Los Realejos durante los siglos XVIII y XIX(I)

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EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014
p1
CLAVES DEL CAMINO. Se
cumplen 26 años del misterio de
Voronezh, el llamado ovni de la
Perestroika soviética. 6/7
del domingo
revista semanal de EL DÍA
La visión de un pueblo a través de los viajeros
Los Realejos durante los
siglos XVIII y XIX (I)
Texto: Javier Lima Estévez
(graduado en Historia por la ULL)
A
lo largo de los siglos
XVIII y XIX, Canarias
fue visitada por todo un
conjunto de viajeros
atraídos por el clima y la
realización de estudios científicos,
cartográficos, geológicos, botánicos, astronómicos, antropológicos,
etc. Tales viajeros no dudaron en
relatar todo aquello que tenían ante
sus ojos, dejando por escrito testimonios que acabarían por convertirse
en un estímulo para aquellos que pretendían llegar hasta las Islas. Lo
cierto es que a partir del siglo XVIII,
el progreso de las ciencias de la navegación alentó a los gobiernos europeos a organizar grandes expediciones marítimas rumbo a África,
América y el Pacífico. En Canarias,
durante el XVIII, y junto a los aspectos mencionados, también se presentaron diversos estudios sobre el
pasado aborigen y el poblamiento
hispánico.
No podemos dejar de mencionar el
interés que generaba alcanzar la cima del volcán Teide, motivo de la llegada de Edens (1715), Feuillée (1724),
Heberden (1752) y Van Steinfort
(1754), entre muchos otros. Canarias,
además, conocería durante el siglo
XIX la visita de artistas de la talla de
Alfred Diston, James J. Willians,
Joseph Mallord William Turner,
Major H. A. Leveson, Lord Frederick
Leigton, George Graham-Toler y A.E.
Grosser. También llegaron a las Islas
múltiples científicos, siendo notables
ejemplos de ello: Philip Barker Webs,
Charles Piazzy Smyth y Robert Stephenson, así como mujeres que nos
dejaron multitud de datos y hechos
sobre las Islas, siendo el caso de Elizabeth Murray, Marianne North, Olivia Stone, etc. Los beneficios del clima canario y la publicidad que
realizaban los viajeros del mismo derivaron en la llegada de muchos
“invalids”(1) en busca de soluciones
para sus enfermedades. La Laguna,
La Orotava y el Puerto de la Cruz,
entre otros lugares, fueron visitados
como espacios idóneos para recuperar la salud.
A través de las crónicas de los via-
jeros que visitaron Canarias durante
los siglos XVIII-XIX podemos llegar
a conocer multitud de datos sobre la
vida cotidiana en distintos puntos de
las Islas, centrando nuestro artículo
en la visión que aquellos viajeros y
viajeras manifestaron sobre Los Realejos, dejando interesantes descripciones que reproduciremos en las
siguientes páginas con la finalidad de
conocer la realidad de un pueblo
siglos atrás a través de unos ojos que
no dudaron en destacar las ventajas
o las deficiencias de todo aquello que
se encontraron a lo largo de su estancia.
El naturalista francés André-Pierre
Ledrú (1761-1825) dejó escrito uno de
los testimonios más interesantes de
cuantos se plasmaron entre los siglos
XVIII-XIX. Ledrú estuvo marcado por
una sólida formación botánica. En
1796 se embarcó en su primera expedición científica, comandada por el
capitán N. Baudin. Su llegada a Canarias se produjo al amparo del Gobierno republicano francés, como
consecuencia de una misión científica a las Antillas, que a causa de una
tempestad tuvo que hacer escala en
Tenerife. A lo largo de medio año,
Ledrú recorrió una gran parte de isla,
recopilando un conjunto de aspectos que abarcan desde la geografía a
las leyendas, la economía y las manifestaciones religiosas y culturales de
los tinerfeños.
Sobre Los Realejos cita unos pocos
datos que se concentran en describir
la situación del Realejo Bajo y el Realejo Alto. Para el primer caso, Ledrú
no duda en destacar la excelente ubicación de tal población, próxima al
mar y con una temperatura benigna
a lo largo del año. Asimismo, hace
una pequeña referencia a la cantidad
y calidad de las aguas que regaban
unos campos marcados por una
notable presencia de viñedos. Un
marco al que le debemos añadir la
presencia de coquetas casas de
campo, no dudando en manifestar el
francés que todos los elementos
unidos “hacen que todo concuerde
Perspectiva del
Realejo en 1893.
Foto de Carl Norman.
Fuente: FEDAC
para que la estancia en este municipio, que en 1776 tenía 2.151 habitantes, sea deliciosa”(2).
Para el Realejo Alto, prácticamente
cita lo mismo, destacando las mismas
ventajas del clima y del suelo. Asimismo, afirma que en 1776 el lugar
era habitado por 2.441 personas(3).
Ledrú recorrió múltiples pueblos,
realizando una gran labor en la isla
a través de la redacción del catálogo
de plantas existentes en el Jardín
Botánico de La Orotava. Finalmente,
tras más de cuatro meses de estancia, embarca en los primeros días de
marzo de 1797, dedicando sus últimos años a la dirección de un centro
de estudios de historia natural en la
pequeña ciudad francesa de Le Mans.
Otro de los insignes personajes que
nos dejaron su particular visión
sobre Los Realejos sería el geólogo
Leopold von Buch (1774-1853), quien
llegó a Canarias acompañado de su
amigo el botánico Christian Smith, en
pasa a la pág. siguiente®
p2
domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA
EN PORTADA
el año 1815. Su expedición a las Islas
se desarrolló desde el 5 de mayo al 27
de octubre. Destaca la descripción
que realizó del Realejo, mostrando su
excelente formación de geólogo en las
descripciones que ofrece del lugar. De
esta forma, manifesta que “en la parte inferior de la masa aproximadamente uniforme de la montaña de Tigaiga, se observa un poderoso estrato
de conglomerado, formado en gran
parte por bloques de un tamaño mediano; toda la roca es basáltica. Más
arriba, los bloques se vuelven más pequeños y la roca se convierte en toba
basáltica. A mitad de la montaña hay
una capa poderosa de un basalto
muy compacto; antes de llegar a ese
lugar se comienzan a ver otras capas
pequeñas de la misma naturaleza”(4).
También dejó una descripción sobre
la morfología de la costa realejera,
observando “los grandes acantilados
que bordean el mar por debajo de Los
Realejos, cerca del molino del Gordaxuelo, también ofrecen declives
inmensos, donde es fácil estudiar la
naturaleza de estas rocas diversas. En
ese punto, los estratos de basalto
sólido sólo alternan tres veces con otros
formados por trozos negros, escoriformes y sin coherencia entre ellos”(5).
L. Von Buch pasará luego a realizar
diversos comentarios sobre los diferentes tipos de rocas que podía
observar a su paso por la costa realejera y el origen de la misma, proporcionando una interesante descripción de la geomorfología del
lugar, destacando, además, la meticulosidad en la descripción de las
montañetas del Valle de La Orotava,
con especial atención al desaparecido
Granadillar realejero. Sin lugar a
dudas, L. Von Buch aportó una
valiosa descripción geológica de
Tenerife, la más exhaustiva hasta su
presencia, llegando a tocar de forma
acertada muchos aspectos que hasta
entonces habían permanecido inéditos o muy poco estudiados. Considerado por Alexander von Humboldt como el geólogo más notable de
su tiempo, terminaría sus días en Berlín en 1853.
No podríamos avanzar en nuestro
artículo sin conocer la descripción
que nos dejó uno de los más prestigiosos viajeros que visitaron nuestra
isla en la segunda década del siglo
XIX, el francés Sabino Berthelot
(1794-1880). Eminente naturalista y
cónsul de Francia en Canarias, en
diciembre de 1819 S. Berthelot tendría su primer contacto con el Archipiélago, llegando a Tenerife el 1 de
enero de 1820, tras haber superado el
peligro de las corrientes marinas, que
llegaron a desplazar el barco a las costas africanas.
En su obra “Primera estancia en
Los Realejos” nos dejó múltiples
datos sobre el municipio, manifestando lo siguiente: “Los Realejos son
dos bonitos pueblos separados por un
barranco. Realejos significa campamento: el 25 de julio de 1496, don
Alonso de Lugo y sus castellanos ocuparon las alturas donde después se
fundaría el pueblo”. No dudó en
visitar la Rambla de Castro y destacar la privilegiada ubicación de tal
enclave, así como la notable productividad que el propietario obtenía
de ese terreno. La tranquilidad en tal
espacio únicamente era alterada por
“el rumor de la espumosa cascada que
se precipitaba entre las rocas para después discurrir más sosegadamente
sobre un suelo esmaltado de flores”.
