FORMACIÓN BÁSICA DEL ALUMNADO VENIDO DE LEJOS Dra. Mª del Pilar Quicios García UNED. Facultad de Educación Dpto. Teoría de la Educación y Pedagogía Social e-mail: [email protected] RESUMEN Entre especialistas ya no es necesario incidir, una vez más, en la magnitud que ha tomado en los últimos años el fenómeno migratorio puesto que esta realidad es por todos conocida y asumida. En estos momentos al mundo educativo se le está demandando que diseñe estrategias de intervención efectivas para poder desplegar en las aulas escolares una auténtica educación intercultural fuertemente asentada sobre bases científicas y actividades seriamente experimentadas que produzcan un indudable beneficio a la población a la que va dirigida. Desde estas líneas algo se quiere aportar a este respecto. A lo largo de este trabajo se van a delinear los motivos por los que se cree necesaria la existencia de una educación obligatoria para todos los alumnos de origen emigrante. Igualmente se pretende manifestar el criterio que habría que seguir para diseñar un proceso educativo lo suficientemente amplio —pero global y elemental— que cubriese las necesidades básicas de los alumnos escolarizados en las aulas interculturales del país. BASIC EDUCATION FOR MIGRANT STUDENTS SUMMARY Among specialists, it a well known and assumed fact the magnitude that the migratory phenomenon has acquired, therefore it is not necessary to insist on it. Presently, the educational system is experiencing a great demand to develop effectual strategies of intervention in order to implement in the school classrooms a real intercultural education system strongly established upon scientific basis, and activities acutely proven to produce a definite benefit for the population that it is aimed to. These lines pretend to help in this matter. All throughout this presentation, we are going to underline the reasons why we believe necessary to have compulsory school education for all the immigrant students. Likewise, we pretend to set out the necessary 0 criteria to design an educational system ample enough –while being global and basic- to cover all the basic needs of the students in the intercultural classrooms of the country. 1.- INTRODUCCIÓN La sociedad en general y los profesionales de la educación, en particular, se empeñan en señalar, una y otra vez, las diferencias significativas que presentan los alumnos de origen inmigrante con respecto a los alumnos nacidos y educados en nuestro territorio nacional. Esta arraigada y difundida creencia, sin llegar a ser intrínsecamente falsa no es cierta en sentido estricto, véase el por qué de esta rotunda afirmación. A cualquier profano en el tema educativo se le puede llegar a confundir a base de repetirle desde distintas tribunas informativas una y otra vez este mensaje. A esta población puede parecerle verídico, y hasta cierto punto lógica esta aseveración si se emite este juicio tomando como referencia o elementos comparativos grupos de alumnos nacidos y educados siempre en la misma comunidad autónoma o ciudad, escolarizados siempre en el mismo centro educativo, instruidos siempre siguiendo la misma metodología, evaluados siempre según las mismas pautas, etc. Algo bien distinto ocurre si nuestros propios alumnos son comparados con otros grupos de alumnos españoles provenientes de distintas ciudades, lenguas maternas, orígenes sociales, ambientes culturales, planes de estudios o centros educativos del territorio nacional. El docente español sabe, pero no manifiesta, que de producirse este segundo tipo de comparación la diversidad cultural que aparecería en nuestra nación, y hasta en sus aulas sería muy importante. —Es preciso señalar que hasta hace una década, el alumno diferente, el alumno que había que integrar en las aulas educativas del país era ese muchacho que se había desplazado de una ciudad a otra y había sido instruido y educado siguiendo otros parámetros u otra lengua dominante—. Cuando esto ocurría en nuestras aulas la presencia de alumnos inmigrantes escolarizados en las escuelas españolas era mínima o inexistente por lo que los alumnos con necesidades educativas especiales (acnees) eran nuestros propios alumnos. A ellos es a los que se