CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal REGISTRO NRO. 744/12 //la ciudad de Buenos Aires, a los mayo 14 días del mes de del año dos mil doce, se reúne la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por el doctor Mariano H. Borinsky como Presidente y los doctores Juan Carlos Gemignani y Gustavo M. Hornos como Vocales, asistidos por el Secretario actuante, a los efectos de resolver el recurso de casación interpuesto a fs. 17/26 vta. de la presente causa Nro. 14.770 del Registro de esta Sala, caratulada: “CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación”; de la que RESULTA: I. Que la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad, en la causa Nro. 45.348 de su registro, con fecha 28 de abril de 2011, resolvió, en cuanto aquí interesa: “I. REVOCAR el auto de fs. 13/14 de la presente incidencia y DECLARAR EXTINGUIDA POR PRESCRIPCIÓN la acción penal respecto de Sergio Claudio Cirigliano, en orden a los hechos que se le imputaron en esta causa, en consecuencia, DICTAR SU SOBRESEIMIENTO (arts. 59, inc. 3, 62, inc. 2, 63, 67, 259, segundo párrafo del Código Penal y art. 336, inc. 1, del Código Procesal Penal de la Nación)” (fs. 14/16 vta.). II. Que contra esa decisión interpuso recurso de casación el señor Fiscal General ante la Cámara antes mencionada, doctor Germán Moldes (fs. 17/26 vta.), el que fue denegado por el a quo (fs. 27/30 vta.), y finalmente concedido por esta Sala al hacer lugar al recurso de queja interpuesto (Registro Nro. 15.428, fs. 50/50 vta.). La impugnación fue mantenida por el señor Fiscal ante esta Cámara, doctor Ricardo Gustavo Wechsler (fs. 62). III. El recurrente sustentó su impugnación en el motivo previsto en el inciso primero del art. 456 del C.P.P.N., por entender que se ha -1- inobservado la manda del art. 67, párrafo 2° del C.P. utilizando “baremos no previstos por el legislador para evitar que opere la suspensión de la prescripción de la acción penal en la causa” (fs. 22). Comenzó por reseñar los antecedentes de la causa, explicando que Cirigliano ha sido procesado por haber entregado dádivas al ex Secretario de Transporte de la Nación, Ricardo Rául Jaime, consistentes en haber afrontado el pago de ocho vuelos en aeronaves privadas, sin justificación ni vínculo alguno con actos oficiales o inherentes a la función que aquél desempeñaba, y que esa conducta ha sido encuadrada en la figura prevista por el art. 259, segundo párrafo, del C.P. Recordó que la presente incidencia de prescripción se inició en virtud de la presentación efectuada por la defensa, quien postuló que a la fecha en que Cirigliano había sido convocado a prestar declaración indagatoria –el 8 de febrero de 2010-, la acción penal se encontraba prescripta, pues desde la comisión del último de los hechos que se le imputa -el 15 de enero de 2008- habría transcurrido el plazo de prescripción aplicable –dos años, en virtud de lo dispuesto por los arts. 62, inc. 2° y 259, segundo párrafo, del C.P.-. Relató que al serle conferido traslado a ese Ministerio Público, su colega se opuso a la pretensión de la defensa, alegando que en el caso resultaba aplicable la causal de suspensión del curso de la prescripción de la acción penal prevista en el segundo párrafo del art. 67 del C.P. en atención a la calidad de funcionario público que revestía Jaime al momento de los hechos y hasta el 1° de julio de 2009; y que, en base a ello, el Fiscal concluyó que el curso de la acción penal estuvo suspendido hasta esa fecha, por lo que cuando Cirigliano fue convocado a prestar declaración indagatoria –el 8 de febrero de 2010-, la acción penal se encontraba vigente, y luego fue interrumpida por el requerimiento de elevación a juicio, -2- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal presentado el 10 de diciembre de 2010. Continuó narrando que el juez de primera instancia coincidió con los argumentos expuestos por la fiscalía, y rechazó la pretensión de la defensa, decisión que fue apelada por esta parte postulando la inaplicabilidad de la causal de suspensión respecto de su asistido con sustento en la independencia entre el hecho que a él se imputa y aquél que es atribuido al funcionario público; y que radicado el incidente en la Sala I de la Cámara de Apelaciones, los magistrados coincidieron con la postura de la defensa y revocaron la decisión dictada por el juez de grado. A continuación, el recurrente expuso los motivos de agravio. Señaló que se ha efectuado una “impropia diferenciación entre las necesarias partes que componen toda dádiva (el que la ofrece y el que la recibe) para terminar beneficiando a una de ellas, fulminando la investigación a su respecto” (fs. 21 vta). Sostuvo que “tan unidas y tan apoyadas están unas en otras las conductas de Jaime y Cirigliano que, no cabe duda de ello, en conjunto componen una maniobra delictiva única e indisoluble: ocho conductas de ‘aceptación’ cumplió Jaime en perfecta armonía y concordancia con las ocho de ‘ofrecimiento’ y ‘entrega’ que realizó Cirigliano”, y que por ello, resulta inaceptable diferenciar las consecuencias jurídicas de los comportamientos de ambos (fs. 22 vta.). En tal sentido, postuló que “existió un delito compuesto y no delitos independientes” porque “en los delitos de corrupción administrativa […] siempre hay dos partes que actúan de consuno”, y que por ello, debe aplicarse la causal de suspensión del curso de la prescripción invocada. En la misma dirección, apuntó que la oferta y la aceptación de la dádiva constituyen “cara y cruz de la misma moneda” (fs. 23), pues se trata de un hecho criminal único, en el que “no puede obviarse la estrecha vinculación de ambos procederes en el marco que, a uno y otro de los -3- encartados, correspondía”, y que “el delito de dádivas tiene, de modo indispensable, dos partícipes unidos en el designio, aunque de signo enfrentado” (fs. 23 vta.). Expresó que la admisión de dádivas, prevista en el primero párrafo del art. 259 del C.P., tiene su necesario antecedente en la presentación de la dádiva, prevista en el segundo párrafo de la norma mencionada, “por lo que naturalmente no puede existir el primer supuesto sin la concurrencia del segundo”, y que si bien “no se discute desde el punto de vista de la dogmática la posibilidad de encuadrar el ofrecimiento de dádiva sin que exista aceptación por parte del funcionario público […] este