COLEGIO JORDÁN DE SAJONIA- DOMINICOS PEI Formación Integral Socio-crítica: Comunidades de Aprendizaje 2013 Datos Legales del Colegio Jordán de Sajonia Razón social: Colegio Jordán de Sajonia Propiedad: Convento de Santo Domingo —frailes dominicos —Provincia de San Luis Beltrán de Colombia. Dirección: Carrera 1 No. 68-50, Bogotá. Niveles: Preescolar, Básica primaria, Básica secundaria, Media vocacional. Orientación: Institución educativa católica con orientación dominicana. Carácter: Mixto. Calendario: A Jornada: Única. Horario: 7:00 a.m. —3:00 p.m. Modalidad: Académico Licencia de funcionamiento: 018, 2 abril 1974 Aprobación Pre escolar: 8855, 14 junio 1985 Aprobación Primaria: 14538. 3 agosto/82 Aprobación Bachillerato: 3766, 11 agosto 1958 Personería Jurídica: 0314, 2 febrero/57 Nit: 860010946-5 Código ante Icfes: 024216 Código ante Secretaría de Educación: 391 Código ante el Dane: 311001002070 Notaría: 11, cll. 85 No.10-74 Datos de la Historia del Colegio Jordán de Sajonia Por herencia y tradición histórica es propio que entorno a las casas o conventos de la Orden de Predicadores, junto al ejercicio propio de la predicación, al estudio asiduo de la verdad y la oración, se encuentre la tarea de enseñar como parte del apostolado de los dominicos. Así lo describe, Jordán de Sajonia, al definir la misión de la familia dominicana, como aquella disponibilidad para “vivir sencilla y modestamente, estudiar y enseñar” El Colegio Jordán de Sajonia es una prolongación y vivencia de esa vocación educadora que lo ha definido desde siempre. La historia y actividad educativa, del mismo, se remonta a comienzos del siglo pasado, cuando los frailes dominicos logran regresar del destierro al que habían sido sometidos por el tiránico poder gubernamental de la época y organizar nuevamente la Provincia de Colombia, junto a su reina y patrona, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y a su santuario. Se funda pues, en la ciudad Mariana de Colombia, Chiquinquirá, un centro de estudios que sirve de semillero a las futuras generaciones dominicanas denominado: “Escuela Apostólica San Vicente Ferrer”. En marzo de 1947 se trasladó a Villa de Leiva para regresar más tarde a Chiquinquirá. Cuando los dominicos pudieron expandirse nuevamente, por el territorio nacional, tomaron como punto de referencia la ciudad de Santa Fe de Bogotá y, en 1949, la Escuela Apostólica fue trasladada a la ciudad capital. Y es allí donde gracias a la labor de Fray Alberto E. Ariza O.P. el 29 de septiembre de 1959, se inició, junto al Convento de Santo Domingo, la construcción del edificio que albergó al seminario Apostólico Dominicano de la Provincia de Colombia que, desde ese momento se denominaría “Jordán de Sajonia”; elevando de esta manera las virtudes heroicas del patrono titular del mismo, el primer Maestro de los Predicadores y sucesor del Padre Domingo. Con el trascurrir de los años, el seminario apostólico se convirtió en lo que hoy conocemos como Colegio Jordán de Sajonia; Es así como consecutivamente, por casi 60 años, han laborado en el claustro sajoniano un grupo de frailes dominicos de la provincia de Colombia que le han impregnado a las generaciones sajonianas, el tinte propio de los seguidores del carisma de Santo Domingo de Guzmán. Símbolos Sajonianos Nombre del Colegio: Jordán de Sajonia. El símbolo por excelencia de nuestra Institución es la figura de nuestro patrono el Beato Jordán de Sajonia. Hijo de los condes de Ebersteins u Oberstein, Jordano de Sajonia nace hacia el año 1176 en el castillo de Borgberge, cerca de Dassel, en la región alemana de Westfalia. Ingresa a la Orden, en el año 1221 y poco tiempo después le nombran Provincial de la provincia de Lombardía, la provincia más importante de toda la Orden y tras la Muerte de Santo Domingo, fundador de aquélla gran obra, el 22 de mayo de 1222, es elegido, por unanimidad, Maestro General de toda la Orden Dominicana, como sucesor inmediato del santo fundador; cargo que ejercerá hasta su muerte acaecida el 13 de febrero de 1237. Es así como hoy podemos afirmar que Santo Domingo es el fundador de la Orden, pero el Beato Jordán es el consolidador y fecundo propagador de aquella semilla que echara en el surco el predicador de la gracia. Durante sus años de Maestro General se fundaron 249 conventos nuevos, se instituyeron cuatro nuevas provincias y se reforzaron los conventos ya existentes. En el convento donde él moraba eran tantos los jóvenes que ingresaban a vestir el hábito dominicano y los ya profesos que salían de él para abrir nuevas fundaciones, que alguien lo comparó” con una colmena de abejas”... Entre las nuevas vocaciones que reclutaba para la Orden se contaron hombres muy ilustres en todas las naciones y que dieron un gran prestigio a la predicación dominicana. Él mismo predicó en varias catedrales y visitó y dictó lecciones en varias Universidades famosas, no sólo en todas las de Italia, sino también en Inglaterra, Alemania, Francia, etc. El Beato Jordán, sobre todo, fue dotado de una cualidad especial para conmover a los oyentes. Con este medio supo llenar los conventos de aspirantes a la vocación y hacer que en todos sus conventos se viviera en la perfecta observancia regular que imprimiera el santo fundador Santo Domingo. Lema del Colegio: “Stemus Simul” “Estemos Juntos”. Nuestra institución quiere ante todo resaltar que la propuesta educativa parte de la conformación de una comunidad que se encuentra en la disposición de avanzar en el proyecto de formación integral de todos sus miembros. Por esta razón, más que estar reunidos en un mismo lugar, lo que queremos resaltar es la imagen de quienes están de pie, todos juntos, emprendiendo un camino, aunando