsciente, han perdido su pureza como vocablos de noble procedencia etimológica y de alta jerarrpiía líLcniria.
En «Beáu Geste»! se lian concretado y resumido todos los valores de la íotogenia, que
vamos a destacar en una reseila breve, pero
precisa.
El argumento
Está basado en una novela del comandante
Percival C. Wren, pero encaja ian bien en el
marco de la pantalla, acaso por la liabilidad
de sus adaptadores, John Russel y ÍTerberl
Brenon, que parece escrito directamente para
el cine, que i'equiei'e una estructura literaria
distinta en todo a la de los demás géneros cfue
abarcan las Letras.
El realismo que recrudece todas las escenas,
produce una impresión fnn honda y viva en
el espectador i|ue agudiza su seiisibilidad y le
hace sentir ía nngnstia y el horror que fingen
los intérprelns en algunos pasajes de la película. Es un realismo tan crudo, son fan ve-
Paramount
raiics los sucesos, que es la misma vida la qu<!
|iasa por el lieniío. En contraste, el matiz senhimenlaj, muy tenue, juega con tal oportunidad, que suaviza el tono viplenlo en que se
manliene el film.
La iBÍerpreiación
Todos los artistas que intervienen en. •(Beau
Geste» se lian iieneti'ado del carácter de SUÜ
personajes respectivos, poniéndoles la máscara
adecuada. El más admirable de todos es ríoab
Beery, en el Sargento Lejnune, que ba sabido
dar a su rostro la expresión brutal y feroz qu^'
corresponde al tipo sin hacerlo repulsivo, lo
que haría olvidar su bravura en las escenas
en que los árabes atacan el fuerte, que él defiende con un puñado de hombres pertenecientes a la Legión Extranjera francesa.
En el plano inmediato que ocupa Noah Bcery, destacan Eonaki Colman y Ralph Forbes;
Alice Joyce, magnífica de gesto y de ademán
en el papel de tía Pairicia, y encaniarlora Mary
Briand, en el suyii A': aiüchacha adorable e
ingenua.
Folo^rafía y dirección
La íotografía es de lo mejor que hemos visto por su nitidez y por sus hellfsimos efectos
de luz. La dirección, a cargo de llerbert Bi-enon, acertadísima. No es posible lograr una
tjín completa homogeneidad en todos Jos inférpretes, sin un tálenlo enorme.
«Beau Gesten, ya lo hemos dicho al comietizo, es una gran película sin adjetivos ni hipérboles; una película destinada a elevar la calegoría del séptimo arfe.
OAZF.I.
NOTICIARIO CINEMATOGRÁFICO
wmm
¿Viene Lili Damiia a Barcelona?
Se dice que dentro de unos días — ¡quiín
sabe si ya se encuentra entre nosotros I —
vendrá a Barcelona la estrella francesa Lili
(Jamita, la de las piernas esculturales y maravillosas.
Y se dice que el objeto de este viaje es el de
completar unas escenas de su nueva producrión [(La bailarina».
Veremos si resulta verdad tanta belleza.
En la próxima temporada...
La casa Gaumont presentará durante la
temporada próxima una nueva selección, con
la divisa «Diamante Aaul», titulada (iCasanova, el galante aventurero», cuyo personaje
encarna el conocido ador Ivan Mojouskine.
Dicho personaje es una evocación del gran
aventurero veneciano Giacomo Masanova, que
fué en llalia un amador rti'l tipo de nuestro
don Juan andaluz.
Un canto al trabajo
La admirable y delicada labor artística de
Lcatrice Joy y Rod La Kocf|ue, viene siendo
alabada por la crítica y celebrada por el púIdico, desde la j)rimera actuación que de estas
dos estrellas juntas pudimos ver en la gran
película de Geeil E. de Mille, «Los Diez Mandamientos». Ahora, en la producción ((Triunfo», Leatrice .loy y Itod La Rocque se nos
muestran los mismos grandes artistas de siempre, dando con su frnbajo una nofa de verdadero arle.
