sergio garcía

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SERGIO GARCÍA
NIÑO
EL
NO LA SABE METER.. EN LOS MAJORS
2ª ÉPOCA • NÚMERO 69 • 17 DE SEPTIEMBRE DE 2013
INCLUYE
ÍNTEGRO EL
AS COLOR
NÚMERO 69
DEL 12 DE
SEPTIEMBRE
DE 1972
2
3
SERGIO
GARCÍA
SU GOLF Y SU VIDA, SIEMPRE
EN UNA MONTAÑA RUSA
4
5
Sergio García, una de las grandes figuras del golf en el mundo,
ha cosechado numerosos éxitos por todo el planeta. Pero en un
deporte donde la consagración se mide en el número de
grand slam que se poseen, a sus 33 años García no ha parado
de perseguir su momento. ¿Ha triunfado o ha fracasado? Tal vez,
pero es demasiado pronto para juzgar...
EL DE MÁS
PROYECCIÓN.
En 1999, el
testigo de
Olazábal lo
cogió un joven
de Castellón,
Sergio García,
que destacaba
sin parangón
en el mundo
amateur y con
una ilusión
desbordante.
Con sólo 19
años, sacudió
las bases del golf
mundial tras ser
segundo en el PGA
Championship
de Chicago
GRANDES
GOLPES. En
1999, en el
Medinah
Country Club,
exhibió golpes
al alcance de
pocos, como
un hierro 6
con la bola
reposada en
las raíces de
un árbol del
hoyo 16.
FERNANDO LÓPEZ DE LORENZO/
M
ientras vive pendiente
de desmontar todas las
críticas extradeportivas que lo rodean, el golf español goza de uno
de los momentos más brillantes
de su historia. Los grandes profesionales españoles (hombres
y mujeres) copan las primeras
plazas de los mejores torneos
del mundo, llenan líneas de los
diarios locales y nacionales de
los países que pisan y, en definitiva, conforman una de las mejores y más laureadas sagas que
este deporte ha dado a nuestro
país: Miguel Ángel Jiménez, Gonzalo Fernández-Castaño, Rafael
Cabrera-Bello, Beatriz Recari, Belén Mozo, Pablo Larrazábal, Álvaro Quirós, Azahara Muñoz, Álvaro
Velasco, Eduardo de la Riva, Car-
lota Ciganda y José Manuel Lara,
entre muchos otros. Y al frente
de todos ellos, la figura de Sergio García.
El origen del heredero.
Entre 1977 y 1999, España vivió
una época golfística dorada. En
22 años, Severiano Ballesteros,
primero, y José María Olazábal,
después, acercaron a la sociedad española a un deporte estigmatizado, prácticamente desconocido y encumbraron a nuestro país
como una mina de buenos talentos, como un lugar donde el golf
podía prosperar. Tres British Open
y cuatro Masters de Augusta bordaron de oro la carta de presentación de este deporte. Sin embargo, durante esos boyantes años,
ni Seve ni Chema apreciaban relevo alguno a la altura de su le-
gado más allá de la preciosa persistencia del malagueño Miguel
Ángel Jiménez, todavía hoy indestructible.
Hasta 1999. Tras ganar su segundo Masters en abril de aquel
año, Olazábal, que aquejaba graves problemas físicos, alcanzó el
culmen de su carrera. Ese penúltimo arreón del donostiarra sacó
de la penumbra al golf español y
alumbró a una cantera que vivía
olvidada. El testigo fue a parar a
manos de un valioso joven, un golfista con una admirable capacidad
para este juego que destacaba sin
parangón en el mundo amateur y
con una ilusión tan desbordante
como la que se esperaba de un
relevo tan ansiado. Ese chaval era
Sergio García (Castellón, 1980).
Como si estuviera dictado, su
primera dosis de heroísmo profe-
sional llegó meses después de la
segunda chaqueta verde del vasco. Concretamente, en agosto de
1999, en un PGA Championship,
en el temible Medinah Countr y
Club (Chicago, Estados Unidos) y
con apenas 19 años. García, que
ya había ganado un torneo profesional en Irlanda, sacudió entonces las bases del golf mundial con
una exhibición de alegría, ganas y
juego, hasta ese momento sólo al
alcance de Tiger Woods, indiscutible número 1 del escalafón a sus
precoces 22 primaveras. Ese ímpetu le llevó al segundo puesto de
aquel torneo gracias a golpes memorables como el maravilloso hierro 6 con la bola reposada entre
las raíces de un árbol del hoyo 16.
Aquel soplo de aire fresco llegado
desde Castellón fue considerado,
por un lado, la herencia de Seve
6
7
Nacho Gervás:
“Sergio era
un talento
excepcional desde
pequeñito, era
superior al resto
de sus rivales”
y Olazábal; por otro, el archirrival
del Tigre. Recién estrenado su número en el circo, García ya tenía
marcada la hoja de ruta. Desterrar
a Tiger; dominar el mundo.
La presión se disparó sin control. Sergio García no tuvo la oportunidad de asumir lo que estaba
haciendo; ni siquiera pudo disfrutar de su momento; ni siquiera pudo elegir su camino. Pronto
pasó a llenar líneas de periódicos
de todo el mundo, completar telediarios con vídeos de su swing
cuando era niño y, a pesar de la
lejanía del submundo de las redes
sociales, alcanzó los confines de
la Tierra por sus méritos deportivos. Una prueba más del poder
mediático, del descontrol de las
emociones de los aficionados, de
la gran empresa económica que
rodea a este deporte y de la capacidad de generar presión y expectativas con las que el ser humano
rara vez puede lidiar. García fue,
en cierto modo, víctima de su excelente golf.
Hoy, 14 años después de
aquella gran historia en el PGA
del Medinah Countr y Club, todo
ha derivado en 23 victorias internacionales, en por tentosas y
memorables par ticipaciones en
Ryder Cup, en grandes ilusiones
y decepciones en majors, en duras y absurdas polémicas con sus
compañeros de profesión, en numerosos y prolíficos contratos publicitarios y en una esperanzadora
carrera a la que aún le queda mucho que decir.
EL PERFECTO
HEREDERO.
Después de
encumbrar el
golf español y
desmitificarlo
Seve
Ballesteros
y José María
Olazábal,
Sergio García
tomó el relevo
con el nuevo
siglo.
Talento puro.
La infancia de Sergio transcurrió
entre un camino de constantes
éxitos. Bajo el cobijo de su padre
en el Club de Campo del Mediterráneo en Castellón, García ganó
todos los campeonatos de España de categoría inferiores, llegó a
cosechar hazañas del estilo de
conquistar en 1996 el campeonato de España Sub-16, Sub-18 y
Sub-21. Fue campeón del mundo
en 1994 (el Topolino), campeón
de Europa en dos ocasiones,
miembro de equipos juveniles españoles y continentales y acumuló
todos los galardones amateur que
se podían poseer (excepto en Estados Unidos, donde no consiguió
alzar el US Amateur). Lideró un
torneo del Circuito Europeo en la
primera ronda con 15 años, ganó
el Open de Cataluña de profesional de 1997 y en 1998 superó los
cor tes de los siete torneos que
disputó en el Circuito Europeo.
Era una figura imparable.
“Sergio era un talento excepcional desde pequeñito. Era tremendamente superior al resto de
sus rivales en su etapa de amateur y en todas sus categorías. En
su día ganó el British Boys (1997)
y el British Amateur (1998) con in-
sultante facilidad”, explica Nacho
Gervás, profesional, Director Técnico Depor tivo de la RFEG y comentarista de Golf+.
Sin embargo, aquella facilidad
para ganar terminó debilitándole.
Mario Fernández Cobo, profesional, que compartió aquella arrolladora infancia de Sergio, apunta
en esa dirección: “Si Sergio jugaba bien, ganaba de 16 golpes. Estaba acostumbrado a verlo y, sobre todo, a hacerlo todo muy fácil.
Tanto que, cuando le apretaban,
Sergio notaba mucho la presión.
Carlos del Moral le ganó dos campeonatos de España cuando éra-
mos infantiles por eso, porque le
puso ner vioso y Sergio no supo
jugar con esa presión”. “Ganaba
por derribo, por aplastamiento,
por inercia y sin necesidad de esforzarse realmente”, explica Gervás, mientras analiza las consecuencias de esa supremacía que
demostró el golfista de Castellón
casi sin solución de continuidad:
“Era tan superior técnicamente
que, de alguna manera, no desarrolló un instinto ganador, combativo y competitivo a la altura de su
categoría”.
Esa asombrosa habilidad para
ganar le acompañó cuando dejó el
CAMBIO DE
CARÁCTER.
Como explica
Fernández
Cobo, García
“dejó de ser
él mismo”
tras ganar
en Medinah
en 1999.
Pasó a estar
perseguido
por cada
rincón.
golf amateur. Su salto al profesionalismo vino envuelto en una sobrenatural aparición en aquel mes
de agosto de 1999 en Medinah,
aunque ya había destacado en
otros torneos. Sin embargo, esa
exhibición en Chicago le esclavizó. Ganó otro torneo en Europa
antes de terminar el año y, de repente, el aura desapareció. Como
dice Fernández Cobo, “en cierto
modo, después de Medinah dejó
de ser él mismo”. García abandonó su personalidad infantil y amable y pasó a ser un personaje perseguido por cada rincón y juzgado
por cada acción.
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Alcanzó cotas
inimaginables:
jet privado,
mansiones,
coches de lujo,
novias famosas...
Ese todo le superó
Ganador internacional.
Ante esos problemas, se refugió en otras ambiciones. Amplió
sus miras y, bandera española en
mano, desembarcó en Estados
Unidos. Jugó bien varios torneos,
pero la mayoría eran exhibiciones. Poderoso reclamo publicitario, García no faltaba a ninguno
de sus compromisos y se olvidó
de competir. Una inversión que, si
bien es desconocida oficialmente,
alcanzaba unas cifras mareantes
para cualquier cabeza.
Enderezó el vuelo en 2001.
Ganó cuatro torneos por todo el
mundo y lo intentó, con poco tino,
SU GRANDE
FAVORITO.
Tras alzar el
vuelo en 2001,
ganó cuatro
torneos
por todo el
mundo y lo
intentó, con
poco tino, en
el US Open y
en el Abierto
Británico, su
predilecto.
en el US Open y el Abierto Británico, su grande favorito. Recuperó el paso poco a poco y en 2002
tuvo, por primera vez, opciones
serias de ganar su primer grande,
lo primero que miran los aficionados en el palmarés de un golfista.
“Justa o no, ésa es la medida. De
hecho, también es cierto que ganar un grande no tiene por qué decir mucho, la medida real es ganar
más de uno. La diferencia entre
esos tres niveles es tremenda”,
comenta Ger vás. Sergio peleó
entonces por los cuatro y tuvo el
US Open al alcance de su mano.
Tiger, siempre Tiger, le amargó el
momento. Por entonces, García
ya tenía tatuado los apodos de ‘El
nuevo Seve’ o ‘El Niño’. La Prensa
le colgó el cartel y el castellonense, le gustase o no, saboreaba todos los perjuicios y beneficios de
su distinguido sobrenombre. La
televisión le quería en prime time,
los medios abarrotaban las salas
de prensa cuando García se enfrentaba a sus preguntas, los organizadores cambiaban horarios
de salida por él y escuchaban y
aprendían de sus críticas, los aficionados admiraban cada una de
sus participaciones. Su caché alcanzó cotas inimaginables. Se co-
deaba con famosos. Jet privado,
mansiones, coches de lujo, novias
famosas que luego le destrozarían
parte de su vida (la tenista Martina Hingis, indiscutible número 1
del mundo por entonces, y la hija
del gran Greg Norman), etc. Lo tenía todo. Y, de alguna forma, ese
todo le superó.
El ‘efecto Harrington’.
Recuperó la ilusión por vencer,
pero no era lo que se esperaba
del gran talento español en años.
Y en 2006, de nuevo, se destruyó. Sin explicación. Simplemente,
dejó de ganar. Segundos, terce-
ros, quintos, etc. Entre cambios
de swing y constantes rotaciones
en el modelo de putt que visitaba
su bolsa, se le olvidó su capacidad para ser el mejor. Hasta que
llegó 2007. O lo que es lo mismo:
el British Open de Carnoustie, conocido como el links más difícil
del mundo. Líder el primer día;
líder el segundo día; líder el tercer día. Exhibición tras exhibición.
Tres golpes de ventaja sobre Steve Stricker, otro casi-ganador-degrande, y seis sobre la jauría de
golfistas entre los que estaba el
irlandés Padraig Harrington. Sergio García tenía el British.
CARNOUSTIE:
2007. Líder
el primer día,
el segundo,
el tercero,
después
se dejó
intimidar por
Harrington
y tras fallar
éste, también
lo hizo él en el
hoyo 18: adiós
al torneo.
Su cabeza, ésa en la que no
creía, falló cuando no debía.
García se dejó agobiar por Harrington, el argentino Andrés Romero y por sí mismo. Históricamente, Sergio García siempre se
pegaba un tiro en el pie alguno de
los cuatro días de un grand slam.
En aquel British, el olor a pólvora
le delató el domingo. El español,
visiblemente nervioso, no encontró su momento. Vivió entre destellos y graves errores. Hasta que
llegó al último hoyo.
