Las punto-com se presentaban como empresas rentables (gracias a su productividad) y con prometedor futuro (porque ocupaban nichos novedosos de mercado) donde los ahorradores podían invertir su dinero con plena confianza. Sin embargo, el estallido de la burbuja tecnológica pilló desprevenidos a los pequeños inversores que buscaban un rendimiento superior al que ofrecía la deuda pública; los grandes capitalistas suelen contar con información de primera mano y huyen antes de que se produzca el crack. Como quizás recuerden los lectores, la burbuja explotó con el cambio de siglo (y milenio) llevándose por delante miles de millones de dólares pero enriqueciendo a quienes habían fundado las brillantes empresas y vendido rápidamente sus acciones en Bolsa; tales ca- ANÁLISIS / RESEÑAS página 179 El hecho de que Marx fuera un escritor infatigable lo muestran sus textos políticos, filosóficos y económicos, todos ellos de vocación revolucionaria. Pero su enorme capacidad de trabajo también se evidencia en los artículos que publicó con el fin de obtener unos ingresos que le eran imprescindibles para cubrir su maltrecha economía; a la vez estos encargos le permitían analizar los sucesos de su tiempo. En este sentido, la edición que se comenta reúne cuarenta y cinco escritos publicados, entre 1852 y 1862, en un diario norteamericano, New York Daily Tribune y dos alemanes, Oder Zeitung y Die Presse. Los artículos ofrecen la imagen de un agudo pensador, lúcido a la vez que cercano, imbuido del mismo espíritu que le llevó a redactar El manifiesto comunista o El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Se diría que Marx resulta todo lo incisivo que le permitían la línea editorial de los medios que le contrataban y el gusto del público al que se dirigía. Es claro que tanto el Manifiesto como El dieciocho Brumario constituyen clásicos del pensamiento porque ofrecen alternativas a problemas que nos preocupan. Ahora bien, ¿sucede lo mismo con los Artículos periodísticos? Para responder a la pregunta lo mejor es sumergirse en ellos para contrastar la valía de las observaciones marxistas; en referencia a los burgueses optimistas que consideraban, ya en su tiempo, que las crisis pertenecen al pasado, señala el escritor: “aprovecharon la ocasión para demostrar que esta vez la moneda no tenía cruz, que esta vez habíamos sometido al inexorable destino. Y el día que estalló la crisis se lavaron las manos y fustigaron al comercio y a la industria por su falta de previsión y cautela con discursos morales repletos de lugares comunes” (p. 206. Cursiva del original). El autor de la reseña recuerda desde, al menos, la burbuja de las empresas tecnológicas (las llamadas “punto-com”), la afirmación de que gracias al incremento de productividad que conllevaban las nuevas tecnologías esta vez -o, quizás, habría que decir con mayor propiedad, de una vez- la economía estaba encarrilada y las crisis pertenecían al pasado. YOUKALI, 15 por Javier Ugarte Pérez ISBN: 1885-477X Reseña de Karl Marx: Artículos periodísticos, edición a cargo de Mario Espinoza Pino (Alba, 2013) ANÁLISIS / RESEÑAS página 180 YOUKALI, 15 ISBN: 1885-477X pitalistas tuvieron éxito al convencer al público de que de una vez la rentabilidad estaba asegurada. En relación con el episodio, los apartados dedicados en los Artículos al banco francés de inversiones Crédit Mobilier resultan ejemplares, al igual que ofrecen pistas para comprender las burbujas inmobiliarias, tanto de su tiempo como las que vinieron después. También es muy aconsejable leer atentamente los apartados dedicados a las Guerras Anglo-Chinas (o Guerras del Opio) como ejemplos de acción imperialista en tierras lejanas; en este caso se trata de contenidos de carácter político con trasfondo económico. En los artículos Marx denuncia la enorme hipocresía de quienes defienden grandes valores en sus naciones (verbigracia, el Parlamento británico) pero eliminan cualquier posibilidad de desarrollo y vida dignas a las poblaciones que administran en las colonias (como la Península indostaní) o territorios vulnerables (China). Lev Tolstói, también consternado por tanta hipocresía, escribió un relato titulado De las memorias del príncipe D. Nejliúdov en Lucerna (1857), para dejar constancia de los mismos hechos que denuncia Marx. Por su parte, y como respuesta a un informe parlamentario de 1858 que analizaba la crisis iniciada el año anterior y que persistía en ese momento, Marx critica a sus redactores con estas palabras: “tratan cada nueva crisis como un fenómeno aislado que apareciera por primera vez en el horizonte social y, por tanto, que hay que achacar a incidentes, movimientos y organismos del todo peculiares, o supuestamente peculiares, del período transcurrido entre la penúltima y la última sacudida” (p. 264). En la página siguiente afirma: “No se debe permitir, además, que los rasgos distintivos de cada nueva crisis comercial oculten los aspectos que todas tienen en común”. ¿No suenan estas palabras tremendamente actuales? ¿Acaso no escuchamos todos los días que los problemas que nos agobian desde el verano de 2007 se deben a la presencia de consejeros políticos en las cajas de ahorro españolas (que derivaron recursos hacia obras faraónicas que proporcionaban votos a costa de resultar deficita- rias), la estrategia equivocada de los financieros que dirigían el banco de inversiones Lehman Brothers (aunque no había políticos en Lehman) o el excesivo coste de los servicios públicos? El problema de estas recetas es que presuponen que en el caso de que ciertos responsables fuesen prudentes, los consejos directivos de grandes empresas estuviesen compuestos por expertos, o los usuarios optaran por la austeridad en sus demandas al Estado, no se habrían alcanzado los insoportables niveles de desempleo y polarización social a que hemos llegado. Sin embargo sabemos que los problemas no se solucionan tan fácilmente y que el hecho de buscar culpables con nombres y apellidos (aunque se deba hacer) no puede despistar sobre los mecanismos económicos y políticos que han llevado a los problemas actuales y que se encuentran en el corazón del capitalismo neoliberal: la búsqueda de una elevada rentabilidad para el capital, día a día, al precio que sea; de las consecuencias que esto acarree en el futuro deberán preocuparse quienes vengan después. En cambio, la personalización de la crisis en ciertas empresas o gobernantes también nos impide advertir la multiplicación de paraísos fiscales por todo el planeta y la evasión a gran escala practicada tanto por empresas multinacionales como por millonarios que solo tienen la nacionalidad de un país a título nominal. Mientras políticos y empresarios se felicitan de las nuevas herramientas que pone Internet al servicio de la población ocultan que estas mismas posibilidades son empleadas para mover miles de millones de dólares o de euros (proceso impulsado por la desregulación del control de capitales aprobada por los mismos gobiernos) con el fin de evitar el pago de impuestos. Todo lo anterior intenta explicar que el libro reseñado tiene una gran actualidad, por lo que constituye un acierto la elección de los textos publicados en esta edición a cargo de Mario Espinosa. Se trata además de una publicación cuidada, tanto en su traducción como en la presentación, rasgo que suele distinguir a la editorial Alba.