iii. que europa no pierda «los papeles

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III. que europa no pierda «los papeles» para
controlar a «los sin papeles»
Eduard Sagarra Trias
Presidente de la Asociación de Naciones Unidas para España
Profesor de Derecho Internacional ESADE
resumen
abstract
Que Europa no pierda «los papeles» para
controlar a «los sin papeles»
Europe not to lose its rag in order to
control to «those without papers»
Estamos ante una difícil encrucijada en la Europa de
los 27. La afluencia masiva de inmigración irregular
por Italia o España, causada por las revoluciones de
«jazmín» y las bélicas del norte de África y de Oriente
Medio. Éstas, junto al hambre, son las principales causas. Las limitaciones a la aplicación del Convenio de
Schengen, que auspician determinados Estados «fundadores» y las políticas restrictivas xenófobas o racistas que se han originado en otros países miembros,
ponen en serio peligro la Europa sin fronteras, conseguida entre todos. La Unión Europea es una comunidad de derecho, pero humana que se funda en unos
valores y unos principios. El anuncio de limitaciones
y el establecimiento de «medidas equivalentes» ponen
en peligro la libre circulación de los «ciudadanos de la
Unión» y «ciudadanos en la Unión». El gran riesgo es
que a menos Schengen tengamos menos Europa.
We find our self at a difficult crossroad in regards of
the Europe of the 27. The massive influence of irregular immigration to Italy or Spain whose origin we find
in the «jasmine» and war revolution in Northern Africa
and Middle East are the main reasons. The limitations
in the application of the Schengen convention, which
are sponsored by several «founder» members and the
restrictive racist or xenophobic policies that have raised
in other country members, put in serious jeopardy the
non-border Europe achieved by all. The European
Union is a law community but also a human community founded on values and principles. The limitations
announcement and the establishment of «equivalent
measures» put at risk the free circulation of the «UE
citizens» and «citizens within the Union».The greatest
risk is that the less Schengen, less Europe.
Palabras clave: Unión Europea, África, libre circulación, xenofobia, racismo, valores, principios, ciudadanos, Schengen.
Key words: European Union, Africa, right to move
freely, xenophobia, racism, values, principles, citizens,
Schengen.
Sumario
I.
LA PAZ: UN RECORD GUINESS EN EUROPA.
II.
LAS LIBERTADES ESTRUCTURALES DE LA UNIÓN, INDISPENSABLES PARA QUE
FUNCIONE UN MERCADO COMÚN ÚNICO EN LA UNIÓN EUROPEA.
III. ¿PUEDEN DEBILITARSE LA LIBERTAD DE CIRCULACIÓN ALCANZADA EN EL
TRATADO DE SCHENGEN POR FALTA DE UNA POLÍTICA DE INMIGRACIÓN COMÚN?
IV. CONCLUSIÓN: SCHENGEN DEBE SER TAMBIÉN LA GARANTÍA DE LOS VALORES
Y PRINCIPIOS EN QUE SE ASIENTA EUROPA.
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Revista de Derecho migratorio y extranjería
I. LA PAZ: UN RECORD GUINESS EN EUROPA
La Unión Europea como entidad política ha conseguido en los últimos 60 años un difícil
«Record Guinness»: convivir en paz militar y política alcanzando un estatus económico
inimaginable en 1945. No nos hemos peleado entre nosotros, hecho insólito, desde la prehistoria.
Esta proeza es una cota a mantener durante este siglo XXI. Los beneficiarios directos
de esta «Pax europea» somos, evidentemente, los ciudadanos de a pie. Entendiendo por
tales y en su sentido más amplio: los ciudadanos de la Unión Europea, pero también los
ciudadanos en la Unión (no europeos que también viven en la Unión Europea) que también gozan de esta situación privilegiada en la Europa de los 27.
Esta paz no ha sido fruto de un «milagro de la Virgen de Fátima» ni de una carambola; sino que se fundamenta en el ejercicio colectivo de unos sentimientos, cultura y valores
convivenciales cimentados en unos principios estructurales comunes muy fuertes. Ambos,
valores y principios, no pueden limitarse ni debilitarse a través de normas o políticas coyunturales, so pena de poner en peligro este territorio privilegiado que es la Unión. No
debemos olvidar que somos la envida del resto del mundo.
Ser ricos o pobres —siendo muy importante en el mundo globalizado— es una anécdota frente al paraíso que constituye vivir en paz, pero que puede tornarse en un infierno
cuando no hay paz. En especial, cuando estamos habituados a vivir en una estructura política democrática basada en el derecho; al son de unas reglas de juego respetadas, y mediante
una estructura u organización política «supranacional» que funciona de verdad, muy a
pesar de sus altibajos y dudas existenciales.
Ésta es la realidad que en 2011 se ha alcanzado en la Unión Europea.
¡No se lo cambiamos a nadie por nada! aunque la critiquemos o la pongamos en tela de
juicio —con entera libertad— por culpa de una política económica determinada, una política exterior o de seguridad titubeante, unos «pepinos» contaminados, o un difícil sistema
bancario. Todos quieren ser Europa, por lo que representa dentro de un mundo globalizado,
convulso y falto de valores a que asirse.
Los valores se contienen y son la esencia de los Tratados constitutivos de las, entonces
denominadas Comunidades Europeas. Proclamados desde 1951 (CECA) y consolidados
en 1957 (CEE y EURATOM) como patrimonio europeo, de los europeos y de sus organizaciones estatales. La identidad de valores y principios culturales se intercomunican
entre sí. Esta constatación se aprecia, si nos limitamos a examinar los primeros artículos
del Tratado de Lisboa de 1979 (última versión acordada del Tratado de la Unión Europea),
con los proclamados y garantizados en la mayoría de las Constituciones de los 27 Estados
miembros. Son principios generales comunes, nacidos de una tradición grecorromana y
cristiana común.
Para ilustrarlo con sólo un ejemplo, quizás etéreo e indefinible, pero real admitido
por todos, cualquiera que sea su grado de cultura, conocimiento o integración política: El
respeto a la dignidad de la persona. La dignidad figura en el artículo 10.1 de nuestra
Constitución de 1978; al igual que en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión
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III. Que Europa no pierda «los papeles» para controlar a «los sin papeles»
Europea (artículo 1); en las convenciones sobre Derechos Humanos, y evidentemente en
los Tratados Constitutivos de la Unión.
II. LAS LIBERTADES ESTRUCTURALES DE LA UNIÓN,
INDISPENSABLES PARA QUE FUNCIONE UN MERCADO
COMÚN ÚNICO EN LA UNIÓN EUROPEA
Se da por sabido y, lo cierto es que estamos cansados de que nos expliquen cómo se gestó,
nació y qué pretendían los «padres de Europa» en los años 50 al instaurar las bases de
un Mercado Común Europeo que sirvieran como plataforma de una Unión política supranacional posterior. Pero, nuestras sociedades estatales olvidando la historia reciente,
no nos detenemos en valorar cuáles son los beneficios que reporta este Mercado Interior
Económico y los riesgos irreparables de que pudiera llegar a quebrar. Es nuestro esqueleto
común y necesario.
Con tristeza, denotamos un cierto pesimismo, cansancio debido a nuestras propias críticas pronunciadas en clave estatal o en defensa de un nacionalismo decimonónico, trasnochado y que hoy, a muchos, nos parece imposible. Estas críticas y obstáculos son el fruto de
haberse culpabilizado frívolamente a Europa de ser la causante de un fracaso o mala gestión
de la política y políticos en clave interna. Esta injustificada denuncia, a buen seguro, nos hace
perder el sentido exacto del rumbo o de lo que se pretendía obtener en la Europa de la post
Guerra y en la inimaginable, entonces, Unión actual, que creemos no tiene marcha atrás.
En los Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas, CECA y EURATOM se
definieron, por los padres fundadores, unos caminos que hicieran viables el llegar a alcanzar una entidad político-económica cuya base eran unas libertades esenciales y estructurales indispensables para tramar y construir un Mercado Común. Alcanzar este Mercado,
fue esencial para asentar una paz política y un bienestar de las personas/ciudadanos. La
consecuencia gradual de estas políticas fue, y aún es hoy, un gran mercado; un mercado
único e interior viable; siempre que, a medio plazo, se crea un caparazón o entidad política económica y monetaria supranacional, que lo ampara.
El Mercado Común europeo tiene evidentemente unos tintes y una vertiente económica. Se basaba y se forja en un sistema económico capitalista, de libre mercado y se alcanza
cuando se logra la implantación efectiva de estas cuatro libertades:
libre circulación de trabajadores;
libre circulación de mercancías;
libre establecimiento y libertad de servicio;
libre circulación de capitales.
Con dicha práctica se ha conseguido un mercado común e interior único, dentro de
las fronteras de la Unión distinguiéndose claramente del Mercado exterior. Para ilustrarlo
con un ejemplo muy sencillo: es conseguir que sean iguales las relaciones económicas y
comerciales entre un mercado estatal con los mercados del resto de los Estados de Europa
sin trabas ni aranceles ni proteccionismos, ni efectos equivalentes. Es decir, que sea igual
comerciar entre Madrid y Alcobendas que entre Barcelona, Dusseldorf o Dublín. En un or– 253 –
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den muy familiar todos entendemos que nuestros hijos y nietos puedan moverse y estudiar
con becas Erasmus. España es el principal productor y recipiendario según estadísticas de
junio 2011. «Contra factum non valet argumentum».
Junto a estas cuatro libertades, reiteramos, de carácter económico, a su vez, paralelamente se han ido consolidando unos valores y unos principios referenciales y convivenciales que —como decíamos al inicio— son el mínimo común denominador a todos los
Estados y a la propia Unión.
Debemos ser muy conscientes que en Europa, nos hallamos en una difícil encrucijada
histórica, cargada de riesgos y de pasos en falso. Esta viene provocada, en primer lugar,
por la delicadísima situación económica de muchos de sus Estados miembros, por los
ataques y crisis que en ellos provocan los denominados «mercados» y fuerzas financieras
opacas. Por cierto, ¿alguien puede responderme? ¿de qué nacionalidad son los tan cacareados mercados? ¿a quien defienden? Igualmente esta crisis es de valores y convivencial
al enfrentarnos ante el trato discriminatorio y derechos selectivos que, progresivamente,
se dispensa en los países de la UE a las personas que viven con nosotros no nacionales o
están llegando masivamente por «tierra, mar y aire» a este espacio de libertad, derechos
y valores a modo de tierra de promisión en que se ha convertido Europa para millones de
personas del resto del mundo.
III. ¿PUEDEN DEBILITARSE LA LIBERTAD DE CIRCULACIÓN ALCANZADA EN EL TRATADO DE SCHENGEN POR FALTA
DE UNA POLÍTICA DE INMIGRACIÓN COMÚN?
A causa del temor a una entrada masiva de inmigrantes provenientes de las revoluciones
contra sus dictaduras del Norte de África y Oriente Medio, Europa automáticamente reacciona, pero no controlando solidariamente sus fronteras exteriores sino cerrando las fronteras interestatales y restableciendo de facto o de iure las desaparecidas fronteras interiores.
La disputa reciente entre Francia e Italia, a raíz de la expedición de permisos temporales
a «inmigrantes irregulares» por el Gobierno de Berlusconi, ha encendido la mecha. Dinamarca, Finlandia u otros países se han apuntado a unas políticas de cierre selectivo de
fronteras. En España tras las elecciones municipales del 22 de mayo de 2011 en algunos
importantes Ayuntamientos han ganado candidatos claramente xenófobos.
La tímida reacción del Presidente Durao Barroso y el Consejo de Ministros de la
Unión en el cierre ferroviario de Francia a los trenes Italianos cargados de inmigrantes. El
«apáñatelo como puedas» mostrado por los demás Estados miembros frente a la avalancha
de tunecinos y libios en Lampedusa y en Sicilia, recuerda un poco lo que sucedió y sigue
sucediendo en Canarias, Ceuta Melilla y en Andalucía no ha mucho.
Se ha puesto en tela de juicio la eficacia del Tratado de Schengen; y en vez de reforzarse las fronteras y controles exteriores, financiando políticas de prevención, tratados de
repatriación y fórmulas o cuotas de distribución de la inmigración irregular, se está optando por interpretar torticeramente el significado o qué se entiende por «orden y seguridad
públicas» como excepciones a la libre circulación de personas dentro del Espacio Interior
de la Unión.
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III. Que Europa no pierda «los papeles» para controlar a «los sin papeles»
La Sra. Cecilia Malmström, comisaría sueca responsable de asuntos de interior en la
Unión, declaró, en la presentación de la «Comunicación sobre la inmigración» el 4 de
mayo de 2011, que debía seguir avanzándose en el seno de la Unión en una política común
sobre la inmigración, y que el documento servía a modo de «catálogo de iniciativas a desarrollar». Pero añadió que para que ello llegue a buen puerto deben evitarse los planteamientos racistas o xenófobos que están imponiéndose en los países miembros y que la Unión
debe llevar a cabo esta política con «claridad, responsabilidad y solidaridad».
Estamos ante una involución de lo que se había conseguido con la puesta en práctica
del Tratado de Schengen y su adaptación de la política de desaparición de fronteras en el
Tratado de Lisboa. Sostenemos que una política comunitaria sobre la inmigración debe ser:
— Clara, sin tortuosos atajos directos o indirectos o medidas equivalentes como los
incidentes habidos entre Francia e Italia.
— Responsable: La responsabilidad ha de ser compartida y garantizada en el seno de
la Unión con las medidas que adopten las Instituciones, pero también cada uno de
los Estados en sus relaciones infra y extracomunitarias.
— Solidaria: La solidaridad no consiste en que «cada palo aguante su vela» —España,
Italia y Grecia con los flujos migratorios del sur del Mediterráneo— sino en políticas globales en la prevención de los flujos irregulares y en el reparto de las consecuencias de dichos imparables flujos, y en la política y tratados sobre repatriación y
vigilancia costera conjuntos con los países origen de la inmigración irregular.
IV. CONCLUSIÓN: SCHENGEN DEBE SER TAMBIÉN LA GARANTÍA
DE LOS VALORES Y PRINCIPIOS EN QUE SE ASIENTA EUROPA
El Presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, afirmó en su reciente visita a China que
«La primavera árabe recuerda que democracia, justicia y desarrollo social son universales».
No podemos por tanto poner en duda los principios que fundamentan nuestro espacio
europeo, por una dispar política o independiente política ante los flujos migratorios que no
se detendrán en los próximos meses y años.
Nos gustaría mucho equivocarnos y no ser agoreros de un futuro europeo difícil, que
puede poner en peligro la «Pax Europea» que hemos conseguido entre todos. Si se tolera
que unilateralmente se modifique y limite el espacio interior Schengen, y no se fortalece
una política solidaria y común de fronteras exteriores, tolerándose y favoreciendo —por
acción u omisión— el restablecimiento temporal, no excepcional, de las fronteras interiores interestatales, Europa pierde y retrocede mucho, pues está sembrando las condiciones
para restablecer situaciones o políticas que considerábamos erradicadas tras la Segunda
Guerra Mundial.
Lo que es cierto, seguro e imparable es que la inmigración económica y política desde
países subdesarrollados o salidos de dictaduras históricas y toleradas por Europa (Túnez,
Gadafi, Egipto, Siria, etc.), no se va a detener, al contrario. Por ello es más necesario que
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nunca, en la reciente historia europea, establecer criterios comunes, ejercitar la solidaridad
y fiarse unos de los otros evitando que los Estados de la Unión y sus nacionales piensen de
nuevo en singular y no en comunitario o plural.
Prestemos todos mucha atención a no perder lo conseguido en la libre circulación de los
europeos y en la garantía de derechos y libertades en Europa y para sus ciudadanos, y que
un giro nacionalista y xenófobo de cierre de fronteras y de insolidaridad no conduzca a los
Estados europeos a «perder los papeles», restableciendo barreras y fronteras interiores en
el espacio sin fronteras, bajo la excusa de controlar a los inmigrantes «sin papeles».
12 junio de 2011
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