Bajo el característico tono bucólico
que solían utilizar los viajeros y naturalistas del siglo XIX en sus descripciones sobre las Islas, S. Berthelot llegó a comparar la Rambla de
Castro con los Jardines de Armida. Un
lugar donde “las viñas hacen gala de
sus dorados racimos y las huertas de
los más hermosos frutos. Contemplando la Rambla de Castro no parece
que haya intervenido la mano del
hombre, es como si se hubiesen creado
los jardines de Armida…”(6). El lugar
de Los Realejos llegó a representar
para S. Berthelot dos realidades distintas, constatando la diferencia
existente entre el Realejo Bajo y el
Alto, exponiendo cómo uno se encuentra “asentado sobre las últimas
estribaciones del Valle y el otro posado
sobre las alturas que lo dominan”. La
obra de S. Berthelot es rica en el análisis de usos y costumbres, aspectos
económicos y culturales en general,
representando un singular relato
para el estudio sociocultural del
siglo XIX en el Archipiélago, mediante un estilo que logra cautivar al
lector.
Víctor Pruneda nos dejó unos breves datos sobre ambos Realejos a mediados del siglo XIX. Pruneda nació
en El Ferrol en 1809. Su figura es
reconocida como una de las personalidades más importantes del republicanismo decimonónico. La política
y la prensa fueron sus dos grandes
pasiones, combinando ambas. Fundó
“El Centinela de Aragón” y colaboró
en la fundación de otros periódicos
como “El Huracán” (Teruel), “El
Pueblo” y “La Igualdad”, ambos en
Madrid. Fue varias veces alcalde de
Teruel, así como diputado y gobernador civil de Zaragoza y miembro
Dibujo realizado por
Adolphe Coquet.
Ermita de San
Sebastián y Hacienda
Los Príncipes.
Imagen cedida por
José Melchor
Hernández Castilla.
del Directorio Nacional Republicano.
Publicó varias obras. Por motivos políticos, sufrió el exilio en varias ocasiones, llegando a Tenerife en uno de
sus destierros y dejó por escrito su
visión sobre la isla en la obra “Un
viaje a las Islas Canarias” (1848).
Del Realejo Alto, afirma que “su
nombre se deriva del real en el que
asentaron los conquistadores en el
lugar que ocupa. Sus cosechas son
7.200 fanegas de granos, 1.400 arrobas de vino, con abundantes frutos
menores. Tiene de población 3.400
almas”(7). Por su parte, para el Realejo Bajo nos dice que se trataba de
“una villa al NO, con 2.350 habitantes. Produce 8.600 fanegas de granos
y legumbres, 2.300 arrobas de vino,
y algunos frutos menores”(8). Pruneda
permaneció en Canarias hasta la
amnistía que se le concedió a los condenados por delitos políticos como
consecuencia de la boda de Isabel II.
Regresó a Teruel en 1847, donde continuaría con una de las trayectorias
más relevantes de la política española, hasta su muerte, en 1882.
Elizabeth Murray fue una pintora
inglesa que nació en Londres en 1815.
La misma se dedicó al arte bajo el
influjo de su padre, apreciado retratista nombrado presidente de la
Society of Artist en 1824. En su adolescencia, visitó con su padre Italia
y quedó fuertemente impresionada.
Su primera exposición individual
se inaugura antes de cumplir los
veinte años. La llegada de E. Murray
al Archipiélago obedeció al nombramiento, en 1850, de su marido
como cónsul en las Islas Canarias. La
viajera llegó hasta Los Realejos,
admirando y destacando el hermoso
paisaje que se conservaba en el pueblo aún en el siglo XIX, así como
señalando la presencia de un profundo barranco como marca de separación entre el Realejo Alto y el Realejo Bajo. E. Murray no dudó en
destacar algunos aspectos referentes
al asentamiento guanche del lugar.
Plasmó, al respecto, su particular
visión sobre el desarrollo de la Conquista, “no exenta de errores que evidenciaban un desconocimiento de la
historia canaria, sobre todo en lo referente a los embalsamamientos y entierros de los antiguos canarios”(9).
Dos conventos continuaban en
pie durante su visita, indicando el
estado lamentable que los mismos
presentaban por entonces(10). La
presencia de una anciana monja en
el convento agustino constituirá un
hecho anecdótico que E. Murray no
dudó en recoger, exponiendo que se
trataba de “una monja casi tan vieja
como el mismo lugar; según su apariencia, podría prolongar su milagrosa
existencia tanto como las murallas
sagradas en las que acostumbraba a
vagar”(11). Sabemos que la misma fue
sor María Jesús de San José Álvarez,
última monja del convento de las
Agustinas Recoletas, quien “permaneció viviendo sola en su celda del
monasterio hasta su muerte, acaecida
después en 1856”(12). La anciana
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EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014
monja sufría las transformaciones de
un espacio religioso que iba perdiendo poco a poco su primitiva función,
pues en tal recinto sagrado, donde
antaño hubiera religiosas, en el momento de la visita de E. Murray únicamente se encontraban “cerdos alimentándose de raíces entre las ruinas,
aves picando semillas y muchos niños
jugando constantemente a lo largo del
día, haciendo que el lugar, que en un
tiempo fue dedicado a la paz de la religión, resuene ahora con sus gritos”(13). No duda en manifestar E.
Murray cómo la monja “necesitaba,
por ejemplo, buena ropa que esperaba
ansiosa conseguir de Inglaterra, así
como cualquier cosa que viniese de mí,
porque en verdad notaba que todo
estaba muy caro en Los Realejos y no
tenía mucho dinero que gastar”(14).
Murray también visito en Los Realejos la zona de Icod el Alto, lugar que
identificó como “un humilde pueblo
con un aspecto decrépito y con una
pequeña y pobre población cuyas
míseras cabañas apenas pueden distinguirse del terreno en que están construídas”(15). Su impresión del lugar
queda marcada por la pobreza que
veía y las diferencias con respecto a
otros núcleos que había podido visitar en el pueblo, destacando la dificultad de llegar al lugar, pero, al mismo tiempo, resalta el hermoso
paisaje y la impresionante vista que
obtuvo de Los Realejos.
De E. Murray se ha dicho que cometió varios errores históricos, pues
tuvo como objetivo querer conocer
todo sobre las costumbres y la gente,
no dudando en criticar los asuntos
religiosos y las modas femeninas. La
opinión crítica de la pintora inglesa
sobre diversas tradiciones canarias
derivó en múltiples artículos en su
contra. Su traslado a Estados Unidos
se produjo en 1869, dejando atrás
unas Islas de las que intentó conocer
todo.
La artista británica especializada en
pinturas sobre la naturaleza Marianne North (1830-1890) también visitó
Canarias. Su presencia en Los Realejos se produjo como consecuencia
de la invitación que recibió para quedarse unos días en la Rambla de Castro(16). En el interior de tan bello
espacio se encuentra una ejemplar
casona de la familia José Bethencourt
Castro. Por los senderos del lugar ya
habían transitado todo un conjunto
de viajeros tan insignes como Sabino
Berthelot, Jules Leclerq, Olivia Stone,
etc., que habían dejado por escrito
sus impresiones sobre el lugar. M.
North permaneció tres días en la casa
de J. Bethencourt Castro, siendo
amablemente acogida por sus cuatro
hijas: María Rosa, Josefa, María de los
Dolores y María del Rosario(17).
Recorrió los senderos del lugar y disfrutó con la espectacular vegetación
que inundaba un lugar, marcado
por multitud de arroyos que fluían
libremente en un espacio que, indudablemente, dejaría su huella en
una persona tan interesada por captar la naturaleza en sus múltiples manifestaciones. En la Rambla de Castro, M. North conoció al VI marqués
de la Florida, Luis Francisco Benítez
de Lugo y Benítez de Lugo, y a su
esposa, Francisca Delgado Trinidad
O’Shea, pues los mismos tenían su
casa veraniega cerca de la familia de
Bethencourt Castro(18).
Tras dejar atrás Los Realejos, M.
North se trasladó al Puerto de la Cruz,
alojándose en el Sitio Litre(19). Después de tres meses de estancia en el
norte de la isla, se trasladó a Santa
Cruz, regresando definitivamente a
Londres el 8 de mayo.
