MUSEO DE TERRA SANTA

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MUSEO DE TERRA SANTA
Se accede al Museo de Tierra Santa subiendo una ancha escalinata de piedra de cuatro tramos. Al
terminar el primer tramo doblamos a la derecha para iniciar el segundo y allí, como surgiendo tras
un recodo del camino, aparece una maqueta de la Ciudad de Jerusalén en tiempos de Jesucristo.
Es una reproducción que procura acercarse a la realidad histórica de ese momento, si es que en
una ciudad como esta, tantas veces destruida, es posible hacerlo. Se aprecia el Templo de
Jerusalén con la Torre Antonia en una esquina, torre de la cual aún hoy es posible encontrar restos
de su pavimento y en la cual estaban acantonados los legionarios y donde Jesús debió comparecer
ante Poncio Pilatos; el valle del río Cedrón con la zona del huerto de Getsemaní; las piscinas
Probática y de Siloé, lugares de milagros relatados por los evangelios; dos palacios que podrían ser
el de Herodes y el de Caifás y el Cenáculo, la casa donde Jesús consagró la Santa Cena. En primer
plano y a nuestra derecha, unas cruces nos recuerdan el lugar donde los romanos realizaban las
ejecuciones mediante la crucifixión, y las tumbas judías, en una de las cuales es sepultado y
resucita Jesucristo y donde hoy se yergue la Basílica del Santo Sepulcro. Los visitantes se detienen
a observarla y algunos de los que han estado en la ciudad hierosolimitana contemplan la vista
panorámica que ofrece la maqueta, absortos, mezclando sus recuerdos con esta realidad que los
confronta con sus impresiones de cuando la verdadera ciudad apareció ante sus ojos y vuelven a
meditar en los sucesos de aquellos tiempos...
El museo nos permite hacer un recorrido a través de sus piezas desde el Paleolítico hasta la
formación del Estado de Israel. La gran mayoría de los objetos son producto de las excavaciones
realizadas por el Instituto Arqueológico Franciscano en Palestina, Tierra Santa. Esta pequeña zona
geográfica, pertenece al llamado Creciente Fértil, la Cuna de la Civilización.
Detenido frente a los sílex del paleolítico, uno puede imaginar de pronto como alguien, hace tanto
tiempo -quizá setecientos mil años- sostenía estos utensilios y los usaba, de la misma manera que
nosotros hoy utilizamos una herramienta. Y con un sentimiento, casi cómplice, continuamos
nuestro viaje palpando realidades de otros tiempos, de otros seres humanos que vivieron y se
comunicaron, con otros lenguajes, pero al fin y al cabo, con los mismos sentimientos que también
experimentamos nosotros. Y ya no los percibimos tan lejanos, más bien, podríamos decir que de
alguna manera compartimos instantes con alguien a quien no conocemos pero que podemos
entender, porque, al fin y al cabo hoy también vivimos tristezas y alegrías ...
Posiblemente el Museo de Terra Santa sea único en el mundo. Esta colección que abarca tanto
tiempo en reducido espacio nos permite, por unos momentos, hacer alto en nuestro diario trajinar
y adentrarnos en la realidad de otras personas, lejanas en el tiempo, sí, pero cercanas en el
corazón. Quizá porque en estos lugares se cruzan destinos ligados a las tres religiones monoteístas
que han movido -y mueven- gran parte de nuestro mundo.
Pasado remoto. Edad del Hierro. Período Helenístico
El museo se encuentra ubicado en la parte alta de uno de los claustros del Convento de San
Francisco de Asís en Santiago de Compostela. Claustro construido a principios del siglo XVII. San
Francisco de Asís viene en peregrinación a la Ciudad Santa, año 1214, su intención es continuar
viaje a Marruecos para expandir el evangelio luego de visitar las reliquias del Apóstol Santiago. No
puede continuar y debe regresar; la tradición nos cuenta que en una de sus meditaciones oye la
voz de Dios encomendándole construir aquí una casa para adorarle, escoge un sitio, el Val de
Deus, Val do Inferno -Valle de Dios, Valle del Infierno-. San Francisco había sido acogido por
Cotolay, un pobre carbonero – los historiadores ubican a la familia Cotolaya en Santiago hacia el
1195, poderosos hacendados de la ciudad- y antes de marchar adquiere el predio pactando con el
abad de la orden benedictina a quienes pertenecía el terreno el pago anual de una cesta de
pescados. Pago que se mantiene hasta 1836 cuando la iglesia es desposeída de sus posesiones por
la ley de Mendizábal o de desamortización. Cuando finalmente regresan los franciscanos a su
convento, los benedictinos ya no vuelven y así deja de realizarse la procesión anual para la entrega
de la cesta. Como quiera que sea, esa primera iglesia, de la cual podemos apreciar restos en la
construcción actual es posiblemente la iglesia franciscana más antigua de España. A partir de 1862
el Convento se convierte en Colegio de Misioneros para Tierra Santa y Marruecos y el claustro
donde se emplaza el Museo era usado por los monjes y novicios para, cada viernes, realizar el Vía
Crucis. En la parte de abajo, en una esquina, podemos apreciar cinco arcos góticos, obra que se
atribuye a Pedro Bonet, a quien encontramos trabajando en Compostela en el año 1261. En uno
de los arcos podemos observar, de manera inconfundible, un fraile rodeado de animales: tomando
en cuenta la fecha, no es difícil pensar que sea una de las primeras representaciones del Cántico a
las Criaturas de San Francisco de Asís.
