Revisión Final - Acuarelas Literarias

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Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
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No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una
reseña en tu blog o foro.
Para papá
Este libro es posible gracias a ti.
Gracias por enseñarme siempre la importancia de conocer el juego, no sólo de
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ser una fanática.
¿Cuántos campos de béisbol nos quedan?
SINOPSIS
Ethan Davenport ya es el soltero más codiciado de Boston. En su segunda
temporada con los Renegados de Boston ha puesto los ojos en la chica tras la caseta
de los visitantes.
Esa chica es Daisy Robinson, una estudiante de periodismo en la Universidad
de Boston y fanática acérrima de los Renegados.
Pero con el recién descubierto amor vienen desafíos y así, Ethan y Daisy
tienen que lidiar con su loco calendario, exámenes finales y su presencia en el
campus para un muy necesario entrenamiento mediático.
Para Ethan nada puede interponerse entre él y Daisy, hasta que un secreto
que ella ha estado guardando amenaza con destruirlos a ambos.
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The Boys of Summer #1
Alineación de Bateo
Kayden Cross – Primera Base
Preston Meyers – Jardinero Derecho
Ethan Davenport – Tercera Base
Branch Singleton – Bateador Designado
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Jasper Jacobson – Receptor
Bryce Mackenzie – Segunda Base
Travis Kidd – Jardinero Izquierdo
Easton Bennett – Campo Corto
Steve Bainbridge – Jardinero Central
Traducido por Otravaga
Corregido por Nony_mo
Van tres semanas y los Renegados de Boston están situados en 9-5. No está
mal teniendo en cuenta que el picheo no ha sido como se predijo con los chicos
entregando 68 carreras con solo 73 impulsadas. Si los ReBo1 tienen la intención de
hacer la carrera por el Comodín, tendrán que resolverlo rápidamente, especialmente
con un trecho fuera de la ciudad que podría hacerles daño.
LA CRÓNICA:
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Se ha rumoreado que el jardinero central, Steve Bainbridge, se retirará al final
de la temporada. Si esto es cierto, eso podría allanar el camino para que el jugador
de la Triple-A, Cooper Bailey, consiga un ascenso. No me sorprendería si el DG2,
Ryan Stone, hiciese el movimiento para mantener a los ReBo como un equipo más
joven.
Ethan Davenport, un titular de segundo año, ya está parloteando acerca de
cómo va a ganar el título de bateo de la Liga Americana este año. Personalmente,
creo que es demasiado pronto para hacer esa valoración. El año pasado fue uno de
los candidatos más firmes para el novato del año, hasta que fue pillado con una
alumna de la facultad que era, en ese momento, menor de edad. Aparte de sus
travesuras fuera del campo, el tercera base comemocos que tuitea la dirección de su
domicilio en las redes sociales tiene un montón que madurar si está pensando en
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ReBo: Abreviación de “Renegados de Boston”, el nombre del equipo.
DG: Director General.
conseguir algún título en el futuro. ¿Quién es tan estúpido como para tuitear la
dirección de su domicilio?
¡Los ReBo regresan a casa la próxima semana para un trecho de siete juegos
como local! Esperemos que puedan conseguir algunas victorias en la primera parte
de la temporada.
El Bloguero ReBo.
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CAPÍTULO 1
Traducido por Mariandrys
Corregido por Nony_mo
—¿Por qué lees esa mierda?
Steve Bainbridge, el jardinero central de mi equipo, los Renegados de Boston,
me lanza una pelota, haciendo que suelte mi teléfono para poder atraparla. Prefiero
reemplazar una pantalla rota en mi celular que recibir un pelotazo en el rostro. Tener
un labio partido o un ojo negro no es mi idea de diversión. Él lo recoge antes que yo
pueda hacerlo y se desplaza a través del posteo del blog que he estado leyendo. El
Bloguero ReBo me odia y no entiendo por qué.
—Bueno, al menos no te están pidiendo el retiro después de tres semanas
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entrada la temporada. —Bainbridge me entrega mi teléfono y suspira. Esta es mi
segunda temporada en la liga y él ha sido un mentor para mí. Hacia el final de la
temporada pasada, me sucedieron muchas cosas hasta que lo arruiné una noche.
Bainbridge estuvo ahí para sacar mi trasero del problema antes de que nuestro
director general, Ryan Stone, pudiese sacarme del equipo. ¿El incidente en cuestión?
Le compré a una menor de edad algunas bebidas alcohólicas porque estaba
celebrando su cumpleaños, y ella estaba en el bar. Aparentemente había logrado
colarse, pero ya que soy un jugador de béisbol de las ligas mayores, el fiscal pensó
que podía intentar hacer de mí un ejemplo. Gracias a Dios, los Renegados tienen un
equipo legal estelar y conseguí librarme con solo algunas horas de servicio
comunitario.
Difícil lección aprendida. De hecho, he tenido que aprender algunas en el
transcurso del año, por ejemplo, tuitear mi dirección no es la cosa más inteligente de
hacer. Mujeres de todas las edades aparecieron sin usar casi nada de ropa, y cuando
tu mamá abre la puerta… solo digamos que hay cosas que ni siquiera ella debería
ver.
—¿Renunciarás al final de la temporada? —Preparamos toda nuestra vida
para momentos como estos sin ni siquiera darnos cuenta. Como cuando tu mejor
amigo se muda lejos, o los del último año de tu equipo se gradúan. Realmente no es
diferente cuando alguien se retira o lo cambian de equipo. Retirarse es más difícil de
lidiar porque los chicos usualmente se mudan a su ciudad natal o a la ciudad natal
de sus esposas y no se les ve tan seguido. Al menos con un cambio, la próxima vez
que juegues contra ese equipo, pueden salir a pasar el rato.
—Mi esposa… me dio un ultimátum. Renuncio o me abandona llevándose a
los niños.
—Oh.
—No hay nada de lo que debas preocuparte, jovencito —dice él, mientras baja
las escaleras y entra a la caseta, desapareciendo por el pasillo. Solo unos pocos de
los chicos del equipo tienen esposas. Es una estadística baja de acuerdo a El Bloguero
ReBo, citando que nuestro Director General está reconstruyendo un equipo de
jóvenes talento que pueda durar unos años. Creo que nuestro DG quiere ganar y
está haciendo todo lo posible por asegurarse que eso suceda. No tiene nada que ver
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con la edad o el estado civil.
Recojo mi guante y una de las pelotas sueltas a mis pies y lo lanzo a las gradas.
Tenemos dos juegos en casa antes de viajar por seis juegos fuera y luego volver a
casa por tres más antes de que tengamos un día libre. Es el comienzo de la temporada
y ya estoy deseando un día libre.
Antes de cada partido en casa, un fanático, ya sea él o ella junto a su familia,
es elegido para ser nuestro invitado para el juego. No solo tienen acceso temprano
al estadio para una gira, sino que también si unos cuantos de nosotros estamos aquí
temprano, saldremos y jugaremos a la pelota por un rato para que puedan mirar. El
fanático se convierte en nuestra mascota por el partido, yéndose a casa con una
tonelada de fotografías con los jugadores, autógrafos y regalos.
El fan de esta noche es una niña con coletas y una sonrisa de mil vatios. Su
gorra de los Renegados está puesta en su cabeza, apenas colgando. Su rostro se
ilumina cuando atrapa la pelota fácilmente en su guante y me saluda antes de
volverse hacia sus padres con emoción. Ser agradable con tus admiradores es algo
que mi entrenador universitario me inculcó después de cada uno de los juegos. No
importaba que prueba teníamos en la mañana, cómo estaba el clima, cuán agotados
estábamos, o si nos pateaban el trasero: debíamos quedarnos para firmar autógrafos
y tomarnos fotografías hasta que el último de los fanáticos se fuera. Nuestro jefe,
Ryan, piensa de la misma manera. Él dice que nuestros fanáticos nos hacen o nos
destruyen, y tiene razón. Ese es el motivo por el cual el Bloguero ReBo me molesta
tanto. No sé quién es, pero me gustaría conocerlo para descubrir cuál es su problema
conmigo.
Los reporteros están alineados en la pared fuera de nuestros vestidores,
esperando por una entrevista. Los medios de comunicación tienen permiso de estar
en los vestidores hasta que comienza la práctica de bateo. Cal Diamond, nuestro
mánager, tiene una lista de chicos quienes hablarán cada día, aunque los medios
intentan grabar audios de todo el mundo. Y yo aún no he sido elegido. Intento que
no me moleste, pero lo hace. Sé que soy joven y digo mierdas estúpidas algunas
veces, pero no lo hago para ser perjudicial para el equipo. Mi boca sólo trabaja más
rápido que mi cerebro. Es algo sobre lo que mi agente dice que necesito trabajar.
Stone dice que está buscando por alguien que venga y nos dé a todos algún
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entrenamiento en cuanto a los medios. Mientras tanto, suelo visitar al entrenador o
voy a nuestro salón antes de la práctica de bateo, el cual está fuera de límites para
los medios de comunicación.
Llaman mi nombre. Saludo con la mano y sonrío como he sido instruido, y
entro a los vestidores. Es un caos aquí, pero es esperado en un día de juego. Los
Renegados son altamente enérgicos, a diferencia de algunos otros equipos ahí fuera.
He escuchado rumores que algunos vestidores son zonas tranquilas, la zona “zen”.
Intentamos eso una vez el año pasado y la mayoría nos quedamos dormidos antes
de que el partido comenzara. La idea fue rápidamente vetada y desde entonces el
vestidor ha sido la meca de la locura.
En un día cualquiera, esta habitación está llena con chasquidos de toallas,
bromas subidas de tono y hombres corriendo alrededor con sus culos al aire con solo
el suspensorio puesto. La única regla que tenemos aquí: no se permiten mujeres,
esposas, novias, etc… No porque andemos desnudos, sino porque somos asquerosos
y nuestras travesuras darían una mala impresión. Queremos que las mujeres nos
recuerden por lo que hacemos en el campo, no por la mierda que hacemos aquí.
Además, las esposas tienen una estancia espectacular donde pueden pasar el rato
hasta que el juego comience.
Me cambio rápidamente, poniéndome mi chaqueta de manga larga antes de
regresar al campo para los calentamientos. Todavía está helando en Boston. Hay
algunos aplausos cuando comenzamos a salir de la caseta ya que los que compraron
entradas fijas llegan temprano. Los niños se alinean en cada espacio disponible con
la esperanza de recibir un choque de manos o atrapar una pelota alta durante la
práctica de bateo. Después de un tiempo, comienzas a reconocer los mismos rostros.
Busco uno en particular que he estado viendo desde algún punto a mitad de la
temporada pasada. Ella usualmente se sienta paralelo a la tercera base, detrás del
enemigo. Cuando miro hacia allá entre jugadas, juro que me está mirando. Sin
embargo, no puedo notarlo siempre, porque usa su gorra de los Renegados sobre
sus ojos y no puedo verlos.
Siempre lleva una camiseta negra y blanca de Los ReBo con su larga cabellera
hacia atrás. He notado que cambia su color de rubio a castaño dependiendo de la
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temporada, pero siempre es largo. Siempre está en el mismo asiento para cada
partido en casa, lo cual me hace creer que es una persona con entradas fijas, a pesar
de que, parece muy joven para ser capaz de comprar un boleto tan cercano al campo.
Tampoco se me ha escapado el notar que el asiento próximo a ella siempre está vacío.
También debería decir que la busco cada vez que salgo de la caseta3 y camino al
plato, o cuando termino de calentar entre episodios. Es que hay algo acerca de ella
que me mantiene interesado, aunque no sé cuál es su nombre, o nada sobre ella.
Lo que sí sé y me gusta es cómo asiste a cada juego en casa, vestida con ropas
de los Renegados. Realmente me gusta que sea una fanática del béisbol, pero más
importante que nunca trae consigo a un hombre, haciéndome creer que es soltera.
También me gusta que es un misterio; sé que descubrir quién es no sería difícil.
Podría enviar a un acomodador para que la traiga, o preguntar a la oficina a quién
le pertenecen los asientos. Uno de estos días le pediré al acomodador que lo haga,
porque preguntar en la oficina principal parece una mala idea. No quiero a las
Caseta: área donde se sientan los jugadores que no están en el campo de juego, además del mánager
y sus auxiliares.
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señoritas molestándome, y aunque son amables y maternales, se burlarán de mí por
mostrar interés hacia alguien.
Tan pronto como salgo hacia la pista, miro hacia su dirección. Su asiento
todavía está vacío, pero es temprano. Tenemos dos horas antes del primer picheo.
No comenzaré a preocuparme aún. Me he acostumbrado a tenerla ahí, incluso
cuando sé en el fondo de mi mente que estoy inventando las miradas sutiles que
recibo de ella.
—¿Buscando a tu novia? —Travis Kidd, nuestro jardinero izquierdo, me da
un azote en mi culo cuando pasa por mi lado. Se vuelve y hace un gesto lascivo con
su mano y boca. Lanzo una pelota dirigida a su cabeza, pero la esquiva fácilmente y
comienza a reír mientras camina hacia el jardín central para los calentamientos.
En cada juego, nos reunimos en el jardín central para estirarnos por 15
minutos como equipo antes de dividirnos en calentamientos individuales. Por
equipo, me refiero mayormente a los nuevos y a algunos de los lanzadores que
estarán trabajando está noche. El resto de los chicos se quedan en el vestidor hasta
que es tiempo del trabajo individual.
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—No sé de lo que estás hablando —digo, cuando lo alcanzo. Él coloca sus
brazos alrededor de mí y me hace ojitos estúpidos.
—Veo que la observas, agarrándote tu pedazo de carne en medio de los
bateos.
—Hay miles de personas en las gradas, podría estar mirando a cualquiera.
Además, cada vez que me vuelvo estás tocándote tu pequeño pene, así que no
pienses en darme ninguna mierda.
Se encoge de hombros.
—También la veo mirarte.
—¿En serio? —pregunto, pausando a medio paso.
—Nop, pero acabas de confirmar mis sospechas de que te gusta está chica.
Sacudo mi cabeza y lo empujo. Se tambalea dando unos pasos hacia atrás
antes de enderezarse.
—Invítala a salir —dice en su infinita sabiduría.
—Nah, solo será más combustible para El Bloguero ReBo y Stone ya está
molesto conmigo. No necesita una razón para cambiarme.
Kidd bufa una carcajada, doblándose y sujetándose el estómago. No estoy
seguro por qué es tan gracioso el pensamiento de que me cambien, pero no me ves
riendo.
—Amigo, incluso si comenzaras a salir con la fanática, Stone no va a
cambiarte. —Coloca sus brazos alrededor de mí y me voltea hacia las gradas—. Más
de la mitad de la gente en las gradas está usando tu camiseta. Eres su joven estrella
en alza, y aparte de joderla el año pasado, lo cual realmente no fue tu culpa, eres el
boleto dorado.
Desde pequeño supe que quería jugar béisbol. No me importaba quién me
fichara, solo sabía que una vez tuviera un equipo, sería donde quisiera quedarme.
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Me esforcé jodidamente en la secundaria, ganándome una beca en la División Uno
del Estado de Oregón. En mi tercer año de secundaria, ganamos el campeonato
nacional y de ahí en adelante, supe que nada estaba fuera de mi alcance.
—Quiero ser el próximo Derek Jeter. —Imagino legiones de admiradores de
pie, animándome con aplausos y gritos mientras les inclino mi gorra en
agradecimiento.
—No, claro que no. Quieres ser Ethan Davenport. Se tú, no otra persona.
Me palmea en el hombro con su guante, dejándome para observar el estadio.
La gente entra en línea mientras el olor de los perros calientes y cotufas se mueve a
través del aire. Sus risas mezcladas con música, crea un ambiente alegre. Sin ni
siquiera pensarlo, mis ojos viajan hacia donde pasaré la mitad de la noche. Estoy
muy lejos para ver, pero algo me dice que el primer asiento en la fila C, sección 65,
está ocupado.
Es noche de juego en el Lowery Field y los Renegados de Boston están a punto
de vencer a los Orioles de Baltimore.
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CAPÍTULO 2
Traducido por Adaly
Corregido por Nony_mo
Después del Himno Nacional, entramos al campo. Los niños están de pie y
bailando, tratando de salir en la Pantalla Gigante. Recuerdo tratar de hacer lo mismo
cuando era pequeño y me padre me llevaba a los juegos de los Marineros de Seattle.
Siempre trataba de salir en ella o de conseguir chocar los cinco con el alce americano
de los Marineros. Pequeños momentos como ese pueden hacerles la noche a los
niños en el estadio. Atrapar un cuadrangular o una bola fuera del campo es la guinda
del pastel.
Mientras corro a tercera base, dejo mis ojos vagar hacia los aficionados. Ella
está ahí con su gorra puesta; el asiento a su lado sigue vacío. El ligero movimiento
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de su cabeza me tiene pensando que me está viendo. Camino a propósito hacia la
caseta de los Orioles y hablo con uno de mis amigos de la universidad, Justin Shaw.
Es un lanzador de relevo y probablemente lo enfrentaré esta noche.
—Shaw —le digo cuando miro rápidamente por encima de la caseta y
nuestros ojos se encuentran. Sonrío y ella se da la vuelta, pero no antes de que vea
una ligera sonrisa. Justin sale de la caseta y nos damos un abrazo de hermanos, algo
que probablemente debería haber hecho antes del juego, pero ella no estaba sentada
ahí entonces.
—No me ponches más tarde, ¿de acuerdo?
—No prometo nada, Davenport.
Shaw camina conmigo a la tercera base antes de irse para ponerse al corriente
con los otros lanzadores en la zona de calentamiento. Antes de atrapar mi primer
roletazo, miro hacia atrás solo una vez para atraparla viendo. Tal vez debería pedirle
a un acomodador que la traiga hacia el salón después del juego, o preguntarle a la
oficina central quién es el dueño de esos asientos. Sin embargo, preguntarle a la
oficina central bien significa esperar otro día o esperar hasta que tenga el valor para
ir ahí. Hago una nota mental para traer un acomodador durante el descanso de la
séptima entrada. Hay una buena posibilidad que ella me ignore completamente,
pero no lo sabré hasta que lo intente.
El primero en batear para los Orioles es un zurdo. Estoy sereno y listo para
cualquier cosa que venga en mi camino. Abanica, socavando la pelota, la cual vuela
alto en territorio de faul. Doy tres pasos hacia adelante y cuatro hacia al lado,
agitando las manos para que todos sepan que tengo esta. La pelota cae en mi guante
y mi mano derecha se acerca automáticamente, cerrándolo. Tomo la pelota de mi
guante y en lugar de arrojarla hacia Jasper Jacobsen, nuestro receptor que está
esperándola, la lanzo a las gradas hacia la chica que ha llamado mi atención. Ella
grita de sorpresa, pero la agarra como una profesional. Guiño y le hago un gesto a
Kidd que tenemos uno fuera, aunque sé que está consciente de ese hecho.
Estoy tratando de no prestar atención a lo que está pasando a mi alrededor,
pero tan pronto como echo un vistazo a la repetición de mí lanzando la bola a la
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chica en la pantalla gigante, me detengo y observo. Cuando la cámara enfoca su
rostro, me encuentro tratando de memorizar sus rasgos para que cuando la vea más
tarde esa noche, con suerte, no me voy a quedar atrapado mirando fijamente. Por lo
que puedo observar, incluso con su gorra hacia abajo, es hermosa, y verla ponerse
tímida en la pantalla simplemente me dice que tengo que conocerla.
Cuando la entrada termina, Kidd pasa cerca de mí, dándome una palmada en
el trasero.
—Será mejor que esperes que sea una amante del pene —dice, riendo todo el
camino a la caseta. No tengo tiempo para entretenerme con él o escuchar a los otros
chicos fastidiarme por lo que hice. Además, no es como si ellos nunca han arrojado
una pelota hacia las gradas. Entonces, ¿cuál es el problema si deliberadamente la
apunté hacia una mujer, que también resulta ser linda? En mi defensa, no sabía que
era bonita hasta después de lanzarle la pelota. Lo hice porque me estaba mirando
fijamente y quería una reacción. Ahora, la tengo.
Nuestros instructores de primera y tercera base se dirigen hacia el campo
justo cuando los lanzadores de los Orioles terminan su calentamiento. Primero está
Kayden Cross, titular por seis años y primera base. Recientemente salió de un
compromiso fallido que le ha afectado bastante duro. Es un buen ejemplo de alguien
que no puede separar su vida personal de su trabajo. Se habían conocido en la oficina
principal, y después de volverse serios, ella renunció. Supongo que a ella no le gustó
que la cuiden de cerca porque aceptó un trabajo en California antes de romper con
él. Esto sucedió durante el entrenamiento de primavera mientras estábamos en
Florida. Cuando él regresó a casa, ella se había ido.
Cross se va abanicando el bate, dejándome en la cubierta. El siguiente es
Preston Meyers, jardinero derecho y veterano. Su fotografía parpadea en la pantalla
gigante para el deleite de los aficionados. Ha sido el favorito de los fanáticos durante
tanto tiempo como puedo recordar. Ha estado en la liga un poco más de diez años
y no muestra signos de ir más lento. Salgo a la pista y hacia el círculo de espera.
Ajusto y reajusto mis guantes de bateo y mi casco antes de practicar mis swings.
Cada uno es cronometrado con el lanzador.
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Meyers golpea un error sobre la cabeza del campo corto, poniéndolo en
primera base. Esos bateos son difíciles de atrapar. Los jugadores del cuadro interno
no pueden dar marcha atrás lo suficientemente rápido y los jardineros no pueden
llegar a tiempo. Los odio. Llaman mi nombre cuando tocan mi canción de salida,
Down and Out de Tantric. Mi fotografía, junto con mis estadísticas, está estampada
por toda la pantalla gigante y vítores resuenan en todo el estadio. Después de un
año, siento que esta es mi casa… que Boston es mi hogar. Los fanáticos de Boston te
tratan como si fueras parte de su familia. Me encanta caminar por las calles del
centro y encontrarme con ellos, especialmente con los pequeños.
Estoy tratando de no mirar, pero mis ojos la buscan de todos modos. Ella está
viendo en mi dirección, apoyando sus brazos en el banquillo frente a ella. Con una
última mirada, me paro en la caja de bateo con un pie, manteniendo mi pie izquierdo
fuera hasta que estoy listo para aceptar el picheo. Ajusto mis guantes de bateo, entro
completamente y luego ajusto la manga de mi camisa antes de colocar el bate en mi
hombro, listo para batear. El primer lanzamiento es una bola. Salgo, limpio la tierra
delante de mí y reajusto mis guantes de bateo. Estoy conscientemente tratando de
no ajustar mi protector en este momento a pesar de que se siente ligeramente
incómodo. Puesto que, estaré por toda la página de los ReBo mañana, dado que di
la bola a la chica linda de la tercera base. No quiero leer también cuántas veces me
toqué.
Sé que voy a abanicar tan pronto como veo la bola. Mi mitad inferior
comienza a balancearse mientras mantengo mi ojo en el centro de la bola. La bola
rápida está girando en su camino al plato y en cuanto siento que mi bate conecta con
el cuero blanco, estoy empujando mi swing con más fuerza. Dejo caer el bate y veo
la bola elevarse profundamente sobre el jardín izquierdo. Meyers se mantiene en
primera, esperando a que nuestro instructor de primera base, Shawn Smith, le dé el
visto bueno. Estoy a mitad de camino a primera cuando oigo gritar a Smith
“¡Cuadrangular!” y los fuegos artificiales explotan. No importa cuántas veces los
oiga, aún salto cuando la primera explosión sucede.
Smith me da los cinco cuando toco primera. Mi ritmo es un trote lento a
medida que asalto cada base, consiguiendo otros cinco cuando llego a tercera.
Quiero echar un vistazo, pero no lo hago. No esta vez.
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Miro al marcador desde el círculo de espera. Es la parte inferior de la novena
entrada con dos fuera. A menos que consigamos una carrera milagrosa, el juego ha
terminado y hemos perdido, dándonos nuestra segunda consecutiva.
El instructor de los Orioles pide un tiempo fuera y se acerca al montículo. Esto
le da a Meyers, nuestro jardinero derecho, la oportunidad para que hablemos. En
realidad, me da la capacidad para mirar a la chica que ha mantenido mi atención
toda la noche. Después de mi cuadrangular, pensé que podría centrarme en el juego,
pero cada vez que iba a batear, o salía del campo, estaba buscando para ver si estaba
viendo… y lo estaba haciendo, cosa que realmente aumentó mi ego.
Me encuentro con Meyers a medio camino entre el círculo de espera y la base
del bateador. Usualmente, nos paramos atrás o hablamos con el instructor de la
tercera base, pero no hay vuelta de esta derrota. Cuando lo alcanzo puedo decir que
está frustrado; todos lo estamos. Somos un equipo mucho mejor de lo que muestra
nuestro historial. A pesar de que es muy temprano, nuestras expectativas son mucho
más altas y con el viaje en carretera acercándose, tenemos que salir de esta depresión,
rápido… antes de que sea demasiado tarde.
—Este árbitro está gritando mierdas. —Meyers patea la tierra alrededor de
sus pies.
—Lo ha estado haciendo toda la noche. —En una noche cualquiera o está a tu
favor o no. Algunos árbitros entran al juego con resentimiento. Ellos recuerdan todo
y no dejan que lo olvides. Dicen que una vez que el juego se acaba, se acabó. Los
árbitros no lo sienten de esa manera.
—¡Bola en juego! —grita el árbitro.
Meyers regresa a la base del bateador y se instala para lo que podría ser su
último lanzamiento. Si llega a la base, me levanto. Si se poncha, mi noche habrá
terminado. Descanso mi bate en el hombro y miro, no a Meyers, sino a la chica con
la gorra. Está inclinada hacia adelante, apoyando los codos en la caseta. Tenía toda
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la intención de encontrar un acomodador durante la séptima entrada, pero perdí el
valor. No sé cómo podría ser recibido si Diamond se enteraba, y a menos que cierre
de pie la segunda el juego ha terminado, me estoy quedando sin opciones.
Es un swing y bola en territorio malo para Meyers, todavía dándome
esperanza. La chica no se ha movido y algo me dice que está enfocada en mí. Yo
debería estar enfocado en el juego, pero no lo estoy.
Me inclino hacia el acomodador que está de pie por el campo y susurro:
—Hay una chica en la sección sesenta y cinco, fila C, asiento uno. Me gustaría
hablar con ella después del juego.
Asiente y dice algo en su realmente genial walkie talkie al estilo de la CIA.
Cuando llegué por primera vez, pregunté si podía jugar con él. Me dijeron que no.
Fue un total aguafiestas. Le pedí a mi agente que me consiga uno, y me dijo que
madure… no es uno de mis mejores momentos.
Meyers se va abanicando y solo así, el juego ha terminado. Perdimos tres a
ocho. Espero por él para avanzar antes de regresar a la caseta, pero no sin una última
mirada a la chica en la fila C. Otro acomodador está caminando por el pasillo hacia
ella. Subo las escaleras y me detengo donde no puede verme. El acomodador se
acerca y habla frenéticamente con las manos. Ella mira alrededor, y alcanza su bolso
y lo sigue por las escaleras. Solo puedo esperar que esté en el salón cuando llegue
ahí.
Ahora mismo estoy agradecido que no estoy autorizado a dar entrevistas aún,
porque significa que puedo ducharme y llegar arriba más rápido. Los periodistas
gritan mi nombre, preguntando por mi cuadrangular. Saben que no tengo permitido
hablar con ellos, pero lo intentan de todas formas. Mantengo mi cabeza baja, mi
clásico movimiento después de que hemos perdido, y me apresuro a los vestidores.
No habrá reunión después del juego; Diamond guardará eso para mañana.
Me ducho rápidamente y me deslizo en unos jeans y una camiseta. Mi cabello
sigue húmedo y goteando en mi camisa, pero no quiero que mi chica de la tercera
base espere demasiado tiempo. Tomo las escaleras traseras de dos en dos y entro al
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salón. Aquí es donde las esposas y novias pasan el rato, y ahora que lo pienso,
probablemente no es el mejor lugar para haberla enviado. Es como una presa de
buitres aquí para las nuevas novias… no es que ella sea mi novia. Simplemente
quiero saber su nombre.
Tan pronto como entro al pasillo, la encuentro sentada fuera de la puerta. Se
pone de pie cuando me escucha venir y mantiene sus manos detrás de su espalda,
mirándome de cerca. Me detengo frente a ella y todo lo que puedo ver es la parte
superior de su gorra. Es unos cuantos centímetros más baja que yo y eso me gusta.
—Quería disculparme por darte la bola. —Mantengo mis manos juntas para
evitar el tic nervioso que tengo. La última cosa que quiero hacer es asustarla.
—Oh… ¿la quieres de vuelta? —Su voz es suave, dulce y completamente de
Boston. Escucharla hablar me hace sentir como si tengo algo que ansiar, como si
estoy en casa.
—¿Qué? No, pensé que te avergoncé… es solo que…
Mis rodillas se debilitan cuando ella me mira. Sus ojos verdes claros son del
color de los cristales de mar y tiene un hoyuelo que complementa su sonrisa. Me
encuentro con ganas de frotar mi pulgar sobre él para así poder sentirlo.
—No me avergonzaste. Fue lindo.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunto, necesitando saber, porque llamarla “chica
de la tercera base” o “chica de la fila C” no sirve de nada.
—Daisy.
Daisy, repito en mi cabeza para así no olvidarlo. Daisy4… como las flores que
mi madre ama.
—Soy Ethan —le digo estúpidamente, pero siento que debo presentarme—.
¿Quieres salir de aquí y buscar algo para cenar?
Me mira, y luego al piso, haciéndome esperar lo que se siente como una
eternidad por su respuesta.
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4
Daisy: en español significa margarita.
CAPÍTULO 3
Traducido por Rihano
Corregido por Nony_mo
Ser un atleta profesional te brinda algunas libertades. Por libertades quiero
decir que soy invitado a fiestas de la mayor categoría, puedo entrar en discotecas
llenas, reservaciones que son difíciles de conseguir de pronto están disponibles
cuando las necesito y mujeres… no he tenido problemas para conseguir citas o,
incluso, el ocasional enganche cuando lo quiero. De hecho tengo una amiga en casa
que veo durante los viajes por carretera. Sin embargo, estar parado aquí y esperar
una respuesta de su parte ya sea que le gustaría unirse a mí para cenar me está
matando lentamente. Es solo una cena, la cual necesito comer, y preferiblemente
pronto.
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Voy a suponer que está contemplando la posibilidad de lo que podría ser salir
de este edificio conmigo. Los periodistas probablemente todavía están afuera junto
con los fanáticos, aunque, con la pérdida de hoy, esto último en realidad podría
haberlos hecho irse a casa en lugar de celebrar en los pubs al otro lado de la calle.
—Mira —digo mientras ella levanta la cabeza para mirarme. Quiero arrancar
su gorra para poder verla completamente, y así poder disfrutar de lo que estoy
seguro es una de las mujeres más hermosas que he visto alguna vez, pero se está
escondiendo de mí—. Está bien si no quieres ir a cenar. Técnicamente, acabo de salir
del trabajo y me estoy muriendo de hambre así que de algún modo necesito comer.
—No es eso. —Sus ojos verdes brillan incluso con la dura iluminación del
techo. Las voces resuenan por el pasillo, haciendo que mi tiempo con ella sea
limitado. No quiero ser objeto de burlas, ni arriesgarme a que uno de los chicos haga
algún comentario sobre ella que le haga correr asustada. Me inclino un poco hacia
atrás para mirar por el pasillo. Hay tres o cuatro compañeros de equipo en el extremo
que se están dirigiendo en esta dirección.
—Déjame sacarte de aquí y puedes decidir en el camino. —Me muevo hacia
ella para dar la vuelta y caminar hacia la puerta, manteniendo mis manos apretadas
en puños y seguras en mis bolsillos. Puedo sentir los nervios trabajando horas extras,
haciendo que mis dedos se contraigan como locos.
Tener un tic nervioso podría ser considerado desastroso en el departamento
de romance. Cada vez que estoy nervioso, se nota. Y ha sido utilizado contra mí
antes. Por no hablar, que el elemento sorpresa se va cuando estoy tratando de hacer
algo romántico antes de que mis malditos dedos se muevan por su propia voluntad.
La única vez que están en calma es cuando estoy a punto de batear.
Daisy recoge su bolso y lo cuelga por encima de su hombro, la correa yaciendo
perfectamente entre sus pechos. No debería mirar, pero están justo ahí y es de alguna
forma difícil no hacerlo. Trago duro y trato de pensar en las bragas de la abuela y en
mujeres sin dientes.
—¿Cuál puerta conduce afuera? —La miro inquisitivamente antes de señalar
a la otra en el lado derecho. Cómo sabía ella que había una puerta que llevaba
directamente afuera está más allá de mí, a menos que haya estado aquí antes. Si
23
tengo la oportunidad, voy a preguntarle. Además de un montón de otras cosas
como: ¿por qué es que el asiento junto a ella siempre está vacío, y tiene novio o no?
Daisy se mueve hacia la puerta, y yo me estiro para empujarla, permitiendo
que mi brazo roce a lo largo de su costado. Los vellos de mi brazo se paran, junto
con un juego de piel de gallina. Solo me he sentido así una vez antes, y eso fue con
Sarah cuando empezamos a salir. Sarah fue mi novia de la secundaria. Fui a la
universidad en Corvallis, Oregon, y ella a Seattle, Washington. La distancia era de
cuatro horas, pero eso no es lo que nos separó. Era su horario y mi béisbol. Ser una
estudiante de medicina deportiva ocupa mucho tiempo, y yo estaba centrado en el
béisbol. Quedamos como buenos amigos hasta hoy y nos vemos cuando el equipo
viaja a Seattle para los juegos.
Cuando llegamos a la parte inferior de las escaleras, Daisy se detiene. No
puedo decir si está pensando en un plan de escape o pensando en cómo sería cenar
conmigo. Por todo lo que sé, está planeando el postre, y tengo que admitir que no
estaría descartando la idea.
—¿Estás seguro que quieres ir a cenar conmigo?
En cierto modo palidezco ante ella con el ceño fruncido. ¿Realmente acaba de
hacer esa pregunta ridícula? Le pedí cenar. Está claro que quiero ir.
—¿Por qué no lo estaría?
Cuando ella mira hacia abajo, sigo la dirección general de sus ojos. Sus pies
hacen esta cosa extraña de doblarse dos o tres veces y luego se detienen. Ella suspira
y agarra la correa de su bolso.
—Estoy vestida como una fanática —dice, como si esto fuese un problema
para mí. Valoro brevemente su atuendo: pantalones ajustados, Chucks y una
camiseta de béisbol de los ReBo. Sucede que pienso que las chicas en suéteres o
camisetas de béisbol son calientes, y más aún si estoy interesado en ellas y están
llevando mi nombre en la espalda.
—No me importa cómo estás vestida. Mírame. Mi cabello está mojado y el
cuello de mi camisa está empapado. No tengo una chaqueta, así que voy a
congelarme, pero realmente quiero llevarte a cenar. Claro, si quieres ir.
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Nunca en mi vida trabajé tan duro por una compañera de cena. No estoy
diciendo que soy hábil con las palabras, pero mierda, conseguir que ella acceda es
como quitarle un caramelo a mi sobrina de tres años de edad.
—Voy a ir, pero con dos condiciones.
—¿Cuáles son? —pregunto, conteniendo una sonrisa.
—Que vayamos a algún lugar informal porque me veo así, y que cada uno
pague lo suyo. No quiero que esto parezca una cita.
Pretendo pensar en sus condiciones, aunque sé que estoy de acuerdo con
ellas. No voy a forzar nada. Quiero pasar algún tiempo con ella de modo que pueda
entender por qué estoy tan decidido a mirarla durante mis juegos. No puedo evitar
sonreír, y viendo su sonrisa a cambio, a pesar de que es tímida, me da mucha más
confianza.
—No tengo ningún problema en cumplir tus condiciones. ¿Vamos? —Empujo
la puerta abriéndola para que ella no tenga otra opción más que rozarme. La misma
sensación que tuve antes está de vuelta, y no estoy seguro de cómo me siento al
respecto. Tan pronto como estamos fuera, el aire frío de abril me golpea duro. Me
estremezco y saco mi teléfono de mi bolsillo, buscando mi aplicación de restaurantes
para encontrar el lugar más cercano con la espera mínima. No quiero avergonzarla
usando mi estatus para conseguirnos una mesa, al menos no esta noche. Vuelvo a
pensar en sus dos condiciones y me decido por Tasty Burger. Es casual, informal y
está cerca.
—¿Necesitas mover tu auto o algo así?
Ella niega con la cabeza.
—Tomé el T.
Me gustaría hacer eso, especialmente con el tráfico, pero nunca llegaría al
estadio con todos los fanáticos en el tren. Sin embargo, sería divertido pasear en él
algún día.
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No tardamos mucho en llegar a donde vamos. Siendo el caballero que soy,
abro la puerta para ella, esta vez colocándome atrás para que pueda entrar sin
tocarme. No quiero que piense que estoy haciéndolo a propósito, a pesar de que es
así. La sigo hasta el mostrador y mantengo mi cabeza ligeramente hacia abajo. Ella
ordena y paga, haciéndose a un lado para que yo haga lo mismo. Nunca miro
plenamente a la cajera hasta que es el momento de pagar.
Los ojos de ella brillan mientras se fija detenidamente en cada palabra que
digo. Su estado de ensueño es divertido y es la misma expresión que tiene cuando
cualquiera de nosotros entramos a ordenar.
Meto la mano en mi bolsillo trasero, y luego en el otro, buscando mi billetera.
Mierda. La dejé en mi casillero. Busco en mi bolsillo delantero, con la esperanza de
una tarjeta de crédito o por lo menos un billete de veinte dólares. No tengo nada.
—Mierda —murmuro, pasando mis dedos por mi cabello ahora frío—. Um…
—Miro a Daisy, que está sacudiendo la cabeza—. Ya regreso —le digo a ella, y a la
empleada. Puedo llegar al estadio y regresar en menos de diez minutos si corro.
—Espera. —Daisy extiende una mano y agarra mi muñeca. Me congelo a
medio paso y miro hacia abajo donde su mano está agarrando mi brazo. Mi brazo se
vuelve cálido y mi corazón se acelera. Cuanto más tiempo la dejo aferrarse a mí, más
cálido me pongo. El calor está irradiando hacia mi brazo y pesando sobre mí como
una tonelada de ladrillos. Debería apartarme, pero estoy disfrutando lo que siento
en este momento.
—Puedo pagar por ti —dice ella, como si no fuera gran cosa. Excepto que lo
es para mí y me siento como una absoluta mierda por olvidar mi billetera.
—No, Daisy. Vuelvo enseguida.
—Ethan, por favor. —La forma en que mi nombre sale de sus labios envía
ondas de choque directamente a mi entrepierna. Gimo internamente, tratando de
mantener los pensamientos de ella extendida en mis sábanas azules, fuera de mi
mente. Tengo que decirme a mí mismo que ella no es una conquista, sino alguien
con la que he estado coqueteando con los ojos.
—Está bien, pero el desayuno corre por mi cuenta.
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Ella entrecierra sus ojos mientras suelta mi brazo y me doy cuenta de mi error
casi inmediatamente. No quise decirlo así, aunque no me opongo a llevarla a mi casa.
Sin embargo, la expresión de su rostro me dice que está en negación y acabo de
arruinar cualquier oportunidad que tuviese.
Decido dejarla esperar por nuestra comida mientras recojo los cubiertos y nos
encuentro un lugar en la parte posterior. Este no es un lugar muy grande, de ninguna
manera, pero sentarme en la parte de atrás me hace sentir un poco más cómodo. Esto
significa que hay menos gente caminando cerca y pidiéndome un autógrafo.
Mi teléfono suena y lo saco para ver mis notificaciones de Twitter volviéndose
locas. Ni siquiera quiero saber lo que dicen, pero mi curiosidad saca lo mejor de mí,
así como normalmente lo hace cada vez y todo el tiempo.
Lisa @LisaBst - 3m
¡¡@ElVerdaderoEthanD está en Tasty Burger con una cita!!
La cantidad de retuits y comentarios son ridículos. Estoy agradecido de que
no hay una imagen de Daisy porque ya la he avergonzado lo suficiente, pero es
seguro que esto saldrá informado en el blog de los ReBo mañana mismo. No quiero
ni imaginar cuál será el titular. Esta es la última cosa que quería, sobre todo para
Daisy, y solo puedo esperar que no me esté siguiendo en Twitter. Antes incluso de
que pueda guardar mi teléfono, el tuit de El Bloguero ReBo aparece.
ReBo Blogger @ReBoRenBlog - 15sec
¿Al @ElVerdaderoEthanD le importaría ofrecer una declaración?
EDavenport @ElVerdaderoEthanD - 5 seg
¡@ReBoRenBlog llama a mi agente!
Guardo mi teléfono cuando Daisy coloca la bandeja sobre la mesa. Ella se
sienta frente a mí, pero no levanta la mirada para encontrar mis ojos. Recojo unas
pocas papas fritas y las meto en mi boca.
—En cuanto a mi comentario del desayuno, no quise que suene así.
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Daisy levanta la mirada y no puedo decir si la estoy lastimando más o no.
Niego con la cabeza y levanto mis manos.
—Voy a ser directo, ¿de acuerdo?
—Está bien.
—Aquí va… He estado observándote durante un tiempo. Usas el mismo par
de conjuntos todos los partidos. Tienes asientos increíbles, pero siempre te sientas
sola. He visto que me miras y he pensado en hablar contigo muchas veces. Hoy,
finalmente, tomé valor y te pregunté… más o menos. Mi comentario de ahí, lo
puedes tomar de cualquier manera porque estoy jugando por ambos. No esperaba
que pagues por mi cena, así que te debo algo a cambio. Dije lo del desayuno porque
es la siguiente comida, a menos que cuentes el helado, pero mierda, hace demasiado
frío para uno. Si quieres pensar que te estoy pidiendo que regresemos a mi casa,
también puedes pensar eso, porque creo que eres jodidamente hermosa y realmente
quiero llegar a conocerte mejor. Y si hacemos eso esta noche, eso llevaría, una vez
más, a la próxima comida del día, el desayuno.
Digo mi declaración y espero algún tipo de reacción. Una lenta sonrisa
comienza a formarse e ilumina sus ojos, y entonces ella se ríe, rompiendo cualquier
tensión que estoy sintiendo. Mi mano izquierda comienza a temblar así que la
deslizo debajo de mi pierna para evitar que la vea. Recojo mi comida, esperando a
que ella diga algo, cualquier cosa.
—Voy a desayunar contigo, pero no voy a ir a tu casa.
—Muy bien, podemos ir a la tuya. —Le doy un guiño y me llevo una papa a
mi boca. Ella cubre su boca mientras ríe y quiero estirar la mano sobre la mesa y
apartar su mano. Quiero ver todo su rostro cuando ríe. Quiero sostener su mano y
ver si siento la misma radiación de calor que sentí antes.
—Puedo encontrarte en algún lugar —dice antes de deslizar una papa entre
sus labios. Trato de no quedarme boquiabierto, pero es inútil. Ahora que la tengo
cerca, mirarla es la única cosa que quiero hacer.
—O podemos permanecer despiertos toda la noche y hablar.
—Mañana tienes un partido. Necesitas descansar. —Es en este momento que
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probablemente me he enamorado de ella y ni siquiera lo sabe. El hecho de que se
preocupe tanto por mi bienestar significa mucho para mí.
CAPÍTULO 4
Traducido por Vanehz
Corregido por Nony_mo
—¿Por cuánto tiempo has sido fanática del béisbol? —Me estiro a través de
nuestra pequeña mesa y tomo una de sus frituras. Me mira escépticamente. No
puedo decir si está a punto de abofetearme, o lanzar el resto de sus frituras a mi
rostro. De cualquier forma, aceptaré cualquier cosa que quiera lanzarme, porque
ambas acciones implican emoción y eso significaría llegar a ella.
—¿Aún hambriento?
Quiero responder con un “duh” pero eso parece muy infantil e inapropiado.
Retiro mi mano y seco mis dedos en una servilleta.
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—Perdona —digo, y ofrezco un avergonzado encogimiento de hombros—.
Estoy acostumbrado a terminarme la comida de mi sobrina.
—¿Cuántos años tiene?
—Tres.
—¿Vive aquí?
Daisy empuja el resto de sus frituras hacia mí. Es una mujer de las mías. Por
supuesto, escarbo directamente en ellas y evito la pregunta. Sostengo mi dedo en
alto mientras mastico y trato de tragar sin atragantarme.
—Vive en Seattle con mi hermana y mis padres.
—¿Dónde está su papá?
Sorbo el resto de mi soda y peleo con la urgencia de eructar. Eso no daría una
muy buena primera impresión, y realmente estoy tratando de impresionar a esta
chica. Debería haber prestado más atención el año pasado, pero estaba demasiado
envuelto en ser una estrella y ser tan estúpido que no noté a la gente a mi alrededor.
—Está en el ejército. Justo ahora está en el destacamento, razón por la cual mi
hermana y mi sobrina viven con mis padres. Mi mamá puede ayudar mientras mi
hermana trabaja.
—¿Apuesto a que estás emocionado por ir a casa?
Asiento y saco mi teléfono, no solo para mostrarle una foto, sino para también
contar los días hasta que estemos en Seattle para jugar. Mis notificaciones se han
vuelto locas. Tengo algunos mensajes de texto de mi papá e incluso más de Jasper
Jacobson, nuestro receptor y mi amigo más cercano en el equipo. También tengo un
mensaje de Cooper Bailey, quien juega para nuestro club Triple A, y de Sarah.
Limpio la pantalla y busco las fotos, entregándole mi teléfono. Mi mano empieza a
sacudirse y antes de que pueda alejar el teléfono, Daisy está sosteniéndolo
firmemente de modo que puede ver a mi rubia sobrina de ojos azules con la cara
sucia, sonriendo de oreja a oreja.
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—¿Cuál es su nombre?
—Shea. —Levanto una ceja cuando su expresión cambia y hay un atisbo de
reconocimiento. Me gusta que el nombre signifique algo para ella, lo que me
recuerda que está evadiendo mi pregunta sobre ser una fanática.
—¿Igual que el estadio de béisbol?
Asiento y atraigo mi móvil.
—Somos una gran familia fanática del béisbol. Estaba feliz de que fuera niña
porque mi cuñado quería llamarlo Catfish y creo que mi hermana lo habría matado.
—Shea es un bonito nombre para una linda niña.
—Sí, veinticinco días y conseguiré verla.
Trato de no sonar nostálgico. Extraño a mi familia y puede ser solitario estar
aquí sin ellos. Creo que eso es lo que nos mete en problemas. Las noches como éstas
cuando hemos perdido y nos revolcamos por ello. Si no le hubiera pedido al
acomodador que traiga a Daisy, estaría o bien en la barra bebiendo para alejar mis
penas, o buscando a alguna chica por una noche de diversión.
—Así que, volviendo a mi pregunta, ¿cuánto tiempo llevas siendo fanática
del béisbol?
—Hmm… toda mi vida, supongo. Mi abuelo ama el juego y ama a los
Renegados. Crecí viendo cada juego ya sea en la televisión o en el estadio.
—Tienes increíbles asientos incluso si están detrás del enemigo.
Daisy ríe.
—Bueno, mi abuelo es muy vocal y siempre sintió que podía asustar al otro
equipo con su boca. —Habla sobre su abuelo con orgullo y mucha admiración. Sé
que acabo de conocerla esta noche, pero podía decir que definitivamente era la niña
del abuelo. No había escapado a mi atención que no había mencionado a sus padres
o hermanos.
—¿Por qué no vino contigo? —Dejo la pregunta ahí y me quedo en silencio.
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Ella mira su muñeca, la cual noté que no llevaba un reloj o un brazalete, antes de
alcanzar su bolso.
—Debería irme. Es tarde. —Se levanta, evitando mi pregunta y desliza su
bolso en su hombro. Quiero patearme por, aparentemente, cruzar la línea cuando
todo lo que estaba tratando de hacer era llegar a conocerla un poco mejor.
—Espera —digo, mientras me levanto para alcanzarla. Hay un incómodo
silencio y miro hacia abajo, hasta que dejo caer mi mano a mi lado—. Sé que es tarde,
así que déjame acompañarte. —Incluso aunque la estación está justo fuera de la
puerta, me sentiría mejor acompañándola hasta el tren y asegurarme que suba. Si
soy honesto, realmente quería llevarla a su casa o solo llevarla de vuelta a mi lugar,
dado que se supone que vamos a desayunar.
—No tienes que hacerlo.
—Lo sé, pero quiero hacerlo. —Voy a su lado y pongo mi mano suavemente
en su espalda. Mi toque es ligero como una pluma por miedo a asustarla.
El viento frío es brutal contra mis brazos desnudos y estoy agradecido de
estar cerca al estadio, así puedo correr de regreso a él y recoger mis cosas. Daisy
tiembla, envolviendo sus brazos uno sobre el otro, frotando sus manos de arriba
abajo para crear fricción.
—No puedo dejar que te congeles. —Agarro su mano y avanzamos calle
abajo. Solo sostener su mano me calienta, y está empezando a enloquecerme. No
creo en esa mierda rara del vudú, pero estoy empezando a creer que es una bruja o
algo así por la forma en que mi cuerpo reacciona cuando me toca.
—Estaré bien. —Sus protestas caen en oídos sordos a medida que alcanzo la
puerta de los jugadores e ingreso mi código. Nos está técnicamente permitido ir y
venir como nos plazca, pero realmente preferirían que no regresáramos después de
un juego. Afortunadamente para mí, o para nosotros, el equipo de limpieza y
jardines está aún aquí.
Llevo a Daisy por el pasillo y dentro de los vestidores. Las luces están aún
encendidas y apesta a sudor y otra mierda. Camino hacia mi casillero y agarro las
cosas que necesito. Cuando me giro, Daisy está perdida en su propio mundo. Está
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pasando sus dedos por los casilleros, por nuestros nombres, y sobre las placas que
tenemos colgadas. Algunos de los más grandes tienen sus nombres grabados ahí;
recordándonos todo lo que han conseguido y construido antes de que nosotros
fuéramos incluso un pensamiento en la mente de nuestros padres.
—Cuando el acomodador fue a buscarme, pensé que estaba en problemas.
Me dijo que querías conocerme, y no le creí al principio, pero cuando apareciste,
pensé: “Guau, cumple su palabra”. Entonces me pediste cenar, por lo cual tuve que
pagar. —Se detiene y me guiña un ojo—, y me la pasé muy bien, pero estar aquí…
siempre soñé con entrar a los vestidores en día de juego y me preguntaba cómo era.
—Bueno, no olía como esto, eso es seguro. —Pasó mi mano a través de mi
cabello y hago una mueca porque apesta como si algo hubiera muerto aquí. Se ríe y
sacude la cabeza. Daisy camina y se para delante de mí. Nunca me habían atraído
las chicas que son mucho más bajas que yo, por todo eso de tener que inclinarme
hacia abajo y besarlas, pero hay algo especial en ella. No estoy seguro aún de qué es,
pero espero averiguarlo.
—Gracias por traerme aquí.
En este momento, deseo haberla conocido por más tiempo que un par de
horas, o que estuviéramos realmente ebrios, porque en serio me gustaría besarla. En
vez de ello, digo “de nada”. Excepto que sale como un susurro y repentinamente el
salón es un sauna y ella está lamiendo sus labios y yo los míos. Ambos avanzamos
al mismo tiempo, nuestros pechos igualando un rítmico patrón de respiración.
Nuestras cabezas se inclinan en direcciones opuestas alineándonos perfectamente.
Uno de nosotros necesita cerrar la brecha y quiero que sea ella… hay algo sexy en
una mujer que da el primer movimiento, quien va tras lo que quiere. Quiero que
Daisy presione, lo que asumo sería el par de labios más suaves que alguna vez se
encontraron con los míos. Quiero sentir la humedad de su lengua cubrir mis labios,
pidiéndome que la encuentre a mitad de camino en lo que seguramente sería un
explosivo primer beso.
—No olvides decirle sobre tus hongos genitales, Davenport.
Ambos saltamos hacia atrás y murmuro “hijo de puta” mientras ella se vuelve
de un rojo tomate. Si no la había avergonzado antes, lo había hecho ahora.
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—Jódete, Kidd. —Recojo una prenda y se la lanzo—. ¿Qué estás haciendo
aquí?
—¿Podría preguntarte lo mismo? —Menea sus cejas y mira a Daisy, quien
tiene sus ojos enfocados en el piso.
—Estábamos por irnos. —No quiero empezar con el por qué estoy de vuelta
aquí, porque nunca oiría el final de eso. Agarro mi chaqueta y mi sudadera, e insto
a Daisy a seguirme afuera. Está justo sobre mis talones, chocando contra mí cuando
me detengo para girarme.
La atrapo en mis brazos cuando cae contra mi pecho, usando la situación a mi
ventaja para poder sentirla contra mí. Es un truco sucio, pero nunca dije que jugara
limpio. Es la primera en alejarse, ajustando su gorra mientras lo hace.
—Toma —digo, entregándole mi sudadera—. Te he retenido hasta tarde y no
quiero que te congeles por mi culpa. —Va a quedarle inmensa, pero verla vestir algo
con mi nombre valdrá la pena.
Daisy saca su gorra y trata de esconder el lío de su cabello.
—Está bien, mi cabello se ve loco cuando me quito la gorra.
Ella bizquea y sacude su cabeza de alguna forma. Supongo que no se suponía
que dijera nada sobre cómo luce su cabello. ¿Cómo demonios se supone que sepa
eso? Mi madre me enseñó a ser honesto y decir lo que esté en mi mente. Supongo
que este es uno de esos momentos cuando el entrenamiento de los medios sería muy
útil.
Tan pronto como pasa mi sudadera por su cabeza, miro su espalda. No estoy
mirando su trasero, sino mi nombre y el número extendido por toda su espalda. No
hay más emoción para un atleta que ver tu nombre en la espalda de alguien que te
gusta. Es una camiseta de jugador no disponible para que nuestros fanáticos
compren. Al minuto en que salgamos, la gente asumirá que es mi novia. El pánico
se instala en mi interior. Mis palmas deberían estar picando y mi corazón corriendo
ante el pensamiento de ser etiquetado con una novia, excepto que ninguna de esas
cosas sucede.
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En vez de ello, la imagino con mi sudadera y nada más, con su largo cabello
libre de toda atadura y sus pies descalzos caminando por mis pisos laminados. El
calor del sol de la tarde entrando por mi ventana mientras ella se arrodilla en el sofá
de cuero negro junto a mí. Es la única mujer a la que puedo imaginar en mi lugar y
aunque ese pensamiento debería asustarme como la mierda, no lo hace.
Hay un demonio posado sobre mi hombro susurrando en mi oído. Me está
diciendo que necesito hacer todo en mi poder para llevar a Daisy a mi departamento.
El ángel en el otro lado está diciéndome que la lleve a casa, o tan lejos como me
permita, y que consiga su número. El demonio me dice que la folle hasta enloquecer
y me gusta esa idea, excepto que tengo la sensación de que una vez que la pruebe,
voy a ser un bastardo codicioso y querer más. Y algo me dice que esperar por ella
podría valer la pena.
—Te ves realmente sex… linda en mi sudadera. —Tiro un poco de un lado;
es voluminosa y no llego siquiera a tocarla, pero me hace sentir conectado. Sus ojos
van de mí a la sudadera y de vuelta a mí. La tela negra contra su cabello rubio y sus
ojos verdes hace que su piel pálida resalte.
—Realmente debería irme.
Asiento, de acuerdo con ella incuso a pesar de que no quiero que esta noche
acabe. Desearía que mañana fuera un día libre; podríamos pasar toda la noche
hablando, o solo haciéndonos compañía el uno al otro. Tomando su mano en la mía,
me doy cuenta de cuán pequeña es la suya en comparación con la mía. Las sostengo
hacia arriba, examinándolas, antes de dejar caer nuestros brazos a nuestros lados y
empezar a caminar por el pasillo. Caminar con ella así, se siente natural como el
béisbol. Solo que el béisbol no me hace sentir cachondo y ella definitivamente está
causando una reacción en mi región inferior.
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Traducido por Otravaga
Corregido por Nony_mo
Bueno… bueno… bueno… parece que el Sr. Davenport se ha encontrado una
“amiga”. Habrá más sobre esto en un minuto.
La pérdida de hoy duele, sobre todo después de que Davenport pusiera un
jonrón de dos carreras en las gradas. Los aficionados de los Renegados daban por
seguro que después de la derrota del sábado, no veríamos a nuestros chicos caer en
fracasos consecutivos.
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Por otro lado, los Orioles bombardearon al lanzador abridor, Max Tadashi,
trayendo un alivio temprano, al que no le fue mucho mejor.
Parece que los rumores de su inminente jubilación o intercambio están
empezando a fastidiar a Steve Bainbridge, ya que lucía rígido y de mal humor,
cometiendo dos errores en la noche.
Los Renegados son locales el lunes por la noche con Hank Sinclair tomando
el montículo. Los aficionados esperan ver una mejor actuación que la de la noche
anterior.
LA CRÓNICA:
¡Este año promete ser entretenido y esta sección podría ser mi parte favorita!
Yo, El Bloguero ReBo, a menudo recibo rumores sobre los jugadores. Algunos
resultan ser detalles jugosos y otros solos chismes. El tuit de anoche de un cliente de
Tasty Burger, en particular, resultó ser una joya.
