Discurso del Presidente de la Unión Industrial Argentina, José

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Discurso del Presidente de la Unión Industrial
Argentina, José Ignacio De Mendiguren, en el Acto de
Cierre de la 18º Conferencia Industrial Argentina.
Discurso ante:
Presidenta de la Nación: Dra. Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de la República Federativa del Brasil: Dra. Dilma Rousseff
Gobernadores provincias argentinas
Ministros y funcionarios del Gobierno Argentino y del Gobierno Brasileño
Presidente de la Confederación Nacional de Industrias de Brasil: Dr. Robson Braga de Andrade
Representantes de todas las cámaras, regiones y sectores industriales de la Nación Argentina
y de la República Federativa del Brasil
Título: Integración para el desarrollo
Señora Presidenta de la Nación Argentina, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, Señora
Presidenta de la República Federativa de Brasil, Dra. Dilma Rousseff; Ministros y funcionarios
del Gobierno Argentino. Ministros y funcionarios del Gobierno de Brasil. Señor Presidente de la
Confederación Nacional de Industrias de Brasil, Robson Braga de Andrade, Gobernadores,
Embajadores, Legisladores nacionales, provinciales y municipales. Estimados colegas y
amigos empresarios de Argentina y Brasil, señoras y señores.
1. Integración regional
Muchas veces en la historia escuchamos esas palabras. A veces las palabras que uno escucha
mucho o repite una y otra vez pierden algo de su sentido. El video que acabamos de ver las
recupera y las pone juntas, y en la combinación de palabras arma la palabra Abrir. Hoy, como
quizás nunca antes en nuestra historia, Argentina y Brasil estamos abiertos a integrarnos.
Abiertos a hacer realidad el destino común que tenemos como países vecinos, unidos y
hermanos. Por más obvio que pueda parecer, no tenemos que olvidar nunca, que siempre
estaremos indefectiblemente uno al lado del otro. Y podemos estar seguros que eso no va a
cambiar. Es sobre la base de identidades nacionales sólidas y solidarias que podremos
construir una integración potente.
Abrirnos para aprender, de nuestro presente y de nuestro pasado, de nuestros aciertos y de
nuestros errores. Tenemos una rica historia de objetivos comunes, que van de Perón a Getulio
Vargas, de Kubitschek y Frondizi a Alfonsín y Sarney, a Lula y Néstor Kirchner, en un Siglo XX
con altibajos pronunciados. Ver a nuestras dos presidentas aquí sentadas hoy es un signo de
que lo mejor de ese legado está en buenas manos y que nuestros pueblos, más allá de las
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rivalidades lógicas, se admiran mutuamente, están listos y necesitan ir un paso más allá en esa
integración.
No integrarnos no es una opción. La pregunta es cómo nos vamos a integrar.
El Siglo XX fue un siglo de naciones y nacionalismos, corrientes que pusieron freno a los
intentos de integración. Muchas veces, a lo largo de la historia, hemos visto cómo se atacaban
los procesos de integración por el temor a diluirse en el intento. Pero eso está cambiando. El
Siglo XXI es y será el siglo de las regiones. No ser protagonistas como región tampoco es una
elección posible. La opción está en cómo queremos insertarnos en el mundo.
Ustedes, presidentas, y todos sus ministros nos honran con su presencia en este evento de la
Unión Industrial Argentina. Porque con esta presencia demuestran la forma en que conciben la
integración entre nosotros y con el mundo. Una integración basada en la transformación de
nuestros recursos a partir de nuestro trabajo, nuestra energía y nuestro conocimiento. La
industria es la síntesis de ese proceso, al que a muchos de nosotros nos gusta llamar
desarrollo.
2. Una integración para el desarrollo
Esta conferencia reunió a los sectores público y privado de ambos países para un día y medio
de reflexiones sobre nuestro destino común. Fueron ustedes, Presidentas, las que nos invitaron
hace algo más de un año a que nos juntemos los sectores empresarios de ambos países para
avanzar en nuestra integración productiva con una mirada estratégica. Ustedes conocen de
nuestro aporte en el día a día, de nuestro trabajo a cada lado de nuestras fronteras para
generar valor, empleo y desarrollo.
Los industriales de esta parte del mundo sabemos que la inversión cumple un rol fundamental
en cualquier proceso de desarrollo. Y entendemos que para llevarla a cabo tenemos lo más
importante: las oportunidades reales y concretas de negocios que hemos visto en estas dos
jornadas, el espíritu emprendedor y nuestra gente. El diálogo, la articulación público-privada y
el trabajo conjunto son aspectos fundamentales para desplegar todo nuestro potencial.
Con el programa de esta conferencia– en la que debatimos sobre temas que van desde la
infraestructura, la ciencia y la tecnología y la energía hasta la agro-industria, los recursos
naturales y las industrias culturales – queremos reafirmar nuestro compromiso de seguir en esa
senda de integración inteligente y estratégica, profunda y de largo plazo. Una agenda que nos
enfoque en el agregado de valor a través de la industrialización.
Argentina y Brasil son el eje de la región. El repaso de algunas cifras me reafirma en el
convencimiento:
•
Juntos, nuestros dos países, conformamos un mercado de 250 millones de personas.
Tenemos, además, más de la mitad de la superficie de América Latina.
•
Representamos la 5ª economía mundial, y generamos más del 70% del producto bruto
de América del Sur y el 74% del producto industrial de esta parte del continente.
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•
Poseemos conjuntamente más de medio millón de los establecimientos industriales,
reuniendo más del 80% de las industrias de la región.
•
Entre los dos países producimos el 25% de la proteína vegetal a nivel global, con todas
las oportunidades de industrialización que ello deriva.
•
Somos los sextos productores mundiales de automóviles y estamos en camino de
superar las 5 millones de unidades.
•
Contamos con el 55 por ciento de las reservas mundiales litio, lo que nos desafía a
innovar para ser actores de las nuevas industrias automotriz y electrónica.
•
Brasil es el segundo productor mundial de mineral de hierro y Argentina el principal
exportador mundial de biocombustibles.
•
Contamos con cientos de universidades, centros de investigación y recursos altamente
calificados que dan cuerpo a una plataforma de ciencia y tecnología de las más
importantes del mundo en vías de desarrollo.
•
Abriendo la mirada hacia el futuro, estamos en condiciones de duplicar nuestro producto
en la próxima década.
•
Tenemos una región de paz y con democracias totalmente consolidadas. Ese es un
activo irrenunciable e indispensable.
Todos estos datos nos dicen que hoy las venas de nuestra América del Sur están fuertes.
Que por ellas corre agua, proteínas, minería y energía. Y nos dicen, además, que Argentina y
Brasil son el sistema nervioso central y los responsables principales de que toda esta fuerza
llegue a cada uno de los rincones de nuestro subcontinente en forma de bienestar y riqueza
para nuestra gente. Quienes me escuchan hablar saben que me gusta decir que el tren del
desarrollo está pasando y que no tenemos que quedarnos en el andén. Hoy quiero ampliar la
escena: el tren del desarrollo llegó y la región ya compró su boleto. El desafío es que sumemos
la mayor cantidad de vagones que sean necesarios para que subamos todos y no solamente
algunos.
Si nos articulamos, indudablemente, somos una potencia a nivel mundial.
De la relación entre Buenos Aires y Brasilia surgió en la última década la experiencia regional
de integración política más avanzada de la historia de América del Sur: la UNASUR. Hemos
sabido aprender de nuestra historia que no hay proceso de desarrollo inclusivo, integrado y
autónomo sin soberanía política. De la misma manera, Argentina y Brasil estamos en
condiciones de articular junto a nuestros vecinos un proceso de integración productiva que
tenga como horizonte al desarrollo. Y que nos permita ser protagonistas influyentes y no
apenas espectadores del nuevo orden mundial.
Un nuevo orden que no reduzca el eje del debate a la esfera del crecimiento solamente
económico, sino que comprenda el desarrollo de todo el hombre (educacional, político, social,
cultural) y todos los hombres.
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3.
El mundo está en crisis. El diagnóstico es incierto en la coyuntura pero muy claro en la
estructura. Se relativiza el poder unilateral del Norte, se consolida el surgimiento del Este, se
reacomoda el Sur. Esta nueva multipolaridad nos invita a reubicarnos. Muchos querrán que nos
dejemos llevar por la corriente, que aceptemos el canto de sirena del rol que nos quieran
asignar. Desde su título, esta conferencia advirtió sobre “el riesgo de la primarización”, porque
entendemos que gran parte del mundo nos quiere como simples proveedores de materia
primas. Nadar con la corriente puede ser placentero y tentador, pero será frustrante, como
otros procesos de nuestra historia, en el mediano y el largo plazo.
La primarización es un riesgo concreto del cual debemos tener plena conciencia. Los términos
de nuestro intercambio no siempre fueron ni podemos asegurar que serán para siempre
favorables. Nuestra misión es la de aprovechar la corriente para encausar al río hacia nuestro
objetivo de desarrollo. No podemos cambiar la globalización, pero podemos elegir qué
globalización queremos tener. No podemos ser competitivos a costa del bienestar y la felicidad
de nuestros pueblos. Sofisticarnos en la competitividad es un desafío ineludible.
Porque no es una cuestión retórica, es algo real y concreto que requiere un compromiso
férreo, tanto del sector público como privado. Nuestro objetivo debe ser claro: agregar valor
para no tener que importarlo, un eje clave a la hora de pensar en mejores salarios y más
empleos. Más trabajadores es más mercado, que es el principal activo de todo proceso de
crecimiento sostenible. Mantener esos activos se constituye en una de nuestras principales
tareas frente al actual contexto de crisis mundial. Hoy son las potencias mundiales, quiénes
con guerras de monedas y subsidios para reducir los costos de capital nos lo revelan
permanentemente.
4.
Es por todo esto que tenemos que abrir nuestro pensamiento a la integración como nunca lo
hicimos antes. Tanto Argentina como Brasil han impulsado planes estratégicos para sus
industrias nacionales. Tenemos ejemplos exitosos de agregación de valor y de
industrialización. Nuestro desafío ahora es integrar esos planes y encontrar sinergias
mutuamente beneficiosas para los sectores a ambos lados de la frontera. Nuestra región
importa cada año más de 130.000 millones de dólares de productos que, de complementarnos
mejor, podríamos producir dentro de nuestros territorios. Además de abrirnos de manera
inteligente al mundo, nos debemos una apertura hacia nosotros mismos.
Las reglas de la integración debemos hacerlas compatibles con el desarrollo argentino y
brasileño. Porque no hay mejor socio que el plenamente desarrollado. Tenemos que diseñar
conjuntamente reglas graduales, flexibles y equilibradas para que eso ocurra en función del
beneficio mutuo.
Nos falta mucho camino por recorrer. Seguramente no seamos nosotros quienes veamos la
línea de llegada, pero sí tenemos que ser quienes encauzamos el rumbo de una trayectoria
hacia el desarrollo que no tenga vuelta atrás. En la Unión Industrial Argentina, lanzamos un
movimiento de jóvenes industriales y emprendedores que va a tomar la posta de estas ideas y
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continuarlas en el tiempo. En UIA Joven depositamos nuestras esperanzas del desarrollo que
todos anhelamos.
Pero para que ellos puedan tener la posibilidad de completar el camino al desarrollo, es
necesario que nosotros tomemos las decisiones correctas.
Las decisiones no son muy difíciles. Tenemos que preguntarnos y respondernos si queremos
ser sólo mineral de hierro o industria metalmecánica; sólo poroto de soja o también alimentos
elaborados con marca, valor y trabajo, sólo carbonato de litio o baterías para celulares. La
distancia entre una cosa y la otra es lo que nos separa del desarrollo. Y ese camino lo tenemos
que recorrer juntos. Es la hora de movilizar plenamente los recursos propios.
Nosotros, los industriales de Argentina y Brasil, somos una pieza más en el rompecabezas de
nuestra Integración para el Desarrollo.
Como presidente de la UIA impulsé esta conferencia para mostrar y mostrarnos que nuestra
región cuenta con todas las piezas estratégicas que hacen falta para armar el cuadro completo.
Los recursos naturales, la energía para transformarlos, la capacidad humana, el conocimiento.
Es nuestro momento para abrir la perspectiva y mirarnos con profundidad, para entender cómo
se complementan cada una de las piezas de nuestro desarrollo conjunto. Pero además de todo
ello, contamos con lo más difícil de conseguir en cualquier proyecto de largo plazo: la voluntad
política de las presidentas para industrializar nuestros países. Ahora se trata de sumar las
voluntades del conjunto para llevar adelante la tarea.
Cuenten con nosotros, estimadas presidentas, para armar conjuntamente el rompecabezas de
nuestro futuro.
Muchas gracias.
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