Orgullo y Prejuicio - Acuarelas Literarias

Anuncio
El siguiente material, es una traducción realizada
por fans y para fans.
Ni Beautiful Coincidence ni Midnight Dreams
reciben compensación económica alguna por este
contenido, nuestra única gratificación es el dar a
conocer el libro, a la autora, y que cada vez más
personas puedan perderse en este maravilloso mundo
de la lectura.
Si el material que difundimos sin costo alguno, está
disponible a tu alcance en alguna librería, te
Página
2
invitamos a adquirirlo.
Agradecimientos
Beautiful Coincidence
Moderación:


Femme Fatale
Scherezade
Midnight Dreams
Moderación:

Cili
Traducción:
Traducción:









Ana09
CynthiaL
DianaX
Femme Fatale
Itorres
katherin.puentes
Nora Greene
rihano
Scherezade









Annette-Marie
Cili
Dee
DianaDeLore
Juliette
Koté
Mae
Nix
rihano
Corrección de Estilo:
Corrección de Estilo:
Scherezade
Lectura Final:
Scherezade
Diseño de Imagen:

Annabrch
Caroline
Koté
Juliette
LOAM95
Nix
Yeiss.M
Scherezade
Lectura Final:

Dee
3








Página

Capítulo 20
Sinopsis
Capítulo 21
Prólogo
Capítulo 22
Capítulo 1
Capítulo 23
Capítulo 2
Capítulo 24
Capítulo 3
Capítulo 25
Capítulo 4
Capítulo 26
Capítulo 5
Capítulo 27
Capítulo 6
Capítulo 28
Capítulo 7
Capítulo 29
Capítulo 8
Capítulo 30
Capítulo 9
Capítulo 31
Capítulo 10
Capítulo 32
Capítulo 11
Capítulo 33
Capítulo 12
Capítulo 34
Capítulo 13
Capítulo 35
Capítulo 14
Capítulo 36
Capítulo 15
Capítulo 37
Capítulo 16
Capítulo 38
Capítulo 17
Epílogo
Capítulo 18
Bonus Navideño
Capítulo 19
Sexy English
Página
Ilsa Madden-Mills
4
contenido
Ilsa madden - mills
L
a autora mejor vendida del New York Times y USA Today, Ilsa
Madden-Mills, escribe sobre heroínas fuertes y sexys machos alfa
que en ocasiones te hacen querer solo darte una bofetada.
Es adicta a todas las cosas relacionadas con la fantasía, incluyendo
unicornios y mujeres usando una espada. Otras de sus fascinaciones
incluyen los espumosos cafés, el chocolate negro, Instagram, Ian
Somerhalder (en serio es ardiente), la astronomía (es Géminis), maquillaje
Sephora, y los tatuajes.
Tiene una licenciatura en Inglés y una Maestría en Educación.
Cuando no está tecleando en su computadora, compra imanes para
el refrigerador, pinta muebles viejos y come su peso en sushi.
Página
5
Ama escuchar a sus fans y compañeros autores. Así que no olvides
dejarle un mensaje en algunos de sus medios de contacto.
Sinopsis
Un peleador con cicatrices.
Una chica con reglas.
Una noche de pasión desenfrenada.
H
ay tres cosas que necesitas saber sobre Elizabeth Bennett: es
muy inteligente, siempre en control, y vive por un conjunto de
reglas cuidadosamente elaboradas. Ha aprendido de la
manera difícil, que las personas que más amas, al final siempre son las que
más te lastiman.
Pero entonces conoce a Declan Blay, el nuevo vecino de su complejo
de apartamentos.
Un británico y tatuado peleador callejero, es el chico malo del campus
al que se supone debe evitar, pero cuando él la salva de una fiesta de
fraternidad que terminó mal, todas sus reglas sobre el sexo y la vida vuelan
por la ventana.
Ella le da una noche de pasión desenfrenada. Pero él anhela más.
Con solo una delgada pared de cartón separando sus dormitorios,
sueña con poseer para siempre a la vulnerable chica de la puerta de al
lado.
Página
*Una moderna historia de amor inspirada en Orgullo y Prejuicio*
6
Una noche. Dos corazones dañados. La pasión de una vida.
“Me has hechizado,
en cuerpo y alma”.
—El Sr. Darcy en Orgullo y Prejuicio
Página
7
de Jane Austen
U
n dolor punzante en mi sien.
Labios gruesos e hinchados.
Un dolor palpitante entre mis muslos.
¿Por qué me sentía como si me estuviera muriendo?
Imágenes confusas parpadearon en mi cabeza, pero nada conectaba
ni tenía sentido, solo un enorme agujero negro de nada. Gracias, vodka.
El dolor parecía extenderse por mi cara. Me quejé. ¿Algo me había
golpeado?
Náuseas se arremolinaron cuando logré orientarme en la oscuridad.
Poco a poco, descubrí que estaba desparramada en una cama que no era
mía.
Una pequeña habitación de hotel vino a mi enfoque.
Teniendo cuidado de mover lentamente mi cabeza, miré alrededor,
asimilando el desgastado buró y un escritorio desvencijado que parecía
haber visto mejores días. En la esquina de la habitación descansaba el bolso
de mano con cuentas que me había prestado mi mejor amiga Shelley para
el baile de graduación. De acuerdo. ¿Pero dónde estaba ella?
Harapientas cortinas azules.
Página
Mis ojos viajaron por la habitación.
8
Mi último recuerdo era bailar en el gimnasio. ¿A lo mejor arriba de una
mesa?
Una cama que apestaba a cigarrillos rancios y humor corporal.
Una botella de Grey Goose.
Mi estómago se sacudió por el recuerdo de ese sabor amargo
deslizándose por mi garganta, y tragué para mantener a raya la bilis.
¿Esto era una resaca?
No lo sabía. No tenía nada con qué compararla.
Fragmentos de la noche vinieron en vívidos videoclips.
Cena con mi novio, Colby, y mis amigos Shelly y Blake en el restaurante
italiano en el centro de Petal, Carolina del Norte. Montones de risitas. Colby
pasando de contrabando su termo para que pudiéramos añadir alcohol a
nuestras bebidas. Bailar bajo las luces titilantes en el baile de graduación en
el gimnasio de la Preparatoria Oakmont. Entrar al Porsche de Colby para
dirigirnos al lago para continuar la fiesta.
Ningún recuerdo del lago llegó a mí.
Colby, sin embargo, lo recordaba instándome a beber, empujando la
botella en mi boca en el camino al baile y luego más tarde mientras
conducíamos hacia el lago. No seas una niñita, Elizabeth. Bébelo.
Dominemos al mundo, nena.
Dominar al mundo era lo que él hacía. Él era invencible, y supongo que
dado que su padre era un Senador de Carolina del Norte, él lo creía. Ser
parte de su círculo interior, especialmente ser su nueva novia, me hacía
sentir como si yo fuera de la maldita realeza.
Más destellos del auto vinieron y gemí.
Página
Esperé por alguien que me amara de esa manera durante toda mi
vida.
9
Mi estómago todavía se agitaba por haber ganado el título de reina
de la graduación para su rey. En el escenario cuando pusieron las brillantes
coronas en nuestras cabezas, se giró hacia mí y me dijo que me amaba.
Loca y vertiginosa felicidad había llenado mi corazón. Él me amaba. La
chica del lado equivocado de la ciudad. La chica sin una verdadera familia.
La chica que era una don nadie.
Recordé el segundo trago. El tercero. El cuarto.
Las cosas se pusieron brumosas.
Dios, no podía recordar.
Colby dándome una pequeña píldora blanca.
¿La tomé?
Todo estaba tan borroso.
Rosas lentejuelas brillantes se esparcían por mis manos y las miré
fijamente en la cama. Mi vestido, por el que me había apretado el cinturón
y ahorrado para conseguirlo sirviendo mesas en el restaurante local, se
extendía en piezas destrozadas a mi alrededor. Mi cuerpo estaba en
exhibición con mis pechos expuestos.
Gemí y traté de cubrirlos, pero mis brazos estaban demasiado
atrofiados. Me inundó el pánico, y luego una terrible comprensión me
golpeó. La tela había sido rasgada desde el busto hasta la bastilla, los
delicados tirantes despedazados. Mi ropa interior torcida alrededor de mis
tobillos y manchas de sangre salpicaban el cubre cama debajo de mí.
Por un milisegundo mi cerebro se negó a aceptar lo que era tan
evidente como el día, pero cuando la realidad finalmente se asentó, el
horror inundó mis entrañas.
Mis manos intentaron moverse pero solo se agitaron alrededor de mi
cuerpo.
Marcas rojas. Moretones. Rasguños. Marcas de dientes.
No. no. no. Esto estaba todo mal. No se suponía que esto pasara esta
noche.
Partes de su conversación me llegaron.
—Ella ya no lo es, hombre… me la eché a la bolsa… estallé esa cereza…
Página
Mis ojos lo encontraron parado sin camisa en el baño, su espalda hacia
mí mientras hablaba en el teléfono.
10
Susurros vinieron desde una esquina de la habitación. Colby.
Sus palabras me golpearon como un tsunami, y mi respiración se atoró
en mi garganta. Luché para recuperar mi equilibro, para enfocarme,
mintiéndome con que todo este episodio era producto de mi imaginación.
Colby gruñó.
»No creo que vaya a ser capaz de caminar por una semana. —Una
pausa, y luego carcajadas por algo que la otra persona debió haber dicho.
Algo frágil dentro de mí se agrietó y quedó totalmente abierto.
Un sonido rasgó mi garganta, bajo y primitivo, y sus ojos se giraron hacia
mí.
Me encogí, cada músculo de mi cuerpo sacudiéndose de asco.
»Tengo que irme. —Colgó y caminó hacia mí, deteniéndose en el final
de la cama para mirarme fijamente con sus ojos azul claro. Un destello de
molestia cruzó por su cara mientras su mirada patinaba por mi cuerpo—.
Hiciste un desastre.
Siendo del parque de caravanas, había tenido más de mi parte de riñas
con chicos que querían mi atención y chicas que querían mangonearme,
así que sabía cómo patear un trasero. En ese momento cada terminación
nerviosa de mi cuerpo quería saltar y desgarrar su corazón parte por parte
con mis uñas. Él me había hecho esto.
La furia quemaba dentro de mí, pero no podía moverme.
Mi voz salió aguda. Débil.
—Me lastimaste.
Batallé para sentarme pero colapsé hacia atrás.
Él me observó sin sentimientos mientras me revolcaba en la cama,
dejando que los momentos se fijaran, aumentando mi miedo.
Página
Levantó su camisa blanca de vestir del suelo, cuidadosas y firmes
manos abotonándola, y ese gesto, lo decía todo. Se puso sus pantalones y
revisó su cabello color arena en el espejo. No estaba borracho en lo
absoluto.
11
Mi lengua bajó para lamer mis labios resecos.
»¿Qué me diste? —Saqué a la fuerza—. ¿Por qué?
—No juegues, cariño, rogaste por ello. Esto fue consensual. —Giró sus
dedos alrededor de la cama, con una mirada de burla en su cara—. Lo que
sea que te haya dado, lo tomaste sin preguntar.
—No, eso no es cierto. —¿Lo hice?
—Oh sí, y fuiste el mejor acostón que he tenido en meses. Valió la pena
el tiempo que gasté en ti. —Se inclinó hasta que sus ojos estaban al nivel de
los míos—. No vayas por ahí diciendo mentiras de lo que pasó aquí. Nadie
te creería de cualquier modo por lo borracha que estabas. Que todavía
estás. Estoy seguro que hay fotos y videos del baile para probarlo. —Se
carcajeó como si fuera golpeado por un repentino recuerdo—. Maldición
chica, te volviste loca en el gimnasio, bailando en las mesas y gritándole a
las personas. Los chaperones nos sacaron, nena. Si no lo supiera, pensaría
que eres una mala influencia para mí. —Ladeó su cabeza—. Al menos eso
es lo que le voy a decir a todos. —Cepilló alguna pelusa en sus pantalones
de vestir.
Negué con mi cabeza. No. Yo era la chica buena quien anotó las más
altas calificaciones de su clase en el examen de admisión. Era la chica que
era voluntaria en el refugio de animales local, y no solo por horas de servicio
social. No era sacada de fiestas. Apenas si era invitada a ellas.
Él empujó el cabello fuera de mi cara, sus dedos arrastrándose por mi
mejilla.
Me encogí y sacudí tan lejos como pude.
—Dijiste que me amabas. —Odié la debilidad en mi voz.
Página
—Ah, y yo aquí que esperaba que estuvieras lista para otra ronda.
—Soltó una risita, sus manos jugueteando con el anillo que había hecho para
él hace unas pocas semanas, una banda plateada con nuestras iniciales
grabadas en el interior con un corazón entre ellas. Había gastado horas en
él, grabando las letras y luego moldeando el metal hasta que estuviera
perfecto. Hasta había usado algo de mis ahorros para la universidad para
comprar el soplete de butano y las herramientas necesarias para hacerlo lo
bastante bueno para él.
12
—No me toques.
Sus labios se levantaron.
—Le digo a todas las chicas que las amo, Elizabeth. Tú solo tardaste
más tiempo en darme lo que quería.
Un ruido estrangulado salió de mi boca.
Suspiró y subió el cierre de sus pantalones.
—No estés molesta. Ambos queríamos esto.
No, no, no.
Se sacó su anillo y lo giró entre sus dedos.
—Supongo que querrás esto de regreso. —Lo aventó en el buró y este
hizo un sonido tintineante cuando golpeó la madera, giró y cayó en el piso.
Revisó su apariencia en el espejo una última vez para enderezar su
chaqueta.
»Bueno, tengo que irme, pero te veré en la graduación dentro de unos
cuantos días. Hasta luego, nena.
Y entonces salió por la puerta, cerrándola suavemente detrás de él.
Gracias a Dios.
Aspiré un tembloroso aliento, mis pulmones ansiando más aire.
Para darle sentido a lo que había pasado.
Paso una hora. Luego otra.
Recuerdos se proyectaron como una película de horror que no quieres
ver pero no puedes detener. Colby cargándome al hotel y colocándome
en la cama. Arrancando mi vestido. Manoseando mis piernas. Golpeando.
Empujando. Dolor.
Mi cuerpo había sido una estatua congelada, y él me había movido a
donde me quería. Me retorció. Me arruinó.
Página
Había intentado moverme, pero no pude.
13
Había intentado decir que no, pero las palabras no habían salido.
Me mantuve quieta y observé los minutos pasar en el reloj digital
mientras mi cerebro empapado en alcohol luchaba para hacer que mi
cuerpo se volviera a mover. En diminutos aumentos, deslicé mis piernas hasta
que tocaron el suelo, mis dedos tensándose en la barata y crespa alfombra.
Gimiendo, me obligué a sentarme y luego me caí inmediatamente. Gateé
hasta que llegué a mi bolso en la esquina de la habitación y encontré mi
teléfono.
El pánico me condujo.
En cualquier minuto él podría volver aquí y hacerlo otra vez.
Mi mano tembló cuando marqué el 911 pero me congelé cuando la
voz nasal de la operadora llegó.
—Ha llamado al 911. ¿Tiene alguna emergencia?
Vergüenza. Culpa. Remordimiento. Verdad.
¿Yo lo había pedido?
¿Esto era mi culpa?
Jadeé, el dolor palpitante entre mis piernas recordándome mi pecado.
»¿Hola? ¿Tiene alguna emergencia? ¿Necesita ayuda? —La voz era
más insistente.
—No —grazné y terminé la llamada.
Miré hacia abajo a mi vestido arruinado. ¿Quién iba a creerle a una
chica cuyo padre estaba en prisión, si es que ese era mi padre, en lugar de
al rico hijo de un Senador? Yo era basura blanca, una chica de un pequeño
pueblo lo bastante afortunada para conseguir una beca en le escuela
preparatoria al final del camino.
Burlándose de mí. Diciéndome la cruda vedad. Yo había formado
parte de este escenario.
Página
El olor a alcohol me puso más enferma.
14
Las náuseas volvieron a elevarse, con más violencia esta vez, hasta que
los contenidos de mi estómago se lanzaron por todos lados.
Apreté mi pecho, mi corazón adolorido. Roto.
Mis músculos gritaban.
Mi cabeza palpitaba.
Estaba acabada. Muerta. Fría. Incluso mi piel quería desprenderse.
El sol subió en el cielo, los rayos entrando a través de las sucias cortinas.
Amanecer, un nuevo día, pero jamás volvería a ver el amanecer de la
misma manera.
La claridad nos llega a todos cuando nuestro corazón zarpa, y la mía
no fue diferente.
Algo oscuro serpenteó dentro de mí, arrastrándose dentro de las grietas
de mi alma y sofocándola. Todo lo que había creído de mí… acerca de
quién era yo… acerca del amor… se aclaró, convirtiéndose en algo oscuro.
Sucio.
El amor es un cuchillo que corta tu corazón pedazo a pedazo,
dándoselo a comer al chico que amas.
Rota en más de una forma, juré no volver a caer jamás.
Página
15
Mi cuerpo colapsó sobré sí misma mientras lloraba.
Dos años después.
S
udor goteaba por mi cuello cuando metí mi cabello rubio detrás
de mis orejas y gemí ante el sol abrazador. Era viernes por la tarde
en Raleigh, Carolina del Norte.
—Bienvenida de regreso a la Universidad de Whitman —murmuré
mientras jalaba otra caja fuera de la cajuela de mí destartalado Camry.
Para tener solo veinte años, había acumulado un montón de cosas.
Página
—Tu apartamento se ve como si una anciana de ochenta años amante
de los gatos viviera aquí —dijo Shelly mientras sacaba su cabeza de mi
apartamento para asomarse sobre la barandilla hacia mí. Mi mejor amiga
desde la preparatoria, era una privilegiada niña rica, un agudo contraste a
mi propia-crianza-del-lado-equivocado-del-camino, pero ella había estado
ahí para mí a través de todo. Incluso de Colby. Su cabello rojo se había
puesto rizado por la humedad, pero no demeritaba su lindura. Apretó su
nariz e hizo una cara arrugada—. Y como que apesta.
16
La mayoría consistía en suministros para hacer joyería y libros excepto
por mis muebles, que había heredado de la Abu Bennett cuando murió este
verano. Un sofá de cuadros beige y verde, una mesa de cocina con patos
pintados en la superficie, una recámara antigua, y una colección de
servilletas tejidas en varios colores eran mi herencia de ella. No exactamente
Ethan Allen, pero tenía cierto estilo.
—Deja de quejarte y trae tu trasero aquí abajo para que me ayudes.
Me estoy derritiendo en este calor —dije.
Ella resopló y se puso en marcha por la escalera de metal.
—Tú y tu pálida piel. Si salieras de la casa de vez en cuando, puede que
agarraras algo de color. Pero no… todo lo que haces es estudiar y trabajar
en la librería. Probablemente tienes más colores de rotuladores que
prospectos para salir en citas. Sin mencionar, que vas tanto a la biblioteca
que la gente piensa que trabajas ahí.
Sonreí.
—No estoy así de mal. Veo gente en clases. Hasta les hablo a veces.
Bajó su cabeza hacia mí.
—Ponte seria. Si no fuera por mí obligándote a salir conmigo, como esta
noche, te refugiarías y comerías fideos ramen por el resto de tu carrera
universitaria.
—Nah, a veces como pizza.
Me sonrió con suficiencia y agarró una de las cajas a mis pies.
Caminamos de regreso por las escaleras y nos detuvimos en el apartamento
2B en el segundo piso. Uno de dos habitaciones con un balcón y un baño,
se sentía como una mansión comparado con el dormitorio en el que había
vivido todo el año pasado. Yo estaba en la esquina y de cara a la puesta
del sol, y solo tenía un vecino a mi izquierda, en el 2A.
Como si fuera una señal, el ruido sordo de música rap a alto volumen
estalló desde la puerta de al lado.
Escuché. ¿Ese era Eminem?
—Eso es ruidoso y repulsivo —dijo Shelly—. A lo mejor no será tan
tranquilo aquí como creías.
—También se acaban de mudar —señaló, empujando su cabeza hacia
el montón de cajas colocadas afuera de la puerta del vecino, la cual noté
Página
—¿Y qué? Son las dos de la tarde, no las dos de la mañana.
17
Intenté ser optimista.
estaba un poco agrietada. Señaló el montón de libros en una—. Parece un
nerd. Puaj. Y yo aquí estaba pensando que te ganarías la lotería con un
vecino caliente.
Asegurándome de que el vecino no estuviera en ningún lugar a la vista.
Me incliné y rebusqué rápidamente a través de algunos de los títulos: El Gran
Gatsby, Cumbres Borrascosas.
—Mmm, a alguien le gustan los clásicos. ¿Especialidad en literatura, a
lo mejor?
Puso los ojos en blanco.
—Aburrido. Lo que tú necesitas es un vecino sexy a quien le guste tener
gran sexo como monos.
Negué con la cabeza.
—Verás, tú dices “sexo como monos” y todo en lo que puedo pensar
es en animales peludos en la cama. Repugnante.
Resopló en una forma bromista.
—Lo que sea. Es como que cada vez que ves a un tipo caliente, tienes
un JÓDETE tatuado en tu cabeza.
Colby había sido un tipo caliente y mira a dónde me había llevado.
Me encogí de hombros, tragando esos recuerdos.
—No te preocupes por mí, Shelley. Estoy bien, ¿de acuerdo? No
necesito a un chico en mi vida que me haga feliz. Todo lo que necesito es a
Página
—Claro. —Mordisqueó sus labios, una mirada seria creciendo en su
normalmente cara sonriente. Estaba recordando el hotel y la devastación
que le había seguido. Ella había sido la que me recogió esa mañana y me
llevó a casa. El tipo de chica que se enamoraba al menos una vez al mes,
ella estaba bajo la impresión de que si yo solo conociera al adecuado,
entonces todo estaría bien y tendría mi felices para siempre. Montón de
mierda.
18
—¿Y qué? No quiero enamorarme de nadie. Nunca. El amor duele.
¿Recuerdas?
ti y a Blake… y la follada ocasional. —Blake era mi otro mejor amigo de la
Preparatoria Oakmont quien también había venido a Whitman.
Ella sonrió con suficiencia.
—¿Otra vez tus reglas del sexo?
Asentí.
Aquí está el asunto. Había tenido sexo desde Colby. Bastantes veces.
Los eventos de esa noche no arruinaron mi sexualidad, solo mi confianza en
los hombres. Así que un año después de lo de Colby, con poco entusiasmo
me le propuse a un chico de mi clase de ciencias y le pedí venir conmigo a
mi habitación. Connor había sido su nombre, y lo había visto echarme el ojo
más de una vez cuando habíamos tenido laboratorio juntos. Ese día, él me
había mirado como si de repente me hubieran crecido dos cabezas, por
tener yo una reputación un poco de perra cuando se refería a los chicos
que coqueteaban conmigo, pero él había estado ansioso. Caminamos de
vuelta a mi dormitorio, y mientras el sexo había sido horrible, un encuentro
furtivo e incómodo, probó que Colby no había ganado.
Él no fue la última persona que me tocó.
Mi cuerpo era mío.
Así como mi corazón, y planeaba mantenerlo de esa manera.
Después de eso, el sexo se volvió fácil… mientras yo estuviera al mando.
Durante el año pasado, lo había convertido en un juego con reglas estrictas.
Escoger a un chico promedio quien no fuera popular o rico o demasiado
bien parecido. Asegurarme que no estuviera comprometido. Asegurarme
que no bebiera o consumiera drogas. Asegurarme que no hubiera
escapado del manicomio local. Tener sexo. Jamás volverle a hablar. Fin de
la historia.
Página
Yo tenía que hacer el primer movimiento, y tenía que estar arriba. Lo
más importante, tenía que estar en mi propia cama y alrededor de mis
propias cosas. El sexo conmigo era monótono para la mayoría de los
estándares, supongo, basándome en algunas locas historias que Shelley me
19
Era todo acerca del control. Mi elección. Mis reglas.
había contado acerca de sus aventuras. Pero no me importaba. Si me
querían, entonces seguirían mis instrucciones.
—A lo mejor me uniré a un convento.
Ella sonrió.
—No te ves bien de negro.
—Cierto.
—Y ni siquiera eres Católica, boba.
—De nuevo, cierto. —Sonreí ampliamente. No me importaba que
bromeara conmigo. Era mejor que la lástima.
Me moví más allá de ella y volvimos a mi apartamento para
desempacar. Saqué una fotografía de mí con la Abue en su porche el día
que me fui para mi primer año en Whitman. La mayoría de los días, dolía
mirar la foto, ver a la chica flacucha en la fotografía con los jeans caídos y
muñecas vendadas. Pero era la última foto que tenía de la Abue y yo juntas,
y eso valía algo para mí sin importar lo difícil que era el recuerdo de mi tonto
error con Colby. La coloqué en la mesa de centro.
Terminamos de poner los trastes en los gabinetes de la cocina y luego
nos movimos hacia la habitación en donde me ayudó a arreglar mi clóset.
Más tarde, nos aventuramos en la habitación adicional, la cual era más
como un pequeño depósito. Este era un alojamiento universitario y los
apartamentos eran notablemente pequeños, pero conseguí meter mis
suministros de joyería y una cama individual ahí.
Pero no había hecho ninguna joyería en dos años. Los metales que una
vez había amado formar y moldear se habían vuelto una metáfora de mi
propia estupidez en el amor.
—¿Cuándo vas a ponerte seria con tu joyería? ¿Qué vas a hacer
cuando te gradúes en dos años? —Abrió el libro y ojeó las páginas—.
Página
Me armé de valor para sus preguntas.
20
Shelley jugueteó con uno de mis blocs de dibujo, una mirada pensativa
en su cara. Movió rápidamente sus ojos hacia mí y luego de vuelta a las
cajas contra la pared.
Además, en serio necesito un collar nuevo. Algo con una mariposa. O un
corazón. —Su cara se suavizó cuando me miró—. Recuerdas los pequeños
medallones de amistad que nos hiciste cuando teníamos quince…
—Shelley, no voy a hablar de esto. No puedo lidiar con esto justo ahora.
Ella ladeó la cabeza.
—¿Vas a renunciar a tus sueños porque hiciste un anillo para Colby?
Han pasado dos años, pero él todavía está dictando tu futuro. Es jodido.
Hubo un tiempo en que esto era todo lo que querías hacer, diseñar y crear.
¿De verdad crees que serías feliz en algún trabajo donde no puedes hacer
algo hermoso? —Ella suspiró, una mirada de resignación en su rostro—.
Quiero decir, utilizas el sexo con chicos para decir que lo has superado, pero
no lo has hecho. Realmente no. Todavía estás castigándote a ti misma por
algo que ni siquiera es tu culpa.
Fue mi culpa. Había estado borracha. Había tomado sus drogas. De
buena gana.
La familiar vergüenza se asentó en mis entrañas. Parpadeé rápidamente.
—No estabas en esa habitación de hotel. No sabes nada.
Se mordió el labio. Asintió.
—Tienes razón, no estaba, pero te vi después. Te llevé a casa y te cuidé
hasta que tu madre volvió de Las Vegas. Sé lo destrozada que estabas. Yo…
yo solo te amo, eso es todo.
Exhalé y me paseé por la habitación, poniendo las
organizándolas. Nos habíamos puesto demasiado serias.
cosas,
—Además, las mariposas y los corazones son peores que los sellos de
fulana. Si te diera una pieza, presentaría algo grande.
—Tal vez tu número de teléfono en algo ya que se lo das tanto a los
chicos.
Página
—¿Cómo qué?
21
Ella sonrió.
Ella fingió estar enojado, pero luego se rio.
—Dios, eso es tan cierto. Soy una puta.
Reímos.
—Vamos, vamos por el resto de mis cosas. —Hicimos nuestro camino de
regreso fuera de mi apartamento y nos quedamos en el pasillo. Suspiré
mientras miraba a lo largo del estacionamiento. Todavía tenía varias cajas
más para traer antes de siquiera pensar en relajarme.
Me dio un codazo en el brazo.
—Oye, tengo una idea. Vamos a conocer a tus vecinos.
Negué con la cabeza.
—No, se están instalando, y estoy segura de que están tan ocupados
como nosotras.
Ella me ignoró y se acercó de puntillas a la puerta. En lugar de golpear,
empujó la puerta abriéndola y se asomó dentro del oscuro apartamento.
—No veo a nadie. Tal vez están en la parte de atrás en el balcón.
—Una sonrisa cruzó su rostro—. Lo que nos da tiempo de sobra para ser
entrometidas. —Ella se inclinó y hojeó las cajas afuera, sacando una gorra
con una bandera de Union Jack, un par de atlética ropa interior para
hombre, un par de Chucks negros para hombre. Se volvió un poco loca,
sacando los guantes de boxeo sin dedos (eso era interesante) y una
colección de postales de Londres.
»Oh, tu vecino es definitivamente un chico. Y enorme. —Ella levantó
una caja de condones. Súper-tamaño y acanalado. El triunfo brilló en sus
ojos—. Magnum, nena. Consíguelo —dijo en voz alta.
Mis ojos recorrieron la puerta para asegurarme de que nadie nos vio.
Gemí ante su evidente desinterés en ser atrapada, pero no pude evitar
aventurarme más cerca. Quería saber más acerca de mi vecino que leía
clásicos y escuchaba música rap.
Página
—Sí.
22
—Pon esa cosa de vuelta antes de que vengan aquí. ¿Estás demente?
Ella se tocó la barbilla, sus ojos viajando sobre los contenidos.
»Incluso con los libros mohosos, no es un terrible combo. Se lo haría.
—Se lo harías a Manson.
Ella se rio.
Saqué las postales de su mano y las arrojé de vuelta a donde ella las
había recogido.
»Aléjate de la caja, o no voy a ir a la fiesta Tau contigo esta noche o
usaré ese tonto vestido que pasaste una hora cosiendo anoche. —Shelley
estaba en Diseño de Modas y tomaba todos sus proyectos de costura muy
en serio. Yo era su modelo número uno.
Le envió a la caja una mirada triste y puso mala cara.
—Bien, tú ganas. Aguafiestas.
—Huh. Me necesitas para mantenerte en línea. Nunca habrías
sobrevivido a Inglés de primer año si no hubiera estado gritándote al oído
cada mañana para levantarte.
Ella estuvo de acuerdo (un poco demasiado fácilmente) y volvimos a
entrar y nos fuimos a sentar en el balcón.
—¿Qué es eso que tienes? —pregunté más tarde, al ver un libro de color
marrón manteniéndose presionado contra su costado.
Ella miró con una fingida mirada de sorpresa.
—Oh, ¿esta vieja cosa? Estaba tan envuelta en tu nuevo hogar que
debo haberme olvidado de regresarlo a la caja.
Correcto. Entrecerré los ojos.
—Está bien, me atrapaste. Es Orgullo y Prejuicio de Jane Austen. Lo
agarré de tu vecino. Quiero decir, es tu libro favorito porque tu nombre está
en él. —Dejó escapar un suspiro dramático y presionó el libro contra su
Página
Ella tenía una expresión aturdida en su cara, haciendo caso omiso de
mi sarcasmo.
23
—¿De verdad?
corazón—. ¿No lo ves? Es el destino. Tú y el vecino aburrido están destinados
a estar juntos.
Negué con la cabeza. A veces era demasiado.
—Eso es todo. No más tontas películas románticas para ti. Ni siquiera sé
por qué somos amigas. Estoy revocando nuestra amistad a partir de ahora.
—Agarré el libro de sus manos. Un viejo libro encuadernado con letras
doradas, era una impresión vieja, tal vez incluso valiosa.
¿Qué tipo de persona se aferra a un libro como este?
El tipo que cree en el amor, susurró mi corazón.
Abrí el libro y pasé las páginas hasta que encontré el capítulo donde el
Sr. Darcy describe cómo se enamoró de Elizabeth Bennet: No puedo precisar
ni la hora ni el lugar ni la mirada ni las palabras que colocaron los cimientos.
Hace demasiado tiempo. Ya estaba a mitad de camino antes de saber que
había empezado.
Tonterías ñoñas. Lo cerré.
»Me gustan un montón de libros. Se llama lectura, ya sabes. Deberías
intentarlo.
—No hay necesidad. Tengo mis miradas. —Ella se pavoneó y movió un
mechón de cabello sobre su hombro—. ¿A dónde vas? —gritó mientras iba
a través de la sala de estar y hacia la puerta principal.
Sostuve el libro en mis manos.
—¡Hola! A devolver lo que robaste.
Ella lanzó los brazos hacia arriba.
La repentina explosión de la música de un auto en el estacionamiento
me hizo saltar.
Página
—Uh, huh. —Me acerqué al vecino, pero la puerta estaba cerrada, y
las cajas se habían ido. Pegué mi oreja a la puerta, pero todo estaba en
silencio.
24
—¡Quedó atascado accidentalmente a mi costado, lo juro! ¡Hay una
diferencia!
Me incliné sobre la barandilla del pasillo que daba al estacionamiento
y busqué hasta que encontré un Jeep negro con el techo fuera. La canción
de los Beastie Boys Fight for Your Right llegó a mis oídos. Parpadeé. Maldita
sea, era ruidoso.
El conductor era un hombre voluminoso con una gorra negra de Union
Jack colocada sobre la frente, bloqueando su rostro de mí, dejando solo las
puntas de su cabello castaño mientras se enroscaban alrededor de los
costados. Un par de gafas de aviador descansaban sobre su nariz. Incluso
desde aquí, vi los hombros anchos y musculosos, antebrazos tensos mientras
cambiaba de marcha en la transmisión manual. Incluso capté el destello de
tatuajes en sus brazos, pero no podía distinguirlos.
¿El vecino misterioso? Esa era la misma gorra de la caja.
Me encontré inclinándome más, arqueando el cuello para ver más de
él.
Algo acerca de un tipo grande que leía Orgullo y Prejuicio me hacía
quedarme sin aliento.
En mi cabeza más temprano, mientras íbamos a través de las cajas, me
había imaginado a mi vecino como más del tipo Harry Potter, un friki con
gafas de montura negra y una sonrisa tímida. Error, error, error.
Antes de que saliera al tráfico, se volvió y miró hacia atrás al edificio de
apartamentos, sus ojos blindados parecían concentrarse en mí. Su auto sin
moverse mientras me miraba, y aunque había unos cuantos metros entre
nosotros, sentí el peso físico de su mirada.
Inhalé bruscamente, la piel de gallina haciendo levantarse al vello de
mis brazos levantarse.
¿Había visto a Shelley ir a través de sus cosas? Mierda.
Sintiéndome ridícula, arranqué los ojos de él y retrocedí lentamente
hasta que estuvo fuera de mi visión. Apoyé el libro contra su puerta y corrí a
mi apartamento.
Página
Maldita sea.
25
¡El libro! Miré hacia abajo para ver que todavía lo aferraba en la otra
mano.
—¿Quién era ese? —preguntó Shelley mientras volaba atravesando la
puerta.
Negué con la cabeza.
Página
26
—No era Harry Potter, eso es seguro.
N
OTA PERSONAL: llegar a la primera fiesta de fraternidad del año
de la casa Tau con un ojo negro y sin tu usual novia (ahora ex)
levanta un montón de preguntas y una tonelada de mierda de
miradas fijas.
El ojo negro fue de la pelea de anoche. Justo cuando parecía que
estaba acabado, había conseguido un pesado gancho directo a la quijada
del tipo y una patada alta en las tripas. Él se había desplomado como un
saco de ladrillos. Era mi tercera victoria desde que la uni había terminado
en mayo.
Froté mis puños resentidos en mis jeans.
El dolor valía cada centavo que había llevado a casa.
—¿Dónde está Nadia? —preguntó una pequeña hermana honoraria
de la fraternidad con una enorme sonrisa cuando llegué a la puerta.
Gruñí.
Página
Sus cejas se levantaron mientras yo andaba. Obviamente no había
escuchado que la pareja favorita de Whitman se había separado durante
el verano. Yo lo había terminado cuando encontré a Nadia rebotando
encima de la polla de algún otro tipo. Apreté mis puños, recordando su
decepción. Ella había sabido exactamente en qué momento iba yo a entrar
por esa puerta, y lo había cronometrado perfectamente, todo parte de su
plan para asustarme y obligarme a hacer lo que ella quería. Comprarle un
anillo, ir a la escuela de leyes, ser como el idiota de mi padre. Jamás va a
pasar.
27
—No conmigo. Revisa con el equipo masculino de tenis.
Sus manipulaciones fallaron, y yo la boté.
Tomando prestado un dicho de mi madre muerta, ella era todo abrigo
de piel y nada de bragas.
La mayoría de los días sentía que mi corazón se había recuperado, pero
mi fe en las mujeres era una mierda.
Hasta donde yo sabía, Nadia todavía estaba con su nuevo chico, algún
sofisticado jugador de tenis de Brasil. Donatello o Miguel Ángel o algo así.
¿Tortuga Ninja? Sip.
Empujé lejos esos pensamientos y entré en la enorme sala de estar que
en un día normal tendría una fila de sofás, mesitas esquineras, y botellas de
cerveza, pero ahora tenía una masa de cuerpos dando vueltas en una
improvisada pista de baile. La música resonaba, una luz estroboscópica
rebotaba alrededor de la habitación, y vasos rojos de bebidas llenaban el
piso.
Yo no era miembro de esta fraternidad (no tenía tiempo para ponerme
hasta el culo todas las noches) pero mi hermano gemelo, Dax, era el
presidente de Tau, así que era entendible que yo siempre fuera invitado.
Las preguntas continuaron llegando de los fiesteros mientras cruzaba la
habitación.
—Oye, ¿Nadia no está contigo? —preguntó una de las chicas. Es
correcto. Ella es una maldita escoria y yo terminé con ella.
—Amigo, ¿qué le pasó a tu ojo? —dijo un chico mientras lo pasaba. Le
di una mirada oscura. ¿En serio? ¿No sabes de las peleas clandestinas?
Debes ser nuevo en Whitman.
—No me jodas, vas a matarte haciendo eso.
Aventó su cabeza hacia atrás y dejó salir una profunda carcajada.
Página
—¡Dirty English está en casa! Ya era jodida hora —gritó Dax mientras
saltaba por la escalera y aterrizaba en el piso de abajo, una distancia de
poco más de dos metros.
28
Agarré otra botella de agua de la barra y desenrosqué la tapa para
tomar un enorme trago.
—¿Yo? ¿Peligroso? Mírate en el espejo, imbécil.
Suspiré, medio molesto, medio contento de verlo. Polos opuestos, él era
el afortunado despreocupado quien fiesteaba mientras que yo era el serio
que soñaba con enseñar artes marciales mixtas en mi propio gimnasio y a lo
mejor tener una oportunidad en la UFC.
Miré a una cara casi idéntica a la mía, excepto por la desaliñada barba
que él tenía creciendo. Su sonrisa era torcida.
—Estás bebido, hermano —dije.
Se encogió de hombros, ignorándome.
—¿Dónde has estado? Esta fiesta es fuera de este mundo, y necesito a
mi copiloto.
Sonreí.
—Espera. Tú eres mi copiloto.
Sus labios se torcieron.
—Vamos a probarlo entonces. Escoge a una chica sexy y veamos a
quién desea más. Ya te voy ganando por tres.
—¿Llevas un marcador?
Cuando tienes un gemelo, todo es una competencia.
—De acuerdo, la siguiente linda avecilla que entre por esa puerta es
para quien la gane. El primero en conseguir un beso gana.
Página
Dax ondeó su cabello hacia atrás y revisó su aliento levantando su
mano y soplando. Giró su cuello.
29
El primer año, fingimos ser el otro durante una semana, yendo tan lejos
como para usar mangas largas para que nadie viera mis tatuajes o la falta
de ellos en Dax. También intercambiamos chicas durante el fin de semana.
Malditamente loco. Nos botaron cuando descubrieron la verdad. No las
culpé. Pero últimamente esos días parecen un recuerdo lejano. A los
veintiuno, estaba cerca de graduarme y cerca de estar por mi cuenta
mientras que él todavía estaría aquí intentando terminar su carrera.
—¿Apuesta? —pregunté.
—La normal.
Sonreí con suficiencia.
—Es tu dólar.
Sus ojos resplandecieron.
—No es por el dinero, hermano.
Me reí. Dax tenía algo que siempre te hacía sonreír aunque tu bote se
estuviera hundiendo con rapidez.
Justo en ese instante, escuché que la puerta de entrada se abría y vi a
Blake, uno de los hermanos de la fraternidad, disparándose de su asiento
como si hubiera sido disparado con una flecha en su culo. Lorna, quien
había estado sentada en su regazo, cayó al suelo. Me agaché para
ayudarla a levantarse. Blake era un poco misterioso para mí, pero Lorna era
una chica popular y la mayoría de los chicos la conocía, incluido yo.
—Auch, amor. ¿Estás bien?
Se sacudió el polvo, molestia en su cara mientras observaba a las
chicas que entraron en la casa.
—Gracias. Dios, Blake es un completo loco cuando se refiere a ella.
Pensé que iba a estar conmigo esta noche, pero luego me dice que ella va
a venir. Simplemente no lo entiendo. Ni siquiera es tan bonita. Es rara y
promiscua. —Cruzó sus brazos y lo fulminó con la mirada—. La ve al otro lado
del patio y prácticamente corre hacia ella.
Un poco más de lo que yo quería saber, pero sonreí para suavizar el
golpe de ser rechazada.
Ella se paseaba directamente dentro de la habitación como si
perteneciera ahí, aunque la valentía era una farsa… lo podía decir por las
Página
O a lo mejor solo parecía así para mí.
30
Me di la vuelta para ver por qué la habitación se había quedado en
silencio.
pestañas agitándose y la manera en la que sujetaba su bolso como si fuera
un salvavidas.
La reconocí de inmediato aunque no creo que ella alguna vez me
haya mirado dos veces en nuestros años en Whitman. Lo cuál era
sorprendente. Esta era una uni bastante pequeña, aunque prestigiosa, y
estoy acostumbrado a que las chicas coqueteen conmigo en los pasillos y
los salones de clases. Después de todo, es difícil pasar por alto al chico con
acento inglés que fue elegido por las hermandades como el Hombre más
Sexy en el Campus de Whitman. Pero esta chica, vivía en una burbuja, y
verla fuera en una fiesta de fraternidad era como encontrar a un unicornio.
Su nombre era Elizabeth Bennett, y la única razón por la que sabía tanto
era porque habíamos tenido una clase juntos el año pasado y el profesor
había tomado asistencia.
Era un nombre fácil de recordar.
Recordaba haberme dado la vuelta para echarle un vistazo a la chica
con nombre de heroína, pero ella ya había inclinado su cabeza sobre un
libro. Se había sentado en la parte de atrás de la clase todo el semestre y ni
una sola vez me habló, o a nadie más. La mayoría de la gente decía que
era una estirada. Algunos de los chicos hasta clamaban que los había
follado en su habitación y luego jamás les volvió a hablar.
No lo entendía. O a ella. Pero tenía que admitir cierta fascinación.
Era hermosa en una fría manera “no-me-toques” con el cabello rubio
claro peinado en una alta cola de caballo. Cejas oscuras que se elevaban
dramáticamente y acentuaban ojos con forma de almendra, haciendo que
el azul pálido resaltara desde el otro lado de la habitación. Sus labios
estaban pintados de un rojo oscuro, y un toque de pecas salpicaba su
nariz… decididamente, la única cosa dulce acerca de ella.
Me puse enfrente de él.
—Yo la vi primero —dije.
Página
—Maldito infierno, ¿quién es esa? La escojo para una buena
inspección.
31
Desde mi costado, Dax silbó bajo su aliento.
Y
o estaba de pie en frente de la puerta de entrada de la
fraternidad Tau y me di una vigorosa charla mental.
¿Y qué si esta era mi primera fiesta de universidad? Lo tenía
bajo control.
Puede que me haya tomado dos años, pero entrar en la fiesta más
grande en el campus probaría que Colby no había ganado.
Todavía podía estar alrededor del alcohol y las fiestas y no asustarme.
¿No había visto Casa Animal y La Venganza de los Nerds esta semana
para prepararme para la acometida de los bromistas en edad universitaria?
Sintiéndome inquieta, ajusté los brazaletes plateados que llevaba cada
día. Cinco centímetros de ancho y embellecidos con mi propio diseño de
borde infinito, los había hecho en una clase de trabajo de metales antes de
que lo de Colby sucediera. Ahora, los usaba para ocultar el bulto de
cicatrices en mis muñecas de cuando había intentado suicidarme dos días
después de lo del hotel.
Froté el frío metal, recordándome a mí misma que tenía dos metas esta
noche.
Como si aquí habría algún chico sobrio.
Todavía…
Página
Cualquier tipo sobrio funcionaría.
32
La primera era entrar en esta fiesta de fraternidad; la segunda era
encontrar a un chico, llevarlo a casa, y bautizar mi nuevo hogar.
Algo estaba mal esta noche, como si una presencia pesada
permaneciera en el aire. ¿El destino advirtiéndome que la vida estaba a
punto de ponerse movida? ¿Estaba cometiendo un gran error al venir aquí?
—No puedo creer que en realidad vayas a entrar por esa puerta. En
una noche normal de viernes, estarías comiendo pizza de entrega a
domicilio y evitando mis llamadas.
Tomé aire y asentí.
Solo se normal. De acuerdo, no seas normal porque ser normal para ti
es estar sola y mal humorada y viendo episodios de Downton Abby
acurrucada en el sofá de gato de la Abue.
Solo… se genial, me dije. Además, si no iba a esta fiesta, Shelley y Blake
iban a tenerme recluida en alguna sala psiquiátrica por conducta antisocial.
Entramos y Blake se apresuró a reunirse con nosotras. Llevaba su
camiseta de fraternidad, viéndose infantilmente hermoso con su cabello
castaño y gran sonrisa. Un tipo grande, que había jugado al fútbol en la
preparatoria y ahora jugaba como apoyador para los Whitman Wildcats.
Habíamos salido en la preparatoria durante un segundo, pero Colby había
llegado y todos los otros chicos habían pasado a segundo plano.
Sus ojos brillaban con lo que tomé como orgullo.
—¡Maldita sea, lo lograron! ¿Cómo están mis dos chicas favoritas?
Yo le sonreí.
—No, mantenemos una estrecha vigilancia en esas cosas. —Nos
envolvió a ambas en un gran abrazo fornido, sus mejillas sonrojadas
haciéndolo lucir casi angelical—. Estoy malditamente contento de que
Página
Él sacudió la cabeza, dándome una mirada mordaz como si viera a
través de mis chistes.
33
—La pregunta es, ¿cómo está la fiesta? ¿Alguien ya con sobredosis?
¿Los sacrificios humanos ocurriendo en la parte de atrás? —Fingí ser casual,
pero me paré de puntillas y miró alrededor de sus hombros mientras
hablaba, revisando la escena. No dejé que mi mirada se quedara
demasiado tiempo en nadie. Mis nervios estaban tensos y listos para estallar,
y ni siquiera habían visto todo el lugar.
estén aquí. Y me comprometo a cuidar de ustedes. —Me pellizcó la nariz—.
Especialmente tú. Ahora deja la palabrería y vamos a entrar.
La habitación resonaba con la música y la gente parada en todas
partes. Estaba caliente y ruidoso y mi pecho se apretó. Deslicé mis ojos a
través de la multitud cuando todo lo que quería hacer era correr como el
infierno. Gracias a Dios que pasamos para salir de la multitud, y él nos llevó
a las puertas que daban al patio trasero. Aire. Inhalé y luego me atraganté
con una nube de perfume cuando una de las hermanas de la fraternidad
se detuvo frente a nosotros. Lorna algo. La había visto alrededor de Blake
antes, y a juzgar por la mirada malévola que me envió, yo no era su persona
favorita. Lo que sea. No me importaba. Blake y yo solo éramos amigos, pero
porque pasábamos mucho tiempo juntos, algunas personas podrían asumir
que éramos más.
Ella deslizó sus manos sobre el pecho de Blake.
—Hola, bebé, ¿no quieres regresar adentro a donde está la verdadera
fiesta? Nadie divertido está aquí.
Shelley se rio y yo mantuve en mi cara una máscara. Tranquila.
Calmada. Yo había estado con chicas como ella a lo largo de la escuela
preparatoria. Chicas bastante ricas. La mejor manera de lidiar con ellas era
no dejarlas verte poniéndote nerviosa. Se una perra en cambio. Le sonreí
tensamente mientras Blake se inclinaba para susurrarle algo al oído. Ella se
fue airadamente para regresar al interior, un poco de movimiento extra en
sus caderas.
—Esta fiesta tiene esteroides —murmuré.
Página
Eché un vistazo alrededor de la zona, tomando nota de las antorchas
encendidas, una pista de baile improvisada con un DJ y luces estroboscópicas, y una enorme piscina. Las personas vagaban por todas partes, la
mayoría de ellos populares y Griegos y no parte de mi gente. Una chica en
un diminuto bikini rojo hizo una bala de cañón en la parte más profunda de
la piscina y salió sosteniendo la parte superior de su bikini. Casi de inmediato,
los chicos aullaban en voz alta y saltaban tras ella.
34
Él enganchó nuestros brazos y me mostró los alrededores, el orgullo
evidente en su voz mientras se detenía periódicamente para presentarme a
varios de sus hermanos. Shelley conocía ya a la mayoría.
—¿Estás bien? —preguntó Shelley.
Asentí.
Un chico alto (de casi uno noventa de altura) con el cabello oscuro y
una mandíbula que podría competir con cualquier estrella de cine se
detuvo frente a Blake. Hizo una inclinación y se acercó con una sonrisa
arrogante, y nos revisó descaradamente.
Shelley empujó sus bien dotadas bubis. Una notoria cazadora de
hombres, ella amaba a los chicos y era bastante, eh, libre con su amor. No
importaba quiénes eran. Alto, bajo, rico, pobre, negro, blanco, anfibio…
—¿Quiénes son tus ardientes amigas, compañero? —preguntó el chico
con un acento Inglés, sus palabras elegantes en su presentación. Arrogante.
Mis cejas se elevaron, mi interés despertó. ¡Sí! Amé la forma en que
hablaba.
Blake se puso rígido inmediatamente.
—Ellas están conmigo, Dax, por lo que las manos fuera.
¿Dax? Bonito nombre.
Le disparé a Blake un vistazo rápido, pero él evitó mis ojos. Era un poco
posesivo cuando se trataba de protegerme, y un par de veces en los últimos
años había tenido que decirle que diera marcha atrás. Empecé a inclinarme
y decirle que estaba bien, pero el chico habló primero.
—¿Qué? ¿No puedo siquiera decir hola? —Él volvió los ojos de color gris
oscuro hacia mí—. Tú. ¿Comes azúcar todo el tiempo? Porque eres la cosa
más dulce que he visto en toda la noche.
Un sorprendido resoplido salió de mí.
—Esa es la peor línea de coqueteo que he oído en mi vida.
—La verdad duele.
Él sonrió, sin disuadirse.
Página
—Ah, ángel, no te rías de mí, o resoples. Estás matando mi frágil ego.
35
Él se veía cabizbajo.
—Bueno, esta no es una línea, pero ¿nos hemos conocido antes? Me
pareces muy familiar.
Extendí mi mano. Mientras más directa era, más fácil hacía las cosas.
—Soy Elizabeth Bennett, y nunca nos hemos conocido, porque sin duda
habría recordado tu acento. A menos que fuera en clase y nunca
hablamos… —Fruncí el ceño—. ¿Cuál es tu especialidad? Estoy en el departamento de arte en su mayoría.
Él hizo una mueca.
—Psicología, pero no voy mucho a clase. ¿Tal vez fue en la fiesta de
Sigma el año pasado?
—¿La de las cabras en el techo? Ah, no.
—¿La fiesta de togas de Delta? ¿En donde llegó la policía? —Se rio—.
No recuerdo mucho de esa, aunque sí recuerdo despertar en un par de ropa
interior de mujeres.
Oh.
—Lamentablemente, no, pero vi a los estudiantes que fueron detenidos
en las noticias.
Él echó su cabeza hacia atrás para reír, llamando la atención sobre las
fuertes líneas de su garganta. Dejé que mis ojos tomaran más de él, pasando
por los desgastados jeans y la camiseta de la banda Vital Rejects que se
ajustaba perfectamente a su musculoso pecho. Era hermoso.
Sabía que yo lo estaba mirando, porque sonrió, un destello de
complicidad en sus ojos. Hizo un movimiento con su cabeza hacia la pista
de baile llena de gente.
—¿Quieres bailar?
—Lo siento. Yo no soy tu tipo. —Mejor arrancar la curita rápidamente.
Página
Shelley ignoró a Blake y me miró expectante, obviamente deseando
que diga que sí, pero negué con mi cabeza hacia Dax.
36
—¿Has oído hablar de tomar las cosas con calma, Dax? —le soltó
Blake—. Ella acaba de llegar aquí. Dale un poco de espacio.
—Soy el tipo de todas las chicas. —Sus ojos patinaron sobre mi vestido
veraniego sin tirante—. Especialmente bellos ángeles que simplemente
cayeron del cielo.
—¿Los ángeles no tienen alas? —le pregunté—-. Un poco difícil caer
cuando técnicamente puedes volar.
Él movió las cejas y levantó el vaso que llevaba en la mano.
—Nadie está complicándose aquí, además cuanto más bebo mejores
se ponen mis líneas.
Ah.
Me puse rígida pero asentí. Tratando de ser educada.
—Hmm, bueno, usualmente paso mis noches de los viernes haciendo la
tarea mientras me pongo las bragas de la abuela. También me complazco
viendo Masterpiece Theatre, tejiendo sombreros con ganchillo, y haciendo
cálculo cuando me aburro. No suelo venir a las fiestas. Ni siquiera hablo con
los chicos que beben, así que realmente no soy tu tipo.
Él puso los ojos en blanco.
—Solo un baile, amor. No tenemos que casarnos.
—Qué bueno que esté completamente sobrio. Parece que soy el
ganador aquí, hermano. Tú puedes pagarme más tarde —dijo otra voz con
acento detrás de mí, y me di la vuelta para ver una réplica de Dax. Solo que
con músculos más grandes.
¿Otro británico?
Solo que la voz de este era más ronca. Más sexy.
—¿Gemelos? —chillé.
Sonrieron y asintieron al mismo tiempo. En la misma exacta manera.
Página
El sobrio apartó el cabello castaño oscuro de su frente y me miró
fijamente. Su rostro era una belleza clásica, la línea de la mandíbula angular
y definida, pero ahí era donde la copia al carbón se detenía. Cada
37
Parpadeé. Oh. Ellos eran un doble problema, doble sexo andante.
centímetro de los brazos de este chico no cubiertos por su camisa negra,
estaba cubierto de coloridos tatuajes, y conseguí perderme tratando de
trazar los diseños, desde ramas de hiedra a cráneos. Mis ojos se detuvieron
en el tatuaje de la libélula azul en su cuello. Extraño ver algo tan alegre en
un tipo tan musculoso.
Usaba ajustados jeans de diseñador, botas negras de motociclista y
una camiseta que se aferraba a un pecho que, evidentemente, había visto
su parte justa del interior de un gimnasio. Intenso era la palabra que me vino
a la mente cuando sus ojos de color gris plateado se encontraron con los
míos, barriendo sobre mi cara, demorándose en mis hombros desnudos. El
calor se extendió y me puse caliente como si acabara de meter mi dedo en
un enchufe.
¿Qué fue eso?
Una cosa es segura, él era puro macho caliente y si pudieras poner esto
en una botella, harías millones.
Aléjate del caliente y dile a tus ovarios que sienten cabeza, gritó mi
cerebro, pero estúpidamente lo ignoré.
Algo en él me había fascinado. Tal vez fue el ojo negro.
Inmediatamente me lo imaginé en un bar, girando sobre sillas y mesas
y pateando los culos de otros tipos grandes.
Di un pequeño paso atrás. Recuerda las reglas. No chicos calientes. No
chicos populares. No chicos ricos. Estaba bastante segura de que él estaría
en todas esas categorías.
El gemelo sobrio mostró incluso dientes blancos.
El más grande se echó a reír.
Página
—Sí, pero yo soy el imán para las nenas —dijo Dax—. Tú solo estás al
margen de mis malditos faldones, tratando de llevarte a las pajaritas que
encontré primero.
38
—En caso de que te lo estés preguntando, soy el mayor por dos minutos.
También tengo mejores calificaciones, como puedes haber adivinado.
—Lanzó un brazo alrededor de su hermano y frotó su cabeza con buen
humor.
—Sigue soñando, hermanito. No necesito estar al margen. Yo soy el
chico más sexy en el campus.
—Lo que sea. Soy Dax, en caso de que te lo perdieras —me dijo con
una sonrisa.
Miré al otro gemelo.
—¿Y tú eres?
—Declan —murmuró en voz baja, sus palabras acentuadas como la
seda, las vocales suaves y redondeadas.
Me estremecí.
Declan.
Una simple palabra que sentí todo el camino hasta las raíces de mi
cuero cabelludo.
Mariposas bailaron en mi vientre. Les grité que se quedaran tranquilas,
pero no escuchaban.
Sus labios carnosos y sensuales se levantaron en una sonrisa cuando lo
repetí.
—Ese es un nombre hermoso —dije—, la forma en que rueda por mi
lengua.
—Es gaélico y significa lleno de bondad. Irónico ya que la mayoría me
llama problemas. —Él sonrió—. Elizabeth, ¿verdad?
Su expresión facial no había cambiado ante nuestro primer contacto,
pero él se había acercado más a mí, el aroma caro de su colonia a madera
impregnando mis sentidos.
Página
¿Era su reacción la misma que la mía?
39
Asentí con la cabeza y él extendió su mano para que yo la tomara.
Descansé la mía en la suya mucho más grande y cálida, no me sorprendió
el hormigueo que de súbito bajó por mi columna vertebral. De mala gana
él soltó mi mano, sus dedos deslizándose contra mi palma en un barrido
sensual. Dejé escapar un suspiro irregular que debo haber estado
conteniendo desde el momento en que él entró en mi visión.
La conversación se reanudó con los otros, pero Declan y yo nos
quedamos allí en silencio. Lo miré. Me miró. Sonrió. Sonreí. Y justo ahí, se
sentía como que estábamos teniendo un momento íntimo, solo nosotros dos
mientras nos mirábamos el uno al otro mientras el mundo continuaba. Su
mirada seguía regresando a mí, casi inquisitiva como si quisiera preguntarme
algo, pero no sabía cómo. Había una conexión entre nosotros, y no soy
tonta, sé que no era amor a primera vista (tal vez lujuria) pero él era sin duda
el hombre más caliente del que había estado así de cerca en dos años.
Él era exactamente lo que necesitaba esta noche, todo lo contrario a
la apariencia rubia y de buen vestir a lo Ralph Lauren de Colby. Tal vez era
momento de llevar mis reglas un paso más allá, para demostrarme a mí
misma que podía estar con quien yo quisiera y mantener el control de la
situación.
Tanto como la fortaleza de mi corazón permaneciera bajo llave, yo
estaba bien.
Se apartó de mí cuando una chica bonita se acercó a él, y justo así
cambié de opinión. ¿Jugador?
Me miró de nuevo un minuto o dos más tarde, una sonrisa tímida en su
rostro.
—Lo siento por eso. Le enseñé algunos movimientos de defensa
personal el año pasado, y me estaba contando cómo los había utilizado
sobre su hermano mayor este verano.
Oh. Me fijé en su ancho pecho y bíceps.
—¿Eres entrenador?
Él asintió, con una expresión seria en su rostro.
—Sí. He enseñado en algunos de los gimnasios locales, pero estoy
abriendo el mío pronto.
—No.
Página
Me estudió cuidadosamente.
40
—¿Es así como conseguiste tu ojo negro?
