Status que debía reunir una persona individual para ser ciudadano romano

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Universidad Nacional de Asunción
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
Trabajo Práctico de Derecho Romano I
“ Status que debÃ−a reunir una persona individual para ser ciudadano romano”
Año: 2007
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Integrantes
à NDICE
Página
• Portada………………………………………………… 1
• Integrantes……………………………………………. 2
• Introducción…………………………………………… 3
• Tema…………………………………………………… 4
• De las personas - Noción……………………………. 5
• Personas fÃ−sicas- generalidades……………………. 5
• La persona antes del nacimiento- nasciturus……… 6-7
• El nacimiento y muerte de la persona fÃ−sica………. . 7
• El nacimiento con vida…………………………………….. 8
• Que el nacido sea hombre…………………………………8-9
• Separación de la entraña materna………………………. 9
• Fin de la existencia de la persona fÃ−sica……………….. 9-10
• Capacidad de hecho y derecho………………………10-11
• Los tres estados en relación a la capacidad
de derecho………………………………………………….11-12
• El estado de libertad. Esclavitud……………………. 13
• Modos de caer en esclavitud………………………... 14
• Por nacimiento de madre esclava………………............14-15
• Cautiverio de guerra……………………………………….15
• Derecho de Postliminio…………………………………....16
• Ficción de la Ley Cornelio………………………………...16
• Modos de derecho civil…………………………………….17
• De la condición de los esclavos………………. ……..18
• Potestad del dueño sobre el esclavo…………….. ……..18
a.1) Derecho sobre la persona……………………….. ……..18-19
a.2) Derecho sobre los bienes………………………... ……..20
b) Condición del esclavo en la sociedad…………….. …….20-22
XIV- Acciones adiectitiae qualitatis…………………............22-23
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XV-Personalidad jurÃ−dica del esclavo……………….. ……24
XVI- Contubernio - Cognatio Servilis…………………….. 25
XVII- Extinción de la esclavitud........................................ 25
• Libertad por imperio de la Ley……………………….…25
• Libertad por manumisión………………………………..26-27
XVIII- Limitaciones al derecho de manumitir………..........28
XIX- Situación jurÃ−dica del manumitido……………………29
XX- Cuasi esclavitud………………………………………...30-32
XXI- Estado de ciudadanÃ−a………………………………….32
XXII- Los ciudadanos derecho……………………………...33-34
XXIII- Los no ciudadanos……………………………………35
• Latinos Veteres………………………………………. ….35-36
• Latinos colonarii y junianos……………………………...36
• Peregrinos…………………………………………………37
• Dedicticios y hostis……………………………………….37
XXIV- Estado de familia……………………………………..38
XXV- Otras situaciones modificativas de la
capacidad de derecho…………………………………39
• La infamia…………………………………………………39-40
• La religión…………………………………………………40
XXVI- Conclusión…………………………………………….41
XXVI-Anexos…………………………………………………42-44
XXVII- BibliografÃ−a…………………………………………...45
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Introducción
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En el presente trabajo práctico tratamos acerca de los status que debÃ−a reunir una persona individual para
ser ciudadano romano.
Los romanos reconocÃ−an tres estados: el estado de libertad, de ciudadanÃ−a y de familia. Quien gozaba de
los tres status, tenÃ−a plena capacidad de derecho, aquél a quien le faltasen todos carecÃ−a de
personalidad jurÃ−dica.
El status libertatis es el primer requisito para que el hombre pueda ser considerado un “sujeto de derecho”.
Florentino definÃ−a a la libertad como la facultad que cada cual tiene de hacer lo que le plazca a menos que
la fuerza o la ley se lo impidan.
Conforme a las Institutas de Justiniano existe una primera y gran división que puede practicarse entre los
hombres. Ellos son libres y esclavos. Dentro de los libres podrÃ−amos distinguir a los ingenuos y libertos.
El ciudadano romano que no haya sufrido de incapacidad de derecho por alguna causa particular, gozaba del
ius civitatis del derecho de ciudadanÃ−a, es decir, participa de todas las instituciones de derecho civil romano,
público y privado.
Los ciudadanos romanos podÃ−an a su vez ser los jefes de sus respectivas familias ( paterfamilias) o estar
sometido a la potestad de un pater. En el primer caso hablamos de sui iuris y en el segundo de los alieni iuris.
Status
que debÃ−a reunir
una persona individual
para ser
ciudadano romano
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DE LAS PERSONAS.
La palabra persona designaba, en el sentido propio, la máscara de las cuales se servÃ−an en escena los
actores romanos dando amplitud a su voz (personare). De aquÃ− se empleó en el sentido figurado para
expresar el papel que un individuo pueda representar en la sociedad; por ejemplo la persona del jefe de
familia, la persona del tutor. Pero éstas personas sólo interesan a los jurisconsultos en el sentido de los
derechos que puedan tener y obligaciones que les sean impuestas. En otra significación más intensa, se
entiende por persona todo ser susceptible de derechos y obligaciones.
Los jurisconsultos distinguen dos divisiones de las personas. La primera, que es la más intensa distingue los
esclavos y las personas libres. Aparte de algunas diferencias en detalle, los esclavos tienen en derecho, sobre
poco más o menos, la misma condición. Las personas libres, por el contrario, se subdividen, por una parte,
en ciudadanos y no ciudadanos, y por otra, en ingenuos y libertinos. La segunda división se aplica a las
personas consideradas a las sui juris, dependiendo de ellas mismas. (1)
PERSONA FÃ SICA. GENERALIDADES:
El tÃ−pico sujeto de derecho, la tÃ−pica “persona” es el hombre (Gayo, 1.9), “por causa de quien todo el
derecho ha sido creado”, nos cuenta Hemogeniano en D. 1. 5. 2.Y de ella se ocupa el derecho aún desde
antes del nacimiento (con la problemática de la persona por nacer, o nasciturus) y hasta después de su
muerte (con el tema de la sucesión mortis causa). (2)
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• Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición. Editorial Universidad, Buenos
Aires, 1999. Pág. 89.
• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano, Editorial Eudecor,
Córdoba, 1999. Pág. 157.
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LA PERSONA ANTES DEL NACIMIENTO. EL NASCITURUS.
El inicio de la existencia de una persona fÃ−sica se opera con la concepción, hecho que tiene lugar en un
periodo que se extiende entre los ciento ochenta y dos dÃ−as (plazo mÃ−nimo del embarazo) y los trescientos
dÃ−as (plazo máximo) anteriores al parto. El ya nombrado Aulo Gelio hace remontar la fijación de esos
plazos máximo y mÃ−nimo a la ley de las XII Tablas, y nos acota que “… la mujer que ha concebido da a la
luz su rara vez en el séptimo mes, nunca en el octavo, frecuentÃ−simamente en el noveno y con bastante
frecuencia en el décimo”. Para luego narrar en el caso de una mujer a la que el emperador Adriano
reconoció excepcionalmente un embarazo de once meses de duración, y el de otra que fracasó en su
intento de invocar un embarazo de catorce meses.
En resumen entonces; con la concepción se indica la existencia de la persona de existencia fÃ−sica, la que
hasta el parto recibe el nombre de “persona por nacer”. Durante este periodo la misma puede ser titular de
derechos y obligaciones con la salvedad de que estos derechos y obligaciones recién se consolidarán
definitivamente sobre su cabeza luego de operado el nacimiento, y si éste no se verifica se considera a al
persona como si nunca hubiese existido (Juliano, en D.1.5.26).
