ANÁLISIS DE LA CONDUCTA DE LOS STAKEHOLDERS EN SITUACIONES DE CRISIS EMPRESARIAL. APLICACIÓN A LA PYME CASTELLANOMANCHEGA. Montserrat Manzaneque Lizano Profesor Colaborador Departamento de Administración de Empresas Universidad de Castilla-La Mancha. Avda. de los Alfáres, 44. 16002 Cuenca. e-mail: [email protected] Regino Banegas Ochovo Catedrático de Universidad. Departamento de Administración de Empresas Universidad de Castilla-La Mancha e-mail: [email protected] Alba María Priego de la Cruz Profesor Ayudante Departamento de Administración de Empresas Universidad de Castilla-La Mancha e-mail: [email protected] 1. INTRODUCCIÓN. El gobierno corporativo socialmente responsable pretende y persigue activamente la satisfacción no sólo de los accionistas, sino de los grupos de interés (stakeholders) de la coalición empresarial, garantizando una posición de diálogo y el establecimiento de relaciones con todas las partes, siendo su objetivo esencial asociar la creación de valor económico con el compromiso social de la actividad empresarial (AECA, 2004, p. 48). Así pues, la gran empresa moderna se ha configurado hasta llegar a su formato actual en una dialéctica de confrontación de los “stakeholders”. Entre los factores críticos del éxito de la empresa, se encuentran la especialización gerencial y la competitividad de la propia empresa, fundamentada en las competencias y capacidades de sus recursos humanos y en la existencia de unas relaciones “equilibradas” con sus stakeholders en general, que conduce a la excelencia en el desarrollo de su cadena de valor y a su adecuado posicionamiento en el entorno socioconómico en el que desarrolla su actividad (Carbonell, 2006). Poniendo especial énfasis en las relaciones “equilibradas”, cabría señalar que, la consecución de los objetivos empresariales, como el de supervivencia, se encuentra sometida a la existencia de diversos agentes socioeconómicos relacionados con la empresa (accionistas, empleados, clientes, proveedores, entidades financieras, sociedad en general) cuyos intereses y objetivos difieren entre sí. Éstos son los denominados grupos de interés o, en terminología anglosajona, “stakeholders”. En este sentido, y como señala Suárez (2007), se produce una dependencia mutua entre la empresa y los stakeholders, dado que: a) el Estado depende de las organizaciones empresariales como fuentes de recursos que le permiten desarrollar sus políticas de gasto, reportando a las mismas seguridad y condiciones políticas, económicas y sociales adecuadas, que facilitan el desarrollo de su actividad y su supervivencia; b) mientras los proveedores reportan insumos vitales para la producción de bienes o la prestación de servicios, su estabilidad depende, en gran parte, de la capacidad de la empresa para cumplir con sus compromisos de pago; c) la dependencia mutua de clientes se manifiesta en que éstos son la fuente principal de ingresos de la empresa como consumidores de bienes o servicios, dependiendo, a su vez, de la capacidad de ésta para atender sus necesidades y seguir operando; d) los acreedores financieros, como suministradores de capital financiero, asumen el riesgo de que la empresa no sea viable económicamente y no pueda hacer frente a la devolución del principal y de los intereses; e) los empleados aportan trabajo, capacidades, conocimientos y experiencia al desarrollo del objetivo empresarial y asumen el riesgo de que la empresa no tenga liquidez suficiente para hacer frente al pago de sus nóminas o el mantenimiento de sus puestos de trabajo; y f) los accionistas, potenciales o actuales, asumen el riesgo de una gestión inadecuada de la empresa. De cualquier forma, la dependencia mutua entre la empresa y los diferentes stakeholders implica determinados conflictos que vienen derivados de los efectos positivos y negativos que los procesos y actuaciones de las corporaciones empresariales infringen a éstos, y que no pueden ignorarse ni obviarse, ya que se traducen en los incentivos recibidos de la organización. Desde un punto de vista doctrinal, la teoría de los stakeholders ha puesto de manifiesto la necesidad de conseguir un normal y armónico equilibrio entre los grupos de interés de la empresa, a fin de adaptarse con rapidez a los continuos cambios que se producen en su entorno y, así, conseguir su supervivencia en el tiempo. No obstante, y aunque esta perspectiva teórica ha sido habitualmente utilizada a tenor de la actuación social de los diferentes stakeholders relacionados con la empresa, y para el desarrollo de las diferentes propuestas orientadas a la elaboración y presentación de memorias de sostenibilidad, también cabría un enfoque distinto que aproxime los intereses (la relación) de los citados stakeholders y el valor generado por la empresa (Carbonell, 2006) De acuerdo con lo antedicho, puede significarse que, mientras los intereses y objetivos de cada uno de estos stakeholders se encuentren alineados y equilibrados, sus actuaciones serán de tipo cooperativo, produciéndose relaciones eficientes en beneficio de los propios objetivos empresariales. Por el contrario, si en un momento determinado las aspiraciones de algún stakeholders difieren a las del resto, pueden surgir conflictos de intereses que fomenten el desarrollo de comportamientos oportunistas, provocando tensiones que pongan en peligro el cumplimiento de los objetivos generales de la empresa. Esta situación es más evidente en procesos de crisis empresarial, debido a que la supervivencia de la propia empresa depende, en gran medida, de los acuerdos y cesiones que se produzcan entre todas las partes implicadas, de tal modo que los stakeholders con mayor capacidad y poder de negociación acabarán instaurando sus condiciones frente al resto. Figura 1: Influencia de los Stakeholders en los objetivos empresariales. Fuente: Guerras y Navas (2007, p. 83). En efecto, ante situaciones de crisis económico-financiera, como la actual, muchas empresas se ven obligadas a negociar con los stakeholders, a fin de lograr su supervivencia en el futuro más próximo. En este contexto, se intensifican los incentivos de los stakeholders para actuar en interés propio, generando conductas no cooperativas, que afectarán negativamente a las posibilidades de recuperación de las empresas fracasadas, agravándose a medida que se agudiza