Lo estudié con más fuerza, mi mirada horadando los masculinos planos
de su rostro. Instintivamente, extendí la mano y delicadamente toqué un
lugar rojo cerca de la línea de su cabello. ¿Un corte? Él hizo una mueca e
inmediatamente dejé caer la mano.
—Lo siento, yo… yo no sé por qué hice eso.
¡Deja de tocar al chico caliente! Grité en mi cabeza.
Se encogió de hombros.
—Está bien.
—¿Utilizas mucho tus puños?
—Sí —dijo en voz baja.
Aspiré una bocanada de aire. Peligroso. Sexy. Problema.
¿Por qué estaba todavía hablando con él?
Blake se metió entre Declan y yo de una manera tal que se sintió
forzada.
—¿Quieres un trago, Elizabeth? Hay cerveza y un poco de ponche,
aunque es probable que esté fuerte. Puedo meterme por ahí y encontrarte
algo sin embargo.
—Un agua estaría genial.
—Sí —dijo Shelley enfáticamente—. Ella puede no beber, pero yo sí.
Tráele algo a mamá. Cualquier cosa servirá.
Declan me sorprendió diciendo que las conseguiría por nosotros, y lo
observé alejarse, su esbelto cuerpo moviéndose con la gracia natural de
alguien acostumbrado a retener el poder, como un sexy gato de la selva
que merodeaba alrededor y tomaba lo que quería…
¿Gato de la selva? ¿Hacerlo ronronear? ¿Qué estaba mal conmigo
esta noche?
Página
Me golpeé mentalmente.
41
Me gustaría acariciar a ese gato de la selva, frotar su piel sedosa y
hacerlo ronronear…
—No te metas con él —me susurró al oído Blake como si hubiera leído
mi tren de pensamientos.
Lancé una mirada hacia Dax y Shelley para asegurarme de que no
habían oído su comentario, pero ellos estaban involucrados en una
discusión acerca de la música.
—¿Por qué? ¿Qué hay de malo en él?
Él entrecerró los ojos, un destello de disgusto en su rostro.
—¿Estás interesada?
—Se realista. Estudio. Trabajo. Duermo. —De vez en cuando tengo sexo.
Él asintió con la cabeza, su expresión volviéndose seria.
—Tal vez es hora de seguir adelante y confiar en alguien.
Arqueé una ceja.
—¿Pero no en Declan?
Abrió la boca. La cerró. Levantó las manos como si quisiera aplacarme.
—No me malinterpretes. Él es genial. Pero tú eres exactamente su tipo,
físicamente de cualquier manera, y vi la forma en que te miraba. Él está de
rebote, y yo simplemente no quiero que te lastimen. Está en el último año y
es popular… y bien, nadie te conoce.
—Guau. Eso dolió. Gracias por el voto de confianza. —Crucé mis brazos.
Él gimió.
—Es solo que… lo he visto pasar por chicas como los chicos de
fraternidad y su cerveza. Es un ventajista y una vez que haya terminado
contigo, te botará. Necesitas a un buen chico.
Él se ruborizó.
Página
—Pensé que Colby era un buen chico y mira cómo terminó eso.
—Suspiré—. ¿En realidad estás celoso?
42
Mi boca se apretó.
—Yo solo sé cómo piensan los chicos. Declan es un idiota y tú necesitas
evitarlo y no hacer nada estúpido.
—Y si por estúpido quieres decir dejar que un chico me emborrache así
él puede hacer lo que quiera, creo que aprendí mi lección. —Blake y yo
habíamos estado discutiendo mucho últimamente, y siempre era sobre
cosas estúpidas. Algo estaba mal entre nosotros—. Lo que sea. Voy a
encontrar un baño.
Los ojos de Shelley estaban agrandados cuando me di la vuelta para
alejarme, pero Blake agarró mi mano y me aparté. Él hizo una mueca, sus
ojos color avellana disculpándose.
—Soy un imbécil. Lo siento. Es solo… que me acuerdo de cómo te veías,
toda en mal estado y llorando, y luego trataste…
—Solo detente —corté—. Por favor. No necesito recordatorios de mis
errores.
Él enrojeció, sus hombros hundiéndose.
—No puedo hacer nada bien por ti esta noche. ¿Me perdonas,
Elizabeth?
Dios, ¿qué era lo que me pasaba? Él siempre había estado ahí para mí.
—Claro. Lo siento por molestarme —le dije mientras su gran cuerpo se
inclinaba para darme un abrazo. Nos abrazamos con fuerza, sus fuertes
brazos rodeando mi cintura mientras inclinaba mi cabeza y miraba sus ojos.
Estaban brillando con algún tipo de emoción que tomé como remordimiento.
»Está bien —murmuré y besé su mejilla.
Página
No pude evitar notar que mi mirada no era la única que lo seguía
alrededor del patio. Casi todas las chicas. Y algunos de los chicos. Él se rio
de algo que alguien dijo en el camino de regreso a nosotros, sus largas
piernas comiéndose el terreno a grandes zancadas. Gente de todas partes
le palmeaban la espalda como felicitándolo. Él había asentido y sonreído.
43
Nos separamos, pero no antes de ver a Declan mirando por encima de
su hombro hacia nosotros desde su lugar en la fila del bar. Una extraña
expresión cruzó su rostro, pero luego desapareció con la misma rapidez.
Los que no lo conocían parecían apresurarse a moverse, asintiendo con la
cabeza hacia él, dándole paso.
Él tenía presencia, como mamá diría.
Mi mamá había salido con una serie de hombres con presencia…
problemas de drogas, delitos graves, puños pesados.
Gruñí. Estaba desperdiciando demasiado tiempo analizando a este
chico.
Pero mi boca tenía otras ideas.
»Entonces, cual es exactamente el tipo de Declan —le pregunté a
Blake, volviendo la mirada hacia él.
—Cabello rubio, piernas largas, inteligentes. En su mayoría chicas de
hermandad con actitudes y papás ricos. De hecho, su ex, Nadia, está aquí
en alguna parte. —Él miró a la multitud como si la buscara.
Solté un bufido.
—¿Chicas ricas? Estoy aquí con una beca académica. Creo que estoy
a salvo.
—¿A salvo de qué? —me preguntó Declan mientras se acercaba hacia
nosotros. Me sobresalté. Él se había movido mucho más rápido de lo que
había pensado. Me entregó una botella de agua fría, sus cálidas manos
haciendo contacto otra vez con la mías, sus dedos persistiendo.
Chispas salieron de mi piel.
¿Llevaba en sus bolsillos una especie de máquina de corriente
eléctrica?
Página
Intenté enfocar mis ojos lejos de él, pero los malditos seguían
volviéndose hacia él, buscando su rostro y tomándolo con detalles. Él tenía
una cicatriz de siete centímetros arriba de su ceja derecha y me encontré
queriendo tocarla, recorrerla con mis dedos y preguntarle qué había
pasado. Él estaba preocupado por mí también, dándome largas miradas
44
Le entregó a Shelly un vaso de cerveza.
pero luego desviando la mirada y girando su cuello como si lo que hubiera
visto en mi hiciera que sus hombros se tensaran.
Ja. Apuesto a que tenía una fila de chicas, esperando trabajar esos
nudos.
Pero aun así eso no me detuvo de seguirlo a la parte de atrás del jardín
cuando él lo sugirió, diciendo que podíamos hablar sin nadie en nuestros
rostros.
Blake se fue a bailar con una de las pequeñas hermanas de fraternidad.
Shelly me comprobó para asegurarse de que estaba bien y cuando se lo
dije, ella y Dax se fueron a bailar.
Nos paramos con nuestras espaldas contra la cerca y vimos la fiesta,
riendo de vez en cuando sobre algo loco que alguien hizo en la piscina o en
la pista de baile.
—¿Crees que somos las únicas personas sobrias aquí? —pregunté.
Había notado que él había estado tomando agua también.
Él se encogió de hombros.
—Mi padre bebe mucho, y yo no quiero ser nada parecido a él.
Escuché la tensión en su voz, y porque quise calmarlo, me abrí.
—Hmm, ninguna familia es perfecta. Mi papá está en prisión… o al
menos el hombre que mi mamá me dice que es mi papá. Nunca lo he
conocido, pero está ahí por asesinato.
Su boca se separó, un poco de sorpresa en su rostro. ¿Qué yo era el
engendro de un asesino?
Página
—Él golpeó a muerte a un sujeto en un callejón afuera de un bar
mientras estaba en libertad condicional por vender drogas. Obtuvo
condena de por vida. —Mis entrañas se apretaron mientras miraba sus ojos
negros—. Por otro lado, mi mamá dice que quería ser una chica de
entretenimiento en Las Vegas pero entonces quedó embarazada de mí.
Supongo que podrías decir que arruiné su vida. —Me encogí de hombros,
45
—Amiga, eso debe haber sido duro.
apartando esos recuerdos—. Así que, ¿cómo terminaste aquí? ¿Eres atleta?
—Mis ojos permanecieron en su pecho, otra vez.
Él sonrió.
—No.
Oh.
—Soy originario de Londres. Mi mamá era Inglesa y mi papá es
Americano… él fue embajador en Inglaterra hace años. —Pareció
recomponerse, ajustando su postura, sus ojos de repente en todos lados
menos en mí—. Se divorciaron cuando era un niño, y cuanto tenía diez, mi
mamá murió de cáncer. Dax y yo nos mudamos aquí a Raleigh para vivir
con mi papá. Supongo que puedes decir que fuimos americanizados en los
pasados años. Al menos conseguí la doble ciudadanía de la unión. —Dureza
creció en sus ojos—. Él nos arrancó todo y luego olvidó que existíamos
cuando se volvió a casar. No lo veo a menudo. A él no le importa.
Elevé mi botella de agua.
—Un brindis por los padres de mierda.
Una larga libélula azul aterrizó en mi brazo, su cuerpo como vara
vibrando, no soy la clase de chica que grita como si fuera un asesino
sangriento cuando un insecto aparece. La artista en mi prefería estudiar
todo en gran detalle.
»Oh, mira cuan hermosa es —dije, pero él ya la había visto y se había
inclinado más cerca, su esencia de hombre muy potente.
»Hace cosquillas. —Me reí después de un tiempo, y él alejó a la criatura,
su gentileza sorprendiéndome.
Página
—Es gracioso… cada vez que veo una libélula, pienso que es el espíritu
de mi mamá. Ella las amaba. Como loca. Incluso tenia este encantador
brazalete que alguien le había dado, y podías pensar que había tenido
diferentes cosas, pero todo lo que ella compraba eran encantadoras
libélulas. Tenía imanes, baratijas, incluso cuadros —Frotó su mandíbula—. El
día de su funeral, estábamos en el entierro y una aterrizó en Dax y luego voló
hacia mí. Revoloteó alrededor de nosotros todo el tiempo y no se iba. Era
46
Él la miró volar lejos y luego me envió una mirada de consideración
extraño aunque reconfortante… —Tragó y luego continuó—. El día que mi
padre apareció en nuestra casa para mudarnos aquí, una siguió nuestro
auto por kilómetros. Extraño, ¿verdad? Yo… yo siempre pienso que es ella
cuidándome.
—Eso es hermoso. ¿Es por eso que tienes el tatuaje en tu cuello?
—Si. Para siempre tenerla conmigo.
Él, él, él, decía mi cuerpo. Escógelo a él esta noche.
Yo no paraba de moverme, cambiando mi botella de agua de una
mano a otra.
—Oye, ¿estás bien? ¿Te molestó mi historia? —Sus ojos me miraron,
aterrizando en mis labios.
Los humedecí.
—Uh, no, es solo que parece que nosotros tenemos esta, como
conexión, y me estaba preguntando si tal vez, sabes, si no estabas ocupado
más tarde, y sabes, si no estás con alguien más, y si crees que está bien, y si
estás atraído por mí y te gusta el sexo, ¿entonces tal vez podrías volver
conmigo a mí casa?
Cerré mis ojos con horror. Mátenme ahora. Mierda, mierda, mierda. Eso
salió tan mal.
Abrí mis ojos de golpe para ver a Blake corriendo hacia nosotros.
Gracias a Dios. Alguien que me rescate de mi estupidez.
Me atreví a dar un vistazo a Declan por una reacción a mi oferta, pero
su rostro era una máscara de frialdad mientras miraba a Blake
aproximándose.
¿Acaso siquiera me había escuchado? ¿Qué era lo que pasaba con
él?
Me aclaré la garganta, y controlé mis nervios.
Página
—Vamos, amas esta canción. Vamos a bailar —insistió, agarrando y
tirando de mi mano.
47
Blake se detuvo en frente de mí, sin mirar a Declan.
—¿Por qué no vamos todos a bailar? ¿Declan?
Declan me envió una mirada en conflicto, sus ojos yendo hacia mi
mano encerrada en la mano de Blake luego de regreso a mi rostro. Un
músculo tembló en su mandíbula.
—No, gracias —dijo fríamente.
¿Qué fue eso?
—Ve. Estaré ahí en un minuto —le dije a Blake, quién inmediatamente
me envió una mirada malhumorada pero regresó a la pista de baile.
Me giré hacia Declan.
—¿Por qué no quieres bailar? ¿Sin ritmo? —Sonreí para aligerar el humor
de repente oscuro en el que parecía estar.
—¿Eres la chica de Blake? —sus palabras fueron cortantes.
—No. No salgo con nadie. Me divierto, eso es todo. Y en caso de que
te lo hayas perdido, acabo de proponértelo. Horriblemente.
Su rostro se suavizó mientras tocaba mi cabello brevemente y luego
dejó caer su mano.
—Me sorprendiste como la mierda, sabes. Fue sorprendentemente...
formal y lindo.
¿Lindo? El peor adjetivo para una chica. Sonaba como una sentencia
de muerte.
—No debería haber hecho eso. Fui atrapada por la noche y tú…
—obviamente no estaba interesado.
—No pienses que no estoy interesado en ti —dijo con una voz un poco
ronca.
—Lo que sea. De cualquier manera, debería estar corriendo como el
infierno lejos de ti.
Página
—No es una buena idea.
48
—¿Pero?
Sus ojos se centraron de regreso en los míos.
—¿Por qué?
—Larga historia.
Él se giró más cerca de mí, su mano acariciando la mía.
—Tal vez puedas decirme la historia algún día.
Y entonces fuera de la tristeza, las lágrimas picaban en mis ojos por su
ternura, y apresuradamente las parpadeé a distancia antes de que las
notara.
Exhaló, pareciendo estar inseguro sobre cómo proceder.
»Mira, te he visto alrededor del campus. Te mantienes centrada en ti
misma y por debajo, pareces, bueno, frágil… y honestamente, me gustan
mis chicas y el sexo duros. Podría estar por completo sobre ti y de alguna
manera, estoy sintiendo que no estás de acuerdo con eso. —Sus intensos
ojos buscaron los míos—. Poniendo todo afuera, acabo de romper con
alguien hace unos meses, y no me gustaría usarte.
Me quedé colgada con Me gusta duro, y el repetirlo en mi cabeza hizo
que el sudor saltara.
—Tal vez yo quiera usarte, y no soy frágil. Ya nadie me lastima —dije,
pero antes de que él pudiera contestar, Shelly gritó desde la pista de baile.
—Elizabeth, trae tu trasero aquí y baila conmigo. —sus brazos me
hicieron una seña para ir, su ágil cuerpo girando alrededor de varios
compañeros.
—Oye, bebé, necesito hablar contigo. —Ella corrió sus dedos por su
brazo.
Página
Ella me dio una mirada, despidiéndome con un resoplido y se volteó
hacia Declan.
49
Cuando me giré de regreso hacia Declan, una bonita chica con
cabello rubio y un corte estilo bob, había llegado y enlazado su brazo con
el suyo. Delgada con grandes senos, usaba tacones de aguja y un suave
vestido bígaro que probablemente costaba más que mi renta.
Todo el cuerpo de Declan se puso rígido, una fría mirada en su rostro
mientras la miraba.
—¿Qué es lo que quieres?
—A ti —se quejó—. Solo dame una oportunidad de explicar...
Oh. ¿La ex?
Él movió sus ojos hacia mí y asintió.
—Fue genial conocerte, Elizabeth. Te veré mañana.
¿Mañana? ¿Desde cuándo?
Él me envió una mirada final, se giró, y se alejó con la otra chica.
Justo así, mi noche con Declan estaba terminada.
¿Estaba decepcionada? Si.
Página
50
¿Iba a dejar que esto arruinara mi primera fiesta universitaria? No.
E
lizabeth Bennett era la persona más rara de toda la historia para
asistir a una fiesta de fraternidad.
No solo había entrado por la puerta como si fuera a una
ejecución, sino que me había pedido que la follara en la manera menos
refinada que había visto en todos mis días en Whitman. Podría vivir durante
los próximos cien años y mis oídos nunca escucharían un hagámoslo tan
malo.
Rara o no, nadie podía negar que era caliente como el infierno.
Durante todo el tiempo que habíamos hablado, no había sido capaz de
dejar de ver sus ojos azules o la forma en que su vestido se sumía en una
profunda V entre sus pechos… lo cual era frustrante.
No estaba aquí para conocer a una chica y empezar algo. No
necesitaba la distracción.
¿Y ese tipo, Blake?
¿Qué en el maldito infierno?
Página
Seguí a Nadia mientras me llevaba de regreso a la casa. Debería
habérmela quitado de encima tan pronto como se había acercado a mi
lado con esa expresión triste en su rostro, pero la verdad, había necesitado
distanciarme de Elizabeth y Nadia había sido una buena excusa.
Sorprendentemente, el verla no me había aplastado como pensé que
podría hacerlo. Ahora que habíamos estado separados durante un tiempo
había tenido un momento para pensar y pude ver lo increíblemente mala
que había sido para mí. La mayor parte de nuestra relación se había basado
51
Estaba locamente enamorado de ella, y ella no tenía ni idea. O, ¿sí?
en el sexo. Una chica poco profunda, que solo se preocupaba por sí misma,
había sido la elección equivocada todo el tiempo, pero yo me había
dejado llevar por su cuerpo y la forma en que me había adulado siempre
encima de mí.
Nos dirigimos a la biblioteca hacia la parte posterior de la casa. Una
habitación apartada, que era donde la fraternidad celebraba la mayoría
de sus reuniones y encuentros formales. Me imaginaba que habría menos
posibilidades de que cualquier persona nos descubriera si las cosas se
calentaban. No es que fuera a perder los estribos con ella. Ese no era mi
estilo. Nunca había ido detrás de una mujer… gracias a la buena influencia
de mi mamá.
Sacaba mis frustraciones en el saco de boxeo en el gimnasio, no en las
chicas.
Conocía el juego de Nadia. Había venido a la fiesta y me vio con
Elizabeth. Quería lo que ella no podía tener. Típico.
Hicimos nuestro camino hacia el centro de la habitación y antes de que
le pudiera preguntar qué quería que fuera tan importante, tenía su lengua
en mi garganta.
Se sintió bien durante medio segundo, y luego me estiré detrás de mí
para desenredar sus manos y retirar sus labios de los míos.
—No hagas eso —le espeté.
—Declan, sé que me odias —susurró, mirándome—, pero te he
extrañado tanto. Por favor, no me alejes. Ha sido un verano absolutamente
horrible sin ti.
—El mío fue bastante bueno —espeté—. Me deshice de una novia infiel
y trabajé mí culo para conseguir que el gimnasio esté listo. Botarte fue lo
mejor que hice.
Página
—Sé que terminamos terriblemente, y todo es mi culpa, y no deberías
siquiera darme la hora del día, pero ha pasado mucho tiempo desde que
te vi…
52
Cerró los ojos, un destello de dolor en su rostro, y cuando los abrió,
lágrimas nadaban, haciéndolos humedecerse.
—¿Dónde está Donatello? —le dije secamente y crucé mis brazos—. Ve
a buscarlo.
Se mordió su labio y dejó escapar un estrangulador:
—Oh, Dios, Declan, mi mamá tiene cáncer. Fue diagnosticada el mes
pasado, y he sido un caso perdido desde entonces, y en lo único que podía
pensar era en hablar contigo, y no puedo porque no me devuelves las
llamadas. —Tragó, sus manos retorciéndose en la tela de su vestido—. Con
lo que pasaste con tu mamá, eres el único que entiende lo asustada que
estoy. Solo… solo necesitaba verte esta noche y decírtelo.
¿Su mamá?
Me froté mi mandíbula, recordando a la señora Brown como una
señora dulce que se parecía a Nadia, solo que más suave y siempre
preguntando si necesitaba algo, cuando habíamos estado en casa de sus
padres un par de veces para la cena. Exhalé y apreté el puente de mí nariz.
—Lo siento por tu mamá. El cáncer apesta más que nada, lo sé.
Resopló y se acurrucó en mí pecho, por lo que terminé envolviendo mis
brazos alrededor de ella.
—Dios, hueles tan bien —murmuró contra mi pecho.
La miré.
—Nadia…
Acunó mi cara.
Página
53
—No hables. Solo bésame, Declan.
L
a canción terminó y me marché para volver dentro. Me dije que
era solo para encontrar un baño, pero también quería ver a dónde
iba Declan. ¿Acosadora? Puede ser.
Estuve dando vueltas hasta que pasé por una de las habitaciones más
pequeñas y fuera de mi mirada periférica atrapé a una pareja abrazada.
Me detuve y retrocedí hasta tener una mejor vista.
Realmente no debería espiar, pero eran Declan y Nadia, quienes
estaban parados frente a una silla, dándome una visión de sus torsos
mientras se abrazaban. Ella bajó su cabeza y lo besó con avidez mientras
sus manos corrían por su cabello. Él la dejó por un momento, pero luego
desenredó sus manos mientras le dijo algo que no pude oír.
Conteniendo el aliento, me incliné hacia adelante para tratar de
captar su conversación.
No sé por qué me importaba tanto. Él me había rechazado y me dejó
saber que yo no era su tipo, lo que era malditamente irónico teniendo en
cuenta que yo había rechazado a su hermano, no que esto hubiera
inmutado a Dax en lo más mínimo.
¿Cómo me había metido en este lío?
Página
¿Ellos me habían visto? Cerré los ojos.
54
Gritos y vítores llegaron a mis oídos cuando una repentina afluencia de
fiesteros entró en la casa. Declan y Nadia se volvieron hacia la puerta, y con
miedo de ser atrapada fisgoneando, me agaché hasta mis rodillas.
Porque tenías que hacer pis, me respondí a mí misma. Y porque viniste
a esta estúpida fiesta.
Rezando para que la silla me escondiera, me moví en un lento y bajo
arrastre hacia el pasillo y esperaba un inodoro.
Zapatos Converse Negros se detuvieron delante de mí, y levanté la
mirada hacia los divertidos ojos de Dax. Él me miró con una mirada
inquisitiva.
—¿Disfrutando por ti misma?
Piensa rápido, Elizabeth.
—Solo buscando mi contacto —dije, palpando el suelo de madera—.
Se salió mientras estaba buscando el baño.—Ah. ¿Necesitas un poco de ayuda, entonces? Está bastante oscuro
aquí.
—No, estoy bien. —Toc, toc.
Algunos segundos pasaron.
Seguí arrastrándome. Manteniéndome tranquila. Esperando que se
alejara. Rezando.
Me arriesgué a dar una mirada hacia arriba para verlo mirándome con
diversión.
—¿Estás segura que no necesitas ayuda? Ese piso está terriblemente
sucio.
—No me importa un poco de tierra. Mejora tu sistema inmunológico. La
comía todos los días de niña.
¡Maldita sea!
Página
—¿Por qué no solo confiesas que estabas mirando a mi hermano y a
Nadia? Además, puedo ver directamente por tu vestido cuando estás sobre
tus manos y rodillas. No me importa la vista de tus pechos pero pensé que te
gustaría saberlo.
55
Él rio.
—Está bien. —Me puse de pie, sacudiendo mi vestido—. Para tu
información, no uso lentes de contacto. Solo pasó que estaba caminando y
los vi, y tienes que admitir, que son intensos. Es como una telenovela.
Obviamente me faltan habilidades sociales y soy chismosa.
—Ciertamente.
Su arrogante acento inglés solo hizo que mi mortificación fuera peor.
Enterré mi cara en mis manos.
—Nunca debí haber venido a esta fiesta en primer lugar. Estoy fuera de
mi zona de confort, y tu hermano… bueno, traté de coquetear… ligar con
él, para ser honesta… y esto me explotó en mi cara.
—¿Te llama mi hermano? —Su tono era sorprendido.
Me asomé a través de mis dedos.
—¿Y por llamar quieres decir gustar?
Él sonrió.
—Como a ustedes los americanos les gusta decir, duh.
Mordí mi labio.
—Apenas lo conozco.
Dax miró por encima de mi hombro, con los ojos entrecerrados.
—Él está viniendo ahora. Vamos a fingir estar locamente enamorados.
—¿Qué? —Él estaba más loco que yo.
Me dio una larga mirada.
—Vamos a darle algo en qué pensar… ponerlo celoso. Bésame.
Él se agarró el pecho como si hubiera roto su corazón.
Página
—Yo no beso chicos con aliento alcohólico, y probablemente una
enfermedad venérea.
56
Sostuve mis manos en alto para alejarlo.
—Oh, eres divertida, pero confía en mí en esto. Le gustas a Declan. Vi
cómo te estaba hablando. Bésame, amor, solo hazlo. —Su voz era insistente.
Las campanas de alarma se dispararon. Apreté mis puños.
—No.
Pero no estaba escuchando.
Me tomó en sus brazos, sus fuertes brazos agarrando mis hombros y
jalándome más cerca. Presionó sus labios en los míos, sus caderas
maniobrándome contra la pared detrás de mí.
El olor a alcohol en su aliento se estrelló contra mí.
Mi estómago dio un vuelco. Los recuerdos golpearon.
El fuerte aguijón del vodka.
Mi vestido desgarrado alrededor de mi cuerpo.
El deslizar de la navaja en mis muñecas.
Me estremecí, la bilis arrastrándose en mis entrañas.
Dax levantó sus labios de los míos y me miró. La confusión apareció en
su rostro.
—¿Elizabeth? Te has vuelto blanca como un papel.
Su voz llegó desde la distancia, y negué con la cabeza, empujándolo
para alejarlo de mí. Inhalé por la nariz, exhalé por la boca. Solo respira.
Busqué en el fondo, para llegar a esa parte de mí misma que sabía que yo
era fuerte. Una sobreviviente.
Había tenido años de asesoramiento. Sabía cómo manejar una crisis.
Tocó mi brazo, y me estremecí, mi palma lanzándose a golpearlo con
fuerza en la mejilla, el sonido reverberando en la tranquilidad del pasillo.
Página
»Así no es como vi que esto terminara. Amiga, yo no tenía idea de que
no estabas conmigo. —Puso sus manos sobre mis hombros con un ligero
toque—. ¿Estás bien?
57
Él agarró su mejilla y me miró con una expresión de asombro.
—Aléjate de mí —le susurré y empujé sus anchos hombros. Me soltó y
me apoyé contra la pared, mis manos clavándose en los paneles para
mantenerme de pie.
De repente, fuertes manos estaban empujando a Dax aún más lejos.
Declan se interponía entre nosotros, su rostro oscuro y enojado. Sus ojos
plateados barrieron sobre mí entonces se centraron de nuevo en Dax, un
músculo saltando en su mandíbula.
—¿Que está pasando aquí? ¿Qué está mal Elizabeth?
—Está bien —le susurré. No lo estaba.
Declan giró sus ojos de regreso hacia Dax, quien levantó sus manos.
—Fui por un beso, y ella no estaba excitada. Eso es todo.
Sus ojos llamearon mientras empujaba a Dax lejos de él.
—No seas un cretino, Dax.
Dax se sonrojó, de un rojo intenso, cuando le devolvió la mirada a
Declan. Exhaló y fijó su mirada en mí, con una expresión contrita en su
hermoso rostro.
—Mira, estoy realmente, realmente apenado. No sabía que besarme
te haría querer vomitar. Solo quería ser capaz de decirle a Declan que te
había besado primero. Tenemos esta cosa donde tomamos apuestas sobre
quién puede conseguir a una chica… Lo siento, pero es probable que no
quieras oír eso ahora mismo.
Ni siquiera estaba escuchándolo, centrándome en cambio en respirar.
Declan tocó mi mano.
—¿Estás bien?
Página
Cientos de kilómetros y años de distancia de Colby y esa habitación de
hotel, y sin embargo, aún me perseguía. La vergüenza me golpeó con sus
látigos. No había tenido una reacción así en meses, sobre todo porque
mantuve mi entorno bajo estricto control.
58
¿Bien?
Pero, había querido ser una chica normal de universidad por una
noche. Solo había querido ser como todo mundo.
Me enderecé de la pared, mi mirada abarcándolos y luego rebotando
lejos. Me sentí avergonzada.
—Estaré bien.
Declan no estaba de acuerdo, sus tormentosos ojos aun parpadeando
hacia su hermano.
Nadia salió al pasillo, ajustando su vestido, haciéndome preguntarme
qué me había perdido.
—¿Qué está pasando?
Nadie respondió.
Dax se encogió de hombros y se movió nerviosamente mientras Declan
mantenía la mirada en mi cara, sus ojos parecían devorar cada centímetro.
Incluso en medio de casi tener un ataque de pánico, algo acerca de
él había penetrado en mi piel.
Sal. Vete. Esta fiesta no es para ti.
—Tengo que irme —dije, cruzando los brazos y frotándolos—. Es tarde.
—No te vayas —dijo Dax—. Juro mantener mis manos para mí mismo si
solo vas a quedarte.
—No la presiones —dijo Declan—. ¿No puedes ver que la asustaste?
Los ojos de Nadia rebotaron de mí, a Dax, a Declan, mientras intentaba
entender, pero yo no quería que lo hiciera.
Mi mortificación creció.
¡No! No podía soportar estar cerca de cualquiera de ellos más tiempo.
Página
»Déjame llevarte a casa —declaró Declan más que preguntó, su voz
suave.
59
Necesitaba alejarme de esta fiesta, lejos del chico que me había
besado, y lejos del chico que no podía tener y ciertamente no necesitaba.
—Yo puedo cuidar de mí misma.
Nadia intervino.
—Puedo llevarla a su casa. Me estoy yendo de todos modos.
—No, gracias —le solté. No sería manejada por una ex celosa,
simplemente porque tenía miedo de que le quitara a su hombre.
Ella levantó las manos.
—No es necesario ser una perra.
—Eso es suficiente, Nadia —dijo Declan.
Ella resopló.
—Solo estoy tratando de ayudar.
No lo hacía. No la conocía personalmente, pero conocía a las chicas
como ella. Eran las que habían hablado de mí después del baile, las que
habían chismeado y publicado en Twitter y Facebook sobre todas las cosas
horribles que Colby le había dicho a todo el mundo acerca de mí, en las
horas siguientes al hotel. De repente, las chicas que yo pensaba que eran
mis amigas me habían etiquetado como una puta y alborotadora.
Antes de que Declan pudiera protestar más, me volví sobre mis talones
y me alejé. Encontré a Shelley de nuevo en la orilla de la pista de baile de
donde al parecer nunca se había ido. La empujé a un lado y le dije que
estaba lista para irme.
—¿Está todo bien? —me preguntó, con la cara enrojecida por el baile.
No, espera, no habría una próxima vez.
Página
Después de algunos halagos y garantías de que podía encontrar cómo
irme a casa, ella volvió a su baile, y saqué mi teléfono para llamar a un taxi.
La próxima vez sabía que conduciría yo misma.
60
No quería ver la mirada decepcionada en sus ojos, así que mentí y le
dije que estaba cansada. Se ofreció a llevarme de regreso al apartamento,
pero había estado bebiendo y estaba teniendo un buen momento, y no
quería ser siempre la amiga que requería una atención especial porque
tenía crisis nerviosas por cosas estúpidas.
Esta era mi última fiesta.
Blake apareció a mi lado cuando colgué el teléfono.
—¿Dónde diablos has estado? He estado buscándote por todas partes.
—Él miró la forma en que agarraba mi bolso—. ¿Te estás yendo ya?
—Lo siento, tengo mucho que hacer en el apartamento. ¿Puedes
cuidar de Shelley si está demasiado destrozada para conducir? ¿Asegurarte
de que vuelva al dormitorio?
—Por supuesto. —Me dio una mirada inquieta—. Solo no desaparezcas
de mí vista de esa manera. Busqué en todos los dormitorios por ti. Quién sabe
lo que podría haber sucedido cuando estabas con Declan Blay.
¿Declan? Él había sido el más agradable de todos ellos.
No tenía tiempo para discutir con él. Solo quería irme.
—Estoy bien. Te veré pronto.
Me agarró del brazo para detenerme cuando me di vuelta, la
incertidumbre escrita en su cara.
—Elizabeth, espera. Hay algo que tengo que decirte que debería
haberte dicho hace mucho tiempo…
No.
Llevé mis manos a sus labios. Sospechaba lo que quería decir, y no
estaba lista para escucharlo, o responderle.
Página
61
—No. Ahora no. No puedo manejar más esta noche.
D
esde el costado de la casa Tau, vi sus largas piernas caminando
por el patio y deslizarse con facilidad en un taxi que se había
estacionado en la acera. Sus hombros estaban encorvados
como si sostuvieran una pesada carga. Su postura encorvada envió
campanas de alarma a lo largo de mí. Su reacción había sido extrema. Me
enojé en Dax completamente de nuevo. Él era impulsivo y se precipitaba de
cabeza en todo sin pensar, así que no fue una sorpresa verlo hacer un
movimiento sobre una chica bonita, pero era ella, y por alguna razón eso
me molestó bastante.
Actuando por impulso, salté en mi Jeep y la seguí a su casa. Alguna
emoción sin nombre me puso ansioso por asegurarme de que llegara bien
a casa.
¿Dax había sido la única causa de toda esa reacción?
Página
Seguí al taxi hasta que llegó a los apartamentos, y me estacioné en el
Minnie’s Diner cruzando la calle apagando mi Jeep mientras la veía salir,
pagar al conductor, y luego hacer su camino cruzando el estacionamiento.
Era una figura solitaria mientras caminaba sobre el pavimento, con el pálido
cabello rubio que soplaba en el viento que se había levantado por una
tormenta entrante. Una de las farolas estaba fundida, y me di cuenta de
que ella parecía muy consciente del hecho, su pálido rostro mirando por
encima de su hombro mientras se abría camino por las escaleras. Caminó
rápidamente por el pasillo, el simple giro de sus brazos diciéndome que
estaba en alerta por cualquier cosa. Era consciente de los peligros de
caminar solo por la noche.
62
No era como que no supiera dónde vivía.
Sospechaba que no. Encajaba en el molde para el tipo de chicas que
había visto en mis clases de defensa personal. Asustada. Vulnerable.
Escondiéndose detrás de su dolor.
Elizabeth Bennett había sido herida por alguien en el pasado, y
quienquiera que fuese, quería enterrar mi puño en su rostro.
Se detuvo en su puerta y dejó caer las llaves. Me tensé por la forma en
que cuando se inclinó en su vestido, su culo en forma de corazón se tensó
contra la tela. Mis ojos se detuvieron en sus hombros y la forma en que
contrastaban con el blanco de su vestido. Era caliente, y había sido duro
como el infierno decirle que no esta noche. Se deslizó dentro de la puerta, y
me dio un breve vistazo de la suave curva de su rostro, y de inmediato me
arrepentí de mis impulsos sexuales.
En ese momento lo único que quería era quitar de su cara esa mirada
herida.
Entró, así que arranqué y me estacioné en nuestro propio estacionamiento, pensando en mis propios movimientos dentro de mí. No había
necesidad de volver a la fiesta, a pesar de que Nadia había insistido en que
habláramos esta noche. Y con pensar en ella, me recordé a mí mismo por
qué era una idea de mierda incluso sentirme atraído por cualquier chica en
este momento, especialmente una tan hermosa como Elizabeth.
Entré justo mientras mi teléfono sonaba. Padre.
Leí su texto: Cena en mi casa mañana. Dax ya ha confirmado. Tenemos
que hablar de tus planes para después de la graduación y la herencia.
Solté una carcajada y tiré mi teléfono en el sofá.
Y eso probaba lo bien que se mantenía en contacto conmigo.
Página
Necesitaba golpear algo. Me quité la camisa, me puse unos pantalones cortos de gimnasia, y recogí mis guantes. No podía golpear el saco sin
música, así que puse a Nelly en mis altavoces y fui directo al saco.
63
Él no tenía ni idea de que había conseguido y usado mi mitad del
dinero de mamá para comprar un gimnasio el año pasado.
U
na tormenta eléctrica iluminó el cielo nocturno.
Me senté en mi cama y miré el rayo, sus líneas afiladas e
irregulares en la distancia. Pronto, el viento se levantó, las
ráfagas inclinándose sobre los pequeños árboles en el jardín
debajo de mi balcón.
Puse el edredón de Abue en mi cama.
Estaba sola, pero como la tormenta afuera, los vientos de cambio
estaban soplando en mi vida. Solamente no sabía a dónde podrían
llevarme.
Shelley me envió un mensaje de texto, respondiendo a uno que le envié
más temprano para comprobarla.
Blake me llevó a casa. ¿Por qué te fuiste tan temprano? ¿Qué pasó
contigo y con el hombre más sexy del Campus de la Universidad de
Whitman? ¿Tuvieron sexo como monos?
Nada de monos. ¡Por favor! ¿Qué hay de malo con el sexo humano? ¿Y
el hombre más sexy de Whitman? Guau, que sutil, contesté.
Dejé mi teléfono y me acurruqué de vuelta en la cama.
Página
Ignoré eso y contesté, Buenas noches. Almorcemos pronto. Te lo debo
por ayudarme a mudarme hoy.
64
Él es caliente y rico y sexy como el infierno, contestó. Hay un rumor de
que él solo tuvo ojos para ti esta noche. De acuerdo con Blake.
Mientras la tormenta bramaba, mi vecino se movía alrededor de su
apartamento, haciendo ruido mientras ponía algo de música, el fuerte ritmo
del bajo atravesando las delgadas paredes.
Está bien, podía manejar un poco de música tarde en la noche al lado
de mi puerta. Fácil. Rápidamente me recordé a mí misma que era fin de
semana y estos eran apartamentos poseídos por universitarios.
Pero, ¿no estaba siendo desconsiderado? Lo que sea. Di vueltas con el
ritmo tan pronto llegaba a mis oídos. Thump, thump, whack, whack.
Genial. ¿Estaba teniendo una maldita fiesta ahí?
Me quejé y enterré mi cara debajo de mi almohada. Eso no ayudó. Me
sacudí en mi cama, inquieta. Incluso enojada. Reproduje la noche,
recordando mi rechazo de parte de Declan. Me levanté para golpear mi
almohada para hacerla más suave.
Maldito Británico. Él no sabía nada acerca de mí.
Había visto la oscuridad del otro lado esa noche en el hotel, y la había
enfrentado, lidiando con ella de la única manera que sabía. No era frágil.
Pero has cambiado, me dijo una pequeña voz dentro de mí. Eres una
amargada. Una cascara.
El ruido se detuvo, luego la música.
Página
Estaba poniendo un pie en el suelo con mi nuevo vecino. Si no lo hacía,
entonces él iba a hacer una fiesta todas las noches, y no podía permitirlo. Di
un paso fuera de mi puerta, y desde que no había cornisa a lo largo del
pasillo que separaba nuestras puertas, me mojé en aproximadamente cinco
segundos. Maldiciendo, corrí la corta distancia al apartamento de mi vecino
y golpeé la puerta con un puño pesado.
65
Dejé salir un soplo de aire y di vueltas en el colchón para encontrar un
lugar más cómodo, pero era inútil. Después de quince minutos más de
música y fuertes ruidos, me levanté y me deslicé una bata blanca de
algodón sobre el camisón. Hurgué a través de las pilas de zapatos que
todavía estaban en una caja en el closet, golpeando mi cabeza en el
proceso, lo que hizo que me enojara aún más. Finalmente encontré mis
botas de lluvia rosa y deslicé mis pies dentro.
Puse mis manos en mis caderas e instruí a mis rasgos en una mirada
irritada. Un poco fuerte para lucir ruda cuando estas siendo empapada por
la lluvia, pero hice lo mejor que pude.
La puerta se abrió ampliamente y entrecerré los ojos ante el resplandor.
—Disculpa, pero tu música está muy alta y parece que estás
golpeando las paredes… —me detuve bruscamente. Parpadeé, resistiendo
la urgencia de frotar mis ojos—. ¿Declan?
Vestido en unos negros pantalones cortos de gimnasia y nada más, él
se inclinó contra el marco de la puerta, su cuerpo brillando por el sudor que
goteaba hacia abajo de su bien musculoso pecho y directo hacia la V de
sus caderas. Oh. Por. Dios. Inhalé.
Él debería venir con un maldito cartel de advertencia.
Simplemente perfecto. Debo verme como una rata babosa.
Él me jaló dentro de la puerta y la golpeó después que un rayo iluminara
el cielo.
—¿Qué estás malditamente haciendo afuera, en esto? —Sus ojos
fundidos barrieron sobre mí, y tragué el bulto que se formó en mi garganta.
Una vez más, sentí un tirón entre nosotros, ese misterioso empujón carnal
que me tenía imaginándonos en un beso erótico mientras me presionaba
contra la pared y embestía…
Guau. Detuve esa lluvia de pensamientos.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Una pregunta ridícula, pero mi cerebro
estaba frito.
Él dejo caer los guantes rojos de boxeo que habían estado colgando
en sus manos cuando abrió la puerta.
—Me viste en el balcón hoy y me reconociste en la fiesta, y ¿no dijiste
nada? —Mi voz se elevó una octava—. ¿No piensas que eso es raro?
Página
Él era el chico del Jeep con la gorra de Union Jack.
66
—Este es mi nuevo apartamento. Me mudé hoy, igual que tú.
Él froto una mano en su cabello oscuro. Suspirando.
—Sentí que era mejor no mencionarlo después de haber visto cómo
reaccionó Blake hacia mí. Él no estará feliz de saber que somos vecinos.
—Ladeó la cabeza—. Es un chico territorial. ¿Estás segura de que no estas
con él?
—No estoy con nadie. Nunca.
Él se lo tomó a pecho, sus ojos rastrillaron sobre mí.
—Así que, ¿viniste aquí con la intención de seducirme? Porque si lo
estás, más bien estás haciendo un trabajo de mierda.
¿Qué? Miré hacia abajo.
Mi bata se había abierto, revelando mi ahora prácticamente
transparente camisón blanco gracias al aguacero allá afuera. Corto,
transparente, y hecho de seda, había sido un regalo de Shelly.
Me puse rígida.
—Vine aquí porque alguien continúa golpeando la pared y tocando su
música tan alto que no puedo dormir. Oh, eres tu —sonreí.
Él hizo una mueca de disculpa.
—Estaba ejercitándome realmente fuerte con el saco de boxeo. Lo
siento. Ha sido un día de mierda. Mi nuevo gimnasio me está estresando,
además mi padre me envió un mensaje de texto.... —Sus ojos fantasmales
pasaron sobre mi piel—. Estas empapada. —Él giró y dejó la habitación,
dándome un vistazo de cicatrices en su espalda antes de desaparecer. Mi
boca se separó. ¿Qué le había pasado?
Regresó con una toalla, que envolvió sobre mis hombros y unió los
extremos. Sonrió suavemente.
—Está bien. —Mi voz era ronca, mi corazón martillando por su cercanía.
Página
Y sus mujeres y el sexo duros. Oh sí. Me estremecí.
67
»Lamento molestarte. Me gusta mi música bastante fuerte.
Pero no era miedo; era pura lujuria. Declan era un hombre que
presionaba todos mis botones.
Él pareció darse cuenta de cuan cerca estábamos parados, y se alejó,
dando unos pocos pasos lejos de mí.
—¿Había algo más?
Me reí. Alguien estaba listo para que yo me fuera, y por una vez, no era
la que estaba siendo demasiado precavida alrededor del sexo opuesto; era
el chico.
—No, eso es todo. Lamento molestarte. Me voy. Solo intenta
mantenerla más baja.
—Espera —dijo, mientras ponía mi mano en el pomo de la puerta.
Di la vuelta.
—¿Si?
—Sobre lo que pasó más temprano con Dax. Lo siento por eso. Voy a
sostenerlo si quieres golpearlo en las bolas.
Sonreí ante esa imagen.
—No fue tu culpa.
—Es solo… él es un buen chico. —Se encogió de hombros—. He estado
cuidando de él toda mi vida aunque tengamos la misma edad. Puede ser
descuidado, pero no pretende lastimar a alguien intencionalmente.
Asentí.
—No, por supuesto. Me alegro de que estuviste ahí. Gracias.
Él sonrió.
Él sonrió y mordió su labio inferior con sus dientes superiores. Toda la
cosa (sus dulces palabras, su rostro sexy, sus deliciosos labios) quería besarlo.
Página
—Oh.
68
—Mi mamá siempre dijo que yo era el más fuerte. Me dijo que lo
cuidara.
Mi pecho se alzó.
Mis palmas se pusieron sudorosas.
Una colonia entera de mariposas revoloteó alrededor de mi vientre.
—Si realmente quieres hacerme sentir mejor, ¿tal vez te gustaría borrar
de mi memoria el beso de Dax con uno de los tuyos?
Se congeló, su mirada de alerta persistiendo en mis labios mientras
lamía los suyos.
—¿Si?
Asentí.
—Definitivamente.
—¿Ahora? —Su voz ronca asaltó mis sentidos.
—¿Por qué no?
El apartamento se quedó en silencio mientras sus ojos me comían,
como si estuviera intentando descifrarme. Dios. ¿Qué estaba mal conmigo?
¿Estaba así de desesperada? Me preparé para otro rechazo.
—Ven aquí, Elizabeth —dijo en una suave pero aun demandante voz.
La toalla alrededor de mis hombros cayó al piso, y mis pies cruzaron el
espacio entre nosotros, ansiosa de él. De esto.
Acunó mis mejillas, sus dedos trazando la línea de mi mandíbula hacia
las de mi cuello donde jugueteó con los botones de mi camisón.
»No puedo decirte que no otra vez, Elizabeth. ¿Estás segura?
Página
Asentí y puse mis manos en sus hombros y me puse de puntillas, mi boca
colocándose sobre la suya, mi lengua saliendo para probar sus secretos. Él
olía a masculinidad, como a sudor, y la calidez de su pecho presionó contra
el mío húmedo. Él no se movió, hasta que de repente lo hizo, sus brazos
corriendo alrededor de mis hombros, cepillando la base de mi columna
vertebral mientras me atraía más cerca.
69
Un susurro de algo cantó a través del aire. Eléctrico.
Me hundí en él, suspirando por la manera en que una de sus manos se
movió para enredarse en mi cabello.
Profundo. Decadente.
Él se convirtió en el instigador. Su boca vagó sobre la mía, su respiración
más pesada mientras succionaba mis labios juguetonamente y luego
atacaba de nuevo, su lengua enredándose con la mía. Poseyéndome.
Zarcillos de deseo se curvaron dentro de mí.
Sus manos se movieron hacia abajo y se apretaron alrededor de mi
cintura, clavándose en mis caderas. Afiladas con necesidad. Dijo mi nombre
contra mi boca.
Se sentía tan bien, duro contra mi suavidad, y quería deleitarme con mi
éxito, en la forma en que me deseaba, en la forma en que yo lo deseaba.
Gemí. Esto era bueno. Caliente. Erótico. Esto era progreso.
Hasta que no lo fue.
Apartó sus labios y apoyó su frente contra la mía.
»Haces difícil mantenerme lejos cuando vienes aquí, con botas de color
rosa y bragas mojadas, las cuales claramente no son las bragas de la
abuela. —Su voz era como el ámbar líquido, dorado y cálido, envuelto en
sexo.
—¿Por qué querrías hacerlo? —dije en voz baja—. Ven a mi apartamento y pasa la noche conmigo. —Toqué su cara, mis dedos acariciando
la suavidad de sus labios sensuales—. Solo una noche y podemos hacer que
esta mierda desaparezca por completo.
Exhaló.
—¿Una aventura de una noche?
—Alguien te lastimó, ¿no?
Página
Tomó mi barbilla.
70
—Sí.
Mis labios se apretaron. Nadie en Whitman sabía de Colby a excepción
de Shelley y Blake, y seguro como el infierno que no estaba diciéndole. Me
juzgaría, como todos los demás habían hecho en Petal, Carolina del Norte.
—Eso no es asunto tuyo.
—Ya veo. —Sus ojos buscaron en los míos hasta que me sentí como un
insecto bajo un microscopio—. ¿Qué pasa si quisiera más que solo una
noche?
—Entonces tus manos pueden soltar mis caderas ahora.
Él quitó sus manos lentamente, la punta de sus dedos rozando los míos.
—Esto puede sorprenderte, pero no duermo con cada chica que beso.
Había sido rechazada. De nuevo.
—Blake dijo que tú andas por ahí, que usabas…
—¿Y le creíste? —Su voz era incrédula—. El tipo está enamorado de ti y
vio exactamente cómo nos miramos el uno al otro esta noche…
—¿Nos miramos el uno al otro? ¿De qué estás hablando? Te negaste a
bailar conmigo y luego te fuiste con tu novia. Por no hablar de que te acabo
de besar y ni siquiera te importó. —Lancé mis manos en alto.
—Quería follarte desde el momento en que entraste en esa fiesta
—soltó.
—Entonces, por qué no lo haces —respondí, echando hacia atrás mis
hombros.
—¿Crees que me deseas? —dijo tensamente—. No puedes
manejarme, Elizabeth. Lo puedo ver en tus ojos. Tienes miedo de algo, tal
vez no de mí, pero de algo.
Mis ojos se fueron a su ojo negro.
Página
—Ah, eso es de lo que tienes miedo. ¿Quieres la verdad? Me dijiste esta
noche que no te gustaba la violencia, pero yo soy un imbécil que utiliza sus
puños. Eso es quien soy.
71
Dejó escapar una risa áspera.
No creía eso. Sentía a un buen tipo en él.
—¿Qué quieres decir?
Su mirada era intensa, oscura y baja, su cara luchando mientras
luchaba por encontrar las palabras adecuadas.
—Estoy en un club de pelea por dinero. Me presento en almacenes y
peleo con otros tipos. A veces los golpeo tanto que necesitan atención
médica. Algunas veces, yo he sido golpeado hasta la inconsciencia. Soy
todo de lo que necesitas alejarte.
Inhalé, ira, lujuria y emoción todo manejándome. Ira porque él me
estaba alejando, lujuria por el macho alfa en él, y que Dios me ayude, la
cosa de la pelea me repelía y me excitaba al mismo tiempo.
—No quiero alejarme de ti. Quiero que me folles y dejes de poner
excusas de por qué no puedes.
Mis palabras parecieron romper su tensa contención.
Me llevó de vuelta a sus brazos, sus labios fusionándose con los míos
infaliblemente. Su lengua me saqueó en una manera sensual que mi cuerpo
había anhelado durante años. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, mi
ira transformándose en un deseo sin cuartel cuando nos dio la vuelta y me
apretó contra la pared.
Sí, sí, esto es lo que anhelaba.
Una pasión para recordarme que yo era real, no solo alguna triste
excusa de chica que eligió existir sobre pedazos de amor.
Antes de darme cuenta, él había apartado mi bata, sus manos
esculpiendo mis hombros, masajeándolos mientras asolaba mi boca. Me
deleité en el calor de su mano en mi cuello mientras su boca se deslizaba
hacia abajo, besando los huecos de mi garganta, chupando mi clavícula.
Página
—Sí —gemí. Ida. Pasada la preocupación tanto tiempo como él
mantuviera sus manos sobre mí.
72
—¿Te gusta esto? —preguntó, su voz gruesa y oscura—. ¿Quieres que
te tome contra esta pared?
Fuera de control, susurró mi cerebro, pero hice retroceder las oscuras
advertencias cuando su cálida mano encontró mi pecho y apretó, sus
dedos rodando mi pezón entre su pulgar e índice.
Di un grito ahogado de placer y arqueé mi espalda para acercarme a
su cuerpo, ignorando el miedo que pinchó en la superficie.
La chica de las reglas en mi cabeza golpeó el suelo con el pie y me
gritó. La ignoré.
Pero incluso si yo quería parar en este momento, no podía. Mi lengua
estaba enredada violentamente con la suya, mis manos tiraban de su
cabello, estimulándolo, su mano palmeando mi pecho y luego tirando.
Sensaciones agudas de necesidad fueron directamente a mi centro.
—¿Es esto lo que quieres? ¿Algo rápido donde solo tomamos lo que
queremos y nos olvidamos el uno del otro al día siguiente?
No. Eso no. No de la forma en que él lo dijo, como si fuera algo sucio.
—Sí, justo así —susurré contra su hombro, mi boca en su piel,
saboreándolo cuando mis dientes mordieron. Me presioné contra él y me
mecí. Fricción. Más.
Él gruñó y me levantó hasta que mis piernas se envolvieron alrededor
de sus caderas, sus pantalones cortos y la dura longitud dentro pulsando
contra mi piel. Se movía sinuosamente, sus largas piernas soportando mi
peso mientras yo me retorcía tratando de acercar su cuerpo al lugar que yo
quería.
Me aferré a él, un fuego construyéndose debajo de mi piel, en mi
sangre. Me sacudí violentamente y estiré una mano para agarrar su culo y
empujarlo contra mí.
Tómame.
Habíamos pasado el punto de no retorno. Él tenía hambre de mí, tanto
como yo lo deseaba a él.
Página
—Elizabeth, eres tan caliente —dijo con voz ronca—. No puedo parar,
amor.
73
Hazme olvidar. Hazme sentir bien.
Su boca se deslizó hacia abajo con sus manos mientras tomaba mi
pezón entre sus labios y lo succionaba.
Gemí, el sonido primitivo y en voz alta en el tranquilo apartamento.
Dedos calientes se deslizaron bajo la pretina de mis bragas,
encontrando mi núcleo húmedo y masajeando la humedad.
—Sí —susurré, agarrando su brazo y moviéndolo más rápido,
mostrándole lo que quería. Más, más.
—Reduce la velocidad, amor —susurró y me tocó sin esfuerzo con sus
dedos, entrando y luego saliendo, encontrando el sensible nudo y dándole
un toquecito y luego jugueteando conmigo al apartarse precipitadamente.
Pero yo no quería ir despacio. Quería rápido, duro y áspero antes de
que cambiara de opinión.
—Declan. —Mordí su cuello, haciéndolo gruñir—. Hazme llegar.
Él me besó más duro, su lengua follando mi boca como yo quería que
su polla hiciera.
—Te deseo tanto que no puedo pensar con claridad —susurró entre
besos.
—Yo también.
Había ido sobre el límite en lo que se refería a él.
Había perdido todo sentido de donde estaba… quién era él… mi
pasado.
Todavía…
Él era parte de las personas hermosas… justo como Colby.
Era todo lo que no debería desear, pero lo hacía.
Página
Este era el hombre más Sexy en el Campus de la Universidad de
Whitman.
74
La oscuridad avanzó poco a poco. Este no era un chico de mi clase de
cálculo al que podía controlar. Este no era un chico nerd que había
pensado que se había ganado la lotería cuando me le propuse.
De repente hubo espacio entre nosotros, y me di cuenta de que yo
había sido la que lo apartó de mí. Él se contuvo enseguida, reconocí
agradecida mientras él jadeaba desde unos pocos metros de distancia, su
cara roja, sus puños apretados a sus costados.
Mi propio pecho estaba agitado y miré mi camisón, sus tirantes
empujados hacia abajo, exponiendo mis pechos desnudos aún sonrojados
por sus caricias.
Dios. Las cosas habían ido demasiado lejos.
Volví a mirarlo, pero ya estaba en la cocina sirviéndose un vaso de
agua y bebiéndolo con su espalda hacia mí. Estudié las líneas tensas de sus
hombros y la tensión en su postura, reconociendo que me había dejado ir
cuando se lo pedí.
No importa quién era él, él no era Colby.
Sin embargo, ¿cómo podría haber sido tan estúpida? Era un peleador
peligroso con suficiente atractivo sexual para volar un edificio. Él era
completamente incorrecto para mí.
La tensión se agravó aunque él todavía no se daba la vuelta, pero su
voz sonó áspera, como si hubiese sido arrastrada sobre grava.
—Sal de aquí, Elizabeth.
Tomé un suspiro tembloroso.
—Lo siento…
—¡Vete! —Su cuerpo se giró.
Página
75
Me volví, me apresuré hacia la puerta, y la cerré con un golpe detrás
de mí.
—¿D
ónde está Nadia? Normalmente está aquí contigo
—dijo mi padre mientras yo entraba en el estudio
donde él y Dax estaban sentados en las sillas de
cuero del club. Mi madrastra Clara y mi hermanastra Blythe jugaban en el
suelo con un rompecabezas.
Me encogí de hombros sin responder a mi padre, sabiendo que lo
volvía loco.
Acabábamos de terminar una cena de cinco platos con una
conversación bastante forzada en el comedor, donde mi padre había
hablado de sus proyectos empresariales y las diferentes vacaciones que él
y mi madrastra, Clara, planeaban tomar el próximo año. Mi hermanastra de
cuatro años, Blythe, había sido alimentada por la niñera en la cocina
mientras los adultos conversaban.
Mi familia vivía una vida de prestigio, que supongo que no era de
extrañar teniendo en cuenta que venía de una larga línea de militares
privilegiados y ella era la hija de un magnate de bienes raíces.
Página
Mamá debería haber sido la que viviera en esta gran mansión colonial
con piscina, pistas de tenis y un establo lleno de caballos árabes, no la
versión más joven por la que mi padre la había reemplazado.
76
Mi mamá, en cambio, había sido una secretaria y se limitó a una
aventura casual, que había dado lugar a un embarazo. Él se había casado
con ella cuando se negó a tener un aborto y luego él pronto le había dado
una pequeña casa, un montón de dinero, y se divorció de ella. La mayoría
había sido para salvar su carrera y su reputación.
El fuerte dolor de un recuerdo lejano me tocó, uno de mamá acostada
en su cama. Débil. Había estado molesto (incluso enojado) con ella,
demasiado ingenuo para ver su enfermedad. Todo en lo que me centré era
en que la mujer risueña que había hecho el mejor pastel de carne, la mujer
que había llegado a mis clases de artes marciales y me animaba a seguir,
había desaparecido.
Dios, eso cortó profundamente y cerré los ojos, deseando poder saltar
de nuevo a ese punto en el tiempo y decirle que lo sentía, que no hiciera
caso de la estúpida mierda que había dicho.
No nos lo había dicho hasta el final.
Me estoy muriendo y su padre viene a llevarlos lejos.
Ella murió una semana después.
Un hombre que no había visto en nueve años se había presentado en
nuestra casa al día siguiente, su rostro una máscara de hierro, sus ojos
desdeñosos cuando entró en nuestra pequeña casa llena de las
pertenencias de dos niños desastrosos. Había dejado escapar un gran
suspiro y dijo a los empacadores que no se olvidaran de llevar nada con
nosotros. Habíamos dejado atrás nuestro acogedor hogar en Londres por
una mansión en Raleigh, Carolina del Norte.
Había sido el comienzo de mi infierno.
»Declan, te pregunté acerca de Nadia.
Página
La rabia me impulsó a utilizar mis propios puños. Habíamos peleado en
el piso del estudio, sus manos conectando con mi cara más veces de las
que puedo recordar. El sudor y la sangre volaban, y cuando me soltó de él
77
Todavía no respondí, mis ojos en la enorme ventana de placa de vidrio
detrás del escritorio de mi padre, y me acordé de lo enfadado que se había
puesto con Dax un verano en la preparatoria por sus malas calificaciones.
Le había gritado a Dax en voz lo suficientemente alta que yo les había oído
y entré a ver a mi padre agitando su puño hacia él. Un gran hombre fornido,
había llegado a nuestros rostros un montón de veces, pero nunca había
utilizado los puños. No sé si lo habría hecho ese día, pero no le di la
oportunidad.
y tropecé, la fuerza de eso me había enviado directamente a través de esa
ventana y directo al camino de concreto.
