Trabajar para estudiar, estudiar para trabajar. Acercamiento - UAM-I

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Trabajar para estudiar, estudiar para trabajar. Acercamiento a la vida
laboral de los universitarios.
Por: Artemisa López León, Silvia Vázquez González y Helena Montemayor
Rodríguez1.
En medio de una crisis económica que toca las fibras más sensibles de la sociedad y, a
la par del incremento de los llamados “ninis”, esto es, de los jóvenes que ni estudian ni
trabajan; la juventud mexicana experimenta, lo que podría denominarse, la otra cara de
la moneda: estudiar y trabajar, al mismo tiempo. Este último punto es el eje de análisis
de la presente ponencia2, pues ambos fenómenos merecen ser analizados con
detenimiento, en tanto atañen a un segmento importante de la población que, en pocos
años, decidirá el rumbo de nuestro país.
Como estudio de caso, abordaremos el binomio trabajo-estudio tomando como
eje de análisis a alumnos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT). A manera
de primer acercamiento, hemos tomado como referencia específica a los estudiantes
del Centro Universitario “Adolfo López Mateos”, conocido como el Campus Victoria,
ubicado en la capital del estado. En este Campus convergen poco más nueve mil
estudiantes -ubicados en cinco Unidades Académicas y dos Facultades- que cursan
alguna de las veintitrés carreras ofertadas3.
El acercamiento al fenómeno de los estudiantes que trabajan, lo hicimos a través
de una metodología cuanti/cualitativa basada, específicamente, en la aplicación de una
encuesta a una muestra de estudiantes, entrevistas a profundidad y retomando nuestra
propia experiencia como docentes, a lo largo de varios años.
1
Profesoras-Investigadoras de la Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo
Humano de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. E-mail: [email protected],
[email protected] y [email protected]
2
Esta ponencia forma parte de los resultados parciales del proyecto de investigación “Inserción laboral,
desempleo y protección social de los jóvenes en condiciones de exclusión”, financiado por el Programa
de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP-SEP).
3
Desde sus inicios, la UAT se ha caracterizado por la descentralización de su oferta educativa, en sus
siete Campus. Así tenemos que, de las cincuenta y un carreras que oferta a nivel superior (licenciaturas,
ingenierías, ramas de la medicina, arquitectura, contaduría) algunas son comunes a todos los campus y
otras son específicas.
1
Para desarrollar nuestras ideas, hemos dividido la ponencia en tres apartados.
En un primer momento, abordaremos algunos lineamientos teóricos-metodológicos
generales que sirven de contextualización de este fenómeno de estudio, así como
expondremos, las especificidades de la estrategia metodológica que seguimos para la
obtención del a información en que se basa nuestra ponencia.
Como segundo punto, nos centraremos en caracterizar a los estudiantes que
trabajan en el Campus Victoria en cuanto a su perfil general, sus fuentes de ingreso y
gastos y algunos aspectos específicos de sus empleos, como su historial laboral, sus
condiciones de trabajo y la distribución de su tiempo. Después de ello, analizaremos las
dificultades que experimentan estos estudiantes, sus necesidades y aspiraciones.
Finalmente, abordaremos el Régimen de Asistencia Libre (RAL), uno de los
sistemas de apoyo para estudiantes trabajadores que ha funcionado durante, al menos
dos décadas, en una de las Unidades Académicas. Este programa es el único
formalmente establecido para los estudiantes que trabajan y busca que estos cuenten
con opciones específicas, para poder cumplir con ambas responsabilidades.
Estudio y trabajo como tema de investigación
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Geografía e
Informática (INEGI) 4, para el Cuarto Trimestre del 2010, reporta un 57.8% de población
de 14 años y más en condición de Población Económicamente Activa (PEA). El PEA se
compone de las tres cuartas partes de la población masculina y poco más de 40% de la
femenina; de ellos, un 11% busca un trabajo adicional y, en general, el promedio de
horas trabajadas es de 43.
Si bien estos datos no se estratifican por cohortes generacionales, sí debemos
destacar que en estas cifras se incluye a la juventud, esto es, a las personas que, de
acuerdo con el INEGI, corresponden al rango de edad de 15 a 29 años. Durante el
2009, el mismo Instituto reportó que la población de esa cohorte representaba la cuarta
parte de la población total nacional. En el caso de Tamaulipas, la consideración de la
juventud en el mercado de trabajo es de suma importancia, porque los datos del Censo
4
Todos los datos estadísticos del INEGI, fueron obtenidos de su página Web http://www.inegi.org.mx
2
2010, lo reportan como uno de los estados relativamente jóvenes, en el sentido de que
la mitad de su población se ubica por debajo de los 28 años.
No es un secreto para nadie, que un país o un estado caracterizado por contar
con un porcentaje importante de población joven, enfrenta lo que Horbath Corredor
(2004), identifica como un desequilibrio entre las tendencias de creación del empleo
moderno y el incremento de la población en edad de trabajar; lo que ha dado por
resultado la precocidad y prolongación del ciclo de vida laboral, así como la
flexibilización del mercado de trabajo, en el sentido de ubicar a los jóvenes en empleos
precarios que no cubren sus necesidades familiares (Horbath Corredor, 2004:200).
Considerando lo anterior, en sí mismo, el trabajo de los jóvenes es un objeto de
estudio relevante. En la actualidad, no sólo se incrementa la incorporación de los
jóvenes a un mercado laboral inadecuado para sus requerimientos, sino que muchos de
estos han decidido incluir entre sus metas, la culminación de una carrera universitaria;
si consideramos esto, podemos ver que estamos ante un tema de investigación
doblemente relevante y crucial en la trayectoria de vida de los jóvenes.
Esto es porque “una de las disyuntivas más importantes que los adolescentes
deben enfrentar es continuar asistiendo a la escuela, con el fin de mejorar su
educación, o empezar a trabajar para mejorar su nivel de ingreso y el de su familia”
(Alcázar, Rendón y Wachtenheim, 2001:4).
Los jóvenes que estudian y trabajan tienen a cuestas un gran reto, pues su afán
de lograr la profesionalización -para responder a un medio altamente competitivo-, se
entremezcla con el cumplimiento de diferentes roles, como ser padres o madres de
familia, amas de casa, trabajadores y estudiantes. Ello conlleva diversos desafíos,
decisiones, problemas y exigencias, por el contexto laboral y las condiciones propias
del ámbito educativo (Caballero, 2006:12).
A pesar de la complejidad de la problemática que encaran los jóvenes que
estudian y trabajan, aún existen pocos estudios que analicen este fenómeno (Guzmán,
1994, 2001 cfr. en González Martínez y Bañuelos Ramírez, 2008:245), al menos desde
el ámbito educativo. Ello se ha debido a que, por un lado, se han privilegiado algunas
líneas de investigación tradicionales como deserción escolar, rendimiento y eficiencia
3
terminal; por otro lado, se han empezado a desarrollar algunas líneas de investigación
emergentes como el embarazo, la drogadicción y la transculturación.
