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QUE REFORMA DIVERSAS DISPOSICIONES DE LAS LEYES FEDERALES DEL TRABAJO, Y DE LOS TRABAJADORES
AL SERVICIO DEL ESTADO, SUSCRITA POR LOS DIPUTADOS JOSÉ ANTONIO DE LA VEGA ASMITIA, PABLO ALEJO
LÓPEZ NÚÑEZ Y SERGIO PENAGOS GARCÍA, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PAN
Los suscritos, diputados federales José Antonio de la Vega Asmitia, Pablo Alejo López Núñez y Sergio Penagos García, integrantes
del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional en la LIX Legislatura de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión,
con fundamento en lo dispuesto en los artículos 71, fracción II, y 72 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; y
55, fracción II, 56 y 62 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, someten a
consideración del H. Congreso de la Unión la presente iniciativa con proyecto de decreto, por el que se reforman diversas
disposiciones de la Ley Federal del Trabajo, y de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, para eliminar las figuras
jurídicas relativas a la cláusula de exclusión y a la sindicación única, misma que se fundamenta y motiva bajo la siguiente
Exposición de Motivos
Hoy día, el sindicalismo tiene una enorme trascendencia en el ámbito de la transformación de instituciones en nuestro país,
precisamente porque las organizaciones sindicales son lugares comunes de promoción y defensa de los intereses de los trabajadores,
es decir, constituyen el lugar idóneo para incidir en la dignificación permanente de la persona humana que trabaja en el presente y
futuro de su familia y de la nación.
Por ello, Acción Nacional, un partido que guía sus acciones con principios y doctrina propia, tiene como centro de toda intervención,
garantizar el respeto por la dignidad de la persona humana, que privilegie el producto del trabajo sobre la persona misma que lo
realiza, pues el primer fundamento del valor del trabajo es la persona como tal. A esta situación va unida una consecuencia muy
importante de naturaleza ética, pues ante todo, el trabajo está en función de la persona, y no ella en función del trabajo, pues
considerar el trabajo humano como mercancía o como simple elemento de la producción, atenta contra la dignidad del trabajador y
contra el orden de la comunidad.
Bajo este principio, los trabajadores de múltiples sectores han constituido organizaciones para la defensa y el logro de mejores
condiciones laborales, lo cual constituye el cometido de los sindicatos, es decir, constituir un medio de reivindicación de derechos
sociales plasmados en nuestra Constitución.
Sin embargo, no debemos olvidar que la naturaleza y dignidad del trabajo exigen determinadas características de la organización
sindical, cuando los trabajadores, en ejercicio de un derecho indiscutible, más aún, en cumplimiento de un claro deber, se unen para el
estudio, la promoción, la representación y la defensa de sus intereses, tienen el deber de evitar toda forma de desviación sindical.
En tal contexto, Acción Nacional considera que "el derecho al trabajo es una prerrogativa de todos los hombres porque, en última
instancia, se funda en el derecho a la vida y a la libertad. De ahí que el derecho al trabajo no pueda quedar sujeto ni por el sindicato, ni
por el patrón, ni por el gobierno a la imposición de criterios ideológicos o políticos, debiéndose garantizar en todo momento que los
trabajadores puedan determinar libremente el ser y quehacer de sus organizaciones, gozando de un sindicalismo auténtico,
democrático, participativo que represente genuinamente sus intereses, aspiraciones y valores. Por ello se hace necesario, la existencia
de un marco jurídico en el que los trabajadores cuenten con derechos laborales plenamente respetados y gocen de una auténtica
libertad sindical".
En efecto, toda norma jurídica debe proscribir el falso sindicalismo de los trabajadores y garantizar una auténtica libertad sindical;
deben evitarse las actividades políticas en los sindicatos, proteger a los trabajadores contra toda forma de opresión ideológica,
servidumbre política y explotación de los líderes, situaciones que constituyen excesos y peligros que en su momento, fueron
presagiados por destacados intelectuales, encontrándose entre ellos, el extraordinario pensador jalisciense, don Efraín González Luna,
el cual vaticinaba algunos peligros en que pudiere incurrir el sindicalismo mal enfocado, al sostener que "si el trabajador, en vez de
encontrar en el sindicato el amparo de su libertad y de su dignidad de hombre y la protección de su derecho al trabajo, vive oprimido
por el fanatismo sectario, por el apetito de predominio o de lucro económico y amenazado por la cláusula de exclusión que lo condena
al hambre y a la desesperación cuando no incurre en una sumisión abyecta; si el sindicato no esta al servicio del trabajador, sino de
intereses y de causas extrañas que sólo utilizan instrumentalmente, es decir, lo esclavizan; si el sindicato no tiene objetivo real el bien
humano y profesional del trabajador, sino su carácter predominantemente, si no es que exclusivamente, político, para encumbramiento
de aprovechados y para destrucción del orden social, de los más altos valores del espíritu, de las mejores esencias nacionales;
indudablemente es el peor enemigo del trabajador y del trabajo".