les diseñaban las adaptaciones curriculares más o menos significativas, ellos eran los destinatarios de las actividades de refuerzo, a ellos se les planificaban otras estrategias formativas tratando de acercarse lo máximo posible a la idea de enseñanza personalizada preconizada desde toda la legislación educativa. La realidad, en estos momentos es otra bien distinta. Junto a los alumnos autóctonos se sientan en los pupitres otros alumnos venidos de lejos que han sido 1 educados en otras sociedades y en otras realidades distintas a la que ahora se le presenta en el centro educativo. Su elevado número hace repetir, una y otra vez, a la profesión docente (que no había planificado previamente la llegada de este alumnado) que la escuela no puede asumir esta diversidad cultural y realizar la tarea que le tiene encomendada la sociedad con eficacia y garantías de éxito. La rigurosidad científica y su consiguiente sistematización obligan a poner en tela de juicio estas opiniones vertidas desde distintos foros educativos y desde prácticamente la totalidad de los medios de comunicación social y nos empujan a afirmar apoyándonos en las palabras de Medina Rubio (2001, p. 25) que: “uno de los rasgos específicos de la persona es su singularidad; cada persona es única, irrepetible, irremplazable, con unas características propias que la diferencian de los demás. Intereses, actitudes, capacidades, potencialidades, necesidades, situaciones y circunstancias de vida, son únicas en la persona.” Es decir, nuestras aulas van a estar conformadas por veinticinco alumnos singulares, únicos, irrepetibles, irremplazables que habrán nacido en una zona u otra del globo terrestre y habrán sido educados, en el seno de sus familias, en unas u otras culturas dominantes. Esto no es obstáculo para que la escuela como segundo elemento educador de la sociedad siga realizando (como siempre ha hecho a lo largo de la historia) su tarea perfectiva y optimizadora de todas y cada una de las potencialidades humanas de cada uno de los individuos que accede a sus dependencias. Esta idea torpemente apuntada es apuntillada por Delval (1994, p.11) cuando afirma: “sólo nacemos con disposiciones y no con conductas ya hechas, por lo que la conducta humana es mucho más plástica, mucho más adaptable a condiciones de vida muy cambiantes, a dietas muy diferentes, a condiciones ambientales de calor o de frío muy extremas, a costumbres y prácticas sociales muy variadas…” La manera de optimizar todas las potencialidades humanas de cada uno de los alumnos independientemente de la esfera cultural a la que pertenezcan por nacimiento y educación familiar, en definitiva educar interculturalmente, nos atrevemos a aventurar que pasa por la adscripción de los discentes a una educación obligatoria bien diseñada y estructurada. Esta educación obligatoria podría ser la puerta de entrada de los alumnos venidos de lejos a la sociedad y cultura del país en el que por elección y decisión de sus 2 mayores van a tener que forjar sus vidas y su futuro. Es preciso señalar que para que esta educación obligatoria cumpla su papel tendrá que plantearse de manera realista y sincera. No se precisa cambiar las leyes de educación actuales ni redactar las ya existentes de otra manera, solamente se requiere leer detenidamente las ya aprobadas y desarrolladas normativamente, reflexionar sobre los propósitos que presentan, dotar a la escuela de medios económicos, materiales y personales, formar convenientemente a los docentes de este nuevo siglo y ejecutar la tarea encomendada desde siempre por la sociedad a la escuela. 2.