Las pocas investigaciones que se han desarrollado sobre el binomio estudiotrabajo, han privilegiado los acercamientos de tipo cuantitativo-. Tal vez porque la
relevancia del tema, ha llevado a los estudiosos a privilegiar el uso de técnicas que
permitan medir el fenómeno en amplios estratos de población y hacer proyecciones. Así
tenemos investigaciones caracterizadas por usar estadísticas y encuestas, el estudio en
grandes conglomerados poblacionales o la utilización de muestras poblacionales para
la vinculación del estudio-trabajo con otros elementos.
Estudios como el de Alcázar, Rendón y Wachtenheim (2001), perfilan a los
adolescentes rurales latinoamericanos que estudian y trabajan –comparándolo con sus
pares urbanos y enfatizando la situación de los adolescentes indígenas. Ellos toman
como eje, la base de datos inicial del Banco Interamericano de Desarrollo. Cebrián,
Moreno y Lázaro (2000), rescatan una muestra poblacional de españoles que estudian
y trabajan, basados en los resultados arrojados por el Panel de Hogares de la Unión
Europea, con la intención de analizar sus características y hacer una estimación de la
probabilidad de estudiar y trabajar a partir de un modelo probit bivariado.
En Argentina, Fazio (2004) se centró la incidencia de horas laboradas en el
rendimiento académico de los universitarios, basado en el Primer Censo de Estudiantes
de Universidades Nacionales; este autor trabajó una secuencia de estimaciones
econométricas, a través del método de Mínimos Cuadrados Ordinarios. De igual
manera, pero acotados a los estudiantes del Departamento de Economía de la
Universidad Nacional de La Plata, Porto y Di Gresia (2004), analizaron las
determinantes del rendimiento de los estudiantes, a partir de una encuesta voluntaria.
Para México, Horbath Corredor (2004), examinó la situación del primer empleo de los
jóvenes en México, basado en la Encuesta Nacional de Empleo y la Encuesta Nacional
de Educación, Capacitación y Empleo.
En términos más relacionales, esto es, en la búsqueda de vincular el binomio
estudio-trabajo con otros elementos adyacentes, se encuentran los trabajos de
Caballero (2006) y González Martínez y Bañuelos Ramírez (2008). El primero, analiza
una muestra estudiantil de la población nocturna del programa de psicología, de una
4
universidad privada en Barranquilla, Colombia, para conocer el burnout, engagement y
rendimiento académico de los estudiantes que trabajan.
En el segundo caso, se trata de una investigación sobre la vinculación entre
trayectorias escolares e inserción al mercado laboral de los estudiantes de la Escuela
de Ciencias de la Comunicación de una universidad pública en Puebla, México. Este
estudio es el único, de los mencionados, que utiliza una metodología mixta, esto es, la
información se obtiene a través de una encuesta, registros escolares, fuentes
hemerográficas y entrevistas González Martínez y Bañuelos Ramírez (2008).
Con ello podemos ver que, si bien empieza a emerger un interés constante por el
análisis del binomio estudio-trabajo en los jóvenes, la temática se ha visto,
principalmente, con un enfoque cuantitativo. Sin embargo, para entender un fenómeno
tan complejo como es la realidad cotidiana de los estudiantes universitarios que
trabajan, es necesario complementar las técnicas de investigación. Por esta razón, en
la
ponencia
que
ahora
presentamos,
optamos
por
utilizar
una
estrategia
cuanti/cualitativa.
En este primer acercamiento que hacemos a la problemática, la indagatoria se
basa, específicamente, en el uso de dos técnicas de investigación: la encuesta y la
entrevista a profundidad. En lo referente a la encuesta, trabajamos con una muestra
aleatoria de los estudiantes inscritos en el periodo 2011-1 que equivale al primer curso
del año (enero-mayo). Dicha muestra correspondió al 4% de los estudiantes, esto es,
de 9250 alumnos inscritos, encuestamos a 3755. Decidimos hacerlo así porque en la
Universidad no existen datos sobre la situación laboral de todos los estudiantes.
La muestra se designó proporcionalmente, en cada una de las carreras que se
ofertan en el Campus. Esto se debió a que hay carreras, como la Licenciatura en
Historia, que reporta 46 alumnos inscritos; en contraste, la Licenciatura en Derecho
tiene 1340 estudiantes. Para escoger a la población específica, partimos del supuesto
de que los estudiantes de los últimos semestres tendrían un mayor historial laboral, por
ello optamos por seleccionarlos de manera descendente, de acuerdo al semestre.
5
Para realizar la encuesta, capacitamos a 25 estudiantes de la Licenciatura en Trabajo Social, quienes
fueron los responsables de su aplicación. Dicha aplicación, se realizó del 28 de febrero al 16 de marzo de
2011.
5
En cuanto al instrumento utilizado, el cuestionario que aplicamos fue anónimo y
contenía 29 preguntas, distribuidas en 4 apartados: a) datos generales, b) fuentes de
ingreso y gasto, c) empleo y trabajo y, d) distribución del tiempo. Las dos primeras
secciones fueron comunes a todos los encuestados y, al inicio de la sección empleo y
trabajo, se hizo una pregunta filtro para identificar a quienes laboraban (¿Trabajas
actualmente?) y sólo ellos respondieron las dos últimas secciones.
En la cuarta sección se incluyeron preguntas abiertas, para captar la percepción
del alumno de su situación como estudiante y trabajador así como para conocer las
razones que podrían motivarlo a escoger entre el estudio y el trabajo. Al final del
cuestionario, se les preguntó a los estudiantes que trabajaban, si nos permitirían
hacerles una entrevista a profundidad; en caso de aceptar, llenaban una cédula con
datos de identificación y localización. Cabe mencionar que la información obtenida a
través de la encuesta, se procesó con el Paquete Estadístico SPSS (Statistical Package
for the Social Sciences).
En cuanto a la entrevista a profundidad, inicialmente pensábamos en identificar,
a través de la encuesta, a los informantes clave; sin embargo, a pesar de tener sus
datos personales registrados en la cédula, fue muy difícil localizarlos. Por ello, optamos
por rescatar algunos datos de entrevistas previas y platicar con algunos estudiantes que
identificamos como trabajadores en activo. La información obtenida con estas técnicas,
la complementamos con algunas entrevistas a docentes de otras unidades académicas
y nuestra propia experiencia.
Esto es, buscamos enriquecer el conocimiento adquirido a través de la encuesta,
para contar con información complementaria obtenida por distintas fuentes. De esta
manera, estábamos en mejores condiciones de conocer de manera general y, con
relativa profundidad, el sentir, pensar y hacer de los estudiantes que trabajan en
nuestra Universidad.
