SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social Aborto y Razón Pública: El Desafío de la Anencefalia en Brasil Debora Diniz y Ana Cristina González Veléz1 "...La integridad física y biológica de la vida intra-uterina también está en juego. Al fin, el sufrimiento en sí no es ninguna cosa que degrade la dignidad humana; es un elemento inherente a la vida humana. El remordimiento también es una forma de sufrimiento...Ni quiero discurrir sobre el aspecto moral y ético – no me interesa – de como el sufrimiento puede, en ciertas circunstancias, hasta engrandecer a las personas...".2 Introducción Estas fueron algunas de las palabras del juez de la Suprema Corte brasileña, Cezar Peluso, para justificar su voto favorable a la casación de la autorización provisional que, durante cuatro meses, autorizó a las mujeres brasileras a interrumpir la gestación en caso de anencefalia en el feto. En abril de 2004 cuando la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Salud en el Brasil interpusieron una demanda utilizando la figura de “Argumentación de incumplimiento de Precepto Fundamental” (ADPF), el Ministro Marco Aurélio Mello dio una autorización provisional.3 La ADPF es un instrumento jurídico poco utilizado en la jurisprudencia brasileña, que permite la que la sociedad civil interpele directamente a la Corte Suprema. El argumento jurídico y ético propuesto en la acción consistía en que, por ser la anencefalia una malformación incompatible con la vida extrauterina del feto, la interrupción de la gestación en estos casos no debería ser tipificada como crimen sino como un procedimiento médico amparado en principios constitucionales como el derecho a la salud, a la dignidad, a la libertad y a estar libre de tortura.4 La estrategia argumentativa de la acción fue tratar de demostrar que también otros principios constitucionales deben formar parte del debate público y político sobre el aborto. La anencefalia fue un recurso metodológico para la imposición de una nueva argumentación, al permitir ignorar la retórica cristiana tradicional del aborto como un atentado a una vida humana en potencia. La anencefalia es una alteración en el cierre del tubo neural que puede ser diagnosticada en las primeras semanas de gestación. Por diversas razones, el tubo neural del feto no se cierra, dejando el cerebro expuesto.5 El líquido amniótico gradualmente disuelve la masa encefálica, impidiendo el desarrollo de los hemisferios cerebrales. La imagen ecográfica de un feto anencefálico se asemeja a un sapo o a una lechuza, por una profunda depresión de la cabeza debida a la ausencia de los huesos del cráneo y de la masa encefálica. No hay tratamiento, cura o SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 cualquier posibilidad de sobrevida para un feto con anencefalia.6 En más de la mitad de los casos, los fetos no resisten a la gestación, y los pocos que alcanzan el momento del parto, sobreviven solo unos pocos minutos u horas fuera del útero. Brasil es el cuarto país del mundo en frecuencia de partos de fetos con anencefalia. Eso no significa que las mujeres brasileñas tengan una mayor propensión a la gestación de fetos anencefálicos.7 Pese a esto, Brasil posee una de las legislaciones más restrictivas, obligando a las mujeres a mantenerse embarazadas a pesar del diagnóstico de inviabilidad fetal. El argumento jurídico y ético de la acción presentada a la Corte Suprema se basó en la certeza científica de la imposibilidad de la vida extrauterina del feto. La anencefalia exige una reconfiguración de los términos descriptivos tradicionalmente utilizados en el debate sobre el aborto, particularmente en países con una fuerte tradición moral cristiana. Los principales argumentos morales contrarios a la legalización del aborto en Brasil se amparan en valores cristianos sobre el sentido de la existencia o inicio de la vida. Pese a que una democracia laica no debería necesitar ninguna forma de consenso sobre esta materia para legalizar el aborto, el debate sobre la anencefalia fue capaz de suplantar el dilema paralizante sobre la moralidad del aborto, al atestiguar la inviabilidad fetal. La superación de la retórica tradicional que sustenta la inmoralidad del aborto en el supuesto de que se trataría de un acto contra una vida potencial, permitió que nuevos argumentos éticos fueran levantados en la mesa de las discusiones políticas. No habiendo expectativa o potencialidad de vida extrauterina, ¿cuál bien jurídico o social se protegería al prohibir a una mujer interrumpir la gestación? ¿Qué significa acaso la “integridad física y biológica de la vida intrauterina" en los casos de anencefalia en el feto? ¿Cómo el sufrimiento involuntario provocado por el deber de mantenerse embarazada puede dignificar o engrandecer a las mujeres? ¿Cómo extender principios éticos como la dignidad de la persona humana a un feto, sino por valores metafísicos? No hay respuestas razonables para estas preguntas, excepto si desplazamos el debate del campo de la razón pública para el de los argumentos religiosos.8 Desplazamiento que, inesperadamente, la Corte Suprema brasileña realizó al cancelar a la autorización provisional en los casos de anencefalia. Este artículo analiza el desafío jurídico y ético impuesto por la anencefalia al debate sobre derechos reproductivos en Brasil, en especial el derecho a la interrupción de la gestación. Dado el actual escenario del debate en la Corte Suprema, el hilo conductor del análisis será el pronunciamiento de voto de uno de los jueces, Cezar Peluso, con ocasión de la casación de la autorización provisional, el 20 de octubre de 2004. De los 11 jueces de la 1 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social Corte Suprema, 7 jueces votaron a favor de la casación, incluyendo a la única mujer. Los argumentos en el proceso de la casación fueron de dos órdenes: por cuestiones procesales y por valores morales cristianos. El texto del voto del juez Peluso aunque corto, condensa gran parte de la argumentación moral contraria al reconocimiento de la interrupción de la gestación en caso de anencefalia como un derecho reproductivo en el país. La gran pasión de la argumentación jurídica y la metafísica cristiana son dos características muy marcadas de éste voto y, por eso, permiten un análisis en profundidad de los argumentos que circulan en el universo jurídico desde que se presentó la acción (ADPF) en la Corte Suprema en junio de 2004. El objetivo de este artículo es demostrar hasta que punto el debate sobre el aborto provoca los fundamentos constitucionales de la laicidad del Estado brasileño y expone la fragilidad de la razón pública en temas de derechos reproductivos, en especial sobre el aborto. Corte Suprema y Razón Pública El aborto es calificado como crimen según el Código Penal brasileño, editado en 1940. Hay solamente dos causas exentas de penalidad: en caso de riesgo de muerte para la mujer y cuando el embarazo fuera resultado de una violación. La sustentación moral es que el aborto sería un atentado contra una vida potencial, y por lo tanto sería una amenaza al derecho del feto a mantenerse vivo y transformarse en un niño.9 La tesis de la potencialidad se fundamenta, por su parte, en presupuestos morales sobre la sacralidad de la vida humana: cualquier expresión biológica humana debería ser protegida por el Estado, incluyendo las formas más rudimentarias de un embrión o de un feto. Este antropocentrismo se expresa en la reglamentación jurídica o legislativa de innumerables cuestiones reproductivas, como es el caso del aborto, de los métodos anticonceptivos o de las tecnologías reproductivas. El resultado es que la controversia moral que acompaña el aborto es más una expresión de la penetración de este antropocentrismo en nuestro sistema simbólico, que un enfrentamiento entre argumentos razonables sobre derechos y deberes en el campo reproductivo. En materia de aborto, la tendencia legislativa brasileña es conservadora, lo que podría llevar a una revisión de las dos causales legales en el Código Penal, inclusive para revocarlas o hacerlo aún más restrictivo. En la última década, hubo tentativas fallidas de enmiendas constitucionales para revocar las causales de exclusión de la pena que contempla el Código, bajo el presupuesto moral del derecho a la vida del feto desde el momento de la concepción. Por tratar con cuestiones constitucionales, la interpretación jurídica más común en el país es que el aborto es materia del Congreso Nacional o de la Corte SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 Suprema de Justicia. O sea, cualquier nueva interpretación sobre el aborto, o bien como un deber absoluto o como un derecho reproductivo, deberá resolverse en uno de estos dos escenarios. Pero aunque el Congreso Nacional y la Corte Suprema sean distintas instancias de la razón pública, la comprensión común de democracia representativa en Brasil es la de que un parlamentario tiene legitimidad para representar los intereses específicos de una determinada comunidad moral. Esto es lo que explica que un sinnúmero de frentes parlamentarios “suprapartidistas” sean de motivación religiosa. Ejemplos de esto son el “Frente Parlamentar Evangélica” que cuenta con 61 diputados federales, la Pastoral Católica con 110 diputados federales o los 65 diputados federales (10% del total de diputados) que adhirieron recientemente a un frente parlamentario en defensa de la vida, directamente en oposición al aborto. O sea que, la existencia de congresistas religiosos o con base política confesional, cuya pauta legislativa es la promoción y defensa de los intereses específicos de sus comunidades morales de origen y no la defensa de una idea de pluralismo moral razonable, causa poca controversia política.10 Esta comprensión de la democracia representativa asociada a la fuerte influencia de la moral cristiana en la historia política y social de Brasil abre espacio para diferentes compromisos con la razón pública laica entre diferentes representantes de la estructura básica de la sociedad. Desde Rawls, distintos teóricos de la razón pública ya argumentaron sobre la diferencia entre parlamentarios y jueces de la Corte Suprema en la comprensión y adhesión a la razón pública, pero la intensa presencia religiosa en la estructura básica del Estado brasileño hace que la necesidad de establecer esta diferencia, sea aún más imperiosa.11 En Brasil, el Congreso Nacional es considerado la expresión de la democracia representativa, siendo esta idea de representación más una cacofonía moral que la promoción de intereses defendibles para la vida pública de un Estado laico a partir de una pluralidad de argumentos. Y es en este contexto de poca cultura y tradición democrática que la Corte Suprema asume un papel aún más preponderante para garantizar no sólo la secularización del Estado, sino principalmente para que el enfrentamiento argumentativo se de sobre bases defendibles fundamentadas en la razón pública laica. La comprensión de que un juez de la Corte Suprema y un parlamentario juegan papeles políticos diferentes, aún frente a los mismos casos, es una pieza clave para analizar la casación de la autorización provisional sobre anencefalia en Brasil. Los compromisos políticos e institucionales de un parlamentario o de un juez imprimen marcas en sus discursos jurídicos y éticos: políticamente es aceptable que un 2 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social parlamentario represente una determinada comunidad moral y, por eso, una de sus misiones puede ser garantizar que los valores de su comunidad estén representados en el debate legislativo. En el escenario político brasileño, es posible, por ejemplo, imaginarse a un parlamentario cristiano en defensa de un proyecto de ley sobre el derecho incondicional a la vida del feto, o sea, un arduo proponente del principio moral de la sacralidad de la vida del feto. No se considera ilegítimo, por ejemplo, que este mismo parlamentario fundamente un proyecto de ley en términos religiosos, basado en premisas y dogmas específicos de su comunidad moral. La esfera legislativa brasileña, es este escenario de contraposición de diferentes comunidades morales y de construcción del consenso sobrepuesto por parlamentarios poco dispuestos al diálogo democrático y muy comprometidos con sus comunidades morales de origen. Por eso, la razón pública no es un compromiso argumentativo tan claro como debe serlo para los jueces de la Corte Suprema. La razón pública es la única forma legítima de expresión argumentativa de aquellos que representan la estructura básica de una sociedad, sean ellos funcionarios públicos, parlamentarios, fiscales o jueces. Sin embargo mientras menos secularizada sea una sociedad, como es el caso de Brasil en que los símbolos religiosos están presentes en casi todos los espacios oficiales del Estado, menor es el grado de adhesión a la razón pública en los niveles de menor poder político dentro la estructura básica. Un médico del sistema público de salud, por ejemplo, se siente cómodo alegando “objeción de conciencia” en una situación de aborto en caso de violación, aunque sea el responsable del servicio de salud y no haya otro profesional para sustituirlo en forma inmediata. La objeción de conciencia - un instrumento de garantía del poder médico, en general, que solamente es accionado contra los intereses de las mujeres en cuestiones reproductivas - es traducido en términos del derecho a la diversidad moral de creencias o de la tolerancia a la diversidad moral. Así como en el caso de los parlamentarios, hay un equívoco en esta argumentación, pues el médico de un servicio público de salud representa la moralidad laica de la república y no su moral privada. En este sentido, no habría como apelar a la objeción de conciencia, a partir de la razón pública, único fundamento posible de los derechos y deberes instituidos por un Estado democrático. Y es exactamente en este contexto de poca comprensión de la laicidad del Estado como un bien común, de intensa sacralización del orden público y de una casi nula adhesión a la razón pública en cuestión de aborto, que los jueces de la Corte Suprema representan el papel de principales guardianes de la razón pública12. Varios son los fundamentos argumentativos de la razón pública a ser SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 seguidos por un juez de la Corte Suprema al juzgar un caso. La razonabilidad de los argumentos y el compromiso con el consenso sobrepuesto son algunos de ellos. Un argumento es razonable cuando puede ser expresado en términos públicos, lo que en el caso de la Corte Suprema puede ser medido por el cumplimiento de los principios y normas constitucionales. El consenso sobrepuesto representa un conjunto de acuerdos firmados por diferentes comunidades morales de un Estado democrático y que, en el caso específico del aborto en una democracia laica, se expresaría en la garantía de la neutralidad confesional de los argumentos. Eso significa que un juez de la Corte Suprema no puede, bajo ninguna hipótesis, ocupar el mismo papel político que un parlamentario al proponer un proyecto de ley sobre aborto en el país: la razón pública y el compromiso con la laicidad son guías para el raciocinio moral y jurídico de un juez, mientras que no siempre lo son para un parlamentario. La Corte Suprema es el icono de la razón pública en un Estado democrático. En el caso brasileño, los 11 ministros no sólo creen en la centralidad de la razón pública sino que fundamentan sus votos en este raciocinio moral, pues están subordinados al texto constitucional. El entrenamiento moral de un juez de la Corte Suprema parte del reconocimiento de que no todas las creencias racionales son consideradas razonables para un Estado democrático de derecho. En el campo del aborto, eso puede significar que, aunque una determinada comunidad moral considere el aborto un atentado contra una ley divina, este no es un presupuesto moral defendible en la esfera pública. El hecho de que una creencia moral sea racional, es decir, fundamentada, defendida y justificada por un grupo de personas y válida para una determinada comunidad moral, no significa que sea razonable para la esfera pública en un Estado plural y laico. Por diversas razones, no toda creencia racional es considera razonable para la razón pública y, en cuestión de aborto, gran parte de los valores que sostienen la inmoralidad del aborto no respetan el principio de la laicidad del Estado o del pluralismo moral razonable. El resultado de este acuerdo de argumentación moral es la seguridad política de que un juez, a pesar de participar de una determinada comunidad moral en su vida privada, cuando actúa como representante de la razón pública, no fundamenta sus juicios en sus creencias particulares. Este raciocinio moral y ordenamiento institucional son satisfactoriamente cumplidos por los jueces que llegan a la Corte Suprema. La razón pública no debe ser sólo un instrumento argumentativo para los jueces, procuradores y abogados en sesiones de juicio, sino también una garantía para la estabilidad democrática de un Estado constitucional. En este sentido, 3 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social el compromiso con la razón pública – aquí representada por el compromiso con la razonabilidad argumentativa y con la neutralidad confesional del Estado – permite un análisis de los posicionamientos de los jueces en sus propios términos morales. La razón pública es la lengua franca de los jueces de la Corte Suprema, al mismo tiempo en que es un instrumento de control democrático de sus posicionamientos. Pocos temas llevaron a los jueces más allá del carácter instrumental y de control de la razón pública de las discusiones, siendo el juicio sobre la acción de anencefalia una rara excepción en este escenario. Anencefalia, Aborto y Estado Laico La autorización provisional que permitía la interrupción de la gestación en los casos de anencefalia en el feto, fue invalidada en la sesión plenaria de la Corte Suprema, el 20 de octubre de 2004. Después de cuatro meses en vigencia, la autorización provisional fue derogada por considerar que era necesario haber juzgado previamente el instrumento jurídico utilizado para la presentación de la acción. La ADPF es un instrumento jurídico nuevo y poco utilizado en el país y, según algunos de los jueces, era preciso primero un juicio sobre su pertinencia antes de haber concedido la autorización preliminar. El 28 de abril de 2005, los jueces deliberaron acerca de la pertinencia del instrumento y el mérito de la acción aún está por ser juzgado. Pero independientemente de los argumentos procesales que justificarían o no la casación de la decisión, el centro de la sesión plenaria fue una extensa discusión metafísica sobre el inicio y el sentido de la vida humana, un tema provocativo y amenazador para las fronteras de la razón pública en un estado laico. El voto de uno de los jueces, Cezar Peluso, es paradigmático para comprender esta tensión entre razón pública y valores que hace parte del repertorio dogmático de diferentes comunidades morales. El aborto es un tema moralmente intenso para varias comunidades y, exactamente por esta permanencia y centralidad simbólica, es capaz de provocar y remover los cimientos del pluralismo moral razonable de una sociedad democrática y laica. Para el juez Peluso, la autorización provisional debería ser entendida como una ofensa a un valor jurídico fundamental, la dignidad de la vida intrauterina. Siguiendo su voto, "...la historia de la criminalización del aborto muestra que esa tutela se fundamenta en la necesidad de preservar la dignidad de esa vida intrauterina, independientemente de las eventuales deformidades que el feto pueda presentar, tal como se observa en el curso de la historia...".13 ¿Pero que significa dignidad de la vida intrauterina en un debate sobre interrupción de la gestación de un feto que está destinado a la muerte durante la gestación o instantes después del parto? La SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 respuesta del juez Peluso fue que "...no me convence el argumento de que el feto anencéfalo sea un condenado a muerte. Todos lo somos, todos nacemos para morir. La duración de la vida es algo que no puede estar sujeto al poder de disposición de los demás...".14 En la esfera de la negociación pública de la Corte Suprema, la única posibilidad de convencer al juez Peluso, del carácter letal e irreversible de la anencefalia sería por medio de informes médicos y científicos. La laicidad del Estado brasileño exige que temas de intensa controversia moral, como es el caso del aborto, de la eutanasia o del trasplante de órganos, estén mediados por una narrativa públicamente aceptable y considerada legítima. La ciencia ascendió a este nivel de narrativa oficial y de fundamentación de la razón pública. El Estado brasileño es un sociedad que reconoce en la ciencia el fundamento para el conocimiento, distinto de otras sociedades que, además de científicas, son también oficialmente religiosas. Es el caso de Egipto, donde el islamismo es la religión oficial del país. Y todas las evidencias científicas comprueban que un feto anencefálico no sobrevive al parto: en más de la mitad de los casos el feto no alcanza el término de la gestación. No existen niños o adultos con anencefalia, lo que significa que un feto con anencefalia es un feto útero-dependiente o simplemente un feto potencialmente muerto.15 El argumento de que todos somos seres potencialmente muertos, pues "nacemos para morir", es una forma metafísicamente estrecha de entender la gravedad de la anencefalia en un feto. La ausencia del cerebro es una malformación irreversible y letal frente a la cual la Medicina no tiene ninguna alternativa paliativa o de sobrevida. Un feto con anencefalia que alcance el parto es un sobreviviente en agonía, a la espera de una muerte inminente e instantánea. Asumir la finitud humana no significa adoptar el postulado cristiano de que la vida es un pasaje para la muerte y, que por eso, independiente de si la extensión de la vida es 70 años o 7 minutos, seríamos todos “seres para la muerte”.16 El principio constitucional del derecho a la vida protege el derecho de las personas de mantenerse vivas y de poder vivir la vida. O sea que, tener la capacidad y la potencialidad de vivir la vida es algo fundamental para imputarse a alguien el derecho a la vida.17 En ese sentido, el derecho a la vida como un principio constitucional es una expresión de la creencia de que somos “seres para la vida” y que la muerte es una expresión de la finitud humana, pero no la razón de nuestra existencia. Pero asumir que la ciencia ascendió a la categoría de uno de los fundamentos de la razón pública no significa ignorar que la ciencia es también un discurso moral.18 El hecho es que no hay discurso humano que no 4 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social sea una narrativa moral, pues no hay expresión humana libre de moralidad. Sin embargo, reconocer la imposibilidad de un discurso moralmente neutro para dirimir las controversias morales no es lo mismo que asumir el relativismo moral de todo vale. En un Estado plural y laico, no es admisible apelar a místicas religiosas particulares para mediar los conflictos. Diversas comunidades morales poseen explicaciones y alternativas para el dilema del aborto, pero estas son narrativas insuficientes para la esfera pública. El consenso sobrepuesto es una de las tentativas de mediar los conflictos por medio de acuerdos firmados entre las diversas comunidades morales. Y la ciencia es reconocida como uno de los elementos del consenso sobrepuesto: se enseña y practica la ciencia en diversas esferas de la vida pública, de las universidades a los hospitales. Por ser la ciencia médica un discurso moral sobre la naturaleza, la salud y la enfermedad, la narrativa científica se tropieza con las narrativas religiosas, pues éstas se valen de hechos científicos para fundamentar sus creencias. La génesis de la reproducción biológica potencializa esta superposición entre las dos narrativas: la fecundación puede ser entendida como una simple fusión de células, exenta de sentido, o como una señal divina del origen de la vida. Buscar en la ciencia evidencias para los presupuestos religiosos es sólo una estrategia para “autojustificar” las creencias, pues todos los hechos científicos o biológicos per se, están exentos de sentido. Y el discurso sobre lo natural es uno de los más seductores al permitir la superposición de doctrinas morales amplias con la estructura básica del Estado.19 El hecho de que el Estado brasileño sea un estado fundamentado en la ciencia estimula el ímpetu de las comunidades morales de buscar fundamentos científicos para sus dogmas religiosos y creencias morales. La definición de muerte exige una negociación intensa entre ciencia y mística religiosa y el voto del juez Peluso es un punto de encuentro con algunos de los principales puntos de esta tensión. La acción de anencefalia partió de la definición jurídica de muerte encefálica adoptada por la ley de trasplantes para trazar una analogía con el feto anencefálico.20 Una persona con muerte encefálica, es decir, sin ninguna actividad cerebral, es una persona considerada muerta para la Medicina y para el Estado, y por eso se autoriza, en estos casos, la extirpación de órganos para trasplante. Un feto con anencefalia es un feto sin los hemisferios cerebrales, por lo tanto, sin actividad cerebral. Fue sobre la base de este raciocinio jurídico y científico que se afirmó que un feto con anencefalia es un feto muerto o potencialmente muerto. El Consejo Federal de Medicina, un órgano de la clase médica brasileña, propuso una nueva categoría jurídico-científica para describir el feto SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 anencefálico: un mortinato cerebral.21 La ciencia ya dispone de recursos tecnológicos para hacer que una persona sobreviva indefinidamente, a pesar de la ausencia de cualquier actividad cerebral. O sea que, bajo intensa medicalización, es posible mantener como sobreviviente a una persona con muerte cerebral. Sin embargo, por criterios científicos, una persona sin actividad cerebral está muerta, indistintamente de recursos tecnológicos para mantenerla respirando o no. Aproximar la interrupción de la gestación por anencefalia de la definición jurídica y médica de muerte cerebral evitó el dilema moral paralizante que domina el debate político brasileño de vida en los casos de aborto. La acción ignoró la controversia cristiana sobre el sentido simbólico del inicio y el fin de la vida humana, pues la definición de muerte como muerte cerebral es ya parte del consenso sobrepuesto del Estado. Y al ignorar el dilema paralizante, uno de los objetivos de la acción era demostrar hasta que punto el aborto podría ser entendido en otros términos morales, es decir, como una materia de ética privada amparada en principios constitucionales. Pero el hecho de formar parte del consenso sobrepuesto y estar fundamentado en argumentos científicos no fue suficiente para el juez Peluso: "...tampoco me parece consistente, para efectos de esta decisión, la analogía con la autorización del aprovechamiento de órganos en caso de muerte cerebral, porque ahí se parte de la hipótesis de que se sacrifican ciertos órganos de alguien que tuvo -o que la ley y los científicos consideran- "muerte encefálica", pero para salvar la vida ajena. El símil no es adecuado para la hipótesis, en que nadie sustenta que la necesidad de permitir el aborto sea para salvar la vida ajena...".22 Al contrario de lo sugerido por el voto, la definición de muerte cerebral no se aplica solamente a las situaciones de extirpación de órganos, sino que es bastante utilizada para establecer parámetros en los casos en que se trata de mantener en forma artificial la vida de personas en estado terminal. En ese sentido, la muerte encefálica no es un diagnóstico vinculado a la solidaridad de la donación de órganos. No hay "sacrificio de órganos”, pues la persona con muerte cerebral está muerta. La extirpación de órganos es sólo un acto médico de beneficencia para quien necesita de los órganos, pero no hay ninguna posibilidad de imputar daños o sacrificio a la persona a quien le son extirpados los órganos. No es posible, por lo tanto, considerar la extirpación de órganos de una persona con muerte encefálica que consintió con la donación, como un acto de sacrificio. El acto de la donación de órganos es un acto altruista y de solidaridad de aquellos que, voluntariamente, consienten con la extirpación de sus órganos después del diagnóstico de muerte encefálica. Pero para que se haga la donación es preciso primero el diagnóstico de 5 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social daño encefálico, pues no se provoca la muerte de nadie para extirparle los órganos. Situación semejante ocurre en el caso del feto anencefálico, una vez que la interrupción de la gestación no provoca la muerte de un feto que ya tiene una constitución física que lo hace incapaz de sobrevivir fuera del útero. Así como el corazón pulsa y la sangre corre en las venas de una persona adulta con muerte cerebral, en un feto anencefálico estos mismos fenómenos biológicos ocurren.23 Lo que es preciso entender es que la misma definición médica de muerte cerebral se aplica en estas dos situaciones: independiente de los latidos del corazón, tanto el feto con anencefalia como el adulto con muerte cerebral, están muertos. El siguiente argumento que aborda el voto fue el de que, el deber de la gestación de un feto anencefálico, no afectaría la integridad física o mental de la mujer embarazada, no constituyéndose así, en una amenaza al derecho constitucional a la salud: "...aludió también Su Excelencia al derecho a la salud, lo que me lleva a pensar en la posibilidad de que este argumento se base en el supuesto de que el embarazo constituya gran riesgo para la vida humana y, por lo tanto, tal vez fuera hasta mejor prohibirlo. Sería más seguro. No veo pues, ninguna ofensa próxima al derecho a la salud...".24 En verdad, la tesis de la amenaza del derecho a la salud fue considerada vencida sin que se propusiera ninguna evidencia argumentativa contraria. Este trecho es un ejemplo de la pasión argumentativa de algunos pasajes del voto, donde el recurso a la ironía o al sarcasmo sustituye el diálogo jurídico. Pero esta sustitución del argumento razonable por el sarcasmo no debe ser entendida simplemente como un acto de desprecio argumentativo, sino más bien como una expresión de la propia imposibilidad de configurarse un argumento razonable que no sea por la vía del rechazo del argumento. Desde el punto de vista médico, el embarazo siempre implica algún riesgo para la salud de la mujer. Pero eso no significa que el embarazo deba ser prohibido. Una tesis extrema como esta no fue lo que propuso la acción y tampoco es considerada en los circuitos médicos. El argumento de la amenaza al derecho a la salud no se basó en el supuesto del riesgo inherente a cualquier embarazo, sino en la evidencia empírica de la tortura física, psicológica y moral que el deber de la gestación de un feto anencefálico impone la una mujer. La amenaza al derecho a la salud se da por la obligatoriedad que se le impone a la mujer de mantenerse embarazada, aún contra su voluntad, después del diagnóstico de la inviabilidad fetal. La mayoría absoluta de las mujeres opta por la interrupción de la gestación después de la certeza de la anencefalia en el feto. El deber de la gestación se constituye en un acto de tortura del Estado contra ellas, en el que el embarazo pasa a ser una experiencia SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 angustiosa de luto prolongado...25 El pasaje de la exaltación femenina por el embarazo al del luto materno, es continuamente traducido en el dilema “cuna-ataúd” descrito por esas mujeres. En general el diagnóstico de la anencefalia en el feto es realizado durante el tercer mes de gestación en la consulta en que las mujeres buscan conocer el sexo del futuro bebé. E independientemente del hecho de si la gestación fue o no planeada, este es un momento de la gestación en que las mujeres ya experimentan el papel social de futuras madres y el feto ya forma parte de un proyecto de familia. Es en la delicadeza de este contexto que el impacto del diagnóstico debe ser comprendido: se esperan informaciones sobre sexo, altura o peso del feto, pero se parte siempre del supuesto de que el feto es viable. La maternidad estimula un espíritu profundamente inclusivo en las mujeres, haciéndolas particularmente sensibles a acoger varias formas de expresión de diversidad física y mental en sus futuros hijos. Pero la inviabilidad del feto las confronta con una de las experiencias más mortificantes o atormentadoras de la maternidad: el luto por el futuro hijo. La anencefalia es una sentencia que asegura la muerte inmediata del futuro hijo. Y es frente a esta certeza y a la total imposibilidad de recurso alguno, que se debe entender el deber de la gestación como una amenaza al derecho a la salud de la mujer Al contrario de lo sugerido en su voto por el juez Peluso, que describe la anencefalia como "eventuales deformidades que el feto pueda presentar", las mujeres tienen total claridad de la frontera que separa un feto con discapacidad de un feto inviable. La anencefalia significa la implacabilidad de la muerte inmediata, mientras que, para las mujeres que optan por continuar la gestación después del diagnóstico de limitaciones de funcionalidad en el feto, la discapacidad exige nuevos arreglos sociales y familiares. Al contrario del diagnóstico de anencefalia en que el feto jamás se transformará en un bebé con capacidad de vivir la vida, un futuro niño con discapacidad plantea otros desafíos morales. Un feto anencefálico es un feto sin capacidad de vivir la vida, mientras que un futuro niño discapacitado es la expresión de la diversidad humana que provoca los límites de nuestra estructura social frente a la inclusión. La frontera de la anencefalia con la discapacidad es continuamente ignorada por quienes consideran el aborto un acto de homicidio. Con alguna moderación en el argumento, el texto del voto también aproxima la discapacidad, denominada como "deformidad", de la anencefalia. Ya desde hace algunas décadas, hay un extenso consenso entre las comunidades de personas con discapacidad y de derechos humanos acerca de que discapacidad no significa monstruosidad o deformidad. Los términos descriptivos cambiaron no sólo como parte de 6 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social una guerra lingüística para romper con la desigualdad expresada en el lenguaje, sino sobretodo como resultado de un cambio de mentalidades frente a la discapacidad. La discapacidad es una manifestación de la diversidad humana, una parte natural de la biología humana y, en el caso brasileño, corresponde al 14,5% de la población.26 Efectivamente, no hay ninguna novedad en la expresión demográfica de diferentes formas de discapacidad y, tal como lo que sugirió el Ministro Peluso, las tecnologías médicas por imagen evidencian esta diversidad en un momento precoz de la gestación. Incontables cuestiones éticas vienen siendo suscitadas por el acceso e impacto de estos diagnósticos, en especial en países donde el aborto selectivo no está autorizado. Pero la acción sobre anencefalia no trata de estas cuestiones ni tampoco aborda las cuestiones morales del aborto por anomalía fetal. Así como en cualquier otra situación de aborto, la interrupción de la gestación después del diagnóstico de malformación fetal es materia de ética privada, no debiendo ser ni exigido ni prohibido por el Estado. Esta confusión entre anencefalia y discapacidad puede ser analizada como la expresión de dos malentendidos. Se confunde anencefalia y discapacidad intencionalmente a fin de aproximar el debate sobre la interrupción de la gestación del aborto eugenésico. Y distinto del debate actual sobre la interrupción de la gestación en caso de anencefalia como un derecho reproductivo, el aborto eugenésico no considera principios de la cultura de los derechos humanos, como la autonomía, la dignidad o el derecho a la salud. La eugenía hizo parte de un cuerpo ideológico que presuponía la superioridad de determinados trazos y expresiones biológicas. No hay como referirse a los ideales eugenésicos sin evocar el nazismo o prácticas opresivas y discriminatorias. En este sentido, denominar la interrupción de la gestación en caso de anencefalia como aborto eugenésico o la anencefalia como monstruosidad puede significar una estrategia argumentativa perversa para hacer el debate nebuloso, aproximándolo a valores y prácticas que distan mucho de los presupuestos éticos que fundamentaron la acción sobre anencefalia. La otra posibilidad, para comprender esta confusión entre anencefalia y discapacidad, es entenderla como una expresión de la ignorancia médica sobre el significado de la anencefalia como una malformación inviable y letal. Dado el hermetismo del vocabulario médico y el conjunto de herramientas necesarias para entender un diagnóstico por imagen, es posible que se tome anencefalia por otras malformaciones que ya componen el imaginario social de un movimiento inclusivo, tales como el síndrome de Down. Finalmente, el voto del juez Peluso, al enfrentar el tema de si el deber de la gestación de un feto anencefálico amenazaría SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 o no la dignidad de la mujer, se irguió en una discusión sobre el sentido del sufrimiento en la vida humana: "...el sufrimiento en sí no es cosa alguna que degrade la dignidad humana; es un elemento inherente a la vida humana. El remordimiento también es una forma de sufrimiento...sólo quiero recordar que el sistema jurídico repudia, en relación al sufrimiento, sólo los actos injustos que lo causen. El sufrimiento que proviene de la práctica de un acto antijurídico, ese, no puede ser admitido por el orden normativo. Pero ese no es el caso de eventual sufrimiento materno, o por lo menos, no lo es por regla...".27 No hay a quien imputar la responsabilidad por la injusticia de que una mujer quede en embarazo de un feto inviable. La injusticia no está en el sufrimiento involuntario, sino en la tortura, de la obligación de continuar la gestación de un feto inviable, que provoca el Estado al impedirle la interrupción de la gestación. En un ordenamiento jurídico laico y plural, no importa si hay algo que de origen a esa injusticia o si ella es imputada a la lotería de la naturaleza. En cualquiera de estas explicaciones, no hay agente causante de la injusticia de que una mujer esté embarazada de un feto anencefálico: naturaleza y casualidad se confunden. Pero hay, sí, mecanismos sociales de protección o de abandono de esta mujer. La prohibición de interrumpir la gestación, forzando a la mujer a mantenerse embarazada de un feto destinado a la muerte inminente, exigir que ella convierta el sufrimiento involuntario en una experiencia mística de sublimación de sí y de luto por el futuro hijo, son tareas que no le corresponden a un representante del Estado. En la ausencia de recursos médicos capaces de revertir la anencefalia en el feto, la única medida que resta al Estado es proteger la salud mental y física de estas mujeres. Sufrimiento, remordimiento o luto, son todas expresiones del azar que hace parte existencia humana, pero debe corresponderle a cada persona, con base en la tranquilidad de sus creencias morales, decidir el sentido de su vida. Derechos Reproductivos en Brasil La acción sobre anencefalia fue una pequeña pieza en el debate sobre derechos reproductivos en Brasil. La fuerza argumentativa de la acción no estuvo sólo en la novedad del instrumento jurídico utilizado, sino sobretodo en el escenario de las discusiones. Por primera vez en la historia de la Corte Suprema, los jueces se enfrentaron a un tema de derechos reproductivos como una cuestión de derechos humanos. A pesar de ser una corte constitucional, es decir una instancia acostumbrada a enfrentar el tema de los derechos humanos, el aborto es una cuestión que provoca los límites y fundamentos de la razón pública. Y esta amenaza a la razón pública no se desprende de una particularidad 7 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social del tema del aborto, sino de la centralidad del aborto en la moralidad católica-cristiana. Y es exactamente en lo medular de este carácter provocativo del aborto frente a las fronteras de la laicidad del Estado y del pluralismo moral razonable que fundamenta las instituciones democráticas, en que la acción sobre anencefalia debe ser analizada. La anencefalia es un diagnóstico raro y la reglamentación de la interrupción de la gestación en este caso no tendrá seguramente mayores impactos en la salud pública para solucionar la cuestión del aborto Brasil. El principal resultado de la acción sobre anencefalia es haber provocado el debate público en torno a valores que son centrales a la democracia, exactamente por haber instigado la discusión en el espacio oficial de la razón pública, que es la Corte Suprema. Independientemente del resultado del juicio definitivo de la acción, el debate sobre derechos reproductivos, y del aborto en particular, ya no será el mismo. No es posible entender la inmoralidad del aborto sino en términos metafísicos, y esta, es una premisa inaceptable para un estado laico. Este presupuesto democrático, seguramente, cambiará los rumbos de la historia de los derechos reproductivos en Brasil. En especial, la comprensión de que un Estado verdaderamente laico es aquel que no sólo promueve la diversidad de creencias y el derecho a la libertad de conciencia, sino principalmente aquel que se mantiene neutro en materia religiosa. Y un Estado verdaderamente laico es aquel que reconoce el aborto como materia de ética privada. 1 Agradecemos la lectura atenta y los comentarios de Samantha Buglione y Roger Rios. 2 Peluso, Cezar. Voto. Corte Suprema Brasileña. 20/10/2004. 3 Argüição de Descumprimento de Precepto Fundamental por su nombre em Portugués. Es un instrumento jurídico que permite a la sociedad civil interpelar directamente a la Corte Suprema. Nunca había sido aceptado como legítimo antes de esta acción, por parte de la Corte Suprema. Este instrumento sólo puede ser utilizado cuando los principios constitucionales estén siendo amenazados. Fue previsto por la Constitución de 1998 y reglamentado a través de una ley complementaria en 1999. 4 CREMEB. Anencefalia e o Supremo Tribunal Federal. Brasília: LetrasLivres. 2004: 67-119. 5 ANIS. Anencefalia: pensamento brasileiro em sua pluralidade. Brasília: LetrasLivres. 2004. 6 Gollop, Thomaz. “Dossiê Pluralidade: Ciência”. En : ANIS. Anencefalia: pensamento brasileiro em sua pluralidade. Brasília: LetrasLivres. 2004: 23-69. SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 7 Una de las principales causas de anencefalia es la deficiência de ácido fólico. En el Brasil el ácido fólico se adiciona a la harina de trigo, y esto es uma forma de prevención de las alteraciones del cierre del tubo neural. No hay, por lo tanto, estadisticas que sustenten que la deficiencia de acido fólico sea mayor en el Brasil cuando se le compara con otros paises. 8 La adhesión de la razón pública es característica de pueblos democráticos. Siguiendo a Rawls, “es la razón de sus ciudadanos, de aquellos que comparten igual status de la ciudadanía. El objeto de esa razón es el bien público” (Rawls, John. “Idéias Fundamentais”. En : O Liberalismo Político. São Paulo. Ed. Ática. 2000: 261). La razón pública presupone la supremacía de lo justo sobre las concepciones privadas del bien. Los ciudadanos defienden la razón pública como consencuencia de un modus vivendi, sino en razón de sus propias doctrinas razonables. 9 Finnis, John. “The rights and wrongs of abortion: a reply to Judith Thomas”. Philosophy and Public Affairs. Vol. 2. N. 2. Winter, 1973: 117-145. 10 Para Rawls, el pluralismo razonable es el resultado inevitable de instituciones libres, o sea, que el pluralismo es un hecho y un valor de las sociedades democráticas, y por lo tanto solamente deben ser endozadas las doctrinas morales que sean compatibles con la concepción pública de justicia (Rawls, John. “Idéias Fundamentais”. En : O Liberalismo Político. São Paulo. Ed. Ática. 2000: 46-91). 11 La comprensión del Tribunal Federal Supremo como la expresión de la razón pública sigue una línea argumentativa rawlsiana, en la que sustenta que “…el papel del tribunal no es meramente defensivo, sino que también es el de sar una existencia apropiada y continua a la razón pública, y servir como ejemplo insitucional. Eso significa que la razón pública es la única razón que el tribunal ejerce...”. (Rawls, John. “Idéias Fundamentais”. En : O Liberalismo Político. São Paulo. Ed. Ática. 2000: 286). 12 Tribunal Federal Supremo y Corte Suprema serán utilizados como sinónimos. 13 Peluso, Cezar. Voto. Tribunal Federal Supremo. 20/10/2004: 2. 14 Peluso, Cezar. Voto. Tribunal Federal Supremo. 20/10/2004: 2. 15 Diniz, Debora. "Introducción". En : CREMEB. Anencefalia e o Supremo Tribunal Federal. Brasília: LetrasLivres. 2004: 7-14. 16 Siete minutos fue el tiempo que Maria Vida, un feto com anencefalia sobrevivió fuera del útero. El caso Maria Vida y Gabriela, fue el tema del primer habeas corpus que alcanzó el Tribunal Federal Supremo (STF) en marzo del 2004. Gabriela era una joven embarazada de un feto con anencefalia que buscó la autorización judicial para el aborto, pero un cura de la Iglesia Católica presentó un habeas corpus en defensa de los supuestos interés del feto. Después de una serie de decisiones contradictorias, el caso estaba ad portas de 8 SérieAnis ISSN 1518-1324 Bioética y Ética y Feminismo y Gênero y Direitos Humanos y Justiça y Desenvolvimento Social ser juzgado por el STF cuando, el certificado de muerte del feto se anexó al proceso y el caso perdió objeto. La historia de Maria Vida y Gabriela fue contada en el libro: ANIS. Anencefalia: pensamento brasileiro em sua pluralidade. Brasília: LetrasLivres. 2004: 1115. 17 Diniz, Debora y Ribeiro, Diaulas. Aborto por Anomalia Fetal. Brasilia. LetrasLivres. 2004. 18 Feyerabend, Paul. Farewell to Reason. New York: Verso. 1988. 19 Rosset, Clemént. L’Anti Nature. Paris: PUF. 2004. 20 Barroso, Luis Eduardo. “ADPF Anencefalia". En : CREMEB. Anencefalia e o Supremo Tribunal Federal. Brasília: LetrasLivres. 2004: 69-119. 21 ANIS. Anencefalia: pensamento brasileiro em sua pluralidade. Brasília: LetrasLivres. 2004. 22 Peluso, Cezar. Voto. Tribunal Federal Supremo. 20/10/2004: 2. 23 La descripción de um feto con anencefalia como um feto vivo porque la sangre corre em las venas y el corazón pulsa, fue hecha por el Procurador General da República durante el juicio de la autorización provisional en el Tribunal Federal Supremo. 24 Peluso, Cezar. Voto. Tribunal Federal Supremo. 20/10/2004: 7. 25 La tortura puede definirse como una acción del Estado o como una acción desproporcionada o innecesaria. En el caso del deber de la gestación de un feto anencefálico, la definición de tortura obedece al carácter poco razonable, desproporcionado e innecesario de la norma. La finalidad al continuar un embarazo es el nacimiento de un feto vivo y capaz de vivir la vida, hecho que no existe en la anencefalia. El embarazo es protegido por el Estado, pero no como un fin en si mismo, sino como un medio. 26 Medeiros, Marcelo e Diniz, Debora. "Envelhecimento e Deficiência". En : Camarano, Ana Amélia (org.). Muito além dos 60: os novos idosos brasileiros. Rio de Janeiro. IPEA. 2004. 27 Peluso, Cezar. Voto. Tribunal Supremo Federal. 20/10/2004: 4 Bibliotecária Responsável: Kátia Soares Braga (CRB/DF 1522) Editores Responsáveis: Cristiano Guedes Fabiana Paranhos Tiragem: 50 exemplares Serviço Editorial: Editora LetrasLivres [email protected] Caixa Postal 8011 CEP 70.673-970 Brasília-DF Brasil +55 61 3343 1731 SérieAnis 40, Brasília, LetrasLivres, 1-9, julho, 2005 9