Formación Integral Socio-crítica: Comunidades de Aprendizaje 2013

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COLEGIO JORDÁN DE SAJONIA- DOMINICOS
PEI
Formación Integral Socio-crítica:
Comunidades de Aprendizaje
2013
Datos Legales del Colegio Jordán de Sajonia
Razón social: Colegio Jordán de Sajonia
Propiedad:
Convento de Santo Domingo —frailes dominicos —Provincia
de San Luis Beltrán de Colombia.
Dirección:
Carrera 1 No. 68-50, Bogotá.
Niveles:
Preescolar, Básica primaria, Básica secundaria, Media
vocacional.
Orientación: Institución educativa católica con orientación dominicana.
Carácter:
Mixto.
Calendario: A
Jornada:
Única. Horario: 7:00 a.m. —3:00 p.m.
Modalidad: Académico
Licencia de funcionamiento:
018, 2 abril 1974
Aprobación Pre escolar:
8855, 14 junio 1985
Aprobación Primaria:
14538. 3 agosto/82
Aprobación Bachillerato:
3766, 11 agosto 1958
Personería Jurídica:
0314, 2 febrero/57
Nit:
860010946-5
Código ante Icfes:
024216
Código ante Secretaría de Educación:
391
Código ante el Dane:
311001002070
Notaría:
11, cll. 85 No.10-74
Datos de la Historia del Colegio Jordán de Sajonia
Por herencia y tradición histórica es propio que entorno a las casas o conventos
de la Orden de Predicadores, junto al ejercicio propio de la predicación, al
estudio asiduo de la verdad y la oración, se encuentre la tarea de enseñar como
parte del apostolado de los dominicos. Así lo describe, Jordán de Sajonia, al
definir la misión de la familia dominicana, como aquella disponibilidad para
“vivir sencilla y modestamente, estudiar y enseñar”
El Colegio Jordán de Sajonia es una prolongación y vivencia de esa vocación
educadora que lo ha definido desde siempre. La historia y actividad educativa,
del mismo, se remonta a comienzos del siglo pasado, cuando los frailes
dominicos logran regresar del destierro al que habían sido sometidos por el
tiránico poder gubernamental de la época y organizar nuevamente la
Provincia de Colombia, junto a su reina y patrona, Nuestra Señora del Rosario
de Chiquinquirá y a su santuario. Se funda pues, en la ciudad Mariana de
Colombia, Chiquinquirá, un centro de estudios que sirve de semillero a las
futuras generaciones dominicanas denominado: “Escuela Apostólica San
Vicente Ferrer”. En marzo de 1947 se trasladó a Villa de Leiva para regresar
más tarde a Chiquinquirá.
Cuando los dominicos pudieron expandirse nuevamente, por el territorio
nacional, tomaron como punto de referencia la ciudad de Santa Fe de Bogotá
y, en 1949, la Escuela Apostólica fue trasladada a la ciudad capital. Y es allí
donde gracias a la labor de Fray Alberto E. Ariza O.P. el 29 de septiembre de
1959, se inició, junto al Convento de Santo Domingo, la construcción del
edificio que albergó al seminario Apostólico Dominicano de la Provincia de
Colombia que, desde ese momento se denominaría “Jordán de Sajonia”;
elevando de esta manera las virtudes heroicas del patrono titular del mismo, el
primer Maestro de los Predicadores y sucesor del Padre Domingo.
Con el trascurrir de los años, el seminario apostólico se convirtió en lo que hoy
conocemos como Colegio Jordán de Sajonia; Es así como consecutivamente,
por casi 60 años, han laborado en el claustro sajoniano un grupo de frailes
dominicos de la provincia de Colombia que le han impregnado a las
generaciones sajonianas, el tinte propio de los seguidores del carisma de Santo
Domingo de Guzmán.
Símbolos Sajonianos
Nombre del Colegio: Jordán de Sajonia.
El símbolo por excelencia de nuestra Institución es la figura de nuestro patrono
el Beato Jordán de Sajonia. Hijo de los condes de Ebersteins u Oberstein,
Jordano de Sajonia nace hacia el año 1176 en el castillo de Borgberge, cerca
de Dassel, en la región alemana de Westfalia.
Ingresa a la Orden, en el año 1221 y poco tiempo después le nombran
Provincial de la provincia de Lombardía, la provincia más importante de toda
la Orden y tras la Muerte de Santo Domingo, fundador de aquélla gran obra,
el 22 de mayo de 1222, es elegido, por unanimidad, Maestro General de toda
la Orden Dominicana, como sucesor inmediato del santo fundador; cargo que
ejercerá hasta su muerte acaecida el 13 de febrero de 1237.
Es así como hoy podemos afirmar que Santo Domingo es el fundador de la
Orden, pero el Beato Jordán es el consolidador y fecundo propagador de
aquella semilla que echara en el surco el predicador de la gracia.
Durante sus años de Maestro General se fundaron 249 conventos nuevos, se
instituyeron cuatro nuevas provincias y se reforzaron los conventos ya
existentes. En el convento donde él moraba eran tantos los jóvenes que
ingresaban a vestir el hábito dominicano y los ya profesos que salían de él para
abrir nuevas fundaciones, que alguien lo comparó” con una colmena de
abejas”...
Entre las nuevas vocaciones que reclutaba para la Orden se contaron hombres
muy ilustres en todas las naciones y que dieron un gran prestigio a la
predicación dominicana. Él mismo predicó en varias catedrales y visitó y dictó
lecciones en varias Universidades famosas, no sólo en todas las de Italia, sino
también en Inglaterra, Alemania, Francia, etc.
El Beato Jordán, sobre todo, fue dotado de una cualidad especial para
conmover a los oyentes. Con este medio supo llenar los conventos de
aspirantes a la vocación y hacer que en todos sus conventos se viviera en la
perfecta observancia regular que imprimiera el santo fundador Santo
Domingo.
Lema del Colegio:
“Stemus Simul” “Estemos Juntos”. Nuestra institución quiere ante todo
resaltar que la propuesta educativa parte de la conformación de una comunidad
que se encuentra en la disposición de avanzar en el proyecto de formación
integral de todos sus miembros. Por esta razón, más que estar reunidos en un
mismo lugar, lo que queremos resaltar es la imagen de quienes están de pie,
todos juntos, emprendiendo un camino, aunando los esfuerzos para la
conquista del ideal común, el de la formación integral.
Escudo del Colegio:
“Su escudo es su programa: firme como el roble que ahonda sus raíces en el
balcón de la montaña para desafiar las tempestades, recibe la invitación de la
cumbre a superarse cada vez, bajo el signo de la Cruz de Calatrava, la de los
Caballeros que avanzaban para no retroceder ante nada, ni anta nadie; por lema
la consigna del Beato titular: “Stemus Simul”, de pie todos juntos, aunando los
esfuerzos para la conquista del ideal común”.
Bandera del Colegio:
El blanco y el negro, como escudos que protegen la lucha para alcanzar la
búsqueda de la perfección, son para el estudiante sajoniano una armadura
invencible y capaz de desafiar los obstáculos para buscar el bien y así alcanzar
la verdad.
El verde, tradicionalmente color de la virtud, de esperanza, que engendra en el
joven sajoniano esa actitud de equilibrio que fortalece la fe y que busca la
verdad.
Himno del Colegio:
I
Nuestro claustro es alegre colmena
que le ofrece la miel de un panal
al enjambre estudioso que entrena
como atletas en marcha triunfal.
IV
Tributemos debidos honores
a este grande y glorioso plantel
que nos da, como el sol sus fulgores
y a quien canta victoria un laurel.
II
La verdad y la fe se combinan
para darnos saber y virtud,
cual dos faros que al puerto encaminan
la insegura y novel juventud.
V
El saber es tesoro escondido
que debemos buscar con afán,
galardón que nos ha concedido
desde el cielo, el beato Jordán.
III
Es preciso estudiar, compañeros,
y llegar a la meta final
con valor de invencibles guerreros
bajo el bello pendón colegial.
VI
Al calor de este claustro dichoso,
con nobleza y viril rectitud,
aclamemos al gran religioso
¡que fue apóstol de la juventud!
CORO
Con el alma en los labios contemos
¡Colegiales! Un himno de honor,
y al Jordán de Sajonia ensalcemos,
pues nos brinda enseñanza y amor.
Fray Pablo E. Acevedo S., O.
MISIÓN
Somos una institución educativa de carácter mixto, orientada por los Padres
Dominicos, según los principios y valores humanos, cristianos y católicos con
el propósito de formar integralmente a niños, niñas y jóvenes a partir del
modelo socio – crítico para contribuir en la formación de sus proyectos de vida
como líderes transformadores de la realidad social.
VISIÓN
Para el año 2015, el Colegio Jordán de Sajonia busca consolidar el desarrollo
del modelo socio-crítico expresado en la formación integral de sus estudiantes
y en acciones de impacto y transformación social en toda la comunidad
educativa.
POLÍTICA DE CALIDAD
El Colegio Jordán de Sajonia se compromete con la prestación de un servicio
educativo de calidad, que responda a las necesidades y expectativas de toda la
comunidad educativa, a partir del mejoramiento continuo de sus procesos y
con la obtención de destacados resultados de formación integral humanocristiana, académica, cultural y social.
Objetivos Institucionales
Generales:
Brindar una formación integral que tenga en cuenta el desarrollo de las
potencialidades de nuestros estudiantes a nivel cognitivo, físico, afectivo,
comunicativo, social, espiritual y estético.
Preparar a los estudiantes para que, por medio del progreso en el aprendizaje
de las ciencias, el cultivo de los valores humanos, cristianos y dominicanos,
accedan al conocimiento de la verdad que propicia la realización personal, en
una experiencia de Dios, fin último del hombre y alcance de la felicidad.
Potenciar el desarrollo pleno y armónico de la formación del carácter y la
personalidad de nuestros estudiantes, en un proceso de formación total,
buscando un crecimiento físico, psíquico, intelectual, moral, social, espiritual,
afectivo, ético y cívico.
Formar a nuestros estudiantes partir del modelo socio-crítico y el enfoque
comunidades de aprendizaje para que se constituyan en agentes de cambio y
protagonistas de la transformación de realidades sociales, desarrollando en
ellos la capacidad reflexiva, analítica y crítica, para que puedan buscar
soluciones a los problemas que les plantean la vida y la sociedad actual.
Fomentar y cultivar valores humanos tales como: el respeto a la vida, la paz,
los principios democráticos, la convivencia, el pluralismo, la tolerancia, el
reconocimiento y respeto por la diferencia, la justicia, la solidaridad y la
equidad, de acuerdo con la concepción antropológica del modelo educativo
socio-critico.
Generar el clima de diálogo y tolerancia que permita a los estudiantes
participar en la toma de decisiones en todos los aspectos de su vida, y en la
construcción del conocimiento en comunidad, asumiendo con autonomía y
responsabilidad sus derechos y deberes, de acuerdo con los principios
fundantes del enfoque pedagógico escuela comunidad de aprendizaje.
Orientar a los estudiantes en la adquisición de conocimientos científicos,
tecnológicos, humanísticos, históricos, sociales, geográficos y estéticos,
mediante el enfoque pedagógico escuela comunidad de aprendizaje.