no es el caso, por tanto, aquí la aceptación de la dádiva por el funcionario requiere necesariamente la existencia del que la otorga”, y agregó que el razonamiento de la Cámara a quo quebró ese principio lógico (fs. 23 vta./24). En la misma dirección, adunó que “un mismo hecho puede caer bajo dos aspectos penales diferentes y merecer dos o más penas, y sin embargo, lo que constituirá el objeto del proceso es el hecho en sí mismo” (fs. 24 vta.). Como consecuencia de lo expuesto, concluyó que “suspender el inicio del curso de la prescripción de la acción penal para el agente o funcionario público que recibe la dádiva y dejar fuera de esa situación al promotor del acto corrupto y ejecutor de una de las acciones que perfeccionan el delito del otro, se presenta –al menos al principiocontrario al art. 16 de la Constitución Nacional –igualdad ante la ley- y, después, desajustado a la intención del legislador, quien pretendió mediante la previsión del art. 67 del C.P. evitar que los casos denominados como ‘corrupción’ prescribieran fácilmente” (fs. 24). Con cita de un precedente de esta Sala (“Baro, Rolando s/recurso de casación”, causa Nro. 6744, Reg. Nro. 11498, rta. 20/03/2009), -4- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal agregó que la razón de ser de la causal de suspensión prevista en el segundo párrafo del art. 67 del C.P. se funda en las características propias del acto de corrupción, y busca evitar que el funcionario público, por el solo hecho de ostentar el cargo, obstaculice la investigación logrando la impunidad, por lo que aquélla “opera para todos quienes tuvieron protagonismo, actuación y dinamismo en la conducta llamada delito, en el acto de corrupción, y no únicamente respecto del funcionario público que estuvo involucrado en ese acontecimiento” (fs. 24 vta.). Con cita de la Convención Interamericana contra la Corrupción –ley Nro. 24.759-, afirmó el recurrente que “estamos ante una intrincada y prolongada trama de corrupción […] cuya dilucidación no resulta tarea fácil por la complejidad que presenta –intervención de diferentes empresas vinculadas entre sí, mediante otras que brindaban el servicio al encumbrado y poderoso funcionario-”, y señaló que ello fue desechado por el a quo como base de análisis (fs. 25 vta.). En base a todo lo expuesto, finalizó su presentación solicitando que se declare que en el caso de autos la acción penal estuvo suspendida para todos los involucrados en las maniobras atrapadas por el objeto procesal hasta que Jaime renunció al cargo, el 1° de julio de 2009, y que, en consecuencia, se haga lugar a la impugnación intentada y se revoque la decisión recurrida. Hizo reserva del caso federal. IV. Que durante la oportunidad prevista por los arts. 465 y 466 del C.P.P.N., el señor Fiscal ante esta Cámara de casación, doctor Ricardo Gustavo Wechsler, compartió los argumentos expuestos en la presentación casatoria, y solicitó que se haga lugar a la misma (fs. 66/69). V. Que, encontrándose debidamente notificado el señor fiscal General ante esta Cámara, doctor Ricardo G. Wechsler (cfr. fs. 73), se celebró la audiencia prevista por el art. 468 del C.P.P.N., con la asistencia -5- del señor defensor de Sergio Claudio Cirigliano, doctor Miguel Ángel Plo, de lo que se dejó constancia en autos (cfr. fs. 87), por lo que quedaron las actuaciones en estado de ser resueltas. Efectuado el sorteo de ley para que los jueces emitan su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: Gustavo M. Hornos, Juan Carlos Gemignani y Mariano H. Borinsky. El señor juez Gustavo M. Hornos dijo: I. El presente incidente de excepción de falta de acción se origina en virtud de la presentación de la defensa de Sergio Claudio Cirigliano en la que solicitó que se declare la extinción de la acción penal y consecuentemente se sobresea a su asistido. Alegó que a la fecha en que el nombrado había sido convocado a prestar declaración indagatoria, el 8 de febrero de 2010, la acción penal se encontraba prescripta, pues desde la comisión del último de los hechos que se le imputa -el 15 de enero de 2008hasta aquella fecha, había transcurrido el plazo de prescripción aplicable dos años, en virtud de lo dispuesto por los arts. 62, inc. 2° y 259, segundo párrafo, del C.P.- (cfr. fs. 1/5 del incidente que corre por cuerda). Al serle conferido traslado al Fiscal, éste se opuso a la pretensión de la defensa, alegando que en el caso resulta aplicable la causal de suspensión del curso de la prescripción de la acción penal prevista en el segundo párrafo del art. 67 del C.P. en atención a la calidad de funcionario público que revestía el co-procesado Ricardo Raúl Jaime al momento de los hechos y hasta el 1° de julio de 2009. En base a ello, concluyó que el curso de la acción penal estuvo suspendido hasta esa fecha, por lo que cuando Cirigliano fue convocado a prestar declaración indagatoria –el 8 de febrero de 2010-, la acción penal se encontraba vigente, y luego fue interrumpida por el requerimiento de elevación a juicio, presentado el 10 de diciembre de 2010 (cfr. fs. 11/12 vta. del incidente mencionado). El juez de primera instancia coincidió con los argumentos -6- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal expuestos por la fiscalía, y rechazó la pretensión de la defensa. Sostuvo que el delito de dádivas es “un delito de codelincuencia necesaria, toda vez que para que el funcionario admita la dádiva es necesario que alguien se la presente u ofrezca”, y que por ello, resultaba aplicable la causal de suspensión esgrimida por el Fiscal (cfr. fs. 13/14 vta. del incidente). Apelada esa decisión por la defensa, y radicado el incidente en la Sala I de la Cámara de Apelaciones, los magistrados revocaron la decisión dictada por el juez de grado (cfr. fs. 14/16 vta. del presente). Para así resolver, consideraron que la conducta de aquel que presenta u ofrece la dádiva a un funcionario público en consideración de su oficio (art. 259, primer párrafo del C.P.) no constituye “la otra cara de la misma moneda” de la conducta del funcionario que la acepta (segundo párrafo de la norma mencionada), “en tanto la simple promesa ya es punible sin importar la aceptación o rechazo del funcionario”. Agregaron que la “falta de superposición de las escalas penales, junto con la independencia entre ofrecimiento –o presentación- y la actitud del funcionario, hablan