Primer Congreso Nacional “Educación para todos” “Inclusión escolar: realidad o utopía?” La Falda, Córdoba, Argentina 10 y 11 de agosto de 2012 Eje temático: Encrucijadas actuales de la inclusión Modalidad de presentación: Comunicaciones libres Institución: Instituto de Formación Superior General San Martín – Villa Allende Autores: Carreras, Rafael, Miani, Cristina, Suligoy, Claudia. Título: "Significaciones de la infancia desde la perspectiva del docentes: sentidos, prácticas y discursos en contextos de desigualdad social" Resumen Los cambios en la sociedad, en el Estado y en particular en la educación, han impactado en las subjetividades de docentes y niños y son procesos que, creemos, nutren y atraviesan las significaciones sobre la infancia y las interacciones que se establecen en el ámbito escolar. Una significación es una construcción, una producción de sentidos que se inscriben en el pensamiento y en la acción del sujeto. Se actúa consecuentemente con el significado que le otorgamos al mundo que nos rodea y en permanente relación con los otros sujetos sociales. Este trabajo se inscribe en la primera convocatoria a proyectos concursables de investigación educativa 2010 en la Provincia de Córdoba, llamado “Aportes de la Investigación Educativa para el fortalecimiento de la Formación Inicial de Docentes” Desde ese marco se buscó indagar las significaciones que los docentes construyen en relación a la infancia, como construcción socio histórico compleja y atravesada por diversas variables, y cómo inciden éstas en las relaciones que se establecen en el aula, entre docentes y niños/as. En esta investigacion de corte cualitativo recuperamos las voces de docentes de primer ciclo de escuelas públicas de Villa Allende, intentando hacer más visible cómo se entraman de manera muy compleja múltiples variables: la formación del docente, sus creencias, su biografía y trayectoria; sus interpretaciones pedagógicas explícitas e implícitas; las características socioculturales de los alumnos, del contexto, la mirada hacia la familia; las relaciones interpersonales; las características de la escuela como institución, sus concepciones respecto al conocimiento. Consideramos que con este trabajo contribuimos a la formación docente sumando lecturas situadas, para conocer y reflexionar sobre la complejidad de la tarea educativa en la actualidad. 1 Introducción El presente proyecto busca conocer las significaciones que los docentes construyen en relación a la infancia y cómo inciden éstas en las relaciones que se establecen en el aula, entre docentes y niños/as. Reconocemos que la infancia es una construcción socio histórico, y como tal, complejo y atravesado por diversas variables. Si consideramos a la infancia como campo1 (Bustelo, 2007), ello implica reconocer que está compuesto por enfoques, análisis, estudios y conceptos, pero además por prácticas conformadas por un conjunto de acciones, programas y políticas, incluyendo también una amplia gama de actores participantes y la producción de discursos destinados a conformar las subjetividades intervinientes en él. Los cambios acontecidos en la estructura y función del Estado en las últimas décadas, en particular en relación a la educación, las transformaciones en las configuraciones familiares, los procesos migratorios y los cambios en la relación entre Estado y sociedad, son procesos que, creemos, nutren y atraviesan las significaciones sobre la infancia. Distintas investigaciones (Achilli, 2010, Carli 2005, Bustelo 2007) vienen dando cuenta del cambio en las subjetividades de docentes y niños en estos últimos tiempos, en especial desde los noventa en adelante, por lo que estos cambios en las subjetividades, seguramente tienen su repique en las interacciones que se establecen en el ámbito escolar entre ambos. Dichas transformaciones configuran modos de significar y referenciar a la infancia en el campo educativo y en las relaciones que se ponen en juego. Reconocemos que los docentes construyen un modo de interacción a partir de sus presupuestos en relación a la infancia. Éstos pueden expresarse en formulación de estereotipos negativos o positivos; desde la negación de los cambios subjetivos en las infancias actuales o, por el contrario, la experimentación de nuevas herramientas educativas para el abordaje de la diversidad escolar en pos de una integración escolar y una convivencia saludables. Es por esto la necesidad de conocer a partir de las significaciones que los docentes construyen sobre la infancia, si se producen atravesamientos significativos que inciden en el espacio escolar, en las prácticas educativas y en particular en la relación docente – alumno. 1 El campo, en tanto estructura de relaciones objetivas entre posiciones de fuerza, sostiene y orienta las estrategias por las cuales los ocupantes de esas posiciones buscan, individual o colectivamente, salvaguardar o mejorar su posición e imponer el principio de jerarquización más favorable a sus propios productos. Los campos son sistemas de relaciones independientes de las poblaciones que definen esas relaciones (BORDIEU, 2005).En síntesis, el campo se constituye como luchas de fuerzas en las que los agentes disputan por el acceso a mejores posiciones. 2 Resoluciones metodológicas Para el logro de los propósitos de este trabajo, se realizó un abordaje cualitativo, con un muestreo de tipo no probabilístico intencional, estratégico y práctico. Intencional, mediante la inclusión de grupos típicos; estratégico, de acuerdo con los objetivos de la investigación; práctico, por tener fácil acceso a los informantes. La muestra se conformó de acuerdo a los siguientes criterios: Lugar de trabajo, antigüedad en la docencia y población a cargo. Además seleccionamos a los informantes entre los maestros que atienden a niños de los tres primeros grados de nivel primario porque consideramos que metodológicamente, este criterio otorga cierta homogeneidad a la muestra. Se utilizó la técnica de entrevista abierta, de carácter individual con cada uno de las docentes que componen la muestra, de modo de ahondar en los posicionamientos de cada uno de ellos Por otra parte se utilizó también la observación y el registro etnográfico para obtener una descripción externa de las situaciones y dinámicas cotidianas. Para el análisis de los datos se utilizó un procedimiento analítico que pretende generar teoría construida a partir de los datos, a los que pretende comprender de forma inductiva. Es decir, el análisis e interpretación se trabaja de manera dialéctica y espiralada a través de comparaciones sucesivas entre la realidad y la teoría. Categorías analíticas A partir del análisis de los datos construimos las siguientes categorías que dan cuenta de las significaciones de los docentes. Estas categorías implican un recorte analítico, puesto que en los enunciados de cada uno de los docentes se relacionan de manera dialéctica, se implican, se oponen, se tensionan y se superponen. Percepción de la infancia desde la mirada de los docentes Aquí señalaremos de manera breve cuáles son los atributos que los docentes, en general, utilizan para describir la infancia. Algo que aparece de forma recurrente es una mirada un tanto contradictoria sobre la idea de infancia: Por un lado una mirada estereotipada de lo que socialmente se considera como atributos de la niñez: niños únicos e irrepetibles, dentro de una etapa de la vida que para muchos es maravillosa. Una imagen positiva en donde lo que se significa es la propia infancia o la de los hijos. Es decir una imagen de infancia que se piensa como una categoría universal y a histórica. Otra, que aparece cuando ellas refieren a los niños de la escuela, enmarcadas en valoraciones sobre el sector social de pertenencia de los niños. En su gran mayoría las docentes reconocen que su práctica de enseñanza está destinada a niños de sectores en situación de vulnerabilidad social, cognitiva y afectiva. El primer elemento que aparece entonces es la idea de “niño carente”. Si bien en los inicios de la escuela el alumno era considerado como una tabla rasa a la cual había que inscribir determinados conocimientos, en la muestra indagada esa concepción no parece tener tanta importancia porque reconocen la preexistencia 3 de un sujeto ya construido. Esto se traduciría en una concepción de educar a un sujeto que es “un niño marginal, carente”, “incompleto”, “faltante de”. Cuando se les pregunta por aquello compartido por los niños dicen la soledad y la tristeza como signo de la infancia, causadas por la falta de oportunidades y de afecto en contextos de pobreza. Es una infancia que pone en cuestión los límites impuestos por los adultos. Siguiendo a Carli (2005), hablar de la infancia remite a nuevos tipos de lazos intergeneracionales y de nuevas posiciones de los adultos, una ruptura de la relación de asimetría, un proceso de dislocación de las posiciones de los sujetos generacionales. Este fenómeno además se enmarca en una trama de crisis de la relación entre Estado, escuela y sociedad. Cambios en la posición de la adultez que tienen que ver con las transformaciones del contexto y con adultos que quedaron tan a la intemperie frente a los mismos que en muchos casos no pudieron seguir siendo sostén de los procesos de formación y subjetivación de las nuevas generaciones, ocupados en la supervivencia cotidiana. Entonces, se refieren a