- PROPÓSITOS DE LA EDUCACIÓN OBLIGATORIA En estos momentos (enero de 2006) la profesión docente se debate en una aparente confusión legislativa. No se sabe muy bien sobre qué ley de educación hay que diseñar la labor formativa en el aula. Por un lado, el Congreso de los Diputados aprobó el pasado 15 de diciembre de 2005 el Proyecto de Ley Orgánica de Educación (LOE) que tras pasar por la Comisión de Educación y Ciencia de la Cámara Alta será previsiblemente aprobado sin sobresaltos. Cuando este proyecto de Ley tome rango de Ley Orgánica de Educación y aparezca publicada en el Boletín Oficial del Estado irá derogando las, hasta el momento, vigentes leyes de educación, a saber, la LOGSE (1990), LOPEG (1995) y LOCE (2002). No obstante, hasta que esto ocurra la ley de educación que por intensidad y extensión prima hoy en todo el territorio nacional sigue siendo la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) de 1990 y a ella nos vamos a ceñir para desarrollar este apartado. En el preámbulo de esta ley (Ley 1/1990 de 3 de octubre. BOE de 4 de octubre de 1990) se dice explícitamente: “El objetivo primero y fundamental de la educación es el de proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de uno y otro sexo, una formación plena que les permita conformar su propia y esencial identidad, así como construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento y la valoración ética y moral de la misma. Tal formación plena ha de ir dirigida al desarrollo de su capacidad para ejercer, de manera crítica y en una sociedad axiológicamente plural, la libertad, la tolerancia y la solidaridad”. Como se está viendo la legislación educativa también viene a ratificar mi hipótesis de trabajo inicial y así afirma que será desde la educación desde donde se 3 conforme la identidad personal de cada uno de los alumnos independientemente de su lugar de origen o cultura familiar dominante. Esta determinación personal de identidad singular se hará en una sociedad (en este caso) en una escuela plural, tolerante y solidaria. En unas u otras palabras será la escuela monocultural, multicultural o intercultural la que forme la identidad de todos los ciudadanos que habiten en cada territorio independientemente de su procedencia étnica y cultural. Para que la escuela pueda conseguir este objetivo la profesión docente tiene que crear un clima de trabajo axiológicamente plural, libre, tolerante y solidario. Es cierto que a los docentes en activo no se les ha formado en estas habilidades pero también no es menos cierto que desde la misma ley de educación se insiste repetidamente que la formación del docente ha de estar en permanente evolución y transformación y sí es una realidad que desde la Administración educativa se están diseñando numerosos cursos de educación intercultural en todos los ámbitos y niveles a los que pueden asistir los docentes que lo deseen. Unas líneas más abajo, en el mismo preámbulo de la ley se profundiza todavía un poco más en el propósito general de ésta añadiendo: “En la educación se transmiten y ejercitan los valores que hacen posible la vida en sociedad, singularmente el respeto a todos los derechos y libertades fundamentales, se adquieren los hábitos de convivencia democrática y de respeto mutuo, se prepara para la participación responsable en las distintas actividades e instancias sociales. La madurez de las sociedades se deriva, en muy buena medida, de su capacidad para integrar, a partir de la educación y con el concurso de la misma, las dimensiones individual y comunitaria”. De nuevo creo encontrar respaldo a mi hipótesis inicial y me aventuro a afirmar que es en la educación obligatoria donde se ponen las bases de una convivencia intercultural conociendo y respetando cada una de las diferencias individuales de los componentes de un aula. En palabras de Jiménez Romero citado en Martínez Montalvez (2004: 4) “la interculturalidad es, por tanto, una relación de armonía entre las culturas; dicho de otra forma: una relación de intercambio positivo y convivencia social entre actores culturalmente diferenciados”. Pero para que esta relación de armonía pueda producirse en el centro escolar, una vez más, se necesita la actuación del docente pues es el profesor el que debe desplegar estrategias de intervención en el aula. Estas estrategias deben asentarse en el auténtico conocimiento de cada una de las realidades culturales que conviven en su aula, 4 la igualdad de derecho de todos los alumnos y el veraz respeto a la diferencia de cada uno de ellos. El maestro solo, como persona física, no puede abarcar todas estas exigencias pero sí puede hacerlo trabajando en equipo con otros técnicos en educación formal y no formal que deberán empezar a formar parte permanente de los claustros de profesores de los Centros Educativos. Algunos de