Núcleo. Instrumento lítico del Paleolítico
Inferior. Achelense. Talla periférica. Entre
700.000 a 300.000 a.C. Bifaz de perfil irregular,
con aristas sinuosas, su cuerpo es pesado y
espeso. Conserva las facetas de las extracciones
anteriores. Uso: soporte para la obtención de
lascas. Yacimiento: Scopus-hegy (Monte Scopus),
al norte de Jerusalén.
Pero volvamos a nuestra historia: entre el
10.000 y el 8.000 a.C. los cambios climáticos
obligan a los seres humanos a adaptar sus
modos de vida. Y así, poco a poco, se
establecen comunidades, se siembra, se crían
animales; las personas, de algún modo se
especializan y nos introducimos en el
Neolítico (8000 – 4500 a.C.). Un mortero de
piedra entonces, puede ser testigo y símbolo
de estos cambios. Y podríamos decir que el
hombre comienza una nueva etapa donde
cada uno se especializa en su profesión,
viviendo tal y como lo hacemos hoy en día.
La maqueta de Palestina nos muestra un trozo del Mar Mediterráneo, el Mar Muerto, Jordán y
Lago Tiberíades. Aquí tienen sus raíces las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e
islamismo. Es el lugar dónde vivó Jesús. Y, cuando se habla de Él, es muy común vincularlo
rápidamente a Jerusalén, sin pensar que el setenta, tal vez el ochenta por ciento de los Evangelios
transcurre en torno al Mar de Galilea o Tiberíades con sus doce kilómetros de ancho por
veinticuatro de largo. Aquí escoge Él sus discípulos, aquí se encuentra Cafarnaún donde quedan
restos de la casa de Pedro en la cual reposaba Jesús. La mayor parte de los milagros relatados en
el Evangelio ocurre en esta zona. El monte de las Bienaventuranzas, el monte Tabor, no muy lejos
Nazaret....
Cafarnaún es un antiguo enclave que en época romana hacía las veces de aduana para quienes
viajaban de Damasco a Egipto, por ejemplo. Los judíos consideraban Galilea “semipagana” porque
junto a ellos convivían pueblos con otras creencias, otros dioses. Era un lugar de paso, de salida al
mar Mediterráneo con sus puertos o de ingreso a la Mesopotamia, y así, las enseñanzas de Jesús
son llevadas de un lugar a otro.
Entre el 4500 y el 3000 antes de Cristo se
inventan la rueda y la vela, se riegan los
campos, aparece el torno de alfarero y
comienza a emplearse el cobre.
Cuchara. Cerámica calcolítica. Barro cocido.
Mediados IV milenio (anterior al 3400 a.C.).
Cuchara de superficie ovoide y cóncava. La
textura del material es ligeramente porosa . Uso
doméstico. Cerámica cocida, moldeada a mano.
Restaurada con escayola en la zona del mango.
Cultura Ghassuliana. Yacimiento: Tuleylat Ghassul
(Palestina).
En la Edad del Bronce Amorritas y
Cananeos hacen su aparición, entre el 3000
y el 1200 antes de Cristo. El bronce se
extiende, crecen las ciudades. Aumenta el
comercio. Los israelitas llegan a Palestina.
En esta vitrina vemos una pieza que data
del 1500 – 1200 antes de Cristo: se trata de
una lámpara de aceite que todavía
muestras señales de fuego en el lugar
donde se colocaba la mecha.
Cerámica de la Edad del Bronce reciente. Cultura
cananea. Cerámica realizada a mano, cocida por
oxidación. Barro cocido, S. XVI – XIII a.C. Lucerna
de tipo abierto en forma de copa o escudilla con el
borde alto para evitar que el aceite rebase o se
vierta.
Presenta una boquilla en el borde
formada por dos hendiduras del material para
colocar la estopa. La base es redondeada, borde
de labio recto. Superficie pulimentada. El color
es rojizo. Uso: iluminación en el vida cotidiana.
En el 1200 a.C., coincidiendo con el
comienzo de la Edad del Hierro, llegan a la
zona los Pueblos del Mar, y entre ellos los
Filisteos, cuyo nombre escogerán más tarde
los romanos para bautizar la zona: “Pelset”,
Palestina.
Plato. Cerámica de la Edad del Hierro. Barro
cocido. Cerámica a torno cocida por oxidación. S.
XII – X a.C.
Plato de gran tamaño de forma
ovalada. Base anular resaltada al exterior y
rehundida al interior. Borde recto. Superficie con
estrías de color rojizo claro. Uso doméstico.