Había terminado en el hospital con una conmoción cerebral y más de
un centenar de puntos de sutura a través de mi espalda.
Decir que las cosas habían sido inestables entre nosotros desde eso, era
un eufemismo.
Me volví hacia su dura mirada.
—Rompimos este verano.
Llevando un ceño fruncido, dejó su copa en el posavasos.
—¿Por qué? Ella es la chica perfecta, además me gusta la idea de ti
yendo a la escuela de derecho estableciéndote en una relación estable.
¿Perfecta?
Preferiría tener a la imperfecta.
Me di cuenta de que tal vez me había sentido atraído por Nadia,
porque salir con ella había sido un pequeño intento de mi parte para hacer
una cosa para complacer a mi viejo.
Mi padre suspiró.
—¿Qué estupidez hiciste para perderla?
—La atrapé revolcándose con una Tortuga Ninja.
Clara se quedó sin aliento, sus ojos destellando con rabia mientras
miraba fijamente a Blythe.
—Lo siento, peque. Olvidé que estabas allí. ¿Me perdonas? —Sonreí y
saqué un paquete de goma de mascar que había recogido para ella en el
camino—. Mira, te he traído un regalo. Es de sabor naranja, tu favorito.
Página
Hice una mueca hacia abajo hacia Blythe, quien me miró con sus
grandes ojos verdes, su cabello castaño rizado en bucles angelicales
alrededor de su cara. Mi padre podría ser un pendejo, pero ella era inocente
y completamente inconsciente de que sus padres eran unos cabrones.
78
—Realmente, Declan. ¿Has perdido todo sentido del decoro?
Ella tomó la goma de mascar en su pequeña mano.
—¿Qué Tortuga Ninja era?
Reí.
—Donatello.
Ella frunció los labios.
—¿Cómo revuelcas a una Tortuga Ninja? ¿Le tuerces su cuello?
Dax soltó una carcajada a través de la habitación.
Sonreí. Era tan linda como divina.
—Sí, así es exactamente cómo se hace. ¿Quieres sentarte conmigo?
La verdad era que necesitaba un amortiguador entre mi padre y yo.
Ella asintió con la cabeza y se metió en mi regazo cuando me senté en
una de las sillas.
Él fue directo al grano.
—Dax me ha informado que no va a graduarse a tiempo, no estoy
sorprendido teniendo en cuenta sus funestas notas… pero espero que tú
estés cruzando la línea esta primavera, ¿sí?
Asentí.
Él me envió una mirada complacida.
»Por lo menos alguien está estudiando por aquí.
—Dax tiene otras habilidades —le recordé—. Es el presidente de Tau y
se mantienen en tantos malditos clubes que no puedo seguirle la pista.
—Sí, todos somos conscientes de la inclinación de Dax para las
actividades sociales.
Página
Nuestro padre se puso rígido y giró sus fríos ojos hacia él. Vi el momento
que Dax provocó, irradiando nerviosismo.
79
—Justo aquí —murmuró Dax—. Puedo escucharlos alto y claro.
Acaricié el cabello de Blythe, tratando de mantener mis puños sin
apretar.
Dax siempre había sido el más débil, y mi padre lo atormentaba la
mayoría de las veces.
—Compré un gimnasio —anuncié.
Los ojos de Dax se abrieron y sacudió la cabeza rápidamente de un
lado para otro. Sus ojos decían: No amigo, no amigo, ¡jodidamente no lo
hagas! Él va a enloquecer.
Ahora es demasiado tarde, dijeron los míos.
Ignoré el rubor que comenzó a tomar la mayor parte del fornido cuello
de mi padre, subiéndole a la cara.
Suspiré.
»Conseguí mi mitad de la herencia del abogado que manejó la
herencia de mamá. La escuela de Leyes no va a ocurrir. Sé que es lo que
habías planeado, pero las peleas, entrenar a la gente, es lo que yo quiero
hacer. Algún día puede ser que quiera mi propia oportunidad para un
campeonato en la UFC.
La tensión aumentó en la habitación.
Clara revoloteaba alrededor de él.
—Ahora, Winston, no te molestes. Aquí, déjame conseguirte otro
Escoces.
Sus ojos grises se clavaron en mí.
—¿Desperdiciaste tu herencia en un sudoroso gimnasio para basura
blanca aspirantes a karatecas?
Él golpeó su palma hacia abajo en su sillón.
Página
—Tenemos de todo tipo viniendo a tomar clases. Negros, hispanos,
algunos musulmanes…
80
Me puse rígido.
—No te hagas el listo conmigo, Declan. Vas a aplicar a la escuela de
leyes de Harvard como deberías.
Puse mi copa sobre la mesa.
—Está hecho. No puedes conseguir de regreso el dinero que he
gastado.
—Ningún hijo mío va a tirar una educación de primera clase y un alto
coeficiente intelectual para ser un trabajador común.
Dejé escapar un suspiro de resignación y clavé a Blythe en el costado,
haciéndola reír.
—Será mejor que vayas a ver a tu mamá. Es hora de que me vaya.
Como de costumbre, lo había hecho enojar. Simplemente no podía ser
lo que él quería.
Nunca fui lo suficientemente bueno tal y como yo era.
U
na hora más tarde estaba en mi gimnasio.
Edificado a finales de los años setenta, había sido
construido en la parte histórica de la ciudad que se está
revitalizando. Varias de las casas vecinas habían sido
remodeladas y mejoradas por las familias jóvenes y modernas
mudándose.
Página
Cualquiera puede aparecer en un gimnasio y enseñar sus certificados
en MMA, y no valdría una mierda, pero Front Street Gym tendría
credenciales reales. Max fue uno de mis entrenadores, y aunque él había
comenzado su carrera en las artes marciales tradicionales, se había
81
No importaba lo que dijera mi padre, el gimnasio fue una buena
inversión.
especializado en el Jiu-Jitsu Brasileño, Muay Thai, y Krav Maga en sus últimos
años.
En cuanto a mí, mi mamá me había puesto en las clases a partir de las
cuatro. Conseguí un cinturón negro en Jiu-Jitsu, un cinturón negro en Tae
Kwon Do, y un cinturón azul en Judo.
Max me había enseñado todo lo que sabía.
Abrí las puertas dobles de metal y entré, mis ojos disfrutando de las
mejoras en las que el contratista había estado trabajando durante la
semana pasada, la instalación de tuberías nuevas en los baños y casilleros,
la modernización de la oficina. El último paso sería poner un apartamento
para vivir. Estaba sangrando dinero para conseguir este lugar abierto…
literalmente. Imaginé Front Street con cada golpe y puñetazo que tomaba,
sabiendo que en pocos meses este lugar estaría abierto y en
funcionamiento y que finalmente sería libre de mi padre.
Página
82
Me agaché y froté las manos a través de las nuevas esteras rojas de
sparring que habían sido entregadas la semana pasada. Parte de la nueva
maquinaria de ejercicios se había instalado también, y había comprobado
todo con cuidado. Hice las rondas del edificio, comprobando las ventanas,
puertas exteriores, y detectores de humo. La paranoia corría a tope cuando
estaba tan cerca de degustar la felicidad. Y no podía poner mi dedo en la
llaga, pero era como si algo estuviera esperando ahí afuera, en la oscuridad,
jadeando su desagradable aliento, esperando el momento oportuno para
dar un tirón a mi trozo de buena suerte.
D
os días después de la fiesta, conduje unos kilómetros por la
carretera para encontrarme con mi mamá en una parada de
camiones en la interestatal.
No la había visto en casi cuatro meses y solo vivíamos a tres horas de
distancia.
El restaurante olía a grasa vieja y aros de cebolla fritos, recordándome
a mi infancia cuando mi mamá nos traía comida del restaurante en el que
atendía las mesas.
Me saludó desde un reservado rojo en el fondo.
Caminé hacia su dirección, sintiéndome ansiosa.
Algunas personas creen que Dios pone a personas difíciles en nuestras
vidas por una razón, para hacernos mejores personas mientras nos afilamos
en el cuchillo de sus deficiencias. Esa era mi mamá. Había destruido mi
confianza un millón de veces cuando era niña y eventualmente había
aprendido a dejar de contar con ella. Mi graduación de jardín de infancia,
mi primer baile en la secundaria, el día en que recibí la carta de aceptación
a la preparatoria Oakmont, la noche con Colby… ella había estado
desaparecida, en alguna aventura con quien fuera que estuviera viendo.
Como un perro callejero que lloriquea por sobras, había estado rogándole
a mi mamá que me amara durante toda mi vida.
Más que el remolque en el que había crecido; más que mi madre
alcohólica y mi padre ausente.
Página
De ser más.
83
A pesar de mi infancia de mierda, se había forjado un fuerte impulso en
mi corazón.
Hoy, ella había hecho un esfuerzo adicional en moldear su cabello
rubio natural en ondas y tirarlo hacia atrás en un pasador de mariposa
adornado de joyas. Llevaba un barato vestido de algodón color rosa y sus
labios estaban pintados de un rosa brillante. A sus treinta y nueve años,
todavía se las arreglaba para lucir guapa.
Se puso de pie de un salto para saludarme con una brillante sonrisa en
su rostro.
—Estás demasiado delgada —comenté mientras me atrapaba en un
abrazo, mis manos sintiendo los huesos de su columna vertebral.
Nos alejamos y estudié su rostro más de cerca, apreciando su escote
ahuecado. Un cosquilleo de aprensión se apoderó de mí. Había pasado un
año desde su última rehabilitación de alcohol y drogas y había mantenido
las esperanzas de que durara más esta vez.
»¿Estás limpia?
—No seas ridícula, Elizabeth, estoy bien. Perfectamente bien. —Se rio
ante mi ceño fruncido—. No te preocupes. Puedo cuidarme sola.
Nos sentamos juntas.
Sus ojos brillaban con una felicidad que no había visto en un largo
tiempo.
—No puedo esperar a que conozcas a mi nuevo novio, Elizabeth. Está
en el baño en este momento, pero realmente tiene clase y es el hombre más
sexy con el que he salido. —Puso sus ojos en blanco—. Sí, sé que he dicho
eso antes, pero lo digo en serio ahora. —Se retorció en el reservado con el
entusiasmo escrito en su rostro—. Me va a llevar a uno de esos cruceros en
México pronto.
—Que divertido. —Sonreí a pesar de mi decepción. Había pensado que
seríamos solo nosotras hoy—. ¿Trabaja?
—Una lavadora, tal vez, o, no sé, ¿un hogar para vivir?
Página
—Y tiene dentadura. ¿Qué más podría pedir?
84
Asintió.
Ella había vendido su remolque un año atrás y había estado
moviéndose entre casas de novios y amigos.
Un hombre mayor salió del área del baño con una camisa floreada del
estilo Tommy Bahama desabrochada una cuarta parte, los pelos del pecho
asomándose locamente. Era tan abundantemente peludo que no me
hubiera sorprendido si un pequeño mono viviera dentro de su camisa y
estuviera asomándose para decir hola.
Calvo, pero ocultándolo con un grasiento cabello relamido hacia un
costado, caminó hacia nosotras, sus ojos rastrillándome, persistentes. Unas
largas patillas bajaban a ambos lados de su rostro.
Mi cuerpo entero se puso en alta alerta de terror.
Se detuvo en nuestra mesa y sus ojos rebotaron de nuevo hacia mi
madre.
—Oye, nena, no me dijiste que lucía tan bien como su mama. Supongo
que me saqué la lotería hoy. Ahora, ¿junto a quién me siento? —Dejó
escapar una risa de vientre.
Me puse más rígida.
Pero esta es tu madre, me dije. Sé respetuosa. Dale una oportunidad.
Ella se rio y se ruborizó.
—Deja de coquetear y ven a sentarte y conoce a mi hija.
Se deslizó junto a ella y mis ojos fueron de ida y vuelta entre ellos.
Página
—No sabía que ibas a traer a tu novio —dije, incapaz de contenerme.
85
Había visto una gran cantidad de hombres entrar y salir de nuestro
remolque mientras crecía. Algunos habían sido decentes conmigo, pero ella
nunca había querido a esos. Nop. Muchos habían sido idiotas de grado A y
ella los había amado más. En mi adolescencia (y luego de un episodio
particularmente malo en el cual había encontrado una cámara de video
oculta en mi habitación) me las había arreglado para evitar a muchos de
ellos quedándome en casa de Shelley la mayoría de las noches.
—No seas así, Elizabeth. Este es Karl. —Ella se pavoneó hacia mí,
expectante—. Es dueño de una concesionaria de autos usados en Rockport
e incluso me dio un Impala nuevo en mi cumpleaños. —Señaló hacia el
estacionamiento—. Mira, ahí está. Incluso tiene piel en el interior.
—Mmm. —Todavía me estaba reservando mi juicio.
—Demonios sí, lo hice, porque esta pieza caliente seguro que sabe
cómo tratar bien a un hombre. —Seguro era segoro y bien era biieen, el
acento provinciano pronunciado pesadamente, sus palabras alargadas.
Él se inclinó y se besaron con la lengua visible.
—Agradable —murmuré.
La camarera apareció para tomar mi pedido y se separaron, mamá
enderezándose la blusa y Karl limpiándose la boca y mirándome de reojo.
Él colocó sus brazos peludos sobre la mesa.
—¿Así que eres una de esas chicas inteligentes? ¿Oí que conseguiste
una beca gratuita en Whitman?
Asentí. Con cautela.
—Sí, pero recibo ayuda financiera para pagar los gastos de
subsistencia. También trabajo —añadí.
—Bien por ir, pero estos son malos tiempos económicos en los que
estamos viviendo. Hay que hacer un dólar donde puedas. —Tomó un sorbo
de café, sus ojos patinando sobre mí—. Tal vez tienes que conseguir un
hombre rico como hizo tu mamá.
—Estoy bien así, gracias. —Mis puños se cerraron bajo la mesa.
—Bueno, si alguna vez necesitas algo… como un auto nuevo o un
préstamo, puedo cuidar de ti. Cualquier chica tan bonita como tú que esté
emparentada con el amor de mi vida, bueno, quiero hacerle un bien. Quizás
Página
Ellos habían ordenado antes de que yo llegara y lo vi masticar sus
huevos ruidosamente, limpiándose la boca con una servilleta cuando
terminó.
86
Estaba decidido. Karl caía en la categoría de idiotas.
adoptarte luego de que me case con tu mamá. —Asintió enfáticamente
como si no tuviera más opción que estar de acuerdo con él.
Mis ojos se agrandaron.
—¿Se van a casar?
Ella se encogió de hombros, sus delgados hombros haciendo que yo
hiciera una mueca de dolor.
La miré solo a ella.
»¿Crees que es una buena idea?
Karl se endureció.
—Por supuesto que lo es. Eso es lo que haces cuando te enamoras.
La camarera finalmente dejó un café para mí y me ocupé de beberlo.
¿Cuánto tiempo tenía que quedarme aquí?
Me encendí.
—¿Cómo se conocieron?
Mamá se inclinó sobre la mesa, sus ojos brillando.
—Fue el destino, Elizabeth. Estaba en el Club Raven, ya sabes, ¿el que
está por la Autopista 89 al cual van todos los lugareños?
Asentí. Era su bar de música country preferido.
No dije una buena película, pero realmente intenté mantener el
sarcasmo fuera de mi tono.
Página
—Qué romance tan épico. Suena como una película… tal vez incluso
una canción country.
87
»Así que entra este gran pedazo de hombre que está aquí y, de la
nada, alguien puso Faithfully de Journey en la rockola y ¡bam! Sus ojos
encuentran los míos y cuando viene a preguntarme si quiero bailar, casi me
caigo del taburete. Me compró una gran cantidad de bebidas y reímos y
jugamos billar toda la noche. —Suspiró, enganchando su brazo con el de él
mientras lo miraba a los ojos—. Fue amor a primera vista.
Karl tomó un sorbo de café.
—Entonces, tu mamá y yo hemos estado hablando sobre cómo
conseguir un poco de dinero, ya sabes, para iniciar bien nuestro matrimonio,
quizás comprar una casa grande y luego expandir mi concesionaria de
autos.
—¿Sí? —No veía cómo eso se relacionaba conmigo.
Él se aclaró la garganta.
—Así que pensamos que podrías ayudarnos.
—¿Yo? —Era extremadamente pobre.
—Sí, ella me contó sobre lo del hijo del senador Scott y tú en la
preparatoria. Cómo se aprovechó de tu buena naturaleza y todo. Y bueno,
una cosa llevó a la otra y llegamos a un plan.
Toda la habitación giró y quise vomitar. Solté respiraciones profundas y
me agarré a la mesa, luchando contra el pánico. ¿Por qué se lo había
contado?
Ella lo hizo callar agitando sus manos sobre sus hombros.
—Te dije que me dejaras traer ese tema. Ella es sensible.
Quería arrastrarme debajo de la mesa.
—¿Qué te da derecho a discutir mi vida personal? —Mi voz era aguda,
mis muñecas picaban.
Ella hizo un puchero.
—Nena, es pasado ahora, ¿cierto? Está en el pasado. Lo has superado.
Pues mírate. Eres una gran chica universitaria ahora. Has dejado todo eso
atrás.
Nunca superaría esa noche.
Página
Él había arrancado mi corazón y lo había enviado a través de una
astilladora de madera.
88
¿Dejado atrás?
—No puedes dejar que se salga con la suya —insistió mamá—. Debería
hacerse algo respecto con lo que te sucedió.
¿Qué?
Sacudí mi cabeza. Enfáticamente. Mis uñas se clavaron en el asiento,
tratando de mantener la compostura en un lugar público cuando lo que en
realidad quería era huir gritando. No quería pensar, hablar, mirar o
detenerme en Colby Scott nunca más.
—¿Qué tiene que ver todo eso conmigo?
Mamá bajó la voz.
—En caso de que no supieras, es año electoral para el Senador Scott.
Karl se inclinó.
—Por lo tanto, si jugamos bien esto, todos podemos salir adelante. —Un
destello creció en sus ojos—. Solo contamos tu historia al querido padre y
afirmamos tener evidencia contra su hijo. Nos dará dinero para que nos
callemos y todos seremos más ricos.
Querían chantajear a los Scott.
Querían desenterrar el pasado y ventilarlo para que todos lo vieran.
Querían que todos recordaran lo puta que era.
Nunca.
—Te mereces una venganza. ¿No quieres hacer que pague? —dijo
mamá.
¿Hacer que pague? Me salió una risa ahogada.
—No, no quiero —espeté en voz más alta de la que pretendía,
causando que todos los comensales miraran en nuestra dirección.
Página
La venganza es aún más difícil cuando la persona a la que desprecias
está en la cima de la cadena alimenticia y tú eres un alimentador inferior.
89
La venganza es difícil cuando la persona a la que más culpé es a mí
misma.
No me importaba.
Golpeé mi mano en la mesa.
»La familia Scott ha dirigido Petal y este estado por generaciones.
Controlan a la policía, a los jueces, a todos. No pueden hacer esto. Es la
cosa más estúpida que he oído y me niego a ayudarlos.
Siguieron unos instantes de silencio.
Karl levantó sus manos.
—Era solo una idea. Eso es todo. Si dices que no, entonces supongo que
no podemos hacer nada. No podemos decir exactamente que sabemos lo
que pasó si no estás dispuesta a contar tu versión de la historia.
—Ni en un millón de años. Nunca vuelvas a sacar el tema. ¿Entendido?
—Sentí que se apretaban los músculos en mi mandíbula.
Mamá dejó escapar una risa frágil.
—Comamos pastel. ¿Está bien? Eso hará que sea mejor.
Karl simplemente me miró. Le devolví la mirada.
Me levanté de la mesa de un tirón y miré a mamá.
—He terminado. Vine aquí con la esperanza de que, no lo sé, de que
pudiéramos ser una madre e hija de verdad por una vez… pero supongo
que no. —Abrí mi bolso, saqué diez dólares y los dejé caer sobre la mesa—.
Esto es por lo mío. ¿Confío en que pueden pagar lo suyo?
Sus labios se oprimieron.
—Elizabeth Nicole Bennett, no te alejarás de mí. Te di a luz y merezco
algo de respeto. Igual que Karl. Me trajo hasta aquí para verte.
Palideció.
Página
—No lo entiendes, mamá. Ni siquiera estabas allí el día que llegué a
casa desde el hotel. Estabas en Las Vegas. No viste lo rota que estaba.
90
Sacudí mi cabeza, sintiendo los últimos vestigios de mi control
escapando de mí mientras mi voz se hacía más fuerte.
—Llegué tan pronto como pude, nena. Estaba tratando de conseguir
un trabajo de bailarina, de salir adelante y hacer una vida mejor para las
dos. Sabes que podría haber sido genial si no me hubiera quedado
embarazada y luego tu papá… —Su voz se quebró.
Me volví para irme, pero agarró mi muñeca.
»Espera, no te enfades conmigo Elizabeth, por intentar conseguirnos
una mejor vida. Solo piensa en lo que te dijimos… ¿está bien?
¡No!
Me aparté de ella y giré, mi nariz chocando con un cálido pecho.
Página
91
Unas fuertes manos agarraron mis hombros y levanté mi cabeza arriba,
arriba… directo hacia un par de tormentosos ojos grises.
C
ookie’s Kitchen era un basurero, pero acogedor. Era más que
nada un lugar de parada en la interestatal para los
camioneros, pero era aquí en donde a Max le gustaba reunirse
y hablar de negocios, más que nada por las peleas clandestinas.
Pasamos por las puertas dobles de cristal.
Arlene desfiló hacia nosotros con un traje de camarera rosada con un
delantal blanco.
—Mis británicos están de vuelta —dijo con una sonrisa—. Los he estado
extrañando, chicos. —Ladeó su cabeza hacia atrás—. Max está junto a la
ventana. Los está esperando.
—Gracias, amor —dijo Dax mientras se abalanzaba y la recogía en un
abrazo de oso y la besaba en la mejilla. Ella se sonrojó y le dio con un trapo
de cocina.
Él observó el meneo de sus caderas dirigiéndose hacia la cocina.
»No hay ni una mujer viva que no me desee. Creo que voy a cambiar
mi nombre a Amo del Sexo.
Solté un bufido.
—Sí, eso es realmente excitante.
Sonrió.
Página
—Extremadamente.
92
—¿Celoso? —preguntó.
—No lo estés. No todos pueden ser tan maravillosos como yo. Tú tienes
tus puños, yo tengo mis habilidades con el sexo… lo cual, en mi opinión, es
mucho mejor. Haz el amor y no la guerra, hermano.
—¿No me digas? —Reí entre dientes.
Max se encontró con mi mirada y nos hizo señas. Estaba a finales de sus
cuarentas con caída de cabello y un físico en buen estado y lo había
conocido en uno de los gimnasios locales donde ambos habíamos
enseñado clase. En los últimos tres años, habíamos estrechado nuestro
vínculo y contratarlo para trabajar en mi propio lugar había sido un paso
natural.
Ordenamos y hablamos sobre el gimnasio y las mejoras. Si todo salía
bien con las remodelaciones, Front Street estaría listo para el negocio en
enero. Tendríamos una apertura suave al principio y luego una gran fiesta
de apertura en febrero. El apartamento en la parte trasera estaría terminado
un poco después, quizás en junio, dado que mi prioridad era abrir las puertas
para el negocio.
—¿Qué hay de nuevo con Nick? ¿Conseguiste algo? —le pregunté un
poco después. Nick era el chico que dirigía las peleas clandestinas en
Carolina del Norte.
—Sí. Tengo algunas pequeñas peleas para ti en las próximas semanas,
pero Nick quiere programar una grande para Halloween. Tiene un almacén
organizado como escenario con gastadores pesados, no solo chicos de
universidad. —Golpeó una carpeta en la mesa y luego la deslizó hacia mí
con dos dedos—. No tengas miedo de decir que no.
Dax se movió más cerca, mirando hacia las fotos de un rubio gigante
posando junto a un octógono improvisado.
—Amigo.
—Agradable muchacho —murmuró Dax.
Página
—Le dicen Yeti. Jugó como apoyador en la Universidad de Carolina del
Norte en Charlotte, pero fue expulsado por hacer bromas a los novatos de
primer año. Tercera amonestación.
93
Max se frotó los bigotes.
Lo estudié analíticamente.
—Se necesita más que una gran masa para derrotarme. Necesita
habilidad. ¿Cuál es su récord?
—Tres nocauts y una sumisión. —Max me lanzó una mirada triste—. No
te dejes engañar por el fútbol. Ha estado trabajando con un entrenador de
artes marciales mixtas, con esperanza de meterse en la UFC. No es como
esos chicos maricas con los que has estado luchando los fines de semana.
Él es serio.
—¿Estilo? —pregunté.
Max hizo una mueca.
—Su movimiento característico es una guillotina que te saca de
combate. Si no, te golpea el rostro hasta que tú lo haces.
Agradable.
—¿Cuál es el premio?
—Dos mil si pierdes —dijo.
—No perderé. —No podía.
Sonrió ante mi confianza absoluta.
—Si ganas, recibes el veinticinco por ciento del premio, que no
excederá los quince mil dólares. Y derechos de fanfarronear, por supuesto.
Joder. Eso es lo más grande por lo que había peleado.
»Mira esto. —Sacó su teléfono y me lo entregó con un video de YouTube
de Yeti y otro hombre—. El chico con el que está peleando es Lorenzo, un
cubano de Miami. Trató ser profesional del boxeo, pero optó por hacer algo
de dinero rápido primero. Yeti casi lo mató hace un mes.
Página
Dax sacudió su cabeza.
94
Observamos al monstruo rubio destrozar al cubano en menos de cinco
minutos usando puños del tamaño de Thor para golpearlo en el pavimento.
—De ninguna manera. Es más grande que tú y eso que eres gigante.
Déjame darte el dinero extra que necesitas. Tengo mi mitad de la herencia
de mamá.
Sacudí mi cabeza. Ya habíamos tenido esta conversación.
—Eso es tuyo y si papá lo descubriera, te desconocería. No quieres
seguir molestándolo.
Es curioso, pero Dax se había unido a la nueva familia mientras que yo
no. Él adoraba a Clara y Blythe y perder a la familia después de lo de mamá
mataría a Dax.
Froté mis manos sobre una mancha de café en la mesa y miré el video.
Unas voces en alza salieron de un reservado en la parte trasera del
restaurante y nos volvimos para mirar.
Una chica rubia se levantó del reservado, los hombros rígidos, las manos
apretadas en sus costados.
Elizabeth.
¿Qué demonios? Entrecerré los ojos, avistando a sus acompañantes.
Los ojos de Dax siguieron los míos y luego volvieron a mí mientras me
ponía de pie.
—¿Vas a ir allí? —preguntó—. ¿Por qué?
—Porque parece que necesita ayuda… y resulta que ella me gusta.
Él arqueó una ceja.
—Acabas de conocerla.
Ignoré eso.
Página
»Está bien, no me voy a perder eso. —Hizo ademán de ponerse de pie,
pero lo empujé hacia abajo.
95
Se encogió de hombros.
—Tú te quedas aquí. Si nos aparecemos los dos, va a parecer agresivo.
Dale algo de espacio. Además, probablemente todavía esté enojada
contigo.
Él levantó sus manos.
—Está bien, puedo entender cuando no soy querido. Me relajaré y
observaré desde el otro lado de la habitación.
—¿Quién es ella? —preguntó Max.
—Una chica que conocimos en una de las fiestas de la fraternidad
—respondió Dax, sus ojos escudriñándome curiosamente, como si estuviera
tratando de examinarme—. Declan parece tener un flechazo por ella.
—Jódete.
Se rio entre dientes.
—No te culpo. Yo también.
Max gruñó.
—Eh. Bueno, cualquiera es mejor que Nadia. Nunca me gustó esa
chica. Todo lo que quería era follarte.
Los ojos de Dax se desplazaron hacia Elizabeth.
—Será mejor que te apures si quieres hablar con ella. Está a punto de
salir corriendo.
Recorrí la distancia entre nuestras mesas rápidamente. Ella se volvió, su
rostro plantándose contra mi pecho, su cuerpo rozándose contra el mío.
Calor recorrió mi cuerpo, mi entrepierna apretándose ante el contacto.
Desde la noche en mi apartamento, había permanecido en mi mente. Más
que nada con visiones de mí embistiendo dentro de ella. Contra mi pared.
En la mesa de la cocina. En el piso.
—¿Declan? ¿Qué estás haciendo aquí?
Página
Me miró y mis dedos dolían por tocar las líneas de preocupación que vi
en su rostro.
96
—Guau —dije, agarrando sus hombros para estabilizarla—. ¿Estás bien?
—Solo desayunando. Mundo pequeño, ¿eh? —Le sonreí, resistiendo el
impulso de preguntarle sobre las sombras en sus ojos azules. Asintió, aun
visiblemente molesta, mientras yo miraba por encima de su hombro hacia
la mesa que había dejado tras ella. Una mujer que se parecía a Elizabeth
nos miró boquiabierta mientras el hombre entrecerraba sus ojos hacia mí.
La miré de nuevo y hablé en voz baja.
»¿Necesito patear el culo de alguién?
—No —dijo con una mirada de desesperación destellando en su
rostro—. Solo sácame de aquí antes de que diga algo de lo que me
arrepentiré.
Ni siquiera me detuve. Lo que fuera que necesitara en ese momento,
quería dárselo. Tomé su mano y la guie a través del laberinto de mesas del
restaurante, saludando con la mano a Dax y Max mientras pasábamos junto
a su mesa.
Elizabeth ni siquiera los vio allí.
Salimos por las puertas y ella se detuvo de golpe en el estacionamiento
mientras miraba a su alrededor aturdida. Sus hombros se encorvaron y dejó
escapar un sonido frustrado, sus manos rebuscando en su bolso.
»Dios, estoy tan agotada que ni siquiera recuerdo dónde estacioné.
Quería volver a entrar en ese restaurante y descubrir exactamente qué
había pasado.
—¿Qué sucede? ¿Quiénes eran esas personas? —La mujer tenía que
ser su mamá, pero no estaba tan seguro sobre el hombre.
Inhaló ante mi pregunta y se apartó de mí, como si no quisiera mirarme
a la cara.
—Aprecio que vinieras a ayudarme, pero yo… no quiero hablar sobre
Página
—Estás dolida, Elizabeth. A veces es bueno hablar. —Mierda, no sabía
qué más decir. Me sentía como un torpe imbécil. Pero quería hacerla sentir
mejor.
97
eso.
—¿Quieres que hable? Hablaré. Te diré que toda mi vida está arruinada
y algunos días es todo lo que puedo hacer para recordar a la chica que
solía ser. Nunca he tenido mucho, pero dos años atrás perdí todo. Mi
inocencia, mi creatividad, luego a mi Abue, todo. —Su voz tembló,
murmurando con dolor—. Y pensarías que ella me entendería, pero no,
siempre soy la que se arrastra y le ruega, a mi madre, que simplemente me
vea. Quiso abortarme. No piensa que yo lo sé, pero la escuché diciéndoselo
a la Abue una vez. —Cubrió su rostro—. Dios, no debería estar contándote
estas cosas. No tiene sentido para ti.
Agarré su mano y tomé las llaves que había apretado en su puño.
—Vamos. Te llevaré a casa. No deberías estar sola.
Resopló y me preparé para las lágrimas que nunca llegaron y,
francamente, no me sorprendió. Podría ser vulnerable, pero sentía el acero
debajo.
Suspiró y me dio una mirada curiosa.
—¿Qué pasa con tu auto?
—Vine con Dax. Puede conducirlo. —Le enviaría un mensaje de texto
antes de irnos.
Esperé ansiosamente hasta que se decidiera.
Suspiró y me dio una irónica sonrisa a medias.
—Gracias. Me alegra que estuvieras aquí hoy. Siempre pareces estar
justo donde te necesito.
Asentí y examiné el estacionamiento hasta que encontré su Camry
blanco. Caminamos hacia este y abrí la puerta del pasajero para ella. Sus
ojos azules recorrieron mi rostro mientras le abrochaba el cinturón, nuestros
brazos rozándose. Echando chispas.
Página
Desde el momento en el que había entrado a la fiesta, no había podido
sacármela de la cabeza.
98
Esta chica. Ella. ¿Qué había en ella que me hacía doblarme en nudos?
Mierda. Pero ella era completamente incorrecta para mí. Quiero decir,
era asustadiza como un potro. ¿Cómo demonios iba a encajar en mi
mundo?
No lo hará, dijo el cínico en mí.
»¿Por qué eres tan amable conmigo? —dijo de repente mientras le
dejaba su bolso a sus pies. Sus ojos buscaron en los míos. Continuó—: Quiero
decir, hice el ridículo en tu fiesta, luego entré a tu apartamento y salté sobre
ti y entonces me alejé justo cuando las cosas se pusieron calientes… —Tragó
saliva y miró por la ventana—. Lo siento. Soy una real perra.
Exhalé y me arrodillé junto a su asiento. Nos miramos.
La falta de aire mezclada con mi alegría me golpeó, como si estuviera
a punto de dar un salto desde un acantilado directamente hacia el océano.
Aparté un mechón de cabello de sus ojos.
Página
99
—Soy amable porque tú lo vales, Elizabeth.
E
sa tarde tomé una siesta sintiéndome tan desgastada y delgada
como papel viejo, como si me hubieran doblado y vuelto a doblar
un millón de veces.
Las visitas con mamá tendían a hacer eso, pero hoy había sido la peor
de todas.
Hice una nota mental para llamarla mañana después de que el polvo
se asentara para asegurarme de que ella y Karl habían renunciado a su
plan.
Gemí y rodé fuera de la cama, de mi siesta y me vestí, tirando de un
par de pantalones cortos negros de ojal y una camiseta sin mangas. Me
cepillé mi cabello en una cola de caballo y apliqué maquillaje con una
mano más pesada de lo habitual. Mi cuerpo estaba inquieto y nervioso.
Necesitaba salir del apartamento, pero no podía pensar en un solo lugar al
cuál ir. Blake y Shelley habían ido a almorzar juntos más temprano, y no había
recibido respuesta de ninguna de ellos.
Sin pensar demasiado en ello, me acerqué a la libreta y la abrí,
hojeando algunos de los viejos diseños que había creado. Después de unos
minutos de reflexión, agarré uno de los lápices y lo hice girar entre mis dedos.
Página
Los minutos pasaban. Me paseé por delante de mi dormitorio adicional
un par de veces pero nada me alivió. Algo insistente arañó mi cerebro, con
ganas de salir. Finalmente, di un paso dentro del dormitorio adicional y
encendí la luz. Mi libreta artística estaba en una pequeña mesa con una
gran variedad de lápices de colores al lado… esperando a que dibuje.
100
Después de dar vueltas por el apartamento, me asomé por la ventana
del balcón para revisar el apartamento de Declan. Él había mencionado
que iba a hacer ejercicio en el camino a casa y luego iría a ver a Dax, así
que supuse que no había regresado.
Lamí mis labios repentinamente secos, sintiendo los zarcillos de
inspiración por primera vez en mucho tiempo.
Y la cosa es, que mi mano parecía saber exactamente lo que
necesitaba crear. Algo vibrante. Hermoso.
Cerré los ojos y me imaginé el tatuaje en el cuello de Declan.
Recordé la reverencia en su voz cuando habló de su madre.
¿Cómo debe sentirse estar en el lado receptor de ese tipo de
emoción… de Declan?
Con dedos furiosos, dibujé media docena de libélulas diferentes y luego
utilicé lápices de colores para decorarlas. Algunas eran grandes, algunas
eran pequeñas, pero todas tenían esa cualidad etérea que imaginaba que
tenía una libélula.
Me imaginé grabando una libélula en una pulsera. O una placa en un
collar.
No, no.
Pero cuanto más pensaba en ello, más me daba cuenta de que estaba
pensando demasiado acerca de Declan y no solo en la libélula. Frustrada,
puse la libreta a un lado.
No tenía necesidad de pensar en él.
Él era exactamente lo que no necesitaba.
Me levanté y caminé, moviendo mis manos.
Dios, necesitaba una liberación.
Necesitaba a alguien dentro de mí.
Página
Porque hoy en el auto cuando había dicho que yo valía, todo lo que
había querido hacer era envolver mis brazos alrededor de sus fuertes
hombros y hundirme en él. Había querido desabrochar el cinturón de
seguridad y trepar en él. Había querido arrastrar mi lengua por cada
101
Y esa persona nunca podría ser Declan. Lo deseaba demasiado.
centímetro de él, siguiendo mis manos, aprendiendo el mapa de su cuerpo,
perpetrando en mi memoria.
¡Pero no podía!
Es por eso que una hora más tarde me encontraba sentado en la
librería-café bebiendo un refresco mientras la gente iba y venía.
No era mi noche para trabajar, pero no era por eso que estaba aquí.
Encontré un blanco fácil, un chico lindo un-poco-nerd. Lo estudié,
reconociéndolo de una clase de astronomía del pasado otoño.
Altura media y delgado, paseándose entre las estanterías con una
expresión intensa. En una mano tenía un cuaderno y periódicamente hacía
una pausa en una de las sillas al final de cada estantería y se sentaba a
tomar notas.
Estudioso. No desmesuradamente caliente. Perfecto.
Dejé el dinero por mi bebida sobre la mesa, recogí mi bolso, y me dirigí
hacia él.
Un rincón oscuro de mi mente susurró sí, él era el único esta noche, pero
mi corazón estaba en silencio juzgándome. Ignoré mi estúpido corazón y me
detuve delante de mi objetivo.
Me apoyé en la estantería.
—Si tuviera que adivinar, diría que eres un asistente de profesor,
preparándose para nuestra primera semana de clases. Tu profesor debe
amarte —sonreí ampliamente.
—Eso apesta. —Extendí mí mano—. Elizabeth Bennett, por cierto. Siento
interrumpir, pero tenía que venir y decir hola. ¿Tuvimos una clase juntos el
año pasado? Te sentabas en el medio y yo en el frente. —Me reí—. A decir
Página
—Uh, sí, pero el profesor para el que trabajo casi no sabe que estoy
vivo. Hago todo este trabajo sin reconocimiento.
102
Él levantó la vista de su asiento, barrió sus ojos sobre mí con admiración,
y se levantó. Él sonrió en una especie de autocrítica de una manera que
encontré entrañable.
verdad, yo siempre quería hablar contigo, pero cuando te ibas de clase,
siempre tenías una chica esperando en el pasillo. —Esta parte era verdad.
Siempre estaba en mi lista de posibilidades, pero nunca tonteaba por ahí
con chicos con novias.
Se inclinó y tomó mi mano brevemente, y dándome una clara visión de
sus suaves ojos marrones.
—Harry Carter, alumno de astronomía. Me acuerdo de ti, por supuesto.
Llevabas un montón de joyas a clase. Sí, esa era mi ex. Rompimos este
verano. —Él hizo un pequeño encogimiento de hombros, sus hombros
cayendo—. Su pérdida, supongo.
Y comprobado. Sin compromisos.
—Mi ganancia —sonreí.
Se echó a reír, con un brillo en sus ojos mientras su mirada se detenía en
mis piernas y luego se trasladaba hasta la camiseta sin mangas de color rojo.
Yo era alta y delgada, pero mis pechos eran una buena copa C.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Se apoyó en las estanterías, llamando
la atención sobre el buen juego de brazos que tenía. Hmm, más cerca, era
definitivamente más caliente.
—Pasando el rato. Buscando un chico como tú. —Le di un vistazo desde
debajo de mis negras pestañas y reí. Esta parte era siempre tan fácil, sobre
todo porque no estaba siendo yo misma. Fingía ser otra persona.
Alguien que no llevaba dolor alrededor.
Me mordí el labio.
—Claro. —Éxito.
Página
—No, me gusta. —Se aclaró la garganta y agitó la mano fuera hacia la
calle—. En realidad estaba a punto de ir a cenar cruzando la calle. ¿Quieres
unirte a mí?
103
»Lo siento, tiendo a hablar antes de que mi cerebro me diga que me
calle. Eso fue demasiado ansioso y probablemente piensas que soy una
coqueta… pero no lo soy. Solo estoy yendo con la verdad. Estoy en la
delantera y algunas personas se vuelven un poco locas sobre eso.
D
ejamos la librería y en el camino le expliqué a Harry cómo yo no
bebía y nunca pasaba el rato con chicos que lo hacían. Parecía
a bordo con ello, y nos encontramos en un tranquilo reservado
en la parte trasera del restaurante y ordenamos hamburguesas y papas
fritas. En poco tiempo, una banda local se acomodó y comenzó a tocar, y
las luces bajaron. Harry deslizó su silla cerca de mí, su pierna presionando
firmemente contra la mía. Correspondí, rozando mi brazo contra el suyo
cuando podía, dejando que mis dedos le tocaran tan a menudo como
fuera posible. Antes de la cena, su mano estaba metida en mi muslo, su
pulgar acariciando suavemente mi piel.
La forma en que me hacía sentir y la forma en que me miraba, era
agradable, pero algo estaba apagado. No había fuego, ninguna
necesidad ardiendo. Me obligué a seguir adelante sin embargo.
Él me invitó a bailar cuando sonó una canción lenta, pero dije que no.
inmediatamente lo rechacé. Él era el indicado para esta noche, ¿verdad?
¿Por qué estaba siendo tan quisquillosa?
—Bésame —susurré en el oído de Harry unos minutos después mientras
seguíamos sentados en la mesa.
Sintiendo como si tuviera algo que probar.
Él se inclinó y atrapó mis labios, su lengua deslizándose dentro de mi
boca con la justa cantidad de presión. Ligero, nada fuerte o caliente.
¿Por qué me importaba?
Había dejado claro que no estaba en lo de sexo de una noche.
Página
¿Dónde estaba él esta noche?
104
Destellos de Declan continuaron pasando por mi cabeza, y recordé
como la sola pequeña caricia de mi mano en la suya había sido eléctrica.
Y eso es de lo que esto se trataba. No necesitaba ser espectacular
como imaginé que sería el sexo con Declan.
Mmm, Declan....su gran cuerpo cubriendo el mio, sus labios sensuales
acariciando mi boca, sus manos enmarcando mi rosco mientras nos
besamos...
—....el próximo viernes por la noche en la fogata. ¿Quieres venir?
Me sobresalté mientras él jugueteaba con mis dedos, su cabeza se
inclinó mientras miraba mis ojos.
Intenté conectar la parte de la conversación que me perdí.
—Oh, lo siento, no puedo.
Decepción iluminó su rostro.
—Estás distraída. ¿Soy un besador así de terrible?
De repente todo se sintió incorrecto. Él. La cena. El toqueteo. El beso.
Él me besó otra vez cuando no respondí, esta vez sus labios insistieron
más, su lengua masajeando la mía. Él gimió y yo puse algo de esfuerzo en el
acto, separando mis labios y frotando su pierna con mis manos, patinando
cerca a la creciente longitud en su entrepierna. Nuestras manos estaban
escondidas, y presioné sobre él, haciéndolo gemir. Él puso su mano sobre la
mía, moliéndola en la parte superior de él.
—Te deseo, Elizabeth —susurró—. Ahora mismo. Salgamos de aquí.
¿Mmm? —Él mordisqueó mis labios juguetonamente mientras sus ojos me
rogaban para que dijera que sí.
Pero...
Algo estaba persistiendo en las esquinas de mi cerebro.
Página
—En realidad, necesito irme. —Me alejé de él y puse algo de distancia
entre nosotros en el reservado. Él no era el chico en mi mente, y no sería
justo. Necesitaba algo de tiempo para pensar. Tal vez me he apresurado en
esto un poco demasiado rápido—. Mira, es genial tocar base contigo pero
105
No lo hagas.
yo… yo no me di cuenta de que es un poco tarde. Las clases comienzan
mañana.
Su rostro cayó.
—¿En serio? ¿Después de todo eso?
Recogí mi bolso.
—La universidad llama, y soy seria sobre mis estudios. Tal vez podemos
encontrarnos otra vez. —Miré mi reloj—. Además tú tienes a un profesor que
impresionar mañana.
Él dejó salir un suspiro pesado y se levantó del reservado, mirándome
atentamente.
—Es una lástima. Pude sentir que se estaba poniendo bueno aquí. —Él
se sonrojó—. Eres una chica hermosa, Elizabeth… y agradable por supuesto.
En realidad me encantaría verte otra vez.
—Lo siento, no puedo. —Mi voz sonó afilada—. Necesito llegar a mi auto
e irme a casa.
Él se encogió de hombros y cada uno pagó su cuenta y caminamos
afuera juntos. Estaba oscuro, y temí caminar de regreso por mi auto a la
librería. Caminamos en absoluto silencio. Su auto estaba a unas cuadras del
mío y después de decirle buenas noches, me volví hacia el mío.
Él agarró mi mano y me atrajo.
—¿Qué estás haciendo?
—Vamos, nena, ¿No quieres pasar el rato un poco más? No quiero que
esta noche termine.
—Espera. ¿Por lo menos puedo tener tu número de teléfono? Quiero
decir, esto se siente como el destino, nosotros encontrándonos en la librería...
Página
—Tengo que irme. —Liberé mi mano. Los chicos pegajosos me hacían
enojar.
106
¿Nena? ¿No quería que esta noche termine? Hmm, Harry es más
jugador de lo que imaginé.
¿Destino? Ja.
Está bien.
—Tú puedes darme el tuyo.
Nunca llamaría.
Él escribió sus dígitos en un pedazo de papel y lo metí distraídamente
en el bolsillo de mis pantalones cortos.
Dije adiós, otra vez, me metí en mi auto y me fui. Esta noche había sido
un error.
Diez minutos después, entré en mi complejo y estacioné. Mis ojos fueron
directo al jeep de Declan. Él estaba en casa, y una parte de mi quería tocar
en su puerta y solo.... no lo sé....hablar.
Hice mi camino hacia la escalera hasta el pasillo que dirigía a mi
puerta. Busqué en mi bolso y encontré mis llaves tan pronto como una fuerte
voz masculina vino de detrás del pasillo a unos cuantos pasos.
—¡Elizabeth, espera un minuto!
Me giré, medio esperando ver a Harry. Estaba lista para decirle que se
alejara por seguirme a casa como un loco, pero la verdad cayó sobre mí,
mientras miraba al apuesto chico corriendo hacia mí.
Me congelé por un segundo y luego me golpeé para salir de esto.
Intenté empujar mis llaves en la cerradura pero las dejé caer al suelo.
Página
Por supuesto, lo había visto caminando en Petal después del Hotel. Una
vez en la estación de gasolina cuando estaba llenando mi auto para
regresar a Raleigh y otra vez en Wal-Mart. Él me había dado una mirada
lasciva pero nunca me había hablado, y escuchar su voz ahora era una
sorpresa.
107
Ahí él se paró, Colby Scott, alto y guapo, usando pantalones y camisa
negros, su cabello recogido sobre la frente, ojos azul hielo brillando hacia mí.
Él parecía el mismo pero más delgado y rudo, una rudeza alrededor de su
rostro y su barbilla sobresalía.
—No te acerques más o voy tirar este lugar con mis gritos y alguien va
a llamar a la policía —mordí las palabras, pero por dentro temblaba.
Él levantó sus manos.
—Espera. No voy a lastimarte. Solo quería pasar y decir hola. En caso
de que no hayas escuchado las buenas noticias, voy a ser estudiante de
Whitman desde el lunes. Me temo que me echaron de la Universidad de
Nueva York… muchas fiestas aparentemente. Como podrás imaginar, papá
no estuvo muy contento sobre eso. —Él me envió una sonrisa torcida, como
si esperara una sonrisa mía como la de él—. De cualquier manera, acabo
de instalarme en un departamento cerca de aquí. No podía estar tan cerca
y no mirarte a ti, Elizabeth. Salimos una vez. Tuvimos algunos buenos
momentos. ¿No estás contenta de verme? —Su bajo acento sureño me
bañó en olas. Poniéndome enferma.
¿Estaba loco? ¿No sabía lo que me había hecho?
Mis entrañas se revolvieron mientras el mundo entero se inclinaba en su
eje, y la única manera que tenia de mantenerme derecha era inclinándome
en mi puerta.
El pánico me golpeó.
Dios. No te desmayes.
—Aléjate de mí. Ahora —jadeé, el aire más delgado. Mi corazón
palpitando
¿Había estado esperándome en el estacionamiento?
Incluso si quería gritar, no pude reunir el aire para hacerlo. De alguna
manera me las arreglé para agacharme y agarrar mis llaves.
Él sonrió, rastrillando sus ojos sobre mi cuerpo. Se acercó más.
—No te acerques un centímetro más.
Página
Mi mano se aferró a las llaves mientras el miedo escalaba más alto. Hice
un puño con mis llaves y se las mostré.
108
—Sigues siendo tan bonita como siempre, Elizabeth. Espero que
podamos ponernos al día muy pronto.
Él se rio y colocó su mano arriba en la pared detrás de mi cabeza.
—No vas a hacer malditamente nada. Estás muy asustada. Además no
estoy aquí para molestarte, solo para tener una bienvenida a Whitman de
tu parte. ¿Todos aquí saben lo sexy cosita que eres? ¿Cómo te gusta?
¿Hmm?
Golpeé su pecho usando mis manos para apartarlo.
Página
109
Si solo pudiera llegar a la puerta de Declan.
U
na alta voz de mujer penetró en mi cerebro y en mi estado medio
dormido, me imaginaba a Elizabeth en mi cama, recostada
contra mis sábanas…
Su voz vino de nuevo.
Mierda.
Este no era un sueño.
Me senté en el sofá dónde me había quedado dormido después del
gimnasio y mire al reloj de la tele. Gemí cuando hice clic en la lámpara.
Apenas las once. Restregué mi cara, mis músculos gritando. Había estado
en el gimnasio la mayor parte de la tarde trabajando en sets y sparring con
Max. Dax había venido a ver, y luego habíamos terminado tomando la cena
juntos.
Una voz de hombre vino después, y me repuse.
¿Quién era ese?
El tipo grasoso de la parada de camiones vino a mi mente.
Me levanté, sin molestarme en ponerme una camiseta.
Vi rojo. Maldito infierno, vi cada jodido color imaginable.
Página
—Aléjate de mí —le gritó Elizabeth, su rostro ceniciento.
110
Tan pronto como pise afuera de la puerta principal y en el corredor,
atrapé una pista. Un tipo que no reconocí tenía a Elizabeth acorralada con
su cuerpo, una expresión dura en su rostro.
Sin detenerme, corrí y arranqué hacia él con un golpe de palma
directamente en su cara. Duro. Su cuello chasqueó hacia atrás y sangre
salpicó en el aire.
Su cuerpo salió volando mientras perdía el equilibrio y aterrizó en el
concreto del corredor, casi cayendo en el estacionamiento de abajo.
Elizabeth se quedó sin aliento, pero no la miré.
Con los puños fuertemente apretados, me cerní sobre él, haciendo una
lista mental: un metro setenta y ocho, cabello rubio, nariz recientemente
rota, un Rolex en su muñeca. Pesqué en sus bolsillos, pero su billetera no
estaba allí.
—No me lastimes, hombre —dijo, abriendo sus ojos con una mirada
salvaje en su rostro mientras me analizaba. Tragó, limpiando la sangre que
goteaba de su nariz a su boca—. Solo le estaba diciendo hola a una vieja
amiga. No está pasando nada.
No me gustaba su aspecto, desde el costoso corte de sus ropas hasta
la petulante caída de su boca. Y luego sus ojos se deslizaron hacia Elizabeth
como atraídos hasta allí. Indignado, lo pateé en las costillas con mis pie
descalzo.
—No la mires. Sal de aquí antes de que te arranque la garganta.
Se puso de rodillas y se arrastró lejos unos pocos metros hasta que saltó
y echó a correr. Lo vi saltar a través del estacionamiento y luego cruzar la
calle hasta Minnie’s Diner donde se había estacionado en una zona oscura.
Sus neumáticos chirriaron y condujo lejos en un Porsche negro con
vidrios polarizados.
Me volví hacia Elizabeth.
»¿Ataque de pánico? —pregunté suavemente, cuidando de mantener
mi distancia de ella mientras inhalaba y exhalaba.
Página
Tomó una respiración profunda, sus pestañas revoloteando mientras
trataba de recomponerse. Jadeó por aire y luego lentamente lo dejó salir.
111
»¿Estás bien? ¿Te hizo daño? —Corrí hacia ella y le levanté la barbilla.
Asintió y habló a través de sus respiraciones.
—Sí. Solo pasa cuando me siento fuera de control.
Le di algunos pocos minutos para recomponerse y observé mientras
tomaba respiraciones profundas, su color lentamente volviendo a su cara.
—¿Quién era ese chico? ¿Lo conocías?
Sus ojos brillaron
apresuradamente.
agrandándose
y
luego
apartó
la
mirada
—Solo… solo alguien que conocí esta noche en la librería. Él… él me
siguió a casa, creo.
Estaba mintiendo. ¿Pero por qué? ¿Lo estaba protegiendo?
—Dijo que te conocía. —Apreté mis puños. ¿Era uno de sus rollos de una
noche que salió mal?
Se ruborizó con un rojo brillante y apretó los labios cerrados.
¿Por qué no confiaría en mí? Dios, no quería molestarla cuando ya
estaba bastante asustada.
Suspiré y miré alrededor del corredor. Bien. Cambio de marchas.
»¿Puedes decirme qué pasó?
Su lengua salió a lamer sus labios. Asintió.
—Un minuto estaba pensando en entrar en mi apartamento, y luego él
solo estaba allí. No me tocó, pero si no hubieras salido… —Se estremeció—.
Gracias. De nuevo.
—¿Tienes un nombre?
Se puso rígida.
—Tengo un amigo en la policía del campus. No haría daño comprobar
si se ha llenado alguna queja sobre él.
Página
Me encogí de hombros.
112
—¿Por qué?
Dejó escapar una respiración profunda como llenándose de valor.
—Colby Scott.
—Bien. —Sonreí suavemente, archivando ese nombre a medida que
quitaba sus llaves de su mano y abría la puerta para ella. Estaría haciendo
mi propia investigación también.
Parpadeó hacia la puerta, sin moverse.
Ahuequé sus hombros, manteniendo conscientemente mis manos
suaves.
»Oye, ya terminó, ¿de acuerdo? Me presenté a tiempo, y me aseguraré
que no pase de nuevo. —Descansó su cabeza en mi hombro, y mierda, me
enfadé de nuevo. Debería haberlo golpeado más duro—. Creo que
deberíamos llamar a la policía y llenar un reporte. Te siguió aquí, y eso no
está bien.
Inclinó la cabeza y me miró. Sus labios temblaron.
—En realidad no hizo nada.
—Pero te sentiste amenaza, ¿correcto? Eso es suficiente para
reportarlo. Tal vez solo debería hacerle una visita yo mismo.
Sus ojos se ampliaron.
—No —espetó—. Se acabó, y luego de lo que acaba de pasar, no
volverá. —Tragó—. Y tampoco hagas nada tú mismo, Declan. No quiero que
te metas en problemas por mis estúpidos errores. Además, podría apuñalarte
o disparate en un dos por cuatro… solo no.
Le sonreí.
—¿Un dos por cuatro? ¿Es como pelea la genta en Petal, Carolina del
Norte?
—Fuiste tan rápido, y ni siquiera supe que estabas allí… hasta que
estabas. Quisiera poder hacer eso.
Página
Vaciló por un momento en su puerta, su mirada cayendo a mi mano.
113
Sonrió (solo un poco) y maldita sea hizo a mi corazón alegrarse.
La miré, evaluando.
—Si quieres, puedo enseñarte cómo golpear, pero necesitaría tocarte.
¿Estás bien con eso?
Emociones se dibujaron a través de su rostro y su boca se abrió pero
luego la cerró.
»¿Elizabeth?
Cubrió mi mano con la suya y me miró con esos ojos azules
desgarradores de almas en los que me podría ahogar.
—Cuando se trata de ti, Declan, nunca tengo miedo. ¿Por qué no
vienes dentro y me enseñas?
Calor se vertió en mí.
—Bien. —La seguí a su apartamento. Muy parecido al mío, tenía una
gran sala de estar con una pequeña cocina al lado derecho y el dormitorio
en la parte de atrás—. Tú apartamento es más limpio que el mío.
Unos minutos luego, luego de que nos hubo traído un poco de agua
para beber, nos encontrábamos en la sala de estar y nos enfrentamos uno
al otro. Le mostré un par de posiciones básicas de defensa personal, y luego
trabajamos en sus manos. Tomé su mano derecha y la enrosqué hasta que
tuvo un buen puño apretado.
»Primera regla es asegurarte que tu pulgar está en el exterior. Nunca lo
metas dentro de tu mano cuando golpees porque lo quebrarás. Mantenlo
apretado, pero no tan apretado como para que cortes la circulación.
Asintió y se acercó. Sujeté su mano, ajustándola, mis dedos
presionando contra su piel mientras le daba forma a su puño. La fresca
esencia cítrica que usaba hizo que mi polla se contrajera.
¿Había notado que sus ojos se habían oscurecido? ¿Qué su respiración
era más pesada? Sí.
Página
Me observó fijamente, la corriente eléctrica entre nosotros pareciendo
trepar más alto.
114
Abajo, chico.
Aspiré una respiración entrecortada. Mantén el control, hombre. Podía
ser hermosa y dulce, pero no era la adecuada para mí. Necesitaba a
alguien que quisiera las mismas cosas que yo.
»Cuando golpees, usa un movimiento lineal, no un gran giro. Es menos
probable que tu oponente vea un puñetazo recto. Inclina tu puño
ligeramente y protege los dedos. Tu objetivo es golpear con los primeros dos
nudillos.
—De acuerdo. —Hizo un puño y lo tendió.
Mordí un gemido, imaginándola sosteniendo mi polla, deslizando esas
suaves manos sobre mi dura longitud.
Aclaré mi garganta.
—Bien. Ahora, usa un golpe rápido cuando golpees, manteniendo un
puño arriba para proteger tu cuerpo. —Di un paso atrás y demostré el golpe
mientras ella miraba, sus ojos grandes como platos.
—Eres hermoso —dijo, su voz llena de admiración—. Y, amo como te
mueves. Podría mirarte por siempre. Por supuesto, estás medio desnudo.
—Se sonrojó y mordió su labio—. Lo siento. Es solo… es solo que tienes que
saber lo bien parecido que eres, y también estás en tan buen forma y
musculoso, y bueno, el factor del atractivo sexual está justo sobre las nubes.
Pero dejando todo eso de lado, también eres un buen chico, y… —Se
interrumpió, su lengua sumergiéndose para acariciar su labio inferior—. Lo
siento. Estoy hablando torpemente. De nuevo. Parece que hago mucho eso
cuando estás alrededor. Debería callarme ahora.
Mi ritmo cardíaco se había elevado, y una parte de mi quería besarla,
¿pero qué clase de chico sería si hiciera un movimiento hacia ella después
de lo que acababa de pasar?
Unos cuantos latidos de silencios pasaron.
La bocina de un auto sonó en la distancia pero ninguno de los dos nos
movimos.
Página
Me deseaba.
115
Froté mi boca. Su pecho subió más rápidamente y sus ojos brillaron con
un fuego que había sido cubierto por mucho tiempo.
Todo lo que quería en ese caso era a ella.
Miré hacia abajo a su boca. Lamí la mía.
—Necesitas dejar de mirarme de esta manera si no quieres que te bese,
Elizabeth.
—Dios, por favor, bésame. —Sus pestañas revolotearon hacia abajo y
eso fue todo lo que necesité para cerrar la pequeña distancia entre nosotros
y presionar mis labios en los suyos, mi lengua buceando para tomar el control
de su boca.
Sabía cómo menta. Como perfección.
Mis manos se deslizaron alrededor de su cintura y la jalé contra mi
pecho, mi boca saqueando la suavidad de la suya. Nos besamos por un
largo tiempo, nuestras bocas conociéndose la una a la otra, ninguno de
nosotros en una prisa por apurarnos, sin embargo la intensidad era fuera de
serie.
Dulce pero caliente.