y profundiza en la situación de crisis (Fernández del Pozo, 2001). Cabe mencionar, a título ilustrativo, el estrangulamiento crediticio llevado a cabo por las entidades financieras sobre el mundo empresarial durante los últimos años, que ha paralizado la actividad de inversiones rentables, lastrando las posibilidades de supervivencia de las empresas y la recuperación de la economía en general, y originando falta de liquidez e incremento del riesgo de crédito y deuda. A los efectos de este fenómeno, se manifiestan algunos estudios relativos al análisis de las causas del fracaso empresarial. Así, Ooghe y Waeyaert (2004) señalan la interacción con los stakeholders (ambiente inmediato) como una de las causas de fracaso. No obstante, la mayoría de los análisis realizados entorno al fracaso empresarial han definido a este fenómeno conforme a una perspectiva de comportamiento racional de los stakeholders, ignorando las aspiraciones particulares que, cada uno de ellos, puedan ostentar en relación a la supervivencia de la empresa. En el ámbito de la dirección estratégica, algunos de sus estudios han manifestado que, el diferente comportamiento de los stakeholders, ante problemas en la organización, puede incidir en la elección de la solución más efectiva (Mitroff, 1983 y Jennings y Beaver, 1995). No obstante, estos estudios han prestado menor atención a qué clase de stakeholders influye en mayor medida en estos momentos de dificultad empresarial y cómo deben controlarse (Pajunen, 2006). De lo anterior, se deduce la importancia de definir indicadores que permitan identificar el comportamiento de los diferentes stakeholders en los momentos de crisis empresarial, puesto que facilitaría a la empresa tomar decisiones estratégicas que entronquen con estos comportamientos, en orden a evitar un empeoramiento de su situación económicafinanciera. En definitiva, este trabajo parte de la idea de que la inmersión en una situación crítica de fracaso de una empresa, y su posterior recuperación, depende no sólo de su capacidad de gestión, sino también de su capacidad de relación, porque, ante dificultades, la colaboración de los stakeholders resulta especialmente relevante para superarlas. Cabría hablar pues de “corresponsabilidad de los stakeholders en situaciones de crisis empresarial”, dado que el comportamiento de cada uno de éstos podría afectar al resto y, en última instancia, a la supervivencia de la empresa. Por este motivo, el trabajo, que se presenta, tiene como objetivo esencial la aportación de evidencia empírica respecto a la incidencia de los diferentes stakeholders en los procesos de fracaso empresarial, recurriendo a la capacidad de la información económico-financiera emanada de los estados contables para explicar dichos comportamientos. En realidad, los resultados de este estudio pretende contribuir al debate sobre la participación de los diferentes stakeholders en el incremento o no del riesgo empresarial, resultando especialmente útil para juzgar las decisiones estratégicas acometidas con el objetivo de que las empresas, que sufren procesos de crisis empresarial, controlen la posible incidencia de éstos en la delimitación de su riesgo global. 2. EFECTOS SOBRE EL RIESGO DE INSOLVENCIA DE LA ACTUACIÓN DE LOS STAKEHOLDERS. De esta serie de argumentos, puede extraerse que, el nivel de dependencia de la empresa respecto de los stakeholders, puede incidir en su poder de decisión y actuación ante cambios imprevisibles, haciéndola más vulnerable a situaciones de riesgo. No obstante, no todos los grupos de interés tienen la misma influencia sobre el riesgo de insolvencia de la empresa. En esta línea de pensamiento, se sitúa la clasificación que Clarkson (1995) realiza, distinguiendo entre stakeholders “primarios” y “secundarios”, según su capacidad de influencia sobre las posibilidades de supervivencia de la empresa fracasada. A estos efectos, define, como “Stakeholders Primarios”, a las personas o grupos sin cuya incesante participación, la empresa no puede continuar su actividad (accionistas e inversores, empleados, clientes, proveedores y la sociedad en general); y como “Stakeholders Secundarios”, a aquellos individuos o grupos que pueden incidir en la política o programas que desarrolla la empresa, o en las expectativas y necesidades de los stakeholders primarios, pero no son esenciales para su supervivencia (entidades financieras, auditores, etc). Asimismo, Guerras y Navas (2007) hablan de stakeholders “internos” y “externos” en función de su posición respecto de la propia empresa. Figura 2. Principales stakeholders en la empresa Stakeholders externos Stakeholders internos Accionistas Trabajadores Directivos Fuente: Guerras y Navas (2007), con algunos términos diferentes. Desde esta perspectiva, y en contextos de crisis, si los “stakeholders internos” (accionistas, directivos y empleados) entran en conflicto, el nivel de deterioro de la empresa aumentará, y si los “stakeholders externos” (proveedores, clientes, acreedores financieros) suspenden su apoyo a la empresa, ésta desaparecerá. En otras palabras, a mayor crisis mayor tensión en la estructura organizacional de la empresa (Bacharach, 2001; Sutton y D´aunno, 2001) 1 . En este sentido, trabajos previos han revelado que, la aparición de conflicto de intereses entre las partes implicadas en situaciones de crisis empresarial, contribuye a la formación de coaliciones entre los diferentes stakeholders, provocando que los acuerdos adoptados en estos contextos sólo satisfagan a una parte, y no a todos ellos como un único conjunto (Gilson, John y Lang, 1990; Indro, Learch y Lee 1999; Andrade y Kaplan, 1998; Chatterjee, Dhillon y Ramírez, 1996; y López y Torre, 2002). Así pues, cuando los diferentes stakeholders entran en conflicto, el nivel de deterioro de la empresa aumentará, puesto que éstos pueden suspender su apoyo a la misma (Flint, 2008) y actuar en interés propio. A título de ejemplo, sirvan los escenarios en los que, mientras la empresa incurría en una situación de quiebra técnica, los directivos inflaban artificialmente los beneficios a fin de elevar sus retribuciones (Ingley y Walt, 2005), detrayendo así riqueza al resto de stakeholders. Ooghe y Prijcker (2008) convienen que, en los procesos de fracaso empresarial, la reacción de proveedores, accionistas