una infancia que no se construye en los parámetros temporales fijados por la sociedad acerca de su duración y de lo que significa ser niño. Podríamos afirmar que estas miradas de infancia remiten a concepciones autocentradas, y de clase sobre lo que es un niño y sobre lo que debe hacer un niño mientras dura esa etapa. Lecturas de la propia práctica pedagógica Teniendo en cuenta los enunciados generales con los que los docentes se refieren a los niños que son sus alumnos, trataremos de establecer algunas líneas de análisis acerca de los criterios que orientan la práctica de estos docentes. Podríamos afirmar que los criterios y parte de las decisiones que se adoptan en el trabajo pedagógico están relacionados con la caracterización del niño “carente”. De manera muy notoria aparece otro elemento, construido desde la biografía del propio docente y que opera como criterio de su práctica pedagógica: la imagen que tiene de sí mismo y de su rol. Justamente la mirada de niño incompleto justifica una visión del rol docente, según lo que dicen éstos, centrado en la función de “completar”, constituyéndose en algo específico del oficio del maestro. Sobre esto destacamos dos sentidos en el oficio de ser docente que aparecen recurrentemente. Por una parte, el ser una especie equivalente a la imagen de madre, porque existe una fuerte presencia de elementos afectivos y éticos en la imagen del docente: “instinto, mamá, vocación, enseñar para la vida”, que forman parte de la caracterización que hacen los docentes acerca de su tarea. La crianza y la pedagogía están asociadas para las docentes. Lo afectivo parece ocupar un lugar central en la relación, que por momentos desplaza lo estrictamente pedagógico. Por esto hacen muchas cosas para que los niños “sean felices” (según términos empleados por las docentes) o “se sientan bien”. Consideran que el vínculo afectivo que se establece entre docente y alumno diariamente en el aula es importante para el proceso de enseñanza – aprendizaje. Por otro lado, una imagen de docente tradicional o una visión de educación normalizada, que refiere a lo estrictamente pedagógico en relación a aprendizajes, 4 contenidos a enseñar, qué y cómo aprenden los niños, qué se enseña, imagen que tiene relación con el mandato social en relación a las funciones de la escuela. En los enunciados de las docentes, la diversidad queda enmarcada en las limitaciones cognitivas. En relación al aprendizaje, explican las limitaciones de corte cognitivo desde lo biológico. Para los docentes, algunos chicos poseen un techo en el aprendizaje y no se les puede pedir más. Se comprende la diversidad como un atributo negativo, por eso a los niños “distintos” se los aborda con la intervención de un profesional. Para hacer frente a la diversidad construyen estrategias que van desde una experimentación del docente en soledad con estrategias para abordar un tema, hasta compartir con otras docentes el problema y ayudarse mutuamente. Los docentes se ayudan mucho entre sí. Buscar soluciones, estrategias para abordar este tema resulta muy importante para los docentes y es causa de mucha dedicación y también de preocupación. La diversidad es evaluada como condicionante muy importante de las tareas en el aula y muchos reclaman por apoyo. La Escuela. Preocupaciones y desafíos desde la perspectiva del docente En esta categoría se entrelazan las visiones acerca de los sujetos alumnos, sus familias y el rol de la escuela. Los procesos escolares no implican interacciones sociales de reciprocidades neutras y simétricas (Achilli, 1998). En la escuela se ponen en escena contradicciones, conflictos, negociaciones entre diferentes intereses, significaciones y legitimaciones que ponen en juego los diversos actores escolares, directivos, docentes, padres, alumnos. En cuanto al papel de la escuela en relación a los chicos y sus familias observamos una mirada “moralizante” en las docentes, por la que se sostiene que a través de la educación, los sujetos deben incorporar los valores centrales de la cultura que la escuela impone. Los cambios percibidos en la infancia, impactan en la escuela. Las maestras dicen que el niño “insulta”, “no respeta al docente”, “no se respeta la tarea”, “no se promueve la lectura”, “no se alienta la continuidad en los estudios”, “se cuestiona la palabra del docente”. Parecería que el niño es quien ha perdido el riel. De este modo, en los enunciados de las maestras aparece una escuela que no ha podido capturar los cambios en la infancia, que no puede plantear una propuesta pedagógica frente a niños que han cambiado. Por otro lado, la escuela se instituye según las docentes como un soporte de lo que falta en la familia, y