El arquitecto francés, Adolphe Co-
NOTAS
(1) GONZÁLEZ LEMUS, Nicolás. “Clima y
medicina. Los orígenes del turismo en
Canarias”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2007, p. 18. El concepto de “invalids”, agrupa a las personas que padecían la
gota, reumatismo, escrófula, ciertos enfermos, zimóticos, asmáticos, aploplegía, hepatíticos y, sobre todo, enfermos pulmonares
y bronquiales, fundamentalmente la tuberculosis pulmonar y otras afecciones respiratorias.
(2) LEDRÚ, André-Pierre. “Viaje a la isla de
Tenerife (1796)”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2005, p. 94-95.
(3) LEDRÚ, André-Pierre. Op. Cit, p. 94.
(4) VON BUCH, Leopold. “Descripción de
Grabado de J.J.
Williams. Cascada de
Gordejuela. Sobre
1829. Realizado para
la “Historia Natural
de las Islas Canarias”,
obra de Philip Barker
Webb y Sabino
Berthelot.
la isla de Tenerife”. Santa Cruz de Tenerife:
Ediciones Idea, 2004, p. 32.
(5) VON BUCH, Leopold. Op. Cit, p. 35
(6) BERTHELOT, Sabino. “Primera estancia en Tenerife (1820-1830)”. Santa Cruz de
Tenerife: Instituto de Estudios Canarios,
1980, p. 73.
(7) PRUNEDA, Víctor. “Un viaje a las
Islas Canarias”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2006, p. 146.
(8) PRUNEDA, Víctor. Op. Cit, p. 146.
(9) FELIPE ACOSTA, Isidro. “Elizabeth
Murray y su visita a Los Realejos en 1850”.
Boletín informativo municipal (nº5).
Noviembre de 1990, p. 11.
(10) Se refiere al convento de Santa Lucía
y el convento de San Andrés y Santa Mónica.
quet (1841-1907) también nos dejó referencias sobre Los Realejos, tras su
paso por Santa Cruz de Tenerife y La
Orotava, en su viaje alrededor de la
isla. Coquet fue un notable arquitecto
francés. Cursó estudios y desarrolló
sus trabajos en Lyon. En Francia existen toda una serie de obras representativas realizadas por él, sobresaliendo el Hospital General de Vichy
(1885-1887) y el Sepulcro de los
Niños de Rhone. Viajó dos veces a
Tenerife. Su primera visita se produjo
en 1882 para construir el mausoleo
situado en los jardines del antiguo
hotel Victoria, en La Orotava, y la
segunda en 1889, para realizar los
planos del edificio sanatorio del
Taoro-Gran Hotel Jardín (en la actualidad abandonado).
Tras dejar La Orotava, Coquet se
dirigió a Los Realejos. Del Realejo
Alto anotó como curiosidad su alto
campanario, pero lo que verdaderamente le llamó la atención fueron las
notables pendientes tan características del pueblo, llegando a afirmar
lo siguiente: “Las pendientes de las
calles desafían las leyes del equilibrio.
Pero uno se acostumbra a todo y, como
esto continúe igual, terminaré por
(11) MURRAY, Elizabeth. “Recuerdos de
Tenerife”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones
Idea, 2004, p. 169.
(12) SIVERIO, José. “Los conventos del
Realejo”. Ayuntamiento de Los Realejos,
1977, p. 132.
(13) MURRAY, Elizabeth. Op. Cit, p. 169.
(14) MURRAY, Elizabeth, Op. Cit, p. 170.
(15) MURRAY, Elizabeth, Op. Cit, p. 171.
(16) Se trata de un espacio natural protegido de enorme belleza natural. Podemos
señalar la existencia de diversas construcciones en tal espacio, destacando la ermita
de San Pedro, la Hacienda de los Castro, el
Fortín de San Fernando y la antigua estación
de bombeo Gordejuela.
(17) GONZÁLEZ LEMUS, Nicolás. “Maria-
creer que la línea horizontal no existe
en Canarias”(20).
En Los Realejos, Coquet organizó
su caravana, teniendo una serie de
guías que le ayudaron con el equipaje. Llevó consigo diversas provisiones elegidas para la ocasión,
manifestando cómo “el malvasía no
ha sido olvidado. Son medidas prudentes, pues El Realejo no ofrece a
nuestros estómagos sino recursos muy
limitados”(21).
Sin lugar a dudas, Coquet realizó
una descripción centrada profundamente en el paisaje que veía, con
especial atención al Valle de La Orotava, motivado por las circunstancias
que le habían hecho llegar hasta las
Islas. En unas brillantes palabras del
periodista Alfonso González Jerez,
nos encontramos ante un viajero
“que no escribe tan elegantemente
como Ledru, ni tiene el talento científico ni la capacidad de observación
de Berthelot, ni la pericia narrativa
y la curiosidad incesante del temperamento romántico de Verneau. Pero
su prosa tiene encanto, ritmo y capacidad de seducción y recuerda intensamente la calidad de una magnífica
crónica periodística”(22).
nne North y su viaje a Canarias”. Puerto de
la Cruz: Sitio Litre, 2000, p. 51-52.
(18) GONZÁLEZ LEMUS, Nicolás. “Marianne North en la Rambla de Castro”. Conferencia como mantenedor en la Fiesta del Arte
en honor de la Virgen del Camen en Los Realejos el 29 de julio de 2013.
(19) GARCÍA PÉREZ, José Luis. “Sitio
Litre, parada y fonda en el camino”. Santa
Cruz de Tenerife: Burgado, 1996.
(20) COQUET, Adolphe. “Una excursión a
las Islas Canarias”. La Orotava, 1982, p. 45.
(21) COQUET, Adolphe. Op. Cit, p. 45
(22) COQUET, Adolphe. “Una excursión a
las Islas Canarias”. Santa Cruz de Tenerife;
Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones
Idea, 2005, p. 14.
p4
Y
iya Cabrera Estévez me
cuenta: “ Tenía ya 20 años
y un buen día mí querido
hermano llegó a casa diciéndome que me tenía
una gran noticia. Quería Ofelia que
fuese a ensayar rápidamente porque
nos íbamos a bailar a New-York. Lo primero que pensé es que mi hermano
Manolo estaba bromeando, pero enseguida comprendí que era cierto y verdadero. Ir a bailar a New York, como
las grandes estrellas, pensé. El sueño
más grande de mi vida lo iba a realizar. Parecía estar flotando en una nube
y... llegó el gran día.
“Todo allí era grandioso; nuestro
grupo enseguida destacó en el pabellón español por su colorido vestuario
y por nuestros bailes. Actuaba antes
que nosotros Antonio Gades, recién
casado con Marujita Díaz. A nosotros
nos presentaba la princesa Inmaculada
de Borbón Dos Sicilias. Desde el primer momento conectamos muy bien
ella y yo. Me llamaba "ratita" porque
así lo hacía también mi hermano y
siempre estábamos con bromas. A ella
le encantaban mis movimientos bailando y así me lo decía. Cuando regresamos del viaje seguí manteniendo
contacto por carta con ella. Es una persona sencilla y maravillosa de la que
guardo un gran recuerdo.
“Todos los días vivíamos unas experiencias fabulosas, dignas del mejor
cuento de hadas. Otro día maravilloso
fue cuando fuimos a bailar para la televisión al pie de las cataratas del Niágara. Allí, de la emoción, mi cuerpo
bailaba solo; fue indescriptible. Otro
momento inolvidable fue nuestra actuación en el Madison Square Garden,
presentándonos la actriz Jayne Mansfield. Apabullaba actuar allí con el recinto lleno. Un día, al terminar mi actuación me entrevistaron y me
hicieron fotos para la revista Life. En
esos momentos yo dominaba el inglés
y no tenía problemas con el idioma.
Otro día imborrable fue actuar para el
sah de Persia y el miedo que pasé al
tener delante a Anthony Perkins, que
yo acababa de ver su película y le tenía
terror. Fuimos los últimos en regresar
y gustamos cantidad. Ganamos mucho
dinero y vine con las maletas llenas de
ropa preciosa. Todos los grupos nos llevábamos muy bien y convivíamos. Me
encantaba el grupo de Badajoz; eran
sensacionales. Hoy sigo recordando mi
gran aventura y cuando bailaba malagueñas con Concha Machado y mi querido hermano. Ahora, casi sin damos
cuentas, nos hemos hecho mayores y
volvemos al recuerdo de hace 50
años. Desgraciadamente ya no estamos todos, pero lo vivido nos tiene
unidos a aquella fabulosa época”.
Carmelo Sebastián Sánchez Delgado con solo 15 años entonces recuerda:
“Nunca podre olvidar aquellos años.
Corría el año 1963 cuando con tan solo
14 años nos anunciaban que la agrupación de Coros y Danzas viajaría a
New York. Recuerdo cuando dijeron
que del grupo adulto no viajaría una
pareja por ser novios. En aquella época era impensable que sin casarse via-
domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA
50 años de la participación de los
COROS Y DANZAS DE LA
SECCIÓN FEMENINA DE
LA OROTAVA EN LA FERIA
MUNDIAL DE NUEVA YORK (y II)
Texto: Bruno Juan Álvarez Abréu
Profesor mercantil
jasen juntos, por lo tanto nos comunicaron al segundo grupo que se realizaría una prueba para de entre nosotros sacar una pareja, supervisada por
Maruja San Pelayo, la cual había
hecho un gran hincapié en que fuese
nuestra agrupación la que representase a Canarias.
“Sentí una gran satisfacción personal cuando nos eligieron a mí y a Goya
Núñez, convirtiéndonos en la pareja
más joven del grupo y pronto descubriríamos que también en la más joven de la Feria. Nos pasamos un año
ensayando de lunes a lunes sin importar domingos ni festivos, un sacrificio
que realizábamos con gusto. De esa
manera conseguimos la perfección.
“Ya en 1964, el 15 de abril, después
de tanto esperarlo con anhelo, viajamos a la Gran Manzana. Recuerdo que
mi madre no quería que fuese y mi padre me decía "vete para que te hagas
un hombre". Por fin llegamos. Todavía tengo la imagen de aquellos rascacielos gigantes, aquel gentío, todo
era un mundo por descubrir para un
joven que no conocía más que un pueblo pequeño en una pequeña isla.
“Éramos un grupo compuesto por
12 bailadores, de entre los cuales se encontraba la solista y 5 tocadores. En la
feria teníamos actuaciones diarias en
el pabellón de España, y como anécdota curiosa cerraba el día el ballet de
Antonio Gades. Al mes de estar allí comenzamos a bailar a las 11:00 en el patio central como apertura de la exposición.
Como folclorista recuerdo con especial cariño actuaciones como la del Madison Square Garden, presentada por
Jayne Mansfield, Shirley MacLaine,
Bob Hope y Anthony Perkins, llevándonos el galardón de mejor grupo del
mundo por votación popular, junto
con el grupo de Huesca. También fuimos invitados a las cataratas del Niágara, donde grabamos una película
para Eurovisión. Otros momentos
que viví con ilusión fueron el viaje a
Connecticut, en el desfile para conmemorar la independencia norteamericana, en el cual participamos con
una carroza decorada como un patio
canario, sobre el cual íbamos bailando.
También actuamos para los enfermos
de un hospital.
“También tengo el gusto de decir
que he bailado en la asamblea general de la ONU y fuimos invitados a
hacerlo en un barco israelita llamado
“Shalon”.
“Con que alegría recuerdo el almuerzo que se celebro en el pabellón
de España compartiendo mesa con
grandes personajes de la historia
como Dalí y Mario Moreno "Cantinflas", aparte de conocer al maravilloso
Walt Disney.
“Quiero recordar que solo era un
chaval que quería descubrir cosas y
divertirse. Una de las borracheras
más grandes que recuerdo fue el día
de San Isidro ya que nos daban libre.
Haciendo memoria veo a mi compañero Javier, más conocido como "el
Pinto", atendiéndome toda la noche
pero al día siguiente bailé como si no
hubiese pasado nada. Todas las noches
nos montábamos unos tenderetes
con otras agrupaciones que no parábamos de bailar. Lo pasábamos genial,
al punto de coger el metro vestidos de
magos y la gente sonreía al vernos
pasar.
“Fue algo inolvidable ya que fuimos
el primer grupo que está tres meses en
el extranjero exponiendo el folclore de
su tierra, y no es que nosotros nos considerásemos los mejores, sino que realmente nos querían allí. Porque se realizó un sorteo para que dos grupos
regresasen a España y a nosotros nos
dejaron fuera del bombo.
“La vuelta a casa fue apoteósica.
Fuimos recibidos por muchísima
gente y familiares que se alegraban al
vernos llegar. Y del aeropuerto directamente al Gobierno Civil, donde nos
recibió el gobernador y nos felicitó por
el gran éxito que tuvimos al representar a Canarias.
“Qué más puedo decir, que aquello
me dejo marcado de por vida, una vida
ligada al folclore y la tradición”.
Juan Pedro Pérez Rodríguez que
conocemos cariñosamente por “Peyo”
(bandurria), sentado en los bancos de
la histórica plaza de la Constitución o
de la Alameda, me cuenta su estancia
en Nueva York en la primavera del año
1964: “Deseo hacerle ver a la actual juventud, repleta de grandes tecnologías, que para un muchacho de 17 años
residente en una ciudad como La Orotava, entonces rodeada de campos,
plataneras, trigos, árboles frutales...
viajar a Nueva York, vía Madrid, con
una cultura de aquellos años, obtenida
en el colegio de San Isidro, ver antes
estas dos grandes ciudades que el sur
de Tenerife, e incluso que la santa imagen de la Virgen de la Candelaria, es
una experiencia que jamás olvidará en
su vida”.
A “Peyo” le fueron a buscar un mes
antes, recomendado por Efrén Sacramento Álvarez. Entonces alternaba
entre los grupos: rondalla de pulso y
púa del Colegio de San Isidro (aprendió de la mano de un gran maestro, el
salesiano Manuel Rojas), Agrupación
Juvenil Orotava, del amigo Paco Morales, y Los Divinos de Higinio. Manolo
Cabrera Estévez que era jefe del grupo
de los Coros y Danzas de la Sección
Femenina de La Orotava, le hizo una
pequeña prueba instrumental, que no
le sirvió de nada, pues ya reunía
unas cualidades artísticas y musicales
que eran evidentes. Incorporado al
grupo, se sintió identificado con la calidad del mismo, sobre todo con la de
su director musical, Juan José González de Villar, el cual reunía unos
conocimientos musicales jamás visto
después de tener a profesores de
mucha calidad.
Recuerda que el día que embarcaron por Los Rodeos, unas semanas
antes, se había producido un accidente. Concretamente, el 17 de marzo
un avión militar Douglas DC - 3, perteneciente al Ejército del Aire español,
se estrelló en las cercanías de La
Esperanza, al intentar un aterrizaje
nocturno. En Nueva York, la residencia donde se instaló la compartía con
Cándido León y Pedro Martín. Ganaba
6 dólares diarios, el cambio entonces
estaba en 60 pesetas el dólar. Se
gastó todo lo que ganó, puesto que se
trajo para su casa la ilusión de su vida:
transistor, cámara fotográfica, vestuario y demás.
En ese tiempo compartía en La
Orotava el trabajo en las oficinas del
constructor Ángel García con los estudios musicales en el Conservatorio de
Santa Cruz, al que se desplazaba diariamente.
Dos ilusiones se le quedaron grabadas en vida: primero, el recibimiento en el aeropuerto neoyorquino al
grupo The Beatles, que le eran totalmente desconocidos; después, la
visita que realizó a la multinacional
RCA, un pabellón moderno repleto de
televisiones y aparatos de música,
donde se vio en pantalla. Desconocía
lo que era ver la televisión pues aquí,
en su casa, la llegó a tener cuatro años
después.
Actuaban en los escenarios sin megafonía y le sorprendió que a los asistentes no se les oía ni la respiración.
Aparte de Maruja San Pelayo, que era
la jefa suprema, le acompañaba una
segunda que se le conocía por la señora Belén (no recuerda sus apellidos).
El orotavense Carlos Argüelles, a través de la agencia de Pedro Hernández
Méndez, se encargó de trasmitir toda
la documentación necesaria para el
viaje. Llevaron consigo los equipajes
particulares de cada miembro, pero
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EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014
aparte, en un baúl de mimbre, se llevó
el vestuario típico (propiedad de la Sección Femenina de la Villa) y las cintas
de las varas. Lo curioso es que nunca
se supo nada de las varas de San Isidro, desaparecieron en la aduana del
aeropuerto de Nueva York misteriosamente.
Hizo amistad con Marujita Díaz, que
siempre le escuchaba al toque de su
bandurria, acompañándole en algunas
coplas. Lo curioso es que cuando
íbamos con los grupos a cualquier
espectáculo prohibido para menores
nuestro compañero Antoñito era el
único que se encontraba con la prohibición de entra, no por la edad, sino
por la estatura.
A titulo anecdótico recuerda que un
día el grupo de Huesca ( representando
a Aragón) no tenia bandurria para actuar porque había tenido un problema,
y se ofreció para tocar, eso sin ensayar, sino sobre la marcha. Nadie del
grupo de Aragón se lo podía creer: le
vistieron de maño a 10 minutos de salir
al escenario y no se notó la falta del
bandurria. Ese día dicho grupo casi lo
saca a hombros”.
Isidro Álvarez me manda un riguroso detalle narrativo de lo vivido en
Nueva York en los tres meses de
estancia: “Amigo Bruno, con relación
a mi estancia en New York con el grupo
de Coros y Danzas de La Orotava, en
la Feria Mundial de 1964, tengo que decirte que mis recuerdos se han desvanecido muchísimo. Cincuenta años
son demasiados para retener todas las
alegrías, emociones y los buenos ratos
que pasamos en esa aventura maravillosa. Con ayuda de las fotos, pequeños objetos de recuerdo, etc. y algunas conversaciones esporádicas con
algunos de mis compañeros de expedición, trataré de esbozar unas líneas
que espero te sirvan para tu relato.
“Como me imagino que tienes el
nombre de los componentes, paso a
relatar algo de lo que vivimos en esa
“World´s Fair” y otros lugares que visitamos, como el Madison Square Garden, las cataratas del Niágara o Connecticut. Pero antes de ello quiero
recordar a nuestros queridos amigos
y compañeros fallecidos, “Taco”,
Óscar y Manolo, que a pesar de su
ausencia los seguimos teniendo en el
corazón.
Comienzan mis recuerdos estando
en el avión. Antes de aterrizar nos entregaron un folio con la letra de la canción “América the beautiful”, canción
con la que terminábamos siempre
nuestras actuaciones en el escenario.
“Nuestro desfile a la llegada por la
Quinta Avenida, con una lluvia impresionante. Pensábamos que los instrumentos de cuerda quedarían inservibles. A continuación nuestro
encuentro con el apartamento en la 68,
Ithaca Street, en Queens. Y posteriormente nuestro primer día en el
pabellón español. Nos impresionaron
sus dimensiones y las obras en las diferentes salas allí expuestas: “La Tizona”
del Cid, la Dama de Elche, las pinturas de El Greco, Goya, Zurbarán, Dalí,
etc. También recuerdo, sobre todo,
uno de los patios, porque en él,
cuando nos tocaba “guardia”, actuábamos como reclamo para los visitantes de la feria. Y cómo olvidarnos
de los restaurantes, “Toledo”, “Granada” y el bar “La Marisquería”,
donde nos tomábamos un vino con
una tapa de paella, que nos dejaba
nuestra maltrecha economía en muy
malas condiciones. El mejor recuerdo
de los restaurantes fue el día en que
un señor palmero (lamento no acordarme de su nombre) nos invito a todo
el grupo a un almuerzo y sus lágrimas
emocionadas cuando le cantamos el
“Palmero sube a la palma”; además de
otra comida con los embajadores en
la ONU y el comisario del pabellón
español, Miguel García Sáez, donde
Concha Machado tiene una bonita
anécdota.
avería, seguimos hasta Niágara Falls,
donde disfrutamos del fabuloso espectáculo de las cataratas. Actuamos y
regresamos a New York.
Hicimos otro viaje a Connecticut,
donde fuimos para desfilar en la fiesta
del día de la independencia de EEUU
(4 de julio) en el pueblo donde residía
la señora del embajador de EEUU en
España. Fue anecdótico cuando nos
ofreció unos caballos para participar
en el desfile. Al final fuimos en una carroza.
“Asimismo, fue emocionante cuando un primo de nuestro querido Manolo Cabrera (q.p.d) nos llevó a visitar las Naciones Unidas. Igualmente
cuando nos acompañó a la playa y nos
llevó por la noche a una boîte, de la que
era propietario el famoso Charles
Atlas.
“Y qué decir del teatro, donde
actuábamos. El ambiente detrás del
escenario, los guitarristas haciendo
dedos con un pequeño diapasón, el
cantaor Enrique Morente calentando
la voz, Antonio Gades zapateando, las
bailarinas y bailadores del MarienmaBallet de España y otros muchos, amén
de los grupos que nos tocaba actuar,
todos un poco nerviosos. Los 150 componentes de los Grupos de Coros y
Danzas, de Granada, Bilbao, Yecla,
Salamanca, Santander, Sitges, Badajoz,
Huesca y nosotros, La Orotava, todos
en el escenario el día de la inauguración. Fue impresionante.
Y siguiendo con las actuaciones, recuerdo la del Madison Square Garden,
donde nos presentó la famosa estrella Jayne Mansfield. Eran tal las candilejas del escenario que cuando salimos no veíamos al público,
deslumbrados por los rutilantes
“focos” de la Mansfield.
“También fue memorable nuestro
viaje a las cataratas del Niágara, para
hacer un reportaje para una televisión
americana. Salimos de New York en un
autobús español; paramos porque se
averió, y de paso fuimos a ver la fábrica
de Kodak. En esa época salió al mercado la Instamatic 100, una cámara
maravillosa para la época; yo me
compré una. Una vez reparada la
“Maravilloso fue igualmente, cuando en nuestros días libres nos acercábamos a Manhattan, para visitar la ciudad, la biblioteca pública, la calle 42,
la Quinta Avenida, los cines, Radio City
Music Hall, Central Park, China Town,
el Empire State Building, el Moma, etc.
Otra excursión, como no podía ser menos, fue la visita a la Estatua de la
Libertad. Un día muy emotivo fue
cuando la despedida de los grupos de
Salamanca y Sitges. Muchos intercambios de direcciones, besos, llantos
y largos abrazos. Algo inolvidable.
“La visita a los diferentes pabellones de la feria nos ocupaba la mayor
parte del tiempo que teníamos libre.
Nuestros pabellones preferidos fueron
la Ford, General Motors, IBM, Futurama, Sinclair, Bruselas, Monorail, El
Vaticano, etc. Sobre todo la Ford y la
General Motors, por las historias que
cada cual tuvo en ellos, pero eso pertenece a la intimidad.
“Por último, cómo no recordar la rutina diaria: la compra, la comida, la
limpieza del apartamento, la colada,
las fiestas en el mismo y tantas y tantas anécdotas que con el tiempo se nos
han ido olvidando. Recuerdo un día de
calor tremendo, más que un día, una
noche. Era tan alta la temperatura en
el apartamento donde dormíamos
que cogí el colchón y subí al otro piso,
Acto en el
Ayuntamiento de
La Orotava
celebrando los 50
años de aquel
viaje.
donde dormía el resto de compañeros,
toqué el timbre y por lo tarde que era
Javier salió con cara de susto y al
verme con el colchón en la cabeza, me
dice: “¡¡Qué, ¿vas de ligue?!!
“Tampoco se me olvida, nuestra salida desde el apartamento hasta la
esción del metro cerca de nuestro
barrio, que nos llevaba hasta la entrada
de la feria. El recorrido era aéreo, y
pasábamos por el estadio de beisbol
“Shea Stadium”. Hay que recordar que
sirvió como escenario a uno de los conciertos más emblemáticos de la historia, cuando The Beatles se presentó
el 15 de agosto de 1965 en el primer
concierto que una banda de música
daba en un estadio al aire libre.
“Y la entrada a la feria al salir del metro y avanzar por una rampa que nos
llevaba hasta encontrarnos con la famosa Unisphere, que en la actualidad
sigue allí ocupando el espacio central
del actual recinto donde se celebra el
famoso campeonato de tenis, el
abierto de EEUU, de Flushing Meadows-Corona Park”.
El 14 de julio regresan a Tenerife, tras
tres meses en la ciudad de los rascacielos. El periódico El Día difundió la
noticia así:
“En el avión directo de Madrid, que
aterrizó en Los Rodeos a las ocho y
media de la tarde, llegaron a Tenerife
los componentes del Grupo de Coros y
Danzas de la Sección Femenina de La
Orotava que tomaron parte en los festivales organizados por el pabellón español de la Feria Internacional de Nueva York.
Desde antes de la hora anunciada para aterrizar el “Superconstellation”, el
aeropuerto presentaba un aspecto brillantísimo. Una verdadera multitud se
había trasladado desde La Orotava
para recibir a sus paisanos. Al frente el
alcalde accidental y concejales de aquel
Ayuntamiento.
