LA VIDA REVERENTE

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LA VIDA REVERENTE
UNA APROXIMACIÓN A LOS
CAMINOS DEL REINO VEGETAL
“Nuestro objetivo no es elaborar teorías,
sino intervenir realmente en la evolución”
Rudolf Steiner
1
CONTENIDO
PRÓLOGO
SEMILLA-SÍNTESIS
VIDA-CONSCIENCIA
PULSO-LEY
¿Qué es la Ley de Consubstanciación en el Reino Vegetal?
Qué leyes actúan en el proceso de Consubstanciación
¿Cómo ocurre la Consubstanciación en un vegetal?
¿Qué es la Ley de Sustentabilidad Elemental?
¿Qué es la Ley de Organicidad Molecular?
¿Qué es la Ley de Sustitución Energética?
¿Cómo actúa la Ley de Trascendencia?
¿Qué es la Ley de Transmigración?
¿Qué es la Ley de la Ascendencia Solar?
¿Qué es la Ley de la Estratificación de la Consciencia?
¿Qué es la Ley de Selección?
¿Qué es la Ley de Simetría?
¿Qué es la Ley de Optimización de la Vida?
¿Qué es la Ley del Equilibrio Inherente?
¿Qué es la Ley de Regulación Sinérgica?
¿Qué es la Ley de Cooperación entre Reinos?
¿Qué son las Leyes Geométricas y las Leyes Orgánicas?
¿Qué es la Ley de la Inter-penetrabilidad o Ley de Interdependencia de los Sistemas?
¿Qué es la Ley de la Sabiduría Vegetal?
¿Qué es la Ley de Sacrificio?
¿Qué es la Ley de la Unidad-Múltiple o Alma-Grupal?
¿Qué es la Ley de Retorno?
¿Qué son las Leyes de Sublimación de Sustancias?
¿Qué son las Leyes Dévicas?
EPÍLOGO
2
PRÓLOGO
En 1854, un presidente occidental, recibió la siguiente carta de un jefe aborigen:
“¿Cómo es que se puede comprar o vender el cielo, y el calor de la tierra?
Esa idea nos parece extraña. Si no poseemos el frescor del aire o el brillo del agua, ¿Cómo es posible
comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada ramo brillante de un pino, cada puñado de arena de
las playas, la penumbra en la floresta densa, cada amanecer, y el zumbido de cada insecto son sagrados en la memoria y
en la experiencia de nuestro pueblo…
Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el
caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los pantanos en las campiñas, el calor del cuerpo del
potro, y el hombre –todos pertenecen a la misma familia…
El murmullo de las aguas es la voz de mis ancestros. Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los
ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben recordar y
enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y suyos también. Y, por tanto, ustedes deben dar a los ríos la
bondad que dedicarían a cualquier hermano…
Nuestras costumbres son diferentes de las suyas. La visión de sus ciudades hiere los ojos del hombre rojo. Tal
vez sea porque el hombre rojo es un salvaje y no comprenda. No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre
blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el crecimiento de las hojas en primavera o el batir de las alas de un insecto…
El aire es precioso para el hombre rojo, pues todas las cosas comparten el mismo soplo –el animal, el árbol, el
hombre, todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira… ¿Qué es el
hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Pues lo
que ocurre con los animales, en breve acontecerá con el hombre. Hay una ligación en todo.
Ustedes deben enseñar a sus hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de nuestros abuelos. Para que respeten
la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus hijos lo que
enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le pase a la tierra, les pasará a los hijos de la
tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiéndose a sí mismos… lo que ocurra con la tierra recaerá sobre
los hijos de la tierra. El hombre no tramó el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciera al
tejido, se lo hará a sí mismo…”
Cumple su cometido un planteamiento cuando impele la reformulación de lo establecido, en cuanto lo
establecido deviene de una mirada estrecha de los acontecimientos. Es una herramienta de la Verdad lo que impide
encapsularla. Auxilia su actualización lo que no deja que se cristalicen las vías por las que se muestra.
Caídos en la rutina comparativa del conocimiento, o versados en la condenación mecánica que nunca posee
argumentos plausibles, y entre tantos análisis y juicios abordados desde la mentalidad que tanto cultivamos en estos
días, diluimos nuestra capacidad de observación silenciosa, libre, y vacía del centralismo de las explicaciones.
Los conceptos, que son argumentos estancos, forman, cuando organizados, una estructura psicológica desde la
cual se puede operar intelectualmente. Las estructuras psicológicas permiten generar estipulaciones, pero en detrimento
del significado –léase signo- más profundo de los hechos. En la ruptura de las estructuras psicológicas, se encuentra la
clave de la liberación de los patrones de pensamiento conocidos.
3
El postulado esencial de la Enseñanza debe ser el autoconocimiento y no la medición rígida según un esquema
racional.
La Vida Reverente es un estudio intimo, y multilateral. Y procura, primordialmente, servir como herramienta de
la ampliación de la consciencia. Es un texto que aborda lo que existe oculto detrás de las fases de manifestación de una
planta, que observa los símbolos intrínsecos que estas nos acercan y nos ofrece estímulos preciosos de reflexión y
estudio.
La Vida Reverente intenta, en estas páginas, develarse a sí misma, por los intrincados caminos de la razón, como
por las sendas simples de la contemplación. Por uno o por otro, aquella se hará conocida. La intención de estos escritos,
es, sin más, abrirle paso.
4
SEMILLA-SÍNTESIS
La semilla es algo misterioso aun, para la consciencia humana. Un fragmento material tan minúsculo y tan
desconocido todavía, que hasta el momento, solo se han realizado conjeturas y aun permanece inextricable su valor. Si
la ciencia humana realmente descubriera el potencial de una semilla, podría estar ante un voltaje energético inmenso,
capaz de impulsar hasta incluso grandes maquinarias, como asegura Amhaj1.
Una semilla es un código de luz. Para desentrañar sus misterios, son necesarias llaves, a las cuales el actual
estado evolutivo de la consciencia humana no permite acceder. Una semilla, en el plano concreto, y en relación al reino
vegetal, es una síntesis energética de la Ley de Consubstanciación2.
Una semilla es una matriz ígnea donde los patrones arquetípicos están grabados y son resguardados por un
campo magnético que otorgan sustancias inteligentemente asociadas.
Como es el pulso energético intermedio entre la última oleada de vida de un individuo vegetal y la primera
oleada de vida de uno nuevo, en una semilla existe eso: un devenir entre corrientes de materialización. Y en cada
semilla está presente esta información porque una energía supra-física impregna al unísono a todas las simientes de un
vegetal con este fuego, y graba en ellas esos códigos; por ello aquellas que no estuviesen lo suficientemente
desarrolladas en términos sustanciales, serán infértiles, porque sus cuerpos no podrán contener el pulso de esos
patrones. Por ello algunas simientes también deben ser sumamente resguardadas de las corrientes externas, para cuidar
el delicado pulso contenido en su aura.
En una semilla, pulsa una síntesis creadora. En ella están la raíz, el embrión y en muchos casos las primeras
hojas ya formadas. Pues mientras aun se encontraba en la planta matriz, el nuevo individuo vegetal ya se estaba
gestando; en realidad, cientos, miles o millones de nuevos vegetales creciendo dentro del mismo vegetal. Lo que en un
determinado momento se interrumpe. La semilla cambia su patrón vibratorio. Esas hojas, esa raíz, ese embrión, se
deshidratan y se endurecen, como si se petrificaran y permanecen en ese estado hasta que en contacto con las corrientes
magnéticas del aire, del agua, y del fuego el proceso continúe, para darse en el ámbito donde sea más favorable. Es
como si la vida en ella fuese “suspendida”. Pero la Vida no cesa; su pulso es otro únicamente.
“Si vieseis una semilla internamente, tendríais la imagen de un hombre en recogimiento, con sus manos muñidas
en su centro-corazón.
Si pudierais penetrar con mayor profundidad en la esencia de la forma, descubriríais una realidad que,
generalmente, desde el pulso de la razón, negáis.
Una semilla no es un objeto. Es un proceso, porque fue engendrada para permanecer no más que un pequeño
lapso temporal en el plano de los llamados objetos. Más tarde o más temprano debe morir para liberar la vida
encapsulada en su interior. Y en esa liberación, la Vida renace nuevamente. Aquel es su camino; de ese modo comete
aquel proceso que le cabe consumar. Los fuegos sutiles están encendidos, en espera silenciosa del mandato creador.
En realidad, no existe aquello que denomináis objeto, porque todo desenvuelve un proceso evolutivo; un
“objeto” es solo una distinción lingüística, reflejo de la categorización obtusa de la inteligencia humana en la
actualidad.
Una semilla-síntesis es, por tanto, sustancia-energía. Es vida-consciencia sostenida por un pulso-ley. Reconoced
el lenguaje de la Creación”.
1
“Signos del Agni Yoga”, de Helena Roerich
capitulo Pulso-Ley, ¿Que es la Ley de Consubstanciación?
2Ver
5
“Las simientes emiten un canto de redención, atrayendo hacia sí el pulso de la reconstitución material. En un
planeta opacado por la esterilidad y la artificialidad, cada vez que una semilla evoca la Vida al expresarse, vitaliza el
ámbito donde se encuentra. En ese sentido, la cura que transmite el Reino Vegetal, se inicia desde el mero despertar,
irradiando las energías que pulsan en su interior por emerger”.
Si pensamos por un momento que en una diminuta semilla existe el potencial energético para reproducir toda la
especie por unos 12.000 años aproximadamente, tomaremos una noción real de su valor. Y comprenderemos además,
en un delicadísimo símbolo ofrecido a los hombres, la significancia de la elevación de la consciencia de aquellos que,
por su entrega y disponibilidad al Servicio, son simientes para la instalación de nuevos estamentos vibratorios en la
humanidad.
Mayoritariamente, las semillas están consolidadas cuando los fuegos consumaron los procesos de síntesis
adecuados. Esto ocurre por lo general, en fases. En las primeras, son claves energéticas las que deben ser ajustadas de
acuerdo a los patrones arquetípicos del grupo. En las intermedias son compuestas las estructuras vibratorias de los
óvulos. Finalmente, la esencia de ese trabajo se reduce a un movimiento centrípeto donde diversas corrientes son
unificadas para después concentrarse y así formar un núcleo energético inmenso.
En la mayoría de las plantas con flores, las fases iniciales e intermedias acontecen previas a la propagación de las
semillas. Dejándose, para instancias posteriores a la dispersión de aquellas, las fases finales de la acción ígnea. Este
pulso, coincide con aquellos estados conocidos en botánica como “periodo de reposo” y “viabilidad”, que suceden una
vez que las semillas están separadas de la planta.
“Las simientes os traen un inconfundible mensaje de reverencia por la Vida mayor que todo lo sustenta. Como
potentes núcleos de vida latente, en silenciosa espera de regeneración, de transmutación, de cambio, aguardan
impertérritas su nacimiento-muerte, su disolución-creativa. Y oran, oran incansablemente, para que la Energía que
todo lo nutre en la existencia, se exprese, intermediándolas. Y así se evidencie por la forma la Vida; por la Vida la
Esencia; y por la Esencia lo que ya no puede ser nominado”.
En aquel dinamismo en estado de latencia, las simientes emiten un sonido creador. Son sonidos-simientes. Es un
cántico por la Existencia, que aun no aprendimos a oír. Preguntémonos por un momento ¿Cuántas semillas aguardan en
este preciso instante, en todos los sectores de la vida planetaria, veladas por las hojas secas de los árboles, del mantillo
de los bosques, bajo las arenas de los desiertos, debajo del hielo polar, o soterradas por el barro de los pantanos, el
Llamado que las liberte? ¿Y cuántas, en el mismo preciso instante, rompen sus tegumentos con una fuerza que solo
pocos hombres osados lograrían igualar, para cumplir su única obra, la Obra del Único?
Una simiente es un macrocosmos-microcosmos vivo. La Vida es plena donde puede expresarse, y las semillas
son el más contundente símbolo de obediencia. Nada posen para ‘elegir’. Solo osa el cumplimiento de lo que les
compete.
“Ellas aguardan, fuera del tiempo-espacio, aquel inasible momento en el que emerger. Allí vosotros decís que
aquellas se tornan viables; mas, su fertilidad responde a los ciclos de la Necesidad.
Cuando dimitís de vuestras creencias, ideales, e interpretaciones, comprendéis los códigos que pertenecen al
mundo de las realidades ardientes. Las semillas están impregnadas de esas energías. Son mensajeras de ese reino
supra-natural. Os cabe igualarlas. Os cabe orar, y reverenciar lo que sois, en las capas profundas de vuestra
consciencia.
Vosotros, debéis tornaros viables. Y atraer lo que sois capaces de alcanzar. Lo más Alto nunca es lo
inalcanzable. Aprended la lección que estos símbolos os dejan. Si no realizáis lo que os cabe en estos presurosos
tiempos de transformación, os tornareis infértiles, y por vuestro intermedio ya no os podrá brotar la vida que llega.
Una simiente se realiza en un sacrificio libertador. Proseguid, ese camino también esta signado para vosotros.
Entregaros a la liberación por medio del desapego de lo que ya habéis reunido en sí”.
6
El Reino Dévico, solo esta insinuado para la consciencia humana. Todo lo que se puede decir sobre aquel son
meras referencias de una vida invisible, imprescindible y fundamental en el cosmos. De su labor, la Vida requiere
inmanentemente para abarcar la Existencia3.
En el lenguaje de la construcción y destrucción de las formas, los devas “utilizan” palabras que organizan las
fuerzas; obran a través del poder del ritmo; son artífices del verbo. Esas palabras, como un llamado a la esencia vegetal
del grupo al cual esa semilla pertenece como energía-síntesis, invocan la vida latente en los planos sutiles a tomar
posesión de los moldes etéricos que ya están siendo construidos. Así se inicia el despertar. Así la vida resurge
nuevamente. Si el Reino Dévico no tejiese con sus manos las condiciones para la vida, la manifestación de una simiente
no ocurriría.
En ese despertar, las leyes vienen al encuentro de la Vida. La sustentan. Organizan su desenvolvimiento. Trazan
los caminos para la Expansión. Auxilian el establecimiento de la forma. Son las vías de su disolución. Y conducen a la
vida-sustancia-consciencia hacia nuevos estados, donde aquel acompañamiento nunca estará ausente.
En el despertar de una semilla se expresa la Ley de Retorno. Ese es el fuego-guía de su trayectoria. Lo que le
impele por el camino de la Evolución.
La activación de los fuegos de construcción-transformación liberados por los intermediarios de la creación, la
Jerarquía Dévica, predispone los campos materiales para que las simientes puedan acoger la Consubstanciación,
impulso-ley rector del Reino Vegetal. Los arquetipos que les correspondan intentar materializar a aquellas, son
recibidos en las partículas ya predispuestas para volver a consumar así un nuevo Ciclo.
También la interacción de las fuerzas externas donde esos impulsos hacia la materialización se vierten, ejercen su
influencia en este proceso.
“Reconocéis que la vida se manifiesta por lo que vuestros sentidos os muestran. Pero desconocéis que ocurre
mas allá de los mecanismos que la razón os deja entrever. Simientes de un nuevo ciclo son aquellos que despiertan,
como las semillas de vuestras plantas y árboles, que únicamente se donan para gloria del Propósito Creador. Aquellas
no miden sus esfuerzos; desconocen el temor de la disolución-renacimiento, al que vosotros llamáis muerte, que
separáis de la vida con la obtusidad de primates.
