Reforma del Estado: La Hidra burocrática Se habla mucho de la “Reforma del Estado”, pero se desaprovecha la oportunidad de realizar mínimos cambios necesarios. Prometiendo y esperando las revoluciones mayúsculas, se pierde cada día la oportunidad de articular muchos “minúsculos” cambios que favorecerían la vida de los ciudadanos y las empresas. Con demasiada frecuencia, cada uno de nosotros enfrenta situaciones comparables a la de aquellos héroes de la mitología griega que debían enfrentarse a la hidra policéfala. El Estado es comparable a ese imaginario monstruo despiadado, custodio del inframundo, con forma de serpiente, aliento venenoso y aptitud para regenerar dos cabezas por cada una que le cortaban. Esa sensación de lucha despareja y desesperante nos transmiten los empresarios, a quienes una norma jurídica o una entidad estatal le impone sanciones si no cumplen obligaciones que, si las cumplen, los exponen a otras sanciones dispuestas por otra norma u otra entidad estatal. ¿Se comprende? Se trata de perder de un modo u otro. está a cargo de la Oficina Departamental de Trabajo en conjunto con la Comisión de Trabajo de cada localidad. • Por otro lado, disposiciones reglamentarias e incluso pliegos de condiciones que rigen las contrataciones con dependencias estatales, imponen a esas mismas empresas obligadas por la ley “del sorteo”, la de incorporar personal capacitado en el tipo de trabajo de que se trate. Obviamente, es casi imposible de armonizar ambas obligaciones. lizados por una parte de la Administración, con la consecuencia de tener que pagar multas por incumplimiento de las normas sobre personal capacitado, que rigen los contratos firmados con otras Administraciones. • Situaciones similares suelen ocurrir cuando una entidad del Estado requiere una autorización o permiso que expide otra oficina, sancionando demoras en cumplir con el requisito, demoras muchas veces imputables a esta otra dependencia estatal. [email protected] ferrere.com/quienes-somos/ abogados/cristina-vazquez efectiva o de los criterios empleados para ponerla en ejecución. Los encargados de aplicar la norma de bolsa de trabajo nos dirán que la misma persigue satisfacer con mano de obra local la demanda de personal no calificado, empleando el sorteo como mecanismo de garantía. Los responsables de controlar la exigencia de capacitación del personal para determinado tipo de actividades afirmará que el requisito se establece para brindar seguridad a los trabajadores a efectos de prevenir accidentes de trabajo. La exigencia del permiso o la autorización son imprescindibles para el control de condiciones necesarias, señalarán quienes la han establecido. Por igual motivo, la Administración debe tomarse el tiempo necesario para efectuar su análisis aunque ello derive en demoras en la expedición, observarán los otros. Y así vamos. La heroica razonabilidad posible Los gestos de la Hidra Entre otros ejemplos, vale señalar algunos de esos costosos sinsentidos. • Una ley dispone que la incorporación de personal no permanente para las obras ejecutadas por entidades estatales y personas públicas no estatales se haga por medio de un sorteo público. Esto rige también para las empresas contratadas o subcontratadas. Y el sorteo Cristina Vázquez “…Es así que la empresa, sujeta a ambas reglas, debe elegir cuál de las cabezas del monstruo la va a devorar…” Es así que la empresa, sujeta a ambas reglas, debe elegir cuál de las cabezas del monstruo la va a devorar. Se ve en la necesidad de incorporar personal no capacitado, resultante de los sorteos rea- Cada cuál que atienda su juego En estos casos, cada regulación y cada autoridad de aplicación reivindica el justo fundamento de la regla que pretende hacer La Hidra burocrática tiene nula conciencia de su ser unitario; cada una de sus cabezas compite con las otras para comerse a la presa que tiene por delante. Ante ella, no parece necesario apelar a grandes reformas con nombres rimbombantes. El arma imprescindible es cultivar el estilo de administración que se apoya en el viejo y sencillo principio de la razonabilidad. Eso es lo que esperamos los simples mortales.