Ayer durante el juego, los fanáticos fueron sorprendidos y algunos se
entusiasmaron al ver a Davenport coquetear abiertamente con una fanática de los
Renegados. Supongo que deberíamos estar contentos de que es una fan de nuestro
amado equipo de Boston y no de los Yankees, desde donde nuestro maravilloso
Director General, Ryan Stone, se unió a nosotros. Davenport le dio a esta fanática la
primera bola de faul del juego, ¿existe un significado? No estoy seguro.
De lo que estoy seguro es de esto: Davenport le pidió a un acomodador que
recogiera a la fanática y la llevara a reunirse con él en alguna parte… ¿el club de
esposas tal vez? A partir de ahí sabemos, gracias al cliente de Tasty Burger, que
fueron a cenar. Ahora, no sé ustedes, pero yo estoy creyendo que Ethan Davenport
puede permitirse un lugar mejor… pero esa es solo mi opinión.
Por supuesto, le pedí a Davenport un comentario, pero todo lo que recibí fue
un “Llama a mi agente”. Mis fuentes me dicen que la más reciente conquista de
Davenport abandonó el estadio con él bien pasadas las once usando su sudadera de
equipo. Ahora bien, si eso no dice “ligue” o, por lo menos, significa que hay algún
tipo de romance ocurriendo… no sé qué lo hace.
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El Bloguero ReBo.
CAPÍTULO 5
Traducido por MaEx
Corregido por Nony_mo
Una cosa que aprendí anoche sobre Daisy es que es terca. Cuando llegamos a
la estación de tren, le pedí su número. Ella en realidad se resistió hasta que le recordé
que íbamos a desayunar en la mañana. Cuando trató de decirme que el desayuno no
era necesario, le dije que bien podía dejarme llevarla o podía asegurarme que reciba
cada bola faul que atrape para que todos pudieran ver su rostro en las pantallas
gigantes. Una vez que se dio cuenta que no me iba a dar por vencido, finalmente
cedió y me dio su número.
Ahora estoy sentado fuera del restaurante que eligió, esperando a que llegue.
Estamos cerca de la Universidad de Boston y nunca se me ocurrió averiguar lo que
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Daisy hace. Supongo que asumí que ella trabaja, pero ahora que lo pienso, la he visto
en juegos por la tarde antes. Así que a menos que tenga un horario de trabajo flexible,
es más probable que sea una estudiante.
Saco mi teléfono y me desplazo por mis notificaciones. Mi Twitter se está
volviendo loco con el nuevo post en El Bloguero ReBo que se publicó a las cinco.
Realmente me gustaría encontrar a este tipo y golpear su cara en los ladrillos a lo
largo del Freedom Trail. Él no sabe ni una mierda sobre mí, sin embargo, hace correr
los rumores tras el manto de Internet, sin mostrar su cara o decirnos su identidad.
En mi libro, eso es ser cobarde. La mierda que escribió sobre anoche hace que mi
tiempo con Daisy se sienta desvalorizado. Si no pensara que él va a malinterpretar
mis palabras, le daría la entrevista que quiere tan desesperadamente… todo lo que
necesitamos es un callejón oscuro sin testigos.
Veo a Daisy caminando por la calle y me tomo un momento para observarla.
Está enfocada en su teléfono y lleva sus auriculares, haciéndola completamente
ajena a su entorno. Tengo el repentino impulso de gritarle y mostrarle el mucho
peligro al que se está exponiendo en este momento, pero a la vez protegerla al
asegurarme que está siendo conducida desde su casa hacia cada destino único al que
necesite llegar.
Pensar así solo va a meterme en problemas. Dudo que Daisy me quiera como
un caballero de brillante armadura. Su bolso es el mismo de ayer, pero esta vez está
llevando otra bolsa y realmente espero que no sea mi sudadera. Hay una parte de
mí que no la quiere de regreso, que quiere verla en ella de nuevo, pero conseguir
una multa por no tener el uniforme no es realmente mi opción.
Cuando está más cerca, salgo de mi SUV y la espero en la parte trasera del
mismo. Me recuesto con las manos en los bolsillos. A media que entra al
estacionamiento, mira hacia arriba. Incluso desde esta distancia puedo ver su
sonrisa. No tengo más remedio que devolvérsela también. Es automático, quiera o
no.
—Buenos días —digo, extendiendo la mano y quito un mechón de cabello que
el viento había puesto en su rostro. Sé que la he atrapado con la guardia baja cuando
sus labios se abren. Demonios, yo me tomado a mí mismo con la guardia baja, pero
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se siente bien tocarla. Me hubiera gustado haber compartido un beso anoche, porque
el impulso de besarla ahora está en la cima de mis pensamientos. Daría cualquier
cosa para poder ahuecar su delicado rostro en mis manos y presionar mis labios
contra los suyos.
—Lo siento, llego tarde. Perdí mi tren.
—Está bien. Sabes que podía haber pasado a recogerte.
Ella mira hacia otro lado, jugueteando con su teléfono.
—No se ve muy lleno, podemos conseguir una mesa enseguida.
No hace caso de mi anuncio en cuanto a recogerla. Tal vez eso es un indicio,
y no debería preguntar nada de cualquier cosa que tenga que ver con el lugar donde
vive. Eso o estoy en la friend-zone. Nunca antes he estado allí, y no estoy seguro que
me guste.
Daisy empuja la bolsa en su mano hacia mí.
—Tu sudadera —explica.
—Gracias. —Acepto la bolsa y me levanto de mi auto para ponerla en el
asiento trasero. Mi equipaje para nuestro viaje de seis días está en la parte trasera y
listo para ser transportado por el personal de los Renegados. El momento realmente
no puede ser peor, sobre todo cuando estoy tratando de conocer a alguien. No es
que cualquier momento entre febrero y octubre vaya a ser conveniente. Me da la
impresión de que Daisy es diferente de los demás. Es difícil poner mi dedo en el por
qué. Tal vez es la emoción o el hecho de que a ella no parecer importarle en absoluto
quién soy.
Daisy está a mi lado cuando cierro la puerta del auto. Que esté ahí me da una
luz de esperanza, aunque no sé por qué estoy preocupado si le gusto o no. Si no le
gusto, seguiré adelante, no es gran cosa. Sin embargo, la cuestión es que quiero
probar el agua y ver hacia dónde puede ir. Sé que eso significa pasar tiempo juntos,
el cual no tengo, pero con una programación creativa y una cierta flexibilidad por
parte de ella, podemos vernos mucho. Es la primera mujer que ha ocupado mi
atención más de una noche, aunque no sepa que he estado observándola desde el
campo.
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Pongo mi mano en su hombro y abro la puerta, guiándola. Ella le dice a la
anfitriona “dos” y la sigue a donde nos vamos a sentar. La cabina, si a eso se le puede
llamar así, es pequeña y no acomoda mi más de metro ochenta.
—Buen partido anoche —dice la anfitriona mientras dispara una sonrisa
coqueta en mi dirección.
—Gracias —digo a medida que me siento. El juego fue un asco y el hecho de
que ella piense que jugué bien significa que no es una verdadera fanática. Un
verdadero seguidor señala mis defectos y me dice que lo haga mejor la próxima vez.
La mesa es pequeña y mis rodillas casi la tocan por debajo. Si me estiro,
también invadiré el espacio que Daisy está ocupando.
—¿Crees que podríamos sentarnos en esa cabina de allí? —Señalo una a un
par de filas más abajo y cerca de la ventana. La anfitriona suspira mientras recoge
nuestros menús y se acerca. Dejo que Daisy lidere el camino conmigo siguiéndola
de cerca.
—Vamos a tomar un poco de café, por favor. —La anfitriona asiente y se aleja.
Daisy se inclina hacia adelante y dice:
—Ella quería quedarse y coquetear contigo.
Miro por encima de mi hombro para encontrarla regresando con nuestros
cafés. Pone dos tazas llenas, junto con una jarra y un plato de crema, antes de
alejarse. Empujo una taza hacia Daisy y envuelvo mi mano izquierda alrededor de
la otra. No soy mucho de beber café, pero si mi mano está sosteniendo algo, no puede
temblar tanto. Con mi mano libre, me decido a jugármela y agarro la mano de Daisy,
entrelazando nuestros dedos.
—Ella no me interesa. Prefiero coquetear contigo.
Daisy se pone rígida y el miedo se apresura a través de mí. He cruzado la
línea. Aparto mi mano hacia atrás y la deslizo debajo de mi pierna.
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—Lo siento, estuve fuera de lugar.
—No, es…
Levanto mi mano.
—Está bien, Daisy. Nos acabamos de conocer y estoy siendo agresivo.
Estamos bien. —Le tiendo su menú y sostengo el mío frente a mí. No quiero que vea
la mirada de disgusto en mi cara. Soy Ethan Davenport; siendo el tercera base de los
Renegados de Boston, conseguir mujeres no es un problema para mí.
Pedimos el desayuno envueltos en un silencio incómodo. No debería haber
tratado de forzar nada con ella. Nos acabamos de conocer y los dos estamos
sobrios… y no es como si estuviéramos jugando con los sentimientos sobrantes de
una noche entre las sábanas.
—¿Trabajas? —pregunto finalmente, rompiendo la tensión.
Daisy baja el tenedor y coloca sus manos sobre el regazo.
—No, no exactamente. —Su respuesta es cortante y directa. Sin explicaciones
sobre lo que hace durante el día, o cuando no está en el estadio viendo el partido.
Mi nivel de frustración está aumentando a pasos agigantados y estoy tentado
a pagar la cuenta e irme, pero algo me detiene. Me inclino hacia delante y tiro de su
barbilla con el dedo índice.
—Está bien, voy a empezar. Tengo veintidós años. Me gradué en la
Universidad Estatal de Oregon con un título en Comunicaciones. Juego en la tercera
base de los Renegados de Boston. Mi nombre es Ethan Davenport, ¿y el tuyo?
—Daisy Robinson.
—Hola Daisy, es un placer conocerte. ¿De dónde eres?
—Boston, nacida y criada, ¿y tú?
—Seattle, Washington. —No puedo evitar sonreír, feliz de que ella esté
jugando conmigo—. Cuando salgas de aquí hoy, ¿qué vas a hacer? —pregunto antes
de que tenga la oportunidad de hacerme otra pregunta. Ella suspira y mira por la
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ventana.
—Soy estudiante de la Universidad de Boston. Estudio periodismo.
Ahora estamos llegando a alguna parte.
—¿Cuántos años tienes? —Por favor, que sea legal.
—Tengo veinte. Mi cumpleaños es el treinta de abril, y antes de que lo digas,
es un día común y corriente —dice con una pequeña sonrisa y pone los ojos en
blanco.
Una sonrisa se arrastra a través de mi cara mientras saco mi teléfono para
verificar que ella está, de hecho, en lo cierto.
—Es una pena. Habría hecho que todo el mundo te cante. ¿A qué hora es tu
primera clase?
—La perdí. Mi siguiente clase es a las diez.
Me recuesto, asombrado de que haya faltado a clase por estar interesada en
mí.
—¿Por qué hiciste eso?
Daisy se encoge de hombros.
—Necesitaba devolverte la sudadera.
—Podrías haberla llevado al estadio esta noche.
—Sí, pero entonces la gente hablaría y no necesitas ningún rumor más
extendiéndose alrededor. Tienes suficientes.
Sonrío y me inclino hacia adelante.
—No deberías creer todo lo que lees.
—Estoy segura de que algunos son ciertos.
—Si fueran ciertos, no serían rumores —digo, encogiéndome de hombros.
Necesito que esta conversación vaya a otro lugar porque no me gusta la dirección
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que está tomando. No soy perfecto. Nunca pretendo serlo. Tampoco soy diferente a
cualquier otro hombre en la liga. Le gusto a las mujeres y ellas me gustan a mí. A
algunos simplemente les gusta chismorrear más fuerte. Ella me mira como si yo
tuviera que disipar o confirmar lo que se ha escrito sobre mí y eso me molesta.
Mi estado de ánimo cambia en un instante. Aquí estoy tratando de descifrar
a esta chica, conocerla, y ella saca el tema de los rumores flotando a mí alrededor.
Termino mi café y llamo para la cuenta. No puedo cambiar su opinión, y,
sinceramente, creo que está bien con eso. Tengo que prepararme para un juego, un
título para ganar.
—Te ofrecería un paseo, pero vas a decirme que no o vas a ignorarme así
que… supongo que te veré en el juego o algo así. —Lanzo algo de dinero y la dejo
sentada en la mesa. No miro hacia atrás para ver si está mirándome mientras me
alejo, o levantándose para ir tras de mí. Ya sé que no lo está. Tengo la sensación de
que se reunió conmigo por obligación y eso es todo, solo para apaciguarme. Y no
necesito ese tipo de gente en mi vida.
Apesta porque creo que ella es sexy y sin duda me provoca una reacción, pero
así será con la próxima, y la siguiente a ella. Además, con el viaje por carretera
aproximándose, habrá un montón de oportunidades para sacar mis frustraciones.
Mientras conduzco hacia el estadio, horas antes de que tenga que estar por
ahí, pienso en el casi beso de anoche. No soy tan estúpido como para leer de más,
sintió algo y lo que sucedió después de que nos separáramos anoche, le hizo cambiar
de opinión. Cuando la tuve en los vestidores, estaba en su propio mundo,
perdiéndose en los recuerdos que guardamos ahí. Tuve la oportunidad de hacer eso
por ella, y eso provocó algo en ella. Supongo que no era suficiente. No es que
estuviera pidiendo un compromiso o profesando mi amor; estaba esperando pasar
el rato y ver dónde van las cosas. Sin presiones.
Mi teléfono empieza a sonar y lo alcanzo, a pesar de que estamos en un estado
de manos libres. Si se trata de un mensaje de texto de Daisy, quiero saber lo que tiene
que decir. Afortunadamente mi luz se vuelve roja y soy capaz de verificarlo. No es
de Daisy, sino Sarah.
Sarah Miller: 25 días / ¿cena con mi gente?
44
¿Es una cuenta regresiva para el sexo?
Sarah Miller: Sí. Te echo de menos. El trabajo apesta. ¡M & D dicen hola!
También te extraño. Nos vemos en 25.
El nombre de Daisy está justo debajo de Sarah. Es curioso, aquí estoy tratando
hacer algún movimiento con Daisy y mi ex está enviando mensajes de texto acerca
de encontrarnos cuando llegue a la ciudad. Mi relación con Sarah es la única cosa
sobre la que El Bloguero ReBo no sabe nada, y espero que nunca lo haga. No sé lo
que haría si él se entera de ella y comienza a publicar más mierdas. Además, no soy
el único hombre en el equipo que tiene una mujer en cada ciudad que visitamos.
Pienso en borrar el número de Daisy. No lo necesito y probablemente nunca
lo volveré a usar. Sin embargo, la cosa es que no me atrevo a deslizarlo a la izquierda
y pulsar el botón rojo de eliminar. Y eso, por sí solo, dice mucho.
CAPÍTULO 6
Traducido por Mariandrys
Corregido por âmenoire
Soy ponchado por tercera vez en este juego, finalizando la entrada. Lanzo mi
bate contra el suelo, partiéndolo en dos y tiro el pedazo que queda en mi mano hacia
la mascota del equipo. El árbitro dice algo, pero me estoy alejando de él así que no
puedo escucharlo. Mis guantes de bateo y el casco son los que siguen cuando los
lanzo hacia la caseta y camino hacia la tercera base. La única gracia salvadora es que
vamos ganando.
La mascota trae mi guante sin decirme una palabra. Generalmente, tiene algo
sarcástico que ofrecer acerca del árbitro después que abanico, pero hoy no y
probablemente es lo mejor. Mi actual estado de ánimo es menos que espectacular.
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No solo mi mañana no salió como planeé, sino que cuando los chicos comenzaron a
llegar también lo hizo la burla. Lo entiendo. Hago la misma cosa cuando uno de los
chicos tiene un rollo. Simplemente apesta que terminara incluso antes que empezara.
Todos tenía un comentario sobre Daisy y cada uno me molestó más que el anterior.
Sé que somos una familia, pero algunas veces la mierda va demasiado lejos.
Durante el calentamiento, me posicioné para poder verla llegar bajando las
escaleras hacia su asiento. Cuando finalmente apareció, cambié de posición y
mantuve mi espalda hacia ella. Una parte de mí esperaba que traiga a alguien
consigo para mostrarme que está con alguien y no solo es que no está interesada en
mí. Pero, como siempre, llegó sola, usando la misma gorra, con su largo cabello en
una trenza y su bolso cruzado sobre el hombro de su camiseta blanca y negra de los
Renegados. No quise verla mirándome o que me atrape viéndola. No he mirado
hacia ella ni una vez desde que llegó. Me niego a reconocerla. Es mezquino, pero mis
malditos sentimientos están heridos porque cree que los rumores que ha leído sobre
mí son ciertos. Ni siquiera intentó conocerme para formar su propia opinión,
simplemente siguió directo a lo que ha sido llevada a creer por gente que me conoce
tanto como ella.
—Creo que alguien está tratando de conseguir tu atención. —Easton Bennett,
el fenomenal campo corto de mis amados Renegados, señala hacia las gradas. Está
de pie junto a mí cuando practicamos roletazos mientras nuestro cerrador, Kenjiro
Tomita, calienta.
—Eh, es solo otra fanática —digo, desechándolo como si no fuera la gran cosa.
En el gran esquema de las cosas, no lo es. No debería importarme lo sucedido esta
mañana, pero lo hago. Había esperado que ella y yo pudiéramos pasar junto un buen
rato. Eso es lo que consigo por pensarlo.
—¿Golpeas y abandonas tan rápido? —Se inclina para recoger la pelota y hace
alguna mierda torcida para enviarla de vuelta al primera base, Kayden Cross.
—Para nada. —Manejo la pelota y la devuelvo a primera—. Creo que llegué
demasiado fuerte y la asusté.
—Diría que probablemente quiere una segunda oportunidad. —Bennett
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camina hasta su lugar en el campo y limpia la tierra donde va a estar de pie. Estoy
tentado a mirarla, pero no vale la pena.
Quiero terminar este partido y subirme al avión. Tres días en Florida serán
un bienvenido alivio del frío clima. Estoy listo para el sol, la arena y muchas mujeres.
Creo que eso es lo que necesito, alguien para apartar mi mente de la mierda que
estaba tratando de jugar anoche y esta mañana. Pensar que podía lograr conocer a
una admiradora fue un momentáneo lapsus de juicio y algo que nunca haré de
nuevo. Estoy mejor con las chicas sin nombre a quienes les gusta prestarme atención.
Es mejor de esa forma. Saben lo que quieren y cómo conseguirlo, y la mayoría no
hacen muchas preguntas. Además, usualmente estoy más borracho que la mierda.
La parte alta de la novena se pone en marcha y justo así, Tomita ya tiene a dos
bateadores sentados. Levanto dos dedos en el aire para los jardineros aunque todo
lo que tienen que hacer es darse la vuelta y mirar el marcador para ver los outs. Es
una práctica de la pequeña liga, a través de la preparatoria y la universidad. Me hace
sentir mejor saber que les dije a mis compañeros de equipo, por si acaso.
Solo queda un bateador y entonces estaremos en la carretera por seis días.
Después de Tampa Bay, nos dirigimos a Baltimore para enfrentarnos a los Orioles
otra vez. Con suerte estaremos mejor que el dos y dos que conseguimos con este
partido en casa. Un barrido sería agradable.
El último picheo es enviado al plato; abanica y falla, con otro bate roto. Siento
su frustración. Nos encontramos en el montículo, levantamos nuestras gorras y
comenzamos a golpearnos en señal de solidaridad por nuestro triunfo. La mayoría
de nosotros saluda a la multitud, como generalmente hago después del juego, pero
hoy no, especialmente no hacia mi lado favorito del campo.
Soy el primero en salir del campo y rápidamente me dirijo hacia los
vestidores. Como siempre, los reporteros gritan mi nombre, pero después de la
actuación de hoy, incluso si tuviera permitido hablar, no tendría nada que decir.
Jugué como la mierda. Dejé que una chica se meta en mi cabeza y me distraiga del
juego y eso no puede suceder. Incluso de vuelta a cuando Sarah y yo rompimos,
estaba concentrado. Tengo que estar concentrado todo el tiempo porque en
cualquier momento mi nombre puede estar en la carta de renuncia. No quiero darle
al Director General Stone ninguna razón para cambiarme.
47
Tan pronto entro a los vestidores, me estoy quitando la ropa. Mi gorra y
guantes son los primeros, seguido por mis tacos llenos de tierra. Mi madre solía
hacerme desvestir en el garaje cuando era más joven, diciendo que su casa no era un
vestidor. Nunca lo entendí hasta que llegué a la preparatoria y tuve un vestidor para
cambiarme. Después de la primera vez que me quité los tacos y la suciedad se apiló
frente a mi puerta, estuve agradecido por no tener que limpiar el desorden.
Los chicos entran, gritando y haciendo ruido. Están satisfechos con la victoria.
La mayoría jugó bien y tienen razones para celebrar. Intercambio algunos choques
de manos con ellos antes de dirigirme a la ducha. La noche antes de un viaje en
carretera, las cosas se tornan agitadas. Nos vamos directo del estadio y volamos de
noche. Para el momento en que salimos de aquí, dos buses estarán esperándonos,
uno para el equipo y el otro para el personal. La mejor parte es que no tenemos que
pasar por seguridad. Tenemos nuestro propio personal de AST5 en sitio que nos
5
AST: Administración de Seguridad en el Transporte.
revisa a cada uno de nosotros antes de abordar el bus. Después la mejor policía de
Boston nos escolta hasta el Aeropuerto Logan.
Nuestro vuelo reservado, en nuestro avión de costumbre, estará listo cuando
lleguemos. Cada vuelo tiene la misma tripulación, lo cual lo hace fácil. Saben lo que
queremos sin preguntar. Las azafatas están estrictamente fuera de límites; al menos
eso es lo que dice Diamond. No quiere que nadie eche a perder la relación que
tenemos con la tripulación. No lo culpo y creo que tal vez la misma regla debería
aplicarse con las fanáticas, aunque, si esa regla existiera ninguno de nosotros
encontraríamos citas alguna vez.
Tan pronto como aterrizamos, soy despertado a empujones por Kidd. Dormí
durante las tres horas de vuelo y me siento como una completa mierda. Mi cuello
está rígido, mi boca está seca y mis oídos están obstruidos. Ni siquiera recuerdo
subirme al avión, mucho menos decidir tomar una siesta.
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—Ahora estarás listo para ir al bar —dice Kidd. Sus palabras suenan
amortiguadas, pero es la misma cosa cada vez que aterrizamos en algún lugar.
Muevo mi quijada de un lado a otro, tratando de destapar mis oídos, pero no está
funcionando. Toma el movimiento de mi cabeza como una respuesta positiva y me
golpea en la espalda. Está listo para irse de fiesta y follar.
El aire es sofocante cuando salimos del avión, pero el calor es bienvenido. Es
inusualmente cálido en Tampa Bay en esta temporada del año y una temprana ola
de calor mezclada con el aire del océano ha dejado caer una gruesa capa de
humedad. Aun así, el calor es un bienvenido alivio del frío de Boston. Soy cauto de
tomar la barandilla mientras bajo las escaleras hacia la pista. Mi cabeza sigue
aturdida por mi siesta improvisada, mezcla eso con el calor y me siento menos que
estelar en este momento.
Dos buses alquilados y un camión U-Haul están estacionados no lejos del
avión. El segundo bus siempre es para los jugadores; es así como el personal de los
Renegados lo arreglan. Viajar, al menos para el equipo, es fácil. Todo lo que tenemos
que hacer es registrar nuestros bolsos de viaje, el mismo que cada miembro usa y
subirnos al bus. El personal de los Renegados hace todo lo demás por nosotros.
Estamos consentidos, pero lo apreciamos.
Sigo a mis otros compañeros de equipo a medida que subimos al bus.
Algunos de los chicos tienen sus asientos “habituales” y la mayoría de nosotros
sabemos que no debemos ni pensar en sentarnos en ellos, pero la mayor parte están
libres para todos. Particularmente me gusta sentarme en la tercera hilera, del lado
izquierdo y junto a la ventana.
Kidd se sienta a mi lado y palmea mi pierna.
—Tú, yo y una docena de señoritas solteras.
A veces su entusiasmo es agobiante y otras veces es llamativo. No puedo
evitar sonreír. Estoy dispuesto a salir y pasar un buen rato incluso si eso solo
significa ir al bar del hotel. Usualmente podemos encontrar algunas chicas para
festejar y pasar un rato agradable. La única cosa que apesta es que Kidd y yo
compartimos una habitación. No somos los únicos, pero sueño con el día cuando mi
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contrato diga que tengo mi propia habitación.
El hotel es agradable. Un resort de seis estrellas, como lo llamaría mi mamá.
No presto atención a mierdas como esa. Solo me importa que la habitación esté
limpia, la comida esté caliente y la cama sea cómoda. Todo lo demás es solo un lujo
y me hace preguntarme si sería más económico para los equipos comenzar a
comprar hoteles en cada ciudad a la que viajan. Podría ahorrarles dinero y así bajar
los precios de los boletos para los fanáticos. ¿Pero qué sé yo? Solo soy un jugador de
béisbol.
Para cuando estamos listos para bajarnos del bus, nuestras llaves para las
habitaciones están siendo distribuidas. Kidd y yo tomamos las nuestras, salimos del
bus y nos encaminamos directamente hacia el bar. Tan pronto como entramos, el
barman nos dice que tenemos una hora. Kidd y yo nos sentamos y ordenamos.
—No hay manera que consigamos chicas en una hora. —Me giro, apoyando
mis codos en la barra y miro hacia los clientes. Hay cuatro, sin incluirnos a nosotros
dos. Las otras personas son parejas y se ven muy cómodos el uno con el otro.
—Supongo que eres mi cita por esta noche. —Kidd coloca su brazo alrededor
de mí y bate sus pestañas. Lo empujo para alejarlo y me giro hacia la barra. Las
noticias deportivas están transmitiéndose por la televisión. Ahora mismo tenemos
básquetbol, béisbol y hockey, es la central sobrecargada para fanáticos para los
verdaderos admiradores. En cualquier otra noche, puedes pasar a través de al menos
tres canales para ver algún tipo de evento deportivo.
Saco mi teléfono de mi bolsillo y quito el modo avión. Solo es cuestión de
segundos para que lleguen las notificaciones.
—¿Por qué siquiera tienes las notificaciones activadas? —Kidd está mirando
sobre mi hombro, observando como mi teléfono sigue registrando mensajes de
textos, alertas de Twitter y publicaciones en Facebook.
—Me gusta ver lo que la gente está diciendo sobre mí —digo, encogiéndome
de hombros. Levanto mi bebida y casi la escupo cuando veo el nombre de Daisy
apareciendo en un mensaje de texto. Acomodo mi teléfono lejos de Kidd y
contemplo si quiero saber lo que tiene que decir. Opto por primero leer mis alertas
de twitter.
50
Bloguero ReBo @ReBoRenBlog – 4hrs
¡Los Renegados ganan a pesar de que
consiguió poncharse 4 veces! ¿Una exageración?
@ElVerdaderoEthanD
Mi temperatura comienza a aumentar mientras leo el twitter que comenzó el
flujo de notificaciones. Este bloguero es todo un personaje y puedo muy bien
garantizarles que nunca ha jugado un juego profesional en su vida. Si lo hubiera
hecho, mostraría un poco más de respeto en sus publicaciones. Esta gente quienes
se esconden detrás de nombres de pantalla y no hacen nada más que incitar al odio,
me molestan. Necesita haber una ley en contra de este tipo de mierda.
Me desplazo a través de las respuestas. Algunos concuerdan, mientras otros
discrepan. Algunas mujeres tuitean que soy caliente, sexy y que no les importa si
soy ponchado, siempre y cuando ellas no lo sean. Clásico. Otro twitter del bloguero
capta mi atención.
Bloguero ReBo @ReBoRenBlog – 3hrs
Parece que @ElVerdaderoEthanD no se molestó en intercambiar
números…
Hay una imagen adjunta y casi tengo miedo de desplazarme hacia arriba para
verla. Puedo decir por la pequeña franja mostrándose que hay gente en el fondo. Me
tomo el resto de mi bebida, dejando que mi pulgar quede suspendido sobre la
pantalla. Cuando no me queda una gota más, presiono hacia abajo, arrastrando mi
pulgar hacia arriba.
Maldita sea. Es una fotografía de Daisy sosteniendo un letrero que dice
“Llámame”. Esto tiene que ser a lo que Bennett se refería durante el partido cuando
dijo que quería una segunda oportunidad. Sacudo mi copa para que la rellenen y
51
miro hacia Kidd, quien está engrosado en su teléfono. Somos un triste, triste ejemplo
de hombros solteros. Una vez mi copa es rellenada, me la bebo, necesitando el coraje
del licor para leer el mensaje de texto de Daisy.
Cierro Twitter y hago clic en el botón verde de mensajes. Mi mamá, mi papá,
mi hermana y Sarah han escrito, junto con mi agente, pero solamente estoy
interesado en el mensaje de Daisy. La primera línea es visible sin siquiera abrir el
mensaje.
Daisy: Lo siento…
Eso es todo lo que puedo ver sin abrir el resto. Me hace preguntarme qué
lamenta exactamente. ¿El letrero? ¿O el hecho que mencionara los rumores? El chico
que quería conocerla ayer quiere escuchar lo que tiene que decir, pero al idiota en
mí no le importa. Es solo otra chica en una piscina de millones. Desafortunadamente,
soy mi propio peor enemigo y me encanta torturarme.
Daisy: Lo siento…
Siento las estúpidas declaraciones que hice, lo cerrada que soy
y el letrero. Traté de llamarte, pero no pude atreverme a presionar
tu nombre. Pensé que el letrero funcionaría, pero supongo que no lo
hizo. Solo quería agradecerte por el desayuno y lo siento.
Leí y releí su redundante mensaje. ¿Lamenta ser cerrada? ¿No se da cuenta
que la mayoría de nosotros quiere ser así, pero que nuestra privacidad es invadida?
Somos perseguidos, espiados y no podemos hacer una simple cosa como ir al centro
comercial sin ser acosados. Tiene suerte de poder ser cerrada, especialmente para las
ridículas agencias de medios. Le cuentan todo al mundo e incluso les gustaría
documentar cuando cagamos si pudieran.
52
—Voy a salir —le digo a Kidd, quien asiente. Ambos lanzamos un par de
billetes de veinte a la barra y le decimos al barman que lo veremos después. Lo más
probable es que sea nuestro mejor amigo por el próximo par de noches—. Necesito
llamar a casa —le digo a Kidd cuando se gira hacia el ascensor. Camino hacia la
puerta, deslizándome fuera de mi chaqueta deportiva cuando salgo. Los jardines del
hotel son extensos y están iluminados por iluminación en el suelo. Camino por un
sendero hasta que llego a una banca y me siento.
Observo mi teléfono y leo su mensaje una vez más. Esta vez no dudo cuando
pienso en llamarla. Presiono su nombre y escucho el timbre en el otro extremo.
—Son las dos de la madrugada. —Su voz es ronca, sexy. El sonido de ella al
otro extremo de la línea es como música para mis oídos y envía escalofríos por mi
columna. Sé en este momento que al menos que la corte completamente y la ignore,
voy a caer muy fuerte por ella. Hay algo en ella que no termino de entender y me
está volviendo loco. No sé si es la inocencia en sus ojos, el rubor en sus mejillas o el
hecho de que es una fanática del béisbol, pero está haciéndome algo y no estoy
seguro si voy a sobrevivir a lo que sea que eso sea.
—No especificaste a qué hora querías que te llame —le digo, tratando de
mantener las cosas ligeras cuando lo que realmente quiero es preguntarle que está
usando y si ha estado pensando en mí.
—Hmm, supongo que no lo hice. —La manera en que dice “hmm” envía una
descarga por mi sistema. Ajusto la forma en que estoy sentado para sortear cualquier
presión construyéndose.
—¿Quieres que cuelgue y te deje dormir? —Por favor di que no. Por favor
quédate en la línea y dame alguna pista que podemos salir en una cita o al menos
por un café.
—No, quería que llamaras.
Dejo salir un suspiro, pero evito que el “gracias a Dios” se escape de mis
labios.
53
—¿Ah, sí? —pregunto.
—Sí, tengo que disculparme. Hice mal al suponer. Y soy muy cerrada, pero
por una buena razón. ¿Pensé que tal vez podría invitarte a desayunar cuando
regreses?
—Me encantaría eso —le digo sin vacilación. Hablamos por otra hora hasta
que ambos estamos bostezando y tratando de encontrar las palabras para continuar.
—Dulces sueños, Daisy —digo antes de colgar. Mantengo el borde de mi
teléfono presionado contra mi mejilla por un rato más antes de decirle al mundo
cómo me siento.
EDavenport @ElVerdaderoEthanD
Estoy cayendo…
Traducido por Otravaga
Corregido por Nony_mo
¡¡Los Renegados están de VUELTA!!
El segundo gran viaje de carretera de la temporada no terminó a nuestro
favor. Tampa Bay salió por delante, ganando dos de los tres partidos y a los
Renegados no les fue mucho mejor contra los Orioles. El partido del domingo contra
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los O nos tuvo cediendo dieciocho carreras.
Tres semanas y estamos cediendo más carreras que anotando: 108 ganadas /
114 cedidas.
El mánager, Cal Diamond, optó por no hablar con la prensa después del
partido del domingo. ¿Podría estar llegando a su fin su tiempo en Boston?
El primera base, Kayden Cruz, es el único jugador notable de esta serie de
juegos en carretera. Tuvo un imparable en todos los partidos y remolcó al menos
una carrera por juego.
Los Renegados están 12-10 de cara a esta función de nueve juegos en casa con
dos días de descanso. Esperemos que estos días sean dedicados al muy necesario…
bueno… todo.
LA CRÓNICA:
Estoy escuchando más y más rumores de que Steve Bainbridge está fuera para
el final del año. Cooper Bailey ha estado en una reunión en Lowery Field con los
altos cargos de la administración mientras que los Renegados estaban en carretera.
También se rumora que Bainbridge puede haberse descarriado de su matrimonio y
su esposa le está dando un ultimátum para que se largue de Boston o ya verá. Está
claro que el divorcio no es una opción para la esposa de Bainbridge. Probablemente
sea por el acuerdo prenupcial blindado que ella tuvo que firmar antes de que se
casaran, pero no obstante, una esposa despechada nunca es divertida.
Seguramente si Cooper Bailey viene a Beantown, Ethan Davenport ya no será
el soltero más codiciado de Boston. Sería agradable ver a Davenport tener
competencia dura en ese departamento.
Será interesante ver Twitter en los próximos días para ver cuántos “ligues”
tendrán los Renegados en su viaje por carretera.
Una cosa es segura; Ethan Davenport parece haberse enamorado, al menos
de acuerdo a un tuit que publicó en la madrugada después de que el equipo
supuestamente llegara a Tampa Bay. Esperemos que no le afecte mucho la cabeza.
55
El Bloguero ReBo.
CAPITULO 7
Traducido por Lauuz
Corregido por âmenoire
La primera cosa que hago después de mi ducha es enviarle un mensaje a
Daisy para ver si le gustaría que nos encontremos para el almuerzo. Aún estoy en la
oscuridad acerca de un montón de cosas personales cuando se trata de ella y no
escapa de mi atención que cada vez que hablamos mientras estuve lejos, fue acerca
de mi juego. Raramente respondía mis preguntas, excepto por las básicas como su
color o comida favoritos. Entiendo por qué mantiene todo para sí misma. Soy un
comodín cuando se trata de ella. Ha leído los rumores, y aunque algunos son ciertos,
otros han sido montados solamente para atraer seguidores a una cierta página de
internet. No obstante, también estaría vacilante. La mayoría de las personas solo
56
sueñan con conocer celebridades, figuras del deporte y similares, pero tener a uno
llamándote a horas extrañas solo para hablar, tiene que ser jodidamente irreal.
Contesta cuando llamo a la una de la mañana después de estar en el bar con
los chicos. No pregunta qué he estado haciendo o si he estado con alguien aun
cuando quiero que lo haga. Quiero ser capaz de decirle que ha estado en mi mente
desde esa primera mañana en Tampa y que no puedo esperar a verla de nuevo. Sin
embargo, me contengo porque no quiero ahuyentarla. Es importante para mí
perseguirla de la forma correcta y no como el enloquecido-por-el-sexo-de-veintidósaños que soy.
Por primera vez en un largo tiempo, quiero gustarle a esta chica por mí y no
por quien hace apariciones regulares en las páginas deportivas de los tabloides. Rara
vez encuentro a una mujer que no esté relacionada conmigo con la que pueda hablar
y entienda lo que estoy diciendo, aunque eso podría volver a morderme en el trasero
si sigo jugando como la mierda. No tengo duda de que Daisy me dirá en dónde la
jodí y lo que necesito hacer para mejorar.
Daisy me escribe de vuelta diciendo que quiere que nos encontremos en la
Pizzería de T. Anthony’s. Entre el lugar de la pizza y el lugar al que fuimos a
desayunar, puedo suponer que nos estamos encontrando entre sus clases, incluso
aunque no me dirá cuál es su horario. Voy a tener que descubrir una manera de
obtenerlo porque estoy esperando que haya un día cuando quiera sorprenderla.
Puedo verme apareciendo en el campus y recargándome contra mi auto mientras
espero a que salga de su dormitorio o de clases. Me estoy adelantando a los hechos,
al tener esos pensamientos. Ni siquiera sé si le gusto o solo siente pena por mí en
este momento.
El Bloguero ReBo estuvo silencioso mientras estuvimos en nuestro viaje en
carretera. Las derrotas menguaron la mayor parte de nuestros espíritus y nadie
quiso hacer nada. No jugué tan bien como había estado jugando, lo que está
disminuyendo mi porcentaje de bateo. A mi padre no le gusta eso y ha expresado su
descontento por mis ponchadas después de uno de los juegos. Aun cuando estoy
jugando al nivel más alto posible, nunca eres demasiado viejo para recibir un poco
de retroalimentación de tu primer entrenador, especialmente cuando es tu papá.
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Hay una ligera brisa cayendo mientras manejo hacia T. Anthony´s. Odio
pensar que Daisy está caminando afuera así. Sacudo mi cabeza tratando de aclarar
mis pensamientos. Mi primer pensamiento sobre la lluvia no debería ser sobre
Daisy, sino de cómo vamos a jugar esta noche. Tenemos tres juegos hasta conseguir
un día de descanso. Y ese día de descanso resulta ser por casualidad el cumpleaños
de Daisy. Estoy esperando ser capaz de verla, pero estoy asumiendo que su familia
va a querer tener todo su tiempo.
Me estaciono en la acera contraria al restaurante y troto a través del tráfico.
Definitivamente no es la decisión más brillante que he tomado hoy. Medio camino,
medio corro para salir de la ligera lluvia y tan pronto como alcanzo la puerta, Daisy
está ahí, abriéndola para mí.
—Hola. —Pensarías que estoy sin aliento por zigzaguear mi camino hacia acá,
pero simplemente estoy sin aliento por verla. Hoy, no es una fanática ReBo
devolviéndome la mirada, sino una sexy compañera a la que quiero llegar a conocer
mejor. Su cabello rubio está flotando en largos rizos que quiero envolver alrededor
de mis dedos o jalarlos para ver si rebotan de nuevo. Está usando una ligera capa de
maquillaje, nada demasiado pesado, pero lo suficiente para hacer que sus ojos
destaquen aún más. Está usando un suéter negro y vaqueros con botas, y aun cuando
luce como cualquier universitaria en la ciudad, su belleza auténtica le hace resaltar.
Cuando sonríe, estoy acabado. Si no estuviera sosteniendo la puerta, estaría de
rodillas frente de ella.
—Hola —dice de regreso enviando mis nervios en picada. Una jodida palabra
y soy un chico apenas con cerebro. Al menos, eso es lo que Kidd diría. Necesito
controlarlo porque si no tengo cuidado podría estar haciendo el tonto en lo que a
ella concierne.
—Hola —digo estúpidamente y termino ruborizándome, lo cual, por
supuesto, hace que se ría. Cedo a la tentación y tomo uno de sus rizos y lo jalo entre
mi pulgar y mi dedo índice antes de soltarlo. Rebota de regreso en su lugar como un
resorte. Ella se ríe y todo en lo que puedo pensar es en darle un abrazo. Eso tendrá
que esperar hasta después del almuerzo.
—Ya nos conseguí una mesa. —Señala detrás de ella, la sonrisa nunca dejando
su rostro. Tal vez necesitábamos ese descanso para pasar la etapa incómoda y llegar
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donde estamos ahora.
Tomo su mano en la mía y la dejo guiar el camino. Mientras caminamos por
el pasillo, mi nombre es mencionado en ruidosos susurros. Asiento y sonrió a cada
persona que está mirándome, esperando que nos den a Daisy y a mí algo de tiempo
a solas antes de que comiencen a bombardearme con solicitudes de autógrafos y
fotos.
Me siento frente a ella y pongo mis manos sobre la mesa.
—Tengo preguntas. —Se ruboriza, pero asiente.
—Me lo imaginé. Adelante, pero te advierto desde ahora que me reservo el
derecho a no contestar. —Sus manos están cruzadas sobre la mesa como las mías.
Uso eso en mi ventaja y muevo mis brazos un poco más cerca hacia los suyos. Mi
dedo índice acaricia ligeramente sus nudillos y cuando no se aleja, lo tomo como
una buena señal.
—¿Estás entre clases o estás saltándotelas de nuevo? —Elevo mi ceja hacia
ella.
Sonríe engreída, venciéndome en mi propio juego.
—¿Y si estuviera saltándomelas?
—Bueno, me sentiría mal. Sé que mi horario no es tan flexible, pero no te
quiero saltándote clases para pasar tiempo conmigo… —Me detengo, dándome
cuenta que no salió como había planeado, así que trato de nuevo—. Lo que quiero
decir es que tu educación es importante.
—¡Bueno, gracias por eso, profesor Davenport! No, no estoy saltándome
clases. —Sus labios se curvan en una pequeña sonrisa antes de continuar—. ¿Está
bien si también hago preguntas?
—Por supuesto —le digo.
—Está bien, ¿te arrepientes de publicar tu dirección en twitter?
Dejo caer mi cabeza con vergüenza y asiento. Cuando levanto la mirada, se
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está riendo de mí. No la culpo, también me burlaría de mi estúpido trasero si fuera
ella—. El peor error de mi vida.
—¿Por qué lo hiciste?
—Era nuevo en la ciudad y quería conocer a mis vecinos así que pensé en
tener una pequeña reunión en mi casa, pero nadie apareció, así que envié el tuit. Lo
elimine unos cuantos segundos después, pero el daño ya estaba hecho.
—¿Tienes gente extraña apareciéndose por tu casa?
—No, ya no más, pero solía pasar.
Daisy se inclina más cerca y susurra la siguiente pregunta.
—¿Qué haces cuando no hay temporada?
—Voy a casa y visito, pero paso la mayor parte de mi invierno en Boston.
Amo el festival de invierno en el centro y tuve a mi familia aquí para la navidad del
año pasado. Con mi cuñado desempleado, traté de hacer la navidad tan divertida
como fuera posible para mi hermana y mi sobrina. ¿Qué tipo de pizza te gusta? —
Veo a la mesera por la esquina de mi ojo. Quiero ser capaz de ordenar y enviarla en
su camino.
—En realidad, casi todo. La de salchicha y champiñones es mi favorita de
aquí.
—Nunca he probado la pizza aquí. Estoy esperándolo.
—Es realmente buena. —El movimiento es sutil, pero noto cuando empuja su
mano hacia mi toque. Para mí, es una señal y voy con todo al tomar su mano en la
mía. Es un poco incómodo sostenerse las manos encima de la mesa, pero estoy
siendo un caballero. La próxima compartiré una cabina con ella.
Rápidamente digo nuestra orden y vuelvo mi atención de regreso a la belleza
del otro lado de la mesa.
—Así que Daisy, ¿vives en los dormitorios?
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Ella toma un trago de agua y seca su boca con su servilleta.
—Lo hice en mi primer año. Desde entonces, me mudé a casa para ahorrar
dinero.
—¿Así que no hay salvajes fiestas de fraternidad?
Daisy se ríe, pero no me responde exactamente. Mira su regazo, como si
estuviera pensando en algo, así que le cuento de mis días más salvajes.
—En Oregon State, estuve en una fraternidad. No iba a comprometerme por
el béisbol, pero mi amigo pensó que sería una genial forma de conocer chicas.
—¿Lo fue?
Asiento.
—Sí y no. Tenía novia cuando fui a la universidad así que en realidad no hice
la cosa de las fiestas, además estaba ocupado con el béisbol. Pero en mi primer año,
ahí fue cuando las fiestas se salieron de control. Sin embargo, por cada fiesta que
tuvimos, también hicimos servicio comunitario y colectas de dinero. Algunas de
ellas fueron un poco escandalosas.
Sus ojos se abrieron más cuando menciono la palabra escandaloso.
—¿Como qué? —pregunta, inclinándose hacia adelante.
—Bueno, ese año, el equipo de béisbol hizo un lavado de autos… en ropa
interior… en noviembre.
Daisy cubre su boca para amortiguar una risa.
—Puedes reírte todo lo que quieras. Fue la cosa más ridícula en la que he
participado alguna vez, pero les dio a algunos huérfanos la oportunidad de una
navidad decente.
—Eso fue muy lindo de su parte.
Me encojo de hombros y reticentemente suelto su mano cuando llega nuestra
pizza. Nuestros vasos de agua son rellenados y nos preguntan si necesitamos algo
más. Daisy es la que le dice que estamos bien y se dirige directo hacia la pizza. Me
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gusta una chica con apetito y que no quiere comer comida de conejo todo el tiempo.
Algunas veces necesitas permitirte algunos carbohidratos para sobrevivir.
Comemos el primer par de rebanadas en silencio hasta que abro mi boca y,
en la verdadera forma de Evan Davenport, hago la pregunta más tonta posible.
—¿Tienes novio? —La atrapo a medio bocado y me dispara lo que solo puede
ser descrito como una mirada de “¿te estás burlando de mí en este momento?”. Baja
su tenedor y cubre su boca con su servilleta mientras termina de masticar.
—Si tuviera novio, no estaría aquí en este momento.
—Bastante justo —digo, sabiendo que eso no es ni remotamente suficiente
para satisfacer mi mente—. Lamento si fue maleducado preguntar o hacer la
conjetura. —No quiero decir que asumí que ella, de hecho, sería infiel porque
realmente siento que es diferente de las demás—. ¿Vas a ir al juego esta noche? —
Esa es mi indirecta para tratar de descubrir si la veré en las gradas, aun cuando sé
que estará ahí. Más importante aún, me da una oportunidad de pedirle salir más
tarde.
—No me he perdido ni un juego en años, incluso cuando tuve gripe.
—Vaya, ahora eso es dedicación. No sé si saldría de la cama si tuviera gripe.
Daisy se ríe y pone su mano de regreso sobre la mesa. ¿Es esa una señal de
que quiere que la toque o simplemente está descansando su mano ahí?
—No es por ser grosera, pero la mayoría de los hombres creen que están
muriendo cuando están enfermos.
Pretendo estar insultado, pero está diciendo la verdad.
—Estar enfermo lastima cada hueso de mi cuerpo.
—Sí, pero puedes lanzarte de cabeza hacia una base y salir bien librado.
Me inclino hacia adelante así la brecha entre nosotros no es tan grande.
—Pero nuestros cuerpos están entrenados para eso. No estamos entrenados
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para desechar el contenido de nuestro estómago. Si lo estuviéramos, estar enfermo
sería llamado de alguna otra forma.
—Buen punto. —Me encanta que me conceda el punto, pero el brillo en sus
ojos me dice que aun cuando puedo haber ganado esta ronda, la siguiente no será
tan fácil. Sádicamente, ansío una batalla encarnizada con ella. Tengo la sensación de
que es una pequeña fiera malvada cuando quiere serlo.
Cuando la cuenta llega, pago rápidamente y me opongo a su ofrecimiento de
su mitad. Le doy una mirada severa, diciéndole que no quiero su dinero, antes de
darle una sonrisa. Sus ojos en blanco son épicos y vale tanto la pena. Estoy cómodo
con Daisy y tengo la sensación de que ella se siente del mismo modo.
Mientras dejamos la cabina, tomo su mano y la guio detrás de mí. Mi palma
está en llamas por su toque, haciendo que mi mente a funcione a toda marcha. No le
doy ninguna opción salvo seguirme a mi auto al otro lado de la calle. Sus cortas
piernas tienen que trabajar a marchas forzadas para mantenerse con mis largas
zancadas. Eso es algo que voy a tener que esforzarme en cambiar cuando esté con
ella.
Cuando llegamos al costado de mi auto, lejos del tráfico, la jalo en mis brazos.
Ella jadea, tomada por sorpresa, pero no puedo esperar más. Apesta tener que
agacharme para abrazarla, pero vale la pena ser capaz de tenerla presionada contra
mi cuerpo. Sus brazos se deslizan debajo de mi chaqueta y alrededor de mi cintura,
mientras tomo una profunda inhalación de su cuello y su cabello. No son flores lo
que huelo, más bien sol y playa. Su cabello huele a coco, haciendo que me quede por
más tiempo del que es aceptable para un abrazo amistoso.
Tocarla en la forma más inocente posible, un abrazo, está matándome. Mis
terminaciones nerviosas están en llamas, como si estuvieran expuestas y estoy
descubriendo que tengo que apretar mis dientes para mantener alguna semblanza
de compostura. Dejo que mis labios rocen su mejilla, esperando revelar mis
intenciones.
Cuando retrocedo para ver si Daisy está sintiendo lo que yo, ella no encuentra
mis ojos, efectivamente matando mi estado de ánimo. Sé de hecho que, si me hubiera
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mirado, la habría besado. Y me habría encantado. En lugar de eso, soy obligado a
encontrar alguna excusa para tocarla. Pongo su cabello detrás de su hombro, tentado
a jalarlo hacia adelante de nuevo. Ella me mira, pero el momento no es el correcto.
—¿A qué hora es tu clase?
—Tengo clase a las dos.
—¿Puedo llevarte?
Ella asiente y mi ser interior está saltando como si no hubiera mañana. Abro
la puerta y la ayudo a deslizarse dentro antes de correr al otro lado. Al menos por
hoy, el interior de mi auto va a oler a Daisy y eso me hace muy feliz.
CAPITULO 8
Traducido por Lauuz
Corregido por âmenoire
Después de dejar a Daisy en el campus y verla alejarse, conduje alrededor de
la ciudad tratando de permanecer envuelto en todo lo de ella que ha quedado en mi
auto. Necesito encontrar una manera discreta de descubrir qué fragancia usa así
puedo asegurarme que siempre esté totalmente abastecida. Es difícil de describir y
me parece ridículo decir que huele como a calidez y hogar, pero eso es lo que es para
mí. Ella me hace sentir cómodo.
Me detengo en mi casa de piedra rojiza antes de dirigirme al estadio. Planeo
preguntarle a Daisy si quiere hacer algo por su cumpleaños, preferentemente en mi
casa, así podemos tener algo de privacidad. Cuando abro la puerta puedo decir que
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mi servicio de limpieza ya vino y se fue. No les toma mucho tiempo limpiar durante
la temporada dado que difícilmente estoy en casa. El invierno es una historia
diferente. Hay días cuando me niego a irme porque hace mucho frío y le temo a los
entrenamientos de invierno.
Cuando miro alrededor, me pregunto si a Daisy le gustará mi casa. Todos mis
muros son grises, pero con madera blanca y gabinetes. Fui con muebles negros, rojos
y blancos para combinar con el gris. Mi dormitorio de huéspedes tiene un edredón
blanco mientras que el mío es azul oscuro. Mi sofá de cuero y mi edredón son las
únicas cosas que elegí de forma personal. Mi mamá y hermana hicieron el resto.
Miro mi cama tamaño king e imagino a Daisy yaciendo ahí con su cabello
rubio, contrastando con mis sábanas azules. Va a lucir pálida, hermosa y sexy como
el infierno y no puedo esperar hasta estar acostado junto a ella. Quiero verla en mi
casa, para ver si esas cosas que estoy sintiendo son reales o solo fruto de la emoción
de conocer a alguien nuevo. Lo que sí sé es que mis sentidos se sobrecargan cuando
la toco y mis nervios se cargan con electricidad cuando está cerca. Nunca me sentí
así con Sarah. Eso tiene que significar algo, aunque no estoy seguro de qué. De lo
que estoy seguro es que mi instinto me está diciendo que no puedo presionarla sin
importar cuánto quiero llegar a conocer cada centímetro de su cuerpo tan pronto
como sea humanamente posible.
Cuando llego al estadio hay una nota en mi casillero para ir a ver al DG. Si
fuera serio, él me habría llamado y pedido que venga. Aun así, todavía es estresante
subir las escaleras para ver al hombre que podría cambiar tu vida en un parpadeo.
Lo que es peor es que solo es unos cuantos años mayor que yo.
Wendy está sentada en su escritorio, tecleando. Cuando entro, se detiene y
sonríe.
—El señor Stone está esperándote.
—Gracias —digo. Golpeo su puerta una vez antes de girar la perilla y entrar.
Ryan Stone está parado en sus ventanas del piso al techo que miran hacia el campo.
Realmente tiene la mejor vista, pero no hay nada como estar abajo donde está la
acción.
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—Hola, jefe.
Ryan se da la vuelta y señala que me siente en una de las sillas situadas frente
a su escritorio. El año pasado, entré para hablar con él acerca del Bloguero ReBo solo
para ser interrumpido por nada más que Hadley Carter, con quien tenía un gran
enamoramiento. Resulto que Hadley y nuestro jefe solían tener algo y ella estaba
aquí para recuperarlo. Si no fuera por ella, no creería en el amor. Recuperó a su
hombre y terminaron casándose en el campo.
—¿Cómo te estás sintiendo estos días?
Sé que está preguntando por mi temblor nervioso y honestamente no lo he
sentido en los últimos días. Pensándolo bien, esta tarde durante el almuerzo no tuve
que esconder mis manos para nada.
—He estado tratando con acupuntura y creo que está ayudando, pero no todo
el tiempo. Cuando estoy nervioso, siempre empeora.
Ryan abre un archivo y rápidamente saca una hoja de papel antes de ponerla
encima de la carpeta abierta sobre su escritorio.
—No estoy viendo que te afecte en el campo.
Niego con la cabeza.
—No señor, estoy cómodo en el campo y cuando estoy bateando.
—¿Entonces funcionó el tiempo adicional con Diamond?
—Eso creo.
Ryan hace una nota y cierra mi archivo. Ha sido un director general
involucrado, asegurándose que todo esté bien con sus jugadores.
—¿Estás listo para algo de entrenamiento de medios?
No puedo evitar la sonrisa que se extiende en mi rostro. He estado esperando
este momento por casi un año.
—Sí, señor. Dígame lo que tengo que hacer.
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Ryan desliza otra hoja de papel hacia mí. La tomo y la leo dos o tres veces
antes de que mi mente comience a enloquecer. Voy a asistir a Mercadotecnia de
Medios en la Universidad de Boston. Estaré en el mismo campus que Daisy por dos
semanas.
—¡Señor, aquí estaba yo esperando que su esposa me enseñe!
—Buen intento, Davenport —dice poniendo sus ojos en blanco—. ¿Todo
bien? ¿Todavía estás obsesionado con ese Bloguero ReBo?
Aprieto los dientes y agarro los brazos de la silla. Ryan sabe cómo me siento
acerca del bloguero. Sé que algunos de mis asuntos con el bloguero son producto de
mi propia estupidez, pero todo lo que hago, o el equipo hace, está publicado en ese
blog. ¿No puede escribir de béisbol y conformarse? El otro día implicó que
Bainbridge está engañando a su esposa. Esa mierda no está bien.
—Desafortunadamente, no veo mi obsesión terminando en algún futuro
cercano. —Probablemente es mejor para mí si aprendo a ignorar el blog, pero no veo
eso pasando.
—Bueno, Hadley lo leyó y vio que has estado pasando algo de tiempo con
alguien. ¿Quiere saber si quieres traerla a cenar?
—Um…—Paso la mano por mi cabello. Cenar con Hadley Carter está en la
cima de mi lista de cosas por hacer, pero teniendo al jefe ahí, no tanto. Sin embargo,
sería estúpido dejar pasar una invitación suya.
—Puedo decir que estás incómodo, así que me aseguraré de extender la
invitación al equipo. Lo haremos una fiesta. Hadley se divertirá con algo así.
—Está bien, jefe. Déjeme saber cuándo.
Me levanto y le doy la mano, tomando mi asignación de clase y dejando su
oficina. Saco mi teléfono y le envió un mensaje a Daisy mientras camino de regreso
a los vestidores.
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¿Llevas Mercadotecnia de Medios?
Daisy: No, ¿por qué? ¿Necesitas entrenamiento de medios?
¡Tristemente, sí! Te contaré después. ¿Cena esta noche?
Daisy: solo si ganas :)
¡Gracias, sin presión alguna! No puedo esperar para verte…
Golpeo Enviar antes de que pueda borrar la última oración y apago mi
teléfono de modo que no esté esperando su respuesta. Espero que mi mensaje revele
que no he sido capaz de dejar de pensar en ella.
A pesar de la brisa de primera hora de la tarde, la tarde ha resultado ser
bastante placentera. Incluso a finales de abril, aún está frío por la noche, pero se pone
más cálido cada día. Esta noche, cuando salgo de la caseta para la práctica de bateo,
mis ojos están justo en el asiento de Daisy y, para mi sorpresa, está ahí sentada con
sus codos apoyados sobre la caseta del visitante, viendo a nuestro segunda base,
Bryce Mackenzie, hacer sus balanceos. Aún no ha notado que estoy en el campo y
por mucho que quiero acercarme y hablar con ella, no puedo. Tengo que mantener
alguna clase de profesionalismo en este momento.