Sabéis de esto. Ya os fue dicho. Muchos de vosotros fuisteis ayudados para ensayar aproximaciones pioneras
con los reinos. Os cabe hoy, aproximaros al mundo interno que aquellos señalan con sus símbolos, pues la Vida
Consagrada, a través de formas consagradas, atrae la vida hacia la Consagración.
Vuestras simientes hoy despiertan de su reposo, latentes de una evolución sin retrocesos, porque vosotros no
despertáis. Os impelen a seguir el camino de los convocados al cumplimiento de la Ley.
Si os sacrificarais como estas, Nuestra obra seria también la vuestra. Más no entendáis sacrificio como
esfuerzo. No os confundáis, no es esfuerzo lo que os pedimos, sino la entrega de vuestros actos, de vuestras decisiones,
de vuestro orgullo separatista.
Orad la redención de la vida planetaria, que os atraeréis. Despertaos a la luz que el Guardián de la
transmutación de vuestras células os acerca; vuestros hermanos menores os cuentan, sigilosamente, esta historia de
transformación.
Aprended, como dijera vuestro Instructor, del mensaje de los reinos. Las leyes están grabadas en todo lo vivo, no
en la mortandad de los jeroglifos que usáis. Los pulsos del Amor señalan la cohesión de los Mundos. Uníos, en
consagración y silencio, es preciso que lo Nuevo pueda germinar”.
3Ver
capitulo Pulso-Ley, ¿Que son las Leyes Devicas?
7
Es necesario descubrir que las semillas no inician la germinación únicamente porque incidan sobre ellas agua,
luz y calor. O porque un hombre las arroje sobre la tierra y las humedezca; estas germinan porque su camino es ese,
inconfundiblemente. Del mismo modo que los frutos emergen de las flores, las semillas emergen de los frutos, una
imagen de la Consubstanciación emerge en cada una de las simientes que se construye en las plantas.
Las semillas son como corpúsculos de la entrega que la Vida vegetal experimenta en su ciclo de
consubstanciación. El devenir es, para aquellas, como el sagrado nutrimento al cual se aferran. Fieles al propósito que
las manifiesta, son instrumentos del renacimiento de la Consciencia en el ritmo de la evolución.
“Las simientes reverencian la Tierra. Se curvan ante ese manto protector que las acoge. Se liberan en las manos
de ese campo de energías. Son recibidas en el amor de la Madre.
La Reverencia, es un clamor de interdependencia”.
Algunas semillas germinan de forma epigea4 y otras, de forma hipogea5 porque unas están relacionadas más con
las fuerzas telúricas y otras, con las fuerzas solares. Existen semillas que requieren más de los aglomerados de fuerzas
de la tierra; por ello los cotiledones se mantienen bajo tierra emitiendo un brote hacia fuera que, tarde o temprano, impulsado por el vigor que el núcleo germinativo está incorporando debajo de la superficie- hará despuntar las
primeras hojas. Otras, encuentran un desenvolvimiento más afín a las fuerzas provenientes del Sol; esa es la razón por
la que aquellas desarrollan un germen que es expulsado fuera del elemento terrestre para tomar contacto lo más antes
posible con la luz externa; así es que las hojas de los cotiledones surgen con otra impronta.
Por ello no es apropiado en las germinaciones epigeas retirar anticipadamente la cobertura más externa de las
semillas ya brotadas. Pues ésta ofrece una coraza etérica que protege a los cotiledones del impacto exterior por el
tiempo apropiado. Cuando esta cobertura se desprende por completo de forma espontánea, las incipientes hojas ya
están listas para asomar ante las variables del contacto con las interacciones externas.
Durante la germinación epigea, donde los cotiledones emergen hacia la superficie, gran parte de la concentración
energético-nutritiva, se almacena en las raíces y depende mayoritariamente del nutrimento del suelo -en términos de
equilibrio mineral y vibratorio- para un desarrollo armónico. Esto no excluye que el almacenamiento proteico de los
cotiledones provea, en el proceso, un importante sustento. Y en el caso de una germinación hipogea, donde la albúmina
permanece debajo de la superficie desde donde emergen radículas y hojas, el desarrollo es otro. La energía concentrada
en ellos es la que abastece ese mecanismo alimenticio.
En el libro “El Llamado de los Árboles” de Dorothy Mclean, leemos: Así como de la simiente crece un árbol,
también de una idea-simiente, emerge un patrón de fuerza llegado del Centro. Ese patrón es pasado adelante por
silenciosas filas de ángeles; silenciosas y quietas porque tal idea todavía está por demás informe e incierta y solo puede
ser preservada con cuidado meticuloso. La idea desciende y surge, crece en fuerza y tamaño, su patrón se torna más
brillante hasta que finalmente centellea y resuena, todavía bajo los cuidados del ángel más elevado. Su campo de fuerza
es firme y resplandeciente. Entonces el patrón es pasado a los constructores de la forma, los elementos. Ellos vienen, se
donan a sí mismos y lo visten.
El patrón está en todas partes, perceptible en los éteres, mantenido por los ángeles. Es manifestado
oportunamente, más allá del tiempo, por la energía de los elementos y con el auxilio de los seres elementales y por fin
aparece en el tiempo y en el espacio, en la belleza de una flor y en la suculencia de la fruta. Ese es el Verbo que se hizo
carne…
En el mismo libro, también leemos: ¿Cual es el milagro que la naturaleza opera para promover la transformación
de una minúscula semilla en árbol y el crecimiento de un animal o de un humano? Al sintonizar con nuestro mundo, las
4
Cuando el grano se eleva sobre la superficie de la tierra.
grano permanece debajo de la superficie de la tierra.
5Cuando el
8
cualidades que sobresalen son las positivas: alegría, leves, adaptabilidad, dedicación. En verdad, son ellas la energía o
el alimento usado en el crecimiento de las células”.
En estas palabras, vemos que el mundo natural, pulsa en un ritmo de interdependencia incesante. Que la Vida no
es autónoma. Que la Consciencia “Es”, sin distinción de estados vibratorios.
Las semillas responden a códigos energéticos específicos, y por ello los fuegos latentes despiertan. Estos códigos
energéticos pueden entenderse como combinaciones precisas de fuerzas, energías y leyes. El calor, el frío, los
minerales, la incidencia de los elementos, las corrientes magnéticas, el acompañamiento de la Jerarquía Dévica, son
notas de la armonía de ese código que, reunidas en una matemática perfecta, permiten que la chispa de vida en las
semillas se encienda y pueda desarrollar su potencial interno.
Algunas semillas necesitan de frío para romper su latencia y germinar, como otras de temperatura tórrida, porque
las condiciones atmosféricas son, para cada núcleo germinal, como las suaves voces que anuncian el despertar. Que
representan códigos energéticos, que reverberan en el ritmo interno de aquellas semillas, desatando procesos físicos,
químicos y alquímicos que redundaran finalmente en su germinación. Estas condiciones son armónicos del ritmo
interior de estas semillas. Y por ello activan, como una llave maestra, el fuego latente en estas, que paulatinamente
favorecerá la liberación de las energías inmanentes a la vida que en ellas late.
Y aunque las semillas pueden brotar sin el acompañamiento de estas condiciones en los ámbitos naturales
propicios, al concluirse el periodo de germinación e iniciarse el de crecimiento –que está determinado a darse cuando
las hojas verdaderas emergen- aquellos códigos serán indispensables; en un punto tal que su ausencia interrumpiría el
proceso vegetativo. Los invernaderos hoy en día, en un caso, ofrecen aquellas condiciones de forma artificial; las
modificaciones genéticas, en el otro, rompen –para prescindir de las mismas- con las correspondencias energéticas que
facilitan esos procesos. Realizadas, como ya sabemos, por afanosos escrúpulos egoístas.
“¿Cuándo germinará lo que ya hemos depositado en vosotros? Despertar es urgente, mas no es lo único que os
corresponde. Pues contáis también con la fuerza que se os propicia para el nacimiento del Nuevo Hombre-Luz.
Romped el tegumento que creasteis. Ya el Agua de Vida se os ha otorgado. Recibisteis el Fuego Creador; y el
suelo os acoge respondiendo al mandato de la Sustentación Universal; la Luz, pulsa en vuestro mundo interior, aquello
no lo desconocéis. Debéis germinar. La Confraternidad que conformamos aguarda ser vivenciada. Expresad vosotros
esa inmaculada esencia de la Existencia. Os cabe, porque ya sois semillas”.
Así como el reino humano recibe, durante el desenvolvimiento de su evolución cuando cíclicamente es
necesario, una nueva estructura genética cada vez que un patrón de consciencia se amplia, el reino vegetal, como el
animal, son, grupo por grupo, cuidadosamente acompañados por Jerarquías rectoras que guían sus pasos en cada orbe.
Existen en el reino vegetal, distintos tipos de códigos energéticos, genotípicos, que dan características evolutivas
únicas a cada especie.
Las semillas, síntesis energética de un grupo vegetal, son archivos de vida, donde informaciones arquetípicas son
almacenadas y potencialmente expresadas.
En sus experimentos, los hombres intentan acelerar el ciclo germinal de las simientes, desconociendo que la
Energía irrumpe desde el seno de la materia, la sustancia-vida, cuando ella, posee un estado afín a la vibración que
gesta en el interior de aquellas simientes. En otras palabras, es resonancia-sintonía. Como una afinación musical, las
simientes despiertan cuando la tierra expresa las condiciones adecuadas para ello; es un tono-respuesta al llamado que
realiza la vida. Y así, polos de un proceso creativo, desenvuelven el camino de la existencia sublimemente. La tierra
acoge las semillas. Las semillas se infunden en la tierra. Pero a su vez, reciben la Vida que les corresponde plasmar. En
ese sistema de interacciones, las semillas despiertan.
9
“Germinar es un movimiento expansivo poco estudiado por vuestros intelectuales. Cuando negáis a vuestras
plantas la germinación, negáis la transformación del fuego en patrones sustanciales; interrumpís la construcción de
un proceso que os afecta inclusive, pues en el imprescindible flujo de energías que los reinos intercambian, todo lo que
un reino realiza, estimula un movimiento análogo, y superlativo, en los reinos subsiguientes”.
El tegumento6 de algunas semillas es el movimiento de respuesta evolutiva que algunos grupos ofrecieron en
épocas remotísimas donde el fuerte impacto de las condiciones exteriores imposibilitaba que estos conservasen sus
características sutiles sin ver interrumpido su proceso. Hoy, aunque las condiciones de muchos vegetales son elevadas,
sabemos que están no obstante justificados en términos energéticos, debido a la densificación en la cual el planeta fue
penetrando paulatinamente. En la actualidad, muchos vegetales están recibiendo transformaciones genéticas en este
proceso de sutilización que los niveles materiales experimentan, que conducirán su esencia a expresiones de vida más
sutiles, que espejen condiciones más próximas a su origen, en fases futuras. Vale aclarar, que ninguna concordancia
guarda este tipo de variaciones genéticas, auspiciada y conducida por Jerarquías que actúan en el conocimiento
profundo de los destinos cósmicos que a las partículas aguardan, con las modificaciones que individuos ambiciosos,
hoy operan sobre la génesis vegetal con fines únicamente egoístas y enfermizos, desconectados de principios elevados.
El “encapsulamiento” es para esas simientes, además, una forma de conseguir que el equilibrio necesario para la
formación del embrión no sufra alteraciones que le impedirán desarrollarse con integridad. Robustecido por el
resguardo físico-etérico, en cada caso con características únicas, el núcleo germinativo aguarda, auxiliado de esta
forma, el momento más adecuado para su manifestación. El impacto mas tosco de los elementos lo recibe aquella
coraza, entretanto aquel sutil conjunto de cotiledones, radícula y esencia incipiente, solo toman contacto con otro tipo
de condiciones, asistido ello por otra corriente energética que tiene lugar cuando la testa se abre, permitiendo que un
flujo de energía circule.
“En vuestras simientes esta la respuesta. El sendero de la maduración interna es continuamente un
ofrecimiento-respuesta. La entrega es el poderoso consentimiento de unión con la Vida Mayor que os reúne en la
incondicionalidad del Amor. Cada una de las semillas que vosotros depositáis en la Tierra, os deja, en patrones sutiles,
las vías del Retorno develadas. Obran en la simplicidad de la obediencia a lo que las impulsa. Vosotros, os acorraláis
en razonamientos que os impiden la liberación.”
En Agricultura se realiza un procedimiento que es denominado justificación, cuando una hortaliza, arbusto o
árbol es trasplantado a un terreno o región no propicios para aquel pero que, si una vez transcurrido un periodo de
posible supervivencia existe prosperidad, las simientes del mismo guardaran la información de la experiencia de la
planta-madre. Después de muchos intentos, algunos especímenes consiguen responder efectivamente y terminan
adaptándose completamente a las nuevas condiciones. Así se obtienen semillas justificadas. Este proceso también
ocurre espontáneamente, de modo general debido a la labor de las aves, que trasladan las semillas a veces largas
distancias de su medio original.
El periodo de reposo de las semillas, o la viabilidad de las mismas, se puede ver alterado por la justificación
debido a que nuevos ritmos, nuevas corrientes, nuevas coyunturas deben ser procesadas. Se necesitan por lo menos
algunas generaciones para que las estructuras sutiles de esos individuos puedan responder favorablemente –por un
robustecimiento energético- a los medios presentes. Esa labor, auxiliada por energías dévicas, es sobremanera
importante cuando son requeridos en determinados sectores de la vida planetaria, especímenes vegetales que por sus
vibraciones se vuelven sumamente necesarios en ámbitos donde la contaminación psíquica es grande; allí estos
vegetales colaboran en procesos de transmutación de condensados de fuerza, bajo Ley de Sacrificio 7.
También estas translaciones acontecen cuando esos individuos son necesitados como alimento en los reinos
animal o humano donde existen carencias que aquellos podrían suplir. En todos los casos es una preparación para el
alma-grupo que así delinea nuevas coyunturas de manifestación.
6
7
Es la parte más externa de las semillas. Se denomina tegumento, testa, o cascara a esa cobertura protectora.
Ver capitulo Pulso-Ley, ¿Que es la Ley de Sacrificio?
10
Después de las sucesivas generaciones de justificación, las semillas presentan características diferentes amén de
que sus particularidades orgánicas sean las mismas. Su periodo de reposo como su viabilidad, y su necesidad de que
preponderen los elementos en medidas renovadas, son diferentes. Poseen otro grado de respuesta a condiciones
electromagnéticas; se vuelen más frágiles en sus coyunturas germinativas, o más toscas, según sea el caso. La semilla
así, puede requerir más agua, menos agua; mas luz, menos luz; mas o menos nitrógeno; mas o menos carbono, etc.;
dependiendo el ámbito donde la justificación tuvo lugar, en contrapunto al espectro que originalmente le era favorable
para su existencia.
“Vosotros alterasteis los códigos que la Luz construyese en la Inmensidad de los Ciclos. Jugasteis. Y sois
responsables directos. Lo que hoy llamáis un castigo de la naturaleza es simplemente un corolario de vuestra
desviación.