estos profesionales serán: los Profesores de Apoyo, los Psicólogos, los Pedagogos, los Psicopedagogos, los Educadores Sociales, los Mediadores Interculturales, los Animadores Socioculturales, los Logopedas, los Traductores... En definitiva parece quedar claro que la respuesta intercultural en la escuela es sólo cuestión de voluntad política, aumento del número de profesionales debidamente cualificados y presupuesto económico. Se quiera aceptar o no, hay una realidad innegable y es que en la educación obligatoria ha llegado el momento de desterrar la idea de que el profesor es un instructor, un mero transmisor de ciencia y cultura. Hoy más que nunca el maestro ha vuelto a ser tutor, educador integral, educador social y conciencia moral de la sociedad como vuelve a recoger la LOGSE en su preámbulo: “La educación permite, en fin, avanzar en la lucha contra la discriminación y la desigualdad, sean éstas por razón de nacimiento, raza, sexo, religión u opinión, tengan un origen familiar o social, se arrastren tradicionalmente o aparezcan continuamente con la dinámica de la sociedad” Desarrollando la misma idea la LOGSE su título preliminar, Artículo I señala literalmente: “El sistema educativo español, configurado de acuerdo con los principios y valores de la Constitución, y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en ella y en la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, Reguladora del Derecho a la Educación, se orientará a la consecución de los siguientes fines previstos en dicha ley: a) El pleno desarrollo de la personalidad del alumno b) La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia …/… f) La preparación para participar activamente en la vida social y cultural g) La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos” Por la misma insistencia que la vigente ley de educación manifiesta sobre los beneficios que reporta la educación obligatoria en los ciudadanos del país y en la 5 sociedad en sentido amplio, parece innecesario seguir insistiendo desde esta reflexión en la necesidad de que exista una educación obligatoria o formación básica para todos los niños que habitan España independientemente de cuál sea su origen cultural o lugar de nacimiento. Parece llegado el momento de dar un paso más y señalar qué aspectos de la educación obligatoria son incuestionables e insustituibles y qué formación cultural sería fácilmente reemplazable o superflua. 2.1.- ¿Qué deben haber adquirido o desarrollado los alumnos venidos de lejos tras terminar su escolarización obligatoria? Ésta siempre ha sido una pregunta de difícil respuesta por los resquemores que ha despertado entre los profesionales de la educación. Parece ser que todos los profesores desean que su disciplina sea parte fundamental y fundamentante de la cultura básica y elemental de un ciudadano instruido. Siendo ésta una aspiración honesta y comprensible, en estos momentos esta pretensión tiene que ser muy medida y matizada. Todo no puede abarcarse por lo que le corresponderá a un especialista en educación que no tiene contenidos curriculares su campo de conocimiento realizar esa criba y selección. El técnico que debe llevar a cabo esta decisión no es otro que el Pedagogo. Pero ¿cómo puede el Pedagogo determinar qué se debe poseer y qué se puede relegar? Simplemente tiene que salir a la calle y comprobar qué capacidades va a necesitar desarrollar cualquier ciudadano que tenga que desenvolverse en esta sociedad. Una vez que haya clarificado su punto de arranque bastará con que estudie los Reales Decretos que establecen los currícula de Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria así como los Reales Decretos por los que se establecen las enseñanzas mínimas para las mismas etapas. Con esa información en la mano podrá montar un plan instructivo y educativo elemental para todos los alumnos escolarizados en aulas interculturales del país. Lógicamente todos los ciudadanos educados en España tendrán que desarrollar como india el RD 1344/1991, de 6 de septiembre, por el que se establece el currículo de la Educación Primaria: “las capacidades de comunicación, pensamiento lógico y conocimiento del entorno social y natural de los alumnos”. Esto es obvio que no permite posible discusión, pero sí que permite delimitar cómo se pueden conseguir estas capacidades, los contenidos que se van a presentar y el nivel de dificultad que van a contener. 