Con un golpe de desventaja, Sergio vio desde el 17 como
Harrington insistía en perder el
torneo en el temible hoyo 18 de
Carnoustie, conocido por haberse tragado historias como las
de Johnny Miller en 1975 o Jean
Van de Velde en 1999. Harrington tiró dos veces la bola a la ría
Burn que serpentea alrededor del
hoyo y terminó con un doble bogey. García desaprovechó el regalo, falló el birdie en el 17, hizo
bogey en el 18, tras un putt de
par que tocó el hoyo, y lo fió todo
a un desempate que nunca pudo
ganar. Después, reventó. Maldijo
su suerte, su golf, su capacidad
de ganar, a los rivales, etc. En una
reacción poco profesional, Sergio
perdió los papeles, dejó escapar
una magnífica opor tunidad y se
encontró un nuevo archienemigo
deportivo. Probablemente el peor
de su carrera.
El segundo round de su particular pelea con Harrington llegó en el PGA del año siguiente,
10
En 2013, Sergio
García, tras 61
intentos, tiene
el dudoso honor
de ser el mejor
jugador del mundo
sin un grande
en 2008. El irlandés ya sabía lo
que era ganar. Después del British de 2007, ganó la edición del
Open del año siguiente en Royal
Birkdale y se plantó en Oakland
Hills para jugar el PGA Championship. En la última jornada, García y
Harrington partían en tercera posición a tres golpes del americano Ben Cur tis y tenían al sueco
Henrik Stenson de por medio.
Con permiso de Curtis, el torneo
rápidamente pasó a jugarse entre
el español y el irlandés, que compartían salida. A cuatro hoyos del
final, García contaba con un golpe de ventaja. Una hora después,
Sergio había desperdiciado dos
birdies claros y había completado
la tarjeta con dos bogeys.
Harrington, un por tento mental, terminó esos cuatro hoyos
con un birdie y dos pares apoteósicos, prácticamente imposibles para cualquier otro humano.
Nuevamente, el irlandés sacó del
combate a García; sin embargo, el
español reaccionó de forma diferente, alabando a su rival e insistiendo en su capacidad para ganar un grande: “Creo que en mi
vida he jugado lo suficientemente
bien como para haber ganado al
menos un par de grandes. Es paciencia, una cuestión de tiempo”.
Una oportuna lección de madurez
de un golfista criticado precisamente por demostrar a menudo
lo contrario.
Tres meses antes, en mayo,
García había ganado el The Pla-
11
DEL GOLF AL
FÚTBOL. En
2010, Sergio
decidió dejar
el golf y se
dedicó a una
nueva faceta:
presidentejugador
del Borriol,
de Tercera
División
(imagen
inferior).
yers, también llamado el quinto
major. A pesar de su innegable
grandeza, el The Players no forma parte de ese reducido elenco
que representa el Grand Slam y
tampoco actúa como tal contra la
presión del que lo gana. “Probablemente, haber ganado en Carnoustie u Oakland Hills le habría
dado un impulso inicial para haber
cazado en la actualidad un par de
grandes. Relativamente, ganarlos
se hace más sencillo. No tienes
una carga constante, ese rótulo que dice cuantos torneos han
pasado sin que ganes un major”,
comenta Ger vás. En el caso de
García, en 2013 la cifra alcanzó
los 61 intentos sin mayor premio
que el dudoso honor de Mejor jugador del mundo sin un grande,
galardón que podría compar tir
con Steve Stricker o Lee Westwood. Una etiqueta que le persigue cada día y cada noche y que
los aficionados no dejan de recordarle, un defecto conocido como
mala educación y falta de respeto
bastante extendido entre los seguidores.
Rendición y redención.
A finales de 2008, tras ganar su
torneo en Castellón (el Castelló
Masters, del que era promotor),
repetir victoria en China y realizar
unos grandísimos playoffs de la
FedEx Cup del PGA Tour, en la que
terminó segundo, Sergio García
alcanzó el número dos del mundo y contaba con una inigualable
SIEMPRE
DETRÁS. El
talento de
Sergio García
es indubitado,
a pesar de sus
altibajos, pero
se ha topado
con Tiger
Woods, que, a
diferencia de
él, ha ganado
muchos
grandes: 14.
12
oportunidad para ser el mejor jugador de la Tierra dado que Tiger
estaba lesionado y no tenía fecha prevista de vuelta. España,
a quien Sergio siempre ha representado con orgullo, pasión y dedicación, volvía a la élite del golf.
“Esto jamás se le ha reconocido.
Siempre ha sido un embajador español por todo el mundo y sin pedir nada a cambio”, recuerda Fernández Cobo.
Después de aquello, García enfiló el enésimo desplome. Arrastró
por los campos una actitud muy
alejada de su calidad, pasando sin
pena ni gloria por los torneos de
todo el mundo. A un nefasto 2009
le siguió un no mejor año 2010. Y
García explotó. Tras el British de
2010 jugado en el Old Course de
St. Andrews (Escocia), el castellonense tiró la toalla. “Soy exigente
conmigo mismo porque sé de lo
que soy capaz. Pegaré hasta que
no aguante más, hasta que el
cuerpo me diga ‘Ya basta’. Entonces, llegará el momento en que
estallaré. No es algo de hace dos
meses, es de hace tiempo y no
sé cuándo va a cambiar”, expresó
el español entonces, totalmente
abatido y descompuesto. Se sentía solo. El juego de su vida se había vuelto cruel y García perdió las
ganas. Se rindió.
Menos de un mes después, el
13 de agosto de 2010, García dejaba temporalmente el golf tras fallar el corte en el PGA Championship del terrible Whistling Straits,
renunciaba indirectamente a la
Ryder Cup de ese mismo año y se
centraba en ser presidente-futbolista en el Borriol, equipo de Tercera División. “No me divierto. Necesito alejarme del juego”, zanjó
rápidamente García, al que no era
difícil ver sufrir cuando jugaba. Y
no se dejó ver por un campo de
golf en varios meses.
Ryder Cup: un refugio.
Durante esos meses, García solamente hizo una excepción con
el golf cuando se convirtió en vicecapitán europeo de la Ryder
Cup a las órdenes de Colin Montgomerie. Aquel sencillo gesto del
13
En 2009, Sergio
García enfiló su
enésimo desplome
y en agosto de
2010 decidió dejar
temporalmente
el golf
escocés tocó la fibra de García.
Consciente de la agonía del español, ‘Monty’ aguantó pacientemente a que el golfista de Castellón decidiese si se veía capaz
de defenderle en el campo. No
quería privarle de jugar el torneo
que más disfruta Sergio. Agradecido, Sergio rechazó la plaza ante
su ínfimo nivel, pero insistió en
ayudar. El norirlandés Ror y McIlroy le profesó su admiración, los
demás jugadores vieron el valor
del paso dado y le arroparon. Sergio recuperó la ilusión por el juego en Celtic Manor, viendo como
Graeme McDowell recuperaba la
Ryder para Europa. Y volvió a entrenarse.
La Ryder siempre ha sido un
bálsamo para García. Severiano
Ballesteros enseñó al mundo a
apreciar un torneo que había perdido su encanto. El cántabro de-
mostró que aquel torneo era especial y siempre guardó lo mejor
de sí mismo para entonces. Incluso fallecido, fue una inspiración
para los jugadores europeos. Sergio García recogió esos valores y
los ha paseado con orgullo desde que en 1999 debutase como
profesional. Desde entonces, ha
formado parejas infranqueables
con Luke Donald y José María
Olazábal entre otros y su balance de victorias en dobles alcanza
unas cifras realmente impresionantes (14 victorias, 4 derrotas
y 2 empates). “Se crece cuando
juega por equipos. Demuestra
que sabe competir. Sabe explotar el compañerismo porque no
se siente solo”, explica Fernández Cobo.
También saca lo mejor de Sergio cuando la oscuridad acecha.
En agosto de 2012, en el Wynd-
UN BUEN
PARÉNTESIS.
A pesar de
dejar el golf,
Sergio García
fue reclamado
por Colin
Montgomerie
para ser
vicecapitán
en la Ryder
Cup. Aquello
le tocó la fibra
y volvió.
ham Championship, García se la
jugaba a una carta para hacerse
con un puesto en el equipo europeo. Ganó el torneo y se clasificó. Un mes después, en otra exhibición de tenacidad, aguantó el
empuje de Jim Furyk en los individuales del domingo en Medinah
y cosechó un punto crucial para
el milagro final de Europa. Sergio
había vuelto.
La expectativa.
Después de dejar el golf en 2010,
García regresó casi entrado el segundo mes del año de 2011, en el
Volvo Championship de Bahrein.
Había descansado, reflexionado
y recuperado la ilusión en casa,
donde hoy tanto le necesitan
ante la posible quiebra del Club
de Campo del Mediterráneo. “Todos hemos pasado algún bache.
De repente te ves perdido y de-
14
15
García queda
entre los tres
primeros casi
el 25% en los
torneos que juega
y apenas falla el
15% de los cortes
bes tratar de encontrar tu lugar,
ser tú mismo otra vez. Necesitaba encontrarme a mí mismo y, a
partir de ahí, trabajar y tratar de
mejorar el juego. Se debe seguir
un proceso, lo que no quiere decir que sea fácil, pero ahora me
siento con más ganas y eso es
positivo”, añadió en una rueda de
prensa. Se le notaba más maduro, menos frustrado. El niño parecía hacerse, por fin, mayor.
Espíritu competitivo.
Su golf ha dejado magníficas tardes y momentos para olvidar. De
momento, aquel 2011, García
descubrió que para jugar los grandes había que sufrir en las previas. Disputó las del US Open en
Memphis y terminó entrando tras
un playoff contra seis golfistas
desconocidos que peleaban por el
honor de jugar el Abierto de Estados Unidos y dejar a Sergio García
en el camino. El español terminó
la semana séptimo, con un gran
juego pero lejos de la exhibición
de McIlroy, que por entonces demostraba de qué estaba hecho.
El norirlandés, que nunca ha
escondido su idolatría por García,
le enseñó que la alegría en el
campo era un arma tremendamente eficaz si la presión acuciaba. “Ése era Sergio García. Alegre, pendiente de todo el mundo,
agradable, hablador, etc. En el
PGA de 1999, iba hablando con
Tiger como si nada y cuando terminaron el torneo, le dio un abrazo impresionante. Ése era Sergio García”, concluye Fernández
Cobo. García arrasó en los últimos torneos del año, en Castellón y Valderrama, con una sonrisa
en la boca.
Aprendida la lección, García
echó a andar otra vez. Maldijo su
suerte en repetidas ocasiones y
explotó contra sí mismo tras desperdiciar unas maravillosas oportunidades de ganar el British de
2011 y el Masters de Augusta de
2012. Entonces fue la tercera jornada. Una fue por el frío; otra, por
la lluvia. En ambas, echó mano
del mismo fusil de siempre para
destrozarse el pie y volatilizar sus
opciones. “No soy capaz de ganar un grande”, dijo en caliente
en Augusta. La idea se difuminó
rápidamente y el español volvió a
disputar grandes con opciones en
2013, en concreto el Masters de
Augusta.
“Sergio ha tenido una gran carrera profesional, con muchas opciones de ganar en todo el mundo. Acumula 23 torneos por todo
el planeta, un The Players, opciones constantes en la FedEx Cup y
en la Race to Dubai, etc. Su currículum es muy espectacular si se
miran las opciones que ha tenido
de ganar un gran torneo [20 veces en el top ten] y, de hecho, no
se ha perdido una gran cita desde
hace años”, añade Gervás.
Su clase es indiscutible. Estadísticamente, García queda entre
AÚN SE LE
ESPERA. A
pesar de
que su vida
deportiva
es como la
foto, con
claroscuros,
tiene unas
condiciones
excelsas para
ganar un
grande, que
se le resiste.
Gervás
y Quirós
coinciden:
puede ganar
seis majors.
los tres primeros casi el 25% de
las veces que juega un torneo y
apenas falla el 15% de los cortes que disputa. Sus ganancias
en premios se asoman a los 50
millones de euros y sus contratos
publicitarios prácticamente refuerzan cada céntimo que gana en el
campo de golf. Disfruta del golf
y, lejos de polémicas con aficionados maleducados y absurdos
comentarios inadecuados del español contra sus propios compañeros, el golf disfruta con él. Sólo
le falta una cosa: ganar un grande. Álvaro Quirós lo dijo en su día:
“Puede ganar 5 ó 6”. Nacho Gervás secunda la opinión: “Tiene
juego de sobra para ganar 6 grandes”. Demasiadas coincidencias.
La fórmula cuando era pequeño
era la alegría. Ahora que ya no es
un niño, la idea de la felicidad sigue siendo buena. Tiempo tiene
de sobra. Ilusión y juego, también.
España y el golf le esperan. Es el
momento de Sergio García.
16
AMOR ETERNO
En un fútbol tan volátil, es poco
frecuente encontrar jugadores
que se mantengan fieles a
unos colores durante toda
su carrera. Unos futbolistas
que permanecen en sus
clubes, rechazando otras
ofertas más suculentas y
desechando la posibilidad
de ganar grandes torneos
con equipos más potentes.
A una lista que integran
ídolos ya retirados como
Iribar, Sanchís, Fran o
Arconada, podrían unirse en
el futuro mitos como Casillas,
Xavi, Iniesta o Xabi Prieto.
POR UN CLUB
17
CULMINACIÓN.
