CUENTOS DE EFE GOMEZ T ABLANCA E. OTERO RESTREPO GARCIA ENRIQUE EDICIONES - NAVAS O'C aSTA JARAMillO H ERRERaS RESTREPO 2 CINCUENT~ CENTAVO~ COLOMBIA Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia i4 \ ' -.l,' EDIOIONES COLOMBIA , l"OVF.LAS - VERSOS D , R f=. C T O - CUENTOS TEATRO GIlF: A M A N l':of:: E N EL TERCER DE 1.05 LLO. - NAR N El •.jemplat: ~t'mestre: El HISPANO RAFAEL VOLUMEN U 50 et \'s. $ 2.50 R O I N I E G A S VERses - L()~D()Ñ(). ESTUDIO DE CRONICAS VüLCMEN MEJORES VALENCIA. COIU,ELIO 1\ - y GRIPRF/.IMIMAYA A L M E S SlIscri pciÔn an liaI: 5 pesos En el Exterior: 7 dólares Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia DIRECCION POSTAL: APARTADO 491 Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EDICIONES TOMO EUITORIAL COLOMBIA SEGUNDO MINERVA Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia CUENTO') DE EFE GÓMEZ TABLANCA-NAVAS E. OTERO RESTREPO D'COSTA JARAMILLO GARCL\ HERREROS ENRIQUE RESTRE?O EDICIONES COLOMBIA MCMXXV BANCO DE 1.,\ REPLJBLlCI\ LU>UOH,Ct, LUIS ' \!'-;": ¡:,RANGI) Este Libro Fue Digitalizado Por La CATAI.OGACrnl'l Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia En la selva ..V' Lorenzo Por Efe Gómez Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia En la selva OlD, mortales piadosos y ayudadnos a alcanzá. -Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansá. -Quizá en ti no será arbitrio, Sí obligación de justicia; Pues no cumples testamento Aqui estoy por tu malicia; Abre tus ojos despiérta, Pága, haciendo acelerá. Continuaba Manuel de jesú, un negro viejo, tan viejo, que la apretada lana que a modo de cabello cubría su cabeza, estaba ya blanca como el liquen retostado que envuelve los redondos pedrejones de granito. -Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansá.... Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 8 EFE GOMEZ Respondía primo Dositeo. un negrazo todavía muchachón, en cuyos brazos y en cuyas piernas desnudas se envolvían, como las serpientes de Laocon, músculos voluminosos y potentes. -De Oetsemani en el campo Sangre sllró el Redentó Contemplando de cita; pena Er gran tormento y rigó; Al Paire Etelno le ofrece No cesando allí de orá. Replicaba Manuel de Jesú. y sus palabras le salían con un ceceo sibilante por entre los dientes de abajo, s:1lidos, apartados y larguísimos. y era algo horrible ver yoir a ese par de negros en medio de las tinieblas y en el silencio de la selva infinita, a la luz de seis bujías puestas simétricamente dos a dos en los bordes de una fosa, alternar, con voz doliente, clo~ lamentos de las santas almas del purgatorio». Vislumbrábase allá, entre una mezcla de tinieblas y de trapos, algo como el cadáver cúya debía de ser el ánima por la cual iban rezando. y con cuánto fervor rezaban, notábase en el danzar de los planos Huminados de sus rostros, los cuales, al moverse fervorosoS eran alumbrados en sucesión rapidísima por la luz de las bujías, planos que parecían brotar, ser creados cada 'j cuando, at m<)- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA SELVA 9 verse, la luz los herla, pues que las partes restantes de los rostros y de los cuerpos, soldábanse, unían;e al negror de las tinieblas rodeantes. Aquello parecia un aljibe, un manadero de líquidas superficies brotando de las tinieblas invisibles. -Requiem eternam dona eis, Domine. -Et lux perpetua laceat eis. y las ranas coreaban a ]0 lejos; y el grito tristfsima de un perico-ligero horadÓ el infinito, den:-,o, formidable silencio de esa noche en las selvas del Chocó. Un cocuyo, describiendo sinuosa trayectoria, vi:Jo a chocar contra una bujía, la cual chisporroteó, e hizo danzar la maraña de las sombras y de las luces. Una rata que desde tiempo hacia miraba encandilada la llama de una de las velas desde la copa de un árbol, se sintió desvanecerse y cayó sobre las hojas alzando ruido fragoroso que creció en ondas y que luégo fue tragado por el silencio. -A poria inferi. -Erue, Domine, animam ejus. Un soplo moduló el sumiso ruillo del correr de las aguas del Andágueda, c;ue llegaba opaco, tamizado. Luégo, como un girón coloreado, luciente, que el viento lleva y mece, trajo otro soplo un fragmento de lejana orquesta: eran las notas sensuales, tur- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia JO EFE GOMEZ badoras, de una danza africana. Las entrañas de los negros conmoviéronse a ese atávico reclamo. Mirárcll~se sonrientes. -Ya están bailando. ---Ya! Luégo, como si sospecha tremenda hundiérale su daga en el corazón hasta el crucero, se puso en píe, de un salto, Dositeo, y dijo señalando, vago, a la distancia: -Allá estará ese Mareño. Y al ver que Manuel de Jesú no contestaba, díjole fUli:)so: -Mirá, Manuel de Jesú: si me estás engañando; si este cuento de la novena no son más que cismas tuyas. ve! te corto las orejas, te destripo esos ojazos y te <llf2nCO las natices a mordiscos. Voy, no me conoceyt ¿oíte? -Deje eso, primo; vea! Conque cismas lo de la noMire: no ha habido uno, uno solo, a quien le haya yo hecho la novena para que se muera, que hay.l escapado con vida. Desde el primer día comienzan a sentir el cuelpo enjuelmo, a dolerles los huesos; en ~.eguida cogen cama en un quejido, en un quejido .... Alla estará el tal Mareño revolcánàose en el suelo y <ll:lando como perro. -Ay seMI contestó Dositeo, mientras relámpagos de odio, de venganza, de sangre fulguraban en sus ojos. ven3! Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA SELVA 11 Mini, M:lllUel de Jesú: el dia que yo vea a Mareño tendido, muerto, pero muerto, tall muerto como está en este hnyo ese muñeco-y despectivo revolvió con el pie el mOlltón de trapos que en el fondo del hoyo figuraban a su enemigo--el dia que yo vea eso, te regalo dos libras de puntas de oro fino del Andágueda; te regalo mil pesos ¡mil! en monedas de plat;] del Rey; te regalo mi canoa grande de tr~5 pala:>; te regalo .... el alma. Véla ;¡qui!-y se azotaba el pccho-Véla! Tómala I Entrégélsela al Diablo, perl) mát.1 a ese hombre, máta a ese maldito; pero mátalo! ¿Quién trajo por estos mUlldos a cse infierno? Mi desgracia solrllnente: mi desgracia. ¿RcCL:crdas, Manuel de jesÚ, cómo era yo dichos(·? Cuid;¡ba de Victoria como de las niñas de mis ojos. Descie que empezó a jovenciá, la pedi por mujé a tio Leonardo y a tía Lorenza: me veia en ella, era mi vida. Pero llegó a este Rio ese délllonio y Victoria, hechizada, no pensó sino en él. ¿No creés, Manuel de .JeSÚ, que ese demonio 1-:dió queredera? ¿No crcés que la ell yer!ló? -L (J enycrbÓ sí. Pero Jéjá es:>, primo, y vámonos al baile, que allá nos es:arán echando ya de menos. Ahora verás ~ómo cncu-:nlra" a Victori.;, más linda que un cllrubin y más querid¿-,! Y del Marefío .... ni noticias! El espacioso s310n, cuyo suelo d<: guadua picada H'pusa sobre estacones, semeja un escenario. Y realmente, los negros se sienten en escena: sus movimien- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 12 EFE GOMEZ tos son ondulados, elegantes, solemnes casi; sus frases brotan sin que en ellos se note trabajo alguno de cerebración: son como el sonido del gesto, como el murmullo que acompaña el estremecimiento de la onda. Su habla tiene algo del cantar de ciertas aves; parecen una bandada de chamones y de gulungos cerniéndose sobre un maizal en chócolo: se creería estar oyendo hipopótamos cantando como ruiseñores. jY la majestad con que se mueven! No pisaba con arrogancia mayor un Buckingham los salnnes de los burgueses de la City. Erguidos, la cabeza hacia atrás, el pecho hacia adelante, ancho sombrero o frágil gorro, chambra blanca y leve, taparrabos de pañuelo de yerbas, y de la cintura abajo las desnudas, musculosas piernas, en las cual~s se envuelven los potentes músculos, que se hinchan al menor esfuerzo bajo la piel bruñida y negra. Y las mujeres, vestidas de amarillo, verde y rojo vivísimos, cuyos tonos deslumbrantes vibran, gritan, agitados por los cuerpos ondulantes a los reflejos de las antorchas de maguey y brea, cada una de las cuales l:S una fogata que retuerce las lenguas de sus llamas, sobre anchurosa piedra colocada. Preludia la orquesta. Los concurrentes se adosan a los muros y queda libre la anchurosa sala. Es que van a bailar Victoria y su primo Cartitas Renteria. Salen los dos al centro del salón y plántanse al frente el uno del otro. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA SELVA 13 La diestra graciosamente suspendida sobre la cabeza, la izquierda curvada en la cadera, tirando hacia adelante el armonioso cuerpo, el pie der~cho rebasando donoso, por debajo del ruedo de la suella túnica. que señala blanda su escultura milagrosa, espera Victoria a que el compás inicial estalle rítmico. Unidos, apretados, anulares y cordiales, van ya a deslizarse 1(ls unos sohre Jos otros, chasqlleantes; cómbase más y más el cuerpo, aguzando el aida en !.1 dichosa espera; un estremecimiento que nace en la mufteca izada en alto, corre a lo largo del brazo, de la cadera y del r~dondo muslo, muere en el pie en el preciso instante en que el compás estalla .... Chasquean los dedos de las manos como sonolOS cascabeles; hiere el pie adorable el sonoro pavimento, e iniciase la danza. Es un baile ¡raído por los abuelos del fondo misterioso del Africa distante: persigue a la dam<l el galán enamorado; solícito, requiérela rendido; ella desdt'fíosa, indiferente, húyelo, irrita lo, desdéfialo. Los movimientos del galán son de súplica, de ruego cálido; los de la dama, frios, displicentes. y cruel, le huye, le huye sin querer oír/e. En graciosos pliegues alzan las manos como blancas alas, entrambos flancos de la suelta túnica. Parece un sér ingrávido, vibrando estremecido por el aliento mismo de la música. Que no es Victoria quien se mueve: es la música misma quien la mece, lánguida, como blando vellón un soplo leve. Son esas-mirad-las tímidas zozebras de virgen ru- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 14 EFE GOMEZ borosa en quien Amor se insinúa acariciando el corazón con el mango afelpado de su flecha .... Yérguese improviso, ella, como alcanzada por mortal disparo: aleve Amor la ha herido! Su dardo cruel vibra clavado en la mitad del corazón, y aquel cuerpo divino se estremece, se retuerce, sufre, llora, glorioso y doliente a un tiempo mismo. Busc::ndo luégo un amparo, una defensa, en su instinto de mujer torna a huir del mismo a quien ama. El, torturado, persiguela, suplica, gime, grita, implora. Ella, cruel, amárgalo, exaspéralo. Clava en él de improviso miradas de hidrópico deseo: el azote de la especie hála herido en plena entraña con sus miriadas de ramales; transfigúrasc;' con ademán soberbio, rodea, envuelve, arrolla :'lI m:'lcho entre las amplias combas de sus movimientos serpentinas, y anchando más y más los pliegues de la túnica-alas que hacia él se avanzan-añú1alo, cúbrelo, inclinándose audaz, recogiéndose, alzándose, vibrando. Apágase la música y, feliz, radiante, aléjase Victoria. apoyada en el brflZo de su primo. -A ver. Tóquense un bailete para mí. Para mí y para tía Lorenza-c1ama Luis Enrique, un harapo de hombre, saltand~J a la sala.¿Que no sé yo bailá? ¡Ay, seM! ¿Recuelda, tía Lorenza? Esos eran tiempos! Salto aquí-e ibaciecutando lo que diciendo ibasalto allí; me agazap;¡, me vuervo, panchito .... la pareja me bujca, me bujca ... ande tá? .. y de golpe como brotao Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA 15 SELVA de la tierra, me le planto pur delante. ¡pero q\~lé:1 se planta! Ay, señó! Y me pongo a abosá-y las l:aderas del negro se mueven con grotesca fLlria-~ ero a abosá-¿Pero quién abosará?: Ejla rabadilla Ya no me dá, Manleca e lagarto Me voy a untá . y un suspiro chos . de alivio emerge de todos los ~,e- Que la cálida danza d~ Victoria y sus halagos acr~s han caldeaùo hasta el hervor la S3.llgre de los negrlls, los cuales sienten los corazones golpearles ahí contra la garganta, y un aliento de fragua tornarles las faeces resecas y febriles Risa saludable, sedante, su-~e como fuente rumorosa en seco cauce. Que los neg:'l)s, como todos los pasionales, gustan de agitar ante e! mundo indiferente el móvil velo de la risa y dl' la burla, para mejor esconder el fondo, Java y sanf!~e, de sus conturbados corazones. Entre tanto, Victoria y Carlitos, retirados en sCldtario rincón, dialogan rápidos: -¿Qué averiguaste, primo? -Que Marefío no viene. Que va hasta la Vigia del Fuerte probablemente hasta Cartagena en fin: hasta donde se encuentre con los Ingenieros que \'ienen: esa orden, asi dicen, recibió del Superintendente. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 16 E F E G 0\1 E Z -y qué me envió a decir? -A ti? Que no le olvides. --Está libre! --y a mí me dijo que te cuide. -Que me cuides a mi? -A ti. -No Jo necesito. -La cosa está grave, Victoria. Pero muy! Mira: me ,,¡ne por la trocha para acortá .... ya sabes. -Sí: conozco. -Al pasar junto al árbol grande de basai, oigo ruidos, voces, me fijo, me acerco, y veo a Dositeo y a Manuel de Jesú arrodillaos rezando en media selva. -Nao! --El viejo Manul'1 de Jesú está hacien·jo la novena para matar al Mareña. --Mardito! -Los seguí. Aqui en el Puerto los esperaba Fray Mariano de Ibarra: he oído lo que hablaban. El fraile tocÓ aquí de paso para Istmina, llamado por Manuel de jesú .... Te van a casar, Victoria. -A mi? -Sí, a ti. Te van a casar con Dositeo. -y cómo hacen, si yo no quiero? -Muy fácil. Han convenido en esto: a las cuatro de la maf'iana llamarán a misa. Van a decirla en la pieza grande de primo Dasiteo. Y allí, cerca al altar. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA SELVA 17 podrán verte todos los que entren, de rodillas al lado del primo Dositeo, muy vestida de novia y muy casándote. -A mi? -Es decir .... a Elvira Ampudia, tu prima, que tánto se te parece en la estatura, y que como estará con la cara hacia el Altar y cubierta con un velo .... - y mientras tanto estaré yo muerta, o coja, o manca? -Mientras tanto tú estarás en el Puerto, en la canoa, al cuidado de Manuel de Jesú y ce sus hombres de confianza .... Así lo ha dicho él. Terminada la misa, tío Dositeo saldrá por la puerta trasera, se le juntará en la canoa y pst!, río abajo. Detrás irá el fraile. Y aquí, y en lstmina, y en Calima, y en los infiernos, tú serás la mujer de Dositeo Para siempre! Una oleada, un reflujo de la multitud ¡¡priétalos contra el muro. Pusiéronse en pie. Por las puertas que dan al interior salen Fray Mariano de Ibarra, procero, ventrudo, rubicundo; tio Tomá y tía Lorenza, padres de Victoria; primo Dositeo y Manuel de ]esú. y detrás, trayendo una mesa grande cubierta de cestas con vasos y botellas, negros, muchos negros, alegres, bromistas, decidores. -Queridos hijos míos-dice Fray Mariano, melifluo, majestuoso, modulado, erguido en medio del salónqueridos hijos míos: mientras llega la hora de la misa Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EFE 18 GOMEZ vais, por la magnifiœncia de pri:l1o Dositeo, varón epónimo en quien el Senor ha vertido a manos llenas la medida de sus dones, vais, dijo, a tomar una copa, que os servirá de tente en pie hasta la hora del Santo Sacrificio. El cual elevaré al Dios de las misericordias por 12 salud de los habitantes de este río, en donde tan opima cosecha espiritual han recogido los ángeles, durante estas santas misiones. y sus párpados se velan modestos, y sus manos regordetas descansan, beatificas, sobre su vientre de pupitre. y las copas circulan, rebusantes. -¿Qué èice? Que no quiere beber Victoria, clama F ray Mariano .... Qué es éso, hija mía, qué es ésa? Nadie más obligada que tú. Tú a quien el Sefior ha llenado de gracias ..... negra, pero hermosa como la desposada del Cantar de los Cantares. Escúcha, gacela del desierto-dlcela Y su mano va a acariciaria. Clavando en él colérica mirada, retrocede, rápida, Victoria. -Ah! Y qué bien sienta el recato a las doncellas. Por todo el río resuena, cervatilla, un coro de loor a tus virtudes. Pero las caricias de los Varones del Señor, claras ondas lustrales de agua son, que purifican. Por vosotros todos, hijos. Porque el Señor os colme de sus dones. y las copas van a levantarse. Pero un ronco ruido, que ahl cerca en el Puerto se ha oldo, los detiene. To.das las miradas escrutan la distancia diluída entre la Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA SEL VA 19 luz de perla de la luna. En el Puerto se ha detenido una canoa: un tarabe boyante, estrecho y largo. El ruido que se oyera es el ronco que han lanzado los remos al ser arrojados en su fondo. Salta de ella un hombre. Un hombre alto, elástico y esbelto. Con su traje de baga parece un hijo de los Dagas que saltara de su góndola sobre d muelle del palacio de su r'::gia Prometida. Con paso imperial atraviesa en dirección a la casa. Restallan sus pisadas en la arena. Sube la escaler~; aparece en el salón. Mareno! Excla~alJ todos en voz baja. Y los corazones baten un redoble de odio negro. Tan sólo ·el de Victoria preludia una diana de esperanza. -Qué vendrá a hacer aqui ése? -Si no es la muerte, 110 sé qué buscará. -Cuando úno viene a donde no lo convidan ! - Y (l donde lo aborrecen. -Será que la vida ya le hiede. Asi continúa por lo bajo el rumor hostil y ronco. Es el feroz monólogo que precede en el monstruo colectivo a los crímenes àe sangre. Mareño le. sabe y no lo teme: amor lo trajo. Amor lü asiste. Hijo .¿I de un aventurero antioqueño y de: Lilla hermosa india cuncuna de las riberas del Pacifico. ha heredado de su padre la audacia acometiva y de Sll madre la sangre fria taciturna. Yen esa ocasión solemne surge terca en su memoria con atávico surgir, una est.rofa con que su padre lo adormia, una estrofa viril, nacida allá en la cumbre de las mon- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 20 EFE GOMEZ tafias, cuna de su padre; allá en donde las mujeres son hermosas y los hombres son enérgicos; allá en donde los adolescentes tienen que ocurrir al Léxico para aprender qué significa la palabra miedo. y con el tono dejativo que heredara de su padre. mirando a los negros en los ojos, dijo fríamente, arrogantemente: Anoche bajé al Infierno A conversar con el Diablo Pa que no crea ese negro QLle es de miedo que no le hablo. Míranse con estupor unos a otros. Tânta audacia ata sus manos. Y Fray Mariano, temiendo que su sangre fogosa lo lleve, contra sus intereses. a ponerse del lado de ese mancebo temerario que ya lo atrae irresistiblemente (después se supo que el tal Fray Mariano era un antioqueño que disfrazado de religioso hacia su agosto en esas soledades), alza su vaso y dice: -Queridos hijos mias! bebamos por los que no beben; sembremos por los que no siembran; amemos por los que no aman. A vuestra salud, queridos hijos. Victoria alza su vaso lentamente, los ojos puestos en los de Mareño. Lentamente absorbe de su copa el vino. que no traga. Y con mimo adorable ofreciéndole les labios, invítal0 a beber en ellos. Mareño no vacila. Va a ella. Cífiela en sus brazos. Une su ávida boca a la adorada boca, y chupa, bebe en esa urna Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA SELVA 21 Un/ca y fragante el licor para él ahí guardado y en donde viene ùisuelta el alma toda de su Amada. Luégo dicela al oído con voz de mando inapelable: -Pronto! a la canoa. Salta Victoria al patio, y como una sombra, corre al puerto. En tanto que Mareño, lentamente, indolentemente, baja la escalera sin apresurarse, erguido como entrara. En pie ya, sobre la popa del tarabe empuña la cafta y se pierde rio arriba. -Pero qué es ejto? Clama Dositeo. Habráse vijto? Digo? USlé, Fray Mariano, que en ~u vida le habrá tocado presenciá cosas gramáticas, vio jamás alguna como ejta? Somos mujeres, pué? Quitarnos de entre las manos a Victoria I y a tántos hombres juntos. Llegan y .... vea 1.... No, por Dió! ¿Pero que nos ejtamos aqui mano sobre mano. A seguirias! A seguirias! A traerlos aquí, vivos o muertos. A la canoa! A veri Diel palanqueros; necesito diez palanqueras. Doscientos pesos a cada uno si los alcanzamos! y allá va la canoa grande de tío Dositeo tripulada por cinco pares de bogas, los mejores del río. y en medio él, energúmeno, cenizo de ira, disparando su escopeta sobre los fugitivos cada que en una calle recta la estela que encienden se hace visible a los rayos de la luna . - Ya no nos resta más remedio que tirarIa en paro, Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 22 EFt: GOMEZ dice MareM deteniéndose: tienen bogas de refresco y en esta calle nos alcanzan. Aprovech~mos este rápido para Mira, Victoria: te echas a nado por este brazo abajo Allá en las bocas de Beté me esperas. Recuerdas? No está lejos. En el gramal, bajo los árboles. No tendrás que aguardar mucho, Tras un beso silencioso y largo desaparece Victoria bajo el agua, nadando como una ondina. -Allá viellen ya-dicese a sí mismo Mareño. Hunde en el agua, cauteloso, la palanca. Oyese el sordo restallar del ferrado regatón contra el fondo pedregoso. Hínchanse al esfuerzo los músculos de los brazos, del pecho y de la espalda como un enjambre de serpientes. Avanza al trote de proa a popa, apoyado a la palanca; inclinase al esfuerzo; el leve esquile salta boyante, y rasga la corriente mientras las ondas, estremecidas, brincan en lus flancos rotas, espumantes .... Suelta la caña y ase el remo. Enfila la canoa a la corriente y como una flecha dispárala contra la pesada embarcación de Dositeo, que, de través, surca en ese instante d rápido .... A1cánzala en el centro, hiérela, pcnétrala con el espolón de la proa; trábanse, cnclavijanse y retiemblan. AI choque los tripulantes todos son arrojados a \as ondas . ................ Allá va Mareño nadanào río abajo, sonríente, victorioso. De improviso ve a Dúsiteo surgir Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EN LA SELVA 23 de entre las aguas. Contémplanse un instante, reconócense y arrójanse el uno sobre el otro: con los brazos, con los cuellos, con las piernas, se traban, se aprietan, se ciñen, se sofocan. En la inmovilidad del feroz choque, vánse al fondo. El Mareño, que conserva aún su lucidez, comprende que el negro Dositeo está resuelto a perderse r a perderIa, que no aflojará en su abrazo, cada vez más mortal y más irremediable .... Tiembla de alegría .... Sí: la victoria está allí, a Su alcance. ¿No está sintiendo, pues, contra su cara batir las arterias en el cuello de su enemigo? .... Muérdelo feroz. Sus dientes, albas gemas rutilantes, penetran en sus carnes. Siente el chasquido de ~artílagos, de arterias, de tendones que S'~ parten. VIl manantial de tibia sangre baña su rostro; los miembros de Dositeo se relajan, ceden, caen f1axos. Miralo de cerca: un como llamear oscuro en la onda /impida brota del ancha herida riel cuello Apoya el pic en el cuerpo tíbío y se iza a la superficie del agua. Respira anhelante; mira en derredo:. Nada! El río y la selva solitarios. Apodérase de UIl tronco de guadua que flota en un manso. Tiéndese en él y abandónase al amer deI agua. Siente en la boca un sabor alcr:lino; su sér flota en un halo de sangre, de amor y de victoria. Es él en es;; jnstante el «¡¡imal puro, feliz y \·ictorio5~1. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 24 EFE GOMEZ Ve como en sueños el delta engramado en donde su amor está esperándolo, avanzar a su encuentro. Salta a tierra. Y cuando Ella, Victoria, mansa, rendida, sumisa y temblorosa se corre a un lado y lo invita a dencansar el aterido cuerpo en el campo que, esperándolo, ella propia, sobre la grama, calentara, no se maravilla. ¿Acaso no le es debido todo al ven ~ cedar? - Victoria. -Mareño. y las manos se entrelazan, y las miradas, una en otra, se entrehunden .... Callan las corolas, tálamos fragantes. Callan en el cielo las estrellas. Calla Venus, que en su oriente, encendida como una pira, los preside. Calla Diana casta en mitad de la comba de los cielos .... callan Ellos . ¿ Es que puede acaso, voz alguna del Cielo o de la Tierra, es que puede la palabra, harapo desteñido, sonar dignamente en medio a lo Inefable ? ... Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Lorenzo Pata R. Emilio Escoba, E RA a sesenta metros verticales de la superficie, en el fondo único, sin prolongaciones laterales, de un pozo de mina. De un pozo de exploración, en busca de una capa profunda. y en ese negro caos, agujereado a trechos por las claridades moribundas de las bujias que entre el ambiente espeso, irrespirable, se :lsfixiaban, se movían, bullen los mineros esgrimiendo a dos manos los pesados martillos de diez kilos. Al esfuerzo los músculos se amontonan en los hombros, se retuercen en IGS brazos y en los torsos, y, a compás, rebotando elásticos contra las cabezas de los taladros: tin tan, tin tan, cantan los martillos en sonoro tintineo. Y ese chocar metálico es un himno entonado a la energia 'f al trabajo por esos titanes victoriosos. Yesos titanes son titanes buenos. Buenos y alegres. Su vigor es el vigor del guayacán de nuestra s Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EFE 26 GOMEZ selvas tórridas, que se aprieta y se retuerce en los nudosos troncos, y se expande y ríe y perfuma en las ramas florecidas. y están gozosos; una ráfaga de alegría sopla en cada corazón: es que es sábado, sábado en la tarde, el trabajo va a terminarse, y alla arriba los esperan la luz, el aire puro, el jornal de la semana y las muchachas de ojos bellos. Ah, la visión del cielo abierto, del éter luminoso, afiorado desde los fondos negros de las minas! y hablando cilla, feliz están de sus amores, de su vida sen- vida 1........ -La que sí que está bien linda '':S Adelaida. -Ahí sí hay, pues. -Más querida . -y este Lorenzo. ¿qué e~tá viendo? -Si por éi fuera! -Yo me hacía matar. -Ve que te tumban, hombre Lorenzo . • -¿Que lo tumban? Más tumbao pa qué. Lorenzo no contesta. Es un taciturno, un taciturno de ojos elocuentes, ojos que están diciendo a gritos que Ja procesión va por dentro. ¿Qué había de contestar? No s;:¡be él jay! de sobra que Adelaida lo desdeña por Rivas, el tenienie Rivas que usa uniformes flamantes, que lleva las manos cuajadas de Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LORENZO 21 sortijas, que ha estado no se sabe en qué batalJa~, y cuentan de su valor proezas que n(J acaban I ¿y qué ha de hacer él, un pobre muchacho jornalero? ¿Qué otra cosa sino callalse y paladear en silencio su derrota? Ah! buscarlo a solas, a ese ::enientilJo pisaverde, provocarle pie con pie, ¡Jecho con pecho, acero con acero Pero ¿y su madre? ¿y su padre cieg(. a quien una mina, al estallar, sacé> los ojos? ¿y su h,;rmana viuda y llena rie hijos? Y Adelaida cree -piens;¡·-que yo soy un cobarde. Y ése .... cree otro tanto. y tar!,bién éstos Y s:mríe amargo a esta sospecha torll'rante. Lejano y ronça transmite la roca el estallido de ulla mina. -Eso fue en El Cuatro. - Fue por aquel otro lado, por El Cinco. Oyóse otra detonación aún más cercana. - Todos hacen estallar sus minas y se van, y n(,sotros aqui esperando. -y sin modo. -Qué tarde. tal si no se le antoja al patrón bajar esta -y lo advirtió varias veces. Que cuidado con i: a prender sin que él bajara. -¡Oigan! -Las gruas del ascensor comienzan a vibrar. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 2¡:; EFE GOMEZ - Allá vienen. -Por fin. La vibración de las grúas es ya sacudimiento. Se oye descender la plataforma con ruido de trueno lejano. -A cargar. -Vámonos con este viajan! -Upa, pues, ole! y alegres van ensartando las cápsulas de fulminante en las extremidades de las mechas, preparando los cartuchos de dinamitA, introduciéndolos en los agujeros de los taladros. La plataforma se detiene, la cancela se abre y da paso a1 Patrón, y tras él, en el talón de la alta bota H: !uciente, el espolín inane, ridículo remedo restiforme de los apéndices sonoros Y pungentes que los altiros cabaJleros de otros tiempo~ ganaban batallando, para hacer luégo restallar con insolencia en salones de reyes, de nobles y burgueses; envuelto en amplia c<lpa crujiente y encauchada que defiende el uniforme aZ1I1y oro del fango de la mina; florete al flanco y chambergo empenachado, salta Rivas, el teniente Rivas, cuádrase en seguida, y el puño izquierdo en la cadera, cortés se inclina y tiende la mano a una dama go¡'da, la cual baja pesadamente . . - Gracias, Rivas. --¿De qué? Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LORENZO 29 Torna Rivas a tender la ensortijada diestra. TocanJo apenas la mano que le ofrece; ágil, esbelta, ingrávÏ!'a; el blanco pie desnudo; bajo la frente alta y divila los ojos soberanos, en cuyo fondo bulle toda la luz de nuestro ciclo tórrido benáito, salta Adelaida. Y al tocar li suelo el pie donoso, los charcos sobre Jos cuales cae la luz ùe las bujias, ~on regueros de gO.ls irisadas. A Lorenzo se le cae de las manos el cartucho <pe prepara, y tiene que apoyarse, vacilante, contra 1; ;¡a salida de la roca. -¿No ve usted, mi teniente?-dice a Rivas cll'atr6n. ¿No ve? Ese es el fulminante. La mecha se le pone aquí asi. ¿No ve? Pero eso si, teniendo mucha cuenta de no apretarla de a mucho contra el fondo, porque es muy fácil que de pronto ¡plum! -¡MarnaI grita la seí'lora garda. Dejá eso, maridito por Dios. y volviéndose a Adelaida: -Ay, n¡fia. He quedado tan nerviosa, tánto, tánto. -Buena usted, sellora-dice Rivas, el teniente Rivas, con sonrisa protectora-para asistir a un combate. Ese dia que les venia contandi', Jas div:sjones que habían tratado de echar al enemigo de las trincheras que ocupaba, habían sido rechazadas, vuelta$ trizas. -Esto es una vergüenza-grita el General.-A ver, Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 30 EFE GOMEZ Bdallón Terrible, los valientes entre los valientes, desalójenme de ah! a esos patojos. Y cojo yo esa bandera y adelante, adelante. Sonaban las balas en la b?ndera como un aguacero en el techo de una tolda; )'0, adelante, adelante. -Figúrate, niña-dice a Adelaida la señora gord;¡-cómo estaría de precioso ese ángel. y volviéndose a Rivas: --¿Pero no le daba miedo, niño, por Dios? -¿Miedo? Bah! Y se irguió y se levantó las guias de los bigotes. -Esas mechas pónganlas largas, grita el patrón a lo~ mineras. Y volviéndose a Rivas: -¿No ve? Hacemos encender las mechas, saltamos al ascensor, damos la señal para que nos subl\ll, y como las mechas dan tiempo suficiente, nos apeamos en la salida de la galeria de El Siete al Pow, que está a unos cuarenta metros de altura, dejamos seguir el ascensor solo, y allí hien resguMdaditos asistimos a la detonación de las minas. Es muy bonito, ¿no ve? En medio ;,1 fogonazo se ven . saltar las rocas, trituradas; parece a la exrlosiólI que se viniera abajo todo el cerro y d ruido se va perdiendo en la red de socavones. -Oh. soberbi0, magnífico,-exrlamÓ RivilS, el teniente Rivas.-Ah, el olor de la pÓlvcra, el fragor de Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LORENZO las descargas. Adelaida: -Sólo am(>rusa no entre JI Ese es mi su~fio. - Y vol déndose a tú, reina, eres capa7 de aprisionar en cárcel este corazón Olio, hecho para p<.lpitar sereel horror de las matanzas. -Vamos, pu.:s, grita el patrón. ¡Al ascensor todosl Dé usted, Rivas, la manoa las sl~ñora:;, mientras dispongo yo la encendida de las mechas. Vamos, Moscoso, cada UIlO enciende dos rápidamente, a ver si logramos que revienten a lin ti'~llIp" todos los cartu<:ho~. Vivo! Eso es. Muy bien. Ahora al ascensor todos. ¿Todos estáll ya? j Bien! Ahora la señal. Una, dos y tres cômpanéld3s. Ya la 1~~áqlJina empieza a funcionar arribi'!. Sub:l'l1()s, subamos. Af-ómense, señoras, por los agujeros del fondo, y verán cómo arden abajo las doce mechas de las doce minas, como doce chorritos de chispas. ¿Pero qué es esto .... ? Por todos los rostros corre un relámpago de pé!Iidez mortal. El ascensor se ha detenido, luégo empieza a descender de nuevo lentamente, lentamente t y se queda inmóvil casi en el punto de arranque, a men,s ce un metro del fondo. -¿Qué ha sucedido?-gritJ d patrón tembrando de tcrr(lT}' Jgítando el cordón cie la campana de seftales hasta quedarse con la cuerda rota entre las manos. ¿Qué es esto? Dios! ¿qué es esto? D':s~llcajados los rostros, los ojos saliendo de las Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 32 EFE GOMEZ órbitas se miran unos a otros, silenciosos. anhelan- tes. ¿Qué va a suceder allí? Doce minas. todas ellas con cartuchos dobles, van a estallar bajo sus pies dentro de pocos segundos, y esas nueve personas cogidas en medía, levantadas en alto, estlelladas contra las paredes ael pJZO, trituradas, serán pronto manchones de sangre en las salientes de las rocas, restos sin nombre revueltos en el fango. Y las doce mechas, como doce antorchas fúnehres, siguen ardiendo. y la luz roja de su siniestro chisporroteo no alcanza a colorear la palidez agónica de esos rostros desolados. Ya nadie piensa en nadie. El terror con sacudida de rayo ha derrumbado las individualidades, Y de ellas sólo queda el instinto primitivo, el automatismo inconsciente. Unos intentan trepar por las paredes del pozo, Y después de lucha inútil, las manos desgarradas, tornan a caer inertes. Rivas ha pretendido subir cable arriba, pero otros se han arrojado a subir con él; el racimo humano ha crecido, crecido, y creciendo a su gran pesadumbre ha tornado a caer sobre la plataforma del ascensor, en donde se lucha a puñetazo limpio, a dentelladas Y a denuestos por subir primero. ¿Pero qué suceso inaudito, qué de insólito acaece de repente que ha logrado orielltar en una sola di- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LORENZO 33 rección todas las miradas dementes de ese grupo enloquecido, cambiando los gestos del terror en anhelos de esperanza? Es que audaz, sereno, hermoso, ha saltado Lorenla al fondo del pozo, y con mano firme y rápida arranca una rlecha chisporroteante de su agujero de roca; luégo de la mecha arranca el1ulminante. Luégo arranca otra .... y otra. Un fulminante se resiste: lo arranca con los dientes sin temor a que le estalle entre la boca. Angustiosa expectación distiende los semblantes. ¿Acabará a tiempo? ¿Arrancará todas las mechas antes que el fuego llegue a alguno de los fulminantes? Una sola mina, estallando, podría hacerlos dcsflagrar todos y tomar estéril tánto heroísmo. Y es tal el estupor, tal el asombro, tal el aplanamiento de todos estos seres, que nadie se adelanta a ayudarle, que a ninguno se le ocurre que podría hacer otro tanto, colaborar con Lorenzo y salvarse salvándolos a todos. Ya sólo arden dos mechas, y arden alto en una cornisa de la roca. Vuela allá Lorenzo. Nadie respira. Ni un solo corazón late. Las fracciones de segundo son eternidades. IHorror, al ir a trepar, resbala y cae! Un grito, grito informe, no oído, grito de animalidad en pánico, salido de las profundidades de lo inconsciente, grito ronco, de protesta, de desamparo, de impotencia, se escapa de todas las gargantas. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EEE 34 GOMEZ Luégo, un segundo de horror que fueron siglos, y en seguida germinante, jubiloso, inmenso, reborboliante, surge otro grito de alegria. Lorenzo ha logrado apagar la última mina. Después todo queda a oscuras. A oscuras y en silencio. * .•..•. ¿Qué pasa en cada uno de esos seres al ir tornando a cada una de sus psiquis disociadas por el terror las series de sensaciones conscientes que integra normalmente el monstruo humano? ¿Qué mundos de sentimientos, acordes con los personales caracteres, irán naciendo. creciendo, tornándose despóticos? Sentimientos de alegría, de agradecimiento, de odio, de vergUenza, de escondida envidia. En tanto, el silencio continúa, nadie osa interrumpirlo . .•..•.* ¿Por qué solloza dulcemente? ¿Qué es eso extraño que en el alma de Adelaida se alza en oleadas de piedad, de ternura infinita, que la enerva dulcemente y humecede con las lágrimas sus ajas? j Ah! es Que su sér severamente sacudido, hase despojado de caducos follajes pasajeros, quedando a solas con la osatura misma de su sér más íntimo, con urdimbre irredllctible de la raza, tejida hilo a hiJo pOT las encallecidas manos de rústicos abuelos ve- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LORENZO 35 nerables. Es el retorno a los atávicos quereres; al prístino soñar de adolescente; a la cabaña alzada en la ladera; al huerto oloroso a mejorar.a que él cavó con sus manos surco a surco y ella amaba 'f nombraba mata a mata. ¿Cómo ella pudo Icruel! volver la espalda a ese nido que él como el gorrión mullera con el plumón más suave de su pecho? ¿No sabía que allá la esperaba hora tras hora, mientras corría ella tras un amor que no era el de su alma, amor de tr3pOs, de galones, de ademanes, mientras que él, tan leal, tan constante, tan impaciente, tan heroico ..... Una mano busca las suyas en las sombras: Si: es él. Es su mano, son sus manos que el trabajo endureció. j Manos queridas! -¡Lorenzo! - ¡Adelaida! y los brazos se aferraron en los cuellos. Tal los dos ramales de una misma corriente cristalina que árido islote erguido en su cauce dividiera, tornan a uni; sus liquidas cristales para correr ya, y para sicmprt~, unidos. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Muchacha campera Por Luis Tablanca Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Muchacha campera A L empezar Octubre se inicia en esta brava tierra ècl trópico la estación de las lluvias. Agosto y Septiembre son tiempo claro y seco en que no se ve cruzar por el ancho ciclo el leve vellón de una !lube; pero el azul pierde entonces su pureza y profundidad; parece flotar en el aire un polvillo rojizo que semeja el lejano resplandor de un incendio. La tierra se retuesta, la vegetación decae y se man~hita, los regatos se merman y mueren. Es el tiempo en que los pastores de las ardientes llanuras emigran con sus ganados y véln a buscar en las playas abandonadas por los rios un roca dé Yt:rb;¡ y de frescura. Un día, ya a principios de Octubre, cuando el caJur es más sofocante, una nube se presenta pûr encima de las montafias, crece, se pone oscura; otra nube igual de negra y pesada surge por el mismo camino y avanza moviendo el ruido de cien carros de guerra. Las dos Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 40 LUIS TABLANCA nubes se encuentran, se funden y de su seno misterioso brota de repente un resplandor cárdeno y el zigzag de un rayo baja a herir el árbol más empinado de la selva; óyese retumbar el trueno con tal aparato como sí se desquiciara el orbe. Oruesas gotas caen rayando oblicua mente el aire sonoro, chasqueando al chocar sobre la tierra sedienta. Y llueve, llueve un dia tras otro, sin cesar, como si volvieran los cuarenta días del diluvio . Es en esta época cuando en el extremo Norte de Santander el café empieza a madurar y el agricultor tiene quc redoblar sus afanes para atender a la recolección del precioso grano. De los pueblos sale entonces mucha gente pobre que desea ganar unos jornales, comer hasta la hartura y pasar una temporada alegre en los cafetales; n,) quedan en las casas cocineras ni sirvientes, ni en las calles mozos de cordel ni desocupados de alpargatas, todos se van en gruesa romería a contratarse de braceros en las haciendas; mozos y viejos, hombres y mujeres encuentran en estos días productiva ocupación. Todos son aptos; las ramas desmayan y hay que aliviarias antes de que el grano se caiga y se pierda. Cuanto peón se pr<,senta es admitido al momento, sin averiguar quién es ni de dónde viene, y :lsí resultan agrupados por unas semanas los más heterogéneos y raros personajes de la pobretería de campos y lugares. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ..'\-1 U C II A C H A C A At P E R A * ** 41 Ño juan Cuevas tenía un cafetal. Lo había sembrado él en su mocedad con sus propias manos y no era extenso ni muy bueno, pero cuando la cosecha decía a madurar, lo menos que tenra que poner eran veinte peones a hacer la recolección. El producto le daba, ayudado con otras casillas que un buen agricultor siempre sabe obtener de la tierra incansable. para vivir en una que a él le parecía regalada holgura y aun para guardar sus ahorrillos. Por toda familia tenía una hija que trabajaba sin cansarse, pues cocinaba, hacía la colada, servía la comida, remendaba la ropa y, en fin, criaba unas gallinas que no eran las de los huevos de oro, pero sí las del huevo diario, que es cuanto una ama de casa puede desear para orgullo de su corral. Esta muchacha se llamaba Vi<:enta, andaba en la temprana mocedad y todo el que la veía junto a su padre se quedaba admirado de que de tronco tan feo hubiera podido bro~ tar una flor tan bonita. El era un indiazo de colar de tabaco, con mucho pelo cerdoso rebelde a las canas, bajito y patizambo; y ella, aunque morenita como una gitana, era fina y vivarach'l y t~Il¡J el cuerpo espigado; él tenía los ojos pequcÜús e inexpresivas, y ella, bajo las cejas, dos soles negros entre una selva de rizadas pestañas. En lo que no diferían nada era en la dentadura, en ambos fuerte, blanca, .pareja y bien puesta. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 42 LUIS TABLANCA Los domingos bajaban al pueblo a oír misa y hacer compras. En cuanto habían andado un poco por aquellas cuestas casi verticales y el viento les daba en el rostro y el sol empezaba a picar, era de ver cómo se le encendían las mejillas a la muchacha. Se echaba el pafíol6n sobre la cabeza, cruzaba las puntas sobre el pecho y encima colocaba la mano para sujetarlas, una mano tendida sin coqueteria, moren:l, hoyuelada, recargada de viejas sortijas. Ño Juan lIcvaba su ruana nuev'l de patio azul, su sombrero de jipijapa de alta copa de un blanco de crema, obra del tiempo que lo iba dorando, y unas alpargatas con capelladas de lana de color que parecian hechas con las alas de una guacamaya. Al andar la hija iba un poco adelante y el padre la seguía, abríanles paso los mozos, lIovíanle a ella piropos y miradas incendiarias y la muy honesta, como si fuera sorda y ciega, ni siquiera sonreía. ol< ** Entre los peones que en aquel mes de octubre llevó a su finca el viejo Cuevas figuró un mozo nacido en la aldehuela de Búrbura, pero que se deda hijo de Oca fía, siguiendo la inveterada costumbre que muchos tienen de negar la cuna humilde y buscar otra que a su parecer los honre y enaltezca, como sí no fuera. cada uno hijo de sus obras. Era el tal mozo un poco rubio, tcní~ ojos melad,ls, bigotillo co- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA 43 mo seda castalia y un aire de gallo fino de los que no pueden ver una hembra sin arras1rarle el ala. El papá Cuevas no era hombre muy amigo de conversación, pero el mozo le inspiró curiosidad y le retuvo un buen rato en el corredor haciéndole preguntas. Como era natural, empezó por el lado de la política, que es la obsesión de esté!S buenas gentes. -No me diga usté na-contestÓ el muchacho,que en mi família todos hemos sío liberales hasta Jas huesos, y deje listé que venga una guerra pa que me vea. Cuando la revolución pasá, yo no había nacía, pero mi papá tomó las armas y hilO raya; fue el último en entregase, yeso porque ya habían firmao la paz y no había remedio. Mi agnela tamién fue guerrillero .... Yo, si se llegara la hora, lo haria mejor que ellos porque conozco la milicia; el año pasao pagué mi servicio obligatorio ~n Pamplona. Cuando quiera Je muestro la libreta, que esa va conmigo. Soy buen tirador y aprecio las distancias mejor que ninguno .... Ahi lo dice la libreta. -¿y en el trabajo? -En el trabajo soy una fiera, no conozco la pereza, va usté a velo. Y tengo la ventaja de que sé de to un poco; S0Y a1bafiiJ, soy carpintero, agricultor y herrero; en el oficio que se necesite no S0Y m;miquebrao. Yo digo que el hombre ha de saber de to. -¿Y de onde salis ahora? Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 44 LU/S TABLANCA -Vengo e Gamarra. Pero nil me amañé en ese puerto a pesar de que se gana la plata. Me pegaron las fiebres y dije, na, yo me voy a b:Jscar tierra fría, y me vin~. -Hicites bien. Aquí te reponés ligero, y te ganás tus reales. Conmigo to el mundo se amaña, doy buena ración y buen trato. Lo único malo que ahora tenemos es el tiempo, qu~ es pura agua. Vê qué cortina de nubes. Oi que tronamentéil Esto era el domingo por la tarde y aún tenia el mozo al cuello el pafiuelito rosado con que se engalanaba. El viejo Cuevas dijo: -Antes que siga lloviendo voy a ver si acabo mi oficio. y se retiró a sus quehaceres, que consistían por las tardes en darles un pienso a las vacas Y encerrar los terneros. El viento pasaba a gran velocid Id Y llevaba en sus alas girones de neblina y gotas de lluvia. Sonaba en la hondonada el torrente aumentado por el invierno Y las lomas que formaban el paisaje tenían todos los tonoS del verde. Pasada más de media hora, cuando ya la luz de la tarde empezaba a declinar Y ponerse triste, salió el vieio del cobertizo de palma donde tenía sus animales y vio que el mozo, cuyo nombre era Elías Cafias, estaba conversando largo y tendiJo con la desdel\osa Vicenta. No le gustó al "iejo el palique, pues Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA 45 no estaba acostumbrado a ver a su hija en charlas con los peones, porque la muchacha, aunque campesina y sin pulimento, era mujer digna, que por instinto sabía guardar su decoro de terrat(niente, y si se quiere, de señora. Quiso air de qué trataban, y haciéndose el que no habia notado nada, dio la vuelta en torno de la casa y entró mañosamente por la puerta trasera, andando de modo que la~ alpargatas endurecid?s por el barro no hiciesen ruido alguno. -Créame-decíale Elías a Vicenta-que apenas la vi a usté sentí una corazaná que en los años que llevo recorriendo el mundo no me había causao ninguna otra mujer. Es que pa cada hombre que nace hay una mujer áestiná, y puede uno andar tierras y tierras y por mucho que esa mujer se le esconda al fir. topa con ella, sea pa su buena suerte, sea pa su desgracia. Apuesto a que usté cuando me vio llegar a su casa sintió tamién alguna cosa extraña .... _ Y como Vicenta negara moviendo la cabeza, el mozo ar~üía :-No lo nitgue usté, que los ojos son el espejo del alma, y en sus ojos, en el modo como me miraron, yo lo conocí al rompe .... Yo no pretendo que usté vaya a decirme ahora mismo que me quiere, pero Jo cierto es que usté y yo no nacimos pa senos indiferentes. El corazón me lo está diciendo. Usté tiene que casase algún dia. Su papá ya tiene sus años. de pronto se le muere, no 10 permita Dios, y se que- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 46 LUIS TABLANC.4 da usté solita en el mundo .... Tiene que casase, y si con alguno tiene que hacer la pareja, ¿por qu.é no ha de ser conmigo?, que apenas la vi me que1é tan enamorao que si usté se negara a quereme .... iquién sabe qué haría yo!.... Aqui llegaba el ladino mozo cuando al aproximarse le vino al viejo una tos que lo denunció antcs de Que pudiera oír una sola 'palabra, y Elías continuó hablando de otras cosas para despistarlo. -j Figúrese qué haría yo L ... Tener paciencia y C;J)lame la boca. Nos sacaron a campaña y pasamos unos días en CÚcuta, que es una ciudá mllY adelantá y muy bonita, pero con un clima muy caliente. Las calles son anchas, con árboles .... iQué ;¡llllaCenes! -En las calles de Cúcuta-intervino Ño Juan acercándose,-mataron al hijn e mi compadre Mamerto Arias en la guerra pasá. Era un muchacho e mucha esperanza .... ** * Tenía la casa por dormitorio una pieza 110 muy ancha, de paredes desniveladas y techo bajo, por cuyo maderamen corrían de noche las cucarachas y otras alimafias. Las dos camas del viejo Cuevas y de Vícellta, esteras y trapos sobre crugíentes cafiizos, estaban colocadas en los dos extremos, y eran duras. penitenciales si que quiere, pero en ellas dormían mejor que sobre plumas. Padre e hija conversaban Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA sentaùos cada uno en la ,suya, r<:zaban a dúo, 47 apa- gaban la lamparilla de aceite y, ya en las tinieblas para guardar el pudor, procedían a desnudarse. El viejo Juan tellía a la cabecera de su cam;¡ una mal labrada arqueta de nogal d:mdc guardaba las economíôs, la botella de aguardiente alcanforado, la ruana de paño azul y las fincas d~ Vicenta, amén de otras COSéiS de gran aprecio. Las fincas eran panderetas cnn perendengues, zarcillos de filigrana, seis u ocho sortijas con 'piedras muy llamativas y un collar ~e los llamados de cola de pato, heredados en parte )' en parte adquiridos por compra, joyas que la mudacha se ponía cuando bajaba a la parroquia yeso si se trataba de fiesta de la Virgen del Carmen o Senana Santa. Lis economias consistian ell algunos soles peruanc·s, un m~dio candor como un huevo frilo, algo de montda menuda y un buen atado de billetes aplélllchadios y enmohecidos, todo ello fruto de muchas privaconcs y mucho esfuerzos. Algunos días, ño Juan estaba de felicísimo humor y volcaba el tesoro soore una Cuüja para recontarlo, y Vicenra Con el dorso de ~ada malO en una cadera, presenciaba sonrcída, iluminada c.:: placer. Era «su herencia.~, cosa sagrada que había que celar y defender. Aquella 10che 110 Juan gunta intenoesti va: hizo a su hija esta pre- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LUIS 48 -¿De TABLANCA qué te estaba hablando esta tarde ese mu- chacho? -¿Cual de ellos, papá, Elías Cafias? -¡Ah! ¿Ya le sabés el nombre? -Yo sé el nombre de to los piones, papá. -¿De qué te hablaba, pregunto. -Pues .... de las tierras que ha conocía. Me habló e Plamplona, me habló e Cúcuta. del servicio militar .... Al viejo se le ocurrió una reflexión y olvidó el tema: -Ahora hacen el sorteo y se llevan los muchachos. Antes lo cojian a uno por la juerza .... Cuanro decían a coger gente no se podia bajar a la pan"Jquia. Rezaron, apagaron, se metieron bajo las coblas y pasado buen rato sonó de nuevo la voz del vejo: -¿Estás espierta, Vicenta? -Si, papá; poco sueño tengo esta noche. -¡Qué suefio vas a tener, criatura e Dios, si te están dando gUeltas entre la cabeza las emb:lequerias de ese embustero! Yo nunca he sio horrOre que me dejo engañar. Veo y comprendo to lo qJe pasa. Se declaró enamorao Y le estás creyendo. Maflana mismo le digo que se vaya. Pa un avcnttrero que anda de campo en campo jornaliando ni~ún partío podia ser mejor que vos, hija única, criá en tu casa Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA 49 con honradez, con posesión de campo que tarde o temprano pasará a tus manos y con esto que ta aquí guardao pa que lo cojás cuando yo me muera-y dio con los nudillos en la arqueta que guardaba a la cabecera de su cama.-Pa eso te he criao con tánta estimación-continuó diciendo-y pa eso me he matao trabajando, pa que venga de la noche a la mafiafia don Elías Cañas y con sólo verte sienta una corazoná y se crea ya dueño del santo y la limosna. j Qué cosa tan fácil y tan güena si no tuviera yo aquí pa impediria!.... Habló largo rato con voz apagada como si temiera que afuera del ventanuco pudiera haber un extraño que lo escuchara. Vicenta, hecha un ovillo bajo las sábanas, no se atrevió a replicarle una sola palabra. y cuando a fuerza de hablar el viejo se sintió desahogado, se reclinó de nuevo, y ya bien mediada la floche. ambos se durmieron. * •. * En aquella región el beneficio del café se hace de un modo muy rudimentario. Los peones agarran las ramas y cerrando la mano arrastran al cesto que llevan atado a la cintura todo el fruto que alii se encuentra, verde o maduro, muchas veces hasta con las hojas. Lo llevan a los patios de secar y lo vierten formando surcos, pero entonces las lluvias son incesantes, a los pocos días entra en maceración y así Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 50 LUIS TABLANCA dura, dai'lándose, hasta que el buen tiempo que trae diciembre acaba por secaria, y se puede \levar a los pilones. Llovió en aquel mes de Octubre más que otras veces, y los peones, calados hasta los huesos, tenían que suspender el trabajo por medios dios enteros para venir a la casa en busca de ropa seca para mudarse. Y sucedió que un día Elías Cañas, en vez de meterse al cobertizo donde los trabajadores tenían su dormitorio y guardaban sus maletas y hatillos, como lo hicieron sus compañeros, se quedó acurrucado al resl:{uardo del alero, con las ropas pegadas a la carne y temblando de frio como un perro. -Le va a hacer daño el estarse mojado, Elías. Cámbiese como lo están haciendo los demás, que ya hoy, según está el cielo de nublao, no habrá más trabajo.-Era Vicenta quien se cuidaba del pobre peón y el tono de su voz tenia una dulzura maternal. Elías, mirándola con ojos febriles y voraces le contestó: -No lo crea, niña, que el que ha hecho campaña como soldado raso puede pasase la vida entre un pozo sin que le suceda na. El hombre se acostumbra a toas estas cosas.- y sonreía y hacía esfuerzos visibles por aparentar que estaba muy bien. aunque los músculos no le obedecían y le temblaban como azogados. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA La muchacha muy bajo: -¿Es que comprendió no tiene ropa 51 la verdad y le preguntó seca? -Es que no tengo más que la que cargo encima, la verdá sea dicha; que de ser pobre nadie tiene por qué avergonzase. -Elltoncf.s espéreme un momento. Se fue corriendo y volvió a poco roja de felicidad trayendo prendas lavadas y muy remendadas d~ no Juan, que le ofreció apresuradamente, inclinándose para entregarIas, llena de emoción. -Corra y se rlone esta ropita e mi papá, que está limpia y seca, y se está allá entro pa que nadie lo note. Corri:!, que esa humedá le puede hacer daf\o. Sentía en lo más hondo la satisfacción que producen las buenas acciones y huhiera querido comnnicar a todC's el íntimo regocijo que la enajenaba. Al encontrarse con el papá en la sala y recibir de Jleno la mirada escudrifladora que el viejo Je dirigió, se puso de una palidez mortal y bajó los ojos aterrada. Le parecia que el astuto campesino se habia impuesto de la obra de caridad que había realizado a su costa y qU(o iba a regañarla. Pero sus únicas palahras nada tuviero.1 de terribles: -¿Qué te pasa, mo un dijullto? -Nada, muchacha, papá .... -y ;í~:;=:) cobrando que te has quedao ánimos se acercó coy D.~ L., ::-~:'r)3L1CA Este Libro Fue Digitalizado Por La c./\ Biblioteca Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia '~'J~, rLuis i :\(~ .:'.._('~' ("'\~. r Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 52 L U I S TAB L A N C A. le rodeó el cuello con los brazos.-j Qué tiempo más lluvioso el que tenemos! Esa pobre gente de tánto mojase se va a enfermar. _y el pobre Juan Cuevas, pagándoles el jornal y dándoles de comer sin que trabajen, va a salir perdiendo este afio. -¿Hay todavia mucho café en las matas? -Más de la mitá. -Entonces no va a caber en los patios. i Qué buena cosecha! -Con tal que rinda, onde secalo no ha de faltar . • • * El jueves llamó el vIeJo a un peón conocido que ya le había acompafiado en otras cogidas de café y le dijo como el que ha pensado mucho una cosa: -Tengo que bajar mañana CI la parroquia a trer plata pa hacer los pagos y como me llevo a Vice nta voy a nombrarlo a usté de mayordomo por un dia. Pero vea que me cuida el campo como cosa propia, sin dejame sola la casa ni permitir que los piones se ganen el jornal de balde. Vicenta se quedó admirada. ¿Dejar el campo en poder de unos extraños? ¿Cómo se le ocurría a su papá, que era la cordura en persona, tan extraordinario disparate? y el viejo le explicó al oído: -Otras veces te dejaba cuidando y yo me iba tranquilo, porque entonces no corrias peligro ningu- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia M UChA CHA CA MP£RA 53 no. Pero ahora se nos ha entrao el enemigo malo en la casa, y no es güeno dejate sola. Vicenta bajó la caheza avergonzada y enrojeció como una amapola. -Yo sé cuidame, no crea ....-murmuró. -y yo sé que lo mejor es evitar las tentaciones. Al amanecer iban los dos cuesta abajo. El camino estrecho caracoleaba entre los matorrales húmedos de rocío y al rozar las ramas caían gotas y volaban los pájaros. El aire trío tenía aroma de flores silvestres y rumores indefinibles. Salió el sol y doró las cimas lejanas. No Juan hacia observaciones mientras andaba: -Aá veo a mi compadre Lucas en el patio e su casa. iPobre hombre! este afio se le ha vanao toa la cosecha. -Está muy malo el camino. Apenitas asiente la inverná tenemos que salir a darle unos barrazos. -Vé qué hoquete tiene esta cerca; esta es la vaca barrosa la de estas gracias. iAnimal que es un demonio! Antes de las ocho, cuando las campanas llamaban a misa, vieron destacarse contra el fondo verde del monte los tejados del pueblo. Ese pueblo es el Carmen, en la provincia de Ocafta, lugar menudo y coqueta como un búcaro de flores. Iban a entrar a él por la Cuesta del Hoyito, a esas horas desierta. Y Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 54 LUIS TABLANCA antes de suhirla el viejo esperó sentado en una piedra mientras la muchacha le dedicaba unos momentos a l'll tocado. Ella no era más que una pobre muchacha campera, pero era mujer y por lo tanto albergaba en su corazón el no élprendido sentimiento de la coquetería. Además, como no había visto ningún otro poblado de más importancia, el Carmen era para ella todo lo que puede haber en el mundo de grande, de bonito, de codiciable. Sentóse, pues, a la orilla de la Quebradita, arroyo parlachín que baja rompiendo sus cristales entre redondas piedras, y se lavó los pies pára ponerse unas babuchas de pana nuevas que para el caso traía en un pañuelo. Se pasó la mano húmeda por el rostro y lo limpió del sudor de la caminada; se soltó el traje que tenía alzado en la cintura para no ensuciarle el ruedo; se alisó la cabeza con la peineta y vio si la trenza no se le había destejido. Polvos no se los había puesto nunca. El pafiolón lo había traído doblado sobre el brazo y ahora se lo puso, sujetándolo en el pecho con la mano regordcta y morena. Comerciantes italianos y turcos salían a las puertas de sus tiendas con aire de seducción: -j Hola, ño Juan, venga acá, no se pase de largo! En las vidrieras del mostrador había mil chucherías que embelesaban a la muchacha: peinetas con piedras, pañuelitos con versos, frasquitos de perfume, sortiias Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA 55 brillantes, alfileres de «no me olvides". Mientras ella reparaba ya el papá había cerrado el negocio, ya le estaban contando una pila de billetes que eran el precio leonino de no se sabe cuántas árrobas de café Que se había comprometido a entregar dentro de dos meses, en Enero próximo. Para celebrar el trato les obsequiaron a c<lda uno medio vaso de vino. Entraron a air misa y dieron al p::¡ j re una buena limosna para las obras de la iglesia. AlmdrzarclO un plato de san cocho con arepas calientes en una casa de la Calle Atrás. Compraron sal, carne, jabón Y al punto de medio día, antes que empezara el agua que anunciaban las nubes negras, la emprendieron de regreso cuesta arriba. La muchacha había comprado un frasquitO de agua de kélnanga y dejaba al andar una estela de intenso perfume. Pero más perfumado llevaba el corazón por el aroma de las ilusiones . * * * El sábado en Já tarde hllbo arreglo de cuentas )' pago de jornales. Los peones se acercaban uno tras otro, cont¡.¡ban con los dedos los días trabajados, recibían lo que les correspnndía y amarrándclc l:[J una punta del pélñuelo se iban a un lado a recontar y hacer reclificaciones. E! que liquidaba los nlores sin saber un punto de aritmética, pero sin equivocarse, era ño Jllan; la que entregaba el dinero la propia Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 56 LUIS TABLANCA Vicenta, tomándolo de un paño que mantenia sobre la falda. Al acercarse Elías Cañas, que vino a ser el último, el viejo le dijo en voz baja: y como ya esto está pa acabarse, porque ya el cafetal está como barría, desde mañana no te doy más trabajo. -Está bien-dijo el mozo. y después de un largo silencio levantó los ojos temiendo encontrar clavados en los suyos los de todos sus compañeros. Al cabo de un rato se atrevió a replicar: _ ¿Pero es pa mi solamente que el trabajo se acaba? Porque son más de veinte los piones que hay en la finca y a ningún otro lo ha retirao. Trabajar he trabajao como el mejor, la plata me la he ganao honradamente. El seno de Vicenta palpitaba como el de una paloma prisionera, la garganta se le cerraba, las lágrimas acudian a sus ojos y tenia que hacer grandes esfuerzos para evitar que resbalasen. El mozO continuaba aprovechando la mudez de fia Juan para exponer nuevos argumentos en su favor: -Lo que es trabajo lo hay en toas partes y pa un hombn:. que sabe desempefialo lo mismo es aquí que allá; la plata del uno no vale más que la del otro. Pero esto de que le digan a uno, lárguese, es bochornoso. Dirá el qut; lo v..:.despedir que por algo malo lo botan y no faltará alguno que empiece a desacre- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA 57 ditalo. Es cierto que ya la cogía e café está pa acabase, pero hay trabajo pa toa la semana entrante. Pues en la semana entrante podíamos ínos tos, ca cuál con su honra. El viejo creyó que había acabado y se levantó sin contestarle, tomó el patio con el dinero de m2nos de Vicenta )' se fue a guardarlo, demostrando así que no eran sus entrañas fáciles de ablandar. El mozo se acercó entonces a la l11uch¡.d¡J y le dijl) con voz turbadora: -Me bota porque ha visto que la quiero a usté . - j Cállese! -Porque de seguro que ya le tiene destinao pa marido alguno de los que tienen plata, sín ímportarle que a usté le guste o 110 •••• -Cállese, por Dios, que lo oy~. -Usté lo que puede hacer es ise conmigo a la parroquia y allá nos casamos. Después de casaos nos perdolla y vol vemos. -No crea; es terrible; lo que dice una vez lo sostiene siempre. -Piénselo. Yo no me voy sin usté. Se separaron porque el viejo volvía del aposento. Vicenta lo siguió. Iba camino del lavadero, bajo los altos higuerones que habían dejado caer las hojas sobre el suelo encharcado. El chorro del manantial, aumentado por las lluvias, caia con un ruido cristalino Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 58 L U/S TA BLA NCA. que en la soledad de la hora, en aquel crepúsculo gris, tenía hipos y sollozos de mujer triste. Había rapa blanca tendida sobre los pradizuelos de yerbabuena y las ranas ocultas entre los berros croaban invitándose a 105 nocturnos misterios de su amor. El viejo Cuevas y su hija apenas se veían como dos sombras entre las opacidades de la noche que /legaba. -¿Qué querés de mí que te has venía detrás?preguntó el padre malhumorado. Vicenta no vaciJó en suplicarle: -Debías dejalo aquí hasta que se aCilb.: la cogida. Ha trabéljao honradamente . -No lo quiero aquí; te e~tá l:l1anlOraudo y vos no has de ser pa ese pendqete. Por to estas campos hay muchos muchachos mnodos y hombres de bien pa que escojás marío cuando te dé la gana. Vete bien, reparate bien y recollocé que 50S una muchacha campera y no te conviene un desocupao de parroquia, l!eno de maJas mañas y de perdiciones. Los viejos tenemos mucha experiencia y sabemos lo que hacemos. En mala hora vino aquí ese individo. -Es que yo lo quiero, papá .... -Pues más pronto se va de aquí, si es que lo querés. Santo que no es visto no eS adorao; 'Ille se vaya. Aquí el que manda soy yo. Se entró bajo las matas de plátano y Vicenta re- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia II {j C If A C H A C A M P E R A 59 gresó a la casa lentamente, llorando. Fue a la cedna, cebó la lámpara de aceite y tomando del hogar un leño encendido sopló sobre la brasa hasta que brotó la llama y en ella la encendió. Al dirigirse a la sala creyó ver una sombra que salía èel aposento y se -2Scurría rápidamente hacia el patio. Preguntó afanm;a: -¿Es Elías? -Yo que te andaba buscando.-Su voz temblaba ~;obresaltada. -Mi papá no cede. -Cederá cuando nos casemos. Esta noche te espero. Lo dejás que se duerma, salis y nos vamos. Mañana estamos casaos y entonces ;10 le queda más remedio que perdonanos. Así pasa siempre .... ¿EStás resuelta? -No me atrevo .... Se muere mi papá del disgus o. -No se muere na. Los viejos son chochos y Ill' hay que haceles caso. Esto lo hace to el mundo. V ~omo es pa casanos .... -No me atrevo, es una cosa muy grave .... lme de la casa, como una mujer mala. -Es que vamos derechitos a la iglesia. Yo no ne acuesto esta noche; ahí sentao en una piedra me q uedo esperándote. Santo Dias L. -¿Estás resuelta? -j -Sí. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 60 LUIS TABLANCA A poco entró ño Juan y se acurrucó en la cama a fumar lentamente una pipa. La lamparilla poco alumbraba y sentada muy cerca Vicenta hacia Que remendaba, pues más era lo Que se quedaba pensativa con los ojos clavados en Jas puntadas que lo que la aguja se movia entre sus manos. Del coberti7o vecino llegaba el ruido de risas y voces de los peones. -Como cogieron plata esta misma noche se la juegan al trique o al dao. Por eso cs que algunos no tienen cuando poder comprar una muda e ropa. Vicenta Kuardó silencio, alzó la obra y cortó el hilo con los dientes. -¿Esos son mis calzones de o.anta reinosa? -Sí, papá. -Iguales le he visto tinos a mi compadre Manuel González. Y ese hombre está rico; lo menos que coge este año son cuarenta cargas, conque si el precio se sostiene, pa qué quiere más! Lo malo es que vive ten que ten con los hijos, que ninguno tiene juicio y lo que cogen lo gastan. Las muchachas sí Je han salío muy güenecilas y, según he oído decir, la mayor se le casa muy bien casá. Vicenta continuó en silencio, sin prestar atención a lo Que el viejo decía. -Otro que tamién está bien es mi cOlT:padre Araos. pero a ese Jas que le dan la mano son Jas vacas .... iQué hermosura de animales tiene! Una novilla que- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia MUCHACHA CAMPERA 6/ dé a comprale qu~ es un grano de oro, pa que kngás cuatro .... Hola, hija, ¿no me oís? -No, yo no he sabío eso. -Estás preocupá y no sabés lo que te estoy hablando. Tenés entre ceja y ceja al Elías y ni me ois lo que te digo. Acostate y dormite, que el sueño alivia to los males. Y dejate de boberías, que así que se vaya, con dejar de velo lo olvidás y se acabó. Vicenta trató de sonreír en silencio. Se levantó maquinalmente y llevó la lamparilla a una repisa que habia cerca de su cama. Previno los fósforos y preguntó cnn voz casi sollozante: -¿Rezamos de una vez? -Eso es, con eso se te van los malos pensamientos. Fue a guardar la pipa sobre la arqueta y viendo la llave en la cerradura preguntó admirado: -¿Esto qué es? Seria capaz de jurar que tardecita, después de los pagos, cerré bien y me la llave al bolsico .... y no, señor, la llave está prendía. j Qué cabeza la que tengol Por fortuna gente es muy honrá .... esta eché aquí esta Rezaron todas las devociones acuslUmlnadas y luégo Vicenta sopló la débil lamparilla. En el silencio que siguió entonces hubieran podido oirse las aceleradas palpitaciones del corazón de la pobre muchacha, que no sabia qué partido tomar y luchaba en- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LUIS 62 TABLIINCA tn: el deseo de marcharse con el hombre que le había enamorado y el sentimiento de dejar abandona(~O al pobre viejù que hasta entonces había sido todo su sér en el mundo. Y pensaba que el tiempo iba pasando, que Elías estaria afuera esperándola. ¿:ria? Después de todo, la oposición de fio Juan no era más que un capricho injusto, pues ley natural de la vida es que el hombre escoja mujer y la mujer su marido, y ¿quién mejor que el corazón para elegir ese compañero de toda la existencia? Se deslizó de la cama y aguzó el oído. El papá dormía y su alentar acompasado se percibía en el aposento como un leve rumor. Empujó la puerta y salió sin hacer ruido. -j Elías la esperaba. Vamos !