6 Un ejemplo puede ser suficientemente clarificador. El Artículo 4º apartado a del RD 1344/1991 textualmente afirma: “los alumnos deberán alcanzar a lo largo de la Educación Primaria los siguientes objetivos: a) Comprender y producir mensajes orales y escritos en castellano y, en su caso, en la lengua propia de la Comunidad Autónoma, atendiendo a diferentes intenciones y contextos de comunicación, así como comprender y producir mensajes orales y escritos sencillos y contextualizados en una lengua extranjera”. Tratándose de un objetivo completamente loable y enriquecedor no puede ser adquirido por todos los alumnos venidos de lejos escolarizados en nuestras aulas. El motivo es claro: estos alumnos pueden tener una lengua materna diferente a la nuestra, ya aprenden castellano y el idioma de la comunidad autónoma en la que estén escolarizados. Añadirles el peso del aprendizaje de otra lengua puede ser una carga que les sobrepase. El Pedagogo en este caso indicará la pertinencia de que estos alumnos profundicen, en las horas escolares dedicadas al aprendizaje de un idioma extranjero, en el aprendizaje del castellano, o en su caso, de su propia lengua materna que no deben perder. Si se diera el caso de que el alumno venido de lejos estuviera capacitado para aprender una tercera o cuarta lengua no habría ningún problema con que formara parte de su grupo de referencia también en la clase de idioma extranjero. Creo dejar bien patente que la idea que siempre ronda por la cabeza del Pedagogo es acercarse lo máximo a un posible aprendizaje significativo y una educación personalizada de cada uno de los alumnos escolarizados en aulas interculturales. Trabajando estos dos aspectos con seriedad, utilizando el aprendizaje cooperativo entre los alumnos del aula, mostrando transversalmente aprendizajes multiculturales en todas las áreas del currículum y usando tiempos de conversación así como campañas puntuales de contenidos interculturales, al terminar la Educación Primaria es más que previsible que el alumno escolarizado desde los primeros cursos en la escuela española haya conseguido una formación intercultural global, mínima pero suficiente para desenvolverse con garantías de éxito en esta sociedad. Parece que la forma de proceder en Primaria no es demasiado compleja, el asunto se complica al acceder estos alumnos a la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), etapa que requiere una sólida formación anterior para superarla sin problemas. Las estadísticas nos indican que los alumnos, foráneos y autóctonos, fracasan en gran porcentaje en esta etapa dado que los conceptos, procedimientos y aptitudes propuestos 7 exigen engarzar su desarrollo en lo ya conseguido en la Primaria. Si el alumno que no avanza siguiendo el ritmo de aprendizaje de la ESO es un educando español suele recibir, sin grandes problemas, medidas de atención a su diversidad, clases de apoyo, ejercicios de refuerzo, adscripción a grupos de diversificación curricular, escolarización en Garantía Social hasta que acaba finalizando, de una u otra manera la Enseñanza Secundaria Obligatoria. Pero si el alumno que no progresa según exige el Currículum de la ESO es un alumno venido de lejos la situación es totalmente distinta. Desgraciadamente la experiencia nos enseña, que hasta ahora, la escolarización de un número muy elevado de alumnos venidos de lejos termina cuando comienzan a fracasar en Secundaria puesto que el objetivo que ha traído a sus familias a este país es, en última instancia, un objetivo económico. Cuando las familias de estos alumnos constatan que sus hijos no van a poder seguir una formación cultural con éxito, no esperan pacientemente a que el alumno vaya adquiriendo a otro ritmo las capacidades que debe desarrollar, directamente son retirados del mundo académico y lanzados a los escalones más bajos del mundo laboral. El Pedagogo en esta etapa tendrá que diseñar la atención a la diversidad de los alumnos que siguen escolarizados en esta etapa con muchísimo mimo y