Comité organizador- Nodo Antioquia. Miembros de la Red: Universidad de Antioquia, Universidad Pontificia Bolivariana, CINDE; Fundación Universitaria San Martin, Fundación Universitaria Luis Amigó, Uniminuto- sede Medellín. Con el apoyo de Fundación Bienhumano y Universidad Cooperativa de Colombia. INDICE PÁG Cuidado de sí y Terapia: Un guiño filosófico Mg. Iván Darío Carmona Aranzazu 2 Cuidado y agotamiento del terapeuta Mg. María Victoria Builes Correa 6 La metodología del apoyo al apoyo Psicólogo Guillermo Gutiérrez 10 El terapeuta consciente Mg. Mónica Schnitter 14 Psicoterapia, gobierno y neoliberalismo Mg. Mauricio Bedoya H 18 La responsabilidad profesional en los terapeutas Mg. Carlos Mario Gallego Ospina 23 Devenir otro: transformaciones del terapeuta que atiende parejas lesbianas y gais Mg. María Victoria Builes Correa 27 Horizontes y Desafíos para la intervención profesional del terapeuta en los procesos de paz y post- conflicto 1 Mag. Fernanda Torres Gómez y Mag. Jenny López Gómez 28 Las emociones del terapeuta y sus efectos en el proceso de atención a una familia con problemáticas relacionadas con abuso sexual intrafamiliar Jáder De Jesús Lopera Medina y Juan Esteban Zapata Zapata 32 CUIDADO DE SÍ Y TERAPIA: UN GUIÑO FILOSÓFICO Resumen Iván Darío Carmona Aranzazu Filosofo Universidad Pontificia Bolivariana “Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso a filosofar, ni al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque para alcanzar la salud del alma, nunca se es ni demasiado joven ni demasiado viejo. Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le paso la edad es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejo atrás. Así pues, practiquen la filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que aun envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad ante el porvenir. Debemos meditar, por tanto, sobre las cosas que nos reportan felicidad, porque, si disfrutamos de ella, lo poseemos todo y, si nos falta, hacemos todo lo posible para obtenerla.” Epicuro A partir de esta cita delimitamos una manera de entender la filosofía como un ejercicio práctico que tiene que ver con la vida, que involucra la acción moral, y el modo cómo los seres humanos elegimos o dejamos que otros definan nuestra fortuna. La filosofía de la que partimos hoy consiste en aprender de nuevo a ver el mundo; concepción que el filósofo francés Pierre Hadot nos propone en todas sus reflexiones acerca de lo qué es la filosofía. Desaprender el mundo, desarmar su estructura, leerlo bajo una luz diferente cada vez, jugar con su lógica hasta encontrar el natural movimiento en el que fluye sin esfuerzo; o tal vez, simplemente, contemplarlo para que este se manifieste en su ser en esencia paradoja. Todos los seres humanos como ciudadanos del mundo cabemos en esta concepción de filosofía, la filosofía como el camino, método, a través del cual buscamos la felicidad. 2 El cuidado de sí está relacionado también con la práctica médica, es decir, desde la filosofía, con el cuidado del alma: “Gracias al souci de soi, la filosofía y la medicina se vuelven metáfora la una de la otra y resulta como consecuencia una cierta objetivación de cada uno como enfermo.” El estoicismo tiene como premisa que, vistos desde el conjunto de lo social, todos estamos enfermos, con el agravante de que lo ignoramos o, incluso, tercamente insistimos en nuestro excelente estado de salud; el cuidado de la salud del alma parte de la claridad que tengamos de lo que significa estar sano y cuáles son sus parámetros. Somos enfermos en tanto nuestra vida está siendo regida por los deseos y no por la virtud, en tanto nos dominan las inclinaciones humanas y no la razón universal que todo lo rige. En la epístola 15 se hace énfasis en el cultivo de la filosofía para alcanzar y mantener la buena salud del espíritu y en los ejercicios corporales para permitir estar más liviano y dispuesto a recibir el alma, aligerar la casa del alma es la expresión que se emplea, de la misma manera se insiste en no exagerar este dedicarse al cuerpo porque puede distraernos del estudio y de la atención que debemos poner a los asuntos del espíritu y de la razón. Séneca emprende una fuerte crítica al ethos burgués de su tiempo, a ese mundo de costumbres esnobistas que desbordaban el cuidado, y que no conducían al propósito propio de cada una de ellas, desbordaban la razón de la naturaleza, atentando contra la moderación y la austeridad necesarias para vivir en lo justo. Al final de la epístola 16, se invita a tomar en cuenta una cita extraída de su lectura de Epicuro: “Si vives conforme a la naturaleza, nunca serás pobre; si, conforme a la opinión, nunca serás rico”. De todas maneras Séneca invita al equilibrio, a romper la tensión entre cuerpo y alma y, más bien, propone que ambas estén al servicio de la ataraxia o tranquilidad del alma. La filosofía como epimeleia o cura sui, cuidado de sí es medicina para el Alma o terapia, diagnóstica a través de su examen de la cultura y de sí mismo, unos males o enfermedades que son tanto de la cultura como del individuo. Males que nacen de las falsas creencia, de la tiranía de los deseos y las equivocadas decisiones que tomamos cuando elegimos por fuera de la idea del bien. Para Epicuro estos males 3 se consignan en su famoso tetrafármacos: (Temor a los dioses, temor a la muerte, el bien es fácil de hacer, el mal fácil de soportar); lo cual en tiempos de Sócrates se resume en el apego a la doxa o falsas creencia o el vivr una vida sin examen. Para nuestro tiempo estos males pueden resumirse en: • Anemia espiritual. • Anomia valorativa. • Servidumbre mental. • Desmedido afán por los datos y la información al día. • Esclavos del tiempo. • Apegos. • Incapacidad para ver lo pequeño y simple. • Desaparece el diálogo, tiranía del monologo • Incapacidad para buscar la armonía, la auténtica belleza. De esta manera la filosofía evidencia que el ser humano es una paradoja, el gran dilema; el gran laberinto, lo desconocido, lo inabordable, aquello de lo cual jamás tendremos una certeza, pero que nos obligará a la busqueda permanente de la felicidad como salud del alma, evidenciada en la conquista de la ataraxia, la autarquia y la autonomía. El filósofo se asume como terapeuta, sabe del poder curativo de la palabra; en el ejercicio que le proporciona el dialogo intenta humanizar los argumentos que se desprenden de la razón universal, desde allí emprende el camino de la curación o de la búsqueda de la salud, detectando los falsos argumentos que legitima la fanática razón de la mayoría. Buscar la salud del alma es, al mismo tiempo, procurar la salud de la polis. En este sentido podemos concluir que el filósofo debe ser para sí mismo y para la ciudad un parrhesiastés, su decir debe ser franco y veraz, aunque sea perturbador y tenga como efecto producir malestar en la cultura. Para el filósofo, como terapeuta, toda palabra, discurso o acto moral debe ser sometido a examen. La filosofía es conversación que busca una conciencia 4 sanadora, una reflexión que debe procurar hacer comprensible las tensiones de la existencia y el verdadero drama con que estas tensiones se instalan en la cotidianidad. 