-dijo __ jVamos!-murmuró muy paso. ella. La noche era clara porque la luna corría tras de las nubes; el camino se abria entre las ramas co!T'.o un túnel misterioso. Sonaba la brisa entre el follaje de los sauces Y los murciélagos revoloteaban dando agudos chillidos. Los dos perros, Buenamigo y Vigilante, quisieron seguir a su duefía dando levísimas voces que parecían el amélgo de un llanto de n:fio, pero Vicenta los hizo retract'der con un adem;1l1. Y apurando el paso, miedosa de las sombras y de los fantasmas que los árholes fingían a los lados del camino, se asió gimiendo a su raptor. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia .~lUCHACHA CAMPERA 6.1 -j Si nos sorprende nos Illata! -Cualldo él (jespierte, ya estaremos lejos. -¿Qué irá a ser de nosotros? -¿Qué va a ser? Lo que nosotros queremos que sea. Y acercándole el rostro para besarla tuvo la desvergüenza de confesarJe: -j Aquí traigo to lo que es tuyo, tu plata! Con esta somos reyes en toas partes. Vlcenta se desasiÓ del br;u:o de Elías y se llevó las manos a la cabeia: -¿Te has robao la plata que estaba ell la arqueta, eso era lo que estabas haciendo en el aposento? -Robao no, es plata tuya y 1i:nés derecho a IIevártela. Puesto que te vas conmig:), te vas con lo que te pertlllece. Ella, con UIl movimiento maquinal lo asió de Jas ropas y le gritó transfigurándo~e: -j Sos un ladrón, Elias! El amor se Je trocaba en odio. Ese sentimiento ancestral, transmitido de generaciÓn en generación, de Vt¡" como cosa sagrada, intocable, el producto de la lator de toda una vida; ese fondo de secreta avaricia que d'lerme en el corazón de todo campesino, que es el que mueve su mano al anudar en la punta dl su pañuelo la moneda que Je representa muchos "lias de sol agachado sobre los surcos, despertó en 'a muchacha con inesperada fiereza; ya no era ell:l la raptada en una locura de pasión, eran las fin- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 64 LUIS TABLA'/I.¡CA cas de oro, recuerdo de la madre muerta, eran los soles peruanos y el medio condor, el tesoro contado y acariciado tántas veces entre sonrisas y deslumbramientos, el que aquel vagabundo se apropiaba. No lo permitiría. -j Sos un ladrón descarao! ¡SOS un sinvergünza! iUn ladrón! Le arrebató la mochila y' dío gritos llamando a Buenamigo y Vigilante, que se lanzaron convertidos en fieras. Vino tropel de peones alarmados al air los gritos y vino también ño Juan a medio envolver en su bayeta colorada, blandiendo un terrible garrote. -¿Qué es esto, hija?-Preguntó el viejo con grito amenazante.-¿Por qué tas aqui? ¿Qué es lo que ha pasao? Atemorizado por los gritos que dio la muchacha y vencido por la tuerza con que le arrebató de entre las manos el dinero, Elias había huido a campo traviesa perdiéndose entre las sombras de la noche. V~ centa, sola en la mitld del camino, lloraba hundieldo la cara en el brazo doblado. Por toda respuerta acertó a decír entre sollozos: -No era más que un ladrón ....' -¿Quién? -Elías. -¿V qué se ha lIevao? -No se ha lIevao na, por fortuna. iAqui es:oy yo ! Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia lfUCHACHA CAMPERA 65 Nuestras fincas aqui las tengo. Me dio una fierá y se las quité de las manos ...• iLadrón, no era más que ladron el tal Elías L.. *** •••• j Pobre muchacha campera! Sólo perdió en esta aventura la flor de su primera y única ilusión. Cuando tenga más afias se casará honradamente, pero sin amor; tendrá muchos hijos, verá multiplicarse sus nietos, y será una de esas viejas austeras de muchas y largas enaguas almidonadas que bajan del campo a olr misa los dias de fiesta y que pasan sosteniendo el pafiolón sobre el pecho con una mano morena y nudosa, que ha trabaj:Jdo mucho, pero con los dedos llenos de anticuadas sortijas .... Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia R o q u e Por José Restrepo Jaramillo Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Roque LOS C RISTOS -No lloréis por mí-les elijo Cristo--: llorad por vuestros hijos, que lIevan en los hombros el madero de la dda». -El Libra de las Parábolas. A. A GUILLE" Roque llega a la esquina, ve a su madre que desde la ventana llama al gato: -Tito, venga. ¡Chivi, chivito! ¿No quiere la leche, Tito? Pero Tito es un gato mal educado, que desatiende el amable ofrecimiento de la leche. Qué va a conmoveria, si en el tejado vecino hay una gata blanquísima, con lujoso manto de sol, que provoca más que la leche y más que dona Luisa. -Venga, Tito; venga! El animal se contrae un poco, arquea lentamente PENAS Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 70 l. R E S T RE P O j. el verdoso lomo y con infinita pereza e infinito desdén mira a la sefiora cual si dijera: no me moleste tánto con su lec'he, vieja necia. La de la ventana comprende el gesto de definitiva negación, y remascando gruesas palabras abandona su observatorio, con sonoro revuelo de blancuras aplanchadas. Entonces Roque adelanta un poco, llega hasta el surtidor, coloca los libros sobre la trunca pirámide de cemento y comienza a lavar esas manchas de tinta que ennegrecen manos y ropas. Una S(lmbra rápida le oscurece el rabillo del ojo, vuelve el cuerpo y ve cómo Tito e~cala la rugosa tapia y de un salto cae sobre la bella durmiente. Esta se enrosca más aún, entreabre los ojos embotados y una ondulación agria recorre todo su cuerpo, como diciendo: ahora no. Envidiando a la pareja está el muchacho, cuando un vozarrón salta de la ventana: -Roque, qué horas son estas? Dónde estabas? Hace ratísimo salieron de la escuela y aún no has venido a la casa! Qué hombre tan sinvergüenza! -Era que estaba lavándome las manos, mamá. -Ligero, Iigerito! Te necesito para que le lleves los huevos a doña Clotilde. Allá los estarán esperando para la comida. Roque, aturdido, suspende la faena, coge los libros Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 71 con las manos chorreantes y brinca hasta el zaguán de la casa. -Pero, Dios mío, si vienes hecho una porquería! Qué indecencia! Este muchacho me va fi matar, Virgen Santisima! -Eso fue Lucas el de don Alberto. Se limpió la pluma en mi saco. -Ya vas a negar todo! Si: tú eres un modelo, un santo; los dèmás son los dañinos. A ver: La extremidad delantera del saco parece trapo de cocina por lo sucio y húmedo; las manos están intocables; sobre la pasta del Astete negrea enorme pulgar, cuajado al centro y esfumado en pareja trabazón de encaje hacia los lados: un verdadero dedo de ogro, ficha antropométrica, honrosa ell cualquier oficina de investigación criminal. D()ña Luisa. con mudo gesto de interrogación, clava sus ojos y su índice sobre la mancha delíctuosa. A tántas pregunt<;s cargadas de «yo acuso". el atolondrado Roque apenas lo~ra contestar: -Eso fue el maestro, mamá .... No necesita más la tempestad para desgajarse. Truenos y rayos caen sobre los hombros débiles y las espaldas arqueadas, crujen en las carnosidades flácidas y van a clavarse en las orejas anchas y comidas por la mugre. Un verdadero Sinaí sobre el desmirriado cuerpo. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 72 l. R E S T R E P O J. Cuando dona Luisa vuelve con tres huevos en cada mano, el cordero pascual de aquella casa, hecho una lástima, aún sorbe dolor por boca y nariz. Y se oyen suspiros y se adivinan sobresaltos que ponen amargura en los retratos de los abuelos y en la verde ramazón que allá en el fondo de la huerta suena bajo la tibia caricia del sol de los venados. Corazón de madre, alma de mujer, seda femenina: benditas seáis! Bendita doña Luisa, porque ahora traes la compasión en tu pecho y el dios consuelo en tus labios! Bendita, ahora que estás arrullando al hijo atormentado! -Roque, mijo querido: le duele mucho? Pobrecito! No ve: para lj ué es tan malo; por qué se deja em'uciar el vestido y los libros; por qué acusa al maestro? Déjese yo le limpio esa cara. y el delantal materno seca ojos, nariz y boca, y un beso todo amor refresca la cabeza revuelta, baja hasta el corazón y purifica y embellece las desgarraduras de esa alma lacerada. Los antepasados sonríen desde sus marcos enfermos de afias, y el sol pone alegría loca y roja en la extremidad de cada hojuela. -Bueno, mijo-continúa doña Luisa. Eso no fue nada. Ahora le lleva los huevos a doña Clotilde y vuelve para darle una comida bien sabrosa. Le voy a dar dulce de brevas con quesito. IQué tan bueno· para usted! No es cierto? Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 73 Roque asiente con humilde cabeceo, guarda los huevos en los bolsillos y sale tranquilo, grave, saboreando interiormente la dulzura de haber sido absuelto y remunerado con creces de aquel Sinai que tronó sobre su mísera humanidad. Desde la calle ve al gato, que duerme hecho un ovillo junto a la gata blancr¡. Lo llama fuerte, imperativo: -Tito, Tito: veni, vagamundo; vení vamos a llevar estos huevos. Hupa, pues! Qué hubo? y como el llamado no quiere ahora frágiles comisiones, Se queda tan orondo y tan circular como antes. Será porque no está bueno ese calorcito del sol ponentino y de la gata sofiadora! La desatención indigna a Roque. Se agacha, coge una piedra y zãsl El traquido repercute en la vecindad, la pareia de dormilones brinca aliado opuesto y una teja abre ancho boquete por donde se eSCL~rre un lampo saltarín. Detrás del muchacho, que vuela calle arriba, zumban los improperios y denuestos de las vecinas alborotadas: -Ah demonio -y no haber - y no tener -Ni maestros -Bandido! -Quiebra-tejas! de salteador éste! un policía a tiellpo. padres que lo reprl."lId?ll. que Jo eduquen. -Cain!! Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 74 /. R E S T R E P O ¡. II -Mi comida, mi comida! Roque viene con alas de hambre: tras él grita et contra portón con estrépito de cadenas y campanilla. Al llegar al extremo del corredor, se encuentra con la atareada sirvienta; da una mediavuelta rápida y luego brinca hacia atrás. Entonces se oye un grito de Luisín, el hermanito menor: -Corra, mamá; los tumbó, sí, los tumbó. y cuando doña Luisa llega, Roque se halla sentado junto a la pared, examinándose con dolor el pie herido por un clavo de la matera. Frente a él hay un reguero de sangre: claveles y goterones del dedo desgarrado, todo es lago de escarlata que los presentes miran atónitos. Los ojos de doí'ia Luisa espejean como cristal pin;:hado por el sol, y van del mazo rojo al enrojecido pie. -Rosa-dice pausada, conteniendo algo borrascoso-: componga esos clavelitos; écheles más tierra y cúñelos ligero, a ver si no se secan. Amárrele un trapo en la pata a ese vagamundo .... Vamos, que se enfría la comida. Al comedor se aparece poco después el desdichado Roque. Llega cojeando, lacrimoso, malhumorado. Se sienta distraído. Ahora piensa: ¿por qué sólo a mí me ensucian el catecismo; por qué se q:.Jebraría~ esa teja; cómo tumbé tan fácilmente la matera?-Va- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 75 Hente desgracia !-susurra interiormente. No vuelvo a jugar con ese sinvergüenza de Lucas, ni vuelvo a tirarle piedras a Tito, ni nada. Y ahora, por la pica, no voy a comer, no quiero comer; no, no! -Qué hubo: no quiere la comida?-Ie pregunta su madre. -Si, mamá; ya voy. Era que me estaba doliendo mucho este dedo. En el silencio religioso disuenan los chasquidos agudos de Luisin y de Roque. Este hace de pronto un gesto de asco, gruñe sordo vocablo y escupe el grueso bocado. Luégo, entre hipidos y sol/azos: -Valiente porqueria! Esos trisoles tenian una aJa de cucaracha. Gas! -Miren este malcriado cómo bota la comida de mi Dios-apunta don Roberto, jefe del hogar y persona de lujo en el pueblo. -Es que tenia una cosa muy maluca. -Mentiras! - Yo la vi. -No me contradigas! -Bueno, papá. -Habráse visto! Para esto se desvela uno por los hijos, para esto los cria y los educa; para que después vengan a ofender a mi Dios, a botar la comida ganada con el sudor de la frente. cCria cuervos y te sacarán los ojos». Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia J. ï/i R E S T R E P O I. Doña Luisa, Luisin y la sirvienta, que acaha de entrar, clavan en Roque sus mirad"s mudamente acusadaras. --Ave Maria, hijo l-parece decir la primera. -Qué hermanito tengo !-habIJ:1 los ojos del pequeño. _y qué capataz el de esta casa !-tercia la fámula. Después de la andanada, el muchacho se asombra y se reprende interiormente, convencido de que profanó la bondad de Dios y el amor de sus padres. Y con leve movimiento se lleva las manos a la fiente, cual buscando en ella dos cuernos recién brotados. Careada por todos se eleva la acción de gracias, que tiene algo sibilino en aquel comedor humilde, donde una penumbra enfermiza desdibuja rostros y platos, anaqueles y jarrones: -«Bendito sea Dias, que nos dío de comer sin mereceria ...." III Roque acaba de despertar. Duerme solo en un cuartieo idéntico a él y contiguo al de sus padres. Frente a su cabecera hay un ventanuco por donde se atropella UIl borbotón de fresca akgría matinal. Se restrega los ojos, estira los brazos y comienza a entreabrir los párpados aún atontados por ci sueño. Afuera ve el naranjo verdecidù, donde cada hoja es con- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia N e Q u E i7 cha dorada que embarca tembloroso lampo de sol. Luégo hace un gesto desabrido: está recordando que las naranjas de ayer le supieron a hid pican tísima. Después mira el cerro del frente, donde todos los rapaces se juntan a echar las cometas cuando viene la bul1anguera diversión. -y apenas estamos en los trempas I-piensa con resi,~nada tristeza. Por el camino, cinturón amarillc en el robusto vientre de la colina, des;ila una recue, de mulas caïga~as con café. Apenas se adIvina un pallsad\1 vaivén de sacos grises y cabezéls orejudas. Por entre los animales se atraviesa un arriero, y luego llega hasta los oídos de H0que el agudo eco de una palabrota que restal:;1 como látigo sobre las anca:, mularcs. En el recodo cercano se pierde el mañanero grupo. Y los ojos de Roque suben más aún; descallsan ell la oscura f?ja que señala un zanjón cUJjado de morales; pasan sobre dos chozas hl!meanies; resbalan montaña arriba, y se bañan en el cielo purísimo, l.avado, rimado con sol y con ûñil, divinamente combado cual ingrávide cristal sob~ç la fertilidad ris;.leña del paisaje. Alli se extasia Roque. Cuenta una a una las manchas blancas, que señalan agrupaciones de yarumos; Jas oscuras, de robles y cominos. Interiormente ríe piadoso de una célscadita que brinca tímida y con forzada alt:gria, para Juego descansar en un florido repecho de la cordilltra. Con ojazos de asombro aca- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 78 /. R E S T R E P O J. nCla Roque la grandiosa cromotipia que enmarca su ventano. Y bajo la luz purísima, frente a la titilación reidora de tánta vida, ve cómo la montaila respira onduladamente, cual robustecido pecho que va hinchando el corazón agigantado. Ahora cierra los ojos y arruga el rostro con las severas contracciones de la meditación y del análisis. 'Hay algo maravilloso que va saturando su alma de dulcísimos nirvanas. En verdad, al juntar los párpados apresó toda la belleza cantante del paisaje y la llevó a las reconditeces de su espiritu; y ahora está gozándose con ella, tal como aquel domingo cuando en el ángulo del jardín saboreó un exquisito pastel robado del comedor. Es hora de que lo veamos CO:l detenimiento, pues en la calle es casi imposible tenerlo de frente un instante: tan tímido y esquivo es. Enfoquemos en el alféizar del ventanilla: apenas doce afíos habrán caminado por su cara blanca, lechosa, de facciones normales. Los ojos, de miel pálida, están dormidos bajo gallarda penumbra. Las pestañas abren delicado fleco de seda sobre la tez rosada. Labios un tanto gruesos, caídos hacia abajo, .como de hombre serio y formal, prematuramente hastiado. Cabello oscuro, botado rev\1eltamente sobre las sienes y las almohadas. Se ve una mano pequeña, de uñas negras y con :algunos rastros de tinta escolar. Bajo la manta se in- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 79 l?OQUE sinúa un cuerpo delgado, que apenas forma dos eminencias en las rodillas. En un taburete yace la ropa de dril, ajada, perezosa, como cansada de esperar toda la noche. La Virgen del Perpetuo Socorro santifica la cabecera del lecho. Lo demás: un baúl, unos libros, una gorra maltrecha, comienzan a tomar aspecto risueño con el beso de ese rayito que hace po~o entró y que ahora trata de asomar por la cabecera y dar un susto al semidormido. Roque lo presiente, 10 adivina cosquilleante en las pupilas, que se abren enormes, lacias, con ese cansancio de los placeres intensos. Y se da a mirar seguidamente al intruso dorado. Miles de seres pequeñisimos: corpúsculos débiles, diminutas almas de polvo-quizá del pueblo-, residuos del ambiente, suben y bajan por el canal armonioso, lentos, graves, en apacible y cabrilleante revuelo de colmena de angelitas. Con cautela, como para no ser sentido, se levanta Roque; va hasta el extremo del lecho; se reelina sobre la barandilla; echa el busto adelante, y detrás del rayito curioso lanza sus ojos inquisidores, esos ojos de un cuerpo simple por donde se asoma un alma simple y como tal deslumbradora a veces. Repentinamente huye la escala de luz, asustada por un grito que raja el aire de cristal: -Qué son esas cosas, Roque, por Dios? Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 8'1 J. R E S T R E PO/. Cruje la cama, se revuetven las mantas y Roque brinca hacia et taburete y empuf'la los calzones. Por et corredor se amplía la voz de doña Luisa, que suspira: -Este muchacho está perdido, Virgen de las Mercedes! IV Roque no es malo; a duras penas es un muchacho bonachón, incapaz de los horrores y dislocamientos que en ta vecindad y en su misma casa le atribuyen. Ni es un imbécil completo, ni menos un genio. Apenas arde en él esa llamita rara que a veces nos asombra en los idiotas y en los locos, esa llamita singugular que analiza el alma de los gatos, que mira con carifio los rayos de sol que huronean bajo la cama, y que una vez, al ver cierta araña que sorbía golosa unit mosca y al recordar la grata oración al Sumo Dador después de las comidas, le hizo preguntarse interiormente: ¿ Ese animalito le dará gracias a Dios? Pero a Roque lo condenan todas las circunstancias; lo condenan los vivos y los muertos. Díganlo, si no, la huella magistral en el Astete, la tunda de dofia Luisa y aquel pollo que apareció muerto de un porrazo, y cuyo asesinato le valió al muchacho dos horas de encierro con las ratas y los plátanos de la despensa. Tan hueno es, que anoche se confesó con un fer- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROlJUE 81 vor y una contrición que debían envidiar esas beatas que se guifiaban los ojl)S al verlo arrimar al confesonario. El padre Rojas sabía algo de las maldades de su penitente, y quizá por eso le impuso tres rosarios y diez credos. Y Roque no se inmutó por ello, y cumplió la penitencia con toLia fa exactitud de Sll alma rectamente católica. -Serían chiquitos !-dice una de las solterona s al verla hace rato con la cabeza clavada en el reclinatorio. -¿Dos heras cumpliendo una penb~l1cia?-subraya entre asombros la compafiera de oración. -Es que no hay otro demonio igual. Ayer lo vi conversando con la sirvienta de doña C!')tilde. -Si? y por la tarde quebrÓ como diez tejas de la casa de don Arturo. -y en casa mató el pollo de Alicita; un pollito ).) más lindo. Si vieras: fino, sarabiado .... -Qué tristeza, niña! En costurero de diatribas queda can vertida la iglesia de Dios; en dispensario de almas p,.;or que aquella cueva de burguese~ donde restalló hace siglos el látigo div:no. Mientras esto pasa, Roque cumple la penitencia Que se le impuso por apedrear quijot~sco a ckrto ~allo que aplasta ha a una gallina, por haber sacado de la alhacena aquel sabroso pastelillo y p:>r decirle lindo a Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 82 Tito y enredarle bigote. j. un atropello R E S T R E P O J. de besos en el erizado Ahora: si ustedes quieren saber por qué está el ba~ rrio alborotado, y por qué zumba el comentario de aií por todas partes, basta con que se asomen también a SlIS ventanas .... Pero ya no, se demoraron mucho. Acaba de doblar la esquina el objeto de tántas miradas y de tánta flecha. Es Roque, vestido de pafío nuevo, calzado apretadamente, con sombrero oloroso a almacén, peinado y con el Ancora de Salvación en el bolsillo. El desigual empedrado lo hace bambolear, como si fuera ebrio de esa dicha que ya i1uinina su cara con resplandores de cielo. Ha llegado al comulgatorio y espera turno, pues el hambre de carne divina se acentúa hoy de modo casi alarmante. Claro: si es primer viernes! Tiene los ojos bajos, ha leido mucho, ha rezado bastante, le ha rogado a todos los inquilinos de la corte celestial y ya se dispone a recibir la comunión. Se levanta, guarda el libro y avanza tranquilo. Algo lo detiene, él insis1e con dulce esfuerzo y entonces, chás l, un chirrido de tela desgarrada, y detrás del chirrido: -Podía ver este vagamundo !-rastrilla la dueña del pañolón desflecado en los botones -No fue de aposta, senara-murmura serena humildad. del saco. Roque con Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE -Descarado -Perdóneme, -Silencio, 83 !-replica sef'iora. maleducado! ella. Se deshace el entuerto. Roque eleva corta oraclOn reconciliadora, se arrima, arrodillase y blanquea unos ~jos como dos hostias iguales a la que está reci::>iendo. Un momento permanece inmóvil, luégo se levanta, cruza los brazos y se dirige a su puesto, humilde, humildísimo, anonadado bajo la divina emo:ión. -Véanlo-farfulla con sorna la irreconciliable será ni San Luis Gonzaga este taita! de- vota.