OBSERVACIONES AL LIBRO BLANCO PARA LA REFORMA DEL SISTEMA ESPAÑOL DE DEFENSA DE LA COMPETENCIA JONES DAY VELÁZQUEZ 51 28001 MADRID 20 de Marzo de 2005 1 Jones Day1 agradece al Servicio de Defensa de la Competencia la oportunidad de realizar observaciones al Libro Blanco para la Reforma del Sistema de Defensa de la Competencia ("Libro Blanco"). El proceso de reforma y revisión integral propuesto vale, de antemano, por la forma en que se ha concebido (debate integrador) y por la voluntad de dotar de coherencia a la aplicación de la LDC; a su vez, tiene la intención de proporcionar a los órganos encargados de la defensa de la competencia mayores recursos, delimitar con mayor precisión sus funciones y establecer un procedimiento sancionador que permita una mayor eficacia en la aplicación de la ley por parte de dichos órganos. Las observaciones respetan la estructura del Libro Blanco y se concentran en las concretas propuestas de reforma que contiene. Sin perjuicio de ello, en ocasiones se elaboran propuestas alternativas por si el Servicio desea tenerlas en cuenta en su proceso de discusión sobre la futura norma. Es claro que, como todo, la metodología utilizada por el Libro Blanco o la concreción de las reformas que contiene es materia opinable, pero en todo caso nos parece un ejercicio positivo el iniciado por el Servicio. Esperamos que el mismo método se utilice en la necesaria elaboración de directrices específicas. Sí que es preciso realizar un par de observaciones previas: no cabe duda de que una reforma tan importante como esta quizá hubiera necesitado la elaboración de estudios (de diferente contenido; jurídicos, de validación empírica de las propuestas, etc.) previos que justificaran o sirvieran de fundamento para algunas de las propuestas. En parte esto es responsabilidad de todos los interesados en el sistema de competencia, pero no cabe duda de que el Servicio está en mejor posición para llevar a cabo dicho examen previo. Creemos que a lo largo del proceso de revisión el Servicio tiene la oportunidad de utilizar esta vía de fundamento de sus opiniones y reformas. En otro sentido, queríamos añadir una observación que parece caprichosa pero que creemos tiene su importancia: nos gustaría que en la futura denominación de la autoridad se eliminara la referencia a que su objeto es la "defensa" de la competencia. Debido a este deseo nos referimos a la futura agencia como Comisión Nacional de Competencia (CNC). Finalmente no tenemos reparo alguno a que estas observaciones sean públicas de la forma que al Servicio le parezca oportuna siempre que se respete el texto en su integridad. 1 Departamento de Competencia y Regulación de Jones Day Madrid: Juan Jiménez-Laiglesia, José Mª Jiménez-Laiglesia, Marta Delgado, Blanca Escribano, Raimundo Ortega y Paloma Bru. 2 III. ESQUEMA INSTITUCIONAL Una única autoridad independiente (76) El Libro Blanco establece un sistema de agencia integrada con revisión judicial, y paralela aplicación de las normas por la jurisdicción de forma similar a la reforma comunitaria. No tenemos reparo alguno por este modelo, sin perjuicio de lo que luego señalamos en cuanto a lo que se denomina "órganos reguladores" y alguna reflexión adicional en el contexto del régimen de control de concentraciones. Sin embargo, partimos de una constatación obvia: la independencia orgánica y funcional, en sí misma positiva, es inútil si la práctica de la institución no permite predecir el tratamiento de los problemas de competencia. Es claro que la credibilidad, como fundamento de independencia, no puede ser regulada. Por ello, estando de acuerdo en los objetivos que pretende el Libro Blanco, que se traducen en medidas de control previas o ex ante (naturaleza jurídica, mandatos, nombramiento, estructura, presupuesto, etc.) y ex post (revisión jurisdiccional), echamos en falta un compromiso de llevar a cabo de forma regular y transparente evaluaciones sobre las decisiones adoptadas con independencia del caso concreto. Ello tiene la virtud de que se pueden ir perfilando las futuras reformas y se evitan las críticas globales al sistema. No tenemos observaciones a la naturaleza de la CNC que nos parece absolutamente necesaria (77). Sí que echamos en falta mayor concreción sobre el presupuesto de la CNC (88), si bien es muy positivo que dependa de una partida a cargo de los PGE. Sobre esta materia, de nuevo, los presupuestos de la CNC deberían ser objeto de debate público previo pues están obviamente relacionados con sus objetivos. Una cuestión que no trata el Libro Blanco es el tema del personal: en esta materia solamente podemos señalar que, en nuestra opinión, la existencia de políticas que incentiven el tránsito entre el ámbito privado (empresas, consultoras, despachos etc.) y el público es absolutamente necesaria. Creemos irracional establecer murallas entre ambos ámbitos. La separación entre instrucción y resolución se obtiene mejor con una estructura piramidal (78). Ahora bien, no quedan muy claras las funciones de la Dirección de Investigación de la CNC y su relación con el Consejo de la CNC. Nuestra opinión es que deben ser reforzadas con objeto de que exista mayor contradicción interna. De esta forma sugerimos que esta Dirección sea la responsable de iniciar o archivar expedientes de aplicación de las normas sobre conductas, (entendemos que respecto a concentraciones tanto la decisión en primera fase o en segunda fase incluyendo la posibilidad de aceptar compromisos, permanezca en el Consejo). Creemos que la relación jerárquica no obstaría a la separación entre instrucción y resolución. Sería el Presidente de la CNC el que debería asumir exclusivamente la representación y dirección de la institución. 3 Sí que advertimos que muchas cuestiones de organización interna (división de la Dirección de Investigación por ejemplo), no deberían ser objeto de la Ley de reforma con objeto de dotar a la misma de flexibilidad. En cuanto al Consejo y del Presidente de la CNC sugerimos un número impar (cinco) que englobe a todos, por lo que no existirían votos de calidad que no guardan relación con los verdaderos objetivos de la norma; el mandato superior al de una legislatura, (seis años parece adecuado), y sin posibilidad de renovación. La renovación es, al menos desde la óptica de la percepción, contraria a la independencia, valor superior al de estabilidad de la institución. Una cuestión adicional que sugerimos, para su tratamiento interno, es la eliminación de votos particulares. Creemos importante que, al menos mientras no se consolide, en todos los ámbitos, la CNC, exista solidaridad interna entre los miembros del Consejo y se eviten algunos pronunciamientos contradictorios. Por supuesto, estamos de acuerdo en que se conozca cuál ha sido el resultado de una votación y el sentido del voto de cada consejero. Creemos que el Consejo debe decidir siempre en Pleno. Por supuesto, la dedicación plena de los Consejeros se puede garantizar por unidades de apoyo que, en nuestra opinión deben ser transversales. Reforzar la coordinación con los reguladores sectoriales (87) Al menos mientras existan organismos reguladores sectoriales y no se "integren" en la CNC, estamos en desacuerdo con la opción continuista del Libro Blanco en esta cuestión en lo que se refiere al control de conductas. En concentraciones es evidente que solamente la CNC debería ser competente. La solución de los problemas que identifica el Libro Blanco no está en excluir la aplicación de la futura Ley por las autoridades regulatorias: al contrario, éstas deberían ser competentes para su aplicación adoptándose mecanismos de coordinación entre las diferentes autoridades que permitan un reparto eficiente de asuntos en función de la autoridad que se encuentre en mejor posición para analizar la cuestión. Ello es así porque en realidad la actuación de las autoridades de competencia y regulatorias está dirigida a mantener una competencia efectiva en las diferentes actividades de los sectores, sean actividades reguladas o liberalizadas2. Si además tenemos en cuenta que utilizan herramientas similares, no resulta justificado que estas autoridades no dispongan de la capacidad de aplicar la LDC. En nuestra opinión los reguladores sectoriales son órganos especializados perfectamente capacitados para controlar conductas ex post y de hecho lo hacen constantemente. Además, y 2 Artículo 3 del Reglamento de la CNE y artículo 48 del Reglamento de la CMT. 4 pese a los mecanismos legales de coordinación establecidos en la actualidad, existen circunstancias en las que se producen solapamientos o lagunas en la actividad de las diferentes autoridades, además de existir riesgos de discrepancias en el análisis realizado por una y otra autoridad, como identifica el Libro Blanco (73). Debido a la convergencia a la que tienden regulación y normativa de defensa de la competencia, existen actualmente situaciones de cierta "frustración" para los agentes del mercado en los procedimientos ante reguladores y autoridades de competencia. Así, en los procedimientos suscitados ante los reguladores sectoriales, en muchas ocasiones, adicionalmente a la infracción de la normativa sectorial se detecta una conducta anticompetitiva susceptible de infringir la normativa de defensa de la competencia, aunque sin ponerse en conocimiento de las autoridades de competencia. Son las partes las que tienen que acudir, si consideran que el infractor/es ha de tener una sanción adicional por la infracción de la normativa de competencia, a la autoridad de defensa de la competencia para que inicie la instrucción del asunto, con el perjuicio que ello supone en mercados, algunos enormemente dinámicos y en los que el factor tiempo es tan importante como por ejemplo, los mercados de red. Asimismo, en los casos en los que el regulador sectorial no considera que ha existido infracción de la regulación sectorial, en muchas ocasiones, las autoridades de defensa de la competencia son utilizadas como "segundas instancias", creando una inflación de procedimientos con el consiguiente derroche de recursos para los administrados. Por otro lado, en los procedimientos ante autoridades de defensa de la competencia que versan sobre mercados regulados, se requiere tal nivel de especialización y conocimiento de la industria que, en numerosas ocasiones, no se detectan o corrigen los verdaderos fallos del mercado. De hecho, hay prácticas que han sido analizadas por las autoridades regulatorias en numerosas ocasiones, por lo que resulta ineficiente que sean las autoridades de competencia las que entren a conocer de estas cuestiones, estando en mejor situación aquellas para aplicar la Ley. Si se opta por excluir la competencia de estos órganos para aplicar la futura Ley, podría al menos considerarse la posibilidad de que actúen al menos como órganos de instrucción, dotándoles de los mismos poderes de investigación. Podría en este sentido crearse una comisión mixta entre ambos organismos (una para telecomunicaciones y otra para energía, inicialmente) en la que se decidiera qué organismo está en mejores condiciones para realizar la instrucción. Dicha decisión debiera basarse exclusivamente en función del tipo de práctica que se analiza, si afecta o no a un sector regulado y en función de la experiencia previa. En todo caso, si se opta por el modelo continuista (87) consideramos que al menos debiera reforzarse la coordinación entre autoridades de competencia y de regulación. En este sentido, consideramos que el refuerzo de la coordinación debe tenerse en cuenta respecto a distintos aspectos: 5 - En cuanto a conductas debiera establecerse un sistema transparente de relación entre ambos organismos que garantice el derecho de intervención de los interesados. Con respecto al análisis material, se debe ser consciente que los sistemas de regulación más recientes consisten en una serie de herramientas y conceptos para la definición de mercados, análisis de la situación de competencia, designación en su caso de operadores con peso significativo de mercado, todo ello para decidir si es o no necesaria la intervención regulatoria ex ante. Pese a que la definición de mercados de manera ex ante (para imponer medidas de contenido regulatorio) no tiene necesariamente que coincidir con la definición que las autoridades de competencia realicen posteriormente, de manera ex post, es deseable que exista cierta coordinación, pues los análisis de una y otra sobre idénticos mercados se contaminarán por previas decisiones. Debe existir por tanto cierta coordinación para evitar que mercados definidos por reguladores sectoriales no coincidan con los definidos o examinados por la CNC. Pese a que la finalidad del análisis será distinta, existe el riesgo de que la definición hecha ex ante condicione o "contamine" de alguna manera el de la CNC. Nuestra opinión es que para que puedan ínter­ relacionarse o coordinarse en su actividad las autoridades sectoriales y de competencia en los mercados regulados, debe procederse a la redacción de unas directrices , que establezcan la forma de cooperación y coordinación a nivel nacional (entre las autoridades de competencia nacionales y autonómicas3 y el regulador sectorial). En dichas directrices debería desarrollarse una colaboración que incluyese la participación de la CNC en la regulación realizada por autoridades sectoriales, es decir, en la fijación de obligaciones ex ante (intercambio de información o participación como interesado en el procedimiento de consulta realizando alegaciones). - En cuanto al control de concentraciones, y sin perjuicio de la competencia exclusiva de la CNC, debe valorarse que los remedios ex ante y ex post están relacionados. En este contexto en algunos asuntos se ha establecido cierta competencia compartida en lo relativo a las condiciones o compromisos (vigilancia, información sobre cumplimiento, resolución de conflictos mediante arbitrajes ad hoc) que dista mucho de ser efectiva y que necesita ser mejorada. También es preciso notar que en ocasiones las decisiones sobre operaciones de concentración han supuesto la aplicación de remedios que han suplido o en muchos casos creado ex novo, regulación sobre mercados sin que la administración reguladora interviniera previamente a su definición. En otros casos ocurre en sentido inverso, y la competencia de las autoridades reguladoras ejerciendo determinadas facultades entra en conflicto con la actuación de la CNC, (por ejemplo, definición de operador principal y suspensión de limitaciones mediante el examen de capacidad de control, autorización de participaciones realizadas por sociedades con actividades que tienen la consideración 3 Pues la CMT puede definir mercados geográficos inferiores al nacional (Art. 15.3. Directiva Marco y art. 10.1. Ley 32/2003 General de Telecomunicaciones ). 6 de reguladas y toma en consideración de cuestiones relacionadas con el grado de competencia). Por ello proponemos: - respecto a las condiciones para la aprobación de concentraciones, intervención previa de la autoridad reguladora para examinar el impacto de los compromisos u obligaciones en ese ámbito; - delimitación de competencias de forma transparente en cuanto a lo que es la "vigilancia" del cumplimiento de condiciones y la capacidad de informe sobre su cumplimiento por parte de la autoridad reguladora. En concreto el regulador debería tener la mismas herramientas que dispone para la supervisión de las obligaciones en virtud de la normativa sectorial (i.e. poderes de investigación, inspección y sanción por incumplimiento). En este ejercicio es importante, como se ha indicado anteriormente, que se desarrollen unas directrices de colaboración para agilizar y cooperar en la aplicación de medidas efectivas y facilitar su ejecución; - colaboración constante para evitar que el mismo concepto, (por ejemplo, control), tenga tratamiento diferente según el órgano que lo examine garantizando de esta forma consistencia en las decisiones. Coordinación con otras autoridades (88 y 89) Completamente conformes con la aplicación judicial de las normas de conducta si bien entendemos que, más que revisar, procede derogar el Artículo 13.2 LDC. Creemos que será preciso delimitar el "interés general" que se atribuye a la CNC. En cuanto a las medidas que se proponen merecen una valoración positiva excepto que dudamos seriamente que pueda establecerse una obligación del juez de suspender un procedimiento en atención a la existencia de un expediente administrativo. Suponemos que esta cuestión puede ser una facultad del juez, oídas las partes y en su caso la CNC dada la adopción de la figura del amicus curiae, figura sobre cuya utilidad práctica tenemos dudas. 7 IV. LUCHA CONTRA LAS PRÁCTICAS RESTRICTIVAS DE LA COMPETENCIA Centrar el objeto de la Ley en la defensa de la competencia (135) Consideramos acertada la propuesta de eliminar tanto el supuesto de dependencia económica recogida en el artículo 6.1.b de la LDC como las conductas desleales que pueden afectar gravemente a la competencia y al interés público del artículo 7 de la LDC. La Ley 3/91 de Competencia Desleal ya contempla estas conductas de forma adecuada y en el contexto (interés privado) apropiado. Con respecto al abuso de dependencia económica, debe tenerse en cuenta que se introdujo en su día en la LDC para dar respuesta a las demandas de los proveedores de las grandes superficies. Sin perjuicio de que ello ya plantea un problema de especificidad difícilmente justificable, lo cierto es que la propia redacción de esta disposición es completamente inadecuada pues, entre otras cosas, presupone la existencia de un poder de compra completamente desconectado de la estructura y condiciones de competencia en el mercado. En suma no es una norma de competencia. De igual forma, sugerimos que se aproveche para eliminar de la Ley 7/1996 la necesidad de informe de la CNC sobre proyectos de apertura de grandes establecimientos comerciales. Con respecto a los actos de competencia desleal del artículo 7 de la LDC, el problema reside en que se pretenda utilizar esta disposición para controlar conductas unilaterales por empresas que no tienen posición de dominio. Este objeto es ajeno a una norma de competencia sana, sobre todo si ya existen límites claros del concepto de "acuerdo" y se ha distinguido de forma correcta entre participación en un acuerdo y responsabilidad por la restricción que el mismo produce. Por otro lado resulta tremendamente complicado (si no artificial) establecer una diferencia entre la existencia de una distorsión grave de las condiciones competencia y la afectación del interés general como pretende esta disposición. Estamos de acuerdo en la necesidad de establecer un criterio de minimis (136). Entendemos que las autoridades de competencia deben centrar su actuación en las prácticas más graves. Sugerimos que se observe esta cuestión desde una doble perspectiva. En primer lugar, y conforme a como se propone, deberían establecerse umbrales cuantitativos por debajo de los cuáles se consideraría que las conductas contrarias al actual Artículo 1.1 LDC no causan una restricción sensible o apreciable de la competencia. Ello se puede hacer introduciendo el concepto de "restricción apreciable" en esa disposición y desarrollándolo vía directrices. Por mera coherencia con el modelo comunitario debería preservarse la lista de prácticas restrictivas incluso por debajo del umbral. 8 En segundo lugar, y más importante, es la capacidad de la CNC de rechazar la apertura de expedientes conforme al interés público incluso si las empresas superan los umbrales de minimis establecidos. Este margen de maniobra nos parece crucial si la CNC nace para concentrar sus recursos en los asuntos de importancia para el interés general. El modo de adoptar este criterio es complejo a la vista de los derechos de las partes interesadas en los procedimientos administrativos pero una redacción adecuada de la Ley no debería ser fuente de problemas en los casos de revisión jurisdiccional de los actos cuyo objeto sea el rechazo a tramitar un asunto. Este criterio debería tener en cuenta además lo establecido en la Ley 1/2002 a efectos de coordinación las autoridades autonómicas. Una cuestión adicional que solicitamos es que se elimine, de una vez, la referencia a "conductas conscientemente paralelas" en el futuro Artículo 1.1 LDC. Su valor conceptual es nulo e induce a confusión pues lo importante es la colusión ilícita, no si ella se alcanza mediante un acuerdo o la mera concertación. Adaptar la normativa española al modelo comunitario (137) Entendemos que el sistema de excepción legal que se propone debe asimilarse al establecido en los artículos 1 y 2 del Reglamento 1/2003. Incluso sugeriríamos ir más allá y eliminar el Artículo 3.1 LDC en la futura reforma: en nuestra opinión el sistema de auto- evaluación sin tener que cumplir los cuatro requisitos de forma acumulada del antiguo sistema de exención individual es el que permite un examen más objetivo sobre el particular objeto o efecto de la conducta teniendo en cuenta el problema de la artificial bifurcación del Artículo 81.3. En todo caso si se mantiene el equivalente al Artículo 3.1 LDC, sugerimos no adoptar un sistema de declaración negativa. Entre otras cosas ello tendría problemas de delimitación de competencias vía "efecto en el comercio" a la vista del Artículo 5 del Reglamento 1/2003 que no permite a las autoridades nacionales hacer este tipo de declaraciones. Por otro lado mucho nos tememos que esta opción introduciría de nuevo el sistema de exención de forma impropia con la consiguiente confusión sobre la naturaleza y efectos de la solicitud salvo que se establezca claramente cuál es su efecto. Sin embargo, resultaría muy útil codificar la práctica de emitir cartas interpretativas que el SDC ha adoptado en ocasiones a instancia de las partes o incluso de otros departamentos de la Administración. Se podría establecer un mecanismo similar a la carta orientación a la que se refiere el Reglamento /1/2003 y la Comunicación o al “bussines letter review” que aplica el Departamento de Justicia en los Estados Unidos. Siguiendo estos modelos, consideramos oportuno que las autoridades establezcan un mecanismo que permita a las empresas conocer si las autoridades de competencia, a la vista de la información que se les suministra, tienen 9 intención o no de iniciar un procedimiento por infracción de la LDC4. Ello no afectaría el derecho de terceros a acudir a los tribunales en modo alguno. Sugerimos finalmente eliminar supuestos de autorización similares a los que se mantienen en el actual Artículo 3.2 LDC cuyo objeto es propio de otras políticas de fomento e intervención. Reforzar los instrumentos para luchar contra las prácticas más graves (138, 139) Estamos de acuerdo con la necesidad de adoptar un sistema de clemencia sobre todo porque, actualmente, la inexistencia de esta posibilidad está sustrayendo al conocimiento de las autoridades españolas asuntos que por su dimensión y objeto no deberían ser tramitados por la Comisión Europea. Sugerimos sin embargo que la clemencia sea objeto de regulación específica y clara con relación al sistema de sanciones y multas, también necesitado de reforma. Desde nuestro punto de vista un mecanismo de clemencia nunca puede considerarse un quebranto del principio de igualdad reconocido en el artículo 14 de la Constitución Española. No cabe duda de que aquella empresa que suministre información a las autoridades de competencia que permite descubrir la existencia de un cartel merece un trato diferente (clemencia) al de aquellas otras que no facilitan el descubrimiento de restricciones a la competencia. Es importante destacar que la clemencia permite, no sólo descubrir y terminar con aquellas prácticas que se consideran producen un mayor daño a la competencia, sino que lo hace reduciendo los costes de la intervención administrativa. En este sentido, estamos de acuerdo que la clemencia surta exclusivamente efectos administrativos, sin que afecte las responsabilidades civiles. En cuanto al modelo a elegir, consideramos que el comunitario es el más acertado. Entendemos que recoge con precisión la cuantificación de la reducción de la multa atendiendo al orden en el que se acude a la autoridad de competencia, el momento en el que se acude y la relevancia de la información suministrada. No debería descartarse la posibilidad de introducir, además, un modelo de "amnesty plus". Establecer un procedimiento ágil y eficaz para el cese de la infracción (140 ) El Libro Blanco recoge el problema existente cuando las denuncias no aportan ningún medio de prueba ni definición del mercado afectado. Sugerimos a este respecto adoptar como modelo oficial el índice de cuestiones que ya aparecen en la página web del SDC incluyendo, 4 No debiera establecerse limitación alguna a las prácticas que pueden ser objeto de este procedimiento. 10 adicionalmente, una declaración de veracidad por parte del responsable de la empresa denunciante. Deberían establecerse claramente en qué supuestos se acepta la preservación de la identidad del denunciante y la necesidad de que se acredite un interés legítimo. Con respecto a los plazos, creemos que deben estar presididos por el principio de flexibilidad. La necesidad de ponderar y analizar toda conducta a la vista de las condiciones y estructura de los mercados afectados, implica que en determinados asuntos como cárteles y abusos de posición de dominio complejos, los 12 meses de plazo máximo ante el Servicio resulten manifiestamente insuficientes. Por regla general en ese plazo no es razonable asumir que el Servicio pueda realizar una investigación amplia que abarque un análisis detallado de los mercados afectados y valorar convenientemente las múltiples alegaciones y documentos que se presentan en este tipo de casos. En este sentido, aceptamos que debe ser posible ejercer poderes de investigación sin haber procedido a la apertura de un expediente que dé lugar, en su caso, al inicio de un plazo máximo de resolución. Sin embargo, en casos de denuncia, el afectado debe tener acceso a la denuncia incluso si no se ha procedido a la apertura de expediente. Consideramos necesario que no se utilice la información reservada en perjuicio de los denunciados o se utilice el mecanismo de denuncia como elemento de ataque publicitario. No somos del todo partidarios en defender a ultranza un plazo máximo de resolución ni en establecer plazos de instrucción / resolución dentro del procedimiento ante la CNC. Creemos que en ocasiones ello ha dado lugar a instrucciones deficientes. En este aspecto entendemos que una solución creativa sería adoptar el modelo italiano, en el que la ley no establece un plazo máximo fijo para resolver, correspondiendo a la Autoritá Garante della Concorrenza e del Mercato, a la vista de la complejidad del asunto, establecer, al inicio de cada procedimiento un plazo máximo para resolver. Eso sí, la autoridad está obligada, en caso de recibir una denuncia, a decidir en el plazo máximo de 120 días si procede o no a la apertura del procedimiento sancionador. Consideramos que este sistema es perfectamente compatible con la necesidad de que la actuación de las autoridades se rija por el principio de celeridad y la obligación de resolver en un plazo determinado. Otra solución sería establecer un plazo máximo de resolución desde la adopción del Pliego de Concreción de Hechos (aparte lógicamente de ser un hecho que interrumpa el plazo de prescripción). En todos los demás casos, será responsabilidad de la CNC utilizar de forma adecuada sus recursos teniendo en cuenta los plazos de prescripción: siempre que se respeten los derechos de las partes sujetos a investigación (incluyendo el acceso a la denuncia), preferimos este modelo que uno basado en una información reservada y en supuestos discutibles de ampliación de plazo y suspensión del procedimiento. En todo caso si se opta por un plazo máximo, entendemos que dicho plazo debe incluir el trámite de información reservada. 11 No entendemos aceptable, de nuevo si se opta por un plazo máximo, el que la suspensión del plazo no conlleve la interrupción del procedimiento: en nuestra opinión ello convertiría la suspensión en un instrumento de extensión del plazo discrecional por parte de la CNC. En cuanto a los supuestos que permiten la suspensión del plazo el Libro Blanco es demasiado amplio en algunos supuestos: así, no creemos que pueda suspenderse el plazo por realizar peticiones de información o por el "planteamiento" de cuestiones de confidencialidad. Con relación a los recursos internos, la integración de las dos instituciones elimina la necesidad de los mismos. Consideramos que la inexistencia de recursos o duplicidades internos debe ser absoluta: en este sentido no estamos de acuerdo, en caso de informe- propuesta, que la CNC pueda acordar "devolver" el expediente al SDC para que continúe la instrucción. Más aún, no consideramos adecuado trámite de prueba alguna en fase de resolución ante la CNC ni siquiera como diligencia para mejor proveer: debería existir vista, (en nuestra opinión obligatoria), y resolución declarando la existencia o no de infracción. Ello tiene la ventaja de acortar el plazo en fase de resolución si se opta por un plazo máximo. Debería plantearse si es el Director de Investigación o el Consejo de la CNC el que adopta, en el marco de sus competencias, las decisiones relativas a desestimación de denuncias o sobreseimiento del expediente. En estos casos la vía abierta sería directamente el acceso a la jurisdicción contencioso- administrativa sin necesidad de resolución de la CNC. Por el contrario la adopción de medidas cautelares y la terminación convencional debería ser objeto de decisión de la CNC. En cuanto a la posibilidad de permitir recursos contra actos de trámite que las partes entiendan que les causa indefensión (denegación de prueba o cuestiones relativas a confidencialidad), entendemos que debe estudiarse que se permitan directamente ante la CNC si se elimina su actual efecto suspensivo. De esta forma no habrá recursos dilatorios y, por lo demás, ello es consistente con la propuesta de ausencia de fase de prueba ante la CNC una vez formulado el informe propuesta. En lo que se refiere a las medidas cautelares, no creemos que la solución pase por eliminar la casación. Se trata más bien de un problema de celeridad de la decisión de la Audiencia Nacional. No nos parece realista en todo caso fijar un plazo de 15 días para su adopción. Con respecto a la terminación convencional consideramos adecuado seguir el modelo comunitario reflejado en el Reglamento 1/2003. En este sentido, resulta necesario extender la posibilidad de que se presenten por las partes durante todo el procedimiento, sin que sea necesario el acuerdo con terceros, sin perjuicio de que la decisión de las autoridades aceptando la terminación convencional, en la medida que da por terminada el procedimiento, pueda ser objeto de recurso ante la jurisdicción contencioso- administrativa. 12 La decisión de no proceder a la terminación convencional, en cuanto implica la continuación del procedimiento, no debe ser objeto de recurso. No obstante, entendemos que no deben limitarse a priori los supuestos a los que es posible aplicar la terminación convencional, correspondiendo a las autoridades determinar si los compromisos asumidos son, a la vista del supuesto de que se trate, suficientes para eliminar las restricciones de la competencia identificadas. Dichos compromisos pueden ser tanto de conducta como estructurales. En todo caso, previamente a la terminación convencional, consideramos adecuado que se realice un "market test" en el que se revelen los compromisos en su caso presentados con objeto de conocer la opinión de los terceros. Ello no significa que puedan bloquear su adopción. Graduar las infracciones y aclarar criterios de determinación de la multa Estamos de acuerdo con la necesidad de graduar las infracciones y cuantificar las sanciones en función de la gravedad de las mismas. Para ello, sugerimos que se siga el modelo comunitario reflejado en la Comunicación, distinguiendo entre infracciones leves, graves y muy graves. La cuantía que se fijase para dichas infracciones en función de la gravedad, y que deberá expresarse en rangos, deberá ser utilizada como una base, es decir, que pudiera ser graduada en función de la concurrencia de atenuantes o agravantes. 13 V. CONTROL DE CONCENTRACIONES Sin perjuicio de determinadas consideraciones, la propuesta de reforma (con los detalles que deja entrever el Libro Blanco) nos parece positiva. La reforma propone eliminar los tres problemas básicos que ha sufrido el sistema y que han supuesto graves errores de fondo en asuntos importantes. Estos problemas (control político del procedimiento, objetivos difusos del sistema e imposición de remedios) son resueltos en términos generalmente satisfactorios. Mejora de la definición del ámbito de control (185) Estamos de acuerdo en que se adopte el criterio de plenas funciones en lo que se refiere a empresas conjuntas. Incluso si este concepto plantea problemas, (pues obliga a apreciar en detalle qué funciones son las propias de un mercado) los problemas son menores que la diferenciación entre efectos concentrativos y cooperativos. La reforma no trata en detalle el problema del concepto de control. En este sentido manifestamos la necesidad de que se adopten directrices claras sobre el particular a la vista de la recurrencia en la economía nacional de los problemas de control conjunto de dos o más empresas. En este aspecto sugerimos que se adopte una posición coherente con la CNMV sobre el concepto de actuación concertada. El umbral de cuota de mercado (186) Sugerimos la eliminación del umbral basado en la cuota de mercado y del procedimiento de consulta previa incluso si echamos en falta un estudio empírico sobre el efecto derivado de adoptar diferentes umbrales. El principio a respetar en todo momento, como establece la propia ICN de la que España forma parte, es que los umbrales deben basarse en criterios objetivos y cuantificables. Deben permitir a las empresas de forma rápida y con información que les resulte accesible, determinar la existencia de la obligación. Este primer paso no debe presuponer ningún elemento del análisis posterior. Este umbral, (que prácticamente no existe ya en derecho comparado5), incrementa los costes de forma artificial, pues es común que se deba decidir en abstracto si una determinada definición de 5 No cabe comparar los sistemas de Gran Bretaña y Australia precisamente por que son de notificación voluntaria. 14 mercado relevante de producto es la adecuada para luego tener que estimar si la operación supera las cuotas establecidas, todo ello con objeto de decidir si existe o no obligación de notificación. Por otro lado, las dudas sobre la aplicación de este umbral malgastan los recursos del SDC al tener que atender el procedimiento de consulta previa. Finalmente, y sobre todo, el umbral tal y como viene definido en la LDC obliga a la notificación de operaciones cuya importancia es extremadamente reducida y su impacto en la competencia nulo. Las razones que el Libro Blanco expone para su mantenimiento no nos parecen suficientes (177): - La cuota de mercado no está relacionada con el sustrato económico del sistema de control. Se trata de un umbral que da lugar al nacimiento de una obligación de notificación y, por lo tanto, no debe anticipar el análisis material. El hecho de que algunas concentraciones notificadas bajo este umbral hayan sido objeto del procedimiento de segunda fase no es relevante pues, en primer lugar, también habrían sido objeto de análisis con un umbral de ventas reducido y, en segundo lugar, afectan en ocasiones a mercados con problemas regulatorios y mercados predefinidos en normas de esa naturaleza; - La propia existencia del procedimiento de consulta previa supone un reconocimiento explícito de las dificultades de este umbral. No es por lo tanto una razón para mantenerlo; - La existencia de precedentes no es razón para justificar el mantenimiento de este umbral. En primer lugar, las autoridades de competencia no están vinculadas por la definición de mercados (o su análisis) realizado en casos anteriores. En segundo lugar no existen definiciones absolutas y estables de los mercados relevantes; - La ausencia de conflictos o dudas no es relevante. De lo que se trata es de establecer un umbral claro y objetivo que da lugar al nacimiento de una obligación. La adopción de una regla de minimis que acompañe a este umbral no resuelve el problema pues parte de la misma consideración: la previa definición del mercado que permita apreciar que el efecto es de hecho de minimis. El umbral de volumen de ventas (187) En cuanto al cálculo del volumen de ventas estamos de acuerdo con su adaptación a la normativa comunitaria, pero no a su actualización automática que no consideramos necesaria. Resultaría adecuado desarrollar el concepto de empresa partícipe y de grupo empresarial a efectos de la suma de los volúmenes de venta, dado que en estos momentos la normativa de aplicación es muy 15 parca en esta materia y crea problemas de consistencia con conceptos ajenos a la normativa de competencia. El sistema propuesto no permite ni a la autoridad ni a terceros examinar o impugnar concentraciones no sujetas a notificación obligatoria. En nuestra opinión, cualquier reforma de los umbrales debe considerar este factor. También es preciso tener en cuenta, en el diseño de los umbrales, aquellas operaciones que teniendo su origen en otros Estados impliquen una pérdida de competencia actual o potencial en España. Es decir, es preciso tratar aquellas operaciones en las que una empresa con posición dominante en España adquiere activos o empresas en el extranjero (sin nexo con la economía nacional), pero que tienen un efecto en nuestro país. En este aspecto, sugerimos que en general se definan criterios objetivos relacionados con la operación que permitan a la autoridad instar la notificación a las empresas afectadas. En general a falta de la posibilidad de impugnación jurisdiccional por terceros, es conveniente que la CNC pueda optar por investigar unilateralmente concentraciones que no superen los umbrales. La fijación de umbrales cuantitativos y objetivos debe venir acompañada de un refuerzo de las sanciones administrativas por falta de cumplimiento de la obligación, si bien esta cuestión se relaciona, sobre todo, con la definición del concepto de concentración. Por lo demás sugerimos la modificación del umbral de ventas. Así si se pretende mantener un volumen agregado de ventas limitado a España, entonces debería nacer la obligación de notificación si el target supera un determinado volumen en España (sugerimos al menos €25 millones). Es decir no es preciso mantener la regla de tener en cuenta el volumen de ventas "de al menos dos de las empresas afectadas". Sugerimos mantener esta última regla solamente si se establece un volumen de ventas agregado mundial. Entendemos que de esta forma el umbral se relaciona mejor con la actividad en España de forma simple y no reproduce el problema de duplicación que actualmente realiza la agregación de volúmenes de ventas más la regla de "al menos dos", sobre todo cuando lo que importa en realidad es la actividad que realiza el target. Reforzar la independencia en la toma de decisiones (apartado 188) Conformes con la concentración de la decisión en la CNC sugerimos, como alternativa a lo que se denomina "derecho de veto" del Gobierno, establecer que la CNC deberá acudir a la jurisdicción (Tribunal Supremo) si desea prohibir una operación de concentración. A diferencia de una decisión de aprobación impugnada por terceros, la CNC ejerce aquí el mayor grado de intervención en la libertad empresarial. Si los terceros han tenido oportunidad de manifestarse de forma efectiva en el procedimiento administrativo, la tutela de sus intereses no requiere de mayor protección y no se puede penalizar arbitrariamente a aquellas empresas que, habiendo propuesto una concentración, han de afrontar una potencial prohibición. 16 Por ello, un avance limitado sería el que, con independencia de que se concentren (y mejoren) las funciones de investigación y decisión en un órgano administrativo especializado, al menos dicha autoridad deba acudir ante un tribunal cuando pretenda prohibir una operación de concentración. Si la autoridad administrativa tuviera que demostrar ante un órgano jurisdiccional, no revisor y, por lo tanto, no sujeto a la presunción de legalidad de la actuación administrativa, que el interés público exige la prohibición de una determinada operación, no cabe duda que la CNC tendría un poderoso incentivo para ejercer su función de la forma más irreprochable posible. Si se opta, como parece, por permitir a la CNC la decisión de prohibir una concentración sugerimos que se modifique la naturaleza de la intervención del Gobierno. Dudamos seriamente que pueda establecerse un derecho de veto en nuestro ordenamiento, y no nos parece aceptable que el Gobierno vete decisiones de aprobación con o sin compromisos. En este último caso volveríamos al sistema actual ya que la decisión de la CNC se convertiría en una mera recomendación: las partes y la propia CNC estarían a expensas de la decisión última del Gobierno. Entendemos que lo que debe adoptarse es la posibilidad de que se presente un recurso ante el Gobierno contra una decisión de prohibición adoptada por la CNC, siempre a instancia de parte y con motivos tasados no relacionados con el derecho de la competencia. De esta forma la responsabilidad de la CNC en aplicar la norma de competencia queda preservada, y son las partes afectadas por la prohibición las que en su caso incitan al Gobierno a asumir la responsabilidad de adoptar una decisión contraria a dicha prohibición por motivos diferentes a los de competencia. Por supuesto la decisión del Gobierno sería revisable por el Supremo. Perfeccionar los instrumentos de análisis y decisión El objeto de todo sistema debe ser identificar y prevenir cualquier operación que cree un impedimento significativo de la competencia; dicho en sentido positivo, el objeto del sistema es no obstaculizar ninguna concentración eficiente. No tiene sentido pues diferenciar el efecto por la tipología de la operación. A pesar de que el SDC procede correctamente en términos generales en esta materia, es importante adaptar la normativa española a la nueva regla material comunitaria de forma expresa, para hacer coherente el análisis material de concentraciones y modificar, expandiendo, la actual comunicación del SDC sobre tratamiento de concentraciones. Finalmente es preciso establecer una disciplina interna pero pública de análisis de operaciones, que atienda de forma ordenada a los elementos necesarios para poder determinar de forma objetiva si existen o no problemas de competencia 17 Respecto al tema de las eficiencias (191) no está muy claro en el Libro Blanco el lugar sistemático que se propone dar a su tratamiento. En nuestra opinión es preciso aclarar que el análisis de eficiencias invocadas y probadas por las partes puede ser llevado a cabo en el examen de la operación no meramente como una defensa ante una operación que cree problemas de competencia. Esta aproximación sería coherente con el objetivo de una política de competencia bien argumentada. En segundo lugar, es preciso que las partes prueben dichas eficiencias y que las mismas se deriven directamente de la operación. Actualmente no es sólo que las eficiencias no se prueban sino que, todavía peor, se ha utilizado un concepto de eficiencia que abarca reducciones de coste de las empresas, derivados de la eliminación de la competencia sin ni siquiera probar en modo alguno que ello beneficiaría a los consumidores. En cuanto a los remedios (192) es muy positivo que se elimine la imposición actual de los mismos y se introduzca transparencia en su discusión, que debería también abarcar su aplicación y vigilancia. Es necesario en primer lugar que se declare que los remedios deben resolver el problema de competencia: deben tener una relación coherente con el mismo. Es preciso establecer que las condiciones o remedios sean propuestos por las partes en cualquier momento del procedimiento, que la CNC pueda comprobar su efectividad de forma rápida y completa y que sea posible para los terceros interesados manifestar su opinión. Los principios básicos de los remedios y condiciones deben modelarse, como poco, en el sistema comunitario: - No deben aceptarse meros compromisos de comportamiento futuro; Los compromisos ofrecidos por las partes deben permitir una aplicación rápida, completa y efectiva que elimine el problema de competencia; Los compromisos no deben generar incertidumbre alguna sobre su aplicación; Los compromisos o remedios no deben ser complejos o estar sujetos a obligaciones cuyo cumplimiento no dependa de las partes y que no puedan ser efectivamente supervisados; Los compromisos ofrecidos no deben requerir vigilancia alguna por parte de la autoridad de competencia una vez aplicados, o, si es precisa dicha supervisión por la naturaleza de los mercados, ésta debe ser lo menos onerosa posible. La CNC deberá evitar cualquier tentación de utilizar las condiciones impuestas como mecanismo de regulación de la situación de competencia de un mercado, como en ocasiones ha hecho el Gobierno. Además la CNC no debe tener reparo alguno en prohibir una operación cuyos problemas de competencia no puedan ser remediados. En este sentido, las condiciones o remedios son accesorios a la concentración, no son la operación en sí misma. Por ello no deben aceptarse notificaciones respecto de las condiciones de competencia que existirían una vez aplicados unos remedios cuyo detalle, por su naturaleza, no se conoce. 18 Es preciso también introducir cierta disciplina respecto de la aplicación de los remedios en cualquier decisión final. Así, la autoridad debe razonar por qué un remedio es elegido frente a otras alternativas y cuál es su efecto previsible. No cabe, como ahora, realizar afirmaciones vagas o generales sobre la bondad de las condiciones que se imponen. Finalmente, es preciso que la autoridad revise periódicamente si los remedios o condiciones aplicadas fueron efectivos para poder contrastar el grado de acierto de las decisiones adoptadas. Reforzar la aplicación y transparencia del procedimiento En nuestra opinión sería deseable que las partes asumieran el riesgo de la ejecución de la operación. Es decir, en principio creemos que el procedimiento no debería tener efecto suspensivo. Alternativamente, debería establecerse la posibilidad de que las partes soliciten el levantamiento de la suspensión en cualquier momento del procedimiento. Si se mantiene el efecto suspensivo, estamos de acuerdo con el tratamiento que el Libro Blanco sugiere respecto a las ofertas públicas de adquisición, sin perjuicio de que no entendamos la referencia a las "serias dificultades" de la suspensión del ejercicio de los derechos de voto y no a la propia adquisición de acciones tal y como se contempla en la normativa comunitaria. En realidad estas dificultades son las mismas que si se obtiene el levantamiento de la suspensión previsto actualmente en la LDC. En general, si se mantiene el efecto suspensivo, estaríamos de acuerdo en extender el plazo máximo del procedimiento de control sin perjuicio de su ampliación en caso de que se presenten compromisos. Creemos que, en todo caso, la primera fase no debe ser superior a un mes y que, durante la segunda fase, se desarrollen tantas veces como sea necesario audiencias con las partes y se lleve a cabo una investigación profunda de los problemas de competencia observados. Así, debe ser el Consejo de la CNC quien decida iniciar segunda fase en un plazo máximo de un mes desde la notificación, dado que estamos completamente de acuerdo en que la segunda fase debe iniciarse con una decisión que concrete los problemas de competencia y que tenga la naturaleza de un Pliego de Concreción destinado a su contradicción por los notificantes y conocimiento por los interesados. Creemos que esta es la única forma de vincular a la CNC a un examen específico de los problemas de competencia y evitar que se susciten problemas nuevos de forma repentina. No estamos de acuerdo, por no ser necesario, que el plazo se suspenda mientras se evacuan los informes a los que se refiere el Libro Blanco (200). En cuanto a la participación de los interesados entendemos muy positiva la reforma que plantea el Libro Blanco (197). 19 Sin embargo, echamos en falta un examen detallado del procedimiento de vigilancia del cumplimiento de los compromisos así como un detalle sobre de qué forma o conforme a qué procedimiento se llevarían a cabo los compromisos de cesión de activos. Debe evitarse la situación actual en la que se delega en el SDC la fijación detallada de la forma o modo de cumplimiento de las condiciones que impone a la operación por lo que no es posible conocer en profundidad las mismas a la hora de examinar la decisión final. A este respecto la decisión de la CNC debe contener las condiciones en su integridad eliminando de una vez por todas el recurso a la elaboración de un Plan Detallado de Actuaciones en fase de vigilancia. 20 VI. AYUDAS PÚBLICAS Frente al escepticismo natural en este ámbito, nos felicitamos porque el Libro Blanco se atreva a proponer un avance en esta materia. Puesto que la relevancia de las ayudas públicas desde el punto de vista de su impacto en las condiciones de competencia en el mercado es innegable, no parece razonable que en España el control de ayudas públicas sea irrelevante, sobre todo por la capacidad de un órgano jurisdiccional de suspender ayudas ilegales conforme a la normativa comunitaria. Desde este punto de vista la propuesta del Libro Blanco, aunque acertada en sus enunciados debería ser más ambiciosa. Proponemos que exista una declaración en la Ley de prohibición de concesión de ayudas públicas con relación a sus efectos en la competencia junto con una definición del concepto de ayuda actualizada. Y que se establezca un sistema de control del respeto a la prohibición respecto a ayudas cuyos efectos trasciendan el ámbito autonómico. Este sistema puede basarse bien en la previa notificación (con suspensión de la concesión), bien en una auto- evaluación a cargo de los órganos públicos, con la posibilidad de elevar consultas vinculantes a la CNC (tanto por parte del órgano concedente como del interesado receptor de la ayuda), y en todo caso en un control previo de los proyectos normativos de ayudas por parte de la CNC. En todo caso, el efecto de la prohibición de una ayuda concedida debe ser el reembolso de esta última por lo que es preciso establecer un sistema que garantice los derechos de los beneficiarios. 21 VII.- PROYECCIÓN SOCIAL DE LA DEFENSA DE LA COMPETENCIA Consideramos esencial que se prevean las investigaciones sectoriales que no resulten meramente en propuestas de modificaciones normativas. En efecto, entendemos que las autoridades de competencia deben disponer de los instrumentos y medios para realizar investigaciones en sectores específicos, sin que dichas investigaciones deban revestir la forma de un procedimiento administrativo sancionador o limitarse a realizar un informe sin efecto alguno. Se trataría de realizar investigaciones en sectores que se considere puedan presentar ineficiencias de conducta o estructura, dando la oportunidad a las partes de presentar las alegaciones y los compromisos que en caso eliminen dichas restricciones. De acuerdo con la "Enterprise Act" de 2002 que introdujo diversas reformas en la normativa sobre defensa de la competencia, la OFT realiza investigaciones en sectores en los que no parecen concurrir las condiciones de competencia necesarias para garantizar beneficios a los consumidores, publicando el resultado de esas investigaciones6. Dispone, a estos efectos, de poderes de investigación, pudiendo finalizar mediante la elaboración de códigos de conducta y recomendaciones. También dispone de la facultad de remitir el asunto a la Competition Commission en caso de detectar restricciones de la competencia para la apertura de un procedimiento formal. En otro orden de cosas estamos de acuerdo en que la CNC tenga legitimación activa para impugnar ante la jurisdicción contencioso- administrativa actos que den lugar a una restricción sustancial de la competencia sin perjuicio de las dificultades derivadas del Artículo 18.2 LRJPA. Nos parece el instrumento más adecuado para un control efectivo de ayudas públicas, sobre todo, en el caso que se establezca un sistema de auto- evaluación de su compatibilidad por parte de la administración que las concede. Jones Day 6 http://www.oft.gov.uk/Business/Market+investigation+references/reference+cases.htm. Recientemente pueden citarse las siguientes: Home collected credit ( 20 December 2004) Supply of liquefied petroleum gas (5 July 2004) Store cards (18 March 2004). 22