En cambio, me acerco a las gradas y comienzo a firmar autógrafos. Los niños
pequeños, e incluso algunos grandes, se reúnen abajo en la cerca para obtener una
firma en su pelota, guante o bate. Unos cuantos chicos más se unen, haciendo de esto
un esfuerzo de equipo.
Me muevo a lo largo de la cerca, asegurándome que todos tengan una
oportunidad en lugar de tener que esperar en una gran multitud. Realmente me
gusta darles a los niños atención personalizada. Los niños más grandes tienden a
empujar lejos a los pequeños, y eso me molesta. Tomo una pelota de un niñito
vestido con cosas de los ReBo. Su sonrisa sin dientes me recuerda a mí cuando tenía
su edad. Por mucho tiempo, estuve sin cuatro dientes frontales. Comer ese verano
fue difícil, especialmente paletas.
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Todavía no es mi turno para la práctica de bateo así que me muevo hacia el
lado de la tercera base del campo, solo a unos pasos de Daisy. Sé que puede verme
ahora y cuando miro hacia ella, está sonriendo. La he impresionado, o al menos creo
que lo he hecho. Estoy esperando para ver si baja a la entrada. Cada vez que la miro
parece que está pensando en ello. Firmo unas cuantas cosas más antes de moverme
al otro lado de la caseta donde está parada Daisy.
Unos cuantos admiradores bajan rápidamente, pero mis ojos están
bloqueados en los de ella. Antes de dejar los vestidores, tomé una nueva pelota de
béisbol y escribí: ¿Irías a cenar conmigo esta noche? Hice esto con la intención de
dársela después que empiece el juego, pero ya no quiero esperar. Baja los pocos
escalones que faltan para llegar a mí, diciendo “disculpe” a lo largo del camino.
Primero los admiradores se quejan, pero creo que captan que quiero verla porque
antes de que lo sepa, está parada frente a mí.
—Linda gorra —digo mientras golpeo el borde. Es la misma gorra que usa
para cada juego, pero mi cerebro no puede salir con nada más que decir en este
momento. Ella me hace tropezar a través de mis pensamientos solo para decir las
cosas más simples. No sé si es su sonrisa, sus ojos o su pura presencia los que me
amarran la lengua, pero no quiero que esta sensación se detenga. Lo que sí quiero
que se detenga es el temblor que está haciendo mi mano. Mi tiempo a su alrededor
es lo suficientemente difícil así como está y no la necesito distraída por este
padecimiento. Saco la pelota de mi bolsillo trasero y la aprieto, tratando de controlar
el temblor.
—Creo que podría gustarte mi jersey —dice con una pizca de humor en su
voz. Se da la vuelta lentamente, mostrándome mi nombre y número en su espalda.
Unos cuantos adultos a nuestro alrededor se ríen disimuladamente, haciéndome
desear poder mostrarles el dedo y decirles que se pierdan de modo que pueda
disfrutar del hecho de que esta chica, que en verdad me gusta, va a sentarse en las
gradas con mi nombre en su espalda. Si no tuviera mi suspensorio puesto, todos
verían la jodida dureza que estoy cargando porque esto es caliente… sin mencionar
que también es una señal que en verdad le gusto.
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—Vaya —digo, acercándome. Mis manos descansan en el barandal contra el
que está recargada y dejo que mi mano derecha toque su muslo. Tengo que
agacharme para hacer eso, pero lo vale. Incluso con todos los celulares fuera, no me
detengo.
—Realmente sabes cómo impresionar a un chico.
—Davenport, te toca. —Miro por encima de mi hombro y asiento—. Tengo
que irme —le digo mientras lucho con cada músculo de mi cuerpo para evitar
inclinarme y besarla. Vamos a tener nuestro primer beso pronto, solo que no sé
cuándo. Lo que sí sé es que estoy enloqueciendo con la necesidad de sentir sus labios
presionados contra los míos.
—Tengo esto para ti. —Le extiendo la pelota y las puntas de sus dedos rozan
las mías, enviando una descarga a mi sistema.
Daisy lee las palabras y levanta la mirada, sus ojos verdes perforando los
míos.
—Sí —dice lo suficientemente fuerte para que la escuche, dándome la sonrisa
más dulce en el proceso.
—Maldición —digo a medida que me doy la vuelta y me acomodo a mí
mismo. No sé dónde está el Bloguero ReBo ahora mismo, pero espero que no esté
contando cuántas veces me estoy acomodando porque tengo la sensación de que
estaré arreglando mi suspensorio toda la noche.
Branch Singleton, nuestro bateador designado, está terminando cuando llego
ahí. Uso los minutos adicionales para ponerme mis guantes de bateo y dar un par
de balanceos de práctica.
—Detén el bate, Davenport. —Cal Diamond está caminando hacia mí y todo
en lo que puedo pensar es que no voy a comenzar por lo que acabo de hacer con
Daisy, aun cuando no es nada diferente de lo que algunos de los otros chicos han
hecho.
—A Bainbridge le ha surgido algo y necesito que tomes su lugar en la cena
del Rotario el jueves por la noche.
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El jueves es el cumpleaños de Daisy.
—Tengo planes —digo.
Diamond se para firme con las manos en sus caderas, mirándome fijamente.
Mira a todos. Es el mánager, está permitido.
—Sí, los tienes… en la cena del Rotario. Fuiste solicitado después de
Bainbridge así que saca tu esmoquin, prepáralo y aparécete en la cena con un
discurso.
Miro hacia Daisy; está demasiado lejos para que en realidad vea lo que está
haciendo, pero siento sus ojos en mí.
—¿Puedo llevar una cita?
—Siempre que no sea una prostituta. —Me golpea en el brazo y se ríe
mientras camina hacia la caseta.
Bueno mierda, esto es genial. Tenía planes para hacer algo con Daisy y solo
puedo esperar que acceda a ir conmigo. Si no, tendré que encontrarla después, si
incluso se siente de humor para salir más tarde. Mi buen humor ahora está arruinado
por un compromiso con el béisbol. No debería estar sorprendido. Así es cómo son
las cosas por aquí. Incluso nuestros días libres son días de béisbol. Y las
organizaciones planean eventos alrededor de nuestro calendario de modo que
podamos ir. Usan nuestros nombres y el hecho de que vamos a aparecer como una
forma de vender boletos. Podríamos esencialmente enviar a uno de los chicos de la
banca, de los cuarenta a escoger, pero las personas no están pagando para
conocerlos. Pagan para conocer a jugadores como yo.
Me paro en el plato y espero. Cada balanceo es poderoso y las bolas están
volando fuera del campo, para el placer de los admiradores. Usualmente golpeo
como la mierda cuando estoy enojado. Tal vez esta es una señal de que no estoy
enojado, sino esperando una noche con Daisy, quien, imagínate, tendrá que estar
arreglada. El pensamiento de Daisy en un vestido me enloquece.
Si puedo seguir pensando en ella en un vestido, y tal vez con ese vestido
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levantado hasta su cadera mientras se acuesta en mi cama después de la fiesta,
podría batear el ciclo esta noche… o golpear tres jonrones. Eso sería algo
considerando que aún tengo que hacer eso en mi carrera en las ligas mayores.
CAPITULO 9
Traducido por Lauuz y Mariandrys
Corregido por âmenoire
A pesar de mi estelar desempeño en el bateo solo ganamos por una carrera.
Ese triunfo nos puso en trece y diez, ni cerca de donde pensé que estaríamos así de
temprano en la temporada. Los atletas entran en su nueva temporada con
expectativas. El DG Stone hizo algunos sólidos tratos fuera de temporada y reclutó
bien. En papel, deberíamos ser el número uno. No obstante, las posiciones no
muestran eso. No puedo dejar que las posiciones lleguen a mí. Tengo trabajo por
hacer.
Esta noche, Daisy me encontrará frente a la tienda de fanáticos en la calle al
otro lado del estadio. Es algo bueno que me haya enviado un mensaje con esa
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sugerencia porque olvidé enviar a un acomodador por ella. Esa probablemente es la
razón por la cual está al cruzar la calle, todo porque lo olvidé. Esta vez cuando voy
a su encuentro, mi cabello está seco y estoy vestido para el clima, a pesar de que está
bastante tranquilo afuera. Mis vaqueros cuelgan de mi cadera y mi camisa negra de
botones me queda a la perfección. Dejé mi chaqueta en mi auto, no es que la necesite
en este momento. Estoy esperando una caminata a lo largo del muelle donde ella me
necesitará para mantenerse caliente.
Mientras salgo del estadio, unos cuantos fanáticos se me acercan y me piden
mi autógrafo. Firmo sus recuerdos y poso para una rápida fotografía antes de
excusarme. La tienda está llena y casi todos visten igual. Ser alto tiene sus ventajas
y ésta es una de ellas… soy capaz de escanear la multitud por la persona que quiero
ver. Paso a través de la multitud, saludando cuando mi nombre es dicho y sonriendo
cuando soy palmeado en la espalda y me dicen “buen trabajo”. Estoy comenzando
a entrar en pánico cuando no la encuentro y me dirijo de nuevo hacia la entrada así
puedo salir y llamarla.
Es entonces cuando la veo. Justo al lado de la entrada, a la izquierda, es uno
de nuestros viejos asientos. Están ahí como muestra y claramente dice No Sentarse,
pero a Daisy parece importarle poco romper esa regla. Tan pronto como hacemos
contacto visual todo a mí alrededor se congela. La escandalosa risa que sigue a un
triunfo es silenciada. Solo somos los dos en esta tienda. Nadie más existe a medida
que camino hacia ella. Tengo la sensación de que ha estado observándome desde
que entré a la tienda.
—Hola —digo, cuando se levanta para encontrarme. Mi mano está
instantáneamente en su cadera, deslizándose debajo de su jersey que lleva mi
nombre. La sensación de su piel desnuda contra la mía enciende una plétora de
sentimientos en mi interior. Es intenso. Si ella no siente la conexión como yo,
entonces estoy jodido. Pensé que estaba enamorado de Sarah, pero lo que estoy
sintiendo ahora por Daisy es mucho más. Nunca me sentí así con Sarah.
Con Daisy, mi corazón se acelera solo estando cerca de ella o solo con saber
que voy a verla. Mis palmas sudan y la anticipación de saber que estaré viendo sus
ojos me pone al borde. Es un buen borde, uno en el que quiero estar.
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—Lamento olvidar enviar a un acomodador por ti. Mañana, no tendrás que
preocuparte. Me aseguraré que tengas un pase para ir al salón de las esposas. —El
hecho que acabo de decir “salón de las esposas” ni siquiera me altera. La quiero ahí
cuando salga. Quiero verla esperando por mí.
—Está bien —dice ella, cuando su mano encuentra la mía. No quiero nada
más que besarla justo ahora, pero éste no es el lugar. Nosotros estando aquí,
tocándonos así no es bueno para ella. Los fanáticos pueden ser implacables con la
burla y solo estoy exponiéndola al actuar como un tonto con lujuria… enamorado…
en público con ella.
—Vamos. —Hay más de qué hablar, pero no aquí. En la privacidad de mi
auto, su casa o la mía, cualquier otro lugar es mejor siempre que no tengamos una
audiencia.
La pongo detrás de mí a medida que cruzamos el estacionamiento. Sus
pequeñas zancadas hacen que parezca que está corriendo. Realmente necesito bajar
la velocidad por ella. Cuando llegamos a mi SUV, nos estoy empujando entre mi
auto y el de al lado. Hay un poco más de privacidad aquí, pero no mucha. Las
videocámaras en lo alto capturan todo. Con su espalda presionada contra mi auto,
mis brazos la atrapan.
—Me gustas, Daisy.
—Puedo decirlo.
No es la respuesta que esperaba, pero iré con ello.
—Quiero besarte. ¿Eso estaría bien?
Sus ojos viajan a mis labios y de regreso a mis ojos. Su lengua sale
rápidamente, humedeciendo sus labios. Esos simples gestos suyos me están
poniendo duro solo de pensar en lo que quiero hacerle.
—Sí —susurra con voz áspera. Quiere esto tanto como yo, pero no aquí. No
cuando la gente está observando.
—Más tarde —digo con una sonrisa satisfecha, besando su frente. Realmente
me duele físicamente retroceder, pero va a tener que confiar en que estoy haciendo
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esto por ella y no porque soy un gran pedazo de mierda. Abro la puerta del auto y
la ayudo a entrar antes de correr alrededor hacia el otro lado. Una vez que estoy
dentro, me estiro por su mano y tanto como quiero poner su mano en mi regazo, el
espacio en mi auto es demasiado grande, dejando nuestras manos en medio de la
consola.
—Eso fue malvado —dice mientras nos dirigimos hacia las calles.
—¿Qué cosa?
—Ese casi beso que me diste. Provocar no es agradable.
¿Provocar no es agradable? ¿Habla en serio? ¿No se da cuenta que cada día
que la veo está provocando todo en mí por la forma en que camina, huele y pestañea
sus malditos ojos? Cuando sonríe, la vista de sus hoyuelos me golpea justo en la
ingle.
Cuando llegamos a un semáforo, me giro y la miro.
—Pensé que preferirías que nuestro primer beso fuera un poco más privado.
Sé que a mí me gustaría porque estoy planeando no solo besarte Daisy. —Traigo su
mano a mi boca y presiono mis labios en su piel, nunca alejando mis ojos de ella.
—Oh —dice ella, mientras jadea sin aliento. Desafortunadamente para mí, la
luz se pone verde y soy forzado a conducir. Nos llevo a un pequeño restaurante en
la periferia de la ciudad. Tengo una mesa reservada en la parte de atrás lo que nos
permitirá algo de privacidad del resto del restaurante. Esta noche planeo conocer
más a Daisy y si un beso de buenas noches está a la orden, que así sea.
Con mi mano en su espalda, la guio dentro del restaurante. La anfitriona nos
saluda con una sonrisa y dice que tiene nuestra mesa lista después que le doy mi
nombre. El ambiente es tenue con baja iluminación. Aun cuando el restaurante está
lleno, el nivel de ruido se mantiene bajo. Es casi como uno de los lugares italianos
en una película de gánsteres donde todos solo están esperando a que todo explote.
Nuestra cabina está en la esquina trasera y a pesar de que dije que me sentaría
junto a ella dada la oportunidad, no es prudente. No sería capaz de mantener mis
manos fuera de ella y no estoy buscando avergonzarla.
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—No creo que debería estar aquí. —Daisy se inclina a través de la mesa y me
susurra. Miro alrededor, confundido.
—¿Por qué dices eso?
—Mira cómo estoy vestida —habla a través de sus dientes apretados,
claramente molesta conmigo.
—Este es un lugar casual. La señora detrás de ti parece que está usando
pantuflas. —Daisy mira sobre su hombro y ahoga una risa—. En serio, nunca haría
nada para incomodarte o avergonzarte.
Me mira inquisitivamente.
Me encojo de hombros.
—Al menos que estés en un juego, entonces todas las apuestas están fuera.
—¿Qué es bueno aquí? —pregunta mientras levanta el menú. Recito algunos
de mis favoritos, los cuales terminan siendo la mitad del menú. Cuando el mesero
aparece, ordeno un entrecot y ella ordena una ensalada pequeña con un aderezo
francés.
—Tengo algo importante que preguntarte.
—¿Qué cosa? —pregunta ella.
Mi mano comienza a sacudirse con solo el pensamiento de decir las palabras
que están a punto de salir de mi boca. Ahora mismo, me gustaría cortarme la
estúpida cosa, pero estoy seguro que mi mano derecha tomaría muy mal la pérdida
de la izquierda. Coloco la izquierda debajo de mi pierna y me preparo para su
respuesta.
—¿Qué vas a hacer en tu cumpleaños?
Ella intenta enmascarar una dolida mirada antes de forzar una sonrisa.
—Nada. No tengo ningún plan —dice, sorprendiéndome. ¿Cómo puede no
76
tener planes para su cumpleaños número veintiuno? Debería salir a celebrar, cenar
y comer pastel con su familia y amigos.
—¿Tu familia no te espera en ningún lado?
—Mi familia está muerta, Ethan. —Me recuesto en mi asiento, sorprendido
por lo que acaba de decir y deseando que pudiera retractarse.
—Lo siento —le digo con sinceridad.
Daisy mira hacia otro lado, incapaz de mantener el contacto visual conmigo.
Me levanto y me muevo a su lado, deslizándome junto a ella. Algo me dice que
necesito darle un abrazo, así que lo hago. Me deja sostenerla por algunos segundos
antes de alejarme.
—No tienes que lamentarte. Esta semana es dura para mí y no esperaba que
preguntes por mi cumpleaños. Usualmente voy a un juego. Es solo una tonta
coincidencia que sea un día libre este año.
—Es el destino, la fortuna o alguna otra mierda Shakesperiana que
aprendemos en el colegio, porque quería preguntarte si te gustaría ir a un evento de
caridad conmigo. —Aparto su cabello de su hombro y dejo mi mano en su cuello,
permitiéndole a mis dedos jugar con su cabello.
—Iré, pero tendré que encontrarte ahí.
—¿Por qué no puedo ir a buscarte?
Daisy sacude su cabeza y estoy comenzando a unir las piezas.
—Oye —digo, levantando su mandíbula—. No me importa dónde vives. Las
cosas materiales no me importan en absoluto. Quiero ir a buscarte. Demonios, quiero
llevarte a casa esta noche y he estado pensando en las maneras de descubrir en
dónde vives desde que nos conocimos.
Ella no dice nada, pero descansa su cabeza en mi hombro. Es una táctica de
evasión, pero me está tocando así que soy feliz.
—Mis padres murieron cuando tenía tres años —murmura—. Fue un loco
77
accidente. El cobertizo de hielo en donde estaban colapsó y cuando estaban
intentado salir, mi mamá se resbaló dentro del hoyo de pesca. Mi papá pensó que
podría salvarla. Ambos se ahogaron. He vivido con mis abuelos desde entonces,
pero mi abuela murió hace dos años y mi abuelo y yo nos mudamos a un pequeño
departamento de bajos recursos.
—Discúlpame por ser estúpido, pero, ¿cómo tienes boletos de temporada
para los Renegados?
Daisy se endereza y aparta su cabello de su rostro.
—Mi abuelo renunció a un lujo para tener esos.
—¿Un lujo?
Asiente, tomando un trago de agua.
—Uh… —Sacude su cabeza—. Está en una silla de ruedas y vivimos en el
tercer piso en un edificio de departamentos con un elevador que solo funciona
ocasionalmente. Después que mi abuela murió, vendió su camioneta para comprar
esos boletos. Dijo que se negaba a perder los asientos por los que su padre trabajó
tan duro.
—Aunque nunca está en los partidos.
Daisy sacude su cabeza.
—No tenemos automóvil y no soy lo suficientemente fuerte como para
ayudarlo a bajar las escaleras. Las enfermeras visitantes vienen al departamento para
revisarlo y lo sacan ocasionalmente, pero no es como si pudiese pedirles que nos
lleven al juego. Se darán cuenta del precio de los boletos y lo contarán como un
ingreso. No seríamos capaces de costearlas.
Sus palabras me golpean fuerte. Nunca he estado en una situación donde mis
padres no pudiesen costear algo. Mi hermana y yo siempre tuvimos todo lo que
quisimos. Llámennos consentidos, pero mis padres trabajaron duro para proveernos
una buena vida. Y aquí se sienta la chica en quien estoy interesado, contándomelo
todo sobre cómo no tiene dinero solo porque le pregunté por su cumpleaños. Si no
supiera mejor las cosas y ella fuese la que me persiguiera, diría que es una caza-
78
fortunas. Sé que una vez que la gente se entere sobre ella e indaguen sobre quién es,
van a decir mierdas como esa y eso va a cabrearme.
Cuando nuestra comida llega, me quedo donde estoy sentado. Se siente
incorrecto moverme de vuelta a donde estaba. Además, prefiero sentir el calor
corporal que irradia de ella. Después de unos bocados, bajo mi tenedor para hablar
con ella.
—En cuanto a tu cumpleaños, ¿quieres ir conmigo? Entiendo si quieres
quedarte en casa con tu abuelo. —En mi cabeza, silenciosamente estoy rogándole
que diga que quiere ir.
—¿Tengo que usar un vestido?
Asiento con miedo a que ella sea una chica estrictamente poco femenina. No
parece ser de ese tipo, pero nunca se sabe.
—¿Es una cita?
Su pregunta me atrapa fuera de guardia. ¿No le he dado suficiente indicación
que quiero estar con ella? Me inclino y acaricio su mejilla con mis labios hasta que
estoy en su oído.
—Cada vez que estamos juntos, deberías considerarlo una cita. De hecho,
deberías considerar que estamos saliendo. —Inclina su cabeza hacia mis labios,
tratando de mantenerme ahí. En otro momento, en otro lugar y no me hubiese
movido, pero ahora mismo, mi temperatura corporal está elevándose y sé que
necesito alejarme de ella y tratar de ajustarme a mí mismo tan discretamente como
sea posible.
—Sabes —dice, cambiando abruptamente de tema—, ese blog va a mencionar
cuántas veces te ajustaste a ti mismo durante el partido de hoy.
Pongo mis ojos en blanco y apuñalo mi comida.
—Bueno, si alguien no se hubiese puesto mi camisa para el juego,
probablemente no hubiese tenido la urgente necesidad de ajustar mi suspensorio
tantas veces durante el partido.
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—¿Fue por eso? —pregunta con un brillo perverso en sus ojos.
—Sí, así es —digo en voz baja mientras me inclino—. Verás, tengo fantasías
tuyas en mi ropa, en mi cama y debajo de mí… cualquier mala prensa que reciba por
esa clase de cosas es tu culpa.
La dejo con esos pensamientos a medida que trato de terminar mi cena. La
miro por el rabillo del ojo e intento no reír. Está estupefacta y me encanta.
CAPITULO 10
Traducido por Rihano y Apolineah17
Corregido por âmenoire
No puedo sacar a Daisy de mi mente. Está en mis sueños por la noche.
Cuando despierto, está allí en las imágenes que he almacenado en mi mente. La veo
en cada mujer que me encuentro. Está llegando al punto en que cada olor, cada color,
incluso cada maldita cobertura de pizza me recuerda a ella. No importa lo que esté
haciendo o donde esté, porque la veo en todas partes. Es una maldición. Eso es lo que
he determinado, porque con cada pensamiento viene otro que me lleva por un
camino por el que todavía tengo que viajar con ella.
La otra noche después de nuestra cita para cenar, traté de llevarla a su casa.
No me dejó y no forcé la situación. Me gusta demasiado como para ser ese tipo, el
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que es exigente y autoritario. Ella ha estado montándose en los trenes y caminando
por las calles durante mucho más tiempo que yo; no puedo venir en picada para
salvarla como una especie de superhéroe si no está pidiendo ser salvada.
Tristemente, no ser capaz de llevarla a casa también significó no recibir ningún beso
de buenas noches. No quiero conformarme con algún besito barato en la mejilla
mientras estamos parados en alguna calle o en el andén del metro. Quiero sostenerla
en mis brazos. Quiero acariciar su rostro y dejar que mis labios permanezcan sobre
los de ella hasta que ninguno de nosotros pueda esperar más. Quiero que sea algo
para que ella, para que los dos, recordemos.
También quiero dejar de sonar como una chica. Esta es la mierda sobre la que
solía burlarme de mi hermana cuando me pedía que hiciera esas estúpidas pruebas
en sus revistas. Tanto como intento no hacerlo, no puedo dejar de pensar en Daisy
como esta delicada flor. No sé si es debido a su nombre6, o por el hecho de que estoy
6
Daisy es el nombre de una flor, su traducción al español sería margarita.
tan jodidamente atraído por ella, que esta mierda blanda está fluyendo de mí y no
puedo apagarla.
Esta noche, el beso va a suceder. Es su cumpleaños y no puedo pensar en una
mejor manera de cerrar la noche que un beso de buenas noches. En realidad, puedo
pensar en una decena de otras formas de terminar la noche y si puedo conseguir que
venga a mi casa para una pequeña fiesta de cumpleaños, puedo tratar de hacer que
sucedan.
Agarro mi teléfono de mi mesita de noche y me desplazo a través de mis
contactos hasta que encuentro la foto de mi mamá. Es de ella sosteniendo a Shea
mientras sonríe con orgullo. Presiono su nombre y contesta al segundo timbre.
—Hola, Ethan.
—Hola, mamá. —Nunca he sido de abrirme con mis sentimientos, pero hay
una primera vez para todo. No sé cómo saber si lo que estoy sintiendo es lujuria o
sentimientos auténticos y estoy esperando que mi madre pueda ayudarme a
resolverlo. No puedo comparar a Daisy con Sarah, lo he intentado, no está
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funcionando. Son completamente diferentes.
—Tuviste un buen partido anoche.
—Gracias. Aún no estamos jugando del todo bien. Ya estamos detrás y es solo
abril.
Mi mamá suspira y puedo oírla moviéndose alrededor de la habitación. El
sonido de una puerta cerrándose me hace preguntarme si la he despertado.
—Papá dice que el equipo es joven y tienen un montón de reconstrucción por
hacer. Estarás bien, solo que puede tomar un poco más de tiempo del que esperas.
—Sí, pero soy impaciente y estoy acostumbrado a ganar.
—Bueno, todo el mundo tiene que crecer con el tiempo. No puedes ganarlo
todo, Ethan.
Quiero preguntarle por qué no. Soy el soltero más codiciado de Boston.
Seguramente debo tener lo que sea que quiera cuando sea que lo quiera. ¿No es eso
parte de tener este título? Quiero a Daisy, pero tengo la sensación que si no actúo lo
suficientemente rápido voy a estar en la zona de amistad. El problema es que, si ella
me está dando una señal, claramente estoy perdiéndomela y buscando excusas de
por qué no debería besarla cada vez que tengo la oportunidad. Algo me está
frenando. Es como si estuviera quedándome detrás de las rejas y sin ser capaz de
llegar a ella, a pesar de que está justo ahí.
—Tengo que preguntarte algo, pero también necesito que lo mantengas entre
nosotros.
—Soy toda oídos —dice ella, pero hay un atisbo de preocupación en su voz.
Supongo que también estaría preocupado si mi hijo me dice esto.
Tomo una profunda respiración y exhalo lentamente mientras cierro los ojos
y me preparo para su reacción. No importa que mi mamá esté a casi cinco mil
kilómetros de distancia; estará sorprendida y queriendo saber todo sobre Daisy.
—¿Cómo supiste que estabas enamorada de papá?
La ligera toma de aire en el otro extremo de la línea me dice que está
82
sonriendo. Conociendo a mi madre de la forma en que lo hago, tiene su puño cerrado
y está haciendo su propia interpretación de Arsenio Hall7. Mi único temor es que,
dada nuestra historia, pensará que es Sarah y no quiero decepcionarla.
—¿Es la chica sobre la que ha escrito el Bloguero ReBo?
Me quedo en silencio y desearía poder colgarle a mi madre. Sin embargo,
estoy seguro que esa acción la tendría viniendo en el próximo avión. Nunca seré
demasiado viejo para una azotaina según ella.
—Uf, mamá, ¿por qué lees esa basura? —No todo es basura. El Bloguero ReBo
es bastante exacto con su conocimiento del béisbol, pero la parte del chisme es lo que
me mata. ¿Por qué no puede ser el blog sobre béisbol y solo béisbol? ¿Por qué deben
ser tema nuestras vidas personales?
7
Arsenio Hall es un actor, comediante y presentador de programas de entrevistas y humor
estadounidense.
—No puedo evitarlo. Tú no eres abierto con una gran cantidad de
información y el blog ReBo sí lo es. Además, ¿por qué hasta ahora me estás diciendo
esto?
—No había nada que decir.
—Entonces, ¿por qué crees que estás enamorado?
Me levanto y me acerco a la ventana de mi dormitorio, la fila de autos
estacionados a lo largo de la calle Marlborough en el Back Bay hace difícil que la
gente conduzca por el camino. Las bocinas suenan y la gente grita, la mayoría de
ellos con su acento de Boston, haciéndome reír y encogerme al mismo tiempo. Me
encanta donde vivo. Amo a mis vecinos y a ellos les gusto, incluso después de mi
incidente en Twitter. Mi lugar es pequeño, pero perfecto para mí. Aunque sí deseo
una casa, con un patio… para un perro…
—Porque… —Hago una pausa y trato de ordenar mis pensamientos. Tomo
una profunda respiración y lo suelto—. Esto va a hacerme sonar como una chica,
pero aquí va. Cuando la miro, mamá, veo la luz del sol y la felicidad. Veo a alguien
83
que es la luz al final de lo que solía ser un túnel oscuro. Y sé que suena cliché, pero
no hay otra manera en que pueda describirlo. Es la forma en que sonríe y la forma
en que mira el juego y puede mantener una conversación. Y su conocimiento
deportivo es insuperable. Literalmente me asusta muchísimo que pueda saber más
sobre béisbol que yo, así que me he mantenido alejado de cualquier conversación
sobre deportes. Pienso en ella todos los días. Todo lo que veo me recuerda a ella. Es
como… quiero llamarla en cualquier momento del día solo para escuchar su voz.
Me está volviendo loco, pero de la mejor manera posible. Quiero tocarla y con esto
me refiero incluso solo sostener su mano… solo… uf.
—Ethan, está bien. No preguntaré sobre lo que has hecho con ella.
—Eso es todo, mamá. Ni siquiera nos hemos besado. He sostenido su mano y
eso es todo. Estoy tratando de ser un caballero.
—Y estoy segura que ella aprecia tus esfuerzos.
Bueno, estoy contento que alguien lo haga porque mi maldito Johnson no
aprecia en nada lo que estoy tratando de hacer. Está en una semierección constante
cada vez que está alrededor, pero es toda la mierda que no puedo decirle a mi mamá.
—Oh Ethan, suena que realmente te has enamorado de esta chica y puedo
suponer por lo que me estás diciendo que esto es diferente a tu relación con Sarah.
Para responder a tu pregunta, solo lo supe. Todo se sentirá correcto, desde las puntas
de los dedos de tus manos hasta la punta de los dedos de tus pies, cada hueso en tu
cuerpo gravitará hacia ella. Tu padre estaba en todos mis pensamientos. Lo sigue
estando, aún hoy.
—En este momento, Daisy está en todos mis pensamientos.
—Daisy. —Mi mamá suspira cuando dice su nombre—. Me gusta ese nombre.
A mí también y he estado tratando de conseguir un apodo para ella, pero
nada parece encajar. Pensé en llamarla D, pero entonces mis imbéciles compañeros
de equipo estarían diciendo mierda como “Quiere la D”8. Es divertido, pero crudo.
Creo que ella no lo apreciará demasiado.
84
Antes que mi mamá y yo colguemos, le digo acerca de mis planes para esta
noche y prometo enviarle una foto de nosotros vestidos elegantes. Me pide que le
mande saludos a Daisy de su parte y aunque accedo, eso no va a suceder. Es
demasiado pronto para traer el asunto de los padres a nuestra relación.
El equipo ha enviado un auto y un chófer para esta noche. No podría estar
más feliz porque eso significa que puedo centrar mi atención en Daisy cuando ella
entre al auto. Pensé en conducir hacia su vecindario después que me diera su
dirección, pero imaginé que me atraparía y eso la enfadaría. Está avergonzada por
donde vive y no sé cómo convencerla que mierdas como esa no me molesta.
8
En inglés se usa la palabra dick para referirse al pene. Asume que sus compañeros de equipo
bromearán con eso. “Quiere la D” significaría “Quiere la polla.”
Mientras conducimos, estoy viendo constantemente mi reloj. Quiero ver qué
tan lejos vive de mí. No sé por qué es importante excepto que tengo mucha
esperanza que vaya a estar pasando mucho tiempo en mi casa y quiero saber cuánto
me tomará llevarla a su casa cada noche.
Siete minutos. Eso es lo que nos tomó llegar de mi casa a la suya.
—¿Aquí es? —pregunto, ligeramente confundido.
—Sí, señor —dice mientras mira el GPS montado en su tablero. Miro
alrededor y nada grita bajos ingresos. No sé lo que estaba pasándole la otra noche,
pero éste parece como un lugar en el que yo viviría.
—Muy bien —digo a medida que salgo del auto. Contemplé comprarle un
ramillete, pero sentí que sería una exageración y más como una fiesta de graduación.
Sin embargo, le compré un pastel de cumpleaños con la esperanza de que ella y yo
podamos tener una pequeña celebración esta noche después de la cena.
Cuando me acerco a la puerta noto un teclado numérico. Arrastro mi dedo
por los nombres, en busca de Robinson, pero no lo veo. Doy un paso hacia atrás y
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miro la dirección antes de sacar mi teléfono para compararla con la dirección que
me envió. Mientras desbloqueo la pantalla noto un mensaje de ella. Mierda, quiere
que la llame para que así baje, en lugar de yo subir hasta su puerta. No me gusta que
no sea tan personal como encontrarla en su puerta, pero no tengo elección.
Empiezo a marcar cuando veo saliendo a una anciana con el cabello casi azul
y un bastón.
—Hola, disculpe. Mi nombre es Ethan Davenport y estoy aquí para
acompañar esta noche a la señorita Daisy Robinson a la cena del Rotario de Boston.
¿De casualidad sabe cuál apartamento es el suyo?
Me mira de arriba abajo antes de levantar su bastón. Por un momento creo
que está a punto de molerme a golpes, hasta el chófer de mi auto sale.
—¿Vas a lastimarla?
—No, señora —digo, sacudiendo mi cabeza. Todavía tengo la sensación de
que va a lastimarme. Aunque mantengo ese pensamiento para mí mismo. Es un
miedo que tengo. Daisy se ha estado cerrando. Se ha retraído a pesar de que he
presionado. Está entrando a esta relación con una ventaja sobre mí. Soy una figura
pública, pero ella es un enigma.
—Encontrarás a Daisy en el Tres C, pero si le haces daño… —Se calla,
apuntando su bastón hacia mí, resoplando antes de caminar por la calle. Asiento
hacia el chófer indicando que estoy bien mientras camino al interior del edificio. El
pasillo huele a orina y hay niños gritando al final del mismo. Una escalera de madera
está sobre la derecha, con buzones empotrados a la izquierda. Camino por el pasillo,
esperando que el elevador esté en servicio, pero como siempre con mi suerte, no será
hoy.
—Son tres pisos de escaleras en un esmoquin, no hay problema. —Tomo dos
escalones a la vez. El segundo piso me da un largo pasillo para caminar antes que
tenga que subir el siguiente conjunto de escalones. Este piso huele mejor, pero está
desordenado. Hay juguetes en el pasillo y un residente tiene su puerta decorada
para las festividades que todavía están a ocho meses de distancia.
Cuando llego al tercer piso me paro más derecho y arreglo mi corbatín. Odio
86
estar con las manos vacías y debería haberle preguntado a mi mamá qué traer que
no fuera considerado estúpido y excesivo. Mi paso hacia su puerta es casual con las
manos en mis bolsillos para ayudarme a controlar el temblor nervioso.
La C negra se está burlando de mí cuando me paro frente a ella, a punto de
golpear. Mis nudillos golpean la puerta dos veces antes de inclinarme contra el
marco de la puerta, tratando de simular indiferencia. Un destello negro llama mi
atención a medida que se abre la puerta. Trago saliva cuando Daisy se detiene
delante de mí, mientras los dedos en mi bolsillo pellizcan fuertemente mi pierna,
intentando hacer funcionar mi boca.
Me enderezo y la asimilo. Su cabello rubio está levantado y no estoy hablando
de apilado en la parte superior de su cabeza. Está en grandes rizos como mi abuela
solía usarlo en su apogeo. Las mejillas de Daisy están rosadas con sus labios pintados
en rojo. Su vestido negro se asienta de alguna manera en su hombro y cae justo
debajo de sus rodillas y ha rematado su conjunto con altos tacones rojos.
—Te ves…
—¿Como una modelo de los años cincuenta?
Atrapo su mirada e inmediatamente miro sus labios de nuevo. Me siento
poniéndome duro simplemente imaginando sus labios rojos envueltos alrededor de
mi polla.
—Maldición —digo mientras trato discretamente ajustarme a mí mismo. Ella
atrapa la acción, pero no tiene que decir nada porque su sonrisa es suficiente. Sabe
que me excita.
—Daisy, te ves jodidamente impresionante. —Esta vez sabe que lo digo en
serio cuando sus mejillas se oscurecen—. Eres una belleza clásica y estoy muy
honrado de tenerte en mi brazo esta noche.
—Esta cosa es vieja —dice a medida que pasa sus manos por la parte
delantera de su vestido.
—No me importa si es nuevo, antiguo o qué, el hecho es que estás hermosa y
voy a tener que luchar con cada hombre cuando intenten llamar tu atención.
87
—¿Estás preparado para el reto?
Entro a su apartamento y coloco mi mano en su cintura. Me inclino
ligeramente, sus tacones haciendo nuestra diferencia de estatura menos que un
desafío y susurro en su oído.
—Si eso significa que te obtenga completamente para mí, estoy dispuesto a
todo. —Me froto contra su vestido para que sepa de lo que estoy hablando. Tampoco
me pierdo la fuerte inhalación de aire que toma.
—¿Quién está en la puerta, Daisy?
Daisy se libera de mi agarre y me mira rápidamente antes de responder.
—Mi amigo, papá. Recuerdas, te dije que iba a salir a cenar.
—Tengo que conocerlo y asegurarme que es un joven respetable.
—Mierda —murmuro cuando bajo la mirada hacia mi semierección. Empiezo
a pasar imágenes a través de mi cabeza de las cosas más desagradables que puedo
mientras Daisy toma mi mano en las suyas y está jalándome dentro de otra
habitación.
Su sala de estar está decorada como la de todo el mundo con obras de arte y
cuadros en la pared. Hay una televisión en la esquina con un sofá de dos piezas y
un sillón reclinable a lo largo de la pared. Su abuelo está sentado en el sillón
reclinable con su silla de ruedas junto a él. Con solo mirarla, puedo decir que es vieja
y que probablemente no funciona correctamente.
—Papá, este es mi amigo, Ethan. Ethan, este es mi abuelo, John.
Doy un paso hacia adelante y estrecho su mano. No tengo ninguna duda, que
en la plenitud de su vida, tenía un firme apretón de manos y me aseguro de
mostrarle que también lo tengo. Ese es un signo de un hombre confiable, de acuerdo
a mi padre, y quiero que su abuelo sepa que eso es lo que soy.
—Es genial conocerlo, señor.
—Te conozco —dice en un marcado acento de Boston—. Estás detrás en
jonrones si crees que vas a ser elegido por votación para el partido. ¿No te tienen
88
practicando?
Doy un paso atrás, no del todo sorprendido que me conozca, sino más porque
me está acosando por mi porcentaje de bateo.
—Trabajaré en esos bateos, señor.
—Sé bueno con mi Daisy, es frágil y es la única mujer que me ama lo suficiente
como para aguantarme junto con mi culo malhumorado.
—Tengo la intención de cuidar muy bien de ella. —Cuando digo las palabras
estoy mirándola directamente para que sepa que lo digo en serio. Ella aparta la vista
y por mi vida que no puedo entender por qué. No es que quiera que caiga a mis pies
y profese su amor eterno, pero quiero que confíe en mí. Esto me hace preguntarme
quién la ha herido en el pasado para que se comporte así.
—Señor, tenemos que irnos, pero fue un placer conocerlo. —Estrecho su
mano de nuevo y esta vez lo siento poner un poco más de fuerza en ello.
—Algún día, te veré jugar en vivo.
—Me gustaría eso —le digo a medida que Daisy me hace señas para que vaya
hacia la puerta.
Daisy se despide y me encuentra afuera, cerrando la puerta detrás de ella.
Ahora sería el momento perfecto para besarla, pero quiero hacerlo esta noche
después que sople las velas en su pastel.
89
CAPÍTULO 11
Traducido por MaEx y Ximena Vergara
Corregido por Disv
Puede que sea tendencioso pero si ese es el caso, estoy bien con tener ese
título. Dónde quiera que miro, los hombres están mirando en mi dirección. Soy un
hombre seguro de sí mismo; sé que soy atractivo, pero ellos no me están mirando a
mí. No, estos hijos de puta con los que tengo que jugar bien esta noche tienen sus
ojos puestos en Daisy. No los culpo. Ella es jodidamente sexy. Es la mujer más
ardiente en la habitación y todos lo saben.
Desde el momento en que entramos, los hombres han babeado desde la
distancia mientras que las mujeres han acudido a ella. Podrías pensar que es famosa
o la homenajeada de esta noche, pero ese no es el caso. De hecho, el homenajeado,
90
quien estará sentado en nuestra mesa esta noche, apenas ha hablado. Para mí, eso
demuestra una cosa: estas mujeres están motivadas por los celos y se hacen solo
amigas de Daisy para mantenerla lejos de sus maridos, lo que no debería ser un
problema ya que vino conmigo.
Todas las damas aquí lucen igual, a excepción de Daisy, con sus largos
vestidos y sus cabellos recogidos en la parte superior de su cabeza. Ella destaca entre
las miradas monótonas y aburridas, y tiene algo que estas mujeres solo podrían
soñar con lograr. Lo sé porque la señora junto a mí no para de parlotear sobre cómo
desearía poder lucir el atuendo de los cincuenta.
Por primera vez en mucho tiempo, no soy el que habla. No soy el centro de
atención. No estoy seguro de cómo me siento acerca de eso, pero estoy feliz de jugar
el papel de apoyo para Daisy, aunque la charla constante sobre moda es aburrida
como la mierda.
Todavía tengo que desearle un feliz cumpleaños, también. Ese solo hecho me
hace sentir como un completo idiota. Tenía un plan cuando entramos, iba a llevarla
a la barra y comprar su primera bebida legal. Iba a hacer un brindis y luego le
desearía feliz cumpleaños.
Cuando la cena está a punto de ser servida, pongo mi mano en su cintura y la
empujo hacia mí. Ella entiende mi indirecta y se excusa de la conversación. Nos llevo
a la barra y mientras esperamos, miro hacia abajo para encontrar a una sonriente y
radiante Daisy.
—¿Te estás divirtiendo?
—Sí y no —dice ella, causando confusión. Está de pie cerca de mí, tirando
ligeramente de mí hacia abajo para hablarme al oído—. Me estoy divirtiendo porque
estoy contigo, pero esas mujeres están hablando de cosas sobre las que no tengo
ninguna idea y es difícil seguirles el juego.
—Las mujeres de la alta sociedad son así —le digo—. Todas tienen una
agenda y eres una cara nueva en su estanque de groupies.
Daisy me mira con desconcierto y me encojo de hombros. Es algo que he
llegado a aprender sobre las personas que tienen demasiado dinero para
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despilfarrar. Caminamos hasta el bar cuando es nuestro turno. Mi mano está en su
espalda, negándose a moverse.
—¿Qué te gustaría beber?
—Um… ¿un whisky con Coca-Cola? —Por la cara que hace sé con certeza que
no ha tenido una bebida como esta antes. Me parece extraño, ya que está en la
universidad, pero también tiene sentido ya que ha estado cuidando de su abuelo. Lo
último que quiero es que vomite en su cumpleaños, en especial esta noche. Tal vez
en mi próximo día libre podamos emborracharnos.
—La señorita tendrá un Seabreeze y yo voy a tomar un Sam Adams —le digo
al camarero que mira a Daisy por un breve momento. Supongo que él está tratando
de averiguar si tiene la edad legal o no, o podría estar mirándola como cualquier
otro tipo en este lugar.
—¿Qué es un Seabreeze? —pregunta ella, inclinándose hacia mí. Encuentro
esta inocente parte de ella, linda. A mi hermana le gusta esta bebida, así que me
imagino que es una apuesta segura.
—Es Vodka, arándano y jugo de pomelo. ¿Espero que te gusten esos tipos de
jugos? —Ella se encoge de hombros en una especie de manera evasiva.
El camarero coloca su bebida y mi botella de cerveza en la barra. Le damos
las gracias y tomamos nuestras bebidas. Con mi mano en su espalda, la guio en
dirección a nuestra mesa, deteniéndonos solo dos veces para que la gente hable con
ella. Me gusta que estén interesados en ella y no en mí. Cuando finalmente llegamos
a nuestra mesa, pongo mi cerveza en la mesa para poder apartar su silla.
Cuando se sienta, su vestido se abomba a su alrededor y trato de no reírme
ante su intento de meterlo debajo de sus piernas. La ayudo empujando su silla en su
lugar antes de sentarme y una vez que estoy sentado, sostengo su mano.
—En caso de que no te lo haya dicho, te ves impresionante.
Sus mejillas se oscurecen mientras inclina la cabeza, girándose ligeramente
92
hacia mí.
—Creo recordar las palabras que dijiste cuando abrí la puerta.
Me acerco, tomando una profunda bocanada de su perfume.
—¿Te importa que las repita?
Daisy niega con la cabeza, pero no puede detener la sonrisa que se forma en
sus labios.
—Feliz cumpleaños, preciosa —le digo a medida que la beso justo debajo de
la oreja—. Podemos celebrar más tarde. —Soy incapaz de medir su reacción porque
mi nombre está siendo llamado desde el podio. Tengo que dar un discurso esta
noche y está en la parte superior de la lista de cosas que no quería hacer esta noche.
Dejo a Daisy sentada en nuestra mesa mientras hago mi camino hacia el frente del
salón. Una vez en el lugar, tomo una respiración profunda para calmar mis nervios
y controlar la contracción inevitable que empieza en mi mano.
—Buenas noches. —El aplauso es fuerte y continúa por un momento. Una vez
que termina, miro hacia abajo a las palabras escritas en las tarjetas frente a mí y me
aclaro la garganta. Debería haber leído esto antes de mi llegada, pero estaba
demasiado preocupado pensando en ver a Daisy. Para alguien que no ha tenido
ningún tipo de formación con los medios de comunicación, definitivamente
enviaron a la persona equivocada. Al leer el discurso, me doy cuenta que no puedo
decir nada de esto.
—Quiero darles las gracias por tenernos a Daisy y a mí como sus invitados.
Creo que esta es la primera vez que he estado en una habitación en la que nadie
quiera hablar de béisbol. Sé que ella es hermosa, pero va a ir a casa conmigo.
Todo el mundo se ríe y medio espero que Daisy se gire, pero está enfocada en
mí.
—Steve quería que les dijera a todos que siente no poder estar aquí, y tuvo la
amabilidad de escribir mi discurso. La cosa es que no lo he leído de antemano y no
estoy seguro de que funcione para esta noche. Todos nos hemos unido por una
razón, para recaudar fondos para la comunidad. No voy a pedirles que abran sus
93
chequeras y empiecen a garabatear su nombre. En su lugar, voy a pedirles que
piensen en lo que significa poder dar, porque a veces no siempre se trata de dinero.
Cuando no estoy jugando, estoy caminando por el ala del hospital de niños o estoy
en el centro de la comunidad ayudando a reparar un columpio o la pintura sobre las
paredes llenas de grafitis. Solo les puedo dar dinero, pero sin los voluntarios para
hacer realidad el trabajo, el dinero se gasta en los contratistas cuando podría ser
gastado directamente en los niños. Mi mamá siempre decía: “Dale a un hombre un
pescado y lo alimentarás por un día. Enseña a un hombre a pescar y lo alimentarás
para toda la vida”. Aunque sé que no estamos enseñando a estos niños a hacer sus
propias comidas, me gustaría pensar que lo mismo se aplica aquí. Así que esta
noche, cuando le pidan que abran sus chequeras, por favor consideren ofrecer su
tiempo también. Uno es bueno, pero sin el otro, ninguno irá tan lejos.
Daisy es la primera en ponerse de pie y empezar a aplaudir. Otros la siguen
rápidamente, mientras los aplausos se hacen más fuertes. He tenido ovaciones de
pie antes, pero ésta es de lejos, la mejor.
—Eso estuvo increíble —dice ella, a medida que se acomoda en mis brazos.
Sostenerla tiene que ser la mejor cosa en la tierra, y sobre todo en este momento. No
tengo ninguna duda, de que después de esta noche, otras cosas van a empezar a
subir a la mejor posición de la lista junto con ella.
Estoy nervioso de llevarla a mi casa. Toda la noche he estado pensando en
cómo le podría pedir que venga con0migo. Solo para que nuestra noche termine
antes de que puedan decirse las palabras. Llámame un gallina o un cobarde, pero es
simplemente difícil de entender si le gusto o no. Claro, esta noche estuvo a la altura
con la simpatía, pero hay momentos en los que no puedo leerla en absoluto.
El conductor se detiene y de repente mis manos se retuercen y mis palmas
están sudando. Mi boca está seca y mi lengua se siente como de noventa centímetros
de espesor dentro de mi boca. Mi temor es que cuando por fin tenga las agallas para
hablar, seré muy difícil de entender y ella se burlará de mí.
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—¿Ésta es tu casa? —pregunta, rompiendo el hielo. Dios, ella es increíble y
perfecta. No sé si siente mi malestar o qué, pero tiene una manera de hacer que me
sienta cómodo.
—Sí. Pensé que podríamos ir un rato y celebrar tu cumpleaños.
—Me gustaría eso. —Incluso en la oscuridad del asiento trasero puedo ver su
sonrisa. Tan pronto como tiro de la palanca para abrir mi puerta, el conductor sale
del auto y le abre la puerta a Daisy. Me quedo sentado, viendo como ella toma su
mano para salir y su vestido cae perfectamente en su lugar. Gimo, pensando en lo
que hay debajo, preguntándome si voy a conseguir una representación visual o
tengo que basarme estrictamente en mi imaginación.
—¿Va a necesitar mis servicios? —pregunta el conductor cuando rodeo la
parte trasera para encontrarme con Daisy.
—No, gracias —le digo. Daisy tendrá que volver a casa eventualmente, pero
yo la llevaré hasta allá y caminaré con ella hacia su puerta como todo un caballero.
Sostengo la mano de Daisy y camino lentamente por las escaleras hacia mi
casa. Tengo la sensación de que ya sabía dónde vivía, pero estaba jugando a salvar
mi dignidad. Una vez dentro, suelta mi mano y camina directamente a mi sala de
estar. Tengo las luces temporizadas, para ahuyentar a los ladrones. Además, es
bueno volver a casa con un par de luces encendidas después de un partido. Me hace
sentir como si alguien está esperándome.
—Siéntete libre de mirar. —Pongo mis llaves sobre la mesa y me quito mi
chaqueta mientras la sigo. Se mueve desde la sala a la cocina, tocando varias cosas.
Me paro en la puerta cuando ella entra en mi habitación, viéndola tomar todo.
Cuando ella se voltea, ya estoy deshaciendo mi corbatín. El aire entre nosotros
crepita con una combinación de lo que solo puedo esperar que sea tensión sexual y
excitación nerviosa. Cada uno de nosotros damos uno o tal vez dos pasos y nuestras
bocas se estrellan entre sí. Siseo ante el contacto. Mi piel quema cuando nos tocamos
y mi dolor aumenta. Mi deseo por ella es alimentado cuando su lengua busca
permiso para entrar en mi boca. No hay nada lento en cuanto a este beso. No es nada
de lo que nunca imaginé que sería. Sus dedos están en mi cabello y mi mano derecha
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está ahuecando su rostro mientras el brazo izquierdo la está sosteniendo contra mí.
Sus manos comienzan a pasearse de arriba hacia abajo por mi pecho, y tirando
levemente de mis botones, la llevo de espaldas hacia mi cama.
Odio separar mi boca de la suya, pero solo lo hago para poder quitarme la
camisa. Con cada botón que se abre ella me mira, viéndome trabajar. Capturo su
boca de nuevo, nuestras lenguas encontrándose y trabajando para aumentar la
pasión entre nosotros. Ella tira de mi camiseta, haciendo que me levante de nuevo.
Jalo mis manos a través de las mangas, sacando mis gemelos de inmediato. Estos
repican en algún lugar de la habitación, sin duda para ser encontrados más tarde
por mi ama de llaves. Daisy se saca los zapatos mientras yo me quito la camiseta.
Ella se escabulle al centro de mi cama. Verla tumbada ahí está enviando toda la
sangre de mi cuerpo a mi creciente bulto.
Me dejo los pantalones puestos, pero me despojo de mis calcetines y mis
zapatos antes de subir a la cama para unirme a ella. No sé si tumbarme sobre ella o
junto a ella. Todo lo que sé acerca de las mujeres es inútil porque ésta chica es
diferente. Sus ojos lucen exultantes y quiero hacer estragos con ella. Quiero darme
un festín con lo que está ofreciendo y nunca dejarla ir. Arrastro mi dedo hacia abajo
por su pecho y lo paso a lo largo de la parte superior de su vestido. Daisy toma mi
mano, besando mi palma, antes de sentarse y darse la vuelta. Su cabeza se gira
ligeramente por encima del hombro y me mira con nada más que puro deseo.
Su cremallera se mueve dolorosamente lento. Mis dedos se deslizan a lo largo
de la parte posterior de sus hombros, empujando sus tirantes hacia abajo. Es solo
entonces que asimilo lo que lleva puesto debajo de su vestido: un sujetador de encaje
negro con el par más sexy de bragas negras. Secretamente, estoy feliz que no esté
llevando una tanga porque ahora tengo más que imaginar.
Saco el vestido por encima de su cabeza y lo dejo detrás de mí, cerca del borde
de la cama. Es tan delicado como es ella, sobre todo porque la oí decirle a una de las
damas esta noche que era de su abuela. La atraigo hacia mí y presiono mis labios en
su cuello y luego en su clavícula. Su respiración es rápida, haciendo que me detenga.
—¿Qué pasa?
—Na… —Se aclara la garganta—. Nada. —Trata de sonreír, pero no llega a
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sus ojos. Le doy la vuelta para que me enfrente. Su mirada cae al instante,
evitándome.
—Daisy —digo mientras levanto su barbilla para que me mire—. Por favor,
no me dejes fuera.
Cierra los ojos y trata de relajarse.
—Nunca antes he hecho esto. —Sus palabras son directas y a la vez hacen que
me regocije y me asuste como la mierda. Sin embargo, no puedo dejar que vea que
estoy entrando en pánico.
—Podemos ir lento, o podemos ponernos la ropa de nuevo. Nada tiene que
suceder. —Soy un mentiroso. Quiero sus piernas envueltas alrededor de mi cintura
de la peor manera.
—Quiero intentarlo. Tal vez no todo esta noche, pero quiero intentarlo
contigo.
—¿Estás segura? —Mi voz se rompe como un adolecente afectado por la
pubertad.
Ella asiente y deja que sus dedos bailen sobre mi piel. Con cada toque, deja
un camino de sensación intensa detrás. No sé qué es lo que hay en su toque, o en
ella, pero mi cuerpo disfruta del dolor que me produce. Le da la bienvenida con los
brazos abiertos, rogando que se acerque.
Esta vez nuestro beso es lento a medida que acuno su rostro entre mis manos.
Le mordisqueo el labio inferior, provocándola a ella y a mí mismo hasta que no
puedo aguantar más. Mi lengua se desliza a lo largo de sus labios pidiendo permiso
para entrar en su deliciosa boquita. Ella gime cuando nuestras lenguas se encuentran
y su mano tira de mi cabello. La atraigo más cerca de mí hasta que me estoy
inclinando sobre ella y estamos cayendo de nuevo en mi cama.
—¿Esto está bien? —pregunto, regando besos por su cuello, su pecho y sobre
el valle de sus senos. Tiro ligeramente la copa de su sostén, liberándolos—. Dime
cuándo parar —digo, dándole todo el control en este momento. Cuando ella arquea
la espalda, continúo, llevando su puntiagudo pezón a mi boca. Lo muerdo
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suavemente antes de lamer su sensible capullo. Mi mano amasa el otro pecho,
dejando que mis dedos lo pellizquen y halen hasta que estoy listo para mostrarle la
misma atención.
Sus piernas se abren, dándome la bienvenida a su centro. Estoy tan duro que
puedo sentir mi cabeza presionando contra la cremallera de mis pantalones mientras
me quito hábilmente el cinturón. Me muevo contra su núcleo, meciéndome de ida y
vuelta. La fricción es bienvenida, pero no es suficiente. No he follado en seco9 desde
la escuela secundaria, pero esto es lo mejor que se pondrá esta noche.
Su piel está en llamas, su gemido es alentador, si no frustrante. Quiero estar
enterrado hasta la empuñadura en su interior. Necesito saber cómo se siente
envuelta alrededor de mi pene. Durante semanas he estado esperando este
momento.
9
Dry humped: imitar el acto sexual con la ropa puesta.
Daisy me hala de nuevo a su boca y conduce su lengua bien adentro. Sus
manos empujan hacia abajo mi trasero, animándome a moverme más rápido. Se
traga cada gemido que emito. Cada empuje es bienvenido. Froto mi mano sobre su
núcleo cubierto por sus bragas y estoy a punto de perder la compostura. Está tan
jodidamente mojada que me está tomando cada gramo de fuerza de voluntad para
no rasgar sus bragas y hundirme profundamente en su interior. Ese desgraciado
demonio está diciéndome al oído entre risitas que lo haga mientras que el ángel está
recordándome que Daisy es frágil y esto es nuevo para ella. Puede que sea virgen,
pero tengo la impresión de que al menos ha llegado a segunda base.
