Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 1 DERECHOS HUMANOS, INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y GÉNERO Estudios de apoyo 2 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 3 DERECHOS HUMANOS, INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y GÉNERO Estudios de apoyo Hacia una Política de Seguridad Ciudadana -POLSEC- 4 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana © Hacia una Política de Seguridad Ciudadana (POLSEC), 2004 11 avenida 15-15, zona 10 Guatemala, 01010, Guatemala, C.A. 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DERECHOS HUMANOS EN LAS INSTITUCIONES DE SEGURIDAD PÚBLICA: POLICÍA NACIONAL CIVIL 7 INTRODUCCIÓN 9 DERECHOS HUMANOS VERSUS REALIDAD 11 1. La policía como parte de la cadena penal 2. La magnitud de la noción de derechos humanos de la policía: seguridad pública versus seguridad personal 3. Despliegue de los derechos humanos: principios versus realidad 11 REALIDAD VERSUS DERECHOS HUMANOS 63 1. Elementos estructurales y contextuales que limitan los derechos humanos de la PNC 63 CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA ANEXOS 83 85 89 18 20 II. LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL 107 FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL 109 1. Definición 2. Extensión del término 3. Antecedentes históricos 4. Esquema funcional del modelo de investigación criminal 109 112 113 114 6 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana ANÁLISIS POLÍTICO-CRIMINAL DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL EN GUATEMALA 1. 2. 3. Importancia Definiciones Situación actual de la política criminal en Guatemala en cuanto a la investigación criminal 117 117 118 120 BIBLIOGRAFÍA 139 III. SEGURIDAD CIUDADANA Y GÉNERO 141 MARCO TEÓRICO 143 1. 2. 3. 143 146 150 Género y políticas públicas Género y seguridad ciudadana Demandas del movimiento de mujeres CONSIDERACIONES SOBRE LAS POLÍTICAS DE SEGURIDAD Y LA PERTINENCIA DEL ENFOQUE DE GÉNERO 153 SINOPSIS DE CADA UNO DE LOS DOCUMENTOS CON RELACIÓN A LOS GRUPOS DE TRABAJO DE POLSEC 157 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Institucionalidad de la seguridad ciudadana Creación de la Academia de Formación Policial del Sector Seguridad Propuesta de reestructuración del Ministerio Público para hacer su funcionamiento acorde a la legislación actual, al procedimiento acusatorio oral Propuesta para operativizar los convenios entre el Ministerio Públicoy la PNC Propuesta de suscripción de convenio interinstitucional de unificación e integración de los laboratorios de investigación y servicio médico forense entre el Ministerio de Gobernación, el Ministerio Público y el Organismo Judicial Pronunciamiento sobre el proyecto de Ley de Investigación Criminal Recomendaciones específicas para el fortalecimiento de la institucionalidad de la seguridad ciudadana en Guatemala Propuesta de conformación e integración de un Consejo Asesor de Seguridad DEFINICIÓN DE UNA POLÍTICA DE SEGURIDAD CIUDADANA QUE INCLUYA LAS NECESIDADES ESPECÍFICAS DE LAS MUJERES 1. 2. 3. 4. Institucionalidad necesaria Políticas para y con las mujeres (cómo se diseñan) Oficinas especializadas (evaluación de existencia, funciones, cobertura, evaluaciones de impacto) Políticas de personal 157 158 159 159 160 160 161 161 163 163 164 165 166 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES ACERCA DE LAS PROPUESTAS DE POLSEC 169 Conclusiones Recomendaciones 169 170 BIBLIOGRAFÍA 173 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 7 I DERECHOS HUMANOS EN LAS INSTITUCIONES DE SEGURIDAD PÚBLICA: POLICÍA NACIONAL CIVIL 8 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 9 INTRODUCCIÓN En el desempeño de sus funciones, los sistemas de justicia tienen la obligación de tomar los derechos humanos como hilo conductor, en cualquiera de las fases del procedimiento penal: la prevención, la persecución y captura, la consignación, el juzgamiento, la absolución o condena, la reclusión, rehabilitación y la reinserción en la sociedad. Cada fase tiene sus reglas, normas nacionales e internacionales que han dado lugar a estudios académicos y a una jurisprudencia cada vez más importante. Sin embargo, a la fecha muy poco se ha analizado sobre la cuestión de los derechos humanos de los actores judiciales que intervienen en una fase u otra del procedimiento penal. Tanto en el Ministerio Público, como en el Organismo Judicial, el sistema penitenciario o en la Policía Nacional Civil (PNC) aparecen situaciones que afectan los derechos humanos de los actores de las instituciones y, por lo tanto, el buen desarrollo de sus actividades y, más globalmente, la seguridad pública. En Guatemala, la cuestión es particularmente aguda en la Policía Nacional Civil. La PNC guatemalteca nace del Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática (AFPC) suscrito el 19 de septiembre de 1996, en el cual se estipula: “La protección de la vida y de la seguridad de los ciudadanos, el mantenimiento del orden público, la prevención e investigación del delito y una pronta y transparente administración de justicia no pueden garantizarse sin la debida estructuración de las fuerzas de seguridad pública. El diseño de un nuevo modelo y su implementación son una parte fundamental del fortalecimiento del poder civil. En consecuencia, es necesario e impostergable la reestructuración de las fuerzas policíacas existentes en el país en una sola Policía Nacional Civil que tendrá a su cargo el orden 10 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana público y la seguridad interna. Esta nueva policía deberá ser profesional y estar bajo la responsabilidad del Ministerio de Gobernación (...).”1 Desde entonces, la PNC y los derechos humanos parecen conformar un binomio incompatible. Por una parte, han sido constantes las denuncias de las violaciones a los derechos humanos cometidas por la policía; por la otra, el análisis de las normas y realidades de la institución cuestionan el grado de respeto de los derechos humanos de la misma policía. El primer punto ha dado lugar a investigaciones e informes (informes anuales de derechos humanos de MINUGUA, investigaciones puntuales tales como La PNC y los Derechos Humanos en Guatemala, publicaciones del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala (ICCPG), etc.). Sin embargo, la “otra cara” de la temática queda poco estudiada. Tomando en cuenta a la PNC como un elemento clave del sistema de justicia en su globalidad, el objetivo de la presente investigación es analizar qué impacto tiene la situación de los derechos humanos de los miembros de la PNC sobre el desarrollo, funcionamiento y fortalecimiento de la institución. En otras palabras, se cuestiona el efecto y las consecuencias de las violaciones a los derechos humanos de los policías sobre el funcionamiento del sistema de justicia guatemalteco, y por lo tanto, sobre la seguridad pública. Cuando, día a día, eventos graves y a veces trágicos interpelan a la opinión pública sobre el rol de la policía en la nación, las condiciones de su funcionamiento, sus relaciones con la población, los riesgos a los cuales los policías están sometidos, uno se dice que sería tiempo de pensar en orientaciones nuevas relacionadas con las misiones, la organización y los medios de la policía, la formación, las condiciones de trabajo y las garantías de esos funcionarios. Con el fin de identificar algunos de los cambios que se podrían sugerir al respecto, es necesario poner en paralelo los derechos humanos con las realidades de la PNC, para ver hasta dónde los principios planteados en las normas nacionales e internacionales se aplican (parte I). En segundo lugar, cabe destacar algunas de las características de la institución que constituyen un real freno para la implementación real de los derechos humanos de sus elementos (parte II). Sólo tomando en cuenta el conjunto de esos elementos se pueden destacar ciertos lineamientos de cambios que parecen imprescindibles si se quiere mejorar la situación de los policías, y consecuentemente su capacidad para cumplir con sus funciones. 1 Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática (AFPC), § 21. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 11 DERECHOS HUMANOS VERSUS REALIDAD 1. LA POLICÍA COMO PARTE DE LA CADENA PENAL Cada una de las instituciones del sector justicia conforma, en su interrelación con las demás, la “cadena penal”. De cada una depende el buen desarrollo de las funciones del sistema de justicia penal y “la debilidad o ineficiencia de una de ellas repercutirá de manera inevitable en el resultado final que la población espera: la reivindicación de sus intereses y/o compensación de los daños producidos mediante la afectación de sus derechos fundamentales o a los de su familia.”2 Cada fase del procedimiento penal se interrelaciona con las demás para llegar a un resultado final. Por lo tanto, de la calidad y eficacia de la intervención de cada institución depende el éxito del proceso global. La cadena penal se puede resumir en las fases siguientes: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 2 Prevención Persecución y captura Consignación Juzgamiento Absolución o condena Reclusión Rehabilitación Reinserción en la sociedad Proyecto Hacia una Política de Seguridad Ciudadana (POLSEC), Grupo 1, p. 49. 12 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana La PNC tiene a su cargo tanto la prevención como la persecución y captura. El problema surge cuando la acción de una o más de las instituciones, en lugar de apoyar en la construcción de una cadena, impide el buen desarrollo de las funciones de las demás. Ese impedimento tiene varios grados: puede atrasar el proceso, frenarlo, o bloquearlo de una vez. Cuando se preguntó a los elementos de la PNC entrevistados en el curso de la presente investigación cuáles son los principales problemas que encuentran en materia de coordinación interinstitucional, hicieron referencia a “la falta de coordinación entre los altos mandos”, “la falta de claridad en los procesos de allanamientos”, “el celo en el manejo de la información entre las instituciones”, “la corrupción de jueces por dinero para cambiar las sentencias o el dictar sentencias de manera extemporánea, lo que perjudica nuestro trabajo”, “la prepotencia del Organismo Judicial y Ministerio Público al considerar a la PNC su subordinada”; “hay intereses personales que entran en contradicción de una institución a la otra.”3 Desarrollando un análisis más profundo de la situación, las dificultades de coordinación con el Ministerio Público han sido identificadas como un factor central de los disfuncionamientos del sistema penal guatemalteco:4 “Es opinión general que la ineficacia de las investigaciones se debe a la falta de medios técnicos y formación adecuada de policías y fiscales, y a la escasa coordinación entre estas dos instituciones.”5 El Ministerio Público tiene a su cargo la dirección de las investigaciones criminales. Eso obviamente tiene gran repercusión sobre el trabajo de la policía en su función investigadora y, por lo tanto, sobre la posibilidad para la PNC de cumplir con sus funciones básicas. De allí aparece uno de los círculos viciosos que explican la actual situación de la policía en Guatemala, cuyas etapas se pueden resumir de la siguiente manera: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 3 4 5 Falta o ausencia de coordinación interinstitucional. Ineficacia de la investigación criminal. Impunidad. Inseguridad. Mala imagen y reputación negativa de la PNC. Profesión poco atractiva. Reclutamiento limitado. Personal reclutado con baja calificación profesional. Entrevistas a oficiales (anónimas), No. 2, 4, 5, 7, 8 y 10. Misión de Verificación de las Naciones Unidas para Guatemala (MINUGUA). Informe de verificación de la Policía Nacional Civil: un nuevo modelo policial en construcción, Guatemala, 2001, § 32-34. Jilani, Hina. Promotion and Protection of Human Rights - Human rights defenders, Mission to Guatemala, Guatemala, 2000/61, § 67. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 13 Como se mencionó anteriormente,6 la conciencia en la necesidad imperiosa de mejorar la coordinación interinstitucional entre la PNC y el Ministerio Público para agilizar el funcionamiento de la justicia penal, no puede ser negada. Por otra parte, cabe destacar los esfuerzos institucionales que se han realizado. En ese sentido, un convenio fue suscrito entre el Ministerio Público y el Ministerio de Gobernación en julio de 2002, relativo a la coordinación para la eficacia de la investigación criminal, el cual plantea lineamientos para concretar mecanismos de trabajo conjunto entre las dos instituciones. Se puede mencionar el establecimiento de una reunión obligatoria entre el fiscal distrital y el jefe de la Comisaría departamental de la PNC para coordinar los aspectos de la investigación criminal; de la obligación de los funcionarios de hacer llegar copias de los acuerdos alcanzados en la reunión mensual a sus respectivos órganos centrales; la supresión de la disputa en la ciudad capital en cuanto a las competencias de intervención de la Dirección de Investigación Criminal (DICRI) y del Servicio de Investigación Criminal (SIC) en la escena del crimen.7 Esos lineamientos conforman una guía de actividades concretas que deberían de promover la coordinación interinstitucional entre la PNC y el Ministerio Público. Sin embargo, cabe destacar que tales acciones hubieran tenido que ser desarrolladas por los miembros de las dos instituciones como simple cumplimiento de los principios planteados en la Ley Orgánica del Ministerio Público y la Ley Orgánica de la PNC que regulan dicha obligación,8 sin necesidad de convenios. La situación es aún más preocupante ya que el convenio referido ha tenido muy pocas aplicaciones a la fecha de la presente investigación. A nivel macro de la cooperación entre dichas instituciones, varias características del actual desarrollo de la investigación requieren reformas urgentes con el fin de agilizar la coordinación interinstitucional. En el presente análisis, sólo se enfocan las medidas necesarias para corregir situaciones de coordinación con el Ministerio Público que infringen el buen desarrollo de sus funciones con la policía. De esa manera, se considera que la coordinación beneficiaría de una simplificación de los mecanismos de comunicación entre las dos instituciones. Es necesaria la implementación de una comunicación más directa y personal entre los fiscales que solicitan al SIC el desarrollo de una investigación.9 En el mismo sentido, la cadena penal ganaría mucho con la simplificación de los mecanismos de comunicación entre los miembros 6 7 8 9 Ibid., § 67. El Convenio prevé que la escena del crimen será trabajada por los técnicos de la DICRI cuando haya levantamiento de cadáver, y por los técnicos del SIC cuando no lo haya. Ley Orgánica de la Policía Nacional Civil, artículos 10, 25, 51 y 52. García Morales, Fanuel. Mecanismos de control sobre la Policía Nacional Civil, resumen ejecutivo, WOLA-ICCPG, Guatemala, 2001, pp. 61 y ss. 14 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana de la PNC y el Ministerio Público a la hora de la aprehensión de un presunto delincuente. En la actualidad, la comunicación se realiza vía fax pero no está organizada de manera ágil: los fax quedan acumulados largo tiempo antes de ser atendidos, prolongando así el tiempo de respuesta del Ministerio Público a las solicitudes de intervención comunicadas por la PNC. Otra fuente de los problemas encontrados en lo relativo a la cooperación interinstitucional es “la inexistencia, salvo raras excepciones, de instrucciones por parte del Fiscal sobre los puntos de la investigación que requiere del SIC. Por lo general se proporciona únicamente copia de la denuncia.”10 Asimismo, se puede señalar que “es común que los fiscales no le señalen fuentes de investigación obligatorias a los miembros del SIC, dejando a su arbitrio las fuentes a cubrir”. Esa situación es una directa ilustración de las carencias del Ministerio Público en sus capacidades de cumplimiento con su función de coordinación de la investigación criminal, y es una clara limitante de un desarrollo coherente e integral de la investigación criminal. Sin instrucciones claras y sustanciales del Ministerio Público, la PNC se vuelve un coordinador de hecho de la investigación, saliendo de los límites de sus competencias. Se rompe entonces la cadena penal. Finalmente, es urgente que se cumpla con los lineamientos planteados en el Convenio Interinstitucional para la Optimización de la Investigación Criminal, de julio de 2002, principalmente por lo que se refiere a la repartición de las competencias entre el SIC y la DICRI en la escena del crimen, a la sistematización de los acuerdos reportados por los fiscales distritales o los jefes de las Comisarías de la PNC, y con el desarrollo de las reuniones de coordinación de la investigación.11 Si la relación PNC-MP es claramente al centro de la problemática acá mencionada, el trabajo de la policía también depende del funcionamiento interno de las demás instituciones. Por lo que se refiere al Organismo Judicial, dos cuestiones centrales se están planteando: primero, el sistema se ve perjudicado por las modalidades de funcionamiento del Organismo Judicial. En relación con la PNC, los principales problemas son de dos tipos. Por una parte, se generan problemas de orden funcional. De esa manera, 10 11 POLSEC, Grupo 1, p. 53. Ibid., p. 109. Tendencia confirmada en las entrevistas desarrolladas en el curso de la presente investigación. Por ejemplo, entrevista a oficial directora de la Oficina de Derechos Humanos de la PNC, Guatemala, 18 de septiembre 2003: “la coordinación interinstitucional es uno de los problemas centrales que impide el buen desarrollo de sus funciones por la PNC. A pesar de los acuerdos y convenios, la situación no cambia mucho porque los integrantes de las instituciones no cumplen con sus deberes, aun cuando se sabe que es para el beneficio de todos. Por ejemplo, en el interior muchos de los fiscales distritales y jefes de las Comisarías no sostienen las reuniones que prevé el Convenio pasado entre la PNC y el MP el año pasado”. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 15 a veces no se emiten las órdenes de levantamiento de las casas selladas. Ha resultado en algunos casos que miembros de la PNCse vean encargados de la vigilancia de casas selladas, a pesar de la anterior clausura del caso respectivo. Así ocurrió, por ejemplo, en el caso Sandoval. Por otra parte, la policía padece directamente de “la tardanza de la emisión de las órdenes de captura, incluso en situaciones de emergencia.”12 Dicha situación ha constituido un real obstáculo para la intervención eficaz y eficiente de la PNC. Además, ha sido planteada en varias ocasiones como una justificación de los arrestos, facultad altamente inconstitucional. El argumento planteado era que, para compensar la ausencia de órdenes, se daba la necesidad de proceder a un arresto, evitando así la fuga de los presuntos delincuentes. Sin embargo, las modalidades de aplicación del arresto constituían una violación directa del artículo 6 de la Constitución Política de la República.13 Más allá, el arresto estaba concebido como una sanción o también como una prueba contra la persona arrestada. La supresión de la facultad de arresto por el Ministerio de Gobernación es un avance indubitable en el sentido del Estado de Derecho. Sin embargo, otras medidas son necesarias y urgentes para agilizar el proceso y así evitar el fracaso de la intervención del sistema de justicia penal, dentro de las cuales se encuentra la implementación de mecanismos efectivos de coordinación interinstitucional. Segundo, cabe enfocarse en el impacto de las modalidades de funcionamiento en los Juzgados de Primera Instancia Penal, como órgano de represión del delito, en su función de control judicial sobre las actuaciones de la PNC. Más allá del problema del modelo de seguridad generado por la pasividad de los Jueces de Primera Instancia sobre la actuación policial,14 el actual funcionamiento del sistema de persecución de los casos de violación de la ley o de los reglamentos de la PNC por el Organismo Judicial, constituye una limitante importante al funcionamiento de los mecanismos internos de control en la institución policial. En virtud del artículo 3 del actual Reglamento Disciplinario, “la iniciación de un procedimiento penal contra miembros de la Policía Nacional Civil no impedirá el inicio y tramitación del expediente disciplinario correspondiente. No obstante la resolución definitiva del expediente sólo 12 Entrevista a Silvia Vásquez, Instancia de Monitoreo y Apoyo a la Seguridad Pública (IMASP). Constitución Política de la República, artículo 6. 14 POLSEC, Grupo 1, p. 66. “La pasividad de los Jueces de Primera Instancia Penal sobre la actuación policial genera un modelo de seguridad basado en: el principio de detener para investigar; el la limitación de la libertad de las personas, sin fundamentos probatorios que justifiquen dicha limitación; la aquiescencia para el castigo corporal, extra-proceso, de los detenidos; la reclusión policial, y no judicial, en los Centros de Prisión Preventiva.” 13 16 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana podrá producirse cuando la sentencia dictada en el ámbito penal esté firme vinculando la declaración de hechos probados.” Paralelamente, el actual reglamento estipula que “las faltas muy graves prescriben a los dos años, las graves a los seis meses y las leves a los dos meses. El plazo de prescripción comenzará a contarse desde que la falta se hubiese cometido. (...) Si el procedimiento se inicia por certificación de sentencia judicial condenatoria por delito culposo, la prescripción comenzará a computarse desde que la administración tuviese certificación de la misma” (artículo 66). Esa situación ha generado varios problemas en cuanto a la efectividad de los procedimientos disciplinarios. Según el actual jefe de la Sección de Régimen Disciplinario —sección encargada de “la tramitación y control de las sanciones disciplinarias y de los recursos que se puedan derivar, así como del trámite inicial de los derechos de petición que estén legalmente regulados”15—, “cuando uno de los integrantes de la PNC cometió un delito, estamos en un caso de falta muy grave, y entonces tenemos dos años para iniciar el expediente. Después del inicio de la investigación, quedan dos años para concluir la investigación. Tal situación ha generado varios problemas. Por una parte, los plazos vigentes para la efectiva sanción de los elementos de la PNC son muy amplios. Tenemos casos en los cuales el elemento sigue en funciones durante varios años antes de que se tome una sanción en su contra. Por otra parte, y tal vez más grave, la Policía sufre actualmente de una falta grande de coordinación con el Organismo Judicial. Cuando la sanción disciplinaria es sujeta al proceso penal, se ha dado en varias ocasiones atrasos muy grandes que, en casos extremos, han bloqueado todo el proceso disciplinario porque el Ministerio Público no ha clausurado la investigación del caso y/o el Organismo Judicial no ha tomado su resolución en el plazo de prescripción de cuatro años. La coordinación entre esas instituciones es un punto central de agenda a la hora de la implementación del nuevo Reglamento Interior de la PNC [Nota: ver artículos 49, 98 Proyecto de Nuevo Reglamento Disciplinario de la Policía Nacional Civil].”16 A nivel más general, se puede decir que el trabajo de la Policía está marcado por concepciones erróneas de las funciones mismas de la institución. En primer lugar, frecuentemente se olvida la responsabilidad que tiene la PNC para la prevención de los delitos. Sobre ese punto, el planteamiento de partida es una constatación de debilidad de los procesos llevados a cabo. Institucionalmente, cabe recordar que la PNC comparte la función preventiva con la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia. Sin embargo, esa última institución no ha logrado implementar programas satisfactorios en sus diferentes proyectos de atención.17 En tales circunstancias, la policía no puede contar con un apoyo efectivo de la Secretaría. Más bien, se hace cada vez más urgente el desarrollo de procesos y estrategias propios de la institución policial. 15 Reglamento de Organización de la Policía Nacional Civil, artículo 26. Entrevista a Alay Velásquez, sub comisario. 17 POLSEC, Grupo I, pp. 101-105. 16 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 17 Directamente vinculado a la concepción de la función policial, “las relaciones entre la policía y los tribunales se caracterizan por la convicción que los policías tienen que entregar a los hechores precisos a los tribunales. El hecho de que los tribunales no dicten o no puedan dictar sentencia en contra de los culpables, causa decepción entre los policías. Como consecuencia, la institución policial tiende a compensar el castigo inexistente.”18 Tal afirmación no pretende encontrar excusas a los comportamientos extremos y/o ilegales que se dan a veces en el seno de la institución policial, pero plantea la necesidad de recapacitar, dentro de las instituciones que conforman la cadena penal, sobre el rol y las funciones de cada una con una orientación que no se limite a una persecución. Además, la lógica vigente plantea directamente la problemática del rol de la policía en una sociedad democrática. En Guatemala, la distancia entre lo que es la PNC y lo que debería de ser se ve cada vez más amplia, en razón del ejercicio, por la institución, de funciones que no son suyas, normalmente con modalidades que no respetan los derechos fundamentales de los individuos implicados. Esa tendencia se ve fomentada por los discursos de los políticos quienes, “ansiosos de votos, recogen el clamor popular y exigen de la Policía éxitos en la lucha contra la criminalidad. La Policía, presionada, actúa con acciones espectaculares.”19 Entramos en un esquema donde la PNC se sale de sus funciones de prevención, persecución y captura para convertirse en una de las instituciones encargadas de la sanción y de la ejecución de la pena. Ese rompimiento de los principios básicos de la cadena penal es aún más significativo por la realidad misma del sistema de ejecución de las penas en Guatemala por lo que, en la actualidad, la Policía Nacional Civil se ha visto asignada a la función de guardias penitenciarios y, en el interior, los centros de retención policiales se han convertido en el sistema penitenciario local. Esa realidad no sólo desnaturaliza el rol de la PNC, sino también se constituye en una limitante del ejercicio de sus funciones reales como institución: el personal y el tiempo dedicados a la guardia penitenciaria obviamente quitan a la policía recursos importantes para el desarrollo de las actividades de prevención y de persecución y captura que son suyas. La PNC no puede y no debe estar concebida como una fuente de compensación de las carencias del sistema penitenciario. Sin embargo, actualmente, esas funciones no se pueden retirar a la PNC por la simple razón de que no existe otra institución para asumirlas. Dos principios vienen a destacar la importancia de tomar medidas necesarias para que la cadena penal retome una configuración conforme a la norma vigente y a los 18 Schmid, Carola. “Posibilidades de una investigación empírica sobre la policía en América Latina”, en La Justicia en la Calle, Ensayos sobre la policía en América Latina, Biblioteca Jurídica DIKE, Medellin, 1996, p. 355. 19 Lösing, Norbert. “Realidad y perspectivas de la policía en América Latina, resumen y reflexión”, en La Justicia en la Calle, op. cit., p. 389. 18 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana principios básicos del debido proceso. Por una parte, cabe recordar que “la represión policial sólo tiene sentido si es objeto de un grado de consenso social, y da lugar a una sanción social suficientemente firme para que las actividades policiales no aparezcan, ni a los que las ejercen, no a los que son objeto de las mismas, como actividades gratuitas.”20 Por otra parte, una fuente de lo contencioso entre los ciudadanos y la policía, que toma formas diversas según las categorías de usuarios o de observadores, es la discordancia entre las actividades a las cuales la policía debería de dedicarse, y a las cuales se dedica, o, visto desde otro ángulo, de un desvío de los recursos de la policía hacía fines extraños a los intereses de los ciudadanos y, más generalmente, de la nación. Es un error el subestimar las consecuencias de tal situación. Explica no sólo que la opinión pública poco a poco se ha alarmado simultáneamente de un exceso de la policía y de una insuficiencia de policía, pero también que ésta haya llegado a no dar más miedo a quienes deberían de temerle, y a inquietar quienes debería tranquilizar. La PNC debe, en proporciones que no son fáciles de determinar, tranquilizar y dar miedo. El balance no puede estar dado si las misiones que les están confiadas no son claramente identificadas y dosificadas, y si la coordinación interinstitucional no se desarrolla de manera real y efectiva. Estos planteamientos son de primera importancia para entender de que manera el contexto en el cual la PNC guatemalteca desarrolla sus actividades y algunos de los elementos de su funcionamiento, constituyen violaciones a los derechos fundamentales de sus miembros. Antes de analizar las circunstancias que llevan a esas violaciones, es importante definir las limitaciones de la noción de derechos humanos de la policía. 2. LA MAGNITUD DE LA NOCIÓN DE DERECHOS HUMANOS DE LA POLICÍA: SEGURIDAD PÚBLICA VERSUS SEGURIDAD PERSONAL De manera general, los temas de derechos humanos y de policía son percibidos como poco compatibles. Para empezar, la policía está generalmente identificada como una de las instituciones más susceptibles de cometer violaciones a los derechos humanos en el desempeño de sus funciones: “los cálculos demuestran que, especialmente en América Latina, la Policía es más a menudo autora de homicidios que víctima de ellos.”21 Esta situación ha sido ampliamente denunciada en Guatemala.22 Por otra parte, 20 Belorgey, Jean-Michel. La Police au Rapport, Ligue des Droits de l’Homme, Presses Universitaires de Nancy, Nancy, 1991, p. 40. 21 Shmid. Op. cit., p. 370. 22 Anderson, Lenore y García Morales, Fanuel. La actuación policial y los derechos humanos en Guatemala, ICCPG-PNUD-ICCO, Guatemala, 2000; Jilani. Op. cit. MINUGUA. Op. cit., p. 38, § 91. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 19 la noción misma de derechos humanos se ve limitada por la naturaleza de la función de la policía. Se necesita buscar un balance, cuyos términos y la amplitud no son fáciles para determinar. De hecho, varios textos nacionales e internacionales vienen a limitar la amplitud de los derechos de los integrantes de la institución, directa o indirectamente. Un punto de partida de esa cuestión se puede identificar en el artículo 32, numeral 2 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos que estipula que “los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática.” En el mismo sentido, se puede mencionar el artículo 44 de la Constitución Política, que prevé que “el interés social prevalece sobre el interés particular”. La función misma de la policía constituye una clara limitante a sus derechos en virtud de esas disposiciones generales. Sin embargo, la validez de tales restricciones está sujeta a principios claves que vienen a limitar la posibilidad de derogación de los derechos humanos: tienen que estar previstas por la ley, tener un objetivo legítimo y presentar un carácter de necesidad en una sociedad democrática. Por lo que se refiere a la previsión legal de la restricción, veremos a lo largo de la presente investigación que las disposiciones generales que se acaban de mencionar como limitante pueden interpretarse como una “previsión legal”, permitiendo así que se cumpla con la exigencia. Sin embargo, veremos que, en la mayoría de los casos, no se prevén limitaciones específicas que podrían estar consideradas como una justificación suficiente para las restricciones a los derechos humanos de la policía que existen en la actualidad. Esa afirmación se refuerza cuando se consideran las otras exigencias para la validez de una restricción a los derechos humanos. Para empezar, las restricciones a los derechos tienen que estar definidas para el interés de la vida estatal (seguridad nacional, seguridad pública, bienestar económico o general del país), de la vida social (seguridad pública, orden público, salud o moralidad pública) o de los derechos de las personas dentro de la sociedad. El problema sobre este punto es que los textos convencionales usan nociones muy extensivas del derecho público, que tocan, en su conjunto, la noción general de orden público. Tales interpretaciones ofrecen amplias posibilidades a los Estados de limitar los derechos garantizados. Ante la ausencia de controles organizados, amenazan de vaciar éstos de su sustancia, y vuelven excepcional una constatación de violación de los textos convencionales por falta de objetivo legítimo de una ingerencia en un derecho garantizado.23 Un riesgo muy presente en Guatemala. 23 Sudre, Frederic. Droit international et européen des droits de l’homme, 3e. édition, PUF, France, 1997, pp. 138 et ss. 20 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana En segundo lugar, la ingerencia tiene que ser “necesaria en una sociedad democrática”. La significación de tal exigencia en una convención universal (artículos 21 y 22 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos) es poco clara tomando en cuenta el hecho de que las sociedades políticas que han ratificado el Pacto son de gran heterogeneidad. La noción de necesidad implica una necesidad social imperiosa; en particular, la medida tomada tiene que ser proporcional al objetivo legítimo perseguido.24 Finalmente, el principio base es que toda la jurisprudencia, tanto en el contexto de la Convención Europea de los Derechos Humanos como en el de la Convención Interamericana de los Derechos Humanos, lleva a la afirmación del principio, protector de los derechos individuales, de que las medidas limitativas a los derechos enunciados tienen que hacer el objeto de una interpretación restrictiva. A final de cuentas, cuando se contempla la cuestión de los derechos humanos de la policía, se tiene que considerar el conjunto de principios mencionados para medir si las limitaciones en las cuales se ejerce la profesión se pueden justificar, o constituyen una violación a los derechos fundamentales de los miembros de la institución. Pragmáticamente hablando, se puede plantear que la violación existe a partir del momento en que todas las medidas necesarias y alcanzables no son tomadas en cuenta por la institución. En el caso del derecho a la seguridad, por ejemplo, existe una violación a partir del momento en que se pone directamente en peligro a los elementos, mientras se podría evitar. Existen muchas situaciones de esa naturaleza en el contexto de la PNC guatemalteca: medidas básicas y obvias que podrían aplicarse para evitar los problemas constitutivos de violaciones a los derechos humanos. 3. DESPLIEGUE DE LOS DERECHOS HUMANOS: PRINCIPIOS VERSUS REALIDAD Si bien no existe una cantidad considerable de denuncias formales por parte de la policía, en conversaciones con ellos se refleja un malestar profundo, una preocupación muy grande que, conforme los conceptos planteados anteriormente, refleja en algunos casos violaciones a los derechos humanos de los elementos de la PNC. Además, la cantidad de denuncias formales no se puede valorar como un reflejo exacto de la realidad institucional. Un comentario expresado en la presente investigación es bien significativo en ese sentido: “nosotros, en el curso de las capacitaciones que desarrollamos, escuchamos muchas denuncias. Siempre tenemos que dejar un espacio de 24 Ver caso de la Corte Europea de los Derechos Humanos (CEDH), Gillow, 24 de noviembre de 1986, A.109, § 55. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 21 desahogo para los elementos, cualquier sea su rango, en el cual reflejan situaciones críticas, problemas de fondo que encuentran en el ejercicio de sus funciones.”25 En virtud de las entrevistas desarrolladas en el curso de la presente investigación, de los reportes de la Misión de las Naciones Unidas para Guatemala (MINUGUA), Procuradoría de los Derechos Humanos (PDH) e información aparecida en la prensa nacional, se pueden identificar dos categorías principales de problemas, a veces identificables como violaciones a los derechos humanos de la Policía Nacional Civil: las condiciones de trabajo y las modalidades de funcionamiento de la institución El análisis de las realidades denunciadas u observadas en el funcionamiento actual de la PNC permite identificar violaciones directas a los derechos humanos de las personas que trabajan en la institución. Para realizar el análisis de la situación vigente en la PNC, un paralelo se tiene que hacer entre la realidad institucional y los principios planteados en la Ley Orgánica de la PNC (principalmente el artículo 33), la Constitución Política y los Convenios ratificados por el país. 3.1. Las condiciones de trabajo La cuestión relativa a las condiciones de trabajo en la PNC plantea varios problemas que constituyen una violación directa a los derechos fundamentales de sus elementos. El tema invita a contemplar la realidad cotidiana del trabajo de los policías que, per se, constituye violaciones directas a los derechos fundamentales de sus integrantes: El derecho a la seguridad e higiene en el trabajo. El derecho a los recursos necesarios para el cumplimiento de sus funciones. El derecho de asociación. El derecho a la remuneración del trabajo efectuado. El derecho al descanso, disfrute del tiempo libre, a la limitación razonable de las horas de trabajo. El derecho a una vida familiar. En pocas palabras, la situación de la PNC se puede resumir con las palabras siguientes: “la tarea de perseguir criminales de modo eficiente es una misión difícil para la policía (…) pero no se les proporciona los medios adecuados adicionales para hacerlo.”26 La falta de recursos existe tanto a nivel humano como material: “tal situación de carencia generalizada implica una duplicación de esfuerzos, una saturación de trabajo.”27 25 Entrevista a consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (anónima). 26 Shmid. Op. cit., p. 368. 27 Entrevista a oficial (anónima), No. 3. 22 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana 3.1.1. El derecho a la seguridad La cuestión del derecho a la seguridad es de las más problemáticas dentro de la institución policial. Para empezar, el ejercicio de la profesión de policía presenta peligros directamente vinculados con la naturaleza del trabajo. Cada año, elementos de la PNC mueren en el ejercicio de sus funciones, por causas directamente vinculadas con las mismas. De esa manera, de 1997 a 2003, el número de integrantes de la policía fallecidos ha crecido ampliamente (ver Tabla No. 1) y la inseguridad ha sido el motivo de cuatro de las 22 denuncias presentadas por la PNC a la PDH desde enero a octubre de 2003 (ver Anexo 1). Tabla No. 1 Personal de la PNC fallecido en actos de servicio Grado 1997 1998 1999 2000 2001 2002 1 2 1 1 2003* Comisario Sub comisario 1 Oficial I Oficial II Oficial III 1 4 Inspector 1 1 1 1 1 1 1 Sub inspector 2 Agente 4 10 13 29 17 18 Total 10 12 17 33 20 19 Gran total 111 Fuente: Sección de Personal de la PNC. * Al 5 de noviembre de 2003. Esta realidad constituye una directa violación a los derechos más fundamentales de los integrantes de la PNC, sea su vida y seguridad, protegidos por los artículos 3 de la Constitución Política,28 el artículo 4 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos.29 Más directamente vinculado con las condiciones de trabajo, el artículo 7 28 Constitución Política de la República, artículo 3: “El estado garantiza y protege la vida humana desde su concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona.” 29 Convención Interamericana de Derechos Humanos, artículo 4: “1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.” Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 23 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ratificado por Guatemala el 19 mayo de 1988, estipula que “los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial: (…) b) la seguridad y la higiene en el trabajo.” Tomando en cuenta estos elementos, de nuevo se plantea la cuestión del límite de los derechos humanos de los integrantes de la PNC. Si bien la inseguridad es parte integrante de este trabajo, las cifras comunicadas por la Sub Dirección de Personal son alarmantes (ver Tabla No. 1). Cuando se hace un paralelo entre las realidades de la institución, se vuelve obvia la necesidad de plantear medidas urgentes en el sentido de mejorar la seguridad de sus elementos. Para iniciar, sería de mayor importancia el desarrollo de un estudio completo sobre las causas y circunstancias de la muerte de los agentes, lo que no se ha hecho a la fecha.30 Tal estudio, reflejando el perfil de las personas fallecidas, las condiciones y causas de su muerte, sería de gran utilidad como herramienta de trabajo para el mejoramiento de las condiciones y técnicas de trabajo en la institución. Cuando se pregunta a los elementos de la PNC cómo explican el número creciente de fallecidos en el ejercicio de sus funciones, el primer elemento que está indicado son las fallas del sistema de formación: “el problema es que la formación de las policías todavía está desarrollada según los esquemas de la guardia civil en virtud de la cual el policía es un héroe, pero sin las medidas básicas para prepararlo. El principio es la necesidad de cuidarse. Ejemplos de muertes que se han dado demuestran una falta total de atención en ese sentido (...)”;31 “(…) la Academia debería de realizar un estudio sobre las causas de muerte de los elementos... porque son ellos quienes tienen a su cargo la formación de los futuros policías, incluyendo su agilidad para desarrollar actividades de terreno. Un análisis de las situaciones en las cuales se han generado las muertes sería un buen indicador de las limitaciones de la capacitación brindada (…)”;32 “(…) una de las causas obvias de las muertes es la diferencia que siempre existe entre lo que se aprende en la Academia y en la realidad. No estoy hablando de las diferencias entre hacer un ejercicio ficticio y lo que se va a vivir en la realidad, porque eso es imprescindible, y hay esfuerzos muy grandes para que se hagan prácticas lo más cerca posible de la realidad. No... lo que pasa es que, de un día al otro, los que salen de la Academia tienen que adaptarse a otras armas: en el lugar de los 38 que tienen en la 30 En el curso de la presente investigación, la información relativa a las causas de las muertes de los elementos en el ejercicio de sus funciones, fue solicitada a la Sub Dirección de Personal, a la Sub Dirección de Operaciones, a la Sección de Asistencia al Personal y a la Academia. 