AUTISMO El término autismo proviene del griego autos que significa yo e ismos que significa condición. Leo Kanner, psiquiatra infantil austríaco, fue el primero que describió esta condición en 1943. El autismo es un trastorno del neurodesarrollo, por lo que se manifiesta en la infancia, causando problemas en la interacción social y en la comunicación. Generalmente se asocia con una conducta que incluye intereses restringidos y comportamientos repetitivos. Afecta principalmente a los niños y niñas de muchos países, con independencia de su sexo, raza o condición socioeconómica, persistiendo a lo largo de la vida, sin embargo, el tratamiento oportuno y adecuado permite la reinserción social, limitando la discapacidad asociada. La denominación de Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), que incluía al Autismo, era la aceptada en las clasificaciones internacionales (Clasificación Internacional de las Enfermedades, CIE-10 y el Manual Diagnostico y Estadístico de las Enfermedades Mentales, DSM-IV TR), hasta el año 2013, en que se publicó la 5ª edición del Manual Diagnostico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM-5), adoptando el término “Trastornos del Espectro Autista” (TEA). PREVALENCIA. Se estima de 1% - 2.6% de la población, tiene autismo (CDC, 2014). Más frecuente en niños que en niñas (4-5 : 1). Se calcula que cerca de 1 de cada 68 niños y niñas ha sido identificado con un TEA de acuerdo a las estimaciones de la “CDC's Autism and Developmental Disabilities Monitoring (ADDM) Network”, en Estados Unidos. En México, no existen datos precisos sobre el número de personas que padecen autismo. En 2007, la Sociedad de Autismo de América (Autism Society of America), reportó que en México existían 150 mil personas con este padecimiento y se estima que existen unos 40 mil niños y niñas que viven con este padecimiento, sin embargo, no hay datos oficiales. FACTORES DE RIESGO PARA AUTISMO. Hasta ahora se desconocen las causas del autismo, pero se han identificado algunos factores de riesgo que pudieran contribuir. - Ambientales. Edad avanzada de los padres, bajo peso al nacer, exposición fetal a valproato. - Genéticos. Se estima que la heredabilidad es de aproximadamente el 37% y hasta 90% en gemelos idénticos. En el 15% de los casos se pueden identificar mutaciones genéticas. ALGUNOS DATOS DE ALARMA: - Retraso en el desarrollo del lenguaje. - Carencia de interés social o interacciones sociales inusuales (ejemplo, llevar de la mano a un adulto, sin ningún intento de mirarlo). - Patrones de juego extraño o raro (ejemplo, acomodar los juguetes alrededor, sin jugar con ellos). - Patrones de comunicación inusual (ejemplo, conoce el alfabeto, pero no responde a su propio nombre). - Cuando se la habla directamente parece no escuchar. - Pareciera disfrutar con actividades repetitivas. COMORBILIDAD. El autismo se puede o no acompañar de otras alteraciones, trastornos o enfermedades, como la discapacidad intelectual, alteración en el lenguaje estructural, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, ansiedad, depresión, epilepsia. - 70% de los niños y niñas con autismo pueden tener un trastorno mental comórbido. 40% de los niños y niñas con autismo pueden tener dos o más trastornos mentales comórbidos. CRITERIOS DIAGNOSTICOS DE AUTISMO. Los síntomas típicamente son reconocidos en el 2º año de vida (24 meses), pero pueden notarse síntomas a los 12 meses si el retraso en el desarrollo es severo, o después de los 24 meses si los síntomas son más leves. El DSM-5, establece los siguientes criterios para hacer el diagnostico de un trastorno del espectro autista: A. Déficits persistentes en la comunicación e interacción social a través de diversos contextos, manifestado por lo siguiente: 1. Déficits en la reciprocidad social y emocional; por ejemplo, puede abarcar desde un acercamiento social anormal hasta la incapacidad para mantener la alternancia en una conversación; intereses, emociones y afectos reducidos; falla en iniciar o responder interacciones sociales. 2. Déficits en las conductas de comunicación no verbal que se usan en la comunicación social; por ejemplo, comunicación verbal y no verbal poco integrada; contacto visual y lenguaje corporal anormal, no entienden gestos; carecen de expresiones o gestos faciales. 3. Déficits en el desarrollo, mantenimiento y entendimiento de las relaciones, de acuerdo a su nivel de desarrollo, por ejemplo, dificultad para mantener un comportamiento apropiado en los diferentes contextos sociales; dificultad para compartir juegos imaginativos o hacer amigos, ausencia de interés en pares. B. Patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidas y repetitivas que se manifiestan al menos en dos de los siguientes puntos: 1. Movimientos, lenguaje o manipulación de objetos estereotipada o repetitiva (estereotipias motoras simples, ecolalia, manipulación repetitiva de objetos o frases idiosincráticas). 2. Insistencia en la monotonía, adherencia inflexible con las rutinas, rituales de conducta verbal y no verbal, resistencia al cambio (ejemplo, estrés por pequeños cambios, dificultad en las transiciones, patrones de pensamiento rígido, necesidad de rutina, incluso comer lo mismo todos los días). 3. Intereses altamente restrictivos y fijos, con una intensidad anormal (ejemplo, fuerte vinculación o preocupación por objetos inusuales y por intereses excesivamente circunscritos y perseverantes). 4. Hiper o hiporeactividad a los estímulos sensoriales o inusual interés en aspectos sensoriales del ambiente (ejemplo, indiferencia al dolor/calor/frío, respuesta adversa a sonidos o texturas específicas, sentido del olfato o del tacto exacerbado, fascinación visual con luces o movimientos). C. Los síntomas deben estar presentes en la primera infancia (pero pueden no llegar a manifestarse plenamente hasta que las demandas sociales exceden las capacidades limitadas, o pueden enmascararse por estrategias aprendidas posteriormente en la vida). D. los síntomas provocan deterioro social, escolar, ocupacional o en otras áreas importantes para el funcionamiento actual. E. Los síntomas no se explican por la presencia de otras alteraciones. El diagnóstico correcto y temprano del autismo es importante por sus implicaciones para el pronóstico, la utilización y la planeación de servicios médicos y educativos, así como la elección de programas de intervención y el consejo genético. Son diversos los factores que atrasan la atención de estos niños y niñas. Las formas más graves del espectro autista son diagnosticadas en los primeros años de vida, mientras que las formas moderadas que obtienen mayores beneficios con los programas de intervención pueden ser identificadas hasta la etapa escolar. El error en el diagnóstico es común, las familias de estos niños y niñas a menudo reciben tres o cuatro diagnósticos previos al del autismo. A menudo el diagnóstico de autismo se realiza cuatro o cinco años después de que los padres observan los primeros síntomas. Las razones para este reconocimiento tardío son diversas; pero una de las principales es la falta de identificación de síntomas clave que obliguen a una evaluación diagnóstica. Las intervenciones tempranas mejoran el pronóstico en estos niños y niñas. Fuente: - Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición. (DSM-5, por sus siglas en ingles). Guía Clínica: Trastornos Generalizados del Desarrollo. Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarro”. www.cdc.gov/ncbddd/autism/data.html www.un.org/es/events/autismday/ Albores Gallo L, y cols. Dificultades en la evaluación y diagnóstico del autismo. Una discusión. Salud Mental, 2008; 31:1, 37-44.