En representación de las primeras
autoridades civiles – jefe provincial del
Movimiento–, saludó a los componentes del Grupo de Coros y Danzas de la
Sección Femenina el subjefe provincial,
señor Estévez Méndez, a quien acompañaban el inspector, la delegada de la
Sección Femenina y numerosos mandos de esta organización. Las seis
señoritas que formaron parte del grupo
fueron obsequiadas con ramos de flores al bajar del avión, mientras sus compañeros del cuadro folklórico que quedaron aquí, ataviados con el traje
típico, ejecutaban isas y folías.
Desde el aeropuerto, los recién llegados se trasladaron al Gobierno Civil
de la provincia, donde les recibió y
saludó, uno a uno, el Gobernador Civil
Jefe Provincial del Movimiento, don
Juan Pablos Abril. Familiares y amigos
de los componentes del grupo entraron
también al salón de actos del Gobierno.
Pronunciaron breves palabras de
ofrecimiento la delegada provincial de
la Sección Femenina, señorita Vilar Borges, y el subjefe provincial. Ambos se
refirieron a los éxitos cosechados por el
conjunto orotavense en los Estados Unidos y a la significación que para la isla,
provincia y nación tenía ese triunfo.
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domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA
CLAVES DEL CAMINO
EL MISTERIO DE VORONEZH
26 años del ovni de la Perestroika
La prensa de medio mundo replicó al instante la sorprendente noticia suministrada por la agencia Tass aquel 9 de octubre de 1989.
Según aquella primera información que los periodistas occidentales se afanaban en confirmar, una nave extraterrestre había
aterrizado a plena luz del día en un parque ruso, ante la atónita mirada de decenas de testigos que contemplaron el descenso y las
evoluciones de sus desconcertantes tripulantes. Nacía, para no ser resuelto jamás, el caso Voronezh.
L
a ufología soviética no volvería ser la misma a partir
del incidente de Voronezh,
algo que incluso los observadores más sesudos y
escépticos no durarían en rubricar. Y
es posible que una sentencia similar
pueda ser aplicada sin demasiados matices a la ufología internacional. El affaire
Voronezh lo cambiaría todo, al menos
en apariencia. El encuentro cercano,
con aterrizaje incluido, en medio de
un concurrido parque público terminaría convirtiéndose, a partir de los
testimonios iniciales y merced al
paulatino enriquecimiento con detalles a cual más sorprendente que experimentaría el caso, en un relato cada
vez más increíble y bizarro que terminaría por minar la fiabilidad ufológica
del mismo, revelándose ante los analistas como una expresión más de la
Perestroika y sus ramificaciones
sociales. La cuestión radicaba, y aún
hoy lo hace, en determinar a qué tipo
de expresión en concreto podía obedecer semejante episodio mediático.
A todas luces parecía increíble que una
agencia como Tass, durante décadas
portavoz oficiosa del bloque soviético
y con fama de escrupulosa sobriedad
informativa, diera cuenta al mundo
de manera tan rotunda, diáfana y colorista del aterrizaje de una nave alienígena tripulada, algo que con justicia, y aun admitiendo discrepancias,
podría ser definido como la noticia más
importante de la historia de la humanidad. ¿Era acaso aquella bomba
informativa otro síntoma del aperturismo y la democratización catalizada
por Mijail Gorvachov, decisivo impulsor de una Perestroika llamada a
transmitir al mundo la existencia de
vida inteligente en el Universo? ¿O tal
vez aquella bola de nieve que comenzó
con un teletipo tan sólo fue una
tosca pero eficaz maniobra de distracción informativa en un momento
delicado para el movimiento aperturista soviético? Es posible que la respuesta se encuentre precisamente a
medio camino de ambas opciones, aunque, por lo que parece, muy lejos del
ámbito extraterrestre.
Aunque la noticia se divulgaría el
9 de octubre, el incidente de Voronezh
habría tenido lugar el miércoles 27 de
septiembre, en el transcurso de una
oleada de avistamientos que azotaba
Texto: José Gregorio González
el lugar desde hacía una semana. La
agencia Tass convertiría en un evento
global una información que periodísticamente había nacido unos días
antes en el periódico local Sovetskaya
Kultura, de la mano del cronista Alexander Mosolov. Fue él quien recogió
ese y otros casos, posiblemente sin saber
que la todopoderosa agencia TASS amplificaría su impacto mediático. En torno
a las 18:30 horas de aquel día un grupo
de niños jugaba en el parque público
Yuzhni del distrito de Leverezhni, ubicado frente a la Escuela Secundaria 33,
mientras otros jóvenes y adultos transitaban la zona o bien esperaban el autobús. En un momento determinado contemplaron una luz de color rosado “que
después se fue convirtiendo en un globo
de color rojo oscuro de aproximadamente diez metros de diámetro”,
según los datos de Vladimir Lebedev,
corresponsal de Tass en la región, que
había hablado con una decena de niños
y adolescentes.
Ante el lógico y creciente desconcierto
de los testigos el objeto daría una vuelta
a la zona antes de comenzar a descender
y aterrizar en el parque, momento en
el que se abrió una especie de escoti-
Recreación de
Gustavo Sanchez
sobre los
humanoides de
Voronezh
lla en su parte inferior y apareció una
figura humanoide de tres metros de
estatura, dotado de tres pequeños ojos
de los que uno parecía moverse en diferentes direcciones. El ser, que tenía una
cabeza minúscula en comparación con
su talla, vestía un ajustado traje plateado y botas de color bronce, portando
lo que parecía ser un disco en el pecho.
Si su extraño aspecto recordaba ya a
ciertas imágenes clásicas de la ciencia
ficción, esa percepción se reforzaría
cuando al instante apareció junto a él
lo que sería descrito por los testigos
como un “robot” de menor tamaño y
aspecto “humano”. ¿Qué hizo pensar
a los testigos que se trataba de un robot
si su aspecto era humano? La respuesta
se la brindaba a Luís Alberto Rivas,
corresponsal de TVE en Rusia, el
piloto de aviación y ufólogo Slava Marlinov: “Los testigos vieron junto a la
nave una gran figura, de gran estatura,
que tenía tres ojos. El ojo central giraba
como un radar. Su cabeza era pequeña,
se mantenía fija, sin girar. El lugar de
nariz tenía dos orificios. La nave
sobrevoló este lugar. También salieron
dos personas más y un robot; dicen que
era un robot por sus movimientos mecá-
nicos, les faltaba naturalidad a sus movimientos”.
La complejidad de los hechos iría
aumentando por segundos y con ella
la dificultad de los investigadores para
establecer una secuencia fiable de los
mismos, ya que, por ejemplo, antes
de este aterrizaje algunos testigos describieron una suerte de simulacro del
mismo al quedar suspendida la nave
–cuya forma fue descrita no solo
como ovoidal y redonda, sino también
como lenticular y de media luna- a unos
metros del suelo y realizar sus tripulantes un sondeo visual tal vez buscando dónde tomar tierra. Tras aquel
chequeo la nave desaparecía unos
segundos y reaparecería para finalmente
aterrizar. Al margen de esta discordancia
y según la información en este caso
de la agencia española EFE, elaborada
tras más de una veintena de entrevistas
a testigos directos por quien entonces era su delegado en la zona, Miguel
Bas, “el extraterrestre emitió un
sonido y dibujó sobre la tierra un triángulo luminoso de unos treinta por cincuenta centímetros que desapareció
rápidamente. La extraña criatura
tocó el pecho del robot, y éste
comenzó a andar. En ese momento,
uno de los niños gritó aterrorizado, y
el extraterrestre le miró y el pequeño
se quedó paralizado”
Tras lo que pareció un breve sondeo de la zona, los dos seres -en algunas versiones se habla de hasta cuatro, siempre descritos con afiladas cabezas- descenderían de la nave para proceder a la recogida de muestras de suelo
y vegetación, momento en el que se
viviría otra escena especialmente
controvertida: un chaval intentaría salir
corriendo presa del pánico siendo volatilizado por el haz de luz desprendido
por una barra metálica de medio metro
de longitud con la que el gigante alienígena le había apuntado. Aquella aparente desmaterialización quedaría
sin efecto al finalizar el incidente, reapareciendo el niño sano y salvo
cuando la nave se alejó del lugar a gran
velocidad, quedando como rastro de
su presencia cuatro profundas huellas
triangulares en el terreno dispuestas
en rombo, marcas que se correspondería con su hipotético tren de aterrizaje
y cuyo estudio permitiría estimar en
11 toneladas el peso de la supuesta nave
de 15 metros de diámetro.
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EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014
Las indagaciones de los medios
occidentales y de los corresponsables
en tierras soviéticas resultaron en todo
punto infructuosas a la hora de localizar a los numerosos testigos del caso,
especialmente a los adultos. Apenas
tres niños, Julia Sholokova, Basia Surin
y Zheila Blinov, aparecerían de manera
reiterada referenciados por la prensa,
junto a Genrij Silanov, jefe del Laboratorio de Geofísica y responsable del
Centro de Investigación de Fenómenos Anómalos de Voronezh, una
organización a la que la prensa daría
un protagonismo posiblemente excesivo, aunque siempre con el beneplácito
de las autoridades locales. TVE, a través de Informe Semanal, lograría el testimonio del ufólogo antes citado
Slava Marlinov, y de uno de los niños,
Volodia Startshev, de 12 años, quien
ante la cámara española relataría
cómo “cuando ellos salieron de la nave
yo me quedé inmóvil, como paralizado.
Estábamos todos muy asustados.
Dos de los seres salieron de la nave y
observaron el lugar. Después de cinco
minutos se fueron. Cuando desaparecieron me mareé, la cabeza me dolía
y me daba vueltas”.
Estos y otros detalles que iremos
viendo convierten el caso del aterrizaje en Voronezh en un incidente único,
de manera que no es extraño que el
programa Cuarto Milenio que conduce
Iker Jiménez, terminara por enviar a
uno de sus reporteros, Pablo Villarubia, en busca de respuestas. Villarrubia
logró localizar en 2011 en aquellos parajes en los que hoy se respira desazón
e inseguridad a varios de los protagonistas de aquel affaire. Este fue el
caso del periodista y biólogo Fiodor
Kiseliev, quien a los detalles conocidos explicaría al reportero español que
la policía también había visto algo anómalo, añadiendo que “la tripulación
de un avión civil dio parte, y los localizadores del aeropuerto pudieron ver
que había algo extraño”.
Villarubia también daría con Stanislav Kadmensky, por entonces físico
en la Universidad de Voronezh, quien
recordó como en los estudios sobre el
terreno desarrollados por la comisión
de expertos creada al efecto estuvieron presentes representantes de la Cátedra de Física Nuclear y de la Cátedra
de Biología. “Se tomaron cincuenta
muestras del sitio donde había algún
tipo de huella diferente. Hicimos
análisis de trazas de material radiactivo, pero a pesar de todo no encontramos ningún tipo de radiactividad. Los biólogos verificaron si había
algún tipo de virus, bacterias, esporas…y tampoco encontraron nada”,
explicaría el físico antes las cámaras
de “Cuarto Milenio”. Curiosamente,
estos apuntes de Kadmensky contradicen una parte de la información
que trascendió en 1989, la relativa al
hallazgo de radiactividad en la zona.
Tal y como se informó en aquellas semanas, el parque presentaba en el lugar
del presunto aterrizaje índices de radiactividad por encima de lo normal, algo
que supuestamente verificarían tanto
el KGB como las autoridades nuclea-
res rusas y que parece reiteradamente mencionado en las crónicas, artículos y libros que se han ocupado del
caso. Una radiactividad que, según se
decía entonces, no suponía peligro
alguno y que se esforzaron en desligar del incidente ovni, atribuyéndola
por el contrario a los efectos del accidente sufrido años atrás por la central nuclear de Chernóbil. Lo singular en aquel 1989 era que aparentemente
la radiactividad solo aparecía en ese
lugar del parque y no en otro, mientras que lo desconcertante en el año
2011 es que se afirmase que nunca hubo
anomalías radiactivas. Se podría
apuntar que apenas es una contradicción sin importancia, pero la realidad es que no sólo no es la única, sino
que nada carece de importancia en este
caso. Curiosamente, las autoridades
comenzaron hablando abiertamente
del incidente aireando los detalles más
increíbles, para poco después replegar velas y paulatinamente ir restando
valor y credibilidad a los hechos, atribuyendo a la fantasía de los niños y
al cansancio de los constantes interrogatorios a los que eran sometidos
en aquellos días un buen número de
aquellos detalles.
Sin embargo, el análisis de toda la
información disponible permite asegurar que algo realmente inusual
ocurrió en aquel territorio con casi 450
años de historia y más de 800.000 habitantes, ubicado a unos 450 km al sureste
de Moscú. El fenómeno parece tener
un principio y un desenlace similar y
“coherente” en todos los relatos: una
luz rosada que termina revelándose
como un objeto ovalado o semiesférico, del que tras aterrizar en un parque descienden varios seres de extraña
apariencia, quienes tras interactuar a
la vista de todos regresan a la nave alejándose del lugar dejando una serie
de huellas en el terreno. Sin embargo
son los detalles, muchos de ellos anacrónicos y hasta risibles, los que
parecen romper la uniformidad. Es el
caso, por ejemplo, del amago de aterrizaje con el que los alienígenas
echan un vistazo para asegurarse de
donde posar su nave, algo que una tecnología capaz de surcar el universo
Testigos del caso
Voronezh
debería poder solventar sin necesidad
de abrir la escotilla y sacar la cabeza,
por no citar la existencia de un tren
de aterrizaje que deja huellas como los
dispositivos terrestres, frente a lo que
uno espera de la tecnología de otro
mundo. Hay sonadas diferencias en
el número de extraterrestres, uno y
tres según las versiones, aunque
siempre con un robot que parecer seguir
las órdenes que un testigo identificó
con fijos chirridos. Genrikh Silanov,
que sería presentado inicialmente como
científico –y que lo era- y poco después como ufólogo -que también lo
era-, describiría que su grupo había
dado con el lugar del aterrizaje
mediante “biolocalización”, un término
que la prensa reprodujo por su tufillo científico pero que no era más que
un eufemismo de radiestesia. Incluso
a los más fervientes creyentes en la
visita de extraterrestres a la Tierra les
tendría que parecer poco lógico que
el escenario de un aterrizaje contemplado por decenas de testigos en
un parque público y perfectamente
identificado requiera de un zahorí para
ser ubicado. “¡Detectamos un círculo
de veinte metros de diámetro, en el
que se ven cuatro hendiduras de cuatro a cinco centímetros de profundidad cada una, con un diámetro de
catorce a dieciséis centímetros, situadas en los cuatro vértices de un
rombo. También encontramos dos misteriosos trozos de roca roja oscura” aseguró Silanov. Aquellas rocas, finalmente,
tampoco resultaron extrañas al identificarse como escoria metálica, con
un alto contenido en hierro. Tampoco
se supo más de los elevados índices
de fósforo que se dijo presentaba el
lugar del supuesto aterrizaje. Quien
sabe, tal vez todo estaba dentro de la
normalidad..
El rayo desmaterializante es otro
ingrediente que parece fuera de lugar,
pero que forma parte no sólo de la iconografía ufológica y de la ciencia ficción más clásica, sino también de las
artes y poderes mágicos atribuidos a
magos, brujos y seres sobrenaturales.
Precisamente uno de los testigos que
nunca fueron localizados sería éste, una
auténtica contrariedad para los investigadores que se quedaron con las ganas
de saber a dónde se fue o en qué se convirtió durante esos minutos aquel niño,
o sí con posterioridad padeció secuelas. Lo más lógico en un caso llenó de
contradicciones sería pensar que tal episodio nunca ocurrió, que fue fruto de
la fantasía de los pequeños. Sin
embargo, durante la citada investigación de Pablo Villarubia en 2011 el reportero consiguió confirmar con Julia Sholokova, vía telefónica, y a través de la
mediación de su padre Anatoli Valentinovich, este controvertido detalle de
la desmaterialización y materialización
de uno de los niños. De no ser cierto,
¿para qué seguir manteniendo algo así
pasados más de veinte años? Los
ufólogos están acostumbrados a que
los testigos rectifiquen cuando son reencuestados al cabo de los años, sin
embargo este y otros detalles se mantienen sin figuras.
Igual de desconcertante fue la descripción del símbolo de “Ummo”, la
famosa “h” que algunos testigos afirmarían divisar en la panza del artefacto
y que enredaría aún más la trama. En
algunos dibujos elaborados por testigos aparece claramente decorando el
artefacto volador, y en la iconografía
posterior ya es incluido como adorno
en el atuendo idealizado de los humanoides de Voronezh. ¿Era ese símbolo
parte de esos añadidos posteriores, o
pertenece al fondo inicial del caso? No
es ni mucho menos un tema baladí,
puesto que en su origen, y al menos
oficialmente, el emblema ummita
habría sido parte de los elementos creados en España a finales de los años
sesenta para el “caso Ummo” por José
Luis Jordán Peña, según su propio y
cuestionable testimonio. Cierta casuística anterior a esa fecha –recopilada de
manera precisa por Juan José Benítez
en su libro “El hombre que susurraba
a los ummitas” – pone de manifiesto
que la “h” ya existía en la casuística
ovni antes de que Jordán Peña supuestamente la inventara o la adoptase para
su fraudulenta trama, un símbolo
que por otro lado tenía muchas posibilidades de resultarle familiar a los testigos de Vorozonezh al corresponderse
con la letra “zhe” del alfabeto cirílico,
en uso en diferentes regiones soviéticas, incluida Rusia. Ni Silanov ni su
equipo pudieron confirmar el detalle
de la inscripción, de manera que su presencia no pudo ser aclarada. Si se trató
de una contaminación desde luego no
fue ni mucho menos aleatoria, resultando obvio que de haber sido el fruto
de un enriquecimiento posterior la
migración del emblema buscaba desacreditar el caso de cara a Occidente,
utilizando un signo que paradójicamente
no iba a desentonar en tierras rusas.
Por entonces llegaron a circular
un puñado de fotografías que se atribuyeron al incidente, con un origen
y credibilidad más que dudosa. De haber
existido alguna fotografía, seguramente
se habría distribuido sin problemas en
aquellos primeros compases. Inquieta
pensar lo que habría pasado sí el episodio se produce en un escenario tecnológico y socialmedia como en el que
vivimos actualmente. Veinticinco
años después el caso Voronezh sigue
siendo un enigma. La solución salomónica por la que ha optado la mayor
parte de la comunidad ufológica es la
de admitir que algo extraño, fuera de
lo común, ocurrió aquella tarde en la
localidad rusa. Desde luego una
observación ovni importante, tal vez
incluso un aterrizaje, y hasta es posible que la contemplación de sus tripulantes de formas humanoides.
Pero, ¿estamos dispuestos a admitir
algo más?... ¿recogida de muestras? ¿ojos
que escanean?, ¿rayos paralizantes?,
¿emblemas ummitas?, ¿huellas y
escorias alienígenas en el terreno? Hay
que reconocer que un cuarto de siglo
después, superados los miedos al retroceso de una perestroika que en aquel
momento necesitaba oxigenarse,
seguimos sin saber a ciencia cierta que
ocurrió aquel miércoles de 1989.
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domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 944
EMDR:
una terapia psicológica de nueva generación
que no deja indiferente a nadie
E
MDR (en inglés Reprocesamiento y Desensibilización por el Movimiento
de los Ojos) es una terapia psicológica y científica elegida por la Organización
Mundial de la Salud y otras
organizaciones sanitarias
internacionales para tratar
de forma eficaz el trauma.
Es un baile apasionante,
tanto para el paciente
como para el terapeuta,
donde el paso, el ritmo, el
destino y el camino lo
marca el cerebro del paciente.
EMDR es una terapia
psicológica que actúa de
forma rápida, potente y
estable. En cada sesión la
persona activa de forma
sorprendente su capacidad
natural de aunar todas las
líneas de trabajo que ofrecemos hoy en día desde la
Psicología: en dos horas
realiza un psicoanálisis de
varios años, al mismo
tiempo que reestructura
sus pensamientos, creencias y cogniciones. Por un
lado, cambia durante la
semana sus conductas por
sí misma (sin instrucciones, sin líneas base
ni tareas para casa) y, por
otro, adquiere una conciencia más plena de sí
misma y de sus procesos
mentales, de su sufrimiento y de sus recursos,
de la vida en general.
Del EMDR se pueden
beneficiar personas que
han sufrido un accidente o
una agresión que las
colocó al borde de la
muerte, o que viven dramáticamente la pérdida
de un ser querido, que
han sufrido un abuso
sexual… Esto es, se pueden beneficiar personas
que han vivido cualquier
experiencia difícil y que les
perturba (incluso en situaciones mucho menos graves que las anteriores).
Desde el modelo de trabajo
en EMDR, la depresión, las fobias, la
ansiedad, el pánico, incluso las crisis psicóticas y los problemas psicosomáticos, pueden ser intentos de
respuesta de nuestro cerebro ante
situaciones que en un momento
Texto: JoséÁngelLópez
(especialista en Psicología Clínica,
consultor y clínico EMDR-Europa;
formador del Servicio Canario de Salud)
cerrados, que nos
cuenta que siendo muy
pequeño se quedó aprisionado en un ascensor
junto a un familiar al
que le dio allí dentro un
ataque de pánico.
Podríamos pensar que
aquella sensación de
peligro que vivió aquel
niño se quedó perfectamente memorizada en
el sistema reptiliano de
su cerebro: ascens o r = e s p a c i o
cerrado=peligro grave.
Por puro aprendizaje y
condic ionamiento,
otros espacios cerrados
provocarán la respuesta
de miedo, porque su
cerebro quiere evitar el
peligro, desarrollándose
lo que llamamos una
fobia. EMDR trabajaría
precisamente sobre
aquellos registros originales, para permitir que
el sistema natural del
cerebro reprocese la
información, el aprendizaje, las memorias, y
permita a ese adulto, de
una forma adaptativa y
más ajustada, moverse
con tranquilidad y libertad en espacios cerrados. Con otros trastornos pasaría algo parecido.
determinado parecieron inabordables.
Un ejemplo
Pongamos el caso de un adulto que
experimenta fobia a los espacios
La filosofía
neurológica que
subyace en EMDR
Nuestro cerebro es
una máquina extraordinariamente preparada
durante millones de
años de evolución para
responder a muchísimas situaciones. Ese
sistema de neuronas
nos “quiere” mucho y se
desvive por protegernos y cuidarnos
Imagen del cerebro
con una sabiduría natural cuyo objedonde se ve la mayor o tivo es que seamos felices.
menor activación
Eso que llamamos “trastornos
neuronal (color más claro)
mentales”
vienen a ser las respuesantes y después del
tratamiento con EMDR tas que nuestro cerebro encuentra
ante la indigestión que sufre nuestro
sistema neurológico de procesamiento cuando vive alguna experiencia difícil, dura, traumática.
EMDR activaría la capacidad natural
que tiene nuestro cerebro para digerir la perturbación que aquella experiencia provocó, reemplazando la información disfuncional por otra más
ajustada y adaptativa, pudiendo emplear la metáfora de un soporte que
nos permitiera grabar una música actual que nos gusta sobre otra que ya
no sirve y que estábamos escuchando a nuestro pesar y a disgusto.
Mediante un protocolo aparentemente sencillo, EMDR busca la estimulación bilateral de nuestro cerebro; con ello aumenta la conectividad
entre estructuras neurológicas profundas ligadas a la gestión de las
emociones y la supervivencia (hipocampo, amígdala, etc.), y otras más
avanzadas del pensamiento y del
control (zonas prefrontales y otras).
Esa estimulación bilateral se puede
conseguir a través del movimiento de
los ojos, de escuchar sonidos
mediante auriculares que alternan de
lado, o de pequeños toques o vibraciones lateralizadas en las manos u
otras partes del cuerpo.
La aparente simplicidad de la técnica no debe llevar a engaño. Por un
lado hay mucha investigación científica clínica y psiconeurológica que
se ha venido realizando y se sigue llevando a cabo. Por otro lado, su aplicación segura y eficaz necesita de
amplios conocimientos en psicoterapia, psicopatología y psicotraumatología, por lo que la formación en
EMDR debería quedar reservada a los
profesionales de la Psicología y de la
Medicina. Esta formación se viene
impartiendo en Madrid y Barcelona,
pero estos años pasados se ha acercado a Tenerife y Gran Canaria, brindando una excelente oportunidad a
nuestros profesionales para entrenarse en esta novedosa y potente técnica pues, al seguir un modelo americano,
es
una
formación
eminentemente práctica y aplicada.
En nuestro país la formación viene
avalada por la Asociación EMDR-España, en cuya web se puede encontrar más información sobre EMDR,
sobre formación y sobre los terapeutas acreditados en Canarias y en
España.
Obviamente, EMDR no es la panacea universal que resuelve todos los
males de manera milagrosa. Es una
técnica psicológica basada en la evidencia científica en constante experimentación y reevaluación, como no
podía ser de otra forma. Es muy potente y rápida en lo que llamamos
“trauma simple” (un incidente en
una persona que lleva una vida normal); en “trauma complejo”, donde
hay una tupida red de incidentes, a
pesar de que la duración lógicamente puede ser mayor al tener que
trabajar sobre más dianas, pero la técnica sigue siendo poderosa, rápida y
estable en sus resultados en comparación con otras.
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