para algunas el último espacio donde habitar y formarse y en el cual se ofrece “afecto, conocimientos y alegrías” porque existe un supuesto previo de que los niños tienen una estructura de oportunidades muy reducida desde lo comunitario y lo familiar, que pone a la escuela en un lugar privilegiado. La visión de la escuela entonces adquiere una función reparadora (Brusilovsky y Cabrera, 2005), se la concibe como un lugar que permite tejer relaciones que preservan al niño de los efectos negativos de su entorno. Se sigue concibiendo a la escuela, manteniendo sus mandatos fundacionales, como el único y legítimo lugar donde se enseñan los conocimientos, los saberes 5 validados socialmente, donde se enseña a ser persona, desconociendo o negando las formas educativas y culturales de las tramas comunitarias y las organizaciones y redes que se tejen en su interior Se percibe a la escuela como un espacio necesario para que los niños no caigan en abandonos absolutos. Por lo tanto la figura del docente se ve fortalecida, justamente porque su tarea es central en este supuesto que se sostiene: el de complementar y hasta en algunos casos, sustituir al núcleo primario, la familia. Una parte de las significaciones que los docentes tienen de los niños se constituyen por la que ellos construyen de sus padres y sus familias, y ésta, por los dichos de los docentes no parece ser la más alentadora. La familia es la imagen o referente con la que el docente mira al niño. Aparecen miradas estereotipadas sobre las familias, pareciera que siempre se remiten a la familia burguesa y no reconocen las transformaciones que han operado sobre la institución familiar de manera general en toda la sociedad. Refieren a las familias de los alumnos como problemáticas. La figura “padres” está referida estrictamente a lo biológico, puesto que no se acepta la posibilidad de familias multiparentales. Un rasgo que destacaron los docentes fue la fuerte presencia de la figura de la madre en la comunidad Otra visión que domina para el docente es que la familia es pendenciera, vive y se aprovecha del Estado, no quiere progresar, es oportunista. Por eso manifiestan enojos por los planes sociales que algunos padres reciben, porque consideran que no los necesitan o se lo guardan para su provecho dejando de lado al niño y sus necesidades. También se presenta cierta subestimación hacia los padres debido a que por la edad que tienen no pueden ser responsables, porque no aprendieron a ser adultos, están truncos, no se formaron como persona y dejan que la escuela se haga cargo de la crianza de sus hijos. Por lo tanto desempeñar el lugar de madres es algo muy común para ser pensado o actuado por el docente. Es decir que, sostener esa imagen es asentir que necesitan padres “de verdad, como son ellos” los docentes. En la familia se inculcan cosas distintas a las propuestas por ellas y la institución. Pareciera que los docentes miran y juzgan las prácticas de los niños desde la perspectiva construida desde su propia clase social. En las expresiones de las maestras existe una distancia que es amplia y a la vez perniciosa porque no sólo son diferentes estos valores sino que muchas veces se contraponen y la diferencia parece configurar significaciones peyorativas sobre el niño que lo ponen en un lugar de desprotección. Trabajar la autoestima del niño, es otra forma de cubrir las ausencias en las que incurren las familias en una comunidad del “vos no servís para nada”, “vos no podés”, “el llamarlos siempre con una mala palabra, con el grito, con el golpe”. En ese sentido, el objetivo de la escuela es trabajar en esto: en despertar el deseo de aprender y en que vale la pena hacer el intento, en valorarse, en respetarse, en reconocerse como persona que sí puede y debe encontrar en el estudio y en la confianza en sus posibilidades otra salida, otro camino, mostrarles otra realidad. 6 Es decir, esta transformación importante de la institución familiar, revierte a su vez sobre la transformación del rol de la escuela. El niño pasó en poco tiempo de la protección familiar y de la proyección de un horizonte de crecimiento, a una común situación de desprotección con los adultos; nuevo sentido que asume la escuela pública (Carli 2004). Si tenemos en cuenta los distintos significados mostrados a lo largo de este apartado, podemos afirmar que aquello que se manifiesta como descontento, por otro lado ofrece un costado placentero, que tiene que ver con que las docentes se sienten madres (de huérfanos de afecto), contenedoras (de niños abandonados), dadoras de cosas que la familia no ofrece (como la riqueza espiritual), y así podríamos seguir enumerando muchos de los sentidos vertidos. Conclusiones Las significaciones de la infancia que los docentes poseen son heterogéneas, como hemos visto en el punto anterior. Por lo tanto universalizar un solo sentido sería reproducir una mirada unilineal en torno a nuestro objeto de estudio. No obstante la muestra presenta significados que se van reiterando docente a docente y escuela a escuela. El alcance de este estudio presenta el inicio de un proceso germinal de elucidación sobre cómo las significaciones se presentan y se expresan en la cotidianeidad escolar. Los docentes construyen muchas veces sus significaciones a partir de cómo significan o valora a la familia del alumno, es decir “el niño es” por la valoración que reposa sobre la familia. “El niño como un apéndice del grupo familiar”. Esa mirada del docente sobre el grupo de pertenencia del niño se despliega desde una perspectiva un tanto moralista cuyos anclajes seguramente tienen que ver con posicionamientos de clase. Por lo tanto la configuración familiar suele ser un aspecto que fortalece o debilita al niño no sólo en relación a su comportamiento sino también sobre su proceso de aprendizaje. La formación familiar que los docentes de la muestra tienen incorporada y desde donde valoran a las otras, es de la de tipo nuclear, concepción hegemónica que va más allá de las clases sociales. La familia y la escuela no aparecen en los relatos como espacios complementarios, sino la escuela como un lugar que suplementa la familia y que por lo tanto sitúa la función del docente con un mayor abanico y heterogeneidad de tareas a cargo y hace de ellos figuras polifuncionales. No obstante, desde este estudio se reconocen cambios en las tareas y responsabilidades que asumen las familias en relación a los hijos y en ciertos casos existe un claro abandono de los adultos -atravesados ellos mismos por situaciones difíciles- sobre los niños, que los maestros registran con fuerte preocupación y que muchas veces erróneamente masifican la situación hacia otros alumnos. Muchas de estas cosas se explican si miramos la configuración histórica de la formación docente en los magisterios ligada a un mandato moralizador y normalizador que consideramos que lentamente trata de modificarse. Así la escuela fue forjándose en la trasmisora de valores, pautas culturales y hábitos que buscaron históricamente universalizar sobre una heterogeneidad poblacional. 7 Se entiende que estas enseñanzas que se imponían eran aquellas impulsadas por las elites dominantes y así el docente formaba su imagen como una fuerza moral, como autoridad para discernir entre lo correcto y lo incorrecto, lo normal y lo que se encuentra fuera de la norma. Reconocemos que esta idea antigua sigue vigente al menos en algunos aspectos en la actualidad, lo que incide en las significaciones de la infancia sostenidas por el docente. Un ejemplo de esto, se refleja cuando los docentes manifiestan la falta de afecto de algunos niños en sus familias, lo que activa rápidamente una actitud maternal hacia los alumnos que interpela los limites relacionales que implica el ámbito pedagógico-escolar. Esto crea muchas veces una imagen de niño en soledad, de familia abandónica y de docente responsable, solidario y protector, es decir se proyecta una imagen docente que supera la adversidad que le impone el contexto. Es más, cuando muchas refieren a la vocación docente o al vínculo docentealumno, hablan del amor y el afecto a los niños. Lo que queremos remarcar es desde dónde construye el docente su propia imagen para reconocer cómo se proyecta y cómo se vincula con otros, porque aquí también se alojan significaciones que están latentes. La lectura de todas las entrevistas permite apreciar que la relación docente – alumno - conocimiento, no es lineal, sino que más bien está inscripta en una línea rizomática que hace que el docente necesite muchas veces de la experimentación, de armarse de estrategias para poder desarrollar su oficio. Sin embargo, éstas no pueden mantenerse en el tiempo; siempre varían, porque el contexto varía, porque el docente varía, porque las infancias cambian. En el polo opuesto a la experimentación y la formación docente continua para hacer frente los avatares de la práctica educativa, se encuentra un fenómeno bastante recurrente que está ligado a lo expuesto en párrafos anteriores sobre el rol moralizante y normalizador del docente, que en muchos casos interpreta la heterogeneidad en forma negativa. Y con esto queremos referirnos a los argumentos que suelen presentarse para explicar por qué un niño no aprende o por qué se comporta de determinada manera. El diagnóstico sobre una “disfuncionalidad” puede que lleve a un niño a una escuela de tipo especial, pero estos diagnósticos muchas veces son realizados por los docentes mucho antes de que llegue el niño a un profesional o en todo caso puede que no quede en manos de un trabajador de la salud pero que conviva toda su escolaridad primaria con esta etiqueta. Muchas veces la necesidad de diagnosticar deviene de una necesidad de controlar lo desconocido, frente a la perplejidad que produce la diversidad en la niñez de los tiempos actuales. Por otra parte, no resulta en absoluto una tarea sencilla la del docente. Por esto, calibrar las relaciones, comprender lo pedagógico, responder a los cambios de políticas educativas, puede hacer que ponga en juego un mecanismo de protección: describir que todo lo que ocurre como malo es responsabilidad de un “otro”. En los relatos muchas veces consideramos que el docente se desubjetiviza: grafica situaciones, juicios, cambios, condiciones de la que ellos quedan totalmente afuera y con pocas capacidades de incidir según sea el ámbito. Este trabajo también nos permitió reconocer la labor docente desde las virtudes y potencialidades que posee en su práctica cotidiana, tales como la construcción 8 colectiva de estrategias para afrontar problemáticas cotidianas como así también las contingencias y aleatoriedades que producen modos de dar respuestas en el aula a los malestares que los niños traen a la escuela y que el docente en un acto pedagógico puro, da la palabra y se prepara a la escucha. Otro aspecto para destacar que pareciera caracterizar al docente es la capacidad de reconocer que se puede aprender jugando o de usar el juego para construir diálogos alternativos con los alumnos. Sobre esto los docentes se manifiestan a gusto, reconociendo el impacto que esto produce en el niño, en su aprendizaje y en su relación áulica. Sin embargo históricamente el juego y el aprendizaje estuvieron disociados. Pareciera que estos docentes sortean esa mirada negativa sobre esta combinación y se animan a disfrutar con el alumno más allá de estar o no en sus planificaciones. Ante una situación imprevista, aleatoria, el docente promueve una práctica lúdica como modo de afrontar la adversidad. Por último, queremos hacer alusión a un significado recurrente del docente que conlleva a una paradoja y que fue presentado en los primeros párrafos de este capítulo. Por un lado la imagen del docente se prolonga muchas veces hacia un ideal, una figura ejemplar, pero por otro lado su labor cotidiana muchas veces enajenada hace que no reconozca que muchos alumnos desarrollan y construyen habilidades producto de su trabajo. Esto los lleva a una suerte de anonimato en el cual el docente no se reconoce, pareciera que su trabajo diario no siempre se hace consciente o no le permite ver el andamiaje que construye año a año para promover el desarrollo y el aprendizaje en los niños. Cabe agregar que ha estado latente en este trabajo una pregunta, que no se ha podido abordar acabadamente y que se refiere a qué quieren decir los docentes cuando se refieren a lo pedagógico. Consideramos que profundizar sobre esas significaciones permitiría abrir paso para comprender desde la perspectiva de los docentes cómo se construye el conocimiento en la escuela. En una primera mirada sobre los enunciados de los docentes aparecen algunas cuestiones a modo de hipótesis: que el lugar asignado al conocimiento es secundario y existe cierto pesimismo sobre las potencialidades de la acción educativa. El peso que se asigna al afecto es tan importante que provoca un efecto paradójico: al centrarse en la atención individual y en la consideración personal, se descuida el componente de la enseñanza y el trabajo con el conocimiento. En este trabajo se visibiliza cómo se entraman de manera muy compleja múltiples variables: la formación del docente, sus creencias, su biografía y trayectoria; las interpretaciones pedagógicas explícitas e implícitas; las características socioculturales de los alumnos, del contexto, la mirada hacia la familia; las características personales de cada uno de ellos en particular, las relaciones interpersonales; el conocimiento, su concepción, su validez; la propuesta pedagógica; las características de la escuela como institución, su imagen, sus concepciones respecto al conocimiento, los significados compartidos o divergentes a nivel simbólico, también imaginario; en fin, las configuraciones que surgen en la trama de relaciones que cotidianamente se construyen en las aulas. 9 Bibliografía ACHILLI, E. (1999). La práctica docente: una interpretación desde los saberes del maestro. Rosario. Facultad de Humanidades y Arte CRICSO ACHILLI, E. (1998) Vivir en la pobreza urbana. 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