El argumenlo de esta pi'oducción puede n\uy
bien considei'arse corno un canto sonoro y vi-
mmm
iMyís
branle al li'abajo. líing Carnet, projiielario de
una gran industria que heredó de sus mayores, y en la que nada ha puesto de su esfuerzo,
es un día desfioseeído de su forínna, jiasando
en menos de media hora de railloniírio a pobre
de solemnidarl. sin oiro hogar ni olro lecho
que los bancos de los jiaseos públicos. La regeneración de King (Hod La líocque), mezclada a una historia de amor, de la que Ana
Land (líiatrice Toy) antigua empleada de la
fábrica de King, jirimero, y después célebre
cantante — verrlndera trhmfadora — es la
protagonista, forma la trama de esta película,
cuyo interés manliénese desde la primera escena hasta la última sin decaer un solo inslante. Figuran cji el repario de esta producción, además ile Leatrice Joy y Rod La Rocque, artistas tan conocidos y celebrados como
son VícLur Vai-coni, Charles Ogle, TMieodore
Kosloff y líober Edesoii.
[(Trimifoii se ha exíiibido estos días en el
ciGoliseumi), obteniendo el éxito que se merece, así por lo interesante y moral del asunto,
romo por la primorosa interpretación, sin
olvidar la presentación y dirección, que son
insuperables.
Algunos intérpretes de ''^El
sargento Malacara"
Carme! Mycrs, la bellísima artista de Ja Metro-Goldwyu-Maycr, inícrpreta el papel de la
exótica Zaya IMI la jielieula (lEI sargento Malaca^aJ^. Esta eenlilísinia artista empezó su carrera como perioiliíla femenina en San Franris¿o, ciudad domk' nació. Es bija de una de
las familias juriias más acaudaladas de aqncUa
ciudad. Su lem|ieraniento artístico y aventurero, le impulsó a ganai'se la vida jioi' su propio esfuerzo. Carmel fué vista por uno de los
dircctoi'es más iniluyentes de la escena en
Nueva York, el cual, encantado por la belleza
de Carmel, le oíreció un lugar en la revista
Si'hulierl.. Al cabo de algún tiempo ganó un
concurso de hcUezii, y cojuo consecuencia dií
ello le fué olrecido un ventajoso contrato por
la Mefro-Gold\\'yn Corporation, y desde hace
algún tiempo viene interpretando diversos papeles bajo la dirección de los mejores du'cctores de Hollywood. Carmel Myers |!Osee una
belleza verdaderamente meridioíial, y puede
interpretar maravillosamente el pajiel de vampiresa, como lo hace en esta película, una de
las mejores que presentará la casa Metro-Goldn'^.'n la próxima temporada.
Eleanor Boardman
Eleahor Uoardman, hei'oína de la grandiosa
producción Metro-Goldwyn. «El sargento Malacara», empezó su carrera artística como decoradora de interiores en Filadelfia. Nació en
esta ciudad, y al ¡jerfeccionarse en su arte se
trasladó a New York, acabando por Hn, debido
a su maravillosa belleza, j.ior entrar a formar
parte del mundo cinematográfico. Su primer
papel fué en la película «Almas en venta», ya
que Eleanor, al revés de oirás artistas, empezó ya su Carrera actuando de eslrelln PU un
film'. Siguieron a ésfn otras películas, en todas
las cuales Eleanor dio muestras de sus sor¡irendentes aptítiidí's artísticas. En "VJ sargento MalacaraM actúa junto con Lon Chaney y
Willian Haines, constituyendo estos artistas
mi frío de celebridades.
WUUam Haines
VVilliam üaines es una verdadera excepción comparado con los demás artistas cinematográficos, pues su triunfo fué inmediato
y sin buscarlo. Este smpiitico y joven actor
nació en Stunt, Stannlon, Virginia, contando
i'U la actualidad 25 aiíos de edad. Se educó en
la Academia miUtar de Staulon, y al terminar
sus estudios, muy joven todavía y viendo su
disposición artística ST} familia decidió trasladarse a lIü]ly\\'ood. Una vez ahí y cuando ilaínc3, demasiado joven jiara sentir ambición
artística, ingresó en ef elenco artístico de bi
Metro-Goldwyn donde al cabo de ])oco tiempo
invo la oporínnidad de destacar de un modo
brillantísimo cii la [>elícula «El estudiante».
Desde entonces la carrera artística de este
joven artista, ba sido una serie de éxitos. En
la próxima temporada tendremos ocasión de
admirar en la magnifica [n-oducciión que producirá sensación «El sai'gento Malacara», donde junio con Lon Cbaney y Eleanor líoardman llevan a cabo una de las más interesantes películas filmados hasta la feclia.
