boletin juridico 104

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BOLETIN 104
Del 25 al 29 de Febrero de 2008
Esta semana reproducimos en el boletín jurídico, entre otros
documentos, la Sentencia 171 del 2008 de la Sala Civil de la Corte
Suprema de Justicia, en la que se establece que la indemnización no
debe corresponder necesariamente a la totalidad de la suma
asegurada, la Carta Circular 17 de 2008 de la Superintendencia
Financiera que ordena un seguimiento a los requerimientos
mínimos de seguridad y calidad en el manejo de información,
y el fallo de tutela T-005 de 2008, en el que se dispone que las
empresas de medicina prepagada no pueden incluir nuevas
preexistencias, durante el contrato.
CORTE CONSTITUCIONAL
Sentencia T-005 de 2008
2008-01-15
EMPRESAS
DE
MEDICINA
PREPAGADA
NO
PUEDEN
INCLUIR
NUEVAS
PREEXISTENCIAS, DURANTE EL CONTRATO. Durante la ejecución del contrato de medicina
prepagada, las compañías que prestan este servicio no pueden modificar los términos
contractuales para incluir preexistencias que no fueron detectadas al inicio, pues perjudicarían
la posición del usuario. M.P. Mauricio González Cuervo.
PROCURADURIA GENERAL DE LA NACIÓN
Concepto 4489 de 2008
2008-02-20
EL PROCURADOR SOLICITA A LA CORTE CONSTITUCIONAL QUE SE DECLARE LA
INEXEQUIBILIDAD DE LA LEY 1151 DE 2007 “POR EL CUAL SE EXPIDE EL PLAN DE
DESARROLLO 2006-2010”. El procurador pide que se declare la inexequibilidad de toda la
ley por vicios de forma y pide que se devuelva el expediente legislativo al Congreso para que
se subsanen.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Sala Civil
Sentencia 171 de 2008
2008-01-25
PRESTACIÓN QUE PAGA EL ASEGURADOR NO EQUIVALE NECESARIAMENTE A LA
SUMA ASEGURADA. La Corte Suprema de Justicia recordó que la prestación que paga el
asegurador no corresponde necesariamente a la totalidad de la suma asegurada, porque
depende del perjuicio patrimonial sufrido, que debe ser probado por el tomador del seguro.
M.P. Ruth marina Díaz.
MINISTERIO DEL TRANSPORTE
Concepto 1021 (74242) de 2007
2007-12-24
MINISTERIO DEFINE "CAMPERO" PARA EFECTOS DE LA LICENCIA DE TRÁNSITO". La
Ley 769 de 2008 no trae dentro de sus definiciones al vehículo tipo campero, es así que el
Decreto 4116 de 2004, define tal automotor como un vehículo con tracción en todas sus
ruedas, con capacidad hasta de nueve o tres cuartos de tonelada. Encuentra el Ministerio que
el tipo de vehículo consignado en la licencia de tránsito debe corresponder al de la factura de
compra, ya sea de fabricación nacional, o a la licencia de importación cuando se trate de
vehículos de otro país, como también debe ser concordante a las definiciones que sobre el
particular trae la legislación de transporte y tránsito.
SUPERINTENDENCIA FINANCIERA DE COLOMBIA
Carta Circular 17 de 2008
2008-02-26
SE HACE NECESARIO EFECTUAR UN SEGUIMIENTO A LOS REQUERIMIENTOS
MÍNIMOS DE SEGURIDAD Y CALIDAD EN EL MANEJO DE INFORMACIÓN. Medios y
canales de distribución de productos y servicios para clientes y usuarios. La Delegatura para
Riesgos Operativos agradece disponer lo necesario para diligenciar y remitir trimestralmente el
formato “Implementación C.E. 052”, comenzando con el corte al 31 de marzo de 2008 y
culminando con el del 31 de diciembre de 2009. El formato se encuentra publicado en el sitio
Web de la Superintendencia. La información solicitada se deberá remitir al correo electrónico
señalado, firmada digitalmente por el Representante Legal, dentro de los 10 días siguientes al
corte de cada trimestre.
SENTENCIA T-005 DE 2008
CORTE CONSTITUCIONAL
SALA QUINTA DE REVISIÓN
REFERENCIA: EXPEDIENTE T-1.693.981.
ACCIONANTE Y ACCIONADO: SANTIAGO DAVID RAMÍREZ PEÑALOSA VS.
CAFESALUD EPS Y CAFESALUD MEDICINA PREPAGADA S.A.
FALLO DE TUTELA A REVISAR: SENTENCIA DEL JUZGADO NOVENO PENAL
MUNICIPAL DE IBAGUÉ DEL 9 DE MAYO DE 2007 (LA INSTANCIA), NO
IMPUGNADA.
MAGISTRADOS DE LA SALA QUINTA DE REVISIÓN: MAURICIO GONZÁLEZ
CUERVO, MARCO GERARDO MONROY CABRA, NILSON PINILLA PINILLA.
MAGISTRADO PONENTE: MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO.
BOGOTÁ, D.C., ENERO QUINCE (15) DE DOS MIL OCHO (2008).
Sentencia
I. Antecedentes
1. La pretensión
Solicitó el actor a los jueces de tutela(1) la protección del derecho a la salud y el derecho
a la vida digna, vulnerados, a su juicio, por la negación de la autorización y prestación de
los servicios y tratamientos médicos debidamente prescritos(2), de parte de las
accionadas. Por lo anterior, pidió se ordenara: i) practicar el test de alergias formulado por
el médico tratante; ii) proveer las inmunizaciones y medicamentos que sean ordenados
con base en los resultados del test de alergias; iii) garantizar el tratamiento integral de la
enfermedad crónica de carácter presumiblemente alérgico, atendiendo cualquier cambio
de procedimiento o medicamento; iv) eximir al actor de copagos; y v) reconocer a las
accionadas el derecho de reembolso, conforme al Decreto 806 de 1998.
2. Respuesta de las entidades accionadas
Tanto Cafesalud EPS como Cafesalud Medicina Prepagada S.A. se opusieron a todas las
pretensiones de la tutela.
2.1. Cafesalud EPS
La empresa basó su oposición en los siguientes argumentos: i) el procedimiento solicitado
no hace parte de las coberturas del plan obligatorio de salud (POS); ii) el accionante
posee comprobada capacidad de pago; iii) existe un deber de solidaridad en cabeza de la
familia; y iv) la acción de tutela es improcedente por la inexistencia de una vulneración de
los derechos fundamentales.
2.1.1. Exclusión del POS: el test de alergias no se encuentra en el Manual de
procedimientos, actividades e intervenciones de POS, de la Resolución 5261 de 1994,
expedida por el Ministerio de Salud (fl. 27).
2.1.2. Comprobada capacidad de pago del actor: el accionante cotiza a la EPS con un
ingreso base de cotización (IBC) de $ 5.573.000 mientras que los servicios solicitados
tienen un valor de $ 250.000. Del cotejo entre el valor del IBC y el valor del procedimiento
se puede deducir que la persona está en capacidad de costear esos servicios sin afectar
su mínimo vital (fl. 23).
2.1.3. Deber de solidaridad en cabeza de la familia: señala que “la jurisprudencia de la
Corte ha dicho que si la persona afectada en su salud no puede acceder a algún servicio
expresamente excluido, de índole meramente económico o logístico, son los parientes
cercanos del afectado, en aras del principio de solidaridad, a los que se les debe exigir el
cumplimiento de este deber, y que, en tal virtud, deben acudir a suministrar lo que el
paciente requiere y que su capacidad económica no le permite” (fl. 25).
2.1.4. Improcedencia de la acción de tutela por inexistencia de afectación de los derechos
fundamentales: no está en riesgo el derecho a la vida del actor, que por conexidad
convierte en fundamental el derecho supuestamente afectado, por cuanto “se ha brindado
a Santiago David Ramírez Peñalosa los tratamientos, medicamentos y demás
prestaciones que le ofrece la cobertura del POS” (fl. 27).
2.2. Cafesalud Medicina Prepagada S.A.
La empresa basó su oposición en las siguientes razones: i) El tratamiento solicitado deriva
de una patología preexistente a la celebración del contrato de medicina prepagada; ii) el
accionante posee comprobada capacidad de pago; y iii) la acción de tutela es
improcedente.
2.2.1. Tratamiento derivado de patología preexistente al contrato de medicina prepagada:
en el reporte de historia clínica, el médico tratante —doctor Ardila—, certifica una
patología “de 5 años de evolución” (fl. 37). Teniendo en cuenta que el accionante estuvo
afiliado a Cafesalud Medicina Prepagada S.A. entre el 14 de marzo de 2001 hasta el 1° de
febrero de 2004, inicialmente, y desde el 1° de mar zo de 2005 hasta la fecha, para la
empresa, la segunda afiliación hace tener al accionado como nuevo usuario, dado que
para haber conservado su antigüedad “debió congelar el contrato o haber ingresado
nuevamente dentro de los 60 días siguientes a la suspensión” (fl. 36). En consecuencia,
“el usuario en mención entra a la compañía con una preexistencia (...) caso no reportado
al momento del ingreso en el cuestionario de salud, lo que refleja un acto de mala fe, toda
vez que ocultó información en aras de sacar beneficio posterior ...” (fl. 37).
Destaca el representante legal de la empresa que la cláusula tercera del contrato de
medicina prepagada en el literal E define la figura de la preexistencia de la siguiente
manera: “es toda enfermedad, malformación o afección, conocida o no, aunque no se
haya detectado en la valoración integral de ingreso, que se pueda demostrar exista a la
fecha de iniciación del contrato o vinculación, sin perjuicio de que se pueda diagnosticar
durante la ejecución del contrato sobre bases científicas sólidas” (fl. 37). Ante esta
limitación contractual se le han autorizado al accionante los procedimientos y ayudas
diagnosticadas, incluidos en el POS, a través de la EPS.
2.2.2. En cuanto a que el accionado posee una comprobada capacidad de pago: Al igual
que la EPS, la empresa de medicina prepagada señala que no es evidente que el actor o
su familia carezcan de los medios económicos para cubrir los gastos del examen
solicitado y el tratamiento que se requiera.
2.2.3. En cuanto a que la acción de tutela es improcedente: para que proceda un amparo
constitucional contra un particular se deben cumplir tres requisitos que en este caso no se
configuran: i) el derecho presuntamente vulnerado no es fundamental; ii) la amenaza del
particular no está dentro de los preceptos señalados por el artículo 42 del Decreto 2591
de 1991 y no se comprueba la prevención de un perjuicio irremediable; y iii) que la
conducta desplegada por la empresa en el caso concreto fue legítima por lo que se
desvirtúa la procedencia de la tutela conforme a lo establecido por el artículo 45 del
Decreto 2591.
3. Hechos relevantes y medios de prueba
3.1. Datos del accionante (Santiago David Ramírez Peñalosa): 21 años de edad (copia
simple de la cédula de ciudadanía —fl. 13—); estudiante universitario (copia simple del
certificado de estudios expedido por la Universidad de Ibagué —fl. 7—).
3.2. El actor certifica que se encuentra afiliado ante las entidades accionadas (copia
simple del carné de afiliación del accionante a Cafesalud EPS y Cafesalud Medicina
Prepagada S.A. —fl. 8—).
3.3. Se certifica que existe una prescripción médica que ordena el examen reclamado por
el actor (copia simple de la orden de servicio para exámenes —fls. 9 y 10—).
3.4. Las entidades accionadas niegan el servicio requerido por el médico tratante del actor
(copia simple de los formatos de negación de servicios y/o medicamentes —fls. 11 y 12).
4. Decisiones de tutela objeto de revisión:
4.1. Fallo de primera instancia (juez noveno penal municipal de Ibagué):
3.1.1. Decisión: El 9 de mayo de 2007 el juez profirió el fallo de tutela negando por
improcedente la acción de tutela (fl. 77) contra Cafesalud Medicina Prepagada S.A.
3.1.2. Razón de la decisión: El juez constitucional consideró que la tutela era
improcedente por cuanto entiende que de las pruebas relacionadas en el expediente se
desprende que la empresa demandada no está obligada a ordenar el test de alergias y la
patología hiperactividad bronquial o asma ya que se encuentran dentro de las limitaciones
contractuales del contrato de medicina prepagada (fl. 71).
Sin embargo, el juez de tutela advierte en su fallo que la decisión que acogió no excluye la
posibilidad de que el accionante recurra ante la EPS para que su caso sea estudiado y
determine si se cumplen con los requisitos legales y constitucionales para el suministro
del procedimiento requerido por fuera del POS (fl. 71).
II. Consideraciones y fundamentos
La Corte Constitucional, a través de esta Sala de Revisión, es competente para revisar la
sentencia proferida dentro del proceso de tutela de la referencia, en desarrollo de las
facultades conferidas por la Constitución Política en los artículos 86 y 241 numeral 9°, en
concordancia con los artículos 33 al 36 del Decreto 2591 de 1991 y el auto del 7 de
septiembre de 2007 de la Sala de Selección de Tutela N° 9 de la Corte Constitucional.
5. Problema jurídico
Corresponde a la Corte determinar si las negativas ya referidas de Cafesalud EPS y de
Cafesalud Medicina Prepagada, constituyen vulneración de los derechos fundamentales,
particularmente del derecho a la salud en conexidad con la vida del accionante, cuando
para tales entidades el tratamiento requerido está fuera del POS o constituye una
preexistencia, respectivamente.
Esta Sala abocará los siguientes asuntos: i) procedencia excepcional de la acción de
tutela respecto de controversias surgidas por la cobertura del plan obligatorio de salud; ii)
procedencia excepcional de la acción de tutela respecto a controversias contractuales que
se derivan de los contratos de medicina prepagada; iii) las preexistencias médicas en el
Sistema General de Seguridad Social en Salud; y iv) el análisis del caso concreto.
5.1. Procedencia excepcional de la acción de tutela respecto de controversias
surgidas por la cobertura del plan obligatorio de salud
La acción de tutela procede como mecanismo para proteger el derecho a la salud ante la
afectación conexa del derecho a la vida, el derecho a la integridad personal o el derecho a
la dignidad humana de quien solicita el amparo(3).
Al negarse a una persona un tratamiento o medicamento excluido del POS, la Corte ha
considerado que la acción de tutela solo podrá proceder de reunirse las siguientes
condiciones: i) que la falta de medicamento, implemento o tratamiento excluido por la
reglamentación legal o administrativa, amenace los derechos fundamentales a la vida, a la
integridad o a la dignidad del interesado; ii) que no exista un medicamento o tratamiento
sustituto o que, existiendo este, no obtenga el mismo nivel de efectividad para proteger
los derechos fundamentales comprometidos; iii) que el paciente se encuentre en
incapacidad real de sufragar el costo del medicamento o tratamiento requerido; iv) que el
paciente se encuentre imposibilitado para acceder al tratamiento, implemento o
medicamento a través de cualquier otro sistema o plan de salud; y v)que el medicamento
o tratamiento hubiere sido prescrito por un médico adscrito a la empresa promotora de
salud a la cual se halle afiliado el demandante(4).
A juicio de esta Sala, el accionante no certifica una incapacidad económica manifiesta que
le impida asumir los costos del examen requerido o de los medicamentos que del
diagnóstico se llegaran a prescribir. De la comparación entre el ingreso base de
cotización, el costo del examen y del posible tratamiento posterior se concluye que no
existe una imposibilidad por parte del accionante para asumir dicho costo o que al hacerlo
se afecte de manera irremediable algún derecho fundamental. Por lo tanto, esta Sala
considera que esta acción de tutela es improcedente ante la EPS, en la medida en que si
bien el test de alergias respiratorias es necesario para la determinación de su patología, el
actor cuenta con los recursos económicos para cubrir los costos correspondientes de un
examen que se encuentra claramente fuera del POS. Por las mismas razones, la petición
de eximir al accionante del pago de copagos tampoco es procedente.