Carecéis de recursos para recomponer los perjurios que habéis ocasionado pues propagasteis vuestra
indiferencia en caudales mayores que los venenos que utilizáis. Porque destruisteis los lazos con lo Verdadero cuando
os amarrasteis a falsos conceptos. Vuestros monocultivos por ejemplo, solo os recuerdan el opacamiento de vuestra
inteligencia”.
Corrompidos por el uso de artificialismos sumamente tóxicos como el glifosato, el glufosinato, y la sulfonilurea 8,
hemos envenenado mucho más que los campos destinados a las siembras. La anteposición de beneficios individualistas
y caprichosos sobre las principales bases del equilibrio natural es una intoxicación mucho más severa para el curso de
la evolución de este planeta que lo que pensamos. Hemos llevado a los patrones naturales una desconfiguración como
nunca conocimos. Pensemos por un momento en las simientes modificadas genéticamente para producir rindes
desnaturalizados por la ambición desmedida. O en los árboles genéticamente alterados para producir más papel en
menos tiempo y así incrementar los beneficios de emporios fabriles que elaboraran elementos que se transformaran en
basura en el cabo de unos meses, con la mayor de las suertes. O en los ríos silenciados por represas pétreas que
parecieran recordarnos la paraplejía de nuestra psiquis donde es retenido lo que fluye, donde el más preciado de los
atributos de la Energía, su devenir incesante, es cautivado.
En su “Decálogo de los Tiempos Futuros”, Yaco Albala dice: “La reconciliación de la humanidad con las
Fuerzas de la Naturaleza, es el acontecimiento más significativo en el comienzo de la nueva Historia de la Humanidad.
La reflexión obtenida mediante la reconciliación con las Fuerzas de la Naturaleza habrá de ser la clave inequívoca para
el tratamiento de los grandes problemas mundiales.
Los desastres naturales son desgravaciones que acontecen tanto en la atmosfera psíquica como en el código
telúrico del planeta y su comprensión traerá consigo la necesaria claridad que servirá de base a la Organización del
Nuevo Mundo”
Los vegetales pueden estar respondiendo a las fuerzas naturales, pero dislocados de los genuinos ciclos internos
que, en intersección con aquellas, impulsan el desenvolvimiento de las diferentes etapas por las que transcurre la vida
vegetal en el planeta; a saber, despertar, germinación, maduración, florecimiento, recogimiento, fructificación,
potencialización, inseminación. Entonces, impulsados más por una respuesta mecánica a condiciones externas que por
una respuesta a los ciclos de exteriorización emanados desde el alma-grupo, algunos vegetales pueden desarrollarse
desfasados de las convergencias energéticas propicias destinadas a ellos internamente. El profundo desequilibrio
ocasionado por la humanidad sobre el planeta, alterando la modulación arquetípica del clima, como la precisa
circulación de fuerzas telúricas con la extracción ambiciosa de minerales, la destrucción de bosques que al ser
devastados importantes campos magnéticos desaparecen, la contaminación del oxigeno disponible y del agua con
crudos químicos de alta toxicidad, sumado a las manipulaciones genéticas de innúmeras especies vegetales como el
extremo estado del psiquismo humano presente en los estratos sutiles del planeta, han inducido dislocaciones
energéticas como estas. Así, por ejemplo, el florecimiento en algunos frutales se da por adelantado, debido a cambios
climáticos imprevistos cuando algunas ondas de calor inesperadas les llegan y estos florecen inmediatamente. Pero
como a seguir, la regularidad climática muda nuevamente -sea por heladas, vientos o lluvia- prácticamente ninguno de
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Agroquímicos utilizados hoy en la agricultura convencional.
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esos núcleos florales prospera. Y aquel vegetal, deberá convocar fuerzas otra vez en un ciclo subsiguiente, cuando las
condiciones sean las propicias, lo que no siempre sucede. Algunos árboles por ejemplo, solo fructifican una vez al año.
Si las flores perecen, su fructificación no es posible. Sin fructificación, el desenvolvimiento anual se pierde.
Se podría decir que, en términos dévicos, debe existir continuamente una recomposición y ajuste de los
mecanismos energéticos en este lineamiento. Grande es el amor proferido por estas consciencias hacia todos los reinos,
en el perpetuo auxilio de la Vida Creadora.
En el libro “Comunicación con Ángeles y Devas”, de Dorothy MacLean, leemos: “Suceda lo que suceda,
mantenemos el patrón arquetípico inalterado. Si es necesaria alguna alteración, la mantenemos como parte de ese
patrón”.
Dorothy MacLean, afirma que los devas no se desvían nunca de su curso por ningún pensamiento, sentimiento o
acción momentáneos. Que no poseen libre albedrío y están conectados con los registros atemporales conociendo las
líneas generales de los procesos evolutivos. Que su forma cambia mientras se mueven, participando de las cualidades
de los reinos que transitan. Que trabajan con mantras, en movimiento. Que están abandonados al momento presente y
en unidad con las energías de ese instante. Sabemos que en la manifestación de los universos, el proceso de
aglutinación-cohesión de partículas, de organización, de condensación y de materialización son diferentes dinámicas de
las leyes creadoras con las cuales este reino realiza su obra. Y que impulsan la sustancia al Origen, volviéndola reflejo
cada vez más fiel del arquetipo rector. Entretanto sustentan procesos de purificación, de transmutación, de
transfiguración, de transustanciación, entre otros. Hasta incluso el magnetismo recibe su respaldo incesante y
conductor. No obstante, el reino humano debe realizar su parte también.
“Cuando os volvéis humildes colaboradores del Plan, sustentáis aquello que olvidasteis: la cooperación trae
abundancia; el servicio, unificación. Por el amor son elevados los Reinos y se cumple el Propósito Único.
Penetrad la luz. Amad lo Inmaculado. Sostened el patrón de la Evolución vivo en vuestra consciencia. Irradiad
eso a las simientes con las que contéis. Aunque las aguas estén estancas y contaminadas, o los suelos desvitalizados y
estériles, las simientes brotan desde la incorruptibilidad de la esencia. Recordad esto en los momentos de decadencia.
Las carencias materiales cada vez son más acentuadas. El desequilibrio psíquico se torna cada vez más agudo.
La indiferencia generalizada ante la obnubilación creciente, es un símbolo de la brecha que la humanidad guarda con
su vida interna. Es en estos tiempos de emergencia donde los genuinos servidores son llamados a despertar; a estos no
se les reclamara tributo ninguno; únicamente asumir la labor, y permitir, por sus actos, que la sagrada energía de los
mundos internos, eleve el mundo de los hombres”.
Existe un patrón electromagnético general a todos los grupos. Todos los vegetales -con excepciones- más o
menos liberan un igual potencial germinativo, traducible en un número de simientes no equitativo en lo cuantitativo
pero si en el campo de la diversidad. Ese número, aunque sea dispar, guarda un emparentamiento energético,
esencialmente. Puesto que el reino en su conjunto, es impulsado por Vidas Mayores a poder expresar ese patrón
electromagnético que representa la síntesis evolutiva a ser consumada por la gran vida-vegetal en todo el planeta. El
estimulo que conduce a que, cada grupo pueda adecuarse a ese pulso y espejarlo, imprime en cada familia,
características únicas. No obstante, el impulso que los rige a todos es indivisible. Así, tenemos vegetales que pueden
liberar miles de semillas y otros solo algunas decenas. Mas, compensado por la variabilidad de fructificación, la vida
promedio de consubstanciación, la fertilidad seminal (no todas las semillas germinan), las alteraciones de los medios
receptores de los núcleos germinales y otros factores desconocidos durante la existencia de un vegetal, son los flujos de
un patrón de multiplicación igualitario. Amén, de la desigualdad cuantitativa.
La capacidad de respuesta de un alma-grupo a impulsos provenientes de Entidades rectoras emisoras de aquel
patrón electromagnético, manifestara resultados diferentes; en las apariencias, algunos frutales pueden ofrecer algunos
centenares de frutos con al menos una decena de semillas por cada uno mientras, las umbelas de algunas raíces
comestibles generar varias veces este número en un mismo individuo. La similitud no está en el número, sino en el
voltaje energético, en el potencial inmerso.
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Aquel potencial energético, reproductivo, es un impulso que recibe toda la planta y envuelve todas las flores de
aquel vegetal. Es único, indiviso, integral. Solo mas tarde, cuando las simientes se desarrollan completamente, ese
potencial sutil se diversifica, instalándose en cada una de las membranas etéricas que sostienen a las semillas. Ese
potencial, es el mismo para todo el Reino; cada grupo, de acuerdo a sus características, lo recibe, procesa y transfiere
en impulsos materiales –químicos, físicos, sutiles- propios a cada coyuntura, desempeño y experiencia “individuales”.
Los algoritmos pueden ser disímiles a la razón, mas son el resultado en los niveles internos, de una mecánica
oculta, perfecta, irreproducible en laboratorios. Donde, como sabemos, hoy son manufacturados frutos sin simientes,
resultado de un distanciamiento de las leyes internas con graves consecuencias kármicas para la humanidad.
Matemáticamente, un “individuo” vegetal pude reproducir, por su cantidad de semillas, todo un “grupo” vegetal,
y cuando observamos las posibilidades de la re-generación, estamos ante la constatación de que en un individuo vegetal
pulsa toda una especie.
“Cuando vuestro Instructor os decía “creced y multiplicaros”, develaba el camino que debíais seguir para
tornaros fértiles.
Aquella fertilidad, representa un estado de receptividad, de permeabilidad, de entrega. Solo os descubrís fértiles,
cuando podéis sostener fielmente una respuesta al Llamado de la Vida Mayor que os congrega.
Cuando estáis preparados para recibir la Luz Interna, esta os expande. Cuando habiéndoos expandido, os
hacéis liberadores de su caudal, la materia es renovada. Su vibración muda, como mudáis vosotros en relación al
himno que en el cosmos, se clama en cooperación.
Vosotros no debéis confundir servicio espiritual con acciones externas. Estas, son la encarnación del servicio,
alma de esos actos.
Cuando vuestros actos son impulsados por energías que superan el ámbito de vuestra personalidad, llega hacia
las situaciones materiales, el aroma de una existencia sublime. Así la vida se transforma; recibe un impulso que la
conduce hacia la Fuente de la cual proviene. Eso es imperecedero; se graba en la memoria de las células.
Entregadas al sino que las convoca, las simientes brotan. Son fértiles porque se ofrecen para la fecundación.
Nacen, porque se entregan a la disolución. Crecen, porque aceptan. Y pueden multiplicarse, porque no cejan,
indeteniblemente donadas.
La fertilidad de vuestros suelos, se ha perdido, porque os opacasteis, os tornasteis rígidos, e insensibles a los
impulsos de lo Alto.
Permitid ser fecundados por la Luz, y vuestros campos os harán fértiles. Descubriréis así la Unidad de la
Energía.
No busquéis, entre muchas tierras, la tierra ideal, pues os asentareis sobre ideales que nunca alcanzareis,
inmaduramente. Toda la tierra es apta. Todo suelo debe recibir de vosotros un acto de cura que restituya su patrón
original. Aquella es vuestra colaboración olvidada. En todos los ámbitos. No ambicionéis en la distancia cuando
debajo de vuestros pies se aguarda el auxilio que os corresponde brindar.
No busquéis condiciones ideales, ni realicéis una idealización de las condiciones. Todos los terrenos son aptos
para la recuperación de sus condiciones originales. Más, primeramente deberéis colocar las simientes de vuestra
consciencia transformada.
Pues una tierra desértica no se recompone con tierra desértica; la nutrición de un suelo, depende de vuestra
fertilidad.
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Sois indivisibles; aprended un día esa lección”.
En una oportunidad, observando pacientemente el número de semillas de un arbusto, conté treinta mil semillas, o
treinta mil plantas, en otras palabras. La reproducción de cada uno de los individuos de este grupo, establece un grupo
mucho mayor. Esto ocurre porque la energía del alma-grupo late en la vida de cada uno de sus componentes
aparentemente aislados. En una abstracción mayor, no son treinta mil semillas aisladas, sino que es una única semilla,
con treinta mil partes diferentes.
El impulso de vida en el reino vegetal no responde a mecanismos cuantitativos; expresa una oleada de vida
indivisible que, aunque aparentemente aislada en el plano de las formas, no escapa su realidad más esencial a la mirada
atenta de quien pueda prescindir de conceptos e interpretaciones analíticas.
Las únicas veces que los hombres podemos estar ante la energía de una entidad-grupo y reconocer –en parte
aunque inconscientemente- la dimensión de esa vida, es cuando contemplamos una floresta desde la distancia, un
bosque, una colina arbolada. Allí se percibe un sentido de unidad, de cohesión, de interpenetración energética, más allá
de que el raciocinio pueda argüir que son muchos árboles, o muchos arbustos. No obstante, en una observación más
profunda podemos contemplar a toda esa especie en todos los ámbitos del planeta, sin divisiones.
“Sois cuantitativos porque sois racionales. La vida anímica expresa cualidad. Una cualidad, es una imagen de
la perfección, adaptada a un ciclo de desenvolvimiento. Una cualidad puede ser expresada por una flor, o por miles.
Por un árbol, o por amplísimos bosques. No depende de cantidades.
La perfección es la plenitud del arquetipo de la Existencia. Cada vez que espejáis correctamente vuestro pulso
interior os tornáis perfectos en las medidas de las correspondencias.
Uno de los caminos del Reino Vegetal es el de manifestar cualidades. Cuando podáis comprender esto, dejareis
de insistir en vuestras interpretaciones numéricas. Anónimamente, muchísimas plantas, realizan su parte en la Obra
¿Lo percibís?
Reverenciad lo que os une; uníos a lo que reverenciáis. Encontrad las claves de la Unidad, en la multiplicidad
de formas. Derrumbad las limitaciones del intelecto lineal, que solo os permite ver un suceso a la vez.
La vida vegetal, reverencia la Luz como la Luz reverencia su Fuente. Reverencia es unificación en el amor.
Entonad ese cántico de salvación.
Las simientes del futuro ciclo no responderán como hoy, más a los ritmos externos que a los internos. Las
condiciones extrínsecas en el planeta serán comunes a todos los ámbitos donde la vida prolifere y poseerán una
estabilidad desconocida en estos días. Serán los fuegos internos entonces, y no los externos los que preponderaran.
Los reinos, serán convidados a evolucionar, en el mutuo auxilio consciente.
Las semillas de los nuevos tiempos serán espejos de otra fertilidad, que aun no sospecháis siquiera. Y hoy, en el
preámbulo que estos tiempos significan para el orbe, os preguntamos ¿Sois tierra fértil del amanecer que la Vida del
Padre-Madre rector, impulsa en cada uno de vosotros?
Despertar a vuestro rol de compensadores ¿Cómo recompondréis las simientes desvirtuadas por vuestras
ambiciones? ¿Cómo os alineareis nuevamente a la luz de aquel Faro con el que os conducíais más que hoy renegasteis
por atender los llamados de vuestros intereses aislados?
Para que el planeta pueda ser renovado, primero debéis renovaros vosotros. El Retorno- Expansión se inicia en
la consciencia.
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Estáis impidiendo que las semillas sean fértiles. ¿Os dais cuenta de la ligadura que existe con el impedimento
que ponéis a la expresión de vuestro interior? Estáis limitando que la energía de la diversidad –profundamente
curativa- esté presente en este plano. Por eso os tornáis cada vez más estrechos en vuestro pensamientos”.