Quería prolongar el beso, arrastrarlo fuera.
Pero no puedes besar para siempre.
Nos separamos luego de un rato y nos miramos el uno al otro. Apoyé mi
frente contra la suya.
La deseaba.
¿Pero qué quería ella?
El suave eco de la lluvia cayendo y chocando en su balcón golpeó
nuestros oídos.
—¿Sí? —Nos estaba desacelerando. Le seguí el juego. No quería
apresurarla. No aún de todas formas.
Asintió.
Página
»Es gracioso que nos estemos besando y ahora está lloviendo. Dos de
mis cosas favoritas.
116
Cerró sus ojos, una sonrisa suave en su rostro.
—Amo el sonido que hace la lluvia, mientras golpea ligeramente contra
el techo, rítmico y constante como un latido del corazón. El mejor lugar para
escucharlo es en un techo de metal, arrullándote para dormir. Mi remolque
tenía un techo así. La lluvia me hacía feliz cuando era niña, solo para quedar
atrapada en un aguacero tan fuerte que es como un ruido blanco a tu
alrededor. Lo mejor es cuando te atrapa sin sombrilla o botas de lluvia y
chapoteas en un charco. —Una pequeña sonrisa cruzó su rostro—. Extraño
esa sensación de ser libre y joven, como si fuera un superhéroe y nada
pudiera tocarme. Todos somos tan inocentes como niños, y luego la vida
pasa y crecemos y cometemos estúpidos errores. Nos hacemos daño.
Dejó escapar una pequeña risa sorprendida.
»Es gracioso, no he hablado con alguien así nunca. Y hoy, de hecho
hice algunos dibujos, es un jodido milagro porque he estado atascada en
alguna clase de limbo artístico. Sé que no estoy siendo coherente, y estoy
divagando, pero es solo… simplemente hay algo sobre ti que me llega, y…
no puedo poner mis dedos sobre ello, pero me gusta. Se mordió el labio.
Tomé su mano. No hice preguntas. Ella no las necesitaba justo ahora.
—Ven entonces. —Tiré de ella a través del apartamento.
—¿A dónde vamos?
—Ya verás.
Me siguió mientras la llevaba a su habitación y me detenía en la puerta
del balcón. La lluvia arrojándose por la puerta de vidrio, las gotas
chapoteando en el concreto en el exterior.
»Vamos a empaparnos. Sin botas para la lluvia, sin sombrillas, solo piel y
lluvia.
—¿Desnudos?
Me siguió y se quedó en el balcón mientras la lluvia caía.
Página
—No, tontita, nos dejaremos la ropa puesta esta vez. Si estuviera
desnudo contigo, estaríamos follando, no haciendo esto. —Deslicé la puerta
para abrirla y la empujé hacia afuera.
117
Me reí. No pude evitarlo. Era tan malditamente linda. Besé su nariz.
Me perdí un poco. Mirándola. Observando su rostro mientras se
inclinaba para sentir la humedad.
Me miró.
—Me estás mirando.
Sonreí.
—Porque te ves como una rata ahogada. —Porque se veía hermosa.
Se rio.
—Vamos, no me hagas sentir como una idiota aquí afuera. Esta fue tu
idea. Baila conmigo.
—¿Por qué siempre estás tratando de hacerme bailar? ¿Qué si no
tengo nada de ritmo? Soy un gran tipo, ya sabes.
Pero me ignoró y me arrastró por todo el balcón en algunos extraños
movimientos de baile de salón en los que ella insistió.
Me reí. Se rio.
Le mostré cómo boxear en un vals justo como mi mamá me había
enseñado.
Luego de eso, hizo alguna rutina de bastonera que había hecho en la
preparatoria.
Y solo nos hicimos más y más tontos, nuestras risas llenando la noche.
Hicimos algunos movimientos de Grease y Dirty Dancing. Me veía
malditamente ridículo, pero no me importó.
En ese momento, la vida (nosotros) era perfecta.
Página
Luego, corrimos adentro para secarnos. Tomó una toalla para ella del
cuarto de baño y entonces me entregó otra. Entré, cerré la puerta del
cuarto de baño, y me sequé lo mejor que pude mientras la escuchaba
destrozando su dormitorio, cerrando cajones.
118
Nunca antes había sido así con una chica. Espontáneo y divertido.
Real.
Salí frotando mi cabello y la mire escabulléndose alrededor del
dormitorio.
Mis ojos lanzaron dagas a su cama, mis pensamientos sucios.
Imaginándonos ahí. Follando. Su colchón no era lo suficientemente grande
para las formas en que quería tomarla.
Parecía nerviosa mientras observaba mis aun húmedos pantalones
cortos de gimnasia, sus dientes mordiendo su labio inferior. Se estaba
preguntando lo mismo que yo estaba… ¿para dónde vamos a partir de
aquí?
Se había puesto un camisón con una gran cabeza de unicornio blanco
en el frente.
»Lindo —dije—. Siempre has sido una chica unicornio en mi cabeza, y
ahora eso lo prueba.
Sonrió.
—¿Oh? ¿Cómo es eso?
—Ya sabes, ¿por qué eres una visión poco común en el campus?
—Sonreí.
Sonrió.
—Gracias. Ahora bien si solo pudiera hacer crecer un cuerno real,
podría apuñalar gente. ¡Como tú! —Se giró y tomó una almohada de la
cama y me la arrojó. Me agaché justo cuando pasó sobre mi cabeza y se
estrelló en uno de sus portarretratos.
Se rio.
—Oh no, no lo hiciste. —Corrí hacia ella, la cargué y la hice girar
alrededor mientras gritaba.
Se rio y la puse de pie donde se tambaleó y luego se agarró a mi brazo,
sus ojos riéndose de mí.
Página
—Mentirosa.
119
—¡Voy a vomitar en ti!
Algo cambió en el aire, ese tirón entre nosotros se afiló.
Acarició mi brazo, en su rostro una mirada insegura sin embargo
necesitada.
—Quédate conmigo esta noche.
De alguna forma sentí que no se refería al sexo. No luego del chico en
su puerta.
—¿Cómo una pijamada?
Asintió, una sonrisa tentativa en su rostro.
—Podemos ver una película si quieres. Incluso te dejaré elegir.
No quería ver una película. La quería debajo de mí.
Restregué mi rostro, pensando que esto era una locura y una idea
horrible, pero sacó la colcha de la cama y se arrastró dentro, su cuerpo
deslizándose contra las sábanas. Era tan terriblemente hermosa.
Racionalicé. Esto era puramente platónico. Sin ataduras. Solo yo y una
chica en la misma cama. Durmiendo.
Pero…
Estaba a un peso de meterme demasiado profundo.
Debió haber sentido mi reserva.
—No quiero estar sola esta noche, Declan. Yo… Yo necesito algo de
bondad, y tú pareces tenerla. No puedo ponerlo en palabras, pero me
siento segura contigo y como que nada malo me pasará de nuevo otra vez.
¿Te quedas?
—Mis pantalones cortos aún están húmedos.
—Por mi está bien, pero no uso ropa interior.
Página
Sonreí y di un paso más cerca de ella, mi cuerpo ya tensándose antes
el pensamiento de acostarme a su lado.
120
—Entonces quítatelos —dijo, palmeando la cama.
—Eso es un problema.
—Sí, uno grande.
Se sonrojó, sus ojos a la deriva en la obvia carpa creciendo por
segundos en mis pantalones cortos. Su mirada brincando de nuevo a mi
cara mientras aclaraba su garganta.
—Oh. A… A mí no me importa si estás… mojado.
—Bien —reí y me deslicé dentro, reprimiendo un gemido cuando mis
piernas rozaron su suave calidez.
—Te sientes tan bien —murmuró mientras se giraba hacia mí y envolvía
delgados brazos alrededor de mi pecho, fluyendo en mi como miel, tibios y
dulces. Nuestras piernas se enredaron, pareciendo conocer la posición
perfecta para tocarse al máximo unas a otras, y joder, se sentía bien.
No mencionó la película, y no toqué el tema.
Su cuerpo era una droga, y quería consumirla. Quería presionarla
profundamente en esas sábanas y reclamarla como mía.
Peor no lo hice.
No quería estar solo una noche con Elizabeth. Quería más.
Página
121
Besé su cabello suavemente, y de alguna manera, me dormí.
A
las seis en punto mi alarma sonó despertándome. Lunes, el
primer día de clases.
Me di vuelta, esperando ver el rostro cincelado de Declan
descansando contra mi almohada extra, pero se había ido.
El alivió me golpeó. No charla mañanera o torpes besos de despedida.
Sin embargo…
También estaba decepcionada. Por primera vez, quería que el chico
aún estuviera allí. Quería acariciar con mis dedos su brazo tatuado y
desearle buenos días. Tristemente, lo único que quedó de él fue la esencia
de su colonia en mi almohada. La recogí e inhale por exactamente diez
segundos más de lo que debería haberlo hecho.
Dinero y poder por todas partes.
Página
Me duché, maquillé, y me vestí con un par de pantalones cortos rojo
brillante y una blusa campesina vintage con encaje crema, otra de las
compras de Shelley para mí. Habíamos conseguido la blusa en una tienda
de consignación en la ciudad, y a pesar de que había sido demasiado
grande, la había recogido en las mangas y el busto para que me quedara
bien. Tenía ojo para la moda, y solía escucharla, especialmente considerando que había crecido vistiendo ropa usada de donde sea que mi
mamá podía conseguirla. Nunca habíamos tenido mucho, y lo que es
gracioso es que ni siquiera me había dado cuenta hasta que había entrado
en la Preparatoria Oakmont y visto como vivía la otra mitad, autos lujosos,
ropa de diseñador, mochilas de Louis Vuitton.
122
Yo no era espeluznante del todo. Nop.
Había querido ser parte de ello… desesperadamente.
Me había dado cuenta rápidamente que la única forma de encajar
era fingir ser como ellos, y lo había hecho con la ayuda de Shelley. Había
sido joven e impresionable y deseosa de hacer amigos, quienes resultaron
no ser amigos verdaderos.
Todos excepto Shelley y Blake me habían rechazado luego de que
Colby dijera sus mentiras.
Luego de estacionar mi auto y caminar rápidamente a través del
campus, me acomodé en un asiento en mi primera clase, una clase optativa
de Literatura Inglesa enseñada por la Dra. Feldman, una de las profesoras
más duras en el campus.
Estiré mi cabeza para escanear el auditorio, en busca del cabello
arenoso de Colby. ¿Qué si terminaba en una clase con él? Ahora que no
tenía a Declan para distraerme, el temor se acumuló. ¿Qué iba a hacer
cuando lo viera en el campus?
Blake vino y tomó asiento a mi lado. Habíamos llenado nuestros horarios
en registro juntos la primavera pasada así pudimos conseguir algunas de las
mismas clases.
Me dio un golpecito en el brazo.
—Oye, ¿cómo te va? Desearía que hubieras podido ir al almorzar con
nosotros ayer.
—Lo siento, fue un día agitado. —Eufemismo.
Exhaló pesadamente.
»¿Qué? —pregunté.
Aclaré mi garganta, sintiendo nervios. No quería tener esa conversación.
Página
—Yo… es solo… que realmente necesito decirte algo, y nunca parece
ser un buen momento.
123
Se frotó la cara enérgicamente y luego me miro por algunos instantes.
Pareció llegar a algún tipo de decisión.
Revisó su reloj.
»Aún tenemos cinco minutos. Vamos afuera y hablemos. Ahora.
Pondremos todo esto en la mesa, y sabrás exactamente lo que ha estado
mal conmigo últimamente.
—La clase está a punto de empezar y la Dra. Feldman es una purista
de llegar a tiempo. ¿Por qué no nos encontramos más tarde…?
Gimió su frustración, su boca apretándose mientras me miraba.
»No seas así. Estás actuando como un bebé.
Cerró los ojos y luego los abrió.
—Bien. ¿Quieres saber lo que me ha estado comiendo? Estoy
enamorado de ti, Elizabeth, y lo he estado desde Oakmont. Lo sabes. Lo sé.
Diablos, todo Whitman lo sabe. Estoy harto de sentarme atrás y verte follar
con chicos y nunca elegirme. Es un año nuevo para ambos, y quiero que
pienses sobre quizás… tú y yo… juntos.
No. Esto no estaba pasando. No podía afrontar esto. No con el
fantasma de Colby colgando sobre mí.
—Blake, hicimos esto antes…
Levantó una mano, interrumpiéndome.
—Eso fue hace dos años, y me dejaste por Colby.
Lo miré, recordando todas las veces que me había recogido de la
preparatoria cuando no tenía quien me llevara, las veces que se había
sentado en el restaurante donde atendía mesas solo para hacerme
compañía.
Jugueteó con su cuaderno, sus ojos saltando a mi cara y luego mirando
hacia abajo.
Página
¿Podría haber más con él?
124
Lo amaba de cierta manera, pero no era un tipo de amor desgarrador,
podría-morir-si-no-te-veo. Era sencillo y suave, como una sábana tibia en
una noche de invierno enfrente de una fogata.
»La cosa es, somos perfecto el uno para el otro, tú solo no lo ves. Ya se
todo sobre ti. Tu color favorito, el tipo de libros que te gusta leer, las
canciones que amas. Sé que quieres hacerte un tatuaje, pero no puedes
pagarlo. Diablos, incluso sé que roncas cuando duermes…
—Blake, detente, por favor. No puedo hacer esto justo ahora. Estamos
en medio de una clase.
Presión, presión.
—¿Por qué no? ¿Por qué tienes miedo de que esté en lo correcto? Tú y
yo estábamos destinados a estar juntos desde el principio, y solo fuiste
desviada por Colby. —Intensidad se entrelazó en su voz, haciéndome
retorcerme.
Mis reglas no tenían espacio para una relación seria, ni siquiera con
Blake.
—Por favor… solo déjalo ir.
Se dejó caer en su asiento y sacudió su cabeza con furia.
Gracias a Dios justo entonces entró en el auditorio un Dax con ojos
soñolientos, consiguiendo mi atención. Estaba vistiendo jeans ajustados, de
cintura alta, una camiseta de la Universidad de Withman, y una contagiosa
sonrisa que parecía problemas con p mayúscula. Le dio a Blake un saludo
con el puño cerrado y se dejó caer en el asiento al otro lado de mí.
Completamente ajeno a la tensión. ¿No lo estaban la mayoría de los chicos?
Me dio una amplia sonrisa, y tuve que sonreír de vuelta. Su rostro se
iluminó aún más.
—Hola tú. ¿Lo tomo como que me has perdonado por ser un borracho
el viernes en la noche?
Asentí.
—De hecho, él es el único bueno.
Página
Sonrió y se encogió de hombros, el movimiento me recordó a Declan.
125
—Declan me compensó por tus faltas.
Más estudiantes se amontonaron, incluyendo a Declan, quien
acechaba vistiendo jeans raídos y una camiseta que mostraba su musculoso
pecho a la perfección. Mis ojos se deleitaron en sus antebrazos, trazando las
líneas de sus cráneos y rosas. Anoche, me había abrazado fuertemente
como si temiera que me deslizara lejos… sin embargo había sido él quien se
fue sin decir adiós.
Esta mañana había estado parcialmente aliviada y decepcionada de
que se hubiera ido, pero ese sentimiento se había transformado en molestia.
Y yo estando molesta con él… me hacía estar aún más molesta.
No quería que me importara que se hubiera ido.
Eso no impidió que el calor se asentara en mi cuando sus ojos grises se
encontraron con los míos.
Caminó hacia nosotros, su mirada trabada con la mía todo el camino.
—Hola. —Aclaré mi garganta para deshacerme del nerviosismo—.
Estamos siendo unos nerds sentados aquí en la parte delantera. ¿Quieres
unirte a nosotros?
Movió los ojos de Dax a Blake en cada uno de mis lados, casi como si
le pidiera a alguno de ellos que se levantara, pero eso era completamente
una locura.
Se encogió de hombros.
—Voy a sentarme detrás de ustedes chicos.
Eran asientos tipo estadio, así que tuvo que subir las escaleras y luego
rodear la fila detrás de nosotros. Eligió el asiento detrás del mío.
Y aunque no nos estábamos tocando, podía sentirlo allí, la calidez de
su piel irradiando a través de la mía.
Página
—No estoy muy seguro de como terminé aquí. Debo haber tenido una
resaca cuando seleccioné los cursos. —Comprobó a las estudiantes
femeninas que estaban entrando—. Aunque tengo que admitir, hay algunas
bellezas aquí.
126
Dax pasó sus ojos sobre el plan de estudios que había sido dejado en la
parte superior de cada escritorio.
—¿Y tú? —Me di vuelta para mirar a Declan—. ¿Te gusta la literatura?
—Estoy en Literatura Inglesa con especialidad en negocios —dijo
Declan.
—No puede ser.
Sus labios se arquearon.
—Sí, puede ser. Y ¿por qué no?
—Estoy sorprendida. Solo asumí…
—¿Qué es un Neandertal? —dijo Dax—. La mayoría de la gente lo
hace, pero el hermano aquí es una aspiradora de aburridos poemas y
sonetos, sin sentido que me hacen querer dispararme. Está sobre
compensado por la pronta apertura de su gimnasio.
—Ustedes dos son completamente opuestos —reflexioné.
Dax resopló.
—Entonces, ¿yo soy el Neandertal?
Me reí.
—No. Bueno, quizás.
Una ráfaga de actividad provino de la puerta, y nos volvimos para ver
a una morena pequeña en una blusa entubada y pantalones cortos
haciendo una línea recta hacia nosotros. Lorna de la casa de fraternidad.
Fabuloso.
Se detuvo frente a Blake, y cuando notó que ahí no había asiento libre
junto a él, me dio una mirada malvada y luego la movió hacia Declan.
—¿El asiento junto a ti está libre? —preguntó con un mohín.
Ugh.
¿Por qué me importaba?
Página
¿Declan había dormido con ella?
127
Mis ojos se estrecharon.
—Sí —Declan asintió, sus ojos fuera de mí y fijos en ella.
—Asombroso —dijo con una sonrisa brillante e hizo su camino hacia su
pasillo.
—Ella es muy ardiente, ¿eh? —me susurró Dax mientras ella y Declan
tomaban una estrecha conversación luego de que se hubiera
acomodado—. Es flexible también. Todos los hermanos de la casa la aman.
Puede hacer cosas donde pone sus piernas detrás de su cabeza y…
—Détente.
Sonrió tímidamente.
—Estoy bromeando. Son sus blusas entubadas las que nos mantienen
clavados. Los chicos siguen esperando que una se caiga.
Chasqueé mis dedos.
—Maldición. Si solo tuviera las agallas de usar una podría ser justo como
Lorna la Ágil… mi sueño. —Batí mis pestañas.
Se rio en voz alta, causando que Declan nos enviara una mirada
afilada. ¿Cuál era su problema?
—Si lo haces, elige una azul para que combine con tus ojos. Son
magníficos —dijo Dax.
Me sonrojé.
—Eso es dulce, y extrañamente lo cosa más sincera que alguna vez me
hayas dicho. Gracias, Dax. Creo que me has más que compensado por casi
besarme.
»¿Qué es tan gracioso? Ese fue un beso clasificación A justo allí de parte
del Amol del Sexo —dijo, pretendiendo estar ofendido por mi risa.
Página
Una risa brotó de mí. Sin alcohol en su aliento y ninguna fiesta loca
pasando de fondo, su beso no me molestó en absoluto.
128
—¿Casi? Confía en mí, amor, hubo más que algo de acción labio-enlabio. ¿No lo recuerdas? —Se inclinó y me dio un rápido beso en la mejilla,
sus labios carnosos rozando contra mi piel, enviando pequeños hormigueos
sobre mí.
Froté mis labios.
—Me pusiste la piel de gallina, bobo.
—¿Piel de gallina ahora, orgasmos después?
Solté una carcajada.
—¿Puedes dejar de coquetear?
—No puedo. Es como si estuviera cableado para conseguir tantas
chicas como pueda. Probablemente es un mecanismo de defensa, porque
mi madre murió cuando yo era joven. —Él me envió una mirada triste.
Había dicho todo como una broma, pero en el fondo sentía la verdad.
—Lo lamento. Declan mencionó algo de lo que pasaron cuando
llegaron aquí. Debe haber sido difícil dejar todo atrás por los Estados Unidos.
—Sí, la gente habla gracioso aquí, y tienen nombres extraños para las
cosas. Para nosotros un elevador es un ascensor, una patata frita es una
papa frita, un bísquet es una galleta, un polvo es una jodida, y ni siquiera he
empezado con el fútbol. —Él movió sus cejas.
Declan se aclaró la garganta, y lancé una mirada de regreso para ver
a ambos mirándose de reojo. Sus manos estaban asentadas en la parte
superior de su escritorio, una agarrando su pluma con fuerza.
Arqueé una ceja hacia él. Ni siquiera vayas allí conmigo, amigo. No
tienes derecho a estar celoso. Me dejaste esta mañana, quería gritar.
Blake se inclinó hasta que nuestros hombros se tocaron. Había estado
callado desde que los gemelos se sentaron.
—¿Quieres almorzar más tarde?
—¿Algo malo con que sea solo yo?
Página
—¿Te importa si les preguntamos a estos chicos para que también
vengan? —Asentí hacia los gemelos—. ¿Y tal vez Shelley? —No estaba
preparada para la charla que él había mencionado, y necesitaba un
amortiguador entre nosotros.
129
Pensé en ello. Con Colby caminando por ahí, no quería estar sola.
—Claro que no. Solo quiero diversificarme y conocer a más gente.
Al igual que una chica universitaria normal.
La Dra. Feldman entró en el auditorio, salvándome de responderle a
Blake. Era alta, una señora y robusta con cabello largo y castaño que
mantenía en una gruesa trenza en la espalda, y su rostro era como de
piedra, por lo que uno se preguntaba si alguna vez sonreía.
Las gafas de montura metálica se asentaban en la punta de su nariz
mientras barría con sus pequeños y brillantes ojos todo el auditorio.
—¿Confío en que todos ustedes hayan leído la lista de lectura que les
entregué cuando se registraron?
Silencio.
»Ya veo. Otra clase estelar. —El desdén goteaba de sus palabras.
Revolvió unos papeles—. Bueno, para las primeras semanas, vamos a estar
estudiando Orgullo y Prejuicio de Jane Austen. Espero la participación en
clase, así que tengan en cuenta que cuando les pregunte están obligados
a ponerse de pie y presentar su debate.
La mano de Dax se levantó, y ella gesticuló hacia él para que se
levantara.
Él lo hizo.
—¿Tendrá calificación nuestro debate?
Ella arqueó una ceja burlona.
—Claro.
Él le lanzó una sonrisa arrogante.
Nadie se movió.
—Bien. —Ella pasó su dedo por lo que supuse era la lista de la clase y se
rio entre dientes—. ¿En serio hay una Elizabeth Bennett en esta clase?
Página
—¿Alguna pregunta más antes de pasar lista? —preguntó, mirando
alrededor de la habitación.
130
—Genial, porque soy un gran conversador. —Él se dejó caer.
Levanté la mano tentativamente.
—Esa sería yo.
—Por favor, póngase de pie cuando hable, señorita Bennett, así toda
la clase puede ver y oír. —Ella pasó los ojos por encima de mí mientras me
ponía de pie—. Confieso que estoy muy curiosa... ¿sus padres la nombraron
así por el libro?
Enderecé mis hombros.
—Mis padres nunca se casaron, por lo que el apellido Bennett es de mi
madre. Elizabeth es solo un nombre que mi madre escogió. Dudo que mis
padres alguna vez hayan oído hablar de Jane Austen. —Me encogí de
hombros—. No descubrí Orgullo y Prejuicio hasta la preparatoria.
Ella golpeó su lápiz contra su pierna.
—¿Está buscando a su Sr. Darcy aquí en Whitman, señorita Bennett?
Mi rostro se sonrojó y parpadeé.
—Yo… yo no estoy buscando amor, Dra. Feldman, solo una educación.
—Hmm, ya veo. ¿Pero como seres humanos no estamos inclinados
naturalmente a buscar el amor? Elizabeth encontró a su alma gemela. ¿No
quiere encontrar la suya?
—No.
Ella me dio una mirada de sorpresa.
—Ah, ya veo. Ese podría ser un debate para otro día entonces. Puede
sentarse.
Me senté, aliviada.
—Espera hasta que haga preguntas difíciles. Escuché que al menos la
mitad de todos sus estudiantes abandonaron después del primer día.
Página
Me encogí de hombros.
131
—Amiga, podrías haberme advertido cuan atemorizante —susurró Dax,
inclinándose.
La voz de Feldman nos interrumpió.
—Señor Declan Blay, por favor póngase de pie si está presente hoy.
Movimientos bruscos vinieron de detrás de mí mientras Declan se
levantaba.
—Presente. —Su voz ronca y entrecortada envió escalofríos sobre mí.
Ella asintió, sus ojos deslizándose sobre los músculos de sus brazos luego
volvieron a descansar en su rostro.
—Señor Blay, ¿confío en que usted ha leído los requeridos primeros diez
capítulos de Orgullo y Prejuicio antes de la clase de hoy?
—No precisamente.
Ella se erizó.
—No tolero a los estudiantes que no siguen las instrucciones o no
completan las tareas asignadas.
Declan ladeó la cabeza.
—No, déjeme expli…
Ella lo interrumpió.
—Por favor, siéntese para que pueda llamar a alguien que haya leído
el material.
—Tomaré mi oportunidad, si no le importa, Dra. Feldman. —Se cruzó de
brazos y ella le envía una mirada expectante.
Ella agitó la mano.
—Bien. Háblenos de nuestra heroína. ¿Qué piensa de nuestra Elizabeth
Bennett?
Página
—Ella es ingeniosa y alegre y la última que se espera se case con un
hombre rico, aunque lo hace al final del libro. —Sus ojos grises perezosamente barriendo sobre mí—. También es una hermosa chica a la que le
gusta la lluvia.
132
Él se frotó la ligera sombra sobre su rostro.
Mi corazón tronó. Dios, sonaba como si estuviera hablando de mí.
—¿Diría usted que ella es la mujer perfecta, señor Blay?
Él parpadeó.
—No creo en la mujer perfecta, solo en la mujer adecuada. Elizabeth
sabe que no es perfecta, pero tampoco lo es Darcy. Los dos son personas
imperfectas que a veces son demasiado orgullosas para admitir sus propios
verdaderos sentimientos, de ahí el título.
Lo admito. Su comprensión de la temática del libro me hizo calentarme.
En ese mismo momento, quería tirarlo al suelo, arrastrarme encima de él, y
cabalgarlo como la lectora de Jane Austen que yo era.
—Entonces, ¿cuáles son los defectos de Elizabeth? —le preguntó la Dra.
Feldman.
—Está a la defensiva, a causa de su familia, y eso afecta su relación
con Darcy. Ella asume que es un imbécil rico cuando realmente está
enamorado de ella.
—Parece que tiene una idea de toda la novela, sin embargo no leyó la
asignación. —Sus tacones resonaban desde la primera fila mientras se
aproximaba para poderlo mirar más de cerca—. Explíquese.
—Lo he leído varias veces, Dra. Feldman, pero no recientemente, y
estaba en el proceso de explicarle cuando me interrumpió. —Hizo una
pausa—. Orgullo y Prejuicio es uno de mis libros favoritos. Mi mamá me lo
leyó cuando era niño. Era una gran romántica... y tal vez yo también lo soy.
Las chicas se desmayaron. Literalmente. Podía oírlas, derritiéndose en
sus asientos mientras sus palabras se asentaban suavemente sobre ellas.
—Tan asombroso —le susurró—. Ahora tendré que leerlo.
Página
Lorna aplaudió delicadamente, sus ojos embelesados por las
habilidades de respuesta de Declan. Puse los ojos en balnco.
133
No estaba demasiado lejos detrás de ellas. Demonios, ya nos había
imaginado tirados sobre una pila de libros antiguos, completamente
desnudos y fumando un satisfactorio cigarrillo después de freírnos el cerebro
el uno al otro.
Feldman lo estudió, y pensé que detecté un poco de desmayo en su
expresión también.
—Estoy ansiosa por llamarlo de nuevo. Por favor tome asiento.
Después de que la clase terminó, me dirigí a un sombrío Blake, cuyo
cabello estaba levantado por todas partes por pasar sus manos a través de
él.
—Mierda, esta clase es asesina. No hay manera de que pueda pasarla.
—¿Estás abandonando mí clase soñada? —Le acomodé el cabello,
algo de su anterior desaliño desapareciendo.
Suspiró y se puso de pie.
—Sip. Me dirijo hacia el registro para hacerme cargo de eso. ¿Nos
vemos en el almuerzo? —Él se removió, esperando por mi respuesta.
—Claro. —No podía decir que no.
Hicimos planes para reunirnos más tarde, y él se dirigió hacia las
escaleras y salió por la puerta.
Recogí mi cuaderno y bolígrafos con una sonrisa. A pesar de que
Feldman era dura como una roca, estaba entusiasmada por estar en esta
clase.
Además, Declan estaba aquí. Pero él es problemas, ¿recuerdas? me
recordó una voz en mi cabeza.
—Eres una chica rara. Actúas como si esta clase fuera divertida —dijo
Dax mientras me observaba recoger mis cosas.
—Es verdad —dije.
Ella enganchó su brazo con Declan.
Página
Todos llegamos a un punto muerto bastante extraño fuera del auditorio.
Nadie parecía saber qué decir a continuación a excepción de Lorna, que
al parecer conocía bien a ambos hermanos y mantuvo la conversación.
134
Él se rio, y con Declan y Lorna detrás de nosotros nos dirigimos hacia la
salida.
—¿Quieres regresar a tu casa y estudiar después?
A ella pudo haberle gustado Blake en un punto, pero tengo la impresión
de que había cambiado a Declan.
—Estudiar es aparentemente un código para vamos a tener sexo —le
susurré a Dax, quien sonrió.
—Te ves increíble hoy, por cierto —dijo Lorna, continuando su adulación
de Declan cuando se acercó para quitar la pelusa imaginaria de su camisa.
Ugh. Suficiente.
No quería ver esto, y llegué a una rápida decisión.
Me giré hacia Dax.
—Voy a almorzar en el Centro Estudiantil al mediodía con Blake.
¿Quieres venir?
Sus ojos se iluminaron.
—Claro. —Él miró sobre su hombro—. Oigan, ¿quieren unirse a nosotros
en nuestra cita?
—¿Cita? —Declan puso atención, y sus ojos se movieron de mí hacia
Dax.
Él asintió.
—Parece que la señorita Bennett me ha perdonado por intentar besarla
y me ha invitado a almorzar. ¿Quieren unirte a nosotros o tienes planes
asombrosos con Lorna?
Declan tronó su cuello y nos miró fijamente a ambos, su mirada intensa,
como si midiera la situación.
Dax vio su culo oscilar de lado a lado.
—Supongo que tenía planes.
Página
Puff.
135
—Está bien. Quizá la próxima vez —dijo secamente y se alejó con Lorna
medio corriendo junto a él como un pequeño cachorro.
—Aja.
Resopló.
—Tienes que admitirlo. Es malditamente asombrosa.
Página
136
Enganchó un brazo alrededor de mí y me acompañó hasta mi siguiente
clase.
L
a noche del viernes, peleé con un chico de la Universidad de Duke
llamado Snake. Los encuentros con los chicos de Duke eran
eventos llenos ya que ambos tenían aficionados locales. Cuando
había entrado al almacén, también me di cuenta de unos trajes más en la
multitud esta vez, y me imaginé que me estaban comprobando para la
pelea con Yeti en unas pocas semanas.
Tomé un puñetazo en el estómago de parte del chico y jadeé. La gente
se inclinó hacia atrás para alejarse de mí mientras tropezaba alrededor del
almacén. Alguna chica me gritó en la cara para que me concentrara.
Sacudí la cabeza y rodé mi cuello.
Hora de terminar esta pelea y empezar a pensar en la siguiente.
Corrí hacia él, golpeando mi palma en su hombro, no al pecho donde
comúnmente me hubiera dirigido, sin embargo, el golpe tuvo la suficiente
fuerza que cayó al suelo. Saltó y se dirigió como bala hacia mí, sus piernas
maniobrando una patada circular con salto inverso que reconocí como una
técnica Shotokan.
¡Bam! Fue un infernal movimiento que me dio justo en el costado. Me
tambaleé hacia atrás.
Él sonrió mientras rebotaba lejos de mí.
Claro, él había aterrizado unos pocos buenos golpes, la sangre que
había brotado de mi nariz hace un par de golpes podía dar fe de ello. Pero
Página
—Soy mejor, imbécil.
137
—Cinturón negro desde tercer grado, imbécil.
tenía la motivación y el impulso de ganar, mi gimnasio de ensueño
manteniéndome oscilando.
Me sequé el sudor de los ojos y lo enfrenté de nuevo. Su cuerpo era
delgado y alto, con reflejos rápidos, un testimonio de su nombre de pelea, y
lo miré detenidamente, buscando grietas en su armadura.
Temprano, había llegado en un Mercedes y había salido con una
sonrisa arrogante en su rostro mientras observaba el área de mala muerte
alrededor de él. Una chica bonita había estado en cada uno de sus brazos
mientras caminaba por la calle como Pedro por su casa. Bastardo
arrogante.
Me lancé y le pegué con los muslos superiores. Él gruñó y se echó hacia
atrás con un rápido gancho a dos manos. Lo bloqueé con mis antebrazos y
me retiré, pero él siguió aún a la ofensiva, su codo embistiendo para tomar
mi clavícula. Gruñí y respondí con un martillo empuñado en su costado,
directo a su vientre.
Pufff. Se inclinó sobre jadeando.
Recuperó el aliento y volvió a mirarme, pero yo lo bloqueé. Había
crecido lentamente telegrafiando sus movimientos a lo grande. Necesitaba
más formación, y vi la frustración crecer en su cara mientras jugaba con él,
moviéndose en un golpe rápido y luego rebotando fuera del camino.
Me golpeó y me agaché. Giró de nuevo, su aliento cansado.
Así es, niño bonito, acaba contigo mismo.
Reboté a su alrededor y sonreí con arrogancia.
—¡Patea el culo de Dirty English, Snake! —gritó uno de sus amigos—.
¡Conseguí mucho dinero montando esto!
Sus ojos parpadearon. Una vez, dos veces.
Página
Le di una patada a Snake en la otra pierna y lo hice tambalearse. Cayó
contra una de las columnas de acero que sostenían el almacén.
138
—¡Regresa a Duke, marica! —les gritó Dax, para no ser menos. Los
hermanos de fraternidad de Dax estuvieron de acuerdo.
Mierda.
—¿Estás listo para terminar esto? —jadeé.
Él gruñó, su rostro en una mueca mientras se tambaleaba a mí
alrededor.
»Podemos terminar con esto ahora mismo.
—Jódete —dijo, lanzando su cabello empapado en sudor fuera de su
rostro.
—Tu funeral —dije y levanté los puños.
Pero Snake estaba distraído por algo en la multitud. Seguí su mirada a
través del almacén para observarlo viendo a una de las chicas con las que
había llegado. Al parecer, se había deslizado hacia un nuevo chico, y se
habían movido a un área contra una pared posterior para besarse. Con
mucha lengua. Las manos corrían y vagaban por debajo de las camisetas y
los pantalones. Pronto estarían follando.
Volví a mirar a mi oponente, observando su rostro enrojecer.
El ensangrentado pendejo se distrajo con una chica a la que
obviamente no le importaba una mierda.
Gruñí. Otra razón por la que necesitaba evitar a Elizabeth, me recordé
a mí mismo.
»Enfócate. Vamos a hacer esto —le espeté a Snake con una palmada
en la parte superior del brazo, y se dio la vuelta para mirarme, los ojos
desorbitados.
—¡Snake! ¡Snake! Snake! —corearon sus amigos.
—¡Dir-ty English! ¡Dir-ty English! —gritó mi lado de la habitación.
Página
Vino hacia mí una vez más, las dos manos arriba y listo. Con
movimientos más rápidos de lo que había anticipado, consiguió darme un
golpe en el bazo. Tropecé lejos de él para recuperar el aliento. Joder. No
más basura hablada.
139
Mis palabras lo impulsaron a la acción.
Aspiró una respiración profunda y se lanzó sobre mí, pero leí su
movimiento y moví mi cuerpo hacia los costados y lo pateé en un empuje,
rompiendo el movimiento, el exterior del pie derecho apuntando a su
pecho. Él cayó como una piedra en cámara lenta, con los brazos
extendidos hacia afuera y las piernas abiertas al golpear el suelo.
Nunca había tenido una oportunidad con la chica distrayéndolo,
aunque lo habría derrotado de cualquier manera. Ella solo lo hizo más
rápido.
Él gimió, y sabía que no se levantaría pronto.
Me acerqué a él. Chequeando sus ojos, su respiración.
»¿Terminaste? —le pregunté.
Ojos vidriosos me miraron.
—Sí.
Le hice una seña a Nick para que se acercara. Un astuto tipo que
llevaba un traje de tres piezas cada vez que lo veía, había estado montando
peleas callejeras en Carolina del Norte durante los últimos dos años.
Volví a mirar a Snake.
—Vigila tu cabeza, y si tienes cualquier dolor, consulta a un médico.
—Sin decir que tendría que mentir acerca de la forma en que se lesionó—.
Y un consejo, deja a la chica en casa la próxima vez.
Él gimió y se volvió mientras uno de sus compañeros se acercaba y le
ayudaba a ponerse en pie. Tropezaron lejos de mí y fuera de las puertas de
metal.
Problemas. Eso es lo que eran las chicas, ¿no?
Página
Tomé el dinero de Nick y Max lo contó. Esto era todo lo que importaba.
140
No hay manera en el infierno de que dejaría alguna vez que una chica
me distraiga.
P
ara el final de la primera semana de clases estaba de vuelta en
la rutina de ir a clase, trabajar en la librería, y estudiar como loca.
Estaba fuera de un buen comienzo, excepto que no podía dejar
de pensar en de Colby estando en Whitman. Para ahora lo busqué por todas
partes. En la tienda de comestibles. En el estacionamiento. ¿Afuera de mi
puerta?
Y luego estaban Karl y mi mamá. Había tratado de llamar y mandarle
mensajes de texto varias veces, pero ella me ignoraba, y lo entendía. Estaba
enojada porque me había molestado con ella y Karl en el restaurante.
Quería usar mi historia para hacerse rica, y no hay manera de que yo
estuviera de acuerdo con eso.
Para la noche del domingo, helado de chocolate y relajación eran las
únicas dos cosas en mi cabeza cuando llegué a casa del trabajo.
Y…
Fácilmente admití para mí misma que tenía una debilidad por algunos
acentos ingleses, por lo que tiré mis zapatos en el suelo y me acurruqué en
el sofá de la abuela para la segunda temporada de Downton Abbey.
Página
Vestido con nada más que pantalones de gimnasia, Declan salió a su
balcón. Parecía que a ninguno de nosotros nos importaban las condiciones
meteorológicas. Como yo, ¿estaba pensando en la última vez que llovió?
141
Después de comer un bote gigante de Ben & Jerry’s y disfrutar de dos
horas de televisión, salí por la puerta del balcón y me quedé allí disfrutando
de la suave lluvia que había comenzado a caer. Estaba mojada, pero no
me importaba.
Flexionó sus manos, soltando la cinta alrededor de ellas, con la mirada
en la distancia como si sus pensamientos estuvieran muy lejos. No me había
notado, y me refugié más atrás en las sombras, dejando a mi mirada vagar
sobre su pecho desnudo, bíceps duros, y cintura estrecha.
¿Por qué un chico tenía que verse tan condenadamente bien?
¿Alguna vez usa camisa?
Inhalé una fuerte respiración mientras notaba los moretones en su
cuerpo, uno en el hombro, otro en las costillas.
—Sé que estás ahí —dijo.
Maldita sea, no había manera de escapar de él.
Se inclinó sobre la barandilla, los músculos de su espalda ondulando,
con sus ojos todavía en el horizonte.
Y no dije nada, la ira carcomiéndome, y ni siquiera sabía por qué.
Pero la sentía... habíamos pasado la noche juntos (aunque
platónicamente) y él había tenido una semana para llamar a mi puerta, y
no lo hizo. Se había sentado detrás de mí en clase durante toda la semana,
pero me había ignorado en su mayoría, enviando dagas visuales hacia mi
dirección cuando tonteaba con Dax.
No lo entendía.
Y sin embargo lo entendía.
Ambos temíamos volvernos demasiado cercanos.
Él suspiró y se pasó una mano por su cabello mojado.
Se giró hacia mí, con los ojos casi cerrándose en los míos, y me di cuenta
de que me había acercado a la orilla de mi balcón para estar más cerca
de él. Él miró mi camisón húmedo y los pies descalzos.
Página
¿Yo? Él era el que tenía el potencial de romperme en mil pedazos.
142
»No te culpo por estar tan callada. Supongo que eres una chica
inteligente manteniendo tu distancia. —Gruñó—. Lo que es irónico, porque
eres peligrosa, Elizabeth.
Mis pezones apretados contra la tela como si también quisieran estar
cerca de él.
—¿Peligrosa? Por favor. Tú eres el único luciendo nuevos moretones
—dijo.
Él me lanzó una sonrisa.
—Me gusta cuando te pones luchadora.
—Lo sé. —Mis palabras fueron calmadas, recordando la noche en su
apartamento.
Su mirada rastrillando sobre mis pechos como un contacto físico, el
deseo claramente escrito en su rostro.
Tragué saliva, sintiendo los hilos invisibles que me atraían hacia él. Lancé
la precaución al viento.
»Dormimos juntos sin tener sexo. ¿Haces eso a menudo?
Sus ojos ardían como el acero fundido.
—Nunca.
Dios, lo deseaba. Desesperadamente.
Apreté los puños.
—Buenas noches, Declan.
Página
—L
os resultados están listos, y me complace anunciar
que el rey y la reina del baile son Colby Scott y
Elizabeth Bennett —anunció el señor Brown, el
director de Oakmont, desde el escenario del gimnasio.
143
—Buenas noches, Elizabeth.
El éxtasis se apoderó de mí en oleadas.
Al principio no podía creer que habíamos ganado, pero cuando Colby
tomó mi mano para jalarme hacia el escenario, realmente se asentó. Esto
era todo.
Todo lo que siempre había querido estaba justo enfrente de mí.
—Vamos. Están esperando para coronarnos, nena. —Los dientes
blancos de Colby brillaron.
Dejé que me guiara hacia el escenario, mi esponjoso vestido rosa
brillando bajo las luces mientras hacíamos nuestro camino a través de la
cancha de baloncesto, pasamos esculturas de globos y un telón de fondo
mostrando un paisaje urbano de París. Nos deslizamos por las escaleras y
hacia el centro del escenario. Las manos de los asistentes se acercaron a
felicitarnos.
Algo estaba mal...
Una sensación arrastrándose rascó mi cerebro, pinchándome.
Jalé mi mano de la suya, pero él la jaló hacia atrás y tiró de mí a ras de
su traje gris.
»Demasiado tarde, Elizabeth. Esto es lo que querías. No lo niegues.
—Me beso rudamente, con las manos extendidas a través de mis pechos.
Me solté y jalé.
En cámara lenta. No me podía mover.
Espera. ¿Había tomado algo? ¿Estaba borracha? ¿Qué estaba mal
conmigo?
Una luz nos golpeó. Vi a Blake y a Shelley. Vi a mi madre y a Karl y al
Senador Scott, sus labios curvados con disgusto.
No, no, no…
El terror no terminaría.
Página
Estaba en la cama con él entre mis piernas. Forzándose dentro de mí.
144
Entonces estábamos en el hotel.
Luché.
Para, para, para.
—¡Elizabeth, despierta! —Manos firmes sacudieron mis hombros.
¡No!
Me desperté gritando.
Me arrastré hasta la cabecera. Mis ojos mirando cuidadosamente
alrededor de la habitación.
Mi cama. Mi tocador. Mi apartamento. Declan. Gracias a Dios.
Inhalé inestablemente. Mis manos secaron mis ojos, sintiendo la
humedad.
—¿Qué pasó? —grazné mientras me frotaba la cara, tratando de
aclararme.
Él se sentó en el borde de mi cama, e incluso en la penumbra pude ver
que su rostro normalmente bronceado estaba blanco.
—Te oí gritar desde mi habitación y entré por el balcón después de que
no pude derribar tu puerta. Gracias a Dios la puerta del balcón estaba
abierta. Estabas toda enredada en las sábanas... —dejó de hablar, un
músculo se trabó en su mandíbula.
Me acerqué a su calidez y apoyé mi cabeza en su hombro. Inhalando.
—Debes pensar que soy una lunática.
Él levantó una mano para acunar mi cabeza.
—¿Quieres hablar acerca de ello?
Página
—No. Eso… eso no es algo que quieres saber. Solo necesito un poco de
agua.
145
Me mordí el labio ante su amabilidad y me acurruqué en sus brazos más
plenamente.
—Está bien, te traeré algo. —Se fue y entró en la cocina, donde lo oí
dando vueltas y abriendo gavetas hasta que encontró un vaso y lo llenó.
Regresó al dormitorio y me lo entregó.
Sintiéndome nerviosa, tímida y sin atractivo, me revolví para encontrar
conversación.
—¿Realmente… uh… saltaste a mi balcón desde el tuyo? ¿No fue algo
así como peligroso?
—Sí —dijo en voz baja—. Pero tu puerta estaba cerrada con llave. Tal
vez debas darme una llave.
¿Llave? Me reí para ocultar mi sorpresa.
—Eres un Superman promedio, ¿no es así?
Se encogió de hombros, su expresión sin decirme nada.
Asentí.
De acuerdo. Las cosas se estaban tensando entre nosotros.
Obviamente, él estaba listo para irse. Es decir, lo había despertado y
tenía clases mañana.
El silencio se marcó entre nosotros.
Lo mantuve simple.
»Gracias por venir.
Se frotó la mandíbula.
—Si estás bien, entonces probablemente debería irme… ¿supongo?
—Supongo.
Lo necesitaba a él. Mi cuerpo lo ansiaba. Estaba harta de verlo por
breves momentos cada día. Quería más.
—No.
Página
—¿No necesitas algo más? —preguntó.
146
Ninguno de los dos se movió.
—¿Te importa si uso la puerta principal?
Sonreí.
—Claro. —Caminamos hasta la puerta juntos, y él me sorprendió
extendiendo la mano y agarrando la mía en el camino. Sus cálidos dedos
acariciaron las cicatrices que se enredaban en mis muñecas.
Las estudió. Me miró.
—¿Qué pasó?
Tragué saliva.
—Me enamoré del chico equivocado.
Esperé a que me cuestionara o se enojara por mi estupidez, pero no
debería haberme sorprendido cuando no lo hizo. Este era Declan, y no era
como alguien que hubiera conocido.
—Las descubrí la noche que te mostré cómo golpear, pero no dije
nada. Lamento tu dolor —dijo, mirando hacia abajo a la piel rosada—. Tus
cicatrices son hermosas. Significan que sobreviviste. Significan que estás aquí
conmigo. —Me besó en la muñeca, ligero como una pluma… y todo
cambió entre nosotros—. Son mi parte favorita de ti —dijo.
Grandes momentos suceden con la más pequeña de las acciones, y a
veces no es hasta más tarde que conectamos los puntos, pero en ese
instante, sabía que de alguna manera, de alguna manera Declan iba a
tener mi corazón. Me aterraba y me emociona todo al mismo tiempo.
Acarició mi mejilla con un dedo.
»¿Elizabeth? ¿De verdad quieres que me vaya? Porque… porque yo no
quiero. Ha sido una semana de mierda y apenas he hablado contigo y…
—Quiero que te quedes —dije en voz baja.
Página
Nos metimos en la cama juntos. Teniendo cuidado de sus moretones,
me acurruqué en su pecho dejando que el calor de su cuerpo se filtrara en
el mío, desterrando mi pesadilla. Envuelta en un cuerpo precioso y tatuajes,
él era una embriagadora ayuda para dormir. Quería quitarme de un tirón mi
147
Sin soltarnos las manos, nos regresamos a mi dormitorio a oscuras.
camisón sobre mi cabeza, subir encima de él, y llevarlo dentro de mí. Quería
montarlo hasta que todos los malos recuerdos se hubieran ido… pero no lo
hice. Me decidí por mantener mi ropa y presionarme contra su piel caliente,
el placer inundándome por la forma en que sus manos recorrían mi espalda,
rozando contra la orilla de mi camisa, sus dedos dándome masajes.
Su toque era sexual.
Sin embargo, no lo era. Era simplemente más, y estaba aterrorizada de
nombrarlo.
Así que no pensé en ello en absoluto.
Página
148
Solo me dejé ir con eso.
A
la mañana siguiente me desperté alrededor de las cinco y
media, dejé a Elizabeth en la cama y me dirigí al gimnasio antes
de clases. Había estado yendo temprano para poder atrapar a
los contratistas que estaban trabajando en las mejoras.
Después del gimnasio, me fui a clase y encontré a Dax en nuestro lugar
habitual fuera del edificio de humanidades. No nos habíamos visto mucho
en los últimos días, sobre todo porque yo estaba atrapado en el gimnasio y
mis clases mientras él estaba de fiesta en la casa de fraternidad. Por lo
menos teníamos una clase juntos, aunque era duro verlo sentarse junto a
Elizabeth cada día y coquetear con ella.
—¿Qué piensas de Elizabeth? —preguntó mientras caminábamos por
las escaleras hasta el tercer piso y salíamos al pasillo.
¿Él la había traído a colación cuando yo había estado pensando en
ella?
—¿Mi Elizabeth?
Se detuvo a medio paso y fijó sus ojos en mí.
—¿Tuya? ¿Te la follaste?
—No.
Celoso de mi propio hermano. Qué triste.
Página
—No seas un estúpido. —Me resistí a la tentación de empujarlo para
levantarlo contra la pared.
149
—Estoy sintiendo un pero aquí.
Se puso rígido.
—¿Cuál es tu problema? Solo estoy haciendo una conversación sobre
una chica en clase. —Sus ojos buscaron los míos—. Y vamos a decir por mero
argumento que quería follarla, ¿tendrías algún problema con ello?
Me encogí de hombros.
—Eres tu propia persona. Haz lo que jodidamente quieras.
Se frotó la mandíbula, estudiándome con los ojos entrecerrados.
—Pareces un poco apagado. ¿Estás bien?
En ese momento, Nadia y Donatello venían por el pasillo hacia nosotros,
efectivamente poniendo fin a nuestra conversación. No me perdí que los
ojos de Nadia se detuvieron en mí, una mirada suplicante en ellos. La ignoré
en su mayor parte, pero a juzgar por su cara tensa y la expresión hosca de
Donatello, había problemas en el paraíso.
Se detuvieron frente a nosotros, sobre todo porque la línea de cuerpos
en movimiento había llegado a un punto muerto. Era inevitable que
chocáramos entre nosotros. Esta era una universidad pequeña. No había
hablado con ella desde la fiesta de fraternidad, y aunque ella no había
estado en mi mente, su familia sí.
—¿Cómo está tu mamá? —le pregunté, mientras la Tortuga Ninja se
alejaba para hablar con algunos de los tenistas que estaban de pie cerca
de la puerta de un salón de clases.
Se le pusieron los ojos llorosos.
—Comenzó la quimioterapia, y estará así durante doce semanas. Yo…
yo iré a casa este fin de semana para verla.
Se aclaró la garganta y cambió el tema.
—Por otro lado, mi hermandad está teniendo nuestra regreso a clases
mixto anual la próxima semana. Estás invitado.
Página
—Lo siento. Mamá nunca tomó quimioterapia. No había tiempo ni
razón alguna para hacerlo.
150
Asentí.
—Terminamos, Nadia. No iré.
Dax levantó las cejas y rebotó sus ojos entre nosotros, y luego en
Donatello.
—Lo sé. —Su mano acarició mi brazo y luego cayó—. Pero todavía me
preocupo por ti, Declan. Solo piensa en ello.
Se despidió y se dirigió de nuevo con su novio.
Dax resopló.
—Eres demasiado amable con ella. Aquí todo el mundo se pregunta
por qué no has pateado el culo de Donatello, también.
Me encogí de hombros.
—Hay cosas que valen la pena y otras que no.
Entramos en el auditorio para la clase de Literatura. Vistiendo una
camiseta de tirantes bastante vulgar y una minifalda, Lorna me saludó,
señalando el mismo asiento donde había estado sentado junto a ella desde
que la clase comenzó hace una semana.
Dax se rio entre dientes.
—Parece que alguien quiere ser la próxima chica que Dirty English elige.
Pero mis ojos fueron a Elizabeth. Sentada frente a Lorna, su cabeza se
inclinó mientras hojeaba las páginas de su libro de texto. Ni siquiera se había
dado cuenta que yo estaba aquí.
Dax me dejó para sentarse al lado de Elizabeth. Se dejó caer a su lado,
y de inmediato comenzaron a hablar. Por supuesto, Dax hizo la mayor parte
de la conversación mientras ella escuchaba.
La envidia me carcomía. Yo quería estar en su asiento.
Mis ojos no se apartaban de Dax y Elizabeth.
Página
Por lo general, estaba fascinado, pero hoy apenas escuchaba.
151
La Dra. Feldman subió al podio, y traté de concentrarme en la lección.
—O
jalá fueras rica como yo. No es justo que tengas que
trabajar todo el tiempo. Y si no estás trabajando,
estás estudiando. Es una pena que te estés
perdiendo la verdadera experiencia universitaria —se quejó Shelley mientras
desempacaba nuevos libros de texto que habían llegado a la librería. Ella
sonrió—. ¿Pero no me amas por venir a hacerte compañía?
Le rodé los ojos.
—Whitman no es barata, y no todos podemos tener papás que pagan
nuestra tarjeta Amex cada mes.
Hizo una mueca con los labios.
—Probablemente podríamos encontrar una manera para que pague
tus facturas también. Nunca lo sabría probablemente.
Negué con la cabeza.
—Yo pago mis cosas. Siempre lo he hecho. Estoy aquí por una
educación de primera clase...
Me envió una mirada de incredulidad.
Página
—Trabajar me hace sentir bien conmigo misma. Deberías intentarlo.
152
—Así nunca tendrás que depender de un perdedor como tu pobre
madre lo hace... Lo sé, lo sé. Lo dices todo el maldito tiempo. Confía en mí,
nunca vas a acabar con algún vendedor de autos de Petal que viste
camisas hawaianas. Pero si quieres conocer a un chico agradable, rico,
entonces necesitas salir más.
—Solamente compro zapatos para sentirme bien, o joyería. Hablando
de eso, ¿has visto la nueva línea de collares James Avery? Dios, totalmente
preciosos con estos pequeños encantos de plata en todas partes. Y podrías
hacerlo totalmente, Elizabeth. Tus dibujos son mucho mejores que la mitad
de las cosas que vi.
—Yo...Yo dibujé algo recientemente. Una libélula.
Sus ojos se ensancharon.
—Santo infierno, eso es enorme. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Qué vas a
hacer con él? ¿Ponerlo en una pulsera? ¿Collar? Hazme uno... ¿Por favor?
Ella no entendía por qué había dejado de hacer joyería, no realmente,
pero su aprobación significaba algo para mí. Nadie me había impulsado
jamás además de la Abuela, y ella se había ido.
—Gracias por decir eso.
Sonrió, centrándose de nuevo.
—Así que, hablemos de tu nuevo vecino sexy. ¿Tuviste una pesadilla y
el bombón Inglés vino y te salvó del hombre del saco?
Gruñí. Nunca debí decírselo.
—Puedes bajar tu voz de bebé.
—Pero es tan divertido. No puedo creer que no lo hicieras con él. ¿No
quieres ver si es como Hugh Grant en Notting Hill? Oh, ¿o Jude Law? Espera,
¿qué hay de Charlie Hunnam? Oh, sí, tendría sus bebés. Bueno, los bebés de
todos. —Movió sus cejas.
—Mi vida no es una película, Shelley.
Sus palabras me serenaron, recordándome de mi madre, Karl y su
esquema. Alejé la preocupación.
Página
—Lamento disentir. Tienes que admitir que tu vida es bastante
dramática. Demonios, probablemente podrías vender los derechos y hacer
millones. ¡Chi-ching!
153
Ella comía una bolsa de papas que había comprado en la cafetería.
—¿Todo lo que dice suena caliente? Como si él te llama perra, ¿estarías
como oh, nene, dilo de nuevo?
Sonreí.
—Quizás.
—Oh, Dios mío, ¿qué pasa si los gemelos están emparentados con la
Reina? —Me señaló con el dedo, su rostro animado—. Podrías ser de la
realeza Inglesa. Demonios, tu nombre ya es Elizabeth, ¿no era ella una reina
o algo así? Piensa en ello... tú en un vestido de novia tipo Lady Di. Ya amas
todas las cosas de Shakespeare, y esto no sería más que la guinda del pastel.
—Comenzó citando líneas famosas de Shakespeare pero terminó
mezclándolas, revolviendo Romeo y Julieta con Macbeth.
Un poco más tarde, después de que ella había terminado, tomé una
respiración profunda.
—Escucha, no quiero que enloquezcas, pero es posible que veas a
Colby en el campus este semestre. Al parecer, es un estudiante aquí ahora.
Dejó caer la bolsa de papas fritas, con los ojos grandes como platos.
—¿Qué demonios? ¿Estás bien? ¿Cómo sabes? ¿Por qué no te estás
volviendo loca? Por qué…
—Estoy bien. —No lo estaba totalmente.
—Él… él vino a verme, pero se fue cuando Declan lo ahuyentó. Así que,
si actúo extraño o lo que sea, es porque estoy paranoica de que voy verlo
o que va a decirle a la gente lo que pasó. —Mi voz temblaba.
Ella exhaló fuertemente pero su voz salió baja.
—Ya que tus padres conocen a su familia, ¿les preguntarás si han oído
algo acerca de por qué se transfirió aquí? Ve si puedes averiguar lo que está
pasando con él.
Página
Asentí. Pero, ¿lo haría?
154
—No tienes nada de qué avergonzarte, Elizabeth, absolutamente
nada. Pero necesitas llamar a la policía si aparece de nuevo. Por favor, di
que lo harás.
Asintió, con una mirada de preocupación en su rostro.
Forcé una sonrisa.
—Vamos, no te pongas triste por mí. Hazme reír.
—¿Estás bien desempacando las cajas? —Una voz masculina llamó
desde la vuelta de la esquina. Rick apareció a la vista. Alto con el cabello
rubio arena y delgado, se había graduado recientemente de Whitman y era
el gerente de la tienda mientras trabajaba en su título de posgrado.
Se puso a mi lado y robó algunos de los títulos en la caja.
»Algunas de estas cajas son pesadas y tienen que ir arriba en la sección
de no ficción. Déjeme saber si necesitas alguna ayuda para subir las
escaleras. —Él sonrió y ajustó sus gafas.
Le devolví la sonrisa.
—Bien.
Tenemos un ascensor, pero no dije nada. Siempre se ofrecía a
ayudarme, y pensaba que era dulce.
Podía sentir los ojos de Shelley en nosotros, observando. Maquinando.
—Ella necesita mucha ayuda, Rick. Necesita una gran y vieja… oh, no
importa. —Ella sonrió maniáticamente.
Le lancé una mirada. Esto no era a lo que quería decir con hazme reír.
Sus ojos decían lo que me había dicho muchas veces: Esta es una muy
buena carne. ¿Qué estás esperando, chica1? Miedosa. Aquí, gatitaaaa.
Resoplé justo cuando la puerta de la cafetería se abrió y Blake caminó
a través de la librería.
1
Español original.
Página
—Nada —resopló Shelley—. Esta librería se tiene que convertir
mágicamente en un club nocturno o una casa de fraternidad.
155
—¿Qué pasa? —nos preguntó.
—Caray, nadie te está diciendo que te quedes aquí conmigo —le
contesté—. No estoy aburrida en absoluto. Estoy trabajando para pagar mis
cuentas.
