Voces: ARBITRAJE INTERNACIONAL

Anuncio
Voces: ARBITRAJE INTERNACIONAL - LAUDO ARBITRAL - EJECUCIÓN DE SENTENCIA
EXTRANJERA - EXEQUATUR - MERCOSUR
Título: Arbitraje internacional: reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros en la República
Argentina
Autor: Acevedo, Lucas H. S.
Fecha: 19-nov-2013
Cita: MJ-DOC-6513-AR | MJD6513
Producto: MJ
Sumario: I. Introducción. II. El exequátur: III. La Convención de Nueva York. Aspectos generales. IV.
Reconocimiento y ejecución. Análisis de los conceptos. V. Aplicación de la Convención a las sentencias
arbitrales. VI. Ejecución de los laudos en la Convención de Nueva York de 1958. VII. Defensas frente a
la pretensión de ejecución. VIII. Requisitos formales. IX. Reconocimiento y ejecución de las sentencias
arbitrales extranjeras en el Mercosur. X. Reconocimiento y ejecución de las sentencias arbitrales
extranjeras en el Código Civil y Comercial de la Nación. XI. Conclusión.
Por Lucas H. S. Acevedo (*)
I. INTRODUCCIÓN
La principal importancia de la cuestión del reconocimiento y de la ejecución de los laudos arbitrales
extranjeros radica en asegurar la eficacia de lo resuelto por los árbitros a los cuales se sometió una
determinada controversia. En este sentido, en términos prácticos, el laudo carecería de valor si no
puede ser reconocido o ejecutado en la jurisdicción donde las partes lo requieren.
En este orden de ideas, es importante contar con una regulación que permita brindar un alto grado de
certidumbre a las partes, desde el primer momento en que deciden someterse a un arbitraje, de que la
resolución final podrá ser ejecutada. Parte de la certeza necesaria, como señala el Dr. RIVERA, está
presente en todos los reglamentos arbitrales al establecer la obligación de cumplir espontánea e
inmediatamente el laudo arbitral. Sin embargo, señala este autor, «es imprescindible la intervención de
los jueces estatales, pues solo ellos gozan de imperium como atributo de jurisdicción». (1)
Entrando en el tema específico del reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros, el tratamiento de
la certeza de ejecución debe ser realizado en forma más estricta, toda vez que generalmente son
resoluciones dictadas por árbitros en un país distinto al cual se pretende ejecutar.
La mayoría de las leyes procesales del mundo, entre ellas la legislación argentina, reconoce la eficacia
de las sentencias extranjeras, bajo ciertos requisitos, los cuales, cumplidos, las convierten en ejecutivas.
A partir de aquí, desarrollaré todo el procedimiento para que un laudo extranjero tenga la misma
eficacia que una sentencia dictada por jueces nacionales. El análisis comprenderá la Convención de
Nueva York de 1958, el Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil,
Comercial, Laboral y Administrativa de Las Leñas de 1992 y el caso particular de reconocimiento y
ejecución de laudos extranjeros en la República Argentina.
II. EL EXEQUÁTUR
1.Conceptualización
Preliminarmente al tratamiento del tema, entiendo necesario aclarar que toda sentencia extranjera, para
gozar de validez ejecutiva, debe someterse a un proceso previo. Este trámite finaliza con el exequátur,
entendiendo por tal «la declaración en cuya virtud se acuerda a aquellas [las sentencias] la misma
eficacia que revisten las sentencias dictadas por los jueces nacionales. Ese previo juicio de
reconocimiento [...] consiste en verificar, por un lado, aparte de la competencia del órgano judicial
extranjero y del tipo de pretensión deducida, si el contenido del pronunciamiento se ajusta a las reglas
fundamentales de orden público y si en el proceso seguido en el extranjero se ha respetado la garantía
del debido proceso; y, por otro lado, si la sentencia reúne los recaudos de legalización y autenticación
exigibles a todo instrumento en el extranjero». (2)
Según el órgano del cual emane el exequátur, se lo distingue en administrativo (aquel en el que el Poder
Ejecutivo es el competente para emitirlo) y judicial (en aquellos casos en los que esta facultad se
encuentra dentro de la órbita del Poder Judicial). A su vez, en este último caso, puede discriminarse
entre aquellos sistemas que otorgan la competencia s su máximo tribunal y los que se la conceden a los
jueces de primer grado. En nuestro país, la competencia por el grado corresponde a los magistrados de
primera instancia.
2. Sistemas de reconocimiento
Existen distintos procedimientos de importación de un laudo extranjero a una jurisdicción nacional.
Estos criterios varían según la legislación de cada país, aunque a lo largo de la historia los Estados han
buscado unificar modalidades a partir de la firma de tratados internacionales multi o bilaterales
aplicables a la materia. Como clasificación más general, se distingue primariamente entre aquellos
sistemas que exigen una autorización previa por parte del Estado requerido y aquellos de
reconocimiento automático.