los esfuerzos para la conquista del ideal común, el de la formación integral. Escudo del Colegio: “Su escudo es su programa: firme como el roble que ahonda sus raíces en el balcón de la montaña para desafiar las tempestades, recibe la invitación de la cumbre a superarse cada vez, bajo el signo de la Cruz de Calatrava, la de los Caballeros que avanzaban para no retroceder ante nada, ni anta nadie; por lema la consigna del Beato titular: “Stemus Simul”, de pie todos juntos, aunando los esfuerzos para la conquista del ideal común”. Bandera del Colegio: El blanco y el negro, como escudos que protegen la lucha para alcanzar la búsqueda de la perfección, son para el estudiante sajoniano una armadura invencible y capaz de desafiar los obstáculos para buscar el bien y así alcanzar la verdad. El verde, tradicionalmente color de la virtud, de esperanza, que engendra en el joven sajoniano esa actitud de equilibrio que fortalece la fe y que busca la verdad. Himno del Colegio: I Nuestro claustro es alegre colmena que le ofrece la miel de un panal al enjambre estudioso que entrena como atletas en marcha triunfal. IV Tributemos debidos honores a este grande y glorioso plantel que nos da, como el sol sus fulgores y a quien canta victoria un laurel. II La verdad y la fe se combinan para darnos saber y virtud, cual dos faros que al puerto encaminan la insegura y novel juventud. V El saber es tesoro escondido que debemos buscar con afán, galardón que nos ha concedido desde el cielo, el beato Jordán. III Es preciso estudiar, compañeros, y llegar a la meta final con valor de invencibles guerreros bajo el bello pendón colegial. VI Al calor de este claustro dichoso, con nobleza y viril rectitud, aclamemos al gran religioso ¡que fue apóstol de la juventud! CORO Con el alma en los labios contemos ¡Colegiales! Un himno de honor, y al Jordán de Sajonia ensalcemos, pues nos brinda enseñanza y amor. Fray Pablo E. Acevedo S., O. MISIÓN Somos una institución educativa de carácter mixto, orientada por los Padres Dominicos, según los principios y valores humanos, cristianos y católicos con el propósito de formar integralmente a niños, niñas y jóvenes a partir del modelo socio – crítico para contribuir en la formación de sus proyectos de vida como líderes transformadores de la realidad social. VISIÓN Para el año 2015, el Colegio Jordán de Sajonia busca consolidar el desarrollo del modelo socio-crítico expresado en la formación integral de sus estudiantes y en acciones de impacto y transformación social en toda la comunidad educativa. POLÍTICA DE CALIDAD El Colegio Jordán de Sajonia se compromete con la prestación de un servicio educativo de calidad, que responda a las necesidades y expectativas de toda la comunidad educativa, a partir del mejoramiento continuo de sus procesos y con la obtención de destacados resultados de formación integral humanocristiana, académica, cultural y social. Objetivos Institucionales Generales: Brindar una formación integral que tenga en cuenta el desarrollo de las potencialidades de nuestros estudiantes a nivel cognitivo, físico, afectivo, comunicativo, social, espiritual y estético. Preparar a los estudiantes para que, por medio del progreso en el aprendizaje de las ciencias, el cultivo de los valores humanos, cristianos y dominicanos, accedan al conocimiento de la verdad que propicia la realización personal, en una experiencia de Dios, fin último del hombre y alcance de la felicidad. Potenciar el desarrollo pleno y armónico de la formación del carácter y la personalidad de nuestros estudiantes, en un proceso de formación total, buscando un crecimiento físico, psíquico, intelectual, moral, social, espiritual, afectivo, ético y cívico. Formar a nuestros estudiantes partir del modelo socio-crítico y el enfoque comunidades de aprendizaje para que se constituyan en agentes de cambio y protagonistas de la transformación de realidades sociales, desarrollando en ellos la capacidad reflexiva, analítica y crítica, para que puedan buscar soluciones a los problemas que les plantean la vida y la sociedad actual. Fomentar y cultivar valores humanos tales como: el respeto a la vida, la paz, los principios democráticos, la convivencia, el pluralismo, la tolerancia, el reconocimiento y respeto por la diferencia, la justicia, la solidaridad y la equidad, de acuerdo con la concepción antropológica del modelo educativo socio-critico. Generar el clima de diálogo y tolerancia que permita a los estudiantes participar en la toma de decisiones en todos los aspectos de su vida, y en la construcción del conocimiento en comunidad, asumiendo con autonomía y responsabilidad sus derechos y deberes, de acuerdo con los principios fundantes del enfoque pedagógico escuela comunidad de aprendizaje. Orientar a los estudiantes en la adquisición de conocimientos científicos, tecnológicos, humanísticos, históricos, sociales, geográficos y estéticos, mediante el enfoque pedagógico escuela comunidad de aprendizaje. Buscar la adquisición de una conciencia para la conservación, protección y mejoramiento del medio ambiente, de la calidad de vida y del uso racional de los recursos naturales. Brindar una educación que fomente el amor por el país y el respeto de su identidad cultural al tiempo que promueva el reconocimiento de las demás culturas existentes en el mundo y la integración con ellas. Filosofía Institucional Todo acto educativo bien fundamentado parte de dos preguntas básicas que orientan, como filosofía institucional, todos los propósitos, las apuestas y el quehacer como centro de enseñanza y de aprendizaje. ¿Qué tipo de hombre se quiere formar? Y ¿para qué tipo de sociedad estamos formando? son dichos interrogantes los que permiten