£1 hermano de Charlot
Las proflucciones de 3yd Chaplin, especializado en producir películas cómicas, están alcanzando éxito en el extranjero, donde llenan
a diario los cines en que se ])royectan. Syd
Chaplin posee el secreto de la risa espontáüca, y las situaciones de sus obras se prestan
grandemente a su especial lucimiento. Las
dos proilncciones pcrtenecei] a Warncj' Bros,
cuyos asuntos distribuye en tisjmña el Programa Verdaguer, y llevan p(a' nombre, fii el
país de origen, oTlie Missing Liidí» y «The
Better OleJí, no estando lotinvía determinado
el título español.
En la primera de dichas aventuras, Syd cui'arna a un pseudo¡)rofeS(.ir que se arriesga en
la selva virgen en busca del eslabón ^yerdido
en la cadena de la evolución üiimana, segihi
las teorías de har^-in, y le ocurren dichas y
desdichas, a millaiea. En la segunda, en su papel de Oíd Bill, nn soldado m la gran guerra,
da todo su rendimiento en la medida de lo
imaginable en su aspecto cómico, manteniendo al público en constante hilaridad. El éxito
obtenido por estas dos producciones ba colocado definitivamente a Syd Chaplin entre loa
contados ases de la escena cómica.
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11
v•.^^,vw^J%^A^bV^niV^^%%v^^^.A<^%vvy^%^nAflJ^fl-vvu^rtrtrtrtrtfl^vvv^^ %flAv^%v%%vvvv^^.'^v^v^%vtvuvüvw%^v^vvvvvkv.%
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C I N T A
El poder evocador del cinc
]']] cirn; jiuedn |iresciitariios las épocas más
distantGs, las rostumlires más exóticas y los
lugares más remotos, con una lirlelidad biFtúi'ica sor[)renilen1f'.
El espaciador (ie ciny, \nit<[e tñajai-, sin ITKIverse de su bulacu, por los lugares más eucaiitarlores y pintorescop de la tierra y puede,
lambiéii, pre&enniar, cómo vivían los hombres
(le otro tiempo, incluso adelantarse a su siglo,
como ahora con -c(Melrópolis'>, la creación genial de Fritz Lang.
¿Qué persona, meilíanametite ilustrada, no
se impresionó fuertemente al \--er vivir en la
pantalla a la reina de Saba y al rey Salomón?
cY qué lector fie Alejandro Dumas,'no si'
habrá encantado al ver en el lienzo al bravo
Artagnan y a sus valientes camaradas Alhos,
Phoríos y Araniis;'
(¡Y a qu¿ individuo, de pais neuti'al durante
la Guerra, con mayúscula, no le habrán emocionado las escenas bíblicas, las peripecias de
ífEl gran desJile»:'
Esta misma fotografía que reproducimos
mós abajo, nos insinúa, a Iravés de nuestraí;
lecturas, lo que debieron ser aquellas orgias
de la Roma pagana, por la danza que destrenza en dicha escena Dorot.hy Philips, tan grácil
y bella, que no hubiera sido desdeñada por los
romanos más ilustres de la época de Nerón,
"Flirteo"
Jugando en la playa
Enii! .fanriings, que es. acaso, el actor más
completo de la pantalla — ¿no recordáis 'cVarietéi> y «El últimou!' — y el émulo riel gran
Lon Chaney en el arte de la caracterización.
lia sabido aprovechar esta esc-ena del filra Paramount icAmalas y déjalas)!, para ElirLear y
hacer una suave caricia a una muchacha !an
deliciosa y apetecible como Louise. Rrooks, su
fipartenaire» en dicha producción. Y es que,
a veces, en cine no se simula el amor, sino
qiie se siente.
He aquí que un grupo de lindas gírls, juefían y retozan e.n la playa que extiende su tina
itrena en la costa de lloUywood, la ciudad citiematográflea con que suenan muchas muchachas y muchos jóvenes de todos los ]íaíses del
mundo.
Estas girls, a la vez que se divierten, practican un dp]iorte, pues pertenecen al «Thr
Prelty Clubi», que es la ilnica organización
distinguida y deportiva que existe en Hollywood.