Ella se encogió de hombros y tomó un sorbo de su refresco.
—Este año es tan aburrido hasta ahora.
—¿No tienes tarea? —¿Cómo la chica no conseguía ser expulsada de
la escuela?
—Todo hecho. —Golpeó su cabeza—. Podría parecer tonta, pero este
cerebro es más inteligente de lo que piensas.
—Vayamos todos a hacer algo —dijo Blake—. ¿Una película, tal vez?
Escuché que la nueva película de Marvel la están dando en Malco. —Me
envió una tímida sonrisa—. Sé que Elizabeth ama Thor, ¿cierto?
—Wow, ¿Elizabeth? ¿Eso es cierto? —preguntó Shelley con voz
sarcástica.
Me encogí de hombros.
—Claro, ¿qué más se puede pedir? Hay músculos grandes, cabello
rubio, tatuajes y un martillo...
—Sí, a ella le gustan los martillos grandes —contestó Shelley con cara
de póker.
—Es suficiente —dije.
—Estaba bromeando. —Ella me envió una mirada astuta.
Shelley pone atención.
—Los ingleses están llegando, los ingleses están llegando.
Página
El timbre de la puerta de arriba suena cuando Dax y Declan atraviesan
la entrada de la cafetería.
156
Blake y Rick se rieron entre dientes, y a pesar de que era el blanco de
la broma, me alegró ver a Blake sonreír. No quería que las cosas fueran raras
entre nosotros. Había estado procesando su declaración de amor, pero
todavía no sabía lo que quería hacer al respecto.
—Basta —susurré.
El rostro de Blake se había quedado quieto por nuestra conversación,
su cuerpo tenso.
—No sé lo que todas las chicas ven en esos dos…
—… que son más calientes que mi plancha de pelo —terminó Shelley.
Una chica en el café se acercó a Dax, pero Declan se dirigió hacia
nosotros llevando pantalones vaqueros bajos, una camisa de Whitman, y un
par de sandalias de cuero.
Suspiré, asimilando el cabello oscuro que se rizaba alrededor de sus
orejas y nuca, el brilloso lustre capturando las luces. Sus ojos grises acero
parecieron centrarse en mí claramente a través de la tienda, y sentí que mi
cuerpo se preparaba para la inevitable corriente que se dispararía a través
de mí.
Él se acercó y pareció como si todos los ojos en el lugar lo siguieran.
¿Por qué no podía simplemente descartarlo como había hecho con
todos los demás?
—Sí, más bueno que un Rolex de Times Square —murmuré para mí
misma.
Él se detuvo en frente del mostrador.
—Oye. ¿Estás bien hoy?
Me retorcí ante la atención. Se refería a la pesadilla. Habían pasado
varios días desde nuestra pijamada y había estado comprobándome todas
las mañanas en la clase de Literatura, manteniéndolo informal pero siempre
preguntando si estaba bien.
—Sí. ¿Y tú?
Página
Dax vino hacia nosotros, con la chica que había estado hablando
pegada como una lapa detrás de él.
157
Él asintió.
—¿Qué pasa? ¿Alguien quiere venir a casa y pasar el rato? —Se acercó
y echó un brazo alrededor de mí—. Oye, amor, ¿cuando sales del trabajo?
Blake respondió:
—Vamos al cine más tarde. Lo lamento.
No recordaba aceptar una película. Parece que mis amigos habían
decidido cuáles eran mis planes para la noche, cuando en realidad lo que
necesitaba era llegar a casa y estudiar.
—Suena un poco aburrido, pero estoy dentro —dijo Dax con una
palmada de sus manos. Me dejó para arrojar un brazo alrededor de la chica
al azar—. ¿Tú también?
Ella se sonrojó.
—En realidad, Elizabeth y yo ya tenemos planes para esta noche. Solo
venía a confirmar —agregó Declan suavemente.
Todos los ojos se volvieron hacia mí y luego de vuelta a Declan.
—¿Planes? —chilló Shelley—. ¿No se lo dijiste a moi?
—Pero, la película... —La voz de Blake se fue apagando.
Los ojos de Dax se agrandaron.
—Oh, no vi eso venir.
Rick se movió a la caja registradora para cobrarle a alguien pero no
antes de mirarme con cejas interrogantes.
Parecía que todo el mundo tenía una maldita opinión sobre el asunto.
—¿Aún vienes? —dijo Declan, con un ligero filo en su voz mientras se
volvía para mirarme.
¿Era una verdadera cita-cita? ¿Una sin sexo al final o una con sexo al
final? Dios, no sabía porque no había tenido una cita real desde Colby.
Página
Dejé el libro que había estado sosteniendo. Tragué.
158
Un silencio se había instalado sobre el grupo.
¿O había descubierto que no quería ir a ninguna parte en absoluto y
solo estaba tratando de rescatarme de mis amigos bien intencionados?
—Sí, por supuesto —dije—. ¿A dónde vamos?
Él sonrió, una suave juventud posándose en su rostro.
—Es una sorpresa.
Shelley se rio, cerrando la boca bruscamente cuando la miré.
Blake dio un respingo y se fue a la cafetería. Maldita sea. Lo vi irse con
un profundo suspiro y luego me volví a Declan.
—No salgo hasta dentro de una hora.
Miró los libros dispersos a mí alrededor.
—Puedo ayudarte. ¿Qué hay que hacer?
—Oh, gracias, pero solo los empleados pueden organizar las
estanterías. Regla de Rick. Te lo agradezco, sin embargo. ¿Seguro que no te
importa esperar?
—Vale la pena esperar por las cosas buenas.
Sonreí. Sin aliento.
—Gracias. Algún tipo engreído me la dio.
Levantó una ceja.
Página
—Linda camiseta, por cierto. —Pasó sus ojos sobre mí, deteniéndose en
la camiseta que me había dado hace unas noches. Hecha de fino algodón
blanco, presentaba el logotipo de Front Street Gym, que era un círculo
negro con dos puños encontrándose y el nombre del gimnasio escrito
alrededor del círculo. En la parte posterior de la camisa en la fuente Old
English estaba escrito Propiedad de Dirty English. Había estado sorprendida
como el infierno cuando él llamó a mi puerta y me la entregó, diciendo que
la había diseñado y quería mi opinión antes de ordenar por pedido para la
gran inauguración de su gimnasio. Se ajustaba firmemente a través de mi
pecho. Levantó sus ojos a los míos.
159
Me mandó una sonrisa.
—Debe ser un buen tipo para darte una camiseta gratis.
—Muy bueno. Aunque creo que me dio un tamaño demasiado
pequeño. A propósito.
Sus ojos se posaron en mis pechos y sonrió antes de centrarse de nuevo
en mi cara.
—Tal vez nunca pensó que la usarías en público. ¿Es guapo?
—Él cree que sí. —Mi cara se sentía como que podría partirse a la mitad
si sonreía tan grande. ¿Qué había en él que me tenía sintiéndome tan
mareada?
Shelley enlazó un brazo a través de los de Dax.
—Bueno, yo todavía quiero que vengas con nosotros al cine.
Él movió las cejas.
—En serio. Eres demasiado caliente como para decirte que no. Dime,
¿te gustan los tríos?
Ella soltó una risita y golpeó su brazo.
—Compórtate.
Sacaron sus teléfonos para ver los detalles de los horarios de películas,
y yo comencé con los deberes que hacía al final de mi turno. Media hora
más tarde, había acomodado los nuevos libros y había deshecho las cajas
y llevado al almacén trasero. Las apilé en un rincón junto a la basura y luego
fui al cuarto de limpieza. Lo abrí y saqué el trapeador ancho y de trabajo
pesado.
Cuando me di la vuelta Blake estaba de pie allí.
—No puedo creer que tengas una cita con él después de lo que te dije.
Página
Él pasó una mano por su cabello cobrizo bruscamente, haciendo que
las puntas se levantaran.
160
—¡Oh! ¡Me asustaste! —Me reí, agarrándome el pecho—. ¿Qué estás
haciendo aquí? —Miré por encima de su hombro. No creo que a Rick le
importaría que estuviera en un área restringida, pero nunca se sabe.
—Blake…
—¿Desde cuándo entra aquí y actúa como si le pertenecieras?
—Caminó alrededor, sus movimientos rápidos e intensos, como si estuviera
conteniendo ardiente ira.
Me puse rígida.
—Tú eres el que actúa posesivo. Él es un buen tipo. De hecho, me
mentiste abiertamente sobre él en la fiesta. ¿Te importa explicar eso?
Sus ojos se ampliaron.
—Estaba desesperado. No te quiero con él, ¿de acuerdo? Es solo que…
Te dije lo que sentía, y no has dicho ni una palabra al respecto. Solo sigues
adelante con tu día, sin querer aceptar que nuestra relación está
cambiando. Ya no puedo ser tu amigo y verte zorrear con otros chicos.
Negué con la cabeza.
—Eres mi amigo. Te necesito. —Solo tenía dos en todo el mundo.
Él exhaló.
—Solo danos una oportunidad. Tomaremos las cosas con calma, te lo
prometo. Nada de cosas locas. —Su mano se extendió para tocar mi mejilla,
suave y con calma como si yo fuera un animal asustadizo que quería
domesticar—. Nunca te presionaré o empujaré a hacer algo que no quieres
hacer, te lo prometo.
Y la cosa era, que había un poco de algo en mi corazón para él. Una
chispa de lo que habíamos tenido en la preparatoria aún persistente. Pero
estar con Blake significaba compromiso.
Yo… yo no podía hacerlo.
—No, está bien. Salgo a limpiar pronto.
Blake se estiró para agarrar mi mano.
Página
Me aclaré la garganta y di un paso atrás en torno Blake.
161
—¿Está todo bien aquí? —La voz de Rick, cortó la tensión—. ¿Necesitas
algo de ayuda, Elizabeth?
—Espera, Elizabeth. No soy el único que tiene sentimientos aquí.
Háblame.
Suspiré, cambiando de dirección. Cualquier cosa para alejarme de
este tema.
—Mira, tengo mucho en mi mente ahora mismo. Hay algo que no te he
dicho. Colby, vino a verme la noche antes del inicio del semestre. Él… él está
inscrito aquí ahora. No lo he visto desde entonces, pero voy a hacerlo. Solo
lo sé. Él no va a desaparecer. —Escuché el miedo en mi voz y me encogí.
Él me tomó en sus brazos.
—Mierda. Lo siento mucho. ¿Qué puedo hacer para ayudar?
Apoyé la cabeza en su hombro.
—No hay nada que hacer. Es algo a lo que voy a tener que hacer
frente, y realmente te necesito aquí a mi lado. No puedo hacerlo sin ti.
Dejó escapar un largo suspiro y me besó en la frente.
Página
162
—Lo que sea que necesites, estoy aquí.
M
ás tarde salimos de la librería y nos dirigimos hacia el
estacionamiento, donde Declan quitó la parte superior y los
laterales de su Jeep. Decidimos dejar mi auto allí y que me
trajera de vuelta más tarde desde donde quiera que fuéramos.
Me metí en el lado del pasajero y abroché el cinturón de seguridad.
—¿Quieres decirme qué fue todo eso ahí? Nunca hicimos planes.
Él sonrió.
—¿Qué? Has querido que te pidiera salir desde el momento en que me
viste en la casa de la fraternidad.
—¿Quieres decir cuando no quisiste ni siquiera bailar conmigo?
—espeté.
Echó su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—Eres un poco cascarrabias. Y bailé contigo en tu balcón, ¿recuerdas?
Bien.
Se puso sus Ray-Ban y sonrió.
—No te gustan las sorpresas, ¿no es así?
—Bueno. Nos dirigimos a una intervención.
Eso no sonaba divertido en absoluto.
Página
Asintió con la cabeza.
163
—No. Solo dime —gemí.
—¿Para qué?
Sus ojos grises acariciaron mi cara cuando nos detuvimos en un
semáforo.
—Lo prometo, te gustará.
Oh, mierda. Relámpagos van directamente a mi centro.
Alcanzamos el camino abierto y el viento volvió mi pelo loco. Fue
emocionante, pero grité mientras trataba de forcejear con mi pelo y
detenerlo. Necesitaba una liga para una cola de caballo.
Él se estiró, abrió la guantera y señaló un montón de cintas para el pelo.
Me asustó que leyera mi mente, pero le dirigí una mirada agria mientras
seleccionaba una negra.
—¿De Nadia?
Se encogió de hombros de esa forma suya sin esfuerzo que había
llegado a reconocer. Evasiva. Misteriosa como el infierno.
Lo miré.
Pero mi rabia solo lo hizo sonreír.
—¿Celosa? —preguntó.
—Sí. —Salió antes de que pudiera detenerlo.
Me lanzó una mirada de sorpresa y luego se volvió rápidamente de
nuevo a la carretera, pero siguió enviándome miraditas mientras conducía,
sus ojos vagando por mi rostro.
Página
Cuando veo películas románticas o leo un libro, llega un momento en
la historia donde los dos intereses amorosos están perfectamente
sincronizados. Él la mira y sus ojos se suavizan. Ella lo mira y se da cuenta de
que es la mejor cosa desde el pan rebanado. Un poco como cuando
Elizabeth mira más allá de la horrible propuesta de matrimonio de Darcy y
164
—Eres hermosa —dijo en voz baja. Palabras simples. De peso pesado—
. No hay ninguna razón para que estés celosa de ella. Eres todo lo que ella
no es, y me gusta. Mucho.
ve al hombre real debajo de la rica apariencia. O cuando Romeo ve por
primera vez a Julieta en la fiesta y sabe que la vida nunca será la misma.
Ocurrió para mí justo cuando el viento atrapó su cabello oscuro y lo
alborotó, y en ese pequeño milisegundo, la manera despreocupada en
que sonrió, la forma en que sostenía el volante con manos fuertes, la forma
en que me envió una pequeña mirada escrutadora, como si midiera mi
reacción —fue suficiente como para hacerme una segunda conjetura de
todo.
Pero luego me dije a mi misma que pusiera mi cabeza de nuevo sobre
mis hombros.
Él era un peleador por el amor de Dios.
Él era el equivocado para mí.
Cualquiera lo era, en realidad.
Página
165
Porque mi corazón estaba cerrado a cal y canto, la llave enterrada
profundamente en mi alma. Y nadie, ni siquiera Declan Blay, podría quitar
ese candado.
C
ondujimos rápidamente por la carretera y ella me dio la mirada
más extraña cuando le dije que era hermosa.
—¿Qué? —pregunté.
Ella sacudió la cabeza como para despejarla.
—Sabes que esto no es una cita-cita, ¿verdad?
Me encogí de hombros.
—Acabo de salir de una relación de mierda.
—No me refiero a amigos con beneficios tampoco —dijo ella.
—¿Te he pido sexo, Elizabeth? ¿He hecho un movimiento? —Mi voz se
endureció.
Un suave “no” llegó a mis oídos.
—Correcto. Tengo un montón de chicas dispuestas a follar conmigo. No
tengo que ir mendigando.
Se humedeció sus rosados labios, y me encontré con mis ojos
persistentes allí, imaginando mi polla deslizarse...
Página
No pude ocultar la sonrisa en mi cara. Ella me hacía feliz, y ni siquiera
sabía por qué. Tal vez era la forma en que se veía cuando me acerqué a
ella en la librería —ruborizada como una colegiala, pero con un brillo
malicioso en sus ojos que fue directamente a mi polla. Tal vez era la forma
en que llenaba esa camiseta.
166
—¿Quieres dejar de mirarme y ver a dónde conduces? —dijo ella
bruscamente.
Pero, tal vez era más. Más profundo. Sentía un alma gemela en ella,
una solitaria que quería encontrar alguien a quien amar de verdad. Como
yo.
Solo una mirada y quería besarla y hacerla mía. La gente se burla
cuando se habla de darle una mirada a alguien y enamorarse, y no estoy
diciendo que eso es lo que era, pero maldita sea, algo raro pasaba aquí y
me tenía rascándome la cabeza. ¿Tal vez porque era tan mala para mí que
la quería aún más? Sí. Mierda. Elizabeth Bennett tenía sus pequeñas garras
en mí, y que Dios me ayude, quería que las enterrara más.
Detuve el jeep en el aparcamiento del Front Street Gym, aunque ella
no lo sabría, porque la señalización no había sido colgada todavía. El equipo
de trabajo se fue ese día, así que estaba tranquilo, así que salí y di la vuelta
para ayudarla a bajar.
Ella dio un paso en la acera y miró a su alrededor, sus ojos cautelosos
analizando el edificio de dos pisos.
—¿Qué es este lugar?
Sonreí.
—Es mi nuevo gimnasio.
—¿Cómo pudiste pagar todo esto?
Me encogí de hombros.
—Utilicé la herencia de mi madre para comprar el lugar, y mi dinero de
las peleas ayuda con la remodelación.
Sus ojos se ampliaron.
—Oh.
—¿Creíste que peleaba por diversión?
Suspiré. Lo que sea.
Página
—No me gustan las peleas.
167
Se lamió los labios.
Entramos en el interior del oscuro vestíbulo, el olor a sudor y caucho
penetró mis sentidos como un bálsamo de aire fresco en un día caluroso. Los
dos estuvimos callados mientras encendía las luces y la veía observar el
amplio espacio, imaginando cómo se vería a través de sus ojos. Era viejo,
olía a humedad y la mayoría del equipo de entrenamiento no había sido
actualizado, pero los rings de boxeo eran nuevos.
Se quedó mirando los carteles en el pasillo. Señalé uno de Max con sus
guantes en el aire cuando el árbitro le puso el cinturón de campeón durante
un campeonato de artes marciales mixtas.
—Ese es Max. Es mi entrenador personal, y será uno de mis entrenadores
aquí cuando abra este lugar en unos pocos meses. Hemos sido amigos por
un tiempo.
Sus ojos buscaron los míos.
—Realmente amas este lugar.
—Sí. Si no fuera por este gimnasio para entrenar, estaría, no sé, ¿loco?
Enojado todo el tiempo, seguro. Me da enfoque.
Ella se mordió el labio, con malestar en su rostro.
Lo ignoré.
—¿Lista para tu sorpresa?
Ella me lanzó una mirada nerviosa.
—Sí.
—¿Vamos a pelear?
Sonreí ante esa imagen.
Página
Ella bajó la mirada hacia la colchoneta gruesa.
168
—Ven entonces. Déjame mostrarte algo. —Tomé su mano y la llevé a
una de las alfombras rojas. —No puedo dejar de notar cómo desconfías con
ciertas personas, y creo que podría ser más seguro si realmente supieras
cómo defenderte. Necesitas saber más que cómo hacer un puño. Necesitas
saber cómo usarlo.
—Vamos a hacer Krav Maga. ¿Has oído hablar de ello?
Ella sacudió su cabeza.
—Traducido significa combate de contacto, y he estado enseñando
en varios gimnasios en la zona durante un par de años. Básicamente se trata
de una forma de defensa personal desarrollada por el ejército israelí, rápido,
agresivo y muy eficaz con solo un par de movimientos.
—¿Significa esto que vas a tocarme?
Parpadeé.
—Sí. Mucho.
Se debatió durante unos segundos, con una pequeña sonrisa en su
boca. Llena y regordeta, esos labios sobre los míos habían sido mi fantasía
demasiadas noches.
—Está bien, pero solo si me dejas que te tire un par de veces. Como
tirarte sobre mi hombro, tirarte al suelo. Tal vez sentarme sobre ti.
Exhalé, imaginando ese pequeño escenario, y no pude contener la
pequeña sonrisa en mi cara.
—Puedes sentarte en mí en cualquier momento.
Ella sonrió.
—Divertido, Inglés. Es mejor que seas bueno si no quieres que te haga
daño.
Me reí. Esta era la chica que quería ver. Segura de sí misma. Descarada.
No la niña asustada en la fiesta de fraternidad.
Caminó alrededor de la colchoneta y se elevó un poco en sus talones.
—Bien. Esto va a ser divertido. ¿Qué es lo primero?
Página
169
—Necesito que te quites la ropa.
O
bviamente me estaba tomando el pelo.
Él se rio entre dientes.
—Puedes cerrar tu boca. Sé que no quieres arruinar o
romper tus vaqueros. —El apuntó a la parte trasera del
gimnasio donde los casilleros y baños se encontraban—. Vamos. Tengo unos
pantaloncillos extra para que puedas cambiarte.
Diez minutos más tarde, salí del vestuario de damas, vestida en un par
de pantaloncillos blancos extra-pequeños de karate.
Caminé de vuelta hacia la colchoneta de entrenamiento e hice una
pequeña pirueta, gustándome la manera en la que hizo sus ojos brillar con
risa.
Él me esperaba en los mismos pantaloncillos. Sus pies estaban desnudos
y separados en una pose engreída, e incluso aunque nunca había sido una
de esas personas que tienen un fetiche por alguna parte del cuerpo, creía
que sus pies eran sexys.
Para distraerme, mis ojos siguieron el tatuaje de luciérnaga en su cuello,
mis dedos doliendo por dibujarlo. El tatuaje parecía muy extraño con el
chico rudo que él era, pero aun así le quedaba. Tenía suavidad en él, y yo
Página
Mantén tu lengua en tu boca, Elizabeth, me dije a mi misma.
170
Pero fue su pecho desnudo lo que hizo que mi corazón diera un vuelco.
Mi lengua quería lamerlo. Pero tomé una profunda respiración. Y recordé lo
maravilloso que se había sentido estar presionada contra su piel en las
noches que dormimos juntos. Pero eso era antes y esto era ahora, y parecía
que estábamos progresando lentamente.
creo que la había sentido desde el primer momento en el que nos
conocimos.
—Ven aquí —dijo él, suavemente.
Yo fui sin dudarlo.
—¿Qué? —pregunté.
Él se estiró y agarró el material de la punta de mi camisa y lo anudó
para que quedara sobre mi estómago. Sentí un hormigueo cuando sus
dedos tocaron mi piel.
—Ahora estás lista.
—Gracias —murmuré, mirando hacia el espacio donde mi estómago
se veía. De repente me sentí viva. Agitada.
Él asintió mientras se inclinaba para reajustar la colchoneta de
entrenamiento, y vi nuevamente las cicatrices en su espalada.
—¿Qué te pasó en la espalda?
Dio un paso atrás y me miró, su cara como piedra.
Vi la distancia creciendo en él, como si no quisiera hablar sobre eso.
—Si-Si alguna vez quieres contarme, yo escucharé… —Mi voz se apagó.
—No.
Tristeza me llenó. Había mucho más sobre él que ser el chico caliente
con el acento sexy.
—Yo no te juzgaré, Declan. Yo tengo mis propias cicatrices.
Exhaló, estudiándome.
—Pasé todo ese verano durmiendo sobre mi estómago, esperando que
los puntos sanaran. —Él miró mi muñeca—. ¿Qué paso?
Página
—Eso suena horrible.
171
—Tuve una pelea con mi padre y atravesé una ventana de vidrio
cuando tenía 14 años. Mi espalda se llevó lo peor.
Imágenes del hotel pasaron por mi cabeza, y abrí mi boca para
contarle, me refiero a realmente contarle lo que me pasó, pero no lo hice.
Los viejos hábitos nunca mueren.
Aparté la mirada. Tragué saliva.
—Puedo contar el número de personas que saben el por qué corté mi
muñeca con una sola mano. Yo-Yo no estoy lista para contarte.
—¿Blake sabe?
Escuché los celos en su voz.
—Sí.
Tensó sus labios.
—Está bien. Vamos a trabajar.
Asentí, aliviada de que lo fuera a dejar pasar.
—Cuando nos preparemos para combate directo hombre-a-hombre,
te pediré que uses equipo de protección y que envuelvas tus manos, pero
por hoy, solo vamos a hablar sobre posiciones y algunos movimientos
básicos para ponerte cómoda. ¿Bien?
Asentí, y pareció que eso era todo lo que necesitaba para entrar en
completo modo de enseñanza. Él tenía una hermosa voz para eso, clara y
baja, pero aun así demandante. Podía ver el atractivo en tomar una clase
con él. Apuesto a que las mujeres se cuelgan de cada una de sus palabras.
—Suena como una pelea de gatas que vi una vez cuando era
estudiante de primer año.
Él sonrió y ajustó mis hombros y postura.
Página
Sonreí satisfecha.
172
»No quieres dejarle a tu oponente cualquier tipo de libertad. Sé
consiente sobre tu espacio y sobre si puedes obtener ayuda. Si no puedes,
entonces prepárate para dar un infierno de pelea. Más importante, sé
agresiva y haz lo que sea para defenderte. Golpes, patadas, golpes con el
codo, rodillazos, e incluso morder y arañar. Solo no te congeles como en la
noche que apareció Colby.
—Este tipo de pelea es mucho más premeditada. Solo mantén tu pierna
más fuerte en frente tuyo. Pon tus manos en frente de tu cara solo debajo
del nivel de tus ojos. Tus caderas, ojos, y tu hombro más fuerte siempre deben
enfrentarse a tu oponente.
Seguí sus instrucciones, mi corazón latiendo fuertemente por nuestra
cercanía.
Él me tuvo cambiando mi peso alrededor de mis piernas para quedar
cómoda.
De un lado a otro. De nuevo. Y nuevamente.
Me demostró un golpe con el codo hacia el mentón, posicionando su
cuerpo al lado del mío y rotando sus caderas y estirándose hacia un
oponente imaginario. Él se movía como rayos en el cielo. Rápido. Brillante.
Demasiado caliente para sostenerlo. Repetí sus patadas y golpes una y otra
vez hasta que comencé a sentir un ardor en mis muslos, mis brazos y mi
trasero.
—Necesitarás ejercitarte para tener músculos más fuertes —me dijo más
tarde cuando fallé miserablemente al hacer una buena patada frontal—.
Lo que tienes que recordar al hacer una patada es que vas por sus bolas. Si
no puedes, apunta a una rodilla, su cuello o su nariz. Solo haz la patada y
lárgate.
Lancé un gruñido y limpié el sudor de mi cara.
—¿Cansada? —Hizo una pausa demostrando la patada nuevamente.
Negué con la cabeza. Mentirosa, mentirosa. Pero observarlo mover su
poderoso cuerpo alrededor era vigorizante.
¿Quién necesitaba Gatorade cuando tenía a un chico caliente
mostrándome sus movimientos?
—¿Que hay sobre el equipo de protección?
Página
—Ven a mí con algo de intensidad. Ve si puedes meterte en mi círculo
y darme un toque en el brazo.
173
Unos minutos más tarde, nos enfrentamos en la colchoneta.
Él negó mientras se posicionaba en forma defensiva.
—Estamos bien por hoy. No lo lograrás.
¿No lo lograrás?
Tomé una bocanada de aire y me lancé hacia él tal como me mostró,
manos arriba y listas para golpear. Reboté a su alrededor de un lado a otro,
buscando un espacio en su cuerpo.
—Vamos Elizabeth, te estás demorando mucho.
Me moví a su alrededor, buscando una manera de entrar, pero cada
vez que rotaba a su alrededor, él había girado su cuerpo hacia el mío.
—Muévete más lento —espeté.
—No tiene que ser perfecto, Chica Unicornio. Solo un toquecito.
—No me llames así.
Me moví y él me siguió.
—¡No puedo! —le grité—. Tú eres muy grande y rápido.
Suspiró y rodó su cuello.
—Pretende que estamos en alguna fiesta, nos acabamos de conocer
y yo voy a pelear contigo y voy a tomar todo lo que quiero...
Ni siquiera recuerdo intentar golpearlo. No recuerdo lanzar mi puño
hacia su cara, pero lo hice. Su cabeza se fue hacia atrás, más que nada
para evadir mi golpe, pero aun así conectó.
Jadeé.
—¡Declan! ¿Por qué no te defendiste?
Me moví a su alrededor, sintiéndome horrible. Mis manos ahuecando su
cara, nuestros pechos tocándose.
Página
—Demonios. No dije quiebra mi nariz, dije un toque.
174
Parpadeó un par de veces.
—Dios, lo siento mucho. ¿Estás bien? —Pasé mis dedos por su
mandíbula, tocando su barba de tres días—. ¿Quieres que vaya por hielo?
¿O tal vez una botella de agua? ¿Necesitas sentarte? Dios estoy hablando
mucho, ¿cierto?
Él tenía una mirada perpleja.
—Estoy bien. Solamente me tomaste por sorpresa.
—Te pude haber lastimado —gemí—. Y luego me sentiría horrible. Tú has
sido tan bueno, maravilloso y dulce conmigo y yo...— Me quedé sin
palabras, asustada de lo estaba en la punta de mi lengua. Dios. ¿Que está
mal conmigo?
—Tal vez sí necesito agua. —Su voz estaba rara, sus ojos también, el gris
ocupando gran parte de su iris.
—Declan, tus ojos están dilatados. ¿Estás seguro de que estás bien?
¿Tienes una conmoción cerebral?
Gruñó y cerró los ojos.
—¿Declan?
Dio un paso atrás.
—No es el golpe, Elizabeth. Eres tú.
Siseé, algo en mi corazón golpeando cuando abrió sus ojos y me miró.
Con nostalgia. Con calor.
Él me estudió.
Página
Los cambios nos suceden a todos. A veces quieres un nuevo corte de
cabello, otras quieres probar queso azul en vez del ranchero, y otras solo
quieres ignorar tu cabeza e ir por lo que más deseas. Normalmente es un
proceso lento, pero no con Declan. Quería sexo en una colchoneta en un
gimnasio sin aire acondicionado con un Chico Británico caliente como el
infierno palpitando dentro de mí, sin importar las consecuencias. A la mierda
mis estúpidas reglas sobre sexo. Lo deseaba.
175
Imaginé que fuegos artificiales explotaron en algún lugar en la
distancia.
—Si supieras lo que estoy pensando, correrías como loca.
—¿Estás pensando en tirarme en la colchoneta de verdad?
Bajó su mentón, sus ojos entrecerrados.
—Sí.
Me sentí borracha con sus palabras. Mareada de necesidad.
Me estremecí por el calor que corría por mi columna vertebral, mientras
él se quedaba allí mirándome con esos ojos fundidos.
Deseándome.
Dios, estaba harta de ser una zombi, cuando ese trataba de una
necesidad real de emociones. Solo lo quería a él, rápido y duro.
—Bésame, Declan. Por favor.
—He estado esperando por siempre que digas mi nombre así —dijo en
voz baja y me apretó contra él. Su mano rozó mi rostro, empujando hacia
atrás el cabello que había caído hacia adelante.
Me apreté contra él, mi mano pasando por los tatuados músculos de
su cuello, mi nariz inhalando su esencia masculina y sudor. Sus labios tomaron
los míos con fuerza, y yo gemí al sentirlos contra los míos, por la manera en
que me dominaba. Sus brazos me tenían prisionera en una cárcel que yo
quería, mis manos tocando sus hombros, acercándolo. Más. Sí. Él sabía
cómo el postre más delicioso, rico y decadente.
—Sí —murmuré y pasé mis manos por su espalda con avidez, buscando
los músculos duros y marcas, queriendo grabar su piel en mi cerebro y
guardarlo en mi memoria.
Él levantó mis brazos y sacó mi camiseta, lanzándola sin siquiera mirar
para ver a dónde iba.
Página
Rápido, rápido, tómame, dije en mi cerebro, pero él fue dolorosamente
lento, sus manos ahuecando mis pechos a través del sostén que llevaba. Él
los palmeó con una mano, mientras la otra se deslizaba a mi espalda y lo
desabrochaba.
176
No me importó tampoco.
Cayó desapercibido al suelo.
Él me masajeó, sus ojos encontrando los míos mientras se inclinaba para
tomar uno de mis pezones entre sus labios, sus dientes burlándose y luego
succionándolo en su boca. Placer me recorrió mientras él tiraba y retorcía.
Sacudí mi cabeza hacia atrás y jadeé, mis manos enredando su
cabello, jalándolo más fuerte. Iba a tener una combustión antes de que
hubiéramos llegado a la mejor parte.
Su toque era más rudo de lo que estaba acostumbrada. Más experto.
Confiado. Sexy.
—Esto es tan bueno —susurré.
—Solo mejora —murmuró él y capturó mis pezones de nuevo, su lengua
y dientes tocando mi ahora piel sensible.
Sus manos estaban en todos lados, como si no pudiera tener suficiente,
y yo amaba la manera en que me tocaba. Conocía cada terminación
nerviosa que me enviaría al borde, y yo me presioné más cerca, queriendo
más de él, mis manos agarrando sus hombros anchos solo para mantenerme
en pie.
Sintiendo mi colapso, me recostó en la colchoneta y se puso sobre mí,
sus ojos ardiendo.
»No deberíamos hacer esto —dijo, con el pecho agitado—. Somos
completamente malos el uno para el otro, y ni siquiera estoy seguro de que
me agrades la mayoría de los días.
—Estoy de acuerdo. Pero no dejes que eso te detenga.
—Estás viendo mi virilidad como si fuera una vara de dinamita a punto
de explotar.
Página
Él sonrió.
177
Él resopló una carcajada y se quitó sus pantalones y ajustados
calzoncillos deportivos, su polla rebotando y tensándose para mí. Aspiré una
temblorosa bocanada de aire. Gruesa y dura, era la más grande que había
visto jamás. Mis partes bajas se retorcieron.
—¿Lo es?
Sus ojos láser se quedaron fijos en los míos.
—En efecto.
Se arrodilló, y una dolorosa idea golpeó su rostro.
»No tengo un condón. Esto era lo último que esperaba pasaría.
—Maldijo y se frotó la cara bruscamente—. Mierda. Lo siento.
La decepción me quemó, mi cuerpo gritando por él.
Él apartó un mechón de pelo de mis ojos.
»Estoy limpio, sin embargo. Nunca he tenido sexo sin uno. Ni una sola
vez.
Nunca dejaría acercarse a mí a un hombre que no tuviera un condón,
pero tomé una rápida decisión.
—Estoy tomando la píldora. Si dices que estás seguro, te creo, Declan.
Me besó con fuerza y rápido.
—Gracias por confiar en mí.
Lo miré a los ojos. No era tanto la confianza sino la necesidad lo que
me conducía.
—Voy a cortar tu pene si me das una enfermedad venérea.
¿Entendiste?
Él se rio entre dientes.
—Yo te dejaré, amor. Solo la idea de tus manos sobre mí me hace feliz.
Página
Sus manos vagaron más abajo, sus dedos deslizando mi ropa interior y
pantalón por mis piernas. Sus ojos siguieron su camino.
178
Se deslizó para acostarse a mi lado, la presión de su cuerpo como el
paraíso. Sus fuertes brazos envueltos alrededor de mis hombros mientras me
acercaba, y yo gemía. Por fin.
»Tus piernas son tan malditamente largas. Sigo pensando en ellas
envueltas alrededor de mis caderas... —gimió, su boca bajando para besar
mi abdomen, caderas, y la curva en mis rodillas.
Gemí y abrí las piernas cuando sus dedos se metieron y deslizaron hacia
mi centro, entrando y saliendo. Él extendió la humedad alrededor,
presionándome, provocándome y rasgueándome con su toque.
Me retorcí y arqueé más cerca mientras él se mordía el labio inferior,
mirándome retorcerme para acercarlo más. Más adentro.
Allí. Sí.
Gemí.
Trabajó duro conmigo, pero suavemente, deslizándose sobre el manojo
de nervios en mi punto G, tamborileándolos como una cuerda de guitarra.
Más. Lo quería en todas partes.
Leyó mi mente y maniobró entre mis piernas, colocándolas sobre sus
hombros y luego tomando mi centro en su boca. Fuego caliente brilló sobre
cada pulgada de mí, y jadeé cuando se adentró profundamente en mis
huecos, sus dedos jugando en mi centro. Separó mis labios, su lengua
buscando piel sensible. Su boca me manejó, rozando y tirando con sus
labios.
Una necesidad intensa se forjó. Jadeé su nombre.
Él levantó la vista para mirarme, con los ojos cargados de lujuria.
»¿Te gusta?
Asentí. Nadie me había hecho esto. Nunca había confiado en nadie
para hacerlo.
Grité su nombre y me quebré en mil pedazos, los fragmentos
extendiéndose y cayendo a mí alrededor como estrellas del cielo. Agarré el
Página
No me lo negó, hundiendo dos dedos dentro de mí, su lengua pulsando
sobre mi piel. Su boca tomó mi clítoris, mamándolo con suaves golpes.
179
—No te detengas —murmuré.
borde de la colchoneta y aguanté, mis músculos interiores reprimiéndose y
contrayéndose bajo su boca.
Mi cuerpo se desplomó sobre la colchoneta.
Ahuequé su cara cuando me miró, una sonrisa de satisfacción en sus
labios.
—He estado muriendo por hacer eso desde nuestro primer beso en mi
apartamento. Sabes mejor de lo que imaginaba. —Y entonces me besó con
fuerza, dejándome probarme a mí misma.
Me aferré a sus hombros y lo miré.
—No sé qué decir, excepto gracias por eso.
Sus manos acariciaron mi cara. Dulce.
—Te deseo como nunca he deseado a otra chica —susurró.
Oh. Mi corazón gritó de felicidad. ¿Estaba hablando enserio?
Nos besamos de nuevo mientras él relajaba entre mis piernas, sus manos
rozando mis muslos, pequeños pulsos eléctricos disparando sobre mí.
Lo dejé encima de mí, a pesar de que mis reglas decían claramente
que no debería.
Mantuvo la base de su erección con una mano y trabajó en mi funda
pulgada por pulgada.
—Estás apretada, Elizabeth —gimió él—. Tan bien, amor.
Su cabeza bajó a la mía y me besó profundamente, exactamente
cuándo comenzó a moverse de manera constante, su polla bombeando
Página
Separé más mis piernas, cada pulgada de mí queriendo tomar todo de
él, hasta que finalmente se situó hasta el fondo. Grité por la intensidad de su
tamaño y la forma en que ardía en el buen sentido.
180
Gemí por cómo se sentía, cada nervio de mi canal aferrándose a él.
Me sostuvo por unos momentos sin moverse, dejando que la plenitud
resonara y se hundiera, entonces se metió más, empujando hacia abajo su
miembro, haciendo aún más sitio.
lento y luego más rápido, lento y luego más rápido, su ritmo controlado. Él
era un hombre que sabía cómo manejar a una mujer, que había hecho esto
más veces de lo que deseaba pensar. Se movió y se estiró debajo de mí
para levantarme, dándole un ángulo más directo hacia mi centro.
El sudor goteaba de ambos mientras él presionaba besos calientes por
mi pecho y capturaba un pezón, mordiendo mi piel mientras palpitaba en
mi interior. Me poseyó, sus manos agarrando mi cadera para meterse más
rápido.
Se volvió más duro, sus ojos más salvajes, sus manos yendo a todas
partes, tamborileando y girando mi clítoris, exigiendo que me viniera. Gruñó
de una manera primitiva, y me levanté sobre mis codos, queriendo más
fricción, más de él y sus seductores dedos. Giraba mis caderas contra su piel
cuando nos juntábamos, arriba y abajo, lento y rápido. Sus embestidas eran
penetrantes y seguras, el placer elevándose alto y más alto.
Las sensaciones afiladas se reunieron en la base de mi columna, y eché
la cabeza hacia atrás y empujé contra él, girando mis caderas con las suyas,
haciéndolo silbar y sus ojos brillar.
Yo estaba cerca, tan cerca.
Él golpeó contra mí, acuchillando mi interior, su cuerpo, una máquina
borrosa, musculosa y bien engrasada que podría seguir y seguir.
»Vente de nuevo, Elizabeth.
Me estremecí por la autoridad en su voz.
—Sí —jadeé.
Él jadeó.
—Tan preciosa. —Su voz era ronca—. Eres mía, amor. Y voy a hacer que
te vengas duro.
Página
Empujó mis piernas hacia abajo contra mi pecho hasta que estuve
encarcelada y vino a mí con una nueva venganza. Se introdujo en mí sin
piedad, toda la dulzura se había ido. Una de sus manos me separó, sus
dedos acariciando mis labios y clítoris, introduciéndose en la suavidad.
181
—Bien. Seguiré.
Con un gruñido apretó mis rodillas con más fuerza.
Esto. Nunca había tenido esta sensación. Quería explotar. Quería gritar
con lo máximo de mis pulmones. Quería que me follara y nunca se detuviera.
Más, más, dame, dame. No me importaba que me tuviera clavada en
la colchoneta. No me importa que me estuviera tomando duro. Quería sexo
como este con él. Él tenía el control, y yo disfrutaba estando debajo de él,
rogando por más, instándole a enviarme sobre el borde.
—Más.
Soltó una carcajada y golpeó, sus brazos apretando mis muslos y
consiguiendo un nuevo ángulo.
Fui a la luna cuando me volví loca, mis músculos apretándose contra
él, aferrándose a él, ordeñándolo.
Él me acompañó con un fuerte rugido, los músculos su cuello en
marcado relieve cuando el placer lo atravesó, su polla endureciéndose y
expandiéndose mientras él se aferraba a mis caderas, empujando con
fuerza. El calor inundó mi núcleo cuando se vino dentro de mí.
Nuestros jadeos llenaban el aire mientras liberaba mis piernas, pero aun
así se movió dentro de mí, con los ojos pesados.
—Yo puedo seguir. ¿Tú?
Aspiré un suspiro tembloroso. Me reí.
—¿Te ríes de mí, Unicornio?
Ahuequé su rostro, enredando mis manos en su cabello.
—Nunca. Ese… ese fue el mejor sexo que he tenido.
Él sonrió.
Había hecho mucho más que simplemente complacer. Una vara
gigante de dinamita acaba de venirse dentro de mí.
Página
Me reí de su arrogancia, pero sabía que estaba bromeando.
182
—No estoy sorprendido. Mi propósito es complacer.
E
staba tan condenadamente hermosa debajo de mí con esa
mirada suave en sus ojos. Desde el momento en que nos
conocimos, había tenido una serenidad vulnerable en ella, una
cualidad que me dijo en términos inequívocos que había sido herida. Así que
verla ahora, toda relajada, con un brillo de felicidad en su rostro, me hizo
sentir a prueba de balas.
Me desplomé a su lado en la colchoneta y la recogí en mis brazos.
Estaba caliente, su piel húmeda después de hacer el amor. La miré, mi mano
acariciándola suavemente después de la tosquedad de antes, rozando su
estómago. Ahuequé sus pechos llenos y ligeramente besé cada pezón rosa
aún erecto. Hice mi camino por su cuerpo hasta que le di un beso en la nariz,
mis pensamientos todavía sucios, mi polla palpitando por estar de nuevo
dentro de ella y hacerla venirse otra vez.
Ella golpeaba todos mis sentidos cuando se trataba de la forma en que
lucía, el pelo rubio que era decididamente natural, la curva de su rostro, el
barrido dramático de sus cejas que le daba una apariencia exótica… todo
de ella era perfecto.
El sexo era el idioma que ella y yo habíamos entendido correctamente
desde el principio, el nivel de pasión que sentía por ella era más intenso que
cualquier otra cosa que había sentido jamás.
—No estaba bromeando. Puedo ir otra vez si te apetece.
Ella resopló, sus ojos azules bailando.
Página
Sonreí.
183
Solo nos había tomado un tiempo dar en el clavo. Literalmente.
—Por favor. No. Estás loco ahora.
—Locamente caliente.
Me sonrió y luego bajó la mirada a sus piernas.
—Todavía estoy temblando.
También yo, pero me quedé en silencio. Me hizo eso cuando ninguna
chica pudo.
Ella jugó con mis brazos, trazando diseños sobre mis tatuajes.
—Además, esta es la parte donde se supone que me susurras palabras
dulces al oído sobre lo hermosa que soy. Acariciándonos y tomándonos de
las manos, todas esas cosas.
Me aclaré la garganta.
—Mi querida Elizabeth, tus ojos son del azul más hermoso que he visto
en mi vida, como el color del Blue Man Group2. Déjame contar las maneras
en que los amo. Los amo más que al pescado y las papas. Los amo más que
a la clase del Dr. Feldman. Podría…
Me golpeó juguetonamente en el brazo.
—Está bien, es suficiente con la poesía cursi.
Mantuve mi rostro en blanco.
—Es una lástima que ahora nunca sabrás cuánto más podrías haber
conseguido.
Hizo una pausa, deteniendo su risa con las manos.
—Ugh, odio cuando haces ese encogimiento de hombros evasivo. No
puedo entenderte.
2
Blue Man Group: Grupo creativo de origen estadounidense.
Página
Me encogí de hombros.
184
—Espera. Me estás tomando el pelo, ¿verdad? Porque eso era una
mierda.
Sonreí.
—Bien.
Le di la vuelta sobre su espalda y la besé de nuevo, esta vez más
insistente, mis manos ahuecando su rostro. Se estiró, con ganas de más, sus
manos deslizándose y frotando mi espalda baja, sus uñas clavándose en mi
culo.
Nos volteé y la rodé sobre mí.
—¿Qué estás haciendo? —Ella exhaló en mi dirección.
—Esto. —La extendí, y la senté en mi ahora totalmente erecta polla.
Echó la cabeza hacia atrás y gimió cuando me aferré a sus caderas y
empujé hacia arriba, retorciéndome su coño.
—Móntame —le dije.
Me montó como un caballo, saltando y girando. Sus tetas rebotaban
con cada embestida, sus pezones extendiéndose hacia mí. No podía
dejarlos ir sin atención. Los apreté y dividí mi tiempo entre los dos, mi lengua
saboreando su sudor, mi nariz inhalando su piel.
Me estrellé contra su dulzura, dejándola tomar el control, su cuerpo
sacudiéndose de arriba a abajo. Trabajamos entre sí, mi polla deslizándose
casi todo el camino y luego de vuelta. Ella jadeó, su largo cabello pegado
a su cara mientras se apretaba contra mí.
Gritó cuando empecé a bombear con más fuerza, más profundo,
queriendo que cada pulgada estuviera cubierta por ella. Todo se
desvaneció, y todo lo que mis ojos pudieron ver era ella.
Ella, ella.
Pareció sentir la misma urgencia, como si este momento pudiera ser el
último.
Página
Yo quería ir más lento esta vez. Sí. Quería saborear la dulzura de
nosotros. Pero no podía. Mi necesidad era demasiado fuerte, demasiado
jodidamente primitiva.
185
Fue intenso, loco, salvaje y desgarradoramente bueno.
—Apóyate en mí —le dije después de un tiempo—. Déjame hacer el
trabajo.
Se movió sobre mí, y me hice cargo, mi polla sacudiéndose dentro y
fuera de ella, necesitando ser el único que quería, el único que siempre
querría.
Nos movimos juntos como si hubiéramos hecho el amor un millón de
veces. Capturé sus pechos y chupé con fuerza, mi mano libre encontrando
su sensible protuberancia, persuadiéndola. Acariciándola al ritmo de mi
polla.
Ella gritó mi nombre y se vino, sus músculos apretándose a mi alrededor.
Colapsó encima de mí, pero yo no había terminado, golpeando dentro
de ella, piel sobre piel, pecho contra pecho.
Fue eléctrico y caliente como el infierno.
Eché mi cabeza hacia atrás contra la colchoneta y grité cuando
llegué, mis manos sosteniéndola con fuerza.
Tan apretada.
Página
186
Nunca la dejes ir.
A
l día siguiente era sábado, y mi celular sonó a las ocho en punto
de la mañana.
¿Quién en la tierra llamaría tan temprano?
—¿Hola? —Logré sentarme en la cama. La noche anterior había sido
salvaje, y mi cuerpo seguía reverberando con pequeñas réplicas.
—¿Señorita Bennett? —dijo un frío tono femenino.
Me aclaré la garganta.
—¿Sí?
—Habla Sylvia Myers de Joyería Myers, —Hizo una pausa, como si
esperara que respondiera, como si estuviera respondiendo mi llamada.
—¿Hola?
Myers era una de las principales joyerías en el área de Raleigh-Durham.
Había estado allí un par de veces mirando por la ventana para obtener
ideas, pero sus precios estaban fuera de mi liga.
—La llamo por las fotografías que ha enviado por correo a nuestra
oficina. Nos gustaría que venga y se reúna con nosotros la próxima semana
para discutir la compra de algunos de sus diseños.
—Ya veo. ¿En cuáles está interesada, señorita Myers?
Un sonido de mezcla de papeles llegó a través del teléfono.
Página
Me senté más erguida en la cama, mi cerebro corriendo.
187
¿Fotografías? No le había enviado fotografías a nadie.
—Su asistente personal, Shelley, envió varios dibujos, pero los que me
llamaron la atención fueron las piezas de plata, el anillo de mariposa en
particular y el brazalete. Tenemos una tienda en Asheville donde tu tipo de
joyería artesanal se vendería muy bien. ¿Estaría bien reunirnos el miércoles
a las nueve?
¡Shelley!
Justo cuando pensaba que estaba llena de mierda y con la cabeza
más vacía que un globo, había ido y hecho algo tan increíblemente... dulce.
Pero, ¿por qué querrían mis diseños?
Porque son hermosos, susurró una pequeña parte de mi corazón. En un
momento creíste en ti. ¡Hazlo otra vez!
Busqué un lápiz y un cuaderno que mantenía en la mesita de noche.
—Tengo clases toda la mañana, y no termino hasta la una y luego
tengo que trabajar... pero probablemente pueda escaparme. ¿Estaría bien
a las tres?
Dios, ¿qué estaba haciendo? No había diseñado nada nuevo en años.
Todo lo que tenía era el material antiguo. ¿Y cómo demonios Shelley había
conseguido mis viejos diseños?
—No me di cuenta que era estudiante de universidad, señorita Bennett.
Supuse que eras una diseñadora profesional con experiencia. El logo en su
correo electrónico dice que es dueña de una empresa llamada Diseños
Darcy.
¿Darcy? Bonito nombre. Felicidades Shelley por recordar Orgullo y
Prejuicio.
Suspiré.
Página
—¿Cuántos años tienes? Suenas muy joven por teléfono y la verdad es
que estoy buscando confiables artesanos en este momento, no estudiantes
universitarios jóvenes. —La oí tocar algo, y la imaginé sentada detrás de un
gran escritorio en una oficina, lamentando llamarme.
188
—Sí, eso es correcto.
—Soy estudiante universitaria a tiempo completo.
—Ya veo. —Pero todavía podía oír la incertidumbre en su voz. Pareció
llegar a algún tipo de decisión y se aclaró la garganta—. Bueno. La veré el
miércoles por la tarde, a las tres en nuestra tienda principal de joyería en
Raleigh. —Recitó la dirección apresuradamente—. Que tenga un buen día,
señorita Bennett. —Colgó.
Salí de la cama como un gato en llamas.
Había conseguido la entrevista por mis diseños. Santa vaca. El regocijo
me llenó junto con una buena dosis de miedo. Podía hacer esto, ¿verdad?
Tenía que intentar. Porque existir como lo estaba haciendo no estaba
funcionando.
Y entonces pensamientos de Colby se filtraron en mi cerebro. No había
lo visto ni oído hablado de él en dos semanas, pero de alguna manera sabía
que estaba allí. Al acecho. Esperándome.
Me estremecí y saqué esos pensamientos mórbidos de mi cabeza y corrí
al balcón. Quería ver a Declan. Cuando habíamos llegado a casa del
gimnasio ayer por la noche le había dado un incómodo beso de buenas
noches en mi puerta. Pero él no había salido de mi mente toda la noche.
Me incliné sobre la barandilla.
—Despierta, dormilón inglés, ¡tengo una gran noticia! —le grité—.
¡Enorme!
Conté diez segundos y él apareció de repente, su cabello alborotado
y sus ojos parpadeando en el sol de la mañana.
Casi aplaudí, pero me detuve justo a tiempo.
—¿Qué sucede? —Se frotó la mandíbula con aspecto de un millón de
dólares. Ningún hombre tiene derecho de lucir tan bien a estas horas.
Página
—¡Declan! Estás mostrándote ante todo el complejo. —Saqué mis ojos
de su perfecto cuerpo.
189
Y, por supuesto, dormía desnudo. Gloriosamente. Fantásticamente.
—Pensé que te pasaba algo malo —gritó mientras entraba a su
dormitorio y luego salía con un par de boxers negros—. ¿Y ahora, señora?
Pasé mis ojos por sus duras líneas. Ni por asomo. Podía ver exactamente
cuán monstruosamente grande era. Y duro.
Sus ojos se entrecerraron.
»Luces un poco demasiado rígida, Elizabeth. Céntrate en mi cara, no
en mi cuerpo.
Me dio una mirada escrutadora, y pensé en la última noche colgando
entre nosotros.
No sabía cómo manejar todo este sentimiento.
Lo ignoré.
—Olvídate tu polla. Tengo una reunión el miércoles con una empresa
de joyería sobre una oportunidad de diseño. Este podría ser el comienzo de
algo que nunca pensé que podría hacerse realidad. —Todavía no podría.
Una amplia sonrisa se posó en su cara.
—Espera, voy para allá.
—¿Qué? No, no tienes que hacer eso. Solo, no sé, quería decirle a
alguien.
—¿Y me dijiste primero?
Asentí.
»Digo que esto merece una celebración —dijo, sentándose a mi lado
en otra silla—. Vamos a desayunar. Yo invito.
Página
Me sentó en una de las sillas que había puesto ahí afuera.
190
»Hazte a un lado —dijo él, y antes de que apenas saliera del camino, él
saltó de la barandilla de su balcón a la mía. Aterrizó justo en frente de mí, su
pecho desnudo a pulgadas del mío, y antes de que pudiera siquiera pensar
en lo nerviosa que me ponía, me tomó en sus brazos y me dio la vuelta. Grité,
por la sensación de estar de vuelta en sus embriagadores brazos.
Una desconocida ligereza se apoderó de mí. Las cosas estaban
cambiando rápido, pero no me estaba ajustando.
—Bien.
Él asintió.
—¿A dónde quieres ir?
—No me importa. —Y que Dios me ayude, no me importaba en donde
estaba con él.
Solo este día, me prometí.
Se inclinó y antes de que pudiera retroceder me dio un beso en la
mejilla.
—Hecho. Vístete y llamaré a tu puerta en treinta minutos.
Página
191
Mientras observaba conteniendo el aliento, él saltó de nuevo hacia su
balcón y entró en su dormitorio.
R
egresé del balcón con una sonrisa en mi rostro mientras me movía
alrededor para prepararme para llevar a Elizabeth a desayunar.
Después de una rápida ducha me puse vaqueros, una camiseta
de Front Street Gym y sandalia. Hecho. No podía jodidamente esperar a
estar cerca de ella de nuevo.
La noche pasada había sido increíble, pero no fue solo por el sexo. Fue
ella.
La forma en que ella había bailado bajo la lluvia, la emoción brillando
en sus ojos cuando habló sobre su entrevista de joyería; la manera en que
luchó contra sus miedos. Quería todo de ella.
¿Era algo estúpido que quisiera contarle todo acerca de mí?
¿Cuánto había amado y extrañaba a mi madre?
¿Cómo quería acabar con el gimnasio y trabajar en ganar el título de
la UFC?
¿Cómo imaginaba tomarla en cada posición imaginable?
Minnie´s era un lugar de reunión muy popular entre los universitarios y
estaba lleno, pero encontramos una cabina en la parte posterior.
Página
Llamé a su puerta cinco minutos después, y caminamos a Minnie´s que
se encontraba al otro lado de la calle de nuestro complejo. Cuando
cruzamos la calle, nuestras manos se rozaron entre sí y mi polla se endureció.
Solo un simple toque y ya estaba preparado para llevarla de vuelta a mi
casa y enseñarle exactamente cómo me sentía.
192
Sí. Mejor esperar para eso.
Ordenamos, nos entregaron nuestra comida y nos zambullimos directo
sobre ella, la camaradería entre nosotros sin sorprenderme del todo. Desde
un inicio había sentido que éramos más parecidos de lo que a simple vista
se apreciaba.
Estábamos metidos profundamente en una discusión acerca del viaje
a Londres que quería llevar a cabo el próximo año cuando se desató el
infierno.
Como tal, mi ex apareció.
Nadia se acercó a nuestra mesa con la Tortuga Ninja siguiéndola
obedientemente y lanzándome miradas cautelosas por encima de su
hombro. Troné mi cuello y giré mis hombros. La mirada de Nadia se deslizó
de mí hacia Elizabeth y de vuelta a mí, demorándose más de lo necesario.
Mis labios se apretaron. ¿No podía mantenerme alejado de ella?
—¿Qué quieres?
Elizabeth levantó la vista después de que meter un considerable trozo
de tostadas francesas en su boca, los vio y tosió, entonces tomó su vaso de
agua para pasarse el bocado.
—¿Quién está gruñón el día de hoy? —Nadia resopló de una forma tan
delicada que no afectó en nada su bonita cara—. ¿Perdiste una pelea
anoche?
Elizabeth se puso rígida y paseó su mirada de Nadia a Donatello y de
vuelta a mí. Dejé mi tenedor. Maldición.
—Buenos días —dijo Elizabeth, obviamente tratando de cubrir la tensión
en el aire mientras su mirada loa abarcaba a ambos—. Chicos, ¿se van o
vienen por su desayuno?
Por favor di que se van.
Página
—Nos vamos. Pero si quieren algo de compañía, ¿estaríamos
encantados de quedarnos? —Ella no esperó mi respuesta pero echó un
mechón de cabello sobre su hombro y miró a su novio—. ¿Cierto, Donatello?
—Ella rio pero sonó apagado. No había rastro de su usualmente chispeante
193
Nadia mantuvo su mirada sobre mí.
actitud. Mis ojos fueron de ella hacia el brasileño, notando la tensión de sus
hombros y su apretada mandíbula.
¿Lo estaba manipulando de la misma forma en que había hecho
conmigo?
Gruñí. Era difícil creerlo con todo el pedigrí que obviamente tenía, pero
algunas chicas simplemente estaban programadas para no ser felices
nunca, y Nadia era una de ellas.
Él murmuró algo acerca de la práctica de Tenis pero Nadia ya se había
deslizado al lado de Elizabeth en la cabina, dejándolo sin más remedio que
sentarse a mi lado.
Ahí nos sentamos en una extraña, mesa de cuatro personas.
Pasé mis ojos sobre Nadia, mi corazón y cabeza convenciéndose de
que ya no estaba enamorado de ella. Dudaba que alguna vez lo hubiera
estado.
Durante los siguientes cinco minutos tuvimos una charla trivial sobre el
clima, las clases, y qué estaríamos haciendo el próximo fin de semana. La
voz de Nadia era un poco estridente en ocasiones mientras nos lanzaba
pregunta tras pregunta. Indagando. Quería saber si estaba follando con
Elizabeth. Estaba listo para terminar, especialmente cuando la mesera se
acercó a dejar café para ellos.
Nadia atravesó a Elizabeth con su mirada.
—Oye, ¿no sales con Blake?
Elizabeth sacudió la cabeza.
—Suficientes preguntas —espeté, esperando al mismo tiempo su
respuesta. Blake era un tema que realmente no habíamos tocado, pero
sabía que ella tenía fuertes sentimientos por él como un amigo. Odiaba al
Página
—Pero tu pasas un montón de tiempo con él, ¿cierto? —preguntó ella
intencionadamente—. Te veo con él en todas partes del campus. No es de
sorprenderse que las personas asuman que están saliendo. —Ella trazó con
su dedo la mesa—. ¿Sabe él que no están saliendo?
194
—Solo somos amigos.
hijo de puta. Está bien, quizás eso era un tanto extremo pero si él quería a
Elizabeth para sí mismo, tendría que pasar a través de mí para tenerla.
Mierda. Tensé mi mandíbula. Soné como un Neandertal; o un novio
posesivo.
Elizabeth enderezó los hombros y se aclaró la garganta.
—La verdad es, que hice un pacto durante el primer año para no salir
con nadie mientras estuviera en Whitman.
—Entonces... ¿no hay nadie con quien te estés viendo justo ahora?
—pregunté, tratando de mantener mi voz calmada.
Ella se lamió los labios, apartando los ojos de mí.