Sanchís levanta la
Copa de Europa,
logrando el título que
faltaba en su vitrina.
18
19
RAFAEL ESCOBAR /
A
mor eterno por un club.
Fidelidad por unos colores. Sólo unos pocos jugadores
pueden presumir de haber jugado durante toda su carrera en un
solo club. En un fútbol tan volátil, con tantos intereses económicos, es poco frecuente encontrar
actualmente ejemplos de jugadores que sólo hayan vestido una
camiseta a lo largo de sus vidas
futbolísticas.
Sin embargo, si echamos la
vista atrás, hallamos un fútbol
más auténtico, más puro, con
más amor por el club de toda su
vida. El sueño de muchos siempre fue vestir la camiseta que
mamaron desde pequeñitos, que
en contraste con lo que sucede
ahora, los jugadores abandonan
el club para jugar por objetivos
más importantes o forzados por
su propio club, que necesita dinero para cuadrar sus balances
anuales.
Si buscamos en la hemeroteca, encontramos varios ejemplos de jugadores en España que
sólo vistieron la camiseta de un
equipo.
IRIBAR
Uno de los por teros más importantes de la historia del Athletic
y del fútbol español. Permaneció
en el Athletic durante 18 temporadas, en las que jugó un total de
Iribar, con 614 encuentros
disputados, es el jugador del
Athletic que más partidos ha
disputado en toda su historia.
HISTORIA.
Iribar es un
mito del
Athletic, un
portero que
sólo conoció
en su carrera
la portería del
ya viejo San
Mamés.
LEAL. Julen
Guerrero
descartó
ofertas
estratosféricas
de otros
conjuntos,
probando su
fidelidad al
Athletic.
614 partidos con la zamarra bilbaína, siendo el jugador que más
encuentros ha jugado con el Athletic en toda su historia. Conquistó
dos Copas del Generalísimo con el
club de su vida, pero su logro más
importante llegó con la Selección
española, con la que conquistó la
Eurocopa de 1964, en cuya final,
disputada en el Santiago Bernabéu, Iribar fue titular. Vistió la camiseta nacional en 49 ocasiones
y también jugó el Mundial de Inglaterra de 1966 y la Eurocopa de
1968. Se retiró en 1980 y su corta carrera de entrenador la desarrolló en el Athletic, donde llegó a
entrenar al primer equipo durante
una temporada. Una carrera por y
para el Athletic.
GUERRERO
El Athletic es la mejor factoría
para jugadores de este tipo y Julen Guerrero es otra muestra representativa de este tipo de futbolistas. Coqueteó con otros clubes,
algunos incluso le ofrecieron contratos multimillonarios, pero nunca llegó a abandonar la disciplina
vasca, convencido de que su sitio estaba en el Athletic. Emergió
de las categorías inferiores y disputó 430 partidos repartidos en
14 temporadas, en la que anotó
101 goles. Fue internacional 41
partidos, en los que le dio tiempo a jugar dos Mundiales (los de
EE.UU y Francia) y una Eurocopa
(la de Inglaterra). Fue el ídolo de
San Mamés, el ojo derecho de la
afición. Su final en el Athletic no
fue el mejor epílogo para un jugador que maravilló en sus primeros
años en La Catedral. Sus últimos
años fueron una cuesta abajo sin
frenos, pero siempre se recordará
al Guerrero que desechó un cheque en blanco del Real Madrid.
20
21
SANCHÍS
Miembro de la conocida Quinta
del Buitre, Sanchís inició y finalizó
su carrera en el Real Madrid. A diferencia de Míchel o Butragueño,
que acabaron jugando en México,
Sanchís se retiró vistiendo la camiseta blanca. Jugó 708 encuentros, el segundo que más partidos
ha disputado, sólo por detrás de
Raúl y acechado por Iker Casillas.
Su historial de títulos es demoledor: ocho Ligas, dos Copas de Europa, dos Copas de la UEFA, dos
Copas del Rey, cinco Supercopas,
una Intercontinental y una Copa
de la Liga. Un currículum excelso
para un defensa que fue también
48 veces internacional con la Selección, con la que jugó la Eurocopa de 1988 y el Mundial de Italia
en 1990.
LEYENDA.
Arconada
siempre fue
el ídolo de
la hinchada
donostiarra.
Sus paradas
valieron para
que la Real
Sociedad
lograra varios
títulos.
ARCONADA
El mítico por tero de la Real Sociedad fue también un hombre de
un solo club. 15 temporadas en
el equipo donostiarra, para un total de 551 partidos oficiales con
la camiseta de la Real. El cuarto
jugador con más encuentros en
toda la historia del conjunto vasco. También jugó 68 choques con
la Selección española, de la que
fue su portero titular desde 1977
hasta 1989, tiempo en el que
jugó dos Mundiales y dos Eurocopas. Arconada formó parte de la
mítica Real Sociedad de las dos
Arconada contribuyó a que la
Real viviera el momento más
dorado de su historia con la
consecución de dos ligas
COLECCIÓN.
Sanchís posa
con todos los
trofeos que
conquistó a
lo largo de
su carrera,
todos ellos
conseguidos
con el Madrid.
Ligas consecutivas (la de 1981 y
1982) y también alzó la Copa del
Rey de 1987 por penaltis al Atlético de Madrid. Con él en la portería, la afición vasca estaba tranquila. “No pasa nada, tenemos a
Arconada”, decían. Otro jugador
que amó a un solo club.
FRAN
Un símbolo del Deportivo que vivió la época dorada del SuperDepor. La unión de Fran y el Deportivo fue total. Sufrió en Segunda
con el club de su alma y saboreó
el éxito conquistando una Liga,
dos Copas del Rey, incluida la del
Centenariazo al Real Madrid, y jugando la Champions, donde llegó a alcanzar las semifinales en
2004. En total, fueron 435 partidos vistiendo la camiseta deportivista repartidos en 14 temporadas, el jugador que más veces ha
jugado con el Depor. Su mayor logro con la Selección fue ir convocado a la Eurocopa de Holanda y
Bélgica de 2000, que fue la culminación a un año pletórico que se
inició con la Liga ganada en Riazor. Sin duda, uno de los jugado-
res más importantes de la historia del Deportivo.
Más casos.
Éstos son los futbolistas españoles más representativos que sólo
vistieron una camiseta. La lista es
Fran saboreó el éxito y el
fracaso. Jugó en Segunda,
pero llegó a las semifinales de
la Champions con el Deportivo.
22
23
ETERNOS. Juanma López y Francisco Camarasa, en el Atlético de Madrid
y el Valencia, respectivamente, son otros dos ejemplos de jugadores que se
mantuvieron fieles a unos colores durante toda su etapa como jugadores.
más grande. También la integran
Juanma López, que únicamente jugó en el Atlético de Madrid;
Camarasa, en el Valencia; Cuartero, en el Zaragoza, Chichi Soler, en el Mallorca; Ablanedo en el
Sporting, o Ureña en el Betis. Por
equipos, Real Sociedad y Athletic
son los que más jugadores poseen en esta categoría de futbolistas fieles a unos colores. A los
ya mencionados Arconada, Iribar
o Guerrero, se unen en la Real
Satrústegui, Aranburu o Górriz y
en el Athletic, el ahora presidente Urrutia, Txetxu Rojo, Gaínza o
Larrazábal.
En el fútbol extranjero también encontramos casos de ‘one
club man’, como lo llaman en Inglaterra. Franco Baresi y Maldini
sólo vistieron la camiseta del Milán durante toda su carrera. Tony
Adams fue fiel al Arsenal toda su
vida; Paul Scholes acaba de cerrar una carrera dedicada al Manchester United y su excompañero
Gary Neville también se mantuvo
con la zamarra del ManU durante
toda su trayectoria.
La lista podría aumentar en los
próximos años. Son casos contados, pero míticos y representativos. A los eternos Iribar, Arconada o Sanchís, en el futuro pueden
unirse Xavi, Iniesta, Messi, Iraola,
Xabi Prieto, Casillas, Giggs, Totti,
De Rossi, Carragher o Gerrard,
que se han mantenido fieles a sus
colores. No es extraño que estos
jugadores sean los ídolos de sus
aficiones. Su fidelidad está más
que demostrada. Amor eterno.
Maldini, Baresi, Scholes, Gary
Neville y Adams son los ejemplos
más ilustres de jugadores que
sólo jugaron en un club
ÚNICA. Fran
sostiene la
camiseta del
Deportivo,
la única
zamarra
propia
que puede
guardar en
su colección
personal,
amén de la
Selección.
ÚNICO. Paolo
Maldini es
el caso más
representativo
de ‘one club
man’ en
el fútbol
italiano. Un
mito para
los tifosi del
Milan.
EJEMPLO. Scholes celebra un
gol con su único equipo en su
carrera: el Manchester United.
24
25
Podía haber sido atleta, como su madre y
su amigo Bubka, pero el fútbol le atrapó,
ayudado por ‘El Zorro’ Lobanovskyi. Balón
de Oro en 1975, fue una gran estrella
mundial y el mejor jugador de la URSS.
BLOKHIN
LA GRAN JOYA
DEL FÚTBOL
SOVIÉTICO
FELIPE PAMPLONA /
L
a extinta Unión Soviética
tenía 15 repúblicas, todas
unificadas en una dictadura comunista que se prolongó durante 74 años, en las que el deporte
tenía como principales características el rigor y la disciplina, desarrolladas en las selecciones que
representaron a la hoz y el martillo sobre la bandera roja tanto
en Juegos Olímpicos como en los
Campeonatos Mundiales de Fútbol. En Ucrania, la decimocuarta
república soviética, sobresalía el
Dinamo de Kiev, un conjunto que
sorprendió durante las décadas
de los 70 y de los 80 como uno
de los principales símbolos del
ACERTADA
DECISIÓN POR
EL FÚTBOL.
Oleg Blokhin
vivió el
atletismo
desde
pequeño,
toda vez que
su madre
Yekaterina
Adamenko
fue velocista,
pero el balón
le enganchó.
26
27
Telón de Acero. El estilo de juego de este equipo se desarrollaba gracias a una alta velocidad en
el movimiento del balón y proporcionó la aparición de uno de los
mayores valores del fútbol en el
Este europeo: Oleg Blokhin. Nacido en la capital ucraniana el 5 de
noviembre de 1952 e hijo de una
famosa velocista, Yekaterina Adamenko, eligió seguir su propio camino, que no era el deseado por
sus padres. “Ellos aspiraban a
que fuera atleta”, explicaría posteriormente. Sin embargo, la cantera del Dinamo y, sobre todo, la
determinación de Valeriy ‘El Zorro’
Lobanovskyi tuvieron un mayor poder de seducción sobre el joven,
cuyo potencial podría haber ayudado a pasar a la historia al atletismo ucraniano, entonces soviético,
junto con su compatriota y amigo
Sergei Bubka, el eterno vencedor
en saltos con pértiga.
Una gran estrella.
La trayectoria de ’La flecha de
Kiev’ no iba a seguir la ruta de
las grandes figuras del momento:
no jugaría en ningún gran club europeo. Tal aspecto no puede ser
menospreciado, ya que en 1975
contaba con 23 años de edad y
su juego ya era reconocido a nivel continental. Fruto de ese estilo marcado en el frío ucraniano
obtendría su gran recompensa: el
30 de diciembre de 1975, fue proclamado Balón de Oro por la revista ‘France Football’. Obtuvo 122
puntos, superando en la votación
a estrellas consagradas como
Franz Beckenbauer (segundo, con
42, al que le sacó una diferencia
de 80 puntos) y Johan Cruyff (tercero, con 27, y su gran espejo).
Fue el primer jugador que superó
la barrera de los 120 puntos en
la votación final. Un total de 20
periodistas le otorgaron su total
En la votación del Balón de
Oro fue el primero en superar
los 120 puntos: 20 periodistas
le dieron el máximo, 5 puntos
BALÓN DE
ORO. Con
sólo 23 años,
Blokhin fue
proclamado,
en 1975,
Balón de
Oro por la
revista ‘France
‘Football,
superando en
la votación a
Beckenbauer
y Cruyff.
UNA GRAN
ESTRELLA.
Oleg Blokhin
se convirtió
en un ídolo
en la Unión
Soviética:
triunfó en
el Dinamo
de Kiev, de
la mano de
Lobanovskyi,
y en la
selección.
MODELO
CRUYFF.
Ver jugar
a Blokhin
recordaba
mucho el
estilo del
holandés:
fintas, regates
inverosímiles,
su velocidad...
Una pesadilla
para los
defensas.
confianza (es decir los 5 puntos
que le podían otorgar al primer jugador que eligiesen), algo sorprendente para un futbolista del Este
europeo. Precisamente, Blokhin
tenía como modelo imitar los regates, fintas, amagos y goles del
as holandés. Eso sumado a su
punta de velocidad le confirió la
gran ventaja de ser un excelso extremo izquierdo, que Lobanovskyi
pulió hasta ser considerado uno
de los grandes diamantes en bruto del panorama europeo.
El escenario político que le
tocó vivir siempre le acompañó
y le impidió dar vuelos más lejanos en su trayectoria depor tiva.
