CA 5-141: PAPEL DE ENFERMERÍA EN EL PROCESO DE HUMANIZACIÓN DE LA MUERTE EN PLANTAS DE HOSPITALIZACIÓN. María Deseada Caballero León, Patricia Macía García, María Jesús Larios Montosa INTRODUCCIÓN. Resulta difícil definir lo que se considera “muerte digna” o “buena muerte”. La “Muerte Digna” significaría: aceptar el proceso de muerte como la culminación lógica al proceso de vida y suprimir los aspectos que degradan y deshumanizan el fin de la vida. En España, solo Andalucía (2012) y Aragón (2013), han desarrollado una ley de Muerte Digna, donde quedan regulados aspectos tan cruciales como la limitación del esfuerzo terapéutico, el rechazo de tratamiento, los cuidados paliativos, la sedación paliativa, el tratamiento del dolor, así como regulas los Comités de ética asistencial o el apoyo emocional o espiritual. La comunicación terapéutica entre equipo asistencial y paciente/ciudadano es la base perfecta para el desarrollo de estrategias que fomenten el conocimiento de los derechos y garantías ante el proceso de la muerte. De esta manera, en cada uno de los niveles asistenciales, en los cuales se encuentre el ciudadano ha de hallar respuesta ante esta demanda. Las enfermeras en sus diferentes escenarios son las profesionales que más cerca y mejor se comunican con el sentir de los pacientes y familiares. Su formación humanista y su labor asistencial favorecen el clima para que se den la confianza necesaria que permita que los pacientes expresen sus deseos en situaciones tan delicadas como es el final de la vida. Es necesario la implicación de las enfermeras en todas las actuaciones relacionadas con el proceso de la buena muerte, de manera que la enfermera ha de velar porque se cumplan los principios de bioética: No maleficencia, beneficencia, autonomía, justicia, de la misma manera que ha de establecer los mecanismos necesarios tanto de cuidados como estructurales para garantizar los cuidados y confort de los pacientes y sus familiares en los últimos momentos de la vida. OBJETIVOS Conocer la incidencia de implicación en el proceso de humanización de la muerte por Enfermería. MATERIAL Y MÉTODOS Estudio de tipo: descriptivo, observacional, transversal y prospectivo. Para el tamaño de la muestra se usó una población de 100 enfermeros censados en la provincia de Málaga en el año 2014 por lo que obtenemos una muestra de 80 enfermeros, siendo seleccionados por muestreo aleatorio simple, con un nivel de confianza de 95% y una aceptación de error del 5%. Los sujetos de estudio fueron escogidos, trabajadores del Hospital Regional de Málaga en Hospitalización, durante los meses de Enero a Abril de 2014. Los criterios de inclusión en el estudio son: Acceder voluntariamente a la realización del estudio. Encontrarse trabajando en Hospitalización del Hospital Regional de Málaga. Firmar el consentimiento para la participación en este estudio. Para la recogida de datos, se utilizó una encuesta anónima y voluntaria sobre los sujetos de estudio. RESULTADOS De los 80 enfermeros (100%), el 90% (72 enfermeros) establecen relaciones con la familia del moribundo, el 95% (76 enfermeros) evidencian sentimientos y creencias sobre la muerte y el morir sobre el moribundo, el 80% (64 enfermeros) usan Revista Enfermería Docente 2016. Vol. 1, núm. 106. ISSN 2386-8678 III Congreso Regional ASENHOA, II Encuentro Internacional, II Encuentro Virtual 292 estrategias emocionales ante la muerte y el 95% (76 enfermeros) presentan actitudes y comportamientos beneficiosos sobre el moribundo. CONCLUSIONES. Tras la obtención de los datos, obtenemos una gran implicación de Enfermería en el proceso de la muerte, que no solo implica al moribundo sino también a la familia. Debido a la cercanía que juega Enfermería en los cuidados del moribundo, su implicación es aún mayor que en el cuerpo médico, por lo que las dudas, ansiedades, inquietudes e ignorancia se expresan más con este cuerpo sanitario que con cualquier otro. Enfermería debe dar respuestas adecuadas al proceso por el que está sumida esa persona y las personas que lo rodean. Mejor respuestas claras y concisas, no presentar divagaciones ni tampoco expresar verbalizaciones negativas sobre el proceso. Hay que ser realistas, no dar explicaciones vagas que pueden dar lugar a interpretaciones erróneas o a falsas esperanzas que no se van a convertir en realidad. El personal de Enfermería debe estar entrenado o buscar sus propios mecanismos de defensa ante esta situación, ya que es dolorosa para todos, incluso para los profesionales. No quiere decir que no se impliquen, sino desarrollar nuestra labor enfermera de la mejor manera posible y de forma adecuada a fin de evitar males mayores o situaciones complicadas para todos. Es en esos momentos cuando Enfermería juega un papel crucial que la familia, sobre todo, valorará como un elemento reconfortante, de apoyo y de comprensión. No quiere decir que no dejemos espacio a la familia en pro de realizar nuestra tarea asistencial, sino que debemos dejar todos aquellos momentos posibles para que la familia y el propio moribundo pueda expresar su dolor, angustia, deseos y necesidades. Todo apoyo es poco en esos momentos, por ello Enfermería debe ser un bastón que inicie el camino hacia la elaboración de un buen duelo. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Luna Vázquez L, Valiente Duany M, Goderich Lalán JM. Bioética frente al paciente moribundo. Rev Cubana Enfermer. 2000; 16(2): 117-121. Allué Martínez M. La gestión del morir: hacia una antropología del morir y de la enfermedad terminal. Trab Soc y Salud, 1998 mar; 29:215-231. Consejo Internacional de Enfermeras. Declaración de Posición del CIE sobre la Función de la Enfermera que dispensa Cuidados a los Pacientes Moribundos y a sus Familiares. [en línea]. Biblioteca Lascasas 2006; 2(3). En: [ Consultado: 30 mar. 2014] Hernández JM, Rodríguez Peña CA, De la Rosa Hormiga M. Estudio descriptivo/comparativo entre profesionales sanitarios y no sanitarios sobre la ansiedad ante la muerte. Trab Soc y Salud 2002; 42(7): 119-149. Revista Enfermería Docente 2016. Vol. 1, núm. 106. 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