—No. N-no lo hago en serio. Así es como debe ser en la universidad,
¿cierto?
Todo en el restaurante se alejó y la ira comenzó a deslizarse a través de
mí con la actitud simplista de Elizabeth. Apreté los puños por debajo de la
mesa y traté de atrapar su mirada, pero ella estaba centrada hurgando en
la comida de su plato.
¿Nuestra noche no significó nada para ella?
¿Acaso no tenía la respuesta justo frente a mí?
¡Mierda!
Exhalé y agarré mi café antes de decir algo de lo que me arrepentiría
frente a Nadia, que se lo había terminado.
Elizabeth asintió.
Página
—Qué fascinante y moderno de tu parte. —Ella tocó las manos de
Elizabeth para atraer su atención—. Y en caso de que no sepas
todavía, quiero decir, ¿quién no?, Declan y yo salimos durante más de seis
meses, y aunque no terminamos juntos —Ella se detuvo con una sonrisa
nerviosa—, puedo dar fe de que ser amigos fue lo mejor.
195
Nadia sonrió luciendo satisfecha, sus ojos yendo y viniendo entre
nosotros, recogiendo las señales más obvias.
—Por supuesto.
—De hecho, Declan es la única persona que entiende cómo el que mi
madre tenga cáncer me está desgarrando por dentro. ¿Cierto, Declan?
—insistió Nadia.
Me encogí de hombros mientras que la Tortuga Ninja se tensaba.
Nadia se concentró de nuevo en Elizabeth.
—Entonces, ¿de dónde eres, Elizabeth? Me estoy muriendo por saber
más acerca de ti.
Elizabeth murmuró algo en voz baja.
—No entendí eso —dijo Nadia.
—Dije Petal, Carolina del Norte.
Ella asintió, una mirada de superioridad en su rostro.
—Soy de Raleigh. Mis padres son dueños de la cadena de Hoteles
Ridgley. Supongo que somos como realeza Whitman por aquí. Pero Petal,
Carolina del Norte... uhm... pequeña ciudad, supongo, pero ahora que
pienso en ello, me suena. ¿Qué tan lejos está de aquí?
—Dale a la chica un respiro. Estás poniendo de nervios a todos —espetó
Donatello mientras sacaba su teléfono celular y comenzaba a revisarlo.
Elizabeth exhaló.
—No, está bien. Petal es una pequeña ciudad a pocas horas al Este de
aquí, cerca de la costa.
Nadia chasqueó los dedos.
Página
Mi cuerpo entero se puso en alerta. ¿Colby Scott? ¿Qué demonios? ¿El
tipo que había estado en su puerta esa noche? Después del incidente había
pasado su nombre a la policía del campus e incluso al Departamento de
196
—¡Colby Scott! ¡Él es de Petal! Es el hijo del Senador Scott y nosotros
solíamos jugar juntos cuando éramos niños y nuestros padres pasaban el rato
en el Club de Campo Raleigh. ¿Lo conoces? Él viene aquí ahora.
Policía de Raleigh, pero su historial estaba limpio. Incluso había tratado de
dar con su dirección, pero hasta ahora no había conseguido nada.
¿Ella me había estado mintiendo completamente acerca de
conocerlo?
—Lo conozco. —El rostro de Elizabeth se había vuelto ceniciento.
Nadia aplaudió.
—Pequeño mundo. ¿Qué pasó con él? ¿Es ahora tan guapo como lo
era cuando tenía diez? —Ella se rio—. Tengo que llamarlo, recordarle que
prometió casarse conmigo cuando éramos niños.
Elizabeth no respondió pero agachó la mirada, la cortina de su rubio
cabello escondiendo su rostro.
—¿Estás bien? —pregunté suavemente.
Ella levantó sus ojos azules hacia los míos por un breve momento antes
de dejarlos caer de nuevo, pero no antes de que mi corazón se apretara
ante el dolor grabado en su mirada.
»¿Fuiste al instituto con este tipo Colby? —insistí—. ¿Es el que vino a tu
piso?
—Sí. —Su voz fue apenas un susurro.
La tensión se incrementó.
Me encontré inclinándome sobre la mesa para estudiarla más de
cerca.
Miré los brazaletes en sus muñecas. Las cicatrices debajo de estos.
—¿Él es el que hizo eso?
Nadia ladeó la cabeza, olfateando un secreto
Página
Elizabeth parecía luchar contra sí misma, sus manos flotando alrededor
de su rostro mientras empujaba su cabello hacia atrás. Ella se retorció en su
asiento, jugueteando con su bolso y tomando después un sorbo de agua.
197
—¿Él qué? ¿Me perdí algo?
—Y-yo solía salir con Colby. Fue hace mucho tiempo, y estoy segura
que él ya me ha olvidado. —Su garganta trabajó con dificultad, el único
signo de que estaba mintiendo a través de sus dientes.
Me hundí en mi asiento, la rabia e ira creciendo dentro de mí. Colby
Scott. Lo repetí en mi cabeza. Mi respiración aumentó y eso fue todo lo que
pude hacer para permanecer sentado en esa cabina y pretender que no
estaba a punto de perder los papeles.
Nadia parecía ajena a todo, probablemente demasiado concentrada
en sus propios asuntos. Me miró.
—He intentado llamarte un par de veces... dejé algunos mensajes de
voz y textos.
—He estado ocupado. —Tomé un sorbo de café, intentando
componerme, así Nadia no podría ver cuán fuera de mí estaba.
—¿Con Elizabeth? —preguntó con una sonrisa torcida a ambos.
—Con todo, Nadia. —Le lancé una dura mirada.
¿Qué demonios estaba mal con ella?
Pero no me importaba. Todo lo que quería era sacar a Elizabeth de aquí
y averiguar lo que estaba pasando.
La Tortuga Ninja se levantó de la cabina.
—Voy al auto, Nadia. Tengo que hacer algunas llamadas. Haz esto
rápido. No voy a esperar todo el día.
Él se alejó y salió por las puertas de la cafetería.
Su rostro cayó, con lágrimas asomándose.
Página
—Mira, es obvio que algo está ocurriendo entre tú y la Tortu… tu novio,
pero no tienes que meterme en esto. Solo estás empeorando las cosas
persiguiéndome. Especialmente cuando estoy aquí con alguien más.
—Mantuve mi mirada lejos de Elizabeth pero sabía que nos observaba con
atención.
198
Me concentré en Nadia. Exhalé.
—Dios, cometí un error, Declan, un estúpido error. Estaba destrozada y
furiosa contigo cuando me acosté con él. No sabía lo que estaba haciendo.
Yo… yo pensé que me perdonarías. Solo... aún te amo.
Su rostro se retorció con las lágrimas y mordisqueó sus labios, atrayendo
mis ojos directamente ahí. Fue un acto reflejo y no significaba un carajo pero
ahí estaba, y supe el momento en que lo notó por el brillo en sus ojos.
»Puedes intentar negarlo pero aún te importo. —Ella se inclinó—. Vamos
a hablar. ¿Puedo ir a tu casa o tú puedes venir a la mía? Por favor, Declan.
Elizabeth de repente comentó:
—Uh, Donatello se acaba de ir del estacionamiento. —Todos nos
volteamos para ver como su Porsche rojo aceleraba en la grava del
estacionamiento y salía a la calle.
Nadia se lamentó.
—Y ahora estoy atrapada en esta cafetería de mala muerte. Y no
puedo caminar en estos tacones. Esto es simplemente perfecto —dijo con
amargura.
Eché mi cabeza hacia atrás y gemí ante la jodida situación en la que
me encontraba.
Elizabeth dejó salir su propio suspiro de exasperación y empujó a Nadia
hasta que pudo deslizarse fuera de la cabina. Nos encaró.
—Bueno, no culpo a Donatello —dijo ella—. Ustedes obviamente tienen
mucho de qué hablar de todos modos, y si estoy aquí...
—Eso sería genial —murmuró Nadia, secándose los ojos y enviando una
mirada de agradecimiento a Elizabeth—. Gracias por ser tan agradable
cuando obviamente arruiné su desayuno.
Nadia jadeó.
Página
—No soy agradable. Tú simplemente eres extremadamente molesta.
Eres como una gata en celo cuando vienes hacia Declan y francamente
estoy enferma de esto.
199
Elizabeth apretó los labios.
Tomé la mano de Elizabeth.
—No. Quédate. Solo... espera un maldito minuto. No tuvimos
oportunidad de hablar acerca de nosotros, acerca de anoche.
Las cosas estaban pasando demasiado rápido. Ella acababa de
decirme con demasiadas palabras que no significaba nada para ella,
además del nombre del tipo que la lastimó.
Necesitaba tiempo.
Ella negó con la cabeza
—No, de verdad, tengo millones de cosas por hacer el día de hoy y no
puedo manejar más estupidez.
—Elizabeth, espera un maldito minuto…
Ella alzó una de sus manos, la máscara de frialdad de vuelta en su
lugar, recordándome a la chica que había visto entrando en la fiesta de la
fraternidad.
Página
200
—Guárdatelo. He escuchado lo suficiente, visto lo suficiente. Disfruta tu
conversación.
L
a ira ardía dentro de mí cuando dejé Minnie´s. Estaba furiosa con
Nadia por perseguir a Declan justo frente a mí, pero estaba
molesta también con él porque había visto la mirada que le lanzó
y una parte de mí sintió que aún tenía sentimientos por ella.
Pisoteé por la calle mientras volvía a mi departamento, pensando que
si tenía una canción para el fiasco de desayuno que había tenido, sería un
volado entre Love Bites de Def Leppard o Done de The Band Perry. Ambas
acerca del amor y de dejar ir esa mierda.
Amor... ya había sangrado por ello. Había probado la destrucción que
viene con perder el corazón, y no importaba cuán hermoso fuera Declan
por dentro y por fuera, no podría soportar la destrucción de mi corazón
nuevamente.
Subí las escaleras y encontré a mi madre de pie frente a mi puerta. Sus
hombros se hundieron mientras golpeaba la puerta.
Página
—Oye, estoy aquí —llamé. Infundí a mi voz entusiasmo, pero no sabía
cuánto más podría tomar viniendo de ella. Sin embargo, era todo lo que me
quedaba después de que la Abuela se fue, y es difícil dejar ir a la familia, no
importa que te traten como la mierda. Claro, tenía algunos primos por ahí,
pero ellos estaban en Petal y la mayoría no tenían relación con mi madre.
Ella siempre había sido un gran problema, pidiendo prestado dinero que
nunca tenía intención de devolver a y en general, siendo poco fiable.
201
Inhalé bruscamente, recordando nuestra última reunión en el
restaurante. La preocupación me carcomió una vez más por Karl y su loco
plan de chantajear al Senador. Él era malas noticias para ella, igual que
para el resto de nosotros.
Ella me encontró en las escaleras, y pude oler el hedor rancio de los
cigarrillos en sus ropas.
—Gracias a Dios estás aquí —exclamó ella. No me perdí el labio partido
que había tratado de cubrir con un lápiz de labios rosa. Sus ojos se dirigieron
hacia el estacionamiento y de vuelta a mí.
—¿Qué pasa?
—Vayamos dentro y te diré todo. Necesito algo de café. —Su voz
sonaba rasposa como una maquinilla de afeitar.
Entramos e hice un poco de café para ambas. Ella le agregó crema y
azúcar mientras se sentaba en mí mesita y me observaba.
»¿Tienes algo de comer aquí?
—Claro. —Me levanté e hice un rápido desayuno de huevos revueltos
y tostadas. No era mucho pero era todo lo que tenía en la despensa por el
momento.
»¿Vas a decirme por qué estás aquí? —pregunté mientras me sentaba
con ella poco después.
—¿No puede una chica venir a ver a su hija?
—Nunca lo has hecho.
Ella frunció el ceño, masticando su comida.
—No tengo ningún otro lugar a dónde ir.
—Karl te golpeó —afirmé.
Se tocó el labio cautelosamente.
Ella palideció.
Página
—Podemos llamar a la policía. Por lo menos obtener una orden de
restricción en su contra.
202
—No fue su culpa. Estaba dolido, y usualmente se disculpa después de
una pelea y me compra flores o me lleva de viaje, pero ésta vez... —Se frotó
los brazos—… está furioso.
—¡No! Yo-yo sigo amándolo, Elizabeth, y nosotros probablemente
volveremos a estar juntos una vez que todo esto del Senador Scott eche a
andar.
Mi boca se secó por el miedo.
—¿Qué? ¿No me digas que aún estás en eso, mamá?
Ella se aclaró la garganta, observándome con nerviosismo.
—Karl... él realmente quiere llevar a Colby ante la justicia…
—No, él quiere dinero del Senador. Hay una diferencia. —Comencé a
molestarme—. ¿Por qué se lo contaste para empezar? Tú... se supone que
eres mi madre, y sabes cómo me siento acerca de lo que pasó. No quiero
que nadie más lo sepa.
Ella quitó los trozos astillados de su esmalte de uñas.
—Las personas en Petal lo saben.
—Sí, y piensan que soy una puta. —Bajé de golpe mi taza de café.
Ella hizo una mueca.
—Mira, es un montón de dinero. Estoy cansada de luchar y no tener
nada. Además, creo que el Senador necesita saber acerca de su hijo.
Tomé una respiración profunda.
3
APF: Asociación de Padres de Familia.
Página
—No vuelvas a decir eso, Elizabeth —dijo ella bruscamente—. Eras una
buena niña y sabía que no necesitaba estar al pendiente de ti todo el
tiempo. No es mi culpa que ocurriera en un fin de semana que yo no estaba.
Y después cambiaste, guardándote todo para ti misma, nunca llamando a
nadie, nunca saliendo, actuando como si me odiaras... —Sus manos
revolotearon alrededor—. Yo-yo sé que no soy una madre de la APF3 o de
las que gasta dinero en ti, porque ni siquiera lo tengo, pero hice lo mejor que
pude. —Ella sacó un cigarrillo Marlboro y lo encendió.
203
—¿Por qué siquiera te importa? Ni siquiera estuviste cuándo ocurrió.
—Las palabras escaparon de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
—¿Qué pasó con Karl y el Senador?
Ella le dio una calada a su cigarrillo.
—Karl llamó a su oficina durante varios días hasta que finalmente logró
pasar a través de su asistente personal, pero ella no permitió que Karl
hablara directamente con él. Puso un micrófono en su oreja y le dijo que se
trataba de algo acerca de su hijo. Funcionó. Él nos llamó de vuelta al
siguiente día y Karl dijo todo lo que sabía. Pidió cincuenta mil dólares o
vendería tu historia a la prensa.
Dios, su estupidez me hizo sentir enferma. Las náuseas comenzaron. Me
puse de pie y tomé un vaso con agua.
Ella dio otra calada a su cigarrillo, la colilla encendida al rojo vivo.
»Al siguiente día, la AT4 se presentó en el lote de autos de Karl y lo cerró,
alegando que tenía impuestos atrasados; lo que quizás fuera verdad, no lo
sé, pero tuvo que cerrar su tienda y no puede abrirla hasta que termine la
investigación, lo que podría tomar quizás meses. Le confiscaron todos sus
archivos y congelaron su dinero. Él está convencido de que el Senador los
envió. Su vida entera ha sido siempre ese lote de autos y si no lo tiene,
entonces, bueno, él está en quiebra.
Ella continuó:
»Karl llamó al reportero del Raleigh Herald y le dijo que tenía una historia
acerca del hijo del Senador Scott y una chica a la que violó. Acordaron verlo
y pagarle por la historia, pero cuando fue a verlos, ellos tenían un equipo de
abogados esperando con todos esos documentos y no quisieron escuchar
nada de lo que Karl tenía para decir porque necesitaban el testimonio de
primera mano sobre el ataque... y un informe de la policía.
Me senté de nuevo.
Página
Ella asintió.
204
—Son un periódico de renombre. No pueden imprimir rumores.
4
AT: Administración Tributaria, también conocida como Hacienda.
—Esa es la razón por la que Karl se molestó. Bueno, eso y lo de su lote
de autos, obviamente.
—¿Así que te golpeó?
—Todo iría mejor si tan solo contaras toda la historia de cómo dejaste
que ese chico te violara.
—Yo no lo dejé. —Mi voz se rompió.
Ella apenas lo notó.
—Quiero a Karl de regreso —dijo con tristeza.
Me puse de pie, mi silla chirriando a través de los azulejos.
—Dios, por una vez en tu vida, haz las cosas bien y olvídate de él
—espeté—. ¡Deja de arruinar mi vida para conseguir lo que quieres!
Sus labios se apretaron.
—No quiero un sermón de tu parte ahora. —Suspiró, luciendo
exhausta—. Aunque, si tienes un lugar en donde pueda dormir, sería genial.
Eso a menos que no me quieras aquí, y en tal caso yo solo me iré...
Me detuve y la miré. Parte de mí quería que se fuera, pero no podía
solo echarla. Ella era mi madre.
—Hay una habitación extra frente a la mía. No es mucho, solo una
cama doble.
Ella asintió y se dirigió por el pasillo hacia ella pero luego se dio la vuelta
—Lamento traer todo esto a ti, nena, pero... intenta mantener la mente
abierta acerca de Karl.
—Solo duerme un poco, mamá. Hablaremos después.
Página
Unas horas más tarde fui al almacén a comprar un par de cosas que
podrían gustarle, sobretodo papas fritas, pizza, soda y cigarrillos, y para el
momento en que regresé ya había oscurecido. Pronto entré a un
departamento vacío donde ella había dejado una nota garabateada
apresuradamente en la mesa de la cocina.
205
Pero no hablamos después.
Karl pasó a recogerme. Encontró un nuevo periódico en Nueva York
que tomará la historia. Lo siento.
Con amor, Candi.
Página
206
Me hundí en la silla de la cocina, las provisiones olvidadas cuando el
miedo se apoderó de mi corazón. Luché contras las lágrimas de frustración,
mis manos apretándose alrededor de la nota. Sin importar cuán duro traté
de alejar la sombra de esa horrible noche, aún continuaba persiguiéndome
E
l domingo pasó, y me quedé esperando a que Declan me
confrontara sobre nuestra conversación en Minnie’s, pero no fue
así. Había llamado a su puerta un par de veces, pero nunca
estaba allí. Lo imaginé en algún ring de boxeo de mala muerte siendo
aplastado hasta ser pulpa. Entonces mi imaginación cambiaría a estar
besando a Nadia. Dios.
¿Estaba enojado conmigo por la forma en que había dejado las cosas
entre nosotros? Sin duda.
Pero, ¿por qué no llamó a mi puerta? No lo sabía.
Reproduje nuestra noche en el gimnasio una y otra vez en mi cabeza.
Mi cuerpo anhelaba más de él, y eso me frustraba. Absolutamente no
existían las repeticiones en mi vida sexual.
El lunes, llegué tarde a clase, pero por suerte Dax me había guardado
un asiento y Feldman también llegó tarde.
Lo tomé y abrí mis libros, luchando contra la gran decepción de que
Declan no estaba en su lugar habitual.
Miré a Dax.
—¿Dónde está tu hermano?
Página
»Él no es de saltarse clases. Él no está lesionado, ¿verdad? ¿Por una
pelea? ¿Cómo puedes dejar que siga haciendo eso? —Cerré los ojos un
instante—. ¿Por qué lo hace?
207
Se encogió de hombros.
Los labios de Dax se apretaron, y por primera vez lo vi con una expresión
verdaderamente infeliz en su rostro.
—Por dinero para poder abrir su gimnasio. Es su pedazo de hogar
aunque no lo exprese. —Bajó la mirada y luego volvió a mí—. Sé que todo
el mundo piensa que soy un chiste, pero yo-yo lo entiendo. Su sueño es ser
dueño de sí mismo y desprenderse de nosotros, de mí. Me gustaría que
tomara mi mitad del dinero, pero no lo hará. En caso de que no lo hayas
notado, Declan es terco.
—Sí.
—Señorita Bennett, ¿le importa decirnos que está discutiendo en medio
de mi clase?
Mierda. Atrapada. Negué con la cabeza.
—No, lo siento, Dra. Feldman.
Ella golpeó un lápiz contra su escritorio.
—¿Entonces tal vez le gustaría responder a algunas preguntas?
Hoy no. Por favor. Mi mente estaba en todas partes, menos en esta
clase.
El largo cuerpo de Dax se puso de pie y la mitad del auditorio suspiró.
—Eres una buena oyente —dijo después de un rato, y me dio
codazo suave en las costillas.
un
Página
Después de clases, me encontró fuera del edificio de humanidades.
Tenía una clase de matemáticas después, pero decidí saltarla para
averiguar más acerca de Declan. Encontramos un banco en el patio cerca
de una fuente que era popular y nos sentamos. Charlamos sobre lo que
estaba haciendo en sus clases y cómo se esforzaba por mantener la cabeza
fuera del agua, y me di cuenta de que a pesar de que él no era un
estudiante A, lo intentaba. No quería presionarlo a hablar de Declan,
aunque me moría de ganas de saber más.
208
—Fui el que hablaba en su mayoría, Dra. Feldman. Estaría encantado
de responder a sus preguntas —dijo con su acento recortado que noté que
cargó en gran espesor.
—Eres fácil de escuchar.
—Por no hablar de lo caliente que soy.
Rodé los ojos.
—Estás lleno de mierda.
Lanzó un brazo a mi alrededor.
—Mejor que lo creas, amor.
Jugué con mi mochila.
—Así que acerca de Declan...
Suspiró, tomó mi teléfono y tecleó algunos dígitos, dándome una sonrisa
de satisfacción.
—¿Qué estás haciendo?
—Mensajeando a Declan y diciéndole que nos encontraremos para el
almuerzo.
—¿El almuerzo? ¿Qué pasa si yo ya tenía planes? Y usa tu propio
teléfono. —Traté de jalarlo, pero él se aferró a este.
—Pero él podría venir si lo pides. Amiga, ni siquiera se movió por mí.
—Me dio mi teléfono de nuevo—. Ten, he terminado. Él ahora piensa que
quieres verlo en el centro de estudiantes en media hora. También piensa
que lo quieres follar en el laboratorio de ciencias más tarde.
Mi boca se abrió.
—¿En serio?
—Él dijo “Bien”. Eso es vago —murmuré.
Página
—¿Qué dice? ¿Está emocionado? —dijo en una voz femenina,
inclinado sobre mi hombro para leer mi teléfono, su cabello oscuro
cosquilleando mi brazo. Por supuesto, Dax había mentido sobre el texto
sobre follar, así que no lo golpeé.
209
Se echó a reír justo cuando mi teléfono sonó y vi que era de Declan.
—Hmm. —Se sentó y se rascó la mandíbula sin afeitar como si lo que
tenía que decir lo estuviera pensando cuidadosamente.
—¿Qué pasa?
Me envió una mirada insegura.
—Es solo que, a Declan de verdad le gustas, pero Nadia le tiró todo
bastante bien, y no quiero que le hagas eso a él.
—¿Cómo sabes que le gusto?
Él me envió una mirada exasperada.
—Te dio un apodo lindo para empezar. Y te mira como un halcón en
clase. Es más bien como jalea, mi hermano, pero cuando ama, ama duro.
—¿Qué quieres decir?
Él suspiró.
—Pone su todo en cualquier cosa que haga. Pelea. Su gimnasio. Yo.
Cuando nos mudamos aquí y éramos los chicos nuevos en nuestra escuela
privada, los dos éramos escuálidos, y por supuesto, hablábamos chistoso. Él
golpeó a los idiotas que me molestaban y terminó con una reputación de
amargado, lo cual no era cierto. Pero se corrió la voz y muy pronto los
patanes fueron apareciendo y tratando de zarandearlo. Parcialmente trató
de mantenerse fuera de problemas, pero el último año, mientras estaba en
una cita, cuatro chicos saltaron hacia él detrás de las gradas en un partido
de fútbol. Había ganado peso para entonces, y tres tuvieron que sujetarlo
mientras que uno lo castigó con puños de latón. Cuando volvió en sí, estaba
tendido en el suelo y todos estaban riendo y lanzando su cerveza. Se levantó
y les sacó la maldita mierda, incluso persiguió uno por la carretera. Entonces
los policías se presentaron. Fue un infierno de noche. Papá no estaba
contento.
Él gruñó.
Página
—Pasamos la noche en el hospital, pero los otros chicos estaban
peores.
210
—¿Estaba herido?
—Siempre ha sido mejor tipo que yo. Más inteligente, más rápido, más
amable. Incluso paga sus propios honorarios de la universidad. Cuando sea
grande, quiero ser como él.
Sonreí. Declan era todas esas cosas y más. Sexy, dulce, acomplejado.
Él me lanzó una sonrisa arrogante.
—Te enganchaste con él.
—No.
—Sí.
—No.
—Malditamente lo hiciste. Ahora deja de hablar de eso.
—No lo hice. —Me puse de pie y estampé mi pie en la acera.
—Entonces déjame entrar a tu casa esta noche. Te voy a mostrar mi
sexy ropa interior, con la bandera de Reino Unido y todo.
Mi boca se abrió de golpe.
—No. Eso es raro. Eres como un... hermano.
—Bien, asqueroso, pero no estás viendo a nadie más, así que, ¿por qué
importa? Seré uno de tus famosos rollos de una noche, no hay problema.
Cerré los ojos.
—Maldita sea, ¿todo el mundo sabe acerca de eso?
—Es una universidad pequeña, pero a tu amiga Shelley también le
gusta hablar cuando bebe. —Él sonrió—. Ha estado apareciendo en la casa
de la fraternidad mucho últimamente. Ella y Blake son uña y mugre.
»Tienes sentimientos por Declan. Lo sé porque tus ojos se vuelven
blandos cuando él entra en una habitación.
—¿Eres un experto sobre mí?
Página
Él continuó:
211
Ah. Interesante.
Una sonrisa de satisfacción curvó sus labios.
—Soy un gran adivinador, ¿recuerdas? Y no tan estúpido como puedes
pensar.
—Eres más como un gran lunático.
Me midió con una mirada seria
—Me gustaría ser más como tú. No te importa lo que piensen los demás
y has hecho tu propio camino en Whitman, que suena muy parecido a
Declan, pero también eres totalmente maravillosa e inconsciente de ello.
Caray, podría haberme enamorado en un instante si me hubieras dado
algún indicio de que teníamos una oportunidad. —Sonrió cuando abrí mis
ojos—. Me conociste primero, pero yo estaba borracho y Declan no lo
estaba. No es que importara. Una vez que lo miraste, ya lo habías elegido.
Destino. Karma. —Él sonrió—. Sí, creo en todas esas tonterías. De todos
modos, no estoy aquí para ligar contigo, es demasiado tarde para eso, pero
estoy diciendo que no destroces su corazón. Ha tenido suficiente de eso ya.
Esto era familia. Amor. Emoción me hinchó e impulsivamente, lo abracé
con fuerza.
Me aparté para mirarlo de nuevo.
—¿Regresó con Nadia?
—No, pero escuché que Donatello rompió con ella, así que ella está
libre. —Me tomó la mano.
—Vamos, vamos a verlo.
En el camino, Shelley y Blake nos enviaron mensajes y quisieron reunirse
también para el almuerzo (incluso después de que le dije a Blake que Declan
iba a venir) así que acordamos reunirnos fuera del centro de estudiantes y
caminar juntos.
Página
Mis ojos buscaron en la multitud hasta que lo encontré de pie junto a
una gran columna fuera de la entrada al edificio de piedra. Su cabello
castaño oscuro estaba despeinado como si hubiera pasado sus manos por
212
Todo en lo que podía pensar era en ver a Declan de nuevo.
él. Mientras lo observaba, tomó su labio inferior entre los dientes y lo jaló
mientras leía Orgullo y prejuicio.
Él marcó cada casilla que tenía.
—Es un sueño —ronroneó Shelley a mi lado.
—Está bien. —Fue mi respuesta.
—Chica, estás más loca que mi mamá cuando tiene su menstruación y
se queda sin café.
Ella sonrió y me dio un abrazo. Había estado en el apartamento durante
las últimas dos noches para hacerme compañía. Entre Declan y todo el lío
de mamá y Karl, yo necesitaba una amiga. También cociné la cena para
ella ambas noches como agradecimiento de que me consiguiera la
entrevista en la joyería.
La atraje a un lado.
—¿Escuchaste algo sobre Colby?
Ella asintió con la cabeza, con una expresión de preocupación en su
rostro.
—Oficialmente, la versión es que dejó NYU porque quería estar más
cerca de casa. —Rodó los ojos—. Como si alguien extrañara Petal.
Asentí.
Levantó un dedo.
»El chisme es que lo sorprendieron aspirando cocaína durante una
fiesta que arruinó la policía. Lo dejó, gracias al querido padre, pero también
fue expulsado de la escuela y fue a rehabilitación de lujo. Parece que
nuestro perfecto chico del póster ya no está tan limpio.
Página
»Y si llega a tu casa otra vez, tienes que llamar a la policía. No puedes
correr ningún riesgo, especialmente si está en las drogas. Piensa en ello,
Elizabeth. Siempre estaba en el borde en el instituto, y te garantizo que,
Colby en drogas es loco como la mierda. Tan pronto como lo veas, corre
directamente a Declan o marca 911. ¿Bien?
213
Ella me envió una mirada dura.
Asentí.
—Bien.
Declan levantó la mirada en ese momento, sus ojos grises enfocándose
en los míos, y yo levanté una mano para saludar. Alejé los pensamientos de
Colby.
Metió su libro en su mochila y se dirigió hacia nosotros.
—Solo verlo caminar es como arte en movimiento —suspiró Shelley.
Se detuvo delante de nuestro grupo, le dio a Dax un golpe de puños y
asintió con la cabeza al resto de nosotros. Todos nos dirigimos dentro de
Zoe’s, una pizzería.
Declan ralentizó sus pasos hasta que caminaba a mi lado.
—Oye, tú. He estado queriendo hablar contigo.
—Hola. —Acoplé mi ritmo al suyo—. No viniste a clase hoy.
Él suspiró y se metió las manos en los bolsillos.
—Sí. Tenía una cita en un banco. Tuvimos algunos problemas en los
suelos del gimnasio, y fui a ver si podía ajustar mi préstamo. —Se frotó la
mandíbula.
Mis labios se separaron. ¿Necesitaba más dinero?
—Me gustaría poder ayudarte.
Se encogió de hombros.
—Tengo un plan. Siempre. Pero basta de eso. —Me envió una mirada
seria, sus ojos vagando sobre mi cara como si la estuviera devorando—.
Lamento que Nadia apareciera en el restaurante... y entonces realmente
no llegamos a terminar de hablar sobre todo.
—Sí. ¿Quieres que nos veamos esta noche?
Página
Levantó una ceja.
214
—¿Acerca de tener sexo y lo fantástico que fue? —Inhalé.
—Salgo del trabajo a las siete.
—¡Hola chicos! —Nadia saludó, una sonrisa brillante en su cara mientras
pedía permiso en frente a varios estudiantes para poder estar directamente
detrás de nosotros—. ¿Almuerzan también?
Qué demonios. Ella era como una garrapata que no podías quitarle a
un perro.
¿Y todo esto de tener que aparecerse en todos los lugares donde
estábamos? Para nada genial.
Ella sonrió.
»¡Estoy tan feliz de verte! Quería decirte buena suerte en tu entrevista
en la joyería.
Parpadeé. ¿Cuán falsa podía ser? Le había dicho lo molesta que era la
última vez que la vi.
Ella balanceó su pelo rubio.
—Oh, no luzcas tan sorprendida. Declan me lo contó todo. ¿Haces
anillos? Me encantaría verlos algún día… —Mostró su mano derecha, donde
un enorme diamante descansaba—. Papi me dio este en mi décimo octavo
cumpleaños, pero me encantaría algo más pintoresco.
Miré a Declan.
—¿Le dijiste todo lo que sabes? —Dejé que la perra saliera.
Él frunció el ceño.
Oh, ella no me engañaba.
Página
—Oh, no. ¿Dije algo malo? —dijo Nadia, mordiéndose el labio y
batiendo sus pestañas—. Por favor, no me malinterpretes. Es solo que Declan
y yo tenemos una gran amistad. Hablaremos, incluso si ya no salimos. Espero
que no te moleste. Oh, pero ustedes no están saliendo de todos modos,
¿cierto?
215
—Estábamos hablando en la cena, después de que te fueras
bruscamente, y pasé a mencionar por qué estábamos en Minnie’s para
comenzar…
Solo la idea de ella con Declan me dio ganas de tirar de los cabellos
de su cabeza. En mechones. Diablos, me dieron ganas de tirar de cada pelo
en la cabeza de él.
Tal vez algunos pelos del pecho también.
Pero recordé que Nadia era una profesional en la manipulación y me
negué a ser manipulada con tanta facilidad. Hace dos años, me había
dejado romper por la mitad cuando las chicas habían hablado basura y me
tiraron al suelo, pero eso no va a volver a suceder.
Las chicas maliciosas excitadas por Declan no determinarían mi
felicidad o falta de ella. Declan tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los
míos. Su pulgar acarició mi palma. ¿Sabía que quería golpearla?
—¿Estás lista para comer, amor? —preguntó en voz baja.
Le lancé una última mirada a la cara de Nadia, sus ojos estaban fijos en
nuestras manos entrelazadas.
La mujer de las cavernas en mí quería saltar sobre ella y tener una pelea
aquí en la cafetería. Pero era mejor que eso.
Le asentí a Declan.
—Me muero de hambre.
—Ah, y por cierto, Elizabeth y yo estamos saliendo, Nadia —dijo
Declan—. Ahora bien, si nos disculpas, vamos a almorzar.
¿Qué? Sentí mis ojos ampliarse, pero hice como si nada.
¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Estaba tratando de deshacerse de
ella?
Ella parpadeó rápidamente, su boca abriéndose y cerrándose, y luego
se volvió y se fue.
Página
—Sabes que decirle sobre tus joyas fue completamente inocente,
¿cierto? Lo retorció para hacerlo más de lo que fue. —Estudió mi rostro—. No
quiero a Nadia. Creo que sabes exactamente lo que quiero.
216
Tan pronto como estuvo fuera del alcance del oído, se volvió hacia mí.
Bien.
No saqué el tema de su comentario acerca de nosotros saliendo
mientras atravesábamos la fila, conseguíamos nuestras pizzas, y
encontrábamos la gran mesa donde nuestros amigos ya estaban sentados.
Porque te gusta la idea.
—Siéntate aquí —me dijo Declan, apuntando a un asiento junto a él
mientras se sentaba cuando Blake hizo un gesto para que me sentara a su
lado.
Le envié a Blake una sonrisa de disculpa cuando me senté junto a
Declan.
Justo en ese momento un mensaje entró en mi teléfono, y lo saqué de
mi mochila.
Leí el texto y el aire fue expulsado de mí.
¿Así que estás chantajeando a mi padre ahora? No es inteligente,
Elizabeth. Llámame lo antes posible. Nos vemos muy pronto, nena...
Enfático. Seguro de sí mismo. Colby Scott.
Quería lanzar el teléfono a través de la habitación, pero decidí agarrar
el borde de la mesa.
Me levanté de mi asiento y agarré mi mochila.
—¿A dónde vas? —preguntaron Dax y Declan al mismo tiempo, los
timbres similares de sus voces llamando la atención.
Niégalo, niégalo, niégalo.
Página
—Pero, todavía tienes clases —me dijo Shelley con una mirada
inquisitiva—. Nunca has perdido una clase en tu vida, incluso cuando tenías
gripe... Mierda, pareces muerta en vida —Ella frunció el ceño—. ¿Era tu
madre en el teléfono?
217
—Casa.
Aferré el teléfono a mi pecho.
—Simplemente no me siento bien. Nos vemos chicos.
Blake se puso de pie.
—Espera, te acompañaré hacia el estacionamiento.
—No, yo lo haré. —Declan se levantó.
Todos miraron a cada uno, miradas inquietas yendo entre Blake y
Declan.
—No necesito una niñera. —Giré sobre mis talones y acababa de abrir
la puerta que conducía al patio al aire libre cuando sentí a Declan detrás
de mí. Me jaló para detenerme y me di la vuelta.
Sus ojos buscaron los míos.
—¿Por qué estás tan molesta? En un minuto estabas feliz de verme, y al
siguiente no puedes escapar lo suficientemente rápido. ¿Qué está pasando
contigo? ¿Fue Nadia?
Negué con la cabeza.
Él me entrecerró los ojos.
—¿Fue Colby a verte?
—No. Yo… Solo tengo que llegar a casa. No me siento bien. —Me di la
vuelta, pero su voz me detuvo.
—Estás huyendo, Elizabeth, pero no te va hacer ningún bien. No puedes
luchar contra lo que tenemos.
Sus palabras fueron directamente a mis entrañas y me volví para
mirarlo.
Página
»¿No puedes ver lo que está pasando entre nosotros? Seguimos
alejándonos mutuamente porque tenemos miedo. Pero esa noche en el
gimnasio no fue solo sexo para mí, Elizabeth. Te quiero de verdad, con todas
las partes buenas y malas.
218
Sus ojos se clavaron en los míos.
Negué con la cabeza.
—No sé lo que quieres decir.
Un músculo palpitó en su mandíbula.
—Deja de negarnos.
¿Nos? La colonia de mariposas en mi estómago enloqueció.
Él continuó:
»Tienes heridas. Profundas. Veo eso. Estás viviendo en el pasado sin
esperanza en el futuro, pero tienes esperanza. Lo vi cuando hablaste de tu
joyería. Lo vi cuando hice el amor contigo. Solo… Abre tu corazón. Déjame
entrar. —Sus palabras eran insistentes, sus ojos suaves. Serios. Aspiré una
bocanada de aire.
Dios, era hermoso.
Así era Colby.
¿No veía que no podía cambiar por él? ¿De verdad creía que me
gustaría entregarle las hojas de afeitar para cortar mi corazón pedazo por
pedazo? No era solo una cosa de papel que podía pegarse con cinta.
—Mi corazón no es reparado fácilmente —susurré—. Y tú… Tú tienes la
capacidad de destrozarlo de forma permanente, mucho más de lo que
Colby nunca hizo.
Él exhaló.
—Nunca te haré daño.
¿Amor?
Página
—Escúchame, Elizabeth. —Él agarró mi mano, sus ojos grises mirándome
con atención—. He sabido desde la fiesta de fraternidad que tenemos una
conexión. Hay un imán en mi pecho que encaja con el tuyo. Tal vez fue
lujuria a primera vista. Tal vez fue la manera vulnerable en la que me miraste,
pero sobre todo, fue la libélula. Este sentimiento... es una locura y no puedo
definirlo, pero creo que, creo que me estoy enamorando de ti.
219
—Colby lo dijo también —dije con amargura.
El amor corta tu corazón pedazo por pedazo, alimentando al chico que
amas.
Pero este es Declan. Él es diferente, susurró una vocecita.
Pero…
—¿Qué quieres de mí? —Mi voz estaba rasgada, mis emociones por
todos lados.
Él tomó mi mejilla, su pulgar acariciando la curva de mi rostro.
—La verdad. ¿Cómo te sientes? ¿Me odias? ¿Quieres que te bese?
—Sus labios carnosos estaban inclinados en una dulce sonrisa, como si ya
supiera la respuesta. Supongo que lo hacía.
Él bajó la cabeza y presionó su caliente boca contra la mía. La presión
era suave y dulce al principio, pero al igual que todo entre nosotros, se puso
caliente rápido. Su mano se deslizó en mi pelo y tomó mi cabeza mientras
nuestras lenguas se enredaban, masajeando, nuestra pasión creciendo con
cada oscura caricia. Dios, sí. Quería esto. A él. Para siempre.
Pero todo en lo que podía pensar era en Colby. Me relajé de nuevo y
apoyé la frente contra su pecho.
Con miedo de mirarlo. Miedo de enfrentar la verdad de lo que tenía
que hacer.
Él levantó mi barbilla, sus ojos cargados de deseo.
—No te apartes, Elizabeth. No de mí.
Pero lo hice.
Cerré los ojos. No, esto tenía que parar. Si quería la verdad, se la daría.
Página
—Ven conmigo y saldremos de aquí —dijo él en voz baja—. Solo, no
digas lo que pienso que veo en tu cara.
220
Exhalé pesadamente todo el tiempo tratando de distanciarme
mentalmente de su embriagadora masculinidad que me hacía querer
meterme en él y nunca dejarlo.
—Espera —dije, dando un paso hacia atrás—. No has oído todo.
Colby… él me persiguió sin descanso, y simplemente no podía entender por
qué un tipo como él me quería a mí. No tenía padres ricos, la ropa correcta
o incluso un auto. Yo no era popular, aunque eso cambió una vez que él
hizo saber que me quería. De repente yo era parte de la gente en onda. Las
chicas querían ser mis mejores amigas. Los chicos me hablaban.
Recordando, ahora veo que era simplemente un trofeo para él, la chica que
no podía tener. La virgen. —Me mordí el labio con fuerza.
La cara de Declan se tensó.
Mi estómago se revolvió con los recuerdos, pero no podía parar. Tenía
que sacar todo una última vez.
»Él, él me compraba flores, me enviaba mensajes cincuenta veces al
día, y yo era demasiado ingenua para ver lo que estaba justo en frente de
mi cara. Él era un jugador que había dejado un rastro de corazones rotos,
pero me dijo que yo era diferente y que cambiaría por mí. —Tomé una
respiración profunda, obligando las palabras a salir—. En la noche del baile
de graduación él proporcionó alcohol y drogas. Las cosas se pusieron
nebulosas. En un momento yo estaba bailando y al siguiente me encontraba
en una habitación de hotel con mi vestido desgarrado. No era lo que yo
quería. —Mi voz se quebró, y la puse de nuevo bajo control—. Esa noche, la
oscuridad arrastró su camino a mi corazón, y prometí que nunca me
enamoraría de nuevo. Dos días más tarde, mi mamá todavía no estaba en
casa de Las Vegas, y yo… yo me corté las venas para poner fin a la
oscuridad dentro de mí. Nu-nunca quiero que el amor me empuje al borde
de acabar conmigo otra vez.
Declan había moderado el ritmo durante mi historia, pero ahora se
había quedado quieto y me miraba, sus puños apretados a sus costados.
Mi voz tembló.
—¿Y arruinar mi vida? ¿Ponerme a mí misma en medio de una batalla
judicial inútil y censura pública? ¡Soy una don nadie!
Página
—¿Lo denunciaste?
221
—Él es intocable, incluso para ti.
—Nunca digas eso. —La tensión alrededor de su boca se suavizó
mientras sus ojos buscaban los míos. Me aparté de él aún más, mis ojos en
todas partes excepto su rostro.
Él vio demasiado.
Él juntó mi cuerpo rígido en sus brazos y me abrazó.
Pero no podía relajarme. Quería esconderme para siempre. Quería
desaparecer.
»Te tengo, Elizabeth. Déjame cuidarte. Déjame ser el único hacia el que
corras. Podemos resolver todo esto juntos.
Mi respiración se atoró. Me debatí sobre decirle más sobre Colby, sobre
el mensaje y la amenaza detrás de él, pero no podía implicarlo. No podía
llevarlo ahí. Porque al final, nunca podría amar de nuevo.
»¿Elizabeth?
Lo miré.
—Declan… —Mi voz se apagó, incapaz de formar las palabras que se
balanceaban en mis labios.
—¿Qué pasa? —preguntó él, sus ojos aferrándose a los míos, con
esperanza en su rostro.
—Yo-yo no puedo. —Mi voz sonó estrangulada.
—Dime por qué.
Emociones se pelearon en mí, parte de mí queriendo hundirse en sus
brazos y despreocuparme, pero el otro lado...
—¿Por qué no vas a dejarme entrar? —insistió.
—Porque yo…
—¿Sí?
Página
—Dilo. Ten agallas y simplemente dilo. Sabes lo que sientes por mí. —Sus
manos agarraron mis brazos.
222
—Sabes por qué —le dije, cerrando mis ojos brevemente y alejándome.
Negué con la cabeza, tragué las palabras a mi corazón y fui con las
que estaban en mi cabeza.
—Yo-yo no puedo estar contigo. Eres todo lo que está mal para mí. Eres
un peleador, eres hermoso y romperás mi corazón. Eres solo otra aventura
de una noche, ¿de acuerdo? Eso es. Nada más. Solo, déjame en paz.
Hemos terminado. —Me aparté de él, jadeando.
Inmediatamente, quise devolver las palabras, pero la chica que
mandaba en mi cabeza me dijo que corriera y pusiera fin a esta miseria.
Así que lo hice.
Página
223
—Espera —rugió, pero me moví con furia a través del patio, esquivando
a los estudiantes mientras corría hacia el estacionamiento.
U
na avalancha de emociones se estrelló contra mí mientras la
veía atravesar patio. Huyendo de nosotros. Ella me había
rechazado, como si hubiera metido una mano en mi pecho y
exprimido la mierda de mi corazón.
Suficiente de ponerlo sobre la mesa y tomar una oportunidad.
Ella se estaba enamorando de mí también, pero la sorpresa era que no
quería.
Yo lo sabía. Ella lo sabía.
La observé hasta que llegó a la calle, su figura solitaria encorvada
mientras comprobaba el paso de peatones y luego cruzaba a toda prisa,
dirigiéndose hacia el aparcamiento. Se movía como si el diablo estuviera
detrás de ella, y maldita sea, yo no quería ser la persona que ponía esa
mirada asustada en su rostro.
Solo había querido ver a donde podíamos ir desde aquí.
La quería en mi cama por la noche y cada mañana.
La quería en mi piel.
La quería en mi alma.
Ella tenía miedo por Colby Scott. Maldito violador. Mi ira se disparó, mi
sangre corría por mis venas cuando pensaba en él.
Yo iba a matarlo. Poco a poco y con mis propias manos.
Página
Sin embargo…
224
Y yo quería estar en la suya.
Mierda. Froté mi pelo, mis manos tirando de los extremos. Pero no era
solo Colby quien nos mantenía alejados, ¿cierto? Estaba la pelea, y de
ninguna maldita manera iba a renunciar a mi sueño. Vivía y respiraba por
mis puños. Mi gimnasio significaba todo para mí, y tal vez incluso me lanzaría
para una temporada de UFC5 cuando me estableciera.
Con una pesadez en mi pecho, me dirigí hacia la cafetería y la gente
se movía para rodearme en la acera. Considerando la mezcla de lo que
estaba sintiendo, no había forma de saber lo que estaba en mi cara.
Dax había salido y caminado hacia mí. Se detuvo junto a mí, con una
mirada cautelosa en su rostro.
—¿A dónde iría ella? ¿Lo jodiste?
Exhalé, tratando de dejar salir la persistente frustración.
—Ella fue a casa, y no, yo no lo jodí para tu información. Le dije que yo
quería más, y ella me dijo que me mantuviera alejado. Oh, ella también dijo
que yo no era nada más que una mierda para ella. Una pequeña y
agradable conversación.
Él abrió la boca, pero yo levanté mi mano.
—Ahora no. No quiero ninguna maldita pregunta. Ella me dijo cómo se
sentía, y oficialmente he terminado.
Su boca se apretó.
—Yo solo quiero ayudar. Me gusta ella y creo que es buena para ti.
— ¿Sí? Ella no me quiere, hermano.
—Es solo, que hay algo acerca de ustedes dos… la forma en que tú la
miras… mierda, no sé. Debes ir tras ella. No te rindas tan pronto.
UFC: Ultimate figthing championship, la mayor empresa de artes marciales mixtas en el
mundo.
5
Página
Él dejó escapar un suspiro.
225
Pero ella tiene miedo, me recordó una voz. ¿Y qué? Yo también tenía
mi jodido orgullo.
Los restos de ira se encendieron de nuevo.
—Excelente. Consejos de romance del tipo que nunca ha tenido una
relación seria. Gracias, pero no, gracias.
—No seas un imbécil.
—No seas un metiche —espeté—. No sabes de qué demonios estás
hablando.
—Eres mi gemelo. Puedo leerte como un libro. Ya estás a medio camino
de enamorarte de ella.
Solté una carcajada.
—Tal vez si de verdad leyeras un libro, pasarías tus clases.
—Idiota. No sabes cuándo cerrar la boca, ¿verdad?
—¿De regreso a los insultos? Muy maduro —dije con los dientes
apretados—. Mejor da un paso atrás, hermano, y piensa en lo que estás
haciendo.
Nos enfrentamos el uno al otro, nuestros ojos relumbrando mientras los
segundos pasaban.
De pronto él relajó su postura, sus hombros hundiéndose mientras daba
un paso atrás y me examinaba críticamente. Agitó sus manos.
—Así. Así es como yo sé que estás en problemas cuando se trata de
Elizabeth. Tus puños están apretados, tienes esa mirada loca en tus ojos, y tu
cabello parece como que las ardillas estuvieran viviendo en él de tanto que
lo estás tirando. Estás en la mierda hasta el cuello, y no sabes cómo
manejarlo.
Froté mi sien, mi ira enfriándose rápidamente. No debería estar enojado
con él. No se trataba de Dax. Esto era acerca de ella.
Página
—Mierda. Aquí vienen más problemas.
226
Sus ojos fueron a algo detrás de mí.
Me volví para ver a Nadia acercándose a un ritmo acelerado, sus
caderas balanceándose mientras cruzaba el patio y se detuvo frente a
nosotros. Su voz estaba un poco sin aliento.
—Oye, vi a Elizabeth alejándose de ti desde el interior de la cafetería.
¿Está todo bien?
—Acosadora —murmuró Dax.
Sus ojos verdes se endurecieron mientras se giraba hacia él. Ellos en
realidad nunca se habían llevado bien; sobre todo porque ella había estado
celosa de la cercanía que él y yo compartíamos.
Le di mi encogimiento de hombros evasivo hice el ademán de alejarme
ambos cuando ella me agarró la mano.
—Espera. Te-tengo que decirte algo sobre Elizabeth. ¿Nos recuerdas
hablando de nuestro amigo en común, Colby? Hablé con él ayer, y me dijo
la verdad. Ella tiene una reputación absolutamente terrible en Petal…
Me aparté de ella como si me quemara.
—Cállate, Nadia, tú no sabes nada —gruñí—. Nunca digas su nombre
otra vez. Él es un… —Me contuve cuando sus ojos se abrieron como platos.
No podía traicionar a Elizabeth.
—¿Él es un qué?
—Nada. Solo mantente alejada de él… y de mí.
Ella jadeó, pero se recuperó rápidamente.
—¿Por qué? Tú no puedes solo decir eso y no seguir. —Ella subió su bolso
en su hombro—. ¿Él no es quien yo creo que es?
Dax sonrió irónicamente y pasó sus ojos sobre ella.
—Quédate fuera de esto, Dax. Estoy hablando con Declan. No contigo.
Él me señaló con su cabeza.
Página
Ella enrojeció, sus ojos refulgiendo.
227
—¿Lo es alguien? A veces tienes una novia que dice que te ama, pero
luego se folla a una tortuga ninja.
—Míralo, Nadia. Él no está pensando en ti o en tu mierda. Te superó el
día que lo engañaste. Quiere a Elizabeth. Sigue de largo ahora pequeña
escoria.
Sus labios se apretaron.
—Yo sé lo que significa esa palabra.
—De hecho. —Sonrió irónico—. Esa era mi intención.
Ella movió un mechón de pelo y resopló, pero él no había terminado, y
me pregunté si era porque nunca me había visto comportarme así por una
chica.
»Por cierto, no había tenido la oportunidad de decirle algo a Declan
aún, pero me encontré con una de tus hermanas de la fraternidad en la
casa Tau la semana pasada. Coqueteé un poco, como suelo hacer, y de
repente estábamos involucrados en una profunda conversación sobre ti. Ella
de casualidad mencionó que tu mamá no está en casa estos días, pero de
hecho, en realidad está en un crucero de dos meses de duración alrededor
del mundo. Interesante. Debe ser difícil conseguir la quimioterapia en el
océano.
Ella palideció, sus ojos ampliándose.
—¿Qu-qué? ¿Quién te dijo eso? Ella, ella está en casa.
Él sonrió.
Todas mis emociones estaban demasiado envueltas en Elizabeth. Ella
era todo en lo que podía pensar.
Página
Varios segundos pasaron hasta que ella, finalmente, hundió sus
hombros en derrota. Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Se volvió hacia mí,
con una mirada suplicante en su cara, y leí la verdad allí. Esperaba que sus
mentiras me molestaran más de lo que lo hacían, pero la verdad era que no
la había amado lo suficiente, y el único sentimiento que quedaba era
lástima.
228
—Entonces, ¿Por qué estás tartamudeando? La cosa es, que estoy
suponiendo que tú inventaste esa historia para que Declan hablara contigo
de nuevo, así podías manipularlo para que sintiera lástima por ti y,
finalmente, tenerlo de regreso. Tienes que parar, Nadia.
Exhalé pesadamente y me alejé.
No tenía ninguna mierda que decirle a ninguno de los dos.
Solo quería estar solo.
Página
229
¿Y después? Quería pelear.
Y
o odiaba el color rosa, cualquier tono de él.
El rosa suave que verías en una manta de bebé, el tono
rosa brillante del lápiz labial que mamá llevaba a veces, e
incluso tonos de marrón me molestaban. Desde hace dos
años, la mera idea de usar ese color hacía que mi estómago
se revolviera. Mi vestido de graduación había sido de un brillante y delicioso
rosa, el tono de un helado de fresa, con destellos.
Pero cuando Shelley y yo caminamos por la calle Freemont a nuestro
regreso de mi encuentro con Sylvia Myers para mi entrevista de la joyería,
llegué a detenerme completamente en frente de una ventana de la tienda
de consignación. Yo había estado en la tienda antes para buscar a través
de sus viejos libros o para buscar ropa usada de buena calidad. La artista en
mí, amaba la única y llamativa ventana que mostraba lo que el propietario
colocaba.
Hoy, la muestra me dejó alucinada. Todo era de color rosa.
Shelley se detuvo junto a mí, con sus ojos de diseñadora de moda
rastrillando sobre el conjunto interior.
Página
—Es hermoso —dije, mis ojos corriendo sobre la ventana. En el techo
habían nubes rosadas de papel maché con una lámpara de araña de cristal
en el centro. Debajo de eso era el único maniquí, una alta y rubia que
llevaba un vestido de cintura imperio con el cordón pesado goteando de
las mangas y un largo dobladillo. Era romántico y rosa, y nada de lo que
alguna vez usaría, sin embargo, algo de eso me llamó.
230
—¿Te gusta el vestido? Un poco anticuado para ti, ¿no te parece?
Al lado del maniquí descansaba un escritorio rosa y blanco con una
vieja máquina de escribir y una colección de libros en la parte superior de la
misma, sus lomos hacia afuera, y me dio una visión clara de los títulos. Orgullo
y Prejuicio estaba justo en la parte superior. Darcy me vino a la mente...
luego Declan.
Suspiré, mis ojos asimilando el vestido, parte hippie chick, parte vintage
—y probablemente fuera de tu presupuesto-, me recordé a mí misma.
—Parece que alguien vomitó algodón de azúcar en todas partes —dijo
ella—. Además, ¿pensé que te abstenías del rosa?
Cierto.
—Me pregunto… ¿Cuánto cuesta?
—Este lugar es razonable. Además tienes algo de dinero ahora. —Ella
sonrió ampliamente y se inclinó para darme otro apretón emocionado.
Había estado saltando a mi lado desde que habíamos salido de la
entrevista, y su entusiasmo era contagioso. Le devolví la sonrisa. Tenía que
admitir, me había mareado teniendo en cuenta que Sylvia me había
ofrecido mil dólares por tres de mis dibujos de joyas que luego serían
entregadas a sus artesanos en Ashville para recrearlos.
Antes de darme cuenta, habíamos entrado a la tienda y nos recibió
una vendedora.
—¿Las puedo ayudar, queridas? —preguntó la señora mayor.
Página
Y entonces pensé en Declan. De nuevo. ¿Y si él era todo lo que había
estado buscando inconscientemente estos últimos dos años? ¿Y si él era el
único al que estaba destinada a amar —justo en mis manos— y le dejaba
escapar? La emoción crecía en mi pecho. Decirle que me dejara sola había
sido una de las cosas más difíciles que había hecho, y no había podido
dormir ni pensar en nada excepto en él durante los últimos dos días. Su cara.
Sus ojos. Su sonrisa arrogante. Dios, su bondad.
231
Dejar ir esos diseños se había sentido como un pequeño paso en mi
camino para encontrar a la artista dentro de mí, como si hubiera subido una
colina y llegado a la cima. No era una verdadera montaña, pero sabía que
si seguía poniendo un paso delante del otro, con el tiempo me llegaría a la
cima.
—Me gustaría ver el vestido en la ventana —dije.
Ella nos mostró cómo llegar al mostrador a través de unas escaleras
desvencijadas a la izquierda de la ventana.
—Vamos allí y echemos un vistazo, todo el mundo lo hace. Es un
espacio pequeño, pero pueden moverse. Solo sean cuidadosas.
Asentimos y fuimos por ese camino.
»Lo mejor que podemos estimar, el vestido fue fabricado aquí en los
EE.UU... Es cien por ciento seda con una capa superior de encaje —gritó ella
desde detrás de nosotras a medida que entramos en el brillo de la ventana.
Revisamos la etiqueta del precio. Ciento cincuenta. Caro.
Toqué el suave encaje en la manga.
¿Por qué siquiera lo quiero? ¿Dónde puedo usarlo?
—Pruébatelo. —dijo Shelley en voz baja, lo cual fue extraño, pero era
como si las dos sintiéramos el precipicio en el que estaba de pie.
Sin pensarlo demasiado, me encontré a mí misma siendo llevada al
vestidor por la vendedora mientras Shelley nos seguía para ayudarme con
el vestido.
La tela se deslizó sobre mi cuello y brazos, y cuando me di la vuelta para
mirarme en el espejo, la chica que vi no era la misma del lunes, la que le
había dicho al chico más hermoso que era solo una aventura de una noche.
Esta chica, estaba casi radiante. Feliz.
—¿Qué piensas? —le pregunté, y escuché la incertidumbre en mi voz.
El rostro de Shelley se iluminó con una gran sonrisa.
Página
—¿Qué?
232
—Estas hermosa en él, por supuesto, pero necesitas dármelo para que
yo pueda hacer lo mío. Tal vez cortar el largo pero mantener el encaje y
recoger la cintura para que no sea tan flojo. —Ella suspiró pesadamente.
—El rosa siempre fue tu color... —Pensé que estaba recordando el día
que fuimos de compras por nuestros vestidos de graduación y no importar
la tienda en la que entraba, siempre gravitaba hacia los rosados.
»Cómpralo, Elizabeth. Y luego jodidamente úsalo, diablos, incluso si es
solo para la clase. Demuéstrate a ti misma que Colby ya no importa, que él
pudo haber tomado algo precioso de ti, pero no te arruinó para siempre. —
Las lágrimas cubrieron sus ojos.
Puse mi mano en su hombro.
—Oh, Shelley. Te adoro. Gracias por ser mi amiga a través de todo esto.
Negó con la cabeza y se secó los ojos, una sonrisa triste en su rostro.
—Dios, soy tan estúpida. Lo lamento. Es solo que, ¿verte caminar en esa
entrevista hoy con la cabeza bien alta y ahora probándote este vestido?
Siento como si hubiera estado esperando una eternidad para ver este
momento.
La emoción brotó, y la abracé con fuerza.
Me di cuenta de que era hora de dejar de ser una cobarde.
S
La noche después de que había comprado el vestido, invité a Blake,
sobre todo porque estaba nerviosa por Colby. Salimos al balcón para
sentarnos un rato, y Declan había estado fuera en el suyo, con los codos
Página
Declan estaba haciendo exactamente lo que yo le había pedido
hacer: me dejó sola.
233
aber y hacer, no son lo mismo. Pasé noches de soledad en mi
cama, deseando tener una pesadilla, así Declan vendría a
despertarme. Sostenerme. Era patética, y si fuera una chica que
bebiera, habría usado el alcohol para hacerlo mejor.
apoyados en la barandilla, su pecho desnudo brillando a la luz de la luna.