Con el paso del tiempo, la anterior reflexión ha venido encontrando aplicación, hasta llegar a nuestra época actual, ya que la
institución jurídica denominada sindicato, misma que nació al amparo de uno de los más grandes derechos inherentes a todo ser
humano, que es la "libertad de asociación" consagrada en nuestra Ley Fundamental y que enfocada al ámbito laboral se traduce en la
unión para la defensa de los derechos de los trabajadores, se ha venido con el paso del tiempo distorsionando, alejándose algunas
veces de su aspecto teleológico. En efecto, infinidad de ocasiones, ésta libertad, ha sido contrariada por malos dirigentes, quienes al
amparo de leyes secundarias que prevén disposiciones que atentan contra dicha prerrogativa, han logrado que la afiliación y
permanencia en un sindicato, sea prácticamente de carácter obligatorio y se convierta en un lastre que presiona y obliga a los
trabajadores a ingresar o seguir formando parte de dichas organizaciones aún en contra de su voluntad, llegándose al extremo de
condicionar la continuidad en el trabajo, a la permanencia en el sindicato del cual forma parte.
La anterior situación, contraviene rotundamente, con el espíritu que inspiró al Constituyente, al reconocer dentro de nuestra Ley
Suprema, ese derecho público subjetivo, pues ni la dignidad, ni el derecho de los hombres al libre desarrollo de su personalidad, puede
permanecer neutral ante la pregunta acerca de si alguna persona puede ser obligada contra su voluntad y frecuentemente contra su
convicción, a ingresar a una asociación, por lo que convendría decir que esa imposición es incompatible con todo orden democrático
verdadero.
Así también, se ha llegado a considerar, que el problema que encierra la inobservancia de la libertad sindical en nuestro país,
constituye el fundamento principal del rezago de nuestras organizaciones obreras, pues ésta situación ha impedido la expansión de
nuevas organizaciones sindicales, es decir, ha coartado la renovación del sindicalismo en México, así como propiciado de manera
directa, la ausencia de democracia en la vida interna de algunos sindicatos y las prácticas de corrupción dentro de los mismos,
situación que se torna por demás preocupante y nos obliga a replantear nuestro marco jurídico encargado de regular todo lo referente
al derecho a la libre sindicalización inherente a los trabajadores, a efecto de contribuir eficazmente en el proceso de democratización
que merecen las organizaciones sindicales en nuestro país.
Por otra parte, dentro del ámbito internacional, existen diversos instrumentos internacionales e incluso legislaciones que contemplan
el derecho a la libertad sindical de los trabajadores, entre ellos se encuentran los siguientes:
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la ONU en su Resolución 217 A(III), adoptada el 10 de
diciembre de 1948, establece que "toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. Nadie podrá
ser obligado a pertenecer a una asociación" (artículo 20); "toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su
trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo y a fundar sindicatos y a
sindicarse para la defensa de sus intereses" (artículo 23).
El Convenio (número 87) sobre la Libertad Sindical y la Protección del Derecho de Sindicación, de la Organización
Internacional del Trabajo del año de 1948, ratificado por nuestro país el 1 de abril de 1950, entrando en vigor para México el
1 de abril de 1951, establece entre otras cosas: "Los trabajadores y los empleadores, sin ninguna distinción y sin autorización
previa tienen el derecho de constituir las organizaciones que estimen convenientes, así como el de afiliarse a estas
organizaciones, con la sola condición de observar los estatutos de las mismas".