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VIDA-CONSCIENCIA
Una flor, es un acto de gloria del ser vegetal al Único; es la expresión de entrega más excelsa del vegetal. Es el
amor por el Innombrable, expresado en obras, y no es ésta una aseveración meramente metafórica. Las flores son
botones de caridad de energía ofertadas a la vida universal; curan, con su irradiación; elevan con sus colores; imantan
hacia lo Alto con su inaudible cántico de Glorificación. Las flores vibran esa realidad.
En otras palabras, las flores son una conjunción energética inusitada, que el reino vegetal logra materializar.
Técnicamente hablando, en aquella expresión de consciencia definida como flor, convergen Amor, Armonía y
Devoción; tres energías cósmicas.
El reino vegetal es, en la escalada de los reinos sobre esta Tierra, el único reino que puede canalizar esos tres
Rayos tan magníficamente cohesionados, constituyendo un pulso de luz inconfundible, aunque sin perder por ello sus
cualidades particulares.
Una flor es entonces, Amor por lo Creado, Armonía hacia la Creación, Devoción por la Vida Creadora. Una flor
es un acto de pasión por la Existencia, que la Vida Vegetal, en los niveles profundos de la Realidad, emite. Los
diferentes grupos vegetales en los planos materiales pueden representar ello más o menos perfectamente, dependiendo
mucho de las condiciones planetarias, hoy extremadamente comprometidas por diferentes situaciones.
Si una flor representa eso en el mundo formal, cabria realizarse una pregunta ¿Cómo son las flores en los
mundos sutiles? A través de las flores, el reino vegetal, canaliza arquetipos sublimes cuya irradiación implica la
elevación de la vida material. Son ocultamente, una herramienta de cura del Logos. En ellas está presente la mano
salvadora que tiende la Jerarquía por la redención de los reinos y primordialmente sobre la humanidad.
Así, como el reino humano, dentro de la vida planetaria representa la autoconsciencia, el reino vegetal, mediante
las flores, representa, para la vida planetaria, la belleza, inseparable de la armonía, indistinguible del amor. La
belleza es un arquetipo cósmico poco comprendido aún. Generalmente se relaciona este término con asociaciones
culturales toscas, la mayoría de las veces desvirtuadas. Belleza suele ser sinónimo de lindo, agradable a los ojos, como
lo definen los diccionarios. Para quien vive aun cautivo de las apariencias formales, y aun requiere de los sentidos para
comunicarse con la existencia, esa es su concepción posible. Para quien está más allá de las formas transitorias,
disponible a la interacción con lo sublime y en busca de lo inusitado, la belleza posee otras definiciones; es lo que
agrada al corazón, o en otros términos, es lo que resuena en consonancia con el pulso interior. Y para quien la
interacción con la existencia es mucho más profunda aun, la belleza es el molde de la vida de la creación, es la serena
expresión de los arquetipos en los planos de la manifestación de la energía. La belleza puede ser “contenida” por una
flor, como por un amanecer, como por un acto abnegado, como por una palabra inspirada, como por un silencioso
instante de oración, como por un impulso de elevación transferido por el Regente conduciendo a las monadas hacia el
Camino de Retorno; la acción de las Jerarquías es una expresión de Belleza, porque está en concordancia con el pulso
creador.
Hay especímenes en el reino vegetal que pueden dimanar esto apenas instantes, dado que sus expresiones
florales poseen una existencia corta, desde el punto de vista cronológico, pero no menos importante que otras, que
permanecen “encarnadas” por ciclos mayores. Y se tienen noticias también de flores que se expresan durante todo un
ciclo estacional como es el caso del Abutillon. Lo más importante no es el tiempo ni la forma, sino lo que hay por
detrás de lo descriptible a los sentidos. Richard Bach intuyó esto, y asistido internamente, realizó un amplio servicio al
reunir parte de ese valor interior de las flores en preparados simples y profundamente transformadores. Los hidratos
solares, confeccionados internamente por José María Campos (Clemente) en el seno de un trabajo grupal en el Brasil
complementan ampliamente ese trabajo.
Rudolf Steiner afirmaba que las fuerzas espirituales que contiene el Sol están siendo continuamente atraídas
hacia la tierra mediante los cuerpos astrales que bañan una flor en su intensa aspiración por la luz, transmitiendo esas
energías hacia la vida material.
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Según la botánica, una flor es bella debido a un mecanismo natural de proliferación, puesto que la armonía de
colores, de perfumes, y de sabores que posee el néctar, atrae a los insectos que seducidos por aquellos, terminan
polinizando las flores. Más, la atracción magnética que ejercen las flores, no está destinada solamente a los insectos. El
sentirse irrevocablemente magnetizado a contemplar una flor, está también implícito en su ofrecimiento al reino
humano, y puede constatarse porque aquellas señalan un mundo elevado, fiel reflejo de la divinidad interior.
La aspiración por la luz de las flores, no es solo un proceso orgánico. En ese acto, por irradiación, toda la vida
que las circunda es convidada a ese gesto de Belleza. Mas, como todo genuino acto de elevación y entrega dejan una
honda huella sobre la existencia, los individuos vegetales, después de florecer, fructifican, que es una expresión de
plenitud, y allí, son ofrendadas simientes para que este proceso -de cura y reverencia- asumido por este reino pueda
continuar obrando sobre el planeta. Toda esa información está impresa en fuego en las simientes, posibilitando a la
vida, no solo proseguir su curso, sino sublimarse cada vez más.
En el libro “El Llamado de los Árboles” de Dorothy MacLean, leemos: “Cada planta, cada flor, cada una de
nosotras es planeada al máximo para emitir cierta aura, tener cierta influencia y retratar cierta idea de Dios.
Cuando estamos en la mejor forma somos ejemplo perfecto de esa idea. Todos los que por algunos instantes se
paran delante de nosotras y nos admiran son ayudados, porque cualquier ejemplo de una idea de dios, perfectamente
expresada con constancia y firmeza, eleva a la humanidad, que anhela la perfección pero no la alcanza.”
Existen correlaciones más profundas por descubrir, como las relaciones existentes entre el número de pétalos,
sépalos, u otros componentes del capítulo floral con las claves arquetípicas de los vegetales, geométricamente también
presentes en las grandes vidas manifestadas en el Cosmos.
CLAVE VIBRATORIA
Atracción magnética
Ofrecimiento potencial
Sacrificio libertador
PROCESO
Flores
Frutos
Semillas
EXPRESIÓN
Gloria
Plenitud
Entrega
Un fruto es la condensación de arquetipos celestes. Es un concentrado de fuerzas donde forma, sabor y
estructura, reflejan los impulsos canalizados por la consciencia dévica que imprime en su sustancia sus condiciones
magnéticas, alimenticias, reproductivas. Pero esencialmente un fruto es una expresión de plenitud. Y la plenitud, es un
acto de consagración a la Vida.
“Admiráis un fruto por sus cualidades suculentas. Buscáis sabores que os agraden; os saciáis desapercibidos de
aquello que la Energía Única os acerca en aquellos. Los frutos son frutos de la humanidad, son frutos de la
consciencia, son frutos del Logos en su escalada al Origen. Los reinos mas desenvueltos en el planeta expresan esos
frutos en formas que aun no pudisteis reconocer. Los frutos de vuestros árboles y plantas expresan esas sublimes
energías-ideas, como formas-patrones. No busquéis frutas exóticas para conocer otros sabores. Sed conscientes de la
Ley; dedicaros a reflejarla en vuestros actos; servid al Plan en el amor del Único, y encontrareis que son otros los
frutos que os podéis tomar del Árbol de la Vida. Allí os encontrareis con los pulsos de la Unidad, que son frutos en
vuestras plantas, como conscientizaciones cada vez más profundas en vuestro Ser. La Plenitud no es un
atiborramiento; es el sagrado vaciamiento que os requiere la Energía para poder traspasaros y derramarse sobre la
forma, aun carente de su desconocida impronta…”
Los frutos además, brindan siempre coyunturas óptimas para la óptima conservación de las semillas. Son
poderosos campos magnéticos para aquellas. Resguardan su poder germinativo, -delicadísimo proceso en formaciónde corrientes materiales groseras.
La sustancia que compone los frutos es vitalísima, sobremanera nutricia; posee una frescura tan notoria que
después de consumirlos, una energía de sustentación aun desconocida se infunde por el organismo, armonizando
diferentes niveles del ser. Pues es en esa sustancia, donde están impresos esos patrones de luz que la Vida Vegetal
reunió, auxiliada por los devas, en un acto de plenitud tan palpable como este.
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Un fruto, entonces, no es únicamente lo que vemos. Contiene mucho más que fructuosa, flavonoides y agua. Hay
una cualidad, preciosísima, que nos impregna desde aquellos, y que su consumo podría liberar, si devolviésemos
gratitud en nuestros momentos de alimentación, lo que raramente ocurre. La alegría se imprime en la sustancia de los
frutos por medio del Reino Dévico, que si no fuese por aquella cualidad, no podría manipular fuerzas ni energías. En
un fruto, la alegría es concentrada en sustancias finamente organizadas.
El color de los frutos es otra de sus vibraciones primordiales. El color de los frutos no es azaroso. Es el corolario
de una emulsión de energías.
En el libro “Un Mundo dentro de un Mundo”, canalizado por X-7, un grupo de prisioneros políticos en Rusia, a
principios de siglo, leemos: “Azul es un compuesto de radiaciones que se manifiesta en un grado especifico para
formar lo que descubrimos como cualidad de “sustentación” Es una cualidad de armonía y cohesión dentro de las
partículas de energía que componen el mundo y lo mantienen en equilibrio. Por medio del azul la creación se mantiene
dentro de la forma”.
Así como el azul expresa una cualidad de sustentación, y el amarillo una cualidad de alegría y liberación, cada
uno de los colores que reflejan los mundos vivos, transmiten patrones precisos. Los sonidos-colores, en la
manifestación de la vida, asumen connotaciones precisas porque son vibraciones. El rojo de las manzanas, el amarillo
de las bananas o de las peras, el naranja de las papayas o de los duraznos, el azul-añil del calafate o de las uvas; todos
esos matices manifiestan cualidades internas. No son meras coberturas caprichosas. Son “fruto”, precisamente, de los
pulsos de la esencia de los que se exteriorizan.
¿Os has preguntado qué significa Sembrar, y que implica donaros? Las simientes se desprenden de vuestras
manos ¿Os desprendéis vosotros de sí? Cuando os donáis ¿Disolvéis lo que erigíais artificialmente?
Una siembra es siempre un acto de responsabilidad. Es fuego que se pone en circulación en la materia; es vida
que se dispone a un ensayo evolutivo; es la luz que, por circular entre campos de fuerza concretos, puede liberarse y
elevarlos, conduciéndolos a otro estado vibratorio.
Implantar una semilla es obrar de hierofante. Es abrir una puerta a la regeneración de la existencia en el planeta.
No es simplemente buscar el crecimiento de una planta con fines utilitarios; es permitir interacciones ocultas, e
importantísimas entre reinos, jerarquías, leyes, fuerzas y energías.
La responsabilidad siempre es mayor cuando existe conocimiento. Cuando existe conocimiento, existe
consciencia. Sembrar no debería guardar autonomía de la existencia. Pues nutre su renovación continua cuando, en un
acto de simplicidad, una simiente es colocada sobre esta Tierra por inspiración interna. Sembrar exige responsabilidad,
y esa responsabilidad exige un acompañamiento lúcido. Requiere el auxilio -sintonía mediante- de aquellos que sirven
de intermediarios en la continuidad del arco evolutivo previsto para el Reino Vegetal, del cual, esa semilla implantada,
es un mero representante.
Es importante evitar manipular las inflorescencias o cápsulas hasta que estén completamente secas o
deshidratadas. Las semillas en formación son núcleos extremadamente sutiles y las vibraciones groseras -físicas, o
psíquicas que las manos pueden transmitir-, resultan agresivas durante aquel proceso de construcción. Lo mismo se
haría extensible al periodo de reposo de aquellas, previo a su implantación. El cuidado, en todos los casos, es una
extensión de amor.
Es sobremanera importante, al colaborar en el desenvolvimiento de los vegetales, carecer de expectativas de
resultados; que minan el proceso de intercambio de energías con este Reino. Sembrar es un acto de cooperación; allí no
caben mecanicismos mentales. Tener parámetros es apropiado, pero su uso no debe excluir la impronta intuitiva. Los
conocimientos técnicos, son bases necesarias. Mas, la apertura a lo no-conocido todavía, es el cirio de toda genuina
ofrenda de servicio. Es sumamente importante en estos tiempos el poder comprender que sembrar, aunque no fuese
más que solo una simiente, es un servicio por sobre todo. La tala indiscriminada, la utilización enfermiza de
fertilizantes artificiales, la manipulación genética, son obras del intelecto desviado por la ambición, la indiferencia y un
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individualismo cada vez más acentuado. Por ello, quien hoy coloca una semilla sobre esta tierra, impelido por la
sacralidad del servicio, instado por un impuso de cooperación que indudablemente emerge de una concepción cada vez
más profunda de la unidad con la existencia, obra compensatoriamente en el planeta.
Quien ya recorrió ciertos trechos de la insondabilidad de su Interior, palpa realidades intangibles para los
sentidos. Una semilla emite un Llamado, silenciosamente, a la Vida, que en los mundos internos la sustenta. Ella ora, y
atrae así, mucho más de lo que veremos cuando germine. Sembrar, reverentes de esa indivisible Vida, permite al amor
expresarse en estos planos.
Los llamados “ciclos naturales” son manifestaciones de ritmos internos que son una expresión del pulso de vida
rector. Al sembrar, aprehender esto es fundamental. Por ello no es adecuado por ejemplo escarificar el tegumento de
semillas que, como los carozos de algunos frutos, contienen dentro del mismo, al embrión bajo las condiciones
apropiadas de resguardo y latencia. El proceso de acelerar la germinación de una semilla amolando o raspando con
elementos abrasivos el turgente caparazón de una simiente es, racionalmente aceptable. Más no es apropiado
energéticamente. La estructura etérica es muy delicada en la pepita que, amén de que la formación de la cobertura este
completa, aun requerirá un ciclo todavía para completar su potencial en una síntesis creativa. Raspar el tegumento, si
no es abordado en el momento apropiado, desajusta todo aquel suceso. Es más adecuado permitir que la acción del
agua, el oxigeno y la temperatura, rompan naturalmente la cápsula que hará tomar a la semilla, contacto con las
condiciones externas.
El cuidado de las semillas una vez dispuestas para su germinación debe darse en correctas proporciones. Sin
exagerar su tratamiento ni olvidar sus necesidades básicas. Ni expresando emocionalismo ni despreocupación. Inducido
por impulsos intuitivos, sustentables en un aura de neutralidad, el ser encontraría el modo adecuado de
acompañamiento del proceso que fue estimulado a consolidar.
Atención, y vaciamiento de conceptos rígidos, son ejes cardinales en la relación con elementos germinales.
Entretanto, nos podríamos preguntar, ¿Cómo se debería sembrar? ¿Sería inicialmente, tornando fértil el campo
de consciencia individual, a los impulsos internos? ¿Donde maduren los frutos del aprendizaje? ¿Se debería sembrar
donados plenamente a lo Inédito, que es el único camino real para la Creación? ¿Creación, que no vuelve a transcurrir
dos veces por el mismo punto?
Todos los sistemas de tratamiento con el reino vegetal son efectivos en la medida que pueden ser funcionales al
medio mismo que los acoge; y son perdurables en la medida que son necesarios, indefectiblemente.
Defender ideas es intentar sostener artificialmente la validez de conceptos
-fragmentos de la verdad-, definidamente temporales. Las ideas sirven en un lapso; los modelos solo se aplican
en un contexto determinado. Los sistemas, solo son validos en sistemas mayores, funcionales, equilibrados y pulsantes.
La vida natural, es interdependiente en su multiplicidad de manifestación. No se puede intentar incrustar un
sistema en otro, autónomamente, porque no sobrevivirá.
Debemos aprender a aplicar los cambios con el mismo dinamismo que se producen en los ritmos naturales, sin
apegos a metodologías, sin ofuscamientos dogmáticos, sin idealizaciones anacrónicas, y desvitalizadas cuando la
Necesidad marca otros caminos para la manifestación de la vida.
La flexibilidad, por ejemplo, nos permitiría saber adaptar continuamente los procesos vegetales a las exigencias
del medio y a las circunstancias de cambio. Y utilizar muchas técnicas de cultivo al mismo tiempo sin sentimientos de
culpa, traición o antinaturalidad.
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Si observásemos como una biota natural es abundante debido a que se puede reciclar a sí misma, produciéndose
un equilibrio indiscutiblemente inteligente y acompasado al fluir de los ritmos que la acción de las leyes naturales y
supra-naturales proponen, aprenderíamos a reciclar los sistemas, las técnicas, los métodos, con la misma simplicidad.
En una misma “labor” pueden convivir la agricultura, la permacultura y la preservación en perfecta simbiosis,
porque en una biota transcurre un proceso absolutamente flexible, adaptable, y fluido. Solo nosotros, en nuestro
obcecación y fanatismo, creemos infalibles tecnicismos racionales, o auspiciamos un modo de cultivo por sobre otro,
convalidando a uno y desacreditando a otro. Idealizando a uno y despreciando a otro.
Hemos visto fracasar metodologías naturalistas, como también atestiguamos estropicios en el cultivo
artificialista, dependiente de agroquímicos y antibióticos. Como también hemos observado logros en ambos casos.
Sabemos cuán tamaño desvío significa la agricultura moderna, en el proceso evolutivo de todos los reinos sobre
la superficie del planeta, pero tampoco debemos pensar ingenuamente que remplazando una fórmula por otra, amén de
las implicancias más evolutivas de estas otras, habremos dado con el remedio para la gravísima enfermedad que nos
aqueja como humanidad: el aislamiento.
Por sentirnos aislados, actuamos aisladamente. Por creernos aislados, somos excluyentes, indiferentes,
separatistas, individualistas, fanáticos. Y de ese modo estamos cada vez más distantes de la Verdad.
Masanobu Fukuoka decía que “la meta básica de la agricultura no es el cultivo de las cosechas, sino el cultivo y
la perfección del ser humano”. Esa es una preciosa clave. Cuando ofrecemos una semilla a los elementos y
aguardamos que las leyes desencapsulen la vida encerrada en su interior, estamos silenciosamente recibiendo una
invitación a realizar lo mismo en nosotros. Cuando la luz se libera en ese proceso, la simbiosis oculta de los símbolos,
ofrece a nuestra consciencia, un camino de desenvolvimiento.
¿Qué sistema, nos impele explícitamente a ser reverentes por la Vida que ocultan las formas? ¿Qué sistema nos
insta a respetar la armonía natural, en sus ciclos y ritmos propios? ¿Y cual nos conduce a un consumo de frutas,
vegetales y hortalizas moderadas, pautado por el equilibrio del todo, y no por la ambición aislada de unos pocos, sin,
por lo tanto, generar desperdicios ni suscitar carencias? ¿Qué método, es capaz de formar cooperadores desinteresados
que en su asistencia a los Reinos, no busquen resultados cuantitativos? ¿Cuáles son las técnicas que pregonan aquel
camino por los que comprenderíamos que una siembra implica mucho más que el cultivo de alimentos? ¿Y qué decir
de aquellos que nos permitieran actuar en concordancia con las Leyes, cooperar conscientemente con las fuerzas de la
Naturaleza, y equilibrar el aspecto distributivo de los alimentos de los que hacemos uso de ese Reino?
Cuando podamos encontrar ese sistema, cuando podamos crear ese método, cuando podamos adecuarnos a esa
técnica, allí habremos comenzado a comprender. Allí, por primera vez seriamos capaces de sembrar en condición de
simples cooperadores de la Creación. Acto, que pocas veces ha sido realizado. Generalmente sembramos esperando
resultados, esperando beneficios, aguardando efectos que devengan del esfuerzo colocado en labrar la tierra,
seleccionar las semillas, proveer el agua, desmalezar las hierbas…
“Si cuando trabajáis la tierra, purificáis vuestro interior, los resultados de vuestros actos, restan. Si cuando
depositáis las simientes de la labor, eleváis vuestros pensamientos, que maduren o no aquellas semillas, resta. Si
cuando cosecháis los frutos de lo que sembrasteis, os tornáis reverentes por la Vida que sustentáis, los demás, resta.
Vuestro camino es transformaros. El genuino labrador, rasga su cascaron en su labranza. En su entrega, refleja
el heroísmo de los mansos. En su humildad, luce como las flores del bosque. En su ardor, como los devas consagrados
al Creador.
Quien labra los campos con especulación no se transforma, ni fructifica, ni es fértil para la Nueva Vida que
requiere instalarse en este planeta”.
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En una floresta, los árboles, los arbustos, las hierbas llamadas dañinas confluyen como energías de un sistema
que es múltiple, pero que es una unidad, intrínsecamente. Las hierbas dañinas, venenosas, transmutan los elementos
tóxicos del suelo con los que otras plantas no pueden relacionarse. Muchas especies reciben esa concesión
desenvolviéndose en un suelo purificado y nutrido después que estos especímenes mueren y retribuyen esas sustancias,
sublimadas, al compuesto terreo. Pero en nuestra observación difusa y separatista de la existencia, acrecentamos más
las tinieblas del desconcierto, cuando llamamos “malas hierbas” a esos organismos y hacemos catalogaciones de
inferioridad y superioridad, de grande o pequeño, de muerto o vivo, de benéfico o perjudicial.
Nuestros sistemas, doctrinas, religiones, nos conducen a observaciones segregacionistas, exclusivas. Y en la
jerarquización separatista de la consciencia, nunca encontraremos la Verdad. Separados, en el autismo de las
metodologías, siempre estaremos incompletos. Lamentablemente, vivimos en un tiempo de alegatos exclusivistas. De
un individualismo donde el rechazo y las criticas se esgrimen en defensa de lo que, para quienes lo sostienen, es un
fundamento sólido y verdadero, cuando hasta las más elevadas interpretaciones son absolutamente temporales,
efímeras y sumamente parciales.
En palabras de Jiddu Krishnamurti: “La verdad no es algo estático, no tiene morada fija, no es un propósito, una
meta. Por el contrario, es algo viviente, dinámico, alerta, activo. ¿Cómo puede ser un propósito? Si la verdad es un
punto fijo, ya no es más la verdad; es tan solo una opinión”.
Donde las creencias son postulados inamovibles, solo hay ciegos guiando a más ciegos. Las Leyes de la VidaNaturaleza nos hablan de una interdependencia que aun no supimos usufructuar pragmáticamente. Vivimos
distanciados unos de otros sin entender el mensaje de inherencia que, desde muchos reinos se nos acerca, y no
precisamente de forma indirecta. En el libro “El Llamado de los Árboles”, de Dorothy McLean, leemos: “Eso que tú
estás oyendo es la brisa. Escúchala. Es el sonido de la unidad, de la naturaleza. Ese sonido de la naturaleza es un
mantra de necesidad. Es una nota que guarda la vida en sí. Si los vehículos de esa nota, los árboles silenciosos, fueron
retirados o encubiertos por ruidos humanos, sería como si el suelo cediese y ya no hubiese base firme para los pies.
¿Qué significa eso? Ese sonido, casi como “hu” da cierto elemento espiritual a la humanidad y sin él, algunas de sus
cualidades inferiores se acentúan…”
Entonces, sembrar, no debería depender de sistemas que son obtusos e incompletos por ser estancos. Sembrar
exige desapego de técnicas, vaciamiento de conceptos, carencia de conflictos que se originen por intentar hacer que
quepa un sistema –siempre estrecho- en el campo de la universalidad de la Existencia. Cuando la tierra es removida
para colocar una simiente poco importa Fukuoka, Mollison, Steiner, o el diploma de la universidad de agronomía. En
ese momento, quien prescinde de las formalidades, puede coligar de algún modo con la sacralidad del servicio, que es
todo acto de cooperación consciente y desinteresada. Y en este caso, un acto de cooperación consciente y desinteresada
con la vida manifestada del Reino Vegetal.
Cuando las plantas no se afinan con los pulsos de ciertas regiones, estas no prosperan en esos ámbitos,
independientemente de los modelos seguidos para cultivarlas. Cuando las semillas no germinan, decimos
mecánicamente que el sistema utilizado no funcionó. Cuando las plantas se desvitalizan argüimos desde el
conocimiento teórico que el suelo carece de tales o cuales nutrientes. Cuando los frutos no maduran llamamos débiles a
aquellos especímenes. Y guiados así por observaciones periféricas, limitadas por la unidireccionalidad desde son
engendradas como concepciones, dejamos de ver lo que acontece realmente, porque continuamos desmenuzando la
Totalidad. Porque aun seguimos reparando en las partes. E intentamos elucubrar desde las fragmentaciones.
Objetivamente, ¿Se puede decir que los sistemas de no-intervención, como así son llamados, son aplicables en
una biota planetaria profundamente modificada por la intervención agresiva del hombre? Y mucho más objetivamente,
¿Se puede decir que los sistemas convencionales donde los vegetales son manipulados a expensas de un régimen de
costos y beneficios por demás utilitarista, pueden ser aplicados en un universo terrestre donde todos los reinos están
entrelazados e invisiblemente conectados con una Esencia que, detrás de las formas visibles, sustenta toda la vida
manifestada?
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Estas palabras son intentos de aproximarnos a observaciones desapegadas y universalistas. No persiguen exhibir
un conocimiento teórico sobre agricultura que evidentemente el autor no posee; solo ofrecen parámetros que impidan
caer en el efectivismo de estos tiempos.
Estas aseveraciones -solo meras aproximaciones- devienen únicamente de una conexión con el reino de las
plantas que se establece en otros rellanos, y es independiente de la pragmatización. Estas aserciones, son
planteamientos validos que, se adhiera o no a ellos, es necesario realizarse. Cada vez que una forma del pensamiento es
vitalizada, puede expandirse. Y de aquella fuente, abrevar incontables seres hoy predispuestos a la transformación del
planeta.
“Si dejáis que la verdad os condicione, no estáis contactando la verdad, ni sois espejo de su luz. Sois presa del
conocimiento, que la reviste, y que os condiciona”.
“La Verdad, inmutable, no precisa actualización. Si requieren actualizarse quienes deben, de ciclo en ciclo,
abrirse paulatinamente a su Luz. Las categorizaciones, los términos, las ideologías, las creencias, los múltiples
sistemas de comprensión humanos son, en definitiva, continentes para el entendimiento como son, las formas de los
cauces, las que hacen río de de un río y mar de una mar, aun cuando ambos sean meros cuerpos para la encarnación
de las aguas.
Lo que es inextricable puede ser conocido, no porque la comprensión pueda penetrar la Verdad, sino porque la
Verdad puede adaptarse a la comprensión. Para esto, la mente debe adquirir flexibilidad, y volverse hacia los mundos
internos de los cuales es nutrida, y se sustenta como herramienta de interacción con la vida”.
“La verdad no ocupa un lugar, compenetra la existencia, es la vida-vacío que es, en la sustancia-manifestación,
el sustrato-matriz de la evolución”.
Fukuoka afirmaba: “La instrucción del astrónomo que conoce el nombre de la estrella, del botánico que conoce
la clasificación de las hojas y flores, del artista que conoce el valor estético del verde y del rojo. Esto no es conocer la
naturaleza, la tierra y el cielo, el verde y el rojo. Tanto el astrónomo como el botánico y el artista no han hecho más
que captar impresiones e interpretarlas cada una dentro del ámbito de su propia mente. Cuanto más se involucra con
la actividad del intelecto, tanto más se separan y tanto más les dificulta vivir naturalmente”. Por lo tanto, sin
involucrarnos con la actividad del intelecto, es como podremos penetrar la Verdad trascendente de la Existencia. La
Naturaleza, es una expresión de la Vida Cósmica, no es solo la aglomeración de sustancias y formas al parecer,
caprichosamente dispuestas como solemos creer desde las observaciones institucionalizadas.
Lo que llamamos naturaleza, es el campo donde se desenvuelven Reinos, Leyes, Fuerzas, Energías,
Consciencias. Y en ese contexto, están agrupados seres elementales, seres minerales, seres vegetales, seres animales,
seres instintivos, pensantes, intuitivos, espirituales, y entidades elevadas e indescriptibles. La naturaleza visible, es solo
una fracción de esa gran vida evolucionante. Nos referimos habitualmente, a ese campo observable de fuerzas, leyes y
energías. Pero lo que subyace detrás de ello, también debe ser conocido. La supra-naturaleza, o cual fuese el
denominativo, es una realidad innegable. Los procesos supra-naturales son pulsos de la vida Regente de los reinos que
se desenvuelven dentro de los marcos de los sistemas de vida conocidos como naturaleza.
La naturaleza es entonces, el más claro indicio de la Divinidad que en sus formas representa; y desvela en su
inextricable organicidad. Y si es un campo para la manifestación de incontables formas de vida materializadas y no
materializadas, incluidos los componentes de la humanidad, no podríamos siquiera pisar por azar. Pero nuestras
huellas, han aplastado las flores más delicadas que crecen entre las hierbas del campo. Y hoy, nuestras concepciones
están horrorosamente tergiversadas. Y acometemos acciones, que es peor, están opuestas a pulso de la evolución.
Antiguamente los hombres se hallaban más coligados con la naturaleza; es decir, interactuaban más directamente
con las fuerzas, energías, entidades y vibraciones presentes en ella. Los taumaturgos antiguos, mediante mantras
específicos, y conociendo profundamente las leyes que gobiernan el Propósito de la Vida, invocaban a los elementos
que, respondían no por un encantamiento mágico, sino por una correspondencia vibratoria establecida entre aquellos
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seres y las fuerzas del ámbito donde se desenvolvían. Como no poseían intenciones de usufructo ni de poder, y estaban
afinados a esos ritmos energéticos, de los que eran conscientes y cooperadores, esas fuerzas respondían.
Hoy esa coligación necesita establecerse nuevamente.
Nuevos mantras están siendo inspirados desde los niveles internos de la existencia para favorecer esta unidadconsciencia con los Reinos Vivientes. Existen mantras como forma de conectar el pulso de las lluvias. Pero,
profundamente desidentificados de resultados, es como hallaremos autorización para que su pulso se haga presente en
estos planos. Cuando los sacerdotes antiguos cantaban al Señor de las Aguas, evocando su manifestación, no esperaban
resultados específicos, imprimían una imagen-llamado donde estaban explicitadas las necesidades de ese ámbito. En
esa imagen-pensamiento, el sacerdote no agregaba intencionalidad ninguna; no se incluía en aquel ruego de ningún
tipo. Se trataba de una comunicación sutil, donde una imagen-polo, se emitía en búsqueda de su imagen-polo
complementaria. Y si las leyes auspiciaban la síntesis- energía de esos impulsos, podría acontecer que lloviera, lo que
no siempre sucedía, pero que los sacerdotes no lamentaban, ni se aquejaban por ello. En esos casos simplemente
concientizaban que era Voluntad del Divino Hacedor, aquella coyuntura.
Nosotros, en cambio, hemos perdido esa madura conexión con el Mundo Vivo. Hoy, los científicos, que miden
desde el análisis, son los voceros escuchados. Y aunque muchos ya están investigando y asumiendo un compromiso
real desde hace décadas con respecto a los desajustes provocados a los sistemas naturales por el hombre moderno, la
distancia continua siendo amplia entre la Realidad y las concepciones racionales que hacemos de ella.
Hoy, la naturalización de lo antinatural, y la postulación de la antinaturalidad de lo natural, es uno de los más
comunes sofismas. Así, abismalmente confundidos, nuestras acciones poco pueden hacer para revertir en alguna
medida el detrimento que hemos acometido hacia los Reinos. Es por ello que dentro del contexto de la
desnaturalización de la vida vegetal, animal y mineral en el planeta, ya no sabemos cuáles son los sistemas, individuos
o ritmos que pueden ser considerados naturales y cuáles no. Y en ese contexto, no es asombroso que hablemos en
términos de “la destrucción de la naturaleza”, o de los “desastres naturales”, cuando un tsunami o un huracán causan
ciertas alteraciones en una región.
Los procesos naturales se vuelven antinaturales, artificiales o dañinos cuando sus ritmos de expresión son
afectados por desvíos imprevistos que no forman parte de los ciclos evolutivos. Por eso los hombres hoy, reciben las
repercusiones de los desajustes que los cambios provocados a esos sistemas ocasionan. Entretanto que, aquellos
movimientos, telúricos, marítimos, climáticos, son solo acciones reguladoras de las leyes que acompañan la evolución
de la vida en los reinos.
La Naturaleza es una faz de la Creación. Es una red de vida cohesionada. Está exenta de las dicotomías que le
atribuimos en nuestros estudios. La Naturaleza, en su lenguaje, nos dice que la mano del Creador, aun se encuentra
modelándola. Y que al Reino Humano, como si fuese una pincelada que ayudase a esculpir más perfectamente esa
Obra, le compete cumplir una función auxiliadora en la intermediación de los Reinos.
¿Qué vemos cuando la Ley de Purificación actúa a través de inundaciones llamadas devastadoras? ¿Destrucción?
¿Y qué cuando, auspiciado por la Ley del Karma, el impacto de nuestras acciones retorna en la proporcionalidad de los
sistemas en los que estas se ejecutaron? ¿Caos? Es indispensable mudar esa óptica ambigua.
Contrariamente a lo que advertimos, la vida natural nos ofrece símbolos de elevación continuos, e incontables
simientes de instrucción. Pero nuestras acciones destruyen las formas que son el fiel reflejo de aquella Vida Creadora.
Desajustamos los ritmos de aquella Inteligencia grandiosa. Vivimos en un mundo de egos exacerbados, individualistas,
desdeñosos, que no miden sino con la vara de su propia comodidad y bienestar. Vivimos en un mundo donde el ego
construye su propio mundo; elabora su propia verdad; discurre en sus propias creencias; elige sus propias fronteras;
establece sus propias apreciaciones; organiza su propio vivir; traza su camino según sus propios gustos o disgustos,
atracciones o repulsiones, afinidades o rechazos.
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¿En qué momento nos detenemos a observar que ni las más diminutas flores dejan de ser fecundadas? ¿Y en qué
momento nos detenemos a contemplar que en ese grandioso símbolo, la inconmensurabilidad del Amor está presente y
nos habla de realidades que aun desconocemos?
¿En qué momento dedicamos algunos segundos a los lirios del campo, vestidos inigualablemente entre las
hierbas? ¿O a los camalotes, ostentosos entre lodazales? ¿En qué momento nos damos cuenta que las flores se abren
durante el día y se cierran durante la noche? ¿Y que precisamente porque están abiertas a lo Alto ininterrumpidamente,
pueden encontrar el sustento que les permite recogerse, en los momentos de oscuridad?
¿Contemplamos alguna vez la forma de los árboles? ¿No representa aquella el reflejo de las corrientes de fuerza
y energías que descienden y ascienden por él? ¿De lo que buscan en lo Alto y traen a la tierra; de lo que elevan de la
tierra, y subliman? ¿No son aquellas innúmeras perspectivas de un servicio amplio y profundo para toda la vida
planetaria?
En esos preciosos símbolos, la mente del ser humano es conducida hacia la Luz de su propio mundo interior. De
donde debe aprender a irradiar belleza, armonía y elevación. La mente del ser humano debe volverse continuamente
hacia lo Alto, como las florecillas más diminutas, que también aspiran por la Luz.
El reino de las plantas es un campo donde determinadas fuerzas son organizadas en símbolos precisos que se
crean, se emiten y son organizados, sustentados y aplicados energéticamente por núcleos directrices de otros reinos que
los aprovechan en la estimulación de sus componentes.
Así, el reino humano por ejemplo, recibe un incesante estimulo para que las flores de su mundo interno se
expresen, en el continuo florecimiento vegetal, en todo momento, en cada sector del planeta.
“Un llamado incesante a la Humanidad proviene de las simientes. Madurad, entregaos, libertaros, renovaros…
aspirad a la luz, obedeced el designio por el que fuisteis creados”.
“En el despertar de las semillas Nosotros estamos presentes. Conducimos los patrones a su orden integrador.
Acompañamos la disolución de las sustancias en fluidos que sustentan la formación. Reunimos esos procesossímbolos, como emisarios de las Jerarquías Constructoras, para vosotros. Ofrendamos el Camino al que solo algunos
de vosotros osasteis seguir. Proseguimos esa Tarea, incansablemente”.
Un pensamiento se diviniza llevándolo hacia el centro de la propia conciencia, y al ser tocado por las llamas del
fuego interno, se vuelve ígneo; por el fuego es tomado y en fuego se transforma. ¿Acaso eso no está presente en la
acción de las llamas cuando se alimentan, tornando fuego todo lo que se transforma en sus ascuas? Una oración de
gratitud y alabanza transforma profundamente el patrón vibratorio de la sustancia que recibe su indescriptible candor. Y
ese es el Camino de Devoción que se tiende a los miembros de la humanidad en la consagración de su existencia.
¿Acaso, no es eso lo que, incansablemente, realizan incontables aves en todos los rincones de la Tierra, en la armonía
de sus cantos-llamados a la Divinidad?
“Ni las flores más diminutas dejan de ser fecundadas. ¿Observasteis esto? Un flujo incesante de vida circula
por las vías de la entrega en los Reinos. Pequeñas, pero gloriosas, aquellas irradian anónimas su loor”.
Ni siquiera hemos aprendido a sostener aunque rudimentariamente fuera, una comunicación con los llamados
animales de compañía por ejemplo. Que nos expresan sus necesidades con suma claridad, pero que no podemos
percibir por el endurecimiento de nuestra sensibilidad. Quien no está condicionado por las formas, percibe diferencias
notorias entre el maullido de un felino emitido por hambre, de otro emitido por sed, o de sus requerimientos de caricias.
Los perros, también suelen mostrarnos sus actos y como son intensamente afectados por nuestras emociones; pero
nuestros ojos continúan vendados ante la vida que pulsa en otras formas. En nuestras creencias centrípetas, eludimos el
relacionamiento consciente con los reinos subhumanos y con los reinos suprahumanos, que ya deberíamos haber
desenvuelto en alguna medida.
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Y nunca pensamos esto: ¿Cuál es el camino insinuado para la Humanidad por las grandes montañas, o por los
grandes árboles, o por los pájaros de vuelos elevados? Lo Alto, sin lugar a dudas.
En el Reino Natural, la Vida es una continua ceremonia de Reverencia por Lo que la anima. Es un coro de
pleitesía por la Creación. Es, lo que aun adeudamos quienes creemos que en la mente poseemos todas las respuestas.
“En vuestras plantas más excelsas nosotros imprimimos vuestro Retorno”.
“El Libro de la Vida se abre
cuando el hombre dialoga con los Reinos”.
Yaco Albala
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PULSO-LEY
“No procuréis la Ley en vuestras escrituras, pues la Ley es Vida, en tanto que la escritura está muerta. En
verdad os digo: Moisés no recibió las Leyes de Dios por escrito, sino a través de la Palabra Viva…En todo lo que es
vida está escrita la Ley. Vosotros la encontrareis en el pasto, en el árbol, en el río, en la montaña, en los pájaros del
cielo, en los peces del mar; procuradla entonces primeramente en vosotros mismos. Pues en verdad os digo: todas las
cosas vivas están más cerca de Dios que las escrituras sin vida. Dios hizo la vida y todas las cosas vivas de manera
que ellas puedan, por la Palabra Eterna, enseñar al hombre las leyes del Dios Verdadero. Dios no escribió las Leyes
en las páginas de los libros, sino en vuestro corazón y en vuestro espíritu. Ellas están en vuestro aliento y en vuestra
sangre, en vuestros huesos, en vuestra carne, en vuestras entrañas, en vuestros ojos, en vuestros oídos y en cada
pequeña parte de vuestro cuerpo. Están presentes en el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en los rayos del
sol, en las profundidades y en las alturas. Todas hablan con vosotros con el fin de que podáis comprender el Verbo; la
Voluntad del Dios vivo. Pero vosotros cerráis los ojos para no ver, tapáis los oídos para no oír. En verdad os digo: la
escritura es obra del hombre, mas la Vida y todas sus huestes son Obra de nuestro Dios. Por tanto, ¿Por qué no
atendéis las palabras de Dios, que están escritas en sus obras? ¿Es porque estudias las escrituras muertas, que son
obra de las manos de los hombres? (Del “Evangelio Esenio de la Paz”, de Edmond Bordeaux-Szekely)
¿Qué es la Ley de Consubstanciación en el Reino Vegetal?
Por esta ley, el reino vegetal es impulsado a materializarse. Pero a diferencia de una materialización, la
consubstanciación es una energía que colma todas las partículas del reino y no solo algunas; cohesiona a todos los
grupos vegetales y los conduce a consumar una meta común.
Penetra por completo los cuerpos vegetales; está presente en sus procesos de crecimiento; se vuelve vigorosa en
su acción durante la etapa de florecimiento y fructificación, y es notoriamente potente en la fase donde las semillas son
construidas. Su energía envuelve las semillas; las participa de la Meta Mayor del Regente. Graba en patrones de fuego
los caminos que aun deberán ser recorridos para cumplimentar ese estado; es el impulso primario del desenvolvimiento
de la vida en este Reino.
Una consubstancia es una substancia, inmaterial, presente en todos los vegetales. De procedencia interior, nada
tiene que ver con impulsos químicos ni astrológicos ni genéticos. Es una entidad-consciencia, una Ley, que rige
determinados estamentos de la gran vida-vegetal manifestada en el planeta. Participa a la vida que conduce de la
energía desde donde proviene, sin mixturarse con los campos materiales donde los seres vegetales realizan su
experiencia evolutiva. Trae mensajes a la tierra, sin descender de los cielos.
Toca la materia, la eleva; se infunde en sus átomos. Es la savia que recorre el proceso de exteriorizacióninteriorización de toda la vida vegetal. No obstante, no se compromete con la densidad que aun gobierna en los estratos
más densos del plano físico-etérico.
La Ley de Consubstanciación es, para el reino vegetal, lo que la Ley de Reencarnación es para el reino humano.
Pero mientras la ley de reencarnación es subsidiaria de la Ley del Karma, la Ley de Consubstanciación trasciende esos
límites; actúa, para algunos grupos vegetales, paralelamente junto a la Ley de Sacrificio.
La dinámica de esta ley, va ofreciendo los parámetros de expansión-evolución a la esencia vegetal que, como una
corriente que unifica todas las almas-grupo, se vuelve los “limites” en algunos ciclos como la capacidad de
trascenderlos, en otros.
¿Qué leyes actúan en el proceso de Consubstanciación?
La semilla es un impulso que parte de la energía-vida que sustenta aquella expresión de materialidad conocida
como “planta”. El código genético es, en este sentido, un canal a través del cual los pulsos vitales -incluido el que da
formación a la simiente-, se movilizan.
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Cada vez que una simiente es colocada sobre la tierra, es puesta en realidad a merced de un manto de energía
mucho más amplio que el que brindan las capas minerales, los estratos gaseosos y el magnetismo líquido. La ley de
consubstanciación sostiene las bases energéticas sobre las cuales cada vegetal, en su estado seminal, puede
desenvolverse. En el proceso de la germinación, vienen al encuentro del vegetal, leyes subsidiarias, encargadas de
despertar los potenciales ocultos inherentes al desarrollo evolutivo del alma-grupo. Las leyes biológicas y las leyes
dinámicas se activan en ese marco.
Las leyes biológicas y las leyes dinámicas son vehículos por los cuales los impulsos vitales –que sostienen la
manifestación cíclica de un vegetal- circulan. Esos impulsos de vegetalización, encuentran en esas leyes, herramientas
de experimentación precisas.
Mientras las leyes biológicas decodifican el lenguaje implícito a la manifestación concreta, las leyes dinámicas
son los canales por los que las interrelaciones entre fuerzas y energías pueden darse.
Todos los procesos hoy estudiados dentro de la ciencia conocida como botánica, son propios a la acción de las
leyes biológicas. Y aquellos otros procesos que generalmente para el investigador aun son desconocidos y que aun
resultan inexplicables, representan la impronta que las leyes dinámicas favorecen. La foto-síntesis es un ejemplo de
estos procesos que por ser descrito racionalmente, esta privado, en aras de la ciencia, de su verdadera significancia.
Los impulsos de consubstanciación son en el reino vegetal, lo que en el reino humano es conocido como deseo
de encarnar. Pero a diferencia de lo que sucede con el ego, no es el deseo, lo que implica la manifestación cíclica
vegetal.
¿Cómo ocurre la Consubstanciación en un vegetal?
Esos impulsos generan, en las diferentes fases de su manifestación, formas diferentes. Uno de esos impulsos se
manifiesta en la formación de las hojas, otro en la formación de las flores, otro en la formación de los frutos, otro en la
formación de las simientes. Esos impulsos espejan patrones que la Ley de Simetría, en la perfección de su dinámica,
busca plasmar en el plano concreto. Y esos patrones, son el reflejo de arquetipos rectores, transferidos de nivel en nivel
por núcleos-espejo de la Vida Cósmica.
Por ello, en cada una de estructuras de una planta, la impronta de esa Energía Creadora, está implícita. Es un
sello de lo Eterno en las formas temporales. Es una estampa de lo Indiferenciable, en la multiplicidad de la existencia
formal donde los mismos patrones que emergen desde el Núcleo rector de la Vida Cósmica, son canalizados por una
galaxia, como por las más diminutas criaturas de las praderas.
Los diferentes tipos de hojas, los diferentes tipos de flores, las distintas simientes, son expresiones de un impulso
indivisible. Si pudiésemos observar sin prejuicios ni limitados por el conocimiento adquirido, develaríamos un mundo
de interrelaciones aun desconocido para los hombres de la superficie terrestre. Y así descubriríamos principios
cósmicos, operantes en la estructura de hasta la más pequeña de las células de un vegetal. Por ejemplo, ese mismo
principio de expansión vertical-horizontal que se manifiesta en el crecimiento integral de las plantas y árboles, lo
vemos reflejado hasta en sus partes más reducidas.
¿Qué es la Ley de Sustentabilidad Elemental?
Es la fuerza de cohesión que estructura la sustancia material, durante el ciclo que a esta le corresponde
permanecer conformada. Esta ley, es el sustento íntimo de la forma. La ley de organicidad molecular depende de la ley
de sustentabilidad elemental.
Y esta ley, solo puede operar en la funcionalidad que construye la labor dévica, en la captación e impronta del
mandato creador.
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Los elementales son la fuerza de la sustancia-vida de los planos de existencia. Cuando son activados por el
impulso hacia la realización de una tarea adquieren formas definidas. Están compuestos de la propia sustancia de los
planos de consciencia.
Llamamos “viables” a las simientes cuando todavía pueden germinar, cuando aun son núcleos de fertilidad. Al
lapso en que las simientes permanecen prontas para ser sembradas. Y están plenas de la vitalidad que les permite
desarrollarse. Algunas, puedan permanecer años latentes en tanto que otras requieren rápidamente ser colocadas sobre
la tierra antes de volverse estériles, lo que en muchos casos representa un periodo de solo algunos días. Hay vegetales
que deben proliferarse irrestrictamente una vez que están incluidos en un ámbito y otros que necesitan ser transportados
distantes, poseyendo un aumento de su viabilidad debido a la perdurabilidad que requieren hasta dar con las
condiciones adecuadas. Este es solo un ejemplo de la fuerza de esta ley.
¿Qué es la Ley de Organicidad Molecular?
Mantiene a la forma cohesionada según los parámetros arquetípicos. Es una de las llamadas leyes orgánicas, que
opera en la sustentación de los compuestos materiales que sirven de vehículo para la esencia. La organicidad de las
moléculas es el resultado de una fuerza motriz que la rige, que la organiza, que la precisa en una escala tridimensional,
con las características que eso implica.
Conduce a la forma a expresar un ritmo específico. Actúa en correspondencia a la Ley de Sustentabilidad
Elemental, y a la Ley de la Voluntad Interna, que es un haz de energía que sintonizan los trabajadores del Reino
Dévico, para ejecutar su obra en una determinada coyuntura. Estas tres leyes, como un todo unificado permiten la
materialización y la sustentación de la forma en estos planos. Y operan también en la mecánica de su disolución.
Todavía es un misterio porque los átomos poseen movimientos singulares y se agrupan en conjuntos específicos
que pulsan en un ritmo afín a un enjambre mayor que finalmente, en un entrelazado profundamente inteligente, a
nuestros ojos se representa como la hoja de un árbol por ejemplo.
El impulso-rector (camino de vida) que esta ley propone está presente en la constitución de la forma desde las
más simples estructuras a las más complejas.
La organización es un espejo de la inteligencia. En ese sentido, esta ley representa la mecánica de uno de los
principios cósmicos de la creación, que en la apertura carente de concepciones establecidas, podremos reconocer en la
existencia, como un soplo-guía.
Las leyes naturales, como la Ley de Gravedad, la Ley de Desintegración Material -denominada muerte en el
reino humano-, la Ley de Organicidad Molecular -llamada también leyes biológicas en sus desdoblamientos-, y las
leyes dinámicas, están interconectadas de forma perfecta, constituyendo una expresión indiferenciada.
¿Qué es la Ley de Sustitución Energética?
Cuando un individuo o un grupo, en el reino vegetal, se sustrae de la existencia formal para intercambiar la
materialización de otros especímenes, la influencia de esta ley se hace presente, generalmente en triangulación con la
Ley de Trascendencia y Ley de Cooperación entre Reinos.
Esto se da por ejemplo cuando un grupo de arbustos espinosos es retirado de un ámbito para que en el mismo
pasen a desarrollarse árboles frutales que interactúen de una manera más estrecha con el reino humano.
La Ley de Sustitución Energética es la dinámica que determina que las estructuras vibratorias del ámbito que
acoge a esa nueva vida, estén adaptadas armoniosamente a los cambios. También regula el retiro de la esencia de los
especímenes que interrumpen su ciclo vital, como de la implantación correcta de la consciencia que debe ser
trasplantada allí.
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Los hombres de la superficie terrestre deberían haber gestado un inter-relacionamiento más profundo con los
reinos subhumanos de modo de poder percibir estas relaciones. Eso no ocurrió salvo con pocos individuos,
sensibilizados por los reinos naturales. Estos hechos son desconocidos no porque estuvieran ocultos, sino porque las
distracciones del mundo civilizado impidieron a los terrestres tomar contacto con estas verdades, que la vida misma
implícita en estos reinos ofrecería vislumbrar, en cuanto hubiese apertura.
Cuando la ley de sustitución energética actúa, el o los individuos vegetales que ven interrumpido su ciclo
vegetativo, acogen una elevación vibratoria, sea por medio de una retribución auspiciada por la ley del karma cuando
esto es resultado de una acción inescrupulosa humana, o sea por medio de la ofrenda silenciosa que aquel grupo está
realizando, lo que implica coyunturas ampliatorias para el alma-grupal.
Esta ley también contempla, por medio del reino dévico, la armonización, purificación o restauración del campo
etérico donde los nuevos individuos se integran, como una forma de mantener un equilibrio energético acorde a las
coyunturas internas del ámbito que aquellas consciencias rigen y custodian.
¿Cómo actúa la Ley de Trascendencia?
La Ley de Trascendencia determina la finalización del ciclo vegetal de un individuo, de un grupo o de toda una
especie en el planeta. Dictamina la hora exacta del abandono de las estructuras formales, en los momentos más
precisos, según coyunturas evolutivas; un estado pasa a ser trascendido para favorecer una experiencia más amplia.
Generalmente, esta ley actúa en concordancia con la Ley de Transmigración, en casos donde un contingente vegetal,
debe ser incluido, en términos de consciencia, en un nuevo ámbito más acorde a sus necesidades, sean en este o en
otros sistemas planetarios.
¿Qué es la Ley de Transmigración?
Dinámica que facilita que un vegetal, un grupo, o conjuntos mayores, sean conducidos a otros ámbitos. Puede
operar desde la esencia como también incluir los cuerpos vegetales. En este último caso, actúa en concordancia con
otras leyes, como la Ley de Sustitución Energética. Cuando un vegetal, sea este una pequeña planta o un añoso árbol,
son trasplantados de uno a otro ámbito, generalmente operan dinámicas energéticas como las descritas, con el
acompañamiento del reino dévico que, en contacto con la Fuente Única, conoce el destino de las bandas de consciencia
que custodia y reviste.
Si los vegetales trasplantados, fenecen al poco tiempo, puede ocurrir que actuando por libre albedrío, el ser
humano es utilizado como herramienta para la liberación de la esencia de una entidad vegetal o que, la vitalidad que la
jerarquía dévica coloca en este tipo de procesos, fuese retirada temporalmente para que los individuos replantados en
otros ámbitos, realicen ensayos de fortalecimiento previstos por el alma-grupal al que pertenecen.
¿Qué es la Ley de la Ascendencia Solar?
Interconecta al núcleo vegetal con grandes entidades o consciencias avanzadas en diferentes ámbitos del sistema
solar, de los cuales recibe un poderoso influjo energético ascensional. La llamada “influencia planetaria” que reciben
los individuos vegetales en las distintas especies, es solo el reflejo externo de ese dinamismo interior, donde la vida es
llevada a trascender estadios continuamente, para en cada nuevo impulso, la liberación de la luz pueda ser mayor.
¿Qué es la Ley de la Estratificación de la Consciencia?
Imprime, en el reino vegetal, como en otros reinos, a la vida-consciencia, en franjas energéticas definidas, en un
orden perfecto y exacto que permita a las monadas hacer las experiencias necesarias de acuerdo a pulsos precisos. Los
movimientos de consciencia de uno a otro estrato, son coordinados por jerarquías y entidades cósmicas, solares o
planetarias, dependiendo de las coyunturas presentes.
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De ese modo, una especie vegetal no es más que una franja de consciencia, dentro del reino mismo, y por lo
tanto, está sujeta a los límites precisos que esta ley genera. Los limites, son en todos los casos, una expresión de una ley
sublime, la Ley del Amor.
No solo resguarda a las partículas de la desintegración o del caos, sino que además las estimula en determinados
momentos de su trayectoria, a través de esas estratificaciones, a aspirar, a anhelar, a sentirse atraídas magnéticamente
por estructuras más amplias y libertas con las que puedan liberar más luz y expresarse más fluidamente o realizar otras
experiencias que las actuales “corporificaciones” no les permiten. Esta ley, es una expresión de la Ley de Ordenamiento
Trascendente, o Ley de Jerarquía.
¿Qué es la Ley de Selección?
Muchos vegetales se están donando de un modo más profundo y por tanto, están siendo rescatados. Otros, que
no consiguen elevar el patrón vibratorio, son retirados paulatinamente de la órbita planetaria y conducidos a otros
ámbitos más propicios en el cosmos. Esa esencia vegetal que se retira, muchas veces se separa del mundo terrestre a
través de incendios forestales, deforestaciones masivas o simplemente, por desaparecer espontánea e inexplicablemente
a los hombres.
En esa selección, los integrantes del reino dévico recomponen en un proceso extremadamente sutil, los sonidos
inmanentes a los patrones arquetípicos que conforman esos grupos. Ajustando sus vibraciones a los nuevos caminos
que les esperan, preámbulo de un nuevo recorrido evolutivo. La Ley de Selección actúa en todos los reinos. En el
vegetal se desenvuelve fundamentalmente a través en la egida de una Entidad ligada a ese proceso y bajo la conducción
de jerarquías y centros planetarios diversos.
Lo que se selecciona no es la contraparte material de aquellos especímenes –que pudieron manifestar ciertos
impulsos de pureza, levedad, belleza, armonía y elevación- sino el núcleo energético que reviste su esencia interna.
Hay grupos vegetales que retornaran a la tierra amplificados, en formatos que no podrán ser reconocidos con las
vestiduras que hoy poseen. Por la fusión del nivel astral con el mental y del etérico con el astral, todos los componentes
de este reino expresarán otras estructuras y estarán más preparados de ese modo para liberar mayores caudales de luz
de los que hoy pueden expresar, limitadas por la presión del psiquismo planetario y el grado de compactación que aun
presenta el mundo formal, amén de que los procesos de sutilización ya hayan comenzado.
Existe otro tipo de selección, llamada selección natural, que no debe confundirse con lo expuesto. En este caso,
un proceso de materialización y desmaterialización inteligente, gobierna el interrelacionamiento armónico entre los
grupos vegetales en las diversas áreas del planeta, donde de acuerdo a las proyecciones de la Consciencia Regente, en
comunión con el Logos Planetario, se determinan las interacciones energéticas propicias, según el ciclo y las
condiciones presentes en el orbe.
Esta ley actúa en conjunción con la Ley de Purificación y Ley de Amalgamamiento Energético.
¿Qué es la Ley de Simetría?
(Véase ¿Qué son las Leyes Geométricas y las Leyes Orgánicas?)
¿Qué es la Ley de Optimización de la Vida?
Según Marsha Hanzi, en su libro “O Sitio Abundante, co-criando coma Natural”1, “Donde se deja a la naturaleza
sin interferencias, ella crea sistemas progresivos, en el que haya gradualmente más humedad, más fertilidad, más
biomasa y más diversidad. Todas estas condiciones favorecen la Vida, en cantidad y en diversidad de formas.
www.mhanzi.org.br
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La agricultura como se practica hoy disminuye la humedad, la fertilidad del suelo, la cantidad de biomasa y la
diversidad. Eso significa que la agricultura convencional disminuye la cantidad de vida en este planeta.
La progresión de los ecosistemas es bien marcante en todos los lugares, comenzando con algas y bacterias,
pasando por varias etapas de vegetación (hierbas, arbustos, floresta seca, floresta húmeda) hasta llegar al máximo que
la Naturaleza consigue crear para aquel lugar…
La nueva agricultura trabaja entonces con la sucesión de culturas, cada una creando condiciones para la próxima
etapa, hasta llegar al modelo natural para cada región, que en la mayoría de los lugares será una agrofloresta. Estamos
hablando del tiempo dentro de la agricultura: cada año será diferente, como resultado del año anterior, y el sistema
evoluciona de un modelo bajo, de plantas de ciclos más cortos, en dirección a un modelo alto, con plantas de ciclos
cada vez más largos…”
¿Qué es la Ley del Equilibrio Inherente?
En el mismo libro2 también leemos: “Todo lo que acontece en sistemas naturales es inmediatamente equilibrado
por la naturaleza. Una planta débil es retirada por la “plaga” para equilibrar el sistema. El despejamiento de un
producto químico es inmediatamente respondido por la aparición de plantas o microorganismos para neutralizar la
agresión. Cualquier manejo errado es compensado por plantas “invasoras” que tiene el papel explicito de equilibrar el
suelo. Es interesante notar que, cuando adolecemos, es común que aparezca aquella hierba medicinal de que
precisamos. Como estamos desequilibrados, y somos parte del sistema natural del lugar, la Naturaleza intenta recrear el
equilibrio, mandando la planta que tiene la posibilidad de equilibrar nuestro mal. Es claro que esta ley funciona como
corolario de la primera ley, ya que la Naturaleza esta equilibrando el sistema para que haya Optimización de la Vida”.
¿Qué es la Ley de Regulación Sinérgica?
Es un corolario del equilibrio. En un universo en expansión, el equilibrio es una dinámica constante. En el
mundo natural, la regulación es espontánea. Espontánea, no como un movimiento fuera del orden interno del cosmos,
sino como un movimiento-respuesta a las exigencias de la necesidad del círculo evolutivo de la existencia.
Esta ley, que actúa en todos los reinos, demuestra que el orden interior no es rígido. La regulación persigue la
síntesis en dirección hacia el núcleo-vida de la consciencia. Hacia la esencia de lo Inmanifiesto.
Esta ley señala que el orden es una expresión dinámica de síntesis. El orden es la Acción de la Ley de la Armonía
Universal en determinados niveles de la Existencia. La búsqueda de orden no es sino un estado de transición hacia un
estamento de armonía de mayores proporciones que las reflejadas hasta ese momento.
En el reino vegetal, la regulación es sinérgica, en todos los campos del desenvolvimiento evolutivo
experimentado. La forma en que una floresta húmeda o en una árida estepa los vegetales se adaptan a las condiciones
preponderantes; la economía de sustancias que conocen los vegetales cuando carecen de las cantidades suficientes de
un elemento mineral que pasan a trasladarlo hacia otro sector de la planta como cuando falta el nitrógeno en las hojas
que se amarillean porque ese elemento está siendo distribuido en otros lugares de la planta; el modo en cómo solo de
tal vez miles de simientes que caen para germinar alrededor de un vegetal solo algunas alcanzan el crecimiento, son
indicios de la actuación de esta ley.
La acción reguladora en el reino vegetal o el animal debe ser entendida desde un contexto más amplio que el
denominado comúnmente como lucha, o competición entre individuos, especies o sistemas. “Regularizar” suele
atribuirse a regular algo que se mantiene en una condición que no cambia, y la regulación interior en la evolución de la
vida en los reinos, es precisamente, un movimiento de optimización ascendente, de estabilización sucesivamente más
elevada cada vez. La competitividad es una expresión de egoísmo; el egoísmo emerge de la fortificación de la energía
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“O Sitio Abundante, co-criando coma Natural”, de Marsha Hanzi. Más información en www.mhanzi.org.br
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de la individualidad. “Competir” por la luz, agua y otros elementos es una concepción errónea. No hay competitividad
en los reinos subhumanos porque no existe autoconsciencia.
Esta ley actúa como una expresión del equilibrio. Afinada a los pulsos de la ley del karma, permite a la vida
vegetal, ajustarse a sus patrones arquetípicos constantemente, por las vías de la materialización-desmaterialización
(inteligentemente coordinada por los regentes internos de esta gran vida vegetal manifestada), y por las vías de la
adaptación cíclica. Así, cuando los hombres provocan un desequilibrio en el mundo natural, esta ley debe operar, como
una expresión de la Ley del Equilibrio. Ese proceso cuenta con el pulso coordinativo de la Ley de Interdependencia de
Sistemas.
Una ley, es un acto de regulación en sí mismo. El camino de la síntesis, es el camino mismo de la evolución. La
forma en que se define lingüísticamente esta dinámica, da cuentas de la respuesta inherente que la vida ofrece a la
esencia que la anima, como de las implicancias mismas que la esencia imprime en aquello que anima.
Por estar “regulada sinérgicamente”, la naturaleza está exenta de complicaciones; por ser fiel espejo de la
simplicidad, el reino vegetal condensa armonía en sus formas, en sus ciclos, en sus reinos, en sus dadivas.
Esta ley, actúa, en determinadas circunstancias, junto a la Ley de Compensación.
¿Qué es la Ley de Cooperación entre Reinos?
Es un pulso unificador. Determina el intercambio de energía entre grupos de partículas con el fin de promover la
expansión de sus componentes, como de favorecer la unión entre los reinos que estas constituyen.
La cooperación es una fase previa a la unificación entre consciencias, donde el intercambio de flujos es continuo;
no presenta límites de temporalidad.
Cuando la consciencia humana puede vislumbrarse como parte de una hermandad en el cosmos, también se
descubre integrante de una red en la que ella ocupa un papel donde media la transmisión de impulsos para franjas de
consciencia en otros estados de vida.
Rudolf Steiner expresó: “En todo lugar donde los diferentes Reinos se tocan, se ofrece una oportunidad para que
ciertas entidades se manifiesten. Por ejemplo, en el interior de la tierra, en el punto donde la piedra toca la veta
metálica, se sitúan entidades especiales. En la naciente, donde el musgo recibe a la piedra y, en consecuencia el reino
vegetal toca al reino mineral, se establecen tales entidades. Donde el reino animal y el vegetal se tocan en el cáliz floral
–en el contacto de la abeja con la flor- se corporizan determinadas entidades, del mismo modo donde el hombre entra
en contacto con el reino animal”.
¿Qué son las Leyes Geométricas y las Leyes Orgánicas?
Son desdoblamientos de la Ley de Simetría. Espejan los impulsos hacia la Consubstanciación, siguiendo los
lineamientos arquetípicos intrínsecos a la vida formal, adecuando las estructuras de materialización a los moldes
sagrados que las contiene. Las leyes geométricas obran en este sentido imprimiendo en la sustancia las claves de la
existencia material.
Los códigos que estructuran la forma, tornándola apta para reflejar los impulsos creadores, deviene de su
dinámica.
Los átomos, moléculas, células, reflejan en su forma la acción de estas leyes. El ordenamiento inteligente entre
estos, es obra de las leyes orgánicas.
Las leyes geométricas emergen por las vías internas del Logos, mientras que las leyes orgánicas, encuentran los
caminos de las redes de sistemas conocidos como Naturaleza para expresarse.
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Mientras las leyes geométricas transportan la simetría a las estructuras-unidades, las leyes orgánicas materializan
la simetría en fluidos convergentes.
Sabemos que la actuación de estos impulsos geométricos-orgánicos, gestan en el mundo natural la estética, como
reflejo de la simetría interior. Toda la belleza del universo-naturaleza, la exactitud matemática del desarrollo biológico
de los reinos mineral, vegetal, animal y humano, son claros ejemplos de la incidencia de estas leyes.
Si observamos una célula vegetal, podremos desentrañar el universo oculto hasta en sus contrapartes más
ínfimas. En la estructura de una célula, está impresa la fuerza de las leyes geométricas; en la actuación de la misma
dentro de un todo funcional, esta patente la impronta de las leyes orgánicas.
La ley de simetría es el lenguaje de la perfección. El sonido primordial, resuena en una métrica infalible, que al
hacerse manifiesta, modela, en los planos de expresión, las formas de acuerdo sus patrones internos.
Por la ley de simetría, cada una de las partículas del cosmos, es imagen-semejanza del creador.
La armonía, es un sustrato para la vida-simetría. Por la red de espejos la simetría llega a los mundos formales no
obstante, el funcionamiento de ese sistema se apoya en la geometría que esta energía induce.
Los caminos trazados por esa ley es lo que permite a los arquetipos materializarse de nivel en nivel, sin perder el
reflejo-matriz del cual se origina.
Es una ley fundamental en el universo.
¿Qué es la Ley de la Inter-penetrabilidad o Ley de Interdependencia de los Sistemas?
Los sistemas naturales, son interdependientes no precisamente porque estén separados, sino al contrario, porque
están ligados en un nivel más profundo que el visible. Existe un Sistema Único, compuesto por todos los Reinos,
Sustancias y Leyes que hacen de él un campo propicio para que la vida se desenvuelva en un determinado ciclo.
Es una Ley-Inteligencia que actúa como un moderador de los flujos de energías. Así como las moléculas están
organizadas funcionalmente en el contexto donde se desenvuelven, las diferentes biotas son como moléculas de un
sistema mayor. Y los reinos son como órganos de un cuerpo mayor.
Desde una perspectiva más profunda, no existen diferentes sistemas sino un único movimiento entrelazado de
energías, estados vibratorios, campos de consciencia, leyes; la ley de interdependencia de los sistemas, es un pulsoorden regulador de ese flujo.
El concepto de la autonomía es una de las fundaciones más precarias del raciocinio inmaduro con el cual
generalmente nos manejamos. Como un lente degradado, nos impide sentir la Indivisibilidad.
Muy bellamente fue expresada esta interdependencia hace unos años cuando alguien dijo que cuando una
mariposa batía sus alas en Pekín, llovía en New York, y se llamo a este flujo el efecto mariposa o ley de caos. Pero
lejos de un desorden casual, este responde a un mandato de la Inteligencia Creadora. Así como cuando movemos un
dedo todo un conjunto de fuerzas, flujos, moléculas, campos eléctricos e impulsos se ordenan, y se movilizan para
acompañar ese acto, todo lo que ocurre en un sector de la vida-naturaleza, impacta, altera, conlleva un movimientoreflejo en todo el conjunto-sistema- que es indivisible.
¿Qué es la Ley de la Sabiduría Vegetal?
Es el impulso que permite coordinar el desenvolvimiento de la Vida de este Reino, dentro de contextos de
energía mucho más amplios.
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Cuando decimos que la Naturaleza es Sabia, podemos advertir esa Inteligencia dinámica, ese orden que se
actualiza permanentemente.
El conocimiento es información fija. Que modela la simetría del pensamiento, de ciclo en ciclo. Es estanco. Y se
renueva a través del proceso de la experiencia. La sabiduría es el discernimiento profundo que emerge desde la Unidad,
cuando ya no es necesario reunir segmentos para lograr una integración.
La sabiduría permite integrar ópticas, sentimientos, acciones, situaciones, coyunturas, ritmos, en el Orden del
Todo, sin separaciones insanas.
Sabiduría implica “saber vivir”. Saber vivir representa ser, en el todo, sin extraerse. Y adecuarse en sintonía a sus
justos ciclos en el pulso de la Vida.
Por ello la llamada “naturaleza” es “sabia”, porque es gobernada desde ese manto de energía. Cualidad que su
Vida Regente expresa vigorosamente.
¿Qué es la Ley de Sacrificio?
Es el impulso que implica que, en determinado momento del proceso evolutivo, la elevación se vuelve un estado
de expansión recíproca, de iluminación multiplicativa, de amor integrador.
¿Qué es la Ley de la Unidad-Múltiple o Alma-Grupal?
Previo al desarrollo de la auto-concentración en el “yo”, la consciencia se expresa según un lineamiento que
sigue otros parámetros. Una manada de aves en los cielos, es una entidad. En tanto que una multitud de seres humanos
representan “egos” “aislados”.
Por ello, en el reino mineral, vegetal o animal, una cualidad es una expresión compartida por un cierto número
de representantes.
En la mutabilidad de las energías, el estancamiento es desconocido. Por ello es inmaduro el pensamiento que los
hombres perpetuán hoy, de supremacía en cuanto a su “individualidad”, pues ésta es solo una forma más en la cual la
consciencia puede encuadrarse. Pero no es la “última” ni la “mejor”. Estas son meras concepciones frágiles, efímeras y
perecederas.
La Ley de la Unidad-Múltiple rige, también en el Reino Vegetal, si desenvolvimiento cíclico. Organiza el
impulso hacia la Consubstanciación.
¿Qué es la Ley de Retorno?
Es el lenguaje de la Existencia; clave, por la cual, las partículas reconocen el Camino que conduce a la Fuente
del que todos los múltiples estados de la Energía devienen.
Según los parámetros-de-ley que en este universo son expresados, no hay retorno sino hay distanciamiento,
como no es posible el reencuentro sino existe primeramente, la separación. No obstante, en última instancia, estas
distinciones siguen siendo argumentaciones falsas únicamente consistentes en el terreno del entendimiento de la
humanidad, durante el ciclo en el cual la mente es la vía de penetración de la Existencia.
¿Existe separación entre la inhalación y la exhalación? ¿O entre ésta, y una nueva inspiración? La Ley de
Retorno es en realidad, el ritmo de aquel pulso, donde la Vida Late.
A ésta ley están supeditadas todas las subdivisiones estudiadas.
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¿Qué son las Leyes de Sublimación de Sustancias?
Obran en los camino de la transmutación de los elementos. Las plantas pueden transformar algunos elementos en
otros porque estas leyes lo permiten. El suelo es un laboratorio donde las sustancias son transmutadas. Las raíces
absorben esas substancias y las subliman aun más, transformando cada vez más el patrón de esos fluidos. El reino
vegetal asume este papel intrínseca e indiscutiblemente, reestructurando por bandas vibratorias, las energías del reino
mineral, en el cual se ve sumergido para sus experiencias.
Los elementos definen fuerzas que los vegetales usufructúan para modelar sus estructuras vitales. Los minerales
son fuerzas condensadas. Los vegetales, adaptando esas fuerzas, transmutan las sustancias concretas que las contienen.
De ese modo, intangible y oculto, es como la transmutación de sustancias es posible en el aura de una planta. No
porque se trate de combinaciones minerales, sino porque aquella alquimia es sutil, e invisible para nosotros.
La Ley de Unificación de Elementos, oculta, conduce las vibraciones hacia un estamento superior, acompañando
el pulso de la Ley de Sublimación de Sustancias.
En libros como “El Origen de las Sustancias Inorgánicas” de Albrecht von Heerzle, o en “Transmutaciones
Biológicas” de Loius Kervran, o en “La Naturaleza de la Sustancia” de Rudolf Hauschka, estos pormenores, son
ampliamente estudiados. El libro “La Vida Secreta de las Plantas”, de Peter Tomkins y Christopher Bird, reúne estas
investigaciones y otras de un modo muy descriptivo.
¿Qué son las Leyes Dévicas?
Son las leyes que permiten a los componentes de este Reino, cumplir su rol en el Cosmos. Son desconocidas en
el plano mental del hombre actual. No obstante, necesitan ser poco a poco concientizadas. La comprensión de estas
leyes traerá paz y amplitud como nunca fueron experimentadas. Aunque fundamentalmente, deben disolverse las
barreras que gestan hoy la negación de estas realidades.
Aun quedaran para estudios más íntimos otras interrelaciones de ley, en el reino vegetal, o entre este, y otros
reinos, como el mineral o el dévico. Hay leyes que permiten a los grandes árboles transformarse en terafines. Leyes que
permiten a los vegetales absorber espurios psíquicos de la humanidad y transmutarlos. Leyes que determinan que
algunos vegetales incorporen corrientes cósmicas y las fluidifiquen en su aura, irradiándolas así en beneficio de los
estratos físico-etéricos donde están implantados y elevando el patrón vibratorio de todo aquello que entra en contacto
con aquel. Leyes que nos hablan de las relaciones entre el Reino Dévico y el Reino Vegetal. Leyes que descubren como
la esencia vegetal transmigra de una especie a otra, de un grupo a otro y de cómo, finalmente, después de experimentar
por un amplio ciclo con el principio del pensamiento -como ocurrirá en el futuro ciclo planetario- la esencia vegetal se
transforma en esencia animal.
Las leyes, no actúan separadamente. Son expresiones vivas de principios cósmicos que se desdoblan en leyes
que, en cada ciclo de expresión de una partícula, un ser, un grupo o un universo, rigen su manifestación, su trayectoria
como su disolución. Como expresara Masanobu Fukuoka: “Lo que ha confundido al hombre es que cuando la ley
emana de una fuente simple en diferentes direcciones él percibe cada imagen como si representara una ley
diferente”…
Y dice también, sabiamente: “Cuando la naturaleza es observada sin discriminación intelectual, es entera y
completa, es una unidad.”
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EPÍLOGO
Mientras trabajaba con estos escritos, llegó hacia mí un texto antiguo. Se trataba de la Metamorfosis de las
Plantas, de Goethe. Mientras lo leía, algunas percepciones se hacían presentes en mi consciencia. Así fue como pude
reconocer que, entre aquel material del siglo XIII y estas notas que transcribía, había una ligación energética, como si
estuviesen correlacionadas ambas informaciones, en la misma forma que las consciencias que fueron auxiliares de su
materialización.
Interacciones ocultas a veces son perceptibles en estos planos que la mente no puede desentrañar. Interacciones
que sobrepasan los límites cronológicos y el entendimiento racional. Interacciones que demuestran que la vida es una
continuidad energética que solo en aras de la experiencia de la consciencia se muestra fragmentada por una escala
temporal.
En esos escritos, están descriptos de una manera muy prolija, los procesos de la vida vegetal, en una profundidad
hoy todavía inexplorada con más detenimiento. La información revelada a la humanidad, nunca es excepcional; está
correlacionada; es un conjunto de impulsos ampliatorios ofertados desde los mundos internos para tornar más viable el
contacto de la consciencia con su vida interna, e imperecedera. Más allá de los errores interpretativos de la mente,
constituida únicamente como una herramienta en la transmisión de impulsos, en la información, la esencia palpita
indestructible, señalando el mismo Origen que todos los conocimientos pretéritos a ese señalaron, o que los posteriores
señalarán.
Se sugieren esos textos, para quienes sientan profundizar esos pormenores.
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