Caracterización de los estudiantes trabajadores de la UAT
Antes de entrar de lleno a la caracterización de los estudiantes que trabajan, daremos
un panorama general del perfil de los alumnos de la Universidad Autónoma de
6
Tamaulipas, como edad, género, estado civil, lugar de origen, fuentes de ingreso y
distribución de los gastos.
En términos generales, no hay diferencias notables por género, pues los varones
representan el 50.6% de los encuestados, el resto, por supuesto, fueron mujeres
(49.4%). Sin embargo, hay diferencias importantes, si analizamos la distribución por
género, de acuerdo a las carreras. Esto es, carreras como Sociología, la Licenciatura
en Ciencias de la Educación (LCE) con Opción en Ciencias Sociales, LCE con Opción
en Planeación Educativa, Ingeniero Agrónomo e Ingeniero
Comercial, tienen una
población estudiantil varonil equivalente a tres cuartas partes o más, de su población
total. Esos mismos porcentajes pero referidos a la población femenina, se ubican en
carreras como Trabajo Social, Nutrición y Enfermería.
Como en la mayoría de las universidades, la Autónoma de Tamaulipas se
conforma por una población estudiantil joven, cuyo promedio de edad es de 21 años y
el 65.2% está en el rango de entre los 18 y 21 años. En cuanto al estado civil, el 9.4%
de los estudiantes son solteros, el 5.1% tienen una relación de pareja (3.9% son
casados y 1.2% viven en unión libre) y el resto es separado (1.5%). Asimismo, sólo el
7.7% de los alumnos, tiene dependientes económicos -89.3% tiene uno o dos
dependientes y estos, generalmente, son hijos.
En cuanto al lugar de origen, si bien el 93.7% de los estudiantes son oriundos del
propio estado, sólo el 67.4% lo es de la capital, el resto se divide entre 28 de los 44
municipios de la entidad; por orden de importancia, a los originarios de Victoria, le
siguen los de San Fernando (3.2%), el municipio más importante de su región y paso
obligado para la frontera, El Mante (2.4%), el municipio más importante del sur de la
entidad y el resto nació en algún otro de los municipios tamaulipecos (27%).
Con esto, podemos ver que el Campus Victoria se conforma, por una cantidad
similar de hombres y mujeres y, si bien aún existen carreras que tienen un sesgo por
género, como pueden ser las Licenciaturas en Educación o Agronomía para los varones
y Enfermería o Trabajo Social, para las mujeres; en el resto de las carreras no se
presentan estas marcadas diferencias.
Los estudiantes del Campus son jóvenes, en su mayoría, entre los 18 y 21 años
y oriundos de la entidad. Sin embargo, puede decirse que el lugar de origen es diverso
7
porque, a pesar de que más de la mitad es del municipio que alberga a la capital, el
resto lo es de 27 diferentes municipios, lo que quizá puede deberse al establecimiento
de redes de apoyo en los lugares de origen, la creencia generalizada de que las
capitales estatales ofrecen mejores oportunidades de desarrollo o la elección de una
profesión que no se oferta en otros Campus de la UAT o en otras instituciones públicas.
En cuanto a las fuentes de ingreso para costear sus estudios universitarios, los
estudiantes presentan dos tendencias: fuente única de ingresos y fuente combinada. Al
considerar ambas, apreciamos que los padres son la principal fuente de ingresos
(54.9%), le sigue el trabajo (13.3%), después se ubican los estudiantes que reportan
como fuentes a sus padres y alguna beca (11.2%) y, ligeramente debajo de ellos
(10.4%), están los estudiantes que costean sus estudios con fuentes combinadas de
ingreso, que incluyen al trabajo entre ellos (Véase Tabla 1 “Fuentes de Ingreso de los
Estudiantes del Campus Victoria-UAT”) 6.
En términos generales, los estudiantes ubicaron sus gastos semanales, con
motivo de su formación universitaria, en un rango muy amplio que va de los $50.00 a
los $1500.00. Sin embargo, la mayoría (59.2%), situó sus gastos entre los $250.00 y
$550.00. En orden de importancia, el dinero se destina para su alimentación, transporte
y copias y materiales. Para alimentación, el promedio gasta $160.00, para transporte
$130.00 y para copias y materiales, alrededor de $80.00.
Con base en esto podemos decir que los principales gastos de los universitarios,
no se relacionan directamente con requerimientos propios de la formación académica,
como puede ser la inversión de recursos para comprar libros, fotocopiar materiales o
realizar algún proyecto, sino con necesidades básicas de todo ser humano, como el
traslado o la alimentación.
Al analizar las particularidades de la población estudiantil que labora 7, tenemos
que el 64.45% son varones; el 95.7% del total de la población trabajadora tiene de 18 a
29 años; el 89% es soltero, 8.5% casado y el resto se ubica en las otras categorías de
estado civil. Asimismo, el 80.2% no tiene dependientes económicos. En cuanto al lugar
6
Todas las tablas se basan en el instrumento cuantitativo “Encuesta sobre estudio y trabajo en los
jóvenes de la UAT” y fueron elaboradas a partir de los resultados arrojados por el paquete estadístico
SPSS.
7
Para analizarlo, sólo consideramos los casos de los estudiantes que respondieron a las preguntas
específicas del cuestionario, salvo en el caso contrario, lo especificaremos.
8
de origen, en primer lugar se ubican los de Victoria (67.4%) y le siguen los de San
Fernando (4.3%) y San Carlos (3.3%), en este último punto es donde se aprecia un
cambio, con relación a la totalidad de la población estudiantil.
Tabla 1. “Fuentes de Ingreso de los Estudiantes del Campus Victoria-UAT”
Fuentes de Ingreso
Frecuencia
%
3
0.8
206
54.9
2
0.5
7
1.9
Beca
15
4.0
Trabajo
50
13.3
Otra
2
0.5
Padres/Pareja
2
0.5
Padres/Otro Pariente
2
0.5
Padres/Beca
42
11.2
Padres/Trabajo
18
4.8
Pareja/Beca
2
0.5
Otro Pariente/Trabajo
1
0.3
Beca/Trabajo
12
3.2
Padres/Pareja/Beca
3
0.8
Padres/Beca/Trabajo
8
2.1
375
100.0
No Contestó
Padres
Pareja
Fuentes de
Ingreso Únicas Otro Pariente
Fuentes de
Ingreso
Combinadas
Total
Fuente: “Encuesta sobre estudio y trabajo en los jóvenes de la UAT (Febrero-Marzo 2011-1)”,
elaboradas a partir de los resultados arrojados por el paquete estadístico SPSS.
Las tres carreras donde hay más estudiantes que trabajan son Sociología (75%),
Lingüística Aplicada (75%) y Contaduría Pública (50%) y las que tienen menos son
Ingeniería en Telemática (6.3%) y no captamos ninguno en Historia e Ingeniería
Comercial. La gran cantidad de estudiantes trabajadores en las dos carreras punteras,
puede explicarse si consideramos que ambas se ubican en la Unidad Académica de
Ciencias Educación y Humanidades, la única Unidad de la UAT, que maneja un
programa de apoyo especial para estudiantes que trabajan.