La "Declaración de los principios fundamentales del derecho del trabajo y del de la seguridad social", proclamada en
Querétaro el 26 de septiembre de 1974, en ocasión de la celebración en nuestro país del Quinto Congreso Iberoamericano de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, establece entre otras cosas que "las libertades de sindicación, de negociación y
contratación colectivas y de huelga, son elementos constitutivos de la democracia; Los trabajadores, sin necesidad de
ninguna autorización previa, tienen derecho de ingresar al sindicato de su elección, a constituir nuevos sindicatos y a
separarse en cualquier tiempo de aquél del que formen parte..."
En el convenio 98 de la OIT de 1949, en el artículo I, se establece entre otras cosas que "los trabajadores deberán gozar de
adecuada protección contra todo acto de discriminación tendiente a menoscabar la libertad sindical en relación con su
empleo. Dicha protección deberá ejercerse especialmente contra todo acto que tenga por objeto: a) sujetar el empleo de un
trabajador a la condición de que no se afilie a un sindicato o a la de dejar de ser miembro de un sindicato..."
Inclusive, en materia de derecho comparado, la Constitución española, publicada el 29 de diciembre de 1978, cuyo artículo
28, fracción I, establece: "Todos tienen derecho a sindicarse libremente... La libertad sindical comprende el derecho a
sindicarse libremente... La libertad sindical comprende el derecho a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, así como
el derecho de los sindicatos a formar confederaciones y a fundar organizaciones sindicales internacionales o afiliarse a las
mismas. Nadie podrá ser obligado a afiliarse a un sindicato".
Una vez analizadas las circunstancias por las que atraviesa el sindicalismo en nuestro país, así como su concepción en el ámbito
internacional, surge la imperiosa necesidad de fortalecer el absoluto respeto a nuestras instituciones sindicales encargadas de la
representación de los intereses de los trabajadores, así como garantizar la observancia de los derechos de los trabajadores en forma
individual; por lo cual se hace necesario garantizar que éste tipo de organizaciones, funcionen con verdadera democracia interna y
garanticen la eliminación absoluta de todas aquellas formas de coacción en contra de los trabajadores, que tengan por objeto, restringir
el derecho a la libertad sindical de cualquier trabajador, como sucede actualmente con las denominadas cláusulas de exclusión por
ingreso o por separación y la sindicación única.
Las anteriores precisiones, nos llevan a la necesidad de analizar el actual marco normativo que regula el derecho de todo trabajador a
afiliarse a un sindicato de su simpatía o preferencia, es por ello que se debe señalar que ésta prerrogativa, tiene su fundamento
constitucional por una parte en la fracción XVI del apartado A) del artículo 123, el cual establece que "Tanto los obreros como los
empresarios tendrán derecho para coligarse en defensa de sus respectivos intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales,
etcétera.", así como en la fracción X del apartado B) del mismo artículo 123 constitucional, el cual establece, entre otras cosas, que
"los trabajadores tendrán el derecho de asociarse para la defensa de sus derechos comunes..."
En concordancia con dichas prerrogativas constitucionales, nuestra propia Ley Fundamental, pero ahora en su artículo 9º , ha
reconocido el derecho de asociación; cuando dispone que "no se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con
cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del
país...", éste derecho público subjetivo de asociación, constituye el fundamento jurídico para la creación de todas las personas morales
privadas, llámense éstas asociaciones propiamente dichas sociedades civiles, sociedades mercantiles, entre otras. En ese sentido,
también la libertad sindical encuentra su apoyo en el artículo 9º constitucional a título de garantía individual, o sea, como derecho
público subjetivo de cada trabajador para asociarse, oponible tanto al Estado y sus autoridades. En tanto que dicha libertad, también es
considerada como garantía social, teniendo su apoyo en el artículo 123 constitucional tanto en su apartado A) fracción XVI, como en
su apartado B) fracción X.
De la relación jurídica que implica la garantía específica de libertad de asociación, contenida en el artículo 9º constitucional, se deriva
para el sujeto activo de la misma un derecho público subjetivo individual, consistente en la potestad o facultad que tiene el individuo
de constituir toda clase de asociaciones (lato sensu) que persigan un fin lícito y cuya realización no implique violencia de ninguna
especie. De la mencionada relación jurídica se desprende para el Estado y sus autoridades la obligación correlativa, que estriba en no
coartar la libertad de asociación garantizada constitucionalmente bajo las condiciones indicadas.
En consecuencia, el ejercicio del derecho público subjetivo correspondiente, no debe estar condicionado a ningún requisito cuya
satisfacción quede al arbitrio o criterio de la autoridad.