5.2. Procedencia excepcional de la acción de tutela respecto a controversias
contractuales que se derivan de los contratos de medicina prepagada
La Constitución Política ha señalado que la tutela procede excepcionalmente contra
particulares en los siguientes casos: i) contra acciones u omisiones de particulares que
cumplen funciones públicas o presten un servicio público; ii) contra particulares cuyas
acciones u omisiones afecten grave y directamente el interés colectivo; y iii) contra
particulares respecto de los cuales el solicitante se halle en estado de subordinación o
indefensión (C.P., art. 86). En cuanto al caso de particulares prestando un servicio
público, la Corte ha sido bastante clara en señalar que:
“La prestación del servicio público se califica materialmente en relación con la
responsabilidad confiada al particular. Según el artículo 265 de la Constitución, los
servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado, están sometidos
al régimen jurídico que fije la ley y podrán ser prestados por el Estado, directa o
indirectamente, por comunidades organizadas, o por particulares. Cuando los entes
particulares asumen el encargo, lo hacen dentro del marco jurídico trazado por la
Constitución y por la ley y, aunque conservan su naturaleza privada, son
responsables, como lo serían las entidades del Estado, en lo que concierne a la
prestación del servicio. De allí su equiparación, en términos de derechos
fundamentales, a la autoridad pública”(5).
En el caso de las empresas de medicina prepagada, la Corte ha reconocido que ellas se
encuentran cobijadas por dos principios fundamentales: i) el ejercicio del derecho a la
libertad económica y la iniciativa privada dentro de los limites legales y constitucionales; y
ii) la prestación del servicio público de salud(6), condición de la que se deriva la facultad
de inspección, vigilancia y control sobre estas entidades, a cargo del Estado. No obstante
tener por objeto prestaciones correspondientes al servicio público de salud, la
jurisprudencia ha reconocido que los contratos de estas personas jurídicas de carácter
particular se rigen por las normas del derecho privado(7). Sin embargo, la Corte ha
establecido que estos contratos pueden ser objeto de acciones de tutela cuando de la
ejecución del mismo se genere una violación a un derecho fundamental(8).
5.3. Las preexistencias médicas en el Sistema General de Seguridad Social en Salud
Los contratos de medicina prepagada parten del principio de que las compañías
prestadoras del servicio atenderán los riegos inherentes a la salud de los beneficiarios, a
partir de la celebración del acuerdo. De tal cobertura se hallan excluidas las
preexistencias, definidas como aquellas enfermedades o afecciones ya padecidas por el
beneficiario, al momento de la suscripción del contrato.
Por razones de seguridad jurídica, las partes contratantes deben tener certeza sobre el
alcance de la protección derivada del contrato y de los servicios médico-asistencial y
quirúrgicos a los que se obliga la entidad de medicina prepagada con los usuarios(9). En
tal sentido, la Corte ha señalado que:
“Previamente a la celebración de un contrato de medicina prepagada, la compañía
contratante, que cuenta con el personal y los equipos necesarios, tiene la
obligación de practicar a los futuros usuarios los exámenes correspondientes, para
determinar con claridad las enfermedades o dolencias de estos, que por ser
preexistentes serían excluidas del contrato. Tales excepciones de cobertura no
pueden estar señaladas en forma genérica, como excluir “todas las enfermedades
congénitas o todas las preexistencias”, pues la compañía de medicina prepagada
tiene la obligación de determinar, por medio del examen previo a la suscripción del
contrato, “cuáles enfermedades congénitas y cuáles preexistencias no serán
atendidas en relación con cada usuario”(10) (subrayado fuera del texto).
Así, son las enfermedades clara y expresamente señaladas como preexistentes en el
contrato suscrito entre la empresa y el usuario, con base en un examen previo, las que
pueden ser excluidas de los servicios contratados de medicina prepagada. También son
excluibles, aquellas enfermedades preexistentes no incluidas expresamente como tales
en el respectivo contrato, por circunstancias atribuibles a la mala fe del usuario.
6. Análisis del caso concreto
6.1. Conforme a la jurisprudencia constitucional(11), no es posible que en el curso del
contrato la compañía modifique en contra del usuario los términos contractuales
acordados, con base en dictámenes posteriores, deduciendo unilateralmente que una
enfermedad o dolencia detectada durante la ejecución del convenio se gestó, maduró o
desarrolló antes de su celebración, para decidir que, pese a no haber sido enunciada
como preexistencia, está excluida del mismo.
6.2. En la información allegada al expediente no aparece que Cafesalud Medicina
Prepagada S.A., practicara al usuario el examen médico previo a la suscripción del
contrato, con el fin de definir el estado de salud del señor Santiago Ramírez Cadavid y
determinar la eventual exclusión de la enfermedad cuyo amparo invoca el actor. Tampoco
existe prueba, así fuere sumaria, demostrativa de que el actor conocía de tal patología al
momento de celebrar el contrato —caso en el cual tendría que haberlo manifestado—,
pues la afección en cuestión solo fue confirmada tras un examen medico realizado el 16
de febrero de 2007. En suma, dado que la mala fe debe ser probada —situación que no
se presenta en el caso— la Corte encuentra no acreditadas las condiciones para la
validez de la exclusión de una enfermedad preexistente.
6.3. Esta Sala llama la atención sobre la ilegitimidad de incluir cláusulas genéricas de
limitación de cobertura en el contrato de medicina prepagada, como la prevista en el
contrato examinado (la cláusula décima, numeral catorce) que excluye de manera general
e indeterminada todas las enfermedades preexistentes al momento de celebrarlo. La
prohibición señalada por la Corte en ese sentido busca proteger al usuario, quien se
encuentra en una situación de asimetría frente a la compañía prestadora del servicio en
cuestión, la cual debe contar con los recursos técnicos suficientes para señalar
taxativamente las restricciones a la cobertura(12).
6.4. Sentado lo anterior, no obstante, en el caso concreto, la discusión contractual entre
las partes puede ser resuelta por la vía ordinaria, ya que todos los tratamientos médicos
diferentes del test de alergias respiratorias están siendo ofrecidos por la EPS y el actor
cuenta con la capacidad de pago frente al examen objeto de la discordia. Así, con
fundamento en el Decreto 2591 de 1991, artículo 8° “cuando el afectado disponga de otro
medio de defensa judicial, la acción de tutela procederá cuando se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable”. Frente al concepto de
perjuicio irremediable la Corte Constitucional ha afirmado que:
“Únicamente se considerara que un perjuicio es irremediable cuando, de
conformidad con las circunstancias del caso particular, sea (a) cierto e inminente —
esto es, que no se deba a meras conjeturas o especulaciones, sino a una
apreciación razonable de hechos ciertos—, (b) grave, desde el punto de vista del
bien o interés jurídico que lesionaría, y de la importancia de dicho bien o interés
para el afectado, y (c) de urgente atención, en el sentido de que sea necesaria e
inaplazable su prevención o mitigación para evitar que se consume un daño
antijurídico en forma irreparable”(13).
A juicio de esta Corte en el presente caso no se configuran la totalidad de los elementos
necesarios para la procedibilidad de la acción de tutela, ya que si bien la actitud de la
empresa de medicina prepagada es reprochable, esta no puede ser resuelta por el juez
constitucional pues la comprobada capacidad de pago del accionante y la protección
general de su salud a través de la EPS, no ofrecen un peligro inminente a su vida que
comprometa al actor en una situación realmente gravosa o de inmediata vulneración. Por
lo tanto, el denunciante puede acudir a los mecanismos de defensa ordinarios para
resolver la controversia contractual que sostiene con Cafesalud Medicina Prepagada S.A.
6.5. La probada capacidad de pago del actor, constatada a partir del cotejo entre el
ingreso base de cotización de $ 5.573.000 a la EPS y el valor probable de los servicios
solicitados (el examen de diagnóstico tiene un valor de $ 250.000 según lo afirma
Cafesalud EPS en su contestación —fl. 21—) no solo lleva a esta Sala a considerar la
improcedencia de la tutela frente a la EPS, sino que evidencian que no hay amenaza
alguna de un perjuicio irremediable lo que también la hace inviable ante Cafesalud
Medicina Prepagada S.A., pues el actor puede asumir el costo del diagnóstico requerido
para su tratamiento, mientras acude a los mecanismos de defensa judicial ordinarios.
Tampoco se puede verificar un perjuicio al derecho fundamental a la vida, toda vez que el
actor ha venido recibiendo por parte de de la EPS y de la empresa de medicina
prepagada, el resto del tratamiento indicado para su patología(14).
6.6. Esta Sala aclara en todo caso que si la actitud de la empresa de excluir la
hiperreactividad bronquial de la protección ofrecida por el contrato de servicios de
medicina prepagada, generara un perjuicio grave e inminente al derecho fundamental a la
vida dentro de los términos definidos por esta Corte, el actor puede acudir nuevamente al
amparo de tutela en búsqueda de la protección de su derecho fundamental.
En consecuencia la Sala considera que el actor puede acudir a los medios de defensa
ordinarios para dirimir el conflicto contractual relacionado con las preexistencias en su
contrato de medicina prepagada, y que ante su capacidad de pago, la tutela es
improcedente frente a las empresas accionadas.
III. Decisión
En mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
1. CONFIRMAR por las razones expuestas en la presente sentencia, la providencia
proferida por el Juzgado 9° Penal Municipal de Ibag ué, el cual había negado por
improcedente la acción de tutela instaurada en contra de Cafesalud EPS y Cafesalud
Medicina Prepagada S.A., por el señor Santiago David Ramírez Peñalosa.
2. Por secretaría general, líbrese la comunicación a que se refiere el artículo 36 del
decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
El magistrado ponente,
Mauricio González Cuervo
Los magistrados,
Nilson Pinilla Pinilla
Marco Gerardo Monroy Cabra
La secretaria general,
Martha V. Sáchica Méndez
(1) Acción de tutela de fecha 20 de abril de 2007 (fl. 17).
(2) Formato de negación de servicio de salud y/o medicamentos de Cafesalud Medicina
Prepagada del 6 de marzo de 2007 (fl. 12).
(3) Ver sentencias: T-753/01, M.P. Rodrigo Escobar Gil; T-632/02, M.P. Jaime Córdoba
Triviño; T-492/04, M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
(4) Ver sentencias: T-283/98, M.P. Fabio Morón Díaz; T-784/01, M.P. Alfredo Beltrán
Sierra; T-015/02, M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
(5) Sentencia T-530/93, M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
(6) Sentencia C-274/96, M.P. Jorge Arango Mejía.
(7) Frente al particular la Corte ha dicho que “los contratos de medicina prepagada se
rigen por las normas de derecho privado, especialmente aquellas que obligan a las partes
ligadas por el contrato, a ejecutarlo atendiendo los postulados de la buena fe. En este
sentido, cada contratante debe cumplir con todo lo dispuesto en las cláusulas y no puede
ser obligado por el otro a hacer lo que en ellas no está expresamente dispuesto” (Sent. T875/06, M.P. Nilson Pinilla Pinilla).
(8) Ver sentencias: T-533/96, M.P. José Gregorio Hernández Galindo; T-875/06, M.P.
Nilson Pinilla Pinilla.
(9) Sentencia T-533/96, M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
(10) Sentencia T-875/06, M.P. Nilson Pinilla Pinilla.
(11) Ver sentencias: T-549/03, M.P. Álvaro Tafur Galvis; SU-1554/00, M.P. Cristina Pardo
Schlesinger; SU-039/98, M.P. Hernando Herrera Vergara; T-533/96, M.P. José Gregorio
Hernández Galindo.
(12) Sobre este punto, esta corporación ha establecido que las condiciones de expresión
y taxatividad de aquellos padecimientos no cubiertos por el objeto contractual, suponen un
impedimento para que sean pactados en forma genérica, es decir, sin atender a las
condiciones particulares del usuario dispuesto a contratar con la compañía de medicina
prepagada, entre otras razones porque con dicha exigencia no se le está obligando a la
entidad a algo imposible, pues cuenta con el personal y los equipos necesarios para
establecer con exactitud, antes de celebrar la convención, las dolencias físicas del usuario
que no asumirá. Luego, estas excepciones a la cobertura deben derivarse de un examen
médico previo a la celebración del contrato, el cual debe ser practicado al usuario por la
compañía de medicina prepagada que, en todo caso, puede ser objetado por él con
exámenes sustentados, practicados por profesionales de la medicina extraños a la
compañía, en caso de duda o desacuerdo (Sent. T-689/99, M.P. Carlos Gaviria Díaz).
(13) Sentencia T-719/03, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
(14) El actor, en su acción de tutela, manifiesta que “por el mecanismo de simultaneidad,
me fueron entregadas las autorizaciones EPS (sic) correspondientes a la realización de
los exámenes de ESPIROMETRÍA SIMPLE CON BRONCODILATADOR; CURVA DE
FLUJO Y VOLUMEN PRE Y POS BRONCODILATADOR; y TEST DE EJERCICIO
PULMONAR” (fls. 2-3).
EXPEDIENTE 05001-3103-013-2001-00171-01 DE 2008
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
MAGISTRADA PONENTE: RUTH MARINA DÍAZ RUEDA.
BOGOTÁ, D.C., VEINTICINCO (25) DE ENERO DE DOS MIL OCHO (2008).
Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por la parte demandada frente a la
sentencia de 6 de septiembre de 2006, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Medellín, dentro del proceso ordinario seguido por Óscar Hernán
Duarte Loaiza contra la Sociedad Aseguradora Colseguros S.A.
I. El litigio
1. Pide el actor que se condene a la compañía demandada a pagarle la suma de ciento
sesenta millones quinientos cincuenta mil pesos ($ 160.550.000), más los intereses
legales equivalentes a los perjuicios por el incumplimiento del contrato de seguro
celebrado entre ellos.
2. La causa petendi admite el siguiente compendio:
a) Entre la aseguradora Colseguros S.A. y Hernán Duarte Loaiza se celebró un contrato
de seguro obrante en la póliza Pyme 142979 de 25 de abril de 2000 con el objeto de
amparar el siniestro de hurto de los bienes relacionados y debidamente individualizados,
ubicados en la calle 50 A N° 91-33 de la ciudad de Medellín, con vigencia desde la fecha
en que aquella se constituyó, hasta el 25 del mismo mes de 2001;
b) La accionada le exigió al tomador un local debidamente adecuado con vigilancia
permanente las veinticuatro horas del día, lo que cumplió estrictamente, así como también
lo hizo con el suministro de las facturas de los equipos objeto del seguro, las que fueron
aceptadas según comunicación de Colseguros de 28 de abril de 2000;
c) El 4 de julio del citado año, en horas de la noche, se produjo el hurto de los muebles
que se describen por sus características y cuantía, los que se encontraban en las
instalaciones del centro médico de urgencias y laboratorio clínico San Nicolás, situado en
la referida dirección, lo que constituye el siniestro asegurado en $ 160.550.000, hechos
que fueron denunciados ante la Fiscalía al día siguiente;
d) Prestamente, Óscar Hernán Duarte Loaiza le formuló a la aseguradora Colseguros S.A.
la correspondiente reclamación, la que previamente le exigió el cumplimiento de varios
requisitos, entre ellos anexar las facturas históricas de compra, los que fueron satisfechos;
posteriormente, dicha compañía impugnó el pago aduciendo falta de consistencia en las
mismas, y
e) La contradictora está incumpliendo el contrato de seguro a pesar de que el
demandante sí ha colmado todas las exigencias impuestas por ella, “como quiera que,
para la aceptación y el cobro de la contraprestación de $ 2.925.890, encuentra que las
facturas son totalmente ajustadas a la ley, pero ahora para el pago del siniestro en la
suma de $ 160.550.000, ellas (facturas) presentan inconsistencias”, además, se ha
negado a llegar a un acuerdo amigable con él.
3. Notificado el libelo genitor a la demandada, esta se opuso a la prosperidad de las
pretensiones; formuló las defensas que denominó “mala fe en la etapa precontractual”;
“mala fe en la reclamación”; “falta de interés asegurable”; “falsedad documentaria”;
“enriquecimiento sin causa”, e “inexistencia de la obligación de indemnizar”.