9
En cuanto al historial laboral de los estudiantes, el 52.4% respondió que su
trabajo actual no era el primer empleo. De estos, el 75.5% ha tenido de dos a cuatro
empleos. Al relacionar este dato con el supuesto que inicial, de que quizá los
estudiantes de los últimos periodos tendrían un mayor historial laboral, nos damos
cuenta que no es así. Esto es porque la mayoría (28.2%), son estudiantes de segundo y
tercer periodo, seguidos por los de sexto (23.1%). (Véase Tabla 2 “Ubicación de los
estudiantes que trabajan, de acuerdo al periodo cursado).
Tabla 2. “Ubicación de los estudiantes que trabajan, de acuerdo al periodo cursado”
TOTAL DE ESTUDIANTES
QUE TRABAJAN
Frecuencia
%
SUBMUESTRA DE
ESTUDIANTES QUE
TRABAJAN
%
1o.
2
1.9
2.6
2o.
11
10.5
14.1
3o.
11
10.5
14.1
4o.
10
9.5
12.8
5o.
9
8.6
11.5
6o.
18
17.1
23.1
7o.
3
2.9
3.8
8o.
11
10.5
14.1
9o.
3
2.9
3.8
Total
78
74.3
100.0
No contestó
27
25.7
Total
105
100.0
Fuente: “Encuesta sobre estudio y trabajo en los jóvenes de la UAT (Febrero-Marzo 2011-1)”,
elaboradas a partir de los resultados arrojados por el paquete estadístico SPSS.
Nota: La opción “no contestó”, responde a la falta de datos de ubicación de los estudiantes
por periodo, en el caso de la Unidad Académica de Contaduría y Administración Victoria.
En cuanto a sus empleos, el 66% de los encuestados respondieron que no tienen
relación con la carrera que estudian. La mayoría de este segmento (24%) trabaja en
establecimientos o locales comerciales como negocios de comida, tiendas de abarrotes,
ropa o accesorios. La percepción salarial semanal de poco menos de la mitad de ellos
10
(43.8%) es de $200.00 a $600.00, el 32.4% percibe entre $600 y $950.00, seguido de
un 19% que percibe las mayores sumas -entre $1000 y $6000.00- y una minoría (4.8%),
gana menos de $200.00. El tiempo de permanencia en su empleo actual es variable,
esto es, una tercera parte (33.5%) lleva un año o menos trabajando en el mismo
empleo, otra cantidad similar (29.1%) ha permanecido más tres años, 19.2% de uno a
dos años y 18.2% lo ha hecho de dos a tres años.
En cuanto al horario de trabajo, el 68.6% tiene un horario fijo y, en general, los
que estudian y trabajan, en promedio laboran 27.24 horas semanales y 4.6 días a la
semana. En este sentido, apreciamos que el trabajo promedio de los estudiantes
equivale a lo que llamamos jornadas de “medio tiempo”, sin embargo, no trabajan en las
condiciones que conlleva un contrato de ese tipo.
Esto es, el 28% no firmó ningún contrato; 26.75 tiene uno temporal; 24.8% sí
tiene un contrato de medio tiempo y 20% goza de una contratación definitiva. Al analizar
las prestaciones con las que cuentan sólo el 1% cuenta con ellas (seguridad social,
aguinaldo, vacaciones, vales de despensa, bonos de utilidad y fondo de vivienda), el
15.2% tiene aguinaldo y vacaciones, el 12.4% disfruta de aguinaldo, vacaciones y
seguridad social pero el 40% no tiene ninguna.
En cuanto a la distribución de su tiempo, de manera predominante, la escala de
valores queda como sigue: en primer lugar el estudio (61% de los encuestados), en
segundo lugar trabajo (51.4%), le sigue la familia (44.8%), después la pareja o los
amigos (44.8%) y, finalmente, la diversión (55.2%).
En este sentido vemos que, si bien no puede establecerse un patrón en cuanto a
la su permanencia en un empleo, es innegable que los estudiantes que trabajan
cumplen con un doble rol y lo hacen en condiciones sumamente difíciles. Pues no sólo
dedican varias horas semanales al estudio, a la vez laboran jornadas mayores al medio
tiempo pero sin ningún contrato que los respalde. Asimismo, casi la mitad de ellos, no
gozan de ninguna prestación laboral. Si a esto le sumamos que la mayoría de los
estudiantes que trabajan son jóvenes de 18 a 29 años, y más de la mitad ya cuenta con
un historial laboral, nos permite intuir que, en el pasado, quizá trabajaron en peores
condiciones, pues el ser humano tiende a buscar una mejora laboral.
11
A pesar de las dificultades que entraña combinar el estudio y el trabajo, ambas
son sus principales prioridades. Los que estudian y trabajan dedican poco tiempo al
fomento de las relaciones personales (pareja/amigos) y a las actividades recreativas,
esto es, a actividades que contribuyen al desarrollo integral del ser humano. Por ello, su
vida se llena de desafíos, decisiones, problemas y exigencias. En el apartado siguiente
analizaremos, precisamente, las dificultades, necesidades y aspiraciones de los jóvenes
que estudian y trabajan.
¿Estudio vs trabajo? Dificultades, necesidades y aspiraciones
En el primer apartado comentábamos que una de las disyuntivas más importantes que
enfrenta todo adolescente, es tomar la decisión de estudiar o trabajar. En el caso de los
que deciden hacer ambas cosas, la disyuntiva no desaparece, por al contrario, sigue
presente y se complejiza, pues jugar ambos roles implica seguir dos sueños y ocuparse
de su realización. Sin embargo, en ocasiones, no resulta sencillo lograrlo y se debe
decidir entre uno y otro, lo que generalmente implica poner en una balanza la realidad y
la utopía, las necesidades y las aspiraciones.
Para indagar sobre esta disyuntiva, en la encuesta aplicada a los alumnos del
Campus Victoria, incluimos tres preguntas que reflejan lo que se pone en juego en la
toma de decisiones: a) ¿has tenido dificultades para cumplir con tus obligaciones
escolares y tu trabajo?, b) ¿has pensado en dejar de trabajar para dedicarte a
estudiar?, c) ¿has pensado en dejar de estudiar para dedicarte a trabajar?; cada una de
ellas se complementó con la pregunta “¿por qué?”, para tratar de conocer sus
motivaciones.
Para el 69.5% de los estudiantes que trabajan, las dificultades de estudiar y
trabajar a la vez generalmente están presentes y para la mitad de ellos estas
dificultades se relacionan con el tiempo del que disponen para cumplir con sus
obligaciones escolares (Véase Tabla 3 “Dificultades para combinar estudio y trabajo
entre los estudiantes universitarios del Campus Victoria).
