LETRAS DE CAMBIO, SU VALOR PROBATORIO, Y SU FUERZA

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361584. . Tercera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XXXIX, Pág. 325.
LETRAS DE CAMBIO, SU VALOR PROBATORIO, Y SU FUERZA EJECUTIVA. De
acuerdo con lo establecido por la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, no es
necesario, para despachar ejecución por el importe de una letra de cambio, el que
previamente reconozca su firma el girador demandado, siempre que la obligación haya sido
contraída con anterioridad a la vigencia de la ley. No obstante que puede despacharse
ejecución, para admitir dicha letra como prueba, debe estarse a lo que disponga la ley vigente
cuando se formó la relación jurídica, o sea el Código de Comercio, y éste dispone que la letra
de cambio es título ejecutivo en contra del girador demandado, siempre que reconozca su
firma, y que los documentos privados sólo hacen prueba plena contra su autor, cuando fueren
reconocidos legalmente; pero esto no quiere decir que si el girador contra quien se ha
despachado ejecución, no reconoce su firma, la letra no pruebe en su contra, y que, por tanto,
no pueda dictarse sentencia condenándolo al pago, puesto que la Ley de Instituciones de
Crédito ha modificado el sistema del Código de Comercio, que sólo exceptuaba a la letra de
cambio, del reconocimiento de la firma, tratándose del aceptante, y establece la regla general
para todos los signatarios de esos documentos. En esa virtud, y teniendo en cuenta que la
ejecución se despacha, porque la acción se encuentra comprobada de antemano, por el título
en que se funda, es evidente que la letra de cambio, aun cuando no esté reconocida la firma
por el girador, debe hacer y hace prueba plena en juicio. Este concepto no viola el principio
de retroactividad de la ley, puesto que tratándose de los títulos de crédito otorgados o
vencidos antes de la expedición de la Ley de Instituciones de Crédito, debe tenerse en cuenta
el período del procedimiento en que la situación abstracta que guardaban las personas
obligadas, se convirtió en concreta, por virtud del auto de exeqüendo, y si éste se dictó
estando ya en vigor la ley antes mencionada, todo el procedimiento tiene que sujetarse a esa
ley.
Amparo civil directo 2795/33. Rosales Cipriano y coag. 18 de septiembre de 1933.
Unanimidad de cinco votos. La publicación no menciona el nombre del ponente.
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