ARTÍCULO 27 CONSTITUCIONAL UNA PERSPECTIVA AMBIENTAL. Históricamente, este precepto jurídico, tiene su origen, en la lucha que iniciaron los grupos sociales más desprotegidos de la clase campesina, los cuales, durante la época de la Colonia, vieron perdidos los Derechos de Titularidad sobre sus tierras, pues cabe recordar, que a la llegada de los conquistadores, las tierras y los hombres, pasaron por la Fuerza a su poder y fueron repartidos a titulo de "Encomienda"1 ; como se hace constar en la Bula Noverit Universi y las Leyes 14 y las relativas del Título 12 del Libro 4º de la Recopilación de Indias2 , en donde se hacía a los Reyes de España "dueños personales de las tierras de la América Septentrional y de los pobladores de esas latitudes", siendo el Papa Alejandro VI el que realizo la cesión a la corona de España, sin embargo, los Reyes de España con la misma liberalidad con que recibieron las tierras americanas, así las entregaron a los españoles que se establecieron en ellas a través del beneficio de esa Unidad, contando como único Testimonio la de toda adquisición de territorio, la merced o entrega directa de los Reyes de España. En el encuentro de los indios y de los españoles los primeros por el estupor natural de su sorpresa, por su índole pacífica, por su dispersión y por su variedad evolutiva, tuvieron que colocarse en condiciones de inferioridad con respecto a los españoles y sufrir así 300 años de dominación lo que dio como resultado que los naturales de diferentes regiones del territorio nacional se levantaran en armas, cansados de las condiciones de vida a las que estaban sometidos, iniciando así la Guerra de Independencia, sin embargo la situación de las condiciones de vida no cambiaron , y es así que el hombre de campo, el humilde campesino que había luchado por la Independencia de México, volvió a quedar sumido en el oscurantismo, la injusticia y la opresión todo ello a pesar del Decreto que Don Miguel Hidalgo y Costilla3 expidió el 5 de diciembre de 1810, en el cual se ordenaba " la Devolución de las Tierras a los Indígenas". 1 Gaspar Bolaños B. Historia y Fundamentos de la acción agraria. pág. 178. Diputados Constituyentes. Méx. 1969 2 Andrés Molina Enríquez. Juárez La Reforma edit.; Libro Méx. paginas 50 y 51. Méx. D.F. 1956 3 Víctor Manzanilla Schaffer Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Tomo CX pág. 38 Méx. D.F. 1972. Una vez que la Nación Mexicana alcanzo la Independencia de la Corona Española, la Constitución de 1857 en su artículo 27 presenta como punto capital el reconocimiento de la propiedad privada y la garantía de su inviolabilidad. Así se desprendía del texto del artículo 27 Constitucional de 18574 y todas las demás disposiciones de la misma norma que tenían como objetivo sostener y asegurar los postulados de dicho artículo, la propiedad privada de corte individualista civil. Aunque en lo substancial poco es lo que la Constitución de 1917 ha modificado en comparación a la de 1857, hay algo que es completamente diferente entre las dos: el principio dominante que la preside, en la Constitución de 1857 el espíritu del principio dominante es que el individuo debe ser antes y más que la sociedad y en la Constitución de 1917 el espíritu del principio dominante es que la sociedad debe ser antes y más que el individuo. En efecto, el primer párrafo del artículo 27 de la Constitución de Querétaro, cambia radicalmente el principio dominante de la Constitución de 1857 al declarar de acuerdo con los precedentes coloniales, que la propiedad de las tierras y de las aguas comprendidas dentro del territorio nacional, corresponde originalmente a la Nación y que de ella se deriva el derecho de dominio que en forma privada pueden tener los particulares, se estableció como principio fundamental, que sobre los derechos de dominio de los particulares, esta el derecho de Propiedad de la Nación. O en otros términos, que el ejercicio de los derechos de dominio de los particulares en que consiste lo que se llama la propiedad privada, esta sujeto a las limitaciones y modalidades que imponga a esos derechos, el derecho primordial y superior de la Nación, o sea de la sociedad en conjunto. Los derechos sociales han quedado así antepuestos y sobrepuestos a los derechos del individuo. Fue así como el artículo 27 Constitucional5 tuvo que plantearse el problema de la redistribución de la tierra, para resolver una problemática ancestral, pero que podría interpretarse como una negación de la propiedad privada, haciendo una inesperada declaración de que originalmente la propiedad privada de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional correspondía a la Nación. 4 Andrés Molina Enríquez. Pensamiento y Obra. Secretaría de Educación Pública página 86-87. Méx. 1969. 5 Juventino Víctor Castro y Castro, Biblioteca de Amparo y Derecho Constitucional. Editorial Oxford University Press página 49 Méx. D.F. 2002 Concluye esta premisa afirmando que la propia Nación ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de esas tierras y aguas a los particulares, constituyendo así la propiedad privada. Posteriormente declara el propio artículo 27 que la Nación tiene el derecho en todo tiempo de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público así como el de "regular" en beneficio social el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y cuidar su conservación. El artículo 27 se constituye en baluarte de la soberanía de los bienes comunes de la Nación y anticipa el uso racional de sus recursos al prescribir la regulación y el aprovechamiento de los elementos susceptibles de apropiación, para hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y para cuidar su conservación6. El tercer párrafo constituye el primer antecedente histórico de regulación específica en materia ambiental. Aunque orientado al fomento de la actividad productiva, el constituyente otorgó un amplio sustento legal a la protección de los recursos naturales al disponer que la nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio social el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de contribuir a una distribución equitativa de la riqueza pública cuidando su conservación y buscando el desarrollo equilibrado del País y el mejoramiento de la calidad de vida de la población. En este precepto se prevén principios que hoy día se han hecho actuales y ampliamente aceptados en el mundo como necesarios en la adopción de políticas de protección ambiental. En el presente se tiene plena conciencia de que la preservación del equilibrio ecológico no es concebible si el Estado no tiene la potestad de limitar el Derecho de Propiedad, para salvaguardar la permanencia de los recursos. Se pone de manifiesto la vinculación existente entre protección ambiental y desarrollo sostenible así como el Derecho de las generaciones presentes y futuras de nuestro País a mejores condiciones de vida. 6 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Imprenta de la Secretaría de Gobernación 1917. El hecho de que el constituyente haya incorporado dicha disposición cuando diseño el proyecto nacional que subyace en la Carta Fundamental de México, es algo verdaderamente singular para su época y conforma, una vez más, el carácter precursor de la Constitución Política de 1917, que en el momento de su aparición fue una auténtica obra maestra del Constitucionalismo Social del Siglo XX. Con base en este Proyecto Constitucional y en el Modelo de Crecimiento Económico adoptado por México a partir de esa época, se expidieron diversos ordenamientos jurídicos como las "Leyes Federales de Agua, Pesca, Caza y de Conservación del Suelo y Agua, así como la Ley Forestal" en los que cada uno de los recursos naturales es objeto de una protección jurídica específica aunque con una marcada tendencia a impulsar el desarrollo de una manera indiscriminada y en consecuencia en ausencia de criterios conservacionistas (ecológicos) que permitieran el menor deterioro ambiental posible ( Brañes 1994). La necesidad de contar con una Legislación Ambiental que cumpliera con todos los requisitos de validez y legalidad y que también diera respuesta a las demandas que en materia se tenía por parte de la sociedad, llevo a presentar ante el H. Congreso de la Unión, una nueva iniciativa de Ley Ambiental, por lo que el 22 de diciembre de 1987 el H. Congreso de la Unión aprueba la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) misma que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación del 28 de Enero de 1988, y que entro en vigor el Primero de Marzo del mismo año7 . Esta Ley fue reformada y adicionada casi en su totalidad en el Decreto que reforma, adiciona y deroga diversas disposiciones de la Ley General de Equilibrio y la Protección al Ambiente publicado en el Diario Oficial de la Federación el 13 de Diciembre de 1996, y que entro en vigor el 14 de diciembre del mismo mes y año. La reforma de 1996 a la LGEEPA, tiene una importancia singular en nuestra Legislación Ambiental al ser el fruto de la consulta nacional sobre Legislación Ambiental y convocada en 1995, por las Comisiones de Ecología y Medio Ambiente de la Cámara de Senadores y Diputados del H. Congreso de la Unión8 y en donde se concede un interés especial a los instrumentos, tal es el caso de los instrumentos económicos (Fiscales, financieros y de mercado) y de la Auditoria y la Autorregulación Ambiental para que coordinadamente podamos disfrutar de un medio ambiente sano y adecuado, con un aprovechamiento racional de los recursos naturales que garanticen la satisfacción de las necesidades que en materia ambiental demandan las generaciones futuras. 7 Revista Mexicana de Legislación Ambiental; 2000 pág. 15, Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, Artículo Primero Transitorio, Méx. D.O. 13 DIC.1996. 8 Baqueiro Rojas, Edgar et. al., Introducción al Derecho Ecológico. Primera Edició n; Méx. Oxford University Press- Harla Méx. 1997 pág. 165. De acuerdo al Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 y solo Tutela la Propiedad de las Tierras y Aguas y tiene el Derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada, imponiendo así las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular el aprovechamiento de los elementos naturales con el fin de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y cuidar su conservación, evitando la destrucción de los elementos naturales. En consecuencia, es importante señalar que los elementos naturales a que se hace alusión en el Artículo 27 Constitucional son: la Tierra y el Agua. En la actualidad se ha creado el término "Medio Ambiente" el cual de manera generalizada engloba los recursos naturales (agua, aire, suelo, fauna y flora silvestre), paisaje natural, paisaje edificado o urbanístico y las relaciones de interacción entre ellas conformando así un nuevo término jurídico que se encuentra en vía de ser reconocido como tal. Debido a la falta de uniformidad de criterios para regular el aprovechamiento y conservación de los componentes que interaccionan en el medio ambiente, se han creado un sinnúmero de disposiciones legales tendientes a darle protección y cuidado, creando así defectos de técnica jurídica, de claridad terminológica, incongruencias con sus bases constitucionales, vacíos en las diversas materias que pretende abarcar y ante todo dificultades en su interpretación administrativa, lo que es común al aplicar las Leyes generales y sectoriales. Por lo anterior es conveniente y necesario realizar las reformas pertinentes al párrafo Tercero del Artículo 27 Constitucional para que se considere al Medio Ambiente y a todos los componentes que se encuentran interactuando en él, como bien jurídico a Tutelar bajo el Amparo de este precepto, trayendo consigo que al momento de la aplicación las leyes en relación al medio ambiente, los criterios se estandaricen en una sola concepción jurídica, todo esto con el fin de alcanzar el bienestar del bien común en este mundo globalizado. Elaboró: Biólogo Alejandro Monroy Montaño VIII Congreso Mundial de Derecho Agrario