12
Tabla 2. “Ubicación de los estudiantes que trabajan, de acuerdo al periodo cursado”
23.- Dificultades para cumplir obligaciones de trabajo y
escuela.
Respuesta
Frecuencia
%
No
32
30.5
Algunas Veces
44
41.9
Sí
29
27.6
Total
105
100.0
25.- Ha pensado en dejar de trabajar para dedicarle más
tiempo a los estudios.
Respuesta
Frecuencia
%
No
55
52.4
Algunas Veces
25
23.8
Sí
25
23.8
Total
105
100.0
27.- Ha pensado en dejar de estudiar para dedicarse
solamente a trabajar.
Respuesta
Frecuencia
%
No
86
81.9
Algunas Veces
9
8.6
Sí
9
8.6
Total
104
99.0
No contestó
1
1.0
Total
105
100.0
Fuente: “Encuesta sobre estudio y trabajo en los jóvenes de la UAT (Febrero-Marzo 2011-1)”,
elaboradas a partir de los resultados arrojados por el paquete estadístico SPSS.
Estas dificultades, se hacen evidentes cuando racionalizan la disyuntiva de dejar
una actividad por otra. Esto es, al cuestionar a los estudiantes que trabajan si dejarían
de trabajar para dedicarse a estudiar, nos encontramos con una opinión dividida: 52.4%
no lo haría y el resto sí ha considerado esa posibilidad (47.6%). Al indagar sobre las
razones por las que no dejarían de trabajar, la principal respuesta fue “necesito el
13
dinero” (43.6%), lo que podemos empezar a entender si consideramos que, después de
los padres, el trabajo es la segunda fuente de ingresos de los estudiantes de la UAT.
Esta disyuntiva que aparece en las encuestas puede ilustrarse con el caso de
Gabriel, uno de tantos estudiantes que se ven en la necesidad de interrumpir sus
estudios, al menos temporalmente, por necesidad económica. A esta disyuntiva se
enfrentó cuando se sumó a sus dos actividades cotidianas, una situación familiar que
requirió de su tiempo. Fue entonces cuando Raymundo Gabriel tuvo que decidir:
Sí llega un momento en que la piensas, [llega un momento] de decidir: o
dejo la escuela o dejo el trabajo. (…) yo dije-“sigo estudiando porque
me beneficia, me da conocimiento y termino más rápido la escuela pero
al igual tengo mis gastos”-, tengo un mueble [vehículo] que mantener,
porque también hay que mantenerlo; tengo que, de cierta manera,
apoyar a mi mamá y apoyarla en el sentido de que yo, cubriendo mis
gastos, la apoyo a ella. Entonces dije yo-“si curso la escuela me voy a
olvidar de todo eso y voy a darle una carga más grande a mamá”-.
Gabriel (22 años, 6º Periodo)
Estudiante de la Licenciatura en Contaduría Pública y
Auxiliar en un Despacho Contable8
Con este testimonio podemos ver que la decisión no es sencilla y no siempre
responde a una falta de interés del estudiante por la superación personal, sino que es
una decisión racionalmente tomada. En el caso de Gabriel, sus propias necesidades
económicas, su concientización de la situación familiar y la visualización de las
consecuencias de sus decisiones, fueron fundamentales para que la balanza se
inclinara hacia el trabajo.
Ahora bien, al indagar sobre las razones por las cuales los jóvenes universitarios
sí dejarían de trabajar, nos encontramos con la otra cara de la moneda. Esto es, las
principales razones se relacionan con el factor tiempo: el grupo mayoritario de los
encuestados (30.6%) dejarían de trabajar para dedicarse más a sus estudios, la
segunda razón (18.4%) es la falta de tiempo para cumplir con sus obligaciones como
estudiantes del nivel superior.
Es el caso de Aracely, quien se incorporó al mercado laboral después de
terminar la secundaria y, años después, decidió regresar a la escuela. Aracely conoce
8
Entrevista realizada por Artemisa López León, 11 de abril de 2011.
14
bien ambas esferas y, desde hace tres años combina el trabajo con el estudio. Quizá
por eso, está muy consciente de que, más adelante, puede llegar el momento de
decidirse por alguna de ellas:
A veces sí [quisiera dejar de trabajar], cuando, sí es mucha tarea o llego a
la casa o ya tengo mucho sueño o que llego muy fastidiada (…) más
adelante va a ser más pesado y [sé] que a lo mejor tengo que dejar de
trabajar, no todos los días pero al menos un día, o no sé.
Aracely (22 años, 3er Periodo)
Estudiante de la Licenciatura en Trabajo Social y
Empleada doméstica9
En este caso, podemos ver que combinar escuela y trabajo no es sencillo, se
requiere un gran esfuerzo, pues ambas esferas demandan tiempo, dedicación y
disciplina. Es de esperarse que, en algunos momentos, los jóvenes se sientan
presionados o cansados. Al igual que Gabriel, Aracely piensa en las decisiones que
tomará considerando diversos factores; pero, en el caso de ella, la primera opción no es
dejar de trabajar, sino tratar de reducir su jornada laboral.
Considerando esto, es comprensible la dicotomía que se muestra en la encuesta,
sin embargo, se requieren estudios a profundidad para tratar de entender las razones
que llevan a los jóvenes a dejar su escuela o su trabajo. De lo contrario, corremos el
riesgo de reducir una compleja problemática a la estadística de los que sí lograron
concluir sus estudios y los que se quedaron en el camino.
Podemos empezar a adentrarnos a esa complejidad, si sumamos las
aspiraciones a las necesidades cotidianas de los jóvenes. En el caso de los estudiantes
del Campus Victoria que trabajan, una abrumadora mayoría (82.7%), no dejaría la
escuela por el trabajo y, las principales razones para ello son que su prioridad es
concluir la carrera (44.7%) y desean superarse (16.5%)
Las respuestas son muy significativas, pues nos ubican en el plano de la utopía
factible, porque cada uno de los encuestados es parte de la comunidad universitaria y,
en ese sentido, se están encaminando a lograr un sueño; para unos la meta está a la
vuelta de la esquina, para otros la carrera apenas empieza, pero todos han dado el
primer paso: inscribirse en una carrera universitaria.
9
Entrevista realizada por Artemisa López León, 6 de abril de 2011.
15
Las razones para hacerlo son varias aunque, en el plano de la superación y los
anhelos, es difícil ubicar el momento exacto en que surgen; sin embargo, algunos
tienen muy claras sus metas, desde tiempo atrás. Ese es el caso de Erick, un
estudiante de 23 años que no sólo trabaja, también es jefe de familia:
siempre quise ser maestro, entonces, le digo, desde la secundaria me puse
esa meta de que yo voy a terminar [una carrera] pase lo que pase; pasó mi
hijo y, pues bueno, pero tampoco lo veo como una tragedia, al contrario, como
una bendición y, y todos los días lo veo, y veo que ese es mi motor, es lo que
necesito
Erick (22 años, 4º Periodo)
Estudiante de la Licenciatura en Sociología y
Empleado en una Casa de Empeño10
El testimonio de Erick hace evidente que, al lado de la racionalización en la toma
de decisiones, siempre se encuentran los anhelos, pues él no sólo desempeña los roles
de estudiante y empleado, también es el proveedor de su hogar y padre de familia,
aunque eso no ha evitado que intente concluir sus estudios universitarios.
Con lo expuesto en el apartado, podemos entrever que, en el trasfondo de la
disyuntiva de los jóvenes, se encuentran las aspiraciones y el binomio estudio-trabajo,
no sólo implica un doble esfuerzo sino, en algunos momentos, se vuelve dicotómico y
parece irreconciliable.
La dura realidad obliga a los jóvenes que estudian y trabajan a tomar decisiones
como abandonar la escuela para sobrevivir en lo cotidiano o trabajar para poder
continuar con el anhelo de estudiar y labrarse un mejor futuro. Las dificultades,
expresadas en los momentos críticos que se les van presentando, los obligan a inclinar
la balanza por el estudio o el trabajo.
Estudiantes RAL. Un sistema de apoyo para estudiantes que trabajan.
Ante este panorama de jóvenes estudiantes que, cotidianamente, hacen el doble
esfuerzo de continuar sus estudios y trabajar en condiciones que, generalmente, son
precarias, vale la pena preguntarnos qué hemos hecho, como parte de la comunidad
universitaria, para allanarles el camino.
10
Entrevista realizada por Artemisa López León, 6 de abril de 2011.
16
En el caso de la UAT, la política universitaria actual ha tenido cambios
importantes que se resumen en la adopción de un modelo curricular flexible, a partir del
año 200011. Este modelo se centra en los intereses y necesidades del alumno y las
necesidades sociales de nuevas orientaciones. En términos generales, la flexibilidad se
entiende en varios sentidos: flexibilización en el tiempo de terminación de los estudios,
en la actualización de las materias optativas, en el cambio de carrera o rectificación y
en la programación, al permitir al estudiante elegir sus cursos, contar con el apoyo de
un tutor y favorecer la movilidad estudiantil.
A nivel operativo, es decir, en las Unidades Académicas, la flexibilidad se ha
entendido de diversas maneras y, si bien, este no es el espacio adecuado para evaluar
el éxito o fracaso del modelo, sí es importante señalar que esa interpretación particular
de la flexibilización curricular, se ha vuelto un resquicio medular para que los
estudiantes
puedan
hacer
compatible
su
formación
académica
con
las
responsabilidades laborales.
Así tenemos, por ejemplo,
Unidades Académicas como Contaduría y
Administración o Ingeniería y Ciencias, que privilegian la flexibilidad de programación.
En ambas Unidades, es común encontrar cursos en los que convergen estudiantes de
diferentes periodos o carreras. Para algunos estudiantes que trabajan, esta flexibilidad
ha sido muy benéfica, pues se ofertan los mismos cursos en distintos horarios, lo que
les permite escoger el que mejor se adapte a sus necesidades laborales.
En otras Unidades Académicas, como Trabajo Social, que no cuentan con una
programación de cursos en horarios tan variados, la flexibilidad para los estudiantes
que trabajan, se traduce en la posibilidad de asistir a sus clases con un poco de retraso,
si presentan a los docentes una carta de su jefe inmediato, en la que se exprese su la
duración de su jornada laboral.
Sin embargo, la flexibilidad para los estudiantes que laboran, ha tenido su
máxima expresión en la Unidad Académica de Ciencias, Educación y Humanidades,
pues ahí se ha implementado un complejo sistema de apoyo: el Régimen de Asistencia
11
La información sobre este modelo curricular se basa en el documento “El Modelo Educativo de la
Universidad Autónoma de Tamaulipas D-RS-01-25-06”, retomado de la Página Web
http://colaboracion.uat.edu.mx/rectoria/subacademica, 14 de abril de 2011
17
Libre (RAL)
12
. Este régimen puede considerarse una innovación, pues opera desde
hace al menos veinte años. Es decir, mucho antes de que, a nivel universitario, la
flexibilidad fuera el eje medular del modelo educativo. En la actualidad, el RAL da cobijo
aproximadamente al 10% de los estudiantes de esta Unidad Académica.
El RAL, surgió inicialmente, como apoyo para los estudiantes que ya contaban
con una plaza en el sector educativo, esto es, para aquellos que optaban por estudiar
para subir al o los siguientes escaños laborales. Sin embargo, con el paso de los años,
el Régimen se ha abierto para incluir a cualquier alumno que trabaje y estudie.
En términos generales, el RAL es un sistema de inscripción voluntaria para los
estudiantes que trabajan y consiste en contar con facilidades para no reprobar, por
inasistencia13, a los cursos escolarizados y gozar de flexibilidad en la presentación de
exámenes parciales o finales.
Las facilidades van en dos sentidos. Por un lado, los estudiantes inscritos en
RAL sólo tienen la obligación de asistir a sus cursos una vez por semana y, por otro
lado, quienes no puedan asistir a clases por razones laborales, tienen la posibilidad de
llevar sus materias, a través de asesoría académica. Dicha asesoría, se programa en
un horario que sea adecuado para el estudiante y el maestro.
La asesoría está sujeta a la disponibilidad de un maestro tutor, preferentemente
el titular de la asignatura en cuestión o, si el titular lo aprueba, puede asignarse un tutor
distinto. Es importante señalar que estas asesorías, responden a la voluntad y
disposición de tiempo de los involucrados, pues son una labor adicional no remunerada
ni considerada en la carga horaria, así como tampoco tiene un peso significativo en el
concurso por estímulos al desempeño docente.
El RAL tiene una operatividad compleja, que trataremos de esbozar brevemente.
La inscripción al Régimen está condicionada por la presentación de una constancia de
trabajo firmada por el empleador del estudiante, para que la Unidad Académica tenga
12
La información sobre el RAL se basa en nuestro conocimiento sobre el sistema y las entrevistas
individuales realizadas por Artemisa López León a Arcadio García, responsable del programa en la
Unidad Académica de Ciencias, Educación y Humanidades (6 de abril de 2011); Oscar Hernández,
docente de esa Unidad Académica (8 de abril de 2011); y Erick, estudiante RAL de la misma Unidad
Académica (6 de abril de 2011).
13
El reglamento que rige a los estudiantes de la UAT señala que, para aprobar cualquier curso, es
requisito fundamental que el alumno inscrito haya asistido al menos al 90% de sus clases, asimismo, es
motivo de pérdida de escolaridad, no acreditar un curso después de tres inscripciones o de cuatro
evaluaciones finales.
18
evidencia escrita y fidedigna de que, efectivamente, éste labora. Debido a ello y, salvo
algunas excepciones, no se ven beneficiados por el Régimen quienes trabajan por su
cuenta, los empleados domésticos o los que laboran en el comercio informal.
Ahora bien, la constancia laboral debe especificar las condiciones del trabajo, en
cuanto los días y el horario específico, porque dicha constancia no exime al estudiante
de tomar presencialmente sus cursos. Es decir, se hace un cotejo entre materias y
horarios laborales y al alumno sólo se le permite asistir a clases semanales, cuando el
horario programado para algún curso, se traslapa con su jornada de trabajo.
En el sistema RAL no se incluyen los cursos de carácter práctico, como los
relacionados con investigación, talleres o seminarios. Así como tampoco se benefician
del régimen los alumnos inscritos en la Licenciatura en Lingüística Aplicada, por
considerarse una carrera práctica. En estos casos, el estudiante debe tratar de
adecuarse a los horarios establecidos.
Cuando un estudiante decide utilizar el RAL, firma una carta compromiso, en la
que acepta las condiciones mínimas de asistencia; en caso de incumplir con ello, el
estudiante deja de ser beneficiario del Régimen de Asistencia Libre y es evaluado en
las mismas condiciones que el resto del alumnado. Para monitorear el cumplimiento de
sus compromisos, estos estudiantes deben presentar a sus maestros una carta oficial
emitida por la Unidad, que señala la inscripción del estudiante en el RAL.
Asimismo, cada que un estudiante trabajador asiste a una clase bajo el Régimen
de Asistencia Libre, el profesor de la asignatura debe firmar un carnet que funciona
como lista de asistencia. De parte de los encargados del Régimen, se hace un
monitoreo a medio periodo escolar para cotejar que el estudiante cumpla con las
condiciones establecidas en la carta compromiso.
En los últimos años, este régimen, que nació como apoyo a los trabajadores que
optaron por estudiar para mejorar su vida profesional, se ha extendido a otro tipo de
estudiantes, como las que viven un embarazo en el transcurso de su formación
universitaria. En este caso, el RAL se maneja en los mismos términos pero se acota al
tiempo de alumbramiento, emulando un poco los beneficios laborales de que gozan las
personas en estado de gravidez, pues se les justifican las asistencias a los cursos,
durante las semanas anteriores y posteriores al parto.
19
En términos generales, el RAL funciona como un apoyo adicional y específico
para los estudiantes que desempeñan un doble rol. Sin embargo, como ocurre con
cualquier programa, tiene sus pros y sus contras. En el primer caso, los estudiantes que
han utilizado el Régimen de Asistencia Libre consideran que ha sido fundamental para
continuar con su formación universitaria, pues les quita “un peso de encima”, al
permitirles combinar, en mejores condiciones, el trabajo y el estudio.
En cuanto a los contras, generalmente son los maestros quienes se muestran
escépticos de los beneficios tangibles del RAL, pues algunos consideran que los
alumnos aprovechan que están inscritos al sistema para no asistir a clases o bien, en
charlas “de pasillo” se ha tenido conocimiento de algunos estudiantes que no siempre
tienen las dificultades de horario que señalan, al momento de inscribirse.
De igual manera, uno de los problemas básicos que presenta el RAL es la falta
de evaluación, pues si bien se trata de dar seguimiento a los estudiantes inscritos, la
carencia de personal en el área ha impedido que se haga una valoración sistemática no
sólo del cotejo de asistencias, sino también un balance costo-beneficio; hacerlo
permitiría considerar opciones para favorecer a estudiantes que no pueden comprobar
su adscripción laboral o considerar la remuneración económica o descarga horaria para
los profesores que participan, a través de asesorías académicas.
Al indagar sobre la diferenciación en el aprendizaje de los alumnos RAL y los del
sistema regular, es interesante destacar –a reserva de aclarar que no lo analizamos a
profundidad- que no siempre se considera con un impacto negativo en la adquisición de
saberes. Esto es, tanto alumnos como profesores, consideran que, si bien hay pérdida
de conocimiento por la falta de una asistencia constante a los cursos, no es posible
establecer una relación causal entre empleo y reprobación escolar, pues en muchas
ocasiones, los estudiantes RAL cumplen de manera constante y reflexiva con sus
asignaciones escolares. En este sentido, tanto el RAL como el sistema regular
presentan reprobación y excelencia.
A pesar de que el RAL parece ser una opción viable y ya probada durante
décadas, como sistema de apoyo para estudiantes en condiciones especiales, no se ha
implementado, de manera generalizada, en la UAT. En este momento, carecemos de
elementos para afirmar las razones por las que no se le ha considerado como una
20
opción adaptable a las necesidades y requerimientos del estudiantado de cualquier
carrera o Unidad Académica.
Sin embargo, intuimos que es un sistema susceptible de mejoría que puede
contribuir a la flexibilidad del modelo educativo imperante, al desempeño académico de
los estudiantes que trabajan y sería crucial en la racionalización de los estudiantes,
cuando deben decidir en torno a la disyuntiva que enfrentan los jóvenes: estudiar o
trabajar, satisfacer necesidades o encaminarse a las aspiraciones.
A manera de conclusión
A lo largo de la ponencia, hemos analizado la situación de los jóvenes que estudian y
trabajan, tomando como estudio de caso la realidad cotidiana de los alumnos inscritos
en las carreras que oferta el Campus Victoria de la Universidad Autónoma de
Tamaulipas. Por sí mismo, el análisis del trabajo en los jóvenes es un tema de
investigación relevante y, al enfocarlo, en los estudiantes universitarios que trabajan, se
vuelve crucial, para tratar de dilucidar una de las más importantes disyuntivas que
enfrentan los jóvenes hoy en día: estudiar o trabajar.
En los años recientes, se ha despertado un gran interés académico en diversas
latitudes del mundo, por conocer el binomio estudio-trabajo, sin embargo, la mayoría de
las investigaciones, se han acercado cuantitativamente al fenómeno privilegiando,
además, el conocimiento de grandes conglomerados nacionales.
Sin embargo, para comprender una problemática tan compleja, es importante
complementar los acercamientos empíricos con diversas técnicas de investigación.
Para ello, resultan especialmente útiles las estrategias metodológicas mixtas que
privilegian el análisis de casos particulares. Esto se debe a que, un acercamiento
cuanti/cualitativo nos pone en mejores condiciones de conocer la realidad cotidiana de
los jóvenes que estudian y trabajan. Asimismo, centrarnos en casos específicos, nos
permite profundizar sobre el sentir, pensar y hacer de los sujetos de estudio.
Con base en esta idea, es que la ponencia que hemos presentado, muestra un
primer acercamiento cuanti/cualitativo de los estudiantes trabajadores del Campus
Victoria de la UAT, a través de una estrategia metodológica que incluyó como técnicas
la encuesta -aplicada a una muestra aleatoria de estudiantes de todas las carreras del
21
Campus-, la entrevista a profundidad –a estudiantes que trabajan, profesores y
encargados de programas de apoyo- y nuestra propia experiencia como docentes.
