El Cuarto Poder, el ciudadano

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El cuarto poder, el ciudadano
Dra. María del Carmen Platas Pacheco
6 de mayo de 2012
El Cuarto Poder, el ciudadano
De la simple lectura del texto del artículo 39 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, La soberanía nacional reside esencial y
originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se
instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el
inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno,
claramente se infiere que el pueblo no obsequia o regala a los gobernantes
el poder político, solamente se los encomienda para su mejor ejercicio.
De aquí se sigue la necesaria renovación de las estructuras del poder
político en México, donde al parecer vivimos confundiendo las funciones
de administración pública y privada, por ejemplo, llamamos empleados a
quienes en realidad son servidores públicos, y de este equívoco conceptual,
que no es purismo semántico, se desprenden graves y lamentables
consecuencias, entre otras, la de entender al Estado como empresa,
obligado a dar resultados evaluados en “ISOS”, sin comprender que el bien
que el Estado administra no es patrimonial, sino público, es decir, de todos
los ciudadanos, dicho en otras palabras, bien común, desde luego esta
observación no tiene nada novedoso.
El filósofo y político francés Charles-Louis de Secondat, barón de
Montesquieu, escribió en el siglo XVIII el famoso Espíritu de las Leyes, en
esta obra trata sobre la separación de los tres poderes clásicos: Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, concretamente en el capítulo VI del libro XI hace
mención a la necesidad de un “cuarto poder” como regulador que modere a
los tres poderes existentes. Por razones inexplicables para mí, en las
escuelas de Derecho, en la cultura popular y en la propia Constitución, solo
se habla de “tres poderes”, es decir, se omite el Poder Ciudadano.
En ese mismo sentido, el recién fallecido Ministro y Diputado Federal don
Juventino Víctor Castro y Castro, publicó un libro en 2006 El cuarto poder
político en México, en esta obra asegura que revitalizar estructuralmente al
país tiene la finalidad de permitir que ese poder se ejerza bajo una mejor y
más justa distribución territorial y democrática —tanto del Legislativo
como del Ejecutivo y el Judicial—, para cumplir realmente con lo
dispuesto en la norma constitucional, que establece: “La soberanía
pertenece de origen al pueblo” y “todo el poder público dimana del pueblo
y se instituye para beneficio de éste”.
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El cuarto poder, el ciudadano
Dra. María del Carmen Platas Pacheco
6 de mayo de 2012
Así las cosas, desde la perspectiva de Montesquieu, como de Castro y
Castro, la cuarta función del Estado, es que, como expresión del pueblo
soberano, el Poder Ciudadano, a través de representantes de la sociedad
civil no vinculados a partidos políticos, ni a grupos de poder económico,
debe conformar la Asamblea Nacional Ciudadana Permanente, que estará
encargada de nombrar a los funcionarios de los órganos de control del
Estado.
El Cuarto Poder debe tener como atribuciones esenciales supervisar los
desempeños y la interrelación de los miembros de los otros tres poderes,
precisamente porque la fuente principal de corrupción gubernamental que
padecemos ha sido, y es, por falta de mérito de quienes gobiernan y por su
vinculación con grupos empresariales; en consecuencia, es imprescindible
que el Cuarto Poder esté en manos del pueblo, y preservarlo de toda
injerencia de los partidos políticos y de las grandes empresas que hacen
funciones de socios o patrocinadores.
En la perspectiva de los autores citados existen prerrogativas y funciones
específicas de este Cuarto Poder, materializado en una Asamblea
Ciudadana Permanente, cuyos miembros sean elegidos cada 4 años por
votación universal, de entre los ciudadanos que no tengan, ni hayan tenido,
filiación política, u ocupado cargos en los otros tres poderes.
Además, para ser elegidos deberán ser mayores de 30 años y estar en goce
de sus derechos ciudadanos; todos los cargos del Cuarto Poder serán
electos por mayoría absoluta, previa presentación libre de aspirantes,
quienes tienen que ser calificados por sus méritos y capacidades
profesionales, independencia partidista y ética personal, debiendo existir el
derecho de impugnación ciudadana. Entre las prerrogativas y funciones de
este Cuarto Poder destacan;
1.- Nombrar a los titulares del Tribunal Electoral Federal y de los tribunales
electorales estatales, mediante votación nacional o local, según sea el caso.
2.- Nombrar al Fiscal General de la Nación,
3.- Nombrar al Defensor de los Derechos Humanos, y a los adjuntos en los
estados.
4.- Nombrar a los miembros de la Comisión de Control Cívico de la
Corrupción.
5.- Impulsar la conformación de Veedurías Ciudadanas, para que vigilen la
función pública, aplicando la Ley de Transparencia y Acceso a la
Información Pública, y otras leyes vinculadas.
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El cuarto poder, el ciudadano
Dra. María del Carmen Platas Pacheco
6 de mayo de 2012
6.- Incorporar la enseñanza de la Constitución en todos los centros
educativos públicos y privados desde el primer nivel, y vigilar el desarrollo
progresivo de su enseñanza hasta el tercer nivel educativo.
7.- Convocar a referendum para revocar el mandato de los otros poderes del
Estado, a solicitud del pueblo, de manera que si uno de los otros tres
poderes pide la revocatoria de otro —de los poderes—, la Asamblea
convocará a referendum para que el pueblo decida a cuál de los dos poderes
en pugna revoca el mandato y cuál debe continuar.
8.- Vigilar que los otros poderes del Estado cumplan la Constitución, e
introduzcan reformas cuando se requieran.
Como se advierte, la perspectiva de Montesquieu y de Castro y Castro hace
evidente la otra cara de la moneda de la democracia. No se trata, como
hasta hoy hemos vivido, de asumir la dimensión participativa acudiendo a
votar, como hoy somos convocados, aunque no nos guste ningún candidato
y, además, exista una real y alarmante apatía ciudadana provocada por el
cansancio acumulado de tanta promesa vana e incumplida con que llenan
sus discursos los políticos en campaña.
La otra cara de la moneda de la democracia es la participativa, ésa que
asume su responsabilidad de Cuarto Poder, más allá de las fallidas o
deficientes creaciones de pretendidos “órganos ciudadanos” que
supuestamente hacen las funciones que deberían ser ejercidas por
ciudadanos. Es hora de revalorar y completar el texto constitucional para
advertir la necesidad inminente de entender que la insatisfacción
ciudadana, con los partidos políticos y sus candidatos, tiene remedio.
El cambio que México necesita no es la vuelta a más de lo mismo, ahora
postulado por otro partido. Si lo pensamos bien, hoy todos los candidatos
en campaña nos dicen lo mismo, las propuestas de unos y otros no se
distinguen, ¿quién en su sano juicio no quiere para México y los mexicanos
educación de calidad para niños y jóvenes, vivienda digna, empleos bien
remunerados, salud pública, alimentación balanceada, seguridad y paz?
Todos los candidatos dicen, ofrecen y se comprometen a más de lo mismo
que no han cumplido, el cambio que requerimos los ciudadanos inicia por
reconocer la existencia de opciones de organización ciudadana hasta hoy
no exploradas, pero que están allí, ya fueron pensadas, el Estado Mexicano
es democrático y la democracia tiene dos caras: la representativa con los
votos es una, la participativa es el Poder Ciudadano.
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