4. Tramitado el proceso, se dictó sentencia de primera instancia mediante la cual se
declaró probada la excepción de “falta de interés asegurable” y, en consecuencia, se
absolvió a la compañía aseguradora Colseguros S.A., decisión que apelada, fue revocada
por el tribunal para en su lugar condenar a esta a pagarle al actor la suma de ciento
catorce millones de pesos ($ 114.000.000) con intereses a partir del 13 de agosto de 2000
y hasta cuando se efectúe el mismo, a la tasa certificada mes por mes por la
Superintendencia Bancaria.
II. Fundamentos del fallo impugnado
Admiten la siguiente síntesis:
1. Las partes celebraron el contrato de seguro en el que la demandada se obligaba a
pagar el siniestro asegurado consistente en el hurto simple y calificado, de los bienes
enlistados en la demanda, protección que se extendía, de acuerdo a la póliza 142979
entre el 25 de abril de 2000 y el mismo día y mes de 2001, los que fueron inspeccionados
por Jaime Ruiz Ruiz para relacionarlos en la solicitud, tal como lo expresa este al
momento de rendir declaración, “y porque la agencia de seguros para la que laboraba
estaba autorizada por la demandada para el efecto”.
2. En el aludido documento la aseguradora no explicitó si Duarte Loaiza era titular del
derecho de dominio de los objetos asegurados, ni tampoco qué interés jurídico tenía en
relación con ellos, sino que simplemente lo aceptó como tomador asegurado, lo que
“significa, entonces, que este celebró el contrato de seguro porque tenía interés de
conservación de las cosas, lo que hace referencia a un interés económico respecto a las
mismas, y para evitar su perecimiento aseguró como riesgo el potencial siniestro de
pérdida por hurto simple o agravado; lo que constituye el interés asegurable (C. Co., art.
1083)”.
3. El 5 de julio de 2000 ocurrió el siniestro amparado, al ser hurtados del lugar indicado
para su permanencia, los bienes que se individualizaron en la denuncia formulada ante la
Fiscalía, surgiendo para la compañía de seguros el deber de pagar la compensación, tras
de cumplirse la condición suspensiva por parte del asegurado de darle aviso del infausto
hecho dentro de los tres días siguientes, información que se registró el 6 de julio de 2000,
por lo que la obligación se hizo exigible al vencerse el plazo de un mes contado a partir de
la fecha en que acreditó su derecho a reclamar (arts. 1077 y 1080 ibíd.).
4. La legitimación para instar al pago de la reclamación por la ocurrencia del siniestro
(hurto) se refiere a un interés no jurídico sino económico vinculado a las cosas amparadas
por lo que “no tenía la aseguradora por qué exigir al asegurado la presentación de
facturas de compraventa para probar su calidad de propietario de los bienes
desaparecidos debido a la apropiación ilícita por terceros, pues en dicho carácter no actuó
el asegurado al celebrar el contrato de seguro, y luego de celebrado el mismo la
aseguradora carecía de facultad para fijar motu proprio un interés jurídico específico;
tampoco tenía por qué endilgarle mala fe en la comprobación de su carácter de
propietario, debido al acercamiento de unas facturas que fueron expedidas en formato
que no corresponde al verdadero titular de las mismas, y para hacerle perder su derecho
al pago del siniestro, pues como se dijo y se repite, el interés asegurable del asegurado
no guarda relación con un interés jurídico sino económico”.
5. El incumplimiento de la aquí demandada al no pagar dentro del mes siguiente a la
reclamación que se consumó el 12 de julio de 2000, pese a que el beneficiario le presentó
todo lo exigido por ella, simboliza “hecho ilícito y vulneración al vínculo jurídico creado por
contrato y obligación (C.C., arts. 1602, 1495); incumplimiento que hace presumir la culpa
de la aseguradora (art. 1604 inc. 3° lb.), destruib le con la prueba del caso fortuito (L.
95/1890, art. 1°), respecto a lo que la parte deman dada no asumió la carga de la prueba;
así se configuró su culpa en la modalidad de leve y porque el contrato es benéfico a
ambas partes (C.C., arts. 1604 inc. 1°, 63)”, lo qu e habilita al demandante para reclamar
el cumplimiento coactivo y obtener el pago del valor asegurado de los bienes sustraídos y
la indemnización de perjuicios moratorios.
III. La demanda de casación
Cinco cargos se formulan contra la sentencia, todos con fundamento en la causal primera,
los que serán despachados de la siguiente manera: el primero unido al segundo; el
tercero al cuarto, y finalmente, el quinto, en forma separada.
Cargo primero
Se combate el fallo por violar, en forma indirecta, los artículos 1079, 1080 y, 1083 del
Código de Comercio, debido a su aplicación indebida; el inciso 2° del 1078, y el 1086
ibídem, por falta de aplicación, a causa de errores de hecho en la apreciación de las
pruebas.
La sustentación del ataque se sintetiza como sigue:
1. El tribunal apoyó su decisión en que la aseguradora al momento de celebrar el
convenio de seguro no consignó en la póliza si Hernán Duarte Loaiza era el titular del
derecho subjetivo de propiedad sobre los objetos garantizados, ni tampoco qué interés
jurídico le asistía sobre los mismos, sino que simplemente lo adepto como tomador
asegurado, significando ello que el convenio se hizo porque este tenía “un interés de
conservación efe /as cosas lo que hace referencia a un interés económico, no jurídico”, y
para evitar su perecimiento aseguró como riesgo el potencial siniestro de pérdida por
hurto simple o agravado, lo que según el artículo 1083 del Código de Comercio constituye
el interés asegurable; por lo que no se podía exigir al demandante las facturas de
compraventa que acreditaran su calidad de propietario de los bienes desaparecidos,
puesto que en dicho carácter no actuó, ni podía luego de su perfeccionamiento la
aseguradora fijar motu proprio un interés jurídico específico; además no debía
endilgársele mala fe en la comprobación de aquél carácter, por aportar documentos
expedidos en formatos que no corresponden al verdadero titular de ellos y así, hacerle
perder su derecho al pago del siniestro.
2. El sentenciador valoró en forma errónea el contrato de seguro pues de haberlo
apreciado correctamente, habría inferido:
a) Que en las condiciones particulares señaladas en la carátula del contrato, se remite
expresamente, en relación con los ‘bienes objeto del seguro’, a las circunstancias
particulares del documento adjunto, de la que hacen parte las exigencias generales de la
póliza Pyme (fls. 61 y 64 del cdno. 4), observándose que con arreglo a la cláusula cuarta
referida a los amparos, se estipula cómo la compañía “indemnizará al asegurado por las
pérdidas o daños directos físicos o materiales que en forma súbita e imprevista presenten
los bienes asegurados de su propiedad, en adelante llamado daño, respecto del cual se
haya señalado en la carátula de la misma un valor asegurado y el predio en que se
encuentran, como consecuencia de la realización de los riesgos cubiertos en las
secciones contratadas”;
b) Que en armonía con el anexo distinguido como sección c: hurto calificado (fls. 77 a 84,
cdno. 4) y especialmente, con arreglo al numeral 3°: “bienes que se aseguran solamente
cuando están expresamente consignados en la póliza, de ese anexo”, se colige que el
asegurador podía amparar igualmente aquellos que no fueran de su propiedad, pero a
condición, de que esa diferente calidad quede consignada expresamente en la portada del
contrato junto con la relación de los mismos. Por lo tanto, si en el mencionado documento
no se dice otra cosa debe presumirse que el seguro se pactó en calidad de propietario.
Si el ad quem hubiera valorado bien y en su integridad el citado convenio habría
encontrado que a pesar de que el asegurado, podía tener otro “interés asegurable”, el
único que quedó involucrado en él fue el de propietario de los bienes consignados en la
portada, puesto que en ella no aparece declaración suya en el sentido de haber actuado
en otra condición. Dicho de otra manera, si bien es factible que se pudiera convenir a
título distinto al de dueño, ello solo sería posible en la medida en que tal cosa se hubiera
declarado expresamente, pero es claro que así no sucedió, porque el amparo no se dio en
forma genérica como lo señala el fallo.
3. El sentenciador dejó de apreciar las pruebas que pasan a relacionarse:
a) Ignoró que en el hecho noveno de la demanda el actor hizo manifestación expresa de
la denuncia incoada ante la Fiscalía General de la Nación por su propietario Hernán
Duarte Loaiza el 5 de julio de 2000, entonces, si esa era la relación que él tenía con los
bienes asegurados, hay que admitir que celebró contrato de seguro en tal calidad, artículo
194 del Código de Procedimiento Civil, esto es, que su “interés asegurable” era como
dueño de los mismos;
b) Desconoció que en el hecho once del libelo introductor se precisó que Colseguros,
previamente al reconocimiento de la indemnización le exigió al reclamante el
cumplimiento de varios requisitos entre los cuales refirió la factura histórica de compra, lo
que denota que el seguro lo tomó en dicha condición, ya que de no ser así, tal
requerimiento no sería lógico, como lo admite el propio accionante, por lo que en el fondo
hay una confesión tácita de que éste contrató como titular del dominio de los objetos
protegidos, según el artículo 194 ibídem;
c) No vio que entre las pruebas documentales anexadas a la demanda, figuran copias de
seis facturas de los elementos hurtados de donde se infiere que las mercaderías
amparadas las compró el beneficiario al vendedor Diego Duque, siendo aquella la calidad
en que concertó el seguro;
d) No tuvo en cuenta que al formular la demandada la defensa de ‘falta de interés
asegurable’, cimentada en que las mercancías no eran de su propiedad, el actor, a pesar
de haber recibido traslado, guardó silencio absoluto, por lo que es pertinente deducir que
este concertó en condición de dueño;
e) Omitió estimar que en la audiencia del artículo 101 del Código de Procedimiento Civil,
fracasada la conciliación, y particularmente en la etapa de fijación de hechos y
pretensiones, ambas partes se ratificaron en sus intervenciones, “quedando incluido el
texto de la excepción inmediatamente citada, la que se fundamentó en que el actor fungió
como propietario de las mercancías que fueron hurtadas, motivo por el que también debe
aceptarse que la convención la suscribió bajo esa misma modalidad”;
f) No advirtió que cuando formuló ante Fiscalía la denuncia penal por la pérdida de los
bienes, indicó que estos se encontraban “a nombre mío”, por lo que si las cosas
aseguradas eran del tomador “fue en esta calidad que éste contrató el amparo de los
mismos”, y
g) No observó que el demandante, por conducto de su apoderado al sustentar el recurso
de apelación interpuesto contra el fallo de primera instancia que le fue adverso, refirió que
fue víctima de un hurto “sobre sus bienes” (fls. 162 a 164), agregando que llenó en forma
rigurosa las exigencias que le hizo la compañía, demostrando con ello que eran de su
propiedad.
4. No puede sostenerse, entonces, como lo hizo el juzgador, que en la póliza no se
hubiera manifestado la relación jurídica que tenía el tomador respecto de las mercancías
cobijadas por el seguro y que, por lo tanto, tenía un simple interés genérico de
conservación sobre los citados elementos, puesto que al tener en cuenta las pruebas
reseñadas no queda ninguna duda de que este los aseguró en calidad de propietario por
lo que habría concluido que, a) la condición de ser dueño sí era obligatorio establecerla al
momento de reclamar la indemnización, ya que producido el siniestro, esto es, el hurto de
las cosas, resultaba necesario determinar el daño patrimonial como consecuencia de su
calidad de tal; b) la aseguradora sí estaba en su derecho de exigirle la presentación de las
facturas de compra de esos elementos, y c) no es verdad que la demandada haya fijado
por impulso propio después de celebrado el contrato “un interés jurídico específico”, ya
que este se acordó de antemano por los contratantes.
5. La errada conclusión probatoria del tribunal de que el actor solamente tenía un “interés
asegurable” de preservación de los bienes amparados, “hizo actuar indebidamente en el
litigio el artículo 1083 ibídem, al considerar perseverante el referido contrato de seguro;
también por esa vía aplicó indebidamente el artículo 1072 como si se hubiera demostrado
que el hurto fue de bienes de propiedad del actor; ocurriendo similar escenario con los
artículos 1079 y 1080 del mentado Código de Comercio al tener por estructurada la
responsabilidad indemnizatoria de la aseguradora”.
6. Si el fallador no hubiera incurrido en este descuido, al analizar las pruebas se habría
percatado que no estaba presente el medio de convicción que demostraba que el
demandante era el propietario de los bienes asegurados al momento de celebrar el
convenio y, en consecuencia, tenía que concluir que, faltaba el interés asegurable, lo que
obligadamente le imponía la aplicación del artículo 1086 para declarar la cesación o
extinción del seguro y, “en defecto de lo anterior, como la documentación allegada por el
asegurado para demostrar la propiedad resultó falsa según lo admitió el juzgador hubo
mala fe del afianzado al formular el reclamo, porque presentó seis facturas carentes de
esa atribución legal, como se desprende de la abundante prueba que obra en el proceso,
lo cual ameritaba que el tribunal hubiera aplicado el inciso 2° del artículo 1078”.
7. Este error de naturaleza fáctica fue determinante para que el ad quem revocara la
providencia absolutoria de primer grado y condenara a la demandada, bajo el supuesto
equivocado de que sí existió “interés asegurable” a pagar la indemnización requerida, por
lo que debe casarse el fallo y, situada la Corte en sede de instancia, confirmar aquella.
8. Finalmente, indicó, que si bien es innegable, cual lo asevera el tribunal, que el testigo
Jaime Ruiz Ruiz inspeccionó los bienes asegurados para relacionarlos en la solicitud de
celebración de contrato, “lo cierto e indiscutible es que en la declaración de parte rendida
por el asegurado demandante, este confesó que las falsificadas facturas de compra
acompañadas por él a la reclamación de la indemnización, solo fueron conocidas por la
aseguradora en esa oportunidad, vale decir, que no corresponden a la realidad las
afirmaciones que, en sentido contrario, se hicieron en los hechos de la demanda”; y de
otro lado Diego Duque Londoño, supuesto vendedor, afirmó que no conocía al
demandante, no vendió esos equipos, y el formato de las facturas no es el de su empresa.
Cargo segundo
Se censura la sentencia de transgredir, en forma directa, por interpretación errónea, el
artículo 1083 del Código de Comercio, e igualmente los artículos 1045, 1072, 1079, 1080
ibídem y 1062 del Código Civil, por indebida aplicación.
En desarrollo del cargo expone lo que seguidamente se esquematiza:
1. Repite lo indicado en el anterior embate sobre que el sentenciador apuntaló la
revocatoria del fallo estudiado en alzada, en que en la póliza no se explícito si el tomador
era el titular del derecho subjetivo de dominio sobre los objetos asegurados ni tampoco
qué interés jurídico le asistía sobre los mismos, ya que simplemente lo aceptó como
asegurado, significando ello que el convenio se hizo por el beneficio económico que le
reportaba su conservación, y para evitar su perecimiento los amparó contra el siniestro de
hurto simple o agravado, lo que constituye el “interés asegurable”.
2. Así mismo que, sin embargo, no tuvo en cuenta que a voces del artículo 1083 del
Código de Comercio, este último lo tiene toda persona cuyo patrimonio pueda resultar
afectado, directa o indirectamente, por la realización de un riesgo y, que la ausencia del
mismo, por ser elemento esencial del contrato de seguro como lo manda el artículo 1045,
produce su ineficacia.
3. “El interés asegurable” tiene que estar expresamente determinado por las partes en el
momento de la celebración de la convención, así como la relación económica que hay
entre el beneficiario de la póliza y los bienes objeto de protección, ya que con respaldo en
dicha estipulación se fija “tanto el tipo de seguro, que por ejemplo, será real, si el interés
asegurable es el del propietario de la cosa afianzada, o patrimonial, si el interés
asegurado es el del titular del patrimonio, como los riesgos que correrán fuego a cargo de
la aseguradora. Dicho de otra manera, aun cuando es verdad que el interés es un
concepto económico y no jurídico, sí es indispensable que como el interés jurídico
asegurable constituye el contenido económico de un hecho subjetivo destinado a su
protección, este tiene que quedar plenamente establecido (de propietario, usufructuario,
acreedor hipotecario, poseedor, etc.)”. Obligación que se desprende de los numerales 4° y
5° del artículo 1047 del código en cita.