A.Sistemas que requieren autorización previa
Siguiendo la clasificación que realiza TAWIL, (3) dentro de los regímenes que establecen una
necesidad de autorización previa, se pueden distinguir distintos métodos:
a. Revisión del mérito. Los Estados con estos procedimientos son los que menos grado de cooperación
internacional presentan. Este método se asimila a una apelación, en la cual se vuelve a analizar la
resolución.
b. Control de requisitos de fondo y de forma predeterminados. Este sistema es el que mayor inserción
tiene en la actualidad, plasmándose en la mayoría de los ordenamientos tanto internacionales como
locales. Consiste en el control, por parte del juez del Estado requerido, del cumplimiento de ciertas
exigencias que la ley establece para que una sentencia extranjera goce de eficacia en esa jurisdicción.
c. Verificación de la regularidad formal. Dentro de esta primera clasificación, es la subclase que más
favorece el reconocimiento de sentencias extranjeras. En estos casos, el análisis del juzgador local solo
se limita a verificar el cumplimiento de la autenticidad de la resolución.
B. Sistemas de reconocimiento automático
Es el régimen contrario al esbozado en el punto anterior. Se caracteriza por equiparar la resolución de
los jueces o de árbitros extranjeros a las sentencias de los jueces nacionales.
III. LA CONVENCIÓN DE NUEVA YORK. ASPECTOS GENERALES
La Convención sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras (o
Convención de Nueva York de 1958), elaborada por la ONU, fue adoptada en Nueva York el 10 de
junio de 1958 y entró en vigencia el 7 de junio de 1959. Encuentra su antecesora en la Convención de
Ginebra de 1927.
Este tratado internacional tiene como principal objetivo establecer un régimen de reconocimiento y
ejecución de sentencias arbitrales extranjeras.Pretendiendo alcanzar esta finalidad de lograr un mayor
grado de certeza en lo que hace a la validez de un laudo extranjero en otro estado, los Estados parte
tienen la obligación de velar por la eficacia de estas sentencias en sus jurisdicciones, otorgándoles
validez similar a la de una sentencia arbitral extranjera. Por otra parte, la convención reconoce la
validez de los acuerdos arbitrales celebrados por escrito y obliga a los tribunales estatales a remitir a las
partes a arbitraje.
En palabras del catedrático Guido Santiago TAWIL, «la convención de Nueva York ha sido uno de los
tratados internacionales que mayor acogida ha recibido en la comunidad internacional» (4).
Dice el art. 8.1: «La presente Convención estará abierta hasta el 31 de diciembre de 1958 a la firma de
todo miembro de las Naciones Unidas, así como de cualquier otro Estado que sea o llegue a ser
miembro de cualquier organismo especializado de las Naciones Unidas, o sea o llegue a ser parte en el
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, o de todo otro Estado que haya sido invitado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas».
La República Argentina, por medio de la Ley 23.619, publicada en el Boletín Oficial el 4 de noviembre
de 1988, ratificó con reservas el tratado objeto de estudio. Las reservas que realizó nuestro país
establecen que, con base en la reciprocidad, la República aplicará la Convención solo respecto de
laudos arbitrales hechos en territorio de otro país miembro de la Convención sobre cuestiones legales
que sean consideradas de naturaleza comercial para la ley nacional. Además, el tratado será
interpretado de acuerdo a los principios y articulado de la Constitución Nacional vigentes y sus
reformas.
IV. RECONOCIMIENTO Y EJECUCIÓN. ANÁLISIS DE LOS CONCEPTOS
La Convención hace una distinción no casual entre «reconocimiento» y «ejecución», por lo que el
análisis de estos conceptos permitirá alcanzar un mayor grado de conocimiento sobre el ámbito de
aplicación del documento sometido a estudio.
Siguiendo la explicación del Dr.RIVERA, «el reconocimiento importa asignar eficacia jurídica en el
Estado a una sentencia o laudo extranjero» (5). Es decir, este otorga a la sentencia arbitral extranjera el
carácter de acto jurisdiccional eficaz en el ordenamiento local en el cual se pretende invocarlo como
fuente de derechos y obligaciones. Ello se logra luego de analizar si el decisorio contiene los requisitos
mínimos que lo permitan equiparar a una sentencia nacional.
En lo que se refiere a la ejecución de un laudo extranjero requiere reconocimiento previo. Así, la
doctrina coincide en que es la puesta en marcha de los medios que la legislación del Estado requerido
para el cumplimiento forzado de la resolución de los árbitros. En este sentido, puede haber
reconocimiento sin ejecución, pero no será viable la ejecución si no se persiguió primero su
reconocimiento.
En este orden de ideas, toda sentencia es susceptible de reconocimiento, mas no toda resolución
definitiva puede ejecutarse, esto estará condicionado al tipo de decisión de que se trate, sea declarativa,
constitutiva, de condena. Así, no serán ejecutables tanto las sentencias declarativas, que «eliminan la
falta de certeza acerca de la existencia, eficacia, modalidad o interpretación de un estado jurídico», (6)
como las constitutivas, las cuales «producen por sí mismas un efecto jurídico inexistente con
anterioridad al dictado de una sentencia» (7). Contrariamente, las sentencias de condena, que pueden
conceptualizarse como aquellas que imponen a la vencida una obligación de dar, hacer o no hacer,
pueden ser objeto de reconocimiento y posterior ejecución.
V. APLICACIÓN DE LA CONVENCIÓN A LAS SENTENCIAS ARBITRALES
1. Sentencias extranjeras. Conceptualización
Una sentencia extranjera es un acto emanado de un órgano con facultades judiciales de otro Estado en
ejercicio del poder soberano del Estado. Una sentencia que cumple con los requisitos tanto extrínsecos
como intrínsecos establecidos en el país donde fue dictada goza dentro de ese territorio de plena
eficacia.Sin embargo, como la facultad de administrar la justicia es propia de l ejercicio de la soberanía
estatal, en principio, la sentencia dictada en un país carecerá de validez extraterritorial.
No caben dudas de que en un mundo globalizado la falta de reconocimiento de una resolución judicial
de otro Estado traería grandes perjuicios al derecho internacional privado, en general, y al tráfico
mercantil, en particular. La Convención de Nueva York de 1958 le ha dado una respuesta al problema
planteado.
2. Texto legal. Tipos de laudos comprendidos
Dice el art. I.1 de la Convención sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales
Extranjeras que: «Se aplicará al reconocimiento y la ejecución de las sentencias arbitrales dictadas en el
territorio de un Estado distinto de aquel en que se pide el reconocimiento y la ejecución de dichas
sentencias, y que tengan su origen en diferencias entre personas naturales o jurídicas. Se aplicará
también a las sentencias arbitrales que no sean consideradas como sentencias nacionales en el Estado
en el que se pide su reconocimiento y ejecución».
Conforme surge del texto legal transcripto, el tratado se aplica en aquellos casos en que se solicita el
reconocimiento o la ejecución de un laudo dictado en una jurisdicción distinta a la requerida o que,
siendo dictado en el mismo país, no sea considerado como laudo nacional. Así, no será de aplicación
para los laudos locales, los cuales estarán alcanzados por la normativa interna de cada Estado.
Claramente, del art. 1.1 de la Convención, surgen dos criterios globales para clasificar los laudos
extranjeros:
- por un lado, se encuentran los que son dictados en un país distinto al requerido;
- y, por otro lado, aquellos que no son considerados nacionales en el país.
Más allá de esta importante distinción, desde la puesta en vigencia de la Convención hasta la
actualidad, los sistemas jurídicos han ido evolucionando en el sentido de dejar de lado el distingo entre
laudos nacionales e internacionales.Sin embargo, no es menos real que las legislaciones
latinoamericanas siguen realizando esta discriminación.
Entiendo menester aclarar que sin definir el término «sentencia arbitral», la norma internacional
analizada expresamente aclara que el término se utilizará tanto para designar a aquellas resoluciones
originadas en arbitrajes constituidos para un caso particular como para las que surjan de órganos
arbitrales permanentes (8).
Por lo tanto, para que la convención sea aplicable, en primera medida se requiere de un laudo calificado
como extranjero, según la ley del Estado requerido. Así, no será necesario que la sentencia arbitral haya
sido emitida en un país que haya suscripto la Convención. Sin perjuicio de la aclaración precedente, el
art. I.3 confiere a los Estados la facultad de «en el momento de firmar o de ratificar la presente
Convención, de adherirse a ella o de hacer la notificación de su extensión prevista en el art. X, todo
Estado podrá, a base de reciprocidad, declarar que aplicará la presente Convención al reconocimiento y
a la ejecución de las sentencias arbitrales dictadas en el territorio de otro Estado contratante
únicamente. Podrá también declarar que solo aplicará la Convención a los litigios surgidos de
relaciones jurídicas, sean o no contractuales, consideradas comerciales por su derecho interno». Es
decir, que los Estados que optan por la regla de la reciprocidad solo aplicarán la Convención a los
laudos dictados en un país adherido a la misma.
La República Argentina, al ratificar la Convención, lo hizo con la reserva de reciprocidad comentada.
Por otra parte, el art. I.3, ya transcripto en este punto, además de la reserva de reciprocidad
desarrollada, permite que el país que suscribe la Convención declare que solo la aplicará a las
controversias consideradas comerciales conforme a su derecho.La República Argentina, al igual que en
el caso de la reserva de reciprocidad, ratificó la Convención con esta reserva de comercialidad.
Atento a lo señalado en el párrafo precedente, la calificación de relación jurídica comercial corresponde
al derecho interno del Estado requerido. Así, en el caso de nuestro país, hay que estar a lo preceptuado
por los arts. 7 y 8 del Código de Comercio.
Por último, en lo que hace a la delimitación de los laudos regidos por la convención, cabe señalar que, a
falta de una determinación expresa, se aplicará a cualquier laudo extranjero. De esta manera, podrán
reconocerse o ejecutarse los laudos definitivos, parciales, interinos y declarativos.
VI. EJECUCIÓN DE LOS LAUDOS EN LA CONVENCIÓN DE NUEVA YORK DE 1958
El art. III de la Convención (9) se encarga de delimitar las reglas para reconocer y ejecutar una
sentencia arbitral. De esta manera, establece los Estados parte reconocerán la eficacia de la resolución
de los árbitros y concederán su ejecución conforme procedimiento existente en el Estado requerido y de
conformidad con el articulado de este tratado. Además, el precepto ordena que no se impongan
exigencias mayores u honorarios más gravosos que los aplicables a la materia respecto de laudos
locales.
Surge claramente del artículo comentado que la convención pretende colocar, al menos, en un pie de
igualdad el reconocimiento y la ejecución de un laudo internacional con los laudos locales.
Si bien el Estado contratante que sea requerido tiene la obligación de reconocer y ejecutar el laudo, los
criterios de admisión se tomarán de la ley aplicable a la materia en el Estado donde se pretende que sea
válido.Por lo tanto, es probable que los procedimientos varíen de un Estado a otro, aunque existen
pautas generales dadas por la Convención.
Los criterios generales delineados por el tratado son límites al poder del imperium de los Estados, toda
vez que específicamente estipulan que las condiciones no deben ser más rigurosas ni los honorarios o
costas más elevados que los regulados para los casos de reconocimiento y ejecución de laudos locales.
1. Requisitos formales que debe cumplir el interesado en el reconocimiento y la ejecución
El art. IV de la Convención ordena a los Estados los requisitos mínimos, de forma que se debe exigir al
requirente, para iniciar la acción judicial tendiente a la obtención de exequátur.
Así, el art. IV dice: «1. Para obtener el reconocimiento y la ejecución previstos en el artículo anterior,
la parte que pida el reconocimiento y la ejecución deberá presentar, junto con la demanda:
»a) El original debidamente autenticado de la sentencia o una copia de ese original que reúna las
condiciones requeridas para su autenticidad.
»b) El original del acuerdo a que se refiere el artículo II, o una copia que reúna las condiciones
requeridas para su autenticidad.
»2. Si esa sentencia o ese acuerdo no estuvieran en un idioma oficial del país en que se invoca la
sentencia, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución de esta última deberá presentar una
traducción a ese idioma de dichos documentos. La traducción deberá ser certificada por un traductor
oficial o un traductor jurado, por un agente diplomático o consular».
Como destaca el Dr. RIVERA, «en definitiva, se debe agregar un testimonio o copia del acuerdo
arbitral y del laudo, apostilladas si los países han suscripto la Convención de La Haya sobre
eliminación de legalizaciones, con las pertinentes intervenciones de autoridades para su legalización si
no formaren parte de esa convención». (10)
Considero importante destacar que los requisitos del art.IV son todos los que debe cumplir el
peticionante, en el marco de la Convención comentada.
VII. DEFENSAS FRENTE A LA PRETENSIÓN DE EJECUCIÓN
Una vez iniciado el trámite tendiente a la obtención del exequátur, se cita al demandado para que tenga
la posibilidad de ejercer su derecho de defensa ante la autoridad competente del Estado en el que se
solicita el reconocimiento y la ejecución. En este contexto es que la Convención incorpora
taxativamente defensas de carácter previo a la ejecución.
Las causas de denegación del exequátur se dividen en dos. Por un lado están aquellas que solo pueden
ser solicitadas a instancia de parte y por otra parte las que deben ser invocadas de oficio por el juez.
Claramente, el art. V de la Convención estipula que quien interpone una defensa debe probar aquellos
hechos y circunstancias invocados. Estas defensas de carácter previo no revisan el fondo de la cuestión.
1. Defensas. Enumeración
Las defensas que se pueden oponer frente a la pretensión de reconocimiento y ejecución se encuentran
enumeradas en el art. V del tratado internacional. A continuación realizaré un breve desarrollo de ellas.
Como expresé en el punto VII1, la enumeración que realiza el art. V es cerrada, por lo que no se
permite que los Estados o los particulares incorporen más defensas que las normadas en la Convención.
Siguiendo el pensamiento desarrollado, afirma el investigador FEUILLADE que «como principio
general no se puede reconocer aquello que no está en la sentencia o, dicho de otro modo, no puede
peticionarse que se reconozca aquello que no fue resuelto, cuando se pretende ejecutar en un país un
derecho adquirido en otro, el derecho que se invoca es el derecho mismo que se poseía en el extranjero
y no un derecho nuevo que sería sometido a régimen diferente». (11)
«1.Solo se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de la sentencia, a instancia de la parte contra
la cual es invocada, si esta parte prueba ante la autoridad competente del país en que se pide el
reconocimiento y la ejecución:...» (12)
A. Subinciso a del inciso 1
Este subinciso hace referencia a defensas que ponen el foco en el acuerdo arbitral. Dice el texto
mencionado: «a) Que las partes en el acuerdo a que se refiere el artículo 2 estaban sujetas a alguna
incapacidad en virtud de la ley que le es aplicable o que dicho acuerdo no es válido en virtud de la ley a
que las partes lo han sometido, o si nada se hubiera indicado a este respecto, en virtud de la ley del país
en que se haya dictado la sentencia».
La norm a habla de incapacidad en un doble aspecto: por un lado la falta de capacidad de alguna de las
partes que firmaron o de alguna otra forma prevista, otorgaron el acuerdo arbitral. La capacidad de las
partes se rige por la ley que determine norma de conflicto del juez del exequátur, por lo que según
nuestra ley, se regirá por el domicilio de las partes.
Por otra parte, el subinciso en cuestión, en su segunda parte, prevé el caso en el que las partes no
sometieron expresamente al acuerdo arbitral a una ley. En esta circunstancia, se aplicará la ley del país
en el cual se hubiere dictado la sentencia.
B. Subinciso b del inciso 1
Este subinciso expresa: «b) Que la parte contra la cual se invoca la sentencia arbitral no ha sido
debidamente notificada de la designación del árbitro o del procedimiento de arbitraje o no ha podido,
por cualquier otra razón, hacer valer sus medios de defensa».
Esta parte del tratado internacional, claramente, hace alusión al cumplimiento del debido proceso. Para
que esta defensa sea viable, es necesario que quien la invoca no se haya puesto voluntariamente en una
situación que perjudique su derecho a defensa.Además, se requiere que apenas detectado el hecho o
situación que impide el normal desarrollo del proceso arbitral este sea denunciado.
C. Subinciso c del inciso 1
El subinciso c enuncia como posible defensa «c) Que la sentencia se refiere a una diferencia no prevista
en el compromiso o no comprendida en las disposiciones de la cláusula compromisaria, o contiene
decisiones que exceden de los términos del compromiso o de la cláusula compromisoria; no obstante, si
las disposiciones de la sentencia que se refieren a las cuestiones sometidas al arbitraje pueden separarse
de las que no han sido sometidas al arbitraje, se podrá dar reconocimiento y ejecución a las primeras».
Este subinciso hace referencia a aquellos casos en los que los árbitros deciden extra petita, es decir, más
allá de la autorización dada por aquellos que se someten a arbitraje. Este es el caso en el que los
árbitros no respetan los puntos que las partes acordaron someter a arbitraje. Además, la normativa,
bregando adoptar una postura favorable al reconocimiento y a la ejecución del laudo, permite que, si las
partes de la sentencia arbitral son separables, la parte válida se reconozca y ejecute.
D. Subinciso d del inciso 1
El subinciso d establece: «d) Que la constitución del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se
han ajustado al acuerdo celebrado entre las partes o, en defecto de tal acuerdo, que la constitución del
tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado a la ley del país donde se ha efectuado el
arbitraje».
Este se refiere a la defensa que se puede oponer en caso de que la constitución del tribunal arbitral o el
procedimiento arbitral sea en incumplimiento al acuerdo de las partes, o de la ley del país donde se
desarrolló el laudo, en caso de no existir convenio.
E. Subinciso e del inciso 1
Preceptúa el subinciso e:«e) Que la sentencia no es aun obligatoria para las partes o ha sido anulada o
suspendida por una autoridad competente del país en que, o conforme a cuya ley, ha sido dictada esa
sentencia».
El texto transcripto se refiere a la falta de obligatoriedad del laudo. Y luego continúa expresando la
posibilidad de que la sentencia arbitral sea anulada o suspendida. La última parte del subinciso se
relaciona con el art. VI (13).
Los términos relevantes de esta parte de la Convención requieren al menos un breve análisis para una
correcta aplicación.
Primero, la normativa analizada se refiere a la necesidad de que el laudo sea obligatorio para las partes.
Así, una parte de la doctrina entiende que un laudo arbitral es obligatorio cuando no es susceptible de
recurso ante un tribunal jurisdiccional o arbitral que actúe como revisor. Otra tesis dice que será
obligatorio siempre y cuando no sea posible recurrir la decisión ante un tribunal arbitral. Una tercera
corriente expone que la obligatoriedad dependerá de que esté sujeto a anulación o suspensión. Por
último, otros autores creen que será obligatorio si lo es para la ley del Estado en que fue dictado.
Más allá de las distintas teorías expuestas, hallo importante aclarar que la obligatoriedad de un laudo no
equivale a que el mismo deba estar firme.
2. Denegación del exequátur de oficio por el juez
La segunda parte del art. V de la Convención de Nueva York de 1958 se refiere a las razones que el
juez tiene para rechazar de oficio el exequátur. Sin perjuicio de ello, el requirente puede probar que la
materia es arbitrable o que no infringe el orden público. Dice esta parte del art. V: «2. También se
podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de una sentencia arbitral si la autoridad competente del
país en que se pide el reconocimiento y la ejecución comprueba:»a) Que, según la ley de ese país, el
objeto de la diferencia no es susceptible de solución por vía de arbitraje; o
»b) Que el reconocimiento o la ejecución de la sentencia serían contrarios al orden público de ese
país».
A. Controversia no susceptible de ser sometida a arbitraje
La cuestión se relaciona con el ordenamiento procesal del Estado requerido. Por lo tanto, esta sección
del articulado impone al juez al cual se le requiere el exequátur investigar en forma previa a emitirlo si
el objeto de la deferencia es o no una cuestión arbitrable en su país.
B. Violación al orden público
Que se transgreda el orden público del Estado del juez a quien se le solicita el exequátur es causa
suficiente para que el dicho juez rechace de oficio el reconocimiento y la ejecución del laudo
extranjero.
VIII. REQUISITOS FORMALES
El art. IV de la Convención sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales
Extranjeras puntualiza los requisitos formales para solicitar el reconocimiento y la ejecución de la
siguiente manera: «1. Para obtener el reconocimiento y la ejecución previstos en el artículo anterior, la
parte que pida el reconocimiento y la ejecución deberá presentar, junto con la demanda:
»a) El original debidamente autenticado de la sentencia o una copia de ese original que reúna las
condiciones requeridas para su autenticidad.
»b) El original del acuerdo a que se refiere el art. II, o una copia que reúna las condiciones requeridas
para su autenticidad.
»2. Si esa sentencia o ese acuerdo no estuvieran en un idioma oficial del país en que se invoca la
sentencia, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución de esta última deberá presentar una
traducción a ese idioma de dichos documentos.La traducción deberá ser certificada por un traductor
oficial o un traductor jurado, o por un agente diplomático o consular».
El examen de estos requisitos de forma deben ser realizados de oficio por el juez requerido, con
carácter previo al traslado al demandado de la solicitud formulada, a fin de brindarle la oportunidad de
ejercer su derecho a defensa (ver punto VII).
IX. RECONOCIMIENTO Y EJECUCIÓN DE LAS SENTENCIAS ARBITRALES EXTRANJERAS
EN EL MERCOSUR
1. Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial, Laboral y
Administrativa de Las Leñas de 1992
El Protocolo de Las Leñas de 1992 fue ratificado por la República Argentina por la Ley 24.578,
sancionada el 25 de octubre de 1995 y publicada en el Boletín Oficial el 27 de noviembre del mismo
año.
El Protocolo de las Leñas tiene el objetivo de la prestación de ayuda mutua entre los Estados parte (art.
1). Dentro de su ámbito de aplicación, se encuentran tanto la cooperación de mero trámite y probatoria
como el reconocimiento y la ejecución de sentencias y laudos arbitrales extranjeros.
Respecto de las materias a las que se aplica el tratado, se encuentran la civil, comercial, laboral y
administrativa.
El ámbito de aplicación comprende los pronunciamientos recaídos en materia civil, comercial, laboral y
administrativa, así como las sentencias recaídas en sede penal en materia de reparación de daños y
restitución de bienes. Los artículos comprendidos son desde el art. 18 al art. 24 inclusive. Los iremos
analizando y comentando de manera ordenada.
En lo que hace específicamente a la materia de reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros, el
tratado internacional se ocupa de regular la cuestión en su capítulo V (arts. 18 a 24). A continuación
destacaré algunas cuestiones de este capítulo.Relacionado con los requisitos de forma que deben tener
las decisiones para su reconocimiento y ejecución, el protocolo solicita que los fallos extranjeros deben
estar revestidos de las formalidades externas necesarias para ser considerados auténticos en el Estado
de donde proceden (art. 20, inc. a). Además, el art. 20 in fine obliga a que el cumplimiento de los
requisitos formales surjan del testimonio de la sentencia o laudo arbitral del cual se pretende su
eficacia.
También, esta norma requiere que tanto el laudo como los documentos anexos se encuentren traducidos
al idioma oficial del Estado requerido (art. 20, inc. b). Estos documentos no requieren legalización,
toda vez que la tramitación se realiza a través de las autoridades centrales (art. 2) designadas por los
Estados, y que son entes especializados, encargados de gestionar con la mayor diligencia posible las
solicitudes de reconocimiento y ejecución.
Finaliza el art. 20 incorporando como requisitos para que una sentencia y laudos tengan eficacia
extraterritorial: «c) que estos emanen de un órgano jurisdiccional o arbitral competente, según las
normas del Estado requerido sobre jurisdicción internacional; d) que la parte contra la que se pretende
ejecutar la decisión haya sido debidamente citada y se haya garantizado el ejercicio de su derecho de
defensa; e) que la decisión tenga fuerza de cosa juzgada y/o ejecutoria en el Estado en el que fue
dictada; f) que no contraríen manifiestamente los principios de orden público del Estado en el que se
solicitare el reconocimiento y/o la ejecución ».
Los requerimientos del art. 20 in fine, sumado al requisito del art. 21, dejan en claro que para el
reconocimiento y ejecución de los laudos extranjeros necesitará de un doble exequátur. Considero a
esto un retraso legislativo si se tiene en cuenta que a nivel universal ya fue superado hace más de cinco
décadas por la Convención de Nueva York de 1958.
X. RECONOCIMIENTO Y EJECUCIÓN DE LAS SENTENCIAS ARBITRALES EXTRANJERAS
EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN
1.Nociones preliminares
La regulación se encuentra en los arts. 517 a 519 bis del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, que son parte del capítulo II titulado "Sentencias de tribunales extranjeros. Laudos de
tribunales arbitrales extranjeros". Estos artículos establecen los requisitos sustanciales para requerir el
reconocimiento y la ejecución de laudos extranjeros.
Esta normativa tiene aplicación en los casos en que no existan soluciones a nivel convencional.
2. Requisitos sustanciales
Art. 517 CPCCN - Las sentencias de tribunales extranjeros tendrán fuerza ejecutoria en los términos de
los tratados celebrados con el país de que provengan.
Cuando no hubiese tratados, serán ejecutables si concurriesen los siguientes requisitos:
«1) Que la sentencia, con autoridad de cosa juzgada en el Estado en que se ha pronunciado, emane de
tribunal competente según las normas argentinas de jurisdicción internacional y sea consecuencia del
ejercicio de una acción personal o de una acción real sobre un bien mueble, si este ha sido trasladado a
la República durante o después del juicio tramitado en el extranjero.
»2) Que la parte demandada contra la que se pretende ejecutar la sentencia hubiese sido personalmente
citada y se haya garantizado su defensa.
»3) Que la sentencia reúna los requisitos necesarios para ser considerada como tal en el lugar en que
hubiere sido dictada y las condiciones de autenticidad exigidas por la ley nacional.
»4) Que la sentencia no afecte los principios de orden público del derecho argentino.
»5) Que la sentencia no sea incompatible con otra pronunciada, con anterioridad o simultáneamente,
por un tribunal argentino».
Como surge del inc. 1 del art. 517, para tener la posibilidad de solicitar el reconocimiento y ejecución
de una sentencia, en este caso arbitral, extranjera se necesita que el tribunal que la dictó tenga
competencia según la legislación de nuestro país. Sobre este punto, aclara Lino E.Palacio, que así, «el
rechazo de la eficacia extraterritorial de la sentencia extranjera no solo procede cuando se invade la
jurisdicción de los tribunales argentinos, sino también cuando afecta la de un tercer país». (14)
Además, el mismo inciso requiere que la sentencia sea consecuencia del ejercicio de una acción
personal o real sobre un mueble si este último fue trasladado al país, al menos con posterioridad a la
finalización del juicio tramitado en el extranjero.
El inc. 2 del artículo puesto a consideración, en pos del resguardo del derecho de defensa, exige que la
demandada sea notificada personalmente aunque se domicilie fuera de la República. Es importante
aclarar que, si el procedimiento utilizado para la notificación no se plasma en la sentencia, es menester
agregar un informe consular que haga referencia al procedimiento aplicable.
Analizando el inc. 3 del mismo artículo, en lo que se refiere a la necesidad de que «la sentencia o laudo
sea considerado tan el país que fue dictado», el Dr. RIVERA juzga que el mismo «es un recaudo
superfluo, pues está implícito en la acreditación que la sentencia o laudo está ejecutoriado» (15). Como
segundo requisito prescripto en el inciso, que la sentencia «reúna las condiciones de autenticidad
exigidas por la ley nacional», esto implica la necesidad de traducción si se emitió en un idioma distinto
al castellano y la presentación con las legalizaciones que correspondan. Vale aclarar que, si los
documentos remitidos a nuestro país están apostillados, no se requiere legalización (16).
El inc. 4 lleva a analizar qué se interpreta por «principios de orden público del derecho argentino».
Comprendo que la expresión hace referencia al orden público internacional y no al nacional.
El inc. 5 esta última parte del art. 517 CPCCN, prescribe que la decisión extranjera será ejecutable si no
es incompatible con una sentencia local dictada con anterioridad o simultáneamente. Esto se refiere a
una sentencia firme y ejecutoriada.
3. Procedimiento
Dice el art.518 CPCCN que la ejecución de la sentencia extranjera se debe solicitar al juez de primera
instancia, verificará el cumplimiento de los requisitos sustanciales. Para este trámite, se aplicará la
reglamentación de los incidentes. Una vez que se presenta el requerimiento, el juez dará traslado a la
parte contra la que se pretende hacer valer la sentencia o el laudo y al agente fiscal por cinco días, para
que se expida sobre la procedencia del exequátur. En el caso de deducirse oposición, el juez debe
notificar al requirente y resolver por el reconocimiento o no. El art. 518 en su inc. 3 continúa diciendo
que, si el juez admite la ejecución, se seguirá el procedimiento preceptuado para la ejecución de
sentencias dictadas en la República Argentina.
El art. 519 CPCCN estipula que, cuando se pretenda hacer valer una sentencia extranjera en un proceso
local, tendrá que cumplir los requisitos del art. 517 CPCCN.
Por último, el código de rito realiza previsiones específicas para el caso de la ejecución de laudos
extranjeros. Así, como analiza PALACIO, estos podrán ser objeto de exequátur o de reconocimiento
incidental, en los términos respectivamente de los arts. 518 y 519 si: A) reúnen los requisitos del art.
517 CPCCN; B) en los casos de prórroga no afectan la jurisdicción internacional exclusiva de los
tribunales argentinos o una prohibición legal y C) no versan sobre cuestiones que, de acuerdo con el
derecho argentino, no pueden ser materia de transacción (17).
XI. CONCLUSIÓN
Tal como expuse en la "Introducción", conforme al objetivo del presente artículo, analicé la legislación
vigente aplicable a la República Argentina para reconocer y ejecutar laudos extranjeros en esta.En este
sentido, si bien existe poca familiaridad con este mecanismo, se puede apreciar que en nuestro país hay
un importante marco jurídico aplicable a este punto.
Si bien la función del procedimiento arbitral es un sistema al que, en general, se le atribuyen muchas
ventajas respecto del procedimiento judicial (estas suelen ser celeridad, economía, confidencialidad,
confianza, posibilidad de que exista un proceso más flexible al establecido por los códigos procesales,
neutralidad, especialidad de los árbitros), el gran beneficio que otorga una resolución judicial, respecto
de una arbitral, es su fuerza ejecutoria. Así, en virtud de esta, quien resulta vencedor cuenta con la
actividad del Estado para hacer cumplir el fallo. Esta última cuestión no es menor, ya que las partes que
se someten a una resolución de un tercero lo hacen pretendiendo que la sentencia pueda ejecutarse.
Los árbitros pueden ordenar la ejecución de la decisión, pero no carecen de imperium para ordenar el
uso de la fuerza pública para obtener el fin buscado con el laudo. Por lo tanto, es necesario, y en esto
radica principalmente la complejidad del tema, que la legislación le debe brindar a las partes que
deciden someterse a un arbitraje, la certidumbre de que el mismo podrá efectivizarse. De otra manera,
sin garantía de que la resolución arbitral tenga la misma potestad que la de un juez, este medio
alternativo de resolución de conflictos se vería muy perjudicado, quedando solo en meras
declaraciones. Es decir, para estos casos, la legislación debe garantizar la intervención eficaz de las
autoridades estatales. Esto, por supuesto, requerirá un importante cambio de cultura dentro de los
integrantes del órgano judicial, quienes deberán admitir que el laudo, en cuanto a la resolución,
equivale a una sentencia.
Específicamente en lo que hace a la ejecución de laudos extranjeros, en la República Argentina, en mi
opinión, es claro que se requiere de un control del laudo más estricto que si fuese emitido en la
República.Esto, porque es necesario realizar los controles de legalidad correspondientes. De otra
manera, el análisis y la resolución de árbitros extranjeros podrían llevar a que se declaren o reconozcan,
según el caso, derechos, afectando otros considerados superiores, en nuestra legislación. Esto sin
perjuicio de lo estipulado por la Convención de Nueva York, cuando impide la imposición de
exigencias mayores u honorarios más gravosos que los aplicables a la materia, respecto de laudos
locales.
---------(1) Rivera, Julio César: Arbitraje comercial internacional y doméstico. Buenos Aires, Lexis Nexis,
2007, p. 679.
(2) Palacio, Lino Enrique: Manual de derecho procesal civil, 18ª ed., Buenos Aires, Abeledo Perrot,
2008, p. 693.
(3) Tawil, Guido S. y Zuleta, Eduardo: El arbitraje comercial internacional: estudio de la Convención
de Nueva York con motivo de su 50° aniversario, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2008, p. 34.
(4) Ib., p. 31.
(5) Rivera: op. cit., p. 687.
(6) Tawil, y Zuleta, op. cit., p. 33.
(7) Ib., p. 31.
(8) El art. I inc. 2 de la Convención de Nueva York de 1958 dice: La expresión «sentencia arbitral» no
solo comprenderá las sentencias dictadas por los árbitros nombrados para casos determinados, sino
también las sentencias dictadas por los órganos arbitrales permanentes a los que las partes se hayan
sometido.
(9) Artículo III: 1. Cada uno de los Estados contratantes reconocerá el acuerdo por escrito conforme al
cual las partes se obliguen a someter a arbitraje todas las diferencias o ciertas diferencias que hayan
surgido o puedan surgir entre ellas respecto a una determinada relación jurídica, contractual o no
contractual, concerniente a un asunto que pueda ser resuelto por arbitraje. 2. La expresión «acuerdo por
escrito» denotará una c láusula compromisoria incluida en un contrato o un compromiso, firmados por
las partes o contenidos en un canje de cartas o telegramas. 3.El tribunal de uno de los Estados
contratantes al que se someta un litigio respecto del cual las partes hayan concluido un acuerdo en el
sentido del presente artículo, remitirá a las partes al arbitraje, a instancia de una de ellas, a menos que
compruebe que dicho acuerdo es nulo, ineficaz o inaplicable.
(10) Rivera: op. cit., p. 699.
(11) Feuillade, Milton C.: Exequátur de sentencias arbitrales en la Convención de Nueva York de 1958.
Sobre reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales extranjeros, Rosario, Zeus, 2007, (Colección
Jurisprudencial, 104), pp. 58-59.
(12) Primer párr. del art. V de la Convención de Nueva York de 1958.
(13) El art. VI de la Convención de Nueva York de 1958 dice: «Si se ha pedido a la autoridad
competente prevista en el artículo V, párrafo 1 e), la anulación o la suspensión de la sentencia, la
autoridad ante la cual se invoca dicha sentencia podrá, si lo considera procedente, aplazar la decisión
sobre la ejecución de la sentencia y, a instancia de la parte que pida la ejecución, podrá también ordenar
a la otra parte que dé garantías apropiadas».
(14) Palacio: op. cit., p. 695.
(15) Rivera: op. cit., p. 744.
(16) La República Argentina ratificó la Convención de La Haya que crea la apostilla para reemplazar el
sistema de legalización de la documentación.
(17) Palacio: op. cit., p. 699.
(*) Abogado, UADE. Maestría en Derecho Empresarial, UADE (en curso). Autor de publicaciones
sobre temas de su especialidad.
Descargar