desplegar nuestra propuesta educativa. Como institución orientada por la Orden de Predicadores, su filosofía se basa en los principios antropológicos y sociológicos de la tradición humanista cristiana. Principio Antropológico: Corresponde, como fin de la educación, a la idea cristiana del hombre expresada por Santo Tomás de Aquino, el gran Maestro de la Orden de Predicadores y de la cristiandad occidental. En toda persona aparecen dos dimensiones fundamentales: por una parte, la que tiene de común con los demás, la naturaleza o condición humana, que permite prever sus reacciones y entender cuanto le acontece, por otra parte, no se puede ignorar que dentro del marco común de humanidad compartida se dan rasgos profundamente singulares. La condición humana común impone la vida comunitaria, las exigencias sociales. La fraternidad dominicana las impone también. Pero la comunidad no absorbe a las personas, sino que más bien las protege de la impersonalidad. La Constitución fundamental de la Orden de Predicadores enfatiza el “personalismo”: “En virtud de la misión misma de la Orden, son afirmadas y promovidas de modo singular la responsabilidad y la gracia personal de cada uno”. Este “personalismo” dominicano es asumido en los perfiles del educando del Colegio Jordán de Sajonia. En los formandos se afirmará y promoverá de modo singular la libertad, la autonomía, la responsabilidad y la gracia personal de cada uno. El estudiante es el centro para la diligente atención a las dotes peculiares. Si la libertad es la capacidad de hacerse cargo de algo con autonomía, y si ella es la condición de la realización democrática del bien común, solamente una educación que promueva la responsabilidad de todos y de cada uno (corresponsabilidad) podrá favorecer tanto los valores personales como los valores comunitarios, sin hipertrofiar unos u otros. Todos los alumnos deberán tener oportunidades de compartir decisiones en todos los niveles del orden colegial y en las distintas actividades curriculares o extracurriculares. Los encuentros comunitarios, la asamblea estudiantil, la representación estudiantil y las colegiaturas como instancias representativas son formas muy dominicanas de fomentar la conciencia de que “lo que a todos afecta, por todos debe ser tratado y decidido”. Por otra parte, solamente cuando todos tienen conciencia que lo común es “suyo” puede esperarse que nazca un clima de cooperación general. Según el Maestro Humberto de Romanís, O.P., el consenso produce cumplimiento rápido y fácil: “el bien aceptado por todos es promovido con rapidez y facilidad”. Principio Sociológico: De acuerdo a la tradición de los dominicos, no educa propiamente los individuos, sino la comunidad. La educación es el proceso por el cual una comunidad educativa se constituye en ambiente suscitador de experiencias (actitudes, hábitos, conocimientos, apreciaciones…) en los educandos, quienes, al liberar así tendencias o potencialidades, las transforman en disposiciones de acción valiosa. La comunidad es el sujeto mutual que resulta de las relaciones interpersonales; es el nosotros de las relaciones de alteridad (alter = el otro como tu), en que cada uno se comunica y dialoga con el otro, a la vez como distinto (singular, original) y como análogo o semejante. La comunidad es mundo de personas y medio de personalización. Más allá de la comunidad están las relaciones de tercera persona, de cierta lejanía impersonal, o relaciones de alienad (alius = el otro como él): en estas relaciones nace la estructura social o sujeto colectivo supra personal, marco externo ineludible de toda vida comunitaria. Las relaciones de alteridad o comunitarias no pueden hacer caso omiso de las relaciones de aliedad o societarias, que, sin embargo, parecen amenazar a las primeras. Si la vida comunitaria no personaliza o educa para la comunicación entre sujetos singulares, la influencia puramente societaria puede conducir fácilmente al impersonalismo masificante, puente para la aliedad (alienus = el otro como remoto o extraño) o mundo de la indiferencia, donde toda alienación o sujeción opresiva se hace posible sin resistencia ni protesta. No obstante, son las relaciones de aliedad las que dan sentido a las relaciones de comunidad y hacen que esta no se convierta en refugio para los escapismos, como un mundillo cerrado y autosuficiente. De acuerdo con las Constituciones, la Orden ha “sido enviada a todas las naciones”, tiene “carácter universal”: “comunión” y “universalidad” se inter fecundan, la vida comunitaria no halla “su plenitud” sino “más allá de los límites del Colegio. Por todo esto, la comunidad educativa sajoniana debe conducir a ese “nosotros” transpersonal que es la totalidad social con su macro-estructura político-económica y cultural. Si en las relaciones de alteridad el “nosotros” es vivido como opción afectiva, en las relaciones de aliedad el “nosotros” colectivo es vivido como destino supra-ordinante, definido por instituciones políticas y jurídicas constrictivas. Sin embargo, el espíritu de toda comunidad dominicana penetra de sentido ético la aliedad y tiende a convertirla en alteridad extensiva, de tal manera que cualquier ser humano, por lejano y desconocido que parezca, se presenta para el educador y para el educando escribe Santo Tomás- “como si todo hombre fuera naturalmente para todo hombre un familiar y amigo” (S.c.g., L.3, cap. 117). Si el espíritu comunitario penetra lo societario (la nación regional, la nación continental, las otras naciones, la humanidad), la aliedad acaba por convertirse en espacio de familiaridad y amistad para todos, pues lo que ocurre a gran escala en las sociedades es sólo un síntoma de lo que se hace secretamente