Directorio pastoral de las exequias cristianas

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JUAN DEL RÍO MARTÍN
POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE APOSTÓLICA
OBISPO DE ASIDONIA-JEREZ
El Señor Jesús, asumiendo la muerte como sacrificio redentor y resucitando de entre
los muertos al tercer día como primicia de los que duermen, abre la esperanza de la vida
eterna a los hombres, señala como roto el aguijón de la muerte y estimula el quehacer humano
diciéndonos de sí mismo que Él es la resurrección y la vida, y que aquel que crea en Él no
morirá para siempre. La muerte para el creyente es encuentro con Jesús que viene a por
nosotros para que estemos donde Él mismo está.
La oración por los difuntos como forma de ayudarles en el proceso de purificación es
una sólida tradición de la Iglesia que se remonta a sus inicios. Las exequias son el primer
testimonio de este espíritu de oración con que la Iglesia aborda el sepelio de sus fieles,
pidiendo para ellos, a través del misterio de la comunión de los Santos, el perdón de sus
pecados y la entrada en la gloria eterna.
Recogiendo la necesidad de elaborar un Directorio para la Pastoral de Exequias,
manifestada en las “Normas de la Vicaría General de 28 de Febrero de 2001 sobre la
celebración de las Exequias y utilización del Tanatorio por parte de la Iglesia Católica en
Jerez” (Cfr. BOOAJ Nº 1, Enero-Marzo de 2001), y después de haber realizado el
correspondiente informe técnico, así como habiendo consultado al Consejo del Presbiterio, a
los Arciprestes y Clero de la Diócesis en general, por medio del presente Decreto y en uso de
mi jurisdicción ordinaria, vengo en aprobar y APRUEBO, el DIRECTORIO PASTORAL
DE LAS EXEQUIAS CRISTIANAS para aplicación en toda la Diócesis de Asidonia-Jerez.
Mandamos que este Directorio sea publicado en el Boletín Oficial de este Obispado, entrando
en vigor al mes siguiente de dicha publicación.
Exhortamos a todo el Clero, secular y religioso, al fiel cumplimiento de dicho
Directorio, y asimismo rogamos a todos los fieles que lo acojan con sincero aprecio, ya que en
todo momento busca el bien de nuestra Iglesia Particular.
Para que así conste y surta los efectos oportunos, lo firmo y sello con el refrendo del
Secretario General-Canciller de este Obispado, en Jerez de la Frontera a treinta y uno de
Marzo de dos mil dos, Domingo de la Resurrección del Señor.
+ Juan del Río
Obispo de Asidonia-Jerez
Por mandato del Sr. Obispo
Francisco Fuego Luza, Pbro.
Secretario General-Canciller
DIRECTORIO PASTORAL
DE LAS
EXEQUIAS CRISTIANAS
Diócesis de Asidonia-Jerez
ÍNDICE
1
PARTE PRIMERA
PRINCIPIOS TEOLÓGICOS
-
-
El cuidado de los difuntos en la tradición bíblica.
El cuidado de los difuntos en la tradición cristiana.
Sentido pascual de la muerte y de las exequias cristianas.
Sentido penitencial de la muerte y del rito exequial.
La oración cristiana por los difuntos.
La caridad cristiana con la familia doliente.
Necesidad de que la pastoral de exequias esté empapada del espíritu de la Iglesia.
El destino y la dignidad del cuerpo desde la fe cristiana.
PARTE SEGUNDA
ORIENTACIONES LITÚRGICAS
-
-
Normas litúrgicas.
Formas celebrativas.
Propuesta de un esquema para la celebración de las exequias.
PARTE TERCERA
DISPOSICIONES CANÓNICAS
-
-
Deber y derecho de todo fiel católico a tener exequias.
La parroquia, lugar ordinario de las exequias.
Derechos y deberes de la parroquia respecto a las exequias de sus feligreses.
El derecho de los fieles a elegir otra iglesia donde celebrar las exequias.
Exequias a los niños no bautizados. Idem a los bautizados de otras confesiones no católicas.
Concesión o negación de exequias.
Normas sobre cremación, columbarios y cementerios.
PARTE CUARTA
DISPOSICIÓN FINAL
ANEXOS
-
1. Orientaciones para la construcción y bendición de Columbarios.
2. Convenio entre el Obispado de Asidonia-Jerez y el Tanatorio de Jerez de la Frontera
sobre prestación de Asistencia religiosa.
3. Anexo a dicho Convenio.
4. Acuerdo de la Diócesis de Asidonia-Jerez y las Compañías Aseguradoras de decesos y
Funerarias durante el año 2002.
5. Sobre Aranceles exequiales y Estipendios
2
“Cuando haya pasado la apariencia de este mundo, quienes hayan acogido a
Dios en su vida y se hayan abierto sinceramente a su amor por lo menos en el
momento de la muerte, podrán gozar de esa plenitud de comunión con Él que
constituye la meta de la existencia cristiana”1
PARTE PRIMERA
PRINCIPIOS TEOLÓGICOS
El cuidado de los difuntos en la tradición bíblica.
1.
Es bien conocido que en el tiempo del Antiguo Testamento los fieles
israelitas, llevados por su sentido religioso, alimentado éste por la Palabra
divina, se preocupaban mucho de rodear en amor y respeto los cuerpos de
los difuntos. Ante todo se les cubría de expresiones externas de duelo y
tristeza por su muerte, como las lamentaciones y los llantos, pareciendo a
todos que llorar por los difuntos era una manera afectuosa de honrarlos2.
Incluso se llegaron a pagar plañideras y tañedores de flautas para que no
faltaran en ningún momento en torno al difunto, aún de cuerpo presente,
estas señales de luto3.
Ocurrida la muerte de alguien, los parientes le cerraban
piadosamente los ojos4 y luego el cadáver era lavado y ungido con
perfumes y envuelto en una sábana, poniéndosele también un sudario en la
cabeza y fajándosele el cuerpo5. Los parientes y amigos del difunto y todas
las personas que se sentían de alguna manera afectadas por aquella muerte
acompañaban con respeto y afecto el cadáver hasta la sepultura6.
2.
Los israelitas consideraban un deber sagrado dar sepultura a los
muertos y miraban como una desgracia y un deshonor que un cuerpo
humano permaneciera insepulto7, lo que a veces se tenía por un castigo de
Dios8. Por ello se enterraba incluso a los enemigos9. Por otra parte, era
tenido en gran estima el ser enterrado junto a los propios padres y
1
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9
JUAN PABLO II, Catequesis: El cielo como plenitud de la intimidad con Dios (21-VII-1999).
Cf. 1Sam 25,1; 28,3; 1Re 13,30; Jer 22,18; 34,5; 1Mac 2,70; 9,20; 12,52.
Cf. 2Sam 1,24; 2Cro 35,25; Jer 9,16; Ez 32,16; Am 5,16; Ecl 12,5; Mt 9,23.
Cf. Gen 50,2-3.26; Tob 14,11; 2Cro 16,14; Hch 9,37; Mt 27,59
Cf. Jn 11,44s.
Cf. 2Sam 3,31-34; 1Re 13,29-30; Lc 7,12.
Cf. Is 34,3; Sal 79,2; Ecl 6,3.
Cf. Dt 28,26; 2Re 9,10; Jer 7,33; 14,16; Ez 29,5.
Cf. 1Re 2,31; 2Re 9,34.
3
antepasados, con los que se decía que por medio de la muerte volvían a
reunirse10.
Enterrar a quienes no tenían a nadie que les prestara este servicio es
elogiado en el libro de Tobías como un obra excelente de misericordia,
meritoria delante de los ojos de Dios, que recompensó a este santo israelita
con la devolución de la vista por haber practicado esta obra de caridad11.
Las tumbas eran tenidas en gran honor y respeto. Solían hacerse en
cuevas naturales o excavadas en la roca y también en el suelo, siendo
entonces blanqueadas para evitar que fueran pisadas12.
El cuidado de los difuntos en la tradición cristiana.
3.
Este cuidado israelita por los difuntos y estas señales de respeto y
afecto tributadas a ellos pasaron a la praxis y tradición cristiana, la cual
nunca olvidó sino que consignó en el evangelio que el cuerpo de Juan el
Bautista, el santo precursor del Señor, tras su martirio por haber predicado
la santidad del matrimonio, fue piadosamente recogido por sus discípulos y
enterrado13; ni olvidó que el Señor Jesús no desdeñó el llorar ante la tumba
de su amigo Lázaro14, santificando así las lágrimas de los fieles ante la
muerte de los seres queridos; ni olvidó que, muerto el Señor, dos de sus
discípulos, José de Arimatea y Nicodemo, dispusieron darle una sepultura
honrosa15, y que por haber sido su entierro algo apresurado, una vez pasado
el sábado, acudieron las santas mujeres al sepulcro del Señor para poder
ungirlo de manera acorde con la piadosa costumbre de los judíos, y que fue,
precisamente cuando intentaban cumplir esta obra de amor y respeto al
Señor, cuando los ángeles les anunciaron la gloriosa resurrección de
Cristo16.
