san José de Segovia. Revestida del hábito de la Orden –velo negro, toca blanca, capa blanca y túnica marrón ceñida con correa cuya punta asoma bajo el escapulario marrón- está representada como escritora, actividad que pregonan el ejemplar del “Camino de Perfección” que porta en su mano izquierda y la desaparecida pluma, sustituida por otra decimonónica de plata, que elevaba al dictado divino en su diestra en el momento de recibir la inspiración celestial. El elegante contrapposto de la imagen, las finas facciones de su rostro ovalado, el sencillo plegado de los paños así como su sobria policromía, indican una datación tardía dentro del siglo XVIII, ya impregnada de los nuevos aires neoclasicistas. Entre los escultores napolitanos de la segunda mitad del siglo XVIII cuya obra es conocida en España podría relacionarse con la producción del aún poco conocido Felice Buonfiglio, alejado ya del barroquismo de las obras del primer tercio del siglo y que evoluciona hacia composiciones más serenas y plegados más rectilíneos. De todos modos la evidente pericia que demuestra el desconocido escultor de esta imagen a la hora de detallar los plegados del velo o las vueltas del manto recogido bajo el brazo, le separa de las obras conocidas de Buonfiglio en Cádiz y Palencia, no tan esmeradas como ésta. Texto: Miguel Ángel Marcos Villán PIEZA DEL MES OCTUBRE 2015 Bibliografía FRANCO TEJEDOR, A. (2015): “Santa Teresa de Jesús”, [en] S. Martínez (coord.), Santa Teresa en Segovia, Segovia, pp. 91-92. . Museo de Segovia. C/ Socorro, 11. 40071 Segovia. Tfn: 921 460 613 De martes a sábados de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00. Domingos de 10.00 a 14.00 / Lunes cerrado. [email protected] / www.museoscastillayleon.jcyl.es Hazte amigo del Museo de Segovia www.aamsg.es Síguenos en www.facehook com/museoscastyleon http://twitter.com/museoscastyleon SANTA TERESA DE JESÚS Santa Teresa de Jesús Anónimo napolitano Segunda mitad del siglo XVIII Madera policromada 98 x 52 cm Convento de San José del Carmen, Segovia LA ESCULTURA SEGOVIANA DEL BARROCO Segovia en el siglo XVI vive una plenitud sociocultural y En el panorama de la escultura segoviana del barroco, entre las abundantes y modestas obras salidas de los obradores locales destacan otras pocas, normalmente de mayor empeño y calidad, que proceden de los diversos centros artísticos que a lo largo de dicho período surtieron el mercado peninsular. Así, por ejemplo, de la escuela vallisoletana en su momento de esplendor se conservan de la mano de Gregorio Fernández el Yacente de la Catedral o el Cristo Salvador de san Andrés; de la escuela madrileña se documentan obras tanto del siglo XVII (el Cristo crucificado en la Catedral o el San Marcos de Martín Muñoz de las Posadas, ambas de Manuel Pereira), como de los escultores cortesanos del siguiente siglo, entre las que descuellan las de Luis Salvador Carmona para La Granja de San Ildefonso; más episódica es la presencia de obras de las escuelas levantina y andaluza, aunque en Segovia existen buenos ejemplos de procedencia granadina como el san Francisco de Asís de Pedro de Mena conservado en la parroquia de san Martín, o murciana, como el Niño Jesús del Colegio de los Claretianos y el san Francisco de Asís de Villacastín, ambas de Francisco Salzillo. De las obras de escuelas foráneas conservadas en Segovia durante el barroco, aparte de singulares ejemplos como el púlpito genovés de mármol de san Francisco de Cuéllar, hoy en la Catedral, y el importante número de obras francesas ejecutadas para los Sitios Reales por escultores de dicha nacionalidad al servicio del Rey (el conjunto de los jardines de la Granja y el retablo del palacio de Ríofrio, actualmente en el trascoro de la Catedral), seguramente fueron las obras de procedencia napolitana, las más abundantes en los palacios, iglesias y conventos segovianos. Desafortunadamente el catálogo de tan disperso patrimonio está por elaborar, si bien contamos con algunas referencias históricas como las indicaciones de Ponz acerca de la existencia de obras del escultor napolitano Nicola Fumo en el convento de capuchinos de Segovia. Durante el barroco, Nápoles fue uno de los principales referentes del comercio artístico entre Italia y España, siendo uno de los objetos destacados las esculturas realizadas en madera policromada. De los talleres napolitanos salieron abundantes imágenes de una calidad media muy elevada, con cuidadas policromías y formatos no muy grandes que facilitaran su traslado. Virreyes, cortesanos y demás funcionarios de la administración española tuvieron un papel fundamental como impulsores e importadores de estas obras, ya fuera para engrosar sus propias colecciones artísticas o para ser donadas a las instituciones religiosas españolas que tenían bajo su protección. Su carácter preciosista las hacían especialmente deseables para la devoción privada en la intimidad de los oratorios de las casas de nobles, clero y clases acomodadas, acabando en ocasiones su periplo en conventos por la generosidad de devotos benefactores o como parte de la dote de las novicias; en otras ocasiones incluso los propios conventos encargarán directamente dichas obras por medio de agentes o las adquirirán en las almonedas testamentarias. Desde comienzos del siglo XVII el gusto por lo napolitano se fue intensificando, siendo general la alabanza a la calidad de las piezas allí elaboradas; por ello no extraña que en 1725 cuando el convento franciscano de Cehegín (Murcia) decida la realización de una escultura de su patrona, la Virgen de las Maravillas, el encargo se hiciera en Nápoles “por salir de allí las efigies más primorosas” y asegurar así que “en la hermosura y perfección de atractivo fuese una maravilla”. De los talleres napolitanos salieron abundantes imágenes enviadas a España por escultores como los Perrone, los Patalano, Giacomo Colombo, Nicola Fumo, Vincenzo Ardia y otros muchos cuya influencia alcanzó a artistas hispanos de primera fila como Luisa Roldan, la Roldana, o Luis Salvador Carmona. LA PIEZA Como recuerdo de su origen y testimonio de esa admiración queda la denominación de “la napolitana” de esta elegante imagen de santa Teresa de Jesús conservada en el convento carmelita de