Me recuesto, apartándome de ella. Froto mi palma de arriba abajo por mi
bulto mientras Daisy se acuesta frente a mí, su pecho subiendo y bajando en un
movimiento rítmico lleno de lujuria.
—¿Puedo tocarte? —Engancho mis dedos a los lados de sus bragas y le doy
un ligero tirón hasta que sus manos se aprietan sobre las mías. Bajo el ritmo,
esperando una señal para detenerme o continuar quitándole la ropa.
Beso el interior de sus muslos, dejando mis manos aferradas a sus costados.
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Con cada beso, la observo, esperando hasta que estoy en su centro. Inhalo
profundamente, asimilando su aroma. Ella va a destruirme si no soy cuidadoso.
Mis labios se presionan en su coño cubierto de encaje para su deleite. Sus
muslos tiemblan y su respiración se acelera. Deslizo mi dedo en sus bragas, mi
nudillo rozando su sensible capullo. Su respiración es entrecortada y mi pene palpita
por atención. No tengo corazón para decirle que esta noche se va a quedar detrás de
su barrera de algodón.
Maniobro mi cuerpo de modo que puedo quitarle las bragas una pierna a la
vez. La mujer que he estado observando, la que he estado tratando de llegar a
conocer, la que me ha empujado a arriesgarme, yace desnuda frente a mí.
—Eres tan hermosa —digo a medida que beso mi camino hacia arriba por su
cuerpo. Un hombre sin escrúpulos se habría metido en sus bragas y no la habría
hecho sentir cómoda, pero ese no soy yo.
—No sé qué hacer —dice ella mientras pasa los dedos por mi cabello.
—¿Sobre qué? —pregunto estúpidamente. Ruedo fuera de ella, colocándome
a su lado.
—Sexo. No sé qué hacer. Como ahora mismo, ¿debería estar tocándote?
No puedo evitar frotar mi erección contra su pierna.
—¿Sientes eso?
Ella asiente, tirando de su labio inferior entre sus dientes.
—Te deseo, pero esperaré hasta que estés lista.
Daisy gira de costado y uso esto como una oportunidad para enganchar su
pierna por encima de mi cadera. Estoy tan jodidamente feliz de que solo pueda ver
sus ojos y pechos en este momento, ya que cualquier vistazo de lo que está pasando
más abajo me hará arrancarme los pantalones.
—¿Qué pasa si estoy lista ahora?
¡Me lleva el demonio! Gimo y la beso con fuerza.
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—No lo estás —digo, alejándome—. Pero puedo prepararte si quieres.
Ella asiente y juro que mis jodidos dedos danzan de alegría. La acerco a mí,
presionando mis labios contra los suyos. Mi mano masajea su pierna mientras me
abro camino hasta su centro. El más mínimo roce de mi dedo contra su centro la
tiene retorciéndose. Profundizo el beso cuando mi dedo está en su entrada. Doy un
pequeño empujón, ganando un jadeo.
Está tan jodidamente mojada, que no hace falta nada para que mi dedo se
deslice dentro y fuera. Me contengo de besarla para poder observar sus ojos. Están
concentrados en mí a medida que su mano tira de mi cabello. Mi habitación está
empezando a llenarse con el olor a sexo, acompañado por los jodidos sonidos que
salen de su boca. Cada jadeo me hace más difícil mantener el control. Mi pene va a
explotar si no alivio la presión pronto.
Daisy engancha su pierna más arriba y me encanta que esté tan metida en
esto. Sus caderas se mecen con el movimiento de mi mano. Me hala hacia ella,
tomando mi boca con la suya y chupando mi lengua. Maldición, estoy a punto de
morir, justo aquí, ahora mismo.
—Oh, no —dice mientras se mueve más rápido. Mi pulgar presiona contra su
capullo, cuando deslizo otro dedo en su coño.
—Oh, sí —le digo, animándola a aceptar lo que le está sucediendo a su
cuerpo—. Acéptalo, nena. Deja que tu cuerpo se haga cargo.
—Oh, mierda. Cristo. Oh, mierda. —Ella conecta palabras entre jadeos—.
Estoy… esto es… oh mierda, me vengo… —Sus paredes se flexionan mientras sus
jugos cubren mis dedos. Bajo la velocidad y la dejo sobreponerse a su orgasmo antes
de salir por completo. Su pierna cae cansinamente hacia abajo sobre la cama y Daisy
se ve como si estuviera a punto de quedarse dormida.
—¿Te cansé? —pregunto, incapaz de contener la risa.
Ella niega con la cabeza.
—Dios, no. Eso fue intenso.
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—¿Fue tu primera vez? —pregunto estúpidamente. Quiero ser el único que
ha hecho esto por ella.
Ella niega con la cabeza.
—Auto-inducido, pero nada como esto. —No encuentra mis ojos cuando dice
eso. ¿Tal vez por vergüenza? No debería estarlo. Me masturbo todo el tiempo. De
hecho, necesito hacerlo ahora mismo.
—Me gustaría verte hacer eso alguna vez —le digo, besándola suavemente en
los labios antes de apartarme de ella—. Vuelvo enseguida.
Salgo de mi cama y doy los dolorosos pasos hacia el baño. Mi pene está fuera
de mis pantalones incluso antes de que esté a metro y medio de distancia de ella y a
punto de estallar su carga para cuando llego a la puerta del baño. Incluso si hubiese
llegado a tocar su coño, habría bombeado y derramado todo antes de que tuviera la
oportunidad de tener alguna diversión.
CAPÍTULO 12
Traducido por Adaly
Corregido por Disv
Cuando salgo del baño, Daisy me está dando la espalda. Las luces de la calle
brillan a través de mis cortinas translúcidas, lanzando un resplandor suave
alrededor de ella. Vestida en encaje negro, luce como un ángel con un pequeño
indicio de maldad. Doy un paso hacia ella y paso mis dedos ligeramente a lo largo
de la parte posterior de sus hombros. Pequeños guijarros de piel de gallina en su
piel, haciéndola temblar. Contengo la urgencia de frotar contra la curva de su
trasero. Hacer eso, solo terminaría con nosotros en la cama. No es que no quiera estar
ahí.
—¿Tienes frío? —Mis labios siguen el camino de mis dedos mientras beso a
101
lo largo de su clavícula. Estoy dividido en dos, en este momento, luchando entre
querer llevarla de vuelta a la cama y celebrar su cumpleaños. Le compré un pastel y
quiero que pida un deseo, un deseo que espero pueda hacer realidad, antes de que
su cumpleaños termine. Echo un vistazo rápido al reloj de mi mesita de noche y veo
que mi tiempo se está acabando.
—Un poco —dice en voz baja que apenas puedo oírla. Beso su cuello y
acaricio su oído antes de moverme hacia mi vestidor. Saco una camiseta y la miro
mientras se mantiene en el mismo lugar. Su timidez la hace más deseable de lo que
podía haber imaginado. Quiero jalarla hacia mis brazos y abrazarla, acunarla y
mantenerla fuera de peligro, aunque sé que no puedo. Daisy está lejos de ser débil o
de necesitar ser salvada y tengo que dejar de pensar así.
Le entrego una camiseta de los ReBo. Es blanca y casi toca sus rodillas porque
es demasiado larga para ella. La tela es ligeramente transparente, mostrando lo
suficiente de su sujetador para darme una semi erección. Se ve tan jodidamente sexy
en este momento con mi camiseta puesta y su cabello cayendo de su moño.
—En diez minutos, tu cumpleaños habrá terminado.
Mira al reloj y asiente.
—Tuve un cumpleaños increíble.
Quito una pelusa imaginaria de su hombro. En realidad, es solo una excusa
para tocarla.
—¿Recibiste algo por tu cumpleaños?
—Tuve una bonita cena y un paseo de lujo en un auto negro en donde un
hombre agradable abrió mi puerta. Me vestí con el vestido de fiesta de mi abuela,
algo que he querido hacer por años, y recibí la sonrisa más grande de mi abuelo.
Entonces conseguí estar con un hombre que me gusta mucho, de una forma que
siempre recordaremos. —Se estira de puntitas y roza sus labios con los míos. Mi
mano descansa en su cadera, con la intención de mantenerla cerca, pero se aleja.
—Tengo algo para ti. —Tomo su mano en la mía y la guio fuera del dormitorio
hacia la cocina. Se impulsa sobre la encimera de mármol blanco y por alguna razón
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me parece muy sexy. Ahora está a mi altura, y es algo de lo que voy a tomar ventaja.
Doy un paso entre sus piernas y deslizo mis manos bajo su camisa y hacia la cintura
de sus bragas. Daisy envuelve sus piernas alrededor de mí, enjaulándome en ellas.
Hay rápidos destellos de nosotros así esta mañana y algo dentro de mí me dice que
podría acostumbrarme a esto. Pero incluso yo sé que es demasiado pronto para
pensar en un futuro juntos. Apenas estamos empezando. Todo es nuevo y fresco,
con nosotros, explorando. En una semana, ella podría odiarme.
Compartimos un beso intenso que me tiene en vilo. La idea de extenderla
sobre mi encimera y darme un banquete con ella cruza por mi mente. Excepto que
realmente quiero terminar de celebrar su cumpleaños. De mala gana me aparto y
dejo que mis dedos se arrastren a lo largo de su cuerpo hasta que ya no la estoy
tocando. Me mantengo de espalda hacia ella mientras saco el pastel que encargué.
Lo coloco en el mostrador cercano a mi refrigerador y levanto la tapa. Este tiene que
ser mi compra más difícil hasta la fecha, ordenar un pastel para alguien que estoy
tratando de llegar a conocer. Afortunadamente, el panadero me dio una idea y
conjuntamente decidimos que un pastel blanco con relleno de mousse de chocolate
serviría, rematado con glaseado de crema de mantequilla. Feliz cumpleaños Daisy está
escrito en una letra elegante y rodeada de flores blancas con detalles en negro y rojo.
Fui con negro y rojo por nuestra conexión con los ReBo. Por todo lo que sé ella odia
estos colores, pero es el pensamiento lo que cuenta.
Introduzco una única vela en el glaseado y la enciendo. Cruje como una
bengala. Tan pronto como me doy la vuelta con el pastel en la mano, estoy cantando
para ella. No sé cantar, pero la expresión en su rostro ahora mismo me dice que no
importa. Su mano está cubriendo su boca y lágrimas se forman en sus ojos a medida
que sostengo el pastel frente a ella.
—Feliz cumpleaños, Daisy.
Daisy deja caer su mano de la boca y aprieta el borde de la encimera,
inclinándose hacia adelante.
—Pide un deseo —le sugiero, aunque estoy seguro que sabe hacerlo. Exhala,
y la llama desaparece en el aire—. ¿Qué has pedido? —le pregunto, poniendo el
pastel a su lado.
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—No puedo decirte. Si lo hago, no se hará realidad.
—¿Ah, sí? —pregunto sobre mi hombro. Saco dos platos y agarro dos
tenedores del cajón junto con un cuchillo.
—Es lo que mi abuela solía decir.
—¿La extrañas? —Déjenme meterme el pie en la boca con esa pregunta—. Lo
siento. Sé que la extrañas. —Corto un pedazo de pastel y lo pongo en el plato,
entregándoselo a Daisy junto con un tenedor. Se echa para atrás de nuevo en el
mostrador y cruza las piernas.
—La extraño, pero estaba enferma, así que estoy feliz de que no esté sufriendo
más. Sé que mi abuelo la extraña mucho y lo atrapo, de vez en cuando, hablando
con ella como si estuviera en la cocina.
No sé lo que sería perder a mi abuela o a mis padres. Tenemos un lazo familiar
tan fuerte que creo que nos destrozaría. Sé con certeza que no sería quien soy hoy
sin ellos y aquí está Daisy, con el único abuelo que le queda.
—No tienes que sentir pena por mí —dice, antes de tomar un bocado de su
pastel. Sus labios se envuelven alrededor del tenedor y sus ojos se cierran cuando
prueba el sabor—. Oh Dios mío, esto es jodidamente celestial —dice mientras me
mira.
—Um… —Estoy agradecido en este momento de estar parcialmente
escondido por el mostrador porque mi creciente pene está pidiendo un poco de
acción—. Me alegra que te guste —Diablos, me encanta y quiero quedarme aquí toda
la noche y verla lamer su tenedor—. ¿Puedo preguntarte algo personal?
Asiente.
—Creo que después de lo que hiciste por mí, debo contestar todo lo que
preguntes.
Pongo mis manos en sus muslos y los masajeo.
—Lo hice por nosotros. También lo disfruté. Todo lo que hemos hecho esta
noche, es para nosotros dos —le digo—. Pero te iba a preguntar, ¿si recuerdas a tus
padres?
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Daisy pone su tenedor en el plato y se desliza hacia mí. Mis manos se deslizan
por sus piernas cuando se mueve. No dudo en asegurarme que mis dedos vayan
debajo de sus bragas y usar mis manos como palanca para acercarla.
—Tengo fotografías, pero no recuerdos reales. Tengo algunas cosas que he
hecho a partir de las fotos y de las historias que he escuchado, pero no me acuerdo
de ellos.
—Lo siento —digo, a falta de una mejor respuesta. Me inclino hacia adelante
y beso la punta de su nariz. Daisy descansa su frente contra la mía mientras sus
dedos juegan en mi cabello. Mis manos se mueven de su trasero a su cintura y la
sostengo contra mí con mis brazos envueltos a su alrededor. Por mucho que quiero
pensar lo contrario, sé que ya me he enamorado de esta chica frente a mí.
Me besa rápidamente y tanto como quiero mantener su boca en la mía y no
dejarla ir, lo hago. Este no es el momento ni el lugar para comenzar a enrollarse,
especialmente dado que acabo de preguntarle por sus padres. Daisy pone su cabeza
en el hueco de mi cuello y suspira.
—Debería irme a casa —murmura, arruinando cualquier posibilidad de que
despierte en mis brazos. Sin embargo, es lo mejor. Si la tuviera en la cama, estaría de
rodillas rogándole que me deje tomarla. Sería un movimiento egoísta de mi parte,
pero he estado caminando con una furiosa erección desde que la conocí, así que no
puedo evitarlo.
—Para que conste, quiero que te quedes. —Mira hacia arriba y sonríe.
—Algún día me gustaría eso, pero no esta noche. No hice arreglos con la
enfermera y no puedo dejar a mi abuelo solo en la noche.
—Está bien, lo entiendo. —Trato de arreglar su cabello, pero descubro
rápidamente que no sé qué demonios estoy haciendo. La ayudo a bajar y sostengo
su mano mientras caminamos de regreso a la habitación. Mi cama se burla de mí,
recordándome que voy a estar durmiendo en ella solo esta noche. Ese hecho no me
debería molestar, excepto que tenía mis esperanzas en que Daisy se quedara esta
105
noche.
Daisy se excusa para vestirse en el baño y uso la oportunidad para cambiar
mis pantalones de esmoquin a un chándal. Tengo la intención de ponerme la
camiseta que está usando para poder sentir que está cerca de mí después de que se
vaya. Cuando sale, se ve casi tan bien como lo hizo antes, pero veo la diferencia. Su
cabello no es tan perfecto y sus labios están ligeramente más rojos. Viene a mí y rozo
mi pulgar en su labio inferior, preguntándole si mi barba le lástima.
—Vale la pena —dice, sosteniendo mi mano en su rostro. Mueve mi pulgar
ligeramente, besando la base antes de enlazar sus dedos con los míos—.
Probablemente deberías ponerte una camiseta. Hace frío afuera.
—Estaba pensando en usar la que tenías puesta.
—¿Por qué? Probablemente huele como yo.
—¡Exactamente! —Le guiño y tomo mi camiseta de su mano, me la pongo.
Vuelvo a sostener su mano porque se siente bien y quiero.
Salimos y el aire a principio de primavera es glacial. Me estremezco,
olvidando agarrar una sudadera, y corremos por las escaleras hacia mi auto. La
ayudo a entrar antes de correr al lado del conductor. Enciendo el motor y pongo en
marcha la calefacción, presionando el interruptor para que los asientos con
calefacción se enciendan cuando ambos nos sacudimos el frío.
—Soy un idiota. Debería haberte traído una chaqueta.
—Está bien, el auto se va a calentar en un minuto.
Me estiro sobre la consola y la tiro en mis brazos. La clase de ciencias me
enseñó que la fricción de cuerpo a cuerpo es la mejor manera de combatir el frío.
También la desnudez, pero no la veo dejándome quitarle su vestido. Es solo cuestión
de segundos antes de que mi trasero comience a calentarse por el asiento y el aire
caliente que sopla desde las rejillas de ventilación. Odio dejarla ir, pero llegar a casa
con su abuelo es su prioridad y no estoy dispuesto a ponerla en la posición de elegir.
Puedo esperar.
Manejar a su apartamento lleva solo siete minutos debido a la falta de tráfico
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a esta hora de la noche, o temprano en la mañana, dependiendo de cómo se mire.
Me estaciono en la calle, en la zona de no estacionarse cercana a su puerta y salgo
corriendo hacia el otro lado para poder abrirle la puerta. Es evidente que cualquier
chico con el que salió antes de mí nunca le abrió la puerta. Necesita acostumbrarse
a que haga esto por ella. Es la forma en la que fui criado.
Estoy seguro que su vecindario es seguro considerando que la policía de
Boston se enorgullece de cada vecindario en el que trabajan, pero sigo siendo
receloso y sostengo su mano hasta que estamos en la puerta de su edificio. Me paro
detrás de ella mientras abre la puerta y entro con ella.
—¿Crees que el elevador está funcionado?
—No tienes que venir —dice, de pie en el primer escalón. Incluso ahora con
sus tacones puestos, todavía tengo la ventaja de la altura.
—No es que no quiera acompañarte hasta tu puerta, simplemente pensé que
nos podíamos enrollar en el ascensor.
Daisy se ríe y me jala por las escaleras. Es agradable ver que los inquilinos
están más tranquilos ahora que cuando llegué a recogerla antes.
—Con nuestra suerte, nos quedaríamos atrapados y el departamento de
bomberos tendría que venir. Si se presentaran, estaríamos en todas las noticias y el
Bloguero ReBo haría su día contigo.
—Ugh, ni me hables de ese sitio.
—Así de mal, ¿eh? —pregunta cuando llegamos a su piso.
Me encojo de hombros e inclino mi brazo contra su pared mientras abre la
puerta.
—Como dije antes, parte de la mierda que publica no es exacta y es difícil
tener una vida cuando él siempre está al acecho. Me gustaría conocerlo y decirle lo
que pienso.
—¿Él? ¿Qué te hace estar tan seguro de que es un chico?
—Porque todas las mujeres me aman —bromeo, presionando mis labios en
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los de ella. El beso es casto, pero persistente. Acuno su rostro con mi mano y la
sostengo el mayor tiempo posible. Cuando se aleja, cubre sus labios brevemente.
—Me tengo que ir —dice cuando oímos un crujido detrás de la puerta.
—Te veré mañana. Dulces sueños y feliz cumpleaños, Daisy. —Rozo mis
labios contra su mejilla y me alejo. Cada paso es más difícil que el anterior, y aunque
una parte de mí quiere dar la vuelta y volver a ella, la otra parte quiere consolidar lo
que sea que haya entre nosotros y ver a dónde va.
Traducido por Otravaga
Corregido por Disv
¡Los amados Renegados de Boston están cayendo!
¿Qué diablos pasó?
Estamos a cinco partidos en una función de nueve juegos en casa y las cosas
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no se ven bien, mi gente. Es hora de ponerse las gorras de ánimo y empezar a
gritarles a estos chicos. Vamos, pagamos un buen dinero por nuestras entradas. ¡Al
menos pueden aparecer!
Por supuesto, con los Yankees en la ciudad, los Renegados se encogen en una
esquina. Escuchen chicos, la “maldición” ha acabado. ¡Se ha ido hace mucho! Dejen
de permitir que les ganen. Quizás Curt Shilling necesita recordarnos cómo se ve una
media ensangrentada10… es decir, si no estuviera suspendido de la radiodifusión en
estos momentos.
10
N. de T.: Curt Schilling, antiguo lanzador de los Medias Rojas de Boston, había estado batallando
con una lesión de tobillo, y en la Serie Divisional de la LA de 2004 ante los Angelinos la lesión se le
agravó. Así que antes del Juego 6 de la SCLA ante los Yankees, le cosieron el tendón al tobillo. A
pesar de la lesión, lanzó siete entradas brillantes, aunque la sangre se podía ver a través de la media
durante el partido, y llevó a los Medias Rojas a la victoria 4-2. El triunfo forzó un Juego 7, que
también ganarían los Medias Rojas para avanzar a la Serie Mundial. Luego de que las fotos de la
media ensangrentada se volvieran famosas, algunos llegaron a asegurar que no era sangre, sino
salsa de tomate. Pero Schilling prosiguió su camino para lanzar seis buenas entradas en el Juego 2
de la Serie Mundial —con otra media ensangrentada— para llevar a Boston a vencer a los
Bajando a las ligas menores, el jardinero central, Cooper Bailey, está luciendo
fantástico y bateando .393. La predicción es que será llamado pronto, en lugar de
esperar a que Bainbridge se retire o pida un cambio.
Nosotros, en la comunidad de los Renegados, estamos agradecidos de que
nuestras carreras impulsadas sigan siendo (de alguna manera) más altas que las
carreras que estamos cediendo: 154/139.
El lado positivo, mi gente, ¡tenemos que encontrarlo!
LA CRÓNICA:
Hizo falta mucha búsqueda, pero he sido capaz de descubrir la identidad de
la novia del Sr. Ethan Davenport. Sí, a pesar de que aún tiene que confirmar que
están saliendo, llevarla a la cena del Rotatorio fue ENORME y eso no pasó
desapercibido para nadie. La joven mujer ocupando el tiempo del soltero más
codiciado de Boston no es otra que la estudiante de la Universidad de Boston, Daisy
Robinson. ¡Le deseamos suerte!
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Travis Kidd fue visto en el concesionario Chevy el otro día. ¿Por qué esto es
noticia? Bueno, porque su padre es dueño de un concesionario Ford. Creo que el día
de Acción de Gracias puede ser un poco incómodo en la casa Kidd este año.
El mánager, Cal Diamond, ha sido visto entrando y saliendo de la clínica de
cáncer recientemente. Una llamada a los directivos no produjo nada. Esperamos que
cualquier cosa que esté pasando, el Sr. Diamond y su familia se encuentren en buen
estado de salud.
El Bloggero ReBo.
Cardenales y erradicar para siempre la Maldición del Bambino. En 2013 Schilling vendió la media
ensangrentada por $92,613 en una subasta a un comprador anónimo.
CAPÍTULO 13
Traducido por Otravaga y âmenoire
Corregido por Disv
Odio a los Yankees.
Por supuesto, crecí como fanático de los Marineros de Seattle, así que eso es
lo que hacemos. Odiamos a los equipos que nos vencen continuamente y ganan
todos los títulos posibles que se les presenten. Cuando los Renegados me reclutaron,
básicamente se convirtió en ley que no fuera un fan de los Yankees. Honestamente,
no encuentras mucha gente en Boston que lo sea. Y si lo son es porque no son de
aquí, aunque, si vas a cualquier otra ciudad, lo más probable es que encontrarás
aficionados de los Yankees o de los Bravos por todas partes. Podemos darle las
gracias a la televisión por cable de eso. Otra cosa que nunca haces una vez que has
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sido un Renegado: irte y convertirte en un Yankee. Es una forma garantizada de
perder el respeto de tus fanáticos.
Como jugador de Grandes Ligas, tengo objetivos: Ganar un título de bateo,
un título del Derby de Jonrones, un título de la Serie Mundial y batear el ciclo11…
solo por nombrar algunos. Me gusta permanecer optimista y creer que puedo lograr
cada objetivo con los Renegados, pero para ello tengo que ser constante y justo ahora
siento que no lo soy. Aún es pronto en la temporada, pero eso no es excusa. Mi
entrenamiento fuera de temporada me prepara para estos momentos. No debería
estar fallándole a mi equipo o a mí mismo.
Es la parte baja de la quinta y estoy prevenido al bate. Preston Meyers
preparándose para batear, con cuenta a favor y sin out. Steve Bainbridge está en
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Bat for the Cycle: También conocido como “batear la escalera” es cuando un bateador consigue, por
turnos, conectar un sencillo, un doble, un triple y un jonrón en el mismo juego; y de ese modo
completa “un ciclo”.
tercera después de un profundo bombo al jardín derecho por Kayden Cross que le
permitió hacer un pisa y corre desde segunda.
Una mirada al marcador me dice que, si queremos ganar este juego, tenemos
que conseguir algunos imparables y poner corredores en las bases o de lo contrario
vamos a perder… de nuevo. Y, francamente, estoy harto de perder frente a los
Yankees.
Meyers perfora uno por el jardín central, haciendo que Bainbridge anote
fácilmente, y llegue a segunda, deteniéndose ahí. Bainbridge y yo intercambiamos
un choque de palmas después de que cruza el plato, e inclina su gorra hacia los
fanáticos, dándoles las gracias. He querido hablar con él acerca de los rumores que
el Bloguero ReBo sigue publicando, pero nunca es el momento correcto.
Personalmente, no quiero que se vaya. Él es mi mentor, alguien a quien respeto en
el equipo.
Cuanto más me acerco al plato, más se enfocan mis ojos en Daisy. El Bloguero
ReBo me pidió que comente si ella es o no mi novia y le di el mismo tuit estándar
“sin comentarios” en respuesta. Es una chica, y, definitivamente una amiga, así que
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el título tiene sentido, sin embargo, significa algo cuando pones esas palabras juntas
y las etiquetas. En los tiempos que corren es difícil saber si las mujeres quieren una
etiqueta, o si son demasiado independientes para algo así. Es también una
conversación incómoda de tener, y algo en lo que no soy bueno haciendo. Demonios,
solo pensar en sacar el tema con ella hace que mi mano se contraiga de los nervios.
Daisy esboza una sonrisa, pero se mantiene apartada halando su gorra hacia
abajo. El Bloguero ReBo publicó su nombre, arruinando efectivamente cualquier
privacidad que pensé que tendríamos, y haciendo de ella una especie de objetivo en
el juego. Si no lo hago bien, la gente le anda diciendo porquerías y eso me molesta.
Mi rendimiento en el juego no tiene nada que ver con ella, bueno tal vez un poco,
pero no mucho. En todo caso, ella me hace querer trabajar más duro para
impresionarla más. Es estúpido, lo sé. Debería querer trabajar duro para superarme
a mí mismo, no por una chica. Pero no puedo evitarlo. Una mirada a Daisy y tengo
las rodillas débiles y dispuesto a seguirla por todas partes como un cachorrito
perdido.
Después de hacer todos los ajustes humanamente posibles, doy un paso hasta
el plato y muestro mi bate. Con éste ladeado hacia atrás y listo, espero el primer
lanzamiento. Este lanzador se está tomando más tiempo del debido, y me está
cabreando. Mira de mí a Meyers, que está justo en segunda, esperando a ver lo que
voy a hacer, y de nuevo a mí antes de hacer el lanzamiento. Sé que estoy bateando
un cuadrangular con éste. Me ha enviado uno fácil justo en el centro. Doy un paso
hacia adelante, girando las caderas y los hombros a medida que mi bate viene
alrededor. El dulce sonido de la madera y la goma dura chocando tiene al estadio de
fanáticos de pie y fuera de sus asientos. Algún día quiero ser tan respetado que
pueda esperar a ver quién atrapa mi jonrón, pero este no es el momento. Dejo caer
el bate, viendo la pelota volar hacia las gradas antes de empezar a correr a primera
para comenzar mi viaje alrededor de las bases. Los fuegos artificiales estallan en el
jardín central, suena la música y mis compañeros de equipo están en el plato para
saludarme tan pronto como lo cruzo.
Le echo un vistazo rápido al marcador y veo que ahora solo estamos tres
carreras por debajo. Todavía nos quedan algunas entradas para anotar y evitar que
los Yankees hagan más carreras. Más choques de palmas se dan cuando entro a la
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caseta. La adrenalina está bombeando y me encuentro aplaudiendo ruidosamente
cuando nuestro bateador designado, Branch Singleton, camina hacia el plato. Todo
el mundo está de pie con sus banderas alentadoras volando por el aire, animando
tan fuerte como pueden sobre la música de Branch.
—¿Por qué no la mueves hacia el lado correcto? —Travis Kidd está parado en
las escaleras a mi lado, ladeando la cabeza en dirección a Daisy y sonriendo.
Sacudiendo la cabeza, escupo algunas de las semillas de girasol que he estado
chupando y sigo para inclinarme en la barandilla con los brazos recostados al borde.
—Tiene boletos de temporada y le gusta por allá.
—Pero si está detrás de ti, o con las otras esposas, puede comerse con los ojos
tu culo un poco más.
—Eres tan idiota.
—Solo digo —dice mientras escupe lo que sea que tiene en la boca.
—No quiero que las esposas la molesten. Sabes cuál esposa está buscando a
quien atacar en este momento y Daisy no necesita estar sometida a esa mierda,
además acabamos de empezar a salir juntos. No quiero espantarla.
La esposa de Bainbridge anda como loca, decidida a encontrar con quién se
ha estado acostando Steve a sus espaldas. Nos ha enviado mensajes a todos,
haciendo preguntas, pero la verdad es que, si él está haciendo algo así, ninguno de
nosotros sabe al respecto. No es que se lo diríamos tampoco. Hay solidaridad en
nuestra hermandad y eso le molesta, así que ha estado yendo tras las esposas.
Todos nos ponemos de pie cuando Singleton golpea la bola hacia el jardín.
Levantamos los brazos, pensando que se ha ido y gemimos cuando el jardinero
central salta y atrapa la pelota en el aire antes de que pase el muro.
—Mierda —murmuramos algunos mientras Singleton regresa a la caseta.
Está enojado y lanza su casco hacia la pared con una cadena de insultos saliendo de
su boca. Para empeorar las cosas, fue cambiado de los Yankees a Boston un par de
temporadas atrás y ha guardado rencor desde entonces. El intercambio no tenía
sentido, Branch es uno de los bateadores designados más consistentes en la liga, una
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vez que su nombre entró a la lista de intercambios, los equipos comenzaron una
guerra de ofertas. Incluso si no lo necesitaban, lo querían. Boston ni siquiera fue el
mejor postor, pero son el archirrival de los Yankees, y Branch quería echárselos en
cara. La mayor parte del tiempo lo hace.
Existen esos momentos, cuando tienes la ventaja y el jardinero hace una
atrapada increíble y apoyas a tu compañero de equipo por batear lo suficientemente
profundo que el jardinero tiene que trabajar para detener la carrera. Pero también
hay momentos en los que no hablas sobre el casi jonrón que hubiera puesto a tu
equipo dentro con dos carreras en lugar de tres abajo. Este es el momento en que
solo ignoras lo “que pudo haber sido” dejando que tu compañero de equipo se
preocupe.
Jasper Jacobson, nuestro receptor, es el próximo. Lanza el primer golpe y pega
un roletazo justo hacia el campo corto. Jacobson es rápido y tiene la capacidad de
vencer el lanzamiento a primera, pero no hoy. A continuación, el segunda base,
Bryce Mackenzie, camina hacia el plato. El público sigue siendo un poco ruidoso,
pero ha amainado considerablemente después de los dos últimos outs. Mackenzie
deja pasar los dos primeros lanzamientos sin siquiera pestañear. El tercer
lanzamiento es también una bola, dándome la esperanza de que el lanzador esté
cansado y tal vez lo podamos usar en la siguiente entrada, siempre y cuando su
alivio no llegue.
Mackenzie batea el siguiente lanzamiento y pienso que debe haber sido una
maldita bola de carne12 porque estaba por delante en la cuenta y ahora el jardinero
derecho está dando unos pasos para atrapar el elevado13. La entrada termina y
todavía estamos abajo por tres carreras. Tomamos nuestro tiempo en salir de la
caseta cuando la música comienza a reproducirse y la pantalla gigante se ilumina
con la Cámara del Beso. Me encantaría llevar a Daisy a un juego y conseguir aparecer
en la Cámara del Beso. Sin embargo, jamás sucederá, a menos que vayamos a un
juego de los Celtics, porque no hay manera en el infierno que vaya a estar fuera en
el gélido frío en Foxborough para ver a los Patriots. Chequear a los Bruins, por otro
lado, estaría en mi lista de cosas por hacer en Boston.
Después de hacer nuestros roletazos de calentamiento, el corazón de la
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alineación de los Yankees camina hasta el plato. Doy un paso atrás y me pongo en
posición. Mis ojos están fijos en su bate, observando cada maniobra que toma.
Empieza la rotación y el arma de madera viene alrededor, golpeando la pelota de
cuero blanco hacia mí. Me muevo en posición, listo para usar mi cuerpo como
escudo para detener la bola. Rebota fácilmente en mi mascotín14 y en un giro rápido,
la pelota entra y sale de mi guante, a mi mano y es lanzada con precisión hacia
primera base.
Es una entrada que se va por la vía del 1-2-315; de hecho, el resto del partido
es jugado de esa manera con nosotros perdiendo cinco a ocho y perdiendo otro juego
Meatball: Lanzamiento fácil de batear, usualmente por todo el medio del plato.
Elevado: Una pelota bateada que, sin golpear antes el campo, se eleva más allá del alcance de los
jugadores de la defensiva, siendo necesaria atraparla en su descenso.
14 Mascotín: Guante del cátcher o el inicialista, similar a un guante normal de béisbol excepto que en
la parte del dedo pulgar está separada de la otra parte de los dedos restantes. Guante de dos dedos.
15 Vía del 1-2-3: Entradas en la que un lanzador se enfrenta a tres bateadores y ninguno de esos
bateadores alcanza satisfactoriamente base. También llamado “Tres arriba, tres abajo”.
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13
como locales ante los Yankees. Esta pérdida nos pone incluso catorce a catorce, una
manera de mierda de iniciar el mes.
Nuestros zapatos resuenan mientras caminamos por el pasillo hacia los
vestidores. La prensa ya está ahí, esperando por entrevistas. El estado de ánimo es
apagado. No es solo el hecho que hemos perdimos, sino que nos hemos puesto desde
temprano en un agujero y los agujeros en las Grandes Ligas son difíciles de escalar
para salir.
—Ethan, ¿te importaría darnos algunas palabras? —¡Sí! Me encantaría hablar
de mi jonrón o los outs que hice, pero no se me permite, al menos no todavía. Quiero
hablar de lo bien que jugamos juntos como un equipo y cómo apoyo a nuestro
cuerpo de lanzadores. Sé que puedo responder a preguntas sencillas con respuestas
predeterminada.
Sonrío con mi normal media sonrisa, media mueca y saludo con la mano. El
entrenamiento de medios comienza mañana en la Universidad de Boston, con una
clase a las 10 a.m. Pensé en quejarme, pero significa que puedo ver a Daisy más
temprano y tal vez incluso almorzar con ella mientras estoy allí. Ese pensamiento
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solo me hace perder masculinidad. Debería ser al revés. Ella debería estarme
pidiendo tiempo, y sin embargo aquí estoy trazando cuándo puedo verla, comer con
ella y simplemente estar cerca. Me estoy convirtiendo en una chica.
Cuando estemos viajando, tomaré la clase vía transmisión en vivo. No es lo
ideal, pero quiero ser capaz de dar entrevistas y esto es lo que el DG cree que es
mejor. Solo tengo que tomar el curso durante dos semanas y dejar que la clase me
entreviste antes de que me permitan darle entrevistas a la prensa.
El ambiente en los vestidores es apagado. Nadie está hablando y el único
ruido es hecho por nosotros cuando nos desvestimos. Supongo que no hay mucho
que decir. Perdimos, una vez más y mañana tenemos que enfrentar a los Devil Rays
de Tampa Bay y los siguientes dos días, antes de tener un día libre y volar a Toronto.
—¿Tienes planes para esta noche? —pregunta Kidd, cuando se detiene junto
a mí con nada más que una toalla alrededor de su cintura, la que mantiene junta con
su pulgar y el dedo índice.
Niego con mi cabeza y me quito mi camisa, tirándola en el cubo de lavandería.
—Dormir.
—¿Con tu chica? —Mueve sus cejas y se aleja antes de que pueda darle un
puñetazo en el hombro.
—No. Tengo clase mañana. Pensé que sería mejor si me presento sin bolsas
debajo de mis ojos.
—Hombre, no puedo creer que Stone esté haciendo que tomes clases sobre
medios.
—Sí, bueno, cuando pones tu dirección en Twitter como un tonto, la gerencia
empieza a preguntarse lo jodidamente listo que eres. Claramente, soy un idiota.
—Tú lo dijiste, no yo —dice mientras golpea mi espalda—. ¿Qué vas a hacer
con tu chica en casa? —pregunta a medida que espera para dirigirse a las duchas.
—¿Qué quieres decir? —La verdad es que ni siquiera he pensado en Sarah
por unos días, especialmente después de mi épica cita con Daisy. Ella ha sido la única
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en mi mente y entre las llamadas telefónicas, los textos y verla por unos minutos
después del partido; es todo lo que he tenido tiempo para pensar.
—¿No tienes, algo así, como un acuerdo permanente para follar con ella?
Sus palabras hacen que me congele. Mi madre sabe sobre Daisy, pero estoy
seguro que Sarah no ha leído sobre ella o nos ha visto en Internet porque está
ocupada preparándose para ser médico. Sarah estará esperando pasar el rato. Ahora
estoy en una situación en la que no sé qué hacer. En otro momento, no me importaría
porque no he tenido una novia desde Sarah. ¿Llamo a Daisy mi novia? ¿Le doy esa
etiqueta?
Si se tratara de cualquier persona que no fuera Kidd haciéndome la pregunta,
la esquivaría, pero es mi mejor amigo.
—No lo sé —digo mientras me dirijo hacia las duchas, esperando que el agua
caliente me proporcione la respuesta a mi problema por venir.
Traducido por Otravaga
Corregido por Disv
Incluso después de un valiente esfuerzo por parte de Ethan Davenport y
Preston Meyers, los Renegados se quedaron cortos ante los Yankees, dejando caer
sus tres partidos en casa ante ellos con un acumulado de nueve a quince en el
renglón de carreras anotadas. No fue sino hasta el partido del domingo que los
Renegados fueron capaces de batear y salir del dominio de dos carreras en el que los
Yankees los tenían, subiendo a cinco en la pizarra.
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Branch Singleton trató de hacer que los Yankees paguen yendo a lo profundo
en cada turno al bate, pero las habilidades acrobáticas de los jardineros de los
Yankees demostraron ser demasiado para el juego de pelota larga de Singleton.
Mejor suerte la próxima vez.
Los Devil Rays de Tampa Bay están en la ciudad para tres partidos, seguidos
de un día de descanso.
El jueves, los Renegados estarán haciendo trabajos manuales con sus fanáticos
más pequeños en el Hospital Beth Israel. Lo sentimos fanáticos adultos, deben ser
menores de dieciocho y estar pateándole el culo al cáncer para ser parte de esto.
En el frente de la liga menor, ayer Cooper Bailey bateó un ciclo, allanando el
camino para conseguir un ascenso. Incluso si Bainbridge se queda, los directivos no
pueden permitirse el lujo de mantener a Bailey en las menores. Él estará exigiendo
un cambio en breve. El Director General Stone tiene que hacer un movimiento… y
pronto.
LA CRÓNICA:
Ethan Davenport se dirige al entrenamiento de medios. Supongo que ahora
sabemos por qué no ha dado ninguna entrevista ni antes ni después de los juegos.
Al parecer, una cara bonita solo sirve hasta cierto punto y el Sr. Davenport tendrá
que aprender cómo hablar, actuar y socializar en la televisión mientras toma dos
secciones, no cursos, en la Universidad de Boston… la misma escuela a la que asiste
su actual conquista del mes. ¿Me pregunto si compartirán el auto?
Todavía no hay ninguna palabra sobre por qué Cal Diamond ha sido visto en
la clínica de cáncer. Una vez que lo sepamos, los actualizaremos.
Bryce Mackenzie lo está haciendo oficial con su novia, la modelo convertida
en diseñadora, Gabby Nolan. Le soltó la pregunta hace dos semanas cuando ella
llegó a la ciudad y esta noche fue vista con un anillo de diamantes de corte princesa
de cuatro quilates en su dedo. Supongo que los rumores sobre ella y el jugador
profesional de tenis, Ralph Amato, son solo eso: ¡rumores!
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Los Bainbridge fueron vistos yendo a terapia de pareja. Según todos los
testigos, Steve parecía que no quería estar allí cuando fue atrapado por un fotógrafo
siendo arrastrado dentro del edificio por su esposa. ¡Ella tiene que aferrarse al
dinero!
El Bloguero ReBo.
CAPÍTULO 14
Traducido por Rihano
Corregido por Disv
En el primer año de carrera era ese estudiante ansioso que se inscribía en
clases a las ocho de la mañana porque pensé que sería mejor terminar mi día más
temprano, incluso después de mis entrenamientos a las seis de la mañana. Eso duró
exactamente una semana hasta que estuve arrastrando mi atontado culo de la cama
y apenas llegaba a la clase. “Siesta” se convirtió en mi palabra favorita de seis letras,
y una ducha se convirtió en algo que tenía que programar. En el segundo semestre
lo planeé un poco mejor, pero para el momento en que era un estudiante de segundo
año, me negué a tomar cualquier clase que comience antes de las once. Lo de las seis
de la mañana nunca se fue, pero esa siesta justo después de mi entrenamiento era la
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mejor parte de mi día.
Por las últimas semanas, he estado levantándome atípicamente temprano
para poder pasar tiempo con Daisy. Para el momento en que mi alarma suena, salto
de la cama, me ducho, afeito, visto y salgo con una maldita sonrisa en mi cara. Hoy
es diferente. Ahora, mientras mi alarma está zumbando, mi almohada está una vez
más siendo sostenida en mi cara por mi antebrazo, a medida que rezo para que el
ruido se detenga y pueda volver a dormirme. Incluso saber que estoy a punto de ver
a Daisy, el conocimiento no despierta mi cuerpo dormido. El hecho de que tengo
que ir a la escuela, un lugar del que ya me he graduado, me está manteniendo en
cama. La mera mención de clases y mi cuerpo está cansado y exhausto, aun cuando
conseguí dormir bastante la noche anterior.
Me doy la vuelta con un gemido y mi mano golpea el reloj, silenciándolo antes
de que haga que mis oídos sangren. Dejo escapar una tos y rápidamente me
convenzo de que tengo un resfriado y no hay manera posible de que pueda llegar a
clase. Sería injusto de mi parte infectar al cuerpo estudiantil con cualquier
enfermedad.
Alcanzando mi teléfono, me levanto sobre mis codos y le escribo un texto a
Daisy.
Estoy resfriado. No puedo ir a clase.
La burbuja de conversación aparece inmediatamente haciéndome sonreír. Sé
que ella no estaba esperando mi mensaje, pero el hecho de que dejó lo que estaba
haciendo para responder significa el mundo para mí.
Daisy Robinson: Bueno, eso es una lástima. Pensé que podíamos besarnos
detrás de uno de los dormitorios hoy.
Mis ojos saltan ante su mensaje de texto y por supuesto a mi feliz eje le gusta
la idea de besarme con ella, aunque no en público.
Me estoy sintiendo mejor.
Escribo en respuesta y lo envío antes de darme cuenta que solo estaba
engañándome. Soy lento para salir de la cama, y contemplo ir a clase pareciendo
como el estudiante universitario por excelencia. A nadie en verdad le importa. Las
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chicas buscan la desordenada apariencia de acabado-de-salir-de-cama en los chicos,
tanto como a los chicos les gusta la apariencia de acabo-de-ser-follada en una chica.
Cada paso que doy en mi camino al baño me tiene pensando en otra excusa
de por qué debería quedarme en casa. No sé por qué estoy siendo un bebé en cuanto
a tomar esta clase, es solo por dos semanas, dos horas al día… y la mitad del tiempo
voy a estar en carretera. Pero, voy a estar en el campus con Daisy y creo que eso es
lo que me está asustando. No quiero que se canse de mí porque estoy demasiado
cerca, o peor aún, actuar como si no nos estamos viendo el uno al otro para evitar el
escrutinio de la prensa, a pesar de que todo el mundo sabe que hemos estado
saliendo. El Bloguero ReBo hizo eso público por nosotros.
Mi cabello es un lío desordenado y parado de punta. Meto mis manos bajo el
agua y las paso por mi cabello, pero nada cambia. Es, sin duda, un día de gorra para
mí. Termino con el resto de mi necesaria mierda matutina en el baño antes de
deslizarme en unos pantalones de chándal, con una camiseta Nike y zapatos. Las
señoras de la oficina de recepción de los Renegados fueron lo suficientemente
amables para comprarme un par de útiles escolares los cuales recojo antes de
dirigirme hacia la puerta. Ni siquiera se me había pasado por mi cabeza necesitar
lápiz y papel.
El conducir hasta la Universidad toma más tiempo de lo que había planeado
y una vez que encuentro un lugar de estacionamiento que parece lo suficientemente
lejos para estar en otro país, estoy corriendo a clase con un mapa en la mano como
un estudiante perdido de primer año. “Alerta Oficial Nerd” debe estar destellando
sobre mi pecho en este momento. Entro en lo que espero sea mi clase, sin aliento y
con 100 ojos o más mirándome. Hay un claro reconocimiento de quién soy cuando
los ojos se ponen como platos, las bocas caen, los susurros se vuelven ansiosos y
empiezan los mensajes de texto.
—Sr. Davenport, me alegro que al final haya decidido venir —anuncia el
profesor tan amablemente, señalando que llego tarde. Asiento en su dirección y
tomo el primer asiento disponible, que resulta estar entre dos chicas, ambas morenas
y ambas observando cada uno de mis movimientos.
Ellas se inclinan hacia mí al unísono cuando me pongo cómodo y la de mi
derecha me entrega los papeles que necesito.
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—Gracias —murmuro, manteniendo mis ojos centrados en el profesor.
—De nada, Ethan —dice ella soñadoramente, lo que realmente me pone
incómodo. Estoy acostumbrado a este tipo de atención, pero algo en ella y su amiga
a mi izquierda parece extraño. No puedo descifrar por qué. Mañana, voy a tener que
llegar temprano para así poder elegir otro asiento y tal vez pagarles a unos tipos
para que se sienten a mi lado.
—Los medios sociales son una poderosa herramienta —comienza el
profesor—. Pueden ser utilizados para casi todo. Muchas personas anuncian sus
compromisos, el nacimiento de un hijo o cuando están en una relación. También
pueden ser utilizados para malas noticias, como cuando cambias un estado de
relación de “en una relación” a “es complicado”. La mayoría de ustedes no se dan
cuenta que no era tan complicado hasta que lo hicieron así en las redes sociales.
Él tiene un buen punto. Cuando Sarah y yo decidimos separarnos, ella cambió
su estado de relación de “en una relación” a “soltera” y sus amigos publicaron que
yo era un idiota, un imbécil, y que ella podía hacerlo mejor. Pasó horas
defendiéndome, diciendo que nuestra ruptura había sido mutua, y que todavía
éramos muy buenos amigos, solo que yendo en direcciones diferentes en la vida.
Nosotros, conjuntamente, habíamos decidido que sería mejor separarnos mientras
estábamos bien el uno con el otro en vez de pelear. No queríamos acabar odiándonos
mutuamente.
—Los medios sociales son también una vía para la consciencia, tal como un
accidente en la ruta por la que normalmente conduces, o para un evento de
recaudación de fondos. Lo que mucha gente no se da cuenta es que los medios de
comunicación y las redes sociales son la misma cosa con la única diferencia de ser
material en vivo. Por ejemplo: puedo ir a la televisión en vivo y dar una entrevista.
Alguien sentado en casa sin nada que hacer puede tomar pedazos de dicha
entrevista y unirlos creando algo nuevo y exactamente lo contrario de lo que
realmente dije durante mi entrevista en vivo y publicarlo en los medios sociales. Mi
entrevista ahora ha ido de los medios de comunicación a las redes sociales.
Lamentablemente, esto no se puede prevenir, pero lo que se puede hacer para evitar
que este tipo de cosas sucedan es que la gente utilice sus páginas en las redes sociales
122
para lo positivo. Dirigirlos hacia la entrevista correcta, incluso si no es la tuya.
Mientras miro a mi alrededor, todo el mundo está o bien escribiendo en sus
computadoras, o escribiendo notas a mano. No estoy haciendo nada, porque pensé
que esta clase iba a prepararme para lo que necesito decir a los medios de
comunicación, y lo que no debo publicar en las redes sociales. No me preocupo
porque las entrevistas vayan mal, esa mierda pasa todo el tiempo, es por eso que
estoy aquí. Los Renegados quieren evitar que diga algo que no conviene o que sea
etiquetado como un estúpido debido a los nervios.
Después de los primeros minutos, estoy andando por las nubes, sin
enfocarme en la clase mientras el profesor continúa hablando de las diferencias y
semejanzas de todas las formas de socialización. Puedo sentir mi teléfono vibrando
contra mi pierna, tentándome a sacarlo y ver lo que está pasando, pero conseguir ser
regañado de nuevo no está en lo alto de mi lista de prioridades. Ahora que estoy
aquí sentado, permanecer en la cama con esa tos falsa se está volviendo más y más
atractivo. Pensé que este tipo iba a enseñarme cómo dar una entrevista, algo que mi
universidad debería habernos enseñado. Supongo que podría decirle a Stone que no
quiero asistir y simplemente aceptar el hecho de que nunca tendré un momento
televisivo.
Debo haberme distraído porque la chica junto a mí me está tocando en el
hombro, diciéndome que recoja. Ella dice algo acerca de seguirla a ella y a su amiga
a la biblioteca para una tarea, y me imagino que mejor lo hago ya que no tengo la
menor idea de lo que acaba de ocurrir. Mantengo el paso detrás de ellas mientras
caminamos a través del ajetreado campus. En lugar de mirar alrededor al paisaje,
estoy buscando un par de ojos verdes familiares.
Realmente me gustaría que hubiera prestado atención a lo que el profesor
estaba diciendo porque no quiero unirme al club de tareas, o lo que sea que me tiene
siguiendo a estas dos chicas por las escaleras y hacia la biblioteca. Tengo que ser
mejor que esta primera presentación. En este momento, estoy mostrándoles a todos
en esa clase que no soy más que un deportista tonto.
Han pasado un par de años desde que he estado dentro de una biblioteca
universitaria, o cualquier biblioteca para el caso. He olvidado lo callado que está
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todo el mundo. Eso es a menos que seas Ethan Davenport y acabes de entrar y todo
el mundo se detenga, miren y saquen sus teléfonos para tomar una foto. Saludo con
la mano, y me separo de estas compañeras mías en busca de un rincón donde pueda
ocultarme. Mi plan es escribirle a Daisy y pedirle que venga a salvarme… solo que
no tengo que hacerlo porque la veo sentada en una de las computadoras. Camino
por detrás de ella, pensando que debería asustarla, pero lo pienso mejor. Estar en la
biblioteca donde estás obligado a estar tranquilo, y hacerla gritar de sorpresa podría
no ser lo mejor para ella. Lo último que quiero es que se meta en problemas.
—Hola, nena —le digo dejando que la expresión de cariño salga fácilmente
de mis labios. Mi llegada claramente la ha tomado con la guardia baja, ya que sucede
que veo lo que está en su pantalla antes de que torpemente cierre la ventana, y se me
cae el alma. Sé que las declaraciones no han sido hechas, pero había esperado que
ella me respete en lo que a ciertas cosas se refieren… siendo el Blog ReBo una de esas
cosas. Por la mirada en su cara, los ojos bajos y ninguna sonrisa, sabe que no estoy
feliz. Saco la silla a su lado y jalo la suya de modo que esté de cara a mí.
Su cabello está suelto, las puntas curvadas, y me encuentro jugando con un
mechón. Es suave y se curva alrededor de mi dedo como si perteneciera allí. En
contra de mi mejor juicio me inclino hacia delante y presiono mis labios con los
suyos.
—Por favor, no leas esa mierda —le ruego mientras mis labios pasan sobre
los de ella. Lo último que quiero es que lea al Bloguero ReBo y asuma que cualquier
cosa ahí es de fiar.
A pesar de que su cumpleaños fue el otro día, la he visto todas las noches
desde entonces. Después de los juegos ella me espera, cenamos y luego la llevo a
casa. Estaciono ilegalmente frente a su edificio y nos besamos como adolescentes
cachondos, empañando las ventanas de mi SUV. Hacía años que no había llegado a
primera o segunda base en un auto, pero maldita sea si esto no se siente bien. Todo
es mucho más emocionante y peligroso cuando estás tratando de bajarle a tu chica
sus pantalones con la mano, esperando que nadie llegue a caminar por ahí y vea lo
que estás haciendo. Y cuando ella se mueve hacia ti para ponerse a horcajadas en tu
asiento, presionando contra tu erección… sí, tu siguiente día libre no puede llegar lo
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suficientemente pronto, porque todo lo que quieres hacer es llevarla de regreso a tu
casa y estar profundamente dentro de ella.
Tenemos tres partidos más, hasta que salgamos en un viaje por carretera de
diez juegos, un viaje por carretera que va a incluir un viaje de vuelta a casa, donde
Kidd tan amablemente me recordó que mi ex está esperando y espera sexo. No he
encontrado el valor para decirle que he empezado a ver a alguien. No sé qué me lo
impide. Quizás se deba a que estoy esperando que Daisy me presente como su novio.
—Lo siento —dice ella, a medida que empuja sus dedos debajo de mi gorra
para poder jugar con mi cabello. Ella profundiza el beso con un movimiento de su
lengua contra mis labios y así sin más me estoy poniendo duro en un lugar donde
nada de esta mierda debería estar sucediendo.
—¿Quieres salir de aquí? —pregunto, tirando de ella conmigo mientras me
levanto. Ella asiente y estira una mano para apagar la computadora en la que estaba
trabajando. Toma mi mano mientras nos dirijo fuera del edificio y de vuelta a través
de los estudiantes, hacia el estacionamiento que se siente a millones de kilómetros
de aquí.
—¿Dónde estacionaste?
—En Nueva York —digo con sarcasmo, haciéndola reír.
Cuando finalmente llegamos a mi auto, han pasado al menos diez minutos.
La ayudo a entrar en el asiento del pasajero y me muevo hacia mi lado, tirando mi
cuaderno, sin ninguna nota, en el asiento trasero. Antes de que tenga la oportunidad
de arrancar el auto, ella está en mi regazo, atacándome. Se frota contra mí,
trayéndome de vuelta a la vida una vez más. Este no es el momento ni el lugar,
mientras sea de día y la gente pueda ver a través de mi ventana delantera. No puedo
imaginar qué imágenes estarán en toda la web cuando llegue a casa. Probablemente
esto va en contra de toda la capacitación sobre redes sociales que soporté hoy.
—Daisy —digo su nombre, tratando de ganar su atención mientras la aparto
un poco—. ¿Quieres regresar a mi casa? Tengo un par de horas hasta que tenga que
estar en el campo.
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No me importa si solo han pasado unas semanas desde que nos conocimos
oficialmente; el juego del gato-y-el-ratón de mirarnos fijamente el uno al otro
durante un año, ha sido como el juego previo sin tocar… ha sido un juego previo
mental.
Se lleva el labio inferior entre sus dientes y asiente. Mi próximo movimiento
es un borrón, y creo que pude haberla lanzado en su asiento de pura emoción de
finalmente lograr mi camino con ella. No puedo estar seguro porque soy un tipo, y
ella es jodidamente sexy y caliente, lo que es una combinación verdaderamente
peligrosa, pero ¿a quién le importa? Tengo un par de horas para matar con mi
ardiente chica y voy a usarlas en mi beneficio. El único problema es, que es la hora
del almuerzo en Boston así que el tráfico va a ser una mierda.
CAPITULO 15
Traducido por Roxywonderland
Corregido por Sabrinuchi
Maldito tráfico de Boston.
Hubiésemos estado mejor tomando el tren desde el campus a mi casa en lugar
de manejar. No estaba pensando de manera acertada y ahora estamos sentados en
una congestión de la distancia de un parachoques a parachoques debido a lo que
asumo es un accidente. En cualquier otra ciudad podría haber ido por las calles
laterales, pero son demasiado angostas y junto con los autos estacionados a cada
lado hacían un poco difícil maniobrar mi SUV. Así que nos sentamos aquí y
esperamos.
126
Paso mi mano por encima de la consola, tomo su mano y entrelazo sus dedos
con los míos. Mirándola, dejo que mis pensamientos corran desenfrenados. Su
sonrisa es suave, satisfecha y me pregunto para mis adentros si estoy haciendo todo
lo que puedo hacer en este corto período de tiempo para demostrarle cuánto me
gusta y que quiero pasar todo mi tiempo libre con ella. O solo ve esto como una
aventura casual porque la idea de dormir con ella, aunque está a la vanguardia en
mi mente, no es el fin que lo va a terminar todo. Odio que nos estemos apresurando
de regreso a mi casa para nuestra primera vez. No soy ni siquiera el hombre que
hace toda la cosa de la canción y baile, pero no quiero que se haga una impresión
equivocada. Ella es demasiado importante para mí.
Hay algo más que me está molestando… encontrarla mirando la página del
Bloguero ReBo en la biblioteca. Sabe que estaba listo para rendirme con incluso ser
su amigo cuando sacó a colación los rumores. Estúpido de mi parte, sí, pero no
necesito que esa mierda cuelgue sobre mi cabeza o ella cuestionando mis motivos
por lo que algún idiota que ni siquiera me conoce decide escribir sobre mí.