La cual habrÃ−a considerado, siempre según esta lÃ−nea de pensamiento, a la persona existente recién
desde el momento del parto, ya que antes el nasciturus no habrÃ−a sido sino parte de la entraña materna
(pars visceram matris) al cual por una ficción se entendÃ−a como ya nacido únicamente en los casos en
que se trataba de hacerle adquirir un derecho y ello sujeto a la condición de que se produjese el nacimiento
con vida, situación con la cual dicho derecho se consolidaba definitiva e irrevocablemente.(3)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano, Editorial Eudecor,
Córdoba, 1999. Pág. 157-158
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Podemos sentirnos tentados a afirmar que ambas cosas son lo mismo, porque en principio es difÃ−cil advertir
la diferencia que hay entre reconocer que una persona existe desde que es concebida y que dicha existencia se
convalida definitivamente con el nacimiento, y decir que una persona existe desde que nace, aunque operado
el nacimiento se retrotrae su fecha a la de la concepción. Pero esta aparente coincidencia deja de ser tal si
pensamos que, con las segundas de las soluciones apuntadas durante todo el tiempo del embarazo el
nasciturus no serÃ−a persona, por más que luego del parto adquiera dicha calidad con retroactividad al
momento de la concepción. Y asÃ−, si sostuviésemos esta tesis, deberÃ−amos afirmar también que un
aborto no constituye nada reprobable, sino una mera manipulación en las entrañas de la madre, sin otra
ulteridad. Pero creemos que la verdadera doctrina romanista, que entre otras cosas prohibÃ−a azotar o castigar
a una mujer embarazada (precisamente para no infligir daño a otra persona inocente, el nasciturus), y que
llegó hasta constituir un curador para la “persona por nacer”. Lo que serÃ−a coherente con la mentalidad
romana, aún sin olvidar que ésta fue siempre sumamente reacia a aceptar las condiciones resolutorias, o a
la posibilidad de la adquisición de la propiedad protempore.
EL NACIMEINTO Y MUERTE DE LA PERSONA FÃ SICA.
Tres son los requisitos fundamentales para que un parto humano pueda considerarse que ha dado a luz una
persona; que haya nacido con vida, que haya nacido hombre, y que haya sido separado totalmente del claustro
materno. (4)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág 159
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EL NACIMIENTO CON VIDA.
Se entiende que tal ha sucedido, cuando la criatura ha llegado a tener existencia propia independientemente de
su madre.
En cuanto a los signos exteriores que denotaban el nacimiento con vida los jurisconsultos tuvieron opiniones
diferentes. AsÃ−, mientras los proculeyanos exigÃ−an que el niño llorase, los sabinianos se contentaban
con exigir cualquier signo inequÃ−voco de vida. Justiniano se inclina por esta última solución (G.6.29.3 y
Paulo en D, 50, 16, 129).
Bastaba el nacimiento con vida, sin que fuese necesario que la criatura tuviese viabilidad, esto es aptitud para
prolongar su existencia.
QUE EL NACIDO SEA HOMBRE.
O sea es decir que sea humano, porque ni el monstruo (monstruum) ni el prodigio (prodigium) lo eran.
Entendiendo por monstruo a quien tenÃ−a caracterÃ−sticas inferiores a las humanas, como habrÃ−a sido por
ejemplo un cÃ−clope; y por prodigio a quien era más que un ser humano común, como el semidios Aquiles
(Paulo, en D.1.5.14 y C.6.29.3).
Dice Ulpiano en (D. 50. 16. 38 y 135), que monstruosa es la criatura que en si misma va contra lo natural, o
que parte relevante de su cuerpo es antinatural, como quien carece de ojos o voz humana, o tiene tres manos o
tres pies, algunas irregularidades de menor cuantÃ−a como por ejemplo la malformación de algún
miembro, no obstaban el carácter de persona del recién nacido. (5).
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág 159
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La cuestión de discernir cuándo las anormalidades eran serias y cuándo no, pudo llegar a ser engorrosa, y
esa complicación se vio agravada porque los romanos siguiendo su caracterÃ−stica reacia a generalizar, no
suministraron reglas precisas para distinguir si el recién nacido debÃ−a ser considerado persona.
Argumentos discutibles, basados en un fragmento de Paulo relativo a los sepulcros, y contenido en D. 11. 7.
44, pr. parecerÃ−a indicar que en caso de duda habÃ−a que estar a la conformación de la cabeza. El
parágrafo en cuestión dice que, si un cuerpo humano se encuentra enterrado en trozos en distintos lugares,
se considera su sepultura en el sitio donde está la cabeza, “por lo cual se conoce al hombre”.
SEPARACIÃ N DE LA ENTRAÃ A MATERNA.
El recién nacido, para que pueda considerarse que ha nacido como persona debe haber sido totalmente
separado del claustro materno, esto debe haber sido cortado el cordón umbilical. Hasta que esto no ocurra se
considera a la criatura como parte de la entrañas de su madre sin existencia independientemente (Ulpiano,
en D. 25, 4.1.1 y Papiniano, en D.32.2.9.1).
FIN DE LA EXISTENCIA DE LA PERSONA FÃ SICA.
En lo que parece una verdad de Perogrullo, podrÃ−amos afirmar que la existencia de una persona fÃ−sica
acaba con la muerte, aún cuando después de ésta todavÃ−a el derecho se ocupa de temas atinentes al
ser humano que ha dejado de existir (su sucesión mortis causa, por ejemplo).(6)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág 160
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Ahora bien, dónde podrÃ−a planteársenos algún problema serÃ−a en el caso que varios sujetos hayan
fallecido en el mismo accidente. Al respecto, el derecho romano consagraba, con rango de presunciones iuris
tantum, esto es que admitÃ−an la prueba en contrario, que si se producÃ−a un accidente en virtud del cual
morÃ−an varias personas que a sazón se encontraban juntas, se deberÃ−a considerar fallecido antes al padre,
si murió junto con el hijo, o a la mujer, si habÃ−a fallecido juntamente con el marido. En caso de hermanos
desaparecidos al mismo tiempo se entendÃ−a que habÃ−an fallecido unÃ−sono (Trifonio, en D.34.5.9.1. 3, 4
y marciano, en D.34.5.181).
Ahora bien, no es la muerte la única causal de finalización de la existencia de una persona fÃ−sica, dado
que la personalidad jurÃ−dica podÃ−a igualmente perderse de modo total o parcial, con alguna capitis
diminutio.
CAPACIDAD DE HECHO Y DERECHO.
La moderna doctrina jurÃ−dica enseña que una de las atribuciones esenciales de toda persona es la
capacidad, esto es la aptitud, o el grado de aptitud de un sujeto determinado para ser titular de derechos y
obligaciones, y ejercerlos en la vida civil. Esta noción involucra tanto a lo que hoy conocemos como
capacidad de derecho, cuanto a lo que denominamos capacidad de hecho.
Discriminando entre ambos concepto, digamos que la capacidad de derecho es (en derecho romano) la aptitud,
o grado de aptitud para ser titular de derechos y obligaciones y la de hecho la aptitud o su grado que una
persona tiene para ejercerlos por sÃ− misma. (7)
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• (7) Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano, Editorial Eudecor,
Córdoba, 1999. Pág 160
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Hagamos aquÃ− la aclaración los romanos, siempre casuÃ−stas y enemigos de la de la generalización
abstracta, no plantearon la cuestión en estos términos teóricos. Para ellos habÃ−a seres humanos que
eran personas, seres humanos que no lo eran, como los esclavos (les faltaba por completo la capacidad de
derecho, algo inadmisible en la actualidad), personas que si bien tenÃ−an vedado realizar ciertos actos, por
sÃ− o por otros (hoy los llamarÃ−amos incapaces relativos de derecho) y, en fin, personas que no obstante
poder ser titulares de derechos y obligaciones no podÃ−an ejercitarlas por sÃ− mismas, ya fuere de manera
absoluta o total, o ya fuese que esa capacidad se limitase a ciertos ámbitos especÃ−ficos (hoy les
designarÃ−amos como incapaces absolutos y relativos de hechos, respectivamente).
Con esta salvedad, y solamente con los fines de simplificar nuestro estudio, digamos entonces que existieron
en Roma seres humanos que no eran personas, incapaces absolutos de derecho. Y que hubo personas
incapaces de derecho relativas
LOS TRES ESTADOS EN RELACIÃ N A LA CAPACIDAD DE DERECHO.
Hemos expresado precedentemente que en Roma la capacidad de derecho no se daba por igual entre todos los
hombres. Inclusive en algunos podÃ−a faltar de manera absoluta, ya que los términos persona y sujeto de
derecho no fueron necesariamente sinónimos de ser humano.(8)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho
Romano, Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág 160 - 161.
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En orden a la capacidad existieron tres estados: de libertad, ciudadanÃ−a y familia.
Quienes reunÃ−an los tres estados, por ser hombres libres, ciudadanos romanos y sui iuris gozaban de la
plena capacidad de derecho, del caput. Siempre que fueran varones claro está, ya que el derecho clásico
nunca permitió que las mujeres, aunque reuniesen los tres estados fuesen cabeza independiente de una
familia o titulares de alguna potestad sobre los miembros de éstas. Las mujeres siempre fueron para los
romanos “ principio y fin de su propia familia”. (Ulpiano en D 50. 16. 195.5).
Ahora bien, los tres estados no eran rÃ−gidos ni estáticos, el vallado que separaba una categorÃ−a de otra
podÃ−a franquearse y asÃ− un esclavo emancipado se volvÃ−a hombre libre, y un peregrino podÃ−a
conseguir la ciudadanÃ−a romana.
En el otro extremo, un libre podÃ−a caer en esclavitud, un ciudadano perder su calidad de tal, o una persona
mudar su estado de familia. A estos cambios, que entrañan disminuciones de capacidad, se los conocÃ−a
como Capitis deminutio. La cual podÃ−a ser máxima, si un hombre libre pasaba a ser esclavo, media si un
ciudadano perdÃ−a la ciudadanÃ−a, o mÃ−nima, si habÃ−a un cambio en el estado de la familia. Un cambio
en este último caso porque es estado de familia no se perdÃ−a por este motivo (siempre se estaba dentro de
una familia propia o ajena). Nos quedarÃ−a agregar que la capitis deminutio máxima, ocasionada por la
pérdida del estado de libertad acarreaba de inmediato la pérdida de los otros dos estados; y la capitis
deminutio media, originaba al perderse el estado de ciudadanÃ−a suponÃ−a asimismo la pérdida del estado
de familia. Todo por aquello del simple principio lógico que nos indica que lo menor está dentro del mayor,
y lo mayor dentro de todo. ( I. 1. 16. 1.2.3). (9)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho
Romano, Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág 161 - 162.
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EL ESTADO DE LIBERTAD. ESCLAVITUD.
Según el jurisconsulto Florentino ( D.1.5.4 pr., concordante con I.1.3.1), libertad es la facultad que cada
cual tiene de hacer lo se le plazca, a menos que la fuerza o ley se lo impida. La esclavitud por su parte, ha
sido definida en las fuentes (cfr. 1.3.2, y el mismo Florentino en D.1.5.4.1), como una institución de derecho
de gentes que contra lo que la naturaleza dicta, pone a un hombre bajo el dominio del otro.
Simplificando el concepto la esclavitud es la condición de quienes se encuentran bajo el poder de un
dueño. Es una institución de derecho de gentes y no solamente de derecho civil, por cuanto era común a
todos los pueblos, pero contraria al derecho natural.
A los esclavos se los denomina asimismo mancipia, lo que hace referencia a la forma de aprehenderlos, con la
mano. O también sirvos, por cuanto se los ha conservado y vendido en lugar de matarlos y, al respecto nos
cabe formular la reflexión de que la institución significó en su momento un avance humanitario, ya que el
destino primitivo de un prisionero de guerra era el sacrificio. La esclavitud le permitió pues conservar la
vida.(10) De la esclavitud nació de la guerra. En los pueblos primitivos, el enemigo no tiene ningún
derecho, y el vencedor puede apropiarse lo mismo de la persona que de los bienes de vencido. Los prisioneros
eran condenados a muerte, con frecuencia, después de celebradas a su vista las fiestas de triunfo, aunque el
interés del vencedor les hacÃ−a también esclavos.(11)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 162.
(11) Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición. Editorial
Universidad, Buenos Aires, 1999. Pág.91
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MODOS DE CAER EN ESCLAVITUD.
ExistÃ−an modos de caer en esclavitud propios del derecho de gentes, y como tales comunes a todos los
pueblos, y en otras especÃ−ficas del derecho civil.
Modos de derecho de gentes.
• Por nacimiento de madre esclava:
El principio general romano fue que. Tratándose de un matrimonio legÃ−timo los hijos seguÃ−an la
condición del padre (Celso, en D.1.5.24), y si no se trataba de justas nupcias, la de la madre (Ulpiano, en D.
1.5.19). si algunos de lo progenitores es esclavo, obviamente no puede existir legÃ−timo matrimonio (a uno o
ambos contrayentes le falta la capacidad). Podemos entonces sentar las siguientes reglas (Marciano, en
D.1.5.5.2):
- Habiendo justas nupcias (que presupone padres libres) los hijos son libres.
• Si no hay justas nupcias, pero ambos padres son libres, el hijo nace libre.
• Si se trata de una unión entre esclavo y una mujer libre, el hijo nace libre (sigue condición de la
madre).
• Si la unión es entre una esclava y un hombre libre, el hijo nace esclavo (sigue igualmente la
condición de la madre). (12)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho
Romano, Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 162- 163.
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Hubo reglas especiales, para favorecer las libertades. AsÃ−:
• Si la madre, siendo esclava ha gozado de la libertad, aunque fuese de modo transitorio, durante el
embarazo, el hijo nace libre (marciano, en D 1.5.5.3).
• Si la madre concibe al hijo siendo libre, y lo da a luz siendo ya esclava o, a la inversa si alumbra
gozando de libertad lo que concibió siendo todavÃ−a sierva, la criatura nace libre (Marciano, en
D.1.5.5.2).
• Cautiverio de guerra:
Cuando en acción guerrera un hombre era tomado prisionero, se transformaba en esclavo. Pero para los
romanos esa esclavitud no era siempre justa (Marciano en D.1.5.5.1; I.1.3.4, y Gayo, 1.128).
Ninguna discusión habÃ−a cuando el prisionero era un peregrino, pero no pasaba lo mismo cuando el
cautivo era un ciudadano romano, porque resultaba intolerable al espÃ−ritu nacional de Roma que uno de sus
súbditos fuera propiedad de un extranjero. AllÃ−, aunque habÃ−a esclavitud, la misma no se originaba en
una justa causa. Y en este caso el esclavo que se fugaba no era castigado sino recompensado con la
readquisición de su libertad. Al respecto existieron en Roma dos instituciones, el derecho de postliminio y la
ficción de la ley Cornelia.(13)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho
Romano, Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág.163.
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• Derecho de postliminio:
Cuando un ciudadano romano caÃ−a en poder del enemigo, todas sus relaciones jurÃ−dicas y sus derechos se
mantenÃ−an en suspenso y, al volver al territorio romano o alguna ciudad aliada (cosa que sucedÃ−a si
lograban fugarse), los recuperaban del mismo modo que si jamás hubiesen sido prisioneros, debido al
derecho de postlimio.
Excepciones al principio anterior fueron dos relaciones jurÃ−dicas de hecho, que necesitaban un ejercicio
constante y que por ende se perdÃ−an cuando ese ejercicio se interrumpÃ−a: la posesión y el matrimonio.
Salvo, en este último caso, que los cónyuges hubiesen caÃ−do juntos en esclavitud, supuesto en que el
vÃ−nculo continuaba.
Estaban privados del beneficio quienes, habiendo sido derrotados por las armas, se habÃ−an rendido al
enemigo, y quienes se pasaban a las filas de éste traicionado asÃ− a su patria (Pomponio, en
D.49.15.5.1.2.3; I.1.12.3.5; Gayo, 1.1.29. pr; Paulo en D.49.15.19 pr).