Buscar la adquisición de una conciencia para la conservación, protección y
mejoramiento del medio ambiente, de la calidad de vida y del uso racional de
los recursos naturales.
Brindar una educación que fomente el amor por el país y el respeto de su
identidad cultural al tiempo que promueva el reconocimiento de las demás
culturas existentes en el mundo y la integración con ellas.
Filosofía Institucional
Todo acto educativo bien fundamentado parte de dos preguntas básicas que
orientan, como filosofía institucional, todos los propósitos, las apuestas y el
quehacer como centro de enseñanza y de aprendizaje. ¿Qué tipo de hombre se
quiere formar? Y ¿para qué tipo de sociedad estamos formando? son dichos
interrogantes los que permiten desplegar nuestra propuesta educativa. Como
institución orientada por la Orden de Predicadores, su filosofía se basa en los
principios antropológicos y sociológicos de la tradición humanista cristiana.
Principio Antropológico:
Corresponde, como fin de la educación, a la idea cristiana del hombre
expresada por Santo Tomás de Aquino, el gran Maestro de la Orden de
Predicadores y de la cristiandad occidental. En toda persona aparecen dos
dimensiones fundamentales: por una parte, la que tiene de común con los
demás, la naturaleza o condición humana, que permite prever sus reacciones y
entender cuanto le acontece, por otra parte, no se puede ignorar que dentro del
marco común de humanidad compartida se dan rasgos profundamente
singulares. La condición humana común impone la vida comunitaria, las
exigencias sociales. La fraternidad dominicana las impone también. Pero la
comunidad no absorbe a las personas, sino que más bien las protege de la
impersonalidad. La Constitución fundamental de la Orden de Predicadores
enfatiza el “personalismo”: “En virtud de la misión misma de la Orden, son
afirmadas y promovidas de modo singular la responsabilidad y la gracia
personal de cada uno”.
Este “personalismo” dominicano es asumido en los perfiles del educando del
Colegio Jordán de Sajonia. En los formandos se afirmará y promoverá de
modo singular la libertad, la autonomía, la responsabilidad y la gracia personal
de cada uno. El estudiante es el centro para la diligente atención a las dotes
peculiares.
Si la libertad es la capacidad de hacerse cargo de algo con autonomía, y si ella
es la condición de la realización democrática del bien común, solamente una
educación que promueva la responsabilidad de todos y de cada uno
(corresponsabilidad) podrá favorecer tanto los valores personales como los
valores comunitarios, sin hipertrofiar unos u otros. Todos los alumnos
deberán tener oportunidades de compartir decisiones en todos los niveles del
orden colegial y en las distintas actividades curriculares o extracurriculares.
Los encuentros comunitarios, la asamblea estudiantil, la representación
estudiantil y las colegiaturas como instancias representativas son formas muy
dominicanas de fomentar la conciencia de que “lo que a todos afecta, por todos
debe ser tratado y decidido”. Por otra parte, solamente cuando todos tienen
conciencia que lo común es “suyo” puede esperarse que nazca un clima de
cooperación general. Según el Maestro Humberto de Romanís, O.P., el
consenso produce cumplimiento rápido y fácil: “el bien aceptado por todos es
promovido con rapidez y facilidad”.
Principio Sociológico:
De acuerdo a la tradición de los dominicos, no educa propiamente los
individuos, sino la comunidad. La educación es el proceso por el cual una
comunidad educativa se constituye en ambiente suscitador de experiencias
(actitudes, hábitos, conocimientos, apreciaciones…) en los educandos,
quienes, al liberar así tendencias o potencialidades, las transforman en
disposiciones de acción valiosa. La comunidad es el sujeto mutual que resulta
de las relaciones interpersonales; es el nosotros de las relaciones de alteridad
(alter = el otro como tu), en que cada uno se comunica y dialoga con el otro, a
la vez como distinto (singular, original) y como análogo o semejante. La
comunidad es mundo de personas y medio de personalización. Más allá de la
comunidad están las relaciones de tercera persona, de cierta lejanía
impersonal, o relaciones de alienad (alius = el otro como él): en estas
relaciones nace la estructura social o sujeto colectivo supra personal, marco
externo ineludible de toda vida comunitaria.
Las relaciones de alteridad o comunitarias no pueden hacer caso omiso de las
relaciones de aliedad o societarias, que, sin embargo, parecen amenazar a las
primeras. Si la vida comunitaria no personaliza o educa para la comunicación
entre sujetos singulares, la influencia puramente societaria puede conducir
fácilmente al impersonalismo masificante, puente para la aliedad (alienus = el
otro como remoto o extraño) o mundo de la indiferencia, donde toda
alienación o sujeción opresiva se hace posible sin resistencia ni protesta.
No obstante, son las relaciones de aliedad las que dan sentido a las relaciones
de comunidad y hacen que esta no se convierta en refugio para los escapismos,
como un mundillo cerrado y autosuficiente.
De acuerdo con las
Constituciones, la Orden ha “sido enviada a todas las naciones”, tiene
“carácter universal”: “comunión” y “universalidad” se inter fecundan, la vida
comunitaria no halla “su plenitud” sino “más allá de los límites del Colegio.
Por todo esto, la comunidad educativa sajoniana debe conducir a ese
“nosotros” transpersonal que es la totalidad social con su macro-estructura
político-económica y cultural.
Si en las relaciones de alteridad el “nosotros” es vivido como opción afectiva,
en las relaciones de aliedad el “nosotros” colectivo es vivido como destino
supra-ordinante, definido por instituciones políticas y jurídicas constrictivas.