Asimismo, los cristianos de la primitiva comunidad no dejaron - dice
el libro de los Hechos17 - de hacer un gran duelo por el primer mártir san
Esteban y de darle conveniente sepultura.
4. Bien sabido es, por otra parte, cómo durante los primeros siglos, los
cristianos adquirieron cementerios donde enterrar a los fieles y honrar a los
mártires, estando el carácter sagrado de tales recintos protegido por la ley
del Imperio Romano y siendo por ello, de suyo, sitio seguro para las
10
Cf. Gen 47,30; Jue 8,32; 16,31; 2Sam 2,32; 17,23; 19,38; 1Re 13,22; 2Re 22,20.
Cf. Tob 12,11-13.
12
Cf. Mt 23,27.
13
Cf. Mt 14,12.
14
Cf. Jn 11,33-35.
15
Cf. Jn 19,38-42.
16
Cf. Mc 16,1-7.
17
Cf. Hch 8,2.
11
4
reuniones en tiempo de persecución. Subsisten aún hoy en Roma y en otros
lugares estas catacumbas donde el cristianismo, al enterrar a sus difuntos,
pudo dar expresiones incluso artísticas de su propia fe y esperanza. Más
tarde se crearán los cementerios al aire libre o se dispondrán los
enterramientos dentro de las propias iglesias en donde, entre nosotros,
fueron sepultados la mayoría de los fieles, hasta que las diversas epidemias
llevaron a las autoridades a prescribir en muchos lugares que los
cementerios fueran situados fuera de las ciudades en prevención de
contagio.
Pero, desde el principio, la Iglesia ha rodeado la muerte de ritos y
expresiones de su propia fe y esperanza, y tantos como siglos tiene nuestra
comunidad cristiana son los que entre nosotros el entierro es un acto
religioso y las tumbas de los fieles, junto con las iglesias, se bendicen y se
consideran lugar sagrado. Durante mucho tiempo una de las medidas más
extremas, más duras y temidas en el contexto de cristiandad en que se ha
vivido, ha sido que la Iglesia se viera en la precisión de negar a alguien el
rito de las exequias y el enterramiento en lugar sagrado, medida no
suprimida del todo, como se dirá luego, en la vigente ordenación canónica.
Sentido pascual de la muerte y de las exequias cristianas.
5.
En el Antiguo Testamento se fue produciendo de modo progresivo la
Revelación divina, y por ello no debe extrañar que no todas las verdades de
fe se enseñasen de golpe y desde el principio. Dios habló, como dice el
comienzo de la carta a los Hebreos18, de muchas y variadas formas a
nuestros padres por medio de los Profetas, pero no dio su Revelación
definitiva sino por medio de su Hijo. Era en Él, como dice el Concilio
Vaticano II19, en quien se desvelaría el misterio del hombre y de su destino
y por Él se daría, por tanto, la respuesta al interrogante tremendo que
plantea la muerte. Pues el hombre, desde el comienzo de su existencia, es
decir, desde que hay en el mundo alguien capaz de entrar dentro de sí
mismo y cuestionarse por el sentido de su vida y su relación con el entorno
y buscarle a la existencia un sentido global y una explicación trascendente,
siempre ha intentado relacionar la vida y la muerte con Alguien y algo más
allá, estando profundamente conectado el sentimiento religioso de la vida
con la pregunta por el destino del ser humano.
6.
El Señor Jesús, asumiendo la muerte como sacrificio redentor y
resucitando de entre los muertos al tercer día como primicia de los que
18
19
Heb 1,1.
Cf. Gaudium et spes 10; 12; 18.
5
duermen20, abre la esperanza de la vida eterna a los hombres, señala como
roto el aguijón de la muerte21 y estimula el quehacer humano diciéndonos
de sí mismo que él es la resurrección y la vida y que aquél que crea en Él
no morirá para siempre22.
Es verdad que ya en los últimos libros del Antiguo Testamento,
como los de la Sabiduría23 y Macabeos24, aparece la figura de la vida eterna
y de la resurrección como recompensa de los justos, pero fue en el Señor
Jesús en quien brilló la esperanza de esta feliz resurrección, porque, como
dice la Liturgia25, la vida de los que creen en Jesús no termina, se
transforma y, al deshacerse esta morada terrena, adquieren una mansión
eterna en el cielo.
7.
Por ello los cristianos, sin dejar de llorar ante la muerte porque
sienten el dolor de la separación de los seres queridos, no lloran como los
que no tienen esperanza, en expresión del Apóstol26. El cristiano, por el
bautismo - y esto se significa asperjando agua sobre el cadáver - se ha
unido al misterio pascual de Cristo, de modo que, igual que participa en
una muerte como la suya, participará asimismo en su resurrección27 y vive
su vida como un camino de encuentro hacia la Parusía del Señor28. Su
muerte está, pues, impregnada de sentido pascual, y la comunidad cristiana
que entierra a un hermano creyente no le dice "adiós" sino "hasta luego"
porque en la casa del Padre, adonde Jesús ha prometido llevarnos29, nos
volveremos a encontrar. La muerte, para el creyente, es encuentro con Jesús
que viene a por nosotros para que estemos donde él mismo está30. Y así la
vida eterna aparece en la fe cristiana como la asamblea de los justos que
han llegado a su término31, eterna convivencia en la felicidad, el descanso y
la paz.
8.
El Concilio Vaticano II, a fin de que en el rito de las exequias este
sentido pascual se pusiera bien de manifiesto32, instó a que, en medio de un
mundo materialista, nosotros demos clara razón de nuestra esperanza. El
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32
Cf. 1Cor 15,20.
Cf. 1Cor 15,55-56.
Cf. Jn 11,25-26.
Cf. Sab 3,1-10.
Cf. 2Mac 7; 12,38-46.
Cf. Misal Romano, Prefacio I de Difuntos.
Cf. 1Tes 4,13.
Cf. Rom 6,1-11.
Cf. 1Tes 4,14-18.
Cf. Jn 14,1-4.
Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1023.
Cf. Heb 12,23.
Cf. Sacrosanctum Concilium 81.
6
cirio pascual, encendido junto al cadáver de un cristiano, es un signo
material de esta esperanza pascual con que la Iglesia le confía a la
misericordia divina33 en la convicción de que todo el hombre, alma y
cuerpo formando una unidad vital, es objeto de la salvación34
Sentido penitencial de la muerte y del rito exequial.
9.
Pero, desde hace muchos siglos, las exequias cristianas tienen
también un sentido penitencial, ya que la relación entre el pecado y la
muerte es muy estrecha, pues ésta aparece como consecuencia del pecado.
En efecto, Dios había destinado al hombre inicialmente a la vida, pero
avisándole que, si quebrantaba el mandato divino, moriría como
consecuencia35. Pecó el hombre y la muerte hizo su aparición en el
mundo36. Por un solo hombre - asegura san Pablo37 - entró el pecado y por
el pecado la muerte, y la muerte - añade - se propagó a todos los hombres,
puesto que todos pecaron. Todos son pecadores y todos son, por ello,
mortales, y la muerte misma de Cristo no fue sino sufrir el Señor en sí
mismo la maldición del pecado, advertida ya por Dios en el Paraíso. De
este modo - concluye el Apóstol38 - si por el delito de uno solo reinó el
pecado y por el pecado la muerte, por la justicia de uno solo ha llegado a
todos la reconciliación y la vida.
10. Tiene, pues, la muerte un sentido penitencial. El cristiano no la sufre
entonces como una mera condena sino como condena y liberación porque a
través de ella no llega a la nada sino a la casa del Padre, al encuentro con
Cristo39, motivo por el cual el Apóstol afirmaría que él deseaba ser desatado
para estar con Cristo40 y no dudaría en señalar que para él morir era mucho
mejor41. Es lo que expresaba Santa Teresa de Jesús en sus conocidos
versos:"Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no
muero". La Iglesia reserva las vestiduras blancas y rojas para las fiestas de
los santos y mártires, pero usa el color morado, color de penitencia y
recogimiento42, para las exequias de los fieles difuntos y, como ahora
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42
Cf. Ritual de Exequias (1989). Exequias con canto, formulario I, núm. 4 bis, pag. 122.
Cf. Ritual de Exequias (1989). Orientaciones, núm. 8-9.18.
Cf. Gen 2,17; 3,1ss.
Sab 2,24.
Cf. 1Cor 15,21-23.
Cf. Rom 5,12-21.
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1020.
Cf. 2Cor 5,8.
