Museo Internazionale delle Ceramiche in Faenza Itinerario de visita

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Museo Internazionale delle Ceramiche in Faenza
Itinerario de visita
El punto de partida se sitúa en la librería/taquilla, que ofrece una amplia oferta de publicaciones
divulgativas y científicas dedicadas a la cerámica, además de manufacturas de los talleres artesanos
faentinos. Este espacio acoge el gran panel de Pietro Melandri, anteriormente en el hotel Roma de Bolonia
y que fue adquirido por el Museo en 1989. Lo flanquea la sección didáctica, anteprima de la visita al museo,
pequeño espacio de fundamental importancia para comprender los diversos materiales cerámicos y
procesos de creación de las obras.
En la escalera de acceso a la primera planta podemos ver Nero e Oro (“Negro y Oro”), obra monumental de
Alberto Burri, realizada por el artista en la Bottega Gatti de Faenza y donada al Museo en 1993.
La planta superior se abre a la visita con un ejemplo de coleccionismo: La donazione Paolo Mereghi reviste
un gran significado ya que permite conservar y mostrar un precioso testimonio de coleccionismo cerámico
europeo y oriental.
Se continúa con la colección de mayólicas de Faenza de los siglos XIV al XVII,
alojada en el sugestivo espacio del ex-convento de San Maglorio, respetuoso
con la arquitectura antigua. Abren la exposición obras de estilo “arcaico”,
caracterizado por una sobria bicromía en verde y pardo junto a la decoración
del “zafre”, que comprende el precioso azul cobalto. Siguea estas obras la
rica producción faentina del Renacimiento en una sucesión de estilos tales
como el hispanoárabe, la “vajilla del amor”, la mayólica de porcelana o la
decoración “a berettino”, hasta alcanzar la perfección técnica de las
mayólicas “historiadas” y concluir, a mitad del siglo XVI, con los “blancos” de
Faenza, los cuales marcan la consolidación de la relación entre la palabra Faïence y mayólica que todavía
hoy permanece.
Siguiendo el recorrido se puede admirar la Sección de la Mayólica Italiana
del Renacimiento, que se subdivide a su vez en áreas regionales. Se parte del
Lazio, con formas y decoraciones arcaicas peculiares, para pasar al Umbria,
con las sugestivas mayólicas de reflejos metálicos iridiscentes de Gubbio y
Deruta, a cuyo lado se sitúan las cerámicas de Castelli d’Abruzzo entre las
que destaca el ajuar Orsini – Colonna. La visita continúa con la región de
Marche con las fastuosas mayólicas “historiadas” representadas por la
producción de Urbino y Casteldurante, para concluir con Veneto y Toscana, donde resalta la “Copa de
porcelana Medicea”, rarísimo ejemplo de investigación renacentista italiana sobre la producción de la
porcelana.
Una sección sucesiva ilustra el desarrollo de la cerámica italiana desde el
siglo XVII al XIX expuesta en orden geográfico y cronológico: una rica
representación de obras únicas y valiosas que representan a su vez a
muchos centros de producción entre los que se encuentran Faenza, Bolonia,
Nove, Florencia, Pesaro, Nápoles, Castelli, Milán o Savona. El siglo XVII
prosigue sobre la línea de los “Blancos”, adquiere rasgos del Barroco y se
acerca al lenguaje popular en una sucesión de obras realmente únicas. Al
siglo XVIII faentino se dedica una amplia sala con la exposición de una
considerable producción de la Manifactura Ferniani, la cual expresa un gusto decorativo que muestra la
influencia de las modas europeas de una parte, sobre todo francesas, y sugerencias exóticas como los
“chinescos” de otra parte. El siglo XIX está representado ya sea por la pintura sobre cerámica, en línea con
los movimientos pictóricos contemporáneos, o por el “renacer” de la vajilla renacentista.
Se pasa a continuación al nuevo edificio, que alberga la colección de cerámica moderna y contemporánea
y que comprende en la primera planta la sección italiana y en la planta baja la cerámica europea. La
primera ofrece una visión de amplio espectro de las refinadas creaciones Art Nouveau de Galileo Chini a la
producción contemporánea, todo ello narrado a través de las obras de Domenico Baccarini y los artistas del
Cenáculo, que de él tomaron el nombre; de Arturo Martini, gran intérprete de la escultura del siglo XX; de
Gio Ponti, refinado inventor de la porcelana creada por Richard Ginori di Doccia; de Tullio D’Albissola,
protagonista con Riccarto Gatti de una estación futurista; y de Angelo Biancini, Nanni Valentini, Fausto
Melotti, Lucio Fontana, Carlo Zauli y muchos otros.
La sección europea muestra excelentes ejemplos de obras y testimonios
de la evolución de técnicas y estilos correspondientes a las corrientes
artísticas del siglo XX. Se rinde homenaje al Jugendstill alemán, al
Secesionismo austriaco, al Modernismo catalán, al Art Nouveau y Déco
francés (ver obras de la Fabrique Impériale et Royale de Nimy, Kurt
Wendler para Rosenthal y de la manifactura Robj), a las manifacturas
escandinavas, holandesas, centroeuropeas, inglesas y húngaras.
Un “museo dentro del museo” se dedica a las obras, fruto de una
donación de excelencia, de Pablo Picasso, Henri Matisse, March Chagall y Fernand Léger. De 1949, y
expresamente dedicado al Museo, es el plato oval de Picasso en el que figura “La paloma de la paz”, al cual
el maestro adjuntó una nota con la cita “pour un céramiste, qui dit l’Italie dit Faenza” (Para un ceramista,
quien dice Italia, dice Faenza).
En el semisótano se sitúa la sección de la Cerámica Popular y Devocional
que documenta quinientos años de cerámica de tema religioso de
producción emiliano-romañola junto a obras de uso cotidiano del siglo
XIX al XX. La sala comprende un raro ejemplo de belén popular faentino
del siglo XIX compuesto de figuras en terracota modelada por Filippo
Galli y la gran escenografía en papel de Romolo Liverani.
En el edificio histórico, en la planta baja, continúan las colecciones
internacionales: tras la sección didáctica se encuentra la colección del
Extremo Oriente: China, Japón y el Sudeste Asiático. Los visitantes pueden admirar cerca de 400
manufacturas de rara belleza, del siglo I a la contemporaneidad, representantivas de los principales centros
de producción cerámica del Asia extrema. Dichos centros crearon la historia del comercio internacional de
la porcelana de los tiempos de Marco Polo hasta la época de las Compañías de las Indias Orientales, gracias
a las cuales Europa conoció, apreció e imitó la genialidad técnica y
artística de los ceramistas asiáticos.
Prosigue la Cerámica Precolombina, más de doscientos objetos bastante
raros procedentes de las zonas mesoamericana, caribeña, intermedia,
amazónica, peruana, andina meridional y pampera: una producción
cerámica de muchas culturas arqueológicas bastante diferentes entre sí,
aún unidas todas ellas bajo la designación de “precolombinas”. (En breve
se preparará una sección de tejidos precolombinos en los dos expositores
dispuestos al final de la sala, con el fin de documentar una tradición decorativa única y rara que encuentra
muchas influencias en el material cerámico)
A continuación siguen la Sala de la Cerámica Clásica, con ejemplos de materiales representativos de las
más importantes producciones de la jofaina Mediterránea, cronológicamente atribuibles desde la Edad del
Bronce a la época helenística, y la sala de la Cerámica del Próximo Oriente Antiguo, que en conjunto
documentan cerca de 6.000 años de producción siria y persa. Un ejemplo raro son los ladrillos persas del
Palacio de Darío del periodo aqueménida, del siglo VI a.C.
La Sección Islámica concluye la visita, que cierra el patio interior a la librería. El material expuesto
proporciona una panorámica de la producción del mundo islámico antiguo, una de las colecciones italianas
más interesantes; obras fabulosas, fayenzas silíceas a imitación de la porcelana, decoraciones en blanco y
azul cobalto, obras iranís, sirias, egipcias o turcas, rodeadas de una muestra de más de mil fragmentos
expuestos en 64 cajones que facilitan la consulta.
A lo largo de la visita al Museo es posible admirar instalaciones y esculturas sugestivas de artistas
contemporáneos como el elefante a tamaño natural de Luigi ontani o el gran panel de Enrico Baj, entre las
obras realizadas en colaboración con el Taller de arte cerámica Gatti de Faenza, el “Acteon” de Angelo
Biancini o la obra “Aquí estamos a salvo” de Ana Cecilia Hillar
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