Sócrates y el oráculo de Delfos

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Biografía de Sócrates
Sócrates nació en Atenas en el año 469 a.C., o lo que es lo mismo, en el año 4 de la Olimpíada 77 el día 6 del
mes Targelión, hijo de Sofronisco, un escultor, y de Fenareta, una comadrona.
Sócrates, nació de buena constitución, sano y fuerte. Sócrates, recibió como ciudadano libre, una base
educativa. Frecuentó la escuela, donde recibió enseñanzas como la lectura de los poetas tradicionales, cálculo
elemental, música y gimnasia. En un principio continuó el trabajo de su padre, e incluso realizó un conjunto
escultórico de las tres Gracias que permaneció en la entrada de la Acrópolis ateniense hasta el siglo II a.C.
Durante la guerra del Peloponeso contra Esparta, sirvió como soldado de infantería con gran valor.
Pero posiblemente la gran revolución artística fue la que hizo que Sócrates se replanteara el seguir con la
tradición familiar. Es evidente que Sócrates, aprendiz de escultor, debió sentirse atraído ante las nuevas
manifestaciones del arte que nada tenían que ver con seguir el oficio de su padre. El nuevo arte traía nueva
vida, figuras en libertad, en movimiento, algo desconocido, el arte y las reglas racionales, moldeaban el
mármol y el bronce. Sócrates, se apresuró a dejar el cincel.
Según los testimonios de su época, era poco agraciado y de escasa estatura, lo que no le impedía actuar con
gran audacia y dominio de sí mismo. Apreciaba mucho la vida y alcanzó una gran popularidad en la sociedad
ateniense por su viva inteligencia y un sentido del humor agudo. Casado con Jantipa, una mujer de reconocido
mal genio, tuvo tres hijos.
La contribución de Sócrates a la filosofía ha sido de un marcado tono ético. La base de sus enseñanzas fue la
creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno
mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la
virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa.
El caso es que, en el año 399 a. C., a Sócrates le acusaron de una serie de delitos: de no respetar a los dioses
de la ciudad, de introducir nuevas divinidades y de corromper a la juventud, por lo que le invitaron a
suicidarse.
No quiso pedir disculpas porque pensó que no había obrado mal y se bebió la cicuta, que acabó con él y con
su sabiduría.
Mayéutica
Lo que Sócrates hizo durante algún tiempo, era interrogar a gente que tuviera tiempo para escucharlo, y creó
un método denominado mayéutica (o arte de alumbrar los espíritus) por el que lograba que mientras hablaba
con gente, estas personas descubrieran la verdad a partir de ellos mismos.
El oráculo de Delfos
El oráculo de Delfos, lugar sagrado donde acudían los griegos para preguntar a los dioses las cuestiones que
más les inquietaban, desveló que el filósofo Sócrates era el personaje más sabio del mundo
Dentro del templo, una sacerdotisa llamada Pitia (de donde se deriva la palabra pitonisa) intercedía entre el
consultante y el dios Apolo. ¿Qué solían prepuntar? Pues un poco de todo: asuntos políticos, religiosos,
morales...
¿Y qué tiene que ver Sócrates con el oráculo de Delfos? Pues mucho, porque el filósofo partió de una
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inscripción que podía leerse en este oráculo (la popular conócete a ti mismo) para desarrollar toda su teoría
filosófica.
La verdad es que todo lo que sabemos de esta importante figura del pensamiento occidental es a través de los
escritos de otros, porque él no dejó ni una sóla línea escrita. Se cuenta que uno de sus amigos, Querofonte,
consultó al oráculo de Delfos si había en el mundo alguien más sabio que Sócrates y el oráculo le contestó que
no. Al filósofo le extrañó muchísimo porque él pensaba que no sabía nada, de echo una de sus máximas más
famosas es sólo sé que no sé nada.
Después de dialogar con aquellas personas que le escuchaban, se convenció de que no sabían lo que creían
saber, es decir, que ignoraban su propia ignorancia, mientras que él ya sabía que no sabía, y al ser consciente
de su tremenda ignorancia era más sabio que ellos.
Sócrates creía que era todo un reformador moral. Sólo le preocupaba una cosa: averiguar cómo debía
comportarse el ser humano. Pensaba que conocer el bien era lo mismo que hacerlo, porque nadie hace el mal a
sabiendas. Insiste: si alguien hace mal es porque no sabe que hace algo malo, por lo que no debe ser castigado.
Obrar de mala manera es sólo el fruto de la ignorancia. A modo de ejemplo: un buen zapatero nunca haría un
par de zapatos malos. Lo mismo los humanos: si conocemos el bien, lo hacemos. Él decía que el saber es
virtud.
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