Por dos veces tuvo la posibilidad
de haber fichado por el Real Madrid. En 1978, tras el Mundial de
Argentina, el conjunto madridista se puso manos a la obra con
la intención de hacerse con sus
servicios. Sin embargo, en octubre de ese mismo año se publicó
un reportaje en una edición de la
revista Cambio 16 donde se relacionaba a Ramón Mendoza, entonces directivo madridista, con la
KGB soviética. Mendoza presentó
su dimisión y como consecuencia
se enfrió el presunto interés del
club merengue en contar con sus
cualidades.
Sin embargo, tres años más
tarde, se produjo una nueva tentativa por par te de la directiva
blanca en acoger al jugador más
brillante de aquella espléndida
generación rusa. Ramón Mendoza par ticipó otra vez más como
conductor de la negociación. Dos
reuniones –una en Madrid y otra
en Moscú– y una condición suficientemente decisiva para frustrar tanto el sueño de Mendoza
como del presidente del club en
aquellos tiempos, Luis de Carlos,
en contemplar la rapidez del ucraniano desfilando por el césped
Fue uno de los jugadores más
codiciados de Europa: dos
veces estuvo a punto de fichar
por el Real Madrid, 1978 y 81
28
29
MUCHOS
TÍTULOS. No
sólo con el
Dinamo de
Kiev, con el
que marcó
una época
gloriosa,
sino a nivel
individual,
sobre todo en
la URSS, pero
también a
nivel europeo.
del estadio Santiago Bernabéu:
fue ascendido a coronel del Ejército soviético por parte del gobierno del Kremlin. Al fin y al cabo era
otorgarle una compensación financiera debido al bajo sueldo que recibía como jugador. En el fondo,
era la manera más sutil de mantenerle bajo el dominio del gobierno
soviético y, de paso, fortalecer el
discurso moscovita ante la común
ciudadanía.
Pero no fue únicamente objeto de deseo del equipo madrileño. También la directiva del Bayern de Múnich se posicionó con
más realismo ante la posibilidad
en ficharle. “Pagaríamos un millón
de marcos en metálico sin dudar,
pero él jamás saldrá de URSS”,
El Kremlin le nombró coronel
del ejército soviético y así se
aseguró que ‘La flecha de Kiev’
se quedaría en la URSS
explicaría bajo este triste lamento un directivo alemán.
Blokhin era la gran figura de la
URSS. Marcó una tendencia de
juego, como afirmó después del
Mundial de España 1982: “Todo
se debe a la velocidad. El fútbol
de hoy es rápido y esto quiere decir que hay que ser veloz. En los
entrenamientos y en los partidos
siempre procuro hacer las combinaciones técnicas con la máxima
celeridad. Siempre existe una ocasión de meter un gol y lo importante es no desperdiciar esa oportunidad”. Blokhin marcó el segundo
gol del partido del triunfo soviético sobre Nueva Zelanda (3-0), de
la primera fase del Mundial en España, en La Rosaleda. Corría el
minuto 48 y Blokhin aprovechó un
fallo de la defensa neozelandesa
y el hueco dejado por el portero
Van Hattum para rematar libre de
marca desde el área pequeña.
En México, cuatro años más
tarde, el dorsal nº 11 de la URSS
jugaba su segunda y última participación en Mundiales. Hizo tam-
bién el último gol. El conjunto canadiense, que hacía su primera
par ticipación en mundiales (Canadá debutó perdiendo todos sus
par tidos y no marcando un gol)
sería la última víctima de ‘La flecha’ ucraniana. Se trató del partido que cerraba la primera fase del
Grupo C, que contó además con
las selecciones de Francia y Hungría. Durante la segunda parte, el
marcador del estadio Sergio León
Chávez, en Irapuato, anunciaba el
minuto 58 y el fin de la monotonía
sin goles. Cansados por desperdiciar oportunidades y por el fuerte
calor que hacía sobre el césped,
los soviéticos buscaron superar
las adversidades con una postura
aún más agresiva que acabó con
el resultado del gol de Blokhin,
que aprovechó con mucho oportunismo, tras una bella jugada
ejecutada por el centrocampista
Henadiy Lytvochenko por la banda derecha. La clasificación a la
siguiente fase del mundial mexicano y el primer puesto del grupo
era sólo una cuestión de tiempo.
Dieciséis minutos más tarde, Zavarov consagró el paso soviético a
los octavos colocando una vaselina a la portería defendida por Lettieri. Fue desde el banquillo donde Blokhin vio el triplete marcado
por el delantero Igor Belanov, su
compañero de ataque en el Dinamo de Kiev, y también la eliminación ante Bélgica en la prórroga
por 4-3.
Su capacidad en correr los 100
metros en apenas 11 segundos
era la misma en expresar sus inquietudes. Daba declaraciones
con la precisión de una saeta que
realizaba en el frente del ataque
desde su propia zona defensiva.
Cuando la par ticipación rusa en
el Mundial español sucumbió ante
la fuerza dinámica de la igualmente comunista Polonia –empate entre ambas selecciones (0-0) en el
Camp Nou–, clasificándose los
polacos por diferencia de goles
–estos habían vencido a Bélgica (3-0), mientras que los rusos
sólo lo hicieron por un exiguo (10)–, el seleccionador, Konstantin
Beskov, no tuvo dudas en rechazar su temperamento e intentó
19 TÍTULOS
COLECTIVOS.
Blokhin
no sólo
conquistó en
la URSS ocho
ligas, cinco
copas, tres
supercopas,
sino también
dos recopas de
Europa y una
supercopa:
todos con el
Dinamo.
30
explicar la frustración causada por
su principal futbolista. “Blokhin se
dedicó a protestar y a hablar, y se
olvidó de jugar al fútbol”. Esa frase de Beskov explica, y hasta un
cierto punto justifica, el carácter
polifacético que Blokhin adquirió a
lo largo de su trayectoria deportiva: protestó, se quejó, habló y, en
la mayor parte de las ocasiones,
no se olvidó de ejercer su función
de capitán, de peso pesado, en
todos sus equipos. Pero su popularidad no decrecía. Es más, aumentó tras casarse con Irina Deriuguina, la única gimnasta rítmica
soviética que logró cuatro títulos
mundiales en 1977 y 1979. Ese
bagaje, sumado a una titulación
en la Escuela de Cultura Física de
Kiev, le permitió ingresar como entrenador tras retirarse de los terrenos de juego en 1990.
Su estantería personal se rellenó con un palmarés de tronío:
8 ligas de Primera División de la
URSS, 5 Copas (torneo similar a
la Copa del Rey) y 3 Supercopas
soviéticas. 2 Recopas de Europa.
En 1975, contra el Ferencvaros de
Hungría, en Basilea, Blokhin sentenció el partido en el minuto 67
con el tercer gol; y en 1986, en
Lyon, en el Estadio Gerland, donde juega el Olympique de Lyon, logró su segunda Recopa de Europa
contra el Atlético de Madrid (3-0):
Blokhin hizo el segundo tanto de
la victoria. La construcción de la
jugada empezó desde la banda izquierda hasta llegar a la banda
derecha, donde Blokhin despegó en diagonal para rematar en la
salida del portero argentino Ubaldo Fillol. Fue un cambio de balón
tan eficiente y bien ejecutado por
la línea ofensiva del Dinamo que
la afición colchonera les aplaudió
en pie desde la grada en el minuto 85. También consiguió con el
Dinamo una Supercopa europea:
Blokhin fue el artífice de las
Recopas del Dinamo ante
el Basilea y el Atlético y la
Supercopa ante el Bayern
31
EN DOS
MUNDIALES.
Blokhin
participó con
la URSS en
el Mundial
de España de
1982 donde su
selección cayó
ante Polonia
y en el México
1986 donde el
verdugo fue
Bélgica.
en 1975, contra el Bayern de Múnich. Blokhin marcó los tres goles que dieron el título al conjunto ucraniano (2-0 en el partido de
ida, en el Olímpico de Kiev, y 0-1
en el de vuelta, disputado en el
Olímpico bávaro donde, tres años
antes, conquistaba su primera
medalla olímpica, de bronce). En
aquella ocasión, Blokhin hizo un
hat-trick en el último partido de la
primera fase, contra México, y la
selección soviética venció por 4-1
y terminó como líder de su grupo.
Marcaría tres goles más en el torneo olímpico de verano de 1972:
en la segunda fase de grupos dejó
su sello en las porterías de Polonia (sin embargo, la URSS perdió
por 1-2 y le desplazó de la lucha
por la medalla de oro), en la goleada por 4-0 contra Dinamarca y
estrenó el marcador del par tido
que terminó en empate (2-2) ante
Alemania Oriental. Ambas selecciones compar tieron medallas.
En el torneo siguiente, en Montreal 1976, estaba Blokhin una vez
más entre los 17 seleccionados
para la disputa por la gloria olímpica. Marcó un gol en todo torneo,
en la victoria rusa por 3-0 ante la
igualmente comunista Corea del
Nor te. La URSS se colgó la medalla de bronce tras ganar a Brasil por 2-0, en el encuentro por el
tercer y cuarto puesto.
Tras retirarse.
Los años vividos bajo el régimen
comunista y la locuacidad forman
parte de la voracidad del animal
político que se despertó dentro de
su faceta social. En 2002 fue elegido diputado para el Parlamento
por el Par tido Social Demócrata
Unido de Ucrania. La renuncia al
sueldo de parlamentario para poder entrenar al conjunto de Ucrania quizá ha sido la principal hazaña política del eterno símbolo de
la selección de fútbol y del Partido
Comunista soviético.
Quedaba un año para el Mundial de Alemania 2006 y la Federación Ucraniana de Fútbol se convenció de que sus 16 años como
delantero estrella de la selección
AL FRENTE DE
LA UCRANIA.
La federación
de su país
vio en él a
la persona
perfecta para
llevar a la
selección
ucraniana
al Mundial
de Alemania
de 2006: lo
consiguió.
soviética y los 13 años como entrenador en Grecia componían el
currículo ideal para intentar clasificar a Ucrania por primera vez para
el máximo acontecimiento del fútbol. En su paso por tierras griegas
logró dos títulos con el Olympiacos: una Copa y una Supercopa
en 1992 antes de regresar a su
país de origen para consolidar en
su carrera en los banquillos las
glorias que le hicieron sobresalir
como jugador.
Gran amante de la velocidad en
sus tiempos como delantero, Blokhin asumía igual velocidad para
superar retos. Tras un comienzo
arrasador (cinco victorias y dos
empates en los siete primeros
partidos), un accidente de coche
y la incertidumbre sobre el futuro
como entrenador de Ucrania, llevó
a la selección de su país por la primera vez a una fase final de Mundial. Pero apenas unos meses
antes del campeonato se vio salpicado por un turbio asunto: fue
acusado de ser racista. El motivo
fueron unas polémicas declaraciones en las que afirmaba preferir
jóvenes jugadores ucranianos a
jugadores extranjeros, y mucho
menos africanos: “Cuantos más
ucranianos jueguen en la liga local, más ejemplos habrá para las
jóvenes generaciones. Que aprendan de Shevchenko o de Blokhin
y no de un Zumba-Bumba al que
encontraron en un árbol, le dieron
dos bananas y ahora juega en la
liga ucraniana”. Estas declaraciones fueron muy criticadas en la
prensa depor tiva occidental por
su racismo implícito. Con esa etiqueta llegó al Mundial de Alemania. Su primer partido fue crítico.
Debutó ante España, que goleó
(4-0). Empezar así la participación
en un Mundial no podría haber
sido más doloroso para el pueblo
ucraniano. Y para su seleccionador. Prometió que harían más de
lo que habían realizado ante ‘La
Roja’. Era lo que se esperaba, ya
que el siguiente adversario, Arabia Saudí, era más asequible. La
goleada ante la selección saudí
dio un giro radical en cuestión de
días. Blokhin, gallardo, no dejó pasar la oportunidad y subrayó el de-
32
ber cumplido: “Prometí lucha y lo
han hecho”.
Cerró la primera fase midiéndose a Túnez. Era la oportunidad
de hacer historia una vez más
–clasificarse para los octavos
de final en su primera y enriquecedora participación–. El partido
rompió los pronósticos de una
victoria tranquila de Ucrania. Un
penalti señalado en el minuto 70
y convertido por Schevchenko garantizó a la tercera generación del
Dinamo Kiev el pase de la selección ucraniana a los octavos de
final. También consagró más aún
a la estrella de la primera constelación: Oleg Blokhin, aunque esta
vez desde el banquillo.
Su rival en los octavos de final fue Suiza. Blokhin preparó
su equipo basándose en el contragolpe, pero el partido concluyó
sin goles, dando paso a una prórroga en la que el marcador tampoco se movió. La suerte estaba
echada. El pase a los cuartos de
final se dirimiría desde el punto de
penalti. Schevchenko vio cómo su
penalti era detenido por Zuberbuhler; dos paradas de Shovkosky a
tiros de Streller y Cabanas más el
balón al larguero de Barnetta dan
Al frente de Ucrania llevó a la
selección a unos cuartos de
un Mundial (Alemania 2006)
por primera vez en la historia
33
a Ucrania créditos en la disputa
de los cuartos de final. Ni el propio Blokhin lo creía: “Para nosotros llegar a los cuartos de final
es un sueño”.