Cf. Flp 1,23.
Cf. Sacrosanctum Concilium, 81.
7
diremos, reza insistentemente en ellas para que Dios los libre de sus
pecados.
La oración cristiana por los difuntos.
11.
Cuando un fiel cristiano muere, no puede decirse de él que ha
resucitado sino que ha muerto, porque la resurrección - como con energía
recuerda san Pablo43 - aún no ha tenido lugar en lo que se refiere a nuestro
tiempo, bien que mística y espiritualmente ya estemos unidos por el
bautismo a la resurrección del Señor. Como ya señalaba en el Antiguo
Testamento el libro segundo de los Macabeos44, de la esperanza en la
resurrección brota la oración por los fieles difuntos. Quien no cree en la
resurrección - añade - no ora por los que ya murieron. Y es que los fieles
difuntos, que salen de esta vida en la amistad y gracia de Dios, no entran
sin embargo a poseer la vida eterna si no están del todo purificados45 sino
que, tras examinarse sus obras, deberán salvarse "como a través del fuego"
según imagen paulina46.
A esa purificación la Iglesia la llama, siguiendo a san Agustín y a
otros santos Padres, purgatorio47, y se refiere a una etapa de sufrimiento,
preparación o maduración: únicamente el que ha sido no sólo perdonado de
sus pecados sino curado por la gracia de las heridas que el mismo pecado
produce en el hombre, una vez recuperada la belleza original como imagen
de Dios, puede entrar a formar parte de la Iglesia del cielo y gozar así de la
presencia inmediata de Dios para siempre48.
12. La oración por los difuntos, como forma de ayudarles en este proceso
de purificación, es una sólida tradición de la Iglesia que se remonta a sus
inicios y que está atestiguada por tantos monumentos venerables de ella49.
Las exequias son el primer testimonio de este espíritu de oración con
que la Iglesia aborda el sepelio de sus fieles y así, en las oraciones públicas
que las exequias y las misas de difuntos contienen, la Iglesia continuamente
pide por el perdón de los pecados de los fieles difuntos y por su entrada en
la gloria eterna de Dios. Con esta oración de la Iglesia se nutre la esperanza
de los fieles participantes y se ejercita la caridad con el hermano difunto,
43
2Cor 5,2.
Cf. 2Mac 7,1ss.
45
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1023.
46
1Cor 3,15.
47
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1030-31.
48
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1031.
49
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica núm. 958.
44
8
vínculo sagrado y potentísimo que más allá de la muerte nos sigue ligando
con ellos50.
No es solamente que recordemos u honremos a los difuntos, sino que
además rogamos por ellos gracias al misterio de la comunión de los santos,
desde esa caridad evangélica que nos une a los miembros de la Iglesia que
aún peregrinamos en la tierra con los que ya están con Dios en el cielo y los
difuntos que se preparan para llegar a la patria celeste51.
La caridad cristiana con la familia del difunto.
13. Pero la Iglesia en las exequias no pretende tan solo orar por el
hermano difunto, sino que quiere además llevar un mensaje de consuelo y
esperanza a la familia y amigos que lloran a su ser querido. En esto la
Iglesia no hace sino imitar al Señor Jesús, el cual, cuando iba a entrar en la
ciudad de Naín, según narra el evangelio de san Lucas, se encontró con un
entierro, el de un joven, hijo único de su madre viuda, la cual puede
suponerse con qué tristeza iba en la comitiva fúnebre a cumplir tan
doloroso deber. Y dice el evangelio que el Señor se conmovió y de
compadeció de ella y que, acercándose, le dijo que no llorara, procediendo
seguidamente a resucitar al muchacho. De la misma forma consoló a Jairo
cuando delante de Jesús le anunciaron la muerte de su hija52, y dirigió
asimismo palabras de esperanza y consuelo a María y a Marta cuando llegó
a Betania cuatro días después de que Lázaro ya hubiera muerto53.
Las palabras que pronuncia la Iglesia no son mera resignación ante
una realidad inevitable como es la muerte, sino que, como Jesús a las
citadas hermanas de Lázaro, consuela con la promesa de la resurrección y
la vida eterna, es decir propone aquel consuelo que procede de la fe y se
basa, por tanto, en el poder y la misericordia de Dios, según se han
manifestado en Cristo. La recomendación del Apóstol es que nos
consolemos mutuamente con estas verdades, las manifestadas en la palabra
del evangelio, en la palabra de Jesús54.
Necesidad de que la pastoral de exequias esté empapada del espíritu de
la Iglesia.
14. Estos principios teológicos son recordados aquí para que se vea la
necesidad de que toda la pastoral de las exequias esté impregnada de
50
Cf. Lumen Gentium 50.
Cf. Lumen Gentium 49 y Catecismo de la Iglesia Católica núm. 954 y 957.
52
Cf. Lc 8,49-52.
53
Cf. Jn 11,23s.
54
Cf. 1Tes 4,18.
51
9
ellos55. Las exequias son formalmente evangelización, anuncio explícito de
Cristo muerto y resucitado por nosotros y de nuestra inserción en él por la
fe y el bautismo, en lo que se fundamente la esperanza de la resurrección y
la vida eterna, que de forma clara e inequívoca tiene que ser anunciada en
cada entierro cristiano.
No debemos olvidar al respecto que el artículo final del credo "creo
en la resurrección de los muertos" deriva estrictamente del primero "Creo
en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible"56. Por lo mismo no nos debe desalentar que ante la muerte haya
quienes, como le sucedió a san Pablo en el Areópago ateniense57, nos miren
con desdén por expresar esta espera.
El destino y la dignidad del cuerpo desde la fe cristiana
15.
La inhumación y la incineración son dos destinos posibles de los
restos mortales de un cristiano una vez que ha recibido las exequias,
aunque sean cualitativamente distintas y de diversa valoración desde el
sentido cristiano. En verdad la Iglesia recomienda y prefiere la inhumación,
más en consonancia con la tradición judía, imitación de la forma funeraria
del mismo Jesús y expresión más completa de la esperanza en la
resurrección de la carne y de la unidad entre cuerpo y alma. De hecho, la
inhumación en la antigüedad se convertirá en una seña de identidad
cristiana frente al paganismo. Con el tiempo, la normativa eclesial llegaría
a prohibir la incineración de los cadáveres de los bautizados aunque nunca
de manera absoluta, ya que se consentía en los casos de epidemias.
16. La concepción cristiana del hombre como "unidad de alma y
cuerpo"58, la visión de éste último como "templo del Espíritu Santo"59 y la
55
No debe olvidarse que la experiencia de la muerte tiene dos momentos: el antes y el después.
A éste último pertenece la celebración exequial que, sin embargo, no pertenece ya a la economía
sacramental (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica num. 1684). Para afrontar la experiencia dolorosa de la
enfermedad y de la muerte el Señor ha provisto a su Iglesia del sacramento de la Unción de los enfermos
que debe ser sugerida con decisión y delicadeza, superando pudores inoportunos. Especialmente, ante la
inminencia del desenlace final de un enfermo, se trata de un último y precioso auxilio sobrenatural ante
ese momento decisivo.
En cualquier caso deberían evitarse declaraciones inciertas que sólo provocan confusión ante este
asunto, como es el caso prácticamente general de adjuntar a las esquelas funerarias la frase "habiendo
recibido los Santos Sacramentos y la Bendición de Su Santidad"cuando, desgraciadamente en la mayoría
de los casos, estas gracias no han sido recibidas por el difunto.
56
Cf. COMISIÓN EPISCOPAL DE LA DOCTRINA DE LA FE, C.E.E., Esperamos la
resurrección y la vida eterna, Madrid 1995, n. 5.
57
Cf. Hch 17,22-34 Como el Apóstol, tenemos que anunciar a Jesús y su resurrección, y
hacerlo con convicción y firmeza sin importarnos el agnosticismo de nuestro mundo materialista.
58 Gaudium et spes 14.
59
Cf 1Cor 3,16-17; 6,19; 2 Cor 6,16.
10
fe en la resurrección de la carne en el último día60 obligan a la Iglesia a ser
extremadamente vigilante en el cuidado y veneración debida al cuerpo de
cada bautizado, también una vez que se ha producido la muerte de éste. Por
esta razón los restos mortales están presentes en las exequias y reciben la
aspersión del agua bendita y, eventualmente, la incensación; finalmente son
depositados con piedad en lugar sagrado. De la misma forma, las cenizas,
último residuo de un ser humano, merecen un trato y destino dignos,
debiendo por tanto evitarse manipulaciones y depósitos que sean
impropios, frecuentes hoy por desgracia como consecuencia de la
secularización y el florecimiento de cierto neopaganismo y sincretismo.
Como signo de la propia identidad cristiana y manifestación de fe, estas
cenizas deben ser depositadas con todo respeto y piedad en algún lugar
sagrado constituido a este fin, bien sea en el cementerio, bien en los
llamados columbarios, creados con ese objeto.
60
Cf. Jn 6,39-40, Rom 8,11; 1 Tes 4,14; 1 Cor 6,14; 2 Cor 4,14; Flp 3,10-11.
11
PARTE SEGUNDA
ORIENTACIONES LITÚRGICAS
Normas litúrgicas
17.
Dado que la Liturgia exequial es para muchos el único medio y
ocasión para percibir la fe y la esperanza de la Iglesia en Jesucristo,
vencedor del pecado y de la muerte ("creo en la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro"), debe considerarse de gran
importancia dedicar el máximo esfuerzo a que las celebraciones de las
exequias muestren toda la riqueza en ellas contenida y sirvan
adecuadamente a su propia finalidad, que no es otra que responder desde la
fe a cuestiones fundamentales para el ser humano, como el sentido de la
vida y la muerte y lo que se oculta tras de ella, ofreciendo oraciones y
sufragios por los difuntos, así como consuelo y esperanza evangélicos a los
que sufren por la pérdida de un ser querido, fijando la mirada de la fe en el
Misterio Pascual de Cristo.
18. Para la celebración de las exequias hay obligación de utilizar la actual
edición del Ritual de Exequias en lengua española, aprobada por la
Conferencia Episcopal Española con fecha 29 de junio de 1989. En las
poblaciones donde haya costumbres consolidadas respecto a la forma de
celebrar los entierros, si son compatibles con el Ritual vigente, pueden
conservarse por el párroco, una vez oído el consejo pastoral.
19. Si cualquier celebración litúrgica exige tener en cuenta las diversas
circunstancias y condiciones de la asamblea a la hora de escoger lecturas o
ritos opcionales, con mayor motivo en las exequias cristianas. En todo caso
debe insistirse en la necesidad de que estas celebraciones sean siempre muy
dignas, pausadas y llenas de unción y recogimiento, como forma de
manifestar la esperanza firme de la Iglesia, así como su afecto y respeto por
el difunto y la consideración que le merece su familia. Con todo y
siguiendo el tono de los textos litúrgicos, el talante general de la
celebración debe estar profundamente impregnado de lo que constituye la
fe de la Iglesia, en forma de oración de intercesión por los difuntos para
que éstos, purificados totalmente, puedan contemplar eternamente el rostro
del Señor, evitando en cualquier caso errores tales como hacer la
afirmación de su resurrección o glorificación ya realizada del difunto.
12
20. La celebración de exequias en las parroquias, y en la medida de lo
posible en el tanatorio, debe contar con la presencia de un monitor, un
lector y un acólito, debiendo poner el párroco todo su interés en
conseguirlo mediante un equipo litúrgico parroquial e incluso invitando a
participar a alguno de los familiares y amigos del difunto. Igualmente debe
el sacerdote o diácono celebrante alentar a la comunidad a que tome parte
uniendo su propia voz a la de toda la Iglesia en las oraciones propias del
rito.
21.
Aunque, desde el punto de vista litúrgico, la forma ideal de celebrar
las exequias cristianas esté unida a la celebración de la Eucaristía, para todo
lo referente a esta cuestión habrán de tenerse en cuenta los números 32 y 33
correspondientes de las disposiciones canónicas de este Directorio.
22. En las Solemnidades de precepto y Domingos de Adviento, Cuaresma
y Pascua está prohibida la celebración de la Misa exequial61. En aquellos
domingos y solemnidades en que sí sea posible celebrar habrá de ajustarse
a las normas litúrgicas universales. Las lecturas escogidas deben ser
algunas de las propuestas en el Ritual excluyéndose absolutamente la
sustitución por texto alguno extrabíblico, por hermoso o profundo que éste
sea.
23.
La homilía debe ser evangelizadora exponiendo con claridad y
sencillez la fe de la Iglesia en torno al acontecimiento de la muerte (sentido
de la muerte como consecuencia del pecado, Redención efectuada por
Cristo muerto y resucitado, la esperanza en la Resurrección de los muertos
y la vida eterna, el sentido profundo de la oración por los difuntos en la
comunión de los santos). La homilía debe ser en todo caso breve, centrada
en el acontecimiento decisivo en que se encuentra y nunca convertirse en
un panegírico elogioso del difunto.
24. Todo lo dicho anteriormente debe ser tenido en cuenta en las
celebraciones exequiales que tengan lugar no sólo en las parroquias, sino
también en cualquier templo de la Diócesis. Es muy recomendable, cuando
sea posible, que, una vez enterado del fallecimiento, el párroco se ponga en
contacto con la familia para acompañarla e invitarla a un momento de
oración, sobre todo si el cadáver no va a pasar por la parroquia.
61
Cf. Ordenación General del Misal Romano, cap.VII, 2 núm. 336-37.
13
25.
La Liturgia exequial, en caso de cremación, deberá atenerse a las
mismas orientaciones indicadas para los casos de inhumación, aunque sus
expresiones deban ser convenientemente adaptadas al caso. Las cenizas
deberán ser veneradas como restos de un cristiano redimido por Cristo y
llamado a resucitar el último día. Sin embargo, según el Ritual, será
siempre preferible celebrar la Liturgia antes de proceder a la cremación,
siendo posteriormente depositada en el nicho del cementerio o del
"columbario".
26. Los "columbarios" a su vez, en cuanto que serán receptáculo de los
restos últimos pertenecientes a cristianos, destinados éstos a la resurrección
del último día, deberán ser bendecidos convenientemente según lo
establecido por los rituales correspondientes.
Formas celebrativas
27. Pastoralmente no conviene utilizar siempre los mismos esquemas
celebrativos sino, al contrario, aprovechar las ricas posibilidades de que
está provisto el Ritual vigente ante las diversas situaciones en las que puede
producirse el fallecimiento de un ser humano.
A.
Forma típica:
- Tres estaciones: casa del difunto, iglesia y cementerio
- Con canto (pag. 111-317) o sin canto (pag. 614-746)
B.
Sin procesión al cementerio:
- Tres estaciones: casa del difunto, interior de la iglesia y atrio
- Con canto (pag. 318-477) o sin canto (pag. 747-852)
C.
Rito simplificado:
- Tres estaciones: puerta iglesia, interior iglesia y puerta iglesia
- Con canto (pag. 478-610) o sin canto (pag. 853-944)
Para cada una de las tres formas de celebración el Ritual ofrece
cuatro formularios comunes (I-IV) y otros cuatros especiales:
•
•
•
•
Familias muy desconcertadas
Difunto muy joven.
Niño llegado al uso de razón.
Varios difuntos en caso de accidente público.
14
28. El Ritual ofrece además una serie de elementos litúrgicos que pueden
hacer más fecunda la celebración de las exequias cristianas desde el punto
de vista pedagógico y espiritual
-
Preces diversas para antes de las exequias (pag. 63-110).
Rito breve de la celebración de exequias: que incluye los cuatro
formularios comunes (pag. 945-976) y los cuatro especiales (pag.
976-1004).
Textos propios para la celebración de determinadas exequias (Obispo,
presbítero, diácono, religioso, religiosa (pag. 1005-1028).
Celebración de las exequias en casos extraordinarios (pag. 10291128).
Celebración de las exequias de los párvulos, bautizados o no (pag.
1129-1178).
Celebraciones no exequiales por los difuntos (pag. 1179-1190).
Leccionarios de las misas de difuntos adultos (pag. 1193-1257), niños
bautizados (pag. 1257-1273) y sin bautizar (pag. 1274-1280).
Apéndices (pag. 1283-1530).
Propuesta de un esquema para la celebración de las exequias
29.
Los diversos tipos de exequias tienen una misma estructura
fundamental, compuesta de tres elementos básicos: rito de acogida del
difunto, celebración de la palabra (y de la eucaristía) y último adiós al
cuerpo del difunto.
Sin menoscabar el criterio de discernimiento en la elección de la
forma de celebración en cada caso por parte del sacerdote o diácono
celebrante, ni la riqueza de posibilidades que pueden encontrarse en el
actual Ritual, el presente directorio ofrece un esquema general de la
celebración:
A.
Recibimiento del difunto en el atrio de la Iglesia
El sacerdote o diácono recibe al cadáver en la puerta rociándolo o no
con agua bendita y lo acompaña hasta los pies del presbiterio mientras
recita alguno de los salmos propuestos.
- Una vez depositado el féretro en su lugar, saluda cristianamente a la
asamblea y enciende el cirio pascual situado junto al difunto explicando
brevemente el sentido de las exequias cristianas.
Pueden rezarse las letanías por el difunto (salmo 113).
B.
Misa exequial o Liturgia de la Palabra
15
Se comienza directamente con la oración colecta.