31 Entrevista Silvia Vásquez, IMASP. 32 Entrevista a comisario (anónima), No. 5. 24 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Academia, los policías tienen en sus manos armas automáticas, sin haber recibido cursos sobre el uso de las mismas.”33 Datos de la realidad vienen a confortar el planteamiento según el cual es necesario revisar las técnicas de enseñanza: la gran mayoría de los fallecidos tenían grado de agentes: cuatro de diez en 1998; diez de doce en 1999; de 17 en 2000; 29 de 33 en 2001; 17 de 20 en 2002; 18 de 19 hasta el 5 de noviembre de 2003.34 En el mismo sentido, la mayoría de los ejemplos de policías fallecidos que ha reportado la Prensa en los últimos años son agentes.35 Tabla No. 2 Ejemplos de muerte de miembros de la PNC reflejados en Prensa Libre, 2000-2003 Fecha 33 Causa de la muerte Número y grado de los fallecidos 25 de octubre de 2000 Balacera 1 sub comisario 24 de octubre de 2001 Choque accidente en circulación 5 agentes 23 de agosto de 2002 Pandilleros del barrio San 1 agente Antonio atacan autopatrulla 16 de junio de 2003 Insolación y deshidratación 1 agente en operativo 7 de agosto de 2003 Balacera 1 agente 23 de octubre de 2003 Balacera 2 agentes 10 noviembre 2003 Accidente vial 3 agentes Entrevistas a comisarios (anónima), No. 3. Datos de la Sub Dirección de Personal, Guatemala, 5 de noviembre de 2003. 35 “Cinco policías mueren en choque”, Prensa Libre, Guatemala, 24 de octubre de 2001. 34 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 25 Según lo reportado por Prensa Libre, las causas de muerte son varias; de las cuales, unas parecen escandalosas para una institución como la PNC, y demuestran una vez más la falta total de preparación de los elementos para desempeñar sus funciones: una por insolación y deshidratación en un operativo,36 accidentes de circulación en los cuales los agentes involucrados no han tomado las medidas básicas de seguridad.37 De igual forma, se puede hacer referencia al hecho de que, en la capital o en el interior, elementos de la PNC andan en motocicleta sin usar los cascos de seguridad de rigor. Haciendo hincapié en las muertes ocurridas en balaceras, se ha notado comportamientos policiales inadecuados a las condiciones de seguridad básicas: “se han dado varios casos en los cuales, con mera lógica, se hubieran podido evitar las muertes. En un caso reciente por ejemplo, un agente se murió disparando de pie... en medio de una balacera. En un caso de asalto de banco, un grupo de policías entró en una construcción donde se escondían los supuestos delincuentes. Entraron sin tomar ninguna precaución y fueron recibidos con balas. Y ese tipo de casos se da a todos los niveles. En Santa Rita, zona 17, por ejemplo, miembros del SIC, supuestamente parte de una unidad especial con capacidad y agilidad especial, que deberían de tener una formación mayor, se descuidaron en una situación de vigilancia y fueron matados... En Santa Rosa, un comisario encargado de la captura de un delincuente tenía que entrar en una casa donde se sabía que estaba. Sin embargo, para tal efecto, se contentó tocar a la puerta y fue recibido con tiros. Hay un problema grande de vigilancia y, de manera más institucional, de diseño de los operativos.”38 Este tipo de comentarios demuestra la necesidad de revisión de los planes y técnicas de capacitación de los agentes de la PNC, pero también de las prácticas vigentes dentro de la institución. La cuestión es primordial. No obstante, las reformas que se han podido implementar hasta la fecha para el fortalecimiento institucional, no parecen haber superado los problemas básicos... y los cambios generados se pierden en un conjunto de problemas preocupantes. La única modificación mencionada en el curso de la presente investigación como consecuencia del aumento de fallecidos en el ejercicio de sus funciones, es una realizada a la orden relativa a las prestaciones en caso de muerte: desde septiembre del 2003, la cobertura de los fondos de auxilio póstumo no incluye a los agentes fallecidos en sus dos primeros años de ejercicio. “Esa medida se puede ver como una decisión tomada 36 http://www.prensalibre.com, Guatemala, 14 de junio de 2003. “Según informó un testigo, el picup policiaco intentó rebasar a otro vehículo, pero por estar muy próximo a la curva se descontroló y colisionó de frente con el camión ya mencionado.” “Cinco policías mueren en choque en ruta al Pacífico, San Antonio, Suchitepéquez”, http:// www.prensalibre.com, Guatemala, 24 de octubre de 2002. 38 Entrevista Silvia Vásquez, IMASP. 37 26 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana para enfrentar el alto costo de la gran cantidad de muertos en sus primeros años de ejercicio en la PNC.”39 Sin embargo, no se han tomado medidas básicas como la investigación de los casos: “el único caso en el cual se inició una investigación fue abandonado porque las circunstancias eran más complicadas de lo que se pensaba al inicio.”40 Este ejemplo plantea otro tipo de causa de muerte: se hacen alegaciones según las cuales existe un real fenómeno criminal dentro de la misma institución, el cual podría ser analizado como causa de la muerte de ciertos elementos. Una fuente de información sobre este tema son las denuncias presentadas a la PDH y a MINUGUA, por familiares o cercanos de policías fallecidos en el ejercicio de sus funciones en virtud de las cuales la muerte hubiera sido causada por colegas.41 Además, unos de los factores de inseguridad más mencionados por los miembros de la PNC es el involucramiento de una parte de ellos con el narcotráfico, al cual se podría, aparentemente, vincular una serie de asesinatos dentro de la misma institución.42 Tal situación es una causa inaceptable de inseguridad y genera un alto nivel de desconfianza dentro del personal, lo cual se convierte en un real obstáculo del buen desarrollo de sus funciones como policías. Como ya se ha mencionado, la violación a los derechos de los elementos puede considerarse constituida a partir del momento en que todas las medidas necesarias y alcanzables no son tomadas por la institución o que, al contrario, se tomen decisiones que, en relación con el derecho a la seguridad, ponen directamente en peligro a los elementos en circunstancias que se podrían evitar. Con esos parámetros en mente, se considera que el desarrollo de la formación de los policías constituye un riesgo violador 39 Ibid. Ibid. 41 Ver, por ejemplo, la denuncia 560-2003, D.I.: “Denuncia que su sobrino Mynor Estuardo Castañeda de 29 años de edad. Laboraba como agente de la PNC en la estación La Barranquilla, zona 5 de esta ciudad. El 30 de abril, le indicaron que se encontraba de vacaciones. El 9 de mayo, fue encontrado muerto en estado de descomposición, sospechando que su muerte es responsabilidad de sus compañeros de trabajo”. Ver Anexo 1. 42 Ejemplos: 28 de marzo de 2001: “Fiscal acusa a oficiales - Droga: Afirma que el DOAN es responsable de pérdida de cocaína”; 24 de julio de 2003: “Capturan a policías - Narcotráfico: Los agentes iban en camión con residuos de cocaína”: “Dos agentes policíacos uniformados y un tercero de particular fueron capturados ayer por la Policía Nacional Civil a bordo de un camión que contenía residuos de cocaína”; 19 de noviembre de 2003: “Capturan a sub comisario, sindicado de participar en intento de robo de 10 kilos de cocaína”. http:// www.prensalibre.com. 40 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 27 del derecho a la seguridad: después de seis meses de estudio, los nuevos elementos tienen que realizar dos meses de práctica. Resulta que, para responder a las necesidades de la seguridad ciudadana, son enviados a áreas de peligro, sin seguro de vida, protección legal o seguro médico. La falla más grave de la administración policial es que, en el desarrollo de esos dos meses de práctica, ninguna o casi ninguna supervisión se realiza por los profesionales de la institución, quienes obviamente están aún en una fase de aprendizaje. En tales circunstancias, la asesoría de personas con experiencia parece una condición sine qua non para el buen desarrollo de la formación y el buen ejercicio de las funciones de los policías. Lo más complicado ocurre para las promociones egresadas en diciembre, que son enviadas a la calle sin ninguna supervisión en un período conocido por un alza en los índices de violencia. 3.1.2. El derecho a ser dotados de los recursos necesarios para el cumplimiento de sus funciones La problemática de los recursos disponibles, dentro de la institución, para el buen cumplimiento de sus funciones, se refiere tanto a la cuestión de los recursos humanos como también de los recursos materiales. a. La falta de recurso humano En noviembre de 2003, el personal policial contaba con 19,799 elementos.43 El objetivo planteado en el AFPC era contar con 20,000 agentes. Sin embargo, el número de elementos no es suficiente para permitir a la PNC cumplir con el conjunto de sus funciones en condiciones satisfactorias. Este planteamiento tiene tres explicaciones principales: 1. La diversidad de las funciones a cargo de la PNC. 2. El incremento de los índices de violencia en Guatemala en los últimos años. 3. La disponibilidad efectiva de personal muy reducida para el desarrollo de las funciones institucionales: se calcula que se llega a un total de 5,000 efectivos por turno para todo el territorio nacional, que deben dar seguridad a doce millones de habitantes. Los factores de esa impresionante reducción en los efectivos disponibles son: el número de elementos enviados a otras dependencias del Estado o embajadas; el personal encargado de brindar seguridad a jueces, personas amenazadas que soliciten protección al director general, o a testigos de casos claves. También cabe descontar la proporción del personal suspendido por el IGSS, o que está de vacaciones (alrededor de un 10% de la plantilla total), así como el personal que es dado de baja.44 43 Sección de Personal. Estado de Fuerza General de la Policía Nacional Civil, Guatemala, noviembre de 2003. 44 POLSEC, Grupo I, pp. 15 y ss. 28 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana El objetivo de esos planteamientos no es argumentar a favor de una contratación inmediata y exponencial de más personal. De hecho, para que tal crecimiento no se vuelva inmanejable, requiere una revisión anterior del funcionamiento, organización y lineamientos de trabajo de la PNC.45 De hecho, cabe destacar que, de 1997 a la fecha, la PNC no ha parado en crecer, con una contratación anual que alcanzó 5,683 elementos suplementarios en 1999. Tabla No. 3 Personal de la PNC detallado por año de ingreso Año Cantidad 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2,592 4,244 5,683 1,781 3,555 1,588 1,107 Fuente: Sección de Personal de la PNC. Sin embargo, las limitaciones en el número de efectivos disponibles tienen repercusiones obvias y directas en las condiciones en que los miembros de la PNC tienen que cumplir con sus funciones, cualquiera sea el nivel jerárquico: los horarios de trabajo, el sistema de turnos, etc. Así, para el SIC, las proyecciones del año 2000 concluyeron que la necesidad de personal ha aumentado de 939 efectivos previstos originalmente a un mínimo de 1,350 elementos para dar cobertura a nivel nacional. “Resulta evidente que el SIC no cuenta con el personal necesario (sólo tiene el 58% de la plantilla prevista) para cubrir las necesidades de investigación que requiere el sistema de administración de justicia, en relación con los índices delincuenciales que afectan al país.”46 Entonces, la cuestión es analizar la oportunidad de crecimiento del personal policial, pero más que todo, plantear previamente propuestas de reformas estructurales y organizacionales para el buen manejo de los elementos de la institución. 45 “Consideramos que la PNC podría contar con la cantidad de 65,000 miembros; pero si la política de servicio se desarrolla con la misma filosofía de distanciamiento de la sociedad sería igualmente ineficiente.”, Ibid., p. 15. 46 MINUGUA. Op. cit., p. 14, § 25. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 29 b. Falta de recursos materiales y condiciones óptimas para el desarrollo del trabajo Las limitaciones materiales existen desde el ingreso de los futuros elementos a la Academia. Las condiciones de vida de los alumnos en dicha infraestructura son bien cuestionables: duermen en dormitorios de 115 a 140 personas, por pelotones, sobre literas pegadas las unas a las otras. El único mueble del cual dispone cada estudiante es un closet estrecho, de metal. Y las instalaciones sanitarias, colectivas, son bastante antiguas. Durante una visita realizada a la Academia en el curso de la presente investigación, se preguntó a los alumnos sobre la manera como se sentían allí, no fueron muy expresivos. Al comentar al director de la Academia sobre las limitaciones de espacio y privacidad en que se encuentran los alumnos, respondió: “hay que tener claro que la mayoría de los integrantes o futuros integrantes de la PNC, somos de orígenes humilde. Entonces, uno se adapta fácilmente a las condiciones.”47 Tal razonamiento es criticable porque fomenta la cultura de “no denuncia”, vigente en la institución y en virtud de la cual “es mejor no quejarse”: “en general, los integrantes de la PNC dicen: no podemos denunciar nada. Si decimos que nos faltan recursos, se van a enterar los delincuentes, y se van a aprovechar de la situación.”48 Además, afirmaciones similares a la del director de la Academia parecen condenar a los elementos de la policía a una vida en condiciones deplorables o mediocres, como si no se merecerían algo mejor, mientras, justamente, la dificultad de la profesión debería de estar acompañada por condiciones de trabajo que motiven y garanticen a sus actores toda la seguridad y bienestar posibles. Más allá del tema de las infraestructuras físicas, otro punto importante es la cuestión del derecho a la higiene en el trabajo y a la salud. Un ejemplo de violación a esos derechos se encuentra en una de las denuncias presentadas en el 2003 a la PDH en forma anónima: “en la Academia de la PNC, se ha desarrollado la epidemia de fiebre tifoidea, debido al agua con que elaboran los alimentos ya que es agua que mantienen en toneles” (ver Anexo 1). El tema de la alimentación de hecho fue señalado en el curso de la presente investigación como un problema central: “en la Academia, la alimentación brindada a los alumnos no está adaptada al nivel del ejercicio físico que implica su formación.”49 Se reportó que, en el año 2002, fue contratada una nutricionista encargada de elaborar una dieta adaptada al nivel de esfuerzo físico de los futuros policías. Tres instituciones compitieron. Sin embargo, fue la empresa que ya proveía el servicio antes quien ganó el contrato, aun cuando era la más cara y los menús propuestos no siguen las recomendaciones formuladas por la nutricionista: “la nutricionista fue despedida y los 47 Entrevista a comisario Fonseca, director de la Academia de la PNC. Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 49 Ibid. 48 30 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Cebollines, empresa con la cual el Ministerio de Gobernación tiene un acuerdo, fue contratada de nuevo. La consecuencia es un nivel de mal nutrición para los alumnos que empiezan a correr a las cuatro de la mañana y realizan todo tipo de ejercicios físicos, necesarios a su preparación profesional, a lo largo del día.”50 En esas circunstancias, el hecho mismo de no haber procurado un servicio más adaptado y alcanzable, por intereses de influencia o de hegemonía empresarial, constituye una clara violación a los derechos de humanos de los futuros policías. Los problemas de salud de los estudiantes de la Academia también son de orden psicológico. Un estudio realizado por el Proyecto para el Fortalecimiento de la Policía Nacional Civil del PNUD51 destacó resultados preocupantes: “la primera evaluación se realizó 15 días después que los estudiantes ingresaron a la Academia; la segunda 15 días antes de salir de la misma. Los estudiantes ya habían sido evaluados con la prueba que se utilizaba anteriormente (16 PF) y no fueron descartados por su perfil psicológico. De las personas que manifestaron alteración en la primera evaluación (seis en total), tres volvieron a manifestar alteración mental en la segunda. De las personas que manifestaron alteración [mental] en la segunda evaluación, seis son casos nuevos, todos ellos mujeres. Aun y cuando este estudio no tiene la representación estadística necesaria, sí brinda información de lo que pasa a nivel psicológico con los estudiantes durante su proceso de preparación en la Academia [y se puede concluir] que un 10% de la población estudiantil de la Academia de la Policía Nacional Civil, durante su estancia en la misma, adquiere rasgos de personalidad no deseados para ser agentes de policía.” A la fecha, esos resultados particularmente preocupantes no han dado lugar a cambios desde las autoridades de la Academia. El tema queda en un estado de tabú: no se ha dado ningún impulso a una política de salud mental, aun cuando la necesidad de la misma es obvia. Tabla No. 4 Resultados de evaluaciones psicológicas 1a. evaluación 2a. evaluación Hombres Mujeres Hombres Mujeres 1 5 3 4 Neurotismo Extraversión Psicotismo Combinación Total 50 51 2 6 9 Ibid. Informe final de la consultoría de apoyo a la junta evaluadora en la Academia de la PNC en materia psicológica y psicométrica. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 31 Después de su integración al cuerpo policial, los agentes ven sus derechos y deberes regulados por la Ley Orgánica de la PNC. En virtud del artículo 33, literal e, “son derechos de los miembros de la Policía Nacional Civil (…) ser dotados de los recursos necesarios para el cumplimiento de sus funciones, especialmente en la concerniente a equipo y demás apoyo logístico.” A pesar de esa disposición legal, la crisis material en la cual la PNC desarrolla sus actividades es clara y ampliamente denunciada. Se puede mencionar la recurrencia con la cual la prensa refleja sus problemas materiales, destacando la debilidad que resulta de dicha situación,52 así como la frecuente reiteración de MINUGUA de su preocupación con respecto al tema.53 En el curso de la presente investigación, varias de las entrevistas desarrolladas hicieron referencia a los problemas de infraestructura de la policía: “Sufrimos de una 52 Ver por ejemplo: “La PNC sobrevive en estado crítico”: “En el seno de la PNC, el desánimo cunde entre los agentes. A seis años de creada la institución, no actualizaron los cursos de la academia, cobran Q 2,700 al mes, la comida corre por su cuenta y algunos tienen sólo dos uniformes para su trabajo de todo el año. La población ve a los agentes con miedo y desconfianza; no cuentan con combustible para las radiopatrullas, y el 40% del parque vehicular se encuentra parado por falta de mantenimiento. La PNC afronta una de las peores crisis económicas de su historia.” Prensa Libre, Guatemala, 1 de julio de 2002, p. 2. “La PNC con la peor crisis financiera”, Prensa Libre, Guatemala, 26 de agosto de 2002, p. 2. “La crisis de la PNC no termina. La falta de presupuesto es la principal causa de la crisis que atraviesa la PNC. Es problema del Estado el que no envíe los fondos a tiempo para cubrir las deficiencias de la institución. La PNC es nueva; sin embargo, heredó los vicios de la anterior administración. La PNC se ha hecho infuncional por las decenas de radiopatrullas en mal estado, líneas telefónicas suspendidas y falta de combustible. Los distribuidores de gasolina no quieren darnos crédito, indicó en subdirector Herminio García de León. Reconoció que algunos vecinos colaboran con la compra de combustible para los automóviles y motos, como ocurre en la colonia Landívar, zona 7, y en la zona 5 de la capital. En la colonia Abril de la zona 5, los agentes no tienen sanitario porque la empresa que lo rentaba lo recogió por falta de pago. Ahora, los agentes tienen que pedir el baño prestado a los vecinos. En algunas colonias, el número de agentes ha disminuido, por lo que los vecinos se han organizado para hacer rondas de noche.” Prensa Libre, Guatemala, 12 de marzo de 2003, p. 10. “Dramática situación de la PNC”: “(...) las condiciones infrahumanas en que trabajan les hace cuesta arriba desempeñarse con eficiencia.” Prensa Libre, Guatemala, 24 de marzo de 2003, p. 18. 53 “MINUGUA repara en debilidades de la PNC”: “Jefe de MINUGUA señaló que la falta de un presupuesto adecuado y una asignación de recursos destinados en su mayoría al pago diez salarios; la insuficiente formación de sus agentes, en que se incluye la ausencia de políticas de selección para el ingreso de aspirantes y la formación sostenida de agentes; y el escaso personal para efectuar investigaciones, son las principales debilidades que se deben corregir en la PNC. La incapacidad policial se refleja en el incremento de la violencia (muertes violentas) cuyo número ha ido en aumento a partir del año 2000.” Siglo Veintiuno, Guatemala, 2 de julio de 2003, p. 10. Lo mismo en elPeriódico, Guatemala, 2 de julio de 2003, p. 4. 32 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana gran falta de comodidad en las infraestructuras físicas. Ni siquiera tenemos baños en las cuadras o dormitorio y sólo contamos con uno para toda la unidad femenina (100 personas)”;54 “La infraestructura es mala. No llena los requisitos mínimos de salud, no hay baños, ni energía eléctrica. Otras veces, no hay local o el que hay no es suficiente. Tampoco se cuenta con servicio de teléfono fijo. A menudo, nos cortan la instalación por falta de pagos. Los agentes policiales tienen que organizarse para repartirse cuotas mensuales para poder mantener el uso de las líneas, si es que cuentan con una”;55 “(…) en la subestación de Villa Nueva, los mismos sanitarios sirven para los policías y los reos y se encuentran en un estado deplorable.”56 También se hizo referencia a la situación de las unidades móviles: “(…) han pensado mejorar la situación de la seguridad con las unidades móviles, pero la verdad es que ni siquiera cuentan con el estricto mínimo: se encuentran en un espacio muy reducido en el cual no tienen baño, agua, o líneas telefónicas.”57 Las decepciones son aún más grandes que las proyecciones formuladas al inicio del proyecto que eran totalmente diferentes: “la comuna capitalina en un esfuerzo conjunto con el Ministerio de Gobernación y la PNC, pondrá en marcha un plan piloto de seguridad móvil en la ciudad. Para su funcionamiento, serán utilizados en estaciones de dicha institución, equipadas con los recursos necesarios para poder brindar seguridad a los vecinos y reducir la violencia.”58 Otra fuente de información en cuanto a las condiciones de trabajo de los policías son las denuncias presentadas a la PDH y/o a la Oficina de Derechos Humanos de la PNC. De las 22 presentadas en el 2003 a la PDH, tres fueron por recursos materiales y las condiciones sanitarias en las cuales se han desarrollado las actividades de la policía (ver Anexo 1). En ese sentido, se puede mencionar la denuncia 252-2003, D.E.S.C. que destacó: “vecinos de diferentes colonias de San Miguel Petapa organizaron una mesa multisectorial (…) y manifiestan que la PNC no cuenta con los recursos necesarios y suficientes para atender las necesidades de la población, referente a prestar seguridad debido a la delincuencia y violencia a la que se enfrentan.” De las denuncias presentadas a la Oficina de Derechos Humanos, se pueden mencionar las quejas de las Comisarías 14 y 11, por el hecho de no tener dormitorios o agua. En ese caso, la Sub Dirección General de Apoyo se acercó al lugar y arregló la situación. De Cobán llegó una denuncia por corte de energía eléctrica. Por lo que al equipamiento general se refiere, los principales problemas mencionados se relacionan con los recursos básicos. Para empezar, se mencionó el material 54 Entrevista a oficial (anónima), No. 4. Entrevista a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 1. 56 Ibid. 57 Ibid., y entrevistas a oficiales de policía comunitaria (anónimas). 58 Siglo Veintiuno, Guatemala, 7 de junio de 1999, p. 6. 55 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 33 de comunicación disponible para los elementos de la policía. Primero, se hizo referencia a la falta de radio comunicaciones: “de un personal de 20,000, más o menos 1,500 cargan radio. Fueron donadas por la cooperación internacional, pero las unidades después manejan este equipo, siendo el comisario el responsable de la distribución de las radios a su personal asignado.”59 Directamente vinculada con ese tema es la prohibición instaurada por algunos oficiales de usar teléfono celular. El argumento planteado para justificar tal decisión, tomada a nivel de las comisarías, es la distracción generada por los celulares. Sin embargo, ha generado muchas críticas por lo que “los agentes afectados por esa decisión ni siquiera tienen una radio para comunicarse. Eso puede volverse en una directa amenaza contra la vida de los elementos de la policía que no tienen como comunicarse para solicitar apoyo.”60 En tercer lugar, las armas también fueron mencionadas como fuente de amenaza contra la seguridad de los elementos: por una parte, el mal estado y calidad de las armas disponibles fue claramente destacado. Por otra parte, “aun cuando las usan para su defensa y/o seguridad propia, los agentes policiales tienen que pagarlas o son descontadas de sus salarios ¿Cómo poder generar mística de trabajo en tales condiciones? ¿Cómo poder pretender impulsar el trabajo en la calle si todo se realiza al único costo de los policías, quienes ponen su dinero y, más que todo, su vida en juego?”61 La otra preocupación expresada se refiere al estado de los carros: “las unidades vehiculares son un continuo dolor de cabeza a todo nivel: administrativo y logístico. Han llegado vehículos por donaciones, pero su mantenimiento es imposible porque la institución no cuenta con los repuestos respectivos. Hemos tenido que pasar a una fase de abandono de algunos de los vehículos. Y se han visto casos en los cuales la situación de los carros ha fomentado la corrupción: en ocasiones, los elementos de la PNC han tenido que solicitar el apoyo económico de los mismos presos que trasladan para cancelar el costo de un pinchazo. Por suerte, contamos con el apoyo de ONGs que se hacen cargo de la reparación mecánica de los vehículos... De manera global, el artículo 33 de nuestra Ley Orgánica no se aplica.”62 Tal situación perjudica a la seguridad ciudadana en su totalidad: “(…) ocurre muy seguido que, en el interior, los elementos tienen que pasar por caminos quebrados donde pinchan (…) En esos casos, llegamos tarde, incluso en caso de emergencia. Además, los carros andan con luces bajas que no funcionan (…) ¿qué imagen tendrá la población de una policía, obligada a andar con luces altas aun cuando eso no es permitido?”63 59 Entrevistas a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 1. Ibid. 61 Ibid. 62 Ibid. 63 Entrevista a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 2. 60 34 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Finalmente, los elementos de la PNC hicieron mención de los problemas que han tenido con sus uniformes: “cada elemento tiene un máximo de dos uniformes para el ejercicio de sus funciones. El desgaste y uso constante de la ropa se observa.”64 Ese tipo de comentarios y realidades ha generado un fuerte malestar dentro del personal, acompañado por cuestionamientos en cuanto al funcionamiento interno de la PNC. Dichos cuestionamientos se pueden clasificar en tres categorías: Alegaciones de corrupción dentro de la institución: “llegamos en una situación en la cual se engavetan uniformes para destinarlos según los grados de influencia a grupos preferidos, o se realizan adquisiciones de equipamiento de mala calidad. Por ejemplo, los zapatos que nos entregan ahora no son nada higiénicos. No permiten respirar y el personal los usa todos los días, así afectando directamente a su salud (…) todo eso para favorecer a la industria militar cuya calidad de zapatos es muy mala.”65 Alegaciones de favoritismo: “en la distribución del material y equipamientos en general, se generan injusticias muy fuertes, favoritismos, que no toman en cuenta la calidad del trabajo desarrollado, pero sí solamente las relaciones personales que pueden tener los jefes con los subalternos.”66 Alegaciones de desigualdades de un nivel jerárquico al otro: en relación con ese tema, el 100% de los oficiales entrevistados de forma anónima opinaron que se dan desigualdades en el grado de aplicación de los Derechos humanos en función del nivel jerárquico del miembro de la PNC.67 Las principales razones planteadas a ésas son: “a mayor rango, tienen más atención y hay mayores privilegios, por las influencias con las personalidades del gobierno”; “los mandos de la dirección reforman la Orden General sólo para favorecerse ellos”; “las autoridades que toman decisiones sobre la prohibición de uso de los celulares no sólo tienen una radio, pero también no se privan del uso de sus celulares mientras están en servicio.”68 Los comentarios planteados claramente se vinculan con realidades vividas por los elementos de la PNC, y expresan un alto grado de saturación de personal por las condiciones de trabajo en las cuales ejercen sus funciones. Situación que tiene serias 64 Ibid. Entrevistas a oficiales de policía comunitaria (anónimas). 66 Ibid. 67 Ibid. 68 Entrevista a oficial (anónima), No. 15. 65 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 35 implicaciones en su estado de salud, tanto física como psicológica, lo cual también merece una atención especial. Por lo que a la salud física se refiere, los elementos entrevistados hicieron referencia a epidemias desarrolladas con gran rapidez dentro de determinadas comisarías en razón de las condiciones promiscuas en las cuales viven, y a casos de infecciones debido a la falta de agua pura o a las deplorables condiciones de higiene en las cuales se encuentran algunas comisarías.69 Más allá de ese tipo de denuncias, existen rumores según los cuales la policía es la institución (junto con el ejército) donde existen más casos de SIDA. Por razones obvias de secreto profesional, la fuente de esa información no se puede revelar. Sin embargo, se ha señalado que, en un curso de ascenso, se realizaron pruebas de VIH al azar, las cuales salieron con resultado positivo en la mitad de los casos. Las vías de propagación de esa enfermedad son conocidas, y por lo tanto cuestionan las condiciones de vida de los elementos de la institución... Las cifras se pueden vincular a la promiscuidad, al consumo de drogas, al trato de los miembros con travestís y prostitutas, tantos temas tabú pero centrales, cuyo análisis se ha vuelto prioritario para la PNC. Parece ser que la información relevante ha sido comunicada a las autoridades de la institución, pero aún ninguna medida ha sido tomada al respecto. La misma actitud de las autoridades se dio en lo relativo a las cuestiones de salud mental dentro de la PNC: “existe mucha frustración, mucho malestar y miedo. El malestar institucional se refleja en problemas muy profundos de falta de autoestima por los elementos policiales. En el primer curso de Derechos Humanos que hemos desarrollado, nos dimos cuenta de la necesidad de trabajar sobre el tema.”70 Otro elemento presentado como manifestación o consecuencia del malestar psicológico o del impacto negativo de las condiciones y formas de trabajo, son los altos niveles de violencia intrafamiliar: “se ha observado que una gran parte de los casos de violencia intrafamiliar presentados a la Oficina de Atención a la Víctima de la PNC corresponden a hechos ocurridos en familias de policías, de todo grado.”71 Las entrevistas realizadas también hicieron referencia a fuertes problemas de alcoholismo o drogadicción y a altos grados de agresividad. Considerando los resultados de las pruebas psicológicas y psicométricas al ingreso y egreso de la Academia,72 uno se pregunta cuáles serían los resultados de las mismas después de algunos años de ejercicio policial. 69 Ibid. Entrevista a Luis Mario Martínez, experto en formación, Proyecto para el fortalecimiento de la Policía Nacional Civil, PNUD. 71 Entrevista a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 1. 72 Ver Tabla No. 4. 70 36 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Tomando en cuenta las condiciones materiales y humanas en las cuales la policía ejerce sus funciones, y más allá de una necesidad obvia de recursos más amplios, la emergencia de transparentar los procesos internos de gestión y distribución de los equipamientos y materiales, así como de aclarar los rumores y dudas que se han desarrollado sobre la temática, son cuestiones prioritarias para la policía. También conviene priorizar y planificar de manera más clara el presupuesto disponible: “es comprensible que brindar seguridad representa un costo sumamente elevado y que se precisa de buena parte del presupuesto del Ministerio de Gobernación para ser eficientes, pero tampoco se observa, por más que se ha dicho, que se tengan planes para optimizar los escasos recursos con los que se cuenta. Ni se vislumbra la intención de impulsar una política de seguridad ciudadana en la cual se incluya un presupuesto adecuado.”73 En ese sentido, la prioridad tiene que ser la seguridad de los miembros de la institución en su trabajo de campo, para darles más confianza, y entonces más potencialidad para cumplir con sus funciones. Finalmente, temas claves, objetos de tabú hasta la fecha, tales como la salud física y mental de los estudiantes de la Academia y de los elementos de la policía, tienen que ser analizados de frente y de manera profunda, con el objetivo de implementar políticas institucionales y medidas radicales de emergencia. c. El derecho de asociación En virtud del artículo 16 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), “1. Todas las personas tienen derecho a asociarse libremente con fines ideológicos, religiosos, políticos, económicos, laborales, sociales, culturales, deportivos o de cualquiera otra índole. 2. El ejercicio de tal derecho sólo puede estar sujeto a las restricciones previstas por la ley que sean necesarias en una sociedad democrática, en interés de la seguridad nacional, de la seguridad o del orden públicos, o para proteger la salud o la moral públicas o los derechos y libertades de los demás. 3. Lo dispuesto en este artículo no impide la imposición de restricciones legales, y aun la privación del ejercicio del derecho de asociación, a los miembros de las fuerzas armadas y de la policía.” El problema del derecho de asociación dentro del cuerpo policial es que ha sido asimilado con el derecho de manifestación o de huelga, derechos difícilmente compatibles con las funciones de la PNC. Sin embargo, al considerar esas restricciones claramente establecidas en la Constitución Política, el cuerpo policial no debería de 73 Unidad de Información y Análisis, IEPES, Guatemala, 13 de marzo de 2003, p. 1. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 37 tener limitaciones en la conformación de sindicatos y/o asociaciones para la reivindicación de derechos laborales y como portavoz de las dificultades encontradas en el desarrollo de su trabajo, bajo condiciones específicas en las formas de reivindicación accesibles. Según lo expresado en la presente investigación, uno de los problemas encontrados sobre ese punto es “el miedo de las sanciones directas o indirectas tomadas por las autoridades si es que nos juntamos como grupo de reivindicación”,74 y “la inexistencia de una cultura de reivindicación dentro de la institución.”75 Esa tendencia se refleja en todos los problemas encontrados dentro de la PNC, incluso en lo relativo a los derechos a la remuneración y las prestaciones sociales. d. El derecho a la remuneración y a prestaciones sociales Según el artículo 33, literal c, de la Ley Orgánica de la PNC, “son derecho de la PNC (…) ser remunerado de acuerdo a su tiempo de servicio, jerarquía, capacidad y méritos que les aseguren un nivel de vida digno para sí y su familia. Reglamentariamente se establecerán los incentivos que corresponderán, por prestar servicio en determinadas regiones del territorio nacional.” En lo concerniente a las prestaciones, indica que los miembros de la PNC tienen derecho a “f) recibir las prestaciones laborales y de seguridad social a que tienen derecho los servidores públicos, además los que proporciona la Institución de conformidad con la ley (…) i) recibir tratamiento adecuado para su recuperación, por el tiempo que sea necesario, cuando como consecuencia de un acto del servicio sufran problemas físicos, emocionales o psíquicos”. En virtud del artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, ratificado por Guatemala el 19 de mayo de 1988, “los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial: a) Una remuneración que proporcione como mínimo a todos los trabajadores: (i) un salario equitativo e igual por trabajo de igual valor, sin distinciones de ninguna especie; en particular debe asegurarse a las mujeres condiciones de trabajo no inferiores a las de los hombres, con salario igual por trabajo igual; (ii) condiciones de existencia dignas para ellos y para sus familias conforme a las disposiciones del presente Pacto.” El derecho a un salario equitativo plantea la cuestión del respeto al derecho a una retribución por el trabajo realizado, que sea a través de los salarios o las prestaciones sociales de los cuales se benefician los integrantes de la Institución. 74 75 Entrevista a oficial (anónima), No. 8. Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 38 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana La retribución del trabajo realizado De manera general, los integrantes de la PNC consideran que “los salarios vigentes son muy bajos y el acceso a un aumento salarial siempre es muy limitado. Eso es un problema muy grande que tenemos para vivir.”76 El problema se encuentra principalmente en relación con los márgenes de diferencia entre los salarios de una escala jerárquica a la otra. Sin embargo, en la situación actual, parece difícil plantear un aumento de los salarios por lo que, en el presupuesto aprobado para la ejecución de 2003, por ejemplo, alrededor del 70% de los Q.1,324,133,516.00 ha sido destinado al pago de los salarios del personal de la institución. Si la violación al derecho de retribución del trabajo realizado no ha sido de las más denunciadas, cabe mencionar que, en uno de los casos presentado a la PDH en el año 2003, se reportó el no pago de las prestaciones debidas.77 Además, tres de los oficiales entrevistados de forma anónima, hicieron referencia a atrasos en el pago de sus prestaciones. El simple hecho de que existan casos de esta naturaleza invita a la revisión de la organización institucional en relación con ese tema. El problema central es que la situación financiera en la que se encuentran los elementos de la PNC se da en un sistema que fomenta, desde el inicio, la corrupción: en la Academia, los alumnos tienen como sola y única prestación acceso a una beca de Q.500.00 mensuales para los futuros agentes y Q.1,000.00 para los aspirantes a grado de oficial. Más allá de las obvias limitaciones que implican estas sumas, la situación se complica por los atrasos vigentes en el pago de las mismas. Se estima que los pagos de las becas se realizan con tres a seis meses de atraso desde el tercer año de existencia de la Academia. Eso implica que los alumnos pasan de ese lapso de tiempo sin tener ningún ingreso. El mismo problema se presenta al momento de la integración de los elementos policiales en sus puestos: “los trámites entre la PNC y el Servicio Civil tardan unos tres meses. Por lo tanto, los elementos en función no reciben ningún sueldo y acumulan deudas en los tres primeros meses de ejercicio de su trabajo... esa situación genera una corrupción importante desde el inicio, pero identificada como necesaria para sobrevivir por los elementos de la PNC.”78 Otro problema planteado se refiere a la inexistencia de retribución de las especializaciones. Finalmente, los salarios administrativos vigentes son muy bajos. 76 Entrevista a oficial (anónima), No. 5. Ver Anexo 1. 78 Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 77 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 39 Las prestaciones En el curso de su formación, los futuros policías no cuentan con ningún tipo de cobertura social, médica, seguro de vida u otro. La única prestación a la cual tienen acceso es la beca ya mencionada. Tal situación se vuelve aún más inaceptable en vista de las condiciones en las cuales los integrantes de la academia tienen que aprender su profesión, y de los problemas de salud ya mencionados. Además, es obvio que los ejercicios prácticos necesarios para el aprendizaje implican riesgos a los cuales todos los alumnos, como seres humanos, se tienen que enfrentar. La organización de una cobertura mínima parece entonces ser un requisito básico, que es una responsabilidad directa del Estado. Una vez en funciones, el artículo 33, literal f, de la Ley Orgánica de la PNC prevé que sus miembros tienen derecho a “recibir las prestaciones laborales y de seguridad social a que tienen derecho los servidores públicos, además, los que proporciona la institución de conformidad con la ley.” Por lo que se refiere a la seguridad social, los elementos tienen acceso a la cobertura para accidentes desde el inicio —una vez pasados, por supuesto, los tres meses de tramitación desde el Servicio Civil— y una cobertura de las enfermedades comunes después de aproximadamente diez meses en su puesto. El problema encontrado aquí no es propio de la PNC: no existe cobertura total del IGSS para los servicios de accidente. Esto, obviamente, reduce el acceso de los policías a las prestaciones a las cuales, en teoría, tienen derecho. Más allá de esa situación general de carencia del sistema nacional de seguridad social, se tiene que mencionar que sólo existe un hospital de la PNC, en la ciudad capital, el cual no cuenta con servicios de calidad. Hasta la fecha, no se han planificado cambios al respecto: “hubo hace unos años un proyecto de construcción de un nuevo hospital, pero fue abandonado por falta de recursos financieros.”79 Los elementos también tienen acceso a un seguro de vida, con cobertura variable en función del grado jerárquico. Lo ilógico sobre este punto es que los niveles superiores tienen acceso a seguros más amplios, mientras, justamente, las cifras revelan por sí solas que el peligro de perder la vida en el ejercicio de sus funciones es claramente mayor para los grados inferiores…80 Otra categoría de prestaciones está constituida por el auxilio póstumo, que da derecho a la familia de los policías a un fondo en caso de fallecimiento en el ejercicio de sus funciones o de retiro voluntario. Los fondos son definidos por Órdenes Generales. Al momento de la presente investigación llegaban a: Q.15,000.00 para los agentes, 79 80 Entrevista a Luis Mario Martínez, Proyecto para el fortalecimiento de la Policía Nacional Civil. Ver Tabla No. 1. 