El espíritu que ha inspirado al artículo 123 respecto a la libre sindicación, ha sido consagrar la libertad sindical con un sentido
pleno de universalidad, partiendo del derecho personal de cada trabajador a asociarse y reconociendo un derecho colectivo
una vez que el sindicato adquiere una existencia y una realidad propias.
Por lo que respecta al contenido de la fracción X, apartado B), del artículo 123 constitucional, que contempla el derecho de los
trabajadores del estado para formar sindicatos y asociarse en defensa de sus intereses comunes, debemos señalar que éste no establece
limitación o restricción alguna, ni prohíbe que en las empresas o dependencias de gobierno exista más de un sindicato, así como
tampoco se advierte de los antecedentes o motivos que dieron origen a dicho precepto constitucional, la intención del legislador para
establecer la sindicación única, situaciones que nos llevan a la conclusión que a la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del
Estado, no le debe estar permitido restringir la libertad sindical, al establecer en su artículo 68 que en las dependencias u organismos
gubernamentales no podrá existir más de un sindicato, ya que ésta disposición no encuentra sustento constitucional alguno, pues en
caso contrario, se estaría restringiendo el derecho de sindicalización contenido en ese precepto legal, lo cual es contrario a la intención
del Constituyente al establecer un mínimo de derechos laborables a favor de los trabajadores, que pueden ampliarse pero no reducirse
y que el segundo párrafo del citado artículo 123 constitucional preserva, al establecer que las leyes del trabajo que se expidan no
deben contravenir las bases contenidas en los apartados ?A? y ?B?.
No se trata de restringir o reducir un derecho sindical, sino por el contrario, ordenar la defensa de los intereses de los trabajadores, a
efecto de no menguar o debilitar la defensa de los intereses de los trabajadores.
Aunado a los argumentos anteriores, se considera pertinente señalar que el Poder Judicial de la Federación se ha venido pronunciando
en contra de la sindicalización única en las dependencias gubernamentales, por considerar que esto viola la libertad sindical
consagrada en la Constitución. En efecto, la jurisprudencia firme derivada de un amparo en revisión 408/98 y titulada "Sindicación
única. El artículo 68 de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, viola la libertad sindical consagrada en el
artículo 123, apartado B, fracción X, constitucional", establece en términos generales que el derecho a la libertad sindical
consagrado en el 123 constitucional debe entenderse en sus tres aspectos fundamentales: 1. Un aspecto positivo que consiste en la
facultad del trabajador para ingresar a un sindicato ya integrado o constituir uno nuevo; 2. Un aspecto negativo, que implica
la posibilidad de no ingresar a un sindicato determinado y la de no afiliarse a sindicato alguno; y 3. La libertad de separación
o renuncia de formar parte de la asociación. Motivo por el cual el mandamiento de un sólo sindicato por dependencia
gubernativa, establecido en el artículo 68 de la citada ley (LFTSE), viola la garantía social de libre sindicación de los
trabajadores prevista en el artículo 123, apartado B, fracción X, de la Constitución Federal de la República, toda vez que al
regular la sindicación única restringe la libertad de asociación de los trabajadores para la defensa de sus intereses.
Por las consideraciones esgrimidas en tal sentido, resulta claro que las leyes deben respetar el principio de libertad sindical en los
términos consagrados en la Constitución General de la República, por disposición expresa del artículo 123 constitucional, es decir, sin
establecer límites en el ejercicio de dicha prerrogativa, por ello se hace necesario derogar lo establecido por el artículo 68 de la
Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, el cual contempla la sindicación única en cada dependencia de
gobierno.
Así las cosas, cabría señalar que la Suprema Corte, al igual que la doctrina, han reconocido uniformemente tres aspectos
dimensionales de la libertad personal de sindicalización, los cuales constituyen el pilar fundamental en que descansa la libre
sindicalización como garantía de todo trabajador, y éstos son los siguientes:
a) La libertad positiva, que se traduce en la facultad del trabajador para ingresar a un sindicato ya formado o de concurrir a la
constitución de uno nuevo.
b) La libertad negativa, que posee dos matices: no ingresar a un sindicato determinado y no ingresar a ninguno.
c) La libertad de separación o de renuncia, que es la facultad de separarse o de renunciar a formar parte de la asociación a la
que hubiese ingresado el trabajador o a la que hubiere contribuido a constituir.