Mt^ffigp*-"^"
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12
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^ft^iftff^%^nrtA^^^vs^¿^nA^rlJ^rt;vvvv^vvvv^^u^AAftrtiVv^
Musco fotográfico de Popular
Film
-.TíUft^WWS.-;;"
CLAR A
BOW
una de las más encanfadoras "vedettes", que lucen su juventud y su belleza
por los estudios de Hollywood.
vvií^ww%^v^rt^v^Ln^flArt^v^A^^^ftArwvwAft^
Wi
13
Argumento
de la
semana
la única mujer
.Nailu liiiluii []U(í s^J[I•|•)Ul^'' Ih .•\isli'il<:ui du.-=(irliilailu Je líugtT lliii'i'injili)!!. Toilii la entefi'/.¡i ([Ufí ;L SU jiinli't; vulii.'i'a jinra ülevítrsií
desde una cuna Inimildísiina a las tiiiís a-ltas
riinibj'i'íi del IIUÍIIIIÜ liiiaiiciorü, eslrellábase
i'íiiilra Ja royipli'iiria iltd liijd ;L líurarsc (ie ÍÍI
|ia>?ii')a ali'chólica, a dii'lfrif sus costu]nhr-es
[)cr ¡05 <:auc.es do la coiTPcri<ia, del deter, de
las conviTii-oricias sociales.
Y no es que líogcr llorfiíifíLiín tuviese iiia)
fondo, no. Poi' (.0 oonlrario, era rie altnu geiLWoaa, de bueiius inslintos, de clara inteligencia... Lo que ficurrfa, es que Tloger, jiroliiicto de un siglo en que se ha
en I ron iza lio al placer, se dejiilia an-iisli-ar ¡un' •el anibienle
>• |Jüi' el espíritu de, su íipoca,
sin voluntaii para poner freno
a sus deseos! y a rius caprichos.
, Y, acuso, LambiOn, padeciera lioger la enfermedad de su
Liempo: la neuras.lema, UUH
neuraslenia nacida del vivir
vertigijioso de lioy, más qut:
de sufrlniieuíos moi'ales o de
fracasos senlimenlales que hipereslesian los nervios y ponen n e g r u r a s eti la radiante
aurora de la juventud.
Pero Ji'rcniías Uarringtou,
su pudre, n o sí'. daLa por vencido. La pulalira i<iuiposibte>'
n c existiu en su vocaliulnrio
de hombre íiabiLuado a luchar
y a vencer. Y como Roger e r a
su único amor en el mundo, Be
jirojiuso a lodo trance y por
eualquier medio deleneido en
su cari'e.rii hacia la [)erdic[ón irremediable.
Figui-alja entre lus relaciones del banquero
londinense un hombre de preclaro origen,
Guillei'nio iiriuslcy, el cual dumiuado por la
lambíóu íunesfisima pasión del juego, había
tlejado ir eu el vórtice del azar los fondos de
la casa W h i l i n g , contiados a su custodia,
compromeliendo prestigio y libertad en el envite iníorlunado. T^enfa BrUisley una hija,
Hlcruí. poseedora de encantos morales junto
a IciB que qnedalia ou ecli[)se el encitutü de su
soberana belleza, y JlarringloJí, justipreciaudo la bondad y el talento de la joven, vio en
ella la única mujer cajiaz de diguilicar a su
iiijo, haciéndole olvidar, jior la l.eruura y el
consejo amoroso, su vicio nol'ando.
Mas como estaba cierto de que la degradación de Iloger abría entre éste y Elena un
proíun<lo abismo, quiso hacer valer en pro
de sus palej'uales anhelos la transgresión legal de Brinsley, no conocida aun de la brnia
comercial daninijicada, y le pidió, a cajubio
de un silencio encubridoj', la mano de su liija
para ftoger.
ilarringLon, acostumbrado a ju.iíar con ios
niimeros, consideraba un jiegocio lodos Jos
actos de la vida. Jamás había tropezado, sin
i.'jrdmi'L'o, con un negoi;io Lan dilicultoso y de
hi iiujioi'lancia del que proponía a (iuillermo
Ui'insley, puea eu él iba nada menos que la
i-f^generación de su liijo y con ésla su buen
nombre, comprometido de continuo eu francachelas y orgias y, quién sabe, si también
su felicidad, pues ya hemos dicho que lo de
menos en filena era su belleza e.vtraordinaria.
i'esallaudo por encima de ésta, su feí'nui'a femenina, su carácter bondadoso, su alma clara
y luminosa como una mañana de mayo.
Hombi'e experto en los ejnbales del vivir
f-ótidiano, con ojo de águila [mra tasar incluso los valores morales. Jeremías 'Uarringtou
~tí Janeaba al negocio magnifico de lia<'er un
liombre inlegro a su hijo Roger, sin reparai'
en los medios, que a él, considerándolo lodo
una operación linanciera, bursátil, le parecían
lícitos.
Pero se encouLró frente a un hombre escrupuloso que adoraba a su hija y la juagaba
eorao el más preciado te.soro.' Brinsley, pue*;,
resistía. Lo que llarringlon le proponía, era
imposible.
ii Cómo iba Brins-ley a decrctor la infelicidad
de su adorada Elena!' ¿Í\Q fuera inhumano y
cobarde egoísmo hacer jiagar a los hijos las
culpas de los padres!' ¡Imposible, imposible!... Pero Uarringtou era inexorable, y el
ultimátum estaba lau/aiio.
[]
Regresaba Elena de un baile en el Club
Agrario de Windsor. El incienso quemado en
honor de su belleza por la admiruci(^u ma.?culina le aromaba aiín el alma, y, aunque su
pran discreción no le permitía ser vanidosa,
seulía la satisfacción íntima de los triunfadores.
ijA qué mujer, por humilde o itidiíerente
(jue sea, no le halaga que los hombres rindan a su belleza, el homenaje de su iidmii'aeión? ¿Qué nnijer no se siente satisfecha de
si misma, al saberse adorada jior lodosa ¿Y
cuál es la que no sueña un poco con que su
hermosura pondj'á a sus f)ie3 al más galán y
enamorado de los prínct]ies de leyenda o de
cuentos de hadasf
'Elena, no podía escajiar a su condición femenina, y sin ser coejueta, en el baile de
aqueba noche, rodeada de la admh'ación de
los individuos del sexo contrario y de la envidia de las oirás mucliaebas, se sintió nn
poquitín orguUosa.
Sin embargo, su luz interior extinguióse de
J
14
a
'ifum^
Producción de los
Artistas Asociados.
Interpretada por
Norma Talmadge
y Eugene O'Brien.
repente ante la Irisetza sorprendida en su
padre. Indagó, amorosa, brindó comprensiva,
soluciones a la ruina económica que íe confesara Brinsley; la venta de la cJisa solariegu,
de las joyas fomiliares... Ocultándole, por
bochornoso, su delito, el padre denegaba. Sólo
un medio bahía para evilar el cataclismo inm i n e n t e ; qne ella se casai'a con Roger Harrington.
Brinsley, auní[ue inlentó resislir a esta solución, no tuvo más remedio que agarrarse a
ella como a la única tabla de salvación en que
podía salvarse de su naufragio financiero, de
la bancarrota y del deserédilo.
Consleruadu oyó Elena la |'r<q)üsieión, sentencia de m u e r t e de sus sueños
de dicha. Apresuróse el aristócrata a cJílmarla con la promesa de ri'solveí- el conflicto
sin saerillcios para ella, y la
alejó cariñosamente, cual ¿i
tratase de ¡ledír inspiraciones
salvadoras a la soledad.
P e r o Elena salió intranquila.
Augurábale no sabía qué nefaslos sucesos la súliifa serenidad
de su padre, y Itu'uó a abrir la
¡merta del desjiueho. Un grilo
arrancado jior el liorroi' a la
gaj'ganhi femenina inipídiú la
consumaeióu de una trágica
locura, hgeieiido CAmr de la
mauo a lírinsley la justóla que
iba a alojar en su sien uini
bala suicida, término de las
liórridaa visiones de un porvenir oprobioso... Y vibró, en
desgarros jjatéticos, la promesa filial. i<¡ Me casaré con Han ' i n g l o n ! ; 0 h , sí, padre mío,
me casaré con quien tú dispongas I"
111
No sin manifestar al o[)ulento financiero el
desprecio que él y su hijo le inspií-aban, fué
Elena al matrimouiu. En Londres, que acogió
la que sólo irónicamente podía llamarse luna
lie miel de la pareja, siguió Roger su vida de
disipación, sin que la csjiosa hiciese nada por
atraerlo a uji hogar que no podía existir donde
fallaba la rendición m u t u a de las volimtades,
el lazo divino de los esjiíritus, el amor.
Hacía falta ser indiferente j)or completo,
haber perdido el sentimiento de Ío bello, como
como Roger Ilarrington, para no fijarse en
que Elena, mujer hermosa entre las hermosas,
bien valía la jiena de que se la rindiesen todas
las pasiones, de olvidar por ella lodos los virios. Embriagarse i;on un licor cualquiíira,
por e.xquisilo ([Up fuese al paladar, teniendo
derecho a embriagarse con uipudla juveufud
esjdéndi a y lozana qne era Elena, resultaba
de una ni'cedad itn'diupretisible.
Itoger llarringtotí, que se había casado con
Elena sin senlii' el deseo de adoraida pur sobi-e
íodüs las cosas, era un caso lamentable como
hombre.
Cuando Jei'eniias llarringlon vió que la pasividad de Elena no atajaba en Roger el desenfreno anuJador, conminó a la nuera con haoer
uso de los documentos que podían encarcelar
a su padre. Como fiera acosada revolvióse
Elena contra la amenaza, jurando a Uarringtou vengar en la vida de Roger el m á s leve
daño que se intentase inferir a Brinsley. Del
yinArt^^^iftJVVSrtrtiV^rtrtrtftrtftftÉVVVVVVVtf^rtA^^AA^VVVVSi
líhoque rJe &en1iniii.'i]los hei'iíjos, vino a surgir la Iransiicción auiisloi^n, .Tprpniías ílevnlveriu a Klcnn -¡u lili'-rlad rncdianlL' fíl ilivDn^iíj
\ lü entregaría las pruebas IÍG la ilelincucncia
de su padre, si ella.lo/rralia la regenración di'
Ito.Hiír.
A precio LIG promi'Sit- íari lialugadorns cumunzó Elena la jtrLieíia, iinliJcit:udo a su riiU"
rido a un Iftrgo viajo i:ri id yalelí del baijijut'ro. Querjii ella, en soledad du las Jos uxisloncias uuídiiS por tan singular paLdo, explorai'
lo que hubiese cu el esposo de diieül y bueno,
.'[ilre la escoria de sus aLerraciones, y sepai'arlo cuidaclosiiuiente para su cultivo, como
>,' ¿íejiara el oi'o iic las mezclas que lo im{iucifienu. Mus eoii sorpresa vio crtnio iuvailia
id barco la piuitiilia de amislades de los días
di' aollrro de lioger y prolongaba, en iiilerniinable oryin, su desordenado vivir de tierj'a.
Estaba demoslrado yue líofiei' no peusaba.
ni remotanu'ijle, en regencrursu ni en que a
.-n lado vivía unu mujer, s n y a e n la forma b'gal de posesión, a la que otros hombrea, nu'[los pervertidos ifue él, le habrían rendidn
adoración.
Tul ceguera podía balx'rle sido fatal de no
li'ot>e/,ar cuii una mujer tan esencialniente
buena, de aJnm Lim inmaculada y de carácter
tan dulce y rellexivo como Elena. La couducta de lt.o¿;er merecía otra clase de mujer más
frivola, más coqueta, uieJios escrujiulosu en
moral que la tiija de liriusley, que tan caro
jiagat)a su t)asJón por el juego puesto que
iinbo de entregar a su hija a un degenerado
paj'a salvarse de la ruituí y tic la deshonra tina] iciei'a.
V^A^nAA^VVV^ni%VñAAAAAA/VV^nAHVVVVVVV^AAAA^VVVWVVVVVVVVVS
Aquella mujer admirable poseía, además de
-iií oncanloB físicos y tlp sus virtudes, uim
fm-rza íio voltinfníl laii fiioi-uii' ipif 1» luii'iii
iriílexibbí cJi sus decisiones y le daba ánimoh
para acomcler em¡ircsas que a muchos var(ines habrían amilanado o hecbíi flaquear.
Tres semanas de navegación Lrauscurrieron
sin que lí<iger prol)ase una gíita de whisky.
Un bienestar orgánico desciuiocido le hl"¿o
comprender ÍJUC hebia más poi' hábito que por
rifícesidad, y así lo declaró a Elena en cuyas
teriiuras iba sintiéndose dulcemente preso,
línlonees su|)o valorar el sacrilicio que olla se
liabía im|iucslo al aceptarle por esposo, y recíia/ó el whisky que le ofrecía un marino apodaito |KU' sus eo[ii[*aric[-os <(EI liolandés», tipo
de i'oslro e inslinlDs feroccf-, qur tiabía coni'eliido por Klcna imii biaital pasión incontenible.
Detiivosc el yachl pai'a lomar agua y, eou
la mayoría de la Iripulación, bajaron a liei'ra
líoger y Elena; pero isla volvió sola al buix:u,
mientras su uiaridu qneilaba aihjuiriendo uíi
¡•ollar ite perlas (lue ella liabia admirado en
nn baxar del Imrrio italiano de Tríjioli. Muy
i'crca, un caballo desbocado avanzaba sobre
nn niño de corla edad. Temerario, salvó Uoger
la vida infantil: pero, derribado por la cabalgadura, quedó sin sentirlo y se le hizo ingerir, para reanimarlo, un firoduclo alcohólico.
\ñí, por efecto de su ¡iui)ulso altruista, Uoger
rompió inconscientemente la sobriedad nro-
quirida de un modo inconsciente, n o sabía sobreponerse a esa fatalidad y renunciar de
nuevo y para ñieni[ire al alcohol.
La proximidad de una tormenta aconsejó al
capilán el i]imediato alejamiento de acjuella
rosta, y llevados a bordo llarringlon y i<rd
llülaudésíi, que tinnbión se tiabía embriagado
ann-tpie vnlunlnriimn^nle, partió el yacht. lio
la noche de medrosas negruras, su marH-Jiii
í-ra una huida rantásLica a través de un maifni'iosamente enloquecido. Toda la dotaeii'»i
liabíasc congregado sobre eiibicrta ; sólo Klena permanecía en el camarote jnnto a sn marido, aijn inerte bajo la aeción alcoliólica, resuelta a morir si él no podía salvarse. La vnz
de anguslia de uu tripulante anmenió el
horror de! cuadro. Una goleta, jn,i:nel.e también del indónjito oleaje, aborriaba al yaclil
por estribor. Y, i-ti conínsión di'ajiiática, los
marinos a|U'esnrái'onsi' a lomai- lus botes \W
sa'lvamenlo.
Tras nna noche > nn día de convulsión
horrenda, el mar ijuedó en calma. Sobre sn
barco, desarbolado jior la tempeslaíl. los llarringlon, medio desnudos, dialogaban. Y Uoger [)onia un em]ieño tenaz en í¡ue Elena en'yese (jue él no había faltado a sn palabra, no
.•ie había embriagado...
«El Holandés» volvía de su l)orrachera. Ai
ver el agua casi a la allui'a de su lecho y bulo
destruido en torno, comprendió lo qne bahía
¡lasado y subió a cubierla, La convicción de
que era más fuerte (jue Ifari'inglon le engi'ió
y, segnro del Irinnftj-dc sus ansias lascivas,
intentó pone]' sus toscíis manos, prtjcjiz, irreverenle, sobi'c la delicjida carne de lílfnu. En
líoger, con el caballero, con el hombre digiio,
con i'l marido amante, surgió la liera. Dispuesto a matar o ;L morir, se ahalan/ó sobi-e el
monstruo. La Inclín fué breve, i>ero recia, enconatla, im[)la<-obb:... Y el mar cerró sns aguiis
sobre el cuerpo de «El Ilolajidés», iicrojadu
[)or la borda.
V
No llegó al matrimonio llarringlon el tráííico íin f[ue se esjierabii. Recogiilos |ior uii
barco qne oyó sus señales, KICÍU» y Itoger reüi'csaron a Windsoí', volainlo ansioso cada
uno de ellos al hogar de su amor. Jercmiüs
llarringlon creyó que soñaba al hallai' en su
hijo el hombre que él no pn<]o hacer. De Elena e r a el milagro, y habia que recomjiensBr
su sacrificio devolviéndole la libertad.
Fué el propio Rogcr quien, sintiendo ahoi'a
el pesar de la separación, porque amaba a
lílena, marchó a casa de Brinsley a prometer
a la esposa ei divorcio... Y fué'Elena quien.
lúi ct barco y contra los previsiones y ciilciilos de Klcna, Ruger pensaba coriLinuar sus escandalosas írancaclielas rodeado de sus amigo tes.
¡No ei'a Elena mujer a quien inÜJnidasen los
obstáculos. Achiló, pues, .su contrai'iudad, y
luego de exigir al capilán dei yaciit estricta
oLiedicncia a sus órdenes, invitó a los camaradas del esj)Oso a visitar un bello pueblecilo
d^! litoral Imncés, con la promesa de que ella
les segnirin con Itoger en otro b o t e ; mas, tnia
ve/, desembitrcada la cnadrílla de ci'iipnbisos.
envió sus eíiuipajes a licj'i-a y tnimdú echar
al mar cuanlas bebidas alcübólicas hubiese a
bordo. Rogcr, en tanto, despertaba de su embriaguez amarrado de píes y manos y esi;u
chaba con iniligimcjón la tia/aña de Elena,
quien transigió con desatarle bajo jn^omesa de
(jue cJi adelante se plegaria dócilmente a sus
(ieseos.
TV
Kogcr, iumqne sin á\}\íLv de protestar, tu\<i
que promelf-r ítaTnalmeníc lo que se le exigiu, coirq)rciidicnilu que Elena era capaz de
cumjilir sn mncnaza de Icnerlo atado hasla
que el barco locara a tierra.
melida a Jüeiia y n sí mismo también.
La íalaliilad decretaba ijne Rog^r quedara
sujeto al más repugnanle de los vicios, si ea
que, pasada su embriaguez, por esta vez ad-
\iendo a líoger dignificado, recítazó la libei'tad que le ofrecía y, como habia sido la única
mujer capaz de redimirle, (]uiso seguir siendo
para él la única mujer.
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G L A D Y S
Un modelo recíenie
Cuidemos nuestro jar din
El mAs i'(>cií:nLi; y encantador inodolo de
vestido j)uru esln l'riinavern es el que ligiiríi
en* esLa columna. Se coinjJüJie de (ios piezas
(íoinljitindus. La faldu, muy airosa, es de telü
listacia, piidiúiidDse elegir cada cual el gijiieru
iíu ijue ¿e confeceione a su JÍLISIO. siemjirc que
sea ligero. La tihisa us do erejié blauf'o liso,
guarnecido del mismo género (íe la íaiila.
Tniilo la Jiliiía, furiim s|)OJ't., como In faida.
son de corle muy agradalile y elegante.
Tortas las tmijeres de] mundo cultivan, con
iiiayoi' o menor entnsiasiiio, las artes plóslii'ay. VA leafro, las seiluee; el cine, las atrae de
un modo irresistible. ; V cóum se embellece,
iii'icala y i?stiliza la niujísr [>ara poder asiárar
uí brillante Hfulo de t-lari'I... ¡Y fjué de
'•vocaciones ilusorias!
Una ííi'an dama, de uonibre. hislúrieo, teiilú
reeicnlemenle la avenlura. No es preciso, ni
^ería disoreto, nombrarla.
La tejilativñ íué dejiloraMe, Lu
h-eroína, cai'ecía de temperamento
aj'lístico y no era lotogénica. No
todas las mujeres pueden dar a su
i'ostro la expresión drannítica, en
el juego escénico, c|ue ese
mismo rostro tiene en la
vida. S-e llora, por ejemplo,
ruando el dolor se liace peras en nuestros ojos.
Poro no lodas saben
llorar mientras el
alma brinca de gozo.
Un crítico francés, íué particularmente severo con
la dama a que aludimos, al decir en
im gran jieriédico :
i<En lugnr de impresionar películas
debiera ¡danlar coles, cosa que haría
mejor,
sin duda.
Cuidemos
nuestro
jardín, h a d i c h o
Voliaire.»
Este severo crítico, debía saber q u e
la doma, posee alguaus castillos provistos de huertas y
acaso la suponga
ahora
entretenida
en recoleclar hortalizas, aunque sólo
sea por seguir el
consejo de Voltaire.
Una "toilette"
de Paulíne Starke
La «toilettcíi que luce la gentil «vedette»
fiel cinema Paulinc StJirke, en su próximo
film para la Metro-Goldw\ii-Maver, «Women
Love Diamondsii, es verdaderamente chic.
La falda es de im tono claro y brillante. La
chaqueta negra, es muy corta. Y la blusa de
satín blanco, forma, con falda y chaqueta, un
conjunto muy elegante.
Pero aún fotta un detalle en esta bonita iudujnenlaria femenina: el sombrero, que es
también de salín como la blusa, sólo ijue en
negro.
Este número
ha
sido
visado
por la censura
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