de la inexistencia de una figura bilateral”, y que “la imposibilidad de hablar de participación entre ellos es determinante a la hora de evaluar la aplicación de la suspensión prevista por el segundo párrafo del artículo 67 del Código Penal”. En base a ello, afirmaron que la suspensión allí prevista sólo podría operar respecto de Cirigliano “si en la comisión del delito de entrega de dádivas hubiese actuado conjuntamente con funcionarios públicos, no siendo ésta una hipótesis de investigación en el presente caso”, y concluyeron que por no resultar aplicables al caso “las directrices que en la dogmática guían las cuestiones de coautoría, complicidad o instigación –en una palabra, la participación-”, no resultaba aplicable la causal de suspensión prevista en el segundo párrafo del art. 67 del C.P. A partir de ello, señalaron que desde la comisión del último -7- hecho que fue imputado a Cirigliano –el 15 de enero de 2008- había transcurrido el plazo de prescripción aplicable –dos años- sin que se hubiese verificado ningún acto interruptivo de su curso. Esta es la decisión que el Fiscal General ha recurrido ante esta Cámara, con los argumentos que han sido reseñados en los resultandos. II. La cuestión planteada se centra entonces en establecer si la suspensión del curso de la prescripción de la acción penal por aplicación del segundo párrafo del artículo 67 del C.P. -redacción conforme ley 25.188, vigente al momento de comisión de los hechos-, resulta aplicable en el caso de autos respecto de Sergio Claudio Cirigliano. Recordemos que el nombrado ha sido procesado y requerido a juicio por haber entregado dádivas al ex -Secretario de Transporte de la Nación, Ricardo Rául Jaime, consistentes en haber afrontado –por sí o por empresas vinculadas a él- el pago de ocho vuelos en aeronaves privadas, sin justificación en actos oficiales o inherentes a la función que aquél desempeñaba, y que esa conducta ha sido encuadrada en la figura prevista por el art. 259, segundo párrafo, del C.P. A su vez, el nombrado funcionario ha sido procesado y requerido a juicio en orden al delito de admisión de dádivas (primer párrafo de la norma mencionada), siendo algunas de ellas aquellas cuya presentación ha sido atribuida a Cirigliano. Dado que Jaime permaneció en funciones hasta el 1° de julio de 2009, el curso de la prescripción se vio suspendido a su respecto hasta esa fecha. De interpretarse la norma en el sentido pretendido por el señor Fiscal, esto es que la suspensión alcanza también al particular que ofreció o presentó la dádiva cuya admisión se atribuye al funcionario público, el ejercicio de la acción penal permanecería vigente respecto de Cirigliano, en tanto desde la fecha en que Jaime cesó en su cargo hasta el llamado a -8- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal indagatoria del nombrado, efectuado el 8 de febrero de 2010, no transcurrió el plazo de prescripción aplicable –dos años, conforme art. 62, inc. 2° y 259, segundo párrafo del C.P.-, y tampoco entre aquel acto y la presentación del requerimiento de elevación a juicio, el 10 de diciembre de 2010. En primer término, corresponde señalar que la redacción actual del artículo 67 del C.P. -según ley 25.188-, que en su párrafo segundo establece que “(l)a prescripción también se suspende en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, para todos los que hubiesen participado, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo público”, y en el último párrafo dispone que “(l)a prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada delito y para cada uno de sus partícipes, con la excepción prevista en el segundo párrafo de este artículo”, ha venido a zanjar la discusión que se planteaba bajo la vigencia de la ley 23.077, la cual, mientras que en el párrafo segundo del art. 67 establecía la misma causal de suspensión (aunque solo respecto de los delitos previstos en los capítulos 6, 7, 8, 9, 9 bis y 10 del título XI, libro 2°, del código), no contenía una previsión similar a la que incorporó la ley 25.188 en el último párrafo del art. 67 del C.P. Resulta claro entonces que en la actual redacción del art. 67 del C.P., en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, el curso de la prescripción de la acción penal se suspende respecto de todos los que hubiesen participado –sean funcionarios público o no-, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo público. Es que la finalidad de la causal de suspensión que nos ocupa tiene como fin evitar la obstaculización o el impedimento de la acción penal, atendiendo a la influencia del funcionario público imputado (Núñez, Ricardo, “Las disposiciones Generales del Código Penal", Ed. Marcos Lerner Editora, Córdoba, 1988, pag. 298). Se pretende evitar que en los delitos cometidos en ejercicio de la función pública, las facultades o las -9- influencias emergentes del ejercicio de la función pública por parte de cualquiera de los partícipes en tales delitos pongan obstáculos de hecho a las investigaciones, haciendo que el plazo de prescripción de la respectiva acción penal fenezca durante el tiempo de desempeño funcional. (cfr. “Código Penal y normas complementarias, análisis doctrinal y jurisprudencial”, dirigido por David Baigún y Eugenio Raúl Zaffaroni, segunda edición, Ed. Hamurabi, Tomo II B, pág.226). La influencia del funcionario público tiene un sustento objetivo, esto es, que el esclarecimiento del delito pudiera frustrarse en razón de los obstáculos de hecho que genera para la investigación la presencia de un funcionario público. Esa es la razón de ser de la causal de suspensión y se funda en las características propias del acto de corrupción; lo que se busca evitar es que el funcionario, por el solo hecho de ostentar el cargo, obstaculice el accionar de las investigaciones logrando impunidad, para él y para todos los partícipes del hecho. Es así que la paralización del curso de la prescripción obedece a una decisión normativa de carácter fáctica, que pretende prevenir un posible contexto objetivo de impunidad que pudiera afectar la investigación, aún sin ser reprochable al funcionario (cfr. mi voto en la causa 6744 de esta Sala IV, “Baro, Rolando O. s/recurso de casación”, Reg. Nro. 11.498, rta. el 20/03/2009). Sentado ello, para definir la cuestión suscitada en autos, corresponde efectuar previamente algunas consideraciones respecto de las figuras delictivas contempladas en el art. 259 del C.P. y por las que han sido procesados y requeridos a juicio Sergio Claudio Cirigliano, como autor del delito de presentación de dádivas –segundo párrafo de la disposición mencionada-, y Ricardo Raúl Jaime, como autor del delito de admisión de dádivas –primer párrafo de dicha norma-. -10- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal Estas figuras tratan el ofrecimiento y la admisión de dádivas en consideración del oficio del funcionario público, desvinculadas del cumplimiento u omisión de un determinado acto por parte de éste, que generalmente, llevaría a la figura de cohecho –art. 256 del C.P.