1 Consumo de drogas ilegales y participación laboral: Evidencia

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Consumo de drogas ilegales y participación laboral: Evidencia empírica basada en
registros clínicos de pacientes
Resumen
La investigación empírica de la relación entre consumo de drogas y participación laboral no es
concluyente. La literatura justifica que una fuente de variabilidad en los resultados son los métodos
utilizados para controlar la potencial endogeneidad. Basándose en registros clínicos, el presente artículo
utiliza un modelo de ecuaciones simultáneas como alternativa para estimar el efecto del uso de drogas
sobre la participación laboral y para controlar el problema de endogeneidad. Los resultados confirman la
existencia de endogenidad y aportan evidencia suficiente para confirmar que un consumo problemático de
drogas de dependencia reduce significativamente la probabilidad de trabajar. Este resultado muestra los
potenciales costes sociales derivados del abuso de drogas ilegales, sobre todo en términos de pérdidas de
producción por exceso de desempleo.
Palabras clave: consumo de drogas, participación laboral, endogeneidad, modelo de ecuaciones
simultáneas, pérdidas de producción.
Clasificación JEL: C31, I12, J23.
Abstract
Empirical research on the relationship between illicit drug use and labour market success has been found
to have mixed results in the literature. Relevant sources of variability are the methods used to account for
the potential endogeneity of drug use. Using clinical data of drug users, this paper utilizes a recursive
simultaneous-equations approach as an alternative for estimating the effect of consumption on labour
participation and control the endogeneity problem. Our results confirm that drug use is endogenously
determined, and provides evidence to support that problematic drug use of dependency drugs greatly
decreases the likelihood of be in work. The results derive here show the potentially social costs of drug
use and abuse, mainly in terms of production loss.
Key words: drug use, labour participation, endogeneity, simultaneous equation model, production losses.
JEL Classification: C31, I12, J23.
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1. Introducción
El consumo de drogas ilegales se encuentra directamente relacionado con una serie de
problemas sociosanitarios que generan importantes costes económicos para el individuo
y para el conjunto de la sociedad. En base a la clasificación económica más utilizada en
los estudios de costes de enfermedad, el consumo de drogas genera costes de tipo
directo (en asistencia sanitaria; en programas de investigación, prevención y
rehabilitación; costes judiciales,...); costes indirectos derivados de pérdidas de
productividad laboral; y costes intangibles, como son el dolor y el sufrimiento del
consumidor y de su entorno social más cercano.
En cuanto a los costes indirectos, el consumo de drogas ilegales genera problemas de
salud que repercuten en una reducción en la disponibilidad, la calidad, y la efectividad
de la fuerza de trabajo remunerada y no remunerada (sector doméstico). Uno de los
estudios pioneros en la estimación del coste asociado al consumo de drogas ilegales es
el desarrollado por Rice et al. (1990) para los Estados Unidos. Los autores estiman para
el año 1985 un coste total de 43.000 millones de dólares, de los que un 65% son costes
indirectos (pérdidas de producción derivadas de hospitalizaciones y muertes
prematuras). Por su parte, Harwood et al. (1998) obtienen que el peso de la partida que
recoge las pérdidas de producción laboral derivadas del consumo de drogas significa el
71% del coste total del consumo de drogas. La última de las estimaciones realizadas
por la Office of National Drug Control Policy (2004) sobre los costes sociales del uso y
abuso de drogas ilegales en los Estados Unidos, sitúa el coste total de la adicción a las
drogas en 180,9 billones de dólares. El 71,2% de estos costes se corresponden con
pérdidas de productividad laboral en el mercado de trabajo remunerado y en el sector
doméstico.
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En el ámbito nacional, los trabajos de referencia son los realizados por García-Altés et
al. (2002), y Oliva y Rivera (2006). García-Altés et al. (2002) aproximan desde una
perspectiva social el coste imputable a los consumos de drogas ilegales en España
durante el año 1997. En los costes indirectos se incluyen las pérdidas de productividad
laboral asociadas a muertes prematuras y hospitalizaciones, representando estas partidas
el 24,4% del coste. En el trabajo de Oliva y Rivera (2006) el peso relativo de los costes
indirectos se sitúa en un 67% del coste social del consumo de drogas estimado para
Galicia en el año 2003 (cuyo cálculo sitúan entre los 129 y los 133 millones de euros).
El objetivo principal del presente trabajo es el de reexaminar la relación existente entre
consumo de drogas de dependencia y participación en el mercado de trabajo. Las
principales aportaciones de esta investigación a la literatura son el considerar como
población de referencia en el análisis a los usuarios de la red de centros de tratamiento
de conductas adictivas de Galicia (población visible), así como la utilización de un
modelo probit bivariado de ecuaciones simultáneas (RBP) como técnica econométrica
alternativa para controlar la potencial endogeneidad del consumo de drogas.
El cuerpo de literatura que estudia la relación entre consumo de drogas y participación
laboral no es del todo concluyente en cuanto al sentido y la significación de dicha
relación. Diferentes estudios sugieren que el consumo de sustancias ilegales afecta de
forma negativa a la productividad y a la participación laboral del individuo (French et
al., 2001; Buchmueller y Zuvekas, 1998; MacDonald y Pudney, 2000; DeSimone, 2002;
Alexandre y French, 2004; Van Ours, 2006). Sin embargo, otra serie de investigaciones
no encuentran efectos significativos del consumo sobre la ganancia salarial o la
participación laboral del individuo, y algún trabajo llega incluso a estimar un efecto
positivo en esta relación (Gill y Michaels, 1992; Register y Williams, 1992; Kaestner,
1991, 1994).
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La comparación de los resultados entre estudios debe de realizarse con precaución. La
variabilidad observada entre resultados puede deberse a factores relacionados con el
propio diseño del estudio, como son la especificación de la variable de resultado laboral
que se adopta en cada trabajo, las medidas de frecuencia de consumo de drogas y los
tipos de drogas sobre los que se dirige el análisis, la muestra de población que se
considera, y los métodos utilizados en el análisis para controlar la potencial
endogeneidad del consumo. En relación con el problema de la endogenidad,
Buchmueller y Zuvekas (1998) argumentan dos posibles fuentes de sesgos: el efecto
directo que tiene la renta sobre el consumo de estas sustancias, y las diferencias (no
observables) que puedan existir entre consumidores, en cuanto a cómo se relacionan con
el mercado laboral.
Desde el punto de vista de las políticas públicas de salud, el estudio que se presenta
resulta de marcado interés para el análisis y la evaluación de la efectividad de las
medidas que se articulan para mitigar el impacto de los consumos de drogas sobre el
bienestar individual y colectivo, en particular de las medidas recogidas en los programas
de incorporación social que se dirigen a favorecer el logro de la autonomía y la
independencia personal del consumidor desde diferentes áreas de intervención, entre las
que destaca de manera especial el área de integración laboral y formativa. En el año
2008 el presupuesto invertido por la Subdirección Xeral de Saúde Mental e
Drogodependencias (Xunta de Galicia) en programas asistenciales, de prevención,
incorporacion social, y formación ascendió a más de 19 millones de euros.