en los intercambios interpersonales de las comunidades, con tal de que estas no se conviertan en fin de sí mismas. Aprender a asumir los problemas nacionales, internacionales, humanos, como propios es hoy imperativo de la nueva conciencia ética. Que el espíritu comunitario tenga dimensión universal es hoy imperativo de supervivencia. Un ser cualquiera tiene por bien un bien común, si él mismo pertenece a una comunidad; y, por consiguiente, según que pertenezca más o menos a la comunidad de que se trate, el bien de esa comunidad será más o menos suyo. Cada educando pertenece a la comunidad familiar, a la comunidad educativa, a la comunidad nacional, a la comunidad universal. No se realiza como hombre sino en comunidades. Según Tomás, “el bien común debe preferirse al propio”, pues el bien de la parte resulta reforzado por el bien del todo; en cambio, el solo bien de la parte no refuerza necesariamente el del todo. La comunidad educativa forma para el bien común, si aquella induce al adecuado a favorecer y cuidar el bien del todo, a fin de que este adquiera cada vez mayor poder distributivo. La comunidad educativa deberá abundar en servicios comunes y deberá, al mismo tiempo, distribuir beneficios personales. Esta experiencia del valor bien común será más eficaz que hablar del bien común. La educación al estilo dominicano Enseñar (“in-signare”) es comunicar, es decir, enviar signos de sí, de la sociedad o de la realidad. Tradicionalmente se ha venido considerando al maestro como un emisor de señales verbales, gráficas, icónicas, etc. acerca de referentes o cosas que no tienen que ver propiamente con su vida. En la tradición pedagógica dominicana, tal tipo de señales son apenas un aspecto del acto educativo. Puesto que este es un acto ínter-personal, compromete a la persona del maestro y convierte en señales sus propias actitudes, sus gestos espontáneos, su propia corporeidad, su estilo de vida. Puesto que el maestro es “magis instructus” o “magis structus” y eso es lo que lo hace competente para educar, su personalidad entera actúa como paradigma de realización humana y emite, de continuo, aún sin proponérselo él, señales suscitadoras. El Maestro Humberto de Romanis, O.P. nos formula la regla pedagógica: “interesa a quien enseña, a fin de cumplir con discreción su oficio, que tenga en cuenta siempre a quiénes enseña, qué cosas, en qué dosis, de qué manera, por qué, cuándo, dónde, etc.” Y, al insistir sobre la necesidad de que quien enseña se acomode a las distintas personas, formula esta regla general: “…es preciso hablar el lenguaje familiar con los rudos; de manera sutil con los sabios; de modo audaz con los tiranos; de manera respetuosa con los mayores y buenos; unas veces con fervor; otras con mesura prudente; ya en tono animador entre los pusilánimes; bien de manera imperativa entre los presuntuosos”. Además aconseja De Romanis, es preciso indagar en el acto de enseñar el estado de ánimo, el estado de salud, la capacidad de atención, etc. La concentración de la estudiosidad bien puede generar tensión (“stress”) y expresarse en incomunicación, la eutrapelia de la comunicación y de la convivencia afable- pide juego, distracción, optimismo festivo para romper las tensiones comunitarias. Santo Tomás dedica en la Suma Teológica dos artículos a la afabilidad o trato agradable en las relaciones formales (2-2. q. 114) y tres artículos a la eutrapelia o virtud de la alegría en las relaciones informales (2-2, q. 168). La eutrapelia es virtud personal y es virtud comunitaria, porque ha nacido para situarnos en el ambiente convivencial con amabilidad y espíritu festivo, sacándonos del subjetivismo incomunicativo. Según Alberto Magno, O.P., la vida normal de un ser verdaderamente humano consiste en actualizar su entendimiento elevándose progresivamente de lo sensible a los conocimientos inteligibles más elevados: física, matemática, ciencia del hombre y ciencia de Dios. Quienes no se preocupan de conocer, sino que pasan su vida como simples entendimientos potenciales, no viven como hombres, sino como animales. Por el contrario, el hombre de estudio emplea toda su vida en actualizar o hacer operante todo su poder cognoscitivo, es decir, en actuarse a sí mismo. Por el estudio y el saber, el hombre se adquiere a sí mismo, se auto-conquista. “Lo que define al hombre en cuanto hombre es la actuación de su entendimiento”. Pero no se estudia de cualquier manera. Se necesita cultivar el hábito moderador de la estudiosidad, que implica, por una parte, concentrar energías cognoscitivas a la búsqueda de la verdad, evitando la dispersión, y, por otra, voluntad para superar los diversos obstáculos que bloquean el acceso al saber. La búsqueda de la verdad a que apunta la estudiosidad dominicana debe hacer la vía larga del conocimiento sensible hasta remontarse a los conocimientos inteligibles. Si acceder a la verdad es acceder a la realidad total, esta exige que los saberes parciales culminen en sabiduría o en cosmovisión (en saber omnicomprensivo). Por ello, la estudiosidad no se completa sino cuando llega a la comprensión filosófico-teológica, como saber integrador acerca del hombre y la realidad en su totalidad. Contemplar la totalidad de la realidad, como decía Alberto Magno, es el fin de la estudiosidad; pero ese fin sigue siendo medial para un dominico, puesto que el fin de su proyecto vital es servir a los demás: “contemplari et Alliis tradere contemplata” (= “comprender para participar esa comprensión a los demás”, próximos o lejanos). La sabiduría que busca alcanzar nuestra tradición pedagógica no es puramente cognoscitiva, sino que debe traducirse forzosamente en directividad, en orientación práctica de