-. Por eso, la doctrina las ha denominado “cohecho impropio”. Soler sostiene que “el bien jurídico protegido corresponde en este caso al interés jurídico del Estado en la irreprochabilidad e insospechabilidad de los funcionarios, la cual sufriría por el solo hecho de la aceptación de presentes ofrecidos en consideración a la calidad investida” (cfr. Soler, Sebastián, “Derecho Penal Argentino”, T° V, actualizado, Ed. Tea, 1992, pág. 220), y de esa forma se preserva el funcionamiento regular de la Administración Pública, como en los otros tipos penales contenidos en el Título XI del Código Penal. Los autores coinciden en que el delito previsto en el segundo párrafo de la norma examinada se consuma con la mera presentación u ofrecimiento de la dádiva, sin que sea necesaria su aceptación por parte del funcionario público (cfr. D´Alessio, Andrés J. -Director-, Divito, Mauro – Coordinador-, “Código Penal de la Nación. Comentado y Anotado”, T° II, segunda edición actualizada y ampliada, Ed. La Ley, 2009, pág. 1292; ; Donna, Edgardo, “Derecho Penal. Parte Especial”, T° III, Ed. RubinzalCulzoni, 2001, pág. 256; Soler, Sebastián, “Derecho Penal Argentino”, T° V, actualizado, Ed. Tea, 1992, pág. 220; Creus, Carlos, “Delitos contra la Administración Pública”, Ed. Astrea, 1981, pág. 309), y también coinciden en que la figura prevista en el primer párrafo, la admisión de la dádiva por parte del funcionario público, es un delito de codelincuencia necesaria toda vez que para que el funcionario admita la dádiva es necesario que alguien se la presente u ofrezca (cfr. D´Alessio -Divito, op. cit.. pág. 1291; Donna, Edgardo, op. cit., pág. 253; Creus, Carlos, op. cit, pág. 303). De las breves consideraciones expuestas se desprende, entonces, -11- que la presentación o el ofrecimiento de la dádiva no requiere la admisión de ella por parte del funcionario público, pero que la figura de admisión de dádivas sí exige como necesario antecedente un requisito típico normativo específico de bilateralidad: que un particular la haya presentado u ofrecido. Este es precisamente el caso de autos. Entonces, resulta relevante destacar que en el presente, al funcionario público involucrado –Jaime- se le ha atribuido la admisión de las dádivas presentadas por Cirigliano, por lo que resulta central señalar que la hipótesis fáctica objeto del presente proceso, según ha sido descripta hasta el momento, requiere necesariamente la intervención de un sujeto que habría admitido la dádiva que otro le habría presentado, es decir, se ha presentado en el hecho objeto del proceso el requisito típico de bilateralidad antes aludido, en virtud del cual la doctrina denomina al delito de admisión de dádiva como de “codelincuencia necesaria”. Desde esta perspectiva, no parece razonable afirmar que la suspensión del curso de la prescripción de la acción penal prevista en el art. 67, segundo párrafo del C.P., que es de carácter objetivo, opere solamente para el funcionario público que admitió la dádiva, pudiendo dejar impunes a quienes se la ofrecieron. Dicho de otra manera, si las dificultades para el esclarecimiento del hecho delictivo se deben a que quien admitió la dádiva ejerce un cargo público, y es jurídicamente presumible pensar que esta circunstancia pueda entorpecer las investigaciones, no se presenta como una interpretación de la ley socialmente aceptable la conclusión de que la prescripción de la acción penal no se suspenda para quien se la presentó u ofreció. La influencia de carácter objetivo del funcionario público, en las particulares circunstancias del caso, no sólo podría beneficiarlo a él obstaculizando la investigación, sino también a quienes le presentaron las -12- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal dádivas cuya admisión se le imputa, justamente por tratarse, en el presente caso, de un suceso criminal único, de un mismo hecho histórico. Si el fundamento de la causal de suspensión, como se dijo antes, es evitar que el funcionario público, por el solo hecho de ostentar el cargo, obstaculice el accionar de las investigaciones logrando impunidad, para él y para todos los partícipes del hecho, resulta razonable y coherente concluir que quien le presentó la dádiva se vea también perjudicado con la suspensión de la prescripción. Cierto es, como señala el a quo, que el art. 67, segundo párrafo del C.P. se refiere a alguna de las formas de participación previstas en el código, es decir, autoría, co-autoría, complicidad primaria, complicidad secundaria o instigación -conforme art. 45 del C.P.-, y en tal sentido, dable es recordar que el delito que se le atribuye a Jaime en calidad de autor tiene como requisito típico normativo necesario el hecho que se atribuye a Cirigliano con la misma calidad, pues, como quedó dicho, la admisión de dádivas requiere que alguien la ofrezca u presente. Y esa circunstancia conduce a considerar que en el caso de autos nos encontramos frente a un mismo suceso histórico, un hecho criminal único, aunque con distintas significaciones jurídico penales, las que no obstan a la conclusión de que el hecho atribuido al funcionario público tiene como necesario correlato el hecho imputado al particular. Interpretar que la suspensión de la prescripción para el caso de estos delitos opera exclusivamente para el funcionario público que admitió la dádiva, y no respecto de quién se la ofreció o presentó, no sólo no se corresponde con la letra de la ley, sino que tampoco se compadece con la voluntad del legislador, ni con los valores que procura defender. En este orden de ideas, esta postura es la que mejor se compadece con los fines buscados por la Convención Interamericana contra la Corrupción, sancionada en nuestro derecho interno mediante ley Nro. -13- 24.759, en la que se establecieron como propósitos “(p)romover y fortalecer el desarrollo, por cada uno de los Estados Partes, de los mecanismos necesarios para prevenir, detectar, sancionar y erradicar la corrupción” y “(p)romover, facilitar y regular la cooperación entre los Estados Partes a fin de asegurar la eficacia de las medidas y acciones para prevenir, detectar, sancionar y erradicar los actos de corrupción en el ejercicio de las funciones públicas y los actos de corrupción específicamente vinculados con tal ejercicio” (art. 2). Allí se definieron como “actos de corrupción”, no sólo al requerimiento o la aceptación, directa o indirectamente, por un funcionario público o una persona que ejerza funciones públicas, de cualquier objeto de valor pecuniario u otros beneficios como dádivas, favores, promesas o ventajas para sí mismo o para otra persona o entidad a cambio de la realización u omisión de cualquier acto en el ejercicio de sus funciones públicas (art. VI, inc. 1.a), sino también al “ofrecimiento o el otorgamiento, directa o indirectamente, a un funcionario público o a una persona que ejerza funciones públicas, de cualquier objeto de valor pecuniario u otros beneficios como dádivas, favores, promesas o ventajas para ese funcionario público o para otra persona o entidad a cambio de la realización u omisión de cualquier acto en el ejercicio de sus funciones públicas” (art. VI, inc. 1.b). III. A la luz de lo expuesto, entiendo que la permanencia de Ricardo Raúl Jaime en el cargo de Secretario de Transporte de la Nación hasta el día 1° de julio de 2009, ha determinado la suspensión del curso de la prescripción por el hecho delictivo calificado como presentación de dádivas –art. 259, segundo párrafo, del C.P-, atribuido a Sergio Claudio Cirigliano. Desde aquélla fecha, el curso de la prescripción de la acción -14- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal penal respecto del último de los nombrados, fue interrumpido por el llamado a prestar declaración indagatoria, el 8 de febrero de 2010 (art. 67, inc. “b” del C.P.), y por la presentación del requerimiento de elevación a juicio, el 10 de diciembre de 2010 (art. 67, inc. “c” del C.P.), sin que entre ellos, ni desde el último ocurrido, hubiese transcurrido el plazo de prescripción aplicable –dos años, conforme arts. 62, inc. 2° del C.P.- , por lo que cabe concluir que la acción penal a su respecto se encuentra vigente. IV. En virtud de todo lo expuesto, propongo en definitiva: hacer lugar al recurso de casación interpuesto por el señor Fiscal General doctor Germán Moldes y, en consecuencia, casar la resolución obrante en copia a fs. 14/16 vta. (fs. 38/40 vta. del incidente que corre por cuerda), revocándola. Sin costas en la instancia (arts. 456, inc. 1°, 470, 530 y 531 del C.P.P.N.). El señor juez Juan Carlos Gemignani dijo: Doy por reproducidos los sucesos y agravios ya desarrollados por el colega que lidera a voz en este acuerdo. En primer lugar cabe apuntar que el cuestionado artículo 259 se encuentra ubicado en el título XI denominado “Delitos contra la Administración Pública” del Código Penal de la Nación, siendo el fundamento de dicha protección “… el correcto desempeño de la función pública [que] constituye un requisito indispensable para el desarrollo del sistema democrático”. Si bien es claro que lo se protege penalmente es la “Administración Pública”, lo cierto es que en atención a la cantidad de delitos que se encuentran aglutinados bajo dicho título, ello exige que una delimitación particular del bien jurídico que ataca cada forma delictiva (cfr. D´Alessio, Andrés Jorge -Director- y Mauro A. Divito -Coordinador-, Código Penal. Comentado y Anotado, Buenos Aires, La Ley, 2009, segunda edición, tomo II, pág.1164 y ss). Puntualmente, el delito aquí achacado se encuentra bajo el -15- capítulo VI, del título XI mencionado, sección bajo la cual los delitos allí comprendidos protegen específicamente la transparencia de actuación de los funcionarios públicos. Ahora bien, tal como surge del análisis de estos actuados, en el caso se encuentran implicados dos tipos penales diferentes, ubicados en una misma norma. Por un lado, en el artículo 259, primera parte, del CP nos encontramos ante la figura que reprime al funcionario público que recibe una dádiva, entregada en consideración a su oficio. Aquí, el supuesto de hecho requiere una condición específica en el autor del hecho y la aceptación de la dádiva para su consumación. En cambio, en la segunda parte de la misma norma referida, se sanciona a aquélla persona que presentare u ofreciere una dádiva al funcionario; en estos casos la conducta se consuma con la mera realización de la oferta. En autos, a Claudio Sergio Cirigliano -procesado y requerido a juicio- se le atribuye el haber entregado dádivas a Ricardo Raúl Jaime -ex Secretario de Transportes de la Nación-, también procesado y requerido a juicio en autos en orden al delito de admisión de dádivas -art. 259, primera parte del C.P.-, a través del pago de ocho vuelos aéreos en naves privadas, sin que exista justificación alguna, conducta que fue enmarcada en el artículo 259, segundo párrafo, del Código Penal de la Nación. De lo expuesto se desprende que, el suceso investigado se trata de un hecho único de juzgamiento común puesto que, tal como surge de la línea de imputación referida, el ofrecimiento realizado por Cirigliano -o por empresas vinculadas a este-, es un presupuesto ineludible para la configuración del delito endilgado al ex funcionario como así también para el atribuido a sí mismo. Cabe destacar que la maniobra así descripta forma parte del -16- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal objeto de la investigación, encontrándose perfectamente identificados e interrelacionados los sujetos intervinientes, y en donde las conductas reprochadas han sido cometidos en un mismo contexto histórico. Por ello, y atento a que la investigación referida se trata de un único hecho en el cual la imputación dirigida al ex funcionario Jaime tiene como antecedente necesario la conducta achacada a Cirigliano, ello permite afirmar que, en el caso, el curso de la prescripción de la acción penal respecto del recurrente se vio suspendido en virtud de la calidad de funcionario público que el nombrado Jaime revestía desde el momento de los hechos hasta el 1 julio de 2009, fecha esta última a partir comenzó a transcurrir la prescripción de la acción penal. Recuérdese que si bien la prescripción de la acción penal corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada uno de los partícipes del delito, dicho principio admite una excepción, esta es, en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública el curso de la prescripción se suspende “para todos los que hubiesen participado”, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo público (art. 67 del C.P.). Al respecto, comparto las consideraciones formuladas por el doctor Gustavo M. Hornos en cuanto a la evolución histórica del artículo de mención como así también en lo que respecta al fundamento y fin de la causal de suspensión de la prescripción de la acción penal allí plasmada puesto que, si el objetivo es evitar que el funcionario en virtud del cargo o posición pueda ejercer algún tipo de influencia o entorpecer la investigación, dichas circunstancias engloban ineludiblemente al particular oferente, interpretación que, además, resulta coincidente con los compromisos internacionales en materia de prevención y lucha contra la corrupción asumidos por nuestra Nación Argentina (cfr. Ley 24.759 y 26.097). En suma, teniendo en cuenta que los hechos aquí imputados han -17- transcurrido entre el 8 septiembre de 2006 y hasta el 15 de enero de 2008, contabilizando el lapso en el que la prescripción de la acción penal estuvo suspendida -desde el momento en que acontecieron los hechos hasta el 1 de julio de 2009- y habiendo acaecido en autos los siguientes actos con calidad interruptiva: 1) el llamado a prestar declaración indagatoria del imputado de fecha 8 de febrero de 2010, 2) el requerimiento de elevación a juicio de fecha 10 de diciembre de 2010, ello permite concluir que en autos la acción penal no se encuentra prescripta (arts. 259 segundo párrafo, 62 inciso 2° y 67 del C.P). Así las cosas, adhiero a la solución propuesta por el doctor Gustavo M. Hornos en su voto y, en consecuencia, emito el mío en idéntico sentido. Tal es mi voto. El señor Juez Mariano H. Borinsky dijo: I. La suerte del presente acuerdo viene sellada por la solución propiciada de modo concurrente por los distinguidos colegas que me anteceden en el orden de votación, doctores Gustavo M. Hornos y Juan Carlos Gemignani. En dichas circunstancias, para respaldar mi posición disidente, expresaré las razones por las cuales, a mi juicio, a tenor de los principios hermenéuticos sentados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re “Acosta, Alejandro Esteban s/infracción art. 14, 1° párrafo ley 23.737 -causa n° 28/05-" (Recurso de hecho A. 2186. XLI, rto. el 23/04/08), en el particular caso de autos, corresponde rechazar el recurso de casación articulado por el Ministerio Público Fiscal y homologar la resolución impugnada mediante la cual el “a quo” declaró extinguida por prescripción la acción penal en relación al antes nombrado. II. En estas actuaciones, se imputa a Sergio Claudio Cirigliano haber entregado dádivas a Ricardo Raúl Jaime, entonces Secretario de -18- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal Transportes de la Nación, entre septiembre de 2006 y enero de 2008. Concretamente, se le atribuye, haber afrontado durante dicho período –por sí o por empresas vinculadas a aquél- el pago de ocho vuelos en aeronaves privadas, sin justificación ni vínculo alguno con actos oficiales o vuelos inherentes a la función desempeñada por el nombrado Jaime (C.P., art. 259, segunda parte). Correlativamente, en estos autos y en cuanto al recurso en examen concierne, se imputa a Jaime haber admitido dichas supuestas dádivas (C.P., art. 259, primera parte). La parte recurrente –Ministerio Público Fiscal- postuló la vigencia de la acción penal respecto Claudio Sergio Cirigliano, en orden a los hechos que se le atribuyen en estas actuaciones -a tenor de lo normado por el art. 259, segunda parte, del C.P.-, bajo la alegación de que el término de la prescripción computable (2 años) se vio suspendido hasta la fecha en que Ricardo Raúl Jaime cesó en su función de Secretario de Transportes de la Nación (01/07/09), a tenor de lo prescripto en el párrafo segundo del art. 67 del C.P. En sustento de su posición, la impugnante afirmó que en el caso de autos “existió un delito compuesto y no delitos independientes; ello así porque, más allá de la precisión técnica, en los delitos de corrupción administrativa –amplia definición pero que capta con precisión la esencia ontológica de los comportamientos humanos que se refieren a estas acciones tipificadas- siempre hay dos partes que actúan de consuno. Entonces, como el delito existió y comprende la actuación de las dos partes (dador Cirigliano, aceptante Jaime) no caben dudas que la suspensión del segundo párrafo del art. 67 del código de fondo debe aplicarse”. El representante del Ministerio Público Fiscal acotó que “el espíritu que inspira el auto del 28 de abril pasado [en alusión a la resolución dictada por el “a quo” el 28/04/11 que viene impugnada por la vía casatoria] no resiste el menor análisis lógico. Esas conductas, aunque se las considera -19- aisladas tienen vida propia. Pero –sobre la base de las acreditaciones que existen en la causa- es un error enfocarlas de tal modo. Sólo estimándolas parte de un hecho delictivo único se subsana ese error. Y si son ambas, en conjunto, un hecho criminal único, un delito con diferentes manifestaciones personales para su configuración, como creo que es así, deviene posible – mejor dicho insoslayable- aplicar el segundo párrafo del art. 67 del código penal y declarar, en consecuencia, suspendido el inicio del término de la prescripción hasta el instante en que Ricardo Raúl Jaime abandonó la función pública” (vid. Fs. 22 vta./23 y 23 vta., respectivamente –los subrayados obran en el original). Contrariamente a lo postulado por la parte recurrente, considero acertado el criterio sustentado por el “a quo” en orden a que los hechos imputados a Cirigliano (C.P., art. 259, segunda parte) y a Jaime (art. 259, primera parte), aún cuando se encuentren vinculados en su existencia material, resultan autónomos a partir de su concreta relevancia típica. En dicho orden de ideas, el sentenciante de mérito puntualizó que la conducta de aquel que presenta u ofrece la dádiva -en nuestro caso Cirigliano- a un funcionario público -en nuestro caso Jaime- en consideración de su oficio (C.P., art. 259 –segunda parte-) “no constituye la otra cara de la misma moneda [de la conducta del funcionario público que la admite –C.P., art. 259, primera parte] en tanto la simple promesa ya es punible sin importar la aceptación o rechazo del funcionario (Laje Anaya, Justo, “Comentarios al Código Penal”, Parte Especial, tomo III, Depalma, Buenos Aires, 1981, pág. 113)”. En dicha inteligencia, el “a quo” explicó que la “falta de superposición de las escalas penales, junto con la independencia entre el ofrecimiento –o presentación- y la actitud del funcionario, hablan de la inexistencia de una figura bilateral (Soler, Sebastián, “Derecho Penal -20- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal Argentino”, tomo 5, Ed. Tea, Buenos Aires, 1978, pág. 167). En esto es claro el paralelismo con el cohecho activo –cfr. Art. 258 C.P.-, que ha sido separado por la ley del cohecho pasivo –cfr. Art. 256 C.P.-, en atención a cada uno de los sujetos. Se ha dicho que ‘esa particularidad importa que no deban aplicarse los principios generales de la participación con respecto a los dos codelincuentes” (Soler, op. cit., pág. 159). En otras palabras y sobre la misma figura: ‘No podrá darse el cohecho pasivo si no se da de manera necesaria el cohecho activo, pero como tipos diferenciados y no como una forma de complicidad o participación” (Donna, Edgardo Alberto; “Delitos contra la administración pública”, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2000, pág. 243). Esta autonomía entre el que ofrece o entrega las dádivas a aquel que las recibe, es decir, la imposibilidad de hablar de participación entre ellos, es determinante a la hora de evaluar la aplicación de la suspensión prevista por el segundo párrafo del art. 67 del Código Penal que reza: ‘La prescripción también se suspende en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, para todos los que hubieren participado, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo púbico”. III. La finalidad de la causal suspensiva en estudio se encuentra intrínsecamente vinculada a su fundamento material. En efecto, éste radica en la especial vinculación del sujeto que ejerce un cargo público con el Estado y en la correlativa posibilidad que dicho agente tiene para ejercer influencias o realizar actos que pudieran implicar un obstáculo al avance de las investigaciones. No se encuentra controvertido en autos que dicha causal suspensiva del curso de la prescripción de la acción penal deba ser analizada en el caso a tenor de lo normado por los párrafos segundo y quinto del art. 67 del C.P. (texto según leyes 25.188 -Ley de Ética Pública, B.O.: -21- 01/11/99- y 25.990 -B.O.: 11/01/05-, respectivamente), por ser la ley vigente al momento del hecho. En dicha versión, el párrafo segundo de la disposición legal en estudio prescribe: “La prescripción también se suspende en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, para todos los que hubiesen participado, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo público” (el destacado no obra en el original). La redacción de dicho párrafo se mantiene actualmente vigente, ya que éste no fue alcanzado por la reforma introducida por la ley 25.990 (B.O.: 11/01/05). Esta última reforma, en cuanto a la cuestión en examen concierne, se limitó a adecuar el texto del quinto párrafo del art. 67 del C.P., en consonancia con la ampliación del ámbito de aplicación subjetivo de la específica causal de suspensión del segundo párrafo que comportó la reforma introducida por la ley 25.188 respecto del texto vigente a esa fecha (según ley 23.077). En su versión actual, dicho párrafo quinto establece expresamente: “La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada delito y para cada uno de sus partícipes, con la excepción prevista en el segundo párrafo de este artículo” (el destacado no obra en el original). En tales circunstancias, a tenor de lo prescripto por los párrafos segundo y quinto del art. 67 del C.P., en la versión establecida por las leyes 25.188 y 25.990, vigente al momento de ocurrencia de los hechos imputados en autos a Cirigliano, el curso de la prescripción de la acción penal se suspende respecto de todos los que “hubiesen participado” –sean funcionarios públicos o no-, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo público. Para determinar el alcance de la participación a la cual alude la disposición en examen es preciso tomar en consideración la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación relativa a que el instituto de la -22- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal prescripción cabe en el concepto de ley penal, en tanto ésta comprende no sólo el precepto, la sanción, la noción del delito y la culpabilidad, sino todo el complejo de disposiciones ordenadoras del régimen de extinción de la pretensión punitiva (cfr. Fallos: 287:76). Consecuentemente, tanto la regulación legal de la prescripción como su interpretación y aplicación deben guardar adecuación al principio de legalidad –lo que incluye la prohibición derivada de analogía in malam partem - (C.N., art. 18). En ese orden de ideas, no es posible soslayar que nuestro Máximo Tribunal también ha establecido que “para determinar la validez de una interpretación, debe tenerse en cuenta que la primera fuente de exégesis de la ley es su letra (Fallos: 304:1820; 314:1849), a la que no se le debe dar un sentido que ponga en pugna sus disposiciones, sino el que las concilie y conduzca a una integral armonización de sus preceptos (Fallos: 313:1149; 327:769). Este propósito no puede ser obviado por los jueces con motivo de las posibles imperfecciones técnicas en la redacción del texto legal, las que deben ser superadas en procura de una aplicación racional (Fallos: 306:940; 312:802), cuidando que la inteligencia que le asigne no pueda llevar a la pérdida de un derecho (Fallos: 310:937; 312:1484). Pero la observancia de estas reglas generales no agota la tarea de interpretación de las normas penales, puesto que el principio de legalidad (art. 18 de la Constitución Nacional) exige priorizar una exégesis restrictiva dentro del límite semántico del texto legal, en consonancia con el principio político criminal que caracteriza al derecho penal como la ultima ratio del ordenamiento jurídico, y con el principio pro homine que impone privilegiar la interpretación que más derechos acuerde al ser humano frente al poder estatal” (causa “Acosta”, ya citada, cons. 6°). Desde dicha perspectiva hermenéutica, la “participación” contemplada en el párrafo segundo del art. 67 del C.P. (texto según ley 25.188) debe ser entendida en sentido amplio, comprensiva de autores, -23- coautores, cómplices necesarios y no necesarios e instigadores. Sí se encuentra controvertido que dicha causal suspensiva del término de la prescripción de la acción penal pueda ser aplicada a Cirigliano en relación a los hechos que se le imputan a tenor de lo normado por el art. 259, segunda parte, del C.P., en función de la correlativa imputación que se formula al nombrado Jaime en orden al delito previsto en el art. 259, primera parte, del mismo cuerpo legal. Sin embargo, conforme lo explicado en el considerando precedente en relación a las características propias de las figuras imputadas a los antes nombrados en estas actuaciones y a la derivada relación de autonomía que existe entre ambas, no es posible afirmar, fundadamente, que dichos funcionarios “hubiesen participado” en “un delito compuesto”, según lo postulado por el Ministerio Público Fiscal. Tampoco es posible sostener que Cirigliano y Jaime habrían participado en “un hecho criminal único”, si se considera que se presenta una relación de codelincuencia necesaria entre las figuras imputadas a cada uno de los nombrados (entrega de dádivas –C.P., art. 259, segunda parte- y admisión de dádivas –C.P., art. 259, primera parte), conforme lo afirmado por el magistrado instructor en la resolución revocada por el “a quo” (fs. 13/14). En efecto, conforme lo señalado por el colegiado de grado, dicha “particularidad importa que no deban aplicarse los principios generales de la participación con respecto a los dos codelincuentes” (con cita de Soler y Donna relativa a los delitos previstos en los arts. 258 –cohecho activo- y 256 –cohecho pasivo-, aplicable al caso de autos mutatis mutandi). Asimismo, es preciso puntualizar que la parte recurrente no ha logrado demostrar que la inexistencia de un único delito en el caso de autos y la correlativa exclusión de las reglas generales de la participación se vean conmovidas por la concreta circunstancia de que, en el supuesto fáctico en -24- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal examen, Jaime hubiera presuntamente aceptado las dádivas entregadas por Cirigliano (vid. fs. 68 y 68 vta. -presentación efectuada durante el término de oficina por el señor Fiscal General ante esta instancia Ricardo G. Wechsler). Tampoco la parte impugnante ha conseguido evidenciar que las convenciones internacionles invocadas (Convención Interamericana contra la Corrupción -aprobada por ley 24.759, B.O.:17/01/97- y Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción -aprobada por ley 26.097, B.O.: 09/06/06-) permitan arribar a una conclusión diferente. Cierto es que dichas convenciones incluyen entre sus propósitos la promoción por parte de los Estados Partes de medidas necesarias para combatir eficaz y eficientemente la corrupción y sancionar tanto los actos de corrupción realizados en el ejercicio de las funciones públicas como de los actos de corrupción específicamente vinculados (art. II.1 de la convención regional y arts. 1.a. y 60.1.a de la convención universal antes citadas). Sin embargo, no menos cierto es que en el marco de la actividad jurisdiccional, dichos principios encuentran un límite inquebrantable en la concreta redacción de la causal de suspensión aplicable al caso en examen y en los principios hermenéuticos que rigen su interpretación. Por lo hasta aquí expuesto, no se advierte que la aplicación de las disposiciones en juego a los hechos investigados efectuada por el “a quo” resulte contraria a la lógica, conforme lo postulado por el Ministerio Público Fiscal –sin indicar cuáles serían los principios lógicos violados- o a la finalidad que la inspira. Contrariamente, se advierte que la interpretación postulada por la parte recurrente comporta una aplicación analógica in malam partem de la causal suspensiva en examen (C.P., art. 67, párrafos segundo y quinto –texto según leyes 25.188 y 25.990, respectivamente) que desconoce los principios hermenéuticos establecidos por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Acosta”, supra citado. -25- Descartada entonces la aplicación de dicha causal suspensiva del curso de la prescripción de la acción penal respecto del hecho imputado en autos a Cirigliano, corresponde concluir que el término de dos años computable operó entre la fecha de ocurrencia del último acto imputado (15/01/2008) y la fecha en que se dispuso el primer llamado a prestar indagatoria (08/02/2010, cfr. fs. 1456 del expte. ppal. –según cita del juez instructor de fs. 14), en tanto durante dicho lapso el imputado no cometió otro delito –según informe del Registro Nacional de Reincidencia de fs. 9/10- (cfr. C.P., art. 59, 62 –inc. 2º-, 67 –texto según leyes 25.188 y 25.990y 259 –segunda parte-). IV. Por lo manifestado, según lo anticipado, propicio al acuerdo rechazar el recurso de casación articulado por el Ministerio Público Fiscal y homologar la resolución impugnada mediante la cual el “a quo” declaró extinguida por prescripción la acción penal en relación a Sergio Claudio Cirigliano; sin costas (C.P.P.N, art. 532). Tener presente la reserva del caso federal. Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el Tribunal, por mayoría RESUELVE: HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto por el señor Fiscal General doctor Germán Moldes y, consecuentemente, REVOCAR la resolución obrante en copia a fs. 14/16 vta. (fs. 38/40 vta. del incidente que corre por cuerda). Sin costas en la instancia (arts. 456, inc. 1º, 470, 530 y 531 del C.P.P.N.). Regístrese, notifíquese y, oportunamente, remítase la causa la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad, sirviendo la presente de muy atenta nota de envío. Si/// -26- CAUSA Nro. 14.770- SALA IV CIRIGLIANO, Sergio Claudio s/recurso de casación Cámara Federal de Casación Penal ///guen las firmas. MARIANO H. BORINSKY JUAN CARLOS GEMIGNANI Ante mí: NADIA A. PÉREZ SECRETARIA DE CÁMARA -27- GUSTAVO M. HORNOS