RRESPOND AÑO CXXIII.—NUM. 22.852 MADRID.—JUEVES 21 DE OCTUBRE DE 192* EESPAf) VARIAS EDICIONES DIARIAS »'aai COMENTANDO Los directores del obrerismo son los mayores enemigos de los obreros inteligentes y trabajadores Con. el aeitual sistema adoptado por los di.reator'es del obrerismo, semiata toda iniciativa individual, y al equiparar a todos los obreros de un mismo ram^ resoika que lo mi3 no g a n a el obrero .intcÜjíente y trabajador que el torpe y holgazán. Eso de que ganen igual todos los operarios ác •un oficio es sencillamente absurdo y acaso por eso estén atravesando todas las industrias una gravísima crisis qule se traduce en escasez de producción, por falta de estímiulo profesional. Para que todos me entiendan bien, me limitaré a poner un ejemplo relacionado con la industria periodística: nedactores y tipógrafos. •XUa profesión dfe redactor es libre, sin más limitaciones para los sindicados que el sueldo mínimo. Al redactor nadie le limita su trabajo, y por lo tanto su producción. U n o s trabajan miíoho y además d e siu trabajo ordinario escriben crónicas, cuentos, artículos ^ I k i c o s , etc., etc. Es decir, qiue mientras unos se liimiitan a cumplir su obligación, y atiin algunos a hacer como que la oumpiten, otros trabajan muchas horas y producen muOho. jLos unos ganan poco y los otros más. Esto ^ justo, y como hay un estírnulo que es la retribucióai del trabajo, casi todos hacen cuanto pueden por dedicar su actividad a producir mucho i>ara g a n a r miás. Sería absiurdo que el Sindiicato de P e riodistas h-ubiese impu«sito el sueldo ún\oo (Según la clase de trabajo a q u e cada redactor' se dedicase, pues equivalía a matar loda inkiativa, y por eso se limitó a señalar el atdeldo mínimo para impedir en lo posible explotaciones. A nadie se le ocurrió pedir qute Ortega Miuinilla, por ejemplio, ganase igual qwe los denilás articulistas, ni que no pudiese escribir mas qufe determinado número d e artículos. Cito ese ejemplo por sei* luno de los periodistas que más trabajan, ya que a , ^ g i ^ s pgjcíidia ,Su finraa en varios Icos. ¿ C ó n í o ' v á a ^anar lo mismo Ortega Munilla, que trabaja muchas horas y escribe muchos artítíulos, q:u!e otro periodista die su categoría qiue no iquiera trabajar tanto y se limite a escribir tm artículo? Después de todo, ese es el verdadero socialismo : «A cada cual según sus merecimientos y según su trabajo.» •XLia profesión de tipógrafo, eni cambio, h o es libre. Los directores áel obrerismo Io!s clasifican en gíuipos ty dentro dle cada grupo todos son iguales^ j ¡ Ig*ualies 11 ¿Cómo van a ser ig'ualies todos sí hay lihoitipista que se hace i6o límese por hora y otros incapaces de hacer loo? ¿Cómo igusáes, si hay cajista que oomiponei a mano doble número de líneas que o t r o ? ¿Cómo iguales si hay mecánico capaz de arreglar u n a máquina y otros sólo capaces «Je desarreglarla ? ¿ Cómo iguales si b a y ©latinero tqiie ajusta ooho planas bien en el tiempo q u e otro empliea e n ajuistar <>jatrQ m a l ? E s a e s la rtealiidiad tamaña; pero 'Itos directores del obrerismo lo entienden de otro modb y para esllos todos son igualeSj invocjmdo la absurda disdulp a de que si eso hacen es para que trabaje mayor número de «comipoñeros», s.in comprender que con ese sistema están infiriendo grave daño a los intereses de los operarios inUelig«>n'tes con benefioio dJe los iniútües. ¿ N o e s absuirdb que el linotipista <iue compone 8oo líneas vea a su lado a Un compañero que sólo com/pone 400 y qnjtó cobra igiual? ¿ N o es aihsurdo qiue el corrector ilustrado, ocáiociedor de la Graíwártica, d e la Geografía, de la Historia y de ctuarnto es neoesarío pai*» Bter un buen corrector vea que g a n ^ lo müsmo que él Wn (zafio tipógirafó improvisado corrector? ¿ N o es absurdo cfue el ibluien mecánico ¡vea cóíBw cobra el miísmo jbrinial um mal ^Pmiáiz incapaz de ajustar una pieza? ^ "Hte dBdio aiiCTQjM-ie qwe esa icx>nducta es iracompweñsible y a n b he añadidb que 'os operarios .debían comprender que era llegada la botadle rebelaoBe contra eila, i'/úfis equipara a l h<waí>rfi con Ja |náq.uina y le mega cualidades de diferenckcSón, y por lo tantq d e ascenso. Comprendo eí salario míiwmo para evlitar eocpilotaciones^ con Un mínimo de pcoduocíión; pero no ,me cabi9 en. la cabeza qde d otíifero y el patrono no .í>uedla)n pastor a base del exceso de íJirodiución. Así, por fejemipilo, si el mínimo d e produociión e s dle 120 líneas e n la ünotipia, ¿ p o r qué n o (he de poder coiitratar can el buien optóario qna retributáóln ipor las líneas que exaedan. d e 120? ¿Acaso no se llevaría e ^ laperario unas pesetas más a su casa ? ¿ Acaso no garan•üajarí'a ese sistrana um mayoa?-^rendimiett'' toj. ¿Acaeo pe» gstinnuíaría a, IckoReranps =^ para llegar a ocupar las plazas bien retribuidas ? _ Lo que siucede es sencillamente que los directores del obrerismo n o trabajan y vivj&n en el m u n d o de la 'utopía. Como ellos ya no son obreros manuales, les tiene (sin cuidado qiue sus antignios >compañeros se encuentren encerrados en el estriedlo e infranqueable círoulo profesional de su categoría. Siempre recuerdo el caso de <un célebre solador catalán de la Casa Vinardell. Aquel homlbre era uin artislta dlíl solado y colocaba éí solo más "Waldosines que ouatit» o cinco soladores. E n las obras que hacía n o .había uii, baldosín mal colocado y trabajaba sin descanso, llevando a siu casa jornales fantástioos. Ahora j\o .podría haoer lo que hacía y ganaría como los demás. ¿ N o es eso a b surdo ? Será conveniente qu!e reflexionen los obreros y que vuel,van a penisajr como pensaban a n t e s : «A cada oual según s u s merecimientos y según su trabajo.» Sólo así tendrá el obrero estímulo ¡para destacarse del mantón y dejará d)s ser -un núrruero, 'una máquiaía h u m a n a que trabaja a tanto la jornada, sea bueno, malo o mediano. Ahora se han impuesto ilos malos e ijnútiles contra los buenas y útiles. ¡ Y a es hora d e qiue los buenos y útilies recoxbren su categoría! JUAN DE ARAGÓN Muerte del teniente Figueroa El teniente de Ingenieros D. José de Figueroa, hijo de los condes de Romanones, ha muerto en África al frente de las fuerzas que mandaba Los rumores que circularon ayer tarde han tenido desgraciadamente confirmacióa a últimas horas de la madrugada y telegramas par ticalares trajeron a Madrid la triste noticia de que el teniente de Ingenieros D. José Figueroa y Alonso Martínez había fallecido de resultas de la gravísima herida que recibió en la cabeza, operando contra los kabileños de Ajmas. El conde de Romanones Las primeras noticias de la gravísima herida que sufría su hijo las recibió el señor conde de Romanones por el Sr. Dato, que le visitó acompañado por el señor víjscooode de Eza a la una de la tarde. Más tarde, a « o de las tres, volvió a visitarle el Sr. Dato. La impresión fué, como es natural, dolorosísima, y los condes decidieron salir en seguida para África, empezando a hacer los preparativos del viaje. El conde habló a última hora con algunos periodistas, y haciendo un gran esfuerzo de voluntad para aparecer sereno, contó interesantes detalies de la actuación de su hijo en Marruecos."' Entre otras cosas, dijo lo siguiente: —'Pepe salió hace un año de la Puoaáemia, y hace un mes, prestando servicio en el Cuerpo de Aviación de Cuatro Vientos, quiso marchar a Marruecos. Fué destinado como jefe de las tropas encargadas de construir un aeródromo en Laracihe, y como es un militar entusiasta y pundonoroso, aunque a él no se le ocultaba mi estredha amistad con Bereng-uer, que fué ministro de la Guerm de un Gobiemb que yo presidí, y que ful yo el que puso a la firma del Rey su nomibramiento para el cargo que con tanto acierto desempeña, no quiso llevarse una sola carta de recomendación. Su mismo destinó, sin dejar de tener los rie'Sgos propios en una , campaña, era relativamente sedentario, y procurando que yo no me enteraste, pidió hace unos días a sus jefes, e insistió hasta logrado, que se le enviase con las fuerzas de Ingenieros que acompañaban a las columnas de bf>eraciones, para correr iguales o mayores riesgxjs que los demás compañeros. Yo lo he sabido hoy por una carta que me ha enseñado un compañero suyo, y que se ha recibido en 'Madtlid después de la noticia de su grave herida... Eíi) la carta resplandecen todos sus entusiasmos militaires. Refiere un rudo combar te, del que da idea el número de bajas y lais horas de lucha... No lo censuro, no, pbr haberme engañado y por este disgusto tremendo; es hijo mió; en su caso yo hubiera hecho lo mismo... Por lo que se deduce del telegrama, Ptepe •debe de haber sido herido ayer ig, por la mañana, en las avanzadas de su columna, acaso dirigiendo algunas obras de un acampamiento. Se hallaban ya l»s fuerzas a quince kilómetros de Xexauen. Ha debido ser traeladoido al campaníento de Tefer, donde está fechado el telegrama que me ha enviado el barón de Casa-Davaüllos, comandante general de las fuerzas de Ceuta. Esta nodhe roardiaremos mi mujer y mis hijos. Llevo conmigo al doctor GoyanCs y a uno de sus ayudantes... j Dios quiera que llegricmos a tiemipo!... Testimonios de afecto Durante toda la tarde recibieron los condes de Romanones inequívocos testimonib* de afecto de millanes de personas que en .persona o por teléfono se interesaron por la salud del hiendoSus Majestadeis lijs Reyes, la Infanta doña Isabel y los; Infantes, expresaron su seatimiento a los oonides, y el mundo político, el aristocrático, gentes del puebflo, medió Madrid, hizo votos fervientes por la saluxJ del joven teniente de Ingenieros, y confortó a la familia con sus consuelos. Camino de África En: ol expresot de Andalucía! saMerbn pana Córdolxi, donde había preparado un tren csf i e c ^ para, i:cntd|ucir » AÍgedra» a los pondes ¡ de Romanones. Les acompañan sus' hijos los ¡ duques de Pastrana, condes de Velayos, irvarqueses de Vülabrágirna. y D. Agustín Figueroa. Va con ellos el doctor Goyanes. El propósito era ir de Algeoiras a Ceuta en un cañonero, para desde allí dirigirse a Tetuán en tren. En Tetuán tomarían aiutomóviles para ir al campamiento de Tefer, adonde había sido conducido su hijo. La desipedida que se hizo a la familia del señor conde de Romanones fué cariñosísima, y los andenes de la estación de Atocha e.staban llenos de person.as que habían acudido a testimoniar a loa condes su dolor y su afecto. El vizconde de Eza conversó con el conicte para informarle de las órdenes dadas para que todo estuviese dispuesto en Algecíras, Ceuta y Tetuán, con objeto de no» perdier minuto en el viaje. Cuando el vizconde de Eza acababa de informar al conde de Romanones se acercó a saludarle el teniente coronel de Ingenieros Sr. Gallego, ayudante del Rey, en cuy© noro,bre iba, y que convensó txwi el éx Presidente del Consejo hasta momento® antes de ar.nancar el tren. También estaban en la estación las familias del duque de Tovar y conde de Mejorada del Campo, hermanos del conde de Roroanones, y gran número de políticos d!e todas las fracciones, que quisieron testimoniar de esa manera su simpatía a la apenada familia. La noticia de la muerte A últimas horas de la madrugada se recibieron varios telegramas participando que cuando los médicos se disponían a intentar una intervenoión quiriiirgica, había fallecido el herido. Añadían que desde que recibió el terrible balazo que le atravesé H cráneo, no había recobrado ó conocimiento;, y que el traslado desde las p>osiciones avanzadas hasta el hospital de Tefer habla sido muy difícil por el estado en que se encontraba el herido. El teniente Figueroa ESPAÑA EN LONDRES DISPERSIÓN Al salir yo de Londres estaban ya coleados de los salones amplios de la Royal Academy casi todos los cuadros modernos que van a exponerse. Las salas destinadas a los clásicos estaban aún vacías; pero aunque hubiera deseado.con ansia ver sus cuadros, y especialmente los de las dos salas destinadas al Greco y a Goya, no pude por menos de imaginarme el efecto que produciría, comiparada can la moderna, la gran pintura barroca dé la Monarqiuía católica española, con su realismo voluntario, realismo porque acepta la fealdad—y acaso seamos el único pueblo que acepte siin reservas la fealdad en el arte y se contente con qiue los modelos sean como son —y voluntario porque enciende los esplendores de la religión en los aspectos de la realidad desagradable, y pinta por eso Cristos feos y llenos de espíritu, en tanto que los franceses parecen incapaces de adorar a Cristo como no se lo pinten recién salido de una barbería, o porque infunde la majesltad a las pal ¡dieces y estulticias de la Corte de Feliipe IV, oomo hacía Ve:lázquez, cuyo esfuerzo por ennoblecer la realidad, sin disimular sus fealdades es lo q u e constituye el barroquismo de la pintura española. También hubiera querido volver a acercarme al «milagro de Goya», aquel hombre que pintaba cuanto se le ocurría: realidad, sueño o pesadilla, retratos, fantasías, cuadros de pompa y circunstancias, cuadros de género y cuadros de horror, y todo lo pintaba como si el mundo careciese de sentido y los hombres fuésemos jugueíes en manos de dioses destructivos y al mismo tiempo nos cruzasen la cara pasiones gigantescas y ciegas, por lo que todo el sentido de nuestras vidas sin sentido consistiese en dar material a un pintor consumido por el insaciable afán d e pintar toda la vida en todos sus aspectos. Sólo que me proponía hablar de los pintores españolea modernos, de quienes ya he dicho que no pintan peor que los antijjuos, sólo que cada uno pinta lo que quiere, y no parece que se hallen unidos entre sí por ningún parentesco espiritual, ni aparecen en esta Exposición clasificados por escuelas, cosa que no habría 'podido hacerse, porque si, el uno se cii'ida de Ki verdad, el otro sólo sfi preocupa de la armonía del color, y el otro de la pujanza del color, y el otro de la composición, y el otro de sugestiones de poesía, de fuerza, de exotismo, que son extrínsecas a la pintura oomo pintura, pero intrínsecas al arte como arte, y no quiero sino que el lector se acuerde de un buen cuadro de Zuk)aga, o de Anglada, o de Mir, o de Rusiñoi, o de Regoyos, o de Sorolla para que confirme la verdad de lo dicho, y h e d e j a í í para lo último a Sorolla, porque tenía que decir dos palabras, y es que había que combatir al Sr. Sorolla en tanto que se corría el peligro ¿e que no se aceptase otra manera de pintar que la suya, pero que ahora hay que añadir que no hay pintor alguno que pueda pintar esa mujer que sale con un niño en brazos del mar asoleado, cuyo cuadro se exhibe en la Exposición de Londres, con lo cual no se recomienda que se trate de pintar lo impintable, sino que se reconoce meramente el hecho de que el Sr. Sorolla lo ha pintado. El teniente de Ingenieros D. José Figueroa y Alonso Martínez, el número cinco de los hijos de los condes de Romanones, contaba veintitrés años de edad, pues nació el 24 de diciembre de 1897. , Ingresó en la Academia de Ingenieros en septiembre de 1912, y en junio de igi8 salió ' LA V I L L A D E S A N da primer teniente. BALANDRÁN : : : Activo e inteligente, deseaba prestar serviAlgunos lectores que en edad vayan a la cio donde su esfuerzo pudiera ser pronto eficaz. Por esto y por su afición a la aviación, mano con el cronista recordarán una zarzuelita que tuvo gran éxito y era t i t u l ^ a fué adscrito a la sección de Aeronáutica. <(La isla de San Balandrán», en la que Noticias oficiales estaban trocados los menesteres y activida' Durante la maiiana han estado circulando des de los sexos. Entonces llamaba más la fHotJcias contradictorias respecto del desenlace atención este trastrueque que en la actualide la desgracia ocurrida al hijo de los seño- dad. res condes de Romanones. Parodiando este título, y con referencia Aunque Ja Prensa de la mañana ya acogía a la circulación de vehículos y peatones, la noticia del fallecimiento, piosteriormente a diremos que habitamos en «La villa de la salida de aquélla se había dicho que la San Balandrán». triste noticia no estaba aún confirmada. Hemos procurado haoer notar la sinraEl Presidente del Consejo manifestó a medio día a la Prensa que a, la hora en que el zón de los peatones, cuando marchando Consejo de ministros presidiido por el Rey se por el arroyo de las calles se molestan por había reunido, el Gobierno no tenía noticia tener que dejar paso a los vehículos; pero dol alto comisario confirmándole la mueirte no vemos medio de exaltar lo absurdo de que los vehículos se metan en las aceras. del dfotinguido oficial. No ya la motocicleta que en día próximo Tenia telegramas del alto comisario, ampliánddk las notiioLas de ayer relativas a la pasado se metió en la acera de la calle Maherida que había sufrido. yor, arrollando a cuatro transeúntes, sino Aparte <íe esos telegramas en que nada se que hemos visto saltar la acera para saJvar alude al fallecLmiento, tenía conocimiento el uj\ paso estrecho a esos camiones automóSr. Dato de un telegrama en que el capitán viles, rnoles inmensas, que proceden de la jefe del servicio aerostático de Lárache co- gran guerra y cuya circulación, sin límite municaba al general Ecájagfie, jefe deÜ' servi- de peso máxuno, seguramente no ha sido cio de aerostación, que ©1 teniente Figueroa anítorizada por otras c a i t e que las de este habia muerto ayer, a las cuatro de la tarde. Madrid, abandonado de toda previsión Al sepanajisie el Sr. Dato del vizconde dé municipal. Eza en Palacio convinieron en que el' seTambién vemos a diario tomar tan ceñigundo, al llegar a Guerra, transmitiera cuantas noticias se hubóesem recibido hasta esa das las vueltas de algunas calles los arcaiihora al general Villalba, con objeto de que cos y sencillos volquetes, utilizados para éiSte pudiecaj dar cuenta de eUas a los señores el descombro en los vaciados, que tranquilacondes «te Romanones a su llegada a Alge- mente pasan por la acera, y aun hemos visto a un volquetero reñirle a .un tranftirayi. ' ' En otros países suelen agruparse en escuelas los pintores de talento. El impresionismo francés nos presenta, por lo menos, cuatro pintores fuertes. Manet, Monet, Rénoir y Degas. Otros tantos pudieran encontrarse en la escuela de Barbizon. Otros tantos en la de los prcrrafaelistis t)rir.inicos, y más de cuatro en aquella generación de retratistas ingleses, cuya cabeza ' fué Reynolds, que pintaba a los aristócratas de la Gran Bretaña con pompa e idcalisn>o, como si se tratase de héroes griegos, hijos de dioses y mujeres. La rSzón de ello no la sé. Quizás consista en que los extranjeros de talento sean más capaces (¡ue los españoles de reconocer que otro hombre de talento está en el buen camino y de ponerse a seguirle ios posos, sin tener por ello que vayan a perder su personalidad. Entre nosotros no suelen seguir a los hombres de talento mas que algunos adolescentes o gentes sin valer. En esta Exposición de Londres, donde no están representadas la.-* nulidades, cada artista marcha por un camino particular, en el que los otros se abstienen de entrar, o no entran sino de puntillas y procurando que no se les vea. Y si fuera ésta la verdladena causa de qutí nuestros artistas no se agrupen en escuelas estaríamos dejados de la mano de Dios, porque ello implicaría la condenación de los artistas de mérito a soledad, y la de 'a raza española a no asinlilarse nunca las producciones de sus hombres de mérito. Pero también pudiera ocurrir que los españoles sean demasiado exigentes para poder aceptar como ideal los ideales que en estos siglos últimos han satisfecho a pueblos más contentadizos y más prósperos, quizás a consecuencia de esta capacidad de sati.sfacerse con ideales subsidiarios. Si ocurriese, por ejemplo, que loa españoles, fuésemos demasiado perspicaces para aceptar como dogmas verdades pasajeras, porque OTuestra divisa, como la d e Dostoyevski, es la del valor absoluto o el absoluto escepticismo, ello constituiría qu'zíis i^na tragedia, la tragedia de nuestro descentramiento; pero no hablaría sino bien de nosotros y explicaría la razón de q u e no hubiésemos considerado el impresionismo francés de 1880 como la última palabra de la pintura, como lo han considerado algunos tontos, que no han reparado en que ni Manet, rii Monet, ni Degas, ni Rénoir, a pesar de su talento, que era mucho, y de su sutileza, que era mayqr, no hayan producido jamás una obra maestra, y es q u e el ideal impresionista era demasiado poJbre para que pudiese producir una, o b m majestra. Los ideales propuestos a los hombres en estos siglos de humanismo eran demasiado mezquinos para que pudiera aceptarlos un pueblo distinguido. Los españoles han preferido no creer en nada a ponerse a creer en cosas qfue n o valían^ la pena de creerlas con toda el alma. Y 3os artistas, españoles han preferido estar solos a incorporarse a escuela^ en las que hubieran podido aprender a^lgo—y e s mincha pena que no lo hayan aprendido—pero, en las que se proclamaba como verdad lo que los espíritus perspicuos sabían que n o era mas que un décimo o un céntimo ^ verdad. RAMIRO DE MAEZTU LA VIDA EN MADRID seúnte que n o se había dado cuente de ia' invasión del terreno vedado para los .vehículos. Y es igual la falta de respeto en el tránsito al derecho de los demás. Porque aquí el ser alcalde o teniente de alcalde es ser algo por figurar, cuando no por otras ventajillas; pero nunca ser autoridad municipal para hacer respetar a-los vecinos el buen orden en beneficio de todos. P o r lo que la consecuencia e s lógica. Cada uno hace lo qué le viene en gana, y da la casualidad de que a muchos les lleva su egoísmo a hacer lo que no deben. UN PROVINCIANO En breve reanudaremos la pablicación diaria de una Novela Corta Inédita, accediendo gustosos a la petición que nos han formulado miüares de lectores. Teniendo en cuenta que muchas fami" lias que antes cotopraban dos periódica compran solamefttte uno por costar diez céntimos, no pegaremos las hojM de LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA, para que así puedan leer el periódico dos personas a la vez. Haremos el periódico lo más sintético que nos sea posible, suprimiendo cuan' to con^deramos inútil y procuraremos decir todo con el menor número posible de palabras para no abromar a los lectores con prosa innecesaria»