Sin embargo, el espíritu de toda comunidad dominicana penetra de sentido
ético la aliedad y tiende a convertirla en alteridad extensiva, de tal manera que
cualquier ser humano, por lejano y desconocido que parezca, se presenta para
el educador y para el educando escribe Santo Tomás- “como si todo hombre
fuera naturalmente para todo hombre un familiar y amigo” (S.c.g., L.3, cap.
117).
Si el espíritu comunitario penetra lo societario (la nación regional, la nación
continental, las otras naciones, la humanidad), la aliedad acaba por convertirse
en espacio de familiaridad y amistad para todos, pues lo que ocurre a gran
escala en las sociedades es sólo un síntoma de lo que se hace secretamente en
los intercambios interpersonales de las comunidades, con tal de que estas no
se conviertan en fin de sí mismas. Aprender a asumir los problemas
nacionales, internacionales, humanos, como propios es hoy imperativo de la
nueva conciencia ética. Que el espíritu comunitario tenga dimensión universal
es hoy imperativo de supervivencia.
Un ser cualquiera tiene por bien un bien común, si él mismo pertenece a una
comunidad; y, por consiguiente, según que pertenezca más o menos a la
comunidad de que se trate, el bien de esa comunidad será más o menos suyo.
Cada educando pertenece a la comunidad familiar, a la comunidad educativa, a
la comunidad nacional, a la comunidad universal. No se realiza como hombre
sino en comunidades. Según Tomás, “el bien común debe preferirse al
propio”, pues el bien de la parte resulta reforzado por el bien del todo; en
cambio, el solo bien de la parte no refuerza necesariamente el del todo. La
comunidad educativa forma para el bien común, si aquella induce al adecuado
a favorecer y cuidar el bien del todo, a fin de que este adquiera cada vez mayor
poder distributivo. La comunidad educativa deberá abundar en servicios
comunes y deberá, al mismo tiempo, distribuir beneficios personales. Esta
experiencia del valor bien común será más eficaz que hablar del bien común.
La educación al estilo dominicano
Enseñar (“in-signare”) es comunicar, es decir, enviar signos de sí, de la
sociedad o de la realidad. Tradicionalmente se ha venido considerando al
maestro como un emisor de señales verbales, gráficas, icónicas, etc. acerca de
referentes
o cosas que no tienen que ver propiamente con su vida. En la
tradición pedagógica dominicana, tal tipo de señales
son
apenas un
aspecto del acto educativo. Puesto que este es un acto ínter-personal,
compromete a la persona del maestro y convierte en señales sus propias
actitudes, sus gestos espontáneos, su propia corporeidad, su estilo de vida.
Puesto que el maestro es “magis instructus” o “magis structus” y eso es lo que
lo hace competente para educar, su personalidad entera actúa como paradigma
de realización humana y emite, de continuo, aún sin proponérselo él, señales
suscitadoras.
El Maestro Humberto de Romanis, O.P. nos formula la regla pedagógica:
“interesa a quien enseña, a fin de cumplir con discreción su oficio, que tenga
en cuenta siempre a quiénes enseña, qué cosas, en qué dosis, de qué manera,
por qué, cuándo, dónde, etc.” Y, al insistir sobre la necesidad de que quien
enseña se acomode a las distintas personas, formula esta regla general: “…es
preciso hablar el lenguaje familiar con los rudos; de manera sutil con los
sabios; de modo audaz con los tiranos; de manera respetuosa con los mayores
y buenos; unas veces con fervor; otras con mesura prudente; ya en tono
animador entre los pusilánimes; bien de manera imperativa entre los
presuntuosos”. Además aconseja De Romanis, es preciso indagar en el acto de
enseñar el estado de ánimo, el estado de salud, la capacidad de atención, etc.
La concentración de la estudiosidad bien puede generar tensión (“stress”) y
expresarse en incomunicación, la eutrapelia de la comunicación y de la
convivencia afable- pide juego, distracción, optimismo festivo para romper las
tensiones comunitarias. Santo Tomás dedica en la Suma Teológica dos
artículos a la afabilidad o trato agradable en las relaciones formales (2-2. q.
114) y tres artículos a la eutrapelia o virtud de la alegría en las relaciones
informales (2-2, q. 168). La eutrapelia es virtud personal y es virtud
comunitaria, porque ha nacido para situarnos en el ambiente convivencial con
amabilidad y espíritu festivo, sacándonos del subjetivismo incomunicativo.
Según Alberto Magno, O.P., la vida normal de un ser verdaderamente humano
consiste en actualizar su entendimiento elevándose progresivamente de lo
sensible a los conocimientos inteligibles más elevados: física, matemática,
ciencia del hombre y ciencia de Dios. Quienes no se preocupan de conocer,
sino que pasan su vida como simples entendimientos potenciales, no viven
como hombres, sino como animales. Por el contrario, el hombre de estudio
emplea toda su vida en actualizar o hacer operante todo su poder cognoscitivo,
es decir, en actuarse a sí mismo. Por el estudio y el saber, el hombre se
adquiere a sí mismo, se auto-conquista. “Lo que define al hombre en cuanto
hombre es la actuación de su entendimiento”.
Pero no se estudia de cualquier manera. Se necesita cultivar el hábito
moderador de la estudiosidad, que implica, por una parte, concentrar energías
cognoscitivas a la búsqueda de la verdad, evitando la dispersión, y, por otra,
voluntad para superar los diversos obstáculos que bloquean el acceso al saber.