cautela, de forma totalmente personalizada puesto que en estos años, a las características distintivas de su diversidad personal y cultural se suman dificultades académicas provenientes de la mala base previa, problemas afectivos de la edad y de su condición de inmigrantes, desequilibrios hormonales, distintos ritmos de madurez personal, afectiva y sexual. En esta etapa la educación es difícil. Los alumnos venidos de lejos ya se sienten adultos, capaces de salir al mundo laboral. La autoridad escolar les enerva, la rutina diaria les hastía, su objetivo vital inmediato es otro. El norte que regirá la actividad del pedagogo será lograr desarrollar las capacidades previstas para cada uno de los alumnos en esta etapa que según el RD 1345/1991, de 6 de septiembre, por el que se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria pasan por: “promover la autonomía de los alumnos, no sólo en los aspectos cognitivos o intelectuales, sino también en su desarrollo social y moral. Esta autonomía culmina, en cierto modo, en la construcción de la propia identidad, en el asentamiento de un autoconcepto positivo y en la elaboración de un proyecto de vida, vinculado a valores, en el que se reflejen las preferencias de los adolescentes, y también su capacidad para llevarlo a cabo. A ello ha de contribuir el currículo y toda la acción educativa, tanto la desarrollada en cada 8 una de las áreas concretas, cuanto la ejercida a través de la tutoría de la orientación educativa”. Ha llegado el momento en el que la escuela más que instruir alumnos deba formar ciudadanos capaces de afrontar creativamente los problemas que la vida les pueda ir presentando. Cuidar la autoimagen y el autoconcepto que cada adolescente se vaya elaborando de sí mismo, educarles para asumir el posible fracaso y la frustración que pueda acompañar a muchas de sus empresas, enseñarles a afrontar retos con espíritu constructivo, despertar el sentimiento de cooperación y solidaridad, valorar el esfuerzo y el sacrificio serán objetivos de esta etapa educativa. La formación académica de estos alumnos, si fuese preciso, se limitaría a asentar los conocimientos adquiridos en la Primaria o a desarrollar contenidos mínimos necesarios para desenvolverse en la sociedad del momento. Se podrían diseñar, con absoluta normalidad grupos de diversificación por niveles donde se primaría en todo momento, sobre la formación intelectual la formación humana del ciudadano y la capacitación profesional para ejercer algunas actividades laborales dejándoles de esta manera abierta la posibilidad de ampliar conocimientos en la educación permanente de adultos. La instrucción siendo importante pasaría a un segundo nivel, es el momento de crear en los educandos la necesidad de querer avanzar en los estudios, de mostrarles las posibilidades que el mercado laboral les puede ofrece con un medido esfuerzo por su parte, de elegir otras ofertas formativas acordes con sus aspiraciones personales y laborales. El objetivo final de su formación humana e intelectual sería hacerles conscientes de que la sociedad les está esperando y ellos tienen en sus manos ubicarse en un escalón u otro y que todo depende del esfuerzo que a diario vayan realizando. 3.- BIBLIOGRAFÍA DEVAL, J. (1994): El desarrollo humano, Madrid, Siglo XXI LEY ORGÁNICA GENERAL DEL SISTEMA EDUCATIVO (Ley 1/1990 de 3 de octubre. BOE de 4 de octubre de 1990) MEDINA RIVILLA, A., RODRIGUEZ MARCOS, A., IBÁÑEZ DE ALDECOA, A. (Coord.) (2004). Interculturalidad, Formación del Profesorado y Educación. Madrid, Pearson Educación MEDINA RUBIO, R. (2001): Teoría de la Educación. Educación Social. Madrid, UNED 9 QUICIOS GARCÍA, Mª del P. y FLORES RAMOS, E. (2005): Población inmigrante: su integración en la sociedad española (una visión desde la Educción), Madrid, Pearson Educación RD 1006/1991, de 14 de junio, por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la Educación Primaria RD 1007/1991, de 14 de junio, por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria RD 1344/1991, de 6 de septiembre, por el que se establece el currículo de la Educación Primaria RD 1345/1991, de 6 de septiembre, por el que se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria 10