Atraigo su mano a mis labios y le doy un casto beso en el dorso. Sonríe y se
inclina para besar mi mejilla. Actuar así entre nosotros nos hace parecer legítimos,
pero no puedo estar seguro si ella se siente de esa manera, y no quiero ser patético
y preguntarle si quiere ser mi novia. ¿Incluso los hombres siguen haciendo esa
pregunta?
Mientras más esperamos en el tráfico, más frustrado me pongo. No puedo
superar la imagen de ella mirando esa página web y cerrando rápidamente la
ventana cuando me acerqué por detrás de ella de la nada. ¿Por qué hace eso cuando
sabe cuánto me molesta ese sitio?
Decido tomar la próxima salida y arriesgarme en las calles estrechas solo para
llegar más rápido a mi casa.
—¿A dónde vamos? —pregunta, su cabeza moviéndose de lado a lado
mientras pasamos por edificios y casas de piedra.
—Pensé que querías regresar a mi casa.
Rompe en una sonrisa y pregunta:
127
—¿Estás apurado?
Su pregunta me toma con la guardia baja porque si mi memoria me sirve
correctamente, saltó sobre mí tan pronto como nos subimos en el auto. Ella fue la
que empezó a montarme. Sé que le pregunté en la biblioteca si quería salir de allí,
pero hice eso porque no quería que ninguno de los dos se metiera en problemas. La
última cosa que necesito es que algún reporte comience a circular de que fui
atrapado besándome en la biblioteca mientras tomaba la clase de medios de
comunicación.
—Um… ¿por qué estabas mirando esa página web? —La pregunta sale de mi
boca antes de que incluso sepa lo que estoy diciendo.
Daisy pasa sus dedos a lo largo de mi nuca, tomándose tiempo para
responder. No sé si eso es algo malo o bueno, pero, de cualquier forma, no me gusta.
—Es parte de una tarea para mi clase.
—¿Qué clase? —Sé que sueno a la defensiva, pero no puedo evitarlo. El
Bloguero ReBo ha sido de todo excepto amable con mis compañeros de equipo y
conmigo. Una cosa es escribir sobre el juego, pero escribir chismes y rumores es una
cosa completamente diferente.
—Medios de Comunicación Deportiva. Es para un artículo de investigación
—dice y quiero creerle, pero de seguro sus profesores le pedirían sitios confiables y
no algún blog al azar que no está reportando los hechos.
—¿Qué hay de malo con ESPN o CBS Sports16?
En una rara ocasión en la ciudad de Boston, llego a un lugar de
estacionamiento que no requiere que me estacione en paralelo y lo tomo. Dejando
mi SUV en el lugar, me giro en mi asiento para enfrentarla. No puedo leer sus
expresiones porque no soy muy bueno con esta mierda de chicas.
—No entiendo por qué no te gusta el blog ReBo. Es divertido e informativo.
¿Está hablando en serio ahora?
128
—Es todo excepto eso, Daisy. Escribe rumores, información falsa y te margina
socialmente. Nada acerca de ese blog está bien.
—¿Estás enojado porque crees que el bloguero la tomó contigo?
—No, Daisy, no lo estoy —digo bruscamente—. Estoy enojado porque te pedí
que no mires esa mierda y cuando te vengo a sorprender, actúas como si te hubiera
atrapado haciendo algo malo. No es mucho pedir.
No sé lo que está pasando aquí, pero ahora estoy jodidamente enojado. Daisy
se gira y mira por la ventana, ignorándome. Sé que es estúpido el pelear por un blog,
pero la mierda que ese particular blog publica es un tema delicado para mí y ella lo
sabía. Pensé que era una petición bastante sencilla que no lo lea, pero aparentemente
estaba equivocado.
16
Canales de TV dedicados al deporte.
Cuando saca su celular y comienza a hacer lo que sea que jodidamente está
haciendo. Sé que la conversación terminó. Vuelvo a poner mi auto en la vía,
dirigiéndome a la carretera, y en lugar de ir a mi casa tomo el camino a su casa.
—No puedo creer que estés enojado —dice mientras giramos hacia su calle.
La verdad es, que tampoco yo puedo, pero lo estoy.
—Si ese blog no escribiera sobre el fallido matrimonio de mi amigo, o cuántas
veces ajusté mi entrepierna, puede que lo tomara en serio… pero mierda, Daisy, esas
no son jodidas noticias.
—Sí, bueno, a mis amigos y a mí nos gusta. Entonces, ¿qué importa si escriben
cuántas veces te rascas la nariz o el hecho que Bainbridge está engañando a su
esposa? Es noticia de interés para los fanáticos. Nos hace sentir como si los
conociéramos.
—¿Estás jodiendo conmigo? —Me detengo abruptamente frente a su
departamento, fallando en dejar mi auto en el estacionamiento—. Lo que sea que
esté sucediendo en la vida de Steve no es noticia y si se están divorciando
129
ciertamente no necesitan a algún incompetente bloguero escribiendo alguna mierda
inexacta que no es asunto de nadie. Dios, ¿por qué no puedes ver que está mal?
—Porque el periodismo apoya la libertad de expresión. —Sale de mi auto,
azotando la puerta antes que incluso pueda decir algo. Mi única respuesta es el
chillido de los neumáticos de mi auto los cuales espero escuche mientras me alejo de
la acera.
El único lugar al que puedo ir para tratar y sacar mi mente fuera de lo que
acaba de suceder es el estadio. Una vez estoy allí, me dirijo al gimnasio. Quiero
levantar pesas y golpear con todas mis fuerzas el saco que cuelga en una esquina,
pero estoy muy enojado y esa es una mala idea. No puedo permitirme desgarrarme
un músculo ahora mismo. Mi juego es la parte más importante de mí. Eso y mi
integridad, lo cual es algo que Daisy no parece entender.
Toda la cosa del “periodismo apoya la libertad de expresión” son patrañas.
También lo apoyaría si fuera la verdad y no algunos chismes inventados para agitar
las cosas. ¿Y de dónde obtiene su información el Bloggero ReBo? Tiene que ser
alguien de adentro que lo filtra porque ni siquiera nosotros sabíamos sobre
Bainbridge, su esposa y una potencial amante, hasta que leímos sobre ello en el
maldito blog. Los chicos hablan en los vestidores, hay un código de que lo dicho no
sale, y nada había sido dicho. Pero otra vez, si estuviese engañando a mi esposa,
probablemente no le diría a nadie. De cualquier manera, nadie puede guardar un
jodido secreto.
Me subo a la caminadora, me pongo mis audífonos y apretó el botón de
velocidad hasta que voy en una carrera constante. Mi lista de reproducción de heavy
metal estalla en mis oídos, bloqueando mis pensamientos de Daisy y la maldita
conversación que acabamos de tener. Nuestra sala de pesas se asoma sobre el campo
de juego, recordándonos por qué nos estamos rompiendo nuestros traseros aquí,
para que, de esa forma, podamos romper nuestros traseros allí afuera por los
fanáticos, la ciudad y nuestro equipo.
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Los cuidadores del campo están afuera, cortando el césped y arreglando
diminutos agujeros dentro del cuadro interno17. Cuando estaba en la universidad,
solía seguir a los cuidadores del campo para ver cómo hacían todo. Me fascinaba y
pensaba si no podía lograrlo en el béisbol conseguiría un título para hacer eso en su
lugar. De esa manera aun estaría con un equipo, en un estadio, siendo parte de la
atmósfera. Mi tutor pensó que era estúpido por pensar en ello y me sacó de aquella
idea. Terminé con el título estándar en comunicaciones, garantizándome un trabajo
en telecomunicaciones cuando me retire o todo se acabe.
Aun así, ver a esos tipos afuera, acostándose en el suelo asegurándose que
cada brizna de pasto es del mismo largo, asegurándose que el diseño de los
Renegados es perfecto y cepillando la tierra en la dirección apropiada, me asombra.
Todos los que trabajan para un equipo de béisbol se toman su trabajo en serio, desde
los puestos de comida, a los recuerdos, a los de lavandería. Es una operación de alta
17
Infield: área del terreno de juego que comprende el home, primera, segunda y tercera base. En
español, de acuerdo a los países, se le llama en ocasiones cuadro interior o cuadro interno.
eficiencia y si alguna vez hubo cualquier problema aquí, nosotros nunca lo
escuchamos.
La caminadora a mi lado se enciende. Miro para encontrar a Bainbridge
comenzando un lento trote. Aprieto el botón para bajar la velocidad y me saco mis
audífonos, pero dejo la música reproduciéndose. En lo que a mí respecta, es mi
mentor y me siento como una mierda por molestarlo con las estupideces que pesan
en mi mente, pero necesito ayuda.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Seguro, ¿qué pasa?
—Lo que pasa es que, ¿sabes que tengo un problema con ese blog? —Asiente,
así que continúo—. Bueno, he estado viendo a esta chica y le he pedido que no lo
mire.
—¿Por qué? —pregunta, sin perder el ritmo.
—En nuestra segunda cita, o encuentro, sacó a colación algo acerca de
131
rumores que escuchó y le dije que no todo lo que lee en línea es cierto y que, si tenía
preguntas, debería preguntar. Entonces, de alguna manera, el blog surgió en una
conversación y le pedí que no mire esa mierda. Hoy, cuando la sorprendí en la
universidad, estaba mirando la página web y cuando le pregunté por ello, se volvió
loca conmigo.
Bainbridge suspira y tengo la sensación que toqué un tema delicado.
—No te culpo, pero esa mierda es adictiva para ellos. Lisa ha enviado correos
electrónicos a ese bloguero antes acerca de la basura sobre nuestro matrimonio
incluso aunque le había pedido que no lo hiciera. Lo que sea que pase en nuestra
casa necesita quedarse allí; sabe eso, pero ama la atención.
—Daisy dice que todos los periodistas apoyan la libertad de expresión.
—La primera parte del blog es genial. Disfruto sus críticas de los juegos. Es
un verdadero fanático. Pero la parte de chismes, esa mierda no tiene lugar en el
béisbol y lo aleja del punto central del blog, al menos así es cómo lo siento.
Continuamos trotando por unos minutos sin hablar. Algunos de los otros
chicos llegaron y salieron del gimnasio para levantar pesas o dejarse caer en la sala
de masajes, dejándonos solos.
—Pienso que cualquier cosa que esté pasando con Daisy está efectivamente
terminado. —Decir esto en voz alta en realidad duele. De verdad me gusta, pero
necesito tener su respeto en lo que respecta a algo tan simple como no disculpar a
un blog que sabe me molesta. Todo parece tan insignificante ahora que lo pienso,
pero no puedo evitar lo que siento.
—Eres demasiado joven para estar de manos atadas, Davenport.
Bainbridge baja de la caminadora y aprieta el botón para detenerse. Me mira,
el dolor ocultando sus rasgos. Paro de correr así puedo darle mi total atención.
—Lisa era una fanática. La golpeé con una bola de faul en la universidad. Me
sentí mal y la llevé a cenar, y conectamos. Pero es insegura y enloquece si no le
respondo cuando llama o no la llamo de inmediato. Si me tomo lo que sea mayor a
cinco minutos, me estoy tirando a la secretaria, cajera o mesera. Dios me perdone si
132
me paro en medio de una cena y acepto una mierda porque me acusa de enviarle
mensajes a mi novia o mirando porno. Si trato de hacerle el amor, me acusa de tratar
de compensarla porque estoy teniendo un amorío. Francamente, no puedo aguantar
a mi esposa, aún menos una novia. Quiere mudarse a casa, de regreso a Indiana, no
la culpo. Se ha apartado de las otras esposas y novias, pero no estoy listo para dejar
de lado mi tiempo aquí en Boston. Amo estar aquí. Amo el equipo. Escuché los
rumores sobre Cooper Bailey y me asustan horriblemente. Es joven, tiene piernas
frescas y un brazo asesino. Pero no estoy listo para renunciar. —Envuelve su toalla
alrededor de su cuello y apaga su máquina—. Si fuera tú. Olvidaría a la chica. Eres
joven y las chicas están ansiosas por llegar a conocerte. Si pudiera hacerlo todo de
nuevo, no hubiera tenido una novia cuando comencé a jugar en las ligas mayores.
La única cosa de la que no me arrepiento son mis niños, honestamente, podría vivir
sin lo demás.
Bainbridge se aleja, dejándome anonadado. No se abre a menudo, pero
cuando lo hace lo deja salir todo. Siempre le pido consejo, pero el oírlo decir que
desearía nunca haberse casado con su esposa es un poco sorprendente. Ahora sé por
qué nunca nos la ha presentado y por qué si no asiste a los eventos solo, los cancela.
133
Traducido por Otravaga
Corregido por Sabrinuchi
¡Siento que mis súplicas han caído en oídos sordos!
Después de perder tres con los Yankees, los Renegados solo pudieron sacar
una victoria con los Devil Rays. Uno pensaría que jugando en Boston, los Renegados
tendrían la ventaja sobre un equipo que juega en los trópicos. Al parecer, uno no
debería asumir nada.
Los Renegados están empezando una gira de diez días que comienza en
Toronto y finaliza en Seattle (hogar de Ethan Davenport) con una parada en Oakland
en el camino.
134
Seattle es históricamente malo, a pesar de que la nueva administración está
tratando de reconstruir el equipo. Esperemos que Robinson Cano no esté llevando
su Juego Clase A mientras estamos en la ciudad, a pesar de que lo amamos por dejar
plantados a los Yankees en favor de los Marineros.
Los Renegados están yendo a la gira 15/16. Si tienen previsto llegar a la
postemporada, necesitan empezar a ganar. Sí, apenas es mayo, sin embargo, el reloj
está corriendo.
Nuestra cuenta de carreras ahora está 160/149. Para aquellos que llevan la
cuenta: anotamos seis carreras en los últimos tres partidos, renunciando a diez. ¡Es
justo al revés, Muchachos!
LA CRÓNICA:
¡Parece que el romance ha terminado para Davenport y su súper fanática! Las
fuentes dicen que ha estado saliendo del estadio él solo estos últimos juegos en lugar
de tener a su número uno del brazo. Esto me hace preguntarme, ¿por qué se acabó
tan rápido? Tal vez ella tiene algo por Cooper Bailey…
Los Renegados montaron un gran espectáculo para la Sección de Oncología
Infantil en el Beth Israel. Fuentes cercanas al equipo dijeron que los chicos tuvieron
su maquillaje hecho, las uñas pintadas y muchas selfies fueron tomadas.
Hadley Carter, la esposa del Director General Ryan Stone, recientemente
aceptó un premio MTV al mejor video musical. Felicidades, Sra. Carter, incluso si es
fanática de los Yankees. ¡Asco!
El Bloguero ReBo.
135
CAPÍTULO 16
Traducido por Adaly y Otravaga
Corregido por Sabrinuchi
Me encanta el béisbol. Me encantan las mujeres. Lo que no me encanta son las
mujeres y el béisbol juntos. Desde que Daisy y yo discutimos, mi juego ha sido un
asco. Mi promedio de bateo ha bajado, mi porcentaje de bases es casi inexistente y
cuando estoy golpeando la pelota, son fauls o estoy dejando caer mi hombro y son
bolas altas. Seis de los diez partidos como visitante terminamos con un record de
tres y tres. En esos juegos no conduje una sola carrera. Ni siquiera un sacrificio. Por
lo menos mi juego defensivo sigue intacto. No puedo imaginar cómo me sentiría si
estuviera cometiendo errores y defraudara a mi equipo por no estar presente en el
campo.
136
Mi cabeza está completamente alterada con pensamientos de Daisy. He sido
entrenado para bloquear este tipo de mierda, pero al parecer no está funcionando.
El juego debe ser la única cosa en mi mente. Incluso ahora, mientras camino por el
asfalto caliente hacia nuestro avión en el Aeropuerto Internacional de Oakland, me
pregunto qué demonios está haciendo ella. Y a medida que abordo el avión y veo a
los mismos asistentes de vuelo que he conocido desde que me uní al equipo, mis
pensamientos deberían ser sobre el juego de mañana, pero no lo son. Estoy
preguntándome estúpidamente por qué Daisy no ha llamado o enviado un mensaje
y necesito parar. Esto fue demasiado rápido, demasiado pronto para mí.
Nunca más volveré a permitir a una mujer consumir mis pensamientos
mientras estoy trabajando. Mi concentración de aquí en adelante únicamente estará
en el béisbol y en los lanzadores que estoy a punto de enfrentar; sobre los equipos
que necesitamos vencer para por lo menos ser un equipo comodín este otoño. Voy a
cerrar los ojos y visualizarme en el plato, balanceando mi bate para acabar con la
pelota. De aquí en adelante no habrá preocupación sobre cómo se siente alguien, o
si alguien me está mirando… y no más esfuerzo. No lo necesito.
Y ésta frustración reprimida, bueno para eso que está Sarah. Ella tiene la suya,
yo tengo la mía, y por ello nuestro acuerdo funciona. Debería haberlo sabido mejor
que follar con una buena cosa.
El vuelo de Oakland a Seattle es de menos dos horas y es apenas suficiente
tiempo para cualquier siesta. En cambio, Kidd y yo aprovechamos las bebidas gratis
y mantenemos a los asistentes de vuelo ocupados. No somos los únicos bebiendo,
simplemente dos de los más jóvenes, pero legal es legal.
Cuando aterrizamos me estaré dirigiendo hacia la casa de mis padres. Es un
lujo que tenemos derecho cuando visitamos nuestra ciudad natal. Mis padres viven
lo suficientemente cerca del Campo Safeco que está a solo diez minutos manejando.
El apartamento de Sarah está a quince minutos y si hago lo que quiero, pasaré tanto
tiempo como sea posible con ella. Es exactamente lo que necesito para superar este
mal sabor de boca.
—¿Estás seguro que no puedo convencerte de quedarte en el hotel?
—Nah, mi cama en casa está esperando por mí.
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Cuando eres soltero y viajas puedes tener un montón de diversión. Las
aficionadas saben en qué hoteles nos quedamos y la mayoría saben nuestros horarios
de llegada. Estaremos en la ciudad mucho antes de que el bar cierre y estarán
buscando acción.
—Mierda, ¿no te refieres a la cama de Sarah? —Kidd sacude su cabeza
mientras baja su bebida. Si no estuviera tan colgado con cierta fanática de béisbol
allá en Boston, habría hecho que Sarah me recoja esta noche, pero cuando mamá
llamó fue una solicitud automática. Si realmente quisiera, podría ir a la casa de Sarah
después de visitarlos, o ella podría ir a la casa de mis padres. Mamá podría no
entender, pero no cuestionaría la presencia de Sarah en nuestra casa.
Cuando la azafata regresa, trae nuevas bebidas para nosotros, además de un
surtido de aperitivos. Me muero de hambre, pero el vuelo corto hace la preparación
de comida un poco difícil. Estoy esperando que mamá tenga el refrigerador bien
surtido o al menos que haya cocinado una gran comida hoy.
—¿Tiene una hermana?
—¿Quién? —pregunto, apartando mis ojos de la ventana. A pesar de que está
oscuro afuera, sé que las vastas montañas de las Cascadas asoman por debajo de
nosotros.
—¿Tu novia?
Frunzo el ceño ante el término “novia”. Por un breve momento fui lo
suficientemente estúpido para pensar que tendría una novia, pero ese pensamiento
se ha ido hace mucho y una follamiga es más adecuada para mí.
—No es mi novia —digo, sacudiendo la cabeza. Termino rápidamente mi
bebida y entrego mi vaso vacío a la azafata que pasa por ahí.
—¿Cómo la llamas?
Me encojo de hombros.
—No lo sé, ¿mi ex? Sarah no tiene una etiqueta.
—Sabes que la mayoría de los chicos etiquetan eso “llama si quieres un buen
momento” y pusieron su nombre y número en la pared del baño. —Kidd está riendo
138
tan fuerte con su broma que despierta a Brainbridge, quien nos está frunciendo el
ceño ahora. Hago una mueca, haciéndole saber que lo siento, pero luce molesto y
probablemente nos gritara mañana en la sede del club.
—Sarah está completando su residencia en el hospital. No tiene tiempo para
conocer chicos, así que esto es conveniente para ella.
—¿Así que te usa por tu pito? —Ladea sus cejas hacia mí, tratando de
contener la risa, solo que no puede y termina resoplando y el alcohol sale disparado
por su nariz. Me desplomo, riendo, cuando Kidd se apresura a limpiar su desorden
mientras arma una cadena de malas palabras que pueden competir con Urban
Dictionary.
Recibimos las miradas de los otros chicos, pero un vistazo a Kidd y saben que
ha hecho algo estúpido. Es un comportamiento típico, especialmente cuando
viajamos. Es el alma de la fiesta. Tan pronto como ha terminado y el enrojecimiento
de su rostro se ha disipado, finalmente puedo responder a su pregunta.
—No. Es de beneficio mutuo. Me da lo que necesito sin alguien exigiendo un
anillo de diamantes, ella consigue lo que necesita sin preguntarse si su revolcón va
a llamar al día siguiente. Sabe que no llamaré y sé que no tiene ningún deseo de
casarse.
Temo el día que eso cambie. A menudo he pesando en por qué no ha tratado
de conocer a alguien nuevo o incluso alguien en su campo. Siempre está esperando
a que vaya a la ciudad, o volando a verme cuando consigue vacaciones. Aunque
sabe que he estado con otras mujeres desde ella, no parece molestarle en lo absoluto.
La primera vez que preguntó, pensé que se derrumbaría y comenzaría a llorar, pero
no lo hizo. Ahora que pienso en ello, en realidad encuentro eso un poco extraño.
Para el momento en que aterrizamos estoy luchando por desembarcar. Estoy
ansioso por ver a mis padres, mi hermana y mi sobrina, Shea. No sé quién va a estar
aquí para recogerme y honestamente no me importa porque saber que estoy en casa
139
es un gran calmante para el estrés.
Tan pronto como mis pies tocan los escalones, veo a mi padre saludando.
Luce como si estuviera charlando con los conductores de autobús que llevarán al
resto de mis compañeros de equipo y a todo nuestro equipamiento hasta el hotel en
que el equipo se está quedando. Cada bolsa que se comprobó cuando abordamos
será llevada hasta el hotel. Empaqué un equipaje de mano extra de modo que
pudiera quedarme con mis padres.
Los brazos de papá se envuelven alrededor de mis hombros con fuerza
mientras nos abrazamos.
—Estoy tan feliz de que estés en casa —dice, acariciando mi espalda. No tiene
idea de lo mucho que necesito este abrazo. No importa qué edad tengas, los abrazos
de tus padres son una necesidad.
—Yo también —le digo, regresando el sentimiento. Este es el único momento
en que me verán jugar a menos que vengan a Boston o asistan a un partido de
visitante en el camino. Si hubiese sido reclutado por un equipo de la Costa Oeste,
ellos me verían más. Sé que echan de menos el verme jugar, y la universidad los
malcrió con eso. Estar cerca significaba que estaban en la mayor parte de mis juegos.
—¿Mamá todavía está levantada? —pregunto, sabiendo que es tarde, y ella
se encarga de Shea durante el día, así mi hermana puede trabajar y no tener que
preocuparse por una guardería.
—Seguro que lo está. Sabes que ella se quedará esperando a que su bebito
regrese a casa. —Mi papá despeina mi cabello y sonríe. No importa la edad que
tenga, o cuál es mi profesión, siempre seré el bebito de mamá.
Todos los chicos vienen y saludan a mi papá, estrechándole la mano o
dándole un abrazo. El año pasado, mis padres vinieron a Boston y papá pasó el rato
en el campo conmigo. Los chicos lo trataron muy bien.
Mi papá mueve las manos a mis hombros, sacude la cabeza y me hala en otro
abrazo.
—Estoy tan orgulloso de ti.
140
—Gracias, papá.
Toma mi bolso y lo sigo hasta el auto. Es el mismo auto que teníamos cuando
estaba en la escuela secundaria. Traté de comprarles uno nuevo cuando firmé mi
contrato con los Renegados, pero tomaron el dinero y empezaron un fondo para la
universidad de Shea, algo que tenía la intención de hacer de todos modos. Mis
padres no aceptan nada de mí, y en cierto modo es agradable, pero también es un
dolor en el culo, ya que han hecho tanto por mí que quiero ayudarlos y asegurarme
que estén cómodos. No obstante, se niegan a dejar que los ayude.
El viaje a casa de mis padres tarda aproximadamente media hora. Seattle y
Boston no son tan diferentes cuando se les compara. Ambas son ciudades portuarias,
aunque en Boston se le llama “la Harbah”. Ambas tienen estas impresionantes zonas
costeras, junto con excelentes lugares para comer y comprar. Faneuil Hall y el
Mercado Quincy me recuerdan al Mercado Pike, salvo por el lanzamiento de
pescado. Y el clima es similar. Creo que es por eso que me encanta tanto Boston; se
siente como en casa y lo hizo desde el día que llegué.
No me doy cuenta que me he quedado dormido hasta que el auto se detiene.
—Lamento quedarme dormido —le digo a mi padre mientras voy y alcanzo
la manija. Tan pronto como salgo del auto y cierro la puerta oigo a mi madre chillar.
Sus brazos se arrojan alrededor de mí antes de tener la oportunidad de recobrarme
y caemos de espaldas contra el auto.
—Estás en casa —dice con dulzura en mi hombro.
—Lo estoy. Aunque, me gustaría que fuera por más tiempo. —Bajo a mi
mamá, y ella acuna mis mejillas.
—Prométeme que vendrás a casa este invierno.
—Lo prometo —le digo, diciéndolo en serio. Realmente no hay una razón
para que me quede en Boston durante el invierno. El servicio de limpieza que uso
puede comprobar mi casa, o puedo subarrendársela a alguien. Venir a casa me hará
algún bien.
—Vamos adentro. Shea está durmiendo en el sofá. Ha estado esperándote.
141
Shana está calentando tu plato.
—El único que falta es Mike. —Mi mamá frunce el ceño, dándose la vuelta
para entrar a la casa. Ella se preocupa por mi cuñado y sabe la cantidad de estrés
bajo el que está mi hermana cuando él no está. Cada vez que se va, Shana y Shea se
mudan con mis padres porque mamá no quiere que Shana esté sola. Mike es un gran
tipo y estoy orgulloso de él. Solo desearía que estuviera en casa para ver a mi sobrina
crecer; aunque no tengo mucho de qué hablar dado que yo tampoco estoy en casa.
Tan pronto como entro a la cocina, el olor a hogar me invade. Mi hermana
está detrás de la encimera, luciendo tan hermosa como siempre, con su cabello
oscuro amontonado en lo alto de la cabeza. Lleva una camiseta de Orgullosa Esposa
del Ejército y una vez que hacemos contacto visual, está corriendo hacia mí. La recojo
y la abrazo, diciéndole lo mucho que la he extrañado. No me importa si fue la
semana pasada o seis meses atrás cuando los vi por última vez, somos una familia
unida y estar apartado de ellos realmente apesta.
—Shea va a estar tan emocionada que su Titi esté en casa.
—No puedo esperar para llevarla al campo mañana. —Bajo a mi hermana y
le echo un vistazo. Parece haber envejecido desde la última vez que la vi, no es que
vaya a decirle eso. Los períodos de servicio de Mike deben estar afectándole—.
¿Cómo estás, Shana?
—Estoy bien. Me mantengo ocupada con el trabajo y Mike llama mucho.
—¿Cuándo va a volver a casa?
—Pronto —dice ella, asintiendo—. Será pronto. —Shana no dice nada más
sobre el tema y se aleja cuando el microondas pita.
—Tu bolso está en tu habitación —dice papá, volviendo desde el pasillo.
Estaba tan absorto en ver a mi hermana que ni siquiera supe que él había entrado en
la casa. Mirando alrededor de la cocina, nada ha cambiado y sin embargo todo
parece mucho más pequeño que la última vez que estuve aquí. Estoy tan
acostumbrado a mi diseño de espacio abierto y cómo todo es brillante en mi casa. La
cocina de mis padres es vieja y oscura. Los armarios tienen que ser de los años
setenta, y a pesar de que los electrodomésticos fueron reemplazados cuando estaba
142
en la secundaria, son anticuados ahora.
Desde donde estoy parado, puedo ver la sala de estar. La alfombra color
crema necesita ser reemplazada, a las paredes les vendría bien una nueva capa de
pintura y actualizar las cortinas. Sé que mis padres no van a permitirme comprarles
una casa nueva, pero nunca dijeron nada de una remodelación.
—Deberían dejarme remodelar su casa —digo mientras me siento. Mi
hermana pone un plato caliente de comida frente a mí, e inmediatamente empiezo a
comer, después de haber echado de menos el sabor de una comida casera. Se sienta
a mi izquierda con mamá a mi derecha y papá frente a mí. Sé que detestan cuando
trato de gastar dinero en ellos, pero es algo que puedo darme el lujo de hacer y
quiero hacer esto por ellos.
—No necesitamos tu dinero, Ethan —dice mamá, poniendo su mano en mi
antebrazo—. Vas a necesitarlo algún día.
—Mamá, si me gasto tanto dinero así en mi vida, algo está seriamente mal
conmigo.
—Tal vez deberían aceptarle la oferta —dice Shana. Le sonrío, en silencio
agradeciéndole por estar de mi parte.
—Traté de comprarles un auto, pero le dieron el dinero a Shea.
—Necesitaba un fondo para la universidad —replica mamá.
—¡Que yo habría provisto para ella! —contrarresto, poniendo mi tenedor en
el plato. Miro a mis padres, con la esperanza de transmitir que lo digo en serio—.
Ustedes se mataron trabajando para Shana y para mí. Tuvimos lo mejor de todo.
Déjenme hacer esto por ustedes. —Me vuelvo hacia mamá y le tomo la mano—. Sé
que tienes un tablero de Pinterest lleno de ideas para la casa. Permítanme hacer que
eso suceda.
—¿Cómo sabes de mi Pinterest? —No sé si está sorprendida de que yo sepa
lo que es Pinterest, o que sepa de su tablero.
—Shana me dijo. —Le guiño un ojo a ella, ganándome una rodada de ojos.
Pueden resistirse y tratar de hacerme cambiar de opinión, pero en el fondo saben
que puedo hacer esto por ellos y lo haré. Miro a mi hermana que está radiante—.
143
Puedes comenzar a hacer algunas llamadas.
Mamá deja escapar un gran chillido antes de cubrir su boca, con la esperanza
de no haber despertado a Shea.
CAPITULO 17
Traducción por Ximena Vergara
Corregido por Sabrinuchi
Dejo escapar un fuerte ronquido después de que Shea me da unas palmaditas
en las mejillas. Ella se ríe y ya no puedo fingir estar durmiendo. Rodando, la atrapo
y empiezo a hacerle cosquillas en los costados. Su risa es la mejor medicina y vale la
pena ser despertado por ella. Mi sobrina está usando una camiseta de los Renegados
de Boston e incluso sin darle la vuelta sé que dice Davenport en la espalda junto con
mi número.
Anoche, incluso mientras continuábamos con la planificación de la cocina, la
emoción de las voces de mamá y Shana no despertaron a Shea. Sé que era lo mejor,
pero la echo de menos y quiero pasar el mayor tiempo posible con ella. Lo que me
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salva es que voy a estar volando de regreso por mi cuenta ya que tenemos un día
libre después de terminar esta serie con los Marineros. Cuando hacemos esto,
corremos el riesgo de que los vuelos se retrasen, pero vale la pena. Necesito tiempo
con mi familia.
—Hola, Titi —dice ella, mientras se sienta sobre sus rodillas. La sonrisa llena
de dientes de Shea está rebosante de alegría y sus ojos azul celeste resplandecen. La
acerco a mí y la beso en la mejilla, pretendiendo comerme su oreja—. Nooooo,
mostro —grita a medida que ríe y trata de alejarme.
Mi puerta se abre y Shea se escabulle de prisa bajo mis cobijas para esconderse
de mamá.
—¿Has visto a Shea? —pregunta ella cuando se sienta en el borde de mi cama.
Niego con la cabeza.
—No, la última vez que la vi estaba durmiendo en el sofá.
Mi mamá suspira dramáticamente y Shea se acurruca a mi lado.
—Bueno, no sé qué voy a hacer Ethan. Quería llevar a Shea al parque hoy y
pensé que podríamos detenernos y conseguir un poco de helado, pero si ella está
perdida…
—¡Aquí estoy! —grita ella mientras lanza las cobijas lejos de ella. Mi madre
salta sorprendida y se tapa la boca, haciendo que Shea ría. Su cabello rubio es un
desastre, y tiene que usar las dos manos para apartarlo de su rostro.
—¡Oh Dios mío, abuelita pensó que te había perdido! —Mi mamá pretende
hacer pucheros, y eso claramente disgusta a Shea. Sin dudarlo, ella se arrastra a los
brazos de mamá, acariciándole su rostro y diciendo: “No, no, no, abuelita”. Creo que
Shea es una de las mejores cosas que nos han pasado, lo cual es decir mucho porque
tenemos una gran familia.
—¿A qué hora tienes que estar en el campo?
No sé por qué, pero miro el reloj que siempre ha estado en mi mesa de noche.
Incluso hoy en día, mi habitación es la misma con paredes azul marino, escritorio de
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roble y estantes que contienen todos mis trofeos. La última vez que estuve en casa
me ofrecí para limpiar, empacar mis cosas y ponerlas en el garaje, pero mis padres
dijeron que no. Dijeron que ésta siempre sería mi habitación. Con la de Shana
también pasó lo mismo, hasta que tuvo a Shea, y luego se convirtió rápidamente en
una guardería.
—A más tardar a las tres —digo sentándome, mi edredón cae exponiendo mi
pecho.
Shea se ríe y le dice a mi mamá en voz alta:
—Titi desnudito.
—Sí, lo está. Tal vez deberíamos salir para que Titi pueda vestirse. —Mamá
recoge a Shea, para su gran disgusto. Ella grita, perforando nuestros tímpanos y
estirándose hacia mí. Sin embargo, mamá es una profesional y no deja que la
pequeña rabieta de Shea le moleste.
—Saldré en un minuto —les digo a ambas. Tan pronto como mamá cierra la
puerta, estoy alcanzando mi teléfono. Sé que no debería importarme si ella ha
enviado un mensaje, pero lo hace. Cuando presiono la pantalla de inicio, solo el
nombre de Sarah aparece. Estará en el juego de esta noche, sentada detrás del plato
con mis padres, Shana y Shea. Y después del partido me voy a su casa para una fiesta
de pijamas estilo adulto donde ninguno de nosotros tiene que levantarse y volver a
casa en medio de la noche o preocuparse de ser interrumpido por una niña de tres
años de edad una vez que el sol se eleve.
Me ducho rápidamente antes de vestirme y dirigirme abajo para el desayuno.
Shea está sentada en la mesa, en su sillita alta, picoteando sus panqueques. Su
cabello, aunque todavía desordenado, ahora se está pegando a un lado de su rostro
con jarabe. Me siento a su lado, pero lo suficientemente lejos para que sus manos no
puedan tocarme, y me sirvo un plato de comida. Aparte de los panqueques, hay
huevos, tocino y croquetas de papa, que en la Costa Oeste son de tiritas de papas
cocidas juntas. Así es como prefiero mis croquetas de papa. No me gusta la forma
en que las cocinan en Nueva Inglaterra.
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Mamá tampoco cocina así siempre, y ahora mismo estoy muy agradecido. No
hay nada mejor para empezar el día que un desayuno casero.
—¿Cómo está tu amiga? —pregunta mamá, cuando se sienta a la mesa con
una taza de café. Lo sorbe con cautela antes de colocarla sobre la mesa. Pongo mi
tenedor en el plato y trago lo que tengo en la boca.
—No sé —le digo con honestidad—. Las cosas son difíciles, supongo.
—¿Qué quieres decir con supongo?
Me sirvo un poco de jugo de naranja y me tomo el vaso antes de rellenarlo.
—Me enojé con ella la semana pasada por leer uno de los blogs que siempre
está publicando chismes y rumores. Al principio, cuando ella y yo empezamos a
hablar, mencionó algunos de los rumores y estuve a la defensiva.
—Con razón —agrega mamá por añadidura.
—Stone me tiene asistiendo a una clase de medios de comunicación, que es
más como un capítulo en su libro de texto porque solo tengo que hacerlo por dos
semanas, pero está en el mismo campus donde ella asiste a clases. Pensé que la
sorprendería el primer día y cuando llegué a su mesa, estaba leyendo el blog.
Cuando más tarde le pregunté al respecto, se puso a la defensiva, diciendo que los
periodistas se mantenían unidos y empezó con aquello de la libertad de expresión.
—¿Eso es lo que está estudiando?
—Sí.
—Entonces decidió seguir el camino que muchos periodistas han labrado.
Todos abogan por proteger sus fuentes, su voz y sus derechos a la libertad de
expresión.
Me recuesto en la silla y jugueteo con mi tenedor.
—También apoyo la libertad de expresión, pero cuando se miente en su
nombre para vender un producto, en este caso un blog de alto tráfico que reporta
porquería, no puedo apoyar eso. También se lo he dicho así a ella.
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Mamá apoya sus manos juntas en la mesa, pero no dice nada. Incluso
mientras le cuento la historia, no estoy seguro de que tenga sentido. Todo lo que
salió mal no tenía que hacerlo. Pienso en llamarla, pero no estoy seguro que tenga
algo que decirle en este momento. Una vez que esta gira termine, la veré y
honestamente puedo decir que no sé si voy a hablar con ella. Esos pensamientos
realmente duelen. También duele que no se haya acercado a mí para pedir disculpas.
Demonios, tal vez soy yo el que tiene que humillarse.
—Creo que fue una petición justa.
—Eso pensé.
—Sin embargo, ¿ella te gusta?
Asiento y levanto mi tenedor. Odio admitir que me gusta Daisy, pero la
verdad es que sí. Me veía con ella en el futuro. Sin embargo, nada de eso importa
ahora.
—Tal vez se deja convencer —dice mamá mientras se levanta y comienza a
limpiar la mesa.
—Tal vez batearé el ciclo.
Mamá ríe, pero no me parece tan gracioso.
—Cosas más extrañas han sucedido, Ethan. A veces solo tienes que poner
todos tus huevos en la canasta y rogar que no se te caigan.
—Bueno, si lo hago puede que no me quede ningún huevo. ¿Eso no frustra el
propósito? —La miro inquisitivamente, deseando que me salga con una respuesta
ingeniosa.
—Cuando te paras en el plato, ¿qué estás haciendo?
Me rasco la cabeza, pensando en su pregunta.
—¿Batear? —digo con vacilación.
—Tomar un riesgo —dice ella—. No sabes si vas a caminar, conseguir un
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imparable, sacarla de faul, o ser golpeado por un lanzamiento, pero te paras ahí,
repetidamente, una y otra vez. A veces los riesgos valen la pena.
Mamá se levanta y comienza a limpiar la mesa. Cuando se estira para tomar
mi plato pongo mi mano sobre su muñeca y sacudo la cabeza. No he terminado de
comer. Me niego a permitir que arriesgue su vida por robarme la comida.
—Estoy entrando —grito, dándole a los muchachos el tiempo suficiente para
cubrirse antes de que lleve a Shea dentro de los vestidores. Esta no es una visita
sorpresa, para nada, pero necesito advertirles para asegurarme que sus bocas sucias
estén cerradas a cal y canto porque ella tiene tres años y repite todo.
Shea está en mis hombros cuando entro, teniendo que agacharme bajo la
entrada para que ella no se golpee la cabeza. Todos los muchachos la adoran y llegan
para chocar palmas con ella una vez que estamos dentro. Ella está por supuesto
ataviada con el traje completo de los ReBo a pesar de que está siendo criada como
una fanática de los Marineros. Sus piernas se mueven de ida y vuelta cuanta más
atención recibe y tan pronto como la pongo abajo, está corriendo en una veloz
carrera alrededor de la habitación. Los vestidores son grandes parques infantiles
para niños grandes en su mayor parte, pero incluso el más pequeño de los niños
puede divertirse aquí.
Cuando Shea corre junto a Branch Singleton, la alza en brazos y la hace girar
alrededor mientras hace ruidos de avión. Singleton tiene un hijo, pero nunca llega a
verlo. No conozco todos los detalles, pero el drama mamá y bebé fue demasiado, y
a él no le gusta hablar de ello. Sé que paga cantidades industriales en manutención
infantil y que su hijo vive en Phoenix, donde la madre se mudó después de que
naciera el bebé.
Dejo que los muchachos entretengan a Shea, aunque es probable que sea a la
inversa por la forma en que ella los tiene a todos metidos en su bolsillo, mientras me
preparo. Para tener tres años, es extrovertida y le encanta la atención. Shana y mis
padres se aseguran que experimente una gran cantidad de diferentes situaciones
sociales con el fin de enseñarle sobre el peligro de los extraños.
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Una vez que estoy vestido y listo, sostengo la mano de Shea a medida que
caminamos por el pasillo que conduce al campo. Ella usa tacos, como yo, solamente
que los de ella tienen picos de plástico y su diminuto guante de béisbol está
escondido bajo el brazo. El mío ya está en la caseta, esperándome.
Mi papá está esperando por nosotros en la parte superior de la caseta, ya que
va a estar manteniendo una estrecha vigilancia sobre Shea durante los
calentamientos. Él y Cal Diamond, nuestro mánager, se encuentran en una
exhaustiva conversación, pero él hace contacto visual conmigo brevemente cuando
Shea y yo subimos las escaleras y salimos al campo.
—La llevaré conmigo, si quieres ir a batear —dice Kidd, cuando se detiene
cerca de nosotros.
—Yo también —dice Bainbridge. Con ellos dos estando en el campo, ella tiene
menos posibilidades de lastimarse.
—¿Quieres ir con Steve y Travis al campo? —le pregunto, apuntando hacia
los jardines. Ella agarra mi mano un poco más fuerte y trata de moldearse a mi
pierna. Me imagino tener tres años y mirar alrededor del campo de béisbol. Este
lugar es enorme para un adulto, así que el tamaño debe ser abrumador para un niño
pequeño. Toma menos de un minuto hasta que ella decide que sí, que de hecho
quiere estar ahí afuera.
En una fotografía de un momento perfecto, mi sobrina está caminando mano
a mano con mi mejor amigo y mi mentor, y la gente que está aquí temprano está
disfrutando cada minuto de ello.
—Hola, Semental.
El sonido de la voz de Sarah viene detrás de mí. El apodo que me dio en la
escuela secundaria, se mantiene incluso hasta hoy. Cuando me volteo a verla, mi
mundo se desplaza sobre su eje. No sé qué estaba esperando, tal vez una bata blanca
con su cabello marrón oscuro en un moño para empezar. En cambio, soy honrado
con la presencia de la mujer de la que una vez estuve locamente enamorado usando
una versión de una camiseta de los ReBo que nunca antes he visto, mostrando sus
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curvas y su amplio escote. Me hace señas con su dedo y, como si me tuviera de una
cuerda, estoy caminando hacia ella.
—Hola, doctora —digo contemplándola—. Aunque, tengo que decir, que no
te pareces mucho a una doctora para mí ahora mismo.
Cuando Sarah sonríe, sus ojos castaños se iluminan. Ella es hermosa, siempre
lo ha sido. Y sería un tonto por alguna vez decirle lo contrario.
—Podemos jugar al doctor después —susurra ella en mi oído, enviando una
sacudida directo a mi polla.
—Lo espero con ansias. —Retrocedo lentamente, tratando de desnudarla con
los ojos. Sé lo que me espera. Demonios, la vi transformarse de niña a mujer mientras
acariciaba cada centímetro de su cuerpo. Ese es un claro beneficio de ser su novio
durante tanto tiempo.
Gruño antes de alejarme y ajustarme a mí mismo. Tan pronto como mi mano
toca mi suspensorio, cuento uno en mi cabeza. Me aseguraré de tuitearle al Bloguero
ReBo cuántas veces me ajusté la entrepierna esta noche para que su recuento
estadístico no esté distorsionado.
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CAPÍTULO 18
Traducido por Apolineah17
Corregido por Sabrinuchi
Nada me hace más feliz que una victoria. En realidad, eso puede no ser del
todo cierto porque la idea de echar un polvo me tiene jodidamente muy eufórico
ahora mismo. La victoria hace a nuestro director técnico feliz, y el hecho de que ésta
fue una victoria apretada, con un disparo tardío de dos carreras gracias a Branch,
pone una sonrisa comemierda en su rostro. Con las victorias consecutivas como
visitantes, es un aumento en la tabla de posiciones.
Mi rutina es diferente esta vez. No voy a quedarme en los vestidores ni me
voy a duchar. Entre más pronto llegue a la casa de Sarah, más pronto esta frustración
contenida será liberada. Ella hizo el juego casi insoportable hoy con sus ondeadas
152
de dedos tímidos, sus besos volados y sus crudos comentarios gritados sobre mi
trasero cuando estaba en el círculo de espera para batear. A pesar de que estaba
sentada junto a mis padres, no se contuvo. Mi hermana alienta el comportamiento
de Sarah y aunque Shana está felizmente casada no tiene reparos en piropear a mis
compañeros de equipo quienes, a su vez, le dan lo que ella llama los “ojos sensuales”.
No es un ningún secreto que todos tenemos revolcones o groupies en las
ciudades que visitamos. He conectado con mujeres al azar en diferentes ciudades,
pero Sarah es mi única constante. Mis padres saben de nuestro acuerdo, y si bien
pueden no aprobarlo, por lo menos saben de ella y la consideran parte de nuestra
familia.
Tan pronto como Diamond termina de felicitarnos por la victoria, estoy
quitándome el uniforme y lanzándolo al cesto de la ropa sucia. Mis tacos, guante y
todo lo demás que necesito se quedan en mi casillero asignado hasta que lo necesite
de nuevo mañana. Me pongo mi atuendo de día de juego: camisa de vestir y
pantalones, y les digo a los chicos que los veré más tarde. Kidd me muestra cuánta
diversión estoy a punto de tener cuando pone su puño en su boca y empuja la lengua
en su mejilla.
—Estás celoso —digo mientras agarro mi polla y le doy una buena sacudida.
—Asegúrate de envolver tu verga para que los jugos de tu polla no se
escurran.
Le saco el dedo a medida que salgo de los vestidores, riendo. Al final del
pasillo comienza el desfile de mujeres. La mayoría de ellas se cuelan alrededor, pero
solo unas pocas son lo suficientemente descaradas para pedir completamente que
pase el rato con ellas. Al principio, es un subidón de ego cuando te eligen… hasta
que recuerdas que ellas solo quieren decir que se follaron a un jugador de béisbol de
las Grandes Ligas y se toman una selfie como prueba. No tendré que preocuparme
por eso esta noche. A Sarah no le importa lo que hago como profesión, ella quiere
mi polla y voy a dársela.
El auto que tenía en la secundaria y en la universidad espera por mí en el
estacionamiento, junto con mi bolso de viaje. El olor a hogar me rodea mientras
153
navego mi camino al apartamento de Sarah. Está cerca del hospital para que así ella
pueda caminar al trabajo y no lejos del Campo Safeco. Hubo muchas veces en las
que Sarah y yo optamos por el espacio reducido del auto incluso cuando teníamos
una cama a nuestra disposición. No solo era la emoción de la posibilidad de ser
atrapados, sino también lo cerca que teníamos que estar, y lo creativos que teníamos
que volvernos con el fin de hacer las cosas funcionar.
Me detengo en la calle de Sarah y maniobro mi Toyota Camry en un ajustado
lugar de estacionamiento. El edificio de Sarah solía ser un edificio de oficinas hasta
que un gran desarrollador llegó y convirtió el espacio en apartamentos para
estudiantes. En su mayoría estudiantes de medicina viven aquí, pero encontrarás un
par de ingenieros y profesores también.
Estoy casi corriendo a la puerta principal, impaciente por llegar arriba. Tan
pronto como mi pie toca el primer escalón, el zumbido de la puerta suena y está el
sonido revelador de desbloqueo, indicando que puedo entrar. A pesar de todo lo
que ha pasado entre Sarah y yo, todavía tenemos este extraño sexto sentido que nos
indica que están sucediendo algunas cosas. Supongo que eso hace que nuestra
situación funcione tan bien. Ninguno de nosotros tiene ninguna expectativa, pero
ambos sabemos cuándo necesitamos rascar cierta picazón. El sexo, en general, es
genial, pero cuando estás con alguien que sabe cómo hacer que dejes ir todo, es diez
veces mejor.
Su puerta está abierta cuando doy la vuelta en la esquina de su piso. Algunos
podrían tomar esto como una señal de que a ella no le importa y está pasando las
formalidades, mientras que otros podrían tomarlo como una señal de que está
ansiosa y lista para hacer esto. No es ninguna para mí. Sarah es tan directa en todo
y simplemente hace las cosas más fáciles para mí. Tan pronto como me ve, sus ojos
se abren más. Estoy sucio, probablemente apesto y luzco como la mierda.
—¿Necesitas una ducha? —pregunta con una ceja levantada. Le doy una
sonrisa engreída y un guiño a cambio antes de dirigirme hacia su dormitorio, donde
está su único baño, y dejo caer mi bolso en su cama. Su apartamento es pequeño
pero acogedor. Después de graduarme, me alojé aquí por una semana hasta que
estuvimos a punto de matarnos el uno al otro; era un poco demasiado íntimo para
la comodidad en aquel entonces. Ahora, le doy la bienvenida. Desabotono mi
154
camisa, lanzándola sobre su cama cuando paso junto a ella y desabrocho mis
pantalones, dejándolos caer a mis tobillos antes de patearlos fuera, junto con mis
zapatos, en mi camino hacia el baño. Ella tenía que haber sabido que iba a dirigirme
directamente aquí ya que las toallas están sobre la encimera esperando por mí.
Abriendo el grifo de la ducha, termino de desvestirme antes de entrar y dejo
que el agua caliente caiga en mis músculos. Giro mis hombros y los flexiono debajo
del chorro, esperando que logren aflojarse. Salto ligeramente ante la sensación de
sus manos en mis costados, pero rápidamente me relajo con su toque. Ella
lentamente baja sus manos por mis caderas hasta que está acariciando mi polla. Mi
cabeza cae hacia atrás mientras mi mano me estabiliza contra la pared. Me estiro
hacia atrás con mi otra mano y agarro su culo, atrayéndola hacia mí a medida que
ella mordisquea mi espalda.
Ha pasado mucho tiempo desde que he tenido la atención de una mujer así y
me encuentro girándome, apartando su mano. Ella se ve confundida, pero disipo
cualquier pensamiento erróneo que tenga cuando la atraigo hacia mí, besándola
duro y rápido. Somos todo dientes hasta que encontramos nuestro ritmo familiar,
nuestras lenguas se deslizan una contra la otra y nuestras manos trazan caminos que
habían sido forjados por muchos años de estar juntos.
Sarah rompe nuestro beso, dejando que sus labios viajen desde mi cuello,
sobre mi pecho y se detienen en mi pezón erecto. Muerde con fuerza, tirando de él
hasta que estoy gimiendo. Mi polla salta, empujando contra ella, lista para estar
dentro de ella. Sarah me mira con una sonrisa diabólica antes de caer de rodillas.
—Oh, mierda —digo, agarrándome a un asidero de la puerta en la ducha para
estabilizarme. Ella levanta la mirada con sus insinuantes ojos marrones,
observándome mientras me toma en su boca. Me toma profundamente en su cálida
boca a medida que yo, poco a poco, empiezo a mecerme y sus dedos se clavan en mi
culo.
—Maldita sea, tu… —me detengo cuando ella tira hacia atrás y lentamente
me toma de nuevo, chupando y utilizando su mano para crear mucha y necesaria
fricción.
Cambia de método y empieza a lamerme desde la base hasta la punta y de
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regreso mientras sus manos trabajan para correrme. Sin embargo, quiero su boca en
mí. Quiero sentir la succión contra mi eje. Enredando mis dedos en su cabello, guio
su boca de nuevo a mi polla y ella ávidamente acepta lo que estoy ofreciendo.
Bombeo mis caderas, follando su bonita boca a medida que mi orgasmo se
construye.
—Jodido infierno, Daisy, tu boca.
Me quedo inmóvil, al igual que Sarah. El agua se vuelve hielo mientras me
quedo allí de pie en silencio y hay un golpeteo en mi cabeza. Ella evita el contacto
visual cuando se levanta y sale de la ducha, dejándome con mi demonio. La única
cosa en la que siempre hemos estado de acuerdo es que, si estábamos empezando a
ver a alguien, nos diríamos el uno al otro de modo que así no tuviéramos situaciones
incómodas como la que acaba de ocurrir.
Cierro el agua y salgo. El apartamento está en silencio, ni siquiera el sonido
de la televisión se escucha. Envolviéndome en una toalla, entro a su habitación y la
encuentro de pie junto a la ventana con su bata de baño puesta.
—Puedo explicarlo. —Es mi pobre intento de una disculpa a media. Debería
estar allí, detrás de ella, diciéndole cuánto lo siento por utilizar el nombre de otra
mujer mientras estaba haciendo exactamente lo que quería que hiciera.
—¿Quién es ella? —Sarah no se da la vuelta, dejándome incapaz de valorar
exactamente cómo se siente. Paso mi mano por mi cabello y suspiro. Dejando caer la
toalla, meto la mano en mi bolso y saco mis pantalones deportivos y una camiseta,
renunciando a la ropa interior. En este momento, solo quiero estar vestido, así
cuando ella me eche de una patada en el culo no voy a estar completamente desnudo
en medio del centro de Seattle.
—Es difícil de explicar —digo mientras trato de pensar en cómo describirle a
Daisy—. Nos conocimos el mes pasado, pero supongo que puedes decir que la he
estado viendo desde el año pasado. Ella posee un pase de temporada y medio nos
vemos entre sí durante los juegos.
—Eso no suena espeluznante en absoluto. —Sarah se gira y cuando la veo,
sus cejas están fruncidas.
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—Es totalmente una mierda espeluznante, pero no necesitabas señalarlo. —
Me siento y descanso los codos en mis rodillas, con mi cabello húmedo goteando
sobre mi camiseta. Sarah se acerca, tomando asiento a mi lado.
—Hay grupos de apoyo para personas como tú —dice, pero no puedo
averiguar si se está burlando de mí o está hablando en serio. Tengo la sensación de
que la parte de médico en ella cree que necesito ayuda mental. Quizás lo necesite.
—¿Tienes un número para que llame?
Ella niega con la cabeza y baja la mirada. He arruinado todo y no sé cómo
solucionarlo. Tomando su mano en la mía, giro mi cuerpo hacia ella y tiro de su
barbilla hacia arriba para que pueda mirarla a los ojos.
—Sarah, siento lo que acaba de pasar. No puedo explicarlo y entenderé si
nunca quieres hablarme de nuevo. Llamarte por el nombre de otra mujer va más allá
de lo inaceptable y nunca fue mi intención faltarte al respeto así.
Su rostro se suaviza, y se inclina hacia mí.
—Sé por qué lo hiciste.
Me rio.
—Estás en medicina del deporte, no en psicoterapia —le recuerdo.
—Estás enamorado.
Sus palabras hacen que la habitación gire y que mi corazón se detenga. Solo
he amado a una mujer, además de mi madre, mi hermana y mis abuelas… y esa
mujer era Sarah. Incluso en la secundaria sabía que estaba enamorado de Sarah, y
todavía, hasta el día de hoy haría cualquier cosa por ella.
—No lo estoy —respondo infantilmente.
—Ethan, justo ahora quiero darte un puñetazo en el estómago y tal vez
patearte en los genitales, pero sé lo mucho que valoras tu virilidad así que no voy a
hacer eso. Pero, vamos, hemos estado juntos durante años e incluso después de
terminar y que durmieras con otras personas, ni una sola vez me llamaste por el
nombre de otra mujer. No estoy exactamente feliz por ello, pero estoy dispuesta a
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conceder mi reinado sobre tu polla y dejar que otra mujer lo tenga, siempre y cuando
te admitas a ti mismo que estás enamorado.
Las palabras “no lo estoy” se repiten en mi cabeza, pero las retengo por miedo
a que ella pueda hacer valer su palabra y me golpee. Me lo merecería si eligiera
hacerlo, así que voy a sentarme aquí y voy a hacerme el tonto.
—No importa porque soy estúpido y las chicas son demasiado difíciles de
entender.
—¿Qué hiciste? —pregunta Sarah mientras se detiene frente a mí con los
brazos cruzados. Creo que su pie está golpeteando, pero estoy demasiado asustado
de romper el contacto visual para mirar en este momento.
—Enloquecí porque ella estaba leyendo un blog que le pedí que no leyera —
murmuro mi respuesta y me inclino hacia atrás, haciendo la brecha entre nosotros
aún mayor. Sarah es de estatura media, así que estoy calculando que la distancia
entre el alcance de su brazo y yo está a mi favor.
Ella pone los ojos en blanco y coloca las manos en sus caderas.
—Tienes razón, eres estúpido.
Lanzo mis manos hacia arriba y suspiro.
—¿Y qué si ella quiere leer un blog? Yo leo columnas de chismes todo el
tiempo. Es una manera fácil de relajarse y recordarte a ti mismo que tu actor o
músico favorito sigue siendo humano y en realidad no puede caminar sobre el agua
o asesinar impunemente.
—Me parecen tontos.
Sarah resopla.
—Es porque la gente escribe sobre ti. Madura, Ethan. ¿A quién le importa esa
mierda? Eres el soltero más codiciado de Boston, así que independientemente de lo
que hagas van a escribir sobre ti. Ya sea que ayudes a una anciana a cruzar la calle o
que patees al gato de tu vecino, ¡eres noticias! Sopórtalo, pastelito. Esto es lo que
querías.