La búsqueda de la verdad a que apunta la estudiosidad dominicana debe hacer
la vía larga del conocimiento sensible hasta remontarse a los conocimientos
inteligibles. Si acceder a la verdad es acceder a la realidad total, esta exige que
los saberes parciales culminen en sabiduría o en cosmovisión (en saber omnicomprensivo). Por ello, la estudiosidad no se completa sino cuando llega a la
comprensión filosófico-teológica, como saber integrador acerca del hombre
y la realidad en su totalidad. Contemplar la totalidad de la realidad, como
decía Alberto Magno, es el fin de la estudiosidad; pero ese fin sigue siendo
medial para un dominico, puesto que el fin de su proyecto vital es servir a los
demás: “contemplari et Alliis tradere contemplata” (= “comprender para
participar esa comprensión a los demás”, próximos o lejanos). La sabiduría
que busca alcanzar nuestra tradición pedagógica no es puramente cognoscitiva,
sino que debe traducirse forzosamente en directividad, en orientación práctica
de vida.
Esa sabiduría directiva se traduce en capacidad de juicio crítico y no se
adquiere de una vez por todas, sino que requiere de permanente estudio. Al
respecto las Constituciones establecen: “Puesto que la formación intelectual
consiste principalmente en la formación del juicio, se ha de cultivar con
máxima diligencia un conocimiento crítico de las fuentes, la penetración de los
principios y el modo de pensar rectamente, a fin de que los frailes estén en
condiciones de proseguir el estudio con su esfuerzo propio y en correcto
dialogo” (LCO N° 228, II).
Así mismo, la actividad educativa pretende hacer operantes inteligencia,
voluntad y todas las energías corporales en cuanto dependiente de la propia
decisión personal. La distinción clásica entre actos del hombre y actos
humanos conviene recordarla aquí: por la tan cara unidad personal de la
antropología dominicana, los actos verdaderamente formativos son aquellos
que comprometen toda la personalidad, los que ponen en juego nuestras
energías biopsíquicas.
Para enfatizar el papel central de la voluntad en la actividad educativa, el
Padre Lacordaire prefiere hablar de trabajo: “Podría decirse que el buen éxito
manifiesta más los dones de naturaleza que el trabajo de la inteligencia, y que,
por tanto, es falso índice de mérito real; más la Providencia ha dispuesto que
sin ímprobo cultivo no den fruto los mejores dones naturales…El trabajo es
condición necesaria del desarrollo de la inteligencia…”
Los primeros grandes Maestros de la Orden tenían la convicción de que la
enseñanza no puede reducirse a transmitir y conservar los saberes recibidos del
pasado, sino que debe activar la creatividad recreadora, innovadora e
inventiva. Santo Tomás estaba convencido de que uno de los fines de la vida
social es precisamente propiciar la creatividad: “No es posible que un hombre
solo alcance por su razón todas las cosas… Es necesario vivir entre muchos,
para que unos a otros se ayuden, y unos se ocupen de
inventar unas cosas
y otros otras”. Y el mismo Maestro Tomás arrastraba a los estudiantes de la
Universidad de Paris mediante la novedad de su enseñanza (nuevos artículos,
una nueva forma de responder, nuevas argumentaciones, nuevos
problemas…).
Por esta razón, el espíritu creativo de maestro y del alumno se potencian
mutuamente: el maestro creativo crea nuevos estímulos para el aprendizaje,
inventa nuevas hipótesis, etc.; el alumno creativo invita con sus invenciones
provocadoras a que el maestro rompa sus rutinas. Pero este debe estar atento,
no al estado de sus programas, sino a la curiosidad y deseo de saber de sus
alumnos.
Finalmente es bueno resaltar que la dominante de Santo Domingo y de
nuestros grandes Maestros frente al estudio es: ser útiles al prójimo. Esta es la
finalidad constitucional de nuestro estudio, desde la primera Constitución:
“Nuestro estudio debe dirigirse principalmente, ardientemente y ante todo a
esto: que podamos ser útiles a las almas de nuestros prójimos”. Esa utilidad
como mejor se expresa, según las Constituciones, es cultivando “la inclinación
de los hombres hacia la verdad” (LCO N° 77, I, II).
Puesto que por el saber el hombre se conquista a sí mismo, el estudio debe
proporcionarle placer. Pero esto no es suficiente, si al mismo tiempo no lo
hace útil para la vida de los demás, para el bien común. Esta era la convicción
de San Alberto Magno: “Saber no solo es deleitable para quien se esfuerza
(estudia) por conocer la naturaleza de las cosas, sino que con más veras es útil
para la vida y la permanencia de las ciudades”.
No es un utilitarista, un aficionado o un superficial, es Santo Tomás, el genio
estructurador de la cosmovisión dominicana, quien también ve en la utilidad
una de las reglas de nuestro estudio, base de nuestro servicio a los demás como
maestros: “quien enseña debe buscar tres cosas: la firmeza en la verdad, la
claridad y la utilidad”. “A esto se refiere el Evangelio úa- cuando nos dice:
‘Vosotros sois la luz del mundo‘”. Piensa sin duda en el hecho de que no
somos luz del mundo para nosotros mismos, que no se trata de brillar, sino de
iluminar, de ser útil, de responder a las necesidades de los hombres. Insiste
Tomás en que no se trata de una iluminación próxima, de alteridad inmediata,
sino de alteridad extensiva: “esa utilidad es para el mundo, esta es de manera
universal”.
Es claro que la educación (o la formación) y, por tanto, el estudiar tienen
referencia obligada algo distinto de sí, que puede ser: o bien, un otro que soy
yo mismo pero en cuanto posibilidad y proyecto, o bien ese es el criterio de
utilidad último de la estudiosidad- un otro que son los otros que forman parte y
están involucrados ineludiblemente en mi propia realización; es decir, la
educación, la formación, el estudiar tienen una referencia alterativa que debe
trascender los límites de la comunidad educativa.
El Padre Saturnino Gutiérrez proponía algunos criterios de utilidad, que
chocaban con el utilitarismo individualista de la época: “que la juventud sea
ilustrada y laboriosa, amante de su patria, solícita en el cumplimiento de los
deberes sociales y particulares, activa en la labor del bien común”. Y concluía:
“el pueblo que tales jóvenes posea, tendrá franca la puerta que conduce a las
sociedades al campo del progreso”.
Podrían establecerse otros principios más, todos se armonizan en un gran
plexo axiológico-pedagógico, que funcionan como teleología del Colegio
Jordán de Sajonia. Al mismo tiempo, algunos operan como reglas de
organización de la comunidad educativa, otros como criterios de enseñanza y
otros como pautas de aprendizaje.
Modelo Educativo Socio Crítico en un Contexto Dominicano.
El colegio Jordán de Sajonia opta por el modelo educativo Socio Crítico al
identificar en él, presupuestos pedagógicos y axiológicos, concordantes con la
abundante y compleja tradición de pensamiento dominicano producto de casi
ochocientos años de historia.
En la tarea de configuración del PEI, se emprendió una exploración de las
principales posturas de reflexión dominicana, extrayendo postulados
importantes que han sido tomados y presentados anteriormente, en este
documento PEI, en forma de criterios y principios, recogiéndoles con el
nombre de Filosofía Institucional. Luego, se ha realizado un estudio de las
principales tendencias pedagógicas de los últimos años, considerando los
componentes fundamentales de cada escuela de pensamiento, tales como su
concepción antropológica, el tipo de relación que se produce entre el maestro y
el estudiante, los contenidos que deben enseñarse, las concepciones de
autoridad , y las formas de participación.
De este modo, al contar anticipadamente con los fundamentos dominicanos, la
razón de escoger un modelo educativo emerge con la necesidad de alumbrar
nuestra práctica pedagógica con los postulados de una tendencia de
pensamiento contemporáneo, que reconozca además, las características de la
realidad socio política que vive la humanidad en estos tiempos y, en ese
sentido, sepa dar cuenta de los principales cuestionamientos educativos de
nuestro momento histórico particular.
Bases teóricas del Modelo:
En el modelo socio crítico la práctica educativa es catalogada como una
ejercitación social que responde a características y necesidades de un momento
particular. De esta manera, la práctica educativa es también un acontecimiento
histórico que se instala en la realidad buscando alcanzar unos objetivos
concretos de formación. Frente a este rasgo de historicidad, cabe señalar que
no es posible alumbrar una concepción de formación o práctica educativa
ignorando que toda intención se origina y se desenvuelve en un lugar de la
historia que es necesariamente distinto a los demás. En este sentido Freire
afirma: “En cuanto a la práctica social, la práctica educativa en su riqueza, en
su complejidad, es un fenómeno típico de la existencia y, por eso mismo, un
fenómeno exclusivamente humano. De ahí también, que la práctica educativa
sea histórica y tenga historicidad.”
Es de esta suerte, mediante el poder humanizante de la actividad educadora,
como las personas se retan así mismas, se obligan a mejorar el mundo en que
habitan, construyen lazos políticos, económicos y afectivos con los otros
hombres, transformando todo cuanto recibieron de parte de quienes vivieron
primero que ellos, y lo vuelven a entregar a sus hijos marcando así su paso por
la existencia, luego mueren pero no sin haber cumplido con el aporte que les
correspondía. Este complejo interaccionismo, para ser explicado requiere de
comprensiones que no pueden inscribirse en miradas unívocas o particulares.
Freire lo expresa del siguiente modo:
“El ser humano, reinventándose a sí mismo, experimentando o
sufriendo la tensa relación entre lo heredado o lo recibido o adquirido
del contexto social que crea y lo recrea, se fue convirtiendo en este ser,
que para ser, tiene que estar siendo. Este ser histórico y cultural que no
puede ser explicado sólo por la biología o la genética, ni tampoco,
apenas, por la cultura”.
El proceso educativo como intención que busca la concreción de unos fines,
debe darse dentro de unos criterios de calidad que mantienen estrecha relación
con la formación que han recibido los maestros tanto en sus campos
disciplinares específicos como en las técnicas empleadas para el desarrollo de
sus clases. Así mismo, al interior de las instituciones de formación deben
generarse los espacios para la evaluación de la práctica educativa donde sea
posible rastrear las acciones pedagógicas estableciendo los aciertos y
desaciertos de tales prácticas emprendidas, contando para ello con las
percepciones de todos los actores de tales prácticas.
Al pensar en una educación que promueve un discurso que alienta la
democracia como un estilo de participación ciudadana, las micro estructuras
políticas de la escuela deben necesariamente estar diseñadas desde esta misma
concepción participativa. Una escuela que instruye en la democracia no debe
funcionar en su transcurrir cotidiano con criterios de autoritarismo. Esto
significa que la escuela debe abrir los espacios para el diálogo respecto de
aspectos coyunturales como las normas, la disciplina, la convivencia, la
didáctica, y los principios de evaluación y promoción de los estudiantes. Sólo
de esta manera es posible la formación de ciudadanos capaces de contribuir a
la transformación democrática de un país, cuando los individuos después de su
formación inicial, crucen las puertas de la escuela para entrar en otros
contextos de su realidad política.
La escuela debe ofrecer una formación donde estudiantes y docentes puedan
apostar por una re significación del sentido de la existencia. Una formación
que prepare a las personas para agenciar un proyecto de vida flexiblemente
robusto que no se desquicie con la situaciones emergentes sino que cuente con
los recursos suficientes para ver la contingencia como una circunstancia
propia de la existencia que representa, además, la oportunidad de sublimar
nuestros más nobles rasgos de humanidad. La sustancia de imprecisión de la
que está constituido el mundo, y que muestra su más aterradora cara en
tiempos de la postmodernidad, no debe ser la excusa que motive una actitud
derrotista donde tenga que asumirse el quietismo como forma económica de
pasar por la vida haciendo gala del desdén y la indiferencia.
La escuela no debe ocultar estas comprensiones detrás de discursos que no
corresponden con la realidad. Los jóvenes, con la ayuda de la escuela, deben
identificar los rasgos socioculturales de su entorno y en lugar de sustraerse
deben aventurar el invento de alternativas vitales donde sea posible responder
a los retos que impone nuestro momento histórico. Este supuesto representa un
punto importante en la confección de un nuevo relato de sentido y significado
de la existencia dentro de un proyecto pedagógico sensato.
La escuela, de ningún modo, debe ignorar el mundo en que viven sus
estudiantes para que sea posible dar respuesta formativa a las identidades
emergentes. Los educadores, como actores protagónicos de la escena educativa
deben poder alcanzar el suficiente nivel de abstracción y hacer un esfuerzo
por reinventar los esquemas académicos donde los niños y niñas tengan la
posibilidad de recibir una formación que pueda ser aplicada a la realidad. El
camino para esta búsqueda no parece ser diferente al de la formación constante
y rigurosa de los educadores, donde se abarquen aspectos como la exploración
de la noción antropológica de hombre que se requiere formar en estos
tiempos, las rutas epistemológicas para la construcción del saber, las
didácticas, y el andamiaje político de la escuela.
Los aparatos de poder en las instituciones deben responder a la necesidad de
formar individuos sobre criterios de democracia. Esto es posible si se hace de
la escuela un contexto democrático con el compromiso de los actores
principales de la escuela, donde puedan rediseñarse los esquemas autoritarios y
abrirse lugar al reconocimiento de la diferencia y al valor por lo diverso.
Así mismo, con el propósito de caracterizar el modelo educativo socio crítico
apropiando los planteamientos de Leonardo Viniegra, se presentarán sus
visiones generales en torno a cuestiones como las fuentes de información, la
práctica y la relación entre teoría y práctica.
El autor plantea el significado de la crítica como la acción
de conocer
caracterizada principalmente por ser reflexiva y no pasiva, donde el
conocimiento es visto como un constructo que es necesario examinar e
interrogar y del cual es preciso desconfiar. No como un producto dado que
debe recibirse e incorporarse inexorablemente. Desde una visión crítica, el
conocimiento es cuestionable y no sagrado, presenta verdades provisionales y
no definitivas, es construido y no revelado. De este modo, la crítica es un
estilo de acercase al conocimiento siempre de una manera “desconfiada” con
el propósito de construir los significados de la vida. Es importante señalar que
la actitud crítica no es posible alcanzarla de manera instantánea sino que debe
cultivarse mediante un exigente tránsito por aquello que es aceptado como
conocimiento.
A este respecto, Viniegra comenta:
“…lo primero al incursionar en la crítica es hacer conscientes las
propias ideas, creencias o convicciones sobre el asunto de nuestro
interés. Aquí puede tener lugar o no el viaje hacia la crítica. Esto
dependerá de si llevamos o no, entre nuestro equipaje para la aventura
de la crítica, lo que somos, es decir, nuestra experiencia vital
reflexionada y expresada en nuestros puntos de vista…”
Finalmente, es bueno resaltar que, en las ejecuciones donde interviene la
crítica, ocupan un lugar importante las contribuciones que puede hacer la
teoría, pues esta proporciona una gran ayuda al momento de generar distintos
escenarios de discusión, modificar esquemas, dilucidar argumentos y
sobrepasar obstáculos. No obstante, cabe señalar que en el marco de una
crítica, deber ser la práctica quien ofrezca elementos para elaborar juicios
respecto de la teoría y no lo contrario. El autor manifiesta:
“De acuerdo con una conciencia crítica, la práctica formula desafíos y
confronta a la teoría, es decir, tiene primacía sobre ella. Es en la
práctica donde las teorías deben probar, al confrontarse con otras, sus
promesas de conocimiento esclarecedor.”
Enfoque Pedagógico
Las comunidades de aprendizaje
Las comunidades de aprendizaje constituyen un proyecto de academia
inclusiva, inspirado en el modelo socio crítico de la educación. Según Carmen
Elboj y compañeros una comunidad de aprendizaje se define como:
“un proyecto de transformación social y cultural de un centro educativo y de
su entorno para conseguir una sociedad de la información para todas las
personas, basada en el aprendizaje dialógico, mediante una educación
participativa de la comunidad, que se concreta en todos sus espacios, incluida
el aula”. En el Colegio Jordán de Sajonia, el enfoque pedagógico de las
“comunidades de aprendizaje” representan nuestro método particular de
aplicación del modelo educativo socio critico.
Una comunidad de aprendizaje se define y se dinamiza gracias a Factores
Constitutivos que permiten la consolidación de verdaderas comunidades
centradas en el proceso de enseñanza y de aprendizaje.
Factores Constitutivos:
Aprendizaje dialógico: Es aquel que se produce privilegiando
intersubjetividad, el intercambio de saberes y la comunicación.
la
Diálogo igualitario: Exposición de argumentos con pretensiones de validez y
no pretensiones de poder.
Aprendizaje instrumental: Apropiación de conocimientos requeridos para
enfrentar las exigencias de un momento histórico singular.
Creación de sentido: El sentido de la existencia no está dado por unos cánones
o requisitos impuestos por una cultura dominante sino que debe ser creado
desde y hacia la realidad concreta que rodea un grupo social.
Trasformación: Asociada con un compromiso político. No se deben formar
seres para la adaptación y un derivado sometimiento sino para la provocación
de una reforma sustancial del entorno social.
Inteligencia cultural: Comprender y aceptar la identidad cultural y los rasgos
particulares (aspectos cognitivos, éticos, estéticos y afectivos) de los otros a
través del diálogo igualitario
Solidaridad: Identificar las formas como unas personas con habilidades
privilegiadas pueden promover los aprendizajes y los logros de otros que no
gozan de estas mismas disposiciones para cierto tipo de aprendizaje. De este
modo, la solidaridad se convierte en un camino que permite el crecimiento y el
progreso colectivo Igualdad de diferencias: Reconocer la diversidad, generar
espacios educativos que la atiendan pero siempre y en todo caso con iguales
niveles de calidad que aquella formación que se ofrece a las culturas
dominantes.
La participación: Se fundamenta en el reconocimiento de que todas las
personas poseen una riqueza particular que resulta necesaria para el
crecimiento comunitario.
La centralidad del aprendizaje: El aprendizaje es un objetivo comunitario
primordial (central) y debe posibilitar la integración competente (cultural,
laboral y humana) de los ciudadanos a la sociedad de la información. Para
lograrlo se debe contar con las mejores fuentes de información empleadas
siempre en forma crítica.
Las expectativas positivas: Mediante la comunicación, desarrollar en la
comunidad la confianza, la motivación y la seguridad en el emprendimiento
de los aprendizajes.
El progreso permanente: Debe procurarse que los avances se produzcan en
forma constante a través de toda la vida de las personas. En la apropiación del
saber se definen objetivos pero en ningún momento límites.
Si bien, todos estos factores son componentes esenciales En nuestra propuesta
retoman mayor importancia los factores de la Participación, el aprendizaje
dialógico, el diálogo igualitario y la creación de sentido y de conocimiento.
Evaluación desde nuestro Modelo y Enfoque
En una comunidad de aprendizaje, donde el conocimiento se construye de
forma colectiva en contacto directo con la realidad, empleando el lenguaje
como instrumento que hace posible el diálogo, la evaluación no es un
accesorio ni una práctica artificial y aislada. La evaluación es un componente
fundamental del proceso de integración de una comunidad de aprendizaje,
pues por medio de ella se permite expresar una vez más, y de forma
contundente, la valoración que merece tal proceso. Para valorar, por tanto, no
es suficiente medir, es necesario dialogar, comunicar y debatir en torno a los
resultados de la evaluación para llegar acuerdos y compromisos que permitan
proponerse resultados cada vez más destacados. Evaluar es el momento del
análisis y la interpretación del estado de la construcción conjunta de
aprendizaje, identificando fortalezas, debilidades y carencias, como insumo
valioso para participar en la formulación de estrategias que permitan superar
sus limitaciones y validar las estrategias más oportunas que permitieron el
éxito.
Así pues, la evaluación se comprende como la determinación del estado de
avance en que se encuentra el estudiante dentro de su proceso de formación y
que se establece continuamente, como consecuencia de comparar los
conocimientos, habilidades y aptitudes de los estudiantes, con los logros
esperados, que son los avances que se consideran deseables, valiosos y
necesarios en un área, grado, o nivel.
Modelo de Gestión Institucional
Como estrategia de gestión en toda la institución se tiene como modelo el
sistema de gestión de la calidad que permitirá garantizar la apuesta por el
mejoramiento continuo, la planeación, la realización y la evaluación de todas
sus apuestas y procesos que lo estructuran. Así mismo, propende por el
cumplimiento de los objetivos propuestos, las metas institucionales, el plan
trianual, los planes operativos y el alcance de los indicadores de calidad de los
distintos procesos.
El sistema de Gestión de la Calidad en nuestra institución cuenta con el
siguiente mapa de procesos:
Proyectos Institucionales:
Proyecto de Bilingüismo:
Como estrategia de brindar una formación integral a nuestros estudiantes que
les permita capacitarse de manera adecuada para asumir los retos que la misma
sociedad y los tiempos actuales les plantean, se ha diseñado para el Colegio un
proyecto de implementación del bilingüismo. Comunicarse en una lengua
extranjera es una habilidad indispensable en el mundo de hoy. No sólo hace
posible la movilidad académica y laboral de las personas; es una de las bases
sobre las cuales se construye la capacidad competitiva de una sociedad y una
herramienta para abrirse a nuevas culturas y nuevas experiencias.
Dicho proyecto tiene como objetivos Ofrecer una alternativa pedagógica,
académica y curricular al COLEGIO JORDÁN, que permita lograr su
propósito
de
educación
bilingüe,
para
formar
personas
que,
complementariamente al perfil del egresado Sajoniano, manejen cómodamente
de forma oral y escrita tanto el Español como el Inglés en ámbitos académicos,
sociales y laborales.
Es necesario tener en cuenta que, en la mayoría de los casos de los alumnos de
la institución, el Español constituye la primera lengua y el Inglés, la lengua
extranjera. El grado de manejo de la lengua anglosajona que se aspira a lograr
es de, por lo menos, un 80%.
Así mismo, busca mejorar el programa de inglés que ofrece el Colegio como
plataforma lingüística necesaria para lograr la educación bilingüe
Consolidar el Departamento de Inglés, fortalecer el trabajo cooperado con el
Departamento de Español de la Institución, desarrollar la propuesta de
educación bilingüe del Colegio y establecer un programa de cualificación
docente tanto para los profesores de Inglés como para los profesores de otras
áreas de la institución.
Educación Inclusiva:
Incorporación de Nuevas Tecnologías en el Aula:
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