Las tres dimensiones están indisolublemente unidas, pues constituyen la base legal para que todo trabajador pueda ejercitar su libertad
de asociación sindical, la primera constituye el punto de partida, porque si la sindicación se prohíbe, la libertad desaparece; la segunda
es inseparable de la primera, pues quien está obligado a ingresar a un sindicato, tampoco es libre, y por último la tercera es la
consecuencia de las otras dos, pues de otra suerte, el ingreso al sindicato se convertiría en una especie de voto monástico de por vida
para el trabajador.
Por su parte, otro aspecto fundamental en cuanto a este tema lo es la llamada cláusula de exclusión por admisión o por separación,
misma que constituye una figura que actualmente atenta directamente contra el derecho de la libre sindicalización de la que goza todo
trabajador.
A mayor abundamiento, la cláusula de exclusión como se le conoce, implica dos efectos a saber:
1) el de admisión, en virtud de la cual el patrón se obliga a utilizar únicamente a trabajadores miembros del sindicato
contratante, y
2) el de separación, consiste en el compromiso del patrón de separar del empleo a aquellos trabajadores que renuncien o sean
expulsados del sindicato.
En ese sentido podríamos señalar que la cláusula de exclusión por separación se torna inconstitucional porque tiende a impedir el libre
ejercicio de la libertad negativa de asociación profesional ya que la cláusula de exclusión por separación atenta contra la libertad de
asociación profesional puesto que no se puede obligar a un trabajador a mantenerse sindicalizado en virtud de la amenaza de la
aplicación de dicha cláusula. En referencia a lo anteriormente señalado, los artículos 395 y 413 de la Ley Federal del Trabajo
impugnan abiertamente la garantía de asociación prevista en el artículo 123, así como lo establecido en el artículo 358 de la propia ley
de la materia, que textualmente dice: "A nadie se puede obligar a formar parte de un sindicato o a no formar parte de él. Cualquier
estipulación que establezca multas convencionales en caso de separación del sindicato o que desvirtúe de algún modo la disposición
expresada en el párrafo anterior, se tendrá no puesta".
En el mismo orden de ideas, se considera que la implementación de dichas figura jurídica en el plano laboral, se torna completamente
cuestionable, ya que con ella se fisura el contenido del artículo 5º de nuestra Carta Magna, pues a ninguna persona se le puede impedir
que se dedique a la actividad que desee si ésta es lícita, cosa que de hecho le sucede a un trabajador si, aun contra su deseo, el
sindicato decide expulsarlo de su seno. Por lo demás, si un trabajador renuncia al sindicato al que pertenece, es quizá porque estima
que no representa adecuadamente sus intereses y no por ello será justo que se le separe de su trabajo, al serle aplicada la cláusula de
exclusión por separación pactada en el contrato colectivo del trabajo.
Otro argumento que refuerza la inconstitucionalidad de la cláusula de exclusión, es el hecho de que el propio artículo 123, Apartado
"A", fracción XVI, constitucional, en relación con el 9°, confieren a los trabajadores la garantía social de la libre sindicación, por lo
cual es obvio que dichas garantía, debe traducirse en una renuncia a la inclusión en los contratos - ley de la cláusula de exclusión;
justamente por eso son inconstitucionales los preceptos de la Ley Federal del Trabajo que permiten su inclusión en los pactos
colectivos y en los contratos - ley, pues es inadmisible, conforme al principio de supremacía constitucional, consagrado en el artículo
133 constitucional, que en una ley secundaria como en el caso lo sería la Ley Federal del Trabajo, se puedan establecer limitaciones al
régimen de garantías individuales que la Constitución establece de manera general para "todos los individuos", incluyéndose,
obviamente, a los trabajadores.
Por otra parte, no debe pasar inadvertido que la naturaleza jurídica de los sindicatos, así como a los objetivos y los fines que animan
su existencia, nos permiten afirmar que el funcionamiento y permanencia de las organizaciones sindicales, no debe fundarse en la
presión y coacción que éstos ejerzan sobre sus agremiados, sino en los resultados positivos de un esfuerzo persistente dirigido a la
consecución de mejores condiciones de trabajo y de vida para sus miembros, por éstos motivos, la cláusula de exclusión prevista en
los artículos 395 y 413 de la Ley Federal del Trabajo, debe ser relegada e inclusive eliminada de la ley, pues con ello se evitará la
franca contravención a las disposiciones constitucionales que proclaman la libertad sindical, así como se pugnará por que las
organizaciones sindicales se esfuercen en lograr, por el camino positivo, la afiliación voluntaria de los trabajadores y su permanente
adhesión por convicción y no por obligación.