Había dicho hola. Él había asentido en respuesta y se había dirigido hacia
el interior. Más tarde, después de que Blake se había ido, había escuchado
la voz de una chica viniendo de su lado de la pared, y cuando había ido a
sacar la basura al contenedor, vi a Lorna de la clase de literatura saliendo
de su casa. Se había contoneado por delante de mí en las escaleras con
una sonrisa de complicidad en su cara manchada de pintalabios. Dolor
agudo me apuñaló al pensar en él besándola de la forma en que me había
besado.
¿Había ya pasado a la siguiente chica? ¿Eso era lo poco que
significaba para él?
Tú hiciste esto, me recordé.
Para el viernes, entré en clase literatura decidida a enfrentarme a él y
hacerle hablar conmigo. Ya estaba sentado junto a Lorna, sus cabezas
inclinadas en una conversación baja. Hoy, me dije, habla con él. Dile cómo
te sientes. Y, Dios, quería decirle, pero mis inseguridades y miedos lo
necesitaban para que me mostrara que todavía me quería primero.
Dax se sentó a mi lado y me metió bajo su brazo.
—Hola, chica. ¿Estás bien? Te ves rara, bueno, siempre eres rara, pero
te ves más extraña de lo habitual hoy.
Tomé una respiración profunda.
—Es solo que odio ver a Declan con ella —susurré mientras movía mi
cabeza a la pareja detrás de mí.
Él movió sus ojos a la pareja y luego de nuevo a mí.
Página
Asentí con la cabeza y entonces la Dra. Feldman llegó al auditorio.
Empujé a Declan fuera de mi mente y me centré en Darcy en su lugar. Por
lo menos un personaje de ficción, no podía hacerme daño.
234
—¿Sí? Si te molesta, entonces haz algo al respecto. Tiene que ser ahora.
—Sus ojos estudiaron los míos—. ¿Me entiendes?
E
n la mañana del sábado, traté de mentalizarme para acercarme
a Declan, pero él no estaba en casa. Lo sabía porque
constantemente buscaba su Jeep en el estacionamiento. Para la
hora del almuerzo estaba inquieta, así que pasé por su gimnasio. Su auto
estaba allí, pero entonces no me atreví a detenerme y entrar.
Mientras me dirigía a casa, una idea me golpeó.
Con paso decidido, fui a la habitación adicional. Desempaqué mis
herramientas de joyería de sus cajas y las extendí sobre la mesa, pasando
mis dedos a través de la hoja de metal frío.
Un cambio se produjo dentro de mí, pequeño pero significativo, algo
que había estado construyendo durante las últimas semanas. Dejé ir ese
control y de repente mis dedos picaban. Por crear.
Miré en mi interior y me hice preguntas difíciles.
¿Dónde estaba mi poder?
¿Dónde estaba mi creencia en mí misma?
Página
Usando una hoja de metal de calibre 18, medí uno de los tamaños de
anillos más grandes en el metal que pensé que le cabían. Sin pensar
demasiado acerca de la importancia de la misma, grabé uno de los diseños
de la libélula que había dibujado antes para lo que sería el interior de su
anillo. Después de eso, usé mi sierra para cortar la banda, la pulí y luego usé
mi butano para hacer el metal más maleable. Terminé la pieza con vinagre
y agua caliente, deshaciéndome de la poca oxidación en la superficie.
Después usé mis pinzas para darle forma de círculo y luego lo soldé para
235
Estuvo aquí todo el tiempo, dijo una pequeña voz.
conectar los bordes. Tras envinagrarlo de nuevo y sellarlo, lo deslicé en una
barra de metal y comencé el proceso del martilleo, el sonido tintineante
resonó en mi apartamento. El último paso fue lanzar el anillo al vaso y dejarlo
rodar, puliéndolo. Lo saqué y puse el anillo en mi mesita de noche para que
se secara.
Lo miré fijamente con profunda satisfacción. Él tendría un pequeño
pedazo de mí, incluso si no quería mi corazón nunca más.
Mi teléfono sonó, recordándome que tenía planes para cenar con
Blake y Shelley. Shelley había dicho que una banda iba a tocar, así que me
tomé más tiempo en prepararme, poniéndome mi vestido rosa y un par de
tacones de tiras de plata. Estaba un poco exagerada para el restaurante,
pero no me importaba.
Ese vestido era mi armadura, la prueba de que estaba cambiando un
poco cada día.
En el último minuto, volví al dormitorio y directamente a la caja de
joyería, encontré con una cadena, deslicé el anillo de Declan en ella, y la
puse alrededor de mi cuello.
Tal vez nunca se lo daría, pero lo quería contra mi piel. Cuando salí, vi
su Jeep estacionado. Antes de que pudiera evitarlo, llamé a su puerta. La
emoción estaba arañando mi pecho, y estaba balanceándome al borde
de… ¿qué?
¿Qué iba a decir?
¿Iba a rogarle que me diera otra oportunidad?
Quizás.
Página
236
Pero él nunca respondió.
—G
uau, amor —dijo una voz masculina—. Será mejor
que vayas lento o te vas a caer. —Brazos fuertes y
tatuados se estiraron para calmar mi ímpetu mientras
tropezaba al caminar hacia del Cadillac.
Reconocería esa voz ronca en cualquier lugar.
Declan.
No debería haberme sorprendido de verlo aquí. Era sábado por la
noche, y si no había fiestas en fraternidades, este era el lugar para estar.
Llevaba vaqueros y una camisa más bonita de lo normal, y me encontré
recordando cómo había lucido en sus pantalones de gimnasio con su
pecho desnudo y las cicatrices que mostraba.
El calor se enroscó en mi centro. Esta era la primera vez que me había
tocado desde el día en el patio.
Pasó sus ojos sobre mí en un escrutinio pausado y lento que comenzó
en mis tacones y siguió hasta mi vestido.
»Te ves bien —murmuró.
Asentí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, mirándolo a la cara,
devorando su mandíbula cincelada y labios carnosos. Me retorcí,
recordando su boca en mi cuerpo.
Miré por encima de su hombro el interior del restaurante. ¿Estaba solo?
Ah. Dax y varias hermanas de fraternidad estaban en una gran mesa
en la parte posterior, cerca de donde la banda se estaba preparando.
Lorna estaba allí, por supuesto.
Página
—Estoy aquí con amigos. ¿Qué hay de ti? ¿Estás con Blake? —Su voz
salió con gruñido al final y me puse rígida. Blake en realidad había enfriado
la presión y no estaba segura de por qué, pero una parte de mí se
preguntaba si tenía miedo de Declan.
237
Dejé escapar un largo suspiro.
»No vas a decir nada. —Él se apoyó en la pared para salir del camino,
acercándose más. Su dedo se estiró y trazó una línea a través de mi mejilla—
. Conozco esta mirada. Está preocupada. —Hizo una pausa, arrugando la
frente—. ¿Colby?
Y entonces lo escuché, el leve murmullo en su voz, el olor a alcohol en
su aliento.
Mi corazón trastabilló. Me eché hacia atrás.
—¿Has estado bebiendo?
—Tengo veintiuno. ¿Quieres? —Él levantó una botella de cerveza, y me
sentí estúpida de ni siquiera haberme dado cuenta. Había estado
demasiado ocupada mirando el resto de él.
—No me gusta —espeté.
—Entonces es algo bueno que no estoy contigo. —La levantó para
tomar un sorbo.
Nos miramos mientras pasaban los segundos, ese zumbido familiar entre
nosotros estaba tirando de mi corazón. Cerré los ojos de este modo no lo
desearía tanto. Incluso sabiendo que estaba bebiendo, ¡no me importaba!
—Fui a tu apartamento pero no estabas. Tenía algo que quería darte.
Arqueó una ceja.
—¿Estás lista para la segunda ronda? No pensé que hicieras eso, siendo
estrictamente del tipo de una sola vez.
Mi pecho subió.
—No seas un idiota. ¿No crees que estoy sufriendo? Me estoy volviendo
loca pensando en ti…
—Es bueno verte. Tengo que volver con mis amigos.
Página
Declan me dio una mirada indecisa como si tuviera más que decir, pero
entonces se separó de la pared, con sus músculos flexionándose.
238
Blake y Shelley entraron, riendo mientras venían hacia nosotros. Blake
me dio un abrazo suave y le envió a Declan una mirada.
Que fría cortesía.
Y luego se alejó para unirse al bullicioso grupo en la parte posterior.
Mientras observaba, Lorna inmediatamente se puso a un lado de él y otra
chica en el otro, ambas compitiendo por su atención.
Ve, la gente nunca es realmente quien piensas que son. Él es igual que
el resto, dijo la chica de las reglas en mi cabeza.
—¿Estás bien? —preguntó Shelley, su voz tentativa.
Sacudí la cabeza. Mi pecho se sentía como si se estuviera
derrumbando. Ya no éramos amigos.
—No puedo quedarme aquí y verlo…
Blake asintió.
—Estoy de acuerdo. Volvamos a tu apartamento y ordenemos pizza.
Yo invito.
Asentí y bajé la mirada hacia mi vestido rosa. Quería quitármelo tan
pronto como fuera posible.
Página
239
—Solo sáquenme de aquí.
N
o era un cobarde. Si ella no me quería, solo tenía que olvidarme
de ella, me dije mientras me sentaba y tomaba uno de los
tragos de tequila que estaban la mesa.
Dax me envió una mirada cautelosa.
—Has tenido suficiente.
—Será suficiente cuando ella esté fuera de mi cabeza. —Incliné mi
cabeza hacia Elizabeth, que estaba de pie en la puerta, con una expresión
herida en su rostro.
Como una regla general, la bebida era algo que rara vez me permitía,
pero en los últimos días, me había esforzado en sacar a Elizabeth de mi
cabeza. O lo intenté. Beber embotaba el dolor brevemente, pero nunca era
suficiente.
La dejé ir en la única forma en que un hombre sabía. Me concentré en
las chicas que me querían.
No hay punto en la persecución de un sueño si este no te quiere de
vuelta.
Lo odiaba por ninguna otra razón que porque él tenía su atención y yo
no.
Página
Desde que ella me había dicho que me alejara, los había visto juntos
en todas partes. En el centro de estudiantes. En el patio. En su casa.
240
Y no podía dejar de pensar que tal vez ella estaba realmente
enamorada de Blake, pero estaba negándoselo a sí misma. Tal vez estaba
completamente equivocado acerca de sus sentimientos por mí.
Levanté la cerveza y tomé un trago.
Un día particularmente malo después de darme cuenta de que Blake
estaba en su apartamento, había llamado a Lorna para que fuera a mi
apartamento. Mi cabeza había estado toda retorcida, y no me había
importado con quien estaba, mi cuerpo pidiendo una liberación para
hacerme olvidar de Elizabeth.
Había besado a Lorna y eventualmente terminamos en mi cama, pero
mi corazón no había estado en ello, y en poco tiempo nos detuve.
Estar con Lorna había estado mal. Y ni siquiera sé por qué.
No le debía nada a Elizabeth.
Pero...
La claridad me golpeó. No estaba solo enamorándome de Elizabeth;
había ido completamente por encima del borde, como si alguien me
hubiera empujado desde un rascacielos y estuviera en caída libre hacia el
hormigón.
Ella era mi reina y yo quería ser su rey. Quería sentarme en el trono de
su cuerpo y amarla para siempre, pero no era solo sobre sexo, a pesar de
que eso había estado sobre la maldita luna. No, con nosotros era acerca de
dos personas que parecían rotas profundamente en los ojos de la otra
persona y simplemente encajaban. Llámalo suerte, destino o simplemente
viejo karma, pero fuera lo que fuera, desde el momento en que la vi bailar
en la lluvia, mi corazón lo había sabido, solo que le había tomado a mi
cabeza algo de tiempo para ponerse al día.
—Ella se está yendo. —Dax se inclinó y me dijo.
—No me importa. A la mierda con ella.
¿Y decirle qué?
Página
Volví la cabeza para verla caminar y, joder, parte de mí quería correr
tras ella.
241
—Sí, claro. —Él me consideró, sus ojos grises preocupados—. Necesitas
poner tu cabeza en orden antes de la pelea con Yeti.
¿Estaba listo para ponerme allí de nuevo por alguien con problemas de
compromiso?
Los ojos demasiado maquillados de Lorna se deslizaron sobre mí
sugestivamente.
—¿Quieres salir de aquí, cariño?
Levanté mi cerveza y tomé un largo trago.
—¿Qué tienes en mente?
Se humedeció los labios rojos, con los ojos brillantes de seducción
mientras empujaba sus tetas en mi cara. Miré las cremosas esferas. Podría
tenerlas en mi mano esta noche.
—Lo que sea necesario para hacerte feliz, Declan.
¿Hacerme feliz?
Nada.
No vas a pensar en Elizabeth otra vez, me dije.
Me moví cerca de ella, el olor de su perfume obstruyendo mi nariz.
Jugué con un mechón de su pelo y le di una amplia sonrisa. Se apoyó en el
hueco de mis brazos y me besó en el cuello, su boca caliente mientras
pellizcaba la línea de mi garganta.
Deslizó sus manos entre mis muslos y bajó a mi polla a través de mis
jeans. Ni siquiera se retorció.
Dax me dio una palmada en el hombro.
—Vamos, hermano.
—Vamos, vamos a sacarte de aquí antes de que hagas algo que
lamentarás.
Página
Él suspiró.
242
Parpadeé en su dirección, y la habitación dio vueltas. Esperé a que el
zumbido agradable de cerveza hiciera efecto, pero lo único que conseguí
fue una sensación de vacío en el estómago.
Lorna hizo un puchero.
—Pero la noche acaba de empezar…
Me puse de pie con la ayuda de Dax.
—Lo siento amor. No está en las cartas esta noche —le dijo.
Me apoyó en él y nos dirigimos a la puerta del bar. Nos tropezamos
hacia su BMW, un gran tipo sosteniendo otro.
—Te amo, lo sabes, ¿verdad? —murmuré.
Él resopló, tirando de mí.
—Si hombre. Yo también. Ahora entra en el maldito auto.
—Espera. —Mis ojos buscaron en el aparcamiento, esperando que ella
todavía estuviera allí—. Se ha ido —dije.
Él suspiró y abrió la puerta para mí.
—Estás mal, hermano. Lamento que no esté funcionando.
—Sí. —La primera mujer a la que había amado alguna vez, y ella no me
quería.
Me deslicé en el lado del pasajero, exhalé con fuerza, y luego
rápidamente vomité en su auto.
U
Página
Traté de ir a la cama, pero no podía dormir, así que me
levanté y tomé una ducha caliente. El agua goteaba mientras palmeaba
mi polla, pensando en Elizabeth debajo de mí, su suave piel contra la mía.
243
nas horas después, me sentía sobrio. Parcialmente. Tal vez el
vomitar había ayudado.
Salí y me vestí con un par de pantaloncillos plateados de gimnasio y me
dirigí al balcón.
Mis ojos fueron a su apartamento a oscuras. Por supuesto, ella estaba
dormida. ¿Cierto? Eran las tres de la mañana.
No me importaba.
Di un salto corriendo y salté la distancia, aterrizando en el descansillo
con un ruido sordo. Su puerta de cristal estaba desbloqueada, tenía que
hablar con ella sobre eso. Pero por ahora, la abrí en silencio y me deslicé
dentro, mirando alrededor hasta que mis ojos se acostumbraron a la
oscuridad.
Me detuve cuando el resplandor de las luces del estacionamiento me
golpeó en la cara.
¿Qué demonios estaba haciendo?
Acababa de meterme sin ser invitado. Estaría enojada si se despertaba
y me veía aquí. ¿Cierto?
¿Y si alguien estaba con ella?
¡Mierda! La furia se abalanzó sobre mí y froté mi pelo, mis ojos
devorando su figura debajo de las sábanas. Solo una única silueta.
Se dio la vuelta, un suave suspiro escapando mientras se acomodaba
de nuevo en las almohadas.
Las cosas; la vida, había sido dura para mí desde que mamá falleció,
pero había hecho el mejor trabajo que podía, tratando de ser la persona
que ella hubiera querido que fuera. Vivir con mi papá me había formado en
el chico que era ahora. Fuerte. Difícil. Pero en el fondo, anhelaba el
profundo amor entre dos personas que mamá siempre me había contado
que estaba por ahí.
¿Decir adiós?
Página
Pero Elizabeth no quería esas cosas, así que ¿por qué estaba
escabulléndome en su dormitorio como un muchacho excitado?
244
Caminé alrededor de la habitación.
Quizás.
Suspiré.
Tenía que hacerlo si quería mantener mi cordura. Tenía una pelea en
que pensar y ella era una gran distracción.
Pero…
¿Podía dejarla ir para siempre?
¿Podía pasar junto a ella en clase y sonreír al verla con Blake?
¿Podía verlos enamorados algún día?
¿Podía encontrarme con ella años más tarde en un parque y verla jugar
con un niño que no era mío?
Era demasiado orgulloso para mendigar y estaba demasiado enojado
para pensar con claridad. Demonios, tal vez todavía estaba borracho.
Dios, necesitaba respirar.
Exhalé.
Tenía que decirle adiós.
Página
245
Sí. Después de todo, ¿qué otra opción tenía?
E
l domingo me desperté deprimida por ver a Declan beber.
¿Él era igual que todos los demás?
Puse Pink6 en mi teléfono, conecté los altavoces, y pasé el
resto de mi día ocupada con mi lámina de metal.
Más tarde esa tarde, traté de llamar a mi mamá de nuevo. Había
estado tratando de comunicarme con ella desde que se había ido de aquí
el sábado pasado. Hoy ella en realidad respondió, y después de una breve
conversación, admitió que no habían vendido la historia y estaban en
camino de regreso a Petal.
Gracias a Dios.
Dejé escapar un gran suspiro de alivio. Por lo menos eso iba a trabajar
en mi favor.
—Podrías haber pedido ver las notas de Declan, así que, ¿por qué no
me dices exactamente por qué me llamaste?
6
7
Pink: Cantante estadounidense.
Beastie Boys. Grupo musical neoyorquino.
Página
Llegué y lo encontré sentado en la parte trasera en una cabina,
viéndose tan sexy como siempre en una camisa negra de banda mostrando
a los Beastie Boys7. Me dejé caer frente a él y le entregué mi cuaderno. Verlo
me recordó tanto a Declan que mi corazón dolió.
246
Dax llamó y me pidió reunirse conmigo para echar un vistazo a mis
notas de literatura para el próximo examen, así que me dirigí al centro de
estudiantes.
Se aclaró la garganta y se acomodó en la mesa con las manos
cruzadas, con una expresión seria en su rostro. Dejó escapar un profundo
suspiro.
—No sé qué tipo de cosa emocional están haciéndose mi hermano y
tú, pero él está jodidamente desilusionado… y tiene una gran pelea en
Halloween con algún loco albino. No es bueno. Si tú todavía lo quieres, y sé
que lo haces, entonces será mejor que lo resuelvas y se lo hagas saber. Si
jodes esto y arruinas su pelea, estará todo sobre ti, amor.
—Dime cómo te sientes en verdad —murmuré.
Él sonrió.
—Esa es toda la jodida verdad del asunto.
Me recliné en la cabina, preocupación y miedo instalándose en mis
entrañas. Halloween estaba a dos días. Lamí mis labios.
—¿De verdad crees que él podría tener problemas con esta? ¿Por mi
culpa?
Dax me envió una mirada dura.
—No lo sé. Estoy harto de los dos. Tal vez si resolvieran su mierda, él
estaría bien.
—No me manipules, Dax. Nosotros tenemos problemas en los que
trabajar. Además, no me gusta la violencia, y no puedo tolerarla —espeté.
Pero aun cuando las palabras salieron de mí, en parte anhelaba ver a
Declan utilizar su cuerpo de nuevo. Mi mente volvió a la noche en que había
golpeado a Colby. Aunque había estado aterrorizada al principio, después,
había estado asombrada de su poder y agilidad. Y sus instintos alfa me
pusieron caliente como el infierno. Suspiré.
Dax se encogió de hombros.
Página
»¿Qué pasa con Lorna? Él estaba con ella anoche, y no parecía estar
suspirando por mí cuando ella estaba colgada sobre él.
247
Bien. Cambié de tema.
—Él no está con ella, pero es un tonto porque yo estaría follando eso en
un santiamén. No esperaría por ti, pero él sí.
Mi cara debe haber telegrafiado mis sentimientos sobre eso porque él
levantó las manos.
»No te enojes. Un día él va a escoger a alguien más. Es mi hermano
después de todo —exhaló—. Así que supera tu pasado, supera la pelea y ve
detrás de tu maldito hombre.
Jugué con las cicatrices en mis muñecas, evitando sus ojos. El punto
muerto entre Declan y yo no era realmente a causa de la pelea. Tal vez
había sido parte de la razón en un primer momento, pero sobre todo todavía
era sobre mí teniendo miedo de dar ese paso final y admitir mis sentimientos.
Abrirme a un potencial dolor.
¿Pero no te prometiste que serías valiente? Me recordó una pequeña
voz.
Sí, y lo hacía en pequeños pasos, subiendo lentamente esa montaña.
¿Pero no es el momento de dar un salto?
Me puse de pie para irme. Solté mi collar, el del anillo de Declan, y se
lo entregué.
—¿Le darás esto? Es la primera pieza que he creado en dos años, y
tiene… tiene una libélula grabada en el interior. Él me dijo el significado, y
no he sido capaz de pensar en nada más que él, así que lo hice. —Mi voz
temblaba.
Lo estudió, luego me miró. Él asintió, con una expresión solemne en su
rostro.
—Lo haré.
Página
»Dos días —susurró en mi oído—. No lo olvides.
248
Se puso de pie también y me envolvió en un abrazo.
E
l lunes por la mañana fui a la clase de literatura pero ni Declan ni
Dax estaban allí. Supuse que Declan estaba haciendo
entrenamiento de último minuto o descansando. Después de
trabajar en la librería, llegué a casa, limpié el refrigerador y luego limpié los
zócalos mientras en la televisión pasaban episodios de Downton Abbey8. Eso
mantuvo alejada mi mente de cosas en las que no quería pensar.
Esa tarde, llamaron a mi puerta. La abrí y Declan estaba allí, apoyado
en el marco de la puerta, su postura tensa, como si se sostuviera
manteniendo bajo control.
—Hola —dije—. ¿Cómo estás? —Apenas podía respirar por asimilarlo,
mis ojos dirigiéndose a sus anchos hombros y musculosos bíceps.
Él asintió, más seriamente.
—Bien. No quiero molestarte…
—No lo haces. Solo estoy aquí... sola. Poniéndome al día con Downton
Abbey. Y limpiando. Después tengo que hacer la cocina y el baño, tal vez
mis armarios. —Dejé de hablar—. Lo siento, estoy balbuceando. —Forcé una
risa.
Se aclaró la garganta.
—No, solo me pasaba para decirte que le pedí a un amigo policía
investigar a Colby. Dijo que está viviendo en unos apartamentos en el lado
8
Downton Abbey: Serie inglesa ambientada a principios del siglo XX.
Página
»¿Quieres entrar? —Mi voz tembló, y tosí para hacer que se detuviera.
249
Su rostro no cambió.
sur de Whitman. —Él suspiró—. He estado revisando el aparcamiento y tu
apartamento desde mi balcón cada noche, y si no estoy aquí, llamo la
policía del campus y hacen algunas patrullas. Sé que las cosas han
cambiado entre nosotros, pero estoy aquí si me necesitas.
Oh.
—Gracias. Eso significa mucho. —Por favor, entra. Jugueteé con la
manija de la puerta.
Su teléfono sonó, y él lo sacó de su bolsillo y comprobó lo que supuse
era un mensaje de texto.
»¿Alguien importante? —pregunté. Intenté quitar el resentimiento de mi
voz. Realmente lo intenté. No tenía motivos para estar celosa. Había tenido
mi oportunidad.
Movió sus ojos rápidamente a mí.
—Mi cita.
Mi corazón se hundió.
—¿Es bonita?
Se encogió de hombros.
El dolor me recorrió. Detente, simplemente detente ya.
Recogí mi corazón roto, lo desempolvé, y lo metí de nuevo en mi
pecho.
Vislumbré un destello de plata en su mano y me congelé. Mi respiración
se atrapó en mi garganta.
»¿Llevas el anillo que te hice?
Página
»Se ve muy bien —murmuré. Yo… tuve que adivinar las medidas, pero
parece que adiviné bien. —Me contuve. Sin dejar que él viera lo emocional
que me puso ver que lo estaba usando. ¿Lo amaba tanto como yo?
¿Pensaba en mí en absoluto?
250
Se quedó en silencio, su mano derecha brillando por la banda de plata
en el dedo anular.
—Gracias por el regalo. —Se movió nerviosamente—. Pienso en mi
mamá cuando me lo pongo.
—Yo-yo no esperaba que lo usaras en una cita.
—¿Celosa?
Me puse rígida.
—No.
—Mentirosa. —Se encogió de hombros, con una sonrisa triste en su
rostro—. Lo que sea. Realmente no tengo una cita, a menos que cuentes el
gimnasio. Puede ser una perra a veces.
Sí.
—Declan, yo-yo quiero que entres. Por favor. Tengo que decirte... —Me
detuve, asustada de terminar la frase. Tragué saliva.
Se frotó la mejilla, la sombra oscura allí como prueba de su virilidad, su
masculinidad. Sus ojos eran de un gris tormentoso mientras me miraba, como
si un millar de emociones turbulentas se agitaran en su interior.
—Es tarde, Elizabeth. Tengo que prepararme para mañana, y no he
venido aquí para discutir contigo. Solo para decirte lo de Colby.
Pero yo no quería discutir.
Se alejó de mi puerta y me dio una última mirada, sus ojos distantes
pasaron sobre mí.
Él había terminado conmigo. Había esperado demasiado maldito
tiempo.
Página
Y entonces él se había ido.
251
Sentí en el fondo de mi alma, esa frágil conexión entre nosotros siendo
tensada hasta el punto de estar lista para romperse. Quería hacerme bola y
llorar.
H
alloween llegó.
Fui a clase aturdida y a las tres estaba en la librería para
hacer mi turno. Rick había dicho que podíamos usar disfraces
para trabajar, por lo que Shelley y yo habíamos hecho un
rápido viaje de compras para buscarme algo en el centro
comercial. Había terminado eligiendo un traje de Campanita verde lima
con un top con brillos y un tutú con zapatillas de ballet y una bola mullida en
la punta. Con picazón e incómoda, me fui con él. No me importaba.
La pelea estaba pesada en mi mente, pero el acuerdo era que nadie
supiera exactamente dónde y cuándo era a menos que fueran parte de un
círculo íntimo. Shelley y Blake no lo eran, así que esperamos para escuchar
a los pajaritos.
Shelley y Blake se habían detenido en la tienda de camino a una fiesta
de disfraces en una de las casas de fraternidad. Ella había elegido un traje
de animadora zombi y Blake era un jugador de fútbol zombi. Fueron a la
fiesta y yo me quedé para terminar mi turno.
Tres horas después de que se fueron, mi teléfono sonó.
Shelley.
LLÁMAME CUANTO ANTES, decía su mensaje.
—Disculpa, tengo que tomar esto —le dije a Rick y fui la bodega
trasera.
La llamé rápidamente, mi voz baja. Rick tenía una estricta política de
no celulares-en-el-trabajo.
Página
¡¡¡Declan peleará en una hora!!!, fue su respuesta.
252
Le envié un mensaje, ¿Qué pasa? Todavía estoy en el trabajo. No
puedo llamar. Escríbeme.
»¿Qué está pasando?
—Peleará en un almacén en la calle Water, la que está junto a la
antigua fábrica de algodón. —Me dio una dirección. Su voz bajó—. Este
lugar va a ser una locura con música y bebida y todo tipo de mierdas. No sé
si puedas manejar la situación.
Mi pecho se levantó mientras inhalaba. Ya había olvidado la dirección.
Página
253
—Envíame la dirección por mensaje, y te veré allí.
R
odé los hombros y caminé alrededor de la pequeña zona detrás
de una pantalla que Nick, el organizador de la pelea, había
puesto anteriormente en el almacén, tratando de bloquear la
música a todo volumen y las luces parpadeantes detrás de mí. Max había
contado a más de quinientas cabezas en la puerta, el mayor número de
asistencia de todos los tiempos. Revisé mis puños envueltos y mi coquilla.
Todo estaba bien. Dejé escapar un suspiro para mantener la adrenalina
acumulada. Estaba listo para ganar esto.
Dax apareció alrededor de la pantalla.
—Este lugar es un maldito espectáculo de locos. Los estudiantes están
con los disfraces de las fiestas de fraternidad. Hay disfraces en todas partes.
Joder, está lleno. —Hizo una mueca, su rostro retorcido como si algo le
estuviera molestando.
Me detuve.
—¿Qué sucede?
Se movió y se rascó la cabeza.
—No quería decirte, pero imagino que es mejor que venga de mí a que
de repente la veas en la multitud… Elizabeth está aquí.
Él sacudió la cabeza.
—La vi cuando entró, pero luego nos separamos. Este lugar es una casa
de locos.
Página
—¿Dónde?
254
Me alejé de la pantalla, mis ojos recorriendo la multitud.
Exhalé. Maldita sea. Ahora tenía que preocuparme por ella.
—Asegúrate de que salga de aquí, ¿de acuerdo?
Él asintió y miró a Yeti.
—Es jodidamente enorme, hombre. Luce como una rata albina con
esteroides... eso es bastante hambriento.
Lo golpeé en la espalda.
—Relájate, su alcance es una mierda.
Él asintió, todavía inseguro, pero me dio un golpe de puño.
—Patéale en el culo, hermano. Tengo mi dinero en ti.
—Hecho.
Él se alejó, pero se detuvo unos centímetros fuera de las líneas de tiza
improvisadas en el suelo, dando empujones con algunos de los estudiantes
para una buena vista. Él nunca estaba demasiado lejos de mí en una pelea.
Max se acercó y tomó posición en mi rincón.
Nick hizo sonar un megáfono, señalando que la pelea estaba por
comenzar, y la música se hizo más fuerte mientras entraba al anillo de los
doce. Broma de mierda. Esta pelea no tenía reglas y nadie se quedaba
dentro de las líneas.
Yeti entró como el monstruo que era, su cuerpo fornido rodeándome,
mientras nos medíamos.
Comenzamos lento, cada uno probando, no pasaron sesenta
segundos dentro cuando ya se había lanzado hacia mí. Puños aterrizaron
en mí, y uno muy fuerte golpeó mi hombro mientras me alejaba.
Aspiré el dolor, levantando la mirada.
Falló.
Página
Apreté los puños, corrí hacia él y le di cuatro golpes en el pecho, dando
un paso a un lado cuando él respondió golpeando fuerte con la derecha,
mi garganta y barbilla como objetivos.
255
Ahora estaba en marcha.
Ataqué de nuevo, mis golpes aterrizando en sus hombros y entrañas,
golpeando más fuerte hasta llegar a sus pulmones para sacarle el aire.
Puñetazo. Puñetazo. Puñetazo.
Él gruñó. Sangre voló por el aire. La multitud gritó.
Sí. Cae, hijo de puta.
Se alejó de mí y caminó, su cara roja mientras se sacudía, pero luego
sonrió, mostrando los dientes. Al parecer Yeti no llevaba protector bucal.
Un destello de cabello rubio en la multitud llamó mi atención, y sus
palmas conectaron de lleno con mis oído dos veces, bam, bam, luego se
volteó y me dio un codazo en el estómago, otro puño se conectó con mi
sien cuando me doblé.
Puntos brillaron en mi visión.
La habitación se desvaneció.
Despierta de una puta vez.
Mi pecho se volvió pesado cuando tragué aire y me tambaleé lejos de
él.
Echó su cabeza hacia atrás y soltó un rugido. La multitud lo clamaba,
aplaudiendo y gritando su nombre.
Me sacudí los golpes, me levanté y fui hacia él de nuevo, esta vez
utilizando una combinación de golpes de codo con patadas. Dos golpes en
el pecho y cayó de rodillas. Éxito. Me abalancé y peleamos en el suelo, el
duro concreto moliendo mi hombro mientras luchábamos por el control.
Utilicé un movimiento de antebrazo.
Lo empujé y le di uno... dos... tres golpes rápidos.
¡Dir-ty English! ¡Dir-ty English!, gritaba el público.
sea.
Aún no.
Página
Él se levantó de nuevo, esta vez más fuerte. Mi golpe resbaló. Maldita
256
Él levantó la cabeza mientras lo golpeaba; fallé.
Él gruñó y la sangre brotó de su rostro cuando lo golpeé en la nariz con
mi palma.
Lo bajé más cerca del suelo hasta que su nariz besó el concreto.
—La pelea se terminó, Yeti —murmuré, y en el milisegundo que me
tomó respirar esas palabras, se retorció, aflojó mi agarre y se impulsó con la
rodilla, conectando con la parte superior de mi garganta.
Me atraganté y caí hacia atrás.
Chicas gritaron. Chicos gritaron. Max gritó desde la barrera. No tengo
idea de lo que dijo.
¡Imbécil!
Perdí impulso. Rápido. No podía malditamente respirar.
Él sonrió maniáticamente y vino hacia mí, golpeando mi cara. Atrapó
mi ojo derecho. Seguí avanzando. Evitando. Esquivando. Tratando de
respirar.
Utilizando toda la fuerza que tenía, rodé mis caderas y respondí con un
gancho cruzado. El gancho izquierdo fue directamente a su hígado y el
derecho al área debajo su corazón. Grité cuando me lo quité de encima.
Él se tambaleó hacia atrás contra la multitud y lo empujaron de nuevo
hacia dentro.
Gruñí y me lancé hacia él, intercambiando golpes y patadas, ninguno
de los dos dispuesto a ceder. Recorrí la multitud mientras caminaba, en
busca del cabello rubio.
Mierda, jodido infierno.
—La pelea terminó, inglés —se burló mientras daba otro golpe a mi
intestino.
Página
¡Golpe! Su rodilla conectó de con mi hígado. Me doblé mientras el
dolor recorría la parte inferior de mi cuerpo. Jadeé por aire, me arqueé
hacia adelante mientras él fallaba al mandarme una patada alta con la
pierna izquierda. Me tambaleé alrededor del cuadrilátero.
257
Encontré a Elizabeth. ¿Y Blake estaba con ella?
De nuevo.
De nuevo.
El aire salió de golpe y la habitación dio vueltas. Mis pies descalzos
palpando a tientas alrededor del cuadrilátero, tropecé y caí de rodillas.
Aire. Necesitaba jodido aire.
Las sirenas llegaron a mis oídos primero. Entonces los gritos de los
espectadores mientras corrían por las puertas de salida.
—Vienen los policías —gritó una nenita mientras corría y luego trepaba
por una de las ventanas que se alineaban en el lado sur de la bodega.
Ahora era una casa de locos.
Yeti hizo un gesto crudo con su polla y luego me señaló con su dedo.
—Esto no ha terminado. Tuviste suerte esta vez, inglés. La próxima vez,
te mataré y luego te voy a follar. —Meneó sus caderas y se rio. Mientras lo
observaba, corrió hacia su representante y luego se precipitó por una puerta
que conducía a un gran número de oficinas en la parte de atrás. No tenía
ni idea de si había una salida por allí atrás.
—¡Vamos a largarnos de aquí de una puta vez! —gritó Max mientras
agarraba mi brazo y tiraba de mí hacia la puerta principal de la bodega.
—Espera —jadeé y me solté de su agarre—. ¿Dónde está Dax?
—Recorrí la habitación, en busca de él—. ¿Y Elizabeth? Ella está aquí en
alguna parte.
—No seas idiota. ¡Tú eres al que van a arrestar! —gritó.
Las sirenas sonaban fuerte ahora, las luces azules intermitentes
rebotando en las ventanas rotas.
Me puse de pie en medio del caos. La mayor parte del lugar se había
vaciado a excepción de las personas que habían estado en el nivel superior
y estaban tratando de bajar por las gastadas escaleras.
Página
Él gimió, me abandonó y corrió hacia la puerta.
258
Me volví hacia él. — Vete. Voy justo detrás de ti.
No había cabello rubio. Ni Dax por lo que podía ver.
—¡Por aquí! —gritó una voz desde el otro lado del almacén, casi a
nueve metros de distancia.
Dax estaba parado en una ventana rota, listo para arrastrarse a través
ella. Elizabeth estaba de pie junto a él, sus ojos como platos. Hizo un gesto
salvaje con las manos para que me acercara.
El chirrido de los neumáticos llegó al detenerse afuera del almacén.
Puertas de autos abriéndose. Voces gritando.
Corrí hacia ellos. Maldita sea, estaba demasiado lejos.
—Sácala primero —grité—. Los policías están detrás de mí.
Él entendió lo que quería decir y la levantó, cuidadoso de evitar los
fragmentos irregulares de vidrio. Sus piernas desaparecieron por el borde.
—¡Vete, Dax!
Él sacudió la cabeza, una mirada suplicante en su rostro mientras me
observaba correr a través de un grupo de chicas que habían bebido
demasiado y estaban tratando de salir.
Me envió una última mirada y saltó a través de la ventana. A través de
los paneles de vidrio, vi su sombra agarrar a Elizabeth y correr por el callejón
de un edificio vecino.
Corrí con fuerza hacia la ventana y me lancé de cabeza a través de
esta. Golpeando el suelo, rodé de nuevo sobre mis pies y me mantuve en
movimiento.
Gritos llegaron a través de la ventana desde el interior del almacén.
Mierda. Los policías habían entrado.
Página
Doblé la esquina del edificio y me lancé por el callejón oscuro en el que
esperaba que Dax hubiera ido. No estaban allí, así que seguí corriendo entre
los edificios y gritando sus nombres. Mi temor era que los policías se hubieran
dispersado, pero con quinientas personas yendo en todas las direcciones,
esperaba que tuvieran las manos llenas.
259
Sigue, sigue, sigue, me dije.
¿Dónde estaban?
Bajé por una pequeña calle lateral casi a una cuadra cuando los vi
haciéndome señas mientras esperaban junto a un contenedor de basura en
un callejón.
Corrí hacia ellos.
Dax me dio una mirada salvaje.
—¿Policías? ¿Qué demonios? Eso nunca sucedió, y mi auto esté
estacionado allí —se lamentó mientras se inclinaba para recuperar el
aliento—. Momentos de diversión, hermano.
Moví mi atención a Elizabeth, que estaba paralizada mientras me
miraba, su pecho subiendo rápidamente.
Sus ojos se abrieron de repente.
—Tus manos están sangrando.
Bajé la mirada, dándome cuenta de que debo haberlas cortado
cuando golpeé la tierra corriendo.
Ella las levantó para inspeccionarlas y las limpió con el borde de su
camiseta.
»Esto es una locura. Tenemos que llevarte a un hospital.
Mi primer instinto fue apartarme de su toque, sobre todo porque mis
manos estaban hinchadas por la pelea, pero no me moví, el calor de su
cuerpo era embriagador. Ella olía a limones o algo afrutado, y quería jalarla
hacia mí e inhalar profundamente.
—Estoy bien —dije bruscamente.
—¡Tú no estás bien! —gritó. Enfadada.
Ella se exaltó aún más, sus ojos azules parpadeando mientras dejaba
caer mi mano y daba un paso atrás. Noté las suaves curvas de sus pechos
mientras cruzaba sus brazos, la forma en que su garganta se movió cuando
Página
—¿Por qué te preocupas tanto de todos modos?
260
Dios, me encantaba ese fuego en sus ojos.
tragó. Mi cuerpo se tensó, mi polla endureciéndose. Me dije que era la
adrenalina sobrante de siempre, donde sentía que podía follar para
siempre, pero era solo ella.
La deseaba, mi orgullo estaría condenado. Todas las turbulencias de
los últimos días desaparecieron, y ella era todo lo que importaba.
Me volví hacia Dax.
»Ve a buscar mi auto. Está a tres cuadras de aquí, en un terreno abierto
sobre Chester Street. Las llaves están en la parte superior del neumático del
lado del conductor. —Hice una pausa—. Y danos unos minutos antes de
volver.
Él se levantó, sus ojos moviéndose entre Elizabeth y yo.
—Bueno —dijo él con incertidumbre—. ¿Estarán bien aquí en el
callejón? ¿Elizabeth?
La miré, haciéndole ver el calor en mi mirada. Eres mía, decía.
—¿Estás bien a solas conmigo? —pregunté, una curva en mis labios,
desafiándola a decir que no.
Ella asintió con la cabeza y Dax corrió hacia la oscuridad, pero ninguno
de los dos lo vio salir, ambos envueltos en el otro. Ella todavía estaba
enfadada, y yo solo estaba caliente.
—Declan… —empezó.
—Ven aquí.
Ella se lamió los labios.
—¿Por qué?
Si no iba a venir a mí, entonces yo iría hacia ella.
Página
Su nariz se encendió y el pulso en su cuello saltó. No estaba solo en esto,
y renuncié a darme la vuelta y alejarme de ella.
261
—He estado peleando, mi sangre está prácticamente hirviendo, y te
necesito... ahora.
Limpié la sangre de mis manos en mis pantalones cortos hasta que la
mayoría se había ido, viendo que mis cortes no estaban tan mal como había
pensado. Mis moretones probablemente estarían peores. Levanté la vista
para verla mirándome. Me acerqué a ella hasta que la tuve contra de la
pared de metal a sus espaldas, pero mantuve un par de centímetros entre
nosotros mientras apoyaba los brazos a ambos lados de su cabeza.
»Ahora pídeme que te bese —dije, mirándola fijamente.
Ella jadeó, sus ojos llenos de oscuridad, sus pupilas diciéndome la
verdad. Sus dientes superiores mordieron el regordete labio inferior, y mis ojos
fueron directamente allí. Iba a chupar esa boca duro esta noche, y ella
estaría rogando por más.
»¿Estas caliente por mí, Elizabeth? ¿Verme pelear te excitó?
Cerró los ojos y se estremeció como si solo el sonido de mi voz le diera
un orgasmo.
»¿Lo estás? —pregunté de nuevo—. Porque te deseo tanto que ni
siquiera puedo pensar con claridad. Verte caminar por el campus o en el
balcón y quiero correr a ti. Te veo en clase, y mierda, quiero tomarte y
besarte hasta que no puedas respirar. Pienso en ti en tu cama por la noche
sola y quiero deslizarme a tu lado, arrastrarme en tus sábanas, y abrazarte.
Follarte.
Pasé mis dedos por sus labios. Gimió, su lengua saliendo para probar mi
piel.
»¿Te gustaría eso?
Ella asintió, sus los ojos todavía cerrados, su cuello arqueándose hacia
el mío.
—Bésame, por favor, Declan.
Página
Un gemido salió de su garganta y movió su boca a un susurro de
distancia. La sangre latía en mi cuerpo mientras ella enredaba sus manos
alrededor de mi cuello y se arqueaba para presionar sus labios contra los
míos. Estaba indecisa, como en el primer beso que me había dado, pero yo
no tenía nada de eso. Gimiendo con satisfacción, la acerqué usando mis
262
—No. Tú bésame. Necesito saber que deseas esto también.
antebrazos, mi hambre creciente con cada golpe de su lengua contra la
mía. La presión de sus pechos contra mi pecho hizo que mi polla pulsara
con necesidad. Ella suspiró y dio la profundidad que quería, su lengua
frotándose contra la mía seductoramente, sus pechos y caderas
presionados contra mí mientras me mecía contra ella.
»Lo quiero todo, Elizabeth.
Sus manos agarraron mis hombros y se aferraron, sus uñas clavándose
en mi piel.
—Yo también.
Nos devoramos el uno al otro, nuestros labios buscando lugares
escondidos. Nuestras lenguas enredándose con las bocas abiertas.
Rápido y caliente. Deprisa, deprisa.
Pellizqué su clavícula.
—Quítate la blusa. Mis manos son una mierda ahora mismo, y estoy
tratando de no dejar sangre en ti.
—No me importa. Tócame. —Levantó la camisa encima del dobladillo
y la sacó revelando un sujetador de encaje blanco. Mi boca se fue directo
a sus pechos, donde lamí y mordí sus pezones a través del material, la
humedad empapándola, exponiéndola.
Giró y se retorció contra el edificio, sus manos se enredándose en mi
cabello.
»Te sientes tan bien —murmuró, sus manos pasando por mi pecho—.
¿Puedo tocarte? ¿Estás herido en alguna parte?
Sí, nena, sí.
—Espera —dije y metí la mano para sacar mi coquilla, tirándola al suelo.
Página
Sus manos flotaron sobre mi pecho, trazando hasta mi ombligo, la
suavidad de su tacto volviéndome loco. Se detuvo en mi cintura y mi
cabeza cayó hacia atrás.
263
—No en este momento.
Deslizó su mano en mis pantalones cortos, empuñó mi polla y me
bombeó, sus dedos pasando sigilosamente sobre la cabeza, haciéndome
sisear.
—Me encanta esto... los sonidos que haces, me miras como si fuera la
única chica en el mundo —dijo ella.
—Todo para ti. —Arranqué el botón en su falda con mis pulgares y bajé,
mis ojos pesados mientras la tomaba con su sujetador de encaje y bragas a
juego.
Enrolló una pierna alrededor de mis caderas para tirarme hacia atrás, y
fui con ella contra la pared otra vez, mis caderas tomándola de rehén.
»Es condenadamente inconveniente, pero una vez más no tengo un
condón —le dije a sus pechos, mi boca moviéndose de uno a otro,
chupándolos dentro de mi boca.
—¿Estás tratando de dejarme embarazada? —Ella dejó escapar una
risa sin aliento.
Me congelé.
Gimió.
—Estaba bromeando. Confío en ti.
Confío en ti…
Tantas cosas me golpearon a la vez. Su comentario sobre el embarazo,
y cómo la idea de poner mi semilla en ella para hacer un bebé no me
asustaba como pensé que lo haría. La forma en que su cuerpo se sentía
contra el mío. La forma en que había estado esperando este momento por
siempre. Apoyé mi frente contra la suya.
—Mírame. Me refiero a realmente mira quién soy.
—Soy el tipo que va a tomarte en contra de este muro. A enterrar mi
polla en ti y poseer tu cuerpo y te va a encantar. Pero no voy a hacerte
daño. Nunca.
Página
—Lo hago.
264
Su rostro se suavizó.
Ella sonrió.
—Lo sé.
Hice una mueca.
—Me está matando no poder poner mis dedos en ti. ¿Mi boca está
bien?
Sus ojos brillaron con calor.
—¿Me estás tomando el pelo? Sí. Por favor, usa la boca.
Caí de rodillas y tiré una de sus piernas sobre mi hombro mientras ella
arqueaba la espalda. Estaba empapada, y yo me concentré en su nudo,
mi lengua persuadiendo y coqueteando con su centro, imitando los
movimientos que mi polla pronto estaría haciendo en su interior.
Mi manos ansiaban tocarla, ahondar en su dulzura, pero en su lugar
tomé sus pechos y apreté. Jadeó mi nombre y se volvió hacia mí. Más.
Tiró mi cabeza hacia atrás y me miró, una mirada salvaje en sus ojos.
»Declan, por favor. No puedo esperar más.
Me puse de pie, mis manos levantándola mientras sus piernas iban a mi
alrededor. Apuñalé su interior, y mi cuerpo cantó de alivio, el intenso placer
de deslizarme en ella haciéndome gritar.
—No quiero lastimarte —le susurré en el cuello mientras bombeaba
suavemente, introduciendo más y más mi longitud.
—No lo harás —susurró.
Rugí. Ella era la mía, y yo sabía que nunca querría otra chica por el resto
de mi vida de esta manera. Usando mi pecho, la apreté más contra la pared
y entré en un ritmo firme, mi polla ya reventando por venirse. Se sentía tan
Página
Sus dedos se clavaron en mis hombros y me estimularon, sus pequeñas
caderas sacudiéndose para conseguir más, su cuerpo apretándose
y chupándome.
265
Bombeé suave y luego con fuerza, colocándome hasta que estuve
completamente adentro.
condenadamente bien su calor, su centro de terciopelo mojado con
necesidad. Golpeé dentro y fuera, empujando con golpes poderosos. Gimió
cuando cerré mis brazos a cada lado de ella, abrazándola con fuerza para
que pudiera angular hacia abajo para presionar mi pelvis contra su piel
sensible. Me sacudí contra su centro, mis manos ahuecando su culo,
posicionándola para tomar cada una de las deliberadas embestidas.
Ella tiró de mi cabello y mi cara fue a la de ella.
»Lo que sea que estés haciendo, no te detengas.
—Nunca.
Tomé sus labios y la besé bruscamente, mientras se aferraba a mi cuero
cabelludo, sus dedos enterrándose. Mi boca profundizaba en la suya.
Nuestros sonidos, sus jadeos, mis gruñidos, el chasquido de nuestros
cuerpos...
»Tú, todo por ti.
Ella gritó su orgasmo, sus piernas aferrándose alrededor de mis caderas.
Página
266
Dejé escapar un grito cuando me vine en su interior, el placer más
intenso que jamás había sentido estremeciéndome, una ola de calor, deseo
y necesidad que culminó en una explosión de sensaciones. Mi cuerpo se
onduló y se sacudió con réplicas, y anhelaba estar sobre ella, mi pecho
agitado como si hubiera corrido un maratón.
M
e entregó mi falda y camiseta, una pequeña sonrisa en sus
labios mientras me observaba vestirme. Me tomé mi tiempo,
gustándome su mirada caliente en mí, mientras me lo ponía,
mis piernas y brazos flojos por el sexo loco.
—Orgasmo a un lado, estoy muy enojada contigo en este momento.
Me lanzó una mirada con una ceja arqueada, mientras ajustaba sus
pantalones cortos.
—¿Tengo que preguntar?
—Esa pelea —espeté, molestándome de nuevo por su actitud—. Estás
tomando un riesgo enorme por el dinero, lo entiendo, pero si te pillan puedes
ir a la cárcel. Puede ser difícil manejar un negocio detrás de una celda,
Declan.
—Eres preciosa cuando te molestas por algo, ¿sabes?
Me crucé de brazos. ¿Por qué era tan difícil estar enojada con él? Pasó
su mirada sobre mí y se frotó la mandíbula, tenía esa intensa mirada en su
cara como si fuera a devorarme. De nuevo.
Bueno. No podía decir que no a eso.
Página
»Casi logré que me patearan el culo, y ni siquiera me importa un comino
porque vamos a regresar a mi casa para la siguiente ronda. Te quiero
desnuda y en mi cama, y voy a hacerte el amor hasta que ya no estés
enojada conmigo. —Extendió una mano hinchada y tentativamente tocó
mi cara.
267
Él sonrió.
D
ejamos a Dax en la casa Tau y luego nos fuimos al apartamento
de Declan. De inmediato se dirigió al cuarto de baño para
limpiarse la sangre y lavar los cortes. Dax y yo habíamos tratado
de conseguir que pasara por un hospital, pero él se negó, diciendo que las
había tenido peores, y a largo plazo, significaba que harían menos
preguntas.
Hablando de preguntas, a pesar de que habíamos tenido sexo de
reconciliación en el callejón, todavía no sabía en dónde estaban las cosas
entre nosotros.
Había estado hurgando a través de su nevera cuando le oí gritar desde
el baño. Abrí la puerta y encontré a Declan poniendo una botella de
antiséptico sobre sus manos. Moretones que no había visto antes en el
callejón, feas manchas púrpuras se esparcían por sus costillas y espalda.
La ira me llenó. Maldita sea, quería matar a Yeti. A Declan ni siquiera le
pagarían por esta pelea. Mis manos revolotearon a su alrededor.
—No puedes hacer esto de nuevo. Por favor, dime que no lo harás.
—Vamos a meternos en esa ducha juntos e involucrará muy poca
conversación.
Oh, él era frustrante. Puse mis manos en mis caderas.
Página
Él no dijo nada mientras doblaba su gasa y la ponía de nuevo en el
armario, su rostro con una máscara. De espaldas a mí, bajó sus pantalones
cortos, su espalda ondulándose con sus músculos duros cuando se inclinó
para encender la ducha. El agua caía fuertemente, tocando la cerámica.
268
—No.
—¿Qué? ¿Solo vas a ignorarme ahora? —Resoplé, parte de mí
deseando su cuerpo, la otra parte queriendo cubrirlo con mis lamentables
habilidades de enfermería.
»Si vamos a hacer esto… —Mi voz se apagó cuando se inclinó para
conseguir una toalla, su antebrazo rozando la piel de mi hombro. Siseé. Dios,
era hermoso.
»Y sé que estás tratando de distraerme, así que solo deja de ser todo
sexy y escúchame...
Dio un paso en la ducha y cerró la puerta de cristal, cortándome
efectivamente.
Bufé y caminé, reflexionando.
¿Por qué era tan terco?
Me detuve. No era de extrañar que estuviéramos enamorados; éramos
iguales, ninguno de los dos dispuesto a ceder.
Me detuve en seco. Mi corazón golpeó. ¿Amor? ¿Había pensado en
amor?
Me di cuenta de mil cosas a la vez, como si hubieran estado allí todo el
tiempo, solo esperando a que yo las viera. Por supuesto que era amor.
Página
Había perdido tanto tiempo con mis citas de una sola noche y normas
sobre la vida. Nunca había tratado de demostrarme que podía ser normal y
tener sexo, y no dejar que Colby ganara. Durante dos años, me había
estado castigando a mí misma. Me había envuelto en mi dolor y tratado de
acabar con todo. ¿Por qué había dejado que un simple chico me
destruyera?
269
Amar a Declan era como las tormentas de lluvia en las que me
encantaba bailar. Loco e impredecible, a veces turbulento, a veces suave.
No sabía si iba a ser alcanzada por un rayo, pero una cosa era segura, lo
quería de todos modos. Con peleas y todo. De alguna manera lograríamos
que funcionara. Si él podía aceptar mi pasado y amarme de todos modos,
entonces, seguro como el infierno que podía manejar lo que el futuro nos
lanzara.
Había estado asustada durante demasiado maldito tiempo,
negándome a mí misma el placer de enamorarme, de esa sensación que
tienes cuando las mariposas bailan locamente en tu estómago. Yo había
estado apartándolas, tragándolas enteras.
Ya no.
Me saqué la blusa y luego la falda, mis manos quitando mi sujetador y
bragas. Mi cuerpo ya palpitaba con excitación, pero más que eso,
necesitábamos hablar.
Abrí la puerta de cristal.
»No me excluyas. Tengo algo que decirte…
Me detuve y tragué. Estaba mojado, su cabello cayendo mientras el
agua se deslizaba perezosamente por su garganta hasta su pecho, más allá
de la V en sus caderas y directo a su longitud dura-como-el-acero.
Entré y cerré la puerta. Sentí algo grande, más grande que el tamaño
de su apéndice.
—¿Estás lista para arriesgar tu corazón, Elizabeth? —dijo en voz baja,
mirándome.
—¿Qu-qué?
Él me dio una mirada enlazada con calor.
—En este momento, en esta ducha, vas a decirme exactamente lo que
sientes por mí.
Me estremecí ante la autoridad en su voz.
¿Eso es un ultimátum?
Acarició su dura longitud, sus ojos en mi cara.
Pero primero…
Página
Sí.
270
—¿Quieres esto?
—Esto va a sonar muy raro, pero… —Tragué, tratando de ser valiente.
Quiero decir, pensaba que él estaba enamorado de mí pero, ¿lo estaba?
Tomé una respiración fuerte y reuní mi valor. Sé valiente—. Yo… tengo una
montaña que escalar en la vida, y quiero que estés a mi lado. Quiero que la
subas conmigo, detrás de mí para darme un empujón o junto a mí cuando
tenga que tomar tu mano. Y cuando haya una jungla, quiero que pelees
conmigo. Tendremos martillos, y va a ser difícil algunos días cuando trate de
averiguar quién soy y lo que necesito, pero contigo a mi lado, estaremos
bien. Quiero que me cargues cuando esté cansada, y yo te llevaré cuando
estés cansado. Quiero que frotes mis dedos cuando haya tenido un día difícil
haciendo cosas bonitas, y yo voy a frotar tus músculos cuando estén
lastimados. Quiero ser la manta que te cubra cuando tengas frío. O
viceversa. Quiero todo eso, toda la sangre, sudor y lágrimas, no importa qué
sueño decidas seguir. Estoy aquí. Para siempre. Te amo.
—Chica Unicornio, Dios, yo también te amo. —Lágrimas empañaron sus
ojos y parpadeó alejándolas cuando le di una buena mirada. Él no era el
tipo de persona que lloraba. Me levantó en sus brazos y me besó
profundamente, su boca suave y tierna.
Después de un rato, nos apartamos.
—Y lamento ignorarte los últimos días y no ver lo que estaba justo frente
de a mí. Estaba asustada.
Besó mi nariz.
Él suspiró, su rostro suavizándose.
Página
Mi corazón se llenó de emoción, y luché contra mis propias lágrimas.
271
—Sabía que me amabas… o esperaba que lo hicieras. No pudiste
soportarlo cuando me viste en el Cadillac con Lorna. Diablos, no podías
soportarlo cuando deliberadamente coqueteé con ella en clase solo para
molestarte. Pero me rechazaste, y mierda, se sentía como si me hubieras
apuñalado en el estómago. Nunca quiero tener esa sensación de nuevo.
No quiero estar sin ti a mi lado. Y odio traer a colación a Nadia, pero tienes
que saber que nunca la amé, no realmente. No como esta necesidad que
tengo por ti, hundirme en ti y nunca salir por aire.
»En el momento en que la libélula aterrizó sobre ti, supe que ibas a
sacudir mi mundo. Era mi madre, diciéndome que te viera.
Pasé mis dedos a través del tatuaje en su cuello. Este hermoso británico
era mío.
—Nada importa sin ti. Mi pasado, mis reglas. Todo parece tan poco
importante ahora.
Él me levantó y me besó mientras me reía contra sus labios.
»Esta ducha es de algún modo un poco pequeña. Vamos a salir y
meternos en la cama.
Sus dedos resbaladizos se deslizaron hasta ahuecar uno de mis pechos,
su toque dando vueltas más y más cerca de mi pezón.
—Siempre apresurada —bromeó, sus dedos finalmente haciendo
contacto con mi pezón. Siseé, el sonido reflejando parte tortura, parte
placer.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me incliné hacia atrás,
dándole más espacio para jugar, más piel para ver. Él deslizó sus manos
hasta mi cintura y jugueteó con mi ombligo.
»Nunca tendré suficiente de ti. Pienso en eso constantemente —dijo,
bajando su mano más para agarrarme—. Cuando peleaba, cuando
entrenaba, cuando comía, cuando estaba en clase. Todo lo que quería era
a ti debajo de mí y susurrando lo mucho que no puedes vivir sin mí.
Deslizó un dedo dentro de mí.
»Esto. Tú. Yo. Lo quiero para siempre.
Página
Gemí cuando su dedo se empujó profundamente en mi centro,
deslizándose contra la humedad. Me tocó delicadamente y luego más
duro, sus dedos eran como magia.
272
No le di un respiro tampoco. Sabía lo que lo hacía sudar, mis manos
descendiendo sobre su pecho, moviendo sus pezones con mis uñas,
haciéndolo gemir.
—Declan —murmuré, probando cómo sonaba su nombre cuando
sabía que me amaba y lo amaba.
—Elizabeth —dijo en respuesta.
La pasión me golpeó como un tsunami.
Hormigueos se formaron en mi columna vertebral, el calor
construyéndose mientras me relajaba contra la pared de la ducha mientras
sus manos me trabajaban. Jugando. Acariciando. Su toque consumió cada
célula de mi cuerpo, el camino a poseerlo y ser poseída por él.
—Voy a venirme pronto —jadeé.
Él gimió y me dio la vuelta hasta que estuve enfrentando la pared. Sus
labios se posaron en mi cuello y chupó duro. Grité, y él chupó aún más duro.
Haciéndome retorcerme de necesidad. Di un grito ahogado.
»¿Qué estás haciendo?
—Haciéndote mía y dejando que todo el maldito mundo lo sepa.
Me movió de nuevo, esta vez enfrentando la ducha. Con una suave
presión de sus manos, me inclinó.
»Pon tus manos en la pared y sostente —dijo suavemente.
Pasó sus manos por mi espalda, y lo sentí agarrarse mientras se
deslizaba en mí, suavemente al principio, pero luego más fuerte, yendo más
profundo, y yo apreté mis músculos, tomando todo de él, sujetándome a él.
Su cuerpo se flexionó y empujó, entrando y saliendo como una máquina
bien engrasada.
»Te sientes tan bien. Nunca quiero parar esto. —Sus manos se enredaron
en mi cabello y tiró.
Página
Golpeó en mí, su mano curvándose en mis caderas, su toque áspero y
luego suave. Me perdí en los sonidos de nuestro sexo. Fue vine profundo, mi
mente y cuerpo sintiendo parte del suyo, como si fuéramos uno.
273
Su mano acarició uno de mis pechos, tirando del pezón. Incliné mis
caderas más hacia arriba para tener más de él, sentir cada pulgada.
Él tomó mi barbilla y volteó mi cabeza para mirar fijamente mis ojos
mientras estrellaba su polla en casa.
»Tenemos toda la noche para hacer esto.
Página
274
Cerré los ojos en éxtasis.
A
l día siguiente ninguno de los dos quería salir del calor de su
cama, pero a las siete estaba de vuelta en casa duchándome.
Declan se había escapado de clases para ir a hablar con su
padre. Había estado tenso gran parte de la mañana y no quería decir por
qué, así que lo dejé ir.
Después de mi primera clase tenía un pequeño receso así que fui a la
Casa Tau para ver a Blake. Eran las diez y diez y la mayoría de los
hermanos estaban despiertos removiendo cualquier libertinaje de
Halloween que habían conseguido la noche anterior.
Pregunté en dónde estaba la habitación de Blake y subí las escaleras.
Golpeé brevemente y cuando nadie respondió, entré a la oscura
habitación. Él había cubierto cualquier indicio de claridad con cortinas.
Sonreí. ¿Preparándose para la resaca del día siguiente?
Escuché un gruñido, y mis ojos fueron directamente a su cama. Fue
entonces cuando me di cuenta de que no estaba solo. Un largo y rojo
cabello se extendía alrededor, mitad en su almohada y otra parte bajo sus
sabanas. Me quedé congelada y entrecerré los ojos para estar segura de
no estar viendo cosas. Los brazos de una chica salían de las sabanas y vi un
anillo que había hecho.
Página
Ninguno me había visto todavía, y no pude detener la sonrisa que se
extendía por mi rostro.
275
¿Shelley y Blake? Parecía una locura, pero luego recordé todo el
tiempo que ellos habían pasado juntos. Aquí en la casa…las fiestas.
Salí en puntillas de la habitación, tratando de no llamar la atención y
avergonzarlos, pero prácticamente junté mis manos de alegría cuando
pensé en cómo les iba a sorprender con mi conocimiento de su relación.
Cerré la puerta y me marché.
E
sa tarde terminé mi turno en la librería y me dirigí de vuelta al
apartamento. Mi mente y mi cuerpo anhelaban a Declan, pero
mientras me acercaba al estacionamiento, él estaba saliendo, un
pasajero dentro de un Lexus con un señor mayor que era la viva imagen de
Declan y Dax. ¿Su padre? ¿A dónde iban?
Me debatí en llamarlo pero él me envió un mensaje.
Te amo malditamente mucho. Te necesito, pero mi padre me exige una
cena para hablar de dinero. Estaré pronto en casa.
Pero no fue así.
Lo esperé. Y esperé.
A medianoche, me di por vencida y me fui a la cama, arrastrándome
debajo de las frías sabanas.
Página
276
¿Dónde estaba?
U
n sonido metálico llegó a mis oídos. Miré alrededor de la oscura
habitación, revisando la puerta del balcón, pero estaba
cerrada. No había venido de esa dirección, decidí, mi atención
en su lugar centrada en la puerta de mi dormitorio que llevaba al
apartamento.
Llegó de nuevo, un ruido de raspado suave.
Traté de ponerle un nombre a eso y decidí que era como el sonido que
alguien hace cuando se raspa metal con un objeto punzante.
¿Declan? Mi corazón se calentó, y no pude evitar la sonrisa que se
extendió por mi rostro.
El sonido se repitió, esta vez nítido y claro como una campana, y un
cosquilleo maligno se extendió por mi espina dorsal.
Algo estaba mal, muy mal.
Fui a tientas alrededor de la mesita de noche por mi teléfono cuando
la luz del techo se encendió, cegándome.
Sostuve mis manos en alto para protegerme de la luz y parpadeé.
Jadeé.
Sus manos se crisparon, llamando la atención hacia un rollo de cinta
adhesiva y un pequeño cuchillo plateado. Su nariz tenía una ligera curva,
testimonio de la noche en que Declan la había roto.
Página
Colby.
277
Un huracán atravesó mi pecho.
Él corrió hacia mí y me tambaleé hacia una posición sentada, pero mis
reacciones fueron lentas.
Se abalanzó sobre mí y me retorcí sobre mi estómago, buscando el final
de la cama, pero él tomó mi tobillo y me tiró hacia atrás. Me dio la vuelta
sobre mi espalda y cubrió mi boca y la mayor parte de mi nariz con su mano.
—Siempre fuiste un poco difícil.
Luché y su agarre se apretó, la presión contra mi boca lo
suficientemente fuerte contra mis dientes para que probara el sabor del
cobre.
Él se rio, un sonido irregular, sin aliento.
»Y no actúes tan sorprendida de verme. Después de todo, tú enviaste
a tu mamá y su novio a chantajear a mi padre. ¿De verdad creíste que iba
a dejar pasar eso? —Su nariz se dilató, la ira brillando en su mirada mientras
ponía su nariz junto a la mía.
»De verdad deberías haberme devuelto la llamada y hablado
conmigo. Podríamos haber sido capaces de resolver todo esto, pero no lo
hiciste, y ahora tengo que hablar contigo en persona.
Que Dios me ayude, no podía respirar. En realidad, no. Pequeñas
cantidades de aire entraban y luego salían de mi nariz. Puntos oscuros
bailaban delante de mis ojos, y arañé sus manos, mis uñas arañando
tratando de conseguir algún músculo, pero se rio y me dio un codazo en las
costillas.
Uf.
La habitación daba vueltas.
Iba a matarme. Aquí en mi cama. Iba a terminar lo que había
empezado hace dos años.
Página
Mi cuerpo dolía buscando aire. Dios ayúdame. Alguien, por favor.
278
Mis pulmones ardían, a punto de explotar.
Gemí y lo pateé, tratando de pegarle en sus hombros, piernas,
cualquier lugar. Eso no funcionó, así que traté de apartarlo de mí, mis
caderas aún capaces de moverse.
Él chasqueó la lengua, me maniobró en la cama y se sentó a
horcajadas sobre mi pecho con sus piernas.
»Voy a quitar mi mano de tu boca para que puedas respirar, pero si
gritas, Te acuchillaré justo aquí, ¿entiendes?
Asentí con la cabeza, tranquilizándome rápido, la adrenalina lo único
manteniéndome despierta.
Él liberó su mano un milímetro a la vez hasta que finalmente tuve más
aire.
Abrí la boca y tragué oxígeno fresco, llenando mis pulmones.
¡Sí, aire, aire, aire!
Él empujó mi barbilla hacia arriba hasta cerrar mi boca y colocó un
trozo de cinta adhesiva sobre mi boca mientras su otra mano agarraba mis
muñecas.
Gruñí, incapaz de moverme. Mis ojos se humedecieron. La muerte se
cernía.
¡No te rindas!, gritó la niña dentro de mí. Lo hiciste una vez. Nunca más.
Enderezando sus hombros y rodando su cuello, se paseó alrededor de
mi habitación.
Página
Aspiré aire por la nariz, imaginando la imagen que presentaba, mis
muñecas atadas, un pedazo de cinta adhesiva en mi cara mientras yacía
en cruzada en mi cama. Recuerdos de otra cama volaron hacia mí, cosas
que no quería recordar.
279
Me agité, usando mis codos como Declan me había enseñado para
golpearlo en la nariz. Gritó de dolor y se abalanzó sobre mí con más fuerza,
usando su rodilla para sujetarme en el lugar sobre la cama. Rebuscó en su
bolsillo y sacó una brida de plástico y me ató las muñecas. El sudor goteaba
de su cara en mi ojo, y me encogí.
Él pasó una mano temblorosa por su boca.
»Tenía planes, Elizabeth. Demonios, tenía planes para una buena vida
y entonces empiezas a llamar a mi padre y su asistente, diciéndoles mentiras
sobre nosotros. Eres una pequeña puta y quieres dar marcha atrás y decirles
a todos que te violé. —Soltó una carcajada. Fue extraño y raro.
Sus ojos llameaban, las venas inyectadas en sangre como mapas.
¿Estaba drogado?
Cruzó sus brazos.
»Padre me llamó todo alto y poderoso y me hizo todas estas preguntas
locas acerca de ti. Él ya estaba enojado conmigo por ser expulsado de la
escuela, ya sabes, y sus palabras para mí fueron que “me ocupara de eso”.
Ahora, tal vez eso significaba pagarte, pero ya ves, realmente creo que
quería decirme que hiciera lo necesario para asegurarme de que tu
pequeña historia nunca llegue a los periódicos o la policía.
¡No! Negué con la cabeza de lado a lado rápidamente. Mis ojos le
suplicaron. Por favor. Mamá y Karl habían renunciado, quería gritarle. Se
había acabado. ¡Acabado!
Se lamió los labios, los ojos hambrientos pasando sobre mí.
»Sabes, recuerdo esa noche en el hotel. ¿Y tú? —Pasó sus ojos sobre las
cicatrices en mi muñeca—. Escuché de esto. Realmente hiciste un
espectáculo de ti, ¿no? —Levantó sus ojos hacia los míos—. Esa es una
mierda poderosa, cuando puedes hacer que alguien intente matarse a sí
mismo.
Me congelé.
Página
»Bebiste ese vodka como agua, y cuando puse esa Molly en tus labios,
tú la bebiste a lengüetazos como un gatito bebé en busca de un coma de
leche. —Se sentó en mi cama, sus dedos jugando perezosamente con el
edredón de la abuela—. Yo tenía que tenerte, supongo. Habías estado
diciéndome no por semanas y tú eres el tipo de chica que quiere
280
Sus ojos nublados con una mirada perdida, como si persiguiera un
recuerdo.
demasiado, y estaba harto de besar tu culo. Te quería, y, al final, te tuve,
¿no?
Iba a matarme esta vez. Él estaba en algo. Lo sabía por la forma en que
la saliva salía de su boca.
Cerré mis ojos, luchando por mantener la histeria a raya.
Luchando para evitar que mi imaginación corriera como loca.
Gemí, una imagen de Declan en mi cabeza, sus hombros anchos, sus
cálidos ojos grises, su boca sensual que nunca probaría de nuevo. Me
imaginé el futuro, nosotros teniendo bebés (gemelos) yo trabajando en mis
joyas, mientras él se ganaba la vida en el gimnasio, yendo al UFC. Dax
apareciendo para cenar… riendo.
Simple y fácil.
Simplemente amor. Amor verdadero. Un tipo épico de amor.
Colby me atravesó con su mirada, trayéndome de vuelta.
»La verdad es, que las cosas se pusieron de algún modo fuera de
control la noche del baile. No quise hacerte daño, o golpearte, pero eso es
lo que sucede en el calor del momento. Estabas tan indefensa, me gustó.
¿Entiendes eso? —Apretó mis mejillas, sus manos ásperas. Su lengua se
deslizó fuera de su boca cuando se lamió los labios—. Tú eras buena,
Elizabeth. Me gustó hacerte daño.
Cerré los ojos.
»¡No hagas eso! —gritó—. Todavía tengo cosas que decirte.
Página
»Vine aquí para deshacerme de ti, pero primero, toda esta charla sobre
el baile… —Se rio con amargura—. Bueno, ha conseguido excitarme, nena.
—Levantó mis manos y las apretó contra su entrepierna—. ¿Ves? Mi polla
está dura.
281
Mis ojos se abrieron. Se arrodilló sobre la cama, sus ojos sobresaliendo
de ira.
U
n poco después de medianoche, papá me dejó en mi
departamento. Nos despedimos, y tal vez sentí algo nuevo entre
nosotros. ¿Respeto? No sabía, pero habíamos pasado las últimas
horas en este lugar donde servían carne, trabajando en los detalles de un
enorme préstamo que estaba tomando de él. Tuve que dejar algo de mi
orgullo de lado para pedirlo, pero al final era válido para un futuro con
Elizabeth. Tal vez ella estaba bien con mis peleas ilegales, pero yo no quería
ponerle ningún tipo de estrés a nuestra relación. La realidad me golpeó
como una tonelada de ladridos cuando la sostuve en mis brazos la noche
anterior. Yeti no sería mi última pelea ilegal, y nunca habría dinero suficiente
para el gimnasio. Por supuesto, le había dado una opción, me daba el
préstamo o yo continuaría peleando. Estuvo furioso al principio,
especialmente ya que él no sabía de las peleas, pero al final, aceptó
hacerme el préstamo.
Subí las escaleras y saqué mi celular para buscar un mensaje de
Elizabeth. Ella me envió unos cuantos, el último alrededor de las once.
¿Debería dejarla dormir y hablar con ella mañana?
Me detuve enfrente de su puerta y toqué pero no obtuve respuesta.
Lo hice de nuevo. Su auto estaba ahí.
Fui a mi apartamento y abrí la puerta. Justo cuando la estaba abriendo,
algo me pinchó. Volví al corredor, un sentido de urgencia corriendo por mí.
Escaneé el estacionamiento. Todo se veía bien.
Página
¿Estaba cansada de anoche?
282
¿Ella no quería hablarme?
Pero entonces…
Mis ojos fueron a Minnie’s Dinner al otro lado de la calle. Estacionado
en la parte de atrás estaba un auto deportivo, líneas elegantes y potentes
incluso en la oscuridad. ¿Un Porsche?
Página
283
¿Qué mierda?
¡B
AM!
Mi hombro se estrelló contra la puerta y la madera
barata se agrietó. Metí mi mano dentro y giré la perilla. No sé
por qué no solo corrí de regreso hacia mi casa y crucé por el
balcón, pero esto parecía más rápido.
Una luz resplandecía por debajo de la puerta de su dormitorio y me
dirigí hacia allí. Estaba cerrada también. ¡Mierda!
Pateé la puerta y me deslicé dentro, listo para matar a quien fuera que
estaba aquí.
Pero lo que vi me hizo detener, cada pesadilla alguna vez imaginada
pasando en frente de mí.
Colby se puso de pie detrás de una Elizabeth atada y amordazada
sobre sus rodillas, un cuchillo en su garganta.
—No te acerques más —advirtió, empujando el cuchillo lo suficiente
para que la sangre floreciera en su cuello y goteara.
Me detuve de golpe y mantuve mis manos en alto.
—Está bien. Solo no la lastimes, y todo esto saldrá bien.
Página
—¿Oh? ¿Cómo tú haciéndome daño? —Él apretó su agarre sobre sus
hombros, y me observó mientras los ojos de ella se ampliaban.
284
Él inhaló bruscamente, sus fríos ojos fijándose en mí.
Quería arrancarle la garganta con mis propias manos. Mi pecho se
levantó y sonaba ruidosamente en la tranquila habitación mientras nos
enfrentábamos.
—No veo una manera de salir de esto que funcione para ti —dije en voz
baja, alejándome de él mientras me volteaba hacia su vestidor.
Él gruñó.
—Yo sí. ¿Crees que puedes tocarme? ¿No sabes quién soy?Asentí. Oh, yo sabía exactamente quién era. Él había lastimado a mi
Elizabeth.
La miré.
—Va a estar bien, amor. Tengo esto, está bien. Nunca dejaré que nada
malo te suceda, ¿lo entiendes?
Ella asintió.
—¡Cállate! ¡Deja de hablar! —me gritó él, sus nudillos blancos, todavía
sosteniendo el cuchillo contra la garganta de ella mientras la levantaba y la
obligaba a caminar hasta el baño. La empujó dentro y ella cayó al suelo—.
Entra ahí hasta que averigüe qué hacer con ustedes. —Él cerró la puerta de
golpe y caminó a mi alrededor, su rostro contorsionado en una mueca. Me
miró con cautela, fijándose en mi cuerpo.
Me obligué a parecer pequeño, acurrucado en el rincón. Esperando.
Él estaba obligado a hacer un movimiento con el cuchillo, y yo tenía que
estar listo.
El sonido de las sirenas rasgó el silencio.
Sus ojos salvajes vagaron por la habitación como si buscara el origen
del sonido y luego se centró en mí.
—Es una ciudad universitaria. Los policías están por todas partes.
Todavía puedes irte y nada malo habrá sucedido. No quiero hacerte daño.
Página
Negué con la cabeza.
285
»Tú llamaste a la policía. —Él apretó su agarre sobre el cuchillo.
Dios, quería matarlo.
Yo iba a matarlo.
Las sirenas se hicieron más y más fuertes, y él hizo una pausa, su cabeza
inclinada hacia el balcón. El destello de luces azules entró por la ventana, y
me miró, sus ojos saltando de rabia.
Me lancé hacia él, evitando la mano con el cuchillo.
Caímos al suelo en una maraña de miembros y el cuchillo se deslizó por
el suelo.
Puños volaron, en su mayoría los míos, pero algunos de sus golpes
conectaron con mis moretones y me estremecí, ondas de dolor en mi
cuerpo.
Me lancé hacia él con golpes de palma y puñetazos.
Él podría ser un peleador enloquecido cargado de adrenalina, pero yo
era el malditamente talentoso.
Y yo iba a matarlo.
Mis ataques se centraron en su sien. Un golpe de palma a la cara, uno
a las costillas, y otro al hígado.
Su cabeza colgaba, tambaleándose como un muñeco roto. Sus ojos se
cerraron.
Él estaba fuera.
Exhalé, el sonido de Elizabeth golpeando la puerta del baño
impregnando mis sentidos.
Página
Un dolor al rojo vivo se deslizó por mi pierna. Colby había despertado,
¿había estado desmayado alguna vez?, y había agarrado el cuchillo y lo
clavó en mi muslo.
286
Me limpié la cara, sintiendo el hilillo de sangre. No quería asustarla más
de lo que ya había sido asustada. Me puse de pie y miré alrededor
buscando algo con lo que atar a Colby antes de que yo dejara salir a
Elizabeth aquí.
Rugí, la rabia en mí disparándose a las nubes. La habitación giró
cuando me di la vuelta y me lancé encima de Colby. Estrellé un puño en su
rostro. Otro en su ingle.
Oh sí, me gustó el sonido que él hizo cuando ése conectó.
La puerta del baño se derrumbó y el cuerpo de Elizabeth estaba
encima de esta, sus ojos frenéticos mientras me ubicaba. Me reí un poco
raro. Supongo que ella la había derribado para llegar a mí.
Ella, ella. Eso era todo lo que importaba. Mierda, no quería que
estuviera asustada.
Nada le pasaría nunca a ella. La amaba. Quería estar con ella para
siempre. Quería hacer bebés con ella. Quería envolverla en un capullo de
amor…
Y justo entonces, las cosas se pusieron nebulosas. Me sentía débil. Mi
sangre estaba por todas partes, estancándose en sus azulejos.
Mierda. Espera. Tengo que salvarla.
Debilitándome.
Página
287
Y todo se volvió negro.
T
oqué su cara. Fría. Estaba pálido también.
Mordí mi labio inferior y tiré de la sábana de hospital para
ponerla sobre él de forma más segura.
Casi había muerto delante de mí. Las lágrimas pincharon en
mis párpados, pero las alejé cuando vi su mano moverse. Es hora de ser
fuerte.
Sus ojos parpadearon.
Largas pestañas negra, Dios, ¿cómo es que nunca había notado lo
hermoso que era cada cabello de él?, se levantaron y me miró, al principio
desorientado, pero entonces sus ojos se enfocaron lentamente.
—¿Estoy vivo? —Su voz sonaba como si hubiera sido arrastrada sobre la
grava.
—¡Aleluya! ¡Él habla! —gritó Dax levantándose de un salto del sillón
reclinable verde donde había estado durmiendo durante las últimas horas.
Una linda enfermera asomó la cabeza y miró a Declan. Sonrió.
—Estás despierto. Excelente. Voy a llamar al médico.
—Ella puede checar al Señor del Sexo en cualquier momento —dijo
»Vivirás, supongo. Para mi suerte.
—Idiota —murmuró Declan—. Siempre pensando en ti.
Página
Entonces se inclinó e inspeccionó Declan.
288
Dax.
Sonreí. Si hubiera muerto, por Dios, me hubiera gustado ir con él.
Se centró de nuevo en mí.
»¿Qué pasó? Perdí el conocimiento... —Vi su cara mientras juntaba
todo.
Asentí suavemente.
—Has estado aquí durante unas doce horas. La policía llegó poco
después de que te desmayaras. Arrestaron a Colby y llamaron a una
ambulancia para ti. —Me lamí los labios—. Él rozó tu arteria femoral. Si no
hubiera sido por la policía actuando rápido al atar tu muslo, habrías muerto
desangrado. —Tomé una respiración profunda—. Pasaste cuatro horas en
cirugía para reparar el daño, como alguna especie de injerto.
Probablemente no serás capaz de caminar sin muletas durante unas
semanas.
—Entonces voy a vivir. —Sus ojos me devoraron, pasando por mi cara,
mis labios—. ¿Cómo estás? ¿Te duele?
Sacudí la cabeza.
—Solo que viste. Le dije a la policía lo que pasó.
—¿Todo?
Tomé su mano y la apreté.
Página
—Como el infierno que lo tendremos. —Winston Blay entró en la
habitación, su traje arrugado por pasar toda la noche con Dax y conmigo.
Habíamos pasado las últimas horas hablando mucho, y lo habíamos puesto
al corriente de todo lo relacionado con Colby y lo que me había pasado. Él
había sido sorprendentemente comprensivo, y habíamos formado un
vínculo esperando a que Declan saliera de la cirugía. Él me contó que
estaba contento de que Declan hubiera llegado a él por el dinero en lugar
de seguir con las peleas ilegales. Al final, creo que lo único que quería era
que Declan encontrara un poco de felicidad—. Puede que él sea un
289
—Sí. Lo arrestaron, pero su padre ya ha hecho una declaración en la
televisión. Dijo que sabe que Colby es inocente, por lo que puede que
tengamos un duro camino por delante.
senador, pero yo soy un embajador, y ningún imbécil va a tratar de matar a
mi hijo y salirse con la suya.
Dax lanzó su puño al aire.
—De eso es de lo que estoy hablando.
Me incliné hacia Declan.
—Tu padre ha estado en el teléfono toda la mañana, llamando
abogados y hablando con los peces gordos. También ha sido bueno
conmigo. Encontró a mi mamá y a Karl en Petal y ahora están en la estación
de policía local, dando una declaración sobre de la forma en que trataron
de chantajear a los Scott.
Eso pareció satisfacer a Declan. Me miró.
—Dios, tenía tanto miedo de perderte para siempre. No creo que
hubiera sobrevivido a eso.
Le di un beso, sin importarme que la gente estuviera mirando, pero el
señor Blay y Dax discretamente se fueron de la habitación. Me aparté y
apoyé la cara contra su hombro.
—No, tenía miedo de que estuvieras muerto. No-no puedo siquiera
pensar en ello.
Declan dio unas palmaditas en las sábanas.
—Acuéstate conmigo.
Lo miré con recelo.
—¿Cosas buenas? —bromeé.
Página
—No quiero follar contigo. Quiero amarte. —Se sentó en la cama y se
enderezó. Apenas había espacio para mí, él era tan grande, pero me
acercó hasta que estuve casi sobre él, su cuerpo caliente y duro contra el
mío. Él pasó una mano por mi cabeza—. Cuando salga de esta cama de
hospital, te voy a sacar de esta ciudad y vamos a estar solos, sin el gimnasio,
la universidad, la familia o cualquier cosa. Tengo algunas cosas que
mostrarte.
290
—Tienes demasiados cables conectados a ti para volverte loco.
—Quiero llevarte a Londres y mostrarte donde crecí. Quiero visitar la
tumba de mi madre contigo y decirle cómo encontré a la rota chica
perfecta de la cual enamorarme. Quiero verte comer correctamente una
tarta, tal vez mostrarte cómo hacerlo.
—No cocino. Todo lo que puedo hacer son fideos ramen.
Sonrió.
—Entonces comeré fideos.
Pobre chico.
Me reí. Mareada.
—De verdad me amas —bromeé—. Soy tuya, Declan, y haré todo lo
posible para hacerte feliz y nunca vivir con estúpidos remordimientos. Te
prometo que siempre me centraré en el futuro. —Presioné mis labios en los
suyos ligeramente—. No voy a juzgarme a mí misma por mi pasado. Ya no
vivo allí.
Me estudió mientras hablaba, y cuando me detuve, su boca capturó
la mía, su lengua barriendo y hundiéndose profundamente. Me hundí en él,
me sumergí en su olor, su calor, su corpulencia. Me dio un beso suave y
dulce, y luego duro y oscuro, justo como me gustaba.
Me separé para tomar aire.
»Eres tú, siempre tú, mi señor Darcy.
—Yo también te amo, Elizabeth Bennett.
Nos acostamos juntos abrazados en una maraña de extremidades
mientras el sol se asomaba en el horizonte. Hace dos años, había visto otra
amanecer y me había comprometido a no amar de nuevo, pero esto, esto
era diferente.
Página
Lo había sentido desde el momento en que lo vi en la fiesta de
fraternidad, la experiencia digna de película que a veces tenemos cuando
percibimos un cambio en la atmósfera, como si algo extraordinario estuviera
a punto de suceder. Sucedió. Lo había encontrado incluso con mis reglas
291
Este era el comienzo de mi vida.
arrastrándome. Y tuvimos problemas como todos los jóvenes. El amor nunca
es perfecto, de hecho, es exactamente lo contrario a perfecto, pero eso
está bien, porque te da espacio para crecer y explorar. Habría momentos
en los que nos gustaría discutir y molestarnos, pero también tendríamos buen
sexo de reconciliación. Y no importa lo que se interpusiera en nuestro
camino, yo estaba en esto de verdad. Si él quería usar los puños, me gustaría
estar en su esquina y besarlo antes de que se pusiera los guantes.
Él haría lo mismo por mí.
»¿En qué estás pensando? —preguntó un rato más tarde mientras nos
acurrucábamos.
Giré la cabeza en la almohada para mirarlo. Algo de color había
regresado y me alegró.
—Mi mente está corriendo, pensando en las posibilidades. Nuestro
futuro. Qué puedo hacer con mis joyas. Qué puedes hacer con tu gimnasio.
Yo… yo no he estado tan feliz o emocionada por la vida en un largo tiempo.
Y estás en el hospital, lo que lo hace aún más raro. —Moví las mantas—. Me
siento como que he estado yendo a través de estos pequeños
monumentales cambios en estas semanas, y todo te lo debo a ti. Amarte es
lo mejor que me ha pasado. —Me mordí el labio para mantener las lágrimas
a raya.
Me miró por un momento, su mirada llena de comprensión.
—Tú y yo, tenemos esto. Voy a pasar el resto de mi vida amándote. Voy
a darte lo que quieras, Chica Unicornio. Voy a darte un beso cada noche.
Voy a follarte y luego hacer el amor contigo. Voy a darte hijos. Un hogar.
Felicidad. Todo mi corazón.
La alegría llenó mi alma.
—¿Vas a leerme a Jane Austen desnudo?
—Mm, podría acostumbrarme a eso.
Página
—Voy a hacer algo mejor. Voy a hacer el amor contigo y citar el
maldito libro entero, al mismo tiempo.
292
Él soltó una débil carcajada.
—Solo asegúrate de obtener lo que quieras, amor.
Página
293
Reímos y nos sostuvimos mientras el sol se alzaba en el cielo.
Un año después.
M
e acomodé en la banca y miré el jardín que rodeaba una de
las fuentes de agua en Hyde Park. Miré a mí alrededor
buscando a Declan, pero él se había ido para conseguirnos
agua de uno de los vendedores cerca de la entrada.
Era una fría pero hermosa mañana de octubre y estábamos en Londres
durante la semana para ponerse al día con los viejos compañeros de
escuela y miembros de la familia de su mamá.
Suspiré. Había sido un año maravilloso considerando el infierno por el
que habíamos pasado.
Yo estaba en mi último año de escuela, pero había renunciado a mi
trabajo en la librería para trabajar en mi joyería. Meyer me había ofrecido
otro contrato de trabajo para diseñar, y cuando no estaba estudiando,
estaba trabajando en nuevas creaciones.
Blake y Shelley estaban juntos. La mayor parte del tiempo. Peleaban
mucho, y no sabía si iba a funcionar, pero tenía mis dedos cruzados.
Página
Mi mamá había dejado a Karl, y la última vez que la había visto, ya
había encontrado a un nuevo hombre, un baterista que había conocido en
un concierto.
294
Dax era el mismo de siempre, festejando en la casa de la fraternidad y
durmiendo por ahí. Yo conocía al verdadero hombre sin embargo. Debajo
de esa capa brillante había un chico buscando amor.
El padre de Declan le había dado a él y a Dax un regalo de graduación
de varios cientos de miles de dólares, por lo tanto, cancelando el préstamo.
El Sr. Blay juró que siempre había sido su intención darle a cada uno de sus
hijos un regalo de graduación universitario, y los chicos no discutieron. El Sr.
Blay y Declan habían declarado una especie de tregua, y aunque no era
una reconciliación total, era un progreso. Las cenas en la mansión Blay eran
todavía un poco irritantes y extrañas, pero yo estaba contenta. Otra
montaña para que escaláramos, y estábamos armados y listos.
Era la mejor familia que había tenido.
En cuanto a Colby se refería, él estaba en la cárcel esperando juicio
por intento de asesinato en primer grado por mí, así como un cargo por
intento de asesinato en segundo grado por Declan. Con la cinta adhesiva y
la navaja, iba a ser muy difícil probar su inocencia. El asistente personal del
senador Scott también se había presentado, revelando el plan de chantaje
urdido por Karl y mamá, dándole un montón de motivación a Colby. Su
sentencia podría ser de hasta cadena perpetua sin libertad condicional. Él
y su padre habían hecho todo lo posible para sacarlo en libertad bajo
fianza, pero ya que él estaba en riesgo de fuga, nunca había llegado a
buen término.
El gimnasio se había inaugurado oficialmente en febrero, y habíamos
tenido una gran fiesta de inauguración, este pasado mes de mayo.
Estábamos viviendo en un apartamento en la parte de atrás que él había
Página
Declan regresó del puesto de refrescos con dos botellas de agua, sus
largas piernas cruzando el parque mientras un grupo de mujeres a través de
la fuente lo miraban con ojos hambrientos, pero él las ignoró, su mirada
clavada en la mía.
295
Había sido acusado de violación, también, lo cual no tiene estatuto de
limitaciones en Carolina del Norte, pero el peso de la verdad descansaba
en mí, y mis abogados tendrían un momento difícil demostrándolo. Había
fotos de mí borracha en el baile y los acompañantes nos habían dejado por
estar intoxicados. Pero había decidido contar toda mi historia en la corte, y
Shelley y Blake también testificarían. No sabíamos si sería suficiente para
condenarlo, pero estaba en esto a largo plazo. Yo lo valía. Declan me había
dicho eso hace mucho tiempo, fuera de la parada de camiones, y ahora lo
creía.
tenido restaurando, y era pequeño, pero por ahora, era solo para nosotros
y era suficiente.
Él me sonrió mientras se sentaba a mi lado y tomó mi mano para
sostenerla. Habíamos estado viniendo aquí cada tarde para disfrutar de las
bonitas flores y observar a la gente.
Justo en ese momento, un aleteo cruzó por el banco y aterrizó junto a
nosotros. Una libélula.
Dejé escapar un pequeño jadeo y fui a empujar a Declan, pero él ya
la había visto.
—Ella sabe que te encontré —murmuró y me envolvió en un abrazo.
Vimos como el insecto azul flotaba alrededor de nosotros, revoloteando de
un lado de nosotros al otro durante mucho tiempo, hasta que, finalmente,
se fue volando…
Página
296
Fin
M
iré alrededor en mi pequeño apartamento, observando el
árbol de navidad con la temática de libélulas en el estudio,
las velas y guirnaldas en el manto de la chimenea, y las luces
parpadeantes que Declan había colgado alrededor de la imagen en la
ventana. Nuestra primera celebración importante juntos, y en la superficie
todo parecía idílico, pero la víspera de Navidad se estaba yendo
rápidamente al infierno, todo por culpa de un estúpido pudín de higos, del
cual ni siquiera había oído hablar hasta esta semana.
¿Dónde estaban los elfos de Santa cuando los necesitaba?
Me dejé caer en el taburete de la barra en la cocina mientras releía la
receta escrita a mano para pudin de Navidad por millonésima vez.
Transmitida por parte de la bisabuela de Declan por su lado inglés, había
estado mirando la maldita cosa los últimos diez minutos con algo parecido
al horror.
El pudín en cuestión me devolvía la mirada.
¿Dónde me había equivocado?
¿Por qué era abultado e irregular… y amarillo? Metí uno de los higos en
la parte superior, y toda la cosa se zangoloteó como si estuviera viva.
»Estoy en la cocina —grité—. Entrar bajo tu propio riesgo.
Entró a la habitación cantando Grandma Got Over by a Reindeer,
luciendo alegre y elegante con su cabello rojo trenzado y decorado sobre
Página
En el fondo, escuché a Shelley entrando en el apartamento y
llamándome.
297
—Asqueroso —murmuré en voz baja.
su hombro. Deteniéndose, observó el pudín colocado en un plato de servir
de la Abue Bennett.
—¿Esto es en realidad un pastel de frutas… y se suponía que fuera
fluorescente?
Mis labios se torcieron. “Era” de aspecto extravagante.
—Es un pudin de navidad al estilo inglés… que accidentalmente luce
como pastel de frutas. Para los ingleses, todos los postres son llamados pudín.
Como sea, lo cociné hasta la grandeza, y es lo único que Declan me pidió
específicamente que hiciera. —Gemí—. Apesto como Betty Crocker.
Ella lo miró con recelo.
—Antes de que lo comamos, definitivamente deberíamos llamar el
Centro de Toxicología y preguntar cuál es el antídoto.
Solté un bufido.
—Gracias por el apoyo.
Ella sonrió.
—¿Tal vez debamos cubrirlo con laca y utilizarlo como tope de puerta?
De esa manera puede mantenerlo para siempre.
—Pero entonces yo lo tendría para siempre como un recuerdo de mi
fracaso. —Lo empuje de nuevo, viéndolo vibrar—. Es como si estuviera vivo
y respirando.
Ella palmeó sus manos.
Sus labios se curvaron hacia arriba.
—Uh, sí, no estés triste si ellos corren por las colinas.
Página
—Cierto... o podemos ver si el banco de alimentos local lo quiere. Por
lo menos no se desperdiciaría. —Además de todo ese trabajo duro que
había pasado hirviendo y luego cociéndolo al vapor por horas.
298
—Oh, oh, ¿tal vez podamos enterrarlo en el patio trasero para que un
futuro arqueólogo lo encuentre? Nunca se sabe, podría convertirse en un
diamante si se deja solo por unos pocos millones de años.
—Y otra vez... gracias por el amor.
Ella lo estudió.
—Podríamos empujar algunos agujeros en el costado y decirles a todos
que es un calentador de manos. O, tal vez podríamos utilizarlo como base
para un arreglo floral de fiesta… ¿relleno con algunas flores de pascua?
Suspiré.
—Luce como un grumoso alienígena.
Ella se inclinó y lo olió, yendo hacia atrás con una expresión repulsiva
en su rostro.
—Le pusiste pasas porque sabes que las odio.
Dejé escapar un gemido y metí un errante mechón rubio detrás de mí
oreja. Dios, estaba cansada.
—Honestamente, todo es un borrón. Me tuve que levantar a las cinco
de la mañana para empezar a hacerlo, y no sé todo lo que puse en él. Licor,
dátiles, almendras, higos, harina, azúcar… maldita sea, ¿me olvidé del
azúcar?
Sus ojos se iluminaron.
—¿Alcohol?
Asentí y saqué una botella de brandy de la alacena.
—Síp. Cuando fuera tiempo de comerlo, se suponía que debía
sumergirlo en esto y luego prenderlo. Admito, que va a sentirse bien verlo
arder.
Se rio y miró alrededor de la sucia cocina, su cara arrugándose mientras
señalaba una de las sartenes en la estufa.
Página
—Chirivías. —Mi voz era plana, desafiándola a menospreciarlas. Me
había tomado dos viajes al mercado y una sartén quemada para asarlas a
la perfección.
299
—¿Qué es eso?
Ella retrocedió con delicadeza, como solo una chica con buena
educación puede hacer.
—Huelen como al baño de hombres. ¿Las chirivías también son
inglesas?
—Sí. La mamá de Declan las hacía cada Navidad. —Y quería que
nuestra celebración le recordara esos momentos felices.
—¿Así que no hay puré de papa nadando en mantequilla? —Hizo un
mohín.
Abrí la despensa, saqué una caja de puré de papa instantáneo, y la
empujé en sus manos.
—Quieres un poco, lo haces. Oficialmente he terminado como
cocinera.
—¿Yo? Pero yo nunca he hecho puré de papa, no a menos que
cuentes las papas en miniatura que le horneé a Blake la semana pasada.
—Puedes hacerlo.
Sus ojos se ensancharon.
—Pero, pero…. ¿cómo?
—Incluso una niña mimada como tú puede leer las instrucciones. Te
ayudaría, pero tengo que centrarme en esta… esta criatura. —Suspiré, mis
ojos de regreso en el alienígena.
El calor se apoderó de mis mejillas. Declan me consumía, cada centímetro. Mi cuerpo ansiaba su caliente acento británico, su colosal cuerpo de
Página
—Todas las bromas a un lado, estoy impresionada. Cuando dijiste que
nos invitabas a todos para cenar, pensé que querías decir que iríamos a
Minnie’s Diner cruzando la calle. —Sus ojos buscaron mi cara—. Así es como
sé que él es el indicado para ti, porque la Elizabeth que conozco solo sabe
cómo hervir fideos ramen y ordenar para llevar, y nunca en un millón de
años habría intentado hacer una comida completa por sí misma.
300
Ella miró alrededor de la cocina, pasando por el pavo que había
sacado más temprano y colocado en la encimera.
peleador, y su gran corazón. Él estaba grabado en mi alma como un tatuaje
permanente, salvaje y lleno de color.
—Él es todo para mí, y quiero que nuestra primera Navidad sea
perfecta. Con todos los altibajos que hemos tenido este año, quiero poner
todo detrás de nosotros y seguir adelante. —Suspiré—. Ahora, vamos a
conseguir este lugar listo antes de que todos lleguen.
Ella se puso a trabajar tratando de hacer el puré de papa mientras me
olvidaba del pudín por un momento para poner la mesa con los nuevos
platos, cubiertos y servilletas en las que había derrochado. Me había
costado dos turnos extras en la librería el poder ser capaz de conseguir Pier
One y recoger todos los extras para la fiesta que quería. No me importaba.
No por Declan. Claro, él me habría dado con mucho gusto el dinero para
hacer la cena perfecta, pero quería que esto fuera parte de mi regalo para
él.
Un golpe rápido proveniente de la puerta principal mientras
acomodaba la última tarjeta personalizada junto a la mesa con la cena.
—Alguien está en la puerta —gritó Shelley mientras batía las papas.
—Tal vez sean Declan y Dax —dije—. Deberían estar de regreso del
aeropuerto a esta hora. —Era tarde y parte de mí estaba preocupada.
—¿Oh? ¿A quién estaban recogiendo? —preguntó, con un brillo de
interés en sus ojos.
Me encogí de hombros.
—Dijeron que era una sorpresa.
El golpe vino de nuevo, esta vez más insistente mientras me movía en el
pasillo y abría la puerta. Parpadeé ante la bonita mujer en mi puerta.
Primero el fracaso con el pudín.
Dejé escapar un largo suspiro. Si Dios pone personas difíciles en nuestras
vidas para hacernos mejores personas esa era mi mamá. Ella había
Página
¿Cuánto más podría tomar?
301
¿Ahora mi madre?
destruido mi confianza un millón de veces en mi vida, sin embargo, como un
perro callejero que se queja por las sobras, le había rogado para que me
amara toda mi vida.
Pero ya no más. Había acero en mí ahora.
—¿Qué quieres? —Mantuve tranquila mi voz incluso mientras me
apoyaba contra la viga de la puerta, necesitando el apoyo extra por la
impresión de verla. Aún, no sé por qué me sorprendió. Tenía el don de
aparecer inesperadamente justo cuando pensaba que se había ido para
siempre.
Ella se mordió el labio inferior, un destello de dolor en su rostro.
—Yo… yo solo vine a decirte Feliz Navidad y que ya no estaba más con
Karl. Conseguí un trabajo como camarera, uno realmente bueno con
clientes agradables. —Una respiración profunda vino de ella—. La verdad
es, que no tengo ningún lugar para ir en Navidad, y me di cuenta de que no
ibas a volver a Petal. Yo… te echo de menos... —Su voz se apagó.
La estudié. Lucía cansada si las bolsas bajo sus ojos eran algo por lo cual
guiarse, pero podía decir que había puesto un esfuerzo extra hoy con un par
de jeans y un suéter rosa que era sorprendentemente recatado. Su cabello
estaba recogido hacia atrás con un clip de Navidad, las suaves ondas rubias
cayendo por su espalda.
Sus pestañas revolotearon.
»Te amo, Elizabeth y estoy orgullosa de en lo que te convertiste. Eres lo
más hermoso en mi vida… y yo nunca fui la persona que necesitabas. No te
molestaré.
Una ola de emoción me golpeó. Recuerdos de nosotras. De los buenos.
Las veces que había gastado hasta sus últimos céntimos en una bicicleta
para mí en Navidad. ¿Pero y todas las veces que ella no había estado allí?
Enfocándome en el verdadero significado de la Navidad, toqué su
brazo y se volteó.
Página
¡Espera!
302
»Adiós, Elizabeth —dijo suavemente y se volvió para irse.
—¿Mamá? ¿Tienes hambre? Yo… cociné. —No había tenido la
intención de pedirle que se quedara a comer, pero las palabras salieron, de
todos modos.
Lágrimas brillaron en sus ojos y quizás porque no podía hablar,
solamente asintió.
Media hora después, había limpiado la cocina y tenido todo
preparado al estilo bufé en la encimera de la cocina. En la zona de
comedor, el pudin alien residía en un lugar de honor en la mesa e incluso
mamá se había metido en el espíritu y decorado el plato de la Abue Bennett
con pequeñas ramitas de acebo. Ella había estudiado el pudin con ojos
cautelosos, pero nunca dijo una palabra. El pudin era aterrador, pero en
este punto era demasiado tarde para salir corriendo a buscar otro. No había
forma de evitarlo, Declan iba a estar muy decepcionado de mis habilidades
culinarias.
Blake había llegado en el ínter y él y Shelley comenzaron
inmediatamente con sus DPA y luego alternado para fastidiar al otro sobre
cada pequeña cosa. Primero, discutieron sobre cuál era la mejor película
de las fiestas para mirar después de la cena. A Christmas Story o It’s a
Wonderful Life; luego riñeron sobre las letras correctas de Rudolph the RedNosed Reindeer y Frosty the Snowman.
Dios. ¿A quién le importaba?
Me callé, determinada a tener la perfecta cena festiva, sin embargo,
mis nervios estaban tensos. Y mi pavo se estaba enfriando, maldición.
Golpeé mi pie. ¿Dónde estaban mis chicos británicos?
Página
Declan y Dax estaban de pie a cada lado de un hombre ligeramente
más bajo con cabello azul eléctrico y una sonrisa ligeramente torcida en su
rostro. Un cigarrillo colgaba de sus labios mientras echaba un vistazo
alrededor, sus ojos entrecerrándose como si estuviera teniendo problemas
para concentrarse. Se balanceó sobre sus pies y sin Declan y Dax
ayudándolo, no había duda de que habría plantado el rostro sobre mi piso.
303
En ese preciso momento, la puerta se abrió y tres chicos musculosos
entraron, llenando mi pequeña madriguera.
Parpadeé rápidamente. Espera. Espera un minuto. ¿Era este el loco
guitarrista de Vital Rejects, una de las mejores bandas indie en el mundo?
Mi miraba voló a Declan. Ojos gris acero, enmarcados por unas
exuberantes pestañas, me devolvieron la mirada desde el borde de la gorra
de Union Jack mientras mechones de cabello oscuro se enrulaban
alrededor de sus orejas. Levantó un hombro bien definido y me dio su típico
encogimiento de hombros, sus ojos diciéndome: Lamento que lleguemos
tarde, chica Unicornio. Culpa a este idiota.
—El Amo del Sexo ha llegado para bendecirlos con su apariencia
—proclamó Dax a la ahora callada habitación mientras se señalaba a sí
mismo—. Él está aquí para hacer de esta fiesta una bomba. Pueden
comenzar las festividades. —Hizo un ademán elegante con su mano y una
media reverencia, todo mientras sostenía al tipo en el medio.
Puse mis ojos en blanco.
—No es una fiesta; es una cena. Y deja de ser la reina del drama. Todos
sabemos que estás aquí.
—Y puedes dejar de hablar de ti mismo en tercera persona —dijo
Declan—. Amo del Sexo no va a pegarse como tu sobrenombre solo porque
sigas llamándote así.
—Aguafiestas. —Dax dio palmaditas en la espalda al tipo de cabello
azul, quien basado en la cabeza ahora caída, parecía haberse
desmayado—. Al menos este muchacho sabe una cosa o dos sobre pasar
un buen tiempo.
¿Una estrella de rock intoxicada y mi cena festiva perfectamente
planificada? No era lo que imaginé. Aclaré mi garganta.
—¿Les gustaría presentar a su, eh, amigo?
Página
—Este es nuestro primo Spider, por parte de mi mamá. Acaba de
terminar una gira y no tenía ningún lugar para ir en Navidad. Pensé que
podía pasarla con nosotros. —Me envió una mirada triste—. Probablemente
debería haberte advertido quién era nuestro invitado especial, pero quería
que te sorprendieras.
304
Declan habló.
—¿Nunca pensaste en mencionar que tenías un primo famoso?
—pregunté.
Labios gruesos y sensuales se inclinaron en una sonrisa arrogante.
—Hemos estado ocupados con otras actividades para ahondar en las
historias de nuestra familia.
Dax resopló y movió a Spider hacia el sofá.
—Denle un descanso a la mierda acaramelada. Consigamos un
asiento para este chico.
Lo llevaron hacia el sillón reclinable y lo bajaron.
Declan quitó el cigarrillo aún sin encender de sus labios y lo tiró a la
basura. Nos quedamos de pie alrededor del rockero desmayado,
apreciando la singularidad de la situación.
—¿Es tan loco como lo presenta la prensa rosa? —le pregunté a
Declan, mis ojos apreciando el tatuaje de viuda negra en el cuello de Spider
y la fornida joyería de cráneos destellando en sus dedos.
Asintió.
—Siempre ha sido salvaje, pero no lo hemos visto durante años porque
nuestro padre nos prohibió ver a nuestra familia inglesa.
—Al menos luce en paz —intervino Shelley—. Y sexy… incluso con los
tatuajes que dan miedo.
—¿En serio, Shelley? Estoy aquí de pie —ladró Blake, su rostro rojo—. ¿No
puedes dejar de coquetear por un minuto?
Suficiente. Me di media vuelta para enfrentarlos a los dos.
Página
—Madura, Blake. No es coqueteo si no puede oírme y solo porque digo
que el tipo es sexy, no significa que quiera follarlo. Dax y Declan son más
calientes que mi plancha para el cabello y no me ves subiéndome encima
de ellos.
305
Sus puños se apretaron.
—¡Dejen de arruinar mi jodida y perfecta Navidad! No puedo soportar
mucho más de su estúpida discusión sobre nada.
—Sí, detente, Blake —cortó Shelley—. Madura.
—Tú también, Shelley. ¡Todos me están volviendo loca! —dije.
—Spiderman está despierto ahora —exclamó mi mamá.
Todos nos volvimos hacia el sillón reclinable y lo observamos
despertarse, sus ojos lagañosos abriéndose. Apreció sus alrededores,
moviendo su mirada por la habitación y deteniéndose en la mesa del
comedor. Pestañeó.
—¿Qué demonios es esa cosa? —Arrastró las palabras en elevados
tonos británicos.
Oh, no. Todos los ojos fueron a mi pudin, que ha se había caído hacia
el lado izquierdo, como si se tratara de un neumático pinchado que se había
desinflado repentinamente. Gruñí. ¿Cómo podía verse peor?
Tragándome mi vergüenza, dije:
—Es mi pudin de Navidad.
Los ojos de Spider se encendieron.
—Oh. ¿Por qué es tan… amarillo? Parece orina hervida.
Dax mordió su labio (supongo que para evitar reírse) y apunté un dedo
hacia él.
—Ni se te ocurra decir algo inteligente.
—No voy a decir una palabra. —Se rio a carcajadas—. Yo… eh… no
puedo esperar para probarlo.
Spider me miró.
Página
—No vas a acercarte a su pudin, porque es todo mío. —Me dio un
abrazo—. Luce encantador, Elizabeth.
306
Declan le dio un puñetazo en el brazo.
—¿Esta es la chica? ¿De la que Declan está tan enamorado que no
pudimos persuadirlo de hacer una parada en el bar de strippers?
Desde su asiento, tendió una mano y la estreché después de un
momento. Surrealista.
Me dio un vistazo una vez más, su mirada persistiendo en las curvas
debajo de mi suéter rojo.
»Buen par de tetas. Soy Spider, amor y sé que querrás un autógrafo
(todos lo quieren), pero tendré que firmarlos más tarde. Me estoy sintiendo
un poco hecho polvo en este momento.
—No me di cuenta —dije firmemente.
Asintió.
—Me temo que sí, amor. Por favor, chicos, adelante y coman. Voy a
sentarme aquí y voy a tomar una pequeña siesta.
—Está bien por mí —dije—. He gastado horas en esta comida y vamos
a comer y ser felices.
Y así, menos la estrella de rock, todos nos dirigimos a la cocina.
Dax, parecía tener una habilidad especial para poner a la gente a
gusto, se dirigió a mi mamá y se presentó. En cuestión de segundos, él había
empezado con sus sucios chistes sobre las fiestas.
Escuché en creciente horror—¿Por qué Frosty el Hombre de Nieve bajo sus pantalones? —le
preguntó a mamá
Ella batió sus pestañas hacia él, disfrutando de la atención.
—Ni idea.
—Lo hace, Dax. Dale un descanso.
—Creo que le gustan mis chistes, ¿verdad, Sra. Bennett?
Página
Gruñí.
307
—Escuchó al chupa nieve venir, ¿entiendes? —Él movió las cejas.
Mamá asintió con la cabeza y se sonrojó.
Dax sonrió.
»Ves.
Lo que sea.
Mamá se inclinó y tocó su hombro, dejando que su mano se deslizara
por su pecho.
—Tengo uno para ti —dijo, un tono insinuante en su voz—. ¿Cómo sabes
si hay un muñeco de nieve en la cama?
Dax arqueó las cejas.
—Ni idea, amor.
— Te despiertas húmedo —dijo en una voz ligeramente jadeante.
¡Buen Dios! Mi mamá y Dax? ¿Flirteando? Mátenme ahora.
¿Sería una mala anfitriona si los echara a todos?
Se trata de tu familia, me recordó una voz. ¿Qué más podías esperar?
Cerré los ojos, respiré hondo, y acepté la verdad. Cocinar nunca sería
lo mío; Blake y Shelley podrían discutir por siempre; Mamá siempre sería una
puta; Dax siempre sería un perro con cuernos; pero, lo más importante,
Declan siempre me amaría.
Declan tomó mi mano y me llevó al pasillo por privacidad. Ojos de color
gris cálido buscaron los míos.
—Oye, familia y amigos locos a un lado, ¿estás bien?
Entonces, qué si mi Navidad no era perfecta. Tampoco nosotros lo
éramos.
Página
La necesidad por él pasó a través de mí. Curvándose en cada grieta,
por lo que incluso el vello en mi brazo se levantó como diciendo ¡Aleluya!
308
Algo de la ridiculez del día cayó lejos. Allí estaba él. Él era todo lo que
importaba.
En ese momento un sonido de arcadas llegó a mis oídos. Spider se
había inclinado y vomitado en mi piso.
Shelley corrió al baño para conseguir toallas y limpiar el desorden,
mientras mi mamá y Dax ayudaban a Spider a llegar al baño.
Declan y yo nos quedamos solos por primera vez. Me apretó la mano.
»Sé que este es un puñetero día. ¿Que necesitas que haga?
Nivelé mi mirada hacia él.
—Necesito que comas mi pudín, y no me refiero al que está en la mesa.
Unos segundos pasaron mientras el significado de lo que había dicho
caía en él. Una lenta sonrisa de satisfacción cruzó a través de su rostro
cincelado.
—¿Entonces que estás esperando? Consigue tu dulce culo en mi Jeep.
Estamos fuera de aquí.
Q
uince minutos más tarde, estábamos en el único lugar en el que
podíamos estar solos, Front Street Gym.
Declan abrió las puertas y me llevó al interior, el calor
ardiendo en su mirada.
—Quítate la ropa, Elizabeth. Voy a follarte.
Página
Terminó de poner lejos los productos de limpieza, su paso ligero y lleno
de confianza mientras hacía el camino de regreso hacia mí.
309
Me tiró alrededor de las colchonetas y observe mientras pasaba un
paño sobre ellas para asegurarse de que teníamos una superficie limpia.
Temblando, recordé nuestra primera vez en esas mismas colchonetas, la
noche en que le di el control a él.
Me estremecí ante la autoridad en su tono, parte de mí queriendo
rebelarse, pero la otra parte saltando para hacer lo que quisiera. En menos
de diez segundos, mis zapatos, suéter rojo, jeans, sujetador y bragas habían
caído al suelo.
Su pecho se movía mientras me observaba, su mirada de acero
enviando necesidad directamente a mi centro. Sus zapatos se fueron
volando, entonces todo lo demás hasta que estuvo desnudo, su gran polla
tensa hacia mí.
»Ven aquí. Hizo un gesto con las manos.
Silbó mientras nuestra carne se conectaba. Finalmente. Me besó con
fuerza, su lengua invadiendo mi boca, mordiendo, chupando el labio inferior
hasta que gemí.
Mis manos recorrían sus hombros, apretándolo como si fuera a
desaparecer pronto
—¿Vas a lanzarme a esa colchoneta? —pregunté unos pocos
momentos sin aliento después.
Él bajó la barbilla, los ojos entrecerrados.
—Mierda sí.
El calor corrió por mi columna vertebral.
Sus manos se deslizaron hasta mi hombro y tiró de mi cabello hasta que
mi cabeza estuvo inclinada hacia atrás. Haciéndome sentir vulnerable
mientras acunaba mi cráneo.
—¿Alguna última palabra? —Su voz era como la grava pero suave,
igualmente llena de lujuria y emoción. Necesitaba esto tanto como yo.
Página
Sus brazos me sujetaron prisionera en una cárcel que quería, mis manos
arañando sus hombros, acercándolo más, más cerca. Mis manos buscaron
sus duros músculos y hendiduras, con ganas de trazar su piel y grabarla en
mi memoria.
310
—Hazlo duro —respiré cuando sus labios encontraron los míos una y otra
vez, tomando lo que quería, y lo que yo le daba voluntariamente.
Él. Esto. Nosotros.
De alguna manera terminamos en posición horizontal sobre la
colchoneta y él por encima de mí, sus labios y dedos hábiles haciendo su
camino por mi cuerpo.
Me retorcía y arqueaba más cerca, torciéndome para conseguir más.
Más.
—Declan... date prisa —suspiré.
Él rio y mordisqueó el interior de mi muslo.
Gemí, pero no me lo negó, sus manos bajando por mis piernas y
posicionándome, maniobrándolas en sus hombros y luego poniendo su
boca caliente en mí centro. Su lengua vibró contra mi piel, adorándome
desde mi centro hasta mi clítoris.
Grité en alivio, abriendo la boca mientras su lengua entraba,
degustando y tirando de mi tierna piel mientras sus dedos jugaban con el
manojo de nervios en mi punto G.
Sí. Lo quería en todas partes. Tocándome. Follándome.
Dos dedos se hundieron en mi interior, chasqueando la lengua en mi
centro, lamiendo con trazos rápidos.
Intensa necesidad construyéndose. Estrellas brillaban a través de mi
visión. Destellos bailaban por mi columna vertebral.
»Declan —dije con voz entrecortada—. No te detengas. Tan bueno.
Dios, Declan.
—Mantente diciendo mi nombre, chica unicornio. Exactamente así
—gimió, moviéndose alrededor para conseguir ir más profundo.
Página
—Estoy justo ahí contigo. —Entonces movió su ángulo, y me dio una
clara idea de lo que estaba haciendo, su mano libre bombeando su propia
polla gigante con golpes duros. Se mantuvo bombeando y gruñó cuando
su lengua se movió por encima de mi coño yendo más salvaje, más áspero.
311
Grité su nombre como si fuera una oración. Una bendición.
Grité, rompiéndome en mil pedazos. Agarrando sus hombros, rodé
hacia fuera, mis músculos contrayéndose bajo su boca.
Rugió sacando su propia liberación y se corrió conmigo.
Todavía temblando, se arrastró hasta mí y me besó profundamente en
los labios.
Apartó un mechón de cabello de mis ojos. Cálidos ojos grises balaron
hacia mí. Me dio una sonrisa arrogante.
—¿Qué? —pregunté.
Se encogió de hombros y me pellizcó en la nariz.
Página
312
—El mejor maldito pudin de Navidad que jamás haya comido, amor.
SEXY ENGLISH
E
l verano anterior a su último año en la Universidad de Whitman y
dos semanas antes de su boda, el prometido de Remi Montague
la botó más rápido de lo que se cae una chica de hermandad
borracha con tacones de aguja. Armada con su mejor amiga y una
sorprendente necesidad de sexo en venganza, salta a un avión hacia
Londres para ahogar sus penas con los ardientes Británicos... y tal vez una
rápida visita al lugar de nacimiento de Shakespeare.
No tenía intención de despertar junto a la única persona que desprecia
(el devastadoramente guapo y desnudo Dax Blay, hermano de fraternidad
de su ex prometido. Engreído e irreverente, este playboy Británico es todo lo
contrario a ella), así que, ¿cómo es que ambos terminaron con tatuajes a
juego?
Detrás de su autoproclamado estado de "Amo del Sexo" en el campus,
Dax esconde un corazón que está siempre en busca de su chica. Pero no
puede ser Remi. Ella es demasiado agradable, tan inteligente como Einstein
(aunque un poco despistada), y tiene un escandaloso desprecio por su
buena apariencia.
Entonces, ¿qué hacen? Hacen un pacto para olvidar que su salvaje
noche de pasión ha siquiera sucedido.
Pero la vida nunca va según lo previsto, y una vez de regreso en
Whitman, se hace imposible para ambos resistirse a su innegable conexión,
especialmente cuando Remi le pide a Dax ser su novio falso para conseguir
de regreso a su ex. Él está de acuerdo, pero cuanto más fingen su fabricada
historia de amor, más parece ser lo mejor que ambos han tenido.
Página
313
*Una moderna historia de amor inspirada en Romeo y Julieta*
¡Da clic para visitarnos, recuerda que te esperamos
Página
314
con muchas lecturas ansiosas porque las descubras!
Descargar