Yacimiento: Beit Ajibrín.
Alejandro Magno conquista Palestina,
comienza el Período Helenístico que durará
desde el 330 hasta el 60 a.C. Podemos
apreciar un objeto de vidrio que nos causa
sorpresa. Pero luego otras piezas llaman la
atención: el jarro de bronce, de paredes
muy delgadas y exquisita línea; un pequeño
mortero de alabastro para moler especias
finas o un vaso ritual con forma de camello
que lleva a una mujer a cuestas.
Las
“lichnos”, pequeñas lámparas de aceite,
algunas
contemporáneas
de
Jesús
sorprenden por lo pequeñas.
Platillo. Alabastro cincelado y pulido. Entre 330 a
60 a.C. Platillo de base cuadrada plana, forma
exterior tronco piramidal, interior convexo con
borde plano en el que hay una inscripción
hebraica y dos pequeños agujeros. Uso: machacar
especias, semillas, etc. Yacimiento: Ascalón.
Vaso. Cerámica helenística. Barro. Cerámica de
moldes cocida por oxidación. Entre 300 a 60 a.C.
Vaso de libación con forma de camello sentado
con el orificio de llenado en el lomo y el de salida
en la boca. Lleva a una mujer sentada en sus
cuartos traseros. Decoración a base de trazos
incisos. Uso: ritual. Yacimiento: Ascalón.
Cerámica helenística. Barro cocido. Cerámica
realizada con moldes. 300 – 60 a.C. Lámpara de
sección bicónica, base de anillo; boquilla alargada
de punta redondeada y aparece decorada con el
motivo de la espiga y flanqueada por dos
proyecciones (una por cada lado) que sobresalen
desde el orificio de alimentación y aparecen
decoradas con red de rombos. Es de color ocre
claro. Recubierta por engobe arcilloso. Uso:
iluminación en la vida cotidiana, ceremonias
religiosas y ritos funerarios.
Hacemos un alto en la Historia y entramos a una sala donde se encuentra una maqueta que es el
corazón, el origen del Museo: la Basílica del Santo Sepulcro. Fue hecha en el taller de carpintería
del convento franciscano de San Salvador, en Jerusalén, que se encuentra a muy poca distancia de
la Basílica, por fray Bartolomé de las Heras OFM entre los años 1945 y 1950, y que fuera miembro
de la Provincia de Santiago. Como una casita de muñecas se puede abrir en ocho partes
permitiéndonos ver su interior, fiel reproducción de la realidad. La madera es ciprés. Cipreses que
los franciscanos cultivaron en Getsemaní. En una vitrina se pueden observar herramientas de fray
Bartolomé de las Heras.
En primer plano, maqueta de la Basílica del Santo Sepulcro. Al fondo, retrato
de fray Bartolomé de las Heras.
Esta maqueta era la pieza principal de la exposición de Arte Sacro que se realizara en Roma en el
año 1950. Fray Juan Rodríguez de Legísima OFM, quien de joven perteneciera a la Provincia
Franciscana de Santiago, al ver esta obra en Roma comienza a trabajar para mostrar la exposición
en España y a la vez crear un museo con una muestra permanente; funda la Asociación de Amigos
de Tierra Santa para poder llevar a cabo su idea y entre 1954 y 1955 es posible admirar la
exposición. Una vez regresados a Tierra Santa los objetos pertenecientes a los santuarios, queda
depositado en la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid, el fondo arqueológico que
podemos admirar en el Museo. Fray José Isorna OFM, cumpliendo con el Testamento de fray
Legísima, traslada a Santiago de Compostela las piezas y con fray José Rodríguez Carballo OFM
-Guardián en ese momento, del Convento de San Francisco- montan la colección, finalmente en el
año 1993 se inaugura el Museo y la Custodia de Tierra Santa dona la maqueta.
Detalles de la maqueta de la Basílica
del Santo Sepulcro.
En la sala adjunta podemos apreciar piezas
realizadas en madera de olivo y nácar. La
comunidad franciscana introduce esta
artesanía en Tierra Santa en el siglo XIII,
logrando una interrelación entre la labor
didáctica, social
y de misionado
característica
de
la
Orden:
la
evangelización. Estas artesanías conservan
una hermosa tradición y son actualmente
realizadas por familias cristianas en Beit
Sahur -el campo de los pastores- a tres
kilómetros de Belén, siendo consideradas
como representativas de la zona.
Cruz de nácar pintado montado sobre madera de
olivo. Técnica del siglo XV. El origen de esta pieza
se remonta probablemente al siglo XVII.
Cruz del siglo XVIII. Cristo de bronce de un
período posterior. Nácar sobre madera de olivo.
La artesanía del nácar o el olivo es una
característica de la presencia franciscana en
Tierra Santa.
El olivo, muy oleaginoso,
requiere gran premura en su preparación.
Se talla verde y debe secarse
inmediatamente para evitar que se agriete.
El nácar, considerablemente duro, sin
embargo se esfolía con facilidad
perdiéndose así el trabajo.
Escenas del Nuevo Testamento en madera de
olivo. Principios del siglo XX.
Dejando estas salas volvemos a la Historia: en el año 63 a.C. Siria y
Palestina son declaradas provincias romanas por Pompeyo.
Podemos apreciar un
busto
de
mármol
contemporáneo a la
destrucción
de
Jerusalén en el 132135, lo que marca el
comienzo
de
la
Diáspora. Jerusalén es
convertida en la Aelia
Capitolina
y
los
romanos
usan
el
Toréutica romana. Hierro. Siglo I a.C.
nombre de los Filisteos
Busto de pequeño tamaño, representa
-Pelset- para borrar a Israel de la memoria y llaman a la
a la diosa Isis-Deméter. Interior hueco.
zona, Palestina. Encontramos material quirúrgico,
En la cabeza un cuerno y parte de otro,
hermosos platos de “terra sigillata”; lacrimatorios de
y en medio de los dos un disco,
vidrio soplado: en ellos se recogían, en señal de duelo,
símbolo de la luna. Entre los brazos
lágrimas. Grupos de mujeres lloraban -pagadas por los
sostiene una especie de cetro o
deudos ricos- y luego se podía ver cuántas lágrimas se
bastón.
habían recogido... en España se conoce la tradición de
las lloronas o plañideras, las hubo en Italia, Portugal y
Sud América.
Lacrimatorio doble (Cornustibium). Vidrio,
siglo I a.C. - VI d.C. Pieza formada por dos
recipientes anexionados y de iguales
características: cuerpo en forma de odre,
base redondeada, borde de labio convexo.
Asas verticales desde el borde al cuerpo.
Color azul verdoso, afectado por la
iridiscencia por lo que se perciben reflejos
púrpura y violáceos. Uso: conservación de
esencias y ungüentos para uso doméstico o
funerario. Yacimiento: Gaza.
Pátera. Cerámica romana. Terra Sigillata
tardoitálica. Arcilla. Torno rápido / a mano.
Cocción oxidante. Entre 60 y 85 d.C. Plato
circular de paredes lisas.
Sigillum del
alfarero “in planta pedis”: SEXMP -en el
centro del plato- SEX(TUS) M(URRIUS)
P(RISCUS). Base de perfil en ángulo. Arcilla
roja con intrusión de arenas. Decorado a
ruedecilla
enmarcando en círculo el
sigillum.
Superficie brillante, roja,
semejante al barniz por su aspecto.
Catalogado: Dragendorf 17 b. Uso: vajilla
de mesa. Procedencia: Jerusalén.
Y nos detenemos frente a las lucernas
romanas. También aquí encontramos
ejemplares contemporáneas de Jesús. Sin
embargo, el modelo llamado Herodiano es
quizá el más significativo: se dice que era el
modelo utilizado por los apóstoles y
Jesucristo.
Cerámica común romana. Barro cocido. Cerámica
a torno, cocida por oxidación. 37 a.C. - 35 d.C.
Lámpara del tipo herodiano, recipiente cilíndrico
aplastado, base plana. Estrecho anillo rodeado
por una moldura. Boquilla incorporada, esquema
triangular, perfil en arco y tallada a cuchillo en
forma de espátula. Arcilla fina color ante. Uso:
iluminación en la vida cotidiana, ceremonias
religiosas y ritos funerarios.
Yacimiento:
Ain Sale.
Estas pequeñas lámparas herodianas
responden al modelo más comúnmente
usado en la época de Jesús y sus apóstoles,
entre ellos Santiago, y para un mejor
aprovechamiento de su luz se solían colocar
sobre lampadarios más o menos altos.
Podemos apreciar un objeto que Él conocía
y utilizaba a diario. Objeto mencionado en
los evangelios.
Lo siguiente es un trozo de tubería de barro cocido perteneciente a un acueducto romano: lo hizo
construir Poncio Pilatos en el año 35 para transportar agua a Jerusalén desde Wadi Arrub. El
hecho de quien ordena hacerlo, el año, y adónde conducía agua, nos hace detener y reflexionar:
otro objeto que nos brinda la posibilidad
de acercarnos físicamente a Jesús. Y más
precisamente, al momento de la
crucifixión. Para construir este acueducto
Pilatos coge dinero del Templo lo cual para
los judíos es una afrenta: es dinero
sagrado. Se sublevan y hay una matanza;
junto con otra en Samaria son la razón de
que Pilatos sea relevado de su cargo. Pero
esta historia queda fijada de forma
bastante confiable y en Lucas 13,1 leemos
como le dicen a Jesús que “Pilatos a
mezclado la sangre de los galileos
inocentes con la sangre del sacrificio”. Esta
pequeña frase concuerda con el suceso Tubería (canalizaciones). Cerámica romana. Barro
histórico. Tomando en cuenta que Pilatos cocido. Cerámica realizada a torno. Año 35 d.C.
permanece en la zona hasta fines del año Tubo de forma cilíndrica, se detectan las huellas
36, principios del 37 y que Caifás es Sumo del torno (molduras anulares) y presenta
Sacerdote entre el 18 y el 36, Jesús fue adherencias de tierra.
Color anaranjado
crucificado, posiblemente, en la Pascua recubierto de engobe color ante. Uso: conducción
judía del año 36.
de agua. Yacimiento: Wadi Arrûb (entre Belén y
Hebrón).
La maqueta del Templo de Jerusalén,
en una buena reproducción, nos
permite observar la Torre Antonia,
edificación construida por Herodes
para proteger el Templo y bautizada
así en honor del emperador Marco
Antonio, lugar aprovechado por las
legiones romanas para vigilar el
centro político de Israel, y de la cual
quedan restos del pavimento hoy día.
En este lugar compareció Jesús frente
a Poncio Pilato. En una esquina de la
obra podemos apreciar lo que en la
Jerusalén actual es el Muro de las
Lamentaciones.
Dos reproducciones de bronce nos enseñan dos objetos sagrados descritos por la Biblia y hoy
desaparecidos: el Arca de la Alianza que se encontraba en el Templo de Salomón y el Mar de
Bronce, perteneciente al segundo Templo y que contenía agua para las abluciones de los
sacerdotes.
Un fragmento de piso romano del siglo cuarto
proveniente de la zona del Santo Sepulcro y
trozos de mampostería de Jerusalén y Jericó
nos adentran en la época del Imperio Bizantino,
período cultural rico y floreciente para Oriente,
no así para Occidente. Podemos apreciar
diversos elementos de la vida diaria, como
lucernas, ungüentarios o una sartén de barro
cocido con un hueco en el mango para poder
insertar un madero y no quemarse. Llama la
atención un pequeño objeto blanco, circular: es
un sello con la imagen de la Virgen y el Niño en
brazos. Según los historiadores, dada la factura,
es un sello para marcar la masa del pan o de las
galletas antes de hornear.
Sartén. Cerámica bizantina. Barro cocido.
Cerámica realizada a torno y a mano. S. IV –
VIII. Vasija compuesta por cazoleta y mango
adherido. La cazoleta es de amplio radio y
escasa profundidad. Forma de plato con
paredes rectas, base plano-circular. Mango
hueco para introducir una pieza cilíndrica de
madera y ampliarlo. El mango es cilíndrico y
se bifurca en su mitad formando una
oquedad en la zona próxima a la cazoleta en
la cual aparecen tres moldurillas paralelas
como decoración de borde. Uso culinario.
Ampolla (ampula). Cerámica bizantina. Barro cocido. Cerámica realizada con
moldes. S. V-VI. Pequeña vasija con forma globular aplastada que tendría dos asas
dispuestas verticalmente a ambos lados de la boca. En ambas caras aparece como
tema decorativo la iconografía de S. Menas de Alejandría: personaje de pie, en
actitud orante, vestido a la romana (toga, túnica y calzas), en su mano izquierda porta
un objeto (libro?). Aparece flanqueado en la parte superior sobre los hombros por
dos cruces, en la inferior por dos camellos estilizados. Todo ello se inscribe en una
orla circular de puntos. Los animales tumbados parecen dos camellos estilizados, por
lo que la representación puede referirse a S. Menas de Egipto, cuyo santuario se
encontraba en Alejandría. A él afluyeron gran cantidad de peregrinos en S. V. En las
cercanías había una fuente cuya agua se decía que era milagrosa. Allí llenaban las
ampollas los romeros como recuerdo de su estancia. Uso: recipiente para líquidos
(aceite, perfume,...) de las tumbas de los mártires o de los Santos Lugares. Lugar de
ejecución: Alejandría, Santuario de S. Menas de Alejandría (Egipto).
Sello. Cerámica bizantina. Barro cocido. Cerámica hecha a mano, decorada con
escisión. S VI d.C. Sello de superficie circular, se encuentra decorado por ambas
caras. En el anverso: busto de María con el Niño. Reverso: el escudo Mariano. La
textura del material presenta cierta porosidad. El disco es grueso, de bordes
redondeados e irregulares. Color ceniza. Turquety-Pariset proporciona un ejemplo
semejante, datado en torno a la primera mitad del S. VI, y considera, debido a la
tosquedad de la pieza , que aunque se tuviese en cuenta el deterioro por el paso del
tiempo, la decoración del sello sería poca neta, y por ello sería empleado para usos
en los que la finura y delicadeza no fueran imprescindibles, como molde para marcar
postres o pan y no molde de Eulogias como en un principio podría suponerse. Uso:
molde para usos culinarios (pan, galletas, etc.).
En una vitrina se encuentran lucernas bizantinas de los siglos IV al VII. Lo remarcable es que a
partir del siglo IV la religión cristiana ya no necesita ocultarse y en estas pequeñas lucernas, la
simbología de la nueva religión se hace pública. Sus dibujos nos hacen comprender que en
aquellos años, encender una luz era algo más que un acto común. Vemos vides, cruces, árboles de
la vida, líneas que señalan la iluminación espiritual y letras griegas que hacen alusión al Salvador.
Incluso poseen letras en la base. En una de ellas se puede ver una cara: representación de
Jesucristo. En otra vemos la Cruz de San Andrés. En el Evangelio de Juan leemos que Andrés era
discípulo de Juan el bautista y fue el primer seguidor de Jesús. Andrés le dice a su hermano menor
que éste es el Mecías, que lo siga. El hermano menor es Pedro.
Lucerna. Cerámica bizantina. Barro cocido. Cerámica realizada
con moldes. S. IV – 1ª mitad del S. V. Lucerna con forma de
mandorla. Base de anillo. Asa cónica. El orificio de
alimentación se rodea con dos moldurillas circulares. Entre
ambas se desarrolla un canalillo que se abre y conduce hasta
la boquilla formando así una depresión entre los dos orificios.
En él aparece una letra griega ypsilon larga, mientras en la
espalda, a la altura del asa un phi abierta. Ambas significan
“Cristo es luz”. En las paredes motivo de los rayos. En la
base y con lectura bidireccional: en el centro una iota, a
ambos lados una sigma, que abriga una épsilon cuyo
significado es: “Jesús (es el) Salvador”. Decoración temática y
simbología cristológica: motivo de los rayos de luz, letras
griegas ypsilon y phi, iota, sigma y épsilon. Uso: iluminación
en la vida cotidiana, ceremonias religiosas, ritos funerarios
Cerámica bizantina. Barro cocido. Cerámica realizada con
moldes. S. VI – VII. Lucerna con forma de mandorla. Perfil
anguloso. Base plana con forma de mandorla. Asa alzada
prismática decorada con cuatro arrugas o pliegues. Alrededor
del orificio de alimentación se desarrollan dos molduras (la
externa lo rodea en sus tres cuartas partes y da paso a un
canalillo o depresión hacia el orificio de la mecha. En ese
canalillo aparece como decoración el motivo de la espiga. Las
paredes se decoran con zarcillos de vid y uvas formando
roleos. Decoración: simbología cristiana (racimos de uva,
zarcillos de vid y rama de espiga). Uso: iluminación en la vida
cotidiana, ceremonias religiosas, ritos funerarios.
Estas lucernas son hermosas y
guardan
un
profundo
significado.
Tratemos de
imaginar la escena: entre los
siglos IV y VII, época de
florecimiento del cristianismo.
Una persona, arrodillada o
sentada en suelo al caer la
tarde, encendiendo fuego y a la
vez rezando. Y es que cuando
surgiera esa frágil llama en la
pequeña lámpara, antes que
para ver sería para vencer las
tinieblas espirituales.
Jesús
dijo: “Yo soy la luz”.
Cerámica bizantina. Barro cocido. Cerámica realizada con moldes. S. V – VI. Lucerna
piriforme. Asa cuadrangular, decorada con una cabeza humana. Alrededor del orificio de
alimentación se desarrolla una orla de puntillos inscritos en una circunferencia. En el
canalillo entre ambos orificios se repite un circulillo inscrito en una circunferencia. La pared
se decora con el motivo de la espiga. La base es plana-circular. Un círculo inscrito en una
circunferencia se rodea de otros siete semejantes. Una orla rayada enmarca el círculo de la
base. Una banda lisa recorre el centro de la espalda del asa. Perfil general bicónico. Forma
de zapatilla. Simbología temática cristológica (cabeza figurada de Cristo, motivo de la
espiga). Uso: iluminación en la vida cotidiana, ceremonias religiosas, ritos funerarios.
En el año 638 los árabes
conquistan Jerusalén. Cogen el
vidrio que habían trabajado los
romanos y recubren la cerámica
con pasta que puede ser opaca
o brillante, mezclan lapislázuli
con esta pasta y recubren los
azulejos.
Cerámica árabe Abassí. Cerámica realizada con moldes. Circa
finales S. VIII – IX. Lucerna en forma de corazón. Base
reproduce también esa forma. El perfil de la lucerna es
anguloso. Asa levantada tipo “presilla”. Las paredes se
decoran con incisiones: dos circunferencias concéntricas
alrededor de los dos orificios (el de almacenaje y el de la
mecha). En la pared derecha y desde la boquilla: motivo de
la espina de pez y una inscripción árabe levemente
deteriorada. En la pared izquierda se reproduce de nuevo al
motivo de la espina y circulillos agrupados en dos triángulos
invertidos. Capa de barniz vidrioso color verde. Uso:
iluminación en la vida cotidiana, ceremonias religiosas y ritos
funerarios.
La réplica de una espada nos cuenta otra
historia: la conquista de Jerusalén por los
caballeros cruzados. En la primera cruzada
uno de los jefes es Godofredo de Bouillón.
Vende todas sus propiedades para seguir el
llamado del papa Urbano II a la Primera
Cruzada y liberar los Santos Lugares de
manos de los infieles.
Cerca de Lieja
-Bélgica- es posible visitar restos del castillo
de Bouillón, en aquel entonces Godofredo
era francés. Cuando conquistan Jerusalén
sus compañeros lo eligen rey. Él responde
que Jerusalén ya tiene Rey, ese Rey tuvo
una corona de espinas, así que él no puede
aceptar la corona de oro, se queda
unicamente como protector. Y así, al morir
es sepultado en la Basílica del Santo
Sepulcro y su espada guardada en la
sacristía del convento franciscano de la
Basílica.
Réplica de la espada de Godofredo de Bouillón y
utensilios de la época de las Cruzadas.
Paneles nos muestran las diversas rutas de peregrinación a las ciudades santas. Para ir a Roma o
Jerusalén se utilizaron las vías romanas. Después del año 813, cuando se descubre la sepultura de
Santiago, lentamente los peregrinos van construyendo un camino para llegar a la ciudad. Camino
que se transforma en una manera de meditar y eso marca una diferencia con las otras dos
ciudades. Y así nace el Camino de Santiago. En el tejado de la Catedral es posible visitar una cruz
de piedra, la Cruz de los Harapos. Antiguamente esta cruz estaba abajo, y al llegar los peregrinos
colgaban en ella la ropa del camino -los harapos- y al pie quemaban los zapatos con que habían
hecho el camino. De esta manera, quemaban el pecado abriendo la posibilidad de una nueva Vida.
Para el creyente, el Camino de Santiago no es llegar a la ciudad, sino la posibilidad de que a partir
de este lugar se extienda un nuevo Camino, una nueva Vida...
Desde 1122, Santiago de Compostela es Ciudad Santa. Y junto con Roma y Jerusalén forma el eje
en torno al cual gira el mundo cristiano. El Convento de San Francisco, fundado por el Otro Cristo,
o “el primero después del único” es un vértice de este eje.
Pavimento. Mármol. Cortado, pulido. S. XII (Segunda mitad).
Fragmento de mármol blanco con vetas grisáceas y ocres de forma
irregular. En el centro presenta un rebaje circular con 8 orificios
donde se encaja una estrella de metal. La estrella tiene la siguiente
inscripción: “Hic de Virgine Maria Jesus Christus Natus est”,
posiblemente es una copia de la que arrancaron los griegos
ortodoxos cuando adquirieron los derechos sobre el mantenimiento
de la Basílica en 1757, ya que testimoniaba el derecho de los latinos
sobre el lugar del Nacimiento. Fue reemplazada en 1853 por la que
hoy existe. Posiblemente el fragmento de mármol pertenezca a la
época cruzada, ya que entre 1165 y 1169 los cruzados restauraron
la Basílica con ayuda de Constantinopla y el Obispo Raúl de Belén.
Uso: recubrimiento del piso.
Una pequeña maqueta de nácar nos muestra el Domo de la Roca, o Mezquita de Omar. No es una
mezquita: es un monumento musulmán. Se encuentra en donde estuvo el Templo de Salomón y
que fuera destruido por Nabucodonosor II en el año 587 antes de Jesús, y donde estuvo el Templo
de Jerusalén destruido por Tito en el año 70. Guarda una roca. Para los judíos es la roca donde
Abraham iba a sacrificar a su hijo Isaac, el hijo que tuvo con su esposa Zara. Para el islam, sobre
esta roca Abraham iba a sacrificar a su hijo Ismael, cuya madre era la criada árabe Agar. Es la
piedra del pacto de Abraham con Yahvé, el Dios único. La presencia de Abraham se sitúa en torno
al 1850 antes de Jesús y marca el comienzo de la religión monoteísta. La explanada de los
musulmanes que circunda al Domo de la Roca, era en el Templo de Jerusalén el Patio de los
Gentiles, lugar pisado por Jesús. La tradición musulmana nos dice que en el año 620 Mahoma
hace su viaje nocturno: viene desde la meca volando en su yegua blanca alada, Al-Burak, toca la
piedra y sube al paraíso donde se encuentra con todos los profetas del Antiguo Testamento,
incluido Jesucristo. En este lugar se encuentra la encrucijada de las tres religiones monoteístas
que mueven a gran parte de la humanidad. Es el lugar de veneración del Dios del amor, de la
comprensión y en cuyo nombre tanta sangre se ha derramado....
Diversas piezas ilustran la cultura árabe
entre los siglos XII y XIII. El alfanje allí es
original. Los árabes aprendieron a mezclar
carbón con hierro: acero. Estas espadas
eran mejores que las de los cruzados:
llegaban incluso a partirlas. Más tarde
esta técnica se traslada a España: el acero
toledano es una herencia árabe.
Cerámica vidriada y alfanje.
Dinastías Selyucida S. XII Ayubita S. XIII
Llaman la atención las pipas turcas de los siglo XVII, XVIII, hermosas piezas de cerámica. Las armas
turcas son de 1700, apogeo del imperio turco otomano. La espingarda nos trae a la memoria un
antiguo dicho español referido a una dama cuando era muy delgada: “flaca como una espingarda”.
1.-S. XVII-XVIII Pipa de pequeño
tamaño, con el cuenco corto,
carece de borde alrededor del
cual hay unas líneas incisas
horizontales. Corto tallo con
líneas incisas alrededor y
corona decorada también con
hojas estampilladas y borde
final.
2.-S. XVII Pipa de pequeño
tamaño, con el cuenco corto,
carece de borde, el cuello corto con hinchazón en el aro final. Orificio del
cuello muy estrecho. Quilla casi inexistente. Decoración incisa a base de
puntos en el cuenco y líneas en el aro.
3.-S. XVIII Pipa con recipiente redondeado decorado con tres grandes
rosetas y con una red de rombos. El borde ha desaparecido. El tallo es
corto y se une al recipiente por un lateral y forma una quilla muy marcada.
Posee la corona decorada con red de rombos. Color rojizo.
Uso: fumar.
Desde el siglo XIV hasta el principio del siglo XX la cerámica nos acerca la cultura turca. Las piezas
de cerámica negra son muy llamativas: se hizo con barro del Mar Muerto. Barro que tiene asfalto
en su composición y le presta a la alfarería un aspecto especial. También conocida como “cerámica
de asfalto”.
Copa.
Cerámica
turca
contemporánea. Asfalto del Mar
Muerto. Cerámica a torno y
decoración incisa. S. XX. Copa de
color negro con base circular
plana, pie de forma cóncava con
moldura en el medio, recipiente de
línea recta oblicua abierta y borde
redondeado. Decorado con una
franja superior con palmas de
vides. Uso: decorativo.
Los libros sagrados de las tres religiones: el Corán, la Tora y la Biblia. Biblia, palabra empleada por
los hebreos helenizados antes del nacimiento de Jesús para referirse al Tanaj -Antiguo Testamentodespués pasó a ser utilizada por los cristianos para referirse a la unión del Antiguo Testamento y el
Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento corresponde al Tanaj judío y los cinco primeros libros,
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio conforman la Tora.
Diversas culturas conviven en Jerusalén, nombre sobre cuya procedencia no se tienen datos
precisos. Podría ser “Urusalem” o “Jeru-Salem” . Salem, “dios del sol poniente” para los antiguos
pueblos paganos que habitaban la zona, o “lugar del dios Salem”. En torno al siglo XIV a.C. con la
aparición de los hebreos en Canaán, posiblemente Salem pasó a ser Shalom: “paz”. Yerushalayim
-nombre hebreo- tiene un origen incierto, por lo que algunos expertos dicen que proviene de
“yeru”: casa y “shalem” o “shalom”: paz. Esto significaría “casa de la paz”. Para los árabes se trata
de Al-Quds, “la sagrada”. Como quiera que sea, Jerusalén es mencionada ya en el Génesis y hoy
también se dice que es un “crisol de culturas” porque allí se encuentran y de alguna manera
enlazan, culturas diferentes pero con una raíz única en cuanto a la fe, aunque cada una llame a su
dios de una forma diferente....
Fragmentos de municiones y cascos de la primera guerra mundial hallados en la zona de
Gallicantus atestiguan que una vez más se cierne la destrucción sobre la ciudad. En diciembre de
1917, finalizando la guerra, los ingleses conquistan Jerusalén. Aquí culminan cuatrocientos un
años de imperio turco otomano y comienza un proceso que culmina en 1948 cuando las Naciones
Unidas reconocen a Israel como estado independiente.
La Menorá se convierte en símbolo de estado. Este antiguo candelabro de siete brazos es uno de
los elementos rituales más antiguos del judaísmo. Representaría el arbusto en llamas que vio
Moisés en el Monte Sinaí (Éxodo 25). La Kipá, ese sombrerito que debemos llevar en los lugares
sagrados del judaísmo “porque Dios está sobre todos nosotros”. Las filacterias -tefilín en hebreoque reciben los varones judíos al cumplir 13 años y han de usar cada día -menos los sábados- para
rezar. En su interior rollos con oraciones del Deuteronomio: “Átalas a las manos para que te sirvan
de señal, póntelas en la frente entre los ojos.” y de Éxodo. De esta manera no cae en el olvido la
esclavitud y la liberación: el Éxodo además recuerda la obligación de transmitir esta enseñanza a
los descendientes. Un plato de Pésaj, la Pascua Judía. Pascua celebrada por Jesús en la Santa Cena
donde instituye la Eucaristía. Y una Mezuzá, objeto que guarda en su interior un rollo sagrado con
escritos del Deuteronomio. Esta Mezuzá se fija en el lado derecho de la jamba de la puerta
principal de entrada a la casa y el judío practicante la “besa” con la mano al entrar y al salir para
recordar al Dios Único.
Y esta es la historia que nos cuenta el Museo de Terra Santa.
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