-No Roque, transfigurado, hierático, boga y se engrandece en el perfumado lago de infinita dulzura. Es el !Ima extasiada en el espejeante remanso, que bebe estrellas y azul de cielo a través del cristal eternamente inmaculado. y cual si muy adentro de su espíritu rebotara aquel rayito mañanero, por divina escala sube diafanizadü hasta el eterno sol de amor, al infinito deleite de ángeles y santos .... .... Pero, señora, señorita: no lo miren agresivamente. Por ese Díos que acaba se los suplico yo, el conocedor del dulce jenlo, por esa caridad que tánto pregonan ;::0 practican. Déjenlo! ¿No ven que,-nuevo ·está quemando su boca y su alma en la la pasión divina? tánto y tan de recibir, Roque. Déy tan poIsaias,hoguera de Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia l. 84 R E S T R E P O j. V Roque va siendo un hombre. Acaba de cumplir un poco, y ya a perfilar un futuro de lágrimas. Está en un colègio de segunna enseñanza, y es allí hombre timido, silencioso, que apenas se hace notar del maestro y los disdpulos. Estudia geometría. álgebra, historia universal, filosofía y otros embrollos más. Su lado fnerte es la caligrafía: siempre se lleva el primer premIO con esas planas de letras gótica y redonda, tan pulcras y be- quince la pobre lIí~imas afios. Ha crecido bonhomía que parecen y robustecido de su alma comienza salidas de iln taller litográfico. y la vida sigue probando que los humildes y escasos de espírítu son sus vktimlls prderidas. En álgebra no ha podido desenredar ese inútil e imbécil laberinto de logaritlTll)s y progresiones. En geometría llegó hasta el puente de los burros y allí quedó atascado. Las rechifIas de los compañeros y el aguijón del maestro acabaron de hundirlo. Y enterrado quedó como las bestias agobiadas que sepultan los baches de nuestros caminos indígenas. De filosofía nada hay qué decir. ¿Qué enunciados. premisas, siJogisrr.os, pueden caber en ese cerebro pobre, donde apenas si hay lugar para Tito y los rayos de sol? ¿Cuándo será capaz él de desentrañar esa embrutecedora marafta del Ginebra?-Eso cuando el hilo de las cometas se enreda es como en un hele- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 85 chal bien tupido-piensa el torturado estudiante. Y a la manera del practidsmo antiguo. corta el nudo gordiana con un golpe de sinceridad, y suelta afirmaciones que por lo cándidas hubieran hecho sonreír compasivo al doctor Pangloss. Roque es la bestia de carga del colegio; y, quizá por ese hu mano instinto de agobiar al más caído, también es el más taimado, el más corrompido, la cizal'la en aquel ca mpo de almas que en el horror de las aulas, revientilO como las diáfanas hojitas del maíz sobre la negra costra del suelo resquemaclo. -Quién tiró esa fruta?-pregunta el dómine severo. -Roque l-se oye al unísono. -Arradí1lese aquí l-sentencia el profesor, mientras sus ojos hablan más alto que los labios. Otro dia: -¿Quién le está poniendo cola a las moscas? -Roque! Roque! - Veng!l (lcá. -Yo no fui, don Ramón; yo nO fui. -Que venga, le he dicho! Tris, trás! Dos reglazos en cada mano! El viernes, antes del dibujo: -¿Quíén pintó esa porquería de muñeco en el tablero? -Roque, maestro; Roque. -Hoy no sale al recreo. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 86 j. R E S T R E P O J. -Pero si yo no fui, don Ramón. -Hoy no sale al recreo, repito! En clase de Geografía: -A ver, Roque: dónde está la isla de java? -La isla de java .... de java? -Si, hombre, sí: la isla de java! --Ah, pues .... la isla de java? .... La isla de java, queda en el.... en la.... en el Canadá, maestro! -So bruto, animal! Sálga, Gerardo, y muéstresela. y Gerardo, que tampoco es ningún Reclus, toma la vara indicadora; revolotea con ella sobre Grecia; luégo, al advertir cierto guino del vecino, la deja caer sobre el Bósforo; a una señal más fuerte, la lleva hasta la India. Vacila, se tortura el cabello, se inclina para atrapar un insecto que le cosquillea en las desnudas piernas. Sobre la mudez dogmática del planisferio abre los ojalOs que un dia vieron al extranjero rubio mascador de exóticos idiomas. El maestro, cuya enorme psicologia ha llegado hasta vislumbrar los apuros de su hijo intelectual, hace que busca algo, no perdido, en cI escritorio, a la vez que con el rabillo del ojo espia el instante en que la regla caiga sobre el pequeño letrero salvador. Y cuando oye que Gerardo, en un arranque de triunfo, exclama: aqui, aquí está l, se vuelve sibilino y apostrofa al pobre Roque: -No ve cómo aquí si hay quien estudie? No ve? Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 87 Ahora se me queda arrestado. Bien puede mandar decir que le guarden la comida hasta las cinco. Y Roque, el pobre Roque, sin acordarse ya de la remota isla que tánto debe importar a él como al maestro y a nosotros, torna a su puesto, triste, cabizbajo, casi pensando si no sería mejor que Dios hubiera dejado en la nada ese importuno ped2Zo de tierra. Cuando Roque sale del colegio, ya vuelven a sus casas los trabajadores con la herramienta al hombro. El sol, en un postrer arranque de vitalidad, gatea iglesia arriba, afanoso por recordar a las inmóviles campanas que se acerca la hora de volar consoladoras por llanos y colinas adormidos. El padre Rojas tortura el desigual atrio con pasos lentos; abre y cierra el breviario, y mira hacia la plaza tranquila, donde llegan a bostezar las calles perezosas. Roque lo divisa desde la esquina, y, temiendo una pastoral reprimenda, gira a la izquierda, pasa ~:rente a la cárcel, enfila calle arriba y entra en su caSé! con aires de general derrotado. Y, qué tal si no desvía f A Jas pocos minutos, don Roberto y el cura sostienen animado diálogo al ampáro de la torrecilla. La religión, la política y Jas finanzas bajan escarmenadas desde el cerebro y salen envueltas en el alma del húmedo tabaco. -Qué SO!I estas horas, mi sellor?-pregunta dolla Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 68 /. R E S T R E PO/. Luisa con voz de' característica al malhumorado colegial. y como Roque enmudece, lo coge de un brazo, lo zarandea y le repite en tono más subido; -Que qué son estas horas? No oyes? -Don Ramón que me dejó arrestado. -Pero no seria por estar rezando. A ver: qué pIcardía le hiciste? -Ninguna, mamá; ninguna. -Ninguna? -Nada, mamá. l.uégo. en escorzo de fuga: -Eh, yo tengo mucha hambre! -Sí? Mucha? Bueno; pues si no me cuentas por qué te dejaron arrestado, le echo la comida a Tito. -Eh, pues porque no supe dónde estaba una isla! -Qué isla? -La isla de .... de .... -De qué? -Eh, yo no me acuerdo! Una isla muy rara. -Más rara me parece tu memoria; y más, mucho más, tu aplicación. Andá a que Rosa te dé la comida; luégo te me quedás aquí estudiando toda la tarde. Esos trompitos se los voy a echar mañana al fogón. Con esos embelecos no vas a hacer l1ada en el colegio. Roque sale enmudecido para la cocina. Dona Luisa toma Las Tardes de la Granja; enciende un puHdo Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 89 tabaquito; y antes de abrir la página marcada por una bicromia del Jabón ¡~euter, aspira el humo con suave delectación y suspira, medio triste y enojada, como inquiriendo: -Dios mio: Roque por qué será asi? VI Yo no voy a jurar que Carmen es un primor de muchacha; que tiene ojos negrisimos, negras y largas pestañas y negrísimo cabello ensortijado cen ondas negras sobre la frente». Tampoco aseguro que su color envidia es de leches y de mármoles poéticos, ni menos que en su boca juegan al escondite rútilos granos de maíz blanquísimo con escandalosos corales. No son lírios agónícos sus manos, ni hay tales gallardías cimbradoras en su cuerpo, ni sobre rosas palpitantes resbala la aterciopelada levedad de su leve pie. Nada de eso. Carmen es morenuca; tiene boca apacible, de rumiante feliz; ojos con un poquin de misterio. y mucho de resignación impotente; cabello que, abundante y descolorido, se tira espalda abajo; manos como todas las que viven entre máquinas Singer, ropas destejidas y poyos de cocina. Se hermosea, ayudada por esa gracia que a ninguna mujer fue negada, con un riente trajecito de linón; calza negras botinas descotadas y medias blancas; toca la cabeza con modesta cachirula, y allá va en busca de la misa domi- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia R E j. .s T R E !' O J. nkal, los ojos bajos y el alma serena. En la semana .... es mejor que no la veamos. Pintada no, señores, como para novia desgraciadamente. de Roqut:, ¿verdad? Pues Para Roque sería ella, si la estulticia femenina no la hubiera prdericto con tan marcado c<Jriño, si él no fuera tan corto en el obrar y los padres cie ambos handos no fueran tan largos en el decir. -¿Q1ôé estar:! pensa:ldo CEe bobo descoJoriclo?comenta airada la m;¡dre d2 Carmen. ¿No encontraria otra má:;; buena para él? -D¿jclo, mamá-rduerza el cuñado l"é!' 'ir. Déje'o: que si yo lo vu:::lvo a ver ¡:>Iantado (~,¡ 1(1r:;;qUi!lâ 113ciéndok señas a esa mechuda. ln ·'la¡;'.:u ;\ qut: se 1:18 hag::! a tU mamá. No le va a quedar di\~nte a viLia Se \0 aseguro! --Es que ta:nbié:l y ¡;¡do lS¡;llChd est;\pida no reconoçer su puesto. ¿Qué 2stará pell~;and() e,:;e ji~stre, qllt :l'; sirve SiDO pina quebrar tej;¡s y mal,H galIin¡iS? Cui,:ladl" pues, S,;n Antoni;) b:;lditol Ahí te dejo a C3rmen; vos rr.e resplHldés plI' ella. ¥,' sabés: Cl,mo si fuera ¡, ¡ja tuya! Pobre San Antonio! Padre y n~;;drl:. después de mutrla! Qué tal la mano no es de pal:1! En la casa de ROqUl:: si -D;z q,je estamos Luisa, arrastralldo li: novi/ls, ¿no?-:nurmura doña las palabr(ls con cierto silbidJ ve- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE ilènuso 91 lllUY samos conocido ~on esa princesa, 'Jro y dl: -Se de su ¡¡jju, ¿Y cuándo con esa milla n0S ca- riquísima de bellezas? ve que el muchacho se estima !-agudiza con Roberto, CO:1 los mismos balancEos de caheza y chJ~-{uidos gUluraks que en el honorabie Consejo ha,:,':! ver lenguas de fUl'go sobre lél testa grávida de im' :.:iltd::ld. A;1en;I,; l~~,que pota 'lU\; b ~JJI'~ría Se enfila dir 'l':am;>'lt;~ éJ síti, h~ïidu pur los r~vcscs del áeSCa!II:saG\! ,i,llíguo, St: levanto rlespacioso y ábandona ,I .:arr','d, ;1r'l'~i ¡'já!:d'-,se el corazón, que tamhién co ;:-;_ ')ira call iiJ' ';Udt:dkS saltos mor:alcs. D~' !" ldd;~ sus progenitores sii~ui~roll conversan:;o, él !Jj s~ yo. Apenas ¡luedo decir que je s'í:o quedó al,7o con,o '111 Cuasi modo fel eqli' ,-Upol :ar:Jl:f1 :n:l'J, : on (':.11(\ de Cleopatra negra, y de turbias ag\:as g(n~(;¡\~(1.~. Sin cJl1hargo é11guna gn~iet muy intensa debe,o:';eer la ta! L"fl:1CI1, parque alii tSléÍ Roque Cil la eSC"'li:13, saborea::üo ~s~ 1;;stro mujeril que ICI ¡IJUc!1acha a -:-1"J;': Je d\:jar a su !1aSO y apunlanco él la ventdna U"IS )jcs de :'oeta en crisis. Algo dehe de tener la tal (:1r11en, ;Jorque Roqu~ si.~nte hace dias conmociones èX:rañas, sacud:das internas, corrientes subterr,íl,eas (1':-: ,'an 1 rt:r:·~rcutir todas en ese corazÓr] destrü7.éldo, eC'l:l- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 92 ,. R E S T R E P O J. do a los huracanes del amor, como el pajarillo que sorprende la tempestad aJ ensayar Jas aJas tremulantes. y Roque no sabe qué hacer. Sube media cuadra; baja ùe nuevo, metiendo los ojos por t01as las hendiduras de la casa de Carmen; se recuesta en la pared; se saca las novias de los dedos; tose, piensa, se abanica los ojos con los párpados; delira, vuelve a pensar .... ¿Pero qué tronamenta es esa; qué estruendo de infierno atropella la calma; se desquician los cielos; se hunde la tierra? Todas las ilusiones, los ensuefios todos del malaventurado Roque, vuelan sobrecogidos como parvada en éxtasis de trinos donde cae la piedra alborotadora. Nada es, sin embargo: un cataclismo de origen puramente animal. De la casa querida irrumpe Tito, en vuelo de cola y de ufias escondidas, acorralado, estrujada a escobazos. Alguien le amarró un viejo tarro de lata, y con el maldito cencerro Y con los gritos de los perseguidores viene armando un escándalo de todos los diablos y de todas las beatas. Sobre él lIueven palabras más sucias que esa alpargata que acaba de arrojarle la imposible suegra de su amo. Contra las puertas y las piedras choca el estridente cacharro, y una gritería estruendosa Yun traqueteo de ópera ponen aspavientos de condenación en la serenidad pensante de la tarde. Tito, derrengado, enloquecido, con cinco mil y más porrazos en ef cuerpo y cinco mil y más afrentas en el. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 93 alma, viene a refugiarse entre los pies de Roque, el otro herido y befado por la vida agria. Todavia caen a sus pies las palabras, rebotantes como gotas de un plomo fundido en pailas de ultratumba: -Alli estás bueno, so bandido, con ese otro sinvergüenza! -flacuchento, asqueroso! -Muerto de ha!1lhre! -Lo mismito que el duefio! -Salta-tapias y mata-gallinas como él! -Gas! -Gas! Las furias: padre, madre e hijos, hacen mutis por el fondo del zaguán, satisfechos, resoplantes, digiriendo el resto de indignación que el atropello y la poca velocidad de la lengua no les permitieron aventar sollre Tito y su compafiero de tragedia. Roque, arrimado a la trunca pirámide del surtidClr, apenas comienza a notar la presencia del gato. Litva sus ajas empafiados desde la calle hasta la pared, de aqui a la cordilIera y de ésta al gato nuevamente. Mira la puerta que acaba de cerrarse, o:Jserva al animal ';0mo a un sér caído de las nubes: jl1cünsci~nkmc¡¡te mueve la cabeza en negativo gesto de algo que no ClJITIprende. Luégo deja que el alma suba con lentitud, ¡legue a flor de pupila y se asome a reconocer aqud Agramante de infortunios. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia J. IN R £ S T R E P O j. la calma de la hora, bajo la piedad de una tarde que agoniza misericordiosa, el fleco de agua cant;: Jlla balada torturantt:; algo que se va hondo, muy ;,0 h,'ndo, tan hondo que las dos almas-Ia y : j de Tito-se él de Roque brazan y lloran estrt:mecidas l:¡ -;cda de un infinito nii10sas .... Que van picando bajo estrellas la- VII Esa dulce fraternidad ne locos a los cuerpo y del li¡¡~ J. Bri¡¡can, de las agl,as campesinas tiedei alma les entra la ,Jura y refrescante se hunden, paimojean, cantan, ríen. chiquillos. l;,!]/'an irisados abanicos Por todos los poros donde la luz se cnjaya sicte ve •...~s millonaria. Desde allá arriba 12 melena de fuego sacude sus rizos de roia armonía sobre los Cllerpc), blalîcamente deslumbr?dnres: ricga gemas de mi);'!- rosa oriente en la!'\ carnes purificadas, cuelga per';l~ reidoréls en las extremidades g'Jteilntes, yenciende ,lUpilas temblp,rr'sas en las cabelleras alisadas_ Gri:0", canlos, carcaj?d:!s, luz a tnrre.1t~s, agua bienhel:Ílua, cieh potentisilllo de liZ:I!. V:1!îO dê curdas: todo sube en grandioso h)~ pies d"l Hacedor se quicbn bió,). tierras de vida con arrullador ':¡\fO fc- qll<': " zum- f.Que \)uién es ac.~lt~l rapazuelo (~~.¡e tirita t-Zji\ los rayos de so;? Es el an,ib',) rbqtl¿, ;;::n;-a pié:LÍOSOS Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 95 dblocadq trágicamente, en busca de Ulj3 1Il¡¡;lga de la camisa que él mismo ellfedó COli su l~l1Iblor extraño. La gripa incipiente, l~ insolación voraz y las prey amenazas de dofta Luisa, motivos eran más ql.:c suficientes para rehuir el haño. Pero éí es Roque, don R31llón es el maestro y sus condiscipu- vendom's lo:; son chicos PI'Cl'luturamente hurn,ll1\1s; tres razones demasi;¡do poderosas para Roque tirarse al río, pill'a ~i:t'ir tiritando con escalofrío 50spechuso, para volvtr a la casa sin gana de comida y <:\ln hamhre de lecho confnrtante, y para .... VIi¡ j Qué tristeza más roedora tengo! i Cómo me duele el corazÓn, eón:" nie aprict;m manus extrañas la gargantid ¡Pohre r~oque,p(Jbrecito! ¡i\1a,àl\u tifo, malditos médicos y rnaiditas ll1~dlcinas; qu~ entre todos In Illil- tarnn ! Pero esto es desespnador, es insop0rlab!c. iModr r~;¡que, <:1 inh'liz Roqllè, el amigo íntimo de Tito! Morir y dej;ume a mi con Ulla novela principiada. ¡)'t •• qlle lo v('lIia observandll desde p:ql\eflo; yu, que habi,: soñado gloria cOIH:ejil p~rG su cabaa; yo, que tü.í,· ri(':I'.: prDpó:õit,) d,.' lt;1I::crio diputad¡¡ paril !lu l11alUKr¡;r e:i<i ë.l!'·it¿ ¡Jlltdrrll:nte ,¡n(,dîna! Y ahora, Cil ;0 melar Gt:: 11:0!'.ento, cli.-¡ndo )'3 casi tenia novia, clIand'J ;oalllOs a ll'c:r l'':.as cart3S t(;ll apasionadas, Ile- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 96 /. R E S T R £ P O J. ga la maldita fiebre, se sube hasta 41 grados, le embota la razón, le traba la lengua. le carboniza la san- gre! Nada valieron los antitérmicos Y las cucharadas. Cuatro frascos apenas comenzados y una fórmula sin despachar quedan ahí sobre la mesita, como diciendo: ¿Quién más se atreve? Figúrense ustedes cuánto habrán gozado los padres y hermanos de Carmen, las vecinas lenguaraces y aun las tejas irrompibles ya. Con Roque se van la bulla, el escándalo, el asesinato. Esa soledad, ese pavor silencioso y ese frío del hueco donde lo van a enterrar, vendrán al barrío al ser desalojados por su cuerpo triste y su alma guardadora de sol y de dolor. Solamente para mí se van un buen corazón, una presa de la vida en agraz, un héroe trunco L. Pobre Roque! pobre Tito! Tito está triste, muy triste. Ya no quiere la gata blanca ni el tejado con alfombra de sol; ya no juega con mariposas esquivas, ni trepa por los muros rugosos. Nada de eso. Tito está muriendo de tristeza: lloran sus ojos huérfanos de picardía, llora su piel con dolorosa ondulación, lloran sus bigotes caídos; todo él es una lágrima enorme, verdosa, plañidera cerca del ataúd feliz que alumbran cuatro cirios ignorantes del desastre. -¡Pobre Roque!-gime un amiguito del muerto-; un raro amiguito. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia ROQUE 97 y Tito levanta suavemente la cabeza y mira con ojos lacerantes al Que acaba de pronunciar ese nombre, por su alma felina mil veces bendecido. -i Pobre Tito! - dice Luisin, llorando la ortandad del gato. IPobrecito! Roque! Tito! y Tito, al oir la voz cariñosa donde ruedan juntos su nombre y el de su ido compaftero, se retira un poco, mira con tristeza al quejumbroso Luisin y .... zás! -por encima de Roque; sí, por encima de quien más lo quiso en su corta vida, por encima de Roque muerto, - salta hecho una bola estremecida. y va a caer cerca de Luisin .... iPor encima de Roque, Dios mío! iPor encima de éll . .Jl{«e.lro Co"o.qui/[a: Para u,led, con CQ.iño yad. ml",c¡ón, y recordando e%qu/.It"mente el beJio dolor cie -Sal_ ~e (~eg¡na•. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia La muerte de Juan Manuel El cacique Salomón Por E II r ¡ q u e O t e r o D' C o 5 t a Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia La muerte de Juan Manuel (Del libraco inédito «His/orie/oJ Macabro •• ) E fue el relato que hice a una pacífica tertulia de burgueses espantadizos: Los soldados del 3." de Santander que fueron aquella mafiana a relevarnos en la posición atrincherada que llamaban "La casa de Mateo Velandia», me dieron una noticia fatal: mi buen amigo Juan Manuel había sido malamente herido el día anterior! Cuando supe aquello sentí que rr..eacogotaban unas ansias de muerte, y mi único deseo, mi obsesión desde aquel momento fue volar hacia la ambulancia a visitar al pobre amigo y confidente, al noble compafiero a quien yo quería con la intensa pasión de la adolescencia. Regresamos al Cuartel General y no pequefio trabajo costó ohtener del General Herrera un salvoconducto que me permitiera franquear las lineas de fuego salvando los retenes. Armando al fin con el precioso STE 61-.1•.:::0 r'E L/.\ PFPUBLlCA 8IBlIOT[('.J, LJIS - I':"~(L ARANGO Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia CI. TALOG/ ..CION Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia o E. !02 T E R O D' A C O S T fi papel púscme Cil l1larci1<l, lrüÎ~ ndo, troteando sobre aquellas lomas siniestramente calvas, por aquellos caminos que, cual torturadas corlêsanas, tendíanse bajo cI sol de mayo como diciéndole: Résanos con tu fuego! Muérdcnos con tus rayos! L1egueme a la ambulanCÎ3 th~ «El Callao". Crucé correctores, escurlrîñé las sólas, interrogué al uno y al otro y. por último, después de ne pequeña brega, hallé ai înfort~ll1?do a:nigo refugiado ~!1 el extremo de un pasadizo. Yacía alli, tendido soj-e una vieja estera y SHviale de almOtlilda una enjalml sucia. Estábase in" mÓvil, silcncioso. taciones; eI br~ el pecho daje cl'ñíale Par? CO!~JO emharga:!\} en hondas medi- te gré: Vl" SI}, em ;IC, las manos soh<lcielldl) una equis ..... Un hlalho ven- cOI~li:;í.'n los ojos. darle áni1l1o quis\' festívamer.te, a guis(\ mostrarme de saludo: a la gallina ciega? al punto y tendiéiHlome --Estás alt'gre y d¡jele juganJo Rccor.oci(¡me ademán de e~trechaïll~e, CO;lieslÓ (('Il sus ::;razos en voz de an"iedad satisfecha: -Vèn! Vu" alr.ig(! :nío! AI h~! palabras, esos adcr.ane<; ·:xtra¡;os concertaron, y mi alma tembló levemente .... Aqueilas y entramos ell explicaciones. !(etirióme retirada de su ha{ë.llón ~n el fatídico van.1S», nqud lrta!/ón «:\1urillo Toro" ~1îedes- la gloriosa «Llano dl: Pu- e\ meior de Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia LA :\1Uf:.!,'TE DE lUAN MANUEL 103 las milicias del Estado Soberano de Santander; me relató la trágica muerte de sus jefes, las iranias del plomo y la metralla, la derrota, el desastre homérico del ala derecha liberal y por último su herida, Sll crudelisima herida; una bala de mauser le había dado ~n la cara y los ojos habian perecido ante el golpe 'TI0rté:l! -Estoy ciego! (iijome con desolado acento, v seJlIidameníe :-llzó:=,e la venda que cubría sus pupilas_ kwcllo era horrible! Dos cuenca~; rajéis, sar,grien:él~. íntèrtogéilJan ~l vacio! Sentí que una mano hel3da :llC retO!cia Ull nlldo eT] ia g 'rganta. que lágrimas de :'lh:gcJ hervian ell rr.i" ejes; y un sudell' fria me !amiÚ la ::,iéIJ .... - Es[(¡y cir...gc.... nré ya má::, el sol! Yd. JIU I~i)más vrJ!veré ¿¡ contemnlar ¡J11!'r.a aquella faz .... .! Juvtntud llilll:rta! Soy un difunto c¡ue e::;panta i'\d d .. ¡il bellez,: y !os ¡"(isiro::, quuid.)~, !.P.rl: m111ca f)Cr.1ida, fellcidflj vida ¡! ¿C0:iïfFendes 211 lilm '.¡¡,¡di, .iL 1,1 inmens¡da,1 Oê lodo esto? r,~LP;;: ::) 11~1id\1 Y luego, 11itch ti Q"II(>-r.,;¡· rirtliélJl1l'ptrl a!luiló y alCOll voz rIcSt':;pcrè1t'¡ór¡: . D¡(,~: I :ie: [) os mio! ¿Qué I;t: ha)'éls n~!Orciél1dose S!:S ,)ulios, '!3¡Juléldo malos !lice para que asi'? !\lacia se ml "curria resp¡!rt(ieï: nada I\\an\lei conthluè.ba: encontraba pa- -a dC,·jr!-:. Y Juan Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 104 E. o T E R O lY C O S T A -Ven, amigo mío. Has llegado a tiempo. Acércate .... Acércate aún más .... ! Acerquéme cuanto pude y entonces Juan Manuel, asiéndome nerviosamente, me dijo al oído, me dijo cosa tal.... que no pude reprimir un grito de espanto! -Sí? Respóndeme que sí! Es el mayor bien que podrias hacer a tu amigo, a este pobre amigo que nada habría sabido negarte! Vacilas? Bien! Peor será; me abriré la cabeza contra las paredes! Tú me conoces y sabes que lo haré!! Y al decir esto Juan Manuel me apretaba, me estrujaba rabiosamente contra su corazón. Era el momento decisivo; entonces la lengua luminosa del buen sentido descendió sobre mi cabeza y, súbitamente, sin vacilaciones, sill dudas ya, dijele: sí! -Gracias! Gracias!! Bien sabía que tú no podrías abandonarme cobardemente en esta negra desventura! Vamos, pues .... No perdamos tiempo que alguien podrá venir .... Abrevia! No me hice esperar más y tomando con pulso firme mi hermoso concha-nacar de nueve milímetros, cafión largo, lo puse en sus manos diciéndole: -Espera un momento. Permite que me aleje, y cuando me calcules a buena distancia, entonces .... ! Salí en fuga. Lancéme al campo y me dí a correr hacia las casas de .Palonegro"; corria, corria como un gamo. Mas el pobre amigo, quizá impaciente, o Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia .LA MUERTE DE lUAN MANUEL 105 debido a un mal cálculo, procedió con sus designios cuando apenas me había alejado de la ambulancia un centenar de pasos; y hé aquí como yendo en mi fuga macabra escuché con espanto su eterna despedida! El disparo retumbó bronco, fúnebre, y su eco rebotó en mi corazón con tal poder, que rodé por tierra .... Incorporéme y seguí mi carrera loca, desatenta da, guiado por dos cuencas que veía flotar en los aires destilando sangre, destilando sangre Il -De modo que usted, señor mío, le proporcionó el arma a Juan Manuel?, preguntó uno de mis oyentes. Asentí. Los burgueses de la tertulia se miraron entre sí, resoplando y bufando, y uno de ellos, panzudito y cascorvo, me atisbaba como diciendo: -Este mozo merecía estar en un presidial! 1.... Yo sonreía cándidamente, y parecía que el gesto risuefio se enroscaba en las espirales azules de mi cigarrillo y que ascendía con ellas, tejas arriba, en busca del buen Dios .... Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia El Cacique Salomón N abuelos, los conquistadores, guardaron ideas harto erróneas sobre las capacidades mentales del indio, hasta el punto de que historiadores como Simoll llegaron al extremo de poner en tela de juicio et (,;ISO de si nuestros aborígenes tenlan o no <Ilma. Carare! Si, que la tenlan, y muy bien enraizada I Digo más: en materias de agudeza lucieron rasgos que en ocasione!' dieron cinco y raya al más despierto genio español. Qüejábase Sugamuxi (aquel sacerdote de Jraea que andalldo el tiempo hlzose cristiano, recibiendo el nombre de don Alonso), qllejábase, voy diciendo, de la mala administración de justicia existente en su pueblo. Enviábale la Real Audiencia jueces tras de jlleces y corregidores tras de corregidores, mas el daño no se enmendaba, y, de esta suerte, los Encomenderos continuaban impunes con visible perjuicio para los naturales. Finalmente, y tras de muchos desengaños, avisáronle a Sugar'lllxi que iba il ser satisfecho en su demanda, como que ya habla saUESTROS Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EL CACIQUE SALOMON 107 lido un nuevo juez hacia Soga masa y, de centera, muy bít'n instruído para hacer allí paz y justicia. Ante aquel anuncio sonrió el aburrido y ya escéptico cacique, y tornándose a sus Duenos indios, dtjoles: -Andad, hijos, y reparad si las ¿Iguas del rIo corren hacia arriba o hacia abajo. Fuéronse los inocentes indios a ejecutar lo que se les mandaba, y regresaron en volandas trayendo la estupenda nueva de que Jas aguas iban corriendo «de pabajo». -De pabajo? -As! es la verdad, señor I -Ah I Entonces tened por cierto que el nuevo juez no va a correr diferente camino que los otrosl y desde aquel entol1ces los míseros descendientes de los zaques, cuando dan con un rio, mtranle atentamente, con la esperanza de hallar sus aguas (siquiera alguna vez), corriendo hacia arriba .... Vana ilusión I Pala nuestras ¡ndiadas las aguas del gran rio de la Justicia han corrido y correrán siempre de pabajo. Hubiera seguido Sugamuxi el ejemplo de don Andrés Guatesique, cacique de Dubigara, otro gallo le habrta cantado. Vaya en f;!racia! Si el Guatesique era guane fotuto. y por lo tanto progenitor de aql:cllcs famosos Comuneros del 81.. .. As! me atrevo a declararlo, mas no a jurarlo, porque se dice que ello es pecado en Cosas de poco momento. Dubigilra, en cuyas tierras asiénta3e hoy la gentil Barichara, constituyó una tan dilatada comarca, que dio tierra suficiente para ser repartida entrt: varios conquistadores. A filles del siglo XVII quedó teda ella bajo el po- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 108 E. O T E R O D' C O S T A der de don Juan Bautista de Olarte, Provincial de la Santa Hermandad de la ciudad de Vélez, y por tal razón el sobredicho don Andrés Guatesique nació y vivió bajo la tutela del mentado Provincial. Establecido lo antecedente, tomaremos el hilo de esta verldica y puntual historia diciendo que yendo noches y viniendo días, cierto mestizo, criado del Encomendero, compró un labrantío de marz a un indio de Dubigara llamado Pirinoche, comprometiéndose a pagarle por la dicha compra veinte pesos de buen oro, los que C:ebía satisfacer, precisamente, por la próxima Pascua de Resurrección. Todo esto habrla salido muy cabal si el mestizo no hubiera tenido para su coleto ciertas máximas manguianchas, una de las cuales era aquella de que ••el peor negocio es el de pagar-. Sentencia muy mucho desaforada y que, a lo que colijo, no solamente en los antiguos, pero en los modernos tiempos, ha sido usada y guardada por blancos, mestizos, indios y negros. Ql1izá por ello canta la copia: Líbrame Dios de la peste; De los mestizos y blancos; De los negros Y las negras; De los zambos y mulatos! Barrúntase de estos versillos que el poeta, o como se le llame, estaba desengañado de todo el género humano .... Mas dejemos esta zona peligrosa Y resbaladiza y arre con el cuento I Conque sucedió que el demonio del mestizo aplicó su Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EL CAC/QUE SALOMON 1V9 máxima al negocio celebrado con Pirinoche, de donde resultaba que las pascuas venlan y las pascuas se iban y los veinte pesos pataleando; patllleando, sí, porque se estaban ahogando sin remedio y sin esperanza de éL ..... -Cuándo me pagaréis? preguntaba Pirinoche al meztiza cada vez que le encontraba en Vélez. A lo cual replicaba el socarrón: -Entended y tened por cierto, mi buen Pirinoche, que estoy de viaje para la ciudad de Paga, donde vivian antiguamente los paganos, y que a mi regrew os pagaré rata por cantidad. Conque 51? Ah pícaro, ladrón, belitre de la peor calaña I La hora habla de llegaras, porque, como decía Pirinoehe: «Mi Dios es más grande que una ceiba, y cobija a todas sus criaturas por parejo I» y fue el caso que don Juan Bautista de Olarte ordenó al mestizo que se trasladase a Dubigara a colectar y traerle el tributo añal; yaqui fue la buena, porque después de haberle entregado don Andrés Guatesique la tasa, y cuando ya el mestizo se partia, dljole con mucho comedimento y gravedad: -Señor mío: mejor fuera que le satisficieras la deuda al pobre Pirinoche .... -Aún mejor seria, don cornudo soplagaitas, que no os entrometiérais en el rancho ajeno, dejando a cada cual en paz con sus pecados. -Quedáos con los vuestros, si 06 place, pero no con los veinte pesos de Pírinoche, que nunca consentiré 8algais de aquí sin haber arreglado la deuda. y como viese que el mestizo tomaba la cosa a burlas indignóse tánto el cacique con el desacomedimento Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia no E. o T E R O D' C O S T A que, sin dar campo a más, ordenó a SlIS vasallos que le prendiesen y sujetasen bien. -Ahora, salteador en despoblados, veremos si destorcéis esa bolsa, porque dos azotes bien administrados os irán por cada peso I Conque muchachos, menead esas manos y por ahora contad solos veinte I No se hicieron rogar los dubigaras aquella orden, y fue de verse con cuanta ligereza dieron con el mestizo en tierra, con qué destreza le bajaron los gregUescos y con cuánto amor empezaron la azotaina mientras el cacique contaba con mucho brio: uno, dos, diez, quince, veinte .... AquI cantó el mestizo la palinodia Y. viendo las veras traducidas en sangre, con gran priesa soitó el cordón de la bolsa y de acuerdo con la sentencia del cacique pagó a Pirinoche diez de los veinte pesos debidos. Ya imaginará el lector la zafacoca que nació en Vélez cuando vieron lIeRar al m~:;tizo todo derrengado y mohino. c¿Cómo, vociferaba el Licenciado Marantes, in qua urbe vivimus? No faltaba otra cosa sino que estos indios bellacos anduvieran a la hora de ahora azotando a nuestros criados y servidores! I El Encomendero, como era lo natural, montó en cólera e hizo llamar al cacique resuelto a propinarle un ejemplar castigo dando ase un escarmiento a los indios y una reparación a su criado. Compareció al efecto don Andrés Guatesique, risueño, son reIdo, esbozando sus dos hileras de blanquísimos dientes, y, cuando el de Olarte hlzole airadamente la acusación, replicóle con mucho so- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia EL CACIQUE SALOMON 111 siego: eSeñN: considerad que el mesti zo teníale embiilatados veinte pesos a Pirinoche .... -Pero en vuestra mano no estaba la punición I Mirad que vuestra justicia meramente alcanzaba a los ir.dios, a los meros indios Il -Talmente: el mestizo es la mitad indio y la otra mitad blanco, y yo solamente hice le dar la mitad de los azotes correspondientes a la sentencia y solamente le demandé la mitad de la deuda. Ahora, señor, como blanco que sois, haced justicia, si as: os place, en h üt:'a mitad de vuestro criado .... Ante aquella salida riéronse de muy buena gana los alii presente:;, y a la risa se sumó el gusto cuando vieron cómo el justiciero don juan Bautista hfzole pagar al mestizo los diez pesos remanentes sin dejar por ello de propinarle los veinte azotes faltantes, los que fuéronle aplicados en la esft:ra izquierda de salva sea la parte, porque el cacique. en el colmo de la legalidad jurisdiccional, apenas habia ejercitado s[;. sanción sobre la esfera derecha .... Asi fue cumplida en todo y por todo la sabia sentencia del cacique de Dubigara, yaqui podrfa ei cronista espaciarse haciendo variados comentos, como el de decir que Icuántos GU1ttesiques hacen falta en nuestro:; Tribunales .... l Pero tente, plumilla, porque como deda un indio de mi pueblo: eLa mejor cencia es mi máma Prudencia I» Lo certifico. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia El apólogo del rôyo LV# El doctor Bartolossi, loco JII1 "M. y Mme. D'Artigny" Po r José Alejandro Navas Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia El apólogo del rayo L os dos hermanos, Valerio y Rodolfo, vivían en el pueblo, en la antigua casa de sus padres, un caserón vetusto, con escudo de piedra en el portal, con varias columnas románicas en el interior que formaban un claustro y con grandes huertos y dependencias aledaños a la campiña. La campiña era feraz, riente, embellecida de Ull modo robusto por árboles majestuosos que en los dias de sol proyectaban una vasta y tupida sombra, árboles patriarcales como aquellos de los paisajes bíblicos. Para los dos hermanos la vida era amable. Nada turbaba el sosiego de sus días. Vivían a\lf como en el olvido, no sin que ellos se diesen cuenta de lo que acaeela en el re!'to del mundo. Valerio, el mayor, era dado a las faenas agricolas, a la vida espaciosa y fuerte; Rodolfo, en cambio, gustaba del estatismo y era amigo de los libros y de la meditación. A pesar de sus caracteres opuestos, se amaban como dos buenos amigos. El más débil soportaba las flaquezas Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia N 116 A V A S del más fuerte, y al contrario .... En ésto se fundaba principalmente su arman la fraternal. Además, las vastas tierras heredadas les produclan pingües rentas para que ellos, sin ::uidado, dejasen transcurrir las fugaces horas y los largos años. Valerio era un hombre robusto, de ancho torso pujante, de fuerte cuello bovino y hermosa cabeza de dios ~riego. Rodolfo era de constitución raqultica, un poco cargado de espaldas; también posela una hermosa cabeza clásica, y de sus ojos negros, elocuentes y tristEs procedia un encanto singular. El primero era egolsta, desconfiado, tumultuoso. Usaba con éxito de su acometividad y de su fuerza, y quizás, debido a estas cualidades, no pocas veces salió triunfante en sus empresas injustas y en sus propósitos malsanos. Alardeaba de la autenticidad de su sangre trasmitida sin mezcla por sus abuelos peninsulares cuyos apellidos evocaban asedios de plazas fuertes, y enorgullecíase, por sobre todo, de los lambrequines de acanto que rodeaban su escudo. El segundo era todo hidalguía, desprendimiento Y magnanimidad . ••• y sucedió que en una ocasión Valerio decidió marchar a la ciudad grande. La ciudad grande distaba muchas leguas del pueblo. Para llegar a ella era preciso atravesar largos camines sedientos, cruzar extensos valles húmedos y ascender por en medio de las montañas. Rodolfo sintió gran pena por el viaje de su hermano; le parecía que algo espantoso iba a interponerse entre Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia A P O L O G O 117 los dos; se imaginaba que la ciudad, la inmensa ciudad iba a devorarlo. y el día de la partida salió a despedirlo hasta un sitio muy eminente que descubre otros horizontes . ••• Transcurrieron los meses. Rodolfo sabIa que Valerio estaba muy bien, y que, debido a sus combinaciones económicas, acrecentaba la hacienda. En el vasto caserón la soledad y el silencio se hicieron aún más hondos, y la hierba de los huertos comenzó a desarrollarse con locura. Rodolfo, en tanto, ponía una intinita paciencia en todos y en cada uno de sus pensamientos. Así, descuidaba el amado mundo exterior de su hermano. Durante los días prolongaba los instantes, sin que :sintiera, con este ejercicio, el correr del tiempo. Las lecturas distraian so.meramente la superficie de su imaginación; mas de sí propio, de su esencia, de su pensamiento ininterru;npido, h':\bla logrado extraer mucha sabidurla. De tal suerte estaba dentro de sí mismo, que apenas si pensaba en contestar a su hermano. Este, por último, ~e h;¡bla sumergido en la ciudad, y después de dos años, muy de tarde en tarde, escribía dos líneas a Rodolfo. * • * Al fin, un día, en el gresó a su casa, a su do estaba el arrogante había disminuIdo; sus taño I su cabeza había comienzo del invierno, Yaicrio repueblo tan lejano. i Cuán cambiamozo de otros dIas I Su pujanza ojos ya no tenían el brillo de anperdido cierto nimbo romántico I Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia N /lB A V A S No obstante, él queria que su esplritu fuese el mismo; y daba voces, cerraba fuertemente las puertas y sus pasos producían vibraciones de larga duración .... Valerio habla adquirido en la ciudad una linda mujer y la había llevado consigo. Esta mujer Ilamábase Blanca, era de origen humilde y tenía huellas de sufrimiento en su rostro de virgen de leyenda eslava. Ella, se hubiera dicho, no poseía dato alguno acerca de ella misIlia. Creció dentro de una oscuridad espantosa. Un día acertó a pasar Valerio por su puerta. Valerio le dijo:~ «¿Quieres venir conmigo? Ella sin el menor esfuerzo se dejó conducir como se conduce a un animalillo ciego. * * * -Rodolfo, Rodolfo, mi hermano. Aqui tienes a esta mujer; es mi mujer, lo oyes? Ella sabrá ahuyentar la tristeza de esta casa .... Rodolfo la envolvió en una intensa mirada. y desde entonces, comenzó (.tra nueva vida para los dos hermanos. Algo tremendamente misterioso hubo de imponerse entre ellos . .•.* * Blanca áifundía su sonrisa en el vasto caserón; trataba de ser alegre, pero en vano; y sentia verdadera piedad por Rodolfo. De cuando cn cuando los dos cruzaban unas cortas frases: c¿ Qué te pasa-le decía ellayo quiero que no te entristezcas de ese modo ....; que no te preocupes por el carácter de tu hermano; él es bueno en el fondo ....• y Rodolfo, después de una í'vasiva respuesta, clavaba Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia A P O L O G O 119 sus ojos en ella, sin que esas miradas ~radujesen nada, absolutamente nada. Eran el vacío, la ausencia total. Poco tiempo de:-pués la casa comenze) a estar acicalada con cierto exquisito primor debido a las manos de aquella mujer. Las voces de Valerio resonaban en el interior aún más fuertemente que antes, y las malezas de los huertos dejaron de ahogar los arbustos entre los cuales destacaban ya n/ti da;; las flores . ••• -Tú has puesto los ojos en mi muj'~r; eres un maI hermano; eres un mal hombre I -NuIlca he puesto los ojos en ella; tu mujer pertenece a ti exclusivamente; eres injusto y 110 conoces a tu hermano. -Vêle de esta casa! Sal de la casa de nUe5tr )S padres; n~ mereces estar en ella. Te maldigo I Qlle un rayo te haga cenizas 5i tú has deseado a mi mujer!.... l -Me va)' de esta casa; pero ten entendido Que soy inocente; que un rayo me fulmine, si en mi corilzón se ha alhergado por un momento una sombra de la sombra de nu mal deseo I • *• En seguida Rodolfo emprendió la marcha. Anduvo unas horas sin rumbo, empujado tan sólo por su propio destino. Lu~go quiso descánsar al abrigo de los árboles majestuosos, protectores, como casas de frescura, semeJantes a aquellos árboles bajo cuyas frondas descansaban los patriéiT.:~s bíblicos. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 120 N A V A S El dia comenzó a nublarse; un viento de borrasca trajo mucho fdo. El hombre reclinó la fatigada cabeza en el tronco de uno de estos árboles y se quedó dormido. Pocos minutos después, alii, precisamente, cayó un rayo. El árbol y el hombre quedaron reducidos a cenizas ...• y el viento de borrasca, tremendamente sonoro en su furia incontenible, esparció estas humildes cenizas por el ancho mundo .... Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia El doctcr Bartolossi, loco E doctor Bartolossi, médico de Coenza, a menudo hacia esta pregunta al cartero de aquel pueblo: -y hoy, ¿quién ha llegado? El muchacho, comunicativo, servicial y al corriente del movimiento de viajeros, respondia: - .... Pues al hotel de la plaza llegaron dos señores que parecen extranjeros; al América, una familia de paso para el interior .... ; a la casa curaI, tres curas. -Bueno, está bien, respondía invariablemente el doctor mientras desdoblaba los periódicos que de la capital le llevaba el correo. Y asi, por el estilo, casi todos los días. El muchacho pensaba: ••Efectivamente, el doctor tiene algo de loco .... qué modo tan raro de mirar el suyo .... » L ••••••• Coenza es una población muy recomendada por sus Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 122 N A V A S condiciones de clima, topografía y recursos para los enfermos del corazón. Acuden muchos durante todo el año: algunos se alivian y regresan a las alturas satisfechos; otros se descongestionan, respiran con más facilidad, la sangre les circula mejor, las palpitaciones disminuyen .... ; pero les empieza a crecer el hígado, se ponen amarillos, y entonces es la desdicha, porque en ninguna parte pueden vivir y hay que equilibrar una cosa con otra; la vida misma les es insoportable, y viene la inquietud y la congoja. j Cuántos han dejado alii sus huesos! Sin embargo, se escuchan frases consoladoras: caquel señor, don Diego Pizarra, hace ocho afias vive aquí; tiene sus alternativas pero ahi va .... en otra parte habría muerto" . «¿Y la seftora de Collazos? :':l1a compró casa y resolvió quedarse definitivamente". «Muchos resucitan .... casualmente el otro día vino un joven ....• c¿Y qué me dicen ustedes del General EstébaneZ? En este ambiente se movía el doctor Bartolossi. Así, levantando moribundos y enterrando muertos, vivía el pueblo; crecían las arcas municipales; florecía la iniciativa. El acueducto se manifestaea principalmente por la fuente mayor, la cual lucía una placa de mármol grabada con los nombres de los concejales y el del alcalde en letras más gordas. Se sem ... braban acacias en los paseos y se rotulaban las calles con flamantes leyendas: Calle de la Libertad, Ca- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia E L D R. BA R T OL OSS I 123 Ile del Prócer García Tinoco, Carrera 8 de Noviembre. En aquellos días estaba a punto Hotel Estrella, provisto de ventiladores, automático. de abrirse el hielo y piano El doctor Bartolossi se reía, pam sí, de todo esto. En su consulta, clavado en su escritorio, sólo trataba en pocas palabras a sus pacientes. Todos decian y aseguraban que tenía grandes aciertos, pero que, desde la muerte de su esposa, se había tornado otro en cuanto a su carácter; en su ciencia era el mismo. Ni una sonrisa, ni la más ligera contracción de su rostro denotaban entusiasmo ni preocupación. Sólo sus ojos aseguraban que sufría. Pasaba como una sombra: todo en él era misterio. Contentábase con poco, era desinteresado y siempre tenía mayores atenciones con los más miserables. Sabíase que mantenía correspondencia científica con algunos de sus colegas de la capital, y constantemente recibía libros e instrumentos. Pero su mutismo era desconcertante; formulaba lo preciso y saludaba y se despedía con unas mismas palabras. Algún perspicaz del pueblo le extrajo, en memorable ocasión, un pensamiento: «esta vida está tramada de absurdos; yo espero algo que ha de llegar aquí a Iibertarme .... Las leyes de la existencia se cumplen, son inexorables. El absurdo, si se profundiza, encierra su ulterior explicación que sólo en silencio se puede descifrar .... A su tiempo hablaré-. Y se calló. Las frases Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 12-J N A V A S fur~ron comentadas como un acontecimiento, y desde entonces se empezó a decir que flaqueaba de la cabeza. _¡ Pobre !-repetían-Ia muerte de la sefiora lo dejó en silencio: ise amaban tántol.. .. y 10 sefialaban diciendo: -Alli va el doctor Bartolossí; está hecho un viejo; iqué pena da verlo I Una mal'iana, como de costumbre, tocó el cartero, y antes de que el doctor le preguntara nada, aquél dijo: -Anoche llegaron al Hotel Estrella el sefior y la señora Eizaguirre; me recomendaron esta carta .... Ademas, la sel'iora me encareció le suplicara a usted fuera inmediatamente. El médico tuvo un gesto jamás visto, y sus palabrú.s, que fueron éstas, dejaron atónito al muchacho: _I Al fin!; ya lo sabía. Los diarios de antier !<> anuncian .... Por otra parte .... pero usted no puede entender estas cosas .... Diga usted a la sef\ora que iré en el curso del dia. En movimiento nervioso, con la mano derecha, golpeaba contra la izquierda la carta. El muchacho salió. El doctor montóse las gafas y rasgó el sobre. Asi terminaba su colega Sánchez Hortúa: «Te re- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia £ L D R. BAR TOL OSSI 125 pito, el caso es desesperado: parálisis general progresiva. Tú verás qué puedes hacer con esa desdichado •. *** En el hotel habían prevenido a )a seftora respecto de )a perturbación del médico, pero ella lo dudaba pensando: «cosas de pueblo", y respondía: «allá se le considera como hombre de gran talento, como sabio ••. A los tres de la tarde Bartolossí. se hizo anunciar el doctor La sefiora tardada en salir, y sospechaba con quién se iba a entender .... No estaba segura, pero acudía a su mente algo de/ pasado, de un pretérito muy equívoco y muy lejano. Y se demoraba ensayando ante el espejo /a mejor de sus sonrisas a/ lado de su marido, de cuya boca caía un hilo de baba cristalina y cllya mirada había muerto. Ella, con un lienzo, Iimpíó los labios del esposo, y le dijo: «¿Cómo te sientes? El enfermo tartamudeó alguna cosa, moviendo tristemente /a cabeza. La sefiora era una mujer ya un poco marchita. Delgada, esbelta; guardaba mucha melancc,'fa en Sll~ (ljos grises, profundos. De pronto salió. -¡Oh! jdoctor!-exclamó tendiéndole la mana. - Ya veo que usted me ha reconocido, repuso éste. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 126 NA VA S. Siempre en uno queda algo de aquello que fue .... ¿Y su esposo? _ iEl pobre 1.... Ya se habrá enterado usted por la. carta del doctor Sánchez Hortúa, tan amable con nosotros .... -Sí, señora, estoy enterado .... una calamidad. -Pero siga, siga usted .... pueda ser que usted encuentre .... -No; ante todo, quiero tomarle a usted algunos datos; quiero que hablemos reservadamente alii en aquella habitación .... Es indispensable. Eiia vacilaba inquieta, mirando a todos lados. El doctor Bartolossi, con mucha calma, expresó: -Estoy seguro que ya le han hablado a usted de mi locura. No tenga el menor cuidado. En estos pueblos, al contrario de lo que pasa de las grandes ciudades, h~y que hablar mucho para ser cuerdo .... Una vez cerrada la puerta se sentaron. Ella comenzó: -j Esto es espantoso! El repuso: -Algo semejante me sucedió con mi mujer. ¡Fueron trece años terribles I -No lo sabia; estaba convencida de que usted lie había quedado en Europa. -Más me hubiera valido. -¿Acaso? .... -El recuerdo suyo me hizo volver .... Pero seamos· Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia E L D R. BA R T OL OS SI 127 breves, esto tenia que llegar: yo lo pensaba y alguna vez lo dije: espero que alguien habrá de venir a Jibertarme, a desatar mi lengua Las leyes de la vida se cumplen, son inexorables Pero no se altere usted .... estamos conversando y en la conversación llegaremos a ver cómo tratamos a su esposo .... No se altere .... Aquello hace veinte años, y todavia usted tan hermosa! Hizo usted mal, porque compredió mi talento, mi corazón y, sin embargo, por imbéciles prejuicios .... Ahora se ve claro lo que hubiera podido ser .... por eso la vida castiga ..... La senara temblaba y palidecía por momentos. El continuó un tanto crispado: -Usted me lanzó por otros caminos, envenenó las fuentes de mi vida .... tiene usted la culpa de todas mis desgracias. Puede ser éste un amargo reproche pero es también una demostración .... iQué pálida SE pone usted! Escúcheme .... Más tarde me casé con una mujer a quien no quise y la soporté durante trece afias, hasta que un día, aquí en este pueblo, cuando más le dolía el corazón, le suministré una enorme dosis de morfina y se quedó inmóvil para siempre!.. .. para siempre. Ella debió agradecérmelo. Yo Je aconsejaría a usted que hiciera lo mismo. La fórmula es muy sencilla .... La señora dio un grito. Luego, sujetaron fuertemente al doctor Bartolossi. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia "M. y Mme. D'Artigny" E conocido profesor de francés, monsieur D' Artigny, siempre se manifestaba encantado con sus discípulas de la alta clase social, especialmente con la seftorita Eugenia Zaldívar, cuya pronunciación parisiense no difería-según él-de aquella de la Condesa Mathieu de Noaï\les. Entre paréntesis: (La Condesa de Noailles lo distinguía muchísimo; monsieur D'Artigny, antes de la gran guerra y antes de su ruina, había frecuentado sus salones. La Condesa no dejaba de tener sus caL prichos ....) ••• Pero un buen día, alguien le ;lconsejó que emigrara a este delicioso país poco explorado, hospitalario, libérrimo, en donde podria desplegar sus actividades comerciales, que, sin duda, como en todo buen francés, estahan latentes; que en este suelo se haria inmensamente rico; que era el momento de aprovechar las especulaciones petroliferas, etc. En una frase: mon- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia D' A R T ION Y 129 sieur D' Artigny quiso creer en la leyenda de El Dorado. Así, en marzo de 1919, el profesor de hoy, desembarcó en uno de nuestros puertos con una extrema alegría emocional, como si hubiese descubierto un novísimo mundo. Ostentaba la cinta de la Legión de Honor (monsieur D'Artigny cojeaba ligeramente del pie izquierdo) y traía un saco de viaje bastante pesado, porque contenía muchos libros exclusivamente franceses: las Fábulas, de Lafonfaine, Teatro, de Racine, Un Divorcio, de Bourget, y así todos por el estilo, además de muchos versos de la prenombrada Condesa, aunque éstos no eran de su completo gusto, porque su memoria insaciable retenía mejor la literatura romántica del siglo pasado: aquellos innumerables poemas nutridos de ensueños triviales, cuyo escenario siempre es el mismo: un lago dentro de un parque viejo; Jas parejas de cisnes señoriales que de rato en rato sumergen las cabezas en el agua oscura, acaso cuando Jas amantes se besan inclinados en la balaustrada .... De aquella literatura monótona, falsa y decorativa, estaba impregnado, como de una escncia reconcentrada, monsieur D' Artigny. Transcurrieron los días. El comercian::e aventurero no pudo hacer nada. Aquellas especulaciones, al parecer sencillas para él, se complicaban, a la vez que los dineros disminuían inmisericordemente. ¿Qué hacer? Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 130 N  V A S Por lo pronto se trasladó del Royal Hotel a una Pensión sin nombre, la cual, no obstante, tenia para él un ambiente familiar, casi un ambiente dulce. Allí seestaba mejor. Desde una ventana que se abria al poniente, monsieur D' Artigny espaciaba su espíritu en la melancolia de la Sabana. Quizás en aquellos dias hizo algunos versos otoñales que más tarde recitaba a sus discípulas sin atreverse a confesarles quién era el autor .... Felizmente la retórica aniquiló por completo sus ilusiones especulativas. Aqui encontró un camino fácil, muy fácilmente abierto: el camino de la gramática. y no tardó en difundir un anuncio sugestivo, ofreciéndose como excelente profesor de la lengua por exeelencia cortesana. La sociedad le abrió sus puertas. De este modo vino para él la fortuna. Monsieur O' Artigny tenía cuarenta y cuatro afias. En verdad no eran muchos años .... Su rostro hablase arrugado en extremo a causa de sus agudas y duraderas sonrisas. Posela unos mostachos rubios, sedosos, erguidos como dos llamas de dos robustas bujías, y sus ojos claros. sin importancia, trataban de esconderse, de huir humildes cuando los homenajes acudlan a sus labios. Entonces también unos mechones exiguos caían sobre sus sienes cansadas. Era católico y le gustaban los buenos platos nuéstros; tocaba el piano con cierta alada grflcia femenina y se pulía las uñas como una atriz. Algunas muchachas Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia D'ART/ONY 131 se divertian mucho con monsieur D'Artigny, y exclamaban las más bonitas y de menos afios: «Es ridículo este francés; es ridículamente encantador ••. Sin embargo, cuán agradable resultaba el profesor en las tertulias de sel'íoras achacosas que tomaban té en un ambiente recogido y pacato y hablaban de sus antepasados, poniendo los ojos en blanco, como de beJlr)s ejemplares de hidalguía, de talento, de seducción. *** Precisamente Eugenia descendía de uno de aquellos ilustres varones cuya imagen reproducía el daguerrotipo con unas luces misteriosas, singularmente severas y doctorales. Era hija única de un matrimonio tardío, de uno de estos matrimon:os meditados con antelacíón en muchos afias de noviazgo, quizá después de haber aniquilado grandes ilul;iones a causa de un conocimiento mutuo demasiado utilitario, demasiado metafisico ..... Matrimonios felices, sí, más bien felices, los cuales durante veinticinco o treinta años han llevado una vida igual, sin grandes alegrías y sin grandes tristezas, envejeciendo si se quiere dulcemente, después de haber engendrado una hija linfática y antojadiza, que se empeña en pronunciar muy bien el francés y en escribir con caracteres torturados y distinguidos. No habéis observado que estos matrimonios exclaman en un tono siempre igual, después de haber llovido durante una semana: «Oh, este Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 132 N A V A S invierno L..." Estos matrimonios han comido idéntica sopa los domingos, porque desde que fueron al altar los acompaña la misma cocinera refunfuñadora y sin iniciativa. Aquellas sillas son las mismas de antafto; aquel reloj se ha dafiado tres veces y las tres veces lo ha compuesto un anciano vacilante, que ya está casi ciego. Ese grabado se ha desteñido, no importa! Hace diez años la niña comenzó a teclear en el piano; ahora ejecuta, sin equivocarse, una mazurca de Godard. La señora cultiva las mismas especies de flores que estuvieron en boga el año 95; así, todos los días se la puede ver en el jardín quitando hojas secas. El seflor si~ue abriendo el mismo candado que cierra la misma puerta de su comercio, todos los dias.- «Eugenia!» llama la sefíora. La nUla contesta.-«Ya voy, mamá,.. Luégo se marcan unos pasos menudos; acaso el viento golpea una puerta .... ••• Por entonces Eugenia tenia un novio; tenía asímismo un sombrero azul pálido, el eua/le daba un aspecto infantil, encantador. El novio se liaba Ernesto; se habian conocido en una fiesta. Precisamente, aquel dia, ella llevaba por primera vez el sombrero azul. Ernesto era un muchacho apocado, tímido, que temblaba de píes a cabeza con la risa de una mujer. Con todo, era uno de los ml~jores matemáticos de la República; delante de un tablero se transformaba, se Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia D'ART/aNY 133 volvía ágil, sonoro, intrépido; luégo, en la vida ordinaria, se apagaba y discurría sin ruico. Un dia quiso pensar en el matrimonio y se dijo: «Si yo encontrara una muchacha ....; pasa el tiempo y voy sintiéndome tan solo L .." Y la encontró. Así, cuando él pronunció aquellas palabras sacramentales: -«Sí, créame. Eugenia, nadie puede quererIa tánto como yo ...." ,-ella se ruborizó un poco y repuso: - ••Quién sabe L .. Habrá que verla con el tiempo ...." -«Si, el tiempo le dirá a usted la verdad. Yo la conozco a usted desde hace algunos años, desde cuando usted iba a la escuela ...." -«¿Sí?" -«Sí.. .. Cuando yo subía de prisa para la Facultad .... Hoy me parece un sueño; pero sí, es usted la misma .... ; no acierto a decirle .... en fin, no ha perdido usted el aire de niña ...." -"Yo también lo conocía a usted, y usted no sospechaba ...." - ••Quiero que me conozca un poco más ....• y Ernesto no queria olvidar unas palabras importantísimas, ya al despedirse: - ••Vaya usted a mi casa; seremos muy buenos amigos· . El no vaciló en aceptar. Por otra parte, la madre de Eugenia también le había dicho: Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia N 134 A V A S -«Tendremos mucho gusto en verlo por casa ....• Y el padre no se había quedado atrás: -«Ya sabe, joven, la casa nuéstra es tambíén la suya ....• -«Muchas gracias· -había respondido el joven, inclinándose con mucho respeto y consideración. Unas semanas después, ya se le saludaba por todos los de la casa: -«Qué tal, Ernesto· ; -«Ernesto, buenas noches·. * •.• Monsieur D' Artigny también amaba a Eugenia pero en silencio. El se confesaba no haber sentido nunca un carili.o, una ternura tan fervorosos como aquellos, por ninguna mujer. De ahí que sus mejores alabanzas estuviesen destinadas a ella. Al fin, una tarde, no pudiendo resistir más, el profesor, vivamente emocionado le dijo en castellano: - «Seli.orita Eugenia, yo la amo a usted. No puedo decirle otra cosa. ¿Quiere usted reírse de mí? Su risa me enamorará mucho más ....• -«Yo le agradezco mucho, señor-contestó ellapero comprenda usted que Ernesto, mi novio, se enfadaría .... Y yo quiero mucho a Ernesto ....• -«Entonces, yo deseo suplicarle una cosa: que usted no contará a nadie mis palabras; usted es una nina discreta. ¿Me lo promete usted»? -«Sí, se lo prometo ....• Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia D'ART/aNY 135 Eugenia cumplió: a nadie dijo una sHaba; y a veces se acordaba con recogimiento de ias palabras suaves de Monsieu r D'Artigny. Transcurrieron unos días lluviosos de febrero y ,otros días nublados de marzo. * * * Para la Pascua Florida Eugenia adquirió un sombrero encarnado, tan encarnado como la cinta de la Legión de Honor de monsieur D'Artigny. Este sombrero fue un acontecimiento en la presente sencilla historia. Eugenia, tocada con él, se transformaba, parecía otra mujer; con aquellas gasas rabiosas en la cabeza cobraba la muchacha un aire turbador, porque ponían fuego en sus ojos, en sus mejillas, en sus dientes. La mujercita angelical, al salir a la calle, se convertía en una diablesa. Y Ernesto tuvo miedo; el capricho de la moda fue para él una desilusión'. «Francamente-se decía-desde que Eugenia lleva ese sombrero me parece otra. No comprendo; pero debo retirarme .... » No dijo a nadie una palabra, no comentó el asunto, pero se retiró de aquella casa donde se le quería muy de veras. Entonces Eugenia cayó en la cuenta de que Ernesto era un hombre frío, reconcentrado y monótono; monótono en sus gustos, en sus palabras, en sus entusiasmos; se parecía moralmente tánto a su papá I; Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 136 N A V A S y era tan aburrida aquella existencia Siempre la misma cosa .... El método, la seriedad, la circunspección, el sentido común. Hasta sintió alegría en el interior de su espíritu por la retirada de aquel joven sin mancilla. ¡Cuán distinto monsieur D'Artigny! Es verdad que tenia cuarenta y pico de años, pero era un hombre de mundo, elegante, artista, con algo de locura en la fantasía, con algo de quimera en la imaginación; monsieur D' Artigny era un hombre diferente a su papá, a su abuelo que habia sido Ministro de Hacienda y habia muerto pobre, sin haber sabido nada, de otros mundos, por propia percepciÔn, y sin haber hecho. una locura ni siquiera una estrofa. ¡Cuán distinto monsieur D' Artigny! ¡Oh, si!; sin. vacilación, con él se casaría. Ella tenía dinero. ¿Qué le importaba lo que murmurasen los demás? Primero irían a París, luégo a Italia, luégo .... ; en todo caso ella saldría de esta monotonía gris, angustiosa .... .............................................................................................. y se casaron. Hasta el presente la historia cuenta que han sido muy dichosos. Alguien ha visto una tarjeta, una sencilla cartulina que pone: «M. et Mme. D'Artigny 26, Boul. Haussman-. Quizás alii también la existencia es para ellos monótona, aburrida .... Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Inquietud adorable .... Fecunda inconformidad Po r Manuel García Herreros Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Inquietud adorable ..... Fecunda inconformidad A Cor/aI TOrre3 Durán ,CUANDO llegué al caserío, el jamelgo que me alquilaron, imbe/e, canijo, había agotado sus flacas fuerzas en la escabrosa ascensi6n. Construido en una meseta, en mitad de un cerro altisimo y giboso, el pueblucho, observado desde abajo, daba la sensación de que en un vértigo caería rodando. Brillantes de cal reciente, las casas se apretaban premiosas ante dos únicas calles. Algunas de éstas, construídas en parte sobre puntales apoyados en el corte del cerro, se asomaban al abismo con ágil pirueta, arrebatando al espacio el sitio que faltaba a sus cimientos. En forma de espaldar, sirviéndole al puebluco de fondo oscuro, se levantaba neta y arrogante la enorme mole del cerro. Sus Iineas bruscas, terminada la horizontal de la meseta, continuaban el descenso, deteniéndose ante inmensas piedras negras, retostadas, y Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 140 QARCIA HERREROS luégo esfumándose en el valle tranquilo en que se asienta el pueblo grande. Pulmones que no tenian otro alimento que el aire de la plazuela en que yo me hallaba, recogido de admiración en presencia del paisaje, las dos únicas calles del caserio se abrían a mi derecha, largas, delgadas, tan delgadas. tan angostas, que cuando por ellas circulaba el viento, creyéndose encerrado, silbaba con empefíos de huracán. Las gentes de Aripaná sostenían tratos muy limitados con las de arriba. Hombres y mujeres de la meseta, en policromo cordón que desde abajo era observado con divertida curiosidad, bajaban en las mafianas de los domingos a oír la misa y a efectuar sus transacciones, que consistían en la venta o permuta por comestibles, de numerosos objetos de rica fantasia, hechos a mano de una fibra artisticamente tejida. Diminutos baúles de colores, canastitas encantadoras, floreros y mil curiosidades más que los comerciantes de Aripaná, haciendo en ello apreciables utilidades, enviaban a la capital. Inútilmente las mujeres de Aripaná y las de los pueblos vecinos intentaron fabricar estas maravillas. El arte que les daba valor era exclusivo de los habitantes de la meseta. Sólo ellos conocían sus secretos y sabian extraer y preparar los filamentos. Agente viajero que me encontraba de paso en Ari- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia INQUIETUD ADORABLE J41 paná, en el pueblo grande, como se decía, resolvi aquella mañana llegarme hasta el simpático caserío, que como una tribu de indígenas, vivía aislado y feliz de su aislamiento. Después de gozar algunos instantes del paisaje que desde la plazoleta se divisaba, me dirigí hacia la casa más cercana en solicitud de un poco de agua con qué calmar la sed. Al girar, observé que un joven blanco, cuyo aspecto lo denunciaba inmediatamente extraño en el lugar, sorprendido en el examen que de mi hacía, se ocultó. Varias mujeres que en los pretiles ejecutaban labores de mano, suspendieron el trabajo. La anciana me invitó a desmontar y a descansar. Luégo reapareció con una taza de barro labrada, !lena de agua deliciosamente pura y fresca. Irresoluto, el joven a quien sorprendiera observándome, entró. -Buen día-me dijo. Al contestarle, le dirigí una mirada sondeadora, aparté mis ojos de su rostro para que no comprendi~ra )a curiosidad que me inspiraba, y principié-como sucede cuando nos encontramos .:lnte un desconocido que en alguna forma nos interesa-a deducir, de su aspecto y maneras, los datos que exigía mi deseo dl: conocerlo a fondo. Aunque este método de investigadón es deficiente, inexacto, no teniendo de este jo- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 142 GARCIA HERREROS ven referencia alguna, ni las informaciones que en el mundo social contribuyen a que nos formemos determinadas ideas de las personas, ignorando hasta su· nombre, tuve que reducirme a los medios que se me ofrecían, escasos e incompletos. Opacada la impresión personal que me produjo por la más intensa y sugestiva, de encontraria allí tan familiar, blanco, rubio, fino, entre gentes de tez acanelada, de raza evidt:ntemente distinta de la suya, la imaginación, de no haberla detenido, habria comenzado-desembridadaa construir quizás una novela, lo mismo que los suefios, con un detalle tomado de la realidad, hilvanan curiosas películas que en la vigilia, al recordarias, nos darán motivos para sonreir. El joven, presintiendo el curso que tomara mi pensamiento durante la pausa que siguió al saludo y a mi mirada,-que no por rápida pas.) inadvertida,-con ei gesto poco afable del que se apercibe a una defensa necesaria, me interrogó: -¿De dónde viene? ¿Quién es usted? -Matías Alvarez, a su disposición.