vida. Esa sabiduría directiva se traduce en capacidad de juicio crítico y no se adquiere de una vez por todas, sino que requiere de permanente estudio. Al respecto las Constituciones establecen: “Puesto que la formación intelectual consiste principalmente en la formación del juicio, se ha de cultivar con máxima diligencia un conocimiento crítico de las fuentes, la penetración de los principios y el modo de pensar rectamente, a fin de que los frailes estén en condiciones de proseguir el estudio con su esfuerzo propio y en correcto dialogo” (LCO N° 228, II). Así mismo, la actividad educativa pretende hacer operantes inteligencia, voluntad y todas las energías corporales en cuanto dependiente de la propia decisión personal. La distinción clásica entre actos del hombre y actos humanos conviene recordarla aquí: por la tan cara unidad personal de la antropología dominicana, los actos verdaderamente formativos son aquellos que comprometen toda la personalidad, los que ponen en juego nuestras energías biopsíquicas. Para enfatizar el papel central de la voluntad en la actividad educativa, el Padre Lacordaire prefiere hablar de trabajo: “Podría decirse que el buen éxito manifiesta más los dones de naturaleza que el trabajo de la inteligencia, y que, por tanto, es falso índice de mérito real; más la Providencia ha dispuesto que sin ímprobo cultivo no den fruto los mejores dones naturales…El trabajo es condición necesaria del desarrollo de la inteligencia…” Los primeros grandes Maestros de la Orden tenían la convicción de que la enseñanza no puede reducirse a transmitir y conservar los saberes recibidos del pasado, sino que debe activar la creatividad recreadora, innovadora e inventiva. Santo Tomás estaba convencido de que uno de los fines de la vida social es precisamente propiciar la creatividad: “No es posible que un hombre solo alcance por su razón todas las cosas… Es necesario vivir entre muchos, para que unos a otros se ayuden, y unos se ocupen de inventar unas cosas y otros otras”. Y el mismo Maestro Tomás arrastraba a los estudiantes de la Universidad de Paris mediante la novedad de su enseñanza (nuevos artículos, una nueva forma de responder, nuevas argumentaciones, nuevos problemas…). Por esta razón, el espíritu creativo de maestro y del alumno se potencian mutuamente: el maestro creativo crea nuevos estímulos para el aprendizaje, inventa nuevas hipótesis, etc.; el alumno creativo invita con sus invenciones provocadoras a que el maestro rompa sus rutinas. Pero este debe estar atento, no al estado de sus programas, sino a la curiosidad y deseo de saber de sus alumnos. Finalmente es bueno resaltar que la dominante de Santo Domingo y de nuestros grandes Maestros frente al estudio es: ser útiles al prójimo. Esta es la finalidad constitucional de nuestro estudio, desde la primera Constitución: “Nuestro estudio debe dirigirse principalmente, ardientemente y ante todo a esto: que podamos ser útiles a las almas de nuestros prójimos”. Esa utilidad como mejor se expresa, según las Constituciones, es cultivando “la inclinación de los hombres hacia la verdad” (LCO N° 77, I, II). Puesto que por el saber el hombre se conquista a sí mismo, el estudio debe proporcionarle placer. Pero esto no es suficiente, si al mismo tiempo no lo hace útil para la vida de los demás, para el bien común. Esta era la convicción de San Alberto Magno: “Saber no solo es deleitable para quien se esfuerza (estudia) por conocer la naturaleza de las cosas, sino que con más veras es útil para la vida y la permanencia de las ciudades”. No es un utilitarista, un aficionado o un superficial, es Santo Tomás, el genio estructurador de la cosmovisión dominicana, quien también ve en la utilidad una de las reglas de nuestro estudio, base de nuestro servicio a los demás como maestros: “quien enseña debe buscar tres cosas: la firmeza en la verdad, la claridad y la utilidad”. “A esto se refiere el Evangelio úa- cuando nos dice: ‘Vosotros sois la luz del mundo‘”. Piensa sin duda en el hecho de que no somos luz del mundo para nosotros mismos, que no se trata de brillar, sino de iluminar, de ser útil, de responder a las necesidades de los hombres. Insiste Tomás en que no se trata de una iluminación próxima, de alteridad inmediata, sino de alteridad extensiva: “esa utilidad es para el mundo, esta es de manera universal”. Es claro que la educación (o la formación) y, por tanto, el estudiar tienen referencia obligada algo distinto de sí, que puede ser: o bien, un otro que soy yo mismo pero en cuanto posibilidad y proyecto, o bien ese es el criterio de utilidad último de la estudiosidad- un otro que son los otros que forman parte y están involucrados ineludiblemente en mi propia realización; es decir, la educación, la formación, el estudiar tienen una referencia alterativa que debe trascender los límites de la comunidad educativa. El Padre Saturnino Gutiérrez proponía algunos criterios de utilidad, que chocaban con el utilitarismo individualista de la época: “que la juventud sea ilustrada y laboriosa, amante de su patria, solícita en el cumplimiento de los deberes sociales y particulares, activa en la labor del bien común”. Y concluía: “el pueblo que tales jóvenes posea, tendrá franca la puerta que conduce a las sociedades al campo del progreso”. Podrían establecerse otros principios más, todos se armonizan en un gran plexo axiológico-pedagógico, que funcionan como teleología del Colegio Jordán de Sajonia. Al mismo tiempo, algunos operan como reglas de organización de la comunidad educativa, otros como criterios de enseñanza y otros como pautas de aprendizaje. Modelo Educativo Socio Crítico en un Contexto Dominicano. El colegio Jordán de Sajonia opta por el modelo