4. Tampoco es válido aducir que la “calidad” en que actúa el tomador se refiere a la
necesidad de establecer si este lo contrató para sí o, por el contrario, lo hizo por cuenta
de un tercero, pues, como lo indica el artículo 1040 del Código de Comercio, el seguro
corresponde al que lo ha concertado cuando en la póliza no se consigne que es por
cuenta de otra persona.
5. Insiste en que el juzgador quebrantó el artículo 1083 ibídem al deducir de ella que es
suficiente la existencia de un “interés genérico” de conservación de los bienes asegurados
para cumplir con el requisito contractual esencial de “interés asegurable”, cuando bien
entendido dicho precepto, “es preciso advertir en él la exigencia de ‘un interés asegurable’
específico, que solo se da cuando se conoce la calidad de qué (sic) se tiene ese interés
de conservación. No de otra manera se puede entender que el artículo 1083 del Código
de Comercio reclame como interés asegurable una afectación patrimonial directa o
indirecta”. De donde se deduce que para que pueda existir interés asegurable es
indispensable que se establezca la relación económica que vincula al patrimonio del
asegurado con los bienes que se amparan o aseguran.
Consideraciones de la Corte
1. En los dos cargos anteriores, el casacionista le enrostra al tribunal yerros de idéntica
laya que se pueden compendiar así:
a) Erró cuando interpretó que como en la póliza no se explícito si Hernán Duarte Loaiza
era el titular del derecho subjetivo de propiedad sobre los bienes asegurados, ni se indicó
qué interés jurídico le asistía sobre los mismos, sino que simplemente lo aceptó como
asegurado, el contrato se realizó porque este tenía “un interés económico y no jurídico en
la conservación de aquellos”, por lo que infirió que el amparo se dio en forma genérica, lo
que va en contravía de lo que predican la jurisprudencia y la doctrina en el sentido de que
el “interés asegurable” tiene que estar determinado en forma específica por las partes en
el momento de la celebración de la convención, ya que con respaldo en dicha estipulación
se fija tanto el tipo de convención, como los riesgos que correrán luego a cargo de la
aseguradora, y
b) De las pruebas obrantes en el expediente, tales como los hechos 9° y 11 de la
demanda introductoria, así como las copias de seis facturas de los elementos sustraídos y
la denuncia penal formulada por el hurto de los mismos en la cual manifestó el tomador
que eran de su propiedad, se infiere que este aseguró los bienes en calidad de dueño,
siendo por ende imperativo establecer esa condición al momento de la presentación del
reclamo, ya que producido el siniestro era preciso determinar el daño patrimonial en
cabeza del beneficiario, por lo que la compañía sí estaba en su derecho de exigirle la
presentación de las facturas de compra de esos objetos que solamente allegó el actor al
efectuar la reclamación, y por ende hasta ese instante fueron conocidas por la
demandada.
2. En la especie de este proceso, el sentenciador dedujo la existencia del “interés
asegurable” del actor en la modalidad de “interés de conservación de las cosas” y no en el
de su condición de propietario, por no haberse explicitado esta calidad en la etapa
precontractual por la compañía de seguros, lo que indica que ha de tenerse como
genérico. A la accionada le surgió el deber de pagar el siniestro, por haber cumplido el
otro contratante con la carga de informar la pérdida dentro de los tres días siguientes a
que se perpetró el hurto, haciéndose exigible su obligación un mes después de que
acreditó su derecho.
Para dilucidar el tema es necesario acotar en primer término que de acuerdo con lo
dispuesto por los artículos 1045 y 1083 del Código de Comercio, el “interés asegurable”
constituye uno de los elementos esenciales del contrato de seguro, y, particularmente en
la especie de este asunto, lo tiene “toda persona cuyo patrimonio pueda resultar afectado,
directa o indirectamente, por la realización de un riesgo”. En el seguro de daños lo ostenta
quien esté interesado en que no se produzca el siniestro, por encontrarse en alguna
correspondencia económica con la cosa asegurada. Para Ehrenberg: “Es la relación en
virtud de la cual una persona sufre, a causa de un evento determinado, un daño
patrimonial”.
Por tanto, ha de señalarse que esta especie de beneficio estriba en la relación de carácter
pecuniario que en forma lícita da a conocer el asegurado sobre un derecho, un bien, o un
conjunto de aquellos y de estos, cuyo dominio, uso o aprovechamiento resulte
amenazado por uno o varios riesgos.
Bajo ese supuesto, en principio, sobre un mismo objeto pueden concurrir diversos
intereses, sean directos o indirectos, motivo por el cual cuando varias personas son
titulares de unos u otros, cada una separada o conjuntamente, simultánea o
sucesivamente, puede asegurar lo que a su provecho corresponda, siempre que ello no
conduzca a que se produzca un enriquecimiento indebido, es decir, guardando que la
reparación no exceda del valor total que tenga la cosa al tiempo de presentarse el
siniestro, como lo previene el artículo 1084 ibídem.
El reproche que hace el tribunal a la conducta asumida por la demandada al exigirle las
facturas de compraventa para probar la calidad de propietario al momento de la
reclamación, y así inferir que existe “interés asegurable”, no denota comisión de un error
de la gravedad que le atribuye el impugnante en un apartado del cargo como para casar
la sentencia opugnada.
Ahora, y como lo entendió el ad quem, en tanto que en el caso sub judice el interés del
tomador atañe a una cierta relación económica, no resulta indispensable que coincidan la
persona o personas involucradas en ella con quienes son los titulares del derecho de
dominio como principal relación jurídica predicable del bien afectado con la realización del
riesgo, mucho más, si inclusive el beneficio puede ser indirecto, como expresamente lo
consigna la ley comercial. Tal acontecería al concurrir el “interés asegurable” del dueño y
del poseedor material de la misma cosa, o el de aquel y el del usufructuario; la sociedad
que sufre directamente la pérdida y sus socios que indirectamente pueden verse
afectados. En cada una de estas hipótesis todos los sujetos tendrían, en su medida, una
utilidad pecuniaria lícita y nada les impediría, entonces, que por medio del contrato de
seguro cualquiera de ellos pretendiera cubrirse de las secuelas dañinas de un riesgo que,
derechamente o por reflejo, alcance a significarles un menoscabo patrimonial.
Sobre el particular, ya ha señalado esta corporación que “en desarrollo de las
disposiciones —genéricas y específicas— que reglamentan el elemento esencial conocido
mediante las locuciones ‘interés asegurable’ (C. Co., arts. 1045, 1083, 1124 y 1137), se
tiene establecido que este, grosso modo, es una relación de carácter económico que liga
—o vincula— a una persona con una cosa, con una universalidad, consigo misma, etc., in
potentia amenazadas ...
“En la esfera del seguro de daños, en el que campea con fuerza el socorrido principio
indemnizatorio, el artículo 1083 del C. de Co., es preciso al disponer que, ‘tiene interés
asegurable toda persona cuyo patrimonio pueda resultar afectado, directa o
indirectamente, por la realización de un riesgo. Es asegurable todo interés que, además
de lícito, sea susceptible de estimación en dinero’ ...
“Es obvio que la prenotada relación, indefectiblemente, no supone vínculo de origen
dominical, en razón de que ella puede darse respecto a ligámenes de naturaleza y
génesis diversa, v. gr.: de índole tenencial ...” (Sent. de sep. 30/2002, Exp. 4799).
No encuentra entonces la Sala que el criterio del fallador, sobre este punto, y al que
aluden los dos cargos estudiados, haya incurrido en el yerro que le endilga el recurrente
pues las propias normas por él citadas como infringidas, en especial el artículo 1083, son
las que habilitan al titular del “interés asegurable”, a reclamar la reparación del daño
patrimonial causado como consecuencia del siniestro, sea como dueño de las mercancías
o como interesado en protegerlas; valga memorar que al suscribirse el contrato quedó
consignado en la carátula del seguro objeto de este litigio que la actividad asegurada era
un laboratorio clínico; los bienes cobijados estaban ubicados en el sitio donde funcionaba
aquel sin mencionar nada acerca de su titularidad, ni la clase de interés protegido; amén
de que en la Sección A: Daño material, condición tercera se estipula “serán considerados
como intereses asegurados los de propiedad del asegurado, o los recibidos a cualquier
título, o aquellos por los cuales sea o pueda llegar a ser responsable, ubicados dentro de
los predios asegurados ...”.
Empero, en el evento que se entendiera que el amparo se tomó en su condición de
dueño, las facturas no constituyen el único medio probatorio tendiente a su demostración.
Obsérvese que el vendedor del seguro Jaime de Jesús Ruiz Ruiz, declara haber
inspeccionado previamente a la celebración del contrato los elementos objeto de seguro,
constatando que se encontraban en posesión del tomador-beneficiario en el laboratorio
situado en la dirección indicada en la póliza, y haberlos cotizado en varios sitios en donde
se vendían para enterarse de los precios; así como el testimonio de Diana Patricia Ruiz
esposa del demandante, quien refiere que los equipos objeto de negociación eran de
propiedad de su cónyuge por comprarlos a un señor que dijo llamarse Diego Duque y
fueron hurtados del centro clínico; y la versión de Luis Alberto Pasos Marín, quien expresa
conocer el aludido lugar y haber advertido en él elementos médicos y aparatos de
laboratorio, pero sin conocer sus denominaciones, enterándose sobre la sustracción de
los mismos.
3. Lo anterior, es suficiente, para declarar que los cargos así propuestos no pueden
alcanzar éxito.
Cargo tercero
Se arremete el fallo por violar de manera directa el artículo 1078 del Código de Comercio,
por errada interpretación.
En apoyo de la acusación el recurrente consigna lo que a continuación se sintetiza:
1. El tribunal sostuvo que en el evento en el que el “interés asegurable” del tomador no
sea el de propietario sino que guarde correspondencia con un provecho económico de
conservación, como ocurre en este caso, no se presenta “mala fe” cuando para reclamar
el pago de la compensación este aporte facturas de la compra de los bienes privilegiados
con el seguro que fueron expedidas en formatos que no corresponden al verdadero titular
de las mismas, porque la utilidad protegida no guarda relación con un beneficio jurídico
sino económico y que en la medida en que las pruebas aportadas por el asegurado en la
reclamación de la indemnización estén referidas a un provecho garantizable distinto al
protegido en el contrato de seguro, la falsedad de ellas es irrelevante para hacerle perder
su derecho a esa prestación.
Consideración jurídica que no se aviene con la cabal hermenéutica de la norma
mencionada, puesto que dada la generalidad de la concepción que el legislador tiene
sobre este tópico, ha de ser aplicado a todos los casos de “mala fe” que se presenten en
la reclamación del pago del siniestro, con independencia del verdadero “interés
asegurable” pactado, pues la norma alude, y así debe entenderse, que cualquier conducta
demostrativa de ese proceder en el asegurado, o en el beneficiario, al momento de pedir
el pago de la indemnización, genera la pérdida de esta.
2. De no haberse cometido en el fallo este yerro, y en tanto que estaba demostrada la
falsía de las facturas de compra aportadas para cumplir con los requisitos exigidos por la
aseguradora, previamente al pago de la prestación, aquél habría concluido que hubo
“mala fe” del reclamante y, en consecuencia, declarado el quebranto de ese derecho.
3. No desconoce el censor que los tres conceptos de violación de la ley, inaplicación,
aplicación indebida e interpretación errónea, en principio, son incompatibles entre sí;
empero la Doctrina nacional sostiene que hay eventos en los que es técnicamente posible
que la falta de aplicación de una regla resulte como secuela de su errada argumentación.
En este caso concreto el ad quem “habiendo interpretado erróneamente el artículo 1078
del C. de Co., se abstuvo de aplicarlo por ese motivo en la composición de este litigio”.
Cargo cuarto
Se acusa la sentencia de quebrantar de manera directa, a consecuencia de error
estrictamente jurídico, el artículo 1078 del Código de Comercio por falta de aplicación.
En la sustentación del cargo se expone lo que se compendia:
1. Itera, que el desacierto del tribunal surgió al hacer depender la aplicación del citado
precepto de la existencia de interés jurídico o económico, cuando dijo que “tampoco tenía
por qué endilgarle mala fe en la reclamación del siniestro, debido al acercamiento de unas
facturas que fueron expedidas en formato que no corresponde al verdadero titular de las
mismas, y para hacerle perder su derecho al pago del siniestro, pues como se dijo y se
repite, el interés asegurable del asegurado no guarda relación con un interés jurídico sino
económico”.
2. De lo anterior infiere, que para el sentenciador la aseguradora expresó su posición en
torno a las aludidas facturas; que la visión de la demandada frente a ellas era que había
lugar a perder el derecho al pago de la indemnización; que las mismas se presentaron en
documentos que no concernían a su verdadero titular, reconociendo así que adolecían de
un gran defecto, pero a pesar de ello no había razón para atribuirle al tomador “mala fe”
porque el “interés asegurable” no era de esencia jurídica sino económica.
3. Señala, que sin que se pretenda cuestionar las conclusiones fácticas contenidas en la
providencia recurrida, el fundamento del juzgador para no aplicar el artículo 1078 citado,
declarando la pérdida del derecho a la compensación “fue que el interés asegurable era
económico y no de índole jurídica”. Obsérvese que no desconoció el hecho de que las
facturas eran falsas, sino que lo consideró indiferente porque estimó que el “interés
asegurable” del reclamante no estaba vinculado con el derecho de propiedad de los
bienes hurtados, agregando que tampoco la irregularidad de las facturas arrimadas por
exigencia de la compañía para acreditar la calidad de dueño tenía trascendencia alguna
en atención a que en este caso, la obligación de indemnizar emanaba del interés de
conservación de las cosas amparadas, y no de la condición de propietario de las mismas.
4. El inciso 2° del artículo 1078 dispone que “la m ala fe del asegurado o del beneficiario
en la reclamación o comprobación del derecho al pago de determinado siniestro, causará
la pérdida de tal derecho”, norma que deja ver la importancia de la buena fe en todas las
etapas del contrato de seguro, hasta el punto que consagra la indicada sanción por la
comisión de conductas de “mala fe” durante la fase de demostración del derecho al pago
de la indemnización y jamás se opta por una disminución de ella “o cosa parecida”; si por
ejemplo, el asegurado o beneficiario exhibe documentos apócrifos con el propósito de
probar que el daño sufrido fue mayor al real, la pena no es la reducción del
reconocimiento al monto del detrimento cierto, sino su pérdida.
5. La falta de aplicación de esta norma, por el tribunal lo condujo, entonces, a condenar a
la aseguradora en lugar de absolverla, lo que se imponía ante la prueba inequívoca de la
“mala fe” en que incurrió el beneficiario con la aportación de unas facturas espurias para
respaldar la reclamación, conducta que debía generar la consecuencia precedentemente
anunciada.
Consideraciones de la Corte
1. Los precedentes ataques se dirigen, ambos por la vía directa, apuntando a demostrar
que la hermenéutica del sentenciador al estudiar el tema de la “mala fe” anduvo
equivocada pues la norma (C. de Co., art. 1078) alude, y así debe entenderse, a que
cualquier conducta demostrativa de ese proceder en el beneficiario, al momento de pedir
la solución de la aludida prestación, genera la pérdida de esta.
2. Resalta el censor que sin pretender cuestionar las conclusiones fácticas el
razonamiento del juzgador para no aplicar, equivocadamente, la regla anotada, no
obstante haber advertido que las facturas allegadas en el momento de la reclamación
fueron expedidas en formato que no corresponde al verdadero titular de las mismas,
estribó en que ellas no tenían trascendencia para demostrar “mala fe”, dado que el interés
asegurable del afirmado no guarda relación con un interés jurídico sino económico.
3. El tribunal, solo se refirió en la sentencia al concepto de la “mala fe” para acotar que la
aseguradora “no tenía porqué endilgarle mala fe en la comprobación de su carácter de
propietario, debido al acercamiento de unas facturas que fueron expedidas en formato
que no corresponde al verdadero titular de las mismas, y para hacerle perder su derecho
al pago del siniestro, pues como se dijo y se repite, el interés asegurable del asegurado
no guarda relación con un interés jurídico sino económico”.
4. Comporta falta de técnica la forma en que se plantearon los cargos precedentes, en
tanto que fueron encaminados por la vía directa, no obstante que se han debido orientar
por la indirecta, dado que “La buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley
establece la presunción contraria. En todos los otros, la mala fe deberá probarse” (Cas. de
dic. 19/2006, Exp. 10363). En el mismo sentido ulteriormente esta corporación precisó:
““la valoración de la buena o mala fe en la conducta de las personas es siempre una
cuestión de hecho que, a falta de una prueba directa como lo sería la confesión del
agente, generalmente implica el examen de los indicios que deja su exteriorización ...”
(CSJ, Cas. Civil, Sent. jul. 4/68).
Se sigue de ello, que quien afinca su posición jurídica en la ausencia de buena fe de su
contrario, enfrenta una singular tarea, puesto que para el éxito de su pretensión o defensa
deberá, por un lado, destruir la presunción que en beneficio de su opuesto consagran la
Constitución y la ley, y por el otro, acreditar que el actuar de este contradice abierta o
frontalmente la conducta recta, proba, leal y transparente que debe concurrir en las
relaciones contractuales, con mayor requerimiento en asuntos como el que ocupa la
atención de la Corte, lo que le exigía al recurrente demostrarlo por la vía indirecta, eso sí,
con indicación de los yerros cometidos por el juzgador tanto en los aspectos fácticos
como en los probatorios.
5. En este orden de ideas, como el embate no fue formulado por el recurrente en la forma
reseñada, ha de concluirse, la no prosperidad de los cargos antes compendiados.
Cargo quinto
Se ataca la sentencia por violar de manera directa, por falta de aplicación, de los artículos
1077, 1079, 1088, 1089 y 1090, a causa de error netamente jurídico.
En su desarrollo el impugnante manifiesta lo que a continuación se extracta:
1. El yerro del fallador emerge de considerar que en los casos de pérdida total, la suma
que debe pagar la aseguradora ha de coincidir con el monto amparado, lo que hizo al
expresar que “hecho ilícito y culpa se hermanan para estructurar la responsabilidad civil
en que incurrió la aseguradora”. De donde emana el interés jurídico principal del
garantizado, que lo legitima para reclamar el cumplimiento coactivo y obtener así el pago
de $ 114.000.000, que es el valor asegurado de los bienes sustraídos; e interés jurídico
secundario que lo habilita para perseguir la indemnización de los perjuicios moratorios,
constituida la compañía en mora al vencimiento del mes siguiente al 12 de julio de 2000.
La anterior es la única referencia que se hace a la determinación de la compensación, lo
que permite deducir que su cuantificación se hizo con base en el monto contratado.
2. El articulo 1077 ibídem establece que “corresponde al asegurado demostrar la
ocurrencia del siniestro, así como la cuantía de la pérdida, si fuere del caso”. La claridad
de la norma es evidente: este tiene que probar el acaecimiento del hecho amparado, pero
además, debe hacerlo respecto al monto de la pérdida. Son excepcionales los casos en
que no es necesario acreditar lo último; “así que puede afirmarse que la regla general es
que la carga de hacerlo, le compete al reclamante”.
3. De acuerdo con la Doctrina, en principio, en los seguros reales le compete al tomador
demostrar el costo de la afectación o el monto de la prestación a cargo de la aseguradora,
lo que “se relaciona por un lado, con /a existencia del daño, asunto referido a si existió
una pérdida total o parcial de los bienes asegurados y en este último caso si la pérdida
parcial fue de la mitad, de una tercera parte, etc., y por otro, con la magnitud económica
del mismo, esto es, con el valor de la pérdida”.
4. Existen casos, como en los seguros de valor presunto, en los que el asegurado está
relevado de la prueba de la dimensión patrimonial del daño, siendo suficiente que acredite
la entidad del mismo para que se prevea, con base en la cuantía asegurada que se pactó,
el de la indemnización, presunción que puede ser desvirtuada por el garante. Lo anterior
encuentra respaldo en el artículo 1089 cuando dispone que “se presume el valor real del
interés asegurado el que haya sido objeto de un acuerdo expreso entre el asegurado y el
asegurador. Éste, no obstante podrá probar que el valor acordado excede notablemente
el verdadero valor real del interés objeto del contrato, más que es inferior a él”.
5. Debe precisarse, que una cosa es la cuantía respaldada en el contrato y otra muy
distinta el convenio expreso sobre el valor real del interés que se protege. En el primer
evento, que constituye la regla general, “lo que existe es un valor declarado que da origen
a la suma asegurada, esta última presente en todo contrato de seguro. Si se entendiera
que la suma asegurada constituye un valor presunto del interés asegurado, todos los
contratos de seguro serían de valor presunto, lo que se traduciría en que en ningún caso
tendría que probarse la cuantía de la pérdida, y haría inocua la disposición indicada”. Aquí
se trata de un seguro de valor a nuevo, situación que exigía la prueba de la magnitud
económica del daño, dado que por haberse reclamado la pérdida total de los bienes, era
necesario establecer el valor de reposición o de reemplazo de los elementos hurtados,
“para comparar los mismos con la suma asegurada y así, determinar el monto de la
obligación indemnizatoria”.
6. A pesar de lo analizado, el juzgador dejó de aplicar los preceptos referidos porque
estimó que la cuantía del resarcimiento estaba determinada por el valor asegurado de los
bienes, ocurrida la pérdida total de los mismos, lo que se traduce en un yerro jurídico
porque le correspondía al tomador probar el quantum del siniestro (art. 1077); supuso que
la aseguradora estaba obligada a pagar desconociendo que la responsabilidad de esta no
siempre concuerda con el monto amparado sino que está limitada a su concurrencia (art.
1079); por considerar que necesariamente el valor de la indemnización coincide con el
que se convino en la póliza lo que equivale a decir que el seguro puede ser fuente de
enriquecimiento resarciendo “el valor de la suma asegurada no obstante la pérdida
hubiera sido inferior” (art. 1088).
7. El error es trascendente porque si el sentenciador hubiera aplicado dichos textos que
omitió, “habría inferido que no siempre el monto de la obligación indemnizatoria
corresponde a la suma asegurada, sino con el valor real del interés asegurado, el cual, en
el caso de los seguros de valor a nuevo está determinado por el de reposición o de
reemplazo de los bienes asegurados; lo que exigía que apareciera demostrado dentro del
proceso para de esta manera poder definir el monto de la obligación de la compañía
aseguradora; carga esta que de conformidad con el artículo 1077 del Código de Comercio
correspondía al asegurado”. Y como tal prueba no obra en autos la decisión tendría que
haber sido absolutoria.
IV. Consideraciones de la Corte
1. La inconformidad en materia indemnizatoria, la reduce el casacionista a los siguientes
aspectos:
a) Existió yerro en la decisión adoptada por el tribunal tras de considerar que en los casos
de menoscabo total, la reparación que debe efectuar la aseguradora tiene que coincidir
con la suma asegurada, lo que plasmó al expresar que “hecho ilícito y culpa se hermanan
para estructurar /a responsabilidad civil en que incurrió la aseguradora. De donde surge
para el asegurado el interés jurídico principal que lo legitima para reclamar el
cumplimiento coactivo y obtener así el pago de $ 114.000.000, que es el valor asegurado
de los bienes sustraídos; e interés jurídico secundario que lo legitima para obtener la
indemnización de los perjuicios moratorios, constituida la aseguradora en mora al
vencimiento del mes siguiente al 12 de julio de 2000”.
Bajo esa hermenéutica se desconoció que el articulo 1077 ibídem, establece que
“corresponde al asegurado demostrar la ocurrencia del siniestro, así como la cuantía de la
pérdida, si fuere del caso”. La claridad de la norma es evidente; este no solo tiene que
probar la ocurrencia del hecho amparado sino además el monto de la pérdida, siendo esta
la regla general, y
b) No comprendió el fallador que este caso se trata de un seguro de ‘valor a nuevo’, lo
que exigía la prueba de la magnitud económica del daño, teniendo en cuenta que se
alegó la desaparición total de los bienes, mediante la “demostración del valor de
reposición o reemplazo de los bienes hurtados, para comparar los mismos con la suma
asegurada y así determinar el monto de la obligación indemnizatoria”.
2. Como punto de partida para la resolución de esta controversia que nuevamente
confronta las tesis del sentenciador y del censor, debe señalarse tal como reiteradamente
lo ha predicado la Jurisprudencia y la Doctrina, que en materia de seguros, prima la
voluntad de las partes plasmada en la póliza, entendida como una unidad integral de la
cual forman parte tanto las condiciones particulares como las generales establecidas.
En los contratos de seguros contra daños, el valor de la prestación a cancelar por parte
del asegurador se fija generalmente por la declaración unilateral del beneficiario,
delimitando así el tope máximo que aquel debe pagar en caso de siniestro, y la base para
el cálculo de la prima entre otros aspectos, que ha de sufragar el tomador, cumpliendo
además otras muy importantes funciones como la de servir de guía para establecer la
presencia de infraseguros o supraseguros; por lo que ha de colegirse que en este evento
la suma objeto de amparo difiere del valor asegurable, y que el monto de la prestación
depende del quantum efectivo del perjuicio patrimonial sufrido, el que como es lógico
deducir corresponde acreditar al tomador, salvo cuando se trate de valor admitido.
En este orden de ideas, queda claro, entonces, que de darse la aludida condición, la
estipulación de la “suma asegurada” no significa que por fuerza el asegurador tenga que
pagarla en su totalidad, puesto que como se dejó anotado líneas atrás, la cuantía de esta
prestación depende de la entidad real y de la incidencia del daño a consecuencia del
siniestro.
El artículo 1090 ibídem, consagra la posibilidad de que se deje de lado el importe de la
pérdida, para que de común acuerdo se disponga al contratar el seguro, que el pago de la
prestación se haga “por el valor de reposición o de reemplazo del bien amparado, pero
sujeto, si a ello hubiere lugar, al límite de la suma asegurada”.
Para el caso sub lite, preciso es examinar lo acordado por las partes tanto en las
cláusulas particulares como en las generales del contrato de seguro celebrado, con el
objeto de determinar si el tribunal, al ordenar a la demandada resarcir la suma de $
114.000.000 como “valor asegurado de los bienes sustraídos”, incurrió en yerro
trascendente que amerite la casación del fallo por infracción de las normas que cita la
censura, así como si el accionante cumplió con el pleno de los requisitos requeridos para
obtener el pago de la reparación pactada.
La póliza Pyme 142979 de Colseguros, estudiada en forma integral, señala en primer
término en la carátula, a Duarte Loaiza Óscar Hernán como tomador, asegurado y
beneficiario, reseñando: “Actividad asegurada: Servicio médico y laboratorio clínico”,
cobijando los bienes relacionados en el folio siguiente, ubicados en la “cra. 50 A N° 9133”, indicando además: “condiciones particulares en cada sección contratada según
anexo adjunto”. En cuanto a los amparos y valor asegurado, se convino: “Sección A:
Multiriesgo daño material $ 160.550.000; sección C: Hurto simple y calificado, $
160.550.000”. Dentro de las condiciones generales se lee la “CLÁUSULA CUARTA:
Amparos: con sujeción a las condiciones generales, particulares y especiales de este
documento, la compañía indemnizará al tomador las pérdidas o daños directos que
presentaren los bienes asegurados respecto de los cuales se haya señalado en la
carátula de la póliza, un valor garantizado y el predio en que se encuentran”; también se
revela en la “CLÁUSULA SEXTA: la suma total asegurada estipulada en la portada de la
póliza para los intereses asegurados en cada sección, constituye la responsabilidad
máxima de la compañía en caso de pérdida o daño parcial o total que afecte los intereses
asegurados... PAR. Para todas las secciones el límite máximo de responsabilidad de la
compañía será el que figure en la carátula respectiva”. Prescribe la CLÁUSULA DÉCIMO
CUARTA: que el beneficiario, según el caso debe dar aviso del siniestro a “la compañía
dentro de los tres días siguientes a aquél en que tuvo conocimiento de la ocurrencia del
fatídico hecho. En la sección A: Daño Material, condición quinta se dispone: “para todos
los efectos previstos en esta póliza, el valor asegurable debe ser igual al valor total
de reposición o de reemplazo de todos los bienes o intereses asegurables, valor a
nuevo”.
Ha de memorarse que el tipo de indemnización pactado por las partes no es discutida por
el impugnante, sino de contera expresamente aceptada en el desarrollo de la censura al
expresar: “En este caso particular nos encontramos frente a un seguro de valor a nuevo”,
lo que significa que el pago de la indemnización en caso de siniestro, será el de
reposición o reemplazo del bien asegurado, esto es “el valor que tienen los bienes de
igual clase, en igual momento, pero en estado nuevo (sin demérito alguno)” (Ossa J.
Efrén. “Teoría general del seguro - El contrato”).
En un caso similar, esta corporación sostuvo:
“Queda claro en dichas condiciones que la suma asegurada contenida en la póliza
reflejaría el valor de reposición de la suma asegurada, es decir, el valor de
adquisición de un bien nuevo de la misma clase y capacidad. (...) Respecto de los
argumentos que presenta la censura sobre la cuantía del siniestro y de la pérdida
inevitable es recordar que aquí se trata de un siniestro total, no parcial, y por lo
tanto a una situación de tal estirpe no pueden extenderse todos los deberes que
frente al último caso surgen para el asegurado de demostrar, entre otras varias
cosas, el estado en que quedó el bien objeto del contrato de seguro después de la
ocurrencia del siniestro comparativamente con lo que valía antes, buscando así
evitar que con el pago de la indemnización se produzca un enriquecimiento
injustificado. Por ello claramente el artículo 1077 del Código de Comercio dice que
el asegurado debe demostrar el siniestro así como la cuantía de la pérdida, pero
solo si fuere el caso, eventualidad que, como se dejó dicho, no se presenta en este
asunto, no solo porque en torno al tipo de siniestro ocurrido la póliza solo habla de
elevar la denuncia ante autoridad pertinente y notificar a la aseguradora, deberes
que el asegurado cumplió a cabalidad, sino que la demostración del monto de la
pérdida es aplicable cuando se presenta un siniestro que afecte parcialmente el
bien asegurado y no un caso de pérdida total frente al cual se estipuló como
modalidad indemnizatoria, la que toma como pauta contractual de referencia el
valor de reposición de la maquinaria desaparecida... y que el yerro del ad quem al
hacer alusión a la suma asegurada de los $ 19.000.000 como “valor del interés
asegurado” no tiene incidencia alguna en el juicio jurisdiccional emitido por cuanto
se trata de un seguro pactado a valor de reposición, y dicha suma, en los términos
de la misma póliza se mantendría como valor asegurado, es decir que de todas
formas la condena se mantendría como el valor asegurado, resultando así la
afirmada equivocación del fallador, que más parece un lamentable desacierto
técnico que un verdadero yerro de fondo”.
Dejando en claro lo anterior, fácilmente se observa que el ataque formulado por el
recurrente a la sentencia del tribunal en tal sentido no tiene la consistencia indispensable
para infirmarla, puesto que habiendo las partes contratado un seguro en el cual se
concertó el resarcimiento por “valor de reposición o de reemplazo”, fijando como suma
asegurada la de $ 160.550.000, y al sufrir el asegurado-beneficiario la pérdida total por
desapoderamiento violento, la decisión del ad quem al condenar a la demandada a pagar
como indemnización al actor $ 114.000.000 “que es el valor asegurado de los bienes
sustraídos”, esto es un monto inferior al tope máximo acordado, no incurrió en el yerro
que le endilga el censor.
3. Síguese de lo que precede que el cargo así propuesto, no está llamado a prosperar.
IV. Decisión
En mérito de las consideraciones anteriores, la Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
NO CASA la sentencia de 6 de septiembre de 2006, proferida por la Sala Civil del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, dentro del proceso ordinario seguido
por Óscar Hernán Duarte Loaiza contra la sociedad aseguradora Colseguros S.A.
Las costas serán a cargo de la parte impugnante y serán liquidadas oportunamente por la
secretaría.
Notifíquese y devuélvase.
Los magistrados,
Ruth Marina Díaz Rueda
Jaime Alberto Arrubla Paucar
Pedro Octavio Munar Cadena
William Namen Vargas
Arturo Solarte Rodríguez
César Julio Valencia Copete
Edgardo Villamil Portilla
Bogotá, D.C. febrero 20 de 2008
Señores
MAGISTRADOS DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
E. S. D.
Ref.: Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 6 numerales 3
inciso 23 y 3.1.1. y 146 de la Ley 1151 de 2007 “Por el cual se expide el
Plan de Desarrollo 2006-2010”
Actor: EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente: Dr. NILSON E. PINILLA PINILLA
Expediente No. D-7007
Concepto No. 4489
De conformidad con lo dispuesto en los artículos 242, numeral 2o., y 278, numeral 5o., de
la Constitución Política, procedo a rendir concepto en relación con la demanda instaurada
ante esa Corporación por el ciudadano EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ, quien en
ejercicio de la acción pública consagrada en los artículos 40, numeral 6o., y 242, numeral
1o., de la Constitución Política, ha solicitado a la Corte Constitucional que declare la
inconstitucionalidad de los artículos 6 numerales 3 inciso 3 y 23 y 3.1.1. 146 de la Ley del
Plan Nacional de Desarrollo, cuyo texto es el siguiente:
“Artículo 6°. Descripción de los principales programas de inversión. La
descripción de los principales programas de inversión que el Gobierno Nacional
espera ejecutar durante la vigencia del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010, es
la siguiente:”
(…)
3.3. Sistema de Protección Social
(…)
“Para garantizar lo establecido en el parágrafo 2º del artículo 26 de la Ley 1122 de
2007, las Empresas Promotoras de Salud, EPS, del Régimen Subsidiado y
Contributivo, dedicarán el 0.3% de la Unidad de Pago por Capitación a la
coordinación y financiación de los servicios de Telemedicina con cobertura
nacional, tanto para promoción de la salud como para atención de sus afiliados;
los municipios y distritos, a través de la entidad nacional que los agremia, harán
posible la prestación de este servicio. Asimismo, la Superintendencia Nacional de
Salud verificará el cumplimiento de lo dispuesto en este artículo para autorizar o
renovar el funcionamiento de las EPS, en particular al momento de verificar sus
redes de servicios.”
(…)
3.3.1 Mejorar la accebilidad a servicios de salud y la capacidad de respuesta
del Estado a las emergencias y desastres
“Desarrollar un sistema integral de transporte aéreo medicalizado como parte de
la estrategia nacional del mejoramiento y garantía de accesibilidad a los servicios
de salud de todos los colombianos que se encuentran en el territorio nacional.
Este sistema garantizará:
1. Ambulancias áreas medicalizadas y certificadas por la autoridad competente en
Salud y la Aerocivil, en lo de su competencia, para el traslado de pacientes
críticos con exigencia de traslado aéreo según evaluación y remisión por el
sistema de salud.
2. Rutas aéreas saludables desde los centros de alta complejidad en la atención
en salud para cubrir a los habitantes de municipios lejanos.
3. Dar soporte aéreo para realizar Brigadas de Salud en las zonas de más difícil
acceso del territorio nacional con frecuencia mínima de tres veces año.
4. Dar soporte helico-transportado para la respuesta a emergencias por
accidentes de tránsito en las 5 regiones: costa caribe; centro del país, occidente y
eje cafetero, Antioquia Chocó, Oriente Colombiano y Amazonia.
5. Apoyo en la fase de impacto en caso de emergencias por desastres naturales
en el país.
La entidad que agremia nacionalmente los municipios colombianos desarrollará,
organizará y pondrá en funcionamiento este servicio dentro de los seis meses
siguientes a partir de la sanción de la presente ley. Para ello, elaborará un plan
cuatrienal que se presentará a la entidad reguladora en salud y su desarrollo
estará bajo la supervisión del Ministerio de la Protección Social y será vigilada por
los organismos de control del sector salud y la Aeronáutica Civil en lo de su
competencia. Este servicio se financiará mensualmente con un 2% de la UPC del
Régimen Subsidiado y Contributivo que reciben las EPS y las administradoras de
regímenes especiales con excepción de Fuerzas Militares.
A la financiación de este sistema concurrirán los sectores que demanden este
servicio y que tengan cubierto este tipo de riesgos.
Parágrafo. Para garantizar la operación de este sistema, la Aeronáutica Civil
ajustará la operación aeroportuaria y las demás autoridades concurrirán
privilegiando el funcionamiento de este servicio. “
“Artículo 146. El Gobierno Nacional establecerá un manual de tarifas mínimas de
obligatoria aplicación para las empresas administradoras de planes de beneficios
y los prestadores de servicios de salud públicos y privados, para la compra y
venta de actividades, intervenciones, procedimientos en salud y servicios
hospitalarios, contenidos en el Plan Obligatorio de Salud del Régimen Contributivo
y el Régimen Subsidiado.
Parágrafo. Las tarifas mínimas serán fijadas en salarios mínimos diarios vigentes,
y deberán ser expedidas a más tardar a los 6 meses de expedida la presente ley.”
1.
Planteamientos de la demanda
El ciudadano Eduardo Cifuentes Muñoz argumenta un cargo general por vicios de forma y
otros por vicios fondo contra los artículos 6 y 146 de la Ley 1151 de 2007.
1.1. Señala el actor que la sanción impartida por la presidenta del Senado de la República
al proyecto de ley 199 de 2007 Senado, 201 de 2007 Cámara, tiene vicios en su
formación porque el Presidente de la República lo objetó dentro del término constitucional
y, por ello, lo que procedía era el estudio de las objeciones por parte del Congreso y no su
sanción.
1.1.1. El Presidente de la República contaba con 20 días para objetar, y además, debía
dar cumplimiento al inciso 2 del artículo 166 de la Constitución que dispone que “Si las
cámaras entran en receso dentro de dichos términos, el Presiente tendrá el deber de
publicar el proyecto sancionado u objetado dentro de aquellos plazos.”
1.1.2. Advierte el demandante que esta disposición debe interpretarse en el sentido que
dentro del término de los 20 días (hábiles y completos) el Gobierno debe enviar para la
publicación las objeciones del proyecto de ley.
1.1.3. El otro criterio de interpretación según el cual el Gobierno debe publicar las
objeciones dentro del término de 20 días, lleva consigo algunas dificultades: i) el Gobierno
no publica documentos: escapa de su competencia la función de publicar las objeciones;
ii) si el gobierno tuviera la obligación de enviar a la imprenta las objeciones dentro del
término constitucional para objetar, dependería del tiempo que dure la impresión; iii) con
motivo del receso del Congreso automáticamente el término con el que cuenta el
Presidente para formular objeciones a los proyectos de ley materialmente se reduciría por
debajo del umbral de los 6, 10 o 20 días previstos en la Constitución - a fin, precisamente,
de cumplir el deber de publicar- ¿Qué explica que el receso legislativo torne en
innecesario el término constitucional?.
Con base en lo anterior, solicita a la Corte ordenar al Congreso de la República, dar
trámite a las objeciones presidenciales publicadas en el Diario Oficial No.46.674 del 29 de
junio de 2007.
1.2. Los numerales 3.3 inciso 23 y 3.3.1 del artículo 6o. violan el principio de unidad de
materia y el inciso 4o. del artículo 341 de la Constitución, por los siguientes motivos:
1.2.1. Los numerales 3.3 inciso 23 y 3.3.1 (del artículo 6o.) introducen modificaciones al
destino de un porcentaje (2.3% en total) de las Unidades de Pago por Capitación (U.P.C.)
que reciben las E.P.S. del régimen contributivo y subsidiado, al obligarlas a financiar la
actividad de la telemedicina (numeral 3.3. inciso 23) y ambulancias aéreas (numeral
3.3.1), a la vez que asignan funciones de prestación de estos servicios a la entidad que
agremia nacionalmente a lo municipios y distritos. Esas normas violan el principio de
unidad de materia al regular, en el Plan de Desarrollo y con el objetivo de financiar “los
principales programas y proyectos de inversión pública nacional”, el destino de recursos
parafiscales. (…) el Congreso no puede, en el plan de desarrollo modificar, (…) el destino
de recursos de naturaleza parafiscal. (…) Los presupuestos plurianuales a los que se
refiere el plan de inversiones públicas, no se extienden a los recursos parafiscales,
materia por definición ajena a los planes de desarrollo.
También viola el principio de unidad de materia que el legislador hubiese encomendado la
función prestadora de los servicios de telemedicina y de ambulancias aéreas a la
Federación de Municipios pues olvidó el legislador que dicha entidad es un ente privado,
creado por voluntad de los asociados y que la asignación de tareas a entes de tal
naturaleza no ocurre por ministerio de la ley, sino que se sujeta a la voluntad de la
asociación.
1.2.2. Los proyectos de inversión de telemedicina y de transporte aéreo medicalizado no
contaron con el aval de Gobierno, tal y como fue advertido en las objeciones
presidenciales.
1.2.3. Señala el demandante que el artículo 6 numeral 3.3.1 viola la prohibición de afectar
la destinación específica de los recursos de la seguridad social en salud. (…) La
disposición en comento (artículo 6o. numeral 3.3.1.), no limita el servicio de “transporte
aéreo medicalizado” a las personas afiliadas al sistema de seguridad social en salud, sino
que, expresamente señala que se trata de una garantía de “accesibilidad a los servicios
de salud de todos los colombianos”. Lo anterior implica que se destinarán recursos
parafiscales del sistema de seguridad social en salud para financiar la atención de salud
de personas que no integran dicho sistema, con clara violación del artículo 48 de la
Constitución, que prohíbe la desviación de recursos del sistema hacia otros propósitos.
Además aduce que el “transporte aéreo medicalizado”, que se financia con recursos de la
seguridad social, se destinará a “dar soporte aéreo” a las Brigadas de Salud y “apoyo en
la fase de impacto en caso de emergencias por desastres naturales en el país”,
actividades que, si bien guardan relación con el servicio de salud, no integran la seguridad
social en su componente en salud.
Aunado a lo anterior manifiesta que al ordenar que las EPS destinen el 2% de sus UPC a
la Federación de Municipios que será el organismo encargado de la administración de los
recursos, se impide que las EPS destinen la UPC al objeto legal que es propio de su
mandato.
1.2.4. Por su parte, el artículo 6 numeral 3 inciso 23 viola la prohibición de afectar la
destinación específica de los recursos de la seguridad social en salud porque ordena a las
EPS dedicar el 0.3% de la UPC para la coordinación y financiación de los servicios de
telemedicina con cobertura nacional que prestan las IPS. Lo anterior claramente viola el
artículo 48 de la Constitución, pues la financiación de IPS no es un objetivo propio de la
Seguridad Social.
Así mismo advierte el actor que la intención del legislador no es clara, pues la norma no
señala si serán los municipios y distritos por medio de la Federación de Municipios
quienes prestarán el servicio, en cuyo caso el legislador estaría transformando a la
Federación Colombiana de Municipios en una IPS y por lo tanto vulnerando los artículos
38 y 48 de la Carta, o si será la Federación quien suministrará la asistencia que requiere
la prestación, evento en el cual las EPS estarían obligadas a construir una IPS de
cobertura nacional que asumiera el servicio de telemedicina.
1.3. El artículo 146 que prevé la adopción de tarifas mínimas para ser aplicadas de
manera obligatoria por las Empresas administradoras de planes de beneficios y los
prestadores de servicios de salud públicos y privados en la compra y venta de
actividades, intervenciones, procedimientos en salud y servicios hospitalarios, contenidos
en el Plan Obligatorio de Salud del Régimen Contributivo y el Régimen Subsidiado. Pues
bien, ¿qué relación existe entre un manual de tarifas mínimas que regule las relaciones
contractuales entre EPS e IPS y los objetivos, planes o proyectos descritos?
(…)
La disposición demandada altera dicho esquema definido en la Ley 100 de 1993, al
introducir un control de tarifas, que supone la obligación de acogerse a tarifas mínimas en
las negociaciones entre EPS e IPS. Con ello se modifica de manera significativa el
régimen económico. Ciertamente desaparece un elemento central de la libre competencia:
la autonomía para fijar los precios.
1.3.1. El artículo 146 acusado vulnera los artículos 49, 150 numeral 21, 189 numeral 11,
333 y 334 de la Constitución porque no se aplican los criterios expresados por la Corte
Constitucional mediante sentencia C-137 de 2007.
2.
Problema jurídico
El Ministerio Público habrá de resolver los siguientes problemas jurídicos que plantea la
demanda:
2.1. Si la demanda cumple con el término a que se refiere el inciso 3o. del artículo 242 de
la Constitución Política para plantear cargos por vicios de forma.
2.1.1. En caso de haberse presentado la demanda dentro del término requerido deberá
establecerse si las objeciones presidenciales al proyecto de ley 199 de 2007 Senado, 201
de 2007, actual Plan Nacional de Desarrollo, fueron formuladas dentro del plazo fijado por
la Carta Política, caso en el cual el Congreso debía proceder a considerarlas o si por el
contrario, ellas fueron presentadas de manera extemporánea y la Presidenta del
Congreso tenía competencia para sancionar el proyecto.
2.2. Si las normas que ordenan a las EPS coordinar y financiar con un porcentaje de la
Unidad de Pago por Capitación los servicios de Telemedicina y de transporte aéreo
medicalizado contaron con el aval del Gobierno, y si contaron con dicho aval definir: 2.2.1.
Si dichas normas vulneran el principio de unidad de materia; 2.2.2. Si vulneran la
destinación específica de los recursos de la Seguridad Social en Salud; 2.2.3. Si a la luz
de la Constitución el legislador podía otorgarle a la Federación Colombiana de Municipios
la administración de los recursos que para la prestación de los servicios de Telemedicina
y de transporte aéreo medicalizado deberán financiar las EPS.
2.3. Si la autorización para que el Gobierno expida un manual de tarifas mínimas fijadas
en salarios mínimos diarios vigentes para ser aplicadas de manera obligatoria por las
Empresas administradoras de planes de beneficios y los prestadores de servicios de
salud públicos y privados en la compra y venta de actividades, intervenciones,
procedimientos en salud y servicios hospitalarios, contenidos en el Plan Obligatorio de
Salud del Régimen Contributivo y el Régimen Subsidiado, vulnera el principio de unidad
de materia, la libertad de empresa y la libre competencia económica.
Al respecto, el Procurador General conceptuará lo siguiente:
3.
La demanda fue presentada dentro del término previsto en el artículo 242 de
la Carta.
La Constitución señala que “las acciones por vicios de forma caducan en el término de un
año, contado desde la publicación del respectivo acto” (artículo 242).
La Ley 1151 de 2007, fue publicada en el Diario Oficial 46.674 de junio 29 de 2007 y la
demanda fue presentada el 17 de octubre del mismo año, razón por la que se encuentra
dentro del término de un (1) año a que se refiere la Carta Política.
4.
Las objeciones presidenciales al proyecto de ley 199 de 2007 Senado, 201 de
2007 fueron presentadas dentro del término constitucional
El Misterio Público se acoge plenamente a los argumentos expuestos en la demanda en
el sentido de considerar que las objeciones presidenciales al proyecto de ley 199 de 2007
Senado, 201 de 2007 fueron presentadas dentro del término señalado en el artículo 166
constitucional y, por lo tanto, no podía ser sancionado por la Presidente del Congreso.
Veamos:
4.1. El Congreso de la República envió para sanción presidencial el proyecto el 30 de
mayo de 2007.
4.2. El 29 de junio de 2007 el Presidente de la República devolvió sin la correspondiente
sanción presidencial el proyecto en tanto que lo objetó por razones de inconstitucionalidad
e inconveniencia, fecha en la que finalizaba el plazo de 20 días a que se refiere el artículo
166 de la Constitución, dado el número de artículos contenidos en el proyecto.
4.3. Para esa fecha el Congreso estaba en receso por lo que las objeciones
presidenciales fueron publicadas en el Diario Oficial 46.674 de junio 29 de 2007 y además
fueron radicadas en la Cámara de Representantes y divulgadas en la página de Internet
de la Presidencia de la República.
4.4. El Congreso de la República decidió acogerse a lo establecido en el artículo 168 de la
Constitución y proceder a sancionar el Proyecto de Ley por considerar que para que las
objeciones presidenciales hubiesen cumplido con el trámite constitucional debían haber
aparecido publicadas en el Diario Oficial el 29 de junio de 2007 a las 8:00 a.m. reiterando
que el deber de publicación a que alude la Constitución no debe entenderse como el
envío a publicación, el cual se llevó a cabo a las 18:30 horas de ese día.
4.5. Pues bien, para el Ministerio Público el deber del Presidente de publicar las
objeciones dentro del plazo constitucional debe interpretarse conforme a los siguientes
criterios:
4.5.1. Los plazos fijados en el artículo 166 de la Constitución corresponden a días hábiles
y completos (Corte Constitucional, sentencias C-510 de 1996 y C-063 de 2002). En
consecuencia, el plazo para la publicación de las objeciones presidenciales al proyecto de
ley analizado concluía a las 23:59 del 29 de junio de 2007.
4.5.2. Los plazos a que se refiere el artículo 166 de la Carta no abarcan los tiempos de
publicación material de las objeciones sino su envío a publicación, pues de ser así, por
cuenta del receso del Congreso, sin razón atendible se reducirían los términos
constitucionales que tiene el Presidente de la República para objetar.
4.6. En consecuencia, teniendo en cuenta que este es un vicio de procedimiento
subsanable, se solicitará a la Corte Constitucional la devolución al Congreso del
expediente legislativo para que se surta el trámite constitucional de las objeciones
presidenciales, dentro de un término no mayor a treinta (30) días a partir de la respectiva
devolución. Ello, teniendo en cuenta la naturaleza temporal de la Ley del Plan cuatrienal
de Desarrollo y los restringidos plazos que tiene tanto el Congreso como el Gobierno en
esta materia (artículos 339 y siguientes de la Carta Política).
No obstante lo anteriormente expuesto, el Procurador General procederá al análisis de los
cargos planteados por vicios de fondo.
5.
Los proyectos de telemedicina y de transporte aéreo medicalizado
contenidos en los artículos 6 numerales 3 inciso 23 y 3.1.1. vulneran el
inciso 4o. del artículo 341 de la Constitución Política y el artículo 22 de la
Ley Orgánica del Plan de Desarrollo
5.1. Los referentes normativos para el estudio de forma del proyecto de ley del plan
nacional de desarrollo son: i) Las normas constitucionales que se refieren al asunto; ii)
Las normas orgánicas generales que regulan el trámite de aprobación de las leyes,
contenidas hoy en día en la Ley 5ª de 1992, Orgánica del Reglamento del Congreso y, iii)
La Ley Orgánica del Plan de Desarrollo, contenida actualmente en la Ley 152 de 1994.
(Corte Constitucional, sentencia C-305 de 2004).
El artículo 22 de la Ley 152 de 1994 señala:
“ARTÍCULO 22. MODIFICACIONES POR PARTE DEL CONGRESO. En
cualquier momento durante el trámite legislativo, el Congreso podrá
introducir modificaciones al Plan de Inversiones Públicas, siempre y cuando
se mantenga el equilibrio financiero. Para las modificaciones o la inclusión
de nuevos programas o proyectos de inversión, se requerirá aprobación por
escrito del Gobierno Nacional por conducto del Ministro de Hacienda y
Crédito Público.
Cuando las modificaciones se produzcan en desarrollo de las sesiones plenarias,
no será necesario que el proyecto retorne a las comisiones pero se requerirá
siempre la aprobación de la otra Cámara. En caso de que esta última no las
apruebe, o le introduzca modificaciones, se nombrará una comisión accidental
integrada por miembros de ambas Cámaras que dirimirá el desacuerdo y
someterán nuevamente el texto a aprobación en la plenaria correspondiente.
En ningún caso el trámite de las modificaciones ampliará el término para decidir.”
(Resaltado fuera del texto).
De igual forma, de conformidad con la sentencia C-094 de 1996,1 la ley mediante la
cual se aprueba el Plan Nacional de Desarrollo e Inversiones sólo puede ser dictada o
reformada por el Congreso a iniciativa del gobierno, las modificaciones que introduzca
deben cumplir dos condiciones: (i) tener el aval del gobierno; y (ii) si se trata de
modificaciones al plan de inversiones, deben mantener el equilibrio financiero. Tratándose
de una ley de iniciativa gubernamental, la Corte ha señalado de manera general que el
Congreso puede introducir modificaciones a este tipo de proyectos siempre que se trate
de adiciones, supresiones o modificaciones que no alteren sustancialmente el sentido de
la iniciativa gubernamental.2 Si las modificaciones propuestas tienen el alcance de alterar
sustancialmente la iniciativa gubernamental, en ese evento se requiere el aval del
gobierno.3
1
Corte Constitucional, Sentencia C-094 de 1996, MP: Vladimiro Naranjo Mesa. Dijo la Corte entonces: “El
Plan Nacional de Desarrollo y de Inversiones Públicas sólo puede ser dictado o reformado por el
Congreso, pero a iniciativa del Gobierno. El Congreso puede introducir modificaciones a los proyectos
que presente el Gobierno; pero para el caso específico del Plan de Inversiones Públicas, por mandato
constitucional se requiere que se mantenga el equilibrio financiero y que tenga el visto bueno del
gobierno, (...)”.
2
Ver por ejemplo, las sentencias C-475 de 1994, MP: Jorge Arango Mejía. Se demanda el art. 128 de la Ley
100/93 que consagra el arbitrio rentístico de la nación sobre los juegos de azar a favor del sector salud,
proyecto de iniciativa gubernamental, que fue objeto de modificaciones por el Congreso. Para la Corte,
las modificaciones introducidas por el Congreso no cambian el sentido de la propuesta gubernamental son principalmente modificaciones de redacción para efectos de mayor claridad y adiciones para
complementar su sentido. La norma es declarada exequible. La Corte afirma que las Cámaras pueden
introducir modificaciones a los proyectos de ley de iniciativa gubernamental, siempre que tales
modificaciones no cambien la materia de iniciativa gubernamental. C-270 de 1993, MP: José Gregorio
Hernández Galindo – La Corte declara fundadas las objeciones presidenciales a un proyecto de iniciativa
parlamentaria dirigido a interpretar el alcance de normas sobre régimen salarial y prestacional de los
empleados de la Contraloría General de la República, porque desbordó la norma interpretada, incluyendo
temas de exclusiva iniciativa gubernamental. “La ley interpretativa bajo estudio se refiere al régimen
salarial y prestacional de los servidores públicos, lo cual está regulado por el artículo 150-19 lit. e) C.P.,
y requiere iniciativa gubernamental – esto no se dio. Además las normas demandadas rebasan el marco de
la interpretación y regulan el régimen prestacional de servidores públicos, sin haber cumplido con el
trámite de leyes marco requeridas por la Carta para esta materia.”
3
Ver por ejemplo, las sentencias C-005 de 2003, MP: Manuel José Cepeda Espinosa. La Corte declaró la
inexequibilidad del artículo 106 de la Ley 715 de 2001, que establecía recursos complementarios al
Sistema General de Participaciones del Sector Salud, por desconocer la iniciativa privativa del gobierno en
la regulación de los monopolios rentísticos. El artículo es cuestionado por varios vicios de trámite, pero la
Corte se limita a examinar uno de ellos, el de la iniciativa. Según el demandante la norma debía ser de
iniciativa gubernamental –regulación de monopolios rentísticos, pero fue introducida por los
parlamentarios durante los segundos debates en las Plenarias de las Cámaras, sin el debido aval del
gobierno. El proyecto inicial, dirigido a la distribución de competencias y participaciones (normas
orgánicas de ordenamiento territorial), de iniciativa gubernamental, no incluía ninguna norma similar al
artículo 106 cuestionado. Ni en el informe de ponencia para primer debate en comisiones (que sesionaron
de manera conjunta), ni en el texto aprobado en primer debate, ni en la ponencia para segundo debate en
el Senado, ni en el texto aprobado por esta plenaria existía una norma similar a la cuestionada. El texto
fue introducido en la ponencia para segundo debate ante la Cámara de Representantes. No existió
evidencia de coadyuvancia ni de aval del gobierno. Para la Corte, si bien el Congreso podía introducir
modificaciones a proyectos de iniciativa gubernamental, cuando se trata de iniciativa privativa deben ser
convalidados o coadyuvados por Gobierno. C-266 de 1995, MP: Hernando Herrera Vergara. La Corte
5.2. Para el Ministerio Público es claro que las modificaciones introducidas por los
parlamentarios en relación con la inclusión de los proyectos de telemedicina y transporte
aéreo medicalizado no cumplieron con ninguna de las dos condiciones señaladas ya que
ni contaron con el aval del Gobierno ni los programas a que se refieren las normas
respectivas mantienen el equilibrio financiero del Plan de Desarrollo.
Cuando las normas demandadas ordenan que las EPS destinen un porcentaje de la
Unidad de Pago por Capitación para atender los costos que demanda la prestación de los
servicios de telemedicina y de transporte aéreo medicalizado, se compromete y altera
sustancialmente el sentido de la iniciativa gubernamental, caso en el cual las adiciones al
proyecto debían contar con el aval del Gobierno, el cual tampoco existió como puede
demostrarse mediante el contenido de las objeciones presidenciales publicadas en el
Diario Oficial 46.674 de junio 29 de 2007.
Debe agregarse que la interpretación que realiza en su escrito la Federación Colombiana
de Municipios de lo que se entiende por aval, es errada, pues señala que como no hubo
oposición expresa del Gobierno respecto de la inclusión de los artículos acusados se
entiende que estaba conforme con los mismos. Es por todos conocido que el aval es
expreso cuando el Ministro del ramo así lo manifiesta o tácito cuando se demuestra la
intervención y coadyuvancia del Gobierno Nacional durante la discusión, trámite y
aprobación de un proyecto de ley de iniciativa reservada. En este caso no hubo
aquiescencia expresa ni tácita del Gobierno en el trámite de los preceptos que contienen
los proyectos de telemedicina y transporte aéreo medicalizado.
Así las cosas, el Despacho concluye que se vulneró el artículo 22 de la Ley Orgánica del
Plan de Desarrollo, norma de rango cuasi constitucional que no podía desconocerse por
el legislador a la hora de expedir la Ley 1151 de 2007.
Desde la perspectiva anotada, considerando la inconstitucionalidad de las normas por
este aspecto, no se hace necesario un pronunciamiento en relación con la vulneración del
declara la exequibilidad de la Ley 119 de 1994, que reestructura el SENA y que fue cuestionada porque
supuestamente desconocía la iniciativa gubernamental en materia de reestructuración de entidades
descentralizadas. El proyecto inicial es de iniciativa ciudadana y solo contenía 2 artículos, uno que
derogaba una norma y el otro reviviendo el régimen anterior. Este texto es modificado por una comisión
en la que participan el Ministro de Trabajo y Seguridad Social, representantes de los trabajadores,
representantes de los gremios y congresistas y se convierte en un proyecto de más de 50 artículos. Para la
Corte a pesar de que el proyecto no era desde un principio de iniciativa gubernamental, ello no es
contrario al artículo 154 de la Constitución, pues esta norma establece que “el Gobierno Nacional podrá
coadyuvar cualquier proyecto de su iniciativa que curse en el Congreso cuando la circunstancia lo
justifique”, obviamente, siempre y cuando dicha situación de suyo excepcional, sea y esté debidamente
comprobada, como sucede en el presente asunto, mediante la coadyuvancia posterior, lo cual no implica
que se estén modificando el alcance del artículo 154 de la Constitución Política en cuanto exige que las
leyes, relativas a ciertas materias, tengan origen en la iniciativa del Gobierno, tanto para su expedición
como para su reforma, sin que la misma establezca con claridad que la mencionada iniciativa
gubernamental deba aparecer reflejada desde la presentación misma del respectivo proyecto de ley”.
principio de unidad de materia y la vulneración de la destinación específica de los
recursos de la Seguridad Social en Salud.
6.
Constitucionalidad del artículo 146 acusado
En relación con los cargos contra el artículo 146, el Despacho se permite reiterar la
posición contenida en el concepto No. 4423 de 13 de noviembre de 2007, dentro de la
demanda D-6945.
6.1.
El precepto acusado es una norma de carácter instrumental para la
consecución de uno de los programas más importantes del Plan de desarrollo:
garantizar el acceso, la calidad, la eficiencia y la sostenibilidad financiera de
las instituciones públicas y de la Red
6.1.1. El principio de unidad de materia es más riguroso en la ley del plan y, por ende, el
control constitucional de un cargo por violación de este principio en esta ley es más estricto
que el contemplado para las demás leyes, por cuanto la ley del plan no puede ser utilizada
sino para sus propósitos constitucionales específicos, y no para llenar los vacíos e
inconsistencias que presenten leyes anteriores. En ese orden, las disposiciones
instrumentales deben guardar una relación o conexión directa con los objetivos y
programas del Plan Nacional de Desarrollo. (Corte Constitucional, sentencia C-305 de
2004).
6.1.2. La norma acusada autoriza al Gobierno Nacional para establecer unos precios
mínimos de venta de servicios a los cuales deben sujetarse las empresas administradoras
de planes de beneficios e IPS tanto públicas como privadas.
6.1.3. Por su parte, el Plan Nacional de Desarrollo para este cuatrienio contiene unos
objetivos y estrategias relacionados con la universalización de la seguridad social y
particularmente una misión dirigida a subsanar la deficiencia en la cobertura y en la calidad
del servicio. Veamos:
“Artículo 6°. Descripción de los principales programas de inversión. La descripción
de los principales programas de inversión que el Gobierno Nacional espera ejecutar
durante la vigencia del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010, es la siguiente:
(…)
3. REDUCCION DE LA POBREZA Y PROMOCION DEL EMPLEO Y LA
EQUIDAD
La estrategia de equidad y reducción de la pobreza, consistirá en lograr que los
colombianos tengan igualdad de oportunidades en el acceso y la calidad de un
conjunto básico de servicios sociales que, en el futuro, permitan que todos generen
ingresos suficientes para llevar una vida digna.
(…)
3.3 Sistema de Protección Social
Otra de las condiciones necesarias para disminuir los niveles de pobreza y
desigualdad será garantizar el funcionamiento adecuado de los mecanismos de
aseguramiento, reduciendo la vulnerabilidad de la población y creando las
herramientas para que los grupos rezagados superen las condiciones adversas que
enfrentan. El objetivo principal que se debe alcanzar frente al sistema de protección
social es lograr la efectiva articulación de tres grandes componentes:
i) Seguridad social integral (salud, riesgos profesionales y protección al cesante);
ii) Sistema de promoción social-Sistema social de riesgo; y
iii) Sistema de formación de capital humano (Sector educativo y formación para el
trabajo).
En términos de seguridad social en salud, se tiene como meta la universalización
del aseguramiento. Para ello se implementarán tres estrategias:
i) Universalización del Régimen Subsidiado para la Población Sisbén 1 y 2;
ii) Implementación de subsidios parciales a la cotización del régimen subsidiado o
contributivo para la población en transición (nivel 3 del Sisbén); y
iii) Incremento de la afiliación al régimen contributivo y actualización del plan de
beneficios. Esto implicará, entre otras, reducir la evasión y elusión de aportes al
régimen contributivo, a través de la implementación universal de la planilla
integrada de aportes y la interoperabilidad de los Sistemas y Registros de
Información de Aportantes (RUA), afiliados (RUAF) y el Sisbén; incrementar, hasta
medio punto, el aporte de cotizaciones a cargo del empleador al Sistema General
de Seguridad Social en Salud (SGSSS) a partir de 2007; y transformar los recursos
de subsidio de oferta a demanda a partir de esa misma fecha. Igualmente, se
promoverá el adecuado flujo de recursos y el saneamiento de la cartera de las
Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud, de acuerdo a los lineamientos del
Conpes.
Se debe tener en cuenta que la operación eficiente de las Instituciones
Prestadoras de Servicios de Salud Públicas será una premisa fundamental y
este principio, también, se aplicará a aquellas IPS públicas donde las
condiciones del mercado no permiten su supervivencia a partir de la venta de
servicios a los diferentes pagadores. Para lograr una mayor eficiencia de los
recursos se fortalecerá la gestión de las entidades territoriales en el manejo de la
Red de Prestadores Públicos, garantizando el acceso, calidad, eficiencia y
sostenibilidad financiera de las instituciones públicas y de la Red. Para el efecto las
entidades territoriales deben viabilizar y adoptar el plan de organización de la red
de prestadores de servicio de salud, previo concepto favorable del Ministerio de la
Protección Social y del Departamento Nacional de Planeación.
De otra parte, se adoptarán mecanismos con el propósito de adelantar el
saneamiento de la cartera hospitalaria, para lo cual se identificarán fuentes de
financiamiento para el cubrimiento de las obligaciones pendientes de pago, por
parte de las entidades territoriales con las IPS, por concepto de la atención de la
población pobre no asegurada y con las ARS del régimen subsidiado.
En el tema de salud pública, tiene especial importancia la reducción de la
mortalidad infantil y materna; la ampliación de la cobertura de vacunación al 95%,
el desarrollo de acciones de educación y salud sexual y reproductiva, acompañada
del incremento de la prevalencia del uso de métodos modernos de anticoncepción
en la población sexualmente activa, así como la creación y/o fortalecimiento de
servicios diferenciados en salud sexual y reproductiva para adolescentes; de
servicios la reducción de la tasa de mortalidad por cáncer de cuello uterino; el
mantenimiento de la cobertura de atención institucional del parto; el aumento de la
cobertura de terapia antirretroviral; la detención del crecimiento del porcentaje de
adolescentes que han sido madres o están en embarazo; la promoción de hábitos
saludables de vida mediante campañas de actividad física para todos los
colombianos, como propósito de prevención y control de las enfermedades no
transmisibles; la reducción de la desnutrición global o crónica de la anemia en
niños menores de 5 años y en mujeres gestantes y lactantes; la reducción de
muertes por malaria o dengue; la reducción de la incidencia en municipios con
malaria urbana, el mantenimiento de la prevalencia general de infección por VIH
por debajo del 1,2%, y la reducción de los índices de infestación por Aedes en los
municipios categoría especial 1 y 2, por debajo de 1.800 metros sobre el nivel del
mar, por ser los que más problemas presentan. Con el compromiso de avanzar en
la reducción de las brechas regionales y poblacionales existentes se promoverá,
conforme a los lineamientos de focalización definidos en el Conpes Social 100, la
priorización de las acciones en salud pública a la población más pobre.
El Gobierno Nacional coordinará, en el marco de la política de salud pública y la
organización de la prestación de los servicios de salud a nivel nacional, los
mecanismos que permitan acceder de manera oportuna al suero antiofídico, de
acuerdo a patrones de riesgo presentados en las regiones.”
6.1.4. Así pues, puede concluirse que el precepto acusado tiene plena conexidad con los
objetivos del Plan (Ley 1151 de 2007, artículo 6o.). El manual de tarifas mínimas de
obligatoria aplicación para las empresas administradoras de planes de beneficios y los
prestadores de servicios de salud públicos y privados, es un instrumento dirigido a
propender por la universalización del sistema de seguridad social en salud por medio de la
utilización de mecanismos que garanticen la supervivencia de las IPS y la prestación los
servicios en condiciones básicas de calidad y de ampliación de la cobertura.
6.2.
El presente caso no es similar al analizado por esta Procuraduría mediante
concepto 4256 (sentencia C-137 de 2007)
6.2.1. El Despacho encuentra que la demanda reitera los mismos argumentos que
tuvieron los demandantes dentro de los procesos de constitucionalidad D-5457 y D-6842
en los que se acusaron disposiciones relativas al establecimiento de tarifas mínimas para
la prestación de los servicios de salud: i) El artículo 42 de la Ley 812 de 2003 “Por la cual
se aprueba el Plan Nacional de Desarrollo 2003-2006, hacia un Estado comunitario”,
autorizaba al Gobierno Nacional –Ministerio de Protección Social- para establecer un
sistema de tarifas mínimas para la prestación de servicios de salud y, ii) El numeral 7o.
del artículo 3o. de la Ley 1122 de 2007, “por la cual se hacen algunas modificaciones en
el Sistema General de Seguridad Social en Salud y se dictan otras disposiciones” le
otorgó a la Comisión de Regulación en Salud la función de Establecer y actualizar un
sistema de tarifas que debe contener entre otros componentes, un manual de tarifas
mínimas que será revisado cada año, incluyendo los honorarios profesionales.
6.2.2. En relación con la primera de las normas enunciadas (artículo 42 de la Ley 812 de
2003) se profirió la sentencia C-137 de 2007 de la Corte Constitucional que la declaró
inexequible por lo siguiente:
“En conclusión, encuentra esta Corte en primer lugar, que el hecho de que la
disposición acusada establezca como presupuesto una tarifa mínima en la
prestación del servicio público de salud contradice el artículo 49 constitucional
que determina como principio la obligación al legislador para señalar una atención
básica gratuita de dicho servicio público, es decir sin el presupuesto de una tarifa
mínima
En segundo lugar, la norma acusada es contraria a la Constitución por la falta de
definición en los sujetos sobre los cuales recae la obligación, en la determinación
y especificidad de la tarifa y en la falta de señalamientos de parámetros objetivos
para establecer los mínimos y máximos del monto de la tarifa.
No cabe dudas que el señalamiento de un sistema tarifario para la prestación del
servicio de salud, es una determinación, en un servicio público como lo es la
salud, que requiere para ello de la intervención económica del estado, de manera
intensa por las connotaciones constitucionales que tiene el servicio de salud y de
manera especial por cuanto constitucionalmente busca asegurar que todas las
personas, en particular las de menores ingresos, tengan acceso efectivo a los
bienes y servicios básicos y promover la productividad y competitividad entre los
sujetos que prestan el servicio público de salud.
Esta Corporación considera que una forma ajustada a la Constitución de
intervención, en lo que se refiere a un servicio público puede ser establecer los
mínimos, los máximos o ambos, de las tarifas por la prestación de dicho servicio.
No obstante, debido a la intensidad y especialidad de la intervención económica
en el servicio público de salud, ésta debe efectuarse a través de una ley.
Por último, la norma demandada al permitir que una autoridad fije un sistema
tarifario en la prestación del servicio de salud sin que ésta misma o la ley que la
contiene establezca los sujetos sobre los cuales recae la obligación, la
determinación y especificidad de la tarifa y señalamientos de parámetros
objetivos para establecer los mínimos y máximos del monto de la tarifa, hace que
este indeterminado el sistema y el método para dicha fijación de la tarifa.
Así entonces, esta Corte declarará inexequible el artículo 42 de la ley 812 de 2003
por ser violatorio de la reserva legal de que trata el artículo 150 numeral 21 de la
Constitución, por ser y por vulnerar el principio de gratuidad establecido en el
inciso cuarto del artículo 49 Constitucional.” (Resaltado fuera del texto).
En cuanto al numeral 7o. del artículo 3o. de la Ley 1122 de 2007, el Ministerio Público,
mediante concepto No. 4354 de 13 de agosto de 2007 señaló que “aunque en la
disposición bajo estudio, a diferencia del artículo 42 de la Ley 812 del 2003, no se hace
referencia únicamente al sistema de tarifas mínimas sino a un sistema tarifario en general
y al sistema de tarifas mínimas, en particular como uno de sus componentes, considera el
Ministerio Público que la disposición sigue adoleciendo de la misma indeterminación que
aquella, en ambos casos como lo señaló la Corte Constitucional en la Sentencia C-137 de
2007”.
6.2.3. De lo dicho se puede concluir que la demanda crea un falso problema de
constitucionalidad ya que su argumentación se funda en la violación de los artículos 150,
333 y 334 de la Constitución, en virtud de una concepción equivocada sobre la naturaleza
de la norma acusada, la cual, no tiene el mismo alcance que las otras dos normas ya
analizadas por el Despacho y cuya inexequibilidad se solicitó en su respectiva
oportunidad, toda vez que dichas disposiciones se referían al establecimiento de
tarifas mínimas en la prestación del servicio público de salud, lo cual, sin duda
negaba a los usuarios la posibilidad de gozar de una atención básica gratuita de
dicho servicio público (Constitución Política, artículo 49). Así mismo, en esas
oportunidades el legislador sí debía establecer claramente los límites dentro de los
cuales el Gobierno determinaría las tarifas correspondientes en cuanto que se
afectaría un tributo, es decir, la contribución parafiscal de seguridad social en
salud.
6.2.4. En cambio, la norma ahora acusada ordena al Gobierno Nacional que dentro de los
seis (6) meses siguientes a la expedición de la ley establezca un manual de tarifas
mínimas fijadas en salarios mínimos diarios vigentes para ser aplicadas de manera
obligatoria por las Empresas administradoras de planes de beneficios y los
prestadores de servicios de salud públicos y privados en la compra y venta de
actividades, intervenciones, procedimientos en salud y servicios hospitalarios, contenidos
en el Plan Obligatorio de Salud del Régimen Contributivo y el Régimen Subsidiado. Es
decir, que no cobija a los usuarios sino a las personas jurídicas que prestan el servicio.
6.3.
La medida acusada es válida a la luz de la Constitución Política
6.3.1. Como puede observarse se trata del establecimiento de una limitación a la libre
competencia económica consistente en que las IPS y empresas administradoras de
planes de beneficios compren y vendan las actividades, intervenciones, procedimientos
en salud y servicios hospitalarios, contenidos en el Plan Obligatorio de Salud a un precio
mínimo establecido por el Gobierno.
6.3.2. La Corte Constitucional ha señalado que la Carta Política autoriza expresamente al
legislador para intervenir “en los servicios públicos y privados” lo cual comprende los
servicios de la seguridad social en salud. Dentro de ese ámbito, puede buscar cualquiera
de los fines señalados ya que la Constitución no establece una correspondencia
diferenciada entre cada uno de los ámbitos mencionados y cada uno de los fines
enunciados, así prima facie se pueda identificar mayor afinidad entre algunos ámbitos,
como los servicios públicos, y algunos fines, como el mejoramiento de la calidad de vida
de los habitantes y asegurar que todas las personas, en particular las de menores
ingresos, tengan acceso efectivo al servicio básico de salud.” Así pues, “el Estado, por
medio de la ley, tiene la potestad de intervenir en la prestación del servicio público de
salud para propender por su recuperación económica, sin que ello signifique que el goce
efectivo del derecho a la salud pueda ser desconocido ni los principios constituciones que
rigen específicamente en el ámbito de la seguridad social menoscabados.” (Sentencia C867 de 2001).
6.3.3. Mediante la medida demandada se busca interferir directamente en el mercado
mediante la fijación de precios mínimos con el objetivo de aumentar la eficiencia
económica y la equidad, regulando el ejercicio de poder de mercado en situaciones de
concentración, mediante un control de conducta de los agentes afectados con la medida,
sin que ello implique la violación de la destinación específica de los recursos de la
seguridad social (artículo 48 de la Constitución) ni tampoco afecta la gratuidad a que se
refiere el artículo 49 de la Carta, toda vez que, ese principio está dirigido a beneficiar a los
usuarios del sistema de seguridad social pero en ningún caso puede entenderse que se
aplica a los proveedores y compradores (aseguradores) de los bienes y servicios de la
salud porque precisamente esa es su actividad económica y debe garantizarse su
viabilidad financiera y su sostenibilidad, con lo que se protege a su vez, a los usuarios del
sistema.
Finalmente, de la lectura de la norma no surge que el legislador hubiese favorecido a las
empresas públicas en detrimento de las empresas privadas ni tampoco que las tarifas
mínimas puedan ser aplicadas por unas empresas y por otras no. Es una disposición
general que no está dirigida a unas pocas administradoras de planes de beneficios ni a
unos cuantos prestadores de servicios de salud de naturaleza privada, tal y como puede
leerse claramente, está dirigida a todas las administradoras incluyendo las públicas.
7.
Conclusión
En mérito de lo expuesto, el Procurador General solicita a esa Corporación hacer las
siguientes declaraciones
7.1. Declarar INCONSTITUCIONAL la Ley 1151 de 2007 “Por el cual se expide el Plan
de Desarrollo 2006-2010”, y DEVOLVER el expediente legislativo al Congreso para que
proceda a subsanar el vicio de forma analizando las objeciones presidenciales publicadas
en el Diario Oficial 46.674 de 29 de junio de 2007, dentro del término de un (1) mes
siguiente a la devolución.
7.2. Declarar INEXEQUIBLE el numeral 3.3 inciso 23 del artículo 6º de la Ley 1151 de
2007 “Por el cual se expide el Plan de Desarrollo 2006-2010”.
7.3. Declarar INEXEQUIBLE el numeral 3.3.1 del artículo 6o. de la Ley 1151 de 2007 “Por
el cual se expide el Plan de Desarrollo 2006-2010”.
7.4. Declarar EXEQUIBLE el artículo 146 de la Ley 1151 de 2007 “Por el cual se expide el
Plan de Desarrollo 2006-2010”, por los cargos de la demanda o estarse a lo resuelto en la
sentencia correspondiente al expediente D-6945.
Señores Magistrados,
EDGARDO JOSÉ MAYA VILLAZÓN
Procurador General de la Nación
SUPERINTENDENCIA FINANCIERA DE COLOMBIA
CARTA CIRCULAR 17
(Febrero 26 de 2008)
Señores
JUNTA DIRECTIVA, REPRESENTANTES LEGALES Y REVISORES FISCALES DE LAS ENTIDADES
SOMETIDAS A LA INSPECCIÓN Y VIGILANCIA DE LA SUPERINTENDENCIA FINANCIERA DE
COLOMBIA
Referencia: Seguimiento a la implementación del los requerimientos mínimos de seguridad y calidad
en el manejo de información a través de medios y canales de distribución de productos y servicios
para clientes y usuarios.
Como es de su conocimiento, el pasado 25 de octubre de 2007 se expidió la Circular Externa 052, mediante
la cual se imparten instrucciones respecto a los requerimientos mínimos de seguridad y calidad en el
manejo de información a través de medios y canales de distribución de productos y servicios para clientes y
usuarios.
Dada la importancia que tiene la Circular para el sistema financiero, sus clientes y usuarios, así como para
la Superintendencia Financiera de Colombia, no se modificarán los plazos dispuestos para su entrada en
vigencia. En consecuencia, se hace necesario efectuar un seguimiento permanente a la adopción de las
soluciones dadas a cada uno de los requerimientos formulados en la Circular, para lo cual la Delegatura
para Riesgos Operativos les agradece disponer lo necesario para diligenciar y remitir trimestralmente el
formato “Implementación C.E. 052”, comenzando con el corte al 31 de marzo de 2008 y culminando con el
del 31 de diciembre de 2009.
El formato se encuentra publicado en el sitio Web de la Superintendencia www.superfinanciera.gov.co bajo
el icono Normatividad, en el enlace Boletín Ministerio de Hacienda, Capitulo Superintendencia Financiera de
Colombia, en el año y mes correspondiente al de la presente carta circular. También se puede solicitar al email [email protected].
La información solicitada se deberá remitir al correo electrónico señalado anteriormente, firmada
digitalmente por el Representante Legal, dentro de los 10 días siguientes al corte de cada trimestre.
Cabe advertir que la información reportada se entenderá confiable, fidedigna y veraz, y que esta
Superintendencia se reserva el derecho de validarla con los responsables designados por su entidad.
La solicitud de información a que hace referencia la presente circular se realiza de conformidad con lo
previsto en los artículos 9, 27 y 35 del decreto 4327 de 2005.
Cordialmente,
MIGUEL ANGEL VILLALOBOS HERNANDEZ
Superintendente Delegado para Riesgos Operativos
Ana María Rojas V
Vicepresidencia Jurídica - Fasecolda
e-mail: [email protected]
Tel: 3443080 Ext. 1903
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