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—Ugh —digo, lanzando mis manos hacia el aire de nuevo antes de dejarlas
caer otra vez sobre su cama. Ella se ríe desde algún lugar detrás de mí mientras
entierro mi rostro en su edredón. Deberíamos estar teniendo sexo en este momento.
Sarah es un buen pedazo de culo y sus hermosas tetas deberían estar rebotando en
mi rostro mientras me monta, pero no, estamos teniendo una charla de chicas y estoy
a punto de quedarme sin mi maldita masculinidad.
—Sarah —me quejo, sintiendo la cama hundirse junto a mí. Giro la cabeza y
no veo nada más que un muslo cremoso burlándose de mí por ser tan cobarde—.
¿Qué voy a hacer?
—Bueno, para empezar, no vas a conseguir sexo a menos que vayas al bar de
la esquina y encuentres a alguien a quien no le importe cómo la llames, y en segundo
lugar, empieza a pensar en un gran gesto porque tengo la sensación de que esta chica
vale la pena.
Ella tiene razón, vale la pena, pero ¿cómo sabe eso? ¿Cómo las mujeres tienen
todas las respuestas?
—¿Cómo?
—Nunca te he visto así, Ethan. Ella debe ser algo más si te tiene hecho nudos.
—Sarah pasa los dedos por mi cabello, calmándome—. Ven, vamos a dormir un
poco.
Me arrastro a mi lugar y empujo los cobertores con mis pies.
—¿A dónde vas? —pregunto cuando ella se levanta.
—Bob y yo tenemos una cita.
—¿Quién mierda es Bob? —pregunto, viendo rojo. ¿Cómo demonios podía
tener una cita sabiendo que iba a venir?
—Bob es mi consolador. Él es mi polla, siempre dura, siempre dispuesta.
Nunca me decepciona. No me hiciste correr, así que alguien… o algo… tiene que
hacerlo. —Con eso cierra la puerta del baño, dejándome en su dormitorio para
escucharla gimiendo jodidamente y diciéndole sí, sí, sí repetidamente mientras mi
lamentable excusa de polla se ríe de mí.
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CAPÍTULO 19
Traducido por Xhex y Mae
Corregido por Sabrinuchi
Muy al estilo de Sarah, arrojó algunas duras verdades sobre mí la otra noche,
recordándome lo estúpido que puedo ser. A pesar de que pasé la noche con ella, en
su cama, nunca nos tocamos y honestamente eso rompió mi corazón. Me golpeó
como una tonelada de ladrillos cuando finalmente concluimos que nuestra relación
había llegado a su final. Odio que mi último encuentro con ella fuera una rápida
mamada en la ducha donde la llame por el nombre de otra mujer. Ella se merecía
algo mejor de mí.
Sarah me dijo que necesitaba ser claro con Daisy cuando la viera y que no le
ocultara lo que pasó en Seattle. En realidad, no es una conversación que quiera tener
160
con Daisy, si es que ella me volvía a hablar alguna vez, porque en mi mente eso solo
solidificaba los rumores del blog.
Primero lo primero, tenía que hacer que Daisy me hable, y en estos momentos
eso no estaba pasando. Por mucho que me duela dejar Seattle un día antes, escojo
volar de regreso con el equipo después de nuestro último partido. Quiero usar el día
libre para ver a Daisy y disculparme.
La desventaja de regresar con el equipo significa que estoy obligado a asistir
a clases, a pesar de que esta es mi última semana. El profesor se va a extender y
extender sobre la importancia de una dicción limpia al hablar públicamente. Y está
en lo correcto, demasiados atletas carecen de dicción cuando hablan, muchas veces
dejan a la gente rascándose la cabeza ante lo que están diciendo. No debería
quejarme porque a ellos se les tiene permitido estar en televisión y a mí no.
Evidentemente, funciona para ellos.
Quizás esa es la clave de la vida: nunca hablar con claridad. Dejar a la gente
preguntándose qué estás diciendo, y que a menudo estén de acuerdo contigo porque
no quieren ser groseros y pedirte que lo repitas. Es algo que tal vez necesite intentar
cuando me reúna con Stone y hablemos sobre lo que he aprendido. De algún modo
no creo que él esté impresionado.
Tan pronto como la clase termina, estoy corriendo por el campus hacia la
biblioteca. Allí es donde la encontré la última vez, y espero que sea una criatura de
hábitos. Qué es lo que voy a decir, no tengo idea, pero espero que las palabras fluyan
una vez que la vea. Excepto que no, porque no está en el cubículo donde esperaba
encontrarla. Ahora está siendo ocupado por el Alegre Gigante Verde, a quien no
quiero tocarle el hombro para preguntarle si ha visto a Daisy.
Sintiéndome derrotado, empiezo el largo camino de regreso a mi auto,
sacando mi teléfono para enviarle un mensaje. Es uno de las dos o tres docenas de
mensajes que le he enviado desde que la cagué con Sarah y ninguno de ellos había
sido respondido. Una persona normal comenzaría a pensar que el objeto de sus
afectos ha caído enfermo o está en el hospital, pero desde que la he asechado hasta
el extremo y la he visto salir de su apartamento, sé que ese no es el caso. Maldigo los
estacionamientos en Boston porque cuando la veo, estaba buscando un lugar para
estacionar y no podía solo saltar de mi auto y perseguirla.
161
Tenía la esperanza de que pudiéramos ir por un almuerzo hoy…
Es un desesperado intento de llamar su atención y he fallado en decirle cuánto
lo lamento, porque como Sarah me ha dicho, necesito decirle esas palabras en
persona y no por un mensaje de texto. Odio cuando Sarah tiene razón, que es más a
menudo que no. Espero para ver si ella va a responder antes de guardar mi teléfono
y entrar a mi auto. Puedo ir a casa y practicar mi modo de hablar en público frente
al espejo o ir al estadio.
El estadio siempre sale ganando para mí. Es mi casa fuera de casa. Mi
serenidad.
Después de batirnos con los Marineros dos juegos a dos, seremos la sede para
los Rangers de Texas durante tres juegos antes de que los Angelinos de Los Ángeles
vengan a la ciudad, con su potente bateador, Albert Pujols, con ellos. Ese hombre
me asusta cuando va a batear y puede hacer que mi mano se contraiga como si no
hubiera un mañana. He atrapado unas cuantas de sus líneas rectas y he tenido que
ocultar el hecho de que mi palma estaba ardiendo por atrapar mal la bola. Sin
embargo, puedo decir que él lo sabía, por el modo en que me miró en su camino de
regreso a la caseta.
Tan pronto como entro a los vestidores, soy llamado a la oficina de Stone. La
caminata puede ser desalentadora, pero tengo mucho respeto por él y el hecho de
que seamos algo cercanos en edad, ayuda. Su secretaria no está en su escritorio
cuando llego, así que entro, golpeando el marco de su puerta.
—Ethan, entra. Toma asiento —dice mientras levanta la vista de sus papeles.
Hago lo que me dicen, enterrando mi mano bajo mi pierna para mantenerla
quieta.
—¿Te ha molestado la mano hoy? —Odio y me agrada que se dé cuenta. No
quiero que piense que va a afectar mi desempeño en el campo, pero eso me preocupa
tanto como a él.
—A veces me pone nervioso, señor. —Termino llamándolo “señor”, con la
esperanza de aliviar la tensión que está construyéndose.
162
—Solo estoy preocupado por ti, es todo —dice, cruzando las manos sobre el
escritorio—. ¿Cómo está yendo el tema con los medios?
—Está bien —le digo, honestamente—. He aprendido los pros y contras de
las redes sociales, el cómo las palabras pueden ser malinterpretadas, y cómo siempre
usar la dicción en mis palabras cuando doy una entrevista.
—Eso es bueno. He hablado con el profesor, y me asegura que te ha enseñado
todo del curso, así que esta noche después del juego puedes hablar con los medios
si preguntan por ti.
No puedo ocultar la sonrisa que está plasmada por toda mi cara. Me levanto
y estrecho su mano, eufórico de que él tenga suficiente fe en mí para no meter la
pata. Espero no hacer el tonto cuando se me dé la oportunidad y que haga algo esta
noche que sea noticia.
—Me enteré de tu proyecto secreto —dice Stone, haciendo que me siente de
nuevo.
Paso mi mano libre por mi cabello, tratando de descifrar si estoy en problemas
o no.
—Es bueno que lo hagas, ayudar de esa manera.
Asiento y le doy las gracias, esperando que lo que he hecho no cause malestar
o caiga en oídos sordos. Francamente, me quedé sin opciones. Stone me despide, no
sin antes decirme que los padres de su esposa estarán presentes esta noche. Por qué
sintió la necesidad de decir esto, no lo sé, pero le encanta aprovechar cada
oportunidad posible para recordarme con quién está casado y dónde se sientan.
Opto por no hacer ejercicio, pero empiezo a cambiarme para el juego. La
rutina es la misma: Calcetines, soporte, suspensorio, equipo protector y finalmente
mis pantalones, pero no mi jersey. Me lo pondré más adelante. Dejo mis ganchos
desatados y me siento en el taburete, esperando. Mis pensamientos regresan a lo que
dijo Stone, sobre la forma en que es bueno ayudar. No sé si lo que he hecho es algo
bueno o no, pero es lo único que se me ocurre para llamar la atención de Daisy. Si
funciona, le debo a las damas en la oficina principal, rosas y un día de mimos.
163
Los vestidores están abiertos para los medios de comunicación y me
encuentro sentado recto y orgulloso. Tan pronto como el reportero de NESN se
acerca a mí, sé que estoy listo.
—Ethan, ¿te importaría hablar? —Esa ha sido su pregunta estándar todos los
días desde que me uní al equipo. Asiento con entusiasmo como un maldito bufón.
—Excelente. Tu promedio de bateo es uno de los más altos de la liga y hay
rumores de que serás uno de los favoritos por el título de bateo. Esta es solo tu
segunda temporada, ¿estás superando tus expectativas personales?
¿Qué carajo es esto? ¿Por qué la formación de medios de comunicación no me
entrenó para responder este tipo de preguntas en lugar de preocuparse por mi
estado civil en Facebook?
Pretendo que hay algo fascinante en el suelo y me doblo a un lado para
recogerlo antes de contestar. Este movimiento astuto me da solo un segundo de
respiro antes de que el micrófono esté siendo lanzado en mi cara.
—Cada día que salgo ahí, es para ganar por Boston y mis compañeros de
equipo. —El reportero sonríe y me da las gracias por mi tiempo. Cierro los ojos y
mentalmente pateo mi culo por ser tan jodidamente estúpido cuando se trata de esta
mierda. Me dan ganas de llamar a mi entrenador universitario y exigirle que dé una
clase como esta.
Tan pronto como ha llegado el momento, estoy fuera de los vestidores, yendo
al campo. Me encuentro buscando a Daisy cada vez que puedo, solo para encontrar
su asiento vacío. Cuando empezamos a estirar en el jardín central, me coloco para
poder detectarla cuando comience a descender las escaleras. Mis niveles de acoso no
conocen límites en este momento y estoy avergonzado de mí mismo.
Para cuando la práctica de bateo ha terminado, todavía no está aquí, lo cual
es tarde para ella. Nos dirigimos de nuevo a los vestidores para cambiarnos y nos
encontramos con Diamond y los otros entrenadores para repasar el juego. Es difícil
predecir cómo saldrá un juego. Si el picheo es bueno, pero no el bateo, el juego
podría ser una batalla. Si acabamos con una noche de mierda en el picheo y bateos
rápidos: podríamos hacer las anotaciones correspondientes. Idealmente, quieres que
164
tu lanzador fuerte les gane el duelo a los suyos y dejar que los bateos sean los que
hablen. El chico al que nos enfrentamos esta noche me dio mi primer jonrón el año
pasado. Le di las gracias por firmar una pelota del juego dado que la que lancé a la
pared fue atrapada por un ventilador. Probablemente no fue muy agradable de mi
parte, pero necesitaba el recuerdo.
Volvemos a hacer un poco más de preparación e iniciamos la ceremonia
pomposa que se hace en todos los partidos. Cuando salgo, la música es un poco más
fuerte y los aficionados están llenando sus asientos. Mirando alrededor, veo a la
gente rellenar sus caras con perritos calientes, nachos y palomitas de maíz, con
cerveza como acompañamiento. Ha pasado tanto tiempo desde que he sido un
espectador en un juego. Extraño esos días.
Mis ojos finalmente aterrizan en el asiento de Daisy y, para mi sorpresa, está
vacío. Trato de no dejar que esto me moleste, pero lo hace. Meyers me da una
palmada en la espalda al pasar, recordándome que estar de pie como un idiota no
está haciendo ningún bien a nadie.
Tomo mi lugar en la pista y me quito la gorra. Se les instruye a todos que se
levanten para cantar nuestro Himno Nacional. Mantengo mis ojos enfocados en la
bandera mientras canto las palabras en mi cabeza. Para el momento en que el
cantante ha terminado, los fuegos artificiales se apagan, señalando el comienzo del
juego. Me aparto de donde Daisy normalmente se sienta, sin querer ver su asiento
aun vacío, y me dirijo al banco para agarrar mi guante.
Nos damos buena suerte y entonces todos le damos una palmadita a Hawk
Sinclair en el trasero a medida que avanzamos cerca de él. Está en la zona y no nos
presta atención. Una vez que tenga al primer bateador en su haber, se relajará.
Para cuando mis tacos tocan la franja de advertencia, miro a la izquierda. Mis
pies se detienen en su camino y se me detiene el corazón. Sentado en el asiento junto
a Daisy está su abuelo, y es mi gran gesto, como Sarah lo llama, lo que lo puso allí.
Después de que mis llamadas y mensajes hacia ella quedaran sin respuesta, tuve que
idear algo para hacerle saber que es importante para mí; así que hice arreglos para
que el personal de los Renegados hiciera lo que pudiera para llevar a su abuelo al
juego, y parece que tuvieron éxito.
165
Debería caminar hacia ella y saludar, pero no lo hago. Tengo que dejar que
todo se calme y ver si viene a mí. He extendido la rama de olivo, mierda, es un puto
árbol, y si quiere estar conmigo, la pelota está en su cancha ahora.
Traducido por Otravaga
Corregido por Sabrinuchi
Después de una dura semana y media en la carretera, los ReBo iniciaron una
serie de cinco juegos en casa con una victoria sobre los Rangers de Texas,
superándolos por una carrera.
El partido de esta noche fue para comerse las uñas; hasta la novena entrada,
cuando con dos outs, el campo corto, Easton Bennett, conectó un profundo jonrón
solitario por el centro, poniéndolo fuera del alcance de Delino DeShields.
Los bateos fueron decentes para los Rangers, quienes estuvieron liderando el
166
juego desde la primera entrada. Sin embargo, el sólido bateo de Branch Singleton y
de Ethan Davenport mantuvo a los ReBo en la cúspide la mayor parte de la noche.
¡Bienvenidos a casa, muchachos! Boston los extrañaba.
LA CRÓNICA:
Felicitaciones a Easton Bennett. No solo tuvo la jugada ganadora, sino que su
novia esporádica dio a luz hoy a un hijo. Ni una palabra por parte de los Bennett
sobre quién es el padre y considerando que Easton estaba ocupado jugando…
bueno, ustedes pueden llenar los espacios en blanco.
El Bloguero ReBo.
CAPÍTULO 20
Traducido por âmenoire
Corregido por Beatrix85
El agua ardiendo calienta los adoloridos músculos de mis hombros,
permitiéndome rotar mi brazo con facilidad y prevenir lesiones. Hubo un ligero frío
en el aire para el que no me preparé durante el partido de esta noche y me temo que
pueda terminar pagando por ello mañana cuando despierte.
Toda la noche vi al abuelo de Daisy observando el juego. Se podría decir por
la forma en que participaba entre las entradas que estaba en su elemento. Si se diera
la oportunidad, me gustaría sentarme con él y preguntarle si jugó cuando era más
joven. Algunas personas disfrutan el juego, pero los que crecieron jugando a la
pelota en las calles hasta que las farolas se encendían, aman el juego. Es un tipo
167
diferente de amor que aquel que uno tiene con un familiar o un amigo, es difícil de
explicar. Para mí, el juego lo es todo. En cuanto al abuelo de Daisy, bueno no estoy
seguro que alguna vez lo sabré.
Traer al abuelo de Daisy al juego fue idea de Sarah. Nos quedamos despiertos
casi toda la noche hablando de Daisy y cómo me siento. Pensé que sería extraño
discutir de la chica que quiero que sea mi novia con la chica que solía ser mi novia,
pero en realidad no lo fue. Sarah dijo que era necesario un gran gesto. Pensé que
enviar rosas a la universidad funcionaría. Ese pensamiento me valió una palmada
en el hombro desnudo mientras Sarah y yo yacíamos lado a lado en su cama,
completamente vestidos y sin tocarnos, después de que ella hubiera sido satisfecha
por Bob. Fue Sarah quien sugirió que el abuelo de Daisy venga al campo y si no fuera
por ella, esta noche no hubiera sucedido.
Durante el juego, la mascota para los Rangers le dio una bola y el escuadrón
ReBo se aseguró que él “atrape” una de las camisetas que ellos reparten. Las
camisetas son cursis y a menudo llena de promociones de los patrocinadores, pero
es la emoción de tener una aterrizando en tus manos lo que hace que valga la pena.
Cada vez que lo comprobaba, deliberadamente evité el contacto visual con Daisy.
No sabía qué esperar, así que pensé que era lo mejor si no nos mirábamos el uno al
otro. Podría haberla cabreado con este truco. Espero no haberlo hecho, pero al menos
fui capaz de ayudar a que su abuelo vea un partido, uno que ella probablemente no
sería capaz de conseguir que fuera. Estoy tentado a llamarla, pero realmente me
gustaría que ella dé el primer paso. Quiero escuchar su voz. No estoy buscando las
gracias. Solo busco que la puerta se abra de nuevo.
Cerrando el grifo, salgo de la ducha y alcanzo mi toalla. Suena el timbre
mientras la paso sobre mi cabello, tratando de secarlo tanto como sea posible. Me
maldigo por no secarlo totalmente mientras dejo una estela de agua detrás de mí,
pero estoy más preocupado por quién está en la puerta que por arruinar mi suelo.
Una rápida mirada al reloj me dice que son pasadas las once y media y sé que no
pedí comida a domicilio. Kidd amenazó con hacer una visita de “enfermera” y
visitarme esta noche y si realmente pidió una acompañante voy a colgarlo por las
bolas.
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Todo se mueve en cámara lenta a medida que abro la puerta y me paro
desnudo, a excepción de la toalla que se ciñe a mi cintura, mirando a Daisy. El suave
brillo de la luz de mi porche la hace parecer angelical y pacífica. Me mira, abriendo
y cerrando la boca como si estuviera insegura en cuanto a qué decir. Sé lo que es no
ser capaz de encontrar las palabras que necesitas para decir a alguien. Me tomó
mucho tiempo llegar a ella y una vez que empecé, me ignoró. Mi mano se frota
distraídamente sobre mi pecho, haciendo que su boca caiga abierta. No puedo evitar
la sonrisa que se forma, mientras me mira.
Es como si el tiempo se detiene cuando su mirada lentamente encuentra la
mía. No sé si es deseo u odio lo que veo. Sus puños se aprietan a sus costados, sus
hombros se cuadran y sus deliciosos labios están en una línea delgada haciéndome
querer tirarla sobre mi hombro y ponerla sobre mi cama para así poder abrirme
camino a través de ella. Mis pensamientos se desvían de nuevo a la noche de la cena
rotativa, ella desnuda y sobre mi cama. Su cuerpo responde a mi toque tan
fácilmente, abandonándose a la tentación que ambos sentíamos.
—Estoy condenadamente enojada contigo —exclama, interrumpiendo mi
recuerdo de la otra noche.
—¿Qué? —Es la respuesta más inteligible que puedo decir porque ahora estoy
muy distraído imaginándomela en posiciones muy comprometedoras lejos de mi
porche delantero.
—Tú —dice enojadamente mientras señala hacia mi pecho desnudo. Mi mano
se cubre el punto imaginario que apuñaló a medida que doy un paso atrás, lejos de
su daga—. Lo que hiciste…
Daisy mira hacia otro lado y suspira, sus hombros hundiéndose. Mi mano se
estira hacia ella, pero la aparto rápidamente. No es mía para tocarla en este
momento. Cuando encuentra mis ojos de nuevo, hay lágrimas sin derramar bailando
junto a sus verdes ojos.
—Daisy… —Mi voz se quiebra como si mi corazón estuviera rompiéndose.
No lo está, pero estoy tratando de demostrarle que me importa, que realmente soy el
chico bueno aquí, independientemente de lo que la gente publica sobre mí. Sí, me
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gustan las mujeres y el sexo, pero soy humano y soltero. No hago daño a nadie por
tener rollos de una sola noche. Las mujeres que selecciono no están buscando un
compromiso a largo plazo, ni les importa si llamo.
Llamé a Daisy. La perseguí. Quiero estar con ella.
Sacude su cabeza, llevando sus dedos a sus labios como si estuviera tratando
de mantener sus palabras atrapadas en el interior. Miro por encima de su hombro
para ver a una señora paseando a sus perros. Me da un ligero saludo, luciendo
insegura de sí misma, probablemente por la forma en que estoy vestido. Saludo de
vuelta, cuidando mantener mi mano en mi cadera donde estoy sosteniendo mi
toalla.
—Hoy, por primera vez desde que mi abuela murió, mi abuelo rio. Sonrió, se
comió un perrito caliente en el estadio y abucheó al equipo contrario. Fue capaz de
hacer todo esto gracias a ti y quiero saber por qué.
Mierda, ¿qué digo? ¿Es porque quiero hacerla sonreír o conseguir meterme
en sus pantalones? ¿Es porque todo lo que hago es pensar en ella? No estoy seguro
de poder decirle que la razón por la que lo hice fue para que hable conmigo; porque
eso es puramente egoísta y la intención del regalo no estaba destinado a ser de esa
manera.
—Lo hice porque ir a un partido parecía importante para él.
Antes de que pueda registrar lo que está pasando, Daisy tiene sus brazos
envueltos alrededor de mi cuello y su lengua profundamente dentro de mi boca.
Gime cuando empiezo a devolverle el beso. Mi toalla cae, dejando mi desnudo culo
para que todos mis vecinos lo vean. Busco a tientas la puerta y trato de quitarnos del
camino al mismo tiempo sin frotar mi cosa por toda su pierna. Pateo la puerta para
cerrarla y busco la cerradura a ciegas. Lo último que quiero es que alguien como
Kidd venga aun cuando es demasiado tarde para recibir visitas.
Acunando su culo en mis manos, jalo sus piernas alrededor de mi cintura y
nos llevo hacia mi habitación, dejando mi toalla en el suelo. Estoy siendo
presuntuoso, lo sé, pero no puedo evitarlo porque está trabajando mi boca como una
profesional, mientras sus manos agarran mi cabello. La pongo sobre el suelo y me
alejo, usando mi pulgar bajo su barbilla para traer sus ojos a los míos.
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—¿Quieres esto?
El sutil asentimiento que me da hace que mi polla endurezca.
—No podemos retractarnos una vez que hagamos esto. Tienes que estar
segura.
—Lo estoy —dice suavemente.
—¿Es porque llevé a tu abuelo al juego? —Este es mi miedo. No quiero que
piense que tiene que dormir conmigo para devolver el favor. No es la razón por la
cual lo hice. Solo quería la oportunidad de hablar con ella.
Daisy se para de modo que queda apretada contra mi pecho. Estoy tratando
de no pensar en lo jodidamente caliente que sería poner mi polla entre sus
montículos perfectos y follar su pecho. Sé que es mucho por pedir, pero un chico
puede fantasear.
—No, es porque quiero esto contigo. Siempre estás en mis pensamientos, en
mis sueños y pienso en tenerte dentro de mí. Por la noche, cuando estoy en la cama,
me toco, imaginando que son tus dedos moviéndose sobre mi cuerpo.
Sus dedos trazan los contornos de mis músculos, haciendo que mi piel se
endurezca. Estoy tratando de no dejar que sus palabras lleguen a mí, pero es inútil.
Mi corazón late más rápido y mis músculos se contraen cuando me toca. Mi piel está
en llamas, justo como cualquier otro momento en que su piel entra en contacto con
la mía. Mi garganta duele, a pesar de que no está irritada, pero la excitación es tanta
que hay una punzada allí manteniendo mi voz encerrada mientras mi polla tiene
mente propia y está lista, tratando de tener un poco de acción.
—Cuando dejo que mis dedos empujen dentro de mí, te imagino haciéndolo.
Pienso en ti siendo el que hace que ese calor se expanda a través de mi cuerpo.
Mi cabeza cae hacia atrás cuando su boca se engancha en mi pezón. Muerde
y gimo, agarrando sus hombros en reflejo.
—Estoy aquí porque quiero estarlo y esta noche me mostraste que he estado
171
equivocada sobre ti y nosotros. Estoy aquí si me quieres.
—Maldición, por supuesto que te quiero —le digo mientras jalo su camiseta
hacia arriba y sobre su cabeza. Con un movimiento de mis dedos pulgar e índice, su
sujetador está fuera. Sus pechos rozan contra mis abdominales y mi polla piensa que
la atención es toda para ella. Su piel me roza, pidiéndole que la toque.
Y cuando lo hace tengo que pensar en estadísticas de béisbol, así no me vengo
antes de conseguir la oportunidad de entrar en ella. Su pequeña mano se envuelve
alrededor de la base de mi polla y comienza a bombear lentamente.
—Dime si estoy haciendo esto mal.
—No hay nada mal cuando eres tú la que me está tocando —le digo,
asegurándole que soy una jodida masilla cuando se trata de sus manos y sus labios.
—Quiero hacerte sentir bien. —No tiene ni puta idea de que las imágenes que
ha puesto en mi mente me harán sentir bien para el futuro. Sabiendo que se toca a sí
misma y quiere que sea yo, acaricia mi maldito ego como si no hubiera un mañana.
Cuando sus dedos la hacen venirse, estaba deseando fuera yo haciéndole eso.
Esta noche, haré sus fantasías realidad.
—Mierda, Daisy, solo que estés aquí me hace sentir bien.
Colocando mis labios sobre los de ella, le doy un muy largo beso. Uno que
espero enrosque los dedos de sus pies y debilite sus rodillas. Mi lengua se sumerge
en su boca, lenta y lánguidamente, estableciendo un ritmo dulce y constante. Mi
mano acuna su mejilla, mientras que la otra masajea su pecho. Nuestros labios se
mueven uno contra el otro a medida que nuestras lenguas se reúnen al unísono. El
calor en mi interior comienza a construirse mientras acerco su calidez hacia mi
cuerpo.
Las manos de Daisy deambulan sobre mi cuerpo, desde mi cabello, a mis
mejillas, mi pecho y finalmente descansando una sobre mi polla, devolviendo la
atención que ella me estaba dando hace unos momentos. Por mucho que quiero que
continúe, la quiero desnuda y acostada sobre mi cama. Dejándome caer a mis
172
rodillas, beso a lo largo de la cintura de sus pantalones cortos antes de
desabrocharlos y arrastrarlos hacia abajo por sus piernas. Sale de ellos, colocando
sus manos sobre mis hombros para mantener el equilibrio. Quito cada una de sus
sandalias y las lanzo a un montón cerca de donde tiré sus pantaloncillos cortos.
Mordisqueo la piel cerca de su ropa interior antes de enganchar mis dedos en
los lados para hacerlos bajar por sus piernas. Cuando levanta la pierna para salir,
engancho su pierna por encima de mi hombro.
—¿Puedo besarte aquí? —pregunto mientras corro mi dedo sobre su clítoris
y dentro del abismo que sin duda será mi muerte. Su cabeza cae hacia atrás a medida
que bombeo dentro y fuera de ella. No contesta y tal vez eso debería ser señal
suficiente de que quiere mi boca sobre ella. Si los gemidos que vienen de ella o el
movimiento de sus caderas mientras se frota contra mi mano es una indicación, no
creo que le importe.
La levanto, poniendo su otra pierna sobre mi hombro así su coño está justo
donde lo necesito. No espero mientras me sumerjo de pleno. Lamiendo entre sus
labios y hasta su clítoris, chupo gentilmente antes de hacerlo de nuevo. Daisy agarra
mi cabello, tirando puñados que duelen como un hijo de puta, pero me encanta. Le
doy la bienvenida. Para el momento que mi lengua se hunde en su coño, me pierdo.
Cargándola hacia mi cama, la bajo cuidadosamente. Rebota y todo lo que hace
es darme más de su dulce sabor. Palmeo mi polla para aliviar un poco la tensión y
silenciosamente le digo que se calme, ya que pronto tendrá su momento.
—Podría hacer esto todos los días —digo contra su piel mientras inserto dos
dedos en ella. Está apretada y temo que vaya a lastimarla.
—Esto… esto… —Sus caderas comienzan a mecerse y sus manos se clavan en
la manta. Manteniendo mis dedos bombeando chupo su clítoris, observando su
cuerpo ser llevado a un frenesí esta vez por mí y no por sí misma.
Por mucho que me duela, me alejo de ella y me dirijo hacia mi mesa de noche,
abriendo el cajón y agarrando un condón. Una mirada hacia ella y estoy en la parte
superior, boca a boca, pecho a pecho con mi polla anidada entre nosotros. Mi mano
baja por su torso, sobre su pecho hasta que mi boca puede seguir. Sus pezones
173
sobresalen y muerdo suavemente, jalando uno en mi boca. Su espalda se arquea,
empujando sus pechos en mi cara.
—Ethan…
—¿Sí, nena?
Me recuesto y separo sus rodillas, extendiéndola delante de mí. Incluso mi
gran cuerpo va a estirarla y lastimarla. Corriendo mi dedo por su apertura, se sonroja
y se torna ansiosa mientras empuja sus caderas hacia mí. Desgarrando el paquete de
condones para abrirlo, saco la goma que va a mantenernos seguros, aunque espero
el día en que pueda sentirla sin nada.
Al momento en que agarro mi polla, siseo. Estoy sensible y palpitante. Nunca
quito mis ojos de Daisy mientras ruedo el condón por encima. Quiero ver sus ojos.
Quiero el reconocimiento en su rostro de lo que estamos a punto de hacer. Mi mano
se arrastra hasta su cadera, agarrándola ligeramente.
—Iré lento.
—No tengo miedo —me dice con confianza.
Centrándome, me empujo en su interior, alejándome rápidamente.
—¿Estás bien?
Asiente y empuja sus caderas, pidiendo más.
—Mierda, vas a matarme esta noche.
Y, probablemente, la noche siguiente también; tengo la sensación de que
Daisy va a destruirme.
—Ethan, por favor —me ruega. El deseo está ahí en su voz. Quiere esto tanto
como yo y voy a dárselo.
Avanzando poco a poco, preparo mi polla y empujo lentamente en ella. Sus
piernas se empiezan a cerrar y sus ojos se abren.
—Lo siento —digo, inclinándome y besando sus lágrimas para limpiarlas—.
¿Quieres que me detenga?
174
—No, quiero esto —dice, cerrando los ojos.
—Mírame, Daisy. —Sus ojos verdes brillan, sus párpados casi cerrados
mientras me muevo más dentro en ella. Por cada medio centímetro, me salgo y
empiezo de nuevo, ayudando a que su cuerpo se adapte. Para cuando estoy
totalmente envainado, estoy a punto de perder el control. Está tan jodidamente
estrecha que está apretando mi polla con ferocidad. Saliendo completamente, entro
en ella de nuevo, esta vez un poco más rápido.
Pasando sobre ella, la beso profundamente; tragando sus dulces gemidos
mientras sus uñas se clavan en mi espalda. Solo toma un par de embestidas hasta
que está en ello, trayendo sus caderas a encontrarse con las mías. Estoy jodidamente
ebrio de ella y me siento delirante. Sé que una vez no será suficiente. Rozo mis labios
contra los suyos a medida que encontramos un ritmo que funciona para nosotros.
—Míranos —le digo mientras me recargo en mis caderas y jalo las suyas para
encontrarse con mis embestidas.
—He tenido sueños sobre esto. —Mi pulgar roza contra su clítoris con la
esperanza de darle un orgasmo, aunque sé que es poco probable porque es su
primera vez, pero eso no detiene que sus paredes me aprieten incluso más fuerte.
Gimo y me muevo más rápido, cayendo encima de ella. Mis caderas empujan
a medida que capturo su boca y me vacío en el condón. Tiro un par de veces más a
consecuencia de las réplicas al finalmente conseguir la liberación que he estado
esperando.
Girándome, me salgo y la llevo a mis brazos. Sé lo que acaba de pasar y trato
de no asustarla quitando el condón y arrojándolo sobre el piso de mi dormitorio.
Beso su frente sudorosa y corro mis dedos suavemente sobre su brazo.
—Creo que estarás adolorida. —Solo estoy suponiendo. No tengo el hábito
de quitar virginidades, así que no estoy del todo seguro.
—Valdrá la pena.
Moviéndome a mi costado, ajusto la forma en que estamos acostados. Empujo
unos mechones detrás de su oreja y la beso.
175
—¿Podemos hacerlo de nuevo? —pregunta cuando me alejo. Una sonrisa
comemierda toma el control de mi rostro mientras asiento como el ansioso tipo
cachondo que soy.
—Tengo la sensación de que nunca te diré que no, Daisy. —Agarrando sus
caderas, la empujo encima de mí, acomodándola justo sobre mi semierección. La
pequeña pícara se frota sobre mi polla, despertándola. Tengo la sensación de que
esta será una larga noche, un hecho al que le doy la bienvenida de todo corazón.
CAPÍTULO 21
Traducido por âmenoire
Corregido por Beatrix85
Es después de la una de la tarde cuando por fin salgo de la cama y flexiono
mis adoloridos músculos. Tan pronto como mis pies tocan el suelo, los recuerdos de
la noche anterior y esta mañana vienen corriendo de vuelta. La ropa de Daisy está
esparcida por toda mi habitación. Pensé que había puesto la mayoría de ella en el
mismo lugar, al parecer no. La cama se mueve detrás de mí y pequeñas manos se
envuelven alrededor de mi cintura.
—Creo que faltaste a la escuela —le digo mientras entrelazo mis dedos con
los suyos.
176
—Tengo los finales esta semana así que mi horario es esporádico.
Me doy vuelta y la enfrento. Sus hermosos pechos, marcados con pequeños
moretones de donde mis dedos se clavaron en ellos, están a plena vista. A pesar de
que todo esto es nuevo para ella, la animé a montarme y lo hizo, viniéndose por
encima de mi polla por primera vez. Fue un glorioso espectáculo ver sus pechos
cuando rebotaban de arriba abajo mientras tomaba mi polla dentro de ella. Por
supuesto, verla dejar ir sus inhibiciones fue la cosa más sexy que he atestiguado
alguna vez. El sexo es de lejos la experiencia más natural por la que pasa nuestro
cuerpo. Nadie necesita lecciones si escuchas lo que tu cuerpo quiere y liberas tu
mente.
Acostándonos de regreso, uso su cadera como mi almohada y froto mis dedos
a lo largo de su estómago desnudo. Ella enreda sus dedos a través de mi cabello, que
está necesitando un corte. No decimos ni una palabra, solo simples toques. Debería
ser la chica en que me he convertido y preguntarle lo que significa todo esto.
Seguramente, para ella, considerando lo que acaba de darme, significa que estamos
juntos. Aunque no quiero suponer, o resultar demasiado ansioso. De nuevo con las
etiquetas y la marca que la sociedad requiere que cumplas. Por lo que sé, Daisy solo
quiere ser y no tener que contestar si es o no mi novia. En lo que a mí respecta, lo es.
—Tengo que alistarme. —Es día de juego y por primera vez en mi vida me
gustaría no tener que jugar hoy. Me encantaría volver a meterme en la cama junto a
ella y hacer el amor con ella durante todo el día, descansando solo para comer, lo
que significaría que estaría caminando alrededor de mi casa desnuda. Suena como
un buen día para mí.
—Gracias —dice dulcemente, provocándome algo de confusión.
—¿Por qué me agradeces?
—Porque no cerraste la puerta en mi cara cuando tenías todo el derecho a
hacerlo y por lo que hiciste por mi abuelo. Estuvo tan feliz ayer. —Sus ojos se
empañan e intenta ocultar su rostro, pero la detengo. No quiero que llore.
—Me gustas, Daisy. En realidad, mucho y cuando no me devolviste las
llamadas telefónicas o los mensajes de texto tuve que hacer algo para llamar tu
atención. Es un ganar-ganar en todos los sentidos. Estamos juntos y tu abuelo es
177
feliz. Lo haré para cada juego si quieres.
Asiente.
—A él le gustaría eso.
—Considéralo un hecho —digo, acercándome para besarla. Una vez que
nuestros labios se encuentran no hay vuelta atrás. Sus manos están por todas partes,
en mi cabello, por mi espalda agarrando mi culo y finalmente en mi erecto pene.
Para el momento en que comienza a acariciarlo, me rindo. Daisy sabe que no dejaré
esta cama hasta que ambos hayamos encontrado nuestra liberación. Ya sabe cómo
presionar mis botones y hacerme someter ante ella.
—¿No estás adolorida? —pregunto mientras continúa llevándome hacia el
borde.
—Sí —dice sin aliento. Por mucho que me duela, me muevo fuera de su agarre
y me acuesto a su lado.
—No creo que tengas que hacer esto. Si estás adolorida, deberías descansar.
Se gira sobre su costado para mirarme.
—¿Qué haces cuando estás adolorido después de un partido? ¿Te detienes y
descansas? ¿Esperas a que el dolor desaparezca o continúas jugando?
—Juego —digo, guiñando mi ojo.
—Vamos a jugar, Ethan. Ven a golpear un jonrón —susurra contra mis labios.
Su analogía de béisbol me tiene revolviéndome hacia mi mesita de noche y
abriendo el cajón, dejándolo caer al suelo. Los contenidos empiezan a derramarse,
pero no antes de que pueda agarrar la tira de preservativos. Desprendiendo uno y
abriéndolo, rápidamente poniéndomelo. El enfoque de Daisy está sobre mí, sus ojos
están llenos de lujuria y su labio inferior está jalado entre sus dientes. Mi polla salta
con excitación, sabiendo que está a punto de ser enterrada profundamente entre sus
estrechas paredes.
Cuando Daisy me ve moviéndome hacia ella, está quitándose la sábana que
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apenas la cubría y abriendo sus piernas para mí. Me encanta cómo es automático,
cómo sabe lo que quiere. No es tímida o vacilante en cuanto a tener sexo de nuevo y
me gusta mucho eso, especialmente, considerando que era su primera vez.
La provoco brevemente antes de sumergir la cabeza y sacarla de nuevo,
dejando que mi pulgar haga cosquillas a su clítoris. Estamos cortos de tiempo o
estaría trabajando sobre su cuerpo, llevándola al borde antes de golpear en ella.
—Esto es lo que llamamos un golpeo rápido. —Empujo rápidamente,
apresurando nuestro ritmo más rápido de lo que quiero.
—Ya estás anotando —dice ella, mordiendo mi hombro.
Me encanta que sea fanática de los deportes, pero nunca supe que me excitaría
tanto. Mi cama bastante nueva cruje con cada embestida. Daisy está gimiendo
mientras sus dedos se clavan en mi espalda. Cada gruñido que doy me lleva más
cerca del borde y cuando sus ojos se fijan en los míos y su espalda se arquea, empiezo
a rezar que esté cerca, porque estoy a punto de explotar jodidamente.
Agregando un poco más de presión a su clítoris, comienza a revolverse y
mover sus caderas más rápido. La compresión de sus paredes alrededor de mi
palpitante polla es todo lo que necesito para dejarme ir.
—Llegas tarde —dice Kidd cuando me tambaleo dentro de los vestidores.
Los otros chicos están hablando entre sí y no están prestándome atención. Decir que
tengo resaca sería un eufemismo aunque no bebí ni una onza de licor ayer. Estoy
cansado, mis músculos duelen tanto en formas buenas como malas y la gran euforia
que estoy sintiendo ahora mismo hace que parezca como si estuviera flotando.
Echo un vistazo rápido hacia el reloj y veo que tengo unos treinta minutos
antes de lo que se supone que debemos salir al campo y por todas las cuentas,
realmente llego tarde. Normalmente soy uno de los primeros en llegar, a menudo
haciendo algo de cardio antes de que sea tiempo de cambiarme o provocando a los
reporteros porque es divertido y fácil llegar a las mujeres que se desmayan con un
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simple guiño.
—Tuve que hacer cosas hoy —digo, deslizando mi reloj fuera de mi muñeca
y colocándolo en mi casillero, seguido de mi teléfono.
—Ah, sí, ¿cuál es su nombre?
Sacudo mi cabeza y me estiro para alcanzar mi uniforme, que está muy bien
doblado y esperándome. Es una lástima que la lavandería en casa no pueda lavar el
resto de mi ropa porque odio lavar la ropa.
—¿Era una prostituta?
Me ahogo y empiezo a toser. Kidd golpea mi espalda mientras se ríe. Jodido
idiota.
—Creo que soy capaz de seleccionar mujeres de la clase que no cobra.
—¿Desnudista?
Sacudo mi cabeza diciendo no a medida que me quito la camisa y la cuelgo.
Al instante me arrepiento de desnudarme delante de él.
—Hijo de puta, te follaste a un vampiro. —Había visto la marca de mordedura
que Daisy dejó en mi hombro y pecho. No me importaron entonces y no sé.
Sinceramente tampoco me importa una mierda lo que Kidd o cualquier otra persona
tenga que decir sobre ellas. Ayer por la noche… no quiero ser cursi y decir que fue
mágico, pero maldita sea si no estaba hecha para mí. Encajamos perfectamente,
incluso si el elefante en la habitación se sentaba ahí burlándose de mí mientras
alcanzaba mi orgasmo. Necesitamos aclarar todo el asunto de la mierda del bloggero
antes de que escale. Sarah dice que debería permitirle que lo lea porque son
divertidos y pueden darte una perspectiva diferente a lo que está pasando. Somos
famosos y tenemos que aceptar que la gente quiere saber todo sobre nosotros. Odio
pensar que Sarah tiene razón, pero sé que la tiene.
Todos en los vestidores dejan de hablar. No necesito girarme para saber que
todo el mundo me está mirando. Puedo sentir sus ojos clavados en mi espalda.
—Eres un idiota.
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—Sí, pero sabías eso. Suéltalo. Seamos chicas y chismeemos.
—No, gracias —digo concentrándome en vestirme. Kidd finalmente deja la
inquisición. Sé que no ha terminado y que estará sobre mí de nuevo, pero por ahora
está tranquilo.
Tan pronto como mis tacos golpean la pasarela de hormigón hacia la caseta,
mi corazón comienza a apresurarse. Estoy ansioso por verla y aun cuando la veo casi
todos los días, todo es diferente ahora. El sexo lo cambia todo. La única vez que no
lo hace es cuando se trata de un rollo y jamás pretendes ver a esa persona de nuevo.
Pretendo ver a Daisy cada jodido día hasta que me diga que me detenga.
Para el momento en que subo los escalones estoy mirando hacia la izquierda.
Está ahí con su abuelo. No estoy lo suficientemente cerca para ver su expresión, pero
eso está a punto de cambiar. No puedo evitar el movimiento de mis pies cuando
camino hacia ella. Los niños vienen corriendo por autógrafos y respondo a todas y
cada una de las peticiones, mirándola brevemente entre cada firma.
Cuando el acomodador se para en la puerta bloqueando a la gente que está
cerca de ella, a pesar de que no es eso lo que realmente está haciendo, sé que es mi
oportunidad para hablar con ella.
Se pone de pie cuando me ve caminando hacia ella. Saludo al acomodador,
quien asiente y sube unos cuantos escalones para que así ella pueda venir hacia la
puerta.
—Realmente quiero besarte en este momento —digo, juntando mis manos
delante de mí. Mi suspensorio impide que alguien pueda ver a la semi erección
formándose en mis pantalones.
—Creo que el personal frunciría el ceño ante tal comportamiento.
Asiento totalmente de acuerdo.
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—También lo haría tu abuelo. Creo que su idea de cómo actúan los jugadores
de béisbol no coincidiría conmigo metiendo mi lengua en la garganta de su nieta.
Daisy ríe y se cubre la boca. Mira por encima de su hombro, sonriéndole a su
abuelo y estoy instantáneamente celoso de que esté consiguiendo momentos como
éste con él. Echo de menos a los míos y ahora voy a llamar a mi mamá y arreglar
para que todos vengan aquí por una semana.
Hago algo que no está en contra de las reglas, pero frunzo el ceño a pesar de
todo. Abro la puerta y doy algunos pasos para hablar con John. Los aficionados ven
esto y empiezan a correr en mi dirección, pero el acomodador les dice que se queden
atrás y ahora estamos siendo bloqueados de la gente apresurándose hacia nosotros,
dándonos mínima privacidad.
—¿Cómo le va? —pregunto, estrechando su mano.
—Oh, joven, soy un hombre muy feliz en este momento y tengo que
agradecerte por ello. —Él extiende su brazo y mira por encima del estadio. No me
pasa desapercibido un brillo acuoso en sus ojos, pero eso no parece atraer su
atención.
—Me gusta escuchar eso. Espero que podamos hacer que valga la pena para
usted. Sé que se está perdiendo el Jeopardy.
Se ríe y aprieta mi mano. Lo palmeo en la espalda y camino de regreso hacia
la puerta, tocando sutilmente la cadera de Daisy cuando paso.
—Pasaré esta noche —dice ella, guiñándome un ojo y enviando las
terminaciones nerviosas en mi cuerpo a alerta máxima.
—Maldición —murmuro cuando paso a través de la puerta. Miro por encima
de mi hombro y sonrío—. Ahí estaré.
Corro hacia los jardines para ver a Kidd y a los otros chicos. Si no lo hago
ahora, sucederá en los vestidores y no estoy seguro si estoy listo para responder a
cualquiera de las preguntas de los medios sobre Daisy. Mis compañeros de equipo
son una historia diferente.
182
Bainbridge envuelve su brazo alrededor de mi cuello y frota sus nudillos por
mi gorra.
—Maldición, Davenport, controla esa mierda con firmeza. La última cosa que
necesitas en este momento es un embarazo.
—Está bien, Bainbridge, su empacadora de coños es deficiente en ese
departamento —grita Kidd mientras cacha una bola de Meyers.
—Jódete, Kidd. No te veo con nadie.
Me mira después de lanzar la pelota hacia el cuadro interno y dice:
—¿Por qué crees que sigo teniendo fiestas a las que nunca asistes? Estoy
probando las cualidades más finas de las mujeres de Massachusetts.
—Vas a tener problemas si no tienes cuidado —añade Bainbridge.
—Nah. Sé lo que significa no.
Cuando miro a Kidd, no estoy tan seguro de que lo haga, pero espero que
cuando una mujer lo diga, lo registre.
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Traducido por Otravaga
Corregido por Beatrix85
Nadie considera que mayo sea un bajón en mitad de temporada, a menos que
seas un fanático de los Renegados. Estamos acumulando más derrotas que victorias
en este momento y de cara a junio, estamos muy por debajo de 500 con un récord de
24-30. Así no es como se supone que vaya nuestra temporada y es probable que sea
hora de que el Director General, Ryan Stone, le eche un vistazo al cuerpo técnico.
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¿Por qué al cuerpo técnico, se preguntarán?
En este momento los Renegados son el equipo más joven de la liga y no tiene
sentido desintegrarlos. A excepción de Bainbridge, la edad promedio del equipo es
24 años. Son hombres jóvenes en su mejor momento, y retirados no hace tanto de
sus días de universidad que todavía entienden el concepto del trabajo duro.
¿Nuestro cuerpo técnico/directivo es malo?
No, no necesariamente, pero tampoco están mostrando una mejoría estelar.
Es evidente que la alineación de bateo no está funcionando y le vendría bien una
puesta a punto. Y la gerencia necesita hacer un movimiento con Cooper Bailey antes
de que sea demasiado tarde. Rondan los rumores de que él está buscando un cambio
porque está listo para jugar en las grandes ligas. Y honestamente, no podemos
culparlo. Su promedio de bateo18 está por las nubes, al igual que su porcentaje de
embasado19. Esos son los números que los Renegados necesitan en este momento.
Nadie es consistente en este momento para los Renegados. Cuando uno está
encendido, el resto está apagado. Los chicos necesitan encontrar su término medio
como equipo y dar los juegos para los que están siendo pagados.
LA CRÓNICA:
A pesar de que van a consejería, parece que los Bainbridge se dirigen al gran
D (y no me refiero a Dallas) si él no es cambiado o no anuncia su retiro pronto.
Fuentes cercanas a la pareja han dicho que Bainbridge ha sido, de hecho, infiel y no
está dispuesto a dejar ir a la amante y la actual Sra. Bainbridge no está dispuesta a
concederle un divorcio sin un poco de flujo serio de efectivo. Como se ha dicho antes,
el experimentado Sr. Bainbridge se aseguró que su hijo estuviera totalmente
protegido de cualquier cazafortunas que pudiera ocurrir y la Sra. Bainbridge no está
muy contenta de que nadie esté dispuesto a compensarla.
¿No es grandioso el matrimonio?
185
Ethan Davenport, el soltero residente de Boston más cotizado, está fuera del
mercado. Su alumna universitaria, que no se graduó con su clase este mes, ha sido
vista entrando y saliendo de su casa todas las noches. Gracias al Sr. Davenport
poniendo su dirección en Twitter, somos capaces de enviar a nuestros espías
siempre que queramos.
Easton Bennett todavía tiene que reconocer el reciente nacimiento de un hijo
con su novia ocasional. De hecho, ni siquiera ha sido visto con ella, pero se le ha
visto entrar y salir de su apartamento. Supongo que estamos a la espera de que esa
incómoda prueba de sangre revele la verdadera identidad del padre.
Promedio de Bateo: promedio en el cual se divide el número de imparables (hits) conectados entre
la cantidad de turnos al bate.
19 Porcentaje de Embasado: promedio que refleja cuanto un jugador se embasa por el método que
sea, fielder choice, tercer strike no capturado, obstrucción o interferencia del cátcher.
18
El Bloguero ReBo.
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CAPÍTULO 22
Traducido por AnnaTheBrave
Corregido por Beatrix85
Estoy de pie contra una furgoneta rentada equipada con un ascensor para
sillas de ruedas y un nuevo scooter en el interior. No estoy tratando de comprar el
amor de Daisy, pero sí de aliviar su carga. Ella está luchando financieramente, algo
que no había considerado hasta que la Universidad de Boston tuvo su graduación y
no me invitó a asistir. Traté de no sentirme lastimado, pero cuando leí la lista de
graduados y ella no estaba allí, tuve que preguntarle por qué. Tomó un poco de
insistencia y calientes besos en el trasero para lograr que lo suelte. Actué como si no
me afectara, pero la verdad era que lo hacía. No la veo como un caso de caridad. Es
mi amiga… mi novia, de hecho, y si quiero ayudarla lo haré.
187
Cuando Daisy sale, sus ojos se abren por completo. Sé que está pensando
probablemente que compré esto para ella, y aunque sin duda sería un gran gesto, es
demasiado joven para conducir alrededor en una furgoneta.
—¿Qué es esto? —pregunta Daisy, acercándose.
—Este es nuestro modo de transporte de hoy. Además, hay una sorpresa en
la parte posterior para tu abuelo —le digo, extendiendo los brazos.
Sus ojos se estrechan del escepticismo mientras se inclina para mirar. Las
ventanas están oscurecidas, limitando su línea de visión.
—¿Qué? No veo nada —dice, dando un paso hacia atrás y cruzando los
brazos.
Al pulsar el botón de mi mando, la puerta se abre, revelando un scooter
personalizada negra y roja (por supuesto). Por mucho que quiero admirar el trabajo
artesanal de las calcomanías, su expresión es mucho más reconfortante. Su boca se
abre y hay un leve grito de sorpresa antes de cubrir su boca con la mano.
—No podemos aceptar esto —dice. Sabía que iba a decir eso. Todos dicen eso
cuando intentas y les das un regalo costoso.
—¿Por qué no? —Quiero oír sus excusas y si son válidas, donaré el scooter.
—Porque es demasiado.
Esa es definitivamente una razón no lo suficientemente válida. Doy un paso
hacia adelante y la empujo hacia mis brazos, besándola suavemente en las mejillas
y finalmente en los labios.
—Durante el último mes, he visto a un hombre volver a la vida porque está
haciendo lo que ama, asistir a juegos de béisbol de los Renegados. Sé que he hecho
que suceda, pero también creo que a tu abuelo probablemente le gustaría salir por
sí mismo de vez en cuando, tal vez ir a la tienda y conseguir algunas cosas por sí
mismo. Esta cosa está motorizada y necesita poco esfuerzo. Es un regalo Daisy, uno
que los beneficiará a ambos. Él será capaz de moverse alrededor de la casa más
188
libremente y no dependerá tanto de ti o de las enfermeras.
Ella asiente, sabiendo que tengo razón.
—La camioneta aun vendrá a recogerlo para los juegos, así no tendrás que
preocuparte por nada de eso, todo lo que tiene que hacer es subirse al ascensor y
ahora será capaz de hacerlo él solo.
—Solo si el ascensor funciona —dice ella, limpiando sus lágrimas. La beso
una y otra vez, sin preocuparme de quiénes están mirando en la calle.
—El ascensor estará funcionando hoy mismo. Hice algunas llamadas y me
aseguraron que al momento en que volvamos, el ascensor estará en pleno
funcionamiento.
Ella jadea y da un paso atrás.
—¿Hiciste qué?
Me encojo de hombros. No era gran cosa, al menos no para mí, sin embargo,
su postura me dice que puedo haber cruzado la línea.
—¿Qué?
—No puedes ir por ahí haciendo llamadas, Ethan. Hay reglas y… bueno, solo
no puedes hacerlo.
Muerdo el interior de mi mejilla, intentando calmar mi temperamento.
—Viven en una vivienda de los fondos estatales; necesitas equipo de trabajo.
Hice una llamada y estará funcionando para cuando volvamos, de otra forma
estarán violando el contrato y ustedes no están obligados a pagar el alquiler.
Daisy se cruza de brazos y mira la calle. Hago lo que parece natural y la
empujo hacia mí, envolviéndola en mis brazos.
—Solo estoy tratando de ayudar. Pensé que sería bueno tener un ascensor que
funcione realmente así cuando estás llevando los víveres, no estarás matándote a ti
misma.
189
—Lo sé, lo siento —balbucea contra mi camiseta—. No estoy acostumbrada a
que alguien haga tales cosas lindas por nosotros. No sé cómo tomarlo.
Me alejo, ahuecando sus mejillas con las manos.
—Acostúmbrate a esto, Daisy.
Ella se pone de puntillas, dándome un casto beso.
—¿A dónde iremos hoy?
—Iremos a Nueva York para ver jugar a los Mets.
Su boca cae abierta y sus ojos comienzan a brillar.
—¿En serio?
—¿Mentiría?
—No, pero, oh mi… mi abuelo va a estar tan feliz. —Me deja de pie junto a la
furgoneta mientras se dirige a su puerta—. Espera, ¿por qué no a los Yankees? —
pregunta con una sonrisa, antes de desaparecer en el interior. Sacudo mi puño hacia
ella antes de ir a sacar el scooter de la furgoneta. Más vale que ese maldito ascensor
esté funcionando hoy porque no hay manera de que pueda subir esto por las
escaleras.
En cuanto a viajes por carretera, este es uno de los mejores. El viaje es de un
poco menos de cuatro horas de Boston a Nueva York y John se ha asegurado que el
tiempo se me pase fácilmente. Historias de Daisy cuando era una niña me han tenido
riendo todo el tiempo. Cada vez que escucho “Oh, papá, no”, sé que va a ser una
gran historia.
—Cuando Daisy tenía unos diez años, estaba enamorada del vecino. Creo que
era de unos tres años mayor…
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Busco la mano de Daisy y le doy un apretón. Ella ha sido un soldado, dejando
que su abuelo siga y siga hablando sobre su vida mientras crecía.
—Su abuela y yo le dijimos que era muy grande para ella y que le rompería
el corazón, pero no escuchó. Cada día esperaba que llegara de sus prácticas o lo que
fuera que hiciese después de la escuela, sentada en el porche del frente mirando a
cada chico que pasaba. Cuando él aparecía en su bicicleta, ella corría hacía allí a
saludar y hablaban hasta que su madre comenzaba a llamarlo a gritos. Un día él
llevó a una chica a casa y la pequeña señorita Daisy se enfureció tanto que le dio un
puñetazo a la chica justo en el hombro antes de entrar corriendo a la casa y decirnos
que los chicos son estúpidos.
—¿Aún piensas que los chicos son estúpidos, Daisy? —le pregunto,
esperando que mi voz sea lo suficientemente baja para que su abuelo no pueda
oírnos en el asiento trasero.
—No, ya no lo piensa. Le gustas, ¿cierto?
—Papá —lo regaña mientras se voltea—. Ethan es un joven y buen caballero
y no lleva a otras chicas a casa en su bicicleta. —Ambos estamos riendo cuando ella
termina la oración.
—Puedo asegurártelo, John, no llevaré a otras chicas a casa en mi bicicleta.
Daisy está sacudiendo la cabeza y tratando de controlar su risa. Intento de
mantener la concentración en la carretera mientras conduzco por Citi Field. Cuando
la oficina de enfrente llama para que, de entradas, me ofrecen una suite de lujo.
También sugirieron que invitara al resto del equipo, pero eso anularía mi propósito
de pasar un momento agradable con John y Daisy. En lugar de eso estamos detrás
de un plato con toda la comida que podamos comer, otra parte importante de estar
donde estamos. Sin embargo, esto es más para John y nuestro amor por el juego.