40 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Q.60,000.00 para los oficiales, Q.65,000.00 para los oficiales superiores; en el 2003, el fondo llegaba a un total de Q.14,531,080.00 para todos los sueldos.81 Los problemas encontrados al respecto de dichas prestaciones son de diversa índole. En primer lugar, no existe un control sobre la definición de las sumas puestas a disposición de los elementos. Cada director define, por medio de una orden, la cantidad. En segundo lugar, en caso de fallecimiento, el acceso de la familia del policía a los fondos no es inmediato; a veces pasa más de un año antes que se entregue el dinero correspondiente. En tercer lugar, de 1998 a 2003, se han dado muchos casos en los cuales oficiales superiores se han llevado la mayor parte del fondo en ocasión de sus retiros voluntarios. Por último, claras inequidades se dan en el acceso a los fondos: mientras los directores se han llevado inmediatamente el 50% del fondo que le corresponde en el momento de su destitución, los agentes tienen que esperar meses o años antes de tener acceso al mismo. Sin mencionar que la gran cantidad de cambios de dirección en los últimos años ha generado gastos muy altos. Paralelamente, los fondos disponibles para los agentes se han visto reducidos en un 50% por la última modificación de la Orden,82 y como ya se ha mencionado, el acceso al fondo ya no cubre a los agentes fallecidos en los dos primeros años de ejercicio profesional. Así, el apartado del artículo 33, literal f, que hace referencia a “[las prestaciones] que proporciona la institución de conformidad con la ley” tienen un alcance bien limitado. En este sentido, la PNC “no cuenta con centros recreacionales, habitacionales, ni proyectos de vivienda.”83 Esa situación es particularmente problemática en casos de traslado de los elementos y, de forma más general, en vista de los ingresos mensuales de los profesionales de la institución. De hecho, la única colonia policial que existe es un asentamiento al final de la Avenida Petapa, en la ciudad capital, que se formó por una invasión de policías que no tenían alojamiento. En el mismo orden de ideas, un problema central se encuentra en la inexistencia de un servicio de guardería apto: “la única guardería que existe no cuenta con fondos institucionales para sostenerse, pero son los agentes que tienen que aportar. Además, la guardería disponible se encuentra en malas condiciones, lo que genera mucha preocupación para las madres que trabajan dentro de la institución.”84 La falta de cobertura y beneficios sociales es entonces muy grande dentro de la PNC y genera situaciones de desánimo de sus elementos para el buen desempeño de sus funciones. 81 Datos proporcionados por la Oficina de Asistencia al Personal. Pasaron de Q.30,000.00 a Q.15,000.00. 83 Entrevista a Oficina Derechos Humanos de la PNC. 84 Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 82 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 41 La situación relativa a los salarios y prestaciones sociales dentro de la PNC es problemática por las diversas razones planteadas en el presente trabajo. Si bien las limitaciones presupuestarias de la institución son un hecho. Se podría plantear la necesidad de un incremento de los recursos de la PNC, y se considera, en este trabajo, que la actual prioridad es el diseño y la implementación de un presupuesto equilibrado, acompañado de una planificación estricta y lógica de los gastos. Existe a la fecha una oficina de planificación de la PNC. Sin embargo, no ha dado buenos resultados. Un aumento presupuestario per se no serviría; tiene que ser acompañado de una reestructuración profunda de la institución. e. El derecho al descanso, disfrute del tiempo libre, a la limitación razonable de las horas de trabajo El artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su apartado d), plantea otra obligación para los Estados Partes en cuanto a las condiciones de ejercicio de su trabajo por “toda persona”, la cual también cuestiona el funcionamiento actual de la Policía Nacional Civil guatemalteca y el respeto institucional de los derechos humanos de sus integrantes: “los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de (…) el descanso, el disfrute del tiempo libre, la limitación razonable de las horas de trabajo y las vacaciones periódicas pagadas, así como la remuneración de los días festivos.” Tal derecho no está reconocido en el artículo 33 de la Ley Orgánica de la PNC, pero sí en el Acuerdo Ministerial No. 301-97 del 16 de septiembre de 1997. El tema del derecho al descanso es uno de los más complejos a conciliar con las obligaciones de permanencia que la PNC tiene para responder a las necesidades de la seguridad ciudadana. El problema se puede resumir en las palabras del actual director de la Academia cuando comentó: “dependiendo de las circunstancias, los mandos dan o no permisos, tanto para las vacaciones como para los descansos. Pero hay momentos cuando no se puede por lo que tenemos que estar disponibles para cualquier situación que se puede dar. Muchos creen que cuando se niega el descanso, se les está violando sus derechos. Pero no es así. Sólo se trata de cumplir con las funciones de la policía. Por ejemplo, en Navidad y en Año Nuevo, tenemos que dar seguridad a los ciudadanos para que disfruten. Por lo tanto, tenemos que estar trabajando.”85 Ese límite al derecho de descanso y vacaciones es claro y está regulado en el acuerdo relativo;86 no obstante, una vez más, la cuestión es establecer hasta dónde la 85 86 Entrevista a comisario Fonseca, director de la Academia de la PNC. “según las necesidades del servicio”; “si el servicio lo permite.”, Acuerdo Ministerial No. 301-97, artículos 12 y 13. 42 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana institución ha hecho todo lo que está a su alcance para un arreglo conveniente y lo más próximo posible a los derechos humanos de sus miembros, y si las limitaciones impuestas a los derechos planteados en la normativa nacional e internacional son “necesarias en una sociedad democrática”. En este sentido, todo dependerá de las circunstancias y de las medidas tomadas. Cada caso requiere un análisis particular para poder definir si sí o no se puede plantear una violación a los derechos de los elementos. Sin embargo, parámetros de violación se pueden identificar. En el 2003, de las 22 denuncias presentadas por elementos de la PNC a la PDH, tres fueron por no respeto de los horarios laborales o de los descansos (ver Anexo 1). Asimismo, varios de los policías entrevistados hicieron referencia al período de la huelga de maestros durante el cual trabajaron 42 días seguidos sin descanso; “mientras duró la huelga de los maestros, los agentes no pudieron ir a visitar a sus familiares pues no contaban con sus respectivos descansos ni permisos. Incluso se llegó a observar que en horas cercanas al medio día, les entregaban una galleta y un jugo en sus puestos, de los cuales no se movían ni para comer.”87 En tales circunstancias de emergencia, la obligación de presencia policial es obvia en virtud de sus funciones y de las necesidades del país. Sin embargo, la medida adoptada en esa ocasión extrema. No era demasiado pedir por parte de los elementos poder salir de sus oficinas para alimentarse bien y, sobre todo, exigir el respeto del sistema de compensación reglamentado por el acuerdo correspondiente. Así, el artículo 11 del Acuerdo Ministerial 301-97 estipula que “se concederán descanso los días para los que no se le nombre servicio al Policía Nacional Civil como compensación a los días de servicio prestados con anterioridad”. De la misma manera, el artículo 12, literal f, prevé que “cuando por necesidades del servicio no se puedan conceder descansos semanales, los días trabajados serán compensados cuando hayan semanas posteriores, los cuales serán compensados cuando hayan desaparecido las causas que motivaron la supresión de los descansos”. Tales medidas parecen básicas para la salud y el bienestar familiar de los trabajadores. No obstante, no son respetadas. Otro problema relacionado con los horarios de trabajo que constituye una violación a sus derechos es cuando el manejo de los horarios siendo es como medio de presión y/o de sanción hacía los subalternos. Tal situación fue por ejemplo denunciada a la PDH por un elemento de la Estación 11432 en la colonia El Mezquital, zona 12: “él y once de sus compañeros son hostigados laboralmente por el oficial 2ndo de la P.N.C. (…) quien no respeta sus horarios de trabajo y descanso. Los amenaza con solicitarles su baja (…).”88 El mismo tipo de problema fue mencionado por la policía comunitaria: 87 88 Unidad de Información y Análisis, IEPES, Guatemala, 13 de marzo de 2003, p. 1. Ver Anexo 1. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 43 “existen casos de recargo flagrante de los horarios de servicio. En la Comisaría 16 por ejemplo, el Comisario hace trabajar a su personal de las ocho horas a las 20 horas, mientras los horarios normales de trabajo son de las ocho horas a las 16. El jefe de allí tomó la decisión de extender las horas de trabajo de las unidades móviles que tienen que integrarse a la subestación a la finalización de sus tareas de unidad. Con tales horarios, los integrantes de esa estación ya no pueden vivir afuera del trabajo. El mismo tipo de problema se ha presentado en la Comisaría 11 donde un agente vino para decir que sus horarios de trabajo han sido recargados de las ocho horas a las 22 horas. Lo que me molesta es que los comisarios no respeten nuestras opiniones y hacen lo que quieren.”89 La cuestión en esos casos es la permanencia del no respeto de los horarios de trabajo. Refleja la falta de interés de algunos mandos hacía el bienestar de sus subalternos... La excepción planteada a lo largo del Régimen de vacaciones, permisos y descansos de la Policía Nacional Civil que impide la concesión de los días de descanso por “necesidades de servicio” o por impedimento de servicio, no debe volverse la regla. Directamente vinculada con este punto es la cuestión de la sumisión de los elementos a las órdenes de los jefes jerárquicos que van en contra de las reglas internas de la institución. En este sentido, destacó, en el momento de las huelgas de maestros, que: “las inconformidades se hicieran ver por los mismos agentes, pero no de manera abierta, por el temor a perder el empleo o ser sancionados.”90 Esa situación se refleja aún más fuerte en el caso de elementos encargados de familia, aun cuando las prácticas vigentes vienen precisamente a violar algunos aspectos básicos de sus derechos a una vida familiar. f. Derecho a una vida familiar En virtud del primer artículo de la Constitución Política, “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común”. Más allá, está definido como deber del Estado “tomar las medidas de prevención, tratamiento y rehabilitación adecuadas para hacer efectivas [las] acciones de prevención contra causas de desintegración familiar, por el bienestar del individuo, la familia y la sociedad.”91 A nivel internacional, el artículo 17 de la Convención Interamericana de los Derechos Humanos establece que: “1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y debe ser protegida por la sociedad y el Estado.” 89 Entrevista a oficiales de policía comunitaria (anónimas). Unidad de Información y Análisis, IEPES, Guatemala, 13 de marzo de 2003. 91 Constitución Política de la República, artículo 56. 90 44 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Tomando esas disposiciones en cuenta, se plantea el análisis de la situación desde el punto de vista de que la PNC es una institución estatal. Por lo tanto, son decisiones del Estado encargado, en virtud de las disposiciones mencionadas, la protección y la promoción de la familia, que se analizan cuando se trata de la situación de la policía. En el curso de la presente investigación, la desintegración familiar fue claramente identificada como un problema central para muchos de los elementos de la PNC: “la desintegración familiar es muy fuerte dentro del personal. Los horarios de trabajo, las obligaciones de servicio impiden a los elementos de ver a sus familias durante largos períodos de tres semanas o más”;92 “los traslados permanentes o temporales perjudican a los policías que tienen que irse a veces muy lejos de sus familias, sin que las condiciones estén reunidas para que les pueda acompañar.”93 Esta situación tiene varias manifestaciones, que tienen impacto directo en la calidad del desempeño de sus funciones. Para iniciar, la proporción de madres solteras está reconocida como un problema mayor en la PNC: “hemos podido notar que muchas de las mujeres de la institución son madres solteras. Eso tiene varias explicaciones: sólo tomando en cuenta los factores vinculados con el funcionamiento de la PNC, se puede mencionar el abandono por los esposos que no aguantan los horarios que implican la ausencia de la esposa en la casa, o el abandono del hogar pos ellas mismas para poder cumplir con las funciones y órdenes”;94 “hay muchas madres solteras, sin apoyo. Su situación es tal que se produce un abandono de hecho de sus hijos... sea que los dejan con su madre o a cargo de un tercero (…) o a cargo de ellos mismos”;95 “lo peor es cuando nos trasladan. No es tan fácil trasladar a nuestras familias. Eso es especialmente difícil para nosotros, las mujeres.”96 Algunas de las consecuencias de tal situación son obvias: malestar de los policías, impacto directo sobre la salud mental de los mismos y sobre la efectividad del trabajo. Más allá, tiene consecuencias directas sobre la situación laboral de las mujeres dentro de la institución: en general, no quieren participar en los cursos de ascensos, por el hecho que implican someterse al régimen de acuertelamiento que, a continuación, son acompañados por traslados. Esa situación se refleja en las cifras de ascensos de la Tabla No. 5. La otra opción adoptada por las mujeres de la PNC es buscar puestos administrativos. Situación que perjudica directamente el funcionamiento de la institución por la oportunidad y la necesidad de tener mujeres en operativos y en los diferentes grados de la institución. 92 Entrevistas a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 1 y 2. Entrevista a sub comisaria encargada de la Unidad de Género de la PNC. 94 Entrevista a Oficina Derechos Humanos de la PNC, No. 1. 95 Entrevista Luis Mario Martínez, Proyecto para el fortalecimiento de la Policía Nacional Civil. 96 Entrevistas a oficiales (anónimas). 93 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 45 Tabla No. 5 Cuadro de ascensos de la Policía Nacional Civil Año C. general Comisario Sub com. Oficial I Oficial II Oficial III Inspector 345 1997 1998 1999 41 2000 19 31 63 2001 9 18 45 2 2003 5 112 36 2 96 1 105 4 14 1 91 2002 17 7 1 13 21 1 4 136 80 Sub insp. 60 5 72 9 4 7 Fuente: Secretaría de Estudios, Academia de la PNC. Se plantea entonces la cuestión de los deberes institucionales y estatales para enfrentar tal situación. El derecho al respeto de la vida familiar vale tanto para la familia “natural” como para la familia “legítima”. Se reconoce el derecho al igual respeto de la familia, que introduce una “obligación de los medios” sobre el Estado. El Estado, a través de las decisiones de la PNC en su manejo de personal, tiene que actuar de manera que permita a los interesados desarrollar relaciones efectivas con sus hijos y esposos. Implica que las relaciones entre parientes e hijos, bases de la vida familiar, sean protegidas. En ese sentido, se puede hacer referencia a las conclusiones de la Corte Europea de Derechos Humanos, en virtud de las cuales: “para un padre y su hijo, el derecho de estar juntos representa un elemento fundamental de la vida familiar.”97 Tomando esos preceptos en cuenta, recae en la institución policial la obligación de revisar sus modalidades de funcionamiento, integrando la problemática de la vida familiar de sus trabajadores en la gestión de cuestiones tales como los traslados, ascensos, modalidades de los regímenes de acuartelamiento. En un caso de traslado, por ejemplo, se supone que las autoridades de la PNC deberían de poner en la balanza cuestiones directamente vinculadas con el bienestar de la persona implicada. No se trata solamente de acomodar las necesidades del servicio, sino también de ver en qué condiciones los elementos estarían más dispuestos a cumplir con sus funciones laborales, sin que su bienestar personal sea afectado en proporciones que se hubieran podido evitar. El 97 CEDH, Erikson, 22 de junio de 1989, A.156, § 58. 46 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana análisis de esas problemáticas es fundamental para el buen funcionamiento de la institución a nivel global. Además, permitiría corregir algunas de sus características calificadas de discriminatorias, tanto por sus integrantes como por instituciones externas. 3.2. El funcionamiento de la institución Tal y como se mencionara anteriormente, las modalidades de funcionamiento de la institución policial conforman una segunda categoría de problemas, identificados como violaciones a los derechos humanos de la Policía Nacional Civil. Dentro de esa categoría, tres problemas centrales han sido mencionados durante las entrevistas llevadas a cabo: la discriminación que existe dentro de la PNC; el funcionamiento de las capacitaciones, ascensos, procesos disciplinarios; las relaciones jerárquicas. 3.2.1. El derecho a la no discriminación En el curso de la presente investigación, la discriminación ha sido identificada como una de las principales formas de violación de los derechos humanos de la policía por los oficiales entrevistados: “se dan discriminaciones de todo índole... por razones de sexo, de origen étnico, de edad, de posición social.”98 Esa afirmación resume la tendencia general de las percepciones expresadas por las personas entrevistadas, e invita a contemplar dos cuestiones centrales: la situación de las mujeres y de las personas indígenas dentro de la institución. a. Las mujeres en la PNC En general, la PNC es concebida como una institución masculina. El número de mujeres en el cuerpo policial es, en todos los países, menor al de los hombres. En Guatemala, las proporciones son caricaturescas en ese sentido: al momento de la presente investigación, de 19,799 miembros sólo 1,980 —es decir, alrededor de un 9.99%— son mujeres. Más allá del número bruto de integrantes femeninos, la problemática de género dentro de la policía toma otro sentido cuando se contemplan los puestos de las mujeres: en virtud de las cifras comunicadas por la Sub Dirección General de Personal de la PNC, no hay ni una sola mujer director, comisario general, o comisario. El rango más alto al cual llegan las mujeres es el de sub comisario (dos mujeres para un total de 133 98 Entrevista a oficial (anónima), No. 1. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 47 sub comisarios). Se encuentran después cinco mujeres en el rango de oficial I (de un total de 251); 16 mujeres oficial II (de un total de 315). El resto de las mujeres policía se reparte entre los rangos oficial III (34 de 737), de inspector (27 de 650), sub inspector (31 de 713) y agente (1,865 de16,944). Esas cifras plantean varias problemáticas a analizar. En primer lugar, se cuestionan las políticas de reclutamiento y de ascensos dentro de la institución. En el informe Diagnóstico Institucional sobre Situaciones de las Mujeres en la Policía Nacional Civil de Guatemala, realizado por personal de la PNC, MINUGUA, UNOPS y GTZ, entre marzo de 2002 y abril de 2003 bajo la coordinación de la Oficina de Equidad de Género de la PNC, más de la mitad del personal subalterno reconoció que las mujeres enfrentan obstáculos para acceder a las capacitaciones y para su desarrollo profesional. Asimismo, la encargada de la Unidad de Género de la PNC destacó en una entrevista que “las dificultades de la promoción de la mujer dentro de la institución, claramente reflejadas en las cifras del estado de fuerza del personal, se explican en gran parte por la falta de una clara definición de los procedimientos de las mujeres desde las convocatorias a la Academia hasta los procedimientos de ascensos.”99 En cuanto al tema del reclutamiento, el diagnóstico antes citado concluye en la necesidad de “formular convocatorias de manera incluyente para las mujeres (…); readecuar los parámetros de evaluación física para ingreso y ascenso del personal femenino, los que deben ser determinados sobre bases científicas sociales, y equitativas.”100 En segundo lugar, la situación de las mujeres en la PNC está altamente vinculada con la concepción vigente de su rol en la sociedad guatemalteca. Según el diagnóstico, “se evidencia una visión tradicional sobre el rol de las mujeres en relación con la maternidad, la crianza y cuidado de los hijos e hijas y la responsabilidad del trabajo doméstico”,101 y “las relaciones entre el personal a todo nivel, entre hombres y mujeres, no son ajenas a esos valores, prejuicios y estereotipos que predominan en la sociedad guatemalteca; las instituciones representan un importante papel en su reproducción.”102 En este sentido, el 13% de los superiores entrevistados opinó que “los subalternos hombres sienten que saben más que la mujer jefa, y un 13% también desconfía de la capacidad de las mujeres”, porque no hay costumbre de estar bajo la órdenes de una mujer y se dan casos de falta de respeto (7%) debido a patrones culturales y al ma- 99 Entrevista a encargada de Oficina de Equidad de Género de la PNC. Oficina de Equidad de Género de la PNC, MINUGUA, UNOPS, GTZ. Diagnóstico Institucional sobre Situaciones de las Mujeres en la Policía Nacional Civil de Guatemala, “Hacia una agenda democratizadora en la modernización de las instituciones policiales con enfoque de género”, Guatemala, 2003, p. 43. 101 Ibid., p. 18. 102 Ibid., p. 19. 100 48 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana chismo (10%). El diagnóstico concluye, tal como se ha mencionado anteriormente,103 que “el papel de la mujer policía se ha relegado hasta ahora a tareas administrativas dentro del rol tradicional femenino. Este hecho ha dificultado el desarrollo de la igualdad de oportunidades dentro de la institución. Refleja estereotipos, prejuicios y actitudes sociales que se reproducen en la institución y se traducen a normativas, órdenes, formas de relacionamiento y trato entre personal. Igualmente en oportunidades o exclusiones para el desarrollo personal.” Otro factor limitante para la integración de las mujeres dentro de la institución, se puede encontrar en la concepción del rol de la PNC entre la población: “la fuerza física sigue siendo valorizada como elemento importante y estratégico del trabajo policial. Este percepción proviene del anterior modelo policial represivo que es diferente al nuevo modelo, basado en la prevención del crimen y en el trabajo comunitario en comunidades rurales y barrios urbanos.”104 Finalmente, cabe destacar la reiterada referencia que se hizo en el curso de la presente investigación a las prácticas de acoso sexual. De hecho, en las encuestas realizadas para el diagnóstico, el 53% de los oficiales afirmó que existe acoso sexual dentro de la institución,105 y el 77% de las mujeres y el 67% de los hombres del personal subalterno adoptó respuestas similares.106 A la hora de analizar dichos resultados, un 13% de los oficiales superiores entrevistados indicó que se dan casos en los que se recurre a las relaciones sexuales como “medio para lograr trato privilegiado, o sus propios objetivos”. El 10% mencionó que se utiliza la denuncia por acoso sexual como “instrumento de chantaje para obtener beneficios personales.”107 El simple hecho que ese tipo de afirmaciones se dé en tales proporciones es una forma de acoso. Permite imaginar los rumores que “andan” dentro de la institución en cuanto a las relaciones interpersonales que puedan existir o no, y más que todo, tienden a calificar a priori la denuncia como parte de una estrategia destinada a la obtención de beneficios personales. Afirmaciones de esa naturaleza obviamente refuerzan la dificultad intrínseca que existe para denunciar hechos de acoso sexual. Así, a pesar de la afirmación expresada por la mayoría de los entrevistados para la elaboración del Diagnóstico sobre la Situación de las Mujeres en la Policía Nacional Civil y en el curso de la presente investigación, 103 Ver Tabla No. 5. Oficina de Equidad de Género de la PNC, MINUGUA, UNOPS, GTZ. Op. cit., p. 42. 105 Ibid., p. 20. Del resto de los superiores entrevistados se puede mencionar que un 14% afirmó que no existía acoso sexual; un 10% que habia escuchado casos anteriormente, pero no en la actualidad; mientras un 14% no contestó a la pregunta. 106 Ibid., p. 21. Del resto del personal subalterno entrevistado, el 28% de hombres y el 19% de mujeres estableció que no existe acoso sexual, mientras que el 4% de mujeres y el 5% de hombres se abstuvo de contestar sobre este punto. 107 Ibid., pp. 15-16. 104 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 49 sólo dos de las 22 denuncias presentadas por la PNC a la PDH en la ciudad capital desde el inicio del año 2003, son por acoso sexual.108 Las manifestaciones, razones y consecuencias personales e institucionales de ese fenómeno merecen un estudio profundo, para salir de los rumores y generar una verdadera conciencia en los profesionales de la PNC sobre sus deberes y derechos relacionados con el mismo. La problemática de la situación de las mujeres dentro de la PNC tiene varios componentes; sin embargo, las autoridades parecen enfocar el abordaje de la problemática sobre las cuestiones de acoso sexual, sin tomar decisiones o medidas congruentes al respecto. Si bien es una problemática central, cabe destacar la necesidad de que las autoridades aborden la situación con una perspectiva mucho más amplia, analizando todos los componentes del tema y tomando decisiones efectivas para el mejoramiento de esta situación. Es fundamental el desarrollo de una política institucional en el tema de las madres solteras: un estudio profundo sobre las causas de la desintegración familiar, y sus consecuencias psicosociales y laborales en los elementos de la institución sería un buen punto de partida para la identificación de medidas claves susceptibles de mejorar la situación. Claro, se trata de un proceso multidimensional, que no sólo implica a la PNC; no obstante, la reforma de algunas modalidades de funcionamiento de los horarios de trabajo, traslados, sistema de guardería, para mencionar algunos ejemplos, no parecen fuera de alcance y podrían tener impactos muy positivos entre los policías, y en consecuencia, motivar el buen desempeño de sus funciones. b. La presencia del carácter multiétnico y pluricultural en la PNC Según el artículo 26 del AFPC, “la organización de la Policía tendrá las siguientes características: (…) c) hacer presente el carácter multiétnico y pluricultural de Guatemala en el reclutamiento, selección, capacitación y despliegue del personal policial.” Sin embargo, a la fecha las proporciones de indígenas dentro de la institución son muy bajas. En su informe La Policía Nacional Civil: un nuevo modelo policial en construcción, MINUGUA destacó que, durante el 2001, la PNC sólo contaba con un 18.2% de policías indígenas;109 cifra que no ha variado de manera significativa hasta ahora, y que plantea varias cuestiones relativas al funcionamiento institucional en sus diversos componentes. Para iniciar, cabe analizar la dinámica de los procesos de convocatoria y reclutamiento de la policía. Sobre este punto se ha destacado que “la divulgación de la convocatoria a cursos de ingreso sigue siendo deficiente, en la medida que su difusión aún es débil. Apenas se está comenzando a hacer en idiomas indígenas y se limita a las cabeceras municipales.”110 108 Ver Anexo 1. 109 MINUGUA. Op. cit., p. 19, § 35. 110 Ibid., p. 19, § 37. 50 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Una vez pasada la fase de la convocatoria, el proceso de reclutamiento no facilita el acceso a la PNC para poblaciones indígenas, principalmente por las características físicas de tamaño impuestas. Sin embargo, se ha establecido que no hay evidencias de que existan problemas de reprobar las pruebas psicométricas aplicadas por problemas de comprensión vinculados con el idioma.111 Referente al desarrollo del proceso formativo policial, el plan anual de trabajo de la Academia incluye dentro de sus objetivos específicos: “crear e internalizar una doctrina policial acorde a la multietnicidad y pluriculturalidad de la sociedad guatemalteca.”112 En este sentido, se han implementado cursos de especialización en “multietnicidad.”113 Sin embargo, cuando se pregunta a los elementos de la policía sobre el impacto de esas líneas de acción en el desarrollo de la capacitación, las opiniones expresadas reflejan dudas: “no pienso que cambie mucho el hecho de tener unas capacitaciones sobre multietnicidad. Ya se sabe que Guatemala es un país multiétnico. Sin embargo, no nos enseñan nada sobre las costumbres que tienen en las comunidades para resolver sus conflictos o para manejar un caso”; “la teoría es buena, pero no es igual en la realidad.”114 Comentarios que plantean la necesidad de un rediseño de los cursos relativos al tema, en un sentido más práctico, incluyendo, por ejemplo, el reconocimiento de las prácticas de las autoridades indígenas en los procesos de resolución de conflictos, o los mecanismos de integración de los mismos en el accionar policial. Además, se ve la oportunidad de la participación de organizaciones indígenas en el proceso de formación policial.115 Esas líneas valen tanto para los procesos de enseñanza de formación, como de capacitación para el ascenso, o para la especialización, con el fin de que exista un abordaje útil y eficaz del tema. El éxito de la implementación de tal lógica de enseñanza, debería de tener un impacto directo sobre el desarrollo del trabajo diario de la policía, pero también en la función de los elementos indígenas en la PNC. En cuanto a la situación del personal indígena en el desarrollo del trabajo cotidiano de la institución, la discriminación de hecho contra ellos no está identificada como problema mayor. Sin embargo, en una encuesta realizada por MINUGUA, el 18% de los elementos indígenas entrevistados “señalaron haber sido objeto de algún tipo de discriminación, precisando que con frecuencia ésta proviene de sus propios compañeros.”116 No se han manifestado problemas de discriminación étnica en el 111 Informe final sobre la consultoría de apoyo a la junta evaluadora en la Academia de la PNC en materia psicológica y psicométrica. 112 Sub Dirección General de Personal, Jefatura de Enseñanza, PNC. Plan de trabajo año 2003, Guatemala, 2003, p. 1. 113 Ibid., p. 7. 114 Entrevistas a oficiales (anónimas). 115 MINUGUA. Op. cit., p. 19, § 39. 116 Ibid., § 38. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 51 acceso a las capacitaciones, ascensos, o procesos disciplinarios vigentes. No obstante, ese tema ha sido identificado como al origen de problemas constitutivos de violación a los derechos de los elementos de la institución en su totalidad. 3.2.2. Las violaciones generadas por el funcionamiento del sistema de capacitaciones, ascensos y procesos disciplinarios a. El derecho a una formación profesional La capacitación ha sido identificada como una de las claves del proceso de reforma policial guatemalteco.117 La Academia y su funcionamiento están regulados por el Capítulo IX de la Ley Orgánica de la PNC, y por el Reglamento del Régimen Educativo de la Policía Nacional Civil del 1 de agosto de 1997. Además, el artículo 33, literal c de la Ley Orgánica estipula como derecho de los policías “tener la oportunidad de realizar estudios de especialización, cursos o materias relacionadas con el área policial, en centros universitarios o instituciones nacionales o extranjeras”, y el literal g destaca que los miembros de la PNC tienen que “recibir el apoyo necesario para una adecuada promoción profesional, social y humana.” El problema se encuentra una vez más en la misma distancia que existe entre la norma y la realidad; la falta de capacitación o falta de educación, profesionalismo y mística en el servicio de policía fueron identificados como los “principales problemas en el funcionamiento actual de la institución que generan violaciones a los derechos humanos de sus miembros.”118 De hecho, varias dificultades se pueden identificar en el desarrollo de los procesos formativos de la PNC, cualquiera sea su nivel. Para empezar, cabe destacar que los programas de capacitación varían en razón de factores coyunturales: “se definen planes anuales, pero poco de los mismos se desarrollan. Asistimos a la introducción de nuevos cursos, para responder a necesidades coyunturales o a la ganas o disponibilidades de uno en un momento dado.”119 De esta manera, cuando se analizan los planes de trabajo anuales de la Jefatura de Enseñanza, de 1997 hasta la fecha, se nota una evolución positiva, que no se puede negar, en cuanto al contenido de los cursos propuestos. Sin embargo, al comparar esos planes con los informes de actividades anuales, la distancia entre lo previsto y lo realmente desarrollado es muy grande. Según el actual director de la Academia, esta situación se debe, en la mayoría de los casos, a factores externos a la institución: “tenemos que adaptarnos a la disponibilidad de los docentes, pero también a las emergencias del momento.”120 Si 117 AFPC, artículos 27 a), 28 y 29. Entrevistas a oficiales (anónimas), No. 7 y 11. 119 Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 120 Entrevista a comisario Fonseca, director de la Academia de la PNC. 118 52 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana bien se pueden dar variaciones excepcionales en el desarrollo del plan de estudios por una razón de emergencia, las mismas no se pueden volver habituales. Una de las principales causas aquí es la ausencia de un cuerpo docente consolidado. De hecho, los docentes no tienen ninguna estabilidad laboral: cada seis meses deben ver si sus contratos van a ser renovados o no, lo que no permite reunir a un cuerpo docente adecuado. Así como lo destacó MINUGUA en su informe sobre la PNC, “La ausencia de reglamentación de la carrera administrativa y el uso de contratos temporales para el uso del personal docente no policial, impiden que la Academia disponga de un cuerpo docente estable. La situación de los instructores policiales capacitados también se caracteriza por la inestabilidad en la permanencia, debido a que no existe una regulación de la carrera docente que permita dotar a la Academia de manera continua y estable, de personal policial capacitado en la función pedagógica. Los traslados frecuentes de instructores socavan el esfuerzo de la cooperación internacional en conformar una plantilla de personal instructor que es muy escaso en la Academia.”121 Además, los procesos de selección de los docentes adolecen de claridad. Los rumores dicen que son contratados por razones políticas, más que por cuestiones de competencia en materia de docencia. Esas afirmaciones no se pudieron comprobar en el curso de la presente investigación, pero son muy graves para la calidad de los procesos educativos que se puedan dar, atentaría contra el desarrollo de la institución. Otro factor de dificultad en relación con la definición y calidad curricular es la falta de coordinación interna que sufre la Academia, resultado de la división de funciones entre diversas autoridades: las cuestiones relativas a finanzas dependen del Ministro de Gobernación, mientras que las cuestiones administrativas son competencia del director de la PNC. De esta manera, los procesos de definición de los contenidos tienen que pasar por varias autoridades: el director académico, el jefe de la Academia y el director de personal. Además, cuando el Ministro de Gobernación quiere intervenir, agrega una etapa al proceso de validación. El resultado es que no hay un ente especializado encargado de la revisión del contenido de los cursos. De hecho, no se hace una exploración consciente de lo que conviene o no en el currículo vigente y se repite de una convocatoria a la otra. El problema de la calidad de los procesos educativos por falta de un cuerpo profesoral consolidado y de coordinación intra-institucional se ve agravado por la falta de recursos. Un ejemplo de esta situación apareció en Prensa Libre en julio de 2002: “la Academia, principal pilar para la creación del nuevo cuerpo profesional de seguridad según los Acuerdos de Paz, languidece y los cursos de especialización y ascenso ya no se imparten por la denegatoria del Ministerio de Finanzas de trasladar 121 MINUGUA. Op. cit., p. 27, § 58. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 53 Q.23 millones que se solicitó.”122 En diciembre de 2003, elPeriódico señaló: “la Academia de la PNC redujo el pensum de capacitación de los aspirantes a agentes de un año a seis meses, por la falta de presupuesto.”123 Vinculada al tema de los recursos está la cuestión de las deficiencias infraestructurales de la Academia. Como ya se ha mencionado, tales circunstancias vulneran los derechos humanos básicos de los futuros agentes desde su ingreso a la Academia. El resultado del conjunto de esos elementos se traduce en una situación bastante débil del sistema educativo vigente en la PNC. La Academia no tiene el rol que debería tener de “impulsor” de políticas institucionales de intervención y acción, tanto a nivel preventivo como de investigación. Actualmente, el derecho de capacitación y promoción profesional de los elementos de la institución no se ejerce en condiciones óptimas: “la capacitación tal como se desarrolla ahora es un paliativo, con apenas dos talleres al año, cuando sería mejor y necesario implementar un sistema de talleres continuos.”124 Finalmente, se han señalado problemas de corrupción y favoritismo en el acceso a las becas o cursos de ascensos o especialización: “se dan casos de discriminación muy claros en relación con las becas de estudios en el extranjero. En un caso por ejemplo donde hay una invitación de aplicación a esas becas a la cual se presentan alrededor de 20 o 30 agentes, ninguno de ellos gana porque otros ya están previamente seleccionados. El sistema de ofertas es muy marcado por lo jerárquico”;125 “los beneficios de las capacitaciones al exterior son otorgados por amiguismo o influencias. No se consideran procesos de selección. Otras veces, no se socializan los cursos, volviéndose más bien cursos elitistas. Con ello se desperdician recursos.”126 Aun y cuando la formación es claramente reconocida como la llave de la reforma todavía en curso de la PNC, las carencias son numerosas y reconocidas por la misma institución.127 La reestructuración de la Academia tiene varios componentes, cuya interrelación es necesaria para el éxito del proceso global. 122 “La PNC sobrevive en estado crítico”, Prensa Libre, Guatemala, 1 de julio de 2002, p. 2. “Policía Nacional Civil debilitada, herencia para el próximo Gobierno”, elPeriódico, Guatemala, 5 de diciembre de 2003, p. 6. 124 Entrevista a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 2. 125 Ibid. 126 Entrevistas a oficiales de policía comunitaria (anónimas). 127 Ejemplo: “Cambios en la academia: existe conciencia de necesidad de cambio curricular”: “Para el Director de la PNC, Luis Arturo Paniagua, la mala preparación es la causa del aumento de denuncias de abusos por parte de agentes que en su mayoría son jóvenes recién egresados de la Academia de la PNC. Por su parte, el director de la academia asegura que se han hecho cambios en el pensum de estudios policiales para mejorar la formación, entre ellos: aumento del curso para ser policía, más clases sobre derechos humanos y un nuevo curso de ética y relaciones humanas.” elPeriódico, Guatemala, 27 de junio de 2002, p. 3. 123 54 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Para empezar, en lo que al cuerpo docente se refiere, es necesaria la ampliación de un nivel suficiente de concursos de docencia no policíaca. Paralelamente al hecho de que sean policías o no, los docentes deberían de tener que someterse a un período mínimo de formación previa (dos a tres meses, o una formación alternada equivalente a recibir en uno o dos años). La ventaja de tal sistema es que los interesados podrían estar identificados y conocidos mucho antes de su integración a los servicios de docencia. Finalmente, sería muy oportuna la existencia de alternativas profesionales dignas de interés al egreso de un período de afectación en la Academia. En lo relativo al contenido mismo de los cursos, la velocidad con la cual se desactualiza el conocimiento, y la imposibilidad de brindar una calificación académica integral a los miembros de la PNC durante la formación inicial, hace preciso un gran esfuerzo de capacitación continua. En este sentido, es clara la necesidad de implementar una estrategia real de capacitación profesional continua. A grandes rasgos, se trata de transformar profundamente los procesos de reclutamiento y de formación. Por lo que se refiere al proceso de reclutamiento de los futuros estudiantes de la Academia, base de la futura policía, varios cambios son necesarios para poder pensar en conformar un cuerpo policial bien capacitado. Para empezar, es clara la necesidad de diseñar un perfil de los futuros policías. En segundo lugar, es oportuno evitar presentar las convocatorias en el último momento: en la actualidad, los candidatos sólo disponen de 21 días para presentar sus documentos entre la fecha de publicación de la convocatoria y su clausura. Plazos aún más reducidos, o incluso inexistentes, en las comisarías retiradas a los que las convocatorias no siempre llegan a tiempo. Finalmente, parece clave la puesta en marcha de un proceso permanente de recepción del curriculum vitae, permitiendo la elaboración de una base de datos lo suficientemente variada y completa como para poder desarrollar un verdadero proceso de selección de personal, con un chequeo y cruce de la información brindada, que permita identificar a los candidatos más idóneos. Por lo que al contenido mismo de los programas de formación se refiere, es necesario, por ejemplo, evitar la repetición de gestos y actitudes estereotipas; se debe buscar el desarrollo de la autonomía y el sentido de la responsabilidad de los funcionarios responsables. Para tal efecto, la reforma curricular tiene que contemplar los siguientes aspectos: 1. Ayudar a los futuros policías a entender mejor los principales aspectos psicológicos, sociológicos y, eventualmente, políticos de los grandes problemas de la vida social a la cual se enfrentan, y a analizar mejor el comportamiento de las diferentes categorías de interlocutores con los que se van a encontrar. 2. Contribuir al mejoramiento de sus aptitudes relacionales en medios y contextos tan diversos como sea posible. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 55 3. Fomentar una toma de conciencia sobre la importancia de la dimensión deontológica en la acción policial. La diversificación y reorientación de los programas; la introducción y/o reintroducción de nuevas materias (psicología, sociología); el reforzamiento de algunos cursos (libertades públicas, derechos humanos) son entonces evidentemente necesarios. Sin embargo, estos esfuerzos sólo podrán tener resultados positivos si no están acompañados por cambios radicales en el comportamiento de algunos mandos. Como fue destacado en elPeriódico el 16 julio de 2002, “en cuanto a las denuncias contra agentes policiales, Muralles indica que es una debilidad de la academia, pero también si en los altos funcionarios públicos hay abuso de autoridad y corrupción, ese ejemplo se repite.”128 Tanto la competencia como la seguridad, no resultan solamente de los conocimientos técnicos y de equipamientos eficaces. La formación psicológica por ejemplo, se impone en una profesión donde las relaciones humanas y personales son permanentes. La cumbre de la capacitación consiste en una convicción de que todos los funcionarios, incluso en los grados subalternos, deberían de adquirir: “es imprescindible saber animar a un servicio para nunca caer en la rutina.”129 Finalmente, se trata de liberar a los policías de todo sentimiento de desclasificación.130 b. El derecho de carrera En virtud del artículo 14 de la Ley Orgánica de la PNC, “la carrera policial estará basada en criterios de profesionalidad y efectividad, por ello, el Estado proporcionará las condiciones más favorables para una adecuada promoción humana, social y profesional de los miembros de la Policía Nacional Civil, de acuerdo a principios de objetividad, igualdad de oportunidades, tiempo de servicio, méritos y capacidad.” Igualmente, se puede mencionar el artículo 7, numeral ii, literal c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que plantea que “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial (…) igualdad y oportunidad para todos de ser promovidos, dentro de su trabajo, a la categoría superior que les corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de servicio y de calidad.” 128 “Necesidad del ejemplo”, elPeriódico, Guatemala, 16 de julio de 2002, p. 6. Belorgey. Op. cit., p. 95. 130 Ibid., p. 67. 129 56 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana El problema del actual funcionamiento de la carrera policial radica en las condiciones de acceso a los ascensos: “en general, el acceso no se produce en igualdad de condiciones, por lo que se excluyó o promovió a aspirantes con base en criterios arbitrarios (…).”131 La primera discriminación que ya se ha mencionado se refiere a la situación de las mujeres (ver Tabla No. 5). Por otra parte, y hablando a grandes rasgos, no existe transparencia en cuanto a los criterios de selección usados. El mismo tipo de situación se encuentra en relación con los reconocimientos, distinciones y condecoraciones. La reglamentación aplicable al tema se encuentra en términos bastante claros en el Reglamento de Distinciones y Recompensas de la Policía Nacional Civil, del 9 de enero de 1998. Sin embargo, la realidad no parece permitir una aplicación efectiva del mismo, por lo que se ha adoptado una interpretación que da lugar a muchas contradicciones en las decisiones tomadas. En ese sentido, dos ejemplos fueron mencionados en el curso de la presente investigación. En el primer caso, se hizo referencia a la Orden de la Cruz “de Oro” o “con distintivo Rojo”. En virtud del artículo 3 del Reglamento de Distinciones, se concede “a aquellos miembros de la institución a) que como consecuencia de su intervención relativa a un servicio donde se evidencie un sobresaliente valor personal, haya resultado muerto o mutilado; b) que hayan ejecutado o dirigido de forma directa e inmediata, con riesgo inminente de la propia vida, un servicio o acto de tan trascendental importancia que redunde en prestigio de la institución e interés de la Patria, y que por las extraordinarias cualidades puestas de manifiesto implique un mérito de carácter excepcional.” El punto central es que esa Orden de Mérito da derecho a una pensión económica vitalicia del 20% o 15% del salario inicial básico del grado que en cada momento tengan asignados los interesados “sin que en ningún caso pueda ser inferior al correspondiente al grado de Inspector de Policía.”132 El problema es el uso que se ha dado a esas disposiciones. De hecho, se ha notado que casi todos los directores o subdirectores se han entregado a sí mismos la Orden antes de dejar su puesto, con el argumento de que sus puestos son de alto riesgo, y por lo tanto merecen el reconocimiento. Mientras tanto, cada tres o seis meses se han propuesto oficiales para ser condecorados por su desempeño. Sin embargo, a pesar de las recomendaciones entregadas en ese sentido, nunca se han hecho efectivas. Uno de los argumentos planteados es que los informes no son sustantivos: “(…) porque las actividades reflejadas son parte de sus obligaciones. Sólo están cumpliendo con sus deberes.”133 Tal situación genera un gran malestar entre los subalternos a quienes ni siquiera se les garantiza el pago de los servicios funerarios en caso de fallecimiento en el ejercicio de sus funciones, mientras 131 MINUGUA. Op. cit., p. 30, § 66. 132 Reglamento de Distinciones y Recompensas de la Policía Nacional Civil, artículos 13 y 14. Entrevistas a oficiales (anónimas) y entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 133 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 57 los mandos se otorgan derechos y beneficios muy grandes, sin que sus acciones parezcan para nada salir del ámbito de sus atribuciones oficiales. De esta manera, en lugar de ser una fuente de motivación para el buen ejercicio de sus funciones, las modalidades vigentes de entrega de distinciones y recompensas se han vuelto una razón más de frustración para los subalternos, pero también de corrupción por parte de los directivos quienes manipulan la reglamentación para satisfacer sus propios intereses. Finalmente, son preocupantes las reformas que se han dado en relación con el nombramiento de los comisarios generales, a través del Decreto No. 5-2000 del Congreso de la República, reformando los artículos 22 y 23 de la Ley Orgánica de la PNC: “eliminó el requisito de ostentar el grado de Comisario General, para acceder a los cargos de Director General Director General Adjunto y subdirectores generales de la PNC, y dejó únicamente los de: ser guatemalteco de origen carecer de antecedentes penales y policiales. Esta disposición intencional rompe con el criterio de profesionalidad y es una clara disposición parlamentaria que, lejos de favorecer el control sobre la eficiencia de la PNC, faculta al Ministerio de Gobernación a nombrar a cualquier amigo político como máxima autoridad de la PNC.”134 De esta manera, uno de los más altos puestos dentro de la policía se ha vuelto totalmente político en vez de ser un espacio para el reconocimiento de las cualidades y facultades profesionales de los potenciales candidatos al puesto. La necesidad de eliminación de las reglas discriminatorias para los nombramientos y traslados es obvia; sin embargo, no es suficiente para asegurar un tratamiento justo. Es necesaria la introducción de un sistema racional de prioridades que podría estar basado en un sistema de acumulación de puntos (puntos sociales, puntos de mérito). Asimismo, parece clara la emergencia de conceder ventajas para los puestos en lugares a los que nadie quiere ir, conforme a lo dispuesto en la Ley Orgánica de la PNC.135 Las ventajas brindadas deberían estar a la medida de las dificultades encontradas, para constituir verdaderos factores de incitación. El sistema de distinciones y recompensas vigente no es aceptable ni en sus modalidades ni en sus principios, cuando se toma en cuenta la realidad institucional de la PNC guatemalteca. Aparece no sólo como causa de inequidades y polémicas, sino también como contradicción directa a la noción de servicio público: 134 García Morales. Op. cit., p. 56. Ley Orgánica de la PNC, artículo 33, literal c: “(...) Reglamentariamente se establecerán los incentivos que corresponderán por prestar servicio en determinadas regiones en el territorio nacional.” 135 58 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Causa de inequidades porque las distinciones y recompensas benefician principalmente a los puestos directivos, cuyo monto varía de acuerdo con la auto-evaluación que realiza el director o subdirector de su propio trabajo a la hora de presentar la solicitud de la Orden de la Cruz. Resulta polémica la atribución de esas recompensas, que no tienen equivalente alguno para los puestos subalternos. Más bien, alimentan de manera inútil la contestación del cuerpo directivo por el resto del personal, y fomentan la envidia entre los directores o subdirectores a quienes la Orden de la Cruz no ha sido entregada. Esta situación es aún más inaceptable puesto que no ha existido una repartición igual del monto global de las pensiones económicas atribuidas a los cuerpos directivos desde 1998, ni el reconocimiento del trabajo de subalternos que realmente han puesto sus vidas en riesgo. En sentido contrario, las distinciones y recompensas hubieran realmente cumplido con su función motivadora de la acción policial, en el sentido sano del término. La supresión de las prácticas vigentes, por la vía legislativa, y la creación de un sistema de compensación de primas o indemnizaciones a un nivel equivalente al nivel jerárquico del elemento, encontraría justificación en las condiciones generales de ejercicio de dicha profesión, pero más que todo en una valoración objetiva de la acción desarrollada y susceptible de reconocimiento, y se reconocen de naturaleza inmediata. Las ventajas así concedidas deberían de ser a la medida de las dificultades encontradas, con el fin de constituir un real factor de motivación y compensación. c. Los procesos disciplinarios Si los procesos disciplinarios no constituyen un derecho fundamental per se, cabe destacar que su desarrollo tiene que cumplir con los principios base del derecho a un debido proceso, para que no se violen los derechos de los sujetos,136 pero también para evitar que se politice una institución a través del uso sin control del poder sancionador. 136 En este sentido, se considera que el proceso disciplinario tiene que garantizar el derecho a ser oído, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por la autoridad competente, independiente e imparcial, establecida con anterioridad por la ley. También, que la persona tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a ser asistida gratuitamente por el traductor o intérprete, en caso no comprenda o no hable el idioma del juzgado o tribunal; a una comunicación previa y detallada de la acusación formulada; a la concesión del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa; a defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor; a ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no según la legislación interna, si no se defendiere por sí mismo ni nombrare Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 59 En la PNC, el proceso disciplinario está actualmente regulado por la Ley Orgánica y por el Reglamento Disciplinario del 1 de agosto de 1997, reformado en el 2003. A la fecha de la presente investigación, el nuevo reglamento todavía no estaba en vigor, pero cabe destacar algunos de sus principios como potenciales factores de mejoramiento de las situaciones denunciadas en relación con el vigente. En primer lugar, el actual sistema disciplinario viola el principio de legalidad, en tanto que la Ley Orgánica no contempla la tipificación de las faltas y las sanciones a imponerse.137 Además, el Reglamento define las faltas de manera bastante general,138 lo cual deja un margen de interpretación amplia a las autoridades encargadas de llevar a cabo el control, violando así potencialmente el derecho a la seguridad jurídica de los elementos de la institución. En segundo lugar, se ha argumentado que “los órganos que intervienen en el impulso del control interno carecen de autonomía en sus funciones contraloras. Están siempre supeditados a las órdenes de sus jefes jerárquicos. En casos concretos, se puede observar —incluso— que el ejercicio del poder sancionador del Ministerio de Gobernación se encuentra igualmente limitado a la complacencia del Presidente de la República.”139 En tercer lugar, un estudio desarrollado en el 2000 demuestra que “la probabilidad de que un policía con escala de oficialidad sea sujeto a procedimiento interno es más remota que la probabilidad de que lo sea un agente. Esto valida nuevamente la respuesta de los agentes relacionada a que el sistema de control no se aplica igual a agentes como a oficiales.”140 Tendencia que se refleja todos los años en las estadísticas de la Sub Dirección de Personal, y viene a cuestionar las modalidades de identificación e investigación de los casos disciplinarios en la PNC. defensor dentro del plazo establecido por la ley; a interrogar a los testigos presentes en el proceso disciplinario y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos; a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y a recurrir del fallo ante juez o tribunal superior. Varios de estos principios son claramente violados en el desarrollo actual de los procesos disciplinarios en la PNC. 137 García Morales. Op. cit., p. 32. 138 Reglamento Disciplinario 1997, artículos del 7 al 9. 139 García Morales. Op. cit., p. 37. 140 Ibid., pp. 45-46. 60 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Tabla No. 6 Personal de la PNC al que se le abrió expediente administrativo, 1999-2003 Año C. general Comisario Sub com. Oficial I Oficial II Oficial III Inspector Sub insp. 1999 1 1 7 7 6 21 4 5 2000 1 5 11 13 19 31 15 16 2001 0 3 4 8 18 22 11 10 2002 2 8 9 15 17 31 21 12 2003 0 2 9 11 20 48 18 10 Fuente: Sección de Personal de la PNC. Si bien se puede argumentar que la diferencia en la cantidad de policías sujetos a procesos administrativos en función de la jerarquía se puede vincular con las proporciones de personal en cada uno de los rangos, cabe destacar que las variaciones son excesivas cuando se comparan, por ejemplo, las cifras de los oficiales con las de los agentes. También se cuestiona la naturaleza de los motivos por los cuales se abrieron los procesos. El estudio del año 2000 ya mencionado, demuestra que quienes manifestaron haber sido sancionados lo fueron por faltas leves. Esta afirmación es congruente con las respuestas de los elementos entrevistados en el curso de la presente investigación. Directamente vinculada con ese último es la cuestión del acceso a los derechos fundamentales del debido proceso. Así, “con relación al respeto de los derechos del policía en el procedimiento interno, se manifestó que muy pocos agentes tuvieron asesoría de un abogado. Específicamente quienes manifestaron haberlo tenido era más bien porque su procedimiento era de tipo externo, pues se desarrolló ante el MP o la PDH. Por el contrario, un buen número de policías con escala de oficiales sí contó con la asesoría profesional de un abogado. El respeto de otro tipo de derechos sí se observa constante en ambas categorías, tales como el derecho a conocer los cargos imputados, así como el derecho a ser escuchado. Sin embargo, un derecho fundamental que no se nota constante en las respuestas de los policías es el derecho a conocer la prueba de cargo que fundamenta su sanción.”141 Esta situación viola directamente los principios establecidos por el artículo 33, literal h, de la Ley Orgánica, en virtud del cual los policías tienen derecho a “recibir defensoría leal por la imputación de hechos que puedan resultar constitutivos de delito o falta con ocasión de fiel y estricto cumplimiento de sus funciones.” En general, la inexistencia de una defensa legal efectiva para los elementos de la PNC fue destacada: “La Oficina de Defensoría legal no funciona, 141 Ibid., pp. 45-46. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 61 o sea que los policías no tienen acceso a una defensa adecuada cuando se desarrollan procesos en su contra, principalmente en procesos penales.”142 El sistema de sanción también es problemático. Si bien aparece que la mayoría de las sanciones tomadas son leves, se observa una tendencia al aumento de las suspensiones, así como de los casos clausurados sin que se tome una sanción. Cuando se preguntó a las autoridades sobre las razones de tal aumento, consideraron que las suspensiones se dan porque los casos son cada vez más graves y que la inexistencia de una sanción puede tener varios factores: “a veces, nos faltan pruebas, otras veces los plazos se expiran porque estamos a la espera de la resolución del Organismo Judicial o que no tenemos la posibilidad de desarrollar la investigación en todos los casos. Finalmente, se dan casos de clausura porque los mandos consideran que el caso procedido no merece una sanción.”143 Tabla No. 7 Expedientes administrativos finalizados, 1999-2003 Sanciones 1999 2000 2001 2002 2003 Bajas 51 7 41 21 32 Suspensiones 17 13 38 68 31 Sin sanción 2 15 70 89 116 Fuente: Sección de Personal de la PNC. Por otra parte, se ha manifestado que los traslados son una de las sanciones más aplicadas dentro de la institución. Si bien esta medida está prevista por el Reglamento Disciplinario en su artículo 10, su inclusión dentro de las sanciones potenciales es muy problemática. El traslado no suprime el problema, pues sólo lo desplaza a otro lugar. Además, tal disposición da lugar a una asimilación del traslado como sanción, cuando más bien debería de ser considerada como una promoción y, en los casos de lugares complicados o alejados, estar acompañada de medidas para compensar el cambio y motivar el interés. De hecho, el nuevo Reglamento ha suprimido el traslado como sanción potencial. Del mismo modo, se ha suprimido el arresto como sanción, identificado como una de las más comunes en el sistema de control interno.144 Esta medida es fundamental por lo que, como ya se ha mencionado, tal facultad es totalmente inconstitucional. 142 Entrevista a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 1. Entrevista a Sub Dirección de Personal, No. 1. 144 García Morales. Op. cit., p. 47. 143 62 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana También se puede decir que se ha entrado en un mayor nivel de detalle y se han ampliado las opciones de sanciones aplicables, dependiendo de la gravedad de la falta perseguida. De manera más global, “la idea del nuevo reglamento de la PNC es garantizar el principio de legalidad en los procedimientos disciplinarios. Tres principios claves lo rigen: 1) proteger a la institución a través de la promoción de buenos servicios. Se trata de proteger los derechos de los ciudadanos para que puedan presentar sus denuncias en casos de violación de sus derechos por la policía; 2) dar un mayor acceso a los procesos disciplinarios para las faltas muy graves, y 3) proteger a la relación entre los miembros de la PNC, para evitar los abusos por los superiores.”145 Este último comentario invita a plantear la cuestión de las limitantes institucionales que existen para el respeto de los derechos humanos de sus miembros. 145 Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 63 REALIDAD VERSUS DERECHOS HUMANOS 1. ELEMENTOS ESTRUCTURALES Y CONTEXTUALES QUE LIMITAN LOS DERECHOS HUMANOS DE LA PNC Aun cuando se siguieran e implementen todas las recomendaciones que se han formulado hasta ahora, no se puede ignorar la existencia de elementos estructurales y contextuales que limitan los derechos humanos de la PNC, más allá de las restricciones debidas a los deberes de la función. De este modo, la fuerte jerarquía organizacional y funcional se ha vuelto fuente de violaciones de los derechos de los subalternos, pero también ha generado problemas para el desarrollo de las funciones de la PNC. Otra limitante es el rechazo que existe dentro de la institución en su contra. Una tercera limitante son los problemas generados por la infiltración que existe dentro de la PNC de poderes ocultos. Finalmente, como causa y consecuencia del conjunto de los problemas encontrados dentro de la policía, su imagen se ha vuelto en un elemento constitutivo del círculo vicioso de ineficacia institucional. Todos estos puntos que, de una u otra manera se interrelacionan en la pérdida de legitimidad de los policías, llaman a cambios y reformas urgentes, mencionados a título de sugerencia en el presente trabajo. 1.1. Las “trampas” de una jerarquía excesiva La jerarquía estructural que existe en el cuerpo policial repercute en el conjunto de la organización y desarrollo del trabajo de la institución. Por un lado, por supuesto, en las relaciones entre el personal, y el poder de toma de decisiones. Pero también en aspectos directamente vinculados con los derechos humanos de los elementos de la 64 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana PNC. Como ya se ha dicho, existe dentro de la PNC una fuerte impresión de inequidad entre las escalas jerárquicas cuando se trata del acceso a prestaciones, capacitación, ascensos, traslados o en el desarrollo de los procesos disciplinarios. Además, varios temas fueron señalados en el curso de la presente investigación como consecuencia directa del manejo de la jerarquía en la PNC: los problemas de abuso de autoridad, hostigamiento laboral y acoso sexual. 1.1.1. Problemas vinculados con las modalidades de la jerarquía institucional Según las personas entrevistadas, “hay abusos de autoridad en los diferentes niveles jerárquicos, los cuales toman formas muy variadas, desde traslados injustificados a lugares muy lejos del lugar de origen o de vida del elemento, hasta encargos de tareas secundarias tales como supervisión de casas vacías durante horas sin parar. Los más perjudicados son los agentes policiales, sub oficiales alternos e inspectores.”146 De las 22 denuncias presentadas por elementos de la PNC a la PDH de enero a octubre de 2003, siete fueron, directa o indirectamente, por abuso de autoridad (ver Anexo 1). Más allá, el abuso se ha dado a través de la implementación de reglas o toma de decisiones a favor de los altos mandos. Ha sido el caso de las últimas reformas al sistema de prestaciones, así como las prácticas vigentes para el acceso a los reconocimientos, distinciones y condecoraciones. De la misma manera, seis ejemplos de hostigamiento laboral se han dado en las denuncias presentadas, manifestándose a través de decisiones discriminatorias, malos tratos psicológicos, difamación, no respeto de los horarios de trabajo y descanso, o no pago de prestaciones (ver Anexo No. 1). El problema encontrado en lo concerniente al acoso sexual, a menudo, es la dificultad de aportar las pruebas requeridas por las autoridades para poder dar seguimiento al caso presentado, y salir de los a priori vigentes según los cuales las denuncias se presentan para conseguir ventajas. Sobre este punto, aparece nuevamente el impacto nefasto de la estructura jerárquica de la institución. De hecho, el poder de las autoridades les da un margen de influencia también sobre el seguimiento que se dé a los casos, que sean presentados a las instancias competentes a nivel interno o externo. Cuando se preguntó a los oficiales entrevistados qué seguimiento se ha dado a las denuncias de violación de los derechos humanos presentadas por ellos o por otras personas, las valoraciones fueron bastante negativas. Consideraron en su mayoría que el impacto ha sido nulo: “todo sigue igual”; “no se puede llegar a nada porque entre jefes, se cubren”; “no se conoce el seguimiento que 146 Entrevista a oficial (anónima), No. 7. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 65 se da porque no quieren que se sepa lo que pasó”; “hay muy poco chance para que un mando esté públicamente denunciado y sancionado. El poder de influencia que tienen es demasiado grande.”147 La falta de interés para dar seguimiento a las denuncias de violaciones a los derechos de los elementos por mandos de la PNC es clara. Esa situación vuelve aún más profundo el malestar de los elementos, quienes no ven salida a los problemas de los cuales son víctimas. Genera un alto nivel de frustración y, necesariamente, cuestiona el interés de tener un comportamiento profesional, ético y respetuoso de los derechos de los demás integrantes de la institución. 1.1.2. Recomendaciones para que la jerarquía se vuelva un garante de los derechos humanos, más que una fuente de violación a los mismos El conjunto de los problemas que se han mencionado sobre el uso de los poderes jerárquicos dentro de la institución policial, demuestra claramente la necesidad de cambios en este aspecto. Para empezar, es fundamental que se pueda desarrollar, en todos los niveles de la jerarquía, un sentido de responsabilidad. Ninguna categoría de funcionarios debería seguir beneficiándose de un monopolio de competencia cuando no puede responder a las obligaciones que ese monopolio le da, y cuyo mantenimiento genera, para los usuarios o para el servicio público, más inconvenientes que garantías. A las insuficiencias observadas en el ejercicio de las responsabilidades de directivos, no hay, desgraciadamente, otro remedio que una reafirmación de la obligación de los mandos superiores de la policía, de dedicar gran parte de su tiempo a la animación y supervisión del personal a su cargo. Un principio podría ser que, en caso de faltas disciplinarias o judiciales contra un funcionario de policía, sus superiores jerárquicos no podrán ocultar su responsabilidad sin probar que no han fallado en sus deberes de supervisión.148 Más allá, es indispensable el reconocimiento de un derecho efectivo de recusación de las órdenes ilegales o que comprometen gravemente un interés público por parte de los funcionarios de policía. La existencia y efectividad de este derecho es necesaria en tanto que conforma: el contrapeso de una autoridad jerárquica funcionando, por regla general, de un modo extremamente apremiante; un instrumento de responsabilidad para los mandatarios. 147 148 Entrevistas a oficiales (anónimas), No. 1, 3, 5 y 12. Belorgey. Op. cit., p. 83. 66 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Actualmente, el derecho de recusación está regulado por el artículo 5 de la Constitución Política,149 y por los artículos 11 y 12 del Reglamento Disciplinario de la PNC.150 Indirectamente, el artículo 10 de la Ley Orgánica de la PNC incluye principios relativos a la cuestión de la recusación, al estipular que “para el cumplimiento de su misión, la Policía Nacional Civil desempeñara las siguientes funciones: n) atender los requerimientos que, dentro de los límites legales, reciban del Organismo Judicial, Ministerio Público y demás entidades competentes.” La implementación de un real derecho de recusación pasa por la implementación de un dispositivo jurídico que permita, en caso de contestación: el registro de la recusación de orden ilegal; el examen inmediato de la legitimidad de esa recusación por una autoridad distinta de la autoridad jerárquica y del consejo de disciplina; y, la protección del funcionario autor de una recusación legítima contra las medidas de retorsión de que pueda estar objeto a futuro, y sobre todo, con una mención en el dossier personal del interesado. A largo plazo, si el mecanismo de derecho de recusación funciona bien, sería oportuno revisar la formulación del artículo 25, inciso 4 del Código Penal,151 relativo a las causas de justificación a favor del funcionario evidenciando, en materia de atentado a las libertades individuales o de abuso de la autoridad contra la cosa pública, haber actuado para cumplir con una orden ilegal de sus superiores. Suponiendo que funcione bien el derecho de recusación, dicho artículo debería de ser revisado o, incluso, abrogado. Finalmente, sin entrar en cambios organizacionales profundos previstos para la institución, parece oportuna la revisión de los mecanismos de relacionales interper149 Constitución Política, artículo 5: “Libertad de acción: toda persona tiene derecho a hacer lo que la ley no prohíbe; no está obligada a acatar órdenes que no estén basadas en ley emitidas conforme a ella. Tampoco podrá ser perseguida ni molestada por sus opiniones o por actos que no impliquen infracción a la misma.” 150 Reglamento Disciplinario de la PNC, artículos 11 y 12: “Orden: es la manifestación externa de la autoridad superior que se debe obedecer y ejecutar. La orden debe ser para ejecución de actos legales, lógica, clara, precisa, oportuna y relacionada con las actividades propias del servicio. Orden legal: se entenderá como orden legal aquella que esté dentro de las atribuciones de quien la emite. Nadie está obligado a cumplir órdenes manifiestamente ilegales o que impliquen la comisión de un delito.” 151 Código Penal, artículo 25: “Son causas de inculpabilidad (…) Obediencia debida: 4°: Ejecutar el hecho en virtud de la obediencia debida, sin prejuicio de la responsabilidad correspondiente a quien lo haya ordenado. La obediencia se considera debida cuando reúna las siguientes condiciones: que haya subordinación jerárquica entre quien ordena y quien ejecuta el acto; que la orden se dicte dentro del ámbito de las atribuciones de quien la emite, y este revestida de las formalidades legales”. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 67 sonales vigentes dentro de la PNC. En este sentido, y para el buen funcionamiento de la institución, es clara la necesidad de facilitar la iniciativa en los elementos de la PNC, para la toma de decisiones en el desarrollo de sus funciones. Si bien un control del buen desempeño del personal policial es imprescindible, no tiene que convertirse en un freno a las iniciativas. Se tiene que salir de la dinámica en virtud de la cual cualquier decisión o posicionamiento en relación con la institución está sometida a la autorización de los jefes. Muchas situaciones de estancamiento de la policía o de dificultades de cooperación interinstitucional podrían evitarse dejando al personal policial la posibilidad de resolver algunas situaciones en el momento, siempre y cuando se respeten principios y lineamientos institucionales claramente definidos y conforme a los derechos humanos. El problema es que, hasta la fecha, no se puede hablar de la existencia e implementación real de tales principios y lineamientos. 1.2. La cultura de rechazo a los derechos humanos por parte de la PNC, o la percepción de los derechos humanos como limitante del ejercicio de sus funciones Es común escuchar dentro de la institución comentarios tales como: “las organizaciones de derechos humanos son nuestros enemigos... protegen a los delincuentes”; “la PDH sanciona, a menudo sin fundamento, las actuaciones policiales”; “las instituciones de derechos humanos no nos apoyan.”152 Ese tipo de críticas plantea la pregunta del límite que conforman los derechos humanos para la actuación policial. Para empezar, cabe destacar que es normal y necesario que constituyan un límite para la actuación policial; es precisamente su rol, como guía, hilo conductor del sistema penal. Los derechos humanos delimitan valores comunes de respeto de los seres humanos, los cuales tienen que estar a fortiori respetados por una institución encargada de la protección de la seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, se cuestiona la amplitud de estas limitaciones, ¿Hasta dónde tienen que intervenir los derechos humanos como elemento de condena de la acción policial, mientras, tal como lo hemos visto, la policía tiene que usar métodos y formas de acción con aplicación de fuerza para cumplir con sus funciones? Todo es, una vez más, una cuestión de proporción entre la fuerza aplicada y los actos o situaciones enfrentados por la policía en el desarrollo de sus actividades. Varios casos se han dado en Guatemala que han planteado directamente la cuestión de ese balance o proporcionalidad, y que han generado un debate dentro de la institución policial en relación con los posicionamientos de las organizaciones de derechos humanos. El caso Alioto es considerado aquí como punto de partida e ilustración de 152 Entrevistas a oficiales (anónimas), No. 4, 7 y 12. 68 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana esta reflexión. Mario Alioto, estudiante, murió como consecuencia de enfrentamientos entre la Policía Nacional y estudiantes el 11 de noviembre de 1994, durante una protesta por el alza a la tarifa del transporte urbano. Tras su muerte, fueron condenados a penas de prisión en primera instancia el Ministro de Gobernación, el viceministro, el director de la policía y el comandante Escobar, a cargo de la Unidad enviada a la Universidad de San Carlos (USAC) en el momento de los acontecimientos, así como autor del tiro. El objeto de este párrafo no es tomar posición sobre el grado de responsabilidad de la policía en el desarrollo de esos hechos. Sin embargo, cabe destacar que, tanto los recortes de prensa de la época como las entrevistas realizadas con representantes del movimiento estudiantil de entonces, y con el ex subministro de la Policía Nacional, generan bastante confusión en cuanto a las causas de la muerte de Alioto. Lo que sí queda claro es la percepción de ambas partes, al respecto de las consecuencias de ese caso, y otros, sobre las relaciones entre la policía y las instituciones de derechos humanos. Por una parte, el coronel Mérida opinó que “los grupos de derechos humanos entraron en un rol de crítica constante, sin análisis hacia la circunstancias y causas de la muerte. Inician su trabajo con una posición a priori que, en lugar de tratar de orientar a las partes y hacer reconocer los derechos de cada lado, entran en una condena sistemática del accionar de la policía.”153 Por su parte, Julio Melgar, dirigente estudiantil en el momento de los hechos, destacó que “el problema de la relación entre la policía y las organizaciones de derechos humanos es que ésas han sido, por mucho tiempo, un movimiento de condena permanente contra de PNC, pero sin trabajar con ellos. Sólo recientemente han empezado a involucrarse, a entrar en un proceso de acercamiento. Todavía hay una necesidad de reflexión, no sólo sobre la institución de seguridad, pero también sobre la conducta de protesta del movimiento civil que tiene que evolucionar en sus discursos, sus posiciones con relación a la policía. Además, las organizaciones que tienen iniciativas de cambio en materia de seguridad se ven amenazadas y debilitadas por las amenazas y presiones de los poderes ocultos, tal como ha ocurrido ese año con los participantes en el proyecto APREDE, cuando se mató a ex pandilleros que habían participado y se habían involucrado en las actividades de reinserción desarrolladas por el proyecto.”154 El objetivo clave de las instituciones de derechos humanos es salir de esa imagen de radicalismo puro en cuanto a las cuestiones sobre la intervención de la policía. Al respecto, el coronel Mérida mencionó: “lo que se puede decir es que los posicionamientos de las organizaciones de derechos humanos han generado un inmovilismo 153 154 Entrevista a coronel Mario Mérida, ex viceministro de Gobernación. Entrevista a Julio Melgar. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 69 policial puramente coyuntural, porque se sabe en qué casos pueden aparecer críticas. Así, en casos de toma de carreteras por los ex patrulleros, sabemos que no se van a movilizar si intervenimos, pero si no hacemos nada, nos critican. Al contrario, si es que la policía interviene en casos de movimientos por grupos sociales, las organizaciones de derechos humanos condenan sistemáticamente la participación de la PNC, cualquiera que sean sus motivos. Debería de haber más igualdad en los posicionamientos de los grupos de derechos humanos. De esa manera, sus posicionamientos tendrían más legitimidad dentro de los policías.” Es clara entonces la necesidad de promover el dialogo y las actividades conjuntas entre policía y organizaciones de derechos humanos, las que tienen que asumir un rol orientador y de supervisión civil sobre la acción policial. Sin embargo, tal intervención sólo podrá adquirir legitimidad si se acompaña de una participación constante y directa de dichas instituciones en la institución policial. Tal es la sugerencia formulada por el coronel Mérida: “mi propuesta sería que se abra un espacio de discusión constante con los grupos de derechos humanos. De allí podría definirse un moratorio sobre iniciativas, para tomar formas de apoyo que se podrían brindar desde la sociedad civil a la PNC. En ese sentido, una reestructuración del Ministerio de Gobernación tiene que incluir un espacio para los grupos de derechos humanos en un consejo técnico consultivo para generar debates. Los grupos de derechos humanos así podrían volverse aliados del Estado de Derecho y fiscalizadores de la policía en el nombre de la sociedad civil. Sólo así podrán conocer realmente los problemas que se viven adentro de la institución, y los policías los podrán ver como un socio facultado para emitir opiniones y recomendaciones sobre el funcionamiento de la institución.”155 El caso Alioto también plantea la cuestión del grado de confianza que puede tener la población hacía las instituciones del sector justicia en su totalidad. Así, por ejemplo, si bien los elementos de la policía fueron perseguidos y condenados en primera instancia, fueron después absueltos. La cuestión aquí planteada es la valoración aportada por las partes sobre esas decisiones judiciales. El coronel Mérida afirmó: “no guardo rencor en contra del sistema. Sólo hubo dos juezas que no desarrollaron bien su trabajo en primera Instancia. A final de cuentas, lo que se aprende es que uno es impotente en contra del sistema y que, aun cuando uno ha actuado en una actividad dirigida por el gobierno, le abandonan a uno después para enfrentar los costos materiales y morales de las acciones judiciales. Más bien, sancionan después como si nada, enviando a puestos de menor grado. A mí, me renegaron en el ejército por haber sido condenado y encarcelado en el caso Alioto: después de haberme enviado como comandante de reserva en comunidades del interior, me despidieron muy poco tiempo antes de mi jubilación. De esa manera, anularon toda mi evolución laboral y todos mis esfuerzos.” 155 Entrevista a coronel Mario Mérida, ex viceministro de Gobernación. 70 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Por su lado, el ex dirigente estudiantil afirmó: “a la llegada de la segunda instancia, el sistema montó una campaña muy fuerte a favor de los elementos de la policía que habían sido condenados, mientras que a nosotros nos dejaban muy poco espacio. Entramos entonces en una lógica absorbente en la cual era muy difícil hacernos escuchar. Nos dimos entonces cuenta del poco poder que teníamos en comparación con los funcionarios públicos, aun condenados.” La inexistencia de un posicionamiento claro y oficial por parte del Estado en relación con la responsabilidad de sus funcionarios y sus deberes en materia de derechos humanos, refuerza dichos cuestionamientos. Finalmente, y a manera de recomendaciones, es interesante recordar las conclusiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su Informe de los sucesos ocurridos el 11 de noviembre de 1994 en la Universidad de San Carlos de Guatemala156 (ver Anexo 2): “para controlar las manifestaciones y disolver los disturbios, el factor más importante es el adiestramiento y entrenamiento adecuado de la policía. (…) Igualmente, se recomienda el empleo de médicos, orientadores educacionales y psicólogos, como parte de los entrenamientos para controlar los disturbios civiles. La policía debe continuar recibiendo instrucciones sobre Derechos Humanos, su observancia y las sanciones legales a que están sujetos quienes incurren en excesos de autoridad. Debe insistirse que vejar o golpear en cualquier forma a una persona que se ha sometido al orden o se ha rendido, constituye delito. Los policías deben tener claro que es posible mantener orden sin violar los derechos individuales y sin causar pérdida de vidas humanas.” Esas recomendaciones siguen vigentes. La reiteración de situaciones similares al caso Alioto, en el caso Carmona, el caso “del lechero”, o en el caso de “los rehenes de la zona 18”, demuestran la urgencia de conformar un contingente preparado para enfrentar a los movimientos sociales, de manera controlada y respetuosa de los derechos y libertades de los ciudadanos en una sociedad democrática. A grandes rasgos, la problemática del respeto de los derechos humanos por la policía y de la policía requiere un trabajo profundo de reflexión institucional e interinstitucional, sobre los grados de permisividad del uso de la violencia por los policías y entonces, sobre las nociones de proporcionalidad entre la amenaza y la fuerza aplicada. El enfoque tiene que darse, en el desarrollo de la formación policial, en función de la valoración del riesgo, pero más que todo del manejo y las limitaciones del uso de la fuerza, la cual tiene que ser concebida como último recurso. Cuando uno ve los ejercicios prácticos actualmente desarrollados en la Academia, se da cuenta de que esa no es la dinámica perseguida para los procesos de capacitación vigentes; de allí que resulte en un mayor cuestionamiento de los comportamientos policiales. 156 Informe de la Comisión Investigadora de los sucesos ocurridos el 11 de noviembre de 1994 en la Universidad de San Carlos de Guatemala, Guatemala, 31 de enero de 1995. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 71 1.3. Las infiltraciones de la PNC Otra profunda limitante del ejercicio de las funciones de la PNC es la permanente infiltración de los denominados poderes ocultos, cuyo objetivo es impedir el funcionamiento de la investigación criminal, permitiendo así la existencia de una impunidad endémica. Esa característica, propia de los regímenes antidemocráticos, es constante desde el conflicto armado.157 Actualmente, las infiltraciones se manifiestan principalmente por medio del ejercicio de autoridad sobre miembros de la PNC por los autores de allanamientos, amenazas, intimidación, acoso y secuestros esporádicos de corta duración de defensores de los derechos humanos. Frente a la impunidad de los autores de esas presiones, resultando en repetidas ocasiones en una paralización de las funciones de la policía.158 Varios casos han sido denunciados; “en el 2000, el Tribunal Supremo estableció el Servicio de Protección de Sujetos Procesados y Personas Vinculadas a la Administración de Justicia, y tomó medidas, como la coordinación con el Ministerio Público y la Policía Nacional Civil, para proteger a los fiscales y jueces que reciben amenazas. Sin embargo, según se ha señalado, a la vista de las alegaciones de corrupción de los policías y de sus vínculos con grupos ilegales, con frecuencia las víctimas temen que los guardias de seguridad que se les proporcionan puedan estar relacionados con el autor de las amenazas.”159 La Representante Especial de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Hina Jilani, destacó “las graves denuncias relativas a la participación de la Policía Nacional Civil y los militares en ataques contra defensores de los derechos humanos. Lafalta de control de la inteligencia militar y la ausencia de un servicio nacional de inteligencia civil dificultan aún más la tarea de investigar la presunta participación de agentes del Estado en los atentados contra defensores de los derechos humanos.”160 Los casos en los cuales la PNC haya directamente intervenido como factor de bloqueo del sistema de justicia penal, obviamente no han dado lugar a persecución o condenas claras. Sin embargo, los ejemplos son numerosos y han sido documentados. Al respecto, la Fundación Myrna Mack, en su libro El poder oculto,161 menciona la 157 García Morales. Op. cit., p. 15, y Schirmer, Jennifer. Intimidades del proyecto político de los militares, 2a. edición, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Guatemala, 2001, pp. 261 y ss. 158 Jilany. Op. cit., § 53. 