El trabajo se estructura de la siguiente forma. En la sección segunda se revisan las
investigaciones más relevantes sobre la relación entre consumo de drogas ilegales y
participación laboral. En las dos siguientes secciones se presenta el marco teórico y se
plantea el modelo econométrico que se utilizará en las estimaciones. La sección quinta
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está dedicada a describir la base de datos y las principales variables de interés. A
continuación se presentan los resultados obtenidos en el estudio de la situación laboral
de consumidores de drogas de dependencia. En la sección sexta se aproxima el valor
económico de la producción perdida que puede atribuirse al problema de la adicción
para la muestra de individuos. El trabajo finaliza exponiendo las conclusiones más
relevantes que se derivan del análisis empírico efectuado.
2. Revisión de la literatura
La literatura previa que estudia la relación entre consumo de sustancias ilegales y
participación laboral no es concluyente en cuanto al sentido de su asociación y su
intensidad. Así por ejemplo, algunos trabajos obtienen resultados que confirman el
sentido negativo de esta relación, a través del empeoramiento en el estado de salud
físico y psicológico de los individuos. Otros trabajos argumentan que una situación de
desempleo puede ser la que modifique su actitud con respecto al uso y abuso de drogas
ilegales (MacDonald y Pudney, 2000).
En la interpretación y comparación de esta disparidad de resultados hay que considerar
las diferentes variables de interés que se utilizan, su categorización, y los segmentos de
población que se consideran. Las técnicas utilizadas para tratar la potencial
endogeneidad del consumo de drogas también pueden ser origen de la variabilidad
observada entre estudios. Del mismo modo, otra posible fuente de inconsistencias entre
resultados es el retardo que existe entre el momento del consumo y su impacto sobre la
productividad laboral (DeSimone, 2002).
Entre los estudios que consideran los efectos a largo plazo del consumo de drogas sobre
la participación laboral, Burgess y Propper (1998) utilizan datos de la US National
Longitudinal Survey on Youth (NLSY) y obtienen como principal resultado que un
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consumo de drogas blandas no perjudica la participación laboral en 10 años. Sin
embargo, el consumo de drogas duras sí genera un efecto negativo sobre el empleo. En
esta línea de trabajos, MacDonald y Pudney (2000), con datos procedentes de las
oleadas de 1994 y 1996 de la British Crime Survey (BCS), concluyen que un consumo
pasado de drogas blandas no está asociado con una situación actual de desempleo, pero
obtienen evidencia suficiente para demostrar que las expectativas de empleo se reducen
en individuos consumidores de drogas duras. Por el contrario, Van Ours (2006) estudia
a través de 3 encuestas realizadas en los años 1994, 1997 y 2001, los efectos que sobre
el empleo provocan los consumos de cannabis y cocaína. Diferenciando por sexos, el
autor obtiene que para el sexo femenino, un consumo pasado de cannabis genera un
efecto positivo sobre el ratio actual de empleo. En el caso de los hombres no encuentra
evidencia suficiente que demuestre la existencia de efectos negativos del consumo de
drogas sobre su participación en el mercado de trabajo.
Kaestner (1994) combina en su análisis estimaciones de sección cruzada y datos de
panel de las oleadas de 1984 y 1988 de la NLSY. Las primeras estimaciones sugieren
que el abuso de sustancias ilegales determina la existencia de un efecto negativo sobre
la oferta laboral. Sin embargo, la estimación con datos de panel no confirma este
resultado. Zarkin et al. (1998) utilizan datos de la National Household Survey on Drug
Abuse (NHSDA) y obtienen un efecto poco significativo del consumo de drogas ilegales
sobre el número de horas trabajadas. French et al. (2001) utilizan esta misma encuesta
para analizar los ratios de empleo según diferentes perfiles de consumo. Los autores
obtienen una relación negativa con el empleo en el caso de consumidores crónicos de
ambos sexos. Sin embargo, el consumo no crónico de drogas no se encuentra
estadísticamente relacionado con ninguna de las medidas del mercado de trabajo
utilizadas en la investigación.
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Buchmueller y Zuvekas (1998) incorporan en su trabajo la intensidad en el consumo de
drogas a partir de medidas de diagnostico clínico, lo que les permite diferenciar entre
individuos que realizan un uso patológico de drogas, de aquellos que no presentan
problemas de dependencia. Utilizan datos de la Epidemiologic Catchment Area (ECA),
y obtienen que en la cohorte de 18-29 años las ganancias están relacionadas de manera
positiva con un uso moderado de drogas, pero la relación es negativa respecto a su uso
diario. Para los individuos de entre 30 y 45 años, un consumo problemático de drogas
afecta de manera negativa a empleo y salarios.
Gill y Michaels (1992) utilizan las oleadas de 1980 y 1984 de la NLSY y controlan la
potencial endogenidad del consumo utilizando variables instrumentales en la estimación
de las ecuaciones de empleo. Cuando consideran el total de consumidores según tipo de
drogas (duras y blandas) concluyen que el consumo durante el año anterior reduce su
empleabilidad actual. Sin embargo, considerando únicamente los consumidores de
drogas duras (cocaína y heroína), no se aprecia la existencia de un efecto negativo sobre
la probabilidad de estar empleado.
Register y Williams (1992) utilizan también técnicas de variables instrumentales sobre
datos obtenidos en la oleada de 1984 de la NLYS. Según los autores, el consumo de
cannabis repercute negativamente sobre el empleo, mientras que el consumo de cocaína
no se encuentra relacionado de manera significativa con la probabilidad de estar
trabajando. DeSimone (2002), utilizando datos de la NLSY y la técnica de las variables
instrumentales, estima la existencia de una relación negativa entre consumo y empleo, si
bien, el efecto es mayor en consumos de cocaína que de marihuana.
Considerando como medida de resultado los salarios, su relación con el consumo de
sustancias ilegales es aun menos concluyente entre investigaciones. Mientras que una
serie de estudios contrastan la existencia de una relación positiva entre frecuencia de
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consumo y nivel salarial (Kaestner, 1991; Gill y Michaels, 1992; Register y Williams,
1992), otros autores cuestionan esta relación cuando diferencian entre tipo de drogas y
características de los individuos. Kaestner (1994) realiza estimaciones longitudinales
con dos oleadas de la NLSY y encuentra que la relación entre consumos y salarios varía
en función del tipo de droga y las características del individuo. Confirma la relación
positiva en el caso de consumos de cocaína y salarios obtenidos por mujeres, pero la
relación es de signo negativo si se considera consumo de marihuana y salarios obtenidos
por hombres. Con datos de esta misma encuesta, Kandel et al. (1995) obtienen que la
relación entre consumo de drogas ilegales y salarios es positiva en las primeras etapas
de la trayectoria laboral del individuo, y negativa en etapas más avanzadas de su carrera.
Para finalizar, revisaremos los resultados obtenidos por tres estudios que utilizan
información procedente de registros y encuestas realizadas a colectivos específicos. En
este grupo de trabajos, French et al. (1998) analizan la relación entre consumo de drogas
y absentismo laboral a través de los registros obtenidos en seis lugares de trabajo para
una muestra de 1.600 trabajadores. Los resultados no evidencian la existencia de una
relación significativa entre ambas variables. Por su parte, Alexandre y French (2004)
utilizan un cuestionario y una estrategia de muestreo específica para estudiar la relación
entre un consumo crónico de drogas y empleo en el área metropolitana de Miami. Como
conclusión principal de su estudio, los autores obtienen que un consumo crónico de
drogas está relacionado de forma negativa con el empleo. Los datos utilizados por
Atkinson et al. (2000) proceden de una investigación desarrollada por el NIDA
(National Institute of Drug Abuse) sobre transmisión del VIH en usuarios de drogas.
Entre otros resultados, presentan que la participación del individuo en el mercado de
trabajo no depende de la frecuencia de consumo de sustancias ilegales.
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3. Marco teórico
La base teórica sobre la que se justifican las posteriores estimaciones se basa en el
modelo desarrollado por Mullahy y Sindelar (1996), y adaptado posteriormente por
French et al. (2001). Las funciones de consumo de drogas y participación en el mercado
de trabajo se especifican de acuerdo a las siguientes expresiones:
F=F(p, w, XF, F)
(1)
L=L(p, w, XL, L),
(2)
donde p es el vector de precios, w es un vector de salarios, XF y XL son vectores de todos
las variables observables que influyen en la frecuencia de consumo y en la probabilidad
de participar en el mercado de trabajo (variables sociodemográficas y de salud,
variables relacionadas con el patrón y la dinámica de consumo, tratamientos
asistenciales recibidos, así como otros factores de riesgo), mientras que F y L recogen
características no observables que están relacionadas con F y L.
Las ecuaciones (1) y (2) pueden ser derivadas a partir de un modelo de maximización de
la utilidad del consumo de drogas y del ocio teniendo en cuenta las habituales
restricciones de presupuesto y tiempo. Si asumimos que en la función de utilidad las
preferencias de consumo y ocio son implícitas y ajenas a los precios, se obtienen las
siguientes funciones:
F=F(L, X, )
(3)
L=L(F, X, ),
(4)
donde X recoge todas las variables incluidas en XF y XL, y  todos los factores no
observables de F y L. El objetivo principal del análisis empírico posterior es el de
obtener estimaciones consistentes del efecto de F en L (ecuación 4), en las que se
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controle la potencial correlación de F con  . El efecto de F en L puede representarse de
forma analítica de acuerdo a la siguiente expresión:
dL/dF= LF+Lɛdɛ/dF
(5)
4. Modelo empírico
Una fuente relevante de variabilidad en los resultados descritos en el apartado de
revisión de la literatura es la diversidad de métodos que se utilizan para resolver el
problema de la endogeneidad del consumo de drogas (DeSimone, 2002; Norton y Han,
2007).
Entre los métodos más utilizados para controlar el problema de la endogenidad figuran
los procedimientos basados en la utilización de variables instrumentales (IV),
generalmente aplicados en dos etapas (DeSimone, 2002; French et al., 2001; Norton et
al., 1998; Register y Williams, 1992).
Estos procedimientos requieren la existencia de uno o más instrumentos válidos que no
expliquen directamente la variable binaria dependiente, pero que se encuentren
fuertemente correlacionados con el regresor endógeno. El mayor problema de este tipo
de aproximaciones es encontrar instrumentos válidos para la estimación. Si la
correlación entre el instrumento y el regresor endógeno es débil, las estimaciones
basadas en IV estarán seriamente sesgadas (Alexandre y French, 2004; Norton et al.,
1998; Davidson y MacKinnon, 1993). Aun disponiendo de un instrumento que a priori
cumple con las condiciones necesarias para ser incorporado a la estimación, los modelos
con variables dummy endógenas muestran ciertos problemas econométricos cuando el
regresor endógeno y la variable de resultado son binarias (Angrist, 1999; Foster, 1997;
Terza et al., 2007). En resumen, aplicar métodos de variables instrumentales en modelos
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de regresión no lineal puede derivar en importantes sesgos en la estimación del efecto
del consumo de drogas sobre la situación laboral del individuo.
El estudio empírico de la participación laboral de consumidores problemáticos de
drogas de dependencia comienza con la especificación de un modelo probit univariado:
Pr(L=1)=Pr( x’+>0)
(6)
=Pr(-< x’)
=ɸ( x’),
donde L es la variable de participación laboral; x’ es un vector de variables exógenas
que determinan el estado laboral del individuo, incluida la variable de consumo
problemático de drogas;  es el vector de parámetros a estimar; y ɸ la función de
distribución acumulada. La frecuencia de consumo de drogas de dependencia también
se modeliza a través de un modelo probit univariado.
En el estudio de la relación entre consumo de drogas y participación laboral, diferentes
investigaciones reconocen que los modelos como el anterior presentan resultados
inconsistentes (MacDonald y Pudney, 2000). Siendo dicotómicas las variables de
consumo y de situación laboral, se sugiere como una alternativa válida para el control
de la potencial endogenidad la aplicación de un modelo probit bivariado de ecuaciones
simultáneas (véase Alexandre y French, 2004). En concreto, se propone un caso
específico de estos modelos, el modelo recursivo de ecuaciones simultáneas,
denominado así porque la segunda variable binaria dependiente aparece en el lado
derecho de la primera de las ecuaciones del modelo (Maddala, 1983; Hardin, 1996;
Greene, 1998, 2003). Mediante esta especificación, la naturaleza endógena de la
variable es ignorada en la formulación de la función de probabilidad (Greene, 2003). En
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la estimación se utiliza el método de ajuste de máxima verosimilitud con información
completa (Full Information Maximum Likelihood - FIML).
La modelización de la participación laboral se realiza de acuerdo a la siguiente ecuación
latente:
L*= l x’ + 2F + 1,
(7)
donde la variable latente L* se define en base a la variable observada L:
L=1
si
L*>0
participa en el mercado laboral.
L=0
si
L*0
otro caso.
En la ecuación (7) x’ es un vector de variables exógenas y F una variable binaria que
toma el valor de la unidad si el individuo es un consumidor problemático de drogas.
Se asume que el consumo de drogas es endógeno en la ecuación (7) y que se determina
de acuerdo a la siguiente expresión:
F*= 1z’+2,
(8)
Donde F* es una variable latente para el consumidor problemático de drogas, y z’ es un
vector de variables exógenas que tienen influencia sobre los patrones de frecuencia de
consumo. La variable latente no observada F* se relaciona con la variable observada en
base a la siguiente condición:
F=1
si
F*>0
consumidor patológico.
F=0
si
F*0
otro caso.
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Se asume que los términos de error 1 y 2 se distribuyen conjuntamente como una
distribución normal con E[1|x’, z’]= E[2|x’, z’]=0, var[1|x’, z’]= E[2|x’, z’]=1, y
cov[1, 1|x’, z’]=.
El coeficiente  mide la correlación existente entre los factores omitidos en las
ecuaciones de empleo y consumo. Si =0, la resolución del modelo pasa por la
estimación separada de dos modelos de probabilidad para L y F (modelos probit).
Cuando 1 y 2 no son independientes, un marco de análisis basado en un modelo
recursivo probit bivariado obtendrá estimaciones consistentes. El test de Wald se utiliza
para determinar cuando  es significativamente distinto de cero (la hipótesis nula es
=0).
Para finalizar, resulta interesante poder medir la influencia de un consumo problemático
de drogas sobre la probabilidad de estar trabajando. La cuantificación de este efecto se
estima a partir de la diferencia entre las predicciones de probabilidad condicionada de
participación laboral cuando se consume de manera patológica y con una intensidad de
consumo menor (Greene, 2003):
E(F)=Pr(L=1|F=1; x, z) - Pr(L=1|F=0; x, z).
(9)
5. Datos y variables
En el análisis empírico se utilizan datos procedentes de registros clínicos de
consumidores codificados a través de un sistema de evaluación multicéntrico que
recoge, de manera estandarizada, información procedente de individuos admitidos a
tratamiento por consumo de drogas en las Unidades de Atención a Drogodependientes
(UAD) del Servicio Gallego de Salud (SERGAS).
La principal desventaja que presenta la utilización de datos procedentes de encuestas en
las que determinadas preguntas se dirigen a capturar información sensible para el
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encuestado, como puede ser información relativa al consumo de sustancias ilegales, es
la posible limitación en la validez y la fiabilidad de los datos con los que se está
trabajando (MacDonald y Pudney, 2000). Respecto a otras fuentes de datos utilizadas en
la literatura, la utilización de registros clínicos presenta ventajas en cuanto a la
fiabilidad y veracidad de la información facilitada, sobre todo a la hora de clasificar a
los individuos según la frecuencia de consumo de drogas. No obstante, una muestra de
individuos condicionada a un alta clínica presenta ciertas limitaciones a la hora de
generalizar, o extrapolar, los resultados obtenidos en las estimaciones a la población
diana, en la que también se incluyen consumidores de drogas que no han accedido a
tratamiento y que por lo tanto no son visibles.
Las UAD se configuran como la puerta de entrada a los servicios públicos sanitarios de
atención a consumidores de drogas, y el origen de posteriores derivaciones a otra serie
de servicios de tratamientos especializados para este problema de salud. La codificación
de los datos que contiene este registro la realiza el personal sanitario de estas unidades a
través de una entrevista personal en el momento de ser admitido el individuo a
tratamiento y siguiendo un protocolo clínico estándar en todas las unidades. La
admisión a una UAD se realiza en base a la demanda individual del propio consumidor
(48,32%), por demanda de su entorno social más próximo (14,01%), por derivación de
atención primaria (11,76), y por otras fuentes de referencia, como la judicial.
En el año 2008 las UAD presentan un volumen acumulado de más de 11.000 altas por
tratamientos relacionado con el consumo de drogas ilegales, el uso y abuso de alcohol,
tabaco, la presencia de desórdenes alimenticios, ludopatías, o dopaje en el deporte.
Durante el año 2008 se produjeron un total de 2.984 altas por abuso o dependencia de
drogas ilegales en los centros integrados en esta red asistencial. Independientemente del
año de admisión o readmisión a tratamiento, el volumen asistencial que están generando
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los tratamientos por dependencia de drogas ilegales asciende a los 10.165 pacientes. El
objetivo principal de la información contenida en este registro es la de obtener, por parte
de los servicios públicos de salud, indicadores de evaluación asistencial sobre los que
argumentar programas y actuaciones dirigidas a rehabilitar, prevenir y reintegrar en la
sociedad a consumidores de drogas y de otras sustancias de carácter adictivo.
El registro contiene información detallada sobre la situación laboral de cada individuo
en el momento de ser admitido a un tratamiento; sustancias consumidas; patrones de
consumo (frecuencia de consumo, vía de administración de la droga principal, dinámica
de consumo – edad de inicio, tiempo máximo sin consumir,…); tratamientos previos
recibidos; antecedentes judiciales; así como las típicas variables sociodemográficas.
Siguiendo estudios previos, como son el de Buchmueller y Zuvekas (1998), DeSimone
(2002) y Zuvekas et al. (2005), el análisis se limita a pacientes de sexo masculino,
justificándose esta decisión en base a la baja representatividad de las mujeres en la
muestra (13%), a la mayor prevalencia de consumo de drogas ilegales entre varones, y
también a los mayores ratios de empleo que presenta el sexo masculino (Kessler et al.,
1994; Regier et al., 1993).
Las consecuencias negativas que el abuso de drogas produce sobre la productividad del
trabajador varían de acuerdo a los efectos físicos y psíquicos asociados a la sustancia
principal consumida. En el análisis se sigue la clasificación propuesta por Ramsay y
Spiller (1997) y MacDonald y Pudney (2000), y se focaliza el estudio en individuos
cuyo consumo principal son sustancias ilegales incluídas en el grupo denominado como
“drogas de dependencia” (cocaína, heroína, cocaína+heroína, y base libre de cocaína), y
que se codifican en el registro bajo la categoría de “droga principal consumida”. En
comparación con otro tipo de drogas, como puede ser el cannabis, este grupo de
sustancias está compuesto por aquellas drogas que provocan efectos sumamente
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perjudiciales sobre la salud de la persona que las consume, y que se presume que
provocan efectos negativos sobre su productividad laboral (DeSimone, 2002; Van Ours,
2006).
No se implementaron modelos específicos para consumidores de cannabis debido a que
en la muestra, los consumos de esta droga se muestran en su mayoría como secundarios
al uso de drogas de dependencia (no se trata de sustancias mutuamente excluyentes), y
cuando se controla en las estimaciones por los patrones de frecuencia e intensidad de
consumo, resulta difícil distinguir los efectos aislados que provoca esta droga
(Buchmueller y Zuvekas, 1998).
El posible impacto que puede ocasionar un consumo de drogas sobre la empleabilidad
depende, entre otros aspectos, de la intensidad y de factores relacionados con la
dinámica temporal de consumo. Siguiendo la frecuencia de consumo adoptada por
Buchmueller y Zuvekas (1998), y en base al consumo realizado durante el mes anterior
a la admisión a tratamiento, la frecuencia de consumo se divide en dos categorías
mutuamente excluyentes, caracterizando como “consumidores problemáticos” aquellos
individuos que han desarrollado síntomas de un consumo patológico o dependiente de la
droga codificada como principal en el momento de su admisión (consumo diario). Los
criterios diagnósticos de dependencia y abuso son los aplicados por los profesionales
que realizan la admisión al tratamiento. Esta clasificación se fundamenta en base a
criterios de diagnóstico de la adicción siguiendo el Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders (DSM-IV) de la American Psychiatric Association.
La variable de empleo L es un indicador binario de aquellos pacientes que se encuentran
“en el mercado laboral”, agrupando en la definición a los trabajadores autónomos y por
cuenta ajena. Se excluyen individuos que no tiene edad para trabajar (menores de 16
años y mayores de 65), estudiantes a tiempo completo, discapacitados permanentes,
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pensionistas, e internos en instituciones penitenciarias. La muestra final seleccionada
para el análisis incluye un total de 1.754 consumidores de drogas de dependencia
admitidos a tratamiento en el año 2008.
La selección de variables se realiza después de una exhaustiva revisión bibliográfica
sobre los determinantes del consumo de drogas ilegales y de la participación laboral. La
identificación de los modelos se realiza estableciendo restricciones de exclusión,
mediante la estimación de modelos alternativos y el contraste, a través de la prueba de
Wald, de la significación de los instrumentos incluidos en la ecuación de participación
laboral.
Las variables incluidas en el análisis empírico junto con su estadística descriptiva son
recogidas en la tabla 1. La prevalencia de individuos que realizan un uso patológico de
drogas de dependencia es de un 46%, mientras que el porcentaje de pacientes que
participan en el mercado laboral asciende a un 48% de la muestra.
(TABLA 1 INSERTAR AQUÍ)
En lo que se refiere a variables relacionadas con tratamientos previos y patrones de
consumo, exceptuando tratamientos de tipo psiquiátrico, destaca el elevado porcentaje
de individuos que en algún momento han recibido algún tipo de tratamiento asistencial
por consumo de drogas (67%). El 26% de los individuos recibió tratamiento psiquiátrico
específico para su problema de adicción. En cuanto a la dinámica pasada de consumo y
sus posibles implicaciones sobre la intensidad de consumo actual, un 44,5% de los
pacientes declaran haber tenido, en algún momento, un periodo de abstinencia en el
consumo superior a los 12 meses.
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4. Resultados
La tabla 2 muestra los resultados obtenidos en la estimación de un modelo probit sobre
la participación laboral, tomando como exógena la variable de frecuencia de consumo.
En la misma tabla se recogen también los resultados del modelo probit estimado para el
consumo problemático de drogas de dependencia.
Se ha planteado la endogenidad de la variable de consumo mediante la estimación de un
modelo probit para la variable de resultado laboral en el que se incluye, como variable
explicativa, las predicciones obtenidas en una primera etapa para la variable
potencialmente endógena. La prueba de significación de esta variable permite rechazar
la hipótesis nula de exogeneidad (test de Hausman).
(TABLA 2 INSERTAR AQUÍ)
El efecto directo de un consumo problemático de drogas sobre la probabilidad de estar
empleado es negativo, pero no es significativo ni cuantitativamente relevante.
MacDonald y Pudney (2000) en sus estimaciones sobre datos de la British Crime Survey
obtienen en sus modelos probit univariados un resultado similar, indicando que el
consumo de drogas de dependencia tiene un impacto positivo sobre la probabilidad de
encontrarse desempleado. French et al. (2001) llegan a la misma conclusión y obtienen
que un consumo patológico de drogas reduce en un 0,089 la probabilidad de estar
empleado.
Diferentes trabajos muestran que el nivel educativo completado por el individuo es un
factor que puede ser relevante en la relación entre situación laboral y consumo de
drogas (Mullahy y Sindelar, 1989, 1993; French y Zarkin, 1995). En nuestras
estimaciones, y tomando como referencia a los consumidores que carecen de estudios,
niveles superiores de educación presentan un efecto positivo y significativo sobre la
18
probabilidad de trabajar. Asimismo, carecer de antecedentes penales aumenta en un
18% la probabilidad de participar en el mercado de trabajo. En cuanto a enfermedades
infecciosas prevalentes en el colectivo de consumidores de drogas inyectadas, la
probabilidad de estar trabajado de aquellos individuos que padecen hepatitis o
VIH/SIDA es más reducida que aquellos que no las padecen.
Los coeficientes estimados y los efectos marginales totales del modelo probit bivariado
de ecuaciones simultáneas se presentan en la tabla 3.
(TABLA 3 INSERTAR AQUÍ)
Burguess y Propper (1998) consideran que una iniciación temprana en determinados
hábitos y comportamientos, como es el consumo de drogas ilegales, provoca efectos
futuros sobre la productividad laboral. Examinando en primer lugar la ecuación de
consumo, individuos que se inician antes de los 16 años en el uso de drogas ilegales, y
que consumen de manera secundaria otras drogas de dependencia, presentan una mayor
probabilidad de realizar un consumo patológico de estas sustancias. Sin ser
estadísticamente significativos en conjunto, los coeficientes estimados para las variables
de educación sugieren que, con respecto a la categoría omitida (sin estudios), completar
estudios primarios, secundarios o universitarios reduce la probabilidad de ser un
consumidor frecuente de este tipo de drogas.
En el análisis se incluyen variables que recogen los efectos de tratamientos previos
recibidos por el paciente, como factores que pueden llegar a modificar sus actitudes y
comportamientos ante el uso de drogas ilegales. La probabilidad de ser un consumidor
patológico de drogas es mayor en aquellos individuos que recibieron tratamientos
asistenciales previos dirigidos a reducir las consecuencias de la adicción. Resulta
complicado poder determinar las causas que explican este resultado, para ello sería
19
necesario poder evaluar el grado de dependencia que presentaba el individuo en el
momento de acceder a estos tratamientos, la dinámica de consumo experimentada en un
momento posterior, así como el tipo de tratamiento recibido. El coeficiente obtenido
para la variable que codifica tratamientos de tipo psiquiátrico, aun siendo positivo, no es
estadísticamente significativo
Diferente literatura sugiere que la situación de convivencia en pareja y estar casado se
relaciona con la reducción, o el cese, en el consumo de drogas, definiendo esta situación
como un factor de protección frente al consumo de sustancias adictivas (Bachman et al.,
1997; Moos et al., 2002; Heinz et al., 2009). La variable que recoge esta situación
(MARRIED), y las variables de enfermedades infecciosas relacionadas con consumo de
drogas inyectadas presentan el signo esperado pero no son estadísticamente
significativas.
Examinando la ecuación de participación laboral, los coeficientes obtenidos muestran
un impacto significativo de un consumo problemático de drogas sobre la situación
laboral del individuo. El signo negativo indica que, manteniendo constante el resto de
factores, los individuos admitidos a tratamiento que presentan un uso patológico de
drogas, son menos propensos a participar en el mercado de trabajo. Evaluando de
manera cuantitativa este efecto, se reduce la probabilidad de estar trabajando en un
0,584.
El resultado anterior es consistente con los obtenidos en otros trabajos sobre el tema.
French et al. (2001) utilizan el procedimiento de variables instrumentales para datos de
la National Household Survey y obtienen que en consumidores crónicos, la probabilidad
de estar trabajando se reduce en un 0,495. Alexandre y French (2004) utilizan
información procedente de un cuestionario específico para consumidores de drogas y
obtienen como principal resultado que consumos crónicos de drogas inyectadas están
20
asociados de manera negativa y significativa con el empleo. Este resultado lo obtienen
tanto para los modelos probit univaridos como para los modelos de ecuaciones
simultáneas, sin embargo, el impacto sobre la probabilidad de trabajar es inferior al
obtenido con nuestros datos (reducción de entre el 8% y el 10%).
Además de la naturaleza de la muestra y el tipo de drogas que se considera
(dependencia), una posible causa de este impacto tan significativo sobre la participación
laboral es la mayor propensión de los consumidores habituales de drogas de
dependencia a consumir, de manera simultánea, otras sustancias que influyen de manera
negativa sobre su bienestar físico y psicológico (Buchmueller y Zuvekas, 1998). Estos
consumos secundarios incrementan el efecto de la droga principal consumida, pero es
difícil determinar la contribución relativa de cada tipo de sustancia sobre la reducción
en la probabilidad de estar trabajando.
Analizando el resto de variables incluidas en la ecuación de empleo, podemos
identificar la importancia que tiene no tener antecedentes penales sobre la probabilidad
de estar trabajando (efecto positivo de 0,161 sobre la probabilidad de estar trabajando).
En el otro sentido, los resultados obtenidos muestran que los individuos que padecen
VIH/SIDA, presentan una menor probabilidad de estar empleados.
El valor estimado para la correlación entre los errores () significa que los factores
omitidos, que repercuten en un consumo problemático de drogas, están positivamente
correlacionados con los factores omitidos que afectan a la participación laboral del
individuo. El estadístico de Wald presenta un valor de 29.773, y para una chi-cuadrado
con un grado de libertad indica que  es significativamente distinto de cero, pudiendo
rechazarse la hipótesis de exogeneidad. Este resultado sugiere que en el presente
análisis el consumo de drogas está correctamente tratado como una variable endógena
en la ecuación de participación laboral, y que un modelo recursivo probit bivariado es
21
un marco analítico correcto para investigar el efecto de un consumo problemático de
drogas sobre la participación en el mercado de trabajo.
Diferente literatura atribuye la posible endogenidad de las variables de educación,
estructura familiar, estado civil, y problemas de salud que limitan la actividad del
individuo, sobre las ecuaciones de consumo de drogas (Burgess y Propper, 1998;
Kenkel y Ribar, 1994; MacDonald y Pudney, 2000; Register et al., 2001). Si realizamos
un análisis de sensibilidad y reestimamos los modelos anteriores omitiendo estas
variables, el sentido de la relación entre consumo y participación laboral no se altera en
ninguno de los dos modelos, no obstante, en el modelo probit univariado, la variable de
intensidad de consumo es ahora significativa, y reduce la probabilidad de estar
trabajando en un 4,3% (tabla 4).1 El efecto de esta variable en el modelo de ecuaciones
simultáneas es idéntico al obtenido en el modelo inicial. El resto de coeficientes
estimados mantienen el signo, y sólo en unos pocos se aprecian pequeños cambios en su
impacto sobre la participación laboral (efectos marginales).
(TABLA 4 INSERTAR AQUÍ)
Los resultados obtenidos confirman que en muestras de individuos admitidos a
tratamiento, modelos independientes que no corrigen el problema de endogeneidad
están seriamente sesgados, y subestiman el impacto negativo del consumo de drogas
sobre la situación laboral de los individuos.
1
Buchmueller y Zuvekas (1998) con datos de la Epidemiologic Catchment Area (ECA) obtienen un
resultado similar en sus modelos probit para el grupo de varones entre 30 y 45 años. Un diagnóstico de
consumo patológico de drogas reduce la probabilidad de estar empleado en un 4%.
22
5. Producción laboral perdida
En base a los resultados obtenidos en el apartado anterior, que confirman una menor
probabilidad de estar trabajando en aquellos individuos que son consumidores
problemáticos de drogas de dependencia, el objetivo del presente apartado es tratar de
asignar un valor económico a la producción que se pierde como resultado de los efectos
que causa el consumo de drogas de dependencia sobre la capacidad productiva de las
personas admitidas a tratamiento (coste de oportunidad).
La valoración de los costes de productividad se realiza siguiendo el enfoque del capital
humano desarrollado por Becker (1964), y utilizado en la mayoría de los análisis de
coste de enfermedad. Este enfoque utiliza los salarios como medida de la pérdida
potencial de producción para la sociedad debida a la reducción del tiempo de trabajo
remunerado que causa la enfermedad. La hipótesis central del método del capital
humano es la asunción de que las variaciones en las rentas salariales se deben
principalmente a la acumulación de capital humano a través de la formación y la
experiencia acumulada (Puig y Pinto, 2001).
A pesar de ser el método empleado con más frecuencia en los trabajos que estiman el
coste social del consumo de drogas ilegales y otras sustancias adictivas, es preciso
comentar la existencia de ciertos problemas en su aplicación, derivados de la existencia
de desequilibrios en el mercado de trabajo (paro involuntario), de la elección de las
variables indicadores de precios sombra, y de las inequidades en el tratamiento de
individuos con y sin trabajo. Una de las críticas más recurrentes a su utilización es que
sobreestima las pérdidas de producción, al no tener en cuenta la sustitución del
trabajador, siendo los únicos costes que deberían de ser considerados los que se incurren
en el propio reemplazo del trabajador y el entrenamiento de su sustituto (Koopmanschap
et al., 1995).
23
El enfoque de los costes de fricción tiene en cuenta el desempleo y la sustitución del
trabajador, y representa un método alternativo al del capital humano. En el método de
los costes de fricción lo relevante no es la pérdida potencial de producción, sino el coste
que supone la pérdida de producción ocasionada por la ausencia de un trabajador en una
situación en la que existe desempleo en el mercado de trabajo. No obstante, no pudo
aplicarse el método de los costes de fricción debido a que los datos no aportan
información sobre la transición entre estados de salud ni sobre la frecuencia y duración
de los periodos en los que no se trabaja.
A partir de las tasas de empleo para Galicia se extrapoló el número de personas que
deberían de estar empleadas si suponemos que la muestra de población consumidora de
drogas presenta similar empleabilidad que la población general. La valoración en
términos monetarios de la producción se aproxima a través de la ganancia salarial que el
individuo deja de percibir para el año de referencia por encontrarse en situación de
desempleo.
Si asumimos una productividad y empleabilidad similares a las de la población, la
estimación de las pérdidas de producción ocasionadas por abusos de drogas se realiza
para cada grupo i de individuos de acuerdo a las siguientes expresiones:
PP=∑(PL´i − PLi) wi
(10)
PL´i=PTi · ui
(11)
donde PP representa la producción total perdida; PL´i el número potencial de
consumidores que deberían de estar trabajando si se atiende a las tasas de empleo de la
población general; PL el número total de consumidores que efectivamente están
trabajando; w el salario bruto medio; PT el número total de consumidores de drogas; y u
la tasa de empleo.
24
La ganancia bruta anual se obtiene de la Encuesta de Estructura Salarial (EES)
realizada por el INE (2008a), y en ella se incluye el total de las percepciones salariales,
en dinero efectivo y en especie, pagadas a los trabajadores por el tiempo trabajado o por
el trabajo realizado, junto a la remuneración por periodos de tiempo no trabajados. La
encuesta clasifica las estimaciones por tipo de jornada, sexo, actividad económica,
ocupaciones y comunidad autónoma en la que trabaja.
Los datos de empleo se obtienen de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE
(2008b), y en ella se recogen datos de fuerza de trabajo en sus diferentes categorías.
Para el análisis se utiliza la tasa de empleo, que se define como el porcentaje de la
población ocupada en relación con la población en edad de trabajar. Al igual que la
EES, la encuesta clasifica las estimaciones por las variables de interés (sexo, edad y
comunidad autónoma).
En la tabla 5 se recoge la valoración de la pérdida potencial de producción asociada a un
consumo de drogas ilegales de dependencia en la muestra de pacientes que fueron
admitidos a tratamiento durante el año 2008. Tomando las tasas de empleo y las
ganancias estimadas para Galicia, las pérdidas de producción se estiman en casi 14
millones de euros. Si consideramos los valores medios obtenidos en las encuestas para
el conjunto de España, la perdida de producción se incrementaría en 1,6 millones de
euros.
(TABLA 5 INSERTAR AQUÍ)
25
6. Conclusiones
La finalidad principal del presente trabajo es la de reexaminar la relación existente entre
consumo de drogas ilegales y situación laboral. Para ello se utiliza un registro clínico de
personas admitidas a tratamiento por abuso o dependencia de sustancias psicoactivas,
por considerar que esta población es de marcado interés desde la perspectiva de la salud
pública y de las medidas dirigidas a reducir las consecuencias que supone la adicción
para el conjunto de la sociedad. En el año 2008 el presupuesto invertido por el gobierno
gallego en recursos asistenciales y programas de prevención e incorporación social
superó los 19 millones de euros.
En el análisis econométrico se controla la posible correlación no observada entre
consumo de drogas y participación laboral mediante la aplicación de un modelo probit
bivariado de ecuaciones simultáneas, una técnica de estimación alternativa a las
utilizadas en la literatura para controlar la potencial endogeneidad de la variable de
consumo. Se confirma que un consumo problemático de drogas está determinado de
manera endógena con la participación laboral, y que la utilización de un modelo
recursivo de ecuaciones simultáneas es un método apropiado para controlar este
problema. No considerar el consumo de drogas como endógeno puede producir
resultados inconsistentes en futuros trabajos que aborden la influencia de la adicción
sobre el mercado de trabajo.
Si bien es arriesgado extrapolar los resultados obtenidos al conjunto de la sociedad,
estos no difieren de los obtenidos por otros estudios empíricos, y confirman de manera
significativa la existencia de una fuerte asociación entre consumo de drogas y
participación laboral (una vez que se controla el problema de endogenidad). En este
sentido, un uso patológico de drogas de dependencia reduce de forma importante la
probabilidad de estar trabajando.
26
Es importante tener en cuenta una serie de limitaciones en el análisis desarrollado. La
primera, es que la frecuencia de consumo de drogas no es la mejor variable para
predecir cuando una persona tiene un problema de abuso de drogas que puede afectar a
su situación laboral. En futuras investigaciones sería relevante, para dotar de mayor
robustez a los resultados, introducir en las especificaciones el estado físico y
psicológico individual de los consumidores de drogas (Buchmueller y Zuvekas, 1998).
En segundo lugar, asumiendo que existe un retardo de las consecuencias que provoca el
consumo de drogas sobre la situación laboral observada, sería interesante analizar datos
longitudinales de consumo y participación laboral sobre una misma muestra de
individuos. Un análisis de sección cruzada no permite analizar patrones de consumo en
el largo plazo y la relación que guardan con la empleabilidad de los sujetos. Para
finalizar, la utilización de un registro de consumidores admitidos a un tratamiento limita
la extrapolación de los resultados al conjunto de la población consumidora (incluida la
que no es visible para la sanidad pública).
Desde la perspectiva de la políticas públicas, los resultados obtenidos muestran los
potenciales costes que para el conjunto de la sociedad supone el uso y abuso de drogas
ilegales, en términos de producción perdida, así como la necesidad de coordinar e
integrar políticas activas de empleo y programas de inserción social para los
consumidores de este tipo de sustancias. En este punto, también se plantea la necesidad
de evaluar la eficacia de programas asistenciales y de inserción social recibidos
anteriormente por la población consumidora usuaria de los servicios asistenciales.
Desde el punto de vista de la investigación empírica de las consecuencias económicas y
sociales de la adicción, el análisis presenta dos contribuciones de interés: el uso de
información procedente de un registro clínico de consumidores, y la aproximación a la
27
relación entre consumo y trabajo a partir de un modelo recursivo de ecuaciones
simultáneas.
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33
TABLAS
Tabla 1. Definición de variables y estadística descriptiva
Variables
Variables endógenas
EMP
FREQ
Variables demográficas y de
salud
AGE
AGEsq
ED1
ED2
ED3
ED4
CRIMREC
MARRIED
URBAN
CHILD
HIVAIDS
HEP
Variables de consumo,
tratamiento y factores de
riesgo
PSYTREAT
PREVTREAT
SECDRUG
FIRSTUSE
ABST
DRUGPART
Media
Desviación
estandar
1=Trabaja
1=Consumo patológico
0,484
0,515
0,499
0,499
Edad
Edad al cuadrado
1=Sin estudios
1= Estudios primarios
1=Estudios secundarios
1=Estudios universitarios
1=Carece de antecedentes penales
1=Casado o convive con su pareja
1= Reside en núcleo urbano (>10.000 hab)
1= Presencia de hijos a cargo
1= Positivo en VIH/SIDA (enfermedades infecciosas
prevalentes en consumidores de drogas inyectadas)
1= Positivo en hepatitis B o C (enfermedades
infecciosas prevalentes en consumidores de drogas
inyectadas)
33,695
7,581
0,104
0,278
0,592
0,025
0,40
0,141
0,775
0,384
0,073
0,305
0,448
0,491
0,156
0,49
0,348
0,417
0,486
0,261
0,366
0,482
1=Recibió tratamiento psiquiátrico específico
1= Otros tratamientos asistenciales recibidos
1= Consume droga secundaria de dependencia
1= Inicio en el consumo de drogas antes de los 16 años
1=Más de un año sin consumir desde que se inició en
el consumo. Periodo de abstinencia
1=Pareja drogodependiente
N
0,262
0,672
0,348
0,201
0,445
0,439
0,469
0,476
0,401
0,497
0,095
1.754
0,293
34
Tabla 2. Modelos probit: Impacto de un consumo problemático de drogas sobre el
empleo
FREQ
URBAN
MARRIED
CHILD
ED2
ED3
ED4
AGE
AGEsq
HIVADIS
HEP
CRIMREC
Ecuación de empleo
Coef.
Efectos
(Error estandar)
marginales
-0,007
-0,003
[0,077]
-0,03
-0,011
[0,089]
0,284**
+0,112
[0,125]
0,105
+0,041
[0,089]
0,458*
+0,181
[0,155]
0,598*
+0,232
[0,149]
1,085*
+0,382
[0,277]
0,026
+0,011
[0,038]
-0,0002
-0,0001
[0,0005]
-0,267***
-0,104
[0,162]
-0,265*
-0,104
[0,091]
0,466*
+0,184
[0,081]
DRUGPART
SECDRUG
FIRSTUSE
ABST
PSYTREAT
PREVTREAT
_cons
-1,289** [0,649]
Ecuación de consumo
Coef.
Efectos
(Error estandar)
marginales
0,144***
[0,09]
-0,106
[0,125]
0,073
[0,088]
-0,091
[0,145]
-0,193
[0,139]
-0,634**
[0,267]
0,145*
[0,04]
-0,01*
[0,001]
-0,223
[0,154]
0,001
[0,092]
0,147***
[0,082]
-0,064
[0,131]
0,239*
[0,082]
0,106
[0,098]
-0,039
[0,083]
-0,125
[0,084]
0,083
[0,097]
-3,057*
[0,682]
+0,057
-0,041
+0,029
-0,036
-0,076
-0,231
+0,057
-0,001
-0,087
+0,001
+0,058
-0,025
+0,094
+0,042
-0,015
-0,049
+0,032
Wald chi2(12)=105,83*
Wald chi2(17)=62,60*
Pseudo R2=0,0701
Niveles de significación: *1%, **5%, ***10%
Observaciones: 1.173
Pseudo R2=0,0403
Niveles de significación: *1%, **5%, ***10%
Observaciones: 1.165
35
Tabla 3. Modelo de ecuaciones simultáneas: Efecto de un consumo problemático de
drogas sobre el empleo
Ecuación de consumo
(Robust Std. Err.)
FREQ
URBAN
MARRIED
CHILD
ED2
ED3
ED4
AGE
AGEsq
HIVADIS
HEP
CRIMREC
DRUGPART
SECDRUG
FIRSTUSE
ABST
PSYTREAT
PREVTREAT
_cons
0,108
[0,88]
-0,087
[0,127]
0,091
[0,089]
-0,078
[0,143]
-0,154
[0,136]
-0,487***
[0,259]
0,061***
[0,035]
-0,001
[0,0005]
-0,211
[0,143]
-0,019
[0,091]
0,158***
[0,082]
0,018
[0,099]
0,213*
[0,067]
0,155**
[0,074]
-0,083
[0,066]
0,044
[0,069]
0,318*
[0,072]
-1,786*
[0,595]
Ecuación de empleo
(Robust Std. Err.)
-1,323*
[0,074]
-0,025
[0,081]
0,137
[0,116]
0,129
[0,083]
0,133
[0,134]
0,231***
[0,13]
0,222
[0,244]
-0,011
[0,0104]
0,0004**
[0,0002]
-0,254***
[0,134]
-0,093
[0,082]
0,381*
[0,076]
Efectos
marginales totalesa
-0,584
-0,05
+0,109
+0,042
+0,101
+0,17
+0,34
-0,025
0,0004
-0,071
-0,044
+0,161
-0,005
-0,064
-0,046
+0,026
-0,013
-0,11
rho= 0,906 [0,049]
Test de Wald: rho=0 (p value)
chi2(1)=29,773 [0,0000]
Niveles de significación: *1%, **5%, ***10%. Observaciones: 1.162
a
Como sugiere Greene (2003), los efectos marginales se calculan como el cambio en la probabilidad de participar en el mercado
laboral siendo un consumidor problemático de drogas, en relación con no ser un consumidor problemático, manteniendo el resto de
variables explicativas en sus valores medios muestrales.
36
Tabla 4. Análisis de sensibilidad: Modelos que controlan otras fuentes de endogenidad
Modelo probita
Coef.
Std.
Err.
0,065
0,108***
FREQ
Wald chi2(5)
ME
0,043
103,88*
0,0481
Pseudo R2
Observaciones
Modelo probit bivariadoa
Coef.
Robust Std.
Err.
0,521
1,402*
FREQ
rho
Wald test of
chi2(1)
Observaciones
1.592
rho=0
0,925
53,59*
Total
MEb
-0,584
0,031
1.588
Niveles de significación: *1%, **5%, ***10%.
Notas: a Respecto a los modelos anteriores (tablas 4 y 5), se excluyen las siguientes variables: MARRIED, CHILD, ED2, ED3,
ED4, HIVADIS y HEP.b Como sugiere Greene (2003), los efectos marginales se calculan como el cambio en la probabilidad de
participar en el mercado laboral siendo un consumidor problemático de drogas, en relación con no ser un consumidor problemático,
manteniendo el resto de variables explicativas en sus valores medios muestrales.
Tabla 5. Aproximación al valor monetario de la producción laboral perdida
Total
Trabajan
Exceso
desempleo
Pérdida (€)
(valores medios Galicia)
Pérdida (€)
(valores medios España)
20 a 24 años
Hombres
174
85
101
174.097
229.809
Mujeres
32
10
16
31.484
68.771
Hombres
1.537
735
1.297
12.350.689
13.863.892
Mujeres
221
71
146
1.397.945
1.457.834
13.954.215
15.620.306
25 a 54 años
TOTAL PÉRDIDAS DE PRODUCCIÓN
Nota: Los intervalos de edad “16-19 años” y “55 y más años” no presentan exceso de desempleo.
37
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