Si se trata de Misa exequial, continúa como de costumbre con las
lecturas indicadas en cada caso (propias, dominicales, etc.).
Si es Liturgia de la Palabra, se proclaman dos o tres lecturas con el
salmo responsorial correspondiente.
En ambos casos, tras la homilía, concluye la oración de los fieles.
C.
Último adiós al cuerpo del difunto
Si se trata de Misa exequial, se omite la bendición final.
El que preside realiza una monición de despedida cristiana del cuerpo
del difunto en torno a la fe en la resurrección de la carne.
Oración en silencio.
Palabras introductorias a la aspersión (e incensación en su caso).
Aspersión e incensación con sus invocaciones correspondientes.
Oración conclusiva de las invocaciones.
Bendición al difunto ("Dale, Señor, el descanso eterno...").
D.
Procesión final
El celebrante acompaña al cadáver recitando el salmo 117 hasta la
puerta
En las parroquias donde es costumbre que los presentes den el pésame
a la familia dentro de la misma Iglesia, el celebrante se retira tras dar la
bendición, siendo acompañado el cadáver una vez terminado el pésame.
En la capilla del tanatorio el celebrante espera junto al presbiterio la
llegada del féretro y en su sitio recita el salmo correspondiente (y lo asperja
si acostumbra). Al final de la celebración no se acompaña el cadáver a la
puerta de la capilla.
16
PARTE TERCERA
DISPOSICIONES CANÓNICAS
Derecho y deber de todo fiel católico a tener exequias.
30. Todo fiel católico, excepto en los casos expresamente previstos por el
derecho canónico, ha de tener exequias eclesiásticas62 mediante las cuales
la Iglesia obtiene para él la ayuda espiritual, honra su cuerpo y proporciona
a los vivos el consuelo de la esperanza63. Tal derecho comporta el deber de
hacer todo lo posible por satisfacerlo, tanto para los familiares del difunto
como para la comunidad cristiana y sus pastores. No debe olvidarse que las
exequias no son un favor que se les hace a los fieles difuntos sino un
derecho inherente a su condición de tales.
En lo referente a las exequias, los catecúmenos se equiparan a los
64
fieles .
La parroquia, lugar ordinario de las exequias.
31. El derecho de la Iglesia determina que, como regla general, debe ser la
iglesia parroquial a la que el difunto perteneció el lugar ordinario de
celebración de las exequias65, en cuanto en ese templo, normalmente, se
congrega la comunidad con la que el difunto ha compartido la mayor parte
de su vida de fe. De igual forma, mediante esta regla general, se establece
un criterio objetivo para determinar a qué ministro de la Iglesia le
corresponde en concreto la obligación de oficiar las referidas exequias, las
cuales forman parte de las funciones específicamente encomendadas a los
párrocos por el ordenamiento canónico66.
Por ello se exhorta a los fieles para que, en la medida de lo posible,
traten de celebrar las exequias de sus difuntos en las parroquias a las que
estos pertenecieron.
Derechos y deberes de la parroquia respecto a las exequias de sus
feligreses.
32.
La parroquia debe mostrar la mayor comprensión con la familia
doliente y sus concretas circunstancias a la hora de la celebración de las
62
Cf. c. 1176§1.
Cf. c. 1176§2.
64
Cf. c. 1183§1.
65
Cf. c. 1177§1.
66
Cf. c. 530.
63
17
exequias, facilitando, en cuanto sea posible, el cumplimiento de la voluntad
de los familiares, siempre que ésta sea conforme con el ordenamiento
canónico y litúrgico vigente.
Ninguna parroquia deberá excluir de modo sistemático la celebración
de la Eucaristía de las exequias67, debiendo celebrarse la Santa Misa
especialmente cuando sea requerida de modo expreso por los familiares del
difunto. Para ello, por el presente Directorio se actualizan las facultades ya
concedidas, en virtud de las cuales los sacerdotes de nuestra diócesis
podrán celebrar, habiendo justa causa, tres Misas los días festivos y binar
los demás días, considerándose justa causa la celebración de exequias68.
33.
Ahora bien, en aquellas parroquias donde ordinariamente el párroco
ya celebra tres Misas los domingos y días festivos, podrá establecerse la
costumbre de que en dichos días ninguna celebración exequial será con
Misa. Una vez establecido dicho modo de actuación, a fin de evitar
cualquier apariencia de acepción de personas, no habrá Eucaristía en
ningún caso.
Tampoco se celebrará en ningún caso la Eucaristía en los días que la
ordenación litúrgica lo prohíbe69.
Cuando las exequias sean celebradas en la parroquia del difunto,
corresponden a ésta los aranceles exequiales y al párroco la obligación de
hacer los correspondientes registros en el libro de defunciones.
Siguiendo la norma general de la Iglesia, no habrá clases especiales
en las exequias, sino que todos los fieles y sus familias serán tratados de la
misma manera70, debiendo ser la celebración, en todos los casos, digna y
acomodada al espíritu y las normas del correspondiente ritual71.
Derecho de los fieles a elegir otra iglesia donde celebrar las exequias.
34.
Tal y como se indicaba anteriormente, los familiares y aquellos a
quienes compete disponer acerca de las exequias deben intentar, en la
medida de lo posible, celebrarlas en la parroquia a la que perteneciese el
difunto.
Ahora bien, el ordenamiento canónico, a pesar de mantener esta regla
general que recoge el ideal, dadas las diversas circunstancias que pueden
67
Cf. Ritual de exequias (1989) Orientaciones del Episcopado Español, núm. 39, p. 48.
Decreto de 27 de diciembre de 1987 de los Obispos de la Provincia eclesiástica de Sevilla,
BO Sevilla CXXIX (1988) 19-21.
69
Cf. núm. 22 del presente Directorio.
70
Sacrosanctum Concilium 32.
71
Sacrosanctum Concilium 22.
68
18
concurrir, reconoce el derecho de elegir una iglesia distinta para el
funeral72.
Las circunstancias sociales actuales, en las que se hacen ordinarios
acontecimientos considerados extraordinarios hasta hace algunos años como la defunción y velación fuera del propio domicilio-, obligan a regular
de modo pormenorizado el ejercicio de este derecho.
El modo de ejercicio del derecho de elección de una iglesia a la
parroquia del difunto dependerá del templo elegido:
a) Si se trata de una capilla privada73 o de un oratorio74.
35. Queda prohibida la celebración de las exequias, tanto en las capillas
privadas como oratorios de toda la diócesis, sin licencia expresa ad casum
del Ordinario del lugar75.
b) Si se trata de una iglesia que no sea la de los tanatorios.
36.
En el caso de que el difunto la hubiera elegido en vida o la elijan
quienes se cuidan de su entierro, se pueden celebrar las exequias en
cualquier iglesia católica de la diócesis, excepto en aquellas que sean
expresamente excluidas de esta licencia general76. En cualquier caso,
deberá mediar el consentimiento del rector de la iglesia elegida y se le
comunicará al párroco propio del difunto77.
Cuando las exequias se celebren en estas iglesias, el rector de
la misma queda obligado a hacer los registros pertinentes si se trata de una
parroquia o si, por la razón que fuese, ésta cuenta legítimamente con libro
de defunciones. En caso contrario queda obligado a comunicar la
celebración del funeral al párroco del difunto, a fin de que éste lo inscriba
en el libro correspondiente.
Respecto a la administración de los aranceles exequiales, éstos se
regirán por lo estipulado en el derecho particular diocesano .
Este mismo régimen será el que se aplique a las iglesias de los
cementerios en el caso de que o bien hubiesen sido elegidas para que en
ellas se celebren las exequias, o bien no se hubiesen celebrado dichas
exequias sin que nada en el derecho lo impida.
72
Cf. c.1177 §2.
Cf. c.1226.
74
Cf. c.1223.
75
Cf. cc. 1228, 1225.
76
Cf. cc. 558, 530, 560.
77
Cf. c. 1177 §2.
73
19
c) Si se trata de la iglesia de un tanatorio.
37. Cuando el difunto haya sido velado en algún tanatorio, se presenten
dificultades para el trasladado del cadáver a su parroquia y aquellos a
quienes compete disponer sobre el entierro decidan celebrar las exequias en
la iglesia de dicho tanatorio, éstas serán celebradas según las siguientes
normas:
• En todos los casos el párroco del difunto podrá celebrar las exequias
cuando, habiéndole sido comunicado por los familiares, éste pueda
trasladarse al tanatorio.
• Serán los capellanes del tanatorio los que celebrarán las exequias en
caso de no ser celebradas por el párroco.
• En ningún caso se podrá celebrar la Eucaristía en las exequias
celebradas en estos templos, quedando la Misa exequial reservada a la
iglesia parroquial o elegida.