—John, ¿crees que querrás una camiseta? —pregunto, después de mostrar al
encargado del estacionamiento mi pase. Agita la mano, dejando encontrar mi propio
espacio. Con el nuevo scooter que John tiene, podemos estacionar donde queramos
y caminar mientras conduce a nuestro lado.
191
—¿Y ser fanático de los Mets por un día? Nah, no quiero desperdiciar mi
dinero.
No lo culpo, pero preferiría ser fanático de los Mets que de los Yankees.
Para cuando estacionamos y salimos de la furgoneta, John está saliendo por
sí mismo. Ya ha encontrado cierta independencia y me aseguro de señalar eso a
Daisy, quien pone los ojos en blanco. Aún tenemos que decirle que el scooter es suyo,
porque ella no está segura de cómo va a reaccionar. Sugerí que no le dijéramos hasta
que pregunte, o hasta que los deje esta noche y yo me vaya sin él.
Daisy y yo caminamos tomados de las manos, siguiendo a John a las puertas.
Es como un niño que va a su primer partido y me encanta ser parte de esto. Daisy
nos detiene a medio paso y me hace agacharme, colocando un dulce beso en mis
labios. Tantos pensamientos acerca de regresar a la furgoneta corren por mi mente,
excepto que ahora no sería el momento adecuado para un polvo rápido.
—¿Por qué eso? —Como si ella necesitara una razón para besarme. Me
detendría y la besaría en cualquier momento, donde fuera.
—Es de la única forma en que puedo agradecerte por todo lo que has hecho
por mi abuelo.
—Tú estando aquí conmigo es suficiente agradecimiento, Daisy. —Mirándola
a los ojos, veo a una chica que ha perdido tanto, pero que está tratando de aferrarse
a lo que es importante para ella. Espero que cuando me mire, vea a un tipo que va a
tratar de asegurarse que no pierda nada nunca más.
—Vamos —le digo, empujándola hacia adelante—. Tu abuelo venderá
nuestras entradas si no nos apuramos.
—¿Qué les tomó tanto tiempo? —pregunta John cuando los alcanzamos a él
y su adornado scooter. La gente lo mira con diversión y algunos se han detenido
para tomar fotos. Un par de niños vienen hacia mí, pidiendo un autógrafo cuando
me ven de pie con John, pero seguridad es rápida para proporcionarnos una escolta
hasta el parque. Una vez que estamos dentro, solo los aficionados detrás del plato
tendrán acceso a mí. Estamos hablando con un centenar de personas, y tengo la
sensación de que nos dejarán en paz.
192
Hago a John detenerse en el puesto de camisetas. Sé que no es fanático de los
Mets, pero es un fanático del béisbol y a veces necesitas algo para conmemorar tu
visita. El gran Jackie Robinson jugó para los Dodgers de Brooklyn, a quienes
sustituyeron los Mets en los años sesenta. Aunque Robinson nunca jugó aquí, el
parque está dedicado a él.
La tienda es un poco estrecha, pero la gente da paso al scooter. Estoy orando
para que no golpee a nadie con esa cosa, al menos no he visto a nadie intentando
darle una paliza aún. Lo sigo alrededor mientras Daisy está fuera mirando cosas de
chicas y recojo todo lo que tira. Sé que no va a comprar nada y por eso estoy aquí,
para asegurarme que hoy sea el mejor día que ha tenido en mucho tiempo.
—Bueno, no veo nada que me guste —dice dándome la espalda. Estoy
sintiendo que no está diciendo exactamente la verdad, porque todo lo que él ha
recogido y vuelto a poner en su lugar es ropa retro de la liga, los viejos diseños, de
los años anteriores. No soy un fanático de los Mets, pero me gustan las cosas viejas.
—Iré a buscar a Daisy y te veré en la entrada —le digo, agradecido de que
nunca se dio la vuelta para ver lo que estoy sosteniendo en mis manos. Una parte de
mí piensa que él ya lo sabe, pero estoy esperando que el elemento sorpresa esté a mi
favor hoy.
—¿Estás lista? —le pregunto a Daisy, quien está posando con una camiseta
de los Mets frente al espejo. Afortunadamente es genérica y solo tiene su logotipo y
no el nombre de uno de sus jugadores.
—¿Qué comprarás? —pregunta mientras me mira por el espejo a medida que
sus ojos van hasta la pila en mis brazos.
—Cosas que tu abuelo tomó de los estantes y probablemente deseó poder
comprar. Salió de la tienda con las manos vacías.
—Sabías que lo haría —dice con una sonrisa mientras se gira—. ¿Puedo
llevármela?
Odio que sienta de debe preguntar y no se sienta lo suficientemente cómoda
para ponerlo en la pila de cosas que estoy sosteniendo. Le he dicho que puede tener
193
cualquier cosa que quiera, en cualquier momento. Sé que las palabras son más fáciles
de decir para mí que de creer o seguir para ella, pero tiene que confiar que estoy
siendo sincero en esto.
—Sabes que puedes.
—Pensé en dormir con ella —dice, acercándose. Muerde su labio inferior y
hay un destello malvado en ella.
—Eres malvada.
—Y lo amas.
—Lo hago y te a… —Cierro rápidamente la boca antes de que esas palabras
se escapen. No tengo duda alguna de que estoy enamorado de ella, pero decírselo
en medio de la tienda del equipo de los Mets no es exactamente cómo me veo
diciéndolo. No tengo duda alguna de que va a ocurrir porque cada vez que estoy
con ella, especialmente cuando sé que no la veré en un tiempo, las palabras están
justo allí intentando salir.
CAPÍTULO 23
Traducido por Apolineah17
Corregido por Beatrix85
De nuevo nos estamos enfrentando a los Orioles y nos están pateando el culo.
Estoy harto de perder. Sé que nuestro equipo es mejor de lo que las posiciones
muestran, pero maldita sea si no podemos demostrar que se equivocan. El número
de aficionados en las gradas está comenzando a disminuir. Hay cosas más
importantes sucediendo en este momento que venir a ver al equipo de tu ciudad
natal perder, aunque los leales están aquí diciéndonos exactamente lo que piensan
de nosotros.
La única seguidora con la que puedo contar es Daisy, aunque ella no infla mi
ego o endulza lo mal que lo estamos haciendo. Me dice en lo que tengo que trabajar.
194
Tomo sus críticas en serio porque por lo general dice la misma mierda que mi padre.
Su conocimiento del béisbol es verdaderamente excitante. Es como mi propio
afrodisíaco personal.
Es la parte baja de la quinta y estoy listo y preparado. La puntuación es:
Renegados, cero – Orioles, cuatro. Necesitamos cinco malditas carreras para ganar.
Un repunte así es más difícil de lo que parece, pero se puede hacer.
Bainbridge está en estos momentos en segunda, atrapado en la tierra de nadie
a menos que uno de nosotros pueda golpear y moverlo a tercera. Kayden Cross falló
al bate, dándonos nuestro primer fuera de la entrada. Preston Meyers está en un
duelo de lanzamiento en este momento, golpeando un faul fuera del terreno
marcando faul tras faul y apenas manteniéndose con vida. Baltimore todavía está
utilizando a su lanzador inicial quien no ha aflojado y continúa lanzando bolas
rápidas por el centro a ciento cincuenta y siete kilómetros por hora. Uno siempre
espera que a mitad del juego comiencen a cansarse, permitiéndonos conseguir el
bate más rápido, pero parece que Cross solo está empezando.
Meyers realiza un batazo en línea hacia el campo corto, inmovilizando a
Bainbridge en segunda base. El lanzamiento a primera no le da tiempo a Meyers
para llegar, poniéndolo a salvo. Los aficionados animan, pero el director técnico de
Baltimore sale de la caseta, claramente descontento con el aviso. Mientras los
árbitros se reúnen para discutirlo, yo camino hacia Meyers para hablar por un
momento.
—Buen lanzamiento.
Él niega con la cabeza, quitándose los guantes de bateo y entregándoselos a
nuestro instructor de primera base, Shawn Smith.
—Está lanzando bolas rápidas, pero son basura. Su deslizamiento apesta
ahora mismo. Espera por la bola rápida. —Sus palabras son rápidas y apresuradas,
tratando de mantener la conversación para nosotros mismos sin su hombre de
primera base corriendo a decirle a su lanzador.
La repetición instantánea se transmite en la pantalla gigante, para el deleite
de los aficionados. Meyers está a salvo por lo menos por un paso completo y los
195
árbitros concuerdan después de revisar la grabación por el banquillo. El árbitro local
reinicia el juego y mi música suena.
Puedo escuchar a John molestando al lanzador. Eso me hace sonreír ya que
desde la primera vez que me aseguré que pudiera conseguir ir a un juego, no se ha
perdido uno todavía e incluso ha llegado a hablar de mis estadísticas cuando fui a
almorzar. Sé que Daisy está feliz de que él esté recibiendo esta oportunidad y me lo
agradece en cada ocasión que consigue.
En dos semanas ella conocerá a mis padres. Sé que es pronto, pero mamá tiene
razón cuando dice que simplemente sabes cuándo has encontrado a tu “indicada”.
Desde que he estado con Daisy, mi tic nervioso ha disminuido. Tanto así que incluso
nuestro Director General me ha preguntado al respecto, cuestionándome si necesito
hacer un análisis de orina para ver en qué tipo de medicamentos estoy metido.
Cuando veo a Daisy, no veo una aventura de verano o a alguien con el que
estoy solo para pasar el rato. Veo a alguien con quien puedo volver a casa cada noche
y levantarme cada mañana. Veo a la mujer con la que quiero pasar todo mi tiempo
libre y cuando no estamos juntos, cuento las horas hasta que lo estemos.
Y ahora, cuando está gritándome que mantenga mi mirada en la bola y que
realice un swing, en lugar de molestarme con ella por gritar, quiero besarla y darle
las gracias por ser el apoyo que necesito.
De pie en la caja, bajo la mirada hacia el lanzador, mostrándole mi bate. Clavo
mi pie derecho en la tierra y me alejo un poco con mi pie izquierdo antes de
descansarlo sobre mi hombro. Mis primeros dos lanzamientos son altos y fuera, y
muy fuera de mi zona de strike. Doy un paso fuera de la caja y reajusto mis guantes
de bateo mientras el receptor trota hacia el montículo. No puedo imaginar que
intencionalmente estén acompañándome con mi promedio de bateo siendo menos
que estelar ahora mismo. No soy una amenaza aquí y han sido mejor al lanzarme.
Con mi suerte podría ser a su favor y golpearía una doble matanza.
Por mucho que quiero mirar a Daisy ahora mismo, no lo hago. Mi
concentración necesita estar en el juego, mi bate y sobre todo en el lanzador. Las
palabras de Meyers están en reproducción automática en mi cabeza cuando doy un
196
paso hacia atrás, repitiendo mi ritual.
El siguiente lanzamiento es alto y dentro, haciéndome saltar fuera del plato.
La multitud que me rodea tiene unas palabras para el lanzador, que se mantiene
estoico. Es la forma en que debería estar, sin emoción alguna. Tal vez siente que
estaba hacinando el plato y me está enviando un recordatorio sutil de que este es su
territorio ahora mismo. Lo que él está olvidando es que yo lo tengo con una cuenta
de tres y cero. En lo que a mí respecta, estoy a punto de avanzar a primera base,
cargando las bases para Singleton.
El lanzamiento es entregado, y la bola es la maldita bola de carne que he
estado esperando toda la noche. Este es el momento en que puedo ya sea permanecer
aquí de pie y tomar el strike, porque eso es lo que se espera de mí y aun así estaré
adelante en el recuento, o puedo hacer un swing hacia la cerca.
Si hago el swing, tiene que ser completo a través de las caderas con un
seguimiento continuo tan fuerte que el bate golpee contra mis omóplatos. Tengo que
hacerlo pagar por darme la bola rápida que tanto amo, la que va justo por el medio.
El movimiento de mi bate es automático, como si supiera que quiere un
pedazo de esa pelota de cuero blanco y rojo cosido volando hacia nosotros. Mis ojos
siguen la pelota mientras ésta golpea fuertemente la fibra de mi Louisville. El
chasquido ensordecedor tiene al receptor diciendo:
—Oh, mierda.
Dejo escapar un grito de batalla cuando el bate golpea mis hombros antes de
que lentamente regrese y cuelgue a mi costado a medida que observo la pelota volar
justamente hacia el centro. Los jardineros de Oriole están corriendo hacia atrás, tanto
el de la izquierda como el del centro, preguntándose cuál va a atraparla. Meyers y
Bainbridge son marcados y están listos para correr en la atrapada; Bainbridge
anotará fácilmente.
La multitud se queda en silencio a medida que todos observamos a la pelota
navegar a través del aire, sin duda cada uno de nosotros preguntándose si tiene
altura suficiente para cruzar la pared. El defensor del campo central se estrella contra
la pared justo cuando la pelota traspasa los límites. Todo el mundo estalla mientras
dejo caer el bate y tomo mi carrera requerida por las bases, chocando las manos con
197
nuestros instructores de primera y tercera base cuando corro por ellas.
Después de un jonrón, pisar el home-plate es algo diferente. Tu equipo está
allí para encontrarse contigo, para celebrar contigo. Cuando te das la vuelta para ver
el marcador, lo que era solo un cero ahora dice tres. Ahora estamos a solo una carrera
y necesitamos mantenernos para que podamos volver y ganar esta cosa.
Estamos emocionados cuando regresamos a la caseta, animando a Singleton.
Cuando él toma el primer lanzamiento y lo manda fuera del parque justo en el
campo izquierdo el anunciador grita:
—¡REGRESAN LOS JONRONES!
Y ahora estamos reuniéndonos con él en el home-plate. Es entonces cuando
miro hacia Daisy y John quienes están vitoreando, junto con todos los demás en el
estadio. Ella no me ve observando, dándome un breve momento simplemente para
mirarla.
Hay un suave resplandor a su alrededor, cosa que podría ser por las luces
encima, pero no creo que lo sea. Creo que ella se ve feliz y espero que sea debido a
mí.
Perdemos.
El jonrón de Singleton fue lo más cerca que llegamos. Cedimos dos carreras
más, perdiendo cuatro a seis. Y ahora estoy sentado en una larga mesa, sucio y
sudoroso, esperando a que una conferencia de prensa inicie. En este momento me
gustaría regresar a la época en la que no tenía acceso a la prensa para así poder estar
en la ducha o descansando en el jacuzzi en lugar de estar aquí.
Mi nombre es dicho, y tomo un trago de agua, esperando su pregunta.
—¿Cómo se sintió el jonrón esta noche?
¿Quién sale con estas preguntas?
198
—Uh… supongo que se sintió bien. Quiero decir, eso trajo algunas carreras y
dio algo de impulso.
La siguiente pregunta va para Bainbridge y la pregunta posterior va dirigida
hacia el mánager, Diamond. Me siento allí, preguntándome por qué demonios estoy
aquí. No puedo dar una respuesta elocuente y, honestamente, todas las cámaras me
ponen ligeramente nervioso.
—Ethan, ¿estás buscando el descanso de los mejores jugadores?
—Sí —digo al micrófono—. Es un buen momento para que nos reagrupemos
y tengamos un poco de diversión.
Diamond nos excusa a Bainbridge y a mí de la conferencia de prensa mientras
él se queda para terminar. Seguramente, ellos van a atacarlo más de lo que hicieron
con nosotros. Saben que, si no son agradables, dejaremos de hablar. Diamond, por
otra parte, no tiene elección. Es su trabajo, le guste o no.
El estado de ánimo en los vestidores es sombrío. Todos están en silencio y
algunos de los chicos ya se han marchado. No los culpo por largarse después del
juego. Es lo que yo quería hacer. Nadie quiere pasar el rato en este momento porque
todos estamos sintiendo lo mismo. Estamos cansados de llegar tan cerca, solo para
perder.
Lanzo mis cosas dentro de mi casillero y pateo mi banquillo por la habitación,
por fortuna solo unos pocos de mis compañeros de equipo están todavía aquí y no
golpeo a nadie con él.
—No eres el único que está enojado —dice Jasper Jacobson, nuestro receptor,
mientras comienza a vestirse—. Estamos en el mismo equipo aquí, Davenport. Claro
tú nos llevaste a las carreras, pero es un maldito esfuerzo de equipo.
Él continúa diciendo estupideces y murmurando entre dientes. Me doy
cuenta en este momento que tengo que mantener mi boca cerrada porque traer a
colación sus estadísticas probablemente no sería una buena idea ahora mismo. Una
de las carreras de esta noche fue un pase de pelota que dejó ir a través de sus piernas
y sentí que el esfuerzo realizado de su parte fue carente.
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Desafortunadamente, me ve sonreír y ahora está en mi rostro.
—¿Tienes un problema, novato? —escupe, yendo pecho contra pecho
conmigo.
—No soy un novato —digo, dando un paso hacia adelante, mostrándole que
no voy a retroceder por él o cualquier otra persona que quiera un poco de mí.
—Eres un arrogante hijo de puta, eso es lo que eres. Crees que tu mierda no
apesta, pero déjame decirte algo, universitario, mocosos como tú los hay a montones.
Ni siquiera estoy seguro de cuál es su problema. Le di una patada a mi
banquillo a través de una habitación vacía y aterrizó en ninguna parte cerca de él.
Juega en una posición diferente, así que no es que me estuviera respaldando. Mi
promedio de bateo es mejor que el suyo y tal vez es porque está celoso. Podría querer
estar en el tercer lugar en la rotación y si ese es el caso, necesita hablar con Diamond
sobre eso.
—Si somos un montón, pensarías que estaríamos en todo el lugar. No sé cuál
es tu problema, Jacobson, pero no soy yo.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —dice Diamond, cuando entra.
—Solo estamos hablando, Skip —dice Jacobson, esperando a que Diamond
entre a su oficina. Una vez que la puerta se cierra, su atención regresa a mí—. Tú
eres mi maldito problema. —Infla su pecho antes de salir hecho una furia.
—¿Qué fue eso? —pregunta Bainbridge después de salir del baño.
Niego con la cabeza y agarro mi ropa. En este punto, me cambiaré cuando
llegue a casa. Tengo que ir a buscar a Daisy. Necesito a Daisy.
—Pateé mi banquillo por la habitación y él saltó sobre mí.
—Sé que estás frustrado y que esperas que ganemos, pero a veces los equipos
tienen que recibir algunos golpes. Vamos a recuperarnos. Dominaremos. Estaremos
en la cima de nuevo. —Bainbridge aprieta mi hombro cuando pasa. Escucho un
ligero golpe en la puerta de Diamond y me pregunto si Bainbridge estará alrededor
200
cuando nos recuperemos.
CAPÍTULO 24
Traducido por Martinafab
Corregido por Beatrix85
Aparte de estar muy por debajo de los quinientos, lo estoy haciendo muy
bien. El título de bateo está dentro de mi alcance, pero sé que a menos que hagamos
la post temporada, seré una idea de último momento. A estas alturas, no estamos ni
siquiera cerca de hacer la post temporada porque los equipos de Texas están
jodidamente matando a todos en este momento. Ni siquiera podemos preparar una
racha de victorias, pero seguro como el infierno que podemos perder varios partidos
seguidos.
El único punto brillante en este momento es Daisy, que deseo que estuviera
viviendo en mi casa. A pesar de que digo eso, realmente no quiero que se mude, al
201
menos no todavía. Es demasiado pronto para dar un paso gigante como ese. Lo que
apesta es tenerla en mis brazos, casi quedándose dormida, solo para tener que
llevarla a su casa para aliviar la carga de la enfermera de noche. Me había ofrecido
a pagar una enfermera de tiempo completo que viviera en casa, pero ella se resistió
a la idea, diciendo que su abuelo es su problema, no el mío. No entiende que quiero
más tiempo con ella. Mi horario realmente limita nuestro tiempo de calidad juntos.
Supongo que a largo plazo en realidad no importa ya que ella todavía está tomando
clases; un semestre más y luego se graduará.
Como es típico con el tiempo de Nueva Inglaterra, un día nos despertamos y
ya hacían treinta malditos grados. Este verano ha sido más caliente que el año
pasado; no me quejo, solo que no estoy preparado para el calor sofocante. Añoro los
días de ir a la playa o al lago con mis amigos para refrescarnos después de las clases.
Hoy, Daisy se saltará las clases e iremos a la cabaña de Steve Bainbridge. Él
dice que no es nada especial, pero tiene una pequeña playa si queremos ir a nadar.
No me importa si eso significa que ella no puede verme durante dos días seguidos
porque tiene tarea. No tengo que trabajar y quiero pasar el día con ella. Me dijo que
tenía que ayudarla a estudiar, pero ya que no está especializada en educación sexual,
no creo que vaya a ser muy útil.
En este momento, estoy contando los días calurosos de verano hasta el
descanso del Juego de las Estrellas. Los llevaré a ella y a su abuelo a Cincinnati. No
fue fácil decírselo, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. A su abuelo le
encanta el béisbol, y este es probablemente su única oportunidad de ver un partido
como este. Ella sabe que no puede ganar esta batalla, ya que voy a preguntarle a
John si quiere ir y utilizarlo en su contra.
El descanso del Juego de las Estrellas debería ser un tiempo para descansar y
recuperarse, pero juego, así que voy a ser parte de las festividades la semana entera.
Mis padres estarán allí, junto con mi hermana y mi sobrina, y conocerán a Daisy y a
John por primera vez. Si no sintiera algo tan fuerte por ella, las presentaciones no
estarían sucediendo. Este es un gran paso para mí y uno que no estoy tomando a la
ligera.
Estoy empleándome a fondo para este viaje hasta el lago. Pedí una cesta de
202
picnic hace unas semanas en preparación para hoy y está toda llena con una manta
colocada por encima. Tengo el vino frío y la comida lista para ir. Daisy debe estar
esperándome, solo tengo que agarrar todo y estaremos de camino.
Así que, ¿por qué estoy haciendo tiempo?
Mis palmas están sudando y mi corazón está acelerándose. No estoy enfermo
así que lo único a lo que puedo atribuir esto es que quiero decirle a Daisy que la amo.
Ni siquiera necesito que me lo diga de vuelta, pero necesito que sepa cómo me siento
y tengo la sensación de que hoy tiene que ser la cita más romántica que jamás hemos
tenido.
Con una respiración profunda, recojo la cesta y me dirijo a mi SUV. Tan
pronto como me detengo delante de su apartamento, me doy cuenta que olvidé
comprarle unas flores, y es demasiado tarde para conseguir algunas porque está allí,
apoyada contra la pared, esperando por mí.
Está en el auto e inclinándose sobre la consola antes de que pueda salir y abrir
la puerta para ella. Odio cuando hace eso, pero entiendo que tiene prisa porque no
quiere que me pongan una multa por estacionar en la zona que está prohibido para
ello. Sé que estoy presionando mi suerte cuando estaciono aquí, pero vale la pena.
—¿A dónde vamos? —pregunta, enlazando sus dedos con los míos. La
consola se interpone en el camino y desearía tener un camión con un asiento entero
o algo así para poder acercarla a mí. Aunque estamos en el mismo auto, parece estar
tan lejos a veces.
—Bueno, ya que es un día libre y no tengo absolutamente nada que hacer hoy
o esta noche, pensé que podríamos ir al lago. Bainbridge tiene una cabaña con una
playa privada.
—Está bien, dos cosas —dice, volviéndose en el asiento para mirarme—. Uno:
no tengo traje de baño. Dos: ¿Él y su esposa estarán allí?
Yo tampoco tengo traje de baño y por tan agradable que esté el tiempo, se me
olvidó que los necesitábamos.
203
—Bueno, mi plan no es perfecto.
Ella se inclina sobre la consola y me da un beso rápido, tratando de no
interrumpir mi conducción.
—Y no, no estarán allí —le digo, respondiendo a su segunda pregunta—. Sin
embargo, tengo un poco de vino y comida en la parte de atrás, junto con una manta.
Pensé que nos podíamos sentar afuera tan solo para disfrutar de la tranquilad y tal
vez nadar desnudos.
—Definitivamente no pienso bañarme desnuda.
—¿Qué? —resoplo—. ¿Por qué no? Es privado, nadie nos verá.
Ella se vuelve y me mira.
—Así es cómo obtienes infecciones y mierdas de esas. No necesito que un
parásito me invada.
—A mí me gustaría invadirte —digo moviendo las cejas.
Daisy niega con la cabeza y me dice que mire la carretera. Cada pocos
segundos, su pulgar frota a lo largo del mío y deja escapar un profundo suspiro. No
sé qué pasa por su cabeza, pero he aprendido a lo largo del último mes o así que a
veces es mejor esperar a que lo saque en lugar de preguntarle. Cada vez más, se ha
estado abriendo a cosas al azar, pero si la presiono ella se cierra. Por desgracia, la
paciencia no es mi fuerte.
Daisy se despierta sobresaltada cuando el terreno se llena de baches. Tengo
que soltarle la mano para navegar por el pequeño camino de entrada. Si esta es la
idea de Bainbridge de mantener a sus suegros alejados, está haciendo un buen
trabajo. Estoy a punto de dar la vuelta y decir: “Al diablo”.
—¿Es esto? —pregunta ella con incredulidad.
La forma en que hace la pregunta refleja mis propios pensamientos. Si nos
esperábamos una gran casa con grandes ventanales con vistas al lago, estábamos
204
muy equivocados.
Pongo el freno de mano y poco a poco salgo. El portazo de la puerta de Daisy
me hace saltar.
—¿Qué carajo es este lugar?
—¿Estás seguro de que ésta es la casa correcta? —pregunta ella, cuando
asiento—. Vaya mierda.
—Puedes decir eso de nuevo. —Le tomo de la mano y caminamos hacia la
cabaña que se cierne ante nosotros. Esta casa no es una representación digna de un
jugador de béisbol de Grandes Ligas muy bien pagado, sino la de un vagabundo que
ha caído en tiempos difíciles y no puede permitirse mantener su casa.
—Ni siquiera quiero entrar —dice Daisy, y estoy de acuerdo. Por lo visto, las
paredes se vendrán abajo en cualquier momento.
—Qué le den a esta mierda —murmuro, pero siento su mano apretarse
alrededor de mi brazo. La miro y veo sus ojos verdes brillando por el sol.
—Todavía tenemos un picnic y el uno al otro.
Y así sin más, lo que podría haber sido un día de mierda dio la vuelta porque
ella es tan optimista con todo.
—Quédate aquí, no te muevas —le digo, dejándola allí de pie en medio de lo
que sea esto que Bainbridge llama su patio mientras corro hacia el auto y agarro
nuestras cosas.
La agarro de la mano y la llevo a mi lado hasta que llegamos al agua. No
quiero saber lo que está creciendo allí abajo y estoy agradecido de que ella tampoco
esté dispuesta a darle una oportunidad. Estoy dispuesto a verla desnuda, pero no
en esta agua.
Daisy extiende nuestra manta y se arrodilla para sacar la comida. Me quedo
atrás y la observo, preguntándome cómo será todo una vez que le diga cómo me
siento. ¿Cuánto va a cambiar? ¿Y cuál es nuestro siguiente paso?
205
La forma en que el sol está saltando sobre su cabello rubio y besando su piel
me dice que este es el momento.
—¿Daisy?
—¿Sí? —dice, sin mirarme, más centrada en preparar los platos de comida
para nosotros.
—Mírame, por favor. —Cuando lo hace, me siento completo—. Te amo,
Daisy. —Caigo de rodillas y tiro de sus manos a las mías—. Estoy enamorado de ti.
Su pequeña inhalación aguda no escapa de mi conocimiento y tampoco lo
hacen las pequeñas lágrimas que llenan sus ojos.
—Te amo, Ethan. —Sus labios se estrellan contra los míos y trata de subirse a
mi regazo. Caigo en la manta, por suerte, porque quién sabe qué demonios hay en
el suelo.
Su boca se mueve rápidamente y sus manos empujan mi camisa hacia arriba.
Cuando ella se sienta de nuevo, mi garganta se aprieta ante la vista de ella
levantándose su camisa por la cabeza.
—Pensé que no querías nadar desnuda —digo estúpidamente—. Tienes
miedo de una invasión parasitaria o algo así.
—Tú me puedes invadir —repite mis palabras cuando vuelve a caer encima
de mí y frota sus perfectos senos contra mi pecho todavía vestido. Las palabras que
salen de su boca me calientan como el infierno. Agarro sus caderas y la balanceo de
un lado a otro, creando cierta fricción para los dos.
Me incorporo, ahuecando su rostro en mis manos. Ella todavía está moviendo
sus caderas, volviéndome loco.
—Daisy, ¿estás cachonda?
—Sí —dice ella, sin aliento.
—¿Quieres follar al aire libre?
206
Ella pone su labio inferior entre sus dientes y asiente. Sus manos agarran mi
camisa y comienza a tirar de ella por encima de mi cabeza. Cuando me uno para
ayudarla, mueve sus manos hacia abajo y comienza a trabajar en mis pantalones
cortos. Quién coño sabía que dos pequeñas palabras podrían incitar esto en ella.
Para el momento en que bajo de un tirón la copa de su sujetador y tomo uno
de sus pechos en mi boca, sucede. Siento la primera gota de agua, pero la ignoro. Es
Nueva Inglaterra después de todo, el clima va a cambiar de nuevo en unos minutos.
Nos besamos, nuestras lenguas moviéndose con una pasión caliente. No sé si
volveré a tener suficiente de ella y no estoy seguro que alguna vez quiera saber cuál
es mi límite. Saca mi polla de mis pantalones cortos y comienza a acariciarla. Tengo
sueños de ella chupándome, pero no voy a pedírselo. Sé que cuando esté lista para
intentarlo va a ser exactamente lo que he estado imaginando. Mis dedos se deslizan
en sus pantalones cortos, sumergiéndose dentro de su coño ya mojado.
—Mierda, nena —digo a medida que saco mis dedos y los lamo. Se lame sus
labios en respuesta antes de tomar la oportunidad de probarse a sí misma, mientras
que la follo con el dedo. Daisy se mueve contra mi mano, tratando de correrse
cuando el cielo se abre y empieza a llover sobre nosotros. Sé que está cerca y no
quiero parar, pero tampoco quiero quedar jodidamente empapado.
Su cabello rubio se está pegando en su cara y cuello mientras ella inclina la
cabeza hacia atrás, dejando que la lluvia la empape. Es la jodida cosa más caliente
que he visto en mi vida y me está volviendo loco.
El cielo que nos rodea se vuelve oscuro y se agrieta mientras me apresuro a
levantarla. Sus piernas se envuelven alrededor de mi cintura con mi polla rozando
la entrepierna de sus pantalones cortos, recordándome que la tierra prometida está
solo más allá de esta endeble tela.
Cuando llego al auto, la empujo contra el lado, sin preocuparme por la lluvia
e inmediatamente vuelvo a su coño. Su cabeza golpea contra la ventana mientras
ella grita:
—Oh, jódeme.
—Sí, eso es lo que estoy a punto de hacer. —Abro la puerta y la pongo en el
207
asiento, abriendo mis pantalones cortos antes de subir tras ella. Los truenos resuenan
por encima y no puedo pensar en una mejor manera de pasar una tarde de lluvia.
Saco un condón de mi cartera y hago un uso rápido del mismo, revistiéndome
mientras ella se despoja de sus pantalones cortos.
—Monta mi polla —le digo con voz ronca, empujándola hacia mí con nuestras
bocas chocando la una contra la otra. Ella se acomoda sobre mí, deslizándose
lentamente. Bajo el asiento, dándole más poder y observo mientras comienza a
moverse de arriba hacia abajo lentamente. Ahora mismo estoy muy agradecido por
tener un auto grande.
—Mierda, nena —siseo a medida que toma velocidad. No hay nada más
caliente que verla montarme.
—¡Ethan! —grita, el orgasmo que ha estado construyéndose llevándola a un
frenesí. La empujo cerca de mí y enredo nuestros dedos, sintiéndola frotar su clítoris
a lo largo de mi pelvis. Cuando le toco el clítoris con el pulgar, ella golpea nuestras
manos unidas contra la ventana empañada y su respiración se vuelve más pesada.
—Sí, sí, oh sí… yo… Oh, Dios.
—Te siento, nena. Aprieta mi polla. Hazme correrme contigo —la ánimo
mientras ambos encontramos nuestra liberación.
Daisy colapsa contra mí, su pecho agitado. Lentamente salgo de ella, echando
de menos la conexión que compartimos.
—Vaya… eso fue…
—Intenso —termino por ella.
—Sí, intenso.
Aparta la mirada, evitando el contacto visual conmigo. Muevo su cabello
mojado detrás de su oreja y tiro de su barbilla hacia mí.
—Daisy, te amo. —La beso dos veces suavemente, hasta que busco su lengua
208
con la mía y empieza la segunda ronda.
Traducido por Otravaga
Corregido por Beatrix85
El gran esfuerzo por parte de Ethan Davenport y Branch Singleton se quedó
corto cuando los Orioles agregaron dos carreras más y los Renegados fueron
incapaces de regresar.
Con 33 victorias y 42 derrotas, no parece que los Renegados lograrán llegar a
la post temporada a menos que…
209
Tienen que cambiar las cosas. Los batazos necesitan ser más fuertes y los
chicos tienen que utilizar el conteo de lanzamientos. Estudiar al lanzador y saber
quién va a ser fuerte o quién tiene la capacidad de golpear un toletazo20. Diamond
tiene que aprender a jugar la pelota corta21, conseguir un corredor en base o dos y
dejar que Davenport y Singleton los lleven al plato. Con Jasper Jacobsen bateando
quinto, es un bateador poderoso también.
En resumidas cuentas: necesitamos corredores de base.
El picheo necesita funcionar. No podemos tener cinco o seis entradas fuertes,
solo para el que el relevo entre y los entregue. El instructor de lanzadores, Cole Fisk
(Sí, sobrino del gran Carlton Fisk), tiene que averiguar qué pasa con este equipo y
arreglarlo, rápido.
Toletazo: bola golpeada a lo profundo de los jardines que no es atrapada, lo que le permite al
bateador llegar a segunda o tercera base.
21 Pelota corta: estrategia ofensiva en la que el bateo del equipo se enfatiza en colocar corredores en
base y luego avanzarlos a posición anotadora de carrera
20
¡¡¡¡QUEREMOS GANAR!!!!
En caso de que todos se lo pregunten: ¡la Maldición ha terminado! Dejen de
usarla como excusa.
Solo quedan unas pocas semanas hasta el Juego de las Estrellas. Los
Renegados en la competencia de jonrones: Davenport, Meyers y Singleton.
LA CRÓNICA:
¡Las fuentes dicen que Jasper Jacobson está pidiendo un cambio! Los
mantendré informados cuando me entere de más información.
Ethan Davenport y su novia de la universidad están manteniendo las cosas
bien apasionadas. La pareja tuvo una demostración pública de afecto a todo trapo
en Tequila Rain donde la alumna se reunió con él después del partido. No hay
especulación con estos dos, esperemos que estén usando protección.
Steve Bainbridge ha sido visto con una misteriosa mujer de cabello castaño.
210
Mi mejor conjetura es que esta es la amante de la que tanto hemos escuchado. Las
fuentes me dicen que por como lucen las cosas, él no va a dejarla a corto plazo.
El Bloguero ReBo.
CAPÍTULO 25
Traducido por AnnaTheBrave
Corregido por Mae
La oscuridad comienza a caer, y la lluvia no cesa, golpea continuamente la
parte superior de mi camioneta. El sonido es tan tranquilizador que nos arrulla hasta
dormir. Daisy y yo nos quedamos acurrucados en el asiento trasero. Su cabeza está
firmemente plantada en la curva de mi cuello y estoy mirando fuera de la ventana,
preguntándome qué tipo de bestia saldrá una vez que caiga la noche.
Estoy impresionado por este lugar de mierda. No solo Bainbridge posee este
basurero, me envió aquí en una cita pensando que esto sería romántico. Si no
estuviésemos encerrados en mi auto, temería por nuestras vidas. Ahora que lo
pienso, temo por nuestras vidas. Es casi seguro que algo va a salir del bosque y
211
comernos vivos.
—Oye, cariño, ¿dónde está tu camiseta? —Froto su brazo con mi mano, riendo
porque tiene ahora la piel de gallina.
Aparta mi mano de un golpecito y se acurruca profundamente a mi lado.
Estaré adolorido por sentarme en esta posición, pero vale la pena totalmente. Reclino
mi cabeza, cierro los ojos y envuelvo mis brazos a su alrededor un poco más fuerte.
Si no está lista para moverse, ¿quién soy yo para obligarla? Cuando estamos juntos,
ella vive en un mundo de fantasía en el que todo está bien y no cuida de su abuelo.
Nadie de su edad debería tener que hacer eso, pero él es todo lo que tiene. La admiro
por su valentía y por el amor que le tiene.
Un aullido profundo me hace abrir los ojos sobresaltado. Me incorporo
bruscamente, asustando a una Daisy durmiente.
—¿Qué fue eso? —pregunta, adormilada.
—Em… no estoy seguro, pero deberíamos irnos. —Bajo la mirada hacia ella,
vestida solo en sujetador y bragas—. En serio, nena, ¿dónde está tu camiseta?
Su cabeza gira lentamente, levanta una mano y apunta hacia la ventana.
—¿Está afuera? —pregunto, confirmando mi miedo.
Asiente lentamente.
—Con la comida y el vino.
—Mierda, y mi canasta de picnic. —Estoy orgulloso de esa canasta, pero me
voy a comprar otra. Su camisa, sin embargo, es otra historia. Me giro un poco, lo
suficiente para sacarla de mi regazo y meto la mano en la parte de atrás de mi
camioneta. Sé que tengo camisetas de repuesto en algún lugar y aunque va a
quedarle enorme, es mejor que llegar a mi casa con ella medio desnuda. Y de seguro
es mejor que salir de este vehículo en este momento para ir a buscar la que se quedó
afuera.
—Por favor, no pienses menos de mí, pero no voy a salir a buscar nuestras
212
cosas, así que ponte esto. —Le doy una de las camisetas de los ReBo y la ayudo a
ponérsela. Como sospechaba, es enorme y se ve como un vestido en ella. Se pone
parcialmente de pie y se coloca de nuevo sus pantalones cortos, mientras me coloco
al frente y enciendo el auto. Prendo la calefacción, porque a pesar de que no está frío,
me congelo de pensar en lo que está fuera viéndonos.
—Mierda —dice Daisy, yendo al frente, y revisando su teléfono—. No hay
señal aquí. —Levanta su teléfono en el auto, buscando señal.
—¿Qué pasa? —Miro detrás de mí, intentando determinar si puedo
retroceder para salir de aquí, entonces recuerdo cómo mierda era el camino y sé que
necesito dar vuelta. No sé por qué no pensé en esto antes. Oh, ya sé por qué, estaba
demasiado ocupado profesando mi amor y ocupando mi asiento trasero. Este es un
caso clásico de pensar con la cabeza equivocada.
—Yo… eh… olvidé llamar a la enfermera de noche.
La miro inquisitivamente, pero ella no se encuentra con mi mirada. Parece
extraño que no arreglara con una enfermera de noche sabiendo que tenía el día libre
y había planeado que pasáramos el día juntos. ¿Es porque no pregunté también
sobre la noche? Puedo ver la preocupación en su rostro, así que no tiene sentido
hacer problema al respecto.
Una vez que consigo dar la vuelta y salir del camino, conduzco más rápido
de lo que debería, pero el pensamiento de John solo en casa sin cuidado me
preocupa. No es propio de Daisy olvidar algo sobre él y eso también me preocupa.
Tan pronto como llegamos a la carretera interestatal, tomo su mano. Necesito
tocarla, sobre todo cuando está tan cerca.
—Tu abuelo estará bien —le digo, intentando calmar sus nervios. Ella luce
agitada, y esa es la última cosa que quiero.
Sobrepaso el límite de velocidad y maniobro en el tráfico, viendo mis espejos
para detectar luces azules que podrían estar siguiéndonos.
Para el momento en que salimos, su pierna comienza a rebotar.
—Casi estamos allí, nena.
213
—Lo sé, gracias.
Sabe que no tiene que darme las gracias; haría cualquier cosa por ella y su
abuelo. La suerte está de nuestro lado y nos toca cada luz verde posible y hay muy
poco tráfico. Su cinturón de seguridad está fuera antes de que estacione a un lado
de la calle.
—Gracias por lo de hoy —dice mientras coloca un beso en mi mejilla y sale
por la puerta antes de que sepa lo que está pasando. Corre a través de la lluvia a la
entrada y presiona el código antes de desaparecer detrás de la puerta. Ni siquiera
miró hacia atrás, no se despidió ni nada. Caray, ni siquiera sé si la veré más tarde.
Conduzco a mi casa, intentando averiguar cómo cambió todo tan rápido. Un
minuto estamos flipando juntos por los ruidos al aire libre y entonces está en
completo pánico por su abuelo. Lo que me parece extraño es que ni siquiera lo llamó.
Podía haberlo llamado una vez que estábamos en camino para asegurarse que se
encuentra bien y que no habría tenido que correr a casa. Podríamos haberlo llevado
a cenar y haber visto juntos un partido.
Tan pronto como estaciono fuera de mi casa, decido llamarla. Tengo que
asegurarme que está bien, al igual que su abuelo. El teléfono de Daisy suena… en
mi auto. Su pantalla brilla, el teléfono se asoma desde abajo del asiento. Cuelgo y me
agacho para recogerlo.
Cada sonido a mi alrededor se apacigua.
La sangre huye de mi rostro.
Mi boca se seca.
Mi mano tiembla a medida que sostengo su teléfono en mi mano. Está
bloqueado, pero sus notificaciones iluminan la pantalla como el cuatro de julio.
Trago saliva y cierro los ojos, rezando para que cuando los abra de nuevo lo
que esté viendo no sea lo que pienso que es. Solo que lo es. Tuit tras tuit dirigido a
@ReBoRenBlog. Cuando trato de leer uno, viene otro y luego otro. Estos son los tuits
que otras personas le envían. Puede que no sea el más inteligente cuando se trata de
Twitter, pero sé lo que significan las notificaciones.
214
Todo lo que creí que sabía de Daisy es una mentira.
Todo lo que odio de este blog, todas las quejas que he hecho, todo ha sido en
vano porque ella es la jodida bloguera.
Golpeo mi mano contra mi volante repetidas veces y muerdo el interior de mi
mejilla con fuerza. No voy a llorar por esta tonta perra. Empujando el hombro contra
la puerta del auto, salgo a la lluvia. El clima es jodidamente perfecto para mi estado
de ánimo y solo puedo esperar que siga lloviendo, así no tengo que salir de mi casa
mañana, porque tengo la intención de emborracharme esta noche.
—Ethan —grita mi nombre desde la lluvia. Me giro lentamente para ver a la
chica que le profesé mi amor de pie a unos metros de distancia, empapada. Miro mi
mano, su teléfono sigue ahí y las notificaciones siguen entrando.
—Creo que perdiste esto —digo sacudiendo su teléfono, queriendo mantener
mi distancia.
—Déjame explicarte. —Da un paso adelante, su pecho está agitado y se quita
el cabello mojado de la cara.
Sacudo la cabeza.
—No estoy seguro de que haya algo que puedas decir que pueda cambiar las
cosas justo ahora.
—Sí, lo hay —dice ella, dando un paso más cerca. Levanto mi mano,
haciéndole saber que quiero que se quede atrás. La determinación de mis estribos
está tambaleándose y puedo sentirme a punto de explotar. Lo lamento por todo en
mi casa, ya que está a punto de quedar destruido—. Lamento no habértelo dicho.
Nunca creí que nos conoceríamos o que conectaríamos tan rápido. El blog es un
trabajo de mi profesor de periodismo deportivo. Lo hiciste fácil, al principio, con las
cosas que hacías. Una vez que empezamos a salir, no supe qué hacer. Necesito el
trabajo, pero también te necesito.
—Sabías cómo me siento sobre el blog y me usaste de todas formas. La
primera vez que dejamos de hablar deberías haberlo confesado. ¡Maldita sea,
215
deberías haberme dicho quién demonios eres! —gruño con ira y frustración.
—Yo no…
—¿Tú no qué? ¿No querías escribir sobre cómo me has engañado en tu
maldito blog? —Tiro de mi cabello para evitar golpear algo. Estoy intentando no
gritar, porque la última cosa que quiero hacer es llamar la atención de los vecinos.
Estoy realmente agradecido de que esté lloviendo en este momento. La lluvia ahoga
nuestras voces y mantiene la gente dentro.
Siento la bilis en mi garganta cuando la miro. Ella está allí, una cáscara de la
chica que creía conocer. Me rompe pensar que me usó para adquirir información de
mis compañeros, mis amigos. Trato de recordar cualquier momento en que le di
alguna información. No puedo, pero la dejé entrar los vestidores.
—No sé qué es lo que quieres de mí. ¿Quieres finalmente una cita? Postea
esto: El tercera base de los Renegados de Boston me dijo que me fuera al infierno.
Al instante me arrepiento de las palabras, pero me rehúso a retractarme. La
miro y no siento nada más que odio.
—Vuelve a tu apartamento y escribe sobre cuántas veces he ajustado mi
suspensorio y sobre cómo el matrimonio de Bainbridge está cayendo en pedazos. Ve
a escribir sobre lo bien que te he tratado, solo para que tú me mintieras en la cara día
a día.
—¡No tienes derecho! —me grita—. ¡Este es mi trabajo y lo necesito!
—Todo lo que tenías que hacer era ser honesta conmigo. Todo lo que tenías
que hacer era darme una oportunidad con la verdad, pero no lo hiciste.
—¿Qué se supone que haga ahora?
Niego con la cabeza y comienzo a subir mis escaleras.
—No es mi problema, Daisy. No me importa ni una puta mierda lo que hagas
mientras no lo hagas cerca de mí.
—Te lo di todo —dice subiendo un escalón junto a mí—. Tomaste todo lo que
216
era mío. —Bajo la luz del porche puedo ver sus ojos rojos, haciéndome saber que
está llorando a pesar de que sus lágrimas se mezclan con la lluvia.
Dejo que sus palabras se hundan, permitiéndole a la rabia salir.
—¿Estás hablando de tu virginidad?
Cuando ella no responde siento la rabia quemar más profundo en la boca de
mi estómago.
—¡Tienes que estar jodidamente bromeando! Tú misma me la diste
libremente así que no actúes como si te hubiese obligado. Vete a casa, Daisy. —No
le doy la oportunidad de responder antes de abrir la puerta y entrar en mi casa. La
golpeo una vez que estoy dentro, cerrándola detrás de mí. Ella se queda de pie en el
porche, su sombra es visible a través del cristal.
¿Cómo pudo haber arruinado todo así?
Mi lámpara es la primera en irse. Vuela por el aire, golpeándose contra la
pared. La bombilla estalla y se rompe en mil pedazos.
Llaman a la puerta. Es ella. Su figura oscura se cierne en mi porche. No quiere
rendirse aunque ya no queda nada. La ignoro y entro en la cocina, metiendo la mano
en el gabinete y sacando una botella de tequila.
El líquido quema a medida que viaja por mi garganta. Me quedo ahí,
bebiendo, hasta que la mitad de la botella se ha ido. Con la falta de alimentos en mi
sistema no le toma ningún tiempo al alcohol empezar a trabajar. Mis ojos se
desenfocan, pero eso no me limita a tirar la botella hacia la puerta de la casa. Espero
que todavía esté allí.
Espero que todavía esté allí…
217
CAPÍTULO 26
Traducido por âmenoire
Corregido por Mae
Han pasado cuatro semanas desde que la mierda con Daisy se derrumbó y
todavía no puedo superarlo. Estoy obsesionado con todo lo que hace y rondo la web
esperando que publique una nueva entrada de blog. No sé qué estoy buscando, pero
es algo. Trató de llamarme una vez. Solo una vez y se rindió. No que la culpe, debería
haberse rendido. Lo que hizo estuvo mal en tantas formas, sin mencionar el dolor
que me ha causado sin razón. Debió haber sido clara desde la primera vez que
fuimos a cenar. Al recordar esa noche, estuvo tuiteando que yo estaba con alguien
mientras estábamos juntos. Incluso le tuiteé de regreso. ¿Quién hace este tipo de
mierdas a las personas?
218
El Juego de las Estrellas es mañana. No debería estar yendo. Debería haber
sido reemplazado para este momento, pero soy un favorito de los fanáticos así que
estoy haciendo mis maletas de modo que pueda ir al aeropuerto y volar a
Cincinnatti. Daisy y John se supone que estarán ahí, junto con mis padres. Se suponía
que tendríamos algo de tiempo para pasarlo juntos, pero eso no va a suceder.
No soy tan idiota como para quitarle eso. Si fuera solo ella, habría cancelado
el viaje, pero John no ha hecho nada malo y no merece esto. El servicio de transporte
los encontrará en el aeropuerto cuando aterricen y los llevará al hotel. Serán tratados
como en un viaje todo pagado, lo que probablemente sea una experiencia
transcendental para John.
Todavía soy cordial con él, pero no con Daisy. Ha estado en cada juego local
y por primera vez en meses me encuentro esperando los juegos de visitante. Esas
son las noches que son más fáciles porque no tengo que verla o escuchar su voz. Esas
son las noches que bateo bien. Esas son las noches que duermo más que algunas
horas sin levantarme a revisar mi Twitter para ver lo que ha dicho o leer su estúpido
blog. Odio querer leer lo que tiene que decir. Aún no me ha mencionado ni a nuestra
ruptura.
Los juegos como local apestan.
Los juegos como local significan que tengo que verla porque mis ojos
traicionan mis deseos y la buscan contra mi voluntad. Sin embargo, mi cerebro no
puede soportarla. Esos dos órganos vitales no están comunicándose y eso me
molesta. Ni siquiera hablaré de mi corazón porque está tan jodido que ni siquiera
funciona correctamente. Hay un dolor que el jacuzzi no puede arreglar o la terapia
física hacer que se vaya.
Para empeorarlo, ayer perdimos contra los jodidos Yankees.
Finalmente entiendo por qué los chicos son tan reservados con sus emociones.
Es porque los idiotas de sus amigos se burlan de lo que sienten. Una pizca de
emoción y preguntan cuándo es tu período. Es por eso que los chicos necesitan
amigas, aún cuando también vienen con problemas. El problema más grande
generalmente es el hecho que terminas follando con ella, pero eso es desviarse del
219
tema. El punto es, que necesito una amiga en este momento y la única con la que
puedo hablar está a quinientos kilómetros jugando al doctor y no puede dejar su
mierda para atenderme. De cualquier forma, nunca esperaría que haga eso.
Lo único destacado de la semana es que mi familia estará conmigo. Podré
pasar algo de tiempo de calidad con mi sobrina y ella es la única chica en mi vida
que puede hacer que todo se vaya. Ser un niño pequeño en este momento sería el
cielo. No tendría preocupaciones y todos me amarían porque soy jodidamente lindo.
Este vuelo es diferente de los otros. El equipo no nos envió en nuestro avión
alquilado así que Singleton, Meyers y yo volamos en un vuelo comercial, pero nos
aseguramos de hacerlo en primera clase. No hay manera que los tres podamos
sentarnos juntos en una fila de tres asientos. Somos hombres demasiado grandes.
Aunque es un vuelo extraño sin nuestras aeromozas de siempre. Ellas ya saben lo
que nos gusta y lo que tomamos.
Singleton está sentado junto a mí, junto al pasillo. Estoy tratando de no
escuchar su conversación, pero soy obligado dado que olvidé mis audífonos. No es
fácil alejarme de la realidad, aun cuando estoy viendo el rostro de Daisy en las nubes.
Soy tan idiota por permitirme enamorar de ella. Estaba mejor solo teniendo
aventuras de una noche y mis encuentros regulares con Sarah. Esos son seguros y
no hay sentimientos involucrados.
Eso es exactamente lo que Singleton está haciendo ahora. Está tratando de
unirse al club de las alturas con esta aerolínea. No dudo que tendrá sus alas de
membresía antes de que termine el vuelo y tal vez eso es lo que necesito, adoptar su
despreocupada actitud de “no me importa nada”. Parece funcionarle la mayoría del
tiempo.
El vuelo a Cincinnati es corto, pero atravesar el aeropuerto es otro reto. Creo
que ésta es la razón por la que los equipos hacen volar a los jugadores en aerolíneas
comerciales, para construir todo el despliegue publicitario del Fin de Semana de las
220
Estrellas, y está funcionando. Hay una gran cantidad de niños en el reclamo de
equipaje siendo acompañados por sus padres y todos llevan consigo carteles,
pelotas, bates, gorras y cualquier otra cosa que hayan comprado para ser firmado.
Oficiales de la MLB están aquí para reunir nuestras pertenencias y llevarnos al hotel,
pero no puedo imaginar que lleguemos ahí pronto.
Las cámaras de noticias destellan brillantes luces sobre nosotros mientras
firmamos la parafernalia que trajeron y posamos con los niños allí. Muchos de estos
chicos no estarán en el juego. Es difícil conseguir boletos y la mayoría de ellos son
comprados por corporaciones. Es molesto porque el juego debería ser para los
fanáticos y ya no es de esa manera.
Los representantes de la MLB finalmente intervienen y construyen un muro
alrededor de varios jugadores en la terminal de equipaje para que podamos salir de
aquí y nos dirijamos al hotel. Mis padres están esperando, pero no los veré hasta que
llegue al campo. Ahí es donde también veré a Daisy. Tiene que pasar cada día en el
estadio y no puedo imaginarme que deje que John se pierda de algo.
La locura en el hotel es tal como en el aeropuerto, si no más. La gente está
alineada afuera, tomando fotografías con sus celulares y gritando sus números de
teléfono. Realmente lo encuentro tonto, que piense que al azar recordaremos un
número de diez dígitos y lo marcaremos más tarde. Sé que lo hacen por llamar la
atención, pero hay otras maneras en que pueden romper la sequía si ese es su
objetivo.
Tan pronto como entro al hotel, inmediatamente siento el vacío porque Daisy
no está conmigo. Se suponía que me encontraría aquí y mientras veo en la ciudad a
las esposas y novias de los demás jugadores, me hace cuestionarme en cómo me
enamoré tan profundamente tan rápido. Solo es otra chica, es lo que me sigo
diciendo, al menos, solo otra chica que puede ser remplazada fácilmente.
Estoy perdido en mis pensamientos hasta que escucho el chillido de una niña
de tres años diciendo mi nombre. Me agacho a tiempo para levantar en mis brazos
a mi pequeña fanática ReBo y envuelve los suyos alrededor de mi cuello. Shea es,
sin duda, la mejor medicina para curar un corazón roto. Su inocencia y visiones del
mundo alrededor de ella son tan puras y desenfadas. Solo no le quites su cerdito de
peluche. Te cortará profundo si tocas eso.
221
Mi mamá se aprieta a mi costado, sabiendo que no voy a bajar a Shea hasta
que tenga que hacerlo y luego apenas se aleja para que pueda abrazar a mi papá.
—¿Dónde está Shana?
—Al teléfono con Mike —dice mamá con un ligero suspiro. Banderas rojas se
levantan al instante y hago una nota para preguntarle más tarde sobre ello. Mike ha
estado fuera un excesivamente largo tiempo y no es como si estuviera en las Fuerzas
Especiales así que no estoy seguro por qué todavía no ha regresado a casa.
—Titi, ¿jugarás hoy?
—Sí. ¿Vamos al estadio?
—Yo lista, ve —dice, apuntado su camiseta y gorra de los ReBo. En la
verdadera moda de Shea, está vestida de pies a cabeza en atuendo de los ReBo,
incluidos sus calcetines.
—Nos encontramos ahí —dice mamá, a medida que me besa en la mejilla y
se estira para recuperar a Shea—. Iremos a dar un pequeño paseo antes de que todo
empiece esta noche y te daremos algo de tiempo para pasar con tu novia. —No la
corrijo, aun cuando sé que debería haberlo hecho. Éste no es el momento, y
definitivamente no el lugar, considerando que los reporteros están merodeando
alrededor.
A regañadientes le pasó a Shea y les digo a mis padres que los veré más tarde
mientras hago mi camino hacia mi habitación. Y dado que no me importa
encontrarme a mi exnovia, tomó el primer transporte disponible para llevar
jugadores al estadio; al menos ahí puedo esconderme.
Las luces están encendidas en el estadio Great American y el mar de rojo está
por todo alrededor. Es algo bueno que sea un color que me gusta. La camaradería es
lo que hace divertido este evento y mientras intentamos ganar, también somos
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impresionados fácilmente por cuán lejos la bola larga puede ser golpeada.
No tengo oportunidad de ganar, no con los votos de Albert Pujols en la
alineación. El hombre es un maldito monstruo a pesar de su edad. He escuchado que
algunas de las esposas se refieren a él como un buen vino, aunque estoy bastante
seguro que no se refieren a su promedio de bateo. Aunque Singleton tiene una
oportunidad de ganar y a mí me gustaría llegar a la segunda ronda si es posible.
Todas las familias están sentadas en la misma sección. Es curioso observar a
las madres de equipos rivales charlando como si fueran viejas amigas del club de
tejido. Mañana será la Liga Americana contra la Liga Nacional, la línea será dibujada
en la arena. La liga ganadora tendrá una ventaja del campo local cuando sea la Serie
Mundial. Por un largo período de tiempo la LA dominó el Juego de las Estrellas,
hasta recientemente cuando la LN comenzó haciendo un regreso.