En términos específicos, podemos afirmar que esta universidad tamaulipeca
alberga, por igual, a población de ambos sexos, aunque aún existen carreras
propiamente masculinas o femeninas, como Ingeniero Agrónomo en el caso de los
hombres y Trabajo Social, en el caso de las mujeres.
En cuanto al perfil de la población estudiantil del Campus, en general, sus
alumnos son mayoritariamente jóvenes, oriundos del estado pero no siempre de la
ciudad capital; su principal fuente de ingresos son sus padres, seguido del trabajo, este
último como la opción principal para uno de cada diez estudiantes o como una opción
complementaria para otros tantos estudiantes.
Más de la mitad de los estudiantes que trabajan son varones pero casi la
totalidad son solteros y su rango de edad es de los 18 a los 29 años. En este sentido,
se trata de una población varonil, soltera y joven. Si bien, en casi todas las carreras
logramos identificar estudiantes que trabajan, el porcentaje de población que labora
sobresale en algunas carreras como Sociología y Contaduría Pública.
En términos específicos de la situación laboral de los estudiantes, podemos decir
que no hay un patrón en el número de trabajos que han tenido ni en la temporalidad de
los mismos. Esto es porque, para poco más de la mitad de los estudiantes
encuestados, su empleo actual es el primero pero para el otro tanto, su historial laboral
incluye de dos a cuatro empleos.
Donde sí encontramos similitudes importantes es en las condiciones de trabajo.
Cuatro de cada diez estudiantes que trabajan perciben de $200.00 a $600.00 por
semana y tres de cada diez entre $600.00 y $950.00, el resto se ubica dentro de un
rango que va de los $50.00 a los $6,000. En la mayoría de los estudiantes, sus empleos
no se relacionan con su carrera y se relacionan con el sector terciario, específicamente
como empleados en el ámbito comercial.
Asimismo, la mayoría cumple con un horario de trabajo fijo y, en promedio,
laboran de cuatro a cinco días por semana, en jornadas de casi 28 y sin contar con un
contrato de trabajo definitivo pues, en muchos casos no hay contrato de por medio o
son temporales. Algo similar ocurre con las prestaciones, pues casi la mitad no cuenta
22
con ellas y los que sí gozan de alguna prestación, generalmente se reduce a aguinaldo
y vacaciones.
En este sentido, podemos dilucidar que sus condiciones de trabajo son altamente
precarias y hay pocas expectativas de que, a través de sus empleos actuales, logren
colocarse en mejores puestos. Mucho menos es posible que sus empleos los ubiquen
en el área de profesionalización en la que se están preparando.
A pesar de ello, en la escala de prioridades de estos jóvenes, el estudio ocupa el
primer lugar y el trabajo el segundo. Sin embargo, en la práctica, es difícil decidirse por
uno u otro. Esto se debe a que, realizar ambas actividades, no resuelve la disyuntiva de
escoger entre ellas, más bien, dicha disyuntiva se incrementa y se complejiza.
Las principales dificultades que experimentan los jóvenes para estudiar y trabajar
a la vez, se relacionan con la falta de tiempo para cumplir con sus obligaciones
escolares. Sin embargo, al indagar sobre la posibilidad de dejar de laborar para
dedicarse solamente a sus estudios universitarios, nos encontramos con opiniones
encontradas.
Los que no dejarían el trabajo piensan, sobre todo, en el aspecto económico. En
algunos casos, los estudiantes han tenido que dejar temporalmente sus estudios, para
cubrir sus necesidades más básicas y la decisión no ha estado exenta de dudas, por el
contrario, lo hacen después de analizar detenidamente el panorama que les espera.
Los que dejarían su trabajo para dedicarle mayor tiempo a los estudios piensan
sobre todo, en las dificultades cotidianas de combinar escuela y trabajo y en el
incremento de la exigencia académica, conforme transcurren los periodos. En este
caso, los jóvenes también analizan su situación, consideran el panorama futuro y
buscan opciones que puedan ser viables, como la reducción de su jornada laboral.
A pesar de ello, entre los jóvenes encuestados, los deseos de superación –
cristalizados en el anhelo de culminar una carrera-, siguen presentes. Ocho de cada
diez estudiantes trabajadores, no han pensado en dejar sus estudios. En algunos
casos, el deseo de terminar está tan arraigado que los cambios en su vida, no se ven
como obstáculos, sino como motores de superación, es el caso de los estudiantes que,
además de trabajar, en el camino de cumplir sus sueños, se convierten en jefes de
hogar y padres de familia.
23
En los momentos críticos es cuando la disyuntiva de estudiar o trabajar alcanza
su máxima expresión. Estos momentos son, generalmente, resultado de factores
externos -como situaciones familiares delicadas-, o del enorme reto de ser trabajadores
y estudiantes –como las presiones escolares o el cansancio acumulado-.
Cuando esto ocurre, los jóvenes ponen en una balanza las ventajas y
desventajas de estudiar y trabajar. Algunos optan por continuar así pero otros, deben
decidirse por alguno de los dos ámbitos. En ambos casos, el trasfondo en la toma de
decisiones se relaciona con la dicotomía de sobrevivir o cumplir sueños, de cubrir
necesidades o luchar por lograr sus metas.
Ante esto, vale la pena preguntarnos qué hemos hecho como miembros de la
comunidad universitaria, para aligerar el reto que estos jóvenes se han impuesto. En lo
que respecta a la UAT, el tránsito de un Modelo Educativo Rígido a uno Flexible, ha
abierto la posibilidad de que los estudiantes encuentren opciones válidas para continuar
con su formación universitaria, como la flexibilidad del plan de estudios, evidente en
Unidades Académicas como Contaduría y Administración o Agronomía y Ciencias; la
comprensión de los profesores, muy común en la Unidad Académica de Trabajo Social;
o el desarrollo de un sistema de apoyo paralelo al establecido en toda la Universidad,
como ocurre en la Unidad Académica de Ciencias, Educación y Humanidades.
Este último caso, es el esfuerzo más antiguo, acabado y fructífero que se ha
implementado en alguna de las Unidades Académicas, pues facilita la compatibilización
de estudio y trabajo, a través de un Régimen que le permite a los estudiantes justificar
sus inasistencias y brindarles asesoría académica personalizada cuando, por motivos
de trabajo, no pueden asistir a los cursos regulares.
A pesar de estos avances, la Universidad Autónoma de Tamaulipas no cuenta
con una política clara de apoyo para el estudiantado que trabaja y es fundamental
reflexionar seriamente en la implementación de una política de este tipo. En tiempos de
crisis, como los que vivimos en México, es de esperarse que cada día, más jóvenes se
enfrenten a la disyuntiva de estudiar o trabajar, o bien, que asuman el reto de optar por
ambas opciones. Las universidades debemos estar preparadas para estar a la altura de
los desafíos que conlleva el perfil de nuestros estudiantes y esa es una tarea pendiente.
24
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