Todos los días se celebrará, por el capellán o por un sacerdote
encargado, una única Misa en la iglesia del tanatorio por todos los difuntos
que reposen, o hayan reposado, ese día en el tanatorio.
Las exequias celebradas en la iglesia de algún tanatorio quedarán
recogidas en el libro que, a tal efecto, existirá en la misma, siendo el
capellán responsable del mismo.
Respecto a la administración de los
aranceles exequiales, éstos se regirán por lo estipulado en el derecho
particular diocesano.
El régimen de los capellanes será fijado mediante convenio entre los
tanatorios y el Obispado.
Requisitos para las exequias cristianas.
38. Tal y como ya se dijo con anterioridad, todos los bautizados y
catecúmenos católicos tienen el deber y el derecho de que se celebren sus
exequias, excepto en los casos establecidos por el derecho78.
Asimismo, por la presente norma se concede licencia a todos los
sacerdotes de la diócesis para que puedan celebrar las exequias por aquellos
niños no bautizados que sus padres deseaban bautizar, pero murieron antes
de recibir el sacramento79.
En el caso de tratarse de bautizados no católicos, deberá acudirse al
Ordinario del lugar, el cual determinará la posibilidad de que se celebren
78
79
Cf. cc. 1176 §1; 1183 §1.
Cf. c.1183§2.
20
sus exequias siempre que no conste la voluntad contraria del mismo y no
pueda hacerlas su ministro propio80.
Dado que las exequias son un signo de comunión eclesial, de fe y de
esperanza cristiana, solamente tienen sentido cuando se celebren por
alguien que participaba de esa fe como bautizado o catecúmeno, o bien, en
el caso de los párvulos no bautizados, mediante la fe de sus padres.
Por ello no se celebrarán exequias por los que no sean ni bautizados
ni catecúmenos ni, en el caso de los párvulos, si no existiese el deseo de los
padres de bautizarlos.
Tampoco cabe la celebración de exequias, excepto que antes de la
muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento81 , por aquellos que:
• fuesen notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos82;
• pidiesen la cremación de su cadáver por razones contrarias a la fe
cristiana;
• siendo pecadores manifiestos83, no se les pueda conceder las exequias
sin escándalo público de los fieles84.
A quienes se les excluya de las exequias eclesiásticas, se les negará,
consecuentemente, cualquier Misa exequial85.
39. Siempre que quepa alguna duda sobre si deben o no celebrarse las
exequias, dada la complejidad que rodea el misterio insondable de cada ser
humano, sus creencias profundas y la evolución de sus pensamientos y
convicciones, especialmente ante la inminencia de la experiencia crucial de
la muerte, y en todos aquellos casos en que según estas disposiciones se
deban negar dichas exequias, el párroco acudirá previamente a consultar al
Ordinario del lugar, ateniéndose a sus disposiciones86.
80
Cf. c.1183§3; SCUF, Directorium Oecumenicum, 120.
Por lo tanto, la exclusión en estos casos, además de deberse a la coherencia doctrinal y
disciplinar de la Iglesia, responde a la voluntad de aquellos bautizados que no desean continuar en la
comunión de la Iglesia y así lo manifiestan de palabra o con actitudes claras.
82
La existencia o no de tales delitos, así como la posibilidad de ser sujeto pasivo de tal pena,
estará sujeta a las disposiciones del libro VI del CIC, y en especial a las del Título III (cc.1321 y ss).
83
No basta la simple publicidad, sino que es necesaria la evidencia.
84
Si no se produce escándalo no habría lugar a la denegación. Además, “el escándalo de los
fieles y de la comunidad puede quedar atenuado y aun eliminado en la misma proporción en que los
pastores ilustren convenientemente el sentido de las exequias” (CDF, Declaración a las Conferencias
Episcopales, de 29 de mayo de 1973).
85
Cf. c. 1185.
86
Cf. c. 1184 §2.
81
21
Normas sobre cremaciones, columbarios y cementerios.
a) Cremaciones
40. La normativa actual de la Iglesia, manteniendo íntegra su fe en la
dignidad del cuerpo y la resurrección de la carne, si bien aconseja
vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de
los difuntos, no prohibe la cremación, a no ser que haya sido elegida por
motivos contrarios a la doctrina cristiana87.
Las exequias del difunto cuyo cuerpo va a ser objeto de incineración
se celebrarán, en la medida de lo posible, antes de que la cremación se lleve
a cabo, y en caso contrario, se seguirá lo dispuesto en el Ritual88.
Con el mayor respeto se advertirá a las familias que las cenizas de los
difuntos deben guardarse, siguiendo el sentir de la Iglesia, en lugar sagrado,
es decir, cementerios o columbarios bendecidos, a la espera de que un día
su cuerpo resucite asociado al Cuerpo glorioso del Señor Resucitado. No
debe considerarse lícita la práctica de guardar las cenizas en las casas, o
dispersarlas en lugares naturales u otros no bendecidos. Por ello, ningún
fiel dispondrá en vida instrucciones encaminadas a tal efecto.
b) Columbarios
41. Éstos serán los lugares donde de manera ordinaria serán depositadas
las cenizas de los difuntos.
Dado que la bendición de cualquier columbario, tanto eclesiástico
como civil, es requisito indispensable para que pueda ser considerado lugar
sagrado, se exhorta encarecidamente a todos a colaborar para que ésta
pueda realizarse debidamente. Dicha bendición, por la presente norma,
necesitará en todo caso de licencia escrita del Ordinario del lugar.
La concesión de la licencia para la bendición de los columbarios
eclesiásticos89, requerirá de la previa aprobación, siguiendo el
procedimiento establecido por el derecho particular diocesano, tanto de un
Proyecto de Obras como de un Reglamento de Funcionamiento.
87
Cf. c.1176 §3. La Instrucción del Santo Oficio "Piam et constantem" (1963) fue la primera
que autorizó la cremación, pero prohibía cualquier acto religioso; prohibición suprimida, a su vez, en el
Ordo exsequiarum de 1969.
88
Ritual de Exequias (1989) capítulo VII, págs. 1106-1107.
89
A estos efectos se considerarán tales aquellos cuya promoción haya correspondido a personas
jurídicas públicas canónicas como, por ejemplo, parroquias, hermandades, etc.
22
c) Cementerios
42. Estos serán el lugar ordinario de inhumación del cuerpo del difunto,
de manera que no se procederá al entierro de ningún cadáver en las iglesias
de esta diócesis, salvo los Obispos diocesanos90 y aquellos que gocen de
privilegio apostólico.
Los cementerios, sean civiles o eclesiásticos, se regirán, en sus
respectivos ámbitos, conforme al derecho canónico91 y civil92. Cuando se
creen cementerios de nueva planta o se reformen los ya existentes
construyéndose nuevas sepulturas, éstas deberán ser bendecidas antes de
que los fieles se entierren en ellas, según la fórmula prevista en el Ritual.
En el caso de que, por la razón que sea, no se haya podido realizar una
bendición general de todas las nuevas sepulturas, se bendecirán
individualmente, sin que proceda enterrar a ningún fiel sin que su sepultura
sea bendecida93.
En la medida de lo posible, el ministro sagrado acompañará al
difunto hasta la tumba, donde recitará los salmos y plegarias previstas en el
Ritual. Esta función será desempeñada por el capellán del cementerio,
cuando lo hubiese.
La Diócesis, a través de las parroquias o por otro medio, procurará
acordar con los Ayuntamientos el modo de atender religiosamente los
cementerios municipales.
90
Cf. c. 1242.
Cf. cc. 1240-1243.
92
Cf. art. 19.8 de la Ley 2/1998, de 15 de junio, de Salud de Andalucía [B.O.J.A. núm. 74, de 4
de julio de 1998]; Decreto 95/2001, de 3 de abril por el que se aprueba el Reglamento de Policía Sanitaria
Mortuoria [B.O.J.A. núm.50, de 3 de mayo de 2001]; y Reglamentos Municipales de Policía Mortuoria.
93
Cf. c. 1240.
91
23
PARTE CUARTA
DISPOSICIÓN FINAL
43. El presente Directorio será publicado en el Boletín Oficial Diocesano,
entrando en vigor al mes siguiente de dicha publicación.
24
ANEXO 1
ORIENTACIONES PARA LA
CONSTRUCCIÓN Y BENDICIÓN DE
COLUMBARIOS
INTRODUCCIÓN:
El presente texto no contiene normas en sentido estricto. Las relativas a los
columbarios, tanto de derecho universal como particular, han sido recogidas en el Directorio
Pastoral de las Exequias Cristianas núm.41. La novedad y pluralidad de situaciones que se
pueden dar, desaconsejan, al menos por el momento, el establecimiento de normas detalladas
y precisas que rijan en todos los casos.
Por ello, en el mencionado Directorio, se ha optado por exigir tan sólo una necesaria y
preceptiva autorización del Ordinario del lugar, como condición previa a la bendición de los
columbarios. Tal autorización, en el caso de los columbarios eclesiásticos, estará supeditada a
la presentación y aprobación de un Proyecto de Construcción y de un Reglamento Interno
de Funcionamiento.
A fin de que puedan servir de orientación a todos aquellos interesados en la
construcción de un columbario eclesiástico, presentamos las siguiente indicaciones tanto
sobre el procedimiento a seguir como sobre algunos puntos a tener en cuenta en la elaboración
de los proyectos y reglamentos:
PROCEDIMIENTO A SEGUIR:
Iª FASE:
Elaboración y Presentación
I. Proyecto de Construcción.
1. Podrán promover la construcción de un columbario eclesiástico todas las
personas jurídicas públicas canónicas1.
2. En el caso de querer construirse en el interior de un templo, la persona
jurídica promotora deberá acreditar que goza de la titularidad del inmueble
en el que desea construirlo. No bastará el tener algún tipo de derecho sobre
una parte determinada como, por ejemplo, una capilla. Sí cabrá, por el
contrario, que junto al titular del inmueble participen en la iniciativa otras
personas jurídicas públicas.
3. El Proyecto de Construcción, donde se describirá la instalación que se
desea realizar, su localización y accesos, los costes y plazos de ejecución,
etc., deberá respetar la normativa canónica y civil, tanto en relación a las
disposiciones de policía sanitaria2 como a las licencias de obras y otros
1
Tales como, por ejemplo, parroquias, hermandades, Institutos de Vida Consagrada...
Decreto 95/2001, de 3 de abril por el que se aprueba el Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria [B.O.J.A.
núm.50, de 3 de mayo de 2001].
2
1
requisitos de construcción. Asimismo se deberán salvar los posibles
derechos adquiridos por terceros3.
4. Dentro del Proyecto de Construcción deberá estar integrado un Plan de
Financiación para la construcción del columbario.
II. Reglamento Interno de Funcionamiento:
5. En él se establecerán las normas internas de funcionamiento (horarios,
visitas para oración, mantenimiento y conservación, etc); y en el caso de
que la iniciativa sea promovida por diversas personas jurídicas, los
términos de la relación existente entre ellas.
6. Asimismo se establecerán todos los aspectos económicos relacionados con
la administración del columbario, debiendo tenerse en cuenta, entre otros,
los siguientes aspectos:
+ Las tarifas, si bien siempre serán fijadas por los responsables del
columbario, deberán contar con la aprobación del Ordinario del lugar.
Cualquier modificación en precios y tarifas deberá ser autorizada por el
Obispado.
+ Deberán rendir cuentas anualmente de esta actividad, presentando
antes del 28 de febrero de cada año las cuentas del ejercicio anterior.
+ En el caso de las personas jurídicas públicas canónicas, se establecerá
con regularidad un porcentaje de los ingresos brutos. Deberá ser
destinado a la Administración diocesana y destinado a obras sociales y
promoción del culto.
7. Tanto el Proyecto de Construcción como el Reglamento interno será
estudiado por una Comisión ad hoc nombrada por el Obispo diocesano.
Dicha Comisión, una vez estudiada la documentación y después de haber
tratado de salvar los posibles problemas mediante el diálogo abierto con los
promotores de la iniciativa, emitirá un informe.
IIª FASE.
Aprobación y construcción.
8. La aprobación tanto del Proyecto de Construcción como del Reglamento
interno corresponderá al Ordinario del lugar, visto el informe de la
Comisión.
Dicha aprobación implicará la concesión de licencia eclesiástica para
comenzar la construcción del columbario en los términos fijados.
IIIª FASE. Verificación y concesión de la licencia para la bendición.
9. Verificado que se ha construido según los requisitos establecidos, se
concederá la licencia para su bendición y se procederá a la misma.
10. El promotor correrá con todos los gastos que la tramitación
ocasionar.
3
pudiese
Esto ocurrirá especialmente en el caso de que se trate de criptas donde hubiese habido enterramientos previos.
2
ANEXO 2
CONVENIO ENTRE EL OBISPADO DE ASIDONIAJEREZ Y EL TANATORIO DE JEREZ DE LA
FRONTERA
SOBRE PRESTACIÓN DE ASISTENCIA RELIGIOSA
En Jerez de la Frontera a 31 de Marzo del año 2002
REUNIDOS
De una parte, D. Alberto Núñez Seoane y D. Miguel
Puyol Vargas, Consejeros delegados mancomunados, en
representación de la entidad Tanatorio de Jerez S.A. y, de
otra, D. Domingo Gil Baro, Pbro., Vicario General de la
Diócesis. Los intervinientes se reconocen mutuamente la
capacidad legal necesaria para llevar a cabo los siguientes
acuerdos, a cuyo fin, primeramente,
EXPONEN
Es tradición y sagrado deber de la Santa Madre Iglesia
acompañar a los fieles católicos en el trance de la muerte,
orando por los que han marchado a la Casa del Padre,
ofreciendo sus preces y llevando un mensaje de consuelo y
esperanza a los familiares y amigos que pasan por el difícil
momento de la separación.
Asimismo el ejercicio de la caridad pastoral, esencial a
su ministerio, conlleva no sólo a no descuidar la asistencia
religiosa con los fallecidos y familiares sino, por el contrario,
a ejercerla con toda dedicación y esmero. Por ello, y
considerando que la entidad Tanatorio tiene interés en contar
con los servicios del Obispado de Asidonia-Jerez a fin de
garantizar tal asistencia religiosa durante el funcionamiento
1
del Tanatorio, se ha considerado conveniente regular,
mediante unas Normas pastorales y administrativas, el
servicio religioso que la Iglesia Católica prestará en lo
sucesivo en dicha entidad.
Considerando, además, que ambas partes desean la
mutua colaboración en cuanto a los servicios religiosos,
acuerdan
suscribir
el
presente
CONVENIO
DE
PRESTACIÓN DE ASISTENCIA RELIGIOSA en base a los
siguientes
ACUERDOS
1º) Al Obispo diocesano corresponde el nombramiento de
un Equipo responsable de Pastoral Exequial en la Iglesia del
Tanatorio por parte de la Iglesia Católica, así como su
remoción o cese ya sea por iniciativa propia del Prelado o a
propuesta razonada de la Dirección del Tanatorio.
2º)
El Equipo responsable estará compuesto de :
a) Un Capellán-Presbítero
b) Tres miembros (Diáconos o Presbíteros)
3º) El Capellán-Presbítero celebrará diariamente la Santa
Misa, a una hora fijada, por el eterno descanso de los difuntos
que reposen, o hayan reposado ese día en el Tanatorio. Por
consiguiente, las exequias se celebrarán siempre sin Misa.
4º)
Todo párroco que desee celebrar la Eucaristía en el
Tanatorio deberá concelebrar con el Capellán-Presbítero (en
cuyo caso presidirá el párroco) o bien suplirle, pero deberá
observar la intención general de la Misa y atenerse a la hora
habitual de la celebración. No se permitirá ninguna otra
celebración eucarística fuera de la que se celebra diariamente.
5º) Cualquier ministro ordenado podrá celebrar las
exequias por un difunto cuando, habiéndole sido
2
comunicado, pueda trasladarse al Tanatorio y actúe de
acuerdo con el representante del Equipo responsable.
6º) Al Equipo responsable corresponderá, con aquiescencia
de las familias, la celebración de preces por los difuntos antes
de su partida hacia la Parroquia o Iglesia elegida, y de
exequias, si el fallecido debe ser conducido al cementerio o
incinerado, según las disposiciones del derecho universal y
particular. Asimismo le corresponde la visita y atención
espiritual a los familiares de los fallecidos. Para ello, la
Dirección del Tanatorio facilitará al Equipo de Pastoral de
Exequias los medios necesarios, incluído un despacho, para
que pueda ejercer digna y decorosamente tan delicado
ministerio.
7º) Igualmente corresponderá al Equipo responsable cuidar
de toda actividad en la iglesia del Tanatorio, e inscribir las
exequias de los fallecidos que hayan de ser incinerados o
llevados directamente al Cementerio (sin pasar por Parroquia
alguna) en el Libro que, a tal efecto, existirá en dicho
Tanatorio, así como notificar al párroco del difunto la
celebración, a fin de que sea consignada en el libro parroquial
de defunciones.
8º) Las familias que, procedentes del Tanatorio, deseen
celebrar las Exequias y Misa en su propia Parroquia o en
cualquiera otra iglesia funerante elegida (Canon 1177, & 2)
deberán convenir la hora personalmente o a través del
Equipo responsable con el respectivo párroco o rector de la
iglesia.
9º) La Dirección del Tanatorio actuará de acuerdo con el
Equipo responsable en cuanto a la fijación del horario de la
Santa Misa diaria, así como el de las exequias, teniendo en
cuenta los horarios parroquiales, del cementerio,
cremaciones, etc.
10º) La entidad Tanatorio no tendrá ninguna obligación
laboral con los componentes del Equipo de Pastoral de
Exequias, el cual dependerá de la Dirección del Tanatorio
sólo a efectos organizativos.
3
11º) El presente Convenio entrará en vigor el día 01 de Abril
del presente año y será dado a conocer en el Boletín Oficial
del Obispado de Asidonia-Jerez, estando vigente por un
período inicial de duración de cinco años, contados a partir
de la firma del mismo. Dicha duración se prorrogará
tácitamente por idénticos períodos en las mismas condiciones
que se expresan en el presente documento, salvo denuncia
por alguna de las partes con antelación previa de seis meses.
Y en prueba de conformidad, ambas partes firman el
presente Convenio por duplicado ejemplar y a un solo efecto,
en el lugar y fecha que figuran en el encabezamiento,
solemnidad de la Resurrección del Señor.
4
ANEXO 3
ANEXO AL CONVENIO ENTRE EL OBISPADO DE
ASIDONIA-JEREZ
Y EL TANATORIO DE JEREZ DE LA FRONTERA
1) La Dirección del Tanatorio asignará en concepto de Capellanía,
por los servicios religiosos prestados en él por el Equipo
Responsable de la Pastoral de Exequias, la cantidad mensual de
630 €, con absoluta independencia de los aranceles exequiales
que se generen.
2) Dicha asignación será entregada periódicamente por la
Administración del Tanatorio a la Administración General del
Obispado y ésta lo distribuirá según los criterios y fines
determinados por el Prelado.
3) La cuantía de la asignación será revisable anualmente en los
primeros días de Enero y actualizada de acuerdo con el IPC
oficial.
1
ANEXO 4
ACUERDO DE LA DIÓCESIS DE ASIDONIA-JEREZ Y
LAS COMPAÑÍAS ASEGURADORAS DE DECESOS Y
FUNERARIAS DURANTE EL AÑO 2002
1º)
Las Parroquias cuya asignación por los servicios religiosos no
lleguen a la cantidad de 7.500 Ptas. (45,08 €) percibirán hasta final
de año dicha cantidad.
2º)
Aquellas otras Parroquias cuya asignación haya sido hasta ahora
superior a la anterior serán respetadas en su asignación actual y
percibirán, como aumento hasta final del año 2002, el equivalente
al IPC oficial redondeado al alza.
3º)
A partir de Enero del año 2003 la asignación de 10.000 Ptas. (60,10
€) será igual para todas las Parroquias de la Diócesis, debiéndose
actualizar anualmente a tenor del IPC oficial.
4º)
Las Compañías, cuyos fallecidos sean conducidos directamente del
propio domicilio u hospital a la Parroquia propia o elegida por los
familiares, abonarán directamente al Párroco o encargado la
asignación estipulada y le harán entrega de los datos del difunto
recibiendo, a su vez, justificante de pago.
5º)
Las Compañías, cuyos fallecidos reciban los servicios religiosos
(sólo exequias) en el Tanatorio de Jerez y sean conducidos
posteriormente al Cementerio o hayan de ser incinerados (sin que
pasen por Parroquia alguna), abonarán la asignación estipulada al
encargado del Equipo responsable de dichos servicios en el
Tanatorio. Hasta finales del año 2002 dicha asignación será la
correspondiente a Jerez-Ciudad. A partir de 2003 la asignación
será uniforme, como se indica en el apartado 3º).
1
ANEXO 5
NOTAS SOBRE ARANCELES EXEQUIALES Y
ESTIPENDIOS
a. Presupuestos:
- Todo el sistema de distribución debe respetar
escrupulosamente lo establecido por el c. 848,
evitando que nadie pueda quedar sin exequias por
motivos económicos.
Conviene distinguir entre el concepto de arancel
exequial y el de estipendio. Mientras que el primero
corresponde a la celebración de las exequias, el
segundo corresponde a la celebración eucarística
con una intención determinada. Arancel exequial,
pues, se considera la cantidad percibida por las
exequias, con independencia de que se celebre o no
eucaristía; estipendio, en cambio, lo percibido por la
celebración de la eucaristía con intención especial,
independientemente de que sea propiamente
exequial o no (de corpore insepulto, semanal,
mensual, etc.). El arancel exequial en ningún caso
corresponde al celebrante (sino que se destina
según normas establecidas), mientras que el
estipendio corresponde al celebrante, ajustándose a
las disposiciones del derecho (cc.945-958)
- Dado que según el c.951 &1 el sacerdote, aunque
celebre más de una misa con intención, sólo puede
percibir un estipendio al día –excepto el día de
Navidad-, y que la mayoría de los sacerdotes están
en parroquias donde ya celebran diaria o casi
diariamente misas con intención, esta praxis no
supone gran dificultad económica.
1
b. Fijación de la cuantía de aranceles y estipendios
- Los cc. 1264 y 952 &1 establecen que es a la
Asamblea de Obispos de cada Provincia
eclesiástica a quien únicamente corresponde fijar
dicha cuantía. La Diócesis de Asidonia-Jerez se
atiene al Decreto de 5 de Noviembre de 2001 de la
Provincia Eclesiástica de Sevilla (B.O.O. núm.4,
pág.510-513).
Los arciprestazgos no tienen ninguna capacidad
para realizar este acto, debiendo considerarse esta
praxis como contraria a derecho.
Corresponderá al Vicario General u otro delegado
diocesano comunicar directamente o por los
medios más convenientes a las funerarias así como
a los fieles la cuantía única para toda la diócesis.
GESTIÓN DE ARANCELES
1.
Exequias completas en Parroquias (con Misa “de corpore
insepulto” o “sepulto”). Las Compañías Aseguradoras entregarán
el arancel exequial y estipendio correspondiente al Párroco o
encargado y éste devolverá o no justificante de pago, según
costumbre.
2.
Servicio religioso en Tanatorio:
a. En los casos en que el fallecido deba ser conducido
directamente del Tanatorio al Cementerio o incinerado, las
Compañías entregarán al encargado del Equipo responsable
2
de la Pastoral de Exequias la ficha con los datos sobre el
difunto para su inscripción en el Libro de defunciones del
Tanatorio, el arancel exequial y estipendio correspondiente y
recibirán, a cambio, justificante de pago debidamente
numerado y sellado.
b. Cuando el difunto haya de ser trasladado del Tanatorio a una
iglesia funerante (no Parroquial) elegida por sus familiares
para las exequias, las Compañías entregarán igualmente al
responsable del Equipo el arancel exequial, estipendio
correspondiente y la ficha con los datos del difunto para su
inscripción en el Libro de defunciones.
c. Para la celebración de la Misa exequial, los familiares del
difunto pueden optar por una Parroquia (que no sea aquella
a la que pertenecía jurídicamente el fallecido) o por una
iglesia funerante. En tales casos, el Encargado de la Pastoral
de Exequias en el Tanatorio entregará a la familia una nota
comunicativa para el párroco o rector elegido. Dicha nota,
entregada por éste en la Administración General, servirá de
comprobante para el cobro del respectivo estipendio.
d. El Equipo responsable del Tanatorio entregará semanalmente
en la Administración General del Obispado las cantidades
percibidas por sus servicios, así como los comprobantes de
pago, de acuerdo con el aptdo. a.
e. Asimismo el Equipo responsable hará entrega mensualmente
en la Secretaría General del Obispado de copia de los
Asientos del Libro de defunciones para su comunicación a las
respectivas Parroquias y Archivo.
f. La Administración General del Obispado abonará
mensualmente a las diversas Parroquias afectadas la parte
proporcional que les corresponda, así como relación de sus
difuntos .
g. De igual forma, la Administración General del Obispado
ingresará mensualmente en el Fondo de Sustentación del
Clero la parte asignada por los servicios prestados en el
Tanatorio.
3
h. En el Tanatorio habrá un Libro de registro de fallecidos, en
que se inscriban los fallecidos que no hayan pasado por
Parroquia alguna o hayan sido cremados, indicando en él
tales circunstancias.
3.
Exequias en el Cementerio
a. Si las exequias se celebraran en el Cementerio porque el
fallecido hubiese sido conducido a él sin pasar por iglesia
alguna o Tanatorio, las Compañías Aseguradoras harán
entrega al encargado del Equipo responsable de la Pastoral
de Exequias en dicho Cementerio de los datos del difunto
para su inscripción en el Libro Registro.
b. Para poder celebrar Misa exequial en la capilla del
Cementerio se necesita licencia expresa del Ordinario.
4
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