educativo Socio Crítico al identificar en él, presupuestos pedagógicos y axiológicos, concordantes con la abundante y compleja tradición de pensamiento dominicano producto de casi ochocientos años de historia. En la tarea de configuración del PEI, se emprendió una exploración de las principales posturas de reflexión dominicana, extrayendo postulados importantes que han sido tomados y presentados anteriormente, en este documento PEI, en forma de criterios y principios, recogiéndoles con el nombre de Filosofía Institucional. Luego, se ha realizado un estudio de las principales tendencias pedagógicas de los últimos años, considerando los componentes fundamentales de cada escuela de pensamiento, tales como su concepción antropológica, el tipo de relación que se produce entre el maestro y el estudiante, los contenidos que deben enseñarse, las concepciones de autoridad , y las formas de participación. De este modo, al contar anticipadamente con los fundamentos dominicanos, la razón de escoger un modelo educativo emerge con la necesidad de alumbrar nuestra práctica pedagógica con los postulados de una tendencia de pensamiento contemporáneo, que reconozca además, las características de la realidad socio política que vive la humanidad en estos tiempos y, en ese sentido, sepa dar cuenta de los principales cuestionamientos educativos de nuestro momento histórico particular. Bases teóricas del Modelo: En el modelo socio crítico la práctica educativa es catalogada como una ejercitación social que responde a características y necesidades de un momento particular. De esta manera, la práctica educativa es también un acontecimiento histórico que se instala en la realidad buscando alcanzar unos objetivos concretos de formación. Frente a este rasgo de historicidad, cabe señalar que no es posible alumbrar una concepción de formación o práctica educativa ignorando que toda intención se origina y se desenvuelve en un lugar de la historia que es necesariamente distinto a los demás. En este sentido Freire afirma: “En cuanto a la práctica social, la práctica educativa en su riqueza, en su complejidad, es un fenómeno típico de la existencia y, por eso mismo, un fenómeno exclusivamente humano. De ahí también, que la práctica educativa sea histórica y tenga historicidad.” Es de esta suerte, mediante el poder humanizante de la actividad educadora, como las personas se retan así mismas, se obligan a mejorar el mundo en que habitan, construyen lazos políticos, económicos y afectivos con los otros hombres, transformando todo cuanto recibieron de parte de quienes vivieron primero que ellos, y lo vuelven a entregar a sus hijos marcando así su paso por la existencia, luego mueren pero no sin haber cumplido con el aporte que les correspondía. Este complejo interaccionismo, para ser explicado requiere de comprensiones que no pueden inscribirse en miradas unívocas o particulares. Freire lo expresa del siguiente modo: “El ser humano, reinventándose a sí mismo, experimentando o sufriendo la tensa relación entre lo heredado o lo recibido o adquirido del contexto social que crea y lo recrea, se fue convirtiendo en este ser, que para ser, tiene que estar siendo. Este ser histórico y cultural que no puede ser explicado sólo por la biología o la genética, ni tampoco, apenas, por la cultura”. El proceso educativo como intención que busca la concreción de unos fines, debe darse dentro de unos criterios de calidad que mantienen estrecha relación con la formación que han recibido los maestros tanto en sus campos disciplinares específicos como en las técnicas empleadas para el desarrollo de sus clases. Así mismo, al interior de las instituciones de formación deben generarse los espacios para la evaluación de la práctica educativa donde sea posible rastrear las acciones pedagógicas estableciendo los aciertos y desaciertos de tales prácticas emprendidas, contando para ello con las percepciones de todos los actores de tales prácticas. Al pensar en una educación que promueve un discurso que alienta la democracia como un estilo de participación ciudadana, las micro estructuras políticas de la escuela deben necesariamente estar diseñadas desde esta misma concepción participativa. Una escuela que instruye en la democracia no debe funcionar en su transcurrir cotidiano con criterios de autoritarismo. Esto significa que la escuela debe abrir los espacios para el diálogo respecto de aspectos coyunturales como las normas, la disciplina, la convivencia, la didáctica, y los principios de evaluación y promoción de los estudiantes. Sólo de esta manera es posible la formación de ciudadanos capaces de contribuir a la transformación democrática de un país, cuando los individuos después de su formación inicial, crucen las puertas de la escuela para entrar en otros contextos de su realidad política. La escuela debe ofrecer una formación donde estudiantes y docentes puedan apostar por una re significación del sentido de la existencia. Una formación que prepare a las personas para agenciar un proyecto de vida flexiblemente robusto que no se desquicie con la situaciones emergentes sino que cuente con los recursos suficientes para ver la contingencia como una circunstancia propia de la existencia que representa, además, la oportunidad de sublimar nuestros más nobles rasgos de humanidad. La sustancia de imprecisión de la que está constituido el mundo, y que muestra su más aterradora cara en tiempos de la postmodernidad, no debe ser la excusa que motive una actitud derrotista donde tenga que asumirse el quietismo como forma económica de pasar por la vida haciendo gala del desdén y la indiferencia. La escuela no debe ocultar estas comprensiones detrás de discursos que no