5 CUIDADO Y AGOTAMIENTO DEL TERAPEUTA María Victoria Builes Correa Médica, Terapeuta de pareja y de familia Universidad De Antioquia La labor terapéutica implica la tensión constante entre las dimensiones del cuidado y el agotamiento. El cuidado de sí El cuidado de sí desde la perspectiva grecorromana recreada por Michel Foucault hace referencia a conocerse a sí mismo y para ello se requiere el replegarse sobre sí. Para los antiguos, cuidar de sí u ocuparse de la justicia era sinónimo, de tal manera que todo aquel que deseaba gobernar la polis debía primero cuidar de sí. El cuidado de sí era a su vez una forma de constituirse sujeto, de darse forma, era el ethos que direccionaba las formas de ser y de actuar. El cuidado de sí implica una serie de prácticas tales como: oír música, practicar el examen de conciencia, tomar distancia del mundo exterior para no dejarse perturbar por todo lo que ocurre en él, soportar pruebas de dolor entre otras. El agotamiento En relación con el agotamiento, desde los años 70 emerge el concepto de burned out que hace referencia al proceso de vacío físico y emocional. Esta condición se vincula con elementos laborales, personales y del contexto social y tiene efectos en la salud física, emocional y cognitiva del sujeto. En relación con la práctica terapéutica algunos autores relacionan el agotamiento con las condiciones de aislamiento, elevada interacción emocional con el sistema consultante, control emocional sobre sí, los elevados deseos de control sobre la 6 vida del otro o los otros, sentimientos de responsabilidad sobre los demás, las dudas sobre la propia eficacia entre otros. Los elementos de la personalidad del terapeuta que pueden estar implicados hacen referencia a: la tendencia a la soledad, ser excesivamente idealista y volcado sobre los demás, dedicarse en exceso, tener expectativas exageradas sobre el propio desempeño, ser autoritario, dominante, competitivo. Las condiciones laborales que se han referido para el surgimiento del agotamiento tienen que ver con: la ambigüedad del rol desempeñado, sobrecarga laboral y la falta de estímulo o compensación. Evidencia y estudios sobre agotamiento y resiliencia del terapeuta En lo referente a lo que han evidenciado los estudios, el agotamiento es inversamente proporcional a la edad y la experiencia clínica, se incrementa con las intensas horas semanales de trabajo y con el tipo de escenario en el cual se desempeñe la labor. Como elementos que ayudan a combatir el agotamiento las investigaciones han mostrado que el tener intereses personales, dedicarse a otras actividades como la investigación, el participar en actividades académicas, el prestar atención a la propia vida pasada, presente y futura son fuente de bienestar y aliento para sobreponerse a la intensidad de la labor clínica. Así como el tener claros los propios límites en la labor terapéutica y mantenerse diferenciado del sistema consultante. El hecho de procurarse una vida fértil en tanto disfrute, armonización con las diversas emociones propias y de los otros, ser capaz de disfrutar con la relación de intimidad y con el proceso de transformación de los consultantes, cultivar relaciones nutricias con amigos y familia, reflexión con otros colegas sobre casos, formación permanente ayudan a mantener una perspectiva diferente de la propia vida y de la vida de los demás. 7 Finalmente, la tensión entre cuidado y agotamiento no puede negarse, el agotamiento puede ser leído como la posibilidad de disponerse de otras maneras para embellecer la propia existencia, en tal sentido, el cuidado de sí como preocupación de sí emerge como una posibilidad de poner límite al agotamiento y volver la mirada sobre sí en lugar de mantenerla sobre los otros. El cuidado de sí implica tiempos y espacios que deben estar presentes a lo largo de la propia vida para ir dando formas nuevas al terapeuta que le ayuden a cuidar de sí y del otro y para ayudarle a éste a visibilizar en los relatos de los consultantes estas prácticas. Referencias 1. Guy J. La vida personal del terapeuta. Barcelona: Paidós; 1995. 2. Quiceno J. Vinaccia S. “Síndrome de quemarse en el trabajo (SQT)”. Acta Colombiana de Psicología 10 (2): 117-125. 2007. 3. Craig C. Sprang G. Compassion satisfaction, compassion fatigue, and burnout in a national sample of trauma treatment therapists.. Anxiety Stress Coping. 2010 May;23(3):319-39. 4. Collins S. Long A. Too tired to care? The psychological effects of working with trauma. J Psychiatr Ment Health Nurs. 2003 Feb;10(1):17-27. 5. Rosenber T. Pace M. Burnout among mental health professionals: special considerations for the marriage and family therapist. J Marital Fam Ther. 2006 Jan;32(1):87-99. 6. Tejada P. Gómez V. Factores psicosociales y laborales asociados al burnout de psiquiatras en Colombia. Rev.Colomb.Psiquiatr. vol.38 no.3 Bogotá July/Sept. 2009 p.488-512. 7. Foucault M. La hermenéutica del sujeto. México: Fondo de Cultura Económica; 2002. 8. Schmid, W. (2002). En busca de un nuevo arte de vivir. La pregunta por el fundamento y la nueva fundamentación de la ética en Foucault.. Valencia: Pre-textos; 2002. p. 351. 8 9. Castro E. El vocabulario de Michael Foucault : un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores.Argentina: Universidad Nacional de Quilmas; 2004. p.59. 10. Paredes O. Sanabria P. Prevalencia del síndrome de burnout en residentes de especialidades médico quirúrgicas, su relación con el bienestar psicológico y con variables sociodemográficas y laborales. Rev.Fac.Med, ene./Jun. 2008, vol.16, no.1, p.25-32. 11. Clark P. Resiliency In the practicing marriage and family therapist. Journal of Marital and Family Therapy Apr. 2009; 35; 2 p. 231-247. 9 LA INTERVENCIÓN DE “APOYO AL APOYO” EN LAS INSTITUCIONES Y PROYECTOS PSICOSOCIALES Guillermo Gutiérrez G Psicólogo, consulta particular, Docente universitario y asesor de proyectos PRESENTACIÓN En los últimos años se ha generado en las instituciones y en el campo de la intervención psicosocial la conciencia de que las personas que “apoyan” o lideran con su intervención a otras personas, debido a sus cargos o a su trabajo en las comunidades, necesitan a su vez “apoyo” a causa del estrés producido por su labor. Este concepto fue inicialmente propuesto y aplicado por el Doctor inglés Michael Balint, quien estableció a mediados del siglo XX grupos conformados por médicos y centrados en la revisión de sus emociones y sus aspectos subjetivos relacionados con la atención a sus pacientes. Debido a su creador, esta modalidad de intervención fue denominada “los Grupos Balint.” También se ha realizado este tipo de trabajo con los equipos de personas que atienden población afectada por catástrofes naturales o contingencias sociales, como terremotos, inundaciones, población sometida a desplazamiento o evacuación por alto riesgo público y otras. Por razones obvias, esta modalidad de intervención puede denominarse “El Apoyo al apoyo”, “Grupos de apoyo al apoyo”, o simplemente, “Apoyo al apoyo”. Consiste en generar grupos con profesionales que brindan asistencia a otras personas o a las comunidades (psicólogos, trabajadores sociales, sociólogos, antropólogos, médicos, enfermeras, representantes de la ley o personal con contacto directo con la comunidad, en general) para ser liderados por un coordinador de grupos externo 10 a la institución o el proyecto de ellos, quien tiene como labor escucharlos y facilitar su proceso grupal. En los Grupos de Apoyo al apoyo, los participantes “se apoyan mutuamente”, con la finalidad de reflexionar juntos sobre las maneras en que están asumiendo su trabajo y sobre mejores estrategias para hacerlo. En este sentido, el grupo mismo es el protagonista de la intervención. Al mismo tiempo, los participantes “reciben apoyo” de parte del coordinador, es decir, se enriquecen con sus anotaciones, interpretaciones, devoluciones y aportes referentes al proceso grupal, los cuáles deben ser moderados. Apoyo al apoyo es una metodología basada en “lo emergente”. Esto implica que el coordinador no lleva ningún esquema a la sesión ni propone ninguna temática. Se trabaja a partir del material que el grupo mismo presente: sus interrogantes y sus problemáticas; sus experiencias, emociones, logros y estrategias y sus construcciones a través de las sesiones. Para la intervención de “apoyo al apoyo” es recomendable que los grupos sean pequeños, idealmente entre 8 y 15 personas, aunque en casos extremos es posible trabajar hasta con 20. Esto se debe a que se requiere un espacio que permita una intervención claramente personalizada en la cual cada participante pueda hablar desde lo personal y