Sonetos; Francisco de Quevedo

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Comentario de texto: Sonetos de Quevedo
Durante el siglo XVII, apareció una nueva corriente literaria llamada: Barroco, en un contexto social de
desánimo general y con ideologÃ−as totalmente opuestas a épocas pasadas.
El optimismo se habÃ−a convertido en pesimismo ya que la gente no tenÃ−a la vida a la que aspiraba. El
regreso de pensamientos teocentristas, devolvieron el poder a la iglesia y el sentimiento triste de aquél
entonces, hacÃ−a creer que la vida era solamente para sufrir y que ningún esfuerzo valÃ−a la pena.
Uno de los más apreciados autores barrocos del momento, fue, sin duda, Francisco de Quevedo - autor del
poema a comentar.
Quevedo, un personaje del pueblo llano y siempre próximo a él, intentó mediante su escritura, convencer
al pueblo de que la vida que se estaba llevando no se debÃ−a abandonar sin poner solución alguna. AsÃ−
que ante la ignorancia de los habitantes y después de ser encarcelado, ideó una nueva forma de escribir
con la que podÃ−a “jugar” con el significado de las palabras. A eso se le llamó: Conceptismo.
Sin embargo el Quevedo más impresionante es tal vez el que, impregnado de estoicismo senequista, ve el
vivir como un continuo y rápido caminar hacia la muerte. El tiempo, que nos da la vida, nos la va quitando.
Esta idea, la de la extinción sin remedio, es la fuente de su amargura, de su sátira: le hace renunciar a las
ilusiones, para contemplar como puro desatino humano. Este pesimismo profundo de la madurez de Quevedo,
se manifiesta unas veces en forma de burla, y otras en acuñaciones geniales, dramáticas, como en el
siguiente soneto:
¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!
¡Poco antes, nada; y poco después, humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!
Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa soy peligro sumo;
y mientras con mis armas me consumo
menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.
Ya no es ayer; mañana no ha llegado;
hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento,
que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mÃ− vivir mi monumento.
Esta composición poética responde al esquema de un soneto, y como tal consta de: dos cuartetos y dos
tercetos.
Los versos son de Arte Mayor, ya que todos tienen once sÃ−labas incluyendo todas las sinalefas.
La rima de los cuartetos es cruzada (A B B A) y consonante (riman tanto las vocales como las consonantes) y
en los tercetos (C D C, D C D) también es cruzada y consonante.
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El tema de la obra es claramente la obsesión por la muerte y el “Tempus Fugit”, y es que lógicamente,
quedaba reflejado en toda la literatura la depresión y la vida que se llevaba durante ese episodio de la
historia.
El poema habla de un fuerte deseo hacia el fin de la vida. Incluso Quevedo, se refiere a su propio cuerpo para
simbolizar un cerco que le encierra y le obliga a vivir. Todos estos pensamientos son fruto del movimiento
histórico en el que vivÃ−a el escritor.
En el primer cuarteto, habla de la vida y de la muerte. Desea que la vida corra a toda prisa sin darle
importancia a nada, porque según él: lo que hoy es algo, mañana no será nada. En cuanto a las figuras
retóricas, en el primer verso del primer cuarteto: “¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!”, se puede
encontrar: una elisión, ya que suprime el sujeto. Lo más probable es que Quevedo haya elidido el mismo,
porque solamente hay una cosa que él pueda desear (soñar) y que después se haga realidad (se
convierta en tierra, es decir, algo sólido y no abstracto como el sueño), y es la muerte. Con las palabras
“ayer” y “mañana” se puede llegar a una gradación ascendente. El autor la ha utilizado, lógicamente
porque el tiempo en sÃ−, es una gradación, que él denomina ascendente, porque cada vez se siente más
cercano a su objetivo. En el segundo verso: “¡Poco antes, nada; poco después, humo!”, puede hallarse un
equÃ−voco, porque realmente no quiere expresar un humo literal, pero si algo que después de traspasar la
frontera de la muerte, pueda subir como su alma cristiana hacia el cielo.
Y para finalizar el primer cuarteto, en el tercer y cuarto verso: “¡Y destino ambiciones, y presumo apenas
punto al cerco que me cierra!” se puede encontrar un encabalgamiento, ya que una cosa le lleva a la otra; es
decir, ansiar (destinar) tan fuertemente la muerte, le hará sentir un cerco que le encierra, término al cual
puede ser denominado sÃ−mbolo, refiriéndose a su propio cuerpo, que le atrapa el alma a la vida.
En el segundo cuarteto dice: “Breve combate de inoportuna guerra”. Dicha guerra es a la que la muerte lo
invita. “en mi defensa, soy peligro sumo;” quiere decir que si se enfrenta a la muerte (si vive), saldrá
perdiendo, porque justamente lo que quiere es abandonar esta agonizante vida. “y mientras con mis armas me
consumo”, da entender que ha decidido no combatir con la muerte, y por tanto, se va consumiendo con las
armas en mano, mediante un equÃ−voco con la palabra armas en doble sentido: sus obras, su poesÃ−a,
“menos me hospeda el cuerpo que me entierra” si al morir, su cuerpo deja de ser un cerco para él, a medida
que va pasando el tiempo, su cuerpo lo irá dejando más libre (menos le hospeda).
En el primer terceto, habla del paso del tiempo, y del concepto de las palabras: pasado, presente y futuro;
cuando piensas que ahora es presente, ya está formando parte del pasado. Con el primer verso del primer
cuarteto: ¡Fue sueño ayer, mañana será tierra!” y el: primer verso del primer terceto: “Ya no es ayer,
mañana no ha llegado;” el autor ha hecho un paralelismo para simbolizar el rápido paso del tiempo. Con
el segundo verso: “hoy pasa, y es, y fue, con movimiento” utiliza un polisÃ−ndeton para remarcar el
imparable paso del tiempo, y asÃ− reforzar la expresión: lo que ahora es, ahora ya fue. El sintagma: “con
movimiento”, hace referencia al movimiento del tiempo, que también puede verse reflejado con una idea
similar en “Laberinto de Fortuna” de Juan de MENA con las tres ruedas, las cuales representan el pasado, el
presente y el futuro (términos con los que Quevedo juega constantemente en esta obra). En el tercer verso:
“que a la muerte me lleva despeñado.” con la palabra “despeñado” hace una hipérbole, simbolizando
que el tiempo va tan deprisa que lo despeña a su fin en vez de llevarlo.
Para finalizar, en el segundo terceto y última estrofa dice: “Azadas son la hora y el momento”, simboliza que
la hora y el momento son una herramienta que cava, “que, a jornal de mi pena y mi cuidado,” significa que a
cambio de su pena y su cuidado, “cavan en mi vivir mi monumento.”
Esto significa que cavan durante su vida, lo que será su tumba, a lo que se refiere mediante una metáfora.
En esta obra, el recurso estilÃ−stico más utilizado y con un peso más importante, es la antÃ−tesis.
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El poeta continuamente relaciona términos opuestos como la vida y la muerte, la tierra y el humo, la
defensa y el peligro, el antes y el después, etc.
Una justificación coherente de ello, podrÃ−a ser que la misma vida de Quevedo es como una gran
antÃ−tesis, ya que, a pesar de conservar su vida, desearÃ−a estar muerto.
Este poema, es muy fácil de relacionar con la época en la que se escribió, ya que claramente habla con
un sentimiento pesimista y deprimente caracterÃ−stico del Barroco. La muerte no era nada que temer,
simplemente era una liberación, como un respiro después de una larga y pesada vida.
La influencia de esas ideologÃ−as llevaban a los escritores como Francisco de Quevedo a escribir de este
modo.
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