Estar entre las ocho mejores
selecciones del Mundial ya era
una realidad para el país que
fuera hasta 1991 la decimocuarta república soviética. La misión
no era tan sencilla, pues se iban
a enfrentar a la siempre molesta
y campeonísima Italia. Bastaron
seis minutos para que el sueño
de Blokhin en llevar a Ucrania a
las semifinales de un Mundial se
convir tieran en una temible pesadilla: un zurdazo de Zambrotta
desde fuera del área abrió el camino para la victoria transalpina. El
triunfo se consolidó en la segunda
parte con dos tantos más de Luca
Toni. Las tres estrellas cosidas en
el pecho de los hombres de Lippi
pesaron y mucho al final.
Dimisión y regresó.
Sin embargo, la labor de Blokhin
fue mantenida por la federación
ucraniana: permaneció en el puesto e intentaría obtener una clasificación más con la selección del
Este europeo, pero diversos altibajos marcaron el rumbo ucraniano a la Eurocopa de Austria
y Suiza 2008. La selección ucraniana cayó en el mismo grupo de
Francia e Italia. La misión fracasó y Ucrania se quedó fuera del
torneo continental. Blokhin no soportó la presión y cesó en su cargo, asumiendo toda la responsa-
bilidad por el mal resultado, tras
cuatro años en el puesto. “Todo
el equipo de entrenadores empezando por mí como seleccionador
presentamos nuestra dimisión”.
Posteriormente, experiencias efímeras sin éxito alguno como entrenador en el FC Moskva de Rusia y como director deportivo en el
FC Chernomorets Odessa, de su
país, no aportaron nada a su trayectoria profesional entre las eliminatorias de la Euro 2008 y abril
de 2011.
La Federación Ucraniana, una
vez más, recurrió al futbolista soviético más brillante de todos los
tiempos. Le concedieron una nueva oportunidad. Era una ocasión
propicia para restaurar el orgullo tocado de una selección que
se había quedado sin acudir a la
cita de 2008. Y el lugar elegido
era fundamental: La Eurocopa de
Polonia y… Ucrania que se disputaría en 2012. Blokhin no podía
fallar en su propia casa. Ni a él
ni a los millones de compatriotas
que deseaban ansiosamente la
conquista del título bajo el cielo
de Kiev.
El sorteo que determinó las selecciones y sus respectivos grupos podría beneficiar de alguna
manera a uno de los anfitriones,
pero Ucrania quedó emparejada
en la primera fase al lado de Inglaterra, Francia y Suecia. Primer
partido, contra Ibrahimovic y compañía. El delantero del PSG llevó
la preocupación a Ucrania al marcar el primer gol del encuentro,
pero Ucrania remontó con dos goles de Andriy Schevchenko, que
llevó el delirio a todo el pueblo
ucraniano; una ola de inmensa
felicidad inundó las tierras de la
antigua república soviética. Blokhin no se contuvo y golpeó al
aire. El país del este europeo celebró como nunca una hazaña
de un país ya independiente
y autónomo. Era el primer
paso de una nueva era
gloriosa en el ámbito
deportivo.
El segundo
paso era osa-
do y al mismo tiempo necesario:
ganar a Francia. Blokhin decidió
mantener el equipo que venció
los suecos. En seis minutos, ante
Suecia, Ucrania demostró en Kiev
que es posible remontar un marcador adverso. Francia mostró en
Donetsk que se puede liquidar un
partido en 180 segundos. Menez
y Cabaye resultaron con sus goles
un jarro de agua fría sobre las pretensiones de Ucrania. La misión
para salvar el papel de anfitrión
era dura. Ganar sí o sí el partido
siguiente ante Inglaterra. Fue más
duro el golpe final. Un solitario gol
de Rooney confirmaban la eliminación prematura, el fin de la era
Blokhin en la selección.
Al origen.
Todo este camino recorrido por
La flecha ucraniana le ha vuelto
a dirigir al club donde todo empezó hace más de 40 años. En
septiembre del pasado año, Oleg
blokhin firmaba un nuevo contrato con el Dinamo de Kiev. Daba
así comienzo a un capítulo más
de su rica trayectoria dentro del
fútbol. Un libro al que todavía le
faltan páginas donde escribir sus
títulos conquistados con el equipo-emblema de la capital ucraniana. Fácil no lo va a tener,
pero es valiente. Siempre
mira al horizonte, como
cuando cabalgaba por
los verdes céspedes
de los grandes estadios mundiales.
POLÉMICAS
PALABRAS.
Ucrania se
presentó en
el Mundial
de 2006, en
Alemania,
con unas
afirmaciones
de Blokhin en
las que decía
que prefería
jóvenes
jugadores
ucranianos a
africanos.
34
35
Fue uno de los defensas más
importantes de España y
Europa en los 60 y 70. Aún
sigue siendo recordado en
Sevilla y Barcelona.
FRANCISCO FERNÁNDEZ
GALLEGO
“ME IDENTIFICO
CON PUYOL Y
SERGIO RAMOS”
BORJA GARCÍA SÁNCHEZ /
F
ALEJADO
DEL FÚTBOL.
Gallego se
retiró en 1980
y la verdad es
que su deseo
de seguir
vinculado
al fútbol
tuvo poco
recorrido:
una única
experiencia,
y corta, en
el Sevilla
Atlético.
rancisco Fernández Rodríguez nació el 4 de marzo
de 1944 en Puerto Real (Cádiz).
En realidad se le conoció como
‘Gallego’ y fue considerado uno
de los mejores centrales en España y Europa durante los años
sesenta y setenta, tanto en su
militancia en el Sevilla como en
el Barcelona. El futbolista andaluz tenía fama de defensa duro,
aunque él lo puntualiza: “Entrar
fuerte nunca va a estar mal visto,
es lo que tiene que hacer un buen
central, siempre y cuando la intencionalidad sea la de llevarse el balón. Yo era considerado duro, sí,
es verdad, pero nunca he hecho
una entrada para hacer daño”.
Desde luego, no le falta razón,
porque Gallego sólo recibió dos
tarjetas rojas en toda su carrera,
siendo uno de los centrales más
‘limpio’ y reconocido de la Primera División.
36
37
DIEZ AÑOS COMO
BLAUGRANA. Su buen
hacer en el Sevilla no
pasó inadvertido para el
Barcelona, que lo fichó en
1965: 248 partidos, 17 goles.
PRIMERAS
ANDANZAS.
Imagen de
Francisco
Fernández de
corto en su
Puerto Real
natal. Pronto
destacó y
recaló en
el filial del
Sevilla y de
ahí al primer
equipo.
Este carácter sensato lo transmitía tanto en los terrenos de juego como en su vida privada. Padre de cuatro hijos y junto a su
esposa Emilia pasaban todos los
veranos en su chalé de Torre la Higuera (Huelva), donde el futbolista
desconectaba del foco mediático y
simplemente se limitaba a dedicar
tiempo a su familia, cuidar la casa
y seguir un plan de entrenamiento específico. Esto mismo ocurrió
al finalizar su carrera futbolística.
“Mi vida después del fútbol ha
sido muy tranquila, no he tenido
ninguna relación el fútbol, la única experiencia fue con el Sevilla
Atlético, pero fue corta”. También
invirtió su dinero en una discoteca, en la que actuaron grandes
figuras como Los Amigos de Ginés y la gran Lola Flores. Pese a
gustarle el flamenco, al defensa
no le gustaba cantar: “Me gusta
esta música, pero no, no lo hago
bien. Canturreo algo, pero no entono muy bien que digamos”. En
Tras ganar con el Barça en
Sevilla, le negaron la entrada
en la Feria de Abril, junto a
otros compañeros blaugranas
EN EL
SEVILLA.
Gallego jugó
en Nervión
en dos etapas:
la primera
se extendió
desde 1961
a 1965 y la
segunda,
desde 1975
a 1980: 185
partidos,
nueve goles.
relación con el flamenco, Gallego
tiene una anécdota curiosa en la
Feria de Abril: aquel día, el futbolista había ido a jugar a Sevilla,
pero con la camiseta del Barcelona, que logró la victoria, por lo que
el técnico culé les dio unas horas
libres. Al llegar con unos cuantos
compañeros suyos a una caseta
de un amigo, una persona que estaba en la puerta les negó la entrada, él trataba de explicarle que
la caseta era de un amigo suyo y
que había recibido una invitación,
a lo que el de la puerta contestó,
dejándoles atónitos: “Ellos no entran, pero tú mucho menos”.
Época gloriosa.
Sus años dorados fueron en el
Barcelona, allí el futbolista jugó
durante diez temporadas, ganando una Liga, dos Copas de España y una Copa de Ferias. Disputó
425 par tidos y marcó 24 goles.
“El Barcelona fue un club donde
me dieron un cariño especial, allí
me consolidé como futbolista y
la entidad tuvo un trato exquisito conmigo hasta el día en el que
me marché de nuevo a Sevilla”.
En este período, Gallego se hizo
con un caché a nivel europeo digno de los mejores defensas del
continente. Ocupa uno de los
puestos más altos en la tabla de
jugadores con más partidos disputados en el Barcelona, con ilustres nombres como Xavi, Kubala o
Lionel Messi.
Jugando con el equipo blaugrana, Gallego concedió una entrevista en la que se adelantó a
temas que hoy están de plena actualidad en el fútbol. Uno de ellos
era porque el Barcelona fichaba
jugadores tan caros: “Cualquier
futbolista que ficha por el Barcelona tiene más propaganda en la
prensa que y en la calle que otro
futbolista que ficha por cualquier
club español. Esos fichajes salen
más caros a nuestro equipo que a
cualquier otro club”. Esta realidad
está vigente en los dos equipos
más potentes de Primera, Real
Madrid y Barcelona: si fichan o se
interesan por un jugador, el precio
de éste se duplica o triplica.
Otro de los temas tratados por
Gallego empezó a ser un germen
de lo que años después sería un
proyecto, hoy día consolidado, la
organización de una asociación
de futbolistas: “Los futbolistas
tenemos que aceptar una cierta
esclavitud, ningún jugador tiene
poder de decisión sobre su futuro, ya que los intereses del club
CON LA ROJA.
Gallego vistió
la camiseta de
la Selección
36 veces.
Participó en
el Mundial
de Inglaterra
de 1966 y
su última
aparición fue
en febrero
de 1973 ante
Grecia.
son la prioridad”. Por eso expresó su deseo de la creación de una
organización de futbolista (AFE en
la actualidad), ya que veía injusto que unos futbolistas pagasen
más impuestos que por ejemplo
un extranjero que viniese a jugar
a España.
Ya en su época abogaba por la
organización ‘sindical’ de los
futbolistas para velar por sus
intereses ante los clubes
38
DE LOS
MEJORES.
Gallego era,
en ocasiones,
tildado de
defensa duro,
aunque lo
cierto es que
sólo vio dos
tarjetas rojas
en su dilatada
trayectoria
como
profesional.
39
El central andaluz ha sido condecorado con el VI Dorsal de Leyenda del Sevilla FC. El futbolista
se enteró de primera mano de la
noticia cuando el presidente José
María del Nido le llamó personalmente para comunicárselo y darle su más sincera enhorabuena.
Gallego ve de esta forma reconocida su extrema dedicación profesional al Sevilla, club al que
prestó excepcionales servicios y
al que incluso, una vez finalizada
su segunda etapa, que se extendió desde 1975 a 1980, año de
su retirada, volvió por una petición de Montes Cabeza, pese a
que ya había colgado las botas,
episodio que da buena prueba del
alto compromiso que el de Puerto
Real tuvo siempre con el equipo
de Nervión.
por intentar defender a Velázquez
que había sido previamente agredido. La policía belga entró en el
campo y comenzó a pegar a Eladio, entonces Paco Gallego, al
ver esa injusticia, se metió en la
tángana. Nada salió bien ese día.
España también perdió el partido
y se quedó fuera de jugar la cita
mundialista. Eladio y Gallego fueron nombrados personas non gratas en Bélgica, lo que suponía que
ambos futbolistas no podían acudir a ese país en un año. Por este
tipo de comportamientos el central andaluz era tan querido por
todos sus compañeros. De hecho, no fue la primera ni la única
vez que lo hizo, en su día también
dio la cara por su compañero Miguel Reina cuando estaba siendo
increpado.
En definitiva, Paco Gallego era
uno de esos defensas duros de la
época, pero siempre tenía claro
que ante todo estaban las personas. Futbolista y caballero.
Con La Roja.
En su carrera con la Selección
española fue internacional en 36
ocasiones, con un balance de 18
Gallego ha sido condecorado
con el VI Dorsal de Leyenda
del Sevilla, reconociendo así
su trayectoria como sevillista
RIVAL Y
COMPAÑERO.
Preciosa
imagen en la
que Gallego y
Luis Aragonés
pugnan por el
balón.
victorias, 10 empates y ocho derrotas. Paco Gallego jugó el Mundial de Inglaterra de 1966, que
ganó la selección pross, la anfitriona, y también fue convocado para la primera Eurocopa que
ganó España en 1964, en aquel
memorable encuentro en el Ber-
nabéu ante la URSS, aunque no
disputó ningún minuto. Como defensa que fue, Paco Gallego tiene
claro con qué jugador de La Roja
actual se identifica: “Con Sergio
Ramos o con Puyol, pero también
es diferente, antes era más marcaje al hombre y ahora el delan-
tero juega camuflado. También el
fútbol actual es igual de fuer te
que el que yo jugaba. Los chicos
están preparados físicamente mucho mejor que nosotros, son más
fuertes. La culpa de esto es el trabajo que se realiza en las canteras de los clubes”.
Gallego con la Selección vivió
momentos insólitos, como aquel
partido en Lieja en el que España
se jugaba ante Bélgica el pase al
Mundial de México de 1970. Los
belgas habían preparado una encerrona después del 1-1 en el
Bernabéu. Eladio fue expulsado
MUY
QUERIDO.
Imagen de
Gallego, en
su segunda
etapa en el
Sevilla, a
hombros de
compañeros
del equipo
nervionense
y de su otro
club, el
Barcelona.
Gallego fue nombrado persona
no grata en Bélgica tras
defender a Eladio en una
tángana ante la selección belga
40
41
Ha cumplido en julio 38 años, pero su mano derecha
es un arma letal. El mejor triplista de la historia de la
NBA, con 2.857, ha sido clave en el anillo de los Celtic
de 2008 y el de hace unos meses de Miami.
LA HISTORIA DE RAY ALLEN,
EL PISTOLERO INMORTAL
MISTER TRIPLE
NACHO PINILLA /
N
o existe en el baloncesto una sensación tan extraordinaria, bella y hermosa que
obser var cómo un balón recorre
los 7,25 metros desde las manos del lanzador hasta alcanzar
la canasta y ver cómo se introduce en ella, moviendo la red y
produciendo un sonido sordo que
provoca el estallido en las gradas.
En la historia de la NBA han existido grandes especialistas: Steve
Kerr, Pedja Stojackovic, Reggie Miller… pero sólo hay uno que haya
batido todos los récords, divinos
y humanos: Ray Allen.
El veterano jugador ya calza 38
años, está alejado de los superguerreros de la nueva NBA. No
es un portento físico a lo Lebron
James, sino que es un tipo largirucho de tobillos maltrechos, que
posee una ética de trabajo y una
calidad en sus manos y su cabeza que le han permitido estar en
la élite de la mejor liga de baloncesto del mundo, dando clases de
cómo se gana un partido en los úl-
SALVADOR
EN EL SEXTO.
Imagen del
triple de Allen
ante los Spurs
en los últimos
playoff. Si
ganaba San
Antonio
conquistaban
el anillo,
pero los tres
puntos de Ray
provocaron la
prórroga, tras
la que ganó
Miami.
timos segundos sin perder un ápice de serenidad.
La historia de Walter Ray Allen
comienza el 20 de julio de 1975
en Merced, California. Hijo de un
militar, Walter Ray Senior, el joven
Allen no tuvo una residencia fija
en su niñez. Criado de base militar en base militar, Allen conoció
rincones del mundo que pocos niños de su edad sabían localizar en
los mapas. Base aérea de Castle
(California), Base aérea de Bentwater (Inglaterra), Base aérea de
Edwards (California), Alemania...,
los cambios eran normales en su
infancia y por este motivo también
los momentos de fuerte tensión
en su hogar.: su madre, Flora, y
su padre discutían por ese motivo, pero Allen siempre tenía una
sonrisa en la boca.
Fue en esas bases militares
donde empezó a forjarse su leyenda. A pesar de ser físicamente inferior al resto de chicos, Allen
tenía un aura especial que le permitía ser un líder frente al resto
de chicos. Su madre decía que
“era distinto”. “Tiene dos herma-
42
43
DESTINO
MILWAUKEE.
Allen fue
elegido por
Minnesota
Timberwolves
en la 5ª
posición
del draft de
1996, pero fue
traspasado
junto a
Andrew Lang
a los Bucks.
nos mayores y dos hermanos menores, y siempre le han seguido.
Impresiona ver cómo un niño da
consejos a sus hermanos mayores y estos le persiguen como locos para que les ayude”, comentaba.
Su primer contacto con el mundo del baloncesto fue en la base
de Edwards. “Los oficiales estaban todos los días quejándose
porque Ray se pasaba horas y horas tirando sólo el balón en aquella canasta detrás de las oficinas.
Una vez me dijeron que se pasó,
literalmente, siete horas, tirando
aquel balón. Ahí me di cuenta, de
verdad, de lo persistente que mi
hijo podía llegar a ser”, dijo años
después su padre. Esta persistencia le ha acompañado durante
su carrera. En la actualidad, Allen
llega con dos horas de adelanto a
los partidos para practicar su letal
tiro de larga distancia.
No sólo en lo físico y mecánico
reside su calidad, su mente juega
un papel fundamental. Desde temprana edad, cuando Allen inició su
andadura en el equipo infantil de
la base, su madre le señaló el camino, que ha seguido ha rajatabla: “Has de entrenar la cabeza
tanto o más que los músculos. Tu
cabeza te dirá dónde tus músculos han de estar en cada instante”, le decía su madre. Palabras
que, según el propio jugador, se le
quedaron “grabadas a fuego para
siempre”.
A los 16 años, ingresó en el
instituto Hillcrest en Dalzell, Carolina del Sur. “Ha sido el mejor,
lo más exquisito que mis ojos han
visto jamás”, señaló su entrena-
BASADA EN
SU HISTORIA.
En 1998, se
estrenó la
película ‘He
got game’,
(‘Una mala
jugada’),
dirigida por
Spike Lee y
protagonizada
por Ray Allen
y Denzel
Washington.
y Mejor Atleta de Estados Unidos
en su penúltimo año. En el último,
entró en el Quinteto de All American y fue nombrado Mejor Jugador
de la Big East Conference.
En tres años se convir tió en
el tercer máximo anotador de la
historia de los Huskies (1.922
puntos) y batió el récord de triples en una temporada con 115
y un 46,6% de acierto en su último año. Su camiseta se alza en
el techo del Gampel Pavilion como
tributo al más grande de los francotiradores del baloncesto.
Un francotirador.
dor James Smith al recordar cómo
Allen les llevó a lograr el campeonato estatal con una media de 19
puntos por partido. Las universi-
“Ha sido el mejor, lo más
exquisito que mis ojos han
visto”, dijo su entrenador en el
instituto Hillcrest de Dalzell
dades se empezaban a pelear por
él. Sólo un hecho podía privarle
de su sueño. Su vida sentimental
se vio sacudida cuando su novia,
Rosalind Ramsey, se quedó embarazada de su hija Tierra. Pero
la lucha entre grandes gurús univeristarios como Rick Pitino, en la
de Universidad de Kentucky, y Jim
Calhoun, de Connecticut, para hacerse con sus servicios no se relajó ni un ápice. Después de una
entrevista personal, Calhoun y su
asistente Dickenman lograron
convencerle para que se enfundara la camiseta de los Huskies
de la UConn, llegando al campus
de la universidad en el verano de
1994.
La etapa universitaria (19931996) agrandó su legado, a pesar de enfrentarse a verdaderos
‘cocos’ del baloncesto como
Allen Iverson, con quien se disputó la hegemonía de la Big East.
Allen afianzó su tiro (una media
de 43,7% desde la línea de tres
puntos), su rapidez y su bote. Su
calidad y su trabajo le llevaron a
ser nombrado All Star del Estado
En tres años se convirtió en el
tercer máximo anotador de la
historia de los Huskies de la
UConn, con 1.922 puntos
La llegada a la NBA fue por la
puer ta grande. Allen salió elegido en el puesto número cinco del draft por Minnesota Timberwolves, que lo traspasó junto
al ‘reverendo’ Andrew Lang a los
Milwaukee Bucks a cambio de
Stephon Marbury, elegido cuarto
en el pick. Allen era feliz. Cayó en
un equipo con dos grandes aleros
como Glenn Robinson y Vin Baker
que le ayudaron fuera de la cancha a que su aterrizaje fuera plácido. Baker, incluso, le llegó a dejar las llaves de su piso para que
viva con él hasta que se instalara.
En la cancha, como rookie, las cosas eran distintas. “Me dijo que
me ayudaría, pero que la ayuda
sería fuera de la cancha. Dentro,
era una rookie, y así sería todo
el año. Fuera lo que fuese, pero
dentro... tocaba sufrir, al menos,
un año”, comentó años más tarde
con una sonrisa en los labios.
En su primer año, Allen se atrevió con todo. Con casi un 40% de
acier tos desde la línea de tres,
44
45
EN 2000, ORO
OLÍMPICO.
EE UU fue
campeón
de los JJ OO,
con Allen,
al ganar
en la final
a Francia.
En 2003 fue
traspasado a
Seattle, donde
estuvo hasta
2007.
su participación era habitual, jugando 81 partidos de los 82 posibles. Llegó hasta el All Star en
el que disputó el concurso de
mates, espacio yermo para los
Bucks desde 1986, y el par tido
de los Rookies. Alcanzó el segundo quinteto de novatos al finalizar
la temporada.
Su segunda campaña será recordada por su salto a la gran pantalla: en ‘He got the game’ (‘Una
mala jugada’ en España), dirigida
por Spike Lee, Ray Allen encarna
la figura de Jesús Shuttlesworth,
un joven jugador de instituto que
se ve envuelto en los tejemanejes
del mundo del baloncesto. Su padre, Denzel Washington, su novia,
sus amigos... todos quieres sacar
algo de su calidad y de su futuro.
Washington ganó un Oscar y Allen,
la admiración de los críticos y los
espectadores por su trabajo.
Las siguientes temporadas
fueron las de su consagración.
Llevó a los playof f a su equipo
durante tres años seguidos. Debutó en el All Star de los ‘mayores’ en la temporada 1999-2000
y quedó tercero en el concurso de
triples que ganó el actual entrenador de los Phoenix Suns, Jeff
Hornaceck. Ganará el concurso al
año siguiente.
La mejor campaña en los
Bucks (2000-2001) se produjo
cuando fueron comandados por
un genial George Karl desde la
banda y junto a Gleen Robinson
y Sam Cassell. La franquicia llegó
a la Final de Conferencia del Este,
donde Iverson acabó con los sueños de Allen (4-3). La impotencia
del californiano era palpable. No
MAGISTRAL
DEBUT. Su
debut en
Seattle fue
ilusionante:
sus números
superaron
a la de
cualquier
leyenda del
equipo: 26
puntos, 13
rebotes y 9
asistencias.
sólo por perder ante su viejo enemigo, sino porque sus números,
escandalosos (25 puntos y seis
asistencias, con un 47,9% en tri-
Llevó a los Bucks a los playoff
durante tres años seguidos: en
2001 incluso fueron finalistas
de la Conferencia Este
ples) no valieron para nada. A pesar de tener un contrato de 70 millones por siete temporadas, tenía
dudas de si el proyecto lograría alcanzar el anillo.
Al año siguiente volvió al Partido de Las Estrellas y las lesiones
hicieron su aparición. La primera
que tuvo como jugador de élite,
una tendinitis en su rodilla izquierda, no fue grave, a pesar de que
fue la causa de que acabase con
su racha de 400 partidos segui-
dos jugando (388 como titular).
Fue el 22 de diciembre del 2001
contra Houston.
En el año 2002, el proyecto de
los Bucks tenía síntomas de agotamiento. Además, las lesiones y
los malos resultados de este curso y el anterior molestaron a los
propietarios. La renovación no tardó en llegar y Allen se despidió de
Milwaukee. Los Seattle Supersonics (actualmente, Oklahoma City
Thunder) movieron pieza y se lle-
varon a Ray, junto a Kevin Ollie,
Ronald Murray y una tercer ronda
del draft de 2003 a cambio de
Gary Payton y Desmond Mason.
Su etapa en los Sonics de
Seattle quedó empañada por
una pelea que tuvo con Keyon
Dooling, de los Magic
Su debut en su nuevo hogar
fue ilusionante. Sus números superaron a la de cualquier leyenda
de los Sonics en su primer partido
(26 puntos, 13 rebotes y nueve
asistencias) y el rival, Los Ángeles Lakers, ayudaron a crear una
mayor grandeza a la hazaña. En
este primer año alcanzó la cifra de
1.000 triples contra Dallas.
Un año en playoff (2004-05)
y vuelta a la realidad (2005-06).
Los Sonics naufragaron sin encontrar su destino. El escolta, al contrario, no paraba: se convirtió en
el 97º jugador de la historia en llegar a los 15.000 puntos. El rival,
los Lakers de nuevo, y el escenario, el Staple Center. Hizo récord
de triples de una temporada (269,
frente a los 267 de Dennis Scoot)
que llegó hasta la pasada temporada, cuando los 272 triples de
Stephen Curry, de Golden State,
rompieron la cifra.
Su etapa en el Estado de Washington quedó empañada por una
pelea. En un partido contra Orlando, Allen y su marcador, Keyon
Dooling, tuvieron varios encontronazos; los marcajes a ambos lados de la pista subieron de tono y
en el segundo cuarto, Dooling lanzó un codazo a la cara del escolta,
que lo esquivó, pero en la siguiente jugada Allen decidió vengarse.
Su codo impactó con el jugador
de los Magic y la situación explotó. Dooling persiguió a Allen, juntos cayeron sobre la zona Vip del
pabellón, los puñetazos volaban,
pero ninguno llegó a su destino.
La trifulca duró hasta que intervino la Policía y les separó. Allen fue
sancionado con tres partidos.
46
47
‘BIG THREE’.
Boston reunió
a tres grandes
jugadores:
Pierce,
Garnett y
Allen, que
contribuyeron
sobremanera
a la conquista
del anillo
ante los
Lakers en la
2007-08.
Finalizó su estancia en Seattle
de la peor forma posible. No sólo
por ese suceso, sino porque una
inter vención en el tobillo provocó que se perdiera 55 partidos,
la temporada entera. Además, la
franquicia no pasaba por sus mejores momentos y los rumores de
traslado a otra ciudad cada vez
eran más fuer tes. “Aquello no
nos dejaba dormir. Puede que a
los más jóvenes les hiciese felices, pero... ¿Y los que teníamos
familia? Aquello nos quitaba el
apetito”, comentó en una entrevista tras salir del equipo.
Boston y su primer anillo.
Los Sonics, a pesar de ello, trataron de revivir al cadáver. Traspasaron a Allen a Boston junto a Glenn
Davis y el número 35 del draft de
2007 a cambio de Delonte West,
Wally Szczerbiack y Jeff Green, en
una loca y arriesgada operación.
El miedo a las lesiones no impidió
que los Celtics apostasen por él.
Junto a Paul Pierce y Kevin Garnett, Boston formó un ‘Big Three’
de ensueño en el TD Garden.
Sus años en Boston (20072012) pueden definirse como los
mejores de su carrera. Allen se
encontraba en plenitud, a pesar
de sus 32 años, y su primer curso no pudo ser mejor. Una vez alcanzados los 17.000 puntos, volvió al All Star en detrimento del
lesionado Caron Butler y en dos
minutos y 30 segundos hizo sombra al MVP de ese partido, Lebron
James, con 14 puntos en la recta
final del encuentro que dieron la
victoria al Este. Muchos comenta-
ristas pusieron el grito en el cielo
cuando el premio se lo llevó el jugador de los Cavaliers en vez de
Allen. Ni se inmutó, su presa era
Sus años en Boston son los
mejores de su carrera: alcanzó
los 17.000 puntos, volvió al All
Star, logró su primer anillo...
más grande que un simple trofeo
individual: el anillo.
La fase regular finalizó con un
maravilloso récord de 66-16. Atlanta, Cleveland y Detroit fueron
el aperitivo en los playoff antes de
la gran final. Lakers-Celtics. Las
mayores potencias del Oeste y
del Este. El glamour de Hollywood
contra la rocosidad del Este.
La final se resolvió en seis partidos. Cuatro a dos para los chicos de Boston, entrenados por
Doc Rivers. Ése sería el resumen
fácil. Pero es la NBA. Nos debemos situar en dos de ellos, el segundo y el sexto. En el segundo,
en el Staple, los Lakers de Pau
Gasol y Kobe Br yant se marcharon al descanso con 24 puntos de
ventaja, que se vio reducida a 20
al finalizar el tercer cuarto. Todo
sentenciado debía pensar Jack
Nicholson desde su asiento, pero
nunca hay que menospreciar el
orgullo de un celtic. El ‘Big Three’
remó contracorriente y, con lucha
y arrojo, se llevaron la victoria: a
16 segundos los Celtics cerraron
el partido con dos puntos de Allen
En la temporada 2008-09,
Ray Allen superó al mítico
Larry Bird en tiros libres
consecutivos: 72 por 71
que alejaba la diferencia a cinco
puntos, algo ya inalcanzable para
los hombres de Phil Jackson.
La herida no fue mortal, pero
sí dolorosa. Los Lakers consiguieron llegar al sexto par tido, pero
la magia del escolta brotó como
nunca antes lo había hecho. La
línea de tres volvió a ser su aliada. Con unos letales siete triples
(récord en un partido de la final,
sólo igualado por Scottie Pippen y
Reggie Miller) ahogó a los angelinos. El resultado final de su mortífera precisión fueron 22 triples
en toda la serie, superando la
marca anterior de Derek Harper y
Dan Majerle. Danny Green, de San
Antonio Spurs, ha sido el único en
poder batirle con los 25 anotados
durante las pasadas finales contra Miami.
Tras ganar un campeonato pueden pasar dos cosas: la grandeza te arrastra de nuevo hacia el
campeonato o te lleva al infierno.
Los Celtics decidieron seguir un
camino intermedio. El resultado
de la temporada (2008-09) no
fue malo. Se alcanzaron las semifinales de Conferencia, pero las
voces de alarma, ante unas estrellas ya envejecidas, fueron creciendo. Allen trataba de acallar
esas voces superando al mítico
Larry Bird en tiros libres consecutivos encestados en la franquicia
(72 por los 71 de Bird) y alcanzando un casi infalible 95,2% desde
la línea de personal.
La temporada siguiente (20092010), las cosas volvieron de nuevo a encauzarse. Allen alcanzó los
20.000 puntos en la NBA y los en-
48
49
SEGUIRÁ EN
MIAMI. Ray
Allen ha
renovado
por otra
temporada
con los Heat, y
a pesar de sus
38 años, está
dispuesto a
conseguir su
tercer anillo
como jugador
de la NBA.
vejecidos Celtics retornaron a una
gran final. Miami, Cleveland y su
verdugo el año anterior, Orlando,
no fueron rivales. La final, de nuevo, como hacía dos años, contra
los Lakers. Pero la historia, esta
vez, se volvió en contra del equipo de Massachusetts. A pesar de
perder, Allen puso, de nuevo, su
nombre en la historia. Su objetivo
a superar, Michael Jordan. El legendario jugador de los Bulls logró la hazaña de conseguir seis
triples antes de llegar al descanso
en la final del 92 contra Portland.
El escolta de Boston logró siete
en ese período, en una magnífica
serie final de ocho de once, dejando atrás a Pippen y Miller, que se
habían quedado en unos ‘ridículos’ siete en una final.
Su carrera depor tiva en los
Celtics finalizaba. Después de
esa temporada, renovó sólo por
dos años y 20 millones. Parecía
que la franquicia deseaba empezar de nuevo y Allen tenía las horas contadas. A pesar de ello, y
todavía con una gran calidad, los
dos siguientes cursos los Celtics llegaron sin dificultad a los
playof f y el escolta superó los
2.560 triples logrados por Reggie
Miller durante su carrera, convirtiéndose en el mejor triplista de
la historia. En su escenario favorito, Los Ángeles, logró, con dos
triples, los 2.562.
El segundo anillo.
En el verano de 2012 se convirtió en agente libre. Buscó un nuevo reto y la soleada Miami pasó
a ser su nuevo hogar. El equipo
de Lebron, Wade y Bosh le podía
ofrecer algo que en los Celtics ya
era imposible: la posibilidad de
alzarse con un nuevo campeona-
En su último año en Boston,
Allen se convirtió en el
mejor triplista de la historia,
superando a Reggie Miller
to. Y así fue. Ray Allen se sacudió el encorsetamiento táctico de
Doc Rivers. Su tiro de tres seguía
siendo letal, pero se le unió una
valentía olvidada a la hora de entrar a la zona contraria. Su físico
no era el mismo de cuando era novato, pero su calidad e inteligencia habían crecido.
Los playoff recibieron a Allen
con un nuevo regalo: su triple
332 contra su primer equipo de
la NBA, los Bucks, que significaba
volver a mirar por encima a Miller
como máximo triplista de una fase
final. La post temporada no fue fácil. A pesar de que Milwaukee sucumbió rápido, unos Bulls muy
mermados pusieron en apuros
a los vigentes campeones, y los
cada vez más poderosos Indiana
Pacers llevaron la final de Conferencia al séptimo partido.
La final se presentaba aún
más complicada y San Antonio
esperaba. Los Spurs de Popovich
y Duncan. Los golpes entre uno
y otro equipo fueron sucediéndose, hasta que se llegó a un dramático sexto partido. El Air Ameri-
Su triple ante los Spurs que
empató el partido, la serie y
forzó la prórroga se considera
como el mejor de la historia
ca de Miami miraba atónito como
a 28 segundos de acabar el partido, San Antonio ganaba 89-94.
La derrota significaba perder el
anillo. Miami remaba y se acercó
a tres puntos, a falta de 10 segundos. Y ahí se originó una jugada para el recuerdo ya: Lebron
James, en la última jugada, tiró
un mal triple. Su fallo lo recogió
Chris Bosh en la zona. Los segundos pasaban lentamente y el pívot
de Dallas miró a su alrededor. Vio
a Allen. Su figura emergía en la
esquina derecha de la cancha. El
balón recorrió los metros necesarios, en el tiempo necesario para
que Allen recibiera el pase. Ni había tiempo para el respiro, pero
el tiempo se paró mientras el escolta levantaba los pies del suelo. Apuntó y disparó. El balón recorrió los 7,25 metros desde sus
manos al aro. No falló. Su canasta empató el partido cuando sólo
quedaban cinco segundos. Muchos lo han definido como el triple más importante de la historia.
El encuentro se fue a la prórroga,
donde la superioridad física y moral de Miami doblegó a los Spurs.
El séptimo y definitivo partido no
tuvo historia y Miami se alzó con
su segundo anillo seguido, el tercero de la franquicia.
La historia de Ray Allen no acaba con el final de la pasada temporada. El californiano ha renovado por una campaña más con los
Heat. Existen muy pocos retos ya
para él. Su reinado como triplista (2.857) está consolidado por
años. Pero ¿a quién no le amarga
un tercer anillo?
50
Ha sido uno de
los grandes de
la historia del
atletismo: su
hazaña en Helsinki
(medalla de oro
en 5.000, 10.000
y maratón) nunca
ha sido repetida.
El comunismo le
ayudó y después
castigó.
ZATOPEK
HEROE
OLÍMPICO,
ENAMORADO,
APESTADO
POLÍTICO Y
LOCOMOTORA
HUMANA
51
52
EN LO
MÁS ALTO.
Zatopek
consiguió
el hito de
conquistar
en los JJ OO
de Helsinki
de 1952 las
medallas de
oro en las
disciplinas de
5.000, 10.000
y la maratón.
ALEJANDRO DÍAZ TRIGUERO /
E
l nombre de Emil Zatopek
nos recuerda irremediablemente al hito que conquistara en
los Juegos Olímpicos de Helsinki
en 1952. En la capital finlandesa,
el atleta checo logró alzarse con
la medalla de oro en tres disciplinas atléticas: 5.000, 10.000 y la
maratón. Nunca hasta entonces
se había logrado semejante proeza. Y nunca ha vuelto a ser repetida. Pero la historia de Zatopek,
su vida, esconde capítulos más interesantes incluso que lo logrado
sobre el tartán o el asfalto y que
reflejan la situación de un mundo,
no tan lejano en el tiempo, donde
ser un héroe nacional no garantizaba el reconocimiento.
Zatopek nació en 19 de Septiembre de 1922 en Kopnivnice,
un pequeño municipio del Este
de Moravia, muy cerca de las actuales fronteras entre la República Checa y Eslovaquia. Él mismo
admite que sus inicios en el atletismo llegaron muy tarde, cuando
siendo un joven de 19 años fue
obligado por parte de su jefe en la
Zatopek se inició en el
atletismo tarde, con 19 años:
su jefe en una fábrica de
calzados le obligó a correr
53
fábrica de calzados Bata, en Zlin,
a disputar una carrera popular un
domingo por la tarde. Zatopek no
tenía ninguna intención en participar. De hecho, para lograr evitarlo
fingió un resfriado y un dolor de rodilla, como proponiendo la dolencia más adecuada. Su jefe, que
veía la importancia de que su fábrica cumpliera con este protocolo social bajo la ocupación nazi de
Checoslovaquia, le hizo pasar por
la consulta del doctor de la planta
industrial, donde no le fue detectado ningún problema. La carrera
constaba de una distancia cercana a la milla. Quedó segundo. Se
despertó en él entonces el interés
por el atletismo.
A partir de ahí, Zatopek se autoimpondría un régimen de entrenamientos novedoso, tildado casi
de locura por muchos compañeros. El joven checoslovaco intercalaría sesiones puras de fondo con
series rápidas, de distancias en
torno a los 100 metros. Para todo
ello dotaba a sus pies de un lastre, una adición extra de peso que
esperaba le hicieran sentir sus
pies más ligeros durante la carrera. La situación en la que se encontraba su país bajo el régimen
nacionalsocialista fue en ocasiones comparada por el propio Emil
con la de los actuales fondistas
africanos: “Si hay lujo, existe el
peligro de la degeneración. Siéntate al volante de un coche y gana
tiempo, pero pierde condiciones.
RÉGIMEN
ESPARTANO.
Zatopek se
entrenaba
en sesiones
tildadas de
disparatadas:
intercalaba
sesiones puras
de fondo
con series de
velocidad
de unos 100
metros.
Por eso no había coches y corríamos en su lugar. Mira los campeones de larga distancia de hoy día.
En su mayoría son africanos, corredores de países subdesarrollados”. Al igual que ocurre en estos
casos, Zatopek corría a todas partes. No paraba de correr.
La Gran Guerra acabó en 1945
y las tropas soviéticas facilitaron
la creación de un nuevo estado
satélite para la URSS, Checoslovaquia. Ese mismo año, Zato-
pek fue reclutado para el nuevo
ejército checoslovaco, algo que,
a diferencia de lo que él mismo
pensaba, facilitaría su salto al estrellato del atletismo. El ejército
quería precisamente eso, que mejorara como atleta y defendiera el
nombre del nuevo estado en las
grandes citas internacional, con
los Juegos de Londres apenas a
tres años vista. Lo pusieron a las
órdenes de los mejores entrenadores posibles y dedicó todo su
54
HASTA SU
MUERTE.
Zatopek e
Ingrova, que
nacieron
el mismo
día, fueron
inseparables
hasta que
el campeón
checoslovaco
falleció en
2000. Ella vive
aún.
tiempo a mejorar como corredor,
tanto que antes de la cita olímpica ya poseía multitud de récords
nacionales.
Zatopek par ticiparía en sus
primeros Juegos en 1948, doce
años después de la exhibición de
Jesse Owens ante Hitler en el estadio olímpico de Berlín. La cita
olímpica debía servir como revulsivo a la situación social en que se
encontraba la Europa de la postguerra y colocar en el escaparate
nacional el poder de los nuevos
estados nacidos tras la contienda.
Emil, entonces con 26 años, logró
la proeza que las nuevas autoridades checoslovacas esperaban.
Venció en la prueba del 10.000
y dio a su país su primera medalla de oro olímpica. A ello sumó
la plata logrado en los 5.000. Y
a título personal, dos meses más
tarde se casaría con Dana Ingrova, una lanzadora de jabalina que
conociera apenas unas semanas
antes, mientras ambos batían el
récord nacional en sus respectivas disciplinas (los 3.000 en el
caso de Zatopek). Dana sería desde entonces y hasta el final de los
Zatopek particpó por primera
ves en unos JJ OO en 1948
y dio a su país la primera
medalla olímpica en 10.000
55
días de Emil (falleció en 2000) su
más íntima compañera.
En 1952, y tras batir en varias
ocasiones otros récords nacionales y mundiales, Zatopek hacía
acto de presencia en sus segundos Juegos con el destino de inscribir su nombre entre los grandes
hitos de la historia del olimpismo.
Ya por entonces era conocido en
el circuito mundial como ‘La locomotora humana’, un apodo que le
acompañaría durante toda su vida
y que hacía referencia a su estilo
como corredor. No dotado especialmente de una heterodoxia en
la carrera, Zatopek gozaba de un
estilo característico que llamaba
la atención: rodillas excesivamente elevadas, zancada corta, tronco inclinado hacia su derecha y
brazos en constante movimiento
anárquico. A esta desfigurada estampa añadía un sonido gutural,
mezcla de una profunda respiración y un quejido de agonía. El símil era sencillo: una locomotora
humana.
El calendario en Helsinki fue
estudiado con detalle por Zatopek. Era consciente de que su
gran fuerte estaba en los 10.000,
donde ya en Londres había demostrado una gran superioridad.
Entre esta prueba y los 5.000,
donde se veía con opciones de
oro, tenía dos días de descanso.
Y entre ésta y la prueba reina del
fondo, la maratón, tendría otros
tres días. Zatopek se inscribiría
CON SU
MUJER. Poco
antes de la
cita olímpica
de Londres, en
1948, Zatopek
conoció y
se casó con
Dana Ingrova,
la gran
lanzadora
de jabalina,
también
chevoslovaca.
en las tres. El 10.000, como era
de esperar, no supondría mayores problemas. Zatopek cruzaría
la meta del Estadio Olímpico con
casi cien metros de distancia respecto al segundo clasificado, el
francés Alain Mimoun. Dos días
más tarde tendría lugar la final
del 5.000. La prueba coincidía en
el horario con la final de jabalina,
donde Dana competiría. La casualidad hizo que el húngaro József Csermák batiera el récord del
mundo en lanzamiento de martillo. Los tiempos requerían de una
medición concisa para cer tificar
la nueva marca, por lo que la jabalina se hubo de retrasar. Dana
asistió desde el túnel de llamada
a la hazaña de su marido, aunque
sólo pudo oír el rugir del estadio.
Zatopek sufrió para ganar en los
últimos metros a Mimoun y al alemán Schade. Zatopek recibió la
medalla de oro y se dispuso a dar
la protocolaria vuelta de honor.
56
EN EL
EJÉRCITO.
Tras acabar
la II Guerra
Mundial y la
creación del
estado satélite
de la URSS,
Checoslovaquia,
Zatopez fue
reclutado por
el ejército, lo
que le lanzaría
al estrellato.
Mientras pasó por el pasillo de la
jabalina, Dana se le acercó y le pidió su recientemente ganada medalla. “La pondré en mi bolsa para
que me dé suerte”. En su primer
lanzamiento Dana se fue hasta
los 50’47 metros, récord olímpico y a la postre medalla de oro.
Tres días más tarde, Zatopek
correría la que sería su primera
maratón. No pudo tener mejor estreno. Venció y se hizo con el tercer metal dorado y con un hueco
en la historia del deporte.
En 1956, en Melbourne, Zatopek acudía sus terceros juegos,
ya con 34 años y una hernia discal provocada por entrenamientos
extremos que incluían series de
fondo con su esposa colgada a
su espalda. Sólo pudo ser sexto.
El oro fue para su amigo Mimoun.
“Al menos he ganado yo”, le dijo
el francés tras esperarle en meta.
Zatopek y su mujer firmaron
el Manifiesto de las 2.000
palabras: fue repudiado por el
régimen comunista
57
Había llegado el momento de colgar las zapatillas en su casa de
Praga, junto a Dana, y entregarse a la vida de un héroe nacional.
Pero eso no duraría mucho. Su
halo de grandeza se vería apagado en la primavera de 1968.
Emil y Dana trabajaban para
el estado checoslovaco como entrenadores. Él, además, lo hacía
como militar. Para cuando la revolución del 68 llegó a Praga, ambos se alinearon junto a Alexander
Dubcek, el ideólogo del socialismo humano que intentó democratizar Checoslovaquia y procurar
una apertura ante las potencias
occidentales. Pese a que Zatopek
era un comunista convertido, tal
fue el seguimiento a las ideas de
Dubcek que él y Dana fueron unas
de las numerosas firmas del Manifiesto de las 2.000 palabras. Lo
que no podrían esperar ni imaginar es que unos meses más tarde
ese nombre sería su pasaporte a
una vida de desesperación, de repudia por parte de las nuevas autoridades soviéticas de Checoslovaquia.
Zatopek fue expulsado del ejército y obligado a trabajar en los
lugares más inhóspitos del país,
cargando con sacos de cemento
que dañaban su ya maltrecha espalda. Tres años más tarde, después de tener que vivir en una
caravana a lo largo de toda la geografía de su país, Emil accedió a
las presiones del gobierno y firmó
una carta de arrepentimiento que
dañó seriamente su imagen ante
los que como él habían luchado
por la democracia. Su carta, que
posiblemente él nunca leyera, fue
publicada en el diario del sistema,
el ‘Rude Pravo’.
A partir de ese momento, y con
el perdón del régimen checoslovaco, Zatopek dedicó su vida a acudir a homenajes por toda Europa,
trabajando para el estado como
una especie de espía deportivo.
Ojeaba los periódicos locales, gracias en parte a que podía hablar
hasta cinco lenguas, y charlaba
con entrenadores y atletas para
realizar informes con los diferentes métodos de entrenamiento.
Se había alineado junto al ene-
SIEMPRE
CORRIENDO.
Desde que
se iniciara
casi por
obligación en
el atletismo,
Zatopek
siempre
corría: como
deportista y
después como
personaje
público.
migo. Había pasado de ser un
héroe nacional a un desterrado;
de un desterrado, a un espía. En
1982 se retiró definitivamente de
toda actividad. No corrió la misma
suer te Dana. Ella, que no había
sido presionada para renegar del
Manifiesto de las 2.000 palabras,
vio cómo se le quitaba su pensión
por jubilación, tras más de treinta
años de servicio al país y después
de haber aportado al deporte nacional, como atleta y entrenadora,
varias medallas en distintos even-
tos internacionales. “Sí, pero firmaste el manifiesto. Y no pediste
perdón. Ésta es tu pensión”.
En 1989, la caída del régimen
checoslovaco fue imparable. Zatopek celebró como el que más la
llegada de la democracia y en ella,
en su casa de Praga, vivió los últimos años de su vida junto a su
esposa Dana Ingrova. Fallecería el
22 de septiembre del año 2000
a causa de una neumonía en un
hospital de Praga. Su cuerpo descansa en el cementerio local de
Vysherad, bajo una sencilla tumba
compuesta por dos piedras, una
de las cuales ejerce de lápida. En
ella, grabada con un fino contorno, se aprecia la imagen de la locomotora en acción, con su gesto
característico al correr. Bajo esa
figura se puede leer, en letras esquinadas, “Emil Zatopek, Olimpisky Vitez”. La más simple descripción de su vida depor tiva y que
muestra todo lo que fue el genial
atleta checo: “Emil Zatopek, Héroe Olímpico”.
58
59
ESQUÍ EN LA
ARENA
El interés por practicar este deporte
en otra época del año que no sea
el invierno ha llevado a sus más
fieles aficionados a buscar medios
alternativos. La arena del desierto
ha sido el espacio elegido para
su ejecución.
ATRAYENTE.
El esquí sobre
arena es un
deporte que se
está haciendo
popular. Hay
empresas que
lo enseñan
y tour
operadores
que lo
incluyen en
sus paquetes
de viajes.
60
61
CREADORES.
Los
habitantes
del ‘Monte
Kaolino’ de
Hirschau, en
Alemania,
fueron los
precursores de
esta original
modalidad de
esquí.
CAMPEONATOS. El sandboard
llama la atención de los más
aventureros y ya son muchos
los aficionados que se animan a
participar en los torneos.
CELIA PERALES /
E
squí, dícese de la práctica
depor tiva que se realiza
sobre nieve y en invierno. O no.
¿Quién ha dicho que los aficionados a este deporte sólo lo pueden
disfrutar sobre esta superficie y
durante la estación más fría del
año? El esquí se ha ido modernizando con los tiempos. Ha superado sus limitaciones espaciales
y estacionales y se ha convertido
en un ejercicio más flexible. Los
seguidores más fieles se pueden
calzar las botas, colocarse los esquíes, coger los bastones y ya están listos para esquiar en Navacerrada, Sierra Nevada o… en el
Sáhara. Sí, ha leído bien, en el desierto marroquí, por ejemplo.
La falta de nieve ha llevado a
buscar alternativa para poder seguir disfrutando de este deporte,
y ha nacido el esquí en la arena
o sandskiing. La Gran Duna de
Ouarzazate (Marruecos), el desierto de Namib (Namibia) o los
médanos de Dubai son algunos
de los lugares donde se puede
practicar la particular versión de
este ejercicio invernal.
Los precursores de este particular deporte fueron un grupo de
germanos que comenzaron a esquiar sobre una montaña de arena de cuarzo que generaba una
fábrica de porcelana en el ‘Monte
Kaolino’ de Hirschau (Alemania).
El pueblo se adaptó tan bien a
esta original iniciativa que se convirtió incluso en reclamo turístico,
con bungalows, tienda de venta y
alquiler de esquíes y una piscina
en la que refrescarse tras el esfuerzo de bajar la cima. Incluso se
llegaron a crear dos pistas, una
para expertos y otra para principiantes.
A par tir de ese momento, el
esquí sobre arena ha ido evolucionando y haciéndose más popular. Tanto es así que existen tour
operadores que organizan excursiones a las dunas del desier to
para su práctica o empresas que
lo enseñan. Ellos son los que lo
preparan todo para que sus clientes puedan disfrutar de esta nueva experiencia, como por ejemplo
la subida a la montaña. Los depor tistas tienen que llegar a lo
más alto, no en telesillas o telecabinas, sino subidos en dromedarios que cargan con todos los
accesorios necesarios para realizar una buena bajada.
Pero, ¿qué equipo necesita llevar un esquiador de arena? Pues
básicamente lo mismo que un esquiador de nieve: no le pueden
faltar los esquíes, bastones y botas, así como unas gafas de sol,
ya que la arena, al igual que la
nieve, puede afectar a la visión.
Sin embargo, la vestimenta tiene
que ser ligera si no se quiere morir abrasado bajo el sol africano o
asiático.
A medida que se popularizan
estos depor tes, se van
creando términos
VESTIMENTA.
Para
practicarlo
con
comodidad
y de manera
segura es
aconsejable
utilizar ropa
ligera, gafas
de sol y casco.
propios y conociendo los mejores
tipos de arena para poder disfrutar de estas nuevas modalidades
deportivas. Al igual que existe la
nieve en polvo o la nieve dura,
está la arena gruesa o húmeda
o la arena seca, siendo la primera más difícil de atravesar que la
segunda.
Sin embargo, no sólo
el esquí se puede disfrutar en la
arena, sino que otros depor tes
de nieve como el snowboard también se han adaptado a esta superficie. Sandboard es la actividad
que consiste en descender dunas
o cerros de arena con tablas parecidas a las del snowboarding, y se
realiza de la misma manera que
éste. El sandboard fue creado en
Brasil, en la Isla de Santa Catarina, a finales de los años 80, curiosamente por surfistas que no podrían practicar su deporte en los
días que no había olas. Al principio fue visto como un entretenimiento, pero con los años se ha
convertido en profesional y existen campeonatos internacionales
como los que se celebran en Cerro Marcha (Perú).
Con estas nuevas variedades
de esquí y snowboard, los aficionados a los deportes invernales
pueden respirar tranquilos, ya que
si algún día desaparece la nieve,
podrán seguir practicándolo. Quizás a alguno de ellos les guste
más que sobre nieve y consigan
arrebatarle al alemán Henrik May
el récord Guinness de velocidad
de esquí en arena que logró en
2010 al alcanzar los 92 km/h.
Puede que únicamente sea cuestión de tiempo.
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