Como corolario a estas consideraciones, basta señalar que el Poder Judicial de la Federación no sólo se ha pronunciando en contra de
la sindicalización única en las dependencias gubernamentales, sino también se ha pronunciado en contra de la cláusula de exclusión,
por considerar que esta viola la libertad sindical consagrada en la Constitución.
En efecto, a través de la tesis jurisprudencial derivada del amparo directo en revisión 1124/2000, sostenida por la Segunda Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y titulada "Cláusula de exclusión por separación. Los artículos 395 y 413 de la Ley
Federal del Trabajo que autorizan, respectivamente, su incorporación en los contratos colectivos de trabajo y en los contratosley, son violatorios de los artículos 5o., 9o. y 123, apartado A, fracción XVI, de la Constitución federal", la Corte ha vertido su
interpretación referente al tema, en el sentido de que la llamada cláusula de exclusión transgrede lo dispuesto en el artículo 5o. de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en cuanto que éste sólo autoriza que puede privarse a una persona de su
trabajo lícito por resolución judicial, cuando se afecten derechos de tercero, o por resolución gubernativa, dictada en los términos que
señale la ley, así como se establece que también se transgreden los principios de libertad sindical y de asociación, puesto que resulta
contradictorio y, por lo mismo, inaceptable jurídicamente, que en la Constitución federal se establezcan esas garantías, conforme a las
cuales, la persona tiene la libertad de pertenecer a la asociación o sindicato, o bien, de renunciar a ellos y en los mencionados
preceptos de la ley secundaria se prevé como consecuencia del ejercicio del derecho a renunciar, la pérdida del trabajo. Finalmente,
establece que el hecho de que con motivo del ejercicio de un derecho consagrado constitucionalmente, un trabajador pueda ser
separado de su fuente laboral, de acuerdo con lo dispuesto en una ley secundaria, que permite introducir en las convenciones
colectivas aquella figura, resulta censurable conforme al principio de supremacía constitucional establecido en el artículo 133 de la
Ley Fundamental.
Por los argumentos expuestos con anterioridad, se puede afirmar que los artículos 395 y 413 contenido en la Ley Federal del Trabajo,
referentes a la cláusula de exclusión, a todas luces se tornan inconstitucionales, por transgredir garantías individuales consagradas
dentro de nuestra Carta Magna, referentes a la libertad de asociación, de elección de profesión u oficio, así como el derecho de todo
trabajador de coligarse para defensa de sus intereses, motivo por el cual, se hace necesario derogar dichas disposiciones previstas en la
Ley Federal del Trabajo, a efecto de evitar que la referida ley secundaria, contemple preceptos que se encuentren en franca
contravención con lo dispuesto en nuestra máxima Ley Fundamental, nuestra Constitución federal.
Por la situación anteriormente expuesta, los legisladores del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional, preocupados por contar
con disposiciones legales adecuadas, que se encarguen de velar por el respeto a la libre sindicación de nuestros trabajadores, así como
de fortalecer nuestras instituciones jurídicas encargadas de la defensa y representación de los trabajadores en sus derechos laborales,
presentamos con todo respeto a consideración de la honorable Cámara de Diputados la presente iniciativa con
Proyecto de decreto por el que se reforman diversas disposiciones de la Ley Federal de Trabajo, así como de la Ley Federal de
los Trabajadores al Servicio del Estado, para eliminar las figuras jurídicas relativas a la cláusula de exclusión y a la
sindicación única
Primero. Se derogan los artículos 395 y 413 de la Ley Federal del Trabajo, para quedar como sigue:
Artículo 395. (Se deroga)
Artículo 413. (Se deroga)
Segundo. Se deroga el artículo 68 de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, para quedar como sigue:
Artículo 68. (Se deroga)
Transitorio
Único. El presente decreto entrará en vigor a partir del día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
Palacio Legislativo de San Lázaro,
a 6 de abril de 2006.
Diputados: José Antonio de la Vega Asmitia, Pablo Alejo López Núñez, Sergio Penagos García (rúbricas).
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