Ver a mis padres es fácil porque Shea está parada sobre las piernas de mi papá
vitoreando y muy probablemente estorbando a la gente detrás de él. Traté de
conseguirles asientos de primera fila, pero todavía soy un “don nadie” y destinado
a quedarme de esa forma a menos que pueda poner bajo control mi promedio de
bateo. Lo único que me está saliendo bien en este momento es mi defensa. No arrojes
la pelota hacia mí si estás planeando conseguir llegar a primera, porque las
probabilidades son que eso no pasará.
Daisy y John están notablemente ausentes en sus asientos. Trato de no dejar
que eso me moleste, pero lo hace. Fui más allá de mi límite para pagar su viaje y ella
ni siquiera se ha molestado en traerlo. Ésta es su única oportunidad de ver un Juego
de las Estrellas y ella está haciendo que lo vea desde casa.
Es bueno que dejara mi teléfono en los vestidores porque en este momento le
enviaría un twitter, no un mensaje, y le preguntaría por qué huyó de esta manera.
Esta semana era sobre su abuelo, no sobre nosotros. Si yo estaba dispuesto a dejar
todo de lado para asegurarme que pase un buen rato, ella también debería haberlo
hecho. Demonios, ni siquiera soy yo quien mintió y construyó una montaña de
decepción. Todo es su culpa. Solo soy quien no quiere contribuir a su drama de
mierda.
223
CAPÍTULO 27
Traducido por MaEx y Ximena Vergara
Corregido por Mae
Al segundo en que tengo mis maletas listas, llamo a un taxi. Todo en este
último mes, y lo más importante de estos últimos dos días, ha sido una completa
mierda. Daisy y John nunca se presentaron. Nunca se registraron en el hotel, usaron
sus billetes de avión y, ciertamente, nunca reclamaron sus asientos al lado de mis
padres. Podría pensar, al menos, que me he ganado una llamada telefónica sobre el
asunto que nos preocupa, pero no. Hubo silencio desde que la bloguera decidió ser
una perra conmigo.
Mi pierna rebota en el asiento trasero de la cabina mientras el conductor
parlotea sobre mis estadísticas y el Juego de las Estrellas, donde jugué dos de los
224
peores episodios de mi vida. Era una jodida broma, sentado allí preguntándome por
qué me importa una mierda esta mujer que claramente no quiere tener nada que ver
conmigo. Cuando me enteré de quién era, debería haberle escrito en lugar de
asegurarme que ella y su abuelo todavía tenían las cosas que les prometí.
Creo que eso es lo que más me molesta. No quiero verme como el jodido chico
malo aquí cuando ese no debería ser el caso. Jamás exigiría de regreso algo que ya he
ofrecido, especialmente un regalo como este. Ella tiene la culpa, no yo. John depende
de ella y habría estado allí si le hubieran dado la elección.
El taxista se detiene frente a su apartamento y tiro un par de veinte hacia él.
En retrospectiva, debería irme a casa para dejar recobrar la calma, pero con mi
actitud siendo lo que es en este momento, conducir no sería mi mejor apuesta. La
forma en que está el tráfico de Boston en este momento del día, probablemente
tendría un importante caso de rabia en el camino y no sería lindo.
Presiono el timbre de Daisy y espero a que ella o John respondan. Hay una
buena probabilidad que no esté aquí, pero John debería estar en casa. Espero cinco,
tal vez diez segundos y presiono otra vez antes de dar un paso atrás y levanto los
ojos al tercer piso para ver si alguien está ahí arriba, aunque no tiene una ventana
que da a la calle. La puerta principal se abre cuando un grupo de niños salen y utilizo
esto a mi favor y entro, aunque sé que el ascensor está funcionando, tomo las
escaleras dos a la vez hasta llegar a su piso. El recibidor está en silencio, lo que
significa que, si empiezo a golpear su puerta, sus vecinos escucharán.
—¿Daisy? —Toco en voz baja y llamo su nombre. Oigo pasos tenues, pero no
escucho ningún sonido proveniente de la televisión desde su apartamento. No
puedo imaginar que John esté fuera con una de sus enfermeras, pero ¿quién sabe?
Al parecer me han ocultado un montón de cosas, así que no me sorprendería.
Los cerrojos resuenan y la puerta se abre lo que permite la cadena. Daisy no
me mira, sino que mantiene sus ojos en el suelo.
—¿Quieres explicarte? —pregunto, mi tono duro y exigente.
Su cabeza se mueve lentamente, hasta que sus ojos enrojecidos se fijan en los
míos. Ha estado llorando y por mi vida, no puedo imaginar por qué. No es que ella
225
hubiera sido engañada, como yo.
—Lamento que no pudiéramos ir…
—¿Lo sientes? —le interrumpo, encontrando difícil creer todo lo que sale de
su boca. Por lo que sé, cuando escuchó el timbre, probablemente pensó que era yo y
empezó a cortar una cebolla.
—Oye, Robinson, tres días —dice una señora corpulenta mientras pasa por
ahí y le grita a Daisy. La veo caminar a otro apartamento y gritar lo mismo antes de
tomar las escaleras al siguiente piso. Cuando miro de regreso a Daisy, tiene nuevas
lágrimas corriendo por su rostro.
—¿De qué está hablando?
—No es nada. ¿Qué quieres? —Trata de ser dura, pero su voz es débil y no
me asusta.
—Bueno, para empezar, quiero saber dónde diablos has estado y de qué está
hablando esa señora.
Daisy intenta esbozar una sonrisa, pero es en vano.
—Vete a casa, Ethan. Solo tienes que ir a casa y fingir que nunca me conociste.
—Ella trata de cerrar la puerta, pero coloco mi mano para detenerla. La puerta queda
abierta, la cadena cede ante la madera vieja. Niego con la cabeza y me pregunto
quién va a arreglar eso por ella.
—¿Que está pasando?
Niega con la cabeza.
—Nada, por favor, vete.
—¿Dónde está tu abuelo? Quiero hablar con él. —Me permito entrar,
haciendo a un lado su pequeño cuerpo y soltando mis maletas en la puerta. Cuando
entro en la pequeña sala, él no está allí y hay un montón de cajas apiladas contra la
pared—. ¿Se están mudando? —le pregunto, o tal vez a la pared. No importa, porque
la pregunta es retórica—. ¿Por qué? —pregunto, volviéndome hacia ella—. ¿Y dónde
está John?
226
Cuando no me responde, voy hacia ella. Por mucho que me duela admitirlo,
amo a esta chica a pesar de que no confío en ella. Su mano intenta mover un pedazo
de papel de mi línea de visión, pero soy demasiado rápido para ella. Lo recojo y leo,
y en un instante mi corazón cae en picado hasta mi estómago.
—¿Cuándo? —pregunto, incapaz de leer una palabra más.
—El lunes en la noche. Estaba haciendo las maletas y él quiso ayudar. Le dije
que se quedara en su silla y le llevaría su ropa para que escogiera, pero no escuchó.
Se levantó y comenzó a caminar por el pasillo. Traté de hacerle volver a su silla, pero
me dijo que estaba bien, así que le dejé ayudarme a empacar. Fui al baño a agarrar
mis cosas y cuando regresé estaba inclinado sobre la cama. Llamé al 911, pero ya se
había ido.
La acerco a mis brazos sin dudarlo y dejo que mis propias lágrimas caigan. Se
ha quedado sin nadie. John estaba para ella y aunque sabía que no estaría ahí para
siempre, creo que pensó que estaría más tiempo de lo que fue.
—Daisy, lo siento mucho.
Sale de mis brazos y se limpia las lágrimas, pero no me molesto en limpiar las
mías. Tiene que ver que me preocupo por ella y su abuelo.
—¿Puedo hacer algo por ti?
Ella niega con la cabeza.
—Solo vete, por favor.
—¿Daisy? —Mi voz se apaga. Sus ojos son agudos y decididos.
—Fuera. Has hecho lo suficiente. —Se aleja de mí, bajando la cabeza.
Sus palabras me disparan directamente a través del corazón, rompiendo la
poca vida que me quedaba. Asiento y la rozo al pasarla, deteniéndome solo para
recoger mis maletas e irme. Salgo a la puerta sin mirar atrás. Si alguna vez hay una
relación que haya terminado, esta es una.
Decido caminar hasta mi casa. Estoy demasiado agitado para ponerme en la
parte trasera de alguna cabina y escuchar al hombre decirme su teoría sobre por qué
apestamos o qué tengo que hacer para mejorar. Todo el mundo es un maldito
227
entrenador, jugador y entrenador de vida, incluso cuando están conduciendo autos
por un salario mínimo.
Los automóviles pitan y las mujeres se estacionan preguntando si necesito un
viaje a casa. Sé que voy a estar en la portada mañana con algún titular sobre la forma
en que no puedo permitirme un auto. Una cosa es cierta, no estaré en el Blog ReBo
porque ella no está caminando conmigo así que su “fuente” no puede decirle nada.
Tan pronto como llego a mi cuadra, veo una sombra sentada en mis escaleras.
Por un breve momento, creo que es Daisy y está aquí para pedir disculpas. Solo que
no puede ser ella porque me habría visto caminando por la calle y dudo mucho que
pudiera permitirse un taxi ahora mismo. Cuanto más me acerco, más fácil es
distinguir las características de la otra mujer que conozco tan bien, Sarah.
Me detengo en la parte inferior de mis escaleras y la miro.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, dándome cuenta que estoy más que
feliz de verla.
Se encoge de hombros.
—Tu mamá llamó, dijo que pensaba que podrías necesitar un amigo. Tengo
unas cortas vacaciones, así que pensé en volar y pasar algún tiempo aquí, tal vez
buscar un trabajo o algo así.
—Estoy feliz de que estés aquí. —Subo las escaleras y pongo mi bolsa en el
suelo junto a ella. La pongo en mis brazos y la sostengo, sintiendo mi cuerpo
relajarse.
—¿Quieres hablar de ello?
No. Sí. Nunca, porque los chicos no hacen ese tipo de mierda.
—No lo sé.
—Vamos —dice ella, recogiendo su bolso y parándose junto a la puerta. Yo
hago lo mismo, sacando las llaves y abriendo la puerta. Afortunadamente mi
sirvienta ha estado aquí de modo que la lámpara rota y la botella de tequila han sido
limpiadas y mi lugar ya no huele como el suelo de un bar de mala muerte.
228
—Veo que no has cambiado mucho el lugar.
Niego con la cabeza.
—El color me conviene. —Los grises y los blancos encajan con mi
personalidad en este momento.
—Cierto. —Sarah lleva sus cosas a la habitación extra antes de regresar a la
sala de estar. Va a la cocina, toma dos cervezas y viene a sentarse a mi lado. Como
una profesional, retuerce las tapas y me tiende una.
—Adelante —dice y lo hago. Le hablo de cómo Daisy es la bloguera y cómo
me he enamorado de ella, pero no puedo confiar en ella. Le digo a Sarah lo mucho
que la amo y que vi a Daisy viviendo en mi casa y estando aquí cuando viniera a
casa de un largo viaje por carretera. Hablo de John y su amor por el béisbol y cómo
lo llevé a los juegos solo para descubrir que había muerto la noche antes a la que se
suponía que debían ir al Juego de las Estrellas. Le digo a Sarah que Daisy está sola y
que su familia se ha ido y que fui allí enojado y me fui más afligido que nunca
porque, a pesar de estar sola, aun así, no me quiere.
Sarah me permite hablar toda la noche mientras sostiene mi mano,
reconfortándome cuando a decir verdad, debería estar enojada de que he elegido a
otra mujer sobre ella.
—¿Estás listo?
Sarah se encuentra en la puerta de mi baño, mirándome arreglar torpemente
mi corbata. Ella lleva un vestido negro que le llega hasta la rodilla mientras que yo
estoy en un traje negro con camisa de vestir de color rojo. Sarah usó sus conexiones
en el hospital para saber qué funeraria se encargaría del velorio de Jhon, los llamó y
se enteró de los detalles del funeral. Pienso que podría haber llamado a Daisy para
preguntarle, pero mi instinto me dijo que no iba a responder.
229
—Casi. —Me quedo mirándome en el espejo mientras me preparo para lo que
probable sea el evento más embarazoso de mi vida. Los Renegados enviaron un gran
ramo de flores para el velorio, así como una donación para ayudar a financiar los
últimos días escolares de Daisy. No les pedí eso, pero me alegra que sucediera.
También he pagado por los boletos para el próximo año, así Daisy no se perderá los
partidos. No sé si alguna vez vaya a asistir a otro juego, pero independientemente
sus asientos estarán ahí esperando por ella.
Sarah todavía está aquí, pero en dos días se irá a Seattle a la universidad. Voy
a extrañar tenerla cerca. Todo con ella es fácil y deseo que las cosas pudieran ser de
esta manera todo el tiempo. Después de nuestra larga conversación de la otra noche,
no estoy más claro de lo que estaba antes de que ella llegara. La única cosa que puedo
decir positivamente es que Daisy y yo nos encontramos en el momento equivocado
de nuestras vidas.
—El auto está aquí —dice Sarah, rompiendo mi ensueño. La sigo hasta afuera,
abriendo la puerta para ella, y luego la puerta del auto una vez que llegamos a él.
Algunos de los otros chicos estarán allí hoy, así como el conductor que fue lo
suficientemente amable para recoger a John para los juegos. El funeral será sencillo
de acuerdo al director de la funeraria con quien Sarah habló.
Miro por las ventanas oscurecidas, presintiendo como un pedazo de mí ha
desaparecido. En este punto, no estoy seguro de cuántas piezas desaparecieron en
Daisy. En los últimos días, las cosas han transcurrido en una especie de borrón. Voy
a trabajar, jugar los partidos y volver a casa para encontrar a Sarah estudiando en
mi sala. Cenamos tarde, hablamos y nos vamos a la cama.
Durante cada juego, estoy buscando detrás de la caseta de visitante a Daisy,
pensando que iba a tratar de aferrarse a los últimos recuerdos de estar aquí con su
abuelo, pero sus asientos permanecen vacíos. Durante un juego, me asusté cuando
alguien más tomo el asiento de ella. Entonces tuve que pedirles a los acomodadores
que los retiraran o los sacaría con una hemorragia nasal. No creo que fuera justo,
claramente considerando mi posición en el equipo, pero no me importa.
—Llegamos —dice Sarah tomando mi mano. Rápidamente me suelto, no
quiero que Daisy nos vea tomados de la mano. Esto significa algo diferente para mí,
230
pero no para Daisy. Sin importar que no estemos juntos. No necesita pensar que he
seguido adelante. No lo he hecho y no quiero.
Sarah se toma del hueco de mi brazo mientras caminamos por la empinada
colina. Mis compañeros de equipo, Kidd, Branch y Cross todos vienen detrás de mí,
junto con Ryan Stone y su esposa, Hadley Carter. Asiento a Ryan, dándole las gracias
en silencio por asistir. No conocía a John y no necesitaba tomar tiempo de su día, o
la ocupada agenda de Hadley, pero está aquí para honrar a un fan de toda la vida.
Eso dice mucho de nuestra organización.
Los Renegados de Boston se sientan en dos filas detrás de Daisy. No se gira
para ver quién está llegando; mantiene su atención en el ataúd frente a ella. A la
izquierda se encuentra el ramo de flores que el equipo envió con las palabras FAN
N°1 en la cinta.
Llega un poco más de gente, se sientan delante de nosotros bloqueando mi
vista de Daisy. Cuando llega el ministro, apoya su mano sobre el hombro de Daisy,
así que me pregunto si es el mismo hombre que presidió los funerales de sus padres
y de la abuela cuando ocurrieron. ¿Mantienes a alguien así en los contactos por si
acaso?
El ministro comienza con palabras de sabiduría y amor, nos dice que el amor
es perdón. Sarah me pellizca, recordándome que ella dijo lo mismo la otra noche.
Me gustaría ponerme de pie y recordarles a todos que es fácil decir la palabra
perdón, pero mucho más difícil cometer en realidad el acto cuando algo te causa
tanto dolor. Quisiera regresar al día que nos conocimos y que ella me diga que es la
maldita bloguera y me deje tomar una decisión sin basarme en lo que era. Es fácil
decir ahora que lo haría porque estoy enamorado de ella, pero esa noche en el lugar
de hamburguesas, tal vez no.
Sin embargo, puedo decir honestamente que ella me fascinó demasiado la
noche que la conocí al punto en que quise averiguar lo que la hace feliz. Ella me
atrapó desde la primera vez que la vi.
El ministro pregunta si alguien quiere hablar. Me aclaro la garganta y me
pongo de pie. A medida que camino junto a Daisy, capto una leve inhalación venir
de ella. Le ofrezco una sonrisa, solo para que se gire y mire detrás de ella. Cuando
231
mira hacia delante, lágrimas corren por su cara, frescas o no, no puedo decirlo.
Debería estar sentado a su lado a través de todo esto. Todo lo que ella tenía que hacer
era pedirlo.
—Tuve el privilegio de conocer a John hace unos meses y estoy triste de decir
que no lo conocí lo suficiente. Era un verdadero fan, no solo del béisbol, sino de mi
juego personal. Tenía la habilidad de convertir lo que yo considero un juego en un
buen juego, destacando las estadísticas ocultas de mis compañeros de equipo y de
mí mismo. Mi poco tiempo con John no será en vano. Lo llevaré conmigo, con
aprecio, todo lo que me enseñó sobre la vida, el amor y el béisbol.
Vacilo por un momento, en busca de la petición de Daisy para sentarme junto
a ella, pero todavía no hace contacto visual conmigo. Su cabeza está inclinada y sus
dedos se enredan con el pañuelo en sus manos. Cuando me siento, Sarah toma mi
mano y yo se lo permito. No tengo nada que perder en este punto.
Algunas otras personas se levantan y hablan, la mayoría de ellos son viejos.
Relatan historias de la infancia de Daisy con sus padres y su abuela, y la promesa de
estar ahí para ella. Quiero levantarme y preguntarles quién la recibirá en su casa
porque tiene seguir adelante. ¿A dónde debe ir?
Cuando el servicio ha terminado y todo el mundo se va, me quedo sentado.
—Te veré en el auto —le digo a Sarah que me da un beso en la mejilla antes
de salir, y me entrega la pelota que puse en su bolso antes. No quiero causarle más
dolor a Daisy, pero tengo algo para John.
Voy hasta el ataúd y coloco la pelota firmada con la alineación actual en la
parte superior de su ataúd. No sé si lo pondrán dentro, pero eso espero.
—No pasó mucho tiempo para que siguieras adelante.
Su voz me pilla con la guardia baja. Respiro profundamente y me recuerdo a
mí mismo que está sufriendo y es fácil suponer que Sarah y yo estamos juntos.
Decido que lo mejor es que me siente a su lado para que así me pueda escuchar con
claridad, sin ignorarme.
—Es Sarah, mi ex. Sabes de ella porque te conté todo de nuestra relación.
232
Cuando no apareciste en Cincinnati mi mamá supo que algo pasaba y la llamó.
Estaba sentada en mis escalones cuando volví de tu apartamento.
—Oh, sí, es tu enganche del momento.
—Eso no es justo, Daisy. Sé que estás sufriendo ahora mismo, pero Sarah no
tiene la culpa y yo tampoco.
—¿Fuiste a su apartamento en Seattle? —Su cansada voz me desgarra por
dentro. Me inclino hacia delante, apoyando los codos en las rodillas y giro la cabeza,
así la estoy mirando.
—No sé por qué hablas de esto ahora, pero sí, lo hice. Tú y yo dejamos de
hablarnos. Estaba enojado.
—¿Te has acostado con ella?
Niego con la cabeza.
—No, pero hicimos algunas otras cosas hasta que dije tu nombre y se alejó de
mí. Me pasé el resto de la noche diciéndole a mi ex que estaba enamorado de esta
hermosa, inteligente y loca chica con un adorable acento que sabía cómo ponerme
en mi lugar.
Un sollozo se apodera de su cuerpo. Trato de acercarme, pero huye. En su
lugar tomo su mano y la siento de nuevo. Este debería haber sido mi argumento
desde el primer momento, pero se niega a permitirme volver.
—Daisy, me doy cuenta que este no puede ser el mejor momento, pero tengo
que decirte esto. Quiero resolver las cosas entre nosotros, porque estoy enamorado
de ti. Si no me quieres, házmelo saber, pero si lo haces quiero que tengamos un
futuro, ya sabes dónde encontrarme.
Me pongo de pie y la beso en la frente, deteniéndome allí por el mayor tiempo
posible antes de dejarla para despedirse de forma privada de su abuelo.
233
CAPÍTULO 28
Traducido por Martinafab y AnnaTheBrave
Corregido por Mae
EDavenport @ElVerdaderoEthanD - 1 hora
@ReBoRenBlog Te echo de menos.
Ha pasado un mes desde que vi a Daisy y tengo la sensación de que esa fue
mi última vez. Cada partido en casa, salgo de la caseta buscándola, solo para
encontrar sus asientos vacíos. Permanecen vacantes durante el partido,
disminuyendo cualquier esperanza que tengo de volver a verla.
234
Cuando la dejé en el cementerio, estaba seguro que llamaría o aparecería.
Incluso dejé mi puerta abierta un par de veces con la esperanza de llegar a casa de
un viaje por carretera para encontrarla allí. Ha sido una decepción cada vez. He
intentado llamarla. Durante un tiempo, su teléfono iba al correo de voz después de
cuatro o cinco tonos hasta que un día la llamada ni siquiera salió. No sé si cambió de
número porque está harta de que la llame o qué.
Lo único que no ha cambiado es su blog. Todavía está en funcionamiento,
recordándonos lo mal que vamos este año. Le he ocultado su secreto al equipo.
Supuse que si quiere decirles a todos que es el Bloguero ReBo, puede hacerlo cuando
esté lista. No son mis secretos para compartirlos.
Estamos en medio de un largo período de partidos locales, diez partidos hasta
que nos pongamos en camino de nuevo. Los Indios de Cleveland están en la ciudad
y después de mi último turno al bate, estamos llevando tres a nada. Pensé que
después del funeral mi promedio de bateo continuaría sufriendo, pero no es así.
Actualmente estoy bateando .320, lo más alto en la Liga Americana, pero no en las
Grandes Ligas. Un par de tipos de la Liga Nacional siguen pateándome el trasero.
También pateándome el trasero está mi tic nervioso. Ha vuelto como nunca desde
que Daisy y yo rompimos. ¿Quién sabía que ella era la cura y ahora que se ha ido,
es algo con lo que tengo que seguir viviendo?
Una cosa que he aprendido de Daisy es que era precisa en sus suposiciones.
Pasé horas vertidas en su blog, leyendo la mierda que estaba escribiendo solo para
descubrir que la mayor parte es cierta. Cooper Bailey va a venir a Boston, y pronto.
Nadie sabe cuál será su posición, como todavía no hay palabra sobre lo que está
pasando con Bainbridge.
Jasper Jacobson está actualmente preparándose para batear. Los rumores de
que no está feliz en Boston son verdaderos, lo que hace las cosas un poco incómodas
en los vestidores. Quiere cambiarse, pero Stone no ha hecho nada al respecto
todavía. Hay especulaciones de que Jacobson podría estar involucrado con la esposa
de Bainbridge, pero nadie dice nada.
Jacobson se enfrenta a una cuenta completa y los fanáticos se están reuniendo
a sus espaldas. Todos estamos de pie en apoyo. Necesitamos una victoria; después
de nuestros dos últimos partidos perdidos, necesitamos un poco de felicidad. Él se
235
balancea y conecta con la pelota, enviando al jardinero derecho a la franja de
advertencia. Nos reclinamos y oramos cuando el jardinero derecho salta, sin atrapar
la pelota por unos centímetros. Corremos y lo encontramos en el home-plate,
dándole una palmada en la espalda y tratando de demostrarle que aún somos su
equipo a pesar de todo lo que sucede con su vida personal.
Sin outs, lo único que tenemos que hacer es añadir más carreras. Bryce
Mackenzie es el próximo con Travis Kidd en la planta alta.
—Alguien está acosándote —dice Kidd a medida que asiente detrás de mí.
Puedo oír mi nombre siendo llamado, pero no quiero mirar porque probablemente
es él tramando algo. El hecho de que mi nombre esté siendo llamado no significa
nada, ya que los chicos siempre están tratando de hacernos firmar cosas, darles un
bate durante el partido o incluso mirarlos. Fue muy emocionante cuando me pasó a
mí, así que sé lo que es llamar la atención de tu jugador favorito, por no hablar de
cualquier jugador.
—Solo una fanática, asumo —digo, apartándolo con un encogimiento de
hombros y centrándome en Mackenzie al bate.
Sacude la cabeza y se empieza a reír.
—Una súper fanática —dice, señalando detrás de mí otra vez—. Es posible
que desees darte la vuelta.
—Es posible que desees prestar atención al partido. Mackenzie podría sacar
un faul y golpear tus partes.
—Jesús Davenport, solo date la maldita vuelta.
Pongo los ojos en blanco y finalmente cedo, pero solo a medias. Miro por
encima de mi hombro izquierdo y no veo a nadie llamándome y sobre mi derecha
solo para encontrar lo mismo.
—No sabes de lo que estás hablando.
Kidd balancea el bate un par de veces antes de detenerse porque Mackenzie
le ha dado a la pelota y ahora está en la primera base.
236
—Gírate completamente, Davenport. Deja de ser una perra.
Hago lo que dice y me encuentro con un par de ojos verdes que he grabado
en mi memoria. Está sentada detrás de nuestra caseta en el asiento central. Se levanta
y apunta a su camisa. El frente dice: “Lo siento”. No puedo evitar la sonrisa estúpida
que aparece en mi cara.
Me inclino hacia delante, apoyando las manos en el borde del banquillo.
—¿Estás ocupada después del partido?
—No —dice Daisy con una sonrisa.
—Ahora lo estás —le digo, sin que me importe que probablemente estoy
asumiendo que quiere verme. No es una suposición; sé que lo hace—. Quédate ahí
y vendré por ti cuando el partido haya terminado.
Antes de darme cuenta, estamos en las pantallas gigantes con corazones
alrededor de nuestra imagen. Se cubre la cara y me vuelvo de nuevo al juego, solo
para dar la vuelta y agitar mi gorra en la sección en la que está. Ellos rugen con
vítores y empiezan a cantar mi nombre.
Ganamos, nueve a uno. Añadí unas cuantas bases y algunas carreras a
nuestro recuento. Cada jugador de los Renegados tuvo al menos una base. Es
extraño cuando eso sucede, pero lo tomamos y corremos cuando pasa. Tan pronto
como entro en los vestidores los periodistas ya están ahí. Llaman mi nombre y en
lugar de ir a ellos, vienen a mí y empujan sus micrófonos en mi cara tan pronto como
me siento.
—Ethan, hiciste una muy gran muestra de afecto hoy durante el partido. ¿Te
importa hablarnos de tu novia?
—Sí, claro —digo, pasándome la mano por el cabello—. He estado
237
enamorado de ella durante tanto tiempo como puedo recordar. Lo es todo para mí.
—De repente, sus micrófonos están todavía más sobre mi cara.
—¿Cómo se llama?
—¡Béisbol!
Me gustaría tener una cámara en este momento exacto para poder capturar
sus expresiones cuando todos se quedan inexpresivos ante mi respuesta. Son
estúpidos si piensan que voy a decir algo de Daisy. Tenemos un largo camino por
delante de nosotros y lo último que necesitamos es que los medios nos acosen. Hago
suficientes estupideces que nos trae un montón de atención. No necesitamos más.
No les agrado mucho a los reporteros después de esa respuesta, no es que los
pueda culpar. Kidd me da un puñetazo en el hombro y me guiña el ojo.
—¿Vas a echar un polvo esta noche?
Empiezo a desnudarme, con la esperanza de que si lo ignoro, desaparezca,
pero no lo hace. No está en su naturaleza dejar que algo como esto sea pasado por
alto. Él me da un codazo y cometo el error de mirarlo. Su lengua está haciendo cosas
que ni siquiera puedo describir a su mejilla.
—No va a pasar —digo, estallando su burbuja.
—¿Por qué no?
—Porque tenemos un montón de problemas sin resolver y el sexo no es la
forma de arreglar las cosas.
Kidd me mira como si tuviera dos cabezas.
—Eres un puto cobarde. Será mejor que te vuelvas un hombre. Creo que me
avergüenzo de conocerte. —Sacude la cabeza y sale hacia a las duchas. Sería fácil ser
como él, pero eso no es lo que soy. Traté de ser el tipo de una noche y no era para
mí. Sí, el sexo sin apegos es genial, pero el sexo con alguien que realmente te importa
vale mucho más la pena.
238
Después de ducharme, salgo de los vestidores y voy hacia la caseta. Las luces
están todavía encendidas y la gente está limpiando el estadio. Daisy todavía se
encuentra en el mismo lugar que estaba antes, justo donde le pedí que se quedara.
Me siento en el asiento vacío a su lado y miro hacia el campo.
—Los reporteros preguntaron por ti esta noche. Me pidieron que les hable de
mi novia.
—¿Qué les dijiste?
—Que estaba enamorado de ella.
Su cabeza gira rápidamente y la luz atrapa sus ojos, haciéndolos brillar.
—¿Ah, sí?
Asiento.
—Sí y me preguntaron su nombre. Les dije que su nombre era béisbol.
Los labios de Daisy se transforman en la sonrisa más grande que he visto en
mucho tiempo.
—Esa es la mejor respuesta que he oído.
—Lo sé —digo, estoy muy orgulloso de mí mismo por la respuesta rápida—.
¿Qué haces aquí?
—Recibí tu tuit.
Le envié un tuit antes de que empezara el juego, diciéndole que la extrañaba.
Fue un último esfuerzo para llegar a ella y demostrarle que hablo en serio. Sé que no
le debo nada, pero siento algo que no puedo dejar ir. Llámame un acosador
psicópata o sociópata, pero quiero estar con ella, o al menos tenerla en mi vida.
—Soy bastante bueno tuiteando.
—Sí, lo eres —responde.
Nos sentamos en silencio, mirando el equipo de las instalaciones cubrir el
campo y preservar la zona del estadio para el partido de mañana. Estarán aquí a
239
primera hora de la mañana para que esté listo. Cortan el césped y se aseguran que
todo esté en su lugar antes de cubrirlo de nuevo para la práctica de bateo. Es un
trabajo tedioso, pero son muy buenos en eso.
—No merezco tenerte en mi vida.
—Lo sé —digo, dándole la razón. Cualquier otra persona se alejaría, sin mirar
nunca atrás. Pero serían idiotas alejándose de alguien como Daisy.
—Debería haberte dicho sobre mi trabajo cuando nos conocimos.
—Sí, deberías haberlo hecho, ¿pero por qué no me lo dices ahora?
Daisy suspira, frotando sus manos sobre sus muslos desnudos. El aire de la
noche está a la temperatura perfecta.
—Cuando llegaste a Boston mi profesor pensó que sería una buena idea que
alguien de la clase fuera a cubrirte. Algo así como un blog sobre ti, pero yo tuve la
idea de hacerlo de todo el equipo. Me dio el trabajo porque tenía entradas para la
temporada, o al menos así era. Él se ofreció a pagarme, además de que podía hacer
lo que quisiera con el espacio publicitario. Necesitaba el dinero, así que acepté el
trabajo pensando que nunca te conocería a ti o a alguno de los chicos. Al principio
lo hiciste fácil. Las cosas estúpidas que hacías estaban en primera página y me estaba
divirtiendo mucho. Entonces me tuiteaste y pude decir que te estabas enojando, así
que empecé a escribir también sobre los otros chicos. Las sugerencias llegaron como
locas. Conseguía tuits de quién estaba en el bar flirteando, quién era infiel, la esposa
de quién gastaba obscenas cantidades de dinero en las tiendas… mientras más
posteaba, más visitas recibía lo que significaba más anuncios y eso significaba más
dinero en mi cuenta y mejor comida en nuestra mesa. La primera noche que
cenamos, alguien del restaurante me dijo que te encontrabas en una cita. Estaba
segura que lo averiguaste al momento en que me senté, pero nunca dijiste nada a
excepción de que llamara a tu agente. Créeme, lo hice… no es muy agradable.
Tengo que reír ante su última declaración porque es verdad: es un idiota.
—El día que me sorprendiste en la biblioteca estaba subiendo una nueva
publicación. Y cuando discutimos lo vi como una oportunidad de escapar de lo que
estaba por venir.
240
—¿Qué era? —pregunto.
—Un corazón roto.
Ella rompió mi corazón.
—Pero no pude mantenerme alejada y no era por alguna historia, sino porque
estaba… aún estoy… enamorada de ti. Nunca te usé, Ethan. No tuve que hacerlo.
Hay muchas personas que los rodean que están dispuestas a ceder una historia. La
esposa de Bainbridge es una. Ella me envía correos diariamente. Es realmente triste.
—Su voz se apaga y empiezo a cuestionar por qué no estoy enojado con ella ahora
que es sincera. Esta es la historia que he estado esperando y debería estar gritando,
pero no es así—. Lamento no haber sido honesta contigo. Es de lo que más me
arrepiento. Luego de todo lo que hiciste y hacías por mi abuelo… hubo muchas veces
que quise decírtelo, pero no podía encontrar las palabras.
—Esa noche en el auto, cuando dijiste que habías olvidado llamar a la
enfermera de la noche, ¿qué estaba ocurriendo?
—Había olvidado cancelar un post y enloquecí. Preguntarías por todas las
notificaciones o por qué estaba jugueteando tanto con mi teléfono. No podía
apagarlo porque mi abuelo podría llamar.
Le hubiese quitado su teléfono si hubiera estado usándolo mientras
estábamos juntos. Nuestro tiempo era valioso y limitado. La última cosa que
necesitábamos eran interrupciones.
—¿Cómo supiste que fui a casa de Sarah en Seattle? Nunca publicaste nada al
respecto.
—La esposa de Steve. Ella me cuenta todo.
¿Y Steve lo oyó en los vestidores y se lo contó a su esposa? No me lo trago.
—No creo que Bainbridge le dijera.
Daisy me mira.
241
—No lo hizo. Fue Jacobson.
—Interesante.
—Honestamente, Ethan, a veces tienes los ojos vendados. Deberías quitarte
las vendas y dar un vistazo alrededor. Hay mucha mierda ocurriendo en tus
vestidores.
Sé que tiene razón, pero a veces quieres mantener las vendas para no perderte
a ti mismo, o comenzar a pensar las tonterías que tus compañeros de equipo hacen.
A veces es mejor no saber.
—Hay cosas que te tuiteé como bloguera, sobre ti siendo la persona de la que
me enamoré. Estoy tratando de entender eso. Hay días en los que creo que no es
gran cosa, pero otras veces me asusta.
—Lo sé. Lo siento. Me gustaría retirarlo todo, pero no puedo.
Suspiro y me inclino hacia delante, mirándola desde un ángulo.
—¿A dónde iremos desde aquí, Daisy? ¿Qué quieres?
Sé que es una pregunta abierta y las respuestas podrían ser interminables. No
tengo ninguna duda de que ella pediría más tiempo con sus padres y abuelos si
pudiera, o incluso la paz mundial a estas alturas. Espero que sepa que estoy
preguntando de nosotros y dándole la elección.
—Te quiero a ti, si estás dispuesto a tenerme, con defectos y todo. ¿A dónde
iremos? No lo sé, pero soy flexible.
No estamos hechos para ser perfecto en este mundo y sí sé que la jodió, pero
bajo sus circunstancias, lo entiendo. Quizás hubiese hecho las cosas de manera
distinta, pero entiendo por qué hizo lo que hizo.
—También es lo que quiero —le digo, mientras la acerco a mí para besarla,
amando sentir sus labios en los míos una vez más. Se funde en mí y empuja sus
dedos por mi cabello. Tiro suavemente de su labio antes de que nuestras lenguas se
encuentren y los fuegos artificiales se enciendan a nuestro alrededor. Me alejo y veo
242
el cielo nocturno iluminarse con luces rojas, azules y blancas.
—Creo que alguien nos está ayudando a celebrar.
—Creo que deberíamos llevar esto a otro lugar—le digo, ayudándola a que se
ponga de pie.
—Cenar sería genial.
La miro inquisitivamente y se encoge de hombros.
— Podemos cenar.
Empezamos a subir las escaleras de la mano, hasta que llegamos a la cima.
—Aunque, hay algo más.
—¿Qué es?
—Quiero asegurarme de aclarar una cosa.
—Está bien —dice ella, arrastrando las palabras.
—No me importa el blog. De hecho, quiero que lo mantengas siempre y
cuando dejes de postear cuántas veces me acomodo la entrepierna.
—¿Eso significa que tengo que dejar de contar? —pregunta con un brillo de
maldad en los ojos.
—No, solo piensa en ello como yo pensando en ti.
—Me gusta eso.
Empujo su cabello detrás de su oreja y suspiro alegremente.
—También debes saber que estoy, sin duda alguna, realmente enamorado de
ti. Te amo, Daisy. —Poso la mano en su mejilla y la beso hasta que los fuegos
artificiales comienzan de nuevo. Los habitantes de Boston van a empezar a
preguntarse qué está pasando en Lowery Field esta noche si no salimos de aquí.
243
CAPÍTULO 29
Traducido por âmenoire
Corregido por Mae
—Hola, nena —digo cuando entro en la casa. Desde donde estoy parado,
puedo verla tratando de colgar algún tipo de guirnalda en una de las repisas de
nuestros libreros de piso a techo. Nuestra casa está totalmente decorada desde un
gran árbol con luces blancas hasta todas las decoraciones navideñas que pudimos
encontrar. Hay una guirnalda envuelta con más de las mismas luces blancas que
están sobre el árbol y moños rojos en cada posible superficie, así como amarrados
alrededor de los pilares que separan la sala del recibidor. También hay una montaña
de regalos debajo del árbol. Aunque ninguno de ellos es para mí; lo sé porque he
revisado.
244
Mis padres, hermana, cuñado y Shea llegan mañana para celebrar la navidad
con nosotros. Daisy está nerviosa por conocer a todos. Diría que lo entiendo, pero
habla más con mi mamá por teléfono de lo que lo hago yo. Mamá ya ama a Daisy.
Daisy se mudó conmigo dos semanas después de que volviéramos. No fue
una decisión apresurada, sino una que tomé muy seriamente. No estuvo cómoda
con mudarse sin ayudar con los gastos, lo que pensé que era ridículo, pero entendía
de dónde venía. Paga por los servicios y cocina. Yo pago, felizmente, todo lo demás.
También ha terminado la universidad, pero no buscará trabajo hasta febrero
cuando yo me reporte para el entrenamiento de primavera. Queremos pasar al
mayor tiempo posible juntos antes de que empiece la temporada. Su graduación es
en mayo y tendremos una gran fiesta para ella.
Los Renegados de Boston no pasaron de la temporada regular, lo que no es
sorprendente. No sé en qué lugar terminamos de las posiciones, pero si quisiera
saberlo, todo lo que tengo que hacer es preguntarle a mi bloguera residente. Me
tomó un poco acostumbrarme, pero ahora apoyo completamente su trabajo como el
Bloguero ReBo. Aunque sabe que no le diré ningún secreto sucio. Tampoco le he
dicho a nadie más que ella es el bloguero, manteniendo su secreto de modo que las
demás esposas no la molesten. De vez en cuando, por el resto de la temporada, tuve
que recordarle a Daisy que escribiera algo sobre mí, así no se vería tan obvia. Y solo
porque es mi novia no quiere decir que fue suave conmigo.
—Estoy aquí —dice, claramente olvidando que puedo verla.
—¿Quieres algo de ayuda? —pregunto, caminando hasta quedar detrás de
ella en la escalera. Coloco mis manos sobre sus caderas y beso su hombro.
—Creo que lo tengo. —Se estira hasta pararse de puntas para colocar la
guirnalda en un gancho que podría haber alcanzado fácilmente, pero es ferozmente
independiente y no quiero molestarla. Una vez que la guirnalda está colgando, se
gira en mis manos y brinca a mis brazos. Sus labios encuentran los míos brevemente
antes de alejarse.
—¿Cómo estuvo tu junta? —pregunta.
—Um… no estaba exactamente en una junta. —Su expresión cae, a medida
245
que asimila la mentira. Cuando trata de salirse de mis brazos la sostengo más
fuerte—. Espera, déjame explicar. Tuve que decirte que tenía una junta para que así
no me pidieras venir conmigo. Fui a recoger un regalo para ti.
—¿Por qué no me dijiste simplemente que ibas de compras?
Me encojo de hombros.
—No lo sé, ¿porque soy un tipo tonto? —Nos llevo hacia el sofá y la bajo,
besando su nariz antes de dejarla ir—. Quédate aquí. —Rodeo la media pared y
agarro una de las dos cajas que recogí hoy para ella. Ninguno de los dos es un regalo
de navidad, esos están todos envueltos bajo el árbol, profesionalmente envueltos por
las maravillosas mujeres en las tiendas departamentales.
Sus ojos se abren cuando ve cuán grande es la caja. Tengo la sensación de que
sabe lo que es, aún cuando está envuelto.
—Este es un regalo “solo porque sí”. —Me siento junto a ella y sostengo la
caja en mi regazo—. Creo que eres asombrosa y te amo mucho. No puedo esperar a
que seas exitosa en tu carrera y esto te ayudará en ello.
Deslizo la caja a su regazo, mirando sus ojos iluminarse mientras desgarra el
papel. Sé de hecho que sus navidades han sido muy diferentes desde que su abuela
murió y con ésta la primera sin su abuelo, estoy tratando de hacerla especial, cosa
que es una de las razones por las que vienen mis padres. Mamá planea mostrarle
cómo celebran los Davenport.
—Oh Dios mío, Ethan… esto es demasiado. No puedo. —Trata de pasarme la
Mac Book Air, pero la empujo de nuevo hacia ella.
—Vas a necesitarla cuando empieces a trabajar y estoy cansado de escucharte
quejar sobre la Acer de mierda que compraste. —Me inclino y beso su mejilla—.
Además, he visto lo mucho que te encanta la mía. Ahora podemos ser gemelos.
Cuando Daisy me mira, sus ojos están llenos de lágrimas.
—Te amo tanto, Ethan.
246
—También te amo. Conocerte ha sido la mejor cosa que me ha sucedido en la
vida.
Me mira de manera burlona.
—¿En serio? ¿Qué hay sobre ser seleccionado?
Le quito la portátil y la pongo sobre el suelo, jalándola hacia mí de modo que
terminamos tendidos sobre el sofá. Me estiro por el remoto y apago las luces antes
de poner algo de música suave. Las luces blancas de nuestro primer árbol de
navidad parpadean, lanzado un brillo luminoso sobre la sala de estar.
—Te lo dije antes, conocerte era mi destino. Lo quise decir entonces y lo
quiero decir ahora. Estamos destinados a estar juntos.
Daisy envuelve su brazo alrededor de mí y presiona su espalda en mi pecho.
Me encanta estar con ella así, donde ninguno de los dos podemos alejarnos del otro.
—A veces suenas como una chica.
—Lo sé. No puedo evitarlo. Sacas mi lado femenino.
Pasando mis dedos de arriba abajo por sus brazos, sé que tengo que ser
cuidadoso o se dormirá aquí mismo. Ha pasado tantas veces y aunque no me
importa, tengo otro regalo para ella.
—¿Daisy?
—¿Hmm? —dice ella, a punto de dormirse. Me enderezo ligeramente y la
ruedo para que quede frente a mí. No puedo resistir el pequeño puchero en sus
labios y me inclino para quitarlo con un beso. Ella profundiza el beso, pero me alejo,
dejándonos a ambos sin aire.
Mis dedos pasan por el costado de su rostro mientras me mira con sus
vibrantes ojos verdes.
—Eres hermosa. —Le digo esto cada día. No quiero que nunca piense que no
la encuentro como la mujer más hermosa que haya visto—. Soy tan afortunado de
tenerte en mi vida. Creo que necesitamos hacerlo permanente.
247
—Vivimos juntos, Ethan.
—Quiero compartir todo contigo, Daisy. —Se endereza, igualando mi
posición—. Sé que no estoy haciendo esto correctamente y no es cómo lo planeé en
mi cabeza, pero algunas cosas son mejor si se dejan sin planear, ¿cierto?
Ella asiente, jalando su labio inferior entre sus dientes.
—Me gustaría haber tenido la oportunidad de pedirle permiso a tu papá o a
tu abuelo, pero creo que tu abuelo estaría de acuerdo con esta pregunta… —Ruedo
sobre sus piernas y me pongo sobre mi rodilla. Ella se mueve para estar frente a mí.
Saco de mi bolsillo el anillo que recogí más temprano. Lo puse en mi bolsillo,
esperando ponerlo en mi mesita de noche de modo que así podría proponerle
matrimonio en la mañana, pero este momento se siente el correcto y no quiero
esperar—. Daisy cuando te miro veo mi futuro. Te veo como mi esposa, mi
compañera y mi animadora. Te veo como la que me mantendrá en el piso y será la
primera en recordarme que estoy siendo estúpido. Quiero estar aquí cuando tu
carrera despegue y sostener tu mano cuando descubramos que estamos iniciando
una familia. Quiero que seas la primera que bese cuando finalmente gane un título
de bateo o la Serie Mundial. Más importante aún, solo quiero estar contigo. Daisy,
¿te casarías conmigo? —Sostengo entre mis dedos la banda de platino con el solitario
diamante de tres quilates rodeado por otros diamantes.
Para el momento que termino mi discurso, se cubre su boca con una mano y
está llorando, así como yo también lo hago.
—¡Sí, Ethan, oh Dios mío, sí!
Tomo su mano y deslizo el anillo antes de jalarla a mis brazos. Nuestros labios
se encuentran y nuestro beso se profundiza, así que la acomodo de vuelta sobre el
sofá. Quito su camiseta y la mía rápidamente le sigue, construyendo una pila en
medio del piso. Con un rápido movimiento de mi pulgar, su sostén está fuera y mi
boca se hace agua ante la idea de chupar sus pechos.
—Eres impresionante —le digo a medida que me paro y me quito mis zapatos
y pantalones. Ella me imita, tirando el resto de su ropa al piso. Mi erección rebota
contra mi estómago cuando quito mi bóxer, haciendo que se ría—. Te mostraré —
248
digo, mientras subo sobre ella, centrándome, miro sus ojos. No veo nada más que
amor y lujuria en sus verdes orbes. Coloco mis manos en el brazo del sofá y me
empujo dentro de ella, mirando su boca abrirse. Se retuerce debajo de mí, hundiendo
sus uñas en mi espalda.
—Ethan —gime, trayendo sus rodillas hacia mis caderas. Nunca me sentí tan
conectado con alguien como lo hago con ella. Cada empuje le saca un gemido,
animándome. Por mucho que quiero ir lento, eso tendrá que esperar a cuando
vayamos a la cama porque Daisy está meciendo sus caderas contra las mías,
empujándome más cerca del borde… un borde por el que estoy dispuesto a
lanzarme con ella cada vez.
—¡Feliz Navidad! —grita mi mamá cuando entra en la casa. Corre
directamente hacia Daisy y la jala en sus brazos antes de darme a mí un abrazo. Ya
sé cuál va a ser mi posición en esta familia ahora que mi madre ha conocido a Daisy.
Sin embargo, Shea ama a su titi y entra a la casa corriendo directo hacia mis brazos,
seguida por Shana y Mike.
Mi plan era recogerlos, pero nos llamaron desde su auto alquilado diciendo
que ya estaban aquí y que solo les abriera la puerta. Sé que mamá quería hacer una
gran entrada que no fuera incómoda para Daisy, así que salgo con Mike para ayudar
a mi papá con el equipaje. Nos abrazamos y llena mis brazos con maletas.
—¿Se mudan?
Él resopla.
—No, estos son regalos.
Lo miró burlonamente.
—Entonces, ¿qué hay en mi armario? —He estado recibiendo regalos de Santa
para Shea desde hace meses.
—Estos son para ti, Daisy, Shana y Mike. Con cualquier excusa para
249
comprar… esa mujer lo hará —dice mientras se estira por más.
Tan pronto como entro en la casa mamá está parada frente a mí.
—Ethan, es hermosa y adorable. Simplemente la amo.
—También la amo, mamá —digo, besándola en la mejilla y guiñándole a
Daisy, quien está completamente sonrojada.
Llevo todos los bolsos a la habitación adicional donde Mike y Shana se
quedarán con Shea. Mis padres van a dormir en el sofá cama. Nunca pensé que
hospedaría a alguien en mi casa o habría comprado algo más grande. Tal vez eso es
algo que Daisy y yo tendremos que revisar una vez que se terminen las fiestas.
Antes de saber lo que está sucediendo, mamá tiene el rompope abierto y les
ha servido un vaso a todos. Levanta su vaso en el aire y aclara su garganta.
—Soy una mujer bendecida —empieza ya con lágrimas en sus ojos—. Tengo
la mejor familia y estoy tan feliz de traer a esta hermosa jovencita a nuestras vidas.
—Para siempre —añado con una sonrisa de suficiencia.
La boca tanto de mamá como de Shana se abren y Daisy me mira, sonriendo.
—¿Ethan? —La voz de mamá suena feliz, aunque regañando.
Me encojo de hombros y levanto la mano de Daisy, para el animado deleite
de todos en la habitación.
—Daisy y yo vamos a casarnos.
—¿Cuándo? —pregunta mamá.
Habíamos hablado sobre una fecha durante la madrugada después de la
noche que le propuse matrimonio, finalmente quedándonos con una que funcionaría
para ambos.
—Sabemos que es un aviso a corto plazo, pero nos casaremos en febrero antes
de que me reporte para el entrenamiento de primavera. No queremos nada grande
y Daisy quiere casarse en la playa. Así que pensamos en que todos fuéramos a un
viaje a Los Cayos y tener una pequeña fiesta.
250
—¿Estás embarazada? —suelta Shana. Tanto Mike como mi papá la miran
con fijeza. Se encoge de hombros. Es una pregunta honesta.
—No, no estoy embarazada. Simplemente no hay nada que nos haga esperar.
—Por mi hijo y su hermosa novia. Estaré muy feliz de pasar algo de tiempo
en el sur durante el invierno. —Papá se ríe y hace el brindis.
Mamá se acerca y nos jala en un abrazo, felicitándonos. Shana y Mike son los
siguientes, seguidos por papá. No se me escapa notar que abraza a Daisy por un
largo tiempo y cuando se aleja, está limpiándose las lágrimas. La miro, pero sacude
su cabeza, dejándome que hable con mi familia mientras desaparece por el pasillo.
—Regreso de inmediato. —Le paso mi vaso a mamá y sigo a Daisy por el
pasillo, encontrándola en el baño.
—¿Estás bien? —Frotó su espalda mientras ella pasa un pañuelo por sus ojos.
—Sí, tu papá dijo algo que me hizo llorar.
—¿Qué?
Daisy se gira, apoyando su cadera contra el lavabo.
—Dijo que felizmente me acompañaría hacia el altar si sentía que no podía
hacerlo yo sola.
En este instante siento que mi garganta se hincha con emoción.
—Vaya, ¿qué le dijiste?
—Le dije que pensaría en ello.
—Haz cualquier cosa con lo que te sientas cómoda, nena. —La beso
castamente y deseo poder cerrar la puerta y tenerla a mi manera traviesa, pero no
podemos. De hecho, no seremos capaces de estar juntos mientras están todos aquí.
Cuando salimos del baño, mi madre y hermana están sacando más regalos y
Shea está levantando cada uno de los que saca, tratando de leer los nombres. Voy y
251
la levanto, trayéndola hacia el sofá de modo que pueda conocer a Daisy.
—Daisy va a ser mi esposa. Eso la hará tu tía.
—¿Cómo le digo? —Shea se encoge de hombros.
—¿Qué hay tía?
Shea sacude su cabeza.
—Tal vez la llame Flor.
Daisy y yo nos miramos el uno al otro y nos reímos, lo que ocasiona que Shea
se ría. No pasa mucho tiempo hasta que mamá llama a Daisy así como a Shana a la
cocina para preparar la cena, mientras que Mike y papá se relajan en la sala de estar.
Me echo hacia atrás, mirando a mi familia y me doy cuenta que no creo que pueda
ser más afortunado si lo intentara.
Mi vida está completa.
Traducido por Otravaga
Corregido por Mae
Es hora de pretemporada.
Nuestros Renegados de Boston se están preparando para otra temporada. La
Liga de la Toronja22 comenzará en pocos días, finalizando el 02 de abril cuando los
ReBo regresan a casa para abrir en el campo Lowry.
El cambio fuera de temporada envió a Jasper Jacobson a los Azulejos de
252
Toronto a cambio de futuras selecciones de reclutamiento y los Renegados le darán
la bienvenida a Cooper Bailey a la alineación. Los ReBo también agregaron algunos
lanzadores muy necesarios.
Después de mucha especulación, Bainbridge regresa a los Renegados para
otra temporada.
¡Aquí está otra temporada de béisbol Renegado!
¡Que venga el 2016!
LA CRÓNICA:
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Grapefruit League: Se conoce como la Liga de la Toronja a aquella formada por todos los equipos
de béisbol que entrenan en el área de la Florida, los cuales juegan en partidos amistosos en el
entrenamiento de primavera, previos a la temporada regular.
Lo lamento por todas las mujeres de Boston…
Ethan Davenport se ha casado con su novia, Daisy Robinson, en una
ceremonia íntima al atardecer en la playa de Key West. Se rumorea que el padre de
Ethan llevó a la señorita Robinson al altar, mientras que su sobrina se desempeñó
como la niña de las flores. Se rumorea que Travis Kidd ha sido el padrino. Ni una
palabra sobre la fiesta nupcial oficial al cierre de esta edición.
El Bloguero ReBo.
FIN
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AGRADECIMIENTOS
Mi dedicatoria habla por sí sola, papá, cuando te agradezco por introducirme
al vasto mundo de los deportes. Nuestro amor compartido va más allá del béisbol y
me encanta cómo podemos sentarnos en el sofá y verlo todo juntos desde béisbol,
baloncesto, automovilismo, tenis e incluso hasta el golf. Me enseñaste no sólo a
apreciar los deportes, sino a tener conocimiento del juego y eso es algo que he sido
capaz de transmitirles a mis niñas.
Para mi equipo habitual, como siempre, gracias por todo lo que hacen para
ayudarme a darle vida a cada idea. Yvette, Traci, Georgette, Tammy: ustedes toleran
un montón de ideas descabelladas y lo aprecio. Amy, Audrey, Kelli, Tammy y
Veronica: chicas trabajan tan duro para asegurarse que todos sepan de mis historias,
gracias. Para Susan: gracias por poner todo a un lado para leer Third Base.
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Al equipo de diseño: Gracias, Eric, por no darte por vencido en encontrar al
chico “correcto” para mí. Cuando me mostraste a Blake, ¡él encarnó mi visión de
Ethan! Y Blake… mientras escribo esto acabas de atravesar algo tan traumático y
estás vivo para contarlo. Espero que tomes esta nueva vida que te fue otorgada y
hagas algo grandioso y sorprendente con ella. Sarah, como siempre, me dejas
impresionada con cada portada que me das y tanto como las amo a todas, ¡con esta
la sacaste del parque! Emily, tu equipo es impresionante y trabaja incansablemente
para darle algo de sabor a nuestros libros.
A mi familia: como siempre aprecio todo lo que hacen.
¿Todavía es Entrenamiento de Primavera?
PRÓXIMO LIBRO
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Cooper Bailey finalmente tiene la oportunidad de ser un jugador de béisbol
de las Grandes Ligas, pero hará falta todo su enfoque y su energía durante el
entrenamiento de primavera para hacer que eso ocurra. Complicando las cosas está
su conexión instantánea con Ainsley Burke. No puede tener suficiente de ella, y
antes de que lo sepa, están pasando juntos cada noche. Pero tan feliz como es fuera
del campo, su enfoque en éste está sufriendo, y no está dispuesto a arriesgar el sueño
de toda su vida por una chica.
Pero sin Ainsley, Cooper está abatido y su juego sigue mal. Sin importar lo
que intente, no puede sacarla de su mente, y está comenzando a darse cuenta que
tal vez no quiere hacerlo. El béisbol es sólo un juego, pero Ainsley podría ser su
verdadero amor. Ahora sólo tiene que convencerla a ella de eso.
SOBRE LA AUTORA
Heidi es escritora de libros éxitos
en ventas según el New York Times
y el USA Today.
Originaria de Portland, Oregon y
criada en el Pacífico Noroeste,
ahora
vive
en
el
pintoresco
Vermont, con su esposo y dos hijas.
También alquilando espacio en su
casa
está
un
hiperactivo
Beagle/Jack Russell, Buttercup, y su
más reciente incorporación de una
Highland Westie/Mini Schnauzer,
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JiLL y su hermano, Racicot.
Durante el día Heidi está detrás de
un escritorio hablando sobre el Uso
del Suelo. En la noche, está escribiendo una de las muchas historias que planea
publicar o sentándose en las gradas durante el juego de básquetbol de cualquiera de
sus hijas.
Dónde puedes encontrarla:
www.heidimclaughlin.com
twitter.com/HeidiJoVT
www.facebook.com/AuthorHeidiMcLaughlin
www.instagram.com/heidimclaughlinauthor
www.pinterest.com/HeidiJoVT
CRÉDITOS
Moderadora
Otravaga
Traductoras
âmenoire
Mae
Rihano
Adaly
MaEx
Roxywonderland
AnnaTheBrave
Mariandrys Rojas
Vanehz
Apolineah17
Martinafab
Xhex
Lauuz
Otravaga
Ximena vergara
Correctoras
257
âmenoire
Mae
Beatrix85
Nony_mo
Disv
Sabrinuchi
Recopilación
Revisión Final
Otravaga
LizC
Diseño
Móninik
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