• Ficción de la Ley Cornelia:
El dictador perpetuo Lucio Cornelio Sila hizo dictar la ley que lleva su nombre por la cual, si el ciudadano
fallecÃ−a bajo esclavitud, se consideraba como si la muerte hubiese sucedido en el momento de caer
prisionero. De esta manera podÃ−an obviarse los graves problemas que se habrÃ−an suscitado de considerar
a un ciudadano muerto como esclavo y, por consiguiente, sin posibilidad de ser titular de ningún derecho y
sin poder dejar testamento válido. (Gayo, 1.128; Ulpiano, en D.49.15.18). (14)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho
Romano, Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág.163.
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• Modos del derecho civil:
ExistÃ−an causales especÃ−ficas instituidas por el derecho civil romano. AsÃ− por ejemplo:
• El hombre libre, mayor de veinte años, que se dejaba vender, para luego invocar maliciosamente su
verdadera calidad y compartir con el supuesto vendedor el precio cobrado (Marciano, en D.1.5.5.1).
• Las mujeres libres que mantenÃ−an trato carnal con esclavos ajenos, en contra de la voluntad de sus
dueños y que no cesaban en dicha relación luego de una triple intimación realizada por éstos.
Dicha causal cayó en desuso con Justiniano. (Gayo 1.84; Ulpiano, 11.11).
• Ciertas condenas graves o infamantes como la pena de muerte, la de trabajar en minas, o la de entrega
a las bestias feroces, traÃ−an automáticamente aparejada la pérdida de la libertad. (Gayo, en D.
28.8.1.4 y en D, 48.19.29).
• El nacimiento como monstruo producÃ−a los mismos resultados, en cuanto a la libertad, (Paulo, en D
1.5.14).
• La deserción del ejército o el rendirse incondicionalmente (Paulo en D.49.15.19.4.7).
• El no cumplimentar con lo mandado a pagar en sentencia judicial firme. (Gayo.4.21). (15)
• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho
Romano, Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág.163-164.
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De la condición de los esclavos:
El esclavo está sometido a la autoridad de un dueño dominus.
• Potestad del dueño sobre el esclavo: esta potestad es de derecho de gentes, como la esclavitud. Puede
pasar con los mismos caracteres de un ciudadano a un peregrino, y lo mismo puede pertenecer al hombre
que a la mujer, sui juris. En fin, es absoluta y lo mismo se ejerce sobre la persona, como sobre los bienes
del esclavo.
• Derecho sobre la persona: - el dueño tiene poder de vida y de muerte sobre el esclavo. Por cuya razón
puede castigarle, venderle o abandonarle. SerÃ−a fácil creer que este poder se ejerció primeramente con
mucho rigor, humanizándose más tarde en una época más avanzada de civilización, habiendo
ocurrido precisamente todo lo contrario.
La potestad del dueño fue, en primer lugar, una especie de autoridad doméstica que usaba con ciertos
miramientos, y cuya moderación tenÃ−a diferentes causas, en los primeros siglos, los romanos no tuvieron
más esclavos que los prisioneros hechos a las naciones vecinas; es decir, a los pueblos de la misma raza que
ellos y de la misma religión. Estos esclavos lo fueron, además en pequeño número; la comunicación
del trabajo estableció entre ellos y sus amos armonÃ−as más intimas; se consideraban asÃ− como de la
familia. (16)
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• Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición.
Editorial Universidad, Buenos Aires, 1999. Pág.93- 94.
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Al fin de la República cambia la situación. Los esclavos ya no son más que extranjeros o bárbaros; la
diversidad de razas, de costumbres y de religión, le separa profundamente del ciudadano romano, que los
desprecia, mientras que los números, en realidad considerable, crean un peligro para el Estado, cuya guerras
serviles son testimonios de su gravedad. De ahÃ− la desconfianza y la crueldad de los amos, cuyos excesos no
tuvieron lÃ−mites.
En esta situación se hizo indispensable la intervención del legislador, no solo por razón de humanidad,
sino también por los intereses del Estado puestos que el rigor de los amos podrÃ−a empujar a los esclavos a
una revolución. La Ley Petronia, bajo Augusto o bajo Nerón, fue la primera mixtión de los poderes
públicos en relación con el esclavo y amo. Presta atención al carácter absoluto del poder,
prohibiéndole en absoluto vender un esclavo para combatir las fieras feroces.
Sólo el Juez, después de un examen es el que puede tomar esta decisión. Otras medidas tomadas
también por Claudia, Adriano y Antonino el piadoso, acabaron de reprimir lo que habÃ−a de más odioso:
los abusos del poder del dueño resultando que aquél que mata a su esclavo es tratado como criminal y si
algún amo se mostrase demasiado cruel con sus esclavos, el magistrado puede obligarlo a venderlos. Estos
progresos se realizaron ya en el Siglo II de nuestra era, y salvo reformas de detalle, la legislación sólo se
modificó sensiblemente bajo Justiniano.(17)
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• Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición.
Editorial Universidad, Buenos Aires, 1999. Pág. 94.
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• Derecho sobre los bienes: - todo lo que el esclavo adquiere pertenece al dueño; no puede tener nada en
propiedad.
Es verdad que en buena hora se introdujo la costumbre de dejar un peculio al esclavo; es decir, algunos bienes
cuya administración le dejaban con lo cual podÃ−a sostener el comercio quedando libre para aumentar sus
beneficios. El peculio tenÃ−a con frecuencia un valor considerable, algunas veces comprendÃ−a también
otros esclavos llamados vicarii. Pero el dueño que lo habÃ−a constituido conservaba siempre la propiedad,
con derecho a retenerlo a su capricho, aunque esto ocurrÃ−a rara vez. Cuando libertaba al esclavo, sino
recogÃ−a el peculio estaba obligado a dárselo al esclavo, que se hacÃ−a propietario por usucapión. Pero el
esclavo manumitido por testamento, únicamente se quedaba con el peculio si el amo se lo habÃ−a legado.
II - Condición del esclavo en la sociedad:
La condición jurÃ−dica del esclavo se resume en estos dos principios:
• En el derecho civil no tiene personalidad; es una especie de muerte civil. Es una cosa, clasificada en la
categorÃ−a de res mancipi.
• En el derecho natural, el esclavo no se diferencia de los demás hombres. Tiene los mismos derechos y los
mismos deberes, asÃ− que figura en la división principal de la persona.(18)
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• Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición.
Editorial Universidad, Buenos Aires, 1999. Pág. 95
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El principio de derecho civil no quedó absoluto: ha tenido atenuaciones bajo influencia del derecho natural, y
también en el interés de los dueños, para quienes el esclavo puede ser instrumento útil de la
adquisición. De la fusión de esta diversidad de ideas proceden las reglas a las cuales está sometida la
condición del esclavo en la época clásica, que se fueron modificando sensiblemente bajo Justiniano. He
aquÃ− el resumen:
1º El esclavo no tiene ningún derecho polÃ−tico.
2º No puede casarse civilmente. La unión de hecho que contrata, llamada contubernium, sólo engendra un
parentesco natural, cognatio servilis, cuyos efectos son muy limitados.
3º según el derecho civil no puede hacer ninguna adquisición; pero en los actos jurÃ−dicos puede figurar,
tomando la personalidad de sus dueños, que resulta de esta manera propietario o acreedor del esclavo.
4º No puede obligarse civilmente por sus contratos, pero se obliga naturalmente.
5º El derecho civil no admite que el esclavo, al contratar, pueda hacer deudor al dueño. Pero el Pretor
permite a los terceros que hayan tratado con el esclavo obrar contra el dueño, cuando éste le haya
autorizado a contratar.
6º El esclavo no puede obrar en justicia, ni para sÃ−, ni para ningún otro. Sin embargo, esta atenuada bajo
el procedimiento extraordinario.(19)
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• Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición.
Editorial Universidad, Buenos Aires, 1999. Pág. 95
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Tal era el derecho común. Por excepción habÃ−a algunos esclavos más favorecidos: eran los servi
publici, o esclavos del pueblo romano. podÃ−an ser propietarios y disponer por testamento de la mitad de sus
bienes. Otros, por el contrario, quedaban bajo la condición ordinaria de esclavos: eran los esclavos sin
dueño, por ejemplo: los servi poenae. No podÃ−an mezclarse en la vida civil y no tenÃ−an peculio, ni
esperanza de ser libertados. Por de pronto, la diversidad de oficios en los que se empleaba a los esclavos
creaba entre ellos, para la sociedad, una desigualdad bastante considerable. (20)
Acciones Adiectitiae Qualitatis:
Las acciones adiectitiae qualitatis, procedÃ−an a favor del que contrató con un esclavo y en contra del
dueño de éste, para hacerles responder por las deudas contraÃ−das por el siervo, por lo menos hasta el
lÃ−mite en que se hubiera enriquecido de resultas del negocio que lo originó.
Tales:
La actio del peculio, que se daba cuando el amo habÃ−a autorizado un peculio al estado, a fin que los
acreedores de éste se cobrasen sus créditos sobre el peculio, antes de ir sobre el patrimonio del dueño.
(D.15.2).
La acción in rem verso que procede en contra de los dueños de esclavos que han visto injustamente
aumentados sus patrimonios con los hechos de éstos, a fin de que se indemnicen a quienes resultaron
perjudicados por tales siervos. Procede sólo hasta el lÃ−mite del enriquecimiento, (D.15.4).(21)
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• Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición. Editorial
Universidad, Buenos Aires, 1999. Pág. 96.
• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 165.
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La acción quod iussu, que puede ejercitarse en contra del amo de un esclavo que dio órdenes a éste para
realizar unos o varios negocios, a fin de hacerle responder por las deudas contraÃ−das por el siervo en razón
de esos negocios. (D.15.4).
La acción exercitoria, por la cual el dueño que ha constituido capitán de un barco a un esclavo puede ser
demandado por las deudas de éste, contraÃ−das en el ejercicio de su función. (D 14.1).
La acción institoria, por la que quien ha colocado a un esclavo frente a un establecimiento comercial o
industrial, puede ser perseguido por las deudas que éste ha contraÃ−do dentro de los lÃ−mites de sus
funciones (D.14.3).
La acción tributoria, que procede contra quien ha autorizado a un esclavo a ejercer un comercio, hasta el
monto del fondo comercial puesto a su disposición o los beneficios obtenidos, en su caso, (D.14.4).
Todas las acciones precedentemente citadas proceden igualmente contra el padre titular de la patria potestad
sobre el hijo por los hechos de éste.
Ahora bien, en sus actividades, los esclavos podÃ−an cometer daños o delitos en contra de terceras
personas, las cuales podÃ−an a su vez accionar persiguiendo la reparación de esos perjuicios, no contra el
siervo que carecÃ−a de personalidad jurÃ−dica, sino contra el dueño, que le habÃ−a autorizado a realizar
las actividades dañosas, ( Gayo, en D 9.4.1).
Estas acciones recibieron el nombre de acciones noxales, y sólo cabÃ−a eludir la responsabilidad emanada
de las mismas mediante la entrega al ofendido del esclavo causante del daño (abandono noxal).(22)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 165.
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La personalidad jurÃ−dica del esclavo:
Con arreglo del derecho natural, en nada se diferencia de los hombres libres, es un ser humano como ellos,
pues es principio natural que todos los hombres nazcan en libertad. Para los derechos civil y de gentes, por el
contario, el siervo no tiene personalidad jurÃ−dica, (I.1.16.4).
Conforme el derecho civil el esclavo es una cosa y dentro de la clasificación de éstas, una cosa corporal y
mancipi, cuya exhibición puede ser pedida por el dueño en las circunstancias en que ésta es procedente.
De tal manera no podÃ−a ser titular de relaciones de familia, propiedad o sucesión, ni actuar en juicio. No
obstante, la influencia del derecho natural primero, y el cristianismo después, crearon atenuaciones a la
rigidez de la norma quiritaria. AsÃ− el siervo, que no podÃ−a obligarse civilmente por sus contratos si
podÃ−a obligarse naturalmente; no podÃ−a adquirir, ni comerciar, ni responder por sus deudas, pero obligaba
a su dueño si éste lo habÃ−a autorizado; no podÃ−a actuar en justicia aunque la regla estaba atenuada en
el procedimiento extraordinario. Le estaban autorizadas en fin, todas las negociaciones atinentes al peculio no
prohibidas por el dueño, quien en definitiva respondÃ−a por ellas mediante las acciones adiectitae
qualitatis, (Pomponio, en D.50.17.32; Ulpiano, 19.1; Gayo, 2.13).(23)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 166.
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Contubernio - Cognatio Servilis:
Los esclavos no tenÃ−an ius connubium, es decir la posibilidad de contraer matrimonio conforme el derecho
civil, dada su peculiar condición jurÃ−dica. Pero podÃ−an constituir relaciones de hecho de carácter más
o menos permanente que recibÃ−an el nombre de contubernio.
Al no haber matrimonio válido, tampoco podÃ−a existir entre esclavos parentesco civil (agnación),
mediando simplemente entre esclavos y sus hijos un vÃ−nculo de consanguineidad, la cognatio servilis.
Extinción de la esclavitud:
Conforme interviniese el dueño en el acto de liberación o no, cabe distinguir entre manumisión y libertad
por el imperio de la ley, respectivamente.
Libertad por el imperio de la Ley.
El Estado romano acostumbraba a dar la libertad a siervos que evidenciasen especiales dotes de conducta,
como por ejemplo: denunciando conjuras, homicidios; a los que fueron vendidos con la condición de que se
los manumitiese, si ello último no se llevaba a cabo; a la esclava vendida co la condición de que serÃ−a
libre si se la prostituyese y esto acontece; el esclavo que ha vivido de buena fe veinte años en condición de
libertad; al que fue abandonado por su dueño cuando padecÃ−a de una grave enfermedad.(24)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 166.
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Libertad por manumisión:
Manumitir es dar la libertad a un esclavo, perdiendo literalmente la posibilidad de poner la mano sobre él.
Es el amo quien la concede, finalizando asÃ− su poder dominial, (I.1.5. pr. Y D.40.1).
• El derecho civil arcaico preveÃ−a tres medios formales y solemnes de manumitir: per vindicta, por
inscripción en el censo y por testamento.
La manumissio vindicta:
ConsistÃ−a en un supuesto proceso que, solicitando la libertad del esclavo, iniciaba un tercero (adsertor
libertatis) ante el magistrado competente. No habiendo oposición por parte del dueño, el magistrado
declaraba libre al siervo (D.40.2).
La manumissio censu:
Era la inscripción del esclavo, solicitada por su dueño, en las listas del censo de ciudadanos que realizaban
cada cinco años los censores (Ulpiano, 1.8).
La manumissio testamento:
Cabe decir la libertad consagrada en el testamento del dueño, podÃ−a hacerse de dos formas: Directa
cuando al formularse las disposiciones de última voluntad se incluÃ−a la libertad de alguno o algunos de los
esclavos del testador; o fideicomisaria, cuando aquél encomendaba a un heredero que - una vez hecho
cargo de la herencia- liberase a algunos de los siervos cuya propiedad se transmitÃ−a (D40.4 y 5).(25)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 166.
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Al par de las maneras solemnes de manumisión, el uso cotidiano fue gradualmente creando otras nuevas,
mucho más sencillas. Si bien las mismas no daban la libertad conforme al derecho civil, para el cual los
liberados mediante ellas continuaban siendo esclavos, el pretor permitió a éstos repeler cualquier
pretensión de retrotraerlos a la esclavitud. Mas tarde, la ley Junia Norbana se encargarÃ−a de confirmar la
conducta seguida por los pretores.
• Fueron en consecuencia medios de creación pretoriana y no formales, de manumisión:
La manumissio per epistolam:
Que tenÃ−a lugar cuando el dueño dirigÃ−a al esclavo una carta indicándole su voluntad de liberarlo
(I.1.5.1).
La manumissio per mensam:
Cuando el amo sentaba al siervo a su propia mesa (Paulo, en D. 4. 12.2).
La manumissio inter amicos:
La declaración de libertad realizada por el dueño ante algunos amigos (Gayo, 1.41).
En el derecho post clásico, se sumaron otros varios modos tales como manumissio in ecclesia, esto es la
concesión de libertad hecha en la iglesia, ante las autoridades eclesiásticas y los fieles; el haber consentido
el matrimonio de una esclava dándole dote; el haber llamado hijo a un esclavo; el haberle entregado, o
destruido, los documentos en los que constaba su condición servil.(26)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 167.
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Limitaciones al derecho de manumitir:
En tiempos de Augusto se dictaron leyes limitativas de las manumisiones, dada la extraordinaria difusión
que éstas habÃ−an adquirido y las complicaciones polÃ−ticas y sociales que originaba la existencia de un
número cada vez mayor de ciudadano libertos, en su gran mayorÃ−a indigentes. Se dictaron asÃ− las leyes
Fufia Caninia, Junia Norbana y Aelia Sentia.
La ley Funia Caninia:
Estableció limitaciones a las manumisiones testamentarias. AsÃ− quien tenÃ−a no más de dos esclavos
podÃ−a liberar por esa vÃ−a a ambos; quien tenÃ−a no más de dos esclavos; quien tenÃ−a de dos a diez, a
la mitad; quien de diez a treinta, un tercio; quien de treinta a cien; un cuarto; quien de cien a quinientos, un
quinto. Nunca podÃ−a darse la libertad a más de cien esclavos, (Gayo, 1. 42 a 46).
La ley de Junia Norbana:
Permitió que quienes habÃ−an sido liberados sin emplear una de las formas del derecho civil (vindicta,
censo o testamento) que como hombres libres y en situación jurÃ−dica de latinos, (Gayo, 1. 22).
La ley Aelia Sentia:
Fijó limitaciones a la edad mÃ−nima requerida en manuminiente y manumitido, estableciéndola en veinte
y treinta años respectivamente. Igualmente se ocupo de los esclavos que durante el cautiverio habÃ−an
observado pésima conducta, quienes quedaron libres como dedicticios, calidad de personas a quienes les
estaba vedado acercarse a menos de una milla (mil pasos) de Roma, bajo apercibimiento de volver a caer en la
esclavitud.(27)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 167.
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Situación jurÃ−dica de los manumitidos.
En tres situaciones distintas pueden quedar los siervos que han sido liberados; como ciudadanos, como latinos
y como dedicticios (I. 1.5.3.).
Son ciudadanos los esclavos que han sido válidamente manumitidos por algunos de los medios del derecho
civil, guardando las edades mÃ−nimas requeridas para manumiente y manumitido y cuya propiedad habÃ−a
sido adquirida en su momento también conforme al derecho quiritario. De todos modos, ni aun en este caso
podÃ−an aspirar a desempeñar en Roma cardos electivos. Salvo los casos en que por imperio de las
restitutio natalium o el ius aureom annulorum o el ius aureum annulorum, se les hubiese restituido el carácter
de ingenuos, (Ulpiano, 1. 16).
Son latinos junianos aquéllos liberados mediante alguna de las formas introductivas por el derecho
pretoriano. Se les llama latinos, porque su condición es similar a la de los habitantes del Lacio o las colonias
de Roma, y junianos porque deben su libertad a la ley Junia Norbana. Como tales estaban privados de los
derechos polÃ−ticos y entre los derechos privados gozaban del ius commercium y su consecuencia, el ius
testamenti factio; pero no del ius connubium, (Ulpiano, 1.10; Gayo, 1.22).
Son, en fin, dedicticios conforme a la ley Aelia Sentia, quienes durante su cautividad hubiesen observado
pésima conducta y en virtud hubiesen sido encadenados, torturados, hallados culpables de delitos, o
arrojados al circo como gladiadores. Carecen de derechos públicos y privados y tiene prohibido residir a
menos de una milla de distancia de Roma, (Gallo, 1.13 y 15).(28)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 167-168.
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Cuasi Esclavitud.
Es la situación de diversos géneros de personas que, siendo formalmente libres, se hallan asimilados a los
esclavos, en su condición y tratamiento jurÃ−dico. Ellos son:
• Personas bajo mancipium.
Gayo indica que están en esta situación aquellos individuos libres, de uno u otro sexo, que han sido objeto
de una mancipación -medio solemne del derecho quiritario para transferir la propiedad- por parte de quien
ostenta sobre ellos la patria potestad o el poder marital y que, por intermedio de la misma, han sido vendidos
en forma simbólica a un tercero, o sufrido abandono noxal en virtud de haber causado un daño, (Gayo,
1.116 a 119; 134, 132).
El sujeto asÃ− transferido queda sometido a los dos poderes, al del jefe de su familia originaria (en suspenso)
y al del hombre que lo ha adquirido figuradamente (de manera efectiva), subsistiendo esta circunstancia hasta
que este último lo manumita, caso en que vuelve automáticamente a estar bajo la potestad exclusiva del
primero.
Tres mancipaciones eran necesarias, tratándose de hijos varones, para que la patria potestad se rompiera.
Sucedido esto, queda abierto el camino para la emancipación, si por tercera vez el adquiere los manumite, o
pare la adopción, previa ceremonia ante el magistrado. Una sola mancipación producÃ−a el mismo efecto
en relación a los hijos y nietos.(29)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 168 - 169.
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La persona dada en mancipio, es una situación de cuasi esclavitud. AsÃ− mientras que, al igual que acontece
con el esclavo, todo lo adquirido por quien esté en esa condición pertenece al que lo ha simbólicamente
comprado; tiene también la caracterÃ−sticas del estado de libertad, pues el dado en mancipium no pierde
ésta, ni la de ciudadanÃ−a.
Cuando alguien en esta situación cometÃ−a algún delito, cabÃ−a abandonarlo a la noxa si no reparaba el
daño por él causado.
Se acaba esta peculiar situación de las mismas maneras en que finaliza la esclavitud, esto es por vindicta,
censo o testamento pero no juegan aquÃ− las limitaciones de las leyes Aelia Sentia, ni Fufia Caninia, (Gayo,
1. 138,139).
Con Justiniano el mancipium dejó de existir, al caer en desuso todas sus aplicaciones prácticas y al abolirse
el abandono noxal. (I, 4.8, 7).
• Colonos.
La del colonato es una institución nacida en el Bajo Imperio y también intermedia entre la libertad y
esclavitud. El colono es un hombre libre y que, como tal goza de todos los derechos atinentes a ese estado,
pero con una limitación fundamental; se encuentra adscripto, con su familia, ala tierra que trabaja -a cambio
del pago de un canon en dinero o especie- tierra q la que no puede abandonar en toda su vida, siendo
transferido con ella cuando ésta se venda.(30)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 169
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Los colonos tenÃ−an prohibido ejercer cargos públicos. Son los antecesores de quienes serÃ−an luego, en la
Edad Media, los siervos de la gleba. Se lleba a esa condición por contrato, nacimiento, prescripción,
mendicidad, etc, (C. 11. 48.23 pr.).
• Actoratus.
Es el hombre libre y que goza del estado de ciudadanÃ−a, pero ha alquilado sus servicios bajo juramento a un
empresario, obligándose a servir como gladiador y aun morir en esa función. También es una situación
de cuasi esclavitud, dada su peculiar sujeción al mentado empresario.
Estado de ciudadanÃ−a.
Además de la libertad, la ciudadanÃ−a es originalmente condición para ser sujeto de derecho; el principio
sufre, muchas atenuaciones, y es diversamente aplicado; pero formalmente puede ser considerado vigente en
todas las épocas del derecho romano. (31)
La división de los hombres entre ciudadanos y no ciudadanos tenia -sobre todo hasta el siglo III D. J. C.gran importancia, pues que solo aquéllos estaba reservado el ejercicio y goce de las instituciones del
derecho civil. La extensión de la calidad de ciudadanos a todos los habitantes del Imperio, operada merced a
la Constitulio Antoniana de Antonino Caralla en el 212, hizo perder al distingo gran parte de su importancia,
(Gayo, 1.66 a 72).(32)
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(31) Aragio RuÃ−z, Vicenzo, Instituciones de Derecho Romano, Buenos Aires, 1986. Pág. 65
(32) Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 169 - 170
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Cuando nacÃ−a un hijo de la unión entre quien era ciudadano y el que no lo era, habÃ−a que estar, a los
fines de determinar su status civitatis, a la condición del progenitor menos favorecido, conforme la ley
Minicia y de acuerdo a la misma ley, en entre no ciudadanos el hijo seguÃ−a la condición de la madre.
Finalmente Adriano otorgó la ciudadanÃ−a al hijo de una romana y un latino.
Los Ciudadanos. Derechos.
Ostentaban tal carácter originalmente los naturales de Roma y la calidad se fue extendiendo luego, primero
al resto de Italia y finalmente a los habitantes de todo el Imperio.
El ciudadano romano que no haya sufrido incapacidad de derecho por alguna otra causa particular, goza del
ius civitatis, del derecho de ciudadanÃ−a y con él de la facultad de gozar de todas las instituciones
públicas y privadas instituidas por el derecho quiritario.
Entre los derechos públicos fundamentales de los ciudadanos cabe enumerar:
• El de votar en los comicios, para sancionar las leyes y elegir a los magistrados (ius suffragii).
• El de ser elegido magistrado (ius honorum).
• El derecho de apelar la pena capital que les hubiese sido aplicada al pueblo reunido en comicio
durante la República, o al emperador, durante el Imperio (ius provocationis).(32)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 170.
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• El derecho al uso del nombre, tanto uno o varios, propio e individual del ciudadano (praenomen),
cuando el que identifica a la gens (nomen), como el cognomen que tenÃ−a alcances diversos según
el caso. A veces era un locativo (como Coriolanus), otras indican una cualidad personal (César,
significaba “bella cabellera”, y Cicerón verruga, por ejemplo). Con lo que tendrÃ−amos, formulando
un ejemplo: Gayo (praenomen), Julio (nomen), César (cognomen).
En cuanto a las mujeres, generalmente se las llama con el nombre de la gens; Julia, Cornelia, por ejemplo,
seguido de un ordinal o un locativo. AsÃ− las hermanas de Julio César fueron Julia Prima y Julia Segunda,
y a fines de la época republicana fueron damas notorias las Cecilias Metellas (de la gens homónima),
respectivamente Dalmática, Beleárica y NumÃ−dica.
• El de contraer matrimonio legÃ−timo con arreglo al derecho civil, esto es el ius connubium,
formando consecuentemente una familia y ejerciendo todas las potestades inherentes, (Ulpiano, 19.5).
• El de poder ejercer el comercio, comprar y vender, conforme igualmente a la legislación quiritaria, o
sea el ius commercium, que era bastante más amplio de lo que el nombre parece sugerir, ya que
implicaba asimismo la facultad de realizar los diversos actos jurÃ−dicos de la vida civil, (Ulpiano,
5.2).
• El de estar y ser instituido heredero, (ius testamenti factio), activa y pasiva respectivamente. Este
derecho es, en propiedad, una derivación del commercium.(33)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 170.
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Los no ciudadanos.
Los no ciudadanos o extranjeros, en un principio, están privados de las ventajas que confiere el derecho de
ciudad romana y sólo participan de las instituciones derivadas del jus gentium. En la lengua primitiva se les
designaron el nombre de hostes; al enemigo se le llama perduellis; pero, afortunadamente, en el lenguaje se
modifica; hastes significa el enemigo; y los extranjeros que no tienen el derecho de ciudadanÃ−a y con los
cuales Roma no está en guerra, se califica de peregrini. Sin embargo, su condición no es uniforme. AsÃ− y
todo, los hay más favorecidos que ocupan un rango intermedio entre los ciudadanos y el común de los
peregrinos; éstos son latinos. Pero hay que distinguir los peregrini propiamente dichos y los latini.
Puede distinguirse entre ellos diversas categorÃ−as con diversa amplitud de facultades y aptitudes jurÃ−dicas
en relación al derecho civil romano. Roma, desde la invasión de los galos en adelante, desde el fracaso del
tratado común que constituyó en su hora el Foedus Cassianum, no constituÃ−a ya pactos y alianzas
generales con todos los pueblos, sino tratados particulares e individuales con unos u otros. De allÃ− que
-según el tipo de pactos que uniese a un determinado pueblo con Roma- hallaremos distintos tipos de
extranjeros. Generalizando, podemos distinguir:
Latinos veteres.
Eran los habitantes del antiguo Lacio. Gozaban de los derechos privados de los ciudadanos, commercium
connubium, y de la facultad de votar en las elecciones si vivÃ−an o se encontraban en Roma a la fecha de
éstas.(34)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 171.
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Estos latinos gozaban de grandes facilidades para adquirir la ciudadanÃ−a, a la que podÃ−an llegar de
muchos modos: por favor del prÃ−ncipe, por tener por lo monos tres hijos, por construir naves, por milicia
cuando habÃ−an revistado por el lapso previsto por las leyes entre los vigiles de Roma, por transportar trigo a
la urbe romana, por ejercicio del oficio de molinero (panadero) en roma, por construcción en esta ciudad de
una casa de determinado valor, (Gayo, 1.28 a 35).
La categorÃ−a se acaba luego de la guerra social, cuando a raÃ−z de las leyes Plautia Papiria del año 89 A.
J. C. y la Julia del 90 A. J. C., se concedió la ciudadanÃ−a romana a los habitantes de toda Italia.
Latinos Colonarii y Junianos.
Son colonarii los habitantes de las colonias que Roma fundada en los territorios conquistados.
Habiéndoseles concedido especÃ−ficamente la latinidad se los equiparaba a los nacidos en el lacio. En
similar situación se encontraban los latinos junianos, estos son los manumitidos por alguno de los medios no
formales del derecho pretorio a los que la ley Junia Norbana habÃ−a confirmado en el estado de libertad y
concedido el rango de latinos.
Gozaban del ius commercium, pero del ius connubium a menos que este derecho les fuese especial y
expresamente concedido, (Ulpiano, 19.4 y 5.4).
TenÃ−an igualmente facilidades para adquirir la ciudadanÃ−a romana. En el caso de los manumitidos latinos
junianos, ésta podÃ−a asimismo advertir si eran objeto de una segunda manumisión, ahora como
ciudadanos, o por tener hijos que fuesen ciudadanos romanos.(35)
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Peregrinos.
Eran los demás extranjeros, habitantes de pueblos con los cuales Roma no se hallaba en guerra. No podÃ−an
invocar las normas del derecho civil sino las del de gentes a más de los derechos especÃ−ficos que les
acordasen las leyes de la provincia que habitasen, (Marciano, en D.48.19.17.1).
Por ende a menos que tuviesen autorización especial, estaban privados del ius commercium y del ius
connubium y por consiguiente de la patria potestad y del parentesco por agnación, aunque nada impedÃ−a
que invocasen las leyes de su paÃ−s de origen y con arreglo a ellas o al ius gentium, fuesen propietarios, se
casasen y se les reconociese como los padres de los hijos de sus mujeres. Mediante las acciones ficticias
podÃ−an igualmente litigar en juicio, si fuesen ciudadanos.
Dedicticios y Hostis.
Los dedicticios eran los miembros de pueblos que se sublevaron contra la autoridad de Roma y fueron por
segunda ves sometidos, los que los que por alguna pena perdieron la ciudadanÃ−a o los manumitidos
conforme a la ley Aelia Sentia por haber observado pésima conducta durante su cautiverio. No poseÃ−an
derechos polÃ−ticos, commercium ni connubium, y les estaba vedado obtener, por cualquier medio, la
ciudadanÃ−a pues se lo considera elementos peligrosos e indispensables, (Gayo, 1.14).
Equiparados a ellos estaban los hostis, los enemigos, contra quienes Roma se hallaba en guerra, considerados
sin patria y por consiguiente sin derecho a invocar legislación nacional alguna, (Gayo, en D.28.1.8.1).(36)
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• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 171.
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El estado de familia.
En fin, la plena capacidad jurÃ−dica patrimonial está condicionada por el hecho de que el sujeto sea, por lo
menos potencialmente, jefe de familia, no sometido a la potestad de otro. A este respecto corresponde
señalar, anticipándonos a lo que se dirá al tratarse del derecho de familia, que los partÃ−cipes de las
civitas libertas que se distinguen en personas sui iuris y alieni potestati subictae. (36)
La organización de la familia romana se asentaba fundamentalmente en una persona, jefe o paterfamilias,
que no dependÃ−a de la potestad de nadie, por ser sui iuris.
Solamente el pater, sea cual fuere su edad, tiene plena capacidad de derecho. Todos los demás hombres y
mujeres o bienes que integran la familia están debajo de su potestad, y por consiguiente son alieni iuris, ya
sea por haberlos engendrado directa o indirectamente (hijos y nietos), comprado (esclavos), recibido en
mancipium o en matrimonio, o porque éstos hubiesen por cualquier caso caÃ−do bajo la potestad de quien,
a su vez, estaba bajo su poder (el supuesto de la nuera casada cum manu por ejemplo); cfr.1.1.8 y 10.
De cuatro tipos pueden ser la sumisión que, en la familia, existe para el jefe. O dicho de otro modo, de cuatro
diferentes clases son los poderes que el pater tiene sobre las personas que dependen de su suprema potestad.
El existente sobre la mujer, sometida a su manus, el ejercido sobre el esclavo, el poder dominal, la dominica
potestas; el poder sobre el hijo, sometido a la patria potestas y el ejercido sobre las personas sujetas al
mancipium.(37)
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(36) Aragio RuÃ−z, Vicenzo, Instituciones de Derecho Romano, Buenos Aires, 1986. Pág. 65
(37) Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 172.
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Tanto las mujeres como el hijo y el sujeto a mancipium, libres y ciudadanos romanos -omitimos al esclavo
que por carecer de libertad jurÃ−dica está privado en absoluto de personalidad jurÃ−dica- se encuentran
bajo la potestad de otro, son alieni iuris. En tal carácter sufren alguna limitación de capacidad de derecho,
que es relativa, aunque no absoluta, asÃ− por ejemplo, gozan del connubium y el commercium, estándoles
permitidos en ejercicio de esas facultades adquirir bienes aunque los mismos ingresan directamente al
patrimonio del patrefamilias.
Otras situaciones modificativas de la capaciad de derecho.
Al margen de la posición del individuo dentro de los 3 estados, situaciones especiales tales como la tacha de
infamia o la religión profesada, incidÃ−an desfavorablemente sobre la capacidad de derecho, aunque sin
suprimir la personalidad civil.
LA INFAMIA.
La tacha de infamia incapacitaba a quien la sufriese para el desempeño de ciertas funciones, como la de
jueces, abogados y testigos, al par que vedada el acceso a los cargos públicos, (Gayo, 1.34).
Profesiones mal reputadas por su parte, como la de gladiadores y comediantes, los condenados en ciertos tipos
de juicios, los usureros o situaciones como la del deudor cuyos bienes han sido públicamente vendidos,
acarreaban también la tacha de infamia y análogas restricciones, (G. 2.12, 11, 20).(38)
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(38) Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 172
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Otras ocupaciones por su parte, gozaban de privilegios. AsÃ− el ejercicio de ciertas industrias como la
construcción de nave y de transporte con ellas de trigo a Roma, la de los molineros, o la milicia, facilitaban a
los latinos la adquisición de la ciudadanÃ−a. El pertenecer concretamente a la milicia o agrupaciones
religiosas dio desde antiguo privilegios en relación a las acciones procesales, o en lo relativo a otras materias
como los testamentos. Y, por cierto, la ubicación social y económica era determinante al momento de
ejercer los derechos polÃ−ticos en los comicios, en donde las clases de propietarios de tierras gozaron
siempre de posición más ventajosa y acomodada, (Ulpiano. 3.5, 6; Gayo, 1.32, 34).
La religión.
Originariamente la religión no fue causal de incapacidad alguna, puesto que todos los ciudadanos seguÃ−an
el mismo culto. Tampoco lo fue en gran medida en la República, ni durante el reinado de la mayorÃ−a de los
emperadores, no siendo mayor impedimento para el ejercicio de los derechos civiles ni aún el derecho de
profesar el cristianismo. AsÃ− se llego a sostener que “la superstición judaica no impide el ejercicio de los
cargos honorÃ−ficos”, (Papiniano, en D.50.2.3.3).(39)
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(39) Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999. Pág. 172 - 173.
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Conclusión
1- En el Derecho Romano, la capacidad de derecho es la aptitud o grado
de aptitud, para ser titular de derechos y obligaciones, y la capacidad de hecho es la aptitud o grado que una
persona tiene para ejercerlas por sÃ− misma.
2- En Roma los tres estados en relación a la capacidad de derecho son
tres: el Status Libertatis, el Status Civitatis y el Status Familiae.
• Status Libertatis: según el cual los hombres pueden ser libres o esclavos. Dentro de los libres cabe
destacar a los ingenuos que siempre fueron libres, y libertos, quienes en algún momento fueron esclavos,
siendo luego liberados por el dueño. Los esclavos carecÃ−an por completo de la capacidad de derecho,
no eran considerados personas.
• Los libres contaban con alguna capacidad de derecho que eran mayor o menor en la medida que reúnan
los otros estados.
• Status civitatis: conforme al cual los hombres libres son ciudadanos romanos, gozando en consecuencia de
todos los derechos públicos y privados que otorgaban el derecho civil, quiritario o extranjero.
• Status familiae: la organización de la familia romana se asentaba fundamentalmente en una persona, el
jefe o paterfamilias, que no dependÃ−a de la potestad de nadie por ser sui iuris. Por lo tanto, todos los
demás hombres y mujeres o bienes que integran la familia están bajo la potestad y por consiguiente son
alieni iuris.
• Quienes reunÃ−an los tres estados, por ser hombres libres, ciudadanos romanos y sui iuris gozaban de la
plena capacidad de derecho, del Caput.
• A los cambios que producÃ−an disminuciones se los conocÃ−a como Capitis deminutio, la cual podÃ−a
ser máxima, si se perdÃ−a la libertad. Ejemplo un hombre libre pasaba a ser esclavo. Capitis deminutio
Media, por pérdida de la ciudadanÃ−a, y capitis deminutio mÃ−nima por un cambio en el estado de la
familia.
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BibliografÃ−a
• Aragio RuÃ−z, Vicenzo, Instituciones de Derecho Romano, Buenos Aires, 1986.
• Ghirardi, Juan Carlos - Alba Crespo, Juan José, Manual de Derecho Romano,
Editorial Eudecor, Córdoba, 1999
.
• Petit, Eugéne, Tratado Elemental de Derecho Romano, Tercera edición. Editorial
Universidad, Buenos Aires, 1999
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Anexos
ESTADO DE LIBERDAD.
Según el cual, los hombres pueden ser.
ESTADO DE CIUDADANÃ A.
Según el cual, los libres pueden ser.
ESTADO DE FAMILIA.
Según el cual, pueden ser.
• ESCLAVOS.
• LIBBRES (Ingenuos, Libertos).
• PEREGRINOS (extranjeros)
• CIUDADANOS.
• ALIENI IURIS (sometidos a un Pater).
• SUI IURIS (caput con plena capacidad de
derecho).
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ESTADOS DE LA CAPACIDAD DE DERECHO.
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IMÔGENES.
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