e instituciones crediticias tienden a declinar su cooperación con la empresa, lo que acelera las dificultades para evadir el citado proceso de fracaso. Por tanto, puede decirse que la viabilidad de una empresa estará condicionada, en gran medida, por su dependencia de clientes, proveedores, acreedores, empleados, directivos e inversores, stakeholders que mantienen criterios diferentes, al decidir el destino de la misma. Tabla 1: Estudios sobre costes de agencia y conflicto de intereses en situaciones de crisis empresarial. Stakeholders Clientes Factores indicativos de actuaciones ante conflictos de intereses Reducción de ventas Cantidad de crédito a clientes 1 Tomado de: Flint (2008, p. 21). Estudios Baxter (1967); Jensen y Meckling (1976); Altman (1984); Titman (1984); Weiss (1990); Opler y Titman (1994); Chen, Cheving y Merville (1997); Branch (2002). Tomás, Amat y Esteve (2002) Calidad del crédito a clientes Proveedores Deterioro de la relación con proveedores Otros Acreedores (Entidades financieras) Racionamiento del crédito Empleados Costes laborales Van Hemmen (2000); Tomás, Amat y Esteve (2002) Miller (1977); Bowen, Daley y Huber (1982); Weiss (1990); Chatterjee, Dhillon y Ramírez (1996); Van Hemmen (2000) Miller (1962); Altman (1984); Bradley, Jarrel y Kim (1984); Myers y Majluf (1984); Moreno Luzón (1985). Jensen y Merckling (1976); Kim (1978); Scherr (1983); Weiss (1990); Padilla y Requejo (1996 y 2000). Fuente: Elaboración propia a partir de López, C. (2005). Desde el punto de vista doctrinal, la teoría de la agencia pone de manifiesto la existencia de costes indirectos derivados de los procesos de fracaso empresarial, entendidos como los costes de oportunidad dimanantes de la anticipación efectuada por los stakeholders, al considerar el perjuicio que pueden sufrir como consecuencia de las decisiones adoptadas por el resto. En situaciones de crisis empresarial, algunos de los stakeholders pueden anticipar el deterioro de la empresa, actuando a la defensiva de sus intereses, con un endurecimiento de las condiciones en sus relaciones (p.e.: incremento de tipos de interés de los prestamistas, exigencia de pagos adelantados por parte de los proveedores, búsqueda de nuevos proveedores por parte de los clientes). De este modo, cuando los stakeholders son conscientes de las dificultades de la empresa, la falta de legitimidad y la desconfianza pueden acelerar el proceso de fracaso empresarial (Kale and Arditi, 1998). Entre los costes indirectos posibles de generar el proceso de fracaso empresarial, la literatura precedente recoge los siguientes: - Costes indirectos derivados de la relación con clientes. - Costes indirectos derivados de la relación con proveedores. - Costes indirectos derivados de la relación con proveedores de financiación ajena. - Costes indirectos derivados de la relación con empleados. - Costes indirectos derivados de la relación con inversores o propietarios. Esto nos conduce a desarrollar de manera mas detallada cada uno de estos aspectos y su relación con las probabilidades de insolvencia de la empresa. 2.1. Clientes e insolvencia empresarial. Las situaciones de insolvencia afectan a la imagen de la empresa y, por tanto, a la percepción que los clientes actuales pudieran detentar de ella. En efecto, ante la percepción de potenciales problemas operativos, especialmente en productos que requieran un servicio post-venta o cuyo suministro se realice a través de sistemas de cobro anticipado, los clientes optarán por empresas alternativas para satisfacer sus necesidades (Altman, 1984; Weiss, 1990). Por diversos motivos, es probable que los clientes muestren un comportamiento menos cooperativo, que se traduzca en una reducción de la cifra de negocios de la empresa (Opler y Titman, 1994), revelándose como uno de los costes de oportunidad asociados a procesos de insolvencia empresarial. Otro aspecto importante, en relación con los clientes, y a efectos de determinar su incidencia en el riesgo de insolvencia de una empresa, es la cantidad y calidad del crédito, configurándose estos aspectos como el riesgo de impago de los clientes (Tomás, Amat y Esteve, 2002). En efecto, no puede obviarse que un mayor crédito a clientes supone a su vez la asunción, por parte de la empresa, de un mayor riesgo de crédito, puesto que los problemas de insolvencia de aquéllos pueden agravar la propia situación de ésta, más aún si el volumen de crédito concedido es elevado. Van Hemmen (2000) sostiene que la existencia de grandes proporciones de créditos incobrables favorece la liquidación de la empresa, sustentándolo en tres motivos: a) la mala gestión de la cartera de clientes de la empresa; b) el hecho de que se trate de crisis económicas que afecten también a los clientes de la empresa; y, c) que las expectativas de desaparición de la empresa motiven a los clientes a no efectuar sus pagos. Así pues, la dependencia de clientes puede ser un factor clave en la contribución al agravamiento de las dificultades de insolvencia de las empresas en crisis. En consecuencia, se plantea que la suspensión del apoyo de clientes (p.e.: reducción de las ventas o del precio dispuestos a pagar, mayores créditos concedidos o una peor calidad de éstos), esté asociado con mayores niveles de insolvencia de la empresa. H1: Una reducción del nivel de ventas por debajo de la media del sector incrementa el riesgo de insolvencia de la empresa (suspensión del apoyo de clientes). H2: Un mayor volumen de clientes sobre ventas en relación con la media del sector incrementa el riesgo de insolvencia de la empresa (cantidad de crédito a clientes). H3: Un mayor riesgo con clientes incide en un mayor riesgo de insolvencia de la empresa (calidad del crédito a clientes). 2.2. Proveedores e insolvencia empresarial. El riesgo de insolvencia de la empresa dependerá fundamentalmente de la exigibilidad de la deuda y de las posibilidades de negociación con los proveedores, siendo estos aspectos, a su vez, dependientes de la forma de pago y del volumen de la misma. Miller (1977) y Bowen, Daley y Huber (1982) sostienen que los proveedores tenderán a mostrar un comportamiento menos cooperativo, cuando la empresa manifieste signos de dificultad financiera e, incluso, exigirán el pago adelantado para la realización del suministro habitual. Por tanto, los proveedores pueden contribuir a la generación de conflictos operativos, y financieros, en el funcionamiento de la fase de aprovisionamiento de la empresa (Miller, 1977). Asimismo, Chatterjee, Dhillon y Ramírez (1996) manifiestan que, éste grupo de acreedores, es con el que resulta más difícil establecer negociaciones, pudiendo incidir negativamente en las posibilidades de reestructuración empresarial. Van Hemmen (2000) atribuye esta cuestión, al menor conocimiento que los proveedores detentan de la empresa en relación con otros stakeholders, como empleados y entidades financieras. En cualquier caso, es importante determinar el grado de dependencia de los proveedores, dado que el riesgo asumido, por la empresa respecto a éstos, está relacionado con la capacidad de negociación con ellos. Este autor se aproxima al problema, partiendo de la información contenida en las cuentas abreviadas y utilizando, como magnitud representativa del peso de proveedores, los consumos de explotación. En este sentido, se prevé que, mayores consumos de explotación, incrementarán el riesgo de insolvencia de la empresa, al ser este aspecto indicativo de un menor poder de negociación de la misma frente a los proveedores. H4: Mayores consumos de materiales implican una superior dependencia de proveedores y, en consecuencia, un incremento en el riesgo de insolvencia de la empresa (deterioro de la relación con proveedores). 2.3. Acreedores financieros e insolvencia empresarial. Los problemas de insolvencia dificultan, con frecuencia, el acceso a nueva financiación externa e, incluso, soportando un mayor coste financiero (Moreno, 1985). Esto se presenta como un aspecto perjudicial para la supervivencia de la empresa insolvente, ya que no será capaz de obtener liquidez suficiente para hacer frente al pago de las obligaciones contraídas (Miller, 1962; Altman 1984). La mayor parte de la financiación ajena obtenida por las empresas españolas procede de las entidades financieras, no existiendo unanimidad de criterio en la literatura precedente respecto a su efecto sobre la insolvencia empresarial. Así pues, mientras autores, como Diamond (1993) y Gestner y Scharfestein (1991), argumentan que, la prioridad en el cobro que suelen gozar este tipo de acreedores, reduce sus incentivos para llegar a acuerdos, suponiendo, la realización de éstos, una transferencia de riqueza al resto de acreedores; otros, como Indro, Leach y Lee (1999), James (1995), Berlin, John y Saunders (1996), Gilson, John y Lang (1990) o Van Hemmen (2000) manifiestan que los acreedores financieros disponen de mayor nivel de información en relación al deudor, lo que facilita la reestructuración y propicia la participación del resto de acreedores en la negociación, reduciendo los problemas de asimetría de dicha información. En este sentido, si el acreedor bancario participa en la negociación para llegar a un acuerdo, los demás seguirán sus actuaciones. Por su parte, autores como Rajan (1992) opinan que la deuda bancaria también puede originar costes para la empresa en caso de necesidad de fondos adicionales. Ante estas circunstancias, la entidad financiera puede amenazar con no renovar el préstamo o solicitar el pago de un mayor interés, apropiándose de parte de la riqueza generada por las inversiones empresariales. Por otro lado, esta amenaza puede trascender al resto de acreedores e influir en el apoyo que pudieran brindar a la empresa. Sin embargo, otros autores señalan que este aspecto generará desventajas, derivadas de la barrera de salida o el riesgo de contagio (Cuervo 1991, Canals, 1996), de modo que las entidades financieras pueden apoyar a empresas no viables económicamente por el simple hecho de no perder el capital invertido, transmitiendo una percepción errónea al resto de stakeholders. Así pues, de los argumentos expresados, y desde la óptica del conflicto de intereses, se deduce una relación positiva entre la financiación bancaria (préstamos) y las posibilidades de supervivencia empresarial, puesto que ésta reduce las asimetrías de información entre la empresa y el resto de stakeholders. Por el contrario, si prima el efecto proveniente de las barreras de salida y el riesgo moral, la relación entre la financiación bancaria y la supervivencia de la empresa se mostrará negativa. Teniendo en cuenta la información disponible en las PYMES, cuyo formato de cuentas anuales abreviado no contiene explícitamente datos relativos a la financiación bancaria, Van Hemmen (2000) realiza una aproximación a este problema desde la perspectiva del peso de los gastos financieros corrientes sobre los recursos generados. Así pues, argumenta que la reducción de gastos financieros en empresas que acaban sufriendo procesos de liquidación podría ser “reflejo y consecuencia del escaso crédito concedido por los bancos en las etapas anteriores a la entrada en el sistema concursal”. Siguiendo esta orientación, se prevé que las empresas insolventes experimenten una disminución de los gastos financieros sobre los recursos generados como consecuencia de la suspensión del apoyo de las entidades financieras a ésta, planteando las hipótesis siguientes. H5: Mayores gastos financieros sobre los recursos generados son indicativos de la percepción de un superior riesgo de insolvencia por parte de las entidades financieras que exigen un incremento de la retribución por los recursos prestados (Mayor coste financiero). H6: Una reducción de los gastos financieros sobre los recursos generados es indicativa de una suspensión del apoyo de las entidades financieras y en consecuencia, incrementa el riesgo de insolvencia (Suspensión del apoyo de entidades financieras) . 2.4. Empleados e insolvencia empresarial. Cuando las empresas experimentan situaciones adversas, éstas articulan estrategias orientadas a mitigar los problemas a los que se encuentra sometida, como, por ejemplo, la renegociación de los contratos con los empleados, en un intento por obtener concesiones temporales que palien los problemas de insolvencia en que éstas pudieran incurrir (Kane, Velury and Ruf, 2005). A este respecto, Padilla y Requejo (2000) y Van Hemmen (2000) sostienen que existe una relación directa entre el tamaño de la plantilla y el riesgo de insolvencia. Conforme a esta hipótesis, se supone que, mayores gastos salariales sobre el total de ingresos de explotación, implican un mayor peso de la plantilla en la empresa, disminuyendo las probabilidades de reestructuración empresarial. En concreto, cabría plantear que una mayor dependencia de los empleados causa un mayor riesgo de insolvencia empresarial. Algunos autores proponen dos posibles explicaciones a esta relación: 1) los empleados con habilidades abandonarán la empresa en crisis, dificultando la reestructuración (D’Aveni, 1989; Weiss, 1990; Baker III y Mone, 1994;); y, 2) una mayor plantilla y de mayor antigüedad dificultará la reestructuración empresarial, puesto que originaría más costes de redimensionamiento laboral (Tomás, Amat y Esteve, 2002). Estos argumentos nos llevan a plantear la hipótesis número 7: H7: Una mayor dependencia de empleados genera una superior probabilidad de liquidación de la empresa y, en consecuencia, un incremento del riesgo de insolvencia. 2.5. Inversores o propietarios e insolvencia empresarial. Los accionistas también juegan un papel importante en el proceso de insolvencia, ya que pueden detraer riqueza a los acreedores, a través del desarrollo de determinadas acciones, como: a) la aceptación de proyectos no rentables o con valor actual neto negativo de elevado riesgo (problemas de sobreinversión), habida cuenta que el resultado de los mismos será transferido a los acreedores; b) el rechazo de proyectos rentables cuando no incrementan el riesgo de la empresa, dado que sus beneficios irían destinados a los acreedores (problemas de subinversión); y, c) el pago de dividendos derivados de la contratación y adquisición de nueva deuda o la liquidación de activos (Franks, 1996 y Fernández, 2000). En este sentido, la dependencia de los accionistas incrementaría el riesgo de insolvencia y reduciría las probabilidades de reestructuración empresarial. Desde la perspectiva de los costes de agencia, los accionistas están bien informados acerca de los problemas por los que atraviesa la empresa y es difícil mantener relaciones estables con los mismos. La falta de legitimidad externa (Kale and Arditi,1998) y la desconfianza de los accionistas puede acelerar el proceso de fracaso (Tomado de Ooghe y De Prijcker 2008). En este sentido se platea la última de las hipótesis: H8: Una mayor dependencia de inversores o propietarios está asociada a un superior riesgo de insolvencia de la empresa. En definitiva, los hechos y circunstancias experimentadas recientemente han suscitado un gran interés en la determinación de cuáles son las características de la estructura de relaciones de dependencia entre los diferentes stakeholders y la empresa, y su influencia en las probabilidades de insolvencia de la misma. Y, tratando de contribuir a este debate, en este trabajo se trata de contrastar las hipótesis que se han enunciado previamente. 3. METODOLOGÍA. En este orden de ideas, en esta parte del trabajo se trata de probar si las variables obtenidas de los estados contables, y representativos de la dependencia mutua entre la empresa y los Stakeholders, resultan significativas en la explicación del riesgo de insolvencia y determinar cuál es el sentido de dicha relación. Para contrastar las hipótesis planteadas, se ha tomado una muestra de 112 PYMES de Castilla-La Mancha, que, considerando los datos contenidos en la base de datos SABI y en las estadísticas de la Dirección General de Política de la Pequeña y Mediana Empresa de esta Comunidad Autónoma, representan una proporción adecuada de los sectores económicos presentes en la misma. Tabla 2. Representatividad sectorial de la muestra para el contexto geográfico de Castilla-La Mancha. PYME de Castilla-La Mancha Número total de empresas Muestra SABI Dirección General de política de la PYME Agricultura N % Industria N % Construcción N % Comercio N % Servicios N % 112 4 3,57% 30 26,79% 30 26,79% 24 21,43% 24 21,43% 26.840 1.295 4,82% 11.653 43,42% 2.208 8,23% 6.334 23,60% 5.350 19,93% 13.901 10,09% 28.333 20,57% 35.738 25,94% 59.779 43,40% 137.751 Fuente: Elaboración Propia. Los datos económico-financieros se han obtenido de la base de datos SABI para el período 2005-2007, al objeto de considerar un periodo amplio. Así pues, y partiendo de las hipótesis planteadas, se proporcionan una serie de análisis univariantes que tratan de aproximar las relaciones entre las variables representativas del comportamiento de los stakeholders y el riesgo de insolvencia de la empresa, entendido como la probabilidad de ser liquidada. Inicialmente, también se ha identificado el concepto de fracaso empresarial a utilizar para evidenciar la influencia de la dependencia de los stakeholders en el riesgo de insolvencia de la empresa. En general, la definición utilizada por los investigadores ha dependido de la naturaleza de los datos disponibles (Watson y Everett, 1996), y aunque en la literatura precedente existe un amplio catálogo sobre la definición y delimitación de este concepto, no existe una posición clara sobre qué situación de la empresa se debe considerar como fracaso. En nuestro caso particular, se considera como subrogado el fracaso legal, consagrado previamente, entre otros, en los estudios de Lopucki (1983); Hong (1983); Casey, et al. (1986); Campbell (1983, 1996), Van Hemmen (1998); Abad, et al. (2004); Pastena y Ruland (1986); y, Barniv et al. (1997), dado que la objetividad de este criterio y su amplia utilización nos permitirá compararlo con otros estudios y extender las conclusiones a muestras diferentes a las de estimación. Respecto a este criterio, se han tomado las empresas que, a lo largo del año 2008, se han visto envueltas en alguna de las circunstancias siguientes: concurso de acreedores, extinción o disolución 2 , a fin de recoger procesos que conducen a la liquidación, ya sea a través de un proceso judicial o privado. Seleccionada la muestra de empresas fracasadas, se ha optado por emparejarla con una de empresas sanas (activas), a fin de realizar posteriores contrastes que permitieran discernir los comportamientos de empresas fracasadas y no fracasadas en los años previos al fracaso. Siguiendo trabajos precedentes, los criterios seleccionados de emparejamiento han sido el tamaño de la empresa, medido por el activo total, el sector y 2 Concurso de acreedores: Regulado por la ley 22/2003 de 9 de julio que trata de solucionar los problemas de insolvencia a través de un proceso judicial que reúna las garantías suficientes para proteger a todas las partes implicadas en dicho proceso. En este sentido puede derivar en el inicio de un procedimiento tendente a lograr un convenio entre la empresa y sus acreedores para satisfacer los pagos pendientes o en liquidación de la sociedad insolvente. Disolución: Es el proceso que persigue la desvinculación de los socios de la sociedad, y en determinados casos, utiliza el proceso de liquidación del patrimonio dando lugar posteriormente a la extinción de la personalidad jurídica de la sociedad. el número de empleados. A este fin, se ha obtenido una muestra total de 224 PYMES 3 castellano-manchegas. Respecto a la restricción del estudio, centrado en las PYMES, se justifica porque se trata de las organizaciones empresariales más habituales en el territorio castellanomanchego y, en consecuencia, las conclusiones del estudio pueden resultar de gran utilidad en este contexto 4 . En cualquier caso, ha de manifestarse que las conclusiones, que pudieran derivarse de los análisis realizados, se ajustarán a las particularidades propias de este tipo de empresas. Para el análisis descriptivo de los comportamientos de los stakeholders, se han tomado los datos de los tres años anteriores al fracaso, concretamente el período que abarca los años 2005, 2006 y 2007, práctica que se ha utilizado ampliamente en el ámbito del análisis empírico del fracaso empresarial. En relación a la definición y presentación de las variables utilizadas, para medir la dependencia de la empresa respecto a los diferentes stakeholders, se han tomado las que se definen en la tabla 3. Tabla 3. Variables cuantitativas explicativas. RATIOS RELACIONADOS CON EL PODER DE LOS DIFERENTES AGENTES ECONOMÍCOS EN EL PROCESO DE NEGOCIACIÓN Tasa de variación de los ingresos de Tasa de variación de los ingresos de explotación en relación a la variación media Suspensión del explotación de la empresa/ Tasa de variación C1 del sector. (Ingresos de explotación n – apoyo de clientes media de los ingresos de explotación del ingresos de explotación n-1) (Altman, 1984) sector al que pertenece la empresa. (Volumen de clientes/Ingresos de Clientes Cantidad de explotación)/ media del sector del ratio C2 Dependencia de clientes crédito a clientes (Volumen de clientes/Ingresos de explotación) Importancia de los clientes de dudoso cobro Variación de provisiones por operaciones de Calidad del tráfico y pérdidas de créditos incobrables/ C3 sobre los ingresos de explotación (Van crédito a clientes Hemmen, 2000) Ingresos de Explotación Importancia de los proveedores comerciales Consumos de materiales/ Ingresos de Proveedores P1 en la empresa (Van Hemmen, 2000). Explotación Otros acreedores (Entidades financieras) Gastos financieros / Recursos generados Peso de los gastos financieros sobre los A1 recursos generados o cash flow (Van Hemmen, 2000). Empleados Gastos de personal / Ingresos de Explotación E1 Inversores o propietarios Fondos propios / Pasivo total I1 Peso del personal en la empresa (Van Hemmen, 2000) Importancia de los accionistas en relación a los acreedores externos (Van Hemmen, 2000) Fuente: Elaboración propia a partir de Van Hemmen (2000) 3 Se han considerado como PYMES aquellas que presenta cuentas abreviadas a fin de contar con formatos homogéneos respecto a la presentación de los estados contables que permitan calcular las variables objeto de estudio en la segunda parte de este trabajo. 4 Un análisis detallado de la importancia y evolución de la PYME en Castilla-La Mancha puede verse en la página de la Dirección General de Política de la Pequeña y Mediana Empresa. Dependencia de clientes: La dependencia de clientes se ha medido a través de tres variables: 1) La tasa de variación de los ingresos de explotación en relación a la de variación media del sector (Altman, 1984); 2) cuantía del crédito a clientes en relación con la media del sector; 3) calidad del crédito a clientes (Van Hemmen, 2000). Las medias sectoriales se han calculado a partir de los datos disponibles en la base de datos SABI para una agrupación de dos dígitos, según la clasificación nacional de actividades económicas (CNAE) de 1993. Dependencia de proveedores: Este factor se ha medido en virtud de la relación entre los consumos de aprovisionamientos efectuados en el periodo y los ingresos de explotación expedidos, siguiendo a autores como Van Hemmen (2000). Dependencia de acreedores financieros: El peso de otros acreedores financieros en la financiación de la empresa, se ha medido a través de la participación de los gastos financieros respecto a los recursos generados (Van Hemmen, 2000). Esta variable constituye una aproximación a la reacción de las entidades financieras ante el riesgo de insolvencia, puesto que, en el modelo de balance abreviado, no es posible obtener información relativa al detalle de la financiación bancaria frente al resto de otras fuentes financieras. Dependencia de empleados: Representada por el ratio gastos de personal sobre ingresos de explotación (Van Hemmen, 2000). Dependencia de inversores o propietarios: Medida por el peso del patrimonio neto en el total de la estructura financiera de la empresa. 4. RESULTADOS. Los resultados del análisis univariante, desarrollado sobre las variables consideradas, se muestran en la tabla 4. Tabla 4. Resultados del análisis univariante de las variables. Media No fracasadas Desv. Mínimo típ. Máximo Media Fracasadas Desv. Mínimo típ. Máximo Contrastes de Sig. Prueba U-Mann T Whitney C1 2007 0,338 1,510 -6,630 7,670 -0,168 1,179 -4,710 3,000 0,006 ,009 2006 0,269 0,866 -1,540 4,350 0,679 6,517 -3,470 67,340 0,511 ,067 2005 1,133 4,622 -4,660 31,860 1,027 7,195 -6,110 71,670 0,896 ,591 Prueba T (2007-2005) 0,077 0,064 Wilcoxon (2007-2005) 0,523 0,002 C2 Clientes 2007 1,266 5,583 0,000 54,286 2,676 10,168 0,000 87,307 0,200 0,334 2006 0,612 1,524 0,000 14,998 1,060 2,280 0,000 13,583 0,085 0,095 2005 0,699 1,707 0,000 15,404 1,209 3,078 0,000 22,177 0,126 0,021 Prueba T (2007-2005) 0,135 0,294 Wilcoxon (2007-2005) 0,376 0,174 C3 2007 0,068 0,240 0,000 1,000 0,038 0,075 0,001 0,251 0,485 0,937 2006 0,010 0,008 0,000 0,028 0,007 0,010 0,000 0,030 0,824 0,767 2005 0,012 0,015 0,001 0,053 0,006 0,008 0,000 0,029 0,336 0,089 Prueba T (2007-2005) 0,415 0,217 Wilcoxon (2007-2005) 0,884 0,104 P1 Proveedores 2007 0,889 5,206 0,000 53,971 1,739 7,376 0,000 53,971 0,320 0,391 2006 0,372 1,085 0,000 9,957 0,644 2,446 0,000 24,756 0,283 0,114 2005 0,296 0,649 0,000 4,456 0,728 2,832 0,000 25,060 0,117 0,063 Prueba T (2007-2005) 0,101 0,227 Wilcoxon (2007-2005) 0,626 0,408 A1 Acreedores Financieros 2007 1,622 7,269 -2,286 59,516 -,109 4,201 -24,176 11,407 0,030 0,010 2006 0,378 1,040 -1,774 7,263 0,723 1,910 -0,956 16,518 0,095 0,553 2005 Prueba T (2007-2005) 0,235 0,901 -6,058 3,752 0,697 2,404 -1,786 18,618 0,058 0,524 Wilcoxon (2007-2005) 0,087 0,043 0,866 0,019 E1 2007 0,260 0,208 0,000 0,890 0,278 0,252 0,000 1,097 0,566 0,992 2006 0,281 0,213 0,000 0,875 0,289 0,252 0,000 1,020 0,815 0,757 2005 Prueba T (2007-2005) 0,286 0,225 0,000 1,066 0,339 0,525 0,000 5,146 0,327 0,959 Empleados Wilcoxon (2007-2005) 0,204 0,076 0,303 0,147 I1 Inversores o propietarios 2007 0,050 1,810 -18,189 1,000 0,253 0,553 -1,789 1,000 0,258 0,567 2006 0,016 1,836 -18,612 0,995 0,259 0,443 -1,847 1,000 0,174 0,264 2005 0,009 1,653 -16,695 0,995 0,224 0,470 -2,263 1,000 0,186 0,270 Prueba T (2007-2005) 0,350 0,164 Wilcoxon (2007-2005) 0,075 0,000 Fuente: Elaboración Propia. En cuanto a la dependencia de clientes, los datos muestras un comportamiento diferenciado respecto a las empresas fracasadas y no fracasadas, para los diferentes años considerados. Para el año 2006, es decir, dos años antes del fracaso empresarial, las empresas fracasadas incrementan sus niveles de ingresos de explotación por encima de la media del sector, probablemente, en un intento por mejorar sus cuotas de mercado y sus flujos de liquidez. De acuerdo con los desarrollos teóricos previos, en esta circunstancia los clientes adquieren la fuerza necesaria para forzar a una bajada de precios, lo que incidirá negativamente en el riesgo de insolvencia de la empresa (efecto presión de clientes) que puede llegar a realizar ventas por debajo del precio de coste. Para el año 2007, sin embargo, la proximidad del fracaso, y la percepción sobre un agravamiento de la situación de la empresa, evidencia el “efecto suspensión del apoyo de los clientes”, dado que, mientras las empresas activas venden por encima de la media del sector, las fracasadas experimentan un descenso significativo en el nivel de ventas. Así pues, los clientes perciben un riesgo en el suministro de los productos o servicios y deciden cambiar de suministrador, suspendiendo el apoyo a las empresas en situación de dificultad. Gráfico 1: Evolución de las tasas de variación de los ingresos de explotación en relación a la media del sector (C1) 1,2 1 0,8 0,6 0,4 0,2 0 2005 2006 2007 -0,2 -0,4 Activas Fracasadas En relación con la segunda de las variables seleccionadas, la cuantía del crédito a clientes, se evidencia, en todo momento, la primacía de las empresas fracasadas en el volumen de crédito concedido a sus compradores, respecto a la media del sector, lo que supone, a su vez, que están asumiendo un mayor riesgo respecto a la propia insolvencia de éstos. Gráfico 2: Volumen de crédito a clientes sobre la media del sector (C2) 3,0000 2,5000 2,0000 1,5000 1,0000 ,5000 ,0000 2005 2006 Activa 2007 Fracasada Aunque cabría esperar que los resultados anteriores derivarán en una mayor constitución de provisiones por parte de las empresas fracasadas, los resultados obtenidos evidencian el comportamiento opuesto, revelando la escasa previsión realizada de créditos insolventes por las empresas fracasadas, pese a que, como se expuso, éstas conceden mayor volumen de crédito y, en principio, se encontrarían sometidas a un mayor riesgo de insolvencia de sus clientes. Gráfico 3: Variación de provisiones por operaciones de tráfico y pérdidas de créditos incobrables sobre ingresos de explotación (C3). ,0800 ,0700 ,0600 ,0500 ,0400 ,0300 ,0200 ,0100 ,0000 2005 2006 Activa 2007 Fracasada Estos resultados confirman las hipótesis 1 y 2 sobre la dependencia de los clientes en el riesgo de insolvencia de la empresa, y hacen rechazar la hipótesis 3, constatando que la magnitud seleccionada no es eficiente para medir la calidad del crédito a clientes, puesto que las empresas fracasadas constituyen provisiones en menor medida, pudiendo venir motivado por la intención de no empeorar sus resultados de explotación a través del reconocimiento de pérdidas previsibles o por una peor gestión de la cartera de clientes (Van Hemmen, 2000). Respecto al comportamiento de los proveedores, los resultados vienen a confirmar la hipótesis 4. En este sentido, las empresas fracasadas presentan una gran dependencia de los proveedores, ya que los gastos por aprovisionamiento suponen una mayor proporción respecto a los ingresos de explotación. Gráfico 4: Aprovisionamientos sobre ingresos de explotación (P1). 2,0000 1,8000 1,6000 1,4000 1,2000 1,0000 ,8000 ,6000 ,4000 ,2000 ,0000 2005 2006 Activa 2007 Fracasada En línea con lo manifestado teóricamente, esta situación dificultaría la realización de negociaciones futuras para la recuperación de la empresa, como consecuencia de las asimetrías de información percibidas por estos acreedores frente al resto de stakeholders. En consecuencia, podría decirse que, el apoyo de los proveedores para iniciar procesos de reestructuración, depende de su volumen y capacidad de negociación. Asimismo, cabe comentar, de la gráfica anterior, que se están realizando ventas por debajo de costes justamente un año antes de declarar la situación de insolvencia, quizá en un intento de captar liquidez para atender algunas de sus necesidades financieras. En referencia a la dependencia de otros acreedores o entidades financieras, los datos revelan un doble efecto, en consonancia con las hipótesis planteadas. Por un lado, en los años 2005 y 2006, las empresas insolventes soportan mayores gastos financieros sobre recurso generados, pudiendo venir dado por la percepción de riesgo que poseen las entidades financieras sobre la empresa, exigiendo una mayor retribución sobre el capital prestado (mayor coste financiero). Estos resultados vienen a confirmar la hipótesis 5. Durante el ejercicio 2007, el peso de los gastos financieros es menor, lo que podría indicar un abandono o suspensión del apoyo de los acreedores financieros a las empresas insolventes ante el empeoramiento de las expectativas relativas a su recuperación (Suspensión del apoyo de las entidades financieras). En este sentido, las entidades financieras podrían negarse a renovarán los préstamos o conceder nueva financiación para superar los problemas de insolvencia. Estos resultados son consistentes con los obtenidos por Van Hemmen (2000) en relación a las posibilidades de reestructuración empresarial. Gráfico 5: Gastos financieros / Recursos generados (A1). 1,8000 1,6000 1,4000 1,2000 1,0000 ,8000 ,6000 ,4000 ,2000 ,0000 -,2000 2005 2006 Activa 2007 Fracasada Respecto al comportamiento de los empleados, se confirma la hipótesis planteada, puesto que los resultados evidencian que las empresas fracasadas soportan más gastos de personal respecto a los ingresos de explotación. No obstante, no se evidencia diferencias significativas entre ambos tipos de empresas, probablemente porque este estudio se ha restringido a PYMES en las que, habitualmente, el peso de la fuerza laboral no suele ser elevado. Gráfico 6: Gastos de personal sobre ingresos de explotación (E1). ,4000 ,3500 ,3000 ,2500 ,2000 ,1500 ,1000 ,0500 ,0000 2005 2006 Activa 2007 Fracasada En último lugar, respecto al comportamiento de los inversores, se evidencia que las empresas, cuya participación de los propietarios en la financiación es mayor, disponen de un superior riesgo de insolvencia, viniendo a corroborar la hipótesis H8, que plantea la posible extracción de riqueza por los propietarios, frente al resto de stakeholders, ante situaciones de crisis. Gráfico 7: Fondos propios sobre pasivo total (I1). ,3000 ,2500 ,2000 ,1500 ,1000 ,0500 ,0000 2005 2006 Activa 2007 Fracasada 5. CONCLUSIONES. Los resultados de este estudio contribuyen al debate sobre la participación de los diferentes stakeholders en el incremento del riesgo de insolvencia de la empresa, resultando especialmente útil para juzgar las decisiones estratégicas a llevar a cabo, con la pretensión de que, las empresas que sufren procesos de crisis empresarial, controlen la posible incidencia de los agentes relacionados con la misma en su propio riesgo. El objetivo de este estudio ha sido el de corroborar, a través del funcionamiento de determinados ratios contables, la posible incidencia del comportamiento de los diferentes stakeholders en el riesgo de insolvencia de un grupo de 112 PYMES castellano-manchegas, que se encontraban inmersas en un proceso de fracaso a lo largo del año 2008. Los resultados obtenidos de un análisis univariante, a lo largo del período 2005-2007, confirman las hipótesis que se habían planteado sobre la base de estudios teóricos previos vinculados con la teoría de los stakeholders y, más concretamente, con los costes indirectos sufridos por los distintos stakeholders en procesos de insolvencia empresarial. En este sentido, cabe manifestar que la dependencia de los diferentes stakeholders puede hacer más vulnerable a la empresa, ante situaciones de riesgo de insolvencia, dado que, cada uno de ellos, presionará en post de sus propios intereses. Un análisis sintético de los factores representativos de la incidencia de los stakeholders en el riesgo de insolvencia de las empresas en crisis se ha sintetizado en la figura 3. Figura 3: Factores representativos de la incidencia de los stakeholders en el riesgo de insolvencia de empresas en crisis. ACREEDORES FINANCIEROS CLIENTES Presión vía precios Disminución del nivel de ventas Reducción de asimetrías de información Incremento de gastos financieros PROVEEDORES Cooperación en negociaciones PYME EN PROCESO DE INSOLVENCIA EN CONTEXTOS DEL FRACASO EMPRESARIAL Cooperación vía reducción de percepciones EMPLEADOS Fuente: Elaboración propia. Influencia en el comportamiento del resto de acreedores (Problemas de información asimétrica) PROPIETARIOS Así pues, entre los factores inter-relacionales, que pueden complicar las situaciones de insolvencia, se encuentran: a) la presión de clientes, a través de una reducción de los precios o del nivel de compras a realizar; b) la escasa predisposición la colaboración de proveedores, entidades financieras o empleados, a través de una reducción en las percepciones recibidas o un incremento del crédito concedido; y, c) la propensión de los propietarios o inversores a extraer riqueza al resto de stakeholders. Por ello, y ante situaciones de crisis económica nacional e internacional, como la actual, muchas empresas pueden encontrar una causa de su fracaso particular en sus relaciones con los stakeholders. En este sentido, es importante la creación de círculos de confianza que comprendan: conjunto de empresas, clientes, proveedores, …, que mantienen políticas comunes y con financiación solvente, que permitan resolver situaciones de dificultad. En concreto, puede significarse que el riesgo de insolvencia de la empresa depende de los stakeholders como elementos clave en el proceso de generación de riqueza de la empresa, siendo de vital importancia para su supervivencia, controlar la dependencia de los mismos, especialmente, en los momentos de crisis económica-financiera. Por tanto, debe fomentarse el suministro de información relacionada con el nivel de dependencia de los stakeholders, en orden a evaluar el riesgo de insolvencia de la empresa y el manejo de las relaciones con éstos. Conforme a esta consideración, se cree conveniente incluir el análisis de las variables que condicionan estos comportamientos y relaciones en los modelos de predicción del fracaso empresarial, y en el análisis de riesgos. En definitiva, este trabajo aporta evidencia en este campo de investigación sobre el riesgo de insolvencia en el contexto del fracaso empresarial, contribuyendo con una visión diferente, al introducir la problemática específica del comportamiento particular de los stakeholders en situaciones de crisis económica-financiera, y abre la puerta al futuro desarrollo de una línea de investigación más extensa que trate de aportar luz sobre este problema. Asimismo, se plantea la necesidad de detectar indicadores que midan los factores que afectan a la percepción, por los diferentes stakeholders, sobre las empresas en crisis y su diferente comportamiento, a fin de que sirvan de apoyo a la toma de decisiones estratégicas en estos contextos. BIBLIOGRAFÍA: Altman, E. 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