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En el domicilio
Valoración y prevención de los problemas
de los pies del anciano
A. Ruiz Álvareza y J.M. Pinar Manzanetb
aPodología.
bServicio
Centro de Salud Canal de Panamá. Área 4. Madrid.
de Medicina de Familia. Centro de Salud Canal de Panamá. Área 4. Madrid. España.
Descripción de la situación
Es fundamental tener en cuenta que la enfermedad del pie del
anciano es muy amplia, de modo que, con frecuencia, suelen
aparecer una o varias alteraciones en éste.
Los pies están sometidos a fuerzas dinámicas y de presión para
adaptarse a las irregularidades del terreno. Deben adaptarse, asimismo, a los efectos de enfermedades congénitas o adquiridas, al
envejecimiento, al estrés impuesto por las actividades y ocupaciones a lo largo de la vida y a la incompatibilidad entre anatomía
y calzado moderno, que hace que haya aumentado el número de
personas que presentan afecciones a causa de sus pies.
Entre las modificaciones y alteraciones que más inciden en las
enfermedades de los pies destacan:
osteoarticulares, como la gota, la artritis, la artritis reumatoide; enfermedades cardiovasculares como la insuficiencia cardíaca; las enfermedades endocrino-metabólicas, como la diabetes mellitus o la insuficiencia renal crónica.
Pie diabético
La neuropatía, la enfermedad vascular, o la conjunción de ambas, junto con una serie de condicionantes sociales e higiénicos, son la causa de los problemas graves de los pacientes diabéticos inmovilizados (fig. 1).
Alteraciones por enfermedad propia del pie
Modificaciones por el envejecimiento
En el pie, con el paso del tiempo, se produce una atrofia de las
células fibroadiposas del talón que condiciona un hiperapoyo
sobre el hueso calcáneo; una disminución de la movilidad de
las articulaciones del metatarso y tarso por los cambios degenerativos del cartílago y una atrofia muscular.
Alteraciones por enfermedades generales
En muchos casos, el pie puede ser la localización primaria de
síntomas y complicaciones, como ocurre con enfermedades
Figura 1. Úlcera en pie diabético.
Alteraciones dérmicas
Comprenden desde infecciones, como verrugas plantares o
micosis, hasta la hiperqueratosis. La hiperqueratosis (fig. 2)
es el resultado de microtraumatismos repetidos por una hiperpresión intermitente o por el roce del calzado. Según su localización, recibe distintos nombres: callo o heloma (localizado
en el dorso del pie, doloroso y pequeño, no desaparece espontáneamente al eliminar el agente causal, el roce), dureza
(cualquier localización, principalmente zona plantar a la altura
del talón y cabeza del primer y quinto metatarsiano) u ojo de
gallo (hiperqueratosis interdigitales por malposiciones de los
dedos).
Figura 2. Hiperqueratosis.
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Valoración y prevención de los problemas de los pies del anciano
A. Ruiz Álvarez y J.M. Pinar Manzanet
Alteraciones de los dedos
Las más frecuentes son: hallux valgus (fig. 3) o juanete
(desviación hacia fuera del primer dedo y presencia de una
tumoración dolorosa, acompañada o no de bursitis, en la cara
interna de la cabeza del primer metatarsiano, que puede llegar
a ulcerarse e infectarse), dedos en martillo (fig. 4), dedos en
garra o mazo según la deformación interfalángica.
Omnicomicosis: tiñas o cándidas.
Alteraciones estáticas del pie
De incidencia frecuente e importancia distinta, según la gravedad y el origen de la enfermedad, destacan:
Valoración y examen
Pie plano: hundimiento de la bóveda plantar, asociado a una
desviación hacia fuera del talón con respecto al cuerpo. Generalmente, ocurre en el anciano por alteraciones de la extremidad
inferior secundarias a sobrepeso, artritis reumatoide o fracturas.
Pie cavo: pie con arco plantar longitudinal de altura excesiva,
que sobre todo se apoya en el talón y en la base del antepié.
En el anciano, se origina una sobrecarga, por lo que aparecen
dedos en garra e hiperqueratosis en la zona plantar (fig. 2) y
dorsal de los dedos.
Pie en valgo: desviación hacia dentro respecto al eje sagital
del cuerpo, por lo que se produce un hundimiento del arco interno e hiperapoyo en la cabeza del primer metatatarsiano, lo
que provoca en el anciano un hallux valgus.
Pie en varo: desviación del pie hacia fuera respecto al eje sagital del cuerpo, lo que en el anciano puede conllevar una callosidad o callo en la falange del quinto dedo por aumento de
la carga en la parte lateral externa.
Alteraciones de las uñas
Con el tiempo llegan a ser duras, secas y quebradizas. Pueden
presentarse:
Uñas encarnadas u omnicocriptósicas: suelen tener forma
de teja, y los picos se clavan en el rodete ungueal. Generalmente, se deben a una hiperpresión del calzado o a un corte
de uñas incorrecto.
Todas estas alteraciones dejan su marca acumulativa en los
pies del anciano, en forma de una amplia morbilidad y discapacidad funcional con disminución de la actividad, del bienestar, el dolor y de la calidad de vida.
El pie normal o equilibrado en el anciano debe caracterizarse
por:
– No presentar ninguna prominencia ósea destacada.
– El peso debe distribuirse uniformemente en la cara plantar, el talón y la región metatarsiana.
– Los dedos deben ser rectos y paralelos entre sí.
– El talón debe estar en posición neutra.
– El movimiento articular no debe estar limitado.
Para realizar una buena valoración de los pies del anciano
en el domicilio, debemos realizar un examen exhaustivo en el
que se incluirá:
– Valoración de estilo de vida: ambiente, nivel económico,
grado de actividad.
– Valoración de las deformidades estructurales del pie y los
dedos.
– Examen dermatológico: lesiones hiperqueratósicas, micosis, úlceras, uñas: hipertrofia, uña encarnada…
– Examen vascular: cambios tróficos, temperatura del pie y
dedos, pulso pedio y tibial posterior, relleno capilar, varices o edemas, úlceras.
– Examen neurológico: movilidad activa y pasiva, crepitación, dolor.
– Postura en bipedestación y marcha del paciente, si es posible.
– Tipo y estilo de calzado.
– Grado de higiene.
– Repercusiones en actividades básicas e instrumentales de
la vida diaria.
Medidas preventivas
Uñas hipertróficas u omnicogrifósicas: con un crecimiento
desmesurado, alcanzan formas grotescas, y provocan dolor y
malestar.
Figura 3. Hallux valgus.
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Es imprescindible inspeccionar a diario y verificar si hay enrojecimiento, ampollas, cortes, grietas, decoloraciones o altera-
Figura 4. Dedo en martillo.
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ción en la sensibilidad de los pies del paciente, caso en que se
debe consultar con el médico de familia para tratar de encontrar una solución adecuada al problema.
Se pueden prevenir muchos de los problemas importantes
mediante una atención apropiada basada en:
Higiene
La higiene perfecta de los pies no consiste en baños muy frecuentes ni prolongados durante el día, sino en lavarlos cada
día con agua templada (evitar los baños con agua caliente y
los de agua muy fría) y jabón neutro de acción antiséptica, durante 5 min. En casos concretos, se usarán jabones ácidos o
alcalinos.
Procurar un buen secado de los pies, sobre todo de los espacios interdigitales, para evitar la humedad residual, sin frotar la piel y usando una toalla suave. Emplearemos preparados
de lanolina o vaselina para hidratar la piel y sustancias antisépticas (povidona yodada) o polvos absorbentes, si presenta
bromohidrosis (sudoración excesiva con mal olor).
Las uñas de los dedos se deben cortar rectas y nunca apuradas, dejar una pequeña distancia de aproximadamente 1 mm
hasta el lecho ungueal y limarlas posteriormente. Las esquinas
no deben cortarse hacia abajo, ni “escarbar” en esas zonas.
A tener en cuenta
• La atención de los pies en los ancianos debe ser
una de las preocupaciones fundamentales en los
programas de atención geriátrica, para intentar
limitar la invalidez, preservar la máxima función
y mantener el máximo nivel posible de actividad
independiente del paciente.
• El pie del anciano diabético precisa un control
especial, ya que presenta factores de riesgo
añadidos, como la neuropatía y la enfermedad
vascular.
• El tratamiento preventivo es el ideal y debe ser un
tratamiento individualizado, según la enfermedad del
pie que presente cada paciente.
• En este tratamiento es fundamental la educación
sanitaria del paciente y sus familiares, pero siempre
con la supervisión de un profesional sanitario,
deberá supervisarlo, en especial respecto al uso de
adhesivos y parches.
Bibliografía recomendada
Cuidado
No se deben emplear adhesivos ni parches en la piel sin supervisión del médico, enfermera o podólogo.
Hay que ser prudentes a la hora de querer eliminar las hiperqueratosis con callicidas, remedios caseros o instrumentos
afilados, sobre todo en pacientes ancianos diabéticos. Se recomienda que un podólogo supervise periódicamente los pies de
estos pacientes.
Se deben evitar situaciones que puedan suponer una disminución de flujo sanguíneo hacia los pies: la presión y el frío
tienen, por lo general, el mismo efecto en los pies, con la reducción del flujo sanguíneo, por lo que tendremos especial
cuidado con el uso de medias elásticas y calcetines demasiados apretados.
En la cama, especialmente en los pacientes diabéticos inmovilizados, no deberán colocarse nunca bolsas de agua caliente en las piernas ni en los pies, ni mantas o aparatos eléctricos de calor concentrado, a fin de evitar quemaduras, por lo
que se recomienda calentar previamente la cama. Tampoco es
aconsejable acomodar al paciente demasiado cerca de un fuego, brasero o radiador.
El médico puede aconsejar ejercicios especiales en caso de
imposibilidad de deambulación.
El calzado geriátrico-medical, por sus características especiales (capacidad, ligereza y adaptabilidad) y utilidad, es un
elemento importante en el tratamiento del pie geriátrico.
A pesar de saber que en muchos casos no es posible ni la
cura ni la corrección, los objetivos principales serán obtener el
bienestar de paciente mediante la disminución del dolor, con
la reducción de la posibilidad de complicaciones médicas o
quirúrgicas y la disminución de la posibilidad de una hospitalización como resultado de una enfermedad podal grave.J
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