159 Ibid., § 66. 160 Ibid., § 95. 161 Robles Montoya, Jaime. El poder oculto, Serie Ensayos sobre los poderes ocultos, Fundación Myrna Mack, Guatemala, 2002. 72 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana intervención de la policía contra el desarrollo del proceso judicial, y de manera vinculada con los poderes ocultos en los casos Jorge Carpio Nicolle, Epaminondas Gonzáles Dubón, Erwin González Barrientos y Alfredo Moreno. Como ejemplo, se pueden citar las conclusiones formuladas en el segundo y tercer caso respectivamente: “(…) Cada agencia de administración de justicia del Estado intervino (MP, PNC, CSJ, CC), no fue eficaz, distinguiéndose ciertos hechos que denotan la intervención de soterrados sectores de poder con particulares fines o propósitos”;162 “El presente caso pone de manifiesto la existencia de una organización fáctica y oculta para la sociedad, integrada por funcionarios públicos (militares, oficiales de la Policía, operadores de justicia, delincuentes comunes, etc.), dirigida u orientada principalmente a obtener beneficios económicos y políticos.”163 La existencia de ese tipo de poder que, por su naturaleza, no es identificable, puede generar dudas y sospechas permanentes contra los colegas. Más grave aún, bloquea el desarrollo de las funciones de la institución, como parte de la cadena penal, cuestionándose la facultad de la policía de oponerse a las órdenes que puedan llegarles desde los poderes ocultos. Finalmente, fomenta una imagen de ineficacia y peligro de la PNC de manera global. 1.4. Fuentes y consecuencias de la imagen de la PNC: ¿qué sugerencias para el futuro? Frente al conjunto de las situaciones y realidades mencionadas, se plantea la cuestión del impacto de la imagen institucional sobre sus facultades de desarrollo y mejoramiento: hemos visto que las condiciones de trabajo y los recursos otorgados a la institución no responden a las necesidades mínimas de un cumplimiento efectivo de sus funciones. Se plantea entonces la existencia o aparición de un círculo vicioso basado en el axioma y lógica siguientes: La falta de recursos de la PNC y la presencia de poderes ocultos le impiden cumplir con sus funciones. El hecho de que la PNC no cumpla bien con sus funciones genera o fomenta la mala imagen que tiene la institución. La mala imagen institucional constituye un freno para el aumento de los recursos. Otra consecuencia directa de la mala imagen se manifiesta en los procesos de reclutamiento del personal policial: ¿Cómo poder esperar que las personas con buena formación, altos niveles de estudios, tengan ganas de aplicar a una institución conocida 162 163 Ibid., p. 110. Ibid., p. 121. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 73 por ser mala, brindando beneficios sociales lamentables, y además para desarrollar una tarea de alto riesgo?”164 Estos elementos llevan a un círculo en el reclutamiento de los futuros miembros de la PNC, el cual se ve reforzado por la inexistencia de criterios de selección de los candidatos a la profesión. El análisis de la realidad demuestra el sin fin de ese degradante esquema hasta que, en algún momento, se tomen medidas radicales para cambiar las principales fuentes de la mala imagen de la policía. a. Fuentes de la mala imagen de la PNC En el imaginario de gran parte de la población guatemalteca, la policía siempre ha constituido el peligro supremo, la fuerza al servicio del poder de la clase dominante. La historia misma de la institución ha tenido un impacto directo: “El resultado del terrorismo de Estado utilizado en estas épocas sobre el proceso de consolidación policial, fue devastador. Anuló completamente toda capacidad de investigación científica de los delitos, pues el terrorismo de Estado hacía innecesario tener que demostrar una imputación penal en un proceso judicial. Por otra parte, los recursos técnicos y científicos fueron concentrados en Inteligencia Militar. La falta de desarrollo de las capacidades de investigación de la policía fue un objetivo central de la estrategia del terrorismo de Estado, en la medida en que con ello se propiciaba la impunidad. La policía pasó a convertirse en un mero apéndice del ejército, y toda la política de seguridad se centró en la lucha contra la subversión, relegando todas las funciones del policía convencional. Además, la policía pasó a integrar los Escuadrones de la Muerte en los centros urbanos, se intensificó el uso de la tortura tanto para la obtención de información como para fines de destruir a los opositores políticos. En resumen, la policía se desarrolló como un cuerpo que aplicaba la violencia sin restricciones legales.”165 La herencia recibida de la Policía Nacional es un pasado marcado por actos de violencia, del cual la Policía Nacional Civil, a pesar de los esfuerzos de algunos de sus miembros, no ha logrado desvincularse. Además, aun cuando el pasado de la Policía Nacional no hubiera tenido impacto en la PNC, tal y como hubiera tenido que ser, esta última ha fomentado una imagen negativa desde sus primeras horas de existencia por los actos, ya mencionado en el curso de la presente investigación, de corrupción166 y otros delitos cometidos en su 164 Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. Fanuel García. Op. cit., p. 15. 166 “Compra de armas que el Gobierno prepara para la PNC es cuestionada”: “La licitación para comprar armas para la PNC, así como la que adjudica la producción de licencias para conducir vehículos son cuestionadas severamente, por la escasa transparencia que muestra.” Prensa Libre, Guatemala, 1 de septiembre de 1998, p. 4. 165 74 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana seno, como las violaciones a los derechos humanos desarrolladas. A manera de ejemplo, se puede citar el posicionamiento de medios de comunicación en cuanto a los problemas encontrados dentro de la institución, desde los inicios de la Policía Nacional Civil. Así, el 1 de septiembre del 2000, Siglo Veintiuno denunciaba “Malos manejos de la PNC”: “(…) Marco Tulio Abadio, titular de la Contraloría General de Cuentas de la Nación, denunció corrupción en el manejo de los fondos de la PNC (…). En algunos gastos, hay sobrevaluaciones, por lo que presentará un informe detallado de los rubros en que ha encontrado indicios de corrupción; también entre otras irregularidades, citó contratos millonarios por compra de repuestos, reparación de vehículos y suministros de combustible.”167 En igual sentido, se han desarrollado constantes análisis del grado de corrupción vigente dentro del personal, y su impacto directo en la pérdida de confianza de la ciudadanía hacia la policía: “sobre la corrupción podemos mencionar que va más allá de las simples mordidas y esto implica desde cuadros medios hasta los oficiales de alto rango. La desconfianza que la población tiene hacia la PNC es generalizada y esto no es casual, ya que la forma en que la policía ha venido operando no fomenta la confianza. Un ejemplo claro es que en una aldea de Alta Verapaz el jefe de la PNC fue señalado de estar extorsionando al presidente de una cooperativa, lo cual dio como resultado que la población reaccionara violentamente contra el oficial llegando al extremo de vapulearlo.”168 El mismo impacto de pérdida de confianza se suscita con la implicación directa de elementos policiales en delitos y/o acciones que violan los principios básicos de ética profesional: “de noviembre 2001 a la fecha, 508 denuncias de abuso de poder por parte de autoridades de la PNC, ante la PDH. La Oficina de Responsabilidad Profesional, ORP, encargada de investigar dichos casos, registra más de 500 denuncias contra agentes acusados de haber incurrido en homicidio, abuso de autoridad, detención ilegal, amenazas, entre otros delitos. Para el director de la PNC, Luis Arturo Paniagua, el problema es la inexperiencia y la mala preparación, la mayoría de los involucrados en abusos, dice, son jóvenes que no lograron obtener la profesionalización en la Academia. Para Julio Arango de la PDH, este tipo de problemas genera la desconfianza de la ciudadanía en las fuerzas policiales. Para Luis Ramírez, director del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales, las denuncias no son suficientemente investigadas y se cae en una especie de impunidad interna, por lo que es necesario fortalecer la capacidad de la ORP.”169 En el 2003, a la fecha de la presente investigación, 88 denuncias habían sido presentadas a la PDH contra elementos de la PNC.170 167 Siglo Veintiuno, Guatemala, 1 de septiembre de 2000, p. 8. Unidad de Información y Análisis, IEPES, Guatemala, 13 de marzo de 2003. 169 elPeriódico, Guatemala, 26 de junio de 2002, p. 3. 170 Por intimidación o amenaza (38), violencia física (19), abuso de autoridad (7), no intervención (3), mordidas o chantaje (2), falsos cargos (12), detención ilegal (6), no respeto de orden judicial (4), robo (2). 168 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 75 Esos comentarios de la prensa nacional y denuncias, llevan lógicamente a exponer cuestionamientos directos sobre la capacidad de respuesta de la policía a las necesidades de la sociedad: “la PNC es incapaz de brindar seguridad, además varios de sus agentes pertenecen al crimen”;171 “la falta de ética hace que agentes de la PNC resulten involucrados en hechos como abusos de autoridad y otras anomalías, reconoció ayer el director de la PNC, Luis Arturo Paniagua.”172 La consecuencia de ese tipo de comentarios y realidades es clara y directa: el poder brindado al ejército en materia de seguridad nacional se manifiesta tanto por los recursos que le son otorgados, como en las funciones civiles que tiene a su cargo: “el ejército guatemalteco sigue desempeñando tareas ajenas a la competencia de esta institución en una sociedad democrática. Envarias ocasiones, el gobierno ha pedido al ejército que apoye a la PNC en su labor de mantenimiento del orden público. Además de representar una violación de los Acuerdos de Paz, ello contribuye a aumentar la sensación de inseguridad de la población civil, que aún teme al ejército. También refuerza la impresión de que la policía es incapaz de brindar protección.”173 El ejemplo más visible y cotidiano de la dominación del ejército se encuentra en las fuerzas combinadas, donde éste está llamado a apoyar a la PNC en el desarrollo de sus funciones. Los ejemplos son varios, mencionados en los medios de comunicación como una manera para enfrentar el aumento de la violencia y de compensar las debilidades del cuerpo policial.174 Tanto del lado de la policía como del ejército, esos patrullajes combinados han sido criticados en el curso de la presente investigación. En ese sentido, la encargada de la Oficina de Derechos Humanos declaró: “los patrullajes combinados no benefician a la seguridad ciudadana, más bien la dañan. No hay enfoque preventivo, prevalece el 171 Prensa Libre, Guatemala, 18 de junio de 2002. Prensa Libre, Guatemala, 25 de junio de 2002, p. 10. 173 Jilani. Op. cit., § 79. 174 “El FRG, al igual que lo hiciera el PAN, ha utilizado los patrullajes combinados entre policías y militares, lo que MINUGUA ha señalado que esta participación castrense en la seguridad pública vulnera fuertemente los Acuerdos de Paz. La presencia de militares en todas las comisarías de manera permanente, parece ser la estrategia del Ministro de Gobernación. (...) Y desde febrero de este año, las comisarías remiten copias de sus circunstanciados a las zonas militares.”Prensa Libre, Guatemala, 1 de julio de 2002, p. 2. “La Policía Militar PM colaborará con la PNC en el control de disturbios”, Prensa Libre, Guatemala, 23 de julio de 2003, p. 10. “El Ministro de Gobernación, Adolfo Reyes Calderón, reconoció que existe un incremento en los homicidios durante los primeros seis meses del 2003. El funcionario indicó que, para detener las muertes violentas, se declaró un plan de emergencia nacional que consiste en la realización de operativos entre el ejército y la PNC en los sectores más vulnerables.” elPeriódico, Guatemala, 9 de julio de 2003, p. 6. 172 76 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana enfoque represivo. Los militares no tienen experiencia ni están preparados sobre las funciones de seguridad pública. Además, en ese contexto, los policías se sienten incómodos pues en la práctica son llevados a zonas militares, se los pone como subordinados, son castigados bajo criterios del ejercito.”175 Por su parte, el coronel Mario Mérida, ex viceministro de la Policía Nacional declaró: “aún que poco lo crean, a los militares no les gusta asumir la función policial. Los objetivos de las dos instituciones son diferentes. Los militares reciben ahora cuatro años de capacitación, al final de los cuales les retiran totalmente la idea de ser policía. Estar enviado a asumir funciones policiales es como no reconocer el nivel de formación adquirido.”176 El problema central en relación con el tema analizado en la presente investigación, es que la dinámica vigente ha permitido a los gobiernos reforzar los recursos del ejército, en detrimento de la PNC. Así, se vuelve aún más vicioso el círculo ya mencionado, en virtud del cual la falta de recursos institucionales lleva a una reducción de sus recursos y, entonces, se reduce también su facultad de respuesta a la demanda de seguridad ciudadana. En este contexto, se entra en una lógica de doble vía en la cual la policía pierde motivación para asumir sus funciones, mientras la población pierde, poco a poco, toda su confianza en la institución. Esta tendencia también ha dejado la puerta abierta a una intervención externa. Así, militares americanos fueron llamados en el 2000 para tratar el tema del narcotráfico: “El director de la PNC, Rudio Lecsan, confirmó que se les han escapado algunos cargamentos, por la falta de recursos que no permite llegar a tiempo para detener a los traficantes de drogas. Mientras tanto, el Congreso aprobó de urgencia nacional de Decreto 62-2000, el cual autoriza el ingreso de efectivos de la Armada de EEUU en el país, por lapso de un año, para efectuar maniobras con las fuerzas de seguridad y, de esa forma, hacer frente al narcotráfico.”177 En lugar de reforzar de manera sostenible a la Policía Nacional Civil, este tipo de intervenciones sólo implica una imagen de incapacidad total de la institución estatal nacional, y deja la puerta abierta al dominio de un ejército extranjero... asimismo cuestionando la existencia de un Estado capaz, democrático, independiente y soberano. La existencia de dudas endémicas en cuanto a la capacidad de intervención de la policía, genera una dinámica negativa para el sistema de justicia penal en general. En cuanto a la “delincuencia común”, por ejemplo, la moral de la policía, el respeto desde las autoridades públicas, gobiernos, organismo judicial incluso, su imagen entre la población, no pueden resistirse a la doble convicción de una parte de la PNC y de la opinión pública: 175 Entrevista a Oficina de Derechos Humanos de la PNC, No. 1. Entrevista coronel Mario Mérida, ex viceministro de Gobernación. 177 Siglo Veintiuno, Guatemala, 21 de septiembre de 2000, p. 6. 176 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 77 que es en vano que los usuarios presentan denuncias a la PNC por robos u otros delitos de los cuales han sido víctimas, porque sus denuncias no son nunca investigadas; que es una pura pérdida de tiempo que los servicios de la PNC se desgasten en apresar a los delincuentes, puesto que éstos siempre se benefician de la clemencia de los jueces y que, cuanto antes recuperan su libertad, retoman sus actividades delincuenciales. En primer lugar, deberían ser reunidos los medios suficientes para proceder a una investigación sumaria de las denuncias y, tal vez, al tratamiento de algunas de ellas, para evitar que los usuarios se persuadan poco a poco de ser totalmente abandonados por la PNC. En segundo lugar, la imagen negativa de la policía también tiene como fuente la naturaleza misma de sus funciones. De hecho, una parte de la acción policial consiste en intervenciones de pura rutina, que sólo pueden revestir, para los destinatarios como para el público, un carácter vejatorio porque nunca llevan a soluciones duraderas y tienen que ser repetidas constantemente. Sería necesario, para poner fin a esa situación, revisar por ejemplo la reglamentación relativa a la circulación, a los estacionamientos de autos, con el objetivo de hacer más flexibles o de volverlos más rigorosos, pero con el objetivo concreto de ya no encargar a los responsables de los servicios de policía y a sus colaboradores, obligaciones de las cuales no ven el alcance. El problema es que, hasta ahora, las respuestas tanto del Estado como de la población no han sido constructivas, frente a los problemas encontrados en las acciones o falta de respuesta por parte de la policía. El Estado se contenta con despedir a los altos mandos, sin necesariamente orientar la elección del siguiente con un perfil claro o adaptado a las necesidades de seguridad pública en una sociedad democrática. Los ejemplos de despedida han sido demasiado numerosos en los últimos años y meses.178 Por su parte, la población ha manifestado en varias ocasiones su descontento a través de acciones violentas contra la policía, cuestionando así la legitimidad misma de la institución.179 178 Por ejemplo: “Al parecer los diputados del FRG, grupo político que llevó a la presidencia a Alfonso Portillo, verán realizados sus deseos de quitar de la cartera de Gobernación a Guillermo Ruiz Wong por la incapacidad mostrada en los disturbios ocasionados por el alza al transporte.” elPeriódico, Guatemala, 3 de mayo de 2000, p. 3. “La pita se rompió por lo más delgado”: “La destitución del Director General de la Policía Nacional Civil, Raúl Manchamé, es la formula que encontró el gobierno para concentrar la responsabilidad de las consecuencias de los desordenes ocurridos el “jueves negro” en la Capital en una sola persona y, con ello, evitar que funcionarios de más alta jerarquía sean inculpados.” elPeriódico, Guatemala, 31 de julio de 2003, p. 14. 179 Por ejemplo: “Unos mil quinientos campesinos de la aldea Senahú, Alta Verapaz, vapulearon al jefe de la PNC por señalarlo de extorsionar al presidente de la cooperativa Senahú.” Siglo 78 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana b. Algunas sugerencias para salir del círculo vicioso de la mala imagen Todos estos problemas demuestran la necesidad cada vez más fuerte de revalorar el trabajo del policía, cualquiera sea su grado o función. En lo relativo a la policía de tránsito, por ejemplo, la prensa reflejaba esa necesidad desde sus primeros años de existencia: “debemos aprender a valorar el aporte crucial de la Policía Municipal de Tránsito. En la medida que ella funcione bien, con nuestro apoyo, en esa medida acrecentaremos nuestra cultura vial y urbana.”180 Abordando la cuestión más ampliamente, es prioritario “cambiar los prejuicios a menudo injustos y siempre peligrosos para la libertad y salir de los mitos de una policía liberticida por naturaleza y de una policía que el Estado siempre tiene que cubrir, cualesquiera sean sus fallos.”181 Con ese fin, cabe enfatizar, entre la población, pero prioritariamente entre el personal policial de todos los rangos jerárquicos, que la policía no es un poder. Es un servicio público, cuya misión es precisa, delimitada y debe ser controlada. No debe ser nada más. Factores de toma de confianza se podrían desarrollar de manera muy simple. Así, la apertura al público de las Comisarías y oficinas de la policía, y su re-arreglo con el objetivo de hacerlas más agradables, tiene que ir a la par de un despliegue cada vez más importante de las fuerzas de policía en los barrios, y el reforzamiento en la capacitación de la policía en las disciplinas que favorezcan su apertura al diálogo. Una Comisaría o una oficina de policía no debe de aparecer ni como un cuerpo de guardia, ni como una bodega. Ese cambio, que a menudo no requiere recursos muy grandes, es importante tanto para los usuarios del sistema, como para el bienestar de los elementos de la institución. Es claro que trabajar en un contexto agradable sería claramente un factor de motivación, y por lo tanto, de mejor desempeño en sus funciones de policías. Tal mejora no es sólo una cuestión de personal, tampoco sólo una cuestión de edificios. Los dos van de la mano, y el primero puede contribuir a cambiar la imagen de los segundos a partir del momento que estén sensibilizados. Todos los funcionarios tienen Veintiuno, Guatemala, 11 de marzo de 2003, p. 6. “Vecinos agreden a tres policías - Disturbios: Subestación de Chisec se queda sin agentes”: “Chisec, Alta Verapaz. Tres agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) de la subestación de Chisec fueron agredidos por vecinos ayer en la madrugada, mientras otros cinco lograron huir de la turba. (...) La turba de vecinos irrumpió en la sede policial, por lo que los ocho agentes huyeron, aunque tres fueron golpeados, antes de ser rescatados por los bomberos. Esta sede policial se quedó sin agentes, tal como ocurrió recientemente con Senahú, Alta Verapaz, y El Estor, Izabal.” http:// www.prensalibre.com, 21 de septiembre de 2003. 180 Prensa Libre, Guatemala, 15 de octubre de 1998, p. 14. 181 Belorgey. Op. cit., p. 14. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 79 que estar invitados a realizar un esfuerzo para tratarlo, aun donde los recursos son demasiado reducidos para que sea posible aportar cambios espectaculares.182 Otro elemento central sobre el tema de la imagen de la PNC es lo que atañe al acceso a la información referida a la institución. Dentro de los problemas a los cuales se tiene que enfrentar la policía, está la comunicación de documentos relacionados tanto a la policía como a cualquier otra administración. Sería oportuno prever una preparación del personal a esta atención y, más que todo, facilitar el acceso de la población a la información. Los usuarios tienen derecho a pedir la comunicación de informaciones generales, estadísticas por ejemplo, sobre la actividad de los servicios policiales, como del contenido de un dossier establecido en su contra. En general, un acceso directo debería de ser permitido, por lo que no deben existir inconvenientes para responder positivamente a su demanda. La idea es evitar hacerla subir sistemáticamente al nivel central, y no condicionar siempre su satisfacción a la intervención de otras instancias. Facilitar el acceso a la información equivale a transparentar la institución y, por lo tanto, se convierte en un factor de confianza de la población hacía la PNC. La idea es generar un cambio de cultura, entrar en una lógica de rendición de cuenta transparente: “(…) antes, los integrantes de la PNC decían: no podemos denunciar nada. Si decimos que nos faltan recursos, se van a enterar los delincuentes, y se van a aprovechar de la situación.”183 Finalmente, en relación con los incidentes de la policía, es tiempo de adoptar una actitud sana. La policía comparte, con otras actividades, la característica de ser una actividad de riesgo. Esto implica, una vez todas las precauciones tomadas para minimizar los riesgos de error, que sea reconocido, al policía, como a los médicos o auditores, un derecho al error. Ninguna forma de acción humana está protegida del error. Una vez planteado este principio, la audiencia de un policía frente a una comisión disciplinaria o incluso a un tribunal, no debería necesariamente llevar a una imagen negativa definitiva, con la idea de que tal razonamiento podría garantir más el honor de la policía.184 Aparece aquí el problema de las modalidades y eficacia de los controles, tanto internos como externos. Remitiéndonos al control disciplinario, cabe destacar que “un objetivo del nuevo reglamento es promover la imagen de los buenos servicios de la PNC a través de una persecución efectiva y eficaz de los casos de violación a los derechos de los ciudadanos: garantizar la sanción del PNC que abusa de sus derechos, garantizar a la ciudadanía que pueda presentar una denuncia que sea procesada y de la cual será informado.”185 182 Ibid., p. 88. Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 184 Belorgey. Op. cit., p. 89. 185 Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 183 80 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Sin embargo, subsisten problemas centrales para la real implementación de un sistema de control efectivo: Primero, los errores de la PNC, surgen en un terreno que tiene varios elementos constitutivos, de los cuales algunos se pueden calificar de “culturales” porque son de orden general. La idea vigente es que los policías son seres híbridos, mitad bandoleros, cuya profesión es finalmente poco honorable. Segundo, ante los ojos del público, las violencias policiales son aún más toleradas cuando se ejercen contra “los demás”, de los que sus faltas o circunstancias excepcionales llevan a tener contactos con la policía. Tercero —es el elemento más importante—, la acción de la policía se inscribe siempre en un movimiento al servicio del interés general, y esa regla esconde, muy seguido, excepciones. El fin justifica los medios, y no vamos a preocuparnos de que sean a veces expeditivos. Cuarto, a veces, las faltas pueden ser más “personalizadas” y espontáneas (violencia epidérmica). Pueden ser el resultado de una emulación, de una competencia, o también de una rivalidad. Hay entonces que vincularla con un defecto de estructura, por ejemplo, a un sistema de notación que considera el rendimiento bajo. Su característica es únicamente cuantitativa e invita a los funcionarios a multiplicar los actos de su función, o aplicar todos los procedimientos que, cortando la discusión, permiten ganar tiempo. Finalmente, los comportamientos lamentables pueden resultar de una mala apreciación de la emergencia de la situación, de la importancia de lo que está en juego. A veces, funcionarios son “condicionados” e incitados a subestimar o, más aún, a sobreestimar el peligro. Es a ese nivel que la formación tiene que ser reforzada lo más posible, porque no hay nunca que decir “hagan esto o hagan lo otro”. Hay que describir las situaciones, reales o imaginarias, y ubicar las fuerzas, las coacciones, las tentaciones, que se ejercen sobre el funcionario policial, así como los apoyos que éste puede recibir. Asimismo, por lo que se refiere al control externo, si bien es esencial para la protección de las libertades, aquel realizado por parte de las autoridades judiciales sobre el desarrollo de las funciones de la PNC, sólo cumple con su función cuando es ejercido efectivamente. En ese sentido, existe actualmente en Guatemala una fuerte percepción de parcialidad del sistema de justicia a favor de la policía, la cual se puede justificar en varios casos.186 El 186 Ver, por ejemplo, los comentarios en la prensa: “Policías corruptos se libran de prisión”: “Este año, los tribunales han conocido 25 casos de agentes corruptos por cohecho pasivo, por incumplimiento de deberes y por agresión, pero ninguno de ellos ha ido a prisión por haberse otorgado una medida sustitutiva, y en algunos casos se han dejado en libertad por desistimiento de sus acusadores.” Siglo Veintiuno, Guatemala, 15 de octubre de 2003, p. 6. “Ex policías quedan libres”: “Aunque el tribunal condenó a una ex agente por homicidio, la dejó en libertad condicional.” Prensa Libre, Guatemala, 3 de octubre de 2003. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 81 problema de esa imagen de parcialidad también requiere cambios: para que así nadie sea sospechoso de parcialidad, sería oportuno que las investigaciones desarrolladas sobre hechos de los cuales son acusados los funcionarios de la PNC sean realizados por aquellos funcionarios que no puedan, en ningún caso, ser sospechosos de tener vínculos con los funcionarios perseguidos —incluso indirectamente o solidaridad corporativa. De esta manera, sólo podrá haber confianza en el sistema de investigación y persecución con la existencia de fiscales especializados, en el que ellos mismos sean objeto de un control estricto en su integridad e imparcialidad. En esta línea de ideas, se puede sugerir la creación de una comisión de control, que implique a instituciones externas, que tengan control tanto sobre el fiscal encargado de la investigación como en el desarrollo de la misma. Además, las virtudes de controles de uso interno quedan, cualquiera sea su forma, limitadas. La confianza se acompaña muy mal del secreto. Sólo una verdad transparente del funcionamiento de los servicios de la policía puede generarla. Esa transparencia pasa por el reconocimiento de aquello a lo que la policía no puede renunciar, sin condenarse a la ineficacia, es decir, de algunos procedimientos (admitidos bajo limitaciones y una supervisión vigilante). Así también, por la creación de hábitos de publicidad hasta olvidados por la tradición administrativa como resultado del funcionamiento y, especialmente, de las disfunciones de los servicios. Sólo así la opinión pública dejará de dudar sobre la independencia de la policía en relación con el poder. De manera general, el control, entendido en un sentido moderno, y adaptado tanto a las necesidades actuales como a los mejoramientos técnicos, consiste en la dinámica de un servicio, mucho más que en la amenaza de una sanción. Sobre este tema y en materia de delincuencia, se debe dar prioridad a la prevención.187 Complementario a la agilización de los controles internos y externos, es el refuerzo inminente de los valores vigentes dentro de la institución a través de la implementación de una deontología: una deontología del ejercicio del poder de policía más que una deontología del policía. La implementación de un código de deontología sería un primer paso. Cabe destacar que, desde la creación de la policía, y con 13 promociones egresadas, la institución no ha logrado formular tal código; Sólo existen principios básicos de actuación, sin que se hayan desarrollado el análisis y la reflexión profunda que deberían de implicar.”188 También hay que decir que la publicación de un código de deontología por sí misma no conlleva la eliminación radical de las prácticas o comportamientos cuestionables; sin embargo, tal publicación tiene un valor simbólico: para la opinión pública, 187 188 Belorgey. Op. cit., p. 100. Entrevista a Silvia Vásquez, IMASP. 82 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana que vería la prueba de la importancia prestada por el gobierno a la defensa de la libertad y a una mejor repartición de la información; para los miembros de la policía, que verían en ella una forma de reconocimiento de la nobleza de la tarea que cumplen.189 Además, permitiría introducir la enseñanza de la deontología con base en lineamientos y principios firmes en la Academia. Sea cual sea la forma que tomen los principios, es imprescindible la implementación de los mismos, de lo contrario, su vigencia sólo será teórica. Deontología y control no pueden concebirse por separado. Uno de los problemas centrales es que la desaprobación más o menos explicita dada por la comunidad, y de la cual la PNC se estima injustamente víctima, no es solamente una fuente de malentendidos con los usuarios; también es fuente de incomprensión entre los mismos policías. La opinión de éstos es unánime en cuanto a que la sociedad, o los gobiernos, son responsables de los defectos esenciales a ellos atribuidos, y también en el sentido de reivindicar la consideración de la cual se estiman privados. Sin embargo, ya no lo son cuando se trata de hacer, entre los diferentes niveles de jerarquía, los diferentes cuerpos, o los diferentes servicios a los cuales pertenecen, la repartición de la responsabilidad de las insuficiencias, de las cuales son culpables, operadores o, a veces, víctimas.190 Un cambio de cultura interna es entonces urgente, con el fin de que se adquiera una capacidad de autocrítica dentro de la institución. 189 190 Belorgey. Op. cit., p. 95. Ibid., p. 37 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 83 CONCLUSIONES La realidad actual de la PNC se caracteriza por una serie de problemas funcionales y estructurales que viene a debilitar y violar los derechos humanos de hombres y mujeres policías. Como se ha visto, estos problemas resultan a veces de la naturaleza misma de las funciones policiales, y otras veces de factores coyunturales o endémicos. En los dos casos —y de manera aún más contundente por los problemas que resultan de la naturaleza de las funciones policiales— la cuestión es medir si la institución y, por ende, el Estado, han hecho lo posible y alcanzable para evitar dichas situaciones violadoras. Como se ha mostrado a lo largo de la presente consultoría, existen muchas situaciones en las cuales la intervención institucional se puede calificar de insuficiente o mal orientada, teniendo consecuencias nefastas para los funcionarios de la PNC y para el desarrollo de las funciones de la institución. La falta de recursos materiales y humanos es evidente, y debilita claramente las potencialidades de respuesta de la policía a las demandas de seguridad de la ciudadanía. La cultura funcional y organizacional, así como la percepción que tiene la ciudadanía en cuanto a la policía, también han tenido consecuencias en el estado de los derechos humanos en la PNC. Mejorar la situación de los derechos humanos dentro de la policía va más allá de un ataque directo a cada uno de los factores de violación que existen dentro de la institución. El tema es global por lo que, a menudo, los factores de violación tienen varias causas, y se vuelven en su momento causa de otros factores, así entrando en un círculo vicioso del cual parece difícil salir. Para empezar, no se podrá cambiar nada sin una reforma profunda de las características institucionales, tales como el uso nefasto que se hace actualmente de la jerar- 84 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana quía, la existencia de inequidades multiformes, la vigencia de una cultura interna que favorece la corrupción, y la implicación de sus miembros en actos delincuenciales, etc. Un punto central es que la búsqueda de un nuevo equilibrio en la policía, que implica el uso coherente de los recursos disponibles. No se puede aumentar constantemente el número de efectivos de la PNC; los esfuerzos en este sentido no pueden renovarse siempre. Por lo tanto, es necesario optimizar el uso, primero adaptando la carta de servicios de la policía a la carta de los problemas que la institución tiene que resolver; después, favoreciendo el uso del personal disponible, impulsando su disponibilidad y polivalencia. Finalmente, es necesario reajustar las reglas de intervención en algunos servicios, con el fin de evitar conflictos de competencia o rivalidades. De nada sirve aumentar los presupuestos y efectivos si esas medidas no son acompañadas por un trabajo profundo de reforma institucional. En el mismo sentido, para que cualquier propuesta o aporte pueda ser generador de cambio, habrá que analizar y trabajar profundamente alrededor de los tabúes vigentes en la institución en relación con temas centrales, para el bienestar de sus funcionarios. Al mismo tiempo, es necesario salir de dinámicas ocultas y/o interinstitucionales que favorecen a la impunidad. Otro factor de cambio favorable a todos sería la apertura de un diálogo permanente con el usuario. De hecho, las autoridades locales han estado muy poco implicadas en la toma de decisiones relativas a la organización y funcionamiento de los servicios de policía en el área geográfica de su competencia. Además, si bien es necesaria una implicación directa y planificada de los gobiernos para promover los cambios necesarios en la PNC, motor central para cualquier reforma, sólo podrá tener resultados si existe un involucramiento de los ciudadanos y de los mismos policías. La mejora de la situación de los derechos humanos en la PNC así, entonces, depende, por una parte, de medidas que son, directamente y por su naturaleza, responsabilidad del Estado (utilización más coherente de los recursos disponibles, de la capacitación y de las carreras policiales por ejemplo). Por otra parte, se sujeta a medidas que sólo crean oportunidades necesarias: para los ciudadanos y los policías, iniciar un diálogo constante; para los ciudadanos, estar más enterados de las actividades de la PNC y, en consecuencia, más preparados para entender sus dificultades, así como para evaluar los cumplimientos y las fallas; para los policías, asumir mejor sus responsabilidades, de manera más ética y solidaria. Sólo con estos esfuerzos compartidos se podrá esperar un cambio real y sostenible, susceptible de generar las transformaciones necesarias para la protección de los derechos humanos de los elementos de la PNC. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 85 BIBLIOGRAFÍA ARTÍCULOS Lösing, Norbert. “Realidad y perspectivas de la policía en América Latina, resumen y reflexión”, en La Justicia en la Calle, Ensayos sobre la policía en América Latina, Biblioteca Jurídica DIKE, Medellin, 1996. Schmid, Carola. “Posibilidades de una investigación empírica sobre la policía en América Latina”, en La Justicia en la Calle, Ensayos sobre la policía en América Latina, Biblioteca Jurídica DIKE, Medellin, 1996. INFORMES Y DIAGNÓSTICOS Informe de la Comisión Investigadora de los sucesos ocurridos el 11 de noviembre de 1994 en la Universidad de San Carlos de Guatemala, Guatemala, 31 de enero de 1995 Jilani, Hina. 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Comisario Fonseca, director de la Academia de la PNC, 10 de noviembre de 2003. Sub comisaria Milagro López, encargada de la Unidad de Género de la PNC, 21 de septiembre de 2003. Oficial directora de la Oficina de Derechos Humanos de la PNC y su asistente, 18 de septiembre de 2003. Entrevista anónima, consultor de PNUD, 19 denoviembre de 2003. 88 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Coronel Mario Melida, ex viceministro de Gobernación en 1994, 4 de diciembre de 2003. Julio Melgar, dirigente estudiantil en 1994, 6 de diciembre de 2003. Lili Barco, Procuradoría de los Derechos Humanos, 21 de octubre de 2003. Luis Mario Martínez, experto en formación, Proyecto para el fortalecimiento de la PNC, PNUD, 19 de noviembre de 2003. Silvia Vásquez, Instancia de Monitoreo y Apoyo a la Seguridad Pública (IMASP), 14 de noviembre de 2003. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo ANEXO 1 89 90 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 91 92 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 93 94 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 95 96 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 97 98 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana ANEXO 2 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 99 100 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 101 102 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 103 104 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 105 106 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 107 II LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL 108 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 109 FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL 1. DEFINICIÓN La investigación criminal es un conjunto de saberes interdisciplinarios y acciones sistemáticas, integrados para llegar al conocimiento de una verdad relacionada con el fenómeno delictivo.1 La investigación criminal ha venido a constituirse en la columna vertebral del proceso penal moderno. Efectivamente, una vez tenido conocimiento de la probable comisión de un delito, se inicia un proceso penal con el correspondiente desarrollo de una investigación criminal, la que por su importancia llega a ocupar una fase completa dentro de ese proceso, independientemente que sea de carácter inquisitivo o acusatorio. En tal sentido, la investigación criminal puede concebirse en dos sentidos. En un sentido restringido, la investigación criminal es la actividad técnica y científica que realizan los órganos del Estado delegados para ello, con el fin de recolectar los medios de prueba que permitan conocer y comprender un hecho delictivo. En un sentido amplio, es una fase del proceso penal en la que se desarrolla la actividad de investigación criminal y se liga al proceso penal a una persona determinada con base en los hallazgos primarios que la investigación va aportando. 1 López Calvo, Pedro y Gómez Silva, Pedro. Investigación criminal y criminalística, Temis, Bogotá, 2000, p. 55. 110 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Una vez finalizada esta fase, y dependiendo de los resultados de la misma, se continúa el proceso penal en una fase que en nuestro modelo de proceso penal se denomina fase intermedia, en la cual se discute precisamente si los medios de prueba alcanzados durante la fase de investigación criminal son suficientes racionalmente para llevar a una persona a juicio penal. Como puede observarse, en la fase intermedia aparece nuevamente la columna vertebral, la investigación criminal, la cual es básicamente analizada en forma judicial en cuanto a los medios de prueba que ha conseguido. Una deficiente investigación criminal no logrará recolectar los suficientes medios de prueba que hagan razonable para el Estado invertir tiempo, recursos y esfuerzos en llevar a una persona a un juicio formal. Por ello se dice que en la fase intermedia se discute básicamente si la investigación criminal ha sido capaz de recolectar los suficientes elementos de prueba que permitan proseguir con el proceso penal para una persona determinada. Superada la fase intermedia, en el sentido que la valoración judicial es favorable a la existencia de medios de prueba racionalmente útiles para ser conocidos en juicio, arribamos a la tercera fase, y clímax, del proceso penal. Nos referimos a la fase del juicio. En ella es donde, básicamente, se analizará y discutirá si el contenido de los medios de prueba recolectados con la investigación criminal es suficiente para demostrar la existencia del delito y la responsabilidad de la persona acusada. Independientemente de la consideración que se adopte respecto a la sentencia, ya sea como parte de la fase de juicio o como una cuarta fase del proceso penal, el proceso de deliberación que los jueces realizan para arribar a ésta, no es más que un análisis técnico-jurídico que permite determinar si los elementos de prueba recolectados en la investigación criminal y puestos a su disposición en la etapa del juicio, pueden asegurar que el hecho juzgado es constitutivo de delito y si la persona acusada es la responsable del mismo.2 En la fase de impugnaciones, si bien existe una limitación técnica en cuanto a discutir nuevamente la prueba producida en el juicio, con base en la investigación criminal realizada, se permite discutir los errores en que el tribunal haya incurrido respecto a la valoración de dichos elementos de prueba durante el juicio. 2 Según el artículo 386 del Código Procesal Penal, el orden de deliberación del Tribunal de Sentencia se hará en el siguiente orden lógico: cuestiones previas, existencia del delito, responsabilidad penal del acusado, calificación legal del delito, pena a imponer, responsabilidad civil, costas y lo demás que este Código y otras leyes señalen. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 111 En la exposición de motivos del Código Procesal Penal se expresa que “la apelación especial y la casación deben dar por ciertos los hechos históricos en que se basa el tribunal de sentencia (salvo que sean absurdos o violenten las reglas de la sana crítica, se basen en pruebas no incorporadas en el debate, ilegales o que produzcan una realidad distinta a la acogida por el tribunal a quo).”3 Salvo en la fase de ejecución, donde únicamente se limita al cumplimiento de lo dictaminado durante el juicio y la fase de impugnaciones, todo el proceso penal se ve directamente influenciado por la investigación criminal en tanto como el instrumento que permite reconstruir un pasado y, con base en ella, determinar la aplicación de la respuesta penal prevista por el Estado en la ley. Por su importancia, en la investigación criminal interviene el accionar policial, fiscal y judicial, independientemente del modelo procesal penal vigente.4 En nuestro modelo procesal, debe ampliarse en este listado al querellante adhesivo y al propio sindicado, si lo hubiere. La investigación criminal es un proceso que puede ser caracterizado por:5 3 Es continuo, ya que es un proceso concatenado de actividades que está en interrelación con los diversos aspectos que afectan al problema por investigar. Es un proceso especializado, ya que requiere de un trabajo metodológico de rigor técnico y científico. Requiere de previsión, ya que cada acto o fase de este proceso requiere de un planeamiento específico. Es analítico y sintético, ya que requiere de un análisis permanente de los elementos de la realidad obtenidos y la síntesis de la información que ella aporta. Es explicativo-causal, ya que permite determinar a quién, dónde, cuándo, cómo, por qué y para qué se perpetró el delito y con qué medios. Es metódico, ya que es un proceso que se plantea hipótesis y métodos para la comprobación de los hechos. Es legal, ya que se rige por los preceptos y límites establecidos en la ley y se sujeta al control de un órgano judicial. Figueroa Sarti, Raúl (ed.). Exposición de motivos del Código Procesal Penal, Editorial Lerena, Guatemala, p. LXXIV. 4 Ruiz Chunga, Pedro. La criminalística en la investigación criminal, Academia de la Magistratura, Perú, s.f., p. 5. 5 López y Gómez. Op. cit., p. 58. 112 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana 2. EXTENSIÓN DEL TÉRMINO Según López Calvo y Gómez Silva,6 la investigación criminal comprende: El estudio de las técnicas orientadas a contrarrestar, controlar y prevenir la acción delictiva. El manejo de estrategias que contextualizan el papel de la víctima, del delincuente y del delito como tal. El dominio de la investigación como proceso metodológico, que se basa en los principios y teorías de las respectivas ciencias, en los procedimientos jurídicos y la reconstrucción del hecho mediante las circunstancias de tiempo, modo, y/o lugar, para sustentar en forma técnico-científica los resultados conducentes al esclarecimiento de un presunto delito y a la identificación de sus autores. Consideramos oportuno reflexionar sobre lo anterior, debido a que en la doctrina y en el marco político de los Estados modernos ha surgido el debate sobre la extensión de la investigación criminal ex ante, es decir, el proceso de investigación para captar, sistematizar, procesar e interpretar la información del funcionamiento de la criminalidad, para el diseño y adopción de estrategias de prevención y combate de la criminalidad. Básicamente, lo que los autores citados supra indican como “el estudio de las técnicas orientadas a contrarrestar, controlar y prevenir la acción delictiva”. En un Estado Democrático de Derecho, tal el caso de Guatemala, debe diferenciarse claramente esta actividad de inteligencia criminal de la actividad de investigación criminal; si bien ambas tienen en particular el hecho de investigar,7 persiguen fines completamente distintos. En ese sentido, Ugarte plantea que, en principio, la actividad de la inteligencia y la actividad policial son ámbitos claramente diferentes y separados, y cuya diferenciación, por otra parte, resulta necesaria para asegurar la transparencia y eficacia del accionar de los órganos judiciales y la protección de los derechos y garantías individuales.8 La actividad de inteligencia policial no debe confundirse, entonces, con la actividad de investigación criminal, ya que en ésta última se procura esclarecer el hecho, obtener pruebas, descubrir y detener a los responsables y someterlos a la acción de la justicia, mientras que en la primera, más que realizar arrestos de personas que pueden sólo 6 7 8 Ibid., pp. 55-56. En el sentido que investigar significa “intentar descubrir o conocer las circunstancias que rodearon un hecho”. Cita del Diccionario Hispasa, Ibid. Ugarte, José Manuel. Legislación de inteligencia, legitimidad y eficacia, WOLA-SEDEM, Guatemala, 2000, p. 72. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 113 constituir los eslabones más pequeños y débiles de la cadena, se procura establecer la existencia, características, dimensiones, delitos cometidos y los que pretenden cometerse, medios materiales a disposición, modus operando de una determinada organización delictiva.9 3. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Al tratar el tema de la investigación criminal, debemos remontarnos a las teorías místicas expuestas en la antigüedad para explicar los fenómenos naturales y sociales, en particular el fenómeno del crimen. Poco a poco estas teorías, que carecían de fundamentos científicos, fueron perdiendo terreno a medida que la ciencia fue generando explicaciones comprobables sobre dichos fenómenos. Este cambio pronto se hizo evidente en la investigación de los delitos. La justicia que durante siglos había venido buscando la verdad, recurrió a la ayuda de la ciencia con Bertillón, Cross, Gattón, Henry, Vucetih, Locard, Reiss, Bischoff, entre otros, y se da inicio a los primeros trabajos de investigación criminal, utilizando los métodos de las ciencias naturales y conexas como ayuda en el descubrimiento de delincuentes. López Calvo y Gómez Silva se refieren a la etapa primitiva de la investigación criminal indicando que se caracterizó por:10 Se carecía del sentido científico realista para coleccionar sistemáticamente las experiencias. No existía una agrupación de profesionales estructurada para la investigación del crimen. Las organizaciones policiales se dedicaban a mantener el orden y a proteger al señor o gobernante al que estaban subordinados. Los medios empleados para descubrir crímenes eran la tortura, la delación, la superstición y otros, que reflejaban desprecio por la dignidad humana. La investigación se centraba en la pesquisa, pero no como una reflexión especulativa, sino como una mera persecución del delincuente. Ambos se refieren también a una etapa constructiva de la investigación criminal, desarrollada en el siglo XIX y caracterizada por:11 9 Ibid., p. 73. López y Gómez. Op. cit., pp. 51-52. 11 Ibid. 10 114 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Se produce la formación de investigadores. Tuvo una fase intuitiva donde predominó el instinto sobre el raciocinio. Comienza a ser un arte la investigación, pero sin sujetarse a métodos ni a reglas determinadas. Tuvo una fase reflexiva o psicológica, donde comienza a valorar las aportaciones de testigos, se examinan los móviles, en fin, se estudian con lógica los hechos. Ambas fases anteceden a la etapa actual conocida como la etapa científica de la investigación criminal, donde predomina el aporte de las distintas ciencias al proceso de la ingestación criminal, entre ellas, las ciencias jurídicas (derecho penal, derecho procesal penal y derecho probatorio), las ciencias criminalísticas y forenses, ciencias sociológicas, entre muchas otras. 4. ESQUEMA FUNCIONAL DEL MODELO DE INVESTIGACIÓN CRIMINAL Tal como señalamos anteriormente, independiente del modelo de proceso penal que se adopte, la investigación criminal requiere de la intervención de los órganos policial, fiscal y judicial. Cada uno de ellos tiene un rol dentro de este proceso, que sí varía de acuerdo con el modelo procesal que se tenga. Dentro del esquema lógico del proceso de investigación criminal, podemos encontrar las siguientes fases:12 a. Conocimiento del hecho o comprobación, que puede darse a través de una denuncia, referencia, flagrancia, o de oficio por los órganos de persecución penal. b. Diligencias preliminares, que comprenden el aislamiento y protección del lugar de los hechos, verificación del acto delictuoso, inspección, descripción del lugar, elaboración de croquis, toma de fotografías, recolección de evidencias, protección de huellas, inscripción técnico-criminalística, envíos a laboratorios. c. Planeamiento de la investigación, que incluye la determinación del tipo de modalidad del crimen, formulación de hipótesis sobre la víctima, sobre el autor, sobre las circunstancias y medios del crimen, establecimiento de estrategias de resolución, y la asignación de responsables para cada paso. 12 Siguiendo una propuesta de López y Gómez; se aplican algunos cambios debido a que, en su ponencia, dichos autores incorporan dentro del proceso lógico de la investigación criminal actividades de inteligencia policial, ponencia de la cual diferimos como lo expresamos oportunamente. Ibid., pp. 70-125. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 115 d. Recolección de información, que consta de la escucha de testimonios y versiones, desarrollo de entrevistas, el manejo de informantes, seguimientos, instalación de fachadas y utilización de archivos nacionales (propiedades, vehículos, bancos, impuestos, armas, etc.). e. Sustentación de la prueba, que comprende el estudio científico de la evidencia y el desarrollo de las pruebas periciales. f. Presentación de la prueba al Órgano Judicial, que comprende la presentación de hipótesis del delito, presentación de medios de información recolectados, presentación de medios de prueba sustentados en laboratorios, y presentación de hipótesis de solución del caso. Como puede observarse, este proceso lógico es sustantivamente útil para poder visualizar, conforme a nuestro ordenamiento jurídico vigente, el rol de las distintas agencias del sistema en cada una de estas fases, para evitar de esta manera la desviación de funciones con la correspondiente sobrecarga de trabajo que genera impunidad. Para el efecto, consideramos que en el orden lógico anterior intervendrían: Fase Conocimiento del hecho o comprobación Diligencias preliminares Órganos Roles Policía Nacional Civil Recibir denuncias y cursarlas al Ministerio Público. Conocimiento de oficio y cursar la información al Ministerio Público. Jueces Recibir denuncias y querellas y cursarlas al Ministerio Público. Conocimiento de oficio y cursar la información al Ministerio Público. Ministerio Público Recibir denuncias y ordenar la investigación. PNC: patrulleros, Fijar la escena del crimen, protegerla y realizar el trabajo de la escena del crimen bajo las instrucciones del Fiscal. Servicio de Investigación Criminal (SIC) y miembros del Gabinete de Identificación 116 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Fase Órganos Roles Ministerio Público Dirigir a la PNC, desde el inicio hasta el final, en su trabajo en la escena del crimen y la recolección de información en la misma. Jueces de paz Sólo excepcionalmente, mientras no exista despliegue suficiente del Ministerio Público en el interior del país, comparecer en la escena del crimen para autorizar el levantamiento de cadáveres. Planeamiento de la investigación Ministerio Público Éste es el protagónico del fiscal. Recolección de información Servicio de Investigación Criminal de la Desarrollo de diligencias solicitadas por el Fiscal en el modo y tiempo planificados. Encargar, monitorear y supervisar periódicamente el desarrollo de las diligencias encargadas a la PNC. PNC Ministerio Público Excepcionalmente, recibir en su sede información que se brinde por las partes o por las personas localizadas por la PNC que aportarán información relevante del caso. Sustentación de la prueba Consideramos que esta fase de- Desarrollo de peritajes y bería ser realizada específica- elaboración de informes mente por un ente especializado para las partes. y autónomo; nos referimos al Instituto Nacional Autónomo de Ciencias Forenses. Actualmente, las funciones están disgregadas entre el Gabinete de Identificación de la PNC y la Dirección de Investigaciones Criminalísticas del Ministerio Público. Presentación de la prueba al Órgano Judicial Ministerio Público Elaborar la solicitud de acto conclusivo de la fase de investigación, que podrá ser, entre otras, la acusación y petición de auto de apertura a juicio. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 117 ANÁLISIS POLÍTICO-CRIMINAL DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL EN GUATEMALA 1. IMPORTANCIA La investigación criminal, como actividad del Estado, no puede ni debe ser analizada de manera aislada, sino desde una óptica integral que valore la política del Estado contra el crimen en su conjunto. Muchas de las deficiencias que suelen observarse en el plano meramente operativo de la investigación criminal tienen una explicación racional si se analiza en su conjunto la política criminal del Estado, que evita la proposición de soluciones operativas y únicamente aportan “remiendos” al deficiente sistema de investigación criminal, priorizando las soluciones de carácter político, que en última instancia serán las que pueden transformarlo. Así, el problema del esclarecimiento de los crímenes o delitos cometidos en una comunidad no es exclusivamente responsabilidad policial, lo es, en gran medida, responsabilidad de las autoridades que formulan la política criminal del Estado. La visión político-criminal permite un análisis más integral de la problemática, permite relacionar las deficiencias que, generalmente, se achacan al plano operativo, con las grandes orientaciones que desde los planos legal y político aplicado define el Estado. Mientras se continúen realizando reformas en el plano operativo sin reformar las grandes decisiones político-criminales, no variará en mucho la situación deficiente que actualmente caracteriza la actividad de la investigación criminal en nuestro país. De ello deriva la importancia de realizar un análisis político-criminal sobre el tema que nos atañe: la investigación criminal. 118 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana 2. DEFINICIONES Uno de los obstáculos iniciales con el que nos encontramos al abordar el análisis de la política criminal, es el de la diversidad de opiniones sobre lo que es y lo que comprende esta política. Desde un punto de vista del conocimiento cotidiano, suele confundirse la política criminal muy repetidamente con la criminología, con la política de seguridad (con menor frecuencia), y en algunas oportunidades hasta con el propio derecho penal. Dicha confusión se observa tanto en los discursos como en los documentos de trabajo que, a manera de planes de política criminal, se difunden por parte de diversos funcionarios del Estado, lo cual evidencia el descuido en el que se ha mantenido el tema. Partiendo del plano general, encontramos dos grandes enfoques sobre lo que es política. En el primer enfoque encontramos quienes indican que es política únicamente la actividad integradora de las decisiones de un país, dirigida por las autoridades que ejercen el poder.13 En el segundo enfoque encontramos quienes, desde un sentido amplio, consideran que la política es no sólo la actividad ejercida por las autoridades, sino también la actividad desarrollada por la sociedad con miras a materializar su voluntad en la toma decisiones que adopten las autoridades. Este componente comprende también a quienes ejercen, desde la sociedad, acciones dirigidas a la conquista del poder.14 Ambos enfoques se repiten nuevamente cuando particularizamos en la conceptualización de la política criminal. Desde 1803, cuando por primera vez Feuerbach definiera la política criminal como “el conjunto de métodos represivos con los que el Estado reacciona contra el crimen”, hasta nuestros días, existen diversas interpretaciones sobre la extensión de este término. Por un lado, encontramos quienes definen la política criminal en un sentido amplio. La consideran “el conjunto de métodos con los que el cuerpo social organiza las respuestas al fenómeno criminal”.15 Para este enfoque, se constituye de las decisiones 13 En este sentido, por ejemplo, García Pelayo, Carlos Oyero y otros, en Ososrio, Manuel. Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales, Editorial Heliasta, Argentina, 1981, p. 587. 14 En este sentido, por ejemplo, George Burdeau y otros, Ibid. 15 En este sentido, por ejemplo, Delmas Marty, Marc Ancel, y otros. Paz y Paz, Claudia. Manual de Derecho Procesal Penal, Tomo I, Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala (ICCPG), Guatemala, 2003, p. 38. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 119 adoptadas por el Estado para responder al crimen así como de las respuestas de la sociedad en general, como las que se brindan desde la familia, el vecindario, la comunidad, los medios de comunicación y otros. Por el otro lado, encontramos quienes la definen como “las decisiones y métodos con los que el Estado organiza sus respuestas al fenómeno criminal”.16 Bajo este enfoque únicamente integran en la política criminal las decisiones adoptadas por el Estado excluyendo aquellas de la sociedad. Para el abordaje de esta temática, nos parece más oportuno trabajar bajo el sentido restringido de la política criminal, dado que en este enfoque, como apunta Binder, se permite distinguir con claridad qué respuestas al fenómeno criminal se integran dentro de ésta y cuáles, a pesar de ser “respuestas”, por no provenir del Estado y por ser violentas o por restringir derechos fundamentales, constituyen parte del propio fenómeno criminal, y son simple y llanamente violencia.17 De esta manera, desvirtuamos desde el inicio que las respuestas violentas que ejerce la sociedad, fuera del ámbito de decisión del Estado, sean parte de la política criminal. Como lo ilustra Claudia Paz, el linchamiento o la venganza privada no pueden ser consideradas como respuestas integrantes de una política criminal, sino como un fenómeno criminal más al que el Estado debe brindar atención y respuesta.18 Asimismo, la definición en sentido restringido nos permite diferenciar los métodos de organización que la sociedad utiliza para responder al fenómeno criminal, como necesidad por la deficiencia de los métodos organizados por el Estado dentro de su política criminal. Así, por ejemplo, el hecho que en una comunidad determinada los vecinos se organicen para salir a patrullar su vecindario y capturar a los “delincuentes”, no puede considerarse como método integrante de la política criminal del Estado, sino como una manifestación de que la misma ha sido deficiente para atender sus necesidades de seguridad frente al fenómeno criminal. Por último, las respuestas no violentas que la sociedad utiliza para prevenir el fenómeno criminal deben ser diferenciadas de la política criminal del Estado, no sólo porque esta función compete al ámbito de la política de seguridad, sino porque es un parámetro que permite medir en qué medida el Estado ha diseñado una política efectiva de seguridad o, si por el contrario, obliga a la sociedad a desarrollar métodos de prevención 16 En este sentido, por ejemplo, Zipf, Binder, y otros. Ibid. p. 39. Binder, Alberto. Política criminal, derecho penal y sociedad democrática, edición especial, ICCPG, Guatemala, 2000, p. 17. 18 Paz y Paz. Op. cit., p. 39. 17 120 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana propios. Por ejemplo, el hecho que en determinadas comunidades se adopten medidas de cierre de vías o de accesos a sus vecindarios, seguridad privada para el resguardo de sus viviendas o de sus personas, entre otras, no pueden ser consideradas tampoco parte de la política de seguridad del Estado sino el reflejo de que la misma es deficiente. En todo lo anterior debe tenerse en cuenta que el Estado sí tiene una decisión política adoptada, en consecuencia, no es correcto tampoco aducir que no existe política criminal del Estado. Por ejemplo, en el caso de los linchamientos existe una decisión política del Estado de no enfrentar con todo su aparato coercitivo este tipo de fenómenos criminales, lo cual ha contribuido a la aceptación social del mismo. 3. SITUACIÓN ACTUAL DE LA POLÍTICA CRIMINAL EN GUATEMALA EN CUANTO A LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL Para poder realizar un análisis efectivo de la investigación criminal dentro de la política criminal del Estado, es necesario reconocer lo que los teóricos han denominado “dos grandes momentos en que se define la política criminal”.19 a. La formulación político-criminal de la investigación criminal El primer momento del proceso de definición de la política criminal es la formulación. Este momento inicial es el que comprende la adopción general de las grandes decisiones, que orientarán el uso del poder coercitivo del Estado para dar respuestas al fenómeno criminal. En este plano nos referimos concretamente a las decisiones políticas que adopta el Estado con carácter general, y que por su naturaleza se recogen en instrumentos jurídicos como la Constitución Política, el Código Penal, el Código Procesal Penal, la Ley de Redención de Penas, y algunos otros instrumentos de menor envergadura, pero que igualmente recogen decisiones generales para determinado sector del sistema penal. Tal es el caso de las Instrucciones Generales del Fiscal General de la República, las circulares de la Corte Suprema de Justicia, o las Instrucciones Generales del Ministerio de Gobernación en tanto se refieren a la organización del aparato estatal policial para responder al fenómeno criminal.20 19 20 Binder. Op. cit., p. 19. Verbigracia la creación de un cuerpo especializado de persecución del narcotráfico y su reglamentación; son decisiones generales para dicho sector policial que define la organización estatal para responder a este fenómeno criminal. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 121 Para el caso de la investigación criminal, podemos indicar que al plano de la formulación corresponde la adopción de decisiones generales que orienten el uso y desarrollo de dicha actividad, como herramienta a disposición del Estado para responder al fenómeno criminal. Corresponde, entre otras decisiones, definir los fines de la investigación criminal, la extensión de la misma, forma de desarrollarla, la definición de los órganos que deben intervenir, los roles de los distintos órganos en dicho proceso, los plazos, los medios para llevarla a cabo, las facultades de los órganos que intervienen, los límites y la forma de controlar su desarrollo. Estas decisiones se recogen en cuerpos normativos de carácter legal —Constitución Política, Código Procesal Penal, Ley Orgánica del Ministerio Público, Ley de la Policía Nacional Civil— y en instrumentos políticos de dirección institucional —Manual del Fiscal, Instrucciones Generales del Fiscal General, Convenio de Cooperación Interinstitucional entre el Ministerio Público y e Ministerio de Gobernación para la eficacia de la investigación criminal, entre otros. En el marco jurídico constitucional encontramos claramente una orientación políticocriminal que determina al Ministerio Público como el órgano encargado del ejercicio de la acción penal pública. La acción penal, procesalmente hablando, puede concebirse desde un sentido estricto, o bien, en un sentido amplio. Desde un sentido restringido, se comprende la acción penal únicamente como la facultad de solicitar al órgano judicial correspondiente la determinación de una situación jurídico-penal de una persona y su consecuencia jurídica. Bajo este enfoque, el Ministerio Público sería únicamente un órgano meramente jurídico, que se encargaría de impulsar el funcionamiento del Órgano Judicial para decidir la situación jurídica de una persona que fue sujeto de investigación criminal por un órgano distinto y fuera de su control y supervisión. Desde un sentido amplio, se comprende no sólo la facultad de solicitar al Órgano Judicial la determinación de una situación jurídico-penal de una persona y su consecuencia jurídica, sino también la de procurar todas las diligencias necesarias para adoptar una determinada postura jurídica ante el órgano jurisdiccional. Bajo este enfoque, el Ministerio Público sería un ente facultado para procurar la obtención de los medios de prueba necesarios que le permitan decidir sobre la posición que adoptará ante el Órgano Judicial. Nuestro marco constitucional no refleja en qué sentido le otorga el ejercicio de la acción penal pública al Ministerio Público, es decir, no es taxativo en cuanto si éste tiene bajo su competencia funciones de investigación criminal y, en su caso, cuáles. 122 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana No obstante, el Código Procesal Penal sigue desarrollando la formulación político criminal de la investigación criminal, al indicar claramente que el Ministerio Público “tendrá a su cargo el procedimiento preparatorio y la dirección de la Policía Nacional Civil en su función investigativa dentro del proceso penal.”21 Por su parte, la Corte de Constitucionalidad ha ratificado que dicha regulación no contradice, sino desarrolla, el marco constitucional que otorga al Ministerio Público el ejercicio de la persecución penal. La Corte indicó que “la persecución penal no es sino una manifestación de la acción penal, ya que el procedimiento preparatorio es el conjunto de actos, particularmente de investigación, que llevan a determinar si hay razones suficientes para someter a una persona al juicio penal; por lo mismo, es lógico que se atribuya al Ministerio Público esas funciones y la dirección de la policía en su aspecto de aparato investigador.”22 En tal sentido, podemos asegurar que, efectivamente, el Ministerio Público ha recibido la delegación del Estado para procurar una efectiva investigación criminal, que le permita determinar objetivamente si es procedente solicitar una condena, absolución, o cualquier otra posibilidad de solución a un acto delictivo sometido a su competencia. Esta situación, sin embargo, aún no aclara otro aspecto que por su importancia desarrollamos adelante. Nos referimos a la forma en la que se formuló cómo debería desarrollarse la investigación criminal y qué competería al Ministerio Público realizar dentro de ese marco político formulado. Por su parte, la Ley de la Policía Nacional Civil continúa elaborando el marco político formulado por el Estado en cuanto al desarrollo de la investigación criminal, al indicar que “La Policía Nacional Civil es la institución encargada de proteger la vida, la integridad física, la seguridad de las personas y sus bienes, el libre ejercicio de los derechos y libertades, así como prevenir, investigar y combatir el delito preservando el orden y la seguridad pública.”23 Este marco político-criminal también se ve recogido en el Código Procesal Penal, el cual establece que “La policía, por iniciativa propia, en virtud de una denuncia o por orden del Ministerio Público, deberá: 1) investigar los hechos punibles de oficio; 2)…; 3) individualizar a los sindicados; 4) reunir los elementos de investigación útiles par dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento.”24 21 Código Procesal Penal, artículo 107, segundo párrafo. Decreto 51- 92, Congreso de la República. Expediente 296-94, de fecha 26 de enero de 1995, en Gaceta Jurisprudencial 35, Corte de Constitucionalidad, Guatemala, 1995, pp. 14-15. 23 Ley de la Policía Nacional Civil, artículo 9, Decreto 11-97, Congreso de la República. 24 Código Procesal Penal, artículo 112; en igual sentido, los artículos 113, 114 y 115. 22 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 123 En cuanto a los instrumentos internos que recogen las decisiones políticas formuladas para el desarrollo de la investigación criminal, se puede observar un vacío fundamental que incide en gran medida en la situación actual del desarrollo de dicha actividad estatal. Por parte de la PNC se observa un vacío en cuanto a la regulación oficial del nuevo Servicio de Investigación Criminal (SIC), el que de conformidad con la Ley Orgánica de la Policía y el Acuerdo de Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática (AFPC), constituye una verdadera sección de trabajo policial especializada. Su estructura actual mantiene la misma lógica de las estructuras de los órganos de investigación criminal de la Policía Nacional en años anteriores. Por su parte, en el Ministerio Público se observa igualmente un vacío significante de instrumentos que recojan las decisiones políticas internas, las que organicen el funcionamiento de dicho órgano en las tareas que se le han encomendado en el proceso de investigación criminal. Las Instrucciones Generales del Jefe del Ministerio Público no son mecanismos hasta ahora utilizados para definir, desde el plano político, la actuación de los funcionarios fiscales en el desarrollo de la investigación criminal. Durante los últimos cuatro años, sólo se puede observar la Instrucción General 132001 como instrumento que orienta la actuación fiscal en sus competencias de investigación. Dicha instrucción dicta las orientaciones necesarias a los fiscales para proceder a la persecución penal de delitos cometidos en las entidades del Estado, cuyas denuncias carecen de la documentación por parte de los denunciantes. El instrumento más importante sobre la orientación política de los fiscales en su competencia del proceso de investigación, sigue siendo hasta hoy el Manual del Fiscal, sin embargo, dicho instrumento se considera más un insumo académico que político, dado que no ha existido ningún acompañamiento político de la institución que garantice su aplicabilidad. También debe señalarse el último instrumento denominado por el Fiscal General de la República como “Plan de Política Criminal Democrático del Ministerio Público”, en el que, según el propio documento, se plasman los objetivos, principios y cualidades que orientarán todas y cada una de las acciones del quehacer de de sus miembros, expresando la unidad de criterios frente al tema del delito, la persecución penal y el mantenimiento de la legalidad del país.25 25 Ministerio Público. Plan de Política Criminal Democrática, Guatemala, junio de 2002, p. 1. 124 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana No obstante, al analizarse dicho instrumento se observa que el mismo carece, en todo sentido, de orientaciones de carácter político que guíen a los fiscales en cuanto al uso del poder de persecución penal con objetivos determinados, y menos aún, manifiesta una unidad de criterios de la institución frente al tema del delito. Más bien es un instrumento plagado de objetivos o metas de carácter administrativo que pretende orientar al Fiscal hacia una gestión efectiva en el fortalecimiento del Ministerio Público; una mezcla entre plan estratégico y plan de trabajo del Fiscal General. b. La configuración político-criminal de la investigación criminal El segundo momento del proceso de definición de la política criminal es el denominado momento de la configuración, en el que se trasladan a la realidad los métodos y las decisiones políticas adoptadas de forma general por el Estado para dar respuesta al fenómeno criminal. Es decir, este segundo momento comprende el traslado de las decisiones formuladas con carácter general a la cotidianidad, en consecuencia, nos referimos a la aplicabilidad que hacen del poder coercitivo del Estado los funcionarios delegados por ésten para responder al fenómeno criminal. En el plano de la configuración encontramos que la aplicabilidad del poder coercitivo del Estado para responder al fenómeno criminal haciendo uso de las herramientas con las que se ha provisto, entre ellas la investigación criminal, se hace efectiva a partir de ciertos elementos que deben considerarse, tales como, la organización de los órganos que intervienen en ella, el despliegue de dichos órganos, los recursos con que se desarrollan tales funciones, la coordinación entre ellos, la priorización racional de los casos a investigarse, el cumplimiento o incumplimiento de los procedimientos establecidos, el cumplimiento o incumplimiento de plazos establecidos, entre muchos otros. La importancia de reconocer estos dos grandes momentos en que se define la política criminal de Estado es fundamental ya que, como señala Binder, las características distintivas de la decisión original se irán definiendo a través de este proceso y no sólo en aquella formulación.26 Concretizando en el tema de la investigación criminal, quienes deseen incursionar en el análisis de la misma para su correspondiente evaluación y generación de propuestas, deberán considerar las decisiones adoptadas tanto en el plano de la formulación como en el plano de la configuración. 26 Binder, Alberto. Iniciación al proceso penal acusatorio, INECIP, Buenos Aires, 2000, p. 21. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 125 En este contexto, es fundamental valorar si hay verdadera coherencia entre las decisiones formuladas con relación a la política criminal en Guatemala y la aplicación que en el plano operativo se hace de dichas orientaciones. Es decir que entre las decisiones generales que orientan el uso de la investigación criminal como un método a disposición del Estado para la represión penal del delito, y la aplicación diaria de decisiones respecto al desarrollo de la investigación criminal, debe existir una coherencia clara y no un distanciamiento entre lo que se suele denominar, de forma errónea, teoría y práctica. Las decisiones adoptadas en el plano de la formulación no constituyen teoría, como suele confundirse repetidamente por los funcionarios del sistema de justicia. Tales decisiones están respaldadas, en mayor o menor medida, por fundamentos teóricos, pero en sí mismas las decisiones formuladas en la ley son situaciones prácticas y no teoría. En tal sentido, la regulación legal de una actividad como la investigación criminal no se considera ni debe considerarse como teoría, sino como decisiones prácticas adoptadas por los funcionarios competentes. En ese sentido, es inexcusable cualquier incoherencia que se observe entre ambos momentos. A continuación se analizan brevemente algunas situaciones incoherentes que existen en el plano de la política criminal de Guatemala con relación al caso concreto de la investigación criminal. 3.1. Fines de la investigación criminal (su ubicación dentro de la política criminal del Estado) Una pregunta fundamental que en el análisis político-criminal debe responderse en cuanto a la investigación criminal, es la relativa a la ubicación que ésta tiene dentro de la política criminal del Estado. Expresamos en la primera parte de este estudio que la política criminal es el conjunto de principios, métodos y respuestas que el Estado organiza para responder al fenómeno criminal. La pregunta, entonces, gira en torno a si la investigación criminal se ubica dentro de la política criminal del Estado como un método para llegar a una respuesta del Estado ante determinado fenómeno criminal, o más bien es una respuesta organizada por el Estado para responder a este fenómeno. En síntesis, debemos responder si de acuerdo con nuestro marco político-criminal, ¿es la investigación criminal, como parte del proceso penal, un paso necesario para que el Estado pueda responder al fenómeno criminal, o es en sí misma una respuesta al fenómeno criminal? Desde el plano normativo podemos observar que el Estado ha formulado el proceso penal con objetivos claramente definidos: “la averiguación de un hecho señalado como 126 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana delito o falta y de las circunstancias en que pudo ser cometido, el establecimiento de la posible participación del sindicado, el pronunciamiento de la sentencia respectiva, y la ejecución de la misma.”27 En ese sentido, puede observarse que el proceso penal es el vehículo por medio del cual el Estado averigua, determina la situación jurídica, decide la probable imposición de una pena y, en su caso, la ejecuta. Es decir que el proceso penal es, efectivamente, el vehículo que permite al Estado ejercitar su poder coercitivo contra las personas, cumpliéndose lo que alguna vez citara Von Lizt: “el derecho penal no le toca un pelo al delincuente, lo hace el proceso penal”. No obstante, el proceso penal así concebido comprende diversas etapas, y cada una de ellas contemplará finalidades específicas. Cabe entonces preguntarse sobre las finalidades de la investigación criminal. Al respecto, encontramos en el Código Procesal Penal la formulación de los fines que el Estado le ha asignado a la etapa preparatoria del proceso penal, también denominada “etapa de investigación”. Los fines que el Estado le ha reconocido a esta etapa del proceso penal son: “determinar la existencia del hecho con todas las circunstancias de importancia para la ley penal, establecer quiénes son los partícipes, procurando su identificación y el conocimiento de las circunstancias personales que sirvan para valorar su responsabilidad o influyan en su punibilidad, y la verificación del daño o daños producidos por el delito.”28 De esta forma se puede indicar que en el plano de la formulación de la política criminal del Estado, la investigación criminal, ya como primera fase del proceso penal o como actividad previa del Estado para decidir sobre una respuesta al fenómeno criminal, es concebida únicamente como un método o un instrumento por medio del cual el mismo pretende garantizar que la respuesta penal prevista en el marco jurídico respectivo será aplicada de manera justa. En consecuencia, no puede concebirse la investigación criminal ninguna otra finalidad que no sea la de procurar un diligenciamiento correcto de los medios de prueba, que permitan al Estado decidir sobre la correspondencia y la necesidad de responder según las formas previstas en la ley ante el quebrantamiento de valores fundamentales de convivencia social. 27 28 Código Procesal Penal, artículo 5. Ibid., artículo 309. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 127 Por un lado, entonces, la investigación criminal es el instrumento que permitirá al Estado arribar a la aplicación de una respuesta formulada con anterioridad; pero por el otro, la investigación criminal debe ser vista como uno de los límites que el Estado debe superar para poder hacer uso de su poder coercitivo para enfrentar el fenómeno criminal. Incoherencias observadas en el plano de la configuración Todo lo anterior corresponde al análisis de las orientaciones político-criminales que el Estado ha formulado para la investigación criminal, sin embargo, esta orientación se ve claramente frustrada en el plano operativo, donde la misma se convierte fácilmente en un mecanismo de respuesta del Estado ante el fenómeno criminal. Dentro de las orientaciones formuladas para el ejercicio de la investigación criminal, se contempla facultades coercitivas del Estado tales como la detención de una persona, la citación u comparecencia obligada, la imposición de prisión preventiva, el arraigo, entre otras. Así también, se ha dotado a los órganos que intervienen en el desarrollo de la investigación criminal de facultades limitativas o restrictivas de derechos de los sujetos pasivos de la investigación criminal, tales como la limitación a la intimidad de su residencia o domicilio así como de su correspondencia. La limitación de las facultades del derecho de propiedad, es decir, prohibición de enajenar bienes, no gozar del uso de los bienes secuestrados judicialmente, no poder ingresar a lugares clausurados, entre otras. Cada una de estas decisiones contiene una regulación clara y delimitada en el plano de lo formulado políticamente en la ley, sin embargo, de manera incoherente se utiliza repetidamente este tipo de decisiones como medios de coerción penal contra los sindicados, y se convierte a la investigación criminal en un mecanismo de respuesta coercitiva para enfrentar la criminalidad, relegando el uso de la respuesta penal formulada en la ley sólo como respuesta a un insignificante número de delitos. De esta manera, el aparato policial se encarga de facilitar la detención de las personas que considera “delincuentes” con lo cual se asegura que, al menos, pasarán de tres a seis meses en prisión mientras se dilucida su situación jurídica. Nótese que ante el grueso número de detenciones ilegales captadas por el aparato policial, los restantes órganos del sistema de justicia penal reaccionan de manera complaciente, como si después de pasar por un período de investigación bajo medidas de coerción, fuera suficiente con determinar que no existen suficientes medios de prueba que fundamenten la posibilidad de llevar a juicio a los detenidos. 128 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Es común que en las estadística oficiales del aparato policial aún se sigan considerando como parámetros de eficiencia policial el número de detenciones realizadas “por flagrancia”, sin tomar en cuenta el resultado final del caso en el sistema de justicia. Asimismo, es aún reiterativo el alto número de procesados para quienes el Ministerio Público solicita prisión preventiva para someterlos a investigación criminal, y el grueso número de procesados a los que el Organismo Judicial, a través de los jueces correspondientes, somete a prisión preventiva para “asegurar” una investigación criminal efectiva. A este contexto debe agregarse que el número de procesados sometidos a prisión preventiva, que llegan a ser condenados, es una suma insignificante. Por ejemplo, según las estadísticas del sistema penitenciario guatemalteco, en el año 2001, el 64% de los detenidos por el aparato policial del Estado fue sometido a prisión preventiva; del total de los sometidos a prisión preventiva, menos del 5% fue condenado.29 Ante estas prácticas, no puede seguirse manteniendo la falsa idea de que la investigación criminal en Guatemala se ha definido, político-criminalmente hablando, de manera democrática. Esto queda descartado cuando vemos que en el plano de la configuración, la investigación criminal —en un sentido amplio30—ha venido a convertirse en la principal respuesta del Estado ante la criminalidad. Esta situación no encuentra ninguna justificación, ni desde el punto de vista de la defensa de los derechos o garantías de los procesados, ni desde el punto de vista de la sociedad que mantiene una expectativa de actuación del Estado contra la criminalidad. Desde el primer punto de vista mencionado, es completamente reprochable que se vulnere de semejante manera el estado de inocencia de una persona; y desde el segundo, es frustrante para la sociedad observar la ineficacia del sistema penal para aplicar la respuesta que formuló en el plano legal. Este tipo de incoherencia no puede considerarse como una ausencia de orientación político-criminal de la investigación criminal, más bien puede decirse que el Estado tiene una clara orientación política de la investigación criminal: es una respuesta coercitiva utilizada para someter a control a un sector de la población a quien le interesa controlar. 29 30 Paz y Paz. Op. cit., p. 24. Refiriéndonos a todo el proceso o etapa de la investigación criminal dentro del proceso penal y no únicamente a la actividad investigadora o de averiguación propiamente dicha. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 129 Claro que para asegurarse esta orientación se planifica y ejecutan una serie de decisiones dirigidas a mantener débiles los órganos del sistema que intervienen en ella. La debilidad presupuestaria, la manipulación política del nombramiento de sus autoridades, la rigidez con la que se maneja cada uno de estos órganos —alejados de la sociedad en general—, son sólo algunos ejemplos de ello. Ante esta situación preguntamos, casi de manera burda, ¿es éste el tipo de orientación que debe seguirse manteniendo? 3.2. Roles de los órganos que intervienen en la investigación criminal La investigación criminal, como la hemos venido considerando, es más que una actividad destinada a la recolección de información que ha de ser ingresada mediante medios de prueba a un proceso penal. Es una fase fundamental del proceso penal, que contiene una serie de principios, medidas, finalidades, actividades de investigación, entre otros aspectos. En dicho procedimiento intervienen distintos órganos del Estado que, para poder intervenir, deben tener una clara delegación de competencia en el marco legal. Esto corresponde, nuevamente, al plano de la formulación de la política criminal del Estado. Es decisión política del Estado definir quiénes han de tener competencia para desarrollar funciones en el proceso de la investigación criminal, la extensión de su competencia y la forma en que deben ejercerla. En Guatemala se ha formulado la intervención del Estado mediante tres órganos específicos: el Organismo Judicial, quien actúa a través de los jueces correspondientes, el Ministerio Público y la PNC. 3.2.1. Funciones del Organismo Judicial La investigación criminal, in strictu, es una actividad ajena a la función judicial, al menos en el modelo de proceso penal acusatorio acorde a un Estado Democrático de Derecho. Sin embargo, dentro de este modelo de proceso penal, se considera la función de pesos y contrapesos como uno de los mecanismos más importantes para garantizar el apego irrestricto a la ley. Dentro de un modelo inquisitivo es el juez quien desarrolla la función de investigar, acusar y juzgar, situación que es actualmente incompatible con los postulados modernos de un sistema de justicia democrático. En el modelo actual del proceso penal guatemalteco, no se ha encarado la actuación judicial en la etapa de investigación, sin embargo ésta se restringe a la custodia de las garantías procesales estipuladas para el desarrollo justo del proceso penal. 130 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Las funciones de control o custodia, que han sido formuladas en el marco políticocriminal del Estado, para ser desarrolladas por los jueces en la etapa de investigación se resumen en tres: a. Control de actos que implican una limitación o restricción de derechos fundamentales Efectivamente, en el plano legal ha sido considerada la necesidad de contar con una autorización judicial para el desarrollo de actos necesarios para el correcto avance de la investigación criminal, cuando dichos actos afecten derechos fundamentales de las personas. Entre éstos se consideran, principalmente, las medidas de coerción que se pueden imponer al sujeto pasivo de la investigación criminal. Así, la detención de las personas, la imposición de prisión preventiva, la imposición de arraigos, y otras medidas de coerción, requieren de la autorización judicial. También se consideran dentro de estos actos, aquellos que siendo netamente de recopilación de información limitan algún derecho fundamental, tal el caso de los allanamientos y de los secuestros de objetos. b. Control de la intervención de los sujetos procesales durante dicha etapa Le concede al funcionario judicial la facultad de habilitar la intervención de distintas personas en el procedimiento de averiguación. Entre ellas, podemos mencionar al actor civil, al tercero civilmente demandado y al querellante adhesivo. c. Control y diligenciamiento de los actos definitivos irreproducibles Ésta es otra función importante otorgada en nuestro marco jurídico al funcionario judicial. Consiste en la autorización y diligenciamiento de los denominados anticipos de prueba, cuya autorización se fundamenta en la naturaleza irreproducible del medio de prueba que puede aportar información relevante para el esclarecimiento del acto que se investiga. El anticipo de prueba, apunta Pellecer, en ningún momento está diseñado para trasladar al juez una labor de investigación que le es propia a los fiscales, y de esa manera formar expedientes de instrucción sumaria, puesto que se desnaturalizaría el proceso acusatorio. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 131 Incoherencias en el plano de la configuración En el plano de la configuración se ha señalado reiteradamente la ausencia de control judicial material sobre las garantías de los procesados.31 Existe un solo control formal, por el cual se entiende que los funcionarios judiciales efectivamente reciben y conocen los casos a controlarse, pero no ejercen el control apegado a las decisiones adoptadas en el plano de la formulación. El caso de las medidas de coerción es el ejemplo más claro de ello. El aparato policial del Estado detiene a un grueso número de personas sin orden de juez competente cuando está claro que la detención por flagrancia es objetivamente excepcional. Aún así, en este tipo de detenciones existe un control judicial formulado que exige la revisión de la legalidad de dicha detención.32 Este plazo, de conformidad con el artículo 6 de nuestra Constitución, no debe exceder de 24 horas. Este control evidentemente no se cumple de manera material ya que la organización judicial impide la presentación a un juez competente en horas inhábiles, dado que le han prohibido al juez de paz, ante quien presentan al detenido, decidir sobre la libertad de dicha persona. Asimismo, el número de personas sometidas a prisión preventiva sin fundamentos fácticos es altísimo, contrario al número de declaraciones de detenciones ilegales que, salvo raras ocasiones, suelen encontrarse en las estadísticas judiciales.33 Todo ello contribuye a la desviación del poder coercitivo del Estado hacia fines ilícitos e ilegítimos, creando las condiciones necesarias para asegurar la impunidad de los delitos verdaderamente graves, ya que perpetúa la saturación del sistema penal con casos “de vagatela”, y fortalece el uso de la fase de investigación criminal como un mecanismo de represión de los sectores más vulnerables de la población. Por otro lado, es frecuente aun en el ámbito judicial encontrar una fuerte resistencia a desprenderse de la mentalidad inquisitiva, donde el juez era el responsable de la fase de investigación criminal y, por ende, le correspondía decidir sobre la acusación. En una clara desviación del modelo de proceso penal acusatorio formulado, es frecuente encontrar disposiciones judiciales que limitan la función del Ministerio Público du- 31 García Morales, Fanuel. Mecanismos de control sobre la Policía Nacional Civil, WOLA-ICCPG, Guatemala, 2001, p. 265. 32 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 9, inciso 4. 33 García Morales. Op. cit., p. 270. 132 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana rante esta fase, tales como la denegación de autorización de medidas de desjudicialización por valoraciones que le competen realizar al Fiscal, y la decisión de ordenar al Ministerio Público de acusar cuando, de conformidad con su criterio, la investigación criminal no le ha brindado elementos suficientes para ello.34 3.2.2. Funciones del Ministerio Público y de la Policía Nacional Civil La formulación política respecto a los órganos que intervienen en la investigación criminal, inicia con la norma constitucional que otorga al Ministerio Público el ejercicio de la acción penal pública.35 Esto, complementado con lo interpretado por la Corte de Constitucionalidad en el sentido de que la persecución penal (que incluye la investigación criminal) no es sino la manifestación de la acción penal.36 Cuando el Estado decidió romper con el esquema del proceso penal inquisitivo, otorgó al Ministerio Público la función de impulsar la investigación criminal para reunir los elementos de prueba que sirvan al órgano judicial correspondiente para decidir el fondo del asunto. De esta manera se abstrae del juez la función de impulsar y coordinar o dirigir la investigación criminal, función que se traslada al Ministerio Público. Desarrollando el marco anterior, la Ley Orgánica del Ministerio Público (LOMP) también estipula que compete a este órgano “promover la persecución penal y dirigir la investigación de los delitos de acción pública”.37 También contempla que son funciones del Ministerio Público: “a) investigar los delitos de acción pública y promover la persecución penal ante los tribunales, según las facultades que le confieren la Constitución y otros tratados, (…) c) dirigir a la policía y demás cuerpos de seguridad del Estado en la investigación de hechos delictivos.”38 El marco político-criminal se completa en su formulación cuando el Estado otorga a la PNC la función de desarrollar la investigación criminal, bajo la dirección y coordinación del Ministerio Público. En el Código Procesal Penal se estipula que “la policía, por iniciativa propia, en virtud de una denuncia o por orden del Ministerio Público, deberá 1) investigar los 34 Debe señalarse en este aspecto, la incoherencia en el mismo plano de la formulación políticocriminal ya que es una facultad que la misma ley recoge. 35 Constitución Política de la República, artículo 251. 36 Expediente 296-94, de fecha 26 de enero de 1995, en Gaceta Jurisprudencial 35, Corte de Constitucionalidad, Guatemala, 1995, pp. 14-15. 37 Ley Orgánica del Ministerio Público (LOMP), artículo 1. 38 Ibid., artículo 2. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 133 hechos punibles de oficio, (…) 3) individualizar a los sindicados, 4) reunir los elementos de investigación útiles para dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento (…).”39 Debido a los inconvenientes que representó el nuevo paradigma40 formulado, hubo necesidad de introducir reformas, en 1997, al Código Procesal Penal que entró en vigencia en 1994, con lo cual se ratificó el esquema lógico de separación de funciones entre el Ministerio Público y la policía, pero garantizándose en todo momento que el primero es el ente que debe ejercer la dirección e impulso de la investigación criminal. Derivado de ello, se observan en el Código Procesal Penal disposiciones claras sobre este punto, como por ejemplo: “los funcionarios y agentes policiales serán auxiliares del Ministerio Público para llevar a cabo el procedimiento preparatorio, y obrarán bajo sus órdenes en las investigaciones que para ese efecto se realicen”;41 así también: “Los funcionarios y agentes de policía, cuando realicen tareas de investigación en el proceso penal, actuarán bajo la dirección del Ministerio Público y ejecutarán las actividades de investigación que les requieran, sin perjuicio de la autoridad administrativa a la cual están sometidos”,42 y por último, también se puede observar: “El Ministerio Público supervisará el correcto cumplimiento de la función auxiliar de la policía en los procesos penales y podrá impartir instrucciones generales al respecto, cuidando de respetar su organización administrativa. Dichos organismos coordinarán actividades para el mejor ejercicio de la acción penal por parte del Ministerio Público.”43 Incoherencias en el plano de la configuración En el plano del desarrollo cotidiano de la investigación criminal, es decir en el plano de la configuración-político criminal, persiste el original enfrentamiento entre el Ministerio Público y la PNC.44 39 Código Procesal Penal, artículo 112. Nos referimos al paradigma de que la Policía realice la investigación criminal bajo la dirección y coordinación del Misterio Público y no bajo la dirección del juez como se hizo por años. 41 Código Procesal Penal, artículo 112, último párrafo, el cual fue reformado, tal como aparece, por el artículo 13 del Decreto No. 79 - 97. 42 Ibid., artículo 113, primer párrafo, el cual fue reformado, tal como aparece, por el artículo 14 del Decreto No. 79 - 97. 43 Ibid., artículo 113, último párrafo, el cual fue reformado, tal como aparece, por el artículo 14 del Decreto No. 79 - 97. 44 García Morales, Manuel. Los delitos contra la vida en Guatemala, ICCPG, Guatemala, 2000. García Morales, Manuel. Mecanismos... op. cit. Familiares y Amigos contra la Delincuencia y el Secuestro (FADS). Diagnóstico sobre la PNC, Asociación Madres Angustiadas, FADS e ICCPG. Propuesta político criminal para la eficacia de la investigación criminal, Guatemala, junio de 2001. Ver también informes relativos a la materia de justicia de MINUGUA. 40 134 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Por parte de la PNC debe apuntarse el hecho de no contar con una cuerpo especializado de investigación criminal, con perfiles y preparación técnico-científica adecuada para desarrollar investigaciones criminales de esa naturaleza, y con recursos humanos y físicos adecuados para cumplir con las necesidades que requiere el Ministerio Público. En lo que respecta al Ministerio Público, debe señalarse igualmente la falta de especialización de los fiscales para orientar científicamente las investigaciones más importantes; la rutina de trabajo inquisitiva basada en la conformación de expedientes que recogen versiones de declaraciones de sindicados, o informaciones de probables testigos que siguen siendo citados a declarar en sus sedes de trabajo; y una infructuosa, deficiente y casi nula comunicación entre los fiscales y los investigadores policiales que desarrollan esta etapa. Todo ello ha redundado en una absurda competencia entre ambos órganos que se ha fomentado por la ilegal conformación de un cuerpo operativo de investigación criminal en el interior del Ministerio Público. La competencia se torna aún más absurda en el plano de la investigación criminal técnica o científica, conocida también como investigación criminalística, donde el Ministerio Público ha duplicado injustificadamente los servicios que ya se venían prestando por el Gabinete de Identificación de la PNC. Esta competencia, que se observa en la ciudad capital, se contrapone a la ausencia total de cobertura de ambos órganos en el interior de la República donde las escenas de crímenes, generalmente, no son trabajadas técnicamente por ninguno de los dos órganos. Cabe señalar que los resultados de ineficiencia fiscal se mantienen con el desarrollo de la investigación criminal por parte de la Dirección de Investigaciones Criminalísticas (DICRI) del Ministerio Público.45 En el plano de la investigación científica debe señalarse que es necesario realizar los ajustes necesarios a nivel legislativo para desprender del Ministerio Público, órgano que debe dedicarse a la coordinación e impulso de la persecución penal, las funciones que actualmente desarrolla la DICRI, mismas que deberían ser desarrolladas por un órgano estatal científico que responda a las necesidades que en el proceso penal tendrá en ese sentido el Ministerio Público y los demás sujetos procesales, así como el órgano judicial correspondiente.46 45 46 García Morales. Los delitos…, op. cit., pp. 207-211. García Morales, Fanuel. Reorganización del servicio de ciencias forenses para la administración de justicia en Guatemala, ICCPG, Guatemala, 2001; Comisión de Apoyo y Seguimiento al Fortalecimiento de la Justicia. La insostenible situación del servicio de ciencias forenses en Guatemala, Guatemala, 2001. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 135 En este contexto, se mantiene una deficiente investigación criminal y, a la vez, un deficiente ejercicio de la acción penal por parte del Ministerio Público. Ni la policía ha desarrollado esfuerzos por conformar el SIC previsto en el AFPC, ni el Ministerio Público se ha dedicado a dirigir y coordinar eficientemente la investigación criminal por asumir otras funciones que no le competen, costo que se traduce en impunidad. Es necesario, sin duda, implementar los roles que a cada órgano analizado competen, conforme a lo formulado en el plano legislativo, y su fortalecimiento institucional para cumplirlos con eficiencia. 3.3. Selección racional de los casos a investigarse Desde el proceso penal inquisitivo se perfiló un principio fundamental: el principio de legalidad. Transportado del “derecho penal sustantivo”, este principio se convirtió en un límite importante para la persecución penal de acciones que no constituyen delitos tipificados legalmente con anterioridad. No obstante, en su vertiente positiva, el principio de legalidad fue interpretado como un principio por el cual se obligaba al Estado a intervenir y perseguir penalmente todas las acciones que sí se consideraban delitos. Esta situación trajo consigo una sobresaturación del sistema de justicia, materialmente imposible de ser manejada por los órganos del sistema penal. Ante tal imposibilidad material de investigar y juzgar todos los “probables delitos” que el sistema captaba, se evidenciaron grandes vacíos de criterios político-criminales que garantizaran al Estado dirigir sus baterías a los delitos más graves o de repercusión social más intensos. Unido a esto, con el importante aporte de la criminología crítica que demostró la selectividad con la que actúa el sistema penal, se promovieron propuestas importantes por los abolicionistas, dentro de las que destaca la redefinición del delito como un conflicto que debe ser devuelto a las partes para ser solucionado por ellas mismas. Como producto de todo lo anterior surge el principio de oportunidad, con el cual se otorga al órgano encargado de la persecución penal la facultad de enfocar sus esfuerzos de investigación y persecución en los delitos más graves, evitando con ello, por la imposibilidad de poder manejar todos los casos, que se resolvieran los más sencillos mediante una sentencia penal y se quedaran los más complejos y graves en la zona de impunidad. 136 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Con el surgimiento del principio de oportunidad se desarrollan en las legislaciones procesales penales, instituciones jurídicas, las que en el ámbito latinoamericano se conocen como “medidas de desjudicialización”. Guatemala, con el nuevo paradigma de un proceso penal acusatorio y ajustado a las necesidades de justicia de los Estados modernos, definió en su marco políticocriminal la posibilidad de que el Ministerio Público resuelva mediante otras vías de arreglo los delitos más sencillos. En otras palabras, lo dota de un instrumento objetivo que le permita seleccionar, racionalmente, los delitos de mayor impacto social que deben ser resueltos mediante el sistema penal. Efectivamente, en el Código Procesal Penal se encuentran reguladas las figuras de criterio de oportunidad, suspensión condicional de la persecución penal, la mediación y la conversión.47 En la exposición de motivos del Código se expresa con claridad el sentido de la incorporación de estas medidas en la formulación de la política criminal de Guatemala. En dicho instrumento se expresa: “La mayor cantidad del alto porcentaje de presos sin condena proviene generalmente de los sectores marginados de la sociedad y de asuntos de poco impacto social. El Estado necesita dedicar su atención a los delitos de mayor gravedad, sin descuidar respuestas oportunas y válidas a otros ilícitos penales.”48 En resumen, puede observarse entonces que el Estado de Guatemala ha formulado un contexto jurídico que orienta a sus entes, pero principalmente al Ministerio Público en tanto ente encargado de la persecución penal, a seleccionar de manera racional los casos que a perseguirles por la vía penal. Incoherencias en el plano de la configuración Con la incorporación de las medidas de desjudicialización en el marco político-criminal de Guatemala, se espera ver dos situaciones concretas en el ámbito de la persecución penal: por un lado, menos presos preventivos y en condena por delitos de insignificancia social y, por el otro, más eficacia en la investigación criminal y, por ende, mayor condena por delitos de gran impacto social. Estas situaciones no se observan aún en nuestro sistema de justicia penal. Los altos índices de presos sin condena siguen siendo por delitos de insignificancia social, como posesión para el consumo y delitos patrimoniales, como aparentes hurtos menores, estafas, hurtos y robos agravados.49 47 Código Procesal Penal, artículos 25 al 31. Figueroa Sarti. Op. cit., p. XLIX. 49 Estadísticas del Sistema Penitenciario, 2001. 48 Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 137 Por otro lado, las condenas por delitos de gran impacto social, como los delitos contra la vida (asesinatos, homicidios dolosos y culposos), delitos contra la libertad (secuestros, detenciones ilegales), delitos contra la libertad sexual (violaciones y abusos deshonestos), delitos patrimoniales graves (robos agravados a bancos, robo de vehículos), delitos contra la administración pública y anexos (apropiaciones indebidas, malversación de caudales públicos), entre otros, siguen quedando en la impunidad por la deficiente persecución penal. Esto tiene una clara explicación lógica: la facilidad para perseguir los delitos más sencillos, que a su vez capta al sector más vulnerable de la población, aunada a la dificultad que representa la investigación criminal de los delitos más graves, actualmente orientan la función fiscal a los delitos de insignificancia social. Los índices de utilización de las medidas de desjudicialización están muy por debajo de las expectativas que se generaron con la formulación de estas medidas en el plano legislativo guatemalteco.50 Los criterios de eficiencia fiscal no existen claramente definidos, y la carencia de lineamientos políticos concretos por parte del Fiscal General, fortalecen la cultura de los fiscales de tratar de conseguir resultados a costa de los casos de siempre, los de vagatela, mientras la sociedad claramente espera respuestas en la vía penal de los casos más graves. En resumen, puede indicarse que en el plano de la configuración se observa que aún no se hace una selección racional de los casos que el sistema penal debe captar y, en consecuencia, el sistema penal no responde a las necesidades que la población espera de él. 50 Las expectativas del estudio previo a la legislación de tales medidas llegaban al 60% de los casos que captaba el sistema penal. Maier, Julio. Temas de derecho procesal penal guatemalteco. Comparar con las estadísticas oficiales del Ministerio Público en las últimas cuatro memorias de labores. 138 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 139 BIBLIOGRAFÍA INFORMES, CONFERENCIAS Y PROPUESTAS Comisión de Apoyo y Seguimiento al Fortalecimiento de la Justicia. La insostenible situación del servicio de ciencias forenses en Guatemala, Guatemala, 2001. Ministerio Público. Plan de Política Criminal Democrática, Guatemala, junio de 2002. LEYES, CONVENCIOS Y TRATADOS Código Procesal Penal Constitución Política de la República Expediente 296-94, de fecha 26 de enero de 1995, en Gaceta Jurisprudencial 35, Corte de Constitucionalidad, Guatemala, 1995. Ley de la Policía Nacional Civil Ley Orgánica del Ministerio Público Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos LIBROS Asociación Madres Angustiadas, FADS e ICCPG. Propuesta político criminal para la eficacia de la investigación criminal, Guatemala, junio de 2001 140 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Binder, Alberto. Iniciación al proceso penal acusatorio, INECIP, Buenos Aires, 2000. ---------. Política criminal, derecho penal y sociedad democrática, edición especial, ICCPG, Guatemala, 2000. Figueroa Sarti, Raúl (ed.). Exposición de motivos del Código Procesal Penal, Editorial Lerena, Guatemala. García Morales, Fanuel. Mecanismos de control sobre la Policía Nacional Civil, WOLA-ICCPG, Guatemala, 2001. García Morales, Fanuel. 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GÉNERO Y POLÍTICAS PÚBLICAS En todo país democrático la definición de las políticas públicas, planes y programas debería incluir la participación de diversos grupos humanos y sectores. En Guatemala la tendencia ha sido que esto sea un privilegio del Estado y, aunque a partir de la firma de la paz se han incrementado los espacios de diálogo y concertación de diverso tipo, aún permanecen visibles varios de los elementos que identifican la exclusión, especialmente de los pueblos indígenas y las mujeres, quienes representan poco más de la mitad de la población del país. En Guatemala, debido a razones históricas y a las limitaciones inherentes al sistema, la participación política es limitada para la mayoría de la población, pero esto es más evidente en indígenas y mujeres. Algunas se derivan de la exclusión que caracteriza a la sociedad, otras de carencias culturales y organizativas de los sectores populares, derivados de la violencia contrainsurgente. A lo anterior se suman las limitaciones producidas por la hegemonía neoliberal, que ha producido restricciones para las organizaciones de diverso tipo. Guatemala es uno de los países de América Latina con mayores niveles de desigualdad y la debilidad de su Estado es generalmente reconocida, lo que limita las posibilidades de promover el desarrollo y la profundización del proceso democrático. Esto también genera limitaciones para hacer más efectiva la inclusión y participación que son inherentes a la democracia, especialmente de los pueblos indígenas y de las mujeres. 144 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Si bien el proceso de paz ha abierto la posibilidad de mayores niveles de participación en la elaboración y puesta en práctica de las políticas públicas, todavía hace falta mayor conciencia en cuanto a que esto debe ser percibido como un asunto de carácter general, que va mucho más allá de los intereses de grupos y personas, en tanto que concierne e impacta la vida de diversos segmentos ciudadanos. A pesar de reconocer que estos procesos demandan el involucramiento de especialistas, profesionales e individuos interesados en las temáticas, para favorecer un desarrollo más incluyente y una mayor apropiación de sus resultados por parte de la ciudadanía, es necesario propiciar un mayor involucramiento de los grupos sociales históricamente excluidos, con la intención de contribuir a superar la marginación, que ha profundizado las desigualdades. La formulación de las políticas públicas implica el acceso a información y datos; contar con un número suficiente de estos insumos permitirá evaluar la naturaleza y la extensión de los problemas que se están tratando de solucionar, definir o puntualizar. También deben evaluarse las características particulares y concretas del tema que ocupa la atención de las políticas públicas. Finalmente, la evaluación de anteriores políticas también aportanaporta insumos para su reformulación, reajuste o lo que corresponda. La política pública tiene las siguientes características: un contenido, un programa, una orientación normativa, un factor de coerción y una competencia social.1 Esos elementos nos permiten orientar las políticas de manera más eficiente y cumpliendo con los objetivos para las cuales fueron creadas. En la línea de los comentarios anteriores, este documento intenta aportar algunos elementos analíticos respecto de la necesidad de que las políticas públicas sobre seguridad incluyan la perspectiva de género.2 La justificación de tal propuesta radica en el compromiso de construir desde principios más incluyentes y en consecuencia más democráticos. 1 2 Meny, Ives y Thoening, Jean-Claude. Las políticas públicas, Ariel, España, 1992, p. 89. Citado por el Grupo II, Seguridad preventiva y derechos humanos, p. 107. Es importante tomar en cuenta que tal perspectiva se basa en la teoría de género y se inscribe en el paradigma teórico histórico-crítico y en el paradigma cultural del feminismo. Explica y reconoce la diversidad de géneros y la existencia de las mujeres y los hombres como un principio esencial en la construcción de una humanidad diversa y democrática. Así pues, permite analizar y comprender las características que definen a las mujeres y a los hombres de manera específica, así como sus semejanzas y diferencias. Analiza las posibilidades vitales de las mujeres y los hombres, el sentido de sus vidas, sus expectativas y oportunidades, las complejas y diversas relaciones sociales que se dan entre ambos géneros, así como los conflictos institucionales y cotidianos que deben enfrentar y las maneras en que lo hacen (Lagarde, Marcela. Género y feminismo, Editorial Horas y Horas, España, 1996, pp. 15-16). Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 145 “Se alude al género como a una teoría que incluye categorías, hipótesis, interpretaciones y conocimientos relativos a la diversidad de fenómenos histórico-culturales construidos y deconstruidos en torno al sexo.”3 Se reconoce como discriminación por género aquellas normas, decisiones y prácticas que no tratan con igualdad los intereses y derechos de varones y mujeres, y que dan como resultado prácticas de discriminación y subordinación del género masculino al femenino.4 Para entender la discriminación es necesario considerar que al lado del principio de equidad, se reconoce el principio de relevancia. Éste implica “tener en cuenta aquellas diferencias y desventajas que afectan a determinados sectores o grupos poblacionales, como las mujeres. Estas diferencias y desventajas, si no se toman en cuenta, contribuyen a mantener y profundizar desigualdades o propician daños y riesgos particulares o desproporcionados hacia estos sectores o grupos.”5 Bajo este principio se considera legítimo adoptar medidas de acción afirmativa, favoreciendo a los pueblos y grupos tradicionalmente discriminados. La incorporación del enfoque de género parte de la necesidad de contar con mayores elementos para identificar las necesidades diferenciadas de hombres y mujeres; brindarles igualdad de oportunidades; aprovechar al máximo sus capacidades y, en el caso de las instituciones públicas, brindar un servicio más eficiente y efectivo a la población. Esto implica un proceso de cambio a mediano y largo plazo, pero que es necesario iniciar en lo inmediato. Para lograr transformaciones macro en las relaciones entre hombres y mujeres, es necesario formular políticas públicas con enfoque de género, desde las cuales debiera producirse un esfuerzo cuestionador respecto de las raíces de la marginación y 3 4 5 En el intento de profundizar sobre el género, lo entenderíamos como la construcción diferencial de los seres humanos en tipos femeninos y masculinos. Es una categoría relacional que intenta explicar una construcción que diferencia a los seres humanos, es decir se trata de un proceso histórico y social, en donde la diferencia sexual no es solamente un hecho anatómico, se produce una suerte de construcción e interpretación de la diferencia anatómica y ella en sí es un proceso histórico. Si bien es cierto que el varón y la hembra de la especie difieren, no es menos cierto que igualmente se produce una construcción social. La identidad sexual es un aspecto de la identidad de género (Molina Petit, Cristina, en Liberación y utopías, Editorial Akal, España, 1992, p. 140). Ibid., p. 142. Proyecto de Promoción de Políticas de Género. Respondiendo a necesidades de seguridad ciudadana de mujeres y hombres, Policía Nacional de Nicaragua, GTZ, Nicaragua, 1999, pp. 35-36. 146 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana discriminación, como deformaciones que deben superarse. En correspondencia con ello, derivar programas y proyectos específicos, los cuales buscarían minimizar la exclusión o bien paliar sus efectos dañinos. El abordaje, desde el Estado, de los temas de exclusión, discriminación y subordinación de las mujeres implica una institucionalidad comprometida con la superación de tal situación. Requiere una priorización en la agenda nacional, la cual pasa por el compromiso político de intervención real. Dicho en otras palabras, en la formulación, ejecución y evaluación de políticas públicas específicas hacia las mujeres. El anterior planteamiento supone, también, la construcción de una nueva ética y valores desde quienes formulan las políticas, así como de quienes las implementan y evalúan; igualmente obliga a un verdadero compromiso con la democracia desde los que asumen las decisiones políticas y hacen gobierno. 2. GÉNERO Y SEGURIDAD CIUDADANA Frente al debate teórico-conceptual respecto de lo que es la seguridad y con ello la seguridad democrática, es importante acotar respecto de sus alcances y límites. Un primer aporte podría referirse a la definición restringida, en contraposición a la ampliada del concepto mismo. Así pues, los aportes de dicho debate van en la línea de distinguir entre una concepción de seguridad orientada hacia los problemas estratégicos internacionales de orden político-militar, hasta la concepción de seguridad que integra condiciones políticas, económicas, sociales y culturales para garantizar el bienestar de un colectivo social.6 Sin embargo, es importante anotar que homologar la agenda del desarrollo con la de seguridad, desdibuja los intereses reales de la seguridad. Al efecto7 parafraseando a Javier Elguea, este autor sugiere una distinción entre seguridad positiva y seguridad negativa. Alude a la primera como la capacidad para continuar o mantener una relación positiva, mientras que la segunda implicaría la capacidad de cortar o detener una relación negativa. En el marco conceptual de la seguridad democrática o de seguridad integral, debiera entenderse la seguridad positiva como “la capacidad del Estado de generar condiciones 6 7 Arévalo, Bernardo. “De la seguridad pública a la seguridad ciudadana: retos y tropiezos”, ponencia presentada en el Taller sobre condiciones sociales de la seguridad democrática en Centroamérica, San José de Costa Rica, 18 de enero de 2000, p. 16. Ibid., p. 18. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 147 que mitiguen las vulnerabilidades que afectan a la sociedad y que atentan contra el bienestar general. Su lógica es la de identificar las oportunidades y las potencialidades que permitan maximizar los recursos materiales e inmateriales de los que se dispone: en esto consiste la relación positiva. Seguridad negativa es la capacidad del Estado de contener o detener las amenazas específicas que atenten contra dichas condiciones y que afecten el estado de bienestar de la sociedad. Su lógica es la de identificación de riesgos y amenazas que atenten contra los esfuerzos de generación del bienestar: en esto consiste la relación negativa.” Dentro del enfoque moderno de seguridad, la “seguridad se asume como un derecho fundamental de las personas: seguridad humana; seguridad para toda la ciudadanía; seguridad que parte de la cooperación entre la sociedad civil y el Estado. La seguridad formulada como necesidad presente y futura: seguridad preventiva.”8 Siendo así, la seguridad es el derecho fundamental de las personas a vivir sin temor, respecto de su integridad personal y de sus bienes. Incorporar el enfoque de género en la discusión y propuesta, respecto de las políticas públicas de seguridad, sugiere identificar, entre otras cosas, los riesgos diferenciados que enfrentan mujeres y hombres, asimismo, los temas de la inclusión y la exclusión, y de la subordinación y la discriminación. La mejora de la seguridad depende de la acción colectiva coordinada entre las distintas instituciones de la administración pública, las fuerzas de seguridad, la participación activa de la ciudadanía y de las instancias sociales y civiles en que ésta se agrupa. En ese sentido es indispensable formular estrategias preventivas. Campos en los que se ha ido reflejando la incorporación del enfoque de género en las instituciones dedicadas a la seguridad ciudadana en América Latina Ampliación de la visión sobre la problemática de seguridad ciudadana. Reorientación de los servicios. Cambios en el perfil de los proveedores de servicios. Apertura a la interacción instituciones del Estado y organizaciones de la sociedad civil en el ámbito policial y/o en otros espacios. Medidas para el reclutamiento de personal femenino. Medidas para enfrentar la segregación funcional y ampliación de oportunidades al personal femenino para desempeñarse en los diversos niveles y ámbitos de intervención de las instituciones. 8 Proyecto de Promoción de Políticas de Género. Op. cit., p. 71. 148 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Creación de unidades operativas especializadas para atender patrones de riesgo por género. Medidas sobre el sistema de formación y capacitación: Inclusión de cursos en los planes de estudio de las escuelas de la policía. Capacitación de docentes de las escuelas policiales. Capacitación del personal asignado a delegaciones especializadas: cursos de sensibilización y entrenamiento a personal ubicado en la provisión directa de servicios, y cursos de gerencia de unidades operativas especializadas a los mandos asignados. Módulos de capacitación a distancia. Profesionalización en género. Distribución de materiales para su difusión a usuarias potenciales, indicando los servicios prestados por la institución policial para atender denuncias. Información sobre los derechos de las usuarias en los servicios de la institución policial. Medidas sobre los sistemas de información y registros para captar la problemática de género. Colaboración con instituciones académicas para apoyar estudios relevantes en materia de género. Formación de un discurso en materia de género. Participación en campañas públicas, debates y foros. Estrategias de prevención en el campo de la seguridad ciudadana incorporando el análisis de género (proyección en las comunidades). Participación de los mandos en seminarios internacionales sobre instituciones policiales y derechos humanos de las mujeres. Directivas especializadas. Institucionalización de unidades operativas especializadas. 2.1. Diagnóstico de la situación de las mujeres en relación acon relación a violencia e inseguridad A pesar de la firma de los Acuerdos de Paz, que redujeron notablemente la violencia política, ahora se perciben altos niveles de violencia provenientes de la delincuencia común y del crimen organizado. Por violencia contra la mujer se entiende cualquier acción o conducta que se produzca sobre la base de su género, que le cause daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito público como en el privado, producido dentro de la familia o en cualquier otra relación interpersonal, en la comunidad, perpetrada por cualquier persona o tolerada por el Estado o sus agentes.9 9 Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 149 El informe de las organizaciones no gubernamentales ante la IV Conferencia Mundial de la Mujer, revela que las mujeres y niñas guatemaltecas son permanentemente agredidas desde diversos ámbitos: el hogar, la escuela, la universidad, el trabajo, la calle; y esta agresión se expresa en distintos grados y formas, que van desde la agresión sexual y psicológica hasta la física. En el país, las diversas formas de agresión carecen de reconocimiento individual y social; ni las mismas mujeres están conscientes de los niveles de violencia de que son objeto, porque han sido educadas bajo patrones de conducta en los que el comportamiento agresivo y violento es socialmente aceptado y hasta visto como algo natural. Esta cultura de violencia imperante en el país, está íntimamente ligada a su historia de gobiernos dictatoriales y de enfrentamiento armado interno. Según información proporcionada por la Fiscalía de la Mujer, en esa dependencia se reciben de 80 a 150 denuncias diarias, el mayor número de denuncias recibidas son referentes a violencia intrafamiliar, de la que en 2002 se recibieron 9,324 y en 2003 sumaron 9,592; le siguen las denuncias por lesiones, violación, abusos deshonestos y estupro. La Oficina de Atención a las Víctimas, que funciona en la Policía Nacional Civil, registra que en el año 2000 atendió 164 casos, en el 2001 fueron 594, en el 2002 atendió 3,171 y en el 2003, 7,373. De estos casos, 8,840 son de violencia intrafamiliar, dirigida especialmente hacia mujeres y niños.10 De acuerdo con el monitoreo realizado por el Centro de Reportes Informativos sobre Guatemala (CERIGUA), 271 mujeres fueron asesinadas durante el período de enero de 2002 a julio de 2003. Entre los métodos más empleados por los asesinos están: tiro de gracia, decapitación, ahogamiento, vapuleo, tortura, estrangulamiento, violación, muerte con arma de fuego y con arma blancas, algunas con el corazón destrozado, entre otros. Según este informe, un número considerable de mujeres fueron torturadas o violadas sexualmente antes de ser asesinadas por sus agresores, y muchas de ellas aparecieron en costales, bolsas y atadas de pies y manos, o fueron lanzadas al vacío desde un taxi. 10 Datos proporcionados por la Oficina de Atención a la Víctima de la Policía Nacional Civil, 13 de enero de 2004. 150 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Según estadísticas citadas por la revista Entérese y Comente de mayo de 2002, de la Organización de Mujeres Tierra Viva, la ciudad de Guatemala es la segunda más violenta de Centroamérica, le antecede San Salvador. Actualmente el país atraviesa por una crisis de violencia generalizada, en la que la inseguridad ciudadana y el crimen organizado colocan a la mujer en una situación de vulnerabilidad. Es importante señalar, entonces, que en el momento que existan políticas de seguridad ciudadana efectivas, estos índices de violencia hacia las mujeres se verían reducidos, ya que un número considerable de las muertes y agresiones, según el estudio de CERIGUA, fueron perpetradas en asaltos a buses urbanos y extra urbanos por miembros de maras o carteristas. Sin olvidar las balas perdidas y los enfrentamientos entre pandilleros, situación en la que varias mujeres han perdido la vida, principalmente menores de edad, al quedar en medio de la lluvia de proyectiles. Igualmente fundamental es que desde las instituciones del Estado dedicadas a la seguridad, así como la sociedad misma, se asuma éste como un grave problema que debe ser eliminado de raíz. La violencia contra la mujer no es una consecuencia lógica de las relaciones hombre-mujer, es consecuencia de los patrones culturales y sociales sobre los cuales fuimos criados, por lo que es necesario reconocer su existencia, y asumir las mejores medidas, estrategias y políticas para combatirla. Dar respuesta a las necesidades de seguridad de las mujeres no es ningún acto de buena voluntad, es sencillamente un acto de justicia y de obligación por parte del Estado. 3. DEMANDAS DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Braulia Thillet, en entrevistas realizadas a distintas organizaciones sociales guatemaltecas sobre los acuerdos entre grupos de mujeres, describe como las opiniones más comunes las siguientes:11 No existe una agenda común. Lo que existen son propuestas disgregadas que no constituyen una agenda política porque no son consensuadas con todas las mujeres. Aunque las organizaciones de mujeres no han logrado plasmar una agenda política nacional, donde se integren los intereses de las diversas organizaciones rurales y urbanas, han habido momentos coyunturales en los que las organizaciones que 11 Thillet de Solórzano, Braulia. Mujeres y percepciones políticas, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Guatemala, 2001, pp. 255-256. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 151 luchan por espacios políticos han logrado conformar e impulsar propuestas con algunos puntos comunes. La mayoría de organizaciones de mujeres no están articuladas. Todavía no existe capacidad para articular todos los grupos de mujeres, no han podido unificarse. No ha habido capacidad de las mujeres para unirse, existe una brecha entre ellas, resultado en gran parte por la dimensión de sus intereses. Los tipos de demandas y reivindicaciones varían de conformidad con la formación educativa, la relación urbano-rural, lo étnico, entre otras. Se necesitan acuerdos donde se identifiquen elementos comunes dentro de esa diversidad de intereses. Está costando lograr entrelazar el planteamiento estratégico con el planteamiento diario de respuesta a las necesidades básicas. Las alianzas entre organizaciones han estado referidas a momentos coyunturales y a temas concretos. No se han logrado alianzas sostenibles. Al movimiento aún le falta madurar el tipo de relación que quiere establecer entre unas y otras organizaciones, a nivel de relaciones de poder, de objetivos, entre otras cosas. Si se toman como referencia las agendas de los diferentes grupos de mujeres en lo que fue la conferencia de Beijing, las propuestas de las mujeres en los Acuerdos de Paz, la política de promoción y desarrollo de las mujeres guatemaltecas, el Plan de Equidad de Oportunidades, la Ley de Dignificación, entre otras, podría decirse que aunque no se hable de una agenda política de mujeres como tal, han sido temas sobre los cuales se ha logrado un alto grado de consenso y que han movilizado a muchas organizaciones. Se han logrado consensos también con relación a la creación del Instituto Nacional de la Mujer (INAM). Ha sido importante la presión ejercida por la cooperación externa para que las organizaciones de carácter mixto fomenten la equidad de género. Para la realización del presente estudio se realizaron entrevistas a diferentes organizaciones sociales de mujeres, respecto al tema de la seguridad, y de acuerdo con ellas, fue interesante concluir que existe poco conocimiento de estas organizaciones respecto a lo que son las políticas de seguridad. El tema puntual que se destaca y que sobresale al preguntarles sobre las demandas de las mujeres en el tema de seguridad ciudadana, es el referido a la violencia intra familiar y la violencia derivada de la inseguridad ciudadana. Es así como las principales demandas, enmarcadas dentro del tema de seguridad, son sobre la necesidad de fortalecer las instituciones a cargo de la seguridad, a través de: el incremento de sus presupuestos; que las instituciones cuenten con personal especializado para la correcta atención de las mujeres, niñas y niños (considerados como población de mayor riesgo), sobrevivientes de violencia intra familiar o de otro 152 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana tipo de violencia; que el personal cuente con formación en temas de género, discriminación y racismo, así como formación en la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Intrafamiliar y contra las Mujeres. Generalmente, en los temas de seguridad la mujer es vista siempre como víctima, y es así como se le visualiza, al momento de ser agredida, como sujeta de justicia. Es importante entonces considerar en toda política de seguridad ciudadana: I. Que las mujeres deben ser protegidas no por su condición de víctimas sino como personas sujetas de derecho, sin paternalismo, pero considerando el estado de vulnerabilidad en el que actualmente se desenvuelven dentro de la sociedad y, ante ello, tomar las medidas necesarias preventivas y sancionatorias hacía los agresores. Las demandas de las mujeres, en el tema de seguridad, no representan una gran complejidad para su aplicación, por lo que se consideran totalmente viables, pero sí es necesario que las instituciones a cargo de la seguridad ciudadana, cuenten con la formación necesaria para asumir los retos que ello implica, más que grandes inversiones presupuestarias —que también son indispensable—, es necesario la sensibilización y el cambio de actitud de los servidores públicos. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 153 CONSIDERACIONES SOBRE LAS POLÍTICAS DE SEGURIDAD Y LA PERTINENCIA DEL ENFOQUE DE GÉNERO Aceptamos que la región y el país atraviesan una etapa de transición democrática que en lo que atañe a la seguridad está marcada por la finalización de la Guerra Fría, la globalización y el desarrollo tecnológico. En Guatemala, los Acuerdos de Paz han dado las pautas sobre las cuales se ha venido desarrollando el concepto de seguridad, al establecer que “la seguridad es un concepto amplio que no se limita a la protección contra las amenazas armadas externas, a cargo del Ejército, o a la protección contra las amenazas del orden público y ala la seguridad interna, a cargo de la Policía Nacional Civil. Dentro de este concepto, la Seguridad Ciudadana y la Seguridad del Estado son inseparables del ejercicio por los ciudadanos de sus deberes y derechos políticos, económicos, sociales y culturales.”12 Sobre esa base, un amplio consenso de actores involucrados en la temática de la seguridad, tanto en instituciones públicas, académicas, como activistas, han coincidido en adoptar como concepto el de seguridad democrática. Como se ve, se ha construido un concepto amplio de seguridad, a él se incorporan los elementos de riesgo que pueden afectar las condiciones de bienestar económico, 12 Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática. Gobierno de Guatemala y Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Acuerdos de Paz, 3a. edición, Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IDIES), Universidad Rafael Landívar, Guatemala, 1998, p. 147. 154 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana libertades políticas y sociales. Claramente se separa de interpretaciones y formulaciones centradas en el Estado. En este concepto se ha mutado el sujeto o el bien a defender por las acciones de seguridad. Si antes el bien a defender fue el Estado mismo, ahora lo es prioritariamente la persona humana. Está entendido que la seguridad es un concepto político de competencia y responsabilidad del Estado, no atribuido a ningún sector en particular y, por lo tanto, no le es innato un carácter militar, sino corresponde a todos los sectores de la nación. Es útil también distinguir que, a pesar de su estrecha relación, las agendas de seguridad y desarrollo son agendas diferentes. No debe subordinarse el desarrollo como uno de los objetivos de la seguridad. Indudablemente el desarrollo o su inexistencia, tendrá efectos sobre la situación de seguridad, en términos de variar los factores sociales que propician la actividad delictiva. También es primordial distinguir entre seguridad preventiva y seguridad reactiva, comprendiendo por la primera, la capacidad para sostener una situación positiva; y por la segunda, la capacidad de cortar o detener una relación negativa. Lo que determina una situación de seguridad o de inseguridad, es la presencia o ausencia de una política efectiva destinada a contener o detener riesgos y amenazas existentes o probables. Se dan condiciones de seguridad cuando la existencia de riesgos o amenazas al bienestar son establecidas, neutralizadas o contrarrestadas mediante la acción de las políticas regulares del Estado en materia de seguridad. El marco referencial del concepto seguridad democrática se centra en la persona humana, considerando que ésta se desenvuelve en un entorno social y natural. En una concepción democrática, el interés de la sociedad y los de la persona humana son inseparables; los de la persona humana, aparte de su realidad biológica, se refieren a la serie de vínculos que establece con otras personas y con la comunidad en su conjunto, de los cuales se derivan recíprocos derechos y obligaciones. De tal manera que “el bien a defender” por las políticas de seguridad del Estado es la propia comunidad, ya que si estas políticas responden prioritariamente a la seguridad de la persona humana, de la sociedad como colectivo social, y de las instituciones políticas que forma parte del pacto constitutivo de la comunidad política, es inadmisible que el interés de una pueda desarrollarse en contraposición al interés delde la otra. Es en este enfoque antropocéntrico en el que es pertinente y útil el diseño de las políticas de seguridad desde las necesidades generales de la población, y específicas de sus segmentos más particulares; atendiendo a que cada uno de ellos, por sexo, edad, pertenencia cultural o cualquier otra característica sociodemográfica, puede tener Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 155 necesidades específicas de protección, en relación acon relación a las amenazas y vulnerabilidades que le sean propias. Ése es el caso de las necesidades de seguridad de las mujeres, las que además de ser beneficiarias con las acciones generales de la actividad de la seguridad estatal, pueden demandar consideraciones especiales acerca de la prestación de dicho servicio público. La consideración de las necesidades específicas de seguridad de las mujeres eson expresadosexpresada por la propia articulación del movimiento de mujeres, por expresiones que lo hacen especializadamente o cumplen con el papel de dirigir las demandas desde la base de la sociedad hasta las instituciones públicas. Es posible para el Estado descubrir o evidenciar esas necesidades, lo cual se logra en un modelo que cuente con suficiente información, que esté en la capacidad de procesarla, interpretarla y ajustar sus programas y planes operativos. Incluso, en reformar su institucionalidad a través de la instalación de oficinas especializadas, adecuar sus programas de formación o sus planes de reclutamiento, promoviendo que en los diferentes niveles jerárquicos haya un número equitativo de mujeres en su personal. Las mujeres son un grupo vulnerable de nuestra sociedad, deformaciones socioculturales han provocado una organización social en la que los derechos de las mujeres son particularmente ignorados o violados en diferentes espacios, incluidos los familiares y los escolares. Es tan extendida la práctica del uso de la violencia contra la mujer, como la actitud de los integrantes de las fuerzas de seguridad que lo consideran como un problema de la intimidad del hogar. Es un problema de profundas creencias en las que el personal de las agencias de seguridad se inhibe de proteger bienes jurídicos expresamente contemplados por la Constitución y las leyes. 156 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 157 SINOPSIS DE CADA UNO DE LOS DOCUMENTOS EN RELACIÓN ACON RELACIÓN A LOS GRUPOS DE TRABAJO DE POLSEC 1. INSTITUCIONALIDAD DE LA SEGURIDAD CIUDADANA Se refiere al estudio acerca de las funciones, conformación, estructura, tareas y propuestas acerca de las instituciones vinculadas a la seguridad ciudadana: Ministerio de Gobernación Policía Nacional Civil (PNC) Consejo Asesor de Seguridad (CAS) Controles Democráticos Ministerio Público Organismo Judicial Instituto de la Defensa Pública Penal El sistema penitenciario guatemalteco Reagrupamiento de las funciones de seguridad en un ministerio específico Propone la transformación del Ministerio de Gobernación en un Ministerio de Seguridad, cuya competencia general debe ser: a. Formulación y ejecución de las políticas de Estado en materia de seguridad democrática. b. Cumplir y hacer cumplir el régimen jurídico relativo al mantenimiento de la paz y el orden público, la seguridad de las personas y sus bienes. c. Garantizar los derechos de los habitantes de la República. 158 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Con base en dicha competencia, lista lo que deberían ser sus funciones. Esta propuesta replantea la necesidad de reformas constitucionales en el actual apartado de la Carta Magna, acerca del ejército de Guatemala. Una propuesta no totalmente consensuada por los participantes, supone la creación de un Ministerio de Seguridad que tenga bajo su mando al Ministerio de Seguridad Interior, al de Seguridad Especializada y al de Seguridad Exterior, en el que se incorpora al ejército de Guatemala. 2. CREACIÓN DE LA ACADEMIA DE FORMACIÓN POLICIAL DEL SECTOR SEGURIDAD Para la consolidación del Estado de Derecho se requiere que los cuerpos de seguridad estén en capacidad y disposición de un abordaje democrático de las tareas de seguridad. La formación de los agentes de seguridad es uno de los principales mecanismos para garantizar que su actividad se realice con profesionalidad y en el marco del derecho preestablecido. Diversas fuentes revelan la limitación que tiene, actualmente, la Academia de la Policía Nacional Civil para desarrollar la función prevista en el Acuerdo de Fortalecimiento del Poder Civil y alcanzar el modelo policial que se persigue. Sólo la PNC cuenta con una normativa de su estructura de formación, el resto de las instituciones carece de regulación acerca de los procesos y centros de formación (aunque por acuerdo gubernativo también está regulada la Escuela de Estudios Penitenciarios). Formación de agentes de cuerpos públicos de seguridad: PNC, seguridad privada y de investigación Propuesta: Creación de la Academia de Formación del Sector Seguridad (AFSS) que implica: reforma a la Ley Orgánica del Ejecutivo, con la creación del Ministerio de Seguridad para crear, como órgano descentralizado de éste, la AFSS. Creación de mecanismos internos en cada uno de los órganos del Ministerio de Seguridad que faciliten la coordinación con la AFSS, sobre necesidades del personal y de formación específica. Creación de un consejo directivo, un representante del Ministerio de Seguridad, de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), del CAS, de la Instancia Coordinadora del Sector Justicia, y de la sociedad civil. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 159 Regulación legal de funciones que el consejo directivo debe tener. Creación de un consejo académico que coordine con la AFSS aspectos técnicos y de enseñanza. Contemplar en el reglamento cuestiones operativas del consejo directivo y del consejo académico. 3. PROPUESTA DE REESTRUCTURACIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO PARA HACER SU FUNCIONAMIENTO ACORDE A LA LEGISLACIÓN ACTUAL, AL PROCEDIMIENTO ACUSATORIO ORAL Objetivo general de la propuesta: que las autoridades del Ministerio Público incluyan la propuesta sobre la reestructuración de lalas fiscalías acorde a un procedimiento acusatorio, dentro del programa de reingeniería que llevan a cabo. Propuesta: Fortalecimiento de las capacidades del Ministerio Público en materia de investigación, con el fin de cumplir, efectivamente, su función en el sistema acusatorio. Una de sus principales características será la separación de funciones entre investigar los hechos y formular la acusación contra el procesado. 4. PROPUESTA PARA OPERATIVIZAR LOS CONVENIOS ENTRE EL MINISTERIO PÚBLICO Y LA PNC Objetivo general de la propuesta: que todos los funcionarios del Ministerio Público y de la PNC de la República conozcan, entiendan y pongan en práctica los convenios de coordinación interinstitucional para mejorar la investigación criminal en Guatemala. Propuesta: Nombramiento de enlace institucional con el espacio de coordinación conforme a los convenios firmados. Ello para que analice los acuerdos, instruya sobre la puesta en práctica de los compromisos y dé respuesta institucional, si fuese necesario, poniendo al tanto al fiscal del desarrollo de las reuniones y los logros obtenidos en cuanto a la coordinación interinstitucional. 160 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana 5. PROPUESTA DE SUSCRIPCIÓN DE CONVENIO INTERINSTITUCIONAL DE UNIFICACIÓN E INTEGRACIÓN DE LOS LABORATORIOS DE INVESTIGACIÓN Y SERVICIO MÉDICO MINISTERIO DE GOBERNACIÓN, EL MINISTERIO PÚBLICO Y EL ORGANISMO JUDICIAL FORENSE ENTRE EL De acuerdo con el objetivo general de la propuesta, propone la suscripción de un convenio interinstitucional entre el Ministerio de Gobernación, el Ministerio Público, el Organismo Judicial y la Defensa Pública Penal, para lograr la unificación e integración, en un corto plazo, de los laboratorios de investigación y servicio médico forense. Propuesta: Centralizar los servicios forenses en un solo ente que coordine los diferentes servicios, a fin de lograr su integración y el mejor aprovechamiento de recursos. Creación del Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala. Contar con un sistema pericial suficientemente confiable, que beneficie a todos los sujetos procesales por igual. Impulsar la propuesta a través de la Instancia Coordinadora de la Modernización del Sector Justicia, por encontrarse representados en ella los sectores involucrados en el tema de investigación, laboratorio y servicios forenses. 6. PRONUNCIAMIENTO SOBRE EL PROYECTO DE LEY DE INVESTIGACIÓN CRIMINAL Considera inapropiada la promulgación de una ley de investigación criminal. Comparte y apoya los comentarios hechos a la iniciativa por la Comisión Nacional para el Seguimiento y Apoyo al Fortalecimiento de la Justicia –Subcomisión de Modernización II–. Es la dispersión de recursos y funciones de las diferentes instituciones relacionadas con la investigación criminalística, así como la falta de coordinación interinstitucional entre la Policía Nacional Civil y el Ministerio Público, lo que ha provocado que los procesos penales nunca prosperen. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 161 7. RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA EL FORTALECIMIENTO DE LA INSTITUCIONALIDAD DE LA SEGURIDAD CIUDADANA EN GUATEMALA Recomendaciones propuestas: Policía Nacional Civil: Profesionalización de los miembros de la PNC. Representación multiétnica y pluricultural de la PNC. Eficacia en la prevención, investigación y combate del delito. Irrestricto respeto de los derechos humanos en actuación de PNC. Equidad de género, como principio fundamental para la organización y funcionamiento de la PNC. Organismo Judicial: Mejorar el procedimiento de selección de jueces. Recomendar la autonomía de la Unidad de Capacitación. Especializar la capacitación de los aspirantes a jueces. Que la evaluación de los jueces se realice por una comisión especializada y no por el consejo de la carrera judicial. Sistema penitenciario, Se destacan entre otras: La necesidad de aprobación de la Ley Orgánica del Sistema Penitenciario. Hacer operativo el sistema de comunicación y registro entre el sistema penitenciario con los restantes órganos del sistema penal. Fortalecer la capacitación y la Escuela de Estudios Penitenciarios. Institucionalizar programas para la resocialización de los reclusos. Eliminar las limitaciones al otorgamiento de medidas sustitutivas para determinados delitos, para evitar la sobresaturación y hacinamiento del sistema penitenciario. 8. PROPUESTA DE CONFORMACIÓN E INTEGRACIÓN DE UN CONSEJO ASESOR DE SEGURIDAD 8.1. Seguridad preventiva y derechos humanos Existe una transición entre el modelo de seguridad basado en el orden público anterior, y que se centra en el bienestar de los ciudadanos, a la luz de las nuevas definiciones de la seguridad democrática. Entre la población aún prevalecen actitudes que vinculan la seguridad a la violencia y a la represión. 162 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana En los últimos años se han incrementado los índices de comisión de hechos delictivos, a la vez que crece la sensación de inseguridad. Frente al alto número de delitos que se cometen, el sistema de administración de justicia muestra bajos niveles de respuesta efectiva frente a la criminalidad, lo que genera desconfianza en la población. La respuesta que el modelo actual de prevención y persecución del delito impulsa, no es consistente con la incidencia del mismo en la sociedad guatemalteca. Es necesaria la elaboración de una política de prevención en materia de seguridad ciudadana. Es necesario generar redes de trabajo colectivo con la sociedad, partiendo desde la organización local, mediante actividades que fortalezcan el tejido social y establezcan líneas de coordinación de las acciones entre sociedad y las instituciones encargadas de proporcionar seguridad ciudadana. En el diseño de un modelo de prevención del delito para una democracia, los intereses globales de la sociedad son realizados en armonía con el núcleo de derechos individuales. En un modelo moderno de prevención del delito los ciudadanos no son solamente beneficiarios pasivos de las políticas estatales, sino también partícipes del proceso preventivo. De acuerdo con la visión epidemiológica, la prevención puede catalogarse como: Prevención primaria: tiene como objetivo a la población en general y entornos físicos. Prevención secundaria: se centra en la población en riesgo de delinquir o ser víctima. Prevención terciaria: su objetivo son los sujetos, delincuentes y las víctimas. Se reconocen también los siguientes tipos de prevención: Prevención situacional: actúa sobre las situaciones predelictuales y ocasiones; trata de reducir las oportunidades para la comisión de delitos, interviniendo en el entorno físico que lo hace posible. Prevención social: actúa sobre los infractores potenciales, trabajando e incidiendo en su entorno social; mejorando sus oportunidades. Por ejemplo, educación y oportunidades de trabajo. Prevención mixta o comunitaria: combina tanto las medidas situacionales como las socio-preventivas. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 163 DEFINICIÓN DE UNA POLÍTICA DE SEGURIDAD CIUDADANA QUE INCLUYA LAS NECESIDADES ESPECÍFICAS DE LAS MUJERES No se trata de crear políticas alternas ni exclusivas de las mujeres, sino de incluirlas desde el momento de su discusión y formulación, para conocer y contar con los aportes que en ese sentido puedan dar. Aunque no es sencillo, es necesario establecer criterios de inclusión en la definición de políticas públicas de cualquier tipo, en la planificación, discusión, creación, integración de comisiones, puesta en práctica y evaluación. 1. INSTITUCIONALIDAD NECESARIA La mayor parte de la institucionalidad del tema de la mujer, surge por el arduo trabajo y lucha constante de organizaciones sociales y especialmente aquellas dedicadas al tema de la mujer; para las mujeres éstos no han sido espacios cedidos, sino que han sido ganados en la nueva etapa democrática del país. Actualmente, en el tema de seguridad existen espacios en las siguientes instituciones: en el Ministerio Público, la Fiscalía de la Mujer; en la Procuraduría General de la Nación, la Unidad para la Protección de la Mujer y la Familia; y en la PNC, la Oficina de Género. Cada una de estas instituciones, a pesar de que existir es ya un factor positivo, cuentan con deficiencias que podrían ser superadas al contar con equipos adecuados, con personal capacitado y con presupuestos que permitan cubrir las necesidades de seguimiento de cada uno de los casos. 164 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana La evaluación que las organizaciones sociales de mujeres hacen de estas dependencias es positiva, en tanto que existen, pero negativa al ver los pocos resultados que finalmente generan; perciben una gran cantidad de denuncias, pero el porcentaje de casos resueltos es mínimo. Lo importante es entonces dar funcionalidad a las instituciones existentes y en el caso de todas las instituciones del Estado sería interesante, según lo expresado, que cada una contara con una oficina de género a cargo de la formación y sensibilización de los servidores públicos sobre los temas de discriminación y racismo. Algunas acciones y consideraciones a tomar en cuenta en la institucionalidad son: A través de diagnósticos, reflexiones y debates, identificar y reconocer la situación de desigualdad y discriminación de género al interno de las instituciones y en la actuación del personal. Incorporar el enfoque de género como un principio en la doctrina e incorporarlo a los planes de trabajo de la institución. Crear y fortalecer mecanismos, al interno de las instituciones, para apoyar el proceso de una nueva gestión con enfoque de género. Incorporar el enfoque de género en los sistemas claves del trabajo: información, planificación, recursos humanos y formación del personal. Definir políticas y medidas para la selección de personal, ubicación, rotación y promoción, para lograr mayor equidad en la situación del personal. Acceso para las mujeres a la capacitación especializada. Capacitar al personal en los temas de violencia de género y seguridad ciudadana, para contribuir a mejorar la calidad, profesionalismo y actuación del mismo. Identificación de vacíos y sesgos de género en el sistema de información, para producir información de mayor calidad. Fortalecer el abordaje de la violencia intrafamiliar y sexual, a través de órganos u oficinas internas que manejen el tema. 2. POLÍTICAS PARA Y CON LAS MUJERES (CÓMO SE DISEÑAN) En enero de 2001, el gobierno de la República presentopresentó el documento Política Nacional de Promoción y desarrollo de las Mujeres Guatemaltecas y Plan de Equidad de oportunidades 2001-2006. Dentro de las metas de este documento se encuentra: “La adecuación de las políticas públicas, legislación, planes, programas y proyectos para la incorporación de las necesidades de las mujeres.” De los ejes centrales de la política, uno de ellos es el eje de violencia contra la mujer. En él, las metas establecidas son dar cumplimiento a tratados internacionales relativos, Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 165 así como cambios a la legislación vigente, pero no se habla de una política pública integral que incluya las demandas de las mujeres en el tema de seguridad, es decir, la acción concreta que se establece es la erradicación de la violencia contra la mujer. A partir de lo analizado en este estudio, se hace necesario que las mujeres no sólo sean tomadas en cuenta en temas que les conciernen de manera directa, sino en la elaboración de todo tipo de política que deba regir al Estado, para dar su aporte y visibilizarlo en cada una de las temáticas. La Secretaría Presidencial de la Mujer (SEPREM) sería la institución del Estado que debería imprimir en las políticas públicas la visión y sentir de las demandas de las mujeres, pero en ese sentido, de acuerdo con las consultas realizadas, su aporte ha sido mínimo. Desde la sociedad civil las organizaciones de mujeres deberían ser quienes participen de manera activa en la definición de las políticas, ya sea en coordinación con la SEPREM o por participación propia. Para el caso de la seguridad, esto se puede ver reflejado en la no participación, en el proceso que se desarrolló para elaborar los documentos de POLSEC, lo que incide en que no se haya contemplado la inclusión de la perspectiva de género desde el inicio. 3. OFICINAS ESPECIALIZADAS (EVALUACIÓN DE EXISTENCIA, FUNCIONES, COBERTURA, EVALUACIONES DE IMPACTO) La PNC cuenta con una Oficina de Género creada bajo orden general No. 004-2002 del 17 de mayo de 2002, que tiene como misión impulsar en la institución la incorporación de la perspectiva del enfoque de género en el ámbito interno y la prestación de servicios. La evaluación del personal de la Oficina de Género, respecto al trabajo desarrollado es positivo; dentro de los elementos que señalan están: que existe confianza para denunciar casos de acoso sexual y discriminación. A través de programas de capacitación, formación y sensibilización, se han dado cambios cualitativos favorables en la actitud del personal. En términos cuantitativos, ha habido un mayor ingreso de mujeres a la PNC, ya que en diciembre de 2003 se contaba con 2,086 mujeres dentro de las filas de la institución, de las cuales un 10% es indígena. Se ha promovido la igualdad de oportunidades en la carrera policial. Actualmente, la Oficina de Género cuenta con tres oficinas departamentales, ubicadas en Quiché, Cobán e Izabal. 166 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Sin embargo, a decir de la encargada de la Oficina de Género de la PNC, los cambios son lentos, y esto debido a la cultura de machismo y discriminación que persiste dentro del personal de la institución. A pesar de los elementos positivos enumerados por la oficial de la Oficina, en consultas hechas a agentes de la PNC pocos conocen sobre dicha oficina. La jefatura de esa Oficina, así como las de Atención a la Víctima y de Derechos Humanos, están a cargo de mujeres. Entre estas oficinas existe coordinación en relación acon relación a temas de capacitación, formación y sensibilización; así como con la Academia de la PNC, donde imparten cursos en materia de equidad de género y discriminación. Dentro del Ministerio Público funciona la Fiscalía de la Mujer, la cual cuenta con oficinas en la capital y en Quetzaltenango. En el año 2002 recibió 10,461 denuncias, y en el 2003 hubo un incremento considerable, llegando a 13,575 sin considerar los hechos que no son denunciados. Para la actual Fiscal, esta oficina es la adecuada para la atención de las mujeres, aunque considera necesario su fortalecimiento, a través de la ampliación de su cobertura en otros departamentos, dotándola de más personal, equipo, instalaciones y cooperación interinstitucional. Con la sanción de Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Intrafamiliar (Decreto No. 97-96), se creó la Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar (CONAPREVI) integrada por representantes de: uno del Presidente de la República, uno del Fiscal General, un del presidente del Organismo Judicial, y tres de la Red de la No Violencia contra la Mujer. La evaluación de organizaciones que participan en dicha coordinadora, señalan que se se encuentra en una fase inicial, y es poco lo que se ha hecho para el cumplimiento de su fin. 4. POLÍTICAS DE PERSONAL Casi ninguna de las instituciones del Estado cuenta con programas o políticas de personal que incluyan criterios de género. Dados los históricos niveles de desigualdad, los puestos de dirección o de responsabilidad están a cargo de hombres la mayoría de las veces. Algunas instituciones u oficinas están a cargo de mujeres, con frecuencia a partir de la percepción de que son puestos para mujeres, como es el caso de la Oficina de Género de la PNC, donde resulta natural que una mujer sea quien la presida. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 167 Ni en el Ministerio Público, el Organismo Judicial, o la PNC existen criterios de género para la selección de personal, ni para su ubicación dentro de la institución. La PNC, por ejemplo, actualmente cuenta con 2,086 mujeres, las que no son distribuidas considerando criterios de género, sino que están ubicadas de acuerdo con las necesidades de la institución. Sin embargo, a partir de la puesta en funcionamiento de la Oficina de Género, se han impulsado estrategias para que más mujeres se integren a la institución, así como su promoción y formación para ocupar puestos que antes sólo eran ocupados por hombres. 168 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 169 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES ACERCA DE LAS PROPUESTAS DE POLSEC CONCLUSIONES De acuerdo a la consulta hecha a los investigadores responsables de la elaboración de los documentos: El concepto y la agenda de seguridad, Marco conceptual para la seguridad ciudadana, Desarrollo humano, sistema de administración de justicia y seguridad ciudadana del Proyecto Hacia una Política de Seguridad Ciudadana, no se previó desde el inicio que en el perfil de los mismos se incluyeran conocimientos sobre la perspectiva de género, a efecto de que ésta apareciera en el contenido de los mismos.contenido. En consecuencia, la no inclusión de la perspectiva de género es un vacío que presentan todos los documentos. Una lectura de los documentos evidencia que el uso del lenguaje hace expresa y exclusiva referencia a lo masculino, desestimando con ello la inclusión de las mujeres en los análisis, descripciones, presentación de datos y otros. Desde una perspectiva de género, tal uso sugiere una permanente equiparación del sujeto de la experiencia al yo masculino y, en consecuencia, una negación de la posibilidad de un yo femenino. Expresado de otra manera, se produce una suerte de invisibilización de las mujeres. Los párrafos que recogen reflexiones sociológicas respecto de la seguridad, el Estado y los modelos de desarrollo, enfatizan únicamente en la necesidad de atender la pobreza y promover la justicia social, desestimándose la atención de la equidad y de manera puntual la de género. No hay un reconocimiento implícito de que la exclusión de las mujeres es un problema que debe ser atendido desde el Estado. 170 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana Igualmente cuando se alude a la participación ciudadana, se puntualiza en que ésta debiera ser mayoritaria, sin considerar que además de ser mayoritaria también deberá producirse en términos de equidad de género y de otras equidades. Promover la participación ciudadana en términos cuantitativos es atender únicamente una parte del problema. Los documentos no recogen en sus análisis el tema de cómo el Estado, desde las instituciones, incluye o no políticas de género. Si bien es cierto que se produce un análisis crítico, por ejemplo, sobre la Policía Nacional Civil, en el cual se presentan datos, informaciones y otros, éste no considera cómo esta institución tiene o no una política de género y de tenerla, cuáles son sus potencialidades o debilidades. Para el caso de la PNC, es de vital importancia aludir a este tema, entre otras cosas, porque la institución ha sido fundamentalmente de hombres, de corte militar y sexista. La importancia de que el análisis recoja tales consideraciones, radica en que parte de las recomendaciones irían en torno a la necesidad de formular y ejecutar políticas de género que fortalezcan la democracia institucional. En la línea de lo anterior, en los documentos también se analiza a la Academia de la PNC, pero no se considera que el tema de las políticas de género debiera ser eje transversal en la misma. Por ejemplo, esto debiera considerarse en el pénsum de formación básica y en las especialidades, también debiera estar presente en la convocatoria y procesos de selección, en la definición de los perfiles de aspirantes, en la promoción, en los ascensos, etc. Las dos anteriores reflexiones o conclusiones también apuntan al análisis que se hace respecto de otras instituciones del sector justicia, y a las empresas privadas de seguridad. En atención a estas últimas, es importante analizarlas incorporando la perspectiva de género, en tanto que son empresas eminentemente masculinas, jerárquicas y autoritarias, que refuerzan una visión masculina de la seguridad. Algunos de los insumos utilizados por los investigadores responsables de la elaboración de los documentos, no tienen incorporada la perspectiva de género. En consecuencia, se observa en el contenido de los documentos una reproducción de dicha ausencia por parte de los investigadores. RECOMENDACIONES Los documentos debieran tener incorporada una perspectiva de género, en tanto que ésta es una variable conceptual que apunta a una concepción integral e incluyente de la seguridad. De incluirla se aportarían variables tendientes a la inclusión Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 171 y la equidad que sugirieran análisis objetivos sobre la realidad guatemalteca. Por otro lado, se estaría contribuyendo al debate y conceptualización de la seguridad desde una visión más democrática, desestimándose con ello la visión masculinizante de la misma. Respecto del Concepto y la agenda de seguridad, en este proyecto se considera que “Las nuevas agendas de seguridad deberán diseñarse a partir de la reconceptualización de la seguridad, y en base al reconocimiento de la ausencia de amenazas tradicionales frente a la relevancia de amenazas no tradicionales, que incluyen nuevos riesgos, y vulnerabilidades, ajenos a su anterior concepción, cubriendo lo ambiental, lo económica y lo social, primordialmente.” En ese sentido, es de importancia considerar también la seguridad desde la perspectiva de género, es decir, dar un tratamiento adecuado a las necesidades diferenciadas de la población. Lo anterior a partir de la realidad de exclusión hacia las mujeres. Al pensar en una nueva política de seguridad, es fundamental considerar que ésta no sólo actúe, sino en lo posible establezca mecanismos de prevención y de atención especializada a las demandas de hombres y mujeres. Esto implica que la misma política pública sea planteada tomando en consideración los aspectos necesarios de formación y capacitación al interno de las instituciones. En instituciones como la PNC y el Ministerio Público, es fundamental la formación de todos sus miembros. Sin formación y capacitación especializada, las mujeres son sometidas a tratos y actuación incorrecta por parte de servidores públicos. No se trata de dar un trato deferente, sí de un trato humano, digno y sobre todo adecuado. Esto sobre todo a mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia. En el caso de la violencia intrafamiliar, es factible pensar en acciones de prevención en coordinación con otras instituciones y dependencias. En correspondencia con lo anterior, hubiera sido deseable que los investigadores responsables de conducir el proceso y elaborar los documentos, contaran con conocimientos sobre la perspectiva de género. De producirse lo anterior, varias de las recomendaciones habrían sugerido el abordaje y propuesta respecto de la inclusión de la perspectiva de género en el tema seguridad y en el propio sistema de justicia. Referido al Marco conceptual de la seguridad ciudadana, a pesar de subtitularse “la situación del debate actual”, y de hablar de concepto amplio de seguridad, en ningún momento consideró el debate que desde las mujeres se ha hecho, así como los esfuerzos que en Latinoamérica y el mundo se están realizando para disminuir los índices de exclusión de los que históricamente han sido objeto las mujeres. Respecto del tema Desarrollo humano, sistema de administración de justicia, y seguridad ciudadana, sería importante que al tratar la situación del desarrollo 172 Hacia una Política de Seguridad Ciudadana humano de la población, se pudieran presentar datos desagregados por sexo. Se habla de los bajos índices de inversión social, pero no se dice que éstos afectan de manera más dramática a mujeres, niños y niñas. En la redacción de los hechos de violencia y delictivos, tampoco se considera cómo éstos afectan de manera alarmante a las mujeres. A partir de esa invisibilización que se hace de la situación de las mujeres, las propuestas, criterios a tomar en cuenta y acciones estratégicas que se proponen son de base general. Se reitera que no se trata de hacer propuestas diferenciadas, pero sí es necesario que, dentro de las que se generen, se consideren las necesidades de las mujeres en el tema. En la creación de la Academia de Formación del Sector Seguridad, y la creación de un consejo directivo, considerar la participación de una representante de organizaciones de mujeres; y las modificaciones que su inclusión implique. En la regulación legal de las funciones del consejo directivo incluir: Promover la inclusión de mujeres. Definir políticas de equidad en la definición de puestos y cargos. Incorporar el enfoque de género en las pensa y curricula de estudios. Incluir en las capacitaciones los temas de violencia de género y seguridad ciudadana, para contribuir en el mejoramiento de la calidad, profesionalismo y actuación del personal. La creación de un consejo académico que coordine, con la Academia de Formación del Sector Seguridad, los aspectos técnicos de enseñanza y necesidades de formación de personal que requieran los órganos del Estado. Incluir la participación de una representante de organizaciones de mujeres de la sociedad civil, que contribuya para que la perspectiva de género sea incluida dentro de la formación del personal. Sería importante que en cuanto a la propuesta de creación de un Ministerio de Seguridad, en su integración se considere la participación de mujeres que manejen el tema de seguridad, y la temática de género, de tal manera que su participación incida en la competencia y funciones de dicho ministerio. Respecto de las principales funciones sobre el tema de la seguridad interior, que el documento indica, actualmente, son funciones otorgadas al Ministerio de Gobernación, pero que debieran ser absorbidas por el Ministerio de Seguridad, consideramos que la inclusión de la perspectiva de género es pertinente y necesaria. Derechos humanos, investigación criminal y género. Estudios de apoyo 173 BIBLIOGRAFÍA INFORMES, CONFERENCIAS Y PROPUESTAS Agenda de las Mujeres Rurales. Documento de trabajo, Guatemala, 2003. 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El tiro, sobre bond 80 gramos, es de 1,000 ejemplares.