corresponden con la realidad. Los jóvenes, con la ayuda de la escuela, deben identificar los rasgos socioculturales de su entorno y en lugar de sustraerse deben aventurar el invento de alternativas vitales donde sea posible responder a los retos que impone nuestro momento histórico. Este supuesto representa un punto importante en la confección de un nuevo relato de sentido y significado de la existencia dentro de un proyecto pedagógico sensato. La escuela, de ningún modo, debe ignorar el mundo en que viven sus estudiantes para que sea posible dar respuesta formativa a las identidades emergentes. Los educadores, como actores protagónicos de la escena educativa deben poder alcanzar el suficiente nivel de abstracción y hacer un esfuerzo por reinventar los esquemas académicos donde los niños y niñas tengan la posibilidad de recibir una formación que pueda ser aplicada a la realidad. El camino para esta búsqueda no parece ser diferente al de la formación constante y rigurosa de los educadores, donde se abarquen aspectos como la exploración de la noción antropológica de hombre que se requiere formar en estos tiempos, las rutas epistemológicas para la construcción del saber, las didácticas, y el andamiaje político de la escuela. Los aparatos de poder en las instituciones deben responder a la necesidad de formar individuos sobre criterios de democracia. Esto es posible si se hace de la escuela un contexto democrático con el compromiso de los actores principales de la escuela, donde puedan rediseñarse los esquemas autoritarios y abrirse lugar al reconocimiento de la diferencia y al valor por lo diverso. Así mismo, con el propósito de caracterizar el modelo educativo socio crítico apropiando los planteamientos de Leonardo Viniegra, se presentarán sus visiones generales en torno a cuestiones como las fuentes de información, la práctica y la relación entre teoría y práctica. El autor plantea el significado de la crítica como la acción de conocer caracterizada principalmente por ser reflexiva y no pasiva, donde el conocimiento es visto como un constructo que es necesario examinar e interrogar y del cual es preciso desconfiar. No como un producto dado que debe recibirse e incorporarse inexorablemente. Desde una visión crítica, el conocimiento es cuestionable y no sagrado, presenta verdades provisionales y no definitivas, es construido y no revelado. De este modo, la crítica es un estilo de acercase al conocimiento siempre de una manera “desconfiada” con el propósito de construir los significados de la vida. Es importante señalar que la actitud crítica no es posible alcanzarla de manera instantánea sino que debe cultivarse mediante un exigente tránsito por aquello que es aceptado como conocimiento. A este respecto, Viniegra comenta: “…lo primero al incursionar en la crítica es hacer conscientes las propias ideas, creencias o convicciones sobre el asunto de nuestro interés. Aquí puede tener lugar o no el viaje hacia la crítica. Esto dependerá de si llevamos o no, entre nuestro equipaje para la aventura de la crítica, lo que somos, es decir, nuestra experiencia vital reflexionada y expresada en nuestros puntos de vista…” Finalmente, es bueno resaltar que, en las ejecuciones donde interviene la crítica, ocupan un lugar importante las contribuciones que puede hacer la teoría, pues esta proporciona una gran ayuda al momento de generar distintos escenarios de discusión, modificar esquemas, dilucidar argumentos y sobrepasar obstáculos. No obstante, cabe señalar que en el marco de una crítica, deber ser la práctica quien ofrezca elementos para elaborar juicios respecto de la teoría y no lo contrario. El autor manifiesta: “De acuerdo con una conciencia crítica, la práctica formula desafíos y confronta a la teoría, es decir, tiene primacía sobre ella. Es en la práctica donde las teorías deben probar, al confrontarse con otras, sus promesas de conocimiento esclarecedor.” Enfoque Pedagógico Las comunidades de aprendizaje Las comunidades de aprendizaje constituyen un proyecto de academia inclusiva, inspirado en el modelo socio crítico de la educación. Según Carmen Elboj y compañeros una comunidad de aprendizaje se define como: “un proyecto de transformación social y cultural de un centro educativo y de su entorno para conseguir una sociedad de la información para todas las personas, basada en el aprendizaje dialógico, mediante una educación participativa de la comunidad, que se concreta en todos sus espacios, incluida el aula”. En el Colegio Jordán de Sajonia, el enfoque pedagógico de las “comunidades de aprendizaje” representan nuestro método particular de aplicación del modelo educativo socio critico. Una comunidad de aprendizaje se define y se dinamiza gracias a Factores Constitutivos que permiten la consolidación de verdaderas comunidades centradas en el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Factores Constitutivos: Aprendizaje dialógico: Es aquel que se produce privilegiando intersubjetividad, el intercambio de saberes y la comunicación. la Diálogo igualitario: Exposición de argumentos con pretensiones de validez y no pretensiones de poder. Aprendizaje instrumental: Apropiación de conocimientos requeridos para enfrentar las exigencias de un momento histórico singular. Creación de sentido: El sentido de la existencia no está dado por unos cánones o requisitos impuestos por una cultura dominante sino que debe ser creado desde y hacia la realidad concreta que rodea un grupo social. Trasformación: Asociada con un compromiso político. No se deben formar seres para la adaptación y un derivado sometimiento sino para la provocación de una reforma sustancial del entorno social. Inteligencia cultural: Comprender y aceptar la identidad cultural y los rasgos particulares (aspectos cognitivos, éticos, estéticos y afectivos) de los otros a través del diálogo igualitario Solidaridad: Identificar las formas como unas personas con habilidades privilegiadas pueden promover los aprendizajes y los logros de otros que no gozan de estas mismas disposiciones para cierto tipo de aprendizaje. De este modo, la solidaridad se convierte en un camino que permite el crecimiento y el progreso colectivo Igualdad de diferencias: Reconocer la diversidad, generar espacios educativos que la atiendan pero siempre y en todo caso con iguales niveles de calidad que aquella formación que se ofrece a las culturas dominantes. La participación: Se fundamenta en el reconocimiento de que todas las personas poseen una riqueza particular que resulta necesaria para el crecimiento comunitario. La centralidad del aprendizaje: El aprendizaje es un objetivo comunitario primordial (central) y debe posibilitar la integración competente (cultural, laboral y humana) de los ciudadanos a la sociedad de la información. Para lograrlo se debe contar con las mejores fuentes de información empleadas siempre en forma crítica. Las expectativas positivas: Mediante la comunicación, desarrollar en la comunidad la confianza, la motivación y la seguridad en el emprendimiento de los aprendizajes. El progreso permanente: Debe procurarse que los avances se produzcan en forma constante a través de toda la vida de las personas. En la apropiación del saber se definen objetivos pero en ningún momento límites. Si bien, todos estos factores son componentes esenciales En nuestra propuesta retoman mayor importancia los factores de la Participación, el aprendizaje dialógico, el diálogo igualitario y la creación de sentido y de conocimiento. Evaluación desde nuestro Modelo y Enfoque En una comunidad de aprendizaje, donde el conocimiento se construye de forma colectiva en contacto directo con la realidad, empleando el lenguaje como instrumento que hace posible el diálogo, la evaluación no es un accesorio ni una práctica artificial y aislada. La evaluación es un componente fundamental del proceso de integración de una comunidad de aprendizaje, pues por medio de ella se permite expresar una vez más, y de forma contundente, la valoración que merece tal proceso. Para valorar, por tanto, no es suficiente medir, es necesario dialogar, comunicar y debatir en torno a los resultados de la evaluación para llegar acuerdos y compromisos que permitan proponerse resultados cada vez más destacados. Evaluar es el momento del análisis y la interpretación del estado de la construcción conjunta de aprendizaje, identificando fortalezas, debilidades y carencias, como insumo valioso para participar en la formulación de estrategias que permitan superar sus limitaciones y validar las estrategias más oportunas que permitieron el éxito. Así pues, la evaluación se comprende como la determinación del estado de avance en que se encuentra el estudiante dentro de su proceso de formación y que se establece continuamente, como consecuencia de comparar los conocimientos, habilidades y aptitudes de los estudiantes, con los logros esperados, que son los avances que se consideran deseables, valiosos y necesarios en un área, grado, o nivel. Modelo de Gestión Institucional Como estrategia de gestión en toda la institución se tiene como modelo el sistema de gestión de la calidad que permitirá garantizar la apuesta por el mejoramiento continuo, la planeación, la realización y la evaluación de todas sus apuestas y procesos que lo estructuran. Así mismo, propende por el cumplimiento de los objetivos propuestos, las metas institucionales, el plan trianual, los planes operativos y el alcance de los indicadores de calidad de los distintos procesos. El sistema de Gestión de la Calidad en nuestra institución cuenta con el siguiente mapa de procesos: Proyectos Institucionales: Proyecto de Bilingüismo: Como estrategia de brindar una formación integral a nuestros estudiantes que les permita capacitarse de manera adecuada para asumir los retos que la misma sociedad y los tiempos actuales les plantean, se ha diseñado para el Colegio un proyecto de implementación del bilingüismo. Comunicarse en una lengua extranjera es una habilidad indispensable en el mundo de hoy. No sólo hace posible la movilidad académica y laboral de las personas; es una de las bases sobre las cuales se construye la capacidad competitiva de una sociedad y una herramienta para abrirse a nuevas culturas y nuevas experiencias. Dicho proyecto tiene como objetivos Ofrecer una alternativa pedagógica, académica y curricular al COLEGIO JORDÁN, que permita lograr su propósito de educación bilingüe, para formar personas que, complementariamente al perfil del egresado Sajoniano, manejen cómodamente de forma oral y escrita tanto el Español como el Inglés en ámbitos académicos, sociales y laborales. Es necesario tener en cuenta que, en la mayoría de los casos de los alumnos de la institución, el Español constituye la primera lengua y el Inglés, la lengua extranjera. El grado de manejo de la lengua anglosajona que se aspira a lograr es de, por lo menos, un 80%. Así mismo, busca mejorar el programa de inglés que ofrece el Colegio como plataforma lingüística necesaria para lograr la educación bilingüe Consolidar el Departamento de Inglés, fortalecer el trabajo cooperado con el Departamento de Español de la Institución, desarrollar la propuesta de educación bilingüe del Colegio y establecer un programa de cualificación docente tanto para los profesores de Inglés como para los profesores de otras áreas de la institución. Educación Inclusiva: Incorporación de Nuevas Tecnologías en el Aula: