Confianza y felicidad

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Confianza y felicidad, tejiendo redes
Autores
Carolina Dell’ Oro, María Paz Lagos,
Sofía Brahm
1a Edición / 1000 ejemplares
Abril 2014
Impreso en Chile
Diseño
Patricia Gil Camiruaga
Ilustraciones
July Macuada García
Impresión
Ograma
Este papel proviene
de bosques manejados
en forma sustentable
y fuentes controladas.
CONFIANZA Y FELICIDAD
TEJIENDO REDES
CAROLINA DELL’ ORO
MARIA PAZ LAGOS
SOFIA BRAHM
Agradecimientos
A los sociólogos Eduardo Valenzuela y Eugenio Guzmán.
Al filósofo Jorge Peña.
Por las valiosas entrevistas que sostuvimos con ellos.
A nuestras familias.
Por su apoyo durante el tiempo dedicado a este libro.
INDICE
Coca-Cola y el desafío de la felicidad
8
Introducción
10
I. La Confianza en sí mismo
22
II. La Confianza interpersonal 36
III.La Confianza generalizada
64
Conclusiones
89
7
COCA-COLA Y
EL DESAFIO DE LA FELICIDAD
Como lo confirmaron los resultados del Barómetro
de la Felicidad Coca-Cola 2013, los lazos de confianza se
están debilitando entre los chilenos. Las personas miran
con creciente desconfianza a sus vecinos, a quienes viven
en otras comunas, a aquellos que piensan políticamente
distinto y también a los extranjeros que residen en nuestro
país.
En el Instituto de la Felicidad Coca-Cola de Chile,
estamos preocupados por esta realidad y sus consecuencias
en el bienestar personal y social de los chilenos. Creemos
además, que nuestra misión de construir espacios para el
análisis, discusión y promoción de la felicidad, adquiere
especial importancia en coyunturas como la descrita.
¿Por qué es relevante fortalecer la confianza entre
las personas? Porque sin ella, se debilita la calidad de la
convivencia personal, social e institucional, y el entorno
laboral se resiente en su capacidad de crear y emprender.
En suma, pierden las personas y el país.
8
Creemos, por lo mismo, que “Confianza y Felicidad:
Tejiendo Redes” constituye un aporte único para observar
el Chile de hoy desde la perspectiva de las confianzas, así
como una invitación a reflexionar y mirarnos a nosotros
mismos y a los demás desde el desafío que nos propone el
bienestar subjetivo y colectivo.
Quiero agradecer a las autoras, Carolina Dell’Oro,
María Paz Lagos y Sofía Brahm, por su pasión, entrega
y compromiso en la preparación de este libro, y por su
permanente apoyo para que el Instituto de la Felicidad
Coca-Cola siga realizando un aporte positivo en favor de
Chile y los chilenos.
Jorge Garduño
Presidente
Instituto de la Felicidad Coca-Cola Chile
9
INTRODUCCION
¿QUÉ ES LA CONFIANZA?
¿Por qué es necesaria? ¿Por qué los índices de confianza
son tan bajos en nuestro país?
En los últimos años hemos visto como la confianza
se convierte en un tema de análisis presente en distintos
seminarios, estudios, mesas de discusión. Vemos a
políticos que piden a sus conciudadanos confianza en su
gestión, líderes económicos que tratan de evitar desastres
financieros solicitando confianza en “los mercados”,
colegios pidiéndole mayor confianza a los padres…
Apelar a ella puede dar cuenta de un problema al
respecto: nos preocupa la confianza cuando percibimos que
hace falta y esto abre una oportunidad para detenernos y
analizar este tema.
La confianza es el ADN de las relaciones humanas. Para
que exista confianza se requiere de interrelación, de un
encuentro entre personas. Nuestra condición personal por
definición social nos hace buscar a otros con los cuáles
podamos complementarnos y enriquecernos mutuamente.
El ser humano coexiste con otros, requiere de la cooperación,
siempre existirá un alguien en nuestras vidas, un alguien
con quien nos transformemos. Dada nuestra limitación
personal, la ilusión de la autonomía absoluta, de la no
dependencia, impide vivir y desarrollarse. La confianza
10
es de alguna manera abrirse al otro, hacerse
vulnerable al otro y tener fe en ese otro.
Señala el filósofo alemán Robert Spaemann1
que confiar en alguien, significa abandonarse
en alguien. Y abandonarse es el antónimo de
quedarse consigo mismo, en sí mismo. Un niño
recién nacido se abandona en sus padres para
desarrollarse y llegar a ser él mismo. El primer
acto humano que realizamos, es confiar.
La confianza se asocia a lo personal, a lo
social e institucional. Por eso se dice que la
confianza es el pegamento social y el lubricante
que necesitan las sociedades para fluir en sus
relaciones, una especie de tejido humano que
permite tender puentes de encuentro que
lleven al desarrollo integral.
La confianza es
el ADN de las
relaciones humanas.
Para que exista
confianza se
requiere de
interrelación,
de un encuentro
entre personas.
Nuestra condición
personal por
definición social
nos hace buscar
a otros con los
cuáles podamos
complementarnos
y enriquecernos
mutuamente.
En una sociedad como la nuestra, que
como veremos más adelante tiene bajos índices
de confianza y que a su vez abundan leyes y
normas, y donde el diálogo y la convivencia
pareciera que no son nuestro fuerte, habrá
menor creatividad e innovación colectiva para
poder desarrollarse en forma sostenible. Chile
tiene un gran desafío. Los estudios sobre
percepciones2 que tenemos de los últimos años,
Robert Spaemann. (2010), Confianza.
Conferencia pronunciada en Madrid el 19 de Mayo.
2
Ver Encuesta Nacional Bicentenario, Encuesta CEP, CASEN y
Latinobarómetro.
1
11
postulan que la confianza ha ido disminuyendo en la mayoría
de las instituciones. Esta desconfianza suele vincularse a las
instituciones olvidando los problemas que está enfrentando
la confianza interpersonal que tiene altas repercusiones en la
vida de los chilenos.
Desde esta perspectiva, el Barómetro de la Felicidad CocaCola-UC del año 2012 nos aporta un dato nuevo y no menos
preocupante que es la desconfianza interpersonal generalizada,
sean amigos o vecinos, de diversas nacionalidades, barrios,
religiones o clase social. Más aún, al momento de preguntarle
a los chilenos si tienen alguien en quien confiar, pedir ayuda
o consejo sólo el 51% postula tener siempre alguien en quien
confiar; el 32% dice que a veces y el resto no tiene. Pero aún
más, cuando hay una urgencia económica, de salud o situación
catastrófica ese 51% disminuye a 46%. Esta es una situación
dolorosa y una herida que si no sanamos prontamente, corre el
riesgo de dejarnos una gran cicatriz como país. Más profunda
puede ser la herida si ahondamos según nivel socioeconómico
pues nos encontramos con una diferencia abismante entre
el grupo ABC1 y el D-E. Mientras el 69% del primer grupo
declara tener siempre a alguien en quien confiar, en el nivel
más bajo este indicador llega sólo al 45%. Si la emergencia es
económica, el 59% del estrato más alto dice tener alguien en
quien confiar, no así el 37% del estrato D-E.
Esto se hace aún más relevante ya que existe una directa
relación entre confianza y felicidad, donde a mayor nivel de
confianza, mayor nivel de felicidad.
12
Cuando hablamos de confianza, existe una
distinción entre la confianza entre conocidos y
entre extraños, en inglés la distinción es entre
trust y confidence3. La confianza en Chile se
reduce hoy día al ámbito familiar y a los amigos,
desde ahí lo que aumenta es la desconfianza,
proyectándose hacia los vecinos, compañeros
de trabajo, personas de otra religión... Esta
desconfianza se da principalmente a niveles
socioeconómicos más bajos, rompiendo así un
mito bastante arraigado de que en los sectores
más vulnerables esta confianza sería mayor.
Pareciera que vivimos instalados en una
cultura de la sospecha, donde los prejuicios
están antes que las personas, donde la clase
social, el partido político, el lugar donde se
vive, o quién lo dice, importa más que lo que
se dice.
Pareciera que
vivimos instalados
en una cultura
de la sospecha,
donde los prejuicios
están antes que las
personas, donde
la clase social, el
partido político,
el lugar donde se
vive, o quién lo dice
importa más que lo
que se dice.
Si las relaciones se fundan en la sospecha
y la desconfianza, generan una ausencia de
encuentros constructivos, donde la cohesión
social se hace vulnerable. El valor del
compromiso y la promesa, claves para generar
confianza, se diluye hasta perder sentido y
prima la actitud de sospecha hacia el otro.
Esta distinción fue hecha por Niklas Luhmann en su obra
traducida al español “Confianza” (1996).
3
13
Explicaciones sobre este escenario de desconfianza, hay
diversas y variadas. Desde culturales4, políticas5, históricas
y sociales6. En este libro, intentaremos hacer una lectura
del fenómeno desde una mirada que parte de la naturaleza
humana y sus anhelos.
Confiar en otro, fiarse de otro es experimentar que hay
una relación de encuentro, de dependencia, de vínculo que
es consustancial a la condición humana. Desde que nacemos,
las personas vivimos abiertos a otros, necesitando a los
demás para desarrollarnos y la actitud con que vivamos esa
dependencia constituye la clave de la confianza.
Reconocerse dependiente, incompleto, debiera ser un
primer paso para confiar, porque en última instancia, una
persona que confía mira sus límites con una actitud positiva,
anda más liviana de carga porque sabe que co-depender
mutuamente con otro es parte de su plenitud, de su felicidad.
La confianza está en la base de la sociedad, es su
riqueza. La palabra confianza, tiene su raíz en el latin fides,
que significa “cuerda”. Las relaciones que se establecen a
través de esa cuerda que mantiene unidas a las personas, son
las que generan el capital social.
4
Ver: Francis Fukuyama (1995) Trust: the social virtues and the creation of prosperity
y Eduardo Valenzuela y Carlos Causiño (2000), Sociabilidad y Asociatividad.
5
Por ejemplo la capacidad de participación existente en una sociedad (Robert
Putnam (2000), Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community)
6
Existiría, por ejemplo, una alta correlación entre desigualdad y confianza. Fuente:
ESS (European Social Survey), ISSP (International Social Survey Programme), OECD
(2008), Growing Unequal? Income Distribution and Poverty in OECD Countries.
Disponible en http://www.oecd.org/els/soc/47572883.pdf
14
¿Por qué este tema debiera generar
inquietud? Porque la confianza es el hábitat
humano por excelencia: las personas
necesitamos desde la primera infancia
ser acogidos incondicionalmente por esos
“otros” que son nuestros padres. Desde ahí
se van tejiendo las relaciones de confianza
hacia los demás. En este libro, siendo el
segundo después de “Familia y Felicidad” nos
preguntaremos, ¿qué estará pasando en ese
hábitat originario de confianza que es la familia,
donde aprendemos a decir nuestro nombre,
donde somos reconocidos y valorados, donde
aprendemos a mirar y a ser mirados, donde
aprendemos la primera actitud proactiva de
confianza o desconfianza ante la vida y los
demás?
¿Por qué este tema
debiera generar
inquietud? Porque
la confianza es el
hábitat humano
por excelencia:
las personas
necesitamos desde
la primera infancia
ser acogidos
incondicionalmente
por esos “otros”
que son nuestros
padres. Desde ahí
se van tejiendo
las relaciones de
confianza hacia los
demás.
Tener personas en quién confiar, creíbles en
su actuar, debiera ser el punto de partida para
cualquier sociedad que aspire a desarrollarse
en forma integral. Sin duda, que la primera
fuente de confianza es la familia. Los chilenos
muestran a ésta como la institución donde
mayor confianza existe y donde radica la mayor
fuente de felicidad.
Tal vez ha llegado el momento de abrir
nuestras puertas y miradas para salir al
encuentro de aquellos otros, que aunque
no sean tan próximos como la familia y los
15
Sin duda, que la
primera fuente
de confianza es
la familia.
Los chilenos
muestran a ésta
como la institución
donde mayor
confianza existe y
por lo tanto mayor
espacio de felicidad.
amigos, sí son aquellos con los cuales hemos
de construir el relato profundo de Chile.
Como dijo el Papa Francisco cuando
era cardenal, el presente “no es solo lo que
recibimos de nuestros padres sino también lo
que nos prestan nuestros hijos para que luego
se lo devolvamos”7. Hacerse cargo de este
presente es hacer patria, lo cual es algo muy
distinto que construir un país o configurar una
nación.
Desde esta perspectiva la Patria nos obliga
a ser actores con responsabilidad histórica
dispuestos a ejecutar las transformaciones
necesarias, que han de ser la cuota de
compromiso personal en la fundación de la
misma.
Hacer patria es fundar un país en el que
todos nos sintamos parte. Un sentido de
pertenencia que aúne, integre y cree vínculos
significativos entre quienes compartimos una
misma identidad nacional.
Las personas sin un sentido mayor de
pertenencia se desvinculan, se fragmentan,
se descomprometen de las causas mayores; y
Prólogo del cardenal Mario Bergoglio en el libro “El Bicentenario
de la Independencia de los Países Latinoamericano” (2011).
7
16
este es el terreno propicio para la adversidad, la odiosidad, el
resentimiento, la desconfianza.
Esto es tremendamente atingente. El vínculo significativo
que nos permite sentirnos parte, no es escuchar solo a las redes
sociales, no se encuentra solo generando mesas de diálogo, es
algo mucho más profundo, es tener una identidad común, y
una proyección futura común.
Para poder construir verdaderamente Patria, es necesario
entonces que fortalezcamos este valor base que es la
confianza.
TIPOS DE CONFIANZA
El cientista político Robert Putnam8 plantea la existencia de
tres formas de capital social: bonding, bridging y linking. El capital
bonding es el capital social interno, dado por la agrupación de
personas similares y con características en común. Este capital
está constituido por el conjunto de relaciones de confianza
que se establecen entre personas que pertenecen a un mismo
grupo social caracterizado por una fuerte homogeneidad de
valores e intereses: la familia, una asociación, una comunidad,
un grupo de amigos. Las relaciones de confianza generadas
son de corto alcance, no van más allá del mismo grupo. Las
formas de solidaridad que se realizan van en beneficio de los
componentes del grupo.
El capital bridging es el capital puente, se da entre personas
diferentes pero vinculadas a través de un objetivo común,
8
En Stefano y Vera Zamagni (2014) Familia y Trabajo.
17
una meta colectiva. Este es el capital social que personas
pertenecientes a grupos culturalmente distantes, logran
acumular en forma estable. De aquí va naciendo la confianza
generalizada –algo muy distinto a la confianza particularizada
que nombramos anteriormente– que es el factor clave para
el desarrollo de las sociedades, influyendo por ejemplo en
lo económico: bajando significativamente los costos de
transacción, la confianza generalizada hace más fácil estipular
contratos y más creíble su ejecución.
Finalmente, está el capital social linking, referido a
la “red de relaciones entre organizaciones de la sociedad
civil (asociaciones familiares, fundaciones, ONG, iglesias),
sujetos de la sociedad comercial (empresas, instituciones
económicas) y entes de la sociedad política (instituciones
políticas y administrativas) dedicadas a la realización de
obras e iniciativas que por sí mismas y en solitario no estarían
en condiciones de realizar. El principio regulador que sostiene
esta forma de capital social es la subsidiariedad circular”9.
Estas tres formas de capital social surgen a través de
aquella cuerda que llamamos confianza y que se va moviendo
a través de los diferentes niveles de la sociedad. Al extenderse
esta cuerda y al robustecerse, lo que se genera no es sino
riqueza, encuentros, comunidad.
Un factor que se debe tener en cuenta es que la
confianza es natural y este hecho nos lleva a constatar
que la confianza no requiere justificación; lo que realmente
9
18
Idem.
requiere de justificación es la desconfianza, fundamentada en
algún hecho de la experiencia que nos haga quebrarla. Como
dice Spaemann10 el niño no está primeramente consigo, no se
conoce primero a sí mismo y luego a su madre; no se decide
a confiar en su madre: es precisamente al revés, primero está
con su madre y paulatinamente llega a ser él mismo. Toda la
confianza posterior, todo abandonarse a otros, es la repetición
de lo que pasaba al principio. Y si no pasaba al principio la
consecuencia es a menudo una debilidad del yo; la incapacidad
de abandonarse, es a su vez, la expresión de ésta. Sólo un yo
fuerte puede abandonarse sin miedo a perderse. En una de
las Historias Maghrebies, “un padre anima a su pequeño hijo
a saltar a sus brazos abiertos, desde el árbol al que se había
subido. El niño salta, el padre se retira y le deja caer al suelo.
El niño llora y el padre le explica: “lo hice para que aprendas a
no confiar en nadie”. El padre tiene razón: no es la confianza lo
que se aprende, sino la desconfianza”11. Entonces la pregunta
que surge es si con nuestras actitudes estamos fortaleciendo
la actitud natural de confianza o estamos promoviendo la
desconfianza.
Cuando tenemos esta mirada tan radical de la confianza,
nos preguntamos si su pérdida, como hemos visto, no estará
basada en una pérdida anterior, que es la pérdida de la
magnitud de la profundidad humana, la pérdida de la visión de
la persona como un ser que vive con otro y para otro, condición
clave de su felicidad.
Robert Spaemann. (2010), Confianza. Conferencia pronunciada en Madrid el 19 de Mayo.
Rezzori en Robert Spaemann. (2010), Confianza. Conferencia pronunciada en Madrid
el 19 de Mayo.
10
11
19
Existe hoy, un cierto nomadismo no solo físico, sino
respecto de la verdad y de la realidad que hace no tener
referentes claros. Así como los seres humanos pasamos de
nómades a sedentarios y logramos a través del cultivo de la
tierra formar una cultura, hoy padecemos un nomadismo de
verdades profundas, de verdades arraigadas. Faltan referentes
que den certeza y visión de largo plazo. ¿Cuáles son mis
referentes? ¿Cuáles son mis certezas?
Hemos cortado lazos con la memoria histórica, con la
tradición, con la verdad acerca de la realidad, con la mirada
ética, incluso con los espacios físicos y patrimoniales.
Un ejemplo de esto es que, si los padres intentan llevar
a sus hijos a conocer alguno de los lugares de su infancia,
les costará bastante encontrarse con alguno de ellos. No
nos parece haber vivido tantos años como para semejante
desarraigo, sino más bien creemos que tiene que ver con la
pérdida de identidad patrimonial de la que hablábamos antes
y que habla de una de las muchas pérdidas de certeza que en
definitiva generan una mirada fragmentaria, un pensamiento
débil.
Entonces aparecen multitud de seminarios sobre verdades
acerca del hombre y su comportamiento, teorías basadas en
los últimos datos, las últimas estadísticas, la última visión,
donde comienza a aparecer esta falta de solidez acerca de la
persona.
¿Cuál es la consecuencia de todo esto? El desafío está en
que para poder confiar en otro y en mí, tengo que ser capaz
20
de dimensionar la profundidad de la naturaleza humana, no
solo desde el punto de vista teórico sino existencial. Es decir,
es imposible comprometerme y por lo tanto, generar confianza
en otro, a espaldas de la experiencia de lo que significa ser
persona.
Para comprender la confianza en toda su profundidad
humana, haremos un recorrido desde la confianza primaria que
parte en la familia, cuya incondicionalidad permite desarrollar
una confianza en sí mismo, y se convierte en la primera hebra
de una cuerda que va creciendo hacia los vínculos más lejanos.
Veremos como este acto de fe inicial se transforma en la clave
para una apertura hacia los otros, que parte desde los más
cercanos, pasando por aquellas personas con la que nos vamos
encontrando en el camino, compañeros de trabajo o vecinos,
hasta esa confianza tan general que puede reposar en un
desconocido o en una institución.
De esta forma intentaremos responder a la pregunta por
la confianza abordándola en todos sus ámbitos, desde el más
personal y familiar, aquel que genera ese capital social de tipo
bonding, hasta el más general y amplio, que genera el capital
social de tipo bridging y linking.
La invitación final de este libro será la de volver a la apertura
desprejuiciada hacia el otro, a sospechar de la sospecha, a
volver, en nuestra relación con nosotros mismos y con los
demás, a esa actitud natural que es la confianza.
21
CAPITULO I. LA CONFIANZA
EN SI MISMO
Familia y amigos
Gilbert K. Chesterton en su libro “Mujer y Familia” expresa
una de las manifestaciones más gloriosas acerca de la confianza:
“El hombre que hace una promesa se cita consigo mismo en
algún lugar y tiempo, el peligro que esto conlleva es que no
asista a la cita”12.
¿Dónde radica el acierto de Chesterton? En que para que
haya confianza entre las personas, se requiere de la consistencia
personal, fruto del ejercicio de una profunda libertad del ser
humano, ajena a la espontaneidad y asociada a una conquista
personal de sí. La confianza presupone la consistencia personal,
la capacidad de cada persona de cumplir con lo prometido.
De esta forma, para poder entregar confianza hay que
partir por confiar en uno mismo, emprender un camino de
conquista de sí, de la propia libertad.
12
Gilbert Chesterton (2006) La Mujer y la Familia, Editorial Styria.
23
El maravilloso
desafío de la familia
es ser la cuerda
primaria
para sus
integrantes, la
que les permitirá
desarrollar la
capacidad de ser
cuerda con otros,
es decir, poder
establecer lazos
a partir de fiarse
del otro.
El economista italiano Stefano Zamagni
dice que la confianza más que un vago
sentimiento moral, es como una cuerda: “La
confianza es una cuerda que une al menos dos
personas. Claramente ésta es una metáfora; no
puede haber confianza si falta la cuerda, que es
la relación”13. Si no nos hemos sentido unidos a
esa cuerda en una experiencia vital, de vínculos
primarios, difícilmente podremos confiar en el
otro. De esta forma, la confianza en sí mismo
tiene su origen en la familia, donde empieza a
desarrollarse aquel yo sólido que puede abrirse
sin miedo a los demás.
El maravilloso desafío de la familia es ser
la cuerda primaria para sus integrantes, la que
les permitirá desarrollar la capacidad de ser
cuerda con otros, es decir, poder establecer
lazos a partir de fiarse del otro.
Una de las características más destacadas
de la familia que permite el desarrollo de aquella
confianza en sí mismo, es la incondicionalidad.
La persona en la familia se muestra tal cual
es y es aceptada por ser quién es, no por sus
cualidades, sino por el sólo hecho de existir.
13
24
Stefano Zamagni (2001) Conferencias sobre economía.
Esta es la primera y auténtica seguridad existencial de los seres
humanos, la cual no está dada por sus virtudes o defectos,
sino por su ser mismo. Esta experiencia radical es fundamental,
la del te quiero porque eres y por eso te invito a tener una
existencia lo más plena posible.
Es en este espacio primario donde experimentamos y
cultivamos ante todo una actitud de huésped, de ser acogido
desde la incondicionalidad, lo que permite el desarrollo de
la apertura hacia a los otros más allá del ámbito de los más
cercanos.
Podríamos decir que la magnitud y la profundidad de la
hospitalidad de la experiencia familiar posibilita la mayor o
menor apertura hacia otros y por lo tanto la posibilidad de
lazos de confianza.
Por su naturaleza, la familia es el lugar en donde la relación
entre sus miembros es de tal envergadura y profundidad que
es propicio para el florecimiento de lo más propio del ser
humano que es el cultivo de la intimidad y de la apertura hacia
los otros, es decir, donde aprendemos a relacionarnos y lograr
una reciprocidad donde la persona es acogida y puede darse
a sí misma. La familia recibe a los hijos que llegan al mundo
a desarrollarse como personas, donde la acogida, compañía y
conducción de los padres es necesaria para que lleguen a ser
lo que están llamados a ser, la mejor versión de sí mismos y no
una mera caricatura de ellos mismos.
La familia es la cuna del desarrollo humano, es la red
emocional y educativa que permite que las personas descubran
25
su originalidad, su identidad personal a través del encuentro
con otros y, por ende, donde desarrollan su vocación de aporte
a la sociedad, entendiendo que la vocación personal es, como
decía Aristóteles, la conjunción entre los talentos personales y
las necesidades del mundo.
No deja de ser interesante que James Heckmann, Premio
Nobel de Economía profesor de la Universidad de Chicago,
hable como elementos claves para el desarrollo, del capital
humano, el aporte de cada persona al entorno en que vive
y del capital social, como el conjunto de redes y vínculos de
confianza que permiten el desarrollo de este capital humano,
destacando a la familia como la principal formadora de estos
dos ámbitos.
Si bien hablar de capital humano y social puede parecer
reduccionista cuando nos referimos a las personas, llama la
atención y es digno de análisis, ver cómo desde otras ciencias
más ligadas directamente a lo productivo se hable de la
persona y la familia como claves de un desarrollo integral.
Sin duda, no hay una fuente de mayor capital social
que la familia, donde la confianza y la incondicionalidad, son
las claves para el desarrollo pleno de las personas. Es este
el hábitat para que las personas puedan ser lo que están
llamadas a ser, para que cada uno pueda desarrollar sus
talentos, potenciando sus facultades a través de las virtudes,
lo que permite que sean capaces de comprometerse y gestar
confianza.
Desde un punto de vista sicológico lo primero que se
26
adquiere en la familia es una confianza básica, seguridad,
cuidado y afecto, lo que hace ver al mundo y a los otros como
una oportunidad y no como una amenaza.
El filósofo Julián Marías14 plantea que la narración de la
vida de una persona implica que en ella se van depositando las
plurales historias de las relaciones que va teniendo en su vida,
quién recapitula su vida se encuentra inexorablemente ligado a
las personas con las cuales está haciendo o ha hecho su vida.
La familia tiene la capacidad de acoger a esta nueva
persona que llega al mundo a medio hacerse, siendo el lugar
donde lo biológico se hace biográfico. Sólo desde ahí puede
acercarse a lo más grande de su vida, que es la felicidad en la
entrega de sí mismo y de su originalidad a la familia, al trabajo,
a la sociedad.
La incondicionalidad de la familia se vuelve central para
generar confianza y seguridad. Ese es el lugar por excelencia
en donde la persona puede expresar su mundo interior. Una
sociedad en la que las personas puedan expresar su mundo
interior, es una sociedad que puede tener espacios de confianza,
de innovación, de creatividad. En cambio, en una sociedad
donde esa interioridad no se manifiesta, es una sociedad que
queda coartada, porque su riqueza especial, su valor agregado,
su diamante, que es la persona, no se potencia. Si no hay
familia o hay familias muy dañadas, no aflora lo más excelso
14
Julián Marías (1993), Mapa del Mundo Personal, Alianza.
27
del ser humano. El ser humano al igual que el diamante, tiene
una característica, para pulirlo no existe un instrumento, el
único instrumento que pule un diamante es otro diamante.
Gracias a la intimidad que existe en las familias, se da el
espacio propicio para pulirse entre las personas.
Sin embargo, para generar una verdadera confianza en
sí mismo, no basta con que la persona se sepa querida en
su espacio familiar, pues el solo afecto, sin exigencia, genera
incapacidad, genera dependencia, genera angustia y limitación.
La exigencia despierta ilusiones, sueños, magnanimidad
(saberse capaz de grandes cosas). En la familia lo que se
debe transmitir es esa incondicionalidad que llega a ser tal
que se cree en sus miembros, que se cree que no han venido
al mundo a marcar el paso, sino a dejar huella.
En la vida de un ser humano, no hay suerte, hay historia
personal, hay libertad, las cosas no se dan por sí solas,
se construyen. En la vida de un ser humano no hay pura
inspiración, hay trabajo. Entonces la pregunta esencial, es qué
estamos haciendo en nuestros hogares para que las personas
no solo se sepan queridas, si no que se sientan capaces.
Una persona capaz es aquella que ha tenido dolores, que
le han costado las cosas, que ha tenido que vivir distintas
situaciones, pero que puede decir a cierta altura de su vida
que ha tenido encuentros verdaderos que le permiten confiar
y abrirse a los otros.
La formación del carácter adquiere aquí una importancia
fundamental. Con formación de carácter nos referimos a la
28
adquisición de hábitos buenos, a la auténtica
conquista de sí, de personalidades libres y
responsables, que desarrollan sus virtudes.
La virtud viene de vir, de fuerza. Las
virtudes son el camino para poder desarrollar
una vida libre y la condición de posibilidad de
poder llevar a cabo nuestra vocación, que es la
entrega a otros. Nadie da lo que no tiene, y un
ser humano que no se posee a sí mismo, no
puede donarse, no puede darse. Las personas
virtuosas son personas creíbles, con línea
editorial, que realizan un cultivo de sí mismos,
lo cual es clave para tener confianza y poder
Para generar una
verdadera confianza
en sí mismo,
no basta con que
la persona se sepa
querida en su
espacio familiar,
pues el solo afecto,
sin exigencia,
genera incapacidad,
genera dependencia,
genera angustia
y limitación.
gestarla en otros.
Para el desarrollo de la libertad y de la
capacidad de disponer de sí mismos para los
demás, se debe trabajar la propia intimidad.
La intimidad es la capacidad que tenemos los
seres humanos de darnos cuenta de nosotros
mismos, de reconocer nuestro espacio interior.
Es en este mundo interior donde se van
aquilatando los efectos de nuestras acciones,
los conocimientos, las emociones, es el lugar
en donde se va procesando todo lo que nos va
pasando.
Existen algunas claves de la educación
familiar que permiten desarrollar la solidez
29
interior, base para la confianza personal. Estas son la reflexión
sobre sí mismo, el conocimiento de sí mismo, la capacidad de
autodominio, la responsabilidad y, finalmente, la humildad15.
En primer lugar, la reflexión sobre sí mismo permite
comprender que el sentido de la existencia no está dado, sino
que hay que encontrarlo. La persona que huye de sí misma
no puede tener ni generar confianza. Existe en el entorno
una oferta permanente a la huida de sí, al evadir la realidad
y evadirse a sí mismo. Sin embargo, la reflexión sobre sí se
hace imprescindible, es la primera exigencia de verdad sobre
el sentido de la propia vida.
En segundo lugar, se requiere desarrollar un conocimiento
de sí mismo. La vida plena es la tarea esencial del ser humano,
donde se tiene un conocimiento de las propias disposiciones
determinantes, de su obrar, de los sentimientos de su
corazón y motivos de sus acciones. Nunca el ser humano
ha sido más extraño de sí mismo como hoy, ignorante
de lo que realmente es y de las fuerzas de su actuar. Las
cosas nos parecen extrañas a nosotros mismos. Nos parece
lógico que las fuerzas colectivas, la influencia de las masas
sean aquellas que mueven nuestro propio ser. Este es un
alejamiento del hombre de su propio yo, de su singularidad
y de su espiritualidad. El ser humano con conciencia de sí y
con principios claros enfrenta mejor los influjos exteriores. El
15
Sacado de Johannes Messner (1969) Ética general y Aplicada: Una ética para el
hombre de hoy.
30
conocimiento de uno mismo permite tener la
certeza, la autoconciencia de que se actúa bajo
las propias convicciones y no guiados por lo
que los otros me dicen.
Un tercer paso hacia la autoconfianza es
el cultivo del autodominio. La voluntad debe
formarse para que cada uno pueda optar
por los propios valores, por el propio camino
de vida que decidió tomar. Así como existe
el entrenamiento físico, hay que entrenar
el mundo interior. El que no se entrena, no
puede lograr sus objetivos. A diferencia de los
otros seres vivos, nosotros somos gestores de
cambio, podemos construir, podemos innovar,
podemos crear; pero para ello se requiere de
autodeterminación, de libertad interior.
Existen algunas
claves de la
educación familiar
que permiten
desarrollar la solidez
interior, base para la
confianza personal.
Estas son la reflexión
sobre sí mismo, el
conocimiento de sí
mismo, la capacidad
de autodominio,
la responsabilidad
y, finalmente, la
humildad.
El autodominio tiene que ver con la
honestidad en el pensar y en el actuar, cuando
no hay desfase entre las intenciones y el
comportamiento. Las personas congruentes
actúan en armonía con sus creencias y valores
más profundos.
Luego, en cuarto lugar, además de la reflexión,
conocimiento de sí mismo y autodominio, se
necesita cultivar la responsabilidad, esto es,
la capacidad de responder por los propios
actos. Hoy, existe una aceptación universal al
determinismo, que nos quita la responsabilidad
31
personal sobre las propias decisiones y consecuencias de ellas.
Esto debilita al ser humano y genera parálisis, impidiendo el
protagonismo sobre la propia vida.
Finalmente la confianza en uno mismo también se
construye con humildad. La humildad es el motor primero
para comprender que se vive con otros, que se necesita a
otros y que los propios límites dejan de ser impedimentos
y pasan a ser oportunidades de vinculación con los demás.
Erramos si creemos que la verdadera conquista de sí consiste
en una eliminación de los propios errores. Más que valorar la
perfección, que supone una no aceptación del error, la invitación
es a valorar la humanidad, que nos permite levantarnos luego
de nuestras caídas y a aprender de nuestros errores.
La confianza en sí mismo es un concepto mal entendido
o entendido a medias, se ve como autonomía y ha sido
desligado de la humildad. Autoconfianza sin aceptar la propia
vulnerabilidad es clausura, es cerrarse al encuentro con los
demás.
Cuando la confianza en sí mismo implica un cerrarse a las
opiniones de los demás entonces es desconfianza en sí mismo
pues se cree que se corre el riesgo de perder la mismidad.
A una persona humilde le preocupa más qué es lo
correcto, que tener la razón; obrar aplicando buenas ideas,
que ser el dueño de las mejores ideas; dejarse transformar
por el otro, que defender posiciones personales; construir en
equipo, que ensalzarse a sí mismo; reconocer las aportaciones
de otros, que lograr reconocimiento por ello. Las personas
32
humildes avanzan con otros, porque saben que sólo se puede
avanzar y llegar lejos con la ayuda de los demás.
Todas estos elementos que forjan la interioriodad se
pueden resumir en una palabra: la magnanimidad, es decir que
las personas se sientan dignas y capaces de grandes cosas, en
otras palabras, que las personas tengan una sana y auténtica
confianza en si mismas.
Para el desarrollo de la magnanimidad, la familia tiene
un rol nuclear, porque en ella se da la ejemplaridad. La
ejemplaridad, es una actitud que consiste en que la persona es
un modelo a seguir, pero no un modelo a copiar en serie, sino
que un modelo que despierta la magnanimidad del otro, para
que el otro se desarrolle en plenitud. El otro te inspira a sacar
lo mejor de ti.
El conocer a otras personas ejemplares o leer vidas
ejemplares, gatilla en el ser humano la ambición de plenitud,
despierta en ese niño el querer siempre más. Por eso, la
ejemplaridad, es un proceso educativo fundamental en la vida
personal. La ejemplaridad despierta el heroísmo, ese llamado
que todos tenemos adentro. No hay un ser humano que no
anhele plenitud, está inscrito en él, y la ejemplaridad despierta
ese anhelo.
La formación del mundo interior da origen a personas
íntegras con consistencia y predecibles en su actuar futuro,
condiciones básicas que promueven las relaciones de
credibilidad y confianza. Cuando hay formación del mundo
interior, se dignifica la persona pues se le da protagonismo.
33
Cultivar el mundo interior quita la incertidumbre
y genera personas dueñas de sí.
Este es el rol de
la familia, este
es el imperativo
para la formación
de la confianza
en sí mismo,
generar personas
con consistencia,
con fuerza, con
identidad, en otras
palabras, ayudar a
que las personas
asistan a las citas
que se han hecho
con ellos mismos.
Una persona que no ha descubierto lo
insoldable y lo más propio de su intimidad, no
puede respetar las intimidades ajenas, aunque
le hagan muchos cursos de buen trato. La
intimidad es dinámica, se va construyendo y en
este trabajo la persona se puede equivocar, pero
para ella el error no es un horror, sino que es
una oportunidad para aprender.
Para terminar, retomaremos la frase de
Chesterton: “el hombre que hace una promesa,
se cita consigo mismo en algún lugar y
tiempo, el peligro que esto conlleva es que
no acuda a la cita”. Luego, la cita continúa:
“últimamente, este miedo de uno mismo, de
la debilidad y la volubilidad de uno mismo,
ha crecido peligrosamente y se ha convertido
en la base real de objeción contra cualquier
compromiso. Por eso no nos comprometemos,
porque estamos profundamente convencidos
de que antes de respetar lo pactado nos hemos
cansado del pacto o no hemos podido llegar”16.
16
34
Gilbert Chesterton (2006) La Mujer y la Familia, Editorial Styria.
Este es el rol de la familia, este es el imperativo para la
formación de la confianza en sí mismo, generar personas con
consistencia, con fuerza, con identidad, en otras palabras,
ayudar a que las personas asistan a las citas que se han hecho
con ellos mismos.
35
CAPITULO II. LA CONFIANZA
INTERPERSONAL
Vecinos y compañeros
“El ser humano apunta por encima de sí mismo hacia algo
que no es el mismo, hacia un semejante a quien uno se
encuentra”17
Hasta aquí hemos hablado de la confianza en sí mismo
la que da cuenta de unos de los aspectos más importantes
del ser humano que es su intimidad. Esta confianza es el
punto de partida de la persona que se hace responsable de
17
Viktor Frankl (1983) La Voluntad de Sentido.
37
su propia existencia. Sin embargo, así como el ojo que se
mira a sí mismo se enferma y se deteriora su capacidad de
ver el mundo, así también el hombre debe apuntar fuera de
sí, autotrascenderse18. La intimidad debe entenderse siempre
en relación con otro. La persona no es solo interioridad sino
también relacionalidad.
El informe de desarrollo humano para Chile del PNUD al
estudiar el bienestar subjetivo da cuenta que las personas
buscan no sólo sentirse seguras, libres de amenaza y con sus
necesidades materiales cubiertas, sino sentirse respetados
en dignidad y derechos, contar con vínculos significativos y
poder participar e influir en la sociedad en la que viven. El
Barómetro de la felicidad19 por su parte, da cuenta que lo que
causa mayor satisfacción en la vida de las personas, son las
relaciones familiares, seguido por la pareja y las amistades.
De esta forma aquello que hace más felices a las personas no
son los vínculos institucionales y generales, ni tampoco es
suficiente la satisfacción de necesidades materiales, sino que
lo determinante son los vínculos personales significativos.
Existiría una relación directa entre la felicidad y factores como
la confianza en la familia, los amigos que se tengan y la
capacidad de trabajar en equipo. Cuando estamos con otros
y no sólo junto a otros, entonces nos sentimos más felices.
¿A qué se debe esto? El ser humano es, por principio
18
19
38
Metáfora hecha por Viktor Frankl.
Coca-Cola - UC (2012) Barómetro de la felicidad.
relacional. Esta relacionalidad, este ser con
otros se comprende desde el principio mismo
de su existencia donde es innegable que
venimos de otros, de esos otros que nos ponen
un nombre y nos ayudan a descubrir nuestra
identidad. Nadie se debe la existencia a sí
mismo. El origen mismo de toda vida humana
es un hecho social, entrecruzado, como una
hebra, con los demás. Nuestra existencia,
es entitativamente social y exige la mutua
cooperación entre las personas.
La Persona,
al ser relacional,
no puede ser
feliz si no tiene
encuentros de
calidad y vínculos
significativos
con otros.
La Persona, al ser relacional, no puede
ser feliz si no tiene encuentros de calidad y
vínculos significativos con otros. Ser feliz
implica potenciar lo humano de cada uno, lo
que requiere de verdaderos encuentros para
poder desarrollarse a sí mismo.
Por lo tanto, la mirada de la felicidad se
construye con la mirada de otros, desde la
primera convicción de que todo ser humano
viene de un desde, tiene un para y existe con
otros. Sólo a través de esta convicción podemos
llegar a hablar de confianza.
¿Qué nos une con los demás? ¿Cómo
es posible el vínculo entre las personas? En
definitiva, ¿cómo es posible que vivamos con
otros, en sociedad? Una de las respuestas más
fundamentales es, sin duda, la confianza.
39
Una de las características que tiene Latinoamérica es
que la confianza que predomina dentro de sus sociedades
no es precisamente la confianza institucional ni la confianza
generalizada, sino la interpersonal entre cercanos.
En Latinoamérica, a diferencia de Estados Unidos, los
vínculos están basados en la experiencia natural del encuentro
con otro y en la copresencialidad20. Según Valenzuela y Cousiño,
lo que caracteriza nuestras relaciones es la mutua dependencia,
el debernos a alguien, la familiaridad. Comprendemos nuestra
propia existencia como un suceso social, colectivo, en relación
con otros.
La confianza interpersonal da cuenta de una realidad
profundamente humana, implica arraigo, pertenencia y, a
fin de cuentas, identidad. Se da cuando dos intimidades se
relacionan entre sí y se comunican de forma radical, se da en
los vínculos más estrechos como es la familia o los amigos,
es decir, es la que existe en aquellos espacios en la que los
otros se hacen importantes, en la que depositamos no sólo
confianza sino también amor en el otro y nos reconocemos a
través de él.
Las relaciones más estrechas sin confianza se desvanecen,
se ahogan, se cierran entre sí. Muchas veces la confianza
puede ser defraudada y se puede fracasar, pero cuando se
trata de aquellos que son importantes en nuestra vida, no
confiar se hace inimaginable. “Es más honroso ser defraudado
20
40
Valenzuela y Cousiño (2000) Sociabilidad y Asociatividad.
por los amigos que desconfiar de ellos”21.
Algunos de los efectos más valiosos que genera la confianza
es compañía, pertenencia, reconocimiento. Relaciones fundadas
en ella generan comunicación efectiva y participación fructífera,
las relaciones son relaciones renovadas, auténticamente
humanas. La desconfianza en cambio genera soledad, esto es,
“la experiencia de no pertenecer en absoluto al mundo”22, el
desarraigo, la falta de pertenencia a algo, no ser reconocido por
los demás, no tener un lugar donde echar raíces.
Cuando existe alguien en el mundo que confía en mí,
entonces sé que existe un lugar en el que puedo estar, un
hogar, un donde reposar y desarrollar aquello que soy.
Sin embargo, este tipo de confianza muchas veces se ve
amenazada por la modernidad. Zygmunt Baumann ha descrito
a nuestra sociedad como una sociedad líquida, incapaz de
establecer vínculos reales y duraderos. Lo que importa hoy es
no comprometerse lo suficiente con nadie para no perder la
libertad. Todo es reemplazable, todo es desechable, todo está
en constante movimiento y cambio. Vivimos en el imperio de
la caducidad y la seducción, por lo tanto, no hay un espacio
para vivir verdaderos encuentros. Esto ha tenido grandes
consecuencias a nivel de relaciones humanas las cuales se han
tornado precarias, transitorias, volátiles y, por ende, frágiles;
existiría miedo a establecer relaciones duraderas y estables.
Le Rochefoucauld, en Robert Spaemann (2010), Confianza. Conferencia pronunciada
en Madrid el 19 de Mayo.
22
Hannah Arendt (1951) Los Orígenes del Totalitarismo.
21
41
Los sentimientos pueden crear dependencia y, por lo tanto, es
mejor estar preparados para desvincularnos rápido cuando los
tiempos lo ameriten.
El poder pertenecer a otro no es un riesgo que se debe
temer sino que es una de las mayores riquezas que se puede
lograr. Pertenecer a otro me hace más libre que no pertenecer,
me da riqueza como persona y permite que la relación que
tengo con ese otro crezca en amor y libertad. Un hombre
aislado es incapaz de conocerse a sí mismo puesto que uno
se encuentra a sí mismo sólo en la mirada profunda del otro,
descubro quién soy en los ojos del otro.
Ese pertenecer a otros no se agota sólo en la familia sino
también en los amigos. Mientras la familia está ahí, desde
siempre, incondicionalmente, sin que la hayamos elegido,
los amigos son aquellos que decidimos hacer significativos,
aquellos que elegimos, aquellos a quienes somos capaces de
abrirles nuestro mundo interior.
Para fortalecer la mutua pertenencia con otros, se requiere
la confianza interpersonal. Para esto se hace necesaria una
mayor presencia, una mayor posibilidad de establecer vínculos
estrechos y duraderos, una mayor posibilidad de establecer
relaciones personales que nos permitan confirmar nuestra
propia identidad y ser reconocidos por los otros.
La confianza interpersonal es aquella que se da entre
dos personas, entre dos intimidades que se encuentran
entre sí y se transfiguran. Es la confianza que existe entre
los miembros de una familia, entre los amigos y entre todas
42
aquellas personas que ingresan a nuestro mundo personal y se
hacen significativas.
CLAVES PARA DESARROLLAR LA CONFIANZA INTERPERSONAL
Existen tres claves fundamentales para el desarrollo de la
confianza interpersonal: Tener una sólida confianza en sí mismo
a través del desarrollo de la propia intimidad, la conciencia de la
propia vulnerabilidad y el generar espacios para encontrarnos,
de forma íntima y personal con los otros.
En primer lugar y como condición previa, se requiere de
la confianza en sí mismo de la que ya hemos hablado, un
desarrollo auténtico de la propia intimidad y una profunda
validación de ella. El desarrollo de la propia intimidad permite
abrirnos a otros sin perder aquello que somos, permite entregar
nuestras riquezas y enriquecer de esta forma a los demás. Para
que exista una confianza auténtica, se requiere de intimidades
conquistadas, que se encuentran y se comunican entre sí. Una
intimidad conquistada nos permite ser personas que asisten a
sus citas, creíbles, que cumplen con sus compromisos consigo
mismo y con los demás.
Ser una persona confiable y con una intimidad desarrollada,
no significa que no cometa equivocaciones. Una persona
confiable es aquella que en su vida tiene un proyecto y una
línea de acción que, aunque a veces pueda equivocarse, tiene
la capacidad de siempre volver a ella.
Por lo tanto, se requiere que esta intimidad comprenda su
limitación, su necesidad de apertura a otros para completarse
43
Existen tres claves
fundamentales
para el desarrollo
de la confianza
interpersonal:
Tener una sólida
confianza en sí
mismo a través del
desarrollo de la
propia intimidad,
la conciencia
de la propia
vulnerabilidad y el
generar espacios
para encontrarnos,
de forma íntima y
personal con los
otros.
y potenciarse. Para comprender la confianza
interpersonal, tenemos que captar los límites
que tenemos los seres humanos, “Si queremos
vivir debemos renunciar al deseo de ser
dueños de la situación: tenemos que confiar
en los demás”23. La ilusión de perfección y
de ilimitación nos lleva a encerrarnos en las
paredes de nosotros mismos. Para unirnos con
otro tenemos que reconocer nuestra necesidad
de él y nuestra posibilidad de expansión a
través de ese otro.
Aparece aquí entonces la segunda clave
para la confianza interpersonal: el asumir la
propia vulnerabilidad. Quien confía se hace
vulnerable. Lo glorioso del ser humano es que
es inmensamente grande siendo inmensamente
imperfecto. Somos limitados y eso es lo más
ilimitado que tenemos, porque son esas
limitaciones las que nos permiten abrirnos a
los demás.
En nuestra vida social nos encontraremos
siempre con una paradoja: para que la propia
vida se desarrolle en plenitud, es necesario dar
un salto desde sí mismo y a la apertura amorosa
hacia otros. Las personas capaces de salir fuera
23
Robert Spaemann (2010), Confianza.
Conferencia pronunciada en Madrid el 19 de Mayo.
44
de sí mismas, quienes mayor capacidad tienen
para querer y ser queridas, son aquellas que
se convierten en personas fiables, creíbles,
sólidas y capaces de generar confianza.
Cabe preguntarse qué es lo más adecuado
que debe buscar el ser humano, si superar sus
límites, tratando de ser el “súper hombre”,
de tener el “súper poder”, de ser el “súper
inteligente”, o buscar el crecimiento a través del
encuentro con otros. Esto no quiere decir que
no haya que exigir, al contrario, es necesario
exigir el desarrollo de los talentos personales al
máximo, pues si no lo hago, los otros quedan
carentes de algo que solo yo puedo entregar.
Pero también es necesario proyectar la inmensa
capacidad del ser humano si se lo mira con
otros, si se lo mira en comunidad.
Quien confía se
hace vulnerable.
Lo glorioso del
ser humano es que
es inmensamente
grande siendo
inmensamente
imperfecto.
El mundo interior de cada uno es dinámico
y crece a través de los encuentros. En los
encuentros profundos con otros se va escribiendo
la historia de cada uno, nuestra biografía
personal, que es fruto de aquel conjunto de
encuentros con otras intimidades. Mientras yo
entrego y recibo, y ese otro recibe y entrega, se
produce ese flujo maravilloso que es la amistad,
y que pasa a ser parte de lo que yo soy. Por eso
es que mi historia de hoy, no es mi historia, es
la historia de quienes me han acompañado.
45
Cuando muere un amigo, muere algo mío, cuando tienes
una relación profunda con otro, hay algo tuyo que está en
ese otro. Son los otros, especialmente nuestros cercanos,
fundamentales en nuestra vida. Son aquellos que están
presentes y que podemos reconocer, con quienes nuestras
vidas están radicalmente vinculadas.
El encuentro, la tercera clave para la confianza
interpersonal, es el espacio donde se entretejen dos ámbitos
de posibilidades. Cada uno de nosotros es un ámbito de
posibilidades y cuando se produce un encuentro con algún
otro, entonces cada uno se ve potenciado. La diferencia entre
un “topetón” y un encuentro, es que en el encuentro los
dos ámbitos de posibilidades que se entrecruzan resultan
transfigurados. Esta transfiguración libera y potencia lo
humano que hay en cada uno.
Los encuentros se dan en el diálogo humano, que no solo
pasa por el lenguaje hablado, sino también por la multitud
de formas de comunicarse. Si no se acoge al otro, no hay
encuentro.
Una persona que nunca ha sido acogida por los otros,
en su familia o por sus cercanos, no descubre su condición
personal, no se constituye en toda su magnitud. Cada uno
de nosotros tiene que ser para alguien una llave, que abra
puertas que de otro modo no se abrirían. Sin esa llave, van a
haber puertas que no se abrirán y que nunca se cerrarán.
Esto es lo que se da en la vida cotidiana con los amigos,
donde a medida que vamos conversando, logramos develar
46
nuestro interior, entender que es lo que realmente nos
pasa, tomamos conciencia de nuestros miedos y nuestras
aspiraciones, y así vamos descubriendo aristas inexploradas
de nosotros mismos. Al final del día siempre reconoceremos
aquellos encuentros por el fruto que dejan en nosotros, ese
fruto que devela toda nuestra riqueza.
Una intimidad que no se encuentra con otro, no es una
intimidad plenamente constituida, es una intimidad que no ha
descubierto la profundidad de su ser, ya que ésta es una fuente
inagotable de riquezas.
Por lo tanto, los encuentros son muy importantes para
conocer la intimidad y entender la dignidad de la persona.
Estos no son producto del simple acercamiento, no se trata de
estar siempre juntos o conectados a través del teléfono o de
internet. Es fruto de un ensamblamiento paciente y generoso,
que no es medible a través de indicadores y cuyos frutos tardan
en conocerse. Por lo tanto, para que se dé un encuentro hay
que tener actitud de generosidad y apertura de espíritu, hay
que ser capaz de observar y observarse, aprender a ceder y
comprender desde el otro.
CLAVES DEL ENCUENTRO
Un requisito fundamental para la confianza interpersonal,
es tener una actitud de apertura hacia el otro, es aprender
a encontrarse. Según Alfonso López Quintas existen ciertas
exigencias o actitudes para que se den los encuentros24.
24
Afonso López Quintas (1997), El poder del diálogo y del encuentro.
47
Un requisito
fundamental
para la confianza
interpersonal, es
tener una actitud
de apertura
hacia el otro,
es aprender a
encontrarse.
La primera de ellas es aquella apertura radical
al otro que logra hacerlo sentir valorado. Esa
es la característica de la apertura. Cuando una
persona te hace sentir importante, ya sea en
una reunión de trabajo o en un encuentro
personal, despierta esta vocación y necesidad
de encuentro. Las personas autorreferentes
se les hace más difícil ser felices, porque les
falta esa apertura para salir de ellos mismos y
abrirse a los demás.
Cuántas veces no nos ha ocurrido que nos
encontramos con personas que, a pesar de la
agenda recargada que puedan tener, están con
nosotros y pareciera que el mundo se detiene
en el encuentro. Con esa acogida logramos un
espacio de complicidad entre dos donde puede
aflorar lo mejor de nosotros.
La segunda actitud necesaria para los
encuentros es situarse a cierta distancia.
Actualmente las madres no se despegan de
sus celulares por si los llaman sus hijos, lo
que a veces produce un exceso de cercanía.
Es necesario mantener una distancia suficiente
para ver con perspectiva. El ser humano
necesita espacios de soledad y aburrimiento
para descubrirse a sí mismo y desarrollar su
capacidad de creatividad.
La tercera actitud necesaria es la paciencia,
48
la que se requiere para respetar los procesos y ritmos del otro.
La paciencia no es lo mismo que el aguante, pues éste tiene una
connotación negativa. La paciencia se refiere a saber esperar, a
saber acompañar y a saber guiar. Para eso es necesario saber
conocer al otro y así leer los signos que nos da.
Por último, la cuarta actitud necesaria para un encuentro es
la fidelidad. La fidelidad implica no cuestionar la potencialidad
del otro. Hay que creer siempre en el otro, en su potencial, y
en la capacidad de nosotros mismos para abrirnos a él. Ser
fiel implica comprometerse con el proyecto de vida del otro,
significa aceptar, creer y apostar por el desarrollo del otro.
FRUTOS DEL ENCUENTRO
Así como el encuentro tiene exigencias, el encuentro
también genera frutos tales como la energía, el sentido de vida
y la alegría. En primer lugar, la energía: las personas que tienen
encuentros significativos, tienen una energía vital distinta.
Esto se debe a que cada persona al encontrarse rompe sus
limitaciones y se enriquece con el otro. El encuentro energiza
porque el propio ámbito de posibilidades se encuentra con el
de otro y se expande.
El segundo fruto de los encuentros, es que éstos otorgan
sentido. El sentido vital de una persona viene de saber que hay
otro que me espera. De hecho, si se lee acerca de personas
que han estado encarceladas o en situaciones muy extremas,
dicen que el saber que hay otro que los espera, es lo que
les da sentido de vida y, en última instancia, supervivencia.
Según relata Viktor Frankl, los prisioneros de los campos de
49
concentración que menos se enfermaban eran aquellos que
sabían que alguien los esperaba fuera, que tenían un por qué,
un para quién vivir.
“Un hombre consciente de su responsabilidad ante otro ser
humano que lo aguarda con todo su corazón, o ante una
obra inconclusa, jamás podrá tirar su vida por la borda.
Conoce el porqué de su existencia y será capaz de soportar
casi cualquier cómo”25.
Finalmente, el encuentro también da alegría, ello es lo
que lo hace fascinante y por esto el desencuentro produce
tanto dolor. En última instancia, el encuentro produce felicidad.
El único modo de ser feliz es a través de esta experiencia
humana que se llama comunidad, que se llama compasión,
que se llama colaboración, que se llama amor. Los encuentros
de calidad son los que nos hacen felices y el encuentro de
calidad por excelencia es el amor.
Para poder abrirnos al encuentro lo primero que tenemos
que lograr es la libertad, la capacidad de tomar nuestra vida y
disponerla hacia otros. La libertad es más que la capacidad de
decidir, es la capacidad de ser portadores lúcidos y activos de
nuestra existencia. La libertad tiene como fin el gobierno de
sí, para el don al otro, pues nadie puede dar lo que no tiene.
Esta libertad en el mundo actual se la entiende como
libertad de, en lugar de libertad para. La libertad de, sería
25
50
Viktor Frankl (1946) El Hombre en Busca de Sentido.
la libertad de elegir, la cual es una manifestación menor
de la libertad. La libertad para, en cambio, es la libertad
fundamental y se refiere a esa apertura que tenemos hacia
un fin. Somos hechos abiertos para nuestra plenitud, pero la
decisión de adherirnos a ella y los caminos a través de los
cuales nos adherimos a ella, es algo personal. Hoy día pareciera
que se promueve mucho más la libertad de, que la libertad
para, estamos muy preocupados de que las personas tengan
libertad de expresión, y poco de esta libertad fundamental que
los lleva a su plenitud y, a fin de cuentas, a una auténtica
responsabilidad con la propia vida y con la de los demás.
El ser humano está hecho para el don, por eso la
aspiración a la autorrealización está íntimamente ligada a la
alter-realización. Así como el pintor no logra acabar su obra
mientras no haya un espectador que la observe, todos nosotros
somos aquella obra de arte que no estará terminada a menos
que haya un otro que la acoja.
51
LA CONFIANZA EN LA VIDA ORGANIZACIONAL
Las personas adultas pasamos la mayoría del tiempo en
el trabajo, en las organizaciones. Si en estos espacios no existe
la confianza, entonces probablemente los otros espacios de la
vida se verán contaminados.
La confianza es el habitat básico para la vida de toda
organización del siglo XXI. Hoy los ambientes de trabajo
requieren que las personas den lo mejor de sí mismas para
lograr la innovación y el progreso.
La presencia de la confianza está en el corazón de las
relaciones interpersonales que se dan en el mundo laboral y
genera tantas externalidades positivas como posibilidades de
desarrollo. Si en una institución no existe confianza, es difícil
que exista cooperación entre sus miembros, dirección hacia
objetivos comunes, productividad.
Si consideramos las exigencias de la economía global,
caracterizada por la alta incertidumbre y por la velocidad de
las transformaciones, la confianza se hace imprescindible. En
las situaciones marcadas por la incertidumbre la confianza
entrega dinamismo y facilita la adaptación ante los cambios
constantes de la sociedad y del mercado.
En general, en las organizaciones la mirada sobre lo
que constituye una conducta de confianza difiere entre los
colaboradores. Cada uno llega con una disposición distinta a
confiar en el otro dada por las relaciones y experiencias que
han tenido a lo largo de su vida. De esta forma, las personas
52
llegan a las organizaciones con una visión propia sobre qué tan
confiables son los otros en general.
¿Qué tipo de confianza se da dentro de las organizaciones?
Stephen M.R. Covey, a través de su libro “The Speed of Trust”
explica que existen cinco contextos o niveles interdependientes
en los que se puede establecer confianza. Estas son las 5 olas
de la confianza: la autoconfianza, la confianza en las relaciones
interpersonales, la confianza en las organizaciones, la confianza
en el mercado y la confianza social. Si la confianza se manifiesta
en una ola, cada una de ellas traerá un efecto acumulativo y
exponencial en las demás.
La primera, es decir, la confianza en uno mismo dentro de
la organización, se refiere a la confianza en nuestras propias
capacidades para establecer y cumplir metas y mantener
nuestros compromisos. Con esa autoconfianza, fundada en la
credibilidad, inspiramos confianza en los demás.
Luego está la confianza que se da en las relaciones dentro
de los espacios de trabajo. Esta se manifiesta en la capacidad
que tienen los miembros para establecer interacciones
confiables con los demás, lo que permite alcanzar metas
comunes. Si bien este es un tipo de confianza interpersonal, no
es el mismo tipo de confianza que se da entre la familia y los
amigos. En las organizaciones las personas no entregan toda su
intimidad, todo su mundo interior, sino que sólo una parte de
ellas. La confianza aquí no es arraigo y pertenencia, sino que
es una confianza más funcional y productiva. Por lo mismo, en
el ámbito del trabajo, la confianza destruida tarda más tiempo
53
en recuperarse, pues no existe el amor y la incondicionalidad
presentes en las relaciones familiares o en la amistad.
También existe la confianza organizacional en sí, esto es,
la capacidad que tienen los líderes de generar confianza en
las organizaciones a través del alineamiento de los equipos.
Por otra parte, la reputación que tiene la organización
es un tipo de confianza, esta es una especie de marca que
refleja la confianza que tienen en la empresa los clientes, los
inversionistas y otros grupos de interés.
Finalmente, las organizaciones también pueden generar
confianza en la sociedad, creando valores para los demás y
contribuyendo a la comunidad. Es a través de esta contribución
que la organización contrarresta la falta de la confianza que
existe dentro de la sociedad y se hace promotora de relaciones
de confianza.
APORTES DE LA CONFIANZA A LAS ORGANIZACIONES
“La confianza es un ingrediente maravilloso en la vida
de la organización - un lubricante que reduce la fricción,
un agente de unión que pega juntas diferentes partes, un
catalizador que facilita la acción.”26
Los bienes que trae la confianza a una organización
han sido estudiados y explicados por diversos autores e
investigadores. La confianza permite que los integrantes de
26
54
Shea, Gordon. “Building Trust in the Workplace” (AMA Management Briefing, 1984).
la organización se relacionen y den lo mejor de sí mismos,
genera fidelización de los colaboradores, hace que se ahorre
tiempo y dinero por los excesos de burocracia, fomenta la
transferencia del saber, motiva a los colaboradores y vuelve
exitosa la dirección.
Aunque una alta o baja confianza en la realidad no se refleja
literalmente en el estado de resultados de una organización, sí
se refleja en factores que son medibles, observables y relevantes
económicamente como el valor, la velocidad del crecimiento,
la innovación, la colaboración y la mayor lealtad. Si no existe
confianza, en cambio, las acciones cotidianas se hacen lentas
y menos eficientes.
Quizá uno de los frutos más claros que entrega la confianza
en la vida de una empresa es el aumento del compromiso. Hoy
no es suficiente la estrategia que se tenga, sino que adquiere
relevancia la intrategia, que tiene que ver con el impacto de
las decisiones estratégicas en el compromiso e involucramiento
de las personas con la organización. Cuando existe confianza,
a pesar de que se puedan tomar a veces malas decisiones
estratégicas, es más posible que los colaboradores permanezcan
en la organización y no afecte su compromiso con ella, que
cuando esa confianza no existe.
Hoy los cambios son innevitables. Para la supervivencia
de una organización importa más la velocidad con que ésta se
adapta a los cambios que el tamaño de la organización. Cuando
existe desconfianza en la empresa, no es posible asumir los
riesgos que supone toda innovación y progreso en el mundo
55
de hoy, pues las personas estarán más preocupadas de su
estabilidad laboral que de su posibilidad de aportar desde
sí mismos. Es así como la confianza despierta en el otro
la capacidad de asumir riesgos y de aportar lo mejor de sí
mismo. Cuando se crea un clima de confianza, no hay miedo
a experiementar ni necesidad de justificaciones, se pueden
cometer errores y aprender de ellos y proponer ideas sin
miedo a quedar en ridículo.
Por otra parte, la velocidad que entrega la confianza se
explica en parte porque ésta hace innecesarios los controles,
las verificaciones, las revisiones y papeleos. La desconfianza,
si está presente en una organización, desgasta y exige diversos
esfuerzos para lograr una seguridad fundada en mecanismos
alternativos. La confianza resulta mucho más eficaz que el
poder, el dinero o la coacción.
Tan importante como la posibilidad de adaptarse a los
cambios e innovar, está la posibilidad de conseguir metas. La
relación es simple: Si los colaboradores de una organización
no creen en sus líderes, no se adherirán a la estrategia de la
organización.
En toda organización, la confianza actúa como una
prestación previa y “quien no se atreve a entregar esta
prestación previa se priva a sí mismo de la posibilidad de
una relación flexible con otros”27. Sólo la confianza permite
27
Robert Spaemann (2010), Confianza. Conferencia pronunciada en Madrid el 19
de Mayo.
56
relacionarnos con los otros, no aislarnos a nosotros mismos
puesto que está en el corazón de las relaciones interpersonales.
En la vida de una organización se requiere de vínculos, de
trabajo en equipo, de colaboración, y sin confianza dicha
colaboración resulta insostenible. Sólo la confianza reduce la
incertidumbre de trabajar con otros. Así como el control, la
sospecha y la desconfianza desmotivan, la confianza permite
tener relaciones sanas y fluídas.
La confianza también fomenta la transferencia del saber,
la cooperación entre los diferentes colaboradores y, por ende,
la vida misma de la organización. Ésta requiere de la existencia
de incentivos para la colaboración y no de desincentivos para
ella. La confianza fomenta especialmente la transferencia de
conocimientos tácitos, en donde los colaboradores no se guardan
los saberes para sí mismos por miedo a un juicio negativo si se
los comunican a otros. Ello permite a la organización basarse
en las experiencias del pasado y responder más rápidamente
a los problemas, desarrollar nuevas ideas y evitar reinventar la
rueda o repetir los errores del pasado.
Finalmente, la confianza vuelve exitosa la dirección.
Cuando la dirección se sustenta en la confianza, entonces no
genera parálisis, no genera temor, sino que genera aceptación
de los nuevos desafíos, aceptación de los errores, aprendizaje
organizacional. Dirigir significa alcanzar objetivos con la ayuda
de otras personas, por lo tanto, la verdadera dirección y
liderazgo no puede existir si no es a través de la confianza.
57
FORMAS DE PERDER CONFIANZA EN LAS ORGANIZACIONES
Así como una de las características más importantes de la
confianza es que esta no requiere ser aprendida sino que se
da espontáneamente en la relación con los demás, también es
cierto que ésta es débil y que basta sólo un instante para ser
destruida. Dentro de las organizaciones existen ciertas formas
de perder la confianza ya sea debido a actitudes personales o
a estructuras de la misma organización.
A nivel de conductas, una forma de perder la confianza
es cuando existe un miembro que se desvía de los valores de
la cultura de la organización y que, por lo tanto, puede ser
visto como un extraño. Cuando una persona o grupo dentro
de la organización es percibido como que no comparte los
valores de la cultura de la organización, entonces se engendra
la desconfianza. Así mismo, la traición, es decir, la violación de
las expectativas de confianza, también genera desconfianza.
Incumplir promesas, divulgar confidencialidades, culpar a
otros de errores personales, realizar falsas acusaciones o
robar ideas pueden ser formas de traición. Las conductas
oportunistas también engendran desconfianza, esto es, cuando
una persona busca los propios intereses y no considera a la
organización.
A nivel de estructura organizacional aquello que puede
romper la confianza es, por una parte, la centralización y
formalización excesivas. Las enormes burocracias y jerarquías
internas impiden responder sobre los propios actos y nos
hacen cumplir como un mero papeleo y no producto de
la libertad y responsabilidad personal. También genera
58
desconfianza la existencia de muchos y complejos sistemas
de monitoreo y vigilancia. Existen diversos mecanismos de
control, supervisión y seguimiento en las organizaciones
que, cuando se hacen excesivos, dañan la confianza
pues comunican a los empleados la idea de que no son
confiables. Finalmente, genera desconfianza la falta de
delegación. Cuando es la gerencia o algún líder el único
actor que determina la forma de hacer las tareas, se actúa
como si los trabajadores no pudieran realizar el trabajo por
ellos mismos, y por ende, se transmite que no son dignos
de confianza.
FORMAS DE GENERAR CONFIANZA EN LAS ORGANIZACIONES
Así como hay formas de perder confianza también hay
formas de recuperarla y acrecentarla. Para generar confianza
dentro de las organizaciones se requiere fundamentalmente
de aquello que mencionamos con anterioridad: de personas
conquistadas, que generan encuentros y que se hacen
vulnerables y conscientes de los propios límites. Sólo
estos tres factores permitirán una confianza real; todas las
demás medidas sin la existencia de estos tres factores se
harán vanas, superficiales y limitadas. Las relaciones de
confianza son aquella síntesis de confianza en sí mismo
y confianza en la capacidad del otro, de confianza en sí
mismo que reconoce la necesidad y el aporte del otro y,
que a su vez, reconoce que debe darse a si mismo para
aportar con su originalidad a los demás.
Si tenemos en consideración estos tres requisitos para
la confianza interpersonal, entonces se pueden plantear
59
algunas medidas que favorecen la confianza en el ámbito
laboral. De acuerdo con la literatura, al menos tres de estas
medidas son claves. Estas son la competencia, la consistencia
y la comunicación.
En primer lugar, las capacidades técnicas, profesionales
y de liderazgo de los colaboradores generan confianza. La
confianza que surge a partir de la competencia es funcional a
los objetivos de la organización, y se refiere a la experiencia
de los otros y la tenencia de los conocimientos, capacidades
y características personales necesarias para el cumplimiento
de su función. Muchas veces la competencia está sobre
dimensionada por los mismos colaboradores y no existe
sinceridad al expresar los conocimientos y habilidades que se
tienen. Por ello, la confianza basada en la competencia surge
principalmente a través de la experiencia de trabajo dentro de
la organización. Esta confianza es depositada principalmente
por los líderes en sus colaboradores.
La confianza basada en la competencia es expresada en la
capacidad de delegación, en donde el líder, en vez de generar
dependencia en su toma de decisiones, permite despertar en
los demás lo mejor de sí mismos y abrir caminos para que
sean ellos mismos quienes construyan las respuestas. De esta
forma, la delegación permite que la organización se desarrolle
fluidamente sin paralizarse.
La confianza también está basada en la consistencia,
esto es, la capacidad de mostrar una correspondencia entre
lo que se dice y lo que se hace, cumpliendo promesas
y objetivos. Cuando una persona tiene una conducta
60
consistente, refleja que es digna de confianza. Esta confianza
es depositada principalmente en los líderes quienes debieran
entregar seguridad de que aquello que se dijo y se prometió
será efectivamente llevado a cabo. Las organizaciones deben
dirigirse hacia el desarrollo de la integridad y la honradez.
La autenticidad forma parte de la consistencia. En las
relaciones organizacionales las personas necesitan tener una
línea editorial, ser predecibles, que se conozca como actuarán
en determinadas situaciones. La autenticidad, genera confianza
y adhesión de los demás.
Si bien muchas veces las promesas no pueden cumplirse
y se cometen errores, la consistencia no se verá debilitada si
las personas son capaces de reconocer esos errores y pedir
perdón. El saber reconocer los propios erorres impide que le
atribuyamos éstos a los demás, nos muestra responsables de
nuestras propias acciones.
Por último, las personas abiertas a los demás y a generar
espacios de comunicación generan confianza. Cuando existe
comunicación efectiva, la información intercambiada es sincera
y permite generar cambios con mayor flexibilidad y establecer
normas comunes que impulsen un desarrollo sano dentro de la
organización. La comunicación genera una confianza interactiva,
de líderes a colaboradores y viceversa.
La transparencia es una de las formas de generar auténtica
comunicación. Esto es, transparencia en el actuar, hablar con la
verdad, no tener miedo a mostrar el propio trabajo o las propias
intenciones y saber compartir información. El ser transparentes
61
La transparencia
es una de las
formas de
generar auténtica
comunicación...
El ser trasparentes
es reflejo de
la tenencia de
buenas intenciones
que no temen
ser mostradas,
es reflejo de
la posibilidad
de dar razón
de las propias
acciones y de la
responsabilidad.
62
es reflejo de la tenencia de buenas intenciones
que no temen ser mostradas, es reflejo de la
posibilidad de dar razón de las propias acciones
y de la responsabilidad.
También la presencia de evaluaciones
de unos a otros en la organización, la
retroalimentación mutua y los espacios para
escuchar lo que los otros tienen que decir
sobre el otro trabajo, son formas de creación de
comunicación y, por ello, de confianza. Quién
confía puede someterse a la evaluación ajena y
puede evaluar a los otros con honestidad.
Para generar confianza se requiere, ante
todo, comenzar por confiar, comenzar uno
mismo por depositar fe en el otro. Cuando
confío, despierto lo más grande que hay
en el otro, despierto sus capacidades y su
potencialidad. Es mucho más fácil defraudar al
otro cuando el otro no confía verdaderamente
en mí, cuando de antemano, no cree que
seré capaz de asistir a mis citas y cumplir. En
cambio, cuando el otro sí confía, entonces me
da fuerza para cumplir, me da un motivo al
menos para intentarlo, poniendo todo lo que
soy, y lo que no sabía que era capaz de hacer,
para lograrlo.
“Muchas conductas heroicas tienen su origen en la
confianza, aparentemente desproporcionada, depositada en
personas que se consideraban grises, del montón, ignorantes
de las potencialidades que albergaban”28.
28
Alejandro Navas (2012) El Valor Social de la Confianza. Conferencia realizada en el
XXVII Congreso Internacional de Comunicación (CICOM) de la Universidad de Navarra.
63
CAPITULO III. LA CONFIANZA
GENERALIZADA
Institucional y social
Hasta ahora hemos visto aquel tipo de confianza basada en
los vínculos personales, familiares y entre conocidos. Ahora nos
adentraremos en lo que se denomina la confianza generalizada,
ya sea representada en la confianza social o en la confianza
institucional.
La confianza social, aquella dirigida al “extraño”, es decir,
a aquel con quien no se comparte necesariamente un espacio
de copresencialidad, de quien no he recibido nada ni le debo
nada y con quien no puedo compartir una memoria común29.
29
Florencia Torche y Eduardo Valenzuela
(2011) Trust and reciprocity: A theoretical
distinction of the sources of social capital.
65
La sociedad actual tiene una serie de ámbitos en los
que nos encontramos con otros a quienes no conocemos,
con quienes podemos interactuar pero que, sin embargo,
no se convertirán en personas significativas en nuestra
vida. Cuando no todas las relaciones pueden ser relaciones
íntimas y personales, se hace necesario encontrar una forma
de vincularnos y actuar socialmente no fundada en el apego
personal o emocional. Esto lo vemos en el ámbito laboral, en
la relación entre vecinos, en el contacto con algún funcionario
público o trabajador y, en general, en la convivencia diaria con
esos otros con los cuáles nos toca relacionarnos sin ser parte
de nuestro círculo íntimo.
Este tipo de confianza es más desafiante que la anterior
pues, no está basada en vínculos incondicionales, sino en una
decisión de la voluntad que ha de confiar en el otro aunque
no lo conozca.
Es fundamental tener en cuenta que si bien es necesario
un tipo de confianza no fundada en el apego entre personas,
no es menos cierto que dicho tipo de confianza no puede llegar
a sustituir el núcleo íntimo de nuestro ordenamiento social el
cual está constituído por el encuentro cercano entre personas.
De esta forma, así como es grave que disminuya la confianza
social e institucional -pues se altera el equilibrio social-, es
más grave aún que disminuya la confianza interpersonal, la
cual da cuenta de lo más humano y también de nuestras
aspiraciones más propias.
¿Qué sentido tiene confiar en otro si no lo conozco ni
tengo elementos para saber cómo actuará? Si suponemos
66
que el otro es oportunista y está guiado por
sus propios intereses, no tendría sentido
confiar, sería una confiaza ciega, sería arriesgar
demasiado. Sin embargo, la confianza social
es todo lo contrario, consiste en aquel juicio
que hacen las personas acerca de los demás
considerando que gran parte de la población es
digna de confianza. Esta actitud es fundamental
para la vida en sociedad, es necesaria una
confianza lúcida, consciente, que aflora
producto del conocimiento y la experiencia, la
que nos permite realizar acciones conjuntas
hacia una meta común, impide el aislamiento
y es la principal fuente de capital social. El
confiar en otros, aunque no tengamos vínculos
personales directos, da paso a una acción
humana colaborativa y da la posibilidad de
actuar juntos de manera más proactiva en la
búsqueda de objetivos comunes.
La confianza social
es reconocida como
un bien público,
“el motor del
desarrollo”. Es la
confianza social
aquel elemento que
permite el bienestar
de una nación y su
capacidad para la
cooperación. Este
bien público trae
consigo una gran
diversidad de bienes,
desde la felicidad
personal, hasta el
fortalecimiento de
la democracia y
el desarrollo de la
sociedad civil.
La confianza social es reconocida como
un bien público, “el motor del desarrollo”30,
el elemento que permite el bienestar de una
nación y su capacidad para la cooperación31. Este
bien público trae consigo una gran diversidad
Alain Peyrefitte (1995) La société de confiance.
Francis Fukuyama (1995) Trust: the social virtues and the
creation of prosperity.
30
31
67
de bienes, desde la felicidad personal, hasta el fortalecimiento
de la democracia y el desarrollo de la sociedad civil.
Diversas investigaciones y encuestas internacionales han
medido la confianza social a través de la pregunta:¿Diría usted
que se puede confiar en la mayoría de las personas o, por
el contrario, uno nunca es lo suficientemente cuidadoso? Las
posibles respuestas son dos: O bien se considera que se puede
confiar en la mayoría de las personas, o bien se considera que
uno nunca es lo suficientemente cauto en el trato con los
demás. La primera respuesta da cuenta de la confianza social.
El caso chileno no es muy alentador, en un índice donde los
valores superiores a 100 corresponden a países donde la
mayoría de las personas confía en los demás y los valores
inferiores a 100 donde la mayoría desconfía. Chile tiene un valor
igual a 34,4 puntos, siendo el quinto país más desconfiado de
América y está dentro del 30% más desconfiado del mundo.
Así también, en los indicadores de cohesión social de la OECD
Chile encabeza la lista de los países más desconfiados32.
Ahora bien, según el Latinobarómetro33, en 10 años en
Chile este tipo de confianza se ha acrecentado en 3 puntos
porcentuales, pasando de un 13,6% de los chilenos que creen
que se puede confiar en la mayoría de las personas en el año
2000, a un 16,7% en el año 2010.
32
33
68
OECD, 2011
http://www.latinobarometro.org, 2000 y 2010.
La confianza generalizada, al igual que todo tipo de
confianza, siempre implica una expectativa a futuro sobre las
acciones de los otros, los cuales no sabemos cómo actuarán.
Específicamente este tipo de confianza sería aquella que surge
dentro de un grupo amplio más desconocido. La confianza
puede ser uno de los factores más importantes que hacen que
un conjunto de personas pueda llamarse comunidad, pueda
llamarse patria.
Según Fukuyama, esta confianza tiene una relación
estrecha con valores y normas compartidas por los miembros
de un grupo, los cuales permiten que haya cooperación y
comunicación entre ellos. Hay confianza entre los miembros
de una sociedad cuando hay un interés común, una común
mirada de las cosas: “La confianza es la expectativa que surge
dentro de una comunidad de comportamiento normal, honesto
y cooperativo, basado en normas comunes, compartidas por
todos los miembros de dicha comunidad”34. Esta visión común
es la que nace de la pertenencia.
La confianza generalizada nace cuando existe un sentido
de pertenencia a una comunidad, a una patria, a un país y
a una cultura. Entonces, cuando hay sentido de pertenencia,
entonces podrá surgir la confianza entre los distintos miembros
de dicha sociedad aunque sean diferentes unos de otros y
aunque sean desconocidos entre sí.
34
Francis Fukuyama (1995) Trust: the social virtues and the creation of prosperity.
69
El tipo de capital social o de riqueza social presente
dentro de las sociedades podría distinguirse entre “capital
social cívico”, es decir, aquel que promueve la tolerancia hacia
la diversidad, hacia lo distinto, hacia el otro desconocido, y el
“capital social sectario”, aquel en que lo que predomina es
la intolerancia35. Ciertas características de las sociedades las
harían abiertas a recibir al extraño y al diferente, y otras en
cambio tenderían a acoplarse en sí mismas y ser impermeables
a lo distinto.
Chile se caracteriza por ser un país donde aquel capital
social que predomina es el familiar, el que se da entre
cercanos. Ello, sin embargo, no ha logrado producir apertura
hacia el otro, hacia el distinto. Nuestros niveles de confianza
generalizada dan cuenta que somos una sociedad cerrada,
cerrada al extraño y al lejano. Esta falta de apertura se muestra
también en la actitud que tenemos con aquellos que no son
parte de nuestro círculo; para confiar en él y para establecer
vínculos con él, tratamos de hacerlos cercanos, familiares, de
ingresarlos en nuestra vida cotidiana. De esta forma, muchas
veces corremos el riego de exigir a los ámbitos no tan cercanos,
como sucede con nuestro lugar de trabajo, características de
la confianza entre cercanos, como la incondicionalidad.
El abrirse al otro significa no sólo quedarse en la tolerancia
a la diversidad sino que ir más allá de eso. La apertura implica
35
70
Alejandro Portes (2012), Diversidad, capital social y cohesión.
reconocimiento del otro, valoración del otro, aceptación del otro.
En nuestra sociedad constantemente se nos exige pluralismo,
diversidad, tolerancia. Si estos valores son bien entendidos se
podrán traducir en apertura hacia el otro, pero si no, pueden
producir menores puntos de encuentro y menores espacios
para la generación de confianza.
La actitud de apertura al otro se ha malentendido como
una aceptación de todas las ideas distintas por el sólo hecho
de ser distintas. El abrirse al otro es una valoración de un
otro, es un abrirse a aquel otro en cuanto otro yo, en cuanto
a su ser singular único, un ser humano digno de respeto y
valoración. Esta apertura al otro, es una apertura al consenso,
es una aceptación de que no se es poseedor de la verdad y
que se es falible, una humildad tal que nos permite reconocer
en el otro la posibilidad de transmitirnos algo bueno y algo
cierto. Esta apertura genera vínculos y nace de la confianza,
genera crecimiento y pertenencia con los demás. La actitud de
buscar una mirada común es necesaria en toda comunidad en
cuanto abre camino, a través de la confianza mutua, hacia el
descubrimiento en conjunto de lo bueno, lo malo, lo justo y lo
injusto.
Cuando la diversidad de ideas se vuelve un valor en
sí mismo, entonces deja de ser tolerancia y pasa a ser
indiferencia. Deja de ser una verdadera valoración del otro y
pasa a ser resignación ante la discordia, un cerrarse y renunciar
ante la diferencia, un negarse a descubrir una mirada común.
La confianza es en realidad un valor que libera, pues implica
que se cree y se confía en la capacidad de las personas de
71
La confianza
social, es decir, la
apertura al otro
y al extraño, si es
radical entonces
es una apertura a
TODOS los otros, ya
sea de la propia
sociedad o de una
distinta, ya sea de
la propia época o
de una distinta.
Es una apertura
que nace de la
pertenencia, un
diálogo que nace
del amor común a
un pueblo.
comprometerse recíprocamente en el desarrollo
de la humanidad, dejando espacio para la
responsabilidad y el don.
Por lo tanto, dos son los riesgos que nos
convierten en una sociedad cerrada al que es
diverso. En primer lugar, la falta de humildad
que hace creer que en nuestra sociedad ya está
todo dicho de antemano y no hay perfección
alguna que alcanzar. Este es el error propio de
comunidades sectarias. Sin embargo, también
existe un error del modernismo, un error que
nos seduce y nos engaña con sus encantos,
este es el error de abrirse indiscriminadamente
a todo lo distinto, no tanto a la persona sino
a sus ideas distintas, que es en el fondo, un
negar que puede existir comunidad, negar que
puede existir consenso, negar que puede existir
una identidad común. Ambos errores, el error
del sectarismo y el error del modernismo no
hacen sino disminuir la confianza social de una
sociedad y, por lo tanto, impiden la realización
de acciones conjuntas.
La confianza social, es decir, la apertura
al otro y al extraño, si es radical entonces es
una apertura a TODOS los otros, ya sea de la
propia sociedad o de una distinta, ya sea de la
propia época o de una distinta. Es una apertura
que nace de la pertenencia, un diálogo que
72
nace del amor común a un pueblo. Esta apertura al otro es un
reconocimiento del valor que tiene el otro en sí mismo, y al
mismo tiempo es una aceptación de que el otro tiene algo que
entregar a la sociedad. Y ese otro también puede ser un otro
no contemporáneo, un otro representado en la tradición. La
tradición es el lugar de la palabra cargada de sentido y donde
habitan aquellos antecesores con quienes estamos en deuda.
Negar la tradición es un negarse a confiar en el extraño, en el
antiguo, en el que no hemos visto pero gracias a quien hemos
existido, es negarse a reconocer que se pertenece a un lugar
en el mundo, cargado de historia, cargado de conocimientos,
cargado de caminos ya transitados. Valorar la tradición es
reconocer que estamos parados sobre algo, es saberse que
“somos enanos en hombros de gigantes”36.
¿Cómo se crea la confianza social? Mientras más nos
conectamos con otras personas, más se desarrolla la confianza
y también viceversa. Cuando compartimos con otros y tenemos
la experiencia de humanidad en esa participación, entonces
la confianza en el otro, aunque sea un otro desconocido,
será mayor. Cuando participamos con otros experimentamos
la buena intención del otro, su bondad, su similitud con uno
mismo. Cuando participamos con otros podemos descubrir la
existencia del sentido común y echamos raíces a esa pertenencia
a una comunidad mayor. De esta forma, la participación se
va moviendo en conjunto con la confianza social. Países con
altos niveles de asociatividad, con verdaderos espacios de
36
San Bernardo de Claraval.
73
encuentro, con redes sociales amplias, donde existen espacios
para aportar y sentido de comunidad, tienen a su vez altos
niveles de confianza social.
Un importante factor que podría encontrarse para explicar
la disminución de la confianza social en las sociedades
modernas es el fenómeno de la televisión y de internet.
Ambos factores impiden que nos relacionemos y participemos
unos con otros, impiden la experiencia de comunidad. Robert
Putnam, intentando comprender qué factor explicaba la
disminución del capital social en Estados Unidos, llegó a darse
cuenta que la expansión de la televisión calzaría perfecto
con el declive del compromiso cívico. Esta relación no es
circunstancial: la televisión es una de las únicas actividades
que parece inhibir la participación, de hecho, se produce a
costa de casi todas las actividades fuera del hogar, sobre todo
de reuniones informales y de conversación. La televisión de
alguna manera se ha convertido en la privatización de nuestro
tiempo de ocio, que no ofrece ninguna oportunidad para la
interacción social.
Chile cuenta con un promedio de 2,7 televisores por hogar,
el 66% de las personas cuenta con dos o más televisores en
el living, comedor o dormitorio principal y el tiempo que se le
dedica a ver televisión se diferencia por nivel socioeconómico:
Mientras que el grupo denominado “ABC1” ve televisión en
promedio 1,42 horas al día, los grupos D y E le dedican 3,06
horas de su tiempo37. Este fenómeno si bien para muchos
37
74
Los datos fueron sacados de una infografía realizada por idea país www.ideapais.cl
explicaría el escepticismo, el pesimismo, la
pasividad o la distorsión de las percepciones
sociales, también da cuenta de una enorme
responsabilidad que tienen aquellos que están
detrás de este medio de comunicación pues, la
imagen de mundo que transmiten es muchas
veces la imagen de mundo que la mayoría de
la sociedad se va formando.
La televisión por sí sola no completa el
fenómeno de la privatización de nuestro
tiempo de ocio pues a ella se le suma la
hiperconectividad reforzada por la tecnología
digital, la cual si bien nos conecta con personas
lejanas, limita los lazos afectivos familiares y
fragmenta los espacios de relación cotidiana38.
En los mismos hogares es común un encierro
de sus miembros en sus piezas viendo sus
computadores o sus celulares. Si bien es claro
que la tecnología nos permite conectarnos
con muchas personas a la vez, lo cual es una
gran oportunidad, esta conexión no puede
darse al margen de la comunicación primaria
y presencial, aquella que no es virtual y que
permite comprometernos con los otros y confiar
en ellos.
38
Un importante
factor que podría
encontrarse
para explicar la
disminución de la
confianza social
en las sociedades
modernas es el
fenómeno de la
televisión y de
internet.
Ambos factores
impiden que nos
relacionemos y
participemos unos
con otros, impiden
la experiencia de
comunidad.
Zygmunt Bauman (2007) Tiempos líquidos.
75
Al factor de la televisión y de la tecnología digital
podría sumarse el fenómeno del tiempo de nuestro trabajo,
los tiempos de movilización y la segregación urbana que
existe en nuestra sociedad y que impide que nos topemos
unos con otros. Todos estos son factores que contribuyen a
la atomización y privatización de nuestra vida y, en última
instancia, al atrofiamiento o jibarización de nuestra sociabilidad
y confianza en los demás.
De esta forma, reforzadas por esta privatización de
la vida y la falta de participación y de comunidad, en las
sociedades modernas puede surgir el peligro del aislamiento
de los individuos, peligro que proporciona las bases para el
desequilibrio de cualquier estructura social que pretenda ser
sana.
Hay otro fenómeno social que podría estar influyendo en
la desconfianza en nuestro país. Este es la alta desigualdad
de ingresos. Un estudio realizado por la OECD (2011) muestra
una relación estadística entre la desigualdad de ingreso y la
confianza. Así por ejemplo, mientras en Chile, país con un GINI
(medida de desigualdad) muy alto (0,503) solo el 13% confían
en sus conciudadanos; en Dinamarca, país que tiene un GINI
muy bajo (0,248), el 89% cree que los otros son confiables.39
Lo peligroso de nuestros tiempos es que el aislamiento
se ha ido transformando en una experiencia común en la
39
El coeficiente de GIni, es un valor para medir la desigualdad que va entre 0 y 1.
Entre más cercano a O mayor igualdad de ingresos existe.
76
sociedad. El aislamiento y la privatización de la vida están
generando a ciudadanos aislados, que no experimentan su
situación de pertenencia a la sociedad. Desde esta perspectiva
el desarrollo de espacios comunes como plazas, parques,
centros comunitarios pasan a ser fundamentales en la creación
de confianza.
CONFIANZA INSTITUCIONAL
Si nos movemos a un terreno más general aún de la
confianza, en nuestro país podría decirse que ha existido un
proceso de reducción de la confianza en las instituciones. La
encuesta Bicentenario40, por ejemplo, muestra como en 6 años
(entre el 2006 y el 2012) todas las instituciones han perdido
confianza excepto las fuerzas armadas (que han aumentado su
confiabilidad en 9 puntos porcentuales). Mientras el gobierno
ha disminuido su confiabilidad en 15 puntos porcentuales y ha
pasado de tener un 31% de confianza a sólo un 16% de ella;
los partidos políticos y los parlamentarios, que nunca han sido
objetos de mucha confianza, la han seguido disminuyendo:
para el 2012 sólo un 3% consideraba que los partidos políticos
o los parlamentarios merecen confianza. La Iglesia Católica,
que es la institución que históricamente ha gozado de mayor
confianza, en 6 años ha disminuido su confiabilidad en 17
puntos porcentuales, pasando de tener un 44% de confianza
en el año 2006 a 27% de ella en el año 2012, no obstante en el
último año (2013) ésta ha aumentado su confiabilidad a un 31%,
40
Los datos han sido obtenidos de la página web www.encuestabicentenario.uc.cl
77
probabemente debido a un liderazgo cercano y claro del actual
Pontífice, el Papa Francisco.
A lo anterior se le suma un pesimismo al mirar hacia
adelante, donde las expectativas respecto al futuro del país
han disminuido significativamente. Creemos cada vez menos
en la capacidad del país para resolver problemas importantes
tales como ser un país desarrollado, eliminar la pobreza,
detener el daño al medio ambiente, ser un país reconciliado,
reducir la desigualdad de ingresos o resolver el problema de
la calidad y equidad de la educación.41
Otras encuestas internacionales (por ejemplo el Latino
barómetro42) han confirmado este fenómeno mostrando como
en 15 años (entre el 1995 y el 2010) la policía, el gobierno, el
Congreso, la Iglesia, las empresas, el poder judicial y los partidos
políticos han disminuido su confiabilidad en nuestro país.
¿Qué se produjo para que la confianza institucional haya
disminuido? ¿A qué se debe este fenómeno de desconfianza
casi generalizada? Algunas hipótesis que se podrían establecer
en un primer momento para explicar la aparente “crisis” de
la confianza institucional podría ser la corrupción. Ahora bien,
este no podría ser el caso chileno pues nuestros índices de
corrupción son bajísimos ocupando el cuarto lugar de América,
junto con Uruguay, con menor corrupción (después de Canadá,
Barbados y Estados Unidos) y el número 20 del mundo.
Idem.
Los datos han sido obtenidos a través de las bases de datos disponibles en la
página web de la institución: www.latinobarometro.org
41
42
78
La confianza institucional es el tipo de
confianza más global y más común del mundo
moderno y complejo. Esta es la confianza
que tenemos en nuestras instituciones y esa
tranquilidad que nos dan ellas para desarrollar
nuestras vidas en forma cotidiana sin tener
que estar preocupados, al mismo tiempo, de
todo. Así como suponemos que todos los días
amanecerá en algún momento y el sol se volverá
a poner por la tarde, también suponemos un
montón de otras cosas al ir a trabajar, al ir al
banco, al ir al supermercado o al andar por
las calles: confiamos en el buen estado de la
comida que nos venden, en que los semáforos
estén bien coordinados o en que el funcionario
del banco no opere con dinero falsificado.
Pero la salida del sol no opera igual que
las instituciones; el sol opera basado en reglas
de la naturaleza, “necesarias”, mientras las
instituciones operan en base a reglas que como
sociedad, en conjunto, hemos establecido para
reducir la complejidad de nuestras vidas. Las
instituciones no nacen de la nada, somos
nosotros hacedores, constructores de nuestra
sociedad y de nuestras instituciones, es la
persona la que las fundamenta y las sostiene.
La confianza
institucional es el
tipo de confianza
más global y
más común del
mundo moderno
y complejo. Esta
es la confianza
que tenemos
en nuestras
instituciones y
esa tranquilidad
que nos dan ellas
para desarrollar
nuestras vidas en
forma cotidiana
sin tener que estar
preocupados, al
mismo tiempo,
de todo.
Cuando no existe la posibilidad ni el
tiempo de aprender sobre, por ejemplo,
79
el funcionamiento del cuerpo humano y las posibles
enfermedades que se puedan tener, uno confía en el
conocimiento del doctor. Cuando no existe la posibilidad de
transmitir el valor de un objeto de forma fácil, uno confía en
que un precio determinado lo podrá reflejar. Si uno tuviera el
dominio absoluto de todos los campos que afectan nuestras
vidas cotidianas, entonces la confianza no sería necesaria.
Sin embargo, dicho conocimiento es, por razones de tiempo
y recursos, prácticamente imposible dentro de la sociedad
moderna. Necesitamos del conocimiento de otros para poder
desarrollarnos en forma normal.
Nosotros pasamos a depender de los otros y los otros,
a su vez, de nosotros. De esta forma, este tipo de confianza
pone al relieve un hecho fundamental de las sociedades
modernas: la interdependencia existente entre las distintas
personas e instituciones. Aunque no estemos constantemente
conscientes de ello, nuestra vida cotidiana depende de
un conjunto de decisiones que toman otras personas para
hacernos el día a día más llevadero.
Es muy grande la contribución de este tipo de confianza
para evitar grandes costos de transacción y para poder generar
espacios para que actuemos como sociedad, conjuntamente,
sin la necesidad de tener un conocimiento mutuo entre todos.
Nos conviene confiar, o si no las preocupaciones serían muchas
y la tranquilidad muy poca. Sin este tipo de confianza no se
podría caminar, trabajar, comprar, comer o escribir sin sentirse
en un terreno movedizo e inseguro que no nos permitiría
estar en paz. Nuestras vidas se desarrollan tranquilamente
80
porque sabemos que existen carabineros preocupados por
la seguridad; parlamentarios proponiendo leyes para el bien
común, empresas desarrollando bienes que mejorarán nuestras
vidas, escuelas educando a los niños, hospitales atendiendo a
los enfermos…
¿Es posible imaginar un escenario de sospecha absoluta
de todo y de todos, un escenario dónde no exista confianza
institucional? Si bien la pérdida de confianza en las instituciones
no es un fenómeno sistémico, al parecer es una tendencia cada
vez mayor a sospechar de la buena fe de las mismas. Son
diversos los autores que han llamado a nuestra época la “era
de la sospecha”43 o la “sociedad del riesgo”44.
Esto ha llevado a convertirnos en ciudadanos adictos
a la seguridad y obsesionados por ella. A tal punto vivimos
por la seguridad, que caemos en el riesgo de perder nuestra
propia libertad: Esa libertad soberana de toda persona, que
nos permite en cualquier circunstancia y por cualquier motivo,
confiar en el otro y comprometernos con él.
¿Qué consecuencias tiene todo esto? Para la vida social
es invaluable la importancia de la confianza institucional, y
su pérdida nos pondría ante un escenario de parálisis. Para
Luhmann, una completa ausencia de confianza:
“impediría incluso que alguien se pudiera levantar por
la mañana. Sería víctima de un sentido vago de miedo
43
44
Nathalie Sarraute (1956) L’Ère du soupçon.
Ulrich Beck (1986) La Sociedad del Riesgo.
81
y de temores paralizantes. (…) Todo sería posible y tal
confrontación abrupta con la complejidad del mundo al
grado máximo es más de lo que soporta el ser humano”45.
Sin embargo si reflexionamos acerca de nuestras vidas
cotidianas y si nos damos cuenta de todos aquellos actos de
confianza que realizamos en nuestro día a día, entonces no
podemos sino cuestionar las dramáticas cifras de desconfianza
institucional. Los chilenos confiamos en los técnicos que
coordinan los semáforos, confiamos en los constructores
de nuestros hogares, confiamos en la buena calidad de los
productos que consumimos, confiamos... durante todo el
transcurso de un día común y corriente. Lo cierto es que
los chilenos sí confiamos en forma inconsciente y bastante,
o si no simplemente no podríamos vivir, no podríamos salir
de nuestras casas, no podríamos comer y permaneceríamos
constantemente en estado de alerta y de sospecha.
¿Por qué entonces no confiamos, o confiamos tan poco, en
algunas instituciones? La desconfianza generalizada, al igual
que toda desconfianza, se aprende. Uno comienza por confiar,
es un hecho que no cuestionamos. No nos cuestionamos la
confianza hasta que aparece algún suceso que la pone en
juego. En las mañanas no desconfiamos de la calidad de
la leche que tomamos, a menos que llegue un día en que
su estado nos sorprenda por su mala calidad, su aspecto y
su olor. Entonces sucederá que en los días siguientes nos
45
82
Niklas Luhmann (1996), Confianza.
preguntaremos si confiar o no en la buena calidad del producto,
hasta que la experiencia nos vuelva a dar confianza en él.
Lo mismo sucede con aquellas instituciones en las que
desconfiamos: no desconfiamos porque si, sino porque la
experiencia nos ha hecho desconfiar de ellas. Y dicha experiencia
no es fruto del azar, no es un componente sistémico de algunas
instituciones, sino que nace del actuar de aquellas personas
que están tras ellas.
Es importante recordar que las instituciones son manejadas
por personas falibles. En el caso de la confianza estrictamente
personal, si algo sucede y la confianza queda dañada, entonces
el daño provocado permanecerá referido exclusivamente a
la confianza que se le otorgaba a dicha persona. El caso de
la confianza institucional es distinto. Si la confianza en una
institución se rompe por el acto u omisión de una persona de
la institución (persona anónima, reemplazable y de la cual sólo
se conoce su rol), entonces la sospecha no estará referida a
esa persona anónima sino que comenzará a prevalecer sobre
el contexto que la rodea, es decir, sobre la misma institución.
La llegada de un “extraño” que desordena el funcionamiento
de las instituciones tiene el impacto de un terremoto que
hace pedazos la roca sobre la cual descansa la seguridad de
la vida cotidiana y pone en tela de juicio todo aquello que
era incuestionable a nuestros ojos. El actuar a nombre de
una institución implica una responsabilidad tal que un acto u
omisión podrían generar daños prácticamente irreparables para
la misma.
83
Surge aquí una pregunta: ¿Se puede hablar de confianza
al hablar de instituciones? Hablar de confianza propiamente
tal en este ámbito se torna complejo pues la confianza se
deposita en personas, en seres libres que pueden errar y, por
ende, se pueden responsabilizar. Nuestra limitación linguística
nos confunde. Sin embargo, en inglés existe la distinción entre
la confianza en las instituciones (confidence) y la confianza
personal (trust)46, permitiendo mostrar como cuando hablamos
de las instituciones lo que entendemos por confianza es algo
distinto.
La confianza en las instituciones siempre es, al final del
día, una confianza en las personas que están detrás de ellas
y que, a través de sus comportamientos, nos dan una imagen
de una determinada institución.
La encuesta Bicentenario en su última versión (2013) nos
permitió ver ese choque que existe entre nuestra percepción
sobre la propia vida y los cercanos y nuestra percepción sobre
la sociedad. A nivel individual, por una parte, se ve una alta
satisfacción con la propia vida y el progreso personal, altas
expectativas a futuro y altos niveles de confianza en los
cercanos. A nivel general, en cambio, confiamos poco en las
instituciones y en desconocidos, tenemos bajas expectativas
respecto al futuro y percibimos un alto conflicto en distintos
ámbitos de la sociedad. De esta forma, por un lado hay
pesimismo respecto a la sociedad y, por el otro, optimismo
respecto a la vida particular.
46
84
Idem.
Si llevamos esta disociación al ámbito de la confianza nos
encontramos con una paradoja dada entre la confianza general
y la confianza específica. A esta disociación se le llama la
paradoja Fenno, nombre atribuido a su creador. En la encuesta
Bicentenario esta paradoja se ve en distintas instituciones
y ámbitos; desde el Congreso, donde existiría una muy baja
confianza en los parlamentarios pero, sin embargo, una alta
confianza en el parlamentario por el que cada uno votó; en
instituciones económicas como los bancos, donde existiría una
baja confianza en los bancos, sin embargo, una alta confianza
en el propio banco, o en instituciones como la Iglesia, donde la
confianza en el cura de la parroquia es mayor a la confianza de
la Iglesia como institución.
Uno de los mayores problemas que podrían tener las
instituciones es el no mostrar a las personas que las sostienen.
Expresiones como “yo no soy responsable, sólo hago mi trabajo”,
“yo no expreso mi opinión, sino la de quienes represento”,
no son sino muestras de una falta de protagonismo que se
refugia en las instituciones y que podría contribuir a la pérdida
de confianza en ellas. ¿Cómo podemos confiar en un “ente”
diluido en personas que no se hacen responsables?.
Si fuera sólo por la confianza institucional entonces no
se comprendería como algunas instituciones aún se sostienen
a pesar de la poca confianza que depositan las personas en
ellas. Sin embargo, su sobrevivencia se explica por la confianza
particular, la confianza interpersonal, el conocimiento, la
experiencia, en definitiva, la humanidad que hay en ellas. No
es posible una comunidad política, una comunidad económica,
85
una comunidad productiva, sin una comunidad humana.
El problema de las instituciones, por ende, es un problema
humano, y la generación de credibilidad es desafío de todos
nosotros.
Según Levi y Stoker47, los atributos más relevantes
para que una institución sea digna de confianza, serían la
credibilidad, la justicia, la competencia, la transparencia y
la apertura a puntos de vista distintos. En el fondo en las
instituciones sucede lo mismo que en las relaciones humanas,
uno espera encontrarse con instituciones que den razón de su
actuar, que reconozcan sus errores y que sepan responder. Al
confiar en una institución, se estaría confiando en que ésta no
actuará de forma arbitraria o dañina para nuestros intereses
o los del país.
No nos debiera parecer extraño el fenómeno actual
de sospecha del otro, si al comienzo de la modernidad se
encuentre a aquel supuesto desarrollado por Hobbes: “homo
homini lupus”, “el hombre es el lobo del hombre”, el individuo
es antagónico de la sociedad. Detrás de ese concepto se
da a entender que de quien nos tenemos que proteger es
precisamente de aquellos que nos rodean, de nuestros
semejantes, de los otros miembros de nuestra comunidad. De
esta forma se ha abandonado el viejo principio de solidaridad
natural. El hombre deja de ser entendido como un animal
político y social y pasa a considerarse como individuo soberano
47
86
Margaret Levi, y Laura Stoker (2000) Political Trust and Trustworthiness.
que solo se abre a los demás para protegerse. Ello se traduciría
en una obsesión por la seguridad individual y por la superación
del miedo, pues esa concepción del ser humano nos hace
imposible generar confianzas.
Por otra parte, rechazamos la significación política de la
historia, y pretendemos crear una sociedad sin basarnos en
nada, sin mirar el conocimiento generado, sin realizar supuesto
alguno. Los otros son poco confiables por lo tanto sólo puedo
confiar en mi propio criterio.
Sin embargo, pareciera que hay signos de que estamos
ante una cambio de época donde nos hemos dado cuenta que
necesitamos de los otros, donde el individualismo da paso a
la búsqueda de mayores espacios de encuentro y las palabras
como co-construcción, integración y colaboración empiezan a
reemplazar al lenguaje individualista.
La gran cantidad de organizaciones sin fines de lucro y de
trabajo voluntario da cuenta al mismo tiempo, que realmente
existe en los chilenos un espíritu de participación y preocupación
por el otro.
Para construir confianza hacia las instituciones hay que
cuidar de ella. Esto se hace haciéndonos responsables de su
desarrollo, siendo cuidadosos en nuestros juicios y actuando
con compromiso al ser parte de ellas.
La cultura de la sospecha debe ceder ante una cultura
de la confianza, confianza en nuestras instituciones, confianza
en la capacidad de ellas de actuar acorde a su rol social,
87
confianza en la capacidad de don y sociabilidad que tienen
aquellos que las integran. Pero para ello, la impersonalidad
de las instituciones y aquella separación entre la persona y su
actividad debe ser revertida, las demandas por participación
tomadas en cuenta, y la pertenencia asumida como necesaria
e indispensable.
88
CONCLUSIONES
AL FINAL DEL RECORRIDO...
Hemos visto como la pertenencia está en el centro de la
confianza: pertenecerse, pertenecer a otros y pertenecer a la
sociedad.
El pertenecernos a nosotros mismos, el autoposeernos, nos
lleva a conocer y desarrollar nuestro mundo interior, nuestra
condición de ser personas únicas e irrepetibles. Confiar en sí
mismo no es sino la base para disponer de nuestra propia
vida para los demás. El pertenecernos permite que nuestra
existencia no se comprenda como algo voluble, sino libre y
al mismo tiempo lleno de vitalidad para otros. La pertenencia
a sí mismo y la confianza en la propia capacidad de asistir a
nuestras citas, permite la apertura a los demás. Sólo puede
abrirse a otro quien se posee y quién no corra el riesgo de
perderse a sí mismo en dicha apertura.
La confianza en si mismo es necesaria, pero no suficiente.
Es el pertenecer a otro el gran anhelo humano: ser con otros,
vincularse con otros, comprender la vida como un suceso
que se da en un nosotros. Son esos otros quienes permiten
la confianza en nosotros mismos y complementan nuestras
posibilidades.
89
Este pertenecer da paso a la confianza particularizada,
que se dirige a aquel otro conocido y significativo para uno,
con un nombre y un rostro particular. Este capital social
cercano “bonding” que se da en la familia y en la amistad, y
en aquellas relaciones unidas por el don de sí, la gratuidad y la
reciprocidad, que en el caso de la familia tiene la característica
de la incondicionalidad. En el pariente o el amigo se confía
puesto que podemos leerlo más allá de sus actitudes
explícitas, la confianza se entrega al otro gratuitamente y
permite que de él surja lo mejor de sí. Esta confianza es una
llave, es la cuerda social que permite el desarrollo integral de
un país.
El pertenecer a otros no sólo se da en la familia y los
amigos, también se da en los grupos con interese comunes,
en los partidos políticos, en las comunidades religiosas. Se
pertenece por similitud, por identificación, pues se sabe
que en aquel espacio existe un lugar para mí en el cual me
reconozco.
Finalmente, está el pertenecer a la sociedad que nos
permite unirnos con otros que no conocemos, con personas
diversas quizá en intereses o ideas. Cuando se tiene sentido
de pertenencia a un todo mayor, entonces por añadidura
quienes forman parte de ese todo pasan a formar una unidad.
La unidad en este caso no está dada por un conocimiento
mutuo, no está dada por la simpatía ni por la amistad, la
unidad proviene de una meta común, un ideal común: el bien
de la sociedad.
90
Esta confianza es tan fuerte que permite ser cuerda con
un otro que podría ser cualquiera, un otro que podría ser mi
vecino así como podría ser un hombre que vive bajo un puente
en mi ciudad. La cuerda permanece porque la conciencia de
un destino común nos une y es lo que permite que tanto las
personas como las diferentes organizaciones se vinculen en
colaboración.
El capital social de tipo bridging y linking responden a
esa solidaridad que nos vincula como parte de una sociedad.
Pertenecer a la sociedad nos hace personas corresponsables,
donde se reconoce que en el otro siempre hay una posibilidad
de bien y anhelo de bien.
Los tipos de confianza de los que hemos hablado se
necesitan mutuamente.
¿De qué nos sirve tener vínculos fuertes con nuestras
familias, con nuestros amigos, si sospechamos del mundo
que nos rodea, de la intención de las personas a quienes no
conocemos, del funcionamiento de las instituciones? ¿Cómo
podremos ser felices si creemos que el mundo se vuelve
contra nosotros y debemos refugiaremos en nuestras redes
primarias? Si el mayor capital social que existe en Chile
es el bonding (aquel que nace de las redes primarias y de
la confianza particularizada) y subsiste a costa del capital
social bridging (aquel que nos relaciona con la sociedad en
general), entonces quizá las redes primarias no han estado a
la altura de las necesidades para gestar confianza; entonces
en vez de generar personas abiertas a la sociedad, se generan
91
comunidades sectarias y cerradas. A esto se le puede llamar
“familismo amoral”48. Las comunidades sectarias y cerradas
no favorecen el progreso de la sociedad en términos civiles,
económicos o morales.
Por otra parte, ¿cómo podremos lograr una verdadera
felicidad si tenemos, por un lado, un sólido sentido de
pertenencia social, y, por el otro, no pertenecemos a nadie?
¿Qué sociedad sería esa? Una sociedad en la que sólo existe
confianza generalizada a costa de la confianza interpersonal,
es una sociedad llena de individuos atomizados. ¿Se puede
confiar en una sociedad con individuos atomizados? La falta
de pertenencia a otros elimina la posibilidad de realizar
acciones comunes, individualiza a las personas y, con ello, las
despersonaliza. La sociedad se torna líquida e inhóspita para
el ser humano, con una constante actitud de sospecha.
Finalmente, ¿qué tan verdaderos serán nuestros
vínculos con los demás y con la sociedad si no nacen de
nosotros mismos, sino que vienen de nuestra laxitud y
falta de identidad? ¿Qué tan estables serán las relaciones de
esta cuerda si aquellos que la sostienen son cambiantes,
inseguros y vacíos? La confianza en sí mismo es el punto
de partida sin el cual ningún vínculo podría desarrollarse.
48
92
Banfield (1958) en Stefano y Vera Zamagni (2014) Familia y Trabajo.
Si la persona duda de su propia capacidad de asistir a
sus citas, ¿cómo podrá hacer que otro crea que lo hará? Todo
puede arrebatársele al hombre excepto su capacidad de tener
una actitud personal de apertura y confianza hacia los otros.
El recorrido aquí se completa y el desafío que queda es a
sostenernos más fuertemente de esta cuerda.
93
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