abordar asuntos como sus propios motivos de estrés ante los usuarios o sus inquietudes por sus dificultades con su equipo de trabajo. OBJETIVOS Los objetivos del Apoyo al Apoyo son varios: Brindar a los participantes un espacio en el cual puedan revisar sus emociones y su angustia, relacionadas con su trabajo. En este sentido, el 11 Apoyo al Apoyo constituye un espacio para el desahogo y el análisis de esas emociones de parte de los profesionales participantes. Aportar un espacio en el cual se puedan implementar grupalmente mejores estrategias de intervención en el proyecto que se esté realizando. Se pretende aquí trascender del desahogo, logrando también la construcción de nuevos elementos. Esta vertiente metodológica de la intervención implica revisar grupalmente casos y situaciones específicas con miras a construir mejores alternativas de abordaje. Conceptualizar en el grupo respecto a los interrogantes y las experiencias que se comparten, relacionados con la experiencia laboral. Esto significa socializar y construir en el grupo elementos teóricos relacionados con la práctica cotidiana. Reflexionar con los participantes en torno a la ética implicada en las diversas intervenciones a ser llevadas a cabo en los proyectos institucionales o comunitarios. De este modo, se logra en el trabajo grupal una combinación idónea entre expresar las emociones, construir nuevos elementos teóricos y técnicos y fundamentarlos claramente en la ética. Aportar el coordinador del grupo, el asesor externo, allí donde sea pertinente, elementos teóricos, técnicos y éticos que faciliten la intervención de los participantes en el proyecto. ENCUADRE Los elementos del encuadre de Apoyo al apoyo son los siguientes: 12 Definición de Apoyo al apoyo: Espacio consecuente con su nombre – profesionales que apoyan a las comunidades se reúnen para “apoyarse” – acompaña un facilitador…. En Apoyo al apoyo “nos apoyamos”. Metodología: hablar sobre el trabajo en 4 direcciones… - Lo emocional, los sentimientos sobre el trabajo. - Lo teórico, construir juntos conceptos sobre el trabajo. - Lo técnico, lo metodológico, mejores estrategias para intervenir. - Lo ético, el lugar y el modo de intervención adecuados al profesional. Normas: - Respetar el orden de la palabra, escuchar. - Respetar las opiniones de los otros, no importa cómo nos parezcan, no hay que llegar a un acuerdo, no hay que llegar a consenso. - Conservar en la privacidad las anotaciones de los compañeros que sean personales, confidencialidad con el material personal. Condiciones: - Se expone la frecuencia y el número de sesiones. En general, se realizan ciclos de 5 sesiones de dos horas de duración cada una, con una frecuencia quincenal y un corte de uno a tres meses entre un ciclo y el siguiente. Podría simplemente desarrollarse un solo ciclo de 5 ó 6 sesiones. También es viable realizar una sesión de Apoyo al apoyo cada 3 semanas o cada mes, de manera continua por un número mayor de sesiones. EL TERAPEUTA CONSCIENTE: Presencia Presente 13 Mónica Schnitter Castellanos, M.A. Psicóloga Clínica Steve Jobs, en el discurso de graduación de la Universidad de Stanford en 2005 decía que era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro. Sólo puedes conectar los puntos mirando hacia atrás. Por tanto tendrás que confiar que los puntos conectarán de alguna manera en el futuro. Y para ello tienes que creer en algo. Este texto contiene una reflexión, una mirada hacia atrás sobre la construcción de la consciencia de ser terapeuta y creer que se puede. Como psicóloga clínica y docente de psicología la mayor parte de mi vida profesional la he dedicado a estas dos dimensiones. Ser terapeuta ha constituido el proceso de diferenciar aspectos de mi personalidad, mi ser en el mundo para el oficio y el lugar que he escogido, o que me ha escogido a mí. En el oficio de la psicoterapia siempre empezamos con un ideal: ayudar a otros a resolver problemas, o comprender la psiquis humana o la enfermedad mental. Algunos estudios que han indagado sobre lo que lleva a las personas a estudiar y ejercer la psicoterapia han evidenciado algunos factores relativos a su lugar en el mundo y particularmente en la familia: somos rescatadores. Hay varias líneas de pensamiento que quiero seguir: por una parte las influencias de autores clínicos en la historia de la psicoterapia, los cambios paradigmáticos en la ciencia, desde los años 70, que abren posibilidades metodológicas y perspectivas amplias para observar y construir el mundo con nosotros en él. Los modelos relacionales en las ciencias humanas, y las perspectivas constructivistas, construccionistas y de la complejidad, los modelos sistémicos, conversacionales y las demandas del trabajo institucional, han ejercido gran influencia en los modelos psicoterapéuticos, sensibilizando a los terapeutas, ampliando su mirada y entrando en el sistema relacional de los consultantes. Nos formamos para ser psicoterapeutas, no para hacer psicoterapia. En los últimos años el concepto mindfulness ha empezado a permear transversalmente las profesiones de ayuda. A partir de este concepto le di el nombre a esta ponencia, en un intento de traducir mindfulness como consciencia. Daniel Siegel (2010) neurobiólogo interpersonal, ha publicado una serie de textos sobre mindfulness y uno es particular sobre el terapeuta consciente, de acuerdo con mi liberal traducción de mindfulness. Siegel empieza por hacerse una pregunta: que significa ser terapeuta? Y continúa: ¿Cuál es la parte esencial de un terapeuta en el proceso de apoyar el crecimiento de otra persona? 14 Afirma que diversas investigaciones han evidenciado que la relación terapéutica es más importante que cualquier orientación teórica o técnica y se hace una pregunta básica: ¿Por qué? Jon Kabat-Zinn también propone una definición de mindfulness: significa poner atención de una manera particular: con propósito, en el momento presente y libre de juicios. En la reflexión que propongo voy a hacer un poco de historia bibliográfica sobre autores que han marcado mi ser terapeuta. Frieda Fromm-Reichman, Harry Stack Sullivan, Althea Horner, Bruno Bettelheim, entre otros, han iniciado sus textos clínicos, con una reflexión sobre el terapeuta. Para ilustrar lo anterior, me referiré a la primera parte del texto de Frieda FrommReichman (1950), en la que trata de los requisitos personales y profesionales del psiquiatra. Inicia con un mirada introspectiva a los aspectos emocionales de la relación médico-paciente, luego la parte del terapeuta en la relación y la capacidad de escuchar como la instrumentalidad psicoterapéutica básica. Un apartado que siempre me ha parecido valioso es en el que trata de la necesidad de los psicoterapeutas de fuentes de satisfacción extraprofesional y seguridad. Luego propone hacer introspección sobre las ansiedades del terapeuta en la interacción con el paciente, las actitudes del terapeuta hacia los valores éticos y culturales de su contexto y del contexto del paciente, y su relación con las metas de la psicoterapia y consideraciones del terapeuta en el establecimiento de la situación de tratamiento. A continuación haré una aclaración sobre el concepto clínica psicológica, en el que he trabajado desde hace algunos años. La clínica psicológica es una forma de razonamiento relacional y no es sinónimo del campo ocupacional que tradicionalmente se denomina clínico. Ha sido asociado, a partir del documento de Boulder, Colorado, sobre la formación de psicólogos clínicos (1948) a la clínica médica, lo que nos ha alejado de definir en términos de las profesiones de ayuda el concepto clínica de otras maneras, más cercanas a la salud y al acompañamiento a quien sufre, no a un enfermo mental. Un poco de historia sobre la clínica psicológica: Lightmer Witmer a finales del S XIX y principios del XX, propuso una cátedra clínica para psicólogos en vista de que su trabajo particular, inicialmente centrado en escolares y problemas de aprendizaje, requería otra manera de pensar y otros métodos. Tomó prestado el término clínica de la medicina y propuso pensarla de otra manera, acorde con la incipiente profesión psicológica. Sin embargo no se encuentra en su obra mayor elaboración 15 del concepto que permitiera pensar una clínica psicológica no médica, pero nos dejó la inquietud. En la postguerra, luego de la conferencia de Boulder, en la que se definieron las líneas de formación y campos de actuación de los psicólogos clínicos, desafortunadamente, la visión médica de la enfermedad mental, individual, propia del modelo de salud de la época quedó, debido al informe Shakow, en el centro del ejercicio profesional del psicólogo clínico. De ahí que es posible pensar que los psicólogos clínicos, esto es, que también hacen psicoterapia, quedamos, aún hoy en día, en el mismo mundo de la medicina y en el campo de la salud, y además regidos por normas que se aplican a la medicina, sólo por el hecho de denominarse clínicos. El movimiento en los últimos años en el área de la clínica psicológica es hacia la intervención en contexto relacional, en el que el terapeuta como persona está implicado en el proceso. El proceso clínico es objetivable pero no objetivo. Donald Polkinghorne, otro autor significativo en el ámbito del razonamiento clínico, plantea que el propósito de la formación tiene como objetivo preparar a los estudiantes para convertirse en psicoterapeutas. Y el proceso de preparación consiste en “asistir a los estudiantes en lograr una comprensión amplia y profunda de la existencia humana. Promover que los estudiantes sean sensibles y respetuosos de las diferencias individuales de las personas a las que servirán” (Polkinghorne 2004:ix) Otro hito en la inclusión del terapeuta en el proceso clínico lo constituye, hacia finales del Siglo XX en Alemania, un proyecto de investigación llevado a cabo por clínicos, que elaboró un Manual Psicodiagnóstico Psicodinámico Operacionalizado: OPD-2, como complemento al sistema DSM. El contexto conceptual del OPD-2 es relacional, además de sistémico – complejo- procesual-dimensional y axial, y desarrolla un sistema modular para el diagnóstico de procesos y tratamiento. Una de las dimensiones más valiosas del modelo es que el entrevistador clínico se incluye en la evaluación a partir de las sensaciones, emociones e ideaciones contratransferenciales en la relación con el entrevistado. El entrevistador es un instrumento relacional para el diagnóstico y forma parte del universo relacional del consultante y viceversa. En esencia, quien quiera acompañar a quien sufre, en el proceso de construir sentido, debe preguntarse por su ser, por su lugar en el mundo, por su deseo. Debe estar preparado para ser-en-construcción, para la transformación y la incertidumbre. La reflexión sobre sí, debe ser una labor permanente, la de una presencia consciente y presente. 16 Referencias: Baker, David B., Benjamin, Ludy T. (2000) The Affirmation of the ScientistPractitioner: A look back at Boulder. In: American Psychologist, February 2000 Vol. 55 No. 2 241-247 Polkinghorne, D.E. (2004) Practice and the human sciences: the case for a judgement based practice of care. New York: State University of New York at Albany OPD 2: Diagnóstico Psicodinámico Operacionalizado: OPD-2 (2006) Grupo de trabajo OPD. HERDER: Barcelona Witmer, Lightner (1907) Clinical Psychology, first published in Psychological Clinic, 1, 1-9 Siegel, Daniel; (2010) The Mindful Therapist: A clinician´s guide to mindsight and neural integration Fromm-Reichmann, Frieda: (1950) Principles of Intensive Psychotherapy: Chicago, ILL. : Chicago University Press Sullivan, Harry-Stack; (1953) The Psychiatric Interview; New York: W.W. Norton & Company GUBERNAMENTALIDAD Y PSICOTERAPIA. FORMAS DE SUBJETIVIDAD PROMOVIDAS POR LA PSICOTERAPIA EN EL CONTEXTO DE LA RACIONALIDAD DE NEOLIBERAL Mauricio Bedoya Hernández Psicólogo 17 Universidad de Antioquia El neoliberalismo lejos de ser una ideología, un capitalismo desorganizado, un sistema caótico e irracional, se constituye en todo una racionalidad que abarca el gobierno de la vida económica, vida social e individual (Foucault, 2007; CastroGómez, 2010). Es dentro de este contexto que se puede afirmar que el estado, lejos de ser eliminado o debilitado, transforma sus objetivos. Se orienta al servicio del fortalecimiento del mercado. Su labor consistirá, por tanto, no en intervenir en los jugadores de este juego del mercado, sino sobre las reglas del juego de éste. De esta manera, la acción del estado busca ofrecer las condiciones (el milieu) para el buen funcionamiento de una estructura de competencia entre los individuos. En vez de buscar la igualdad, el estado se fija como meta regular las condiciones de competencia, para lo cual la desigualdad funciona como un aspecto fundamental en el mantenimiento del engranaje del mercado. Claro está que la racionalidad neoliberal no puede reducirse al papel regulador del estado, puesto que la gubernamentalidad que viene con esta racionalidad excede, y quizá absorbe, el rol que lleva a cabo el estado contemporáneo. Visto así, el arte de gobernar, al no reducirse al gobierno del estado, se despliega positivamente en el sentido de configurar formas de existencia que encuentran en la economía de mercado su principio básico. La acción gubernamental estatal y no estatal se orienta hacia la creación de una sociedad sometida por completo a la dinámica del mercado y la competitividad, generando formas nuevas de sujeción. La persona deja de ser considerada como un ciudadano para ser vista como actor económico, como emprendedor, como empresario de sí mismo, como responsable último y único de su felicidad, como competidor que se ve amenazado por la existencia de otros competidores que dejan de ser sus amigos, vecinos, familiares para convertirse en amenazas. El neoliberalismo parte de la convicción de que cada individuo de nuestra sociedad puede ser un competidor y, por lo tanto, tiene algo que apostar, tiene algo que invertir (o, al menos, se ocupará de conseguirlo). Y cuando la persona hace su inmersión en estructura competitiva de la sociedad contemporánea, se convierte, al mismo tiempo, en sujeto de consumo que invierte para conseguir mejores dividendos. Ahora, el consumo en las sociedades contemporáneas lejos de ser exclusivamente de objetos materiales, gira además en torno de la consecución de 18 aspectos inmateriales tales como el placer, la tranquilidad, la felicidad, el ocio, el bienestar corporal, etc. De esta manera, el capital económico de cada uno deviene capital humano. Encontramos aquí un tejido en el que confluyen estructura de competencia, capital económico de las personas y el logro de la promesa de bienestar, felicidad y libertad. Y, como es lógico, el logro de esta promesa solamente se obtiene en tanto que los individuos sean competentes, en el sentido de ser poseedores de cuerpos y mentes sanos para tornarse productivos, para sacar el mayor provecho de sus recursos personales, para lograr soportar los embates de una sociedad que los mantiene en continua sensación de riesgo y amenaza, con el efecto de angustia que de ello se desprende. La salud física y mental se constituye en condición fundamental para conducirse y para conducir a los otros. En otras palabras, para ser empresario de sí se requiere ser un individuo sano. Aparecen, entonces, los estándares del hombre sano tanto a nivel corporal como mental. Y, por tanto, al hacerse a esos criterios de salud se despliegan formas de sujeción que hacen que la persona se sienta siendo. Un capítulo de marcada importancia en lo que a la normalización de la conducta se refiere es la salud y la competencia mental. En este ámbito puede entenderse el lugar de las disciplinas denominadas psicociencias, las cuales proveyeron a la sociedad de normas, valores, imágenes y técnicas psicológicas para pensar al ser humano. Así, se emparentaron las estrategias, técnicas y tecnologías para la conducción de las personas y para su reconducción hacia la normalidad. Es aquí donde el discurso psicoterapéutico tiene uno de sus lugares privilegiados de inserción. Sería un error considerar que la conducción de la conducta de los individuos (el gobierno), cuando del discurso psicoterapéutico se habla, se realiza solamente bajo la técnica de la psicoterapia. En otras palabras, y de manera más directa, la conducción de la conducta de las personas no es un asunto que se dé exclusivamente dentro del consultorio. Por el contrario, los nuevos lenguajes, sistemas conceptuales y dispositivos que las psicociencias han construido (que también incluyen sistemas normativos, valorativos y regulativos, planes de formación, protocolos de intervención, políticas acerca de la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, etc.), todos ellos, constituyen un arreglo reticular en el que los individuos se subjetivan, se sienten sujetos, se adhieren a él, se sienten personas sanas o enfermas, normales o anormales. 19 El discurso de la autonomía, la diferenciación, la autogestión y el emprendimiento es ahora menos jurídico y más administrativo: administrar la vida propia, gestionar las propias capacidades, habilidades y riesgos, aminorar el impacto de las amenazas inherentes del vivir en una sociedad neoliberal. La psicoterapia, de esta manera, es una técnica que busca promover una mejor administración de sí mismo. ¿Cuáles son los objetivos? ¿Con qué recursos se cuenta para lograrlos? ¿Cómo administrar tales recursos para obtener mejores resultados? Es una tecnología para administración del yo. Si bien al principio era una tecnología para corregir al yo (que se suponía enfermo), hoy el discurso terapéutico se ha convertido en una tecnología para conducirlo y administrarlo. Por ello, resulta importante diferenciar entre discurso terapéutico, lenguaje experto y práctica terapéutica. Las psicociencias se han constituido como discurso reinante sobre lo humano y sobre lo psicológico a partir del siglo XX. El lenguaje experto que ellas han producido no solamente es un recurso técnico para el desarrollo de estas ciencias, sino que, en la medida en que se populariza y se ofrece al público como lenguaje verdadero sobre el ser humano, provee las herramientas necesarias para que cada persona pueda hablar de sí misma, conocerse, sentirse existiendo. Los medios de comunicación, la escuela y la familia son escenarios de los que disponen las psicociencias para la democratización de las verdades sobre el sujeto. Ahora todos hablamos el lenguaje de la psicología para hablar de nosotros mismos, para localizarnos y saber de nosotros. En la actualidad los medios de comunicación han abierto un ramillete de consultorías al aire, de realities en los que el lenguaje de la psicología es central, de consejería psicológica, de análisis de las condiciones psicológicas de los fenómenos individuales y sociales. Es ahora bastante usual encontrar, por ejemplo, que los noticieros cuentan con los científicos psi (psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras) como analistas de los problemas políticos, sociales, delincuenciales, familiares, incluso internacionales que abordan en directo. Se ha impuesto también la sección de salud mental conducida generalmente por psicólogos. En la psicoterapia el trabajo de gobernar el yo es definitivo. Así, cuando un paciente llega a consulta psicológica, lo hace porque el diseño de sí no se ajusta con la vivencia de sí mismo. Hay un desajuste en la experiencia vivida por el sujeto consultante. Cuando acude al psicoterapeuta quiere que ese desajuste se elimine. Se genera el dispositivo psicoterapéutico. En éste se dejan ver claras las figuras del conductor (psicoterapeuta) y el conducido (paciente). Quien se acoge al dispositivo 20 terapéutico en calidad de consultante decide dejarse conducir por el terapeuta, porque considera que tal direccionamiento desencadenará un mejor gobierno de sí. Ahora, si bien el consultante acude bajo unas expectativas de un gobierno de sí diferente al que ha enmarcado su existencia, no sabe hacia dónde será conducido por el dispositivo de psicoterapia. De hecho, el ser que se quiere ser no necesariamente corresponde con ser que se quería ser al llegar a la psicoterapia. Esto en la medida en que del diseño de ese nuevo ser que se quiere ser participa la autoridad psicoterapéutica y, por decirlo así todo el dispositivo/discurso terapéutico. Así, la persona se sujeta de una forma específica en el acontecimiento terapéutico. Si bien el discurso terapéutico general le ofrece a la persona unos vectores para hablar de sí, narrarse, leerse y sujetarse, la experiencia psicoterapéutica concreta le provee de unos vectores específicos (lenguajes, acciones, prácticas, estrategias) para ser. No debemos olvidar que si bien las psicociencias ofrecen verdades sobre le la persona, sobre su normalidad, sobre su anormalidad y proveen herramientas para su conducción y reconducción, tanto las psicociencias como los regímenes veridiccionales que proclaman tienen un carácter histórico, contextual y localizado. Hasta la trascendentalidad del sujeto que proclama (sujeto del inconsciente, sujeto autorrealizado, sujeto neuronal, sujeto social, sujeto neuroquímico) no deja de ser pura inmanencia. Esto justifica el recurso a la historia de estas disciplinas en el acercamiento al problema del gobierno a partir del discurso psicoterapéutico y del dispositivo de psicoterapia. La psicoterapia es una de aquellas técnicas que se erigieron modernamente en medio de la emergencia del hombre en las ciencias humanas. Así, podríamos sostener que la historia de las formas de subjetividad, acudiendo a la denominación que ha realizado Michel Foucault (2002), encuentra en el discurso psicoterapéutico (terapéutico en general) una de sus más actuales técnicas de sí. Aquí no aludimos a la psicoterapia individual (aunque la incluye), sino a la racionalidad del ser-otro, a la racionalidad de lograr las transformaciones de sí que sean necesarias para modelar la existencia con unos criterios definidos por los psicocientíficos. Nos referimos una forma de gobierno de sí diferente a la que ha delineado el acontecer subjetivo del paciente y que ha devenido fuente de sufrimiento. 21 Nuestra reflexión busca articular las rejillas de análisis del saber, el poder y la subjetividad, propuestas por Michel Foucault, en función de la pregunta por las formas de subjetivación que emergen en la racionalidad neoliberal y la forma como el discurso/dispositivo de psicoterapia se inscribe en ésta. En otras palabras, la racionalidad neoliberal ha encontrado en el discurso de las psicociencias y, particularmente, de la psicoterapia, poderosas tecnologías conceptuales y sistemas veridiccionales que fundamental la forma de gubernamentalidad propuesta por ella. El discurso del sujeto emprendedor ha sido nutrido de verdades provenientes de las ciencias psi. Con ello, la racionalidad neoliberal se ha hecho a herramientas, recursos, estrategias, tecnologías prácticas y conceptuales para conducir la conducta de los individuos. La psicoterapia se despliega, de esta manera, como tecnología de gobierno, de poder; y las personas que comienzan a funcionar este discurso terapéutico, adhiriéndose o distanciándose de él se subjetivan en este proceso. LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL EN LOS TERAPEUTAS i Carlos Mario Gallego Ospina Médico y Cirujano, Abogado. Magistrado del Tribunal de Ética Médica de Antioquia. Docente Cátedra de la UPB y la U de A. Cuando fui invitado cordialmente, a participar en este evento con una ponencia acerca de “La responsabilidad profesional en los Terapeutas”, me encontré con 22 que esta temática estaba dirigida a profesionales de diversas áreas del conocimiento como psicólogos, médicos, trabajadores sociales, terapeutas familiares, entre otros; lo cual no permite hablar de manera homogénea con respecto a todas estas áreas, pero se intentará hacer una aproximación de las mismas, desde el campo de la salud física, psíquica y social, en la cual desarrollan todas sus competencias, con fundamento en la definición clásica de salud de la OMS "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades", entendido este como un proceso dinámico. El profesional puede responder desde diferentes ámbitos por sus actuaciones profesionales, dependiendo en ocasiones, si se encuentra desarrollando su actividad en el sector público o privado, de acuerdo a esto puede imputársele una responsabilidad: disciplinaria, ético disciplinaria, penal, civil, contencioso administrativa y estatutaria o laboral. Para iniciar debemos partir de una definición de responsabilidad civil y para ello se citará la del profesor Javier Tamayo la cual dice “Es la consecuencia jurídica, en virtud de la cual quien causa un daño a un tercero en forma ilícita está obligado a indemnizarlo”1 , además de tener claro el concepto de profesión liberal, la cual hace referencia a disciplinas autónomas que requieren de un título universitario para su ejercicio, en ellas predomina el intelecto y están reguladas por el Estado. El artículo 26 de la Constitución Política, hace referencia a la regulación de las profesiones y oficios, principalmente en áreas sensibles como la salud, por el riesgo social y los efectos nocivos que pueden generar y la ley 1164 de 2007 en su artículo 1 expresa “Por Talento Humano en Salud se entiende todo el personal que interviene en la promoción, educación, información de la salud, prevención, diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y paliación de la enfermedad …” y en su artículo 36 se establecen los valores para el ejercicio de los profesionales de la salud, donde se destaca el valor de la responsabilidad, entendido como “ Se debe analizar, dar razón y asumir las consecuencias de las propias acciones u omisiones en lo referente al ejercicio de la profesión u ocupación”; fuera de esta normativa se aplican las que reglamentan específicamente cada una de las profesiones, que tiene que ver con el campo de la salud y sus códigos deontológicos. En lo que tiene que ver con la idoneidad del profesional, éste debe cumplir por lo menos, con cuatro competencias como a saber: “a) una de orden cognoscitiva …, b) una competencia praxiológica…, c) una competencia axiológica …, d) una 1 Tamayo J. J. (2007). Tratado de Responsabilidad Civil (Vol. I). Bogotá, Colombia: Legis editores S.A. p. 8 23 comunicativa…”2; lo cual quiere decir que debe tener un título, una experiencia, desarrollar su profesión dentro de un marco ético y cumplir con la obligación de informar, inclusive la de registrar sus actos, además de cumplir con estos mínimos requisitos, es necesario el reconocimiento de la comunidad académica y del grupo social en el cual ejerce su profesión. Cuando un sujeto se pone en contacto con un profesional, de manera general se establece un contrato con las particularidades propias de cada profesión, por lo que no pueden establecerse pautas rígidas y estáticas del mismo; de lo pactado se puede determinar, si el profesional cumplió o no, con sus obligaciones y por lo tanto debe indemnizar algún perjuicio, esta responsabilidad también se da, si se viola un mandato relacionado con su ciencia; por lo tanto la responsabilidad profesional puede ser contractual o extracontractual. Los profesionales de la salud en principio, asumen obligaciones principales de medio, en las cuales el profesional pone toda su diligencia y cuidado y dedica el tiempo necesario con el fin de lograr un objetivo o resultado, pero sin comprometerse al mismo y muy excepcionalmente obligaciones de resultado, en las que se compromete a satisfacer los intereses del acreedor. También existen los llamados deberes secundarios como la buena fe, las obligaciones de seguridad y el deber de informar, todas ellas generadoras de responsabilidad cuando se incumple con ellas. La valoración de la culpa profesional, especialmente en el área de la salud, es de mayor rigor al normal y debe hacerse con fundamento en lo que habría hecho un buen profesional, colocado en iguales circunstancias teniendo en cuenta los bienes jurídicos en riesgo, la especialidad de la actividad desarrollada, los roles de jerarquía y colaboración en los equipos de trabajo y la tecnología utilizada, entre otros. Esta culpa profesional se configura por imprudencia, negligencia o impericia, que se concretan en cada caso en particular. En lo que tiene que ver con la responsabilidad del psicólogo debe tenerse en cuenta que la manifestación de la culpa, puede ser muy sutil y probar y valorar el daño puede ser más difícil y subjetiva que en el daño corporal, además de que el vínculo que se establece entre el profesional y paciente es francamente asimétrico, por la fragilidad, vulnerabilidad y dependencia del paciente, en lo que tiene que ver con el secreto profesional, se dan situaciones problemáticas para el profesional con posibles efectos desde el punto de vista de la responsabilidad civil. Es claro también, que la terapia psicológica puede llevar a un retraso en el logro de metas o a 2 Gerardo Hernández G. (2012) Cómo entender la experiencia profesional en psicología,según las normas jurídicas existentes en Colombia en Cuadernos Hispanoamericanos De Psicología, Vol. 12 No. 2, p 48 24 resultados negativos por incurrir el profesional en errores con altos riesgos de deterioro y daño del paciente. Frente a la responsabilidad civil médica, como sucede en todas las profesiones liberales, es por culpa probada, por el incumplimiento de una obligación de medio y por regla general contractual. La Corte Suprema de Justicia al respecto ha dicho “el médico … debe emplear sus conocimientos profesionales en forma ética, con el cuidado y diligencia que se requieran, sin que, como es lógico, pueda garantizar al enfermo su curación ya que esta no siempre depende de la acción que desarrolla el galeno, pues pueden sobrevenir circunstancias negativas imposibles de prever” (Sent. Cas. Civ. de 26 de noviembre de 1986). Esta responsabilidad también puede surgir de variados fenómenos de atribución de responsabilidad y de imputación diferentes, como serían los llamados eventos adversos, que tienen que ver con la seguridad del paciente. En lo que respecta al médico psiquiatra, las situaciones que más a menudo pueden dar origen a responsabilidad son las que ponen en riesgo la vida y la integridad del paciente por una inadecuada valoración de los riesgos de autoagresión, de heteroagresión, la fuga, la restricción física, errores en la prescripción, errores diagnóstico y situaciones problemáticas, al igual que en psicología con el secreto profesional. La responsabilidad del psiquiatra tiene unas connotaciones especiales debido a la naturaleza de la enfermedad mental, lo que exige mayor cuidado en consideración a la vulnerabilidad del paciente con enfermedad mental. En general, los profesionales conocen muy poco la normatividad que regula su actividad y las implicaciones legales del ejercicio profesional, en contraste con las condiciones actuales del ejercicio de las mismas; lo que los expone cada vez y con mayor frecuencia al riesgo de enfrentar demandas por responsabilidad, aun dentro de una buena práctica. El trabajo social normalmente ha tenido su campo de acción en áreas como la salud, el laboral, la familia, el desarrollo comunitario, entre otros; esta pluralidad de campos de acción exige que el trabajador social tenga un vasto conocimiento de su profesión y del ámbito jurídico en el que se desenvuelve, pues cada una de ellas puede generar responsabilidad profesional desde diferentes ámbitos. El Trabajo Social, específicamente en el área de la salud al prestar servicios de atención primaria, rehabilitación y apoyo a la familia, desarrollando actividades que fortalecen las relaciones entre sus miembros y desde lo clínico, realiza un diagnóstico psicosocial de la persona enferma, que permita aportar al diagnóstico global y al plan de tratamiento; lo cual en principio, permite afirmar que tiene en sus manos bienes jurídicos como la vida, la salud mental y la integridad física y por lo tanto, la valoración de su ejercicio profesional debe darse con la misma rigurosidad que en otras áreas de la salud, principalmente en lo que tiene que ver con las competencias que le son permitidas de acuerdo a su profesión y el campo de acción de las mismas. 25 Por último basta decir, que una buena práctica no solo incluye la pericia, sino ejercer la profesión de acuerdo a la ley, procurar lo mejor para el paciente y su familia, cumplir con todas las obligaciones derivadas del acto profesional, incluyendo los deberes éticos y tener el conocimiento de la normatividad vigente que rige su profesión. i Carlos Mario Gallego. Médico y Cirujano, Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Medellín. Abogado, Universidad de Antioquia (UdeA), Medellín. Especialista en Responsabilidad Civil y Seguros, Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Medellín. Magíster en Derecho, Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Medellín. Magistrado del Tribunal de Ética Médica de Antioquia. Docente Cátedra de la UPB y la U de A. [email protected] DEVENIR OTRO: TRANSFORMACIONES DEL TERAPEUTA QUE ATIENDE PAREJAS LESBIANAS Y GAIS María Victoria Builes Correa Universidad De Antioquia Resumen: 26 La homosexualidad femenina y masculina ha sido a lo largo de la historia de la humanidad fuertemente discriminada, imperando en los discursos y las prácticas el modelo hegemónico del heterosexismo. La formación de terapeutas familiares y de pareja, así como los artículos e investigaciones en torno a estas parejas han sido insuficientes, situación que se vincula con la discriminación anteriormente nombrada. Método: la presente investigación es cualitativa con método biográfico narrativo. Se realizaron entrevistas semiestructuradas a 7 terapeutas de la ciudad de Medellín. Resultados y conclusiones: se encontró que antes de ser terapeutas éstos ya se iban distanciando de los discursos heterosexista del mundo social y familiar, y después de atender a las parejas e irse formando, van además deviniendo otros en su accionar político frente al tema de la diversidad sexual. Se concluye que la labor de devenir otro es un proceso poético, estético y ético en tanto creación bella de la propia existencia. Estas transformaciones se vinculan con presencias, contextos sociales, políticos, artísticos, labor reflexiva y crítica sobre sí mismo. Palabras clave: terapeuta, lesbianas, gais, clínica. HORIZONTES Y DESAFÍOS PARA LA INTERVENCIÓN PROFESIONAL DEL TERAPEUTA EN LOS PROCESOS DE PAZ Y POST- CONFLICTOi. Fernanda Torres Gómezi. Jenny López Gómezi Universidad de la Salle 27 Palabras clave: Confianza, Intervención profesional, Reconciliación, Reparación integral, conflicto armado Interno. Resumen Asumir la reparación integral en el escenario actual de Justicia transicional, implica re-prensar los proceso de investigación y de intervención psicosocial con víctimas y excombatientes del conflicto armado, primando en dichos acercamientos, propuestas de construcción social centradas en la confianza y la reconciliación, que examinen la complejidad del escenario que traerá el Post-conflicto en nuestro país, considerando que el conflicto armado en Colombia es una problemática polifacética, debido a su multicausalidad y a las dinámicas que genera, afectando directamente el buen vivir de las y los ciudadanos (Torres: 2013). Esto se refleja específicamente en las víctimas y sus familias quienes históricamente han sido afectadas en su cotidianidad, su historia, su territorio y sobre todo en sus relaciones internas y externas. De cara a dicha construcción de paz, otros actores sociales como el Estado y la academia como formadora de profesionales y terapeutas, tenemos una tarea titánica centrada en la reconstrucción del tejido social, aportando al reconocimiento de los derechos individuales y colectivos de las víctimas, y la trasformación de imaginarios sociales que fortalezcan actitudes de perdón, confianza, solidaridad y reconciliación entre todos los ciudadanos y las organizaciones e instituciones de diversa índole, que minimicen nuestras prácticas culturales tradicionales de manejo del conflicto centradas en el uso de la violencia en todos los ámbitos de nuestra vida. Ante este panorama, los terapeutas y otros profesionales de las Ciencias Sociales y Humanas, deben generar una trasformación en sus procesos de comprensión e intervención de dichas realidades, construidas subjetivamente a partir de las relaciones de los diferentes dimensiones que componen la sociedad, generando tránsitos al posicionamiento de perspectivas de intervención psico-socio-jurídicas 28 frente a la reparación integral, acordes con las tensiones, crisis y retos que este escenario configura, contemplando “una dificultad de dialogo entre lo social, las nuevas formas de padecimiento, el deseo, la memoria colectiva en su expresión singular y el acceso a los escenarios de intervención social con mayor certeza y conocimiento profundo de ese otro sobre el que se interviene, tanto desde lo individual como desde lo colectivo”. (Caraballeda 2010: 48), que permita superar desde un re-posicionamiento de la relación sujeto-sujeto, los paradigmas de atención funcionales y asépticos predominantes en algunos programas y proyectos vinculados a la política pública relacionada con víctimas y excombatientes del conflicto armado en Colombia. Bajo esta perspectiva la presente ponencia presenta un conjunto de horizontes y retos para reflexionar el ejercicio profesional del terapeuta en lo social, específicamente en la intervención psico-socio-jurídica para víctimas y excombatientes, producto de un ejercicio investigativo de orden cualitativo (Sampieri: 2010), enfoque hermeutico (1990: Vasco), modalidad investigación documental y método análisis de contenido (Ruiz: 2006)., que busca bajo una óptica analítica de las categorías confianza, solidaridad y reconciliación, reflexionar el quehacer y los retos de los profesionales y terapeutas, en torno a los postulados de los planes, programas y proyectos que actualmente el Distrito Capital implementa frente a la reparación integra y la reintegración social. Estos desafíos y horizontes posibilitan consolidar la intervención en lo social como escenario de construcción donde se objetivan dichas manifestaciones de la cuestión social en los denominados “problemas sociales”, los cuales son permeados por rupturas que involucran en el escenario de lo público el accionar del Estado y la sociedad, la cual es constituida como producto de un sistema económico, político y cultural particular, atravesado por situaciones como la pobreza, el conflicto armado y los procesos de exclusión entre otros. (Rozas Pagaza: 2001). 29 En esta lógica es pertinente hacer un llamado para generar desde las diferentes profesiones que investigan e intervienen con actores sociales y víctimas del conflicto armado, procesos y ejercicios de escucha activa y propositiva, bajo ópticas holísticas, integrales, de diálogos de saber, históricas y ecológicas de sus dinámicas y realidades, que contribuyan a conocer y re-significar sus comprensiones frente a este fenómeno, buscando alternativas bajo nuevos proyectos de vida individuales, familiares y sociales, que les permitan construir estrategias de afrontamiento ante situaciones complejas, donde el profesional reconozca la perspectiva del autocuidado y la ética del cuidado, debido a los riesgos psicosociales y la carga emocional, estrés y tensiones que implican el abordaje y acompañamiento de procesos con víctimas del conflicto armado en nuestro país, con el fin de aportar desde sus fundamentos epistemológicos, teóricos y metodológicos, desde una visión completa y compleja que responda a la realidad de las víctimas, potenciando los recursos con los que se cuenta desde las políticas públicas en el plano familiar y comunitario, con el fin de aportar a la construcción de paz y reconciliación que requiere nuestro país. Simón Gil (2009). BIBLIOGRAFÍA CARBALLEDA, A. (2010). La intervención en lo social como dispositivo. Una mirada desde los escenarios actuales. En Revista de la Escuela Nacional de trabajo Social. México D.F. Universidad Nacional Autónoma de México. GALVIS, L. (2011). Pensar la familia hoy. Bogotá: Ediciones Aurora. ROZAS PAGAZA, MARGARITA. (2001) “La Intervención profesional en relación a la cuestión social”: el caso del trabajo Social, Cap. IV, Editorial Espacio RUIZ, A Y OTROS. (2006). La práctica investigativa en Ciencias Sociales. Bogotá. Universidad Pedagógica Nacional. 30 SAMPIERI, r (2010). Metodología de la investigación. Quinta Edición. México. Mac Graw Hill. SIMON GIL, M. (2009). Aportaciones del Trabajo Social a la pericial de familia. En: Cuadernos de derecho judicial. Universidad del País Vasco. España TORRES, F. (2013.). Intervención profesional desde la consultoría con enfoque resiliente en familias víctimas de conflicto armado. En Revista tendencias y Retos, 18 (1), 33-48. Bogotá. Universidad de la Salle. VASCO. E. (1990). TRES ESTILOS DE TRABAJO EN LAS CIENCIAS SOCIALES Comentarios a propósito del artículo "Conocimiento e Interés" de Jiirgen Habermas. Bogotá. CINEP Centro de Investigación y educación popular. LAS EMOCIONES DEL TERAPEUTA Y SUS EFECTOS EN EL PROCESO DE ATENCIÓN A UNA FAMILIA CON PROBLEMÁTICAS RELACIONADAS CON ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR ESTUDIO DE CASO Jáder De Jesús Lopera Medina y Juan Esteban Zapata Zapata Trabajadores sociales, especialistas en familia y en terapia familiar Universidad Pontificia Bolivariana RESUMEN DE LA INVESTIGACIÓN 31 El trabajo de investigación que se presenta, tiene como objetivo identificar las emociones del terapeuta y sus efectos en el proceso de atención a una familia con problemáticas generadas por abuso sexual intrafamiliar. Parte de la propia experiencia en el proceso de formación como terapeutas familiares, donde el entrenamiento y la vivencia de la terapia con familias aporta al desarrollo de las capacidades teóricas, metodológicas y personales para establecer este tipo particular de relación de ayuda y potenciar las capacidades y posibilidades de intervención. El análisis del caso parte de la premisa de que, en el proceso, el terapeuta entra a ser parte del sistema (cibernética de segundo orden) quedando expuesto a emociones, reacciones, prejuicios y creencias que influyen en la terapia y en la persona del profesional, sobre todo en temas complejos como el abuso sexual intrafamiliar. En este caso el reto es mantener la neutralidad e imparcialidad aun cuando se puede estar al borde de su capacidad emocional e intelectual. Para esta investigación, el problema del abuso sexual intrafamiliar es entendido como cualquier actividad sexual entre dos o más personas de la familia sin consentimiento de una de ellas y que afecta tanto a la persona que lo sufre como a la familia cuando el hecho es conocido: tiene efectos psicológicos, alteraciones emocionales, comportamiento sexual inadecuado, trastornos en la vida e identidad sexual, depresión, ansiedad, culpa, problemas de autoestima, establecimiento de relaciones abusivas, entre otros, y para la familia pueden darse cambios inadecuados de estructura, posiciones rígidas de poder, sometimiento, problemas de comunicación, aplazamiento de otros conflictos, síntomas, etc. En cuanto al terapeuta y sus emociones, se asumen estas como parte integral de la interacción humana que está implicada en la relación profesional de ayuda. El manejo y la estructuración de las emociones como la rabia, la ira, el miedo, la tristeza y el desconcierto se convierten en un reto para llevar el proceso terapéutico y lograr con la familia encontrarle sentido y/o significado a las diferentes vivencias y 32 logra re-significarlas para luego empezar a construir realidades portadoras de más esperanza y menos sufrimiento. El terapeuta puede hacer un manejo adecuado de sus emociones a partir de proceso de reflexión y autoobservación que permita mantener la neutralidad y la relación empática de comprensión y respeto. Otra posibilidad es el equipo terapéutico que supervisa en vivo el proceso y la relación que se establece con la familia y le ayuda al terapeuta a conservar la circularidad de la información, se comparten las responsabilidades, se favorece la creatividad y se asegura el rumbo acertado de la sesión haciendo un importante apoyo cognitivo y emocional en problemas fuertes que pueden atrapar al terapeuta y paralizar su acción. Mitológicamente la investigación es un estudio de caso, que partiendo del paradigma cualitativo, pretende aportar a la comprensión del proceso terapéutico y las emociones que experimentan los terapeutas cuando atienden familias con este tipo de dificultades. Su alcance es descriptivo y las fuentes principales para el análisis son las sesiones del proceso grabadas en video y las entrevistas la terapeuta. El proceso analizado son nueve sesiones efectivas realizadas en el año 2010 a una familia extensa en ciclo vital adultos jóvenes, conformada por la consultante, su madre, su hija, dos hermanas y un sobrino. El padre ha fallecido y la madre establece una segunda relación de pareja con quien termina separada. La consulta inicialmente es por presentar una relación conflictiva en especial entre la consultante y la madre. En la investigación se analizan tres variables: el proceso terapéutico, las emociones del terapeuta y la relación equipo – terapeuta. Organizando el proceso en tres fases: fases Inicial (tres primeras sesiones) fase intermedia (sesiones de la cuatro a la siete) y fase final (dos últimas). 33 En la fase inicial se re-crea el problema y surge la situación de abuso sexual ante lo cual el terapeuta se muestra temeroso e inseguro al no saber qué hacer con el tema, lo que lleva a que no profundice en la situación y vuelva a asuntos más generales de la relación familiar. En la fase intermedia se da la situación más crítica en la relación terapéutica a partir del tema del abuso sexual intrafamiliar, las emociones que este genera en el terapeuta y en el equipo y la aparente dificultad para abordar la situación. Hay un aparente temor e inseguridad y mucha dificultad para abrir los temas. En la fase final se genera mayor conexión con la familia. El terapeuta aparece más tranquilo y cómodo en la relación y con mayor manejo del tema. Los cambios en la relación familiar permiten construir una nueva historia que se refuerza, buscando anclajes que la fortalezcan. El terapeuta se muestra con sentimientos de satisfacción por los resultados y establece relación con soltura y afectividad. La investigación permite concluir que el tratamiento de este caso de abuso sexual intrafamiliar genera emociones y sentimientos de ira, temor, desesperanza, inseguridad y confusión, los cuales afectan el proceso. Cuando la emoción es la inseguridad y el temor se genera confusión e impiden profundizar en la problemática. Por el contrario si las emociones son de seguridad, comodidad y esperanza en la posibilidad de ayudar, se genera fluidez en el proceso y se permite que la familia exprese sus sentimientos, validándolos. En general el terapeuta logra poner su self a favor del cambio, sin impedir los movimientos necesarios en la familia para logarlo. El equipo terapéutico genera una gran posibilidad de ayuda en cuanto no se engancha de manera directa con las emociones de la familia y de esta manera pude ayudar al terapeuta para favorecer el proceso con la familia. 34