-Sin duda alguna, nada le dijo mi nombre. -¿V el objeto de su visita? A pesar de las informaciones que amablemente le di, el joven no pareció quedar satisfecho, como si algo me encontrara que no acababa de inspirarle confia'1za. Después de un momento de silencio, me pre-- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia INQUIETUD ADORABLE 143 sentó excusas por su insistencia y me formuló nuevas preguntas. El interrogatorio, difícil y molesto, fue interrumpido por la entrada de una esbelta muchacha de 18 afios, morena también como las que ya había visto ocupadas en labores de mano. Su cuerpo, erguido y flexible, tenía exquisitas delicadezas de forma. En la sencilla blusa se marcaban las pomas duras de los senos, del tamaño de dos margaritas. Los ojos de moka, le inundaban el rostro de luz apacible. -Mi mujer-dijo el joven. No es necesario ser un espíritu de selección para leer en los ojos de otro lo que pasé: en su interior. AI murmurar las banales frases de uso, por la mirada que dirigi a la moza, compren di que aquél equivocaba mi pensamiento. Sus palabras confirmaron mi impresión. -Es mi esposa .... Hace tres afias nos casó el cura de Aripaná. La muchacha sonrió y fue a sentarse junto de su marido, modesta y amorosa, apelotonándose contra él como un gatito zalamero y mimado. Hablaron los dos en voz baja y en seguida me invitaron a almorzar. Acepté. La muchacha salió y por segunda vez los dos hombres quedamos solos. -De modo que hace tres años vive usted aquí? pregunté, por decir algo. El joven se me acercó, y COll palabras coloreadas por un extraño sentimiento, me interrogó, esta vez con inexplicable aspereza: Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 144 GARCIA HERREROS -Sea usted franco .... sea usted hombre .... ¿Dice verdad al afirmar que es agente viajero y que ha venido hasta este lugar por curiosidad? Indignado, alcancé mi sombrero para partir. Pero el joven, tomándome del brazo, me detuvo. -Excúseme usted, se lo ruego. Ya comprenderá cuando le explique .... Fue a colgar mi sombrero de unos cuernos de venado incrustados en la pared, y al vo Iver, mirándome aún con molesta insolencia, me dijo: -Soy Salvador Arana ....-Y como notara que ninguna sensación me causaba su nombre, agregó algunas frases amables. Por primera vez la cordialidad apareció en sus maneras. -Mientras nos sirven el almuerzo, ¿quiere usted que demos una vuelta? No será larga, ciertamente. Salimos. En rústicas banquetas, las mujeres trabajaban la fibra en los pretiles, formando grupos de dos o tres, y hablándose de casa a casa. De' paso observé que los hombres descansaban o dormían en sus hamacas. -Pocos encuentro. Me parece que las mujeres abundan aquí. ... -Si, es verdad. Hay más mujeres que hombres-contestó Arana.-Pero es que todavia no los ha visto usted a todos. Están durmiendo. -La hora invita a ello .... Estos momentos deben de ser muy duros para el trabajo, aquí, ¿no es cierto? Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia INQUIETUD ADORABLE 145 -Aquí los hombres no trab.ajamos. -¿Que los hombres no trabajan?-'pregunté, sorprendido. -Ya le explicaré después de almuerzo. Aplace su curiosidad-me anunció, mostrándose ahora tan suave y amable como duro e impolítico en antes. Seguramente trataba de borrar la im?resión ingrata que me diera al principio. Le comprendí el deseo de inculcarme una idea favorable de su persona, y aunque ésta es tendencia de hombres de poca significación, coloqué a Arana en un plano superior al de aquéllos. La calle terminaba y también la meseta. Reapareció el abismo, el descenso abrupto del cerro, con innumerables rodaderos arenosos y profusamente salpicado de piedras calcinadas. Ni un árbol brotaba de esta tierra dura y seca. Regresárnos por la otra calle, menos recta que la anterior. En la esquina, el espacio se angostaba. Una cuchilla del cerro habia obligado a las dos últimas casas a extenderse hacía la via. Las mismas escenas. Las mujeres tejian la fibra en las puertas, y los hombres descabezaban la siesta en las hamacas. Al pie de la oscura mole, con pedazos de pizarra que le habian arrancado, jugaban varios chiquillos desnudos, entre un griterío aturdidor. Al ver a un extrallo, se quedaron indecisos e intimidados. El sol ponia metálicos reflejos en sus bronceadas desnudeces. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 146 GARCIA HERREROS II Terminado el almuerzo, Arana me invitó a salir, y por un camino nada fácil me condujo hasta una especie de gruta, qu ~ en el cerro abria su ancha boca frente al pueblo. Habían cambiado las decoraciones. El cielo y los horizontes que desde allí se divisaban, aparecían suavemente velados. El pueblo de Aripaná, tan próximo, se dibujaba deliciosamente tranquilo, en aquella hora de velos de invierno, y las cosas se rodeaban de un mayor silencio, habiendo perdido la precisión de líneas con que se muestran cuando cae sobre ellas la luz de un sol abierto. Se anunciaba la lluvia para la tarde, y mientras se enfoscaba el cielo, circulaba una brisa intermitente y fresca. -Me alegro de haberle conocido--comenzó Arana después de que estuvimos sentados vis-a-vis en unas piedras.- Ya desesperaba yo de encontrar alguno de mi raza a quien referir/e .... mi historia. El franquearse no es, como generalmente se cree, una imprevisión, sino una imperiosa necesidad sicológica. El conversar siempre consigo mismo y el conservar por mucho tiempo un secreto propio, acaba por volvemos melancólicos. Hizo una pausa larga, y continuó: -No se informó usted, hace cinco afios, por los Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia INQUIETUD ADORABLE 147 periódicos. de la fuga de un joven a quien un tío buscaba y hacía buscar, ofreciendo fuertes gratificaciones? En verdad, yo nada recordaba. -Ese joven soy yo. El asunto hizo mucho ruido .... ¿Pero sabe usted por qué me huí de casa? .... Desde nifio fui encomendado por mis padres a un tío que, a pesar de ser también mi padrino y hombre muy rico, me dedicó a trabajar con desesperante afán, diz que para hacerme hombre de porvenir. Realicé inauditos esfuerzos para complacerlo, pero algo habia en mi más tuerte que el deseo de trabajar. En mitad de la tarea, en cualquier parte, quedándome quieto, me dejaba llevar tan dócilmente cie la fantasia, que muchas veces no me daba cuenta de que entraba mi tío y me sorprendía en éxtasis ..... -Algunas reflexiones me convencieron de la inutilidad de la acción, y terminé por cumprender que no había nacido para trabajar. Y era cierto. Cualquier cosa que se me mandara hacer, me causaba un sufrimiento atroz. Quizás usted no se dé cabal cuenta, no sepa comprenderme .... N·) era mala inclinación, pues nada tan inofensivo como mis locos sueños. Era un deseo vehemente de no hacer nada, de estarme quieto .... Padecía hasta llorar dolorosas lágrimas cuando se me obligaba a trabajar, por sencilla, por fácil q'le fuera lí! ';¡bor. Era que. física y moralmente, Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 148 GARCIA HERREROS estaba yo imposibilitado para todo trabajo. En aquel medio de orden riguroso, mi desorden espiritual tenía forzosamente que ser recriminado, más aún, rechazado. Todo en la casa se pronunciaba silenciosamente contra mí. Sin familiarización alguna, era un extraño en medio de tánta actividad. Sólo deseaba soñar, soñar, soñar .... Ante la resistencia que encontraba, mi exaltación crecía. No habia otro camino que la fuga. ¿Qué importaba que me faltara la ropa, la comida, si era librt ?.... No sabe usted con qué impaciencia, con qué angustioso afán esperaba yo las noches .... No se imaginará usted cómo era de hondo mi dolor cuando ellas terminaban .... -¿Pero a dónde iría, si me escapaba de aquella existencia de negociante en telas? ¿A dónde que pudiera prescindir del trabajo? No me inquietaba esta pregunta ni su natural respuesta, ni mi pensamiento las evitó nunca, aunque se me presentaran con caracteres de angustiosa realidad. Y le repito a usted que no era holgazanería, no. Sencillamente, mis suefios me eran preciosos, necesarios para respirar y vivir. Para todo lo extraño a ellos carecería de voluntad. ¿Qué otra cosa podía interesarme, apasionarme? -Mis reflexiones me afirmaban en el convencimiento de mi inutilidad. Un terror indecible me hacia temblar ante la idea de que las semanas con ti- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia INQUIETUD ADORABLE 149 nuarían iguales, haciéndome intolerable la vida. Una tarde resolvi la fuga, y esa misma noche me escapé .... ¿Para qué decirle cuáles fueron los azares de esta escapada? .... Arana hizo una nueva pausa. -Pero le aseguro a usted que me sentía feliz-continuó-. Por fin vine a caer en este ran cherio. Extenuado de hambre y debilidad, y soñando siempre, me recogió esa buena anciana que hoyes mi Suegra, y me llevó a su casa. -¿Y sabe usted por qué me casé, por que me instalé definitivamente aquí? Sonriendo y paseándose por la gruta como si hablara solo, agregó, cambiando de tono: -Porque aquí los hombres no trabajamos. Somos valiosos objetos de lujo que recibimos exquisitos cuidados y merecemos todas las consideraciones. Aqui la mujer que se casa, aumenta su valer. Se complace entonces en mostrar al esposo a sus amigas y en despertar la envidia y los celos de las que aún no lo tienen. La mujer verdaderamente desgraciada es la soltera. Si ha llegado a cierta edad sin casarse, se la mira con de~precio. De hecho se juzga que no tuvo las prendas necesarias para retener la atención de un hombre. Son las mujeres las que, tejiendo la fibra, ganan en abundancia para todos. Nosotros dormimos o sonamos. Este es un pequeno pueblo de sonado- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 150 GARCIA HERREROS res, un feliz retiro del mundo. Todo nuestro trabajo se reduce a ir, dos o tres veces al mes, en busca de las hojas de palma de cuyo nervio central extraen nuestras hembras las maravillas que usted conoce. El palmar queda en un precipicio peligroso. Para llegar hasta él hay que ser algo así como un hombre-mono. -Siempre ha sido esta la existencia de este lugar y siempre será la misma. No se le encontraria sino un defecto. Su absoluta seguridad, la falta total de lo imprevisto. del azar que trae nuevas emociones y rompe el curso ordinario e igual de las horas. -Ya se explicará usted por qué me causó inquietud su repentina llegada .... Lo tomé por un emisario de mi tío, y temblé al pensar que mi paradero acababa de ser descubierto. -y si lIegare un día .... -No será usted quien me denuncie, seguramente. Además, ya soy mayor de edad y libre. Por todos los dineros del mundo no regresaría. Aquí soy completamente feliz. Salvador se detuvo frente a mí. con las manos cru~ zadas en la espalda. Su mirar, enantes travieso y fulgurante, se dulcificó hasta casi llegar a la tristeza. -y sin embargo .... Sin embargo .... Dos pausas más, breves, pero estremecidas de un recóndito malestar. -No sé si será influencia del tiempo, o consecuen- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia iNQUIETUD ADORABLE 151 cia de esas pequeñas contrariedades de que uno nunca logra sustraerse, que tánto afectan mi sensibilidad. A veces me siento triste, como si algo que yo mismo no sé qué es me faltara. En el fondo de mi subconsciente se esboza una aventura .... Nunca me demoro en esto, que no alcanza a ser idea, que no tiene faz de proyecto, que es algo informe, como la <iificil gestación de lo que algún dia será un pensamiento fijo.... Y es que nunca, nunca, jamás, la realidad es lo que para nosotros soñamos. En toda existencia hay una enorme distancia erAtre lo que somos y lo que pensamos ser .... En todas, la realidad se encarga de confirmar a cada instante qlie en cada una <ie ellas los fracasos son más numerosos que los buenos éxitos .... ¿Quién podría asegurar que su vida ha sido hecha, ha sido modelada a su gusto, según sus deseos y sus ensuefios? .... -Quizás yo no sea sino un vencido más en la vida .... III La costumbre enmohece las facultades intelectuales y, con el tiempo, las anula. Inclinadas a la quietud, si no encuentran arietes que las pongan en movi. miento--la voluntad, las excitaciones del mundo exterior-se entregan, se confían a bs hábitos, como burócratas desidiosos a sus más cercanos dependientes. Y los hábitos que todo lo invaden, que se adueBIl.NCO Dr u, r:::?UE¡L/CA 3IBl.IOT[CII lLI, - ¡,r'.·j,L ARANGO Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia CI: '!'ft.LOGACION' Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 152 GARCIA HERRERO~ ñan de una vida, guiándola a su sabor, como al leño la corriente, las reemplazan con sutil habilidad. Cuando un acontecimiento no previsto interrumpe la costumbre, las facultades intelectuales, surgiendo de lo más hondo de nuestra existencia, como ascienden en el agua, rápidas y decididas, las burbujas de aire, acuden deseosas de actividad. El choque con el acontecimiento es fuerte, sacude violentamente. Se levantan los recuerdos, la imaginación se enciende, se aviva la inteligencia, la sensibilidad despierta, compara la critica, el juicio resuelve. Fue así como mi inesperado arribo a la meseta, el hálito que llevé de una existencia allí desconocida u olvidada, los relatos que hice, detuvieron la costumbre de Salvador Arana, y, excitándolo, lo tornaron en un hombre distinto del conocido, del Arana en quien la fuerza de los hábitos cumplía las funciones que en otros corresponden a la inteligencia. Regresé al pueblo aquella misma tarde, para continuar mi gira comercial. Arana, desde la plazoleta, me despidió. Aún estaba allí, inmóvil, con los brazos cruzados, cuando, al entrar en una vuelta que por algunos instantes me horraria la visión blanca del caserío, le di con el pañuelo una últi ma despedida. Me sorprendió que Arana no contestara, y otra vez agité el trapo con intención más visible. Salvador, que contemplaba una realidad distinta de la que Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia iNQUIETUD ADORABLE 153 tenia delante, fue bruscamente interrumpido en su ensofiación. Apresurándose, entonces, respondió con el sombrero. Fue este detalle de distracción, de alejamiento de sí mismo, la última prueba que tuve del estado sicológico en que dejaba a mi reciente amigo. ¿Comprendía él que me marchaba envidiándolo? A pesar de sus palabras sobre la diferencia que existe entre 10 que somos y lo qUE: quisimos ser, me daba cuenta de que él era uno de los muy contados humanos en quienes, por lo menos, la diferencia no era muy grande. ¿No había realizado Salvador lo que deseaba? ¿No había realizado su sueBo de estélbilidad, de quietud física que le permitia construír los poemas de su fantasía? Y, mientras con cuidadoso andar, mi jamelgo descendía, echando a rodar algunos guijarros, pensaba yo que aquel mozo firme y resuelto no había pasado por la vegtienza de las hipocresías necesarias para llegar. La vida, en todas sus direcciones, impone ciertos cambios, ciertas adulteraciones de la personalidad, . sin las que no es posible ninguna deseada realización. ¡Si hasta en el mismo amor ahund&J1! ¿Acaso para obtener el cariño àe un •• Hiujer, para llegar a su ternura, no nos falseamos muchas veces? El instinto unas, la inteligencia otras, nos indican las adulteraciones que debemos efectuar para obtenerJa. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 154 GARC/.4. HERREROS queriendo lo que ella quiere, aunque nos repugne, ejecutando lo que la complace y enamora, aun cuando. choque a nuestros gustos. Y así en la existencía toda. Sólo aquél afortunado parecía haberse conservado. siempre el mismo. ¿Cómo no envidiarlo? Quince días después, cuando hube recorrido la comarca, a mi regreso a Aripaná, ascendi nuevamente por el escabroso cerro hacia el blanco caserío. Quería ver una vez más al amigo que allí había dejado. Al llegar a la plazuela, al pisar el plano. de la meseta, el jamelgo se detuvo con un respingo de satisfacción. Buscaba yo con los ojos a mi amigo, cuandode pronto la garrida moza que le había dado el corazón, salió corriendo de la casa, y toda llorosa y sacudida vino a abrazarse a mis rodillas. -Pero, por Dios, qué es esto, qué ha pasado? ¿Qué había pasado? Tres dias después de mi visita al caserío, sin huellas, sin dejar rastro alguno, como en su primera fug,a, había desaparecido Salvador .... Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia La parábola de la fortuna Por Enrique Restrepo Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia La parábola de la fortuna A la boca que, .in palab,cu, inlpi,oS we canlo Je anlfgulU liiJeu y remolo•• ucuo.; Al labio mudo que, en una pen.atilia .onriaa, ae iluminó eon lo. ,e.plundore. de una fon/óatica leianio. I P OR el sendero tapizado de grama, las hermanas vienen cada mafiana a la cisterna a llenar sus cántaros en el agua transparente. Sus pies desnudos se humedecen en el rocio que la noche ha esparcido sobre el campo, y sus ojos, lánguidamente abiertos, acarician aún el último suefio. La hermana rubia copia en sus pupilas las azules embriagueces del cielo, y sus cabeJlos se confunden con los primeros rayos del sol. La hermana rubia tiene anhelos inefables y deseos brumosos, como el confin lejano de la tierra. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 158 E. R E S T R E P O La hermana del cabello negro robó fulgores a la noche para sus ojos, y para su tez sonrojos y nácares al alba. La hermana del cabello negro acancla ensueños de amor, y se abrasa su corazón en púrpuras. La hermana frivola es, de las tres, la más hermosa, pero nunca' sueña ni desea. Se contempla, arrobada, en el cristal de la cisterna oscura. Su alma es frágil, como su cántaro de arcilla, y a nadie dice lo que medita en silencio. Toma el agua y se va. II Por el sendero que las hermanas transitan en el amanecer, cruzó un dia la caravana del Principe Deseo, que regresaba a la Ciudad Ignota. Los camellos sedientos llegaron a beber a la cisterna y enturbiaron el agua. Un mago vengativo, que venía de otros confines, no pudo entonces apagar la sed de su garganta, ardida por muchos días de peregrinar en el desierto. Fulminó el Mago una maldición, y el sortilegio de cabalisticas palabras dejó trocado al Príncipe en esa piedra blanca que ahora yace inmóvil, junto a la cisterna, hasta el día ignorado en que unas manos virginales, vertiendo sobre ella el agua milagrosa de la resurrección, conjuren el hechizo. La hermana rubia vierte car\l\osa su cá.ntato sobre Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 159 PARABOLA la piedra muda, mientras sus ojos se iluminan con el fulgor de una fugitiva esperanza, Y parecen más azules. En tanto teje pacientemente ensueños en su corazón, y sus manos hilan blancos copos de lino para un velo nupcial que no sabe si ha de cenir su frente. La hermana de los ojos negros y de los deseos ardorosos vierte su cántaro, como un cofre lleno de espumas y de risas, sobre la piedra blanca. Sus lágrimas han caído confundidas ';:011 el tropel del agua que se derrama en cantos. La hermana de los ojos negros estruja, una con otra, sus manos anhelosas, acaso predestinadas al conjuro por un hado feliz, y se ínunda su corazón de ensuefios. Pero la hermana frívola, que es, de las tres, la más hermosa, como no ama ni desea, jamás derrama el agua sobre la piedra inmóvil. La hermana frivola tiene frágil el alma, como su cántaro de arcilla, y a nadie dice lo que medita en silencio. Toma el agua y se va. III Dormida sobre el césped, tuvo la hermana rubia un sueno serenísimo. Sobre el sendero que va a la cisterna, festoRado àe lirios, descendieron como rocío de oro las estrellas, y alfombraron de luz el campo por donde vino, Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 16J acompañada E. R E S TR E P O de dulces músicas, la caravana del Prín- cipe Deseo. Era un séquito de came/Jos lánguidos, de pausado andar, que se agobiaba bajo el peso de un tesoro de gemas y de rosas. La hermana rubia sintió su corazón henchido de infinito gozo, y sus sentidos se embelesaron en el triple desfa/Jecimiento del placer, de la alegría y de la esperanza. Pero la caravana pasó de largo, sin miraria .... ................................................................................................. y cuando, lentamente, abrió la hermana rubia los admirados párpados, flotaba en el aire una estela de perfumes; las estrellas habían volado al cielo, y la noche ritmaba en torno una canción de silencios. IV La hermana de los ojos negros y el cabello sedoso tuvo otro sueno inquieto, que la llenó de pensamientos extrafios. Delante de una gruta sombría, la vieja Adivina la detuvo para pedirle de beber. Interrogó la hermana de los ojos negros: -¿Cuándo, Adivina, cuándo mi cántaro vertido realizará el milagro de la resurrección? La Adivina entornó la mirada y le dijo: -Cuando el agua purísima que dejó de apagar la sed del Mago vuelva a esta cisterna, después de ha- Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia PARABOLA 161 ber sido por tres veces rocío y por tres nube; cuando por tres veces se confunda con el raudal de un río y con las olas de un mar, con las lágrimas de una virgen y con la lluvia de una maftana estival, vertida entonces sobre la yerta piedra por las manos afortunadas, realizará el milagro de despertar al que, silenciosamente, duerme bajo su encanto". Al abrir sus ojos, la hermana del cabello negro se encaminó sola a la fuente. Y derramó su cántaro y sus lágrimas, mientras en el cielo palidecían las últimas estrellas. Pero la piedra permaneció inmóvil. v La hermana frivola que es, de las tres, la más hermosa, jamás ha sofíado ni deseado. Mientras sus hermanas languidecen de anhelos, y se consume su corazón en una nunca florecida esperanza, la hermana frívola no dice a nadie lo que medita en silencio. Toma el agua y se va. Una mañana se sentó fatigada sobre la piedra blanca. Sus ojos perseguían el capricho de una nube que vagaba errante por el cielo, como su alma sin afectos ni sonrisas. Un golpe abandonado de sus manos volcó el cántaro. Y el cántaro cayó, roto en pedazos, sobre la piedra inerte. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia 162 E. R E S T R E P O En espumas y en burbujas esparcióse el agua cantarina. Y, milagrosamente, surgió el Príncipe de su suefio encantado. De los confines de la tierra llegaron los del regio séquito, y el aire se saturó de dulces cantos. A los pies de la afortunada derramó el Príncipe sus tesoros, y le ofrendó su corazón enamorado. Pero la hermana frívola tenía frágil el alma, como su cántaro de arcilla. Y desdeñosa se alejó por el sendero tapizado de grama, mientras sus ojos perseguían el capricho de la nube que, al azar, vagaba por el cielo, como su alma sin afectos ni sonrisas. Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia INDICE Pigli. EFE GÓMEZ En la seh'a 7 Lorenzo 27 LUIS T ABLANCA M uchacha Cam pera JosÉ RESTREPO 39 JARAMILLO Roq ue ENRIQUE 69 OTERO D'COSTA La muerte de Juan Manuel. 101 El Caciq ue Salomón 106 JOSÉ ALEJANDRO NAVAS El apólogo del rayo lIS El doctor Bartolossi, loco 121 «M. y Mme. D'Artigny» 12R M. GARCÍA HERREROS Inquietud adorable ... ENRIQUE Fecunda inconformidad .. 139 RESTREPO La parábola de la fortuna 157 Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia